PAU Lengua 2010 modelo Extremadura

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Lengua castellana y Literatura
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EXTREMADURA
MODELO CURSO 2009-2010
SOLUCIÓN DE LA PRUEBA DE ACCESO
AUTORA:
Aurora Martínez Ezquerro
Opción A
Parte 1) Comentario del contenido del texto
a) El escritor del artículo considera que Jacinto Benavente
es el autor más popular de la historia y lo argumenta desde una doble perspectiva temporal: la contemporánea y la
de su época. En el momento presente, el escritor es famoso… por los aforismos que se recogen de forma divulgativa en calendarios (incluye ejemplos de algunas de sus
máximas). La segunda argumentación se centra en la
amplísima difusión que tuvo entre el público en su
momento y destaca, asimismo, la circunstancia de haber
alejado de los escenarios los excesos melodramáticos de
Echegaray; esta capacidad de transformación le lleva a
compararlo con Cervantes, puesto que ambos introdujeron
nuevas formas y contenidos en contextos socio-culturales
que tenían muy arraigadas otras modas literarias.
b) Voy a abordar el comentario a partir de las ideas que
manifiesta el autor del texto. En primer lugar, parece exagerada la afirmación que vierte cuando dice que Benavente es el autor más popular de la historia, pero aquí la reticencia que utiliza no deja de ser sino un guiño al lector
que, a continuación, y aligerando siempre el tono serio, se
encarga de aclarar. Es cierto que el dramaturgo ha sido
ampliamente mencionado en los calendarios o agendas
(objetos de fácil acceso, frecuente compra y, por consiguiente, muy divulgativos). Las máximas que recoge en
sus obras no han perdido vigencia porque son del gusto
popular, ya que abordan cuestiones de interés general
(amor, dinero, envidia…) desde una perspectiva pragmática y de fácil comprensión. Ante estas características resulta
razonable que haya llegado al gusto del gran público y
perviva hasta la actualidad. Es más, el tono cómico-sentencioso de sus frases memorables las hace todavía más propias del gusto multitudinario, aspecto que el crítico subraya
con cierto humor.
Tras juzgar la popularidad de Benavente en el presente,
Ranconi procede a trazar una rápida semblanza de lo que
significó este autor para el panorama del teatro español en
su momento. Bien es verdad que fue un dramaturgo muy
aclamado por la burguesía, pues escribía obras del gusto
de esta, razón que permite afirmar que sus obras eran éxitos seguros que se rifaban los empresarios teatrales. Es
obvio que se trataba de un autor comercial, no obstante,
llegar a esta consideración manteniendo la calidad a veces
resulta un poco difícil y Benavente lo consiguió, puesto
que supo conjugar las necesidades del momento con la
novedad y el valor artísticos. Su acercamiento de forma
sencilla a la escena realista le permitió alcanzar estas cotas,
teniendo en cuenta las dos tendencias teatrales del período
(teatro comercial y teatro de renovación). El éxito de
este autor responde a la necesidad que sentían algunos
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escritores realistas de romper con la dramaturgia cargada
de exacerbado regusto romántico y llena de impostura,
esto es, de apasionamiento verbal y gestual. En este contexto triunfó la comedia benaventina, que abogaba por el
uso de un lenguaje más próximo a la realidad.
En definitiva, el teatro amable de Jacinto Benavente supuso
un soplo de aire fresco en la escena española del primer
tercio del siglo XX y sirvió para que situaciones normales y
personajes reales tomasen protagonismo en sus obras, de
tal forma que el espectador pudiese identificarse con ellas.
Se consiguió, así, un teatro que mostraba en el escenario
preocupaciones de la burguesía, pero de forma suave y
sencilla. Y en cuanto a sus máximas, si siguen triunfando se
debe a que apelan a lo más sensible de nuestra existencia,
a los aspectos que nos interesan como personas sociables,
esto es, el amor, la inteligencia, la envidia, el dinero… Al fin
y al cabo los sentimientos no han cambiado tanto.
c) Jacinto Benavente y su contexto: el teatro español del
primer tercio del siglo XX
A fines del siglo XIX, el panorama teatral español estaba
dominado por el drama realista y las obras de José de
Echegaray, quien llevó a los escenarios una exacerbación
del romanticismo con situaciones y conflictos extremos. En
las primeras décadas del siglo XX, hubo diversos intentos
de renovación teatral, pero tanto las obras teatrales más
interesantes como las pretensiones de mejoras técnicas
y profesionales no pudieron contra las estructuras que
dominaban en el teatro español. Así, los escritores realistas
y los finiseculares, conscientes del cambio, rechazaron la
dramaturgia de Echegaray. Se fueron conociendo las nuevas tendencias europeas (Ibsen, Wilde, Rostand), impulsoras
de un teatro ambicioso estéticamente que sustituía la
representación tradicional del mundo por su evocación.
Especial influencia tuvo el teatro poético, consolidado en
París con el estreno de La intrusa, del belga Maeterlinck,
basado en la sugerencia y sin decorado descriptivo.
Es obvio que las particulares circunstancias que gravitan
en torno al género teatral conforman sus características
más sobresalientes. Como espectáculo pesan sobre él
unos fuertes condicionamientos comerciales que se explican en el predominio de locales privados, cuyos empresarios han de tener muy en cuenta los gustos del público
que llena sus salas: la mayoría de los espectadores son de
clase acomodada. Esta circunstancia tiene consecuencias
en dos ámbitos. En el ideológico, ya que son escasas las
posibilidades de un teatro que vaya más lejos de la propia
capacidad de autocrítica del público mencionado; y en el
ámbito estético, donde se aprecia una fuerte resistencia a
las experiencias que se salgan de las formas tradicionales;
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por consiguiente, las nuevas tendencias tardan más en llegar a los escenarios. Por eso los autores que en cualquiera
de los mencionados ámbitos no respondan a las condiciones imperantes, tendrán que optar por claudicar ante tales
condiciones o resignarse a que su producción, salvo
excepciones, quede relegada a una minoría.
Así se explica que el teatro español del primer tercio del
siglo XX se reparta entre dos frentes:
쐌 El teatro que triunfa o teatro comercial, continuador, en
gran parte, del que imperaba a finales del siglo XIX. Aquí
destaca la comedia burguesa, con Benavente, en la que se
perciben a veces atisbos de crítica social; el teatro en verso
(neorromántico); y el teatro cómico (costumbrista).
쐌 El teatro innovador, que pretende transformar el teatro
con aportaciones técnicas o con enfoques ideológicos. Es
el caso de las experiencias teatrales de algunos noventayochistas, como Valle-Inclán, Azorín o Unamuno; y la obra
de Lorca, que será síntesis y cima de las inquietudes del
momento y que constituye el verdadero teatro poético.
En este dividido contexto, Jacinto Benavente es la figura
más representativa de las posibilidades y limitaciones del
período. Tuvo un comienzo audaz con El nido ajeno (1894),
sobre la situación opresiva de la mujer casada en la sociedad burguesa. Los jóvenes inquietos aplaudieron su carga
crítica y también lo consideraron un renovador del lenguaje teatral, por su pulcritud y su discreción tan opuestas a la
grandilocuencia de Echegaray. Pero esta comedia fue un
fracaso y se retiró del cartel debido a la indignación del
público.
Se vio entonces este dramaturgo ante el citado dilema:
mantener la carga crítica y verse rechazado, o aceptar los
límites impuestos y limar asperezas. Y escogió lo segundo.
Así, el tono fue suavizándose en sus obras siguientes: La
noche del sábado (1903), Rosas de otoño (1905)… Siguió
retratando las clases altas, con sus hipocresías y convencionalismos; sabía que al público burgués no le importaba
sentirse criticado hasta cierto punto, eso sí, nunca traspasó
los límites. Y de ese modo, no solo fue tolerado, sino muy
aplaudido.
Su teatro se caracteriza por la mesura en la composición
de situaciones y caracteres, y por el minucioso realismo de
la puesta en escena. Sus obras se mantienen en la llamada
«comedia de salón», salvo excepciones. La más destacable
es Los intereses creados (1907), su obra maestra, que encierra
una cínica visión de los ideales burgueses (siempre de
forma edulcorada).
También intentó el drama rural con La malquerida (1913),
aunque no acertó con un lenguaje que combinara de forma convincente lo rural con lo poético (logro que consiguieron Valle-Inclán o Lorca).
En la segunda década del siglo XX, la fama del dramaturgo ya se había consolidado. En 1922 se le concedió el
premio Nobel, pero la crítica joven le fue hostil, lo acusaron de conservador y de ñoño, si bien el éxito le siguió
sonriendo y su público continuó acompañándolo incluso
en la posguerra.
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El lugar de Benavente en la historia del teatro, en este
ambiente cultural y literario, se debe establecer por contraste con las corrientes que imperaban cuando él llegó a
la escena. Le corresponde el haber barrido los residuos del
drama posromántico, proponiendo un teatro sin grandilocuencia, con una fina presentación de ambientes cotidianos y una «filosofía» trivialmente desengañada. Destaca,
asimismo, su habilidad escénica, su ingenio y la fluidez de
sus diálogos. Su teatro componía una crónica, casi siempre
amable, de las preocupaciones y los prejuicios burgueses,
por medio de una suave ironía.
De Benavente arranca una línea teatral que incluye como
inmediatos sucesores a M. Linares Rivas y a G. Martínez
Sierra. La línea de este autor se prolonga en los años treinta,
incluso en la posguerra, con figuras como J. I. Luca de Tena,
J. López Rubio, J. Calvo Sotelo, etcétera.
Parte 2) Comentario lingüístico del texto
a) El fragmento corresponde a un texto periodístico, en
concreto, es un artículo de una sección cultural, en el que
el escritor analiza y enjuicia la importancia de Benavente
actualmente y en su momento histórico, a la vez que ofrece datos precisos sobre el tema en cuestión. En este tipo
de texto, de tono subjetivo, el autor se hace responsable
de sus valoraciones —puesto que firma con su nombre—
y trata de ofrecer su opinión y de esa forma influir en sus
lectores. El receptor es muy amplio, y, aunque aporta detalles de interés literario, es de fácil comprensión y puede ser
entendido por personas no versadas en el tema. Desde
este punto de vista se puede considerar que tiene carácter
divulgativo.
En cuanto a las modalidades textuales, se combinan la
exposición —se muestran datos de Benavente y su teatro—
y la argumentación —se defiende la tesis sobre la popularidad intemporal del autor—. El texto responde a una
estructura bipartita que se distribuye en las razones de
la popularidad del dramaturgo, en el presente y en su
época. En el primer párrafo (primera parte), prevalecen los
argumentos de ejemplificación (las citas de los aforismos);
y en el segundo párrafo (segunda parte), se utiliza la argumentación que responde a ejemplificaciones (se entiende
que son datos tomados de fuentes fiables) o a verdades
evidentes, aunque también recurre a la argumentación
afectiva que se observa, sobre todo, en los entrecomillados
(«obras para el público…») y en el uso metafórico de algunos términos (emulando, fulmina…).
En cuanto a los elementos lingüísticos, predomina el uso
de la tercera persona (referida al propio autor y a un
supuesto receptor que también opina, esto es al público
en general: diría, es, arrincona…). El uso de los tiempos verbales se caracteriza por la preponderancia del presente
histórico, que ofrece información del autor en su tiempo
(se rifan, fulmina…); aunque también se aprecia el pretérito perfecto simple para citar datos del autor (fue); y el
presente, que sitúa al lector en el momento actual del
discurso (pongo). En cuanto a los sustantivos, se distingue
un equilibrio entre sustantivos abstractos y sustantivos
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concretos. Los abstractos se recogen en los aforismos y en las
impresiones que produce el dramaturgo, y aluden a conceptos inmateriales (sentencias, ejemplos, amor, ironía…), y
los concretos se refieren al campo semántico de la dramaturgia (autor, lectores, escritor, personajes, obras…). Los
adjetivos calificativos son valorativos (ingenioso, «seria»,
ampuloso, exagerado…). La sintaxis, aunque básicamente
compuesta, es de fácil comprensión, y se recurre a la
subordinación para explicar las relaciones lógicas que se
establecen entre los distintos períodos sintácticos. En el
gusto por cuidar el estilo y, asimismo, por llegar al lector, se
aprecia el uso de alguna metáfora (factoría de sentencias) y
varios desplazamientos semánticos (domina, arrincona,
suministra…).
En cuanto a las funciones comunicativas, puesto que se
trata de un texto con predominio de la modalidad argumentativa, destaca la función apelativa o conativa, los
razonamientos esgrimidos por el crítico tratan de convencer al receptor de su tesis. También está presente la función expresiva, pues manifiesta sus opiniones y, por tanto,
su actitud es subjetiva. Y aparte de la función comunicativa por excelencia, la representativa, se observan construcciones sintácticas entrecomilladas (“seria”…) que corresponden a la función metalingüística. Finalmente, la
función poética también se halla presente en la clara
voluntad de estilo, ya mencionada.
b) El significado de las palabras propuestas y algunos
posibles ejemplos son los siguientes:
쐌 maledicente: «difamador, murmurador o calumniador».
Ejemplo: Su vecino siempre lo está criticando, es un maledicente.
쐌 aforismo: «máxima que se da como guía en una ciencia
o arte». Ejemplo: Alguien dijo el aforismo siguiente: «La virtud está en el justo medio».
쐌 emulando (emular): «imitar, remedar». Ejemplo: El joven
parecía estar emulando las hazañas de su abuelo.
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쐌 incesto: «relación sexual entre parientes dentro de los
grados cuyo matrimonio no es permitido». Ejemplo: Edipo
y su madre Yocasta cometieron incesto.
c) El análisis sintáctico en forma de esquema se ofrece en
la última página, en el Cuadro 1.
Nos encontramos ante dos oraciones coordinadas adversativas unidas por el nexo pero:
쐌 Oración coordinada adversativa 1
La oración El dinero no puede hacer que seamos felices está
formada por un sintagma nominal con función de sujeto
(El dinero) y un sintagma verbal con función de predicado
(no puede hacer que seamos felices). Dentro de este sintagma verbal se distingue un complemento circunstancial de
negación (no), un núcleo (la perífrasis verbal puede hacer)
y un complemento directo formado por una oración subordinada sustantiva (que seamos felices). Esta oración
subordinada con sujeto elíptico (nosotros) está constituida
por un sintagma verbal con función de predicado; dentro de
este se distingue el nexo que, el núcleo seamos y el atributo felices.
쐌 Oración coordinada adversativa 2
El sujeto de la oración es lo único que nos compensa de no
serlo es elíptico (se sobreentiende, el dinero) y el predicado
está compuesto por la oración es lo único que nos compensa de no serlo. El núcleo es el verbo (es) y el resto de la oración tiene función de atributo. Dentro de este atributo distinguimos un determinante (lo), un núcleo (único) y un
complemento del nombre formado por una oración subordinada adjetiva especificativa (que nos compensa de no
serlo). Dentro de esta oración, el nexo que tiene función de
sujeto, el predicado se subdivide en complemento indirecto (nos), núcleo (compensa) y un complemento de régimen
que contiene una oración subordinada sustantiva (no serlo). Esta se halla, a su vez, formada por un complemento
circunstancial de negación (no), un núcleo (ser) y un atributo (lo).
Opción B
Parte 1) Comentario del contenido del texto
a) El texto aborda la riqueza de pensamiento que aporta
la lectura de la poesía y la necesidad de acercarse a ella de
forma voluntaria a partir de la selección de ciertos autores,
al margen de las modas. Considera que cada lector debe
tener sus gustos y no debe dejarse arrastrar; además, la
oferta de autores y obras es tan abundante que permite
una amplia elección. Se puede disfrutar de la lectura y
aceptar con naturalidad que los gustos son cambiantes. Lo
importante es no rechazar a priori ningún autor; aunque
las propias experiencias, estudios realizados, relaciones
personales y lecturas vayan mudando la sensibilidad, hay
que sentir que lo leído en un momento determinado
resulta satisfactorio.
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b) El autor, con buen juicio y partiendo de su experiencia,
considera que muchas personas se sienten «arrastradas»
por los dictámenes de la moda. Es cierto que en cuestión
de manifestaciones artísticas —campo que aquí nos compete— puede resultar más complejo tener una opinión firme, pero esto ocurre solo cuando no hay un conocimiento
profundo de la cuestión y existe una ausencia de ideas claras y, por tanto, se produce la carencia de un criterio definido que impida dejarse llevar por el fenómeno.
El mundo del arte exige unos conocimientos que, como
expone el autor, deben partir de una experiencia, de un
período de prueba, que favorezca una aproximación a las
distintas posibilidades ofrecidas por este ámbito. Insiste en
que no se debe rechazar nada en un principio, esta actitud
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de la conducta de la población caracterizaron la vida cotidiana y cultural de la época. El Estado decidió las orientaciones culturales y artísticas mediante la censura, las consignas obligatorias y la promoción de autores y de obras.
Veamos lo ocurrido en los decenios sucesivos.
de rechazo es sinónimo de ignorancia. La personalidad del
experimentado le permitirá no sentirse inquieto (como
reconoce el autor), aunque sus gustos no corran parejos a
las modas que dictan los críticos. La clave para evitar que
las personas se dejen manipular radica en la seguridad
que estas hayan adquirido gracias al conocimiento que
tengan de la materia, en este caso, de la lectura de diversos
autores. Y esta es la idea que desea transmitir Pedro Provencio: no deben influir las modas, lo que debe prevalecer
es la formación intelectual del sujeto en cuestión. De este
modo, su actitud se hará sólida y podrá mantener sus gustos por encima de cualquier influencia. Lo ideal es ser una
persona con criterio y este se puede encontrar en el
conocimiento.
쐌 Década de los cuarenta. Los poetas garcilasistas cultivan al principio una poesía evasiva, en la que prima la
perfección formal; posteriormente evolucionaron hacia
otras propuestas: la vida cotidiana, la familia, el sentimiento religioso. A mediados de la década surge una poética
preocupada por la situación del ser humano, en la que se
acentúan el dolor y la angustia. Por otro lado, se cultiva
una lírica que enlaza con las vanguardias: la del grupo
Cántico, el postismo y el surrealismo.
Pero aparte de la necesidad de que los lectores experimenten en el mundo de la lectura y, de esta forma, afiancen sus gustos, el autor también insiste en que no es insólito que vayan cambiando sus apetencias a medida que se
impregnan de experiencias, vivencias, lecturas… Esta
situación de mudanza del gusto literario es absolutamente
normal, incluso sería la ideal (aspecto que se sobreentiende). Nadie es veleidoso por rechazar algo que en una época
anterior le fascinaba; antes todo lo contrario: es la constatación de que vamos cambiando, evolucionando, recorriendo caminos y llegando a nuevos destinos que corroboran
nuestro crecimiento cultural.
쐌 Década de los cincuenta. Surgió una conciencia minoritaria disidente de los valores del régimen; se desarrolló
una ideología contraria a la oficial, muchas veces alentada
por los hijos de la propia burguesía que apoyaba al régimen. En 1966 una nueva ley de prensa eliminó la censura
previa, aunque se siguieron aplicando límites a la libertad
de expresión. En estos años predomina la poesía social,
crítica, caracterizada por la sencillez expresiva, la presencia
de lo narrativo y la intención apelativa, con el fin de comunicarse con el mayor número de lectores y desempeñar
una función social: colaborar en la transformación de la
realidad.
Es por tanto necesario forjarse una personalidad construida a partir de experiencias; esta circunstancia evitará que
caigamos en las redes de la moda. Si nos sentimos seguros
de lo que nos gusta, podemos argumentar a favor de ello
y estamos preparados para combatir las ideas que venden
algunos críticos y que «absorben» las de quienes carecen
de juicio para opinar en contra.
쐌 Década de los sesenta. Aunque prosigue la estética del
realismo social, a mediados de los cincuenta, la promoción
de los sesenta —también llamada generación de los años
cincuenta— empieza a producir obras con una concepción
distinta a la poesía, más interesada en lo individual y que
pone mayor énfasis en los aspectos lingüísticos y retóricos
del poema.
c) Vicente Aleixandre y su contexto cultural: la poesía
española desde la posguerra hasta finales de los años
sesenta
En este contexto, la poesía de Vicente Aleixandre presenta una fuerte unidad y, al mismo tiempo, una evolución al
compás de los diferentes momentos estéticos e históricos
por los que la creación artística ha caminado durante su
larga vida. La unidad la da un tema central: la solidaridad
amorosa del poeta, del ser humano con todo lo creado. Es
un poeta con cosmovisión propia que se extrae al compás
de la evolución a través de los años. Simplificando mucho,
se podría decir que su poesía es unitaria dentro de tres
impulsos evolutivos: en una primera etapa se comunica
especialmente con la naturaleza (La destrucción o el amor,
1935); en la segunda, sin perder esta comunicación, busca
la de los hombres (Historia del corazón, 1954); y en la tercera,
sin perder ambas, se centra en la comunicación consigo
mismo (Poemas de la consumación, 1968).
En la evolución de la poesía española se produjo un cambio profundo como consecuencia de la Guerra Civil. La
muerte de algunos autores y el exilio de otros daba la sensación de haber acabado con toda una generación de
escritores; sin embargo, este corte fue menos drástico ya
que existen nexos de unión entre la poesía anterior y posterior al conflicto. En concreto, dos de los poetas del grupo
del 27 que permanecieron en España se convertirán en
modelos seguidos por los más jóvenes: Dámaso Alonso,
con Hijos de la ira (1944), inicia una tendencia de poesía
existencial; y Vicente Aleixandre, con Historia del corazón
(1954), será el arquetipo para los poetas sociales de posguerra. Este autor, una de las primeras figuras del grupo
del 27 y, a su vez, uno de los más grandes poetas modernos, se dedicó por entero a la poesía y su presencia en
España tras la contienda supuso un profundo y decisivo
magisterio en la poesía posterior. Es significativa su condición de puente entre varias generaciones de poetas.
La dictadura franquista instaurada en 1939 condicionó el
desarrollo cultural y las manifestaciones ideológicas de las
décadas siguientes. Tras la posguerra, las normas y el control
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Pasamos ahora a explicar estas etapas que caminan de forma paralela al desarrollo de la poesía desde la posguerra
hasta finales de los años sesenta.
쐌 Primera etapa. Comienza a partir de 1928. Aparte de
Ámbito (1928) —libro relacionado con la poesía pura y con
influencias de Juan Ramón Jiménez y de Jorge Guillén—,
la presencia del surrealismo (recuérdese que el contexto
literario vuelve la vista a las vanguardias) es patente en las
obras Pasión en la tierra (1935), Espadas como labios (1932),
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La destrucción o el amor (1935) y Mundo a solas (19341936). Si bien comienza siendo surrealista en el primer
libro, cambia su rumbo en el segundo hacia un superrealismo socialmente más combativo, crítico e irónico. Llega al
cenit de su etapa surrealista con La destrucción o el amor;
y en Mundo a solas muestra una poesía pesimista que cierra
esta primera época. En toda ella la comunión del poeta
con todo el cosmos es su principal aliento.
쐌 Segunda etapa. Tras la guerra civil, Sombra del paraíso
(1944) es una obra cumbre (constituyó uno de los grandes
acontecimientos literarios de la posguerra), y supone la
lenta transición hacia la plenitud de la segunda etapa, que
se da con Historia del corazón (1954). En este período la
naturaleza cede su puesto a la historia, a la preocupación
por el hombre, y el autor abandona totalmente la escritura
superrealista de la primera etapa, atento sobre todo a la
comunicación con los otros. Son los años de la poesía
social en España, aunque por su personalidad y por sus
orígenes, no se puede decir que Aleixandre escriba lo que
en esos años se entiende estrictamente por una poesía de
compromiso político-social. En esa órbita se mueve un
libro más circunstancial, Nacimiento último (1953). Con el
poemario En un vasto dominio (1962) muestra que sus primeras tesis siguen vivas y se abrazan en una especie de
síntesis las dos tendencias señaladas.
쐌 Tercera etapa. Tras otro libro de menos unidad y envergadura, Retratos con nombre (1965), empieza a trabajar en
la vejez en una obra que va a ser la culminación de la tercera etapa que podría llamarse poesía de la meditación:
Poemas de la consumación (1968), que continúa en Diálogos del conocimiento (1974). Hay en estos libros una vuelta
a imágenes y símbolos de la primera etapa, pero diluidos
por una intención reflexiva en la que parece que el poeta
quiere comunicarse consigo mismo, explicarse a sí mismo
y, ya desde la ancianidad, marcar un aire de despedida en
poemas tan expresivos como Las palabras del poeta, Los
viejos y los jóvenes, Rostro final o El poeta se acuerda de su
vida. Por tanto, en esta última etapa coincide con las tendencias de la década, más interesadas por lo individual y
por los aspectos lingüísticos y retóricos del poema.
En resumen, aunque con voz propia y una clara cosmovisión personal, se aprecia en la poesía de Vicente Aleixandre cierta evolución paralela a los cambios culturales y literarios de la poética comprendida entre la posguerra y 1970.
Parte 2) Comentario lingüístico del texto
a) Nos hallamos ante un texto que pertenece al ámbito
de las humanidades, concretamente a la filología, por lo
tanto se trata de un texto humanístico —un manual de
naturaleza didáctica— que como si de un ensayo se tratara nos informa de los modos y procedimientos con que
cuenta el ser humano para poder interpretar su propio
acercamiento al mundo de la poesía. Aunque su intención
comunicativa es de carácter informativo y didáctico, también se aprecia un matiz persuasivo. En este sentido y en
relación con la modalidad textual, nos hallamos ante un
texto principalmente expositivo-argumentativo en el que
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se aprecia subjetividad. El emisor, aunque es un especialista en la materia, se dirige a un receptor amplio, no especializado; al respecto, puede juzgarse que el lector de esta
obra es extenso, aspecto que viene refrendado por el tema
tratado que resulta de interés general.
La manera de ofrecer los contenidos se encuentra muy
bien expuesta, ya que partiendo de las diferentes actitudes que se pueden presentar ante el acercamiento a la
poesía, se van argumentando estas. Además, se presentan
de forma paulatina opiniones y sugerencias que pueden
orientar al lector «inmaduro». La argumentación que se
utiliza es básicamente la ejemplificación (hace años se puso
de moda Gustav Mahler…), junto con la analogía (Ocurre
igual con la música) y las verdades evidentes (La poesía […]
no forma parte de la moda).
Puesto que el texto ofrece una visión subjetiva del tema
abordado, la utilización de los variados elementos lingüísticos sirve para refrendarlo. Nos encontramos, por ejemplo,
con el uso de la primera persona del plural (añadimos)
cuya función primordial consiste en incluir al lector como
receptor que comparte creencias con el autor; de este
modo, el autor consigue una identificación que busca la
empatía. Asimismo, el empleo de la perífrasis verbal de
carácter obligativo (debe inquietarse, debe preocuparse…)
antecedida por el adverbio negativo sirve para atenuar la
posible sensación de rechazo que siente el lector ante sus
impresiones frente a la lectura poética. Se utiliza también
la forma impersonal con el fin de exponer las posibilidades
que tiene la poesía y su acercamiento a ella (Hay poesía…).
Los sustantivos gravitan en particular en torno a tres campos semánticos: actitudes o sentimientos (admiración, gusto,
captación…), literatura (poeta, poemas, historia de la literatura…) y, en menor medida, gastronomía (paladar, gusto,
despensa…). En este último campo, cabe destacar la metáfora que habla del paladar, la despensa y los gustos literarios, y que se usa para aligerar el tono de forma muy acertada (la Historia de Literatura […] es una despensa fabulosa).
Se observa poca adjetivación, puesto que el objetivo del
texto es indicar diversas actitudes y estadios que se experimentan en el acercamiento a la literatura y, por eso, interesa más precisar mediante el sustantivo. La sintaxis es
compuesta, principalmente, ya que trata de explicar de forma clara las diferentes relaciones que se encuentran en las
proposiciones; sin embargo, no resulta compleja la trabazón sintáctica, pues el estilo del autor es ágil y sencillo.
En cuanto a las funciones de la comunicación, se aprecia
la referencial, puesto que es la función comunicativa por
excelencia. El carácter de texto argumentativo se observa
en la función apelativa, el autor trata de convencer al
receptor (al nuestro; no tenemos por qué imponer a un paladar). Se trata de un texto subjetivo, aspecto que se corrobora por el uso de la función expresiva (puede sonar, de
pronto, muy cerca de nuestra sensibilidad). También se distingue la función poética en la cuidada selección del vocabulario y en la voluntad de estilo del autor (metáforas,
como la reseñada sobre la historia de la literatura; juegos
con el lenguaje, como alusiones a refranes: no hay que decir
nunca «de esa poesía no beberé»…).
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b) El significado de las palabras propuestas y algunos
posibles ejemplos son los siguientes:
쐌 inquietar(se): «preocupar(se)». Ejemplo: Por tener unas
décimas de fiebre, no hay que inquietarse.
쐌 apreciable(s): «importante para ser notado». Ejemplo:
Resultan apreciables sus cualidades para el deporte.
쐌 experiencia(s): «conocimiento de la vida que se adquiere viviendo». Ejemplo: Le dejaron marcado sus experiencias
de la infancia.
쐌 captación: «acción y efecto de captar, atracción, seducción». Ejemplo: El orador consiguió la captación del interés
de su auditorio durante toda la exposición.
c) El análisis sintáctico en forma de esquema se ofrece en
la última página, en el Cuadro 2.
Se trata de una oración compuesta formada por una oración principal (El lector no debe inquietarse) y una oración
subordinada adverbial de causa, cuyo nexo es por el
hecho de que, formada por dos oraciones coordinadas
entre sí mediante el nexo y (un poeta no le guste nada y
otro le guste mucho) que tienen función de complemento
circunstancial de causa de la oración principal.
La función de sujeto está desempeñada por un sintagma
nominal constituido por un determinante (El) y un núcleo
(lector); el resto del período oracional desempeña la función de predicado y está formado por un sintagma verbal.
Los elementos que lo constituyen son el núcleo, formado
por la perífrasis verbal de carácter obligativo (debe inquietarse); el complemento circunstancial de negación (no),
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y el complemento circunstancial de causa, formado por la
oración subordinada adverbial causal (por el hecho de que
un poeta no le guste nada y otro le guste mucho). Esta oración se subdivide en un nexo, por el hecho de que (que
equivale a porque), y dos oraciones coordinadas entre sí
y unidas por el nexo conjuntivo y. La primera oración coordinada que forma el complemento circunstancial de causa
ofrece un sintagma nominal con función de sujeto (determinante: un; y núcleo: poeta) y un sintagma verbal con
función de predicado, que se encuentra compuesto por un
complemento circunstancial de negación (no), un complemento indirecto (le), un núcleo (guste) y un complemento
circunstancial de cantidad o de negación (nada). La segunda oración coordinada, que forma también el complemento circunstancial de causa, se encuentra constituida por un
sujeto (otro) y un predicado (sintagma verbal) formado por
un complemento indirecto (le), un núcleo (guste) y un
complemento circunstancial de cantidad (mucho).
Por otra parte, podría considerarse también que las dos
oraciones coordinadas forman parte de una oración
subordinada sustantiva que funciona como complemento
de nombre de hecho, al que se enlazan mediante la preposición de; en cuyo caso, por el hecho de que un poeta no le
guste nada y otro le guste mucho sería una construcción
prepositiva en función de complemento circunstancial de
causa, formada por los siguientes elementos: el enlace por,
el término el hecho de que un poeta no le guste nada y otro
le guste mucho. Este término, a su vez, estaría constituido
por un determinante (el), un núcleo (hecho) y un adyacente
en construcción preposicional.
Lengua castellana y Literatura
10
Nx
© Oxford University Press España, S. A.
N
S (SN)
P (SV)
CD (OS Sust)
P (SV)
At
Nx
N
D
N
S
E T (OS Sust)
P (SV)
C Rég (Const Prep)
O2
P (SV)
At (SN)
CN (OS Adj Esp)
N
S (SN)
N
CCN
N (Períf Verb)
Nx
P (SV)
S (SN)
N
P (SV)
N
CC Ca (OS Adv)
O1
CCN CI
CCC
Nx
S (SN)
CI
P (SV)
O2
N
CCC
*Podría considerarse también que las dos oraciones coordinadas forman parte de una oración subordinada sustantiva que funciona como complemento de nombre de hecho, al que se enlazan mediante la preposición de.
D
D
El lector no debe inquietarse por el hecho* de que un poeta no le guste nada y otro le guste mucho.
O1
CCN N (Períf Verb)
Cuadro 2 (Opción B)
D
Nx
N
CI
P (SV)
CCN N At
↓ (SO: 1.ª pers. pl.)
↓ (SO: 3.ª pers. sing.)
↓ (SC: 1.ª pers. pl.)
El dinero no puede hacer que seamos felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo.
Cuadro 1 (Opción A)
EXTREMADURA
MODELO CURSO 2009-2010
Lengua castellana y Literatura
11
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