© los autores ©UNIVERSIDAD DE GRANADA vida cotidiana en la monarquía hispánica. tiempos y espacios ISBN 978-84-338-5752-1 Depósito legal: GR./306-2015 Edita:Editorial Universidad de Granada. Campus Universitario de Cartuja. Granada. Diseño de cubierta: José María Medina. Preimpresión: Atticus Ediciones, Granada. Imprime: Gráficas La Madraza, Albolote, Granada. Printed in Spain Impreso en España Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. índice introducción ............................................................................................................ Inmaculada Arias de Saavedra Alías y Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz 7 I espacios cotidianos de distinción y marginalidad Ser civil en el siglo xviii: ¿práctica cotidiana Civility: the behavior’s reform as political pedagogy M. Victoria López-Cordón Cortezo o virtud política? .......... La corte de Madrid y las etiquetas cortesanas como modo de distribución del espacio ................................................................................................................. Court of Madrid and labels as courtesans mode distribution of space José Martínez Millán Ocio ilustrado de un infante real: algunas notas sobre la biblioteca 15 39 de don Luis de Borbón Farnesio ........................................................................ Enlightened leisure of a royal prince: some notes on don Luis de Borbón Farnesio’s library Inmaculada Arias de Saavedra Alías 59 La ciudad de la Alhambra en el siglo xvii ..................................................... The city of the Alhambra in the seventeenth century Francisco Sánchez-Montes González 85 Orientando la mirada. Influencia de oriente en la vida cotidiana de la España moderna ....................................................................................................... 117 Glancing at orient. Orient’s influence on Spanish modern quotidian ways Amaya Morera Villuendas índice Espacios de tiniebla. La vida en el interior de la mina en los Andes .................................................................................................................. 137 Spaces of darkness. Life inside the mine in colonial Andes Miguel Molina Martínez coloniales Pobreza y caridad en el noroeste peninsular durante la Edad Moderna: la provincia de Zamora . ....................................................................................... 153 Poverty and charity in north-western Spain in the Modern Period: the province of Zamora María José Pérez Álvarez Lo cotidiano en la cárcel de la Real Chancillería a finales del Antiguo Régimen............................................................................................................................. 171 Real Chancillería prison's daily life at the end of the Ancient Regime Margarita Torremocha Hernández II sujetos y objetos de lo doméstico cotidiano De la casa a la pila: hábitos y costumbres de bautismo y padrinazgo en Santiago de Compostela, siglos xvii-xviii ........................................................ 195 Fram the house to the baptismal font: Baptism and patronage habits in the 17th and 18th centuries Santiago de Compostela Ofelia Rey Castelao Topografías de lo privado y de lo público: joyas, familia y género en la Época Moderna ........................................................................................................ 215 Topographies of private and public: Jewels, family and gemder in Early Modern History Mariela Fargas Peñarrocha Comercio y venta de libros en la Granada del Trade and sales of books in 18th century Granada Francisco Ramiro Martín siglo xviii ........................ 231 Experiencias de “lo cotidiano” en los relatos de viajeros españoles en Portugal (siglo xviii) ............................................................................................. 259 Experiences of “daily life” in the spanish travellers in Portugal María José Ortega Chinchilla El consulado de Cádiz. Dependencias y The consulate of Cádiz. Units and furniture Mª Magdalena Guerrero Cano 468 mobiliario ..................................... 281 índice La corte del mercader: la vivienda y el servicio doméstico de los Granada (ss. xvi-xvii) .................................................................... 293 The merchant's court: Genoese housing and domestic service in Granada (16th-17th centuries) Rafael M. Girón Pascual genoveses de III asistir al cuerpo y atender al espíritu Sueños de banquetes, pesadillas de hambre .................................................... 309 Dreams of banquets, nightmares of hunger María de los Ángeles Pérez Samper Calzones y guardapiés. Unas notas para el estudio del vestido en el ..................................................................................................................... 333 Calzones y guardapiés. Some notes on the study of 19th century clothing María Teresa Martínez de Sas siglo xix Los ropajes populares urbanos recogidos en el Hospital de la Resurrección de Valladolid. Siglo xviii .................................................................................... 353 The popular urban clothing collected in the Hospital of the Resurrection of Valladolid. 18th century Máximo García Fernández La literatura formativa dirigida a las niñas. Otra vía para la educación femenina a finales del siglo xviii ....................................................................... 375 The formative literature aimed at girls. Another way to female education in the late eighteenth century Gloria Franco Rubio Dos modelos pedagógicos diferenciados en la Granada del siglo xviii: la Escuela General de los niños y muchachos y el Colegio de Niños de la Misericordia . ................................................................................................ 395 Two different educational models in 18th century Granada: The Escuela General for children and teenagers and the Colegio de la Misericordia for children Mª del Prado de la Fuente Galán De lo cotidiano a lo sagrado: las reliquias en el contexto de la pietas austriaca (siglo xvii) ................................................................................................ 405 From the quotidien to the sacred: Relics in the context of the Pietas Austriaca in the 17th century Esther Jiménez Pablo 469 índice Sublimar lo cotidiano. Vida de clausura en la Granada barroca: el convento 421 del Ángel Custodio en el siglo xviii ......................................................................... Everyday life sublimated. Living in closure in baroque Granada: The convent of the Ángel Custodio in 18th century Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz Devoción Sicilia española: el culto a los .................................................................................................................. 443 Popular piety and aristocracy in spanish Sicily: The cult of criminals Manuel Rivero Rodríguez popular y aristocracia en la criminales 470 SUBLIMAR LO COTIDIANO. VIDA DE CLAUSURA EN LA GRANADA BARROCA: EL CONVENTO DEL ÁNGEL CUSTODIO EN EL SIGLO XVIII EVERYDAY LIFE SUBLIMATED. LIVING IN CLOSURE IN BAROQUE GRANADA: THE CONVENT OF THE ÁNGEL CUSTODIO IN 18TH CENTURY Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz Universidad de Granada Resumen Una estrategia de imagen de los conventos de clausura consiste en sublimar la vida conventual. Las estrategias utilizadas son variadas, pero todas persiguen la finalidad de crear una imagen de intensa espiritualidad, como base para su arraigo social en el ámbito urbano. En el caso del convento del Ángel Custodio de Granada se observan esos mecanismos, particularmente en el siglo XVIII, cuando el convento alcanza su primer siglo de vida. En este sentido, se estudian las “cartas de hermandad” que otorgaban las monjas, la descripción literaria de sus fiestas y devociones, y el cumplimiento de memorias de misas encargadas por distintos particulares. Palabras clave: convento de clausura, siglo XVIII, celebraciones religiosas, Barroco. Summary An image strategy in the convents of closure was to sublimate de convent life. The strategies used ara varied, but all of them try to create an image of intense spirituality as a basis for a social integration in the urban world. In the case of the convent of the Ángel Custodio in Granada, these mechanisms are analyzed, particularly in the Eighteenth Century, when the monastery reached the first century of life. In this sense, the “cartas de hermandad” (brotherhood) that gave the nuns, the literary description of their religious celebrations and devotions, and the masses in memory of decesased persons are studied. Key words: convent of closure, eighteenth century, religious celebrations, Baroque. Cuando comienza el siglo XVIII el convento de franciscanas clarisas del Santo Ángel Custodio contaba ya casi con tres cuartos de siglo de existencia. Era una época, pues, de consolidación, protagonizada por religiosas que conocieron de oídas la fundación de forma directa. miguel luis lópez-guadalupe muñoz Como a todo convento “nuevo” —éste lo era con relación a la mayoría de los establecidos en Granada—, afianzarse en la sociedad urbana costó su trabajo 1, aunque sin duda facilitó la tarea el origen nobiliario de su fundadora —cuyo ejemplo siguieron mujeres adscritas al grupo de la nobleza titulada local–, a pesar de la insuficiencia económica que aquejaba a la fundación. Entre las estrategias de imagen desplegadas en pro de ese afianzamiento estaba sin duda la sublimación de la vida religiosa y de las circunstancias del convento. En este sentido, se abordarán brevemente tres mecanismos incidentes en esa estrategia, más dirigidos al mundo exterior que a la vida estrictamente de la clausura: la concesión de cartas de “hermandad” a otros eclesiásticos y sobre todo a laicos, la exaltación literaria de la vida conventual y de sus obras de arte, y el encargo de memorias de misas, con su doble ventaja económica y de promoción del culto, abierto a toda la ciudad, en la iglesia del cenobio del Ángel. Estos mecanismos han dejado sus testimonios en el archivo del convento. Hermanamiento con el convento del Santo Ángel Una de las manifestaciones que acercaba las monjas al siglo, del que nunca estuvieron completamente aisladas 2, es la concesión de “cartas de hermandad”. Se practicaba con comunidades y con particulares, como muestra de afecto y distinción, y con el fin específico de hacerlos “partícipes de los exercicios y otros actos piadosos”, propios de la comunidad. Ello conllevaba la transmisión de su carisma peculiar, pero también del “tesoro” de gracias espirituales propio de la orden de las clarisas. También para ellas suponían ciertas obligaciones, que se consignaron en un libro iniciado por la abadesa sor Luisa María de Jesús en 1774, que había profesado cincuenta y un años antes. Se les consideraba “hermanos” y, por consiguiente, las monjas compartían con ellos los ejercicios de su vida religiosa, así de día como de 1.La primera actitud solía ser de rechazo: “el Cabildo Seglar cerró de un todo las Puertas a la demanda con las ordinarias respuestas de la muchedumbre de Pobres y crecido número de Familias Religiosas” (Fr. Antonio de Lachica Benavides, Gazetilla curiosa o semanero granadino, noticioso y útil para el bien común, Granada, papel XXVI, pág. 1 v.). Después solía allanarse el camino, convirtiéndose cada obstáculo en una acicate para la superación. 2.Es más, en los parámetros mentales de la época, “esta forma de pensar nobiliaria, contribuía a que en los claustros, en el microcosmos conventual, se reprodujeran a pequeña escala las mismas estructuras y desigualdades sociales que en el exterior” (Marion Reder Gadow, “Las voces silenciosas de los claustros de clausura”, Cuadernos de historia moderna, 25 (2000), pág. 285). 422 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca noche, “único medio para poseer por eternidad la celestial patria a que aspiramos” 3. Estaba, por tanto, claro que se trataba de unas transferencias espirituales que les obligaban a: —“Tener presentes a nuestros hermanos en todos los exercicios y buenas obras que por comunidad hiziéramos”. — “Aplicarle la misa que diariamente se dize a esta comunidad, comunión, sufragios y exercicios de aquel día, y una hora de oración”. —Aplicar otros sufragios, especialmente “el día que fallezca, dezir misa y vigilia” 4. La otra parte se comprometía a ofrecer en el recibimiento de esta peculiar “hermandad” una libra de cera para culto de las Formas Robadas que se custodiaban en el coro alto (procedentes del célebre robo sacrílego acaecido en Alhama en el año 1725 5), y además a: —Tratándose de sacerdotes, tener presente a las monjas del Ángel en sus “exercicios, oraciones y sacrificios”, celebrando por cada religiosa fallecida tres misas rezadas y un oficio de difuntos. —En cuanto a los seglares, “tenernos presentes en sus peticiones y devociones; y quando muera alguna de las religiosas, luego que le sea la noticia, mandará dezir tres misas rezadas por su ánima, y asimismo rezar una parte del rosario” 6. En la más pura espiritualidad barroca, que reforzaba un carácter angelical en las religiosas a fuerza de una ascesis personal, pregonaban su potencial intercesor: “todo su vínculo de charidad que nosotras podemos con la divina gracia”. Y trataban a sus “hermanos” de igual manera que a sí mismas: “hazemos intención de pedir por dicho hermano todo el bien espiritual y temporal que pudiéremos a Nuestro Señor para no- 3.“Directorio y catálogo para cumplir lo que de nuestra libre voluntad ofrecemos a comunidades, señores sacerdotes, así regulares como seculares, como a devotos y bienhechores de ambos sexos que rendidamente piden a esta nuestra comunidad sean admitidos en forma de Hermandad para ser partícipes de los exercicios y otros actos piadosos de ella…”, hoj. 1 (Archivo del Convento del Ángel Custodio (A.C.A.C.), leg. Varios). 4. Ibídem, hojs. 2 y 5. 5.Resuelto el caso y recuperado el sagrado botín, se hicieron de aquellas hostias seis partes, una de las cuales “la dio el Sr. Arzobispo a el Coro de Religiosas del Ángel Custodio, para que le sirviese de purísimo Relicario” (Fr. Antonio de Lachica Benavides, Gazetilla curiosa..., op. cit., papel V, p. 2). 6.“Directorio y catálogo…”, op. cit., hoj. 2v. 423 miguel luis lópez-guadalupe muñoz sotras mismas” 7. Había, pues, un intercambio de acciones y ejercicios propiciatorios, pero se deduce una mayor eficacia en los practicados por las religiosas, a quienes, por su consagración, se adjudica una mayor autoridad moral, que tiene mucho que ver con el modelo de religiosidad femenina difundido a través del discurso eclesiástico y social. La relación de comunidades y personas acogidas a esta singular relación confraternal 8, en la más estricta línea de la comunión eclesial, es expresiva de las relaciones que las monjas mantenían con la vida exterior, que, por otra parte, se presuponía igualmente virtuosa. En los casos más solemnes, presente el beneficiario, se le entregaba la carta de hermandad firmada por todas las religiosas. En los demás, bastaba una sencilla inscripción en el libro. Fr. Diego José de Cádiz, que visitó el convento durante su misión en Granada (1779), formuló de esta manera su compromiso: “si tiene lugar mi petición i deseo que me admitan Vuestras Reverencias por hermano y io ofrezco aplicar una misa por cada religiosa que fallezca, que es lo que nosotros tenemos de constitución y podemos ofrecer” 9. Lo destacable es la magnitud de esta “hermandad”: unas cuatrocientas personas en un arco temporal aproximado de setenta y cinco años, el periodo 1760-1835, con algún colofón tardío. Entre los “hermanados” hay comunidades religiosas, sobre todo conventos de clausura (muchos de clarisas, pero también agustinas, dominicas, cistercienses y capuchinas), dieciocho en número, más tres comunidades masculinas (de Granada y Baeza). A título personal se cuentan 85 eclesiásticos y 24 religiosas (muchas de ellas de las “Claras” de Almería), pero el protagonismo es, sin duda, de los seglares (no menos de trescientos), hombres y mujeres, matrimonios e incluso familias enteras. Los hay de fuera de Granada, pero abundaban los residentes en la ciudad, aunque lógicamente suele omitirse este dato, a diferencia de los foráneos. Todos ellos aspiraban a conseguir “favores” espirituales; en realidad, hay que considerarlos como benefactores del convento. Lo normal era celebrar una misa por los “hermanos” que falleciesen, más algunas oraciones y otros ejercicios. También pensaban recibir atención de quienes pedían estas cartas de hermandad, y de una forma especial de los conventos y de los ordenados, que celebraban misas por las monjas granadinas que fallecían. Ellas les ofrecían unas oraciones estándar, pero a veces se especifican ejercicios y cuantías diferentes, adaptadas a determinadas exigencias, como vías sacras o rezos ante el Santísimo. 7. Ibídem, hoj. 5. 8. Ver en Anexo. 9.Relación escrita por una de las religiosas (A.C.A.C., leg. Varios, s. p.). 424 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca Aunque no fuera obligatorio, no debieron faltar limosnas al convento detrás de esas cartas de hermandad. Hay personalidades eclesiásticas y civiles, pero sin duda abundan las familias de sectores medios (con absoluto dominio del título de `don´ y `doña´, aunque éstos eran muy generalizados ya en aquella época). Muchos apellidos se repiten y los hay coincidentes con los apellidos de las monjas (incluso las de origen nobiliario), pero también los relacionados con los empleados del convento. Hay, pues, una comunidad espiritual entre personas de dentro y fuera del claustro. Es una forma destacada de proyección al exterior, de afirmación social de la comunidad, de expectativas de apoyo (material). Pero, sobre todo, suponen una sublimación de la vida religiosa. Al fin y al cabo, lo que aplicaban a personas extra claustra no era otra cosa que las obligaciones religiosas diarias de las monjas. Se reconocía a su oración un potencial espiritual (incluso protector) extraordinario, que se ligaba al estadio de perfección propio de la vida consagrada, elegido —se entendía, libremente— por aquellas mujeres 10. Para ellas suponía una proyección exterior, en forma de comunión espiritual; para los demás, una forma de tener presente y reconocer las bondades del convento. Ellas no hacían realmente nada especial, pero su rutina diaria se valoraba altamente por amplios sectores de la sociedad, como una forma de realce y perpetuación de su imagen espiritual. La misma naturaleza de la vida religiosa, y sus evidentes implicaciones sociales, se autoafirmaban por este proceso de sublimación. No extraña en absoluto la presencia de aristócratas entre los beneficiarios de las cartas de hermandad. De hecho, desde la fundación hasta finales del siglo XVIII se cuentan hasta quince religiosas de procedencia nobiliaria en el convento; salvo cuatro, las restantes alcanzaron dicha centuria o vivieron de lleno en ella. Aunque hay otras dos religiosas que son sobrinas del Señor de Gor (en la década de 1650) y otras dos sobrinas de ambas (en 1700), todas con el apellido Franquis, hemos optado por consignar en el siguiente cuadro sólo las que pueden considerarse nobles por vía directa y que ingresaron, y generalmente profesaron, en el convento del Ángel: 10.“Vosotras, amadas hijas en Cristo, despreciasteis las pompas y deleites del mundo, y siguiendo las huellas del mismo Cristo y de su santísima Madre elegisteis vivir encerradas y servir al Señor en suma pobreza, a fin de servirle con libertad de espíritu” (Regla de Santa Clara (1253), cfr. Reglas y Constituciones de las monjas de la Orden de Santa Clara, Barcelona, 1974, pág. 16). 425 miguel luis lópez-guadalupe muñoz Nombre de profesa María de Santa Clara 11 Apellidos Centurión Córdoba Padres Profesión Años de religiosa Marqueses Estepa 1599 31 53 María de las Llagas Cobos Centurión Marqueses Camarasa 1622 María (Elvira) de las Llagas Córdoba (Ayala) Castilla Marqueses Valenzuela 1652 50 Margarita de la Cruz Castilla Cueva Señores Gor 1662 65 Isabel María de Jesús Téllez (Girón) Castilla Señores Cardela 1673 13 15 Francisca María de San Antonio Bohórquez Cueva Marqueses Trujillos 1680 14 Isabel María del Amor de Dios Bohórquez Cueva Marqueses Trujillos 1694 57? Mariana de San Bernardo Pérez-Pulgar Zubiaurre (Pérez-Guzmán) Marqueses Salar 1710 47 Juana María de San Joaquín Verdugo (Albornoz) Lasso de Castilla Condes Torrepalma 1713 47 Ana María de San Jerónimo Verdugo (Albornoz) Lasso de Castilla Condes Torrepalma 1730 41 Rosalía María de San Miguel Pérez del Pulgar Córdoba Marqueses Salar 1749 59 Rosalía de Jesús Córdoba Aguilar Es la marquesa viuda de Salar 1750 8 12 6 María de las Angustias Pérez del Pulgar Córdoba Marqueses Salar 1755 37 María Bernarda de la Purísima Concepción Pérez del Pulgar Córdoba Marqueses Salar 1757 36 Teresa de Jesús María Rodríguez Monsalve Marqueses Iniza 1784 37 11,12,13,14 Habitaron el convento estas mujeres de noble origen entre 1626 y 1822, suponiendo algo más de un 10% de las religiosas profesas, pero serían muchas más las de origen hidalgo y caballeresco o las procedentes de elites urbanas, como las hijas de regidores del Ayuntamiento y las ligadas a la casta judicial de la Real Chancillería o a algunos de los oficios relacionados con esta prestigiosa institución, sin contar las monjas que llegaron por recomendación de diversas autoridades eclesiásticas, incluidos los propios arzobispos, de una manera especial don Martín de Ascargorta. En resumidas cuentas, entre mujeres provenientes del estrato nobiliario y aquellas otras relacionadas con la elite granadina, suman un elevado número de las profesas, en torno a la mitad del total. No es raro, por tanto, el altísimo número de “hermanados” adscritos a esos sectores sociales. De esta forma el convento se abría a las estrategias familiares de las elites, a la vez que la propia ciudad se apropiaba socialmente de un espacio religioso, pues esta misión cumplían en gran 11.Primera abadesa. Profesó en Estepa. 12.Fundadora del convento. Profesó en Estepa. 13.Fecha de ingreso; no llega a profesar. 14.Fecha de ingreso; no llega a profesar. 426 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca medida los cenobios femeninos 15. En ellos habitaban durante décadas: la media de vida religiosa de este selecto grupo de monjas está próxima a los cuarenta años. Algunas de esas religiosas de extracción noble pagaron dotes más elevadas (en concreto 2.000 ducados la hija de los marqueses de Valenzuela en 1652 y 2.500 la de los señores de Gor en 1662), siendo lo normal satisfacer los 1.500 ducados de rigor 16. Eso sí, doblada pagó la dote en 1750 la viuda marquesa de Salar: 3.000 ducados. Incluso estas religiosas ilustres fueron benefactoras de otras profesas. Entre 1652 y 1694 profesaron cinco de origen nobiliario, pero más intensidad alcanzó en ese sentido el breve periodo de 1749-1757, con cuatro profesiones de mujeres nobles, todas de la familia Pérez del Pulgar Córdoba. Otra mujer de la casa de Salar había profesado cuarenta años atrás. Lo normal es que esta nobleza titulada local aportara varias hermanas al claustro, como ocurrió en este convento también con la casa de los Trujillos y la de Torrepalma. También hay que contar con los vínculos familiares establecidos entre muchas de esas casas. En 1757, consolidado ya el convento ciento treinta años después de su fundación, moraban en él siete de estas mujeres ilustres (más de 1/5 de la comunidad), lo que sin duda reforzaba su imagen exterior. Sin embargo, sólo una de ellas vivió los difíciles avatares que se precipitaron en 1808. Desde entonces declinó la presencia nobiliaria. Que una familia nobiliaria entera ingresara en el claustro no era normal. La viudedad de la marquesa de Salar —cuyo marido, el segundo marqués descendía del legendario linaje de los Pérez del Pulgar, destacado por su heroicidad en la guerra de Granada— la llevó con sus hijas, incluso las menores, al convento del Santo Ángel, un refugio digno para una familia ya ajena al título, que quedaba en manos de su hijo Fernán, tercer marqués de Salar (+ 1763) 17. A la corta edad de 15.Utilizando, sin duda, el prestigio de la religiosidad (Ángela Atienza, Tiempos de conventos. Una historia social de las fundaciones en la España moderna, Madrid, 2008, pág. 344). 16.Esta cifra, según la regulación que se hace en Granada por el Catastro de Ensenada, equivalía a unos 11,5 años del trabajo de un maestro cantero y a 15 de un maestro carpintero. La santa de Ávila restaba importancia a la dote: “Nunca dejéis de recibir a las que vinieren a querer ser monjas… porque no tengan bienes de fortuna, si los tiene de virtudes” (Teresa de Jesús, Libro de las Fundaciones, Madrid, 1984, pág. 225). Pero en la práctica era enteramente necesaria. 17.Además de este heredero (siempre se llamaron Fernán los titulares de este linaje), el segundo marqués tuvo como descendientes a José, casado con otra Pérez del Pulgar, Mª. Luisa, casada con el conde de Jimena de Líbar, y las tres hijas destinadas al convento del Santo Ángel. 427 miguel luis lópez-guadalupe muñoz nueve años ya había tomado el hábito la hija de la marquesa viuda, sor Rosalía María de San Miguel; aún le quedaban siete años para realizar el noviciado, como bien recoge un poema para la ocasión de sor Ana de San Jerónimo: “¿Sabiendo quánto pena quien bien ama, / tan largo plazo a mi esperanza impones? / ¿En siete años de esperanza expones / a tanto viento mi pequeña llama?” 18. Le siguieron en el claustro su madre y otras dos hermanas. Encomio literario de la vida conventual La citada sor Ana (María) de San Jerónimo, de apellidos Verdugo Castilla, era hija del conde de Torrepalma —D. Pedro Verdugo de Albornoz—, uno de los linajes locales en ascenso durante el siglo XVIII, identificado plenamente con la Granada culta, “muy versado en lenguas y en erudición sagrada y profana”. El hermano de la religiosa no sólo heredó el marquesado, sino que se convirtió en Señor de Gor (otro de los linajes ligados al convento desde mucho tiempo atrás). Diez años mayor que su hermano, Ana María había nacido en Madrid en 1696 y creció bajo la influencia paterna. Sus ocupaciones en el siglo eran los ejercicios de piedad, los cuidados domésticos y los ocios propios de su estatus socio-cultural, pese a su condición femenina (su “tocador” era la nutrida biblioteca paterna). Su vocación parece tardía —llegó al convento con treinta y tres años—, influida por la lectura de San Jerónimo: decía que “a pedradas la había metido en el Claustro de el Ángel” 19. Con treinta y cuatro años profesó (aportando una dote de 16.000 reales), diecisiete años después que su hermana Juana María de San Joaquín, que le antecedía en la vocación y en el convento del Ángel. Y si escribía intra claustra era “por obediencia y para asuntos sagrados”. De forma, que sus versos se ponen al servicio del convento, dando a conocer su vida y sus costumbres, las obras de arte, las profesiones y festividades, los tiempos litúrgicos y el sacrificio de las monjas. Es decir, todo lo que constituía la vida cotidiana, incluidos los acontecimientos que rompían la rutina diaria, como se verá en los ejemplos que siguen. No pasó desapercibida para la pluma de sor Ana de San Jerónimo la triple profesión acaecida el 30 de septiembre de 1761: sor María Jacoba de los Dolores, sor Antonia María de San Francisco y sor Micaela María de San Felipe, hijas del regidor de Almuñécar D. Sebastián Carrasco: “En hora buena se entreguen / este día venturoso / para un Dios Trino tres 18.Obras de la Madre Sor Ana de San Jerónimo, pág. 195 (en A.C.A.C.). 19.Ibídem, s. p. 428 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca almas / en un trino desposorio” 20. Un fino toque de humor que disfraza los imperativos familiares subyacentes a estas profesiones múltiples. Entre las costumbres conventuales se encontraba la de poner a la mesa una imagen de Jesús cada Domingo de Ramos, bucólico gesto no exento de ternura y desagravio; todo adoptaba un sentido especial en medio de aquella estudiada ceremonia y hasta en las servilletas se consignaban algunas máximas espirituales, consejos para la vida religiosa dirigidos a reforzar el compromiso de las monjas, recordando que ninguna conducta ni pensamiento se ocultan a Dios: “No inquietes tu retiro / con piedades fingidas, / que no te oirá patente, / quien no te oye escondida”. Como se ve, se hace hincapié siempre en las actitudes que deben fomentar frente a otras que deben desterrarse, siempre sobre la base del desprecio del mundo: “Los bienes de la tierra / baxo un dueño litigan. / Haz caudal de virtudes, / que son entre sí enemigas”. Para un mejor entendimiento usa siempre la hija del conde de Torrepalma los populares versos de arte menor, mostrando en todo momento su facilidad en la rima. Haciendo honor al nombre del convento, varios ángeles servían al Señor, mientras las religiosas ayudaban en esos domingos de ramos, merecido agasajo tras los cuarenta días de ayuno. Servía esta escenografía plenamente barroca para subrayar la sumisa identidad conventual, resaltando la pureza del considerado sexo débil: “Llega entre palmas, vencedor glorioso, / donde tus triunfos flaco sexo imita; / ven, que también produce este desierto, / angélicas purezas que te sirvan”. Pero aquel desierto seguía teniendo aires de paraíso, “de el celestial y el terreno / luces y flores juntando”. Celoso, el Ángel Custodio, guardaba el “vergel”. La galería del claustro, para acceder al refectorio se adornaba como la misma Jerusalén, con arcos de laurel y palmas. Con un profundo simbolismo, se rodeaba al divino comensal de imágenes de los votos religiosos (obediencia, pureza, pobreza y clausura) o de los cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego). Cada religiosa recibía al azar una “tarjilla” con un aviso moral junto al dibujo de un instrumento de la Pasión: cruz, corona, lanza, esponja, cáliz, púrpura, oreja, linterna, martillo, rótulo de la cruz, cuchillo, cadena, gallo, escalera, sogas, vestidura blanca, clavos, ungüentos, bolsa, barrena, voces, mano, azotes, columna, caña, tenaza, dados, jarro, venda, vaso de vino, sábana, sepulcro…, uno por cada religiosa. El mensaje de la Verónica, a título de ejemplo, alaba la laboriosidad de la vida conventual: “Más que mirando, obrando / procura retratarle, / que no hay color tan vivo / como el sudor, / para copiar su imagen”. Igualmente, acomete la 20.Ibídem, pág. 210. 429 miguel luis lópez-guadalupe muñoz exaltación del silencio conventual en precioso verso: “Responded vos por nosotras, / pues veis que el cerrado libro / de vuestro obediente labio / sólo vos podéis abrirlo”. Las imágenes sagradas eran una realidad cotidiana para las monjas, especialmente las del Niño Jesús, pero también las de María y las representaciones pasionistas. Al Niño Jesús se encomendaban las clarisas por su antigua regla, imitando la sencillez de su vestimenta 21. No era extraño que ejercieran una especie de patronazgo sobre las imágenes. También aquí relucía la nobleza: una hija del marqués de Salar, la citada sor Rosalía María de San Miguel, era lógicamente la camarera de la imagen de S. Miguel, retocada por Manuel Ximénez; otra hija del marqués, sor María de las Angustias, había allegado limosnas para que Juan de Arrabal restaurase un Crucificado. En tal circunstancia tocar la imagen era reabrir las heridas de su cuerpo maltratado: “No sé, Señor, como acierte / a celebrar esta obra, / porque renovar heridas, / es una piedad que asombra”. La imagen era objeto de una especial veneración, presente en el convento desde los tiempos de la fundación: “¿Mas qué, mucho las retoquen / vuestras amantes Esposas? / Si esas llagas cada día / las tocan y las retocan / […] Danos, pues veniste a ser / con las Madres Fundadoras / la primera y firme piedra / de fábrica tan dichosa. / Que, fixos con esos clavos, / más que con voces sonoras, / obras y deseos den / perpetuo incienso a su gloria” 22. Todo muy tangible y a la vez acorde con esa almibarada piedad de la segunda mitad del Setecientos. Así, las imágenes literarias se unen a las artes plásticas; unas inspiran a las otras, y viceversa, en una clara estrategia sublimadora. Las imágenes sagradas se rodean en aquel siglo XVIII barroco de un halo de humanidad que inspira ternura. Así describe Sor Ana de San Jerónimo la bella imagen de un Niño Jesús Buen Pastor con la cruz al hombro: “¡Con qué majestad llevas, / con qué robusto esfuerzo, / por tan solo y tan áspero camino, / sobre la espalda el Cetro de tu Imperio!”. De esa manera, se subrayaba la grandeza de la vida del claustro desde la crudeza de la mortificación. Y ocurría nada menos que en Nochebuena, porque nunca debía bajarse la guardia espiritual. En el coro alto, en la reja situada frente al altar de las Sagradas Formas, se ubicó un nuevo Crucificado, que inspiraba a la autora un barroco juego de palabras junto a una estrecha vigilancia/protección de las religiosas y del sagra- 21.“Y por amor del santísimo y amadísimo Niño, envuelto en pobrísimos pañales, y reclinado en el pesebre, y de su Santísima Madre, amonesto, ruego y exhorto a mis hermanas que vistan siempre de vestiduras viles” (Reglas y Constituciones…, op. cit., pág. 21). 22.Obras de la Madre…, op. cit., varias págs. 430 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca rio: “Vivo con señas de muerto, / a Christo el sagrario encierra, / y por el primor del arte / muerto como vivo entra. / […] Sus dos extendidos brazos / misteriosamente obstentan / que uno a la prenda defiende / y otro a vosotras defienda”. Todas las ceremonias conventuales, sujetas a la rigidez recoleta, estaban fijadas en un protocolo riguroso que generalmente se transmitían unos conventos a otros. Cada detalle tenía un significado, que en general reforzaba los pilares de la vida religiosa. El estudio de este ceremonial a buen seguro deparará nuevos aspectos de esa sublimación de la vida conventual, que perseguía alimentar el ánimo de las religiosas, sujeto a lógicos altibajos. La llegada de las Sagradas Formas de Alhama en 1725, por ejemplo, fue un revulsivo devocional para el convento que cumplía sus cien años de vida. Como se ha indicado, el llamado “Señor Robado” ocupa desde entonces un lugar de honor: el sagrario del coro alto. Y de una forma obsesiva ha acompañado a la comunidad en los traslados impuestos por los vaivenes políticos de los siglos XIX y XX. Por supuesto, esta providencial adquisición sagrada daba pie a nuevas exaltaciones poéticas, donde se subrayaba la majestad del Sacramento tanto como su fulminante combate contra la herejía, insistiendo a modo de desagravio en el deleznable sacrilegio del robo de las hostias consagradas: “A la defensa del mayor Monarca; / mirad que toca el Arca / irreverente mano, mano altiva; / que el arca está captiva […]”. Más combativa — aunque dentro del comedimiento— es la actitud de la comunidad hacia el arzobispo D. Felipe de los Tueros (lo fue entre 1734 y 1751), cuando éste insinuó la conveniencia de consumir dichas formas o sacarlas de la clausura, contraviniendo la voluntad de su antecesor D. Francisco de Perea: “Dad, generoso león / de aquel yo soy el rugido. / Y queden de su error, / no castigados, convencidos” 23. Referido este temor años más tarde a Fr. Diego José de Cádiz, les aconsejó con evasiva elegancia “que aprisionáramos a el Señor con cadenas de amor y que de esta suerte no se iría”, de modo que aquel “Santísimo Sacramento robado se abía hecho robador de corazones” 24. Tampoco eran ajenas las monjas a las grandes fiestas religiosas de la ciudad. En una ocasión, varias décadas antes, había logrado permiso la mística sor Beatriz María de Jesús —“corona de todas las individuas de aquella familia” 25— para contemplar ocultamente —sin ser vista desde el exterior— la procesión del Corpus pasando por las calles; ante la visión 23.Ibídem, págs. 46 y 51. 24.Relación escrita por una de las religiosas (A.C.A.C., leg. Varios, s. p.). 25.Fr. Antonio de Lachica Benavides, Gazetilla curiosa..., op. cit., papel XXVI, pág. 2. 431 miguel luis lópez-guadalupe muñoz del Santísimo le quedó “herido el corazón con la dulçe violencia del amor, ardiendo en poderosas ansias de que todas las criaturas amasen a su Divino Esposo” 26. Y también ante la fachada del convento pasaban las procesiones generales de la ciudad y algunas de Semana Santa, como la del Santo Entierro, que no se reprime en exaltar sor Ana de San Jerónimo, haciendo un encomio irónico de sus lujosos detalles: “Luego de San Gil / el Entierro avisa / de el Dios vivo que, / muriendo, da vida. / ¡Qué de caxas roncas! / ¡Qué faldas, qué chías! / ¡Qué enaguas, qué dagas!, / ¡qué guantes, qué hebillas!” 27. Y, aunque no las viera, por transcurrir en el cerro de los Mártires, recrea asimismo la escenas teatrales de la Pasión que se interpretaban con las imágenes: “Vino el Viernes Santo / por la mañanita / Jesús Nazareno, / aquél de allá arriba. / Y luego en la Iglesia / con devoción pía / Doña Veronice / el rostro le limpia” 28. Es evidente la forma de resaltar la frescura popular de tales prácticas. Por supuesto, de forma solemne se festejó también en el convento la obtención del patronato de la Inmaculada Concepción sobre todos los reinos de la Monarquía Hispánica. Tampoco faltaron certámenes poéticos y honras fúnebres en honor de ilustres caballeros granadinos. En la del marqués de los Trujillos (1765), al ensalzar la memoria de este caritativo noble, se invoca a las religiosas del Ángel como “purezas penitentes, custodiadas baxo las alas del Ángel del Señor, inocencias mortificadas, que amó tierno, sirvió benéfico y estimó reverente nuestro difunto” 29. Ya había muerto la religiosa poetisa cuando visitó a la comunidad en su Santa Misión el célebre capuchino Fr. Diego José de Cádiz en 1779. Habló con la comunidad en tres ocasiones, les celebró misa, visitó en la enfermería a sor Ana María de Cristo (que llevaba ya dos años impedida) e ingresó en esa singular “hermandad” conventual, pero sobre todo les aconsejó esto con su verbo encendido no exento de tremendismo providencialista: “que para conseguir la perfección a que obliga el estado son los medios más eficaces llevar siempre (por la meditación) a Jesuchristo Crucificado en una mano y la Santa Regla en la otra, para no faltar a la guarda de ésta ni a la imitación de aquél; nos aconsejó también que si Nuestro 26.Fr. Thomás de Montalvo, Vida prodigiosa de la extática virgen y venerable madre Sor Beatriz María de Jesús…, Granada, 1719, pág. 388. 27.Obras de la Madre…, op. cit., págs. 199-200. 28.Ibídem, pág. 198. 29.José Antonio Porcel y Salablanca, Oracion funebre en las honras del muy Illustre señor Marques de los Truxillos, etc. que en dia 12 de Julio... de 1765 se hicieron en el Convento de RR. MM. del Orden Descalzo de S. Francisco del Angel Custodio de la ciudad de Granada, Granada, 1765, pág. 4. 432 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca Señor amenazaba castigar a Granada (como se abía experimentado), acudiéramos a el coro alto, que para eso estaba el Señor Robado allí, porque según la condición de Dios se dexaría Su Magestad atar las manos si le pedimos misericordia con humildad y confianza” 30. Un discurso duro, sin duda, aunque dulcificado —siempre cuando se trataba de monjas— con la fina persuasión de los sentimientos. Y de nuevo, la unión de imagen y palabra, pues para el acto final de su misión en el Triunfo, el convento le prestó la imagen de Nuestra Señora de Gracia, con el Niño en los brazos, lo que recordaban orgullosas las religiosas, porque la besaba y derramaba lágrimas sobre ella. Y si quedaba constancia de aquellas edificantes visitas era porque “de los hombres se hacen los santos”. Aquella misión fue otra forma de afirmar en las religiosas el espíritu del claustro. Memorias de misas: fundadores y devociones Las memorias de misas en sufragio de personas difuntas son a la vez que una forma de acrecentar los ingresos un medio de reforzar el calendario de cultos del convento. Nos interesa ahora este último aspecto, pues gracias a estos legados testamentarios las principales festividades litúrgicas del año se vieron salpicadas de misas por encargo, lo que permitía un horario más dilatado de apertura del templo a los fieles en general. Un libro de memorias de misas de 1792 evidencia las preferencias de los comitentes, pero también las de las religiosas a la hora de aceptarlas, máxime cuando muchos de ellos se ligan por parentesco a las monjas de la comunidad. Otras memorias antiguas debían haberse perdido ya por la insuficiencia de las rentas que las sustentaban. He aquí las principales festividades consignadas en 1792: —Santa Ana, con el Santísimo manifiesto, música y cincuenta luces; una función solemne y ocho misas rezadas en total. —Misas sabatinas en honor de la Virgen María, con seis luces en el altar, incensario y oración del Espíritu Santo; la cortedad de rentas obligó a reducirlas a quince misas anuales 31. 30.Relación escrita por una de las religiosas (A.C.A.C., leg. Varios, s. p.). 31.Se decían de forma muy anárquica. Por ejemplo, las treinta correspondientes a los años 1808 y 1809 se repartieron de esta forma tan singular: cuatro en 1808 (octubre) y el resto durante 1809 (5 en febrero, 3 en marzo, 1 en abril, 1 en mayo, 2 en julio, 3 en 433 miguel luis lópez-guadalupe muñoz —Epifanía, San José y Aparición de San Miguel (8 de mayo), con el Señor manifiesto y veinticuatro luces; eran tres misas cantadas en cada año, una por festividad, en sufragio de los fundadores de la memoria. —Natividad de María, con manifiesto y cuarenta luces, San José y Octava de San Francisco, con manifiesto y veinticuatro luces, y San Fausto, de igual modo pero sin manifiesto; tres misas cantadas y una rezada. La gradación de los santos festejados es más que evidente. —Viernes infraoctavo del Corpus, con seis cirios y otras luces, el Santísimo manifiesto, música, sermón, acólitos y anuncio con caja y clarín la noche anterior; era un función solemne. —Misas por el alma de las religiosas difuntas; cien misas por cada una. —San Blas, con vísperas votivas y misa cantada en su día. —Aniversario del fallecimiento de la fundadora (19 de enero), misa cantada, responso y vigilia, con diez hachas y seis velas en el altar mayor, y otras luces en los restantes altares; misa cantada y responso en la Octava de Difuntos, por los padres de la fundadora. — Fiestas de la Octava del Corpus (en concreto los días en que faltaba misa: sábado, lunes, martes y miércoles); cuatro funciones, que en algunos años llegaron a ser seis. —San Miguel, con el Santísimo manifiesto, música y sesenta luces (más las ocho del trono), anunciado con caja y clarín en la víspera; era una función, una misa de postre y otras cuatro rezadas, celebradas por capellanes parientes de la monja que dejó el legado. —Asunción de la Virgen María, con manifiesto y música, sesenta luces y seis cirios, sermón y anuncio con caja y clarín; función solemne. —Nuestra Señora de los Dolores, con manifiesto del Santísimo y música. Estas celebraciones, rodeadas de una inequívoca pompa barroca, como se desprende del número de luces consignadas y otras especificidades del culto, venían a completar las fiestas principales del calendario litúrgico, como los ciclos de Navidad, Semana Santa, Pascua y algunas festividades de la Virgen, así como las relacionadas con el convento y con la orden (Santo Ángel, S. Francisco, Santa Clara…). Entre estos encargos particulares cabe destacar la devoción a dos santos, muy extendida en el Setecientos, San Miguel y sobre todo San José, así como una fiesta muy arraigada en Granada, la del Corpus Christi, cuya solemne proagosto, 4 en septiembre, 2 en octubre y 2 en noviembre), salvo tres en febrero siguiente. Se precisaba en cada caso concretar día y celebrante. 434 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca cesión pasaba por las puertas del convento. En algunos casos, pocos, se menciona el encargo de sermón y en algunos más el anuncio en la víspera con tambor y clarín, sonora evidencia del deseo de involucrar a la ciudadanía en general en las funciones del convento. Una puerta, por tanto, la funciones y sermones, abierta a la ciudad. En algunos casos eran misas genuinas y distintivas del convento del Ángel, como ocurre con la celebración eucarística del viernes siguiente a la festividad del Corpus Christi, “en desagravio de las sagradas formas que robaron en la ciudad de Alhama el año de veinte y cinco, y se veneran parte de las mismas en el coro de este convento”. No parece, sin embargo, que estas memorias supusieran un refuerzo económico para la precaria economía conventual, más bien acabaron siendo una carga. Sabido es que la estabilidad económica del convento del Ángel dejaba mucho que desear desde los mismos orígenes, sobre todo por el incumplimiento del patronazgo del marqués de Camarasa, de forma que los juros que aseguraban la base económica (fruto de la legítima recibida por la fundadora como herencia materna) sólo alcanzaban en la segunda mitad del siglo XVIII 6.802 reales anuales, que se completaban con 26.844 reales procedentes de dotes de religiosas, impuestos en diversos modos. Esos 33.646 reales totales eran claramente inferiores al volumen de gastos, que ascendían a 50.280 reales, calculados al sumar el sostenimiento de las treinta y tres religiosas por valor de 40.000 reales al año (“comida, vestuario, i quanto necesitan sanas y enfermas, costeando asimismo la comunidad todos los oficios y proveiéndolos de todo lo necesario, y principalmente el de la sacristía, que pertenece al divino culto, porque las religiosas en particular ni tienen ni pueden tener renta alguna” 32), el cumplimiento de memorias por valor de 3.934 reales, el consumo de cera que ascendía a 4.000 y el gasto de salarios en cuantía de 2.346 reales (sacristán, acólito, lavandera y mandaderos). Ese desfase entre ingresos y gastos (en proporción 1:1,5) era la causa de sus atrasos. De todos modos, todas esas memorias —sin duda hubo más en la dilatada existencia del convento— proceden, en general, de las mismas religiosas y de sus familiares. Así ocurre con sor Ana de San José (festividad de su onomástica), sor María de Santa Clara 33 (misa de San Blas), sor Manuela María de San Felipe (fiestas de la Octava del Corpus), sor Mariana de San Bernardo, hija del marqués de Salar (fiesta de San Miguel), sor Luisa María de Jesús, fallecida en 1787 (festividad 32.A.C.A.C., leg. Varios, s. f. 33.Una sor Feliciana María de Santa Clara murió el día de San Blas de 1759, pero no es seguro que se trate de esta monja. 435 miguel luis lópez-guadalupe muñoz de la Asunción); o don Antonio de Espinosa, padre de tres religiosas que habían ingresdo entre 1627 y 1634 (misas sabatinas y festividades de Reyes, San José y S. Miguel), etc. Pero hubo también ilustres benefactores, como el conde de Moctezuma —había sido señor de La Peza en el Seiscientos—, don Joaquín Ginés de Oca Moctezuma y Mendoza (misas de la Natividad de María, San José, Octava de San Francisco y San Fausto), la señora de Cardela, que tuvo una hija en el convento entre 1673 y 1688 (misas por las religiosas fallecidas), el arzobispo de Granada entre 1720 y 1733, D. Francisco de Perea y Porras (fiesta del viernes de Corpus), y el obispo de Sigüenza en 1801-1818, D. Pedro Inocencio Bejarano (festividad de los Dolores de María). En cuanto a las misas por la fundadora del convento y sus familiares, obedecen a la propia iniciativa de la comunidad. Un estudio exhaustivo, en cada caso, abundaría en las devociones particulares y su difusión, en las circunstancias personales y, por supuesto, en las pautas religiosas de la mentalidad de la época. Los años mencionados, que incluyen los convulsos inicios del Ochocientos, supusieron varios cambios de residencia de las religiosas. En principio no afectaban al encargo de las misas (siempre que se cobraran las rentas correspondientes), pero sí a su boato. Además, las funciones solemnes se hacían en torno a imágenes de devoción; ocasionalmente se suspendieron si no tenían presentes tales imágenes. *** Ante los aspectos analizados, hay que concluir que el arraigo social de un convento presenta dos vertientes: la material y la espiritual. Ambas se confunden en una realidad rica y variada, que hace que las familias que aportan vocaciones al convento (de sus hijas, claro está) estén obligadas a sostenerlo a través de dotes, donaciones o fundación de memorias, o que quienes favorecen materialmente a la comunidad reciban de ésta algunas gracias espirituales y otras atenciones. En cualquier caso, esas dos vertientes no hacen sino reforzar los pilares de la sociedad del Antiguo Régimen. Las estrategias familiares respecto al destino de sus descendientes pasan, pues, por estos trances que aúnan lo socio-económico con lo espiritual. La fortaleza material del cenobio se sustenta en rentas sólidas y suficientes, que el tiempo afianza, aunque a veces las deteriora (aumento de las reparaciones en bienes inmobiliarios, deflación de la moneda…). En el siglo XVIII el convento granadino del Ángel Custodio está ya asentado y permite la supervivencia de treinta y tres religiosas. La solvencia espiritual dimana de la propia vida en el claustro, destacando sobremanera la fama de santidad, o al menos de observancia, 436 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca de las religiosas, que destila un aurea sobrenatural y una superioridad religiosa por vía ascética. Estos valores se pregonan sin cesar para reforzar el atractivo de la vida consagrada, que a la vez representa una digna vía de sustento para las hijas de muchas familias, un timbre de honor para el linaje y una proyección social en un marco generalmente urbano. Es evidente que en la concesión de “hermandad” o en la aceptación de memorias de misas por el convento, juegan un papel esencial y animador a la vez los mismos familiares de las monjas. Pero, ante todo, se ha subrayado en este estudio la sublimación de la vida del claustro por la vía de la representación, creando y fortaleciendo una imagen y una percepción en la que ganan ambas partes: las que viven en la clausura y las personas que, en el siglo, mantienen vínculos con ellas. En el proceso de identificación de la comunidad con las elites urbanas jugaron un papel esencial las estrategias de concesión de “cartas de hermandad”, de exaltación literaria de la realidad conventual o del encargo de misas y oraciones a las religiosas, como muestran los ejemplos propuestos. El símil del ángel, que da nombre al convento, aparece por doquier, así como el compacto sentido de comunidad, todo ello con un lenguaje transido de sobrenaturalidad, aunque presto a la transacción material con el mundo, pero sobre todo a la espiritual, jugando la familia un papel primordial, por más que los testimonios conservados dejen vislumbrar las limitaciones, sobre todo económicas, de la vida conventual. En definitiva, tanto el directorio de “hermandad” y el asiento de las memorias de misas como los testimonios literarios procedentes de monjas escritoras, contribuyeron a forjar una imagen sublimada con aspiraciones de permanencia en la memoria colectiva de la ciudad de Granada. Anexo Beneficiarios externos de la “hermandad” con el convento de clarisas del Santo Ángel Custodio de Granada. Archivo del Convento del Ángel Custodio, leg. Varios. Elaboración propia. Conventos femeninos: Franciscanas descalzas de Estepa (de donde procedían las fundadoras del Ángel Custodio en Granada), convento del Patrocinio de San José en Ronda (1690), Descalzas Reales de Madrid (1700), Descalzas Reales de Granada (1714), Franciscanas descalzas de la Encarnación en Mula (1721), Bernardas de Málaga (1722), San Antonio de Baeza (1724), Dominicas de Jesús María de Escalaceli en Castro del Río, Santísima Trinidad de Alcalá la Real (1762), Agustinas (¿), Clarisas de la Purísima Concepción de Alcalá de los Gazules, Clarisas de Santa 437 miguel luis lópez-guadalupe muñoz María de Jesús de Sevilla 34, convento de Santa Ana de Lorca (aunque sin hermandad), Concepcionistas de la Piedad de Cádiz, Capuchinas de la Exaltación del Santísimo de Murcia, convento de la Purísima Concepción de Villanueva de la Serena (1792), Clarisas de Santa Isabel de los Ángeles en Villacarrillo, convento de la Purísima Concepción de Jerez de la Frontera. Conventos masculinos: San Juan de Dios de Granada, Congregación del Oratorio de San Felipe Neri de Baeza, Cartuja de Granada. Instituciones diocesanas: Colegio Real Eclesiástico de San Cecilio (1760), Congregación de Jesús de la Salvación. Personajes eclesiásticos: D. Antonio Sardinero, obispo de Huesca; D. Antonio Caballero y Góngora, que acabó sus días como obispo de Córdoba; D. Francisco Bocanegra y Gibaja, arzobispo de Santiago; P. Antonio de la Concepción, P. Bernardo Rodríguez, P. Francisco Amil, P. José de Moya, P. Miguel de Moya (carmelita calzado), P. Francisco Manrique, Fr. Juan Muñoz, Fr. Juan de Vargas, P. Victoriano de la Concepción, Fr. Andrés de San José, Fr. Bernardo de Santo Tomás, Fr. Gregorio de San Joaquín, Fr. Gregorio de San Francisco, Fr. José de los Ángeles, Fr. Leandro de San Gabriel, Fr. Pedro de San José, Fr. Pedro José Ortuño y Pulgar (cartujo), Fr. Diego (José) de Cádiz (capuchino), P. Fernando Rodríguez, P. Gregorio Nuño, Fr. Tomás de Granada (jerónimo en el monasterio de Guadalupe), Fr. Gabriel de Santiago, P. Gabriel Fernández, P. Juan Cubero, P. Fernando de Arias, D. Miguel de Cabrera (presbítero), D. José Martínez de Ribera (cura de Almuñécar), Fr. José de San Jerónimo (jerónimo), D. Alonso Ponce de León (capellán de las Bernardas de Málaga), Fr. José Clavero (franciscano descalzo), P. Antonio Joaquín Serrano (filipense en Baeza), D. Antonio Venero (chantre de Córdoba), D. Ignacio Jiménez del Castillo (presbítero de Córdoba), D. Pedro Gamarra (presbítero), P. Faustino Palomino (filipense en Baeza), Fr. Miguel de Espejo, D. Sebastián de Medina (abad de Ugíjar), P. Francisco de Toro, Fr. José Luis González (agustino calzado), D. Andrés de Campos (confesor de Sor Joaquina en Almería), P. Francisco Garzón, D. Rafael Guajardo (canónigo de Córdoba), Fr. Juan Rodríguez del Río y Fr. José de Aranda (franciscanos en la Alhambra), P. José Esteban (cartujo en El Paular), P. José Joaquín de Ocaña (mercedario y confesor de una benefactora), Fr. Antonio Moreno (general de los cartujos), Fr. Mariano Pérez Royal (mercedario), Fr. Antonio Ximénez de Acosta (franciscano descalzo en Albuñuelas), P. Pedro José Delgado (filipense en Baeza), Fr. Cipriano de San José (jerónimo), D. Vicente Terroba (visitador), H. 34.Los “Apuntamientos” para la vida de clausura de este convento sevillano inspiraron el día a día del convento granadino del Santo Ángel desde 1687. 438 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca José Moreno (filipense en Baeza), P. Miguel Punzón (cartujo), P. Juan Francisco Gómez Plaza (cartujo), P. Antonio Labairu, D. Francisco de Mesa (administrador de Málaga), D. José López (cura de Ogíjares), P. Francisco Romero (filipense en Cádiz), D. Juan Ramírez (presbítero), D. Juan Tallón (presbítero), D. Miguel Cano (capellán del convento), D. Cristóbal Pérez Viala (obispo de Jaca, entre 1815 y 1822), D. José Moreno González (presbítero de Baeza), D. Bernardo de Vargas (presbítero de Jaén), D. Miguel Linares (párroco de San Miguel), D. Francisco Ruiz Montalvo (cura de Abla), Fr. Primo Cervera y Fr. José García (franciscanos observantes en Cehegín), D. Rafael Arroyo (beneficiado de Abla), D. Francisco Rubio (presbítero), D. Manuel de Rojas, D. Pedro Lafuente y D. Juan Antonio Barreiro (capellanes de Palacio), D. Ramón de Damas (canónigo del Sacromonte), Fr. Manuel de Mata y Fr. Tomás Subiza (jerónimos), D. Miguel Moreno (cura de Níjar), P. Julián Villavicencio (jerónimo), P. Ramón Rama, D. Francisco Sanz (capellán del Sacromonte), D. Manuel Ordóñez (capellán del convento). Otros personajes masculinos: D. Antonio Chinchilla, D. Antonio Herrasti, D. Fernando Calvo, D. Felipe Castañeda, D. Florentín del Pulgar, D. Francisco Cotilla, D. Juan Ponce, D. Juan del Pulgar, D. José Quevedo, D. Juan López Gálvez, D. Juan de Aragón, D. Juan Andrés Gómez, D. José Porcel, D. Juan Carlos de Reina, D. José Bastida, D. Pedro Cabrera Cárdenas, D. Vicente de Arjona, D. Vicente Núñez Barrenechea, D. Pedro Cañaveral, D. Antonio Gutiérrez, D. Diego Fernández de Castañeda, D. Jorge de Arjona, Juanico Estival, José Estival, D. Juan Maldonado, D. José Ruiz, D. Lucas de Herrera, D. Luis Gadea, D. Luis de Puerta, D. Matías Manresa, D. Manuel del Rey, el marqués de Guerra, D. Pedro de la Oliva, D. Simón de Victoria, D. Tomás Calvelo, D. Antonio del Rincón, D. Agustín Moreno de Prato, D. Antonio del Rosal Bolaños, D. Domingo de Llamas, D. Esteban Cabrera, D. Francisco Páez, D. Francisco de León, D. Francisco de Dueñas, D. Francisco Mesía y Caicedo, D. Francisco Sánchez Prieto, D. Gonzalo Enríquez, D. Julián Villavicencio, D. Juan Páez, D. José de Olea, D. José Gómez, D. Juan Agustín Álvarez, D. Juan Reverti Palomares, D. José Oliver, D. José Mesía y Caicedo, D. José Pareja Cortés, D. Juan Pedro Ximénez, D. Juan Curiel, D. Luis Veluti, D. Luis de Molina, D. Lucas Muñoz Cubero, D. Manuel de Hererra, D. Nicolás de Arjona, D. Pedro Vicente Yáñez, el conde de Balazote, D. Salvador Gómez, D. Antonio de la Plaza, D. Antonio Castilla, D. Joaquín de Celis, D. Miguel Gutiérrez, D. Francisco de las Llagas Contreras, D. Esteban Gabinet, D. Juan Pedro Ximénez de Cisneros, D. Eustaquio del Campo, D. Juan Ortega Saavedra, D. José Sandoval, D. Juan Sandoval, D. José Alcover, D. Baltasar Gutiérrez, D. Pedro Francisco de Espinosa, D. Antonio Escudero, D. Félix Núñez, D. Juan de Torres Castellanos, D. Agustín Gutiérrez, D. Miguel de Crayvinquel 35, 35.Tal vez se trate del capellán real y más tarde canónigo de la Catedral de Granada 439 miguel luis lópez-guadalupe muñoz el marqués de Estepa, D. Vicente Ruiz de Apodaca (caballero de Calatrava y teniente de navío), D. Joaquín Antonio Cañaveral y Ponce, D. Francisco Antonio Cañaveral y Ponce, D. José Valiente, D. Miguel de Rivera, D. Rafael de Perceval, D. Francisco de Torres, D. Manuel de Bada, D. Manuel Garzón, D. Manuel Valenzuela Jiménez, D. José Roncali, D. José Fuster Mayorgas y Rosal, Cristobalico, D. Juan de Salazar, D. José Cobos y Banderas, D. Tomás Palanco, el marqués de Algarinejo y conde de Luque (D. Francisco de Paula Fernández de Córdoba), D. Pedro Pérez Valiente, Francisco Martínez de Hinojosa, D. Juan Manuel de Herrera, D. José Bueso, D. Felipe del Corral, D. Antonio Hueso, D. Andrés Márquez, D. Joaquín de Almansa, D. Luis Carrera, D. Francisco Ramírez, D. Francisco de Paula de la Vega, D. Nicolás Atienza, D. José Manresa, D. Francisco Manresa, D. Francisco de Sales Santisteban, D. José Dávila, D. Juan Tomás Sánchez Reguera y Morcillo, el conde de Campoalegre (embajador en Turín), el conde de Torre Marín, hijos de la marquesa de Jimera (tuvo dos), D. Juan Dandeya, D. Andrés Lozano, D. Silvestre Collar, D. Juan Murillo, D. Antonio Espejo Pimentel, D. Juan Sebastián de la Vega, D. Joaquín de Torres, D. Antonio Mateo Sánchez, D. José María Puig Samper (presidente de la Chancillería, en 1800), D. Martín Infante, D. Miguel de Almansa, D. Vicente Madrid, D. Martín de Urquiaga y Aguirre (residente en Manzanares), el padre de Dª. Magdalena de Aguirre, el conde de Guadalcazar (D. Juan Felipe Neri, en Málaga), D. Antonio Fontes Abad (de Murcia), D. Francisco Bernal de Mendoza (procurador del convento), D. José Guerrero, D. Gabriel Valdés, el conde de La Camorra, D. Juan Theo, D. Pedro Montoya, D. Manuel Godoy (en Cazorla), D. Juan del Pino, Juan Hidalgo, D. Mariano Márquez (sobrino del prepósito de Cádiz), D. Luis Mayorgas, D. José y D. Manuel Zaravias, D. Francisco Plácido Bocanegra, D. Francisco de Paula Bayo, D. Francisco Morales, D. Pedro Montoya, D. Antonio Eugenio Gómez (administrador de Millones), D. José Palomo, el médico D. Francisco de Paula Herreros, D. Tomás Gómez, D. Ignacio Chacón (oficial de Marina, yerno de Apodaca), D. Torcuato Trujillo Chacón, D. José Salmerón, D. Luis de Siles, D. Pedro Pérez de los Reyes, D. Antonio Palomo Mateos, D. Antonio José de Rueda, D. Miguel Palencia, D. Mariano de Fontes (de Murcia), D. Francisco Checa, D. Nicolás Rubio, D. Francisco Carrillo (escribano), D. Juan Albarrate, D. Rodrigo Simón (1835), D. Santiago Sancho (1835), D. José Arredondo, D. Agustín García, D. Maximiano Ángel, D. Blas Joaquín Vázquez, D. Nicolás Alonso, D. Juan Tienda (1882). (desde 1783), que llegó a ostentar los oficios de deán y de gobernador en sede vacante, muriendo en 1811 (Pedro Gan Giménez, “Los prebendados de la Iglesia granadina: una bio-bibliografía”, Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 4 (1990), pág. 186). 440 sublimar lo cotidiano. vida de clausura en la granada barroca Mujeres: Dª. Ana Merino Ceballos, Dª. Leonor Mérida Bravo, Dª. Leonor Mérida Enciso, Dª. María Moreno, Dª. Rosalía del Pulgar Velázquez, Dª. Tomasa Calvo, Dª. Isabel Ana de Valladares, Dª. Ana Zurillo, Dª. Francisca Mondragón, Dª. Francisca Garzón, Dª. Josefa Aguilar, Dª. María Irene Galtero Ceballos, Dª. Micaela Gil de Noguera, María Estival, Dª. María Antonia de la Cruz, Dª. Mariana Monroy, Dª. Mariana de Portugal y Navarra, Dª. María Morales, Dª. Petronila Carmona, Dª. Rosa de Herrasti, Dª. Rosa Zurbano, la marquesa de las Torres, Dª. Inés Montero, Dª. Gregoria Mondragón, Dª. Josefa Bruyeros, Dª. Margarita de Córdoba, Dª. María Felipa, la condesa de Balazote, Dª. María Soledad Cárdenas, Dª. Manuela Bastida, Dª. Paula Quevedo Hoyos, Dª. Rosalía López, Dª. Rosa Moreno, Dª. Tomasa Páez, Dª. María Angustias Zafra, Dª. María Asunción Carreño, Dª. María Josefa Ramírez, Dª. María Martínez Níspolo, Dª. Josefa Aguilar, la marquesa de Villaseca, Dª. Juana Gutiérrez, Dª. María Antonia Simón Pontero, Dª. Josefa Ribero, Dª. Beatriz Ribero, Dª. María Soledad Retana, Dª. María Ana Durán, Dª. Eusebia Elisa, Dª. María del Carmen Guiral, Dª. Cristobalina Mojícar, la marquesa de Chinchilla, Dª. Josefa y Dª. María Manuela Díaz Manresa, Dª. María Patricia Burruezo, Dª. Gabriela de Anglada y Fons de Viela, Dª. Teresa de Murcia, Dª. María Segunda Crespo, María Antonia del Pulgar, Dª. María de la Concepción, la marquesa de Salar (Dª. Joaquina de Baro), Dª. María Luisa Enríquez Carreño, Dª. Bernarda Barreiro, la marquesa de Villalegre, la marquesa de Iniza, Anica Chacón, Rosa de Contreras y su hija Micaela, la marquesa de Caicedo, Dª. María del Rosario Mesía Caicedo, Dª. María del Rosario Caicedo Mesía, Dª. Manuela de Fuentes, Dª. Francisca Bocanegra, la condesa de Alcudia (Dª. Ana María de Contreras), las hermanas Dª. Juana y Dª. María Josefa de Castro, la marquesa viuda de la Fuente del Sol y Cañete, la marquesa de Herrera, Dª. Francisca de Victoria, la condesa de Jimera (Dª. María Josefa Soto) e hijas (sin concretar), la marquesa de Diezma (Dª. Antonia Ramona [Zambrana Chacón]), Dª. Francisca María Valera, la condesa viuda del Colchado (Dª. María de la Concepción [Peñuela y Oddo]), Dª. Juana Sandoval (mujer del cerero), Dª. Catalina Ordóñez Quesada, Dª. Jacoba Sánchez, Dª. Manuela García, Dª. Petronila Cabrera, Dª. Luisa Caballero, Dª. Magdalena de Aguirre, Dª. María Tomasa Queipo de Llano, Dª. Felipa Abad Ulloa (de Murcia, residente en Infantes, en La Mancha), su prima Dª. Isabel de Ulloa Vargas, Dª. Ángela de Pineda, Dª. Jerónima Laguna, Luisica del Pulgar y Baro, Dª. Josefa Mier y Terán y sus hijas (de Cádiz), Dª. Concepción Laso (viuda de Perea), María Josefa Fernández, Dª. Luisa Herrera, Dª. Eulogia Barrionuevo, Dª. María Oliver, Dª. Antonia Berenguer e hijas, Dª. Ana y Dª. María del Carmen Mayorgas, Dª. Rafaela, Dª. Juana y Dª. María Concepción Zaravias, D. María del Carmen (esposa de Morales), la mujer de D. Pedro Montoya, Dª. Luisa del Faut, Dª. María del Carmen Estrada (ama del beneficiado de Abla), Dª. Isabel Martínez (de Abla), Dª. Teresa Contreras, Dª. Luisa y Dª. Rita Segovia, y las hijas de la primera (Dª. María Luz y Dª. Luisa Moreno) y la nieta Dª. María Luz Segovia, Dª. María Teresa Veluti, Dª. Joaquina (1871), Dª. Filomena Tienda de Gutiérrez (1883). 441 miguel luis lópez-guadalupe muñoz Religiosas: Sor María Francisca de la Columna, Sor Joaquina María del Carmen y Sor María de los Dolores (hermanas, en Santa Clara de Almería, 1782); Sor Jerónima de Santa Ana, Sor Juana de San Pedro de Alcántara, Sor María de la Cruz, Sor Liberata María del Rosario, Sor Antonia María de la Concepción, Sor Ana María del Espíritu Santo, Sor María de Santa Clara, Sor María de San Antonio, Sor María de San Gabriel, Sor Manuela María del Carmen, Sor Teresa María de Jesús, Sor Josefa del Santísimo, Sor María de la Presentación, Sor Rosa de las Angustias, Sor Francisca de la Llagas, Sor Francisca de San Miguel, Sor Bernarda de la Santísima Trinidad, la educanda Dª. María Dolores Ruiz y las legas Juana Lorente y Juana Ximénez (clarisas de Almería); Sor María del Carmen del Amor de Dios (convento de Franciscas descalzas de Jaén, 1867). 442