Turquía 41 06 21 - Estudios Bardina

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Estudios Bardina
Turquía 41 06 21
Croacia y Turquía firman La SI 21/06/41 p. 7-9
Croacia adhiere al Pacto Tripartito. Croacia y Turquía firman
La SI 21/06/41 p. 7-9 (a Turquía ha hecho referencia en crónicas relacionadas con el Cercano y Medio Oriente y sus
países: Siria, Palestina, Irak, Arabia, etc.)
a) Croacia (ver Europa países)
b) También Turquía acaba de firmar. Y no estará de más decir una palabra aclaradora sobre esta firma, mientras esos
soldados del pelotón crítico de la Vl Columna han iniciado una ofensiva de tonterías para despistar el sentido natural de
esa firma.
El hecho es simple. Pero son las cosas más simples las que llevan, muchas veces, una mayor complejidad en sus
entrañas. Alemania y Turquía han convenido en que ambos respetarán la respectiva integridad territorial y por ningún
motivo se harán la guerra. En el preámbulo, se afirma por manera brumosa que este Pacto no afecta a otros Pactos
que haya podido firmar Turquía con otras potencias.
Hagamos un pequeño viaje por las entrañas del acontecimiento.
Meses antes de la guerra actual, Turquía firmaba un Pacto con Gran Bretaña y Francia, en el sentido de que Turquía
declararía la guerra al Eje si éste atacaba alguna zona balcánica del Cercano Oriente. En pago de este servicio,
Francia cedía a Turquía la provincia de Alexandretta, una de las mejores de la Siria. Gran Bretaña no entregaba nada.
Turquía, aparte esa adquisición territorial (que el lector puede hallar en el mapa de la portada, costa de Siria) ganaba mu
poco. Los gobernantes turcos, discípulos del viejo y astuto Kemal, sabían dos cosas: 1º que, por el momento, habían de
estar bien con Gran Bretaña y la Francia anterior a la derrota, porque eran dueños del Mediterráneo y la vida turca
dependía de ellos; 2º que, al fin, era Alemania la que había de imponerse en esas regiones, mucho más marchando
Berlín de acuerdo con Moscú en cuanto a problemas territoriales y raciales. Turquía, por lo mismo, ganaba Alexandretta,
pero se exponía a tener que entrar en la guerra y todavía perdiendo al lado de los aliados. Había que salir de este peligro.
Fue entonces cuando Stalin tendía la mano nuevamente a Angora. Rusia se oponía a ese Tratado turco-aliado, a menos
que se añadiese una cláusula que declarase explícitamente que el Tratado era nulo, si ello podía oponerse a los
intereses rusos. Turquía quedaba a salvo…y con Alexandretta además.
Estábamos en la mitad del año 39, y Gran Bretaña se hacía la ilusión de que Rusia no podía menos que estar con los
aliados. Con la singular incapacidad demostrada por la cancillería británica en estos tiempos, se estaba jugando con
Prusia, sin advertir que ese país debía, por natural interés suyo, contribuir con todas sus fuerzas al derrumbe del Viejo
orden. Desde el equivocado punto de vista británico –“Rusia contra Alemania”- la cláusula del
Tratado turco-aliado referente a quedar sin efecto el documento si había su cumplimiento de perjudicarse Rusia, tenía
escasa importancia. ¿Cómo podían perjudicarla –pensaban en Londres- si los rusos han de estar con nosotros?
Mas las cosas marcharon por un cauce totalmente distinto. Rusia pactó con Alemania. Bastaba el Pacto público para
mostrar que se enorme país quedaba ya fuera de la órbita de los pseudodemocráticos. ¿Qué tal sería la parte secreta de
ese Pacto, que trazaba las grandes líneas para una nueva y justa ordenación de Europa y el Asia en el futuro postbélico?
Turquía había realizado una obra muerta. A base de firmar el Tratado, se salvaba de la persuasión hostil de Gran
Bretaña. Con la cláusula hipotéticamente eliminatoria, quedaba con las manos libres para no cumplir jamás el
Tratado. Este la obligaba a tomar parte a favor de Yugoslavia atacada por Alemania. No toma parte: Rusia lo tomaría
como algo perjudicial para ella. El Pacto le obligaba a ponerse al lado de Grecia atacada por Italia y Alemania. No se
pone de su lado: Rusia no lo vería con buenos ojos. En el caso mismo de Creta, el Tratado turco-británico obligaba a
Turquía a entrar en la lid al lado de Gran Bretaña: no se ponía de su lado ¿Qué diría Rusia?
¿Podría afirmarse que esos dos políticos que son el Presidente y el canciller turcos estaban previendo el futuro próximo?
Es muy posible. Más, aunque así no hubiese sido, los acontecimientos cuidaron de mostrarnos con cuanta sabiduría
habían firmado el Pacto con Gran Bretaña con la consabida cláusula inhibidora. La guerra estaba cada día más a favor
de Alemania e Italia. Victorias aplastantes llevaban al Eje a las mismas costas turcas. Islas que
solo distan de Turquía 17 kilómetros (dos minutos en avión) eran capturadas por los ejércitos del Eje.
Por otra parte, el interés económico de Turquía empujaba el país por el mismo sendero de amistad con el Eje. El mayor
porcentaje de exportaciones turcas habían ido a parar siempre a Alemania y al resto de Europa: un 81%. Una mínima
parte compraba solamente Gran Bretaña. Para animar a los turcos, Inglaterra firma contratos de compra, Inglaterra
firma contratos de compra de productos turcos, aún de cosas que no necesitaba. No puede ni pagarlos ni
transportarlos. Fue necesario que Alemania e Italia, mediante contratos escalonados durante esos últimos meses,
sacasen a Turquía del atolladero de la superproducción, llevándole sus stocks de tabacos, aceites, frutas ácidas, vinos y
otros productos.
La caída hecatómbica de Creta, la resistencia siria y la derrota de la embestida de Wavell en Sollum representaban las
tres últimas gotas que habían de colmar el vaso de la conveniencia turca. En las mismas horas en que Alemania
anunciaba la derrota británica, el Tratado turco-germano era firmado.
Las consecuencias de ese Tratado son cuatro. A la vista. No sería raro que alguna otra fuese secreta.
1º El intercambio comercial entre Turquía y Europa se intensificará, ahora metódicamente. Las ventajas serán mutuas.
Pero estas son poca cosa ante el supremo deber de organizar una economía europea racional para el futuro. Turquía
podía haber quedado al margen. Afortunadamente, será en ella parte interesante ahora de una Europa económicamente
organizada.
2º Si Alemania pelea con otro pueblo, Turquía queda quieta. Había seguridad, dos años atrás, de que Turquía atacaría
por la espalda a las órdenes de Gran Bretaña. Sabiamente no lo realizaba. Ahora esa conducta queda atada a un
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Tratado: Alemania respetará las fronteras turcas. Turquía en ningún caso hará la guerra a Alemania.
3º El Tratado turco-anglo queda anulado absolutamente, aunque los críticos británicos quieran echarse tierra a los
propios ojos. Ese Tratado decía solamente que Turquía pelearía con cualquier pueblo que atacase los intereses
británicos en el Cercano Oriente. Alemania era el único país que podía hacerlo. Turquía se comprometía a no atacar a
Alemania en ningún caso. Aquel Tratado de la primavera de 1939 queda reducido a un pedazo de papel.
4º Turquía no atacará a los franceses de Siria por la espalda. El Tratado no dice esto. pero es uno de los corolarios
más a la vista. Alemania no podría patrocinar ese crimen. Turquía marcha del brazo con Alemania.
Tres observaciones, antes de cerrar esa nueva derrota diplomática de la cancillería británica: la mano hábil de von
Papen, el inagotable índice de optimismo simulado de Eden y la existencia de algún interrogante que se nos figura ver
bailar sobre la letra del Tratado… (en cuatro columnas de la página 9, que no transcribimos, ya que JBC no hace
aquí sino reiterar los fracasos de la diplomacia británica, los éxitos de la germana y la posible existencia de cláusulas
no a la vista en el Pacto recién firmado)
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