Coraggio. Por qué no todo lo informal es malo y cómo podría

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Jose Luis Coraggio cuenta por qué no todo lo informal es
malo y cómo podría organizarse.
Jose Luis Coraggio es un investigador y economista argentino especializado en economía
popular y políticas sociales, que ha trabajado en México, Nicaragua, Ecuador, Estados
Unidos y Argentina.
Habló con EL TIEMPO, en el marco del foro que sobre el tema organizó el Instituto para la
Economía Social (Ipes), para explicar en qué consiste este tipo de estrategia, cómo
implementar políticas de calidad y cuál es su diferencia con lo que se conoce como
informalidad.
¿Cómo definimos la economía popular?
Las personas creen que economía popular son los vendedores ambulantes y hay una serie
de prejuicios con todo este sector. Se dice que no es productivo, que es ineficiente e incluso
ilegal. En realidad, es la economía de los trabajadores que, a diferencia de las empresas con
grandes capitales, son pequeños grupos que se constituyen con el propósito de mejorar sus
condiciones de vida. Su principal recurso es el trabajo dentro de un sector comercial
específico o para desarrollar servicios. En algunos casos trabajan para producir
exclusivamente para el propio consumo.
¿Qué tipo de actividades económicas populares hay?
Existen varias. Por ejemplo, más de la mitad de la vivienda popular en Bogotá la produce la
gente para sí misma, no la compra en el mercado. Igual que el campesinado produce para el
propio consumo. Lo curioso es que nada de eso está hecho para enriquecerse o ganar sin
límites, ni para acumular por acumular, sino para tener un ingreso o conseguir lo necesario
para sobrevivir. Esto es muy importante porque en los países latinoamericanos, el 50 o 60
por ciento de la economía es popular. En ocasiones esta economía es un tema que queda
rezagado a un tema social solamente cuando es un tema importante en materia económica.
¿Cuál es la diferencia con la informalidad?
Una parte de los emprendimientos de la economía popular son informales. Es decir que no
tienen un registro, personería jurídica, ni pagan impuestos. Pero no toda la economía
popular es informal. Muchos de los pequeños comercios que vemos están registrados y eso
es economía popular, como los artesanos por ejemplo. Entonces la informalidad no es la
característica principal.
¿Entonces cuál es la economía de la informalidad?
A una parte de esa economía informal se le suele llamar ilegal. El problema es que ser legal
a veces cuesta. Hay que inscribirse, hacer un montón de trámites y la mayoría de personas
informales tienen unos niveles de ingreso que no les permiten asumir esos costos. Entonces,
lo que hay que hacer es cambiar la ley para que con un simple trámite la gente se inscriba y
esté dentro de la legalidad. De ahí en adelante ya puede facturar y es reconocido por el
sistema fiscal.
¿Cómo jala esta economía popular una ciudad?
Basta ir por la calle y ver cuántas actividades de ese tipo existen para darse cuenta de cómo
esta economía mueve las ciudades. Lo que pasa es que no siempre su productividad es
visible. Sin embargo, no es solo esto. También están las pequeñas industrias textiles, de
alimentos, de muebles. Es decir, ¿cuántas personas no se alimentan de los productos que se
venden en la calle y les sale más económico que en un restaurante legalmente constituido?
Entonces, si uno suma el valor que tienen todas esas actividades, es un valor muy
importante en la economía.
REDACCIÓN BOGOTÁ
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