efectos de la informalidad urbana sobre el empleo de los jóvenes

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Informalidades: efectos de la informalidad urbana sobre el empleo
de los jóvenes.
Publicado en 2009, en Política y Gestión # 11. Buenos Aires: Universidad Nacional de San Martín.
María José Alvarez-Rivadulla1
Universidad del Rosario, Facultad de Ciencias Humanas (Bogotá)
[email protected]
Abstract
En muchos países de la región se observan dos procesos paralelos. Por un lado, un incremento de lo que
podemos denominar la informalidad residencial (el crecimiento de sectores urbanos con falta de acceso
a servicios públicos y derechos de propiedad). Por otra parte, un incremento de la informalidad laboral
(el crecimiento de sectores laborales caracterizados por bajos ingresos y falta de protección frente al
desempleo, enfermedad y/o jubilación). Sin embargo, sabemos relativamente poco sobre la relación
causal entre estas informalidades: ¿Son los mismos individuos los que tienden a caracterizarse por una u
otra forma de informalidad?. ¿Son las dos informalidades consecuencia de algún fenomeno más
amplio?. ¿Alguna de las dos informalidades tiende a generar la otra?. Si este fuera el caso, ¿cuáles son
los micro mecanismos operantes?. Este artículo presenta datos originales sobre segregación residencial
e informalidad laboral para evaluar estas preguntas, para el caso de Montevideo, Uruguay.
1
Agradezco a los miembros del seminario “Spatial Segregation and the Labor Market”, que tuvo lugar
en la University of Texas at Austin, en Febrero 2008, por los comentarios a una versión preliminar de
este artículo. Todos ellos son miembros de la red GESU (Grupo de Estudios de la Segregación Urbana),
un grupo de investigadores que desde hace algunos años ha contribuido a entender y medir los
problemas de segregación residencial en las ciudades de América Latina. A su coordinador, Ruben
Kaztman y a mis compañeros de IPES (Universidad Católica, Uruguay) les agradezco especialmente por
ser mi continua referencia e inspiración en estos temas. Finalmente, agradezco a Juan Carlos RodriguezRaga por sus sugerencias y creatividad metodológica.
1
Introducción
Desempleo, informalidad laboral, trabajos inestables y vulnerables se han
convertido en características estructurales de muchas sociedades en los últimos años.
Uruguay, no ha sido la excepción. A pesar de haber tenido en el pasado niveles
inusualmente altos de protección laboral, el trabajo informal o desprotegido ha crecido
enormemente en este país, alcanzando a un 36% de su población trabajadora en 2006.2
Diferentes procesos, que datan de la crisis económica de los 50s y el fin del
modelo de sustitución de importaciones se han ido acumulando y han afectado el
número y la calidad de los empleos. La creciente presencia de la mujer en el mercado de
trabajo desde 1970 ha aumentado la competencia por trabajos. Más recientemente, la ola
de reformas liberales en América Latina, dejó una huella marcada en el mercado laboral
uruguayo. La reducción del Estado y la consecuente disminución de empleos públicos3
así como los estándares laborales más flexibles y la pérdida de poder de los sindicatos
han contribuido al aumento de la informalidad laboral.4
2
Porcentaje de trabajadores que no contribuyen a la seguridad social (ni reciben o recibirán sus
beneficios) en su ocupación principal, de acuerdo a la Encuesta Continua de Hogares, 2006. En contextos
de multiempleo, la informalidad concebida como no afiliación a la seguridad social puede ser una
estrategia del trabajador que decide complementar sus ingresos con una segunda ocupación, sin aportar
a la seguridad social por ella. A pesar de lo que el sentido común nos dice al respecto, en Uruguay esta
no parece ser una situación corriente. De acuerdo a los datos de la encuesta mencionada, menos del
10% de los trabajadores tiene una segunda ocupación. Sin embargo, el porcentaje de informalidad en
esa segunda ocupación es ciertamente más alto, alcanzando a 57% de los trabajadores.
3
El porcentaje de trabajadores en el sector público cayó a la mitad en 30 años. Mientras en 1970 27.7%
de la población económicamente activa era empleada pública, en 1999 este porcentaje había bajado a
casi la mitad (15.6%) (Kaztman, Filgueira y Errandonea 2006).
4
El gobierno de izquierda a partir de 2004 ha recomenzado la negociación colectiva de salarios con
sindicatos y empresarios, práctica que se había suspendido en Uruguay. El impacto de estas
negociaciones y de una política del gobierno más “amigable” con los trabajadores, en el fortalecimiento
de los sindicatos y en la conflictividad laboral ha sido estudiado por Rodriguez, Cozzano y Mazzuchi
2
Lo que distingue a las áreas urbanas de Uruguay y en particular a su capital
Montevideo, de otras ciudades latinoamericanas es que estos cambios en la esfera
laboral se dieron concomitantemente a grandes cambios en la esfera urbana. Mientras
que la mayoría de las ciudades de América Latina tienen una historia larga de
ocupaciones informales de tierras (villas miseria, campamentos, favelas, etc.), en
Montevideo no eran numéricamente significativas hasta la década del 90.
Recientemente, los asentamientos informales o irregulares –nombre, este último, con
que actualmente se denomina a las invasiones de tierras en Uruguay- han crecido
enormemente. 5
Nadie ha estudiado aún si la correlación a nivel agregado de crecimiento de la
informalidad laboral y de la informalidad urbana se mantiene al nivel micro. Sabemos
que los trabajadores informales tienden a ser una población sub-privilegiada en
promedio porque carecen de protección estatal para enfrentar problemas normales del
curso de vida tales como períodos de desempleo, enfermedad, embarazo o la edad de
retiro. Sabemos también que los habitantes de la ciudad informal, tienden a ser
subprivilegiados porque no tienen derechos de propiedad sobre sus casas ni servicios
urbanos adecuados. Sin embargo, lo que no sabemos, es si estamos hablando de los
mismos individuos, es decir si los habitants de la ciudad informal tienden a tener
trabajos informales. Más aún, suponiendo que sean los mismos individuos, que
acumulen desventajas, no sabemos si existe alguna relación causal entre estos tipos
(2007). El impacto de este movimiento del péndulo “polanyiano” de la liberalización de las relaciones
laborales hacia la regulación, sobre la informalidad laboral permanece aún como una pregunta empírica.
5
Para un estudio reciente de Montevideo desde una perspective comparada, ver: Portes, Alejandro and
Bryan Roberts. 2005. "Free Market City." Studies in Comparative International Development 40 (1): 43–
82 y Roberts, Bryan and Alejandro Portes. 2006. “Coping with the Free Market City. Collective Action in
Six Latin American Cities at the End of the Twentieth Century.” Latin American Research Review 41(2):
57-83.
3
distintos de informalidad o si son simplemente fenómenos concomitantes que suceden
por una causa común subyacente (como podría ser por ejemplo el cierre de industrias
que ocasione por un lado la pérdida de trabajos y por otro la de las viviendas y que
luego de eso las personas tiendan a obtener trabajos no protegidos y a desplazarse hacia
la ciudad informal). Además, si existiera una relación causal (v.g. ocupar tierras lleva a
conseguir trabajos informales o viceversa) no sabemos cuáles son los micromecanismos involucrados (v.g. redes, estigma, pérdida de confianza en el estado de
derecho, etc.).
En este artículo, investigaré la asociación entre trabajo informal y vivienda
informal y exploraré la relación causal entre estos dos fenómenos. La pregunta que
pretendo responder es: cuál es el efecto de vivir en un asentamiento informal en la
obtención de un trabajo informal para los trabajadores jóvenes?
Por trabajo informal y asentamiento informal me refiero a trabajar y vivir “a la
sombra del estado,” esto es por un lado sin la protección del estado y por otro sin
reconocer las regulaciones del estado. Esta definición, que debo a Centeno y Portes
(2006), evita considerar a la informalidad a priori como buena o mala, causando riqueza
o pobreza, con alta o baja productividad y abre la puerta para investigar sus
características, sus causas y sus efectos empíricamente.
Perspectivas dualistas y confusión conceptual
El concepto de informalidad comenzó a circular en ámbitos de ciencias sociales
y de política pública en los 70s. Apareció para referirse a aquellos abandonados por la
modernización de las sociedades a través de la urbanización y la industrialización.
Como nos recuerda Moser (1978), desde el inicio tanto académicos como hacedores de
política han usado el concepto de informalidad para referirse a tipos muy distintos de
4
fenómenos en contextos muy diversos, provocando una gran confusión. Ha sido usado
para referirse a los pobres urbanos, a las personas viviendo en asentamientos precarios,
a las poblaciones inmigrantes a las ciudades, a los vendedores ambulantes o callejeros, a
los trabajadores en empleos de baja productividad, a negocios no registrados, y a
trabajadores no protegidos. Si bien estas poblaciones pueden superponerse
empíricamente en ocasiones, no hay un vínculo teórico necesario entre ellas. Los
procesos que generar asentamientos informales pueden o no ser los mismos que generen
trabajadores sin protección. Las personas en una y otra categoría pueden o no ser las
mismas.
En general, las literaturas sobre informalidad urbana y laboral o se ignoran
mutuamente o confunden ambos conceptos. Por un lado, desde campos como la
Sociología y Antropología Económicas, la Economía del Desarrollo y la Economía del
Trabajo, informalidad se refiere únicamente al mercado de trabajo. Los individuos son
estudiados en relación al ámbito laboral y las dimensiones espaciales tienden a ser
ignoradas. Desde el campo de los Estudios Urbanos o la Economía del Suelo, el uso de
la palabra informalidad suele hacerse solo en relación a la vivienda y al mercado de
suelos y raramente se menciona lo laboral. Esta división del trabajo académico es hasta
cierto punto entendible dado que las informalidades son tan difíciles de definir y medir
que tratar de entender si quiera un aspecto sistemáticamente es un gran logro. Una rara
excepción en esta tendencia general es el trabajo de Herzer et al. (2007) en Buenos
Aires abordando ambos tipos de informalidad. Por otro lado, los ensayos urbanos sobre
pobreza, urbanización tercermundista, etc. tienden a asumir que la informalidad urbana
y laboral van juntas y simplemente usan el término informalidad en una forma amplia y
vaga.
5
Hernando de Soto, uno de los autores que más ha influido en la concepción y las
políticas sobre informalidad en el mundo, ha contribuido a esta confusión conceptual en
varios sentidos. Primeramente de Soto ha asociado el concepto de informalidad con el
de pobreza, excluyendo las actividades no reguladas entre las clases medias y altas.
Además, ha colocado a la informalidad urbana en la misma bolsa que la laboral. Esto
tiene sentido desde su perspectiva, sin embargo, debido a que ve el exceso de regulación
como una causa común que determina las precarias condiciones (de vivienda y de
trabajo) de los emprendedores oprimidos que él ve en los pobres urbanos (de Soto 1989,
2000). Para él, ambas informalidades son consecuencias de una misma causa: la sobrelegalidad.
Desde una perspectiva muy diferente, también se ha contribuido a la confusión
conceptual. La desigual distribución de los beneficios de la tendencia liberalizadora del
final del siglo XX, trajo consigo un revival de visiones dualistas y pesimistas para
referirse a ganadores y perdedores, incluidos y excluidos, formales e informales. Al
discutir los efectos de las reformas privatizadoras y liberalizadoras en América Latina
en particular, la palabra marginalidad volvió a aparecer en el discurso de las ciencias
sociales, asociada al trabajo informal y a la vivienda informal tanto como a valores
diferentes al de la cultural mainstream. Es importante recordar que el concepto de
marginalidad tiene una genealogía muy interesante en América Latina, asociado la
teoría de la modernización, que ocasionó muchos debates en los 60s y 70s 6 y que desde
entonces había estado académicamente muerto. En su muy interesante compilación de
perspectivas internacionales sobre la informalidad, Roy y AlSayyad (2003) expresan la
tensión entre creer que la informalidad se está convirtiendo cada vez más en un “modo
6
Para una revisión de las discusiones viejas y nuevas sobre pobreza en América Latina, incluida la gran
crítica a la noción de marginalidad en los 60s y 70s, ver González de la Rocha et al. 2004.
6
de vida” perneando todas las esferas de la vida de los individuos y la constatación
empírica sobre la existencia de múltiples informalidades.
A efectos de la investigación, prefiero una perspective menos dualista. Una
persona puede tener un trabajo formal y luego trabajar unas horas informalmente, es
decir sin protección, vendiendo ropa en su barrio. Otra puede trabajar informalmente
durante un período corto, mientras gana un dinero insuficiente del seguro de desempleo.
Una inmigrante en una ciudad del primer mundo, puede trabajar informalmente porque
no tiene la visa que se requiere para trabajar “en regla”. Para un trabajador joven,
trabajar sin un contrato y sin protecciones laborales puede ser la única manera de
conseguir un primer trabajo. Ninguno de estos personajes hipotéticos tiene por qué vivir
en un asentamiento informal. Sin embargo, algunos tal vez sí lo hagan. Esto dependerá
no solo del mercado de trabajo local y las protecciones legales de la ciudad de que se
trate, sino también de la disponibilidad de vivienda a precios accesibles o de vivienda
social y de, entre otras cosas, los incentivos políticos, económicos y culturales a ocupar
tierras informalmente.
Efectos del vecindario
La idea básica detrás de la literatura sobre efectos del vecindario es que el barrio
es también un agente de socialización que determina comportamientos y destinos. De
una manera más práctica, controlando por características individuales, familiares (y a
veces escolares) aún queda cierta variación sin explicar en resultados tales como
desempeño escolar o embarazo adolescente, que puede ser explicada por el barrio. Los
mecanismos a través de los cuales esta conexión vecindario-individuo funciona han sido
poco explorados, pero van desde socialización temprana y presión del grupo de pares a
disponibilidad de modelos de rol.
7
La literatura sobre efectos del vecindario tiene una larga tradición en Estados
Unidos y en algunos países europeos. 7 Sabemos mucho menos sobre ciudades en otras
partes del mundo. Sin embargo, recientemente una red de académicos latinoamericanos
ha mostrado interés por estudiar los efectos del vecindario en la región mirando por
ejemplo los efectos de la residencia sobre la educación.8
Los efectos del vecindario sobre el empleo básicamente no han sido explorados
en la región.9 En particular, en Uruguay, la mayoría de los estudios sobre mercado de
trabajo son ciegos a la dimensión espacial. Cuando refieren a la geografía del mercado
de trabajo, comúnmente se refieren a la distinción entre la capital y el resto del país (lo
que los uruguayos llaman “el interior” o a lo sumo “areas rurales” versus “areas
urbanas”. El estudio de Kaztman y Retamoso (2005) sobre Montevideo, innova en este
campo de conocimiento en el país, mostrando evidencia sobre el efecto del vecindario
en el empleo. De acuerdo a este estudio, controlando por la educación del individuo, el
clima educativo promedio del segmento censal donde vive el individuo impacta el tipo
de empleo que ella puede conseguir. En este artículo, continúo con esta línea de
indagación estudiando el efecto específico de vivir en un asentamiento irregular o
informal sobre el empleo.
7
Para dos excelentes revisiones del estado del arte en la literatura sobre efectos del vecindario ver:
Sampson, Morenoff and Gannon-Rowley (2002) and Friedrichs, Galster y Musterd (2003) y Brooks-Gunn
et al. (1993).
8
Ver la serie de artículos sobre efectos del vecindario en educación disponibles en Queiroz Ribeiro y
Kaztman (2008). Ver también el website de la red por más información:
(http://www.ucu.edu.uy/Home/FacultadesyÁreas/CienciasHumanas/Programas/IPES/GrupodeEstudios
deSegregaciónUrbana/tabid/526/Default.aspx) Consultado en enero 10, 2008.
9
Esto está cambiando. De hecho este artículo fue presentado en un seminario sobre los efectos del
vecindario en el empleo, en el que se presentaron papers sobre Buenos Aires, Santiago, Rio y otras
ciudades del continente.
8
Por qué asentamientos informales? Un poco sobre el caso de
Montevideo
Por qué suponer que vivir en un asentamiento importa, distingue, explica? Uno
de los problemas principales de la literatura sobre efectos del vecindario y sobre
segregación residencial en general es la definición de vecindario o barrio. Los límites de
las unidades geográficas que se consideran vienen en general determinadas por límites
administrativos y/o de disponibilidad de información que dependen de los gobiernos y
los institutos de estadística y no son necesariamente significativos para los residentes.
En ocasiones un río, una carretera, un parque, o una barrera percibida (como una calle
peligrosa) actúan de barreras que hacen menos probable la interacción al interior de una
unidad geográfica que con las unidades geográficas inmediatamente adyacentes.
Es común usar segmentos censales en lugar de unidades administrativas más
amplias como proxy de vecindad, para obtener más precisión. Atribuir a los individuos
características de una unidad administrativa enorme sin saber si ésta es realmente
significativa para los habitantes es normalmente una peor opción que elegir una unidad
pequeña y sin significado como un segmento censal. Como veremos más adelante, ésta
es la opción en este trabajo, pero también es necesario analizar el efecto de vivir en un
asentamiento específicamente. 10
De mi trabajo de campo más etnográfico en Montevideo, percibo que los
habitantes de asentamientos irregulares los sienten con su barrio principal, aún si se
10
Una discusión o crítica más general, no abordada en este trabajo, de algunos estudiosos de estos
temas sostienen que tomar solo la residencia para medir segregación o efectos del vecindario es un
error ya que las personas pasan mucho tiempo del día trabajando, entreteniéndose y haciendo otras
cosas fuera del barrio de residencia (Schnell 2002).
9
identifican también con el barrio o el área más amplia en la que el asentamiento está
localizado (Montevideo está dividida en 62 barrios y muchos de ellos tienen más de un
asentamiento en su área). En especial las tomas de tierras más organizadas pero también
las otras, es decir aquellas que ocurren por goteo, comparten ciertas características y
destinos comunes, tienden a tener un nombre, tienen cierta historia de acción colectiva
con grados variantes de organización comunal, etc.
La palabra asentamiento, que el estado uruguayo empezó a usar en los 90s para
referirse a las tierras ocupadas ilegalmente, tiene un significado para los asentados. La
nueva política de regularización, y el reciente esfuerzo del estado por contar y mapear a
los asentamientos tiene mucho que ver con el fortalecimiento de esta percepción.
Los medios de comunicación, las orientaciones de política nacional e
internacional y los políticos, han contribuido a hacer de los asentamientos informales un
sinónimo de pobreza. De acuerdo a un estudio reciente, el grupo más discriminado en
Montevideo y su área metropolitana es el de las personas que viven en asentamientos
informales. 37% de los encuestados declararon no querer como vecino a alguien
proveniente de un asentamiento informal, y 1 de cada 4 encuestados, manifestaron no
querer tenerlo como miembro de la familia (IMM 2007).
La política, en tanto, ha contribuido a construir y reforzar esta identificación de
pobreza e informalidad territorializando casi todos los esfuerzos de la lucha contra la
pobreza urbana específicamente hacia áreas informales. Como muchos otros países del
Tercer Mundo, Uruguay ha recibido financiamiento de agencias internacionales –en el
caso de Uruguay del Banco Interamericano de Desarrollo- para la mejora de áreas
informales de la ciudad. La idea detrás de los programas de regularización, basados en
las ideas de Turner (1972, etc.), y contrarios a las previamente populares políticas de
erradicación, es reconocer lo que las personas han construido, ayudarlas sino con la
10
construcción de viviendas sí con servicios urbanos básicos y entregar la propiedad de la
tierra. La implementación de este programa en Uruguay ha significado un gran esfuerzo
desde el estado para identificar las áreas exactas donde se encuentran los asentamientos
irregulares, para poder priorizar e intervenir. Esta política, al destinar recursos sólo a
áreas informales, también contribuye a igualar pobreza con informalidad.
Uno de los mecanismos a través de los cuales vivir en un asentamiento puede
afectar las oportunidades de los jóvenes en el mercado de trabajo es la estigmatización y
la discriminación de los empleadores hacia habitantes de la ciudad informal proveniente
de la identificación de asentamiento y clases peligrosas. Este proceso es, de hecho, una
narrativa recurrente entre los asentados, que mencionan que deben ocultar su lugar de
residencia cuando van a pedir trabajo. El desajuste espacial conocido (spatial
mismatch), esto es la distancia real o percibida entre residencia y disponibilidad de
empleos puede ser otro mecanismo en acción, dado que los asentamientos se localizan
principalmente en la periferia de la ciudad, lejos de las áreas más densas donde las
oportunidades de trabajos (protegidos) pueden ser más altas.
Para el contexto de Estados Unidos, algunos académicos han argumentado y
puesto a prueba este mecanismo, la hipótesis del desajuste espacial, para explicar los
crecientes problemas de aquellos que viven en la inner-city o centros urbanos venidos a
menos, principalmente la población afroamericana, luego del proceso de
suburbanización de las clases medias y altas (Holzer 1991). Para explicar este mismo
fenómeno, también en el contexto urbano estadounidense, Wilson (1987) utiliza otros
mecanismos causales. Para él, el principal problema es la homogeneidad de los barrios
pobres. Cuando los barrios son homogéneamente pobres, como ocurre en algunos
ghettos de ciudades americanas, los residentes no tienen modelos de rol que imitar ni
tienen tampoco redes sociales de contactos que les permitan conseguir buenos empleos.
11
Kaztman (2001, 2006) ha argumentado en múltiples ocasiones sobre la validez de esta
hipótesis para el contexto latinoamericano. Sin embargo, el proceso en este contexto
sería un tanto diferente al que Wilson describe, entre otras cosas porque los barrios
homogéneamente pobres tienden a estar en la periferia de la ciudad y no en el centro,
pero también porque la composición racial es diferente a la de los Estados Unidos.11
Aún así, los asentamientos informales en Montevideo pueden mirarse como el
equivalente funcional a la innercity norteamericana, al menos para preguntarse
empíricamente si los mecanismos causales son parecidos o no.
Por qué estudiar la informalidad laboral juvenil?
Como variable dependiente he elegido trabajar con la probabilidad de ser un
trabador informal (desprotegido) entre los trabajadores jóvenes (14-19) que aún viven
con sus familias de origen. Trabajo con los jóvenes de modo de evitar uno de los
principales problemas en la investigación sobre efectos del vecindario: oscuridad o
confusión en la dirección de la causalidad. Si realizamos investigación (crossectional)
con adultos, nunca sabremos exactamente si se mudaron a un asentamiento informal
luego de ser trabajadores informales o si la temporalidad del proceso fue la inversa. Los
datos de panel constituyen la mejor fuente para estudiar los efectos del vecindario
porque permiten seguir las trayectorias residenciales y laborales de las personas en su
curso de vida. Sin embargo, esos datos no están disponibles para el caso de Montevideo.
Es por ello que, considerar a los jóvenes que aún viven con sus familias se convierte en
11
Esta es otra de las deudas intelectuales que tenemos en el estudio de la desigualdad urbana en
América Latina. Sabemos muy poco sobre la segregación racial en la región. Una de las pocas
excepciones es el trabajo de Edward E. Telles, en su libro “Race in Another America” (2004, Princeton
University Press). Allí Telles escudriña los distintos modos en que la desigualdad racial se expresa en
Brasil y las diferencias con Estados Unidos. Entre otras cosas, encuentra niveles más bajos de
segregación residencial por raza en las ciudades brasileras que en las norteamericanas.
12
una segunda mejor opción. La idea es que estos jóvenes no eligieron donde vivir (por
eso la condición de que vivan aún con su familia de origen), sino que más
probablemente lo hicieron sus padres o los adultos con los que vive. Esto hace que sea
más lógico hablar de efectos del vecindario sobre ellos. Otros estudios han utilizado esta
estrategia, focalizándose en trabajadores jóvenes para evitar el problema de la
simultaneidad entre las medidas de residencia y trabajo en adultos (Ihlanfeldt and
Sjoquist 1991).
El trabajo informal o desprotegido entre los trabajadores jóvenes es un indicador
de trabajo de bajo de status. Como mencionaba anteriormente, esto no es una verdad
teórica. Es, sin embargo, un resultado empírico para el caso de Montevideo. No es una
verdad teórica porque, como Gilbert (2003) ha mencionado, lo que importa no es tanto
el porcentaje de informalidad en un mercado laboral sino cómo esa informalidad afecta
los estándares de vida. Asimismo, trabajar sin la protección estatal puede significar
distintas cosas para personas con distintos activos y con distintas redes de protección en
ámbitos no laborales como la familia y la comunidad. Reflexionando sobre esto Portes,
Blitzer y Curtis (1986) advierten sobre la heterogeneidad de clase que se esconde detrás
del concepto de informalidad laboral. La mayoría de las mediciones de informalidad
aglomeran dos clases sociales bien distintas: los dueños de los medios de producción y
aquellos que no poseen ninguna propiedad sobre los mismos. Mientras que los primeros
se benefician de la informalidad reduciendo costos laborales, los segundos sufren los
riesgos asociados a la falta de protección.
Las figuras 1 y 2 exploran esta heterogeneidad al interior de los trabajadores
informales en Montevideo, así como la existente entre éstos y los trabajadores formales.
En promedio, la advertencia de Portes, Blitzer y Curtis funciona ya que ser un
empleador informal es en efecto una posición privilegiada al menos en términos del
13
ingreso por esa ocupación. Sin embargo, esto no es cierto para todos los trabajadores.
Para los trabajadores jóvenes que aún viven con sus familias de origen, ser trabajador
informal implica ganar en promedio mucho menos que sus contrapartes formales. Esto
se mantiene aún para aquellos trabajadores jóvenes que emplean a otros trabajadores.
Con muy poca variación, no importando lo que hagan, el ingreso promedio de los
jóvenes trabajadores informales tiende a estar en la cola inferior de la distribución. 12
12
Solo un 0.2% de los trabajadores jóvenes que aún viven con sus familias de origen son empleadores.
La mayoría son empleados privados (59%), seguidos de empleados por cuenta propia sin inversión (17%)
o con inversión (13%) y trabajadores en el hogar no remunerados (10%). Otras categorías residuales
entre los jóvenes que trabajan informalmente son: miembros de cooperativas de producción (0.02%) y
empleados públicos (0.1%). En tanto, los trabajadores jóvenes formales son abrumadoramente
empleados privados (86%). El resto son empleados públicos (9.5 %) y una minoría son cuenta propistas
con inversión (2.4%) o sin inversión (0.4%), empleados del hogar sin salario (0.3%) y miembros de una
cooperativa de producción (0.1%). Los empleadores también son muy pocos entre los jóvenes formales
(0.9%). A modo ilustrativo y basándome en un análisis muy preliminar de los lugares de trabajo de los
jóvenes, muchos de los empleados formalmente o con protecciones trabajan en supermercados,
mientras que muchos de los jóvenes sin protección en su trabajo se emplean en casas privadas (como
empleadas de servicio pero también como jardineros o en otros trabajos de reparaciones o
construcción). También en base a un análisis preliminar de las tareas desempeñadas por estos dos tipos
de trabajadores jóvenes, puede verse que mientras los formales tienden a desempeñar tareas no
manuales en el sector servicios (recepcionista, personal administrativo, cajera/o, etc.), los informales
tienden a desempeñar tareas manuales (jardinero, constructor, etc.).
14
Figura 1: Promedio de ingresos por categoría ocupacional para
trabajadores formales e informales, todas las edades. Montevideo, 2006.
Total Personal Income (95% CI)
Average income by occupational category
for ALL formal and informal workers
Occupational
Category
Private
Employee
30,000
Public
Employee
20,000
Member of a
Production
Cooperative
10,000
Self
Employed
without
investment
Employer
Self
Employed
with
investment
0
Formal Worker
Informal Worker
(does not contribute
to social security)
Household
Worker
without a
salary
Other
Figura 2: Promedio de ingresos por categoría ocupacional para
trabajadores formales e informales, trabajadores jóvenes. Montevideo, 2006.
Average income by occupational category for
YOUNG formal and informal workers
Occupational
Category
Total Personal Income (95% CI)
20,000
Private
Employee
Public
Employee
15,000
Member of a
Production
Cooperative
Employer
10,000
Self
Employed
without
investment
5,000
Self
Employed
with
investment
0
Household
Worker
without a
salary
Formal Worker
Informal Worker
(does not contribute
to social security)
Other
15
Además de las diferencias de ingresos, otros indicadores también muestran cómo
la informalidad laboral es un problema para los jóvenes. El desempleo afecta a
trabajadores jóvenes formales e informales de forma diferencial. Cuarenta por ciento de
los jóvenes que en el momento de la encuesta estaban trabajando sin protección dijeron
haber estado desempleados en el año anterior, en contraste con un 23% de los formales.
Además, los trabajadores informales no reciben en general primas salariales
(aguinaldo) que los formales sí reciben. Demográficamente, el trabajador joven informal
promedio es más joven y menos educado que su contraparte formal. Mientras que los
trabajadores jóvenes formales han recibido en promedio 11 años de educación, los
informales han recibido en promedio menos de 9 (el mínimo necesario para estar por
encima de la línea de pobreza en Uruguay). La figura 2 muestra gráficamente algunas
de las diferencias entre estos dos grupos, incluyendo además la categoría faltante en
nuestro análisis: los jóvenes no trabajadores.
16
Figura 3. Barras de error mostrando la media y el interval de confianza al 95%,
para distintos tipos de jóvenes. Diferentes indicadores (en sentido horario): edad
años de educación, ingreso del jefe de hogar, e ingresos promedios de los jefes de
hogar en el segmento censal en que vive el joven. Montevideo, 2006.
95% CI Years of Schooling
24
95% CI Age
23
22
21
20
19
18
11
10
9
8
17
Not Working
No
Yes
Not Working
Informal Worker
95% CI Average household
head income in census track
95% CI Household Head
Income
16000
14000
12000
10000
8000
6000
Not Working
No
No
Yes
Informal Worker
Yes
Informal Worker
12000
11500
11000
10500
10000
Not Working
No
Yes
Informal Worker
Además de las diferencias ya mencionadas, la gráfica también señala algo que es
muy interesante para el objetivo de este artículo: que los trabajadores jóvenes
17
desprotegidos viven en barrios menos privilegiados. No sabemos todavía si estos barrios
menos privilegiados son barrios informales o no. La figura 4 nos muestra la distribución
geográfica de los trabajadores informales en Montevideo, y le superpone los polígonos
representando la localización de los asentamientos informales.
Figura 4: Informalidad laboral y urbana de los jóvenes, por barrio.
Montevideo, 2006.
Nota: El mapa muestra, en degradé de colores, el porcentaje de trabajadores informales entre los
trabajadores jóvenes viviendo con su familia de origen (personas de 14 a 19 años, que son hijos o nietos
de el/la jefe de hogar), por barrio. Tonos más fuertes, indican porcentajes más altos de informalidad
laboral (ver leyenda). Los pequeños polígonos negros que se superponen, son asentamientos
informales.
La geografía del trabajo informal entre los jóvenes es similar a la de otros indicadores
de riesgo social en Montevideo. Los barrios costeros del sur de la ciudad –el Sur del
18
mapa corresponde a la costa del Río de la Plata – tienen mucha menos informalidad
entre sus jóvenes trabajadores que los barrios de la costa oeste y que el norte de la
ciudad. Mientras que en el relativamente homogéneo y afluente barrio de Punta
Carretas menos de un 17% de los jóvenes que trabajan lo hacen en condiciones de
informalidad, en el homogéneamente pobre Barrio Casavalle ese porcentaje trepa a más
de la mitad de los jóvenes que trabajan.
Sin embargo, el mapa muestra que el patrón no es tan claro, ya que existen
pequeñas áreas geográficas en el sur con relativamente alta informalidad laboral juvenil.
Llama la atención, además, el hecho de que la mayoría de los barrios, incluso aquellos
en el sur y sureste de la ciudad, tienen hasta 30% de su población joven trabajadora sin
protección. Esto indica que o estos barrios son menos homogéneos de lo que
usualmente se piensa, o que no hay muchas opciones de trabajo con protección aún para
los más ricos, al menos cuando son jóvenes.
El mapa muestra los asentamientos irregulares en negro. Algunos se agrupan en
las zonas donde la informalidad laboral entre los jóvenes es la más alta. Sin embargo,
también hay barrios informales en zonas de nivel intermedio de informalidad laboral. La
figura 5 muestra esto de una manera diferente. El eje de las x tiene una medida de
informalidad urbana que creé usando el conteo de población de 2004.13 Generé la
variable porcentaje de informalidad urbana calculando la proporción de zonas en un
13
En 2004, el Instituto Nacional de Estadística (INE) de Uruguay llevó a cabo un conteo de población en
lugar del censo. El censo va a tener lugar en el 2010 para poder ser comparable con la mayoría de países
que realizan los suyos en los años terminados en 0. Los microdatos de este conteo están disponibles a
nivel de zona censal (esto es unidades más pequeñas que el segmento censal que equivalen a manzanas
en áreas urbanas), con datos básicos como el número de hombres y mujeres, y una variable dummy
diciendo si la zona está ubicada o no en un asentamiento irregular (barrio informal). El INE definió como
asentamiento irregular a un grupo de 4 o más casas en un terreno del cual los habitantes no eran
dueños. Aproximadamente 12% de las zonas censales pertenecían a zonas de informalidad urbana (1437
de 12033).
19
barrio que tenían asentamientos informales en ellas. Existen 12033 zonas censales en
Montevideo y 62 barrios oficiales de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística (INE).
En el eje de las y, coloqué la variable de interés: informalidad laboral entre los jóvenes,
por barrio.
Figura 5: Informalidad urbana y laboral, Montevideo 2006 (62 barrios).
Urban and Labor Informality, Montevideo 2006
(62 neighborhoods)
Percentage of youth labor informality
80
Casavalle
60
Cerro
Villa García, Manga
Rural
40
20
0
Punta Gorda
0
10
20
30
40
50
60
Percentage of census zones (blocks or similar) with
squatting
Parece haber una relación curvilínea entre informalidad urbana y laboral. A bajos
niveles de informalidad urbana, que corresponden a áreas consolidadas de la ciudad, hay
una gran variación de la variable dependiente: tenemos a Punta Carretas, el barrio
afluente al que ya me había referido y tenemos también a El Cerro, otrora próspero
20
barrio industrial donde habitaban muchos inmigrantes y clase obrera en general que ha
sido golpeado por el cierre de industrias y plantas frigoríficas. Casi en la mitad de la
gráfica, vemos a Casavalle, el barrio más pobre de la ciudad, con el nivel más alto de
informalidad laboral entre los jóvenes. No tiene, sin embargo, niveles extremos de
informalidad urbana medida como propiedad de la tierra. Esto puede deberse a que ha
sido el destino de muchas políticas publicas de erradicación. A pesar de que la vivienda
social en Casavalle no es de buena calidad y de hecho las viviendas no lucen muy
diferentes a las de un asentamiento informal, sus habitantes no son asentados o
informales urbanos sino beneficiarios o propietarios. Hacia la derecha del gráfico vemos
a Villa García y a Manga, barrios ubicados en una zona otrora rural de la ciudad, en el
noreste del departamento de Montevideo, limitando con el departamento de Canelones.
Esta area ha sufrido un crecimiento enorme de la ciudad informal en los últimos diez
años aproximadamente, a lo largo de una ruta principal que comunica con el centro de la
ciudad (Camino Maldonado y Ruta 8).
Nuevamente, el patrón no es completamente claro. Para alcanzar conclusiones
más finas sobre la relación entre informalidad urbana y laboral, es necesario ir más allá
del análisis de las relaciones bivariadas en mapas o en scatters y adentrarse en el mundo
de la regresión multivariada.
Datos y métodos
La Encuesta Nacional de Hogares Ampliada (ENHA) 2006, diseñada y aplicada
por el Instituto Nacional de Estadística de Uruguay, permite explorar la relación entre
21
informalidad laboral y urbana por primera vez, al menos por primera vez con
información de buena calidad. Junto a su conjunto de preguntas habituales sobre
empleo, la primera ola de la encuesta registra si el hogar encuestado pertenece a un
asentamiento o no.14 Al mismo tiempo esta encuesta pregunta si la persona contribuye a
la seguridad social o no, lo que aborda específicamente la informalidad laboral. Es por
ello que no es necesario usar ningún proxy de informalidad laboral tal como el tamaño
de la empresa. Por otra parte, la muestra es cinco veces mayor a la de la encuesta de
hogares regular y fue generada a partir de la información del conteo poblacional de
2004. Esto me permitió trabajar con los jóvenes de entre 14 y 29 años viviendo con sus
padres en Montevideo para el modelo final. No hubiera tenido casos suficientes en un
año regular de la encuesta de hogares. Además, como la población de asentamientos es
un fenómeno reciente, el conteo anterior de población anterior estaba desactualizado. Se
había basado en el censo de 1996. La encuesta de hogares era especialmente
contraindicada para el estudio de una informalidad urbana cuyo crecimiento no llegaba
a captar. El nuevo conteo de población 2004 asegura que todos los hogares tienen la
misma chance de ser incluidos en la muestra, aún si están situados en asentamientos
informales.
Dada la naturaleza categórica de la variable dependiente –informalidad entre los
jóvenes- corro modelos de regresión logística prediciendo la probabilidad de ser
informal. Como principal predictor uso una variable dummy que indica si la persona
14
Anteriormente, la encuesta preguntaba si la persona era dueña, inquilina, etc. A través de esta
pregunta era posible aproximar la proporción de personas viviendo en asentamientos informales, con
aquellos que contestaban que eran dueños de la casa pero no de la tierra. En el 2006, 80% de aquellos
que vivían en un asentamiento también contentos que son dueños de la casa pero no de la tierra. Sólo
4.5 % de las personas que no viven en asentamientos informales responden poseer la casa pero no el
terreno. Esto muestra que el proxy funciona bien para los años previos. Sin embargo, este proxy pierde
por lo menos a un 20% de quienes viven en asentamientos.
22
vive en un asentamiento o no. También incluyo otros controles, o variables que han
probado estar relacionadas con resultados laborales y performance de los jóvenes en
general. Incluí algunas variables a nivel individual, tales como sexo, edad y educación,
algunas variables de la familia como ingresos del jefe de hogar o informalidad laboral
del jefe de hogar, y algunas variables de barrio.
Las variables de nivel individual y familiar fueron tomadas de la primera ola
(primer trimestre) de la encuesta, la única en que se registra si la vivienda está en un
asentamiento informal o no. El número total de jóvenes que viven con los padres en esta
primera ola fue de 1423. Las variables del vecindario no son otra cosa que micro datos
agregados por unidad geográfica. Para hacer ese agregado, usé los datos de la encuesta
para todo el año, ya que las variables de interés estaban presentes en las tres olas de la
encuesta. Eso mejora la representatividad de los datos a nivel de vecindario. Como
vecindario, para el modelo, tomé los 233 segmentos censales en lugar de los 62 barrios
de Montevideo. Dado que en el modelo usado, los valores agregados del área geográfica
en la que vive en el individuo se le atribuyen al individuo, preferí ganar en precisión
tomando áreas más pequeñas. Como el N de la encuesta me lo permitía, tomé entonces
segmentos censales.
Resultados
La Tabla 1 muestra los resultados de dos regresiones logísticas prediciendo la
probabilidad de que un trabajador joven que viva en su hogar de origen se encuentre
trabajando informalmente. Ambos modelos incluyen el principal predictor de interés
que es informalidad urbana medida con una variable dummy con valor 1 si la persona
vive en un asentamiento irregular y 0 si no.
23
La primera especificación (modelo 1) es la más simple e incluye una serie de
controles individuales y familiares presumiblemente relacionados con la informalidad
laboral. Entre las variables a nivel individual he incluido género, edad y años de
educación. De acuerdo a estudios previos (Portes, Blitzer and Curtis 1986) las mujeres
están sobre representadas en el sector informal, especialmente como empleadas (estatus
predominante de los trabajadores informales en general). La variable género en el
modelo es una dummy con valor 1 si la persona es una mujer y 0 si es un hombre.
Espero por tanto que el coeficiente tenga un signo positivo (implicando que el ser mujer
afecta positivamente la probabilidad de tener un trabajo informal). Espero que la edad
muestre una relación negativa con informalidad en el trabajo ya que la muestra está
truncada en los 30 años y la edad tiende a mostrar una relación curvilínea con la
informalidad en el trabajo, al menos para los datos uruguayos recientes (más
informalidad cuando las personas entran al mercado de trabajo, menos en la etapa media
de la vida productiva y más nuevamente hacia el final de la vida, cuando las personas tal
vez recurran a la informalidad para complementar pensiones insuficientes). 15 Espero
que la educación, en tanto, tenga una relación negativa con la informalidad.
La primera especificación también incluye algunas medidas de contexto
familiar. Espero que el ingreso del jefe de hogar tenga una relación negativa con la
informalidad en los jóvenes ya que normalmente está negativamente asociado con
problemas o comportamientos de riesgo en los miembros más jóvenes de la familia. He
incluido también una variable dummy para el tipo de trabajo del jefe de hogar,
codificada 1 si el jefe es informal y 0 si no. La idea es que no es solo los ingresos del
jefe lo que lo que determina las posibilidades de empleo de los miembros más jóvenes
15
Agradezco a Santiago Cardozo, de IPES-UCUDAL, por hacerme caer en cuenta de esta relación
curvilínea basándose en datos de la ENHA 2006.
24
del hogar sino también el tipo de trabajo, ya que el jefe puede servir como modelo de rol
y como proveedor de redes sociales para que el joven de los primeros pasos en el
mundo laboral.
Además de idénticos factores explicativos individuales y familiares, la segunda
especificación agrega variables del vecindario. Si bien lo que más interesa en este
trabajo es el efecto específico de vivir informalmente, es importante controlar por el
entorno inmediato. Debido a que los asentamientos tendieron a localizarse en los
lugares originalmente más pobres de la ciudad, y a que los asentamientos en
Montevideo son de relativo bajo tamaño, controlar por entorno se hace crucial para no
confundir el efecto de vivir informalmente con el de vivir pobremente.
He incluido tres medidas de vecindario aquí. La primera es el ingreso promedio
de los jefes de hogar en el segmento censal, la que como la similar medida a nivel
familiar espero mostrará una relación negativa con la informalidad laboral en los
jóvenes. La segunda es el porcentaje de trabajadores informales en el segmento censal.
Para evitar problemas de endogeneidad, he calculado este porcentaje solo para aquellos
no considerados en la variable dependiente. Es decir, esta variable mide el porcentaje de
todos los trabajadores, menos los más jóvenes que aún no se han independizado (todos
menos los que tienen entre 14 y 29, que son hijos, hijas o nietos de los jefes de hogar).
Finalmente, la última medida a nivel vecindario, se refiere a lo que más nos interesa en
este artículo, es decir a la informalidad urbana. Mide el porcentaje de zonas censales en
el segmento censal ocupadas con asentamientos informales.
25
Tabla 1: Resultados de las regresiones logísticas, prediciendo informalidad laboral
en los jóvenes.
Modelo 1
Modelo 2
4.722 ***
(.529)
4.362***
(.875)
-.0155
-.0195
(.151)
(.152)
-.1679 ***
-.166***
(.0212)
(.0212)
-.156***
-.150***
(.0288)
(.0293)
Ingresos de el/la jefe de hogar
-.015*
-.015*
(.007)
(.007)
Jefe de hogar trabajador informal
.719***
.705***
(.158)
(.161)
Hogar en asentamiento informal
.453*
.377
(.207)*
(.220)
Constante
Género
Edad
Años de Educación
Ingreso promedio de los jefes en el
.00279
segmento censal
(.0309)
Porcentaje de trabajadores
.007
informales en el segmento censal.
(.0128)
rcentage
ofde
informal
workers
in
Porcentaje
hogares
en
census track en el seg. censal
asentamientos
N
Log likelihood
LR chi2
Pseudo R2
*** p>.001, ** p>.01, *p .05
.002
(.005)
1058
1058
-584.75406
-584.14403
269.10***
270.32***
0.1871
0.1879
ensal
censal
Squatting
in census
(Errores
estándar
en parenthesis)
track
La mayoría de las variables individuales y familiares se comportan de acuerdo a lo
previsto y son significativas. Cuanto más adulta es la persona, al menos en este rango de
trabajadores jóvenes (13-29), baja la probabilidad de estar trabajando sin protección. Ser
más educado y venir de una familia más afluente (medido con el proxy de ingresos del
jefe) reduce la probabilidad de estar trabajando informalmente. El resultado más
26
interesante aquí, sin embargo, es que la informalidad del jefe es el predictor más fuerte
de informalidad en los jóvenes. La probabilidad de que un joven trabajador sea informal
es exactamente el doble si el jefe de su hogar es informal.
16
Existe aparentemente,
alguna transmisión intergeneracional del trabajo informal, al menos en los primeros
años de inserción al mercado de trabajo, que son los que estamos analizando aquí, y
para aquellos jóvenes que aún están en su hogar de origen. Al estar controlando por los
ingresos del jefe, este resultado se vuelve aún más revelador. Sin importar el ingreso del
jefe, si éste tiene un trabajo informal, es muy probable que sus hijos u otros miembros
jóvenes del hogar también lo tengan.
La figura 6, muestra esto más claramente, graficando las probabilidades
esperadas de ser un joven trabajador informal para dos escenarios: cuando el jefe de
hogar tiene un trabajo informal y cuando el jefe tiene un trabajo formal, para distintos
niveles de ingreso del jefe. Se deja variar el ingreso del jefe pero se mantienen
constantes todas las otras variables del modelo 2 en su media o moda.
16
eb = e0.719 =2.05 (para el Modelo 1) / e0.705 =2.02 (para el modelo 2).
27
Figura 6. Probabilidad de ser un trabajador informal para los jóvenes
trabajadores, dependiendo del tipo de trabajo de el/la jefe de hogar.
0
.2
.4
.6
Probability of being a young informal worker depending on the household head's job
0
50
100
150
200
Household head monthly income (in pesos/1000, 2006)
Prob. being inf. when hh is NOT inf.
Prob. being inf. when hh IS inf.
Nota: En azul (o línea inferior en caso de impresión en escala de grises), la probabilidad de ser informal
cuando el jefe de hogar es formal. En rojo (o línea superior) la probabilidad de ser informal cuando el
jefe de hogar también lo es. En el eje de las x, ingresos mensuales del jefe (en pesos uruguayos por mil,
2006)
La Figura 6 muestra no solo que la probabilidad de ser informal es mucho más alta para
niveles bajos de ingreso del jefe, sino que para cualquier nivel de ingresos del jefe, la
probabilidad de que el joven tenga un trabajo no protegido es más alto si el jefe también
está en esa situación laboral. La brecha es más grande a niveles bajos de ingresos del
jefe (aproximadamente 20% de diferencia en las chances) y se va cerrando a medida que
el ingreso del jefe aumenta.
Sorprendentemente, el género no se comporta en la manera prevista, no siendo
significativo en ninguna de las especificaciones. Esto llama la atención ya que estudios
28
previos han reportado la sobre representación de las mujeres en el mercado informal de
trabajo en otros contextos. Estos otros contextos incluyen Uruguay en su pasado
reciente (Portes, Blitzer, Curtis 1986). Pareciera que mientras que las mujeres tendían
en el pasado a tener más trabajos desprotegidos que los hombres, este ya no es el caso.
Las mujeres jóvenes tienen similares chances de estar en trabajos desprotegidos que los
hombres. En lugar de ser este un caso de igualdad de género positiva, es probable que
sea consecuencia de más hombres entrando al mercado de trabajo informal (debido a la
escasez de trabajos protegidos en los sectores privado y público).
Con respecto a nuestro predictor principal, informalidad urbana o en la vivienda,
los resultados son mezclados. De acuerdo al primer modelo, vivir en un asentamiento
irregular aumenta la probabilidad de que un joven tenga un trabajo informal. Sin
embargo, este resultado no parece ser muy robusto, ya que una vez que le agregamos al
modelo datos del vecindario más allá del contexto inmediato del hogar particular, el
efecto se torna insignificante. Ninguna de las tres variables del vecindario (que recuerdo
son medidas agregadas a nivel del segmento censal), muestran relaciones significativas
con la variable de interés. Tienen sin embargo, un efecto en el modelo en general,
haciendo desaparecer el efecto de vivir en un asentamiento informal.
Como muestra la Figura 6, en los modelos logísticos las probabilidades
esperadas dan información más rica o más intuitiva sobre los efectos de las variables
independientes sobre la dependiente, que los meros coeficientes, que no son
intuitivamente interpretables. La Figura 7 muestra las probabilidades esperadas de ser
un trabajador informal en diferentes escenarios. Fijando los valores del resto de las
variables en el modelo 2 en sus medias, he dejado variar las variables vecindario de tres
formas: valor promedio menos 1 desvío estándar (vecindarios pobres), valor promedio
(vecindarios promedio), y valor promedio más 1 desvío estándar (vecindarios afluentes).
29
Los tres escenarios son calculados y representados para hogares en asentamientos
irregulares (derecha) y para hogares en la ciudad formal (izquierda).
Vemos que la probabilidad de trabajar sin protección llega al 50% entre los
jóvenes del peor de los escenarios planteados (asentamiento informal, barrio pobre). Esa
probabilidad disminuye a medida que el barrio se vuelve más afluente y formal. Sin
embargo, es sorprendente que esa probabilidad nunca baja más del 35% de la fuerza de
trabajo joven. Los tres escenarios a la derecha muestran una más alta probabilidad de
estar trabajando informalmente. Refieren a trabajadores que viven en asentamientos
irregulares pero localizados en distintas áreas de la ciudad, con alrededores dotados de
diferenciales recursos. El contexto parece importar.
Figura 7. Efectos diferenciales de los distintos tipos de barrio sobre la probabilidad
de tener un trabajo informal entre los jóvenes trabajadores.
.35
.4
.45
.5
Differential neighborhood effects
0
.2
.4
.6
.8
Lives in a squatter settlement (o=no, 1=yes)
Poor surroundings
Well off surroundings
1
Average surroundings
Nota: El cuadrado muestra la probabilidad de tener trabajo informal para aquellos jóvenes trabajadores
que viven en vecindarios carenciados. El círculo refiere a vecindarios promedio. El triángulo a
30
vecindarios más prósperos. En la izquierda, en el valor 0 del eje de las x, están los que viven en
asentamientos irregulares. En la derecha, en el valor 1 del eje de las x, están los que viven en la ciudad
formal.
En suma, los resultados sobre los efectos del vecindario en determinar la
informalidad laboral entre los jóvenes, son mezclados. De acuerdo a las probabilidades
esperadas, un joven que vive en un asentamiento irregular ubicado en el barrio Piedras
Blancas (bajo ingreso del hogar en promedio y alto porcentaje de informalidad) tiene
más chances (aproximadamente un 10% más) de ser un trabajador informal que uno de
sus amigos que viven en el mismo barrio, pero en su parte consolidada, formal. Sin
embargo, esta diferencia entre los sujetos imaginarios no es significativa una vez
controlamos por factores individuales y fliares.
Discusión
¿Cuáles son las implicaciones más generales de estos resultados? Teóricamente,
el hecho de que vivir en un asentamiento informal no haga más probable que la persona
trabaje informalmente, nos desafía a distinguir estos dos tipos de informalidades. En la
literatura, estos conceptos aparecen con frecuencia mezclados. Estos resultados desafían
la asociación necesaria entre informalidad urbana y laboral y, más aún, la causalidad de
la primera sobre la segunda.
Políticamente, en tiempos en que la mayoría de los esfuerzos nacionales e
internacionales por atacar la pobreza urbana en países del Tercer Mundo están dirigidos
a slum upgrading projects o proyectos de mejoramiento barrial. Estos resultados
muestran una bandera roja. Si las consecuencias de vivir en un asentamiento informal
no son distinguibles de vivir en un barrio pobre, independientemente de la propiedad de
la tierra, tal vez estemos territorializando equivocadamente las políticas en los
31
asentamientos informales únicamente. De hecho, de acuerdo a estos datos, dado que los
efectos del vecindario no aparecen como fuertemente asociados al comportamiento de
riesgo, cualquier focalización de la política podría ser equívoca, al menos para mejorar
las protecciones y la situación general de los jóvenes menos calificados en el mercado
de trabajo.
El predictor más importante de trabajo desprotegido entre los jóvenes es que el
jefe del hogar donde vive ese joven también tenga un trabajo desprotegido. Ahora, en
términos de orientaciones de política, este resultado nos deja con poco margen de
acción. Mejores trabajos formales para los adultos parecen activar mecanismos como
redes, información y modelos de rol que puede aumentar las posibilidades de que la
generación siguiente ingrese al mercado de trabajo en empleos de buena calidad. Crear
más y mejores empleos parece ser el desafío mayor para los países del Tercer Mundo en
tiempos de economías abiertas. Aún en épocas de crecimiento macro-económico, crear
empleos de calidad y reducir la pobreza aparecen como problemático (no sucedió en
América Latina en los 90s por ejemplo, lo que redundó en crecimiento sin reducción de
la pobreza ni de la desigualdad).
A pesar de que la edad es algo que obviamente no podemos modificar con
intervenciones de políticas, los datos indican que la edad y la educación son factores
significativos determinantes de la informalidad en los jóvenes. Esto sugiere que
demorar la entrada al mercado de trabajo y entre tanto acumular más educación, es
mejor para los jóvenes. Pero la retención en educación secundaria es un gran problema
en Uruguay, especialmente luego del primer y segundo año. Los estudiantes entran pero
no se quedan en el sistema. Esto es aún peor en los barrios más carenciados (Gelber
2007).
32
Desde hace algún tiempo, estudiosos de la realidad uruguaya han prestado
atención a los jóvenes que no estudian ni trabajan por constituir grupos de alto riesgo
(Filgueira and Fuentes 2001). Han aumentado en número y son preocupantes porque
muestran exclusión de dos de las principales instituciones de integración y movilidad
social: educación y trabajo. Estos jóvenes detienen la acumulación de activos a una edad
temprana lo que muy probablemente erosione sus oportunidades en la vida.
En este artículo, llamo la atención sobre otro grupo de riesgo: los jóvenes
trabajadores informales o desprotegidos. Constituyen un grupo de riesgo más invisible
porque aparentemente “funcionan” dentro de la “normalidad” en el sentido de que
trabajan. Están afiliados a una institución importante de integración social. El tema es la
calidad de esa afiliación. La mayoría de ellos tienen malos trabajos y han abandonado el
sistema educativo, todo lo cual hace que no estén acumulando activos de buena calidad
(ni en términos educativos, ni de ingresos, ni de experiencia laboral) para enfrentar el
futuro en su vida laboral y familiar.
Necesitamos más investigación para poder entender estos procesos. Sería muy
interesante seguir a estos jóvenes trabajadores en sus futuros empleos a lo largo de su
curso de vida, luego de que dejan la casa paterna para independizarse y/o formar sus
propias familias. Sería aún más interesante comparar estas trayectorias con aquellas de
los jóvenes que entrar al mercado laboral formal así como con la de los jóvenes que no
trabajan (o porque siguen estudiando o porque no hacen ni lo uno ni lo otro). Esta
comparación de trayectorias nos daría información sobre puntos críticos de cambio y
posible intervención para mejorar las oportunidades de los jóvenes menos privilegiados.
El hecho de que el vecindario no es en estos modelos un factor explicativo
significativo del trabajo informal en los jóvenes, deja algunas preguntas planteadas. Se
abren muchas posibilidades. Primero, parecería que a pesar de que una ciudad
33
segmentada aparece en los mapas, una vez que se controla por efectos familiares y por
efectos individuales, el efecto del barrio desaparece. Pero también podría estar
sucediendo que la unidad geográfica usada, en este caso el segmento censal, no es la
relevante para el individuo. Este es uno de los problemas más debatidos en la literatura
sobre efectos del vecindario y segregación residencial: cómo definir la unidad espacial
relevante y cómo encontrar datos a ese nivel de agregación. Finalmente también es
posible (como en casi todos los estudios de cualquier tema) que los métodos, datos o
variables usados aquí no permitan captar el efecto vecindario adecuadamente, pero que
éste sí exista en la realidad. La repetición de este estudio, usando otros métodos o
datos, y la realización de estudios similares, se hacen necesarias para analizar más
concluyentemente los efectos del vecindario sobre el empleo.
Los efectos del vecindario sobre el empleo permanecen como una interrogante
todavía. Uno de los estudios más prometedores por su naturaleza experimental, es el
Moving to Oportunity . Este proyecto a la vez de política y de investigación, se basa en
la asignación de vouchers para vivienda a familias pobres, con hijos, que antes vivían en
barrios homogéneamente pobres en 5 ciudades de Estados Unidos. Las personas pueden
elegir donde alquilar su nueva vivienda y el supuesto es que aquellos que elijan barrios
más heterogéneos tendrán mejores resultados en una serie de aspectos, incluyendo el
empleo. 17 Los primeros resultados del seguimiento de las familias no han mostrado
efectos significativos de la mudanza en los tipos de empleos o en los ingresos de los
adultos. Distintos académicos están explorando las razones de esta ausencia de efectos,
y seguramente sigan haciendo estudios con el paso del tiempo y con otros grupos de
edad. Pero lo cierto es que todos los interesados en efectos del vecindario estamos
desconcertados ante esta ausencia de efectos del vecindario en el empleo.
17
Más información en http://www.hud.gov/progdesc/mto.cfm (Consultado el 11 de enero de 2008).
34
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