Advocacy y espiritualidad ignaciana

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Advocacy y espiritualidad ignaciana
José Ignacio Eguizábal
Introducción
En noviembre de 2008, casi 100 jesuitas y colaboradores que trabajan en el Apostolado Social de
la Compañía de Jesús, procedentes del mundo entero, se reunieron en El Escorial (España) para
discutir sobre el tema de la “Advocacy ignaciana”. El taller empezó con una puesta en común de
cuatro experiencias diversas de advocacy internacional, a la que siguió una reflexión sobre el
documento de conjunto: “Un modelo de advocacy ignaciana” Éste ayudó al grupo a enfocar los
rasgos característicos que deben tener las obras jesuíticas a la hora de hacer advocacy. Luego se
analizaron algunos aspectos técnicos de la advocacy, y se consideró cuál es el tipo de organización
internacional que está mejor preparada para llevar a cabo, con éxito, una advocacy internacional.
A la hora de formular las conclusiones del taller, los participantes se pusieron de acuerdo sobre
ocho temas prioritarios para las futuras actividades de advocacy internacional que las obras del
cuerpo internacional de la Compañía de Jesús podrían llevar a cabo. Se acordó desarrollar en
sendos documentos dos aspectos que con gran consenso se percibieron como claves para el futuro.
Estos documentos se refieren a:
™ Nuestra visión del modelo de desarrollo alternativo que da sentido a las prioridades
temáticas seleccionadas.
™ Nuestras conclusiones sobre la interrelación entre advocacy y ‘la manera de proceder’
ignaciana, que a su vez radica en la espiritualidad ignaciana.
Este texto1 se refiere al segundo tema. Empieza con una breve definición de advocacy y de sus
metodologías, sigue con una reflexión sobre la espiritualidad que surge de las experiencias de los
Ejercicios Espirituales de San Ignacio y termina con una propuesta sobre los rasgos que
caracterizan el perfil de una obra jesuita que hace advocacy. Esperamos que este último capítulo
ofrezca a las obras jesuitas orientaciones para desarrollar una advocacy realmente ignaciana y
evaluar su práctica actual.
Nuestro sincero agradecimiento a SJS, ALBOAN, Entreculturas, OCIPE y al Centro para las
Teologías de Liberación que han invitado a tener el taller y lo han preparado; a Entreculturas y a
las Provincias de España que lo han organizado y acogido; y a Julie, Mauricio, Daniel, Frank,
Nacho, Tim y Ghislain por todo lo que han hecho para que este documento se convirtiera en
realidad.
Como definir el termino Advocacy
No es una tarea fácil definir el término ‘advocacy’, debido a los diversos acentos que se adoptan
en el uso y en la interpretación de dicho término. Hasta la palabra ‘lobby’, tan ampliamente usada
y comúnmente entendida, plantea dificultades. En términos generales, hacer 'lobby' es
considerado como una parte de la 'advocacy', como una herramienta para acciones de advocacy. El
gráfico que se presenta al final trata de aclarar los diversos aspectos de advocacy y las relaciones
entre ellos.
1
Este texto tiene como base los documentos preparados por Mauricio García, Alvaro Benedetti, Tim Woodhouse,
Julie Edwards y Daniel Izuzquiza.
1
El texto que sigue se desarrollará en tres partes. En una primera parte se intenta llegar a una
definición de advocacy. En una segunda parte se ofrecen observaciones sobre las maneras de
hacer advocacy, en particular en lo que concierne a la metodología y estrategias. Y por último el
texto presenta un modelo de desarrollo de estrategias.
Una definición de Advocacy
La advocacy es un término general que define una serie de actividades relacionadas con un
conjunto de temas. Hay muchas y diversas formas de advocacy, que van de las manifestaciones
callejeras a presión sobre gobiernos, y los activistas pueden enfocar su atención sobre cualquiera
de estas formas, en un amplio abanico de temas. Tomemos una definición de entre las muchas que
los especialistas en este campo ponen a nuestra disposición, una definición que especifica algunos
aspectos cruciales de la labor de advocacy en una perspectiva ignaciana:
“La advocacy centrada en la ciudadanía es un proceso político que incluye la coordinación de los
esfuerzos de las personas para cambiar políticas, prácticas, ideas y valores que perpetúan la
desigualdad, los prejuicios y la exclusión. Refuerza la capacidad de las personas para tomar
decisiones y crea instituciones que ejercen el poder de manera más responsable y equitativa.”
(VeneKlasen, 2002: 22).
Esta perspectiva de advocacy supone:
• Comprometer a las instituciones de gobierno en el empoderamiento de las mayorías
marginadas.
• Crear y usar espacios disponibles dentro del sistema.
• Usar los conocimientos de forma estratégica y usar las capacidades y oportunidades para
influenciar la política pública.
• Llenar la brecha entre actividades a nivel micro e iniciativas políticas a nivel macro.
• Adoptar medios no violentos y constitucionales.
Retos que la dinámica política plantea a esta manera de entender la advocacy
Una y otra vez la historia ha demostrado que un cambio real sólo ocurre cuando la movilización
de masas y otras formas de presión exterior se ejercen sobre las instituciones que tienen necesidad
de ser cambiadas. Pero la movilización no es suficiente. Para que los temas se muevan y se
puedan considerar soluciones alternativas, hay que conseguir que se tomen muchas decisiones, y
hay que involucrar a muchos grupos de base activos tanto en el análisis de políticas como en la
influencia en los centros de poder. Es cierto que estarán involucrados expertos (docentes
universitarios y peritos) y líderes públicos. Sin embargo, están a menudo muy alejados de la
realidad de la gente común y tienen intereses muy diferentes.
Para participar en los sistemas de toma de decisiones y crear propuestas políticas que respondan a
las necesidades apremiantes y que los políticos no puedan ignorar, las personas comprometidas en
el activismo deben plantearse preguntas como los siguientes:
• La solución que se plantea ¿responderá a las necesidades de la gente?
• ¿De quién será la voz que se escuche?
• ¿A quién y qué intereses se servirá o se descuidará?
Deben ser capaces de analizar, criticar y formular políticas; comprender las realidades políticas;
identificar el “arte de lo posible”; e incluir las voces que tan a menudo son ignoradas.
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Retos a esta manera de entender la advocacy desde nuestra experiencia en instituciones de la
Compañía y en la Familia Ignaciana
En nuestra reunión en El Escorial (España) en noviembre 2008, un grupo de jesuitas y
colaboradores laicos identificaron algunos elementos comunes que son componentes importantes
de nuestra labor de advocacy:
• Su objetivo es la interacción (diálogo y/o confrontación) con las personas que toman
decisiones.
• Es contextualizada en situaciones concretas que exigen un análisis del poder.
• Forma parte de una lucha por conseguir relaciones justas, cambios estructurales en la
sociedad, la mejora de la situación de las personas empobrecidas.
• Permite y faculta las voces creativas de las perosonas empobrecidas y sus organizaciones.
• Está dentro de una comunidad, que articula los diferentes niveles de interacción y de creación
de redes, tanto a nivel nacional como internacional.
¿Cuáles son los cambios concretos que necesitamos dar para alcanzar este objetivo general?
Esta pregunta nos lleva a los elementos de la vida social y política que deben ser transformados si
queremos alcanzar nuestro objetivo de cambio:
Leyes
Políticas
Prácticas
Ideas y actitudes
Relaciones de poder.
Por consiguiente, una campaña de advocacy debe afrontar estos cinco campos principales. Por
ejemplo, un cambio en la ley es crucial a la hora de cambiar las condiciones de grupos sociales.
Hay fundamentalmente dos formas mediante las cuales la ley puede discriminar ciertos intereses y
personas:
• Leyes y políticas partidistas pueden parecer neutrales, pero están al servicio de un grupo y a
expensas de otros.
• Las estructuras que generan políticas públicas o de gobierno pueden ser cerradas, corruptas o
no representativas, por consiguiente no atender suficientemente las voces o intereses de las
personas a las que están destinadas a servir.
Cada uno de los cinco campos indicados podrían explicarse y expandirse. De todos modos, no
basta cambiar una ley o reajustar una política específica. Una verdadera transformación social
exige también la transformación de prácticas, de ideas, de actitudes y de relaciones de poder que,
en su momento, han bloqueado el cambio que la advocacy busca implantar. A veces uno de estos
elementos (prácticas, relaciones de poder) puede impedir todo el proceso de transformación. En
otros casos, uno de estos elementos (ley, idea) puede dar vida a los cambios.
¿En qué niveles geográficos debe ocurrir este cambio?
La advocacy puede funcionar en diversos niveles y a veces combinará varios niveles.
Nivel macro (global): Foros o campos de trabajo en los se tratan temas o problemas muy
generales, en general a nivel global.
• Nivel meso (regional) : Fases de toma de decisiones, estrategias y recursos in los que los
temas son tratados por región (por ejemplo: Latinoamérica, Europa, Asia sur oriental).
3
•
•
Nivel nacional: Acciones llevadas a cabo por países, o a nivel de país, para abordar problemas,
o por medio de cooperación e integración entre países, o mediante el desarrollo de políticas
públicas nacionales.
Nivel micro: Los casos que involucran comunidades locales específicas.
Hacer Advocacy: Metodología y Estrategias
Hay distintas maneras de hacer advocacy: promoción de intereses públicos, promoción de
políticas, promoción de la justicia social, promoción centrada en las personas, promoción de la
participación, promoción feminista. No vamos a describir cada una de estas maneras, sino que
simplemente vamos a evidenciar sus elementos comunes para alcanzar un cambio sostenible. Y a
continuación indicamos los elementos que no pueden faltar.:
• Un intenso y amplio apoyo público.
• Estructuras legales, políticas e institucionales adecuadas.
• Políticos convencidos de la necesidad de cambio.
Entre las estrategias necesarias para el desarrollo de acciones de advocacy están las siguientes:
investigación, desarrollo de relaciones, definición de políticas, lobby, labor de los medios de
comunicación, narrativas/historias. A estos elementos básicos habría que añadir otros cuando la
idea consiste en desarrollar una campaña de advocacy oficial, como por ejemplo: la creación de
alianzas, la comunicación de masas, la movilización social, la educación pública y el
monitoreo/evaluación.
ESTRATEGIAS DE ADVOCACY
¿Cuál es la combinación más oportuna y qué
herramienta debo usar y en qué secuencia?
CAMPAÑAS DE ADVOCACY
Examen de la realidad: mi organización ¿tiene los
recursos y las capacidades necesarias? Análisis de
los costos/beneficios
Investigación: Análisis de las situaciones de pobreza y Crear alianzas, crear capacidades, empoderar,
de injusticia. Incluye trabajo directo con gente y
organizar. Hacer campañas con otros.
comunidades. Acción independiente, análisis
estructural, documentación.
Desarrollo de relaciones: con políticos en puestos clave Comunicación: comunicación de masas y
y con centros de poder. Crear espacios para que la
estrategia de comunicación.
gente se encuentre con los políticos y para poder
expresar perspectivas y opiniones.
Política: Definición de problemas y soluciones
(propuesta) en el marco de una visión.
Movilización social: campañas populares on line y
fuera. Manifestaciones, marchas.
Lobby: Acción directa que apunta a influenciar
corporaciones, políticos y público. Enfoque sobre
aspectos específicos y temas concretos.
Trabajo con los medios de comunicación: Testimonios,
hechos, informes, propuestas, estar dispuestos a
‘nombrar y avergonzar’…
Narrativas e historias: el uso de historias personal, por
ejemplo las “víctimas” que cuentan sus historias.
Educación pública: procesos para promover la
toma de conciencia social respecto a los
problemas que la campaña plantea.
Monitoreo y evaluación constantes del desarrollo
de la campaña según específicos indicadores.
Un Modelo de Desarrollo de Estrategias
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El desarrollo de estrategias constituye el núcleo central para que las tentativas de lobby tengan
éxito. El proceso ayudará nuestra red a:
• evaluar nuestra situación, incluyendo un análisis de nuestro poder, de nuestra capacidad de
acción y posibles puntos de partida para crear un cambio;
• seleccionar objetivos alcanzables para iniciar el trabajo;
• desarrollar un plan de acción, incluyendo cómo usar nuestros recursos, cómo desarrollar
capacidades e identificar acciones, tácticas y herramientas;
• tomar nota de pequeños triunfos, oportunidades inesperadas, compromisos, reveses,
incertidumbres encontrados a lo largo del camino hacia el cambio que buscábamos a largo
plazo.
Este modelo es efectivo porque indica clara y explícitamente interrogantes que los activistas se
plantean de forma instintiva. A pesar de la sencillez con que se describe, es de hecho el resultado
de una labor atenta y disciplinada basada en la investigación, en la observación y en la práctica.
La observación de nuestra propia experiencia nos permite presentar los cinco elementos
siguientes:
Objetivos: ¿Qué queremos?
Público: ¿Quién tiene el poder de hacerlo posible?
Diagnóstico: ¿Qué es posible?
Plan de acción: ¿Cómo empezamos?
Evaluación: ¿Cómo sabemos si nuestro plan funciona?
Cada uno de estos cinco elementos clave puede dividirse ulteriormente en preguntas que ayuden a
comprender mejor su contexto.
Objetivos: ¿Qué queremos?
El primer paso consiste en aclarar nuestros objetivos prioritarios. Cuando hablamos de lo que
queremos, debemos examinar nuestra organización y definir los elementos que hacen que sea
distinta de otras. Por ejemplo, debemos tener claridad sobre quiénes somos, cuál es el problema
que estamos tratando, el impacto que van a tener presumiblemente nuestras acciones, y cuál
podría ser nuestra visión de cara al cambio. Y de este modo podemos proceder a una primera
identificación de nuestros objetivos y de nuestro enfoque.
Público: ¿Quién tiene el poder de hacerlo posible?
Nuestra labor debería aclarar quién tiene el poder de hacer efectivas nuestras acciones. En este
sentido, debemos definir lo que está en juego, cómo podemos cambiar los procesos o realidades
en los que queremos intervenir y cómo influenciar el público clave.
Diagnóstico: ¿Qué es posible?
Relaciones de poder existentes (factor de poder)
¿Qué capacidad tenemos de movilizar a la ciudadanía destinataria?
En el momento de la acción ¿cómo está formado nuestro propio grupo?
¿Cómo es el ambiente externo al que nos enfrentamos?
Plan de acción: ¿Cómo empezamos?
Tomando como base la definición inicial de los objetivos y las personas clave destinatarias de la
acción, podemos definir nuestro plan. Con este plan, orientamos cómo empezar nuestras acciones
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de advocacy. Y de este modo será más fácil determinar el tiempo necesario para unificar los
esfuerzos del grupo de trabajo, a nuestros colegas y al público.
Evaluación: ¿Cómo sabemos si nuestro plan funciona?
La fase final supone un proceso permanente de evaluación y de monitoreo para verificar si nuestro
plan está funcionando como estaba previsto, según nuestros objetivos, las necesidades de la gente
y la eficiencia de nuestro plan de acción. Debemos tener las ideas claras en esta fase sobre los
logros hacia los que apuntamos y el tiempo necesario para alcanzarlos.
Los pasos arriba indicados constituyen un plan de acción completo, pero al mismo tiempo
debemos considerar algunos aprendizajes de nuestra experiencia. Los puntos siguientes son
importantes:
• esfuerzo sistemático y disciplinado, que conduce a la reflexión y a la acción para mejorar una
situación: no deberíamos perder de vista nunca la investigación y la planificación para adaptar
nuestras estrategias a nuestros objetivos fundamentales y a nuestras capacidades;
• monitoreo continuo y formal, siempre con la flexibilidad de divergir de ‘criterios establecidos’
cuando sea oportuno;
• diagnosis de las realidades actuales: si éstas no favorecen nuestros propósitos, debemos ser
suficientemente creativos para actuar con transparencia y dentro de nuestros límites.
Espiritualidad Iganciana y Advocacy
Consideraciones preliminares: una máxima ignaciana
A San Ignacio se le atribuyen estas palabras que indican muy bien el tipo de actitud a tener si
queremos incorporar un enfoque espiritual a nuestra labor de advocacy: “Confía en Dios como si
el éxito de las cosas dependiera completamente de ti. Pero dedica todas tus energías a lo que debes
hacer, como si Dios tuviera que hacerlo todo y tú, nada.” En realidad la expresión no viene de San
Ignacio de Loyola, sino de un jesuita húngaro, de nombre Gabor Hevenesi, quien la formuló en
1705. Al ser criticado y objeto de malentendidos, en 1714 Hevenesi ofreció otra versión, quizá
más comprensible: “Confía en Dios como si el éxito de las cosas dependiera de Dios, y no de ti,
pero dedica todas tus energías a lo que debes hacer, como si tú tuvieses que hacerlo todo y Dios
nada”.
A pesar de ser más popular, esta segunda versión parece implicar un esfuerzo ascético que
yuxtapone naturaleza y gracia. Parece juntar un quietismo de pura confianza y un cierto
pelagianismo que confía en la propia fuerza. Hugo Rahner recuperó la máxima original y la
interpretó así: “Pon toda tu confianza en Dios sin olvidar de cooperar (que es precisamente lo que
tu confianza requiere), pero en tu actividad sé consciente de que sólo Dios es todopoderoso.
Cuando actúes, no cuentes nunca con tu propia aportación; cuando confías, date cuenta siempre
de que eres un colaborador que coopera con Dios.”
Ahora vamos a examinar algunas ayudas y herramientas que la espiritualidad ignaciana ofrece
para encarnar esta actitud y aplicarla concretamente al campo de la advocacy.
El Método
El valor y la originalidad de la espiritualidad ignaciana, especialmente de los Ejercicios
Espirituales, tiene mucho que ver con el método. El contenido esencial es compartido por toda la
tradición cristiana del seguimiento del Señor Jesús. Sin embargo, el método ignaciano tiene un
estilo, carácter y manera de proceder que es a la vez rica y llena de una sabiduría práctica que
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hace que la espiritualidad se pueda aplicar a otros campos, como por ejemplo al campo de la
advocacy política.
“Examen” y discernimiento
La quinta anotación (E.E. 77) se refiere a lo que habría que hacerse después de un rato de oración,
pero puede aplicarse también a la labor de advocacy: “Después de acabado el ejercicio, por
espacio de un cuarto de hora, quier asentado, quier paseándome, miraré cómo me ha ido en la
contemplación o meditación; y, si mal, miraré la causa donde procede, y así mirada, arrepentirme,
para me enmendar adelante; y si bien, dando gracias a Dios nuestro Señor; y haré otra vez de la
misma manera”. Esta anotación conecta con el famoso “Examen” ignaciano; no solamente nos
hace captar la realidad en toda su hondura y valorar nuestra propia respuesta, sino que además
ofrece material para el discernimiento.
Para Ignacio, el “Examen” es una manera de rezar en la vida de cada día, el instrumento
privilegiado para ser verdaderos contemplativos en la acción. Lejos de ser una moral obsesiva, la
espiritualidad ignaciana convierte los eventos de nuestra vida y de nuestra historia en tema de
oración. Todo esto nos permite aprehender la irrupción de la gracia que libera en la rutina de
nuestra existencia. Es allí donde se purifican nuestras intenciones, se reconocen nuestros errores,
se perciben nuestras sorpresas, se descubren nuestras mociones interiores. Tenemos, pues, en el
examen, una práctica que es esencial para cualquier vida de compromiso activo por el Reino, y de
forma más específica para la labor de advocacy política a favor de los pobres. En el “Examen”
ignaciano tenemos, además, el comienzo del discernimiento espiritual.
El “Examen”, puede ser considerado como la base del discernimiento espiritual. Es una
contribución que la espiritualidad ignaciana puede aportar al proceso de advocacy porque ayuda a
la persona o al grupo a buscar la recta intención en un proceso de toma de decisiones.
Pedro Ribadeneira menciona un ejemplo sacado de la vida de Ignacio después de haber tenido una
larga experiencia de gobierno. El ejemplo expresa bien el método, el proceso, y la necesidad de la
recta intención: “Su devoción aumentaba con la responsabilidad de su cargo; de otro modo, él no
hubiera conservado el cargo, pensando que Dios no lo querría (para él). Su modo de proceder es:
primero, despojarse de sí mismo, Segundo: encomendarse (a Dios), tercero reflexionar, cuarto:
presentar la cuestión a Dios”. Hay que tener en cuenta que la práctica ignaciana aquí descrita, no
empieza “espiritualmente” con la oración, sino que supone acciones previas, muy humanas:
alcanzar la verdadera libertad, dialogar con otros, usar todos los medios de la razón, y por
último considerar el asunto ante Dios. Es posible que podamos encontrar aquí una idea que nos
ayude en nuestra labor de advocacy política.
Con relación al proceso
La dinámica de los Ejercicios
Los Ejercicios Espirituales presentan un proceso de crecimiento dividido en cuatro bloques
llamados “semanas”, que nos pueden dar más ideas sobre cómo desarrollar la advocacy pública en
línea con la espiritualidad ignaciana. La puerta que nos permite entrar en los Ejercicios es el así
llamado “Principio y Fundamento”, y ofrece reflexiones sobre el significado y el fin de los seres
humanos y de toda la creación. Este argumento ignaciano hace hincapié en una orientación hacia
el bien común, la necesidad de vivir una libertad encarnada, y el oportuno uso de medios que
lleven a alcanzar nuestro fin. Y éstas no son sólo piadosas consideraciones, ni tampoco se limitan
a ciertas personas privilegiadas. Constituyen más bien el verdadero principio y fundamento de la
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organización social que deseamos, especialmente para la gente más vulnerable, empobrecida y
excluida.
La primera semana de los Ejercicios nos pide que consideremos la realidad del mal y del pecado
en nuestro mundo, y también la presencia de la misericordia. Ante Cristo crucificado y ante el
pueblo crucificado a lo largo de la historia, se nos invita a interrogarnos sobre nuestra praxis
cotidiana: qué hemos hecho, qué estamos haciendo, qué podemos hacer. Y justo después se nos
invita a la reconciliación con nosotros mismos y con nuestra vida.
La Segunda Semana es una invitación apasionada a crecer en intimidad con el Señor Jesús,
respondiendo a su llamada, uniéndonos al proyecto de su Reino, discerniendo las medidas
prácticas necesarias y pasando a un mayor compromiso. Una parte clave de la visión ignaciana es
la convicción de que el Reino tiene que alcanzar a “todo el mundo” (E.E. 95) y abarca “todos
estados y condiciones de personas” (E.E. 145). Una vez más, tenemos una nueva llamada a la
advocacy pública como una expresión del bien universal. Pero la respuesta no puede ser de
cualquier tipo: en la Meditación de tres binarios de hombres los Ejercicios Espirituales nos invitan
a responder con gran generosidad, poniendo ante nosotros la voluntad de Dios y las necesidades
de los demás.
La Tercera Semana presenta de nuevo las ‘elecciones’, las opciones clave, acompañando a Cristo
en su Pasión y Muerte e identificándose con los que sufren y con la dimensión ‘de fracaso’ de
nuestro mundo. Nuestra advocacy será ignaciana si permanece pegada a la vida de los excluidos y
oprimidos del mundo, no de forma masoquista, sino comprometiéndonos con la gente.
La Cuarta Semana nos sintoniza con el gozo profundo y la dicha del Señor Resucitado, al
experimentar el papel de consolador que el Señor nos da, y sentimos realmente los efectos de la
resurrección. Por ultimo, la “Contemplación para alcanzar amor” nos devuelve a nuestra vida de
cada día, y así damos gracias por el mucho bien recibido, y vivimos nuestra vida dando gracias,
sirviendo y amando en todo. De esto puedo desprenderse (y tiene importancia para nuestras
actividades de advocacy), una actitud llena de esperanza, profundamente respetuosa con el
trabajo y con las personas a las que sirve, pero que no depende del posible éxito que se propone
alcanzar.
La dinámica de cada ejercicio
El proceso de cada momento de oración, tal como el mismo Ignacio lo concibió, ofrece además
útiles sugerencias aplicables al estilo y a la práctica de la advocacy pública. Según el jesuita
español Darío Mollá, el proceso de la contemplación ignaciana supone pasar del “ver” al
“conversar”. Por esta razón, lo primero necesario es tener en cuenta los ‘preludios’ que preceden a
las respectivas meditaciones: recordar la narrativa, la composición de lugar, la petición. Esto
quiere decir que el ejercitante debería hacerse presente a la historia humana real de una forma
objetiva, atenta, activa e implicándose en la misma. Solamente así podemos captar los detalles y la
profundidad de la realidad y evitar que nuestra mirada sea superficial.
En los puntos que siguen, y que constituyen el corpus de la contemplación, se nos invita a estar
atentos, a sintonizar nuestra sensibilidad, a ser receptivos/as. Tenemos que ver a las personas de la
historia, oír lo que están diciendo, mirar lo que están haciendo. Asimismo, en la labor de advocacy
debemos empezar desde la realidad concreta de aquellos/as que deseamos acompañar y defender
(o ser “defensores” de). Luego llega el momento de razonar, considerar, evaluar, valorar,
meditar… y a lo largo de todo esto “reflexionar para sacar algún provecho” (E.E. 114). En los
ejercicios de contemplación ignaciana nos abrimos al discernimiento del ‘movimiento de
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espíritus’, mientras que en la práctica de la advocacy es cuestión de analizar la realidad y decidir
las opciones que mejor sirven a la causa que buscamos sostener o apoyar.
En tercer lugar, es importante darnos cuenta de que tanto la oración como la advocacy culminan
en un verdadero encuentro personal de diálogo y “coloquio”. Es cuestión de “detenerse y meditar
dónde se ofrece algo”, sin una guía predeterminada y sin un conocimiento previo de los
resultados. Se trata de una verdadera conversación, de la que emerge una nueva realidad al
servicio del bien común.
Con relación al sujeto
Uno de los rasgos básicos de la espiritualidad ignaciana que la hace moderna y al mismo tiempo
siempre relevante es la importancia que confiere a la persona. Es la persona la que experimenta el
encuentro directo con el misterio encarnado en Jesucristo. Es la persona la que es perdonada,
llamada y enviada. Concebimos nuestra advocacy como una labor centrada en la persona, sujeto
de dignidad. Defendemos a las personas en situaciones vulnerables, dialogamos con personas que
tienen un cierto poder de tomar decisiones, y quienes llevamos a cabo estos cometidos somos
personas. Esto no podemos olvidarlo.
Al mismo tiempo, somos personas insertas en un Cuerpo. Constituimos un sujeto comunitario. La
labor de advocacy no puede separarse de las tareas que otros miembros del mismo cuerpo llevan
a cabo. De allí venimos, allí volvemos, y allí adquirimos la legitimidad que necesitamos para
realizar nuestra labor de advocacy.
Una Manera Ignaciana de Hacer Advocacy
Identidad y manera de proceder
Una manera ignaciana de hacer advocacy será sostenible sólo a través de las obras y/o las
plataformas que comparten una identidad ignaciana o jesuita.
¿Qué significa que una actividad o una organización es ignaciana o jesuítica? En el contexto de la
creciente importancia que tiene el colaborar para la misión, la Congregación General 35
reflexionaba precisamente sobre esta cuestión. En su decreto sobre colaboración para la misión,
afirma que una obra puede ser llamada ignaciana cuando:
• intencionalmente busque a Dios en todas las cosas;
• practique el discernimiento ignaciano; se acerque a la realidad a través de un cuidadoso
análisis del contexto, en diálogo con la experiencia, evaluado a través de la reflexión,
orientado a la acción, y abierto siempre a la evaluación. (GC 35 D 6 n 9)
Una obra ignaciana se puede llamar jesuítica cuando tiene una clara y definitiva relación con la
Compañía de Jesús y cuando su misión concuerda con la de la Compañía, por un compromiso con
la fe que realiza la justicia a través del diálogo interreligioso y una responsabilidad creativa con la
cultura. En tal contexto, la misión de la obra, dirigida por un jesuita u otra persona que comparta
este compromiso, está “en último término bajo la autoridad del General de la Compañía a través
de los diversos cargos intermedios”. (GC 35 D 6 n 10).
Durante varios siglos, la Compañía de Jesús ha ido cultivando maneras ignacianas de hacer las
cosas. La “manera de proceder” jesuítica está a menudo implícita en obras jesuíticas e ignacianas.
En 1995, la Congregación General dedicaba todo un decreto a fijar de forma explícita las
características de la forma jesuítica de hacer las cosas o ‘modo de proceder’ (GC 34 D26). Las
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ocho siguientes características nos pueden ayudar a clarificar los elementos clave de un modo
ignaciano de hacer las cosas:
• Ser personas con un profundo amor personal a Jesucristo
• Ser contemplativos en la acción
• Ser un cuerpo apostólico en la Iglesia
• En solidaridad con los más necesitados
• Como verdaderos compañeros de los demás
• Llamados a un ministerio instruido
• Enviados, siempre disponibles para nuevas misiones
• Siempre en busca del ‘magis’
Elementos clave de un modo ignaciano de hacer advocacy
Sacando de la espiritualidad de los Ejercicios Espirituales, de las reflexiones de las recientes
Congregaciones Generales sobre la identidad jesuítica y maneras de actuar, y de la experiencia de
organizaciones de la Compañía comprometidas en la advocacy, proponemos los siguientes como
elementos clave de una manera ignaciana de hacer advocacy:
En solidaridad con los más pobres y los más marginados
Nuestra advocacy respeta las experiencias y las perspectivas de la gente y de los grupos más
directamente afectados por las injusticias. Por consiguiente tiene los siguientes rasgos:
• Nuestra advocacy defiende a los más pobres, a los más marginados y a grupos que lo son, y
procura que participen y que hagan oír su voz.
• Nuestra opción por los pobres nos lleva a juzgar la justicia de estructuras, políticas e
instituciones por su impacto sobre los más pobres y los más marginados.
• Nos comprometemos crítica y constructivamente con los centros de poder para promover
relaciones más justas e incluyentes.
• Aceptamos que el sufrimiento, la frustración y la infamia sean a menudo el resultado de seguir
a Jesús pobre y humilde, a la hora de abogar por y con los pobres y marginados. Estos no son
riesgos a eliminar, sino que más bien son el lote del discipulado.
Rigor intelectual y competencia
•
•
•
Nuestra advocacy se basa en el estudio, en la investigación y en un análisis riguroso ante la
ignorancia y el prejuicio. Procede de un sincero compromiso con la realidad.
Nuestra advocacy trata de comprender a fondo los contextos locales particulares y su lugar en
las dinámicas regionales e internacionales.
Buscamos a colaboradores bien entrenados, sumamente competentes, juntando toda la
inteligencia, el conocimiento, la imaginación y el ingenio que podamos reunir a fin de
responder a las necesidades, de forma creativa.
Amando y afirmando el mundo
Nuestra advocacy se inspira en el amor de Dios y en amor por nuestros hermanos y hermanas. Por
esto, tiene los siguientes rasgos:
• No es sencillamente una advocacy contra un grupo, una posición o algo – es siempre una
advocacy que busca implantar relaciones justas, que construyen la justicia del reino de Dios en
el mundo.
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•
•
Nuestra advocacy incluye la identificación de signos positivos de los tiempos, guardar lo
bueno y compartir las buenas prácticas.
Tratamos de reconciliar ricos y pobres, poderosos e impotentes, en relaciones de justicia, amor
y paz porque consideramos que la reconciliación con Dios, entre nosotros y con la creación es
la forma más verdadera por la que nuestra misión: “la fe que hace justicia” se vuelva realidad.
Contemplativos en la acción (Discernimiento)
Nuestra advocacy es una respuesta de amor que nace de nuestra contemplación de la creación de
Dios y de su acción continua en el mundo. Está atenta a los hondos sentimientos por medio de los
cuales Dios nos llama, y procura responder con acciones que sean eficaces, compasivas e
inteligentes. Por consiguiente:
• La raíz de nuestras decisiones, estrategias y prioridades es la práctica del discernimiento
personal y comunitario. Nuestras estrategias de advocacy son el resultado de un
discernimiento hecho en un clima de oración que nos permita ver la mejor manera de amar y
servir en las circunstancias concretas de tiempo y de lugar.
• Nuestras prioridades están guiadas por la mayor necesidad, y queremos estar allí donde otros
no llegan o encuentran difícil hacerlo; allí donde es posible estar al servicio del mayor bien o
de un bien más universal; y en cualquier servicio donde los que servimos pueden a su vez
ayudar a otros.
• Nuestra advocacy presta constante atención a la interacción entre experiencia, análisis,
reflexión, decisión, acción y evaluación, asegurándose siempre de tener recta intención. Dicho
con otras palabras, tratamos de asegurarnos de que servimos a los oprimidos y no nuestra
propia gloria y éxito.
• Nuestra advocacy reconoce humildemente nuestra propia complicidad con la injusticia y
nuestra constante necesidad de conversión.
En la Iglesia para el mundo
•
•
•
Nuestra advocacy está radicada en la tradición católica y está guiada por la Doctrina Social de
la Iglesia.
La advocacy ignaciana tiene un solo corazón y un solo espíritu con la Iglesia. Contribuye en
las redes eclesiales y aprende de ellas.
Nuestra advocacy forma parte de la misión de la Iglesia, local y globalmente.
Advocacy practicada en un ambiente comunitario, siempre abiertos a compartir con otros
La comunidad es en si misma un valor intrínseco que requiere profundización. La Congregación
General 34, Decreto 3, párrafo 10, indicaba que ‘La plena liberación humana, para el pobre y para
todos nosotros, se basa en el desarrollo de comunidades de solidaridad tanto de rango popular y
no gubernamental como de nivel político, donde todos podamos colaborar en orden a conseguir
un desarrollo plenamente humano’. Siguiendo el camino de la CG 34:
• Nuestra advocacy se practica en comunidad, facilita la construcción de comunidad y supone
un encuentro personal con aliados así como con opositores, a veces más allá de las fronteras.
Nuestra advocacy valora la diversidad y promueve la inclusión sacando positivamente partido
de diversos dones, perspectivas y experiencias.
• Nuestra advocacy se realiza en colaboración con otros que comparten nuestros valores, y la
participación en redes y coaliciones para que juntos podamos defender mejor.
• Nuestra advocacy es informada por y promueve el diálogo entre diversos credos.
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•
•
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Nuestra advocacy tiene en cuenta las diferencias entre culturas y contextos más que proponer
enfoques universales.
Nuestra advocacy crea conexiones entre distintos niveles de organización desde lo local o lo
internacional, y entre los diversos sectores o campos de acción.
Nuestra advocacy se basa en una comunicación, en espíritu de apertura con toda la gente de
buena voluntad.
Siempre en busca del mayor servicio
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Nuestra advocacy va más allá de lo conocido, de lo ya ensayado y de lo que ya existe;
trasciende fronteras para prestar siempre un mayor y más universal servicio.
Nuestros programas de advocacy incluyen siempre la evaluación para aprender continuamente
cómo servir mejor, sin desviarnos de la misión que nos ha sido encomendada.
En la evaluación de nuestra advocacy invitamos la participación de aquellos a quienes
procuramos servir.
Bibliografía
Referencias para el Capítulo 2
Libros:
AVNER, M. (2006). “The lobbying and advocacy handbook for nonprofit organizations”. Saint
Paul, MN. Fieldstone.
COHEN, D., DE LA VEGA, R., WATSON, G. (2001) “Advocacy for social justice”, Oxfam
Advocacy Institute. Washington. Kumarian Press.
HOEFER, R. (2006). “Advocacy practice for social justice”. Chicago. Lyceum.
MILLER, V., VENEKLASEN, L. (2002). “A new weave of power, people & politics”.
Warwickshire, UK. Practical Action.
WOODSTOCK THEOLOGICAL CENTER – Ethics in Public Policy Program (2002) “The
Ethics of Lobbying: Organized Interests, Political Power, and the Common Good.” Washington,
Georgetown University Press.
Internet:
SINGH, Anil K. (former Executive Secretary Voluntary Action Network India - VANI). “Concept,
Theory and Practice of Advocacy”, descargado el 27 de enero, 2009.
Taller:
VERA, J. M. (2008) “Advocay profética y eficaz”. Taller de Incidencia Ignaciana, El Escorial
(España), 13 de Noviembre, 2008.
Referencias para el capítulo 3
Libros
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RIBADENEIRA, PEDRO SJ, Dicta et Facta Sancti Ignatii, en Fontes Narrativi II, p. 474
RAHNER, HUGO SJ, Ignatius, the Theologian, Ignatius Press, San Francisco 1990, p. 10.
MOLLÁ, DARÍO SJ, Horizontes de vida: Vivir a la ignaciana, EIDES, Barcelona 2009,
especialmente pp. 17-22.
BERTRAND, DOMINIQUE, SJ, La política de San Ignacio de Loyola. El análisis social,
Mensajero- Sal Terrae, Bilbao-Santander 2003
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Referencias para el Capítulo 4
Documento:
TURNER, F. (2008). “A model for Ignatian Advocacy”.
Taller:
Actas de los grupos de trabajo. Taller de Incidencia Ignaciana. El Escorial (España), Noviembre,
2008.
13
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