Dirección de Prensa Discurso de S.E. la Presidenta de la República, Michelle Bachelet Jeria, en Ceremonia de Conmemoración del 34° Aniversario del Fallecimiento del ex Presidente Eduardo Frei Montalva Santiago, 22 de enero de 2016 Amigas y amigos: Nos encontramos aquí nuevamente, en esta plaza, para honrar la memoria de un hombre –y esta palabra salió en cada uno de quienes me han antecedido-, un hombre de convicciones, un hombre visionario y un estadista singular. Nos encontramos, una vez más, aquí para recordar la vida ejemplar y la muerte cruel y despiadada de un hombre que amó a Chile por sobre todas las cosas, y que supo estar a la altura de las tareas que se le impuso. Como muchos de su generación, desde diversas miradas y perspectivas, Eduardo Frei Montalva entendió que Chile estaba atrapado por eso que el mismo llamó “un orden social que no responde ya a las exigencias de su tiempo”. Como el líder tenaz, sensato y firme que era, supo ponerse a la cabeza de las transformaciones que Chile necesitaba, y las condujo con sabiduría, con perspicacia, con el conocimiento que había adquirido de nuestra democracia y de nuestro pueblo en los años de lucha política y de diálogo con todos los sectores que precedieron a su llegada a la Presidencia de la República. Lo dije en septiembre del año 2014, cuando recordamos con emoción y orgullo los 50 años del ascenso al poder del ex Presidente Frei 1 Dirección de Prensa Montalva: Frei supo comprender que ya no era suficiente hacer ajustes a un modelo agotado. Que era necesaria, imprescindible, imperativa “la integración del pueblo en la vida y en la dirección nacional”, para usar sus propias palabras. Hoy, a casi 35 años de su prematura muerte, rescatamos no sólo al político que supo oponerse a la dictadura y pagó por ello con su vida, sino, en primer lugar, al líder valiente que entendió que Chile necesitaba reformas de fondo, cambios, y que ellas debían hacerse en democracia, desde luego, pero debían también conducirse con firmeza, con la certeza que posponer los cambios inevitables era una irresponsabilidad y una frivolidad. Porque las convicciones –y vaya si Eduardo Frei Montalva fue un hombre de convicciones– operan en dos sentidos diferentes: hacia afuera, irradian ese convencimiento que es necesario para persuadir a los demás; y hacia dentro, las convicciones operan como una brújula interna, que nos ayuda a mantener el rumbo, incluso cuando la tormenta emborrona y confunde el horizonte. Don Eduardo supo orientarse en tiempos cambiantes y, muchas veces, confusos, precisamente gracias al poder de sus convicciones. Fue, en palabras del Cardenal Raúl Silva Henríquez, “un cristiano, un demócrata, un político, un humanista y un hijo de la Iglesia. Ésos eran sus títulos”, dijo don Raúl. Fue también un hombre de visión y conducción, que entendió los grandes desafíos de su tiempo y les dio forma y dirección. Y dio con ello, esperanza a millones de chilenos y chilenas que se integraron progresivamente a una sociedad que los ignoraba y les daba la espalda. A los campesinos que formaron sindicatos y cooperativas; -y quiero contarle a la familia que nosotros tenemos este pequeño plan de 2 Dirección de Prensa pequeños embalses, donde estamos restaurando muchos embalses que eran de la ex CORA, y ahí me encuentro con antiguos campesinos de la época de la Reforma Agraria, vamos muchas veces con Loreto Mery, y la verdad es que es hermoso porque el recuerdo que tienen de esa época y de cómo les cambió la vida, es espectacular. Es bueno todavía poder vivir en persona, ese tremendo impacto del Gobierno del ex Presidente Frei y todas las políticas que llevó adelante-; a las mujeres que formaron centros de madres y ganaron en derechos con las políticas de planificación familiar; a los jóvenes que se incorporaron a la educación formal gracias a las contundentes reformas propiciadas en su momento. Y podríamos recordar tantas veces, cuando uno se encuentra en el Día del Dirigente Social, cómo las juntas de vecinos hacen tanto recuerdo de las políticas que el ex Presidente Frei Montalva, justamente y con su concepción de Comunitarismo, llevó adelante. Frei Montalva sabía, sin embargo, que las grandes transformaciones “no se crean en un día, ni en una frase: nacen como la casa y como el árbol, en silencio y en la raíz”. En silencio y en la raíz, en la creación de condiciones concretas que mejoren la vida de hombres y mujeres, de jóvenes, niños y niñas. Allí se juega nuestra apuesta por un Chile más igualitario, más libre, más justo y más democrático. Por un Chile en que esté presente diariamente esa convicción básica que – como nos enseñó don Eduardo en su clase magistral al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Católica en 1969 – orienta toda teoría y toda acción social: que “la vida merece ser vivida; la vida puede y debe ser hecha digna de ser vivida”. Hacer de la vida humana en esta patria nuestra una vida digna de ser vivida, es quizás el mejor homenaje que podemos rendir a este hombre excepcional. 3 Dirección de Prensa Y, por cierto, no cejaremos un instante en aclarar las circunstancias de su muerte. Quiero, una vez más, reiterar mi compromiso personal en este sentido, y mi confianza en el trabajo de los Tribunales de Justicia. Chile, la Familia Frei, la comunidad a la que pertenecemos y que nos nutre, necesitan verdad y necesitan justicia. Amigas y amigos, queridas y queridos camaradas: Muchas gracias por permitirme acompañarlos, gracias por darme la posibilidad de expresar, una vez más, la admiración y el respeto que esta Presidenta siente por Eduardo Frei Montalva. Y gracias a él por haber sembrado las semillas de dignidad y progreso, de transformación y libertad que nos legó y que constituyen su herencia perdurable. Muchas gracias a todos. 4