LA CASA DE BERNARDA ALBA La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca es una obra escrita en 1936 bajo el subtítulo “Drama de mujeres en los pueblos de España”. Desde el punto de vista histórico y social, el Desastre del 98, en el que España pierde sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, desencadena una inevitable crisis económica y graves conflictos sociales mientras el mundo vive la Primera Guerra Mundial. Reina Alfonso XIII (1902-1931) con el paréntesis de la dictadura de Primo de Rivera, después llega la Segunda República y por último, la Guerra Civil (1936-1939). Esta obra se sitúa dentro de la corriente de teatro renovador que se escribe en España antes de 1939. Este se aleja del teatro comercial de la época y por lo tanto, no cuenta con una gran acogida por parte del público. Lorca es un miembro de la Generación del 27, cuyos escritores intentan cambiar los gustos del espectador, formarle acercando el teatro al pueblo y para ello, este autor crea su propia compañía teatral: La Barraca, labor que también desempeñan Las Misiones Pedagógicas de la Segunda República; además incorpora formas de vanguardia. La casa de Bernarda Alba pertenece a las grandes tragedias de la última etapa de su producción teatral, las obras de mayor éxito; caracterizadas por el sentido social, el ansia de libertad, justicia y realización personal. Al igual que en Bodas de sangre o Yerma, las protagonistas son mujeres, seres que encarnan a la perfección la lucha que recorre todo el universo lorquiano: la lucha entre realidad y deseo. Esta es su gran obra maestra, en ella el conflicto trágico alcanza sus cotas más altas. Muestra un mundo rural cerrado y agobiante, convencional, violento y primitivo, autoritario, de moral rígida y estrecha, de luto impuesto y riguroso; que ahoga la libertad, el cuerpo y el alma de las jóvenes. Las hijas de Bernarda revelan su frustración personal y vital al perder su libertad durante el enfrentamiento con la autoridad materna, esto desemboca en una tragedia irreparable: el suicidio de Adela, que cumple así con el destino trágico que arrastra a muchos de los personajes de la obra de Lorca.