LA CASA DE BERNARDA ALBA Federico García Lorca APUNTES FEDERICO GARCÍA LORCA. BIOGRAFÍA LA CASA DE BERNARDA ALBA. PREGUNTAS DE SELECTIVIDAD 1. 2. 3. 4. 5. Los personajes en LCBA Temas principales y secundarios en La casa de Bernarda Alba García Lorca y el teatro anterior a 1936. Enfrentamiento entre una moral autoritaria y el deseo de libertad Realidad y poesía 1 FEDERICO GARCÍA LORCA Federico García Lorca es la figura literaria más conocida, estudiada y admirada de las letras castellanas del siglo XX. Por su extraordinaria versatilidad creadora, García Lorca destaca en los campos de la poesía, el teatro, la música y las artes plásticas. Y, es una de las más famosas víctimas de la guerra civil española. BIOGRAFÍA Nace el 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros, provincia de Granada, hijo de Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca Romero, su primera profesora, y por eso toma su apellido. Y es el mayor de cuatro hermanos: Francisco, Concha e Isabel. De pequeño aprendió canciones populares y ya a su corta edad le interesó la literatura romántica y clásica. El teatro era una de sus aficiones favoritas y le gustaba actuar y montar representaciones de teatro para sus familiares y amigos. Le fascinaban los títeres y las marionetas. Pasa unos meses en Almería, donde comienza sus estudios de bachillerato y sus primeros estudios de música de piano y guitarra. Al año siguiente la familia se traslada a Granada donde Lorca empezó el bachillerato. Años después ingresó en la Universidad de Granada para estudiar Derecho y también se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras donde estaba su verdadero interés: el dibujo, la pintura, la poesía, la lectura de los románticos españoles del siglo XIX y de los escritores modernos de Latinoamérica y de otros autores como Shakespeare y los poetas simbolistas franceses, el teatro clásico de España y Grecia. En 1916 y 1917 Lorca hizo unos viajes de estudios por España con su profesor y varios compañeros. Conoció a Antonio Machado en Baeza durante este viaje. Escribe su primer libro, Impresiones y paisajes (1918), que consiste en descripciones líricas en prosa de sus cuatro viajes. En 1916 muere su maestro de música don Antonio Segura Mesa, por lo que pierde el interés por la música y comienza a escribir poesía. Algunos poemas aparecerán más tarde en su primer libro de versos, Libro de Poemas. 2 En 1919 se instala en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde vivirá hasta 1928. En estos años conoce a Luis Buñuel, Salvador Dalí, José Moreno Villa, Emilio Prados, Pedro Salinas, Pepín Bello... Se matricula en la Facultad de Filosofía y Letras, pero apenas asiste a las clases. Un año más tarde estrena en el Teatro Eslava de Madrid de su obra “El maleficio de la Mariposa”, pero es un total fracaso. En 1921 publica Libro de Poemas. Al año siguiente lee en el Centro Artístico de Granada, su conferencia “El Cante Jondo” y empieza la redacción de la tragicomedia de Don Cristóbal y la señá Rosita. Con la colaboración de Falla, Lorca representó una pieza teatral de guiñol (marionetas) para niños en Granada en 1923. En ese mismo año conoció a Salvador Dalí en la Residencia de Estudiantes. En esa época trabajó en sus libros de poemas Suites y Canciones y en 1924 siguiente volvió a colaborar con Falla en la preparación de una ópera y empezó a escribir parte del Romancero gitano. En 1925 termina Mariana Pineda y en 1926 realiza numerosas excursiones, principalmente por las Alpujarras, con Manuel de Falla. Su familia adquiere la Huerta de San Vicente, en la vega granadina, y pasa allí muchas temporadas. Por esa fecha, la Revista de Occidente publica su Oda a Salvador Dalí y lee en el Ateneo de Valladolid poemas de sus libros en reparación Suites, Canciones, Cante Jondo y Romancero Gitano). En ese mismo año, 1926, García Lorca participó en la conferencia en homenaje al gran poeta del Siglo de Oro, Luis de Góngora. De esta conferencia vino el nombre para los poetas y músicos interesados en la mezcla de lo tradicional y lo vanguardista, "La Generación del 27." El año después Lorca escribió Soledad en homenaje a Góngora (la obra más famosa de Góngora son sus Soledades). En 1927 se publica su libro Canciones y se estrenó en Barcelona una obra de teatro que Lorca había escrito en 1923, Mariana Pineda. Basó su drama poético en la historia de una mártir liberal que fue ahorcada por sus conspiraciones contra el rey Fernando VII, cuyo reinado dejó por herencia las guerras civiles del siglo XIX. La famosa actriz Margarita Xirgu desempeñó el papel principal de Mariana y Salvador Dalí diseñó el telón. En 1928 publicó Romancero gitano, una obra de gran éxito. Sin embargo, antiguos colaboradores suyos, como Dalí criticaron esta última obra, lo que ocasionó la ruptura entre los dos artistas. Ese mismo año un grupo de intelectuales granadinos, dirigidos por Federico García Lorca, funda la revista Gallo, de la que se publicarán dos números. Lorca continuó escribiendo para el teatro; su farsa Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, fue prohibida por la censura de la Dictadura en 1929. En junio del mismo año, mientras el autor sufría una depresión por sus fracasos tanto literarios como sentimentales, Lorca salió para Nueva York, ayudado por su antiguo profesor de la Facultad de Derecho de Granada. Se matricula en la Universidad de Columbia. Frecuenta teatros, cines, museos y se apasiona por el jazz. Veranea en Vermont, huésped de Philip Cummings, y luego en Catskill mountains, con Angel del Río. De vuelta a Nueva York se instala en el John Jay Hall de la Universidad de Columbia, donde permanecerá hasta enero de 1930. Comienza a trabajar en lo que será Poeta en Nueva York, escribe el guión de Viaje a la 3 Luna. Y también escribió partes de lo que él definió como "teatro imposible". Lo llamó "imposible" porque era innovador y vanguardista, influido por las técnicas surrealistas y por lo tanto imposible de poner en escena. Se notan en estas obras aspectos de la crisis literaria y de identidad homosexual del autor. Los grandes cambios políticos del país beneficiaron al autor en su labor teatral. El Ministerio de Cultura e Información Pública apoyó la fundación del grupo de teatro ambulante universitario La Barranca, que Lorca dirigió junto con Eduardo Ugarte. La Barraca viajó a zonas rurales donde se desconocía el teatro, montando adaptaciones de obras clásicas del Siglo de Oro. Representó un total de 13 obras de teatro en 74 localidades en los años 1932-36. En estos años, concretamente en 1932, escribe Bodas de Sangre, la cual, recibió un éxito rotundo que le proporcionó a Lorca por primera vez una remuneración considerable y fama internacional. La versión española de Bodas de sangre fue llevada a Argentina y México y traducciones de la misma se estrenaron en Nueva York, París y Moscú en los años siguientes. Entre 1933 y 1934 tiene una triunfal estancia en Argentina y Uruguay. En Buenos Aires da conferencias y asiste a las clamorosas representaciones de Mariana Pineda, Bodas de Sangre y la Zapatera prodigiosa. Conoce a Pablo Neruda. Bodas de Sangre alcanza un gran éxito, sobrepasando las cien representaciones. Tras su estancia en Montevideo donde pronuncia varias conferencias, regresa a España en el mes de Mayo. Muere en la plaza de toros de Manzanares, Cuidad Real, su amigo el toreo Ignacio Sánchez Mejías y publicó Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, libro dedicado al famoso torero intelectual amigo del autor. Continúan las representaciones de La Barraca y pasa a limpio el original de Diván del Tamarit. Y hay un estreno triunfal de Yerma en Madrid por la compañía de Margarita Xirgu. El mismo año que Lorca murió, concluye la última de las tres tragedias rurales titulada La casa de Bernarda Alba. La protagonista de este drama, que carece de personajes masculinos, es quizá la figura más conocida del teatro de Lorca. Lorca pensaba viajar a América para entregar el manuscrito de La casa de Bernarda Alba a Margarita Xirgu; planeaban estrenar la obra en Buenos Aires en octubre de 1936. Con el asesinato de Lorca en julio de 1936 se estropearon esos planes. La casa de Bernarda Alba no se estrenó hasta 1945, en Buenos Aires. No se montó en escena en España hasta 1964. El 18 de julio de 1936 fue el alzamiento militar contra el Gobierno de la República. El 9 de agosto, ante la existencia de amenazas, Federico García Lorca se refugia en la casa del poeta Luis Rosales. El 16 de agosto fue detenido por le exdiputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso y conducido al Gobierno Civil. Todo parece indicar que la denuncia contra García Lorca fue realizada por el propio Ruiz Alonso, quien la redactó respaldado por otros miembros de la CEDA en Granada. El documento subrayaba, el apoyo del poeta al Frente Popular, su amistad con Fernando de los Ríos y su homosexualidad. Hasta hoy no se ha podido determinar la fecha exacta de su muerte, pero es probable que su fusilamiento tuviera lugar entre la madrugada del 18 al 19 de 4 agosto. Con tan sólo 38 años, dejó inédita e inconclusa una numerosa obra, entre ellas, Odas, Poemas en prosa y Sonetos. Hoy en día Federico García Lorca se reconoce como el poeta español más leído de todos los tiempos. En toda su poesía se observan los temas constantes de la muerte, el sexo, y el destino trágico. Estos temas universales se expresan mediante las formas tradicionales poéticas, especialmente el romance. Lorca buscaba siempre expresar lo universal a través de lo particular; sus personajes dramáticos y poéticos siempre parten de circunstancias muy concretas. OBRAS Prosa Impresiones: - Granada. Paraíso cerrado para muchos - Semana Santa en Granada Narraciones: - Historia de este gallo - Degollación del Bautista - Degollación de los Inocentes - Suicidio en Alejandría - Santa Lucía y San Lázaro - Nadadora sumergida. Pequeño homenaje a un cronista de salones - Amantes asesinados por una perdiz - La gallina Conferencias: - Charla sobre teatro - Teoría y juego del duende - Las nanas infantiles - La imagen poética de Luís de Góngora Homenajes: - En homenaje a Luis Cernuda - De mar a mar Poesía - Libro de Poemas (1921) Poema del cante jondo (1921) Primeras canciones (1922) Canciones (1921-1924) Romancero gitano (1924-1927) Poeta en Nueva York (1929-1930) Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935) Seis poemas gallegos Diván del Tamarit (1936) Poemas sueltos Cantares Populares 5 Teatro - El maleficio de la mariposa (1919) Los títeres de Cachiporra. Tragicomedia de Don Cristóbal y la señá Rosita Mariana Pineda (1925) Teatro breve (1928) La zapatera prodigiosa (1930) Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1931) Retablillo de don Cristóbal. Farsa para guiñal (1931) Así que pasen cinco años (1931) El público (1933) Bodas de sangre (1933) Yerma (1934) Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores (1935) La Casa de Bernarda Alba (1936) Viaje a la luna ANÉCDOTAS Tiene problemas motores con dos años y esto le deja cierta torpeza de movimiento en una pierna. Su farsa Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, una obra simbólica sobre un viejo y su joven esposa, fue prohibida por la censura en 1929, quizás porque el protagonista se parecía demasiado al dictador Miguel Primo de Rivera o quizá por su subtítulo "Aleluya erótica." BIOGRAFÍA DE UN POETA (Cronología de Miguel García-Posada en la Agenda Cultural 1998) La vida de Federico García Lorca 1898. 5 de julio: nacimiento de Federico García Lorca en Fuentevaqueros (Granada). Sus padres: Federico García Rodríguez, propietario agrícola; Vicenta Lorca Romero, maestra nacional. 1898-1908. Vida en Fuentevaqueros. Problemas motores a la edad de dos años, que le dejarán cierta torpeza de movimiento en una pierna. Nacen sus hermanos Concha y Francisco; más tarde, Isabel. Estudios primarios con su madre y con don Antonio Rodríguez Espinosa. Traslado a un pueblo próximo, Valderrubio (entonces Asquerosa). Carácter sensitivo. Afición por la naturaleza. Juegos: teatritos, "sermones", "misas". Descubrimiento de los títeres. Primeros conocimientos del cante jondo. 6 Federico a los seis años de edad 1908. Otoño: Bachillerato en Almería; interrupción por enfermedad. 1910-1915 Estudios de Bachillerato en Granada. Estudios musicales con don Antonio Segura. Vicenta Lorca Romero y Federico García Rodríguez acompañados, de izquierda a derecha, por sus hijos Federico, Concha y Francisco. Granada, 1912. 1915. Estudios universitarios en Granada: Derecho y Letras. 1916. Viajes de ampliación de estudios primero por Andalucía y luego por Castilla y el noroeste de España. Amistad con Fernando de los Ríos. Empieza a escribir. 1917. Muerte de don Antonio Segura; interrupción de los estudios musicales. Publica su primer texto: Fantasía simbólica. 1918. Publicación de Impresiones y paisajes. 1919. Falla se instala en Granada; Lorca ingresa en la Residencia de Estudiantes de Madrid. 1920. 22 de marzo: estreno en Madrid de El maleficio de la mariposa. Fracaso. 1921. Publicación del Libro de poemas. Comienza Suites y Canciones. Escribe lo esencial del Poema del cante jondo. 1922. Compone la Tragicomedia de don Cristóbal. Concurso de cante jondo en Granada inspirado por Lorca y apoyado por Falla. Conferencia sobre el cante jondo. 1923. Representación familiar de La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón. Licenciatura en Derecho por la Universidad de Granada. 7 Federico García Lorca y Luis Buñuel en una verbena de las fiestas de San Antonio de la Florida (Madrid). 1924. Escribe algunos poemas del Romancero gitano. 1925. Escribe algunos diálogos. Termina Mariana Pineda. Federico García Lorca en su casa de Granada bajo el óleo de Salvador Dalí "Naturaleza Muerta" 1926. Publicación de la "Oda a Salvador Dalí" con quien está muy unido. Conferencias sobre Góngora y Soto de Rojas. Primera versión de La zapatera prodigiosa. 1927. Publicación de Canciones. 24 de junio: estreno de Mariana Pineda en Barcelona (y en Madrid en el otoño). García Lorca y Salvador Dalí vestido de soldado durante la época en que éste cumplía el servicio militar. 1928. Publicación del Romancero. Poemas en prosa. Conferencias: Canciones de cuna españolas, "Sketch" de la nueva pintura. Relaciones con Emilio Aladrén. Crisis afectiva. 1929-1930. La censura prohíbe Amor de don Perlimplín. En junio viaja a los Estados Unidos, donde permanecerá hasta marzo, mes en el que marcha a Cuba, donde estará hasta junio. Febril actividad creadora: Poeta en Nueva York, Viaje a la luna, revisión de 8 piezas anteriores e ideación de otras; conferencias. Interés por el jazz y el teatro. En Cuba pronuncia Arquitectura del cante jondo y otras conferencias. 22 de agosto: termina El público. Diciembre: estreno en Madrid de La zapatera prodigiosa. Adapta canciones para la Argentinita. García Lorca durante su estancia en los EE.UU. sentado junto a la bola de porfidio de la Universidad de Columbia (Nueva York), 1929. 1931. Inicia Diván del Tamarit. Publicación del Poema del cante jondo. 19 de agosto: termina Así que pasen cinco años. 1932. La Barraca es aprobada: primeras giras; se sucederán hasta 1935. Conferencia sobre Un poeta en Nueva York. García Lorca vestido con el mono azul que constituía el uniforme del grupo de teatro La Barraca en Almazán (Soria), leyendo un texto desde el escenario. 1933-1934. 8 de marzo: estreno en Madrid de Bodas de sangre. Éxito. 5 de abril: estreno en Madrid de Don Perlimplín por el Club Anfistora. Conoce a Rafael Rodríguez Rapún. El éxito de Bodas de sangre en Argentina, con Lola Membrives, traslada al poeta hasta Sudamérica (octubre-marzo). Estancia triunfal. Representaciones de Mariana Pineda y La zapatera. Pronuncia varias conferencias, entre ellas Juego y teoría del duende y Cómo canta una ciudad de noviembre a noviembre. Federico García Lorca en primer término (de izquierda a derecha) por Pedro Salinas, 9 Ignacio Sánchez Mejías y Jorge Guillén; detrás Antonio Marichalar, José Bergamín, Corpus Barga, Vicente Aleixandre, el propio Lorca y Dámaso Alonso. Madrid, invierno de 1933. 1934. En agosto muere Ignacio Sánchez Mejías a causa de una cogida. Diciembre: estreno triunfal de Yerma en Madrid; reacción adversa de la prensa conservadora. Termina el Diván. Federico García Lorca y la actriz Margarita Xirgu tras el estreno de Yerma en el Teatro Español de Madrid el 29 de diciembre de 1934. De izquierda a derecha: Federico García Lorca, Pura Ucelay y Ramón María del Valle-Inclán, en el estreno de Yerma en el Teatro Español de Madrid. 29 de diciembre de 1934. 1935. Publicación del Llanto. Representaciones en la Feria del Libro de Madrid del Retablillo de don Cristóbal. Estancia triunfal en Cataluña (septiembre-diciembre). Este mes, estreno en Barcelona de Doña Rosita la soltera. Publicación de Seis poemas galegos. Lorca trabaja en su libro de Sonetos. García Lorca tocando el piano. Granada, 1935. 1936. Enero: publicación de Primeras canciones y de Bodas de sangre. Participa en actos a favor del Frente Popular. 19 de junio: termina La casa de Bernarda Alba. 13 de julio: marcha a Granada. 16 de agosto: es detenido y conducido al Gobierno Civil. 19 (o 18): es asesinado en Víznar... 10 ...pero la voz inacabable de Lorca sigue viva, crecientemente viva, como ya ella misma había pronosticado: pero que todos sepan que no he muerto; que hay un establo de oro en mis labios; que soy el pequeño amigo del viento Oeste; que soy la sombra inmensa de mis lágrimas. 11 LA GENERACIÓN DEL 27 1. Generación o grupo La Generación del 27 no es sólo un grupo de poetas, es la más brillante promoción de la literatura española del siglo XX, a la que no se ha dudado en comparar con los poetas de los Siglos de Oro. El término Generación del 27 fue acuñado por Dámaso Alonso en el año 1948 en un artículo titulado “Una generación poética” y está integrado por una lista de ocho portas fundamentales: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Rafael Alberti, a los que se suman Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Pedro Salinas Rafael Alberti Jorge Guillén Dámaso Alonso Vicente Aleixandre Luis Cernuda Gerardo Emilio Prados Federico García Lorca Manuel Altolaguirre El año del 27 se debe a la celebración en el Ateneo de Sevilla de un acto conmemorativo del tercer centenario de la muerte de Góngora, al que asistieron Guillén, Diego, Alberti, Federico, Dámaso, José Bergamín y Juan Chabás. 12 A la vista de los rasgos generacionales que propone Julius Petersen en 1930, los poetas del 27 no son “una generación”, sino un grupo dentro de una generación histórica a la que, por edad, pertenecen también otros poetas, además de novelistas y dramaturgos. Dámaso Alonso comprueba que faltan varios requisitos exigidos: 1. “Ningún hecho nacional o internacional la trae a la vida”. Sólo forzando las cosas puede considerarse el Centenario de Góngora como acontecimiento aunador. 2. “Caudillo no lo hubo”. Pese a su influencia, no puede considerarse como tal a Juan Ramón Jiménez, como se ha dicho a veces. 3. "No se alza contra nada”. Al contrario, tienen un respeto por la tradición y por las grandes figuras de las generaciones anteriores. 4. “Tampoco hay comunidad de técnica o de inspiración”. Si bien les anima el ansia de renovar el lenguaje poético. Jorge Guillén señala que “a la 13 5. Sus nacimientos se sitúan en una “zona de fechas” que no rebasa los 15 años: van desde Salinas (1891) a Altolaguirre (1905), pero entre esos años nacen otros escritores que nunca son incluidos en el grupo. 6. Formación intelectual semejante (universitarios y profesores). Sólo es cierto para algunos de ellos. Y, sin embargo, es evidente que nos hallamos ante un grupo compacto, cuya nómina ha sido establecida por ellos mismos en ensayos como el de Dámaso Alonso (1948), Jorge Guillén –Lenguaje y poesía (1958)-, Pedro Salinas –Ensayos de Literatura Hispánica (1958)-, Luis Cernuda –Estudios sobre poesía española contemporánea (1957). Otras denominaciones: 1. Generación de la amistad. Deducida de los testimonios de muchos de sus componentes (Gerardo Diego, Jorge Guillén, Dámaso Alonso y Luis Cernuda). 2. Generación de los poetas-profesores, en relación a la condición profesoral de la mayoría de los poetas del grupo y reveladora de su condición cultural. 3. Generación Lorca-Guillén, que caracteriza los dos extremos de la Generación desde una perspectiva estilística. 4. Generación de 1925. Utilizada en sus artículos por Luis Cernuda (1957) que la defiende porque “representa un término medio en la aparición de sus primeros libros”. 5. Generación de la Dictadura. Es la más torpe y rechazada de las denominaciones. No tienen nada que ver con la Dictadura o discrepan de ella ideológicamente. 6. Poetas de la Residencia, por la influencia que la Residencia de Estudiantes ejerce sobre ellos. 7. Generación de la Revista de Occidente, por la influencia de Ortega y Gasset y porque algunos se dan a conocer en esa revista. 8. Nietos del 98. Aunque puedan admirar a Unamuno y Antonio Machado, se sienten lejanos de sus afanes sociales. De quien ellos se sienten “nietos” es de Góngora. 9. Generación de 1931, por la proclamación de la República y ser un punto central de la gran década de nuestra literatura (1926-1936) 2. Actividades comunes. Las actividades conjuntas son la justificación más importante de la existencia de un grupo generacional. La más importante y la de mayor resonancia posterior fue la del homenaje a Góngora en 1927. Las invitaciones las firmaron los seis poetas 14 considerados como el núcleo de la generación: Salinas, Guillén, Alonso, Diego, Lorca y Alberti. La Residencia de Estudiantes, en Madrid, fue un foco cultural en la época y un privilegiado lugar de encuentro. Allí viven algunos de ellos (Alberti, Federico, Dalí, Buñuel) y allí acuden todos atraídos por sus ricas actividades culturales (conferencias, exposiciones, representaciones teatrales, tertulias, etc.) Sus nombres se encuentran en las mismas revistas. Ante todo en las dos grandes revistas del momento: la Revista de Occidente, cuya edición publica varios de los libros fundamentales del grupo, y La Gaceta Literaria. La primera plataforma de lo que más tarde se conocerá como Generación del 27 fue la revista Índice, fundada en 1921 por Juan Ramón Jiménez, y de la que salieron cuatro números. En ella encontramos las firmas de Dámaso Alonso, José Bergamín, Juan Chabás, Gerardo Diego, Antonio Espina, Federico García Lorca, Jorge Guillén, José Moreno Villa o Pedro Salinas. Dos años después, el autor de Platero y yo publicaría en su exquisita Biblioteca de Índice los dos libros aurorales de Salinas (Presagios) y Bergamín (El cohete y la estrella), así como Signario, de Antonio Espina, y Niños, del pintor Benjamín Palencia. La casi totalidad de estos poetas terminarían renegando del magisterio juanramoniano, algo especialmente evidente en los casos de Bergamín, Guillén y Salinas. A estas revistas habría que añadir muchas más, sobre todo Litoral, de Málaga, fundada por Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, quienes editan también varias obras de sus compañeros. Otras revistas importantes son: Verso y prosa (Murcia, 1927), Mediodía (Sevilla), Meseta (Valladolid), Carmen (Santander, 1927, fundada por G. Diego, y con un suplemento festivo, Lola), Cruz y Raya (fundada por Bergamín en 1933), y Caballo verde para la poesía (1935) dirigida en Madrid por Pablo Neruda. Rotunda fe de vida de este grupo poético es la Antología compuesta por Gerardo Diego en 1932, en la que incluye un significativo muestrario de la obra realizada hasta la fecha por los poetas del 27. Las declaraciones sobre “poética” que cada autor traza, al frente de sus poemas, componen un manifiesto de la nueva poesía. 3. Las tendencias estéticas Lo que caracteriza a los poetas de la Generación del 27 es la variedad. Dámaso Alonso lo señaló como uno de los rasgos más peculiares de la Generación. Pero si no 15 hay un estilo común, sí puede hablarse en ellos de un cierto “aire de época”, hecho de gustos y afirmaciones estéticas comunes. Vicente Gaos, en la Antología del grupo poético del 27 (1969) dice que la nueva generación surge con una clara tendencia innovadora, pero sin querer romper con la tradición anterior. Podría afirmase que, como denominador común, los poetas del 27 se caracterizan por una cierta tendencia al equilibrio; o, en otras palabras, que tienden a una originalísima síntesis entre ciertos polos –en principio opuestos- entre los que se había debatido la poesía en los últimos lustros: 1. Entre lo intelectual y lo sentimental. Se les acusó de “intelectualismo” (Machado decía que eran “más ricos de conceptos que de intuiciones”). La emoción será refrenada y trascendida, estructurada por el intelecto. José Bergamín es el autor de un aforismo que puede aplicársele a todos: “Inteligencia, sentimiento y sensibilidad contra intelectualismo, sentimentalismo y sensiblería”. 2. Entre una concepción cuasi-mística de la poesía y una lucidez rigurosa en la elaboración del poema. En las “poéticas” de la Antología de Gerardo Diego abunda la idea de la poesía como algo “inexplicable”, “trascendente”, “demiúrgico”. Para Salinas “es una aventura hacia lo absoluto”. Para Dámaso Alonso, un impulso “que no está muy lejano del religioso”, un anhelo de “unión con la gran entraña del mundo y su causa primera”. Para Aleixandre es “clarividente fusión del hombre con lo creado”, “aspiración a la unidad, a la plenitud” Por otra parte, destaca también la exigencia de la creación lúcida, de rigor técnico, de trabajo bien hecho. Lorca lo expresó mejor que nadie al decir que, “si es verdad que soy poeta por la gracia de Dios, o del demonio, también lo es que lo soy por la gracia de la técnica y del esfuerzo, y de darme cuenta en absoluto de 1o que es un poema”. (FGL, 1931). Singular síntesis entre una concepción romántica y una concepción clásica de la creación poética. 3. Entre la pureza estética y la autenticidad humana. Ponen la belleza por encima de todo, como Juan Ramón Jiménez. Sin embargo, Salinas proclamaba: “Estimo en poesía, sobre todo, la autenticidad. Luego, la belleza”. La preocupación por la autenticidad humana irá en aumento con los años, pero no se abandonará –salvo en algún caso o momento aislado- la exigencia estética. 4. Entre lo minoritario y la “inmensa compañía”. El imperativo de selección de estos poetas hace que sus obras confinen con un “arte de minorías”, pero ninguno de ellos suscribiría el conocido lema de Juan Ramón Jiménez: “A la minoría, siempre”. En sus poemas alternan hermetismo y claridad. Aspecto peculiar de ello es cómo se entretejen lo culto y lo popular en la poesía de Lorca, Alberti, Gerardo Diego… Si hay algo común en las trayectorias de todos ellos, sería el tránsito del “yo” al “nosotros”. 16 5. Entre lo universal y lo español. En 1924, el poeta y crítico Enrique DíezCanedo afirmaba: “La obra de los poetas jóvenes de España significa el ponerse a tono con la poesía universal”. Algo semejante señala Antonio Machado: “Su hora [la de la juventud poética] aspira a ser mundial”. Dámaso Alonso conduce al aspecto más notorio que tienen en común los poetas del 27: su originalísima posición entre el binomio “tradición – renovación”: “Aunque abierta a muchos influjos exteriores, está arraigada en la entraña nacional y literaria española”. Ortega y Gasset resume los rasgos estéticos del “Arte nuevo”: 1. Afán de originalidad 2. Hermetismo, renovación de la vieja tendencia a lo minoritario, poesía como coto cerrado para el lector “entendido y minoritario”. 3. Autosuficiencia del arte: defensa de la autonomía de la expresión artística, persecución del ideal de poesía pura, ajena a todo lo humano: sentimientos, emociones, anécdota, descripción, etc. 4. Antirrealismo y antirromanticismo. 5. Sobrerrealismo. Intento de superación de la realidad. 6. Intrascendencia. El arte debe carecer de toda finalidad extraestética, de toda trascendencia moral, social, filosófica. 7. Predominio de la metáfora. “La poesía es el álgebra superior de la metáfora” (Ortega y Gasset) 8. Atomización. Tendencia a la descomposición de los esquemas tradicionales de géneros y sus límites. 4. Tradición y renovación Hay un equilibrio integrador que va desde el poeta más rabiosamente moderno hasta el poeta más primitivo. Por una parte, están a tono con la poesía europea del momento, como se aprecia en la huella que dejan las vanguardias: el Ultraísmo, el Creacionismo y, sobre todo, el Surrealismo. Entre sus máximos fervores –en los años de la “poesía pura”- se sitúa el gran poeta francés Paul Valéry. De París llega también el ejemplo renovador del gran poeta peruano César Vallejo. Su libro más estridente, publicado en su país en 1922 sin apenas eco, aparece en 1930 en España con un prólogo entusiasta de José Bergamín. 17 Los poetas del 27, sin embargo, tienden a frenar las estridencias, a poner una discreta criba ante las innovaciones. No son “iconoclastas”. Dámaso Alonso decía que estos poetas “no se alzan contra nada”. Lo confirma Jorge Guillén: “Una generación tan innovadora no necesitó segar a los antepasados remotos o próximos para afirmarse”. En cuanto a los autores que inmediatamente les precedieron, hay que destacar el doble magisterio de Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna. Aquél con su exigente sentido de la creación artística; “Ramón”, con los deslumbrantes hallazgos de imágenes novísimas en sus Greguerías. Más atrás apunta la admiración por Unamuno y los Machado. Antonio Machado fue, según Luis Cernuda, “leído y amada por estos poetas en años tempranos”. Para Salinas, en cambio, fue “el gran poeta que no supimos ver bien hasta última hora”. Y no menor fue su admiración por Rubén Darío. Al descubrirlo se despertó la vocación poética de Vicente Aleixandre. Rubén Darío, además, fue un precursor en la valoración de Góngora. Desde el siglo XIX, les llegó la influencia de Gustavo Adolfo Bécquer, que puede apreciarse, ante todo, en los comienzos de casi todos ellos. Pero su presencia se advierte incluso más adelante: Sobre los ángeles, de Rafael Alberti, está presidido por una cita de las Rimas, y entre sus composiciones se incluye el hermosísimo Homenaje a Bécquer. Otro verso de este poeta sirve de título a uno de los grandes libros de Luis Cernuda: Donde habite el olvido. Su amor por los clásicos fue inmenso. El primer nombre que surge es Góngora, reinterpretado y revalorado por todos ellos; con la labor crítica, además, de Dámaso Alonso. Otros clásicos contarían con su fervor. La lista sería interminable, pues incluiría no sólo a las figuras cimeras, sino a poetas menores. Además de las huellas que dejan en sus obras, como profesores y críticos, algunos de los poetas del 27 han dejado magistrales estudios o ediciones de Manrique, Garcilaso, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Quevedo… Especial interés suscitó Lope de Vega, sobre todo en sus poemillas de corte popular. Y esto nos lleva a otro punto: a la par de su estética cultísima, hay en el grupo del 27 una profunda veneración por las formas populares: el Romancero, el Cancionero tradicional, las cancioncillas de Gil Vicente o de Juan del Encina, etc. están presentes en Lorca y en Alberti, en Dámaso Alonso y en Gerardo Diego. En suma, el grupo poético del 27 nos sorprende porque su asimilación de formas anteriores, su respeto de la tradición, no contradice esa inmensa labor suya en la renovación de la lírica española, renovación que es, en definitiva, lo que les confiere su alto puesto en nuestra literatura, así como en la poesía mundial. 18 5. Evolución conjunta Los críticos, encabezados por Dámaso Alonso y Luis Cernuda, han señalado tres grandes etapas en la poesía de los poetas del 27: 1. Primera etapa: hasta 1927, aproximadamente. Dentro de esta etapa, hay que señalar los tanteos iniciales con presencia de tonos becquerianos y modernistas. Pronto se deja sentir la influencia de las vanguardias y el magisterio de Juan Ramón Jiménez, que los orienta hacia la “poesía pura”. Decía Jorge Guillén que “poesía pura es todo lo que permanece en el poema después de haber eliminado todo lo que nos es poesía”. Estas formulaciones expresan el anhelo de depurar el poema de la “anécdota humana”, de renunciar a todo tipo de emoción que no fuera estrictamente artística, nacida de la perfección formal. “Asepsia era la palabra mágica de entonces”, recuerda Dámaso Alonso. El gran instrumento de este arte puro es la metáfora, con audacias deslumbrantes que han aprendido de las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna y otros vanguardistas. Por ello, no extraña que se les tilde de “herméticos”, “abstractos”, “fríos”, “deshumanizados”. Sin embargo, no todo es deshumanizado. Lo humano había entrado por el camino de la lírica popular, presente en muchas páginas del Libro de poemas, de Lorca (1921) y Marinero en tierra, de Alberti (1924) Paralelamente, el anhelo de perfección formal motiva un primer acercamiento a los clásicos. El influjo clasicista es característico, según Cernuda, de un momento en la evolución del grupo. “Un deseo de formas y de límites nos gana”, dice Lorca. A ello responde el cultivo de formas estilísticas tradicionales entre 1925 y 1927: Versos humanos, de Gerardo Diego; Égloga, elegía y oda, de Cernuda; Cal y canto, de Alberti; así como el rigor con que trabaja Jorge Guillén los poemas del futuro Cántico. Todo ello desemboca en el fervor por Góngora, que tres siglos atrás ya se había propuesto -y logrado- encontrar un lenguaje especial para la poesía, totalmente alejado de la lengua normal. 2. Segunda etapa: de 1927 a la Guerra Civil. El culto a Góngora marca la cima y el descenso de los ideales esteticistas. Los poetas, llegados a la madurez, comienzan a sentirse cansados de las aventuras formalistas. Se inicia así un proceso de “rehumanización” de su lírica. Se produce 19 entonces la irrupción del Surrealismo, que señalaba una dirección diametralmente opuesta a la poesía “pura”. El Surrealismo es la revolución más importante surgida en la literatura y en el arte en lo que va de siglo, un cambio radical en la concepción del papel del arte y del trabajo del artista. No se presenta sólo como una renovación estética, sino que pretende ser una revolución integral. Su lema sería la frase de Rimbaud: “Il faut changer la vie” (“Hay que cambiar la vida”) El Surrealismo propugna una liberación total del hombre: liberación de los impulsos reprimidos en el subconsciente por una razón sumisa a las convenciones morales y sociales (Freud). O liberación de la esclavitud que (según Marx) impone al hombre la sociedad burguesa. Todo ello equivale a liberar el poder creador del hombre, tarea en la que la poesía ocupa un lugar privilegiado como instrumento idóneo (según Breton) para iluminar la vida auténtica. España es posiblemente el país en que la repercusión del Surrealismo fue mayor. Su huella, entre nosotros, es infinitamente más fuerte que la de otras vanguardias. La irrupción del Surrealismo significa la crisis del ideal de “pureza”. Lo humano, e incluso lo social y lo político, entrarán de nuevo en la literatura. A partir del Surrealismo, pasarán a primer término los eternos sentimientos del hombre: el amor, el ansia de plenitud y las frustraciones, la inquietud ante los problemas existenciales, etc. A propósito de su gran libro surrealista Lorca había dicho: “Con Poeta en Nueva York, un acento social se incorpora a mi obra”. 3. Tercera etapa: después de la guerra. Cuando acaba la Guerra Civil, Lorca ha muerto. Los demás, salvo Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, parten a un largo exilio. El grupo poético del 27 se ha dispersado. Cada cual sigue su rumbo poético, pero ninguno abandonará ya los caminos de una poesía humana, cada vez más humana. En el exilio, el mismo Jorge Guillén, tenido por modelo de poeta puro, iniciará hacia 1950, con Clamor, un nuevo ciclo poético marcado precisamente por el testimonio de las discordancias del mundo y el dolor del hombre. Pasados unos años, las notas dominantes en Alberti, Cernuda y Salinas será la nostalgia de una patria perdida, el desarraigo. Jorge Guillén: “Sabe Dios cuánto habría durado aquella comunidad de amigos si una catástrofe no le hubiese puesto un brusco fin de drama o tragedia”. En España, la poesía deriva hacia un humanismo angustiado, de tonos existenciales, cuyas manifestaciones más intensas son Hijos de la ira, de Dámaso Alonso (1944) e Historia del corazón, de V. Aleixandre (1945), que constituye un giro 20 notable en su trayectoria, el poeta se reafirma como “una conciencia puesta en pie hasta el fin”. Salinas muere en 1951. Altolaguirre en 1959. Prados y Cernuda en el 61 y 63. Puede decirse que en 1964 comienza el “ocaso de una gran época”. Hasta su muerte han seguido en plenitud creadora: V. Aleixandre y Jorge Guillén murieron en 1984; Gerardo Diego en 1987; Dámaso Alonso en 1990; Rafael Alberti en 1999. La concesión del Premio Nobel en 1977 a Vicente Aleixandre es , sin duda, la confirmación de esa plenitud poética de todo un grupo que, como se ha dicho, ha dado a la lírica española una nueva Edad de Oro. 21 1. LOS PERSONAJES EN LA CASA DE BERNARDA ALBA LOS NOMBRES DE LOS PERSONAJES Podemos clasificar, en primer lugar, por los personajes por sus nombres: (a) nombres propios (algunos de claro sentido simbólico); (b) nombres descriptivos ( de su función o de su oficio) o genéricos (que designan una clase o grupo humano). CLASIFICACION DE LOS PERSONAJES En obra aparte de los personajes que el espectador ve en escena (visibles) hay una galería de personajes invisibles, que son tan importantes como los anteriores. Por ejemplo, Pepe el Romano no aparece en escena pero es un elemento fundamental en el desarrollo de la trama. Además de estos tenemos al grupo de personajes que simplemente son aludidos por los demás. VISIBLES Protagonistas Bernarda Poncia Angustias Magdalena. Amelia Martirio. Adela. Mª Josefa INVISIBLES Secundario Criada Mendiga Prudencia Muchacha Mujeres (1ª, 2a 3a 4a) ALUDIDOS Pepe el Romano Antonio Mª Benavides La hija de la Librada. Enrique Humanes Los segadores Paca la Roseta Adelaida Mujer de las lentejuelas Don Arturo, el notario. El hombre de los encajes. RELACIONES ENTRE LOS PERSONAJES Entre los personajes visibles se establecen cuatro formas fundamentales de relación: A. Relaciones entre señora y criadas: odio y clasismo: Estas relaciones están dominadas por el odio y el resentimiento de clase. Su precedente literario puede hallarse, tal vez, en La Celestina. Tanto Poncia como la Criada odian a Bernarda: murmuran contra ella y desean su mal. Sin embargo, en la medida en que la temen, no se atreven a enfrentarse directamente con ella. Las relaciones entre Bernarda y Poncia, no obstante, son peculiares, ya que son de la misma edad y Poncia lleva 30 años sirviendo en casa lo que la autoriza a tomarse ciertas confianzas. B. Relaciones entre la madre y las hijas: Están presididas por el autoritarismo y la rigidez de una educación que condena a las hijas a obedecer sin cuestionar las órdenes maternas. Este autoritarismo se ejerce desde el peso de la tradición y de la moral: el cabeza de familia manda y los hijos obedecen. Esta educación se basa en el miedo y en la negación de la libertad. Fruto de 22 tal opresión será la rebeldía de Adela, que, al final de la obra, se enfrenta directamente con su madre, rompe su bastón y proclama su independencia. C. Relaciones entre las hermanas: odio y envidia: En primer lugar, Angustias es odiada por todas sus hermanas que murmuran contra ella y la critican; es, además, envidiada por su riqueza, causa determinante de su proyectado matrimonio con el Romano. Por su parte Angustias odia también a sus hermanas, se siente envidiada y se muestra recelosa. En segundo lugar, Martirio envidia a Adela por su juventud, su belleza, su salud y porque mantiene relaciones con Pepe el Romano. Esta envidia provoca su odio, que se refleja en una constante vigilancia y en una actitud permanentemente agresiva. Adela, por su parte, odiará a su hermana Martirio. Finalmente, en las relaciones entre las hermanas se establece una relación de afecto entre Magdalena y Adela, por un lado, y entre Amelia y Martirio, por otro. D. Relación entre Bernarda y sus vecinas: miedo y odio: Las vecinas del pueblo “temen” a Bernarda por su carácter orgulloso y altivo, pero se guardan las apariencias, aunque en los “apartes” las vecinas insultan a Bernarda. CARACTERIZACIÓN DE LOS PERSONAJES Para caracterizar a las protagonistas, el autor ha empleado diversas técnicas: a) Caracterización indirecta: cuando unos personajes hablan de otros y nos adelantan información sobre dichos personajes. b) Autodefinición de los personajes: El personaje habla acerca de sí mismo. c) Caracterización por la acción y el diálogo: Lógicamente, conocemos a los personajes por su comportamiento en la obra y por sus palabras. La actuación inflexible y rígida de Bernarda contrasta con al actitud sumisa de sus hijas y de las criadas. d) Caracterización por los movimientos escénicos: Resulta clarificador analizar el movimiento de los personajes en escena. Un dramaturgo como Lorca, que domina la técnica teatral y conoce los entresijos del escenario, mueve a sus personajes de manera que sus movimientos correspondan a su personalidad y función dramática. De esta manera, la coordinación entre gestos, movimientos, tonos de voz, contenido y expresión de las palabras, y actitud del personaje, es absoluta. Los movimientos físicos de Bernarda son, en efecto, vigorosos y violentos: - Da golpes en el suelo con su bastón para imponer su autoridad; Arroja al suelo el abanico de Adela; Golpea a Angustias con el bastón por haber mirado a los hombres; 23 - Borra violentamente el maquillaje de Angustias; Golpea a Martirio con el bastón por haber escondido el retrato; Intenta golpear a Adela, pero ésta le hace frente. El dinamismo de Bernarda se ve contrarrestado por el estatismo de sus hijas que permanecen casi siempre sentadas, en actitud de espera. Ello nos remite, nuevamente, a una sensación de monotonía. Este estatismo y el movimiento delicado de las mujeres contribuye a dotar a la obra de un ritmo lento, que provoca – una vez más- la sensación de que presenciamos unas vidas apagadas, sombrías, mortecinas,... ¡siluetas fotográficas!. e) Caracterización por los objetos: Cuatro de sus personajes poseen objetos propios significativos: 10 Bernarda, su bastón: simboliza el poder, la autoridad. 11 Adela, un abanico de colores y un traje verde: son signos de su rebeldía, de su oposición a las normas emanadas del poder autoritario. 12 Angustias, el retrato de Pepe el Romano: simboliza el deseo y la frustración de las hermanas. 13 Mª Josefa, las flores en el pelo y la oveja: las flores son también signo de rebeldía, de libertad y de amor. La oveja que lleva en su brazo en el tercer acto admite interpretaciones variadas. Puede entenderse como un signo de su locura; puede, también, aludir al instinto maternal de las mujeres frustrado por la imposibilidad de conocer varón. EL PERSONAJE FEMENINO Y LA VISION DEL HOMBRE La Casa de Bernarda Alba es una obra de personajes exclusivamente femeninos: la mujer alcanza el máximo protagonismo y se erige en el centro del drama, pero la sombra del hombre gravita constantemente sobre la escena, acentuando las frustraciones, los deseos y la realidad de las mujeres sin hombre. El hombre es un ser deseado y necesario para la felicidad, es un ser fuerte y violento (historia del padre de Adelaida, la comparación de Pepe con un león que hace Adela). Además el hombre posee un instinto que le inclina al amor y al erotismo (el marido de Bernarda le levantaba las enaguas a la criada, la escena de Paca la Roseta y la de la mujer de lentejuelas en el olivar con los segadores, Pepe manteniendo relaciones ocultas con Adela…) NOMBRES PROPIOS Analicemos los más representativos, atendiendo tanto a lo que tienen de figuras representativas como a lo que tienen de criaturas individualizadas. 24 BERNARDA ALBA Cuyo nombre significa “con fuerza de oso”, es la encarnación hiperbólica de las fuerzas represivas. La conocemos antes de entrar en escena mediante la caracterización indirecta que de ella hacen otros personajes. Según Poncia y la criada, es autoritaria, dominanta, orgullosa, clasista, violenta, intransigente, mezquina, hipócrita... Sus hijas le tienen miedo: golpea a Angustias con el bastón por haber mirado a los hombres, y poco después borrará violentamente el maquillaje de su cara. Golpea a Martirio por haber escondido el retrato de Pepe el Romano. Intenta golpear a Adela, pero ésta le hace frente. También las vecinas del pueblo la temen. Ese temor se basa, no sólo en su carácter agresivo, sino especialmente porque conoce el origen familiar de las gentes del pueblo (historia del padre de Adelaida), y las particularidades de cada familia (Poncia se encarga de espiar para ella). Pertenece a una burguesía campesina acomodada: propietaria de campos y con capital para comprar muebles a su hija. Por pertenecer a una capa social superior se considera con verdadero orgullo de casta. Las manifestaciones de tal conciencia son abundantes. Así hablando de sus hijas con la Poncia dice: “No hay a cien leguas a la redonda quien se pueda acercar a ellas. Los hombres de aquí no son de su clase” Ella impidió un noviazgo de Martirio por razones sociales. Y a todas les recordará a qué obliga es ser “de su clase”, “el haber nacido con posibles”. º Representa las convenciones morales y sociales más antiguas. Ha interiorizado plenamente la mentalidad tradicional vigente. Bernarda representa la autoridad y el poder, casi en estado puro. Lo concerniente a lo sexual está en el centro de tal mentalidad: a los impulsos eróticos, opone “la decencia”, la honra, la obsesión por la virginidad. Tales ideas corresponden a la concepción tradicional del papel de la mujer, frente al del hombre. “Hilo y aguja para las hembras –sentencia Bernarda-. Látigo y mula para el varón”. La mayor rigidez se exigirá a las mujeres, a los hombres, en cambio, “todo se les consiente”. La autoridad y el poder que representa lo indica el bastón que siempre lleva en escena, y la frecuencia con que aparece en sus labios el lenguaje prescriptivo, órdenes, prohibiciones, presididas por esa exclamación que impone: ¡Silencio! Es importante añadir que ese poder encarnado en Bernarda es un poder irracional. En cierta ocasión dice: No pienso (...), Yo ordeno. Con todos los rasgos vistos, Lorca ha construido una figura no sólo representativa de cuanto hemos dicho, sino también fuertemente individualizada, con su voz propia, inconfundible. Y en su misma deformidad, Bernarda alcanza una fuerza, una grandeza que la sitúa entre los grandes personajes del teatro universal. LAS HIJAS. ¿Qué pasa por “el interior de los pechos” de las hijas de Bernarda Alba? Todas ellas viven entre la reclusión impuesta y el deseo del mundo exterior (“querer salir”). Todas están más o menos obsesionadas por lo erótico. A ello alude Adela hablando de “lo que nos muerde”; pero, refiriéndose precisamente a Adela dirá: “No tiene ni más ni 25 menos que lo que tenemos todas”. Los anhelos eróticos o de amor podrán aparecer unidos (o no) a la idea de matrimonio, único cauce permitido para salir de aquel encierro. Todas son personajes más o menos estáticos – casi siempre están sentados en actitud de espera- frente al dinamismo de su madre. Son figuras individualizadas, más o menos borrosas en unos casos; fuertemente diseñados en otros, sobre todo Adela. Todas coinciden en la necesidad de amar y la búsqueda de varón. Con diferencias: - Angustias: (39años) es hija del primer matrimonio y heredera de una envidiable fortuna que no tarda en atraer, pese a su edad y falta de encantos, vieja, fea, a Pepe el Romano; pero para ella el matrimonio es “salir de este infierno”. Ya no le queda pasión o verdadera ilusión, lo que contrasta con Adela e incluso con Martirio. - Amelia: (27años) es el personaje más desdibujado. sumisión y temor a la autoridad materna. Pudor ante los hombres. - Magdalena: (30 años) es la única que llora en el funeral de su padre; se siente inclinada al bien. Nos sorprende con a margas protestas, por ejemplo, cuando exclama: “¡Maldita sean las mujeres!”; Hubiera preferido ser un hombre: “Prefiero llevar sacos al molino”. - Martirio: (24 años). Es un personaje más complejo. Encarna el resentimiento y la envidia. Es la que provoca indirectamente el suicidio de Adela. - Adela: (20 años). la más joven, representa la fuerza de la pasión, la llamada del instinto y el deseo de libertad. Es hermosa, apasionada y franca. (Su nombre significa “de naturaleza noble”). Desde el principio del encierro proclama: “No, no me acostumbraré ... ¡Yo quiero salir!”. Es la encarnación de la rebeldía. Su vitalismo se manifiesta en el símbolo del traje verde que se pone. El momento culminante será aquel en que rompe el bastón de mando de Bernarda, exclamando: ¡Aquí se acabaron las voces del presidio! Pero la suya será una rebeldía trágica. Su suicidio es la liberación desesperada, es la única salida. Ella es la única entre las hermanas que está dispuesta, incluso, a la máxima degradación social: ser la amante de Pepe el Romano, cuando éste se case con Angustias- una corana de espinas- pues ello se da en un medio en el que .la opinión es sinónimo de honra y estimación entre la comunidad. Los nombres Bernarda: nombre de origen teutón: "con fuerza o empuje de oso". Alba: blanca, símbolo de castidad. Angustias: etimológicamente, del latín "angostura", "dificultad". Significa opresión, aflicción, congoja; estrechez de lugar o del tiempo. A esto, añadirle el significado directo: es un personaje acongojado por el paso del tiempo. Se hace vieja y no ha encontrado marido y, por tanto, busca una manera de salir de la casa. Magdalena: desconsolada, lacrimosa. Amelia: amable. 26 Martirio: muerte o tormentos padecidos por causa de la religión. Adela: de carácter noble. La Poncia: nombre relacionado con Poncio Pilatos. Prudencia: una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo para seguir o huir de ello. OTROS PERSONAJES - María Josefa, la abuela : Se caracteriza par la locura y por la senilidad. Es un genial hallazgo de Lorca.; como ciertos personajes de Shakespeare, en sus palabras se mezclarán locura y verdad. Su locura es lúcida y simbólica a la vez. Es la única que desde el principio se enfrenta a Bernarda, rompiendo el silencio y saltándose las normas. A pesar de ello, observa y comenta la pasión de las mujeres y anhela la libertad. Primero oímos su voz, y cuando Bernarda anuncia el enclaustramiento, grita: ¡Déjame salir!, convirtiéndose en portavoz de un anhelo común. Posteriormente hará dos apariciones decisivas: al final del primer acto se da cuenta de la pasión de las mujeres y, ya en su vejez, desea casarse con un varón hermoso a orillas del mar y huir del mundo cerrado de la casa. Su papel es en cierto sentido profético. Anuncia: “(Pepe) os devorará”. Sus intervenciones tienen como efecto agrandar líricamente los problemas centrales: la frustración de las mujeres, el anhelo de matrimonio y de maternidad, el ansia de libertad, de espacios abiertos... - Poncia: Coincide en algunos rasgos con Bernarda misma edad, moral tradicional, preocupada por el que dirán. Como vieja criada podría ser “de la familia”: domina a las hijas a las que aconseja, advierte, amenaza e incita a lo sexual cuando les habla de los hombres, hasta tutea a Bernarda. Pero ésta no deja de recordarle la distancia que las separa: “Me sirves y te pago. ¡Nada más! Ella asume su condición (“Soy una perra sumisa”), pero está llena de un rencor contenido que se manifiesta con toda su fuerza en la primera escena y se percibe sutilmente después...Poncia es un personaje inolvidable por su sabiduría rústica, por su desgarro popular y por el sabor, la riqueza y la creatividad de su habla. - Pepe el Romano: El hombre más atractivo del lugar, es la encarnación del Hombre, del “oscuro objeto del deseo”. No aparece en escena, sólo oímos su silbido, y paradójicamente, está siempre presente en ella. Su irrupción en este mundo cerrado de la casa desencadenará la pasión de tres de las hermanas: proyecta casarse con angustias por su dinero, es amado secretamente por Martirio y mantiene relaciones amorosas con Adela. Su papel es esencialmente el de catalizador de las fuerzas latentes. De ahí su fuerza, que es ponderada hiperbólicamente por diversas voces (es “un gigante” “un león”...) 27 2. TEMAS PRINCIPALES Y SECUNDARIOS EN LA CASA DE BERNARDA ALBA El tema principal lo hemos tratado en la cuestión anterior. No quiere eso decir que no tengamos que plantearlo aquí, en un párrafo al menos, ya que el enunciado de la pregunta nos lo pide. Además de ese tema principal encontramos una serie de temas secundarios importantes en la obra: a) Diferencias entre hombre y mujer. Marginación de la mujer Lorca denuncia las diferencias establecidas en el comportamiento de hombres y mujeres y la marginación de la mujer en la sociedad de su época. Para ello enfrenta dos modelos de comportamiento femenino: El basado en una moral relajada: Paca la Roseta, la prostituta a la que contratan los segadores, y la hija de la Librada. llevan una vida de aparente libertad. Viven al margen de la sociedad y son condenadas, moral e, incluso, físicamente, por la opinión del pueblo. Se les margina hasta el punto de querer lincharlas. El comportamiento femenino basado en la honra y en la decencia aparentes implica una sumisión en las normas sociales y convencionales, que discriminan a la mujer en beneficio del hombre. Los hombres y las mujeres en el mundo lorquiano son diferentes y son tratados de forma diferente. Los hombres se protegen unos a otros. Desempeñan trabajos distintos, las mujeres en caso, “hilo y aguja” dice Bernarda, los hombres fuera, trabajan en el campo, en la naturaleza. (Martirio cuenta la historia del padre de Adelaida): -"¿Y ese infame por qué no está en la cárcel?" -"Porque los hombres se tapan unos a otros las cosas de esta índole y nadie es capaz de delatar". La mujer estará sometida al varón; la mujer decente debe ser una "perra sumisa" que les dé de comer y ha de resignarse a cumplir la función que les asigna la sociedad, ya que, según Martirio, a los hombres sólo "les importa la tierra, las yuntas y una perra sumisa que les dé de comer”. b) Mujer y tragedia La casa de Bernarda Alba, subtitulada Drama de mujeres, es una obra de personajes exclusivamente femeninos. El drama de estas mujeres encerradas en un mundo inhóspito y salvaje se concreta en la ausencia de amor en sus vidas y en el temor a permanecer solteras, lo que las impulsa a alimentar fuertes sentimientos de odio y de envidia. 28 El personaje femenino se aborda, pues, desde la perspectiva de la soledad y la ausencia, que les lleva a buscar al hombre como un ser deseado y necesario para alcanzar la felicidad, de enorme fuerza y violento, movido por el amor y el erotismo de una manera instintiva y que, llegado el matrimonio, somete a la mujer a su voluntad. Pese a ello es el deseo que desencadena las grandes pasiones de la obra, esa búsqueda del varón y la necesidad de amar, que choca con el dominio tiránico de Bernarda y su feroz represión, así se explica que la aparición de Pepe Romano desencadene las pasiones de estas mujeres que desean casarse para librarse de la tiranía de Bernarda. Esto ocasionará un conflicto: Angustias sueña, feliz, con su boda; Martirio se enamora del Romano y sufre por no poder atraer su atención; antes había tenido un pretendiente Enrique Humanes que Bernarda aparta de su hija por medio de engaños. Adela, también enamorada, llega a mantener relaciones con el hombre más atractivo del lugar. c) La honra Ligado al tema de las apariencias y vinculado al tema del amor, se desarrolla el tema de la honra. Bernarda se mueve guiada por unos principios convencionales y rígidos -apoyados en la tradición- que exigen un comportamiento público inmaculado, es decir, una imagen social u honra limpia e intachable. Este sentido de la honra que guía tanto a Bernarda como a Poncia es el mismo que impera en el pueblo y que hace posible el linchamiento de la hija de la Librada. Bernarda recrimina a su hija Angustias que mira a los hombres en el funeral (Acto primero). La Poncia aconseja a Adela que deje al Romano (Acto segundo): Para que las gentes no escupan al pasar por esta puerta... ¡No quiero mancharme de vieja! La preocupación por la opinión ajena. El temor a la murmuración. El deseo de aparentar lo que no se es. d) La hipocresía La preocupación por la opinión ajena, el temor a la murmuración, el deseo de aparentar lo que no se es, y, en definitiva, la hipocresía que enmascara y oculta la realidad constituye uno de los motivos recurrentes de la obra. Simbólicamente, esta preocupación por las apariencias se refleja en la obsesión por la limpieza (la blancura de las habitaciones) que caracteriza a Bernarda. La necesidad de aparentar define a Bernarda. Es un personaje poderoso pero sometido al qué dirán, que marca todos sus actos y su carácter autoritario. El miedo a la murmuración, que es una constante en la vida del pueblo, marca la conducta de Bernarda. 29 e) La injusticia social. El clasismo. El libro plantea una jerarquía social definida, que los personajes aceptan y no intentan cambiar. Las relaciones humanas están jerarquizadas y dominadas por la crueldad y la mezquindad de las que ocupan el estrato superior con quien se encuentra en una posición inferior, y por la sumisión resignada -teñida de odio- de quienes están en los escalones inferiores hacia Bernarda. Cada personaje tiende a humillar al que se sitúa en el estrato inferior de la jerarquía social. La posición más elevada la ocupan Bernarda y Angustias, la más rica de las hijas. A continuación, las demás hijas, la Poncia, la criada y, finalmente, en una posición ínfima, la miseria absoluta, la degradación social, la injusticia humana, representadas por la Mendiga. Este contraste entre miseria y riqueza se plantea ya desde la primera escena en el diálogo entre la Poncia y la Criada. f) El odio y la envidia Las relaciones están dominadas por los sentimientos de odio y de envidia. Se presenta entre las distintas clases e incluso entre personajes de la misma. La desigualdad entre las clases es la causa principal pero también la falta de libertad y el deseo de ser feliz generará grandes tensiones entre los personajes. Bernarda se convierte en objeto de odio de sus criadas y de los vecinos del pueblo por su rigidez y su orgullo clasista e hipócrita. Alimenta en sí misma el odio hasta tal punto que se convierte en un personaje detestable. La imposibilidad de amar y ser libres hace a las hijas de Bernarda seres dominados por el odio. Toda la obra está repleta de pasajes en los que se manifiesta el odio: En las acotaciones: "con odio", "con sarcasmo"... Por medio de insinuaciones: "¡Guárdate esa lengua en la madriguera!" Por medio de insultos: "¡Mandona!". "¡Mala, más que mala!" Por medio de expresiones directas: "Mi sangre ya no es la tuya..." 30 3. GARCÍA LORCA Y EL TEATRO ANTERIOR A 1936. En el siglo XX el teatro es el género literario en el que España tiene menos que ofrecer al conjunto de la cultura europea. Ello no se debe a la falta de talentos, sino a la gran vitalidad y a la inexpugnable vulgaridad burguesa del teatro comercial a lo largo de este periodo. Se estrenaron obras dramáticas interesantes, pero pocas veces fueron puestas en escena con éxito. El teatro vivo opuso una gran resistencia a las nuevas tendencias, orientadas hacia un teatro experimental y minoritario. No podía esperarse que Unamuno, Valle-Inclán y Azorín, entre otros, tomaran por asalto el teatro comercial, pero pertenecen al período en que la obra de Ibsen, Chéjov, Shaw, Maeterlinck, Claudel, Giraudoux y Pirandello consiguen sus mayores éxitos. En la escena española, escritores de esta talla quedaron eclipsados por una interminable sucesión de dramaturgos populares muy fecundos que tuvieron el don de dar a su público exactamente lo que él quería. En los años del cambio de siglo los teatros florecían gracias al desenfrenado afán de diversiones que había en la sociedad de la Regencia. Los asistentes al teatro eran en esencia el público de Echegaray, la alta clase media elegante, sobre todo mujeres y personas de edad madura. Los críticos más influyentes de la prensa de mayor prestigio normalmente estaban al lado del público, consideraban que su misión era aconsejar a los dramaturgos sobre la manera de agradar al espectador: es obligado distraer, sin necesidad de que la obra sea cómica; es admisible hacer llorar; pero lo que el buen gusto no podía tolerar era cualquier tentativa de confundir o preocupar al público, así como reflejar valores morales o sociales distintos de los que eran propios del espectador. La juventud radical pequeño-burguesa de la generación de Azorín opinaba que la situación del teatro era tan deplorable como todos los demás aspectos de la vida cultural y social española de fines de siglo. Pero la influencia que tuvo esta generación en el teatro fue muy pequeña, no así en otros géneros (novela). En 1905, cuando la prensa organizó un homenaje nacional a Echegaray con motivo de la concesión del Premio Nobel de Literatura, un grupo de escritores entre los que figuran Unamuno, Rubén Darío, Azorín, Baroja, Valle-Inclán, Antonio Machado, Maeztu y Jacinto Grau firmó un manifiesto de protesta. Gesto que parecía prometer mucho, pero que visto retrospectivamente, resulta haber sido un último movimiento de oposición antes de la derrota definitiva. Es significativo el hecho de que la mayoría de los firmantes fracasaron en su empeño de agradar o interesar al público. A pesar de todo, dentro de los estrechos límites marcados por el gusto popular, algunos cambios se estaban dando desde finales del siglo XIX. En el último decenio del XIX, dominado por Echegaray, se asiste a intentos teatrales que marcan los inicios de una renovación. Un acontecimiento que parece señalar el inicio de algo nuevo fue el estreno del Juan José, de Joaquín Dicenta, en octubre de 1895. En esos años se inicia también la carrera de Jacinto Benavente (1866-1954). JACINTO BENAVENTE estrena su primera obra, El nido ajeno, en 1894. Por cronología, coincide con los intelectuales de la generación del 98 y las listas de miembros de la generación incluyen su nombre. Pero en 1905, diez años más tarde, no firma el manifiesto contra Echegaray. La evolución de su teatro durante esta década indica que se enfrentó con una disyuntiva: ser autor de éxito o un genio incomprendido. 31 Hacia 1903 su talento dramático estaba ya totalmente desarrollado y, aunque siguió escribiendo con éxito para la escena hasta el final de su larga vida, los fines y el estilo de su obra permanecieron sustancialmente invariables. La tradición de la crítica literaria elige su obra Los intereses creados (1907) como una de sus obras mejores y más características. Comedia de intriga ágil y ligera que combina con habilidad elementos de la commedia dell’arte con otros del teatro español de los Siglos de Oro, desarrolla la tesis benaventina de que los seres humanos son eminentemente corruptibles e hipócritas y de que la sociedad es como un espectáculo de títeres en el que las cuerdas que hacen mover a los muñecos suelen ser las muy groseras de las ambiciones materiales. Hubo también otras dos clases de teatro muy diferentes que conquistaron diversos estratos de público: el llamado “teatro poético” y el subgénero de la comedia costumbrista. El “TEATRO POÉTICO” Puede entenderse como un intento de llevar el Modernismo al teatro y ofrecer, como alternativa a las tabernas de Dicenta y de las salas de estar de Benavente, la evasión hacia un mundo artificial de fantasía poética. Tentativa realizada por el poeta FRANCISCO VILLAESPESA, quien consiguió grandes éxitos con obras en verso de extravagante pasión en ambientes exóticos, como la España mora en Abén Humeya (1914) y El alcázar de las perlas (1911), o la Edad Media en Doña María de Padilla (1913) y El rey Galaor (1913). El más popular de los representantes del “Teatro poético” fue EDUARDO MARQUINA (1876-1946). Sus obras tienen un carácter netamente distinto de las nebulosas modernistas de Villaespesa, y la costumbre de atribuir a Marquina esta etiqueta muestra bien a las claras que “teatro poético” significa sencillamente teatro en verso. Si “teatro poético” significa simplemente “drama en verso”, hay que incluir dentro de esta corriente los esfuerzos de MANUEL Y ANTONIO MACHADO para aplicar sus dotes poéticas, en colaboración, al teatro. Obras como Desdichas de la fortuna (1926), Juan de Mañara (1927) o La Lola se va a los puertos (1930) ni añaden nada al prestigio de los dos hermanos n contribuyen en lo más mínimo a la evolución del teatro español. La COMEDIA COSTUMBRISTA. Hacia el 1900 el complacido costumbrismo, que se había iniciado con la solemne pretensión de proteger a los españoles de la inquietud ideológica, había degenerado en una mera diversión. En los escenarios iba inseparablemente unido a la comedia musical, y más concretamente al llamado “género chico”, el sainete en un acto, que había alcanzado enorme popularidad hacia finales del s. XIX: La Gran Vía (1894) y La verbena de la Paloma (1894). A este grupo pertenecen los hermanos SERAFÍN Y JOAQUÍN ÁLVAREZ QUINTERO (1871-1938 y 1873-1944). La esencia del “género chico” era una mezcla de una representación jocosa de tipos populares (en la tradición de los “pasos” y “entremeses”) y la visión costumbrista de una región o ciudad como espectáculo pintoresco. Los Quintero, nacidos en Sevilla, se trasladaron a Madrid y allí 32 representaron –unas 200 obras- un tipo de comedia hábil y bien acabada que perpetúa la Andalucía mítica, una tierra bañada por el sol, de inagotable encanto, gracia e ingenio. El ambiente favorito para los entretenimientos folclóricos de esta época fue el mismo Madrid, el mundo de los chulos y las majas, de los pobres ociosos de la capital. CARLOS ARNICHES (1866-1943) es su más fiel representante. Su obra más importante es La señorita de Trevélez, donde se critica a la juventud burguesa, ociosa y desocupada, que ignora los sentimientos de los demás con sus crueles bromas. Que la afición del público a esa clase de entretenimientos era inagotable se demostró por los abismos de vulgaridad, mucho mayores aún, en que cayó un autor de éxitos tan clamorosos como PEDRO MUÑOZ SECA (1881-1936), cuyas “astracanadas”, nombre que se dio a esta modalidad ínfima del “género chico”, con sus burdas adulaciones al filisteísmo burgués y a la propaganda política de derechas, es preferible olvidar. La obra más célebre dentro de este género es La venganza de don Mendo, que se estrenó en el Teatro de la Comedia en 1918. INTENTOS DE RENOVACIÓN. LA GENERACIÓN DEL 98. La popularidad del teatro convencional levanta barreras que impiden que escritores más originales pudieran dedicarse a la escena. El resultado es que algunos de ellos escriben obras que son francamente difíciles de representar o inadecuadas para su explotación comercial, agravando el problema de origen. Esto deriva de la frustración de sus tentativas de aportar algo auténticamente nuevo a la escena española. RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN (1866-1936), fue un dramaturgo, poeta y novelista español, que formó parte de la corriente denominada Modernismo en España y próximo, en sus últimas obras, al alma de la Generación del 98; es considerado uno de los autores clave de la literatura española del siglo XX y, junto a Federico García Lorca y Antonio Buero Vallejo, uno de los tres grandes autores teatrales del siglo XX. El teatro de Valle-lnclán suele dividirse en cinco períodos: 1. Ciclo modernista. El Marqués de Bradomín (1906) y El yermo de las almas (1908). 2. Ciclo mítico. Partiendo de su Galicia natal, Valle-lnclán crea un mundo mítico e intemporal. La irracionalidad, la violencia, la lujuria, la avaricia y la muerte rigen los destinos de los protagonistas. Pertenecen a este período la trilogía Comedias bárbaras y Divinas palabras (1920). 3. Ciclo de la farsa. Se trata de un grupo de comedias recogidas en un volumen titulado Tablado de marionetas para educación de príncipes (1909, 1912, 1920). 4. Ciclo esperpéntico. Está formado por Luces de bohemia (1920 y 1924) y el volumen titulado Martes de carnaval (1930). El esperpento, más que un género literario, es una nueva forma de ver el mundo, ya que deforma y distorsiona la 33 5. Ciclo final. En esta última etapa Valle-Inclán lleva a su extremo las propuestas dramáticas anteriores: presencia de lo irracional e instintivo, personajes deshumanizados, esquematizados y guiñolescos, y la técnica distorsionante del esperpento. Sus obras quedan recogidas en Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte. Valle-Inclán, al igual que Miguel de Unamuno y Azorín, se enfrenta directamente al teatro comercial vigente. Esos tres autores muestran una clara oposición al teatro realista, costumbrista y de corte burgués que tanto éxito tenía en los escenarios, si bien cada uno de ellos ensayará una técnica particular. La obra dramática de MIGUEL DE UNAMUNO (1864–1936) presenta su línea filosófica habitual; de ahí que obtuviera un éxito más bien escaso. Temas como la indagación de la espiritualidad individual, la fe como «mentira vital» y el problema de la doble personalidad son tratados en La esfinge (1898), La venda (1899) y El otro (1932). Actualiza la tragedia euripídea en Fedra (1918) y traduce la Medea (1933) de Séneca. JOSÉ AUGUSTO TRINIDAD MARTÍNEZ RUIZ, más conocido por su seudónimo AZORÍN (1873-1967) siempre sintió gran afición por el teatro; sin embargo, sus obras no gozaron del favor popular. Old Spain (1926), Brandy, mucho brandy (1927), Comedia del arte (1927) y la trilogía Lo invisible. La intención de Azorín es liberar el teatro español de todo provincianismo y elevarlo a la categoría de teatro europeo. Pero la mentalidad española no estaba preparada para asumir estas nuevas propuestas dramáticas. De ahí que el teatro azoriniano, al igual que el de Ramón María del Valle Inclán y Miguel de Unamuno, tuviera un éxito más bien escaso. INTENTOS DE RENOVACIÓN. LA GENERACIÓN DEL 27. ALEJANDRO CASONA (1903-1965). Dramaturgo español, en cuyas obras combina los juegos entre realidad y sueño de base poética. Nació en Tineo (Asturias) en 1903. Dirigió en Murcia un grupo de teatro infantil llamado El pájaro pinto. Durante la II República española, tuvo activa participación en la campaña cultural de las Misiones Pedagógicas. A Casona se le encarga de dirigir el Teatro ambulante o teatro del pueblo. En 1932 alcanza el Premio Nacional de Literatura con Flor de leyendas. El 34 es seguramente un año clave en la vida de Alejandro Casona. La sirena varada, galardonada por el Ayuntamiento de Madrid con el Premio Lope de Vega -1933-, es estrenada triunfalmente en el teatro Español -17 de Marzo- por la compañía XirguBorrás. Todos los periódicos saludan la parición de un destacado valor que viene a inocular savia nueva al decaído teatro español. Después se suceden otros estrenos: El misterio del "María Celeste", Otra vez el diablo, Nuestra Natacha, esta última con enorme éxito de público -Barcelona, 1935; Madrid, 1936. En 1937 se va de España al 34 exilio y se traslada a México, donde estrena en ese mismo año Prohibido suicidarse en primavera, y finalmente a Argentina, país en el que vivirá hasta 1963, año de su regreso a Madrid. Por su simbolismo y poesía, su teatro se ha emparentado con el de autores como Giraudoux y Priestley. Entre 1941 y 1964, prácticamente de manera ininterrumpida, escribió las siguientes obras: Las tres perfectas casadas (1941), La dama del alba (1944), La barca sin pescador (1945), Los árboles mueren de pie (1949), La llave en el desván (1951), Siete gritos en el mar (1952), La tercera palabra (1953), Corona de amor y muerte (1955), Carta de una desconocida, La casa de los siete balcones, Tres diamantes y una mujer y El caballero de las espuelas de oro (1964). Murió en 1965 en Madrid. RAFAEL ALBERTI (1902- 1999). La obra dramática de Alberti escrita hasta 1936 está integrada por El hombre deshabitado (1930) y Fermín Galán (1931). Generalmente el teatro del poeta gaditano viene dividiéndose en dos grupos: el poético y el político. En el apartado de teatro político se incluye el llamado teatro de urgencia, teatro de circunstancias, de agitación y de guerra. De todas estas formas se llamó el teatro dedicado a reforzar la moral de los combatientes antifascistas. El teatro político de Alberti va, pues, desde Fermín Galán hasta Noche de guerra en el Museo del Prado (1955), esta sí una verdadera cumbre dramática. Y pasa por obritas de campaña como Los salvadores de España, Radio Sevilla, y otras. Resumiendo, el teatro político de Alberti, en líneas generales, es la ilustración de una lucha. Y se justifica, especialmente, por su funcionalidad ideológica; por su eficacia, por la apuesta de radicalidad didácticoexpositiva de la militancia antifascista. La obra dramática del alicantino MIGUEL HERNÁNDEZ (1910-1942), nacido en Orihuela, comienza con Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras (1934), auto sacramental calderoniano, que representa la caída del hombre y su posterior perdón por el Padre, aunque, después de salvarse, sea quemado por el Deseo. La obra se encuentra en una línea tradicional y luce versos gongorinos, junto a otros no menos logrados. Un primer cambio en su dramaturgia vendrá con El torero más valiente. Un giro hacia el teatro social se produce con Los hijos de la piedra (1935). Presenta el enfrentamiento de los habitantes de Montecabras contra su Señor y capataz. El mismo año aparece El labrador de más aire, publicado en 1937. Es su obra más famosa. Trata la rebelión de Juan contra Augusto, propietario de las tierras que cultiva. El señor aprovecha la envidia del resentido Alonso para que mate a Juan mientras éste declara su amor a Encarnación. Se observa en la obra la lectura de Lope y Calderón, por parte de Miguel Hernández, que, en ocasiones, parece atenerse demasiado a sus modelos. Al comenzar la Guerra Civil, escribe Miguel algunas obras breves: -La cola, El hombrecito, El refugiado y Los sentados- y una extensa en verso: Pastor de la muerte (1937). Son obras de propaganda política para animar a los soldados del bando republicano. Algunos de sus versos conectan con Pablo Neruda o con Rafael Alberti, por citar algunos escritores. 35 EL TEATRO DE FEDERICO GARCÍA LORCA El teatro de García Lorca es, con el de Valle-Inclán, el de mayor importancia escrito en castellano en el siglo XX. Es un teatro poético, en el sentido de que gira en torno a símbolos medulares —la sangre, el cuchillo o la rosa-, de que se desarrolla en espacios míticos o presenta un realismo trascendido, y de que, en fin, encara problemas sustanciales del existir. El lenguaje, aprendido en Valle-Inclán, es también poético. Sobre Lorca influyen también el drama modernista (de aquí deriva el uso del verso), el teatro lopesco (evidente, por ejemplo, en el empleo organizado de la canción popular), el calderoniano (desmesura trágica, sentido de la alegoría) y la tradición de los títeres. La producción dramática de Lorca puede ser agrupada en cuatro conjuntos: farsas, comedias «irrepresentables» (según el autor), tragedias y dramas. Su primera obra para teatro, El maleficio de la mariposa (20-3-1920) es un drama infantil de insectos: satiriza al Poeta Curianito, que desprecia a la acaudalada Curianita Silvia por una mariposa herida. Este amor imposible lo enloquece. El tema romántico o modernista está en el punto de partida de la dramaturgia lorquiana. El primer gran éxito de Federico fue Mariana Pineda, estrenado en octubre de 1927 y publicado al año siguiente y basado en un personaje histórico de su Granada natal. Este romance popular dramatizaba el amor de la heroína por el conspirador liberal Pedro de Sotomayor. Descubierta Mariana por la bandera que borda, muere condenada por no descubrir a los conspiradores. Entre las farsas, escritas entre 1921 y 1928, destacan La zapatera prodigiosa, en la que el ambiente andaluz sirve de soporte al conflicto, cervantino, entre imaginación y realidad, y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, complejo ritual de iniciación al amor, que anuncia los «dramas irrepresentables» de 1930 y 1931: El público y Así que pasen cinco años, sus dos obras más herméticas, son una indagación en el hecho del teatro, la revolución y la homosexualidad —la primera— y una exploración —la segunda— en la persona humana y en el sentido del vivir. Consciente del éxito de los dramas rurales poéticos, Lorca elabora las tragedias Bodas de sangre (1933) y Yerma (1934), conjugación de mito, poesía y sustancia real. Bodas de sangre es considerada por su autor como la primera parte de una trilogía que no llegaría a completarse. Se inspiró en un hecho real: el rapto de una novia en el día de su boda por un antiguo amante. La venganza del novio se salda con la muerte de los dos hombres. Lorca recordaba la tragedia griega presentando, en el tercer acto, un coro de leñadores, una luna y un desenlace sangriento, que, recuerda El caballero de Olmedo. La trilogía continuaría con Yerma, sobre la casada estéril que no se resigna a vivir sin hijos. Acude a una conjuradora y lleva a su marido a cierta ermita donde se celebran rituales para lograr la fertilidad. Finalmente, su furor la lleva a asesinar al marido. Los coros de esta obra se reparten entre vecinas y lavanderas, que comentan la situación de Yerma, y las máscaras que cumplen los ritos de la romería. Los problemas humanos determinan los dramas. Así, el tema de la «solterona» española (Doña Rosita la soltera, 1935), o el de la represión de la mujer y la 36 intolerancia en La casa de Bernarda Alba, para muchos la obra maestra del autor. Este "drama de mujeres en los pueblos de España" representa la opresión ejercida por Bernarda sobre su hijastra e hijas a la muerte de su marido. La tensión estalla cuando ellas se enamoran del novio de la mayor, aunque sólo la más pequeña se atreve a tener relaciones con él. Cuando Bernarda se entera, refuerza su despotismo y finge haber matado al novio. La hija pequeña se ahorca y su muerte sepulta en vida a todas las mujeres de la casa. Este drama no completaba la trilogía trágica de Lorca, que en cierta ocasión sugirió cerrarla con La destrucción de Sodoma, obra de la que desconocemos todo. Aunque no existía en La casa de Bernarda Alba un coro trágico, Bernarda ganaba una altura digna de Penteo en Las Bacantes de Eurípides, cuando procura imponer el orden en Tebas. Comedia sin título es otro de los experimentos incompletos de Lorca: un autor pretende representar la verdad en el teatro. Una revolución obliga a los personajes a defenderse y atacar, matando obreros, si es preciso, para hallar la verdad. La huella superrealista es obvia y recuerda al teatro imposible de otros tiempos. Se ha propuesto que esta obra fuese una parte de El Público. Otro texto fragmentario recuperado es Los sueños de mi prima Aurelia, donde la literatura se superpone a la realidad a través de las lecturas de un grupo de muchachas. Al poco de comenzar la Guerra civil española, Federico García Lorca se trasladó a Granada, donde muere asesinado en agosto de 1936, en circunstancias mal aclaradas. Muy por encima de lo que hoy simboliza nuestro autor, su teatro queda como un ejemplo de experimentación, cuyo único tema fue la libertad, en su vertiente política, individual, moral o sexual: de la libertad en el único sentido de la palabra. 37 4. ENFRENTAMIENTO ENTRE UNA MORAL AUTORITARIA Y EL DESEO DE LIBERTAD Lo que impresiona al lector o espectador de La casa de Bernarda Alba es, más que la anécdota argumental, el mundo interior representado en escena: las relaciones humanas y sociales que se establecen entre los personajes, los conflictos que se desarrollan dentro de la casa, los sentimientos apasionados que provocan el drama... El tema central de la obra es el enfrentamiento entre una moral autoritaria, rígida y convencional (representada por Bernarda) y el deseo de libertad (encarnado por Mª Josefa y Adela). Aunque algunos temas secundarios o motivos cobren singular relevancia en el transcurso de la obra, no pueden considerarse ejes nucleares de la acción dramática. La obra desarrolla, por ejemplo, una apasionada historia amorosa, y censura la hipocresía y falsedad de los personajes, pero sobre estos temas predomina el del enfrentamiento entre dos actitudes vitales y dos ideologías: la actitud que defiende una forma de vida dominada por las apariencias, las convenciones sociales, la moral tradicional basada en el autoritarismo; y la actitud que proclama por encima de todo la libertad del individuo para pensar, opinar y actuar. En este enfrentamiento reside el núcleo temático y estructurador de la obra. El resto de los temas secundarios o motivos, completan la visión dramática de Lorca. Entre los temas secundarios o motivos sobresalen: (a) el amor sensual y la búsqueda del varón; (b) la hipocresía (el mundo de las falsas apariencias); (c) los sentimientos de odio y de envidia; (d) la injusticia social; (e) la marginación de la mujer; y (f) la honra. El tema central: El enfrentamiento entre la moral autoritaria y el deseo de libertad. El tema central de la obra lo constituye la clave fundamental del teatro lorquiano: la represión ejercida por una moral estricta y autoritaria y las ansias de libertad de aquellas personas esclavizadas. Es el enfrentamiento entre dos actitudes vitales y dos ideologías (modelo de conducta autoritario y rígido frente a otro abierto y progresista): la que defiende una forma de vida dominada por las apariencias, las convenciones sociales, la moral tradicional basada en el autoritarismo (representada por Bernarda que asume la moral del pueblo para imponer su poder sobre sus hijas "Hasta que salga de esta casa... ". Es tiránica, anuladora de ilusiones, castrativa) y la que proclama por encima de todo la libertad del individuo para opinar y actuar (encarnado por Mª Josefa y Adela). La oposición se plantea desde el principio: Bernarda, dueña de una moral muy puritana, niega a sus hijas, incluso a su madre, la libertad de poder decidir lo que hacer con sus vidas e intenta imponer sus normas opresivas basándose en la autoridad que le concede su posición de "cabeza de familia": por ejemplo, un luto de ocho años, decisión que provoca una leve protesta de Magdalena que es sofocada de inmediato: "Aquí se hace lo que yo mando..." (Acto primero). 38 Frente a esto, las criadas, la abuela y las hijas son las personas esclavizadas, las que más sufren, sobre todo la menor, que no quiere "perder su blancura" encerrada. Esto crea en ellas un ansia de libertad y una pasión incontrolable. María Josefa (madre de Bernarda, de 80 años, la más encarcelada, porque reclama la vida, porque quiere casarse "a la orilla del mar) y Adela (hija de Bernarda, de 20 años) intentan rebelarse y hacer frente a su dominio. Las demás hijas, Angustias (39 años), Magdalena (30 años), Amelia (27 años) y Martirio (24 años) aceptan con resignación su suerte, aunque Martirio se enfrenta a su madre en alguna ocasión. Las criadas (Poncia y Criada) viven bajo el dominio y autoridad de Bernarda: la temen, no se atreven a enfrentarse y se limitan a murmurar a sus espaldas. El autoritarismo de Bernarda se manifiesta ya en su primera intervención, está presente en la primera y última palabra que Bernarda pronuncia: ¡silencio! y constituye una constante de su actitud y su carácter. (Ya el título de la obra contiene ciertas connotaciones de dominio y pertenencia; en él se nos llama la atención sobre el ambiente y el mundo interior de los habitantes de un lugar cerrado: la casa; y también se observa la relevancia de la figura del principal personaje de la obra: Bernarda. Ella es la dueña de la casa y de sus habitantes. La casa es de Bernarda y todos sus enseres también) El principio de autoridad responde, aparentemente, a una visión clasista del mundo en donde cristaliza una moral social fundada, como escribe Torrente Ballester, en "preceptos negativos, limitaciones y constricciones", y condicionado por "el qué dirán" y por la necesidad consiguiente de defenderse, aislándose de esa vigilancia social y alienante. La dictadura de Bernarda pretende salvar la apariencia, como confiesa a Angustias en el acto tercero: "Yo no me meto en los corazones, pero quiero buena fachada y armonía familiar". El comportamiento de Bernarda se orienta a salvar la "buena fachada" familiar, aunque ese sepulcro blanco que es su casa-cárcel contenga una negra tormenta que, pese a su vigilancia, acabará por estallar. Por ello: Marca rígidamente el comportamiento que han de mantener sus hijas en relación con los hombres; aquélla que desobedezca sufrirá las consecuencias: "una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en enemiga" (Acto segundo). Por eso en ese mismo acto, cuando Angustias reivindica su derecho a saber por qué el Romano, su novio, ronda la casa hasta las cuatro de la madrugada, su madre le contesta: "Tú no tienes más derecho que a obedecer". Restablece el orden cuando sus hijas discuten: "Silencio digo..." (Acto primero y segundo). Todas las mujeres de la casa deben someterse a su disciplina: "Aquí no se vuelve a dar un paso sin que yo lo sienta" (Acto segundo); "Mi vigilancia lo puede todo" (Acto tercero). Bernarda impone en el universo cerrado de su casa un orden identificado con el orden, el único posible y necesario porque es juzgado como la verdad, y contra el cual no se admite protesta ni desviación alguna. A lo largo del drama aparece como raíz del principio de autoridad instaurador de un orden indiscutido, otra fuerza más oscura y primitiva: el instinto de poder. Poder que se quiere absoluto y que negará no sólo toda libertad personal -la propia y la de los demás-, sino todo sentimiento, deseo o aspiración, e, incluso, toda realidad. Porque Bernarda no es sólo autoritaria, tirana, fría y cruel, según la 39 van definiendo desde la primera escena la Poncia y la Criada, sino, fundamentalmente, ese instinto de poder que niega la misma realidad, que lo otro y los otros existan. Frente a este instinto de poder se opone, como fuerza conflictiva, otro instinto no menos elemental: el sexo, tan ciego como el instinto de poder. La consecuencia es la imposibilidad de toda comunicación, de todo compromiso. Bernarda y sus hijas están frente a frente aisladas e incomunicadas. De este enfrentamiento sólo puede resultar la destrucción de una de las dos partes enfrentadas. Sin embargo el deseo de libertad y el impulso amoroso de Adela son más fuertes que su temor a la autoridad materna. Desde el comienzo de la obra manifiesta su rebeldía: Lleva un abanico de flores rojas y verdes en lugar del abanico negro prescrito por el luto. Se prueba su vestido verde y lo luce ante las gallinas. Expresa sus deseos de libertad y su decisión de romper con las normas de Bernarda: "Nadie podrá evitar que suceda..." "Mi cuerpo será de quien yo quiera..." (Acto segundo). "Esto no es más que el comienzo..." (Acto tercero). Al final se produce el enfrentamiento directo con su madre, le arrebata el bastón (símbolo de autoridad), lo parte en dos y defiende su recuperada libertad: "Aquí se acabaron las voces de presidio... en mí no manda más que Pepe! ". En un mundo así estructurado sólo hay dos salidas, si no se acepta la ley impuesta por Bernarda: la locura (Mª Josefa) forma extrema de evasión; o el suicidio (Adela): María Josefa da cauce a su rebelión a través de la locura, única vía de escape para un personaje maltratado y enclaustrado en una habitación. Su prisión es más asfixiante que la de las hijas, al ver más reducido su espacio vital. Pero su locura le da fuerzas para proclamar sus deseos de libertad, enfrentarse a Bernarda y denunciar su tiranía y el sufrimiento y el sometimiento de las otras mujeres. Adela acaba suicidándose. La posibilidad de conseguir la libertad contra la tiranía ha tomado cuerpo en escena. El suicidio de Adela -último signo de rebelión en defensa de una libertad imposible- ciega para sus hermanas el camino de la libertad. Otra vez se impone la dominación de Bernarda y sus hijas se ven condenadas a vivir encerradas sin esperanza. Si alguna de ellas tuviese la tentación de soñar con el amor o con la libertad, se le haría presente el amargo final de Adela por haberse atrevido a desafiar la autoridad de Bernarda. Las palabras finales de Bernarda: "La hija menor de Bernarda Alba ha muerto virgen." ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!" cierran aún más herméticamente ese mundo y lo consolidan contra la verdad y contra la muerte. Nadie, a partir de ahora, intentará una nueva rebelión. Todas conocen la verdad pero ninguna romperá el silencio. 40 María Josefa da cauce a su rebelión a través de la locura, única vía de escape para un personaje maltratado y enclaustrado en una habitación. Su prisión es más asfixiante que la de las hijas, al ver más reducido su espacio vital. Pero su locura le da fuerzas para proclamar sus deseos de libertad, enfrentarse a Bernarda y denunciar su tiranía y el sufrimiento y el sometimiento de las otras mujeres. Adela acaba suicidándose. La posibilidad de conseguir la libertad contra la tiranía ha tomado cuerpo en escena. El suicidio de Adela -último signo de rebelión en defensa de una libertad imposible- ciega para sus hermanas el camino de la libertad. Otra vez se impone la dominación de Bernarda y sus hijas se ven condenadas a vivir encerradas sin esperanza. Si alguna de ellas tuviese la tentación de soñar con el amor o con la libertad, se le haría presente el amargo final de Adela por haberse atrevido a desafiar la autoridad de Bernarda. 41 5. REALIDAD Y POESÍA EN LA CASA DE BERNARDA ALBA Visión de la realidad desde la poética lorquiana En La casa de Bernarda Alba se combinan realidad y poesía. No podemos hablar de drama realista, porque la obra supera los límites del realismo; es cierto que se toman datos de la realidad, que la acción dramática se sitúa en un marco realista, que la dimensión humana de los personajes es verosímil, que Lorca, en definitiva, ha procurado crear la sensación de verosimilitud. Sin embargo, personajes, situación dramática, espacio simbólico, todo está contemplado desde una dimensión poética: la exageración –la hipérbole- en la descripción de los caracteres, la acentuada diferencia de edad entre Angustias y Pepe el Romano, la proliferación de metáforas e imágenes en el habla de los personajes, la estructuración de la obra en un doble plano –real (representado) e imaginado (no visible y simbólico)-, el dominio de la antítesis, nos hablan, en definitiva, de la poetización de una realidad. La aproximación a la realidad –a los problemas humanos de su tiempo- se hace no desde el realismo literario, sino desde la poesía. El mayor mérito de Lorca reside, en nuestra opinión, en haber integrado su lenguaje poético en el habla de los personajes, de manera que parezca natural y espontáneo. Junto a expresiones coloquiales, andalucismos, vulgarismos, insultos, frases hechas, encontramos la palabra poética, las imágenes sorprendentes de la lírica de Lorca: PONCIA.- En el Pater Noster subió, subió la voz que parecía un cántaro llenándose de agua. (Acto I) MARTIRIO.- Déjame que el pecho se me rompa como una granada de amargura. (Acto III) Mediante estos procedimientos, Lorca se aleja del realismo decimonónico y ofrece al espectador la posibilidad de juzgar los hechos desde la distancia a través de su lucidez poética y su sensibilidad artística. Realismo Son muchos los rasgos y las notas tomadas de la realidad: nombres de personajes, situación dramática básica, ambientación espacial… En el primer acto, nos sorprende Poncia con una acción sumamente vulgar y prosaica: sale a escena comiendo pan con chorizo. La Criada inicia su actuación limpiando (acto doméstico habitual). Otros elementos de carácter realista en este primer acto son: 42 La mendiga que entra a pedir limosna; El doblar de campanas por la muerte del marido de Bernarda; La llegada del notario para leer el testamento; La historia del padre de Adelaida; La mención de Enrique Humanes; El que Amelia se fije en los zapatos desabrochados de Magdalena; etc. En el segundo acto, disminuyen los detalles realistas, pero aun así podemos observar: La imagen doméstica inicial (las mujeres cosiendo); Las declaraciones amorosas; La visita del hombre de los encajes; Los cantos de los segadores; El calor sofocante; El episodio del retrato; El linchamiento de la hija de la Librada. El realismo pierde fuerza en el tercer acto: los personajes van diluyéndose en imágenes fotográficas, en siluetas perfiladas. Como elementos realistas podemos señalar: La escena inicial (mujeres cenando); Los golpes del caballo en el corral; Los ladridos de los perros; El que Adela salga del corral con las enaguas llenas de pajas de trigo; y muy poco más. Poesía En el tercer acto se introducen elementos mágicos, fantásticos o poéticos: la noche estrellada; la persecución misteriosa en la semioscuridad, a través del patio entre Adela, Martirio y Mª Josefa; la plasticidad de la imagen de la anciana con la oveja en sus brazos. En definitiva, la obra ha ido perdiendo realismo en beneficio del carácter poético. Lorca se sirve del verso en cuatro ocasiones: 1. En la letanía –creada por el poeta- del primer acto, que rezan Bernarda y las Mujeres del duelo. 2. En la canción de los segadores, que atrae la atención de las muchachas y les recuerda la libertad, la alegría y el amor que existen en el mundo exterior. la canción se compone de dos cuartetas asonantadas (versos de ocho sílabas de rima asonante cruzada: 8a, 8b, 8a, 8b); la segunda cuarteta es repetida por 43 3. En un dicho popular al que se da forma estrófica: ADELA.- Madre, ¿por qué cuando se corre una estrella o luce un relámpago se dice: Santa Bárbara bendita, Que en el Cielo estás escrita Con papel y agua bendita? (Acto III) 4. En la canción de cuna que canta Mª Josefa con la oveja en brazos (acto III), canción en la que vuelve a referirse al mar como símbolo de libertad e insulta a Bernarda y a Magdalena. El realismo lorquiano En su artículo sobre el teatro de Lorca, Lázaro Carreter expone su peculiar concepción del realismo en la dramaturgia lorquiana. Distingue dos tipos de realismo: Hay un realismo fotográfico y notarial […]. Hay, por otro lado, ese realismo español, lleno de irrealidades. […] Limitándonos al teatro contemporáneo, hay un realismo de cliché, cuyo ejemplo más representativo podría ser La Malquerida, de Benavente, y ese otro realismo de Lorca, lleno de anatropismos y deformaciones literarias. Pasa a continuación a analizar el realismo de la dramaturgia lorquiana: Frente a ese realismo de calco, hay otro realismo en el que lo real son las relaciones, las estructuras; y este realismo subsiste e impresiona por su verdad, aunque los elementos relacionados sean deformes: contrahechos o embellecidos […]. La violencia de la Madre en Bodas de sangre, la obsesión de Yerma, la tiranía de Bernarda […] son vértices de una estructura, de unas relaciones que reconocemos como verdaderas, desde un punto de vista nacional y aun ampliamente humano. Otro tanto puede decirse del diálogo[…] Por debajo de las frases concretas […] está el gusto popular por la hipérbole, por la contundencia, por la aspereza, por lo erótico, sus referencias directas y sin rebozos a lo que es natural y biológico. Siguiendo a Lázaro, García Posada escribe: El caso –las mujeres enclaustradas bajo la tiránica autoridad materna- es, sin duda, extremo, aunque testigos de la época no consideren tan irreal el luto que impone Bernarda y, en general, se muestren de acuerdo con la ambientación de la obra. Siguiendo el camino de otros realistas de este siglo y de épocas anteriores, Lorca ha mostrado, mediante su extrañamiento, una realidad verificable; es decir, la ha observado desde una perspectiva insólita: ha introducido un caso extraño dentro de un mundo probable […] La realidad española de La casa… es una realidad de estructuras, de relaciones sociales y económicas anacrónicas, pero vigentes en 1936, y aun muchos años después. 44 Es lo que denomina “poesía de la realidad” Tradición lorquiana de teatro poético Joseph y Caballero consideran que La casa de Bernarda Alba continúa la línea de teatro poético, propio de la dramaturgia lorquiana, y, en consecuencia, niegan el carácter realista que algunos críticos le han adjudicado a la obra. Se encuentran con la dificultad de la advertencia del propio Lorca. Pero lo resuelven con habilidad: “puede interpretarse como otro medio pictórico conscientemente empleado para lograr un efecto estilizado, igual que las otras obras, todas ellas poéticas”. Ante la afirmación de Lorca de “ni gota de poesía”, llevan a cabo una serie de reflexiones. Para ellos, el lenguaje es profundamente poético, aunque la obra esté escrita en prosa. Observan cómo cada acto comienza con un lenguaje realista, cotidiano, “pero este lenguaje realista se abandona después para convertirse en lenguaje cargado de valores dramáticos”. Concluyen afirmando que La casa de Bernarda Alba no puede ser otra cosa que teatro poético. La integración poética de sus elementos extraídos de la realidad andaluza y estilizados en blanco y negro, no puede dar, como conjunto, una obra realista. El realismo como marco del mundo simbólico de Lorca Finalmente, Rubia Barcia defiende que el realismo de la obra es el marco que esconde un mundo simbólico interior y poético. Explica cómo muchos críticos se empeñan en calificar esta obra como drama realista. En su opinión, todo procede de la reunión privada en la que Lorca leyó su obra recién terminada; allí exclamó: “¡Ni una gota de poesía! ¡Realidad! ¡Realismo!” Estas palabras unidas a la advertencia inicial y a la afirmación de que se había inspirado en un suceso real ocurrido en el pueblo de Valderrubio (Granada) son responsables de que un grupo de críticos defiendan el carácter realista de la obra. Para Rubia Barcia, La casa d Bernarda Alba no sólo es “la obra más lograda y profunda del teatro español moderno, sino también la más poética y la más universal de toda la producción dramática de García Lorca”. 45