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From the SelectedWorks of Guillermo Arosemena
June 2, 2013
Para ser número uno
Guillermo Arosemena
Available at: http://works.bepress.com/guillermo_arosemena/560/
Para ser número uno
Guillermo Arosemena Arosemena
El mundo se ha propuesto disminuir la desigualdad. Unos gobiernos lo quieren
hacer regresando al siglo XVIII, cuando no existían diferencias en los ingresos
entre países, la mayoría era pobre; quieren que el rico baje de nivel económico
para igualarse al pobre. Otros lo hacen correctamente, logrando que los pobres
aumenten sus ingresos para acercarse al de los ricos. China es ejemplo.
La realidad es que la desigualdad es inevitable por la naturaleza humana y la
prueba más evidente y actual es lo que sucede en China. Antes de Deng Xiaoping
iniciar el milagro chino, la desigualdad era casi inexistente, el 95% de los chinos
era pobre. Con el transcurso de los años se crearon dos poderosas clases rica y
media. Actualmente China tiene más de dos millones de millonarios en dólares. La
desigualdad ha crecido. Hay una explicación: no todos tienen las mismas:
aspiraciones, capacidad de trabajo, empuje, deseo de triunfar, nivel intelectual y
demás características que diferencian a los seres humanos.
Gene Smiley, profesor émerito de la Universidad de Marque, ha publicado un
interesante estudio sosteniendo que lo le que importa a la gente no es cómo vive
en relación al rico, sino cómo vive en relación a su pasado y expectativas propias.
Su estudio está encaminado a probar lo contrario de lo que se había afirmado por
más de medio siglo, que la década de los veinte en Estados Unidos ocasionó
enorme desigualdad entre ricos y pobres. En 1920, una cuarta parte de las
familias tenía automóvil; para 1930, más del 50%. En 1920, 35% de los hogares
tenían electricidad, una década después, 68%. A pesar de los empleados no
trabajar los sábados, por haberse implementado la semana de cinco días de
trabajo, los salarios aumentaron por el incremento de la productividad.
Daron Acemoglu, economista de M.I.T. en reciente estudio afirma que Estados
Unidos, no puede ser como Suecia, -en alusión a adoptar sus políticas sociales-,
no le conviene, tampoco al mundo. Según él, si lo hace, la tasa de crecimiento de
la economía mundial disminuiría, porque se reduciría la innovación al no existir
incentivos.
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