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SAGRADA BIBLIA
VERSIÓN
DIRECTA
DE
LAS LENGUAS ORIGINALES
POR
E L O Í N O N Á C A R FUSTER (t)
CANÓNIGO LECTORAL DE LA S. I .
C. DE SALAMANCA
Y
A L B E R T O C O L U N G A , O . P.
PROFESOR DE SAGRADA ESCRITURA EN EL CONVENTO DE SAN
ESTEBAN Y EN LA PONTIFICIA U N I V E R S I D A D DE SALAMANCA
PRÓLOGO DK S. JCMCIA, RVDMA. El* CARDENAL
GAETANO
ANTIGUO N U N C I O DE S U
UNDÉCIMA
BIBLIOTECA
CICOGNANI
SANTIDAD EN ESPAÑA
EDICIÓN
DE AUTORES
MADRID . MCMLXI
CRISTIANOS
Í N D I C E
G E N E R A L
NihU obstat: Pr. E. Cuervo, O. P . , Bac. S. Theol.
l'r, K. ilt> Tuya, O. P . , S. Theol. Lect.
Imprimí
potes!:
l'r. A. l'i-rnandez, O. P. Prior Provincialis.
NIMl obstat:
Imprimatur:
Dr. Iv. Turrado, Censor.
t Fr. Franciscus, ü . P., Epise. Salmant.
Saloianticae, 30 octobris 1960.
Págs.
Prólogo de S. Bmcia. Rvdtna. el Card. Gaetano Cicognani, antiguo
Nuncio de S. S. en España
ix
Encíclica «Divino afilante Spiritu», de S. S. Pío X I I
xxm
Prólogo de los traductores :
A la i. a edición
xxxix
A la 2. a y 3. a edición
xu
A la 4. a , 5. a , 6. a , 7. a , 8. a , 9. a , io.» y 11. a edición
xuv
Consejos de San Agustín a los lectores de la Sagrada Escritura ...
xuv
Siglas
xuv
Introducción general a los libros de la Sagrada Escritura
1
Introducción especial a los libros históricos
12
ANTIGUO
Begistro núm. 5.786-1960
Depósito legal M 4.180-1961
Pentateuco
Génesis
Éxodo
I/evítico
Números
Deuteronomio
Josué
Jueces
Rut
Samuel
I Samuel
II Samuel
Reyes
I Reyes
II Reyes
Paralipómenos o Crónicas
I Crónicas
II Crónicas
Esdras y Nehemías
Esdras
Nehemías
Tobías
Judit
TESTAMENTO
20
24
84
131
161
201
238
262
286
290
291
322
348
349
384
414
415
439
469
470
480
493
503
ÍNDICE GENERAL
VI
VII
PÍÍS.
Ester
I Macabeos
I I Macabeos
Libros sapienciales
Job
Salmos
Proverbios
Eclesiastés
Bl Cantar de los Cantares
Sabiduría
Eclesiástico
I/ibros proféticos
Isaías
Jeremías
I/amentaciones
Barnc
Ezequie1.
Daniel
Oseas
Joel
Amos
Aibdías
Jonás
Miqueas
Nahurn
Habacuc
Sofonías
Aigeo
Zacarías
Malaquías
NUEVO
.'
,
_.
516
527
556
576
578
601
67a
694
702
711
727
767
772
819
869
874
881
926
946
952
956
961
962
964
969
971
973
975
977
985
TESTAMENTO
Introducción general al Nuevo Testamento
Introducción general a los Evangelios
San Mateo
San Marcos
San i/ucas
San Juan
Hechos de los Apóstoles
Epístolas de San Pablo
A los Romanos
I a los Corintios
I I a los Corintios
¡.
989
999
1000
1041
1063
1103
1136
1167
1170
1185
1199
ÍNDICE GENERAL
Págs.
A los Gálatas
Epístolas de la cautividad
A los Efesios
A los Filipenses
A los Colosenses
Epístolas a los Tesalonicenses
I a los Tesalonicenses
I I a los Tesalonicenses
Epístolas pastorales
I a Timoteo
II a Timoteo
A Tito
A Filemón
A los Hebreos
Santiago
Epístolas de San Pedro
I de San Pedro
II de San Pedro
Epístolas de San Juan
I de San Juan
II de San Juan
III de San Juan
San Judas
Apocalipsis
índice bíblico doctrinal
Mapas
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1269
1269
1271
1296
1333
577
SAPIENCIALES
En los Proverbios y el Eclesiástico, los sabios de Israel nos han dejado el fruto de sus
meditaciones, que nos enseñan a gobernarnos según la voluntad de Dios. Finalmente,
el Cantar de los Cantares es obra de sabiduría por su exquisita forma poética y por
su pensamiento, que es la idea mesiánica, contenida en los profetas y expuesta en una
serie de cantos que giran en torno de una imagen también profética, la del matrimonio,
aplicada a las relaciones de Dios con su pueblo.
4. Como de lo dicho se colige, el principio de la sabiduría de Israel, más que su
ingenio, es la revelación divina. Por eso debieran colocarse los libros sapienciales después de los profetas. A la luz de las enseñanzas de éstos meditaban los sabios sobre
la naturaleza y sobre la vida de los hombres, y de aquí se levantaban a escudriñar los
misterios de la sabiduría divina. A esta consideración, que pudiéramos llamar teológica, de la naturaleza creada y de la providencia y misterios divinos, basada en la Ley
y los Profetas y en la historia de Israel, se añadía en los sabios que escribieron los libros
sagrados la iluminación del Espíritu Santo, que, al mismo tiempo que elevaba su mente,
daba valor a sus enseñanzas.
5. Decíamos que el arte de la poesía era una de las manifestaciones de la sabiduría hebrea. Porque es de saber que existe en la Biblia hebrea un arte poético. San
Jerónimo y algunos antiguos asimilaron el verso hebreo al griego y al latino. Era, sin
duda, una equivocación. Pero los esfuerzos hasta ahora realizados para definir la naturaleza del verso hebreo sólo han dado de sí una multitud de opiniones, que muestran
en su misma multitud la dificultad del asunto y la imposibilidad de llegar hasta ahora
a conclusiones ciertas. Una cosa es clara: que además de ese artificio poético, el ritmo
tónico, hay en la poesía hebrea un ritmo lógico del pensamiento, que se ha llamado
paralelismo de los miembros. A una línea o verso se añade otro que expresa el mismo
pensamiento (paralelismo sinónimo), o un pensamiento que desarrolla y completa el
primero (paralelismo sintético), o un pensamiento contrapuesto al primero (paralelismo antitético), Véanse los siguientes ejemplos:
LIBROS
SAPIENCIALES
i. Tenemos que empezar por explicar lo que es la sabiduría para los hebreos.
No es, como para Aristóteles, la ciencia de las últimas causas, sino cierta agudeza y
prontitud de ingenio para hallar una salida en casos apurados. Tal era la sabiduría
de la mujer de Tecua (2 Sam 14,2 ss.), de la mujer de Abel (ibid. 20,16 ss.) y la
de Salomón (1 Re 3,12 ss.). Análoga a ésta es la agudeza para hallar solución a
los enigmas y acertijos de que tanto gustaban los orientales. Véase en Jue 14,10 ss. el
enigma de Sansón a los filisteos, y en 1 Re 10,3 ss. los de Salomón y la reina de Soba.
2. Extiéndese esta sabiduría a la observación de la naturaleza, de los instintos
de los animales, del obrar del hombre, para sacar de todo esto enseñanzas útiles a la
dirección de la vida humana; pues Dios, al crear las cosas, derramó en ellas los ricos
tesoros de su sabiduría. Pero más que en la naturaleza, depositó Dios su sabiduría en
la Ley, que, al decir de Moisés, viene a ser para los israelitas la sabiduría y la inteligencia que los haga célebres entre todos los pueblos (Dt 4,6 ss.). Apoyados en este
doble principio, los sabios de Israel se levantan al conocimiento de aquella sabiduría
que asistió a Dios en la creación del mundo y que se derramó en las cosas creadas,
sobre todo en el hombre.
Otra forma más modesta de sabiduría era el ingenio artístico para ejecutar obras
de orfebrería, para componer poesías y para cantarlas con acompañamiento de instrumentos.
Todas estas manifestaciones de la sabiduría, así como podían ser naturales o
adquiridas, así también pueden ser infundidas por Dios, como se dice de José, Salomón y Daniel.
3. Conforme a esto, los sabios de Israel nos han dejado libros, como el de Job,
el Eclesiastés y la Sabiduría, en que se debate el grave problema del proceder de Dios
con los justos y los impíos. En el Salterio nos han legado una riquísima colección de
cantos, los cuales, en artística forma, exponen los misterios de Dios reflejados en la
naturaleza, su providencia con Israel, la que guarda con los justos y los malvados, etc.
No prevalecerán los impíos en el juicio,
Ni los pecadores en la congregación de los justos (Sal 1,5).
Bienaventurado el varón que no anda en consejo de impíos,
Ni camina por las sendas de los pecadores,
Ni se sienta en compañía de malvados (Sal 1,1).
Siéntate a mi diestra,
En tanto que pongo a tus enemigos
Por escabel de tus pies (Sal 110,1).
Extenderá Y ave desde Sión tu poderoso cetro:
«Domina en medio de tus enemigos» (Sal 110,2).
Una respuesta blanda calma la ira,
Una respuesta áspera la enciende.
La boca del sabio hace amable la sabiduría.
La del necio sólo profiere sandeces (Prov 15,1-2).
6. Estos versos paralelos se agrupan con frecuencia formando estrofas. El número de los versos de cada estrofa puede variar hasta en un mismo poema. La distinción de las estrofas supone, por lo general, un nuevo aspecto del tema que el poema
desarrolla. Mas este principio no suele ser en la práctica norma segura para distinguir las estrofas. Lo es el alfabetismo de algunos salmos (g-10.111.112), de las Lamentaciones, del cántico de Habacuc, etc., o algún refrán, verso o estrofa intercalada
que al fin de cada estrofa se repite, verbigracia, salmos 42-43, y el signo sela, que se
halla con frecuencia en los salmos, aunque muchas veces fuera de lugar. Nótase también, a veces, la asonancia de las palabras y la repetición regular de ciertos vocablos
o expresiones, y otros artificios literarios que muestran el ingenio de los poetas y su
propósito de embellecer con ellos sus poemas.
7. Es muy digno de notar que no son sólo los libros sapienciales los que están
escritos en forma métrica: son numerosísimas las partes de otros libros, sobre todo los
proféticos, que nos ofrecen la misma forma y emplean idéntico lenguaje. Isaías habla
Nácar-Colunga
18
JOB
578
casi siempre en verso; en Jeremías y Ezequiel abunda también la forma poética; y
los oráculos de Joel, Nahum y Habacuc son modelos maravillosos de poesía. La literatura eclesiástica nos ofrece un ejemplo análogo, que conviene advertir. San Efrén,
en su lengua siriaca, compuso infinidad de sermones y tratados en forma poética, que
luego enseñaba al pueblo para que los cantase. Por este medio le adoctrinaba en los
dogmas de la fe y en las normas de la vida cristiana. De igual modo los profetas componían en verso sus oráculos para que mejor corriesen entre el pueblo.
8. Son siete los libros comprendidos en esta categoría de sapienciales: Job, los
Salmos, los Proverbios, el Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, la Sabiduría y el
Eclesiástico. Algunos apócrifos de la última época del judaismo podrían
servirnos
también para estudiar este género
literario.
J
O
B
i . Se discute en el libro de Job una cuestión que hallamos muchas veces planteada,
o por lo menos indicada, en el Antiguo Testamento, y que es el tormento de todos los
ingenios de la literatura sagrada precristiana:
el problema del infortunio del justo.
La Escritura repite muchas veces, como un axioma, que Dios da a cada uno según
sus obras. Todos aceptamos este principio, que es de elemental justicia, como la cosa
más natural, porque responde enteramente a los sentimientos de equidad impresos en
el corazón del hombre. Pero cuando se miran las cosas de tejas abajo parece que tal
principio flaquea no pocas veces, pues se ven justos en la miseria e impíos en la prosperidad. Y al flaquear el principio es como si la misma justicia divina se tambalease,
viniendo a poner a dura prueba la fe de los creyentes en Dios.
Los Salmos nos ofrecen con frecuencia el cuadro desgarrador que se desarrolla
en el corazón de los fieles; y es, a nuestro juicio, la mejor prueba de su gran fe el verlos
sobreponerse a esta tentación en medio de la obscuridad en que vivían respecto a las
sanciones de la vida futura. Ni es este problema sólo del pueblo hebreo. La literatura
caldea nos presenta una lamentación del justo que expresa ante sus dioses sentimientos
análogos a los del salmista. El autor de nuestro libro quiso estudiar el problema con
toda la amplitud que el estado de la revelación en su tiempo le permitía; y para ello
acudió a este personaje, Job, que, a juzgar por la mención de Ezequiel
(14,14),
había pasado a la posteridad como modelo de justicia y de paciencia.
2. El libro consta de tres partes: un prólogo (1 -2) y un epílogo en prosa
(42,7-16),
y el cuerpo de la obra en verso. El prólogo nos da a conocer las pruebas a que Job fue
sometido por Dios y los motivos por que a ellas le sometió.
Sigue luego la disputa. Tres amigos de Job, al saber las calamidades que de repente habían caído sobre él, vienen a visitarle y a condolerse con su amigo. Al verle
sentado en la ceniza, rayéndose con un tejón, la estupefacción se apodera de ellos, y
por espacio de siete días y siete noches se están mirando sin hablar palabra. Al fin
prorrumpe Job en un monólogo (3), en que expresa la grandeza de su dolor. Sus
palabras parecen una amplificación de las que en caso análogo profirió
Jeremías
(20,14 ss.). Esta queja de Job es la señal de ataque por parte de los amigos. Los que
habían venido a consolarle se convierten en acusadores, aunque con la sana intención
de reducirle a penitencia. No tienen prueba alguna concreta de la culpabilidad de
Job, pero les basta verle de aquel modo herido de Dios. Era ésta una prueba que no
admitía réplica, a menos de negar la justicia divina. Por espacio de once capítulos
van los tres amigos repitiendo en variadas formas el mismo argumento, y Job respondiendo a cada uno (4-14). No contentos con esto, vuelven todavía a la carga y consumen un segundo turno, respondiendo Job a cada réplica (i$-2i).
Todavía
insisten
con una réplica los amigos. Job les responde (22-31). Antes de esta respuesta se intercala un elogio de la Sabiduría que parece desprenderse del resto, pues no sabemos
siquiera en boca de quién se pone (28). Los tres amigos desisten por fin de acusar a
Job al ver cómo él persiste en declararse justo. Entonces aparece un cuarto acusador,
que, irritado, ataca a Job y a los tres amigos. Empieza en un tono ampuloso, expo-
JOB 1
579
niendo la doctrina de que los castigos impuestos por Dios tienen un valor
educativo.
Es la nueva idea que nos aporta Eliú—así se llama el nuevo orador—en los cuatro
discursos que pronuncia, sin que el acusado profiera una palabra de respuesta (32-3 7).
3. Finalmente, del seno de la tempestad, como en otro tiempo en el Sinaí, se
aparece el Señor, que hace oir su voz (38-1-42,6).
El lector creerá que viene como
maestro soberano a definir la cuestión, poniendo en claro el valor de los argumentos
con tanta insistencia repetidos. Pero no es así, porque el Señor, dirigiéndose a Job,
intenta aplanarle con la descripción de las obras en que se descubre la grandeza de su
poder y de su sabiduría, para que Job entienda que los juicios de Dios son inescrutables. Y así termina el cuerpo de la obra. En el epílogo, Dios se muestra
irritado
contra los tres amigos por no haber hablado según verdad, como su siervo Job, y
les manda ofrecer un sacrificio de siete toros y siete carneros y que Job ore por ellos.
Y termina el epílogo diciendo que Job recibió la salud, y los bienes que antes poseía se
le duplicaron; que vivió ciento cuarenta años y murió harto de días.
4. Del autor del libro nada podemos decir sino que era un altísimo poeta. De
su época algo nos indica la comparación con Jeremías y con algunos salmos en que
se expone el mismo problema. El libro de Job sería posterior a estos otros escritos,
del tiempo, por tanto, de la cautividad o inmediatamente posterior a ella.
CTTTVr A P T O
Prólogo histórico f i - 2 j . Primer debate entre Job y sus amiOUlVlü.-rU-V;
(yl4)_
Segundo debate (15-21).
Tercer debate
(22-31).
gQS
Intervención de Eliú (32-37).
Aparición de Dios (38,1-42,6).
Epílogo
(42.7-16).
J o b , v a r ó n r e c t o y justo
1 Había en tierra de Hus un varón
llamado Job, hombre recto y justo,
temeroso de Dios y apartado del mal. *
2
Naciéronle siete hijos y tres hijas; 3 y
era su hacienda de siete mil ovejas, tres
mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas y siervos en gran
número, siendo grande aquel varón entre
todos los orientales.
4
Acostumbraban sus hijos a tener banquetes en sus casas, cada uno en su día,
invitando a sus tres hermanas a comer y
beber con ellos; 5 cuando se completaba
la rueda de los días de convite, iba Job y
los purificaba, y levantándose de madrugada, ofrecía por ellos holocaustos según
su número; pues decía Job: « N o sea que
hayan pecado mis hijos y hayan bendecido a Dios * en su corazón». Así hacía
siempre.
1
Satán: «Vengo de dar una vuelta a la
tierra y pasearme por ella». 8 Y dijo Yavé
a Satán: «¿Y has reparado en mi siervo
Job, que no lo hay como él en la tierra,
varón íntegro y justo, temeroso de Dios
y apartado del mal?» 9 Respondió Satán
a Yavé: «¿Acaso teme Job a Dios en
balde? 10 ¿No le has rodeado de un vallado protector a él, a su casa y a todo
cuanto tiene? Has bendecido el trabajo
de sus manos y ha crecido así su hacienda
sobre la tierra. u Pero anda, extiende tu
mano y tócale en lo suyo, a ver si no
te vuelve la espalda». 12 Entonces dijo
Yavé a Satán: «Mira, todo cuanto tiene
lo dejo en tu mano, pero a é! no le toques».
Y salió Satán de la presencia de Yavé.
13
Estaban un día sus hijos y sus hijas
comiendo y bebiendo vino en la casa de
su hermano primogénito;* l 4 y llegó a
Job un mensajero, que le dijo: «Estaban
arando los bueyes y pacían cerca de ellos
las asnas, 1 5 y de repente se echaron sobre
J o b , p r o b a d o p o r la a d v e r s i d a d
ellos los sábeos y los cogieron, y a los
6 Vinieron un día los hijos de Dios a siervos los hirieron a filo de espada. Y o
escapar para darte la
presentarse delante de Yavé, y vino tam- solo he podido
6
bién entre ellos Satán, * 7 a quien pregun- noticia». ' Todavía estaba éste hablando,
cuando
llegó
otro,
que dijo: «Ha caído
tó Yavé: «¿De dónde vienes?» Respondió
1 No se conoce la patria precisa de Job. Sólo podemos asegurar que fue árabe, pues en el
v.3 se dice de él que era grande «entre todos los orientales».
56 Bendecir aquí es un eufemismo por maldecir, blasfemar u otro verbo.
Esta representación que aqui se nos hace de la corte divina, en que los ángeles, «los hijos de
Dios», vienen como a presentar a Dios sus respetos en día solemne, y entre ellos Satanás, es de lo
más atrevido que hallamos en el Antiguo Testamento, sólo comparable al cuadro que nos ofrece
Miqueas de Jimia en i Re 22,18-23J8 Después del cuadro de felicidad que nos trazó el autor en el v.3 ss., ahora, en un instante,
para que la impresión en Job sea más fuerte, se ve privado de cuanto poseía, con excepción de la
mujer, guardada para mayor tormento suyo.
1
580
JOB 1-3
del cielo fuego de Dios, que abrasó a las
ovejas y a los mozos, consumiéndolos.
Sólo he escapado yo p a r a darte la noticia», i ' T o d a v í a e s t a b a éste h a b l a n d o ,
cuando vino otro, que dijo: «Los caldeos,
divididos en tres tropeles, han dado sobre
los camellos, apoderándose de ellos, y a
los siervos los hirieron a filo de espada.
Y o solo he podido escapar para traerte
la noticia». ls Mientras hablaba éste todavía llegó otro, que dijo: «Estaban tus
hijos y tus hijas comiendo y bebiendo
vino en la casa de su hermano el primogénito, 1 9 y vino del otro lado del desierto
un torbellino y conmovió las cuatro esquinas de la casa, que cayó sobre los
jóvenes, y todos han muerto. Y o solo
he escapado para darte la noticia».
Fidelidad de J o b
Levantóse entonces J o b , rasgó sus
vestiduras, rasuró su cabeza y, echándose
en tierra, adoró, diciendo: 2i «Desnudo
salí del vientre de mi madre y desnudo
tornaré allá. Yavé m e lo dio, Yavé me
lo h a quitado. ¡Sea bendito el n o m b r e
de Yavé!»* 2 2 E n t o d o esto n o pecó J o b
ni atribuyó a D i o s insipiencia.
20
tejón y estaba sentado sobre ceniza. 9 Díjole entonces su mujer: «¿Aún sigues tú
aferrado a t u integridad? 10 ¡Bendice a
Dios y muérete!» El le respondió: «Has
hablado como habla la mujer necia. ¿No
recibimos de Dios los bienes? ¿Por qué
no vamos a recibir también los males?»
En t o d o esto no pecó J o b con sus labios. *
V i e n e n a consolar a J o b tres d e sus
amigos
11 Tres amigos de J o b : Elifaz, temanita;
Bildad, suhita, y Sofar, namatita, cuando
supieron todas las desgracias que le habían sobrevenido, vinieron cada u n o de
su lugar, habiendo convenido en juntarse
p a r a condolerse y consolarle. * i 2 Y a de
lejos alzaron sus ojos y no le reconocier o n ; se pusieron a llorar a voz en grito,
rasgando cada u n o sus vestiduras y esparciendo al aire polvo sobre sus cabezas.
13
Estuvieron con él sentados en tierra por
espacio de siete días y siete noches, y
ninguno habló palabra viendo cuan grande era su dolor.
L a m e n t o s d e Job
1 Después de esto abrió J o b su boca
para maldecir el día de su nacimienMayores pruebas
2
1 Vinieron otro día los hijos de Dios to, * y t o m a n d o la palabra, dijo:
3
Perezca el día en que nací
a presentarse ante Yavé, y vino también Satán entre ellos, presentándose ante y la noche en que se dijo: H a sido conce[bido u n niño.
Yavé, 2 y dijo Yavé a S a t á n : «¿De dónde
vienes?» Respondió Satán a Y a v é : «Ven- 4 Conviértase ese día en tiniebla,
go de dar una vuelta por la tierra y pa- n o se cuide de él Dios desde el cielo,
searme por ella». 3 Y dijo Yavé a Satán: no resplandezca sobre él un rayo de luz.
«¿Y has reparado en mi siervo J o b , que 5 Apodérense de él obscuridad y som[bras de muerte.
no hay como él en la tierra, varón íntegro y justo, temeroso de Dios y apartado Encobe sobre él negra nube,
del mal, y que aún persevera en su perfec- llénelo de terrores la negrura del día.
ción a pesar de que tú m e incitaste contra 6 H a g a n presa de aquella noche las ti[nieblas,
él p a r a que en vano le afligiese?» 4 Res- desaparezca del año,
pondióle Satán a Yavé: «¡Piel por piel! no sea contada en los meses.
7
Sea noche de soledad,
C u a n t o el h o m b r e tiene lo d a r á gustoso
p o r su vida. 5 Anda, pues; extiende tu no haya en ella regocijos.
m a n o y tócale en su hueso y en su carnej 8 Maldíganla los que saben maldecir el día,
a ver si no te vuelve la espalda». 6 Yavé los que saben despertar al Leviatán.
9
Háganse tinieblas las estrellas de su credijo entonces a Satán: «Ahí le tienes; en
púsculo.
t u m a n o le pongo, pero guarda su vida».
7
Salió Satán de la presencia de Yavé Que espere la luz y n o le venga
e hirió a J o b con una ulceración maligna y n o vea los parpadeos de la aurora,
desde la planta de los pies hasta la coro- i" p o r no haberme cerrado las puertas del
[seno materno
nilla de la cabeza. * 8 Rascábase con un (
3
2
21
Admirable expresión de la fe de Job y de su conformidad con la voluntad divina, cuando
en un instante se ve despojado de sus bienes y de sus hijos.
7
El texto no permite concretar la enfermedad de Job; lo que si nos pone bien de manifiesto
es la paciencia y la plena conformidad con el querer de Dios. La mujer viene aquí como auxiliar 10
de Satanás para aumentar el dolor de Job.
El texto dice: «Bendice a Dios y muérete», o por ironía o por un eufemismo, como en 1,5.
1
1 La llegada de los tres amigos anuncia la proximidad del debate. Pero el autor lo retrasa siete
días con sus noches, en las que, a la vista del cambio verificado en su amigo, meditan sobre las
causas de él, que serán luego la materia de sus discursos.
1
Este monólogo de Job es una expresión de la grandeza de los dolores que padece, a que la
naturaleza se resiste, no obstante la resignación en la voluntad de Dios.
2
3
581
JOB
y no haber substraído a mis ojos tanta
[miseria,
n ¿Por qué no expiré en el seno de mi
[madre?
¿Por qué no pereci al salir de sus entrañas?
l 2 ¿ P o r qué hallé rodillas que me acoy pechos que me a m a m a n t a r o n ? [gieron
1 3 Pues ahora, muerto, descansaría,
dormiría y reposaría
1 4 con los reyes y los grandes de la tierra,
que se construyen mausoleos;
1 5 con los príncipes ricos en oro,
que llenan de plata sus moradas.
16
O ni hubiera existido, c o m o aborto
[secreto
o como los que, concebidos, no llegaron
[a ver la luz.
1 7 Allí n o perturban ya los impíos con sus
[perversidades,
allí descansan los que codiciosos se afa[naron,
1 8 allí están en paz los esclavos,
allí no oyen ya la voz del capataz,
1 9 allí son iguales grandes y pequeños
y el esclavo no está sometido al a m o .
20
¿A qué dar luz al desdichado,
dar vida al de amargado corazón,
2t
a los que esperan la muerte y no les
[llega
y la buscan más que si malhiriesen un
22
los que saltarían de júbilo
[tesoro;
y se llenarían de alegría si hallasen el
[sepulcro;
23
al h o m b r e que n o sabe p o r dónde ir,
a quien le cierra D i o s toda salida?
24
Son los suspiros mi comida
y mis rugidos se derraman c o m o aguas.
25
L o que temo, eso me llega;
lo que m e atemoriza, eso me coge.
26 N o tengo tranquilidad, paz ni descanso;
se h a a d u e ñ a d o de mi la turbación.
R e p r o c h e s d e Elifaz
4
3-5
¿Qué justos fueron jamás exterminados? *
8 Por lo que siempre vi, los que aran la
[iniquidad
y siembran la injusticia son los que cose[chan sus frutos.
9
U n soplo de Dios los destruye,
el aliento de sus narices los abate.
i" Los rugidos del león, los bramidos del
[rugiente,
los dientes de los cachorros de león son
[quebrantados.
11 Perece el león falto de presa,
y se dispersan los cachorros de la leona.
Aparición
nocturna
12
Llegóme calladamente una palabra,
mis orejas percibieron sólo u n murmullo,
3
1 al tiempo en que agitan el alma las
[visiones nocturnas,
cuando duermen los hombres profundo
[sueño.
14
Apoderóse de mí el terror y el espanto,
temblaron todos mis huesos,
•5 u n viento azotó mi rostro,
un torbellino erizó el pelo de mi cuerpo.
16 Estaba uno ante mis ojos, pero no le coestaba ante mí un fantasma,
[nocía;
y oí u n a voz que blandamente m u r m u [raba:
1 7 ¿Hay mortal que pueda tenérselas con
[Dios?
¿Se tendrá nadie p o r inocente ante su
[Hacedor?
18 M i r a : a u n a sus ministros n o se confía,
aun en sus ángeles halla tacha.
1 9 ¡Cuánto más en los que habitan mora[das de barro
y del polvo traen su origen!
Q u e son aplastados como un gusano,
20
son acabados de la noche a la mañana,
desaparecen p a r a siempre sin darse cuenta
2
i se rompe el hilo de su vida
[nadie;
y mueren sin saberse cómo.
1 T o m ó la palabra Elifaz, temanita,
1 Y a puedes gritar: ¿quién h a de oirte?
y dijo:
¿A cuál de los santos (ángeles) te vol2
2
T e enfadará que te hablemos;
Al insensato le m a t a su ira;
[verás?
pero ¿quién es capaz de contener la pa- al loco, su despecho.
3
T ú antes enseñaste a muchos,
[labra? 3 Vi al necio echar raíces,
confortaste muchas m a n o s débiles.
pero al instante maldije su morada.
4
Con tu palabra sostuviste a los vari- 4 N o prosperan sus hijos,
llantes y en el juicio son condenados sin defensa.
y fortaleciste rodillas que se doblaban. 5 Devoran los hambrientos sus cosechas,
5
Y ¿ahora que ha venido sobre ti decaes? y aun entre las espinas las recogen,
C u a n d o te h a tocado, ¿te turbas?
y el sediento chupa su jugo.
6
¿ N o es ya el temor de Dios tu con- 6 Que no brota de la tierra la desventura
[fianza? ni es el suelo el que produce el infortunio:
¿ N o es la rectitud de tus caminos la es- 7 del h o m b r e es de quien viene,
[peranza tuya? c o m o del fuego vuelan los chispazos.
7
Recuerda bien: ¿Qué inocente fue jalmas destruido? |
5
A 7 Aquí está contenida toda la argumentación de Elifaz contra Job. Nunca vimos perecer un
"
inocente ni un impío que no recogiera el fruto de sus obras. Aprovéchese Job del castigo para
volverse a Dios, y se verá colmado de bienes.
582
JOB 5-6
L a justicia de Dios
8 Yo que tú, me volvería a Dios,
y en sus manos pondría mi causa.
' El que hace cosas tan grandes e insonmaravillas sin
fin;
[dables,
10 que derrama la lluvia sobre la tierra
y manda las aguas sobre los campos.
11
Ensalza a los humildes,
alivia al afligido y le prospera.
12
Aventa las tramas del astuto
para que no ejecuten sus manos sus concejos.
13
Coge a los sabios en sus propias redes
y14 frustra los designios del malvado.
De día tropiezan con tinieblas,
y van a tientas en pleno día, como si
[fuera de noche.
15
Así protege al desamparado contra su
[rabia,
y salva al mísero de sus potentes garras,
l* y sostiene la esperanza del desdichado,
y cierra su boca la iniquidad.
L a felicidad está en Dios
¡Dichoso el hombre a quien castiga
[Dios!
No desdeñes, pues, el castigo del Omni[potente.
18 El es el que hace la herida; El quien
[la venda;
El quien hiere y quien cura con su mano.
19 Seis veces te sacará de la tribulación,
y a la séptima no te alcanzará el muí.
17
20 En tiempos de hambre te salvará de la
muerte;
en tiempo de guerra, de los golpes de la
[espada.
21 Te preservará del azote de las lenguas,
no temerás la desventura si viniere,
22 te reirás de la devastación y del hamno temerás a las fieras salvajes.
[bre,
23 H a r á s alianza con las piedras del camy paces con las bestias de la selva.
[po
24 p r o b a r á s las delicias de tu tienda,
nada echarás de menos al visitar tus apris25 Verás multiplicarse tu prole
[eos.
y serán tus rebaños como la hierba de los
[campos.
26
Bajarás al sepulcro en madurez,
como a su tiempo se recogen los haces.
27 Esto es lo que yo he observado. Así es;
así lo hemos o í d o ; sábelo tú p a r a bien.
Respuesta de Job a Elifaz
1 Entonces tomó Job la palabra y
dijo:
2
¡Oh! Si mis quejas pudieran pesarse,
y a un tiempo se pusiera mi desdicha en
[una balanza,
3 luego ésta pesaría más que las arenas
[del mar.
Par eso han sido destemplados mis la[mentos,
6
4
porque se han clavado en mí todas las
[saetas del Omnipotente,
y me ha dado a beber su veneno,
y los terrores de Dios combaten contra
[mi.
5
¿Rebuzna el onagro junto a la hier¿Muge
el buey ante su pesebre?
[ba?
6
¿Gusta lo insípido sin sal?
¿Sabe
bien
el
caldo
de
malvas?
7
Por eso mi alma se niega a tomarlo.
¿Va
a ser esa repugnante comida mi pan?
8
¡Oh si se cumpliesen mis deseos,
y9 colmase Dios mis esperanzas,
y pluguiera a Dios destruirme,
y extendiera su mano libertadora para
[triturarme!
1° Ese aún sería mi consuelo;
exultaría en medio de mi extremada amar[gura,
por no haber moderado mis palabras al
[Santo.
11 ¿Cuál es mi fortaleza para esperar to[davía?
¿Cuál
mi fin para llevarlo en paciencia?
12
¿Es mi fortaleza la de las piedras
o3 es de bronce mi carne?
i No hay en mí ayuda alguna;
todo
socorro me ha sido negado.
14
¿Es amistad desalentar al amigo
para apartarle del temor de Dios?
15 Mis hermanos me han engañado como
[arroyo seco,
cual
corrientes que desaparecen en el valle.
6
i Antes se enturbiaban por el hielo
y7 sobre ellos se acumulaba la nieve.
1 Pero apenas viene el calor, se secan,
a18 los primeros calores desaparecen,
se pierden las trazas de su curso,
se9 evaporan y mueren.
1 Búscanlos las caravanas de Tema,
los mercaderes de Saba suspiran por ellos;
20
pero llegados a ellos, se quedan confuy se queda frustrada su esperanza. [sos
21 Eso sois ahora vosotros para mí;
habéis visto mi angustia y teméis por vos22
¿Os he pedido yo alguna cosa? [otros.
¿Os he pedido algo de vuestra hacienda?
23
¿Os he dicho: Libradme de la mano del
[opresor,
libradme de las manos del tirano?
24
Enseñadme vosotros, y yo me callaré;
si he errado, hacédmelo ver.
25
¿Cómo pueden ofender palabras llenas
[de rectitud
y qué prueba vuestra alegación?
26
Creéis que son prueba las palabras;
pero las palabras del desesperado, ¿no
[son como viento?
27
Os encolerizáis contra un huérfano
y caváis la fosa a vuestro amigo.
28
Miradme, por favor,
pues no puedo mentiros en vuestra cara.
29
Reflexionad, por favor, y desaparezca
[la injusticia.
583
Reparad, y triunfará mi rectitud.
30
¿Hay en mi lengua iniquidad;
no distingue mi boca la maldad?
JOB 6-9
y serán tus palabras cual viento impetuoso?
3
¿Puede Dios juzgar injustamente?
¿Puede el Omnipotente pervertir la justi1
¿No es milicia la vida del hombre so- 4 Si pecaron tus hijos contra El,
[cia?
[bre la tierra El hizo ya recaer sobre su cabeza el pey
son
como
los
de
un
jornalero
sus
días?
leado.
2
5
Como el siervo anhelando la sombra,
Pero tú, si diligentemente le buscas,
como el jornalero esperando su salario, e imploras al Omnipotente,
3
así he pasado yo meses llenos de desen- 6 y vives en limpieza y rectitud,
canto luego se volverá El a ti,
y me han tocado noches llenas de dolor. y prosperará la morada de tu justicia,
4
Si me acuesto, digo: ¿Cuándo llegará el 7 y tu anterior fortuna será pequeña
[día? comparada con la grandeza de la segunda.
Si me levanto: ¿Cuándo vendrá la noche? 8 Pregunta, si no, a las generaciones preY no hago más que dar vueltas de la nocedentes;
[che a la mañana. atiende a la sabiduría de los padres.
5
9
Mi carne está cubierta de gusanos y de Nosotros somos de ayer y no sabemos
[escamas terrosas,
[nada,
mi
piel se arruga y se deshace;
porque son una sombra nuestros días so6
mis días corrieron más rápidos que la
[bre la tierra.
pasaron sin dejar esperanza, [lanzadera, 1° Pero ellos te enseñarán, ellos te ha7
Acuérdate de que mi vida es un soplo,
con
palabras
llenas
de
cordura,
[blarán
11
mis
ojos no verán más la felicidad.
¿Puede crecer el papiro fuera de las la8
No me verán más ojos de hombre.
[gunas?
Me buscarás con los tuyos, y ya no seré. ¿Puede el junco prosperar donde no hay
9
Como se deshace una nube y se va,
[agua?
12
así el que baja al sepulcro no sube más,
Verde aún, sin que mano le toque,
10 no vuelve más a su casa,
se seca antes que cualquier otra hierba.
no le reconoce ya su morada.
13 Tal es la suerte de los que se olvidan de
11
Por eso no reprimiré mi boca,
[Dios.
hablaré en la angustia de mi alma,
La
esperanza del impío se desvanecerá.
4
me quejaré de la amargura de mi vida.
1 Serále tronchada su esperanza.
12 ¿Soy yo el mar o un monstruo marino Es tela de araña su confianza.
para que me hayas rodeado de una guar- 15 Se apoya en una casa que se arruina,
[dia? en casa que no tiene consistencia.
13 Cuando me digo: En mi cama hallaré i 6 Por lleno de jugo que estuviera a la faz
el lecho aliviará mis dolores, [consuelo,
[del sol,
14
tú me aterras con sueños,
extendiendo
sus retoños en el huerto
?
me espantas con visiones.
l y sus raíces entre las piedras,
15
Por eso preferiría ser ahogado,
metiéndolas hasta la roca,
preferiría la muerte a estos tormentos.
18 en cuanto se la arranca de su sitio,
16 Me consumo, no seré eterno.
éste le renegará: «Nunca te vi».
19
Déjame, que mi vida es un soplo.
Esta es la buena suerte que le espera,
17 ¿Qué es el hombre para que en tanto le y brotarán otros en su lugar.
y8 pongas en él tu atención,
[tengas 20 Así, pues, Dios no rechaza al justo
1 para que le visites cada día
ni da la mano al malvado.
y a cada momento le pruebes?
21 Aún llenará tu boca de sonrisas
19
¿Hasta cuándo no apartarás de mí tu y de júbilo tus labios.
[mirada 22 Cubriránse de confusión tus enemigos.
sin
dejarme
siquiera
tragar
la
saliva?
Y no subsistirá la tienda de los malos.
20
Si pequé, ¿qué daño te inferí con esto,
oh protector de los hombres?
Respuesta de Job
¿Por qué me haces blanco tuyo,
cuando ni a mí mismo puedo soportarme? Q 1 Respondió Job, diciendo:
2
21 ¿Por qué no perdonar mi pecado
Sé muy bien que es así.
y borrar mi culpa?
¿Cómo pretenderá el hombre tener razón
Pues pronto me dormiré en el polvo,
[contra Dios?
3
y si me buscas, ya no me hallarás.
Si quisiera contender con El,
de mil cargos no podría responder a uno.
4
El es sapientísimo y potentísimo,
Discurso de Bildad
¿quién se le opondrá?, ¿saldría ileso?
1 Tomó la palabra Bildad, suhita, di- 5 El descuaja los montes de improviso
ciendo :
y6 en su ira los trastorna.
2
¿Hasta cuándo vas a hablar así
El sacude la tierra en su sitio,
7
8
JOB 9-11
estremécense sus columnas.
El manda al sol, y el sol no brilla.
El
guarda bajo sello las estrellas.
8
El solo tiende los cielos
y
camina
sobre las crestas del mar.
9
El creó la Osa, el Orion y las Pléyades,
y las cámaras del cielo austral.
10
El obra cosas grandes e incomprensimaravillas sin cuento.
[bles
11
Pasa ante mí, y yo no le veo;
se aleja de mí, y no lo advierto.
12
Si coge una presa, ¿quién se la arrebatará?
¿Quién podrá decirle: Qué es lo que hatees?
12
La cólera de Dios no hay quien la retenga;
bajo El se encorvan los más soberbios.
14
¡Cuánto menos podría yo responderle
y rebuscar razones contra El!
15
Aun teniendo razón, no podría responderle,
y habría de implorar misericordia para
[mi causa.
16
Aunque le hablara yo y El me respondiese,
no osaría creer que había oído mi voz.
17
El es quien cual torbellino me acomete
y18 multiplica sin motivo mis heridas,
que ni respirar me deja
y me harta de amarguras.
19
Si quisiera recurrir a la fuerza, el fuerte
[es El.
Si
al juicio, ¿quién podrá emplazarle?
20
Aunque creyera tener razón, su boca
[me condenaría;
aunque me creyera inocente, El probaría
[mi culpabilidad.
21
Si me creyera inocente, es que no me
[conocería a mí mismo,
y yo mismo tendría que renunciar a mi
[justificación.
22
Esta es la vardad; por eso lo digo:
que consume al inocente y al culpable.
23
Cuando de repente una plaga los mata,
El se ríe del tormento de los inocentes.
24
La tierra es entregada a las manos de
[los impíos
y El tapa el rostro de los jueces de ella.
Que si no es El, ¿quién va a ser?
25
Mis días pasaron más veloces que un
huyeron sin gustar la felicidad, [correo;
26
volaron como lancha de papiro,
como águila que se lanza sobre la presa.
27
Si me digo: Voy a olvidar mis gemidos,
voy a alegrar mi rostro, a regocijarme:
28
temo todos mis dolores,
conozco que tú no me perdonas.
29
Si soy ciertamente tenido por culpable,
¿a qué fatigarme en vano?
3° Aunque me lavase con agua de nieve
y purificase mis manos con lejía,
31
todavía me hundirías en el lodo,
y mis vestidos me aborrecerían.
32
No es El un hombre como soy yo, no
7
584
Vamos los dos a juicio, [puedo decirle:
No hay entre nosotros arbitro
que entre los dos pueda interponerse.
34
Que retire su vara de sobre mí,
que no me espante su terror.
35
Entonces hablaré sin temor,
pues de mi parte no tengo de qué.
33
•| n l Estoy hastiado de mi vida,
*•" voy a dar libre curso a mis quejas,
a hablar con la amargura de mi corazón.
2
Quiero decir a Dios: ¡No me condenes!
Dame a saber por qué me afliges así.
3
¿Es decoroso para ti oprimirme,
desdeñar la obra de tus manos
y favorecer los designios de los perversos?
4
¿Tienes tú acaso ojos de carne
y miras como mira el hombre?
5
¿Son tus días los de un mortal,
son tus años los años del hombre
6
para que tengas que inquirir mi culpa
y andar rebuscando mi pecado
7
cuando sabes que no soy culpable
y8 nadie puede sacarme de tus manos?
Tus manos me hicieron y me formaron,
¿y de repente vas a aniquüarme?
9
Acuérdate de que me modelaste como
¿y vas a tornarme al polvo?
[al barro,
10
¿No me exprimiste como leche,
no me cuajaste como queso?
11
Me revestiste de piel y de carne
y con huesos y músculos me consolidaste.
12
Me diste vida y me favoreciste
y tu protección me conservó.
13
¿Y me guardabas esto en tu corazón?
Bien veo que esto entraba en tus desig14
Si peco, tu me ves
[nios.
y15 no me dejarás impune.
Si prevarico, ¡ay de mí!
[beza,
Si soy inocente, no podré alzar mi caharto de amargura y colmo de miserias,
i* Y si la alzo, me cazarás como león
y17 volverás a mostrarte terrible contra mí.
Renovarás tus pruebas contra mí,
acrecentarás conmigo tus iras,
como tropas de refresco.
[madre?
18
¿Por qué me sacaste del vientre de mi
Muriera yo sin que ojos me vieran.
19
Fuera como si nunca hubiera existido,
llevado del vientre al sepulcro.
20
¿No son cortos los días de la vida?
Déme, pues, treguas; aparte de mí su
21
y déjeme ver un poco de alegría [mano
antes que me vaya, para no volver,
22
a la región de las tinieblas y sombra de
[muerte,
tierra de espantosa confusión, donde la
[claridad misma es noche obscura.
Discurso de Sofar
Comenzó a hablar Sofar, namatita, y dijo:
2
La multitud de las palabras, ¿no va a te[ner respuesta?
H
1
JOB 11-13
585
¿Va a ser el hombre verboso quien por eso
[tenga razón?
3
¿Tus declamaciones van a hacer callar
[a los hombres?
¿Vas a burlarte sin que nadie te confunda?
4
Tú dices: «Mi doctrina es la verdadera,
yo estoy limpio en su presencia».
5
¡Ojalá hablara Dios
y6 El abriera sus labios contigo
para descubrirte los secretos de la sabiduría!,
y verías que Dios te ha condonado
buena parte de tus culpas.
7
¿Crees tú poder sondear a Dios,
llegar
al fondo de su omnipotencia?
8
Es más alto que los cielos. ¿Qué harás?
Es más profundo que el abismo. ¿Qué en9
Es más extenso que la tierra, [tenderás?
más ancho que el mar.
10
Cuando acomete, aprisiona y cita a
¿quién podrá contrarrestarle?
[juicio,
11
Conoce a los perversos.
Ve
la
iniquidad
donde
nadie
podría
sos12
Así el necio se hace discreto [pecharla,
y el estúpido onagro se humaniza.
13
Si tú dispusieras tu corazón
y alzaras a El tus manos;
14
si limpiaras de tus manos la iniquidad
y no dieras acogida en tu tienda a la injusticia,
15 alzarías tu cabeza de la ignominia,
te sentirías seguro y nada temerías,
16
te olvidarías entonces del dolor,
de él te acordarías, como de agua que
[pasó.
17
Sería esplendente tu vida como el méy18 tus tinieblas como la mañana, [diodía
Vivirías seguro de lo que te esperaba,
y mirando en torno te acostarías tran[quilo.
19
Mientras durmieras nadie te turbaría,
y muchos, al contrario, buscarían tu ros[tro.
2
0Pero los ojos del malvado se consuno habrá para él escape alguno [miran,
y su esperanza será el último suspiro.
y están seguros los que provocan a Dios,
como si todo lo hubiera puesto Dios en
[sus manos.
7
Pregunta a las bestias, y ellas te ensea las aves del aire, y te lo dirán; [fiarán;
8
a los reptiles de la tierra, y te instrui[rán,
y9 te lo harán saber los peces del mar.
¿Quién no ve en todo esto
que es la mano de Dios quien lo hace;
io de Dios, que es el dueño de todo vi[viente
y11 del espíritu de todos los hombres?
¿No se ha hecho la oreja para oir,
como
el paladar para gustar?
12
Está en las canas el saber
y13 en la ancianidad la sensatez.
Pero en El están la sabiduría y el poder;
suyo es el consejo, suya la prudencia.
14
Lo que El destruye no puede recons[truirse;
10
que El aprisiona, nadie lo liberta.
15
Si retiene las aguas, todo se seca;
si les da suelta, devastan la tierra.
16 De El vienen el poder y el consejo;
El es el señor del engañado y del enga[ñador;
17
El despoja de consejo al consejero;
entontece a los jueces,
lü desciñe el tahalí de los reyes
y ciñe una cuerda a su cintura;
19
despoja al sacerdote de su gloria,
abate a los poderosos,
20
quita a los elocuentes la palabra
y priva del consejo a los ancianos;
21
arroja sobre los grandes el desprecio
y desciñe la cintura de los fuertes;
22
descubre lo más oculto en las tinieblas
y saca a la luz lo más recóndito;
23
eleva a los pueblos y los abate,
dilata a las naciones y las abandona,
24
quita el sentido a los gobernantes
y los hace errar en un desierto sin ca[minos;
25
caminan a tientas en las tinieblas sin
y hace que como beodos vacilen, [luz,
Respuesta de J o b a Sofar
l O ' Todo esto lo ven mis ojos,
* •* lo ha oído mi oído y lo entendió.
Lo que vosotros sabéis, lo sé yo tamno soy menos que vosotros.
[bien;
3
Pero yo quisiera hablar con el Ómni[potente
y quisiera venir a cuentas con Dios.
4
Pues vosotros sois fabricantes de inútiles remedios,
sois
médicos que nada curáis.
5
Si al menos os callarais,
os sería contado como acto de prudencia.
6
Oíd, pues, os ruego, mi querella;
atended las razones de mi defensa.
7
¿Queréis, para justificar a Dios, usar de
defenderle con mentiras?
[la falsedad,
8
¿Queréis mostraros como parciales suser los abogados de su causa?
[yos,
2
•| n i Respondió Job, diciendo:
™ 2 Cierto que sois vosotros la hu[manidad toda,
y con vosotros va a morir todo el saber.
3
También tengo yo, como vosotros, aly no cedo ante vosotros.
[gún seso,
Esas
cosas, ¿quién las ignora?
4
Ludibrio de los amigos soy, yo que cla[mo a Dios para que me oiga;
ludibrio el justo, el reeto.
[dichoso.
5
Desprecio al desgraciado. Así piensa el
Desprecio a aquel cuyos pies están para
[resbalar.
6
Sin embargo, paz gozan las tiendas de
[los devastadores
JOB
13-15
586
9
Sería bueno que El os sondease.
¿Creéis poder engañarle como se engafla
a un hombre?
10
El ciertamente os reprendería con severidad,
por más que pretendáis aparecer parciales
11
Su majestad, ¿no os aterrará, [suyos.
no os llenará de espanto?
[polvo,
12
Vuestros apotegmas son verdades de
vuestras
defensas son defensas de barro.
13
Callad, y dejadme que hable yo,
y venga sobre mí lo que viniere.
[tes
14
Aunque llevara mi carne entre mis dieny tuviera mi vida en las palmas de mis
[manos,
15
aunque El me matara, no me dolería,
y defenderé ante El mi conducta,
16
y El vendrá a ser mi justificador,
pues no hay impío que sostenga su prel ' Oíd atentamente mis palabras, [sencia.
fijad
vuestra atención en mi razonamiento.
i 8 ¡Ea! Pronta está mi defensa.
Persuadido estoy de que seré absuelto.
19
¿Quién pretende litigar conmigo?
Porque si resignado callara, moriría.
20
Asegúrame de dos cosas
y no esquivaré tu presencia:
21
Que alejarás de mí tu mano
y que tu indignación no me aterrará.
22
Entonces, pregúntame, y yo te respon0 hablaré yo y tú me replicarás.
[deré,
23
¿Cuáles son mis delitos y maldades?
Dame a conocer mi iniquidad y mis pe24
¿Por qué esconderme tu rostro [cados.
y tenerme por enemigo tuyo?
25
A una hoja que arrebata el viento in[fundes terror,
una paja seca persigues,
[gura,
6
¿dictando contra mí sentencia de amarimputándome las faltas de mi mocedad?
27
Pones en el cepo mis pies,
acechas todos mis pasos,
señalas las huellas de mis pies.
28
Me deshago como leño carcomido,
como vestido que roe la polilla.
y le pusiste un término que no podrá
[traspasar,
6
aparta de él tu mirada y déjale
hasta que, como jornalero, termine su
[jornada.
7
Porque todavía para el árbol hay especortado, reverdece
[ranza;
y echa nuevos retoños:
8
aunque haya envejecido su raíz
y9 haya muerto en el suelo su tronco,
en sintiendo el agua, rebrota
y echa follaje como planta nueva.
10
Pero el hombre, en muriendo, se acabó.
En expirando, ¿qué es de él?
11
Se agotarán las aguas en el mar,
secaráse un río y se consumirá;
12
pero el hombre, una vez que se acuesta,
[no se levantará más.
Cuanto duren los cielos, no se despertará,
no
se
despertará
de
su
sueño.
13
¡Oh! Si me escondiera en el seol
y allí me ocultaras hasta que se aplacase
[tu ira,
fijando un término para volver a acordarl e de mí. *
14
Si muerto el hombre reviviera,
esperaría que pasara el tiempo de mi mi[licia,
hasta que me llegara la hora del relevo.
15
Llamaríasme entonces, y yo te respon[dería,
y te mostrarías propicio a la obra de tus
[manos.
16
Entonces seguirías, sí, mis pasos,
pero
no atenderías tanto a mis pecados.
17
Los encerrarías como en un saco
y18 borrarías mi iniquidad.
[pedazos,
Pero ¡ay!, que el monte se deshace en
y19 se remueve de su lugar la roca,
y el agua corroe las piedras,
y se lleva la inundación los terrones,
y por modo semejante destruyes la esperanza del hombre;
20
le destruyes de una vez, y él se va;
desfiguras su rostro, y le alejas.
21
Tengan honores sus hijos, él no lo sabe;
sean
despreciados, él no tiene noticia;
1 A ' E l hombre, nacido de mujer,
22
sólo siente los dolores de su carne,
*• ™ vive corto tiempo y lleno de mise[rias, sólo sobre sí llora su alma.
2
brota como una flor y se marchita,
Segundo discurso de Elifaz
huye como sombra y no subsiste.
3
¿Y a un tal le persigues con abiertos ojos
•i. C • Entonces replicó Elifaz, temaniy le citas a tu tribuna?
4
¿Quién podrá sacar pureza de lo impuro? * «» ta, diciendo: *
2
Nadie.
¿Es de sabios responder con vanos razo3
Pues que tienes contados sus días,
[namientos,
y definido el número de sus meses,
tener el pecho lleno de viento,
I
"Id. 13. ^ s t e versículo parece expresar el deseo de volver a la vida una vez que pasara la cólera de
* * Dios, que le privaría de ella. Pero los versículos siguientes parecen no admitir la realización
de tal deseo, porque el muerto no revivirá. Los caminos de la vida aún estaban ocultos para nuestro
autor.
I1 R * Comienza el segundo turno. Las palabras de EHfaz no pueden ser más graves. Todos los
** razonamientos de Job no tienen consistencia; si así fuera, como él dice, la piedad quedaría
destruida.
587
3
defenderse con palabras vanas
y con razones inconsistentes?
Pero es más: tú destruyes la piedad,
socavas la plegaría que a Dios se hace.
5
Tu misma boca revela tu impiedad
y6 hablas el lenguaje de los malvados.
Es tu boca, no soy yo, quien te condena;
son tus labios los que atestiguan contra ti.
7
¿Eres tú, por ventura, el primer nacido?
¿Viniste
al mundo antes que los montes?
8
¿Fuiste admitido a consejo con Dios
y9 te has apropiado toda la sabiduría?
¿Qué sabes tú que nosotros no sepamos?
¿Qué entiendes tú que no entendamos nos[otros?
10
También hay entre nosotros ancianos
[encanecidos,
de más edad aún que tu padre,
ti ¿Tienes en poco los consuelos de Dios
y las blandas palabras que te dirigimos?
i 2 ¿Adonde te arrastra tu corazón
y por qué centellean tus ojos?
13
Vuélveste sañudo contra Dios
y4 salen de tu boca dicterios contra El.
1 ¿Qué es el hombre para creerse puro,
para decirse inocente el nacido de mujer?
15 Si ni sus santos gozan de su confianza
y los mismos cielos no son bastante puros
[a sus ojos,
16
¡cuánto menos este ser odioso y co[rrompido,
el hombre, que se bebe como agua la im[piedad!
17 Escúchame, que quiero enseñarte;
te diré lo que sé por experiencia,
i 8 lo que enseñaron los sabios,
lo que no les ocultaron sus padres,
19 aquellos que poseyeron su tierra,
sin que por ella pasara el extranjero.
20
Mientras vive, el impío es atormentado,
por los pocos años que se le dan al opre[sor.
2
1 Suenan siempre en sus oídos gritos de
[espanto,
en tiempo de paz se ve asaltado por el
[devastador.
22
No espera poder substraerse a las tiniesiempre espera el golpe de la espada, [blas,
23
Es dado en pasto a los buitres;
sabe que le amenaza ruina,
24
El día tenebroso le aterra,
la angustia y la tribulación le acometen
como
rey pronto al asalto,
23
porque extendió su mano contra Dios,
y se hizo fuerte contra el Omnipotente,
26
y corrió contra El con erguida cerviz,
protegido con yelmo y escudo.
27
Porque tenía el rostro abotargado
de gordura, y de grosura sus lomos.
28
Y habitaba ciudades derribadas,
casas inhabitadas,
destinadas a ser montón de ruinas.
29
No prosperará, ni se mantendrá su opuni echará raíces en la tierra.
[lencia,
30 N o escapará a las tinieblas.
4
JOB
15-16
Sus renuevos los devorará la llama,
su flor caerá a impulsos del viento.
No se fie de su vanidad, se equivoca,
pues la vanidad será su recompensa,
32
y a destiempo será cortado su ramaje,
y sus ramas no reverdecerán.
33
Será despojado, como de las uvas la vid,
[aún en agraz,
y como el olivo dejará caer sus flores.
34
La prole de los impíos será estéril,
y el fuego devorará la casa del soborno.
35
Concibe el dolor y engendra la desveny nutre en su seno el desengaño, [tura,
3i
Respuesta de Job a Elifaz
' Respondió Job, diciendo:
2
He oído ya muchos discursos se[mejantes.
Duros consoladores sois todos vosotros.
3
¿Tendrán término los vanos discursos?
¿Qué es lo que a responder así te incita?
4
También podría yo hablar como vos[otros,
si vosotros estuvierais en mi lugar.
Podría hilvanar palabras con que deslum[braros,
mover mi cabeza sobre vosotros.
Os alentaría con palabras,
y daría rienda suelta a mis labios.
6
Pero ¿qué hacer? Si hablo, no por eso
[cesa mi dolor.
Si callo, ¡qué se ha de apartar de mí!
7
Ahora estoy abrumado;
has
destruido toda mi familia.
8
Y me has aferrado.
Se
ha alzado contra mí y contra mí ates9
Su furor me hace trizas,
[tigua.
se ha encarnizado contra mí.
Me rechinan los dientes,
y alza torvos sus ojos contra mi.
1° Abren su boca contra mí,
abofetean con afrenta mis mejillas,
todos a una se lanzan contra mí.
II Dios me ha entregado a los impíos,
me
ha arrojado en manos de los perversos.
i 2 Feliz era yo, y El me arruinó,
me cogió por el cuello y me estrelló.
Púsome
por blanco de sus saetas.
13
Me cercan sus arqueros,
me traspasan los ríñones sin piedad,
derrama por tierra mi hiél.
1* Me hace herida sobre herida,
y15 me acomete como fuerte guerrero.
He cosido un saco sobre mi piel,
he hundido mi frente en la ceniza;
16 está mi rostro hinchado por el llanto
y cubre mis ojos denso velo,
17 aunque no hubo en mis manos injusy8 fue limpia mi oración.
[ticia
i No cubras, ¡oh tierra!, mi sangre,
no
cese mi clamor.
[tigo,
19
Ahora, pues, en los cielos está mi tesallá arriba está mi fiador.
20
Mi oración llegó a Dios,
I R
J O B 16-19
las
lágrimas do mis ojos corren ante El.
21
¡Oh, si hubiera arbitro entre Dios y el
[hombre
como le hay entre el hombre y su pró[jimo!,
22
pues pocos son los años que me restan,
y es sin vuelta el camino por do voy.
n
i Ya mi vida se acaba,
extínguense mis días,
sólo me queda el sepulcro.
[junto a mí!
2
¡Si al menos n o tuviera escarnecedores
Pero mis ojos pasan la noche sumidos en
[la amargura.
3
Dame, ¡oh Dios!, seguro cerca de ti,
que entonces, ¿quién podrá apretarme?
4
Has cerrado su mente al conocimiento,
pero no dejarás que prevalezcan.
5
Invita uno a sus amigos a la presa,
mientras desfallecen los ojos de sus hijos.
6 M e ha hecho la fábula de las gentes,
soy para todos objeto de mofa.
7
Mis ojos los consume la tristeza,
y8 mis miembros son todos una sombra.
Y pásmanse de ello los buenos,
y9 los inocentes se alzan contra el perverso.
Pero el justo persevera en su camino,
y quien tiene limpias las manos se afirma
[siempre más.
10
Pero, en fin, volved todos, volved,
que n o hallaré entre vosotros un solo
[discreto.
11
Pasaron mis dias, se desvanecieron mis
las prendas de mi corazón.
[proyectos,
12
La noche me la convierten en día [luz.
y de las tinieblas me prometen próxima
13
¿Qué puedo esperar? El sepulcro será
[mi morada,
en las tinieblas dispondré mi lecho.
14
D i r é al sepulcro: ¡Tú eres mi padre!
Y a los gusanos: ¡Mi madre y mis her15
¿Dónde está mi esperanza?
[manos!
Mi fortuna, ¿quién la verá?
16
¿Van a bajar detrás de mi al sepulcro?
¿Vamos a caer juntos en el polvo?
Segundo discurso de Bildad
•i O ' R e p l i c ó B i l d a d , s u h i t a , di* * ' ciendo:
2
¿Cuándo pondrás fin a los vanos dis[cursos?
Reflexiona primero y luego hablaremos.
3
¿Por qué nos tomas como bestias y
pasamos a tus ojos por estúpidos?
4
Tú, que en tu furor te desgarras a ti
[mismo,
¿crees acaso que sin ti quedará despoblab a la tierra,
y lanzarás de su lugar las rocas?
5
Sí, se apagará la luz de los perversos,
no brillará la llama de su hogar.
6
Apagaráse la luz en su tienda,
se extinguirá su lámpara.
7
El cepo impedirá sus pasos vigorosos
588
y8 su propio consejo le precipitará.
Se enredarán en red sus pies
y9 caminará sobre una trampa;
un lazo le atará los tobillos,
se le enredará fuertemente,
10
se le ocultará la cuerda en la tierra,
y la trampa estará en su misma senda.
11
D e todas partes le asaltarán terrores;
le seguirán, pisando sus talones.
1 2 Su opulencia se tornará en hambre
y la perdición le acompañará.
13
L a enfermedad roerá su piel
y devorará sus miembros el primogénito
[de la muerte.
14
Será arrancado del apoyo de su tienda
y le bajarán al rey de los terrores.
15
Otros, no él, habitarán su tienda,
lloverá azufre sobre su morada.
16
Secaránse sus raíces por debajo,
cortaránle por arriba sus ramas.
17
Desaparecerá de la tierra su recuerdo,
no tendrá ya nombre en la extensión del
[desierto.
18
Le lanzarán de la luz a las tinieblas,
le exterminarán del mundo.
19
N o tendrá familia ni parentela en el
ni sobreviviente en su tierra.
[pueblo
20 D e s u c a { ¿ a s e espantarán los occideny se horrorizarán los orientales.
[tales
21
Esa es la suerte del malvado,
el destino del que desconoce a Dios.
Respuesta de Job a Bildad
i Respondió Job, diciendo:
2
¿Hasta cuándo afligiréis mi alma
y me majaréis con vanos discursos?
3
Ya me habéis afrentado diez veces
y m e maltratáis sin avergonzaros.
4
Aun siendo verdad que yo haya errado,
sobre mí recaería mi yerro.
5
¿A qué alzaros contra mí,
aduciendo como prueba mis oprobios?
* Sabed, pues, que Dios me ha oprimido
y me h a envuelto en sus redes, [respuesta;
7
Grito contra la opresión, y n o obtengo
pido justicia, y n o la hay para m í ;
8
h a cerrado mis caminos, y no tengo
[salida;
ha
llenado de tinieblas mis senderos.
9
M e ha despojado de mi gloria,
arrancó de mi cabeza la corona.
10
M e ha demolido del todo, y perezco;
descuajó como árbol mi esperanza.
11
Encendióse contra mí su cólera
y me contó entre sus enemigos.
12
Vinieron contra mí todas sus milicias,
se h a n atrincherado en mi camino
y13 han acampado en torno de mi tienda.
Alejáronse de mí mis hermanos,
y14 mis amigos se me han hecho extraños.
Desaparecieron mis vecinos y cono[cidos,
me han olvidado hasta los huéspedes de
[mi casa.
|Q
J O B 19-21
589
15
Mis criados m e reputan por extraño;
soy a sus ojos un forastero,
i* Llamo a mi siervo, y n o me responde,
y tengo que suplicarle con mi boca, [jer,
1 7 Hízose mi aliento repugnante a mi m u y yo fétido a los hijos de mis entrañas.
18
Hasta los niños me desdeñan,
y me insultan si intento levantarme.
19
M e h a n aborrecido todos mis confi[dentes,
los más caros amigos se vuelven con[tra mi.
20 pégase mi piel a mis huesos descariñados,
y apenas si conservo la piel junto a mis
[dientes.
21 Apiadaos, apiadaos de mí, siquiera vos[otros, mis amigos,
porque m e h a herido la m a n o de Dios.
22
¿Por qué, como Dios, m e perseguís
[vosotros también,
y n o os hartáis de mis carnes?
23
¡Quién m e diera que se escribiesen mis
y se consignaran en un libro, * [palabras
24
que con punzón d e hierro se grabasen
[sobre el plomo,
o en la piedra se esculpiesen para siempre!
25
Porque lo sé: mi redentor vive,
y al fin se erguirá como fiador sobre el
[polvo:
26 y después que mi piel se desprenda de
[mi carne,
en mi carne contemplaré a Dios.
27
¡Yo le veré, veránle mis ojos, n o otro!
Abrásense en mi seno mis entrañas.
28 S Í decís: «¡Oh, si pudiéramos escru[tarle,
en El hallaríamos la raíz de la causa!»,
29
temed la espada,
pues la espada es la vengadora de la
y sabed que hay un juez.
[iniquidad,
8
Desaparecerá como un sueño y n o le
huirá como visión nocturna, [hallarán,
Los ojos que le vieron no le verán más,
su morada n o le percibirá ya más.
10
Sus hijos tendrán que reparar el daño
[de los pobres,
sus propias manos restituirán su riqueza.
11
Sus huesos, llenos aún de juvenil vigor,
bajarán con él al polvo del sepulcro.
12 Aunque él dulcificará la maldad
y la ocultará bajo su lengua,
1 3 la saboreará antes de tragarla;
reteniéndola en su paladar;
[jar,
1 4 se corromperá en su vientre aquel manhiel de víboras se volverá en sus entrañas.
15 Devoró riquezas, pero las vomitará,
de su vientre se las sacará Dios.
16 Chupa veneno de áspides,
y lengua de áspid le matará.
[aceite,
1 7 N o gozará a la vista de los arroyos de
de ríos de leche y de miel.
18 Devolverá la ganancia, que n o podrá
el fruto de su tráfico no gozará, [tragar;
1 9 pues oprimió violentamente a los por o t o casas que no construyó;
[bres,
20 pues no conoció hartura en su avaricia,
no salvará lo que tanto codició.
21
N a d a escapaba a su voracidad;
ior
eso su bienestar n o fue durable.
2
En el colmo de la abundancia todo le
[es poco,
y le sobrevienen desventuras de toda
[suerte.
23
Cuando esté para llenar su vientre,
mandará Dios contra él la llama de su
hará llover sobre él sus saetas,
[furor,
24
Si escapa a las armas de hierro,
le traspasará arco de bronce.
25 Disparó la saeta que le traspasa y sale
[por su espalda,
cual rayo por sus entrañas.
26 Sobre él caerán los terrores, [vadas;
toda suerte de tinieblas le están reserle abrasará fuego n o encendido por h o m [bre,
y será destrozado cuanto de su tienda que27
Revelará al cielo su impiedad
[daré,
y la tierra se alzará contra él.
28
Desaparecerá de su casa toda su riarrasada será en el dia del furor, [queza,
29
Esta es la suerte que al perverso reserva
[Dios,
ésta es la parte que el Omnipotente le
[adjudica.
9
f
Réplica de Sofar
O A 1 Tomó Sofar, namatita, la pala&"
bra, y dijo:
2
P o r eso me hacen responder mis penque se agitan dentro de mí. [samientos
3
H e oído tu ignominiosa reprensión,
y la indignación me impulsa a responder
[según mi saber.
4
¿No sabes ya de siempre,
desde
que
vive
el
hombre
sobre la tierra,
5
que es breve el tiempo de los malvados
y dura un instante la alegría de los perversos?
Respuesta de Job a Sofar
6
Si hasta el cielo subiere su arrogancia O I 1 Respondió Job, diciendo:
y tocare en las nubes su cabeza,
[pre;
2
7
Escuchad atentamente mis palacual un fantasma, desaparece para siem- ™
[bras
y los q u e le vieron dirán: ¿Dónde está? dadme siquiera este consuelo.
1 Q"
23 Este deseo de Job de ver grabadas sus palabras indica claro que va a decir algo muy
importante. Lo que sigue está obscuro y es objeto de diversas interpretaciones. La traducción bien conocida de la Vulgata expresa la esperanza de la resurrección; la nuestra, sin estar tan
clara, todavía parece reducirse al mismo pensamiento. No obstante, todo el debate del libro se desenvuelve en la antigua concepción de la justicia divina, que se realiza en la vida presente.
JOB
21-22
590
J O B 22-24
591
3
Tolerad que hable,
qué fue de la tienda en que m o r a b a n los
y cuando haya terminado, burlaos.
[perversos?
4
2
¿Es de un h o m b r e de quien yo me quejo? 9 ¿No se lo habéis preguntado a los ca¿Por qué no habré de impacientarme?
rminantes,
5
Volved a mí vuestros ojos y espantaos, y no habéis conocido su respuesta?
poned el dedo sobre vuestros labios.
30 Q U e en el día de la ira se salva el mal6
Y o , sólo de pensarlo, me horrorizo
y en el día del furor está contento, [vado,
31
y tiemblan todas mis carnes.
¿Quién le echa en cara su maldad?
7
¿Cómo es que viven los impíos,
[poder? ¿Quién le da su merecido por sus iniquise prolongan sus días y se aseguran en su
dades?
8
Su prole persiste con ellos a su presencia, 3 2 Es llevado con acompañamiento al sey tienen ante sus ojos a sus retoños.
pulcro,
9
Sus casas son paz, no hay en ellas temor, y en su sepulcro se m o n t a la guardia;
33
no cae sobre ellos la vara de Dios.
le son leves los terrones del valle,
10
Sus toros fecundan y no languidecen, arrastra a los hombres tras de sí,
y sus vacas paren y n o abortan.
y va delante de él gente sin n ú m e r o .
11
Sacan fuera a sus pequeños cual rebaño, 3 4 ¿A qué, pues, me dais tan vanos cony sus niños saltan de contento;
suelos,
12
bailan al son del tambor y de la cítara, si en vuestras respuestas n o hay m á s que
y saltan al son de la flauta.
[falacia?
13
Pasan sus días placenteramente,
R é p l i c a d e Elifaz
y tranquilamente bajan al sepulcro.
l
14
Volvió a t o m a r la palabra Elifaz,
Y eso que decían a D i o s : Apártate lejos O O
temanita, y dijo:
[Dios?
[de nosotros, ~ «
2
no queremos saber de tus caminos.
¿Qué favor puede el h o m b r e hacer a
15
¿Qué es el Omnipotente p a r a que le Sólo a sí mismo aprovecha su sensatez.
[sirvamos, 3 ¿Qué le importa al Omnipotente que tú
y qué provecho sacamos de rogarle?
[seas justo?
16
N o está en su m a n o su fortuna.
¿Gana algo con que sean limpios tus
El consejo de los malvados esté lejos de él.
[caminos?
" ¿ C u á n t a s veces se apaga la lámpara de 4 ¿Será p o r tu piedad p o r lo que El te
Tíos malos, y entra en juicio contigo?
[castiga
5
los coge la merecida desventura,
¿No es más bien p o r tus muchas culpas,
y los castiga en su furor,
[viento, por tus pecados sin número?
[manos,
18
y son como paja arrastrada p o r el 6 Exigiste injustamente prenda a tus hery como t a m o que se lleva el torbellino? despojaste de sus ropas al harapiento,
19
Que Dios reserva el castigo p a r a sus 7 n o diste de beber al sediento,
[hijos... al hambriento le negaste el pan. [la tierra;
Déle a él mismo su merecido, que lo 8 Y de quien tenía m a n o fuerte, suya era
[sienta él, el que se hacia temer, ése se adueñaba de
20
que vean sus propios ojos su ruina,
[ella.
9
y beba el furor del Omnipotente.
Despediste a la viuda con las m a n o s
21
¿Qué le importa a él de su casa para
[vacías
[después de él, y quebrantaste los brazos al huérfano.
cuando fuere cortado el número de sus 10 P o r eso te hallas preso en lazos,
[días? y te sorprende de improviso el terror;
22
¿Quién es el que puede enseñar a Dios 11 y te rodean las tinieblas y no ves,
[sabiduría, y te inundan aguas desbordadas.
12
a El, que juzga a los más altos?
¿No está D i o s en lo alto de los cielos?
23
Muere éste en plena prosperidad,
M i r a las estrellas, ¡qué altas!
13
cuando todo florecía y estaba en seguro,
Y tú dirás: ¿Qué sabe Dios?
24
cuando estaban sus lomos cubiertos de ¿Puede juzgar a través de las nubes?
14
[grosura
Las nubes le cubren como velo, y n o v e ;
y bien regada la m e d u l a de sus huesos. se pasea por la bóveda de los cielos.
25
15
Muere aquél en medio de la amargura
¿Quieres seguir el antiguo sendero
[de su alma, por donde caminaron los impíos,
16
sin haber gozado de bien alguno.
que fueron arrebatados antes de tiempo,
26
Y con todo, juntamente yacerán en el y u n a inundación arrancó sus cimientos?
17
[sepulcro,
Que decían a D i o s : Apártate de nosy a u n o y a o t r o los recubren los gusanos.
[otros,
27
Bien adivino vuestros pensamientos
¿qué puede hacernos el Omnipotente?
18
y los improperios que contra m í maquiY El llenaba sus casas de riquezas.
l á i s . Pero el consejo de los impíos estaba lejos
28
[de El.
Vosotros decís: «¿Dónde está la casa
[del opresor, 1 9 Viéronlo los justos y se alegraron,
1
¿Por qué el Omnipotente no selos inocentes se rieron de ellos:
20
[ñala sus tiempos,
«¿No ha sido aniquilada su fortuna,
y sus residuos devorados por el fuego? y por qué deja a los que le conocen en la
21
[ignorancia de su día?
Reconcíliate con El y tendrás paz,
2
Los malvados invaden los términos ajey de ello te vendrá bien.
22
roban
los
ganados
con su pastor;
[nos,
Recibe la ley de su boca,
3
se llevan el asno del huérfano
pon sus preceptos en tu corazón.
[tente
23
Si humillándote te vuelves al Omnipo- y toman en prenda el buey de la viuda;
4
el pobre se aparta del camino,
y alejas de tu tienda la iniquidad,
24
y se esconden los humildes campesinos.
tendrás el oro como polvo,
5
C o m o onagros salvajes en el desierto
y como chinarros del torrente el Ofir;
25
tienen que salir en busca de su presa.
será el Omnipotente tu tesoro
La
buscan hasta la tarde,
y plata a montones refinada para ti;
26
hallarás en el Omnipotente tus delicias, pero no logran p a n p a r a sus hijos.
° D u r a n t e la noche siegan los campos de
alzarás tu rostro hacia Dios.
27
y vendimian las viñas del impío,
[otros,
El escuchará tus ruegos
7
Pasan desnudos las noches, sin ropa,
y tú le cumplirás tus votos.
28
sin más abrigo en medio del frío.
H a r á s proyectos y te saldrán bien,
' Se mojan con los aguaceros en los mony brillará la luz en tu camino.
29
sin más asilo que las rocas.
[tes,
El humilla la altivez del soberbio,
9
Arrancan de los pechos al niño huérfano.
pero salva a los humildes.
10
30
Van desnudos, sin vestido,
El liberta al inocente,
p o r la pureza de sus manos será libertado. y hambrientos acarrean las gavillas.
11
En sus lagares exprimen el aceite,
Respuesta de Job
y sedientos pisan las uvas.
[dos;
O O 1 J o b respondió, diciendo: [quejas, t 2 D e la ciudad salen gritos de moribun2
Cierto que son hoy acerbas mis clama por socorro el alma de los vejados
pero es m á s pesada su m a n o que mis y Dios no atiende a estos clamores.
3
¡Oh, si supiese cómo hallarle, [gemidos, 13 Hay quienes aborrecen la luz,
y no ven los caminos,
cómo llegar hasta su mismo trono!
4
y no siguen sus trazas.
Expondría ante El mi causa,
14
Antes del día so levanta el asesino,
tendría la boca llena de razones.
5
para m a t a r al desvalido y al necesitado.
Sabría lo que me respondería,
D e noche a n d a el salteador,
oiría lo que me diría.
6
¿Contendería conmigo alegando su gran y se cubre el rostro con una máscara.
Seguro que n o . M e atendería.
[poder? 1 5 Espera la obscuridad el ojo del adúltero,
7
diciendo: Nadie me verá.
Así el justo podría disputar con El,
y mi juez p a r a siempre me absolvería. 16 E n las tinieblas asaltan las casas
8
que durante el día han señalado.
Pero si voy al oriente, n o está allí;
17
N o quieren cuentas con la luz.
si a occidente, n o le veo.
9
Para ellos el alba es sombra de muerte,
Si le busco al norte, n o le halló;
el aclarar del día los aterra mortalmente.
si al mediodía, no le descubro.
8
10
M a s ya que El conoce mis marchas y 1 Huyen veloces como curso de aguas;
[mis paradas, es maldita su posesión sobre la tierra,
[nieve,
que m e escudriñe y m e acrisole como el oro. n o se pisa el fruto de sus viñas.
11
P o r sus huellas marchó siempre m i pie, 1 9 C o m o la sequedad y el calor funden la
sus caminos seguí sin apartarme, [labios, así arrebata a los malvados el seol.
12
no m e desvié de los mandatos de sus 2 0 Le olvida el seno materno,
he guardado las palabras en mi seno.
ni se menciona siquiera su nombre.
13
Pero cuando El decide u n a cosa, ¿quién Tronchada como el árbol la iniquidad,
[podrá disuadirle? 21 p o r haber maltratado a la estéril sin hiy haber hecho mal a la viuda.
[jos
L o que quiere es lo que hace.
i4
A s í cumple hoy en mi sus designios, " E l , con su fuerza, derriba a) poderoso,
y todavía mucho más tiene El de seme- se alza, y ya n o cuenta para n a d a su vida.
j a n t e en su pensamiento. 2 3 Déjale apoyarse en su seguridad,
pero tiene sus ojos en todos sus caminos.
15 Por eso m e estremezco ante El,
24
le contemplo, y tiemblo ante El.
Están un tiempo en auge, y luego des16
aparecen,
D i o s m e quita t o d a mi fuerza,
perecen como hierba que se siega,
el Omnipotente me aterra,
17
m á s que las tinieblas que m e envuelven, son segados como espigas.
más que la obscuridad que cubre m i 2 5 Si n o es así, ¿quién me desmentirá
[rostro. y reducirá mis discursos a la nada? *
O A. 2S Parece indudable la trastrocación del trozo 18-24, Que, lejos de convenir a la respuesta
* * de Job, no es más que una confirmación de la tesis de uno de sus amigos, y pertenece probablemente a la réplica de Sofar, que en el texto, según está, no aparece.
24
JOB 25-28
592
Tercera réplica de Bildad
n p i Volvió a decir Bildad, suhita:
2
Suyos son el poder y la majesy El mantiene la paz en sus alturas, [tad,
3
¿Tienen número sus ejércitos?
¿Sobre quién no caen sus emboscadas?
4
¿Cómo, pues, justificarse el hombre ante
cómo ser puro el nacido de mujer?
[El,
5
La luna misma no brilla,
[ojos.
ni
resplandecen bastante las estrellas a sus
6
¡Cuánto menos el hombre, un gusanillo,
el hijo de Adán, un vil insecto!
1
4
jamás mis labios proferirán una ¡njusjamás mi lengua dirá una mentira, [ticia,
5
Lejos de mí daros la razón;
mientras yo viva no dejaré que me arran[quen mi inocencia.
6
Mantendré con firmeza mi justicia y no
[la negaré,
no me arguye mi conciencia por uno solo
[de mis días.
7
Sea a mi adversario a quien le falte la
[razón,
sea
mi enemigo como el reo condenado.
8
¿En qué podrá confiar el impío cuando
cuando a Dios levanta su alma?
[ora,
9
¿Escuchará Dios sus gritos
cuando
le llegue la desventura?
10
¿Podrá complacerse en el Omnipotente,
podrá jamás invocar a Dios?
11
Os mostraré la mano de Dios, [tente.
No os celaré los designios del Omnipo2
1 Vosotros mismos podéis verlo.
[nes?
¿Por qué pues, perderos en vanas ilusio-
Respondió Job, diciendo: [fl aco
¡Qué gran ayuda la que das al
qué socorro traes al brazo desmayado!
3
¡Qué bien has aconsejado al ignorante,
qué profundo saber has manifestado!
4
¿A quién has dirigido tus palabras?
¿Qué espíritu es el que ha hablado por tu
[boca?
5
Hasta los muertos tiemblan debajo de la
Tercera réplica de Sofar
los mares y cuanto en ellos mora, [tierra,
6
El abismo está ante El desnudo,
13
He
aquí
la suerte que destina Dios al
sin velos el sepulcro.
7
[hombre culpable,
El tendió el septentrión sobre el vacío,
la porción que del Omnipotente recibe el
El
colgó la tierra sobre la nada.
s
[impío: *
Encierra las aguas en las nubes,
14
Si tiene muchos hijos, destíñanse a la
y las nubes no se rasgan a su peso.
9
su prole no se hartará de pan. [espada;
El roba a la vista su trono,
15
A los sobrevivientes los sepultará la
cubriéndose de nubes.
[círculo,
[pestilencia,
w Trazó en derredor de los mares un lfsus viudas no los llorarán.
>
Aunque acumule la plata como tierra,
hasta el confín entre la luz y las tinieblas.
11
aunque
amontone,
como
el
lodo,
los vesLas columnas del cielo tiemblan
tridos,
y se estremecen a una amenaza suya, [res 17
12
los prepara él, pero se los vestirá ei
El, con su pujanza, conmueve los may su plata irá a manos del inocente, [justo,
y con su poder doma los monstruos.
18
13
Hizo su casa, pero viene a serle como
A su soplo centellean los cielos,
como cabafla de guarda.
[nido,
y4 su mano atraviesa la serpiente tortuosa. 19
Se
acuesta rico, pero será por última
i Y todo esto no es, sin embargo, más
en
un
instante
dejará
de
existir.
[vez,
[que la orla de sus obras. 20
Vendrá sobre él el terror en pleno día,
Es un leve susurro de su palabra;
en la noche le arrastra el torbellino.
que el estallido de trueno de su poder, 21
Le arrebata el viento solano y se lo
[¿quién podría oírlo?
y le arranca lejos de su lugar
[lleva,
22
Le asaetea Dios sin piedad,
Respuesta de J o b
y
vanamente
se
esforzará
para
escapar
de
n m i Tomó de nuevo Job la palabra» 23 Batirán palmas contra él,
[su mano.
¿ » y en forma de sentencia dijo: [ticia; y en su mismo lugar le silbarán.
2
¡Por el Dios vivo, que me rehusa juspor el Omnipotente, que me ha colmado
L a sabiduría
[de amargura!
3
Que mientras en mí quede un soplo de
i Tiene la plata sus veneros, y el
oro lugar en que se acrisola. *
[vida 2
y el hálito de Dios aliente en mis narices, Sácase el hierro de la tierra,
26
2
28
<ym 13 Parece que los discursos de los tres amigos habrían de cerrarse con una réplica de Sofar
™ • que siguiera a la de los otros dos; pero ésta no va indicada en el texto con la ordinaria frase
introductoria. Es, por tanto, probable que debería reconstituirse con los trozos 24,18-24 y 27,14-23»
obteniéndose así la simetría de las partes que se da en las primeras intervenciones; de lo contrario,
resultarían puestas en boca de Job afirmaciones que son las mismísimas de los amigos que con él
discuten.
OlGf l * El texto no indica quién pronuncia estas palabras en elogio de la sabiduría. Al crear Dios
"
el mundo la difundió en la creación; por eso Dios la conoce, pero los hombres no alcanzan
a conocer sus secretos.
593
y de la roca fundida sale el cobre.
El hombre alumbra las tinieblas
y escudriña en lo profundo,
las
rocas en densa obscuridad.
4
Abre galerías lejos de lo habitado,
en lugares inaccesibles;
se suspenden y ba'ancean lejos del alcan[ce de los hombres.
5
La tierra, que produce el pan,
está por debajo como fuego;
6
sus rocas son la morada del zafiro,
y sus terrones contienen oro.
7
Por caminos desconocidos de las águiimpenetrables al ojo del azor,
[las,
8
no pisados por las fieras,
inaccesibles al león.
* Mete su mano en el pedernal
y subvierte los montes.
10
Abre cauces en las rocas
y descubren sus ojos en ellas lo precioso.
11
Explora las filtraciones de las aguas
y saca a luz los tesoros.
12
Pero la sabiduría, ¿dónde hallarla,
dónde el entendimiento?
13 No conoce el hombre el camino,
ni se halla en la tierra de los mortales.
14
El abismo dice: No está en mí.
Y el mar: Dentro de mí no se halla.
15
No se compra con el oro más fino,
ni se pesa la plata para comprarla. [Ofir,
• 6 No se pone en balanza con el oro de
ni con el precioso berilo, ni el zafiro.
17
No se equipara al oro ni al cristal,
ni
se cambia por vasos de oro puro, [les;
18
No cuentan a su lado corales y cristavale más que las perlas.
[Etiopía,
,s>
No puede comparársele el topacio de
no entra en balanza con el oro más puro.
20
¿De dónde, pues, viene la sabiduría,
dónde hallar la inteligencia?
[les.
21
Se oculta a los ojos de todos los mortay aun a las aves del cielo está vedada.
22
El infierno y la muerte dicen:
Sólo de ella sabemos por su fama.
23
Dios es el que conoce sus caminos,
El sabe su morada;
24
porque con su mirada abarca los con[fines de la tierra
y ve cuanto hay bajo la bóveda del cielo.
25
Cuando dio su peso al viento
y dispuso las aguas con medida,
26
cuando dio la ley a la lluvia
y camino al rayo,
27
entonces la vio y la midió,
la fundó y la conoció a fondo;
28
y dijo al hombre: El temor de Dios, ésa
[es la sabiduría;
apartarse del mal, ésa es la inteligencia.
3
JOB 28-29
Respuesta de Job
O Q í Volvió a tomar Job la palabra
* ¡ » y dijo: *
[ s a d o s tiempos,
2
¡Oh! ¡Si volviera a ser como en los pacomo en los días en que Dios me protegía!
3
Cuando resplandecía su luz sobre mi ca[beza
y a su resplandor marchaba en las tinie4
A lo que fui en mis días otoñales, [blas.
cuando protegía mi morada,
5
cuando el Omnipotente era conmigo
y tenía en torno mío a mis hijos;
6
cuando me lavaba en leche los pies
y me daba la piedra arroyos de aceite;
7
cuando iba a las puertas de la ciudad
y8 se alzaba en la plaza mi silla,
los jóvenes, al verme, se escondían
y los viejos se alzaban en pie;
9
los grandes contenían la palabra,
y ponían el dedo sobre sus labios,
10
y callaba la voz de los caudillos,
y11 se pegaba su lengua al paladar.
El oído que me oía me llamaba feliz,
y los ojos que me veían se declaraban en
[mi favor,
12
porque libraba al pobre que clamaba
y al huérfano que no tenía valedor. [ble,
13 Caía sobre mí la bendición del miseray el corazón de la viuda se colmaba de
[gozo.
14
Vestíame de justicia, y ella me rodeaba
[como vestido,
era
mi equidad cual túnica y turbante.
15
Yo era ojos para el ciego,
era para el cojo pies,
16
era el padre de los pobres,
y estudiaba la causa aun del desconocido.
17
Quebrantaba los molares del soberbio,
y de sus dientes le arrancaba la presa.
18
Decíame yo: Moriré viejo,
prolongaré mis días como la palmera;
9
1 extenderánse mis raíces hasta las aguas,
y caerá de noche sobre mis ramas el rocío.
2
" Renovaráse conmigo mi gloria,
y mi arco se fortalecerá en mis manos. *
21
Para escucharme me esperaban,
y callaban hasta oir mi opinión.
22
Nadie replicaba a mis palabras, [so.
suavemente penetraba en ellos mi discur23
Esperábanme como se espera la lluvia,
y abrían su boca como el agua tardía.
24
Si les sonreía, no acertaban a explicármelo,
y acogían con ansia la luz de mi rostro.
25
Cuando acudía a sus reuniones me sen[taba a la cabeza;
moraba entre ellos como un rey entre sus
[huestes,
y a donde los conducía se dejaban llevar.
O Q * Las palabras de Job responden a las de su objetante; hay que pasar por encima del capí" ^ tulo 28, que está intercalado en la discusión.
20 Los w.21-25 están en perfecto contexto después de I - I I , mientras que 12-20 dan razón del
respeto con que era tratado Job y de sus halagüeñas esperanzas para el futuro.
JOB
30-31
594
venido sobre mí días de aflicción.
O f l ' Y ahora me hacen burla los más 2han
8
A n d o en torno enlutado, sin consuelo,
«5"
[mozos que yo,
a cuyos padres m e hubiera yo desdeñado 2y9 me pongo a gritar entre la turba.
H e venido a tener p o r hermanos a los
[de contar
[chacales
entre los perros de mis ganados.
2
y
p
o r compañeros a los avestruces, [piel,
A u n el vigor de sus brazos,
3" Ennegrecida se va desprendiendo mi
¿de qué podía servirme?
y mis huesos queman por el ardor.
N o tenían fuerza alguna
31
3
Hase trocado en duelo mi cítara,
Flacos por la miseria y el hambre,
y mi flauta en lamentos.
roían las raíces del desierto;
la tierra, árida y desolada, era su nodriza.
4
0 1
' Había hecho pacto con mis ojos
Recogían bledos entre la maleza,
** + de n o mirar a virgen.
con raíces de retama se alimentaban.
2
5
Pues
¿qué porción m e reservaría Dios
Arrojados de en medio de los hombres,
[desde lo alto,
perseguidos a gritos como ladrones,
6
habitaban en lo escarpado de los torren- y q u é heredad el Omnipotente desde las
[alturas?
en cuevas y entre rocas,
[tes, 3
7
¿No es la perdición la que espera al inirugiendo entre la maleza
[cuo,
y reuniéndose entre la enramada.
8
y el infortunio a los obradores de la malGente innoble, pueblo sin nombre,
4
¿No
está
El
mirando
mis
caminos
[dad?
arrojados de su misma tierra.
9
y contando todos mis pasos?
¡Y de ésos soy yo objeto de burla,
5
Ni anduve con engaños
les sirvo de canción!
ni corrieron hacia el fraude mis pies;
>° Abominan de mí, me esquivan,
y hasta se atreven a escupirme a la cara. ' péseme Dios en balanza justa,
11
y Dios reconocerá mi inocencia.
Perdido todo respeto, me insultan,
7
Si se apartaron mis pasos de tus sendas,
rompen todo freno en mi presencia.
2
y tras mis ojos se fué mi corazón,
i A mi derecha se alza al populacho,
o se pegó algo a mis manos,
y prepara los caminos para perderme.
8
13
Destruyen mis sendas, procuran mi rui- siembre yo y coseche otro,
y no hay quien los detenga.
[na, y sean arrancadas mis plantaciones.
9
Si mi corazón se dejó seducir por mujer
14 Irrumpen contra mí como por ancha
surgen de debajo de las ruinas, [brecha, y estuve en acecho a la puerta de mi pró10
5
muela para otro mi mujer
[juno,
1 H a n arremetido contra mí terrores,
y sea entregada a ajenos brazos;
se fue como viento mi prosperidad,
11
pues maldad grande es ésta.
pasó cual nube mi ventura,
i 6 y ahora se derrite mi vida dentro de mí, es un grave crimen,
12
fuego que devora hasta la destrucción,
y m e agarran días de aflicción.
y consumiría toda mi hacienda.
1 7 La noche m e taladra los huesos,
13
Si desdeñé el derecho de mi siervo (mí,
y no descansan los q u e me roen.
18 M e envuelven como vestido con fuerza, y el de mi sierva c u a n d o se quejaron d e
14
¿qué haría cuando se alzara Dios para
me ciñen como la orla de mi túnica.
[juzgar?;
" H a n m e arrojado al fango,
[niza.
y h e venido a ser como el polvo y la ce- cuando me pidiere cuentas, ¿qué respon20
dería?
¡Clamo a ti, y tú n o m e respondes;
insisto, y n o me haces caso!
[enemigo, 15 El que me hizo a mí en el materno seno,
2
[¿no le hizo también a él?
> T e h a s tornado para mí en despiadado
¿No fue el mismo el q u e al u n o y al otro
y con t o d a tu fuerza m e persigues;
22
me alzas en alto, m e haces cabalgar so[nos formó en el vientre?
[bre el vien'o, 16 Si negué al indigente su satisfacción
hasta que la tormenta se deshace en lluvia. y defraudé la esperanza de la viuda,
23
Bien sé q u e m e llevas a la muerte,
1 7 si comí solo mi bocado
al lugar de reunión de todos los mortales. sin dar de comer de él al huérfano; [padre
24
Sin embargo, yo n o alcé la mano contra 1 8 antes desde mi infancia le atendía como
[el pobre, y desde el seno materno le protegía;
19
le salvé en su angustioso gritar.
si vi al miserable sin vestido
25
¿No lloraba yo todos los días con el y al pobre que carecía de ropas,
[afligido? 20y no me bendijeron sus carnes,
[jas;
¿No se llenaba de tristeza mi alma por el y se calentaron con el vellón de mis ove[pobre? 21 si alcé mi m a n o contra el inocente,
26 Y cuando esperaba el bien, vínome el por verme superior a él en la puerta,
[mal; 2 2 despréndase mí h o m b r o de la espalda
cuando esperaba la luz, vino la osbcu- y arranqúese del hombro mi brazo.
[ridad. 2 3 Pues temía el castigo de Dios
27
Mis entrañas se agitan sin descanso,
y n o habría podido resistir a su majestad.
595
JOB
24
Si puse en el dinero mi confianza
y dije al o r o : Tú eres mi esperanza;
25 si m e gocé en mis muchos bienes
y en q u e mi m a n o mucho atesoraba,
26
si mirando al sol cuando brilla
y a la luna al caminar resplandeciente
27
se engañó en secreto mi corazón [boca,
y les mandé con la m a n o el beso de mi
28
que es también gravísimo delito,
pues habría negado a Dios, que está en lo
[alto;
29
si m e alegré del mal de mi enemigo
y m e gocé en q u e le sobreviniera la des[gracia,
30
pues n o di mi lengua al pecado
ni conjuré al sepulcro contra su vida;
31
si n o decían las gentes de mi tienda:
¿Dónde hallar quien de su mesa no se
[sacie?
32
Antes bien no se quedaba fuera el exy abría mi puerta al viandante;
[tranjero
33
si encubri c o m o h o m b r e m i pecado,
ocultando en mi seno la maldad,
34
pues habría temido de la muchedumbre,
me habría aterrado el desprecio de las gentes
y mudo me habría estado sin salir de casa.
35
¡Oh, si hubiera quien me escuchase!
¡Ahí va mi firma! Respóndame el Todopoderoso.
Ahí está el libelo de la acusación escrito
[por el adversario.
36
Ciertamente yo le llevaré sobre mis
m e lo ceñiré c o m o corona,
[hombros,
37
le daré a conocer el número de mis pay me acercaré a él como un príncipe, [sos
38
Si clamó la tierra contra mí,
si a una lloraban sus surcos,
39
si comí de su substancia sin pagarla,
si afligí el ánimo de los que la cultivaban,
io názcanme cardos en vez de trigo
y cizaña en vez de cebada. *
31-33
de aquellos tres hombres, se encendió su
cólera. *
6
H a b l ó , pues. Eliú, hijo d e Beraquel,
buzita, y dijo:
Y o soy joven todavía y vosotros ancianos;
por eso dudaba, temeroso,
en exponer mi pensamiento.
7
Pensaba que hablaría la ancianidad
y q u e los muchos años mostrarían la sa[biduria;
8
pero ésta es en el hombre una inspira[ción,
es el soplo del Todopoderoso el que la
9
N o son los ancianos los sabios, [enseña,
no siempre los viejos tienen el entendi[miento.
10
P o r eso m e atrevo a decir: Oídme
y daré yo también mi parecer.
" Y a veis, he estado esperando vuestros
[discursos
y escuchando vuestras razones;
12
mientras tuvisteis algo q u e decir
estuve atento.
[Job,
Pero ya n o hay quien pueda convencer a
no hay entre vosotros quien responda a
[sus razones.
13
N o digáis: Nosotros hemos hallado la
[sabiduría,
es Dios, no es hombre alguno, quien n o s
14
A mi nada me ha dicho
[adoctrina,
y yo no voy a responderle con vuestros argumentos.
15
Están desconcertados, no responden ya,
les falta la palabra.
16 Comenzaré yo, pues, ya q u e n o hablan
y se están ahí sin responder.
[ellos
17
Diré yo también lo mío,
también yo expondré mi parecer.
18 M e siento lleno de cosas que decir
y me insta el espíritu que hay dentro de mí.
19
Mirad, mi interior está como vino encerrado,
como odre nuevo pronto a estallar.
Fin de los discursos de Job
20
Hablaré, pues, para desahogarme
y abriré mis labios para responder.
Intervención de Eliú
2
1 N o haré acepción de personas,
o O ' Dejaron aquellos tres hombres de llamaré a cada u n o p o r su nombre,
« «
replicar a Job, viendo que él se 22 n o m e andaré con circunloquios
obstinaba en declararse inocente a los y m e soportará p o r un poco mi Hacedor.
ojos de ellos; 2 pero Eliú, hijo de Beraquel, buzita, de la tribu de R a m , se
encendió en cólera contra J o b porque se
Reproches a Job
declaraba justo ante Dios. 3 También contra los tres amigos ardió su cólera por- n o • Oye, pues, ¡oh Job!, mis palabras
que n o tenían qué responder a J o b y con- «5 «5 y presta atención a mis discursos.
denaban a Dios. 4 Había esperado Eliú 2 Mira, soy yo, abro la boca,
[dar.
mientras hablaban con J o b porque ellos es mi lengua la q u e se mueve en mi pala5
3
eran m á s entrados en días q u e él; m a s
M i corazón m e dicta palabras sabias
al ver q u e n o había respuesta en la boca y mis labios hablarán con franqueza.
31
40
Los w.38-40 están, sin duda, trastrocados. Deberían leerse a continuación del v.32.
*> O 5 Este pequeño prólogo nos presenta a Eliú y los motivos de su injerencia en el debate.
" ~ El argumento nuevo que aporta es el valor educativo del dolor, que justifica la conducta de
Dios y es motivo para que Job guarde silencio.
JOB 33-34
4
El espíritu de Dios me creó;
el soplo del Todopoderoso me da vida.
5
Respóndeme, si puedes.
Disponte
a la defensa y pónteme delante.
6
También yo soy lo que tú ante Dios;
también yo fui formado del barro.
7
Mira, nada tienes que temer de mí;
no
te abrumará mi majestad.
8
Dijiste, pues, ante mí,
yo escuché bien el sonido de tus palabras :
'«Puro soy, sin pecado;
limpio
estoy, no hay culpa en mí,
10
y, con todo, El halla pretextos contra
y me toma por enemigo suyo.
[mí
11
Pone mis pies en el cepo
y
espía
todos
mis
pasos».
12
Mira, en esto no tienes razón.
Yo te respondo que Dios es más grande
[que el hombre.
13
¿A qué quejarte contra El
de que no dé razón de todo lo que hace?
14
Habla Dios de un modo, habla de otro,
pero
el hombre no le entiende.
15
En sueños o en visión nocturna,
cuando desciende el sueño sobre los homcuando
duerme en el lecho,
[bres,
16
entonces abre sus oídos
y le aterra con sus apariciones
17
para retraerle del mal
y precaverle contra la soberbia;
*8 para salvar su alma del sepulcro
y19 librar su vida del seol.
Le corrige con dolores en su lecho,
con dolor continuo de sus huesos;
20
su vida tiene asco del pan,
y su alma, del manjar más exquisito, [cer,
21
y se consume su carne hasta desaparey aparecen los huesos, que antes no se
[veían;
22
está su vida próxima al sepulcro;
su alma, a la compañía de los muertos;
23
pero si para él hay un ángel,
un intercesor entre mil,
que
haga ver al hombre su deber,
24
tenga piedad de él y diga:
«Líbrale del sepulcro;
yo hallé el rescate de su vida»; [ventud,
25 reverdecerá su carne m á s que en su juvolverá a los días de la adolescencia.
26
Suplicará a Dios y éste le acogerá,
le dará benigno su esplendente rostro
y
volverá
el nombre a su justicia.
27
El entonces, dirigiéndose a los hom[bres, les dirá:
«Había pecado, había violado la justicia,
y Dios no me retribuyó según mis obras.
28
He salvado mi vida del sepulcro
y vuelvo a ver la luz».
29
Mira, todo esto lo hace Dios
dos y aun tres veces con el hombre,
30
para retraer su alma de la tumba,
para alumbrarle con la luz de la vida.
3
> Atiende Job; escúchame.
Calla mientras hablo yo;
32
O si tienes que replicar, respóndeme;
596
habla,
que yo deseo darte la razón.
33
Si no, haz por escucharme;
calla, y te enseñaré sabiduría.
Segundo discurso de Eliú
OJI
Í Prosiguió Elíu hablando así:
Oíd, hombres sabios, mis pala[bras.
Prestadme,
hombres doctos, vuestro oído,
3
pues el oído discierne las palabras,
como prueba los manjares el paladar.
4
Examinemos la causa,
veamos entre nosotros dónde está lo justo.
5
Puesto que Job dice: «Yo soy inocente,
pero
Dios me niega mi derecho,
6
y contra mi derecho padezco,
y es mi llaga atroz sin culpa mía».
7
¿Quién jamás como Job,
que se bebe los insultos como agua
8
y se va en la compañía de los obradores
[de la maldad,
por
los caminos de los hombres perversos?
9
Puesto que ha dicho: «No aprovecha al
estar a bien con Dios».
[hombre
10
Oídme, sesudos varones:
¡Lejos de Dios la maldad!
¡Lejos del Todopoderoso la injusticia!
11
El retribuye al hombre según sus obras,
según su conducta le trata.
12
N o , cierto, no es injusto Dios;
no
tuerce el Todopoderoso la justicia.
13
¿A quién confió la tierra para que la go[bernara?
¿A
quién ha dado cargo del universo todo?
14
Si él volviera a sí su soplo
y15 retrajera a sí su aliento,
en un instante moriría toda carne
y el hombre se tornaría polvo.
16
Si entiendes, oye esto
y escucha el sonido de mis palabras.
17
¿Podrá gobernar un enemigo del derecho?
¿Y
quieres tú condenar al justo supremo,
18
al que puede decir a un rey «malvado»,
y «criminal» a un soberano?
19
¿Al que no mira a la cara de los podey no prefiere el rico al pobre,
[rosos
porque todos son hechura suya?
20
Mueren de improviso en el corazón de
[la noche,
son sacudidos los poderosos y desapa releen.
El valiente se va sin poder hacer uso de
[su fuerza,
21
pues El tiene su mirada sobre el obrar
y cuenta todos sus pasos.
[de cada uno
22
No hay obscuridad, no hay densa tinie[bla
donde puedan esconderse los malhecho23
Fija plazo al hombre
[res.
para presentarse al tribunal de Dios.
24
Quebranta al fuerte sin andar en averiy pone otro en su lugar.
[guaciones
25
Conocedor de sus acciones todas,
2
JOB 34-36
597
14
menos todavía cuando tú dices que no
los derriba en una noche y quedan aplas[lo ve.
tados.
26
Ante El está la causa; espera en El.
En castigo de su maldad los flagela
15
allí donde sean vistos,
Al decir, pues, que no es su ira la que
27
[castiga,
porque se alejaron de El
que no atiende gran cosa a la iniquidad,
y no quisieron saber de sus caminos,
16
abrió
Job
vanamente
su
boca
28 y llegó a El el clamor del oprimido
en cuanto se hizo oír el lamento de los y multiplicó insensatamente las palabras.
[desvalidos.
29
Si El calla, ¿quién podrá condenar?
Si El esconde su rostro, ¿quién ya le verá?
El cela sobre las naciones y sobre los in[dividuos
30
para que no campe el impío por sus
[respetos,
para que no sufra el pueblo vejaciones.
31
Si alguno dice a Dios:
«Me
he engreído, pero no volveré a hacer
32
si he pecado, adoctríname;
[el mal;
si he hecho el mal, no lo haré más».
33
¿Castigará El según tu consejo?
¿Te dirá: Juzga tú en lugar mío?
Di
tú lo que sepas.
34
Háblenme los sensatos,
atiéndanme los prudentes.
35
No habló Job cuerdamente;
fueron imprudentes sus discursos.
36
¿No será Job probado a fondo
por
sus respuestas, propias de un impío,
37
pues a su pecado añade la rebelión,
bate palmas contra nosotros
y multiplica sus quejas contra Dios?
T e r c e r discurso de Eliú
Tomó Eliú la palabra y dijo:
2
¿Te parece haber pensado justamenal decir: «Tengo razón contra Dios», [te
3
y diciendo: «¿De qué me sirve,
qué ventaja he tenido por no haber pe4
Voy a responderte,
[cado?»
y a responder contigo a tus amigos.
5
Contempla el cielo y mira;
considera las nubes; son más altas que tú.
6
Si pecas tú, ¿qué mal haces?
Si multiplicas tus pecados, ¿qué perjuicio
7
Y con ser justo, ¿qué le das? [le causas?
¿Qué recibe El de tu mano?
[obrar;
8
A un hombre como tú perjudica tu mal
a un hijo de hombre aprovecha tu justicia.
9
Gritan por la gravedad de la opresión,
piden socorro contra la tiranía de los poderosos ;
i°pero nadie dice: «¿Dónde está el Dios
[que nos creó,
que da en la noche cantares de júbilo,
11
que nos da inteligencia mayor que a las
[bestias de la tierra
y nos hace sabios más que a las aves del
[cielo?»
12 Y, claro, por mucho que griten. El no
[responde
viendo la soberbia de los malvados.
13 Un vano gritar, cierto, no lo escucha
el Todopoderoso no lo atiende, [Dios;
1
C u a r t o discurso de Eliú
Continuó Eliú diciendo:
2
Espera un poco y te enseñaré,
todavía hay más razones en favor de Dios.
3
Sacaré de lejos mi saber
y vindicaré la justicia de mi Hacedor.
4
Cierto, no son falaces mis razones,
te habla un perfecto conocedor.
5
Mira: Dios es poderoso,
y6 el puro de corazón no lo desprecia.
No deja florecer al impío
y hace justicia al desvalido.
7
No aparta sus ojos de los justos,
y al fin los sienta en tronos con los reyes,
y son exaltados.
[la miseria,
8
Encadenados, oprimidos en los lazos de
El les hará reconocer sus obras,
9
sus pecados, porque se ensoberbecieron.
Abre sus oídos a la corrección
10
y los exhorta a que se aparten del mal.
Si le oyen, si se le someten,
11
terminarán felizmente sus días
y sus años transcurrirán en la dicha.
12
Pero si le desoyen, acabarán malamente
y morirán cuando menos lo esperaban.
13
Los de corazón protervo se airan
y14 no claman a Dios cuando los encadena;
por eso se extingue su alma en la ju[ventud
y acaba su vida entre los infames.
15
Salva al pobre por su pobreza
y con la tribulación abre sus oídos.
16
También a ti te sacará de las fauces
[de la angustia
a lugar holgado, sin estrecheces,
a mesa llena de selectos manjares.
17 Pero si sigues los senderos del impío,
la culpa y la pena se corresponderán.
18
No te lleve, pues, la ira al arrebato
y no te deprima la cuantía del rescate.
19
¿Puede acaso sacarte de la angustia tu
[clamor
y a todos tus vigorosos esfuerzos?
20
No anheles, pues, tanto la noche de la
[muerte,
que va arrebatando a unos tras otros.
2i Guárdate de dejarte llevar a la iniquidad,
pues por eso fuiste probado con la aflic[ción.
22
Mira: Dios es sublime en su poder,
¿quién como El es maestro?
[ducta?
23
¿Quién jamás le dio normas de con¿Quién jamás pudo decirle: Has hecho
[mal?
OC
1
J O B 36-38
24
Acuérdate de que debes ensalzar sus
de tantos hombres celebradas.
[obras,
23
Todos los hombres las contemplan
y todos las miran de lejos,
[conocemos;
26
M i r a : Es Dios tan grande que no le
el número de sus años no es investigable.
27
El hace subir las gotas de agua
y descender en lluvia sus vapores.
28
Destilan las nubes
y llueve sobre el h o m b r e en abundancia.
29
¿Quién será capaz de conocer la extens i ó n de las nubes,
los fragores de su pabellón?
30
El las extiende en derredor suyo
i oculta las cumbres de los montes,
1 pues con esto alimenta a los pueblos
/ con eso da pan a los mortales.
2
T o m a el rayo en sus manos
f le m a n d a herir al blanco;
3
el trueno le anuncia
[menta,
y el ganado siente la amenaza de la torO 'J ' Esto hace saltar mi corazón
•* •
y le llena de espanto.
Oid e. estallido de su voz,
el estampido que sale de su b o c a ;
3
se extiende por t o d o s los ámbitos del
[cielo
y llega su fulgor hasta los confines de la
[tierra.
4
Y después de él resuena el trueno.
Brama con voz majestuosa
y nada puede retener el rayo
cuando se oye su voz.
[voz.
5
Truena Dios portentosamente con su
Hace cosas grandes que no comprendefinos.
6
El dice a la nieve: «Baja a la tierra»,
y a las lluvias copiosas: «Abundad».
7
Sobre t o d o h o m b r e pone un sello,
para que todos reconozcan que es obra
8
Las fieras se meten en su cubil
[de El.
y se quedan en sus guaridas;
9
del austro viene el huracán,
viene del septentrión el frío.
10
Al soplo de Dios se forma el hielo
y se solidifica la extensión de las aguas.
11
El carga de rayos las nubes
difunde la nube su luz,
2
que va t o d o en t o r n o ,
donde la lleva la voluntad del gobernante
para hacer lo que le m a n d a El
en la superficie del orbe,
13
ya para castigar como azote,
ya para favorecer al hombre.
14
Atiende a esto, J o b ,
[Dios.
y detente a considerar las maravillas de
15
¿Sabes tú los designios de Dios sobre
[ellas?
¿Sabes por qué hace brillar el relámpago
[en sus nubes?
2
L
598
599
J O B 38-39
16
¿Conoces el equilibrio de las nubes en
[el aire,
los prodigios del que todo lo sabe?
17
¿Sabes por qué se calientan tus vestidos
cuando el viento solano abochorna la tie[rra?
18
¿Extenderás tú con El el
firmamento,
terso como fundido espejo?
19
Enséñanos lo que hemos de decirle,
pues nosotros no sabemos, envueltos en
[tinieblas.
20
¿Quién irá a darle cuenta si hablare yo?
¿Podrá decirle nadie: «Me veo avasa21
Ahora no puede verse la luz, [liado»?
está obscurecida por las nubes;
de pronto pasa el viento y barre las nubes;
22
viene del aquilón áureo resplandor
y se viste Dios de terrible majestad.
23
Al Omnipotente no le alcanzamos;
grande es su poder, grande es su juicio,
es mucha su justicia, no oprime a nadie.
24
Por eso h a n de temerle los hombres
y no mira El al que se cree sabio.
Intervención de Dios
O O ' Entonces dirigió Dios a J o b su
«*'* palabra de en medio de u n torbellino, diciendo: *
2
¿Quién es este que empaña mi provicon imprudentes discursos?
[dencia
3
Cíñete como varón tus lomos.
Voy a preguntarte, respóndeme tú.
4
¿Dónde estabas al fundar yo la tierra?
Dímelo, si tanto sabes.
[mensiones?
5
¿Quién determinó, si lo sabes, sus di¿Quién tendió sobre ella la regla?
6
¿Sobre qué descansan sus cimientos
o quién asentó su piedra angular [tutinos
7
entre las aclamaciones de los astros may los aplausos de todos los hijos de Dios?
8
¿Quién cerró con puertas el mar
cuando impetuoso salía del seno,
9
dándole yo las nubes por mantillas
y los densos nublados por pañales,
1° dándole yo la ley
y poniéndole puertas y cerrojos,
11
diciéndole: D e aquí no pasarás,
ahí se romperá la soberbia de tus olas?
12
¿Acaso has m a n d a d o tú en tu vida a
[la m a ñ a n a
y has enseñado su lugar a la aurora
13
para que ocupe los extremos de la
y eche fuera a los malhechores,
[tierra
14
modelándose entonces la tierra como
[el barro bajo el sello
y apareciendo vestida,
15
privando a los malvados de su luz
y rompiendo el brazo de los soberbios?
16
¿Has bajado tú hasta las fuentes del
[mar,
3 Q 1 Dios aparece al fin, y, dirigiéndose a Job, trata de aplanarle presentándole la grandeza de
^^
su sabiduría, revelada en la creación. Es magnifica la descripción del caballo, del hipopótamo
y del cocodrilo.
te h a s paseado por las profundidades del
[abismo?
17
¿Se te han abierto las puertas de la
[muerte?
¿Has visto las puertas de la región tene[brosa?
18
¿Abarcas la inmensidad de la tierra?
Dilo si la conoces.
[de la luz?;
19
¿Cuál es el camino para las moradas
y las tinieblas, ¿dónde habitan?
20
¿Sabrás tú conducirlas a sus dominios
y tornarlas a los senderos de su m o r a d a ?
21
¡Seguro lo sabrás, pues ya habías na[cido
y era ya entonces grande el número de
[tus días!
22
¿Has ido a los escondrijos de la nieve?
¿Has entrado en los almacenes del granizo,
23
que guardo yo para los tiempos de la
[desdicha,
para el día de la guerra y de la batalla?
24
¿Cuál es el camino p o r donde se difunde
[la niebla?
¿Por dónde se echa sobre la tierra el
[viento solano?
25
¿Quién abre el camino de la inundación
y sus sendas al rayo tonante
[sierta,
26
para hacer llover sobre la tierra desobre desiertos inhabitados por el hombre,
27
para empapar las áridas llanuras
y hacer brotar la verde hierba?
28
¿Tiene padre la lluvia?
¿Quién engendra a las gotas del rocío?
29
¿De qué seno sale el hielo?,
y la escarcha del cielo, ¿quién la engendra?
30
Se endurecen las aguas como piedra
y se congela la superficie del abismo.
31
¿Atarás tú los lazos de las Pléyades
o puedes soltar las ataduras del Orion?
32
¿Eres tú quien a su tiempo hace salir
[la corona boreal
y quien guía a la Osa con sus hijos?
33
¿Conoces tú las leyes de los cielos
y has determinado su influjo sobre la
34
¿Alzas tu voz hasta las nubes, [tierra?
para que te cubran de copiosas aguas?
35
¿Mandas tú a los relámpagos y van ellos,
diciéndote: Henos aquí?
36
¿Quién puso sabiduría en el ibis
y al gallo quién le dio inteligencia?
37
¿Quién dispone las nubes con cuenta y
[número
y quién derrama los odres de los cielos
38
c u a n d o se hace una masa el polvo
y se pegan unos a otros los terrones?
39
¿Eres tú quien proporciona su presa al
y sacia el alma de los leoncillos
[león
40
c u a n d o están agazapados en sus cubiles
o se ponen en acecho en la espesura?
41
¿Quién prepara su alimento al cuervo
cuando sus polluelos gritan a Dios
y graznan por falta de comida?
O Q ' ¿Sabes tú el tiempo en que pir«ín
•5*'
Has gamuzas?
¿Asististe al parto de la cierva?
2
¿Contaste los meses de su preñez
o conoces el tiempo de su parto?
3
Se encorvan, echan su cría,
poniendo fin a sus dolores.
4
Se hacen grandes sus crías, crecen en el
salen y no vuelven más a ellas,
[campo,
5
¿Quién da libertad al asno salvaje?
¿Quién rompe las ataduras al onagro,
6
al que por casa di el desierto,
por guarida las estériles estepas?
7
Se ríe del estrépito de las ciudades
y n o oye las voces del arriero;
8
vaga por los montes al pasto,
se va tras de toda hierba verde.
9
¿Consentirá el búfalo en servirte y
en pasar la noche a tu pesebre?
10
¿Podrás atarle el yugo con tus coyundas
y hacerle arar los surcos delante de ti?
11
¿Contarás con él por su gran fuerza
y le encomendarás tus labores?
12
¿Le fiarás la recogida de tu grano
y el amontonamiento de tus mieses en la
[era?
13
Agítase graciosa el ala del avestruz,
que posee hermoso plumaje.
14
Abandona sus huevos a la tierra
y los deja que se calienten en la arena,
15
sin pensar que un pie puede romperlos,
puede aplastarlos un animal salvaje.
16
Es cruel con sus hijos, como si no
[fueran suyos,
y no se cuida de que sea vana su fatiga,
17
porque le negó Dios la sabiduría
y no le dio parte en la inteligencia;
18
pero en cuanto se yergue en alto,
se n e del caballo y del jinete.
19
¿Das tú al caballo la fuerza,
revistes su cuello de ondulantes crines?
20
¿Le enseñas tú a saltar como la langosta?
Su relincho es fiero y terrible.
21
Hiere la tierra con su casco, lánzase
sale al encuentro de las armas,
[audaz,
22
-ríese del miedo, no se empavorece,
no retrocede ante la espada,
23
cruje sobre él la aljaba,
la llama de la lanza y la saeía;
24
con estrépito y resoplido sorbe la tierra,
no se contiene al sonido del clarín.
25
C u a n d o suena la trompeta, dice: ¡Sus!
Y huele de lejos la batalla,
[batalla
el clamor de los jefes y el tumulto de. la
26
¿Se alza a lo alto el azor por tu sabiduría,
tendiendo sus alas hacia el mediodía?
27
¿Se remonta por orden tuya el águila
y hace su nido en las alturas?
28
Habita en las rocas y allí pasa la noche,
en la cresta de las rocas, en lo más
29
Acecha desde allí la presa,
[abrupto
que de muy lejos descubren sus ojos30
Soi betean la sangre sus polluelos,
y donde hubiere muertos, allí está ella.
JOB
39-41
31 0 ) Y continuando Yavé en responder
a J o b , dijo:
32 2
( ) ¿Querrá el censor contender todavía
[con el Omnipotente?
El que pretende enmendar la plana a
[Dios, responda.
600
22 (27) ¿Te dirigirá ruegos suplicantes
o te lisonjeará con palabras?
23 28
( ) ¿Hará pacto contigo,
lo tomarás a tu servicio?
24 29
i ) ¿Jugarás con él como con un pájaro,
le atarás para juguete de tus niños?
25
(30) ¿ I x cogerán los pescadores en sus
se !o lepartirán los mercaderes?
[redes,
Respuesta de J o b
26 31
( ) ¿Cubrirás tú de flechas su piel
33 3
( ) Y Job respondió a Yavé, diciendo: y le hundirás el arpón en la cabeza?
34 4
( ) H e hablado de ligero. ¿Qué voy a 27 (32) Ponle encima la m a n o ;
Pondré mano a mi boca.
[responder? te quedará recuerdo de la riña y n o
35 (5) u n a v e z hablé, no hablaré más.
[volverás.
28
Dos veces, no añadiré palabra.
(i) Si alguno se atreviere, le engañó su
[ilusión;
Prosigue Yavé
a su sola vista quedará aterrado.
6
1 2
A A ' ( ) Siguió Yavé replicando a Job Al
( ) N a d i e se atreve a provocarle
" " desde el torbellino, y dijo:
* *• ni puede estar a pie firme delante
2 (7) Ciñe tu cintura, cual varón; yo
[de él.
2 3
te preguntaré, enséñame tú.
( ) ¿Quién jamás le hizo frente y quedó
3 8
( ) ¿Aún pretenderás menoscabar mi jus- N o lo hay debajo del cielo.
[salvo?
ticia? 3 ( 4 ) N o callaré la forma de sus miembros;
¿Me condenarás a mi para justificarte tú? no tiene igual en la fuerza.
4 9
( ) ¿Tienes los brazos tú como los de Dios 4 (5) ¿Quién jamás le despojó de su manto,
y puedes tronar con voz semejante a la quién exploró la doble fila de sus dientes,
[suya? 5 (*) le abrió las puertas de la boca?
5 (l°) Revístete, pues, de gloria y majestad, El círculo de sus dientes infunde terror;
6
cúbrete
de magnificencia y esplendor,
(7) su dorso está armado de láminas de
6
(H) distribuye a torrentes tu ira
[escudos,
y humi'la
al soberbio sólo ~on mirarle. compactas y cerradas como un guijarro;
2
7
7 (i ) Mira al orgulloso y abátele,
(8) únese la una a la otra sin dejar resy aplasta a los malvados.
y8 un soplo no entra por ellas.
[quicio,
8 (13) Ocúltalos a todos en el polvo
(») Están pegadas una con otra,
y9 cubre
su faz da eternas tinieblas.
bien trabadas, no pueden separarse.
9
(i 4 ) Y o entonees también te alabaré,
(i°) Sus estornudos son llamaradas,
y diré que tu diestra es capaz de vencer. sus ojos son como los párpados de la
10 (15) Mira al hipopótamo, creado por mí, io ( n i de su boca salen llamas,
[aurora;
[como lo fuiste tú, se escapan centellas de fuego;
que se apacienta de hierba, como el buey. 11 ( 12 ) sale de sus narices humo,
11 (16) Mírale; su fuerza está en sus lomos, como de olla al fuego, hirviente.
y su vigor en los músculos de su vientre. 12 (13) Su aliento enciende los carbones,
12 (17) Endereza su cola como un cedro, saltan llamas de su boca;
los nervios de sus costillas se entrelazan. 13 (I 4 ) en su cuello está su fuerza,
13 (18) Sus huesos son como tubos de y ante él tiemblan de horror.
[bronce, 14 ( l s ) Las papadas de su carne son duras,
sus costillas son como palancas de hierro. apretadas, no se mueven.
[nal,
14 (19) Es obra maestra de Dios,
15 (16) s u corazón es duro como el pederduro como la piedra inferior de la muela.
hecho para rey de sus compañeros.
15 (20) Los montes le ofrecen sus tributos, 16 (17) D e su majestad temen las olas,
mientras retozan allí todas las bestias del las ondas del m a r se tetiran.
[campo. 17 (18) L a espada que le ataca se rompe,
16 (21) Echase debaje de los lotos,
no resisten la lanza, ni el dardo, ni el
en medio de los juncos del pantano;
[venablo; .
17 (22) los lotos de la orilla le dan sombra, 18 (19) para él el hierro es como paja,
le rodean las mimbreras del torrente.
y el bronce cual madera carcomida.
19 (20) El hijo del arco no le hace huir,
18 (23) Crezca el río, él n o se espanta,
está24seguro, aunque le llegue un Jordán al las piedras de la honda son para él estopas,
i ' ( ) ¿Le cogerán a sus ojos?
[hocico. 20 (21) i a maza le es como paja,
¿Taladrará nadie con el anillo su nariz? y se22burla del vibrar del venablo.
20 25
( ) ¿Puedes tú coger con anzuelo al 21 ( ) Debajo lleva agudos tejos,
[cocodrilo que arrastra como un trillo sobre el cieno.
22 (23) Hace hervir el abismo como olla,
y atarle una cuerda a la lengua?
21 (26) ¿Le meterás un lunco por la n a r ú y espumar como vasija de ungüentos.
o atravesarás con el anillo sus mandíbulas? 23 (24) D e j a en p o s d e sí blanco s u c a m i n o .
601
SALMOS
no os haré mal, pues no hablasteis9 de
cual si fuese una cana cabellera.
24 (25) N o hay en la tierra semejante a él, mí rectamente, como mi siervo J o b . Vinieron, pues, Elifaz, temanita; Bildad,
hecho para no tener miedo.
suhita, y Sofar, namatita, e hicieron lo
25 (2&) Todo lo ve desde arriba,
que les mandara Yavé, y Yavé atendió a
es el rey de todas las fieras.
los ruegos de Job. *
i° Yavé restableció a J o b en su estado,
Respuesta de J o b
después de haber él rogado por sus amiÁf
! Respondió Job, diciendo:
gos, y acrecentó Yavé hasta el duplo todo
cuanto antes poseyera. ll Vinieron a él
2 Sé que lo puedes todo
todos sus hermanos y hermanas y todos
y que no hay nada que te cohiba.
3
sus anteriores conocidos, y comieron con
Cierto que proferí lo que n o sabía,
él en su casa, se condolieron y le consolacosas
difíciles
para
mí,
que
no
conocía.
ron por todo el mal que sobre él hiciera
(4)
venir Yavé, y le regalaron cada u n o una
5
Sólo de oídas te conocía;
moneda y un anillo de oro. 12 Yavé benmas
ahora te han visto mis ojos.
dijo las postrimerías de J o b más que sus
6
Por todo me retracto y hago penitencia principios,
y llegó a poseer J o b catorce
entre el polvo y la ceniza.
mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas
de bueyes y mil asnas. 13 Tuvo catorce
Epílogo
hijos y tres hijas; i 4 a la primera le puso
7
Jemina (Paloma), a la seDespués de haber hablado Yavé a por nombre
Quesia (Casia) y a la tercera 1 QueJob estas palabras, dijo Yavé a Elifaz, gunda
ren-Happuc (Cuerno de Afeites). 5 N o
temanita: Se h a encendido mi ira contra había en toda aquella tierra mujeres más
ti y contra tus dos compañeros, porque hermosas que ias hijas de Job, y su padre
no hablasteis de mí rectamente, como mi les dio herencia entre sus hermanos. 16 Visiervo
Job.
vió J o b después de esto ciento cuarenta
8
Así, pues, tomad siete becerros y siete años, y vio a sus hijos y a los hijos de
carneros e id a mi siervo J o b y ofreced sus hijos hasta la cuarta generación, 17 y
por vosotros sacrificio; y J o b , mi siervo, murió J o b anciano y colmado de días.
rogará por vosotros, y en atención a él
j n
9 El desenlace sorprende un poco. Cuando creíamos que los amigos de Job recibirían un
* ^ elogio de Dios, sucede al revés; es Job el elogiado y ellos son declarados en falta, necesitando de
la intercesión del acusado para alcanzar perdón de Dios. Al fin viene a cumplirse la sentencia de
que Dios colma de bendiciones a los que le temen. Job tenía razón al decir que sus sufrimientos
no eran proporcionados a sus pecados; los amigos, demasiado absolutos en interpretar el principio
de que Dios, justo, da a cada uno según sus obras, se convirtieron en duros acusadores de Job. Este
sufría para glorificación de Dios en sus siervos, para prueba de su virtud y para dar con ella en rostro
a Satán.
M
O
1. E ¡ título que este libro lleva en el texto masore'ttco significa en general cantos,
himnos, salmos, loas, etc. El libro está dividido en cinco. El primero contiene los
salmos 1-41. El segundo, los salmos 42-72. El tercero, los salmos 73-89. El cuarto,
los salmos 90-106, y el quinto, los salmos 107-150.
Probablemente estos cinco libros son otras tantas colecciones de salmos, hechas
en distintas épocas y por distintos autores, como lo prueba el terminar cada una de
ellas con una doxologia final, y principalmente la nota que se halla al fin del segundo
libro (Sal 72): «Aquí terminan los salmos de David, hijo de Jesé»; pues a pesar de
ella son no pocos los salmos que a David atribuyen las inscripciones. Se confirma
este modo de ver por hallarse algunos repetidos en los varios libros, con más o menos
ligeras variaciones. Así, por ejemplo, 14 — 53, y el estar algunos de ellos compuestos
de parte de otros, como, por ejemplo, el salmo 69, que es parte del 39, w. 14-18; el
107, compuesto de fragmentos del 56, vv.8-12, y del 59, vv.7-14. Sólo pueden explicarse estos hechos suponiendo que al tiempo en que fué hecha la colección general gozaban ya de tal prestigio las varias colecciones particulares, que el autor de
aquélla las aceptó cuales eran, sin atreverse a suprimir nada en ellas.
Se confirma esto mismo por el uso sistemático que en los distintos libros se hace de
los nombres divinos de Yavé y Elohim. En el libro primero aparece generalmente el
SALMOS
602
nombre de Yavé; en el segundo, generalmente el nombre de Elohim; en el tercero,
casi tanto el de Yavé como el de Elohim; en el cuarto, exclusivamente, y en el quinto,
casi exclusivamente, el de Yavé.
2. El libro de los Salmos o Salterio suele llamarse Salterio de David, y asi lo
llamó el Concilio Tridentino; pero esto no quiere decir que sea David el único autor
de todo él, sino que es el principal autor, pues son muchos los salmos que él compuso, y
se le considera como el más eximio de los salmistas de Israel: «Egregius psaltes Israeh
(2 Sam 23,1). Las inscripciones atribuyen a Moisés uno, el 90; a David, sesenta y
cuatro; a Salomón, uno, el 72, según la interpretación que de la inscripción hacen
muchos intérpretes, que, sin embargo, no nos parece la más probable; a Asaf, levita,
doce; a los coreitas o hijos de Coré, doce; a Etán, uno, el 89. Los restantes, cincuenta
y nueve, son anónimos—«huérfanos» los llaman los judíos—; la inscripción, si la
llevan, no indica el autor. El autor de la colección general, según todas las probabilidades, parece haber sido Esdras.
La época en que fueron escritos los salmos abarca un largo período, que va desde
los comienzos de la monarquía, siglo XI a. C, hasta después de la cautividad babilónica, siglo V a. C; sin que podamos con certeza señalar fechas más recientes para
algunos, como creen ciertos intérpretes, y mucho menos todavía decir que muchos de
éstos sean del tiempo de los Macabeos.
3. Las inscripciones que preceden a tantos salmos, aunque no pueda afirmarse
que sean de los autores, son, sin embargo, antiquísimas, muy anteriores al tiempo en
que fue hecha la versión de los LXX, como lo prueba el hecho de que muchas de ellas
ya eran ininteligibles para los autores de esta versión. Son estas indicaciones del autor,
del género de la composición, de la melodía a cuyo tenor había de cantarse el salmo, de
los instrumentos músicos con que el canto había de acompañarse, de la tesitura de las
voces y el cantor que había de dirigirlo o personalmente cantarlo. Por desgracia se
perdió entre los judíos la tradición de casi todo cuanto concernía al canto litúrgico,
y hoy muchas de estas indicaciones son, para nosotros, o enteramente indescifrables o
sólo muy problemáticamente conjeturables. Las que se refieren al género de la composición distinguen varias clases de salmos: mizmor, higgayon, mictam, sir, masquil.
Qué signifiquen no podemos hoy colegirlo. Los que indican la melodía suelen repetir
la primera o primeras palabras de un canto ya conocido; así, por ejemplo: MutIabben, Ajelet-Saar, etc. Indicadoras de los instrumentos hallamos neguinot, instrumentos de cuerda; nejilot, instrumentos de aire, etc. Referentes a la tesitura hallamos seminit, a la octava; alemot, a voces blancas, voces de doncella, etc. Finalmente se repite muchas veces «del director del canto, de fedutún», etc., que parecen
indicar quién había de cantarlo o quién había de dirigirlo. Todas estas indicaciones,
si nos fueran ciertamente conocidas, tendrían para nosotros un valor artístico muy
estimable, pero no el valor histórico que tienen las que se refieren al autor del salmo
o a las circunstancias históricas en que fue compuesto.
Además del autor, indican varias inscripciones las circunstancias históricas en
que el salmo fue compuesto. Así, por ejemplo, el 7 lleva la inscripción: «Sigayon de
David, que cantó a Yavé con ocasión de lo de Cus, benjaminita». El 18: «Al maestro
del coro, salmo de David, siervo de Yavé, que dijo las palabras de este canto cuando
le libró Yavé de todos sus enemigos y de la mano de Saúl», etc.
4. La autoridad de estas inscripciones históricas es, como hemos dicho, muy
grande, por su gran antigüedad; no es, sin embargo, del todo decisiva. Como norma
en cuanto a esto, debemos seguir las respuestas dadas por la Comisión Pontificia
Bíblica en 1 de mayo de 1910.
Para apreciar en su justa medida lo que vale para la interpretación de un salmo
el conocimiento de su autor, hemos de tener ante los ojos cuan frecuente es en la poesía,
sobre todo en la lírica, que el poeta se revista, o revista a la persona a quien canta,
de una vaga personalidad, que trasciende la realidad de la misma y acumule sobre
ella no sólo notas reales de otras, sino también notas ideales a que su mente se eleva.
Así, por ejemplo, nuestro Gabriel y Galán, al cantar al «Ama», ve en ella no sólo las
cualidades de la esposa muerta, de quien generalmente se cree, quizá sin razón, que
603
SALMOS
es la persona cantada en el poema, sino las de otras amas a quienes conoció, y quizá
las de una ama ideal que sólo en su mente tuvo vida. Esto mismo sucede en la lírica
sagrada; y por eso sería desacertado querer interpretar muchos salmos que llevan
una inscripción histórica encerrándose dentro de las circunstancias históricas a que
se refiere la inscripción. El poeta, aunque compusiera sus salmos en las circunstancias
históricas que la inscripción menciona, rompe generalmente ese marco y, elevándose
muy por encima de él, expresa pensamientos y sentimientos que no caben dentro del
mismo.
A esto parece aludir San fuan de la Cruz cuando, en el prólogo de su «Cántico
Espiritual», nos dice que estas canciones fueron compuestas «en amor de abundante
inteligencia mística», y que «los dichos de amor es mejor declararlos en su anchura,
para que cada uno se aproveche según su modo y el caudal de su espíritu, que no
abreviarlos a un sentido a que no se acomode todo paladar». Si además tenemos en
cuenta, como hemos indicado, la ilustración divina de la mente del salmista y el
ambiente mesiánico de que estaba rodeado, se verá la justeza de estas observaciones
acerca del mesianismo de muchos salmos.
5. El orden de los salmos no es ni lógico ni cronológico. Tampoco la numeración
es la misma en los códices hebreos y en las diversas versiones. La Vulgata sigue en
esto a los LXX. El 9 de la Vulgata son el 9 y el 10 en hebreo, y por eso a partir
del tola numeración de la Vulgata y el Hebreo se separan, siendo siempre en una unidad inferior la numeración de la Vulgata a la del Hebreo: Vulg 10-112, Hebr n - 1 1 3 .
El 113 de la Vulgata es en Hebreo el 114 y 115, mientras que el 114 y el 115 de la
Vulgata son el 116 en el Hebreo, continuando, por tanto, la numeración de aquélla
en la unidad inferior a la de éste desde el 114-115 Vulgata, i r 6 Hebreo, hasta el
145 Vulgata, 146 Hebreo. El 146 y 147 de la Vulgata son el 147 del Hebreo; por
tanto, se iguala ya la numeración en la una y el otro hasta el fin del Salterio.
Cada uno de los libros lleva al fin una doxología, que viene a equivaler a una inscripción, y el conjunto del Salterio termina con el salmo 150, que más que salmo es
propiamente la doxología final de todo el Salterio.
6. El argumento de los salmos es variadísimo. Es todo cuanto puede afectar al
alma sensible de los salmistas: el espectáculo de la naturaleza, la historia de Israel,
algún suceso culminante de esa historia, la lucha continua entre el bien y el mal,
entre los seguidores de Dios y los que viven de espaldas a El, la confianza del justo
en la providencia divina, la confesión humilde de los pecados, la gloria de Dios, su
poder, su sabiduría, etc. Todo esto contemplado a la luz de la revelación divina y
de los destinos divinos de Israel. Como el mesianismo se hallaba tan hondamente
impreso en el alma de los salmistas, en todas partes lo revelan, y en forma variadísima, igual que vemos acontece en los profetas.
7. La lucha entre el bien y el mal, entre los fieles de Dios y los impíos, da lugar
a ciertas manifestaciones que necesitan alguna aclaración. Dios en la Ley promete
bendiciones copiosas a los que vivan fieles a su alianza, pero amenaza con gravísimos
castigos a los que de esa alianza se olvidan (Lev 26; Dt 28-30). Aquí se inspiran
los profetas en sus oráculos conminatorios contra los prevaricadores de la Ley o en
las bendiciones que predicen para los tiempos mesiánicos. Estas sanciones son temporales, como que iban dirigidas al pueblo.
Ahora bien, cuando los salmistas toman por argumento de sus cantos la lucha
entre el pueblo de Dios, el único que lo conoce y rinde culto, y las naciones idólatras,
que le desconocen y que, confiadas en la ayuda de sus dioses, tratan de esclavizar al
pueblo elegido, los salmistas piden a Dios descargue todos los azotes que en la Ley
conmina sobre los pueblos enemigos de Israel y, por tanto, de Dios. Igual acontece
cuando el salmista pone los ojos en sí mismo y en sus amigos los justos, amigos también
de Dios, convertidos en blanco de las persecuciones de los impíos. La causa de Dios,
que los justos representan en el mundo, se halla interesada, y los salmistas claman
al cielo pidiendo justicia, una justicia dura como la de la Ley, para que los malvados
sean abatidos y los justos levanten cabeza y se animen a seguir en el servicio de Dios.
Tales plegarias se hallan expresadas con la fuerza y el realismo propios de un poeta
604
SALMOS 1
oriental y no pueden menos de impresionar a las almas educadas en la doctrina evangélica. Pero, entendidas a la luz de las precedentes consideraciones, no son sino clamores vehementes por el triunfo de la justicia de Dios sobre los impíos, para los cuales,
después que Cristo satisfizo a la divina justicia por todas sus impiedades, no podemos
pedir sino aquella gracia y misericordia que el Salvador nos mereció a todos.
8. De entre los libros de la Sagrada Escritura es el de los Salmos uno de los más
leídos y estimados. Los judíos los sabían de memoria y los cantaban con frecuencia.
En la primitiva Iglesia cristiana sucedía otro tanto. San Cipriano, San Basilio, San
Jerónimo, etc., nos ofrecen testimonios de la universal difusión de los Salmos entre
losfielesde su tiempo, que llegaba hasta él punto de cantarse los salmos por los ocupados
en las faenas agrícolas; no digamos los monjes, una de cuyas principales obligaciones
era aprenderlos todos de memoria. Quizá la principal razón por que no fue recibida
en la Iglesia la versión de los Salmos hecha por San Jerónimo del texto hebreo fue
la gran difusión de la versión antigua entre el pueblo fiel, que se habría visto perturbado por una tal traducción.
Si, en general, los libros poéticos hebreos son como la flor de toda la divina revelación del Antiguo Testamento, mucho más lo son los Salmos. Debería ser este libro
el devocionario de los devocionarios, pues por el hecho mismo de ser inspirado por
Dios podemos decir que es el devocionario que nos ha dado el mismo Dios. Tienen los
Salmos una fuerza singular para excitar en nosotros los más elevados pensamientos,
los más piadosos sentimientos. Son como fragante jardín, en que no falta ninguna
de las flores de las virtudes y abundan los más exquisitos frutos de virtud, piedad y
devoción.
o. Entre las versiones de los Salmos, lo mismo que de todas las Escrituras del
Antiguo Testamento, la más antigua es la Alejandrina o de los LXX. Es, por lo
general, demasiado servil. De ella procede la antigua latina o ítala, que participa,
por tanto, de su principal defecto. De ésta hizo San Jerónimo una primera revisión
o corrección, ajusfándola al texto griego de los LXX, y es tradicionalmente conocida
con el nombre de «Psaíterium Romanum». Después hizo una nueva revisión, según el
texto hexaplar de Orígenes, generalmente conocida con el nombre de «Psalterium
Gallicanum.it, que, fuera de una pequeña parte, es la que figura actualmente en las
ediciones de la Vulgata y en los Breviarios. Finalmente, hizo el santo Doctor una
versión directa del texto hebreo al latín, que, a pesar de algunos lunares, es mucho
mejor que ninguna de las anteriores y sobremanera estimable. Recientemente la
Santa Sede ha dado a la Iglesia una nueva versión latina hecha por los profesores
del Instituto Bíblico. A ella principalmente nos atendremos en la corrección y traducción que ofrecemos a nuestros lectores.
SUMARIO
Libro primero (1-4.1). Libro segundo (42-72). Libro tercer0
(73-90)- Libro cuarto (gi-106). Libro quinto (107-150).
2
Antes tiene en la Ley de Yavé su complacencia,
I y a ella día y noche atiende.
3
Este será como árbol plantado a la
1
vera del arroyo, | que a su tiempo da sus
Las dos sendas: la del justo y la frutos, I cuyas hojas no se marchitan. I
Cuanto emprenda tendrá buen suceso.
del impío
4
No asi los impíos, | sino como paja
1 Bienaventurado el varón | que no anda que arrebata el viento.
5
en consejo de los impíos, | ni camina por
No prevalecerán los impíos en el juilas sendas de los pecadores ni se sienta cio, I ni los pecadores en la congregación de los justos.
en compañía de malvados. *
-I 1 Este salmo no lleva la inscripción que indique el autor. Es el primero de los «huérfanos».
* Canta la bienaventuranza del justo y el desastroso fin del impío. Compara al primero a un
árbol frondoso y fructífero; al segundo, a una paja seca arrebatada por el huracán, cuyo fin será
la perdición. Hay entre la descripción que de la suerte del justo se hace y la que hace Jeremías (17,7)
una íntima d«p«ndencia, sin que podamos determinar quién depende de quién, si el salmista de
Jeremías o Jeremías del salmista. Los Santos Padres le consideran como introductorio de todo el
Salterio.
L I B R O
P R I M E R O
(1,41)
SALMOS 1-4
605
6
Porque conoce Yavé el camino de los
justos, pero la senda de los pecadores
acaba mal. *
2
Rebelión de las gentes contra Yavé
y contra su ungido y exaltación
de éste
1
¿Por qué se amotinan las gentes | y
trazan las naciones planes vanos?
2
Se reúnen los reyes de la tierra | y
a una se confabulan los príncipes I contra3 Yavé y contra su ungido: *
Rompamos sus coyundas, I lejos de
nosotros
arrojemos sus ataduras.
4
El que mora en los cielos se ríe, | Yavé
se 5burla de ellos.
A su tiempo les hablará en su ira I
y los
consternará en su furor.
6
Yo he constituido mi rey | sobre Sión,
mi monte santo.
7
Voy a promulgar el decreto del Señor. I
Yavé
me ha dicho:
8
«Tú eres mi hijo, hoy te he engendrado yo. I Pídeme y haré de las gentes tu
heredad, | te daré en posesión los confines
de9 la tierra.
Podrás regirlos con. cetro de hierro, (
romperlos
como vasija de alfarero».
10
Ahora, pues, ¡oh reyes!, obrad prudentemente; I dejaos persuadir, rectores
todos
de la tierra.
11
Servid a Yavé con temor, | rendidle
homenaje con temblor.
12
No se aire y caigáis en la ruina, I
pues se inflama de pronto su ira. | ¡Venturosos los que a éi se acogen!
3 y 4
Oración de un justo perseguido
1
Salmo de David al huir de Absalón,
su2 hi'O. *
¡Oh Yavé! ¡Cómo se han multiplicado
mis enemigos! | ¡Cuántos son los que se
alzan contra mí! *
3
¡Cuántos los que de mi vida dicen: |
«No
tiene ya en Dios salvación»! (Sela.) *
4
Pero tú, ¡oh Yavé!, eres escudo en
torno mío, I mi gloria, el que me hace
erguir la cabeza.
5
Clamaba con mi voz a Yavé, | y El
me6 oyó desde su monte santo. (Sela.)
A veces me acostaba y me dormía, | y
despertaba incólume, porque Yavé me
defendía.
7
No temo a los muchos millares del
pueblo I que en derredor se vuelven contra mí.
8
¡Álzate, Yavé! ¡Sálvame, Dios mío! I
Tú hieres en la mejilla a todos mis enemigos,
I tú le rompes los dientes al impío.
9
Tuya es, ¡oh Yavé!, la victoria. | Venga sobre tu pueblo tu bendición.
* • *
1
Al maestro del coro. A la cuerda.
Salmo
de David. *
2
¡Óyeme, pues te invoco, Dios de mi
justicia! I Tú en la angustia me salvas. I
Ten
piedad de mí y oye mi súplica.
3
¿Hasta cuándo los grandes habéis de
ser insensatos? | ¿Por qué amáis la vanidad y seguís la mentira? (Sela.)
4
Pues sabed que Dios distingue al que
le es grato, | que me oye Yavé cuando le
invoco.
5
Temblad y no pequéis. I Meditad esto
en vuestros corazones, en vuestras alcobas, y pensad. (Sela.)*
6
Conocer el Señor el camino de los justos es mirarlos con solícita benevolencia y guiarlos por
buen camino.
2
O
Este salmo es el primero de los mesiánicos. Nos representa el salmista, que, según Act 4,25,
~ es David, a las naciones conjuradas contra el Señor y su Cristo. El Ungido de Yavé es entronizado en Sión como Rey universal y amonestados los pueblos a que prudentemente se le sometan.
La entronización de que aquí se habla se realizó en la resurrección de Cristo, según la exégesis de
San Pablo (Act 13,33).
O * Aunque distintos en el texto, los salmos 3 y 4 son uno solo. Muchas razones persuaden de
^ 2esto. Por el contrarío, no se nos alcanza la razón de que el salmo haya sido dividido en dos.
El título indica que el salmo hace referencia a la situación de David cuando hubo de salir
de Jerusalén huyendo de Absalón, su hijo; que se había levantado contra él. En todo caso expresa
la situación del salmista, rodeado de enemigos, pero que vive tranquilo, porque tiene puesta en Dios
su confianza.
5
La significación de la palabra Sela no la conocemos con certeza. Lo más probable parece
que es un término que indicaba algo perteneciente a la música litúrgica, o respecto de la alternancia de los coros, o de interludios de los instrumentos, o de mayor fuerza que al canto habla de darse.
Quizá con ella se distinguen las estrofas; pero en este caso habría que reconocer que muchas veces
no está puesta en el lugar debido.
A ' El salmista se siente rodeado de descontentos que le acusan, mientras él se siente alegre y
™ 5confiado; por esto se acuesta tranquilo bajo la protección de Dios.
Este versículo es obscuro. Los LXX y la Vulgata traducen «irritaos», lo que significa una
perturbación del ánimo, que puede ser de ira o de temor. San Pablo, aludiendo, sin duda, a este
texto, dice: «Si os enojáis, no pequéis ni se ponga el sol sobre vuestra iracundia» (Ef 4,26).
SALMOS 4-7
6
Sacrificad sacrificios de justicia I y
esperad en Yavé.
7
Son muchos los que dicen: «¿Quién
va a favorecernos?» | Alza, ¡oh Yavé!,
sobre nosotros tu serena faz. *
8
Tú pones en mi corazón una alegría
mayor que la del tiempo | de copiosa
cosecha de trigo, vino y aceite.
9
En paz me duermo luego en cuanto
me acuesto, | porque tú, ¡oh Yavé!, a
mí, desolado, me das seguridad.
D e p r e c a c i ó n d e u n justo
1
606
3
>2 Alégrense cuantos a ti se acogen, |
alégrense por siempre. | Que gocen de
tu protección | y puedan en ti regocijarse
cuantos te aman.
13
Pues al justo, ¡oh Yavé!, tú le bendices | y le rodeas de tu benevolencia |
como de escudo protector.
D e p r e c a c i ó n d e u n justo e n f e r m o
• AI maestro del coro. A la cuerda. Sobre la octava. Salmo de David. *
2
¡Oh Yavé! N o me castigues en tu ira, |
no me aflijas en tu indignación.
3
Ten misericordia de mí, ¡oh Yavé!,
pues que soy débil. I Sáname, Yavé, |
tiemblan todos mis huesos.
4
Está mi alma toda conturbada. I Y tú,
¡oh Yavé!, ¿hasta cuándo?
s
Vuélvete, ¡oh Yavé!, y libra mi alma, |
sálvame en tu piedad.
6
Pues en la muerte no se hace ya memoria de ti, | en el sepulcro, ¿quién te alabará?
7
Consumido estoy a fuerza de gemir, !
todas las noches inundo mi lecho | y con
mis lágrimas humedezco mi estrado.
8
Ya están casi ciegos mis ojos por la
tristeza, | envejecieron en medio de tantos
como me son hostiles.
0
Apartaos de mí todos los obradores
de la maldad, | pues ha oido Yavé la voz
de mis llantos.
10
Ha escuchado Yavé mis oraciones, I
ha acogido mi deprecación.
11
Confundidos sean y vehementemente perturbados I todos mis enemigos; |
apártense, sean luego confundidos.
Al maestro del coro. A la flauta.
Salmo de David. *
2
Escucha mis palabras, ¡oh Yavé!; I
oye mis gemidos.
3
Atiende a las voces de mi súplica, I
Rey mió y Dios mío, cuando te suplico.
4
Ya de mañana. Señor, te hago oir mi
voz, | temprano me pongo ante ti, esperándote.
5
Pues no eres Dios tú que se agrade
del impío, ! no goza de tu amistad el
perverso.
6
N o puede el insolente estar ante tus
ojos, | odias a todos los obradores de la
maldad.
7
Das a la perdición al mentiroso; I al
sanguinario, al fraudulento, los abomina
Yavé.
8
Mas yo, fiado en la muchedumbre de
tu piedad, I entro en tu morada | y me
prosterno ante tu santo templo en tu
temor, ¡oh Yavé!
9
Condúceme en tu justicia, a causa de
mis enemigos, | y allana tus caminos ante mí.
l° N o hay en la boca de ésos sinceridad, |
henchido está su pecho de malicia, | un
D e p r e c a c i ó n d e l justo c a l u m n i a d o
abierto sepulcro es su garganta, | bruñen
con el dolo sus lenguas.
1 Endecha de David, que cantó a Yavé
H Castígalos, ¡oh Dios!, malogra sus cuando lo de Cus, benjaminita. *
2
Yavé, mi Dios, a ti me acojo; | sálvaconsejos. | Por sus muchos crímenes, recházalos, I ya que se rebelan contra ti. me de cuantos me persiguen, líbrame.
7
La Vulgata ha sugerido a algunos una como impresión de la mente divina en el alma humana,
por la cual ésta participa de la naturaleza intelectual de Dios; pero el texto hebreo no apoya esta
explicación. En la situación en que se hallan, ¿quién les mostrará el bien y los sacará a feliz término? Dios hará brillar sobre ellos su faz serena, según la bendición de Núm 6,26. El v.8 confirma
esto mismo.
1
El poeta, consciente de su fidelidad a Yavé, se presenta ante El, por la mañana, muy confiado, porque sabe que Dios, siendo justo y amando la justicia, no puede dar buena acogida
al impío y al embustero. En la lucha que existe en el mundo pide al Señor que le allane el camino,
librándolo de las tentaciones y confundiendo a los impíos. Con esto alegrará a cuantos en El confían.
5
' El principio, tan justo y tan repetido en el Antiguo Testamento, de que Dios da a cada uno
según sus obras, entendido materialmente daba ocasión para ver en las enfermedades y otros
males temporales, como los de Job, una señal de la cólera divina, del abandono de Dios. Tal es el
motivo que inspira este salmo, en que el salmista pide la salud.
6
1
El argumento de este salmo lo hemos de ver repetido en otros muchos. Los salmistas, almas
justas, acaso profetas, como Jeremías, y, por tanto, representantes de la causa de Dios en la
tierra, se ven hechos el blanco de las iras y persecuciones del mundo, es decir, de los que no sienten
la causa de Dios por dejarse llevar de los vicios y de la idolatría. En esta situación piden a Dios que
defienda en ellos su propia causa. Tales salmos adquieren un sentido mesiánico, considerando al
7
607
N o sea que como león me arrebate alguno el alma I y me desgarre, sin que haya quien me libre.
4
Yavé, mi Dios: si hice yo esto, si hay
crimen en mis manos,
5
Si pagué con mal a quien estaba en paz
conmigo, I si aun al enemigo le despojé
sin razón,
6
Persiga el enemigo mi alma, I alcáncela y échela por tierra, I y arrastre mi gloria por el polvo.
7
Álzate, ¡oh Yavé!, en tu ira, | yérguete
contra la rabia de mis enemigos j y hazme
la justicia que tú mandaste.
8
Rodéate del consejo de las naciones |
y siéntate en lo alto sobre él.
9
Es Yavé quien juzga a los pueblos. |
Defiende mi causa, ¡oh Yavé!, según la
justicia y la inocencia que hay en mí.
10
Acabe de una vez la malicia del impío, y confirma al justo. | Dios, justo, escudriñador del corazón y de los ríñones.
11
Mi escudo es Dios, [ que salva a los
rectos de corazón.
12
Dios es justo juez, | cada día los amenaza con su ira.
13
Si no se convierten, afila su espada, |
tiende su arco y apunta;
14
Apareja las saetas mortíferas, | saetas que El enciende.
15
El que concibió maldad, se preñó de
iniquidad | y pare el fraude.
16
El que cava y ahonda la cisterna, |
caerá en la hoya que él mismo hizo.
17
Recaerá sobre su cabeza su maldad, |
y su crimen sobre su misma frente.
18
Yo alabaré a Yavé por su justicia, |
cantaré el nombre del Señor Altísimo.
SALMOS 7-9
¡Cómo cantan los altos cielos su majestad!
3
Las bocas mismas de los niños y I de
los que maman | son ya fuerte argumento
contra tus adversarios, | para reducir al
silencio al enemigo y al perseguidor.
4
Cuando contemplo los cielos, obra de
tus manos, | la luna y las estrellas, que tú
has establecido:
5
¿Qué es el hombre para que de él te
acuerdes, | o el hijo del hombre para que
tú cuides de él?
6
Y le has hecho poco menor que Dios; |
le has coronado de gloria y de honor. *
7
Le diste el señorío sobre las obras de
tus manos, | todo lo has puesto debajo de
sus pies:
8
Las ovejas, los bueyes, todo juntamente, I y todas las bestias del campo.
9
Las aves del cielo, los peces del mar, |
todo cuanto corre por los senderos dei
mar.
10 ¡Oh Yavé, Señor nuestro, I cuan magnífico es tu nombre en toda la tierra!
D i o s , j u e z s u p r e m o , q u e j u z g a y castiga a las g e n t e s y a los i m p í o s d e
su p u e b l o
1
Al maestro del coro. A la muerte del
hijo. Salmo de David. *
2
Alef. Quiero, ¡oh Yavé!, darte gracias
con todo mi corazón, | cantar tus maravillas.
3
Alegrarme y regocijarme en ti | y cantar salmos a tu nombre, ¡oh Altísimo!
4
Bet. Por haber retrocedido mis enemigos, I por haber caído y perecido ante
tu faz;
8
5
Por haber tú defendido mi causa y mi
B o n d a d d e D i o s al s o m e t e r al
derecho, | sentándote en tu trono, justo
h o m b r e t o d a la c r e a c i ó n
juez.
6
1 Al maestro del coro. En la Getea, SalGuímel. Reprimiste a las gentes, him o de David. *
ciste perecer al impío, | borrando por
2
¡Oh Yavé, Señor nuestro, cuan mag- siempre jamás su nombre.
7
nifico es tu nombre | en toda la tierra! |
Aniquilaste al enemigo, hecho perpefuturo Mesías como principal representante de esa causa de Dios, por la cual sufrió persecución
y hasta la muerte misma. Vienen a ser estos salmos como tipos de los vaticinios de Isaías sobre el
Siervo de Yavé, que muere por la salud del mundo.
1
Es este salmo un comentario poético del relato de la creación del hombre (Gen 1,26). Elevando el pensamiento del salmista hasta el hombre por excelencia, que es Jesucristo, y en
quien el salmo se realiza de un modo más alto y perfecto, el salmo puede considerarse como
mesiánico.
6
El texto lee Elohim, Dios, pues, en efecto, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.
Q
0
Q ] El salmo 9 en el original hebreo ha sido erróneamente dividido en dos por copistas y tra-* ductores, originándose asi dos salmos, 9 y 10. Que son realmente uno solo lo prueba la sucesión
de los caracteres alfabéticos hebreos en su orden en ambos salmos, pues éste es el primer salmo
alfabético. De aquí arranca la divergencia en la numeración de los salmos entre el texto hebreo,
de una parte, y el griego y el latino, de otra, como advertimos en 1 (Introducción al Salterio. En la
numeración, V. significa Vulgata).
El salmista contempla a Dios, Rey de los siglos, que desde su alto trono gobierna la humanidad.
Empieza por darle gracias por la victoria otorgada a Israel sobre las naciones que fueron cogidas
en sus propios lazos, y pide al Señor acabe la obra comenzada. Los impíos presumen todavía de
si, hablan con desdén del Señor, persiguen a los buenos y a los débiles; por eso el salmista ruega
a Yavé que haga ostentación de su poder contra ellos.
SALMOS 9-11
tua ruina; | destruíste las ciudades: pereció8 la memoria de ellos.
He. Asiéntase Yavé en su trono, firme por toda la eternidad; | establemente
fundó su trono para juzgar.
9
Para regir justamente el orbe de la tierra, | para gobernar con equidad.
10
Vau. Para que sea Yavé el asilo del
oprimido, | asilo al tiempo de la calamidad;
11
Para que confíen en El cuantos conocen su nombre, I pues no abandonas, ¡oh
Yavé!, a los que te buscan.
12
Zain. Cantad a Yavé, que mora en
Sión; | contad a los pueblos sus grandes
portentos.
13
Pues acordóse, vengador, de la sangre
de aquéllos derramada, | y no se olvida de
los clamores de los oprimidos.
14
Jet. Acuérdate, Yavé, de mí; | mírame
reducido por mis enemigos a la angustia y
sácame de las puertas de la muerte.
15
Para poder cantar tus alabanzas en
las puertas de la hija de Sión | y regocijarme por tu salvador auxilio.
16
Tet. Cayeron las gentes en la hoya
que ellos mismos excavaron, I enredáronse sus pies en la red que oculta tendieron.
17
Mostróse Yavé, dio su juicio, | y quedó preso el impío en la obra misma de sus
manos. (Higgayón. Sela.)
18
Yod. Caerán los impíos en el sepulcro, | todas las gentes que no se acuerdan
de Dios.
19
Álzate, ¡oh Yavé!, no prevalezca el
hombre, I sean juzgadas ante él todas las
gentes.
20
Caf. Que no ha de ser dado el pobre a perpetuo olvido, | no ha de ser por
siempre fallida la esperanza del mísero.
21
¡Oh Yavé! Arroja sobre ellos el terror, | sepan las gentes que son hombres.
i Lamed. ¿Por qué, ¡oh Yavé!, te mantienes tan alejado, | y te escondes al tiempo de la calamidad,
2
Y por la soberbia del impío son consumidos los infelices | cogidos en los lazos que les tienden?
5 Mem. Gloríase el malvado en la ambición de su alma, | y el avaro se aparta
de Yavé con desprecio;
4
Y dice el soberbio en su fatuidad:
«¡No atiende! | No hay Dios». Estos son
sus pensamientos.
5
Nun. Siempre son perversos sus caminos, | son para él tus juicios muy lejanos en la altura, I a cuantos se le oponen
pretende apartarlos con su soplo.
6
Y se dice en su corazón: «¡No hay
608
quien me mueva, | siempre seré feliz, jamás
infortunado!»
7
Pe. Su boca está llena de fraude y de
engaño; | lleva bajo su lengua la vejación
y la opresión.
8
Siéntase al acecho en las aldeas, en
sus guaridas, para devorar al inocente; |
Ayin. Acechan al pobre sus ojos,
9
e insidian en lo escondido, como león
en la madriguera,
para cogerle, para coger al miserable |
y enredarle en sus redes.
10
Sade. Le espía y se arroja sobre él, |
y caen los infelices en sus garras;
11
Y dice en su corazón: «¡No se acuerda Dios, | ha escondido su rostro, no ve
nada!»
12
Qof. ¡Álzate, Señor Dios! ¡Alza tu
mano, I no te olvides de los desvalidos.
13
¿Cómo puede el impío despreciar a
Dios | y decir en su corazón que no castigas?
14
Res. Tú lo ves, porque miras las penas y los trabajos I para retribuir con tu
mano. | A ti se te confía el miserable, | tú
eres el auxilio del huérfano.
15
Sin. Quebranta el brazo del impío, |
castiga la impiedad del malvado, I que no
pueda más ser hallada.
16
Es Yavé rey de los siglos eternos, |
las gentes han sido barridas de su tierra.
17
Tau. Tú, ¡oh Yavé!, oyes las preces
del humilde, | fortaleces su corazón, le
das oídos.
18
Y defiendes el derecho del huérfano
y del oprimido, 1 para que no se atreva a
ensoberbecerse el hombre en la tierra.
I I (V. io)
Absoluta confianza del justo en
el Señor
1 Al maestro del coro. De David.
Yo confío en Yavé. | ¿Cómo, pues, me
decís: «Vuélvete, pájaro, a tu monte»?*
2
Tienden los impíos su arco, | ajustan
a la cuerda sus saetas, | para asaetear en lo
oculto a los rectos de corazón.
3
Si los fundamentos se destruyen, |
¿qué podrá hacer el justo?
* Está Yavé en su santo palacio; | tiene
Yavé en los cielos su trono; | ven sus
ojos, | y sus párpados escudriñan a los
hijos de los hombres.
5
Yavé prueba al justo y al impío, | y
su alma aborrece al que ama la violencia.
6
Lloverá sobre los impíos carbones encendidos; | fuego y azufre, huracanado
torbellino, será la parte de su cáliz.
7
Porque justo es Yavé y ama lo justo, | y los rectos verán su benigna faz.
•I *| 1 Una idea dominante en los salmos es la de la contienda que en el mundo se desarrolla
* ' entre los buenos y los malos a la vista de Dios, que los contempla desde su alto trono. El
salmista vive confiado en Dios, que es justo y que a los justos mostrará su benigna faz.
609
SALMOS 12-15
i a (V. n )
Deprecación contra los impíos
1
Al maestro del coro. A la octava. Salmo2 de David. *
Salva tú, ¡oh Yavé!, porque ya no hay
piadosos, | ya no hay fieles entre los hijos
de3 los hombres.
Engáñanse los unos a los otros, | hablan con labios fraudulentos y con doblado
corazón.
4
Estermine Yavé todo labio fraudulento,
| toda lengua jactanciosa.
5
De esos que dicen: «Con nuestra lengua dominaremos, | nuestros labios están
por nosotros: | ¿Quién es nuestro dueño?»
6
Por la opresión de los pobres, | por
los gemidos de los menesterosos, | ahora
mismo me levantaré, dice Yavé, | y les
daré
la salud por que suspiran.
7
Las palabras de Yavé son palabras
limpias, | son plata acrisolada en el crisol,8 | siete veces purgada de tierra.
Pero tú, ¡oh Yavé!, los guardarás, | tú
eternamente los preservarás de esta generación.
9
Paséanse en torno los impíos, | prevalecen insolentes sobre los hijos de los
hombres.
13 (V. 12)
14 (V. 13)
Seguridad del justo en el castigo de
los impíos
1
Al maestro del coro. De David.
Dice en su corazón el necio: «No hay
Dios». | Todos obran torpemente, no hay
quien
haga el bien. *
2
Mira Yavé desde lo alto de los cielos
a los hijos de los hombres | para ver si
hay entre ellos algún cuerdo que busque
a Dios.
3
Todos van descarriados, todos a una
se han corrompido, | no hay quien haga
el 4bien, no hay uno solo.
¿Se han vuelto del todo locos los obradores de la iniquidad, [ que devoran a mi
pueblo como se come el pan, | sin acordarse
de Dios para nada?
5
Ya temblarán con terror a su tiempo, | porque está Dios con la generación
de6 los justos.
Queréis frustrar los consejos del desvalido,
| pero es Yavé su seguro refugio.
7
Venga ya de Dios la salvación de Israel, | y mudando Yavé la suerte de su
pueblo, | ¡ubilee Jacob y alégrese Israel.
15 (V. 14)
E l justo, en peligro, implora el auxilio Condiciones de pureza del que h a
1
de estar ante el Señor
Al maestro del coro. Salmo de David.
*
2
1 Salmo de David.
¿Hasta cuándo, por fin, te olvidarás,
¡Oh Yavé! ¿Quién es el que podrá haYavé, de mí? | ¿Hasta cuándo esconderás
bitar en tu tabernáculo, | residir en tu
de3 mí tu rostro?
santo? *
¿Hasta cuándo mandarás dolores so- monte
2
El que anda en integridad y obra la
bre mi alma | y penas de continuo sobre
mi corazón? | ¿Hasta cuándo mis enemi- justicia, | el que en su corazón habla verdad;
gos4 triunfarán de mí?
3
El que con su lengua no detrae, | el
¡Mírame ya, óyeme, Yavé, Dios mío! |
Alumbra mis ojos, no me duerma en la que no hace mal a su prójimo | ni a su
cercano
infiere injuria;
muerte.
4
5
El que a sus ojos se menosprecia y se
Que no pueda decir mi enemigo: «Le
vencí». | Que mis enemigos se regocijarían humilla | y honra a los temerosos de Yavé; | el que, aun jurando en daño suyo,
si 6yo cayese.
Después de haber esperado en tu pie- no5 se muda;
El que no da a usura sus dineros | y
dad, | que se alegre mi corazón con tu
socorro, | que pueda cantar de Yavé: no admite cohecho para condenar al inocente. | Al que tal hace, nadie jamás le
«Bien me proveyó».
hará vacilar.
I O^
1 "0
1 *M
* Ante la general prevaricación, el salmista, como Ellas (i Re 19,10), se cree solo en el
mundo y el único representante de la causa de Dios.
1 ^e
' Hermoso salmo, que nos declara cómo la santidad de vida es la condición para poder
acercarse al Dios santo.
1
En la lucha que sostiene contra la impiedad se cree el salmista a punto de sucumbir y
ver sucumbir con él la causa de Dios, y clama al Señor en demanda de socorro.
1 Más que ateos teóricos, son los impios ateos prácticos, que viven como si Dios no contempiara su vida malvada. El salmista espera la intervención del Señor, que aplastará a los impíos, restableciendo el orden y la paz en Israel.
Nácar-Colunea
2°
SALMOS 16-18
610
16 (V. i S )
E l j u s t o e s p e r a e n el S e ñ o r a u n
p a r a d e s p u é s d e su m u e r t e
1
Mictam de David.
G u á r d a m e , Yavé, que a ti me confío. *
Y o digo a Yavé: M i señor eres tú, |
n o hay dicha para mí fuera de ti.
3
Los santos que en la tierra están, son
de mí muy h o n r a d o s ; | en ellos tengo todas mis delicias.
4
Multiplican sus dolores los que se van
tras los dioses ajenos. I N o libaré yo sus
sangrientas libaciones, | no mancharé mis
labios con sus nombres.
5
Yavé es la parte de mi heredad y de
mi cáliz; | El es quien me sostiene mi heredad.
6
Cayeron para mí las cuerdas en lo más
selecto, | y es excelente a mis ojos mi heredad.
7
Bendigo a Yavé, que es quien me adoctrina; | a u n de noche m e incitan a ello mis
entrañas.
8
Siempre tengo ante mí a Yavé. | Si
El está a mi diestra, nunca resbalaré.
9
Por eso se alegra mi corazón y jubila
m i alma, | y a u n m i carne se siente segura.
10
Que no dejarás tú mi alma en el sepulcro, | ni dejarás que tu santo experimente la corrupción.
11
T ú m e enseñarás el camino de la vida, | la hartura de tus bienes junto a ti, I
las eternas delicias junto a tu diestra.
2
17 (V. 16)
C o n f i a n z a d e l j u s t o e n el j u i c i o
del Señor
1
Oración. D e David.
Oye, Yavé, mi justa causa, | atiende a
mi súplica, | escucha mi oración, no de
labios dolosos. *
2
Proceda de ante ti mi juicio, | vean mis
ojos lo justo.
3
Si escudriñas mi corazón y de noche
me visitas y examinas, | no hallarás que
yo haya pensado cosa que no pueda proferirse.
4
En las obras h u m a n a s he guardado
los caminos de la divina ley, | conforme
a las palabras de tus labios.
Y mis pies, sin titubear, se mantuvieron firmes en tus caminos.
6
Te invoco porque sé, [oh Dios!, que
tú me oyes. | Inclina tus oídos hacia mí
y oye mis palabras.
7
Ostenta tu magnífica piedad, I tú que
salvas del enemigo a los que se acogen a
tu diestra.
8
G u á r d a m e como a la niña de tus
ojos, | escóndeme bajo la sombra de tus
alas.
9
D e los malos, que pretenden oprimirm e ; | de mis enemigos, que furiosos m e
rodean.
10
Cierran su duro corazón | y hablan
jactanciosamente con su boca.
11
Y a me cercan sus pasos | y en mí
clavan sus ojos para echarme por tierra.
12
Parecen leones que se disponen a devorar la presa, | cachorros de león que
acechan en la madriguera.
13
Álzate, Yavé; sal a su encuentro, derríbalos; | con tu espada salva mi alma
del impío.
14
D e esos que ya h a n vivido demasiado, | que tienen su vientre ahito de tus
bienes, | que de ellos hartan a sus hijos |
y para sus niños dejan las sobras.
15
Vea yo en justicia tu faz, | y sacíeme,
al despertarme, de tu gloria.
18 (V. 17)
C a n t o triunfal d e D a v i d
1
Para el maestro del coro. Del siervo
de Dios David, que dirigió a Yavé las
palabras de este canto cuando le h u b o
librado Dios de las manos de todos sus
enemigos y de la m a n o de Saúl. *
2
Dijo, pues:
¡Yo te amo a ti, Yavé, fortaleza mía!
3
Yavé es mi roca, mi ciudadela, mi refugio, | mi Dios, mi roca, a quien me acojo; |
mi escudo, cuerno de mi salud, mi asilo.
4
Alabándole, invoco a Yavé, | y de mis
enemigos quedo a salvo.
5
Ya con estrépito me rodeaban las olas
de la muerte, ] ya me aterrorizaban los
terrores del averno.
6
Ya me aprisionaban las ataduras del
sepulcro, | ya me habían cogido los lazos
de la muerte;
7
Y en mi angustia invoqué a Yavé | e
imploré el auxilio de mi Dios. ¡ Y oyó El mi
•J £ * El salmista, tomando la persona del Mesías, ora al Señor y expresa su firme confianza de
• " que le librará del poder de la muerte y le hará conocer los caminos de la vida eterna. Los
apóstoles lo citan como vaticinio de la resurrección del Mesías (Act 2,25 ss.; 13,35)-
1 *7*
611
SALMOS 18-19
5
* El salmista se nos presenta rodeado de impíos, que pretenden acabar con él, y en este
aprieto recurre a Dios en demanda de auxilio.
•f Q J Este salmo se lee también en 2 Sam 22. Como lo dice el titulo, fue compuesto por el Real
l ^ Profeta cuando ya se vio libre de todos sus enemigos. Es digna de notarse en él la forma
en que Dios se aparece, envuelto en una tempestad. La descripción de la teofanía es enteramente
de estilo apocalíptico, y de ella han tomado no pocos elementos descriptivos los autores posteriores.
voz desde sus palacios, I y mi clamor llegó
a sus oídos.
8
Conmovióse y tembló la tierra, | vacilaron los fundamentos de los montes, |
se estremecieron ante el Señor airado.
9
Subía de sus narices el h u m o de su
ira, | y de su boca fuego abrasador, ¡ carbones por él encendidos.
10
Abajó los cielos y descendió; I negra
obscuridad tenía a sus pies.
11
Subió sobre los querubines y voló, |
voló sobre las alas de los vientos.
2
i Puso en derredor suyo tinieblas por
velo, | se cubrió con calígine acuosa, con
densas nubes.
,3
Ante su resplandor, las nubes se deshicieron | en granizo y centellas de fuego.
14
T r o n ó Yavé desde los cielos, I el Altísimo hizo sonar su voz.
15
Lanzóles sus saetas y los desbarató, I
fulminó sus muchos rayos y los consternó.
16
Y aparecieron arroyos de aguas, y
q u e d a r o n al descubierto los fundamentos
del orbe, | ante la ira increpadora de Yavé, | al soplo del huracán de su furor.
17
Y extendió desde lo alto su m a n o , | y
m e cogió, me sacó de la muchedumbre
d e las aguas.
18
M e arrancó de mi feroz enemigo, I
de los que me aborrecían y eran más fuertes que yo.
19 Que querían asaltarme en día para mí
fatal, | pero fue Yavé mi fortaleza.
20
Y me puso en seguro, salvándome, ¡
p o r q u e se agradó de mí.
21 Remunerábame Yavé mi justicia, I
conforme a la pureza de mis m a n o s me
pagaba.
22
Pues yo había seguido los caminos
de Yavé I y no me había impíamente apartado de mi Dios.
23
Tenía ante mis ojos todos sus mandatos | y no rehuía sus leyes,
24
sino que con El fui íntegro I y me
guardé de la iniquidad.
23
Y me retribuyó Yavé conforme a mi
justicia | y según la limpieza de mis manos
ante sus ojos.
26 Con el piadoso muéstraste piadoso, I
íntegro con el íntegro.
27
Limpio con el limpio, | y sagaz con el
perverso astuto.
28
Tú salvas al humilde | y humillas al
soberbio.
29
Y tú eres quien hace lucir mi lámpara, ¡oh Yavé! | Tú, mi Dios, que iluminas
mis tinieblas.
30
Cierto que, fiado en ti, soy capaz de
romper ejércitos; i fiado en mi Dios, asalto las murallas.
31
Son perfectos los caminos de Dios, I
acrisolada es la palabra de Yavé. | El
9
es el escudo de cuantos a El se acogen.
32
¿Qué dios hay fuera de Yavé? I ¿Qué
roca fuera de nuestro Dios?
33
El Dios fuerte, que me ciñó de fortaleza | y prosperó mis caminos.
34
Q u e me dio pies como de ciervo i y
me puso sobre las alturas,
35
Q u e adiestró mis m a n o s para el combate | y mis brazos para tender el arco de
bronce.
3
6 Tú me entregaste tu salvador escudo, 1
tu diestra me fortaleció | y tu solicitud me
engrandeció.
37
M e hacías correr a largos pasos, I sin
que se cansaran mis pies.
38
Perseguía a mis enemigos, y los alcanzaba, | y no me volvía sin haberlos desbaratado.
39
Los machacaba, sin que pudieran resurgir; [ caían bajo mis pies.
40
M e ceñiste de fortaleza para la guerra, | sometiste a los que se alzaban contra mí.
41
Obligaste a mis enemigos a darme las
espaldas | y exterminaste a cuantos me
odiaban.
42
Vociferaban, pero no tenían quien les
respondiese; I a Yavé, pero El no los oía.
43
Y los dispersaba como al polvo lo
dispersa el viento, I y como al barro de las
plazas los pulverizaba.
44
Me libraste de las sediciones del pueblo | y me pusiste a la cabeza de las gentes. | Pueblo que no conocía me sirvió.
45
En cuanto oían mi nombre, me obedecían; | los extraños me lisonjeaban.
46
Los extraños palidecían, | salían temblando de sus fortalezas.
47
Viva Ya vé y bendita sea mi R o c a ; |
sea ensalzado Dios, mi salvador.
48
Dios, que me otorga la venganza j y
me somete los pueblos.
49
El que me libra de mis enemigos, I el
que me hace superar a los que se alzan
contra mí, I el que me libra del hombre
violento.
50
Por eso te daré gracias, ¡oh Yavé!,
entre las gentes, | y cantaré salmos en tu
honor.
51
El que da grandes victorias a su rey,! el
que hace misericordia a su ungido, | a David y a su descendencia por la eternidad.
19 (V. 18)
L o s cielos c a n t a n la g l o r i a d e l S e ñ o r ,
c u y a L e y es p e r f e c t í s i m a
1
Al maestro del coro. Salmo de David. *
2
Los cielos pregonan la gloria de Dios I
1
Este salmo consta evidentemente de dos partes. La primera habla de los cielos; la segunda, de la Ley. La misma traducción deja ver claramente la diferencia de metro entre una
SALMOS 19-21
612
y el firmamento anuncia la obra de sus
manos.
3
El día habla al día | y la noche comunica sus pensamientos a la noche.
• N o hay discursos ni palabras | cuya
voz deje de oirse.
5
Su pregón sale por la tierra toda | y
sus palabras llegan a los confines del orbe de la tierra. | Puso en ellos una tienda
para el sol;
6
Que, semejante al esposo que sale de
su tálamo, | se lanza alegre a recorrer cual
gigante su camino.
7
Sale de un extremo | y llega en su curso a los últimos confines, I y nada se substrae a su calor.
8
La Ley de Yavé es perfecta, restaura el
alma. | El testimonio de Yavé es fiel, hace
sabio al rudo.
9
Los preceptos de Yavé son rectos, |
alegran el corazón. | Los mandatos de
Yavé son limpios, | iluminan los ojos.
10
El temor de Yavé es puro, | permanece por siempre. | Los juicios de Yavé son
verdad del todo justos.
n
Más estimables que el oro acrisolado, | más dulces que la miel, que el contenido del panal.
12
También a tu siervo le alumbran, | y
en guardarlos halla gran merced.
13
¿Quién será capaz de conocer los deslices? | Absuélveme de los que se me ocultan.
14
Retrae también a tu siervo de los movimientos de soberbia, | no se adueñen de
mí; | entonces seré perfecto, libre de todo
crimen.
15
Séante gratas las palabras de mi boca |
y los pensamientos de mi corazón. | Yavé,
tú eres mi roca y mi redentor.
20 (V. 19)
Deprecación por el rey que va a la
guerra
1
Al maestro del coro. Salmo de David. *
2
Óigate Yavé en el día del conflicto; |
protéjate
el nombre del Dios de Jacob.
3
Envíete su auxilio desde su santuario, |
sosténgate
desde Sión.
4
Acuérdese de todas tus oblaciones |
y séale
grato tu holocausto. (Sela.)
3
Llene los deseos de tu corazón, | todos los anhelos de tu alma.
6
Que podamos cantar tu victoria | y
triunfar en el nombre de Dios; | acceda
Yavé
a cuanto le pidas.
7
Ahora ya sé que da Yavé la victoria
a su ungido | que le escucha desde lo alto
de sus santos cielos | y le socorre con la
fuerza
salvadora de su diestra.
8
Estos por sus carros, aquéllos por sus
caballos; | pero nosotros en el nombre de
Yavé,
nuestro Dios, somos fuertes.
9
Ellos vacilaron y cayeron, | pero nosotros nos alzamos y nos mantenemos
firmes.
10
Da, ¡oh Yavé!, al rey la victoria |
y óyenos el día en que te invocamos.
21 (V. 20)
Canto de gracias por las victorias
del rey
1 Al maestro del coro. Salmo de David.
*
2
En tu poder, ¡oh Yavé!, se goza el
rey.
I ¡Cuan jubiloso está de tu socorro!
3
Le diste cuanto su corazón deseaba, |
no4 le negaste los deseos de sus labios.
Más bien te le adelantaste con faustas
bendiciones | y pusiste en su cabeza la diadema de oro.
5
Te pidió vida, | y se la diste larga,
eterna.
6
Por tu protección es magnífica su gloria, I y acumulaste sobre él honras y honores.
7
Le has bendecido con eterna bendición I y le das a gozar la alegría de tu rostro.8
Porque en Yavé confía el rey, ¡ y por
el favor del Altísimo permanece inconmovible.
'Caiga tu mano sobre todos tus enemigos, I alcance tu diestra a cuantos te
aborrecen.
10
Ponlos como en horno de fuego. |
Al tiempo en que te mostrares, | Yavé los
consumirá en su ira, | el fuego los abrasará.
11 Borrarás de la tierra su progenie, |
su descendencia de entre los hijos de los
hombres.
12
Si algo malo trazan contra ti, | si
maquinan
engaños, de nada les valdrá;
13
Los pondrás en fuga, | apuntando
tu tenso arco contra su pecho.
y otra. Disputan los autores si se trata de dos salmos unidos en uno o de uno solo dividido en dos
partes. En este último caso, la primera parte sería como el elemento de comparación para la segunda.
O A 1 Los salmistas nos presentan a Dios morando en el templo y reinando desde allí sobre su
^ ^ pueblo; por esto piden que proteja al rey desde Sión y le dé la victoria.
O "I 1 Es uno de los muchos regios. El rey de Israel es un rey teocrático, instituido por Dios,
^ ' encargado de una misión divina y sujeto de las promesas mesiánicas hechas a David y a su
descendencia; por esto es fácil ver en estos salmos un sentido más alto que el histórico, en que el
autor se eleva hasta «el hijo de David», corona de la dinastía davídica.
613
14 ¡Álzate, Yavé, en tu fortaleza! | Que
podamos en himnos y salmos cantar tu
poderío.
22 (V. 2l)
Quejas del justo perseguido y acción
de gracias por la liberación
1
Al maestro del coro. Sobre la cierva
de2 la aurora. Salmo de David. *
¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has
desamparado? | Lejos están de la salvación mis rugidos.
3
¡Dios mío!, clamo de día, y no me respondes; I de noche, y no hallo remedio.
4
Con todo, tú eres el Santo, | tú habitas
entre
las alabanzas de Israel.
5
En ti esperaron nuestros padres; | esperaron, y tú los libraste.
6
A ti clamaron, y fueron salvados; | en
ti confiaron, y no fueron confundidos.
7
Verdad que yo soy un gusano, no un
hombre; | el oprobio de los hombres y el
desprecio del pueblo.
8
Búrlanse de mí cuantos me ven, I
abren los labios y mueven la cabeza.
9
«Se encomendó a Yavé—dicen—; líbrele El, I sálvele El, pues dice que le es
grato».
10
Y es verdad, tú eres mi esperanza desde el útero, I mi seguro refugio desde el
seno de mi madre.
11
Desde mi nacimiento fui entregado a
ti, I desde que colgaba de los pechos de mi
madre; tú eres mi Dios.
12
No te apartes de mí, que se acerca el
peligro; I ven en mi ayuda, que a nadie
tengo que me socorra.
13
Rodéanme toros en gran número; |
cércanme novillos de Basan.
14
Abren sus bocas contra mí | cual león
rapaz
y rugiente.
15
Me derramo como agua; I todos mis
huesos están dislocados. | Mi corazón es
como cera I que se derrite dentro de mis
entrañas.
16
Seco está como un tejón mi paladar, |
mi lengua está pegada a las fauces | y me
has echado al polvo de la muerte.
17 Me rodean como perros, | me cerca
una turba de malvados, | han taladrado
mis manos y mis pies,
18
puedo contar todos mis huesos. |
Pero ellos me miran, me contemplan con
gozo.
SALMOS 21-23
19
Se han repartido mis vestidos I y
echan
suertes sobre mi túnica.
20
Tú, pues, ¡oh Yavé!, no retrases tu
socorro; | apresúrate a venir en mi auxilio.
21
Libra mi alma de la espada, I y mi
vida
del poder de los perros;
22
Sálvame de la boca del león, | a este
miserable de los cuernos de los búfalos.
23
Que pueda yo hablar de tu nombre a
mis hermanos | y ensalzarte en medio de
la congregación.
24
¡Los que temáis a Yavé, alabadle! |
¡Descendencia toda de Jacob, glorificadle! I ¡Reverenciadle todos los descendientes de Israel!
23
Porque no desdeñó ni despreció la
miseria del mísero, | ni apartó de él su
rostro, I antes oyó al que imploraba su socorro.
26
Por tu favor resonarán mis himnos
en la numerosa congregación, I y cumpliré 27mis votos ante los que te temen.
Comerán los pobres, y se saciarán, |
y alabarán a Yavé los que le buscan. |
«Viva vuestro corazón siempre».
28
Se acordarán, y se convertirán a Yavé todos los confines de la tierra, I y se postrarán delante de El todas las familias de
las gentes.
29
Porque de Yavé es el reino, | y El
dominara a las gentes.
30
Comerán y se regocijarán ante El todos los grandes de la tierra; | se curvarán
los que al polvo cayeron. Mi alma vivirá
para El.
51 Mi posteridad te servirá, | hablará de
Yavé a las generaciones venideras;
32
Y predicarán tu justicia al pueblo
que ha de nacer. | Esto es obra de Yavé.
23 (V. 22)
Dios, pastor del justo
1
Salmo de David.
Es Yavé mi pastor; nada me falta. *
2
Me pone en verdes pastos | y me lleva
a 3frescas aguas.
Recrea mi alma | y me guía por las
rectas
sendas, | por amor de su nombre.
4
Aunque haya de pasar por un valle
tenebroso, | no temo mal alguno, porque
tú estás conmigo. | Tu clava y tu cayado
son mi consuelo.
22
* Lo que del salmo 7 dejamos dicho tiene especialísima aplicación a éste, en que los
~ *• padecimientos del salmista son más atroces y la paciencia con que los sufre perfecta, sin una
palabra en que pida el castigo de sus perseguidores. Es el que más de cerca preludia al «Siervo de
Yavé», del que se diferencia, sin embargo, en que aquí no muere y en que el resultado de su salvación es la alegría de los justos por verle salvo y triunfante en él la causa de Dios, que es también
la de ellos mismos, mientras que en el «Siervo de Yavé» su muerte por los pecados de todos es la
redención del mundo (Is 52,13-53,12).
OlXO 1 Siendo la vida pastoril tan conocida en Israel, es natural que los profetas y salmistas den
~ * a Dios el nombre de Pastor del pueblo, o de los fieles de él. Además, los rectores del pueblo
son llamados sus pastores, y, por tanto, Yavé es su Pastor supremo (cf. Jer 23,1 ss.; Ez 34,1 ss.;
Zac 11,4 ss.; Jn 11,14 ss.).
SALMOS 23-25
614
5
Tú pones ante mí una mesa, 1 enfrente
de mis enemigos. | Has derramado el óleo
sobre mi cabeza, | y mi cáliz rebosa.
6
Sólo bondad y benevolencia me acompañan | todos los días de mi vida, | y estaré en la casa de Yavé | por muy largos
años.
porque tú eres mi Dios, mi salvador, | y
en6 ti espero siempre. *
Zain. Acuérdate, ¡oh Yavé!, de tus
misericordias, | de tus gracias, que son
imperecederas.
7
Jet. No te acuerdes de los pecados de
mi mocedad y de mis faltas; | acuérdate
de mí conforme a tu misericordia | y se24 (V. 23)
gún
tu bondad, ¡oh Yavé!
8
Canto procesional
Tet. Bueno y recto es Yavé, | por eso
señala
a los errados el camino.
9
1 Salmo de David.
Yod. Y guía a los humildes por la
De Yavé es la tierra y cuanto la llena, | justicia I y adoctrina a los mansos en sus
el orbe de la tierra y cuantos le habitan; * sendas.
2
10
Pues El es quien lo fundó sobre los
Caf. Todas las sendas de Yavé son
mares,
| y sobre las olas lo estableció.
misericordia y verdad I para los que guar3
¿Quién subirá al monte de Yavé, | se dan su pacto y sus mandamientos.
11
estará en su lugar santo?
Lamed. Por la gloria de tu nombre,
4
El de limpias manos y puro corazón, | ¡oh Yavé!, | perdona mis culpas, que son
el que no lleva su alma al fraude | y no jura grandes. *
12
con mentira.
Mem. ¿Quién es el hombre temeroso
5
Ese alcanza de Yavé bendición | y jus- de Dios? I El le enseñará el camino que
ticia de Dios, su salvador.
ha13de seguir.
6
Esa es la raza de los que le buscan, |
Nun. Su alma vivirá feliz I y su desde los qué buscan el rostro del Dios de Ja- cendencia poseerá la tierra.
14
cob. (Sela.)
Sámec. Yavé descubre sus secretos a '
7
Alzad, ¡oh puertas!, vuestras frentes; | los que le temen | y les da a conocer su
alzaos más, ¡oh antiguas entradas!, | que alianza.
15
va a entrar el Rey de la gloria.
Ayin. Mis ojos siempre están en Ya8
¿Quién es ese Rey de la gloria? | Es vé, I porque El es quien saca mis pies de
Yavé, el fuerte, el poderoso; | es Yavé po- la red.
16
deroso en la batalla.
Pe. Vuélvete a mí y ten de mi pie9
Alzad, ¡oh puertas!, vuestras frentes; | dad, I que estoy solo y afligido.
alzaos más, ¡oh antiguas entradas! | Que 17 Sade. Ensancha mi angustiado corava a entrar el Rey de la gloria.
zón
I y sácame de mis estrechuras.
10
18
¿Quién es ese Rey de la gloria? | Es
Qof. Mira mi pena y mi miseria | y
Yavé Sébaot; I El es el Rey de la gloria. perdona todos mis pecados.
19
(Sela.) *
Res. Mira cuan numerosos son mis
enemigos, | que me odian con un odio
25 (V. 24)
feroz.
20
Confianza del justo en el Señor
Sin. Guarda mi vida y sálvame, I no
me21vea confundido de haber acudido a ti.
1 De David. *
Tau. No me abandonen la integridad
2
Alef. A ti alzo mi alma, | Yavé, mi y la rectitud, | pues que en ti espero, Yavé.
22
Dios. I Bet. En ti confío, no sea confunLibra, ¡oh Dios!, a Israel | de todas
dido,
I no se gocen de mí mis enemigos. sus tribulaciones.
3
Guímel. No; quien espera en ti, no es
confundido; | confundido el que en balde
se 4rebela contra ti.
Dálet. Muéstrame, ¡oh Yavé!, tus caminos ; I adiéstrame en tus sendas.
5 He. Guíame en tu verdad y enséñame, I
*}A 1 Cuando el Señor sacó a Israel de Egipto y le condujo por el desierto hasta la tierra de
"• * Canán, El mismo fue su guía, que por medio de un ángel, y simbolizado por la nube, iba
a la cabeza del pueblo (Ex 14,19; 23,20). Asi los fieles que venían en peregrinación a Jerusalén y
en la explanada del templo hacían procesiones como la de Neh 12,27.43, s e representan al Señor
caminando a su cabeza y entrando en el templo delante de ellos.
10
Algunos modernos expositores de los salmos querrían poner el salmo 15 a continuación
del 24 y formando un solo salmo con él.
O, xK 1 Con gran sosiego y placidez, como quien todo lo confía a la bondad de Dios, el salmista
^ ^ levanta a El su alma, pidiéndole perdón de sus pecados, que no sea por ellos confundido y
que al
mismo tiempo le libre de toda angustia y de las molestias de sus enemigos,
3
Falta en el texto el verso que corresponde a la letra vau.
1
* Las causas que a Dios mueven a perdonar y tener misericordia no son extrañas a El mismo;
son, en suma, la gloria de su nombre.
615
a6 (V. 25)
Oración confiada del justo
1 De David.
Hazme justicia, ¡oh Yavé!, porque he
andado en integridad | y he confiado en
Yavé
sin vacilar. *
2
Ponme a prueba, ¡oh Yavé!, y examíname, I acrisola mis entrañas y mi corazón.
3
Porque tengo siempre ante mis ojos tus
misericordias
| y ando en tu verdad.
4
No me siento con hombres falaces, I
no5 me acompaño de los fingidos.
Aborrezco el consorcio de los malignos I y no me siento con impíos.
* Yo lavaré mis manos en la inocencia I y andaré en derredor de tu altar, ¡oh
Yavé!
7
Haciendo resonar cantos de alabanza 8 I y ensalzando todos tus prodigios.
¡Oh Yavé!, yo amo la morada de tu
casa, I el lugar en que se asienta tu ma9
No juntes con los pecadores mi alma, I
ni mi vida con los sanguinarios,
1° Cuyas manos están llenas de maldad,
cuyas diestras están llenas de sobornos.
11
Yo, por el contrario, marcharé en
mi integridad; I rescátame, ¡oh Yavé!, y
ten misericordia de mí.
12 Ya están mis pies en tierra firme, |
bendeciré en la congregación a Yavé.
SALMOS 26-28
5
Pues él me pondrá a seguro en su
tienda el día de la desventura, | me tendrá a cubisrto en su pabellón, I me pondrá en alto sobre su roca.
6
Alzo luego mi cabeza I sobre los
enemigos que me cercan, | y ofreceré en
su tienda sacrificios de júbilo, I cantando y salmodiando a Yavé.
7
Oye, ¡oh Yavé!, el clamor con que te
invoco,
I ten de mi piedad y escúchame.
8
De tu parte me dice el corazón:
«Buscad mi rostro», | y yo, Yavé, tu
rostro buscaré.
9
No me escondas tu rostro, | no rechaces con ira a tu siervo; | sé mi socorro, no me rechaces, no me abandones,
¡oh Dios, mi salvador!
10
Aunque me abandonaren mi padre
y mi madre, | Yavé me acogerá.
11
Muéstrame, ¡oh Yavé!, tus caminos, I
guíame por la recta senda, a causa de
mis enemigos.
12
No me entregues a la rabia de mis
adversarios, | que se alzan contra mí
falsos testigos I y gente que respira crueldad.
13
¡Ay si no creyera que he de gozar
de la bondad de Yavé | en la tierra de
los vivos!
14
Espera en Yavé, esfuérzate, | ten
gran valor y espera en Yavé.
28 (V. 27)
Oración del salmista en u n grave
27 (V. 26)
aprieto
Confianza del justo en medio
1
De
David.
del peligro
A ti clamo, ¡oh Yavé, mi roca! | No
te desentiendas de mí, | pues dejándome
1 De David.
Yavé es mi luz y mi salud, ¿a quién tú, vendría a ser | como los que bajan
temer? | Yavé es el baluarte de mi vida, al 2 sepulcro.*
¿ante quién temblar?*
Oye la voz de mi súplica cuando te
2
Cuando los malignos me asaltan para invoco, I cuando alzo mis manos hacia
devorar mis carnes, | son ellos, mis ad- tu 3 santo templo.
No me arrebates juntamente con los
versarios y enemigos, los que vacilan y
malvados, | con los obradores de la inicaen.
3
Aunque acampe contra mí un ejér- quidad, I los que hablan paz a su prójimo, |
cito, no teme mi corazón; I aunque me mientras está su corazón lleno de malden
la batalla, también estoy tranquilo. dad.
4
4
Trátalos conforme a sus obras, | conUna cosa pido a Yavé, y ésa procuro: I habitar en la casa de Yavé todos forme a la malicia de sus acciones, |
los días de mi vida | para gozar del en- retribuyeles conforme a la obra de sus
canto de Yavé | y visitar su santuario; * manos, | dales su merecido.
O £ * El salmista nos representa a un justo cuidadoso de servir al Señor y que vive en lucha con
^ ** los impíos. Por esto pide a Dios que salga por su causa.
O "7 l En este salmo, que expresa la gran confianza del salmista en su Dios, algunos autores
^ • modernos quieren ver dos salmos: el uno (1-6), que canta esta confianza en que desafía a
sus enemigos;
el otro (7-14), que nos revela el estado de angustia en que los enemigos le tienen puesto.
4
Este versículo nos muestra cuánta parte ocupaba en la vida religiosa de Israel el templo de
Jerusalén. Los justos, llenos de fe de la presencia de Dios en su morada, no tienen otro placer que
asistir a ella y a las solemnidades de su culto.
O O ! A l a súplica por que Dios le salve y no le deje perecer con los malvados sigue la acción
"" ° de gracias del que se cree escuchado. Los postreros versículos extienden la oración y piden
por el rey y por la salud de su pueblo. No faltan autores que quieran ver aquí dos salmos: 1-5 y 6-9.
SALMOS 28-91
616
5
Porque no atienden a las obras de
Yavé, | a la obra de sus manos. | ¡Derríbalos y no los edifiques!
6
¡Bendito sea Yavé, | que oyó la voz
de mis súplicas!
7
Yavé es mi fortaleza, es m i escud o ; i en El confió mi corazón y fui socorrido, | y mi corazón salta de gozo, |
y le alabaré con mis cantos.
8
Es Yavé la fortaleza de su pueblo, |
es el salvador escudo de su ungido.
9
¡Salva, Señor, a tu pueblo y bendice
t u heredad, 1 sé su pastor y condúcelos
p o r siempre!
2 9 (V. 28)
L a g l o r i a d e Y a v é e n la t e m p e s t a d
i D e David.
D a d a Yavé, hijos de Dios, | dad a
Yavé la gloria y el poder. *
2
D a d a Yavé la gloria debida a su
nombre, | postraos ante Yavé con sacras
vestiduras.
3
¡La voz de Yavé sobre las aguas! |
Truena el Dios de la majestad, | Yavé,
sobre la inmensidad de las aguas.
4
Es poderosa la voz de Y a v é ; I la
voz de Yavé es majestuosa;
s La voz de Yavé rompe los cedros, I
troncha Yavé los cedros del Líbano.
6
Y hace saltar al Líbano como un
ternero, | y al Sarión como u n ternero
de búfalo.
7
La voz de Yavé hace estallar llamas
de fuego;
8
L a voz de Yavé sacude el desierto, | sacude Yavé el desierto de Cades.
9
La voz de Yavé retuerce las encinas,
despoja las selvas, | y en su templo todo
dice: «¡Gloria!»
10
Siéntase Yavé sobre aguas diluviales, | siéntase como Rey eterno.
11
Yavé dará fortaleza a su pueblo. |
Yavé bendecirá a su pueblo con la paz.
30 (V. 29)
Acción de gracias después de
enfermedad grave
una
1
Canto p o r la dedicación de la casa.
Salmo de David.
2
Quiero ensalzarte, ¡oh Yavé!, porque me has puesto en salvo I y n o has
alegrado a mis enemigos en mi daño. *
1
3
Yavé, mi Dios, | clamé a ti y tú m e
sanaste.
4
¡Oh Yavé!, has sacado mi alma del
sepulcro, | m e has llamado a la vida de
entre los que bajan a la fosa.
5
C a n t a d a Yavé vosotros, sus santos, I y ensalzad su n o m b r e santo.
6
Porque un instante dura su cólera, | y
su benevolencia es de p o r vida. | Alberga la tarde llantos, | m a s viene a la m a ñ a n a la alegría.
7
Y o dije en mi fortuna: | N o seré
jamás conmovido.
8
Pues tú, ¡oh Yavé!, por tu benevolencia m e asegurabas h o n o r y poderío. |
Apenas escondiste tu rostro, fui conturbado.
9
Pero clamé a ti, ¡oh Yavé!, | pedí
piedad a mi D i o s :
10
¿Qué provecho hay en m i muerte, I en que yo descienda a la t u m b a ? I
¿Te alabará el polvo? | ¿Cantará tus misericordias?
11
Escúchame, Yavé, y ten piedad de
mí. I Ven Yavé, en mi socorro.
12
Y mudaste en júbilo mi luto, | desataste mi saco I y me ceñiste de gloria.
13
¡Por eso te cantaré, y no callaré I
y te alabaré, Yavé, D i o s mío, p o r la
eternidad!
3 1 (V. 30)
Plegaria de u n angustiado y acción
d e gracias p o r la l i b e r a c i ó n
1
Al director del canto. Salmo de D a vid.*
2
E n ti, ¡oh Yavé!, confío; ] N o sea
yo nunca confundido, | líbrame en tu
justicia.
3
Inclina a mí tus oídos, | apresúrate
a librarme, | sé p a r a mí roca inexpugnable, I ciudadela de mi salvación.
4
T ú eres ciertamente mi roca, mi ciudadela; 1 por el h o n o r de t u n o m b r e t ú
me guiarás y me conducirás.
5
M e sacarás de la red que m e h a n
tendido, | porque tú eres mi fortaleza.
6
En tus manos encomiendo mi espíritu; I tú me has rescatado, ¡oh Yavé!,
Dios de verdad.
7
T ú aborreces a los seguidores de los
vanos ídolos, | pero yo sólo espero en
Yavé.
8
M e alegraré y m e gozaré en tu mi-
Bellísimo salmo, en que se revela Yavé en medio de la tempestad como Rey eterno, que
desde el cielo bendice a su pueblo y le colma de paz.
2
OA
La enfermedad, como cualquier otro mal que pueda venir sobre el hombre, sería una
0 v
señal de la cólera de Dios. Oyendo el Señor la oración del salmista, no sólo le libra de aquel
mal, sino también de los escarnios de los impíos, que se alegraban de verle humillado y confundido
por su Dios.
1
Í1
Recordemos a Job acusado por sus amigos; con más razón ei salmista puede temer su con*•* • fusión ante las acusaciones y los escarnios de sus enemigos al verle afligido y como herido
por la mano de Dios.
29
SALMOS 31-33
617
sericordia, I pues has visto mi aflicción |
y en las angustias salvaste m i alma.
* N o me entregaste en m a n o s del enemigo, I pusiste mis pies en anchura.
i° Ten piedad de mí, ¡oh Yavé!, I porque estoy en tribulación; I l a tristeza
consume mis ojos, I mi alma y mis entrañas.
11 Sí, mi vida se gasta en el dolor, | y
mis años en gemidos. | Mi vigor enflaquece por la tribulación, | y se consumen mis huesos.
i 2 S o y el oprobio de t o d o s mis perseguidores, I objeto de terror p a r a mis
vecinos | y de espanto p a r a cuantos m e
conocen; | todos los que me ven huyen
de mí.
13
C o m o muerto he sido b o r r a d o de
todos los corazones | y parezco u n a
vasija rota.
1 4 Oigo el m u r m u r a r de muchos, | esp a n t o p o r todas partes, | c u a n d o a una
se confabulan contra mí | y t r a m a n arreb a t a r m e la vida.
15 Pero yo confío en ti, ¡oh Yavé! I Y o
digo: T ú eres mi Dios,
t<> E n tus m a n o s están mis días; I líb r a m e de la m a n o de mis enemigos y
d e mis perseguidores.
1 7 H a z resplandecer tu faz sobre tu siervo I y sálvame en t u misericordia *
i 8 Yavé, que n o sea yo confundido,
pues te invoco; | confundidos sean los
malvados y que m u d o s bajen al sepulcro;*
1 9 Q u e callen para siempre los labios
mentirosos, I que, soberbios y despectivos, I lanzan insolencias contra el justo.
20
¡Qué grande es, oh Yavé, la misericordia I que guardas para los que te
temen, I que a la vista de todos | haces
a los que en ti confían!
2
1 T ú haces de tu presencia su defensa I
contra la crueldad de los hombres, I y
c o m o e n u n tabernáculo los pones a cubierto I de los azotes de las lenguas.
22 ¡Bendito sea Yavé, que en mí hace
admirable su misericordia I c o m o ciudad fortificada!
23
Y o , en mi turbación, había ya dic h o : I H e sido arrojado de ante tus
ojos; I pero tú has oído mi voz suplicante I c u a n d o a ti clamé.
24
A m a d a Yavé vosotros todos, sus
santos; I a los fieles conserva Yavé, | y
paga con usura a los soberbios.
25
Esforzaos y fortaleced vuestro corazón I todos cuantos esperáis en Yavé.
32 (V. 31)
C o n f e s i ó n d e los p e c a d o s y a c c i ó n
d e g r a c i a s p o r el p e r d ó n
1
D e David. Masquil.
¡Bienaventurado aquel a quien le ha
sido perdonado su pecado, | a quien le
h a sido remitida s u iniquidad! *
2
¡Bienaventurado aquel a quien no
imputa Yavé la iniquidad | y en cuya
alma n o hay mentira!
3
Mientras callé, consumíanse mis huesos, I con mi gemir durante todo el día,
4 Pues día y noche tu m a n o pesaba
sobre mí, I y tornóse mi vigor en sequedades de estío. (Sela.)
5
Pero te confesé mi pecado | y te
descubrí mi iniquidad. I Dije: «Confesaré a Yavé mi pecado», I y tú perdonaste
mi iniquidad. (Sela.)
6
Por eso te invocarán todos los piadosos al tiempo propicio, | y la inundación de las copiosas aguas n o llegará a
ellos.
7
Tú eres mi asilo, tú m e preservas de
la adversidad | y m e rodeas de cantos
de liberación. (Sela.)
8
«Yo te haré saber y te enseñaré el
camino que debes seguir; | seré tu consejero, y estarán mis ojos sobre ti.
9
N o seas sin entendimiento, como el
caballo y el mulo, | a los que pones brid a y freno, | p o r q u e si n o , n o se acercan a ti.»
10 M u c h o s son los dolores del impío, I
pero la misericordia ceñirá al que espera
en Yavé.
11
Alegraos en Yavé, regocijaos, ¡oh
justos!; I saltad de gozo todos los rectos
d e corazón.
3 3 (V. 32)
A l a b a n z a del p o d e r y la p r o v i d e n c i a
del Señor
1 ¡Alegraos, justos, en Yavé! J Bien está
a los rectos la alabanza. *
2 Cantad a Yavé con la cítara, | ensalzáosle con el arpa de diez cuerdas.
* ? Haz resplandecer sobre mí tu rostro y devuélveme la alegría y la paz (Sal 4.7 s.; Núm 6,25-26).
1 8 El justo, fiel a su Dios, ve enfrente de sí a los malvados, enemigos de Yavé, que se burlan
de él y de lo que él representa, que es la causa de Dios. El salmista pide a Dios que salga por la causa
suya y la de sus fieles, castigando a los impíos según su justicia.
O O 1 El salmista se congratula de haber obtenido el perdón de su pecado cuando se lo confesó
" " a Yavé, lo que debe ser una lección para todos y un argumento de la bondad de Dios, que
se constituye en maestro del hombre si éste se le muestra dócil.
O O l El salmista invita a alabar a Yavé, omnipotente, que hace fracasar los planes de las na* * " ciones contra su pueblo, el cual por esto puede vivir en seguridad bajo la mirada y la protección de Yavé, que desde lo alto de los cielos contempla la conducta de los hombres.
SALMOS 33-34
3 Cantadle un canto nuevo | y tañed
bien
a una con júbilo la lira.
4
Porque es recta la palabra de Yavé | y
toda
su obra es obra de verdad.
5
El ama la justicia y el derecho, | y
de la misericordia de Yavé está llena la
tierra.
6
Por la palabra de Yavé fueron hechos los cielos, | y todo su ejército por
el 7aliento de su boca.
El reúne como en odre las aguas del
mar | y hace de los abismos como estanques.
8
Tema a Yavé toda la tierra, | témanle todos los habitantes del universo;
'Porque dijo El, y fue hecho; | mandó, y así fue.
io Anula Yavé el consejo de las gentes | y frustra las maquinaciones de los
pueblos.
11
El consejo de Yavé permanece por
la eternidad; I los designios de su corazón,
por todas las generaciones.
12
¡Venturoso el pueblo cuyo Dios es
Yavé, ! el pueblo que El se eligió por heredad!
13 Mira Yavé desde los cielos, | y ve
a 14
todos los hijos de los hombres.
Desde la morada en que se asienta |
ve15a todos los habitantes de la tierra.
Es El quien ha hecho todos los corazones | y conoce a fondo todas sus
obras.
16
No es la muchedumbre de los ejércitos la que salva al rey, | ni se salva el
guerrero por su gran robustez.
17 Vano es para la salvación el caballo;18 | su gran vigor no librará al jinete.
Están los ojos de Yavé sobre los
que le temen, | sobre los que esperan
en19su misericordia,
Para salvar sus almas de la muerte, | para nutrirlas en tiempo de hambre.
20 Nuestra alma confia en Yavé; | El
es nuestro auxilio y nuestro escudo.
21
En El se regocija nuestro corazón, |
en22su santo nombre está nuestra confianza.
Sea, ¡oh Yavé!, sobre nosotros tu
misericordia, I como esperamos «a ti.
34 (V. 33)
Alabanza de Dios, protector del
justo
1
D e David. C u a n d o se i n g i ó loco ante
Abim«l«c, que la echó da si, pudíendo
así escapar. *
2
Alef. Y o bendeciré siampra a Yavé, | su alabanza estará siampra e s mi
boca.
618
3
Bet. En Yavé se gloriará mi alma,
lo 4 oirán los justos y se alegrarán.
Guímel. ¡Cantad conmigo la grandeza de Yavé! I ¡Ensalcemos a una su nombre!
5
Dálet. Yo he buscado a Yavé, y El
me ha escuchado, | librándome de todos mis terrores.
6
He. Volveos todos a El, y seréis
alumbrados | y no cubrirá el oprobio
vuestros rostros.
7
Zain. Miró el desvalido a Yavé, y El
le escuchó, | y le salvó de todas sus angustias.
8
Jet. Acampa el ángel de Yavé | en
derredor de los que le temen, y los salva
del peligro.
9
Tet. Gustad y ved cuan bueno es Yavé; I bienaventurado el hombre que se
acoge a El!
10 Yod. Temed a Yavé vosotros sus
santos, I pues nada falta a los que le
temen.
11
Caf. Empobrecen los ricos, y en la
penuria pasan hambre; | pero a los que
buscan a Yavé no les falta bien alguno.
12
Lamed. Venid, hijos, oidme, | y os
enseñaré el temor de Yavé.
13
Mem. ¿Quién es el hombre que ama
la 14
vida | y desea ver días felices?
Nun. Pues preserva del mal tu lengua, I y tus labios de palabras mentirosas.
15
Sámec. Aléjate del mal y haz el bien, |
busca y persigue la paz.
16
Ayin. Los ojos de Yavé están sobre
los justos, I y sus oídos atentos a sus clamores.
17
Pe. La faz de Yavé está contra los
que hacen el mal | para borrar de la
tierra su memoria.
18
Sade. Clamaron los justos, y Yavé los
oyó I y los libró de todas sus angustias.
19
Qof. Está Yavé vecino a los de corazón contrito, I salva a los afligidos de
espíritu.
20
Res. Muchas son las aflicciones del
justo, I pero de todas le libra Yavé.
21
Sin. Toma a su cuidado todos sus
huesos, I y ni uno solo de ellos será roto.
22
Tau. La desgracia matará al impío, |
y los que aborrecen al justo serán destruidos.
23
Yavé redime el alma de sus siervos, |
y cuantos en él confían no serán castigados.
O A * La indicación histórica del salmo se refiere al episodio narrado en i Sam 21,10-15. El
" ^ salmo es un himno alfabético, e» que David da gracias a Dios por haberle libertado de los
peligros; de aquí se levanta a celebrar la providencia de Dios sobre los justos y exhorta a éstos a
confiar en £1 y temerle.
SALMOS 35-36
619
35 (V. 34)
Plegaria del justo contra sus
perseguidores
1 De David.
Oponte, ¡oh Yavé!, a cuantos a mí se
oponen, | combate a los que a mí me
combaten.
*
2
Echa mano al escudo y a la adarga |
y álzate en ayuda mía.
3 Enristra la lanza y cierra contra mis
enemigos, | di a mi alma: «Yo soy tu salvación».
4
Sean confundidos y avergonzados los
que ponen asechanzas a mi vida; I sean
puestos en fuga y cubiertos de ignominia
los que maquinan mi ruina. *
s Sean como paja al viento, | persígalos
el 6ángel de Yavé.
Sea su camino tiniebla y resbaladero, |
y el
ángel de Yavé los acose.
7
Porque sin causa me tendieron su
red,
I sin razón cavaron una fosa para mí.
8
Cójalos inesperadamente la ruina, | y
enrédense en la red misma que tendieron, |
y caigan
en la fosa que cavaron.
9
Entonces se alegrará mi alma en Yavé l y se gozará en su salvación.
10 Todos mis huesos dirán: | ¿Quién semejante a ti. ¡oh Yavé!, | que libras al
desvalido dei poderoso, | al pobre y al
afligido
de quien le despoja?
11
Alzáronse contra mi testigos falsos |
para
demandarme lo que ni sabía.
12
Volviéronme mal por bien I para
abatir mi alma.
13 Cuando ellos estuvieron enfermos, yo
me vestí de saco, | afligiendo con el ayuno
mi alma, | y repetía en mi pecho las
plegarias.
14 Me porté con ellos como con un
pariente o un hermano; | como si llevase
luto por mi madre, me enlutaba y me
humillaba;
15
Pero ellos se alegran de mi mal y se
confabulan; | se confabulan contra mí para
herirme a traición, | me destrozan sin
descanso.
16 Se burlan de mí, de mí hacen mofa, |
y rechinan sus dientes contra mi.
17 ¿Hasta cuándo, ¡oh Yavé!, estarás
viendo esto? I Arranca mi alma de su
tormento, I mi vida de las garras del
león. *
18 Te alabaré en medio de la asamblea, I
te ensalzaré en medio de un pueblo numeroso.
19
No triunfen contra mí los que sin
causa son enemigos míos; I no se guiñen
el ojo los que injustamente me aborrecen.
20
No hablan de paz | y urden tramas
contra los pacificos de la tierra.
2
i Abren sus bocas contra mí, diciendo: I «¡Ah, ah! Lo vieron por fin nuestros ojos».
22
¿No lo Tes, oh Yavé? ¡No calles! |
¡Dios
mío, no te alejes de mí!
23
¡Despierta, álzate en favor mió, I Dios
mío, Señor mío, en mi defensa!
24
¡Hazme justicia según tu justicia, Señor mío! ] ¡Dios mió, no triunfen contra mí!
2
5 Q u e no puedan decir en su corazón:
«Lo conseguimos». | N o digan: «Le hemos devorado».
26
Sean confundidos y avergonzados |
cuantos se gozan de mi mal. I Sean cubiertos de vergüenza y confusión I los
que orgullosamente se alzan contra mí.
27
Y alégrense y salten de júbilo los
que están en favor de mi inocencia | y
digan siempre: «¡Ensalzado sea Yavé, |
que dio paz a su siervo!»
28
Mi lengua cantará tu justicia, todos
los días tus alabanzas.
36 (V. 35)
Bondad de Dios y maldad del impío
1 Al maestro del coro. De David, siervo
de2 Yavé. *
Habla la impiedad al impío en su corazón; I no hay ante sus ojos temor de
Dios.
3
Lisonjéase de que, a su parecer, | no
será
hallada y castigada su culpa.
4
Las palabras de su boca son injusticia
y fraude, | no se cuida de ser cuerdo y
obrar
el bien.
5
En su lecho maquina iniquidades | y
emprende caminos no buenos; no se aparta del mal.
« Se levanta hasta los cielos, ¡oh Yavé!,
tu misericordia, | y hasta las nubes tu
verdad.
Oe
* Este salmo desarrolla el mismo pensamiento del salmo 6.
**** 4 Libre el justo de la opresión de los impíos, éstos quedaran confundidos, mientras el justo
se alegrará
viendo triunfante la causa de Dios, que es la suya.
17
Este trozo nos hace entrar en el ánimo del salmista y entender la razón de aquellas súplicas,
que nos dejan desconcertados. Los impíos le persiguen, se burlan de él, tnuéstranse contentos de
verle humillado y abatido; el salmista entiende que todo esto va contra Dios, cuya causa representa
él en la tierra con los demás justos, y pide que sus enemigos sean confundidos y esta confusión
traiga la siegrfo a los que con él forman, como si dijéramos, el partido de Yavé.
O C l A l a malicia del implo, que en su corazón maquina todo género de maldades, pensando
" v
que Dios no lo ve, opone el salmista la bondad de Dios y su misericordia, que salva a sus
fieles y castiga a los malvados.
SALMOS 36-37
620
621
7
13
T u justicia es c o m o los montes de
Pero Yavé se ríe de él, | porque ve
Dios, | tus juicios son u n insondable abis- que su día se acerca.
mo. | Tú, ¡oh Yavé!, conservas a hombres
14 Jet. Desenvainaron los malvados su
y animales.
espada, tendieron el arco, | para destruir
8
¡Cuan magnífica es, oh Yavé, tu mi- al pobre y al menesteroso, | p a r a asesisericordia; | ampáranse los hombres a la nar a los que van p o r el camino recto.
sombra de tus alas!
15 Su espada se hundirá en su propio
9
Sácianse de la abundancia de tu casa | corazón | y se quebrantarán sus arcos.
y los abrevas en el torrente de tus de16 Tet. Mejor le es al justo lo poco |
licias.
I q u e la gran opulencia de los impíos.
10
17
Porque en ti está la fuente de la
Porque los brazos del impío serán
vida, | y en tu luz vemos la luz.
rotos, | mientras que Yavé sostiene al
11
Extiende tu misericordia a los que justo.
te conocen, | y tu justicia a los rectos de
18 Y o d . Conoce Yavé los días del justo, I
corazón.
y su posesión será eterna.
12
N o me pise el pie del soberbio, | n o
1 9 N o serán confundidos al tiempo m a m e eche fuera la m a n o del impío.
lo | y serán saciados en el día del hambre.
13
20
Sí, caerán los obradores de la iniCaf. Cierto, los impíos perecerán, I
quidad, | serán abatidos y n o podrán m á s y los enemigos de Dios, como la lozanía
levantarse.
de los prados, se marchitarán, | se desvanecerán como el h u m o .
21
37 (V. 36)
Lamed. Pide prestado el impío y n o
pagar, | el justo se compadece y da.
L a p r o v i d e n c i a d i v i n a s o b r e e l j u s t o puede
22
Sí, los benditos de Dios heredarán la
y s o b r e el i m p í o
tierra, I los malditos de El serán exter1 D e David.
minados.
23
Alef. N o te impacientes p o r los malM e m . Yavé ordena los pasos del
vados, | n o envidies a los que hacen el h o m b r e | y se complace en sus caminos.
24
mal.*
Si cayere, n o yacerá postrado, | por2
Porque presto serán segados como el que Yavé le tiende su m a n o .
25
heno, | y como la hierba tierna se secarán.
N u n . Fui m o z o y ya soy viejo, | y
3
Bet. T ú confía en Yavé y obra el bien, | jamás vi a b a n d o n a d o al justo, | ni a su
y habitarás en la tierra y serás apacenta- prole mendigar el pan.
26
do en la verdad.
Siempre se compadece y presta, | y
4
H a z de Yavé tus delicias, | y El te es bendecida su descendencia.
27
dará lo que tu corazón desea.
S á m e c . Apártate del mal y haz el
5
Guímel. Encomienda a Yavé tus ca- bien, | y vivirás para siempre;
28
minos, | en El espera y El h a r á ;
Porque a m a Yavé la rectitud | y n o
6
H a r á resplandecer como la luz tu desampara a sus santos.
justicia, | y tu derecho como la luz del
Ayín. Los impíos serán borrados para
mediodía.
siempre, | y la prole del impío será exter7
Dálet. Aquiétate en Yavé y espera en minada.
29
El; | n o te impacientes p o r la prosperidad
Los justos poseerán la tierra, | y será
de esos otros, I de los que obran la maldad. eterna en ella su morada.
8
3
H e . D e p o n el enojo y deja la cólera, |
» Pe. La boca del justo habla sabidun o te excites, n o te dejes llevar al pecado. ría, | y su lengua profiere palabras de
9
Porque los malvados serán extermi- rectitud.
3
nados, | pero los que esperan en Yavé
i Lleva en el corazón la ley de su D i o s |
poseerán la tierra.
y n o vacilan sus pasos.
32
io Vau. Si, u n poco todavía, y el impío
Sade. El malvado espía al justo | y
ya n o será; I le buscarás en su lugar, y ya busca m o d o de arrebatarle la vida,
33
no le hallarás.
Pero Yavé n o se lo entrega en sus
u Pero los mansos poseerán la tierra | y m a n o s I y n o permite que sea condenado
gozarán de gran paz.
en el juicio.
12
34
Z a i n . Maquina el impío contra el
Qof. Confía en Yavé | y sigue sus
justo | y rechina los dientes contra él. * caminos, | y El te ensalzará para que
O y 1 El problema de la existencia del mal en el mundo y las razones del gobierno divino, bajo
" * el cual se ve con frecuencia padecer a los justos y prosperar a los malvados, inquietaba grandemente a los autores del Antiguo Testamento, a quienes aún no había sido revelado el misterio
de la cruz y de la resurrección de Cristo. No obstante, el verso 18 expresa abiertamente la aprobación divina a la conducta de los justos y lo eterno de su recompensa.
12
El salmista nos describe en esta larga estrofa (12-22) la suerte desdichada de los impíos, y
prosigue en las siguientes (23-34) pintándonos la amorosa providencia con que Dios vela sobre
los justos.
poseas la tierra, I y gozarás a la vista
del exterminio de los impíos.
35
Res. H e visto al impío altamente
ensalzado [ y extenderse como árbol vigoroso. *
36
Pero pasé de nuevo, y ya n o e r a ; | le
busqué, y n o le hallé.
37
Sin. Considera al recto y mira al
justo, I y verás que su fin es feliz.
38
Los impíos, por el contrario, serán
exterminados; | la posteridad de los malvados será tronchada.
39
T a u . D e Yavé viene la salvación de
los justos, I es su refugio al tiempo de la
adversidad.
40
Yavé los socorre y los libra; I del
impío los libra y los salva, ¡ porque se
acogen a El.
SALMOS 37-39
te I y en cuya boca n o hay respuesta.
16
Porque es en ti, ¡oh Yavé!, en quien
confío, I y serás tú quien por mí respondas, I ¡Yavé, Dios m í o !
1 7 Pero te digo: «Que n o se gocen en
mi mal | y n o se engrían contra mí cuando
resbale mi pie».
18
Mira que estoy p a r a caer, | tengo
siempre a mis ojos mi maldad.
19
Pues yo confieso mi culpa | y que peno
mi pecado.
20
Pero viven y son fuertes mis enemigos I y se multiplican los que injustamente me odian;
21
Y los que vuelven mal p o r bien | me
hostigan por seguir el bien.
22
N o me abandones, ¡oh Yavé!; I no
te estés alejado de mí, ¡Dios m í o !
23
¡Corre en mi auxilio! | ¡Señor mío,
38 (V. 37)
mi salud!
Oración de u n pecador arrepentido
3 9 (V. 38)
1
Salmo de David. Para memoria. *
Deprecación del justo atribulado
2
N o m e castigues, Yavé, en tu furor, |
no me corrijas en tu ira.
1 Al maestro del coro. D e Idutún. Salmo
3
Q u e tus saetas h a n penetrado en mí | de David. •
2
y pesa gravemente sobre mí tu m a n o .
Y o me dije: Atenderé a mis caminos |
4
N a d a hay sano en mi carne a causa para n o pecar con mi lengua; I pondré un
de tu ira; | n a d a íntegro en mis huesos a freno a mi boca | mientras tenga al impío
causa de m i pecado.
frente a mí.
3
5
Quedé silencioso, m u d o ; cahé aun el
Pasan p o r encima de mi cabeza mis
iniquidades, | pesan sobre mí c o m o pesada bien; | pero mi dolor se exacerbaba.
4
carga.
M e ardía el corazón dentro del pecho; |
6
H e d i o n d a podre supuran mis llagas | se encendía el fuego en mi meditación, |
a causa de m i locura.
y prorrumpí con mi lengua:
5
7
D a m e a conocer, ¡oh Yavé!, mi fin |
Voy encorvado y en gran manera humillado, I t o d o el día en l u t o ;
y cuál sea la medida de mis días; I que
8
Porque están mis huesos abrasados, | sepa cuan caduco soy.
6
y n o hay en m i carne parte sana.
H a s reducido a u n palmo mis días, I
9
Estoy desfallecido y sobremanera aca- y mi existencia delante de ti es la n a d a ; |
b a d o , I y la conmoción en m i corazón me n o dura más que un soplo t o d o hombre.
hace rugir.
(Sela.)
10
7
Mis deseos, ¡oh Yavé!, ante ti están, |
Muévese el h o m b r e cual un fantasma, I
y n o se te ocultan mis gemidos.
por un soplo solamente se afana; ! amon1
1 Está lleno de congoja m i corazón, m e tona sin saber para quién.
8
faltan las fuerzas, I y a u n la misma luz
¿Qué podría yo entonces esperar, oh
de mis ojos me abandona.
Yavé? I Pero está en ti mi esperanza.
9
i 2 Mis amigos y mis compañeros se
Líbrame de todas mis iniquidades, |
alejan p o r mis llagas, I y mis vecinos se n o m e hagas el escarnio del malvado.
quedan lejos.
1° Enmudezco, n o abro m i boca, I pero
13 Tiéndenme lazos los q u e buscan mi sé que tú lo haces.
vida I y m e amenazan los que desean m i
11 Desvía de mi tu azote, | q u e el rigor
ruina; | t o d o el día están m a q u i n a n d o de tu m a n o m e consume.
12
engaños.
T ú vengas con castigos la iniquidad
14
Y o hago que n o oigo, c o m o sordo, | del h o m b r e I y destruyes su soberbia como
y c o m o m u d o n o a b r o la boca.
la polilla; cierto que t o d o h o m b r e es un
15 Soy como h o m b r e q u e n o sien- soplo. (Sela.)
35
Esta última estrofa es la suma de todo el salmo: los impíos perecerán los justos tienen en
Dios asegurada su salvación.
O O * El salmista padece una grave enfermedad, que él mismo tiene por pena de sus pecados,
" ^ los cuales con humildad confiesa a Dios. Lejos de compadecerse, sus amigos y compañeros
le escarnecen y le tienden lazos. En el silencio se encomienda a Dios, pidiéndole que le libre y no
le deje caer en manos de sus enemigos ni permita que se regocijen viendo su ruina.
O Q 1 Como Job sentado en la ceniza, así el salmista, oprimido por la tribulación que Dios le
** ** envía, y que le convierte en escarnio de sus enemigos, que son los de Dios, enmudece hasta
que por fin prorrumpe en quejas al Señor.
SALMOS 39-41
622
13 Oye, ¡oh Vavé!, mi plegaria; | da número a los cabellos de mi cabeza, | y
oídos a mis clamores, I no seas insensible por14 eso desfallece mi corazón.
Agrádete librarme, ¡oh Yavé! | Coa mis lágrimas. I Porque yo no soy más
que un extranjero para ti, I un advenedizo, rre,15 ¡oh Yavé!, en mi ayuda.
Sean confundidos y avergonzados |
como todos mis padres.
H Déjame que me reconforte un poco | los que buscan arrebatarme la vida. !
Sean puestos en fuga y cubiertos de ignoantes que me vaya y ya no sea.
minia I aquellos que se alegran de mi mal.
16
Consumidos sean por su afrenta | los
40 (V. 39)
que me gritan: «¡Ah, ah!»
7
Acción de gracias por el auxilio re1 Salten de gozo y alégrense en ti todos
cibido y petición de nuevo auxilio aquellos que te buscan; | los que aman la
1 Al maestro del coro. Salmo de Da- salud que de ti viene | exclamen siempre:
«¡Ensalzado sea Yavé!»
vid. *
18 Cuanto a mí, pobre y menesteroso, |
2 Confiadamente esperé en Yavé, | y
Yavé cuidará de mí.
se inclinó y escuchó mi clamor.
Tú eres mi socorro y mi libertador. |
3 Y me sacó de una hoya de ruina, I del
fango cenagoso, I y afirmó mis pies sobre ¡Dios mío, no te tardes!
piedra | e hizo seguros mis pasos.
4
41 (V. 40)
Puso en mi boca un cántico nuevo, |
una alabanza a nuestro Dios. | Muchos
Oración de un enfermo grave
verán esto y temerán, | y esperarán en
1
Yavé.
Al maestro del coro. Salmo de Da5 Bienaventurado el hombre cuya es- vid. *
2
peranza es el nombre de Yavé | y no se
Bienaventurado el que piensa en el
vuelve a los soberbios ni a los mentirosos. necesitado y el pobre; | en el día malo
6
Tú, ¡oh Yavé, Dios mío!, has multi- Yavé le librará.
3
plicado tus maravillas I y tus trazas en
Le protegerá Yavé y le dará vida; |
favor nuestro. | Yo quisiera contarlas, será bienaventurado sobre la tierra, |
hablar de ellas, | pero sobrepasan todo pues no le entregará al odio de sus enenúmero.
migos.
7
4
No deseas tú el sacrificio y la ofrenLe sostendrá Yavé en el lecho del doda, I pero me has dado oído abierto. | No lor; I en la enfermedad tú le aliviarás.
5
buscas el holocausto y el sacrificio exYo digo: ¡Oh Yavé, ten piedad de
piatorio. *
mí! I Sana mi alma, que pequé contra ti.
8
6
Y me dije: «Heme aquí; I en el rollo
Mis enemigos lanzan imprecaciones
de la Ley se escribió de mí;
contra mí, diciendo: | «¿Cuándo se morirá
9
En hacer tu voluntad, ¡Dios mío!, éste y será borrado su nombre?»
7
tengo mi complacencia, | y dentro de
Si vienen a verme hablan mentirosami corazón está tu ley».
mente, I acumulan en su corazón malos
10
He proclamado tu justicia a nume- deseos, | y cuando salen fuera, hablan.
rosa asamblea; I no cerré mis labios; tú,
8
Reunidos, murmuran contra mí los
lOh Yave!, lo sabes.
que
me odian | y descuentan mi ruina:
11
9
No he tenido encerrada en mi cora«Un mal terrible se ha apoderado de
zón tu justicia; | he anunciado tu verdad él; I se acostó para no levantarse ya más».
10
v tn fi^-S'T,' N o c e l é t u misericordia
Aun el que tenía paz conmigo, | aquel
y u fidelidad I a la numerosa asamblea. a quien yo me confiaba y comía mi pan, |
. ™ apartes de mí, ¡oh Yavé' tu alzó contra mí su calcañal.
11
| tu piedad'y tu jusucia 1
Pero tú, ¡oh Yavé!, ten piedad de
^misericordia;
g u a r d a r á n eternamente.mi, I haz que me levante, | y entonces les
r
U
m
r dean m a l e s s i n
su merecido.
se mre ch an en °
""mero I daré
12
En esto conoceré que me amas: I
en que no triunfe mi enemigo contra mí.
™„o j m e r a te-iO^que"^! S ^ n ° S p r e l , e n d en ver en este salmo dos composiciones; la priswando que no a los sacrifinls s • ' e s c u c h a ( i o d e Dios en un grave peligro, le da gracias, pre« 7 * « que Dios fe h a y
" ° ' ™ aSsu
confianza en el Señor y a la obediencia a sus preceptos
e B d a p a r t e M saí
a E L° e 1 , a a n 8ustia,seaSdo 1
. ^
™° («*-!*) sería un apremiante llamaalegria Jubilosa p a r a íos qué am a n a lf e " ? 1 1 " p i d i e n d o l a confusión para sus perseguidores y la
,
'-«atienen estos versl 1
Señor.
la
sino eaftSe(|V2) fl mtta
felsa p L c S c P o v I ^ r ? , pS aeCsr aÍ fni ctÍ 0í sqi ume oD,i oque
es el tema del primer sermóa
s d e s e a n o e s el d e ! o s becerrOS
que ¿ a s aí ll
í ° u n t a d . con 1. perfed í b ^
™
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3 a s u le
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plenisimamente en Cristo,
M
V
a S P e C t e l S a m 6S m e s i a n i c o
4 1 i, ^ e salmo es parecdo
*" *""'
°
' °
8 T a m b i é n la
osículo 14 es lídoxo'oU
'
rasión de él es una enfermedad del salmista.
81a c o n
1 u e '«mina el libro primero del Salterio.
623
SALMOS 41-44
1 Júzgame, ¡oh Yavé!, y defiende mi
13 Tú manténme incólume | y consércausa; | líbrame de esta gente malvada, |
vame
por siempre en tu presencia.
14
¡Bendito Yavé, Dios de Israel, por de2 esos inicuos traidores.
Pues que eres tú mi refugio, ¿por qué
los siglos de los siglos! | Amén, amén.
me rechazas? | ¿Por qué he de andar en
luto, bajo la opresión del enemigo?
3
Manda tu luz y tu verdad; ellas me
% I B R O
SEGUNDO
guiarán
| y me acompañarán a tu monte
(42-72)
santo, I a tus tabernáculos.
4
¡Oh si pudiera acercarme al altar de
42 (V. 41), 43 (V. 42)
Dios, I al Dios de mi alegría y de mi gozo, |
y
cantarle
a la cítara! ¡Oh Dios, Dios mío!
Ardientes deseos del desterrado por
5
¿Por qué te abates, alma mía? | ¿Por
ver nuevamente el santuario
qué te turbas dentro de mi? | Espera en
1
que aún le alabaré. | ¡El es la alegría
Al maestro del coro. Masquil, de los Dios,
de mi rostro, El es mi Dios!
hijos
de
Coré.
*
2
Como anhela la cierva las corrientes
44 (V. 43)
aguas, I así te anhela a ti mi alma, ¡oh
Dios!
Lamentación-por el estado de opre3
Mi alma está sedienta de Dios, del
sión en que se halla el pueblo
Dios vivo. I ¿Cuándo vendré y veré la
1
faz de Dios?
Al maestro del coro. Masquil, de los
4
de Coré. *
Mis lágrimas son día y noche mi pan, | hijos
2
Con
nuestros oídos, ¡oh Dios!, hemos
mientras continuamente me dicen: I
oído; I nos contaron nuestros padres | la
«¿Dónde está tu Dios?»
5
¡Ay! ¡Cómo estalla en mi corazón el obra que tú hiciste en sus días, | en los
antiguos.
recuerdo | de cuando en medio de la tiempos
3
muchedumbre | iba en procesión a la casa
Tú, con tu mano, echaste a las gentes
de Dios, I entre voces de júbilo y alaban- y los plantaste a ellos; | afligiste a los
za I del pueblo en fiesta!
pueblos y los arrojaste, y a ellos los di6
¿Por qué te abates, alma mía? | ¿Por lataste.
4
No se apoderaron de la tierra por su
qué te turbas dentro de mí? | Espera en
Dios, que aún le alabaré. | ¡El es la alegría espada | ni les dio su brazo la victoria; |
fue tu diestra, tu brazo, la luz de tu rosde mi rostro, El es mi Dios!
7
I porque te complaciste en ellos.
Abatida está mi alma, Dios mío; | tro,
5
Tú, ¡oh Dios!, eres mi rey; | tú diste
siempre estoy acordándome de ti, desde
a Jacob;
la tierra del Jordán, | de las cumbres del victorias
6
Hermón y del monte Meser.
Contigo batimos a nuestros enemi8
Un remolino llama al otro remolino; | gos; ! en tu nombre, pisotearemos a nuesadversarios.
con el rumor de tus cascadas, | todas tus tros
7
ondas y tus olas pasan sobre mí.
Pues no confié en mi arco, | no me
9
De día dispensa Dios su gracia; | de dio8 mi espada la victoria.
Eres tú quien nos dio la victoria sobre
noche me acompaña su cántico, | una
nuestros enemigos, | el que confundió a
oración al Dios de mi vida.
10
cuantos
nos odian.
Digo a Dios: «¡Oh Roca mía! ¿Por
9
Y nosotros nos gloriaremos siempre
qué te has olvidado de mí? | ¿Por qué he
de andar en luto bajo la opresión del en Yavé | y eternamente cantaremos su
nombre. (Sela.)
enemigo?»
10
11
Pero ahora nos has abandonado, nos
Mientras quebrantan mis huesos, mis
opresores se burlan de mí, | diciéndome has hecho caer en la ignominia, | no sales
ya
con
nuestros ejércitos.
continuamente: «¿Dónde está tu Dios?»
11
12
Nos has hecho huir ante el enemigo, [
¿Por qué te abates, alma mía? | ¿Por
qué te turbas dentro de mí? | Espera en y los que nos aborrecían se enriquecieron
Dios, que aún le alabaré. I El es la alegría con2 la presa.
de mi rostro, El es mi Dios!
i Nos has hecho como ovejas destinaAunque distintos en el texto, los salmos 42 y 43 son un salmo único. Basta para convencerse de ello atender a la estrofa intercalar, que en uno y otro es la misma. El salmo es una
bellísima explosión de los suspiros y anhelos del salmista por el templo, en que siente la presencia
de su Dios, en quien se goza.
42
1
La memoria de la conquista de Canán, como de la salida de Egipto, por la protección de
Yavé, está siempre en la memoria del israelita fiel. Por eso se maravilla al presente de que el
Señor los haya abandonado entregándolos a sus enemigos, que, infatuados con su victoria, escarnecen al pueblo de Yavé. Esta triste situación mueve al salmista a clamar al Señor en demanda de
auxilio. Tal vez responde a los tiempos tristes de la invasión asiría en los días de Ezequías.
44
SALMOS 44-45
624
das al matadero | y nos has dispersado canto | que al rey voy a cantar. | Sea mi
entre
las gentes.
lengua como el cálamo de veloz escriba.
13
Has vendido de balde a tu pueblo
3 Eres el más hermoso de los hijos de
no14subiste mucho su precio.
los hombres; | en tus labios se ha derraNos has hecho el oprobio de nuestros mado la gracia | y te ha bendecido Dios
vecinos, | el ludibrio y la mofa de cuantos con eterna bendición.
4
nos rodean.
Cíñete la espada sobre el muslo, ¡oh/
15 nos has hecho la fábula de las gen- héroe!; | tus galas y preseas,
/
5
tes ; | todas al vernos yerguen su cabeza.
Y marcha, cabalga por la verdad y la
i* Mi ignominia está delante de mi todo justicia; | enséñete tu diestra portentosas
el 17
día; I cubre mi rostro la vergüenza.
hazañas.
6
Ante los insultos y los ultrajes | del
Agudas son tus saetas; | ante ti caen
enemigo,
del
vengativo.
los
pueblos; | van derechas al corazón de
18
Todo esto ha venido sobre nosotros los enemigos del rey.
7
sin haberte olvidado | ni haber roto tu
Tu trono, ¡oh Dios!, es por siempre
pacto.
jamás, | y cetro de equidad es el cetro
19
No se ha rebelado nuestro corazón, | de tu reino. *
8
no se salieron de tus caminos nuestros
Amas la justicia y aborreces la iniquipasos.
dad;
| por eso Dios, tu Dios, te ha ungido |
20
Y tú nos aplastaste en esta guarida de con el óleo de la alegría más que a tus
chacales I y nos cubriste de sombras de compañeros.
9
muerte.
Mirra, áloe, casia exhalan tus vesti21
Si hubiéramos olvidado el nombre de dos, | y el sonido de los instrumentos de
nuestro Dios, I si hubiéramos tendido cuerda te alegra en tus marfileñas esnuestras
manos a los dioses extraños,
tancias.
22
10
¿No había de saberlo Dios, ! que
Hijas de reyes figuran en tu corte | y a
conoce
los
secretos
del
corazón?
tu
diestra está la reina, toda oro de Ofir.
23
Antes por tu causa nos entregan a la
n Oye, hija; mira, dame tu oido; olvímuerte cada día | y somos tenidos por date de tu pueblo y de la casa de tu
ovejas
para
el
matadero.
padre;
24
12
¡Despierta! ¿Cómo es que estás dorQue prendado está el rey de tu hermido, Yavé? | ¡Despierta, no nos dejes mosura. | Pues que él es tu señor, sírvele
del25 todo!
a él.
¿Por qué escondes tu rostro, | olvidalí Los tirios vienen con dones, | los
do de nuestra miseria, de nuestra opre- ricos del pueblo buscan tu favor.
sión?
i* Enteramente gloriosa llega la hija del
26
Está nuestra alma postrada en el rey; | su vestido es tejido de oro.
polvo, I está nuestro cuerpo pegado a la
is Vestida de diversos colores es l'evada
tierra.
al rey; | detrás de ella, las vírgenes, sus
27
¡Levántate y ayúdanos! | ¡Rescátanos amigas, le son introducidas.
por el honor de tu nombre! *
i* Acompañadas de música y júbilo, |
entran
en el real palacio.
i 7 A tus padres sucederán tus hijos; (
45 (V. 44)
los constituirás príncipes por toda la
Canto nupcial
tierra.
18 Celebre yo tu nombre por generai Al maestro del coro. Sobre los lirios.
Masquil, de los hijos de Coré. Canto de ciones y generaciones. | ¡Alábente los pueblos por los siglos eternos!
amor.
*
2
Bullendo está en mi corazón un bello
27
No los méritos del pueblo, sino el honor del nombre de Yavé, es el motivo que invoca el
salmista aquí y en otros lugares. Los gentiles dirán que Dios abandonaba a su pueblo porque no
podía librarle.
J
AK
Nuestro salmo es un epitalamio, en que, con ocasión de las bodas de un rey de Judá, se
^ ^ celebran primero la gallardía, el valor, la justicia del rey novio, y luego las gracias de la novia, de origen extranjero, como la hija del Faraón, esposa de Salomón. En esto tiene cierta semejanza con el Cantar de los Cantares. Pero el salmista contempla a los novios como orlados de la gloria
de la dinastía davídica, por las promesas mesiánicas que los envuelve, y que ellos representan en
este momento histórico. De aquí procede cierta idealización, que presta al salmo un sentido mesiánico.
7
Este verso es variamente interpretado. Unos ven en él una expresión elíptica que se declara
así: «Tu trono es trono de Dios, divino». Otros en el Elohim ven una incorrección del copista por
Yavé y dan a esta palabra el valor de verbo ser, lo que daría este sentido: «Tu trono es o será por
los siglos», etc. Una tercera exposición se apoya en el Sal 82,6; 8,6, donde los jueces son llamados
«Elohim» e «hijos del Altísimo», lo que conviene más al rey, sobre todo cuando se le considera como
sujeto de la promesa mesiánica. En la persona del futuro Mesías alcanzará esta expresión un pleno
sentido, porque será el Hijo de Dios.
625
46 (V. 45)
Dios, protector de su pueblo
1 Al maestro del coro. De los hijos de
Coré. Para voces altas. Cántico. *
2
Dios es nuestro amparo y nuestra
fortaleza, I nuestro pronto auxilio en las
tribulaciones.
3
Por eso no hemos de temer aunque
tiemble la tierra, I aunque caigan los
montes al seno del mar.
4
Y bramen y espumen sus olas, I y
tiemblen sacudidos los montes.
Yavé Sebaot está con nosotros, | el
Dios de Jacob es nuestra roca. (Sela.)*
5 Un río con sus brazos alegra la ciudad de Dios, I santificó su tienda el Altísimo.
6
En medio de ella está Dios; no será
conmovida; | Dios la socorrerá desde el
clarear de la mañana.
7
Túrbanse las naciones, se agitan los
reinos, | da El su voz, se derrite la tierra.
8
Yavé Sebaot está con nosotros, | el
Dios
de Jacob es nuestra roca. (Sela.)
9
Venid y ved las obras de Yavé, | los
prodigios que ha ejecutado El sobre la
tierra.
10 El es quien hace cesar la guerra I
hasta los confines de la tierra.
El rompe el arco, troncha la lanza | y
hace arder los escudos en el fuego.
11 «Aquietaos y reconoced que yo soy
Dios, I poderoso entre las gentes, poderoso sobre la tierra».
i 2 Yavé Sebaot está con nosotros, | el
Dios de Jacob es nuestra roca. (Sela.)
47 (V. 46)
Venida de las gentes al reino de Dios
1 Al maestro del coro. De los hijos de
Coié.
Salmo.*
2
¡Oh pueblos todos, batid palmas! |
Cantad a nuestro Dios con voces jubilosas.
3
Porque es Yavé, el Altísimo; es terrible, I es el gran Rey de toda la tierra.
4
El ha sujetado los pueblos bajo su
yugo; I El ha puesto las gentes bajo sus
pies.
SALMOS 46-48
5
El ha elegido para sí nuestra heredad, |
la hermosura de Jacob, su amado. (Sela.)
6
Sube Dios entre voces de júbilo; [
Yavé,
entre el resonar de las trompetas.
7
¡Cantad a Yavé, cantadle! | ¡Cantad a
nuestro rey, cantadle!
8
Porque es Yavé el rey de toda la
tierra,
| cantadle con maestría.
9
Es Dios el rey de las naciones, | que
se asienta sobre su santo trono.
i° Los príncipes de los pueblos se reunen con el pueblo del Dios de Abraham; I pues de Dios son los grandes de
la tierra; | de Dios, que a todos sobrepuja.
48 (V. 47)
Canto a la liberación de Jerusalén
1 Cántico. Salmo de los hijos de Coré. *
2
Grande es Yavé y muy glorioso | en
la ciudad de Yavé, en su monte santo.
3
El monte de Sión, delicia de toda la
tierra, | se yergue bello al lado del aquilón, |
de la ciudad del gran rey.
4
Dios en su palacio | es conocido refugio.
5
Habíanse aliado los reyes, | y unidos
avanzaban.
6
Pero en cuanto la vieron, quedáronse
espantados | y, aterrados, se dieron a la
fuga.
7
Apoderóse de ellos el terror, I una
angustia como de mujer en parto.
8
Como el viento solano, | que hace
pedazos
las naves de Tarsis.
9
Como lo habíamos oído, así lo hemos visto I en la ciudad de Yavé Sebaot, |
en la ciudad de nuestro Dios. | Dios la
hará subsistir siempre. (Sela.)
1° Acordémonos, Dios, de tus favores I
aquí en tu templo.
11 ¡Oh Dios! Cual es tu nombre, I así
es tu gloria en los confines de la tierra; |
tu diestra está llena de justicia.
i 2 Alégrese el monte de Sión, I salten
de júbilo las ciudades de Judá I por tus
juicios, ¡oh Yavé!
13 Recorred a Sión, dad la vuelta en
torno de ella; | contad sus torres,
1* Poned atención a sus murallas, | enu-
1
Se canta en este salmo una victoria de Israel atribuida a la asistencia de Yavé. De esta
victoria se eleva el salmista a la proclamación de Yavé como Rey universal, reconocido y
acatado de todos los pueblos. Tiene, pues, un sentido ciertamente mesiánico: el reinado universal
de Yavé realizado por el Mesías, Jesucristo.
4
Suplimos después de la primera estrofa el versículo intercalar, repetido luego en 8 y 12, al
fin de las estrofas segunda y tercera.
46
My
! Diversos autores juntan este salmo con el precedente. Y no puede dudarse que su argu» '
mentó es un gran triunfo de Yavé, reconocido hasta por las naciones extrañas, que se juntan
a Israel para celebrar la gloria de Dios. En esto se echa de ver su mesianismo.
10
1 Es un canto de triunfo. Parece responder a la derrota de Senaquerib, debida únicamente
* °
al poder de Dios, sin la intervención de las armas de Judá. Esta exaltación de Yavé reinando
en Jerusalén, en el monte santo de Sión, refleja el pensamiento mesiánico de que están llenos los
capítulos de Isaías 54,1 ss.; 60,1 ss., y otros pasajes proféticos.
626
627
merad sus palacios | para poder contár- der del abismo, | porque m e elevará a sí.
(Sela.) *
selo a las generaciones venideras.
17
15
N o te impacientes, pues, si ves a u n o
P o r q u e éste es Dios y lo será siemenriquecerse I y se acrecienta la gloria de
p r e ; | El nos regirá.
su casa;
18
Porque a su muerte n a d a se llevará
49 (V. 4»)
consigo I ni le seguirá su gloria.
T o d o h o m b r e es m o r t a l , p e r o el
i ' A u n q u e en su vida se congratulase: |
j u s t o t i e n e la firme e s p e r a n z a e n la «Te alabarán porque has logrado tu feinmortalidad
licidad» ;
20
Tendrá que irse a la m o r a d a de sus
1
Al maestro del coro. Salmo de los
padres I para no ver ya jamás la luz.
hijos de Coré. *
21
Pues el hombre, puesto en suma
2
¡Oíd, oíd, oh pueblos todos! | Esdignidad, no entiende; | es semejante a
c u c h a d t o d o s v o s o t r o s , h a b i t a n t e s del
los animales, perecedero.
mundo.
3
¡Plebeyos y nobles, I ricos y pobres!
4
SO (V. 49)
M i boca proferirá sabias palabras, | y
palabras de sensatez serán las de m i coEl culto aceptable a D i o s
razón.
1
5
Salmo de Asaf.
Tenderé mis oídos al proverbio, | y al
El Dios soberano, Yavé, habla, | conarpa expondré mi sentencia.
6
«¿Por qué temer yo el día de la des- voca a la tierra de levante a poniente. *
2
Brilla desde Sión, perfección de la
ventura, I cuando la perfidia m e pise los
hermosura.
talones;
3
7
Viene nuestro Dios, y n o en silencio. |
La perfidia de los que confían en su
hacienda y se glorían de la abundancia Le precede ardiente fuego, | le rodea furiosa tempestad.
de sus riquezas?»
4
8
Llama arriba a los cielos y a la tieNadie puede rescatar al h o m b r e de la
muerte, I nadie puede dar a Dios su pre- rra I para juzgar a su p u e b l o :
5 «Reunidme a mis santos, I los que con
cio;
9
Pues muy elevado es el rescate de la sacrificios sellaron mi alianza».
6 Y los cielos promulgan su justicia, |
vida, I y no se llegará jamás a él,
10
Para que pueda u n o vivir por siem- porque Dios mismo es el juez. (Sela.)
7
¡Oye, pueblo mío, que te hablo yo, |
pre I sin ver el sepulcro.
11
¡Sí, lo verán! Mueren los sabios, | que te amonesto yo, o h Israel! | Y o soy
desaparecen el necio y el estulto, | dejan Dios, tu Dios.
8
N o te reprendo p o r tus sacrificios | ni
a otros sus haciendas.
12
Pensaban que duraría su casa una p o r tus holocaustos, que están siempre
eternidad, | que subsistiría perpetuamente ante mí.
9
Y o n o t o m o becerros de t u casa I ni
su morada, | y ponían sus nombres a sus
de tus apriscos machos cabríos:
tierras.
13
"> Porque mías son todas las bestias de
Pero el hombre, aun puesto en suma
dignidad, n o d u r a ; 1 es semejante a los los bosques | y los miles d e animales de
los montes.
animales, perecedero.
14
11 Y en mi m a n o están todas las aves
Tal es su camino, su locura; | y con
todo, los que vienen detrás | siguen sus del cielo I y todos los animales del c a m p o .
12
Si tuviera hambre, n o te lo diría a ti, |
mismas máximas. (Sela.)
15
mío es el m u n d o y cuanto lo llena.
C o m o rebaños son echados en el porque
13
¿Como yo acaso la carne de los toseol, I devóralos la muerte, | y dominan
sobre ellos los justos. | P r o n t o será ros? I ¿Bebo acaso la sangre de los carneconsumida su lozanía, I y el seol será su ros?
14
Ofrece a Dios sacrificios de alabanmorada.
16 Pero D i o s rescatará mi alma del p o - za I y cumple tus votos al Altísimo.
15
SALMOS 48-50
1
En este salmo, cuyo tema es la sentencia de muerte que pesa sobre todos los hombres, es
muy de notar la seguridad que en el v.16 expresa el salmista de ser por Dios librado de la
muerte.
„ .
,
, .,
16
Los antiguos justos, que desconocían las alegres esperanzas que Cristo nos descubrió con
su resurrección, no entreveían para después de la muerte otra cosa que el seo!, que Job nos pinta
con tan tristes colores (10,12). Pero en este salmo, a semejanza del salmo 16, se nos ofrece la esperanza del rescate del abismo. El libro de la Sabiduría (3,1 ss.) declarará mejor este pensamiento.
49
1 Este salmo desarrolla un pensamiento semejante al del Sal 40; más claramente aún al del
primer discurso de Isaías (1,2 ss.). No son los sacrificios de los toros los que agradan a Dios,
el cual no come su carne ni bebe su sangre. El sacrificio de alabanza y el cumplimiento de la ley
divina es lo que ei Señor desea de nosotros.
50
SALMOS 50-52
E invócame en el día de la angustia ; I yo te libraré y tú cantarás mi gloria.
(Sela.)
16
Pero al impío dícele D i o s : ¡ ¡Cómo!
¿Te atreves tú a hablar de mis mandamientos, I a t o m a r en tu boca mi alianza,
" T e n i e n d o luego en aborrecimiento
mis enseñanzas I y echándote a las espaldas mis palabras?
18
Si veías a un ladrón, corrías a unirte
a él, I y tenías tu parte con el adúltero.
19
Ponías el mal en tu boca j y urdía
tu lengua el engaño.
20
Sentado, difamabas a tu h e r m a n o |
y esparcías la calumnia contra el hijo de
tu madre.
21
Esto lo he visto yo, y porque callaba, I creíste que de cierto era yo como
tú. I Pues te corregiré poniendo esto ante
tus ojos.
22
Entended, pues, los que os olvidáis
de Dios, I no sea que os arrebate, sin que
haya quien os libre.
23
El que m e ofrece sacrificios de alabanza, ése me h o n r a ; | el que ordena sus
caminos, | a ése le mostraré yo la salud
de Dios.
lávame, y emblanqueceré más que la
nieve.
10
D a m e a sentir el gozo y la alegría, ¡ y
saltarán de gozo los huesos que humillaste.
11
Aparta tu faz de mis pecados | y borra todas mis iniquidades.
12
Crea en mí, ¡oh Dios!, un corazón
p u r o , I renueva dentro de mi un espíritu
recto. *
13
N o me arrojes de tu presencia I y no
quites de mí tu santo espíritu.
14
Devuélveme el gozo de tu salvación, |
sosténgame un espíritu generoso.
15
Y o enseñaré a los malos tus caminos, I y los pecadores se convertirán a ti.
16
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios!, Dios
de mi salvación, | y cantará mi lengua tu
justicia.
17
Abre tú, Señor, mis labios, | y cantará mi boca tus alabanzas.
18
Porque no es sacrificio lo que tú
quieres; I si te ofreciere un holocausto,
no lo aceptarías.
19
El sacrificio grato a Dios es un corazón contrito. I Tú, ¡oh Dios!, no desdeñas un corazón contrito y humillado. *
20
Sé benévolo cu tu buena voluntad ha5 i (V. 50)
cía Sión; I edifica los muros de Jerusalén.
21
C o n f e s i ó n d e l o s p e c a d o s y súplica
Entonces te agradarás de los sacrificios legítimos, I de las oblaciones y holodel perdón
caustos; I entonces pondrán becerros en
1
Al maestro del coro. Salmo de D a - tu altar.
vid. *
2
C u a n d o fue a él el profeta N a t á n des52 (V. S i )
pués de lo de Betsabé.
Oración contra u n enemigo
3
Apiádate de mí, ¡oh Dios!, según tus
jactancioso
piedades; I según la muchedumbre de tu
1
misericordia, | borra mi iniquidad.
Al maestro del coro. Masquil de D a 4
Lávame más y más de mi iniquidad | y vid.
2
limpíame de mi pecado.
C u a n d o Doeg, idumeo, fue a infor3
Pues reconozco mis culpas, | y mi pe- m a r a Saúl, diciéndole: «David ha ido a
cado está siempre ante mí.
casa de Abimelec». *
6
3
Contra ti, sólo contra ti he pecado, |
¿Por qué te glorías en tu maldad | tú,
he hecho lo malo a tus ojos para que sea poderoso p a r a la infamia?
4
reconocida la justicia de tus palabras | y
Tu lengua medita continuamente la
seas vencedor en el juicio. *
m a l d a d ; ] es como afilada navaja, artífice
7
Mira que en maldad fui formado | y de engaños.
5
en pecado m e concibió mi madre.
Amas el mal y no el bien, | la menti8
¡Oh tú, que amas la sinceridad del co- ra y n o la verdad. (Sela.)
razón, ] descúbreme los secretos de tu sa* N o tienes más que palabras perniciobiduría!
sas, I lengua engañosa.
9
7
Aspérgeme con hisopo, y seré p u r o ; |
P o r eso Dios te destruirá del t o d o , I te
rT-l ! Verdadero canto de penitencia que brotó del corazón y de los labios de David cuando
** * Natán le reprendió por su pecado. Los versículos 20 y siguientes son una adición, hecha
después de la cautividad, para adaptar el salmo al estado del pueblo y a sus necesidades de entonces.
6
El salmista, confesando sus pecados, hace patente la justicia de Dios, que por ellos no puede
dejar1 2 de castigarle.
El corazón puro y el espíritu de santidad que le anima en su obrar son dos hermosas expresiones que indican la espiritualidad de este salmo.
19
Ño menos hermosa es esta otra expresión del «corazón contrito y humillado» como sacrificio
grato al Señor.
? 2 2 Lo más que puede decirse detesta referencia histórica a 1 Sam 21,2 ss. es que fue la ocasión
'
de componer este salmo, que viene a ser casi una sátira contra los fanfarrones que se glorian
de sus maldades, y a quienes el salmista augura el castigo de Dios y la rechifla de los buenos.
v fc
628
629
Sálvame, ¡oh Dios!, p o r el h o n o r de
tu n o m b r e ; | defiéndeme con t u poder.
4
Oye, ¡oh Dios!, mi oración, | d a oídos
a las palabras de mi boca.
5
P o r q u e los soberbios se h a n levantad o contra m í ; | poderosos q u e n o tienen
a Dios ante sus ojos [ ponen asechanzas
a mi vida. (Sela.)
6
Pero es D i o s quien m e defiende; | es
el Señor el sostén de mi vida.
7
Vuelve el m a l contra mis enemigos. I
¡Por t u verdad, extermínalos!
8
Y o te ofreceré voluntario sacrificio; |
cantaré, ¡oh Yavé!, t u n o m b r e , p o r q u e es
bueno.
9
M e libró de toda angustia | y pudieron ver mis ojos la ruina de mis enemigos.
13
SALMOS 52-55
abatirá y te arrancará de t u m o r a d a , I te
desarraigará de la tierra de los vivos.
(Sela.)
8
Verán esto los justos, y temerán I y
se reirán d e é l :
9
« H e ahí el q u e n o temía a Dios | p o r
su fortaleza, | y confiaba en sus muchas riquezas, | y se hacía fuerte en su opulencia».
10
M a s yo estaré en la casa de Dios, I
como fructífero olivo, I siempre confiado
en la misericordia de Dios. *
11
Siempre te alabaré p o r lo q u e h a s
hecho | y esperaré en tu nombre, | porque
eres benigno en la presencia de t u s santos.
53 (V. 52)
C a s t i g o d e los e n e m i g o s d e Israel
1
Al maestro del coro. A las flautas.
Masquil de David. *
2
Dice el necio en su c o r a z ó n : « N o h a y
Dios».
Están corrompidos, cometen abominables maldades, i n o h a y quien haga el
bien.
3
M i r a Dios desde los cielos a los hijos
de los hombres I p a r a ver si hay algún
cuerdo q u e busque a Dios.
4
T o d o s se h a n descarriado, todos se
h a n c o r r o m p i d o ; I n o hay quien haga el
bien; | n o hay ni u n o solo.
5
¿ N o lo reconocerán los q u e o b r a n la
iniquidad, I y devoran a mi pueblo como
se come el p a n , | y n o invocan a Dios?
6
Ved: Tiemblan d e miedo | donde n o
hay q u e temer. | D i o s esparcirá los huesos
del q u e te asedia, | y se cubrirán de ignominia, porque D i o s los rechazó.
7
¿Quién traerá de Sión la salud p a r a
Israel? | C u a n d o librará Dios de la esclavitud a su pueblo, | saltará de gozo Jacob
y se regocijará Israel.
3
55 (V. 54)
O r a c i ó n contra los e n e m i g o s
1 Al maestro del coro. A las cuerdas.
Masquil de David. *
2
D a oídos, ¡oh Dios!, a mi oración; I
n o te escondas a m i súplica.
3
Atiéndeme y respóndeme, | pues lloro
y gimo en mi oración.
4
Estoy aturdido ante los gritos del enemigo, I ante la presión del malvado, I
pues m e echan encima el infortunio | y
m e persiguen con furor.
5 M e tiembla el corazón dentro del p e cho, I asáltanme terrores de muerte.
6
M e invade el terror y el temblor, | m e
envuelve el espanto,
7
Y exclamo: ¡Quién m e diera alas c o m o
de paloma!, | y volaría a u n lugar d e r e poso.
8
Huiría lejos ] y moraría en el desierto.
(Sela.)
9
Apresurariame a salvarme | del viento
impetuoso, d e la tempestad.
10
Confunde, Sefior; divide sus lenguas, I p o r q u e veo en la ciudad la violen54 (V. 53)
cia y la discordia.
O r a c i ó n c o n t r a los e n e m i g o s
11
Q u e día y noche giran sobre sus m u 1
A l maestro del coro. A las cuerdas. rallas, I y en medio de ella la iniquidad
Masquil d e David.
y la maldad.
2
12
C u a n d o vinieron los de Zif a decir a
D e n t r o d e ella la insidia; | de sus plaSaúl: «Mira q u e David está escondido zas n o se a p a r t a n nunca | la mentira y
entre nosotros». *
el fraude.
10
Muy otra es la suerte que el salmista espera. El morará, como olivo siempre verde y fructuoso, en la casa del Señor, confiado en su misericordia.
E O * La corrupción es universal entre los grandes, que devoran al pueblo sin acordarse de que
v v hay un Dios que juzgará a unos y a otros, cuando de Sión derramará la salud sobre su pueblo
y lo librará de la esclavitud que padece. Tiempos mesiánicos.
SZA 2 El texto alude a 1 Sam 23,19 ss., y el salmista pide a Dios que acabe con cuantos se han
^ *" levantado contra él y ponen asechanzas a su vida. El honor de su nombre obliga a Dios a
salir por aquellos que forman su pueblo: de otro modo, le declararían impotente los impíos. Es idea
frecuente en los profetas.
E E 1 El salmista ha sido víctima de una traición. Amigos íntimos le han vuelto las espaldas y
" ^
se han juntado a sus enemigos, que por todas partes le acosan. Contra todos ellos recurre
al Señor, suplicándote la muerte de sus adversarios y para él la salud, puesto que en Dios tiene puesta
su confianza.
N o , n o es un enemigo quien m e afrent a ; I eso lo soportaría. I N o es u n o de los
q u e m e aborrecen | el q u e se insolenta
contra m í ; | m e ocultaría de él.
14
Eres tú, un otro y o , | mi amigo, m i
íntimo.
15
í b a m o s ambos juntos, en dulce compañía, I a la casa de Dios entre la multitud.
16
¡Sorpréndalos la muerte! Desciendan
vivos al sepulcro, | porque n o hay sino
maldad en sus moradas, en su corazón. *
17
Y o , al contrario, invocaré a Dios, | y
Yavé m e salvará.
18
A la tarde, a la m a ñ a n a , al mediodía, I le rogaré y gemiré, | y El oirá mi voz.
19
Y m e sacará sano y salvo I de la guerra q u e me hacen, | aunque son muchos
contra mí.
20
D i o s oye, y El les responderá; I El,
q u e permanece desde la eternidad (Sela.); j
p o r q u e ellos n o se enmiendan, n o temen
a Dios;
21
Tienden sus manos | contra los q u e
con ellos están en paz, | violan el pacto.
22
Es blanda su boca, m á s q u e la manteca, I pero llevan la guerra en el corazón. |
Son sus palabras suaves m á s q u e el aceite, I pero son afilados cuchillos.
23
Echa sobre Yavé el cuidado de ti, y
El te sostendrá, I pues n o permitirá jamás
q u e el justo vacile.
24
Tii, ¡oh Dios!, arrojarás a ésos | a lo
profundo del sepulcro. | H o m b r e s sanguinarios y dolosos, I n o llegarán a la mitad de sus días, I m a s yo confiaré en ti.
56 (V. 55)
F i r m e confianza e n D i o s e n m e d i o
d e los peligros
1
Al maestro del coro. Sobre « L a palom a muda de los lejanos terebintos». Mictam de David cuando los filisteos le acogieron en Gat. *
2
Ten misericordia de mí, ¡oh Dios!,
porque m e persiguen, I m e oprimen y m e
combaten constantemente.
3
Sin cesar m e persiguen mis enemigos; I
y son muchos, en verdad, los q u e m e
combaten.
4
¡Oh Altísimo! C u a n d o m e invade el
temor, | sólo en ti confio.
SALMOS 55-57
5
C o n el favor d e Dios celebraré su promesa, I en Dios m e confío y nada temo. |
¿Qué podrá hacer el h o m b r e contra mí?
6
Todos los días pretenden mi mal, I
t o d o s sus pensamientos son en d a ñ o mío.
7
Se conjuran, están al acecho, | espían
mis pasos | y esperan arrebatarme la vida.
8
Pésalos, ¡oh D i o s ! ; a la medida de su
iniquidad | abate a los pueblos en tu
cólera.
9
Tienes cuenta de mi vida errante, | pon
mis lágrimas en tu redoma. I ¿ N o están
escritas en tu libro?
10
C u a n d o yo te invoque, | volverán la
espalda mis enemigos, I y en esto sabré
que está Dios conmigo.
1!
C o n el favor de Dios celebraré su
promesa.
12
En Dios m e confío y n a d a temo. I
¿Qué podrá el h o m b r e contra mí?
13
Y o te debo, ¡oh Dios!, mis ofrendas
votivas, I te ofreceré sacrificios eucarísticos.
14
P o r q u e tú arrancas mi vida de la
muerte, I y t ú libras mis pies de falsos
pasos I para que pueda andar en la presencia de Dios, I en la luz de los vivos.
57 (V. 56)
O r a c i ó n confiada e n el peligro
1
Al maestro del canto. Sobre « N o
destruyas». Mictam de David cuando
huyó delante de Saúl en la caverna. *
2
Ten misericordia de m í , ¡oh D i o s ! ;
ten misericordia de mí, | porque a ti
he confiado mi alma, | y m e ampararé
a la sombra de tus alas I mientras pasa
la angustia.
3
Y o invocaré al Dios Altísimo, | al
Dios q u e siempre m e favorece.
4
Y El m a n d a r á desde los cielos quien
me socorra ¡ y confunda al enemigo que
m e acosa. (Sela.) | M a n d a r á Dios su
misericordia y su verdad.
5
Estoy en medio de leones; I yazgo
entre hombres encendidos en furor, | cuyos dientes son lanzas y saetas, | cuya
lengua es tajante espada.
6
Álzate, ¡oh Dios!, allá en lo alto de
los cielos; I haz esplender en toda la
tierra t u gloria.
7
Tendieron u n a red a mis pies | para
16
Descender vivos al seol no significa otra cosa que una muerte repentina, como la de Datan
y Abirón (Núm 16,1-40). Todos los males que aquí el salmista desea a estos malvados son los mismos con que los conmina la justicia divina en Lev 26 y Dt 28, por no citar a los profetas. El deseo,
pues, del salmista se reduce al cumplimiento de la justicia de Dios para defensa del orden moral
en el mundo.
E £ 1 Alude el título a 1 Sam 21,10-15. El salmo se halla dividido en estrofas por el verso in* ' " tercalar v.5, repetido en el v.I2 y, sin duda, omitido después del v.8 y alfindel salmo. Tampoco aquí se trata de otros enemigos que de los domésticos o connacionales, de los cuales confía
verse libre el salmista por el favor del Señor,
E7
t No es seguro a qué caverna alude el título, si a la de Odulam (1 Sam 22,1-5) o a la de
** ' Engadi (i Sam 24,1-23). Los w.6 y 12 dividen en dos estrofas este salmo, en que el salmista
invoca al Señor en medio de una grave prueba y, luego de haber triunfado, da gracias a Dios.
SALMOS 57-59
630
que sucumbiera. I Cavaron ante mf una 12 Y dirá cada uno: «¡Hay premio pafosa; | fueron ellos los que cayeron en ra el justo, I hay un Dios que hace jusella. (Sela.)
ticia al mundo!»
8
Pronto está mi coraron, está mi corazón dispuesto | a cantarte y entonar
59 (V. 5 8)
salmos.
9
¡Despierta, gloria mía; despierta, salOración contra los enemigos
terio y cítara, | y despertaré a la aurora!
10
1
Te alabaré entre los pueblos, ¡oh
Al maestro del coro. Sobre «No desSeñor! | Te cantaré salmos entre las na- truyas». Mictam de David cuando mandó
ciones. *
Saúl
vigilar la casa para matarle. *
11
Porque sobrepasa a los cielos tu mi- 2 Líbrame de mis enemigos, ¡Dios mío!, |
sericordia, | y a las nubes tu verdad.
defiéndeme de los que se alzan contra
12
Álzate, ¡oh Dios!, allá, en lo alto de mí.
3
los cielos; I haz esplender en toda la
Líbrame de los que obran la iniquitierra tu gloria.
dad, I sálvame de los hombres sanguinarios;
4
Porque ya ves que ponen asechanzas
58 (V. 57)
a
vida | y se conjuran contra mí
Increpación contra los jueces injustos losmi
poderosos.
5
1
Sin crimen ni pecado de parte mía,
Al maestro del coro. Sobre «No des¡oh Yavé!, | sin culpa mía corren y me
truyas». Mictam de David. *
2
Despierta, ven y mira:
¿Hacéis justicia en verdad, oh prín- acometen.
6
Porque tú, ¡oh Yavé Sebaot!, eres
cipes? ] ¿Juzgáis rectamente a los homDios de Israel. | Despierta para castigar
bres?
3
No. A sabiendas obráis la iniquidad, | a todas las gentes, ¡ no perdones a ninvuestras manos hacen que en la tierra guno I de los que obran pérfidamente.
(Sela.)
domine la injusticia.
7
4
Vuelven por la tarde ladrando como
Estos inicuos se han desviado desde el seno de su madre; I estos menti- perros I y dan vueltas en torno a la
ciudad.
*
rosos se han extraviado desde que na- 8
cieron.
Abren su boca y llevan la espada en
5 Tienen veneno semejante al veneno sus9 labios. I «¿Quién oye?», dicen.
Pero tú, ¡oh Yavé!, te ríes de ellos, |
de las serpientes; I son áspides sordos,
haces burla de todas las gentes.
que cierran sus oídos.
10
A ti recurro, fortaleza mía, | porque
* Para no oír la voz del encantador, |
tú,11Dios, eres mi refugio.
por hábil que éste sea.
7
Dios mío, misericordia mía. | Dios
Quiébrales, ¡oh Dios!, los dientes en
la boca. | Rompe, ¡oh Yavé!, las quija- mío, presérvame con tu favor | y hazme
mirar triunfante a mis enemigos.
das de estos leoncillos.
12
8
Mátalos, Dios, no hagan caer a
Desaparezcan como agua que se va; |
que no puedan lanzar más que dardos mi pueblo; | hazlos errar con tu fuerza
y abátelos, | ¡oh Yavé!, escudo nuestro.
despuntados.
13
9
Pecado es en su boca toda palabra
Sean como el caracol, que se deshace
en baba; | como aborto de mujer, que de sus labios; | queden presos en su soberbia, I en las maldiciones y mentiras
no ve el sol.
profieren.
'"Antes que vuestras calderas sientan que
14
Acábalos en tu furor, acábalos y deel fuego de las espinas, | espinas y fuego
jen de ser, | y sepan que hay un Dios
lléveselos el torbellino.
11
Gozará el justo al ver el castigo, | que domina en Jacob | hasta los confines
bañará sus pies en la sangre del im- de la tierra.
pío. *
15 Vuelven por la tarde ladrando como
•o Este será un modo de pregonar la gloria de Dios, preparando su reconocimiento entre los
gentiles y los tiempos mesiánicos (Tob 13,3).
EO
" ^
' Otra calamidad de Israel, contra la cual gritan lo» profetas y que el salmista pide a Dios
que la haga desaparecer de la tierra, afianzando con esto la £e de los justos.
11
Éstos dos versículos nos dan la clave de todas las séplicas en que los salmistas piden el castigo de los adversarios. Es la justicia de Dios la que desean ver brillar, esa justicia que tantas veces
parece obscurecerse y pone a muy dura prueba las almas.
C Q l La referencia del título mira a 1 Sam 19,11. El v.io divide el salmo en dos partes. En la
^ ^ primera se nos presenta el salmista inocente y atacado en toda» partes por sus enemigos,
aunque lleno de conñanza en el Señor; en la segunda pide que Dios los aniquile, para que todos
sepan que Yavé es quien reina en Jacob.
7
En las ciudades orientales, los perros, animales inmundos, vagan libres en tomo a las ciudades, haciendo la limpieza de las mismas.
631
SALMOS 59-62
perros | y dan vueltas en torno a la ciudad.
!«Van en busca de su comida, | pero
no17se saciarán, y gritarán.
Mas yo cantaré tu poder, I y de mañana alabaré tu misericordia, | porque
fuiste mi refugio | y mi amparo en el
día18 de la angustia.
A ti, fortaleza mía, te cantaré salmos, I porque eres, ¡oh Dios!, mi refugio, I Dios mío, misericordia mía.
60 (V. 59)
Petición de la victoria después de
u n a derrota
1 Al maestro del coro. Sobre «Los lirios del testimonio». Mictam de David.
Para ser aprendido.
2
Cuando venció a Aram Naharaím y
a Aram de Soba y se volvió Joab y
derrotó en el valle de la Sal a doce mil
edomitas. *
3
Tú, ¡oh Dios!, nos rechazaste y nos
derrotaste, | te airaste; restituyenos.
4
Hiciste temblar nuestra tierra y la
quebraste. | Sana sus quiebras, porque
vacila.
5
Hiciste ver a tu pueblo cosas duras, I nos diste a beber el vino del vértigo.
6 Pero has dado bandera a los que te
temen I para que se recojan ante el arco.
(Sela.)
7
Para que sean liberados tus dilectos, [ danos la victoria con tu diestra,
óyenos.
8
Dijo Dios por su santidad: «Yo triunfaré, I dividiré a Siquem y mediré el valle
de Sucot. *
9
Mío es Galad, mío es Manases, I y
Efraím es el yelmo de mi cabeza, Judá
mi cetro.
10 Moab es la bacía para lavarme, |
sobre Edom arrojaré mi calzado, | y sobre ti, Filistea, cantaré yo victoria».
11
¿Quién me conducirá a la ciudad
fortificada? | ¿Quién me llevará a Edom?
12
¿No serás tu, ¡oh Dios!, que nos
has rechazado, I tú que no sales ya con
nuestros ejércitos?
13 Danos auxilio contra nuestros ene-
migos, I porque vano es el auxilio del
hombre.
14
Con Dios haremos proezas, I y El
aplastará a nuestros enemigos.
61 (V. 60)
Oración después del triunfo
1
Al maestro del coro. Sobre las cuerdas.
Salmo de David. *
2
Oye, ¡oh Dios!, mi clamor, I atiende3 mi oración.
Desde el cabo de la tierra clamo a
ti I cuando se angustia mi corazón. | Me
pondrás en una roca inaccesible, | me
darás
descanso,
4
Pues tú eres mi refugio, | la torre
fuerte
frente al enemigo.
5
Habite yo para siempre en tu tabernáculo, I me acogeré al amparo de
tus alas. (Sela.)
6
Tú, ¡oh Dios!, has escuchado mis deseos I y me diste por heredad los que
temen
tu nombre.
7
Añadirás días a los días del rey, | y
sus años serán como los días de muchos
generaciones.
8
Siéntese siempre a la presencia de
Dios I y guárdenle la misericordia y la
clemencia;
9
Así podré cantar siempre tu nombre, I cumpliendo mis votos cada día.
62 (V. 6 0
Sólo en Dios hay q u e esperar
1
Al maestro del coro. A Idutún. Salmo de David. *
2
Sólo en Dios se aquieta mi alma; | El
solo
me socorre.
3
El solo es mi roca y mi salvación, |
mi refugio; no vacilaré nunca.
4
¿Hasta cuándo habéis de ensañaros
contra un hombre, | golpeando todos
contra pared inclinada, | como contra
muro ruinoso?
5 Sólo buscan derribarme. | Se deleitan
con la mentira, | bendicen con su boca,
y en su corazón maldicen. (Sela.)
* Sólo en Dios aquiétate, alma mía, |
porque
sólo de El viene lo que espero.
7
El solo es mi roca y mi salvación, |
mi refugio; no vacilaré nunca.
2
Este título alude a Sam 8 y 10. El salmista nos cuenta con gran dolor una grave derrota
60 experimentada
por su pueblo (3-5); pero luego levanta su ánimo con la confianza en el Señor, que ha prometido a su pueblo las conquistas de Canán y de los pueblos vecinos y que por sí
mismo conduciría a Israel a la victoria.
8 Los vv.8-12 se leen luego en el salmo 108,8-12.
1
El salmista, tal vez un levita de los cantores del templo, desde los confines del reino se
dirige a Yavé, pidiendo que le ampare y ie conceda morar para siempre en su tabernáculo;
luego le ruega por el rey, pidiendo para él largos días de vida. Esta oración nos trae a la memoria
lo dicho sobre los salmos 21 y 45.
61
£^y
"™
l
En medio de la lucha intestina que se desarrolla en Israel, el salmista pone en Dios su
confianza; en El están el poder y la misericordia; El dará a cada uno según sus obras.
SALMOS 62-65
632
8
De Dios me viene protección y glo64 (V. 63)
ria,9 | Dios es mi fuerte roca, mi asilo.
Los
consejos
del impío, frustrados
¡Oh pueblo!, confía siempre en El. I
por Dios
Derramad ante El vuestros corazones, |
que
Dios es nuestro asilo. (Sela.)
10
1 Al maestro del coro. Salmo de DaComo un soplo son los hijos de
*
los hombres, ] una mentira los grandes. | vid.
2
Oye, ¡oh Dios!, la voz de mis quePuestos en balanza, suben; | juntos pejas, I defiende mi vida del terrible enesan11 menos que un soplo.
No confíes en la violencia ni en la migo.
3
Protégeme de la conjuración de los
rapiña os gloriéis; | si abundan las riquezas, no apeguéis a ellas vuestro co- malvados, j de la conspiración de los
malignos.
razón.
4
12
Que afilan como espada su lengua I y
Una vez habló Dios, y estas dos colanzan
como flechas sus amargas palasas le oí yo: | Que sólo en Dios está el
bras.
poder.
5
13
Para asaetear desde sus guaridas al
Y en ti, ¡oh Señor!, está la misericordia, | pues das a cada uno según sus justo; I y de improviso le asaetean sin
temor.
obras.
6
Obstínanse en sus malvados designios, I se conciertan para tenderle ocul63 (V. 62)
tos lazos, I diciendo: «¿Quién los descuOración de David fugitivo en el
brirá?»
7
Apuran criminales proyectos, I oculdesierto
tan lo que proyectaron, | y todos tienen
1 Salmo de David. Cuando estaba en una mente y un corazón obscuro.
8
el 2desierto de Judá. *
Pero dispara Dios contra ellos su
Dios, tú eres mi Dios, a ti te busco saeta, | y de improviso son heridos.
9
solícito, I sedienta de ti está mi alma,
Su lengua se vuelve contra ellos, | y
mi carne te desea, | como tierra árida, cuantos los vean moverán su cabeza.
10
sedienta,
sin aguas.
Y temerán todos los hombres y pro3
¡Cómo te contemplaba en tu santua- clamarán la obra de Dios, | y pensarán
rio, I ponderando tu grandeza y tu glo- en lo que El hace.
11
ria!
Mientras que el justo se regocijará
4
Porque es tu misericordia mejor que en Yavé | y en El confiará, I y se gloriala vida, | y te alabarán mis labios.
rán
todos
los rectos de corazón.
5
Así te bendeciré toda mi vida | y
en6 tu nombre alzaré mis manos.
65 (V. 64)
Mi alma se saciará como de medula
y grosura, | y mi boca te cantará Acción de gracias p o r una abundante
con7 labios jubilosos.
cosecha
Aun en mi lecho me acuerdo de ti; |
1
en ti pienso en las vigilias,
Al maestro del coro. Salmo de Da8
Cántico. *
Pues tú eres mi asilo, | y salto de vid.
2
A ti, ¡oh Dios!, se te debe la alabangozo
a la sombra de tus alas.
9
Mi alma está apegada a ti, | y tu za de Sión I y a ti el cumplimiento de
los3 votos.
diestra me sostiene;
A ti, que escuchas las plegarias; I a
ÍO Pero los que tienden asechanzas a
mi vida I bajarán a lo profundo de la ti 4recurren todos los hombres.
A causa de las maldades. | Prevaletierra.
11
Serán dados a la espada, | serán cen sobre nosotros nuestros delitos; | tú
los5 perdonas.
pasto
de chacales,
12
¡Bienaventurado aquel a quien eliges
Y el rey se gloriará en Dios, I se
gloriarán los que juran en El, | mien- tú I para estar cerca de ti, | habitar en
tras que la boca de los mentirosos se tus atrios | y saciarse de la dicha de tu
casa, I de la santidad de tu templo!
cerrará.
CO 1 El título se refiere a 2 Sam 15,23 ss. El salmista, que toma la persona del rey y que mora
" * * lejos del templo, siente la nostalgia de los días pasados en él contemplando la grandeza y la
gloria de Dios. Aun en el lecho se acuerda de su Dios, a quien su alma está unida; pero los que a
su vida tienden asechanzas perecerán a la espada.
64
65
1
El salmista se ve acosado por sus enemigos; pero Dios viene en su auxilio y con sus saetas
acaba con los malvados, alegrando el corazón de los justos.
1
Hermoso himno, en que el salmista contempla a Yavé en su templo, desde el cual derrama
sus bendiciones sobre los campos, enriqueciéndolos de sus bienes.
633
SALMOS 65-68
6
Tú nos respondes juntamente con estupendos prodigios, I ¡oh Dios de nuestra salvación!, | esperanza de todas las
gentes de la tierra, I de los más alejados
confines.
7
Ceñido de poder, | das firmeza a los
montes,
8
Aplacas el furor de los mares, el
furor de sus olas, | el tumulto de los pueblos.
9
Y temen por tus prodigios aun los
más remotos habitantes; | tú alegras las
regiones
del oriente y del poniente.
10
Tú visitas la tierra y la abrevas I y
en mil maneras la enriqueces. | Con
grandes ríos y abundantes aguas | preparas
sus trigos. I Así la dispones:
11
Regando sus surcos, I humedeciendo sus terrones, | temperándola con la
lluvia
I y bendiciendo sus gérmenes.
12
Coronas la añada con toda suerte de
bienes,
I y tu carro destila la abundancia.
13
La derramas sobre los, pastizales del
desierto, | y los collados se ciñen de alegría.
14
Vístense los campos de rebaños de
ovejas, I y los valles se cubren de mieses, |
y todos cantan y saltan de júbilo.
H Nos metiste en la red, | pusiste tu
pie12 en nuestros lomos.
Hiciste cabalgar hombres sobre nuestras cabezas. | Pasamos por el fuego y
por el agua, I pero al fin nos pusiste en
refrigerio.
13
Entraré en tu casa con holocausto,14I te cumpliré mis votos,
Los que pronunciaron mis labios I y
profirió
mi boca en mi angustia.
15
Te ofreceré pingüe holocausto con
perfume de carneros, | te sacrificaré bueyes16 y machos. (Sela.)
Vosotros todos, cuantos teméis a
Dios, venid y escuchad, I y os contaré
cuanto
ha hecho por mí.
17
Le invocaré con mi boca, | le cantaré
himnos con mi lengua.
18
Si yo hubiera tenido iniquidad en
mi corazón, | no me hubiera escuchado
el 19Señor.
Pero me oyó Dios | y atendió a la
voz
de mi plegaria.
20
¡Bendito sea Dios, | que no desechó
mi oración ni me negó su misericordia!
67 (V. 66)
Conozcan a Dios todos los pueblos
1
Al maestro del coro. A las cuerdas.
Salmo.
Cántico. *
2
Apiádese Dios de nosotros y bendíganos, I haga resplandecer su faz sobre
nosotros. (Sela.)
3
Para que se reconozcan en la tierra
tus caminos I y los pueblos todos conozcan4 tu salvación.
Dente gloria, ¡oh Dios!, los pueblos, |
dente
gloria los pueblos todos.
5
Alégrense las naciones y salten de
gozo, I porque tú gobiernas a los pueblos con equidad | y riges a las naciones
de6 la tierra. (Sela.)
Dente gloria, ¡oh Dios!, los pueblos, |
dente
gloria los pueblos todos.
7
Dio la tierra sus frutos. I Bendícenos,
Dios,
Dios nuestro.
8
Bendíganos Dios | y témanle todos
los confines de la tierra.
66 (V. 65)
Acción de gracias por una liberación
1 Al maestro del coro. Cántico. Salmo. |
¡Cantad a Dios, oh tierra toda!*
2
Cantad la gloria de su nombre, | dadle 3la gloria de la alabanza.
Di a Dios: ¡Cuan admirables son tus
obras! | A la grandeza de tu poder tienen
que ceder tus enemigos.
4
Póstrese toda la tierra y entone salmos, I cante salmos a tu nombre. (Sela.)
5
Venid y ved las obras de Dios; I
cosas magnificas ha hecho en favor del
hombre.
6
El secó el mar; por el río pasaron
a 7pie enjuto. | Alegrémonos de ello.
El con su poder domina por la eternidad; I sus ojos observan a las gentes, I a los rebeldes, para que no se ensoberbezcan.
(Sela.)
8
68 (V. 67)
Bendecid, ¡oh pueblos!, a nuestro
Dios; I haced oir las voces de sus alaCanto triunfal
banzas.
9
1 Al maestro del coro. Salmo de DaEl ha conservado nuestra vida | y
Cántico. *
no10ha dejado que vacilaran nuestros pies. vid.
2
¡Alzase Dios! Desaparecen sus eneTú, ¡oh Dios!, nos has probado, |
nos has examinado como se examina la migos, I huyen a su vista todos los que
le odian.
plata.
66
67
68
1
La invitación que el salmista hace a todas las naciones para que alaben a Dios es una expresión del pensamiento mesiánico, del reino universal de Dios.
1
1
Véase la nota al salmo precedente.
La especial forma poética de este bellísimo salmo ha sido causa de su defectuosa conservación y de la dificultad que hoy tenemos para entenderle. Es un canto triunfal, que idealiza
634
SALMOS 68-69
3
20
Se desvanecen como se desvanece el
Bendito sea todos los dias Yavé. I El
humo; | como al fuego se funde la cera, | lleva nuestra carga, | el D i o s de nuestra
perecen los impíos ante la presencia de salvación. (Sela.)
2Í
Dios.
Dios es Dios nuestro p a r a salvar-
4
¡Alégranse, por el contrario, los justos, | gózanse y saltan de júbilo ante
Dios!
5
C a n t a d a Dios, ensalzad su n o m bre, | allanad el camino al que viene
cabalgando sobre las nubes; | Y a vé es
su n o m b r e ; saltad de júbilo ante El.
6
El padre de los huérfanos, el defensor de las viudas, | es Dios en su santo
tabernáculo;
7
Dios, que da casa a los desamparados, | que pone en prosperidad a los
cautivos; | sólo los rebeldes se quedarán
al seco.
8
C u a n d o ibas, ¡oh Dios!, a la cabeza
de tu pueblo, I cuando avanzabas por
el desierto. (Sela.)
9
Tembló la tierra y se deshicieron los
cielos ante t i ; I tembló el Sinaí ante
Dios, el Dios de Israel.
i" T ú llovías, ¡oh Dios!, una lluvia de
dones sobre tu heredad, | y cuando ésta
desfallecía, tú la recreabas.
11 Tus animales se posaron en ella; |
tú preparaste tus bienes a los menesterosos.
12
D a su voz de m a n d e el Señor; |
vienen en tropel los portadores de buenas nuevas:
«Huyen los reyes de los ejércitos, h u yen;
13 a u n la mujer casera | participa en
el botín».
i* Y mientras vosotros reposáis entre
los oviles, | ella, como alas de paloma,
está cubierta de plata, | y como plumas
de amarillo oro.
1 5 Al dispersar el Omnipotente los reyes en la tierra, | cayó en el Salmón la
nieve.
i* Montes de Dios son los montes de
Basan; | montes llenos de cumbre los
montes de Basan.
1 7 M a s ¿por qué miráis con malos
ojos vosotros, montes encumbrados, | al
monte que eligió Dios para morada suya, |
en el que por siempre habitará Yavé?
18
Los carros de Dios son millares y
millares de millares; | viene entre ellos
Yavé del Sinaí a su santuario.
19 Subiste a lo alto, llevando cautivos, | recibiendo hombres como presentes, | a u n de los que se resistían a habitar allí, ¡oh Yavé Dios!
nos, | y es Yavé quien tiene en su m a n o
las evasiones de la muerte.
22
Pues Dios rompe la cabeza a sus
enemigos | y el cuero cabelludo al que
persiste en su maldad.
23
Dijo el Señor: Te haré volver de Basan, | te sacaré del fondo de los mares.
24
Para que puedas enrojecer tus pies
en la sangre, | y la lengua de tus perros
en la sangre de tus enemigos.
25
Aparece tu cortejo, ¡oh Yavé!, I el
cortejo de mi Dios, de mi Rey, en el
santuario.
26
Preceden los cantores, detrás los m ú sicos, | en medio los coros de vírgenes
con címbalos.
27
Bendecid a D i o s en las asambleas, i a
Yavé, vosotros, príncipes de Israel.
28
Allí está Benjamín, el m á s joven, a
la cabeza; | allí los príncipes de J u d á
en m u c h e d u m b r e ; | allí los príncipes de
Zabulón, los de Neftalí.
29
M a n d a , Dios, tus ejércitos; | confirma, ¡oh Señor!, lo que en favor nuestro has hecho.
30
Por tu templo, en Jerusalén, | te
ofrecen dones los reyes.
3i Espanta a las fieras de! cañaveral, I
la m a n a d a de los toros, los novillos de
los pueblos; I prostérnense ofreciendo b a rras de plata; | dispersa a los pueblos
que se deleitan en la guerra.
32
Vienen príncipes de Egipto, | y Etiopía se apresura a presentar sus m a n o s a
Dios.
33
Reinos de la tierra, cantad a Dios, |
entonad salmos* a Yavé. (Sela.)
34
Al que cabalga sobre los cielos de
los cielos eternos, I al que hace oir su
voz, su voz potente.
35
Dad a Dios e' poder. | Resplandezca
su gloria sobre Israel, | y su majestad en
las nubes.
36
Terrible es Dios en su santuario, I
el Dios de Israel, I el que da a su pueblo fuerza y poderío. | ¡Bendito sea Dios!
69 (V. 68)
Oración del pueblo
vejado
1 Al maestro del coro. Sobre «Los lirios». D e David. *
2
Sálvame, ¡oh Dios!, p o r q u e amenazan
ya mi vida las aguas.
la venida de Israel, guiado por su Dios, hasta tomar posesión del monte de Sión, donde se edificó
su santuario; y termina con una invitación a todos los reinos para alabar a Dios. En la restitución
del texto, indudablemente deformado, hemos seguido las conjeturas que más probables nos parecen,
aunque no puedan darse por seguras.
69
1
El salmista se siente anegado en un torrente de males, y, considerando la unión de su
causa con la de todos los justos, para que éstos no sean confundidos, pide a Dios que por
635
3
SALMOS 69-70
H ú n d o m e en profundo cieno, donde
n o puedo hacer pie; | me sumerjo en
el abismo y me ahogo en la hondura.
4
Cansado estoy de clamar, ha enronquecido mi garganta | y desfallecen mis
ojos en espera de mi Dios.
5
Son más que los cabellos de mi cabeza los que sin causa me aborrecen; | se
h a n hecho más fuertes que mis huesos
los que quieren destruirme sin razón, | y
tengo que pagar lo que nunca tomé.
6
T ú , ¡oh Dios!, conoces mi estulticia; |
no se te ocultan mis pecados.
7
N o sean p o r mi causa confundidos [
los que en ti esperan, ¡oh Yavé Sebaot! I N o sean por mí confundidos los
que te buscan, ¡oh Dios de Israel!
8
Mira que p o r ti sufro afrentas 1 y
cubre mi rostro la vergüenza.
9
He venido a ser extraño para mis
hermanos, I extraño a los hijos de mi
madre.
1° Porque m e consume el celo de tu
casa; | los denuestos de los que te vituperan caen sobre mí.
11
Lloro y ayuno, | y de esto t o m a n
pretexto para insultarme.
12
P o r vestido me cubro de saco, I y
he venido a ser fábula para ellos.
13
Hablan contra mí los que se sientan
en las puertas; I soy la cantilena de los
bebedores de vino.
14
Y o p o r eso o r o a ti, ¡oh Yavé!; I
en tiempo oportuno, ¡oh Dios!, | por
la muchedumbre de tu misericordia, óyem e ; ! p o r la verdad de tu salud.
1 5 Sácame del lodo, no me sumerja; |
líbrame de los que m e aborrecen, de lo
profundo de las aguas;
16 N o me anegue el ímpetu de las aguas, |
n o m e trague la h o n d u r a , | no cierre el
pozo su boca sobre mí.
1 7 Óyeme, Yavé, que es benigna tu misericordia ; I mírame según la muchedumbre de tus piedades.
1 8 N o escondas de tu siervo tu rost r o ; I porque estoy en angustia, apresúrate a oirme.
19
Acércate a mi alma y redímela, | líb r a m e por causa de mis enemigos.
20
T ú conoces el oprobio, el vituperio,
la afrenta que se me hace; I todos mis
enemigos los tienes a tu vista.
2
i El oprobio me destroza el corazón y
desfallezco; | esperé que alguien se com-
padeciese de mí, y n o h u b o nadie; | alguien que me consolase, y no lo hallé;
22
Díéronme a comer hiél, | y en mi
sed me dieron a beber vinagre.
23
Sea para ellos su mesa lazo, | y red
para sus amigos.
24
Obscurézcanse sus ojos y no vean, i
y que sus lomos vacilen siempre.
2
5 D e r r a m a sobre ellos tu ira, I alcáncelos el furor de tu cólera.
2
<* Asoladas sean sus m o r a d a s I y n o
h a y a quien habite sus tiendas,
27
Porque persiguieron al que tú habías herido | y acrecentaron el dolor del
que tú llagaste.
28
Añade esta iniquidad a sus iniquidades I y no tenga parte en tu justicia.
29
Sean borrados del libro de los vivos I y no sean escritos con los justos.
3
° En verdad que estoy afligido y dolorido; ] sosténgame, ¡oh Dios!, tu ayuda.
3
i Y cantaré cantos al nombre de
Dios I y le ensalzaré con himnos de alabanza.
32
M á s gratos a D i o s que u n becer r o , I m i s que becerro que echa cuernos y pezuñas.
33
Lo verán los afligidos y se consolarán, I y se fortalecerá vuestro corazón,
los que buscáis a Dios.
34
Porque oye Yavé a los afligidos | y
no desdeña a sus prisioneros.
35
Alábenle los cielos y la tierra, [ los
mares y cuanto en ellos se mueve.
36
Pues salvará Dios a Sión | y reedificará las ciudades de J u d á ; | habitarán
allí y las poseerán.
37
Y serán la heredad de la descendencia de sus siervos ! y morarán en ellas
los que aman su nombre.
70 (V. 69)
Instante petición de socorro
1 Al maestro del coro. D e David. Para
memoria. *
2
Ven, ¡oh Dios!, a librarme!; | apresúrate, ¡oh Dios!, a socorrerme.
3
Sean confundidos y avergonzados |
los que buscan mi vida, I puestos en huida
y cubiertos de ignominia | los que se alegran de mi mal.
4
Sean consumidos p o r la afrenta | los
que me gritan: «¡Ah, ah!»
5
Alégrense y regocíjense en ti 1 cuan-
su misericordia le escuche y le sostenga. Luego se revuelve en imprecaciones contra los malvados,
terminando con unos versos que hablan de los pobres y cautivos. Al fin pide la restauración de
Sión.
Es uno de los salmos en que lat imprecaciones son más fuertes. Para explicárselas, vea el lector
lo dicho en la Introducción al Salterio, n.8, y tenga presente que, viviendo los salmistas en obscuridad acerca del modo de realizarse las sancione* divinas en la otra vida, creían que la justicia de Dios
había de tener cabal cumplimiento en ésta.
1
El salmista, a punto de sucumbir, clama a su Dios en demanda de auxilio, lo que será
motivo de alegría para los justos.
SALMOS 70-72
tttt r buscan, | y los que aman tu salvación exclamen: | «Glorificado sea Dios».
* Yo soy un pobre menesteroso. ¡Socórreme, oh Dios! | Tú eres mi ayuda y
mi libertador. | ¡Oh Yavé, no te detengas!
71 (V. 7 o)
Oración de un justo en su ancianidad
1
En ti, Yavé, he esperado; no sea nunca2 confundido. *
En tu justicia líbrame y sálvame, |
dame
oidos y socórreme.
3
Sé para mí roca de refugio, | una ciudadela fuerte donde me ampare, I porque
eres mi baluarte y mi fortaleza.
4
Sálvame, Dios mío, de las manos del
malvado, | de las manos del perverso y
del5 violento.
Porque tú, ¡oh Señor!, eres mi esperanza,
| mi confianza desde mi juventud.
6
Desde que comencé a existir fuiste mi
apoyo; | desde las entrañas de mi madre,
tú fuiste mi protector; en tí esperé siempre.
7
He sido para muchos un asombro, |
porque tú siempre fuiste mi seguro asilo.
8 Llénese mi boca de tus alabanzas, | de
tu 9gloria continuamente.
No me rechaces al tiempo de la vejez; [ cuando ya me faltan las fuerzas, no
me10 abandones.
Porque hablan contra mí mis enemigos, | y los que me espían se conjuran
contra
mí.
11
Diciendo; «Dios le ha dejado; I perseguidle y cogedle, | que no habrá quien
le 12
libre».
¡Oh Dios, no te alejes de mí! | Acude
presto,
Dios mío, en mi socorro.
13
Sean confundidos y exterminados mis
enemigos; | cúbranse de vergüenza y de
ignominia
los que buscan mi mal.
14
Yo siempre esperaré, | y a tus alabanzas añadiré nuevas alabanzas.
15 Proclamará mi boca tu justicia; todos los días, tus prodigios salvadores, |
aunque
no conozco su número.
16
Contaré en las maravillas de Yavé, |
recordaré
ahora sólo tu justicia.
17
Tú, ¡oh Dios!, me adoctrinaste desde
mi juventud, | y hasta ahora he pregonado
tus grandezas.
18 No me abandones, pues, ¡oh Dios!,
636
637
en la vejez y en la canicie; | que pueda yo
manifestar tu poderío a esta generación, |
y tus proezas a la venidera.
19
Y tu justicia, ¡oh Dios!, tan excelsa, |
porque tú haces grandes cosas. | ¿Quién,
¡oh Dios!, como tú?
20
Tú me has hecho probar muchas angustias y tribulaciones; | pero de nuevo
me darás vida I y de nuevo me sacarás de
los abismos de la tierra.
21
Acrecienta mi dignidad I y vuelve a
consolarme.
22
Y yo alabaré, ¡Dios mío!, al sonido
del arpa, tu fidelidad; | te salmodiaré a la
cítara, ¡oh Santo de Israel!
23
Te cantarán mis labios entonando
salmos, | y mi alma, por ti rescatada.
24
Mi lengua ensalzará tu justicia todo
el día | por haber confundido y avergonzado a los que buscaban mi mal.
3
72 (V. 71)
El rey Mesías
1
De Salomón.
Da, ¡oh Dios!, al rey tu juicio, | y tu
justicia al hijo del rey, *
2
Para que gobierne a tu pueblo con
justicia,
| y a tus oprimidos con juicio.
3
Germinarán los montes la paz para
el 4pueblo, I y los collados, la justicia.
Hará justicia a los oprimidos del pueblo, | defenderá a los hijos del menesteroso5 ¡ y quebrantará a los opresores.
Vivirá mientras perdure el sol, | mientras permanezca la luna, de generación
en6 generación..
Caerá como lluvia sobre prado segado,7 | como lluvia que penetra en la tierra.
Florecerá en sus días la justicia I y habrá mucha paz mientras dure la luna.
8 Dominará de mar a mar, I del río hasta 9los cabos de la tierra.
Ante él se inclinarán los habitantes
del desierto, | y sus enemigos morderán
el 10
polvo.
Los reyes de Tarsis y de las Islas le
ofrecerán sus dones, | y los reyes de Seba
y 11
de Saba le pagarán tributo.
Postraránse ante él todos los reyes 1
y le2 servirán todos los pueblos.
i Porque protegerá al desvalido que le
implora | y al oprimido que no tiene quien
le ayude.
• El anciano, que había vivido fiel a Dios y seguro bajo su amparo, ahora se siente más acosado de sus enemigos, que, sin duda, se alientan al verle viejo y desfallecido. Pero él confía
en Dios, que le dará nuevo motivo de alabanza.
71
1
El título del salmo es ambiguo, ya que puede interpretarse que Salomón es el autor o que
es la persona a quien el salmo se dedica. Parece esto último lo más probable. Según esta
hipótesis, el salmo, que es mesiánico, debe explicarse a tenor de la promesa mesiánica, que leemos
en 2 Sam 7,75 ss. El rey e hijo de rey es el heredero de la gloriosa promesa, que transmitirá a sus
herederos hasta llegar aquel para quien el trono eterno está reservado (Gen 49,10). La obra de su
gobierno está descrita con los más vivos colores con que los profetas nos pintan la obra del Rey
Mesías.
72
SALMOS 72-74
1 Tendrá misericordia del pobre y del
menesteroso | y defenderá la vida de los
pobres.
14
Rescatará su vida de la opresión y de
la violencia | y será preciosa su sangre a
los ojos de él.
15 Y será feliz, y le darán oro de Seba; |
y ellos elevarán de continuo preces por
él I y por siempre le bendecirán.
16
Habrá abundancia de trigo en el llano; I en la cima de los montes ondularán
las mieses como el Líbano | y florecerán
las ciudades como la hierba de la tierra.
17 Será su nombre bendito por siempre; |
durará mientras dure el sol. | Y le bendecirán todas las tribus de la tierra; | todas las naciones le aclamarán bienaventurado.
Doxología final del libro segundo
18 Sea bendito el nombre de Yavé, Dios
de Israel, I el único que hace maravillas. *
19 Y bendito sea por siempre su glorioso nombre ! y llénese de su gloria toda la
tierra. Amén, amén.
20
Aquí acaban las preces de David,
hijo de Jesé.
LIBRO
TERCERO
(73-89)
1° Por eso seduce a mi pueblo su palalabrería | y se sorben a boca llena esas
aguas.
" Y dicen: «¿Lo sabe acaso Dios, lo
conoce el Altísimo?»
12 Esos impíos son, | y, con todo, a
mansalva amontonan grandes riquezas.
13
En vano, pues, he conservado limpio
mi corazón I y he lavado mis manos en
la inocencia,
14 Y fui flagelado de continuo | y cada
mañana con una nueva pena.
15 Pero si yo dijere: «Hablaré como
ellos», I renegaría de la comunidad de
tus hijos.
16 Púseme a pensar para poder entender esto, I pues era ciertamente cosa ardua a mis ojos;
17
Hasta que penetré en el secreto de
Dios I y puse atención a las postrimerías
de éstos.
18 Ciertamente los pones tú en resbaladero I y los precipitas en la ruina.
19
¡Oh, cómo en un punto son asolados; I acaban y son consumidos espantosamente!
20
Son como sueño de que se despierta, I y tú, Señor, cuando despertares, despreciarás su apariencia.
21
Si se exacerbaba mi corazón I y me
atormentaban
mis pensamientos,
22
Es porque era un necio y no sabía
nada; | era ante ti como un bruto animal.
23
Pero no, yo estaré siempre a tu lado,24 I pues tú me has tomado de la diestra,
Me gobiernas con tu consejo | y al
fin me acogerás en gloria.
25
¿A quién tengo yo en los cielos? |
Fuera de ti, nada deseo sobre la tierra.
26
Desfallece mi carne y mi corazón; |
la Roca de mi corazón y mi porción es
Dios por siempre.
27
Porque los que se alejan de ti perecerán; I arruinas a cuantos te son infieles ;
28
Pero mi bien es estar apegado a
Dios, I tener en Yavé Dios mi esperanza I para poder anunciar tus grandezas |
en las puertas de Sión.
73 (V. 72)
Vanidad de la dicha del impío
1 Salmo de Asif.
¡Oh, cuan bueno es Dios para los buenos,
I para los limpios de corazón! *
2
Estaban ya deslizándose mis pies, |
casi
me había resbalado.
3
Porque miré con envidia a los impíos I viendo la prosperidad de los malos.
4
Pues no hay para ellos dolores; | su
vientre está sano y pingüe.
5 No tienen parte en las humanas aflicciones I y no son atribulados como los
otros
hombres.
6
Por eso la soberbia los ciñe como collar, ] y los cubre la violencia como vestido.
7
Sus O'os se les saltan de puro gordos |
74 (V. 73)
y deian traslucir los malos deseos de su
corazón.
L a desolación del t e m p l o destruido
8
Motejan y hablan malignamente, | al1
taneramente
amenazan.
Masquil de Asaf.
9
Ponen su boca en el cielo, | y su len¿Por qué, ¡oh Dios!, nos has rechazagua atruena la tierra.
do por siempre? | ¿Por qué arde tu filis Los w.18 s. forman la doxología final del libro segundo del Salterio.
"7 'i 1 El tema de este salmo es el problema que plantea la prosperidad de los impíos y el infor* " tunio de los justos, problema que en otros muchos salmos y escritos del Antiguo Testamento se desarrolla. La solución es que la prosperidad de los malvados es efímera (17-22), mientras
que el justo tiene su dicha en estar con Dios (23-28). En estos versículos se deja entrever la recompensa del justo en la vida futura al lado del Señor y se preludia la consoladora doctrina del libro
de la Sabiduría.
638
SALMOS 74-76
ror contra las ovejas de tu pastizal?*
2
Acuérdate de tu comunidad, aquella que desde el principio hiciste tuya, |
la que redimiste para hacerla tu tribu
propia, | del monte de Sión, en que pusiste tu morada.
3
Recorre con tus pies estas completas
ruinas; | el enemigo lo destruyó todo en
el santuario.
4
Rugían tus enemigos en el lugar de
tu asamblea | y pusieron allí p o r trofeos
sus enseñas.
5 Parecían c o m o gente que alza el hacha | en medio de tupido bosque,
6
Y hasta las puertas las destruyeron |
con el hacha y el martillo.
' P r e n d i e r o n fuego a tu santuario | y
profanaron, arrasándola, la m o r a d a de t u
nombre.
8
Se decían: «Hagamos cesar todas las
solemnidades de Dios en la tierra».
* Y a n o vemos señales prodigiosas a favor nuestro; I ya n o hay ningún profeta, |
ni nadie entre nosotros que sepa hasta
cuándo.
' " ¿ H a s t a cuándo, ¡oh Dios!, insultará
el adversario | y sin cesar blasfemará tu
nombre el enemigo?
11
¿Por qué retraes tu m a n o | y retienes
tu diestra en el seno?
12
Pues Dios es ya de antiguo mi rey, |
el que obra salvaciones en la tierra.
13
Con tu poder dividiste el m a r | y rompiste en las aguas las cabezas de las fieras.
4
i T ú aplastaste la cabeza del Leviatán | y le diste en pasto a los monstruos
marinos.
15
Tú hiciste brotar fuentes y torrentes, |
secaste ríos caudalosos.
i* Tuyo es el día, tuya la noche; | tú estableciste la luna y el sol.
" T ú marcaste los límites a la tierra, |
tú fijaste el verano y el invierno.
i 8 Acuérdate de esto: que el enemigo
blasfema de Yavé I y un pueblo insensato ultraja tu nombre.
19
N o entregues a las fieras el alma de
tu tortolilla ! y no tengas por tanto tiempo en olvido a tus desvalidos.
2° Mira tu alianza; | está la desdichada tierra toda llena de violencias.
21
Q u e n o se vea confuso el afligido, | y
el pobre y el menesteroso alaben tu nombre.
22
Álzate, ¡oh Dios!, y defiende tu cau-
sa; | acuérdate de los ultrajes que continuamente te hace el insensato.
23
N o olvides los gritos de tus enemigos, |
el tumulto siempre creciente de los que se
alzan contra ti.
75 (V. 74)
D i o s , j u e z d e los e n e m i g o s d e
su p u e b l o
1
Al maestro del coro. A las cuerdas.
Salmo de Asaf. Cántico. *
2
Dárnoste gracias, ¡oh Dios!, dárnoste
gracias, | invocamos tu n o m b r e y ensalzamos tus grandes maravillas.
3
«Cuando me tome yo el tiempo oportuno, | juzgaré justamente.
4
A u n q u e se disolviese la tierra con todos sus habitantes, | yo solidificaría sus
columnas». (Sela.)
5
Y o digo a los soberbios: « N o os ensoberbezcáis». | Y a los impíos: « N o irgáis
vuestra cabeza.
* N o levantéis en alto vuestras frentes, |
no habléis con erguida cerviz».
7
Ciertamente, ni de oriente, ni de occidente, | ni del desierto vendrá la salvación.
8
Pero es Dios quien juzga, | y a unos
humilla y ensalza a otros.
9
Pues tiene Dios en su m a n o el cáliz |
de espumoso vino, lleno de mixtura, | y
lo da a beber; | a p u r a r á n hasta las heces, | beberán todos los impíos de la tierra.
10
Mientras que yo siempre cantaré | y
entonaré salmos al Dios de Jacob.
11
Yo quebrantaré toda la fuerza de los
impíos, | y se acrecentará el poder de los
justos.
76 (V. 7S)
C a n t o t r i u n f a l d e s p u é s d e la v i c t o r i a
1
Al maestro del coro. A las cuerdas.
Salmo de Asaf. Cántico. *
2
Glorioso es Dios en Judá, | grande es
su nombre en Israel.
3
Tiene en Salem su tabernáculo, I su
morada en Sión.
4
Allí rompe los rayos del arco, I el escudo, la espada y todo aparato bélico.
(Sela.)
5
Eres resplandeciente y majestuoso, |
¡oh Dios!, I cuando apareces desde los
montes eternos.
6
Los fuertes guerreros fueron allí des-
1 El salmista nos pone ante la más triste situación del pueblo. El templo se halla devastado
por enemigos que blasfeman de Dios y de la religión de Israel. Recordando los tiempos
antiguos, en que Dios dio tantas pruebas de su poder, el salmista pide al Señor que se acuerde de
su pueblo y de su alianza y confunda a los que se levantan contra El.
74
1
75
Dios es el juez soberano, que a su tiempo hará justicia a todos; a los impíos les hará beber
el cáliz de su cólera y a los justos les dará la saiud.
76
i El salmo canta la gran derrota de Senaquerib, rey de Asiría, y de ella se levanta a cantar
el reinado universal de Dios, dando con esto al salmo un carácter mesiánico.
639
SALMOS 76-78
pojados, | durmieron su sueño, | y n o hicieron uso de su m a n o s los hombres fuertes.
' A tu amenaza, ¡oh Dios de Jacob!, |
quedáronse pasmados carros y caballos.
8
Eres terrible tú, ¡oh Dios! | ¿Quién
puede estar ante ti cuando te airas?
9
D a s desde los cielos tu sentencia, I y
la tierra se estremece y calla,
10
C u a n d o se levanta Dios para hacer
justicia, | para salvar a los oprimidos de
la tierra. (Sela.)
11
A u n el furor de E d o m sirve a tu gloria, | y los restos de H e m a t te alabarán.
12
Haced votos a Yavé, vuestro Dios,
y cumplidlos; | cuantos están en derredor
traigan dones al terrible.
13
Pues El corta el soberbio respiro de
los príncipes | y es terrible a los reyes de
la tierra.
¿Qué D i o s es grande como nuestro Dios?
13
T ú eres el Dios que obras prodigios; I
tú mostraste tu poder entre las gentes.
16
C o n tu brazo rescataste a tu pueblo, |
los hijos de Jacob y de José. (Sela.)
17
Viéronte las aguas, ¡oh Dios!; I viéronte las aguas y se turbaron, | y temblaron aun los mismos abismos.
18
A r r o j a r o n las nubes torrentes de
aguas, | y dieron los nublados su voz, y
volaron tus saetas.
19
Estalló tu trueno en el torbellino, |
alumbraron los relámpagos el orbe, | y,
sacudida, tembló la tierra.
20 p u e e ¡ m a r ( U camino, I y tu senda la
inmensidad de las aguas, I aunque n o dejabas huellas en él.
21
Condujiste como grey a t u pueblo |
p o r m a n o de Moisés y de A r ó n .
77 (V. 76)
78 (V. 77)
L o s antiguos p o r t e n t o s , c o n s u e l o del L a historia d e los p a d r e s , e n s e ñ a n z a
pueblo perseguido
p a r a los h i j o s
1 Al maestro del coro. Para Idutún. Salm o de Asaf. *
2
Y o alzo mi voz a Dios y clamo, | alzo
mi voz a Dios y El me escucha.
3
E n el día de mi tribulación busqué a
Yavé, | y se alzaban a El mis manos sin
descanso p o r la noche, | y rehusaba mi
alma t o d o consuelo.
4
Se acuerda m i alma de Dios y gime, |
medito y se angustia mi corazón. (Sela.)
5
N o me dejas pegar los ojos, | y me
siento turbado y sin palabras.
6
Pienso en los días antiguos, | recuerdo
los años lejanos.
7
Pienso por la noche en mi corazón, |
reflexiona e inquiere mi alma:
8
«¿Acaso el Señor nos rechazará por
los siglos | y n o n o s será ya nunca favorable?
9
¿Cesó ya para siempre su piedad, | se
acabó lo que prometió para generaciones
de generaciones?
10
¿Se ha olvidado ya Dios de hacer clemencia | y cerró airado su misericordia?»
(Sela.)
11
M e digo: «Mi dolor es éste: | que se
ha m u d a d o la diestra del Altísimo».
12
M e acuerdo de las obras de Dios, | recuerdo tus antiguas maravillas,
13
Considero tus grandes hechos y reflexiono sobre tus hazañas.
14
¡Oh Dios!, santos son tus caminos. |
*7
y
1
*
1
Masquil. D e Asaf.
Atiende, pueblo mío, a mi doctrina; |
dad vuestros oídos a las palabras de mi
boca. *
2
Abriré mi boca a las sentencias | y
evocaré las enseñanzas de los tiempos antiguos.
3
L o que hemos oído y sabemos, I lo
que n o s contaron nuestros padres.*
4
N o lo encubriremos a sus hijos, | contaremos a las generaciones posteriores | las
glorias de D i o s ; y su gran poderío, | y los
prodigios que ha obrado.
s C o m o dio u n a n o r m a Jacob | y estableció una ley en Israel; I como m a n d ó
a nuestros padres | enseñar estas cosas
a sus hijos;
* Para que las conociese la generación
venidera, j y los hijos que habían de nacer | se las contasen a sus propios hijos;
7
Para que éstos pusieran en Dios su
confianza | y n o olvidasen las obras de
D i o s | y guardasen sus mandatos.
8
Y n o se hiciesen c o m o sus padres, |
gente contumaz y rebelde, | generación de
corazón indócil | y de espíritu infiel a su
Dios.
9
Los hijos de Efraím, muy diestros arqueros, | volvieron la espalda el día del
combate;
10
N o m a n t u v i e r o n su a l i a n z a c o n
D i o s ] y rehusaron seguir su ley;
* En un momento de gran tribulación, el salmista medita en las maravillas realizadas de
antiguo por Dios y en la grandeza de su poder, que se muestra en la naturaleza.
J uQ l A la luz de aquellos principios que la profecía nos enseña acerca de la providencia divina
*
sobre Israel, el salmista recorre la historia del pueblo elegido, dirigida toda ella hacia la realización
de sus altos destinos mesiánicos.
3
En la Ley muchas veces se encarga a los padres que recuerden a sus hijos las antiguas maravillas de Dios a favor de Israel, para excitar en ellos sentimientos de gratitud y fidelidad (Ex 12,26;
t 3 ,8; Dt 4,9)-
SALMO 78
640
34
u Dieron al olvido sus obras | y las maCuando los hería de muerte, le busravillas que a sus ojos había o b r a d o .
caban, | se convertían y se volvían a Dios;
12
Ante sus padres había obrado maravillas, | en la tierra de Egipto, en la región3 de Tanis. *
1 Dividió el mar para darles paso, | y
paró las aguas como si les pusiera un
dique.
14
Los guiaba de día en la nube | y durante toda la noche con resplandor de
fuego.
15 Hendió las rocas en el desierto | y les
proveyó
de raudales inexhauribles,
16
Hizo salir arroyos de la piedra, | hizo
correr
las aguas como río.
17
Y con todo, volvieron a pecar contra El y a rebelarse contra el Altísimo en
el desierto.
18 Tentaron a Dios en su corazón, | y
pidieron comida a su gusto.
19 Hablaron contra Dios, diciendo: |
«¿Podrá acaso Dios poner mesa en el desierto?
20
Hirió la peña y brotaron las aguas, |
y corrieron como un torrente; | ¿pero podrá también darnos pan | y preparar en el
desierto
carne a su pueblo?»
21
Oyólo Yavé y se indignó, | y se encendió su furor contra Jacob, | y subió su
ira22contra Israel.
Porque no creían en Dios | y no tenían confianza en su protección.
23 D i o orden a sus nubes, | abrió las
puertas del cielo,
24
Y llovió sobre ellos el maná, para que
comieran, | dándoles un trigo de los cielos.
2
5 Comió el h o m b r e p a n de ángeles, | y
les dio comida hasta la saciedad. *
26
Hizo soplar en el cielo el viento solano, | y con su poder hizo soplar el
austro.
27
Y caer como polvo sobre ellos la carne, | como arenas del mar aves aladas.
2
8 Hízolas caer dentro del campament o mismo | y en derredor de las tiendas
de ellos;
29
Y comieron y se hartaron, | y así les
dio lo que ansiaban.
30 Pero apenas habían acabado de saciar su avidez, I todavía tenían en su boca
la comida,
31 Y montó Dios en cólera contra ellos, |
e hirió de muerte a los robustos, | y abatió
a la flor de Israel.
32 Con t o d o , volvieron a pecar | y n o
dieron crédito a sus maravillas;
33 Y consumió c o m o un soplo sus días, |
y sus afios en calamidades imprevistas.
35
Y se acordaban de que era Dios su
Roca, | y el Dios Altísimo, su redentor.
36 Pero le engañaban con su boca | y
con su lengua le mentían,
37 Y su corazón no era sincero para El |
y no eran fíeles a su alianza.
38 Pero es misericordioso, y perdonaba
la iniquidad, | y no los exterminó; antes
refrenó muchas veces su ira | y no dejó
que se desfogara toda su cólera.
39 Se acordó de que eran carne, un soplo que pasa y ya no vuelve. *
40
¡Cuántas veces se rebelaron en el desierto | y le contristaron en la soledad!
41
Siguieron tentando a Dios y enojaron al Santo de Israel.
42
No se acordaron de su gran poder, |
ni del día en que los libertó de la opresión;
43
Ni de cómo obró en Egipto sus prodigios, | y sus portentos en la región de
Tanis,
44
Mudando sus aguas en sangre | para
que no pudiesen beber en sus canales;
45
Mandando contra ellos tábanos que
los devorasen | y ranas que los infestasen;
46
Dando sus cosechas al pulgón | y sus
frutos
a la langosta;
47
Devastando con el granizo sus viñas, |
y sus higuerales con la piedra;
48
Dando al pedrisco sus ganados | y al
rayo sus rebaños.
49
Derramó sobre ellos su tremenda cólera, | la ira, el furor, la angustia, | como
un tropel de malignos espíritus.
50
Dio rienda suelta a su enojo, I no
substrajo su vida a la muerte, | dio sus
ganados en presa a la peste,
si Y mató a todos los primogénitos de
Egipto, | a los primogénitos de las tiendas
de Cam.
52
Pero sacó a su pueblo como un rebaño, | los condujo como grey por el desierto ;
53
Y los guió seguros y sin temor, | mientras se tragaba el mar a sus enemigos.
54
Los llevó hasta sus santas fronteras, |
a los montes que conquistó su diestra.
55
Arrojó ante ellos a las naciones, I dividió en partes su tierra en heredad | e hizo habitar en las tiendas de aquéllos a las
tribus de Israel.
56
Y todavía volvieron a tentar y provocaron a Dios Altísimo, | y no guardaron
sus mandatos.
57
Volviéndole las espaldas, prevarica-
12
Es éste un dato interesante sobre la región de Tanis, teatro de los prodigios de Moisés.
Con2 5esto se suple la deficiente información geográfica del Éxodo acerca de este punto.
Pan de los ángeles llaman los LXX y la Vulgata al maná porque baja del cielo, morada de ios
ángeles, que asisten ante Dios (Sal 29,1 ss.). El texto hebreo dice pan de nobles, de principes: «pan
blanco» diríamos hoy.
39
Acordándose de que eran de carne, y por esto mal inclinados, Dios se movia a tener de ellos
piedad.
641
ron como sus padres, | fallaron como engañoso
arco.
58
Le irritaron con sus altos | y le provocaron
con sus esculturas.
59
Sintió Dios toda su cólera al verlo, |
y rechazó con aspereza a Israel;
60
Y dejó el tabernáculo de Silo, I la
tienda que fue su morada entre los hombres.
*
61
Dio a la esclavitud su fuerza, | y a
manos del enemigo su gloria.
62
Condenó a su pueblo a la espada |
y se enfureció contra su heredad.
63 D e v o r ó el fuego a sus jóvenes | y n o
cantaron sus vírgenes el canto nupcial.
64
Sus sacerdotes perecieron a la espada,65 I y no los lloraron sus viudas.
Mas despertóse entonces el Señor,
como quien duerme, | como el valiente
oprimido por el vino;
66
E hirió a sus enemigos por la espalda,61 I cubriéndolos de eterna ignominia.
Y rechazó a la tienda de José | y no
eligió
a la tribu de Efraím,
68
Pero eligió a la tribu de Judá, I el
monte
de Sión, monte de su predilección.
69
Edificó su santuario con alturas de
cielo I y firme como la tierra, que cimentó 70por los siglos.
Y eligió a David, su siervo, | y le tomó71 de las majadas de ovejas;
De tras de las ovejas que cría le tomó, I para que apacentase a Jacob, su
pueblo;
I a Israel, su heredad.
72
Y él, con corazón recto, los apacentó I y los condujo con la prudencia de sus
manos.
79 (V. 78)
Oración pidiendo la restauración de
las ruinas y el castigo de los enemigos
1 Salmo de Asaf.
¡Oh Dios! Han invadido las gentes tu
heredad, | han profanado tu santo templo I y han reducido a Jerusaíén a un montón de escombros. *
2
Dieron los cuerpos de tus siervos por
pasto a las aves del cielo, | y la carne de
tus3 santos a las bestias de la tierra;
Derramaron como agua su sangre en
los alrededores de Jerusaíén, | sin que hubiese quien les diera sepultura.
SALMOS 78-80
4
Somos el escarnio de nuestros vecinos, I la irrisión y el ludibrio de los que
nos5 rodean.
¿Hasta cuándo, oh Yavé? ¿Habrás de
estar airado para siempre? | ¿Arderá siempre como fuego tu furor?
6
Derrama tu ira sobre las gentes que
no te conocen, | sobre los reinos que no
invocan
tu nombre.
7
Porque han devorado a Jacob, | han
asolado
sus moradas.
8
No recuerdes para nuestro mal las iniquidades antiguas; | sálgannos al encuentro tus misericordias, I que estamos muy
abatidos.
9 Socórrenos, ¡oh Dios, salvador nuestro!, por el honor de tu nombre; | socórrenos y perdona nuestros pecados por tu
nombre.
l" ¿Por qué han de poder decir las gentes: «¿Dónde está su Dios?» | Sea notoria
a las gentes y a los ojos nuestros | la venganza de la sangre derramada de tus siervos.
" Llegue a tu presencia el gemido de
los cautivos, I con el poder de tu brazo
salva
a los condenados a muerte.
i 2 Haz recaer sobre la cabeza de nuestros enemigos el séxtuplo | de la afrenta
con que quieren afrentarte, ¡oh Yavé!
13 Y nosotros, tu pueblo, grey de tu
pastizal, I te alabaremos eternamente I y
cantaremos tus alabanzas por generaciones y generaciones.
80 (V. 79)
Oración p o r el pueblo perseguido
1 Al maestro del coro. Sobre «Los lirios
del testimonio». Salmo de Asaf. *
2
¡Oh pastor de Israel!, escucha. I Tú
que conduces a José como un rebaño, |
que te sientas entre los querubines, muéstrate.
3
Ante Efraím, Benjamín y Manases. |
Despierta tu poder, | ven y sálvanos.
4
¡Oh Dios!, restaúranos, | haz esplender
tu rostro, y seremos | salvos.
5 ¡Oh Yavé, Dios Sebaot! | ¿Hasta cuándo seguirás desdeñando la oración de tu
pueblo?
«Les das a comer pan de lágrimas, |
les haces beber lágrimas en abundancia;
60
Silo, situada en la tribu de Efraím, fue durante la época de los jueces el asiento del tabernáculo. De Silo, después de algunos accidentes que se traslucen en el libro primero de Samuel, el
arca y el santuario nacional pasaron a Jerusaíén, donde reinaba la dinastía de David en virtud de la
elección divina (2 Sam. 7,13-16; Jer 7,12).
1
El salmo hace relación a un momento triste de la historia de Jerusaíén, cuyo templo está
profanado, la ciudad en ruinas y rodeada de cadáveres, y, para colmo de miseria, los pueblos
vecinos escarnecen al pueblo elegido y blasfeman de su Dios. El salmista pide misericordia para
su nación y justicia para loa que así ultrajen al pueblo y a Yavé. El salmo conviene bien a los días
de la toma de Jerusaíén por los caldeos.
8 0 l ^ n u n a *"s*e situación del pueblo, que recuerda la que Nehemías encontró en Jerusaíén
(1-2), el salmista acude a Dios pidiendo la restauración de Israel, que representa bajo la
imagen de rebaño de Dios y de viña plantada por El mismo.
79
Náowr-'Colunga
20.
SALMOS 80-83
642
7
N o s has hecho objeto de contienda
para nuestros vecinos, | y nuestros enemigos se burlan de nosotros.
8
Dios Sebaot, restaúranos, I haz esplender tu rostro y seremos salvos.
9
T ú trajiste de Egipto una vid, arrojaste a las gentes y las trasplantaste aquí.
10
Le pusiste en derredor u n a albarrada, | y extendió sus raíces y llenó la tierra.
11
Cubriéronse los montes de su sombra, | y sus sarmientos llegaron a ser como
los altos cedros.
12
Extendió sus ramas hasta el m a r , |
y hasta el río sus vastagos.
13
¿Por qué has derribado su albarrada |
y la vendimian cuantos pasan p o r el camino?
14
La devastan los jabalíes del m o n t e |
y pastan en ella las bestias del campo.
15
Dios Sebaot, vuélvete ya, | mira desde
los cielos y contempla, | y visita esta viña.
16 Y defiende esta viña que plantó tu
diestra, I el renuevo que t ú hiciste fuerte.
17
Los que la abrasan por el fuego y la
asolan, | perezcan p o r el enojo de tu faz;
18
Sea tu m a n o sobre el varón de t u
diestra, I sobre el h o m b r e a quien para
ti corroboraste.
19
Y n o nos apartemos más de t i ; | nos
darás la vida e invocaremos tu nombre.
20
Yavé, Dios Sebaot, restaúranos, | haz
esplender tu faz sobre nosotros, y seremos
salvos.
81 (V. 8o)
Exhortación a celebrar
la P a s c u a
dignamente
8
M e llamaste en la tribulación y te
saqué, I y te hablé oculto entre los truenos, [ te probé en las aguas de Meribá.
9
Oye, pueblo mío, que quiero amonestarte. I ¡Oh Israel, ojalá m e escucharas!
10
N o haya en ti dios ajeno, | n o adores
a ningún dios extranjero.
11
Y o soy Yavé, tu Dios, | que te quéas
de la tierra de E g i p t o ; | ensancha tu b o c a
y yo la llenaré».
12
Pero n o m e obedeció mi pueblo, | n o
cumplió Israel lo que le m a n d é .
13
Y los a b a n d o n é a su obstinado corazón, I que siguieran sus consejos.
14
¡Oh si mi pueblo m e oyera, | si m a r chara Israel por mis caminos,
15
Presto humillaría yo a sus enemigos |
y volvería a extender mi m a n o contra sus
adversarios!
16
Los que aborrecen a Israel le adularán, I y será perpetuo su temor.
17
Los mantendría de la flor del trigo, |
y de miel salida de la piedra los saciaría.
82 (V. 81)
I n c r e p a c i ó n c o n t r a los j u e c e s injustos
1
Salmo de Asaf.
Está Dios en el consejo divino, | en
medio de los dioses juzga. *
2
¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente, I haciendo con los impíos acepción de
personas? (Sela.)
3
Haced justicia al pobre, al huérfano; |
tratad justamente al desvalido y al menesteroso.
4
Librad al pobre y al necesitado, | sacadle de las garras del impío.
5
Pero n o saben ni entienden, a n d a n en
tinieblas, | vacilan los cimientos todos
de la tierra.
6
Y o dije: «Sois dioses, I todos vosotros sois hijos del Altísimo.
7
Pero moriréis como hombres, | caeréis
c o m o cualquiera de los príncipes».
8
¡Levántate, oh D i o s ! Juzga la tierra, |
pues tuyas h a n de ser todas las gentes.
1
Al maestro del coro. Sobre «La Ge"
tea». D e Asaf. *
2
Saltad de júbilo en h o n o r de Dios,
nuestra fuerza; [ aclamad al Dios de
Jacob.
3
E n t o n a d un canto, tocad los címbalos, | la dulce cítara y el arpa.
4
Haced resonar en el novilunio las
trompetas, | en el plenilunio, en nuestra
fiesta.
5
P o r q u e ésta es la ley de Israel, | pre83 (V. 82)
cepto del Dios de Jacob,
6
D a d a por El como rito a José I cuando D e p r e c a c i ó n c o n t r a l o s e n e m i g o s
salió contra la tierra de Egipto. I Oí una
aliados c o n t r a Israel
lengua que n o conocía:
1
7
Cántico. Salmo de Asaf. *
«Ya voy a quitarle la carga de sobre
2
N o reposes, ¡oh D i o s ! I N o enmudezel h o m b r o , | ya sus m a n o s cesarán de
cas, n o te aquietes.
cargar con los cestos.
Q-| i El salmo es un himno para cantar en la fiesta de Pascua. En él se recuerdan los trabajos
® ' de Egipto, la liberación y el viaje del desierto, terminando con deseos de que Israel marche
por los caminos de Dios.
Q O 1 El salmista comienza por representarnos a Dios sentado en su trono y rodeado de los
" ^ jueces de Israel, a quienes califica de dioses por la facultad que para juzgar tienen de Dios,
y reprende duramente su conducta, de verdaderos prevaricadores (cf. Sal 58; Is 3,13).
Q O ! El poeta ve a su pueblo estrechado y perseguido por todos los pueblos circunvecinos y
^ ^ * pide a Dios le libre y le vengue de ellos, haciéndoles reconocer el sumo poderlo de Yavé
sobre toda la tierra.
64S
SALMOS 83-85
3
Mira que bravean tus enemigos | y
yerguen la cabeza los que te aborrecen.
4
Tienden asechanzas a tu pueblo [ y
se conjuran contra tus protegidos.
5
Dicen: «Ea, borrémoslos del número
de las naciones, | n o haya más memoria
del n o m b r e de Israel».
6
T o d o s a una se h a n confabulado, | se
h a n ligado estrechamente contra ti.
7
Las tiendas de E d o m , los ismaelitas. I
M o a b , los agarenos,
8
Gebal y A m m ó n y Amalee, | los filisteos con los habitantes de Tiro.
9
También se ha unido a ellos Asur, |
d a n d o su apoyo a los hijos de Lot. (Sela.)
1° Hazles como hiciste a M a d i á n , | a
Sisara, a Jabín en el torrente de Cisón.
H Que perecieron en E n d o r | y vinieron
a ser estiércol de la tierra.
12
H a z a éstos y a sus jefes c o m o a Oreb
y Zeb, I como a Zebe y a Salmana, y a
todos sus príncipes. *
13
Que dijeron: | «Apoderémonos de las
tierras de Dios».
14
Hazlos, Dios mío, c o m o polvo q u e
arrastra el torbellino, | como pajuela al
viento:
15
C o m o abrasa el fuego la selva, | como
quema la llama los m o n t e s ;
6
i Persigúelos así con tu tormenta, |
atérralos con tu huracán.
17
Cubre su rostro de ignominia, | y
busquen tu nombre, ¡oh Yavé! *
18
Sean para siempre confundidos y ater r a d o s ; I sean llenos de vergüenza y perezcan,
1 9 Y reconozcan que tu n o m b r e es Yavé I y que sólo tú eres el Altísimo sobre
toda la tierra.
84 (V. 83)
A n h e l o d e la p r e s e n c i a d e D i o s e n
el t e m p l o
1 Al maestro del coro. Sobre «La G e tea». Salmo de los hijos de Coré. *
2
¡Cuan amables son tus m o r a d a s , oh
Yavé Sebaot!
3
Anhela mi alma y ardientemente desea
los atrios de Y a v é ; | mi corazón y mi
carne saltan de júbilo por el D i o s vivo.
4
Halla una casa el pájaro, | y la golondrina un nido donde poner sus polluel o s ; I yo he hallado tus altares, ¡oh Yavé
Sebaot, | rey mío y Dios m í o !
5
Bienaventurados los que m o r a n en tu
casa I y continuamente te alaban. (Sela.)
6
Bienaventurado el h o m b r e que tiene
en ti su fortaleza | y anhela frecuentar
tus subidas.
7
A u n pasando p o r el árido valle de
Baca, I se le hace t o d o fuentes, | c o m o
cubierto de las bendiciones de la lluvia
temprana.
8
Y siguen cada vez m á s animosos I
p a r a ver al Dios de los dioses en Sión.
9
Oye mi oración, ¡oh Yavé, D i o s Seb a o t ! ; I atiéndela, D i o s de Jacob. (Sela.)
10
Escudo nuestro, Dios, mira, I y p o n
los ojos en el rostro de tu ungido. *
11
Porque m á s que mil vale un día en
tus atrios, | y prefiero estar a la puerta
de la casa de mi Dios I a m o r a r en las
tiendas de la iniquidad.
12
Porque sol y escudo es Yavé, Dios, I
y d a Yavé la gracia y la gloria, | y n o
niega sus bienes a los que caminan en la
inocencia.
'•' ¡Oh Yavé Sebaot! I ¡Bienaventurado
el h o m b r e que en ti confía!
85 (V. 84)
O r a c i ó n p i d i e n d o la s a l u d d e l p u e b l o
1
Al maestro del coro. Salmo de los
hijos de Coré. *
2
H a s sido benévolo c o n t u tierra, ¡oh
Yavé! I Mejoraste la suerte de Jacob.
3
H a s p e r d o n a d o la iniquidad de tu
pueblo I y h a s ocultado t o d o s sus pecados.
4
H a s apartado tu furor | y has desistido del ardor de t u cólera.
5
Vuélvete a nosotros, Dios, nuestra
salvación, | y haz cesar tu ira contra
nosotros.
6
¿Vas a estar siempre irritado contra
nosotros | y vas a prolongar tu cólera de
generación en generación?
7
¿No vas a devolvernos la vida, ! p a r a
que tu pueblo pueda gozarse en ti?
12
17
Son éstos los jefes madianitas vencidos por Gedeón (Jue 6-7).
Estos castigos que el salmista pide para los enemigos de su pueblo no terminan con su ruina,
sino con su salud, puesto que, cotno fin del castigo, pide que reconozcan a Yavé y le busquen. Tal
petición se inspira en los vaticinios mesiánicos de la vocación de las gentes.
QA 1 Este salmo es un cántico de peregrinación. Los peregrinos, llenos de devoción hacia el
*" santuario, expresan sus ansias de llegar a contemplarle y ponderan la dicha de quienes viven
cerca de él, que es como vivir cerca de Yavé, que más fácilmente oye las plegarias de los que están
vecinos a Él.
1
° El defensor y el ungido es el rey, por quien el salmista pide a Dios.
0
Q R 1 Celebra el salmista la vuelta del cautiverio y la restauración nacional. Pero ésta iba muy
' lentamente; ni se ajustaba a las hermosas promesas contenidas en los oráculos de Isaías, Jeremías y Ezequiel. Por eso pide que llegue esa plena restauración, en la cual va ya implicada, lo mismo que en las aludidas profecías, la promesa mesiánica.
ü v
644
SALMOS 85-88
8
Haznos ver, |oh Yavé!, tus piedades |
y danos
tu ayuda salvadora.
9
Yo bien sé lo que dirá Dios. | Que
sus palabras sean palabras de paz | para
su pueblo y para sus santos | y para
cuantos se vuelven a El de corazón.
1° Si, su salvación esta cercana para los
que le temen, I y bien pronto habitará la
gloria
en nuestra tierra.
11
Se encontrarán la benevolencia y la
fidelidad, | se darán el abrazo la justicia
y la
paz.
12
Brota de la tierra la fidelidad | y mira
la justicia desde lo alto de los cielos.
13
Sí, Yavé nos otorgará sus bienes, |
y la4 tierra dará sus frutos.
i Va delante de su faz la justicia, | y
la paz sigue sus pasos.
86 (V. 85)
Petición del auxilio d e Dios
1 Oración. De David.
Inclina, Yavé, tus oídos y óyeme, I porque
estoy afligido y soy un menesteroso. *
2
Guarda mi alma, pues que soy tu
devoto; I salva, mi Dios, a tu siervo, que
en ti confía.
3
Ten misericordia de mí, loh Yavé!, |
pues
te invoco cada día.
4
Alegra el alma de tu siervo, | porque
a ti alzo mi alma,
5
Pues tú eres, Señor, indulgente y piadoso I y de gran misericordia para los
que
te invocan.
6
Escucha, ¡oh Yavé!, mi oración | y
atiende
a la voz de mis plegarias.
7
En el día de la angustia te llamo, |
porque sé que me oyes.
s No hay, Señor, en los dioses semejante a ti, ¡ y nada hay que iguale tus
obras.
9
Todas las gentes que tú hiciste, | vendrán, ¡oh Yavé!, a postrarse ante ti | y
honrarán
tu nombre; *
10
Pues que tú eres grande y obras maravillas, I tú eres el solo Dios.
11 Enséñame, ¡oh Yavé!, tus caminos,
para que ande yo en tu verdad, | y lleva
mi corazón únicamente a reverenciar tu
nombre.
i 2 Pueda yo darte gracias, Yavé, mi
Dios, con todo mi corazón, | y glorificar
tu nombre por la eternidad.
3
1 Por tu gran misericordia para conmigo, I por haber sacado mi alma del
profundo
averno.
14
¡Oh Dios! Gentes soberbias se alzaron contra mí, | una turba feroz busca mi
alma, | y no te ponen delante de sí.
15
Pero tú, ¡oh Yavé!, eres Dios misericordioso y clemente, | magnánimo y de
gran
piedad y fidelidad.
16
Mírame y ten piedad de mí, | fortalece a tu siervo | y salva al hijo de tu
esclava.
i ' H a z conmigo muestra de ti para
bien, I y viéndola confúndanse los que me
odian, | vean que tú eres Yavé, que me
socorres y me consuelas.
87 (V. 86)
L a gloria d e la Jerusalén mesiánica
1
Salmo de los hijos de Coré. Cántico.
Fundada
está sobre los santos montes. *
2
Ama Dios las puertas de Sión I más
que
todas
las
tiendas de Jacob.
3
Muy gloriosas cosas se han dicho de
ti, 4 I ciudad de Dios. (Sela.)
Contaré a Rahab y a Babilonia entre
los que me conocen; | la Filistea, Tiro
con
los etiopes, | éstos allí nacieron.
5
Y de Sión dirán: «Este y el otro allí
han nacido, | y es el Altísimo mismo el
que la fundó».
6
Inscribirá Yavé en el libro de los pueblos: I «Este nació allí». (Sela.)
7 Y cantarán saltando de júbilo: | «En
ti están mis fuentes todas».
88 (V. 87)
Oración d e u n afligido
1 Al maestro del coro. Cántico de los
hijos de Coré. Sobre «Mahalat». Para cantar.2 Masquil de Ernán, ezraíta. *
¡Oh Yavé, Dios mío!, I día y noche
clamo
a ti.
3
Llegue mi oración a tu presencia, I
inclina tu oído a mi clamor.
4
Harta de males está mi alma, | mi
vida
al borde del sepulcro.
5
Ya me cuentan entre los que bajan a
la fosa; I soy ya hombre sin fuerzas.
6 Abandonado entre los muertos, | o
como los traspasados que moran en el
sepulcro, I de quienes ya nadie se acuer-
üf
1 Esta petición tan apremiante del auxilio divino, hecha por el salmista contra las gentes
" ' ' soberbias que se levantan contra él, no parece que cuadre a un particular, sino a un príncipe,
cuya causa es la causa común del pueblo.
• ,.
9
En el v.o se augura la venida de las naciones todas a honrar a Dios en el templo, lo que implica
francamente la idea mesiánica.
Q «y ! Bellísimo salmo mesiánico. Jerusalén vendrá a ser la ciudad cosmopolita en que todas las
" ' naciones gozarán de los derechos de ciudadanía, como si en ella hubieran nacido (Is 4,3).
Con esto preludia la doctrina de San Pablo de que en Cristo no hay judío ni griego, bárbaro ni
escita, porque todos son uno en Cristo (Col 3,11 s.).
O Q ' E l profeta, profundamente afligido y contristado, pide a Dios humildemente le libre de
^ " tantas penas y le salve la vida.
645
SALMOS 88-89
da,7 I y que fueron arrancados a tus manos.
Hasme puesto en lo profundo de la
hoya,
I entre las tinieblas del abismo.
8
Pesa tu ira sobre mí | y has desencadenado
contra mí todos tus furores. (Sela.)
9
Has alejado de mi a mis conocidos, |
me has hecho para ellos abominable, |
estoy
encerrado y no tengo salida.
10
Mis ojos languidecen por la aflicción; I te invoco, ¡oh Yavé!, todo el dia, |
y tiendo
mis manos hacia ti.
11
¿Harás tú ya prodigio alguno para
los muertos? | ¿Se levantarán los muertos
para alabarte? (Sela.)*
12
¿Cantará nadie en el sepulcro tus
piedades,
| ni en el averno tu fidelidad?
13
¿Será conocido prodigio alguno tuyo
en las tinieblas, I ni tu justicia en la tierra
del14 olvido?
A ti clamo, pues, ¡oh Yavé!, | y mis
plegarias
van a ti desde la mañana.
15
¿Por qué, ¡oh Yavé!, me rechazas | y
me16escondes tu rostro?
Soy un mísero afligido desde mi mocedad, I siempre en espanto, lleno de
terrores.
17
Derrámanse sobre mí tus furores |
y me
oprimen tus espantos.
18
Continuamente me invaden como
aguas,
I y todas a una me sumergen.
19
Has alejado de mí amigos y compañeros, I y son mis parientes las tinieblas.
89 (V. 88)
Quejas p o r el abatimiento del rey
a pesar de las promesas hechas a
David
1
2
Masquil de Etán, ezraíta. *
Cantaré siempre las misericordias de
Yavé I y daré a conocer por mi boca a
las3 generaciones todas tu fidelidad;
Porque dijiste: «La misericordia es
eterna; | tu fidelidad se apoya en los
mismos
cielos.
4
He hecho alianza con mi elegido, |
he5 jurado a David, mi siervo:
Haré durar por siempre tu prole | y
estableceré tu trono por las generaciones».
(Sela.)
6
Los cielos cantan tus maravillas, ¡oh
Yavé!, I y tu fidelidad en la asamblea de
los santos.
7
¿Quién sobre las nubes semejante al
Señor? | ¿Quién semejante a Yavé entre
los8 hijos de Dios?
Terrible es Dios en la congregación
de los santos, | grande y formidable más
que
cuantos le rodean. *
9
Yavé, Dios Sebaot, ¿quién hay que te
iguale? I Eres poderoso, ¡oh Yavé!, ceñido de tu fidelidad.
l°Tú dominas la soberbia del mar; |
cuando se embravecen sus olas, tú lus
contienes.
n Tú quebrantaste a Rahab, como a
un herido enemigo, | y con tu fuerte
brazo
dispersas a tus enemigos. *
12
Tuyos son los cielos, tuya la tierra, I
el orbe de la tierra y cuanto lo llena, tú
lo formaste;
13
Tú creaste el aquilón y el austro; I
el Tabor y el Hermón saltan al oir tu
nombre.
14
Tú tienes un brazo lleno de vigor, I
fuerte
es tu mano, amenazadora tu diestra.
15
La justicia y el juicio son e! asiento de
tu trono, I y la misericordia y la fidelidad,
tus heraldos.
i* Bienaventurado el pueblo que sabe
cantarte; | andará, ¡oh Yavé!, a la luz de
tu 17faz.
Gozarán siempre de la alegría de tu
nombre | y se alegrarán en tu justicia.
18 Tú eres nuestra gloria y nuestra fuerza, I y por tu benevolencia se acrecienta
nuestro
poderío.
19
Pues de Yavé es nuestro escudo | y
nuestro
rey del Santo de Israel.
20
Tú en tiempos hablaste en visión a
tus predilectos, y dijiste: | «He dado mi
ayuda a un valiente, | he alzado en la
nación
a un valeroso.
21
He hallado a David, mi siervo; | lo
he ungido con mi óleo consagrado.
22
Mi mano le sostendrá con firme apoyo23I y mi brazo le hará fuerte.
No le vencerá enemigo, | no le abatirá
inicuo.
24
Destruiré ante él a sus enemigos |
y 25quebrantaré a los que le aborrecen.
Serán con él mi verdad y mi misericordia I y en mi nombre se alzará su
poder.
26
Pondré su mano sobre el mar, | y su
diestra en los ríos.
27
El me invocará, diciendo: «Tú eres
11
Estos versículos nos dan a conocer la idea triste que los hebreos se formaban de la región
de los muertos. Era esto un motivo más para pedir a Dios que les diese largos días en la tierra de
los vivos.
Q Q ' Salmo de inspiración enteramente mesiánica, basada en la alianza de Dios con Israel, en la
^ -^ promesa divina hecha a David. Lo uno y lo otro eran motivos para esperar de Dios una mejor suerte para Israel que la que entonces tenía y para pedir al Señor que se acordase de sus palabras
y las cumpliese cuanto antes.
8
Los «santos» son los «hijos de Dios», los ángeles, que forman la corte de Dios y a veces se nos
presentan como formando su consejo (r Re 22,19-23).
11
Rahab es aquí el océano primitivo, caótico, que los antiguos concebían como muy agitado
y embravecido.
646
647
[oh Yavé!, | las que por tu verdad juraste
a 51
David?
Acuérdate, ¡oh Yavé!, del oprobio de
tus siervos | y de cómo llevo yo en mi
seno
las afrentas de muchos pueblos.
52
Las que arrojan tus enemigos, ¡oh
Yavé!, | sobre los pasos de tu ungido.
14
SALMOS 8 9 - 9 0
mi padre, I mi Dios, la roca de mi salvación».
*
28
Y yo le haré mi primogénito, | el
más
excelso de los reyes de la tierra.
29
Yo guardaré eternamente con él mi
misericordia, | y mi alianza con él no
será
rota.
30
Haré subsistir por siempre su descendencia | y su trono mientras subsistan los
cielos.
31
Si traspasan sus hijos mi ley | y no
siguen
mis mandatos,
32
Si violan mis preceptos | y no hacen
caso de mis mandamientos,
33
Yo castigaré con vara sus rebeliones |
y con
azotes sus pecados.
34
Pero no apartaré de él mi piedad |
ni 35faltaré a mi fidelidad;
No quebrantaré mi alianza | y no
retractaré
cuanto ha salido de mis labios.
36
Una cosa he jurado por mi santidad, |
y no
romperé la fe a David:
37
Su descendencia durará eternamente |
y su
trono
durará ante mí cuanto el sol.
38
Y | como la luna I permanecerá eternamente | y será testigo fiel en el cielo».
(Sela.)
39
Pero, con todo, has rechazado, has
alejado a tu ungido, | te has indignado
contra
él.
40
Has roto la alianza con tu siervo, |
has profanado y echado a tierra su diadema.
41
Has arruinado todas sus murallas, |
has42 reducido a escombros sus fortalezas.
Cuantos pasan por el camino le saquean,
| es el oprobio de sus vecinos.
43
Has robustecido la diestra de sus
enemigos, | has alegrado a todos sus adversarios.
44
Has embotado el filo de su espada |
y no le has socorrido en el combate.
43
Le has despojado de su majestad I y
has46 echado por tierra su trono.
Has acortado los días de su juventud47 | y le has cubierto de oprobio. (Sela.)
¿Hasta cuándo, ¡oh Yavé!, estarás
siempre escondido? I ¿Arderá tu ira como
fuego?
48
Acuérdate de cuan breve es la vida [
y de cuan para poco hiciste a todos los
mortales.
49
¿Quién es el hombre que viva y no
haya de ver la muerte? | ¿Quién puede
substraerse al poder del sepulcro? (Sela.)
5" ¿Dónde están tus antiguas piedades,
Doxologia ñnal del libro
Bendito sea Yavé por la eternidad.
Amén, amén.
53
L I B R O
CUARTO
(90-106)
90 (V. 89)
Deprecación de misericordia
1
Oración de Moisés, varón de Dios.
Yavé, tú has sido refugio para nosotros
I de generación en generación. *
2
Antes que los montes fuesen | y fuesen paridos la tierra y el orbe, | eres tú
desde la eternidad hasta la eternidad,
3
Reduces al polvo al hombre, | diciéndole: «Volved, hijos de la tierra».
4
Mil años son a tus ojos I como el día
de ayer, que ya pasó; | como una vigilia
de la noche.
5 Los arrebatas; son como sueño mañanero, I como hierba verde.
* Que a la mañana florece y verdeguea, |
a la tarde se marchita y se seca.
7
Consúmenos tu ira I y nos conturba
tu 8indignación.
Has puesto nuestros pecados frente a
ti, I nuestros pecados secretos a la luz de
tu 9faz.
Y todos nuestros días transcurren bajo
tu ira, I y acaban nuestros años como un
suspiro.
10 Los días de nuestros años son setenta años, I y ochenta en los más robustos; |
pero también la robustez es apariencia,
un nada, | porque pasa en un instante, y
volamos.
11
¿Quién pesa a lo justo la severidad
de tu ira I y tu indignación en lo que
debes ser temido?
12
Enséñanos, pues, a contar nuestros
días, I para que adquiramos un corazón
sabio.
13
Vuélvete, ¡oh Yavé!, ya por fin | y
ten compasión de tus siervos.
27
En virtud de la especial predilección de Dios por Israel, éste es llamado hijo y aun primogénito de Dios entre todos los pueblos de la tierra. David, por las mismas razones, recibe los mismos
títulos, e igual sus herederos. Estos títulos alcanzarán plenísima realización en el Mesías, Hijo d e
Dios.
Q A l Comienza el salmo con una meditación sobre la eternidad de Dios y la caducidad del
•J^
hombre. La causa de esta última son los pecados, los cuales atraen sobre nosotros los castigos de Dios. Termina el salmista pidiendo la benevolencia divina para el pueblo, q u e desde hace
muchos años se halla en la miseria.
SALMOS 90-98
Sacíanos pronto de tu gracia | para
que jubilemos y nos alegremos todos los
días
de nuestra vida.
13
Alégranos por tantos días como nos
humillaste, | por tantos años como probamos la aflicción.
!6 Véase tu obra sobre tus siervos, | y
tu 17grandeza sobre sus hijos.
Sea sobre nosotros la suavidad de
Yavé, nuestro Dios, | y dirige la obra de
nuestras manos.
92 (V. 91)
Alabanza de la providencia divina
1
Salmo. Cántico. Para el día del sábado.
*
2
Justo es alabar a Yavé | y cundir tu
nombre,
¡oh Altísimo!;
3
Alabar de mañana tu piedad y de
noche
tu
fidelidad.
4
Al salterio decacordio y a la lira, |
con las melodías de la cítara.
5
Pues me has alegrado, ¡oh Yavé!, con
tus obras I y me gozo en las obras de tus
manos.
6
¡Qué magníficas son tus obras, oh
Yavé! I ¡Cuan profundos son tus pensamientos!
7
No conoce esto el hombre necio, | no
entiende
esto el insipiente.
8
Que germinan los impíos como la
hierba, I y florecen tantos malhechores, |
para
ser destruidos por la eternidad.
9
Pero tú eres excelso por la eternidad,
¡oh Yavé!
10
Pues tus enemigos, ¡oh Yavé!, | tus
enemigos perecerán | y serán disipados
todos
los que obran el mal.
11
Acrecentaste mi fuerza como la del
unicornio; | de verde aceite me inundaste.
12
Y miro desde arriba a mis enemigos I y oyó mi oído cosas gratas contra los
malvados
que se alzan contra mí.
13
Florecerá el justo como la palma, |
crecerá como el cedro del Líbano.
14
Plantado en la casa de Yavé, | florecerá
en los atrios de nuestro Dios.
13
Fructificarán, aun en la senectud, |
sanos y vigorosos.
16 Para anunciar cuan recto es Yavé, |
que es mi roca y que no hay en El iniquidad.
91 (V. 90)
Canto a la providencia de Dios sobre
el justo
1
El que habita bajo la protección del
Altísimo I y mora a la sombra del Todopoderoso, *
2
Diga a Dios: «Tú eres mi refugio y mi
roca,
I mi Dios, en quien confío».
3
Y El te librará de la red del cazador, |
de4 la peste exterminadora;
Te cubrirá con sus plumas, 1 hallarás
seguro bajo sus alas, | y su fidelidad te
será
escudo y adarga.
5
No tendrás que temer los espantos
nocturnos,
I ni las saetas que vuelan de día,
6
Ni la pestilencia que vaga en las tinieblas, I ni la mortandad que devasta en
pleno
día.
7
Caerán a tu lado mil | y a tu derecha
diez mil; | a ti no llegará.
8
Con tus mismos ojos mirarás | y
verás
el castigo de los impíos.
9
Teniendo a Yavé por refugio tuyo, I
al 10Altísimo por fortaleza tuya,
No te llegará la plaga | ni se acercará
el mal a tu tienda,
11
Pues te cometerá a sus ángeles | para
que
te guarden en todos tus caminos.
12
Y ellos te llevarán en sus manos I
para
que no tropieces en las piedras.
13
93 (V. 92)
Pisarás sobre áspides y víboras | y
hollarás
al
león
y
al
dragón.
14
«Porque me amó, yo le salvaré; I yo G r a n d e z a de dominio de Dios en la
creación
le defenderé, porque confesó mi nombre.
15
Me invocará él y yo le oiré, | estaré
1
Reina,
Yavé;
se vistió de majestad, |
con él en la tribulación, | le sacaré y le
vistióse de poder Yavé y se ciñó, | cimentó
honraré.
16
Le saciaré de días | y le daré a ver mi el 2mundo; no se conmoverá. *
Firme tu trono desde el principio, |
salvación».
desde la eternidad eres tú.
3
Alzan los ríos, ¡oh Yavé!, | alzan los
ríos su voz, I alzan los ríos su estrépito.
4
Más que los bramidos de las aguas
Q •§ l Hermoso canto a la benigna providencia de Dios sobre los justos, a quienes salva de todos
- 7 • los peligros, por muchos que sean los que los rodeen, y a quienes pone bajo la protección
de sus ángeles.
92
1
Como el precedente, celebra este salmo la providencia de Dios, que castiga a los impíos
haciendo efímera su prosperidad, pero que la da larga y duradera a los justos.
1
Breve, pero magnífico canto a la grandeza de Dios, q u e inmensamente supera a lo mas
grande de la creación.
648
SALMOS 93-96
2i
tumultuosas, I más que los furores del
¿Los que se echan sobre la vida del
mar, I eres tú magnifico en las alturas, justo | y condenan la sangre inocente?
22
|oh5 Yavé!
Pero Yavé es refugio para mí, | y mi
Tus testimonios son firmísimos, | con- Dios es la roca de mi salvación.
23
viene a tu casa la santidad, ¡oh Yavé!, |
El arrojará sobre ellos su misma perpor los siglos de los siglos.
versidad, | y con su misma malicia los
aniquilará, I los aniquilará Yavé, nuestro
Dios.
94 (V. 93)
95 (V. 94)
Invocación a Dios, que castiga a los
Exhortación a la alabanza y
impíos y protege a los justos
1
obediencia de Dios
¡Dios de las venganzas, Yavé, | Dios
1
de las venganzas, muéstrate!*
¡Venid,
cantemos jubilosamente a Ya2
Álzate, juez de la tierra, I da a los vé; | cantemos gozosos a la roca de
soberbios
su
merecido.
nuestra
salvación!
*
3
2
¿Hasta cuándo los impíos, ¡oh Yavé!, |
Lleguémonos a El con alabanzas, |
hasta
cuándo los impíos triunfarán?
aclamémosle
con cánticos.
4
3
¿Hablarán proterva y jactanciosamenPorque Dios grande es Yavé, | Rey
te | los que obran la iniquidad?
grande sobre todos los dioses.
5
4
Aplastan, Yavé, a tu pueblo, | opriPorque tiene en sus manos las promen
a
tu
heredad.
fundidades
de la tierra I y suyas son tam6
Dan muerte a la viuda y al peregrino | bién las cumbres de los montes.
5
y a7 los huérfanos quitan la vida.
Suyo es el mar, pues El lo hizo; | suya
Y se dicen: «No ve Yavé, | no lo sabe la tierra, formada por sus manos.
6
el 8Dios de Jacob». *
Venid, postrémonos en tierra ante El; |
Entended, necios del pueblo, | y vos- doblemos nuestra rodilla ante Yavé, nuesotros, fatuos, ¿cuándo seréis cuerdos?
tro Hacedor.
9
El que hizo el oido, ¿no va a oir? | El 7 Porque El es nuestro Dios, y nosotros
que
formó el ojo, ¿no ha de ver?
el pueblo que El apacienta | y el rebaño
10
El que educa a los pueblos, ¿no va a que El guía. | ¡Oh si oyerais hoy su voz!
8
reprender? | ¿El que da al hombre la sa«No endurezcáis vuestro corazón cobiduría?
mo
en Meribá, I como el día de Masa, en
11
Conoce Yavé los pensamientos de los el desierto,
9
hombres,
I cuan vanos son.
Donde me tentaron vuestros padres, I
12
Bienaventurado el hombre a quien tú me probaron, a pesar de haber visto mis
educas, ¡oh Yavé!, | al que das sabiduría obras.
10
con
tu ley.
Cuarenta años anduve desabrido de
13
Para que esté tranquilo en los días aquella generación, I y tuve que decirme:
de aflicción, | en tanto que se cava para Estos son gente de torcido corazón, | que
el 14
impío la fosa.
desconoce mis caminos.
No abandona Yavé a su pueblo, | no 11 Por esto les juré en mi ira | que no
desampara su heredad.
entrarían en mi reposo».
15 Volverán a la justicia los juicios | y
la 16seguirán todos los rectos de corazón.
96 (V. 95)
¿Quién se levantará por mi contra
Alabanza del Señor, único Dios
los malvados? | ¿Quién estará conmigo
1 Cantad a Yavé un cántico nuevo, |
contra los obradores de la iniquidad?
17
a Yavé la tierra toda. *
Si Yavé no me hubiera ayudado, | ya cantad
2
Cantad a Yavé y bendecid su nomhabitaría
mi alma en el sepulcro.
18
| anunciad de día en día su salvación.
Apenas decía yo: «Vacilan mis pies», I bre,
3
Celebrad su gloria entre las gentes, |
tu 19gracia, ¡oh Yavé!, me sostenía.
Y en las grandes angustias de mi co- en4 todos los pueblos sus maravillas,
Porque grande es Yavé y digno de
razón
| alegraban mi alma tus consuelos.
20
¿Puede acaso ser aliado tuyo el trono toda alabanza, | terrible sobre todos los
de la iniquidad? | ¿Puede la tiranía sofocar dioses.
5
Porque todos los dioses de los pueblos
el derecho.
1
En vano pretenden los impíos tranquilizarse y persuadirse de que Dios no ve sus malas
obras. Las ve y las castigará, mientras que al justo nunca le abandonará.
7
Tal era el ateísmo práctico de los impíos de Israel. Para ellos Dios estaba tan alto, que no se
ocupaba de las miserias humanas.
Invita el poeta a todos los fieles de Yavé a postrarse ante El y prestarle obediencia cumpliendo sus leyes, y a no rebelarse contra El, como los israelitas en el desierto.
1
La invitación a los pueblos todos a venir a adorar al Señor implica la universalidad del
% reino de Dios, reconocido por todas las naciones, y, por tanto, el reino mesiánico.
94
95
649
SALMOS 96-99
son vanos ídolos; | pero Yavé hizo los
cielos.
6
Delante de El van la magnificencia
y la alabanza; I en su santuario están
la 7fortaleza y la gloria.
Dad a Yavé, ¡oh familias de los pueblos!,
| dad a Yavé la gloria y el poderío.
8
Dad a Yavé el honor debido a su nombre,
[ tomad ofrendas y venid a sus atrios.
9
Inclinaos ante Yavé en la pompa sagrada;
| tiemble ante El toda la tierra.
10
Decid entre las gentes: «¡Reina Yavé!» | Decid también: «El afirmó el orbe y
no se conmueve, | El gobierna con equidad
a 11
los pueblos».
Alégrense los cielos, regocíjese la tierra, | truene el mar y cuanto en él se
contiene.
12
Salte de júbilo el campo y todo cuanto
hay en él | y alégrense también los árboles
de la selva
13
Ante la presencia de Dios, que viene, |
que viene a regir la tierra. | Regirá el
mundo con justicia | y a los pueblos con
su fidelidad.
11
Ya alumbra la luz al justo | y la
alegría a los rectos de corazón.
12
Alegraos en Yavé, ¡oh justos!, | y
honrad su santo nombre.
98 (V. 97)
Canto de alabanza a Dios después
de la victoria
1
Salmo.
Cantad a Yavé un cántico nuevo, |
porque El ha hecho maravillas; | han
vencido su diestra y su santo brazo. *
2
Ha mostrado Yavé su salvación | y
ha3 revelado su justicia a ojos de las gentes.
Se ha acordado de su benignidad | y
de su fidelidad a la casa de Israel; | todos
los confines de la tierra vieron la victoria
de4 nuestro Dios.
Saltad de júbilo ante Yavé toda la
tierra; I a El las voces, los cantos y los
salmos.
5
Cantad a Yavé con la citara, | con la
cítara y con voces de canto.
6 Con las trompetas y los sones de la
bocina;
| saltad de júbilo ante el rey Yavé.
7
Brame el mar y cuanto él contiene, |
97 (V. 96)
ol 8mundo y todos sus habitantes.
Gloria de la venida de Dios
Bulan palmas los ríos, | regocíjense a
a juzgar
su 9vez los montes.
1
Delante de Yavé, que viene, | que viene
Dios reina, gócese la tierra, | alégrena juzgar la tierra. I Y juzgará al mundo con
se sus muchas islas. *
2
Hay en torno de El nube y calígine; | justicia, I y a los pueblos con equidad.
la justicia y el juicio son las bases de su
trono.
99 (V. 98)
3
Precédele fuego, | que abrasa en de- Gloria del Señor en su santo monte
rredor
a todos sus enemigos.
4
1
Sus rayos alumbran el mundo; | tiemDios reina, tiemblan los pueblos. |
bla la tierra al verle.
Se asienta entre los querubines, tiembla la
5
*
Derrítense como cera los montes ante tierra.
2
Grande es Dios en Sión, | excelso soYavé,
I ante el Señor de toda la tierra.
6
Anuncian los cielos su justicia | y to- bre3 todos los pueblos.
dos
los pueblos ven su gloria.
Alabado sea tu grande y terrible nom7
Queden confundidos todos los que ado- bre4 ; I es santo su nombre.
ran sus simulacros, | los que se glorian de
Y poderoso el rey que ama la justisus ídolos; I se postran ante El todos los cia. I Tú estableciste las normas de la recdioses.
titud, I tú hiciste en Jacob juicio y justicia.
8
5
Óyelo Sión y se alegra; | regocíjanse
Ensalzad a Yavé, nuestro Dios, | y
las ciudades de Judá I por tus juicios, postraos ante el escabel de sus pies, I porYavé.
que
es santo.
9
6
Porque tú eres Yavé, el Altísimo, soMoisés y Arón están entre sus sacerbre toda la tierra, | inmensamente ensal- tes; I Samuel, con los que invocan su nomzado sobre todos los dioses.
bre.
10 Aborreced el mal los que amáis a
Invocaban a Yavé, y El los oía.
Yavé, I que El defiende la vida de sus san- 7 Les hablaba en columna de nube, | y
tos ! y los libra de la mano de los impíos. aíon sus testimonios | y la Ley que les dio.
97
1
Canta el reino de Dios sobre Israel, precedido del juicio sobre los que adoran a los ídolos.
Canto indudablemente mesiánico.
QFQ1 J * Una victoria del pueblo sirve de ocasión al poeta para dirigir a todas las naciones una
~
invitación para que concurran a cantar a Yavé, reconociendo su poderío y su fidelidad a
las promesas hechas a su pueblo.
99
1
Yavé, Rey justo, reina sobremanera en Sión, en medio de sus santos. A El vendrán los
pueblos todos de la tierra (Is 6,1 ss.; 2,2 ss.).
SALMOS 99-102
650
8
¡Oh Yavé, Dios nuestro, tú los oías |
102 (V. 101)
y fuiste con ellos indulgente, | aunque
Plegaria de u n afligido q u e desfallece
castigaste sus pecados.
9
y se lamenta
Ensalzad a Yavé, nuestro Dios, I y
postraos ante su monte santo, | porque
1
Plegaria de un afligido que desfallece
santo es Yavé, nuestro Dios.
y 2se lamenta ante Yavé. *
Escucha, ¡oh Yavé!, mi oración | y
loo (V. 99)
llegue a ti mi clamor.
3
Acción de gracias
No escondas de mí tu rostro mientras
estoy en aflicción; | inclina tus oídos a
1 Salmo. Para dar gracias.
mí; i cuando te invoco, apresúrate a oirme.
4
Cantad a Yavé toda la tierra. *
Pues se desvanecen como humo mis
2
Servid a Yavé con júbilo, | venid go- días I y se tuestan mis huesos como en
zosos a su presencia.
horno.
5
3 Sabed que Yavé es Dios, | que El nos
Está seco mi corazón y consumido
hizo y suyos somos, | su pueblo y la grey como heno, | y me olvido de comer mi
de4 su pastizal.
pan.
6
Entrad por sus puertas dándole graPor la vehemencia del gemir | se pecias; I en sus atrios, alabándole; | dadle gan mis huesos a la piel.
7
gracias y bendecid su nombre,
Y he venido a ser como pelícano del
5
Porque bueno es Yavé; | es eterna su desierto; | soy como buho entre las ruinas.
8
piedad I y perpetua por todas las generaNo duermo y sollozo, | como pájaro
ciones su fidelidad.
solitario
sobre el tejado.
9
Continuamente se burlan de mí mis
101 (V. 100)
enemigos, | y se enfurecen contra mí, y
execran
mi nombre.
N o r m a s de vida de u n príncipe
10
Como el pan como si comiera cenibueno
za,11 I y mi bebida se mezcla con lágrimas.
1
Salmo de David.
Por tu indignación y tu ira, | porque
Quiero cantarte misericordia y justi- me cogiste y me lanzaste.
12
cia;
I
quiero
cantarte
a
ti,
¡oh
Yavé!,
*
Mis
días son como sombra que se
2
Y entender el camino de la rectitud. | alarga, | y me he secado como hierba.
13
¿Cuándo vendrás a mí? | Andaré yo en inY con todo, ¡oh Yavé!, tú te sientegridad
de corazón | en mi casa.
tas en tu trono, | y tu memoria permane3
No pongo mi ojos en cosa injusta; | ce por generaciones y generaciones.
14
aborrezco cometer injusticia; | no se me
Tú te alzarás y tendrás misericordia
pegará.
de Sión, ] porque tiempo es ya de que le
4
Lejos de mí estará el corazón perver- seas propicio; | llegó ya su hora,
15
so;5 I desconoceré la maldad.
Porque aman tus siervos sus piedras |
Reduciré al silencio al que en secreto y se compadecen de sus ruinas.
16
detrae a su prójimo; | no toleraré al de
Y temerán todas las gentes el nomaltivos ojos y corazón soberbio.
bre de Yavé, | y todos los reyes de la tie6
Pondré mis ojos en los fieles de la tie- rra tu gloria.
17
rra para tenerlos conmigo; | los que anCuando reedifique Yavé a Sión, |
dan por el camino de la rectitud serán mi- cuando aparezca en su gloria,
18
nistros
míos.
Y
convirtiéndose a la oración de los
7
No habitará en mi casa el que cometa despojados, | no desprecie su plegaria.
19
fraude; | el que habla mentirosamente no
Esto se escribirá para la generación
permanecerá ante mí.
posterior | y un pueblo nuevo alabará a
8
De mañana haré perecer a todos los Yavé.
20
impíos de la tierra | y exterminaré de la
Por haber echado Yavé su mirada
ciudad de Yavé | a todos los obradores de desde su excelsa santa morada | y haber
la iniquidad.
mirado desde los cielos a la tierra,
1 00
' " "
-1 ^ a 8 u m a bondad de Dios, hacedor de todo y pastor de su pueblo, pide que se le den
incesantes gracias.
1
1 0 1
^ salmo nos presenta un soberano íntegro, justiciero, que, consciente de sus deberes,
• VJ 1 se propone combatir la impiedad hasta hacerla desaparecer de la tierra. M u y temprano
se sienta en el tribunal para administrar justicia. Parece la imagen de Ezequías o Josías llevando
a cabo la reforma religiosa. A esta luz se ha d e entender el v.8.
1 no
1 El mesianismo de este salmo es claro. Se nos presenta el salmista agobiado de miserias;
mas no son las suyas personales las que lamenta, sino las del pueblo, a juzgar por la firme
esperanza que muestra de que Dios haga ostentación de su misericordia con Sión, con lo cual temerán y reverenciarán a Yavé las naciones y los reyes reunidos todos en uno. Esto anuncia el reino
universal del Señor, y, por tanto, el reino mesiánico.
651
21 Escuchando el gemir de los cautivos |
y 22
librando a los destinados a la muerte.
Para que sea cantado en Sión el nombre de Yavé I y sus alabanzas en Jerusalén.
23
Cuando se reunirán todos los pueblos I y todos los reinos para servir a
Yavé.
24
A medio camino quebrantó mis fuerzas,
I abrevió mis días.
25
Yo clamo: ¡Dios mío!, | no me lleves
en la mitad de mis días; I tú, cuyos años
son por generaciones y generaciones.
26 Desde el principio fundaste tú la
tierra, | y obra de tus m a n o s es el cielo;
27
Pero éstos perecerán y tú permanecerás, I mientras todo envejece como un
vestido. I Los mudas como se muda una
veste.
28
Pero tú siempre el mismo, | y tus días
no29tienen fin.
Habitarán los hijos de tus siervos
allí I y permanecerá ante ti su posteridad.
103 (V. 102)
Alabanza de la providencia de Dios
1 De David.
¡Bendice, alma mía, a Yavé; I bendiga
todo
mi ser su santo nombre! *
2
¡Bendice, alma mía, a Yavé, | y no olvides ninguno de sus favores!
3
El perdona tus pecados, | El sana todas4 tus enfermedades.
El rescata tu vida del sepulcro I y derrama sobre tu cabeza gracia y misericordia.
5 El sacia tu boca de todo bien | y renueva tu juventud como la del águila.
6
Hace Yavé justicia | y juicio a todos
los7 oprimidos.
Dio a conocer a Moisés sus caminos, I
y sus
obras a los hijos de Israel.
8
Es Yavé piadoso y benigno, | tardo a
la 9ira, clementísimo.
No está siempre acusando l y no se
aira para siempre.
10
No nos castiga a la medida de nuestros pecados, I no nos paga conforme a
nuestras
iniquidades.
11
Sino que cuanto sobre la tierra se alzan los cielos, I tanto se eleva su misericordia sobre los que le temen.
12
Cuan lejos está el oriente del occidente, I tanto aleja de nosotros nuestras culpas.
13
Cuan benigno es un padre para con
SALMOS 162-104
sus hijos, I tan benigno es Dios para con
los14que le temen.
Pues él conoce bien de qué hemos sido
hechos,
I sabe que no somos más que lodo.
15
Los días del hombre son como la
hierba; I como flor del campo, así florece.
'6 Pero sopla sobre ella el viento, y ya
no es más, ] ni se sabe siquiera dónde estuvo.
17 Pero la misericordia de Yavé es eterna para los que le temen; | y su justicia
para
los hijos de los hijos,
18
Para los que son fieles a su alianza |
y tienen presentes sus mandamientos para
ponerlos por obra.
19
Ha establecido Yavé en los cielos su
trono,
I y su reino lo abarca todo.
20
Bendecid a Yavé, vosotros, sus ángeles, I que sois poderosos y cumplís sus
órdenes,
| prontos a la voz de su palabra.
21
Bendecid a Yavé, vosotras todas, sus
milicias, I que le servís y obedecéis su voluntad.
22
Bendecid a Yavé, todas sus obras, I en
cualquier lugar de su imperio. | ¡Bendice,
alma mía, a Yavé.
104 (V. 103)
Gloria de Dios en la creación
1
¡Bendice, alma mía, a Yavé! | Yavé,
Dios mío, tú eres grande, I tú estás rodeado
de esplendor y majestad. *
2
Revestido de luz como de un manto, |
como una tienda tendiste los cielos;
3
Alza tus moradas sobre las aguas. |
Haces de las nubes tu carro | y vuelas
sobre las plumas de los vientos.
4
Tienes por mensajeros a los vientos, |
y por
ministros llamas de fuego.
5
Fundaste la tierra sobre sus bases I para que nunca después vacilara.
6
La cubriste de los mares como de vestido,
I y las aguas cubrieron los montes.
7
A tu increpación huyeron, 1 al sonido
de 8tu voz se precipitaron,
Y se alzaron los montes y se abajaron
los valles | hasta el lugar que les habías señalado.
9
Pusísteles un límite que no traspasarán,
I no volverán a cubrir la tierra.
10
Haces brotar en los valles los manantiales, I que corren luego entre los montes.
11
Allí beben todos los animales del
campo, I allí matan su sed los asnos salvajes.
1
El poeta invita a los ángeles y a todas las obras de la creación a alabar a Dios por tantos
favores como a todos, y principalmente a su pueblo, tiene hechos, y con los q u e dio muestras de su infinita bondad y misericordia.
I "AO^
A J
1 L a gloria de Dios es inmensa, se refleja en todas las obras de sus manos y resplandece
^ * en su admirable providencia. N u n c a serán suficientes nuestras acciones da gracias y núes*
tras alabanzas.
I
SALMOS 1U4-J.05
12
652
Allí cerca se posan las aves del cie105 (V. 104)
lo, | que cantan en la fronda.
13
Fidelidad de Dios a la alianza
De tus moradas mandas las aguas sobre los montes, | y del fruto de tus obras
i Alabad a Yavé, invocad su nombre, I
se 14sacia la tierra.
dad a conocer entre los pueblos sus obras. *
2
Haces nacer la hierba para los animaCantadle y entonadle salmos, | celeles, | y el heno para el servicio del hom- brad sus maravillas.
3
bre, | para sacar de la tierra el pan.
Gloriaos en su santo nombre; | alé15
Y el vino que alegra el corazón del grese el corazón de los que buscan a Yavé.
4
hombre, | y el aceite que hace lucir su
Buscad a Yavé y su poder, | buscad
rostro, | y el pan que sustenta la vida del siempre su rostro.
5
hombre.
Recordad las maravillas que ha obra16
Sacias también a los altos árboles, I a do, | sus prodigios y las sentencias de su
los17cedros del Líbano que plantó.
boca.
En los cuales anidan las aves; | y los
* Vosotros, descendencia de Abraham,
abetos, domicilio de la cigüeña;
su7siervo; | hijos de Jacob, su elegido.
18 Los altos montes para las gamuzas, I
El es Yavé, nuestro Dios, | y sus juilas19peñas para madrigueras del damán. * cios prevalecen en toda la tierra.
8
Hizo la luna para medir los tiempos, |
Fielmente guardó siempre su alianza I
y que el sol su ocaso conociese.
y la promesa hecha por miles de genera20
Tú tiendes las tinieblas y se hace no- ciones.
9
che, | y en ella corretean todas las bestias
El pacto hecho con Abraham | y su
salvajes.
juramento a Isaac.
21
Rugen los Ieoncillos por la presa, I
i" Y confirmó a Jacob como ley firme | y
pidiendo
así a Dios su alimento.
a 11
Israel como alianza eterna.
22
Sale el sol, y todos se retiran | y se
Diciendo: «Yo te daré la tierra de
acurrucan en sus cuevas.
Cañan | como porción de vuestra here23
Sale el hombre a sus labores, I a sus dad».
12
haciendas,
hasta la tarde.
Aunque fueran pocos en número, I
24
¡Cuántas son tus obras, oh Yavé, | casi como nada, y extranjeros en ella.
13
y cuan sabiamente ordenadas! I Está llena
Pasaron de una a otra nación | y de un
la tierra de tus beneficios.
reino a otro pueblo.
23
14
Este es el mar, grande, inmenso; |
No dejó que nadie los oprimiese I y
allí, reptiles sin número, | animales peque- castigó por ellos a reyes.
5
ños y grandes.
i «No toquéis a mis ungidos, I no ha26
Allí, las naves se pasean, | y ese Le- gáis mal a mis profetas».
16
viatán que hiciste por que allí retozase.
Llamó el hambre sobre aquella tie27
Todos esperan de ti | que les des el rra,
| hizo'que faltara todo mantenimiento.
Í7
alimento a su tiempo.
Y mandó delante de ellos a un va28 Tú se lo das y ellos lo toman; | abres rón, | a José, vendido como esclavo.
tu mano y sácianse de todo bien.
18 Fueron puestos en el cepo sus pies I
29
Si tú escondes tu rostro, se contur- y fue encadenado con hierros.
19
ban; | si les quitas el espíritu, mueren y
Hasta que se realizó su presagio, | y
vuelven al polvo.
le acreditó la palabra de Dios.
20
30 Si m a n d a s tu espíritu, se recrían, |
Mandó el rey que lo soltasen; | el doy así renuevas la faz de la tierra.
minador
de pueblos le dejó en libertad.
21
3i Sea eterna la gloria de Yavé | y góceY le hizo señor de su casa | y prínse Yavé en sus obras.
cipe de todo su dominio,
32
22
Mira a la tierra, y tiembla; I toca a
Para que con su ejemplo enseñase a
los33montes, y humean.
los príncipes I y enseñase sabiduría a los
Yo cantaré toda mi vida a Yavé, | ancianos.
23
entonaré
salmos a mi Dios mientras viva.
Y vino Israel a Egipto, | habitó Jacob
34
Séale grato mi canto, | y yo me goza- en la tierra de Cam.
24
ré en Yavé.
Y multiplicó grandemente su pue33
Desaparezcan de la tierra los peca- blo | e hizo que fuesen demasiado fuertes
dores | y dejen de ser los impíos. | ¡Bendi- para sus enemigos.
25
ce, alma mía, a Yavé! ¡Aleluya!
Que se volviese el ánimo de éstos para
odiar a su pueblo I y para vejar dolosamente a sus siervos.
*8 El damán es un animalejo semejante al conejo, abundante en Palestina, y que, al sentir el
peligro, corre a refugiarse bajo las peñas.
n C
4
Salmo histórico. La suma fidelidad de Dios a su alianza con Israel, mostrada sobre todo
la liberación de la servidumbre egipcia y en darle la tierra prometida, debe ser motivo
1parav vque ensu pueblo
incesantemente le alabe y le bendiga.
653
SALMOS 105-106
2* Mandó a Moisés, su siervo, | y a
Arón,
su elegido.
27
E hizo por medio de ellos sus prodigios, | y sus portentos en la tierra de
Cam.
23 Mandó a las tinieblas, y las tinieblas
vinieron; | pero todavía se resistían a sus
órdenes.
29
Convirtió en sangre sus aguas, I y
mató
sus peces.
3
0 Hormigueó de ranas la tierra, | aun
dentro de la casa de sus reyes.
31 Mandó, y vinieron los tábanos | y los
mosquitos a todas sus regiones.
32
Les mandó granizo en vez de lluvia |
y llamas
de fuego sobre su tierra.
33
Y abatió sus viñas y sus higueras I y
destrozó
los árboles de su territorio.
34
A una señal suya vino la langosta I y
el 35pulgón en gran número.
Que royó toda la hierba de su tierra36| y devoró todos los frutos del campo.
E hirió a todos los primogénitos en
su tierra, | las primicias genitales de su
robustez.
37
Y sacólos con plata y oro | y no había3 8 entre sus tribus un enfermo.
Alegróse Egipto de su partida, I porque
se había apoderado de él su terror.
39
Les tendió como cubierta una nube |
y un
fuego para alumbrarlos en la noche.
40
A su petición hizo venir las codornicer,
| y los sació de pan del cielo.
4
i Hendió la roca y brotaron las aguas, |
que corrieron como un río por el desierto.
42
Porque se acordó de su santa promesa
| y de Abraham, su siervo.
43
Así sacó a su pueblo gozoso | y a sus
elegidos
llenos de alegría.
44
Y les asignó las tierras de las gentes I
y se posesionaron de las haciendas de los
pueblos.
45
Para que cumpliesen sus preceptos |
y guardasen sus leyes. ¡Aleluya!
de tu gente, | y me regocije con tu heredad.
6
Hemos pecado, como nuestros padres;
| hemos sido malos y perversos.
7
Nuestros padres en Egipto | no quisieron entender tus maravillas, | no pusieron mente en la muchedumbre de tus
favores I y se rebelaron contra el Altísimo
junto al mar Rojo.
8 Con todo, los salvó, por el honor de
su nombre, | para hacer muestra de su
poder.
9
Gritó al mar Rojo, y éste se secó, I y
los hizo pasar entre las olas como por
tierra seca.
10 Los salvó de las manos de los que
los aborrecían I y los substrajo al poder
del enemigo.
n Y las aguas sumergieron a sus enemigos, | no escapando ni uno solo.
12
Entonces dieron fe a sus palabras I y
cantaron
sus alabanzas;
13 Pero bien pronto se olvidaron de sus
obras,
I no confiaron en sus designios.
14
Dejáronse llevar de su concupiscencia en el desierto | y tentaron a Dios en
la soledad.
i ' Y los dio lo que deseaban, | pero
mandó
lu podredumbre a sus entrañas.
16
Envidiaron a Moisés en el campamento
I y a Arón, el santo de Yavé.
17 Y se abrió la tierra y se tragó a Datan I y cubrió a los secuaces de Abirón.
i 8 Y el fuego devoró a los rebeldes | y
las 9llamas consumieron a los impíos.
1 Se hicieron un becerro en Horeb I y
adoraron
un simulacro fundido.
20
Y trocaron su gloria | por la imagen
de2 iun buey que come hierba.
Se olvidaron de Dios, su salvador, I
que tan grandes cosas habla hecho en
Egipto.
22 Maravillas en la tierra de Cam, | portentos
junto al mar Rojo.
23
Y ya hubiera decretado exterminarro6 (V. ios)
los I si Moisés, su elegido, I no se hubiese
Confesión de las rebeldías de Israel puesto en la brecha | para desviar su indignación del exterminio.
24
i ¡Aleluya! | Dad gracias a Yavé, porque
Despreciaron una tierra deleitable, I
es bueno, | porque es eterna su misericor- no tuvieron confianza en sus palabras.
23
dia.
*
Y murmuraron en sus tiendas | y
2
¿Quién podrá contar las obras del po- desobedecieron la voz de Yavé.
26
der de Yavé, I darle toda la alabanza
Por eso alzó su mano contra ellos, I
que
merece?
jurando
que los postraría en el desierto,
3
27
Bienaventurados los que guardan su
Y arrojaría a sus descendientes entre
Ley,
| los que siempre obran la justicia. las gentes, | y los dispersaría por las tie4
Acuérdate de mí, ¡oh Yavé!, en tu be- rras.
28
nevolencia hacia tu pueblo; I visítame con
Aun se dieron al culto de Baalfogor, |
tu 5 socorro.
y comieron los sacrificios de dioses muerPara que pueda ver la buena suerte tos,
de tus elegidos, | y me alegre en el gozo | 29 Y le provocaron a ira con sus obras, I
1 f\C
W
1
Salmo también histórico. Las continuas rebeldías del pueblo contra su Dios, humildemente confesadas, han de ser para el pueblo motivo de alabarle y bendecirle por su
gran misericordia para con él.
654
655
y se desarrolló entre ellos u n a mortandad. que El redimió de m a n o del enemigo,
30
3
Levantóse Finés e hizo justicia, I y la
Y los que reunió de entre las tierras |
plaga cesó.
del oriente y del occidente, del aquilón y
31
Y le fue contado esto a justicia, I de del austro.
4
generación en generación para siempre.
A n d a b a n errantes p o r el desierto so32
Le irritaron también en las aguas de litario, I n o hallaban camino para ciudad
Meribá, | y fue castigado Moisés p o r cul- habitada.
3
pa de ellos.
Hambrientos y sedientos, I desfalle33
Porque turbaron su espíritu | y p r o - cía la fuerza d e su a l m a ;
firió con sus labios palabras imprudentes.
* Y clamaron a Yavé en su peligro, | y
34
N o destruyeron a los pueblos, | c o m o los libró d e sus angustias.
7
se lo había m a n d a d o Yavé.
Y los llevó p o r camino derecho | para
35
Antes se mezclaron con las gentes | que pudieran llegar a la ciudad habitada.
8
y adoptaron sus costumbres.
D
e n gracias a Yavé p o r su piedad | y
36
Y dieron culto a sus ídolos, | que p o r los maravillosos favores q u e hace a
fueron para ellos un lazo.
los hijos d e los hombres.
37
9
Sacrificaron los propios hijos I y las
P o r q u e sació al hambriento, | y al fapropias hijas a los demonios;
mélico le llenó d e sus bienes.
38
10
D e r r a m a r o n sangre inocente, I la sanEstaban sentados en tinieblas y en
gre de sus hijos y sus hijas, I sacrificándo- sombras d e muerte, | eautivos en miseria
los a los ídolos de Canán. I Y quedó la y hierros.
11
tierra contaminada p o r la sangre.
Porque se habían rebelado contra
39
Contamináronse así con sus obras I y los mandamientos de Dios | y habían desse prostituyeron con sus acciones.
preciado los consejos del Altísimo.
40
Y se encendió la ira de Yavé contra
12 Su corazón estaba abatido p o r el insu pueblo | y a b o m i n ó de su heredad.
fortunio; I estaban deprimidos, sin tener
41
Y los entregó en poder de las gentes I y quien los socorriese;
quedaron sometidos a los que los odiaban,
1 3 Y clamaron a Yavé en su peligro, | y
42
Y fueron vejados p o r sus enemigos I los libró d e sus angustias.
14
y doblegados bajo su m a n o .
Y los sacó d e las tinieblas y de las
43
Muchas veces los libraba, I pero ellos sombras d e la muerte, | y rompió sus case obstinaban en sus rebeliones, | y eran denas.
humillados p o r sus iniquidades.
!5 D e n gracias a Yavé p o r su piedad | y
44
M a s El vio sus tribulaciones I y o y ó p o r los maravillosos favores q u e hace a
sus lamentos.
los hijos de los hombres.
16
45
P o r haber r o t o puertas d e bronce | y
Y se acordó de su alianza con ellos, I
y su mucha misericordia le inclinó a la haber desmenuzado barras de hierro.
7
1 Dolientes, p o r su mala conducta I y
piedad.
•w Y los hizo objeto d e sus piedades | en p o r sus maldades estaban enfermos.
18
presencia de cuantos los tenían en cauT o d a comida les producía náuseas |
tiverio.
y estaban ya a las puertas de la m u e r t e ;
19
47
Y clamaron a Yavé en su peligro, | y
¡Sálvanos, Yavé, D i o s nuestro, y reúnenos de entre las gentes, I para que p o - los libró d e sus angustias.
20
damos cantar tu santo n o m b r e | y gloM a n d ó su palabra y los sanó | y
riarnos en tus alabanzas!
los sacó de la perdición.
21
D e n gracias a Yavé p o r su piedad |
y p o r los maravillosos favores q u e hace
D o x o l o g í a final d e l l i b r o
48
hijos d e los hombres.
Bendito sea Yavé, D i o s de Israel, de a 2los
2
Y ofrézcanle sacrificios d e alabaneternidades en eternidades. I Y diga todo
za, I y llenos de júbilo publiquen sus
el p u e b l o : Amén. ¡Aleluya!
obras.
23
Los q u e surcan el m a r en las n a L I B R O
Q U I N T O ves I para hacer su negocio en la inmensidad d e las aguas;
(107-150)
24
También éstos vieron las obras d e
Yavé
I y sus maravillas en el piélago.
107 (V. 106)
25
El dijo al huracán que soplara | y
B e n i g n i d a d d e l a p r o v i d e n c i a d i v i n a levantó las olas del m a r .
26
Subían hasta los cielos y bajaban
1 «¡Alabad a Yavé, p o r q u e es bueno, |
hasta los abismos; I su alma fluctuaba enporque es eterna su misericordia!» *
2
Digan así los rescatados de Yavé, | los tre angustias.
27
SAUHIIg
r.^
lim-IIJ/
1 Este salmo, que nos describe ya pasado el cautiverio babilónico, termina pintándonos
" • la restauración con colores claramente mesiánicos, cosa frecuente en los profetas que deaIarrollan
el mismo tema (Jer 31-33: Ez 34).
R o d a b a n y vacilaban como ebrios, |
y toda su pericia n o servía de nada.
28
Y clamaron a Yavé en su peligro, | y
los libró de sus angustias.
29
T o r n ó el huracán en céfiro, | y las
olas se calmaron.
30
Alegráronse porque se habían encalmado, I y los guió al deseado puerto.
31
D e n gracias a Yavé p o r su piedad |
y por los maravillosos favores que hace
a los hijos de los hombres.
32
Y alábenle en la asamblea del pueblo I y glorifíquenle en el consejo de
los ancianos.
33
El torna en desiertos los ríos, | las
fuentes de aguas en tierra árida.
34
Hace de la tierra fértil un salobral |
p o r la maldad d e sus habitantes.
35
T o r n a el desierto en lago | y la tierra seca en manantiales de aguas.
36
Hace habitar allí a los hambrientos I y fundan allí ciudad de morada.
37
Siembran campos y plantan viñas |
que d a n frutos abundantes.
38
L o s bendice y se multiplican, | y sus
ganados n o disminuyen.
39
Y si vienen a ser pocos y oprimidos, I p o r el peso del infortunio y las
fatigas,
40
El, que puede arrojar el oprobio sobre los príncipes | y los hace errar fuera
de camino,
41
Salva a los pobres d e la miseria | y
multiplica como rebaños sus familias.
42
Ven esto los justos y se regocijan, |
y los malvados tienen que cerrar su boca.
43
¿Quién es sabio que considere esto I y ponga atención en los favores de
Yavé?
108 (V. 107)
P e t i c i ó n d e l auxilio divino c o n t r a los
enemigos
1
Cántico. Salmo de David. *
Pronto está mi corazón, ¡oh Dios!
P r o n t o está mi corazón; | quiero cantar
y entonar salmos.
3
Despierta, alma m í a ; despertad, salterio y cítara, | y despertaré a la aurora.
4
Quiero alabarte entre los pueblos, ¡oh
Yavé!, I y cantarte salmos entre las n a ciones.
5
Cantar que es m á s grande que los
cielos tu misericordia | y que llega hasta
las estrellas tu
fidelidad.
I
2
SALMOS 107-log
6
Álzate sobre los cielos, ¡oh D i o s ! 1
resplandezca en toda la tierra t u gi 0 'J V
7
Para que sean libertados t u s am
dos, I danos el auxilio de t u diestra 8 "
óyenos.
V
8
Habló Dios p o r su s a n t i d a d : | « y
triunfaré, dividiré a Siquem y mediré *í
el
valle de Sucot.
9
M í o es Galad, mío M a n a s e s ; | F,frn.
es el yelmo de mi cabeza, | Jurjfl Jjí
cetro;
"'
i° M o a b la bacía para l a v a r m e ; 1
bre E d o m pondré mi cabeza; | d e ' l a f.'¡"
listea triunfaré».
11
¿Quién me guiará a la c i u d a d for
tificada, | quién m e llevará h a s t a l a J,J "
mea?
i 2 ¿No eres p o r ventura tú, ¡ o h D i o s '
que nos h a s rechazado, I y n o sales y a '
¡oh Dios!, con nuestros ejércitos?
*
13
D a n o s tu auxilio contra el enemigo I
porque vana es la salud que viene del
hombre.
1 4 C o n Dios haremos proezas, | El quebrantará a nuestros enemigos.
109 (V. 108)
Oración
imprecativa
el e n e m i g o
contra
1 Al maestro del coro. Salmo d e David.
Dios, alabanza mía, no calles, *
Porque la boca del impío y del d o loso se abren contra mi. I M e hablan
con lengua engañosa,
3
R o d e a n m e de palabras d e odio | y
me combaten sin causa.
4
E n pago de mi a m o r me maltratan, I
y yo no hago m á s q u e orar.
5 M e vuelven mal p o r bien, | y odio
p o r amor.
* P o n contra él a u n impío | y esté a
su diestra el acusador.
7
C u a n d o se le juzgue, salga condenado I y sea ineficaz su ruego.
8
Sean cortos sus días | y sucédale otro
en su ministerio.
9
Sean huérfanos sus hijos, I y su m u jer viuda.
10 Vaquen errantes sus hijos y mendiguen, I sean arrojados de sus devastadas
casas.
11 Arrebátele el acreedor cuanto tiene I
y róbenle extraños c u a n t o adquirió c o n
su trabajo.
2
1
Invoca el salmista la fidelidad de Dios en el cumplimiento de sus promesas para pedirle
que libre al pueblo de sus enemigos. Los vv.8-14 son igualmente los 8-14 del salmo "O,
y los w.2-7, los 8-12 del 57.
1 "A ^Q
1 O Q 1 ^e todos los salmos imprecatorios, os quizá éste el que con más extensión y vene0*?***
I U 3 c ¡ a c x p r e s a ¡ o s sentimientos del salmista contra sus enemigos. Las palabras no pued
menos de chocar con nuestra mentalidad cristiana. Si el salmista puede considerarse como tipo
Siervo paciente de Yavé, es en cuanto paciente, no en el modo de padecer y sufrir, ni *^ n .í ) , j
en cuanto a los frutos de la pasión del Siervo de Yavé, que servirá para hacer triunfar la fadellu
del Señor a sus promesas (véase en la Introducción a los Salmos, n.8).
SALMOS 1 0 9 - 1 1 1
656
12
No tenga nadie que le favorezca I ni juzgan | y serán cubiertos como de un
quien tenga compasión de sus huérfa- palio por la vergüenza.
30
nos.
Yo ensalzaré grandemente a Yavé
13
Sea dada su posteridad al extermi- con mi boca | y le alabaré en medio de
nio, | bórrese su nombre en una genera- la muchedumbre.
31
ción.
Porque se pone a la derecha del
14
Venga en memoria ante Ya vé la cul- pobre | y le salva de los que le sentencian
pa de los padres | y no sean olvidados los a muerte. *
pecados
de su madre.
15
n o (V. 109)
Estén siempre presentes a Yavé | y
extirpe
de
la
tierra
la
memoria
de
ellos.
El
Mesías,
rey y sacerdote eterno
16
Porque no se acordó de hacer misegún el orden d e Melquisedec
sericordia, | sino que persiguió al misero
Salmo de David.
y al desvalido I y al afligido de alma
1
Oráculo de Yavé a mi Señor: | «Siénpara llevarle a la muerte.
1? Amó la maldición, venga sobre él; | tate a mi diestra I en tanto que pongo a
no quiso la bendición, apártese de él. tus2 enemigos | por escabel a tus pies». *
Extenderá Yavé desde Sión tu pode18 Vístase de maldición como de vestido
suyo, | penetre como agua en sus entra- roso cetro: | «Domina en medio de tus
enemigos».
ñas | y como aceite en sus huesos.
3
19
«Tu pueblo se te ofrecerá espontáneaSea ella el vestido que le cubra | y el
mente el día de tu esfuerzo. Sobre los
cinto
con
que
siempre
se
cifla.
20
Esta sea de parte de Yavé la merced montes sagrados serán para ti como rode los que me persiguen | y de los que cío4 del seno de la aurora».
Ha jurado Yavé y no se arrepentirá: |
imprecan males contra mi alma.
21
Pero tú, ¡oh Yavé!, Dios, protége- «Tú eres sacerdote eterno según el orde Melquisedec». *
me por el honor de tu nombre, | defién- den
5
Yavé estará a tu diestra | quebrandeme tú según la bondad de tu miseritando
reyes el día de su ira.
cordia.
6
22
Juzgará a las naciones, llenando la
Pues soy un misero desvalido | y mi
región de cadáveres; I aplastará cabezas
corazón está herido en mi pecho.
23
Voy desapareciendo como sombra en7 vasto campo.
En el camino beberá del torrente, I y
que se alarga, I soy sacudido como la
con eso erguirá la cabeza.
langosta;
24
Mis rodillas están debilitadas por el
n i (V. 110)
ayuno, | y mi carne, enflaquecida, desfallece.
G r a n d e z a d e las obras d e Dios
25
Soy el oprobio de ellos, | me miran
1 lAleluya!
y mueven la cabeza.
26
Alef: Quiero alabar a Yavé con todo
Ven en mi socorro, Yavé, Dios mío; |
mi corazón, I Bet: en la congregación,
sálvame por tu piedad.
27
Conozcan que está en esto tu ma- en2 la gran asamblea de los santos. *
Guímel: Grandes son las obras de
no, | que eres tú, Yavé, quien lo ha heYavé, I Dálet: muy dignas de meditarse
cho.
28
Maldicen ellos, pero tú bendecirás; | por3 todos cuantos en ellas se deleitan.
He: Su obra es gloria y magnificenellos se yerguen contra mí, pero serán
cia, I Vau: y su justicia permanece por
confundidos, | y tu siervo se alegrará.
29
Se vestirán de ignominia los que me I los siglos.
31
L a liturgia aplica este salmo y otros semejantes a Jesucristo paciente. E n efecto, el justo
que aqui habla puede considerarse como tipo del Siervo d e Yavé, paciente.
1
Este salmo tiene cierta semejanza con el 2. L a primera p a r t e de él es obscura; pero
el fin n o lo es menos. Ya los judíos lo entendían del Mesías, y la objeción q u e Cristo nuestro Señor presenta a los judíos en su controversia con ellos n o tiende a contradecir esta creencia,
sino a mostrar q u e el Mesías es algo más que hijo de David ( M t 22,42 ss.). Los apóstoles citan
varias veces los versos 1 y 4 para mostrar la exaltación de Jesucristo y su sacerdocio (1 Cor 15,25;
H e b 1,13; 5,6; 7,17; 10,13). L o s textos griego y hebreo difieren m u c h o en el verso 3. Según el griego,
la escena del principio tendría lugar en el cielo, entre los esplendores d e la corte celestial; según
el texto hebreo, en Jerusalén, donde Dios reina en su templo, y su ungido al lado de El. El pueblo
le recibe con gusto y se pone a sus órdenes para emprender la guerra contra los adversarios, q u e
quedan deshechos. T a l vez se inspira en D a n 7,13 s.
4
Según la antigua costumbre de todos los pueblos, el rey, como cabeza del pueblo, era el representante de éste ante la divinidad, y asi era el sumo sacerdote de la nación. T a l era Melquisedec,
sacerdote y rey a la vez, y tal será el Mesías. N o así el sumo sacerdote, hijo de Leví ( H e b 6,19-7,28).
1 1* (\^
1 1• 11
i
Se celebran los portentos hechos por Yavé en favor de su pueblo, q u e han d e ser conatantemente recordados y agradecidos por sus fieles.
657
4
SALMOS 111-115
Zain: Hizo memorables sus maravillas; I Jet: Yavé es misericordioso y clemente.
5
Tet: Dio a comer a los que le temen, |
Yod: acordándose siempre de su alianza.
6 Caf: Mostró a su pueblo el poderío
de sus obras, | Lamed: dándole la posesión
de las gentes.
7
Mem: Fidelidad y justicia son las
obras de sus manos; | Num: son firmes
todos
sus preceptos.
8
Sámec: establecidos por los siglos,
por la eternidad, | Ayin: obra de fidelidad y rectitud.
' P e : Rescató a su pueblo, | Sade: ratificó por eternidad su alianza; I Qof:
su 10nombre es santo y terrible.
Res: El principio de la sabiduría es
temer a Yavé. | Sin: Los que esto hacen
tienen buen entendimiento; | Tau: su
alabanza permanece por los siglos.
1° Res: Verá esto el impío y se llenará de despecho, | Sin: rechinará los dientes y se repudrirá. | Tau: Los deseos del
impío se frustrarán.
113 (V. 112)
Benignidad d e Dios con los humildes
1
¡Aleluya!
Alabad, siervos de Yavé, | alabad el
nombre
de Yavé. *
2
Sea bendito el nombre de Yavé |
ahora y por los siglos eternos.
3
Desde donde sale el sol hasta donde se pone I sea alabado el nombre de
Yavé.
4
Excelso sobre todas las gentes es Yavé, I su gloria es más alta que los cielos.
5
¿Quién semejante a Yavé, nuestro
Dios,
I que tan alto se sienta,
6
Que mira de arriba abajo | en los
cielos
y
en la tierra?
7
Que levanta del polvo al pobre | y
112 (V. n i )
alza
del estiércol al desvalido.
8
Bienandanzas del justo
Dándole asiento entre los príncipes, |
1
entre
los príncipes de su pueblo.
¡Aleluya!
9
Que hace habitar a la estéril en casa,
Alef: Bienaventurado el varón que temadre
gozosa de hijos.
me a Yavé, | Bet: y se deleita en gran
manera
en
sus
mandamientos.
*
2
114, 115 (V. 113)
Guímel: Su descendencia será poderosa sobre la tierra, | Dálet: y la gene- El Señor es el Dios único, protector
ración
de los rectos será bendecida.
de Israel
3
1
He: Habrá en su casa hacienda y
¡Aleluya!
riquezas, I Vau: y su justicia permaneAl salir Israel de Egipto, | la casa
cerá
por los siglos.
4
del pueblo extranjero, *
Zain: En las tinieblas resplandece co- de2 José
de Judá su santuario, | de Ismo la luz para los rectos; I Jet: es mise- rael Hizo
su imperio.
ricordioso,
clemente
y
justo.
3
5
Viole el mar y huyó, | el Jordán se
Tet: Le va bien al varón que da y
para atrás.
presta, | Yod: mantiene su estado por echó
4
Saltaron
los montes como carneros, I
la justicia.
6
collados como corderos.
Caf: Ciertamente no caerá para y 5los
¿Qué tienes, ¡oh mar!, que huyes; | tú,
siempre, I Lamed: el justo será en eter- Jordán,
que te echas atrás?
na7 memoria.
6
¿Vosotros, montes, que saltáis como
Mem: No temerá la mala nueva; | carneros;
| vosotros, collados, como corNum: su corazón estará firme, confiado deros?
en Yavé.
7
8
A
la
venida
de Yavé tiembla, ¡oh
Sámec: Constante será su corazón,
| a la venida del Dios de Jacob.
impávido, I Ayin: en tanto que ve la tierra!,
8
Que hace de la piedra lago de aguas,
suerte
de sus enemigos.
9
Pe: Da y distribuye a los pobres, | de la roca fuente de aguas.
Sade: su justicia permanece por los si1
glos, I Qof: su poder se exaltará glorioNo por nosotros, ¡oh Yavé!, no por
samente.
nosotros; | hazlo por la gloria de tu
1 1 ¿
' Canta el poeta la bienaventuranza del justo y la benigna providencia d e Dios sobre él.
j j 1
* Este salmo es el primero de los del grupo de Hallel (113-118), q u e se cantaban durante
* ' ** las solemnidades anuales en el templo, y en las casas después del banquete pascual, como
acción de gracias. Exalta la grandeza d e Dios, que se da a conocer sobre todo por su misericordia
hacia los humildes.
1
•I •! A
"I "1 ^
Estos dos salmos, bien distintos por el tema, en el texto griego y en la Vul' ' *j
V
**a*a f ° r m a n u n o solo. El primero canta los prodigios de Yavé al sacar a los israelitas d e Egipto. El segundo contrapone al Dios invisible de Israel, que mora en los cielos, los
ídolos insensibles e impotentes, y termina pidiendo a Dios la bendición para su pueblo.
658
SALMOS 1)5-118
nombre, I por tu misericordia y tu fidelidad.
2
¿Por qué h a n de decir las gentes: |
«Dónde está su Dios»?
3
Está nuestro Dios en los cielos | y
puede hacer cuanto quiere.
4
Sus ídolos son plata y oro, I obra de
la m a n o de los hombres.
5
Tienen boca y no hablan, I ojos y
no ven.
6
Orejas y n o oyen; | tienen narices
y no huelen,
7
Sus m a n o s no palpan, sus pies no
andan, | no sale de su garganta un murmullo.
8
Semejantes a ellos sean los que los
hacen | y todos los que en ellos confían.
9
La casa de Israel confía en Yavé, |
que es su protector y su defensor.
10
L a casa de Arón confía en Yavé, |
que es su protector y su defensor.
11
Los que temen a Yavé confían en
Yavé, | que es su protector y su defensor.
12
Acuérdase Yavé de nosotros | y nos
bendecirá; | bendecirá a la casa de Israel, |
bendecirá a la casa de A r ó n .
13
Bendecirá a los que temen a Yavé, |
pequeños y grandes.
14
Acrézcaos Yavé a vosotros, I a vosotros y a vuestros hijos.
15
Benditos seáis de Yavé, | que hizo
el cielo y la tierra.
16
Los cielos son cielos p a r a Yavé. |
La tierra se la dio a los hijos de los
hombres.
17 N o son los muertos los que pueden
alabar a Yavé, | ni cuantos bajaron al seol.
is Pero nosotros, sí, alabaremos a Yavé | ahora y p o r t o d a la eternidad.
n 6 (V. 114, 115)
Acción de gracias p o r h a b e r
p r e s e r v a d o d e la m u e r t e
4
E invoqué el n o m b r e de Yavé: |
«Salva, ¡oh Yavé!, mi alma».
5
Yavé es misericordioso y justo; | sí,
nuestro Dios es piadoso.
6
Protege Yavé a los desvalidos: | yo
era un mísero y El m e socorrió.
7
Vuelve, alma mía, a tu quietud, |
porque Yavé fue generoso contigo.
8
Porque libró mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas, | mis pies de
la vacilación;
9
Y andaré en la presencia de Yavé, |
en la tierra de los vivientes.
1° Lleno estaba de confianza, aun cuando decía: | «Estoy en demasía afligido».
11
H a b í a m e dicho en mi abatimiento: |
«Todos los hombres son engañosos».
12
¿Qué podré yo dar a Yavé I p o r
todos los beneficios que me ha hecho?
3
1 T o m a r é el cáliz de la salud | e invocaré el n o m b r e de Yavé.
1 4 Cumpliré los votos que he hecho a
Yavé I en la presencia de todo su pueblo.
15
Es cosa preciosa a los ojos de Yavé I la muerte de sus justos.
16
¡Oh Yavé! Siervo tuyo soy, | siervo tuyo e hijo de u n a esclava tuya. I T ú
rompiste mis cadenas.
1 7 T e ofreceré sacrificio de alabanza | e
invocaré el n o m b r e de Yavé.
18
Cumpliré mis votos hechos a Dios |
en la presencia de t o d o su pueblo.
9
1 En los atrios de la casa de Yavé, |
en medio de ti, ¡Jerusalén!
117 (V.
116)
I n v i t a c i ó n a las g e n t e s p a r a q u e
a l a b e n al S e ñ o r
1 ¡Aleluya!
Alabad a Yavé las gentes todas, |
alabadle todos los pueblos. *
2
P o r q u e claramente se h a manifestado
sobre nosotros su piedad; | y su fidelis i d o dad permanece p o r siempre.
118 (V. 117)
¡Aleluya!
C a n t o triunfal
Le a m o , p o r q u e oye Yavé | la voz de
1
¡Aleluya!
mis súplicas, *
2
Porque inclinó a mí sus oídos | en los
Alabad a Yavé, porque es bueno, | pordías en que le invoqué.
que es eterna su misericordia. *
3
2
Prendido me habían los lazos de la
Diga la casa de Israel: | que es eterna
muerte, I habíanme sorprendido las an- su misericordia.
3
siedades del sepulcro, | todo era angusDiga la casa de A r ó n : | que es etertia y afán p a r a mí,
na su misericordia.
1
l
Este salmo se halla, sin razón, dividido en dos en las versiones griega y latina. Da gracías a Dios el salmista por haberle librado de un próximo peligro de muerte.
De aquí proviene otra vez la discordancia en la enumeración hebrea y latina, que continúa
hasta el fin.
-| "7 1 Este breve salmo es mesiánico, en cuanto invita a las naciones todas a alabar a Yavé
• ' por la clara manifestación de su piedad y fidelidad, cumpliendo las promesas mesiánicas
(Rom 15,11).
40
1 El poeta, librado por Dios de graves peligros, celebra el poder y la misericordia de Dioa
I O para con él y muestra firme confianza en su protección.
1 -fI C**
1
1
659
4
Digan los que temen a Y a v é : | que
es eterna su misericordia.
5
En la angustia invoqué a Yavé, | y me
oyó Yavé, poniéndome en salvo.
6
Está p o r mí Yavé. ¿Que puedo temer, I qué podrá hacerme el hombre?
7
Está Yavé p o r mí como socorro m í o ; |
despreciaré, pues, a todos los que m e
odian.
8
Mejor es confiar en Yavé | que confiar en los hombres.
9
Mejor acogerse a Yavé I que fiar en
los príncipes.
10
Todas las gentes m e cercaban, | y,
confiado en el n o m b r e de Yavé, luego
las derrotaba.
11
M e rodeaban p o r todas partes, | y,
confiado en el n o m b r e de Yavé, las derrotaba.
12
M e rodeaban p o r todas partes, | quem a b a n como el fuego las espinas, | y,
confiado en el n o m b r e de Yavé, las derrotaba.
13
Fui fuertemente empujado p a r a que
cayera, | pero fue Yavé m i auxilio.
14
Yavé es mi fortaleza y a El le canto
salmos; | El estuvo conmigo p a r a d a r m e
la victoria.
15
Voces d e júbilo y d e victoria | resuen a n en las tiendas de los justos; | la diestra de Yavé ha hecho proezas.
1S
L a diestra de Yavé m e ensalzó, | la
diestra de Yavé h a hecho proezas.
7
1 N o moriré, viviré | p a r a poder cantar las obras de Yavé.
is Castigóme, castigóme Yavé, | pero
no m e dejó morir.
19
Abridme las puertas de la justicia, I
y entraré p o r ellas p a r a dar gracias a
Yavé.
20
Esta es la puerta de Yavé, | entran
p o r ella los justos.
21
T e doy gracias, ¡oh Yavé!, porque
m e oíste | y estuviste p o r mí p a r a Ta victoria.
22
La piedra que rechazaron los constructores I h a sido puesta p o r piedra
angular.
23
Obra de Yavé es ésta, | admirable a
nuestros ojos.
24
Este es el día que hizo Y a v é ; | alegrémonos y jubilemos en él.
25
¡Oh Yavé!, danos, danos victorias; I
danos, ¡oh Yavé!, prosperidades.
26
Bendito quien viene en el n o m b r e
de Yavé; | nosotros os bendecimos desde la casa de Yavé.
27
Yavé es Dios, El nos m a n d ó su
luz. I Enguirnaldad de frondas las víc-
SALMOS 118-119
timas y traedlas a los cuernos del altar.
28
Tú eres mi Dios, yo te alabaré; I
mi Dios, yo te ensalzaré.
29
Alabad a Yavé, porque es bueno, |
p o r q u e es eterna su misericordia.
119 (V. 118)
E x c e l e n c i a s d e la l e y d e D i o s
1
Bienaventurados aquellos que andan
en camino inmaculado, | que caminan en
la ley de Yavé. *
2
Bienaventurados los que guardan sus
m a n d a t o s | y con t o d o su corazón le
buscan.
3
Los que no cometieron iniquidad alguna I y marchan p o r sus caminos.
4
T ú mandaste que tus mandamientos |
diligentemente se cumplieran.
5
Ojalá sean firmes mis caminos | en
la guarda de tus preceptos.
6
Entonces no seré confundido | cuando atiendan a todos tus mandamientos.
7
T e confesaré con rectitud de corazón, I acostumbrándome a tus justísimos
decretos.
8
G u a r d a r é tus mandamientos. | N o
m e dejes jamás.
9
¿Cómo mantendrá el joven la limpieza de sus caminos? | G u a r d a n d o tus palabras.
10
Y o te he buscado con t o d o el coraz ó n ; I no permitas que m e aparte de tus
preceptos.
11
H e escondido en m i corazón tus palabras I para no pecar nunca contra ti.
12
¡Bendito seas, oh Yavé! | Enséñam e tus preceptos.
13
C o n mis labios he pregonado | todos los decretos de tu boca.
14
M e he alegrado p o r el camino de
tus amonestaciones I m á s que por todas
las riquezas.
15
Quiero meditar tus preceptos, | considerar atentamente tus caminos.
16 M e deleitaré en tus estatutos, | no
m e olvidaré de tu palabra.
GUÍMEL
Concede a tu siervo vivir I y que
guarde tus preceptos.
18
Abre mis ojos | para que pueda ver
las maravillas de tu ley.
9
1 Soy peregrino en la tierra, | no me
encubras tus mandamientos.
17
1
Este salmo, el más largo de todo el Salterio, canta las excelencias de la divina ley. Es
alfabético, y cada estrofa consta de ocho versos, que comienzan con la letra que a cada una
corresponde según el orden alfabético hebreo. En cada uno de los ocho versos de la estrofa se menciona la ley divina, designada con una palabra distinta: ley, mandamientos, juicios, estatutos, etc.
Tal vez en su origen el orden de todos estos distintos nombres fuera el mismo en todas las estrofas; pero hoy no sucede asi, seguramente por los inevitables descuidos de los copistas.
1 1 QJ
660
661
Que guarde siempre tu ley | por todos
los siglos.
45
Que marche en holgura, | porque he
buscado
tus preceptos.
46
De tus mandamientos hablaré aun
ante
los reyes, | no me avergonzaré.
47
Me deleitaré en tus mandamientos, |
que es lo que amo.
48
Alzaré mis manos a tus mandamientos | y meditaré en tus decretos.
71
SALMOS 1 1 9
>" Consúmese mi alma I por el deseo
constante
de tus decretos.
21
Tú increpas a los soberbios | y son
malditos cuantos se desvían de tus mandamientos.
22
Aparta de mí el oprobio y el desprecio, | pues he guardado tus mandamientos.
23
Aunque se sienten los príncipes en
consejo y hablen contra mí, | tu siervo
meditará tus estatutos.
24
También tus amonestaciones son mis
delicias, | mis consejeros tus estatutos.
DÁLET
2
5 Pegada al polvo está mi a l m a :
conserva m i vida según tu palabra.
|
26
Te expuse mis necesidades y me escuchaste; | enséñame tus preceptos.
27
Haz que entienda los caminos de tus
mandamientos I y pueda meditar sobre
tus28 maravillas.
Va mi alma encorvada por la tristeza;29 [ levántame tú según tu palabra.
Apártame del camino de la mentira | y dame, clemente, tus enseñanzas.
30
Elegí el camino de la verdad, | hice
míos tus decretos.
31 Estoy adherido a tus mandamientos; |
¡oh Yavél, no permitas que sea confundido.
32
Correré por el camino de tus mandamientos | cuando tú ensanchares mi
corazón.
HE
33
44
ZAIN
49
Acuérdate de la palabra dada a tu
siervo,
| en la cual me hiciste esperar.
50
Este es mi consuelo en mi aflicción: |
que
tu palabra me da la vida.
51
Mucho se empeñan los petulantes en
descarriarme, | pero yo no me aparto de
tu ley.
52
Me acuerdo de tus juicios de tiempo
antiguo, | ¡oh Yavé!, y me consuelo.
53
Ardo al ver que los impíos I se apartan 4 de tu ley.
« Fueron mis cantos tus estatutos I en
la 55casa de mi peregrinación.
De noche me acuerdo de tu nombre,
¡oh Yavé!, | y guardo tu ley.
56
Esta ha sido mi suerte: 1 guardar tus
preceptos.
JET
" Mi porción, ¡oh Yavé!, dije, | es guardar tu palabra.
58
Te pido y te ruego con todo el corazón | que me seas propicio según tu palabra.
59
Miro y remiro mis caminos I y hago
que marchen mis pies por tus mandamientos.
Instruyeme, ¡oh Ya vé!, en el camino
de tus mandatos, | pararquédel todo los
cumpla.
60 M e apresuro y n o vacilo | en guar34
Dame entendimientp para que guar- dar tus m a n d a t o s .
61
de tu ley | y la cumpla con todo el coraLas redes de los impíos me estrezón.
charon, | pero yo no me olvidé de tu ley.
35
Haz que vaya por la senda de tus
62 M e levanto a medianoche | p a r a darmandamientos, | que son mi deleite.
te gracias p o r tus justos juicios.
3
63
6 Inclina mi corazón a tus consejos, |
Soy amigo de cuantos te temen | y
no a la avaricia.
guardan
tus mandamientos.
37
6
4
Aparta mis ojos de la vista de la vaLa tierra está llena, ¡oh Yavé!, de tus
nidad | y dame la vida de tus caminos.
piedades; | enséñame tus mandatos.
3
8 Cumple a tu siervo tu palabra, | la
que a quienes te temen prometiste.
VAU
ti Venga, pues, sobre mí tu piedad, ¡oh
Ya42vé!; I tu salud según tu palabra;
Para que a quienes me increpan pueda responderles I que he esperado en tu
palabra.
43
No quites jamás de mi boca las palabras de verdad I que espero en tus decretos.
guardar los decretos de tu justicia.
GAF
81
Deshácese mi alma por el deseo de
tu 82ayuda; [ espero tu promesa.
Consúmense mis ojos por el deseo
de tu palabra, | diciendo: «¿Cuándo me
consolarás?»
83
Porque estoy como odre puesto al
humo, | pero no olvido tus estatutos.
84
¿Cuántos serán los días de tu siervo? | ¿Cuándo harás justicia con los que
me85persiguen?
Cavaron los soberbios hoyas para
mí, | los que no son según tu ley.
86
Todos tus mandamientos son verdad, | pero pérfidamente me persiguen.
¡Socórreme!
87
Casi me han echado por tierra, | pero
yo88no he abandonado tus preceptos.
Vivifícame según tu misericordia I para que guarde las palabras de tu boca.
LAMED
89
TET
39
65
Aparta de mí el oprobio que temo, |
Obraste benignamente con tu sierporque tus decretos son para bien.
vo, | ¡oh Yavé!, según tu palabra.
40
Mira que he anhelado tus preceptos, |
66 Enséñame y dame la dicha de saber
y guarda mi vida en tu justicia.
y conocer, I pues que creo en t u s m a n -
damientos.
67
Antes de ser humillado estuve descarriado, | pero ahora guardo tu ley.
68 T ú eres bueno y bienhechor; | enséñ a m e tus estatutos.
69
Sugeríanme falsedades los soberbios, |
pero yo guardo con todo corazón tus preceptos.
70
Craso está como sebo su corazón, I
pero yo tengo en tu ley todas mis delicias.
SALMOS 1 1 9
Bien me ha estado ser humillado | paMEM
ra 72aprender tus mandamientos.
97
¡Cuánto amo tu ley! | Es mi asidua
Mi mayor bien es la ley de tu boca, |
meditación.
mejor que millones de oro y de plata.
4,8
Tu ley me hace más sabio que mis
enemigos, | porque de cierto está conmigo
YOD
eternamente.
73
99
Tus manos me hicieron y me formaMe hace más prudente que cuantos
ron ; | dame entendimiento para saber tus me enseñan | si son tus mandamientos mi
mandamientos.
meditación.
74
Los que te temen me ven y se ale100 s 0 y m á s entendido que los anciagran
|
porque
he
esperado
en
tu
palabra.
nos | si guardo tus preceptos.
75
101
Conozco, ¡oh Yavé!, que son justíRetraje mis pies de todo mal camisimos tus juicios | y que con razón me no | para guardar tu palabra.
2
afligiste.
i° No me he apartado de tus manda76
Consuéleme tu piedad, | según tu pa- tos, | porque con ellos me enseñaste.
labra
a
tu
siervo.
i° 3 ¡Cuan dulces son a mi paladar tus
77
Venga a mí tu misericordia y revivi- preceptos, | más que la miel para mi boca!
ré,78| porque tu ley es mi delicia.
104 D e tus preceptos saco inteligencia; |
Confundidos sean los soberbios que p o r eso detesto toda falsa senda.
sin razón me afligen, | pero yo meditaré
en tus amonestaciones.
NUM
79
Vengan a mí los que te temen, | los
105 Xu palabra es p a r a mis pies una lámque
conocen
tus
mandatos.
80
Sea íntegro mi corazón en tus esta- para,6 | la luz de mis pasos.
i" H e jurado, y quiero cumplirlo, |
tutos, | no sea confundido.
Tu palabra, ¡oh Yavé!, es eterna, |
persiste tanto como el cielo.
90
Es por generaciones y generaciones
tu 91verdad; I formaste la tierra y perdura.
A tu decreto obedecen el día y la noche,
| pues todo te sirve.
92
Si tu ley no fuera mi delicia, I ya antes93habría perecido en mi aflicción.
No me olvidaré jamás de tus preceptos,
| pues con ellos me has dado la vida.
94
Tuyo soy; sálvame, | pues busco tus
preceptos.
95
Esperan los impíos perderme, | pero
yo96pongo mi atención en tus avisos.
A todo lo perfecto veo un límite, | pero tus mandamientos son amplísimos.
107
Estoy sobremanera afligido. | ¡Oh
Yavé!, vivifícame según tu palabra.
!0S Acepta benignamente, ¡oh Yavé!, las
oblaciones de mi boca | y enséñame tus
decretos.
109 Mi vida está en constante peligro, |
pero no he dado al olvido tu ley.
n° Me pusieron los impíos una trampa, I pero no me desvié de tus preceptos.
n i Son mi heredad para siempre tus palabras, I son ciertamente el gozo de mi corazón.
n 2 Inclino mi corazón a cumplir tus
mandamientos, | desde ahora para la eternidad.
SÁMEC
113 Detesto la doblez del corazón | y
amo4 tu ley.
11 Tú eres mi defensa y mi escudo, | y
espero en tus palabras.
H5 Aprended de mí los impíos | y dejadme guardar los mandamientos de mi
Dios.
116 Sosténme según tu palabra, y viviré, I y no permitas que vea frustrada mi
esperanza.
117 Susténtame para que sea salvo | y me
convierta siempre a tus preceptos.
u s Tú aborreces a cuantos se apartan
de tus mandamientos, | porque sus pensamientos son pérfidos.
119 Escorias son para ti todos los impíos de la tierra; I por eso yo amo tus
preceptos.
120
Se estremece mi carne por temor a
ti I y temo tus juicios.
662
SALVO* 119
AYIN
121 H e hecho justicia y derecho; ] n o me
dejes en manos de mis opresores.
I M Responde p o r tu siervo para bien, |
no m e o p r i m a n los soberbios.
J
23 Consúmense mis ojos por el deseo
de t u socorro I y del edicto de tu justicia.
124 H a z con tu siervo según tu piedad |
y enséñame tus decretos.
125 Siervo tuyo soy; dame entendimiento | para conocer tus mandamientos.
126 Tiempo es de obrar por Yavé, | pues
quieren destruir tu ley.
127 P o r eso yo a m o tus mandamientos I
más que el oro, que el o r o purísimo.
128 H e procedido rectamente conforme
a todos tus preceptos | y he odiado t o d o
camino falso.
PE
129 Son admirables tus testimonios; |
p o r eso los guarda m i alma.
130 L a explicación de tus palabras I ilumina y da inteligencia a los rudos.
131
A b r o mi b o c a y suspiro | p o r el deseo de tus mandamientos.
132 Vuélvete a mí y séme propicio, I co-
mo haces con los que aman tu nombre.
133 Dirige mis pasos con tus palabras | y
n o dejes que m e domine iniquidad alguna.
134 Líbrame de la opresión de los h o m bres | para que pueda guardar tus preceptos.
135 Muestra tu serena faz a tu siervo | y
enséñame tus preceptos.
136 Arroyos de aguas caen de mis ojos, |
p o r q u e no guardaron t u ley.
148 Se anticipan a las vigilias mis ojos |
para meditar tus palabras.
!4í> Oye mi voz según tu misericordia,
¡oh Yavé!, | y h a z que viva según tus decretos.
150 Acercáronse los que malignamente
m e persiguen, | los que se apartaron de
tu ley;
151 Pero cercano estás tú, ¡oh Yavé!, | y
todos tus mandamientos son fidelísimos.
152 M u c h o h a que entendí que tus m a n damientos | los fundaste p a r a el tiempo
de la eternidad.
RES
153 Ve mi aflicción y sácame de ella, |
pues n o he olvidado tu ley.
154 Defiende mi causa y protégeme; | según t u palabra, d a m e vida.
155 M u y lejos está de los impíos la salvación, | porque n o buscan tus mandatos.
156 M u y abundantes son tus misericordias, | ¡oh Yavé!; haz que viva según tus
decretos.
!57 M u c h o s son mis enemigos y perseguidores, | pero n o m e a p a r t o de tus m a n damientos.
15
» V e o a los rebeldes y m e recomo, 1
p o r q u e n o guardan tus preceptos.
15» M i r a que a m o tu ley, | ¡oh Yavé!;
consérvame según t u piedad.
160 L a suma de tu palabra es la verdad, | y todos los decretos de t u boca son
p a r a la eternidad.
SIN
161 Persiguiéronme sin causa los prínSADE
cipes, | pero mi corazón temía tus pala137 Justo eres, ¡oh Yavél, | y justos son bras.
tus juicios.
138 Mandaste tus mandamientos c o n
justicia | y con suma benignidad.
139
El celo m e consume, | p o r q u e d a n
al olvido tus palabras mis enemigos.
140 Acendrada del t o d o es tu palabra, |
y tu siervo la ama.
141 Pequeño y despreciable soy, | pero
no m e olvido de tus preceptos.
142 T u justicia es eterna I y tu doctrina
es firmísima verdad.
143 L a angustia y la aflicción se apoderaron de m í ; I tus mandamientos serán
mis delicias.
!44 Justa n o r m a son por la eternidad tus
preceptos; | haz i[ue los entienda y viva.
162 Tan contento estoy con tus palabras | c o m o quien halla a b u n d a n t e presa.
163 o d i o y a b o m i n o la falsedad | y a m o
tu doctrina.
164 Siete veces te alabo en el día | p o r
los decretos de tu justicia.
165 M u c h a paz tienen los que a m a n tu
ley; | n o hay p a r a ellos tropiezo.
166 H e esperado de ti m i salvación, ¡oh
Yavé!, | y he cumplido tus mandamientos.
167
H a guardado mi alma tus enseñanzas | y las a m o en extremo.
168 G u a r d o tus preceptos y tus enseñanzas, | p o r g u e t o d o s mis caminos están a
tus ojos.
TAÜ
QOF
169 Llegue mi súplica a t u presencia, ¡oh
145 Clamo con todo mi corazón, óye- Yavé!, | y según tu palabra, dame intelime, | ¡oh Yavé!; haz que guarde tus pre- gencia.
170 Venga mi deprecación a ti | y, según
ceptos.
146 Clamo a ti, socórreme, | p a r a que tu palabra, sálvame.
171 Mis labios te cantarán alabanzas I si
guarde tus mandamientos.
147 M u y de m a ñ a n a vengo yo a implo- me enseñas tu ley.
i'2 C a n t a r á mi lengua t u palabra, I p o i rar tu auxilie | y espero tu palabra.
663
SALMOS 119-124
que justísimos son todos tus mandamientos.?
i 3 Sea conmigo tu mano para ayudarme, | pues he elegido tus preceptos.
122 (V. 121)
Salutación a Jerusalén
1
Cántico gradual. D e David.
174 Deseo tu salud, ¡oh Yavé!, | pues tu
Alégreme de lo que me decía: | «Valey es mi deleite.
m o s a la casa de Yavé». *
2
175 v i v a mi alma p a r a alabarte | y denY a están nuestros pies | en tus puerme ayuda tus decretos.
tas, ¡oh Jerusalén!
176 s i errare como oveja perdida, busca
3 Jerusalén, edificada como ciudad |
a tu siervo, [ pues no m e he olvidado de bien unida y compacta.
4
tus mandamientos.
A d o n d e suben las tribus, | las tribus
de Yavé, según el rito de Israel, | para ce120 (V. i19)
lebrar el n o m b r e de Yavé.
5
Allí se alzaron las sillas del juicio, | las
Quejas contra los perturbadores
sillas de la casa de David.
de la paz
6
R o g a d por la paz de Jerusalén. | Vi1 Cántico gradual.
van en seguridad los que te aman.
7
En la angustia clamé a Yavé, | y El m e
Reine la seguridad dentro de tus murespondió. *
ros, I la tranquilidad en tus palacios.
2
8
Libra, ¡oh Yavé!, mi alma del labio
Por a m o r de mis h e r m a n o s y compamendaz, | de la lengua fraudulenta.
ñeros, I te deseo la paz.
9
3 ¿Qué se te dará y qué se te añadirá, |
Por a m o r de la casa de Yavé, nuesoh lengua dolosa?
tro Dios, I te deseo t o d o bien.
4
Saetas agudas de u n fuerte | c o n carbones de retama.
123 (V. 122)
5 ¡Ay de mí, peregrino en Mesec, ] que
habito en las tiendas de Cedar!
Ferviente petición del auxilio divino
6
D e m a s i a d o se lia prolongado mi des1 Cántico gradual.
tierro I entre estos enemigos de la paz.
A ti alzo mis ojos, | a ti que habitas en
7 Y o soy todo paz, pero así que les h a los cielos. *
blo, I ya está la guerra.
2
C o m o están atentos los ojos del siervo a las m a n o s de su señor, | como están
121 (V. 120)
atentos los ojos de la esclava I a la m a n o
Seguridad del protegido p o r Dios de su señora, | así se alzan nuestros ojos
a Yavé, nuestro Dios, | hasta que tenga
1 Cántico gradual.
misericordia de nosotros.
3
Alzo mis ojos a los montes, | de donTen misericordia, ¡oh Yavé!, ten mide m e h a de venir el socorro. *
sericordia de nosotros, | porque estamos
2
Mi socorro ha de venirme de Yavé, | del todo hartos de menosprecios.
el H a c e d o r de los cielos y de la tierra.
4 M u y h a r t a está nuestra alma | del es3 N o consentiré que resbalen tus pies, | carnio de los ricos | y de los desprecios
no dormirá tu custodio.
de los soberbios.
4 N o dormirá, no dormitará | el que
guarda a Israel.
5
124 (V. 123)
Yavé es tu custodio, | Yavé es tu p r o tector a tu derecha.
Acción
de
gracias por el auxilio
6
P o r el día no te molestará el sol, | ni
recibido
por la noche la luna.
7
Yavé te guardará de t o d o mal, | guar1 Cántico gradual. D e David.
d a r á tu vida;
A no haber estado Yavé por nosotros, |
8
G u a r d a r á Yavé tus salidas y tus en- diga Israel, *
2
tradas I ahora y p o r la eternidad.
A no haber estado Yavé p o r nosotros |
1
primero de los llamados salmos graduales (de las ascensiones), que terminan con
120 el Es134,elgrupo
de cantos que cantaban los que de todas partes subían a Jerusalén para celebrar las varias festividades del año. Se lamenta el salmista de su prolongado destierro entre gentes
enemigas de la paz.
121
122
123
124
1
1
Canta el poeta la firme seguridad de Israel, a quien protege su Dios.
El poeta, lleno de entusiasmo al contemplar la Jerusalén restaurada, pide para ella toda
suerte de bendiciones.
1
Amargado por los oprobios de que el pueblo es objeto por parte de los gentiles, pide
el salmista a Dios que los haga cesar.
1 El salmista da gracias a Dios por haber librado a su pueblo cuando parecía que no había
ya salvación para él.
SALMOS 124-129
anuido se alzaron contra nosotros los
hombres,
3
Vivos nos habrían tragado entonces. |
Cuando
ardía su ira contra nosotros.
4
Ya entonces nos habrían sumergido
las aguas; I hubiera pasado sobre nuestra
alma
un torrente;
5
Y nos habrían ahogado las bullentes
aguas.
6
Bendito sea Yavé, | que no nos dio
por7 presa de sus dientes.
Escapó nuestra alma como una avecilla al lazo del cazador; | rompióse el
lazo
y fuimos librados.
8
Nuestro auxilio es el nombre de Yavé, | que hizo los cielos y la tierra.
664
6
Van tristes, llorando, | los que llevaban la semilla para arrojarla. | ¡Vendrán alegres, jubilosos, | cargados de sus
haces!
127 (V. 126)
Todo éxito depende de la divina
protección
1
Cántico gradual. De Salomón.
Si Yavé no edifica la casa, | en vano
trabajan los que la construyen. | Si no
guarda Yavé la ciudad, | en vano vigilan
sus centinelas. *
2
Vano os será madrugar, acostaros tarde I y que comáis el pan del dolor; | es
Yavé el que a sus elegidos da el pan en
sueños.
3
Don de Yavé son los hijos; | es merced suya el fruto del vientre.
4
Lo que las saetas en la mano del guerrero, I eso son los hijos de la flor de los
años.
5
Bienaventurados los que de ellos tienen llena su aljaba; I no serán confundidos I cuando hayan de litigar en la puerta
con su adversario.
125 (V. 124)
Invocación del auxilio divino
sobre Israel
1
Cántico gradual.
Los que confían en Yavé son como el
monte de Sión, | que es inconmovible y
permanece
por siempre. *
2
Está Jerusalén rodeada de montes, |
y así rodea Yavé a su pueblo | ahora y
por la eternidad.
3
De cierto no permanecerá el cetro de
128 (V. 127)
los impíos I sobre la suerte de los justos, I
Felicidad del justo
para que no tiendan los justos sus manos
a la iniquidad.
1 Cántico gradual.
4
Bienaventurado tú si temes a Yavé | y
Haz, ¡oh Yavé!, bien a los buenos, | a
andas por sus caminos. *
los5 rectos de corazón;
2
Mas a los que van por caminos torComiendo lo ganado con el trabajo de
tuosos, I remuévalos Yavé juntamente tus3 manos, | serás feliz y bienaventurado.
con los impíos. | ¡Paz sobre Israel!
Tu mujer será como fructífera parra |
en el interior de tu casa. | Tus hijos, como
126 (V. 125)
renuevos de olivo ) en derredor de tu mesa.
4
Así ciertamente será bendecido el vaPetición de la plena restauración
rón
I que teme a Yavé.
1
5
Cántico gradual.
Bendígate Yavé desde Sión | y veas
Cuando restauró Yavé la suerte de próspera a Jerusalén todos los días de tu
Sión,
I estábamos como quien sueña. * vida;
2
6
Llenóse entonces de risas nuestra boY veas los hijos de tus hijos, | la paz
ca I y de alegres cantares nuestra lengua. | sobre Israel.
Decían entonces las gentes: | «¡Magní129 (V. 128)
ficamente ha obrado con éstos Yavé!»
3
Magníficamente, en verdad, obró YaOración contra los enemigos
vé4con nosotros, | y nos llenamos de gozo.
del pueblo
Restaura, ¡oh Yavé!, nuestra suerte, |
1
como
los
arroyos
del
Mediodía.
Cántico
gradual.
5
Los que en llanto siembran, | en júbilo
«Mucho me han atribulado desde mi
cosechan.
juventud»; | dice Israel:*
•í O Jí * La seguridad de los que en Dios confían es tan grande como la de Jerusalén, fuerte
• ¿ « ^ por su posición y más aún por la protección de Yavé.
l O f i 1 Con grande admiración de Israel, la restauración de Sión está comenzada; el salmista
• ^ ^ pide la consumación de la misma.
127
1
Sin Dios nada hay seguro; con El, todo lo está.
128
1
Felicidad del justo bendecido del Señor con las bendiciones que la Ley promete.
•1 O Q l El nombre de Israel declara el salmista haber sufrido mucho de los enemigos del pueblo;
* £*** pero Dios, justo, lo libró de los malvados.
665
SALMOS 129-133
2
«Mucho me han atribulado desde mi
adolescencia, I pero no prevalecieron contra3 mí».
Aradores araron sobre mis espaldas, I
hicieron
largos surcos.
4
Pero es justo Yavé, | y rompió las
coyundas de los impíos.
5 Sean confundidos y vuélvanse atrás \
todos
los que aborrecen a Sión.
6
Sea como la hierba de los tejados, |
que
se seca antes de ser arrancada;
7
De que no llena su mano el segador |
ni su seno el que recoge las gavillas;
8
Ni dicen de ella los transeúntes: I «La
bendición de Yavé sobre vosotros; I os
bendecimos en el nombre de Yavé».
133 (V. 131)
Canto para la dedicación del templo
de Salomón
1 Cántico gradual.
Acuérdate, ¡oh Yavé!, de David | y de
su gran solicitud. *
2
Cómo juró a Yavé I e hizo voto al Poderoso
de Jacob.
3
«No entraré en la morada de mi casa |
ni 4subiré al lecho de mi estrado;
No daré a mis ojos el sueño, | ni el
dormir a mis párpados;
5
Mientras no halle estancia para Yavé |
y habitación
para el Poderoso de Jacob».
6
He aqui lo que hemos oído en Efrata, |
lo que hemos hallado en los campos de
130 (V. 129)
Jaar:
Imploración de la divina
'«Vamos a su habitación, | adoremos
ante
el escabel de sus pies».
misericordia
8
1
Levántate, Yavé, y ven a tu morada, |
Cántico gradual.
De lo profundo te invoco, ¡oh Yavé! * tú 9y el arca de tu majestad.
2
Vístanse tus sacerdotes de justicia I y
Oye, Yavé, mi voz; | estén atentos
jubilen alegremente tus santos.
tus3 oídos I a la voz de mis súplicas.
10
Por amor de David, tu siervo, | no
Si guardas, ¡oh Yavé!, la memoria de
apartes de tu ungido.
los delitos, I ¿quién, ¡oh Señor!, podrá sub- te 11
Juró Yavé a David esta verdad y no
sistir?
4
Pero eres indulgente, | para que seas se apartará de ella: | «Del fruto de tus
entrañas
pondré sobre tu trono.
reverenciado
con temor.
5
12 Si guardan tus hijos mi alianza I y
Yo espero en Yavé, | mi alma espera
las enseñanzas que yo les daré, I también
sus promesas.
6
Espera mi alma a Yavé I más que el sus hijos por siempre se sentarán sobre
alba los centinelas nocturnos. | Más que tu 13trono».
Ciertamente eligió Yavé a Sión, I le
el alba los centinelas nocturnos 7 espera
adoptó
por morada suya.
Israel a Yavé.
14
«Esta
será por siempre mi mansión; |
Porque de El viene la misericordia y
aquí habitaré, porque la he elegido.
generosa
redención.
15
8
Daré mi bendición a sus provisiones |
El, pues, redimirá a Israel 1 de todas
y saciaré
de pan a sus pobres.
sus iniquidades.
16
Revestiré de salud a sus sacerdotes |
y sus santos se alegrarán jubilosos.
131 (V. 130)
17
Aqui haré crecer el poder de David |
Confesión de humildad
y
prepararé la lámpara a mi ungido.
1
18
Cántico gradual. De David.
A sus enemigos los cubriré de ignoNo se ensoberbece, ¡oh Yavé!, mi co- minia I y brillará sobre él mi diadema».
razón I ni son altaneros mis ojos, I no
corro detrás de grandezas | ni tras de
133 (V. 132)
cosas demasiado altas para mí.*
2
Antes he reprimido mis deseos, | como Deleitosa comunión la de los santos
niño destetado en los brazos de la madre, |
1
Cántico gradual. De David.
como niño destetado está mi alma.
3
Ved cuan bueno y deleitoso es | habiEspera, ¡oh Israel!, en Yavé | ahora y
tar en uno los hermanos. *
para siempre.
130
131
132
1
De lo profundo de su tribulación clama el salmista a Dios, seguro de alcanzar la misericordia de Yavé.
1
1
Humillado ante Dios, el salmista confía en El e invita a Israel a la misma confianza.
Recuerda el salmista la piedad de David al trasladar el arca a Jerusalén, su propósito
de levantar un templo, la promesa que Dios, en pago, le hizo de perpetuar su dinastía
y la elección de Sión para morada de Dios.
El mesianismo de este salmo es claro, atendiendo a que el tema en él desarrollado es la promesa
de Dios a David. Este sentido mesiánico resalta más claramente en los versículos finales.
0 O * 1 Qué grata es la sociedad de los que están hermanados por la piedad y el temor de
0 0
DiosI
1
SALMOS
666
133-135
2
en la tierra, | en el m a r y en t o d o s los
abismos.
7
El trae las nubes desde los confines
de la tierra, | El hace los relámpagos para
la lluvia, I saca el viento de sus escondrijos.
8
El hirió a los primogénitos de los
egipcios, lo mismo hombres que ganados.
9
M a n d ó señales y portentos sobre ti,
Egipto; I sobre el F a r a ó n y sobre todos
134 (V. 133)
sus subditos.
A c c i ó n d e gracias para la t a r d e
10
El hirió a numerosas gentes | y m a t ó
1
a poderosos reyes.
Cántico gradual.
11
A Seón, rey de los amorreos, I y a
Mirad, bendecid a Yavé vosotros todos
los siervos de Yavé, | los q u e de noche Og, rey d e Basan, | y a todos los reinos de
Canán;
permanecéis en la casa de Yavé.
Es como finísimo óleo sobre la cabeza, | q u e desciende sobre la barba, la
barba de Arón, | y baja hasta la orla del
vestido.
3
C o m o el rocío del H e r m ó n , | que desciende sobre los montes de Sión, I pues
allí envía Yavé su bendición y vida eterna.
Semitas
cautivos
tocando la cítara
12
Y d i o sus tierras en heredad, | en
1 Alzad vuestras m a n o s al santuario |
heredad a Israel, su siervo.
y bendecid a Yavé.
3
3
1 ¡Oh Yavé!, t u n o m b r e es eterno. | YaDesde Sión bendígate Yavé, | Hacevé, tu memoria perdura de generación en
dor de cielos y tierra.
generación.
14
Porque protege Yavé a su pueblo | y
135 (V. 134)
se muestra propicio a sus siervos.
Canto de acción d e gracias
! ' Los simulacros d e las gentes son o r o
1
y plata, I obra de las m a n o s de los h o m ¡Aleluya!
Alabad el n o m b r e de Yavé, alabadlo, bres.
16
Tienen b o c a y n o hablan, | tienen
siervos de Yavé. *
2
y n o ven,
Que estáis en la casa de Yavé, I en ojos
17
Tienen
orejas y n o oyen, | n o h a y
los atrios de la casa de nuestro Dios.
3
en su boca.
Alabad a Yavé, porque es b u e n o ; | aliento
18
Semejantes a ellos son los q u e los
cantad salmos a su nombre, p o r q u e es
hacen | y cuantos en ellos confían.
benigno;
4
19 Casa d e Israel, bendecid a Y a v é ; |
Porque eligió Yavé para sí a Jacob, |
casa de Arón, bendecid a Yavé.
a Israel p o r posesión suya.
20
5
Casa de Leví, bendecid a Yavé; I los
Ciertamente sé q u e Yavé es grande, |
que nuestro Señor está p o r encima de que teméis a Yavé, bendecid a Yavé.
21
Bendito sea Yavé desde Sión, | el
todos los dioses.
6
Yavé hace cuanto quiere en los cielos, que habita en Jerusalén.
I ^*OJ*
1 ^0 "ti
1
Es este salmo una invitación a los sacerdotes y levitas q u e pernoctan en el templo para
q u e bendigan al Señor.
í
Alabanza a Yavé por las graneles obras q u e ha realizado, sobre todo en favor d e su pueblo. Ante El, los ídolos son nada.
667
SALMOS 136-138
136 (V. 135)
C a n t o d e a c c i ó n d e gracias
1 ¡Aleluya!
Alabad a Yavé, porque es bueno, | R.
porque es eterna su misericordia. *
2
Alabad al Dios de los dioses, I R.
3
Alabad al Señor d e los señores, | R.
4
Al q u e es el único en hacer grandes
maravillas, | R .
5
Al que hizo sabiamente los cielos, | R.
6
Al q u e afirmó la tierra sobre las
aguas, I R.
7
Al que hizo los grandes luminares, | R .
8 El sol, p a r a dominar de día, | R .
9
L a luna, para dominar la noche, [ R .
10
Al que hirió a los primogénitos de
Egipto, I R .
11
Y sacó a Israel d e en medio de
ellos, I R .
12
Con m a n o fuerte y brazo tendido, [ R .
13
Al que dividió en partes á m a r R o jo, I R .
4
1 Y llevó a Israel por en medio de él, | R .
15
Y sumergió al F a r a ó n y a su ejército
en el m a r Rojo, | R .
16
Al q u e condujo a su pueblo p o r el
desierto, l R .
1 7 Que hirió a grandes reyes, I R .
18
Y m a t ó a reyes poderosos, | R .
19 A Seón, rey de los amorreos, I R.
20
Y a Og, rey de Basan, | R .
21
Cuyas tierras dio en heredad, I R.
22
En heredad a Israel, su siervo, | R.
23
Q u e en nuestra humillación se acordó
de nosotros, I R .
24
Y nos libró de nuestros enemigos, | R .
25
Que da p a n a toda carne, | R .
2
« Alabad al Dios del cielo. I R .
3
Allí los q u e n o s tenían cautivos n o s
pedían que cantásemos; | los q u e n o s
habían llevado atados, que nos alegrásemos : i «Cantadnos alguno de los cánticos
de Sión».
4
¿Cómo cantar en tierra extranjera |
los cánticos de Yavé?
5
Si yo m e olvidare d e ti, Jerusalén, |
sea echada en olvido mi diestra;
6
Pegúese mi lengua al paladar si yo
no m e acordase de ti, | si no pusiera a
Jerusalén p o r encima de toda alegría.
7
Recuerda, ¡oh Yavé!, a los edomitas el
día de Jerusalén, | los que decían: «Arrasadla, arrasadla hasta los cimientos».
8
Hija de Babel, devastadora, | bienaventurado quien te dará lo que tú n o s
diste a nosotros.
9
¡Bienaventurado quien cogerá a tus
niños I y los estrellará contra las piedras!
138 ( V . 137)
C a n t o d e acción d e gracias
1 D e David.
Quiero alabarte, ¡oh Yavé!, con todo
mi corazón, | porque escuchaste las palabras de m i boca.
Te cantaré salmos ante los ángeles, *
2
M e prosternaré ante tu santo templo, |
y cantaré tu nombre | por tu misericordia y tu fidelidad, pues has magnificado
sobre todas las cosas | tu n o m b r e y tu
promesa.
3
Y cuando te invoqué m e oíste, I y
fortaleciste grandemente mi alma.
4
Te alabarán, ¡oh Yavé!, todos los
reyes de la tierra | cuando oigan todas
las palabras de tu boca.
5
Celebrarán los caminos de Yavé; |
«¡Grande es, ciertamente, la gloria de
137 (V. 136)
E l a m o r d e l o s c a u t i v o s p o r S i ó r Yavé!»
6
Excelso es Yavé, y atiende al humil1 J u n t o a los ríos de Babilonia, allí de, I pero al soberbio le mira desde lejos.
7
nos sentábamos | y llorábamos acordánC u a n d o estoy en medio de la tribuladonos de Sión. *
ción, preservas mi vida, | extiendes tu
2
D e los sauces de sus orillas | colgába- m a n o contra la ira de mis enemigos | y tu
mos nuestras cítaras.
diestra m e salva.
1
1 0£
Este salmo es una verdadera letanía. E n ella, u n coro cantaba el verso primero y el
' ^ ^
pueblo respondía: «Porque es eterna su misericordia», frase q u e muchas veces hallamos
en las Sagradas Escrituras puesta en boca de los q u e alaban al Señor en el templo. L a misericordia
es el atributo divino q u e más de relieve se pone en el Antiguo Testamento, a pesar de lo cual los
fariseos lo entendieron t a n poco, q u e fue necesario q u e el Señor les propusiese la parábola del hijo
pródigo (Le 15) y les recordase aquellas palabras: Misericordia quiero, que no sacrificios ( M t 9,13).
1
1 0 7
Otro salmo imprecatorio, compuesto, sin duda, en Babilonia durante el cautiverio, o,
1 ^ '
por lo menos, bajo la impresión producida p o r el cautiverio. El salmista expresa maravillosamente su entrañable amor a Jerusalén. Recuerda, como lo hacen también algunos profetas,
la alegría con q u e los hijos de Edom vieron la ruina de Jerusalén y su templo, y pide para ellos el
castigo divino; pero, sobre todo, su ánimo se vuelve contra Babilonia, la ciudad devastadora, q u e ,
según los vaticinios de los profetas, está a su vez destinada a la ruina y a la devastación, tanto q u e
hasta sus niños serán cogidos p o r los pies y estrellados contra las rocas. La justicia de Dios para con
las naciones es a veces, en el Antiguo Testamento, sin misericordia: ésta se reserva sólo para Israel.
1 Q Q l Habiendo recibido de Dios un gran beneficio, el salmista le da gracias en el templo.
1 \ J O g s t e beneficio es t a n singular, que todos los reyes de la tierra alabarán a Yavé cuando
oigan la palabra de su boca. Esto sólo tuvo realización en el Mesías, cuya resurrección fue la salud
del m u n d o entero.
SALMOS 138-140
668
20
Que impíamente se rebelan contra
* Cumpla Yavé en mí su obra. | Eterna
es, ¡ob Ya vé!, tu misericordia; I no de- ti, I y vanamente tus adversarios se atreven!
jes sin acabar la obra de tus manos.
21
¿Cómo no odiar, ¡oh Yavé!, a los que
te odian? | ¿Cómo no aborrecer a los
139 (V. 138)
que
se levantan contra ti?
22
L a omnisciencia y omnipresencia
¡Sí, los odio con el más completo
odio
I y los tengo por enemigos míos!
divina
23
Escudríñame, ¡oh Dios!, y examina
1 Al maestro del coro. Salmo de David. mi corazón; | pruébame y examina mis
;Oh Yavé!, tú me has examinado y me pensamientos;
24
conoces, | no se te oculta nada de mi ser. *
Y mira si hay en mi camino cosa
2
Que me siente o me levante, tú lo sa- viciosa I y llévame por las sendas de la
bes, i y de lejos te das cuenta de todos mis eternidad.
pensamientos.
3
Que camine o me acueste, tú lo ad140 (V. 139)
viertes; I tú conoces todos mis caminos,
4
O
r
a
c
i
ó
n
contra los enemigos
Pues aún no está la palabra en mi
maldicientes
lengua, | y ya tú, Yavé, lo sabes todo.
1
5 Por detrás y por delante me ciñes |
Al maestro del coro. Salmo de Day pones sobre mí tu mano.
vid.*
6
2
Sobremanera admirable es para mi
Líbrame, ¡oh Yavé!, del hombre matanta ciencia, | sublime e incomprensible lo, I presérvame del hombre malvado;
3
para
mí.
De los que maquinan el mal en su
7
¿Dónde podría alejarme de tu espíri- corazón | y todo el día excitan contu? I ¿Adonde huir de tu presencia?
tiendas.
8
4
Si subiere a los cielos, allí estás tú; I
De los que afilan su lengua como sersi bajare a los abismos, allí estás pre- pientes, I tienen bajo sus labios el veneno
sente.
de5 la víbora. (Sela.)
9
Si, robando las plumas a la aurora, |
Defiéndeme, Yavé, de las manos del
quisiera habitar al extremo del mar,
impío, I protégeme de los hombres vio1° También allí me cogería tu mano | lentos, ¡ que ponen tropiezos a mi paso.
6
y me tendría tu diestra.
Los soberbios, que me ponen ocultos
u Si dijere: «Las tinieblas me oculta- lazos, I tienden sus redes junto al camirán, I será la noche mi luz en torno mío», no I y ponen cepos para mí. (Sela.)
12
7
Tampoco las tinieblas son densas para
Pero yo digo a Yavé: «Tú eres mi
ti, I y la noche luciría como el día, | pues Dios». I Escucha, ¡oh Yavé!, la voz de mis
tinieblas y luz son iguales para ti.
súplicas.
13
8
Porque tú formaste mis entrañas, I
Yavé, Señor, protector y salvador
tú me tejiste en el seno de mi madre.
mío, I tú protegerás mi cabeza el día del
14 Te alabaré por el maravilloso modo combate.
9
en que me hiciste. | ¡Qué admirables son
No permitas, Yavé, lo que desea el
tus obras!
impío; I no permitas que se logren sus
dolosos consejos. (Sela.)
Del todo conoces tú mi alma.
15 No se te ocultaban mis huesos | cuan- i° Alzan su cabeza los que me cercan, I
do secretamente era formado | y en el la 11malicia de sus labios los aplaste.
Lluevan sobre ellos brasas encendimisterio era plasmado;
16
Ya vieron tus ojos mis obras, | escri- das, I caigan en el abismo para no levantarse
más.
tas están todas en tu libro, | y mis días,
i 2 El hombre lenguaraz no será estable
aun antes de ser el primero de ellos.
17
¡Cuan admirables son para mi tus sobre la tierra; I el hombre malvado será
del infortunio que le derribará.
consejos, oh Dios; | qué ingente el nú- presa
13 Pero yo sé que Yavé saldrá en demero de ellos!
s
i Si quisiera contarlos, son más que fensa del desvalido, I en defensa del polas arenas; I si llegara hasta el fin, aún bre.4
1 Sólo los justos alabarán tu nombre, |
estaría contigo.
19 ¡Oh Dios!, si exterminaras a los im- y los rectos habitarán en tu presencia.
píos, I si alejaras de mí a los hombres
sanguinarios.
139
1 M• "A
1
El tema de este salmo es la omnisciencia de Dios, a quien nada se oculta, ni los pensamientos más recónditos de los hombres.
1
El salmista se siente acosado por enemigos, de los cuales pide a Dios que le libre y
vuelva sobre ellos los males con que le amenazan.
669
SALMOS 141-144
141 (V. 140)
Oración en u n mortal peligro
1
Salmo de David.
¡Oh Yavé, te invoco, apresúrate a socorrerme!
I ¡Oye la voz del que a ti clama! *
2
Séate mi oración como el incienso, | y
el alzar a ti mis manos, como oblación
vespertina.
3
Pon, ¡oh Yavé!, guarda a mi boca, |
centinelas
a la puerta de mis labios.
4
No dejes que se incline al mal mi
corazón, | a hacer impías maldades; |
con los hombres que cometen iniquidad j
no tenga yo parte en sus suntuosos banquetes.
5
Que me castigue el justo es un favor, |
que me reprenda es óleo sobre mi cabeza, i
que mi cabeza no rehusa; | incesantemente rogaré yo por ellos en sus aflicciones.
6
Fueron precipitados sus jefes desde
la roca, | y pudieron oir mis palabras, que
eran
blandas.
7
Como se hiende y ara la tierra, [ están
esparcidos sus huesos a la boca del sepulcro.
8
Pero mis ojos miran a ti, ¡oh Yavé! |
A ti me acojo, | no permitas que se derrame9 mi alma.
Guárdame para que no caiga en el
lazo de los que me dan caza, | en los
armadijos
de los que obran el mal.
10
Caerán los impíos en sus mismas
redes, | mientras que yo escaparé de ellas.
142 (V. 141)
Oración en u n mortal peligro
1
Masquil de David cuando estaba en
la 2caverna. Oración. *
Clamo con mi voz a Yavé, I a Yavé
ruego
con mi voz fuerte.
3
Derramo ante El mi querella, | expongo
ante El mi angustia.
4
Ciertamente en mí se acongoja mi
alma, | pero tú conoces todos mis caminos I y que en la senda por donde
voy I me han escondido una trampa.
5
Si miro a la derecha, veo | que no hay
quien me mire con benevolencia, | no tengo
escape,
| no hay quien vuelva por mi vida.
6
A ti clamo, ¡oh Yavé! | Digo: Tú eres
mi refugio, | mi parte en la tierra de los
vivientes.
7
Atiende a mis lamentos, | pues estoy
sobremanera necesitado; | líbrame de los
que me persiguen, | pues son ellos los
más
fuertes.
8
¡Oh!, saca mi alma de la cárcel I para
que pueda alabar tu nombre. | Me rodearán los justos I si benignamente me
fueres propicio.
143 (V. 142)
H u m i l d e oración en u n peligro
1
Salmo de David.
Oye, Yavé, mi oración | y escucha mi
plegaria según tu fidelidad; | óyeme en
tu 2 justicia. *
No entres en juicio con tu siervo, |
pues ante ti no hay nadie justo.
3
Persigue el enemigo a mi alma; I ya
ha postrado en tierra mi vida | y me
ha puesto en las tinieblas, como a los
muertos
de mucho ha.
4
Por eso está mi alma acongojada | y
desfallece
mi corazón.
s
Me acuerdo de los tiempos antiguos, |
medito en todas tus obras, I considero
lo hecho por ti;
6
Y alzo a ti mis manos | y mi alma,
como
tierra sedienta de ti. (Sela.)
7
Apresúrate a oirme, ¡oh Yavé!, | que
ya desmaya mi alma. I No me ocultes tu
rostro; | sería semejante a los caídos en
la fosa.
8
Haz que conozca pronto tu favor, |
pues en ti espero. | Dame a saber el
camino por donde ir, | porque a ti alzo
mi9 alma.
Líbrame de mis enemigos, ¡oh Yavé!, |
porque
a ti recurro.
10
Enséñame a hacer tu voluntad, | pues
eres mi Dios.
Tu espíritu es bueno, | llévame por
camino llano.
11
Por el honor de tu nombre preserva
mi vida I y en tu justicia saca mi alma
del12 peligro de muerte.
Haz con tu piedad que cierren su
boca mis enemigos | y que perezcan cuantos persiguen mi alma, | pues soy siervo
tuyo.
144 (V. 143)
Acción de gracias p o r la victoria
1
De David.
Bendito sea Yavé, mi roca, | que adiestra mis manos a la guerra, | mis dedos al
combate. *
141
1
" •
1
* n v o c a a Yavé el salmista, que no quiere nada con los impíos. Estos serán arrojados al
seol, mientras él tiene puesta en Dios su confianza.
142
1
Puesto en grave congoja, el salmista recurre a Yavé en demanda de socorro.
•J1Q
* En un grande aprieto acude el salmista al Señor y le pide que le libre de sus enemigos
1 lr\* y i e conduzca por los caminos del bien (cf. Sal 16,11).
1 4-4- 1 ^ S u n c a n . t o ^ e v * c t o "a obtenida con la ayuda de Dios contra los extranjeros, llenos de
1 **** f a i s í as . E s digno de notarse el versículo final, que contrapone la posesión de muchos bienes materiales con tener a Yavé por Dios.
670
SALMOS 144-146
2
Es del t o d o piadoso conmigo, mi fortaleza, | mi asilo y mi refugio, | mi escudo;
en El confío, | El m e somete los pueblos.
3
¡Oh Yavé! ¿Qué es el h o m b r e para
que de él te cuides? | ¿Qué el hijo del
h o m b r e para que pienses en él?
4
Es el h o m b r e semejante a u n soplo, I
sus días son c o m o sombra que pasa.
5
¡Oh Yavé! Abaja tus cielos y desciende, | toca los montes y h u m e a r á n ;
6
Haz brillar tus rayos y dispérsalos; |
lanza tus saetas y contúrbalos.
7
Tiende tus m a n o s desde lo alto, | y
líbrame de la muchedumbre de las a g u a s ; |
de m a n o de los alienígenas.
8
Cuya boca promete mentirosamente |
y cuya diestra es diestra de perfidia.
9
Quiero, ¡oh Dios!, cantarte u n cántico
nuevo, | entonarte un salmo con el arpa
de diez cuerdas.
10
A ti, que das la victoria a los reyes, |
que libraste a David, tu siervo.
11
D e la espada maligna líbrame, I y
sálvame de la m a n o de los alienígenas, [
cuya boca promete mentirosamente | y
cuya diestra es diestra de perfidia.
12
Que sean nuestros hijos c o m o plantas, | que crecen mucho en su juventud, |
y nuestras hijas como cotomiias angulares, | esculpidas como las de un templo.
13
Estén nuestros graneros provistos de
todo fruto, | sean nuestras ovejas mil
veces fecundas; | a millares multiplicadas
en nuestros campos.
14
Vengan bien cargados nuestros bueyes, | no haya brecha en las murallas, ni
destierro, | ni clamores en nuestras plazas.
15
Bienaventurado el pueblo que tiene
esto; | bienaventurado el pueblo cuyo
Dios es Yavé.
145 (V. 144)
Majestad y b o n d a d de
146 (V. 145)
I 4" O
Sólo e n D i o s d e b e p o n e r s e
la confianza
Dios
1 Laudes. D e David.
Alef: Quiero ensalzarte, D i o s mío, Rey, |
y alabar tu n o m b r e por los siglos.
2
Bet: Quiero cantarte t o d o el día I y
alabar tu n o m b r e por los siglos.
3
Guímel: Es grande Yavé y digno de
toda alabanza, | su grandeza es inconcebible.
4
Dálet: U n a generación anuncia tus
obras a otra generación I y alaba las
proezas de tu poder.
5
H e : Ellas ensalzan la hermosura de la
gloria de tu majestad, | tus maravillosos
hechos la predican.
6
Vau: Cuentan el vigor de tus estupen1 4- *\
' ^"^
dos prodigios | y n a r r a n tus grandezas.
7
Z a i n : Reproducen la memoria de tus
inmensas bondades | y se gozan en tu
beneficencia.
8
J e t : Clemente y misericordioso es Yavé, | lento a la ira y de muy gran piedad.
9
T e t : Es benigno Yavé p a r a con t o dos, | y su misericordia se extiende a t o das sus criaturas.
10
Y o d : Alábente, ¡oh Yavé!, todas tus
obras, I bendígante tus santos.
11
Caf: Exalten la gloria de tu reino |
y digan de tu fortaleza.
12 L a m e d : Para hacer conocer a los
hijos de los hombres tus hazañas | y la
magnificencia de la gloria de tu reino
13
M e m : T u reino es reino por los siglos de los siglos, I y tu señorío p o r generaciones y generaciones.
N u m : Es fiel Yavé en todas sus palabras I y piadoso en todas sus obras.
14
Sámec: Sostiene Yavé a los que caen |
y levanta a los humillados.
15
Ayin: T o d o s los ojos miran expectantes a ti, I y tú les das el alimento
conveniente a su tiempo.
16 P e : Abres tu m a n o , | y das a t o d o
viviente la grata saciedad.
" S a ó e : E s justo Ya-fé e n t o d o s s\rs
caminos | y misericordioso en todas sus
obras.
18
Qof: Está Yavé cerca de cuantos le
invocan, | de cuantos le invocan de veras.
19
R e s : Satisface los deseos de los que
le temen, | oye sus clamores y los salva.
20
Sin: G u a r d a Yavé a cuantos le a m a n |
y destruye a los impíos.
21
T a u : Cante mi boca las alabanzas de
Yavé I y bendiga toda carne su santo
n o m b r e p o r los siglos de los siglos.
1
¡Aleluya!
Alaba, alma mía, a Yavé. *
Alabe yo a Yavé toda m i vida, |
cante yo a mi D i o s mientras exista.
3
N o confiéis en los príncipes, | en los
hijos del hombre, que no salvan.
4
Vuela su alma y t o r n a al polvo, | y
en ese día perecen todos sus designios.
5
Bienaventurado aquel cuyo auxilio es
el Dios de Jacob, I cuya esperanza es
Yavé, su Dios,
6
Hacedor de cielos y tierra, | del mar
y de cuanto en ellos h a y ; | que guarda
fe por la eternidad.
2
1
^ salmista alaba a! Señor, admirable »r su grandeza, misericordia, omnipotencia, verdad, providencia y justicia.
1
Sólo Dios es amparo seguro y sólo en El se debe poner la confianza.
671
SALMOS 146-149
7
Que da refugio a los afligidos I y da
pan a los hambrientos.
Yavé libra a los presos;
8
Yavé devuelve la vista a los ciegos; I
Yavé yergue a los encorvados; I Yavé
a m a a los justos;
9
Yavé protege a los peregrinos, I sustenta al huérfano y a la viuda, | pero
destruye el camino de los impíos.
10
Reina Yavé por la eternidad; | tu
Dios, ¡oh Sión!, por generaciones y generaciones. ¡Aleluya!
147 (V. 146, 147)
A l a b a n z a s a D i o s p o r la r e s t a u r a c i ó n
d e Sión
17
El hace caer su hielo como mendrugos, I ante su frío se congelan las aguas.
18
Pero m a n d a su palabra y se liquidan, I hace soplar su viento y corren las
aguas.
19
El promulgó su ley a Jacob, I sus
estatutos y decretos a Israel.
20
N o hizo tal a gente alguna, I y a
ninguna otra manifestó sus juicios. | ¡Aleluya!
148
G l o r i a d e D i o s e n los cielos y e n
la t i e r r a
1
¡Aleluya!
Alabad a Yavé en los cielos, | alabadle
en lo alto. *
2
Alabadle vosotros, sus ángeles t o d o s ; |
alabadle vosotras, todas sus milicias.
3
Alabadle, sol y luna; I alabadle todas,
lucientes estrellas.
4
Alabadle, cielos de los cielos ] y las
aguas de sobre los cielos;
5
Alaben el n o m b r e de Yavé, | porque
díjolo El, y fueron hechos.
6
E hizo que persistan por los siglos, |
púsoles ley, y no la traspasarán.
7
Alabad a Yavé desde la tierra I los
cetáceos y todos los m a r e s ;
8
El fuego, el granizo, la nieve, la niebla, I el viento tempestuoso, que ejecutan
sus m a n d a t o s ;
9
Los montes y todos los collados, |
los árboles frutales y los cedros todos;
10
Las fieras y todos los ganados, I los
reptiles y las aladas aves;
11
Los reyes de la tierra y los pueblos
t o d o s ; I los príncipes y todos los jueces
de la tierra;
12
Los mancebos y las doncellas, I los
viejos y los niños.
13
Alaben el n o m b r e de Yavé, | porque
sólo su n o m b r e es sublime; I su gloria sobrepasa la tierra y los cielos;
14
El h a elevado su pueblo a grande
poderío. | Alábele toda la comunidad de
sus santos, I los hijos de Israel, el pueblo
que está allegado a sí. ¡Aleluya!
1 ¡Aleluya!
Alabad a Yavé, porque es b u e n o ; | cantad salmos a nuestro Dios, p o r q u e es
a m a b l e ; | a El conviene la alabanza. *
2
Reedifica Yavé a Jerusalén | y reúne
a los dispersos de Israel.
3
El sana a los de quebrantado corazón |
y cura sus llagas.
4
El cuenta el número de las estrellas I
y. Ua-ma. a. c a d a u n a por s u n o m b r e .
5
Es grande Yavé, grande su poderío, |
y su inteligencia es inenarrable.
6
Sostiene Yavé a los mansos | y h u milla a los impíos hasta tierra.
7
C a n t a d a Yavé y alabadle, | entonad
salmos a nuestro Dios con la citara.
8
El es el que cubre el cielo de nubes, |
el que prepara la lluvia p a r a la tierra,
El que hace que broten hierba los montes I para pasto de los que sirven al
hombre.
9
El que da al ganado su pasto | y a
los polluelos del cuervo que claman.
1° N o se agrada de la fortaleza del
caballo, | no se complace en las piernas
del h o m b r e .
" Le complacen los que le temen, | los
que esperan en su misericordia.
i 2 Alaba, Jerusalén, a Yavé; | alaba,
Sión, a tu Dios,
13 Por haber hecho firmes las cerraduras de tus puertas | y haber bendecido
149
en ti a tus hijos.
14
El dio la paz a tu territorio, | te sació C a n t o a D i o s y a s u p u e b l o , e j e c u t o r
de la flor del trigo.
d e sus d e s i g n i o s
15 El m a n d a su decreto a la tierra, | y
1
su palabra corre veloz.
¡Aleluya!
6
i El da la nieve como lana | y esparce
Cantad a Yavé un cántico n u e v o ; |
como ceniza la escarcha.
alabadle en la asamblea de los santos, *
1 4 7 1 El objeto del salmo aparece en v.2, y de él resulta que el salmista mira a la restauración
' ^
después de la cautividad. Pero no solo en esto; en toda la naturaleza se revela el Señor
digno de alabanza.
148
1
AQ
^ *^
1
Siendo todas las cosas obra de Dios, todas deben formar coro para alabarle.
* Son los santos en quienes resplandece más la bondad de Dios; deben ser ellos quienes
principalmente le alaben.
672
PROVERBIOS
2
Alégrese Israel en su Hacedor, | alégrense
en su Rey los hijos de Sión.
3
Canten su nombre entre danzas, | canten4 salmos con los tímpanos y la cítara.
Porque se complace Yavé en su pueblo | y da su salvación a los humildes.
5
Regocíjense los piadosos por su gloria,6 | cántenle aun en sus lechos.
Tengan siempre en su boca las glorias
de Dios, | y en sus manos la espada de
dos
filos,
7
Para tomar venganza de las gentes I
y castigar
a los pueblos;
8
Para poner en cepo a sus reyes | y
encadenar
con hierros a sus príncipes,
9
Ejecutando en ellos el juicio escrito.
Gloria es ésta para todos sus santos.
¡Aleluya!
15»
Doxología final del salterio. Canto
de alabanza
1 ¡Aleluya!
Alabad a Dios en su santuario, I alabadle en el firmamento de su majestad. *
2
Alabadle por sus hazañas, I alabadle
conforme a la muchedumbre de su grandeza.
3
Alabadle al son de las trompetas, I
alabadle
con el salterio y la cítara.
4
Alabadle con tímpanos y danzas, I
alabadle con las cuerdas y la flauta.
5
Alabadle con címbalos resonantes, I
alabadle
con címbalos de júbilo.
6
Todo cuanto respira alabe a Yavé.
¡Aleluya!
1
El objeto de este Balmo, como el de los precedentes, que por muchos siglos formaron
el último en el oficio de laudes y que parecen, en efecto, constituir uno solo, es la invitación dirigida a todas las cosas a alabar a Dios.
1 *E(\J "
R
O
E
R
B
O
1. Ciencia popular se llama a la encerrada en los proverbios. Era el Oriente
muy fecundo en esta ciencia, y no es de extrañar que abundase también entre los
hebreos. De Salomón se dice, en ponderación de su sabiduría, que pronunció 3.000 parábolas. Son estas parábolas los proverbios, expresados, como es frecuente, en forma
figurada o mediante una comparación, v.gr., «quien a buen árbol se arrima...», etc.
2. El libro de los Proverbios encierra una rica colección de sentencias expresadas
en verso; muy frecuentemente en dísticos antitéticos, a fin de poner más de relieve,
con el contraste, las dos ideas de la máxima. Los nueve primeros capítulos sirven de
introducción al libro y contienen una apremiante invitación a escuchar la sabiduría
y el elogio de ésta. Se destaca entre estos capítulos el octavo, que habla de la sabiduría
de Dios, cooperadora suya en la creación del mundo, por la que se derramó en las
criaturas todas, de donde los hombres la pueden sacar, aparte de la especial comunicación y familiaridad que dice tener con ellos. Sigue luego una larga serie de proverbios,
que abarca los capítulos 10-22, atribuidos a Salomón. Después, otra serie más
corta, que lleva el título «Sentencias de los sabios». Otra serie de proverbios de Salomón, recogida por los sabios de Ezequías, llena los cinco capítulos siguientes. Lo que
resta puede considerarse como apéndice: las palabras de Agur, hijo de Jaqué; la exhortación de la madre de Lemuel y el elogio del ama israelita, que es un hermoso
poema alfabético.
El libro se atribuye a Salomón, aunque ya se ve que no es todo del Rey Sabio,
como se atribuye a David el Salterio, por ser el principal de los salmistas. También,
como la del Salterio, la compilación de los proverbios, puesto que contiene bastantes
cosas posteriores a Salomón, debe de ser posterior a él, acaso de la época de Ezequías.
Título y argumento (1,1-7).—PRIMERA
PARTE: Exhortación al estudio de la sabiduría
(1,8-9,18).—SEGUNDA
P A R T E : Parábolas de Salomón (10,1-22,16).—TERCERA
P A R T E : Sentencias
SUMARIO
673
PROVERBIOS 1-2
de los sabios (22,17-24,34).—CUARTA
P A R T E : Parábolas de Salomón recogidas
por los sabios de Ezequías (25,1-29,27).—QUINTA
P A R T E : Sentencias de varios (30-31).
18 Con ello acechan a la propia vida |
y traman su propio daño.
19
Ahí acaba siempre la rapacidad. | Es
1
Sentencias de Salomón, hijo de Da- un vicio que acaba por matar al que lo
vid,
rey
de
Israel:*
tiene.
2
Para aprender sabiduría y honestidad, I para entender sensatos dichos,
Exhortación de la sabiduría
3
20
Alcanzar disciplina y discreción, | jusLa sabiduría está clamando fuera, I
ticia,
probidad y rectitud;
su voz en las plazas. *
4
21
Para dar prudencia a los inexpertos, | alza
Clama encima de los muros, | en las
perspicacia y circunspección a los jóvenes. entradas
de las puertas de la ciudad, y va
5
Oyéndolos, el sabio crecerá en doc- diciendo:
22
trina
I
y
el
entendido
adquirirá
destreza.
¿Hasta cuándo, simples, amaréis la
6
Para entender las sentencias y los simpleza, | y petulantes, os complaceréis
dichos agudos, | las palabras de los sa- en la petulancia, | y aborreceréis, necios,
bios
y sus enigmas.
la disciplina?
7
23
El principio de la sabiduría es el teVolveos a mis requerimientos. | Yo
mor de Yavé, | y son necios los que des- derramaré
sobre vosotros mi espíritu | y os
precian la sabiduría y la disciplina. *
daré
a saber mis palabras;
24
Pues os he llamado y no habéis escuchado, I tendí mis brazos y nadie se dio
P R I M E R A
P A R T E por entendido;
25
Antes desechasteis todos mis conseEXHORTACIÓN AL ESTUDIO DE LA
jos26I y no accedisteis a mis requerimientos.
SABIDURÍA
También yo me reiré de vuestra ruina |
(1,8-9,18)
y me burlaré cuando venga sobre vosotros el terror;
27
Las malas compañías
Cuando sobrevenga como huracán el
8
Escucha, hijo mío, las amonestaciones espanto | y como torbellino os sorprenda
de tu padre | y no desdeñes las enseñan- la ruina, | cuando sobrevenga la adversidad
y la angustia;
zas de tu madre;
28
9
Entonces me llamarán, y yo no resPorque serán corona de gloria en tu
ponderé;
I me buscarán, pero no me hacabeza
I y collar en tu cuello.
10
Hijo mío, si los malos pretenden se- llarán.
29
Por haber despreciado la sabiduría I
ducirte, I no consientas; si te dicen:
11
haber seguido el temor de Yavé,
«Ven con nosotros, | pongamos ase- y no
30
Y no haberse agradado de mis conchanzas a la vida ajena, | tendamos a plasejos I y haber menospreciado mis requecer12lazos contra el justo. *
Traguémoslos vivos, como el seol; I rimientos.
31
Comerán el fruto de sus obras | y se
enteros,
como los que bajan al sepulcro.
13
de sus consejos;
Tendremos toda suerte de riquezas, I hartarán
32
Porque ese desvío llevará a los simhenchiremos
nuestras
casas
de
despojos;
14
Tendrás tu parte como todos nos- ples a la muerte | y la prosperidad de los
los perderá.
otros, I no habrá más que una bolsa para necios
33
Pero quien me escuche vivirá trantodos».
15
No te vayas con ellos, hijo mío; | ten quilo, I seguro y sin temor de mal.
tus pies muy lejos de sus sendas;
Excelencias de la sabiduría
!* Porque corren sus pies al mal | y se
1
apresuran
a derramar sangre.
Hijo mío, si recibes mis palabras |
17
Pues en vano se tiende la red | a los
y guardas dentro de ti mis mandaojos de las aladas aves.
mientos,
Título y a r g u m e n t o
(1,1-7)
I
2
1
Según indicamos en la Introducción, los Proverbios se dicen de Salomón por ser el principal autor, como su padre lo fue de los Salmos.
El temor de Dios es el principio de la sabiduría, que nos encamina hacia Dios, como disposición subjetiva que prepara el ánimo para escuchar, entender y aceptar las enseñanzas de la sabiduría. Consideremos el orgulloso, que desprecia a Dios y sus enseñanzas, y veremos cuan mal dispuesto está para entender esta ciencia moral, que exige para su inteligencia la pureza del ánimo.
1J
Desde la primera página se nos ofrece la lucha entre el malvado y el justo, que tanto aparece
en el2 0 Salterio.
Hermosa prosopopeya de la Sabiduría llamando a todos a si.
•I
•
7
Náocw-Co lunga
•B¿
674
PROVERflIOl 2-3
2 Dundo atento oído a la iibldurlu I e
Inclinando tu corazón a la prudencia;
•' Si invocas a la inteligencia | y a voces
llamas a la prudencia;
4
Si la buscas como se busca la plata, |
cual si excavaras un tesoro,
5
Entonces tendrás el temor de Yavé [
y hallarás el conocimiento de Dios.
6
Porque Yavé da la sabiduría I y de su
boca derrama ciencia e inteligencia.
7
Da salud a los justos | y se hace escudo
de los que proceden rectamente.
8
Defiende el camino de la rectitud | y
protege las sendas de sus santos.
9 Entenderás entonces justicia y juicio I
y equidad; en suma, buen camino.
L a sabiduría aparta de las malas
compañías
10
Cuando entre en tu corazón la sabiduría
| y sea dulce a tu alma la ciencia,
11
Te guardará el consejo I y te preservará
la inteligencia
12
Para librarte de los caminos de los
malos, | de los hombres de perversos razonamientos
;
13
Que, dejado todo buen camino, I van
por sendas tenebrosas,
14
Se gozan en hacer el mal ! y se huelgan
en la perversidad del vicio,
15
Siguen caminos tortuosos | y se extravían en sus andanzas.
16 Te preservará de la mujer ajena, I de
la 17extraña que halaga con sus palabras, *
Que deja al compañero de su mocedad | y se olvida de la alianza jurada por
su 18Dios.
Su casa lleva a la muerte, | y sus caminos
a la región de las sombras.
19
Cuantos entran no vuelven más, [ ni
toman
las veredas de la vida.
2
" Así seguirás la recta senda | e irás por
el 21camino de los justos;
Pues los justos habitarán la tierra | y
los22rectos permanecerán en ella;
Mas los impíos serán arrancados de la
tierra ! y los prevaricadores serán desarraigados.
3
3
Que no te abandonen jamás la bondad y la fidelidad; | átatelas al cuello, escríbelas
en tu corazón,
4
Y hallarás favor y buena opinión 1
ante
Dios y ante los hombres.
5
Confía en Yavé de todo corazón | y no
te 6apoyes en tu prudencia.
En todos tus caminos piensa en El, |
y El
allanará todas tus sendas.
7
No te tengas por sabio; | teme a Dios
y evita
el mal.
8
Que será sanidad para tu carne | y
refrigerio
para tus huesos.
9
Honra a Dios de tu hacienda, | de las
primicias de todos tus frutos,
10 Y estarán llenas tus trojes I y rebosará de mosto tu lagar.
Excelencias de la sabiduría
No desdeñes, hijo mío, las lecciones
de tu Dios; | no te enoje que te corrija,
12 Porque al que Yavé ama le corrige, |
y aflige
al hijo que le es más caro.
13
Bienaventurado el que alcanza la sabiduría | y adquiere inteligencia;
14
Porque es su adquisición mejor que
la de la plata | y es de más provecho que
el 15
oro.
Es más preciosa que las perlas I y no
hay
tesoro que la iguale;
16
Lleva en su diestra la longevidad | y
en su siniestra la riqueza y los honores. I
De su boca brota la justicia | y lleva en la
lengua
la ley y la misericordia (LXX). *
17
Sus caminos son caminos deleitosos |
y son
paz todas sus sendas.
18
Es árbol de vida para quien la consigue;
| quien la abraza es bienaventurado.
19
Con la sabiduría fundó Yavé la tierra, | con la inteligencia consolidó los
cielos.
20
Con su ciencia hizo brotar las fuentes | y por ella los cielos destilan el rocío.
11
Felicidad del justo
Hijo mío, no la pierdas nunca de vista ; | guarda siempre la prudencia y el consejo,
22
Que serán vida para tu alma | y graFrutos de la honestidad
cia23para tu cuello.
Entonces irás confiado tu camino | y
1 Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas, i conserva mis preceptos no24tropezará tu pie.
Cuando te acostares no sentirás teen2 tu corazón;
; | te acostarás y dormirás dulce sueño.
Porque te darán vida larga, | largos mor
25
No tendrás temor de repentinos pavodías de vida y prosperidad.
21
i« A b u n d a n en los Proverbios sentencias como ésta, que pone en m u y mal lugar la honestidad de las mujeres hebreas. Lo natural es suponer que en Israel, como en todas partes, lo ordinario fuese que la mujer se viera solicitada por el hombre y cayera en el pecado dejándose llevar
de tales solicitaciones. Con esto, el hombre siempre resultará el principal culpable. Si hubiera sido
la mujer la creadora del ambiente social o el autor de los Proverbios, hubiera mirado a adoctrinar
a las mujeres; sin duda que nos hubiera mostrado el reverso de la medalla.
2
3
l« La sabiduría, que implica la honradez, la prudencia, la inteligencia en la administración
de la casa y de la hacienda, reporta todos estos frutos de que aquí nos habla el autor.
675
PROVERBIOS 3-5
res | ni de la ruina de los impíos cuando
t 2 Así, cuando anduvieres no se enredavenga.
rán tus pasos, | y aun corriendo no trope26
Porque Yavé será tu confianza | y pre- zarás.
servará tu pie de quedar preso.
13 Retén firmemente la disciplina, no la
dejes;
I guárdala, mira que es tu vida.
14
Atenciones debidas al prójimo
No te metas por las sendas del impío, I no vayas por el camino de los malos.
27
No niegues un beneficio al que lo
!5 Esquívale, no pases por él; | tente
necesita, | siempre que en tu poder esté apartado de él, pasa de lejos.
16
el 28
hacérselo;
Esos no duermen tranquilos si no han
No le digas al prójimo: «Vete y vuel- hecho el mal; | huye de ellos el sueño si no
ve, | mañana te lo daré», si es que lo tienes han hecho alguna maldad.
a mano.
17 Comen el pan de la maldad I y beben
29
No trames mal alguno contra tu pró- el vino de la violencia.
18
jimo
| mientras él confía en ti.
Mas la senda de los justos es como
30
No pleitees con nadie sin razón | si luz de aurora, | que va en aumento hasta
no3 te ha hecho agravio.
ser pleno día.
19
> No envidies al injusto | ni sigas sus
Al contrario, el camino del impío y
caminos,
la
tiniebla, | y no ven dónde tropiezan.
32
20
Porque el perverso es abominado de
Hijo mío, atiende a mis palabras, I
Yavé, | que sólo tiene sus intimidades para inclina tu oído a mis razones.
el justo.
21 No se aparten nunca de tus ojos, I
33
En la casa del impío está la maldi- guárdalas dentro de tu corazón.
22
ción de Yavé, I que bendice la morada del
Que son vida para quien las acoge I
justo.
y sanidad
para su carne.
34
23
Escarnece a los escarnecedores | y da
Guárdalas en tu corazón con toda
su 35gracia a los humildes;
cautela,
]
porque
son manantial de vida.
24
Da honra a los sabios | y reserva la inLejos de ti toda falsía de la boca | y
famia para los necios.
aparta de ti toda iniquidad de los labios.
Lección paternal
Oíd, hijos míos, la doctrina de un
padre | y atended bien para aprender2 prudencia,
Porque la doctrina que os enseño es
buena; | no desdeñéis, pues, mis enseñanzas.
3
También fui yo hijo pequeñito de mi
padre, | unigénito bajo la mirada de mi
madre;
4
Y él me enseñaba, diciéndome: I «Pon
atención a mis palabras, | pon por obra
mis5 mandatos y vivirás.
Sabiduría ante todo; adquiere la sabiduría; | no la olvides, no te apartes de los
dichos
de mi boca.
6
No la abandones y te guardará; | ámala 7y ella te custodiará».
He aquí el principio de la sabiduría,:
adquirir la sabiduría, I a toda costa adquirir8 la prudencia.
Tenia en gran estima, y ella te ensalzará | y te honrará si la abrazas.
9
Pondrá en tu cabeza corona de gracia, | te ceñirá espléndida diadema.
4
1
25 Mira siempre de frente con tus ojos, I
vayan tus párpados derechos ante ti.
26
Mira bien dónde pones el pie | y sean
rectos
todos tus caminos.
27
No te desvíes a la derecha ni a la
izquierda | y aparta del mal todos tus
pasos.
H u y e de las malas mujeres
Hijo mío, atiende a la sabiduría, |
da oídos a la inteligencia,
2
Para guardar el consejo | y mantener
en3 tus labios la ciencia.
Miel destilan los labios de la mujer
extraña | y es su boca más suave que el
aceite.
4
Pero su fin es más amargo que el ajenjo, I punzante como espada de dos filos. *
5
Van sus pies derechos a la muerte, |
llevan sus pasos al sepulcro.
6 No va por el camino de la vida, [ va
errando
por el camino sin saber adonde.
7
Óyeme, pues, hijo mío, | y no te apartes8 de las razones de mi boca.
Tente siempre lejos de su camino | y
no te acerques a la puerta de su casa,
9
Para no dar tu honor a los extraños I
y tus
años a un cruel;
L a recta senda
10
Para que no disfruten extraños de tu
10
Oye, hijo mío, y recibe mis palabras, | hacienda | y vayan tus trabajos a casa de
y se multiplicarán los años de tu vida.
un11extraño,
11
Que te enseño el camino de la sabiduY al fin tengas que llorar | cuando
ría | y te encamino por el recto sendero. | veas consumidos tu carne y tu cuerpo,
5
1
4
La ley condenaba a muerte a los adúlteros, y sin duda que, como ocurre hoy en las tribus
del desierto arábigo, esta ley no dejaría de cumplirse en muchos casos con todo rigor.
676
PROVERBIOS 5-6
12
Y hayas de exclamar: |Ay de mi,
que odié la disciplina | y no di oídos a los
que3 me adoctrinaban!
1 No escuché la voz de los que me educaban | y no di oídos a los que me enseñaban.
14
Por poco no he llegado al extremo
de mis males, I en medio del consejo de la
asamblea.
15
Bebe el agua de tu cisterna, | los raudales
de tu pozo.
16
¿Quieres derramar fuera tus fuentes, | por las plazas las aguas de tu río?
17
Tenias para ti solo, | no para que
contigo las beban los extraños.
18
Bendita tu fuente, I y gózate en la
compañera
de tu mocedad,
19
Cierva carísima y graciosa gacela; |
embriagúeme siempre sus amores | y recréente siempre sus caricias.
20
¿Para qué andar loco, hijo mío, tras
la extraña [ y abrazar en tu seno a una extranjera?
21
Los caminos del hombre están a los
ojos de Yavé. | El ve todos sus pasos.
22
El impío queda preso en su propia
iniquidad
| y cogido en el lazo de su culpa.
23
Morirá por falta de disciplina | y su
gran necedad le perderá.
Evitar los e m p e ñ o s
1 Hijo mío, si saliste fiador por tu
prójimo, | si has estrechado la mano
del extraño;
2
Si te has ligado con tu palabra | y te
has3 dejado coger por tu boca,
Haz esto, hijo mío, para librarte, I ya
que has caído en manos de tu prójimo: |
Ve sin tardanza y asegúrate de tu amigo.
4
No des sueño a tus ojos, | no des reposo a tus párpados.
5
Ponte a salvo como de la mano del
cazador el corzo, | como el pájaro del
lazo del parancero.
6
La pereza
Ve, ¡oh perezoso!, a la hormiga; | mira sus caminos y hazte sabio.
7
No tiene capitán, | ni rey, ni señor.
8
Y se prepara en el verano su mantenimiento, | reúne su comida al tiempo de
la mies. | O ve a la abeja y aprende cómo
trabaja | y produce rica labor, | que reyes y vasallos buscan para sí | y todos
apetecen, | y siendo como es pequeña y
flaca, ! es por su sabiduría tenida en mucha estima. *
9
¿Hasta cuándo, perezoso, dormirás; |
cuándo
despertarás de tu sueño?
10
Un poco dormitar, un poco adorme6
cerse, | un poco mano sobre mano descansando,
11
Y sobreviene como correo la miseria | y como ladrón la indigencia.
El malo
Cosas odiosas a Dios
Seis cosas aborrece Yavé | y aun
siete abomina su alma:
17 Ojos altaneros, lengua mantirosa, I
manos que derraman sangre inocente.
!8 Corazón que trama iniquidades, |
pies que corren presurosos al mal,
19
Testigo falso, que difunde calumnias |
y enciende rencores entre hermanos.
16
H u y e de la mujer disoluta
Guarda, hijo mío, los mandatos de
tu padre I y no des de lado las enseñanzas2 de tu madre.
i Ten siempre ligado a ellos tu corazón, | enlázalos a tu cuello.
22
Te servirán de guía en tu camino | y
velarán por ti cuando durmieres, | y cuando te despiertes te hablarán;
23
Porque antorcha es el mandamiento,
y luz la disciplina, | y camino de vida la
corrección del que te enseña.
24
Para que te guarden de la mala mujer, | de los halagos de la mujer ajena. *
25
No codicies su hermosura en tu corazón, ! no te dejes seducir por sus miradas;
26
Porque si la prostituta busca un pedazo de pan, I la casada va a la caza de
una vida preciosa.
27
¿Puede alguno llevar fuego en su regazo | sin quemarse los vestidos?
28
¿Quién andará sobre brasas | sin que
se 29le abrasen los pies?
Así el que se acerca a la mujer ajena, | no saldrá indemne quien la toca.
30
¿No es tenido en poco el ladrón cuando roba | para saciar su hambre, si la
tiene?
31
Y si es cogido tendrá que pagar el
séptuplo
| de toda la hacienda de su casa.
32
Pero el adúltero es un mentecato; |
sólo quien quiere arruinarse a sí mismo
hace tal cosa.
20
8
C
Lo que se dice de la abeja no se lee en el texto hebreo; está tomado de los LXX.
24
^
Es la segunda vez que se habla del mismo tema. Indicio de un estado moral poco lisonjero.
Y eso a pesar de las duras sanciones de la Ley.
PROVERBIOS 6-8
33
en la red, | sin saber que le va en ello la
vida.
24
Óyeme, pues, hijo mío, | y atiende a
las palabras de mi boca.
25
No dejes ir tu corazón por sus caminos, | no yerres por sus sendas.
26
Porque a muchos ha hecho caer traspasados | y son muchos los muertos por
ella.
27
Su casa es el camino del sepulcro, |
que baja a las profundidades de la muerte.
Se hallará con palos e ignominia | y
su34afrenta no se borrará nunca.
Porque los celos del marido le ponen
furioso | y no perdona el día de la venganza.
35
No se contentará con una indemnización | y no aceptará dones por grandes
que sean.
12
El hombre malo es digno de desprecio,
| anda en mendacidad de boca,
13
Hace guiños con los ojos, refriega
los pies, | habla con los dedos,
14
Tiene el corazón lleno de maldad | y
siembra siempre la discordia.
15
Por eso vendrá sobre él de improviso la ruina | y será quebrantado súbitamente y sin remedio.
677
Los halagos seductores
i Hijo mío, atiende a mis palabras |
y pon dentro de ti mis enseñanzas.
Invitación de la sabiduría
2
1
Guarda mis preceptos y vivirás,
| sea
¿No está ahí clamando la sabidu3
mi ley como la niña de tus ojos. 1 Átatería | y dando voces la inteligencia?
2
los al dedo, | escríbelos en la tabla de tu
En los altos cabezos, junto a los cacorazón.
minos, | en los cruces de las veredas se
4
Di a la sabiduría: «Tú eres mi her- para;
3
mana», | y llama a la inteligencia tu paEn las puertas, en las entradas de la
riente,
ciudad,
5
Para que te preserven de la mujer voces: | en los umbrales de las casas da
4
ajena, | de la extraña de lúbricas palabras.
A vosotros, mortales, clamo, | y me
6
Estaba yo un día en mi casa a la ven- dirijo a los hijos de los hombres.
5
tana
|
mirando
a
través
de
las
celosías,
Entended,
¡oh simples!, la cordura, |
7
Y vi entre los simples un joven, | en- y vosotros, necios, entrad en la discreción.
tre8 los mancebos un falto de juicio,
6 Escuchad, que voy a deciros nobles
Que pasaba por la calle junto a la es- palabras
| y abriré mi boca a sentencias
quina
|
e
iba
camino
de
su
casa.
9
Era el atardecer, cuando ya obscu- de7 rectitud.
Si; mi boca dice la verdad, | pues
recía,
| al hacerse de noche, en la tiniebla.
los labios inicuos.
10
Y he aquí que le sale al encuentro aborrezco
8
Todos mis dichos son conforme a la
una mujer | con atavío de ramera y astu- justicia;
|
nada
hay en ellos de tortuoso y
to corazón.
11
Era parlanchína y procaz | y sus pies perverso.
9
Todos son rectos para la persona inno12sabían estarse en casa;
| y razonables para el que tiene
Ahora en la calle, ahora en la plaza, | teligente
la 10sabiduría.
acechando
por
todas
las
esquinas.
13
mi enseñanza, mejor que la
Cogióle y le abrazó, | y le dijo con plata,Recibid
| y la ciencia, mejor que el oro fino,
toda
desvergüenza:
14
ii Pues la sabiduría vale más que las
«Tenía que ofrecer un sacrificio, | y
piedras preciosas, I y cuanto hay de cohoy he cumplido ya mis votos;
15
diciable
no puede comparársele.
Por eso te he salido al encuentro; |
iba16 en busca de ti y ahora te hallo.
Excelencia de la sabiduría
He ataviado mi lecho con tapices, |
i 2 Yo, la sabiduría, tengo conmigo la
con
telas
de
hilo
recamado
de
Egipto;
17
He perfumado mi cámara | con mirra, discreción; | poseo la ciencia y la cordura.
áloe
y cinamomo.
18
Ven, embriaguémonos de amores has13 Temer a Dios es aborrecer el mal; |
ta 19la mañana, | hartémonos de caricias. la soberbia, la arrogancia, el mal camiPues mi marido no está en casa, | ha no, 4I la boca perversa, las detesto.
salido
para un largo viaje;
1 Mío es el consejo y la habilidad; | mía
20
Se ha llevado la bolsa [ y no volverá la 15inteligencia, mía la fuerza.
hasta
el plenilunio».
Por mí reinan los reyes | y los jueces
21
Con la suavidad de sus palabras le administran la justicia. *
rindió | y con sus halagos le sedujo;
16 Por mí mandan los príncipes | y go22
los soberanos de la tierra.
Y se fue tras ella entontecido, | como biernan
17
Amo a los que me aman, | y el que
buey que se lleva al matadero, | como
me busca me hallará.
ciervo
cogido en el lazo,
23
18 Llevo conmigo el bienestar y la honHasta que una flecha le atraviesa el
flanco, | o como pájaro que se precipita ra, I sólidas riquezas y justicia.
'l
8
8
15
Esto puede entenderse d e dos m a n e r a s : q u e de la Sabiduría les viene el poder de reinar
y administrar justicia o q u e por ella tienen aquellas disposiciones de ánimo q u e son necesarias
para gobernar y administrar justicia. Con frecuencia se entiende en el primer sentido, confundiendo
la Sabiduría con la ley eterna y natural; pero más bien se debe entender en el segundo sentido,
según lo q u e se dice en el v.14.
PROVERBIOS 8-10
678
19
Mi fruto es mejor que el o r o p u r o ; |
E l b a n q u e t e d e la s a b i d u r í a
mi ganancia, mejor que la plata acriso1
La sabiduría se ha edificado su calada.
sa, | labró sus siete columnas. *
20 Voy p o r las sendas de la justicia, |
2
M a t ó sus víctimas y mezcló su vino, |
por los senderos de la equidad,
aderezó su mesa.
21
Para heredar ricamente a los que me
3
M a n d ó sus doncellas a invitar | desde
a m a n | y henchir sus tesoros.
lo m á s alto de la ciudad.
4
El que es simple, venga acá; | al que
L a s a b i d u r í a e n la c r e a c i ó n
n o tiene sentido hablo.
5
22
Venid
y comed mi pan | y bebed mi
D i o m e Yavé el ser en el principio de
que para vosotros he mezclado.
sus caminos, I antes de sus obras anti- vino,
6
Dejaos de simplezas, y vivid, | y anguas. *
23
Desde la eternidad fui yo ungida; | dad p o r la senda de la inteligencia.
desde los orígenes, antes que la tierra
Consejos
fuese.
7
24
El que corrige al petulante se acarrea
Antes que los abismos, fui engendrada y o ; I antes que fuesen las fuentes de afrenta, | y el que reprende al impío, ultraje.
abundantes aguas;
8
25
N o reprendas al petulante, que te
Antes que los montes fuesen ciment a d o s ; I antes que los collados, fui yo aborrecerá; | reprende al sabio, y te lo
agradecerá.
concebida.
9
26
D a consejos al sabio, y se h a r á más
Antes que hiciese la tierra, ni los
sabio
todavía; | enseña al justo, y acrecampos, I ni el polvo primero de la tierra.
27
cerá
su saber.
C u a n d o fundó los cielos, allí estaba
io El principio de la sabiduría es el tey o ; I cuando puso una bóveda sobre la
m o r de Yavé; I conocer al Santo, eso es
faz del abismo.
28
Cuando daba consistencia al cielo en inteligencia.
11
P o r q u e p o r mí se aumentarán tus
lo alto, I cuando d a b a fuerza a las fuentes
dias | y se te añadirán años de vida.
del abismo.
12
29
Si eres sabio, p a r a ti lo serás; | si
C u a n d o fijó sus términos al m a r |
para que las aguas no traspasasen sus lin- eres petulante, tú lo pagarás.
deros. I C u a n d o echó los cimientos de la
La necedad
tierra,
13
30
Señora necedad es alborotadora, | es
Estaba yo con El como arquitecto, |
no sabe n a d a .
siendo siempre su delicia, | solazándome ignorante,
14
Se sienta a la puerta de su casa | o
ante El en todo t i e m p o ;
31
Recreándome en el orbe de la tie- en 15u n a silla, en lo más alto de la ciudad,
Para invitar a los que pasan | y van
rra, I siendo mis delicias los hijos de los
su camino.
hombres.
16
32
El que es simple venga acá; | al que
Oídme, pues, hijos m í o s ; | bienavenno tiene sentido hablo.
turado el que sigue mis caminos.
1
7
33
Son dulces las aguas hurtadas, | y el
Atended al consejo y sed sabios, | y
p a n de tapadillo, el más sabroso.
no lo menospreciéis.
18
34
Y no se dan cuenta de que allí está
Bienaventurado quien m e escucha, |
y vela a mi puerta cada día, | y es asiduo la muerte | y de que sus invitados van a lo
profundo del averno.
en el umbral de mis entradas,
35
Porque el que me halla a mí, halla
P A R T E
la vida | y alcanzará el favor de Yavé. S E G U N D A
36
Y al contrario, el que me pierde, a sí
PARÁBOLAS DE S A L O M Ó N
mismo se daña, | y el que m e odia, ama
(10,1-22,l6)
la muerte.
•j A i El hijo sabio es la gloria de su
• l " p a d r e ; | el hijo necio, la tristeza
de su madre.
9
22 Este hermoso trozo nos explica los orígenes de la Sabiduría. Ella existió con Dios antes de
todas las cosas, es decir, que es eterna como Dios (22-26); tomó parte en la creación de las cosas
como arquitecto de Dios (27-30), por cuanto Dios, que todo lo hizo con sabiduría, se guiaba de ésta.
Ella se recrea en contemplar sus obras y, sobre todo, en comunicarse a los hijos de los hombres,
a fin de hacerlos sabios e inteligentes. El prólogo de San Juan y otros pasajes paralelos de San Pablo
son explicaciones plenas de este texto al hablarnos del Verbo, por quien todo fue creado y todo subsiste (Jn 1,3; Col 1,15 ss.).
1
El banquete, tantas veces empleado en la Escritura como comparación del reino del cielo,
aquí lo es de la comunicación de la sabiduría, que en substancia no está lejos de coincidir
con aquél.
9
PROVERBIOS 10-11
679
2
N o aprovechan las riquezas mal adquiridas, I mas la justicia salva de la
muerte.
3
Yavé no dejará hambrear al justo, I
pero dejará insaciados los apetitos del
malvado.
4
La m a n o perezosa empobrece; | la
diligente, enriquece.
5
El que en estío recoge es h o m b r e inteligente; I el que duerme al tiempo de
siega, se deshonra.
6
Bendiciones sobre la cabeza del just o ; I pero la lengua del impío encubre
violencias.
7
La memoria del justo será bendecid a ; I el n o m b r e del impío será maldito.
8
El h o m b r e sensato acepta el m a n d a miento, I pero el lenguaraz lo resiste.
9
El que anda en rectitud va seguro; I
el que va p o r sendas tortuosas va a la
ruina.
10
El que guiña los ojos acarrea malaventura ; I el que mira francamente, sana. *
E l h a b l a r del justo
11
Fuente de vida es la boca del justo, |
pero la boca del malvado encubre la violencia.
12
El odio enciende las contiendas, |
mientras que el a m o r encubre las faltas.
13
En los labios del prudente se halla
la sabiduría; | para las espaldas del insensato es la vara.
14
El sabio esconde su ciencia, | la boca
del necio anuncia la ruina.
13
L a hacienda del rico es su fortaleza, I la indigencia del p o b r e es su desaliento.
16
La ganancia del justo es para vida, |
la del impío, en vicios se le va.
17
Va p o r senda de vida el que acepta
la corrección, | el que no la acepta va p o r
camino falso.
18
El de labios mendaces encubre el
odio, I el que esparce la difamación es
un necio.
19
En el m u c h o charlar no falta el pecado, I el que refrena sus labios es sabio.
20
Plata acrisolada es la boca del justo, I el corazón del implo n o vale nada.
21
Los labios del justo nutren a m u chos, I el necio muere p o r falta de entendimiento.
de juego, | y lo es para el sensato ser sabio.
24
Sobre el impío vendrá lo que él se
teme, | mas el justo verá colmados sus
deseos.
25
C o m o pasa el huracán, deja de ser el
impío, I mas el justo permanece para
siempre.
26
C o m o el vinagre a los dientes y el
h u m o a los ojos, | así es el haragán para
quien le m a n d a .
27
El temor de Yavé alarga la vida, |
m a s los años del impío serán abreviados.
28
Se cumplirá la esperanza del justo, |
pero se desvanecerá la del impío.
29
El camino de Yavé es la fortaleza
del perfecto, | pero es el terror de los
malhechores.
30
El justo no vacilará jamás, I pero el
impío no durará sobre la tierra.
31
En la boca del justo florece la sabiduría, I pero la lengua del impío será cortada.
32
Los labios del justo están llenos de
gracia; | la boca del impío, de perversidad.
1 La balanza falsa
a Dios, I m a s la
11
agrada.
es abominable
pesa cabal le
2
Detrás de la soberbia viene la desh o n r a , I con la modestia va la sabiduría.
3
La integridad guía al recto, | la propia
malicia es la ruina del pérfido.
4
D e nada sirven las riquezas el día de
la ira, | pero la justicia libra de la muerte.
5 La justicia del justo le allana el camino, I el malvado cae p o r su misma
malicia.
* La justicia del justo le salva, I los
fraudulentos son cogidos en su mismo
pecado.
7
A la muerte del impío perece su esperanza, I y la confianza del malvado queda burlada.
8
El justo es librado de la tribulación, |
pero el impío entra en ella en vez de aquél.
El bien público
9
El impío con su boca arruina al prójimo, I el justo con su sabiduría le salva.
10
La prosperidad del justo alegra a la
ciudad, I y cuando perece el impío hace
fiesta.
11
La bendición del justo engrandece a
la ciudad, I la boca del impío la abate.
L a dicha del virtuoso
12
El insensato desprecia al prójimo, |
22
La bendición de Dios es lo que enri- p e r o el prudente se calla.
13
quece, I nuestro afán no le añade nada. *
El chismoso descubre los secretos, |
23
Hacer el mal es para el necio cosa el h o m b r e fiel lo encubre todo.
•f A 10 El guiñar el ojo significa la doblez de ánimo, opuesta a la franca sinceridad, que siem' "2 2 pre gana los ánimos de los contendientes y los reduce más fácilmente a la concordia (cf. 16,30).
No habrá de tomarse esta sentencia como una invitación a esperarlo todo de Dios, quedándose mano sobre mano, sino como una expresión de la inutilidad de nuestros esfuerzos, si Dios
no ios bendice. «A Dios rogando y con el mazo dando», según reza nuestro refrán.
PROVERBIOS 11-13
14
680
de ser, | pero la casa del justo queda en pie.
8
C a d a u n o es alabado según su sabiduría, | pero el de perverso corazón es
menospreciado.
9
Mejor está el h o m b r e obscuro que tiene qué comer | que el presuntuoso que
carece de pan.
1° El justo provee a las necesidades de
sus bestias, I pero el corazón del impío
es despiadado.
11
El que labra su campo tendrá p a n
a saciedad, I pero el que se va tras los vagabundos
es u n insensato.
Beneficencia
12
El deseo del impío es una red de m a 17
El misericordioso se hace bien a sí les, | la raíz del justo es fructífera.
mismo; I el de corazón duro, a sí mismo
La lengua
se perjudica.
18
El impío hace ganancias vanas; | el
13 El malvado se enreda en pecados de
que siembra justicia, ése de verdad gana. lengua, | el justo se libra de ellos.
19
14
El que sigue la justicia va a la vida, |
D e los frutos de su boca se sacia el
el que va tras el mal corre a la muerte. h o m b r e , | y según él trata, así será tra20
Los de corazón malo son abomina- t a d o .
bles a Yavé, | los de perfectos caminos
!5 Al necio le parece derecho su camile son gratos.
n o , | el sabio atiende a los consejos de los
21
M á s p r o n t o o más tarde no quedará sabios.
impune el malvado, | pero la prole del
16 El necio luego al p u n t o descubre su
justo escapará.
cólera, 1 el sensato sabe disimular u n a
22
Anillo de oro en jeta de puerco | es afrenta.
17
la mujer bella, pero sin seso.
El que habla verdad declara lo jus23
El deseo del justo se logra, | pero el t o , | pero el testigo falso lo disfraza.
1
8
impío no puede esperar más que ira.
H a y quien al hablar da tantas esto24
Hay quien derrama y siempre tiene cadas c o m o palabras, i pero la lengua
más, | otro que ahorra m á s de lo justo del sabio cura las heridas.
19
y empobrece.
El labio veraz mantiene siempre la
25
Él benéfico se sacia, | y quien larga- palabra; | la lengua mentirosa, sólo por
mente da, largamente tendrá.
un m o m e n t o .
26
20
Al que acapara el trigo le maldice
El corazón del que maquina el mal
el pueblo, | sobre la cabeza del que lo es fraudulento, | alegre el corazón de los
vende caen bendiciones.
de buenos consejos.
27
El que hace prontamente el bien, bie21 Sobre el justo n o vendrá la adversines se atrae; | al que busca el mal le ven- dad, | m a s p a r a los impíos t o d o serán
drá el mal.
males.
28
22
El que en sus riquezas confía, caeLos labios mentirosos los aborrece
r á ; | los justos reverdecerán c o m o follaje. Y a v é ; I se agrada de los que proceden
29
El que perturba su casa cogerá vien- sinceramente.
23
to, | y el necio será siervo del sensato.
El cuerdo encubre su sabiduría; | el
30
Él fruto del justo es árbol de vida, | corazón del necio pregona su necedad.
y el sabio roba los corazones.
31
Laboriosidad
Si el justo tiene en la tierra su paga, |
24
cuánto más el impío y el pecador.
La m a n o laboriosa señorea; | la perezosa se hace tributaria.
25
| O i El que ama la corrección ama la
La angustia del corazón deprime al
A«
sabiduría, I el que odia la correc- h o m b r e , | y u n a palabra buena le conción se embrutece.
forta.
2
26
El bueno alcanza el favor de Yavé, |
El justo aventaja a su prójimo; I el
que condena al de mala vida.
camino del impío le lleva a la ruina.
3
27
N o se afirma el h o m b r e por la impieEl indolente no asa su pieza, | pero
dad ; | la raíz del justo no será arrancada. el diligente tiene copiosa abundancia.
4
28
La mujer fuerte es la corona del maEn el camino de la justicia está la
rido, | la mala es carcoma de sus huesos. vida; I el camino tortuoso lleva a la
5
Los pensamientos del justo son rec- muerte.
titud ; | los consejos del impío, fraude.
6
Las palabras del impío son para ace- •j O ' E l hijo sabio ama la corrección, |
char la sangre, | la boca del justo la salva. 1 "5 pero el petulante n o escucha la re7
Son trastornados los impíos y dejan prensión.
D o n d e no hay gobierno va el pueblo
a la ruina, | en la abundancia del consejo
está la salvación.
15
A n d a r á en ansiedad el que sale fiador de otro, | el que rehuye la fianza vivirá tranquilo.
16
La mujer prudente es gloria de su marido; | trono de deshonra es la mujer que
aborrece la justicia. | Los perezosos carecen de bienes, | pero los laboriosos adquieren riquezas.
681
PROVERBIOS 13-14
2
D e l fruto de su rectitud gozará el
h o m b r e ; | el deseo de los desleales es la
prepotencia.
3
El que guarda su boca, guarda su
vida; | el que mucho abre sus labios, busca su ruina.
4
Desea el haragán, pero n a d a logra; I
mas el alma del diligente se saciará.
5
Odia el justo t o d a palabra mentirosa; | pero el impío se deshonra y cubre
de vergüenza.
6
La justicia conserva íntegro al h o m bre, | el pecado subvierte al pecador.
Pobreza y riqueza
7
H a y quien se las da de rico y n o tiene
n a d a , | y quien teniendo mucho se hace
el pobre.
8
El rico, con sus riquezas, puede rescat a r la vida; | pero el pobre no tiene con
qué rescatarse.
9
La luz del justo brilla espléndidament e ; | pero la lámpara del impío se extinguirá.
1° La soberbia sólo contiendas ocasion a ; | pero es sabio quien toma consejo.
11
Riqueza hecha de prisa, se va; | el
q u e p o c o a p o c o allega, | crece.
2
1 Esperanza que se dilata, aflige el cor a z ó n ; | deseo satisfecho es árbol de vida.
Docilidad
13
El que menosprecia el m a n d a t o perecerá p o r ello; | el que lo respeta tendrá
su recompensa.
1 4 La enseñanza del sabio es fuente de
vida I p a r a huir los lazos de la muerte. *
1 5 La cortesía concilia gracia; | los m o dos de los soberbios son ásperos.
l" El cuerdo todo lo hace con conocimiento; I el necio va derramando su necedad.
17
U n mal mensajero precipita en la
desgracia; I el mensajero fiel es remedio
saludable.
18
Miseria y vergüenza p a r a el que desdeña la corrección; | m a s el que la guarda
será h o n r a d o .
1 9 El deseo cumplido es deleite del alm a ; I pero apartarse del mal es abominación p a r a el necio.
20
Ve con los sabios y te harás sabio; |
al que a necios se allega le alcanzará la
desdicha.
E l p r e m i o d e los j u s t o s
21 Al pecador le persigue la desventura, I pero el justo será bien retribuido.
22
El h o m b r e de bien será heredado
por los hijos de sus hijos; | la hacienda
del pecador está reservada para el justo.
23
Lo que rotura el pobre da pan en
abundancia; | mas por la impiedad se
disipa la hacienda.
24
Odia a su hijo el que da paz a la
vara; | el que le ama se apresura a corregirle.
25
El justo tiene p a n a saciedad; | pero
el vientre del impío hambreará.
H
l La mujer prudente edifica la cas a ; I la necia, con sus manos la
destruye.
2
El que a n d a en rectitud teme a Yavé; I el que va por sendas tortuosas le
desprecia.
3
En la boca del necio está la vara de
la soberbia; | m a s los labios del sabio
son su guarda.
4
Sin bueyes, el granero está vacío; |
por la fuerza del buey hay pan en abundancia.
5
El testigo fiel no miente; I el testigo
falso profiere mentiras.
* Busca el petulante la sabiduría, pero
n a d a ; | mas para el prudente es fácil
alcanzarla.
7
Apártate del necio, | en quien no
hallarás labios de ciencia.
8
La ciencia del cuerdo está en conocer su c a m i n o ; | al necio le engaña su
necedad.
9
El necio desprecia la expiación; | entre los justos habita la benevolencia.
1° El corazón conoce sus amarguras, |
pero en sus alegrías no tiene parte el
extraño.
11
La casa del malvado será asolada; |
la tienda del justo florecerá.
12 H a y caminos que nos parecen derechos, I pero al fin acaban en la muerte.
13 A u n en la risa hay aflicción de corazón, I y a la alegría sucede la congoja.
1 4 El insensato tendrá el fruto de sus
obras | y de él gozará también el hombre
bueno.
Prudencia
1 5 El simple todo lo cree; | el prudente pone atención a sus respuestas.
16
El sabio es cauto y se aparta del
m a l ; [ el necio se deja llevar a él fácilmente.
1 7 El que presto se enoja hará locur a s ; I pero el h o m b r e reflexivo no se
impacienta.
1 8 El necio a su necedad se atiene, |
mientras que el sabio se corona de sabiduría.
1 9 Los malos se inclinarán delante de
los buenos, I y los impíos, ante la puerta
del justo.
Vida vale tanto como felicidad, y lo contrario significa la muerte.
PRovr.Hmos 14-15
ÍO Aun a los parientes es odioso el pobre;
| pero el rico tiene muchos amigos.
2
1 El que desprecia a su prójimo, peca; | bienaventurado el que tiene misericordia
de los pobres.
22
¿No yerra el que maquina el mal? |
Pero el que obra el bien tendrá misericordia
y fidelidad.
23
En toda labor hay fruto; | pero la
charlatanería
empobrece.
24
La cordura del sabio es su corona25; | la necedad es el collar de los necios.
Salva las vidas el testigo veraz; |
pero el que profiere mentiras es un asesino.
Religión y Estado
26
El temor de Yavé es la confianza
del fuerte, | y sus hijos en él hallarán
refugio.
27
El temor de Yavé es fuente de vida I
que
aleja de los lazos de la muerte.
28
El pueblo numeroso es el orgullo
del rey; | en la falta de pueblo está la
ruina
del príncipe.
29
Es tardo a la ira el prudente; | el
pronto a la ira hará muchas locuras.
3
« Corazón apacible es vida del cuerpo, | y la envidia es la caries de los huesos.
31
El que maltrata al pobre injuria a
su Hacedor; | el que tiene piedad del
pobre
le honra.
32
El impío es arrastrado en su maldad; | el justo hallará refugio en su inocencia.
33
En el corazón del cuerdo reposa la
sabiduría, I que se hace sentir aun entre
necios.
34
La justicia engrandece a las naciones; | el pecado es la decadencia de los
pueblos.
35
Al ministro inteligente da el rey su
favor; I al inepto, su desprecio.
682
683
32
duría,
| no así el corazón del necio.
8
Yavé abomina el sacrificio del impío9 | y se agrada de la oración del justo.
Aborrece Yavé el camino del impío; |
pero
ama al que sigue la justicia.
10
Molesta la corrección al que va por
mal camino, | pero el que aborrece la
corrección
morirá.
11
Están delante de Yavé el seol y el
averno, I cuánto más los corazones de
los12hombres.
El petulante no quiere que le corrijan, | por eso no va con los sabios.
L a felicidad
13
La mansedumbre
Corazón alegre hace buena cara, |
pero
la pena del corazón abate el alma.
14
El corazón prudente busca la sabiduría, | pero la boca del necio se complace en la necedad.
15
Los días del pobre todos son tristes, | pero la alegría del corazón es un
perenne
banquete.
16
Mejor es poco con el temor de Yavé |7que muchos tesoros con la turbación.
1 Mejor comer legumbres donde hay
amor | que comer buey cebado donde
hay
odio.
18
El iracundo promueve contiendas, |
el 19
que tarde se enoja aplaca las rencillas.
El camino del perezoso es seto de espinas, I el sendero de los rectos es llano.
20
El hijo sabio es la gloria de su padre; |
el 21necio, la vergüenza de su madre.
Al falto de sentido le agrada la necedad, I pero el hombre prudente endereza
sus22caminos.
Frústranse los planes donde no hay
consejo, | pero se logran por el consejo de
muchos.
23
Gusta saber qué responder, | y la palabra
dicha a tiempo, ¡cuánto bien hace!
24
El inteligente va hacia arriba por el
camino de la vida, | para apartarse del sepulcro abajo.
1 C ' Una respuesta blanda calma la
* 3 ira; | una palabra áspera enciende
la 2cólera.
La lengua del sabio hace estimable
la doctrina; | la boca del necio no dice
más
que sandeces.
3
Los ojos de Yavé están en todas partes | observando a los malos y a los buenos.
4
La lengua blanda es árbol de vida; |
la 5áspera hiere el corazón.
El insensato desprecia la corrección
paterna, | obra prudentemente el que la
atiende.
6
En la casa del justo reina la abundancia; | en las rentas del impío, la turbación.
7
Los labios del sabio derraman sabi-
Odiosos y caros a Dios
Asóla Yavé la casa del soberbio | y
afirma
los linderos de la viuda.
26
Son abominables a Yavé los pensamientos del malo | y le son gratas las palabras limpias.
27
Perturba su casa el codicioso, | pero el
que
aborrece las dádivas vivirá.
28
El corazón del justo medita la respuesta, I pero la boca del impío echa fuera
su29maldad.
Lejos de los impíos está Yavé, I mas
oye
la oración del justo.
30
Rostro radiante alegra corazones, | y
una
buena nueva conforta los huesos.
31
Oreja que escucha la corrección saludable I tendrá su puesto entre los sabios.
25
El que tiene en poco la corrección menosprecia su alma, I el que la escucha adquiere
entendimiento.
33
El temor de Yavé es enseñanza de sabiduría, I y a la honra precede la sumisión.
L a providencia
PROVERBIOS 1 5 - 1 7
21
El sabio de corazón es tenido por
sensato, ¡ y la blandura de los labios hace
eficaz
la doctrina.
22
Fuente de vida es la sabiduría para el
que la tiene, | y es castigo del necio la necedad.
El d o n de la palabra
El corazón del sabio hace disertar su
boca I y con sus labios avalora la doctrina.
24
Panal de miel son sus suaves sentencias, I dulzura del alma y medicina de los
huesos.
25
Hay caminos que al hombre le parecen derechos, | pero a su fin son caminos
de26muerte.
El que trabaja, para si trabaja, | y su
boca le estimula.
27
El impío se cava la fosa I y hay en
sus2 8 labios como llama de fuego.
El perverso excita contiendas | y el
chismoso
aparta a los amigos.
29
El hombre malo lisonjea a su prójimo30 I y le lleva por caminos no buenos.
El que hace guiños con los ojos maquina engaños, I y el que aprieta los labios ha hecho ya el mal.
31
Gloriosa corona es la canicie, | se halla32en el camino de la justicia.
Mejor que el fuerte es el paciente, I y
el que sabe dominarse vale más que el
El rey
que
expugna una ciudad.
10
33
Un oráculo son los labios del rey; | no
En el seno se echan las suertes, | pero
falle, pues, el juicio de su boca.
es Yavé quien da la decisión.
11
Peso justo y balanza justa son de
Yavé I y obra suya son las pesas de la
B o n d a d con el prójimo
bolsa.
12
1
Abominable es que los reyes hagan
Mejor es un pedazo de pan seco
impiedad, ¡ pues por la justicia se afirman
en paz | que la casa llena de carne
los13tronos.
de víctimas y de contiendas.
2
Agradan al rey los labios veraces | y
El siervo inteligente se impondrá al
ama
al
que
habla
rectamente.
hijo
deshonroso | y heredará con los her14
La cólera del rey es heraldo de la manos.
3
muerte, | el hombre sabio la evitará.
El crisol para la plata, la hornaza para
15
En la alegría del rostro del rey está el oro, I mas los corazones los prueba
la vida, | su favor es como nube preñada Yavé.
4
de lluvia primaveral.
El malo escucha al maldiciente | y el
mentiroso da oídos a la lengua mordaz.
5
El que insulta al pobre insulta a su
Sabiduría y modestia
Hacedor I y el que se goza del mal aje16
Mejor adquirir sabiduría que adqui- no no quedará impune.
6
rir oro, I tener inteligencia vale más que
Corona del anciano son los hijos y los
tener plata.
nietos,
I y los hijos, honra de los padres.
17
7
El camino derecho es apartarse del
No está bien al necio la grandilocuenmal, I guarda su alma el que guarda su cia, I cuánto menos al príncipe la mencamino.
tira.
18
8
La soberbia es heraldo de la ruina, |
Piedra de encanto es el cohecho para
y la
altivez
de
corazón,
de
la
caída.
el
que lo recibe; | adondequiera que se
19
Mejor es humillar el corazón con los vuelva, cree tener buen suceso.
9
humildes | que partir con los soberbios los
El que quiere amistad encubre las faldespojos.
tas,
I el que las descubre se enajena el
20
El que pone atención a la palabra ha- amigo.
10
llará el bien, | y quien confía en Yavé es
Más efecto le hace al sensato un rebienaventurado.
proche I que cien azotes al necio.
1 R ' *"*e' h ° m r , r e es preparar la men•*• *» te, I pero es Yavé quien da la respuesta
de la lengua.
2
Al hombre le parecen buenos todos
sus caminos, | pero es Yavé quien pesa las
almas.
3
Encomienda a Yavé todos tus afanes |
y se te lograrán tus pensamientos.
4
Todo lo ha hecho Yavé para sus fines, I aun al impio para el día malo.
5
Aborrece Yavé al de altivo corazón, |
pronto o tarde no quedará sin castigo.
6
Con misericordia y verdad se repara
el pecado, I con el temor de Yavé se aparta el hombre del mal.
7
Cuando los caminos del hombre son
gratos a Yavé, | aun a los enemigos se concilia.
8
Mejor es poco en justicia | que muchas rentas en injusticia.
9
Traza el corazón del hombre sus caminos, I pero es Yavé quien dirige sus
pasos.
23
n
684
PROVEIIIIIOS 1 7 - 1 9
" Rl malvado no busca más que hacer
mal, I mas recibirá un cruel mensaje.
12
Mejor es dar con una osa a quien h a n
arrebatado la cría | que con un necio en
el frenesí de su necedad.
13
El que devuelve mal por bien | no
verá alejarse la desventura de su casa.
i" Comenzar un pleito es dar suelta a
las aguas; | deja la porfía antes que se
encrespen.
L a justicia
15
Quien absuelve al reo y quien condena al inocente, | a m b o s son abominables a Yavé.
16
¿De qué sirve el o r o en m a n o s del
necio? | ¿Podrá comprar la sabiduría? N o
tiene sentido.
" E l amigo ama en t o d o t i e m p o ; | es
un hermano para el día de la desventura.
18 Es necio el que estrecha la m a n o | empeñándose por otro.
19
A m a el delito quien ama las riñas; I el
que abre demasiado la puerta de su casa
busca su ruina.
2I
> El de perverso corazón no hallará
bien, [ y la lengua mendaz incurrirá en
el mal.
2
' El que engendra a un necio, p a r a su
mal lo engendra; | el padre del necio no
gozará de alegría.
22
Corazón alegre hace buen cuerpo; I
la tristeza seca los huesos.
23
El inicuo acepta dádivas | para torcer
el derecho.
24>
El cuerdo tiene ante los ojos la sabiduría ; | los ojos del necio se van hasta los
confines de la tierra.
25
El hijo necio es el tormento de su padre | y la amargura de la que le engendró.
26
N o está bien multar al que tiene la
razón, I pero menos aún castigar a gente
h o n r a d a contra justicia.
Hablar necio
6
Los labios del necio mueven contiendas, | y su boca litigios.
7
La boca del necio es su ruina, | y sus
labios, lazo para su vida.
8
Las palabras del chismoso parecen
dulces | y llegan hasta lo m á s h o n d o de
las entrañas.
9
El que es negligente en su labor | es
h e r m a n o del derrochador.
1° Torre fuerte es el n o m b r e de Yavé; I
a ella se acogerá el justo y estará seguro.
11
La riqueza es para el rico fuerte ciudadela; I le parece una alta muralla.
12
Antes de la caída se exalta el corazón del hombre, | y a la gloria precede la
humillación.
13
El que antes de haber escuchado responde, | es tenido p o r fatuo para oprobio
suyo.
14
El ánimo del h o m b r e le sostiene en
su aflicción; I pero ¿quién sostendrá el
ánimo abatido?
15 El corazón del sensato adquiere sabiduría, | y la oreja del sabio busca la
enseñanza.
Tribunales y pleitos
16
Las dádivas abren camino al h o m bre | y le dan entrada a los grandes.
i ' Parece tener razón el que primero expone su causa; | pero viene su adversario
y le descubre.
18
La suerte pone fin a los pleitos | y
decide entre los grandes.
i* H e r m a n o ofendido es u n a ciudad
fuerte, | y sus litigios son cerrojos de
fortaleza.
20
C a d a u n o llena el vientre de los frutos de su boca | y se sacia del fruto de
sus labios.
21
La muerte y la vida están en poder
de la lengua; | cual sea el uso que de ella
bagas,
tal será el fruto.
Sabiduría práctica
22
El que halla una buena mujer halla
27
Es parco en palabras quien tiene la un tesoro, I ha recibido un gran favor de
sabiduría | y el h o m b r e sensato es de san- Yavé.
23
gre fría.
El pobre habla suplicante, I el rico
28
A u n el necio, si calla, pasará p o r sa- responde duramente.
bio, | y p o r prudente si cierra sus labios.
< O l Busca pretextos el que se des•1 *» vía, | y p o r cualquier cosa se enfurece.
2
Al necio no le agrada la prudencia, |
sino sólo propalar sus necedades.
3
Con la impiedad viene la deshonra; |
con la deshonra, la vergüenza.
4
Aguas profundas son las palabras del
h o m b r e ; | arroyo desbordado fuente de
la sabiduría.
5
N o está bien tener aceptación del rostro del impío | p a r a perjudicar al justo en
la sentencia.
El verdadero a m i g o
24
H a y amigos que sólo son p a r a ruina, | pero los hay más afectos que un hermano.
| A 1 Mejor es el pobre que anda en
* •» sencillez de corazón [ que el de labios perversos y fatuo.
2
Y a el carecer de reflexión no es cosa
buena, I pero el que además es precipitado en su obrar, la yerra.
3
La necedad del h o m b r e tuerce sus caminos | y luego le echa la culpa a Yavé.
685
PROVERBIOS 1 9 - 2 0
4
La riqueza allega muchos amigos, | do el necio, | reprende al sensato y ganará
pero al pobre sus amigos le abandonan. en saber.
26
5
El que maltrata a su padre y ahuyenTestigo falso no quedará sin castigo, |
y el que esparce la mentira no escapará. ta a su m a d r e | es u n hijo infame y deshon6
Al dadivoso le hacen muchos la rue- roso.
27
N o des oídos, hijo mío, al resentida, | todos son amigos del munífico.
7
Al pobre aun sus hermanos le aborre- miento, I que te desviarías de los dictámenes
de la prudencia.
cen, | ¡cuánto más le dejarán los amigos!
28
El testigo falso se burla de la justiEl que cultiva demasiadas amistades, lo
pagará, I como el que corre tras lo que cia, I la boca del impío se traga la iniquidad.
no está a su alcance.
29
Los castigos son para los petulantes, ¡
y los azotes para las espaldas de los necios.
El prudente y el necio
8
El que adquiere inteligencia se hace
bien a sí m i s m o ; | el que guarda el entendimiento hallará bien.
9
El que en falso atestigua n o quedará
impune, | y el que esparce la mentira perecerá.
1° N o están bien al necio los deleites, |
cuánto menos a u n esclavo m a n d a r a los
príncipes.
11 L a cordura del h o m b r e detiene su
cólera, | y es honroso disimular u n a ofensa.
i 2 Rugido de león es la ira del rey; | su
favor, c o m o rocío sobre la hierba.
13
El hijo necio es el tormento de su padre, | y gotera continua la mujer quisquillosa.
1 4 Casa y hacienda, herencia son de los
p a d r e s ; | pero una mujer prudente es d o n
de Yavé.
15
L a pereza trae el sueño | y el h a r a g á n
hambreará.
El temor de D i o s
16
O ft 1 El vino es petulante, y los licores,
£ "
alborotadores; | el que p o r ellos va
haciendo eses no h a r á cosa buena.
2
La cólera del rey es el rugido de un
cachorro de león; | el que la provoca peca
contra su vida.
3
Es h o n o r p a r a el h o m b r e esquivar las
contiendas; | el insensato se mete en ellas.
4
El perezoso n o ara en invierno; | va
luego en busca de la cosecha, y nada
halla.
5
Aguas profundas son los pensamientos del hombre, | pero el cuerdo sabe sacarlas fuera.
6
Muchos son los que a porfía se dan
p o r amigos, I pero ¿quién hallará el amigo fiel?
Rectitud
7
El justo a n d a p o r caminos derechos; I
bienaventurados sus hijos después de él.
8
El rey sentado en su tribunal | con
su mirar disipa el mal.
9
¿Quién puede decir: H e limpiado mi
corazón, | estoy limpio de pecado?
1° Peso falso y falsa medida | son abominables a Yavé.
H A u n el niño da a conocer por sus
acciones | si su obra será luego recta y
justa.
i 2 El oído que oye y el ojo que ve | son
a m b o s obra de Yavé.
13
N o ames el sueño por que no te empobrezcas, I abre el ojo y tendrás pan en
abundancia.
1 4 «Malo, malo», dice el que compra, I
mas en apartándose se alaba.
1 5 H a y oro, hay piedras preciosas; | los
labios del sabio son vaso precioso.
El que guarda la Ley, a sí mismo se
guarda; | el que menosprecia sus caminos
morirá.
17
A Yavé presta el que da al pobre, |
El le dará su recompensa.
is Castiga a tu hijo, que siempre hay esperanza; I pero n o te excites hasta destruirle.
19
El que mucho se aira pagará la pena, ! y más a ú n si guarda rencor.
20
Escucha el consejo y acoge la corrección, I para hacerte así sabio en lo futuro.
2
i M u c h o s proyectos hay en la mente
del h o m b r e , | pero es el consejo de Yavé
el que permanece.
22
La misericordia es al h o m b r e provechosa, I y mejor es ser pobre que mentiBuenas y malas adquisiciones
roso.
23
16
El temor de Yavé lleva a la vida, | el
Quítale la r o p a al que salió fiador
que de El está lleno no será visitado p o r p o r u n extraño, [ retén la prenda del que
a extraños fio.
la desventura.
1 7 Es sabroso al h o m b r e el p a n mal adquirido,
I pero después se halla la boca
C o r r e c c i ó n y holgazanería
llena de cascajo.
24
18
Mete el perezoso su m a n o en el seAsegura tus designios con el consen o , I ni para llevársela a la boca la sacará. jo I y haz la guerra con mucha reflexión.
25
Castiga al petulante y se h a r á cuer1 9 El chismoso no guarda los secretos; I
PROVUIIIIIOS 20-22
686
no le entrometas con el suelto de lengua.
-i' El que maldice a su padre o a su madre | verá extinguirse su lámpara en obscuridad tenebrosa.
21
Lo p r o n t o y aprisa adquirido | no será
después bendecido.
22
N o digas: «Devolveré mal por mal»; I
confía en Yavé, que El te salvará.
23
Peso falso es abominable a Yavé, | y
falsa balanza no está bien.
24
D e Yavé son los pasos del h o m b r e . I
¿Qué puede saber el h o m b r e de sus propios destinos?
25
Lazo es al h o m b r e decir luego: «Consagrado», [ para a n d a r después pesquisando sobre el voto.
C a r i d a d y justicia
1 3 El que cierra sus oídos al clamor del
pobre, I tampoco cuando él clame hallará
respuesta.
14 El presente en secreto aplaca el furor, I y el don en el seno la fuerte ira.
1 5 Alegra al justo que se haga justicia, |
pero al malhechor le aterra.
16
El que se aparta del camino de la sabiduría I vendrá a p a r a r en la compañía
de los muertos.
1? Vendrá a p a r a r en la miseria el que
ama los deleites, | y el que a m a el vino
y los perfumes no se enriquecerá.
18 El rescate del justo es el impío; I el
de los rectos, el prevaricador.
1 9 Mejor es vivir en u n desierto I que
Rey y gobierno
con mujer rencillosa e iracunda.
26 El rey sabio disipa a los impíos | y
20
Codiciable y pingüe tesoro hay en la
hace tornar sobre ellos la maldad.
casa del justo, | pero el necio lo disipa.
27
2
Candela de Yavé es el espíritu del
i El que hace justicia y misericordia I
h o m b r e I que escudriña los escondrijos de hallará vida y honor.
22
las entrañas.
El sabio expugna la ciudad fuerte | y
28
Bondad y fidelidad guardan al rey, | y destruye la fuerza en que se apoya.
23
la clemencia sostiene los tronos.
El
que guarda su boca y su lengua I
29
La fortaleza es la gloria de los jóve- se preserva de la angustia.
nes ; | el ornamento de los ancianos, la ca24
Soberbio y presuntuoso | es el que
nicie.
obra con orgullosa saña.
30
2
Las señales del azote son medicina
5 Los deseos m a t a n al haragán, | porcontra el mal I y sus llagas llegan a lo que sus m a n o s no quieren trabajar.
26
más h o n d o del corazón.
H a y quien está siempre codiciando, I
pero el justo da con largueza.
27
Oí
* Arroyo de agua es el corazón del
Abominable es el sacrificio del im* * rey en m a n o de Yavé, | que El di- pío, I sobre todo si lo ofrece con mala inrige a donde le place.
tención.
2
28
Al h o m b r e siempre le parecen buenos
El testigo falso perecerá, | el h o m b r e
sus caminos, I pero es Yavé quien pesa verdadero mantiene su palabra.
los corazones.
29
El impío hace cara dura, | pero el jus3
H a z justicia y juicio, | que eso es más to conoce los caminos de aquél.
grato a Yavé que el sacrificio.
4
Ojos altivos, corazón soberbio, | luz
El poder de Dios
de los impíos, son pecado.
5
30
Los designios del diligente prospeN o hay sabiduría, no hay cordura, I
ran, | mas para el precipitado todo son no hay consejo contra Yavé.
31
pérdidas.
Apréstate el caballo p a r a el día del
combate, | pero la victoria es de Yavé.
Malicia inútil
6
Allegar tesoros con lengua mentirosa | es desatentada vanidad y lazo mortal.
7
La rapiña del impío será su destrucción | p o r no haber querido hacer justicia.
8
El camino del perverso es tortuoso y
desviado, | pero el del justo es derecho.
9
Mejor es vivir en un rincón del desván | que en c ó m o d a casa con mujer quisquillosa.
i° El alma del impío desea hacer el mal, |
no perdona ni a su amigo.
11 Por el castigo de! petulante aprende
el inexperto; | el sabio, de la corrección
saca ciencia.
12 El justo ve la caída del impío | y cóm o son trastornados p o r la desventura.
0 0
1 M á s que las riquezas vale el buen
« ^
n o m b r e ; | más que la plata y el
oro, la buena gracia.
2
El rico y el pobre se encuentran, | pero al u n o y al otro los hizo Yavé.
3
El cuerdo ve el peligro y se esconde, |
pero el necio sigue adelante y la paga.
4
Riquezas, honra y vida I son premio
de la humildad y del temor de Yavé.
3
Espinas y lazos hay en el camino del
i m p í o ; I el que guarda su alma se aleja
de él.
6 Instruye al niño en su camino, | que
aun de viejo no se apartará de él.
7
El rico señorea sobre el pobre | y el
que toma prestado es siervo del que le
presta.
687
PROVERBIOS 22-23
8
El que siembra iniquidad cosecha desventura I y todos sus afanes son vanos.
9
El hombre generoso es bendecido, ¡
p o r q u e da al pobre de su pan.
1° Arroja al petulante y se acabará la
contienda, | y cesará el pleito y la afrenta.
11 A m a Yavé a los de puro corazón, | y
agrada al rey la gracia en el decir.
i 2 Los ojos de Yavé protegen al justo | y
trastorna los planes del perverso.
1 3 Dice el perezoso: Fuera hay un león |
que me mataría en medio del camino.
1 4 Sima profunda es la boca de la ext r a ñ a ; I aquel que es odioso a Yavé cae
en ella.
1 5 La necedad se esconde en el corazón
del niño, | la vara de la corrección la hace salir de él.
16
Oprimir al pobre es para provecho
suyo, I dar al rico es tirarlo.
TERCERA
PARTE
S E N T E N C I A S D E LOS SABIOS
(22,17-24,34)
1 7 D a oído y escucha las palabras del
sabio, I y aplica tu corazón para entenderlas. *
i 8 Pues te será dulce conservarla en tu
pecho I y tenerla pronta en tus labios.
1 9 Para que pongas en Yavé tu confianza, [ te señalo yo hoy sus caminos.
20
¿No te he escrito ya treinta sentencias p a r a darte consejo y enseñanzas?
2
i ¿Palabras sinceras para enseñarte la
verdad, | p a r a que sepas responder a
quien te pregunte?
22
N o robes al pobre, porque es pobre, |
ni quebrantes en las puertas al desvalido.
23
Porque Yavé defenderá su causa | y
despojará a los que le despojan.
24
N o te acompañes del iracundo | ni te
vayas con el colérico,
25
Para que no aprendas sus maneras |
y no pongas lazos a tu vida.
26
N o seas de los que dan la m a n o | y
salen fiadores de un deudor;
27
D e otro m o d o , si no tienes con qué
pagar, | te quitarán de debajo de ti la
cama.
28
N o traslades los linderos antiguos |
que pusieron tus padres.
29
¿Has visto a u n o solicito en sus cosas? I Pues ante los reyes estará, no quedará entre la gente obscura.
A la m e s a
OO
! C u a n d o te sientes .a la mesa de
« «
un señor, | mira bien a quién tienes delante.
2
Y pon un cuchillo a tu garganta | si
sientes mucho apetito.
3
N o codicies sus manjares delicados, I
porque es pan engañoso.
4
N o te empeñes en hacerte rico, I pon
coto a tu ambición.
5
Pones en ello tus ojos y desaparece
luego, I pues luego toma el vuelo y se
remonta al cielo.
6
N o comas con el avaro | ni codicies
sus manjares.
7
Porque él n o piensa m á s que en sí.
«Come y bebe», te dirá, | pero su corazón
n o está contigo.
8
Y vomitarás el bocado que comiste |
y habrás perdido tus blandas palabras.
9
N o hables a oídos del necio, | que despreciará tus sensatas razones.
i" N o traslades los antiguos linderos | ni
te metas en la heredad de los huérfanos.
11 P o r q u e su defensor es fuerte, I que
sentenciará p o r ellos contra ti.
Docilidad
i 2 Aplica tu corazón a la enseñanza, | y
tus oídos a las palabras de los sabios.
1 3 N o ahorres a tu hijo la corrección, |
que porque le castigues con la vara, no
morirá.
1 4 Hiriéndole con la vara | librarás su alm a del sepulcro.
1 5 Hijo mío, si eres sabio, | se alegrará
mi corazón,
16
Y se alegrarán mis entrañas | si tus
labios hablan cosas rectas.
7
1 N o envidies a los pecadores, | antes
persevera siempre en el temor de Yavé;
1 8 Porque ciertamente tendrás un porvenir, I no verás defraudada tu esperanza.
1 9 Óyeme, hijo mío, y sé sabio | y endereza tu corazón p o r buen camino.
20
N o te vayas con los bebedores de vino I ni con los comedores de carne.
2
i P o r q u e el bebedor y el comilón empobrecerán I y el sueño hará vestir vestidos rotos.
22
Escucha a tu padre, al que te engendró, I y cuando envejeciere tu madre no
la desprecies.
23
C o m p r a verdad y no la vendas, | sabiduría, enseñanza e inteligencia.
24
M u c h o se alegrará el padre del justo |
y el que engendró a un sabio se gozará
en él.
25
Alégrense, pues, tu padre y tu madre I y gócese la que te engendró.
26
D a m e , hijo mío, tu corazón | y pon
tus ojos en mis caminos.
27
Sima profunda es la ramera, | y pozo
estrecho la extraña.
17
Este epígrafe pertenece al texto y encabeza esta segunda sección de proverbios (22,1724,22).
PK1IVKIIIIHIM
23-24
688
28
También ella, c o m o el ladrón, está venir | y tu esperanza n o quedará inal ucecho | y multiplica entre los hombres cumplida.
15
los prevaricadores.
N o aceches, ¡oh impío!, la m o r a d a
del justo, | no saquees su casa.
1
6
El borracho
Porque el justo, siete veces cae y se
29
¿A quién los ayes, a quién los la- levanta; | pero el impío sucumbirá en
mentos, | a quién las contiendas, a quién la 1 7desventura.
N o te goces en la ruina de tu enelas quejas, I a quién los palos por n a d a , a
migo, | n o se alegre tu corazón al verle
quién los ojos hinchados?
30
sucumbir.
A quien se p a r a m u c h o ante el vino, |
18
N o lo vea Dios y le desagrade | y
a los que se van en busca de la mixtura.
aparte
de sobre él su ira.
31 N o mires mucho al vino c u a n d o ro19
N o te entrometas con los perversos, I
jea | y c u a n d o espuma en el vaso;
32
Entrase suavemente, pero al fin muer- n o2 0tengas envidia del impío.
P o r q u e el impío n o tendrá buen fin, |
de c o m o sierpe | y pica c o m o áspid.
33
Y tus ojos verán cosas extrañas | y y 2la1 lámpara del malvado será apagada.
Teme,
hijo mío, a Yavé y al rey, | y
hablarás sin concierto;
34
Te parecerá estar acostado en medio no2 2te unas a los veleidosos;
Porque de improviso viene sobre ellos
del mar | y estar durmiendo en la copa
la perdición, | y el disfavor de entrambos,
de u n árbol.
35
«Me h a n pegado y no m e h a dolido, | ¿quién lo conoce?
me han pisoteado y no lo he sentido; |
cuando m e despierte volveré a buscarlo». N u e v o s p r o v e r b i o s
l
d e los sabios •
23
También éstas son sentencias de los
sabios. | N o está bien tener acepción de
personas en el juicio.
24
Al que dice al culpable: «Tú tienes
la razón», | le detesta el pueblo y le
maldicen las gentes;
25
Pero al que rectamente juzga, t o d o
le va bien | y sobre él desciende fausta
bendición.
26
D a un beso en los labios | quien da
una buena respuesta.
27
Dispon tu obra de fuera y prepáratela en el c a m p o ; | luego la meterás en
casa.
28
N o testifiques de ligero contra el
prójimo; ] ¿quieres acaso engañar con tus
labios?
29
N o digas: « C o m o m e h a t r a t a d o a
mí le trataré yo a él | y le daré lo que
se merece».
O A
N o tengas envidia del malvado, |
^ • ni desees ponerte en su lugar;
2
Porque su corazón maquina la ruina |
y sus labios no hablan m á s que p a r a
dañar.
3
Con la sabiduría se edifica la casa | y
con la prudencia se afirma.
4
Con la ciencia se hinchen tus graneros I de t o d o lo m á s preciado y deleitoso.
5
Hace m á s el sabio que el valiente, |
el h o m b r e de ciencia m á s que el fuerte;
6
P o r q u e con estratagemas se hace la
guerra, | y la victoria está en la muchedumbre de los consejeros.
7
Demasiado sublime es para el necio
la sabiduría; ¡ n o abrirá su boca en las
puertas.
8
El que maquina el mal | será llamado
h o m b r e de malos pensamientos.
9
El pensamiento del necio es el pecado, | y es abominable a los hombres el petulante.
El perezoso
10
Si eres flojo en el tiempo bueno, |
30
Pasé junto al c a m p o del perezoso I y
¿qué fuerza tendrás el día de la desvenjunto a la viña del insensato,
tura?
31
Y t o d o eran cardos y ortigas que
habían cubierto su haz, 1 y su albarrada
D e b e r e s p a r a c o n el p r ó j i m o
estaba destruida.
32
11
A su vista m e puse a reflexionar; |
Libra al que es llevado a la m u e r t e ; |
fue para mí una lección.
al que está en peligro de muerte, sálvale. aquello
33
12
U n poco dormir, un poco cabecear, |
Que si luego dijeres: « N o lo sabía», |
o
t
r
o
poco
m a n o sobre m a n o , descan¿no lo sabrá el que pesa los corazones? |
Bien lo sabe el que vela por tu vida y sando.
34
Y sobreviene como correo la miseria |
d a r á a cada u n o según su merecido.
13
Come miel, hijo mío, que es buena, | y como ladrón la indigencia.
y el panal es muy dulce al paladar.
14
Así es, sábelo, la sabiduría p a r a tu
a l m a ; | si la adquieres, tendrás buen por23 Una sección más (23-34) que se atribuye a los sabios.
PROVERBIOS 25-26
689
C
U
A
R
T
A
P A R T E
PARÁBOLAS DE S A L O M Ó N RECOGIDAS POR
L O S SABIOS D E E Z E Q U Í A S *
(25,1-29,27)
Nuevos proverbios de Salomón
O r
1 También éstas son sentencias de
« « * Salomón, el rey, | coleccionadas
p o r los varones de Ezequías, rey de Judá.
2
Gloria de Dios es encubrir las cosas I
y h o n r a del rey escudriñarlas.
3
C o m o la altura del cielo y la p r o fundidad de la tierra, | así es insondable
el corazón del rey.
4
Despoja de escorias la plata, I y el
platero p o d r á hacer su obra.
5
A p a r t a al inicuo del lado del rey, | y
con la justicia se afirmará su t r o n o .
6
N o te alabes en presencia del rey |
y no te sientes en la silla de los grandes.
7
Pues mejor es que te digan: «Sube
acá», I que tener que ceder tu puesto a
o t r o más grande.
Los
litigios
8
Lo que h a n visto tus ojos | n o lo
hagas en seguida objeto de litigio, | pues
¿qué harás luego, | c u a n d o venga t u adversario y te ponga en evidencia?
9
Defiende t u pleito contra t u adversario, I pero n o descubras el secreto de
otro,
10 p o r que no pueda infamarte quien te
escucha, | sin que tenga remedio tu deshonra.
11 F r u t o de o r o en plato de plata | es
la palabra dicha a tiempo.
i 2 Zarcillo de o r o y collar de plata |
es u n sabio amonestador p a r a el oído
dócil.
13
Frío de nieve en el calor de la siega |
es el mensajero fiel p a r a quien le manda, I
que refresca el ánimo de su señor.
i 4 N u b e y viento sin lluvia | es el h o m bre que se jacta de vana liberalidad.
15
C o n longanimidad se aplaca el príncipe, I y la lengua blanda ablanda los
huesos.
Moderación
1 9 C o m o diente quebrado y pie que
resbala | es la confianza del impío al
tiempo de la angustia | y como el qne
se quita la r o p a en día de frío.
2
<> Echar vinagre sobre el natrón | es
cantar canciones al corazón afligido.
2
1 Si tu enemigo tiene hambre, dale de
comer; I si tiene sed, dale de beber. *
22
Pues así echas ascuas sobre su cabeza; I Yavé te lo pagará.
23
El viento n o r t e ahuyenta la lluvia; I
el rostro airado, la lengua detractora.
24
Mejor es estar en u n rincón del desván I que con mujer rencillosa en casa
espaciosa.
2
' Agua fresca en la boca del sediento I
es la buena nueva que viene de lejanas
tierras.
2
* Fuente turbia y manantial infecto I
es el justo que cede ante el impío.
27
N o hace bien comer demasiada miel I
y n o es h o n r o s o buscar la propia gloria.
28
Ciudad desmantelada y sin murallas I
es el que no tiene dominio de sí mismo.
OR
' ^-omo nieve en el verano y Uu«<»» via en la siega, | así conviene al
necio la honra.
2
C o m o pájaro vago y como golondrina que vuela | es la imprecación sin m o tivo; n o se cumple.
3
Para el caballo el látigo, la cabezada
p a r a el asno, | la vara para las espaldas
del necio.
4
N o respondas al necio según su necedad, I p a r a no hacerte c o m o él.
5
Responde al necio como merece su
necedad, | p a r a que no se tenga por
sabio.
6
Sus pies se corta y daños sufre [ el
que envía un mensaje por m a n o de u n
necio.
7
C o m o cojean las piernas del cojo, |
así el proverbio en la boca del necio.
8
C o m o quien liga la piedra en la h o n da, I así es el que hace h o n o r al necio.
9
C o m o rama de espino en m a n o de
un borracho, | así es el proverbio en la
boca del necio.
10 C o m o saeta que hiere a cualquiera
que pasa, | así el que asalaria al necio y
al borracho.
11 C o m o perro que vuelve a su vómito |
es el necio que repite sus necedades.
12
¿Has visto a u n o que se cree sabio? |
M á s puedes esperar del necio que de él.
16
Si encuentras miel, come lo suficient e ; I n o te hartes y tengas que vomitarla.
1 7 Pon rara vez tu pie en la casa del
vecino, I no se harte de ti y te aborrezca.
El perezoso
18
Maza, espada y aguda saeta | es el
13 Dice el perezoso: «En el camino hay
h o m b r e que en falso testifica contra su
una fiera, | un león en la plaza».
prójimo.
1
Estas palabras pueden ser razonable fundamento de que estos varones de Ezequías fueron
los compiladores del libro de los Proverbios.
21 Sentencia que preludia la doctrina del Evangelio sobre el perdón de los enemÍBos. San Pablo
la cita en Rom 12,20.
25
PROVERBIOS 26-28
690
691
4
1 Las puertas giran en sus quicios, |
A m i g o s y vecinos
i
el perezoso en su lecho.
10
15
N
o
dejes
al
amigo
ni
al
amigo
de
t
u
El perezoso mete la m a n o en el seno, I
y se cansa aun p a r a llevársela a la boca. padre, | y no tendrás que ir a casa de tu
16
El perezoso se cree prudente | más h e r m a n o el día de la desventura. | Mejor
es vecino cercano I que h e r m a n o lejano.
que siete que sepan responder.
11
Sé sabio, hijo mío, y compláceme, |
p
a r a que pueda yo responder a quien me
E l litigio
moteja.
12
17 Coger a un perro por las orejas I es
Él prudente ve el peligro y se esconentrometerte en u n pleito que no te im- de, I el simple sigue adelante y la paga.
13
porta.
Cógele el vestido p o r haber salido
18
C o m o el loco que lanza llamas I y fiador de otro, | y retén la prenda al que
saetas mortíferas,
fio a u n extraño.
19
Tal es el h o m b r e que d a ñ a a su
1 4 Al que a voces saluda al vecino de
i-migo I y dice después: «Lo hice p o r m a d r u g a d a , I p o r maldición se le cuenta.
15
broma».
Gotera incesante en día de lluvia | y
20
Por falta de leña se apaga el fuego, I y mujer rencillosa, allá se van.
1
6
donde no hay chismoso cesa la contienda.
Quien quiere contenerla pretende pa21
C o m o el carbón para las brasas y rar el viento | o coger el aire con su
la leña p a r a el fuego, I así es el chismoso diestra.
17
para encender contiendas.
El hierro con el hierro se aguza, ] y
22
Las palabras del chismoso son bo- el h o m b r e aguza a su prójimo.
8
cado suave I que baja hasta el fondo de las
i El que guarda la higuera comerá
entrañas.
su fruto, I y el que atiende a su señor
23
Baño de plata sobre vasija de barro | recibirá de él honores.
19
es la palabra lisonjera p a r a el corazón
C o m o se parece un agua a otra agua, 1
del malvado.
así
el corazón de u n h o m b r e al de o t r o .
24
20
El que aborrece se enmascara con
El seol y el averno no se llenan n u n los labios, I pero dentro lleva la traición. ca, I y así el ojo del h o m b r e n o se sacia
25
C u a n d o te habla amigablemente no jamás.
21
le creas, | porque siente abominaciones
C o m o el crisol p a r a la plata y la
que lleva dentro del corazón.
h
o
r n a z a para el oro, I así es p a r a el h o m 26
Con doblez esconde su rencor, I pero bre la boca que le alaba.
22
su malicia será descubierta en la asamblea.
A u n q u e majes al necio en el mortero, |
27
El que cava la fosa cae dentro de n o le sacarás su necedad.
ella, I y al que rueda una piedra se le
viene encima.
C u i d a d o d e la g r e y
28
La lengua mentirosa produce mu23
Cuida bien de tu grey | y p o n atenchos males I y la boca lisonjera hace
ción a tus rebaños.
resbalar.
24
P o r q u e no dura siempre la riqueza, |
n *J > N o te jactes del día de m a ñ a n a , | ni la corona va de generación en genera*< '
pues no sabes lo que d a r á de sí. ción.
2
25
Que te alabe el extraño, no tu b o c a ; |
Sale el heno, aparece la verdura, |
el ajeno, no tus labios.
siéganse las hierbas de los m o n t e s ;
3
26
Pesada es la piedra, pesada la arena; I
Y los corderos te proporcionan vespero la ira del necio es más pesada que tidos, I y los cabritos el precio de las
ambas cosas.
labores;
4
27
Cruel es la ira, furiosa la cólera; |
Las cabras, leche a b u n d a n t e para tu
pero ¿quién podrá parar ante la envidia? comida, I p a r a el mantenimiento de tu
5
Mejor es u n a abierta reprensión | que casa I y p a r a el sustento de tus criados.
un a m o r encubierto.
6
Leales son las heridas hechas p o r O Q 1 H u y e el malvado sin que nadie
quien ama, I pero los besos del que abo- « O
le persiga, I m a s el justo va seguro
rrece son engañosos.
como cachorro de león.
7
2
El h a r t o pisotea la miel, ] pero al
P o r los delitos de una tierra son m u hambriento le es dulce lo amargo.
chos sus gobernantes, I pero con uno in8
C o m o pajarillo fuera de su nido | es teligente y prudente dura largo tiempo. *
3
el h o m b r e fuera de su patria.
El perverso que oprime a los pobres |
9
El perfume y el incienso alegran el es u n t o r b e l l i n o h u r a c a n a d o q u e n o
corazón, 1 y el consejo y la ciencia son la da pan.
delicia del alma.
OO
~^
2
Asi los LXX. El texto masorético: «El arrebato de los iracundos enciende las disputas.
I pero el hombre discreto las apaga».
PROVERBIOS 28-29
O b s e r v a n c i a d e la L e y
4
Los que a b a n d o n a n la Ley alaban al
impío, I los que la guardan le hacen la
guerra.
5
Los malvados no conocen la justicia, |
pero el que busca a Yavé lo sabe t o d o .
* Mejor es el pobre que anda en integridad I que el rico de perversos caminos.
7
El que guarda la Ley es hijo prudente, I el que se a c o m p a ñ a de glotones es
vergüenza de su padre.
8
El que con usura y crecido interés
aumenta sus caudales, | para el que se
apiada de los pobres lo allega. *
9
Es abominable la oración | d e aquel
que se aparta de la Ley.
10
El que a los rectos extravia de la
buena senda | caerá en su propia sima, |
pero los perfectos heredarán el bien.
11
El rico es sabio a sus propios ojos, I
pero el pobre inteligente sabe sondearle.
12
C u a n d o prevalecen l o s justos hay
gran gloria, I pero c u a n d o se alzan los
impíos se esconden los hombres.
13
El que oculta sus pecados n o prosperará, I el que los confiesa y se enmienda alcanzará misericordia.
14
Bienaventurado el h o m b r e que persevera en el temor, | pero el d e d u r o
corazón caerá en la desventura.
15
León rugiente y oso h a m b r i e n t o I
es u n mal príncipe a la cabeza de su
pueblo.
'6 U n príncipe insensato multiplica las
extorsiones, ¡ pero el que aborrece la
rapiña alarga la vida.
17
El h o m b r e que derrama sangre | corre
al sepulcro sin que nadie le socorra.
18
El que a n d a en integridad será salvo; I
el que va por senderos tortuosos, en algun o caerá.
19
El que labra la tierra tendrá pan
a b u n d a n t e , ( el que se va c o n los ociosos
se h a r t a r á de pobreza.
B o n d a d y equidad
20
El h o m b r e fiel será muy bendecido, I
el que de prisa se enriquece no lo hará
sin culpa.
21
N o es bueno tener acepción de personas I y se peca por un pedazo de pan.
22
El malo se apresura a hacerse rico I
y no ve que le vendrá la pobreza.
23
El que reprende hallará después mayor gracia | que aquel que lisonjea con
la lengua.
24
El que roba a su padre o a su m a d r e
y dice que no es malo | es digno compañero de bandidos.
25
El h o m b r e codicioso suscita litigios, ]
el que en D i o s confía se sacia.
26
El que en sí mismo confía es un
necio, I el que a n d a en sabiduría será
salvo.
27
El que da al pobre no tendrá pobreza, I el que a p a r t a de él sus ojos tendrá
muchas maldiciones.
28
C u a n d o están en auge los impíos se
esconde el h o m b r e , | m a s cuando son destruidos se multiplican los justos.
O Q i El que reprendido endurece su
¿tv
cerviz, I de repente será quebrantado sin remedio.
Buen
gobierno
2
Bajo el gobierno de los justos está
contento el pueblo; | c u a n d o m a n d a n los
impíos el pueblo suspira.
3
El que ama la sabiduría alegra a su
padre, I el que frecuenta rameras pierde
su hacienda.
4
El rey con la justicia mantiene el
Estado, I pero el venal lo lleva a la ruina.
5
El que adula a su prójimo | tiende
un lazo a los pies de éste.
6
Bajo los pies del malvado hay una
trampa, I pero el justo canta alegremente.
7
El justo reconoce el derecho de los
humildes, | pero al impío no se le da
n a d a de él.
8
Los petulantes sublevan la ciudad, ¡
los sabios calman la ira.
9
Si un sabio disputa con un necio, |
que se enoje, que se ría, n o tendrá reposo.
10
Los hombres sanguinarios odian al
justo, I pero a los justos n o se les da
cuidado.
11
El necio desfoga toda su ira, | pero
el sabio acaba por calmarla.
12
El príncipe que da oídos a la mentira |
tendrá ministros todos malos.
13
El pobre y el usurero se encuentran, |
y es Yavé quien hace brillar los ojos de
entrambos.
14
El rey que hace justicia a los humildes I hace firme su trono p a r a siempre.
Educación
15
La vara y el castigo dan sabiduría; |
el muchacho consentido es la vergüenza
de su m a d r e .
16
Con el crecer de los malos crece la
iniquidad, | pero los justos verán su caída.
17
Corrige a tu hijo y te d a r á contento I
y hará las delicias de tu alma.
18
Sin profecía el pueblo va desenfrenad o , I pero el que guarda la Ley, dichoso él.
19
N o con solas palabras se corrige el
esclavo, I porque entiende bien, pero de
obedecer, nada.
8
No es que sea ésta su intención, sino que Dios, por ocultos caminos, hace que, privada de
herederos el avaro, vaya su hacienda a parar a ir ianos de los pobres.
692
PIIOVKIIIIIDM 2 9 - 3 0
211
¿Has visto a u n h o m b r e precipitado
en el hablar? | M á s esperanzas que en él
hay en el necio.
21
El que acaricia a su siervo c o m o a
un niflo, | al fin tendrá que arrepentirse.
Suavidad y
humildad
zas. I D a m e aquello de que he menester,
9
N o sea que h a r t o te desprecie I y
diga: I «¿Quién es Yavé?», | o que, necesitado, robe I y blasfeme del n o m b r e de
mi Dios.
10
N o acuses al siervo ante su a m o ; I si
no, te maldecirá y tendrás que oirle.
22
El iracundo levanta contiendas | y
el furioso muchas veces peca.
23
La soberbia trae al h o m b r e la humillación, | pero el de humilde corazón es
ensalzado.
24
El encubridor del ladrón a sí mismo
se odia, | oye el conjuro y n o lo denuncia.
25
El temor del h o m b r e es u n lazo, |
pero el que teme a Yavé está seguro.
26
M u c h o s son los que buscan el favor
del príncipe, | pero el juicio de cada cual
viene de Yavé.
27
El inicuo es horror p a r a el justo, I y
horror p a r a el malvado es el que o b r a
rectamente.
L o p e o r d e lo p e o r
11
H a y quien maldice a su padre | y n o
bendice a su madre.
12
H a y quien se cree limpio | y no ha
limpiado su inmundicia.
13
H a y quien mira con altanería | y
cuyos párpados son altivos.
14
H a y gentes cuyos dientes son espadas, I y cuchillos sus molares, 1 p a r a
devorar a los pobres de la tierra | y raer
de entre los hombres a los menesterosos.
L o s insaciables
15
D o s hijos tiene la sanguijuela: D a m e ,
dame. Tres cosas hay que n o se h a r t a n ]
Q U I N T A
P A R T E y cuatro que nunca dicen: «Basta»: *
16
El seol, la matriz estéril, | la tierra,
S E N T E N C I A S D E VARIOS
que n o se h a r t a d e agua, | y el fuego, que
nunca dice «Basta».
(30-31)
17
Al que escarnece a su padre I y
PROVERBIOS DE AGUR
pisotea el respeto de su madre, | cuervos
del valle le saquen los ojos | y devórenle
O f\ 1 Dichos de Agur, hijo de Jaqué, aguiluchos.
«* »
de Masa. *
Dijo aquel v a r ó n : M u c h o m e h e fatiC u a t r o maravillas
gado, ¡oh Dios!; I m u c h o m e he fatigado,
18
Tres cosas m e son estupendas I y
¡oh Dios!, y he perdido la esperanza.
2
P o r q u e soy u n ignorante y m e n o s u n1a9 cuarta no llego a entenderla:
El rastro del águila en los aires, | el
que h o m b r e | y no tengo inteligencia de
rastro de la serpiente sobre la roca, |
hombre.
3
el
rastro
de la nave en medio del m a r | y
Pero Dios me enseñó, | y conocí la
el rastro del h o m b r e en la doncella.
ciencia de los santos.
2
0
4
Este es el obrar de la mujer adúlte¿Quién subió a los cielos y bajó? |
¿Quién encerró los vientos en su p u ñ o ? i r a : I Después de haber comido se limpia la
¿Quién ató las aguas en su m a n t o ? I boca I y dice: « N a d a de mal he hecho».
¿Quién fijó confines a la tierra? I ¿Cómo
Los insoportables
se llama? ¿Y c ó m o se llama su hijo?*
5
T o d a la palabra de Dios es acrisolada, I es el escudo de quien en El confía.
6
N o añadas n a d a a sus elogios, | p o r
que no te reprenda y seas hallado mentiroso.
21
Tres cosas hay que sublevan a la
tierra | y una cuarta que n o puede sufrirse :
22
Siervo que llegue a dominar, | necio
que se ve h a r t o de pan,
23
Aborrecida que llegue a encontrar
marido 1 y esclava que herede a su señora.
La áurea mediocridad
Cosas p e q u e ñ a s , p e r o sabias
L a divina palabra
7
24
D o s cosas te pido, | no me las nieC u a t r o cosas hay pequeñas en la
gues antes de que m u e r a :
tierra | que son, sin embargo, más sa8 Tenme lejos de la mentira y del en- bias que los sabios:
25
gaño I y no m e des ni pobreza ni riqueLa hormiga, pueblo n a d a fuerte, I
Ofi 1 El nombre de Agur es desconocido.
O \J 4 El hombre que tiene un hijo puede ser llamado, por el nombre propio o por el de su hijo,
padre
de fulano. Un argumento del honor de la paternidad.
15
Semejante expresión se lee en los textos de Ras-Samra: «Hay dos sacrificios que aborrece
Baal, y un tercero que aborrece el que cabalga en las nubes».
693
PROVERBIOS 30-31
pero que se prepara su provisión en el
verano;
26
El d a m á n , pueblo n a d a esforzado, |
que se hace su cubil en las rocas; *
27
La langosta, que no tiene rey, I y,
sin embargo, avanza en escuadrones;
28
El lagarto, que se coge con la m a n o , |
y, sin embargo, habita en los palacios de
los reyes.
29
Tres cosas hay de buen a n d a r I y
a u n cuatro que muy bien se pasean:
30 E I león, el más fuerte de todos los
animales, | que no retrocede ante nadie;
el gallo, que m a r c h a gallardo entre sus
gallinas;
31
El m a c h o cabrío, que va delante de
su m a n a d a ; I y el rey, que va a la cabeza
de su ejército.
32
Si te alabaste sin darte cuenta I o
a sabiendas, m a n o a la b o c a ;
33
Q u e batiendo la leche se hace la
manteca, I y oprimiendo la nariz se saca
sangre, | y oprimiendo la ira se excita la
riña.
PROVERBIOS DE LEMUEL
0 1
' Sentencias de Lemuel, rey de M a « * sá, I sentencias que le enseñó su
madre: *
El buen príncipe
2
¡Qué, hijo mío! ¡Qué, Lemuel! | ¡Mi
primogénito!, ¿qué he de decirte? | ¡Qué,
hijo de mis entrañas! | ¡Qué, hijo de mi
alma!
3
N o des a las mujeres tu vigor | ni tus
caminos a las que destruyen a los reyes.
4
N o está bien, ¡oh Lemuel!, I n o está
bien a los reyes beber vino, | ni para quien
gobierna sorber licores.
5
Si no, bebe y se olvida de las leyes |
y pervierte el derecho de los afligidos.
6
El licor dadlo a los miserables, | y
el vino a los afligidos.
7
Q u e bebiendo olviden su miseria | y
n o se acuerden más de sus afanes.
8
Abre tu boca p o r el m u d o | y defiende al desvalido;
9
Abre tu boca a la sentencia justa | y
h a z justicia al pobre y al miserable.
Elogio d e la m u j e r
fuerte
10
Alef: La mujer fuerte, ¿quién la h a llará? I Vale mucho m á s que las perlas. *
11
Bet: E n ella confía el corazón de su
marido | y no tiene nunca falta de nada.
12
Guímel: Dale siempre gusto, nunca
disgustos, I t o d o el tiempo de su vida.
13
D á l e t : Ella se procura lana y lino |
y hace las labores con sus manos.
4
' H e : Es c o m o nave de mercader, |
que desde lejos se trae su pan.
15
V a u : Todavía de noche se levanta |
y prepara a su familia la comida | y la
tarea de sus criadas.
16
Z a í n : Ve u n c a m p o y lo compra, I y
con el fruto de sus m a n o s planta una
viña.
17
Jet: Se ciñe de fortaleza I y esfuerza
sus brazos.
18
Tet: Ve alegre que su tráfico va bien |
y ni de noche apaga su lámpara.
19
Y o d : Coge la rueca en sus manos | y
hace bailar el huso.
20
Caf: Tiende su m a n o al miserable | y
alarga la m a n o al menesteroso.
21
L a m e d : N o teme su familia el frío
de la nieve, | porque todos en su casa
tienen vestidos dobles.
22
M e m : Ella se hace tapices, | y sus
vestidos son de lino y púrpura.
23
N u m : Celebrado es en las puertas
su marido | cuando se sienta entre los
ancianos del lugar.
24
Sámec: H a c e una hermosa tela y la
vende, | y vende al mercader un ceñidor.
25
Ayin: Se reviste de fortaleza y de
gracia | y sonríe ante el porvenir.
26
P e : La sabiduría abre su boca I y
en su lengua está la ley de la bondad.
27
Tsade: Vigila a toda su familia | y no
come su pan de balde.
28
Qof: Alzanse sus hijos y la aclaman
bienaventurada, I y su marido la ensalza.
29
R e s : «Muchas hijas han hecho proezas, I pero tú a todas sobrepasas».
30
Sin: Engañosa es la gracia, fugaz la
belleza; | la mujer que teme a Dios, ésa
es de alabar.
31
T a u : D a d l e los frutos del trabajo de
sus manos ! y alábenla sus hechos en las
puertas. *
26
El damdn, que la Vulgata traduce por conejo, es un animal de la fauna de Palestina que no
tiene nombre correspondiente en nuestra lengua.
0-|
* Hemos de decir lo mismo que de Agur: no sabemos quién sea este rey de Masa.
" 1 10 Este canto a «la mujer fuerte» es ei canto a la matrona, al ama israelita, reina de su casa y
gloria
de su marido y de sus hijos.
31
Las puertas de las ciudades eran el lugar de reunión del pueblo.
ECLESUSTÉS 1-2
695
E
C
L
E
S
I
A
S
T
E
S
i. Eclesiastés, en hebreo Cohelet, vale tanto como predicador que habla a una
asamblea. Una tradición judía transmitida por San Jerónimo atribuye este libro a
Salomón, que lo habría escrito al fin de su vida, cuando, hastiado de los placeres y
convencido de su vanidad, pronunció su famoso «vanidad de vanidades y todo vanidad*.
El mismo libro parece confirmar esta sentencia cuando en boca del autor pone estas
palabras: «Yo, Cohelet, fui rey de Israel en Jerusalén» (1,12). A pesar de todo, los
expositores modernos tienen por cosa averiguada que el autor de este libro no es Salomón ni ninguno de su época, sino un sabio israelita que vivió después de la cautividad, acaso al fin del judaismo, cuando no se hablaba ya la lengua hebrea o, por el
gran contacto con los extranjeros, se había llenado de palabras exóticas.
2. Este punto del autor, en un libro como éste, viene a ser, después de todo, poco
menos que indiferente. Más importante es precisar el argumento que en su libro desarrolla. Y esto no es cosa fácil de lograr. Veamos de intentarlo.
Nuestros moralistas asientan su ciencia de las costumbres sobre el principio supremo
del fin del hombre. Como sea el fin que el hombre se señala, así serán las normas de
su vida. Los antiguos hebreos no se detenían a precisar ese supremo principio, pero insistían sobre otro a él inmediato: que toda la vida humana está sometida al juicio de
Dios, que da a cada uno según sus obras. Este principio se repite frecuentemente en
la Escritura del Antiguo Testamento. Pero ¿cuándo y cómo se realiza esta sanción
del juicio divino? La Ley apenas nos habla más que de premios y castigos temporales.
De aquí que para algunos sea en la presente vida donde se realizarán las sanciones
divinas y el hombre conseguirá su fin, que es su felicidad.
3. Mas aunque la experiencia ofrezca algunos argumentos favorables a esta
tesis, también ofrece otros muchos en contra de ella. El caso del malvado que prospera y triunfa y el del justo que es maltratado y perseguido no es infrecuente, y produce
en quienes lo contemplan gran impresión. El libro de Job no tiene otro fin que discutir
este problema. Los amigos del patriarca le acusan de impiedad, no por otra causa
sino porque le ven caído de su antigua prosperidad en el fondo de la miseria. El patriarca protesta contra tal argumentación, y el Señor, que al fin se aparece para poner término al debate, lo hace ponderando la sabiduría de Dios, que el hombre no es
capaz de escudriñar, pero sin aclarar el misterio. En algunos salmos se medita también
sobre este mismo tema, y tales meditaciones ponen de relieve la grandeza de la fe de
los salmistas, que parecen repetir las palabras de Job: «Aunque me mate, esperaré
en Dios».
4. La fe en la supervivencia e inmortalidad del alma y la confianza en la justicia
divina son comúnmente enseñadas en los libros del Antiguo Testamento, aunque en
ellos aparezca a veces reflejada la opinión contraria, que no comparten los autores
sagrados. Mas cómo había de ser la vida de ultratumba y cuál la manera de realizarse
la justicia divina eran puntos obscurísimos, que poco a poco fue el Señor revelando.
Ya en algunos salmos se nos deja entrever una esperanza de vida dichosa cerca de
Dios. Mas son la Sabiduría, Daniel y el 2 de los Macabeos los que nos hablan claramente de la vida inmortal y dichosa junto al Señor y aun de la resurrección de los
cuerpos. Esta doctrina fue aclarada y afianzada por Nuestro Señor y los apóstoles
en el Nuevo Testamento.
5. En aquella obscuridad anterior vivía el Cohelet, que estudia el problema del
fin del hombre con fe en la justicia suprema de Dios, pero sin la luz sobre los celestiales
horizontes que las revelaciones posteriores nos descubren. Nada dispuesto a dejarse convencer por los argumentos de quienes aceptaban la doctrina de que Dios da en la presente vida a cada uno según sus obras, se apoya, para contradecirla, en la experiencia, y de sus argumentos deduce esta conclusión: disfrutemos de los bienes de Dios,
pero sin olvidarnos de su justicia.
A la luz de este principio, y teniendo presente cuan envuelta en tinieblas se hallaba
la doctrina del fin supremo del hombre, nos podremos dar cuenta de las palabras del
Cohelet, que algunos, sin suficiente fundamento, interpretan en sentido pesimista y materialista. En substancia es esta obra una crítica de la solución que daban los sabios
de Israel al problema antedicho. De aquí su carácter un tanto escéptico sobre las
opiniones corrientes.
6. La lectura de este libro despierta en las almas el deseo de otras luces más consoladoras, como son las que nos ofrecen los libros antes citados y más todavía el Nuevo
Testamento. San Pablo, queriendo calificar la miseria de los gentiles, dice que viven
sin esperanza. Al contrario, a los cristianos la esperanza que tienen en Jesús les hace
dulces las tributaciones y la muerte misma: «Mi vivir es Cristo, y la muerte es para
mí una ganancia».
QTTMAPTO
Prólogo (1,1-11).
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logo
Cuerpo de la obra (1,12-12,8).
(l2t9.I4h
PROLOGO
CUERPO
Vanidad de las cosas h u m a n a s
1
Razonamientos de Cohelet, hijo de
David, rey de Jerusalén:
2
Vanidad de vanidades, dijo el Cohelet; vanidad de vanidades; todo es vanidad. 3 ¿Qué provecho saca el hombre
de todo por cuanto se afana debajo del
sol?
No hay nada bueno
4
Pasa una generación y viene otra,
pero la tierra es siempre la misma.
5
Sale el sol, pónese el sol y corre con el
afán de llegar a su lugar, de donde vuelve a nacer. 6 j i r a el viento al mediodía,
gira al norte, va siempre
dando vueltas
y retorna a sus giros. 7 Los ríos van todos al mar, y la mar no se llena; allá
de donde vinieron tornan de nuevo, para
volver a correr.
8 Todo trabaja más de cuanto el hombre puede ponderar, y no se sacia el ojo
de ver ni el oído de oir. ' Lo que fue, eso
será. Lo que ya se hizo, eso es lo que se
hará; no se hace nada nuevo bajo el
sol. 10 Una cosa de la que dicen: «Mira
esto, esto es nuevo», aun ésa fue ya en
los siglos anteriores a nosotros; n no hay
memoria de lo que precedió, ni de lo
que sucederá habrá memoria en los que
serán después. *
DE
LA
OBRA
(1,12-12,8)
(1,1-n)
I
Epí-
Vanidad de la ciencia
Yo, el Cohelet, he sido rey de Israel, en Jerusalén, * 13 y me propuse en el
corazón hacer sabiamente investigaciones
y pesquisas sobre todo cuanto hay bajo
los cielos. Es una dura labor dada por
Dios a los hijos de los hombres para
que en ella se ocupen.
14
Miré todo cuanto se hace bajo el
sol, y vi que todo era vanidad y apacentarse de viento. 15 Lo tuerto no puede
enderezarse, y lo falto no puede completarse.
16
Y dije para mí: «Heme aquí engrandecido y crecido en sabiduría, más que
cuantos antes de mí fueron en Jerusalén, y hay en mi mente mucha ciencia
y sabiduría». 17 Di, pues, mi mente a conocer la sabiduría y a entender la locura
y los desvarios, y vi que18 también esto
es apacentarse de viento, porque donde hay mucha ciencia hay mucha molestia, y creciendo el saber crece el dolor,*
12
Vanidad de los placeres
Dije en mi corazón: «Ea, probemos la alegría, a gozar los placeres».
Pero también esto es vanidad. 2 Dije de
la risa: «Es locura», y de la alegría:
«¿De
qué sirve?»
3
Me propuse regalar mi carne con el
vino, mientras daba mi mente a la sabiduría, y me di a la locura, hasta llegar a
2
1
•1 H El curso constante y uniforme de la naturaleza contrasta con el de la vida humana, agiI tada y que declina siempre hacia sufin.Esto es triste para el hombre cuando en lo alto no 'brilla
la estrella
de una esperanza eterna.
12
La literatura seudoepigráfica abundaba entre los judíos, y a Salomón, fuera de este libro
se le18atribuyó también el de la Sabiduría y mis tarde los Sainos d« Salomón no canónicos.
'
No sólo la fatiga de adquirir la ci«aci«, sino el dolor qut produce una ciencia siempre imperfecta, que ofrece más diñeultades angustiosas que solucioftos tranquilizadoras, es molesta para
el hombre.
696
ECLES1ASTÉS 2-3
saber qué fuese para el hombre lo mejor I lo que me costó estudio y fatiga debajo
20
Y
de cuanto acá abajo se hace durante los del sol. También esto es vanidad.
desesperé en mi corazón de todo 21el tracontados
días
de
su
vida.
4
bajo
que
he
hecho
debajo
del
sol,
porEmprendí grandes obras, me construí
palacios, me planté viñas, 5 me hice huer- que quien trabajó con conocimiento, con
tos y jardines y planté6 en ellos toda suer- pericia y buen suceso, tiene después que
te de árboles frutales. Me hice estanques dejárselo todo a quien nada hizo en ello;
también esto es vanidad y mal grande.
para regar de ellos el bosque donde los 22
Pues ¿qué le queda al hombre de todo
árboles crecían. 7 Compré siervos y siercon que debajo
vas y tuve muchos nacidos en mi casa; su afanarse y fatigarse
del
sol se afanó? 23 Todos sus días son
tuve mucho ganado, vacas y ovejas, más
dolor
y
todo
su
trabajar
fatiga, y ni aun
que cuantos antes de mí hubo en Jerusalén. 8 Amontoné plata y oro, tesoros de de noche descansa su corazón. También
reyes y provincias. Híceme con cantores esto es vanidad. *
24
y cantoras y con cuanto es 9deleite del
No hay para el hombre cosa mejor
hombre, princesas sin número. Fui gran- que comer y beber y gozar de su trabajo,
de, más que cuantos antes de mí fueron y vi que esto es don de Dios. 2S Porque
en
Jerusalén, conservando mi ciencia. ¿quién puede comer y beber sino gracias
10
Y de cuanto mis ojos me pedían, nada a El? 2<> Porque al que le es grato le da
les negué. No privé a mi corazón de sabiduría, ciencia y gozo, pero al pecagoce alguno, y mi corazón gozaba de dor le da el trabajo de allegar y amontotoda mi labor,
siendo éste el premio de nar para dejárselo después a quien Dios
mis afanes. u Entonces miré todo cuan- quiera. También esto es vanidad y apato habían hecho mis manos y todos los centarse de viento. *
afanes que al hacerlo tuve, y vi que todo
era vanidad y apacentarse de viento y
Todo a su tiempo
que no hay provecho alguno debajo del
1
sol.
Todo tiene su tiempo y todo cuanto se hace debajo del sol tiene su
Vanidad de la sabiduría
hora. * 2 Hay tiempo de nacer y tiempo
12
Me volví a mirar a la sabiduría, a de morir; tiempo de plantar y tiempo
la estulticia, a la necedad, porque ¿qué de arrancar lo plantado; 3 tiempo de hehará el hombre que viene en
pos del rir y tiempo de curar; tiempo de destruir
rey? Lo que ya se ha hecho. 13 Y vi que y tiempo de edificar; 4 tiempo de llorar
la sabiduría sobrepuja a la ignorancia y tiempo de reír; tiempo de lamentarse
cuanto la luz a las tinieblas. 14 El sabio tie- y tiempo de danzar; 5 tiempo de esparcir
ne ojos en la frente y el necio anda en las piedras y tiempo de amontonarlas;
tinieblas. Vi también que una misma es tiempo de abrazarse y tiempo de separarla suerte de ambos.
se; 6 tiempo de ganar y tiempo de per15
Y dije en mi corazón: «También yo der ; tiempo de guardar y tiempo de titendré la misma suerte del necio; ¿por rar ; 7 tiempo de rasgar y tiempo de coqué, pues, hacerme sabio, qué provecho ser; tiempo de callar y tiempo de hablar;
sacaré de ello?»
Y vi que también esto 8 tiempo de amar y tiempo de aborrecer;
es vanidad, 16 porque del sabio, como del tiempo de guerra y tiempo de paz.
necio, no se hará eterna memoria, sino
que todo, pasado algún tiempo, pronto
I n c e r t i d u m b r e de lo por venir
se olvida. Muere, pues, el sabio igual
9
que el necio.
¿Qué provecho saca
el que se afana
10
17
Por eso aborrecí la vida, al ver que de aquello que hace? Yo he mirado el
cuanto debajo del sol se hace, todo
es va- trabajo que Dios ha dado a los hijos de
los hombres para que en él se ocupen.
nidad y apacentarse de viento, ' 8 y aborre- 11
Todo lo hace El apropiado a su tiemcí todo cuanto había hecho bajo el sol,
porque todo tendré que dejarlo a quien po, y ha puesto además en el alma la
vendrá después de mí. »» ¿Y quién sabe idea de la perduración, sin que pueda el
Dios desde
si ése será sabio o será necio? Y con hombre descubrir la obra de
2
todo, dispondrá de todo mi trabajo, de el principio hasta el fin. l Conocí que
3
23
El sabio hace ventaja al necio e ignorante (v.13 s.); pero, después de todo, cuanto se afana
en la vida no le da la felicidad, y al fin viene a morir igual que los otros, sin dejar en pos de sí otra
memoria que los demás mortales.
26
En este supuesto, la conclusión final es que lo práctico será disfrutar de los bienes de la vida,
que son don de Dios. En esta última frase, el Cohelet se levanta por encima del vulgar materialista.
Con todo, esto no sacia el corazón ni basta para nacerlo feliz.
2J
^
' E l pensamiento de este trozo (1-15) parece ser el mismo de antes. Todo marcha igual, y en
ello el hombre no encuentra la felicidad. No queda, pues, otra cosa sino gozar los bienes y
«hacer el bien».
697
no hay para él otro bien que gozarse y
procurarse el bienestar en su vida, '3 pues
el que uno coma, beba y 14se goce de su
trabajo, don es de Dios. Conocí que
cuanto hace Dios es permanente y nada
se le puede añadir, nada15 quitar, y hace
así Dios que se le tema. Lo que es, eso
fue ya, y lo que fue, eso será, y Dios
vuelve a traer lo que ya pasó.
Desórdenes sociales
Otra cosa he visto debajo del sol:
que en el puesto de la justicia está la
injusticia, y en el lugar del derecho, la
iniquidad. * 17 Por eso me dije: Dios juzgará al justo y al injusto, porque hay un
tiempo destinado para todo y para toda
obra.
18
Dijeme también acerca del hombre:
Dios quiere hacerles ver y conocer
que
de sí son como las bestias;* 19 porque
una misma es la suerte de los hijos de
los hombres y la suerte de las bestias,
y la muerte del uno es la muerte de las
otras, y no hay más que un hálito para
todos, y no tiene el hombre ventaja sobre la bestia, pues todo es vanidad.
2t
> Unos y otras van al mismo lugar; todos han salido del mismo polvo; y al
polvo vuelven todos.
21
¿Quién sabe si el hálito del hombre
sube arriba y el de la bestia baja abajo,
a la tierra?
22
Y vi que no hay para el hombre
nada mejor que gozar de su trabajo,
pues ésa es su parte; ¿y quién le dará a
conocer lo que ha de venir después de él?
ECLESIASTÉS 3-5
5
El necio se cruza de manos y se come
su carne. 6 MaS vale una sola mano llena
en reposo que las dos llenas en trabajo
y en vanos afanes.
7
Volvíme de nuevo y vi otra vanidad
debajo del sol: 8 un hombre solo que no
tiene sucesor, que no tiene hijo ni hermano y no cesa nunca de trabajar ni se
hartan sus ojos de riquezas. ¿Para quién
trabajo yo y me someto a privaciones?
También esto es vanidad y duro trabajo. *
16
Ventajas de la compañía
Más valen dos que uno solo, porque
logran mejor fruto de su trabajo. 10 Si
uno cae, el otro le levanta; pero ¡ay del
solo, que si cae, no tiene quien le levante!
11
También si duermen dos juntos, uno a
otro se calientan; 12pero el solo, ¿cómo
podrá calentarse? Si uno es agredido,
serán dos a defenderse, y la cuerda de
tres hilos no es fácil de romper.
*3 Más vale mozo pobre y sabio que
rey viejo y necio,
que no sabe escuchar
los consejos. 14 Aquél, aun de la cárcel
podrá salir para subir al trono, aunque
en su reino haya nacido pobre, is Vi que
todos los que andan y viven debajo del
sol se iban con aquél,16con el mozo que
le quitó su puesto. * No tenía fin la
muchedumbre del pueblo que lo seguía;
sin embargo, los que vengan detrás tampoco estarán contentos de él, porque
también esto es vanidad y apacentarse
de viento.
9
Deberes para con Dios
Pon atención a tus pasos al acercar1 Tórneme y vi las violencias que se te a la casa de Dios; llegarse dócilmente
hacen debajo del sol, y las lágrimas vale más que el sacrificio de los insensade los oprimidos sin tener quien los con- tos, que no saben hacer más que el mal.
suele, y la fuerza en mano de los opresores sin tener aquéllos consolador. 2 Y
1 No seas precipitado en tus palabras
y que tu corazón no se apresure a
proclamé dichosos a los muertos que se
proferir una palabra delante de Dios,
fueron más dichosos
que
los
vivos
que
3
viven todavía y más dichosos aún a los que en los cielos está Dios y tú en la
que nunca vivieron y no vieron lo malo 2tierra; sean, pues, pocas tus palabras.
Porque de la muchedumbre de las ocuque debajo del sol se hace. *
4
Vi también que todo trabajo y cuan- paciones nacen los sueños, y de la muchedumbre
de las palabras, los desproto de bueno se hace mueve la envidia
del hombre contra su prójimo. También pósitos.
3 Si haces voto a Dios, no tardes en
esto es vanidad y apacentarse de viento.
17
4
5
16
En el trono, que debe ser asiento de la justicia, se ven con frecuencia sentadas la tiranía
y la1 8injusticia. Esto exige la intervención de Dios como Juez supremo, y el Cohelet la espera.
Para entender este punto obscuro, en que algunos quieren ver el materialismo del Cohelet,
es preciso colocarse en el mismo punto de vista del autor. En la incertidumbre de cómoDios dará
a cada uno según sus obras, y miradas las cosas conforme aparecen, no se ve diferencia entre el
fin del hombre y el de la bestia: ambos acaban en el sepulcro y para ambos acaba el mundo. Por
eso concluye como atrás, que no le queda al hombre más que gozar de su trabajo (v.23).
3
Esta sentencia del Cohelet ante las miserias que añigen al hombre encesta vida son la generalización de las expresiones de Jeremías y Job cuando se sentían oprimidos de dolor.
8
Hermosa sentencia. Es, en efecto, una gran miseria la del avaro, que se afana en allegar riquezas,
las cuales ni él ni sus hijos han de gozar.
15
¿Nació el joven con derecho al trono, pero se vio privado de él por ser pobre, o nació pobre,
pero sabio y predestinado al trono? En ambos casos vale más que el rey necio.
4
698
KXEHASTÍ8 5-7
cumplirlo, que n o hallan favor los negligentes; lo que prometes, cúmplelo.
* M e j o r es no prometer qae dejar de
cumplir lo prometido. 5 N o consientas que
t u boca te haga culpable, y n o digas
luego ante el sacerdote que fue inadvertencia, pues se irritaría Dios contra tu
palabra y destruiría las obras de tus man o s ; 6 pues de la muchedumbre de los
cuidados nacen los sueños, y de la muchedumbre de las palabras, los despropósitos. Teme, pues, a Dios.
que se afana el h o m b r e debajo del sol
los contados días que Dios le concede,
pues ésta es su p a r t e ; * i s y el haber recibido de Dios riquezas y hacienda y
facultad de gozar de ellas, alegrándose
con su parte en medio de sus afanes,
es también don de D i o s ; 1 9 n o tendrá
mucho en qué pensar en los días de su
vida, p o r q u e D i o s le llenó d e alegría
el corazón.
Deseos insaciados
1 H a y u n mal que yo vi debajo del
Injusticias
sol y que pesa muy gravemente so7
Si ves en la región la opresión del bre el nombre. 2 U n o a quien D i o s
pobre y la violación de la justicia y del dio riquezas, hacienda y h o n r a , y a quien
derecho, no te sorprendas, porque por nada le falta de cuanto su deseo puede
encima del grande hay otro más grande desear, pero a quien D i o s no le deja
que vela, y encima de ambos, o t r o m a - I gozar de todo eso, sino que lo gozan
yor. *
los extraños. Esto es vanidad y mal tra8
El fruto del c a m p o es para todos, y bajo. 3 A u n q u e tenga cien hijos y viva
aun el rey es para el campo.
muchos años, si no se h a r t ó su alma del
9
El que a m a el dinero no se ve h a r t o bien y ni siquiera halla sepultura, 4 digo
de él, y el que ama los tesoros n o saca que mejor que él es el abortivo, que si
de ellos provecho alguno; también esto en vano vino y obscuramente se va y
es vanidad.
cubren su n o m b r e las tinieblas, 5 y n i
10
Con la mucha hacienda, muchos son vio el sol ni supo nada, todavía m á s
los que la comen; y ¿qué saca de ella quietud goza que aquél, 6 y aunque dos
el a m o , más que verla con sus ojos?* veces mil años viviese sin gustar el bien,
H Dulce es el sueño del trabajador, coma ¿no irían todos esos años p o r el mismo
poco, coma m u c h o ; pero la h a r t u r a n o camino?
7
deja dormir al rico.
T o d o el trabajo del h o m b r e es p a r a
su boca, y nunca se h a r t a su alma.
8
Afanes inútiles
¿Cuál es la ventaja del sabio sobre el
l 2 H a y un trabajoso afán que h e visto necio? ¿Cuál la del pobre que sabe ir su
debajo del sol: riquezas guardadas para camino? 9 Mejor es prever que perderse
el mal de su dueño. 13 Piérdense esas ri- en deseos, y también esto es vanidad y
quezas en un mal negocio, y a los hijos apacentarse de viento.
10
El que es, ya tiene nombre, y ya se
que engendra no les queda nada en la
m a n o . 1 4 C o m o desnudo salió del seno sabe que es un h o m b r e y que no podrá
de su madre, desnudo se tornará, yéndo- contender con quien es m á s fuerte que
se como vino, y nada podrá t o m a r de él. u Cierto, muchas palabras aumensus fatigas para llevárselo consigo. 1 5 T a m - tan la vanidad, pero ¿qué provecho hay
bién esto es un triste mal, que c o m o vino, en eso para el h o m b r e 12 y quién sabe
así haya de volverse y nada pueda lle- qué es lo mejor para él en los días de
varse en la m a n o de cuanto trabajó; 16 y la vida de su vanidad, que pasa como
sobre esto, comer todos los días de su sombra? ¿Quién dará a saber al h o m b r e
vida en tinieblas, en afán, dolor y mi- lo que después de él sucederá debajo del
sol?
seria.
L o mejor
El bien
1
17
Mejor es el buen n o m b r e que el
H e aquí lo que yo he hallado de
oloroso ungüento, y mejor el día de
bien: que es bueno comer, beber y disfrutar, en medio de tantos afanes con la muerte que el del nacimiento. *
6
7
IT 7 Esta opresión del pobre y esta conculcación de la justicia era ya en la antigüedad, y lo es
^ todavía para las almas de poca fe, una prueba torturadora. El Eclesiastés no se sorprende de
ella, porque está seguro de que por encima de los hombres hay uno que hará justicia.
10
He aquí una hermosa observación sobre las ventajas del que tiene mucho: que puede alimentar a muchos y gozarse en el placer de ellos. Así dice una sentencia, atribuida al Señor, que
«es mejor
dar que recibir» (Act 20,35).
17
En medio de la obscuridad en que vive sobre su felicidad futura, la mejor parte del hombre en esta vida, en medio de los afanes de ella, es aprovecharse de los bienes que Dios le otorgó
y disfrutarlos el tiempo que Dios mismo le conceda. Esta idea responde a la antigua de que Dios
remunera la virtud con abundancia de bendiciones en la vida presente (Lev 26,3-13; Dt 28,1-14).
I
' Consideradas las miserias y vanidades de la vida, mejor es la salida de ella que la entrada.
699
2
Mejor ir a casa en luto que ir a casa
en fiesta, porque aquél es el fin de todo
hombre, y el que vive reflexiona. 3 Mejor es la tristeza que la risa, porque la
tristeza del rostro es buena para el corazón. 4 El corazón del sabio está en la
casa en luto, el corazón del necio está
en la casa en placer.
5
Mejor es oir el reproche de u n sabio
que escuchar las cantilenas de los necios, s porque cual el chisporrotear del
fuego bajo la caldera, tal es el aplauso de
los necios, y también esto es vanidad.
7
Porque la opresión puede hacer enloquecer al sabio y las dádivas corrompen
el corazón.
8
Mejor es el fin de u n a cosa que su
principio, y mejor es el de ánimo calmo
que el irascible. 9 N o te apresures a enojarte, porque la ira es propia de necios.
10 N u n c a digas: ¿Por qué es que los
tiempos pasados fueron mejores?, porque nunca preguntarás esto sabiamente. *
u Buena es la ciencia con hacienda, y
es una ventaja para los que ven el sol.
l 2 Porque escudo es la ciencia y escudo
es la riqueza, pero excede la sabiduría,
que da la vida al que la tiene.
13 Contempla la obra de Dios, porque
¿quién podrá enderezar lo que El torció? 1 4 En el día del bien goza del bien,
y en el día del mal reflexiona que lo u n o
y lo otro lo h a dispuesto Dios, de m o d o
que el hombre nada sepa de lo por venir.
15 D e todo he visto en mis fugaces días:
justo que muere en toda su justicia e
impío que con todas sus iniquidades
campa largo tiempo.
16 N o quieras ser demasiado justo ni
demasiado sabio: ¿para qué quieres destruirte?* 17 N o hagas mucho mal ni seas
insensato: ¿por qué has de querer morir
antes de tiempo? 18 Bien te estará esto
sin dejar aquello, que el que teme a Dios
saldrá con todo.
ECLESIASTÉS 7-8
21 T a m p o c o apliques tu corazón a todo
lo que se dice, para no tener que oir a
tu siervo decir mal de ti. 22 Sabe muy
bien tu conciencia que tú muchas veces
has hablado mal de otros.
23 T o d o esto he querido buscarlo en la
sabiduría, y dije: Quiero hacerme sabio;
pero la sabiduría está lejos de mi. 24 Lejos se queda lo que estaba lejos, y profundo lo profundo. ¿Quién lo alcanzará?
La
mujer
25 He rodeado con mi corazón por saber e inquirir la sabiduría y la razón y
por conocer la maldad de la insensatez
y los desvarios del error.
26
Y hallé que es la mujer más amarga
que la muerte y lazo para el corazón, y
sus manos, ataduras. El que agrada a
Dios escapará de ella, m a s el pecador en
ella quedará preso.
21
Ésto hallé, dice el Cohelet, pesando
las cosas una por una para hallar la razón. 28 Lo que busca mi alma y no lo
halla: entre mil hallé un hombre, mas
mujer entre todas, ni una hallé. * 2 9 Lo
que hallé fue sólo esto: que Dios hizo
recto al hombre, mas ellos se buscaron
muchas perversiones.
El h o m b r e de bien
1 ¿Quién como el sabio? ¿Quién com o el que sabe explicar las cosas?
La sabiduría del h o m b r e alegra el rostro y templa su aspereza.
2
G u a r d a el m a n d a t o del rey como el
juramento hecho a Dios. 3 N o te apresures a alejarte de su presencia ni persistas en cosas que le desagraden, porque
puede hacer cuanto quiere, 4 pues la palabra del rey es eficaz, y ¿quién podrá
decirle: Qué es lo que haces?
5
El que guarda los mandamientos no
tendrá mal, y la mente sabia conoce el
tiempo y el juicio; 6 que para toda cosa
V a l o r d e la s a b i d u r í a
hay tiempo y juicio y es mucho afán el
7
1 9 La sabiduría da al sabio una fuerza que pesa sobre el hombre, porque no
superior a la de diez potentes que gobier- sabe lo que vendrá después, ¿y quién8 podrá decirle cuándo ha de suceder? N o
nan la ciudad.
20 Cierto, no hay justo en la tierra que tiene poder el hombre sobre el espíritu
para detenerle ni tiene poder sobre el
haga sólo el bien y no peque. *
8
10
Dijo también nuestro poeta que «cualquier tiempo pasado fue mejor»; pero esto para el que
sufre16las calamidades del presente y no ve del pasado sino los bienes.
Bajo una expresión dura es preciso buscar un pensamiento verdadero y que esté en armonía
con la doctrina del Cohelet. Supuesto que este consejo va dirigido al justo, le inculca que evite la
excesiva preocupación, el escrúpulo por la observancia de la Ley, que no deja de dañar al espíritu.
Al revés, el versículo siguiente se dirige al que lleva una vida despreocupada. A éste le advierte
atender a las consecuencias de la vida disoluta, siquiera por amor de la vida misma.
20
Esta sentencia concuerda con aquella de San Juan: «Si alguno dice que no tiene pecado,
miente y a sí mismo se engaña» (1 Jn 1,8). Por esto Jesucristo nos pone en los labios esta petición:
«Perdónanos nuestras deudas», etc.
28
En los Proverbios (7,4-23) hallam»» repetidos esos juicios desfavorables de la mujer. Ya se
deja entender que tales juiciw no tañían, «n la »n«nt« dal autor sagrado la universalidad que sus
expresiones aparentan. Seguramente que el Cohelet no incluía a su madre ni a la madre de sus hijos
en tales juicios pesimistas.
ECLESIASTÉS 8-9
700
día de la muerte; no hay armas para tal que corren el justo y el impío, el bueno
guerra ni podrá la iniquidad salvar al y el malo, el puro y el impuro, el que sacrifica y el que no ofrece sacrificios; com"
reo de ella.
el hombre de bien, el malhechor; como el
L a virtud, desconocida
que jura, el que aborrece el juramento.
9
Esto he visto poniendo atención a
La muerte
cuanto sucede bajo el sol, en tiempos
3
Este mal hay en todo cuanto existe
en que el hombre10domina sobre el hombre para su mal. Vi a impíos recorda- bajo el sol: que sea una misma la suerte
dos, mientras que los que habían hecho de todos y que el corazón de los hijos de
el bien se iban del lugar santo y eran los hombres esté lleno de mal y de enloolvidados en la ciudad; también esto es quecimiento durante su vida y luego la
¿Y quién es exceptuado?
vanidad:* n Que la sentencia contra el muerte.
4
Mientras uno vive hay esperanza, que
mat no se ejecute prontamente, y por
esto el corazón de los hijos de los hom- 5mejor es perro vivo que león muerto;
bres se llena de deseos de hacer el mal; pues los vivos saben que han de morir,
12
que hace el pecador cien veces el mal mas el muerto nada sabe y ya no espera
y pervive; con todo, yo sé que los que recompensa, habiéndose perdido ya su
temen a Dios tendrán el bien, los que memoria.
6
Amor, odio, envidia, para ellos ya
temen ante su presencia, 13 mientras que
el impío no tendrá bien ni prolongará todo se acabó; no toman ya parte algusus días, que serán como sombras por no na7 en lo que sucede bajo el sol.
Ve, come alegremente tu pan y bebe
temer
a Dios.
14
se
Sin embargo, tal vanidad se da so- tu vino con alegre corazón, pues que
bre la tierra, que son tratados justos co- agrada Dios en tus buenas obras. 8 Vísmo conviene a los malvados, y malvados tete en todo tiempo de blancas vestiduras
como conviene a los justos. Y 5me digo y9 no falte el ungüento sobre tu cabeza.
también que esto es vanidad. 1 Por eso Goza de la vida con tu amada compaalabo la alegría, que el hombre no tiene ñera todos los días de la fugaz vida que
bien bajo el sol sino comer, beber y ale- Dios te da bajo el sol, porque ésa es tu
trabajos que
grarse, y esto es lo que le queda de sus parte en esta vida entre los
trabajos en los días de vida que le da padeces debajo del sol. 10 Cuanto bien
puedas hacer, hazlo alegremente, porque
Dios bajo el sol. *
no hay en el sepulcro, adonde vas, ni obra,
I n c e r t i d u m b r e del destino
ni industria, ni ciencia, ni sabiduría.
16
Di, pues, mi corazón a conocer la saI n c e r t i d u m b r e de la fortuna
biduría y a examinar el trabajo que se
n Tórneme y vi debajo del sol que no
hace sobre la tierra, porque hay quien ni
de día ni de noche ve cerrarse sus ojos es de los ágiles el correr, ni de los valienpor el sueño. 17 Examiné también la obra tes el vencer, ni aun de los sabios el pan,
de Dios, que no puede el hombre cono- ni de los entendidos la riqueza, ni aun de
cer cuanto se hace bajo el sol, y por mu- los cuerdos el favor, sino que el tiempo y
cho que en buscar se fatigue, nada llega a el acaso en todo se entremezclan 12 y qu e
descubrir; y aun cuando dijere el sabio ni aun su hora conoce el hombre. Como
pez que es cogido en una mala red y como
que sabe, nada llega a saber. *
pájaro que se enreda en el lazo, así se
1
Poniendo en mi corazón todo esto, enredan los hijos de los hombres en el
tiempo cuando de improviso los coge.
vi bien que el justo y el sabio y sus mal
13
obras están en las manos de Dios, y ni
Otra cosa he visto debajo del sol
siquiera sabe el hombre si es objeto de que fue para mí una gran lección: 14 hal
amor o de odio; todo está encubierto ber una ciudad pequeña con poca gente
ante él. * 2 Todo a todos sucede de la dentro, contra la cual vino un gran rey
misma manera; una misma es la suerte y la asedió, levantando contra ella gran-
9
1° Este versículo expresa un hecho que Job repite con frecuencia y que en los Salmos poní
a prueba la fe de los justos. Los versículos siguientes parecen una solución a la dificultad J 3
sentencia divina llegará, sin duda, aunque parezca a veces tardar.
'
15
La consecuencia expuesta en este verso ya la hemos visto atrás. En estas sentencias, al p a re
cer 1epicúreas,
siempre brilla el pensamiento de Dios.
"
7
No es escepticismo, sino expresión un tanto extremosa de lo limitada que es la ciencia hum
na cuando se trata de los grandes problemas que tocan al gobierno de la vida. ¡Pobres de n o s or ot "s
si no tuviéramos la antorcha de la revelación evangélica!
8
1
Todo está en las manos de Dios; pero no es fácil por la sola cotidiana experiencia inf e •r,r
las leyes- del gobierno divino. Es esto una tentación para
los justos
y- causa de
n*~.Y'
, r
de extravío
extravío nará
hombres de poca fe. Señales de amor o de odio serían los bienes o males que le han de• su
A
suceder
según la interpretación corriente de la máxima «Dios da a cada uno según sus obras»,
cedo.
ft
701
ECLESIASTÉS 9-12
des fortificaciones;15 y haber un hombrecillo, pobre, pero sabio, que con su sabiduría salvó la ciudad. Y, sin embargo, de
aquel
hombre pobre nadie se acordaba.
i 6 Entonces me dije: Más vale la sabiduría que la fuerza; pero la sabiduría del
pobre es despreciada y sus palabras no
son escuchadas.
tiempo
para refección, mas no para beber!
18
Por la negligencia se cae la techumbre y por la pereza se dan goteras en la
casa.
19
Se hacen para alegrarse los banquetes, y el vino alegra la vida y el dinero
sirve para todo.
20
No digas mal del rey ni aun con el
pensamiento; ni digas mal del rico ni en
El sabio
tu alcoba, porque los pájaros llevan la
,7
Las calmas palabras del sabio se ha- noticia y un alado hará saber tus palacen oir mejor
que los gritos del que manda bras.
a necios. líf Más vale la sabiduría que las
1
armas de guerra, y un yerro destruye muEcha tu pan en las aguas, que descho bien.
pués de mucho tiempo lo hallarás.
2
Da de lo tuyo a siete y aun a ocho, que
•I A ! Una mosca muerta en él estropea no sabes el mal que podrá venir sobre la
* " el ungüento del perfumista, y un tierra.
3
poco de locura puede pesar más que la
La nube preñada de lluvia la derrasabiduría y la honra.
mará sobre la tierra, y si el árbol cae al
2
mediodía
o al norte, allí quedará:
Dirige el sabio su mente a la derecha,
3
4
y a la izquierda el necio. Por cualquier
El que al viento mira no sembrará,
que mira a las nubes no segará.
camino que el necio vaya es siempre ne- y el
5
Como no sabes por qué camino encio,
y todos dicen: «Es un loco».
4
Cuando un poderoso se enfurezca con- tra el espíritu en los huesos, dentro del
tra ti no le repliques, porque la manse- seno de la mujer encinta, así no conoces
la obra de Dios, que es quien todo lo
dumbre impide grandes males.
hace.
£1 mal gobierno
'' Siembra bien de mañana tu simiente
5
Un mal que he visto debajo del sol y a IÍI tarde no dejes reposar tu mano,
que no sabes qué es mejor, si esto o lo
es 6el mal que nace del soberano.
Es puesto el inepto en muchos pues- otro o si ambas cosas son igualmente
tos elevados y los aptos se sientan abajo. buenas.
7
7
Dulce es la vida y agradable a los
He visto al siervo a caballo y a los prínojos ver el sol. 8 Mas si el hombre viviecipes andar a pie como siervos.
8 El que cava una fosa, dentro de ella re muchos años y en todos ellos gozase
cae, y el que deshace
una pared es mor- de alegría, piense en los días de tinieblas,
dido de la sierpe. 9 El que rueda una pie- que serán muchos, y que cuanto sucede
dra se hace mal con eúa, y el que parte es 9vanidad.
Alégrate, mozo, en tu mocedad, y aléla 10leña corre peligro de herirse con ella.
Si el filo se embota y no se aguza, grese tu corazón en los días de tu juventud;
sigue los impulsos de tu corazón y
hay que poner más esfuerzo; pero la salos atractivos de tus ojos, pero ten presenbiduría
da el remedio.
11
que de todo esto te pedirá cuenta Dios. *
Si muerde una serpiente no encanta- te
10
Echa la tristeza fuera de tu corazón y
da, de nada valen los conjuros. 12 Las
palabras de la boca del sabio son gra- tente lejos del dolor, porque mocedad y
ciosas; pero al necio sus labios le causan juventud son vanidad.
su ruina. 13 El comienzo de su hablar
es
L a vejez
necedad y su fin es loco desvarío. 14 El ne•I O 1 En los días de la juventud acuarcio se deshace en palabras.
No sabe el hombre lo que será y lo i o date de tu Hacedor; antes de que
que sucederá nadie se lo da a saber. 15 El vengan los días malos y lleguen los 2años
trabajo al necio le fatiga, pues no sabe en que dirás: No tengo ya contento; antes que se obscurezcan el sol, la luna y las
ni por dónde ir a la ciudad.
estrellan3 y vengan las nubes después de la
lluvia; cuando temblarán los guardiaT e m p l a n z a y prudencia
!* ¡Ay de ti, tierra, que tienes por rey nes de la casa, y se encorvarán los fuera un niño y cuyos17gobernantes banque- tes, y cesarán de trabajar las muelas porlos que
tean de mañana! ¡Bienaventurada tú, que son pocas, y se obscurecerán
4
tierra, que tienes por rey a un hombre miran por las ventanas, y se cerrarán
las
puertas
de
fuera,
y
se
debilitará
el ruinoble y cuyos gobernantes comen a su
H
•§ •• 9 En pocos pasajes a éste paralelos se expresa con más claridad el pensamiento del Cohelet:
• * goza de la vida, pero no olvides que Dios te pedirá cuenta del uso que haces de los bienes
que te entregó.
702
CANTAR DE LOS CANTARES
do del molino, y se agudizará la voz del
ave y debilitarán la suya todas las hijas
del canto, 5 y habrá temores en lo alto y
tropezones en el camino y florecerá el almendro, y se pondrá pesada la langosta,
y se caerá la alcaparra, porque se va el
hombre a su eterna morada y andan las
plañideras en torno de la plaza; 6 antes
que se rompa el cordón de plata, y se
quiebre el platillo de oro, y se haga pedazos el cántaro junto a la fuente, y se caiga al fondo del pozo la polea, 7 y se torne
el polvo a la tierra que antes era, y retorne a Dios el espíritu que El le dio. *
8
Vanidad de vanidades, dijo el Cohelet, y todo vanidad.
1 O^
EPILOGO
(12,9-14)
9
El Cohelet, además de ser sabio, enseñó al pueblo la sabiduría. Estudió, investigó y compuso muchas sentencias.
10 Procuró el Cohelet decir cosas agradables y escribir rectamente palabras de
verdad. *
11
Las palabras del sabio son como
aguijones y como clavos hincados de que
cuelgan provisiones, y todas son dadas
por un solo pastor. 1 2 N o busques, hijo
mío, más de esto, que el componer libros
es cosa sin fin y el demasiado estudio
fatiga al hombre.
13
El resumen del discurso, después de
oirlo todo, es éste: Teme a Dios y guarda
sus mandamientos, porque eso es el hombre todo. * 14 Porque Dios ha de juzgarlo
todo, aun lo oculto, y toda acción, sea
buena, sea mala.
7
Hermosa, aunque obscura alegoría de la vejez. La falta de vigor ya no permite pensar mucho en Dios; por eso hay que hacerlo en la juventud, como edad más vigorosa para todo.
Estos versículos parecen indicar que no han sido escritos por el Cohelet, sino por un discípulo, que acaso haya sido quien recogió las sentencias del maestro.
13
A la luz de estas máximas se han de entender las sentencias precedentes. Los horizontes
celestiales que nos abren los últimos libros del Antiguo Testamento, y sobre todo la firme esperanza de la resurrección que nos da la de Jesucristo, transforman totalmente el concepto de la vida
humana. El Cohelet hubiera sentido saciadas sus ansias de luz en oir hablar al Apóstol de los luminosos horizontes que nos abre la resurrección del Señor.
10
CANTAR
DE
LOS
CANTARES
1. El título del libro no es del autor, sino de los amanuenses, que lo añadieron.
En hebreo es Sir hassirim, que los LXX traducen literalmente aisma a i s m a t o n : el
cantar de los cantares o el cantar por excelencia. Figura siempre entre los libros sapienciales del Antiguo Testamento, y esto nos indica el camino para inquirir la naturaleza del mismo.
La sabiduría tiene entre los hebreos un sentido muy amplio ( I n t r o d u c c i ó n a los
libros sapienciales). Particularmente
viene a nuestro propósito lo que de los oficios
del sabio dice el Eclesiástico: «Que aplica su mente y se da a estudiar la ley del Altísimo, busca la sabiduría de todos los antiguos y consagra sus ocios a las profecías, guarda en la memoria los relatos de los hombres célebres y penetra en lo intrincado de las
sentencias sutiles, investiga el sentido oculto de las parábolas y se aplica a inquirir
las sentencias enigmáticas» (39,1-3).
Ya Salomón el mismo autor le alaba de este
modo: «¡Cuan sabio eres desde tu juventud, desbordando tu inteligencia como un río!
Tu espíritu cubrió la tierra y la llenaste de sentencias profundas. Tus cánticos, tus
proverbios, tus parábolas y tus respuestas hicieron la admiración del mundo»
(47,
14-17).
Y de los antiguos padres dice que fueron ilustres, entre otras cosas, porque
cultivaban
el arte de las melodías y pusieron por escrito las narraciones
proféticas
(44,3)Sabiduría equivale, pues, entre otras cosas, a ingenio agudo y perspicaz
para
entender el sentido de las sentencias enigmáticas, de las parábolas y de los discursos
proféticos. Sobre esto incluye el talento literario, la inspiración del poeta asociada
a la del músico o cantor, el ingenio del prosista en aquellas manifestaciones que revelan más agudeza y que parecen más aptas para cautivar la atención de los lectores
CANTAR DE LOS CANTARES
704
y oyentes. En este sentido, el Cántico es una composición sapiencial, porque es una
obra poética de profundo sentido y forma refinada.
2. Los profetas expresaron bajo diferentes formas las relaciones entre Dios y su
pueblo. Son frecuentes las imágenes del pastor y del rey; pero la del matrimonio es la
más usual, sobre todo en los profetas Oseas y Ezequiel, en los cuales Yavé es el esposo
de Israel y éste la esposa de su Dios; esposa infiel, la cual, olvidándose de quien la
amó y escogió, se deja arrastrar por amores adúlteros hacia los dioses extraños. Según la tradición judía, tal es el tema del Cántico: los amores de Yavé y de su pueblo.
A esta sentencia fundamental nos debemos atener.
Pero admitido este principio, una duda salta a la vista. Los historiadores sagrados y los profetas están concordes en pintarnos a Israel como infiel a su esposo y manchada de infinitos adulterios, lo cual no está conforme con el Cántico, donde la esposa
aparece siempre enamorada de su esposo y, además, toda hermosa y pura. La solución
a esta dificultad nos la ofrecen los mismos profetas cuando al Israel histórico oponen el
Israel de la época mesiánica, purificado de sus pecados y vuelto de todo corazón a su
Dios (Jer 31,31-34; Ez 36,26-30). Las relaciones rotas por el pecado de idolatría
se reanudan para siempre. Es preciso, pues, decir que el Cántico celebra los amores de
Yavé y de Israel en la edad mesiánica, objeto de las ansias de los profetas y justos del
Antiguo Testamento. En torno a esta imagen del matrimonio reúne el sabio todas las
promesas contenidas en ios escritos proféticos.
3. Este pensamiento lo confirman y desarrollan los Santos Padres, que desde
antiguo han visto y celebrado en el Cántico el amor de Jesucristo y de su Iglesia. La
imagen de las bodas se halla en las parábolas evangélicas, en las epístolas de San
Pablo y en el Apocalipsis de San Juan. Bastará en confirmación de lo dicho citar las
hermosas palabras del Apóstol a los Efesios: «Maridos, amad a vuestras esposas como
Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella a fin de santificarla, habiéndola lavado
en el lavatorio del agua por la palabra, para hacerla parecer delante de sí una Iglesia
gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada... Por esto
dejará el varón a su padre y a su madre y se juntará a su mujer, y serán dos en una
carne. Este misterio es grande, pero yo lo digo mirando a Cristo y a la Iglesia» (5,25-32) •
4. Mas en este amor de Cristo por la Iglesia va incluido el amor del Salvador
por cada una de las almas que forman la misma Iglesia, las cuales son todas esposas
de Cristo (2 Cor 11,2), por cuya salud El se sacrificó y en quienes vive por la gracia,
la fe y la caridad. Y como este vínculo no es el mismo en todas las almas, antes en
cada una se diferencia en proporción con la eficacia que posee, sigúese que esta condición
de esposas de Cristo no convendrá a todas por igual, sino a cada una tanto más perfectamente cuanto mayor sea la perfección de esta gracia y de este amor. De manera
que a los santos, por la perfección de su santidad, convendrá más plenamente el título
de esposas de Cristo, y sobre todo los santos convendrá a la que fue llamada por el
ángel «Llena de gracia». Tal es el sentido pleno del Cántico, según la Escritura y la
tradición exegética de los Padres.
5. Las almas místicas gustan mucho del Cántico, pero la exégesis que a veces
hacen de él ha contribuido no poco a desacreditarlo entre los que aspiran a una exégesis científica. Sin embargo, el fundamento de aquella exégesis es sólido, puesto que
el Cántico tiene por argumento las relaciones de amor entre Jesucristo y las almas
santas. Pero las amplificaciones que hacen alegorizando hasta el extremo las imágenes del libro, no pasan de una exégesis acomodada. La substancia de su pensamiento
tiene un gran valor como explicación de los misterios de amor que Dios realiza en las
almas. Las imágenes del Cántico son el cañamazo sobre el cual bordan con hilo de
oro la descripción de esos misterios.
6. Según hemos dicho, el autor del Cántico tomó de los profetas la imagen del
matrimonio y el pensamiento mesiánico que ella encierra. De ellos tomó también otras
imágenes con que los profetas celebran las bendiciones divinas de la época mesiánica.
Pero, además, tenía ante sus ojos la misma fuente donde los profetas habían bebido
su forma literaria, ya que el pensamiento les venía de lo alto. Esta fuente era la vida
de Israel, el amor conyugal y las solemnidades nupciales con que este mismo amor se
705
CANTAR DE LOS CANTARES 1
manifestaba en su pueblo. Y no hay que dudar que acudiría a esta fuente en busca
de elementos materiales para desarrollar el tema que se había propuesto tratar. Por
donde no nos parece desacertada la conducta de aquellos autores que estudian el amor
y la solemnidad de las bodas en Israel y en los pueblos vecinos para explicar el carácter
literario del Cántico y el sentido de su simbólico lenguaje. Pero esto no ha de ocupar
el primer plano en la explicación del canto sagrado, que en cuanto a su sentido reconoce inspiración más alta.
7. En suma, que el Cántico es un idilio en que se celebran los amores del Mesías
con el Israel de Dios (Gal 6,16), tomando la forma literaria de las costumbres hebreas, y el pensamiento de los vaticinios proféticos. La acción dramática es en el Cántico muy escasa. El valor significativo de las imágenes, aunque no siempre, es muchas
veces alegórico, si bien difícil de definir.
8. Es difícil hacer la división de una obra compuesta con gran libertad literaria.
Hay quien cree que se debe admitir la división en siete partes, fundada primeramente
en la duración de las bodas entre los hebreos, que era de siete días, como aparece por
el Gen 29,37; Jtte 14,12 y Tob 8,23. El texto mismo hace muy razonable la siguiente
división: tfi, 1,1-2,7; 2. a , 2,8-17; 3*> 3.*S; -*•", 3.6-5,i; 5-*> 5.2-6,o; 6. a , 6,10-8,4,
y 7.*, 8,5-14.
9. La tradición judía atribuía este libro a Salomón, y de ello da testimonio el
epígrafe mismo del libro. Los Santos Padres recibieron esta sentencia y la retuvieron
como tradición histórica más bien que como punto de fe. En los últimos tiempos los
críticos se inclinaron a atribuir el libro a una época más reciente. Las razones son: primero, la forma del libro, que es más arti/iciosa de lo que parece corresponder a la época
primitiva de la literatura hebrea; luego, el lenguaje, que es en muchos casos aramaizante, cosa que no puede convenir a la época de Salomón y sí ala época posterior a la
cautividad; tercero, el mismo tema del libro, que, siendo profético y siendo el autor
un sabio y no un profeta, parece suponer que el libro haya sido escrito después de los
profetas. La fecha precisa no puede fijarse con certeza y menos aún el nombre del autor.
STTIVf A T Í T O
Canto primero (1,1-2,7). Canto segundo (2,8-17). Cantotercero (3,1-5). Canto cuarto (3,6-5,1). Canto quinto (5,2-6,9).
Canto sexto (6,10-8,4). Canto séptimo (8,5-14).
CANTO
PRIMERO
(i.1-2, 7)
1
Cantar de los Cantares, de Salomón.
I
El anhelo de la esposa
¡Béseme con besos de su boca! | Son
tus amores más suaves que el vino,
3
Son tus ungüentos suaves al sentido. |
Es tu nombre ungüento derramado; | por
eso te aman las doncellas.
2
La esposa
Soy morena, pero hermosa, hijas de
Jerusalén, | como las tiendas de Cedar,
como
los pabellones de Salomón.
6
No miréis que soy morena; | es que
me ha quemado el sol. I Los hijos de mi
madre, airados contra mí, | me pusieron
a guardar viñas; | no era mi vifta la que
guardaba.
*
7
Dime tú, amado de mi alma, | dónde
pastoreas, dónde sesteas al mediodía, | no
venga yo a extraviarme tras de los rebaños de tus compañeros.
5
El coro
El esposo
Llévanos tras de ti, corramos. | Intro8
dúcenos, rey, en tus cámaras, ! y nos goSi no lo sabes, ¡oh la más hermosa de
zaremos y regocijaremos contigo, | y can- las mujeres!, | sigue las huellas del rebataremos tus amores, más suaves que el ño I y apacienta tus cabritos cabe las majavino. I Con razón eres amado. *
das de los pastores.
4
•• 4 El coro de doncellas, que forma en las solemnidades nupciales la corte de la novia, que aquí
• representa a las naciones, pide tener parte en el amor de la Esposa por el Esposo, como en
Is 2,2
ss.; Zac 8,20 ss., y expresa sus deseos de participar en las bendiciones mesiánicas.
6
Habla de las aflicciones y trabajos sufridos en la época anterior, sobre todo en la cautividad,
en que hubo de servir y trabajar para los caldeos, sus hermanos, pues de Caldea había venido
Abraham (cf. Dt 28,1,5 ss.; Sal 78; Is 62,8 s.).
Nácar-Colunga
28
706
CANTAR DE LOS CANTARES 1-2
707
Al tiro del carro del Faraón I te comEl esposo
7
paro, amada mía. *
Os conjuro, hijas de Jerusalén, | por
10
¡Cuan hermosas están tus mejillas en- las gacelas y las cabras monteses, I que
tre las guedejas, | tu cuello con los co- no despertéis ni inquietéis a la amada |
llares!
hasta que ella quiera.
11
Te haremos collares de oro | con sartas de plata.
CANTO
L a esposa
SEGUNDO
(3,8-17)
12
Mientras reposa el rey en su lecho |
La esposa
exhala mi nardo su aroma.
13
8 ¡La voz de mi amado! Vedle que lleEs mi amado para mí bolsita de miga, | saltando por los montes, | triscando
rra ] que descansa entre mis pechos.
14
Es mi amado para mí racimito de al- por9 los collados. *
Es mi amado como la gacela o el cerheña | de la viñas de Engadí.
vatillo. | Vedle que está ya detrás de nuestros muros, | mirando por las ventanas, |
El esposo
atisbando por entre las celosías.
10
15
Oíd que me dice:
[Qué hermosa eres, amada mía, | qué
hermosa eres! Tus ojos son palomas.
El esposo
Levántate ya, amada mía, | hermosa
L a esposa
mía, y ven; *
16
¡Qué hermoso eres, amado mío, qué
n Que ya se ha pasado el invierno | y
agraciado! | Nuestro pabellón verdeguea han cesado las lluvias.
12
ya;
Ya han brotado en la tierra las flores, I
17
Las vigas de nuestra casa son de ce- ya es llegado el tiempo de la poda I y se
dro ; | nuestros artesonados, de ciprés. *
deja oir en nuestra tierra el arrullo de la
tórtola.
1
13
Yo soy un narciso de Sarón, | una
Ya ha echado la higuera sus brotes,
azucena de los valles.
ya las viñas en flor esparcen su aroma, j
Levántate, amada mía, hermosa mía, y
El e s p o s o
ven.
14
Ven, paloma mía, que anidas en las
2
Como lirio entre los cardos | es mi
hendiduras de las rocas, I en las grietas de
amada entre las doncellas.
las escarpadas peñas. j| Dame a ver tu rostro, dame a oir tu voz, | que tu voz es suaLa esposa
ve, y es amable tu rostro.
3
Como manzano entre los árboles silL a esposa
vestres | es mi amado entre los mancebos.
'5 ¡Ah! Cazadnos las raposas, | las raA su sombra anhelo sentarme | y su
posinas pequeñitas, | que destrozan las vifruto es dulce a mi paladar.
4
Me ha llevado a la sala del festín | y la ñas, | nuestras viñas en flor.
16
Mi amado es para mí y yo soy para
bandera que contra mí alzó es bandera de
él. I Pastorea entre azucenas. *
amor.
17
5
Antes de que refresque el día y se exConfortadme con pasas, | recreadme
con manzanas, | que desfallezco de amor. tiendan las sombras | ven, amado mío,
6
semejante
a la gacela, | semejante al cerReposa su izquierda bajo mi cabeza I
vatillo, | por los montes de Beter.
y con su diestra me abraza amoroso.
2
9
Parecerá extraño esta manera de ponderar las gracias de la Esposa; pero los beduinos del desierto
toman la camella como término de comparación para describir la hermosura de la novia.
17
Este versículo alude probablemente al templo, en que Dios moraba y se comunicaba a su
pueblo y donde se comunicaría, sobre todo, en la época mesiánica (cf. Sal 41-42).
8
La esposa se halla en su propia casa con el pensamiento puesto en el Esposo; de repente le
siente venir, y acercarse a la casa, y atisbar hacia adentro, buscando, sin duda, a la Esposa.
10
Este discurso del Esposo contiene una hermosa descripción de la primavera, que en la Palestina sucede a las lluvias invernales y que en Siria era el tiempo en que solían celebrarse las bodas.
Invita a la Esposa a gozar de los encantos que la naturaleza ofrece. Todo ello expresa muy al vivo
la alegría de los tiempos mesiánicos, después de las miserias y tristezas de la cautividad. No las expresiones poéticas, pero sí el entusiasmo que domina al autor, parecen bien inspirados en la segunda
parte de Isaías, cuando anuncia la llegada de la salud mesiánica.
16
Esta sentencia, expresiva del mutuo amor de los esposos, responde a aquella tan repetida
en el Antiguo Testamento, sobre todo en los profetas, cuando hablan de los tiempos mesiánicos:
«Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo» (Lev 26,12; Jer 7,23; Ez 11,20; Ap 21,3).
2
CANTAR RE LOS CANTARES 3-4
CANTO
9
TERCERO
(3,1-5)
La esposa
1 En el lecho, entre sueños, por la
noche, | busqué al amado de mi alma,
busquéle y no le hallé. *
2
Me levanté y recorrí la ciudad, | las
calles y las plazas, | buscando al amado de
mi alma.
3
Busquéle y no le hallé. | Encontráronme los guardias | que hacen la ronda en
la ciudad: I ¿Habéis visto al amado de mi
alma?
4
En cuanto de ellos me aparté, I hallé
al amado de mi alma. I Le así, ya no le soltaré I hasta entrarle en la casa de mi madre, I en la alcoba de la que me engendró.
3
El e s p o s o
Os conjuro, hijas de Jerusalén, | por
las gacelas y las cabras monteses, | que no
despertéis ni inquietéis a mi amada | hasta
que a ella le plazca.
5
CANTO
CUARTO
(3,6-5.1)
Coro
6 ¿Qué es aquello que sube del desierto, |
como columna de humo, | como humo
de mirra e incienso | y de todos los perfumes exquisitos? *
7
Ved; la litera de Salomón, | sesenta
valientes la rodean | de entre los valientes de Israel.
8
Todos esgrimen la espada, | todos
son diestros para el combate. | Todos
llevan la espada ceñida I contra los peligros de la noche.
9
Hízose el rey Salomón | una litera de
cedro del Líbano.
10
Hizo de plata sus columnas, I de oro
su respaldo; I su asiento de púrpura recamado, I obra de las hijas de Jerusalén.
11
Salid, hijas de Sión, | a ver al rey Sa-
lomón I con la corona de que le coronó
su madre I el día de sus bodas, | el día de
la alegría de su corazón. *
El esposo
¡Qué hermosa eres, amada mfa, |
qué hermosa eres! | Son palomas tus
ojos vistos a través de tu velo. *
2
Son tus cabellos rebañito de cabras |
que ondulantes van por los montes de
Galad. | Son tus dientes cual rebaño de
ovejas de esquila I que suben del lavadero, I todas con sus crías mellizas, | sin que
haya entre ellas estériles.
3
Cintillo de grana son tus labios, | y tu
hablar es suave. | Son tus mejillas mitades de granada I a través de tu velo.
4
Es tu cuello cual la torre de David, |
rodeada de trofeos, I de la que penden mil
escudos, I todos escudos de valientes.
5
Tus dos pechos son dos mellizos de
gacela que triscan entre azucenas. *
6
Antes de que refresque el día y se extiendan las sombras, | iréme al monte de
la mirra, I al collado del incienso.
7
Eres del lodo hermosa, amada mía, |
no hay lucha en ti.
8
Ven del Líbano, esposa; | ven del Líbano, llega, I ven de la cumbre del Amana, I de las cimas del Sanir y del Hermón, |
de las guaridas de los leones, I de los montes de las panteras.
9
Prendiste mi corazón, hermana, esposa; I prendiste mi corazón en una de tus
miradas, | en una de las perlas de tu collar.
10
¡Qué dulces son tus caricias, hermana
mía, esposa! Dulces más que el vino son
tus amores, | y el olor de tus ungüentos es
más suave que el de todos los bálsamos.
11
Miel virgen destilan tus labios, esposa mía; | leche y miel bañan tu lengua, I y
es el olor de tus vestidos el perfume del
incienso. *
12
Eres jardín cercado, hermana mía,
esposa; | eres jardín cercado, fuente sellada. *
4
1
1
Con esto se comienza otra escena. La Esposa empieza contando lo que había sentido en
sueños, para terminar con el estribillo de 2,7; 5,8 y 8,4: «Os conjuro, hijas de Jerusalén», etc.
El cambio de escena es evidente. El coro ve a lo lejos subir del desierto una nube, que no es
de polvo, sino de aromas: luego descubre la figura del Amado, que describe bajo la figura de Salomón, el que recibió primero las promesas hechas a su padre, con la suntuosidad y aparato que la
historia describe.
11
Es la entrada solemne del rey en Jerusalén, inspirada en la ceremonia de la entronización
de Salomón, que se narra en 1 Re 1,11 ss. La corona tal vez se toma de la solemnidad de las bodas,
según Is 61,10. Todo ello significa la entrada triunfal en su ciudad.
3
6
1
Toda esta descripción que sigue expresa los sentimientos del Esposo al contemplar la hermosura de su Esposa. Las comparaciones, por mucho que desdigan de nuestro temperamento
literario, se acomodan muy bien al de los hijos del Oriente.
5
Símbolo de la fecundidad (cf. Ez 16,7) y signo de la bendición divina que acompañará la edad
mesiánica,
según Dt 7,13 ss.; Sal 112,g; Is 54,1 ss.
1
* Recuérdese la expresión con que se describe la riqueza de Canán, «la tierra que mana leche
y miel»
(Ex
3,8; Núm 13,28).
12
Los frutos que luego describe se hallan protegidos contra las incursiones de las bestias. Lo
contrario se dice en Is 5,5 s-, de la viña que representa Israel rebelde a su Dios. Algunos autores
quieren corregir el texto y leer fuente en vez de jardín. Fuente Sellada, y, por tanto, que guarda sus
4
708
CAfiTAH DE LOS CANTARES 4-6
13
habia ido, había desaparecido. | Le busqué, mas no le hallé. | Le llamé, mas no
me respondió.
7
Encontráronme los guardias que rondan la ciudad; | me golpearon, me hirieron, | me quitaron el velo | los centinelas
de las murallas.
8
Os conjuro, hijas de Jerusalén, | que
si encontráis a mi amado, | le digáis que
desfallezco de amor.
Es tu plantel un bosquecillo | de granados y frutales los más exquisitos; I de
alheñas
y de nardos.
14
De nardos y azafrán, de canela y cinamomo, I de todos los árboles de incienso ; I de mirra y áloe, | y de todos los más
selectos balsámicos.
15
Eres fuente que mana a borbotones, |
fuente de aguas vivas, I que desciende del
Líbano. *
L a esposa
Coro
16
Levántate, cierzo; ven también tú,
9
¿Y en qué se distingue tu amado, | oh
austro. I Oread mi jardín, que exhale sus
aromas; I viene a mi huerto el amado, | la más hermosa de las mujeres? | ¿En qué
a comer de sus frutos exquisitos.
se distingue tu amado, I tú, que asi nos
conjuras?
El esposo
L a esposa
1
Voy, voy a mi jardín, hermana
10
Mi
amado
es fresco y colorado, | se
mía, esposa, [ a coger de mi mirra y
entre millares. *
de mi bálsamo; | a comer la miel virgen distingue
11
Su cabeza es oro puro, | sus rizos son
del panal, | a beber de mi vino y de mi leche. I Venid, amigos míos, y bebed | y em- racimos de dátiles, | negros como el
cuervo.
briagaos, carísimos.
12
Sus ojos son palomas | posadas al
borde de las aguas, I que se han bañado
CANTO
QUINTO
en leche | y descansan a la orilla del
(5,2-6,12)
arroyo.
13 Sus mejillas son jardín de balsameL a esposa
ras, | teso de plantas aromáticas; | sus
2
Yo duermo, pero mi corazón vela. | labios son dos lirios | y destilan exquisiEs la voz del amado que me llama:
ta 14mirra.
Sus dedos son todo anillos de oro |
El esposo
con rubíes engastados; | su pecho es marÁbreme, hermana mía, esposa mía, pa- fil | cuajado de zafiros.
15
loma mía, inmaculada mía. | Que está mi
Sus piernas son columnas de márcabeza cubierta de rocío, | y mis cabellos mol | asentadas sobre basas de oro puro. |
de3 la escarcha de la noche.
Esbelto como el Líbano, | gallardo como
Ya me he quitado la túnica. | ¿Cómo el cedro.
16
volver a vestirme? | Ya me he lavado los
Su garganta es toda suavidad, | todo
pies.
I ¿Cómo volver a ensuciármelos?
él un encanto. | Ese es mi amado, ése mi
4
Mi amado mete la mano por el agu- esposo, | hijas de Jerusalén.
jero de la llave. | Mis entrañas se estremecen todas. I Mi alma desfalleció al oirle. *
Coro
5
Me levanté para abrir a mi amado, |
1
¿Y adonde fue tu amado, | oh tú,
mis manos destilaban mirra | y mis dedos
la más hermosa de las mujeres? |
se impregnaron de exquisita mirra | en el
¿Adonde fue tu amado, | que le busquepestillo
de la cerradura.
6
mos
contigo? *
Abrí a mi amado, | pero mi amado se
5
6
aguas puras y frescas. Los encantos del agua corriente son grandes en Palestina por la misma escasez de ellas; donde brota una fuente, allí se forma u n pequeño oasis. El poeta se complace en describirnos el jardín lleno de árboles y plantas aromáticas que producen estas aguas de la fuente. Semejante imagen es muy usual en los Sapienciales para describir los frutos de la sabiduría, y el profeta Isaías junta estas dos imágenes para pintar la riqueza y la dicha de Israel en la edad mesiánica
(58,11; Eclo 24,17 ss.).
15
Son los canales derivados de la fuente para distribuir el agua por el jardín y regar los árboles
frutales y aromáticos, q u e significan la justicia, la santidad y la gracia d e Israel en la edad mesiánica
(cf. Ecl 2,4 ss.; Is 5,1 ss.; Jer 2,21; Ez 17,22 ss.; 20,41; Eclo 24,23 ss.). Imagen tomada acaso d é l a
fuente del Jordán, q u e brota al pie del H e r m ó n y es expresión de la vida, como en Is 12,3; Jer 2,13;
Jn 4,14C 4 Mete la m a n o por el agujero d e la cerradura para abrir; al ruido despierta la Esposa, asustada
^
por la presencia del Esposo, de que ya se da mejor cuenta.
1
° Esta descripción concuerda bastante con la q u e nos hace Jeremías en L a m 4,7 de los príncipes de Judá.
l
£
Esta pregunta d e las compañeras de la Esposa expresa la simpatía q u e éstas sienten por ella,
^
la simpatía de las naciones por Israel cuando la ven hecha objeto de las bendiciones de su Dios
Is 2,2 ss.; Zac 8,23).
709
CANTAR DE LOS CANTARES 6-7
12
Sin saber cómo, | vime sentada en los
L a esposa
2
carros
del noble pueblo. *
Bajó mi amado a su jardín, I a los
macizos de balsameras, | para recrearse
Coro
entre
las flores y coger azucenas.
3
1
Yo soy para mi amado y mi amado
¡Torna, torna, Sulamíta; | torna,
para mí, | el que se recrea entre azucena.
torna, que te admiremos!
El esposo
L a esposa
4
Eres, amada mía, hermosa como Tir¿Qué
queréis
admirar en la Sulamita, I
sa, I bella como Jerusalén, | terrible cual
ordenadas en dos coros?
escuadrón
ordenado
en
batalla.
*
5
Aparta ya de mí tus ojos, | que me maCoro
tan de amor. | Es tu cabellera rebañito de
cabras I que ondulan al subir por el mon- 2 ¡Qué bellos son tus pies con las sante 6de Galad.
dalias, I hija del noble pueblo! | El contorTus dientes, cual rebaño de ovejas de no de tus caderas es una joya, | obra de
esquila I que suben del lavadero, | todas manos de orfebre.
3
con crías gemelas, I sin que entre ellas
Tu seno es ánfora preciosa | en que
haya estéril.
no falta el vino mezclado. | Tu vientre,
7
Son mitades de granada tus mejillas | acervo de trigo | rodeado de azucenas.
4
a través
de tu velo.
Tus pechos, dos 'cervatillos | mellizos
8
Sesenta son las reinas, | ochenta las de gacela.
5
concubinas, | y las doncellas son sin núTu cuello, torre de marfil; | tus ojos,
mero.
*
dos piscinas de Hesebón, | junto a la puer9
Pero es única mi paloma, mi perfecta; I ta de Bat-Rabim. | Tu nariz, como la toes la única hija de su madre, I la predi- rre del Líbano | que mira frente a Dalecta de quien la engendró. | Viéronla las masco.
doncellas y la aclamaron, | y las reinas y
* Tu cabeza, como el Carmelo, | y tus
las concubinas la loaron.
cabellos son púrpura real I entretejida en
trenzas.
El esposo
CANTO
SEXTO
7
(6,10-8,4)
¡Qué hermosa eres, qué hechicera,
qué8 deliciosa, amada mía!
Coro
Esbelto es tu talle como la palmera I
10
tus senos sus racimos.
¿Quién es esta que se alza como au- y son
9
Yo me dije: Voy a subir a la palmera |
rora, I hermosa cual la luna, | espléndida
como el sol, | terrible como escuadrones a coger sus racimos. | Sí, sean tus pechos
racimos para mí. | El aliento de tu boca
ordenados? *
es 10aroma de manzanas;
L a esposa
Tu boca es vino generoso, | que se
u Bajé a la nozaleda | para ver cómo entra suavemente por mi paladar | y suaverdea el valle, | a ver si brotaba ya la vi- vemente se desliza entre labios y dientes.
ña I y si florecían los granados.
7
4
Aquí aparece de nuevo el Esposo como atraído por las declaraciones q u e la Esposa acaba de
hacer. L a descripción que sigue, en p a r t e tomada de las precedentes, expresa la belleza divina d e
la Esposa, esto es, d e Israel, purificado por Dios mediante las tribulaciones de la cautividad y hermoseado con la santidad y la justicia d e su Dios, según q u e los profetas anunciaban para la época
mesiánica (Os 2,14-24).
8
Este detalle singular d e la descripción está tomado de lo q u e era u n harén real en Persia, por
ejemplo, y lo que era el del mismo Salomón, según 1 Re 11,4. El pensamiento del poeta es q u e la
Esposa es entre muchas mujeres la favorita, la q u e aventaja a todas en belleza y la q u e triunfa del
corazón del rey, su Esposo. Pero esto no pertenece más q u e a la figura, pues ei autor sagrado nos
describe las bellezas del Israel d e Dios en comparación d e las demás naciones, que serán admitidas
a participar de los amores del Mesías. El salmo 45,10 ss. había ya hecho uso d e esta misma imagen.
1
° El coro, al ver acercarse a los Esposos, p r o r r u m p e en expresiones de admiración a la belleza
de la Esposa; ella les responde con algo q u e parece referirse a la inauguración del reino mesiánico;
vuelve el coro a tomar la palabra para entonar un canto a la belleza d e la Esposa; al coro sigue el
Esposo con otro canto y termina con u n éxtasis d e amor d e la Esposa.
12
Este versículo es sumamente obscuro por la incorrección del texto, por lo singular de la imagen y por lo difícil q u e es establecer la conexión d e este versículo con los q u e preceden y siguen.
Estas palabras son corregidas y traducidas d e m u y diversa manera por los expositores; no nos detendremos a justificar la traducción, pero sí el sentido, que comparamos con Is 43,5 ss.; 49,22 s.;
60,8 s.; 66,18 ss. y con Bar 4,37 ss. Se habla de la vuelta de Israel de su cautiverio, ayudado de los
mismos gentiles, que lo tienen a gran honor, maravillados como están de ver las grandezas de Yavé
sobre su pueblo y deseosos de tener parte en ellas.
710
CANTAS 01 LOS CANTARES 7-8
L a esposa
" Y o soy para mi a m a d o | y a mf tienden todos sus anhelos.
12
Ven, a m a d o mió, vamonos al camp o ; I haremos noche en las aldeas.
13
Madrugaremos para ir a las viñas, |
veremos si brota ya la vid, | si se entreabren las flores, I si florecen los granados, | y allí te daré mis amores. *
14
Y a dan su aroma las mandragoras |
y a b u n d a en nuestras huertas t o d a suerte
de frutos exquisitos. | Los nuevos, los
añejos, que guardo, a m a d o mío, p a r a ti.
6
P o n m e como sello sobre tu corazón, |
p o n m e en tu brazo como sello. I Que es
fuerte el amor como la muerte | y son
como el sepulcro duros los celos. I Son
sus dardos saetas encendidas, | son llam a s de Yavé.
7
N o pueden aguas copiosas extinguirlo | ni arrastrarlo los ríos. | Si uno ofreciera
por el a m o r toda su hacienda, I sería despreciado.
Los hermanos
8
Nuestra h e r m a n a es pequeñita, no
tiene pechos todavía. | ¿Qué haremos a
nuestra hermana | cuando u n día se trate
de su boda?
9
Si m u r o , I edificaremos sobre ella almenas de plata. | Si puerta, | le haremos
batientes de cedro.
1 ¡Quién me diera que fueses herman o mío, a m a m a n t a d o a los pechos de
mi madre, | para que al encontrarte te
besara I sin que nadie se burlase de mí! *
2
Y o te llamaría, y te entraría en la casa
L a esposa
de mi madre, | en la alcoba de la que
10
Sí, m u r o soy, | y torres son mis peme engendró, | y te daría a beber vino
chos. | Pero he venido a ser a sus ojos |
a d o b a d o | y mosto de granados.
3
Su izquierda descansa bajo mi cabe- c o m o quien halla la paz.
za, | y su diestra me abraza cariñosa.
Los hermanos
El esposo
n U n a viña tenía Salomón en Bal4
Os conjuro, hijas de Jerusalén, I por H a m ó n , | la entregó a sus guardas, I que
las gacelas y las cabras monteses, | que habían de traerle p o r sus frutos | mil sino despertéis ni inquietéis a mi a m a d a I d o s de plata. *
hasta que a ella le plazca.
L a esposa
12 M i viña la tengo ante mis ojos. I Para
CANTO
SÉPTIMO
ti, Salomón, esos mil siclos, | y doscientos
más para los que la guardan.
(8,5-14)
8
Coro
El esposo
13
5 ¿Quién es esta que sube del desier¡Oh tú, que habitas en jardines I —los
amigos lo esperan—, i hazme oir tu voz! *
to | apoyada sobre su amado?
L a esposa
El esposo
14
Y o te suscitaré debajo del manzano, |
Corre, a m a d o mío, | corre como la
allí donde murió tu madre, donde pereció gacela o el cervatillo | sobre los montes
de las balmaseras. *
la que te engendró. *
^ 1 3 La Esposa invita al Esposo a salir y ver el campo. El sentido alegórico de estos versículos
'
no puede ser más claro. Es la invitación a ver los frutos propios de la edad mesiánica, los frutos
de ía justicia y de la santidad, tantas veces representados por el jardín, los árboles, etc.
1
Extraño deseo el de la Esposa, y, sin embargo, parece ser éste el punto culminante del mesianismo del poema: ver al Esposo, a quien sabe tan infinitamente superior a ella, hecho hombre 5y participando de su misma naturaleza.
La última sección comienza como la anterior; el coro se dirige a la Esposa, maravillada por su
dicha; sigue luego un diálogo entre los Esposos; entran los hermanos de la Esposa y acaban, por
fin, los dos Esposos.
11
Esta es [a viña de que habla Is 5,1 ss.; 27,2; Sal 79,9 ss.; Jer 2,21; 12,10; Ez 15,1 ss., plantada13por Dios en medio de la multitud de los pueblos.
El Esposo es el que habla. Las palabras parecen que no están en el orden debido; pero el
sentido no se muda. La Esposa es invitada a cantar para complacer al Esposo y a los compañeros
de éste, que por segunda vez aparecen aquí (1,7). El sentido no parece ser otro que la simpatía por
la Esposa, que hace graciosas todas sus cosas.
14
Es el cántico de la Esposa invitando al Esposo a llegar ya al monte de los bálsamos, que debe
ser el templo de Jerusalén, donde se ofrecen a Dios las oblaciones de los perfumes.
Con esto concluye el libro de una manera semejante a la conclusión del Apocalipsis, 22,20, con
una súplica por la venida del Mesías. Era la súplica de los justos en Israel (Mt 13,17; Le 2,25 ss.),
8
S
A
B
I
D
V
R
I
A
1. En la Biblia griega lleva este libro el título «Sabiduría de Salomón», pero en W
Vulgata no tiene más título que «Sabiduría», sin la atribución a Salomón. Y ésta es la
sentencia de los Padres San Jerónimo y San Agustín y de todos los intérpretes modernos, a pesar de que en el capítulo 9 el autor se nos presenta como si fuese el Rey Sabio.
El libro fue escrito en griego, y su argumento es la sabiduría, que cuenta sus frutos, su origen, su naturaleza y su acción en la historia antigua. En el fondo, la doctrina
coincide con la de los otros libros sapienciales, pero la forma es griega, y griego también
el ambiente intelectual en el que el autor vive y se mueve. Se divide el libro en dos
partes: la primera (1-9) es teórica y nos habla de la sabiduría de Dios, que conduce
a la inmortalidad cerca del Señor, muy distinta de la otra sabiduría del mundo, verdadera necedad, que conduce a la muerte. Aquí vemos ya levantado en gran parte el
velo que en el Antiguo Testamento cubre por lo general el misterio de los destinos humanos, revelándonos la vida del alma unida a Dios después de la muerte. La verdadera sabiduría es don de Dios, y por eso el autor, bajo el nombre de Salomón, se la
pide al Señor (9). La segunda parte (10-19) nos muestra cómo la historia del pueblo
hebreo se desarrolla bajo la acción de la sabiduría divina, mientras que la historia de
Sodoma, Egipto y Canán se desenvuelve en tinieblas, sin el influjo de esta sabiduría.
3. Desconocemos quién sea el autor del libro que tomó el nombre de Salomón. Lo que
podemos afirmar es que era judío helenista, que conocía muy bien el Egipto y que allí
debió de escribir su obra al fin de la edad antigua, sin que podamos precisar sifué en el
siglo I o II antes de la era cristiana. El libro está destinado a los judíos de la dispersión. No es admitido en el canon judío, sin duda por haber sido escrito en lengua griega,
pues aquél no contiene sino los libros escritos en hebreo. En la historia del canon cristiano este libro figura entre los
deuterocanónicos.
QTTM \ T?TO
JUmn.M\LKJ
P R I M E R A P A R T E : La sabiduría, fuente de felicidad e inmortalidad (i-9).~SEGUNDA
P A R T E : La sabiduría en
Israel
(10-19).
P R I M E R A
P A R T E pensamientos insensatos, | y al sobrevenir la iniquidad se aleja. *
6
Porque la sabiduría es un espíritu
L A SABIDURÍA, FUENTE DE FELICIDAD
a m a d o r del hombre, | y no dejará imE INMORTALIDAD
pune al de blasfemos labios; | que Dios
(1-9)
es testigo de sus pensamientos, | y veraz
observador
de su corazón, | y oidor de
N a t u r a l e z a d e la s a b i d u r í a
sus palabras;
1
7
Amad la justicia los que gobernáis
Porque el Espíritu del Señor llena la
la tierra; | pensad rectamente del Se- tierra, | y El, que todo lo abarca, tiene
ñor I y buscadle con sencillez de corazón. la ciencia de todo.
2
8
Porque se deja hallar de los que no le
Por esto nadie que hable impiedades
tientan, I se manifiesta a los que no des- quedará oculto, | ni pasará de largo ante
confían de El.
él la justicia vengadora;
3
9
Los pensamientos perversos apartan
Porque los pensamientos del impío sede Dios, I la virtud p r o b a d a corrige a los rán examinados; I y hasta al Señor llegaimprudentes;
rá el sonido de sus palabras, para castigo
4
Porque en alma maliciosa no entrará de sus iniquidades;
10
la sabiduría | ni morará en cuerpo esclavo
Que su celoso oído lo oye todo, | y
del pecado;
el r u m o r de las murmuraciones no que5
Porque el Santo Espíritu de la disci- dará oculto.
11
plina huye del engaño I y se aleja de los
G u a r d a o s , pues, de murmuraciones
I
5
El Santo Espíritu de la disciplina es el Espíritu de Dios, que, infundido en el alma, induce
a observar la disciplina.
712
SABIDURÍA 1-2
713
SABIDURÍA 3-4
8
inútiles, I preservaos de la lengua mal haCoronémonos de rosas antes de que
blada, | porque la lengua mentirosa no se marchiten; | no haya prado que no
quedará impune, | y la boca embustera huelle nuestra voluptuosidad.
9
da muerte al alma.
Ninguno de nosotros falte a nuestras
orgías, | quede por doquier rastro de nuestras
liviandades, | porque ésta es nuestra
Destino del h o m b r e
porción y nuestra suerte.
12
10
No corráis tras la muerte con los exOprimamos al justo desvalido, | no
travíos de vuestra vida, | ni os atraigáis la perdonemos a la viuda I ni respetemos las
ruina
con las obras de vuestras manos; canas del anciano provecto.
13
11
Que Dios no hizo la muerte; | ni se
Sea nuestra fuerza norma de la jusgoza
en
la pérdida de los vivientes. *
ticia, | pues la debilidad bien se ve que
14
Pues El creó todas las cosas para la no sirve para nada.
12
existencia | e hizo saludables a todas sus
Pongamos garlitos al justo, que nos
criaturas, | y no hay en ellas principio de fastidia | y se opone a nuestro modo de
muerte | ni el reino del ades impera sobre obrar, | y nos echa en cara las infracciola tierra.
nes de la Ley, | y nos reprocha nuestros
15
Porque la justicia no está sometida extravíos. *
13
a la muerte.
Pretende tener la ciencia de Dios | y
16 Pero los impíos la llaman con sus llamarse hijo del Señor;
14
obras y palabras; | mirándola como amiEs censor de nuestra conducta; I hasga, se desviven por ella; | con ella hacen ta el verle nos es insoportable.
15
pacto, | y por autores de ella merecen ser
Porque su vida en nada se parece a
tenidos.
la de los otros, | y sus sendas son muy
distintas
de las nuestras,
1
16
Pues neciamente se dijeron a sí misNos tiene por escorias, | y se aparta
mos los que no razonan: | «Corta y de nuestras sendas como de impurezas; |
triste es nuestra vida, | y no hay remedio ensalza el fin de los justos | y se gloría de
cuando llega el fin del hombre, | ni se tener a Dios por padre.
17
sabe que nadie haya escapado del ades. *
Veremos si sus palabras son verda2
Por acaso hemos venido a la exis- deras, | y probaremos cuál es su fin;
18
tencia, | y después de esta vida seremos
Porque si el justo es hijo de Dios, El
como si no hubiéramos sido; | porque le acogerá I y le librará de las manos de
humo es nuestro aliento, | y el pensamien- sus enemigos.
19
to una centella del latido de nuestro coProbémosle con ultrajes y tormenrazón.
tos, | y veamos su resignación, | y probe3
Extinguido éste, el cuerpo se vuelve mos su paciencia,
20
ceniza | y el espíritu se disipa como tenue
Condenémosle a muerte afrentosa, |
aire.
pues,
según dice, Dios le protegerá». *
4
21
Nuestro nombre caerá en el olvido
Estos son sus pensamientos, pero se
con el tiempo, | y nadie tendrá memoria equivocan, | porque los ciega su maldad.
22
de nuestras obras; | y pasará nuestra vida
Y desconocen los misteriosos juicios
como rastro de nube, | y se disipará como de Dios, | y no esperan la recompensa de
niebla | herida por los rayos del sol, | que la justicia | ni estiman el glorioso premio
a su calor se desvanece;
de23las almas puras.
5
Pues el paso de una sombra es nuesPorque Dios creó al hombre para la
tra vida, | y sin retorno es nuestro fin, | inmortalidad | y le hizo a imagen de su
porque se pone el sello y ya no hay quien naturaleza;
24
Mas por envidia del diablo entró la
6
Venid, pues, y gocemos de los bienes muerte en el mundo, | y la experimentan
presentes, j démonos prisa a disfrutar de los que le pertenecen.
todos
en nuestra juventud.
7
Hartémonos de ricos, generosos vinos, | y no se nos escape ninguna flor primaveral.
Vida y m u e r t e de los justos y de los sabiduría y la disciplina; ! su esperanza
es vana, sus trabajos infructuosos, | e inimpíos
útiles sus obras.
l
12
Las almas de los justos están en las
Sus mujeres son insensatas, | y permanos de Dios, | y el tormento no versos sus hijos, y su posteridad maldita.
13
los2 alcanzará. *
Pero, aunque estéril, dichosa es la inA los ojos de los necios parecen ha- contaminada, I que no conoció el lecho
ber muerto, | y su partida es reputada por pecaminoso; ¡ tendrá parte en el premio
de las almas santas.
desdicha.
3
14
Su salida de entre nosotros, por aniDichoso también aun el eunuco, que
quilamiento;
I
pero
gozan
de
paz.
no
ha obrado la maldad con sus ma4
Pues aunque a los ojos de los hom- nos I ni ha concebido malos pensamienbres fueran atormentados, | su esperanza tos contra el Señor, | porque le será otorgado un especial galardón por su fideliestá llena de inmortalidad.
5
Después de un ligero castigo serán col- dad I y un muy deseable puesto en el
mados de bendiciones, | porque Dios los templo del Señor. *
15
probó [ y los halló dignos de sí.
Porque glorioso es el fruto de los tra-
3
2
13
El autor insiste mucho en esta idea de que Dios, creador de la vida, no hizo la muerte; ésta
fue obra del diablo y lo es de los hombres que siguen las sugestiones de éste (Gen 3,4 s.).
1
Todas estas reflexiones expresan los sentimientos de los epicúreos, tanto teóricos como prácticos, que abundaban en la sociedad helenística conocida del autor en Egipto.
12
Este justo de que aquí se había no debe ser otro que el israelita, que con su moral, más austera, era un continuo reproche para los gentiles corrompidos.
20
Este es uno de los varios pasajes del Antiguo Testamento en que parece como si el Espíritu
Santo, que inspiraba al autor sagrado, moviese su mano para llevarle a señalar al Justo por antonomasia. Tan fuertes son los trazos con que le describe (cf. Sal 22).
2
Conviie grit
« Como el oro en el crisol los probó, |
y le fueron aceptos como sacrificio de holocausto.
7
Al tiempo de su recompensa brillarán I y discurrirán como centellas en cañaveral;*
8
Juzgarán a las naciones y dominarán
sobre los pueblos, | y su Señor reinará por
los siglos.
9
Los que confían en El conocerán la
verdad, | y los fieles a su amor permanecerán con El, I porque la gracia y la misericordia son la parte de sus elegidos.
10
Pero los impíos, conforme a sus pensamientos, tendrán su castigo, | pues despreciaron al justo y se apartaron del Señor.
11
Porque desdichado el que desecha la
bajos honrosos, | y la raíz de la sabiduría
es 16imperecedera.
Pero los hijos de las adúlteras no lograrán madurez, | la descendencia del lecho
criminal
desaparecerá;
17
Y aun si alcanzan larga vida, serán
tenidos en nada, | y su ancianidad será
al fin deshonrosa.
18
Y si muriesen prematuramente, no
tendrán esperanza I ni consuelo en el día
del juicio. I El fin del injusto linaje es nefasto.
1
Mejor es la esterilidad con virtud, |
pues su memoria es inmortal, | porque es conocida de Dios y de los hombres
:*
2
Presente, imitadla; I ausente, desead-
4
O J Tales eran las esperanzas de aquellos jóvenes Macabeos y de todos los que como ellos pe"* 7 recieron en la persecución de Antioco (2 Mac 7).
Daniel dice que los justos brillarán como las estrellas en el firmamento (10,3). La imagen
de la Sabiduría parece estar tomada de las estrellas fugaces.
14
Isaías (56,4) promete al eunuco observante de la voluntad divina, excluido por la Ley de la
asamblea de Israel (Dt 23,1), un nombre glorioso en el reino mesiánico.
A
^
1
Se ve claro que el autor mira ya la vida, asi la de los malvados como la de los justos, a la luz
que derrama sobre la historia humana la esperanza de la inmortalidad.
714
SABIDURÍA 4-5
20
la; I en el siglo venidero triunfará coronaVerán llenos de espanto sus pecada, I después de haber reportado la victo- dos, | y sus crímenes se levantarán contra
ellos,
acusándolos.
ria3 en combates inmaculados.
Pero la numerosa prole de los impíos
U l t i m o fin de los justos
es sin provecho, I y los troncos bastardos
1
Entonces estará el justo en gran seno echarán hondas raíces ni tendrán sueguridad, | en presencia de quienes
lo 4seguro;
Pues aunque sus ramas verdeen por le persiguieron | y menospreciaron sus
*
un tiempo, | no estando fuertemente fijas, obras.
2
Al verlo se turbarán con terrible esserán sacudidas por el viento | y por la
violencia del vendaval arrancadas de panto, | y quedarán fuera de sí ante lo
inesperado
de aquella salud.
cuajo.
3
5
Arrepentidos, se dirán, | gimiendo por
Las ramas serán quebradas antes de
su desarrollo, I su fruto será inútil, no la angustia de su espíritu: «Este es el que
algún tiempo tomamos a risa | y fue obmadurará,
| de nada servirá.
6
de nuestro escarnio.
Porque los hijos nacidos de uniones jeto
4
Nosotros, insensatos, tuvimos su vida
ilegítimas I serán testigos contra sus vipor locura | y su fin por deshonra.
ciosos
padres
al
ser
interrogados.
7
Pero el justo, si muriese prematura5 ¡Cómo son contados entre los hijos
mente,
| estará en la paz;
de Dios, | y tienen su heredad entre los
8
Que la honrada vejez no es la de los santos!
6
muchos años, I ni se mide por el número
Luego erramos el camino de la verde9 dias.
dad, | y la luz de la justicia no nos alumLa prudencia es la verdadera canicie bró,
| y el sol no salió para nosotros.
7
del hombre, | y la verdadera ancianidad
Nos cansamos de andar por sendas
es una vida inmaculada.
de iniquidad y de perdición, | y caminamos
10
El que se hizo grato a Dios fue ama- por desiertos solitarios, | y el camino del
no lo atinamos.
do de El, | y viviendo entre los pecadores, Señor
8
¡,Qué nos aprovechó nuestra soberfue11 trasladado.*
Fue arrebatado por que la maldad no bia, | qué ventaja nos trajeron la riqueza
jactancia?
pervirtiese su inteligencia | y el engaflo y la
9
Pasó como una sombra todo aquello, |
no extraviase su alma;
12
correo que va por la posta,
Que la fascinación del vicio corrom- y como
10
Como nave que atraviesa las agitadas
pe el bien, | el vértigo de la pasión peraguas, | sin dejar rastro de su paso | ni
vierte
la mente sana.
13
Llegado en poco tiempo a la perfec- del camino de su quilla por las olas;
u O como ave que vuela por los aires, I
ción,
| vivió una larga vida.
14 Pues su alma era grata al Señor; | por sin dejar señal de su vuelo; | pues si bate
esto se dio prisa a sacarle de en medio el aire con sus alas | y lo corta con la violencia de su ímpetu, I y se abre camino
de15la maldad.
Los pueblos lo vieron, pero no lo en- con el movimiento de las alas, | después
tendieron | ni sobre ello reflexionaron, | ya12no se halla señal de su paso;
O como flecha que se tira al blanco, !
que la gracia y la misericordia es para los
elegidos, | y la visitación para los santos. que aunque hienda el aire, luego éste vuel>* El justo muerto condena a los im- ve a cerrarse, | y no se conoce por donde
píos vivos, [ y la juventud pronto acaba- pasó.
13
Así también nosotros, en naciendo
da 7condena los muchos años del impío.
1 Verán el fin del sabio, | sin entender morimos; | sin dar muestra alguna de
los designios del Señor sobre él, | ni por nuestra virtud, | nos extinguimos en nuestra14 maldad».
qué8 le puso en seguridad.
Sí, la esperanza del impio es como
i Verán y se burlarán, | pero el Señor
polvo arrebatado por el viento, | como
se 19reirá de ellos.
Y después de esto caerán sin honra, | ligera espuma deshecha por el huracán, |
y serán entre los muertos en el oprobio como humo que en el aire se disipa, | cual
sempiterno; | porque los quebrantará, re- recuerdo del huésped de un día que pasó
duciéndolos al silencio, I y los sacudirá de15largo.
en sus cimientos | y serán del todo desolaPero los justos viven para siempre, ]
dos, | y serán sumergidos en el dolor, | y y su recompensa está en el Señor I y el
perecerá su memoria.
cuidado de ellos en el Altísimo.
5
10
Alude a Henoc, de quien se habla en Gen ;,24,
5 el cual, en comparación de los otros patriarcas,
tuvo corta vida, pero aventajada en perfección.
K i El autor nos presenta aquí el juicio final,que será el día de los desengaños, porque en él
** aparecerá clara la razón del gobierno divino seibre ios hombres (cf. Mt n.io; 25,31-46; Le 7,35).
715
SABIDURÍA 5-7
" Por esto recibirán un glorioso reino, I una hermosa corona de mano del
Señor, | que con su diestra los protege | y
los17 defiende con su brazo.
Se armará de su celo como de armadura, I y armará a las criaturas todas
para rechazar a sus enemigos;
18 Vestirá por coraza la justicia | y se
pondrá
por yelmo el sincero juicio.
19
Embrazará por escudo impenetrable
la 20santidad.
Y afilará su fuerte cólera cual espada, I y todo el universo luchará con El
contra los insensatos.
21
Los dardos de los rayos partirán bien
dirigidos, I y volarán de las nubes al
blanco
como de arco.
22
Y la ira, como lanzada por una catapulta, arrojará violentas granizadas; |
y el agua del mar se enfurecerá contra
ellos, I y los ríos se precipitarán con furia23sobre ellos.
Un soplo poderoso los embestirá I
y los aventará como torbellino. | La iniquidad desolará toda la tierra I y la maldad derribará los tronos de los poderosos.
L a sabiduría y los reyes
Oíd, pues, reyes, y entended. I
Aprended los que domináis los confines
de la tierra.
2
Aplicad el oído los que imperáis sobre las muchedumbres I y los que os engreís sobre la multitud de las naciones. *
3
Porque el poder os fue dado por el
Señor, I y la soberanía por el Altísimo, |
que examinará vuestras obras y escudriñará
vuestros pensamientos;
4
Porque siendo ministros de su reino
no juzgasteis rectamente I y no guardasteis la Ley, I ni según la voluntad de Dios
caminasteis.
5
Terrible y repentina vendrá sobre vosotros, I porque de los que mandan se ha
de6 hacer severo juicio;
Pues el pequeño hallará misericordia, |
pero los poderosos serán poderosamente 7atormentados;
Que el Señor de todos no teme de
nadie | ni respetará la grandeza de ninguno ; I porque El ha hecho al pequeño y
al 8grande, I e igualmente cuida de todos;
Pero a los poderosos amenaza poderosa
inquisición.
9
A vosotros, pues, reyes, se dirigen
mis palabras, I para que aprendáis la sabiduría y no pequéis.
6
1
10
Pues los que guardan santamente las
cosas santas serán santificados, | y quienes hubieren aprendido sabrán cómo responder.
11
Ansiad, pues, mis palabras, | deseadlas12 e instruios. *
Resplandece sin jamás obscurecerse
la sabiduría, I fácilmente se deja ver de
los que la aman | y es hallada de los que
la 13buscan.
Y aun se anticipa a darse a conocer
a los
que la desean.
14
El que temprano la busca no tendrá
que fatigarse, | pues a su puerta la hallará
sentada;
15
Pues pensar en ella es ya prudencia
consumada, I y el que vela por ella pronto
se verá sin afanes.
16
Porque ella misma busca por todas
partes a los dignos, I y en los caminos se
les muestra benigna, I y en todos sus pensamientos
les sale al encuentro.
17 Pues su principio es el deseo sincerísimo de la instrucción, | y procurar la
disciplina
es ya amarla.
18
Este amor es la guarda de sus preceptos; I la observancia de las leyes asegura
la incorrupción,
19
Y la incorrupción nos acerca a Dios.
2
" Por tanto, el deseo de la sabiduría
nos
conduce al reino.
21
Si os complacéis, pues, en los tronos
y en los cetros, reyes de los pueblos, | estimad la sabiduría, para que reinéis por
siempre.
Salomón, e n a m o r a d o de la sabiduría
22
Yo os contaré qué es la sabiduría y
cuál es su origen; | y no os ocultaré sus
misterios, I sino que me remontaré hasta
el comienzo de la creación, I y pondré en
claro su conocimiento, I y nada omitiré
de23la verdad.
No iré con el que de envidia se consume, I porque la envidia no tiene nada
que
ver con la sabiduría.
24
Los muchos sabios son la salud del
mundo, | y un rey prudente la prosperidad
de su pueblo.
" A s í , pues, aprended mis palabras y
os serán de provecho.
1 Yo soy hombre mortal, semejante
a todos, ! nacido del que primero fue
formado de la tierra, | y en el seno de mi
madre se formó mi carne.*
7
¿i 2 El origen divino del poder era una idea muy impresa en el ánimo de los antiguos, pero defor** mada para exaltación de los príncipes, que se creían dioses. Aquí se inculca la idea verdadera
con 11su consecuencia: la cuenta que Dios pedirá a los reyes del ejercicio del poder.
La sabiduría, como en Prov 1,20 ss.; 8,1 ss., llama a todos y se ofrece a enriquecerlos con sus
tesoros para hacerlos dichosos.
"f > Como en el capítulo precedente empezó hablando a los reyes, ahora introduce aquí a un rey
* glorioso, dando una lección de prudencia a los demás reyes para que aprendan a mirarse »ti
SABIDURÍA 7-8
716
717
SABIDURÍA 8-9
Consolidándose por unos diez meses |
w El ciclo de los años y la posición de
la semilla de un hombre y el placer del las estrellas;
20
sueno.
La naturaleza de los animales y los
3
Y nacido, respiré el aire común | y caí instintos de las fieras; | la fuerza de los
en la misma tierra que todos, | y lloré vientos y los razonamientos de los homigual
que los otros,
bres ; | las diferencias de las plantas y las
4
Y fui criado entre pañales y con cui- virtudes de las raíces.
21
dados;
Todo lo que me estaba oculto lo co5
Porque no hay rey que tenga otro mo- nocí a las claras, | porque la sabiduría,
do6 de venir a ser;
artífice de todo, me lo enseñó.
Una es la entrada de todos en la vida,
Propiedades de la sabiduría
e igual
la salida.
7
22
Por esto oré y me fue dada la pruPues en ella hay un espíritu intelidencia. | Invoqué al Señor y vino sobre gente, santo, | único y múltiple, sutil, |
mí8 el espíritu de la sabiduría,
ágil, penetrante, inmaculado, | cierto, imY la preferí a los cetros y a los tro- pasible, benévolo, agudo, libre, bienhenos, | y en comparación con ella tuve en chor, *
23
nada
la riqueza.
Amante de los hombres, estable, se9
No la comparé a las piedras preciosas, | guro, tranquilo, | todopoderoso, omnisporque todo el oro ante ella es un grano ciente, | que penetra en todos los espíride arena, | y como el lodo es la plata ante tus | inteligentes, puros, sutiles.
24
ella.
Porque la sabiduría es más ágil que
10
La amé más que a la salud y la her- todo cuanto se mueve, | se difunde su pumosura | y antepuse a la luz su posesión, I reza
y lo penetra todo;
25
porque el resplandor que de ella brota es
Porque es un hálito del poder diviinextinguible.
no | y una emanación pura de la gloria
11
Todos los bienes me vinieron junta- de Dios omnipotente, I por lo cual nada
mente con ella, | y en sus manos me trajo manchado hay en ella.
26
una
riqueza incalculable.
Es el resplandor de la luz eterna, | el
12
Yo me gocé en todos estos bienes | espejo sin mancha del actuar de Dios, |
porque es la sabiduría quien los trae, I imagen de su bondad. *
27
pero ignoraba que fuese ella la madre de
Y siendo una, todo lo puede, | y pertodos.
maneciendo
la misma, todo lo renueva, |
13
Sin engaño la aprendí y sin envidia y a través de las edades se derrama en las
la comunico, I y a nadie escondo sus ri- almas santas, | haciendo amigos de Dios
quezas.
y 28
profetas;
14
Es para los hombres tesoro inagotaQue Dios a nadie ama sino al que
ble, | y los que de él se aprovechan se ha- mora con la sabiduría.
29
cen participantes de la amistad de Dios, |
Es más hermosa que el sol, | supera
recomendados a El por los dones adqui- a todo el conjunto de las estrellas, | y
ridos
con la disciplina.
comparada
con la luz, queda vencedora.
15
30
Déme Dios hablar según deseo y penPorque a la luz sucede la noche, I pero
sar dignamente de los dones recibidos, | la maldad no triunfa de la sabiduría.
porque El es el guía de la sabiduría | y el
Riquezas q u e reparte la sabiduría
que
corrige a los sabios.
16
1
Porque en sus manos estamos nosSe extiende poderosa del uno al
otros y nuestras palabras | y toda la
otro extremo | y lo gobierna 'todo
prudencia y la pericia de nuestras obras; con suavidad.
17
2
Porque El nos da la ciencia verdadera
La amé y la busqué desde mi juvende las cosas, | y el conocer la constitución tud, | procuré desposarme con ella | enadel18universo y la fuerza de los elementos; morado
de su belleza.
3
El principio, el fin y el medio de los
Se manifiesta su excelsa nobleza por
tiempos; | el curso regular de los astros su convivencia con Dios, | y el Señor de
y los cambios de las estaciones;
todas las cosas la ama. *
4
era parte de la prudencia conocer de quién
es don, | me dirigí al Señor y le supliqué, I
diciéndole de lo íntimo de mi corazón:
2
8
según lo que son de verdad y no según las fantasías creadas por su propio orgullo y por la adulación
de sus
cortesanos.
22
El códice alejandrino dice así: «Es ella un espíritus, etc. El texto aceptado implica un matiz
que no parece indiferente. San Pablo, en i Cor 12,4 ss., nos habla de las múltiples manifestaciones
del Espíritu Santo, que parece una explicación de estos versos 22-24.
26
Estos dos versos son la revelación más alta de la Sabiduría de Dios. Aquí ya no se trata de
sus relaciones con el mundo creado, sino con Dios mismo, de quien es reflejo, esplendor, imagen.
Aquí parece haberse inspirado San Pablo en Col 1,5 ss. y Heb 1,2 s.
Q
0
3
Para comprender este versículo, recordemos la doctrina sobre la sabiduría difundida por
la creación entera y comunicada a los hombres para guiarlos por las sendas de la ley divina
(Eclo 1,10; 24,1-47).
Porque está en los secretos de la ciencia5 de Dios I y es directora de sus obras.
Si la riqueza es un bien codiciable
en la vida, | ¿qué cosa más rica que la
sabiduría,
que todo lo obra?
6
Si la inteligencia es activa, | ¿quién
más activo que ella, artífice de cuanto
existe?
7
Y si amas la justicia, I los frutos de la
sabiduría son las virtudes, | porque ella
enseña la templanza y la prudencia, | la
justicia y la fortaleza, | las virtudes más
provechosas
para los hombres en la vida.
8
Y si deseas una rica experiencia, | ella
conoce lo pasado y entrevé lo venidero; |
conoce las falacias de los discursos y las
soluciones de los enigmas; I interpreta los
signos y los prodigios, I la sucesión de las
estaciones y los tiempos.
9
Resolví, pues, tomarla para que conviviera conmigo, I sabiendo que me sería
buena consejera | y consuelo en mis cuidados
y afanes.
10
Y por ella alcanzaré gloria ante las
muchedumbres, | y joven aún, honor entre11los ancianos.
En los juicios me mostraré agudo, I
y 12
seré admirado ante los poderosos.
Cuando yo calis esperarán, y si hablo, me prestarán atención, | y si prolongo13mis discursos, pondrán mano a la boca.
Por ella gozaré de la inmortalidad |
y dejaré a mi descendencia una memoria
eterna.
14
Gobernaré los pueblos, y las naciones
me15 estarán sometidas;
Oyendo hablar de mí temerán los terribles tiranos, | y me mostraré entre la
muchedumbre bueno, y en la guerra valeroso.
16
Entrando en mi casa, descansaré en
ella, I porque no es amarga su conversación I ni dolorosa su convivencia, | sino
alegría
y gozo.
17
Pensando esto conmigo mismo | y
meditando en mi corazón I que la inmortalidad está en la compañía de la sabiduría,
18
Y que su amistad es noble deleite, I
y los trabajos de sus manos riqueza inagotable, I y pericia el trato de su conversación, [ y fama participar en sus discursos, I
corrí de una parte a otra buscando tomarla
conmigo.
19
Era yo un niño de buen natural, I
que
recibió en suerte un alma buena.
20
Porque era bueno, vine a un cuerpo
sin21 mancilla;*
Pero conociendo que no podía ser
templado si Dios no me lo daba | y que
Oración de Salomón para alcanzar
la sabiduría
! Dios de los padres y Señor de la
misericordia, I que con tu palabra
hiciste
todas las cosas*
2
Y en tu sabiduría formaste al hombre I para
que dominase sobre tus criaturas, I 3 y para regir el mundo con santidad y justicia, | y para administrar justicia
con rectitud de corazón:
4
Dame la sabiduría asistente de tu trono I y no me excluyas del número de tus
siervos.
5
Porque siervo tuyo soy; hijo de tu
sierva, | hombre débil y de pocos años, |
demasiado pequeño para conocer el juicio y las leyes.
* Pues aunque uno sea perfecto entre
los hijos de los hombres, | sin la sabiduría, que procede de ti, será estimado en
nada.
7
Tú me elegiste para rey de tu pueblo |
y juo/
de tus hijos y tus hijas.
8
Tú me dijiste que edificase un templo
en tu monte santo | y un altar en la ciudad de tu morada, | según el modelo del
santo tabernáculo que al principio habías
preparado.
9
Contigo está la sabiduría, conocedora de tus obras, | que te asistió cuando
hacías el mundo, | y que sabe lo que es
grato a tus ojos | y lo que es recto según
tus preceptos.
10
Mándala de tus santos cielos, I y de
tu trono de gloria envíala, | para que me
asista en mis trabajos | y venga yo a saber11 lo que te es grato.
Porque ella conoce y entiende todas
las cosas, I y me guiará prudentemente
en mis obras | y me guardará en su esplendor;
12
Y mis obras te serán aceptas, I y regiré tu pueblo con justicia, | y seré digno
del13trono de mi padre.
Pues ¿qué hombre podrá conocer el
consejo de Dios | y quién podrá atinar
con14 lo que quiere el Señor?
Porque inseguros son los pensamientos de los mortales, | y nuestros cálculos
muy
aventurados;
15
Pues el cuerpo corruptible agrava el
alma, | y la morada terrestre oprime la
mente
pensativa;
16
Pues si apenas adivinamos lo que en
la tierra sucede | y con trabajo hallamos
9
20
Quiere decir que gozaba desde su nacimiento de aquella gracia que los antiguos expresaban
con la sentencia flmens sana in corpore sano».
1
Q
El autor se inspira para esta oración, que pone en boca de Salomón, en 1 Re 3,5 ss., donde
** se cuenta la visión divina y la petición que Salomón hizo de la sabiduría.
718
SABIDURÍA 9-11
11
719
SABIDURÍA 11-12
22
Porque el realizar cosas grandes siempre está en tu mano, | y al poder de tu
brazo,
¿quién puede resistir?
23
Pues todo el mundo es delante de ti
como un grano de arena en la balanza ! y como una gota de rocío de la mañana
que cae sobre la tierra.
24
Pero tienes piedad de todos, porque
todo lo puedes, | y disimulas los pecados
de los hombres para traerlos a penitencia;
25
Pues amas todo cuanto existe | y
nada aborreces de lo que has hecho, |
que
no por odio hiciste cosa alguna.
26
¿Y cómo podría subsistir nada si tú
no quisieras I o cómo podría conservarse 27sin ti?
Pero a todos perdonas, porque son
tuyos, Señor, amador de las almas.
Le asistió contra la avaricia de quien
le 12oprimía | y le enriqueció.
Le preservó de sus enemigos | y le
protegió contra los que le acechaban, | y
le dio el premio de un rudo combate, |
para que aprendiera que la piedad es
más
fuerte que todo.
13
No abandonó al justo vendido | y
le salvó del pecado; I descendió con él al
calabozo.
14
Y no le abandonó en la prisión |
SEGUNDA
PARTE hasta entregarle los poderes del reino | y
el
poder
sobre sus opresores. I DescuLA SABIDURÍA EN ISRAEL
brió la mentira de sus acusadores | y le
(10-20)
dio una gloria eterna.
L a sabiduría, guía de los patriarcas
Moisés e Israel, guiados por la
•i A ' Ella fue la que guardó al primer
sabiduría
* " hombre, | al que primeramente formaste para ser padre del mundo, | y le
15 Libró de la nación opresora al puesalvó en su caída, *
blo santo, I al pueblo puro, a la descen2
Y le dio poder para dominar sobre dencia irreprochable.
todas las cosas.
i* Entró en el alma del servidor de
3 Por haberse apartado de ella en su Dios I e hizo frente a reyes temibles con
cólera, I el injusto se perdió por su furor prodigios y señales.*
17
fratricida.
Dio a los santos la recompensa de
4
Inundó luego la tierra el furor de és- sus trabajos, | guiándolos por un camino
te, I y de nuevo la salvó la sabiduría, | ri- de prodigios, | y fue para ellos sombra
giendo
al justo en lefio deleznable.
por18 el día | y luz de astros por la noche.
5
Cuando las naciones en una concorLes hizo atravesar el mar Rojo | y
dia inicua fueron confundidas, | conoció los condujo a través de las muchas aguas.
19
al justo y le conservó irreprochable ante
Sumergió a sus enemigos, I y del
Dios I y le mantuvo fuerte contra la ter- profundo abismo arrojó a la playa sus
nura paternal por su hijo.
cadáveres.
20
« Ella salvó de la ruina de los impíos
Por esto los justos despojaron a los
al justo ! en su huida del fuego que impíos, ! celebraron, Señor, tu santo nomdescendía
sobre
Pentápolis;
bre
I
y a una alabaron tu diestra vence7
Y en testimonio de la maldad | con- dora.
21
tinúa la tierra desolada, humeante, | y
Porque la sabiduría abrió la boca
sus árboles dan frutos que no madu- de los mudos | e hizo elocuentes las lenran, I y una estatua de sal quedó cual guas de los niños.
monumento
de un alma desobediente.
8
Pues los que despreciaron la sabidu|
1 Hizo prosperar sus obras por maría, I no sólo sufrieron el daño de no co* no de un profeta santo;
2
nocer el bien, | sino que dejaron a los
Atravesaron el desierto inhabitable |
vivientes un monumento de su insensa- y fijaron sus tiendas en lugares desiertos;
3
tez, I para que no cayesen en olvido sus
Resistieron a los enemigos y se venpecados.
garon
de sus adversarios.
9
4
Pero la sabiduría libró de las penas
Tuvieron sed y te invocaron, I y les
a los que la servían.
fue dada agua de la dura roca, I y para
10 Libró al justo que huía de la ira saciar su sed, de la áspera piedra.
fraterna, I le condujo por caminos rectos, I le mostró el reino de Dios | y le
dio a conocer las cosas santas. | Le prosperó en sus fatigas I y multiplicó el fruto
de sus trabajos;
Castigo de los egipcios
' Pues por donde fueron castigados sus
enemigos,
*
6
Por ahi fueron socorridos los indigentes.
7
En vez de las aguas perennes del
rio, I se vieron aquéllos turbados con
sangre podrida,
8
En castigo del decreto infanticida. |
Dísteles a ellos, contra toda esperanza,
aguas abundantes,
9
Y mostraste por aquella sed I el castigo infligido a los adversarios, | juzgados con ira.
10
Porque aquéllos, probados y corregidos con misericordia, | conocieron cómo
eran atormentados los impíos con ira.
11
Pues a unos, como padre que amonesta, los probaste; I pero a los otros,
como rey severo que condena, los castigaste.
12
Pues ausentes y presentes eran igualmente
atormentados
3
1 Y heridos por un doble pesar. | Gimieron por la memoria de lo pasado,
14
Porque, oyendo que sus propios tormentos I beneficiaban a los otros, conocieron al Señor.
!5 Pues aquel que ellos arrojaron y despreciaron I le admiraron al fin de los
sucesos, I cuando sintieron una sed muy
diferente de la de los justos.
16
En castigo de los pensamientos insensatos y estúpidos | con que, extraviados, adoraban a reptiles miserables y
viles brutos, | les enviaste en castigo muchedumbre de animales irracionales,
17
Para que conocieran que por donde uno peca, I por ahí es atormentado.
18
Pues no era difícil a tu mano omnipotente, I que creó el mundo de la
materia informe, I enviarles muchedumbre de osos o feroces leones,
19
O fieras desconocidas llenas de furor, creadas nuevamente, | que respirasen un aliento inflamado, exhalando un
olor infecto, | o que de sus ojos lanzasen terribles centellas,
20
Que no sólo hiriéndolos les causaran la muerte, | sino que ya sólo con su
vista espantable los mataran;
21
Pero aun sin esto, por un simple
soplo podrían perecer | perseguidos por
la justicia | y disipados por tu soplo
poderoso; I pero todo lo dispusiste con
medida, número y peso.
1n
• Es la sabiduría el plan de la creación, existente en la mente divina y actualizado luego en el
' ^ mundo por la palabra omnipotente de Dios. Abarca.dos cosas: la naturaleza de los seres y su
gobierno; sobre todo se fija el autor en el gobierno del hombre. En los capítulos que vienen nos
habla de esa sabiduría que dirigió a los principales personajes bíblicos, los cuales, a su vez, se sometieron con docilidad a ese gobierno, cooperando con esto a los planes de Dios sobre ellos. No señala
las personas por su nombre, pero ya se dejan bien conocer por las obras que les atribuye.
"> Se alude aquí a Moisés, guiado por la Sabiduría. En esto el autor se extiende en contarnos
los juicios de Dios sobre los egipcios y sus misericordias con Israel, el pueblo santo, por ser pueblo
elegido de Dios más que por su conducta indócil, que el autor no toma en cuenta eo este lugar.
•f Hj 5 El autor contrapone aquí la misericordia usada por Dios con los hebreos y la justicia ejer' ' cida con los egipcios, justicia que todavía fue acompañada de misericordia, porque Dios
ama cuanto existe y nada aborrece de cuanto creó, como la misericordia hacia Israel no careció de
justicia. Son muy dignos de notar los últimos versículos de este capitulo.
lo que está en nuestras manos, | ¿quién
rastreará
lo que sucede en el cielo?
17
¿Quién conoció tu consejo si tú no
le diste la sabiduría | y enviaste de lo alto
tu espíritu santo?
' 8 Así es como se han enderezado los
caminos de los que moran sobre la tierra, | y los hombres supieron lo que te
es grato, | y por la sabiduría fueron salvos.
1
Castigo de los cananeos
•f o 1 Porque en todas las cosas está
• l2« tu espíritu incorruptible.
Y por eso corriges con blandura a
los que caen, I y a los que pecan los
amonestas, despertando la memoria de
su pecado, | para que, libres de su maldad, crean. Señor, en ti.
' Y porque aborrecías a los antiguos
habitantes
de tu tierra santa,
4
Que practicaban obras detestables de
magia,
ritos impíos,
5
Y eran crueles asesinos de sus hijos, I que se daban banquetes con la carne y sangre humanas, | y con la sangre
se iniciaban en infames orgías.
6 A esos padres, asesinos de seres inocentes, I determinaste perderlos por mano de nuestros padres, *
7
Para que recibiese una digna colonia
de hijos de Dios | esta tierra, ante ti la
más estimada de todas.
8
Pero a éstos, como a hombres, los
perdonaste, | y enviaste tábanos como
precursores de tu ejército, | para que poco
a 9poco los exterminaran. *
No porque fueras impotente para someter por las armas los impíos a los
justos I o para de una vez destruirlos
por fieras feroces o por una palabra
dura;
10
Pero castigándolos poco a poco les
diste lugar a penitencia, | no ignorando
que era el suyo un origen perverso, | y
que era ingénita su maldad, I y que jamás se mudaría su pensamiento.
I O 6 Los hebreos recibieron del Señor la orden de exterminar a los cananeos, como ministro!
' "•8 de la justicia de Dios, que debía vengar tales crímenes.
_ La misma conducta misericordiosa que usó Dios con los egipcios usó con los cananeos, y por
la misma razón, porque es misericordioso.
SABIDURÍA 12-13
n Que era semilla maldita desde su
origen | y no por temor de nadie dilataste el castigo de sus pecados. *
12 Pues ¿quién te dirá: Por qué haces
esto, ! o quién se opondrá a tu juicio, I o
quién te llamará a juicio por la pérdida
de naciones que tú hiciste, I o quién
vendrá a abogar contra ti por hombres
impíos?
13 Q u e n o hay m á s Dios que tú, que
de t o d o cuidas, I para mostrar que n o
juzgas injustamente.
1 4 Y n o hay rey ni tirano que te pueda
pedir cuentas de tus castigos.
15 Siendo justo, todo lo dispones con
justicia | y no condenas al que no merece
ser castigado, | pues lo tienes por indign ó de tu poder.
16
Porque tu poder es el principio de
la justicia | y tu poder soberano te autoriza para perdonar a todos.
i ' Sólo si no eres creído perfecto en
poder haces alarde de tu fuerza, I confundes la audacia de los que d u d a n de ella.
18 Pero tú, Señor de la fuerza, juzgas
con benignidad | y con mucha indulgencia nos gobiernas, | pues cuando quieres
tienes el poder en la m a n o .
720
25
Y por esto, como a niños sin juicio, I les enviaste un castigo de b u r l a ;
26
Y los que n o se corrigieron con a m o nestaciones de burla | sufrieron u n castigo digno de Dios,
27
Pues fueron castigados por medio de
aquellos mismos | que tenían p o r dioses
y p o r ellos mismos azotados | al ver
que aquel que antes se negaron a reconocer por Dios era el D i o s verdadero, | que
echó sobre ellos la suprema condenación.
N e c e d a d d e l o s q u e a d o r a n las
criaturas
1
l O
Vanos son p o r naturaleza t o d o s
•l«* los hombres que carecen del conocimiento de Dios, | y p o r los bienes
que disfrutan n o alcanzan a conocer al
que es la fuente de ellos, | y p o r la consideración de las obras n o conocieron al
artífice, *
2
Sino que al fuego, al viento, al aire
ligero, ] o al círculo de los astros, o al
agua impetuosa, | o a las lumbreras del
cielo t o m a r o n p o r dioses rectores del universo.
3 Pues si seducidos p o r su hermosura
los tuvieron p o r dioses, | debieron conocer cuánto mejor es el Señor de ellos, |
pues es el autor de la belleza quien hizo
todas estas cosas.
4
Y si se admiraron del poder y de la
fuerza, | debieron deducir de aquí cuánto m á s poderoso es su creador;
5
Pues de la grandeza y hermosura de
las criaturas, I por razonamientos, se llega
a conocer al Hacedor de éstas.
6 Pero sobre éstos n o cae tan gran reproche, | pues p o r ventura yerran | buscando realmente a D i o s y queriendo h a llarle;
7
Y, ocupados en la investigación de
sus obras, | a la vista de ellas se persuaden de la hermosura de lo que ven,
8
aunque n o son excusables.
9
Porque si pueden alcanzar tanta ciencia I y son capaces de investigar el universo, [ ¿cómo no conocen más fácilmente
al Señor de él?
L e c c i o n e s q u e d e l o d i c h o se i n f i e r e n
i ' Por tales obras enseñaste a tu pueplo | que el justo debe ser bueno, | y
diste a tus hijos buenas esperanzas | de
que das tiempo de penitencia de los pecados.
20
Porque si a los enemigos de tus hijos y reos de muerte I los castigaste con
tantos miramientos e indulgencia, | dándoles tiempo y espacio para arrepentirse
de su maldad, *
21 ¿Con qué circunspección juzgarás a
tus hijos, I cuyos padres recibieron de
ti juramentos y alianza de buenas promesas?
22
Pues, corrigiéndonos a nosotros, azotas mil veces más a nuestros enemigos, I
para que, cuando nosotros juzgamos, pensemos en tu b o n d a d | y, al ser juzgados,
esperemos misericordia.
23
Pues a los injustos, que pasan la
vida en la insensatez, I los atormentaste
El culto de los ídolos
por tus propias abominaciones,
24
Cuando muchos más se extraviaron
io Desdichados los que h a n puesto sus
por los caminos del error, | teniendo p o r esperanzas en muertos, | cuantos llaman
dioses los más viles animales, | engañados dioses a las obras de sus manos, | o r o
a manera de niños insensatos.
y plata, obras de artífice, | e imágenes de
n2 0 Alude el texto a la maldición de Gañán en Gen g,25 ss.
La sentencia dada contra los cananeos no se cumplió sino lentamente, para dar lugar al
arrepentimiento, lo que significa la bondad de Dios con aquellos reos de muerte. ¡Cuánto más los
hijos de Dios, los israelitas, tendrán derecho a esperar mayor misericordia!
•j O [ Es de sumo interés este capítulo, por cuanto afirma la necedad culpable de los filósofos
' ** gentiles, los cuales, habiendo alcanzado tan amplio conocimiento de las cosas creadas, no
supieron elevarse al Hacedor de las mismas. San Pablo parece haberse inspirado en esta doctrina
al escribir el capitulo primero de su epístola a los Romanos (1,18-32). Y a la verdad es de maravillar la pobreza de la teodicea de Platón y Aristóteles.
'' < -•
SABIDURÍA 13-14
721
animales, | o piedra inútil, obra de m a n o
antigua. *
11 Corta experto leñador un tronco m a nejable, | lo descorteza diestramente | y,
haciendo uso de su destreza y arte, I fabrica u n mueble útil p a r a las necesidades de la vida;
i 2 Y los despojos de la obra | los consume en preparar su comida y satisfacer su necesidad;
1 3 Pero el último resto, que para n a d a
sirve, | un leño torcido y lleno de nudos, | lo toma y lo labra en sus ratos de
ocio, | y con su arte le da una figura,
semejanza de hombre,
1 4 O dándole la semejanza de un vi]
animal y pintándole de minio, le da u n
color rojo | y cubre de pintura todas las
manchas que hay en él,
1 5 Y, preparándole u n a m o r a d a digna, |
le coloca en el m u r o , asegurándole con
clavos, I cuidando bien que no caiga,
l* Pues sabe que n o puede sostenerse
a sí mismo, | siendo u n a imagen que
necesita de ayuda.
1 7 Y luego, al dirigirle oraciones por
su hacienda, por sus mujeres y sus hijos, I no se avergüenza de hablar con
quien carece de alma,
1 8 D e invocar al impotente pidiéndole
la salud, | y ruega al muerto por la vida, |
y suplica la ayuda de quien es lo más
inútil.
1 9 Y pide un feliz viaje al que no puede usar de sus pies, I y ganancias y empresas y el éxito de sus obras | y energía
al más incapaz de hacer n a d a con sus
manos.
•i A 1 Pongamos otro caso. U n o se pro*• ™ pone navegar, | se dispone a atravesar por las furiosas ondas, | e invoca
a un leño m á s frágil que la nave que le
lleva.
2
Pues ésta fue inventada por la codicia del lucro | y fabricada con sabiduría por un artífice.
3 Pero tu providencia, Padre, la gobierna, I porque tú preparaste un camino
en el mar, | y en las ondas senda segura.
4
M o s t r a n d o que puedes salvar del peligro, I p a r a que cualquiera, aun sin el
conocimiento del arte, pueda embarcarse.
5
N o quieres que las obras de tu sabiduría estén ociosas. | Por esto los h o m bres confían sus vidas a un frágil leño, |
y, atravesando las ondas en u n a balsa,
llegan a salvo.
6
Y habiendo perecido al principio los
orgullosos gigantes, | la esperanza del
m u n d o escapó al peligro en u n a balsa, I
que, gobernada p o r tus m a n o s , dejó al
m u n d o semilla de posteridad.
7
Bendito sea, pues, el leño de que se
hace recto uso. *
8
Pero el ídolo, obra del h o m b r e , es
maldito él y quien lo hace. I Este porque
lo hizo; aquél porque, siendo corruptible, es llamado dios.
9
Igualmente son a D i o s aborrecibles
el impío y su impiedad.
1° Y así serán castigados la o b r a y el
que la hace.
u Por esto serán visitados los ídolos
de las naciones; ! porque las criaturas
de Dios se convirtieron en abominación, |
en escándalo para las almas de los hombres I y en lazo para los pies de los insensatos. *
12
Pues el principio de la fornicación
es la invención de los ídolos, | y su invención es la corrupción de la vida.
1 3 N o existieron desde el principio | ni
existirán para siempre;
1 4 Fue la vanagloria de los hombres la
que los introdujo en el mundo, | y por
esto está decidido su próximo fin.
L a apoteosis h u m a n a
U n padre, presa de acerbo dolor, |
hace la imagen del hijo que acaba de
serle arrebatado, | y al h o m b r e entonces
muerto le honra ahora como a dios, I estableciendo entre sus siervos misterios e
iniciaciones. *
i 6 Luego, con el tiempo, se consolida
esta costumbre impía y es guardada c o m o
ley, I y p o r los decretos de los príncipes
son veneradas las estatuas.
1 7 Y a quienes los hombres no pueden
de presente h o n r a r por estar lejos, I de
lejos se imaginan su semblante | y hacen
la imagen visible de un rey venerado, |
p a r a adular al ausente con igual diligencia que si estuviera presente. *
18
Y, progresando la superstición, tam15
I
° En estilo irónico, como es usual en otros autores sagrados, el autor empieza a tratar aquí de
la idolatría y sus orígenes. Conviene tener presente esta observación para juzgar las palabras del
autor sagrado, que a veces pudieran parecer exageradas (Bar 6).
4 7 Se trata aquí del barco o arca de Noé, hecha de madera, propuesta por Dios para salvar
» de la catástrofe del diluvio la semilla de la humanidad e imitada después por los hombres
para sus negocios.
II
Los ídolos, fabricados de madera, piedra o metales, es decir, de la materia creada por Dios,
han sido ocasión de idolatría y luego de la degradación moral consiguiente a la idolatría, según lo
declara
el Apóstol en su epístola a los Romanos (1,25 ss.).
15
El amor paterno es la causa de la divinización del hijo muy amado. Cicerón quiso levantar
a su1 7hija Tuiía un sepulcro en forma de templo y se empeñaba en verla colocada entre los dioses.
El culto de los príncipes era muy antiguo en Egipto y perduró hasta la época romana. Los em-
1
722
SABIDURÍA 14-15
bien a los ignorantes los indujo el deseo
de honrar al artista.
19
En efecto, éste, queriendo congraciarse con el soberano, I extremó el arte
para superar la semejanza,
20
Y la muchedumbre, seducida por la
perfección de la obra, | al que hasta
entonces h o n r a b a como a hombre, le miró
como cosa sagrada.
21
Y esto se convirtió en lazo para los
hombres, | porque los hombres, queriendo servir a la fortuna o a la tiranía, |
atribuyeron a la piedra y a los leños el
nombre incomunicable.
C o n s e c u e n c i a s d e la i d o l a t r í a
22
Y como si no bastara errar sobre el
conocimiento de Dios, I los hombres, viviendo en violenta guerra de ignorancia, |
llamaron paz a tan grandes males; *
23
Pues celebran iniciaciones infanticidas, o misterios ocultos, | o desenfrenadas orgías de ritos extraños; 2 4 y ya no
guardan la pureza de su vida ni la del
lecho conyugal, I pues unos a otros se
matan con asechanzas o con el adulterio se infaman.
25
Y en todo domina la sangre y el
homicidio, el robo y el engaño, | la corrupción y la infidelidad, la rebelión y
el perjurio;
26 La vejación de los buenos, el olvido
de los beneficios, | la contaminación de
las almas, los crímenes contra naturaleza, | la perturbación de los matrimonios,
el adulterio y la lascivia;
27
Pues el culto de los abominables ídolos | es principio, causa y fin de todo
mal,
28
Pues en sus regocijos son locos, y en
sus profecías embusteros; | viven en la
injusticia y de ligero perjuran,
29
Pues poniendo su confianza en ídolos sin alma, | juran falsamente sin temer
ningún daño.
30
Pero u n doble castigo vendrá sobre
ellos, | porque sintieron mal de Dios
adorando a los ídolos y juraron falsamente, con menosprecio de la santidad.
31
Pues no es el poder de los ídolos
por quienes juran, sino la venganza sobre
los pecadores, | lo que siempre sigue a
la prevaricación de los injustos.
D i c h a d e los a m i g o s d e D i o s
1 C ' Pero tú, Dios nuestro, bondadoso
*• •* y veraz, | paciente y que todo lo
gobiernas con misericordia;*
2
Pues si pecamos, tuyos somos, reconocemos tu poder, | mas no queremos
pecar sabiendo que somos contados tuyos;
3
Pues el conocerte es la justicia perfecta, I y conocer t u poder es raíz de
inmortalidad.
4
N o nos extravió la invención artificiosa de los hombres | ni el trabajo
estéril de la pintura, I la imagen emborronada con varios colores.
5
Cuya vista atrae el oprobio sobre los
insensatos | que se enamoran de la figura
inanimada de u n a imagen muerta.
6
Amadores de la maldad, dignos de
tales esperanzas, | son tanto los que los
hacen como los que los a m a n y los que
los veneran.
N e c e d a d d e los idólatras
7
Pues el alfarero, que amasa fatigosamente el barro, | fabrica t o d o género de
vasos p a r a nuestro uso. | del mismo barro modela | vasos útiles para los servicios limpios ¡ y otros para usos contrarios; I pero sobre cuál h a de ser el destino de cada uno | es juez el alfarero. *
8 Y con un trabajo inútil modela de
la misma masa un dios vano, | que, salido poco antes de la tierra, I vuelve poco
después a aquella de donde fué tomado I al exigírsele la deuda de una vida
prestada.
9
Pero no le dan cuidado sus fatigas |
ni de que su vida es corta. I Rivaliza con
los orífices y los plateros | e imita a los
bronceros, | y tiene por gloria el hacer
figuras engañosas.
10
Su corazón es ceniza, y su esperanza
más vil que la tierra; | su vida es de menos estima que el b a r r o ,
11
Porque desconoce a quien le hizo, |
al que le infundió su semejanza con un
alma activa | y al que le dio espíritu
vital.
12
M a s para los hombres nuestra existencia es un pasatiempo, | y la vida,
una feria en que hacer ganancias;
13 Pues dicen que es preciso ganar aun
peradores eran adorados como dioses, a los cuales se levantaban templos servidos por sacerdotes,
para2 2expresar la devoción y lealtad de los pueblos hacia Roma y sus cesares (Ap 2,13).
La historia de Israel, siempre tan inclinado a la idolatría, y más aún la historia del paganismo, nos demuestra cuan nefasta ha sido siempre la influencia de los errores religiosos en la vida
moral del hombre. La divinización de la naturaleza creada llevaba en pos de sí la divinización de
la naturaleza corrompida del hombre mismo (Rom 1,24 ss.).
1 *^C
l
Como en pasajes anteriores, el autor pondera aquí la dicha de Israel por la revelación de
que era depositario, pero sin hacer referencia al honor que el pueblo haya hecho a la Ley
con su observancia (Dt 4,6; Rom 9,3-5).
7
Vuelve otra vez al tema de la fabricación de los ídolos, para poner en ridiculo a sus adoradores (cf. 13,10 ss.). Parece que el orden del texto se halla un poco alterado.
723
p o r malos medios, | y éste sabe que
peca más que todos, I pues de la misma
tierra fabrica vasos frágiles y estatuas
de ídolos.
14
Son en sumo grado insensatos y desdichados, m á s que el alma de u n niño, |
los enemigos de tu pueblo que dominan
sobre él.
15
Porque tuvieron p o r dioses a todos
los ídolos de las naciones, | que n o pueden ver con sus ojos, | ni pueden respirar
el aire p o r sus narices, | ni oir con sus
oídos, I ni tocar con los dedos de sus
SABIDURÍA 15-16
hay bellas cualidades, | y hasta fueron
excluidos de la a p r o b a c i ó n y de la bendición de Dios.
Castigo d e este pecado
1 fi ' P o r e s t o ' m e d ¡ a n t e ellos fueron
*• ™ dignamente castigados por semejantes criaturas I y p o r muchedumbre de
bestias fueron atormentados.
2
En vez de este castigo, colmaste de
beneficios a tu pueblo, | y para satisfacción de su apetito le diste un manjar
exquisito | y le preparaste las codornices
p a r a alimento.
3
D e suerte q u e aquéllos, ansiosos de
alimento, | p o r asco d e los animales enviados contra ellos | sintieron aversión
al alimento necesario; | mientras que éstos, pasada u n a breve privación, | gustaron u n manjar maravilloso.
4
Pues convenía que los opresores sintiesen u n a necesidad insaciable | y a éstos
sólo se les diese a conocer el t o r m e n t o
de los enemigos;
5
Mas c u a n d o sobre éstos vino la terrible furia de las bestias I y perecían p o r
las mordeduras de las tortuosas serpientes, I tu cólera n o d u r ó hasta el fin;
<> Para su corrección fueron p o r un p o c o
t u r b a d o s : | tuvieron u n a señal de salud |
para traerles a la memoria los preceptos de la Ley,
7
Pues el que se volvía a mirarla n o
era curado por lo que veía, | sino por ti,
Salvador de todos.
s Y con esto mostraste a nuestros enemigos I que tú eres el que salvas de t o d o
mal;
9
Pues a ellos los m a t a r o n la voraciMomias de gatos consagrados a los dioses egipciosdad de las langostas y las picaduras de
las moscas, I sin encontrar remedio p a r a
manos, I ni a n d a r con sus inmóviles pies, su mal, I porque merecían ser p o r tales
16
medios
castigados;
Pues es el h o m b r e quien los hace y los
to Pero sobre tus hijos n o vencieron
m o d e l a ; | sólo de prestado recibieron
aliento de vida, | pues no hay h o m b r e los dientes de las venenosas serpientes, |
capaz de modelar u n dios semejante a sí. p o r q u e t u misericordia los socorrió y los
17
Siendo mortal, fabrica con sus m a - sanó.
11
P a r a memoria de tus palabras eran
n o s impías u n m u e r t o ; | él es mejor que
los objetos que venera, | pues él goza picados, I aunque p r o n t o fueran curados,
I para que no las echasen en olvid e vida, y aquéllos, n o .
do I y quedasen excluidos de tus beneficios.
L a zoolatría
12
Pues ni hierba ni emplasto los cu>• A d o r a n a los animales m á s odiosos, I ró, I sino tu palabra, Señor, que t o d o
que, comparados con los otros, son los lo sana.
13
m á s repugnantes; *
Que tú tienes el poder de la vida
19
N a d a hay en ellos que los haga es- y de la muerte | y llevas a los fuertes al
timables c o m o los otros animales en que ades y sacas de é l . *
18
Esta forma de religión, la más abyecta, dominaba en el pueblo egipcio, que empezaba por
representar a sus dioses con cabezas de animales,-y por cierto de muchos animales que para los hebreos eran inmundos según la Ley: el milano, el ibis, el gato, el cocodrilo, etc.
1 fi 13 Nuestro autor; hablando en griego, traduce por ades el seol hebreo. El latín traduce am• " bos vocablos por infierno, la morada de los muertos, no precisamente la morada de los condenados, si el contexto no lo indica.
724
SABIDURÍA 16-17
14
Por su maldad puede el hombre dar
la muerte, | pero no hacer que torne el
espíritu que se fue, | ni hacer volver al
alma
ya encerrada en el ades.
15
Imposible es huir de tu mano,
16
Y los impíos que negaron conocerte, | por el poder de tu brazo fueron
castigados, | perseguidos con extraordinarias lluvias, con granizadas y aguaceros inevitables | y por el fuego abrasador.
17 Y lo más maravilloso era que en
medio del agua, que todo lo extingue, |
el fuego se mostraba más activo, I porque la naturaleza combate por los justos.
18 Pues unas veces la llama se aplacaba | para que no fuesen consumidos los
animales enviados contra los impíos, |
para que, viéndolo, entendiesen que eran
empujados
por el juicio de Dios;
19
Otras veces el fuego se encendía, contra su naturaleza, en medio del agua I
para destruir los productos de una tierra impía.
20
En lugar de esto proveíste a tu pueblo de alimento de ángeles, | y sin trabajo
les enviaste del cielo pan preparado, | que,
teniendo en sí todo sabor, se amoldaba
a todos los gustos;
21 Y ese alimento tuyo mostraba tu dulzura hacia tus hijos, I ajustándose al deseo de quien lo cogía, | y se acomodaba
al 22gusto que cada uno quería.
La nieve y el hielo soportaban el
fuego sin derretirse, | para que conociesen
que los frutos de los enemigos | los destruía el fuego encendido por la tempestad |
y que
fulguraba en medio de la lluvia.
23
Y para que de nuevo se alimentasen
los justos, ¡ se olvidaba de su propia naturaleza.
24
Pues la creación, sirviéndote a ti, que
la hiciste, I despliega su energía para atormentar a los malos | y la mitiga para hacer bien a los que en ti confían.
25
Por esto, amoldándose a todo, I servía
a tu generosidad universal, nodriza de
todos, | según la voluntad de los necesitados.
26
Para que aprendan, Señor, tus amados hijos | que no tanto la producción de
los frutos alimenta al hombre | cuanto
tu palabra, que conserva a los que creen
en27ti.
Pues lo que resistía a la acción del
fuego, | al punto se derretía calentado por
un28tenue rayo de sol;
Para que a todos sea manifiesto que
es preciso anticiparse al sol para darte
gracias | y salirte al encuentro a la aparición
de la luz.
29
Pues la esperanza del ingrato se derrite como el hielo I y se derrama como
agua inútil.
Las tinieblas de Egipto y la columna
d e fuego
1
Grandes e inescrutables son tus
juicios, | y por esto las almas en
tinieblas
se extraviaron.*
2
Pues suponiendo los inicuos que podían dominar sobre la nación santa, |
quedaron presos de las tinieblas y encadenados por una larga noche, | encerrados bajo tus techos, excluidos de tu eterna
providencia.
3
Imaginándose poder ocultar sus pecados secretos | bajo el obscuro velo del
olvido, | fueron dispersados, sobrecogidos de terrible espanto I y turbados por
espectros.
4
Pues ni el escondrijo que los protegía
los preservaba del terror, | y rumores aterradores les infundían espanto, | y espectros tristes y de rostros tétricos se les
aparecían;
5 Y ninguna fuerza de fuego era capaz
de darles luz, | ni la llama brillante de los
astros | podía iluminar aquella horrenda
noche.
6
Sólo les aparecía un fuego repentino
y temeroso; | y espantados de la visión,
cuya causa no veían, | juzgaban más terrible lo que estaba a su vista.
7
Las ilusiones del arte mágica quedaban por los suelos, I afrentosa corrección
para los que presumían de sabiduría. *
8 Pues los que prometían expulsar los
miedos y las turbaciones del alma enferma, | esos mismos padecían de un miedo
ridículo;
9
Pues aunque nada hubiese que les
pudiera infundir espanto, | aterrados por
el paso de los animales y el silbido de las
serpientes, se morían de miedo, | y ni
querían mirar lo que por ninguna vía podían evitar.
io Que la maldad es cobarde y da testimonio contra sí misma, | y siempre sospecha lo más grave, perturbada por su
conciencia;
n Pues la causa del temor no es otra
que la renuncia a los auxilios que proceden2 de la reflexión.
i Porque cuanto menor ayuda se recibe del fondo del alma, | tanto mayor
se cree
lo desconocido que atormenta.
13 Ellos, en medio de una noche real-
17
•| "7 1 En estos dos capítulos (17-18) prosigue el autor el mismo tema, recargando aún los colores
I ' en la pintura de las tinieblas que sufrieron los egipcios, según Ex 10,21-23, y en la claridad
de que gozaron los hebreos durante los días de la contienda de Moisés con el Faraón y luego en el
camino del desierto.
7
Los egipcios gozaban de gran fama de sabios y magos o encantadores; toda esta fama se disipó como humo ante los prodigios verdaderos hechos por Dios en favor de su pueblo (Ex 8,18).
725
SABIDURÍA 17-18
mente impenetrable, 1 salía del fondo del
insondable ades, | durmieron el mismo
sueño.
14 Unos, agitados por prodigiosos fantasmas; I otros, desfallecidos por el abatimiento del ánimo, I sorprendidos por
un15repentino e inesperado terror.
Luego, si alguno caía rendido, I quedaba como encerrado en una cárcel sin
cadenas.
]6
E1 labrador o el pastor, I el obrero
ocupado en los trabajos del campo, I sorprendidos,
soportaban lo inevitable.
17 Ligados todos por una misma cadena de tinieblas. | Fuera el viento que silba, I o el canto suave de los pájaros entre
la espesa enramada, | o el rumor de las
aguas que se precipitan con violencia,
18
O el estrépito horrísono de piedras
que se despeñan, | o la carrera invisible
de animales que retozan, | o el rugido de
fieras que espantosamente rugen, | o el
eco que resuena en los hondos valles, |
todo
los aterraba y los helaba de espanto.
19
Mientras todo el universo era iluminado por una brillante luz | y libremente
se 20entregaban todos a sus trabajos.
Sólo sobre aquéllos se extendía una
densa noche, imagen de las tinieblas que
a poco les aguardaban, | pero ellos se
eran para sí mismos más graves que las
tinieblas.
biendo con certidumbre a qué juramento
habían
dado fe, tuvieron más ánimo.
7
Y fue esperada por tu pueblo | la salud de los justos y la perdición de los enemigos.
8
Pues con lo mismo que castigaste a
los enemigos, | con eso nos fortificaste llamándonos
a ti.
9
En secreto hicieron sus sacrificios los
hijos santos de los buenos, | y de común acuerdo hicieron este pacto divino, |
de que los santos participasen igualmente I de los mismos bienes y peligros, | cantando antes las alabanzas de sus padres.
1° Entre tanto resonaba el grito discordante de los enemigos | y se oía el triste
llanto por los hijos muertos;
u Y con igual pena fue castigado el
siervo que el amo, | y la plebe padecía lo
mismo que el rey.
12 Y todos a una, con un solo género
de muerte, | tenían muertos innumerables, I y no bastaban los vivos para sepultarlos, I pues en un instante sus más nobles
nacidos fueron muertos.
13
A causa de sus magias no habían
creído todos los castigos pasados, | pero
con la muerte de los primogénitos confesaron
que el pueblo era hijo de Dios.
14
Un profundo silencio lo envolvía todo, I y en el preciso momento de la medianoche,
15 Tu palabra omnipotente de los cie1 Q > Mientras que para tus santos bri- los, de tu trono real, | cual invencible
*• O liaba una espléndida luz, I aquéllos, guerrero, se lanzó en medio de la tierra
oyendo sus voces sin ver a las personas, | destinada a la ruina. *
las proclamaban felices aunque hubieran
1* Llevando por aguda espada tu desufrido.
creto irrevocable; e irguiéndose, todo lo
2
Y aunque maltratados injustamente, llenó de muerte, I y caminando por la
no se habían vengado, antes daban gra- tierra, tocaba el cielo.
17
cias I y pedían perdón de ser tenidos por
Al instante visiones de sueños | terrienemigos.
blemente
los turbaron, | cayendo sobre
3
Y en lugar de las tinieblas encendiste ellos
temores inesperados;
18
una columna, | que les diste para su caY arrojados por tierra aquí y allí. I
mino, guía desconocido, I un sol inofensi- manifestaban
la causa por que morían.
19
vo4 para una gloriosa peregrinación.
Las visiones que los turbaron les haPues dignos eran de ser privados de bían advertido, | para que al morir no
luz y encerrados en tinieblas | los que ignorasen
por qué sufrían aquellos males.
20
guardaban en prisión a tus hijos, | por
La prueba de la muerte alcanzó tamquienes había de ser dada al mundo la luz bién a los justos, I y en el desierto se proincorruptible
de la Ley.
dujo una mortandad en la muchedumbre; |
5
Y a los que habían resuelto dar muer- pero
la cólera no duró mucho tiempo. *
2
te a los hijos de tus santos, | uno de los
i Porque un varón irreprensible se aprecuales fue expuesto y salvado para cas- suró a combatir por el pueblo | con las
tigo de ellos, | les quitaste la muchedum- armas de su propio ministerio, | la orabre de sus hijos | y a una los ahogaste en ción y la expiación del incienso, | y resistió
las6 impetuosas aguas.
a la cólera y puso fin al azote, | mostranAquella noche fue de antemano co- do22que era tu siervo.
nocida por nuestros padres; | porque saY venció a la muchedumbre, I no con
15
La palabra de Dios, o sea el decreto irrevocable que ordenaba la muerte de los primogénitos, es aquí personificada y comparada a un guerrero que se lanza a la lucha armado
de todas sus armas.
20
También a los hebreos alcanzó el castigo en el desierto; pero éstos contaban con él valimiento de su caudillo ante Dios, y la plaga cesaba pronto (Ex 32,11-14).
1 Q
726
SABIDURÍA 18-19
el poder del cuerpo ni con la fuerza de las
armas, | sino que con la palabra sujetó al
que los castigaba, | recordando los juramentos
y la alianza de los padres.
23
Y caídos los muertos a montones
unos sobre otros, | levantándose en medio, aplacó la cólera | y le cortó el camino
hacia los vivos.
24
Pues sobre sus vestiduras llevaba grabado a todo el pueblo, [ los nombres gloriosos de los padres, grabados en las cuatro series de piedras, | y tu gloria sobre
la 25diadema de su cabeza.
A la vista de esto retrocedió con temor el exterminador | y dio por suficiente
la manifestación de la cólera divina.
Israel y los egipcios ante el
m a r Rojo
1 Q ' Pero sobre los impíos llegó hasta
^ •» el colmo la cólera sin misericordia, | porque Dios sabía de antemano lo
que
iba a sucederles; *
2
Que habiéndose permitido partir | y
dándoles prisa para que partiesen, | luego,
arrepentidos,
los persiguieron.
3
Aún no habían terminado el luto y
aún | lloraban sobre los sepulcros de los
muertos, | cuando se lanzaron a nuevos
planes insensatos, I y a los que suplicantes
habían arrojado los persiguieron como a
fugitivos.
4
Una merecida necesidad los arrastraba a este fin, | haciéndoles olvidar los
precedentes sucesos | para que recibiesen
el pleno castigo que faltaba a sus tormentos.
5
Y mientras que tu pueblo hacía una
maravillosa travesía, | encontraron ellos
una
extraña muerte;
6
Porque toda la creación, en su propia
naturaleza, | recibió de lo alto una forma
nueva, | sirviendo a tus mandatos, | para
que tus hijos fuesen guardados incólumes.
7
La nube daba sombra al campamento; de las aguas que antes la invadían se
vio emerger la tierra seca, | y en el mar
Rojo un camino sin tropiezos; I y las ondas impetuosas dieron lugar a un verde
campo,
8
Por donde atravesaron en masa los
que por tu mano eran cubiertos, | después
de haber contemplado prodigios estupendos.
9
Pues como potros en sus pastos | y
como corderos retozones | te alababan
a ti, Señor, que los libraste;
10
Y se acordaban de que aún en su
destierro, I en vez de producir otros animales, produjo la tierra mosquitos, | y
en vez de peces produjo el río multitud
de ranas.
11
Al fin vieron una nueva producción
de aves | cuando, llevados del apetito, pidieron los placeres de la comida.
12
Y para su satisfacción subieron del
mar las codornices.
El castigo de los sodomitas
Mientras que sobre los pecadores cayeron los castigos, I de que fueron indicios los violentos rayos, | pues justamente 13padecían por sus maldades,
Los que habían practicado tan detestable inhospitalidad. | Porque unos no
quisieron recibir a desconocidos que llegaban I y otros pretendieron esclavizar
a los extranjeros, sus bienhechores, *
14
Y sobre el castigo entonces recibido
tendrán otro al fin | por haber acogido
con
tan mala voluntad a los extranjeros.
15
Los egipcios recibieron con festivas
manifestaciones I a los que fueron partícipes en sus beneficios, | mas luego los
afligieron imponiéndoles crueles faenas.
16
También fueron heridos de ceguera, I
como los que a las puertas del justo, | envueltos en densa tiniebla, | buscaban la
entrada
de la puerta.
17
Y para ejercer en ellos la justicia se
pusieron de acuerdo los elementos, | como
en el salterio se acuerdan los sonidos | en
una inalterable armonía, | como claramente puede verse por los sucesos.
18
Pues los animales terrestres se mudan en acuáticos, I y los que nadan caminan
sobre la tierra. *
19
El fuego supera con el agua su propia virtud, I y el agua se olvida de su propiedad
de extinguirlo.
20
Al contrario, las llamas no atacaron
las carnes | de los ligeros animales que
caminan por todas partes, | ni derritieron
aquel alimento celestial fusible como el
rocío; I pues en todas las cosas, Señor,
engrandeces a tu pueblo y le glorificas, |
y no le has despreciado, antes le asististe
en todo tiempo y lugar.
1 Q * Prosigue el mismo tema de los capítulos precedentes. Quiere decir que las criaturas todas,
• ^ sometidas a la acción de Dios para servir a los planes divinos sobre los hebreos, obraban
de modo diverso de lo que pedia su naturaleza. En esto estaba el prodigio.
13
Al fin vienen los sodomitas, que pertenecen a la historia del Génesis, castigados por la mala
acogida
que dieron a los mensajeros del cielo (19,1-14).
18
Para ejercer la justicia divina, los elementos formaron como un salterio, combinando armónicamente su condición. Estos animales acuáticos han de ser las ranas, que invaden la tierra de
Egipto (Ex 8,1-15); el fuego son los rayos, que, destruyendo los ganados, perdonan a las ranas,
como el sol derrite el maná, que, por otra parte, era cocido al fuego. Todo sucede para glorificación
de Israel (16,17).
E
C
L
E
S
I
Á
S
T
I
C
O
El Eclesiástico es un libro semejante a los Proverbios y fue escrito en hebreo. Un
nieto del autor, que lo tradujo al griego, antepuso a su versión un prólogo, en que nos
habla de su abuelo, Jesús, hijo de Sirac, que, habiéndose dado mucho al estudio de las
divinas Escrituras, de la Ley, de los Profetas y los otros libros, quiso, para utilidad de
todos, escribir éste, en que da a conocer los frutos de su trabajo.
Sólo con alguna aproximación podemos colegir la fecha de la composición del
libro, por el elogio que en él se hace del pontífice Simón, hijo de Onías f5o,i-2oJ.
La fecha de la versión es posterior al año 38 de Tolomeo Evergetes. Aunque hay dos
de ese mismo nombre, Tolomeo III, que reinó de 246 a 221, y Tolomeo VII, llagado
Fiscón, que reinó de 1 yo a 116, sólo este último puede ser, pues el primero no reinó
más que veinticinco años. La fecha señalada por el traductor sería, pues, el año 136.
Divídese el libro en dos partes. La primera tiene gran parecido con los Proverbios.
Canta las excelencias de la sabiduría y nos ofrece reglas de conducta en forma de sentencias. Se diferencia de los Proverbios en que mientras en éstos las sentencias son,
por lo general, sueltas y sin conexión de unas con otras, en el Eclesiástico van ligadas,
desarrollando un tema. La segunda parte tiene más parecido con la Sabiduría. En ella
se hace el elogio de los antepasados ilustres de Israel, a quienes precisamente la sabiduría rigió, y por eso adquirieron un nombre eterno.
Para la numeración de los versículos seguimos de ordinario a Vigouroux en su
Biblia Poliglota, que, por ajustarse a la Vulgata, es de mayor comodidad para el
uso, si bien difiere de la que traen ios nuevos editores de los textos hebreo y griego y los
traductores modernos que hemos podido consultar. Los versos cuyos números van entre
paréntesis ( ) no se hallan en el texto griego de los LXX.
CJTTMA'RTn
auwmniu
PRÓLOGO DEL TRADUCTOR.—PRIMERA P A R T E : Naturakza
y preceptos
de ¡a san ; duT{a
(uI-42,i4).—SEGUNDA
PARTE: La sabiduría en la naturaleza y en la historia de Israel
EPILOGO
(50,27-51,38).
Prólogo del traductor griego
Grandes y ricos tesoros de instrucción
y sabiduría nos han sido transmitidos en
la Ley, en los Profetas y en los otros libros que les siguieron, por los cuales
merece Israel grandes alabanzas. Pues no
solamente los que pueden leerlos en la
lengua original vendrán a ser doctos; pero
aun los extraños, deseosos de aprender,
saldrán aprovechados para hablar o escribir.
Mi abuelo Jesús, habiéndose dado mucho a la lección de la Ley, de los Profetas
y de los otros libros patrios, y habiendo
adquirido en ellos gran competencia, se
propuso escribir alguna cosa de instrucción y doctrina para quienes desearan
aprenderla, y siguiéndola, aprovechar mucho más, llevando una vida ajustada a la
Ley. Os exhorto, pues, a leer esto con
benevolencia y aplicación y a tener indulgencia por aquello en que, a pesar del
esfuerzo puesto en la traducción, no hemos logrado dar la debida expresión a las
palabras, pues las cosas dichas en hebreo
no tienen la misma fuerza cuando se traducen a otra lengua.
1
(42,15-50,26).
No sólo este libro, sino aun la misma
Ley y los Profetas y los restantes libros
traducidos, difieren no poco comparados
con el original.
Llegado a Egipto el año treinta y ocho
del reinado de Evergetes, y habiendo permanecido allí mucho tiempo, hallé una
diferencia no pequeña en la doctrina.
Y así juzgué necesario poner alguna diligencia y trabajo en traducir este libro.
En este intervalo de tiempo trabajé y velé
mucho y puse toda mi suficiencia en llevar a buen término la traducción de este
libro para utilidad de los que en el destierro quieran aprender y estén dispuestos
a ajustar a la Ley sus costumbres.
PRIMERA
PARTE
NATURALEZA Y PRECEPTOS DE
LA SABIDURÍA
(1,1-42,14)
I
2
Elogio de la sabiduría
1
Toda sabiduría viene del Señor | y
con El está siempre. *
Las arenas del mar, las gotas de la
Este versículo nos declara la naturaleza d : la sabiduría, que nace de Dios y está con Dios,
Sentencia análoga a la de San Juan: «Al pr icipio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios».
Sólo falta el tercer miembro: «El Verbo era Dio • ( I , I - 5 ) .
I
ECLESIÁSTICO 1-2
728
22
lluvia | y los días del pasado, ¿quién poEl temor del Señor es la corona de
drá contarlos?
la
sabiduría | y hace florecer la paz y la
3
La altura de los cielos, la anchura de
la tierra, | la profundidad del abismo,
¿quién podrá medirlos?
4
Antes que todo fue creada la sabiduría, | y la luz de la inteligencia existe desde
la 5eternidad. *
La fuente de la sabiduría es la palabra
de Dios en las alturas, I y sus caminos,
los6 mandatos eternos. *
¿A quién fue dada a conocer la raíz
de la sabiduría | y quién conoció sus secretos?
7
¿A quién le fue manifestada la ciencia
de la sabiduría | y quién entendió sus
planes?
8
Sólo uno es el sabio y el grandemente 9terrible, I que se sienta sobre su trono.
Es el Señor quien la creó | y la vio y
la distribuyó.
10
La derramó sobre todas sus obras |
y sobre toda carne, según la medida de
su liberalidad, | y la otorgó a los que le
aman. *
salud.
23
La una y la otra son don de Dios | y
el Señor las ve y las distribuye.
24
Como lluvia derrama El la ciencia,
el conocimiento y la inteligencia, I y levanta
la gloria de los que la poseen.
25
La raíz de la sabiduría es temer al
Señor; | y sus ramas, la longevidad.
(26) * 27 El temor del Señor aleja el pecado, | y quien con él persevera evita la
cólera.
28
El violento arrebato no tiene disculpa,29 | la cólera furiosa lleva a la ruina.
El hombre magnánimo espera su
tiempo, | pero al fin triunfa.
30 Retiene la palabra hasta que llega su
tiempo, | y los labios de los fieles celebran
su prudencia.
31
En los tesoros de la sabiduría hay
sabias sentencias, | pero la piedad para
con Dios es execrable al pecador.
(32)* 33 ¿Deseas la sabiduría? Guarda
los mandamientos | y el Señor te la otorgará;
34
Pues la sabiduría y la disciplina son
el temor de Dios, | y su complacencia,
la fe y la mansedumbre.
(35) 36 No seas rebelde al temor de Dios, |
y 37
no te llegues a El con corazón doble.
No seas hipócrita delante de los hombres | y pon atención a tus palabras.
38
No te engrías, pues caerías | y echarías
sobre ti la infamia;
39
Y el Señor descubriría tus secretos |
y 40
te derribaría en medio de la asamblea,
Por no haberte dado al temor del Señor | y estar tu corazón lleno de engaño.
El temor de Dios, principio de la
sabiduría
11
El temor del Señor es gloria y honor,
| prudencia y corona de gozo.
12
El temor del Señor regocija el corazón, | da prudencia, alegría y longevidad.
13
Al que teme al Señor le irá bien en
sus postrimerías, | y el día de su fin hallará 14gracia.
El temor del Señor es honra y gloria
y 15
corona de exaltación.
El principio de la sabiduría es temer
a Dios, | y se les comunica a los fieles
ya en el seno materno. *
16
Perseverancia en medio de la
Hizo de los hombres su morada para
tentación
siempre | y será siempre fiel a la proge1
nie humana.
Hijo mío, si te das al servicio de
(17, 18, 19) * 20 La plenitud de la sabiduDios, | prepara tu ánimo a la tenría es temer al Señor; | embriaga con sus tación. *
2
frutos a quien la tiene.
Ten
recto corazón y soporta con pa21
Llena sus casas de bienes, | y de sus ciencia | y no te impacientes al tiempo
frutos hinche sus graneros.
del infortunio.
2
4
La expresión «fue creada la sabiduría» no puede significar venir a la existencia por creación,
sino simplemente existir desde la eternidad, pues se trata de la sabiduría de Dios. Es la idea que
Prov 8,22 expresa diciendo: «El Señor me poseyó antes de todas las cosas, es decir, desde la eternidad».
5
La palabra creadora de Dios es la fuente de la sabiduría derramada en la creación.
10
Dios derrama su sabiduría sobre el universo, particularmente sobre el hombre racional,
y más
especialmente
por la gracia sobre los que le aman.
15
Como disposición del alma para recibir la sabiduría, el temor del Señor es el principio
de ella.
17
Los w . 17-19, que no existen en la versión griega, se leen así en la Vulgata: « 17 El temor
del Señor es la santificación19 de la ciencia. 18 Esta santificación guarda el corazón y lo hace justo,
lo llena de alegría y gozo. El que teme al Señor será feliz y bendecido en la hora de su muerte».
26
En la Vulgata dice así el versículo 26: «La inteligencia y la santificación de la ciencia se hallan 3en
los tesoros de la sabiduría, pero la sabiduría es una execración para el pecador».
2
En la Vulgata, v.32: «El culto de Dios es una execración para el pecador».
O ' A pesar del principio general de que Dios da a cada uno según sus obras, según el cual el
•• justo debía esperar bienes, el autor recuerda a Job y Tobías, y con esto previene al justo para
la tentación.
729
3
Adhiérete a El y no te separes, | para
que tengas buen éxito en tus postrimerías.
4
Recibe todo cuanto El manda sobre
ti I y ten buen ánimo en las vicisitudes de
la prueba.
5
Pues el oro se prueba en el fuego, I y
los hombres gratos a Dios, en el crisol
de la tribulación.
« Confíate a El y te acogerá, I endereza
tus caminos y espera en El.
Confianza en el Señor
' L o s que teméis al Señor esperad en
su misericordia | y no os descarriéis, pues
vendríais
a caer.
8
Los que teméis al Señor confiad en
El I y no quedaréis defraudados de vuestra recompensa.
9
Los que teméis al Señor esperad la
dicha, I el gozo eterno y la misericordia.
(10) * 11 Considerad las generaciones antiguas y ved: | ¿Quién confió en el Señor
que
fuese confundido,
12
O quién persevera en su temor y fue
abandonado, | o quién le invocó y se sintió13 defraudado?
Porque piadoso y compasivo es el
Señor, | perdona los pecados y salva en
el tiempo de la tribulación.
ECLESIÁSTICO 2-3
3 Pues Dios honra al padre en los hijos |
y confirma
en ellos el juicio de la madre.
4
El que honra al padre expía sus pecados.
5 Y como el que atesora es el que honra
a su
madre.
6
El que honra a su padre se regocijará
en sus hijos | y será escuchado en el día
de7 su oración.
. El que honra a su padre tendrá larga
vida,
8 Y el que obedece al Señor es consuelo
de su madre.
El que teme al Señor honra a su padre |
y sirve como a señores a los que le engendraron.
9
De obra y de palabra honra a tu padre,
10
Para que venga sobre ti su bendición;
11
Porque bendición de padre afianza la
casa del hijo, | y maldición de madre la
destruye desde sus cimientos.
12
No te glories con la deshonra de tu
padre,
I que no es gloria tuya su deshonra;
13
Porque la gloria del hombre procede
de la honra de su padre, | y es infamia de
los14hijos la madre deshonrada.
Hijo, acoge a tu padre en su ancianidad I y no le des pesares en su vida.
15
Si llega a perder la razón, muéstrate
con él indulgente | y no le afrentes porque estés tú en la plenitud de tu fuerza: |
que la piedad con el padre no será echada
en olvido. *
11 Y en vez del castigo por los pecados
tendrás
prosperidad.
17 En el día de la tribulación, ei Señor
se acordará de ti, | y como se derrite el
hielo en día templado, así se derretirán
tus 8 pecados.
i Como un blasfemo es quien abandona a su padre, | y será maldito del Señor
quien irrita a su madre.
j A y de los cobardes!
¡Ay de los corazones tímidos y de
las manos flojas, | y del pecador que va
por doble camino!
15
¡Ay del corazón cobarde! Porque no
tiene
fe, | por eso no hallará defensa.
16
¡Ay de vosotros, los impacientes!
17
Pues ¿qué haréis cuando el Señor os
visite?
18
Los que teméis al Señor no desconfiéis de sus palabras; | los que le amáis seguid sus caminos.
19
Los que teméis al Señor procurad
Modestia y misericordia
agradarle; | los que le amáis, complaceos
19
Hijo mío, pórtate con modestia, | y
en20su Ley.
Los que teméis al Señor preparad el serás amado más que el dadivoso.
20 C u a n t o más grande seas, humíllate
corazón | y humillaos ante El.
(21) * 22 Caigamos en las manos del Se- más, I y hallarás gracia ante el Señor;
21 Porque grande es el poder del Señor I y no en las manos de los hombres,
23
I y es glorificado en los humildes.
Pues cuanta es su grandeza, | tanta ñor,
22
Lo que está sobre ti no lo busques, I
es su misericordia.
y lo que está sobre tus fuerzas no lo
D e b e r e s para con los padres
procures.
23
2
Atente a lo que está a tus alcances |
(i) * Escuchad, hijos míos, que soy
vuestro padre, | y obrad de modo que y no te inquietes por lo que no puedes
conocer.
alcancéis la salud.
14
3
10
En la Vulgata, v.lo, se lee: «Los que teméis al Señor, amadle, y vuestros corazones serán
iluminados».
21
La Vulgata: «Los que temen al Señor guardan sus mandamientos y aguardarán hasta que
ponga sobre ellos sus ojos».
í
O
La Vulgata: «Los hijos de la sabiduría forman la congregación de los justos, e hijos suyos
^* son la obediencia y el amor».
15
Tal vez no hable aquí de la demencia, sino de la chochez en que con frecuencia incurren
los ancianos, haciéndose pesados e impertinentes a los demás.
ECLESIÁSTICO 3-5
24
N o te obstines en hacer lo que n o
puedes,
25 Pues m u c h o es ya lo que ante ti esta
que podrás entender.
26
A muchos extravió su temeridad, |
y la presunción pervirtió su pensamiento.
27
El que a m a el peligro caerá en él, |
y el corazón d u r o parará al fin en la
desgracia.
(28) * 29 El corazón duro se verá aplanado, | y el obstinado añadirá pecados a.
pecados.
30
La desgracia del soberbio no tiene
remedio, | porque arraigó en él la maldad.
3 1 El corazón del discreto medita sentencias | y da oído atento a la doctrina
del sabio.
(32) * 33 E I a g u a a p a g a i a ardiente llama, I
y la limosna expía los pecados.
34
El que agradece los beneficios se prepara otros nuevos | y en el día de la
caída hallará apoyo.
D e b e r e s p a r a c o n los p o b r e s
1
Hijo mío, no arrebates al pobre su
sostén, | n o vuelvas tus ojos ante el
necesitado. *
2
D a al hambriento | y satisfaz al h o m bre en su necesidad.
3
N o irrites al corazón ya irritado I
y no difieras socorrer al menesteroso.
4
N o desdeñes al suplicante atribulado |
y no vuelvas el rostro al pobre.
5
N o apartes los ojos del necesitado |
y no des al h o m b r e ocasión de maldecirte :
6 Pues si te maldice en la amargura
de su alma, | su Hacedor escuchará su
oración.
7
Muéstrate afable con la congregación | y humilla tu cabeza al potentado.
8 Inclina al pobre tu oído I y con
mansedumbre respóndele palabras amables.
9
Arranca al oprimido del poder de su
opresor | y no te acobardes al hacer
justicia.
10
Muéstrate padre para los huérfanos, |
cual marido para la madre de éstos.
ii Y serás como hijo del Altísimo | y
el hijo más a m a d o de tu madre.
4
L a s ventajas d e la s a b i d u r í a
La sabiduría exalta a sus hijos | y
acoge a los que la buscan.
13
El que la ama, a m a la vida, | y
los que madrugan para salir a su encuentro, serán llenos de alegría.
730
4
1 El que la abraza heredará la gloria, |
y en su casa entrará la bendición del
Señor.
1 5 Los que la sirven, sirven al Santo, |
y el Señor a m a a los que la aman.
16
El que la escucha juzgará a las naciones, I y el que se allega a ella habitará
confiado.
17
Si te confías a ella, la tendrás p o r
heredad, | y tus descendientes la poseerán;
18 Porque en la tentación caminará con
él I y le elegirá entre los primeros;
i ' Traerá sobre él el miedo y el temor, |
en su infancia le azotará | hasta que se
le confíe | y le pruebe en sus preceptos.
20 p e r o de nuevo se volverá a él | y
le alegrará.
21
Y le revelará sus secretos.
22
Mas si se extraviase, le a b a n d o n a r á |
y le entregará a la ruina.
L a b u e n a y la m a l a
Espera tu tiempo y guárdate del mal.
24
Y n o tendrás que avergonzarte de ti
mismo.
25
Pues hay una confusión que es fruto
del pecado, | y u n a confusión que trae
consigo gloria y gracia.
2
s N o tengas respetos que sean en perjuicio de tu alma.
27
Y n o te avergüences para ruina tuya.
28
N o retengas la palabra salvadora |
y no ocultes tu sabiduría;
29
Pues en el hablar se d a a conocer la
sabiduría, | y la doctrina en las palabras
de la lengua.
30
N o hagas contradicción a la verdad |
y no te avergüences de tu falta de doctrina.
31
N o te avergüences de confesar tus
pecados,
32
Y n o nades contra la corriente. |
N o te sometas al h o m b r e necio I y n o
tengas acepción p o r la persona del poderoso.
33
Lucha por la verdad hasta la muerte, I y el Señor Dios combatirá por ti.
34
N o seas duro en tus palabras | ni
perezoso ni remiso en tus obras.
55 N o seas como león en tu casa | ni
te muestres caprichoso con tus servidores.
36
N o sea tu m a n o abierta p a r a recibir |
y cerrada para dar.
12
5
2
seguridad
1 N o te apoyes sobre las riquezas |
y no digas: « M e basto a mí mismo».
N o te apoyes en ti mismo y en tu
28
La Vulgata: «El corazón que sigue dos caminos no tendrá éxito, y el corazón depravado
tropezará
en ellos».
2
> La Vulgata: «El corazón sabio e inteligente se abstendrá del pecado, y en las obras de justicia tendrá feliz éxito».
A
^
* El primer miembro puede equivaler al precepto de la Ley: «No niegues al jornalero su jornal» (Lev 19,13).
ECLESIÁSTICO 6-6
fuerza | para vivir según los deseos de
t u corazón.
3
N o digas; «¿Quién me dominará?» |
Porque sin d u d a te castigará el Señor.
4
N o digas: «He pecado, ¿y qué m e h a
sucedido?» I Porque el Señor es paciente.
5
A u n del pecado expiado no vivas sin
temor, | y no añadas pecados a pecados. *
6
Y no digas; «Grande es su misericordia, I El perdonará mis muchos pecados»,
7
Porque aunque es misericordioso, también castiga, I y su furor caerá sobre los
pecadores.
8
N o difieras convertirte al Señor | y
n o lo dejes de u n día para o t r o ;
9
Porque de repente se desfoga su ira, |
y en el día de la venganza perecerás.
1° N o te apoyes en las riquezas mal
adquiridas, | porque n a d a te aprovechar á n en el día de la ira.
confusión
23
L a falsa
781
M o d e r a c i ó n d e la l e n g u a
H N o te dejes llevar de todo viento 1
y n o camines por una senda cualquiera, |
que así es como obra el pecador de doble
corazón.
>2 Sé firme en tus juicios I y n o tengas
más que una palabra.
13 Sé p r o n t o p a r a oir | y lento p a r a
responder.
1 4 Si tienes que responder, responde; |
si n o , p o n la m a n o a la boca.
u En el hablar está la gloria o la desh o n r a , I y la lengua del h o m b r e es su
ruina.
i 6 Que nadie te llame chismoso, I y
no f'endas lazos con tu lengua;
17
P o r q u e sobre el ladrón vendrá la
confusión, ] y la condenación sobre el
de corazón doble.
i 8 N o ofendas a nadie, ni en mucho ni
en poco.
6
1 Y no te hagas enemigo al amigo; |
pues sobre el malo vendrá la confusión y el oprobio, I y lo mismo sobre el
pecador de doble corazón.
El orgullo
2
N o te engrías en tus pensamientos, |
no seas destrozado como un toro.
3
Si destrozas las hojas, echas a perder
los frutos I y te quedarás como árbol
seco.
4
El alma perversa se pierde a sí misma |
y será el ludibrio de sus enemigos.
5
La palabra suave multiplica los amigos, I la lengua bien hablada es rica en
afabilidad.
Los amigos
6
Si tuvieres m u c h o s amigos, | u n o entre mil sea tu consejero.
7
Si tienes u n amigo, ponle a prueba |
y no te confíes a él tan fácilmente;
8
Porque hay amigos, de ocasión, | que
no son fieles en el día de la tribulación.
9
H a y amigo que se torna en enemigo |
y que descubrirá, p a r a vergüenza tuya,
tus defectos.
10
H a y amigos que sólo son companeros de mesa, | y no te serán fieles en el
día de la tribulación.
11
E n tus días felices será otro tú | y
hablará afablemente de los t u y o s ;
i 2 Pero si te viere humillado, se volverá
contra ti | y te ocultará su rostro.
1 3 Apártate de tus enemigos | y guárdate de tus amigos.
1 4 U n amigo fiel es poderoso protector ; I el que le encuentra halla un tesoro.
1 5 N a d a vale tanto como un amigo fiel; |
su precio es incalculable.
1 6 U n amigo fiel es remedio saludable; |
los que temen al Señor lo encontrarán.
17
El que teme al Señor es fiel a la
amistad, | y c o m o fiel es él, así lo será su
amigo.
V e n t a j a s d e la s a b i d u r í a
i 8 Hijo mió, desde tu mocedad date a
la doctrina, I y hasta tu ancianidad hallará sabiduría.
19
Allégate a ella c o m o ara y siembra
el labrador, | y espera buenos frutos;
20
Porque el trabajo te fatigará un p o co, I pero pronto comerás de sus frutos.
2
i Es muy d u r o p a r a los indisciplinados, I y el insensato no permanecerá en él;
22
Pesará sobre él c o m o pesada piedra
de prueba, | y no tardará en arrojarla
de sí;
23
Porque la sabiduría es fiel a su n o m bre I y es discreta en revelarse.
24
Escucha, hijo mío, y recibe mis avisos I y no rehuyas mis consejos.
25
D a tus pies a sus cepos, I y tu cuello
a su argolla;
26
Dale tu h o m b r o | y n o te molesten
sus ataduras.
27
Allégate a ella con toda tu alma, I y
con todas tus fuerzas sigue sus caminos.
28
Sigue su rastro, búscala, y se te descubrirá, I y una vez cogida no la sueltes;
29
Porque al fin hallarás en ella tu descanso y tu gozo.
30
Y serán p a r a ti sus cepos defensa
poderosa, | y su argolla túnica de gloria.
31
Su yugo es ornamento de oro, | y sus
ataduras son cordón de jacinto.
R 5 Del pecado por el que hubieras ofrecido los sacrificios expiatorios acostumbrados no vivas
v
sin temor, que tal vez Dios no se da por s¡itisfecho y quiere exigirte una expiación más perEonal, v.gr., una enfermedad.
ECLESIÁSTICO 6-7
32
T e la vestirás c o m o túnica de gloria |
y te la ceñirás como corona de exaltación.
33
Si quieres, hijo mío, adquirirás la
doctrina, | y si te entregas a ella, serás
avisado.
34
Si con gusto la oyes, la tendrás; | si
inclinas a ella tu oído, serás sabio.
35
Busca la compañía de los ancianos, I
y si hallas algún sabio, allégate a él. |
T o d a conversación acerca de Dios escúchala con gusto I y no rehuyas las sentencias de la sabiduría.
36
Si ves h o m b r e discreto, apresúrate
a unirte a él | y frecuenten tus pies la
escalera de su puerta.
37
Medita en los preceptos del Señor |
y ejercítate siempre en sus m a n d a t o s ; |
El confirmará tu corazón | y te dará
sabiduría a tu deseo.
S e n t e n c i a s varias
N o hagas el mal y no te cogerá.
2
Apártate del injusto y se alejará de ti.
3
Hijo, n o siembres en surcos de injusticia I y no la cosecharás al séptuplo.
4
N o pidas al Señor un puesto de gobierno, I ni al rey una silla de honor.
5 N o te justifiques ante el Señor | y
n o alardees de sabio ante el rey.
6 N o busques ser hecho juez, | n o sea
que no tengas fuerzas para reprimir la
iniquidad, | no sea que te acobardes en
presencia del poderoso | y tropiece en
él tu rectitud.
7
N o ofendas a la muchedumbre | y
n o te arrojes en medio de ella.
8 N o te ates dos veces con el pecado, |
porque ya de la primera vez no saldrás
impune.
9
N o seas impaciente en tu oración *
10
Ni tardo en hacer la limosna.
11 N o digas: «Dios mirará mis muchas
ofrendas, | y cuando yo ofrezca sacrificios al D i o s altísimo, El los aceptará».
12
N o te burles del afligido, | porque
hay u n o que humilla y ensalza.
13
N o levantes falso testimonio a tu
hermano, | ni lo hagas tampoco a tu amigo.
14
G u á r d a t e de mentir y de añadir mentiras a mentiras, | que eso no acaba en
bien.
15 N o seas hablador en asamblea de ancianos I n i multipliques en t u oración las
palabras.
16 N o aborrezcas la labor p o r trabajosa I ni la agricultura, que es cosa del
Altísimo. *
1
7
'j
*
9
732
1 7 N o te juntes con pecadores.
18 Acuérdate d e que la cólera n o tarda.
19
Humilla mucho tu alma, | p o r q u e
el castigo del impío será el fuego y el
gusano.
L a vida familiar
20
N o cambies un amigo por dinero, |
ni un h e r m a n o querido p o r el oro de
Ofir.
21
N o te apartes de la mujer discreta y
buena, | porque vale su gracia m á s que
el oro. *
22
N o maltrates al siervo que trabaja
lealmente | ni al jornalero que te entrega
su esfuerzo.
23
A m a al siervo inteligente, | n o le
niegues la libertad.
24
¿Tienes rebaños? Cuida de ellos. |
Pues te son útiles, guárdalos.
25
¿Tienes hijos? Instruyelos, | doblega
desde la juventud su cuello.
2
6 ¿Tienes hijas? Vela p o r su h o n r a |
y n o les muestres u n rostro demasiado
jovial. *
27
Casa a tu hija y habrás hecho u n
gran bien | dándola un marido sensato.
28
¿Tienes mujer según tu corazón? N o
la repudies | dándote a u n a odiosa rival.
29
D e t o d o corazón h o n r a a tu padre | y
n o te olvides de los dolores de tu madre.
30
Acuérdate de que les debes la vida. |
¿Cómo podrás pagarles lo que h a n hecho
p o r ti?
H o n o r al s a c e r d o t e
3
i C o n t o d a tu alma h o n r a al Señor | y
reverencia a los sacerdotes.
32
C o n todas tus fuerzas a m a a tu H a cedor | y no abandones a sus ministros.
33
Teme al Señor y h o n r a al sacerdote.
34
Y dale la porción que te está m a n d a d a ; | las primicias y la ofrenda p o r el
pecado,
35
L a espalda reservada, | el sacrificio
expiatorio | y las primicias consagradas.
3
* Alarga al pobre t u m a n o , | p a r a que
seas cumplidamente bendecido.
37
Agradece el beneficio ante todos, |
y al muerto n o le niegues tus piedades.
38
N o te alejes del que llora, | llora con
quien llora.
39
N o seas perezoso en visitar a los
enfermos, | p o r q u e p o r ello serás a m a d o .
4
0 E n todas tus obras acuérdate de tus
postrimerías I y n o pecarás jamás.
Dios quiere que oremos con fe en su bondad, pero no consiente que le señalemos el tiempo
de obrar. El es siempre el Señor (Jdt 8,12 ss.).
16
Dios puso a Adán en el paraíso para que lo trabajase y guardase. Semejante trabajo no sería,
como después (Gen 3,17-20), pena del pecado, sino placentera ocupación.
21
No repudies a la mujer discreta, que vale más que el oro. San Pablo dirá después, en nombre 26del Señor, que en ningún caso la repudie (1 Cor 7,10-11).
La disciplina sobre la educación de la mujer es en los Sapienciales muy severa, correspondiente al concepto que de la mujer tienen.
733
ECLESIÁSTICO 8-10
N o r m a s de buena sociedad
1 N o disputes c o n poderosos, I n o
vayas a caer en sus m a n o s .
2
N o contiendas con ricos, | n o echen
sobre ti t o d o su peso;
3
Que el o r o puede mucho I y pervierte
el corazón de los reyes.
4
N o disputes con h o m b r e lenguaraz, |
que sería amontonar leña sobre el fuego.
5
N o bromees con indisciplinado, | n o
maldiga a tus progenitores.
6
N o ultrajes a quien se aparta del
p e c a d o ; | ten en cuenta que todos somos
reos de castigo.
7
N o faltes al respeto al anciano, I que
también ellos fueron jóvenes.
8
N o te alegres de la muerte de u n o ; |
acuérdate de que todos moriremos.
9
N o desprecies los discursos de los
sabios I y sigue sus máximas.
i° Porque de ellos aprenderás la doctrina I y a servir bien a los grandes.
11 N o desprecies las sentencias de los
ancianos, I que de sus antepasados las
aprendieron ellos;
12
P o r q u e asi aprenderás doctrina | y
sabrás responder al tiempo oportuno.
3
1 N o atices el fuego del pecado, I no
te abrasen sus llamas.
1 4 N o te enfrentes con el insolente, |
n o sea que se ponga en acecho p a r a cogerte p o r la boca.
i 5 N o prestes a quien puede m á s que
tú, I y si le prestas, dalo p o r perdido.
16 N o prestes fianzas sobre tus facultades, I y si diste fianza, piensa cómo
pagar.
1 7 N o tengas litigios con el juez, | porque p o r su dignidad juzgará a favor suyo.
i 8 N o vayas de camino con el temerario, I n o pesen sus temeridades sobre ti, |
pues él h a r á según su capricho, y p o r su
imprudencia perecerías con él.
1 9 N o te pelees con el iracundo I y
n o atravieses con él el desierto, | porque
n a d a es la sangre a sus ojos | y te derrib a r á donde no tengas quien te socorra.
20
C o n el necio n o tengas consejo, |
p o r q u e no podrá callar lo que hayas
dicho.
2
1 A n t e un extraño no hagas cosa que
quieras secreta, | porque n o sabes lo
que d a r á de sí.
22
N o descubras a cualquiera tu corazón, I n o te arrebate tu bien.
8
E l trato c o n las
N o seas celoso de
la vayas a maliciar
2
N o te dejes dominar
no se alce sobre ti.
9
1
mujeres
t u mujer, | no
en d a ñ o tuyo.
de t u mujer, |
3
H u y e de la cortesana, | n o caigas en
sus lazos.
4
N o te entretengas con cantadora, I n o
te coja en sus redes.
5
N o fijes tu atención en doncella, | n o
vayas a incurrir en castigo por su m e noscabo.
6 N o te entregues a meretrices, | n o
vengas a perder tu hacienda.
7
N o pasees tus ojos p o r las calles de
la ciudad | ni andes r o d a n d o p o r sitios
solitarios.
8
A p a r t a tus ojos de mujer muy compuesta I y n o fijes la vista en la hermosura
ajena.
9
P o r la hermosura de la mujer muchos
se extraviaron, | y con eso se enciende
c o m o fuego la pasión.
(io> 11) * 12 N o te sientes nunca junto a
mujer casada I ni te recuestes con ella a
la mesa.
1 3 Ni bebas con ella vino en los banquetes, I n o se incline hacia ella t u corazón 1
y seas arrastrado a la perdición.
E l trato c o n l o s h o m b r e s
1 4 N o abandones al amigo antiguo, |
que el nuevo n o valdrá lo que él.
15
Vino nuevo el amigo n u e v o ; | cuando
envejece es cuando se bebe con placer.
16 N o envidies la gloria del pecador, |
porque no sabes cuál será su suerte.
17
N o te complazcas en el aplauso de
los impíos; | acuérdate que ya antes det
ades no quedarán impunes.
i 8 Aléjate del h o m b r e que tiene poder
para matar, | y n o tendrás que temer la
muerte.
1 9 Si te acercas a él, n o cometas falta
alguna, I n o vaya a quitarte la vida.
20
Considera que caminas en medio de
lazos I y que te paseas en medio de redes.
21
T r a t a de conocer a tus prójimos cuanto te sea posible I y aconséjate de los
sabios.
22
Los justos sean tus comensales I y
n o te gloríes sino en el temor del Señor.
23
Sea con discretos tu trato, | y tu
conversación toda según la Ley del Altísimo.
24
La m a n o del artífice se alaba p o r
su obra, I y la sabiduría del príncipe
del pueblo por su palabra.
25
Terrible es en la ciudad el h o m b r e
lenguaraz, | y el precipitado en hablar se
h a r á aborrecer.
Los gobernantes
4 A 1 El juez sabio instruye a su pue* "
blo, I y el gobierno del discreto
es ordenado.
Q 10 La Vulgata:
«10 Toda prostituta es com 1 basura en el camino, que es pisada de cuantos
^ pasan. 11 Muchos, alucinados por la belleza de una mujer extraña, se hicieron reprobos; pero
su conversación es como fuego que quema».
734
ECLESIÁSTICO 10-11
2
Según el juez del pueblo, así son sus
ministros, | y según el regidor de la ciudad, así sus moradores.
3
El rey ignorante pierde a su pueblo, |
y la ciudad prospera por la sensatez de
los príncipes.
4
En manos del Señor está el gobierno
de la tierra, | y en cada tiempo pone sobre ella a quien le place.
5
En la mano del Señor está la fortuna
del hombre; | es El quien hace brillar el
rostro del escriba.
El orgullo
No vuelvas a tu prójimo mal por mal,
cualquiera que sea el que él te haga, j
ni 7te dejes llevar de la soberbia.
La soberbia es odiosa al Señor y a
los hombres, | y contra ambos peca quien
comete
injusticia.
8
El imperio pasa de unas naciones a
otras | por las injusticias, la ambición y
la 9avaricia.
¿De qué te ensoberbeces, polvo y ceniza? | Ya en vida vomitas las entrañas.
ioNada tan odioso como el avaro; ]
él 11es capaz de vender hasta su alma.
Una ligera enfermedad, el médico
sonríe;*
12
Pero hoy rey, mañana muerto.
13 Al morir el hombre, | su herencia
serán las sabandijas, las fieras y los
gusanos.
14 El principio de la soberbia es apartarse de Dios I y alejar de su Hacedor su
corazón.
*
15 Porque el pecado es el principio de
la soberbia, | y la fuente que le alimenta
mana maldades.
16 Por esto el Señor manda tremendos
castigos
I y los extermina de raíz.
17 Los tronos de los príncipes derriba
el Señor, ] y en lugar suyo asienta a los
mansos.
18 El Señor arranca de raíz a los soberbios,9 I y planta en su lugar a los humildes.
1 Las tierras de las naciones destruye
el Señor \ y las arrasa hasta los cimientos.
20
Ya ha destruido y desarraigado algunas ! y borró de la tierra su memoria.
(21)* 22 No e s propio de hombres la
soberbia, | ni la cólera furiosa de los
nacidos de mujer.
6
humana. I ¿Cuál es la progenie infame?
La24de los que quebrantan los preceptos.
Entre sus hermanos es honrado el
jefe, I pero los que temen al Señor son
más que él.
25
Rico, noble o pobre, | su gloria estará
en26el temor del Señor.
No es justo afrentar al discreto | ni
conviene honrar al hombre prepotente.
27
El grande, el juez y el poderoso son
honrados, I pero ninguno mejor que el
que tema al Señor.
28
Al siervo sabio le servirán los libres, |
y el varón docto no se queja.
29
No alardees de sabio al hacer tus
obras | y no te gloríes al tiempo de la
angustia.
30
Mejor es quien trabaja y abunda en
bienes | que el pretencioso que carece
de pan.
31
Hijo mío, honra tu alma con la modestia I y dale el honor de que es digna.
32
¿Quién justificará al que peca contra
su alma | y quién honrará al que a sí
mismo se deshonra?
33
Hay pobres que son honrados por su
prudencia | y hay quien sólo es honrado
por su riqueza.
34
Y quien es honrado en la pobreza,
¡cuánto más lo será en la riqueza! | Y el
que es deshonrado en la riqueza, ¡cuánto
más lo será en la pobreza!
•I •! 1 La sabiduría yergue la cabeza del
*• *• humilde | y le da asiento en medio
de los magnates.
El juicio según la apariencia
No alabes al hermoso por su hermosura
I ni afrentes al feo por su fealdad.
3
Pequeña entre los volátiles es la abeja,4 I pero el fruto de su labor es riquísimo.
No escarnezcas al pobre por sus harapos I ni afrentes al que pasa un día
amargo, | porque las obras del Señor
son inescrutables | y secretas sus obras
con los hombres.
5
Muchos príncipes acabaron por sentarse en el suelo, | y quien menos se
pensaba
se ciñó la corona.
6
Muchos potentados fueron humillados
I
y
su
gloria pasó a poder de otros.
7
Antes de informarte no reprendas; I
explora primero y luego corrige.
L a gloria verdadera
23
Antes de oir no respondas, | y no
¿Cuál es la progenie honrada? La
progenie humana. | ¿Cuál es la progenie interrumpas el discurso ajeno.
honradí ? La de los que temen al Señor. | 1
¿Cuál es la progenie infame? La progenie I
1' El médico sonríe viendo q u e la enfermedad es ligera y no te da cuidado; sin embargo, el
que hoy es rey, mañana es u n cadáver (Is 14,11; Job 17,14)Adán comenzó por desear ser como Dios; de aquí provino su desobediencia y todos los
males q u e de ella nacieron. Tal sucede con frecuencia con los pecados d e los poderosos.
21
L a Vulgata; «Dios aniquiló la memoria d e los soberbios y conservó la memoria d e los h u mildes de corazón».
I
A
"
2
14
ECLESIÁSTICO 11-12
735
Moderación en los negocios
No te metas en lo que no te importa |
ni 9te mezcles en contiendas de arrogantes.
Hijo mío, no te metas en muchos
negocios, | que el que mucho abarca,
poco aprieta.
1° Si persiguieres muchas cosas, no cogerás ninguna, | y por mucho que corras no
llegarás.
11 Hay quien trabaja, se fatiga y se
apresura, | y con todo es siempre el
mismo.
i 2 Hay quien es débil y pobre, | pobre
en fuerzas
y sobrado en flaqueza;
13 Pero el Señor le mira con bondad |
y le levanta de su abatimiento, | y yergue
su cabeza I con admiración de todos.
8
D e Dios viene la riqueza y la
pobreza
14 Los bienes y los males, la vida y la
muerte, | la pobreza y la riqueza, vienen
del15 Señor.
Del Señor vienen la sabiduría, la
ciencia y el conocimiento de la Ley; | el
amor y los caminos del bien obrar vienen6 de El.
i El error y las tinieblas son obras de
los pecadores; | los que en el mal se complacen,
en el mal envejecen.
17
El don de Dios a los piadosos es
permanente, | y su benevolencia asegura
para
siempre su prosperidad.
18
Hay quien se enriquece a fuerza de
afán y de ahorro, | y con esto ya se cree
recompensado;
19 Y se dice: «Hallé el reposo, | ahora
voy
a comerme lo mío».
20
Pero no sabe qué tiempo le queda | y
si 2morirá
dejando a otros lo suyo.
i
Sé constante en tu oficio y vive en
él I y envejece en tu profesión.
22
No envidies el buen suceso del pecador; I confía en el Señor y persevera en
tu 23trabajo.
Porque fácil cosa es al Señor ] enriquecer
al pobre en un instante.
24
La bendición del Señor es la recompensa del justo; | en un momento hace
que
florezca su bendición.
25
No digas: ¿Qué necesito | y qué necesidad
tengo yo de nada?
26
Ni digas: Tengo bastante, | y ¿qué
calamidad
podrá venir sobre mí?
27
La dicha presente hace olvidar la
desdicha, I y la presente desventura hace
olvidar
la ventura.
28
Pero es fácil al Señor dar a cada uno
lo que merece | y retribuirle según sus
caminos.
29
La aflicción de una hora hace olvidar
el placer, | y el fin del hombre descubre lo
que
él es.
30
Antes de la muerte no alabes a nadie, I que sólo al fin se conoce quién es
cada uno. *
L a hospitalidad
No admitas a cualquiera en tu casa, |
que son muchas las asechanzas de la
astucia.
32
Como reclamo de perdiz en su jaula I
es el corazón del soberbio, | y como lobo
que
acecha la presa;
33
Pues pagando el bien con mal, pone
asechanzas, | y a las cosas mejores los
pone
tacha.
34
Una chispa enciende las brasas I y el
malvado
acecha la sangre.
35
Guárdate del astuto que maquina
maldades, | no sea que te eche una mancha imborrable.
36
Mete en tu casa al extranjero | y te
la revolverá I y te enajenará el ánimo de
los tuyos.
31
Beneficencia hacia el b u e n o
•f O 1 Si al bueno le haces mal, ¿a quién
•»« harás bien | y quién tendrá que
agradecerte un beneficio?
2
Haz bien al justo y tendrás tu correspondencia ; I si no de él, a lo menos del
Altísimo.
*
3
No será dichoso el que alienta al
impío,
I y no hace con ello cosa buena.
4
Da al justo y no acojas al pecador.
5
Haz bien al humilde y no favorezcas
al soberbio.
6 Porque el Altísimo aborrece a los
pecadores, | y a los impíos les hará experimentar su venganza.
1 No des armas al impío, no te haga
con ellas la guerra; | hallarás al tiempo
de tu necesidad males duplicados | por
los bienes que le hubieres hecho.
Desconfianza del enemigo
No es en la prosperidad cuando se
conoce al amigo, | ni en la desgracia
cuanto
se oculta el enemigo.
9
En la dicha, hasta el enemigo es ami8
•I *| 3 0 Como el marino no puede hablar de la felicidad d e un viaje hasta llegar al puerto, así
* • no puede juzgarse de la prosperidad de la vida de u n h o m b r e hasta q u e Dios no descubra
con su juicio qué aprecio hace d e ella.
2
1 1
L a beneficencia, de q u e en este y en los siguientes versículos se habla, es considerada
* *• por el autor como efecto d e la familiaridad y simpatía hacia la persona beneficiada, siendo
en el primer caso simpatía hacia el justo y su justicia, y en el segundo hacia el malvado y hacia su
maldad. E n otro caso, la doctrina de este pasaje estaría en contradicción con la d e 29,1 ss., en que
se recomienda la misericordia con el prójimo sin mirar a su condición.
736
ECLESIÁSTICO 12-13
go; I en la desgracia, hasta el amigo se
retira.
1° No te fíes jamás de tu enemigo, |
pues como el ácido que destruye el hierro,
así es su maldad.
n Aunque a ti acuda y se te muestre
obsequioso, I ponte sobre aviso y guárdate de él. | Haz con él como quien limpia
un espejo, | y verás que está del todo oxidado.
i 2 No le pongas junto a ti, | no te derribe
y ocupe tu puesto. I No le sientes a tu
derecha, | no sea que te quite tu silla | y
al fin reconozcas la verdad de mis palabras | y te compunjas al recordar mis
advertencias.
13 ¿Quién se compadecerá del encantador a quien muerde la serpiente | y del
que anda con fieras? I Así del que busca
la compañía del pecador | y se mezcla
en sus pecados.
14
Mientras tú estés en pie no se descubrirá, | pero en cayendo tú te abandonará.
U El enemigo te acariciará con sus labios, | pero en su corazón medita cómo
echarte en la fosa.
i* Derramarán lágrimas sus ojos, | pero
si hallare oportunidad, no se hartará de
sangre.
17
Si la desgracia te alcanza, le tendrás
frente a ti,
18 Y fingiendo socorrerte, te echará la
zancadilla.
19
Moverá la cabeza | y batirá palmas, I
y murmurando mudará muchas veces el
semblante.
Elección de las amistades
* «J i El que con pez anda se mancha, I y
1 « el que trata con soberbios se hace
semejante a ellos.
2
No tomes sobre ti peso superior a tus
fuerzas | ni trates con los que son más poderosos
y ricos que tú.
3
¿Qué le dará el caldero a la olla? I
Chocar
con ella y quebrarla.
4
El rico hace injusticias y se gloría de
ello; ! el pobre recibe una injusticia y pide
excusa.
5
Mientras le seas útil se servirá de ti; |
cuando
no valgas nada te abandonará.
6
Si tienes bienes, vivirá contigo, | pero
te 7empobrecerá sin dolerse.
Si le eres necesario, te adulará, I te
sonreirá y te dará esperanzas, I te hablará
bellas palabras y te dirá: «¿Qué quieres?»
I **O
9
lf
8
Te confundirá con sus halagos; ! pero
hasta dos y tres veces te despojará, i y al
fin se burlará de ti. | Después de esto te
verá y se te hará el desconocido | y te insultará, moviendo la cabeza.
(9) * 10 Mira no te engañe | y te derribe tu necedad.
(11) * 12 Si un poderoso te llama a sí,
estáte quieto, I y con mayor instancia te
llamará.
13
No te acerques tú, no seas rechazado; | pero no te estés demasiado lejos, para
no14ser olvidado.
No te aventures a intimar con él y no
des fe a sus muchas palabras, | porque
con su mucha charla te pondrá a prueba,15| y sonriendo te sonsacará.
Es un infame quien falta a su palabra | y sin miramientos forja enredos.
16
Estáte atento y guárdate mucho,! porque la desgracia te ronda.
(17,18) 19 Todo animal ama a su semejante,
| y el hombre a su prójimo.
20
Toda carne se une a los de su especie,
|
y
el hombre a su semejante.
21
¿Para qué unir el lobo con el cordero? | Pues lo mismo es unir al impío con
el 22justo.
¿Qué paz puede haber entre hiena y
perro?
| Pues así entre el rico y el pobre. *
23
El asno salvaje es presa del león en el
desierto; I asi también los pobres son pasto 24de los ricos.
Abominable es para el soberbio la
humildad, | lo mismo que el pobre para
el rico.
25
El rico, si vacila, es sostenido por los
amigos: | pero el pobre, si cae, es- rechazado26aun por los amigos.
Si el rico habla, todos le aplauden; |
aunque
diga necedades le dan la razón.
27
Pero sí el pobre habla, le insultarán; |
hablará con discreción y nadie lo reconocerá.
28
Habla el rico y todos callan | y ponen
por
las nubes su discreción.
29
Pero habla el pobre y dicen: «¿Quién
es éste?» | Y si se propasa, todos se le
echan encima.
U s o de la
riqueza
30
Buena es la riqueza sin pecado, | y
mala
la pobreza, castigo de la soberbia. *
31
El corazón del hombre se refleja en
su rostro, | ya para bien, ya para mal.
32
Rostro alegre es señal de corazón sa-
La Vulgata: «Humíllate ante Dios y espera el socorro de su mano».
La Vulgata: «No te abatas en tu sabiduría, no sea que, abatido, te induzcan a hacer cosas
de necio». Gomo es un vicio el orgullo, también lo es el apocamiento, que no es lo mismo que la
humildad.
22
No a lo que debe ser según los planes de la divina Providencia, que distribuye diversamente
sus bienes a los hombres, sino según la experiencia, que nos muestra a los ricos poderosos explotando a los pobres y enriqueciéndose a costa de ellos.
30 Entiende la riqueza fruto de la avaricia y del fraude, y la pobreza resultado de la disolución.
737
ECLESIÁSTICO 13-15
tisfecho; | rostro triste, de preocupación
y afán.
Ventajas de la sabiduría
(21) 22 Dichoso el hombre que medita
la sabiduría | y atiende a la inteligencia.
23
Que estudia en su corazón sus caminos I e investiga sus secretos. | Sal en pos
de ella como siguiéndole los pasos I y
ponte al acecho en su camino;
24
Mira por sus ventanas | y escucha a
sus25 puertas;
Vigila cerca de su casa, | y en sus muros fija las cuerdas de su tienda; [ planta
su tabernáculo junto a ella I y habita en su
buena
morada;
26
Pone sus hijuelos entre su follaje | y
mora
bajo
sus ramas;
27
Se protege allí, a su sombra, del calor I y descansa en sus habitaciones.
l Dichoso el varón que no peca
con su boca I y no siente el remordimiento del pecado.
2
Dichoso aquel a quien no condena su
corazón; | no verá defraudada su esperanza.
3
El hombre tacaño, ¿para qué quiere
la riqueza?, I y al avaro, ¿de qué le sirve el
oro?*
4
El que se impone privaciones amontona para otros, | y con sus bienes otros se
darán buena vida.
5
El que para sí mismo es malo, ¿para
quién será bueno? | Ni él disfruta de sus
tesoros.
6
Nadie más necio que el que para sí
mismo es tacaño, | y lleva ya en eso su cas- 1 C ' Así hará quien teme al Señor, | y
tigo.
*• •* quien se adhiere a la Ley lograra
7
Si hace algún bien, es sin darse cuen- la 2sabiduría.
ta, | y al fin viene a descubrir su maldad.
Como madre le saldrá al encuentro |
esposa virginal le acogerá.
8 Es malo quien mira con envidia, I el y como
3
que vuelve su rostro y mira con desdén.
Le alimentará con el pan de la inteli9
El ojo del codicioso no se sacia con su gencia I y le dará a beber el agua de la saparte; | y mientras busca lo del prójimo biduría.
4
pierde lo suyo.
En ella se apoyará y no vacilará, I y a
10
El ojo envidioso mira con envidia el ella5 se adherirá y no será confundido.
pan que otro come, I y a su propia mesa
Le levantará por encima de sus compasiempre hay alborotos.
ñeros,
I en la asamblea le abrirá la boca.
6
11
Hallará en ella gozo y corona de aleHijo mío, según tus facultades, hazte
bien a ti mismo | y ofrece al Señor ofren- gría,
I recibirá en herencia nombre eterno.
7
das dignas. *
Los insensatos no la logran, | ni la ve12
Acuérdate de que en el ades ya no rán8 los soberbios.
hay goce, | de que la muerte no tarda y no
Se aleja de la soberbia, | y los mendasabes cuándo vendrá.
ces9 no se acuerdan de ella.
13
No
puede alabarla el malvado, | porAntes de tu muerte haz bien a tu prójimo, | y según tus posibles ábrele tu mano que
Dios no le dio parte en ella;
10
y dale.
Porque la alabanza ha de estar en la
14 No te prives del bien del día | y no boca del sabio, | y el que la posee será
dejes pasar la parte de goce que te toca. maestro en ella.
15
Mira que tienes que dejar lo tuyo
El pecado n o viene de Dios
para otros | y tu hacienda se la distribui11
rán tus herederos.
No digas: «Mi pecado viene de
Dios»,
I que no hace El lo que detesta.
'* Da y toma y satisface tus deseos,
12
17
No digas que El te empujó al pecaQue en el ades no hay que buscar
do,13 I pues no necesita de gente mala. *
placer.
18
El Señor aborrece toda abominaComo vestido se envejece toda carne, I porque ésta es la ley desde el prin- ción I y evita que en ella incurran ios
cipio : que has de morir.
que le temen.
19
Como las hojas verdes de un árbol
14 Dios hizo al hombre desde el princifrondoso, | que unas caen y otras bro- pio I y le dejó en manos de su albedrío.
tan, I así es la generación de la carne y
( 15 ) 16 Si tú quieres, puedes guardar sus
de la sangre: I unos mueren y otros nacen. mandamientos, | y es de sabios hacer su
20
Toda obra humana se carcome, al voluntad.
17
fin se acaba, | y tras ella se va el que la
Ante ti puso el fuego y el agua; | a lo
hizo.
que tú quieras tenderás la mano.
H
3
1 í
Los bienes deben ser administrados de modo que aprovechen al que los posee y a los
' ^1 1 demás, siendo en uno y otro caso instrumentos de la virtud.
Las ofrendas sean dignas de Dios, que sólo acepta las que son efecto de la devoción y van
adornadas por la justicia. Estas, al mismo tiempo que son a Dios gratas, son beneficiosas al que
las ejerce, por cuanto le merecen las bendiciones del Señor.
15
12
Santiago completa esta doctrina sobre el origen del pecado (1,13-18).
Ndear-Colunga
¿t
738
ECLESIÁSTICO 15-17
18
Ante el hombre están la vida y la
muerte; | lo que cada uno quiere le será
dado.
19
P o r q u e grande es la sabiduría del Señ o r ; | es fuerte, poderoso y t o d o lo ve.
20
Sus ojos se posan sobre los q u e le
temen | y conoce todas las o b r a s del
hombre.
21 A ninguno manda obras impíamente, | a ninguno da permiso para pecar.
Dios es justo
•I n 1 N o te agrades de tener muchos
* O hijos inútiles p a r a el bien, | n i te
complazcas en hijos malvados. | P o r muchos que tengas, n o te alegres d e ello, | si
n o i,cnen el temor del Señor.
2
N o confíes en ellos | n i tengas esperanza en su posteridad;
3
Porque m á s vale u n o bueno q u e mil
malos.
4
Y m á s morir sin hijos que tenerlos impíos.
5
P o r q u e p o r u n solo sensato prospera
u n a ciudad, I y u n a tribu d e inicuos la
devasta.
6
M u c h o d e esto h e visto con mis
ojos | y aun cosas m á s graves oyeron mis
oídos.
7
E n la asamblea d e los pecadores se
encenderá el fuego | y en la nación rebelde se inflama la ira.
8
N o perdonó a los antiguos gigantes, |
que, confiados en su fuerza, se rebelaron;
9
N i perdonó a los convecinos de Lot, |
que se atrajeron la cólera p o r sus abominaciones.
10
N o se compadeció del pueblo destin a d o a la ruina, | d e los que p o r sus pecados fueron exterminados.
11
N i de los seiscientos mil infantes |
que se dejaron llevar d e su corazón rebelde.
U n o solo que endurezca su cerviz, | será
maravilla si queda i m p u n e ;
12
Porque hay en El misericordia y c ó lera; ¡ aguanta y perdona, | m a s sobre los
impíos derrama su ira.
13
C o m o es grande su misericordia, así
es severo su castigo, | juzgará al h o m b r e
según sus obras.
14
N o escapará el pecador con sus rapiñas, | n i se frustrará la esperanza del
justo.
15
Recompensa a todos los misericordiosos, | y cada u n o recibirá según sus
obras.
D e Dios nadie se esconde
16
N o digas: « M e esconderé del Señor; |
allá en las alturas, ¿quién se acordará de
mí?»
17
Entre tantos pasaré inadvertido; |
¿qué soy yo en medio de todos?»
18
M i r a : el cielo y los cielos de los cielos, I el abismo y la tierra, tiemblan en s u
presencia.
19
Igualmente los montes y los cimientos de la tierra | se estremecen c u a n d o los
mira El.
20
Y te dices: «¿Va a mirarme a mí,
2
1 A conocer todos mis caminos? | Si
peco, ¿me verán sus ojo"?
22
Si miento a escondidas, ¿lo sabrá? |
¿Conocerá también mis obras de justicia? |
¿Qué puedo esperar p o r vivir a t a d o p o r la
ley?»
23
Asi piensa el insensato.
Dios, creador de todo
Óyeme, hijo mío, y aprende sabiduría, I y pon dentro de tu corazón mis palabras.
2
5 Expondré c o n sensatez mis pensamientos, I ponderadamente m i doctrina.
26
C u a n d o el Señor desde el principio
hizo sus obras, | desde el principio las distinguió.
27
Las ordenó p a r a siempre y les asign ó su oficio I según su naturaleza.
N o pasan hambre n i se fatigan | y n o
interrumpen su trabajo.
28
N i n g u n o molesta al o t r o .
29
Y jamás desobedecerán sus m a n d a tos.
30
Después de esto miró el Señor a l a
tierra | y la llenó d e sus bienes.
31
Cubrió la superficie de la tierra de
animales de toda especie, ¡ que a ella han
de volver.
24
Dios, creador del h o m b r e
i El Señor formó al hombre de la
tierra.
2
Y de nuevo le h a r á volver a ella.
3
L e señaló u n n ú m e r o contado d e
días I y le dio el dominio sobre ella. | Lo
vistió de la fortaleza a él conveniente | y le
hizo según su propia imagen.
4
Infundió el temor de él en t o d a carne I y sometió a su imperio las bestias y
las aves. *
5 Diole lengua, ojos y oídos | y u n corazón inteligente;
6 Llenóle de ciencia e inteligencia I y
le dio a conocer el bien y el mal.
n
<|C l e Los impíos querrían persuadirse de qi : Dios estaba muy alto y no ve las cosas de aquí
* " abajo (Job 22,13 ss.); pero los profetas h ;isten en la omnisciencia de Dios, a la que nada
se escapa (Sal 139,8-16).
17
4
Muy hermosamente declara Dios esta idea en Gen 9,3.
739
ECLESIÁSTICO 17-18
31
El sol preside al ejército de los altos
L e dio ojos | para q u e viera la grancielos, I pero el h o m b r e es polvo y ceniza.
deza de sus obras, *
8
Para que alabara su n o m b r e santo | y
pregonara la grandeza de sus obras.
•J Q 1 El que vive eternamente crió jun9
Y añadióle ciencia, | dándole en pose- * O tamente todas las cosas. | Sólo el
sión una Ley de vida.
Señor es justo. *
10
2 Nadie puede dignamente d a r a conoEstableció con ellos u n pacto etercer sus obras.
n o I y les enseñó sus juicios.
3
11
¿Quién investigará sus grandezas?
Contemplaron sus ojos la grandeza
4
El poder de su majestad, ¿quién lo
de su gloria, | y sus oídos oyeron su m a jestuosa voz, I y les dijo: « G u a r d a o s de cantará, I y quién p o d r á enumerar sus
misericordias?
t o d a iniquidad».
12
s N a d a hay q u e quitar a su obra, nada
Y les dio m a n d a t o s acerca d e su p r ó que añadir, | y nadie es capaz de investijimo.
13
El mira siempre sus caminos | y n a d a gar las maravillas del Señor.
6
C u a n d o el h o m b r e cree acabar, ense esconde a sus ojos.
14
tonces comienza, | y c u a n d o se detiene
D i o a cada nación u n jefe, *
5
se ve perplejo.
1 Pero Israel es la porción del Señor.
7
16
¿Qué es el h o m b r e y de qué sirve? I
Todas sus obras están ante El como
¿Qué
tiene de bueno y q u é de malo?
está el sol, | y sus ojos están de continuo
8
sobre sus caminos.
El n ú m e r o de los días del hombre, a
17
Sus injusticias no se le ocultan, | y más tirar, son cien a ñ o s ; ¡como u n a gota
todos sus pecados están delante del Se- de agua en el mar, [ c o m o u n grano de
arena, así son sus pocos años a la luz del
ñor.
18
La misericordia del h o m b r e es como día de la eternidad.
9
Por eso el Señor es magnánimo con
sello ante El, | y tiene cuenta del beneficio
hecho al h o m b r e como d e la propia pu- ellos I y derrama sobre ellos su misericordia.
pila.
19
10 Vo y conoce q u e su fin es desventuLuego se alzará para darle su recompensa, I y echará sobre la cabeza de cada rado,
11
u n o el pago de sus obras.
I
Y por eso muliiplíca sus piedades.
12
20
L a misericordia del hombre es para
Sin embargo, perdona a los q u e se
arrepienten | y consuela a los que pierden con su prójimo; | la del Señor, para con
toda carne.
la esperanza.
13
Arguye, instruye y enseña, I y redu21 Vuélvete al Señor y deja los pecados;
22
ce como pastor a su rebaño.
Suplícale y enmienda las ofensas.
14
23
Tiene piedad de quien recibe su enConviértete al Altísimo y apártate de
la iniquidad, | y aborrece de corazón todo señanza, I de quien es diligente en cumlo abominable. | En el ades, ¿quién alaba- plir sus preceptos.
rá al Altísimo
La buena conversación
(24) 25 p o r i o s vivos que le tributan alabanzas?
15 Hijo mío, tus beneficios no los acom26
El muerto, como el que n o existe, ya pañes de reproches, | ni tus obsequios de
no alaba; *
palabras amargas.
27
i" El rocío refresca los ardores del sol, I
El vivo y el sano, ése alabará al Señor.
y así la buena palabra es mejor que el don.
17
28
U n a buena palabra es mejor q u e u n
¡Cuan grande es la misericordia del
Señor I y su piedad para los que se vuel- obsequio, | pero el h o m b r e benéfico une
ven a El!
la u n a al otro.
29
1 8 El necio hace groseros reproches, |
Pues n o es del t o d o perfecto el h o m bre ! ni es inmortal el hijo del hombre.
y el don del envidioso hace mal a Jos ojos.
19
30
Antes de hablar, aprende, | y antes
¿Qué más refulgente que el sol? |
Y aun él se eclipsa. [ ¿Cuánto más el h o m - de la enfermedad, cuídate.
20
bre, cuya fuerza es carne y sangre?
Antes del juicio examínate a ti mis7
7
Los ojos del entendimiento, que Dios nos ha dado, en esto principalmente deben ejercitarse:
en contemplar la belleza de las obras de Dios y conocer por ellas a su Hacedor.
14
La divina Providencia, que todo lo hace con orden, dio a cada nación su autoridad que la
gobernase: pero se reservó para sí el gobierno de Israel y el darle las leyes apropiadas a sus destinos
mesiánicos.
26
El Eclesiástico, desconocedor de la manera de vivir en el seol, invita a que se aprovechen
los días de esta vida en alabar a Dios.
•f Q 1 En este texto pretendía apoyar San Agustín su concepción de que Dios habla creado
* ^ todas las cosas a la vez y que los seis días tenían solamente un valor literario. Lo más seguro
es que el autor sagrado sigue la letra del Génesis y que no pretende excluir los días de la creación,
sino decir que Dios creó todas las cosas, sin exceptuar ninguna.
740
ECLESIÁSTICO 18-19
mo, | y en la hora de la visitación hallarás21 piedad.
Antes de enfermar, humíllate, I y si
pecas,
conviértete.
22
No dejes de cumplir a su tiempo tus
votos,
| no aguardes a la muerte para ello.
23
Antes de hacer un voto, míralo bien, |
no2 4seas como quien tienta al Señor. *
Acuérdate de la cólera del día postrero, ¡ del día de la venganza, cuando
Dios aparta su rostro.
2
5 Al tiempo de la abundancia acuérdate del hambre, | de la pobreza y de la
necesidad en los días de la riqueza.
2
6 C o m o cambia el tiempo desde el amanecer hasta la tarde, | así todo pasa rápidamente ante el Señor.
27
El hombre sabio está siempre alerta, | y en el día de la tentación se guarda
del28 pecado.
Del sensato es aprender sabiduría | y
alabar
a quien la halla.
29
Los que escuchan sabias sentencias
se hacen sabios, | y derraman como lluvia los proverbios oportunos.
7
No esparzas la maledicencia, | y así
nadie
te afrentará.
8
No descubras tu corazón ni al amigo
ni al enemigo, | si puedes hacerlo sin incurrir9 en pecado, *
Porque quien te oyere, se pondrá en
guardia contra ti, | y llegada la ocasión se
te 10
mostrará enemigo.
¿Has oído algo? Pues quede sepultado en ti, ! y no temas, que no te hará reventar.
11
Al necio eso le aflige, | como la criatura
a la parturienta.
12
Como flecha clavada en el muslo, |
así es una de esas cosas en el seno del
necio.
13
Habla a tu prójimo, no sea que no lo
haya
hecho, | y si lo hizo, que no lo repita.
14
Habla a tu amigo, no sea que no lo
haya dicho, | y si lo dijo, que no vuelva
a decirlo.
15
Habla a tu amigo, que muchas veces
se 16calumnia.
Y no creas de ligero cualquier cosa, |
que muchas veces se desliza uno, pero sin
intención.
17
Porque ¿quién es el que no peca con
su lengua? | Amonesta al prójimo antes
de reñirle,
Y da lugar a la Ley del Altísimo.
Moderación
No te dejes llevar de tus codicias |
y cohíbete
tus deseos.
31
Si das a tu alma la satisfacción de
tus apetitos, [ te harás la burla de tus eneL a sabiduría verdadera y la falsa
migos.
32
18
No te des a la buena vida | ni te enToda sabiduría consiste en el temor
tregues
al placer.
de Dios | y está en el cumplimiento de
33
No te des a comer y beber con dine- la Ley.
ro prestado, | cuando nada te queda en
19 No es sabiduría la ciencia de la malla bolsa.
dad | y no hay prudencia en los consejos
de20los pecadores.
•j Q i El dado a la embriaguez jamás se
Hay una sabiduría que es execrable, |
•!• ** hace rico; | el que desprecia lo po- y hay necios que ni siquiera saben hacer
co, poco a poco se precipitará.
el
mal.
2
El vino y las mujeres extravían a los
21 Mejor es con poca inteligencia temer
sensatos.
a Dios
| que con mucha traspasar la Ley.
3
22
El que frecuenta las meretrices se hará
Hay una sutileza verdadera, pero que
un desvergonzado, I la corrupción y los traspasa la justicia.
23
gusanos serán su herencia, | y el procaz
Y que pervierte el derecho para mosva4 a la ruina.
trar el ingenio. | Hay quien va encorvado
El que es fácil en creer de ligero | y en y enlutado, | pero en su interior está lleno
esto peca, a sí mismo se perjudica.
de engaño.
24
Lleva la cabeza baja I y se hace el
Discreción en creer y en hablar
sordo, | pero cuando menos lo piensas se
(5) * 6 El que se goza en el mal será te 25echa encima.
Y aunque no tenga fuerzas para ello, |
condenado, | y el que lleva y trae chisen cuanto tenga ocasión te hará el mal.
mes y cuentos está falto de sentido.
30
23
Este versículo admite ser interpretado en dos sentidos. Primero, el que damos en el texto:
antes de hacer un voto mira cómo lo puedes cumplir, y no tientes a Dios con tu incumplimiento.
El otro es el que nos da la Vulgata: «Antes de orar prepara tu alma», sentido más espiritual y muy
querido de nuestros maestros espirituales.
Q 5 El v.5 se lee en el códice alejandrino y en la Vulgata: «Quien se complace en la iniquidad
** quedará infamado; quien odia la corrección acorta su vida; quien aborrece la locuacidad extingue la maldad».
8
Los antiguos decían que las cosas de los amigos son comunes, sin excluir, claro es, las más
íntimas; pero esto tiene sus límites, y hay cosas que sólo comunica uno con Dios y ahora con el
confesor, que hace sus veces.
1
741
ECLESIÁSTICO 19-21
22 L a palabra del necio no es bien re26 Por su aspecto se descubre el h o m bre, | y p o r su semblante el prudente. cibida, I porque la dice fuera de tiempo.
27
El vestir, el reir y el andar | denunSentencias varias
cian lo que hay en él.
23
Hay quien de pobre no puede ni pe28 H a y quien reprende importunamenI y no es perturbado en su reposo.
te | y hay quien calla, m o s t r a n d o su pru- car,
24
Hay quien por respetos humanos
dencia.
pierde su alma, I y se da por perdido
L a discreción en hablar
ante la mirada de un necio.
nn
l Mejor es reprender que guardar
25 Hay quien por respeto humano pro4 U rencor. | Quien confiesa su culpa mete al amigo | y por una nonada se le
se ahorrará el daño.
hace enemigo.
26 Es infamia en el hombre la menti2 Como eunuco que pretende desflorar
ra, I que se halla siempre en los labios
a una
doncella
3
Es el que a la fuerza hace la justicia. de27los insensatos.
4
Es preferible el ladrón al mentiroBueno es que el corregido manifieste
arrepentimiento; I así huirá del pecado so; I uno y otro tendrán por heredad la
perdición.
voluntario.
5
28
Hay quien callando se muestra saEl fin del embustero es la deshonbio | y quien se hace odioso por su mu- ra, I y lleva siempre encima su deshonor.
cho hablar.
Parábolas
6 Hay quien calla porque no tiene qué
29
responder | y hay quien calla esperando
El sabio en palabras crecerá en digsu7 vez.
nidad, I y el hombre prudente agradará a
El sabio se calla hasta el momento los magnates.
30
oportuno; | el necio no sabe aguardar
El que cultiva la tierra aumentará sus
su tiempo.
parvas,
| y el que agrada a los grandes, de
8
El que mucho habla molesta, I y el tuerto
hará derecho.
31
que en hablar no guarda medida se hace
Regalos y dones ciegan los ojos de
odioso.
los sabios I y son como bozal en la boca
9
Hay éxitos que para el hombre se con- para la reprensión.
32
vierten en mal | y hallazgos que le traen
Sabiduría oculta y tesoro escondidaño.
do,33 I ¿de qué sirven la una y el otro?
io Hay dones que de nada sirven | y
Mejor hombre el que esconde su nehay otros cuyo provecho es doble.
cedad I que el que oculta su sabiduría.
ii A veces la prosperidad origina la huLa huida del pecado
millación, | y la humillación hace erguir
O í 1 Hijo, ¿has pecado? No vuelvas
la cabeza.
12 Hay quien compra muchas cosas por ^ A a pecar más | y ora por los pecados anteriores.
poco | y hay quien las paga siete veces.
13 El discreto en hablar se hace ama- 2 Como de la serpiente, huye del pecable, | pero las gracias del necio se des- do,3 I porque si te acercas, te morderá.
precian.
Dientes de león son los suyos, | que
i 4 ü o n de necio no te aprovechará, | dan muerte a los hombres.
4
porque
en vez de un ojo tiene siete.
Toda iniquidad es como espada de
15 Da poco y echa en cara mucho, | y dos filos; I no hay medicina para su llaga.
5
lo pregona a boca llena.
Violencia y soberbia aniquilan la ha16
Hoy presta y mañana exigirá; | seme- cienda, I y será asolada la casa del orgujante
hombre
es
aborrecible.
lloso.
17 Dice el necio: «Yo no tengo amigos, |
6 La queja del pobre va de su boca al
no18hay gratitud para mis buenas obras.
oído de Dios, | y el juicio viene prestaLos que comen mi pan son malas mente contra el opresor.
7
lenguas». | ¡Cuántos y cuántas veces se
El que aborrece la reprensión va por
burlarán de él!
los pasos del pecador; | el que teme al
(19) * 20 Mejor es caer en el suelo que Señor se convierte de corazón.
8
caer por la lengua. | La caída de los maDesde lejos se conoce al lenguaraz en
los llega apresuradamente.
el 9hablar; | el discreto encubre las faltas.
21 Es bocado sin sal gracia dicha a desEl que levanta con bienes ajenos su
tiempo; I está siempre en la boca de los casa I es como el que amontona piedras
insensatos.
para su sepultura. *
Oí)
^ ^
19
La Vulgata: «No sabe distribuir ni lo que debía reservar ni lo que debía gastar». Que
gasta sin tino ni discreción.
21
9
Eso son los bienes mal adquiridos, que el poseedor no se apropió en justicia, llevando
sobre quien así los adquirió La responsabilidad del pecado.
742
ECLESIÁSTICO 21-22
2
Se parece a una bola de estiércol, I
1° Montón de estopa es banda de imquien la coge se sacude las manos.
píos;
| la llama del fuego será su fin.
11
El camino de los pecadores está enE l hijo m a l educado
losado, | pero su fin es la sima del ades.
3
Es deshonra del padre haber engendrado un hijo indisciplinado; | una hija
Sabiduría y necedad
asi4 le nace para su daño.
12
El
que
guarda
la
Ley
es
dueño
de
sí.
La hija prudente es un tesoro para
13
Y el fin del temor de Dios es la sabi- su marido; | la desvergonzada será fuente
duría.
de5 disgustos para el que la crio.
14
No es educado el que no es prudente;
La hija necia confunde a su padre y a
15
Pero hay una prudencia que acarrea su marido, | y por ambos será despreciada.
6
mucha
amargura.
La música en el duelo es cuento fuera
16
La ciencia del sabio crece como una de tiempo, | pero los castigos y la disciinundación, | y su consejo es como una plina son siempre oportunos. *
fuente
de vida.
17
El corazón del necio es como un vaso
E l necio
7
roto,
| no retiene la sabiduría.
Como quien compone un cacharro
18
El hombre sabio oirá una palabra dis- roto es el que enseña a un necio;
8
creta, | la alabará y le añadirá algo más; |
Es despertar a un dormilón que duerpero la oye el descontentadizo, y mostrara me profundo sueño.
9
su 19desagrado | y se la echa a las espaldas.
Es hablar con un dormido el hablar
La conversación del necio es como con un necio, | que al fin acabará por decarga en el camino, | pero en los labios cir: «¿Qué pasa?»
del20 prudente se halla complacencia.
10 Llora al muerto, pues se extinguió su
El parecer del prudente es requerido luz, | y llora al necio, pues se extinguió
en la asamblea, | y a lo que dijere pon- su inteligencia.
drán
mucha atención.
n No llores demasiado por un muer21
Como casa en ruina es la sabidu- to, pues ha logrado el reposo;
ría para el necio; I y la ciencia, para el
i 2 La vida del necio es peor que la
insensato,
es palabra ininteligible.
muerte.
22
13
Grillos en los pies es la disciplina para
El duelo por un muerto dura siete
el insensato, | y como esposas en su mano días, | pero el duelo del necio y del imderecha.
pío,4 todos los días de su vida. *
23
El necio, cuando ríe, ríe estrepitosa1 Con el necio no hables demasiado, |
mente, | el discreto apenas sonríe por lo ni vayas con el insensato.
bajo.
15 Guárdate de él si quieres evitar el
24
Como joya de oro es para el pruden- fastidio, I y no te manchará con su conte la disciplina, | como brazalete en su tacto.
brazo
derecho.
i* Apártate de él y tendrás descanso, |
25
Los pies del necio son ligeros para y no tendrás que sufrir de su necedad.
entrar en las casas, | pero el varón dis17 Que es más pesado que el plomo; I
creto
se recela de entrar.
y ¿cómo
llamarle sino necio?
26
El necio desde la puerta curiosea, | el
i 8 Carga de arena, de sal, de hierro, I
prudente
se
detiene
fuera.
son más fáciles de sobrellevar que un
27
Es una grosería escuchar a las puer- necio.
tas; | el prudente se avergüenza de haL a fortaleza
cerlo.
28
19 El maderamen bien ensamblado de
Los labios de los necios dicen necedades, | las palabras del prudente pesan un edificio | no lo desencaja un terremoto, I así el corazón afirmado en consejo
en29la balanza.
maduro.
En la boca del necio está su corazón; | bien
20
No vacila en tiempo alguno. | Coy en
la boca del sabio el suyo.
30
razón
que se apoya en pensamiento saCuando el impío maldice a su enebio I es como revoque mezclado con aremigo,
|
se
maldice
a
sí
mismo.
31
Mancha su alma el murmurador | y na2 en muro liso.
i Empalizada que no se hinca bien |
es aborrecido en la vecindad.
no22se sostiene contra la fuerza del viento;
Así el corazón tímido, apoyado en
n n i Se asemeja el perezoso a una pe« « Ha de barro, | todos silban sobre necios pensamientos, | no resiste al temor.
su infamia.
6
Los griegos empleaban la música en las manifestaciones de duelo; pero no los hebreos,
que no concebían la música sino como expresión o excitante de alegría.
13 Esta debía de ser la ley ordinaria, porque en casos extraordinarios se prolongaba hasta un mes,
como se lee de Arón (Núm 20,20) y de Moisés (Dt 34,8).
22
743
L a amistad
(23) 24 Q u i e n los ojos s e frota saca lágrimas, I y el que se punza el corazón
descubre sus sentimientos.
25
Quien tira una piedra a los pájaros
los espanta; I el que afrenta al amigo
rompe la amistad.
26
Si desenvainaste la espada contra el
enemigo, | no desesperes, todavía hay
remedio.
27
Si hiciste reproches al amigo, | no
temas, que hay lugar a la reconciliación. I Pero ultrajar, revelar secreto, traicionar, I son cosas que espantan a todo
amigo.
28
Sé fiel al amigo en su pobreza, |
para que así goces de sus bienes en la
prosperidad.
29
Permanece a su lado en el tiempo
de la tribulación, | para que tengas parte 30de su ventura.
Antes del fuego sale por la chimenea
el humo, | así a la sangre preceden los
insultos.
31
No me avergonzaré de defender a
mi amigo | ni me ocultaré de él, | que si
algún
mal me sucede por él,
32
A él le echarán todos la culpa.
O r a c i ó n pidiendo preservación
del m a l
33
¡Quién pusiera un guarda a mi boca I y un sello de circunstancias a mis
labios I para que por ellos no caiga | y
no me pierda mi lengua!
ECLESIÁSTICO 22-23
8 Que por los labios es cogido el pecador I y vienen a caer el maldiciente y
el 9soberbio.
No te habitúes a proferir juramentos.*
i°Ni a pronunciar el nombre del
Santo;
11 Pues como el esclavo puesto de continuo a la tortura I no está libre de cardenales, I así el que siempre jura y profiere el nombre de Dios | no se verá limpio2 de pecados.
i Hombre que mucho jura se llenará
de iniquidades | y el azote no se apartará
de su casa.
13
Si uno peca, el pecado pesará sobre
él, I y si no tiene cuenta, pecará doblemente.
14 El que jura en vano no está exento
de culpa, | y su casa estará llena de
penas.
15 Hay modos de hablar que llevan a
la muerte; I lejos estén de la descendencia de Jacob.
16 pues todo esto debe estar muy lejos
del varón piadoso, | y así no se verá
enredado en el pecado.
17 No habitúes tu lengua a libertina
disciplina, | que va acompañada del hablar pecaminoso.
18 Acuérdate de tu padre y de tu madre I cuando te sientes en medio de
los 9grandes; *
1 No sea que, olvidándote de ellos en
su presencia, I vengas a hacer el necio, y
querrías
entonces no haber nacido.
2
<> Hombre de hablar vituperable | no
llegará en su vida a la sabiduría.
n o ! Señor, Padre, Soberano de mi
£tO v j(j a> 1 no permitas que por ellos
caiga.
El adulterio
2
¡Quién me diera que manejases el
2
azote contra mis pensamientos, | y con1 Dos suertes de hombres multiplican
tra mi corazón la disciplina de la sabi- los pecados I y una tercera atrae la códuría, I sin compasión a mis faltas, | para lera:
22
que
no incurra en pecados de lengua,
El que se abrasa en el fuego de sus
3
Para que no se multipliquen mis ye- apetitos, I que no se apaga hasta que del
rros y se acrecienten mis pecados, | y todo le consume;
23
venga a caer ante el enemigo | y éste
El hombre impúdico consigo misse 4regocije al verlo!
mo, I que no cesará hasta que su fuego
Señor, Padre y Dios de mi vida, | no se extinga;
24
me5 abandones a sus sugestiones.
El hombre fornicario, a quien todo
No me haga altivo de ojos; | apar- pan le es dulce, | que no se cansará
ta de mí toda mala inclinación;
mientras no muera;
6 No se adueñen de mí los placeres del 25 El hombre infiel al propio lecho convientre y de la sensualidad | y no me yugal, I que dice para sí: «¿Quién me ve?
26
entregues al deseo lascivo.
La obscuridad me cerca y las paredes me ocultan, | nadie me ve, ¿qué
Disciplina de la lengua
tengo
que temer? | El Altísimo no se da
7
Escuchad, hijos míos, la disciplina de cuenta de mis pecados».
27
la lengua, | que el que la guarda no será
Sólo teme los ojos de los hombres.
28
cogido en falta.
Y no sabe que los ojos del Señor |
O í f La doctrina de este pasaje sobre el juramento supone una costumbre muy extendida de
" • ^1 8 jurar y justificar el precepto del Señor en Mt 5,33-37, repetido por Santiago (5,12).
Supone el texto que se trata de nacimiento humilde, para que no se engría considerando
sólo la compañía y pretendiendo igualarse con ella.
744
ECLESIÁSTICO 23-24
son mil veces m á s ciatos que el sol I y
q u e ven t o d o s los caminos de los h o m bres | y penetran hasta los lugares m á s
escondidos.
29
Antes que fueran creadas todas las
cosas, ya las conocía El, I y lo mismo las
conoce después de acabadas.
30
Será aquél castigado en las plazas
de la ciudad, | y donde menos lo sospec h a será cogido.
(3t) 32 Así también la mujer q u e engaña
a su marido | y de un extraño le da un
heredero;
33
P o r q u e en primer lugar desobedeció
a la Ley del Altísimo, I y además pecó
contra su m a r i d o ; I y en tercer lugar
cometió adulterio, I dándole hijos de var ó n extraño.
34
Esta será llevada ante la asamblea I y
recaerá sobre sus hijos la d u d a ; *
35
Sus hijos n o echarán raíces I ni sus
r a m a s d a r á n fruto.
3
* Dejará u n a memoria de maldición, |
y su deshonra n o se borrará.
37
Y los supervivientes conocerán que
n a d a hay mejor que el t e m o r del Señ o r | y nada más dulce que atenerse a
sus mandamientos.
E l o g i o d e la sabiduría
l
n i
L a sabiduría se alaba a sí mis« » m a | y se gloría en medio de su
pueblo;
2
En la asamblea del Altísimo abre su
boca | y en presencia de su majestad se
gloría. *
( 3 ,4) * 5 Y o salí de la boca del Altísimo,
6
Y como nube cubrí t o d a l a tierra.
7
Y o habité en las alturas I y m i t r o n o
fue columna de nube.
8
Sola recorrí el círculo de los cielos I
y me paseé por las profundidades del
abismo.
9
Por las ondas del m a r y p o r toda la
tierra.
lOEn t o d o pueblo y nación imperé;
u E n t o d o s busqué descansar | p a r a
establecer en ellos mi morada.
12
Entonces el Criador de todas las co-
sas m e ordenó, | m i Hacedor fijó el lugar
de mi habitación.*
13
Y me dijo: Habita en Jacob | y establece tu tienda en Israel.
M o r a e n Israel
Desde el principio y antes de los siglos m e creó I y hasta el fin n o dejaré
de ser. | E n el tabernáculo santo, delante
de él ministré,*
15
Y así tuve en Sión m o r a d a fija y
estable, I reposé en la ciudad de El a m a da, I y en Jerusalén tuve la sede de mi
imperio.
16 Eché raíces en el pueblo glorioso, I
en la porción del Señor, en su heredad.
14
S u s gracias
i ' C o m o cedro del L í b a n o crecí, | como
ciprés de los m o n t e s del H e r m ó n .
is Crecí c o m o palma de Engadi, I como
rosal de Jericó.
19
C o m o hermoso olivo en la llanura, I
c o m o plátano junto a las aguas.
20
C o m o la canela y el bálsamo a r o m á tico exhalé mi a r o m a | y c o m o la mirra
escogida di suave olor.
2
i C o m o gálbano, estacte y alabastrin o vaso de perfume, | c o m o n u b e de
incienso en el tabernáculo.
22
C o m o el terebinto extendí mis r a mas, | ramas magníficas y graciosas.
23
C o m o vid eché hermosos sarmientos | y mis flores dieron sabrosos y ricos
frutos.
24
Y o soy la m a d r e del a m o r , | del
temor, de la ciencia y de la santa esperanza.
(25) * 26 Venid a mí cuantos m e deseáis | y saciaos de mis frutos.
27
P o r q u e recordarme es m á s dulce que
la miel, | y poseerme, m á s rico que el
panal de miel.
(28) * 29 Los que m e coman quedarán
con h a m b r e de mí, I y los que m e beban
quedarán de mí sedientos.
30
El que m e escucha jamás será confundido, | y los que m e sirven no pecarán.
34
La mujer adúltera debia ser apedreada por el pueblo (Dt 22,22-24), y este pecado ponía
en duda la legitimidad de sus hijos, induciendo a sospechar si serían también hijos de pecado.
O A, 2 La asamblea del Altísimo era la reunión del pueblo que concurría a las fiestas anuales en
~ *4 el templo (Sal3 22,23).
La Vulgata: « En medio de su pueblo será ensalzada y admirada en la congregación plena
de los santos; 4 Recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos y será bendecida entre
los benditos».
12
La Sabiduría divina se halla difundida sobre todas las obras de Dios, y los pueblos todos
pueden conocerla, y por ella a Dios; pero en Israel esa misma Sabiduría se halla en la Ley, y por
ella puede conocer mejor al Señor. Esta es la sabiduría y la gloria de Israel, que le distingue de todos
los pueblos
(Dt 4,6).
14
La expresión «antes de los siglos», «antes de ia creación del mundo» y otras tales significan
desde
la eternidad. Sobre la creación de la sabiduría véase lo dicho en la nota a 1,4.
25
La Vulgata: «En mí está toda ia gracia del camino y de la verdad, en mí toda esperanza de
la vida
y de la virtud».
28
\
La Vulgata: «Perdurará mi memoria en la serie de los siglos».
745
E s t á e n la L e y
(31) * 32 El libro de la alianza de Dios
Altísimo es todo esto, I la Ley que nos
dio Moisés en heredad a la casa de Jacob.
(33,34) * 35 Llena de sabiduría como de
agua el Pisón, | como el Tigris en días
primaverales;
36
Llena de inteligencia c o m o de agua
el Eufrates | y c o m o el J o r d á n en los
días de la mies.
37
Rebosa como de agua rebosa el Nilo |
y c o m o el G e ó n en los días de la vendimia. *
38
El primero no acabó de conocerla I
ni el último la agotará;
39
Porque su pensamiento es m á s profundo que el m a r | y su consejo más
profundo que el gran abismo.
(40)4] C o m o canal derivado del río, |
c o m o acueducto que entra en un jardín.
42
D í j e m e : Y o regaré mi jardín | e
inundaré mis bancales;
43
Y mi bancal se hizo u n río, I y mi
río se hizo un mar.
44
Más que la aurora quiero que brille la doctrina, | y la haré resplandecer
hasta muy lejos.
(45) * 46 Quiero derramar mi doctrina
c o m o profecía | y legarla a las generaciones remotas.
47
Ved que n o laboro sólo para mí, |
sino p a r a todos los que buscan la sabiduría.
T r e s c o s a s gratas
ECLESIÁSTICO 24-25
6
¡Cuan bien sienta a los cabellos blancos el juicio, I y a los ancianos el consejo!
7
¡Qué bien dice la sabiduría a los ancianos, I y la inteligencia y el consejo a
los nobles.
8
La corona de los ancianos es su rica
experiencia, | y el temor del Señor, su
gloria.
Cosas laudables
9
Nueve cosas a l a b o en mi corazón |
y la décima la diré con mi lengua:
1° El varón superviviente en sus hijos, j el que en vida ve la ruina de sus
enemigos, *
u Quien convive con mujer discreta, I
quien n o peca con su lengua, quien no
sirve a u n o inferior a él,
12
Quien halló u n b u e n amigo | y quien
habla a oídos que le escuchan.
1 3 ¡Cuan grande es el sabio!, pero nadie aventaja al que teme al Señor.
1 4 A t o d o sobrepuja el temor del Señor.
15
El que lo tiene, ¿a quién compararle?
(ló, 17) * 18 prefiero cualquier llaga a llaga del corazón.
19
Y cualquier maldad, a la maldad de
la mujer.
20
Cualquiera miseria, a la miseria de
los que se aborrecen.
2X
Y cualquier venganza, a venganza de
enemigo.
22
N o hay veneno sobre el veneno de
la serpiente I y n o h a y cólera sobre la
cólera de la mujer.
23
Prefiero m o r a r con un león o un
dragón | a habitar con u n a mujer maligna.
La mujer mala
*%C ' E n tres cosas se complace mi
« « * alma, | hermosas ante el Señor y
ante los h o m b r e s :
2
L a c o n c o r d i a e n t r e h e r m a n o s , la
amistad entre los prójimos I y la armonía
entre mujer y marido.
3
24
Aborrece mi alma tres suertes de genL a maldad de la mujer demuda su
tes, I cuya vida m e da en rostro:
rostro I y hace su semblante c o m o de
4
P o b r e soberbio, rico embustero | y o s o ; I su marido, sentado entre amianciano adúltero y necio.
gos, [ sin quererlo, solloza amargamente.
(25) 26 Ligera es toda maldad comparaL a c o r o n a d e la a n c i a n i d a d
da con la maldad de la mujer;!caiga
5
Si n o cosechaste en la juventud, | sobre ella la suerte de los pecadores.
27
¿cómo lo hallarás en la vejez?
L o que u n a cuesta arenosa para los
31
33
La Vulgata: «Los que me honran obtendrán la vida eterna».
La Vulgata: « 33 Dio a Moisés
una ley formulada en preceptos justos, la herencia de la casa
de Jacob y las promesas de Israel; 3 4 Prometió a David, su siervo, que de él nacerla un rey tortísimo,
que se sentaría en su trono para siempre».
37
Geón igual al Nilo, con el cual identifica el autor el Guijón del paraíso (Gen 2,13).
45
La Vulgata: «Penetraré en las partes más profundas de la tierra, el seol; echaré una mirada
sobre todos los dormidos, los muertos, e iluminaré a los que esperan en el Señor».
p K 1Q No ofrece dificultad el que se considere dichoso al varón que muere lleno de días y de^ ^ jando una larga posteridad, pues ésa es una de las bendiciones que Dios prometía a los justos.
Para hacerse cargo de la segunda parte conviene recordar cómo los Salmos nos presentan el mundo
dividido en dos bandos: el de los justos, que representaban la causa de Dios, y el de los impíos,
que le son contrarios. Los enemigos de que el autor habla son los del justo, y, por tanto, los que
Dios en su justicia humilla para hacer brillar esa justicia y fortalecer el ánimo de los justos.
16
Según el códice alejandrino y la Vulgata: o16 El temor de Dios es el principio de su amor,
y la fe el principio de la adhesión a El. 1 7 La tristeza del corazón es una llaga completa, y una suma
malicia la malignidad de la mujer».
746
ECLESIÁSTICO 25-27
pies del anciano I es la mujer deslenguada para un marido comedido.
28 N o te dejes seducir por la hermosura
de29una mujer | ni la desees.
Esclavitud, ignominia y vergüenza
30
Es la mujer que domina al marido.
31
Abatimiento del ánimo, tristeza del
rostro I y llaga del corazón es la mujer32malvada.
Manos flacas y rodillas débiles ! tiene el marido a quien su mujer no hace
dichoso.
33
Por la mujer tuvo principio el pecado34 | y por ella morimos todos.
No dejes que se te escape el agua |
ni 35des autoridad a la mujer mala.
Si no va de tu mano, | sepárala
de ti.
L a mujer mala y la virtuosa
o /» i Dichoso el marido de una mu« " jer buena; I el número de sus días
será
doblado.
2
La mujer de valer alegra a su marido, | cuyos arios llegarán en paz a la
plenitud.
3
La mujer de valer es una fortuna, |
los4 que temen al Señor la tendrán.
Y sea rico, sea pobre, | su corazón
será feliz y en todo tiempo mostrará
rostro
alegre.
3
De tres cosas tiene miedo mi corazón |
y de
una cuarta temo mucho:
6
La maledicencia en la ciudad, motín
de7 la muchedumbre
Y la calumnia; todas tres son peores
que la muerte.
8 Dolor de corazón y duelo es la mujer9 celosa de otra
Y un azote de lengua para cuantos
viven
con ella.
10
Yunta de bueyes inquietos es la mujer mala; | tocarla es como coger un escorpión.
J1 Del todo enojosa es la mujer borracha, | que no ocultará su vergüenza.
12
La liviandad de la mujer se muestra en el descaro de su mirada | y en el
pestañear
de sus ojos.
13
Sobre la hija indócil redobla tu vigilancia, | no sea que hallando ocasión
la 14aproveche.
Vigila sin cesar a la descarada | y
no15te maravilles si te la pega.
Cual viajero sediento que abre la
boca | a toda agua que encuentra, I así
ella se sienta en cualquier parte | y abre
su 16carcaj a cualquier flecha.
La gracia de la mujer es el gozo de
su 7marido.
1 Su saber le vigoriza los huesos.
18 Un don de Dios es la mujer callada,19 I y no tiene precio la discreta.
Gracia sobre gracia es la mujer honesta.
20
Y
no tiene precio la mujer casta.
21
Como resplandece el sol en los cielos, I así la belleza de la mujer buena
en22su casa.
Como lámpara sobre el candelera
santo I es el rostro atrayende en un cuerpo23robusto.
Columnas de oro sobre basas de
plata I son las piernas sobre firmes talones en la mujer bella.
(24) * 25 Hijo mío, guarda sana tu sangre juvenil I y no entregues a extrañas
tu 26vigor.
Teniendo tú un fértil campo, | conténtate
con sembrar en él;*
27
Así tus retoños serán tuyos | y no
derramarás
tu simiente por doquier.
28
La mujer mercenaria es el desecho, |
la casada es torre de muerte para quien
se29le acerca.
La mujer impía es el castigo del indigno; I la piadosa, el premio del que
teme
al Señor.
30
La mujer desvergonzada desconoce
la vergüenza; | la honesta tiene vergüenza
aun de su marido.
31
La desvergonzada debe ser tratada
como un perro; | la que tiene vergüenza
teme al Señor.
32
La mujer que honra a su marido
es de todos tenida por sabia; | la que
le desprecia es por todos conocida por
impía.
33
El disputar de la mujer es pasajero, |
es 34una fiebre ligera.
La mujer regañona y ligera de lengua ! es como clarín de enemigo que incita a la respuesta. I Pero si el marido
es como ella, regañón, | toda su vida se
la pasarán en guerras.
T r e s cosas tristes
Dos cosas entristecen mi corazón | y
una tercera excita mí cólera:
36
Rico reducido a la miseria, | varón
famoso despreciado I y varón prudente
que
es menospreciado.
37
El que de la justicia cae en pecado, I a quien destina el Señor a la espada.
35
Peligro en los negocios
' Difícilmente se libra de culpa el mercader, I y el tendero no será sin pecado.
3
tyj
1 Por amor del dinero muchos in« » curren en pecado, I que el que busca enriquecerse cierra los ojos.
2 ( ¡ ! 4 La Vulgata: «Cimiwtos sólidos sobre roca finne son los mandamientos de Dios en el
" "26 corazón de la mujer santa».
Los w.26-34 están tomados del códice alejandriao y no se hallan en la Vulgata.
747
ECLESIÁSTICO 27-28
2
En huecos de piedras se fija el poste, I y entre el comprar y el vender se
hinca el pecado.
( 3 ) 4 Si no te ases fuertemente al temor
de Dios, I pronto será derribada tu casa.
5
Zarandeando la criba, quedan las granzas ; I así los defectos del nombre cuando
se le remueve.
Discreción en el hablar
El horno prueba los vasos del alfarero, I la prueba del hombre es su conversación.
7
El árbol bien cultivado se conoce por
sus frutos, I y el corazón del hombre
por8 la expresión de sus pensamientos.
Antes de oírle hablar no alabes a
nadie, | porque la palabra es la prueba
del9 hombre.
Si persigues la justicia, la alcanzarás,10 I y te la vestirás como rica túnica.
Las aves se aparean con sus semejantes, I y la lealtad viene al encuentro
de11los leales.
El león acecha la presa; | lo mismo
el 12pecado a los que hacen injusticia.
La conversación del piadoso es siempre con sabios; | el necio muda como la
luna.
11
Este aguarda la ocasión para irse
con insensatos, I aquél permanece siempre14 con los reflexivos.
La conversación de los necios es detestable, I y su risa resuena en orgias
licenciosas.
15
El lenguaje del blasfemo pone los
pelos de punta, I y cuando riñe hay que
taparse
los oídos.
16
La riña entre soberbios trae sangre, |
y 17
sus altercados no pueden oirse.
El que revela secretos pierde la confianza
I y no encontrará a un amigo.
18
Ama a tu amigo y muéstrate fiel
con
él;
19
Si descubres sus secretos, no vayas
tras él.
20 Como hombre que dilapida su hacienda I es el que pierde la amistad de
su prójimo.
21 Y como quien deja escapar el ave
de su mano, | así el que deja escapar al
amigo,
que no volverá a verle.
22
No le sigas, que está lejos | y huye
como
gacela escapada del lazo.
23
Se venda una herida y una injuria se
repara,
24
Pero revelar un secreto no tiene remedio.
El engaño
23
El que hace guiños de ojos urde
males | y quien lo ve se aleja de él.
6
26
Delante de ti endulzará las palabras
de su boca, I hará que se admira de las
tuyas, I pero acabará por mudar del
todo
I y hallará tachas en tus palabras.
27
Muchas cosas aborrezco, pero nada
tanto como a éste. | El Señor le aborrece28también y le maldice.
El que tire la piedra a lo alto se expone a que le caiga en la cabeza, | y el
golpe
a traición hiere al traidor.
29
El que cava una hoya caerá en ella |
y el que tiende una red quedará en ella
cogido.
30
El que hace el mal en él caerá, |
sin31 que sepa de dónde le viene.
Sarcasmos y ultrajes son patrimonio
de soberbios, | pero la venganza los acecha
como león.
32
Serán cogidos en el lazo los que se
alegran de la caída del justo, I y el dolor33 los consumirá antes de la muerte.
El rencor y la cólera son detestables, I el hombre pecador los guarda en
el corazón.
Moderación de la ira
OJ> ' E l que se venga será víctima de
« O i a venganza del Señor, | que le
pedirá
exacta cuenta de sus pecados.
2
Perdona a tu prójimo la injuria, | y
tus pecados, a tus ruegos, te serán perdonados.
3
¿Guarda el hombre rencor contra el
hombre
| e irá a pedir perdón al Señor?
4
¿No tiene misericordia de su semejante
I
y
va a suplicar por sus pecados?
5
Siendo carne, guarda rencor. | ¿Quién
va6 a tener piedad de sus delitos?*
Acuérdate de tus postrimerías y no
tengas
odio.
7
Y guárdate de la corrupción y de la
muerte y cumple los mandamientos.
8
Acuérdate de la alianza del Altísimo.
9
Y no aborrezcas a tu prójimo y perdona
las ofensas.
10
Aléjate de contiendas y aminorarás
los11 pecados.
Porque el hombre iracundo enciende las contiendas.
El hombre pecador siembra la turbación entre amigos | y en medio de los
que
en paz están arroja la calumnia.
12
A tenor del combustible se enciende y se alimenta el fuego, | y según el
poder del hombre, así es su ira; | según su riqueza crece su cólera, | y se
enciende
según la violencia de la disputa.
13
Pez y resina avivan el fuego, | y
una
riña violenta hace correr la sangre.
14
Si soplas sobre brasas, las encien-
2
Son muy dignas de notar estas máximas, que nos traen a la memoria la doctrina evangélica, consignada en el padrenuestro y en muchos pasajes del Evangelio.
ECLESIÁSTICO 28-29
des, | y si escupes sobre ellas, las apagas; | y ambas cosas proceden de tu
boca.
La maledicencia
15 Maldice al murmurador y al de lengua doble, I porque han sido la perdición
de muchos que vivían en paz.
16
La lengua maldiciente ha desterrado a muchos | y los arrojó de pueblo
en pueblo.
i? Destruye las ciudades fuertes | y derriba los palacios de los grandes.
(18) * 19 La lengua calumniadora echa
de casa a la mujer fuerte | y la priva del
fruto de su trabajo.
20
El que le da oídos no hallará reposo2 I ni tendrá paz en su casa.
i El golpe del azote hace cardenales, |
el golpe de la lengua quebranta los huesos.
22
Muchos caen al filo de la espada, |
pero muchos más cayeron por la lengua.
23
Feliz el que está a cubierto de ella, |
no es víctima de su rabia | y no tiene
que soportar su yugo | ni se ve preso en
sus cadenas.
24
Porque su yugo es yugo de hierro |
y sus cadenas son cadenas de bronce.
25
Muerte espantosa es la muerte que
da, I y el ades es preferible a ella;
26
Pero no tendrá imperio sobre los
piadosos I y éstos no arderán en sus
llamas.
27
Los que abandonan al Señor caerán
en ella | y los abrasará sin extinguirse. I Sobre ellos se arrojará como león | y
como leopardo los destrozará.
28
Mira de poner a tu heredad cerca
de29espinos
Y guarda bien tu plata y tu oro.
Haz para tus palabras balanza y pesas, I y para tu boca puerta y cerrojo.
30
Atiende a no ser cogido en ella, |
y no caerás ante quien te acecha.
L a misericordia
O O ' EEll misericordioso presta a su própro¿ I » jimo,
iimo. !! yv el
el que
aue le
le sostiene
sostiene con
con su
«,,
mano guarda los preceptos.
2
Presta a tu prójimo al tiempo de su
necesidad | y devuélvele a su tiempo lo
prestado.
3
Manten tu palabra, sé con él leal, | y
hallarás en todo tiempo lo que necesites.
4
Para muchos el préstamo es un hallazgo, I fastidian a quien los socorrió.
5
Hasta recibir, besan la mano del prójimo I y con voz humilde le ponderan sus
riquezas.
748
6
Pero al momento de la devolución da
largas, I da vanas excusas y echa la culpa
al 7tiempo.
Si paga, apenas pagará la mitad, | y
tendrás
que darlo por hallazgo.
8
Y si no paga, te quedarás sin tu dinero, | y te habrás hecho, sin buscarlo, un
enemigo.
9
Te pagará con maldiciones e injurias, |
y en vez de honor devolverá ultrajes.
10 Muchos por esto se niegan a prestar, |
pues
temen ser robados en tonto.
11
Sin embargo, sé generoso con el desgraciado | y no le hagas esperar la limosna.
12
Por amor de la Ley acoge al pobre | y
en13su necesidad no le despidas de vacío.
Por amor del hermano y del amigo
consiente en perder tu dinero, | no dejes
que
se te enmohezca bajo una piedra.
14
Hazte un tesoro según los preceptos
del Altísimo, | y te aprovechará más que
el 15
oro.
Encierra la limosna en tus arcas, | y
te librará de toda miseria. *
(16,17) 18 Más que un fuerte escudo y
una lanza poderosa I combatirá por ti
contra el enemigo.
L a fianza
El varón bondadoso fía a su prójimo, | pero el que ha perdido la vergüenza
le 20deja en la estacada.
No olvides el beneficio de tu fiador, |
pues se empeñó por ti.
(21)* 22 Él malvado derrocha los bienes de su fiador, | y el ingrato deja en el
brete a quien le salvó.
(23) 24 La fianza ha perdido a muchos
que estaban bien | y los sacudió como
mar tormentoso.
25
Sacó de su casa a hombres ricos | y
los26 hizo peregrinar por tierras extrañas.
El pecador, al fiar, se verá burlado, |
y persiguiendo ganancias, se enredará en
pleitos.
27
^8** tu poder, socorre a tu prójim
°> I P e r o m u " a P ° r O, no caigas en necesidad.
L a hospitalidad
28
Necesarios para la vida son el agua
y el pan; | el vestido y la casa, para abrigo
de la desnudez.
29
Más vale vivir pobre bajo un techo
de tablas | que banquetear en casa extraña.
30
Conténtate con lo poco o con lo mucho, | y no tendrás que oir que te reprochan por forastero.
19
18
La Vulgata: «Destruyó loa ejércitos de las naciones y aniquiló gentes valerosas».
O Q7 1 5 Este versículo no puede entenderse en el sentido propio, sino en el metafórico, en con" • formidad con el precedente, donde se habla de atesorar según los preceptos del Altísimo
acerca de la limosna.
11
La Vulgata: «El pecador y el impuro huyen de su fiador».
749
51 Triste es tener que andar de casa en
casa; ] donde habites como extraño no
osarás
abrir la boca.
32
Habrás dado hospedaje y habrás dado de beber sin que te sea agradecido, |
y a pesar de esto habrás de oir palabras
amargas.
Mira si hay qué
33
«Entra, forastero; preparad la mesa; |
mirad
si hay a mano qué comer.
34
Sal, forastero; haz lugar a otro más
honrado que tú; | tengo que recibir a mis
hermanos
y necesito la casa».
35
Duras palabras son éstas para un
hombre sentido: | la increpación del amo
de la casa y la injuria del usurero.
L a corrección de los hijos
O A 1 El que ama a su hijo tiene siemO U pre dispuesto el azote | para que
al fin pueda complacerse en él.
2
El que educa bien a su hijo se gozará
en él I y podrá gloriarse en medio de sus
conocidos.
3
El que enseña a su hijo será envidiado de su enemigo | y ante sus amigos se
regocijará
en él.
4
Si muere su padre, como si no hubiera
muerto, | pues deja en pos de sí uno igual
a él.
5
Durante su vida le ve y se alegra, | y
al 6morir no siente pena.
Frente a sus enemigos deja un vengador, I y a sus amigos quien le pague con
gratitud.
7
El que mima a su hijo tendrá luego
que vendarle las heridas, | y a cada grito
suyo sentirá que se le conmueven las entrañas.
8
Caballo no domado se hace indócil, I
y el hijo abandonado a sí mismo, testarudo.
9
Halaga a tu hijo y te hará temblar; |
juega con él y te hará llorar.
i° No te rías con él, no te haga sufrir | y
al fin rechines los dientes.
11 En su juventud no le des largas | y no
disimules
sus faltas.
i 2 Doblega su cuello en la juventud | y
tunde sus espaldas mientras es niño, | no
se te3 vuelva terco y desobediente.
1 Educa a tu hijo y aplícale al trabajo, I no vengas a tropezar por su torpeza.
Sobre la salud
14 Mejor es pobre sano y fuerte que
rico5 enfermo y débil.
1 La salud y el bienestar valen más que
el oro, I y un cuerpo robusto, más que una
fortuna.
16 No hay riqueza que valga lo que la
salud del cuerpo, ! y no hay bien como el
gozo del corazón.
"Preferible es la muerte a una vida
ECLESIÁSTICO 29-31
amarga, | y el eterno reposo a un dolor
permanente.
18 Manjares exquisitos puestos en una
boca cerrada I son las ofrendas a los
ídolos.
19
¿Qué le aprovecha al ídolo la ofrenda,20 I pues no lo come ni lo huele?
Así es el rico que no puede disfrutar
de2 su riqueza;
i La ve con sus ojos y suspira, I como
eunuco
que abraza a una doncella.
22
No te abandones a la tristeza, | no
te 23atormentes con cavilaciones.
La vida del hombre es el gozo del
corazón, | y la alegría del varón es su longevidad.
24
Anímate y alegra tu corazón | y echa
lejos
de ti la tristeza;
25
Porque a muchos mató la tristeza | y
no26hay utilidad en ella.
La envidia y la cólera abrevian los
días, I y los cuidados traen vejez prematura.
27
El sueño de un corazón contento es
mejor que los más deliciosos manjares, |
y cuanto come le aprovecha.
L a riqueza
Oí
1 El desvelarse por la riqueza conO 1 sume, I y la preocupación por ella
aloja el sueño.
2
Los cuidados de la vida quitan el sueño, I y más que una enfermedad impiden
dormir.
3
El rico se fatiga por acumular riquezas, I y si descansa, es para saciar sus ansias
de placer.
4
Fatígase el pobre por sus necesidades, |
y si descansa, es para verse en la indigencia.
5
El que ama el oro no vivirá en justicia, I y el que se va tras el dinero pecará
por6 conseguirlo.
Muchos dieron en la ruina por amor
del7 oro, | y cayeron en la desgracia.
Es el oro un garlito para el negocio, I
y el
insensato tropieza en él.
8
Venturoso el varón irreprensible | que
no9 corre tras el oro.
¿Quién es éste que le alabemos | porque hizo maravillas en su pueblo?
1° ¿Quién es el que en esto fue probado
y quedó sin mancha? | Ello redundará en
su gloria.
¿Quién pudo prevaricar y no prevaricó, I hacer el mal y no lo hizo?
11 Su dicha se consolidará, I y la asamblea pregonará sus alabanzas.
Los banquetes
i 2 Hijo mío, ¿estás sentado a la mesa
de un
grande? | No abras tu boca.
143 Y no digas: «¡Cuántos manjares!»
1 Acuérdate de que es malo el ojo codicioso.
ECLESIÁSTICO 31-32
750
15
¿Qué hay peor que el ojo codicioso?
(39)* 40 L a embriaguez excita la razón
Codicia cuanto ve.
y hace tropezar, | quita las fuerzas y añade
l* No tiendas la mano a cuanto veas, heridas.
41
' 7 No tropieces con tu vecino en el plaEn una reunión de bebedores no reto. | Ten con tu vecino las atenciones que proches a nadie I y no trates con desdén
para ti deseas.
a 42
uno mientras está ebrio.
18
Piensa del prójimo por ti mismo | y
No le ultrajes | ni le apremies con repon reflexión en cuanto hagas.
clamaciones.
19
Come decentemente lo que te sirvan |
y no comas vorazmente e incurras en des- O O • Si te hacen presidente de un conprecio.
**£* vite, no te engrías; | pórtate entre
20
Sé el primero en dejar de comer, por los convidados como uno de tantos.
2
cortesía, | y no te muestres insaciable,
Cuida primero de ellos y luego siénpara que no te desprecien.
tate;
| cumplido tu oficio, recuéstate,
21
3
Si te sientas en medio de muchos, | no
Para alegrarte con los otros | y ser
extiendas el primero tu mano.
alabado por tus buenas disposiciones.
22
4
Con poco le basta al hombre bien
Si eres anciano, habla como a tu edad
criado, | y así no se siente molesto en su conviene,
5
lecho.
Con
discreción, y no impidas el canto.
23
6
Sueño tranquilo es el del estómago
Mientras tocan y cantan no charles |
no cargado; I se levantará por la mañana y no hagas alarde de sabio a destiempo.
7
dueño de sí.
Como anillo de oro con rubí engas24
Dolor, insomnio, fatiga y retortijón I tado
] es la música en el banquete.
8
son
la parte del intemperante.
Como anillo de oro con esmeralda en25
Si te viste obligado a comer dema- gastada, | la melodía de la música en el
siado, | levántate, pasea, y te sentirás ali- festín.
viado.
(9)* 10 si eres joven, no hables, si no
26
Escúchame, hijo mío, y no me des- te vieres obligado; | sólo cuando por dos
oigas, | y al fin verás confirmadas mis pa- o tres veces fueres preguntado.
labras.
(11) * 12 Abrevia el discurso diciendo
27
Sé moderado en todas tus obras | y no mucho en pocas palabras | y sé como
quien, sabiendo, sabe callar.
vendrá sobre ti la enfermedad.
28
13 En medio de los grandes no te pavoMuchos serán los que alaben al es| entre los ancianos no parlotees.
pléndido anfitrión | y darán testinonio de nees,
14 Como al trueno precede el relámpasu generosidad;
29
Pero murmurarán en la ciudad del go,15 | así a la modestia precede la gracia.
Levántate a tiempo y no lo demoruin con los invitados | y darán testimores,16 | vete a tu casa y ocúpate en lo tuyo.
nio de su tacañería.
Si quieres, diviértete alli y obra a tu
30 N o te hagas el valiente con el vino, |
placer, | sin faltar a nadie con lenguaje
p o r q u e a muchos perdió la bebida.
31 La fragua templa la obra del herre- insolente.
17
ro, | y el vino, el corazón de los arroganY después bendice a tu Hacedor, | ya
tes pendencieros.
que te regaló con sus bienes.
3 2 El vino fortalece | si se bebe con m o deración.
33
¿Qué vida es la de los que del todo
carecen de vino? *
(34) 35 Fue creado para alegría de los
hombres.
36 Alegría del corazón y bienestar del
alma | es el vino bebido a tiempo y con
sobriedad.
(37) * 38 Dolor de cabeza, amargura e
ignominia | es el vino bebido con exceso |
en la excitación de una disputa.
I
La Ley
is El que busca al Señor acepta la disciplina, | y el que a El acude es escuchado.
i* El que busca la Ley obrará conforme
a ella, | pero el hipócrita en ella tropezará.
20
Quien teme al Señor conocerá sus
juicios, I y sus sentencias le serán antorcha luminosa.
2
i El pecador rehuye la corrección | y
busca en la Ley su capricho.
33
La Palestina es país rico en vino, y en la Escritura se habla de él con frecuencia de varios
modos, según el uso que de él se haga. Aquí se había del vino que, tomado con moderación,
alegra el corazón del hombre, y cuya falta en ciertas ocasiones solemnes trae consigo tristeza. Por
algo el Señor lo multiplicó en las bodas de Cana (Jn 2,1 ss.).
37
La Vulgata: «La sobriedad es la salud del cuerpo y del alma».
39
La Vulgata: «El vino bebido en exceso es la amargura del alma».
31
9
11
La Vulgata: «Escucha en silencio y tu actitud te ganará la estimación».
La Vulgata: «Si dos veces fueras preguntado, sea tu cabeza quien responda». O sea, responde con breves palabras o con un movimiento de cabeza.
32
751
ECLESIÁSTICO 32-33
22
134 Como el barro en manos del alfarero,
El sabio no oculta su sabiduría, | el
1 Que le señala el destino según su juisoberbio y el burlón no tienen guarda de
cio, I así son los hombres en las manos de
su23lengua.
No hagas nada sin consejo, | y des- su Hacedor, | que hace de ellos según su
pués de hecho no tendrás que arrepen- voluntad.
15
Enfrente del mal está el bien, | y entirte.
24
No vayas por camino en que hay tro- frente de la muerte, la vida; | así, enfrente
piezos I y no tropieces dos veces en la mis- del justo, el pecador.
Considera de este modo todas las obras
ma25 piedra.
No te aventures en camino descono- del Altísimo, [ de dos en dos, una enfrencido I y ten cuidado con lo que pueda su- te de la otra.
ceder.
Epílogo del autor
(2t>) 27 En todas tus obras guarda tu al16 Yo he llegado el último de todos, I
ma, I pues en esto está la observancia de
como quien anda al rebusco después de
los28 preceptos.
*
Quien atiende a la Ley guarda su la vendimia.
17 Mas por la bendición del Señor me
alma, | y quien confía en el Señor no suaventajé a otros | y llené, como los vendifrirá menoscabo.
miadores, mi lagar.
18 Ved que no trabajé para mí solo, |
O O ! Al que teme al Señor no le sobre** ** vendrá la desgracia, | y si es puesto sino para todos los que buscan la sabiduría.
a prueba, el Señor le librará.
19
2
Oídme, pues, los grandes del pueNo es sabio quien no observa la Ley, |
blo; I los que presidís la asamblea, presy será
agitado
como
nave
en
la
tormenta.
3
El hombre sensato confía en la Ley, | tadme atención.
y la Ley es para él fidedigna como la resD e n o ceder los bienes hasta la
puesta de los urim.
muerte
20
El necio
Ni a tu hijo, ni a tu mujer, ni a tu
4
Reflexiona antes de responder y se- hermano, ni a tu amigo | des poder sobre
rás escuchado; | recoge tus pensamientos ti en toda tu vida, | ni entregues a otro
tus bienes, I no sea que luego tengas que
y responde.
5
a ellos.
Rueda de carro es el corazón del ne- pedirles
21
Mientras en ti hay aliento de vida, I
cio, I y como eje que gira, su razonaa 22
nadie dejes tu puesto;
miento.
6
Porque mejor es que te nieguen tus
El amigo burlón es como caballo sehijos
I que no verte a merced de ellos.
mental: I relincha cualquiera que sea
23
En todo lo que haces sé el dueño.
quien le monte.
24
No eches mancha en tu honor. | Al
Diversas condiciones de los h o m b r e s fin de los días de tu vida, I al tiempo de
7
¿Por qué un día es distinto de otro la muerte, distribuye tu heredad.
día, I mientras la luz todo el año procede
El siervo
del sol?
25
8
El forraje, el palo y la carga, para el
Es la sabiduría del Señor la que los
asno; | el pan, la corrección y el trabajo,
diferencia,
9
el siervo.
Y muda los tiempos y trae las fiestas. para
26
Haz trabajar a tu siervo y tendrás
1° A unos los distinguió y los santificó, |
a otros los puso en el número de los días descanso; | dale mano suelta y buscará
comunes. | Todo hombre viene del pol- la 27libertad.*
Como el yugo y las coyundas hacen
vo, I y de la tierra fue creado Adán.
el cuello,
11 Pero con su gran sabiduría los dis- doblar
28
Así al siervo malévolo el azote y la
tinguió el Señor | y les fijó diferentes destortura; | hazle trabajar y no le dejes
tinos.
12
A unos los bendijo y ensalzó, | los ocioso,
29
Que la ociosidad enseña muchas malsantificó y allegó a sí; | a otros los maldijo y los humilló | y los derribó de su dades.
30 Impónle el trabajo conveniente, | y
lugar.
OO 16 Estos versículos, que parece deben mirarse como epílogo de la obra, nos dicen cómo el
^ ^ autor se consideraba el último que viene al rebusco en la abundante recolección de la sabiduría.
26
La Ley declara libres a todos los hebreos, los cuales, si por motivo de deudas tuvieran que
entregarse a sus acreedores, sólo era por siete años, al cabo de los cuales se extinguía la deuda (Dt 15,
12-18). Pero, en cambio, no se prohibía tener verdaderos esclavos gentiles, y nuestro autor, que
vivía en la época griega, nos muestra el estado a que una buena porción de la sociedad antigua vivía
reducida. Hay que tratarlos con severidad para que no se vuelvan haraganes y rebeldes.
752
ECLESIÁSTICO 33-35
si n o obedeciere, métele en el cepo. | N o
te excedas con nadie I y no hagas n a d a
sin discreción.
31
Si tienes u n siervo, trátale c o m o a ti
m i s m o ; | es p a r a ti tan necesario c o m o tú
mismo. | ¿ N o tienes m á s que un siervo?
Trátale c o m o a ti mismo, | no te enfurezcas contra tu propia sangre. *
32
Si le maltratas y maldiciéndote huye, I
¿por qué caminos le buscarás?
i ' Porque su esperanza se apoya en
quien salva.
16
El que teme al Señor, de n a d a teme |
y n o se desalienta, p o r q u e El es su esperanza.
17
Dichosa el alma que teme al Señor.
18
¿En quién se apoya y quién es su
sostén?
19
Los ojos del Señor están puestos
sobre los que le a m a n . | Es su fuerte escudo, su apoyo poderoso, | abrigo conV a c i e d a d d e los s u e ñ o s
t r a el solano, c o n t r a el a r d o r del mediodía.
20
G u a r d a contra el tropiezo, auxilio
'i A 1 Vanas y engañosas son las especontra la caída; | eleva el alma y alum"™
ranzas del insensato, | y los suebra los ojos, | da la salud, la vida y la
ños exaltan a los necios. *
bendición.
2
C o m o quien quiere coger la sombra
o perseguir al viento, | así es el que se a p o El culto grato a D i o s
ya en sueños.
3
21
El que sueña es c o m o quien se pone
El que sacrifica de lo mal adquirido
enfrente de sí, | frente a su rostro tiene la hace una oblación irrisoria, | y n o son
imagen del espejo.
gratas las oblaciones inicuas.
4
¿De fuente impura puede salir cosa
(22)* 23 N o se complace el Altísimo en
pura | y de la mentira puede salir verdad? las ofrendas de los impíos | ni p o r la
5
Cosa vana son la adivinación, los muchedumbre d e los sacrificios perdona
agüeros y los sueños; | lo que esperas, eso los pecados.
24
es lo que sueñas.
C o m o quien inmola al hijo a la vista
6
A no ser que los m a n d e el Altísimo de sus padres, | así el que ofrece sacria visitarte, 1 n o hagas caso de sueños.
ficios de lo r o b a d o a los pobres.
7
25
A muchos extraviaron los sueños, ] y
Su escasez es la vida de los indigenquedaron defraudados los que les die- tes, | y quien se la quita es u n asesino.
26
ron fe.
M a t a al prójimo quien le priva de
8
Cumple la Ley sin regateos, ¡ que la la subsistencia,
27
sabiduría perfecta está en la boca fiel.
Y derrama sangre el que retiene el
salario al jornalero.
28
L a experiencia
Si u n o edifica y o t r o destruye, | ¿qué
provecho sacan a m b o s si n o es la fa9
El h o m b r e instruido sabe muchas cotiga?
sas | y el muy experimentado puede en29
Si u n o ora y o t r o maldice, | ¿a cuál
señar.
de los dos va a escuchar el S e ñ o r ? *
10
El que no ha sido p r o b a d o sabe muy
30
Si u n o se lava p o r un muerto y
poco | y el que h a corrido mucho es
vuelve a tocarlo, | ¿qué le aprovecha su
rico en experiencia.
( i i ) * 12 Y o he visto mucho en mis co- lavatorio?
31
C o m o si u n o ayuna p o r sus pecados |
rrerías \ y sé m u c h o m á s d e lo q u e digo.
13
C o n frecuencia estuve en peligro de y luego vuelve a cometerlos, ¿quién oirá
muerte, | pero m e salvé gracias a mi su oración y qué le aprovechará el h a b e r
ayunado?
experiencia.
D i o s , p r o t e c t o r d e los q u e l e t e m e n
I
Q C ' Quien observa la Ley, | ése es el
*» «* que ofrece ricas ofrendas. *
2
El sacrificio saludable es guardar los
preceptos.
31
Este verso, que mira el caso de un solo esclavo.nos muestra otro espíritu, que no es el de
la sociedad pagana, aunque todavía no es la voz de San Pablo a Filemón (8-20), a los Coiosenses
(4,1) o a los Füipenses (6,5-9).
1
La superstición antigua daba mucha importancia a ios sueños y basaba en ellos multitud
de supersticiones. Dios se comunicaba también a los suyos a veces en sueños (cf. Núm 12,6).
De ahí la salvedad que hace el autor al resaltar la vanidad de los sueños.
11
La Vulgata: «El que no ha sido tentado, ¿qué puede saber? Pero el que una vez fue engañado
se hará
cauteloso».
22
La
Vulgata: «Sólo el Señor basta a los que esperan en El el camino de la verdad y de la justicia».
29
Por el contexto parece claro que los dos obran unidos, como los del versículo precedente,
y más los de los versículos siguientes.
34
35
1
Es interesante esta sección por el concepto espiritual que nos da del culto divino, muy
en armonía con el salmo 50,8-15.
753
(3) * 4 Ser agradecido a D i o s es ofrecer
flor de harina, | y practicar la limosna es
ofrecer sacrificio de alabanza.
5
Se complace al Señor apartándose del
mal I y se obtiene el perdón apartándose de la injusticia.
6
N o te presentes ante el Señor con las
m a n o s vacías, *
7
Porque así te está m a n d a d o .
8
L a ofrenda del justo hace pingüe el
altar, | y su buen olor llega ante el Altísimo.
9
El sacrificio del justo es acepto | y
su memoria de recordación n o será olvidada.
10
H o n r a al Señor con corazón generoso I y no disminuyas las primicias de
tus manos.
11
Ofrece todos tus dones con rostro
alegre | y con alegría consagra los diezmos.
i 2 D a al Altísimo según lo que El te
d a I y da con ánimo generoso lo que
puedas.
1 3 Que el Señor es generoso en recompensar I y te pagará al séptuplo.
W N o pienses en sobornar al Señor,
p o r q u e no recibirá tus d o n e s ;
1 5 Y n o confíes en sacrificios injustos, |
p o r q u e justo es el Señor | y n o hay en
El acepción de personas.
16
N o toma partido contra el pobre |
y escucha la oración del oprimido.
17
Jamás desdeña la súplica del huérfano I ni la de la viuda si ante El derrama
sus quejas.
18
¿ N o corren las lágrimas de la viuda p o r sus mejillas | y su clamor n o se
dirige contra el que las hace correr?
(19) * 20 E] q u e sirve a l Señor devotamente halla acogida | y su oración subir á hasta las nubes.
Castigo d e los opresores d e Israel
21
L a oración del pobre traspasa las
nubes I y no descansa hasta llegar a
Dios, I ni se retira hasta que el Altísimo
fija en ella su mirada, | y el justo juez
le hace justicia.
22
N o se hará esperar, | y sin misericordia, I hasta aplastar a los opresores.
23
Y hará venganza en las gentes | hasta aniquilar al ejército de los prepotentes I y romper el cetro de los inicuos;
24
Hasta dar al h o m b r e según sus obras |
ECLESIÁSTICO 35-36
y remunerarle conforme a sus intenciones;
25
H a s t a defender la causa de su pueblo I y alegrarlos con su misericordia.
2
* H e r m o s a es la misericordia en el
tiempo de la tribulación, | como las nubes cargadas de agua en tiempo de sequía.
O r a c i ó n p o r la r e s t a u r a c i ó n d e Israel
OC
> T e n piedad de nosotros, Señor,
O O Dios del universo, y míranos;
2
Infunde tu temor en todas las naciones;
3
Levanta t u m a n o sobre los pueblos
extraños | y haz que sientan tu poder.
4
C o m o a su vista te santificaste en nosotros, I así a vista nuestra santifícate en
ellos, *
5
P a r a que te conozcan c o m o nosotros
te conocemos | y sepan que n o hay Dios,
Señor, fuera de ti.
6
Renueva los antiguos prodigios y repite los portentos;
7
Glorifica tu m a n o y tu brazo derecho;
8
Despierta tu ira y derrama tu cólera;
9
Destruye al adversario y aplasta al
enemigo;
1° Apresura el tiempo y acuérdate de
tus promesas I y sean celebradas tus hazañas.
n Sea devorado el que intenta escapar al fuego de tu cólera | y caigan en
ruina los que maltratan a tu pueblo.
* 2 Aplasta las cabezas de los príncipes
enemigos, | que dicen: « N o hay nadie
fuera de nosotros».
13
Congrega a todas las tribus de Jacob I y dales su heredad como de antiguo.
i 4 T e n piedad, Señor, del pueblo que
lleva t u n o m b r e , | de Israel, a quien hiciste tu primogénito.
15 Compadécete de tu ciudad santa, |
de Jerusalén, la ciudad de tu morada.
16
Llena a Sión de tu majestad, | y el
templo de t u gloria.
17
D a testimonio a los que te hiciste
desde el principio | y cumple las promesas hechas en tu nombre.
18
D a su recompensa a los que esperan
en ti I y sean hallados verdaderos tus
profetas. | Escucha, Señor, la plegaria
de los que te invocan,
3
La Vulgata: «Es ofrecer un sacriñcio por las injusticias y orar por los pecados ei apartarse
de la6 injusticia».
Este concepto lo hallamos a la letra en Ex 23,15.
19
La Vulgata: «De sus mejillas suben hasta el cielo, y el Señor que las oye no se complacerá
en ellas».
4
'iC
Es un pensamiento frecuente en los profetas. El Señor, castigando a Israel y mandándolo
**** al cautiverio, salió por su honor ultrajado a la faz de las naciones; ahora pide que ejerza su
justicia en éstas para que Israel se dé cuenta de ello.
ECLESIÁSTICO 36-37
754
1'Según la bendición de Arón sobre no», | y se te opongan luego, causando
tu pueblo, | y conozcan todos los mora- tu desgracia.
u N o te aconsejes de quien te envidia |
dores de la tierra | que tú, Señor, eres
ni descubras tus planes a tu émulo.
Dios por los siglos. *
Elección d e mujer
20 El estómago recibe todos los manjares, | pero hay unos manjares mejores q u e
otros.
21 El paladar distingue los manjares desabridos, | y el corazón discreto, las palabras mentirosas.
22 El corazón perverso causa dolor, |
pero el h o m b r e muy p r o b a d o lo calma.
23 La mujer acepta el marido que le dan, I
y hay entre ellas unas mejores que otras.
24 La belleza de la mujer alegra el rostro al marido | y aumenta en el h o m b r e
el deseo de poseerla.
25 Si tiene palabras amables y suaves, |
su marido es dichoso.
26 El que tiene mujer tiene un gran
bien, | ayuda a él conveniente y columna
en que apoyarse. *
27 D o n d e n o hay valla es depredada
la hacienda, I y d o n d e n o hay mujer
a n d a el h o m b r e gimiendo y errante.
28 ¿Quién se fía de banda a r m a d a [ que
corre de ciudad en ciudad? | Así tampoco
del hombre que no tiene hogar | y duerm e donde le coge la noche.
12 C o n mujer n o trates de su rival, |
ni de guerra con el tímido, | ni del cambio con el comerciante, j ni de venta
con el comprador, | ni de agradecimiento con el desagradecido,
13
N i de misericordia con el de d u r o
corazón, | ni de obra alguna con el perezoso,
1 4 Ni del producto cosechado con el
ajustado por a ñ o , | ni de tarea con el
siervo perezoso, I ni te apoyes en ningun o de ellos para resolver.
15
Trata más bien con u n varón piadoso, I de quien sabes que guarda los
preceptos;
i 6 Cuyo corazón es semejante al tuyo |
y que te compadecerá si te ve caído;
1 7 Y permanece firme en lo que resuelvas, I porque ninguno será p a r a ti más
fiel que él.
18
El alma del hombre anuncia esas
cosas I mejor que siete centinelas puestos en atalaya.
" Y e n todas ellas ora el Altísimo |
para que te dirija por la senda de la
verdad.
La verdadera y la falsa sabiduría
El verdadero y el falso amigo
20 El fundamento de toda obra es la
o i y i Todo amigo dice: «Soy tu amiO I go»; | pero hay muchos que no resolución; | a toda empresa preceda el
consejo.
lo son más que de nombre.
2 ¿No es una pena mortal I hacerse
enemigo al amigo?
3 ¡Ay del mal amigo! ¿Para qué ha
sido creado? | Para llenar la tierra de
engaños.
4
Al tiempo de la alegría es amigo; |
pero al tiempo de la tribulación se vuelve.
5 El buen amigo lucha al lado de su
amigo | y embraza el escudo contra el
enemigo.
6 No eches en olvido al amigo en la
lucha | y no le des de lado al tomar el
botín.
Los buenos y los malos consejeros
7 El consejero mantiene su consejo, |
pero hay quien aconseja en interés propio.
8
N o te fíes de consejeros; | mira antes de qué necesitan, | n o te aconsejen
en provecho s u y o ;
9
N o te echen un lazo
io Y te digan: «Este es el buen cami-
21 La raíz de los consejos es el corazón I y de él proceden cuatro r a m a s : I
el bien y el mal, la vida y la muerte; j
y entre ellas decide siempre la lengua.
22
H a y varón prudente, maestro de
otros, I pero inútil para sí mismo.
23 Y hay sabio que con sus palabras
se hace odioso | y es excluido de todo
festín,
24 P o r q u e n o recibió del Señor la gracia, I ha sido privado de toda sabiduría.
25
H a y quien es sabio para si mismo, |
y su sabiduría es en provecho de su cuerpo.
26
El varón sabio instruye a su pueblo, |
y los frutos de su inteligencia a ellos aprovechan.
27 El varón sabio es colmado de bendiciones, I todos cuantos le ven le bendicen.
28 L a vida del h o m b r e dura pocos
días, I pero los días de Israel son innumerables.
29
El varón sabio heredará en su pueblo el honor | y su n o m b r e vivirá p o r
los siglos.
19
La bendición de Arón no puede ser otra sino la que leemos en Núm 6,22-27, donde se ordena al sacerdote bendecir al pueblo con esta fórmula: «Que el Señor os bendiga y os conserve:
que haga brillar sobre vosotros la luz de su rostro y tenga piedad de vosotros; que él vuelva a vosotros
su rostro y os dé la paz». Hermosa bendición.
" El nombre recibió a la mujer como una ayuda para su vida (Gen 2,20-24).
755
ECLESIÁSTICO 37-38
. L a templanza
30 Hijo, sobre tu vida consúltate a ti
m i s m o ; | mira lo que te es dañoso y n o
te lo des;
31 P o r q u e n o t o d o conviene a todos, I
ni a todos les gusta todo.
32
N o seas insaciable en festín suntuoso I y n o te eches sobre los manjares exquisitos;
33
P o r q u e en los m u c h o s manjares anida la- enfermedad | y la intemperancia
lleva hasta el vómito.
34
A muchos acarreó la muerte su intemperancia, I y el que se abstiene prolonga su vida.
El m é d i c o
O O ' Atiende al médico antes que lo
*»»» necesites, | que también él es hijo
del Señor.
2
Pues el Altísimo tiene la ciencia de
curar | y el rey le hace mercedes.
3 La ciencia del médico le hace andar
erguido | y es admirado de los príncipes.
4
El Señor hace brotar de la tierra los
remedios | y el varón prudente n o los
desecha.
s
¿ N o endulzó el agua amarga con el
leño I para dar a conocer su poder?
6
EÍ dio a los hombres la ciencia |
p a r a mostrarse glorioso en sus maravillas.
7
C o n los remedios el médico da la
salud y calma el dolor, | el boticario
hace sus mezclas I para que la criatura
de D i o s n o perezca, *
8
Y por él se difunde y se conserva la
salud entre los hombres.
9
Hijo mío, si caes enfermo, n o te impacientes; I ruega al Señor y él te sanará;
10 H u y e del pecado y la parcialidad | y
purifica tu corazón de toda culpa.
u Ofrece el incienso y la oblación de
flor de harina; | inmola víctimas pingües, las mejores que puedas.
12 Y llama al médico, porque el Señ o r le creó, | y n o le alejes de ti, pues te
es necesario.
13 H a y ocasiones en que logra acertar,
14
P o r q u e también él oró al Señor j
p a r a que le dirigiera en procurar el alivio I y la salud para prolongar la vida
del enfermo.
El culto de los m u e r t o s
ifi Hijo mío, llora sobre el muerto, |
haz luto y canta lamentaciones, I amortájale según su condición | y no dejes
de darle sepultura.
1 7 Llora a m a r g o llanto, suspira ardientemente;
18
Y según la condición del muerto h a z
su duelo, I un día o dos para n o ser puest o en lenguas, | y luego consuélale y da
fin a tu tristeza;
19
P o r q u e la tristeza origina la muerte |
y la tristeza del corazón consume el
vigor.
20 Con la sepultura del muerto debe
cesar la tristeza, | pues la vida afligida
hace mal. *
21 N o te acuerdes ya más de él, | aléjale
de la memoria y piensa en lo p o r venir.
22 N o pienses más en él, pues no hay
retorno, | que al m u e r t o n o le aprovecha
y a ti te daña. *
23 Piensa en su destino, pues el suyo
será el tuyo, | el suyo ayer, m a ñ a n a el
tuyo.
24 Con el descanso del muerto descanse
su memoria, | y consuélate de su partida.
El escriba y el artesano
25
La sabiduría del escriba se acrecienta con el bienestar, | pues el que n o
tiene otros quehaceres puede llegar a ser
sabio. *
26
¿Cómo puede ser sabio el que tiene
que manejar el a r a d o | y pone su gloria
en esgrimir la aguijada, I aguijoneando a
los bueyes y ocupándose de sus trabajos |
y siendo su trato con los hijos de los
toros?
27
Pone todo su empeño en trazar surcos derechos, | y su desvelo en procurar
forraje para los novillos.
28
Lo mismo digamos del carpintero o
del albañil que trabaja día y n o c h e ; | de
los que graban los sellos | y se aplican
a inventar variadas figuras, | y ponen
toda su atención en reproducir el dibujo, I y se desvelan p o r ejecutarlo fielmente.
29
Lo mismo del herrero, que junto al
yunque considera el hierro bruto, | a
quien el calor del fuego tuesta las carnes, I y que resiste perseverante el ardor
de la fragua.
3° El ruido del martillo ensordece sus
5
1 El que peca contra su Hacedor ] oídos, I y sus ojos están puestos en la
caerá en manos del médico.
obra;
7
Tanto la ciencia del médico como la del boticario son un don de Dios en beneficio de la
humanidad, sujeta a muchas miserias.
Los orientales son muy extremosos en sus manifestaciones de duelo: v.gr., Moisés fue llorado por espacio de treinta dfas (Dt 34,8). Y así otros.
22
Se entiende para lamentarse, llorarle, pues la memoria de los justos corresponde a la piedad.
25
Es éste un tema tratado por ios escribas egipcios. Encierra una doctrina muy verdadera,
pero muy olvidada, al parecer, por aquellos fariseos, que despreciaban al pueblo, declarándolo
maldito de Dios porque ignoraba la Ley (Jn 7,49).
3 Q
^ °
20
756
ECLESIÁSTICO 38-39
31 Su pensamiento está en acabarla bien, I
y su desvelo en sacarla con perfección.
32 L o mismo también del alfarero, que,
sentado a su tarea, | da vueltas al torno
con los pies, | tiene siempre la preocupación de su obra y d e cumplir la tarea
fijada;
33 C o n sus m a n o s modela la arcilla | y
con sus pies ablanda su dureza.
34 P o n e su atención en acabar el vidriado, | y su diligencia en calentar el
horno.
35 T o d o s éstos tienen su vida fiada a
sus manos, I y cada u n o es sabio en
su arte.
3« Sin ellos no podrá edificarse una ciudad;
37 Pero ni viajan p o r países extraños, |
ni se pasean p o r las plazas, I ni se levantan en las asambleas sobre los o t r o s ;
38 N i se sientan en la silla del juez, | porque n o entienden las ordenanzas d e las
leyes; | ni son capaces de interpretar la
justicia y el derecho, | ni se cuentan entre
los que inventan parábolas.
39 Son, sí, expertos en sus labores m a teriales, | y su pensamiento mira a las
obras de su arte. | M u y de otro m o d o
que el que aplica su espíritu a meditar en
la Ley del Altísimo.
O Q i Este investiga la sabiduría de t o «5»' dos los antiguos | y dedica sus
ocios a la lectura d e los profetas. *
2
G u a r d a en la mente las historias de
los hombres famosos; | penetra en lo
intrincado de las parábolas.
3 Investiga el sentido recóndito de los
enigmas | y se ocupa en descifrar las sentencias obscuras.
4
Sirve en medio de los grandes, | se
presenta ante el príncipe;
5
Recorre tierras extrañas I p a r a conocer lo bueno y lo malo de los hombres.
6
Madruga de mañana para dirigir su
corazón | al Señor que le creó, l para
orar en presencia del Altísimo.
7 Abre su boca en la oración y ruega
por sus pecados;
s Y si le place al Señor soberano, | le
llenará el espíritu de inteligencia.
9
C o m o lluvia derrama palabras de sabiduría [ y en la oración alaba al Señor.
10 Dirige su voluntad y su inteligencia |
a meditar los misterios de Dios.
ti Publica las enseñanzas de su doctrina | y se gloriará en conocer la Ley y
la divina alianza.
12 D e muchos será alabada su inteligencia I y jamás será echado en olvido.
13 N o se borrará su memoria, | y su
1
30
n o m b r e vivirá d e generación en generación.
1 4 Los pueblos cantarán su sabiduría, |
y la asamblea pregonará sus alabanzas.
1 5 Mientras viva, su n o m b r e será ilustre entre mil, | y c u a n d o descanse crecerá
m á s su gloría.
Bondad de las obras de D i o s
16 Después d e haber meditado, quiero
exponer mis reflexiones, | pues, c o m o luna
llena, estoy lleno de sabiduría.
" Oídme, hijos piadosos, y floreceréis \
c o m o rosal que crece junto al arroyo.
18 Derramad suave aroma como incienso,
19
Y floreced c o m o el lirio, | exhalad
perfume suave y entonad cánticos de alabanza.
Bendecid al Señor en todas sus obras,
20 Ensalzad su n o m b r e | y unios en la
confesión de sus alabanzas, en cantar
con vuestros labios y las arpas.
Alabadle así con alta v o z :
21 Las obras del Señor son todas buenas; I cuanto El quiere es a su tiempo. |
No ha lugar a decir: «Es peor esto que
aquello», | porque a su tiempo todo es
conveniente.
22
A u n a palabra suya se a m o n t o n a r o n
las aguas, | y a u n a orden de su boca se
^formaron los depósitos de las aguas.
23 A un m a n d a t o suyo se realiza t o d o
lo que El quiere | y n o h a y quien impida
su obra de salud.
24
Las obras de todos los hombres están delante d e El | y n a d a se oculta a
sus ojos.
25
De un cabo al otro cabo del mundo
se extiende su mirada, | y nada hay admirable para El.
26 N o h a lugar a decir: «¿Qué es esto,
para qué esto?» | Todas las cosas fueron
creadas para sus fines.
27 S u bendición es c o m o Nilo desbordado,
28 Y como el Eufrates riega la tierra
seca, I del mismo m o d o derrama su ira
sobre las naciones.
29
Y torna las aguas en salinas. | Sus
caminos p a r a los justos son rectos, I para
los inicuos son tropiezos.
30
Las cosas buenas fueron creadas desde el principio p a r a los buenos, | así c o m o
las malas p a r a los pecadores. *
31
S o n cosas de t o d a necesidad p a r a
la vida del h o m b r e | el agua, el fuego, el
hierro, la sal, | el trigo, la miel y la
leche, I el vino, el aceite y el vestido.
32
Todas estas cosas son buenas para
Esta sección nos describe las ocupaciones del sabio y las ventajas de su carrera.
Dios creó buenas todas ias cosas y para bien del hombre. Los justos se atienen a esta norma divina, mientras que los malos, usando de ellas mal, las hacen malas para sí mismos.
39
757
los piadosos, I m a s p a r a los pecadores
se convierten en malas.
33 H a y vientos destinados a la venganz a ; I descargan c o n furia sus azotes,
3 4 El día de la ira despliegan su poder |
y aplacan la cólera del q u e los hizo.
35
El fuego y el granizo, el hambre y la
mortandad, | todos son instrumentos de
venganza.
36
Las fieras, los escorpiones, las víboras I y la espada vengadora son p a r a exterminio d e los impíos. *
3
7 E n cumplir los m a n d a t o s de Dios se
gozan I y se hallan p r o n t o s e n l a tieira
p a r a su ministerio; | c u a n d o llega el día
n o traspasan el m a n d a t o .
38
P o r esto desde el principio m e confirmé en este juicio | y lo medité y lo
consigné p o r escrito.
39
Las obras del Señor todas son buenas, I y llegada la hora, todas cumplen su
destino.
40
Y n o h a y que decir: «Esto es peor
que aquello», | porque a su tiempo todas
las cosas cumplirán su fin.
41
Y ahora de todo corazón cantad con
vuestra boca | y bendecid el nombre del
Señor.
Miseria de la vida humana
Afl
1 Una penosa tarea se impuso a
* "
todo hombre | y un pesado yugo
oprime a los hijos de Adán | desde el
día en que salen del seno de su madre I
hasta el día en que vuelven a la tierra,
madre de todos: *
2
Los pensamientos y los temores de
su corazón I y la continua espera del día
de la muerte,
3
Desde el q u e glorioso se sienta en el
t r o n o I hasta el humillado en la tierra y
el p o l v o ;
4
Desde el que lleva púrpura y corona |
hasta el que viste groseras pieles; | la
cólera, la envidia, la turbación, el temor, |
la ansiedad de la muerte, la ira y las querellas I turban en sueños nocturnos su
corazón.
5
Y al tiempo del descanso en el lecho, |
los sueños de la noche alteran su mente.
6
Apenas descansa un poco, casi nada, |
y luego se queda dormitando como en día
de guardia.
7
Se siente t u r b a d o c o n las visiones de
su corazón, | c o m o fugitivo que huye del
enemigo. | C u a n d o despierta y se ve a
salvo, I se admira de sus terrores.
8
E n t o d a carne, desde el h o m b r e hasta
ECLESIÁSTICO 39-40
la bestia, | se d a esto; pero siete veces
más a los pecadores | se les a ñ a d e :
9
Peste y sangre, fiebre y espada, I devastación, ruina y h a m b r e y plagas.
10
Todas estas cosas fueron creadas para
los inicuos, I y por ellos vino el diluvio.
Los bienes de los impíos
T o d o lo que viene d e la tierra, a la
tierra vuelve, | y lo q u e viene de las
aguas va al mar. *
12
El soborno y la injusticia serán b o rrados, I pero la honradez permanece para
siempre.
13
L a s riquezas d e los malvados se secarán como torrente, | y como arroyo
caudaloso en el fragor de la tormenta.
14
Crecido arrastra peñascos; | pero
pronto se seca, le viene su fin.
15
L a posteridad de los impíos n o echará brotes, | pues las raíces malvadas están sobre roca escarpada.
16 Como berro que nace a la orilla de
las aguas, | es arrancado antes que toda
otra hierba.
11
Lo mejor
'7 La beneficencia no es nunca conmovida, I y la limosna perdura por siempre.
J8
La vida con vino y licor es dulce; |
pero mejor que con estas dos cosas, con
hallar un tesoro.
1 9 L a educación d e los hijos y la construcción de u n a ciudad d a n fama duradera, I m á s todavía tener mujer sabia.
20
El vino y la música alegran el corazón, I pero sobre ambas cosas está el
amor de la sabiduría.
21 L a flauta y el arpa hacen agradable
el canto, | pero sobre ambas cosas está
la lengua blanda.
22
L a gracia y la belleza son delicia de
los ojos, I pero sobre a m b a s cosas está
el verdor del campo.
23
El amigo y el camarada son útiles a
su tiempo, 1 pero sobre ambos está la
mujer prudente para el marido.
24
Los hermanos y parientes, para el
tiempo d e la tribulación; | pero m á s que
unos y otros es salvadora la limosna.
25
El o r o y la plata son pie firme, | pero
sobre ambas cosas es estimado el consejo.
26
Las riquezas y la fuerza levantan el
corazón, | pero sobre ambas cosas está
el temor de Dios.
27 N o hay penuria para el que teme al
Señor, | con El n o h a y necesidad de buscar apoyos.
36
Sabido es cuánta fuerza daban los antiguos maniqueos a la existencia de los animales dañinos como argumento contra la providencia de Dios y la creación del mundo por el Dios bueno.
1
Todas las miserias que enumera esta sección son consecuencia del pecado. De todas estaba exento Adán en el paraíso.
]i
La caducidad de la dicha de los impíos era una de las soluciones que daban los sabios a la
objeción que nacía de la prosperidad del malvado, y que al Eclesiastés no le satisfacía plenamente.
Afi
*""
758
ECLESIÁSTICO 40-42
2
14
El cuerpo del hombre es vanidad; |
> El temor del Señor es como un paraíso de bendiciones | y como balda- el 15
buen nombre no será borrado.
quino sobremanera glorioso.
Ten cuidado de tu nombre, que permanece,
| más que de millares de tesoros.
16
L a mendicidad
Los días de vida feliz son contados, |
29
Hijo mío, no mendigues; | mejor es pero los del buen nombre son innumemorir que mendigar. *
rables.
17
30
Observad, hijos mios, la disciplina y
El hombre que mira con ansias a la
mesa ajena | vive una vida que no debe el pudor; | sabiduría escondida y tesoro
oculto,
| ¿qué aprovechan una y otro?
tenerse por vida; | mancha su alma con
18
Mejor es quien oculta su necedad |
manjares
extraños,
31
Que son tormento para el varón sabio que quien oculta su sabiduría.
e inteligente.
32
Para el mendigo es dulce la mendi- L a verdadera y la faisa vergüenza
cidad, I pero es fuego que abrasa las en19 Sed pudorosos conforme a mis palatrañas.
bras. *
La muerte
2» Pero no es laudable avergonzarse de
A A ! ¡Oh muerte, cuan amarga es tu todo, | ni todo pudor merece aprobación.
™ *• memoria I para el hombre que se 21 Avergonzaos de la fornicación ante
vuestros padres;
siente
satisfecho con sus riquezas; *
22
2
De la mentira ante el juez y el prínPara el hombre a quien todo le sonríe y en todo prospera | y que aún puede cipe; | del fraude ante el amo y el ama, !
y de la traición ante la asamblea y ante el
disfrutar de los placeres!
3
¡Oh muerte, bueno es tu fallo | para pueblo;
23
De la injusticia ante el compañero y
el 4 indigente y agotado de fuerzas;
amigo;
Para el cargado de años y de cuida- el 24
Del robo ante tus convecinos; | de
dos, I quebrantado de ánimo y sin espehaber quebrantado un juramento y un
ranza!
5
No temas el fallo de la muerte; | pacto; | de apoyar a la mesa el codo
acuérdate de los que te precedieron y de sobre el pan, I y del vituperio por las
que haya que dar;
los que te seguirán | y que éste es el juicio cuentas
25
De no responder a un saludo, | de
del Señor sobre toda carne.
6
fijar
la
mirada
sobre mujer ajena;
¿Por qué rebelarte contra el fallo del
26
De volver el rostro a un pariente; |
Altísimo? I Que vivas diez, cien o mil
de27apropiarse dones y obsequios;
años,
7
De fijar los ojos en mujer que tiene
En el ades no hay disputas sobre la
marido, | de indiscreciones con la sierva
duración de la vida.
de28éste I y de apoyarte en el lecho de ella;
La descendencia de los impíos
De las palabras de ultraje a los ami8
Descendencia abominable es la de los gos | y de reprocharles después de haberles
dado algo;
pecadores, I y generación de necios la que
mora en la casa del impío.
9
La herencia de los hijos de los peca- \ t \ ' D e divulgar lo que has oído y de
dores se arruinará, I y lo que quedará a T » « revelar secretos. I De estas cosas
has de avergonzarte con razón, | y hallasu 10linaje es el oprobio.
Al padre impío le ultrajan sus hijos, I rás gracia ante todos los hombres I Pero
que
a causa de él viven ellos en oprobio. he aquí de qué no has de avergonzarte |
11
¡Ay de vosotros, hombres impíos, I ni 2tener temor de hacerlo:
De la Ley del Altísimo y de su alianque12 abandonáis la Ley de Dios Altísimo!
Si tenéis prole, será para vuestro da- za; I de la condenación pronunciada conño, I y si engendráis, será para tener que tra el impío;
3 De arreglar las cuentas con el amo y
lamentarlo.
13
Cuanto viene de la tierra, a la tierra con el compañero | y de la partición de
herencia o de una propiedad;
ha de volver; | así los impíos van de la una
4
De la justeza en la balanza y en los
maldición a la ruina.
29 La mendicidad es una de las penas con que Dios amenaza a los infractores de su Ley (Lev 26,
16; Dt 15,4). Y, a la verdad, es una gran miseria, aunque haya quien en ella encuentre sus ventajas
y por ellas la explote.
M¿1 ' La muerte es siempre amarga, porque es la separación del alma y del cuerpo y el abandono
^ " de la vida presente, a la que tantos lazos nos ligan; pero es tolerable y hasta consoladora
para quienes la consideran como el tránsito a la eternidad dichosa. Pero estos horizontes no estaban
aún plenamente abiertos antes de Jesucristo.
19
Hermosa pintura de la verdadera y falsa vergüenza, que nos trae a la memoria las palabras
de Jesús en Mt 10,32 s.
759
ECLESIÁSTICO 42-43
pesos, I ni de comprobar el peso y la
medida;
5 Ni de comprar poco o mucho; | ni
de ajustar el precio con el vendedor; |
ni de corregir con frecuencia a los hijos; |
ni de azotar hasta la sangre al siervo
rebelde;
6
Ni de sellar la puerta de la casa donde
hay una mala mujer; | ni de echar la llave
donde
hay muchas manos;
7
De marcar lo que deposites; ! de anotar en libro con cuidado lo que des o
recibas;
8
Ni de reprender al insensato y al
necio, I y aun al anciano sospechoso de
liviandad. | Así serás verdaderamente honrado de todos I y tendrás la aprobación
de todos los vivientes.
Los cuidados p o r la hija
Una hija es para el padre un tesoro
que hay que guardar, | un cuidado que
quita el sueño, | por que en su juventud
no sea violada I y no sea aborrecida después
de casada:
10
En su doncellez no sea deshonrada |
y se vea encinta en la casa de su padre; I
que no sea infiel al marido, | y bien casada sea estéril.
11
Hijo mío, sobre la hija atrevida refuerza la vigilancia, I no te haga escarnio
de tus enemigos, I fábula de la ciudad,
objeto de burla entre el pueblo, | y te
avergüenze en medio de la muchedumbre. I Que su habitación no tenga ventana, I ni en la alcoba donde por la noche
duerme
haya entrada que dé a ella.
12
Que no muestre su belleza a ninguno, 3 I ni tenga trato íntimo con mujeres.
1 Porque de los vestidos sale la polilla, I y de la mujer la maldad femenil.
14
Mejor es la rudeza del varón que la
zalamería de la mujer, | y la hija deshonrada es el oprobio de los padres.
9
SEGUNDA
P A R T E
L A SABIDURÍA EN LA NATURALEZA Y EN
LA HISTORIA DE ISRAEL
(42,15-50,26)
Las obras de Dios
15 Voy a traer a la memoria las obras
del Señor I y a pregonar lo que he visto. I
Por la palabra del Señor existe todo, I
todo cumple su voluntad según su ordenación : *
16
El sol sale y lo alumbra todo, | y la
gloria del Señor se refleja en todas sus
obras.
17
No pueden los santos enumerar suAO
ficientemente | ni contar todas sus maravillas. I El Señor fortaleció a todos sus
ejércitos angélicos | para asistir delante
de su gloria.
18
Investiga el abismo y el corazón del
hombre | y penetra todas sus reconditeces.
19
Conoce lo pasado y lo venidero, |
aun
lo más oculto.
20
No hay pensamiento que se le escape I ni palabra oculta para El.
21 El ordenó la grandeza de su sabiduría, I es uno y el mismo desde la eternidad;
22
Nada tuvo que añadir ni quitar | y
no necesitó consejo de nadie.
23
¡Cuan deleitables son todas sus obras!
¡Y eso que es sólo como una chispa lo que
de ellas podemos conocer!
24
Todo vive y permanece para siempre I y en todo momento le obedece.
25
Difieren todas las cosas unas de
otras I y no hay nada inútil.
26 Uno contribuye al bien del otro; |
¿quién se saciará de admirar su belleza?
El sol
I O ' Magnífico es en las alturas del
" < * firmamento | y es bellísimo el aspecto
de los cielos.
2
Sale el sol e irradia su calor, | criatura
admirable,
obra del Altísimo.
3
Al mediodía abrasa la tierra, I ¿y
quién
puede resistir sus ardores?
4
Necesita el artesano soplar el horno
para las obras que requieren fuego, |
pero tres veces más abrasa el sol los
montes. | Sus rayos abrasan el orbe, |
sus5 resplandores deslumhran los ojos.
Grande es el Señor, que le hizo; | por
su virtud acelera él su carrera.
L a luna y las estrellas
También la luna brilla siempre a sus
tiempos, I para señalar perpetuamente su
sucesión.
7
Por la luna conocemos los días de
fiesta, I y mengua cuando ha llegado a su
plenitud.
8
En la luna nueva, según su nombre,
se renueva, | y en sus varios cambios
crece maravillosamente.
9
Es faro de los campamentos en las
alturas | que alumbra el ejército desde
los cielos.
10 Hermosura del cielo es el resplandor
de las estrellas, I brillante adorno de las
alturas
del Señor.
11
Por la palabra del Santo guardan su
ordenanza | y no se cansan de hacer la
centinela.
6
ls
Estos w.15-26 son la introducción del capitulo siguiente, que termina con un epllogo (29-37) digno de la introducción.
ECLESIÁSTICO 43-44
Los fenómenos meteorológicos
iz Pon la vista en el arco iris y bendice
al que lo hizo. | ¡Qué hermoso es por su
esplendor!
13
Con su círculo luminoso abarca el
cielo; | le tendieron las manos del Altísimo.
14
El poder de Dios dirige al rayo | y
hace
volar sus saetas justicieras.
15
Para este fin abre el almacén de sus
tesoros | y hace volar como aves las
nubes.
16
Con su poder las condensa | y desmenuza
las pedrezuelas del granizo.
17
A la voz de su trueno retiembla la
tierra,
18
Se estremecen los montes. | A su
orden sopla el viento solano, | el aquilón
y el
torbellino.
19
Como turbiones de aves hace volar
la nieve, | que se posa en la tierra como
la 20langosta.
Y con su blancura deslumhra los
ojos, | y de verla caer, el corazón se
extasía.
21
Derrama como sal la escarcha, | que
se 22endurece como puntas de espino.
Hace soplar el viento frío del norte, |
y el agua se enfurece y se convierte en
cristal. | Se forma en los estanques una
costra,
| que los cubre como coraza.
23
Devora los montes y abrasa el desierto | y como fuego quema todo verdor.
24
Remedio pronto de estos males es
una niebla, | el rocío para empapar la
tierra
seca.
25
Con su decisión hundió el océano |
y plantó
las islas en el abismo.
26
Los que navegan por el mar cuentan de su inmensidad, | y al oírlos nos
pasmamos.
27
Se ven allí obras de las más maravillosas y espantables, | mil géneros de
animales
y monstruos marinos.
28
El Señor da a los navegantes buen
suceso | y por su palabra tiene éxito el
viaje. | Todo lo ordena su voluntad.
Las obras de Dios superan toda
alabanza
29
Mucho más diría y no acabaría, | y
el resumen de nuestro discurso será: «El
lo es todo».
30
Si quisiéramos dignamente alabarle,
jamás llegaríamos, I porque es mucho
más
grande que todas sus obras.
31
Es terrible el Señor, muy grande, |
y 32
su poder sobre toda admiración.
Cuando alabáis al Sefior, alzad la
760
voz | cuanto podáis, que está muy por
encima de vuestras alabanzas.
(33) 34 L o s q u e j e ensalzáis, cobrad nuevas fuerzas; | no os rindáis, que nunca
llegaréis
al cabo.
35
¿Quién le vio y puede darle a conocer, | y quién puede engrandecerlo tanto
como
El es?
36
Lo escondido de El es mucho más
que todo esto, | pues lo que vemos de
sus37 obras es muy poco.
El Señor ha creado todas las cosas, |
y El dio la sabiduría a los justos.
'.*
Elogio de los patriarcas
A A • Alabemos a los varones glorio™ ™ sos, I nuestros padres, que vivieron
en2 el curso de las edades; *
Grande gloria les confirió el Señor, |
y 3magnificencia desde el principio.
Ejercieron en sus reinos el señorío |
y fueron famosos por su valor. | Consejeros de gran prudencia, | que todo lo
veían en visiones proféticas.
4
Con sus consejos guiaron al pueblo |
y 5por su sabiduría fueron sus príncipes.
Sabios escritores I y autores de sentencias llenas de doctrina; | inventores
de melodías musicales | y compositores
de6 poemas y proverbios;
Ricos, llenos de gran poder, | que en
sus moradas gozaron pacíficamente de
sus bienes.
7
Fueron honrados entre sus coetáneos |
e ilustres
en sus días.
8
Muchos de ellos dejaron gran nombre9 | para que se canten sus alabanzas.
También hubo otros de ellos de quienes no hay memoria, | que pasaron como
si jamás hubieran sido ¡ y vinieron a ser
como si no hubieran nacido, | y lo mismo
sus10 hijos en pos de ellos.
Mas los primeros fueron hombres
piadosos, | cuya justicia no cayó en el
olvido.
11
La dicha perdura con su linaje,
12
Y su heredad pasó a los hijos de
sus hijos; su linaje se mantiene fiel a la
alianza.
13
Y sus hijos lo fueron por amor de
ellos. | Por siempre permanecerá su descendencia
| y no se borrará su gloria.
14
Sus cuerpos fueron sepultados en
paz, | y su nombre vive de generación en
generación.
15
Los pueblos se hacen lenguas de su
sabiduría I y la asamblea pregona sus
alabanzas. >,.,
A A 1 Los w . 1 - 1 5 son asimismo la introducción al elogio que hace de los patriarcas. En ella recoge
^ ^
y une los rasgos más salientes que se leen en la Escritura acerca de ellos (cf. Sab 10.1-14;
H e b 11,1-30,16; Gen 5,24 y 6-9).
761
ECLESIÁSTICO 44-45
Henoc y Noé
16 Henoc fue grato a Dios y trasladado, [
ejemplo de piedad para las generaciones
venideras.
17 Noé fue hallado enteramente justo, I
y en el tiempo de la cólera fue ministro de
reconciliación.
18 Por él se conservó un resto en la
tierra
! cuando ocurrió el diluvio;
19 Y mediante una señal eterna, Dios
hizo con él alianza | de no borrar con
diluvio la humanidad.
Abraham, Isaac y Jacob
20 A b r a h a m fue p a d r e de multitud de
naciones, | y no hay semejante a él en la
gloria; I que guardó la Ley del Altísimo |
y mediante u n pacto vino a unirse con El.
2
i En su carne llevó la señal del pacto |
y en la prueba fue hallado fiel.
22
Por eso le confirmó con juramento |
que los pueblos serían bendecidos en su
descendencia | y que le multiplicaría como23el polvo de la tierra.
Y como los astros sería levantado su
linaje I y que los heredaría desde un mar
al otro mar | y desde el río hasta el cabo
de2 4la tierra.
También a Isaac le confirmó, | por
Abraham,
su padre.
25
El pacto y la bendición de todos los
hombres, | que El hizo descender sobre
la cabeza de Israel.
26
En su bendición le prefirió | y le
asignó la herencia de la tierra, | que
dividió en porciones I y repartió entre
las27doce tribus.
E hizo descender de él un varón
piadoso I que halló gracia ante todos los
hombres.
Moisés
A C l Amado de Dios y de los homT»«» bres, I Moisés, cuya memoria vive
en bendición, | le hizo en la gloria semejante a los santos, I y le engrandeció, haciéndole
espanto de los enemigos.
2
Con su palabra hizo cesar los vanos
prodigios I y le honró en presencia de
reyes.
3
Le dio preceptos para su pueblo | y
le 4dio a ver su gloria.
Por su fe y su mansedumbre | le
escogió
de entre toda carne.
5
Le hizo oír su voz | y le introdujo en
la 6nube.
Cara a cara le dio sus preceptos, I
la Ley de vida y de sabiduría, | para enseñar a Jacob su alianza, y sus juicios a
Israel.
AK
*<*
Arón
Elevó a Arón haciéndole santo, semejante a sí, I hermano de Moisés, de
la 8tribu de Leví;
Y estableció con él una alianza eterna I y le dio el sacerdocio del pueblo. I
Le9 honró con ricos ornamentos,
Y le ciñó una espléndida túnica; le
vistió con suntuosa magnificencia I y le
destinó vestidos honrosos,
10 Los calzones, la túnica y el efod; I
le rodeó de granadas de oro | y de muchas campanillas en torno,
11 Para que sonasen cuando él andaba I y se oyera su sonido en el santuario |
para
avisar a los hijos de su pueblo.
i 2 Le vistió con vestidos santos, tejidos
de oro, púrpura y jacinto, I de púrpura
roja, obra primorosa, | el pectoral del
juicio, con los urim y los tummim, *
13 Hecho de hilo de púrpura escarlata,
obra plumaria de hábil artista; | de piedras diversas talladas como los sellos, I
engastadas en oro, obra de joyero, | para
memoria por la escritura tallada, | según
el 14
número de las tribus de Israel.
Le puso una corona de oro sobre la
tiara, I y una diadema con esta inscripción grabada: «Santidad»; | insignia de
honor, obra magnífica, | placer de los
ojos, obra de acabada belleza.
15 Antes de Arón nadie se vistió jamás
ni 16se vestirá como él,
Ningún extraño la vestirá, sino sólo
sus hijos I y los que descienden de ellos
por7 siempre.
1 Sus sacrificios serán ofrecidos | dos
veces cada día perpetuamente.
18 Moisés le llenó las manos | y le
ungió con el óleo santo.
19 Y fue esta consagración un pacto
eterno, para él | y para su descendencia
por los dias del cielo, | para servir al
Señor en el ejercicio del sacerdocio I
y bendecir en nombre del Señor a su
pueblo.
20
Entre todos los vivientes le escogió
el Señor | para presentarle las ofrendas, I
los perfumes y el buen olor para memoria I
y hacer la expiación de su pueblo.
2
i Y le dio sus preceptos ! y poder para
decidir sobre la Ley y el derecho, | para
enseñar sus mandamientos a Jacob | e
instruir en su Ley a Israel.
22
Se levantaron contra él extraños, I
que en el desierto le envidiaron, | los
partidarios de Datan y Abirón, | y la
banda de Coré con furia y cólera.
23
Violo el Señor y se desagradó de
ellos, I y en el ardor de su cólera los
exterminó;
7
i2
Los urim y los tummim eran el oráculo empleado por el sumo sacerdote para consultar
a Dios (Ex 28,15 ss.).
762
ECLESIÁSTICO 45-47
24 Hizo contra ellos prodigios | y los
consumió con u n fuego abrasador;
25 Y aumentó la gloria de Arón | asignándole u n a heredad; | y le dio en porción las primicias de los frutos de la
tierra,
26 Y comer los sacrificios del Señor; |
y los panes d e la proposición son su
porción, | que le dio a él y a su descendencia.
27
Sólo en la tierra n o los heredó, | n o
tuvieron parte en medio del pueblo, I
p o r q u e «El será tu porción y tu heredad».
28
Fines, hijo de Eleazar, fue el tercero
en la dignidad, I por haber mostrado celo
por el Dios del universo *
29
Y por haber resistido en la defección
del pueblo | con la fortaleza de su corazón generoso, | haciendo así la expiación
de Israel.
10
Por eso le fue confirmada p o r decreto | u n a alianza perpetua para servir
en el santuario, I a fin de q u e él y su
descendencia | tengan el sumo sacerdocio
p a r a siempre.
31
También hizo Dios alianza con D a vid, hijo de Jesé, de la tribu de J u d á ; I
su trono lo hereda su hijo ante Dios, i
c o m o la heredad de A r ó n pertenece a él
y a su descendencia. I Bendecid, pues,
al Seflor, porque es bueno | y os h a cor o n a d o de gloria; | que derrama la sabiduría en vuestros corazones I para juzgar a su pueblo con justicia, | a fin de
que no desaparezca su bienestar | ni su
gloria de generación en generación.
Josué
8
Para q u e las naciones conociesen su
anatema, | y q u e era contra Dios la guerra q u e hacían, | y q u e él obedecía las
órdenes del Todopoderoso.
9
En los días d e Moisés mostró su
misericordia | con Caleb, hijo de Jefoné, |
impidiendo la defección del pueblo | y
reprimiendo la murmuración d e los sediciosos. *
10
Sólo estos d o s fueron reservados |
de los seiscientos mil infantes | para ser
introducidos en la heredad, | en la tierra
que m a n a leche y miel.
11
Y el Señor dio a Caleb vigor, | q u e
conservó hasta la vejez, ¡ para q u e subiese a lo alto de la tierra, | y su descendencia obtuvo la heredad,
12
A fin de q u e viesen todos los hijos
de Israel | q u e es bueno caminar en p o s
del Señor.
13
Los jueces, cada u n o p o r su n o m bre, | los que n o pervirtieron su corazón |
y n o se apartaron del Seflor.
14
Sea bendita su memoria, | florezcan
sus huesos en la sepultura.
15
Y en sus hijos se renueve su nombre.
Samuel
16
Samuel, a m a d o del Señor | y su p r o feta, estableció la monarquía | y ungió a
los príncipes sobre su pueblo.
1 7 E n la Ley del Señor juzgó a l a n a ción, I y visitó el Señor a J a c o b .
i® Por su fidelidad fue interrogado c o m o vidente I y reconocido p o r su fidelidad c o m o vidente fiel.
19
E invocó al Señor todopoderoso, I
cuando los enemigos le acosaban p o r t o das partes, | con la ofrenda d e u n cordero
primal.
20
Y t r o n ó del cielo el Señor | e hizo oir
su voz por medio de gran estampido.
21
Y aplastó a los príncipes enemigos, |
a todos los príncipes d e los filisteos ;
22
Y antes de la hora del sueño eterno |
pidió testimonio ante el Señor y su ungido : I «Bienes, ni siquiera unas sandalias |
de nadie h e recibido». I Y nadie p u d o
acusarle.
23
Y después de su muerte profetizó
y anunció al rey su fin, | ebizo oir saliendo
de la tierra su voz profética | para borrar
la iniquidad del pueblo.
1
A(\
F u e r t e e n l a s batallas fue Josué,
" * * hijo de N u n , | sucesor de Moisés
en la dignidad profética; | q u e fue, según su nombre,
2
G r a n d e en la salud de los elegidos
del Señor | para ejercer la venganza
contra los enemigos que se le opusieron, |
para poner a Israel en posesión de su
heredad.
3
¿Qué gloria n o alcanzó cuando alzó
sus m a n o s I y extendió su espada contra
la ciudad?
4
¿Quién le resistió? | Porque combatió
las batallas del Seflor.
5
¿No se detuvo el sol al tender su m a n o , | y u n solo día fue igual a d o s ? *
6 Invocó al Altísimo Soberano | mientras acosaba p o r todas partes a los eneDavid
migos, | y le respondió el Señor grande |
1
Luego se levantó N a t á n , | q u e
con piedras de granizo de gran potencia, A rj
7
Que arrojó contra el pueblo enemigo, [ ^»2 • profetizó en los días de David.
C o m o se separa el sebo de la carne
y en la bajada aniquiló a los adversarios;
28
Núm 25,7; 1 Mac 2,54.
763
de la hostia pacífica, | así fue separado
David de los hijos de Israel.
3
Jugó con leonas como con cabritos |
y con osos como con corderos.
4
¿No m a t ó en su juventud al gigante, |
haciendo cesar el oprobio de Israel?
5
Al levantar la m a n o con la piedra en
la h o n d a | abatió la soberbia de Goliat.
6
Porque invocó al Señor Altísimo, | y
éste dio fuerza a su diestra | para derribar al poderoso en la guerra | y ensalzar
el cuerno de su pueblo.
7
Por lo cual le cantaron las doncellas
y le aclamaion con «Diez mil». | C u a n d o
se ciñó la corona emprendió la guerra,
8
Y sujetó a los enemigos en derredor; |
puso guarniciones entre los filisteos | y
hasta el día de h o y quebrantó su poder.
9
E n todas sus empresas dio gracias | al
D i o s Altísimo con himnos de alabanza. *
10
C o n todo su corazón a m ó a su H a cedor I y cada día le alabó con salmos.
11
Estableció los instrumentos que habían de tocarse al cantar ante el altar | y
ordenó el canto de los salmos acompañado de arpas.
12
D i o gran esplendor a las fiestas I y
solemnizó las fiestas de todo el a ñ o , | alab a n d o el santo n o m b r e d e D i o s | desde el
alba, haciendo resonar el santuario.
13 El Señor le perdonó sus pecados I y
ensalzó para siempre su poder, | le aseguró la sucesión en el reino | y puso su
trono sobre Israel. *
Salomón
Después de él se levantó un hijo sabio, I que por su padre gozó de prosperidad.
15
Salomón, q u e reinó en días de paz, |
D i o s le dio descanso d e todas partes |
p a r a q u e levantase la casa a su n o m b r e |
y preparase u n santuario eterno.
16
¡Cuan sabio fuiste en tu juventud!
¡Como río fuiste Heno de inteligencia! |
C o n tu inteligencia abarcaste la tierra,
17
Y la llenaste d e proverbios y enigmas. I Llegó tu n o m b r e hasta las remotas
islas I y fuiste a m a d o a causa de la paz.
18
Por los cánticos, proverbios y parábolas I y por las respuestas fuiste la admiración de las naciones.
1 9 En el nombre del Señor Dios, | q u e
es el Dios de Israel,
2
" Amontonaste o r o como hierro, | y
c o m o plomo amontonaste p l a t a ; *
14
A"7
™ *2 0
' 1 Par 25.
13
2 Sam 12,13.
1
Re 10,27.
23
1
Re
X2,i6.
2
» 1 Re 12,18.
Aü
' 1 Re 17.1.
* °
3 1 Re 18; 2 Re 1.
5
1 Re 17,22.
» 2 Re 2,11.
ECLESIÁSTICO 47-43
21
Pero *e diste al a m o r de las mujeres |
y les diste poder sobre tu cuerpo;
22
Y pusiste mácula en tu gloria, | deshonraste tu e s t r a d o ; | y trajiste la cólera
sobre tus hijos | y lamentos sobre t u linaje;
23
C u a n d o el pueblo se dividió en dos, |
y de Efraim tuvo origen un reino rebelde. *
24
Pero el Señor n o abrogó su promesa
misericordiosa, | ni dejó de cumplir ninguna de las palabras, I ni b o r r ó la descendencia d e su elegido, | ni extirpó el linaje
del q u e fue su a m a d o ;
25
Y dio u n resto a Jacob, | y a David u n
renuevo salido de él.
26
M u r i ó Salomón ya anciano.
27
Y dejó en p o s d e sí u n hijo soberbio,
28
Rico en necedad, pobre de inteligencia: I R o b o a m , q u e con su resolución incitó al pueblo a la rebeldía.
29
J e r o b o a m , hijo de N a b a t , pervirtió a Israel | y p u s o a Efraim en camino
de pecado; | y se multiplicaron mucho
sus maldades, *
30
Hasta ser expulsado de su tierra.
31
Y se precipitaron en todo género de
maldades, | hasta que vino sobre ellos la
vengan/a.
Elias y Elíseo
AQ 1 Como un fuego se levantó Elias; |
"*» su palabra era ardiente como antorcha;*
2
Y trajo sobre ellos el hambre, | y en
su celo los redujo a pocos.
3
Con la palabra del Señor cerró los
cielos ! y por tres veces hizo bajar fuego. *
4
¡Cuan glorioso fuiste, Elias, con tus
prodigios! I ¿Quién podrá gloriarse de parecerse a ti?
5
T ú q u e levantaste u n muerto del sepulcro, I y del ades p o r la palabra del Altísimo; *
6
Q u e precipitaste a reyes en la ruina,
y a ilustres de su e s t r a d o ;
7
Que oíste en el Sinaí las amenazas de
Dios, I y en el H o r e b los juicios vengadores;
8
Q u e ungiste a reyes ejecutores de los
castigos, I y a profetas que te sucedieron;
9
Que fuiste arrebatado en u n torbellin o de fuego, | en u n carro tirado p o r caballos í g n e o s ; *
10 Adscrito y preparado p a r a los tiemp o s venideros | p a r a aplacar la cólera an-
ECLESIÁSTICO 4 8 - 4 9
tes del día del Señor, | para reducir los corazones de los padres a los hijos | y restablecer
las tribus de Jacob. *
11
Dichosos los que mueran después de
haberte visto, I pero más feliz tú, que por
siempre
vivirás.
12
Cuando Elias desapareció de la vista en el torbellino, | Elíseo fue lleno de su
espíritu; | duplicó sus prodigios, | y todas
las13palabras de su boca eran un milagro.
En sus días no tembló ante los príncipes,
| ni mortal ninguno le subyugó.
14
Nada fue para él imposible, | y en el
sepulcro su cadáver profetizó.
15 Vivo hizo prodigios, I y aun muerto
realizó
maravillas.
16
Con todo eso, no se arrepintió el pue. blo | ni se apartó de sus pecados | hasta que fue arrojado de su tierra | y dispersado entre las naciones.
Ezequías
Pero quedó Judá, aunque reducido a
poco,
| y príncipes de la casa de David;
18
Algunos de ellos hicieron lo que es
grato a Dios, | pero otros se llenaron de
iniquidad.
19
Ezequías fortificó su ciudad | e introdujo las aguas de Geón dentro de ella. |
Con el hierro excavó la roca | y edificó estanques
para las aguas.
20
En sus días subió Senaquerib | y envió a Rabsaces, | que levantó su mano
contra Sión, | y en su soberbia blasfemó
contra
Dios. *
21
Se estremecieron entonces sus corazones
| y sintieron dolores como de parto,
22
E invocaron al Señor misericordioso | y tendieron hacia él sus manos; | y al
instante los oyó el Santo desde el cielo,
23
Y los libró por mano de Isaías.
24
Hirió el ángel del Señor el campo de
los asidos, | y su derrota se tornó en desordenada
huida, *
25
Porque hizo Ezequías lo que es grato
al Señor | y siguió los pasos de David, su
padre; | los preceptos que le dio Isaías,
profeta, | grande y verídico en sus oráculos.
26
En sus días hizo retroceder el sol |
y prolongó
la vida del rey. *
27
Con grande inspiración vio los tiempos últimos | y consoló a los que lloraban
en Sión; | hasta el fin de los tiempos anun17
764
ció lo futuro I y las cosas ocultas antes de
que sucedieran.
Josías
A Q 1 El nombre de Josías es como per™ •» fume oloroso | preparado por perfumista. *
2
Su memoria es dulce como la miel a
la 3boca I y como música en banquete;
Pues afligido por los extravíos del
pueblo, I quitó de en medio las abominaciones
de la iniquidad.
4
Fue perfecto ante el Señor su corazón I y en los días de la iniquidad afirmó
la 5piedad.
Fuera de David, Ezequías y Josías, |
todos los restantes incurrieron en pecado
de6 negligencia.
Porque no siguieron la Ley del Altísimo
I los reyes de Judá, hasta el último.
7
Y así Dios los entregó en poder de
otros, I y su gloria la dio a un pueblo necio8 y extraño,
Y dieron al fuego la ciudad santa | y
convirtieron en desierto los caminos que a
ella llevaban. *
Los profetas
9
Según los vaticinios de Jeremías, a
quien maltrataron, I siendo el profeta consagrado desde el seno de su madre | para
arrancar, destruir y arruinar, | para edificar,
plantar y reforzar.
10
Ezequiel vio en visión la gloria, | que
el Señor le mostró sobre el carro de los
querubes.
*
11
E hizo mención de Job, el profeta, |
que perseveró fiel en los caminos de la
justicia.
12
También los doce profetas; florezcan sus huesos en sus sepulturas, j porque
curaron a Jacob | y le confortaron con
una segunda esperanza.
Zorobabel
13 ¿Cómo engrandecer a Zorobabel, |
que
era como sello en la mano derecha? *
14
Y lo mismo a Jesús, hijo de Josedec. |
En sus días reedificaron el altar ] y erigieron el templo santo, | destinado a una gloria eterna. *
15
También Nehemías, cuya memoria
sea gloriosa, | que levantó nuestras ruinas, I reedificó nuestras casas arruinadas,
puso puertas y cerrojos. *
io M a l 4,620 2 Re 18,13.
2 Re 19,35; Is 37.36.
" 2 Re 20,11; IS38.3.
4 0
1 2 Re 22,1.
* -* 8 2 Re 25,910 Ez 1,4.
1 3 1 Par 3,19; Esd 3,2; Ag 1,12; 2,24.
1" Z a c 4 , i .
1 5 Es de maravillar q u e al lado de Nehemías, el restaurador de Jerusalén, no se haga mención
d e Esdras, «el escriba docto en la Ley d e Dios» y la ñgura más saliente y más venerada del rabinismo.
24
765
16 Pocos en la tierra como Henoc, | que
fue 7trasladado de la tierra;
1 Y no hubo ningún nacido como José, que fue señor de sus hermanos, sustentador de su pueblo,
ls
Cuyos huesos fueron cuidadosamente traídos.
19
También Sem, Set y Enós son celebrados, I y sobre todos cuantos han vivido es la gloria de Adán.
Simón
C A 1 Príncipe de sus hermanos y gloO " ria de su pueblo | fue Simón, hijo de
Onías, sumo sacerdote. | En su vida fue
restaurada la casa | y en sus días fue consolidado
el templo. *
2
En sus días fue edificado el muro | y
torres de refuerzo como en palacio real.
3
En su época fue cavado el estanque, |
depósito semejante al mar por la cantidad
de sus aguas.
4
Protegió a su pueblo contra los ladrones I y aseguró su ciudad contra los enemigos.
5 ¡Qué majestuoso cuando salfa del santuario, I cuando se adelantaba de detrás
de 6la cortina!
Como la estrella de la mañana entre
nubes, | como la luna llena en los días de
plenilunio;
7
Como el sol radiante sobre el templo
del8 Altísimo,
Como el arco iris, que se aparece en
las nubes; I como flor entre el ramaje en
días primaverales, | como azucena junto
a la corriente de las aguas, | como las flores9 del Líbano en días de verano;
Como el incienso que arde sobre la
ofrenda, I como vaso de oro finamente
trabajado
10 Y enriquecido con piedras preciosas;
11 Como verde olivo cargado de fruto, |
como ciprés que se alza hasta las nubes, |
cuando se ponía los ornamentos de su
gloria I y se vestía con las ropas suntuosas;
i 2 Cuando subía al altar majestuoso [ y
hacía resplandecer los ámbitos del santuario
;
13 Cuando recibía de sus hermanos las
porciones de la víctima | y estaba en pie
junto al fuego, | rodeado de una corona
de hijos, I como renuevos de cedro en el
monte
Líbano.
14 Como sauces le rodeaban en su majestad todos los hijos de Arón;
ECLESIÁSTICO 49-50
15
Teniendo en sus manos las ofrendas
del Señor, | ante toda la congregación de
Israel, | hasta acabar el servicio del altar |
y acabar
el sacrificio al Altísimo.
16
Tendía su mano a la libación | y ofrecía 7la sangre de la vid.
1 Y derramaba al pie del altar la sangre I de olor agradable al Soberano Altísimo.
i 8 Tocaban entonces los hijos de Arón |
las trompetas de metal laminado | y levantaban un fuerte sonido | para avisar
que9 se hallaban ante el Altísimo.
1 Entonces todo el pueblo a una se
apresuraba | a caer rostro a tierra | para
adorar al Señor Altísimo, | al Santo de
Israel.
20
Y los cantores hacían oir su voz | y
en el vasto templo resonaba la dulce melodía.
21
Y clamaba todo el pueblo de la tierra I orando ante el Misericordioso | hasta acabarse el servicio del altar | y terminar22 el culto prescrito.
Entonces Simón, bajando, levantaba
sus manos | sobre la congregación de los
hijos de Israel I para dar con sus labios la
bendición de parte de Dios | y gloriarse
en23su nombre.
De nuevo se postraban en tierra | para
recibir
de él la bendición.
24
Ahora bendecid al Señor, Dios de Israel, I que hace maravillas en toda la tierra, I que forma al hombre en el seno materno I y le hace según su voluntad.
25
Concédanos El la sabiduría del corazón I y haga reinar la paz en nuestros
días.
26
Que su misericordia permanezca con
Simón I y mantenga firme el pacto de Fines. I Que no sea roto el pacto con él ¡ ni
con su descendencia por los días del
cielo».
EPILOGO
(50,27-51,38)
Razas odiosas
Dos pueblos me son odiosos | y un
tercero
que ni siquiera es pueblo: *
28
Los que moran en la montaña de
Seir y los filisteos | y el pueblo necio que
habita en Siquem.
27
Epílogo
Doctrina sabia y sentencias prudentes I consignó en este libro | Jesús, hijo
29
e n
1 Onías, padre d e Simón, es, sin duda, el mencionado en 1 M a c 12,7. Conocemos dos pon*•''-' tífices del mismo nombre y apellido, ambos del siglo II a. C . : el primero es Onías, padre d e
Simón, llamado el Justo, el segundo se distinguió por haberse opuesto a la pretensión de Tolomeo
Filopator (222-205) de entrar en el santuario.
27
Son bien conocidos los motivos d e estas poco amistosas relaciones de los judíos con los idumeos y los samaritanos.
ECLESIÁSTICO 50-51
766
de Sirac, de Jerusalén, | que d e r r a m ó en
Letanía
él la sabiduría de su corazón. *
Alabad al Seflor, p o r q u e es bueno, I
30 Dichoso el h o m b r e que la medita; y porque es eterna su misericordia.
el que la guarda en su corazón será sabio,
Alabad al Seflor de las alabanzas, | por31 Pues el que así haga triunfará en to- que es eterna su misericordia.
do, | porque el temor del Señor es su caAlabad al Señor, escudo de Israel, |
mino.
p o r q u e es eterna su misericordia.
Alabad al Criador del universo, | porOración de Jesús, hijo de Sirac
P1
i T e doy gracias, Seflor y Rey que es eterna su misericordia.
Alabad al libertador de Israel, | p o r q u e
•"•
m í o ; | te alabaré, Dios de mi
es eterna su misericordia.
salud, *
Alabad al que reúne los dispersos de
2
Y confesaré tu nombre, | porque has
Israel, | p o r q u e es eterna su misericordia.
sido m i protector y mi socorro
Alabad
al edificador de su ciudad y su
3
Y libraste mi cuerpo de la muerte, | y
santuario, I porque es eterna su miserimi pie del poder del sepulcro. | M e librascordia.
te de la maledicencia pública, [ del azote
Alabad al que hizo brotar el cuerno de
de la lengua calumniosa, | y contra mis
la casa de David, | p o r q u e es eterna su miadversarios I fuiste mi socorro.
sericordia.
4
M e libraste, según tu misericordia, |
Alabad al que eligió a los hijos de Sadel rechinamiento de los preparados a dedoc para el sacerdocio, | porque es eterna
vorarme,
su misericordia.
5 Del poder de los que atentaban conAlabad al escudo de Abraham, | portra m i vida, I de las m u c h a s tribulaciones
que es eterna su misericordia.
que me acosaban,
Alabad a la roca de Isaac, | p o r q u e es
6
D e la asfixia de las llamas que me eneterna su misericordia.
volvían, | y en medio del fuego no m e
Alabad al Fuerte de Jacob, | p o r q u e es
quemé.
eterna su misericordia.
7
Del profundo seno del sepulcro, | d e
Alabad al que eligió a Sión 1 porque es
la lengua malvada, de los discursos em- eterna su misericordia.
busteros, | de las saetas de la lengua menAlabad al Rey de los reyes grandes, |
tirosa.
porque es eterna su misericordia | y exaltó
8
Estaba mi alma al b o r d e de la muerte, el cuerno de su pueblo | p a r a gloria de t o 9
Y mi vida próxima al profundo sepul- dos sus fieles, | los hijos de Israel, el puecro.
blo que a El se llega. | ¡Aleluya! *
io Me volví a todas partes y no hallaba
ayuda; | miré buscando socorro humano,
mas en vano.
11 Pero m e acordé, Seflor, de tu misericordia, | de tu antigua conducta,
12
D e que salvas a los que en ti esperan [ y los libras de t o d o mal,
13 Y alcé entonces mi voz | y te rogué
a las mismas puertas del sepulcro.
14
Y clamé ante el Seflor Altísimo: |
«Seflor, tú eres mi padre, el campeón de
mi salud; | no me abandones en el día
de la tribulación, | en el día de la ruina
y la devastación.
1 5 Alabaré continuamente tu n o m b r e |
y en mi acción de gracias te cantaré». |
Escuchó el Seflor mi oración,
i 6 M e salvó de la ruina | y m e sacó de
todo mal.
1 7 Por esto te daré gracias y te alabaré I y bendeciré el n o m b r e del Señor. *
Celo del autor por la sabiduría
18 Siendo yo joven y antes que m e extraviase, I m e di a buscar sinceramente la
sabiduría. *
19 En mi oración la pedí | y hasta el fin
la b u s q u é :
20 Floreció, m a d u r ó c o m o racimo, | y
se regocijó en ella mi corazón, | y camin ó mi pie por senda llana I y desde mi
juventud me abracé a la sabiduría.
21
Apliqué a ella m i oído y la recibí,
22
Y hallé para mí m u c h a ciencia | e hice en ella grandes progresos.
2
3 M e mostré reconocido al que m e enseñó la sabiduría
24
Y me propuse obrar según ella; m e esforcé p o r seguir el bien, y n o m e avergoncé de ello.
2
5 Mi alma se aficionó a ella | y nunca
le volveré el rostro.
29
Estos versículos (20-31) son el epílogo de la obra. El autor nos hace la presentación de su
persona, que ya conocemos por el prólogo del traductor.
El
! En este postrer capítulo distinguimos los w.1-17, que tienen parecido con el salmo 18 de
** ' 1 7 David. El autor da gracias al Señor por los muchos males de que le libró.
Esta letanía, que llega hasta el v.18, está tomada del texto hebreo y se halla inspirada en los
salmos
117,1-4 y 136.
18
En la última sección de este capítulo (18-38) el autor nos cuenta sus esfuerzos por adquirir
la sabiduría y los frutos logrados, que él ofrece a todos los amantes de ella.
767
26
Extendí mis m a n o s a lo alto | y la
hallé en toda su pureza.
27
Jamás p o r la eternidad m e apartaré
de ella.
28
Desde el principio adquirí por ella
la inteligencia, I y p o r eso no la abandonaré jamás.
29
Mis entrañas se encendían contemplándola, I y p o r eso la adquirí y la tuve
p o r bella adquisición.
30 El Señor me dio en recompensa el
d o n de la palabra, | y con ella le alabaré.
31 Acercaos a mí los que carecéis de
instrucción | y frecuentad m i escuela.
32
¿Hasta cuándo habréis de carecer de
este bien | y vuestras almas h a n de tener
sed de ella?
LIBROS PHOFÉTICOS
33
Y o a b r o mi boca y hablo | para comunicaros de balde la sabiduría.
34
Inclinad a su yugo vuestro cuello |
y reciba vuestra alma la instrucción. | Cerca está de quien la desea, | y el que se entrega a ella la hallará.
35
Ved con vuestros ojos cuan poco me
he fatigado yo | y c ó m o hallé en ella gran
descanso.
36 Oíd mis instrucciones cuanto más podáis, I y la adquiriréis sin oro ni plata.
37
Alégrese de mi enseñanza vuestra alma, I y no tendréis que avergonzaros al
oír mi canto.
38
Haced vuestra obra a tiempo, I y en
su día el Señor os d a r á la recompensa.
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