[email protected] www.dedete.cubaweb.cu Los pesos, pesos son por JAPE AMBIVALENCIA podría ser el término con que tildar la situación que les comentaré este domingo. Primero por el doble valor que en cada caso se atribuye a la mercancía en cuestión, y a lo cual no se ajusta concretamente el término; y por la condición del término referente a la mercancía que sí se presta a dos interpretaciones opuestas. ¿Que no entendieron? De acuerdo, yo tampoco me entendí, pero en cuanto les diga a qué me refiero, todos lo entenderán. Hablo de la «manía» que tienen algunos de llamar de la misma manera a nuestras dos monedas nacionales, el peso y el CUC o «chavito». Seguro que también a usted le ha pasado que alguna vez ha preguntado el precio de alguna oferta o algún servicio (ya sea particular o estatal) y cuando le han dicho (por ejemplo) «diez pesos» usted se ha quedado pensativo y se ha dicho a sí mismo: Caramba, está muy barato para diez pesos cubanos… pero está muy duro pa' diez «chavitos». Por temor a pasar una pena, usted no hace la pregunta indicada: «¿Diez pesos moneda nacional?», porque corre el riesgo de que le miren como se mira a un guanajo, y no me refiero a un pavo, porque a los pavos se les mira con otros ojos. Realmente es como para sentirse un guanajo cuando la diferencia, entre diez pesos y diez CUC es de 25 veces. Sería como confundir a un perro pastor con un elefante. No obstante, y aunque no lo crea, conozco de muchos malentendidos a causa de llamar peso a ambas monedas por igual. Un amigo que quería celebrarle los 15 a su hija, con cierta prestancia (amén de su escasez económica) escuchó a alguien decir que había contratado a un grupo de pequeño formato para una descarga en su casa, y que le habían cobrado 200 pesos. A mi socio, que no estaba muy empapado en eso de las «descargas, las ofertas y las demandas»; le pareció justo que por 200 pesos (más de la mitad de su salario) un par de personas amenizaran 15 o 20 minutos el cumpleaños de su hija. Lo que no le pareció justo fue a la hora del pago. La tarifa era de 200 CUC, o sea, unos cinco mil pesitos. Usted dirá: «¡Quién lo manda a tirarse el pedo más alto que el bolsillo!». Pero no es tan fácil como parece. Conozco quien paró un taxi para ir al aeropuerto (no iba a viajar, solo recogería un paquetico con cartas y medicinas que le mandaban) y al preguntar al chofer ¿cuánto?, este le dijo: 15 pesos. Quince pesos por persona —pensó—, ahí caben cuatro…, serían unos 60 pesos… pero yo estoy solo… y así se lo hizo saber al conductor, que a su vez afirmó: no importa, 15 cañas hasta el aeropuerto… Entonces el cliente reflexionó y se cayó de la mata: ¿usted dice 15 CUC? Y mientras el chofer asentía, el cliente le dijo: No gracias, yo no voy a viajar, yo no soy turista. Me puse a investigar sobre el tema, y lo de llamar peso a ambas monedas depende a veces de la estrategia del vendedor. Me comentaba un amigo «comerciante» que no es lo mismo decirle a alguien «te vendo un refrigerador de uso en 250 pesos, a decirle 6 250 pesos», aunque al final sea lo mismo. Otra determinante es el tiempo y el espacio. Tienes que tener claro el lugar donde ocurren los hechos. No todos los lugares han quedado varados en el tiempo, y en los precios. Si antes (y en algunos establecimientos de ahora) pelarte costaba un peso, ahora existen lugares donde el corte del cabello vale un CUC. No quiero entrar en la problemática de las monedas establecidas, ni cuestionar lo que cada cual quiera cobrar o pagar. Pienso en el deterioro del lenguaje. Ya que nos resistimos a hablar correctamente, y a llamar a cada cosa por su nombre (y valor) entonces sugiero que hagamos como en algunos establecimientos gastronómicos donde ofertan productos con precios diferentes. Pongamos a un lado los pesos, la moneda nacional, y en el otro lado, el que le corresponde, la divisa; para entendernos mejor. ME EMBORRACHÉ PARA OLVIDARTE, ¡PERO AHORA TE VEO DOBLE!