sinfónica de la juventud venezolana simón bolívar gustavo

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AUDITORIO
PALACIO DE CONGRESOS ZARAGOZA
SALA MOZART
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deGRANDESconciertosde
20072008
sábado, 26 de enero de 2008 • 20,15 horas
SINFÓNICA DE LA JUVENTUD
VENEZOLANA SIMÓN BOLÍVAR
GUSTAVO DUDAMEL DIRECTOR
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© Nohely Oliveros
SINFÓNICA DE LA JUVENTUD
VENEZOLANA SIMÓN BOLÍVAR
La Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar fue fundada por
José Antonio Abreu y un grupo de músicos inspirados por los ideales de
Simón Bolívar. Está formada por más de 200 jóvenes con edades comprendidas entre los 12 y los 26 años, y es la insignia del programa académico orquestal de la Fundación del Estado para el Sistema de Orquestas
Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV).
La FESNOJIV involucra a unos 250.000 miembros a través de todo el país
en un sistema de orquestas pre-escolares (de 4 a 6 años), más de 90
orquestas de niños (de 7 a 16 años), más de 130 orquestas juveniles (de 16
a 20 años) y más de 30 orquestas sinfónicas profesionales de adultos. El
setenta y cinco por ciento de estos niños viven en condiciones de pobreza, y en palabras de José Antonio Abreu «la música es prácticamente el
único camino hacia la dignidad social para los niños con los que trabajamos. La pobreza significa soledad, tristeza, anonimato, y una orquesta
significa alegría, motivación, trabajo en equipo, aspiración al éxito». La
FESNOJIV contrata a más de 15.000 profesores de música que imparten
conocimientos en disciplinas tan variadas como la formación instrumen-
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tal, construcción de instrumentos, administración artística y nuevas
tecnologías.
El programa académico de la FESNOJIV permite a sus músicos explorar un
repertorio muy amplio a través de las clases magistrales y conciertos que
involucran a orquestas e instituciones tan destacadas como la Filarmónica de Berlín, la Academia Sibelius de Finlandia, Stuttgart Bachakademie y el New England Conservatory de Boston. Asimismo, ha trabajado
con directores internacionales de la talla de Sir Simon Rattle y Claudio
Abbado, además de contar durante seis meses cada año con la presencia
de Gustavo Dudamel, su Director Musical y producto también de la
FESNOJIV.
Hasta la fecha, la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar ha
visitado en tres ocasiones Alemania, apareciendo en salas tan importantes como las Filarmónicas de Berlín y Essen. También ha tocado en el Parco della Musica en Roma, Teatro Massimo en Palermo y en el Festival de
Lucerna. Durante el verano de 2007, la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar fue presentada en los BBC Proms, el Festival de Edimburgo y de nuevo en Alemania, esta vez en el Festival Schleswig-Holstein
y la Semperoper de Dresde. El pasado mes tocó en México, Los Ángeles,
San Francisco, Boston y también en el Carnegie Hall de Nueva York, donde la orquesta será dirigida por Gustavo Dudamel y por Sir Simon Rattle
como parte del Festival «Berlin in Lights».
La Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar graba para Deutsche Grammophon, habiendo sacado hasta la fecha dos grabaciones junto a Gustavo Dudamel. Estas grabaciones incluyen las Sinfonías n.º 5 y
n.º 7 de Beethoven y la Sinfonía n.º 5 de Mahler.
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© Mathias Bothor / DG
GUSTAVO DUDAMEL DIRECTOR
Uno de los directores con más talento en la actualidad, Gustavo Dudamel continúa emocionando a la audiencia internacional y obteniendo el
más alto nivel de cada una de las orquestas que dirige por todo el mundo. En la actualidad es el Director Titular de la Orquesta Sinfónica de
Gotheborg, recientemente ha sido nombrado Director Musical de la
Filarmónica de Los Ángeles a partir de la temporada 2009/2010, y continúa siendo el Director Musical de la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar
Gustavo Dudamel inauguró oficialmente la temporada 2007/2008 como
Director Titular de la Orquesta Sinfónica de Gotheborg. En septiembre de
2007 realizó su debut en el Festival de Lucerna con la Filarmónica de Viena, junto al pianista Daniel Barenboim, y posteriormente debutó con la
Filarmónica de Nueva York, la Filarmónica de Berlín y la Berlin Staatskapelle. En agosto de 2007, Dudamel y la Sinfónica de la Juventud Venezo-
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lana Simón Bolívar realizaron una gira europea con actuaciones en el
Festival de Edimburgo, los BBC Proms en el Reino Unido, cinco conciertos en auditorios alemanes, incluyendo Schleswig-Holstein Festival, Leipzig Gewandhaus, Dresden Semperoper, Bonn Beethovenfest y Frankfurt
Alte Oper, seguidos de una gira por EE.UU. en octubre con actuaciones
en Los Ángeles, San Francisco, Boston y el Carnegie Hall de Nueva York.
Durante esta temporada, Gustavo Dudamel volvió a trabajar con la Filarmónica de Los Ángeles y la Orquesta Filarmónica de Israel, y dirigió la
Leipzig Gewandhaus Orchestra y la Orquesta Filarmónica de la Radio de
Francia. Dudamel también debutará esta temporada con la Sinfónica de
San Francisco y en junio de 2008 regresará con la Philharmonia Orchestra en Londres. Otras menciones especiales merecen también «La Bohème», que se interpretará en el Berlin Staatsoper y el regreso a La Scala,
así como en conciertos en Madrid con la Orquesta Nacional de España,
Filarmonica della Scala y Orquestra Sinfonica dell’Accademia di Santa
Cecilia en Italia.
Gustavo Dudamel es un artista exclusivo de Deutsche Grammophon. En
septiembre de 2006 debutó con la grabación de «Beethoven 5 y 7» junto
a la Sinfónica de la Juventud Venezolana Simón Bolívar. En mayo de 2007
se editó su segunda grabación con «Mahler 5».
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Comentarios al programa
Stravinski no era aragonés, pero a veces lo parecía. Gigante musical,
defendía cabezonamente la idea de que la música –notas, solo notas,
decía– es incapaz de expresar nada por si misma. Pero si hoy estamos
aquí es precisamente porque la realidad desmiente la boutade stravinskiana; porque esperamos que la música nos diga algo. La música tiene,
mal que pese a don Igor, poder expresivo. No solo porque dice algo a
cada oyente. También porque puede manifestar aspiraciones colectivas,
atestiguar confesiones personales, explicar posiciones teóricas sobre el
hecho musical, y hasta expresar la posición del autor ante la vida. O lo
que es lo mismo, ante la muerte.
Es el caso de los ciclos sinfónicos de Beethoven y Chaikovski. Bien mirado, ambos tratan del conflicto entre el hombre y el destino; entre el
anhelo de eternidad y la finitud inexorable, identidad de asunto que sin
embargo diverge en sus resultados: el triunfo de una voluntad titánica
en el caso del alemán, la victoria del fatum en el del ruso.
Ludwig van Beethoven (Bonn 16 ó 17-12-1770, Viena 26-3-1827) dejó
transcurrir cuatro años entre sus sinfonías sexta y séptima, años sin
embargo fecundos (concierto Emperador, trío Archiduque, sonata Los
adioses, Egmont, etc). Quizás esbozada antes, la redacción definitiva de
la Séptima comenzó en 1811 en el balneario bohemio de Teplice, donde
Beethoven seguía una cura, y concluyó en mayo de 1812. El estreno tuvo
lugar en la Universidad de Viena el 8 de diciembre de 1813 en velada a
beneficio de los heridos en la reciente batalla de Hanau (un fracaso de
las tropas austro-bávaras que no pudieron cortar la retirada de la Grand
Armée napoleónica). La sesión contó con varios intervinientes de excepción: Mälzel, inventor del metrónomo, la organizó; el propio Beetoven
dirigió; Spohr, el compositor, estuvo entre los violines y fue quien relató
que Beethoven, ya casi enteramente sordo, dirigió de manera confusa,
casi cómica; y Salieri, ante la evidente inhabilidad del autor, fue quien
en realidad y bajo mano dirigió la orquesta. Curiosamente el plato fuere
no fue la sinfonía sino La batalla de Vitoria, encargo de Mälzel a Beethoven para conmemorar la batalla (21 de junio de 1813) en que el ejército
anglo-luso-español comendado por el Duque de Wellington venció a las
tropas francesas logrando la expulsión de José I. La sinfonía fue sin
embargo bien recibida y, repetida cuatro días después, el público exigió
el bisado del célebre Allegretto. La crítica también otorgó un refrendo
favorable jamás disminuido, aunque no faltara quien metió la pata,
como Wieck, futuro de suegro de Schumann, al tildarla de obra de un
borracho. Publicada en 1816, fue dedicada al conde Moritz von Fries,
mecenas de Beethoven y otros artistas de su tiempo.
Aunque creada coetáneamente a la ruptura de Beethoven con la condesa Teresa von Brunswick y el comienzo de su relación con Bettina Brentano, la Sinfonía nº 7 en La mayor, opus 92, es a diferencia de varias de
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sus predecesoras (Tercera, Quinta y Sexta) obra pura y no programática,
carente de cualquier atisbo de programa, intención o sugerencia biográfica. El ritmo es, incluso en el movimiento lento, el elemento esencial de
la obra, hasta el punto de que Wagner la bautizó Apoteosis de la danza,
pero eso no implica argumento alguno.
Como en las sinfonías Primera, Segunda y Cuarta, la Séptima comienza
con una introducción lenta (Poco sostenuto) aunque más larga que en
ocasiones anteriores y justificada por sus vínculos temáticos con el grueso del movimiento, un Vivace en forma sonata plagado de alegres ritmos
danzables. Beethoven sustituye luego el usual Andante por un originalísimo Allegretto que, pese a tal indicación, es un movimiento reposado en
el que el autor logra, cual cuadratura del círculo, que la lenta gravedad
parezca ingrávida ligereza. Sin duda uno de los fragmentos más rotundamente bellos del autor, el movimiento cursa como un ostinato en el
que la pauta negra-dos corcheas-dos negras se repite constantemente.
Con ser un scherzo, el tercer movimiento no lleva tal nombre sino el de
Presto. Pero como scherzo, mantiene una forma ternaria, si bien ampliada con la repetición del pasaje alternante (basado al parecer en un himno religioso de pastores de la Baja Austria), procedimiento frecuente en
las obras beethovenianas del período. El Allegro con brio final, también
en forma sonata, comienza de esa forma rotunda y lapidaria con que
Beethoven abría a veces sus obras, en esta ocasión un doble latigazo de
carácter imperioso. Tras él, la cuerda lanza un veloz tema en semicorcheas cuyo ímpetu se mantendrá incólume hasta el tajante final de la
obra en un espíritu gozoso y dionisíaco que, aunque interpretado a veces
como una fiesta o como la furia del dios Baco, representa la voluntad
vital y afirmativa del compositor.
Beethoven demostró esa afán vital, sin desmayo ni flaqueza, a lo largo
de todo su ciclo sinfónico, donde se suceden la voluntad de libertad (Tercera), la afirmación sobre el destino (Quinta), la comunión con la naturaleza (Sexta), la música –o la vida– como gozo (Séptima), el buen humor
(Octava) y la fraternidad de la Humanidad toda (Novena). Qué diferencia con el pesimismo progresivo y radical visible en el ciclo sinfónico del
otro protagonista de esta velada, ciclo que, si empieza de una forma
expresivamente neutra, va ensombreciéndose progresivamente hasta la
completa derrota final.
Piotr Ilich Chaikovski (Votkinsk 7-V-1840, San Petersburgo 18-11-1893) se
debatió en su ciclo sinfónico entre la tradición formalista impuesta por el
género y su necesidad compulsiva de dar a su obra un contenido expresivo y emocional a modo de drama sin palabras. Si en sus primeras y poco
tocadas sinfonías (Sueños de Invierno, Pequeña Rusia y Polaca) prima el
encanto melódico y la exploración estructural, las tres sinfonías finales
muestran una fuerte individualidad en la que el uso de procedimientos
cíclicos es el vehículo para acentuar un sentido dramático personalísimo.
Hace pocas semanas, a propósito de la Sinfonía nº 4, subrayaba que, por
las circunstancias personales del autor, apenas puede asombrar que la
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sombra de la tragedia, proclamada desde el comienzo por un motivo del
destino, planee sobre toda la sinfonía, incluso si la brillante conclusión
final permita entrever el triunfo final de la esperanza sobre la desesperación. Estamos aún -escribía- ante un Chaikovski dispuesto a resistir la
adversidad, afán que, presente todavía en la Quinta sinfonía, totalmente vertebrada en torno a otro motivo del destino, decaerá completamente en la Sexta Sinfonía, esa Patética cerrada de manera insólita con
un movimiento desesperado, metáfora de la derrota final de un compositor atormentado que, muy pocos días después del estreno, muere en
circunstancias todavía discutidas.
En la primavera de 1888, a la vuelta de una gira europea en que conoció
a Brahms y a Grieg, Chaikovski, un neurasténico apenas capaz de disfrutar de sus éxitos, se recluyó en una finca campestre (el cielo en la tierra,
escribió). A finales de mayo estaba metido de lleno en la composición de
la Quinta sinfonía en mi menor, opus 64, cuya orquestación concluyó en
agosto. Alentado por sus amigos, la estrenó y dirigió en la Sociedad Filarmónica de San Petersburgo el 5 de noviembre junto con el Concierto
para piano y orquesta nº 2. La crítica, todo menos entusiasta, llevó al
autor reconsiderar la partitura y preguntarse si estaba en el umbral del
fracaso definitivo. Sin embargo recobró el optimismo cuando en marzo
de 1889 viajó a Hamburgo para dirigir, entre otras obras, la Quinta. La
sinfonía fue muy bien acogida por la orquesta y hasta por Brahms, que
asistió al primer ensayo y que no era precisamente un abrazafarolas. El
estreno se produjo el 15 de marzo con gran éxito y desde entonces la sinfonía volvió a complacer a su autor y cautivó al público adquiriendo una
celebridad incluso transatlántica. Tan es así que a principios de la década de los noventa, el compositor afirmaba en Nueva York: «Parece como
si yo fuera diez veces más conocido en Norteamérica que en Europa. Hay
algunas piezas mías que siguen sin ser conocidas en Moscú; aquí en cambio las tocan varias veces por temporada y escriben artículos enteros
sobre ellos. Han tocado la Quinta Sinfonía en los dos años pasados». ¿No
es divertido?
Aunque la Sinfonía n.º 5 pasa por la mejor construida de las sinfonías del
autor por su proximidad, con alcuna licenza, al modelo tradicional de la
gran sinfonía romántica, de los apuntes hallados entre los papeles del
músico se deduce su intención de crear una composición ajustada en
parte a un programa cuyo protagonista principal habría de ser, un poco
al modo de la Quinta sinfonía de Beethoven, el destino del hombre; un
destino que pone al hombre en manos de la Providencia que lo conduce
por caminos imprevisibles abocados inexorablemente a un final aniquilador. Ni que decir tiene que, si para Beethoven el hombre es el Hombre,
para Chaikovski el hombre es él mismo, aplastado por la losa de una vida
inconfesable y por la obligación de vivir una vida falsa y angustiante.
Parece ser que Chaikovski se hallaba en uno de los períodos depresivos
en él frecuentes cuando emprendió la composición de la Quinta, y tal
estado se sugiere ya en los primeros compases del Andante de apertura,
cuando los clarinetes exponen con sombría gravedad el tema del destino
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que dominará toda la sinfonía reapareciendo multitud de veces bajo una
diversidad de presentaciones. El motivo deja en seguida paso a un Allegro con anima construido sobre un tema contrastante, suave y cadencioso, que experimenta notables cambios a lo largo del desarrollo, pasando por momentos de entusiasmo, energía y esperanza, que dejan
traslucir una voluntad de lucha del autor que quiere imponerse al destino... sin llegar a conseguirlo: finalmente domina una atmósfera de pesadumbre melancólica, visible claramente cuando el movimiento se extingue suavemente después de una serie de pasajes en los que, con estos
temas y otro que aparece posteriormente, se llega a un fortissimo que
sugiere la culminación de las ilusiones creadas.
El segundo movimiento, Andante cantabile, con alcuna licenza, es uno
de los más celebrados fragmentos chaikovskianos por mor de su tema,
dulce pero no almibarado, expuesto de manera muy original por la trompa después de un breve preludio a cargo de la cuerda. Aparecen luego
otros temas, pero siempre dentro de un clima lírico y moderadamente
positivo, a veces ensombrecido por la reaparición del melancólico tema
capital del primer movimiento y de la sinfonía, pero lirismo e ilusión
regresan e instauran su predominio hasta la conclusión del movimiento.
Como tercer movimiento, y en lugar del habitual scherzo típico de las
sinfonías románticas, Chaikovski propone un vals (Valse: Allegro moderato). No se trata obviamente del voluptuoso vals vienés sino uno de esos
valses personalísimos caros al autor, dotados de un encanto no poco
melancólico. Tras el punto álgido del trío, donde el conjunto cobra una
mayor amplitud, el regreso del vals es abruptamente interrumpido por la
inesperada irrupción del tema del destino; un destino presentido trágico
aunque esta vez sin el carácter amenazante de ocasiones precedentes.
La obra concluye (Finale: Andante maestoso-Allegro vivace) con el movimiento más brillante y turbulento de la obra. Reaparecen, tratados de
formas diversas, la mayor parte de los temas anteriormente expuestos,
hasta alcanzar finalmente una intensidad máxima y la ardiente pasión de
una de esas conclusiones típicamente chaikovskianas en las que la brillantez cegadora no consigue eliminar una cierta pesadumbre. Brillante
y enérgica, la contienda contra el destino parece haber sido ganada por
el compositor.
Pero se trata solo de una batalla, la penúltima, en un combate que tendrá solo un último episodio: una Patética derrotista que solo precederá
unos días a la muerte –que hoy se piensa voluntaria– del autor. El final
de la historia es de todos conocido. El ciclo sinfónico chaikovskiano, su
lucha contra el destino, era una entelequia. Chaikovski no luchaba contra un destino externo y adverso. Lo hizo contra si mismo, y él mismo se
administró el veneno letal. El aparente entusiasmo del Finale de la Quinta era falso. El adversario no era el destino. Era Tchaikovski y no otro.
Antonio Lasierra
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Programa
PRIMERAPARTE
L. v. BEETHOVEN
Sinfonía n.º 7 en La, Op. 92
Poco sostenuto. Vivace
Allegretto
Presto
Allegro con brio
SEGUNDAPARTE
P. I. TCHAIKOVSKI
Sinfonía n.º 5 en Mi m, Op. 64
Andante. Allegro con anima
Andante cantabile, con alcuna licenza
Valse: Allegro moderato
Finale: Andante maestoso-Allegro vivace
SINFÓNICA DE LA JUVENTUD
VENEZOLANA SIMÓN BOLÍVAR
GUSTAVO DUDAMEL director
Imprime: ARPIrelieve, S. A. • D. L. Z-3.516/2007 • La organización se reserva el derecho de variaciones de días y sustituciones de orquestas, solistas y programas por causas obligadas de fuerza mayor. http://www.auditoriozaragoza.com
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