Inteligencia emocional GRADO EN EDUCACIÓN PRIMARIA CENTRO DE PROFESORADO SAGRADA FAMILIA ADSCRITO A LA UNIVERSIDAD DE JAÉN CURSO 2013-2014 INTELIGENCIA EMOCIONAL Revisión bibliográfica Alumno: Emilia Pérez Muñoz Profesor: María Luisa Vázquez Pérez Fecha: ÚBEDA 16/5/2014 Página 1 Inteligencia emocional INDICE 1. Índice de siglas página 3 2. Resumen de la revisión página 4 3. Justificación de la revisión página 5 4. Informe de la revisión crítica página 6 5. Bibliografía página 27 Página 2 Inteligencia emocional 1. ÍNDICE DE SIGLAS IE: Inteligencia emocional. Capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás utilizándolos como una guía de pensamiento y acción. CI: Coeficiente intelectual. Es un número que resulta de la realización de una evaluación estandarizada que permite medir las habilidades cognitivas de una persona en relación con su grupo de edad MSCEIT: Test de inteligencia emocional de Mayer y Salovey. Se trata de una escala de rendimiento, es decir, mide cómo de bien rinden las personas en las tareas y resuelven problemas emocionales en lugar de limitarse a preguntar. Página 3 Inteligencia emocional 2. RESUMEN DE LA REVISIÓN A lo largo de los años se ha ido cambiando el valor atribuido a la inteligencia y a las emociones. Inicialmente, la escuela se centraba en los aspectos más cognitivos, dejando a un lado la formación integral de la persona y el desarrollo de los aspectos emocionales. Poco a poco la sociedad va cambiando y la escuela va cambiando para adaptarse a ella. Modelos como el del CI ahora se quedan incompletos y surge así uno nuevo llamado inteligencia emocional, es decir, la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás utilizándolos como una guía de pensamiento y acción. Numerosas investigaciones demuestran las numerosas ventajas que tiene la formación en las emociones, en esta investigación, nos hemos centrado en hacer un estudio sobre la relación que tiene la inteligencia emocional con el rendimiento académico, la aparición de conductas disruptivas en la escuela, las relaciones sociales en el ámbito académico, su influencia en los niveles de ajuste psicológico, en la salud y la relación que tiene este tipo de inteligencia en el mundo laboral y que variaciones presenta con respecto al tipo de género. Página 4 Inteligencia emocional 3. JUSTIFICACIÓN DE LA REVISIÓN Las razones que me han conducido a elaborar una revisión bibliográfica sobre la inteligencia emocional es la necesidad de resaltar la importancia que tiene en la actualidad la educación de las emociones, puesto que nos encontramos en una situación de crisis de valores en la que la escuela juega un papel fundamental para poder cambiar esto, al ofrecer una formación desde pequeños a los que serán el futuro de la sociedad. Para resaltar esta importancia he decidido analizar desde el momento en el que surgió este concepto, las causas que llevaron a que apareciera y cómo ha ido modificando hasta llegar hasta nuestros días. Al ser una corriente tan importante, habrá muchos que la defiendan y otros que se opongan, por ello, otro factor a analizar será el contraste de opiniones sobre este fenómeno para poder documentarme y poder establecer una opinión objetiva y sostenible que me servirá para hacer una crítica y un análisis sobre la inteligencia emocional. Como maestra, considero que es necesario saber todo esto para realizar mi trabajo como docente de la mejor manera que pueda existir, formando personas que sean capaces de manejar sus propias emociones y reconocer la de los demás, educando a los niños para que aprendan a ser felices y fuertes, sabiendo resolver sus problemas sin frustrarse. Por último, considero que este trabajo es útil para conocer otro tipo de enseñanza que ha surgido recientemente pero a la vez muy eficaz como se ha demostrado en diversos estudios, para poder aprender qué es, y conocer su camino hasta lo que hoy conocemos como inteligencia emocional. Pero este trabajo no solo es útil como valor teórico, sino que también contiene implicaciones prácticas que nos harán reflexionar sobre la importancia de las emociones y poder aplicar actividades en nuestra aula, puesto que es un tema de gran relevancia social. Página 5 Inteligencia emocional 4. INFORME DE LA REVISIÓN CRÍTICA La literatura sobre inteligencia emocional nos ofrece un abanico de visiones en las que la mayoría confluyen en una visión positiva sobre la enseñanza de este tipo de emociones. Un pensamiento basado no solo en creencias, sino en experiencias y estudios experimentales que a través de este informe se irá reflejando. A lo largo de la historia y del tiempo se ha ido cambiando el valor atribuido a la inteligencia y a las emociones. Durante mucho tiempo la escuela se ha centrado en los aspectos más cognitivos priorizando el aprendizaje científico, dejando a un lado la formación integral de la persona y el desarrollo de los aspectos emocionales (Elías et al., 1997; Greenberg et al., 2003). En 1920, Thorndike va a introducir el concepto de inteligencia social, claro antecedente de la IE (a partir de aquí utilizaré IE para referirme a la inteligencia emocional). Así, según este autor, la inteligencia social es la habilidad para percibir adecuadamente los estados internos, motivos y conductas tanto en uno mismo como en los otros, actuando a partir de dicha información (Thorndike, 1920). En la misma línea, Howard Gardner (1983) publicó su teoría sobre las inteligencias múltiples como explicación complementaria al papel del CI en el éxito individual. Influidos por autores como los anteriores, Salovey y Mayer (1990) definieron la IE como “la capacidad de controlar y regular los sentimientos de uno mismo y de los demás utilizándolos como una guía de pensamiento y acción” Aunque este planteamiento se hace mayormente conocido gracias a Goleman y su libro Emotional Intelligence” en el cual popularizó los aspectos académicos de Salovey y Mayer así como de Gardner, contribuyendo a su difusión. Describe la IE como la capacidad de gestionar las emociones propias y utilizarlas para el caso de las empresas en función de un mejor desempeño y rendimiento efectivo en el puesto de trabajo. (Goleman 1995). Años más tarde, se establece una definición de inteligencia emocional integrando todas las demás aportaciones. La habilidad de las personas para percibir (en uno mismo y en los demás) y expresar las emociones de forma apropiada, la capacidad de usar dicha información emocional para facilitar el pensamiento, de comprender Página 6 Inteligencia emocional y razonar sobre las emociones y de regular las emociones en uno mismo y en los demás. (Mayer y Salovey, 1997) A principios del siglo XX, Binet en 1905, desarrolló el primer test de inteligencia cuya finalidad era la de predecir qué alumnos de las escuelas de primaria de París tendrían éxito en sus estudios y cuáles fracasarían, se han ido aportando nuevas teorías y concepciones sobre los tipos de inteligencia, aunque aún en la actualidad no se haya podido establecer ninguna definitiva. Haciendo un inciso, considero conveniente destacar la curiosidad de que Binet sea más famoso en nuestra sociedad por inventar el concepto de CI que por sus intentos casi desesperados por diseñar programas educativos, para diríamos hoy, integrar a los niños con dificultades intelectuales y del aprendizaje. Motivos para el cambio sobre la consideración de la enseñanza de una inteligencia basada en las emociones El coeficiente intelectual fue el predictor más ampliamente aceptado del desempeño académico y de éxito en el trabajo (Cherniss, 2004). La concepción tradicional sobre la educación giraba en torno al CI. Nuestra sociedad y en concreto, la escuela han priorizado los aspectos intelectuales y académicos de los alumnos convencido que los aspectos emocionales y sociales pertenecen al ámbito privado y, en este sentido, cada individuo es responsable de su desarrollo personal. (Evans, 2002; Fernández-Berrocal y Ramos, 2002). No obstante, se ha ido demostrando como niños con un CI alto, no destacaban en su futuro laboral y no alcanzaban la felicidad, mientras que otros que se interesaban más por las relaciones con los demás aunque no tuvieran un nivel alto de coeficiente han sabido aprovechar esas otras habilidades que en la escuela no se le valoraban pero la vida sí se las ha reconocido convirtiéndolos en abogados ganadores de varios casos o profesores brillantes. Como ya destacaba Goleman, las habilidades cognitivas no representan la totalidad de competencias que un individuo debe desarrollar para garantizar un desempeño superior en sus actividades (Goleman: 1995). Sin embargo, esto no significa que coeficiente intelectual y emociones estén en contraposición. Está suficientemente demostrado que poseer una inteligencia emocional desarrollada es tan importante como un nivel intelectual elevado para tener Página 7 Inteligencia emocional éxito en la vida. (Andrade et al, 1999). De acuerdo con Flynn, que ha estudiado el desarrollo histórico de la medición de la capacidad intelectual a través de test de inteligencia, el coeficiente intelectual ha aumentado 20 puntos desde que fue medido por primera vez a principios de siglo. Las causas de este fenómeno, conocido como el “efecto Flynn” no están claras, sin embargo, este aumento del CI no va parejo con el incremento de la inteligencia emocional, más bien, parece ser que mientras que el CI de la población aumenta, la inteligencia emocional colectiva decrece. El sistema educativo va cambiando adaptándose a las necesidades que demanda la sociedad, y actualmente nos encontramos en una crisis de valores que demanda una educación integral de los niños para formar personas competentes tanto en lo académico como en lo personal, que sepan afrontar la vida con optimismo, con capacidad de resolver los problemas de una manera eficaz y tengan éxito en su vida. Para ello, es necesario educar en las emociones, es decir, trabajar la inteligencia emocional, que es la habilidad para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la capacidad para asimilarlos y comprenderlos de manera adecuada y la destreza para regular y modificar nuestro estado de ánimo o el de los demás. (Mayer y Salovey). Investigaciones han demostrado que la IE puede aportar mejoras en el ámbito socioescolar del alumnado, donde se refleja un aumento en el rendimiento académico, así como la erradicación y prevención de conductas disruptivas en el aula, estrés y ansiedad, optimismo y madurez vocacional, entre otras. (Pena y Repetto, 2008). Es por ello, la necesidad de implantar en el sistema educativo programas que trabajen la educación emocional con el fin de todos los miembros implicados en este sistema tengan las habilidades emocionales necesarias para poder enfrentarse a las situaciones de conflicto de manera asertiva. (Fernández-Berrocal y Ruíz, 2008). Catret (2002), defiende la enseñanza de las emociones en la escuela, afirmando que: La afectividad es y será una asignatura muy importante y pendiente en la educación y en la formación de los niños tanto en la familia como en la escuela, por eso la tienen que trabajar tanto los profesores como los padres. Las causas pueden ser la ausencia de habilidades sociales en los padres o la falta de formación o aptitud para forjar y modelar esta faceta, que llega a ser más importante para el futuro Página 8 Inteligencia emocional de los más pequeños. Esta situación ha despertado el interés de no sólo de educadores y padres, sino también de organizaciones como la Organización de las Naciones Unidas, la cual establece un nuevo objetivo de la educación. “el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales”. Contexto actual general del concepto sobre la IE Hasta ahora nos hemos estado centrando en un enfoque teórico pero, ¿cómo llevarlo a cabo en la práctica? Aunque son cada vez más numerosas las propuestas de programas de educación emocional en educación infantil, primaria y secundaria (Repetto et al., 2007), sin embargo se aprecia un déficit en cuanto a la validación de los mismos, siendo difícil encontrar estudios publicados sobre su evaluación y eficacia (Guil y Gil-Olarte, 2007; Muñoz de Morales y Bisquerra, 2006; Lozano et al., 2007). Un paso previo en la aplicación de programas educativos en la escuela para el desarrollo de la IE consiste en la necesidad de formar a los profesores que van a impartirlos (Bisquerra, 2005; Obiols, 2005; Brackett et al., 2006), pues los datos indican que los docentes están muy sensibilizados ante la necesidad de incluir la educación emocional en las aulas pero que no han recibido la formación necesaria para llevarla a cabo con éxito (Abarca et al., 2002; Hué, 2007) Elías afirma que padres y educadores coinciden en que desean el éxito de sus hijos y sus alumnos en la vida cotidiana. Sin embargo, en la práctica real se preocupan más por los conocimientos técnicos, mientras que lo emocional lo incluyen en pocas ocasiones en alguna actividad, sin darse cuenta de lo relacionada que se encuentra la IE y el rendimiento académico. Los alumnos que se sienten ansiosos, enfurecidos o deprimidos no aprenden; la gente que se ve atrapada en esos estados de ánimo no asimila la información de manera eficaz ni la maneja bien (Casas, 2003). Todo esto deriva en un fracaso escolar, por eso, hablando en un campo preventivo e incluso desde un punto de vista tradicional, si trabajamos las habilidades sociales conseguiremos más rendimiento y mejores resultados. La Orientación Educativa en España concede un papel relevante a la formación en competencias socio-emocionales de los alumnos. (Bisquerra, 2002; Página 9 Inteligencia emocional Bisquerra y Pérez, 2007; Respetto, 2003), poniendo acento en la necesidad de diseñar, aplicar y evaluar programas de intervención sobre las habilidades y/o competencias de la IE (Álvarez, 2001; Bisquerra, 2004) consciente de que el aprendizaje de estas competencias no depende tanto de la instrucción verbal como de la práctica y el entrenamiento (Fernández- Berrocal y Extremera, 2002). Por eso, tenemos que tener en cuenta que las habilidades sociales son educables, se pueden entrenar y modificar, ya que se encuentran influenciadas por el contexto y por las personas que las rodean, de ahí que los padres, profesores y grupo de iguales tenga tanta importancia para su correcto desarrollo, puesto que los niños a la vez que aprenden modelos y habilidades, pueden poner en práctica lo que ellos saben y todo lo aprendido, y dependiendo de las consecuencias que estas acciones tengan, lo modificarán o lo interiorizarán. No sólo por esto, también ofrecen comprensión, sentimiento de pertenencia a un grupo, algo que será muy importante para la formación del autoconcepto y la autoestima. Es importante añadir que existen personas excepcionales que ya nacen con unas habilidades adecuadas en las que pueden desenvolverse bien en su entorno, esas personas son denominadas por Goleman (1995) como “Brillantez Emocional”, pero aunque sean brillantes, es importante también su atención como a todos e intentar mantener esas habilidades y las potencie al máximo, aprendiendo más. Pero esa atención para que sea la mejor, será individualizada a cada uno de los niños, tanto si son brillantes como si no, puesto que no todos evolucionan de la misma manera y al mismo ritmo, por eso, aunque enseñemos cosas a nivel de grupo, tendremos que intentar educar esas habilidades en función de lo que cada uno necesite. Como hemos visto, es viable enseñar estas habilidades para ayudar a los niños para tener un mejor desarrollo de la inteligencia emocional y por tanto éxito en la vida. Pero esto nos lleva a la siguiente pregunta, ¿hasta qué punto y cómo es posible enseñar las capacidades emocionales? Para responderla, diversos estudios experimentales, que nos ofrecen información para poder contestarnos a la pregunta anterior. Es importante en este sentido señalar una apreciación que hacen Cooper y Sawaf (1998) en su estudio y que no necesariamente va en la misma vía de lo planteado por autores como Goleman (1995), quien menciona que no existe Página 10 Inteligencia emocional una relación directa entre las habilidades cognitivas y las emocionales. Sin embargo Prieto et al. muestran, según los resultados obtenidos en su estudio, que las personas que ellos catalogan como superdotadas de altas habilidades, manifiestan mayores formas de gestión de sus propios conocimientos, en contradicción con los autores que no reconocen esta relación; este aspecto podría traer de manera inicial una consideración relacionada con las personas objeto de estudio que en comparación con los anteriores investigaciones, en el presente caso fueron estudiantes y no personas profesionales con características biográficas diferentes, que pueden marcar la distancia entre los resultados obtenidos. Recientemente, la literatura ha mostrado que las carencias en las habilidades relacionadas con la IE afecta al comportamiento de los estudiantes, es decir, que bajos niveles de IE están asociados a problemas (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004), tales como: la aparición de comportamientos disruptivos, consumo de sustancias adictivas, déficit en los niveles de bienestar y ajuste psicológico, y por último en el descenso en el rendimiento académico. Inteligencia emocional y rendimiento académico Entre los problemas sociales que más preocupan actualmente en nuestra sociedad, se encuentra el bajo rendimiento obtenido por los estudiantes españoles los últimos años, así como el progresivo incremento del absentismo y fracaso escolar existente en los centros educativos. Diversos trabajos de investigación han estudiado la relación existente entre la inteligencia emocional y el rendimiento académico, y los resultados han sido muy variados y opuestos. Aunque la mayoría como el de Schutte et al. (1998), Petrides et al. (2004) Chon et al. (2004) entre otros, han encontrado una relación entre IE y rendimiento, otros estudios como los de Chico (1999) Barchard (2003), entre otros, no han encontrado ninguna razón por la que la IE pudiera estar relacionada con el éxito académico en estudiantes. En general, los que tienen mayores habilidades emocionales suelen lograr un mejor rendimiento académico que los que poseen menos habilidades emocionales (Pérez y Castejón, 2006). La IE podría actuar como un moderador de los efectos de las habilidades cognitivas sobre el rendimiento académico Página 11 Inteligencia emocional (Extremera y Fernández-Berrocal, 2001; Gil Brackett et al. 2006; Furnham et al., 2004). Las personas con escasas habilidades emocionales es probable que experimenten estrés y dificultades emocionales durante sus estudios y, en consecuencia, se beneficiarán más del uso de habilidades adaptativas que les permitan afrontar tales dificultades. Extremera y Fernández-Berrocal (2003). Han examinado el factor explicativo del rendimiento escolar, no como una relación directa entre IE y logro académico, sino analizando el efecto mediador que una buena salud mental ejerce sobre el rendimiento medio escolar de los estudiantes. (Extremera y Fernández-Berrocal, 2001). Los resultados mostraron nuevamente que altos niveles de IE predecían un mejor bienestar psicológico y emocional. Además, se observó que aquellos alumnos clasificados como depresivos presentaban un rendimiento académico peor que los alumnos clasificados como normales al finalizar el trimestre. En general, los resultados de este estudio, permitieron vislumbrar ciertos componentes no académicos que inciden en el rendimiento escolar del alumno. EL estudio puso de relieve conexiones entre rendimiento escolar e IE. Concretamente, la inteligencia emocional intrapersonal, es decir, el metaconocimiento para atender a nuestros estados afectivos, experimentar con claridad los sentimientos propios y poder reparar los estados emocionales negativos, influía decisivamente sobre la salud mental de los estudiantes y este equilibrio psicológico, a su vez, está relacionado y afecta al rendimiento académico final, como ya han demostrados estudios previos (Chen et al., 1995; Haynes et al., 1996). Años después, Maestre et al. (2006) volvieron a relacionar rendimiento académico con motivación estableciendo conclusiones similares al anterior. Establecieron que uno de los componentes fundamentales de la inteligencia emocional es la capacidad de motivarse a sí mismo, que tiene una influencia sobre el rendimiento, resaltando la influencia que tiene el establecer diferentes tipos de metas académicas. Otro de los aspectos relacionados con el rendimiento es la afectividad que cada alumno le pone a algunas materias académicas, algo que evidencia la relación entre IE y personalidad. Hay pocos estudios que muestren esto, como por ejemplo el de Petrides et al. (2004) que mostraron la que la inteligencia emocional estaba diferencialmente implicada en la ejecución académica a través diferentes materias. En diversos estudios queda patente la existencia de Página 12 Inteligencia emocional la fuerte relación entre variables meta cognitivas como son, la auto-eficacia, la autorregulación, competencia, control, etc. con el rendimiento académico. (Vallés y Vallés, 200) Aunque el estudio de Austin et al. refleja el factor responsabilidad como el más influente y predictivo en el rendimiento. Las investigaciones recientes han estudiado el papel de la IE como factor protector de áreas tan importantes como la salud mental y el rendimiento académico. Los resultados han mostrado que las carencias en las habilidades emocionales afectan a los estudiantes dentro y fuera del contexto escolar. (Brackett et al., 2001; Extremera y Fernández-Berrocal, 2003; Mestre y Fernández-Berrocal, 2007; Trinidad y Johnson, 2002). Inteligencia emocional y la salud Investigaciones sobre la IE relacionadas con la salud, han mostrado interesantes relaciones con respecto a medidas de bienestar como la depresión, la ansiedad, la salud física y mental. Andrés, 2009 demostró que la regulación emocional es en los niños un componente importante asociado a la salud mental. Los hallazgos de investigación han aportado evidencia respecto a la presencia de cambios fisiológicos asociados al uso de uno u otro tipo de estrategias de regulación emocional (Gross, 1998), aunque no explican suficientemente si su frecuencia de uso tiene un efecto acumulativo en la adaptación y específicamente cómo repercutiría esto en el bienestar psicológico del individuo (Gross y John, 2003). Pero en este apartado nos centraremos en la salud física. El efecto positivo del ejercicio físico sobre los procesos cognitivos se ha ido demostrando en todos los estudios. Por ejemplo, Ciarrochi et al. (2002) encontraron que la inteligencia emocional tenía un papel moderador en la relación estrés- salud psicológica, de tal manera que los sujetos con elevada IE están en mejor predisposición para afrontar las demandas ambientales que aquellos sujetos que puntúan bajo en esta variable. Así, Salovey et al. 2002 corrobora esto al demostrar que las personas con más inteligencia en las emociones informan de menos síntomas físicos y depresivos y mayores niveles de ansiedad que los individuos que carecen de ésta. Una investigación realizada por Gohm, 2003 intenta llegar más allá de los resultados Página 13 Inteligencia emocional estableciendo su propia hipótesis al afirmar que las personas que atienden poco a sus emociones, no consideran relevantes sus estados afectivos y no utilizan esa información para llevar a cabo estrategias efectivas para solucionar sus problemas. Otro estudio relacionado con este ámbito sería el realizado por Extremera y Fernández- Berrocal (2006) que analizaron la relación entre inteligencia emocional, sintomatología ansiosa y depresiva y el estado de salud físico, social y mental. Los resultados encontrados indicaron que personas con menor inteligencia emocional en la que necesitaban atención se relacionaba positivamente con mayor sintomatología ansiosa y depresiva, funcionamiento social y salud mental. Por el contrario, altas puntuaciones en inteligencia emocional se relacionaron con menores niveles de ansiedad y depresión y mejor rol y percepción de la salud y funcionamiento social Por tanto, se confirma la capacidad predictiva de la IE sobre áreas relacionadas con la salud. Diversos resultados muestran que la IE se relaciona con la mortalidad y con una mejor recuperación funcional tras un evento médico agudo. Un estudio realizado por Baena et al. (1998) sobre la relación del dolor con la inteligencia emocional intenta matizar esto. Explicaron cómo cuando la persona se somete a una operación quirúrgica, se constituye una situación de estrés para la persona implicada que ha de hacer algo para afrontarlo. En este afrontamiento es donde juega un papel fundamental la IE, es un factor decisivo en el ajuste al estrés provocado por el acto quirúrgico en este caso. Además de poder reducir la estancia hospitalaria y el consumo de analgésicos en el postoperatorio. Así pues, este estudio abre una puerta para la implantación de programas preoperatorios de inteligencia emocional, de fácil aceptación y bajo coste, podrían ser de utilidad en la prevención y tratamiento del dolor. Siguiendo en esta línea, otro estudio similar al anterior obtuvo conclusiones que coinciden con éste último. Carranque et al. (2004) hallaron que los pacientes que presentaron niveles más altos de IE evaluaron su dolor postoperatorio como menos intenso. Otro estudio parecido realizado puso de manifiesto la presencia de menos dolor postoperatorio en aquellos pacientes con mayor capacidad para la comprensión y reparación de sus emociones (Extremera y Fernández Berrocal, 2002; Fernández Berrocal et al., 2000; Salovey, 2001) siendo estas capacidades decisivas para el ajuste al estrés provocado por el acto quirúrgico. Sin embargo, una investigación realizada por González et al. Página 14 Inteligencia emocional (2007) coincide con las investigaciones anteriores, sin embargo, pone como eje central de la investigación, la personalidad de los participantes, y comprobaron, al contrario de sus expectativas, cómo la presencia de distintos perfiles de personalidad no parece influir en las estrategias de afrontamiento utilizadas ni en la intensidad de dolor percibida. Estudios realizados en otros contextos que favorecen la salud física, como es el mundo del deporte, mostraron que la IE se asocia positivamente con el bienestar (Extremera y Fernández-Berrocal, 2002). Según esto, un deportista que cree percibir, comprender y regular sus estados emocionales, tendrá mayores niveles de autoestima general y de emociones positivas durante la práctica deportiva. Por otro lado, es curioso destacar al hablar del deporte, los alumnos que practican deportes colectivos, tienen mayores niveles de IE que los alumnos que sólo realizan educación física en el colegio tras una cierta familiarización con el instrumento de medida de la IE en deporte percibida. (Benito, 2011). Si nos remontamos a investigaciones años atrás, podemos encontrar similitudes con matices que hemos visto en estudios recientes, Hanin y Sirja (1995) encontraron una relación entre el éxito deportivo y las emociones, dónde cada atleta reacciona de una forma diferente ante el estrés de competencia, requiriendo de cierto grado de emociones negativas o positivas para que le den un punto óptimo de desempeño en situaciones de juego. Inteligencia emocional y relaciones sociales en el ámbito educativo. Uno de los objetivos más importantes de cualquier persona es mantener las mejores relaciones posibles con las personas que nos rodean. EL modelo de IE de Mayer y Salovely (1997) propone un marco adecuado para investigar la adaptación social y emocional, ya que va a desarrollar un papel importante en el establecimiento, mantenimiento y calidad de las relaciones interpersonales. Las personas emocionalmente inteligentes no sólo serán más hábiles a la hora de percibir, comprender y regular sus propias emociones, sino que también serán más capaces de poner en práctica estas habilidades con los demás. Algunos estudios realizados han encontrado datos empíricos que apoyan la relación entre la IE y unas adecuadas relaciones interpersonales (Brackett et al., 2006; Extremera y Fernández- Berrocal, 2004; Salovey et al., 2005). Página 15 Inteligencia emocional En otros estudios realizados también en Estados Unidos, pero utilizando medidas de habilidad (MSCEIT), Salovey et al. (2005) se hallaron evidencias sobre la relación entre IE y la calidad de las relaciones sociales Los estudiantes que puntuaron alto en IE mostraban mayor satisfacción en las relaciones con sus amigos e interacciones más positivas, percibían un apoyo parental e informaban de menos conflictos con sus amigos más cercanos, incluso cuando se controlaban variables de personalidad e inteligencia. (Mestre et al., 2005), realizaron un estudio en el que comprobaron que la IE no muestra relaciones significativas respecto al número de veces que un alumno es elegido como preferido por sus compañeros, ni tampoco con la autovaloración sobre el funcionamiento personal y social dentro del aula; asimismo, Mestre, Guil y Gil-Olarte (2004) hallaron que a pesar de que la variable número de veces que es elegido como preferido/a se relacionó con todas las medidas del MSCEIT( Test de inteligencia emocional de Mayer y Salovey) salvo percibir emociones, sin embargo en el análisis de regresión sólo la rama manejo de emociones mostró cierto grado de predicción, por lo que se deduce que la IE no parece predecir una mejor aceptación social o valoración personal de los alumnos; la explicación la encontramos en Mestre et al. (2005) quienes afirman que la IE no predice el ajuste personal debido a que se utilizan medidas subjetivas en vez de hacerlo con criterios objetivos, como el rendimiento académico, en los que sí se ha verificado su poder predictor. Del mismo modo, no podemos olvidar la influencia de otras variables psicosociales como por ejemplo, la cultura, el papel del grupo de iguales y de la familia en el proceso de socialización y en la competencia emocional de niños y adolescentes. Inteligencia emocional y conductas disruptivas Como se ha comentado en el apartado anterior, alumnos con baja inteligencia emocional poseen peores habilidades interpersonales y sociales, lo cual puede favorecer el desarrollo de diversos componentes antisociales (Extremera y Fernández- Berrocal, 2002; 2004; Mestre et al., 2006; Petrides et al., 2004). El análisis del rol que juega el déficit en habilidades emocionales en el desarrollo de comportamientos disruptivos o violentos, constituye uno de los núcleos de Página 16 Inteligencia emocional investigación más importantes sobre inteligencia emocional aplicada al ámbito educativo. Un estudio realizado por Estévez et al. (2007) en el que se analiza la relación existente determinados factores familiares y escolares y la conducta violenta en la escuela, señalan la importante influencia que presenta aspectos como la comunicación familiar, las expectativas del docente y la actitud hacia la autoridad en el comportamiento de los alumnos a través de su efecto sobre el autoconcepto familiar y escolar. Algunos investigadores sugieren que las personas con una menos inteligencia emocional se implican más en las conductas autodestructivas (Brackett y Mayer, 2003; Brackett et al., 2004; Fernández-Berrocal et al., 2005; Trinidad y Johnson, 2002; Trinidad et al. 2002; Trinidad, et al., 2005). Aquellos que tienen un mayor repertorio de competencias afectivas basadas en la comprensión, el manejo y la regulación de sus propias emociones no necesitan utilizar otro tipo de reguladores externos (ejemplo., tabaco y alcohol) para reparar los estados de ánimo negativos provocados por la variedad de eventos vitales y acontecimientos estresantes a los que se exponen en esas edades. Salovey et al. (2003) y Ciarrochi et al. (2001) constatan que los alumnos con puntuaciones altas en IE tienen una mayor satisfacción en las relaciones con sus amigos, interacciones más positivas y menos conflictos con ellos. Asimismo, León (2009) enfatiza que un déficit en la IE provoca y facilita la aparición de problemas conductuales en los ámbitos de las relaciones interpersonales, y afecta al bienestar psicológico. Todos los estudios que han analizado la inteligencia emocional en las víctimas del bullying han evidenciado que la víctima es la parte que más sufre las consecuencias del acoso escolar en todas las facetas. Oliver et al. (1992) hallaron que los alumnos identificados como víctimas autoevaluaban los efectos del acoso que sufrían como severos en las dimensiones del autoconcepto social, emocional, académica y familiar. Muchos estudios han puesto de relieve que las víctimas muestran su baja autoestima, bajo autoconcepto (Eslea et al., 2004; Estévez, Martínez y Musitu, 2006; Mynard y Joseph, 1997; Nansel et al., 2001; O´Moore, 1997; Olweus, 1993; Piñuel y Oñate, 2006; Slee y Rigbt, 1993; Van Der Meulen et al., 2003). Estudios que han diferenciado entre víctimas pasivas y víctimas agresoras, confirman que las primeras tienen baja autoestima y las segundas alta como los agresores Página 17 Inteligencia emocional dominantes (Hanish y Guerra, 2004), y otros estudios han mostrado bajo autoconcepto emocional y social en las víctimas (Casanova et al., 2008). En las últimas décadas son muchos los estudios que han explorado diversas variables relacionadas con la inteligencia emocional en los agresores. Los estudios que han analizado la autoestima en los agresores han puesto de relieve resultados contradictorios. Algunos han mostrado que los que intimidan tienen un nivel alto de autoestima (Batsche y Knoff, 1994; Díaz-Aguado, 2004; Estévez et al., 2006; Olweus, 1993), otros han evidenciado que los agresores tienen como mínimo niveles medios de autoestima (Parkhurst y Asher, 1992), mientras que otros han hallado un nivel bajo (Esteve et al. 2001; O´Moore, 1997) y una autoestima más negativa en las dimensiones familiar y escolar (Estévez et al. 2006). Algunos estudios que diferencian entre agresores dominantes y ansiosos, evidencian que los primeros presentan alta autoestima (Hanish y Guerra, 2004) y los segundos baja (Cammack-Barry, 2005). En el contexto de esta controversia Baumeister (2001) concluye que el nivel de autoestima nada tiene que ver con la conducta agresiva. Otros estudios han puesto de relieve que el estudiante violento muestra deficiencias en dos cualidades esenciales de la inteligencia emocional, en autocontrol y empatía (Avilés y Monjas, 2005; Díaz- Aguado, 2006; Henley y Long, 1999; Hernández et al. 2002; Pelegrín y Garcés de los Fayos, 2008; Stassen, 2007), evidenciando la importancia de la empatía como elemento favorecedor de la convivencia (González et al., 2009). En este sentido, Rubin (1999) observó que los alumnos de primaria que obtenían mayores puntuaciones en la inteligencia emocional eran evaluados por sus compañeros como menos agresivos y sus profesores los consideraban más propensos a los comportamientos prosociales. Garaigordobil y Oñederra (2010). Publicaron un estudio que analizó las relaciones existentes entre ser víctima de acoso escolar y ser agresor, con parámetros asociados a la inteligencia emocional, tomando como referencia las investigaciones citadas anteriormente. Los resultados obtenidos confirmaron que los adolescentes que habían sufrido muchas conductas de intimidación o bullying, tuvieron bajo nivel de inteligencia emocional, baja emotividad, baja autoestima, baja tolerancia a la frustración, baja eficacia, y poca actividad ( baja capacidad para aceptar desafíos y no abandonar ante el fracaso. Los datos Página 18 Inteligencia emocional ratifican los resultados de los estudios de Hoover et al. (1992) y también los estudios que han evidenciado baja autoestima en las víctimas (Eslea et al.2014; De la Torre et al. 2001; O´Moore, 1997; Olweus 1993; Piñuel y Oñate, 2006; Slee y Rigby, 1993; Van Der Meulen et al., 2003) ; Por otra parte, los alumnos que tenían un nivel alto de conductas antisociales- delictivas mostraban bajo nivel de inteligencia emocional, de eficacia, de actividad, de responsabilidad, y de tolerancia. Estos resultados confirman los obtenidos por Caspi et al. (1994), Contreras y García (2008), Liau et al. (2003), Zimmerman (2005) y Zuckerman (1994), y principalmente a lo referente a deficiencias de autocontrol y empatía, los estudios de Avilés y Monjas (2005), Díaz Aguado (2006), Henley y Long (1999), Hernández et al. (2002) y Stassen (2007); Por último, los que recibían muchas conductas sociales positivas, tenían alta inteligencia emocional, alto nivel de pensamiento positivo, alto nivel de responsabilidad, bajo nivel de desconfianza, pocas creencias irracionales, alto nivel de ilusión y de ingenuidad. Estos resultados apuntan en la misma dirección que los hallados por Lopes et al. (2003) y Ciarrochi et al. (2001). Si nos centrados en la conflictividad en el aula, se aprecia que los sujetos que mejor usan, comprenden y manejan sus emociones son aquellos que obtienen menor número de “partes” por faltas de indisciplina y agresión, siendo menos hostiles en clase (Guil et al., 2004). De ahí que se proponga la IE como factor protector de conductas problemáticas como la violencia, la impulsividad y el desajuste emocional (Guil et al., 2007). Asimismo, estos resultados coinciden con los obtenidos con Extremera y Fernández-Berrocal (2004) ya que observaron que la tendencia a prestar atención a los sentimientos, se relacionó positivamente con la mayor tendencia a justificar las agresiones y con niveles más elevados de impulsividad. Además, este estudio reveló que la capacidad de los alumnos para reparar emociones se relacionó negativamente, con la justificación de agresiones ante conflictos interpersonales en el aula. (Extremera y Fernández-Berrocal, 2004). Inteligencia emocional y su influencia en los niveles de ajuste psicológico Aprovechar la información que nos brindan nuestras propias emociones nos facilita un mejor ajuste psicológico y una mayor adaptación a las demandas de Página 19 Inteligencia emocional nuestro entorno. La inteligencia emocional nos va a permitir disminuir la intensidad y la frecuencia de los estados de ánimo negativos provocados por los acontecimientos adversos de la vida cotidiana (Fernández-Berrocal y Extremera, 2006). Las investigaciones realizadas en esta línea tratan de establecer las relaciones entre las habilidades para percibir, comprender y manejar las emociones de manera adecuada y diferentes indicadores de ajuste psicológico. Los estudios realizados en Estados Unidos muestran que los alumnos universitarios con más IE informan de un menor número de síntomas físicos, menos ansiedad social y depresión y mayor utilización de estrategias de afrontamiento activo para solucionar problemas. Además, cuando estos alumnos son expuestos a tareas estresantes de laboratorio, perciben los estresores como menos amenazantes y sus niveles de cortisol y de presión sanguínea son más bajos (Salovey et al., 2002) e incluso, se recuperan mejor de los estados de ánimo inducidos experimentalmente (Godman et al., 1995). Las investigaciones realizadas con adolescentes españoles muestran que cuando se les divide e grupo en función de sus niveles de sintomatología depresiva, los estudiantes con un estado normal se diferenciaban de los clasificados como depresivos por una mayor claridad hacia sus sentimientos y por una mayor capacidad para regular sus emociones ( Fernández-Berrocal, et al., 2006). El bajo desarrollo de la IE acentúa el aislamiento, la ansiedad, la depresión, los problemas de atención o del pensamiento, la delincuencia y la agresividad (Goleman, 1996).Un estudio de Prieto et al. (2008), aplicado a más de 1500 alumnos de distintas instituciones educativas demostró la relación entre las capacidades cognitivas y emocionales de los participantes. Las conclusiones de ese estudio fueron que quienes manifiestan tener un cierto grado de bajas habilidades muestran también una considerable dificultad para expresar y gestionar sus sentimientos, caso contrario, quienes manifiestan estar conformes consigo mismos y con sus habilidades que a través del estudio se manifiestan como altas, y poseen mayor capacidad de expresión de sus sentimientos. Las personas con desajuste emocional presentan un perfil caracterizado por una alta atención a sus emociones, baja claridad emocional y la creencia de no poder modificar sus estados emocionales. (Salovey, 2001). También hay evidencias que sugieren que la inteligencia emocional permitiría Página 20 Inteligencia emocional elaborar e integrar de manera correcta los pensamiento intrusivos y rumiativos que acompañan habitualmente a los sucesos altamente estresante, así como a aquellos otros que obedecen a un estrés normal y están presentes en población no clínica (Extremera et al., 2001). Extremera et al. (1997). Hicieron una investigación sobre el ajuste emocional asociado con la IE y con dimensiones culturales. Entre sus resultados destacaron que las personas con mayores puntuaciones en claridad y reparación percibida presentan indicadores de ajuste emocional mejores tal y como ocurre en estudios previos (Extremera et al., 2001; Salovey, et al., 1999; Salovey et al., 1995). Los resultados con respecto a las culturas individualistas de su estudio tuvieron peores indicadores de ajuste emocional, lo cual coincide con los resultados de otras investigaciones que señalan que en este tipo de culturas se intensifica la expresión y vivencia de las emociones negativas. (Candía et al., 2000). Por otra parte, en las culturas colectivistas las redes naturales de apoyo social sirven como un amortiguador del malestar emocional permitiendo que las situaciones estresantes y problemáticas para las personas sean menos perjudiciales. (Basabe et al., 2000). Al contrario de lo que esperaban, la dimensión individualismo-colectivismo no varió la relación entre IE y ajuste emocional. En otros estudios, esta dimensión si varió los efectos de otras variables individuales aspectos de satisfacción subjetiva (Diener y Suh, 1999). Influencia de la inteligencia emocional en el mundo laboral En general, los resultados de todas las investigaciones encontradas ponen de manifiesto que existe una relación positiva entre la IE y el éxito laboral, y una relación negativa entre dicha variable y el estrés ocupacional y burnout. Como se ha mencionado al empezar esta revisión, personas con un nivel de estudios, objetivos y oportunidades similares han acabado con destinos muy diferentes. Siguiendo con los ejemplos propuestos inicialmente dónde personas en las que según el nivel académico eran promesas laborales y en la actualidad no tienen éxito, y sin embargo, otros con un modesto expediente académico han conseguido objetivos profesionales abrumadores. Según Cortese, 2008, las personas que obtienen mayor éxito en la vida no son Página 21 Inteligencia emocional siempre las que tienen más capacidades ni más experiencia, ni incluso más eficacia real, todos estos factores son importantes pero no suficientes. Otros autores también confirman esto realizando investigaciones para demostrarlo, como el realizado por Boyatzis y Spencer (2008) que pusieron de manifiesto que de las 16 habilidades que distinguían a los mejores empleados con los mediocres, excepto dos, eran habilidades emocionales. Estos estudios se repiten en el trabajo llevado a cabo por Spencer, que concluyó en que más del 80% de las aptitudes que discriminan entre los trabajadores superiores y los mediocres, dependen de la IE, no de la capacidad puramente cognitiva. Otros estudios como los realizados por Goleman (1998). Los resultados obtenidos en esta línea de investigación han hecho que los criterios de selección de personal cambien. A la hora de decidir al candidato que contratan, también tienen en cuenta variables como la IE y la autoeficacia percibida, ya que se ha comprobado que estás variables mejoran la capacidad de predicción del éxito laboral. (García-Izquierdo et al. 2007). Si una empresa fomenta el desarrollo de la IE en sus empleados, conseguirá que éstos mejoren la ejecución de tareas de las que son directamente responsables, que cooperen con sus compañeros, realicen sugerencias constructivas y contribuyan a un ambiente de trabajo positivo porque como afirman Lopes et al.(2007) las emociones desempeñan un papel fundamental en la interacción social. Moon y Hur (2011) Realizan un importante estudio a través de 600 encuestas con las cuales se buscaba identificar elementos relacionados entre la Inteligencia Emocional, el agotamiento emocional y el desempeño laboral. Estudio en el cual encontramos varios aspectos similares con el realizado por Umashankar K. y Ranganatham G (2011), donde coinciden en señalar que los individuos con altos niveles de IE tienen más probabilidades de hacer frente con eficacia a los problemas y presiones que se les puedan llegar a presentar en las organizaciones. Coincidiendo además según lo mencionan Moon y Hur (2011) con el estudio realizado por Nikolaou y Tsaousis (2002), quienes encontraron que la IE se asoció negativamente con el estrés laboral el agotamiento y la mala salud. El estudio permite además identificar varios elementos como la satisfacción laboral, el cansancio emocional y el optimismo entre otros para intentar analizar si las relaciones existentes entre estos y el Página 22 Inteligencia emocional desempeño laboral general puede o no ser negativo, identificando entonces de manera general las habilidades emocionales terminan siendo determinantes del éxito en las labores. Sin embargo lo importante que se puede relatar de este último estudio es que lo que básicamente se busca es demostrar como la Inteligencia Emocional es determinante en el desempeño laboral. Siguiendo en la misma línea es importante añadir el efecto protector de la IE frente al burnuot que sufren muchos profesores como consecuencia del estrés al que se ven sometidos en su labor profesional (Extremera et al., 2003) Estos autores realizaron un estudio en la universidad de Málaga dónde constaron la influencia de las emociones en la aparición del burnout, citado anteriormente, en el desajuste emocional de profesores. Los resultados revelaron que los aspectos de la inteligencia emocional y supresión de pensamientos explican parte de la varianza de las dimensiones de burnout no explicada por variables sociodemográficas tales como la edad, el sexo o los años de docencia de los profesores. Por ejemplo, evidencian como las personas con más tendencia a la supresión y menor capacidad de reparación emocional indicaban un mayor cansancio emocional. Todo esto adquiere mayor importancia cuando se trata de los profesores-tutores ya que “son considerados como un factor determinante para promover la formación en competencia socio-emocionales de los estudiantes y recién titulados” (Respetto y Pérez González, 2007). Otros estudios que hablan del burnout aunque sin aportar nada nuevo, son Fernández-Berrocal et al. (2004) que señalan que existe una relación negativa entre la regulación emocional y este tipo de estrés. Agusto et al., (2005) realizan una investigación cuyos resultados les llevan a concluir que la atención a las emociones predice dos de las dimensiones del burnout: el cansancio emocional y la despersonalización. Para concluir este apartado, los estudios que analizan la relación entre la IE y la satisfacción laboral aportan datos que permiten concluir que los individuos emocionalmente inteligentes están más satisfechos en su trabajo. (Abraham, 2000). Perspectiva de género Con respecto a las diferencias de género, existen varias opiniones que se Página 23 Inteligencia emocional contradicen las unas a las otras. Algunos, como Bramel, y Gibbon (2001) sugieren que hombres y mujeres tienen estilos emocionalmente diferentes, es decir, que existen diferencias significativas en inteligencia emocional.Estudios sobre las diferencias en IE desde la perspectiva de género es otro de los aspectos resaltados en la investigación de Guil et al. (2004) y en la que todos coinciden en señalar el hecho de ser hombre o mujer, en donde cada género presenta un perfil personal de puntos fuertes y débiles ( Caballero, 2004). Estas diferencias de género sugieren tratar los estudios de validez predictiva de la IE por separado hombres y mujeres para evitar efectos de regresión a la media (Mestre y Guil, 2006); en este sentido, es muy interesante la aportación de Guil et al. (2007) en el que se presentan los aspectos diferenciales, en cuanto al género, de las cuatro habilidades del modelo de Mayer y Salovey; paralelamente, es significativo el hecho de que, dependiendo del tipo de medida utilizada-autoinforme o prueba de habilidad- las diferencias observadas sean distintas en función del género (Extremera et al. 2006; FernándezBerrocal et al. 2004). Sin embargo, (Sotil et al.2008) realizaron un estudios con varios estudiantes de distintos colegios donde comprobaron que no existen diferencias emocionales entre el tipo de colegio de procedencia ni el sexo de los alumnos, dado que presentaban niveles similares en las escalas de inteligencia emocional. Otro estudio realizado difiere del visto anteriormente, pues existe evidencia que las mujeres prestan niveles más altos de atención hacia las emociones. Sin embargo, esta alta atención hacia las emociones se relaciona también con estrategias de afrontamiento inadecuadas frente a las empleadas por los hombres, que se caracterizan por tener una mayor capacidad de autorregulación emocional ante situaciones de estrés. Una posible explicación de estas diferencias tiene que ver con la adquisición de los roles de género mediante el proceso de socialización, que produce la internalización de las estructuras sociocognitivas. Así, en el varón se fomenta la aserción defensa de los derechos personales y expresión de desagrado), la iniciativa en las relaciones con el género opuesto y el comportamiento competitivo/agresivo, mientras que en las mujeres se enseña a anteponer las necesidades ajenas, ceder la iniciativa al otro sexo, reservarse las opiniones e inhibir los deseos por deferencia a los demás, produciéndose una mayor internalización de estructuras sociocognitivas. En Página 24 Inteligencia emocional general, con respecto a las diferencias de género, cabe decir que la mayoría de los resultados obtenidos reflejan un uso diferente entre hombres y mujeres de los procesos emocionales. Asimismo, en varios trabajos muy recientes en los que se emplean instrumentos de medida de la IE como el MSCEIT, se han encontrado diferencias significativas a favor de las mujeres. (Extremera et al., 2006). Petrides y Furnham (2000) realizaron un estudio con el objetivo de profundizar en las diferencias de género en Inteligencia emocional, sus resultados evidenciaron cómo el género era un predictor significativo del nivel de inteligencia emocional. Por ejemplo, la evidencia de que las mujeres son más hábiles socialmente que los hombres, obteniendo puntuaciones más altas en los test de evaluación de inteligencia emocional. Así algunos autores han sugerido que las emociones desempeñan un papel diferente en las interacciones sociales de hombres y mujeres hasta el punto de que forman mundos emocionalmente diferentes. (Mestre et al., 2007) Sin embargo, todavía no se ha aclarado ni hay ninguna verdad absoluta sobre como la IE influye en las perspectivas de género. Finalmente, otras variables que han sido motivo de atención por parte de investigadores y que se han relacionado con la IE son: estrés y burnout (Extremera et al., 2007) ansiedad y estrés en adolescentes (Alcaide et al. 2006; Lozano et al. 2006) optimismo y pesimismo (Durán et al. 2007) salud física y mental (Extremera y Fernández-Berrocal, 2006), satisfacción personal (Extremera y Fernández-Berrocal, 2005), empatía (Fernández y Barraca, 2005), calidad de vida (Augusto et al. 2004) y apoyo a la integración escolar (Lucas, 2005). En la actualidad, las líneas de investigación abiertas buscan analizar los vínculos de la IE con una gran cantidad de aspectos educativos y variables relevantes como la autoestima, la percepción de felicidad, el optimismo, el clima familiar, la agresividad y la ira, entre otros. (Extremera y Fernández Berrocal, 2002). Página 25 Inteligencia emocional Conclusión A modo de conclusión, considero que la sociedad está cambiando y la escuela debe adaptarse a esas nuevas necesidades para formar a las nuevas generaciones para que estén preparadas y puedan desenvolverse adecuadamente respondiendo a las demandas que les exijan en un futuro. Pero en esa formación no sólo estamos hablando de conocimientos teóricos, sino de una enseñanza en valores que a día de hoy se están perdiendo cada vez más. Esa enseñanza es la llamada inteligencia emocional, definida por Mayer y Salovey como la habilidad de las personas para percibir (en uno mismo y en los demás) y expresar las emociones de forma apropiada, la capacidad de usar dicha información emocional para facilitar el pensamiento, de comprender y razonar sobre las emociones y de regular las emociones en uno mismo y en los demás. Considero que es fundamental una colaboración entre toda la comunidad educativa para promover y que esta enseñanza sea una realidad en nuestras aulas, debido a todas las ventajas propuestas por numerosos autores como Extremera, Fernández-Berrocal, Guil, Maestre, entre otros, que han demostrado los grandes beneficios, en los que estoy de acuerdo, que tienen en la salud, tanto mental como física, en el ajuste psicológico, en las relaciones sociales en la escuela, el rendimiento académico y las conductas disruptivas. Por otro lado, también tiene beneficios y consecuencias a largo plazo como se demuestra en el apartado de relación con el mundo laboral, donde sólo quien tenga un nivel alto de inteligencia emocional destacará y será feliz en su trabajo, evitando el llamado burnuout. Por último, se ha mencionado el tema de la perspectiva de género, un tema que ha creado controversia y una gran afluencia de diversas opiniones. Personalmente, considero que cada individuo es diferente y está sujeto a unas circunstancias y a un contexto, donde el sexo es una parte de todas las características que forman a esa persona. Página 26 Inteligencia emocional 5. BIBLIOGRAFÍA ABARCA, M., MARZO, L., y SALA, L. (2002). La educación emocional en la práctica educativa de primaria. Bordón, 54, 505-518. Andrés, L. (2009). Presentación de un modelo estructural para explicar la naturaleza de las relaciones entre regulación emocional, personalidad y bienestar psicológico. 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