Acceso al relato (parte 2)

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Ibrael Fantasy
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AGRADECIMIENTOS:
Quiero agradecer a mi novio, por el hosting, el dominio y el espacio que me regala tan
gratuita y eficientemente desde www.escor.pro . Y por toda su labor a la hora de guiarme y
enseñarme cómo se hace para manejar la creación de páginas web, sin la cual nunca hubiera
podido hacer públicos ni mis dibujos ni mis relatos. Es obvio que sin su amor y su inspiración,
la mayor parte de relatos no se parecerían, ni siquiera existirían. Gracias, JM. Te quiero.
También quiero dar unas gracias muy especiales a Yanddros, un amigo muy especial que
he encontrado a través de esta página, y que me ha ayudado como nadie en la corrección
de la forma y las erratas, así como en la presentación de los pdf´s online. Eres una persona
increíble, y ojalá pudiera tenerte cerca para darte los miles de abrazos que te mereces por
todo tu interés por mis creaciones, por tus ánimos, por tu inestimable labor y, sobre todo, por
tu paciencia con mis fallos.
También quiero agradeceros a todos vosotros, los que estáis disfrutando de forma anónima
del material que creo y subo a esta web, pues solo que a uno de vosotros pueda haber emocionado, aunque sea mínimamente, con mis relatos, ya me sentiría recompensado por todo
esto.
Ibrael Fantasy by Ibrael is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España License.
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los relatos y obras obtenidos de esta página web, excepto para uso propio.
Si no sabes si se te permite hacer algo con estas obras, escribe a [email protected] y contestaré encantado tan pronto como pueda.
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SINOPSIS:
Armado tan solo con unos pocos conjuros de baja potencia y el anillo de su abuelo, Cristian viaja a la capital del reino para labrarse un futuro como mago. Sin embargo, pronto
entenderá que ha de comenzar desde abajo, como escudero de un grupo de aventureros ya
creado. Las dispares personalidades de los integrantes de esa banda no solo le empujarán
a la acción y a un frenético aprendizaje, sino que le zarandearán entre la increíble atracción sexual que siente por uno de ellos, y el tierno amor que comienza a sentir por otro. La
decisión que tome al respecto de esta diatriba, modificará su personalidad para siempre y
condicionará todo su futuro.
Este es el segundo relato de la serie Jaguares del Viento, que iré subiendo poco a poco.
El primero es “El precio de la Magia, cuya lectura no es necesaria para entender esta parte,
pero que está disponible por si quieres empezar por el principio.
Nota del autor: Este es uno de los primeros relatos serios que traté de escribir hace
más de una década. Si los comparas con otros más recientes, podrás notar la inexperiencia
tanto en el fondo, como en la forma y en el propio guión. Sin embargo, me he decidido a
subirlo porque es parte de una serie de seis relatos protagonizados por el mismo personaje
que, conforme pasaban los años, fui escribiendo al mejorar mi técnica narradora. Intenta no
juzgarme muy severamente por él, y tratar de disfrutar de lo que intenté ofrecer en aquel
momento.
AUTOR:
Ibrael ([email protected])
Si te ha gustado este relato y deseas encontrar mas o hacer algún tipo de comentario
sobre el mismo puedes dirigirte a mi pagina web - http://www.ibrael.com -
Este relato contiene escenas de temática homosexual.
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Contenido
Capitulo 1: Llegada a Caspia...............................................................5
Capítulo 2: Nuevos comienzos. Nuevas esperanzas.................. 11
Capítulo 3: La Dorada Conjunción.................................................. 21
Capítulo 4: Mis nuevos amigos......................................................... 26
Capítulo 5: Confesiones....................................................................... 29
Capítulo 6: Bandidos............................................................................ 33
Capítulo 7: La caza............................................................................... 42
Capítulo 8: Las Sombras del Horror................................................ 49
Capítulo 9: A punto de caramelo..................................................... 59
Capítulo 10: ¿Sexo o amor?............................................................... 64
Capítulo 11: Bifurcación....................................................................... 75
Capítulo 12: Destinos inciertos......................................................... 82
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Capitulo 1: Llegada a Caspia
Me quedé impresionado.
El resto de la gente, más acostumbrada a la vista, pasaba a mi lado por el gran camino principal hacia la ciudad, pero
era la primera vez que tenía ante mí a Caspia, capital del Reino de Cygnar y la ciudad más grande del mundo.
¿Cuentas personas podían vivir allí?, ¿miles?, ¿cientos de miles?, ¿millones?... no me pareció que hubiera manera posible de alimentar a una población tan grande, y mucho menos de mantenerlos a todos juntos en paz y armonía siendo,
como me habían contado, tan dispares en razas y personalidades; pero si mi vista no me engañaba la demostración de
que SI era posible la tenía ante mí.
La gente no me prestaba atención y me adelantaba de camino hacia el enorme portal; Parecía que todos tenían prisa
y nadie me dirigía una mirada o un comentario, si bien los conductores de los carros me gritaron para que me apartase
del camino y así dejarles hueco por el que pasar.
Que distinto de los días anteriores, cuando cada uno de los infrecuentes viajeros de la estepa se paraba para compartir algo de conversación y afecto humano.
Me sentí completamente sólo bajo el sol de la tardía primavera, y la tarea de encontrar a mi primo en la titánica ciudad se me presentó tan terrible como el robarle a un dragón de hielo su carámbano preferido.
Aún así, la atracción que la inmensa mole de piedra blanca ejercía sobre mí era demasiado importante como para
permanecer triste mucho tiempo. Siempre he sido curioso y había mucho que descubrir y preguntar allá dentro. ¡Tenía
que ser tan emocionante vivir en una gran ciudad!.
Las altísimas y brillantes torres blancas surcaban el cielo cual pilares que sostuvieran la cúpula celeste, las murallas
que la rodeaban por entero eran mucho más del doble de elevadas que la iglesia del pequeño pueblo de donde venía,
Caspianova... bueno, quizás no era un pueblo sino una ciudad en toda regla, pero comparado con esta aglomeración de
vida y piedras blancas casi parecía una simple aldea.
Venía viajando desde hacía casi 15 días y estaba bastante cansado. Mi aspecto no podía ser muy agradable y mis
fondos ya escaseaban por pernoctar en las posadas del camino hacia aquí.
Esta era la primera vez que salía de casa, así que aún no me había acostumbrado a dormir a la intemperie. Puedo
asegurar que el entrenamiento para mago te prepara para muchas cosas, pero no para las incomodidades del camino.
Me quedaba un poco más de lo suficiente para comprar la comida de hoy y la posada de la noche.
El camino de arena se veía pisoteado por la legión de viajeros que, en uno u otro sentido, se trasladaban por motivo
de la urbe; y al fondo se levantaba ella, orgullosa de ser el estandarte de la justicia y la seguridad en el Este del mundo.
La Ciudad Blanca de gigantescas puertas de acero era el Bastión Fortaleza de la Humanidad, la única fuerza que impedía
que el malvado reinado de terror y muerte del Imperio de Orgoth dominase todo desde su Imperio en el Este.
Así, sin demasiado dinero, mi única posibilidad para sobrevivir dignamente era encontrar a mi primo Nostromo. Él
era también mago.
Bueno, quizás no debería decir también, pues yo apenas pasaba de ser un aprendiz. Recibí mi diploma de graduado
en la fiesta del plenilunio pasado y, si bien siempre me han dicho que poseía muchas facultades para lo arcano, aun no
me atrevía a asegurar que dominase verdaderamente la magia después de haber visto el poder de mi maestro.
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Mi primo Nostromo era 2 años mayor que yo, es decir, que él tenía 18 años, con lo que ya era miembro desde hace
tiempo de “La Dorada Conjunción”, la única cofradía de Magos de la ciudad.
Bueno, pues mi primo pagaba altas tasas para permanecer dentro de esa cofradía, pero a la vez siempre recibía trabajos de ella donde aplicar sus artes arcanas, con lo que solía tener dinero de sobra. Siempre nos hemos llevado bien,
aunque no le veía en persona desde hacía cinco años.
Cuando me gradué y recibí una carta con su sello pidiéndome que fuera a la capital imperial a unirme a la cofradía
no lo dudé; él sería mi “padrino” (requisito necesario para acceder), y me mantendría económicamente hasta que me
saliese el primer trabajo.
Me quedé extasiado por la oferta; ¡no tendría otra oportunidad igual!. Así que le mandé mi respuesta afirmativa en el
primer correo de vuelta y me encaminé para allá. Además, no tenía casi nada ahorrado y el pueblo de mis padres estaba
bastante más lejos de la academia de magia que la capital.
Al acabar de graduarme mi maestro ya no me mantendría más, así que no vi otra solución mejor: era volver de nuevo
a casa de mis padres o intentar sacarme las castañas del fuego con ayuda de mi primo. Es por ello que estaba aquí en
este instante.
La verdad es había más motivos que apoyaban mi decisión de venir a la gran Capital: ansiaba ver gente. Después de
los 5 últimos años de estudio intensivo, con solo algunas salidas esporádicas en los solsticios de verano y primavera,
necesitaba acercarme a otros chicos de mi edad, y supuse que cuanta más gente junta hubiera, más chicos habrían.
Desde que encontré un libro sobre sexo de mi maestro, describiendo los órganos sexuales del hombre y la mujer y el
rito para copular, algo se encendió en mi interior y necesitaba apagarlo de alguna manera, y no se porqué siempre supe
que necesitaría a otros chicos para apagar esa llama.
Había descubierto la masturbación en el libro, pero aparte de describir la copula hombre/mujer no hacía referencia a
nada más... y como a cualquier adolescente el misterio del sexo le intriga hasta que lo descubre, y una vez descubierto
todavía le gusta más.
Quizás era demasiado inocente, ya que a mis dieciséis años solo sabía masturbarme y nunca había probado nada
adicional... pero sí que tenía una idea de lo que era ser “maricón”, por los mordaces comentarios de la gente, y me sabía
gay 100%, (aunque entonces esa palabra quedaba fuera de mi vocabulario). Solo los hombres me producían un extraño
cosquilleo en el estómago y los testículos... y recordaba a mi primo realmente atrayente.
Por fin estaba a las puertas de la ciudad. Llegué delante de ellas con los pies doloridos y casi estallé de alegría al
arribar a mi meta.
Iba a poner mi mano en la enorme cerradura de la puerta, como símbolo para recordar siempre mi llegada a Caspia,
cuando un vozarrón salió de unos pasos delante:
-¡Eh! ¡Qué haces muchacho!?, ¡Métete en la fila de nuevo!- .
Era un hombre de barba rala, ojos negros y amplios hombros, aunque quizás se debía a las enormes hombreras de
cobre que llevaba. Tenía un impresionante jubón de piel blanca brillante con un peto de metal en el que pude reconocer
el Dragón Blanco enroscado sobre si mismo que era la enseña de la ciudad imperial; debía ser un soldado de la guardia,
pues llevaba un yelmo con orejeras en forma de alas de dragón, un escudo muy pequeño al que se le suele llamar rodela
y un enorme espadón con un gran mango de más de un metro al que se le llama alabarda.
El guardia se acercó a mi : -¡¿Que hacías ahí, chico?!- .
Estaba pensando en decirle la verdad, pero resultaba un poco ridícula de buenas a primeras; de todas maneras no me
dejó terminar. Al observar mi corta túnica verde musgo debió adivinar mi profesión y puso cara de superioridad.
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-Así que un hechicero...- dijo en tono sarcástico -...ya tenemos suficientes de esos por aquí, así que llévate cuidado.
No sé qué encantamiento ibas a echar en la cerradura, jovenzuelo, pero no te ha funcionado. A la próxima te llevaré a
las mazmorras del castillo-.
-Vaya...- me desanimó mucho este recibimiento -...la gente no se anda con chiquitas aquí-. Fastidiado me reincorporé
a la cola de personas y carromatos que ansiaban entrar en el burgo.
Pagué una moneda de plata por entrar en la ciudad (una tasa de acceso muy alta, pero no me atreví a protestar
después de la bronca del guardia, no le diera por encerrarme) y me introduje en la calle principal que resultó llamarse
La gran Cabalgata.
Me quedé un buen rato anonadado ante el paisaje. La avenida era muyyy grande, estaba a rebosar de gente de todas
clases y colores. Pero lo más impresionante era el palacio/castillo/fortaleza del Rey Vinther Raelthorne. Parecía ocupar
como la mitad de la ciudad en el horizonte y se lo veía repletito de guardias por todas partes. Me pareció que si tuviese
que llegar hasta allí pasaría horas andando antes de acercarme lo suficiente como para vislumbrar las puertas principales.
Las murallas eran blancas como la nieve, al igual que las lejanas torres y el mármol blanco de la avenida principal. Las
casas tendrían 2 ó 3 pisos como máximo y eran en su mayoría de madera y piedras con un estilo achatado y acogedor,
si bien, conforme se iban acercando más hacia el palacio iban ganando un estirado estilo gótico más elegante. Aquí la
gente iba, como en la entrada, cada uno a lo suyo, con prisa y sin hacerme caso en ningún sentido.
Supongo que mi aspecto era el de un palurdo de campo que ve por primera vez la ciudad más grande del mundo, y
eso era casi exactamente lo que yo era.
Un muchacho se me puso delante tapándome la vista del castillo, y eso era algo difícil debido al tamaño del palacio,
pero es que el muchacho quería que le prestase atención y creo que no se la habría prestado si no hubiera sido así
de impertinente de lo impresionado que estaba yo... eso si, una vez le miré a los ojos y vi su sonrisa pilluela me quedé
prendado.
Era un joven delgado pero de mi misma altura, que distaba de ser poca; su liso y largo pelo negro hasta las orejas
estaba algo despeinado, sus ojos verdes brillantes aparecían limpios y simpáticos (además de pícaros), su sonrisa de
dientes perfectos era deslumbrantemente atractiva, me hizo caer en sus redes al instante, fue lo que me desarmó.
Tenía la piel morena y algo sucia; su ropa consistía en un chaleco de cuero endurecido, unos pantalones de igual
material pero color verde, unos mocasines, un cinturón con una bolsa bastante grande y poca cosa más... el chaleco le
venía pequeño y lo llevaba desabrochado, de manera que sin poder evitarlo me mordí el labio inferior al verle el pezón
todavía más moreno; no tenia ni un solo pelo en el torso, y eso que tendría mi edad... yo, por el contrario, tenía una fina
línea de cabellos rubios que bajaba desde mi ombligo hasta la mata de mi entrepierna.
No sabía que hacer, tampoco lo que él quería, pero supe que si ahora se iba le seguiría donde fuese; así que cuando
me tendió la mano para que se la estrechase fue como si un sueño se hiciera realidad. No me pasa con todos los chicos,
claro, es que este era especial, era de esos escasos que yo llamaba para mí mismo “deliciosos”, y era uno de los más
hermosos que había visto, si bien un baño no le vendría mal... aunque a mí tampoco.
-¡Buenas tardes!, eres de fuera de la ciudad ¿verdad?, yo soy Justaine.Su hipnótica sonrisa seguía ahí, si bien me pareció ver un destello de algo así como tristeza muy profundo dentro de
sus ojos mientras me tendía la mano para que se la estrechase.
-Yo... yo soy Cris... Cristian. ¡Buenas tardes!.Esto no podía ser verdad... ¿la gente era así de simpática una vez se entraba en la ciudad?. Le cogí de la mano y la
estreché con fuerza. Al ver que no decía nada más él comenzó a hablar.
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-Encantado, Cristian. Te preguntarás el porqué me presento así, si no te conozco de nada...- dio en el clavo -...y el
porqué, es que soy un guía. Suelo acercarme a los extranjeros y les enseño los lugares más famosos e importantes de la
ciudad, les llevo a donde desean ir y algunas otras cosas...- no noté el tono especial con el que había dicho las últimas 4
palabras, casi parecía una invitación... o una advertencia. Por un momento, me pareció que del apretón de manos se me
iba a salir el anillo de oro del abuelo del dedo, pero finalmente se quedó donde debía, es decir, en mi dedo.
-¡Oh!, ¡Vaya!.- esta era una de mis expresiones más fuertes -Realmente me vendría muy bien un guía, no sé por donde
ir y se está haciendo tarde... no me gustaría dormir en un parque estando tan cerca de mi nuevo hogar...Su sonrisa se ensanchó más si cabe -¿Nuevo hogar?. Dime donde quieres ir y te guiaré.-¡Vaya!...- (de nuevo mi exclamación preferida) sinceramente me dejó muy sorprendido -...Los servicios públicos de
orientación de la ciudad son realmente eficientes.- dije mientras le palmeaba con mi mano libre el hombro desnudo por
el mero echo de que me apetecía tocar algo de su cuerpo... su piel era suave y tibia... hubiera dado mi brazo izquierdo
en ese momento por poder lamerlo. No era un pervertido, pero se me ocurrió que su sabor tendría que ser increíble. Por
supuesto sabía lo que la gente opinaba de los homosexuales, así que sabía que había de controlarme en todo momento.
No estaba acostumbrado a estar con gente de mi edad tan de cerca, incluso mis compañeros de la escuela de magia
vivían en barracones distintos al mío.
-Emm... no es exactamente gratis, por cada media hora cobro tres monedas de cobre.- Lo suponía, pero el precio era
asequible, solo con encontrar la casa de mi primo tendría los gastos pagados durante bastante tiempo, además, no iba
a dejar escapar esta preciosidad de chico sin saber más de él. Justaine me pareció uno de esos jóvenes que no se suelen
ver todos los días... Hizo algo de fuerza con su mano en la mía.
-Y, umh... ¿en tu pueblo es costumbre sacudir la mano durante tanto tiempo?- me preguntó.
“¡Oh! ¡mierda!” pensé. Perdido en sus ojos no me había dado cuenta. Me puse literalmente rojo, algo que no puedo
evitar que me suceda a menudo debido a lo pálido de mi piel y a mi timidez, y me dije que le había causado una impresión horrible para empezar; le solté la mano.
Al mirar a sus ojos esmeralda vi una expresión comprensiva dentro de ellos y a la vez algo de esa tristeza de antes,
pero desapareció al momento. Me cogió por encima de los hombros, como un amigo de toda la vida, e hizo fuerza para
que comenzase a andar... me sentí en el cielo.
***
Al poco le había indicado el nombre de mi primo para que me llevase a su casa. Como es natural no supo donde
estaba, pero le dije que me llevase a La Dorada Conjunción (la Cofradía de Magos) y eso sí que lo conocía.
Comenzamos a subir por la ciudad, pero abandonamos la calle principal. A decir verdad nos alejamos bastante de
ella.
A mi me extrañó en un principio que la rica cofradía tuviera su sede tan alejada y en estos lugares que más bien parecían repletos de gente pobre y pordioseros... pero él parecía muy seguro de sí mismo y me iba hablando de todo un
poco, con lo que consiguió distraerme todo el rato, pues el tono sensual de su voz me llegaba muy adentro, me sentía
realmente bien su lado.
Me pregunté si podría ser amigo mío cuando ya estuviera establecido aquí... quizás tendría alguna oportunidad con
él. ¿Le irían los tíos?. ¿Le iría yo?.
Las casas eran ahora de un piso de altura, la gente que andaba por aquí aparecía un tanto andrajosa, y todo parecía
sucio y descuidado. Esperaba que mi primo no viviera cerca de este barrio maloliente.
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Los dos sufrimos un sobresalto cuando un gato saltó de una ventana y se puso a perseguir un ratón, pero luego nos
reímos juntos por el susto.
Comencé a tener hambre, y la casa parecía estar más lejos de lo previsto, así que le dije que parásemos en una taberna o algún lugar donde pudiera comer algo; le conté que me quedaba una moneda de oro y que pensaba invitarle
a cenar.
Cuando le dije que le convidaba se volvió de espaldas a mí y sus hombros temblaron; aunque en la creciente oscuridad no puede distinguir bien qué hacía, creí que se estaba riendo. Me molesté un poco e iba a retirar mi invitación si
tan graciosa le parecía, pero se volvió con esa sonrisa que me volvía loco y lo olvidé todo. A partir de entonces, cosa que
me extrañó, dejó de hablar y ya casi solo me respondía con “sies” y “noes”.
Al cabo de un rato, cuando todo estaba oscuro ya y solo se distinguían algunas formas vagas debido a la luz que salía
de las ventanas de algunas casas lejanas.
Le dije que se parase, que no veía nada y que me iba a extraviar, que esta zona era demasiado oscura. Se me ocurrió
algo. -Dame la mano, si te pierdo ahora no sabré que hacer...- era perfecto porque así podría tocarle más.
Extendí mi mano buscándole, y tardó un poco en llegar (me asusté pensando que quizás notase algo extraño en la
fijación que tenía por tocarle) pero finalmente rodeó mis dedos con los suyos y apretó como si me apreciase... ¿podía
eso significar algo, significar que le gustaba?.
Su tacto no era tan suave como el de su hombro, se notaba que había tenido que trabajar duro en alguna ocasión,
pero tampoco era áspera, estaba muy fría eso si, y al poner mi mano encima de la suya fue como si un millar de mariposas recorriesen mi estómago... me sentí tan bien por poder cogerle.
Cuando se la sacudí en nuestra presentación estaba tan pendiente de sus ojos que apenas noté que le tocaba.
-La tienes helada- dije simplemente y puse mi mano derecha bajo de la suya, entrelazándola con mi izquierda para
darle calor.
Al no decir nada ni moverse durante un minuto me preocupé por él.
-¿Estas bien, Justaine?Una gota de algo cálido cayó sobre mi mano, y noté que la suya temblaba... retiré mi mano sin saber qué era aquello
y, como había hecho con algunas mezclas en el laboratorio de mi profesor, recogí un poco con mi lengua preguntándome si llovía, pero estaba salada... se me ocurrió que mi amigo estaba llorando (aunque en la oscuridad casi absoluta de
la noche en estos barrios bajos no podía ver nada) y no comprendí porqué lloraba hasta que él dejó escapar dos largos
silbidos, uno en escala más alta que el otro.
Su voz sonó entonces entrecortada ante mí, me susurró -Lo... lo siento...¡ahora corre, lárgate...!- Con lo que su mano
salió de entre las mías de un tirón y oí sus pasos alejarse corriendo.
-¡EEEHHHhh! ¡Justaineeee!!...- grité asustado de verme solo en medio de la oscuridad, pero sobre todo, asustado de
perderle. ¿Había hecho algo que le había ahuyentado?. Casi dos segundos después noté la punta de algo afilado en mi
garganta y una voz grave pero susurrante me habló desde detrás.
-Dame todo lo que lleves o...No voy a mentir, no soy un héroe... al menos no lo era entonces: me acojoné y le di todo lo que llevaba; No solo la
moneda de oro, sino también el broche de acero tallado, mi capa, una navaja que había cogido la torre de mi maestro
por si acaso y el anillo de oro que mi padre me dio de pequeño (había pertenecido a mi abuelo y debía valer mucho
dinero). Entonces la daga amenazadora se apartó de mi cuello y el hombre se fue riéndose de mí, con mis cosas.
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Me volví con ganas de lanzar a su espalda mi hechizo más dañino, los proyectiles mágicos, pero sabía que hacían
daño y nunca había hecho daño real a nadie... el hombre se rió más al escuchar como se me escapaba un sollozo de
impotencia y le perdí de vista tras la esquina... no podía matarle, ni siquiera me atrevía a herirle.
¿Porqué Justaine me había hecho esto?, ¿había adivinado que me gustaba y trataba de burlarse de mí?, ¿ya me odiaba?.
En la oscuridad y con extraños ruidos tras cada sombra me sentí más sólo y aterrado que jamás en mi vida y, sin saber
hacia donde, salí corriendo y llorando a la vez...
Un perro salió corriendo detrás de mí, ladrándome, y no hizo sino asustarme más. No grité, mis alaridos iban por
dentro...
¡¿De que me había servido ser mago?!. ¡De nada!. ¡5 años perdidos!. No era más que un fracasado... y ahora estaba
sin dinero, sin cobijo, desorientado... y había perdido el anillo del abuelo.
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Capítulo 2: Nuevos comienzos. Nuevas esperanzas...
No sé cuanto tiempo estuve corriendo, pero al final distinguí una luz y me dirigí hasta ella...
Llegué frente a la puerta abierta de una posada (El Oasis del Abismo según el cartel sobre el pórtico).
Luz cálida y risas salían de su interior, y en mi estado de shock no pude más que entrar como un torbellino. Iría donde
fuese con tal de salir de la calle y encontrar gente normal que me tratase de forma normal.
No fue eso precisamente lo que encontré aquí. La gente dejó de hablar para mirarme cuando me metí en la sala. Me
sentí bastante violento por ello, pero es natural: entré corriendo y resoplando por el esfuerzo, con los ojos llorosos y
supongo que la cara roja.
Como tenía calor me dirigí a una mesa lejos del fuego y me senté de espaldas a la pared, no fuera que alguien viniese de nuevo por mi espalda con un cuchillo; ya había tenido demasiadas emociones por hoy. A veces te obligan a ser
desconfiado.
Pasaron unos minutos y los habituales dejaron de estar pendientes de mí; me sentí un poco mejor, aunque mi mente
estaba en blanco y no conseguía pensar. ¿Qué demonios iba a hacer ahora?.
Al cabo de un rato, con calma, pensé que me debía haber alejado corriendo de aquel barrio tan pobre por el que
el ladrón me había llevado, ya que este establecimiento, pese a no ser nuevo ni de lujo, no parecía sucio ni a punto de
derrumbarse.
Había una barra al fondo con un hombre rechonchete detrás, muchas viejas mesas redondas de madera con sillas
ocupadas por animados comensales (yo estaba en una de ellas) y unas escaleras al fondo, al lado de la puerta de la
cocina. Seguramente llevaban a las habitaciones.
Mi estómago rugió protestando estimulado ante el olor agradable de la comida que muchas de las personas de aquí
ya pedían para cenar, pero... no tenía dinero, ¡Dioses!... ¿que iba a hacer?.
Estaba rezando al dios Padre de Todo y Todos, cuando se me acercó una jovencita de unos 19 años, muy mona y con
un culito respingón, si bien los pechos llamaban la atención por su ausencia. Su cara era un poco insípida pero su sonrisa
tranquilizadora. Llevaba una bandeja de madera y un trapo, así que adiviné que era la moza de la taberna.
-¿Se encuentra bien señor?, ¿le traigo algo para cenar?.
Casi sonreí ante la forma en que me trataba: ella era mayor que yo y me llamaba “señor”. Me dije que quizás todos
los chicos eran malas personas y debería intentarlo con una mujer... de todas maneras no tenía dinero para cenar. ¿Que
iba a hacer?. Me vio titubear y siguió hablando.
-Si no tiene nada decidido le traeré el plato del día, que suele ser a gusto de todos y es muy barato- me informó
con un guiño.
-No.. es que yo no...- pero me atajó poniendo un dedo en mis labios y diciendo “Shhhh...” se acercó a mi y me susurró
al oído -...pago yo... rubiales.... pero no se lo digas a nadie-. Se fue sonriéndome.
Yo supuse que no era costumbre suya invitar a todos los clientes, así que acertadamente deduje que ella se sentía
atraída por mí. Y eso me hizo sentir bien.
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Cuando ella estaba a punto de llegar a la barra, dos parroquianos fueron detrás y le pellizcaron el trasero descaradamente mientras le hacían proposiciones y bromas un tanto indecentes... pero ella los esquivó con rapidez. Me sentí
molesto ante la manera en que se habían aprovechado de ella tocándola... ¿celoso?... me pregunté si me estaba enamorando... no recordaba haber experimentado nunca el amor.
Entonces, con mi cena marchando, me fijé en los demás ocupantes de la sala. La mayoría eran gente corriente, trabajadores sin demasiados recursos y gente con apariencia de borrachos, pese a que no se escuchaban insultos ni inicios
de pelea. Parecía una posada para gente humilde pero “honrada”.
Uno de esos borrachos con fea barba desaliñada me miraba fijamente con unos ojos que no me gustaban nada, como
si me estuviese desnudando con la vista, así que opté por no hacerle caso... por suerte, al rato pareció olvidarse de mí.
Solo uno de los habituales resaltaba sobre los demás, era un joven de unos 20 años o así, de ojos azules como los
míos, aunque un poco más oscuros (en realidad eran grises brillantes, según me di cuenta después), y mirada seria. Su
pelo era castaño claro ondulado largo hasta la nuca, peinado con raya en medio y resaltaba frente a su pálida tez. Tenía
los pómulos muy marcados y la barbilla fina con una atractiva sombra de barba de 1 ó 2 días. Sus labios me parecieron
exquisitos. “Aquí hay otro que yo calificaría de delicioso” pensé; y por lo que sentía en el estómago decidí que, tal y como
siempre había pensado, solo me interesaban los chicos; ni la camarera ni ninguna chica podían hacerme sentir algo así.
Su mirada inteligente recorría la sala, y finalmente se cruzó con la mía. Una media sonrisa simpática apareció en sus
labios, pero desvió los ojos a los segundos. Me pareció ver un poco de sonrojo en sus mejillas pero no estaba seguro.
Su cuerpo estaba muy bien formado bajo la cazadora de cuero negro, y en su cinto pendía una espada larga además de un saquillo... no vestía nada mal, la cazadora y los pantalones estaban elegidos a juego, de color azabache con
adornos plateados.
Se me hizo la boca agua al ver la abultada protuberancia de su entrepierna, y al volver a mirarle a los ojos, él me
estaba mirando de nuevo a mí... me repasó de abajo arriba y cuando llegó a mis ojos y vio que yo le miraba de nuevo
volvió a apartar su mirada, me pareció un poco azorado, aunque también divertido.
Yo nunca había hecho esto de los juegos de miradas, y no puedo decir que me disgustase el sentir que despertaba
el interés de alguien correspondiendo a lo que yo sentía.
La camarera llegó y me sirvió un plato de sopa con carne dentro; no olía mal pero tampoco era un placer el verlo, así
que me lo comí más que nada por acabar con el hambre que sentía.
La joven dijo llamarse Loren y cada vez que pasaba por mi lado se quedaba un minuto hablando conmigo y preguntándome cosas sobre mí... no tuve inconveniente en hablar con ella, se lo merecía a cambio de la cena, pero si pensaba
que le iba a dar algo más que conversación lo llevaba claro.
Observé que el joven de la espada había pedido algo mejor que lo mío (parecía cabritillo con salsa de arándanos y
pan de miel), pero no solo para él, había un cubierto en frente suyo. Me llevé una desilusión al ver a una chica acercarse
desde las escaleras que venían de las habitaciones y sentarse con él, debía haber quedado con ella aquí.
Ella tendría unos 21 (o eso aparentaba), era pelirroja y sus bonitos bucles carmesíes caían en su espalda hasta la
cintura. Lucía unos grandes pechos, la piel morena, labios carnosos y la cara muy agradable. Llevaba una túnica de cuero blanco aderezada con un generoso escote, corta falda y amplias mangas... suspiré sabiendo que no tenía ninguna
oportunidad con el chico si ella estaba frente a él... De todas maneras, tampoco estaba para muchos juegos después de
lo de antes.
Sacudí la cabeza... ¿es que no iba a aprender?, mi primera experiencia con Justaine no había sido muy buena, así que
más me valía estarme quietecito, buscar a mi primo cuanto antes y dejar los ligues para más adelante. En realidad solo
tenía ganas de dormir toda la noche en una buena cama y buscar a Nostromo a la luz del día.
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Era más fácil decirlo que hacerlo, no podía apartar la vista de los ojazos del chico, parecían hechos para seducir... la
mirada del joven iba de la chica que tenía delante hasta mí, y eso me sorprendió. ¿Aún me miraba?.
Así era, pero la muchacha pareció darse cuenta de que su chico no le prestaba toda la atención y me fijé (porque
estaba observando ese lugar en concreto) que la punta de su bota azul se colocaba en el paquete del joven y apretaba
una y otra vez con suavidad. Él pegó un respingo y se quedó mirándola sorprendido (por lo visto no se lo esperaba) y
noté como su entrepierna crecía agradablemente, si bien no por el motivo que yo hubiera deseado.
Ahí dejó de prestarme toda la atención que me había prestado.
Decidí que era hora de dormir. Es verdad que había soportado muy bien el viaje desde mi academia de magia hasta
aquí, pero ahora me pareció que todo el cansancio se me acumulaba en los párpados...
Miré hacia la oscura y siniestra calle y decidí que dormiría aquí como fuese y mañana ya seguiría buscando a mi
pariente. Debía conseguir el dinero suficiente para una cama aquí y ahora. Pude escuchar a una mujer reservando una
habitación individual (2 monedas de plata por noche) y me anoté el precio mentalmente.
Un hombre regordete y con cara de bueno que estaba sentado a 2 pasos de mí. Estaba un poco mejor vestido que
los demás. Abrió una bolsa donde llevaba su dinero para pagar una bebida y vi que varias monedas de oro y plata relucían en el interior. Cuando terminó de abonar el importe dejó su saquillo bajo la mesa pegado a su pie. Debía ser un
comerciante con buena fortuna.
No soy un ladrón, pero las circunstancias eran apremiantes y no iba a pedirle a Loren que me dejase dormir en su
cama... puede que consintiese, pero no estaba preparado para pagarle lo que seguro me hubiese pedido. Me dispuse a
actuar.
Metí las manos bajo la mesa y comencé a entonar las palabras de un sencillo y muy útil hechizo mágico... hacía tiempo que no usaba la magia, desde que partí de mi anterior hogar en la academia y, como siempre, la sensación orgásmica
que produce la esencia de vida del universo al fluir por las venas me llenó de excitación y placer... me contuve, no debía
canalizar más de la necesaria pues estaba muy cansado; por más gustirrinín que me diese.
Nadie vio como movía las manos ni prestaron atención a las arcanas palabras que decía, pues además hubieran resultado inteligibles para un no–mago.
El sirviente invisible se formó ante mí y, aunque obviamente no lo veía, sabía que estaba ahí, lo percibía pues era mi
creación. No duraría mucho su existencia, ni tampoco tenía casi nada de fuerza ni habilidad, pero a veces se mostraba
muy útil, como me enseñó en esta ocasión;
Pronto la bolsa que el hombre había dejado en el suelo al lado de su silla se fue deslizando resbalando por el sucio
suelo de madera, aparentemente sola, hacía mí.
En medio del bullicio y con las sombras producidas por las antorchas y la fogata de la chimenea nadie, ni su propietario, se dio cuenta.
Cuando llegó hasta mi mano la abrí, cogí dos monedas de plata y le indiqué a mi sirviente invisible que la pusiera de
nuevo en su sitio junto a su propietario, cosa que hizo con la mayor de las diligencias.
Satisfecho de mí mismo, me dirigí hasta la barra y hablé con el posadero, un hombre más alto que yo y bastante
gordote pero con ojos bonitos, aunque sus dientes rotos le afeaban.
Le pagué las 2 monedas y le pedí una habitación. La obtuve y me gustó que no me pusiera inconvenientes por la
edad. Me preguntó si era la primera vez que venía a la posada y asentí con la cabeza, entonces dijo que llamaría a su
sobrino para que me mostrase la habitación.
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El jovencito de unos 14 años que salió de la cocina a las espaldas del posadero era precioso. Su cabello era pardo
oscuro, y sus ojos castaños con tintes verdosos. Sonrió mucho al verme, como si me conociese de antes, y me tomó de la
mano para llevarme arriba, cosa que me turbó un poco pues lo había hecho delante de toda la gente, pero no parecieron
darse cuenta. Supongo que al tener yo 16 nos vieron como 2 críos cogidos de la mano, sin más.
Por otra parte siempre he aparentado menos edad de la que tengo, puede que pareciese que tenía la misma edad
del sobrino del posadero, cosa que a veces me disgusta.
Fuimos subiendo las escaleras, pero antes de perder de vista la sala comedor me volví y me fijé en la parejita de
antes... parece que al guapetón no le había sentado bien lo del pie en su sexo y se había separado un poco de la mesa,
de manera que ella no llegase con sus pies hasta él, pero charlaban animadamente y se sonreían. Solo veía su espalda.
Me dije que quizás pudiera gastarle una broma y de paso lograr ver de nuevo sus bonitos ojos almendrados.
Me concentré en mi sirviente... “Si... todavía existe”, aunque la duración de mi conjuro estaba apunto de acabar; así
que lo moví rápidamente desde la mesa donde yo había estado, donde le había dejado, y lo llevé hasta el chico.
Una vez allí, hice que le acariciase el pelo suavemente y le tocase los labios; luego le tocó la espalda en la zona que
yo le hubiera tocado si hubiera estado a su lado... no pude contener una risita pilla.
Él se sobresaltó al ser tocado por algo invisible, pero no tanto como me imaginaba. Se volvió hacia atrás, donde yo
le había tocado con mi sirviente en la espalda y donde yo estaba un poco más arriba en las escaleras, y se me quedó
mirando fijamente.
Me volvió a hacer esa media sonrisa que me fascinaba tanto, como si lo supiera todo, y se volvió de nuevo hacia la
chica... ¡Que raro!. ¿Entendería de magia y sabría lo que había hecho?. ¡Imposible!, los magos no pueden llevar espadas
como la que él llevaba en el cinto.
Yo le había gastado la broma porque estaba seguro de que no iba a ser descubierto, pero al mirarme el chico me había puesto de nuevo rojo como un pimiento... mi sirviente se desvaneció en el aire, consumida su energía, y desapareció.
Antes de volverme vi a Loren mirarme desde abajo, entre las mesas, con algo parecido a veneración en los ojos, como
esperando a que la invitara a subir a mi habitación, pero... sintiéndolo mucho, no tenía ningún motivo ni ganas para
hacerlo, por muy bien que me cayese. Si acaso ya le pagaría una cena en otra ocasión.
Al darme la vuelta vi al sobrino del posadero que, sumiso, esperaba a que me decidiera a seguirlo. Me pareció preciosa esa expresión que puso de “lo que usted diga, señor” y me guió hasta la habitación que me correspondía... el nombre
del chico era Louis.
La habitación (con el suelo y el techo de piedra, y paredes de madera barnizada) era como de 3x3 metros, con una
cama acogedora de gran almohada y limpias sábanas; una palangana para lavarse, un espejo y una ventana cerrada con
postigos de madera remataban el mobiliario. Era cómoda, no estaba mal...
Como en otras posadas, el chico se quedó en la puerta preguntándome si todo estaba a mi gusto, si quería algo más
y cosas parecidas hasta que fui y puse mi mano sobre la suya que permanecía extendida... y la estreché; luego cerré la
puerta de la habitación en su cara.
Me parecía muy extraña la fijación que tenían los “pinches de cocina” de dar la mano al cliente antes de dormir... No
sospechaba que esperaban una propina.
***
De puro cansancio me quedé dormido, pero pasada la media noche me desperté con tantas preocupaciones sobre
mi futuro que no pude volver a conciliar el sueño pese al buen rato que lo estuve intentando.
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Decidí sentarme a estudiar un poco, pero como no había silla ni mesa utilicé la cama. Me quité la túnica, con la que
me había dormido puesta, y de un bolsillo interior saqué mi propio libro de conjuros, confeccionado y escrito en su
totalidad por mí.
En realidad solo 5 de sus 88 páginas estaban rellenas de conjuros, pero esperaba llenar todas las páginas algún día.
Eran complicadas fórmulas a aprender para manipular con la mente en el lanzamiento del conjuro... no podía permitir
que se me olvidara ninguna.
Al cabo de un rato me aburrí, me las sabía de memoria y ni siquiera el aburrimiento me daba sueño. Sentí una presión
en el interior de mis entrañas, en la vejiga, y supe que estaba llena y que necesitaba ir al aseo.
Cosa muy común cuando la carga de orina es grande, mi pene se puso erecto y comencé a excitarme... estuve a
punto de sucumbir a la intención de masturbarme ya mismo, pero sabía, por experiencia, que si lo hacía mientras sentía
también la necesidad de orinar me correría muy pronto y, ya que no podía dormir, necesitaba distraerme durante un
buen rato.
Así que me puse mi túnica sin abotonar en su parte delantera por encima de mi cuerpo (en prevención del frío) y
vestido únicamente con mis calzones de seda ajustados me dirigí al baño común del primer piso.
Mientras avanzaba hacia allí me puse a pensar en Louis, había mostrado una expresión de satisfacción especial cuando su tío le dijo que me guiase a la habitación... la verdad es que el jovencito no estaba nada mal, seguro que tendría un
aparato respetable cuando creciese.
En ese momento la pareja de antes, la de la taberna, subía por las escaleras y me los encontré casi de frente por el
pasillo. Venían hablando bajo entre sí y muy animados; pero, si bien la joven siguió mirando al chico del pelo ondulado
mientras le hablaba, él se quedó mirándome con una simpática expresión, y al irnos acercando su mirada se posó en mi
parte más íntima cubierta por la fina tela de mi ropa interior haciéndome sentir un poco violento.
Entonces él me sonrió mostrándome unos dientes perfectos y me deseó buenas noches... su voz era realmente agradable. La chica también me miró y me sonrió después.
Al mirar hacia el suelo vi el bulto que yo llevaba en mi entrepierna y me volví a poner rojo... todavía no se me había
bajado, pero en ese momento, del apuro que me entró al pensar que me habían visto así, se me bajó.
Me introduje en el mingitorio y terminé; entonces me lavé y me dirigí de nuevo a mi habitación. Volví al pasillo.
Al ser tan tarde todo estaba en silencio, de manera que me fue muy fácil distinguir las voces de los dos hablando...
por lo visto la chica (se llamaba Ellysse) insistía para que él fuera a su habitación a ver no se qué cosa de un libro que
ella tenía; pero él también insistía en que estaba cansado y que prefería irse a su habitación a dormir. No me moví esperando a que terminasen, ya que dudaba poder enfrentarme de nuevo a la mirada del chico esa noche sin que la sangre
se agolpase en mis mejillas.
Entonces oí algo que me dejó curiosísimo, la chica le dijo que muy bien, que mañana hablarían cuando fuesen juntos
a La Dorada Conjunción.
¿Eran magos?, ¿los dos?, ¿podría incluso llegar a ser un -colega- personal de ese tío tan bueno?... ojalá... y ¿qué hacía
entonces él con una espada?. Quizás la llevaba de adorno...
Un sonoro beso llegó hasta mis oídos. No pude evitar ponerme muy celoso: ojalá yo ocupase el lugar de la chica en
ese beso.
Suspire esperando volver a verle, aunque solo fuera por el placer visual, y me encaminé hacia mi habitación, resignado a aburrirme hasta que las primeras luces del alba me permitieran salir en seguridad de la posada para buscar a mi
primo.
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El pasillo estaba oscuro, apenas veía nada y por ello iba tanteando la pared derecha; había contado como la 14 mi
habitación. Cuando iba por la trece, mi mano dejo de tocar madera y tocó carne humana, carne suave, firme y tibia... me
quedé helado y sin saber que hacer, realmente estaba asustado, ya había tenido una mala experiencia esa noche. Rogué
a mi Dios, Morrow “Otro ladrón no, por favor...”
Una mano se puso en mi hombro, y la voz del chico de la pareja sonó a mi lado :
-Buenas noches, Sir Cristian, ¿te has perdido?Me quedé todavía más sorprendido que si toda la cofradía de ladrones hubiera estado allí... el chico había estado
esperándome y además... ¡sabía mi nombre!, ¿se lo habría preguntado a Loren?.
Me encaré a él viendo casi únicamente el brillo de sus ojos delante de mí y, si bien en un principio iba a echarle en
cara el susto que me había dado, solo de ver lo poco que veía de su cuerpo a mi lado en las tinieblas me dejó más deseoso que nunca.
Yo sabía o sospechaba que el chico era heterosexual, casi seguro, ¿sino porqué iba con esa tal Ellysse?. Pero no me
importaba, trataría de hacer lo que pudiese por acercarme a él. Estaba demasiado bueno, y yo tenía tantas ganas de
tener una relación sexual por vez primera con alguien como él.
Estábamos los dos en el pasillo con la puerta de su habitación abierta. Ahora que mis ojos se comenzaban a acostumbrar a la luz que entraba desde la ventana de su dormitorio me di cuenta de que él solo llevaba puestos los pantalones
de cuero, y su torso desnudo permanecía ante mi, amparado en su mayor parte por sombras...
UUUMmmm... era una delicia, todo marcado, con una fina película de vello suave... y podía sentir el calor que desprendía pues mi mano no solo estaba a unos centímetros de él, sino que la había pasado rozando por todo su pectoral...
el chico era casi una cabeza más alto que yo, y eso que no soy bajito.
Me pregunté si podría tratarse del ascendido Sorg en persona, incitador a orgías y actos carnales. Casi diría que no
podía ser otro que un príncipe elfo encantado, aunque estos se quedarían cortos a su lado.
Era tan bello... esos labios aparecían cincelados en mármol, su nariz recta, perfecta, sus ojos alargados con divertida e
interrogante expresión a la vez, y todo el hermoso rostro enmarcado por el pelo ondulando que bajaba hasta la barbilla...
ojalá solo pudiera tocarlo.
Nunca había pensado en besar a un chico en la boca, pero ese impulso nació en mí ahora, si bien lo contuve por
miedo, no quería perderle antes de tenerle.
Estaba muy confundido, no podía pensar bien, así que, en medio de la oscuridad, de mi cansancio y de mi incertidumbre, le pregunté -¿iréis mañana a la Dorada Conjunción?, Lord...- con lo que, tonto de mi, le había revelado que
había estado prestando atención a su conversación con Ellysse. Menos mal que el rubor que me subió al darme cuenta
de que no sabía su nombre, fue disimulado por la oscuridad.
Me sonrió de manera que pude ver el brillo de sus dientes. Dijo -Así es, tengo proyectos en marcha en la academia
de magia.- y entonces extendió su mano hacia mí y la dejó en posición de ser estrechada, cosa que hice al instante. Su
modo de estrechar era de oriente, cogiendo más allá de la muñeca en vez de agarrar la mano, y yo hice lo mismo, casi
suspirando al notar lo duro que estaba su antebrazo.
-Soy Saul.- Dijo, y yo le repetí mi nombre, aunque él ya me había hecho notar que se lo sabía.
-Bueno, chico, mañana tenemos que estar descansados, ¿verdad?...- yo asentí sin poder apartar los ojos de su pecho,
de sus pezones -...así que, espero verte de nuevo pronto.- Con lo que apretó cariñosamente mi hombro y se metió en
su habitación, cerrando la puerta tras guiñarme un ojo (o eso me pareció ver en la oscuridad).
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Lo dicho, eran demasiadas emociones para un día, y cuando llegué a mi cama mi cabeza estaba a punto de estallar
de tantas cosas dándole vueltas... por suerte el cansancio había vuelto y nada más quitarme la túnica que llevaba abierta
y meterme entre las sábanas me dormí.
***
Desperté cuando unos golpes sonaron en la puerta, -¿Qnñes?...- pregunté somnoliento tratando de aclararme la voz.
-Soy Louis... el sirviente, Sir. Es la hora de levantarse...-.
Noté su voz un tanto azorada, y me dije que le echaría una bronca por levantarme. ¿Desde cuando los pinches de
cocina deciden cuando se han de despertar los clientes?.
Me dirigí a la puerta y la abrí con cara de mala leche, y el chico se quedó mirando mi cuerpo sin prestar atención a
lo que le iba a decir.
Entonces caí en la cuenta de que yo solo llevaba puestos unos pequeños y escasos calzones. Me di la vuelta, de nuevo
sonrojándome, y me puse la túnica por encima. “Soy un despiste” me dije mentalmente. Estaba ya harto de ir siempre
rojo por culpa de mis descuidos.
Aun así, iba a preguntarle que porqué demonios me había despertado, cuando él se dirigió a la ventana y la abrió de
par en par, permitiéndome ver que era casi medio día.
-¡Me he dormido!- casi grité al darme cuenta de lo tarde que era. Y por supuesto, nada más recordar que me hallaba
en la ciudad, lo que me había pasado la noche pasada y mis proyectos para hoy, se me quitaron las ganas de dormir más.
-Emm... gracias por despertarme Louis-. El joven se quedó mirando el libro de conjuros que había dejado sobre mi
mochila con algo así como admiración, y a mí me dio rabia el descuido.
Si el chico hubiera sido un ladrón podía habérselo llevado casi sin que yo me diera cuenta. Un mago debe cuidar muy
bien su tomo de magia, la fuente de su poder; Si lo perdiese, mi capacidad de conjuración se vería realmente reducida.
Si el ladrón de anoche me lo hubiera exigido, ahí si que le hubiera lanzado el único conjuro ofensivo que conozco; ¡no
dejaría que nadie me arrebatase mi magia!.
Lo guardé con algo de brusquedad en lo más hondo de mi mochila y comencé a ponerme las botas. El chico, mientras
tanto, había levantado la cama y estaba colocando sábanas limpias.
Me permití un momento para observar su joven silueta a través de los rayos de luz que penetraban en la estancia por
la ventana. Su camisa era muy fina y se pegaba a su estilizado cuerpo, y su carita me encantaba... estaba seguro de que
cuando creciese un par de años sería alguien de mi tipo.
Cuando él terminó de hacer la cama y yo de recoger mis cosas, me dirigí hacia la puerta; pero el chico se puso delante, con la cara como confundida, y me miró como si fuera a pedirme algo, y como si yo tuviera que concedérselo.
-Uh... señor. ¿es vuesa merced...?, es decir. Creo que tengo algo para usía... si usía me da algo a cambio...- me informó
el pinche de cocina.
Yo tenía algo de hambre, mucha prisa, y pese a que el chico estaba muy bien, lo inseguro de mi situación y mi futuro
mantenían mi capacidad de paciencia por los suelos.
-Habla claro, Louis. Qué quieres y qué me ofreces...- dije pensando que si me iba a pedir dinero, las llevaba claras.
No me quedaba ni una de bronce.
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Pareció cabrearse un poco ante la falta de cordialidad e impaciencia.
Hizo una señal hacia la cama para que me sentase, y él se sentó al lado. Finalmente se armó de valor y me dijo...
-Para entrar en la Dorada Conjunción os hará falta una clave secreta; Si no la poseéis los conjuros palpitantes de la
puerta os matarán.Yo me sorprendí mucho, claro... el chico no tenía ni idea de lo que hablaba, se estaba refiriendo a conjuros latentes,
es decir, en espera, pero quizás su información fuera correcta. Y si yo no iba a la cofradía de magos con mi primo (cuya
casa dudaba poder encontrar de buenas a primeras) necesitaba esa clave. Pero, ¿cómo la poseía este jovenzuelo?, ¿y qué
me pediría a cambio?, ¿cómo sabía que yo la necesitaba?. Por otra parte, suelo saber interpretar bien las expresiones de
la gente, y este chico parecía decir la verdad.
-Bueno, parece interesante, pero... ¿qué es lo que quieres?, no tengo absolutamente nada de dinero, así que...-, pero
él me interrumpió, -Lo que quiero, podéis dármelo...- dijo acercándose de forma turbadora a mí.
Su expresión me pareció lasciva, pero ignoré estos pensamientos creyéndolos erróneos debido a su edad, hasta que
la mano del jovenzuelo se colocó en mi entrepierna, masajeándome el paquete.
Mis ojos debieron abrirse mucho entonces, tan sorprendidos como yo, pero mi mente seguía lúcida aunque parecía
ir a cámara lenta, pues el chico parecía decidido a conseguir lo que quería de mí y la rapidez de sus movimientos me
impedían negarme o pensar siquiera si quería o no aceptar su oferta.
Yo tragué saliva... en mis planes no entraba esta situación con Louis, los suelo preferir incluso más mayores que yo,
como Saul; Pero necesitaba esa clave, estaba ansioso por mantener esta clase de relaciones de una vez y, además, su
mano en mi sexo me estaba dando un placer que nunca había obtenido yo sólo masturbándome. Menudo morbo tenía
el pinche de cocina.
Si, he de reconocerlo... me dejé, y más que eso, colaboré. Louis se arrodilló entre mis piernas y, después de bajarme
los pantalones y abrir el faldellín de mi túnica verde, sacó mi sexo al aire.
En un principio me había parecido que el chico era inocente, tímido y que aun le faltaba mucho por crecer, pero en
realidad ahora parecía muy experto en lo que hacía... ¡a saber si solía tener sexo con muchos de los clientes de la posada!.
Bajó la piel que rodeaba mi glande y aspiró con fuerza el olor de mi miembro, cosa que me encantó y consiguió que
se me pusiese como el hierro de dura.
Abrió sus turgentes labios y le dio un gran beso/chupetón a mi glande, lo saboreó, y dejó que se deslizase entre sus
labios hasta el interior de su garganta. Yo nunca había visto el tamaño de las pollas de otros chicos, pero me pareció
impresionante que este joven pudiera tragarse algo tan grande como la mía de golpe, a mí me darían arcadas... cada
vez se me ponía más dura.
Louis parecía disfrutar mucho en realidad, y cuando la sacaba para respirar, sonreía, me miraba, y volvía a la carga,
chupando mis huevos, tragándose la polla; e incluso bajó por entre mis piernas hasta mi culo y lo lamió haciéndome ver
una clase de placer que yo no había pensado nunca que existiese...
Al mirar hacia abajo, vi que se había sacado su pequeña polla (comparada con la mía) y se la meneaba frenéticamente
como si en ello le fuera la vida. Gemía, respiraba muy fuerte y tenía toda la cara manchada de su saliva y los líquidos
preseminales de mi interior.
Al haberse bajado un poco los pantalones, me incorporé un poco y pude verle el trasero.... era precioso, blanco, sin
vello, suave... me entraron ganas de hacer eso que tantas veces había oído decir a la gente de forma despectiva: “dar por
culo”, pero parecía que el chico no estaba dispuesto a soltar su preciado manjar por nada del mundo, así que me agaché
un poco y me conformé con sobarle bien sobadas las nalgas.
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Abrí su culito con mis manos y pasé mi dedo índice por el húmedo centro, llegando hasta su ano. Una vez allí, lo metí
poco a poco intentando darle a él el placer que me proporcionaba a mi su lengua en mi recto, y parece que le gusto
tanto que se corrió abundantemente manchándome las piernas con su esperma caliente.
El ver como se corría, gemía y contorsionaba mientras me la chupaba, me puso tan cachondo que yo también me
corrí en su boca... por primera vez con otro chico.
Lo que más me impresionó fue que el desinhibido joven se tragó absolutamente todo lo que salió de mi pene fruto
de mi orgasmo, sin desperdiciar ni gota. Después se agachó y me lamió los restos de su propio semen de las piernas.
Al agacharse ahora lo comprendí todo, porque desde aquí, y por el pequeño escote de su camisa, podía ver un
símbolo de madera fina colgando de un cordel negro que rodeaba su cuello... era el símbolo de Sorg, el Ascendido de
Morrow de las orgías del que ya he hablado. Por lo visto el joven pertenecía a esa secta y ejercitaba su filosofía de la
vida con asiduidad.
Me sorprendió mucho que alguien tan joven fuera tan cachondo y tuviera ya tanta experiencia en el sexo, pero bueno, cada uno es libre de hacer lo que le plazca y adorar al dios que quiera. Yo estaba extasiado, respiraba pesadamente,
mis músculos temblaban y me notaba sin fuerzas... había sido un orgasmo fantástico.
Él parecía muy feliz tras el sexo; se arrodilló en el suelo, cerró ojos, abrió los brazos en cruz y dijo unas palabras en
voz baja que me parecieron una plegaria. Supuse acertadamente que estaba rezando a Sorg agradeciéndole el placer
recibido.
Entonces saltó sobre mí, me tumbó en la cama (aún con los pantalones bajados tanto él como yo) y trató de besarme
en la boca en medio de risas, pero yo nunca había besado a nadie y no quise. Él trató de obligarme haciéndome cosquillas, pero como yo era un poco mayor que él y más fuerte, Louis terminó cediendo ante mí y se quedó muy quietecito
mirándome sonriente mientras me masturbaba lentamente la húmeda y ya flácida polla.
-¿Os ha gustado, mi señor?.- me preguntó con verdadero interés. Y yo asentí, aún recuperando mi respiración.
-Ahora...ahora dime... la clave secreta, pequeño cachondo...Él se rió por lo bajo y me dijo -No la sé...- con lo que sentí como algo de ira se comenzaba a acumular en mi interior.
¿Me había engañado?. Ya estaba harto de engaños, si se había aprovechado de mi se iba a enterar...
Pero continuó hablando mientras sacaba un papelito del bolsillo de sus pantalones -... porque yo no sé leer el idioma
mágico. Esta nota me la dio Lord Drianore para vuesa merced al comprobar que tardabais mucho en levantaros. Leí la
parte en tirasiano antes de dárosla.- y puso cara como de arrepentimiento, aunque por supuesto era fingido.
Mientras abría la nota, y notaba como me sentía incómodo ante la indirecta por dormir tanto, le pregunté
-¿Lord Drianore?-.
Él respondió
-Si, emmm... el señor Saul, Saul Drianore. Ese que usía no dejó de mirar ayer durante la cena.- con lo que me sentí
incómodo de nuevo. ¿Tanto se me notaba que me gustaban los chicos?.
Él me sonrió y me dijo, como si me hubiera leído el pensamiento -... es que yo me suelo fijar en esas cosas...- con lo
que comprendí que, al ser el chico tan gay como yo, era natural que se hubiera dado cuenta si había estado tan pendiente de mí... ¿quizás porque le gustaba?.
¡Yo le gustaba a él!... Una risita orgullosa se me escapó al sentirme algo más alto de moral por saber que mi físico
podía agradar a alguien (y eso después de 15 días de viaje por la estepa).
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En la nota ponía -No sé si ya dispones de padrino, Sir Cristian, pero por si acaso, sabiendo que pretendes acercarte a
la cofradía de magos, te advierto de la maldición de los poderes latentes en la puerta. Solo podrás cruzarla si pronuncias
esta palabra ante el portal: “palabra mágica indescifrable”. Hasta pronto, amigo mío-.
La nota en sí me hizo respirar profundamente y pensar en lo maravilloso que era ese chico castaño, tan guapo... y
ahora me venía con consejos y ayudas. ¿Puede que yo también le gustase a él?, ojalá que sí, ojalá. Tenía que darme prisa
en llegar a la Dorada Conjunción.
Ahora miré a los ojos a Louis, le hice un gesto para que se mantuviese calladito y saqué de mi zurrón de viaje la cuenta plana de cristal que siempre llevo conmigo para estos menesteres.
Entoné: -Por la sabiduría de los ancestros y la clarividencia de los archimagos de la antigüedad... maeh-sinthes- conjurando la lectura de magia mientras me concentraba en canalizar la esencia mágica del mundo hacia la lente, imbuyéndola momentáneamente de energía arcana.
A su través, ahora que la había encantado, pude leer la palabra mágica “Abdalsamora”- que anulaba las defensas
mágicas de la puerta. Habiendo conjurado un hechizo tan potente como el de leer magia (para lo que estaba acostumbrado) hoy tendría acceso a poca energía arcana, solo a las prestidigitaciones menores hasta un nuevo periodo de
descanso.
Al mirar ha Louis, este me dijo -ha sido genial..- refiriéndose a mi conjuro (pues la cuenta de cristal aún brillaba con
luz irisada), y yo me permití sentirme orgulloso de nuevo.
Le pregunté por la situación de la cofradía de magos y me explicó que estaba construida dentro de la fortaleza imperial, no tenía pérdida. Me subí los pantalones (apartando la mano del jovencito, que ya quería ponerme cachondo otra
vez a base de pajearme) y me dirigí hasta la puerta.
Louis, me dio un abrazo por detrás, me besó en el cuello y me preguntó -¿Os habéis enfadado conmigo por leer la
nota?, ¿volveré a veros, Sir Cristian?-. Y yo me sentí un poco conmovido, aunque supuse que, como miembro de la secta
de Sorg, solo era el sexo lo que le interesaba.
Le puse la mano en el hombro y le dije -La vida da muchas vueltas pero... te aseguro que no me he enfadado contigo-.
El me sonrió de una forma muy cálida y me dijo simplemente -Gracias...- y yo le sonreí también.
-Gracias a ti-.
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Capítulo 3: La Dorada Conjunción
Cuando llegué hasta la puerta principal de la sede de la “Dorada conjunción” tenía clara una cosa: Justaine me llevó
ayer por sitios totalmente inadecuados, innecesarios y por supuesto que de ninguna manera conducían a este sitio
frente al que ahora me encontraba.
Era obvio que el joven guía estaba implicado en un grupo de delincuentes que preparaban trampas a los incautos
y desprevenidos viajeros, como yo lo era. Me había gustado tanto, me había hecho sentir tan afortunado el tenerle a
mi lado durante unas horas... ahora había comenzado a odiarle. No sabía como podría sentirme o reaccionar si me lo
encontrase delante de nuevo.
Por otra parte, el que Saul me hubiera escrito la carta me había alegrado el día y me provocaba que me hiciera muchas ilusiones al respecto. Miraba a todos los lados esperando encontrarle, esperando verle de nuevo.
La sede de la academia estaba situada en el interior del castillo imperial, en la parte de acceso público para quienes
tuvieran negocios o asuntos por allí. La guardia era rigurosa, pero no había que emplear mucho poder de convicción
para que aceptasen casi cualquier razón medianamente factible por la que se tuviera que entrar.
El castillo, al menos esta parte abierta al público, era como una ciudad dentro de la ciudad, pero de mucho más nivel
económico que la de fuera. Es como si todos los mercaderes, nobles y gente importante viviera aquí dentro junto a la
guardia imperial de la ciudad (probablemente era así).
Me crucé con mucha gente, pero nadie parecía hacerme caso, me sentía como una hormiga en medio del campo:
cualquiera que se descuidase podía pisarme y fulminarme en un segundo, y las numerosas estatuas, lujosas fachadas y
vestimentas de la gente contribuían a hacerme sentir inferior.
Aún no había desayunado nada y mi estómago rugía hambriento al pasar cerca de cualquier tienda de comestibles.
El portal de la Dorada Conjunción era realmente impresionante, tan alto como tres humanos, con dos inmensas estatuas de piedra talladas a modo de dragón a cada lado y rodeada toda ella de cambiantes e iluminadas runas de poder.
Supuse que esos eran los conjuros latentes.
Sabía que no tenía que tocar las hojas de la puerta antes de decir la palabra/contraseña, y supuse que después de
decirla, las hojas se abrirían y las runas se apagarían dejándome pasar; yo respondería a las preguntas de alguien sobre
mis motivos para entrar, un guardián, y podría por fin buscar a mi primo.
Sonreí, sintiéndome importante mientras levantaba los brazos en cruz (gesto totalmente innecesario pero que hacía
la situación más especial) y dije bajito para que nadie la escuchase “Abdalsamora”.
Todo cambió a mi alrededor... no ocurrió nada de lo que esperaba, simplemente el mundo desapareció a mi alrededor
y se materializó de nuevo pero de forma diferente. Me sentí mareado y a punto de vomitar.
-Cielos...-.
A los pocos segundos entendí lo que había ocurrido: me había teletransportado a otra parte. ¡Era la primera vez que
me teletransportaba!. A decir verdad, era la primera vez que cualquier conjuro de tan alto grado tenía su efecto en mí,
¡y lo había provocado yo con la palabra mágica!. Por supuesto, yo no podía lanzar esa clase de conjuros tan poderosos,
pero alguno de esos hechizos latentes imbuidos con anterioridad en la puerta permitía utilizarlo a quien dijera la palabra
detonante.
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Miré a mi alrededor y comprobé que estaba en una habitación circular construida con extrañas piedras rosadas, en la
que habían situado dos mesas al fondo. Una cola inmensa de personas que se dirigía a una de ellas. La otra mesa, más
cerca de mí, no tenía gente esperando ser atendida, pero había una persona sentada tras la mesa que me hacía señas
para que me acercase.
Ese que me llamaba no era uno de los “magos de leyenda” como los que me imaginaba (con barba blanca larga, una
pipa, un bastón, gruesas cejas y magia chisporroteando a su alrededor), pero de todas maneras, no creía que un mago
de leyenda atendiese gente. El hombre era de mediana edad, medio calvo, con media barbita... a decir verdad parecía
que tuviera medio de todo, incluso llevaba un parche en un ojo.
Observé a la gente que estaba en fila dirigiéndose a la otra mesa, y vi a un montón de chicos y chicas de mi edad o
mayores que, cuando terminaban de hablar con el que atendía la otra mesa, este les entregaba una hoja y ellos salían
por la puerta.
Me asustó un poco en principio el notar que yo era el único que se dirigía a la segunda mesa, aunque también me
sentí algo especial por ello, así que llegué hasta allí y pregunté al tuerto por el motivo de que yo no estuviera en la cola
normal. -Buenos días... ¿Para que es esa otra cola tan grande?.
El hombre me dijo con voz cascada -Esa gente son los aprendices de mago sin padrino que desean pasar a formar
parte de la cofradía de la Dorada Conjunción por haber terminado los estudios en la academia. Mi compañero les da el
examen.Ahora me fijé que además, le faltaba la mano derecha, y la pluma que garabateaba notas sobre un manuscrito simplemente revoloteaba donde debiera haber estado su mano, aunque nada la sostenía allí... Magia. Me sentí de nuevo en
casa, con gente que vivía por y para la magia, como yo.
-Y, ¿esta otra mesa para qué es?-. Él hombre me miró dubitativo y me contestó con sorna:
-Eso me lo has de decir tú... los jóvenes de la otra mesa tenían claro lo que querían cuando llegaron ante la puerta de
la cofradía, pero tu mente es un caos, chico... tú tienes otras metas.A saber si también era gay, pero al menos me miraba de forma amable. Espero que no penséis que yo creía que todo
el mundo era gay; simplemente, a mis ojos, yo prestaba instintivamente más atención a quien pensaba que lo era, aunque por supuesto me cruzaba muchísima más gente que no creía que lo fuese.
Me quedé muy sorprendido por su anterior comentario sobre el caos de mi mente... en realidad mi meta final sí era
entrar en la academia, pero lo que buscaba cuando vine aquí era a mi primo Nostromo, que ya era miembro, y así se lo
notifiqué.
El hombre me pasó un cuestionario a rellenar, con mis datos y los de mi primo (mientras su pluma revoloteaba escribiendo en su formulario), y me hizo pasar a una blanca sala de espera totalmente vacía salvo por una silla, a la que
vendrían a buscarme cuando hubieran dado con el paradero de mi primo.
La sala era totalmente blanca, como la silla, y al cabo de media hora estaba yo pensando paranoias y mareándome
debido a la falta de cosas en las que fijar la vista.
Cuando se abrió la puerta blanca y entró el hombre de antes dijo: -Ya lo he averiguado...-. Me alegré al ver que la
burocracia no era tan terrible como podría haber sido -...Tu primo... se fue hace 5 días con un grupo de aventureros a una
misión particular que no puedo desvelarte; pero como mínimo tardará unos 15 días o un mes más en volver a la ciudad.La sorpresa fue mayúscula -Pero... ¡eso es imposible!, ¡mi primo me pidió que viniera ESTA semana a Caspia para
introducirme en la Dorada Conjunción!, ¡No puede haberse olvidado de mí!-. Creo que me alteré bastante, y quizás, por
la impotencia, los ojos se me humedecieron.
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El hombre parecía no creerse mucho mi versión, o eso me pareció por la forma en que me miraba por sobre sus gafitas, así que rebusqué en mi mochila y extraje a carta que me había mandado Nostromo.
Al final todo resultó una confusión: en Caspia los meses se ponen antes de los días, más o menos como en mi tierra
pero al revés, y resulta que había venido un mes antes de la fecha en la que mi primo me había pedido que viniese. Yo
tenía que haberme dado cuenta del cambio de nomenclatura del calendario de mi tierra al de la capital imperial, pero
de nuevo mis despistes me jugaban una mala pasada.
El hombre tuerto se sintió algo apenado por mi situación, pero no podía hacer nada contra las normas; si quería
entrar en la cofradía debía hacer el examen como los demás... -¿Y es muy difícil?-, le pregunté esperanzado. -Pueeess....
no mucho-, pero lo dijo de forma tan rara que no me lo creí.
-¿Cuántos suelen aprobar cada día?- inquirí. En la cola habían unos 200, si había una posibilidad del 10% me veía más
que capacitado de lograrlo. Puede que incluso sin mi primo, pudiera entrar.
El hombre tartamudeo, tosió y murmuró algo que no entendí, y cuando le pedí que lo repitiese dijo -unos 3... al año-.
Mi mundo se me vino abajo... -¿Pero se puede repetir el examen cada día!, pagando la tasa de 10 m.o., claro-.
Al cabo de media hora, saliendo por el mismo método por el que había entrado, me encontraba sentado en la acera
enfrente del grandioso edificio de la Dorada Conjunción. Tenía las piernas flexionadas y abrazaba mis propias rodillas...
no lloraba por vergüenza, ya que ganas me sobraban.
Estaba sólo completamente, a unos 20 días de camino de la casa de mis padres, sin sitio en la cofradía, sin primos o
familiares cerca, sin dinero, sin casa, sin amigos, en una ciudad traicionera llena de delincuentes... y tenía hambre.
Me fui caminando hasta un parque cercano y me derrumbé al lado de un roble, donde no pude evitar que unas
lágrimas desesperadas salieran de mí.
***
No se cuanto tiempo pasó, pero el sol estaba ya muy bajo descendiendo por el horizonte cuando una mano se posó
sobre mi hombro.
Fue como una aparición celestial para mi, como si mis plegarias a Morrow hubieran recibido respuesta. A la luz del
astro solar era todavía más hermoso... era Saul; y se había afeitado la sombra de barba.
-¡Ey!, Sir Cristian... menos mal que te encuentro, dormilón- Se sentó a mi lado y se quedó mirando el parque, como
si fuera un amigo mío de toda la vida. Este chico de 20 ó 21 años, este ángel hecho hombre, me miró y me sonrió apretando su mano sobre mi hombro, dándome ánimos.
-Pregunté por ti en la cofradía y me dijeron lo que te había pasado-. Dirigió su mirada durante una fracción de segundo a su bolsillo de la chaqueta y al mirar allí vi el cuestionario que yo había rellenado por la mañana. Le miré extrañado
-¿Cómo has conseguido...?-.
-Yo soy miembro desde hace 6 años, ya tengo algunos privilegios para enterarme de las cosas...-.
Señalé a su cintura, de donde sobresalía la empuñadura de su arma y le pregunté -¿y la espada...?, eres un guerrero...El sonrió y me respondió
-Y mago también-.
Entonces levantó su fibroso brazo derecho y se apartó el cabello castaño claro de la cara aprisionándolo tras la oreja...
¡una oreja élfica!. La luz llegó a mi mente... por eso era tan bello. Pero tenía mucho de humano para ser un elfo (como la
barba que le crecía), algo no encajaba.
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-Soy un semielfo, y como sabes, estamos capacitados de forma innata para seguir a la vez varios caminos en la vida,
como el de las armas y la magia.- Asentí ante esta afirmación, ya había oído tales rumores, pero ni siquiera el resto de
semielfos que había ido viendo por la calle llegaban a ser la mitad de guapos que él. Como le brillaban esos ojos almendrados, tan profundos, tan fijos en mí...
-Mira, ¿sabes algo?, desde que te vi ayer, tenía planes para ti...-. Mi corazón y mi respiración se paralizaron, es obvio
que había despertado un interés especial en el semielfo, pero no creía que le hubiera gustado tanto... ¿qué pasaba con
la tal Ellysse?.
-¿Para mí?-.
-Si... verás, en mi grupo de aventureros nos falta un escudero, y pensé que después de que fueras admitido en la
Dorada Conjunción, yo te ofrecería el primer trabajo: acompañarnos en una aventura que te inicie como mago en la
práctica además de en la teoría, ayudándonos como escudero.Puse cara de un poco de fastidio fingido, pero me sentía a rebosar de alegría por dentro -A la legua parezco un
aprendiz, ¿no es cierto?-.
Él soltó una carcajada -Solo por tu edad, pero desde que te vi supe que tenías un gran talento.- Eso me recordó cómo
Saul se había fijado en mí cuando jugueteé con él por medio de mi sirviente invisible... y me puse rojo.
Entonces me di cuenta de lo que me acababa de decir y comencé a desesperarme : -Pero... ¡ahora ya no puedo ser
miembro de la cofradía hasta por lo menos el mes que viene, mi primo!...-. Mi cara de pena lo decía todo... intenté jugar
con sus sentimientos y le miré como un cachorrito abandonado. No podría soportar volver a quedarme solo después
de tenerle tan cerca.
Él sonrió, me encantaba su sonrisa, y puso su mano en mi muslo, como para animarme, a unos 10 centímetros de mi
entrepierna. Me puso a 100, la respiración comenzó a acelerárseme y mi pene comenzó a erectarse.
-¿Sabes?, conozco a tu primo...- eso si era una sorpresa. -... y el talento te viene de familia. No te preocupes, tienes
buenas referencias y me has causado realmente una buena impresión. No te voy a dejar tirado ahora, Nostromo me
mataría cuando se enterase.- y soltó unas carcajadas que me parecieron las más bonitas que nunca había escuchado.
-Si aceptas venir con mi grupo, cuando volvamos yo seré tu padrino si tienes problemas para entrar, o si tu primo no ha
regresado aun.La luz del sol poniente hacía brillar sus cabellos y sus ojos, y su mano en mi pierna hizo un poco más de presión.
-Entonces... ¿estás de acuerdo?, ¿te arriesgas a comenzar en mi grupo como escudero?.- Quizás esa mano en mi muslo
era la promesa de que, si iba, me esperaban muchas recompensas adicionales a las monetarias. Tenía que aceptar.
Coloqué mi mano sobre la suya, sobre mi pierna y le dije, todavía incrédulo mientras enjugaba mi anterior tristeza de
mi cara -¿Me lo preguntas en broma?. ¡Claro que si!-.
¿Que otra salida tenía...?, además, era lo que había deseado desde el principio. El chico más maravilloso de cuantos
había conocido se me insinuaba y me pedía que me fuera con él de aventuras como su sirviente personal. Aprendería
más sobre hechicería, sobre los peligros de fuera de la civilización, y sobre todo... estaría todo el tiempo muy cerca de él.
-Bueno, pues partiremos mañana por la mañana. Ahora ven, vamos a la posada de ayer. Te invito a cenar...- Instintivamente iba a protestar, pero él me atajó mientras me sonreía y me daba un codazo en el brazo -...¡que sé que andas
escaso de fondos!. Ya vi tu truquillo de ayer para conseguir el dinero del mercader de la mesa de al lado-.
Me puse totalmente rojo, y con cara de arrepentido dije -oooh...no... Espero que no me consideres un ladrón por
eso... me acababan de robar hasta mi última moneda en la calle unos minutos antes. Lo necesitaba. Yo...- las lagrimas
amenazaban con salir de nuevo. ¡Me había tomado por un ladronzuelo con conjuros baratos!.
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-¡Oh no!. Tranquilo. Simplemente me encantó que no te encasillases y que, si surge la necesidad de hacer algo, recurras a la inventiva con tu magia para conseguirlo. Esa es la clase de talento que me gusta, y esa es la habilidad que te
permitirá sobrevivir cuando las opciones normales se agoten durante la aventura-.
Se levantó, me cogió del brazo, me ayudó a levantarme y, dándome una palmada en el culo (me pareció que su mano
se quedaba unos segundos innecesarios de más sobre mi trasero), me dijo que me animase, que me iba a presentar
al resto del grupo y que nos diésemos prisa o cuando llegásemos ya habrían acabado con todas las provisiones de la
posada.
Eso me recordó que yo no tenía montura, provisiones, agua... nada más tenía una mochila, una muda de ropa limpia,
mi libro de conjuros y a mí mismo... se lo dije. -Con eso bastará, y lo más importante de lo que has dicho eres tú mismo,
así que cuídate.Este chico sabía como hacerme sentir bien. Comenzaba a creer seguro en la posibilidad de conseguir intimar con él,
de ser más que su amigo.
Quizás todas esas familiaridades con esa Ellysse eran imaginaciones mías, y no era héterosexual sino tan gay como
yo. Aun sabiendo que era algo injusto, recé al dios de Louis deseando que a Saul le gustasen los chicos.
Por el camino, además, me dijo que no me preocupase por las provisiones o por el equipo básico; ya lo habían comprado.
-¿Y la montura?, ¿tenéis caballos?-. Él asintió, pero me aseguró que no me haría falta; Los caballos de monta que
habían comprado (uno para cada uno del grupo) eran suficientes como para que alguien joven y ligero como yo fuera
en uno de ellos compartiéndolo con otro del grupo. La pequeña molestia que ello podía causar compensaba de sobras
el ahorro de dinero.
Me aseguró que dejaría un mensaje en la cofradía para Nostromo, por si llegaba antes que nosotros de vuelta de su
misión.
No pude dejar de mirarle durante todo el trayecto, y cada vez que yo hablaba tenía la impresión de decir solo tonterías, pero él escuchaba muy serio y me hacía caso todo el rato.
Finalmente llegamos de nuevo a la posada del “Oasis del Abismo” y di gracias al Padre de los Dioses porque, esta vez,
mi llegada había sido mucho más agradable que la del día anterior.
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Capítulo 4: Mis nuevos amigos
Una vez dentro vimos que la gente era más o menos la de ayer (incluso estaba el borracho feo que me miraba de
manera lasciva), y Saul me guió hacia una mesa en la que ya había alguien esperando: Ellysse. Ella nos saludó de forma
divertida con la mano y nos hizo sentarnos, cada uno a un lado suyo.
Se llamaba Lady Ellysse Drake’s Heart, y tenía pinta de saber mucho de magia con su túnica blanca y el bastón de madera pulida que reposaba a su lado. Como el día anterior, me pareció que tanto su escote como su falda, eran bastante
más exagerados de lo aconsejable, pero extrañamente nadie en la posada se había metido con ella (o eso me parecía a
mí).
Desde el primer momento la vi como mi rival en todo (quizás porque era una hechicera mucho más poderosa que yo,
y porque era obvio que iba detrás de Saul también), pero era una chica genial. Era muy simpática, era divertida, abierta...
vamos, que si no tuviera que odiarla la querría mucho.
Era exuberante en sus atributos carnales, preciosa de rostro moreno, ojos y pelo hermosos (exóticamente pelirroja)...
supongo que estaba acostumbrada a que todo macho que pasase por su lado la viera como “la mujer de su vida”, así
que noté un cierto retintín en su forma de hablarme y en la de mirarme cuando me pillaba a mí mirando a Saul.
Creo que se dio cuenta perfectamente de que yo le prestaba mucha más atención al semielfo que a ella y no le gustó.
Entonces puso una mano encima del brazo de Saul sobre la mesa, como diciendo “es mío”.
-Así que nuestro nuevo escudero, además de ser un atractivo rubiales, es aprendiz de mago...- casi susurró ella mirándome con los ojos entrecerrados y una sonrisa misteriosa. Yo asentí sintiéndome un poco mal, pues acababa de dejar
claro lo que era yo en el grupo, es decir, el guapito inútil. Eso sí, no se me pasó por alto el piropo -... muy bien. Creo que
podré enseñarte muchas cosas a lo largo de estas semanas...- me concedió, y su sonrisa me dio un cierto repelús. Me
miró de forma un tanto lujuriosa, recorriéndome de arriba abajo. Creo que le había gustado físicamente.
Esta chica era una loba.
Loren, la moza de la posada, pasó por la mesa de al lado rellenando bebidas y limpiando la mesa, me miró y me
sonrió.
-¿Cuánto tiempo lleváis juntos?. ... ¡en el grupo!, quiero decir...- pregunté un tanto azorado.
Se miraron entre ellos y entrecerraron los ojos sonriéndose -3 años y... ¿medio?- dijo ella; Él matizó a 3 años y 3 meses.
-Y... habéis dicho que soy vuestro nuevo escudero... ¿qué pasó con el anterior?, espero que no desapareciese en extrañas circunstancias...- inquirí medio en sorna medio en serio, preocupándome por los que iban a ser mi trabajo y mis
riesgos.
-Oh, no, sigue vivo... por ahora- dijo ella con algo de malhumor, quizás le habían despedido.
-Si, vivito y coleando, y muy vivo...- continuó él -¡pero espero que no creas que el nuestro es un grupo de dos!. Jajaja.
Ahora mismo están bajando Brava y Shwan San desde las habitaciones.La chica resultó ser una enana llamada Lady Brava Gulad-Zalak a la que no le gustaban en absoluto los ladys, o títulos
varios. A decir verdad la vi un poco basta, pero claro, los enanos siempre me han parecido así. Era más o menos de 1´30
de altura, grandes pechos, y pelo muy muy corto negro, exceptuando una trenza que salía desde cada patilla.
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La verdad es que tenía toda la pinta de un herrero... si la hubiera visto en delantal en una fragua sujetando un martillo a punto de golpear un arma para enderezarla no me hubiera resultado extraño. De todas maneras ya era bastante
impresionante con su martillo de batalla colgando de un lado del cinturón y vestida con su cota de anillas. Obviamente
era una guerrera.
Me saludo de forma muy afectuosa, como si me conociera de mucho antes, y me dije que me iba a caer bien.
Se reía en voz muy alta y de forma sincera: era una mujer sin dobleces. En cuanto a su edad... nunca he sabido decir
bien la edad de los enanos (y a una chica no se le pregunta su edad) pero supuse que rondaría los 25 en términos humanos, aunque quizás hubiera vivido ya 45 ó 50, con los enanos nunca se sabe. Al plantearme esto me di cuenta de que a lo
mejor Saul, como era semielfo, también tenía una barbaridad de años, ya que la sangre élfica suele rejuvenecer el cuerpo.
El otro chico no estaba mal, era un poco más bajo que yo, tendría unos 24 años, el pelo negro brillante, fino, lacio y
cortado como un casco a la altura de las orejas, pero con un flequillo gracioso. Su rasgo más importante es que tenía los
ojos rasgados: debía provenir del lejano reino sur oriental de Shian Hunan. Se llamaba Shwan-kay Moto. Si bien prefería
que le llamasen Shwan San, que era algo así como “señor Shwan” o “respetable Shwan” en su idioma.
Este muchacho me pareció un poco reservado y un tanto frío, aunque algunas veces me ha parecido escuchar que
las gentes de Shian Hunan son así todas por cultura. Ya veríamos como me caía.
Me informaron de que era un joven clérigo del Ascendido de Morrow dedicado a la Guerra, Akrontes, y yo esperé
que no tuviera mucha influencia en el grupo, pues no me gustaría que nos lanzase de cabeza a todas las batallas que
nos cogieran al paso.
Les miré uno a uno, después de las presentaciones y de un rato de charla dije sin poder evitarlo -...si no falta nadie
más... ¿porqué no cenamos?-, y todos se rieron, incluso Shwan sonrió. Yo normalmente no soy así, soy bastante tímido,
pero ¡caramba! no había comido nada desde la noche anterior.
Saul dijo -Estamos esperando a ver si WolfStone llega, pero debe haberse ido a una de sus correrías nocturnas, jejeje.
Últimamente sale mucho por la ciudad, casi cada noche. En fin, sabe cuidarse sólo...-.
¡Vaya!, así que aún faltaba uno por llegar... Teníamos en nuestras filas a un semielfo mago/guerrero, una hechicera,
una enana guerrera, un clérigo oriental de la guerra y a.... bueno, a un WolfStone de juerga. Sin contar con un servidor,
claro. Creo que éramos un grupo respetable.
Por el aire de superioridad que despedía inconscientemente, me di cuenta de que Saul parecía el líder del grupo, y
me encantaba que fuese así.
Llamaron a Loren para encargarle la cena, y cuando Saul vio mi expresión consiguió hacerme confesar que ayer la
chica me había invitado, con lo que al final le dejó una gran propina y yo me sentí mejor. La camarera me estuvo mirando
todo el rato y yo la saludé con verdadero aprecio.
La cena estuvo genial (sobre todo por el hambre que tenía), aunque estuve esperando todo el rato a que apareciese
el misterioso WolfStone, pero no se dignó a dejarse ver. Supuse que sería un guerrero grande, gordo, con barba, al que
le encantaba irse de putiferio por los barrios bajos de la ciudad. Ya le conocería mañana, no tenía prisa.
Me enteré de que a las 8 de la mañana teníamos que estar saliendo de la ciudad para aprovechar el sol y llegar a
mucha distancia antes de que cayese la noche, con lo que a las 7 tenía que despertarme; Es por ello que decidimos
acostarnos pronto y aprovechar esta noche de descanso al máximo.
-A ver si mañana consigues levantarte pronto...- se permitió bromear Saul poniéndome yo rojo como un tomate por
respuesta. Supongo que soy bastante simple, tímido y reservado para ser un mago, pero es que casi siempre había estado metido en la torre de mi maestro y no estaba tan acostumbrado a tratar con la gente.
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Cuando íbamos por el pasillo hacia las habitaciones nos cruzamos con Louis, que venía de adecentar alguna habitación para algún cliente tardío, y yo me ruboricé recordando lo que habíamos hecho esa mañana (a veces odio que mi
cara muestre siempre mis emociones con su color). El muchacho nos saludó a todos deseándonos buenas noches y al
pasar me guiñó pícaramente un ojo.
Las chicas durmieron juntas en otra habitación.
Saul me informó de que yo dormiría en su habitación esa noche, por lo que casi grité de alegría. “¡Por todos los dioses!, ¡es genial!, ¿quién sabe lo que puede pasar?...” pensé.
Pero me desilusioné cuando vi que la habitación número 10, donde pernoctaríamos hoy, era para 4 personas, Saul,
Shwan, WolfStone y yo, si bien la cama del juerguista no tendría ocupante si el ausente no se dignaba a volver.
De todas maneras, los demás no parecían preocupados por su ausencia, así que me dije que debía ser su comportamiento normal. El resto de detalles de la habitación eran como los de la mía del día anterior.
Antes de dormir, Shwan San cogió su arma (parecía una espada muy larga y algo curvada por el final, pero con un filo
sorprendente (después aprendería lo que es una katana)) y se arrodilló como ofreciéndosela a alguien invisible, tras lo
que comenzó a orar... El semielfo me confirmó lo que sospechaba, estaba rogándole a su Ascendido Akrontes para que le
concediera grandes batallas y victorias, y a lo largo de los días pude comprobar que lo hacía cada noche antes de dormir.
Por nuestra parte, tanto Saul como yo nos estudiamos los conjuros que habíamos gastado hoy de nuestros respectivos libros de magia, aunque yo acabé en unos minutos y él tardó mucho más (seguro que poseía hechizos de muy alto
nivel).
Mientras me dormía pensé en los conjuros que el chico de mis sueños estaba estudiando, en si sería poderoso, en si
alguna vez me enseñaría magia, en si alguna vez me enseñaría otras cosas...
Durante la noche, cuando ya estaba durmiendo en la casi total oscuridad, me pareció que alguien respiraba justo
sobre mi, de pie al lado de mi cama... pero con 3 aventureros avezados en la habitación supuse que no había ningún
riesgo, así que sería alguien del grupo; no me alarmé.
Como me hacía el dormido, el desconocido puso muy suavemente su mano sobre mi cabeza (una mano no muy
grande y algo fría, como recién venida de la calle) y me la pasó por el pelo muy despacito. Supuse que debía ser WolfStone intentando apartarme el flequillo para ver quién era yo, pero lo raro es que me estaba acariciando. Cuando al minuto
dejó de hacerlo y se dirigió a su cama, su mano pasó sobre mi cuerpo, por sobre la sábana, acariciándome, incluyendo
un ligero toque en mi entrepierna, eso me excitó un tanto...
¿Sería guapo WolfStone?, porque por lo que acababa de percibir, yo le había gustado bastante. En fin, no iba a despertar a todos para conocerle ahora en medio de la noche, por supuesto seguí haciéndome el dormido hasta que me
dormí de verdad.
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Capítulo 5: Confesiones
A la mañana siguiente desperté con unas ganas terribles de ver al misterioso compañero fantasma, pero se había
despertado antes que yo y había salido.
Shwan y Saul también estaban despiertos, si bien estaban vistiéndose todavía, lo que me permitió fijarme en sus
torsos. El de Shwan-Kay era fantástico, puro músculo estilizado (sin estar demasiado hinchado) y sin un gramo de grasa
[nota a posteriori: tipo Bruce Lee], y el de Saul me pareció tan perfecto que tuve que darme la vuelta para poder relamer
la saliva que se me salía de entre los labios sin que los demás me viesen.
Cuando me vestí le pregunté al semielfo por el ausente; la verdad es que comenzaba a extrañarme el no verle, como
si me rehuyese. El atractivo semielfo me explicó que WolfStone tenía a veces la costumbre de ayudar a preparar los caballos de todos, pues había sido el anterior escudero antes que yo.
¡Dioses!, me di cuenta de que ahora mismo YO tendría que estar ensillando los caballos y preparándolo todo, ¡para
eso era el escudero!. Me vestí a toda prisa, cogí mi mochila con mis exiguas pertenencias y bajé corriendo las escaleras.
Louis me sonrió mucho en la sala común (ahora vacía), me dio un pastelillo azucarado a modo de desayuno (gratis)
y me indicó el camino a las caballerizas, con lo que salí raudo hacia allí.
Las caballerizas eran un edificio de madera al lado de las posada (propiedad de esta), con paja diseminada por todo
el suelo y muchos postes y palos donde tenían atados a los caballos. Las sillas de montar colgaban del techo (a las que
se accedía con escalerillas para bajarlas) o estaban atadas en el suelo cerca del caballo al que pertenecían.
Mi sorpresa fue mayúscula cuando me introduje en la cuadra. Había un solo chico cepillando los caballos y ensillándolos. Y cuando vi su cara dejé de respirar y di un paso asustado hacia atrás... -¡Justaine!-.
Podía haber salido corriendo, e incluso podía haber estado ya canturreando las sílabas del conjuro de proyectil mágico para acabar con el ladrón... pero cuando vi su cara de incontenible pena me quedé helado, sin saber qué hacer... Era
obvio que él era el tal WolfStone del grupo, y yo no creía que el resto supiesen exactamente a lo que se dedicaba por
las noches cuando se iba de juerga.
El ladrón me vio pero no se sorprendió, como si me esperase. Trató de decirme algo pero no le salió la voz, tosió y
volvió a intentarlo con mejor suerte. -Cristian, yo...- No le dejé seguir.
-¡Maldito delincuente!, ¡por tu culpa casi me matan!, ¡me lo quitaron todo!, y yo que confié en ti...- el adolescente
miraba al suelo con expresión dolida y no protestaba ante mi riña, eso rebajó un poco mi mal humor, pero... entonces
recordé lo que me habían robado.
-¡¿Qué...?!, ¿Cuál fue tu parte?, ¿cuánto os dieron por el anillo de oro de mi abuelo?. ¡Cuantas míseras monedas ganaste vendiéndome y...!-, pero hube de detenerme, el chico sacó la mano de su bolsillo me mostró su palma y en ella
estaba mi anillo de oro.
Fui corriendo hacia allí y se lo arranqué de la mano sin pensármelo dos veces. Le miré con rabia y le dije con la voz y
la mirada más venenosas que pude sacar -¿Nadie a querido comprarte la mercancía robada?, ¿es eso?...-.
El negó con la cabeza y vi como una lágrima caía por su mejilla, eso me dejó muy desconcertado. Quizás estaba triste
porque sabía que iba a contarles a sus compañeros de grupo a lo que se dedicaba por la noche, lo que me había hecho,
y tenía miedo de que le echasen del grupo.
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-Yo... estuve todo el día de ayer buscándote, y... y me he pasado toda esta noche recuperando tu anillo...-. Me pareció
algo increíble, pero como ya dije, tengo una buena intuición que me permite saber cuando alguien está diciéndome la
verdad, y la estaba diciendo.
Me calmé un poco, ahora de nuevo con el anillo en mi dedo anular, y le dejé hablar.
Me contó una historia enrevesada, una especie de culebrón: Su abuela vivía en la ciudad, y la cofradía de ladrones
sabía que él trabajaba en solitario, así que, cuando se enteraron de que había vuelto a la ciudad después de la última
misión con su grupo de amigos, raptaron a su abuela y le aseguraron que la matarían si él no cooperaba montando una
trampa para conseguir quitarme el anillo.
-¡Tuve que hacerlo...!, ¿no lo entiendes?, ¡la hubieran matado!.- Me cogió de la pechera de mi túnica esperando que
comprendiese su situación (aunque me fijé que sus ojos se le desviaban varias veces hacia mi pecho, que había descubierto del tirón).
Aparté su mano y le dije -Así pues, preferiste que fuera yo el que corriese el riesgo de morir... y además esperas que
me crea esa sarta de men...-. pero entonces abrió un pañuelo plegado que acababa de sacarse del bolsillo y me enseñó
su contenido, tuve que contener las arcadas. Era un dedo arrugado de mujer (por la uña larga), de su abuela.
Me contó que le habían dicho que ese había sido el primer y último aviso, que después la matarían. Me contó que
sus extorsionadores le habían asegurado que solo querían el anillo, que no me harían daño (a no ser que me resistiese),
y también me contó que, tras dejar a su abuela en lugar seguro, había acechado durante toda la noche la guarida de la
cofradía de ladrones para robarles el anillo de nuevo y devolvérmelo.
Por otra parte, me aseguró que trató de sustraerme el anillo la primera vez que le di la mano nada más entrar a la
ciudad sin que me diese cuenta, para que no tuviera que vérmelas con los bandidos, pero no lo consiguió.
Se arrodilló, me cogió del brazo y apretando los dientes me rogó -Por favor, perdóname... perdóname, no se lo digas
a los otros...-.
-¡Maldita sea!-, pensé, -¿¡porqué tiene que tener esos ojos y esos labios?!, ¿porqué tuvo que robarme a mi?... ¿porqué
ha tenido que devolverme el anillo y así, no dejar que mi odio hacia él anide lo suficiente como para no ser capaz de
perdonarle?.
Estaba seguro de no me lo estaría devolviendo que si él no corriera riesgo de ser descubierto como ladrón por sus
compañeros de grupo, pero... a veces el destino tiene sus razones...
Respiré más calmado de repente y acaricié cariñosamente su cabello. Le aparté el flequillo de la cara, para verle bien,
y con un suspiro, mirándole a los ojos le anuncié -Está bien... pero... si vuelves a hacerme algo así...-.
Esperaba que se levantase pronto, porque tenerle arrodillado delante de mí, con su boca a unos centímetros de mi
sexo, y me estaba excitando.
Se levantó poco a poco, sonriéndome tristemente, y me dio las gracias mientras me abrazaba.
En un principio me resistí, pero era tan agradable y tan cálido notar sus fuertes brazos rodeándome. Al soltarse, me
dio un apretón en el bíceps y me sonrió. Se volvió hacia el caballo y me preguntó -¿Me ayudas?-.
Recordé que los otros estaban a punto de venir y tenía que tener los caballos preparados. Sonreí y seguimos con la
tarea de soltarlos, cepillarlos, ensillarlos, colocar las alforjas, etc...
A decir verdad, no tenía ni idea de hacer estas cosas, así que me vino muy bien que él hubiera sido el anterior escudero, ya que ese día y los siguientes fue él quien me enseñó cómo cuidar a los animales, afilar espadas, pulir armaduras,
encender fogatas etc...
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Mientras acabábamos con los caballos la conversación continuó -¿Dónde está tu abuela ahora?-. Y él me respondió
-La he dejado hospedada en el barrio de los netwins, con el sustento y el techo pagado con mi parte del botín de la
última aventura del grupo. Allí estará segura hasta que yo vuelva por Caspia.-.
-Vaya... ¿en serio crees que estará segura allí?, ¿y crees que los netwins, esos medio hombres bajitos, simples y comodones la cuidarán bien?-.
El asintió, -¡Claro!, nadie sospecharía que ella está allí, no la encontrarán. Además, eso es lo que le conviene a mi
abuela, comodidad, descanso y nada de complicaciones. - Viéndolo así, tenía razón.
El caballo que estaba cepillando, todo blanco y sin una sola mancha, era precioso -¿Como se llama?- pregunté con
curiosidad.
-Ese es Lucero décimo primero-. Puse cara de desconcierto y me explicó tras unas risas: -El grupo debe tener una
maldición, pues en cada aventura en que nos metemos, las monturas acaban perdidas, olvidadas o muertas, así que cada
uno llama a su caballo como le llamó al primero pero con el siguiente dígito.- Señaló uno totalmente negro -Ese es el
de Saul, es Tinieblas décimo segundo... toda una rareza, pues es el único que ha sobrevivido más de tres aventuras con
nosotros-. Me imaginé a mi amor platónico montándolo... estaría tan sexy.
Pero habían todavía cosas que no encajaban:
-¿Porqué... porqué no les pediste ayuda a tus compañeros para rescatar a tu abuela?-, y le miré con aire de sospecha.
El miró a todas partes algo asustado -Los ladrones me lo dijeron por la mañana. Apenas una hora antes de conocerte.
No me dejaron a sol ni a sombra y, por supuesto, si de alguna manera se lo decía a mis amigos y lo descubrían, matarían
a mi abuela de inmediato...Y mientras tanto, me iba dando consejos sobre el lado hacia el que había que pasar el cepillo del caballo, que comida
les gusta más a los animales, el modo de colocar mejor las sillas...
Parece que se había dado cuenta de que yo no tenía ni la más pajolera idea de ser escudero. A decir verdad, no sé
como no me planteé antes este problema, pero claro, siempre consideré que lo difícil es ser héroe, no escudero, y parece
que estos últimos también sufren y trabajan. Era una bendición que él me enseñase, no sé que hubiera hecho si no...
Me puse un poco nervioso al pensar en algo -Entonces... ¿no habrán descubierto ya que el anillo ha desaparecido?.
¿No pueden estar ya buscándote a ti o a mí?.Él asintió muy serio. -Por eso me di prisa en salir a preparar los caballos. Cuanto antes salgamos de la ciudad mejor...-.
Eso me metió un poco de miedo en el cuerpo.
Le pregunte algo más que no me cuadraba... -Y, ¿porqué era mi anillo tan importante?, vale que es de oro, pero... no
creo que tenga mucho más valor que el sentimental.
Puso la cara confundida -No estoy seguro, pero es obvio que debe tener más valía o utilidades además de su simple
cotización monetaria. ¿Sabes si es mágico o si perteneció a algún príncipe?-.
Ahí si me reí con ganas, -¡Pero si mi abuelo fue granjero casi toda la vida!. Jajaja. Como no sirviese para ordeñar
mágicamente a las vacas o fuese el anillo real de los labriegos... jajajaja.-, pero me di cuenta de que, en efecto, siempre
di por sentado que mi anillo no tenía ninguna propiedad arcana. ¿Porqué hubiera habido de tenerla?. Pero claro, alguna
explicación tendría que tener el que los bandidos anduviesen tan interesados en él... Quizás podría usar mi conjuro de
detectar magia para averiguar si...
-Hola chicoooos. Cómo van los caballooooos...-, llegó la voz de la enana Brava, que precedía a los demás del grupo
entrando en las caballerizas.
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Todos parecían muy animados y ansiosos por partir de aventuras de nuevo, y Justaine y yo teníamos, si es posible,
todavía más ganas de salir de la ciudad.
La tirantez y cualquier rencor que le guardase al ladrón se habían diluido, y Saul, que pareció notar que me llevaba
muy bien con el pícaro del grupo, me ordenó que hoy montase con el ex escudero.
Eso me puso un poco triste... hubiera sido genial montar con el semielfo y agarrarme fuerte a él, pero bueno, también
tenía ganas de manosear un poco al ladronzuelo. La verdad es que cada vez me gustaba más, con su piel tostada, su cara
preciosa, su agradable sonrisa y sus penetrantes ojos verdes.
Cuando nos subimos a los caballos y me agarré a su cintura me di cuenta de que era incluso un poco demasiado
delgado, pese a lo fuerte que estaba. Ya me ocuparía yo de hacer que engordase unos kilillos con mis guisos.
Por otra parte, y de forma disimulada, no tardé en haberle manoseado toda la espalda, hombros, brazos e, incluso,
sentir totalmente sus duras nalgas pegadas a mi entrepierna (de la que me tenía que apartar cada poco, cuando me empalmaba, para que no lo notase). La cuestión es que todavía no sabía si a alguien del grupo le iban los chicos (quitando
a la loba de Ellysse, por supuesto).
***
Por la ciudad, tanto Justaine como yo parecíamos dos faros, mirando a un lado y a otro, al frente y a nuestras espaldas, esperando que en cualquier momento los ladrones hicieran su fatal aparición desde cualquier callejón... pero
no pasó nada. También es cierto que con la guardia imperial diseminada por las calles principales (por las que ahora
circulábamos) poco éxito hubiera tenido un ataque al grupo. Tendrían que esperar a que volviésemos a la ciudad para
intentarlo de nuevo.
-Una pregunta Justaine... ¿te llamas Justaine?...- inquirí con la mosca tras la oreja, pues nadie en el grupo le había
llamado así en ningún momento.
-A decir verdad... no. Me llamo WolfStone, Ethan WolfStone.- Yo pensé “¡Ethan!, bonito nombre...” y me presenté yo
también, con su trasero pegado a mi sexo y yo disfrutando como un loco del paseillo por la ciudad.
-Está bien, Ethan... empecemos de nuevo olvidándonos de lo que pasó. Soy Cristian Gonthjar, encantado de conocerte-. El me apretó la mano por encima de su hombro y se volvió para sonreírme de esa forma que me volvía loco; un
poco más y me lo como a besos.
-Gonthjar... ese nombre familiar me suena del norte, del mar...-Si, mis antepasados vinieron al Reino de Cygnar a través del bosque Lazulien, por el río Lasolets. Llegaron desde...
desde el lejano puerto de Zerts. ¿has oído hablar de él?-¡Claro!. Hay una Fortaleza inexpugnable de enanos cerca, ¿verdad?, es muy famoso... ¡cuéntame algo sobre aquello!-.
-Bueno yo no he estado, pero mi abuelo decía que su padre conocía a un pirata que...Y así nuestra amistad se iba reafirmando y cada vez me caía mejor.
Saul iba al frente, sobre Tinieblas duodécimo, y Ellysse cabalgaba a su lado sobre Lucero décimo quinto cada vez que
podía, y cuando no, se colocaba al lado de Brava (que iba en un pony llamado Secuela Veintidos) y de Shwan San (en su
Filo de Akrontes décimo cuarto) y hablaban los 3 de sus asuntos.
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Capítulo 6: Bandidos
Salimos de la ciudad un poco más tarde y emprendimos la marcha a través de los caminos de la zona. Todo el día
transcurrió sin incidentes, yo echándole miradas a Saul que a veces se cruzaban con las suyas y ello me hacía sentir algo
de complicidad con él. Estaba imponente vestido de negro con adornos plateados, en su caballo negro, con su capa
negra hondeando tras él.
Los caminos discurrían siempre (ahora y durante los próximos días) por en medio del campo, cada vez menos transitado y, en algunas ocasiones, casi virgen. El suelo era de tierra pisada y había hierba hasta el horizonte debido a la
estación lluviosa que estaba atravesando el año.
Habían arbustos bajos y algún que otro pequeño bosquecillo a nuestro alrededor, si bien me informaron de que
llegaríamos hasta otro bosque más denso y grande al día siguiente o al otro a lo sumo, que rodearíamos. A mí me encantaban los bosques (apenas había salido fuera de la torre de magia de mi tutor) y la naturaleza en general, por lo que
estaba dispuesto a disfrutar de la “excursión”. ¡Por fin estábamos fuera de los muros de la ciudad!.
Con Ethan tenía que disimular mucho, pues la proximidad (que me permitía el placer de oler su perfume corporal)
me ponía muy cachondo y tenía que controlarme todo lo que podía.
Yo no estaba tan salido cuando estaba en la torre de mi maestro, supongo que este mar de sensaciones y necesidades que me llegaban eran fruto del despertar sexual y social por el que estaba pasando, y esperaba relajarme un poco
fuera de la ciudad acostumbrándome a mis compañeros.
Al medio día paramos a comer en el claro de un bosquecillo, a un lado del camino cerca de un arroyo del que nos
separaban unos matorrales. Me atreví entonces a preguntar algo que antes no se me había ocurrido:
-Emmm... chicos,- me habían pedido que les hablase con familiaridad, sin vuesas mercedes y cortesías por el estilo
-¿a dónde vamos?, ¿que misión... tenemos?-.
Yo estaba sentado al lado de Saul (me arrimaba a él todo lo que podía. No es que yo fuese una lapa, pero el chico me
gustaba muchísimo y no sentía que él rechazase mi proximidad), así que éste se volvió y me dijo:
-Ohm... nada del otro mundo: Por lo visto en un camino, a casi una semana de viaje al sudoeste de aquí, se ha instalado alguna clase de bestia que asesina a los viajeros que rodean un pantano. El imperio de Caspia ha ofrecido una bonita
suma en nombre del Emperador para quien acabe con ella.La hechicera, que estaba limándose una uña y parecía escuchar la explicación con cierto aire de superioridad aseguró
-Si, es pan comido... una bestia depredadora contra un grupo preparado y con la magia, el Dios de la Guerra y la razón
de su parte. Tenemos todas las de ganar...Saul la miró con una extraña mueca de disgusto -No bajes la guardia, Ellysse. Por lo que he podido averiguar, el
monstruo es inteligente, ya que no deja nada de sus víctimas más que los huesos: se dice que tiene todas las pertenencias que les ha robado a los muertos escondidas en su guarida, eso no lo haría un animal normal. ¡Esas riquezas también
serán para nosotros si las encontramos!. En realidad creo que inteligente o no, podremos con ella... pero tenemos que
estar prevenidos.Tuve un pequeño escalofrío. Por supuesto que había oído hablar de los monstruos, ¡de toda clase de ellos!, pero
nunca había tenido en perspectiva el ir a visitar a uno vivo, y menos a pelear con él, fuera cual fuera su especie. -Gracias
por... la aclaración..- dije yo algo afectado.
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do:
Brava, que parecía haber visto mi poca alegría ante la perspectiva del enfrentamiento me intentó tranquilizar dicien-
-Oh, pero tú no te preocupes, muchacho, ya sabes que solo has de cuidar los caballos, cocinar y cosas así. Deja las
peleas para nosotros.- y me guiñó un ojo.
Por una parte fue un alivio oírle decir eso, pero por otra me sentí muy mal, muy inferior... pero claro, acababa de salir
de la academia, se supone que necesitaba aún un poco de rodaje antes de ser capaz de enfrentarme a monstruos y cosas
por el estilo. La enana siempre hablaba directa y sin tapujos.
El sacerdote de la Guerra pareció algo irritado por el comentario de la enana -¡Blava!. No disuadas al muchacho de
sus intenciones de luchal... ¡tendlá un alma a su disposición!-.
Eran las primeras palabras (con acento sur oriental) que le oía decir al clérigo con referencia a mí, y no me gustaron
mucho... instintivamente me pegué más a la guerrera como buscando protección; Saul me vio hacerlo y soltó unas carcajadas, tras lo que medió:
-Me parece que Sir Cristian no tendrá muchas ganas de luchar, Shwan San... pero si se decide... ¡Por Akrontes que
nadie se lo impedirá!.- con lo que el clérigo quedó contento.
Ethan terminó de beber de una de las cantimploras y la dejó en el suelo a su lado. Saul la miró, me miró de reojo a
mí y dijo como quien no quiere la cosa:
-Vaya... se ha vaciado...- y yo asentí distraído.
Entonces el semielfo me cogió de la pechera y me frotó vigorosa y dolorosamente sus nudillos en la cabeza a modo
de castigo humorístico. -¡¡Eehhh, Sir Cris!!... ¿quién es el escudero a aquí?, ¡dímelo, venga!.- Me preguntó con sorna.
-¿Quién se encarga de reponer las vituallas?.-Todos se rieron y yo me puse colorado una vez más.
Cogí el envase y, alejándome de mis nuevos amigos, crucé los arbustos bajos que nos rodeaban rumbo al arroyo para
rellenarla, aunque tenía que llevar cuidado porque algunos de los arbolillos eran más altos y podía tropezarme con sus
ramas o con sus raíces.
El arroyo estaba a unos 4 minutos andando, totalmente a cubierto de la vista de nadie que circulase por el poco
transitado camino.
La operación no fue tarea fácil: casi me caigo al agua. Metí un pie en un lozadal y no sabía como poner el envase para
que se rellenase, así que tardé bastante en conseguirlo.
Me dispuse ahora a llevar a cabo la idea que se me había ocurrido en la ciudad.
Saqué mi anillo del bolsillo y me quedé mirándolo hasta que pronuncié: -Shutard khelembord-. Conjuré la adivinación del hechizo llamado comúnmente detectar magia para confirmar mis sospechas, y la cabeza comenzó a dolerme del
esfuerzo. El canalizar la esencia de un conjuro verdadero de potencia básica casi siempre acababa con mis energías arcanas; solo podía esperar que mis reservas de maná interior creciesen conforme adquiría más experiencia con la magia.
Adoraba la sensación que producía en mi cuerpo la energía recorriéndome, era como tener un orgasmo pero por
todo el cuerpo.
Casi grité lleno de júbilo al ver como el anillo de mi abuelo brillaba con fuerza, -¡es mágico, el anillo del abuelo es
mágico...!- Un ruido a mi espalda me asustó en ese momento y, al volverme vi a Ellysse sonriéndome divertida. -Tardabas
tanto que he venido a ver si estabas bien.Yo traté de disimular -Ummm... sí, estoy bien, ¿volvemos?-.
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Ella, acercándose, me miró sonriente todavía pero con un tinte de curiosidad en los ojos
-¡Vaya!, así que tu anillo es mágico... ¿de que escuela es su encantamiento, evocación, conjuración...?, ¿lo has percibido como muy poderoso?- preguntó sin disimular que había escuchado mis comentarios en voz alta.
Pese a que el hechizo que había usado era capaz de responder a esas preguntas, no lo había utilizado para adivinar
la escuela, ni tampoco me había parado a analizar la potencia del conjuro que lo había encantado. Solo había querido
comprobar si era o no mágico...
-No, no lo sé...- dije sin pensarlo, pero entonces me entraron algo así como celos. ¿Porqué tenía ella que meterse en
esto?. El anillo era mío, por muy maga que fuera ella.
-Así que no sabes cuales son sus propiedades arcanas... ¿no te las dijo tu abuelo?. Bueno, yo poseo un conjuro especial para adivinarlas con unas horas de estudio; quizás en la próxima posada podrías dejar que lo estudiase para ti...-.
Estaba algo agachada, y por la posición podía observar sus tetas a través de su pronunciado escote, aunque no les presté
mucha atención.
-Quizás...- le dije con una mirada que ella interpretó correctamente como un “ni lo sueñes”.
-Como quieras...- dijo con expresión un poco dolida.
Me di cuenta de que me había ofrecido sus servicios, los materiales del conjuro y su tiempo sin pedirme nada a cambio... y yo le había demostrado que no me fiaba de ella. Quizás me había pasado, pero no permitiría que nadie volviese
a robarme el anillo, con una vez ya había tenido bastante.
La brisa del mediodía hacía que nuestros cabellos se agitasen en medio de la arboleda virgen, y yo sentí un escalofrío
recorriéndome la espalda, pero no creo que fuese por el frío. La hechicera me repelía, quizás por la forma en que me
miraba.
Ellysse observó el barro de mi pie derecho y sonrió divertida. -No has sido nunca escudero antes, ¿verdad?.
Suspiré resignado.
-No... pero hago lo que puedo. Aprenderé pronto, de verdad.- Por nada del mundo quería que le dijera cosas negativas sobre mí a Saul y consiguiera que me echase del grupo. Seguro que el semielfo tenía muy en cuenta la opinión de
la hechicera, así que pensar en que ella pudiera ponerlo en mi contra me intranquilizó un tanto.
-Si, y además eres muy inocente, jejeje...- puso cara de pícara y yo le hice un mohín, entonces me puso una mano en
el hombro y apretando un poco dijo -...pero me gustan los jovencitos inocentes...-. Bajo su mano que estaba sobre mí y
la colocó sobre mi paquete, manoseándolo mientras acercaba su rostro al mío para besarme...
Yo no podía andar hacia atrás bajo riesgo de caerme de culo al arrollo helado (cosa que no me apetecía nada), así
que aparté la cara de perfíl y me quedé mirando hacia un lado mientras ella tocaba toda mi polla que (mal que me pese)
comenzaba a erectarse debido al masaje que recibía, pese a que la chica en sí no me excitaba. A esta edad tenemos
mucha energía e incluso a veces se me empalmaba sola sin hacerle nada. Ella me dio el beso en la mejilla.
-¿Es que no te gusto?, ¿no te gusta esto?-, dijo mientras me sobaba la polla más a fondo y con maestría... se notaba
que tenía mucha experiencia. Yo, curiosamente, no me puse colorado, pero trataba de respirar mientras tragaba saliva.
-Emmm... no, bueno...- lo que no tenía era ganas de que adivinase que era homosexual.
De nuevo pareció divertida -Es lo que pensaba... te gusta Saul, ¿no es cierto?- Me preguntó con todo su desparpajo,
eso sí, sin parar de tocármela. Es más, incluso ahora estaba desanudando el cordón que sostenía mis pantalones en su
sitio. Traté de protestar ante aquel comentario y de apartarla a ella de mí.
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-No te preocupes, chiquitin, cada uno hace lo que le pide el cuerpo y yo no me meteré en lo que hagas con Saul, si
es que él se deja, claro...- pero la muy cochina seguía sin soltarme la polla. Ahora me había bajado los pantalones y me
la estaba sacando de entre los calzones.
-Pero... pero, déjame, Lady Ellysse, si no tengo ganas, si yo...- dije todo sofocado (ahora si que me había puesto rojo,
pues había descubierto lo que sentía por Saul).
No veía el modo de apartarla de mí sin ser brusco, y si lo hacía quizás me echasen del grupo... me pregunté si a esto
podía llamársele acoso. ¿Me creería Saul si se lo contaba después?. ¿Me poliformizaría ella en sapo si me negaba a seguir
con este jueguecito sexual?.
-Ya lo sé ya, no es lo que más te gustaría del mundo, pero desde que vi este gran paquete tuyo en la posada he estado deseando comérmelo, guapetón. Tú no tienes más que cerrar los ojos y... pensar en Saul...-. Pero yo no quería pensar
en Saul... bueno, si quería, pero no con ella haciéndome cosas.
Estaba a punto de decirle algo terminante cuando ella, con mi polla en sus manos, recitó una corta frase hasta tres
veces -Por el beso de las íncubos, por la mirada de la medusa, te rendirás a mí, te tornarás como la piedra... Sdlashek
Marnioch-. Y mi polla se puso totalmente tiesa como si el mismo Saul hubiera estado haciendo un strip tease ante mí.
Me quedé sorprendido del todo, y además me estaba quedando sin fuerzas, lo notaba... ¿un conjuro para poner
tiesas las pollas y dejar a los chicos indefensos?, ¡tenía que conseguirlo!... pero lo malo es que la presión de la erección
comenzaba a ponerme cachondo aun sin ganas de estar con ella... me apetecía correrme.
-¿Ves como a ésta sí que le gusto?- me dijo casi ronroneado, -Siéntate y déjame hacer, relájate... Espero que no me
rechaces; a Saul podrían no gustarle algunas cosas malas que podría decir de ti... ¡Menudo aparato!- exclamó al final
sorprendida por mi tamaño.
La muy puta parecía haber leído mis pensamientos, y yo estaba tan confundido... no sabía que hacer, y ella hacía
fuerza para que me sentase. Mis piernas perdían su energía y no creí poder mantenerme en pie, así que me senté.
-Qué sea lo que el Padre Todopoderoso quiera...- me tumbé cerré los ojos y mi excitación mágica me forzó a imaginar
a Saul agachadito entre mis piernas, abriendo sus preciosos labios y metiendo mi barra de carne caliente entre ellos,
succionando, lamiendo, chupando como Louis había hecho, mientras una de sus manos me masajeaba los cojones y la
otra me acariciaba todo el torso... -ummmmm....- no pude evitar comenzar a gemir, y a los 2 minutos me corrí apretando
los dientes para no gritar... Esta tía capulla era una experta, menuda forma de mamar.
Abrí los ojos y la vi sonriente lamiéndose el semen de los labios y sacando su mano de debajo de la corta faldita de
su túnica (se había estado masturbando mientras me la chupaba, como Louis).
Me dio una arcada; un poco más y vomito la comida, pero por suerte noté como las fuerzas iban volviendo a mí. Su
conjuro para seducirme había expirado.
Ella me miró con pena y, quizás algo arrepentida de ver lo mal que lo había pasado, me ayudó a vestirme mientras
me decía : -Ey, chico...Cristian, lo siento de veras. No pensaba que te lo tomases así. Normalmente gusto mucho... debo
de haberme pasado...Yo, casi conteniendo las lágrimas le respondí -No, si no es eso, es que...-.
Me miró de forma comprensiva.
-Muy bien, te prometo que no te lo haré más.- mientras daba un último apretón en mi entrepierna -Aunque echaré
de menos esta preciosidad. Pero te advierto una cosa para que no sufras: ¡Saul es mío!... y pronto te darás cuenta.- Y con
ello se levantó, lavó su mano y su rostro en el arroyo y salió andando de vuelta hacia el grupo.
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¡Maldita arpía!... había oído hablar de violaciones, pero ¡no pensaba que una chica pudiera violarme a mi!. Vale, se
había arrepentido después de hacerlo viendo que yo no quería en absoluto nada con ella, pero aún así, eso no me compensaba... y para colmo ¡aseguraba que Saul ya era suyo!.
Apreté los puños, cerré los ojos y susurré muy bajito -Dios del Equilibrio, Padre de los dioses... ojalá... ¡Como desearía
que esa hechicera se cayese por un barranco! o... o que le pasase algo muy malo ahora que vuelve con los demás...- aunque no pude dejar de pensar -...menudo orgasmo, ummmm....- pues aún sentía el gustirrinín en la punta del pene. Noté
un calambre en uno de mis dedos y un rayo de sol se reflejó en mi anillo de oro.
En ese momento escuché un grito de Ellysse y me quedé blanco, -Oh no, por favor Señor, no me hagas caso... ¡no
lo decía en serio!, ¡la perdono!. La perdono pero no la tires por un barranco... ¡Saul no me perdonaría que la maga del
grupo muriese por mi culpa!-.
Salí corriendo hacia donde había sonado el grito pensando que El Padre de los Dioses nunca me había hecho caso
tan rápidamente... de aquí en adelante tendría cuidado con lo que pidiese.
***
Cuando escuché voces de gente que no conocía comencé a andar muy despacio y me agaché para ver qué pasaba sin
que me viesen. Di gracias de que mi túnica verde se disimulase con la maleza, si hubiera llevado indumentaria de color
carmesí como el hábito de cuero de Shwan San habría sido descubierto de inmediato.
Llegué hasta el límite del claro y lo que vi me horrorizó. Habían unos 15 hombres con ropas de cuero rígido y espadas
cortas en el claro rodeando a mis amigos; y estos, en lugar de defenderse o atacarles tenían las armas bajas y las caras
llenas de rabia. ¿Les habían paralizado mágicamente?.
Entonces el joven Ethan se fijó en mí (debía tener una percepción impresionante para verme en medio de los arbustos, ya que yo estaba más quieto que una roca) y, disimuladamente, movió la cabeza señalando hacia alguien cercano a
donde yo estaba en quien no había reparado:
Uno de esos bandidos (de gran mentón, perilla negra con hebras grises y un pendiente) tenía cogida por el pelo a la
hechicera (que estaba arrodillada) y había puesto su espada corta en el cuello de la maga, del que ya bajaba una gotita
de sangre. Ella no podía conjurar así, ya que incluso solo por tragar saliva el hierro se le incrustaba más en la garganta.
¡Era como si mi deseo se hubiera hecho realidad!. Claro, que lo del resto de bandidos amenazando a mis amigos no
formaba parte de lo que yo hubiera pedido.
El hombre que la tenía inmovilizada parecía ser el jefe y dijo -...eso es, muy bien, quietecitos... y ella vivirá. Ahora
tiraréis todas vuestras armas lejos de vuestro alcance y nos daréis el anillo pacíficamente...-¡Por todos los dioses!. ¡Vienen por mi anillo!- pensé. No podía dejar que mis amigos muriesen o fuesen heridos por
mi culpa...
Ethan me había dado la clave: si conseguía liberar a la hechicera ellos podrían atacar. Pero apenas tenía unos segundos antes de que mis compañeros quedasen desarmados y fuera demasiado tarde. Por otra parte, me pareció reconocer
la voz de ese hombre como la del ladrón que me robó el anillo por primera vez en la ciudad. La rabia me llenó por dentro.
Me maldije por haber desperdiciado la mayor parte de mi energía mágica lanzando el conjuro para detectar magia,
ahora no podía conjurar más que prestidigitaciones [dícese de las pequeñas manifestaciones arcanas de efecto menor,
tales como doblar cucharas, crear lucecitas o brisas suaves de viento...] y esta clase de prestidigitación mágica no es
capaz de desconcentrar a nadie o causarle directamente daño.
Bueno, no todo ha de hacerse con magia.
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Cogí una piedra del tamaño de mi puño, cerré los ojos y, tras una corta plegaria al dios que veneraba, los abrí de
nuevo. La lancé con todas mis fuerzas hacia la cara del tipo malo del pendiente y... ¡fallé como un bellaco! (en caso de
que los bellacos fallen mucho).
La piedra pasó justo por delante de las narices del bandido y se perdió en los matorrales; y lo peor fue que el hombre
me había descubierto y se volvió sonriente hacia mí apuntándome con la espada corta...
Por suerte, lo peor se convirtió en lo mejor, ya que al apuntarme a mí con la espada de forma instintiva, la garganta
de Ellysse quedó libre y ella dijo dos palabras apenas inaudibles mientras movía las manos por debajo de ella misma en
pases mágicos... Desapareció.
¿Se había hecho invisible?, ¿sería tan poderosa como para haberse teletransportado?. Yo no lo sabía... pero el hombre
al que acababa de distraer con mi piedra pareció volverse loco ante la ausencia de su rehén y comenzó a asestar tajos
con su espada por la zona donde había estado la maga con la esperanza de alcanzarla aunque fuese al azar por si simplemente había enmascarado su imagen... pero quedó claro que ella ya no estaba allí.
Entonces todo comenzó a suceder realmente rápido, y todo lo había iniciado yo: mis amigos saltaron, armas en
mano, contra los bandidos que les rodeaban y comenzaron a pelear formando una posición en círculo espalda contra
espalda; Alguna clase de energía pareció rodearles y llenarles del luz y valor... casi estaba seguro de que era magia, pero
¿había sido Ellyse también la que había lanzado ese conjuro para incrementar sus capacidades de lucha?. Me pareció
que las manos de Shwan brillaban, y la idea de que el sacerdote pudiera usar la energía arcana paso por mi mente un
instante antes de ser desechada.
Por su parte, el hombre del que había liberado a la hechicera se volvió hacia mí con la promesa de una muerte dolorosa en los ojos, y lo peor es que se fijó que en la mano con la que había lanzado la piedra (que aun tenía levantada)
tenía el anillo de oro brillando al sol.
Yo casi me cagué en los pantalones, de manera que di la vuelta y eché a correr a toda velocidad por entre los matorrales y bajo los arbustos (no tenía remordimientos de dejar atrás a mis amigos peleando. Sabía que yo sería ahora más
un estorbo que de utilidad; prefería salvar la vida), pero la túnica de mago no está hecha para correr, así que al minuto
tropecé conmigo mismo (soy un poco patoso, lo reconozco) y caí de bruces al suelo.
Me volví hacia atrás al escuchar el grito de guerra del bandido que, agachado bajo los árboles bajos y por entre la
maleza, venía a por mí cual jaguar hambriento de sangre... Era imposible que escapase de él corriendo. Por una vez,
saqué valor y decisión de donde no los había y conjuré de nuevo... una prestidigitación.
Me fijé en el camino por el que venía y, justo cuando estaba llegando, concentré la energía de la prestidigitación toda
en un solo instante y para un solo efecto: hice que una rama gorda y dura de uno de los arbustos bajase de repente ante
él y, como iba tan rápido, no pudo frenar y se metió un inmenso golpazo en toda la cara...
Como ya he dicho, normalmente la prestidigitación no sirve para producir ningún daño, pero yo solo lo había usado
para bajar la rama, la leche se la había dado el solito contra el palo.
La voltereta que dio al golpearse fue impresionante, y cayó en el suelo boca abajo justo ante mí. Del esfuerzo de
canalizar más esencia mágica a través de mi cuerpo comenzó a sangrarme la nariz.
Yo nunca había matado a nadie, nunca había hecho daño a nadie, pero era mi vida o la suya... así que cogí una piedra
tan grande como un melón (con dificultad porque pesaba muchísimo) y la levanté sobre mi cabeza para bajarla de un
impulso sobre su nuca y acabar con él.
Y a los 10 segundos así estaba todavía... con la piedra levantada y los dientes castañeteando. -¿Porqué no le mato?,
no es un asesinato, es solo en defensa propia... ¿o no?. ¿No ha estado a punto de matarme?, ¿no me matará cuando se
recupere en unos segundos del golpe de la rama?...-.
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Pero el imaginarme sus sesos esparcidos por mi culpa me parecía el frío asesinato de alguien indefenso. Bajé la piedra
y la dejé caer... al suelo.
Justo cuando iba a darme la vuelta para salir huyendo de nuevo, él levantó la cabeza, enfocó de nuevo los ojos (se
había recuperado) y me miró (pese a la sangre que manaba de sus labios debido al golpe de la rama), -Estás muerto...-,
susurró haciendo que me quedase paralizado de terror.
Se puso de pie ante mi, sonrió de forma un tanto desencajada, levantó su espada sobre mi cabeza, me cogió de la
pechera de la túnica y.... se desplomó con un gran corte en el cuello del que manaba más sangre de la que había visto
nunca junta. Cuando cayó tras soltarme, vi a la persona que estaba tras él, al que me había salvado. -Muere de una vez,
cabrón...- susurró agresivamente.
WolfStone tenía un brazo colgando como roto del que manaba mucha sangre, un feo corte en el pectoral (el pequeño chaleco de cuero no le había protegido) y respiraba trabajosamente.
-¡Ethan!- exclamé sorprendido y agradecido, pero asustado ante sus heridas. En su mano ilesa (la derecha) tenía una
daga bastante grande y llena de sangre con la que acababa de matar al bandido por la espalda; la soltó dejándola caer
al suelo.
Sin poder evitarlo, salté por encima del cadáver y me abracé a él con fuerza. Arrimé mi cara a la suya, mis labios a los
suyos (dejando que nuestras frentes se apoyasen la una sobre la otra, con mis ojos mirando fijamente a los suyos que
estaban vidriosos) y... me entró miedo.
Me aparté diciendo simplemente -gracias...- , pero él me cogió del brazo, me arrimó de nuevo a su cuerpo y me dio
un beso realmente apasionado en la boca que me elevó a los cielos. Ni lo pensé, me abracé a él de nuevo, y Ethan me
apretaba de la nuca con su mano para que no me separase. Sabía un poco a sangre, pero sus labios sobre los míos fueron como volver a la vida... entonces se desmayó.
***
No tenía ni idea de cuanta podía ser la gravedad de sus heridas, pero su sangre no dejaba de manar... Intenté frenarla
como pude, pues había oído hablar de cosas como torniquetes y había visto poner vendas y cosas así, pero no pude
hacerlo.
Jamás había intentado nada como esto y estaba muy asustado. Me dije que debería llamar a los demás, ya que había
oído que los sacerdotes saben mucho sobre curar heridas, pero tenía miedo de que los bandidos apareciesen por aquí,
y no podía gritar porque eso los atraería, y el ruido de batalla continuaba...
El sonido de combate no era solo el normal entrechocar de aceros que había escuchado otras veces, puesto que...
aunque estaba presente, también se oían los retumbos de las explosiones creadas por la magia y el crepitar de los rayos
junto al aullar de los moribundos y los heridos.
Pero ellos eran alrededor de 15 y mis amigos, sin contar con el chico malherido e inconsciente al que ahora abrazaba
en el suelo, eran solo 4. Las lágrimas se agolpaban dentro de mí, pero las contenía creyendo que en cualquier momento
los bandidos supervivientes harían su aparición para acabar con nosotros y llevarse el anillo. ¡Les superaban en unos 4
a 1!.
Al cabo de unos minutos más, los ruidos de batalla se extinguieron y la voz de Saul (que en ese momento me pareció
un coro de ángeles) resonó por entre la vegetación llamándome a mí y a WolfStone. Le grité para que se acercase y me
ayudase con Ethan.
En unos instantes todo el grupo me rodeaba, todos ellos (increíblemente) sanos y sin heridas, cubiertos de sangre
ajena pero sin haber resultado dañados. Les miré incrédulo.
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Incluso Ellysse (de cuya herida en el cuello no había ni rastro) estaba frente a mí con cara triste al ver el estado de
Ethan.
-¿Crees que se recuperará, Saul?- le preguntó la hechicera.
El semielfo miraba al herido con la cara un tanto enfadada
-Ha sido un inconsciente... salió de la posición defensiva que habíamos adoptado y además del círculo de protección
celestial que Shwan San había creado por la gracia de Akrontes. No sé qué le impulsó a tal locura... nunca se había comportado así. ¿Cómo está, Padre Shwan?.Yo sí sabía porqué se había alejado del grupo: para protegerme... no le solté, él me había salvado y estaría con mi salvador hasta que sanase o se lo llevase la muerte; y por otra parte me indigné por la forma en que le trataban sin parecer
excesivamente preocupados por sus heridas.
Shwan San se arrodilló frente a él y yo me extrañé mucho de que no sacase vendas, ungüentos u otros artilugios que
había visto usar a los curanderos. Me horroricé cuando vi como el clérigo levantaba la vista al cielo y comenzaba a orar...
¡¿le estaba dando la extrema unción?!, ¿iba a morir?.
Pero entonces sus manos se iluminaron con una cálida aura celestial azulada, y las bajó hasta colocarlas sobre el
pectoral del herido... decía -Oh, Mi Señol Aklontes. Tú que disflutas con la guela y las batallas, sana a este honolable
guelelo caído en la lucha pala que pueda volvel a hacelte gozal con nuevos combates...-. Shwan comenzó a jadear por
el esfuerzo y el sudor cubrió su frente.
Ahora casi me tocó el turno a mi de desmayarme, pues observé anonadado como las feas y abiertas heridas de mi
amigo se cerraban poco a poco, dejaban de sangrar e incluso cicatrizaban e iban desapareciendo... ¡un milagro!. Incluso
su brazo roto se colocó por sí mismo en una posición normal.
Había oído hablar de algunos clérigos, hombres santos, que poseían dones como el de la curación mágica (algo que
nos está vedado y nos es imposible de realizar a los hechiceros), pero jamás pensé que lo vería con mis propios ojos,
ojos que se inundaron de lágrimas sin remedio al observar este acto divino...
-¡Gracias Akrontes!- exclamé instintivamente, y Shwan San me miró sonriente.
Pensé que los dioses o sus ascendidos eran muy curiosos: unos exigían sexo, como Sorg, y otros exigían guerra, como
Akrontes... El Dios Supremo, al que yo veneraba solamente exigía un equilibrio de la balanza de las fuerzas del bien y
el mal en el mundo, y se decía que era el padre de los demás dioses; se hacía llamar Morrow. Me pregunté qué otros
poderes divinos poseería el sacerdote oriental.
Antes no entendía porqué los grupos de aventureros solían llevar un clérigo con ellos; pensaba que era porque sabían
tratar las heridas y enfermedades y, porque ponían a los dioses a favor del éxito de la misión que estuviesen llevando a
cabo; pero si los sacerdotes eran además capaces de obtener esta clase de poderes de las potencias superiores, entonces
un clérigo era algo indispensable...
Entre todos llevamos al inconsciente WolfStone hasta el claro donde nos esperaban los caballos atados y la pequeña
hoguera que se había extinguido durante la reyerta y que Ellysse se encargó de reavivar.
Me quedé asombrado al ver los árboles reducidos a cenizas, los cuerpos muertos de los asaltantes (algunos por cuchilladas y estocadas, pero otros estaban quemados, consumidos y agujereados por fuerzas mágicas...) Ellysse me dio
miedo.
Había sido una verdadera batalla, y mis amigos, pese a ser muchos menos, habían sido capaces de derrotarlos... llevaba poco tiempo con ellos, pero ya me sentí orgulloso de formar parte del grupo. Comprendí que muchas veces, cuando
se es bueno, un número de contrincantes más alto puede no significar siempre la derrota.
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Me dejaron cuidando al adolescente herido mientras Saul, Brava y Shwan San se iban llevando los cadáveres de los
bandidos para incinerarlos. Sí, en realidad todos mis amigos debían haber sufrido alguna herida, pues la tela de sus
ropajes tenían roturas y cortes en diversos puntos, pero tenían que haber sido sanados por el clérigo antes de venir a
buscarme.
Al cabo de una media hora, los enterradores volvieron y Brava tiró una bolsa cerca de mí mientras, malhumorada
vociferaba: -¡...y ni siquiera tenían más de dos docenas de monedas de oro!..., ¡estos ladrones de hoy en día ya no son
como los de antes!...Las 24 monedas del preciado mineral me parecieron todo un tesoro, pero se ve que ellos estaban acostumbrados a
cantidades más elevadas.
Entonces la guerrera se volvió hacia mí y, entregándome por la empuñadura una daga enfundada, me informó -Te
habrás dado cuenta de que a veces, quieras o no, puedes tener que pelear... o al menos defenderte; Así que más te vale
tener esto contigo. Sólo por si acaso...-.
No soy amigo de las armas ni sé manejarlas, pero habiendo visto la muerte tan de cerca no pude negarme: la cogí y
até la pequeña funda al cordel que hacía las veces de mi cinturón.
Saul se acercó a mí, se acuclilló a mi lado y, cogiéndome suavemente de la nuca, me dijo mientras me miraba seriamente:
-No creo que los ladrones se hubieran ido sin más dejándonos a salvo después de que hubiéramos visto sus rostros
y pudiésemos identificarlos en la capital, así que... Sir Cris... liberando a Lady Ellysse hoy nos has salvado a todos. Te doy
la enhorabuena por tu actuación y las gracias en nombre de todo el grupo.Sentí como mi pecho se hinchaba de orgullo alentado por sus palabras y excitado por la sensación de su mano en
mi cuello... esa forma de decir mi nombre con la que, en broma, me había llamado ya tres o cuatro veces comenzó a
gustarme mucho.
La hechicera, a la que había salvado con mi fallido lanzamiento de piedra, me miró sonriendo agradecida. En realidad
su sonrisa era preciosa, no sería de extrañar que Saul y ella fuesen realmente algo más que amigos. ¡Como detestaba
esa posibilidad!.
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Capítulo 7: La caza
La enana y Shwan discutían sobre si quitarles las pertenencias a los muertos era algo poco honorable; Brava mantenía
que las posesiones del que se moría peleando pasaban a ser propiedad del vencedor, mientras que el clérigo opinaba
que solo en ocasiones muy especiales se podía desposeer a los fallecidos o se corría el riesgo de despertar la ira de sus
espíritus y provocar que se levantasen como muertos vivientes.
-Espíritus a mí...- se mofó la enana.
Entonces el clérigo levantó la cara con un gesto de extrañeza (aunque con los rasgos orientales siempre me parecía
la misma expresión) y nos preguntó como si se le acabase de ocurrir.
-...¿de que maldito anillo hablaba su jefe?-.
Ellysse me miró y pareció a punto de decir algo... pero mi expresión de súplica (y quizás el sentirse en deuda por
haberla salvado y los remordimientos por haberme violado) debieron de tocar su fibra sensible y, suspirando, cerró la
boca de nuevo.
Saul parecía muy pensativo y preocupado ahora -Tiene razón... Esta banda de forajidos no parecían verdaderos profesionales; alguien debe de haberles enviado. Y si vinieron buscándonos a nosotros esperando encontrar un anillo en
concreto, quizás manden a más grupos como este a eliminarnos. ¿Nadie sabe nada de ningún anillo que pueda haber
despertado el interés de esta gente?.Brava se encogió de hombros, Shwan San no sabía nada y Ellysse lo negó con la cabeza. Saul ni siquiera me preguntó
a mí, ¿cómo iba a saber nada importante un aprendiz de mago?.
Deslicé el anillo fuera de mi dedo y lo metí en mi bolsa de componentes para mis hechizos, para que nadie pudiera
verlo. Quizás otro día les dijese algo de mi anillo, pero hoy no, hoy ya había causado suficientes problemas. Aunque no
puedo negar que me sentía muy culpable por el ataque y que estaba asustado por la clase de magia que pudiera tener
mi anillo y la codicia que había despertado en la capital.
Brava miró en las manos del aún inconsciente WolfStone y registró su saquillo, pero el ladronzuelo no tenía ninguna
sortija. Los otros anillos que tenía el grupo los llevaban ya hace muchísimo tiempo, así que decidieron que no era por
causa de ninguno de ellos.
-Bien... habrá que extremar las precauciones de aquí en adelante...- anunció mi ídolo.
***
Cuando Ethan despertó, Saul le recibió con una regañina por su alocado modo de luchar abandonando la formación
para cruzar las líneas enemigas.
-Pero... el jefe de los bandidos perseguía a Cristian y pensé...- comenzó Ethan con cara algo amedrentada.
El clérigo continuó con la bronca... -¿Pensaste que el joven no podlía cuidal de sí mismo?, ¿que le evitalías el tenel
que luchal? ¿que le salvalías de la muelte?... Alguna vez tendlá que aplendel a salvalse solo. ¡Pusiste en peliglo a todo el
glupo al lomper el cílculo defensivo y...!-
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Ahora le interrumpió el ladrón enervado
-¡No!... en absoluto...- la cara de WolfStone cambió y ahora parecía muy tranquilo -... supe que vosotros podríais
contenerlos, y también supe que si conseguía matar al jefe y mostrarles el cadáver a sus secuaces, estos perderían probablemente las ganas de seguir atacando y se retirarían. Lo malo es que la pérdida de sangre me dejó fuera de combate
tras matarle y no pude llevar a buen término mi idea...-.
La excusa era buena... ¿o no era una excusa?. ¿Podía ser cierto que en realidad no había venido a ayudarme a mí sino
a cazar al jefe para ahuyentar al resto de su banda?, ¿podía su beso haber sido solo parte de su delirio antes de caer
inconsciente?. Me sentí muy confuso... había sido mi primer beso.
Saul Drianore parecía meditar ahora... -Bueno, viéndolo así podía haber dado resultado. Estaba bien pensado Ethan,
pero... ¡espera a que yo te diga cuándo es el momento de llevar a cabo tales argucias!. Yo sabía que podríamos derrotarles frente a frente, y finalmente pudimos; no era necesario que te arriesgases a meterte entre ellos. ¡Pudiste haber
muerto...!. La próxima vez, esperarás mis órdenes.El joven ladrón asintió pensando en lo que el líder del grupo le decía. Ahora no me quedaba duda de que el semielfo
era el cabecilla.
Seguimos haciendo camino esa tarde y finalmente acampamos apartados del camino, medio escondidos por la vegetación baja.
Aproveché para colgar mi anillo de un cordel, alrededor de mi cuello y pensar en cómo podría decirle a Saul que el
ataque había sido por mi culpa, que el anillo de mi abuelo, mi posesión más preciada, estaba poniendo en peligro al
grupo...
Esa noche apenas pude dormir y, cuando lo logré, tuve una pesadilla en la que uno de mis continuos descuidos era el
causante de la muerte de Ethan. Dormí envuelto en la manta nueva que me habían comprado, al lado de la fogata. Por
ahora, la única ventaja que vi en ser escudero es que se me eximía de hacer guardias.
***
A la mañana siguiente me desperté antes que nadie (excepto que Brava, que estaba de guardia) y me puse a preparar
el desayuno con esmero.
Al menos cocinar, limpiar y remendar sí que sabía, pues en mis años de aprendiz tuve que hacer todas esas labores
en la torre de mi maestro. Así que, tras hervir leche, tostar el pan y fundir el queso (provisiones recién compradas de la
ciudad), me puse a remendar los rotos de las ropas del grupo, cosa que me agradecieron con gestos de aprobación y
sonrisas.
Me fijé en que Saul llevaba bajo la ropa una finísima y exquisitamente labrada cota de mallas de acero muy brillante que se le ajustaba a la perfección a las formas anatómicas del torso; le quedaba realmente sexy. Eso me confundió,
porque me di cuenta de que si llevaba armadura bajo la ropa es porque no pensaba lanzar conjuros (cualquier clase de
protección más allá de la ropa ligera suele dificultar los movimientos necesarios para ejecutar hechizos), pero por otra
parte me alegré sabiendo que estaba más protegido de lo que pensaba. También me pareció raro que no se quitase la
cota nunca, ni para dormir, y no parecía incomodarle lo más mínimo.
Ese mismo día, cuando paramos para comer, Brava apreció enfadarse al descubrir que no habían liebres entre las
provisiones. -¿Quién se ocupó de comprar las vituallas?. ¡¿Mi comida preferida y nadie piensa en traerlas?!.- decía con
cara dolida -... me siento discriminada...-.
Cogió tal cabréo que solo Saul consiguió calmarla tras darle su palabra de que ahora mismo iría de caza a por una.
Entonces la enana entró en razón y se sintió avergonzada de haber protestado como una niña pequeña, pero ya era
tarde; Saul había dado su palabra y ya estaba preparando las cosas para salir a buscar una liebre.
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-Sir Cristian vendrá conmigo llevando la mochila con algunas provisiones y cosas de primera necesidad, por si tardo
en encontrar una liebre. No os preocupéis por nosotros, montad un buen campamento cerca de aquí y mantener la
guardia doble por si se acercan más bandidos.- Sus órdenes parecían irrefutables cuando las decía con esa voz de autoridad. De todas maneras me encantó la situación: perderme con él en el bosque... con lo que me gustaba la naturaleza.
Mientras WolfStone me ayudaba a preparar la mochila con las cosas me comentó lo siguiente:
-Jamás entenderé ese honor tan raro de Saul. No hace falta cumplir la palabra que uno da cuando, al que se la has
dado, ya no te lo exige... Pero bueno, cuando el semielfo promete algo, lo cumple por encima de todo...-.
Me sentí un poco extraño al dejar a todos detrás (en el camino que rodeaba el bosque) y partir a solas con Saul internándonos en la espesura de altos pinos, robles y fresnos, pero cuando me di cuenta de las posibilidades de la situación
me alegré mucho.
Mi amor platónico iba delante de mi, a unos 30 pasos, con un arco en una mano y una flecha en la otra, mientras que
en su espalda colgaba un carcaj ladeado repleto de proyectiles. Su silueta en posición de guardia me excitaba, sobre
todo cuando escuchaba un ruido y se quedaba muy quieto apuntando con el arco en tensión y los músculos de sus
brazos marcados...
Al cabo de dos horas (los pies me dolían y estaba cansado de andar en silencio) por fin apareció una dichosa liebre
y de un tiro certero el semielfo la atravesó limpiamente clavándola al suelo. Le felicité animosamente por ello con un
abrazo y él pareció sentirse muy bien de ver lo mucho que le apreciaba. Dejó el arco en el suelo y la recogió.
Para no llevar el animal goteando sangre por el bosque o manchando el interior de la mochila, decidimos prepararla
y salarla allí mismo (yo había metido los materiales necesarios en la mochila).
Cuando ya la había despellejado y el olor de sangre de la pieza me inundaba, comenzamos a escuchar alguna clase de voz obscena hablando bajito como consigo misma -Sangre... tener hambre... yo tomar sangre, comer sangre...¡y
carne!...- y aunque le entendíamos, el sonido era gutural, primitivo y escalofriante. Venía de unas decenas de pasos más
adentro del bosque, y se acercaba...
-¡Por todos los bosques!, eso es un...- Exclamó mi héroe. Saul me cogió del brazo y en el mismo movimiento me levantó (haciendo que dejase la liebre a medio preparar en el suelo) y me empujó tras un gran árbol donde me pidió que
me escondiese.
-¿Quién es...?- le susurré comenzando a asustarme de verdad, mientras la sangre goteaba de mis manos.
-Di mejor, qué es... o mejor, no digas nada. Shhh.....- me respondió. Yo saqué mi daga de la funda por si acaso.
Al cabo de un minuto llegó la criatura que hablaba consigo misma, y noté que se me revolvía el estómago solo de
verla. Era un ser humanoide, de unos 2 metros de alto, con enormes garras y colmillos y la piel de color verde, purulenta,
arrugada, de manera que parecía casi una planta salvaje.
Sus ojos, medio inteligentes medio animales, parecían llenos de ansia y sed de esa sangre que manaba cada vez en
menor cantidad de nuestra caza. Llegó hasta ella y alargó el brazo para tomarla... Supuse que algo tan grande y hambriento nos devoraría a Saul y a mí si supiese que estábamos aquí.
Entonces la cosa se quedó muy quieta y comenzó a olisquear en el aire, como si nos hubiese olido a nosotros... se me
hizo un nudo en la garganta al pensar que estaba oliendo la sangre que manchaba mis manos.
Saul sacó algo de azufre de su zurrón y lo agitó en una mano mientras con la otra señalaba sinuosamente al monstruo
del bosque y canturreaba las sílabas de un conjuro. ¿¡Estaba haciendo magia?!; ¡¿se le había olvidado que llevaba una
cota de mallas bajo de la ropa?!, ¡no podría acabarlo!.
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La verdad es que jamás hubiera pensado que el semielfo pudiese ser tan despistado como yo y cometer una tontería
semejante, pero algo parecido a fe en él me hizo callar y esperar a ver que pasaba..
Increíblemente, y contra todas las leyes mágicas que había estudiado, su conjuro tuvo efecto con cota de mallas
incluida: En el lugar donde la bestia permanecía intentando localizarnos por el olfato, una esfera de fuego de unos 3
metros de diámetro apareció de la nada de forma instantánea rodeándole, haciendo que el monstruo chillase y gimiese
aterrorizado, quemándose en su interior.
Salió de la bola de llamas e intentó alejarse como en medio de un shock, sin saber muy bien hacia donde, pero Saul
le miraba, movía los dedos y la esfera rodaba sobre sí misma siguiendo sus pasos y achicharrándole como si fuera un
fuego sólido.
Debí pisar una rama seca entonces, porque la horrible criatura miró hacia nosotros y nos descubrió. Saltó de forma
repentina hacia donde nos encontrábamos (dejando la esfera atrás) y me lo encontré al instante ante mí, con las chamuscadas garras levantadas y mostrándome unos colmillos gigantescos... el monstruo estaba muy enfadado.
Instintivamente ataqué con mi cuchillo clavándoselo en las entrañas con toda la fuerza que pude reunir, pero tras
sacarlo vi consternado como la herida se cerraba casi al momento, como si nunca hubiera habido una daga insertada en
su interior; la piel del monstruo solo mostraba aún el daño que el fuego le había causado.
-¡Dios mío...!- exclamé aterrorizado.
El ser pareció sonreír... -MUERE...- me gruñó.
Sus garras cayeron entonces hacia mi rostro y vi mi vida entera pasar ante mí... pero un cuerpo se interpuso entre el
mío y las uñas del monstruo, recibiendo el impacto con un gruñido.
-¡Saul!-. Grité horrorizado.
Mi amigo se había puesto en medio y había recibido el ataque de las grandes garras en el torso y algo más abajo.
Apenas me sentí aliviado por salvarme, ya que jamás hubiera deseado que nada malo le pasase al semielfo, antes preferiría morir yo.
Observé entonces que mi salvador llevaba como arma únicamente una flecha manchada de algo amarillo en sus manos (también era azufre); su espada permanecía enfundada en la vaina de su cintura y temí lo peor... ¿no le había dado
tiempo a sacar la espada?, ¿iba a atacarle con la flecha clavándosela en el cuerpo cual daga sin saber que las armas no
parecían dañar a la criatura?.
-¡No Saul, las armas no le...!- comencé a advertirle, pero entonces, el semielfo gritó unas cuantas sílabas arcanas que
no llegué a entender y un arco de fuego se formó entre sus manos, con la flecha de antes transformada en un haz de
llamas y luz en su interior... “¡otro conjuro de fuego!”, pensé asombrado. Jamás volvería a dudar de la profesionalidad
del líder del grupo.
La inmensa criatura se disponía a morder a mi amigo en el cuello, pero al ver el arco ardiente retrocedió unos pasos
amedrentada (el fuego la asustaba más que cualquier arma) y Saul simplemente levantó el arco y, sin apuntar, disparó
la flecha de fuego que se incrustó en el pecho de la bestia... Ésta, explotó envuelta en llamas como si surgiesen de su
mismo interior, y cayó al suelo chillando de forma agonizante, hasta que con unos estertores, dejó de moverse...
¡Qué potencia de conjuración!. Estaba asombradísimo por la habilidad mágica de mi amigo.
Tras agradecer a Morrow el habernos salvado y el haber evitado que me mease del susto, me agarré al brazo de Saul
y le felicité por sus conjuros con la mejor de mi sonrisas... Miré entonces a los restos de la criatura
-¿Qué era eso?.
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-¡Maldita cría de troll...!. ¡Odio a los trolls!, sobre todo a los que hablan...-. Casi gritó angustiado -...lo peor de ellos es
que regeneran casi cualquier herida casi instantáneamente, solo el fuego les daña de forma permanente.- Y vi que tenía
la mano izquierda apoyada en el pecho, donde había recibido el golpe y la otra en los testículos.
Recogí la liebre que la criatura no había llegado a tocar y la enrollé y até en un saquillo de piel; ya la prepararíamos
de vuelta con nuestros compañeros.
Tenía tantas preguntas, ¿cómo podía conjurar con la cota de mallas?, ¿eso que había matado era una cría?, pues
¡como sería la madre!. ¿De que grado eran esos conjuros?... No creí poder llegar jamás a poseer semejante poder.
***
Aunque él no quería, yo sabía que estábamos muy lejos del grupo y del clérigo, así que insistí en verle las heridas y
limpiárselas para que no se infectasen. Finalmente accedió.
Mientras se quitaba la camisa y se desabrochaba las correas que sujetaban su preciosa cota pegada a su cuerpo, yo
mojé una gasa con agua y me preparé para limpiar la herida... pero al quedar la piel expuesta, me di cuenta de que no
había corte alguno. Su cota le había protegido tan bien que había frenado las largas uñas retorcidas de la bestia, aunque
el golpe había hecho que un gran moratón apareciese en medio del pectoral.
Él me dijo -¿has visto?, no hay herida... simplemente duele un poco.- Pero aun tenía la otra mano en los huevos, y me
pregunté si la otra garra no habría golpeado mucho más abajo del torso...
Asentí, agradecido de ver sano ese pecho tan ansiado por mí, pero estaba preocupado por su entrepierna (algo más
de lo normal, ya que últimamente pensaba mucho en cómo sería su polla), así que le dije que, si había recibido un golpe
también allí bajo, tendríamos que verlo por si había herida... una infección ahí podría ser muy dolorosa.
Elevó una ceja de forma divertida y asintió, comenzando a desabrocharse el cinturón. Yo contuve sin darme cuenta
la respiración, viendo por primera vez esa parte tan baja del abdomen mientras iba bajando su ropa interior hasta las
rodillas...
Sus abdominales bajos, el vello púbico pardo clarito y rizado que formaba una línea hasta su ombligo y, finalmente...
ese pedazo de carne tan excitante. Se me inundó la boca de saliva y reprimí un suspiro.
¡Era grandiosa!, y eso que no parecía estar empalmada. Muy morenita, gorda, grande, con la piel todavía por encima
de un capullo que prometía ser generoso en sus dimensiones, y sus enormes cojones sin pelo colgaban por bajo tan
perfectos... que casi lloré de la emoción. Si Saul fuera mío...
Al mirarle a la cara me di cuenta de que él me estaba mirando a los ojos fijamente, como intentando saber lo que
pensaba.
-¿Hay herida?,- me preguntó sin mirarse él siquiera, no apartaba la vista de mi rostro.
En realidad no parecía haber herida, no había sangre ni cortes ni moratones, así que negué con la cabeza mirando de
forma objetiva su sexo. -No parece... pero te dolía. ¿no?.
El asintió -Su golpe me acertó... en los cojones... por poco el dolor me impide conjurar la Flecha de Llamas-. Con esa
excusa, le dije que la examinaría con calma por si acaso... ¿quién sabe que guarrerías había tocado esa cría de troll con
sus largas uñas negras?.
Puse dos de mis dedos bajo su glande (recubierto todavía por la piel) y lo levanté poco a poco regocijándome en su
tacto caliente, húmedo y cada vez más duro... fue muy gratificante para mí ver como poco a poco se iba poniendo más
morcillona y más dura entre mis dedos.
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Me puse en cuclillas ante él, y miré con cuidado y verdadero interés sus testículos en busca de heridas, pero parece
que, como en el pecho, solo había sido un golpe seco. Supuse que la cota era tan larga que protegía esa zona baja
también.
Aún así, no iba a frenarme ahí: no creí volver a tener otra oportunidad semejante en la vida. Así que agarré bien su
polla con toda la mano derecha y la levanté hacia arriba dejándome ver claramente sus preciosos y grandes huevos. Le
miré inocentemente -¿Te duelen?.- Él asintió sin decir palabra, solo me miraba fijamente.
Con mi mano izquierda sopesé uno de sus testículos (notándolo plenamente lleno de su semilla) apretándolo suavemente y masajeándolo con verdadero amor y deleite. -¿Este...?- Volví a preguntar de forma totalmente inocente, aunque
no cabía en mí de mi gozo... ¡estaba de rodillas ante el chico al que amaba!, ¡le tenía despelotado ante mí y tenía todo
su sexo en mis manos!.
Me dije que no podía volver con el resto del grupo sin haber tenido sexo con Saul... ¡era mi única y última oportunidad!, supuse, o al menos así lo vi en esos momentos. Él asintió confirmando que ese testículo era el que le dolía.
Me acerqué un poco mas para poder oler su aroma varonil y eso me hizo enloquecer, apreté un poco más su endurecida polla y bajé poco a poco la mano que la que la tenía agarrada, bajando la piel y dejando que su capullo saliese a
la luz, como quien no quiere la cosa...
Masajeé y toqueteé un rato su huevo hasta que él me informó que ya no le dolía; pero ahora tenía su polla totalmente
erecta en mi mano derecha, y ¡¡era enorme!! (mi propio pene también estaba a punto de hacer explotar mis pantalones).
Le miré a los ojos y vi que me estaba lanzando esa media sonrisa suya que me enamoró... estaba seguro que él sabía lo
mucho que me atraía, era imposible que no lo supiese.
Así que, sin importarme las consecuencias (y con la prueba de que yo a él también le excitaba entre mis manos) me
acerqué todavía más y lamí la punta de su capullo, de donde sobresalía una gotita de líquido preseminal. Noté que se
ponía algo tenso y contenía la respiración.
Hubiera preferido ir más despacio y disfrutar del momento, pero entre que tenía miedo de que Saul me frenase y que
el sabor de su sexo me hacía vibrar, me metí todo lo que pude en la boca succionando, deslizando mi lengua por todas
partes, masajeando muy despacio sus huevos con una mano y con la otra pajeando el buen pedazo de rabo que no me
cabía en la cavidad bucal.
Era la primera vez que mamaba una polla, así que intenté recordar exactamente lo que me hizo Louis para que le gustase a Saul tanto como me gustó a mí. No pensé en ningún momento que fuese a darme ansia y no me la dio, chuparla
me hizo sentir una sensación increíblemente buena más allá el simple acto físico.
Su mano se colocó en mi nuca, acariciándome mientras me decía -Ohmmm.... Sir Cris, no podemos... no debemos....
Uummmmmm...- Para mí era obvio que le estaba encantando, pero parecía que tenía algún prejuicio, aunque su mano
presionando en la nuca indicaba todo lo contrario. Yo dejaba que su miembro se deslizase adentro y afuera de mi boca,
follándome los labios.
Al cabo de unos minutos Saul dio un paso atrás, como tratando de escapar de mí, pero yo me agarré a su cintura con
el brazo sin separarme ni un milímetro. Su sexo estaba total y absolutamente duro, palpitante, y era tan grande... solo de
imaginar que me tuviese que penetrar con eso ya me dolía el recto.
-Cris... no puedo hacer esto... Yo, entiéndelo... yo..- comenzó, pero yo me saqué su polla de la boca (sin dejar de pajearla) y le respondí -Shhhh... solo disfruta. Tranquilo, es sólo sexo...
Aun así, mi objeto de deseo dio un nuevo paso atrás para seguir alejándose, pero con tan mala (o buena) suerte
que tropezó con una raíz protuberante del suelo y cayó de culo. Me arrojé sobre él aprovechando mi oportunidad y me
coloqué encima para inmovilizarle mientras se la chupaba.
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Es cierto que con su fuerza, si hubiera estado convencido de que no quería, simplemente me hubiera apartado de un
empujón (no peso mucho), pero como le gustaba también, no parecía ser capaz de juntar la voluntad suficiente como
para quitarme de encima.
Me felicité interiormente cuando, sin sacármela del pantalón de debajo de la túnica, Saul (vencido) colocó su mano
en mi entrepierna y comenzó a pajearme a través de la ropa.
Siempre me ha excitado ver a alguien correrse (aunque solo había visto a Louis hacerlo antes), por lo que en cuanto
la gigantesca y férrea polla del semielfo comenzó a soltar leche sobre mi cara mientras él gemía, se retorcía bajo de mí
y me la meneaba, no pude menos que correrme yo también manchando mi ropa interior.
***
Al cabo de un minuto, Saul, tras recuperar el aliento me dijo muy serio -Eres un cachondo mental, Sir Cris... esto sí
que no lo esperaba.- y yo me asusté un tanto por la posibilidad de perder su afecto. ¿Decía que no se lo esperaba?, creía
que todos habían notado a la legua que Saul era mi centro de mis anhelos...
Pero entonces me cogió de nuevo de la entrepierna (aun estaba empalmado pese al orgasmo) y, haciendo que mi
pene se marcase en la tela en toda su extensión me dijo -¡Ey!, ¡menuda herramienta!. No está nada, nada mal para tu
edad... salidorro...- y me repitió el castigo amigable de frotar sus nudillos en mi cabeza.
Yo me reí y, por si acaso no se volvía a repetir, me agaché y le pegué un último chupetón a su glande saboreando las
gotitas de su semilla que aún permanecía ahí... no estaba nada mal.
-Volvamos con el grupo, ya deben estar preocupados...- Me dijo él apartándome de su entrepierna con una sonrisa
-... y espero que no les digas nada de esto.- Con lo tímido que yo era, ¿cómo iba a decirle nada de esto a nadie?, me
hubiera muerto de vergüenza.
Yo había disfrutado como nunca, ¡por fin había mamado la polla de alguien!, y por suerte la primera había sido la de
mi amor platónico, y había disfrutado más porque había hecho que Saul también gimiera de placer como un animal...
estaba tan contento.
Lo malo es que para que aceptase le había tenido que decir que era sólo sexo, y yo esperaba que aquello fuera algo
más, el comienzo de algo serio entre nosotros.
Durante el trayecto, Saul habló de todo menos de sexo, como si nada hubiera pasado, y cuando en una ocasión
(aprovechando los que debían ser nuestros últimos momentos de intimidad juntos) le apreté fuertemente sus contorneadas y prietas nalgas en broma (tan duras, tan respingonas), él me apartó las manos bruscamente (si bien con una
sonrisa) -Compórtate, pequeño... los demás pueden estar cerca.Por una parte eso me fastidió mucho, porque con lo de pequeño me había colocado en una posición que no estaba
seguro que fuera de mi agrado; pero por la otra, esa misma frase me había insinuado que si los otros no estaban cerca
no tenía porqué comportarme. Le sonreí y puse carita de nene bueno.
Finalmente llegamos junto a los demás, preparamos la liebre (Brava se puso muy contenta) y seguimos viajando...
aunque me permití sonreír con superioridad a Ellysse una de las veces que nuestras miradas se cruzaron, y ella se quedó
mosqueadilla. Pensé: “Así que Saul era tuyo... ¿verdad?.” y me estuve riendo feliz un buen rato.
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Capítulo 8: Las Sombras del Horror
Pasaron tres días más en los que nada especial ocurrió; No vimos ni rastro de posibles perseguidores o asaltantes de
caminos.
En esos sucesivos días subí en el pony tras Brava (Secuela era un animal recio y fuerte), y en los caballos tras Shwan
San y Ellyse (Filo de Akrontes y Lucero), y me pregunté si por fin al siguiente podría ir agarradito al semielfo, ya que era el
único con el que me faltaba subir. Quizás en la cabalgada podría sobar su entrepierna disimuladamente... ¡cómo ansiaba
volver a ponerle mis manos encima!.
Habíamos ido a buen paso, así que Ethan nos informó de que llegaríamos a nuestro destino un día antes de lo previsto como mínimo, aunque aún faltaban al menos 2 cabalgando.
La tarde de ese cuarto día, cuando ya anochecía, paramos en un sitio escondido en el que el grupo había pernoctado ya algunas veces cuando iban por este camino embarcados en otras misiones anteriores: Era una especie de gran
cueva natural en una colina, cuyo interior estaba recubierto de líquenes fosforescentes que daban un aspecto cálido y
acogedor a la gruta.
Desde el interior de la cueva salía un arroyo cristalino.
Casi parecía el hogar de un driada o una ninfa, y quizás así fue en el pasado, pues se respiraba cierto aire de paz y
armonía con la naturaleza por los alrededores. En su interior, junto a unas pocas estalagmitas y estalactitas, nos permitimos relajarnos un poco.
La caverna seguía su camino hacia las profundidades, pero me aseguraron que nunca había salido nada de allí bajo
y que, en una de las primeras ocasiones que durmieron aquí, el grupo la había explorado hasta bastante profundo sin
encontrar nada raro o peligroso.
-Bueno, por fin la banda de Las Rosas de Acero puede tomarse un merecido descanso- exclamó aliviada la hechicera,
recostada y relajada en su manta sobre el colchón de musgo que era el suelo de la caverna.
-Aún no dimos la aplobación a ese nomble que se te oculió...- contestó Shwan sin prestar demasiada atención, con
su gracioso acento oriental.
-No, pero es el mejor; al final nos llamaremos así... porque somos como las apasionadas rosas: con espinas ante la
adversidad, ¡y tan duros como el acero...!- Dijo la sensual hechicera con mucha confianza, lanzando un beso al clérigo.
-Claro, bonita... si quieres mañana te forjo unas flores y nos las colgamos en la solapa... ¡no te joroba!-. Le espetó la
enana con algo de hastío... evidentemente no le apasionaba ese nombre.
-Yo sigo pensando que Los Jaguares del Viento es mucho más apropiado, y suena más fuerte y legendario que el
tuyo... nos identificamos más con él. ¿No creéis?- apuntó Ethan con superioridad.
-Ummm... Suena varonil...- apoyo Saul pensativo.
Brava pareció enfadarse ante eso.
-¡¿Y quien quiere que suene varonil?!. Mejor tendría que ser algo así como La Fragua de Héroes. ¡Eso sí que estaría
bien!.-
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-Tenemos que tenel en cuenta al Dios de la Guela... El Aguelido Blazo de Aklontes selía totalmente adecuado pala
nosotlos.- comenzó a animarse el clérigo.
-¡Nada de incluir nombres de Dioses!, trae mala suerte... Además, ese nombre, Shwan San, es muy largo...- se opuso
WolfStone.
-El mío queda mucho más poético, Las Rosas de Acero es...- presionó la hechicera.
-¿Sabes donde puedes meterte ese poético nombre, guapa?...- le dijo la enana comenzando a ponerse roja.
-¡Basta!.- Exclamó con voz terminante el semielfo. -Está visto que todavía no estamos preparados para decidirlo. Más
adelante volveremos sobre el tema...
-Oommm... pero cari...- insistió con un puchero la hechicera -...¡llevamos con el tema del dichoso nombre 3 años!, y
ahora que por fin se me había ocurrido el adecuado...
-Las florecitas de metal- dijo la enana poniendo su voz en falsete para imitar a la hechicera... Y así continuaron discutiendo hasta bien entrada la noche.
Algo que me sorprendió fue que, pese a estas discusiones, no parecían haber rencores o tensión en el grupo; se debían haber acostumbrado ya a sus respectivos caracteres. Incluso la enana y la hechicera se pusieron a hablar entre ellas
de otros temas, como amigas de toda la vida.
***
Mientras cenábamos pregunté curioso.
-¿quién hará las guardias hoy?.-Nadie-. Fue la seca respuesta de Ethan, que me miraba divertido para ver mi reacción: me sorprendí, por supuesto.
-Eso no es exacto WolfStone... Nuestlo señol Aklontes velalá pol nosotlos-. Corrigió el clérigo tras engullir calmosamente una cucharada del delicioso estofado de liebre que yo había preparado por petición de la guerrera.
-Eso... los conjuros de Akrontes y nuestra magia- Apuntó Saul guiñándole un ojo a la hechicera, cosa que me puso
algo celoso.
-Tiene razón...- dijo la pelirroja tras dejar a un lado el plato y limpiarse cuidadosamente la boca con su servilleta (ella
era la única que tenía servilleta) -...hagamos un alto en la cena y protejamos ya la entrada... nos ahorraremos sorpresas.Saul estuvo de acuerdo, se levantó, y Ellysse y el clérigo le siguieron.
Allí donde se formaba el arco de entrada a la cueva, se quedaron los 3 quietos y, tras y sacar el símbolo sagrado de
Akrontes (un medallón de plata en forma de un martillo y una alabarda cruzados) y rebuscar cada uno en los zurrones
de sus cinturones, comenzaron los cánticos y plegarias.
Al poco, diversos puntos luminosos quedaron fijos en la roca por la parte de fuera, una niebla algo densa se levantó
en el portal (me pareció que tenía la forma difusa de un dragón) y una roja letra mágica de poder brillante se dibujó
sola en el suelo.
A mí casi se me caía la baba de la envidia y la admiración
-¿Qué... Qué habéis hecho?.-
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Saul señaló a la maga, luego a sí mismo, y finalmente al clérigo. -Ellysse ha colocado un sencillo conjuro de Alarma
ante la puerta para que nos avise si alguien nos espía o se dispone a entrar (es importante estar prevenidos) y una carga
de muro de piedra por si nos hace falta encerrarnos. Yo he conjurado una Runa de Poder Explosivo para chuscarrar a los
incursores terrestres, y el Padre Shwan conjuró la ya famosa Guardia del Dragón Alado de Akrontes... ¿más preguntas?me consultó diligentemente mientras se sentaban de nuevo y se disponían a continuar con la cena. Otro nuevo poder
divino del clérigo se había manifestado... ¿aparecería un dragón de la niebla si alguien nos atacase?.
Shwan era el más misterioso para mi, ya que no entendía como conseguía esos poderes. Los magos estudian las fórmulas mágicas para canalizar la esencia arcana con movimientos de las manos, con sílabas, con pensamientos mentales
y con componentes materiales, pero un clérigo... ¿le mandaría su dios energía celestial?, ¿lo crearía su propia fe?, ¿la
obtendría de la naturaleza pero la modelaría con la ayuda de su dios?... Lo que estaba claro es que gracias a los conjuros,
estábamos a salvo.
-Paparruchas mágicas...- murmuró la enana mientras se servía un segundo plato de estofado de la marmita. No le
gustaba ni la poesía ni la magia... pero le encantaba mi guisado de liebre sazonada con especias aromáticas.
Tras la cena, cuando Shwan y la enana dormitaban ya, Ellysse me pidió a mí que fuese a buscar cierta clase de hongos
al bosque, pues los necesitaba para varios de sus conjuros y se estaba quedando sin existencias.
Saul enarcó una ceja y preguntó -¿Porqué no va WolfStone en su lugar?, no me fío de que haya algún lobo o animal
peligroso cerca...- ¿Saul intentaba protegerme?, eso me hizo sentir muy bien.
La hechicera le miró con superioridad de nuevo, como si el semielfo no supiese de qué estaba hablando -¿Y quieres
que el ladrón sepa qué clase de hongos necesito?. Ya que nuestro escudero es aprendiz de mago, utilicemos sus conocimientos ...- En efecto yo sabía a que variedad de setas se refería, pero no quería internarme sólo en la oscuridad... ¿no
podía acompañarme Saul?. Me di cuenta entonces de que Ellysse había llamado ladrón a Ethan y me puse algo tenso.
-Nada de ladrón... es buscador de tesoros... o redistribuidor de riquezas...- protestó el adolescente de cabellos azabache guiñándome el ojo. Eso me sorprendió también.
¡Así que en el grupo sabían a qué se dedicaba WolfStone!. Claro, supuse que siempre era necesario alguien que supiese espiar, forzar cerraduras y demás habilidades de subterfugio para determinados momentos. Es más, deduje que si
el buscador de tesoros estaba en el grupo, era precisamente por sus pícaras habilidades.
-Muy bien...- aceptó Saul -...que vayan los dos juntos y que, de paso, Ethan le ayude a buscar algunas luciérnagas para
mí. No podré lanzar mis conjuros de luz si no poseo alguna fresca...-. A la calurosa luz de la fogata, sus ojos brillaban
como excitados, y sus labios, tan masculinos y tan marcados, aparecían rojos y entreabiertos, como pidiéndome que los
saborease con mi lengua... sacudí mi cabeza para pensar en otras cosas.
Cuando Ethan y yo estábamos ante la entrada yo me frené y le cogí fuertemente del brazo para que se detuviese.
-¿Estás loco?, moriremos si cruzamos la entrada ahora... primero han de anular los conjuros de guardia y defensa para
salir.- le dije yo sintiéndome bien de saber más de magia que mi joven y atractivo amigo.
-Oh no... ellos siempre piensan en el resto del grupo cuando lanzan estos conjuros. Para ti, para mí, y para el resto
de nosotros...- dijo abarcando a los otros con la mano -... son inofensivos. Solo actúan con extraños.- Lo que desinfló
totalmente mi ego y me enseñó un nuevo concepto arcano, la magia selectiva. Esperaba poder obtener alguno de esos
conjuros algún día. Cada día admiraba más a mi Saul, cada día le deseaba más y me preguntaba cuando podríamos
repetir un acercamiento como el de hacía poco, y si llegaríamos a más...
Cruzamos el portal sin riesgo y nos internamos en el bosquecillo de cedros y robles.
***
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Mientras íbamos caminando por el bosque, parándonos de vez en cuando a recoger alguna luciérnaga u hongos, se
me ocurrió que quizás mi amigo pudiera ayudarme a resolver un enigma.
-Ethan... ¿cómo es que Saul puede lanzar magia llevando una cota de mallas?, creía que eso era imposible para los
humanos...- pregunté con curiosidad la duda que me había rondado la cabeza estos días.
-Oh... y creo que es imposible...- dijo de nuevo mirándome divertido para ver mi reacción confundida -Jeje... sabrás
que Saul no es un humano, ¿no?; y como semielfo, la esencia de sangre de sus ancestros faéricos le permite canalizar la
magia incluso si la cota que lleva es... bueno, no se si debería decírtelo, pero la cota de mallas que lleva no es normal. Es
una cota élfica de platino que su padre elfo le legó a su madre humana tras dejarla pre... preñada de él-. Yo escuchaba
todo eso asombrado.
La sangre faérica nos hacía tan diferentes, y a la vez, me atraía tanto... ojalá poseyese yo solo un poco de esa sangre
para ser más como él, para poder dominar la magia de esa forma.
Ahora era su turno de preguntar -¿Lo pasasteis bien en la caza?, tardasteis mucho, pero vinisteis muy contentos...-.
Yo me puse colorado y le dije que habíamos estado contando historias en el bosque...
Le pregunté yo de nuevo para desviar el tema de conversación.
-Ethan... ¿Crees que Saul y Ellysse tienen... algo entre ellos?, o ¿quizás Saul con la Enana?- le pregunté así como quien
no quiere la cosa para disimular.
-Es posible, a decir verdad yo creo que los dos están liados. ¡Saul y Ellysse, claro!... pero ¿Saul y Brava?, jajajajajaja...
¡eso desde luego que no!- Me espetó terminantemente.
Yo sonreí sabiendo que Saul no tenía nada con Ellysse, mi chico era también homosexual y pronto volvería a hacerle
mío. Además, esas miradas y esa forma cómplice que teníamos de tratarnos tenía que ser algo más...
Por otra parte, comenzaba a odiar a la hechicera (¿porqué seguía pareciéndome tan superior y más cercana a Saul
que yo?), preferiría que se lo hiciese con Shwan o con la enana antes que con ella...
-¿Porqué tanto interés por Saul?.- Me preguntó Ethan sospechando, y yo ignoré convenientemente su pregunta y
volví a desviar el tema.
-Oye pues... no deberías ser así de racista: por bajita que sea la enana, igual podrían hacer buena pareja ella y el semielfo...- le sugerí y le amonesté por sus prejuicios. Me agaché a recoger un hongo.
-No es eso... Eemmmm.... verás, no creo que jamás veas a la enana cogida de la mano de ningún macho... si me entiendes...- y me guiñó un ojo. Al levantarme él desvió la mirada, pues había estado observando mi trasero.
¿Era eso posible?, ¿a la enana solo le iban las mujeres?, ¿existía la homosexualidad femenina?. Yo estaba muy verde
en aquella época, por supuesto luego me enteré de que el lesbianismo es algo tan común como los gays.
Toda esta conversación se desarrollaba mientras seguíamos alejándonos más y más de la cueva, buscando y recogiendo los hongos y luciérnagas que nos habían encargado. Metí, de paso, un par de esas luciérnagas en mi propio
zurrón; quizás me fueran de utilidad, pues yo también sabía conjurar la luz.
Al pasar junto a un estanque en calma rodeado de flores y hierbas comentó: -¿No está preciosa la luna reflejada en
el agua?- Yo asentí y él continuó hablando -...siempre me ha parecido algo grandioso el astro lunar. Cuando estoy triste
siempre la busco en sitios así, me hace sentir mejor. Me ayuda a no estar sólo...La atmósfera era mágica, y supe que algo iba a pasar, noté mis sentimientos a flor de piel.
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WolfStone y yo nos seguíamos llevando muy bien, pero en ningún momento habíamos hablado del beso que nos
dimos tras la pelea con los bandidos (claro, que tampoco habíamos tenido un rato a solas), con lo que (algo apesadumbrado) había aceptado como válida mi teoría de que aquel impulso fue, por su parte, inducido por el delirio o la
confusión que sufrió justo antes de desmayarse y que, sin duda alguna, ya no recordaba.
Por eso me quedé totalmente desarmado cuando, tras haber recogido una gran cantidad de los ingredientes de
conjuros que necesitábamos en poco tiempo, él cambio totalmente de tema de conversación. Me miró y pareció dudar
en seguir o no seguir hablando, pero lo hizo:
-Respecto a lo que pasó entre tú y yo después de acabar con el jefe de los bandidos...- dijo casi susurrando y mirando
al suelo -...espero que... que no lo hayas olvidado.
Suspiré profundamente recordándolo -No podría... fue mi primer beso.- Y le sonreí. Me miraba de forma tan profunda, se mordía el labio inferior... estaba radiante, parecía un ángel tentador.
Dio un paso hacia mí y yo, pese a que sentí miedo y sabía que lo que quería era estar con Saul, no pude retroceder.
Él dejó caer su atillo con los hongos al suelo y me puso una mano en un lado de mi cuello, supongo que para ver mi
reacción, no me aparté. Entonces me cogió de la pechera de la túnica y la abrió poco a poco, dejando al descubierto mi
pectoral, tras lo que introdujo su otra mano por allí acariciándome muy suavemente el pecho y el hombro, por encima
de mi corazón.
Yo miraba al suelo... no entendía lo que me pasaba; este chico era increíblemente guapo, era bueno, me apreciaba,
me excitaba y yo... yo no dejaba de pensar en Saul. ¿No podía disfrutar de él ahora como había hecho con Louis o como
cuando Ellysse se aprovechó de mí, o como con el semielfo en el bosque?. Tenía que hacerlo, quería hacerlo, lo deseaba
tanto...
Dejé yo también caer el atillo al suelo y comencé a desanudar su cinturón ansiosamente mientras le acariciaba el
prieto torso a él, pero mis piernas comenzaron a temblar... sus manos estaban calientes y en medio de la fresca brisa, era
una sensación muy agradable sentirlas sobre mí.
Cuando mis manos se posaron en su pectoral noté su corazón, iba muy rápido... el mío también comenzó a latir rápido, a su compás...
Entonces él se acercó todavía más a mi, juntó su sexo con el mío (a través de las ropas. Dejándome notar una erección
impresionante. Poniéndome a 100.) y acercó su boca a la mía, sus labios a los míos, me miró entregándome su amor.
-Te... te quiero...- susurró tan bajito que apenas le escuché.
Podía notar ya su respiración entrando en mi, su olor natural, su excitación invadiéndome, comencé a sentir cosas que
no creía haber sentido nunca... Saul... ¡Saul!.
Le aparté casi empujándole y me pasé las manos por la cara tratando de no llorar... ¿porqué no podía hacerlo con
él?, ¿porqué no podía tener a Ethan conmigo sin pensar en el semielfo?... ¿Porqué me había dicho que me quería?. Me
di la vuelta y salí corriendo.
-¡Maldito semielfo!, maldita sea... Eso es, iré a verle ahora mismo, ¡le confesaré lo que siento por él y tendrá que decirme algo!.- Me sentía entre dos mundos, partido en dos, y tan inseguro...
***
Conforme corría de vuelta a la cueva, me preguntaba qué es lo que Ethan tenía de especial que me impedía hacerlo
con él simplemente por sexo. Luego tendría que pedirle disculpas al ladronzuelo; no era culpa suya que no pudiera hacerlo así. No quería que creyese que le había rechazado por culpa suya, no, por culpa suya no...
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Entré en la cueva más rápido que una flecha y... me quedé desconcertado al ver que solo Brava y Shwan San estaban
enrollados en sus respectivas mantas: las de los otros dos no estaban.
Brava abrió un ojo -Hola muchacho, ya has vuelto....- afirmó más que preguntó en un tono raro.
-¿Donde está Saul?, necesito hablarle, es urgente...- le informé tratando de acompasar mi respiración.
-Están más adentro de la caverna, pero no deberías ir ahora si no es tan urgente...- me pidió con la cara un tanto triste.
Yo solo respondí -Lo es...- y ya estaba corriendo hacia el interior de la gruta. Para mí era realmente primordial.
Fue como si me hubieran arrancado el corazón y me obligaran a comérmelo aún palpitando. Cuando comencé a escuchar los gemidos no quise creérmelo, pero cuando me metí en la pequeña gruta de donde provenían no hubo duda...
A la luz del musgo luminoso que lo recubría todo los veía por detrás. Ella estaba tumbada sobre una manta extendida
en el suelo, boca arriba, y él estaba tumbado boca abajo sobre ella, con las piernas de la hechicera, flexionadas, sobre sus
hombros... lo que me dejaba una agradable vista de su precioso y varonil trasero, su agujerito rosado y de su anhelada
polla... ¡introduciéndose en el abierto, jugoso y enrojecido coño de ella!.
Sentí la bilis subirme con la boca, y con cada sonido mojado de penetración me daba una arcada... me había quedado
petrificado mirando, no podía moverme, y finalmente me di la vuelta y vomité... Ella gemía y él le hacía el coro.
Creo que ellos debieron darse cuenta de que estaba allí, pero no lo puedo asegurar, ya que en cuanto pude ponerme en pie de nuevo salí corriendo, bajando hacia el interior de la gruta, con las lágrimas cayendo por mis mejillas y los
dientes apretados tratando de no gritar.
No sé cuanto tiempo estuve corriendo hacia el interior de la tierra eligiendo mi camino al azar por bifurcaciones...
pero llegó un momento donde el musgo fosforescente comenzó a hacerse más escaso y, al introducirme en una gigantesca caverna negra (de la que no conseguía vislumbrar el techo ni las paredes del otro lado, apenas había la suficiente
claridad para iluminar mis pasos) caí de rodillas y finalmente me derrumbé.
La ira bullía en mi interior, me sentía engañado, traicionado, vencido, usado, abandonado y otro montón de epítetos
nada adecuados para alguien que trata de ser feliz.
De nuevo ignoro cuanto tiempo permanecí así, dejando que mi pena manase de mis ojos cual manantial de pesadumbre, tirado en el suelo agitándome con cada sollozo; abrazado a mí mismo.
En medio de mis propios gemidos escuché uno que no me pertenecía, así que asustado abrí los ojos como platos
buscando el origen... el terror creció en mí como un manto que se desplegase sobre mi cabeza, ya que en ese momento
me di cuenta de que a mi alrededor se escuchaban muchos gemidos que no había escuchado hasta ahora.
Eran quejidos de mujeres, de niños y otras voces que debieron hacer sido bellas, pero se escuchaban tan bajo que no
podía estar seguro de si venían de muy lejos o si tenían poca fuerza.
Me fijé en las pocas áreas de musgo luminoso de esta gruta (cuya exigua luz apenas aclaraba unos centímetros a
su alrededor) intentando descubrir a estas personas tan apenadas como yo... y lo que vi me asustó todavía más: Daba
la impresión de que las sombras más negras, las más impenetrables, se movían, adquirían consistencia y, cada vez más
sólidas, se iban aproximando a mí con sus apagadas voces como pidiendo ayuda en una parodia que imitaba mis anteriores lloros.
Estaba aterrado. ¿Qué eran estas cosas hechas de oscuridad?, ¿mis propias penas materializadas?. Hubiera aceptado
una explicación como esa, de tan terrible que me había hecho sentir ver al amor de mi vida follándose a Ellysse, a una
chica... Me parecía que esas cosas negras me decían que me acercase, que me durmiese y me dejase acariciar, que ellas
me cuidarían.
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Retrocedí hacia la salida, pero me di cuenta de que también salían algunas de esas voces de detrás de mí y se veían
movimientos de esas negras siluetas moverse por la superficie terrestre, cual sombras de maldad, esquivando al musgo
luminoso. Mis dientes castañeteaban y supe que estaba perdido... -¡Oh, Dioses!, ¡Ayuda....!-.
Las formas negras bidimensionales me fueron acorralando, haciendo un corro a mi alrededor acercándose cada vez
más, hasta que terminé quieto y rodeado, encima de uno de esos escasos montoncitos de musgo de luz que aún sobrevivían aquí.
-Un momento...- me dije -...tratan de evitar el musgo...- me dije al comprender porqué todavía no se habían abalanzado sobre mi como lobos hambrientos. ¿Podría ser que la vegetación mohosa de mis pies me salvase, me mantuviera
fuera de su alcance?.
-Acércate más, niño nuestro... déjate consolar...- me decían los fantasmas de oscuridad con voces hermosas y apenadas, casi rogándome que me dejase querer.
-¡¡¡Socorro!!!- grité yo totalmente acongojado... y acojonado también.
Poco a poco, las sombras parecieron ganar en valentía y una a una fueron metiendo cada vez más superficie de sus
negros cuerpos en el musgo... más que dolerles o dañarles, el marchito musgo luminoso parecía desagradarles o asustarles un tanto... así que pronto sentí una mano etérea de negrura atravesar mis mocasines y rozarme la piel. -¡Aaahhh!No me dolió realmente, pero fue como si el hielo del frío más puro que hubiera podido imaginar me tocase, y sentí
mi sangre enfriarse y mis músculos y cartílagos agarrotarse; una angustia vital me recorrió la columna y sentí como me
debilitaba, me sentía más cansado, más pesado... Era como si me hubieran drenado parte del alma.
-Nooo... no por favor, dejadme vivir...- susurraba tiritando.
No podía obligar a Saul a ser lo que no era, le amaba y jamás podría volver a ser completamente feliz sin él, pero
no quería morir todavía... había tanto que sentir, incluso aun sin su amor, podría quizás quererme como amigo. Quizás
Ethan pudiera...
Solté un grito de dolor cuando otro de esos roces me llegó a través de la túnica subiéndome por el brazo. Era un
grito de derrota, de desesperación...
-¡Oh Dios!, ¡Cristian, ¿dónde estás?!. ¡Resiste!. ¡Sigue gritandoooo...!-. Era la voz de Ethan que me llegaba desde algún
punto cercano. Él sí me quería, él venía a salvarme... pero lloré al saber que era demasiado tarde, no resistiría otro toque
gélido de esas cosas...
-Danos tu vida.. necesitamos tu vida....- decían ahora las muy putas.
-¡¡Grita Cris, no veo nada... no sé donde estás!!- me chilló WolfStone con miedo en la voz alejado a unas decenas de
metros... pero no me pareció miedo por él, sino miedo por mi... él era mi luz en estas tinieblas, tenía que aferrarme a él.
Un momento... ¿mi luz?, estas cosas no se asustaban del musgo, ¡temían la luz!, o al menos no les gustaba...
Comencé a absorber y canalizar la esencia arcana del mundo con más ganas que nunca (la vida me iba en ello) e ignorando el gustirrinín que me recorría mientras sacaba de mi zurrón una de las luciérnagas, grité con todas mis fuerzas
la sílaba arcana del conjuro de luz, una y otra vez...
-Shilak, ¡shilak!, ¡¡shilaaak!!- mientras movía mis manos efectuando los sencillos pases mágicos repetidamente.
Había centrado el efecto en mí mismo, así que, justo cuando otro de los pseudópodos/manos de los fantasmas negros estaba a punto de tocarme, me iluminé con una luz tan potente como una antorcha...
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Escuché, bastante orgulloso de mí y de mi magia, los gritos de sorpresa y desagrado de las sombras, que retrocedieron asustadas unos metros hasta la oscuridad.
Toqué mi pie y mi brazo (donde las bestias etéreas carroñeras de vida me habían rozado) y comprobé lo fríos que
estaban... en efecto, un toque más y ahora sería historia. Mi hechizo no duraría para siempre, y no sabía donde estaba
ni como salir.
A la luz de mi sencillo conjuro pude ver como Ethan llegaba corriendo hasta mi lado y, pálido, se detenía a mirarme...
Iba a abrazarme, pero se paró y me sonrió tristemente (quizás recordando la forma en que huí de él en el bosque).
-¿Qué te pasaba?. ¿Quién te atacaba?.- mientras miraba a mi alrededor, pero la luz apenas iluminaba unos 6 metros
de radio. Ethan estaba sudando, jadeando y parecía muy cansado. Como si hubiera estado corriendo mucho tiempo por
las profundidades para encontrarme.
Me sequé las lágrimas con la mano y ahora fui yo el que me abracé a él, coloqué mi cabeza apoyada en su hombro
y le di un pequeño beso en la mejilla.
-Gracias...- le dije -...salgamos de aquí, por favor...- Él asintió y me informó de que Ellysse y Saul también me buscaban
por el laberinto de cavernas bajo la cueva, lo que me hizo avergonzar. Además, no quería ver ahora a Saul, no podía verle.
¿Qué decirle?. ¿Cómo actuar?...
WolfStone me miraba profundamente, como si yo fuera un espíritu mágico; supongo que el aura del conjuro de luz
que me iluminaba podía tener algún efecto especial en su visión.
Quizás fue porque mi hechizo iba perdiendo potencia, o quizás porque esos espíritus de la muerte se desesperaron
al ver que sus dos posibles presas se escapaban hacia las grutas totalmente iluminadas por el musgo, pero la cuestión
es que cobraron valentía y voluntad y se introdujeron en el radio de luz de mi conjuro.
Ahora los dos pudimos verlas bien. Eran, en efecto y sin lugar a dudas sombras vivientes, espíritus malditos hasta la
eternidad de la gente que a la que habían arrebatado la vida con sus heladas caricias mortales.
Ethan se colocó entre ellas y yo con sus dos dagas desenvainadas para hacerles frente. -¡Corre!- me dijo, pero ni por
un momento me plantee dejarle aquí sin mi luz, acabarían con él; así que íbamos retrocediendo poco a poco.
En ese momento, una gran sombra (quizás sería la jefa, aunque ignoro si existían rangos entre ellas) se adelantó en
un movimiento fugaz para atacar al pícaro, pero este saltó y esquivó su golpe con una acrobática voltereta para atrás que
me dejó alucinando y, seguidamente, atacó con sus dagas a la cosa alcanzándola con su arma izquierda.
La daga se clavó un centímetro en el suelo, pero la sombra ni se inmutó y atacó de nuevo, de manera que tocó a
WolfStone en el brazo izquierdo (que tenía adelantado) haciendo que se le helase y se le cayese el arma...
Noté como el chico ahogaba un grito de dolor ante el ataque drenador, pero no hizo mención para recoger su cuchillo, cosa que comprendí con su comentario: -¡Cagarro de troll...!, ¡Las armas normales no les afectan...!-.
Entonces lanzó su daga derecha (una bonita arma de empuñadura plateada y filo negro adornado con runas) girando
por el aire hacia la sombra, se le clavó, y esta emitió un grito de angustia... ¡esa si que le afectaba por estar encantada!,
pero la había perdido al lanzarla y supe que era el fin. La idea de que él muriera por mi culpa, por intentar salvarme me
producía muchísimo dolor...
Me quedé muy, pero que muy impresionado cuando la daga mágica se levantó del suelo, de donde se había clavado,
y levitó rápidamente hasta la mano del ladrón. ¡Una daga negra que volvía sola cuando la lanzaban!. Jamás vi nada tan
prodigioso excepto entre los objetos de mi maestro...
-¡Bien!-, gritó animado el chico. ¡Con FiloNegro aun tenemos una oportunidad!-.
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En ese momento nuestro gozo se diluyó cuando, quizás por orden de la sombra jefe herida, 5 de ellas (supongo que
serían el total de las que allí estaban) se introdujeron de nuevo en el radio de luz de mi conjuro para atacarnos a la vez,
y los dos gritamos con miedo al saber que eran demasiadas para nosotros.
Ethan se dio la vuelta y salió corriendo pasando por mi lado, me cogió del brazo y fue tirando de mí para obligarme
a correr a toda prisa hacia donde él recordaba que estaba la salida, yo no habría sabido hacia donde ir.
Maldije mi poca destreza cuando tropecé de nuevo con mi túnica enrollada en las piernas, y caí al suelo lastimándome la rodilla. Ethan se paró para levantarme, pero en ese momento sentí un nuevo toque de sombra que, cual piraña,
me arrebataba un trozo más de vida.
Gimoteé casi inconsciente, ya no tenía fuerzas para levantarme, y lloré sabiendo que si el pícaro adolescente trataba
de llevarme en brazos para sacarme de aquí nos cogerían a los dos.
-Vete...- le dije yo ahora, tal y como él me había pedido antes a mí.
-No te abandonaré... jamás...- me prometió él.
Se colocó entre mi cuerpo sin fuerzas y el grupo de entes de la oscuridad, que ahora parecían reír con la victoria en las
manos, y comenzó a lanzar la daga una y otra vez manteniéndolas a distancia hasta que la luz de mi conjuro se apagó.
Ahora, en la oscuridad, cada vez que le rozaban, el chico gritaba un poco más débilmente y yo me sentía desesperar.
“...moriremos los dos, por mi culpa... jamás debí unirme al grupo... solo soy una carga...” Pensé yo desmoralizado e
incapaz de juntar las suficientes fuerzas siquiera para mover un brazo.
Las malditas sombras no atacaban todas a la vez, sino que jugaban con Ethan cual pandilla de crueles gatos con un
ratón... sabían que podríamos resistir poco más y no teníamos escapatoria.
Cuando Ethan estaba a punto de sucumbir, o así lo creía yo pues apenas resonaban ya sus gritos, justo enfrente de él
(donde estaban situados los monstruos de las tinieblas) se materializó el infierno...
Todo se iluminó y se llenó de fuego en una inmensa bola dorada de llamas que me pareció bellísima en ese instante.
Su poder debía de ser inmenso ya que, aunque estábamos fuera del radio de la explosión, noté mi cuerpo cubrirse de
sudor. Me sentí vengado al escuchar el chillido agonizante de las sombras al morir.
Intenté incorporarme.
-¿Ellysse?- pregunté creyendo que tal poder solo podía provenir de la hechicera.
Al levantarme vi a Ethan, de rodillas a mi lado, respirando trabajosamente mientras guardaba su daga en la cintura.
Al mirar al otro lado vi a Saul que se arrodillaba también junto a mí sacudiendo papeles quemados de sus manos. Él
guerrero/mago había conjurado la famosa Bola de Fuego con un pergamino.
-¿Estás... estáis bien?-. Nos preguntó a los dos.
WolfStone se levantó con cierta dificultad pero yo, aunque lo intenté, era incapaz de erguirme y evitaba cruzar mi
mirada con la del semielfo... ¿sabría éste porqué había huido?, ¿me había visto espiarle mientras se beneficiaba a la hechicera?, ¿cómo iba ahora a mirarle a la cara?. En mi debilidad no conseguí enfocar los ojos...
Me pasó un brazo por debajo de las rodillas y otro bajo los hombros cogiéndome como a un bebé, y no pude evitarlo:
me abracé débilmente a él y le susurré -oommm... te quiero tanto...- no habría osado decir en voz alta esta verdad de
no ser porque las pocas fuerzas que me quedaban casi me hacían delirar.
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Saul hizo como si no me hubiera oído, pero Ethan salió corriendo con cara de enfado hacia la salida. Me sentí muy
mal de pensar que el ladronzuelo se sentía tan prendado por mí como yo por el semielfo; si él sentía lo que yo sentía
ahora mismo por Saul, entonces yo debía hacer algo por él... era terrible este dolor.
Me quedé inconsciente.
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Capítulo 9: A punto de caramelo
Seguía siendo de noche cuando desperté cerca de la entrada de la cueva donde habíamos acampado; Shwan me
había curado con sus extraños y eficaces poderes divinos y ya no me sentía congelado, si bien todavía estaba falto de
fuerzas y me costaba mucho moverme. Me pidieron que no hiciera esfuerzos y estuviera quieto.
-¡Ey, chico!, ¡has estado a punto de diñarla...!. ¿Como se te ocurre ponerte a explorar las profundidades de la gruta tú
sólo?.- Me espetaba la enana con el ceño fruncido. -Nosotros aseguramos la cueva en anteriores ocasiones, explorando
solo la parte superior, donde el musgo ilumina, ¡y no conviene bajar más!.
Parecía apenada ante la posibilidad de que hubiera muerto; saber que me apreciaba me hizo sentir bien pero además
su comentario me hizo deducir que, si alguno sospechaba lo que hacía yo en las profundidades o porqué motivos me
fui, no lo había dicho o no lo tenían en cuenta.
Saul no me miraba, siempre estaba haciendo cosas (empacando esto, cuidando a los caballos ahora que yo estaba
débil, etc...), y no pude hablar con él (si bien tampoco tenía ganas. Pues cada vez que le miraba le veía en mi imaginación
follándose a la hechicera).
Ethan había salido a recolectar bayas, según Shwan (cosa que me pareció rara, ya que siendo de noche pocas podría
ver). El Clérigo se había informado de mi actuación, mi uso del conjuro de luz y demás contra las sombras y se mostraba
algo orgulloso de mi valentía al internarme en lo desconocido sin miedo a las batallas.
Ellysse si que no parecía ni tener la más remota idea de lo que me había pasado o porqué, y se la veía muy feliz de
verme a salvo; su sonrisa de oreja a oreja no menguó en ningún momento... claro, así estaría yo también si Saul me hubiera follado a mí en lugar de a ella.
El clérigo me aseguró que si descansaba el resto de la noche, a la mañana siguiente casi seguro que ya habría recuperado todas mis fuerzas de nuevo. Yo quería esperar a que Ethan volviese, pero mi debilidad me dejó inconsciente de
nuevo antes de su vuelta.
Cuando recobré la consciencia a medio día me sentía mucho mejor físicamente, si bien anímicamente estaba realmente destrozado... y el que me tocase cabalgar con Saul no me ayudó en absoluto dada la situación: seguía sintiéndome engañado, utilizado y despreciado por él.
-Hoy lloverá- Anunció Brava, y cuando le pregunté por sus métodos para adivinar el clima me dijo -Me duele la teta
izquierda-. Definitivamente era algo muy científico.
Durante el viaje de ese día, yo fui montado en Tinieblas junto al semielfo, si bien él iba detrás y me tenía agarrado
por la cintura para que no cayese. Yo miraba al frente y no hacía nada por mantener la conversación que a veces el joven
intentaba iniciar...
Miraba de reojo a Ethan, pero este no dirigió la vista hacia mí ni una sola vez, y su cara era una máscara pétrea sin
sentimientos. Contestaba monosilábicamente cuando le preguntaban los demás, y yo no sabía qué decirle, no podía
hablarle con los otros delante. Lamenté aquellos acontecimientos con los ladrones en Caspia... todo podría haber sido
diferente entre nosotros si aquello no hubiera ocurrido.
El día se hizo gris (era impresionante ver todas esas nubes moviéndose tan rápido y las luces de los lejanos relámpagos) y al poco comenzó a lloviznar tal y como la enana había vaticinado; cada uno sacó su capa y se resguardaron...
yo no tenía.
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Saul les dijo a los demás que iría unas decenas de metros más adelante para explorar, y espoleó a Tinieblas. Cuando
estábamos más a solas, el chico abrió su capa y nos cubrió a los dos con ella, pegando todo su cuerpo a mí; incluso su
capucha cubría nuestras dos cabezas, pues colocó su barbilla en mi hombro (rascándome con su sombra de barba de 2
días) y comenzó a hablar...
-Nos viste, ¿verdad?- preguntó directamente. No supe que responder... ¡claro que les había visto!.
Pero, entonces, al enfrentarme a mis pensamientos me di cuenta de que no tenía motivos para enfadarme, solo para
estar triste. Él era libre de hacer lo que quisiera, no se había comprometido a nada conmigo. ¡A saber si ellos eran novios
ya y yo le obligué a él ponerle los cuernos a Ellysse conmigo tras acabar con el troll!. Yo mismo le dije en el bosque que
lo que estuvimos haciendo era solo sexo, ¿porqué esperaba entonces que las cosas fueran diferentes?.
-Me he enamorado de ti...- le susurré sin tratar de ocultar mis lágrimas, que se mezclaban con el agua de lluvia que
aun escurría de mi pelo. Mientras, fuera de la capucha seguía diluviando.
Él se quedó callado, sin decir nada, y condujo el caballo hasta debajo de un saliente de la colina junto a la que estábamos cruzando para resguardarnos... supuse que el resto del grupo, unos cien metros atrás, haría lo mismo, pues la
lluvia era ahora tan fuerte que seguir cabalgando era muy peligroso y las monturas podían asustarse con los truenos.
Aun resguardados de la lluvia bajo el saliente, ni él ni yo hicimos mención de bajar de Tinieblas, de salir de debajo de
la capa que nos obligaba a estar calentitos, tan unidos...
-¿Porqué dices eso?, no es cierto... eres demasiado joven para enamorarte...- Me fastidió profundamente que dudase
de mis sentimientos, pero al menos no se metió con mi orientación sexual.
-¿Eso crees?... daría mi vida por ti, ¿crees que eso es mentira?.- Le espeté secamente notando como mis piernas y mi
voz comenzaban a temblar, y no de frío.
-Y yo por ti, Cris... sabes que lo haría.- Lo que me recordó cuando se enfrentó al troll y se interpuso entre ambos para
recibir los golpes que, en la cabeza, podrían haber sido mortales; o cuando me salvó de las sombras. -Pero eso lo haría
porque eres un jovencito increíble, me caes genial y puedo decir que eres parte del grupo. ¡Eres mi amigo!... y yo daría
la vida por cualquiera de los del grupo.- Ello me rebajaba a uno más, pero, ¿que esperaba?.
-Entonces... tú y Ellysse... ¿sois novios?- inquirí notando como la envidia me corroía por dentro, cómo detestaba esa
realidad que era cada vez más evidente. Por ello me llevé una sorpresa cuando me dijo . -En realidad... no. Somos un
grupo muy liberal, si a dos nos apetece hacerlo, ¿porqué no?. Aparte del compromiso de ser del mismo grupo de aventureros, no tenemos nada más... formal-.
Ello me iluminó el semblante y suspiré aliviado; creo que lo notó. Había dicho que si a dos le apetecían... quizás por
eso lo hicimos en el bosque, quizás por eso podríamos volver a hacerlo, pero si era así... ¿qué estaba haciendo él con
Ellysse?, ¿era o no era gay?. Qué poco sabía yo entonces del mundo.
-Pero dime... ¿no te gustó lo del bosque?, ¿no disfrutaste?- le pregunté en medio de un trueno mientras pícaramente,
me recostaba más en su torso, apoyaba mi trasero en su entrepierna, mis manos en sus muslos y se lo susurraba en el
oído, dejando que mi caliente aliento rozase el lóbulo de su alargada oreja semiélfica. Sonreí al sentir como crecía su
paquete apoyado entre mis nalgas. Al menos sabía que le ponía cachondo.
-Bueno... claro que me gustó. ¿o no me lo notaste?-. Dijo con la voz un tanto azorada.
-Entonces... ¿porqué con Ellysse?-. No me cabía en a cabeza... era ella o yo.
-No todo es blanco o negro, cachorrito. A mi me gustan la carne y el pescado. ¿A ti no?.- No comprendí muy bien lo
que decía en un principio, pero haciendo símiles lo capté.
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-No... solo la carne. Sobre todo la tuya.- Le dije de forma un tanto pilla, pasando mis manos a mi espalda y poniéndolas sobre su paquete, apretando y soltándolo unas cuantas veces, notándolo endurecer contra mi cuerpo. Me estaba
poniendo realmente cachondo y yo trataba de ponerle a él igual...
El semielfo se rió con ganas. -Eres un cabroncete, Sir Cristian. Déjame la entrepierna-. Me dijo con sorna, metiéndose
el lóbulo de mi oreja en la boca y chupeteándolo, era un mensaje contradictorio aquel, me pedía que parase pero me
incitaba a seguir...
-Oh... Dios... estoy tan caliente que... me duele...- le dije sin poder evitarlo, notando como mi respiración se hacía
pesada y comenzaba a jadear, con un extraño picorcillo en el recto, algo que me decía que sería bien recibida una buena
polla por detrás... Me pregunté si el mago semielfo me habría hechizado.
Noté que él también jadeaba y me encantó haberle puesto cachondo; pero me cogió las manos de su paquete y
las puso delante de mí de nuevo, y de paso, apretó el mío (mi paquete) notando lo dura que la tenía. -Joder.. es cierto,
¡cómo te has puesto...!-.
Solté unas risitas picaronas... vale, no me amaba, pero podía intentar disfrutar de él, y siempre estaría a su lado. ¿Qué
diferencia había?... había bastante, pero en ese momento no alcancé a verla.
-Eres un niñato cachondo... menudo morbo tienes.- Me pregunté si eso era un piropo. -Pero eres muy joven para mí.
Estoy seguro de que no sabes lo que quieres, no tienes experiencia y, al igual que afirmabas que te habías enamorado
de mi erróneamente, puede que dentro de unos días vuelvan a gustarte las tías y, luego yo me sentiría culpable por
haber... abusado de ti.Me volví y le di un pico en la boca (me supo a gloria, y seguro que no se apartó porque no se lo esperaba). -Lo de
que mi amor por ti es un error... lo dices tú. Y en cuanto a lo otro... no, no me gustarán las chicas nunca y... por favor...
abusa de mi. Por favor....-.
Eso terminó de desarmarle. No noté cuando empezó a mordisquearme toda la oreja, pero ahora no paraba... -Tan
joven...- iba diciendo -...¿cómo puedes tener tantas ganas?, ¿como puedes ponerme así?.Y con ello tiró la capa al suelo, se bajó de Tinieblas y se colocó a mi lado. Abrió mis piernas poniéndome de perfil
sobre el caballo, levantó mi túnica, bajó mis pantalones y me dejó desnudo de cintura para abajo.
Se quedó con la boca abierta al ver mi tamaño. -Dioses... menudo instrumento de lujuria tienes, pequeño-. La verdad
es que a mí me había parecido un poco más pequeño que el suyo, en el bosque, pero supuse que el mío debía salirse
también de la media. Me había crecido mucho en los dos últimos años. Me puse rojo, pues Saul aún no me la había visto
sin nada por encima y me dio vergüenza, sobre todo tras alabármela.
La oquedad en la roca en la que nos refugiábamos solo tenía una salida/entrada, el agua no penetraba y las ráfagas
de viento pasaban de largo, así que podemos decir que era un lugar acogedor, sin restos de maleza u otros desperdicios.
-Muy bien, te debo una, la del bosque... apenas tenemos tiempo porque no sé cuanto durará la lluvia tan fuerte, pero
te la voy a devolver. No te acostumbres, no sé si volveremos a hacerlo, ya te he dicho que eres muy joven y me entrarán
remordimientos, pero hoy no te libras... disfruta.- supuse que no me libraba por lo cachondo que le había puesto, así que
ya sabía como actuar si quería vencer esos prejuicios raros por mi juventud.
No supe si Saul había tenido otras relaciones homosexuales hasta que comenzó a chupármela... pero una vez se la
metió en la boca pude dar fe de que tenía incluso más experiencia mamando que Ellysse, y eso ya era decir. O quizás era
porque al ser chico sabía exactamente donde y de qué manera lamer para que gustase más.
Hizo algo que no me esperaba, algo que ni siquiera Louis pudo hacer... se la metió entera en la boca hasta que llegó
con sus labios a mi vello púbico. Pensé que si tenía que traspasar la campanilla, a mí me darían arcadas, pero él parecía
saber lo que hacía. -Ummmmmmm.... siiii... no pares Saul, ohmmm, cielos....-.
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Era tan excitante ver a esa belleza de chico con toda mi polla en la boca que no podía dejar de menear mis caderas.
Notaba como su lengua lamía toda su extensión, como rechupeteaba mi glande, como mordisqueaba el tronco de mi
sexo suavemente, y entonces comenzó a sacarlo y meterlo casi por entero una y otra vez. Dentro, fuera, dentro, fuera...
tan húmedo, tan calentito, tan apretadito... no quería correrme todavía, era la mejor mamada que me habían hecho
nunca (claro que solo llevaba 3 con esta, y una de ellas por una chica).
Miré hacia abajo y vi que se la había sacado del pantalón y se la cascaba lentamente, disfrutando el momento. Era
tan grande, tan gorda... solo tenía una vena por un lado, y ver como se deslizaba su piel arriba y abajo, soltando líquido
preseminal me puso a tope.
-ohhhmm... Saul, porfa... dame por culo... lo necesito...- Quizás fue por cómo se lo pedí de bestia, o porque estaba
totalmente cachondo, pero no me dijo que no.
Me elevó las piernas e hizo que apoyase mis pies desnudos sobre sus hombros (al estar yo sobre el caballo, la altura era la justa para lo que él iba a hacer con su lengua), y entonces se sacó mi polla de entre los labios (brillaba con la
luz de los truenos reflejándose en la saliva) y fue chupando el mástil, los huevos (uno a uno), por bajo de los huevos, y
finalmente llegó a mi ano.
Se puso a lamerlo casi con rabia, haciéndome subir al cielo. Me cogí a su pelo y apretaba para que metiera más
lengua... Me miró entonces y dijo
-ummmm... slurp... uyuyuyyy... esto parece un agujerito virgen. ¿verdad?.
Yo tenía más o menos claro el concepto, pero viendo la cara que ponía me asusté (no quería que parase) y dije -¡¡Qué
vaaa!! Por lo menos ya me han dado 7 u 8 personas...- aunque no se mentir bien y me miró de forma rara con esa media
sonrisa que me volvía loco.
Siguió chupando un rato más mientras él me la cascaba y se pajeaba a sí mismo... ¡me di cuenta de que no quería
penetrarme!. Estaba haciendo lo posible porque me corriese. Yo no estaba dispuesto a eso: “ahora verás...”
Lo que hice fue bajarme del caballo de un golpe y colocarme ante él de espaldas, meneando el trasero, con las piernas abiertas todo lo que podía enseñándole mi agujerito... -Porfavooorr... acerca esa maravillosa polla aquí y métemela...
necesito sentirte dentro... me lo pide el cuerpo.- Y me relamí los labios para excitarle más. La pasión que sentía me impedía sentir vergüenza.
Me felicité entonces porque en su mirada encendida vi que perdía el control. Se acercó y colocó su inmenso capullo
en la entrada a mis entrañas, hizo un poco de fuerza y -Auuuugg.....- no pude evitar el chillido, y una lágrima de dolor
se me escapó.
-Pero si ni siquiera te ha entrado aún el cap... ommm.... Ya... así que, ¿cuantos dices que te habían dado, virgencito?me dijo con sorna mientras restregaba su glande por la raja de mi culo poniéndome más cachondo de lo que jamás he
estado.
-Muchos... bueno... ¡está bien!. Nadie... Pero no me importa el dolor. ¡Párteme en dos si es necesario!, te necesito
dentro...- El se carcajeó y se relamió... era obvio que verme suplicándole que me follase le ponía a tope.
Noté de nuevo algo húmedo, duro y suave en mi ano y ahora, entró con casi nada de dolor... adelante y atrás muuuchas veces mientras su mano me pajeaba y yo gemía en el paraíso... miré atrás y vi... ¡me está penetrando sólo con su
dedo! y ya me parecía gigantesco allí dentro.
Me enfadé por ello, pero él me tocó un punto dentro de mí donde no pude menos que gemir de nuevo lleno de
placer, y sacando y metiendo el dedo a la vez que me la cascaba a una velocidad endiablada no me contuve, me fue
imposible... Empecé a correrme como un animal, gritando y llenando el suelo de semen. Entonces él se la cogió, se la
cascó y, en 3 ó 4 segundos (de lo cachondo que estaba), se corrió sobre mis nalgas.
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Cuando nos recuperamos y nos vestimos le hice morritos, pucheros, me enfadé y casi le insulto, pero él no paraba
de reírse... Me dio entonces un tremendo beso en la mejilla y me dijo -¿es que no te ha gustado?-, y tuve que reconocer
que había sido el mejor orgasmo de mi vida.
-Pero yo hubiera querido... yo hubiera deseado que en lugar de tu dedo utilizases tu... ummm...-. Vaya, ¡increíble!,
ahora que había pasado la excitación me volvía la vergüenza y no era capaz de decir siquiera polla sin ponerme rojo.
Él me habló ahora seriamente pero con una sonrisita. -Lo tienes muy estrechito, Cris... eres más virgen que un santo por ahí detrás. No, no voy a desvirgarte... la tengo demasiado grande, te haría mucho daño y puede que incluso te
hiriese...- Eso me puso triste... alguien tenía que ser el primero, ¿porqué no él?. Deseaba tanto que Saul me penetrase.
-Muy bien..- le dije -... pues la próxima te la meteré yo-. Y nos reímos los dos a grandes carcajadas. Pero después me
advirtió que no dijera nada de esto a nadie (Ellysse era muy celosa) y que no esperase volver a hacerlo con él hasta haber
pasado un año o más y hubiera crecido.
-Así que ya sabes, entrénate durante este año y al masturbarte, métete los deditos para que se te vaya ensanchando-. Me dijo que él no era un corruptor de menores o un pedófilo. Yo aparentaba menos, pero ¡¡tenía 16!!, ya no era
tan menor...
Eso en un principio me puso triste, pero sabía que era por los prejuicios tontos esos por mi edad... y con algo de
perseverancia podría superarlos, tal y como acababa de suceder ahora. -Si crees que no voy a hacerlo con otros en el
tiempo que no esté contigo, lo llevas claro... no me hará falta utilizar mis dedos.- Le dije en un intento de ponerle celoso.
Conseguiría que se enamorase de mí como fuese.
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Capítulo 10: ¿Sexo o amor?
La lluvia se extinguió de repente y las nubes se fueron alejando... así que cuando nuestros amigos nos alcanzaron, nos
unimos a ellos y proseguimos con la marcha.
Ethan seguía sin mirarme, y me dije que tendría que hacer algo con él. Era tan apuesto, y le apreciaba tanto... no podía
soportar la idea de causarle dolor. ¿Como podía arreglarlo?.
Esa tarde llegamos a una pequeña localidad del sur del Reino de Cygnar llamada Zarak Clan, cuyos habitantes, la
mayor parte, eran enanos de las colinas que se mostraron muy amables con nosotros cuando se enteraron de nuestra
meta y objetivo con respecto a la cercana bestia asesina de los caminos.
Las casas eran, por necesidad pequeñas en altura, pero grandes en extensión (debido al inestable terreno húmedo
por la cercanía de las ciénagas).
Justo a las afueras había una enorme laguna con un par de molinos de agua que seguían trabajando a estas horas
avanzadas de la tarde. El pueblo se dedicaba, casi exclusivamente, a la destilación de un licor especial secreto llamado
Emintos que comercializaban por todo el imperio, quizás le llamaban así por la proximidad de los pantanos de Emint a
estos lugares.
En un momento en concreto miré a la hechicera y me pareció que esta me iba a decir algo, pero finalmente calló y
puso una cara algo irritada. Deduje (creo que acertadamente) que iba a pedirme mi anillo para analizarlo esa noche, pero
ella adivinó en mi expresión cual sería mi respuesta y se ahorró la petición.
Nos hospedamos en una posada humana llamada El Cáliz de Plata; todos menos Brava, que tenía familia aquí y se
fue a pasar la noche con ellos, ya se reuniría con nosotros a la mañana siguiente... lo que me pareció raro fue que invitó
a Ellysse a ir con ella y ésta aceptó; y yo que pensaba que se llevaban mal. Ahora que sabía que la enana era lesbiana me
pregunté si podía estarle echando los trastos a la hechicera. Quizás Ellysse también era “bi”, como Saul.
Dejamos las monturas en las caballerizas, que eran parecidas a las del Oasis del Abismo pero ocupadas en su mayor
parte por ponys y mulas, y nos dirigimos a la sala común.
El interior de la posada era agradable: un fuego, unas cuantas mesas del tamaño adecuado para los humanos, unos
pocos clientes que se tomaban una cerveza antes de ir a casa a cenar (el local se iba vaciando poco a poco) y, típicamente, una barra, una cocina en otra sala, y unas escaleras que llevaban al piso de arriba, donde se distribuían los clientes en
unas pocas habitaciones calientes, cómodas y limpias.
Todas las habitaciones tenían una cama bastante bajita, una ventana con bonitas vistas (al no haber edificios altos
se podían ver los bosques lejanos y el lago) y un cofre para las pertenencias (amen de la indispensable palangana para
lavarse).
Yo echaba de menos siempre una mesita para escribir, pero las velas las sostenían pequeños candelabros clavados en
las paredes y los clientes habituales, quizás por su analfabetismo, no protestaban por la incomodidad que esto causaba
para leer.
Así, los cuatro hombres del grupo cenamos juntos en la sala de la barra, y la comida estuvo realmente de lujo (yo
pedí un extraño pez típico de la laguna, muy suave y sin espinas, con una salsa de tomate y pimientos que estaba para
rebañar el plato, cosa que hice) y encargamos 4 habitaciones individuales.
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Saul me explicó que las habitaciones y la cena las pagaríamos esta vez con parte del botín de los bandidos que nos
atacaron, y Shwan nos aconsejó a todos dormir bien, pues aseguró que mañana era el día en que debíamos llegar al
camino que era nuestro destino, y el enfrentamiento con el monstruo podía producirse en cualquier instante. Un escalofrío recorrió mi espalda al digerir esa información, y el semielfo vio mi expresión, tras lo que me palmeó en el hombro
para darme ánimos.
Ninguno quisimos probar el “Emintos” porque sabíamos que era demasiado fuerte y necesitábamos lucidez al día
siguiente, pero unos clientes enanos de la mesa de al lado nos hicieron prometer que a la vuelta no nos iríamos sin un
buen trago en el estómago.
Nada más terminar la cena, Shwan anunció que se retiraría a su habitación a orar a Aklontes para que la batalla se
decantase en nuestro favor y para pedirle al Dios de la Guerra su bendición.
Me quedé mirando la madera de la mesa mientras pensaba. Ethan me había salvado la vida, me había demostrado lo
mucho que me apreciaba, que me quería, y yo le había rechazado y había preferido a Saul ante sus narices...
Eso era algo que no podía evitar, Saul tenía un algo que me derretía; pero si tenía que ser sincero conmigo mismo,
estar al lado de WolfStone también me hacía sentir cosas diferentes, cosas más tiernas, más dulces...
Recordé cuando se interpuso entre todos esos monstruos de las tinieblas y mi cuerpo casi inconsciente, como sufrió
y casi murió por mi, como habría dado la vida (y quizás su alma) sin dudarlo.
Recordé como había recuperado mi anillo robándole a la propia cofradía de ladrones más importante de Caspia,
como lloró la noche en que me traicionó dejándome a merced de los rateros, como me besó tras salvarme del jefe de
los bandidos... sentí su amor tan dentro, sentí tanto... que no quería sentirlo.
Estaba empeñado en que Saul Drianore era mi destino, pero no quería hacerle daño al ladrón por nada del mundo.
Le quería, supuse que como amigo pero no había duda de que le quería...
Iba a decirle algo al pícaro cuando Ethan se levantó y, mirando única y exclusivamente a Saul a la cara, anunció que
se retiraba a descansar siguiendo el consejo del líder para estar en forma al día siguiente. Pero antes de subir, mientras
Saul repasaba la cuenta, se agachó un poco y le dio un leve beso en la mejilla al semielfo, y este ni se inmutó, como si
fuera lo más normal.
Yo me quedé totalmente sorprendido. Apenas habían clientes además de un par de labradores contentillos en una
esquina haciendo un pulso y 3 enanos apostando por uno u otro, nadie más se dio cuenta. ¿Quizás el semielfo, tan liberal, tenía también un lío con el adolescente?, pero si el ladrón era tan joven como yo, ¿entonces porqué ponía pegas a
mi edad?. Quizás es que yo no era suficiente para el líder del grupo. Yo solo era un escudero aprendiz de magia...
El semielfo vio mi expresión de dolor y se quedó pensativo mientras elevaba una ceja.
-Ey pequeño... ¿estás así por ese beso?-. No me desagradó que me llamase pequeño, su tono me hizo sentir protegido, y asentí con la cabeza.
-Me ha parecido un poco... ¿raro?...- le comenté intrigado, dolido y quizás, porqué no, celoso.
-En realidad sí... hace 2 años que WolfStone no se despedía así de mí antes de dormir. Mi hermano debe sentirse un
poco sólo o deprimido.- Ahora sí que me quedé sorprendido de verdad... ¿¿Su hermano??. Supongo que volvió a darse
cuenta de mi asombro por mi boca abierta y mis ojos como platos.
-Ummm... ¿no te lo había dicho él?- Y yo negué con la cabeza comprendiendo porqué el chico sabía tanto de Saul,
de su capacidad de lanzar magia con la cota de mallas, de la procedencia de esta, del origen élfico de Drianore. -Pero...
tenéis nombre familiar diferente y, no os parecéis... ¿como...?-.
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No lo comprendía, pero me lo explicó: Resulta que su madre, después del affair con el elfo (que dio lugar a Saul y a
su nombre familiar élfico) se casó con un humano con alias WolfStone.
-Yo salí a mi madre y Ethan se parece más a su padre, mi padrastro, de ahí que él sea tan moreno y tenga esos ojos
verdes que tiene tan preciosos.
Se me ocurrió una cosa entonces -Y... ¿tenéis la familia en Caspia?- Si eran familia, no entendía cómo Saul no supo
nada del rapto y mutilación del dedo de la abuela.
-Ummm... no. Venimos de Karash Mestral, al lado de las montañas y del bosque élfico de Larolal.... Bueno, ahora que
lo dices yo no tengo familia en la capital, pero por lo visto el padre de Ethan era de allí y seguro que mi hermano debe
tener algún familiar por esa parte, aunque yo no les conozca.- Eso ya me cuadraba más.
-Vamos, subamos a las habitaciones, se va haciendo tarde.- Me dijo, y yo asentí pensativo.
***
Estaba triste por cómo estaba haciendo sentir al ladronzuelo, y no sabía como arreglarlo, además, su dolor me causaba a mí uno que dudaba que fuese menor que el que él mismo sentía.
-¡Venga!, ¡Anímate!... no me digas que... ¿te has enamorado de mi hermano?. Jajajaja... ya te dije que eso de enamorarte de mí no era verdad...- me comentó cuando caminábamos por el pasillo y yo le miré ceñudo.
-¿¿Qué dices??, ¡no tiene nada que ver!. Bueno... algo sí, es que...- No sabía como decírselo. Ansiaba pedirle consejo,
pero no podía decirle que su hermano era gay, ¿y si no lo sabía?. Quizás se tomase mal que alguien de su familia lo fuese.
Yo no creía que Ethan fuera solo bisexual como Saul, parecía interesado sólo en mí, no en ninguna chica.
Fue como si el semielfo me hubiera leído el pensamiento: -Entonces... ¿tú le gustas a él y por eso está así de enfadado?, ¿cree que yo le he quitado su chico?.- y eso le dejó pensativo.
Bueno, parece que mal no se lo había tomado (la verdad es que ahora que lo pensaba, era difícil que se tomase mal
que su hermano fuese gay después de hacer conmigo lo que él había hecho). No respondí a su pregunta; dicen que el
silencio es una afirmación en sí mismo.
Llegamos hasta las habitaciones y yo ya me metía hacia la mía cuando él me cogió del brazo y me introdujo en su
cuarto. Yo tragué saliva... ¿íbamos a volver a hacerlo?. Noté como pese a mi estado de ánimo ya me estaba empalmando... quizás al ver que yo le gustaba a su hermano me iba a saciar sexualmente para que no me acercase al pícaro. ¿Tan
protector de su hermano era?, esa era una posibilidad; lo que me llevó a recordar la forma en que se enfadó, preocupado, cuando Ethan fue gravemente herido al intentar salvarme de los bandidos.
Parecía afectado, y se sentó en su cama sin decirme nada. Yo, intentando calentar el ambiente, me senté de cara a él
sobre sus piernas, colocando mi traserito sobre su entrepierna, y noté como comenzaba a endurecerse. Él se rió y me
levantó , me sentó a su lado en la cama.
-No... necesito pensar.- Me miró y con algo de curiosidad me preguntó -¿Qué conjuros sabes?-. Yo fui moviendo los
dedos de mi mano izquierda mientras enumeraba, obediente -Pueees... el de detectar magia, leer magia, sirviente invisible, proyectil mágico y el de luz.- Aunque me sentí de forma un tanto violenta al descubrir mis habilidades secretas, y
un poco avergonzado de saber tan pocos...
-Muy bien, necesitas alguno nuevo, ¿de qué te gustaría?-. Ahí si que me quedé desarmado... ¿me estaba ofreciendo
aprender sus conjuros?. Tuve que contar hasta 10 para calmarme. Después, con practicidad, me planteé en serio su pregunta.
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Me sonreí al recordar instintivamente uno que me vendría muy bien (si bien no sabía si sería capaz de aprenderlo) así
que sin pensar le dije –Quiero uno que deja sin fuerzas a los chicos y les pone tiesas las...- Me puse muy rojo al recordar
donde y cómo lo había visto y experimentado. Miré a mi amigo.
Él me observaba extrañado y me dijo algo serio -¿Te lo ha enseñado Ellysse?- y yo, que me sentí incapaz de mentir
aquellos ojos grises brillantes tan profundos, solo asentí.
Él puso cara de cabréo, supongo que adivinando lo que pasó aquel día. Pensé que a lo mejor se enfadaba conmigo
por haber tenido sexo con su chica, pese a que el grupo fuera tan liberal. -Lo siento... yo... yo no quería hacerlo... ella me
obligó...-.
-Lo sé... ¿lo pasaste mal?- me preguntó preocupado. Y yo asentí recordando como casi vomito, como me sentí de
utilizado y humillado. -Esa zorrona nunca cambiará... Bueno, se la devolví contigo por partida doble el otro día en el
bosque y esta mañana cuando llovió, ¿no?- me dijo con media sonrisa vengativa.
Parece que, por mucho liberalismo, el chico seguía siendo celoso... y yo me puse triste al saber que esos celos no
eran por mí, sino celos por ella, no quería que nadie tocase a su Ellysse. Casi noté como las lágrimas pujaban por salir,
me sentí tan solo.
-Bueno, no te apenes, tú no has hecho nada mal.- Al menos no se había cabreado conmigo. -En cuanto a ese conjuro... pues... lo siento mucho, ese conjuro no lo poseo yo, pero ya se lo cogeré a esa hechicerilla de pacotilla. De todas
maneras, aún has de incrementar tu poder un poco para poder conjurar la potencia que requiere ese hechizo. Pero...sacó su libro de conjuros y puso 3 de sus pasa-páginas entre ellas -...apréndete esos que he señalado... te serán útiles.
La perspectiva de aprender conjuros nuevos me puso realmente contento y sentí ese cosquilleo que el conocimiento
y la magia me producían y que hacía tanto que no sentía con placer.
Cogí su libro con avidez, abrí el mío, y (utilizando su pluma y su tinta, pues no me había traído las mías) comencé a
memorizarlos, entenderlos y transcribirlos.
Tardé media hora y me maldije por no haber podido aprender uno de ellos, no lo entendía... le pediría a mi amigo
que me lo dejase de nuevo en otro momento cuando estuviera más calmado. Pero bueno, ahora poseía dos nuevas y
complejas fórmulas arcanas que, esperaba, me fueran muy útiles.
Al terminar miré a Saul y vi como me miraba fijamente con una sonrisa y una profundidad que me asustó un tanto
pero que consiguió hacer que, de nuevo, mi pene brincase
-Pones una carita muy morbosa cuando te concentras, ¿sabes?- me dijo seriamente.
Yo me puse colorado y resoplé -Pues... gracias. No me lo había hecho notar mi anterior maestro, jajajaja-. Me reí con
ganas pensando en que a lo mejor a mi mentor le hubiera dado un síncope si hubiera sabido que su mejor alumno era
gay...
Pensó un poco más y pareció decidir algo -Bueno... a ver que te parece esto. Ves a ver a mi hermanastro y dile lo que
sientes, si estás o no enamorado de él (o lo que tú crees) e intenta animármelo un poco... mañana convendría que todos
estuviéramos contentos y concentrados en nuestra misión, y no resolviendo conflictos interiores.- Me hablaba ahora
más bien como el líder del grupo, y no me sentí muy cómodo de que me dirigiese así, pero no sabía como ayudar a
Ethan, y él era su hermano y le conocía. Tenía que hacerle caso.
-Es más...- me sonrió pícaramente -... he pensado que... ya que le gustas y... he observado que él no te desagrada
nada (pues he visto como le miras), ¿porqué no lo hacéis?. Solo por sexo, como tú y yo... Así a lo mejor se anima, descubre que no importa tanto el estar enamorado y comprende que una relación tan estrecha y estable siendo tan joven no
lleva a nada bueno, que puede tenerte cuando quiera. ¡Ethan es demasiado sentimental!.
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La sola proposición me hizo enrojecer... ¿Cómo se atrevía a decirme eso?, y además ¡con su propio hermano!. Pero...
en fin, no era mala idea, y no me faltaban ganas de hacer el amor con el chico. -Bueno... la verdad es que tu hermano
está para chuparse los dedos... pero...- todo esto me ponía nervioso.
Él sonrió de forma muy pícara y me sobeteó un poco la polla para ponerme cachondo, por supuesto me dejé -Se
debe haber obsesionado contigo como te pasó a ti conmigo. Pero ahora que tú y yo lo hemos hecho y hemos hablado
de ello... ¿a que estás mejor?. Ya lo hemos resuelto, ¿verdad?.
Bueno, la verdad es que me sentía mejor que antes de hacerlo, me sentía muy a gusto a su lado, y ya no estaba enfadado... pero no creía que mi amor hubiera disminuido por ello, y notaba un fondo de tristeza que no podía desaparecer
al saber que no podía hacerle mío. Pero bueno, estaba mejor que cuando les vi juntos a él y a Ellysse haciéndolo, eso
era obvio...
-Y... Y ¿no te importa que lo haga con él?, ¿con tu hermano?-, le pregunté esperando que esa mirada de celos que se
le escapó cuando se enteró que Ellysse lo había hecho conmigo surgiera ahora por mí... pero no salió, simplemente me
sonrió mientras me apretaba más la entrepierna.
Ummm menudo masaje me estaba dando, comencé a jadear y acerqué mi cara a la suya para besarle, pero él me
puso un dedo en los labios.
-Jejejeje... cachondete... creo que ya estás a punto. Venga, ves a verle.- Y con ello terminó sus caricias y me dio mi
libro de conjuros.
***
Al poco estaba fuera de su habitación con la puerta cerrada a mis espaldas intentando acompasar mi respiración y
disimular mi erección... ¿y él me llamaba cachondo a mí?. Menudo sobón estaba hecho.
Pero sí, él conocía a su hermano, tenía más experiencia con los sentimientos, con el amor, con el sexo, y él era lo que
más quería en el mundo: debía hacerle caso y demostrarle a Ethan que simplemente podíamos ser amigos, tener sexo y
ya está... tenía que bastarle con eso, a él y a mí.¿verdad?.
Llegué en unos segundos hasta la puerta de la habitación de WolfStone y toqué despacito... pero no escuche nada.
Me preocupé por él y miré por el ojo de la cerradura.
La luz de la luna llena entraba por la ventana e iluminaba una cama vacía y sin deshacer, si bien su atillo y su mochila
sí estaban en la habitación. Supuse que el chico habría salido a dar una vuelta y me dirigí yo también fuera de la posada.
Estuve como una media hora buscándole por el oscuro y dormido poblado, por los callejones, sin ningún fruto. Pero
entonces me pareció escuchar en mi mente el comentario de ayer por la noche de Ethan sobre el agua y la luna reflejada en ella-...siempre me ha parecido algo grandioso. Cuando estoy triste siempre la busco en sitios así, me hace sentir
mejor... me ayuda a no estar tan solo.- Era precioso lo que me dijo, y me sentí enternecer... miré hacia la bella laguna: ya
sabía donde buscar.
Llegué y crucé cerca del primer molino sin novedad; Se trataba de una imponente estructura de madera, con un
molino acuático situado en uno de sus lados que se introducía en un río bastante profundo y depositaba sus aguas en
el lago. Tenía puerta y dentro estaría todo lo necesario para moler grano, pero ahora estaba cerrado y su dueño probablemente durmiendo.
Alrededor del edificio había una pasarela de madera con una barandilla que lo rodeaba hasta llegar a la noria, sería
un buen lugar donde pasar un rato a solas mirando las aguas, pero Ethan no estaba allí. Muy preocupado me dirigí hacia
la lejana estructura del segundo molino de agua situado en un segundo río que también venía a desembocar aquí.
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Luego me informaron de que toda esta agua no se quedaba para siempre en el límpido lago azul, mucha de ella se
filtraba a las profundidades y había dado lugar a los cercanos pantanos de Emint.
Me sentí desfallecer al no haberle visto en la primera estructura de madera. ¿Podía haberle pasado algo?, ¿habría
abandonado al grupo por mi culpa?. Comencé a ponerme enfermo de verdad, me sentía completamente responsable
de su tristeza.
Pero al llegar al segundo y último molino escuché algo en la parte contraria de la pasarela que lo rodeaba, a la orilla
de la laguna, y me acerqué.
Allí estaba, apoyado en la barandilla de madera de la torre de la máquina de moler, casi de espaldas a mí. Su culito
prieto y respingón me quitó la respiración y sus fibrosos brazos me sedujeron excitándome hasta que me di cuenta de
su estado de ánimo.
Tenía el rostro levantado hacia la luna, los ojos cerrados y de vez en cuando una lágrima cruzaba su mejilla. Estaba
precioso, la luz de la luna le hacía brillar de una manera especial; su brillante pelo azabache se agitaba con la fresca brisa
nocturna y su expresión me pareció adorable.
No oculté mi presencia, hice el ruido que tenía que hacer al acercarme y me apoyé en la barandilla a su lado, mirando
a la lejana luna yo también. Solo me echó una mirada, para ver quién era y volvió a su contemplación, pero al menos no
salió huyendo.
-Está preciosa, ¿no es cierto?.- Me dijo tras tragar saliva, muy bajito, observando el reflejo del astro lunar, y yo me
emocioné. Él había comenzado a hablar, quizás ya no estaba enfadado conmigo.
Traté de animarle con un piropo
-Si, pero he visto cosas más bellas...- le dije con una sonrisa mientras miraba su rostro fijamente.
Ethan pareció sentirse incómodo ante esto y miró hacia el otro lado, ofreciéndome una bonita vista de su nuca.
-No... no me hagas sentir así, Cristian. No me hagas quererte para ser rechazado de nuevo...
Miré al suelo sin saber que decir... parece que el chico había intentado bloquear sus sentimientos para no sentirse mal
y que mi sola presencia le hacía sentir incómodo.
Me pregunté si no debería yo abandonar el grupo, ya que mañana ni sus sentimientos ni mi presencia debían hacer
que el perceptivo pícaro bajase la guardia cerca de ese monstruo (fuera la clase de bestia que fuese).
Pero no, Saul me había dado la solución. Si conseguía hacerle sentir querido, aunque fuera como amigo, si le demostraba que estaría a su lado y que tendría sexo conmigo cuando quisiera, esa tontería de que se había enamorado de mí
se le pasaría...
Abrí mucho los ojos al darme cuenta de que estaba pensando como el semielfo: casi era darle la razón en cuanto a
que yo no estaba enamorado de él, y yo estaba seguro de estarlo, ¿o no?.
Me dije que bueno, que era diferente con WolfStone, no podía enamorarme de él... el hermano del semielfo tenía que
entenderlo, tenía que perdonarme, tenía que aceptar simplemente mi amistad; y si el sexo iba a ayudarle, se lo daría. No
podía estar enamorado de dos chicos a la vez, eso era imposible... seguro que lo era.
Noté como se me humedecían los ojos... casi me sentía como una ramera en esta situación, pero Saul me había dicho
lo que debía hacer y me había ayudado ese mismo día con sexo a sentirme mejor, más querido. Ahora era mi turno de
ayudar a este joven ladrón.
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-Venga Ethan... podemos ser amigos ¿verdad?- dije colocando mi brazo sobre sus hombros tras acercarme a él, y él
asintió agachando la cabeza y apretando los dientes. Volvió su rostro hacia mi mano, que colgaba de su hombro a unos
centímetros de su cara, y apretando los ojos cerrados posó sus labios sobre ella, como dándome un pequeño beso que
no terminaba. Apoyó su cabeza en mi brazo y noté como todo su cuerpo temblaba con mi contacto, tenía los nudillos
blancos apoyados en la barandilla.
“Ommm... no parece que funcione” Me dije, y lo malo es que me estaba pasando lo de ayer noche: estaba comenzando a sentir cosas que me hacían dudar de mí, de Saul, del amor, de la manera de tomarme la vida...
Me abracé entonces a él y le besé en el cuello, casi en la nuca. -Por favor... no te enfades conmigo... ¿recuerdas lo que
no quise hacer ayer?-. Le pregunté medio dudando de mi proceder.
Él se volvió con una mirada de extrañeza y me miró fijamente asintiendo. “Bueno...” me dije interiormente “... ha llegado el momento de tomar las riendas”.
Le puse frente a frente mirándome y apoyé su espalda contra la baranda del molino, puse cada uno de mis brazos a
un lado suyo, como para impedir que escapase, y me aproximé dejando que todo mi cuerpo estuviese en contacto con
el suyo.
Mi dubitativa erección se convirtió en duro y decidido hierro cuando su calor, su olor y el contacto de su sexo sobre
el mío me excitaron, y pude sentir que yo también le excitaba. Entonces le besé en los labios.
Yo no sabía dar besos con lengua por aquel entonces, pero tampoco me hizo falta. Fue colocar mis labios sobre los
suyos y sentir, además de la pasión, una oleada de sentimientos recorriendo mi cuerpo y mi mente, erizándome los pelillos del brazo y la nuca, sintiendo unas extrañas cosquillas en el estómago. Creo que solté involuntariamente un pequeño
gemido que le volvió loco de excitación -Ummmm....-.
Respirando fuerte y rápidamente me apartó con los brazos mirándome como a un criminal.
-Per... pero... ¿no decías que seríamos sólo amigos?, no decías que.... - él no lo entendía; y yo comenzaba a entender
que tampoco yo tenía tan claros mis propios sentimientos.
-Si, claro... podemos ser amigos... podemos pasarlo bien juntos y te darás cuenta de que no me quieres tanto como
dices, de que podemos ser felices así...con... sexo...-. Le dije con la frase que más o menos me había preparado durante
el rato que le había estado buscando. Ahora me parecía vacía y sin sentido.
El joven morenazo de ojos verdes endureció la mirada, apretó los dientes y con algo de asco en su expresión me dijo:
-Eso... eso te lo ha dicho Saul, ¿no es así?-. Yo me quedé sorprendido de su correcta deducción. No se lo escondí y
asentí con la cabeza.
-¡Así que estás de acuerdo!.-Exclamó incrédulo. -El amor no importa, el amor no existe, ¡viva el sexo!. Con sexo seré
feliz. No necesito que me quieras como yo te amo, ¿no es verdad?- me dijo en voz alta y sarcástica describiendo los pensamientos y sensaciones que Saul había tratado de crear en mí. Ahora ya no estaba tan de acuerdo, me sentí enrojecer
pues sonaba tan mal de su boca.
-Muy bien, hagámoslo, ¡seamos felices unos efímeros momentos! Y después sigamos tan absolutamente solos como
lo hemos estado toda la vida...- dijo describiendo sus sentimientos... y los míos; pero había accedido, ahora el dudoso
de mi proceder era yo.
Pero no me dejó dudar, me dio la vuelta colocándome a mí con la espalda apoyada contra la barandilla y se agachó
mientras me bajaba los pantalones de un tirón dejando mi semierecto sexo al aire. Se lo metió en la boca casi de un golpe y comenzó a lamer, chupetear, succionar de una manera increíble consiguiendo excitarme pese a mis dudas mentales.
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Era algo brusco, en unos segundos ya me tenía a tope con esa mamada tan bestial. Se la sacó de la boca y lamió mis
cojones con deleite mientras me pajeaba con su mano y soltaba ruidos animales, parecía un condenado a muerte que
come desesperado su última cena.
-UUUmmm... siiiii....- me abrió la túnica de un golpe seco y subió por mi abdomen lamiendo mi vello púbico, la línea
entre mis abdominales (se entretuvo unos segundos recorriendo con su lengua mi ombligo) y siguió adelante por mi
pecho, mordisqueando y chupeteando cada pezón (mientras él se había deshecho de su chaleco de cuero y se había
desabrochado el pantalón).
Se abrazó a mí juntando nuestros torsos con su saliva, y me lamió el cuello desesperado, chupando y jugueteando
con mi nuez haciendo que me pusiera más cachondo que nunca... pero lo hacía de una forma un tanto violenta, animal,
casi devorándome... algo no iba del todo bien.
Su sexo se clavaba agradablemente una y otra vez en el mío mientras me mordisqueaba la oreja, me despeinaba con
sus manos y me besaba en la boca (aunque ahora solo sentí pasión animal en sus labios).
Me cogió la cabeza con las manos y me hizo agachar hasta tener delante su polla. Era preciosa, se notaba que compartía los genes con Saul, y estos de la polla debían venir del lado materno, pues no tenía nada que envidiar a la de su
hermanastro. Era enorme, tan dura como la piedra, casi más gorda; y su rosado glande era muy amplio y parecía hecho
para dar placer.
Aquello exhalaba un maravilloso olor a juventud, a excitación, a instintos, y no me hice de rogar mucho tiempo antes de meterlo en mi boca y chuparlo y degustarlo como un manjar, metiendo mi lengua en el agujerito, lamiendo los
alrededores del capullo, el frenillo, y finalmente (por la presión de las manos en mi nuca) introducirlo poco a poco en mi
cavidad bucal deslizándose entre mis labios que lo apretaban para darle placer.
Me asusté un poco cuando el chico no disminuyó su presión sobre mi testa con sus manos y su grandioso pene me
llegó hasta la campanilla... me dije que a lo mejor podría hacer lo mismo que Saul e intenté dejarlo pasar, pero las arcadas
fueron tan grandes que casi me ahogué.
Aun así sus manos no se apartaban y luché por inhalar aire en medio de mi angustia... finalmente me soltó y conseguí
sacarla de mí y respirar profundamente, sintiéndome un poco mareado.
-¡Venga...!- me dijo apremiándome, y me la volvió a meter en la boca, pero esta vez no llegó hasta el fondo. Comenzó a follarme los labios cada vez más rápido y yo traté de pajear con las manos el trozo al que no podía acceder con la
boca, mientras mi lengua recorría toda la extensión que entraba en mí. Yo me iba masturbando por bajo a la vez, como
Louis había hecho en la posada.
Ahora era yo el que me había obligado interiormente a bloquear mis sentimientos para poder disfrutar de esa inmensa y maravillosa polla húmeda, caliente y dispuesta que tenía entre mis labios.
Este chico se había preocupado tanto por mí, me había querido tanto... y yo recordé como me había sentido cuando
le conocí.
Quizás le había rechazado porque las circunstancias propiciaron aquella trampa de los rateros con su colaboración,
pero ahora que sabía qué motivos tuvo no le guardaba rencor, y me di cuenta de lo grandes que eran los sentimientos
hacia él que ahora poseía.
Cuando creí que se iba a correr de lo dura que la tenía, Ethan me levantó, me dio la vuelta, me hizo agachar la parte
superior de mi cuerpo y me abrió las piernas con las suyas. Entonces me empujó con la mano en medio de la espalda
hacia abajo haciendo que me apoyase en la barandilla y que irguiera mi culo.
Se me erizó el vello por la fresca brisa y por la sensación de saber que me estaba observando por todas partes. Me
encantó escuchar una exclamación de asombro y aprobación ante mi trasero, le debía haber gustado.
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Sentí su mano masajeándome la curva tras los huevos, pajeándome, apretando mis cojones, apartando mis nalgas
para ver bien el agujerito y, finalmente, noté como su cara se enterraba en la raja de mi culo lamiendo, chupando y ensalivando con lujuria la entrada hacia mi interior.
Me derretí y supongo que el agujerito se me abrió bastante; comencé a gemir mientras él me masturbaba y me chupaba el ano al mismo tiempo, me sentí en el séptimo cielo, aunque ahogaba una extraña angustia que recorría mi pecho,
un dolorcito agudo que trataba de ignorar.
-¡¿Te gusta?, dime, ¿te gusta?!- me preguntó en el mismo momento en que introducía un dedo en mi interior.
-Uaaaaaah... ummmmmmm.... si... .uh, uh, uh... no pareeess...-, y si antes estaba en el séptimo cielo, ahora estaba más
arriba, aunque no sabía cuantos cielos más habrían.
Como su hermano, Ethan sabía tocar un punto dentro de mí que me hacía descontrolarme (más adelante aprendí que
era la próstata), y yo no podía parar de mover el culo mientras gemía pidiendo más y más.
Noté mi polla inundada de líquido preseminal (al mirar abajo vi que había un hilillo de líquido que bajaba hasta el
suelo de madera que era la pasarela que rodeaba el molino).
-Pues ya llevas tres...- me informó refiriéndose a sus dedos... el semielfo solo me metió uno, esto era mucho mejor.
Cuando él notaba que estaba apunto de correrme paraba e iba más lento.
Entonces los sacó, y ya iba yo a protestar para pedirle que siguiese cuando noté como apalancaba su polla en el
agujerito, su húmedo glande abriéndose paso milímetro a milímetro, y sus manos cogiéndome de la cintura para hacer
fuerza y como para que no escapase, él llevaba el control.
Estaba tan excitado, tenía tangas ganas... ¡era mi primera penetración anal!, ¡iba a dejar de ser virgen!. Solo de imaginarme una polla dentro de mí, rozando mis entrañas, follándome, haciéndome sentir suyo, haciéndome sentir su am...
follándome, casi me corría.
Entonces me llenó de ese dolor tan vivo que pasa las primeras veces (sobre todo con una tan gorda) como si me
partiera en dos, como si me rompiera por dentro, y tuve miedo... -Ummm... no sigas Ethan, ayyyy... me estás matando...pero él siguió sin contemplaciones.
Sentí como se me escapaban las lágrimas, supuse que lo mejor sería sacarla y dejar que me acostumbrase, ir más
despacio. Pero el chico no paraba, la seguía metiendo, centímetro a centímetro, abriéndome, y sus manos en mi cadera
hacían fuerza empujándome hacia atrás, impidiendo que me alejase. -Ohmmm... no... por favor....- Me dio la impresión
de que trataba de hacer que me doliera.
Mordí la madera de la barandilla, mis nudillos se volvieron blancos al agarrarla con fuerza (no miré después, pero
supongo que dejé alguna marca profunda en la baranda de leña).
Gimoteaba como un perro herido mientras me la metía, y por fin llegó hasta el fondo, noté sus cojones pegados a mi
trasero, noté su vello púbico haciéndome cosquillas. ¡La tenía dentro de mi!, y le sentía en mi interior. Quitando el dolor,
era una sensación maravillosa.
Ahora sí la dejó un rato dentro, permitiendo que me acostumbrase, y a los segundos la deslizó hacia fuera poco a
poco, haciendo que se diluyese el dolor y llenándome de placer al rozar las paredes de mi recto.
No llegó a salir (aunque yo creí que si), cuando estaba a punto la volvió a meter poco a poco de nuevo hasta que
solo su base quedó fuera de mí... entonces sus contemplaciones se acabaron y la sacó como un rayo para, seguidamente, metérmela como una flecha heridora, el dolor volvió... la sacó y la metió muchas veces a gran velocidad, y con cada
embestida, el gran dolor iba desapareciendo y solo iba quedando el placer... ¿porqué tenía que ser tan doloroso?, ¿tanto
se había de sufrir para sentirse poseído?.
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El dolor desapareció a los minutos, y con cada penetración mi polla se ponía más dura, ya la notaba palpitar entre
mis piernas sin que nadie la tocase; casi sentía que se correría sola. Pero me la tomé y comencé a mover mi mano lentamente sobre ella.
Finalmente, sus emboladas se hicieron muy seguidas y muy violentas. Sus cojones chocaban con los míos y sus caderas con mis nalgas.
Me agarró de los hombros y me embistió una y otra vez mientras gemía y yo sentía como su herramienta de pasión
se abría camino una y otra vez dentro de mi indefenso recto... me dije que si no fuera porque yo me estaba dejando,
casi me sentiría violado.
Noté entonces como se estaba corriendo en mi interior, rellenándome de su esperma, su semilla, mientras me daba
mordisquitos en la espalda. Me excité tanto sintiéndome suyo, sintiéndome completo, tan lleno, que solo moví mi mano
sobre mi polla un poco más y el fruto de mi orgasmo manchó la madera del suelo y la orilla de la laguna una y otra vez,
eyaculando y soltando más semen del que había soltado nunca en una sola vez.
***
Cuando terminó y me la sacó poco a poco (suspiré sin poder evitarlo), me caí de rodillas, sin fuerzas al suelo, resoplando, y me parecía notar como si él aún estuviese dentro de mí.
Levanté mi mano hacia él con una sonrisa, para que me ayudase a levantarme, pero su mano no llegó. Le miré y vi
sus mejillas mojadas de pena.
-¿Has disfrutado?- me preguntó muy serio.
No supe que contestar... y él continuó con la voz calmada, casi susurrando...
-¿Has sido feliz?. ¿Eres feliz ahora?. ¿Serás feliz gracias a esto...?-. Me había gustado mucho la parte sexual, y no quería, no podía hacer caso a ese dolor interior que me decía que aquello estaba mal, que me había equivocado; tenía que
animarle, que animarme a mí mismo para la pelea del día siguiente con el monstruo: así que asentí.
-¡PUES YO NO!- me gritó cerrando los ojos y yo cerré los míos como si me hubiera abofeteado -te he perdido a ti... y
me he perdido a mí mismo...- gritó, casi sollozando.
Se subió los pantalones con cara de enfado y una gran angustia, y me dijo con una voz sin emociones: -Espero que
te hayas quedado satisfecho. Mañana tenemos trabajo. Me voy a dormir.- Y se fue.
Y yo me quedé sólo, desnudo, tirado en el suelo...
Le había herido de nuevo, le había herido tanto... y también me había hecho daño a mí mismo. Me di cuenta de que...
sí, lo sabía seguro ahora, amaba a este chico. No sabía si se podían querer a dos personas a la vez, pero si era posible,
así me sentía yo con él y con Saul.
Mis manos estaban manchadas de semen, el culo me dolía, lo debía tener al rojo vivo, tenía el sabor de su delicioso
sexo aún en mi boca, había tenido un orgasmo increíble pero... ¿me hacía eso feliz?.
Mire arriba, hacia las estrellas, hacia la luna, que se reflejaba en la laguna, como vigilándome y siguiendo mis pensamientos...
Escrutando el cielo me di cuenta de que yo era solo un puntito en el universo, no era nada... y ese chico me amaba,
o me había amado si no lo había estropeado ya con esto. Me había amado por lo que yo era, por quién era, y eso me
hizo comprender que sin amor estaría sólo, sólo para siempre.
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Odié por un momento a Saul por haberme forzado a cometer este error, pero la culpa no era suya, sino mía por no
ver a tiempo la verdad. O quizás cada uno tiene su propia verdad y yo acababa de encontrar la mía.
El sexo era increíble, podía ser maravilloso, pero si esperaba amar a alguien, no podía saciarme solo con sexo, no
podía vivir solo con el sexo de Saul, o con el de Ethan; necesitaba los sentimientos, el afecto, el cariño además de la
amistad...
No, jamás sería feliz teniendo sexo con quien quisiera si nadie correspondía mi amor.
Me puse a llorar como un niño, silenciosamente, sabiendo que había tenido al chico de mis sueños entre mis brazos
dos veces, y había rechazado su amor una y otra vez sin pararme a pensar si lo quería o no. Ethan... sí, siempre fue Ethan.
Recordé el momento en el bosque cuando no quise tener sexo con él... ¿porqué no había querido?. No quise hacerlo
con él porque le quería demasiado, y si lo hubiera hecho entonces no hubiera sido más que sexo, estando como estaba
tan obsesionado por Saul. Y ahora lo había hecho, sin amor, sin cariño, puro sexo... había roto el corazón del muchacho
que había robado el mío.
Decidí que necesitaba un tiempo para elegir y pensar a quién quería, para determinar cómo deseaba que fuera mi
vida de aquí en adelante, en cómo quería ser yo; Un tiempo de descanso sin pensar en sentimientos, dejando que la
verdad saliese sola de mí por si misma y me sacase de dudas.
Me sequé las lágrimas decidido a dejar que mi corazón me llevase por el buen camino cuando se decidiera a decirme
la verdad, y me metí en el bosquecillo a evacuar los fluidos de mi interior.
Me asusté cuando vi sangre entre el semen de Ethan y recé para que no fuera grave la herida interior. Después me
lavé en la laguna y me fui a mi habitación en la posada del Cáliz de Plata.
No tuve sueños agradables.
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Capítulo 11: Bifurcación
A la mañana siguiente nos reunimos todos en las caballerizas y, mientras yo preparaba las monturas, Saul les fue
dando a los demás instrucciones y la estrategia a seguir en la batalla; aunque era una estrategia general, pues no sabían
a lo que se enfrentaban; variaría cuando descubrieran al monstruo.
Brava parecía muy animada, con ganas de, según ella, meterle a ese monstruo su maza por el culo.
Shwan San estaba igualmente contento y contagiaba su ánimo y energías al resto mientras hacía fintas con su katana.
Saul parecía más preocupado que otra cosa, se notaba que no quería que nadie fuera herido y trataba de planearlo
todo al milímetro.
WolfStone, al contrario de lo que me pensaba, sí me habló: me aconsejó incluso cómo colocar mejor la silla de montar para que el caballo no se encabritase mientras la abrochaba, pero me trataba como a un conocido, ni siquiera como
a un amigo.
Ellysse se acercó a mí, me sonrió y me preguntó -¿Cómo estás?, te noto un poco raro...-. Yo pensé -maldita intuición
femenina-, y le contesté: -Bueno, no estoy muy... animado, pero no te preocupes, supongo que es porque es la primera
contienda en la que voy a estar presente, tan cerca-.
Ella miró hacia Saul, como haciéndome ver que sabía que mi desanimo tenía algo que ver con él, y me dijo -Espero
que todo vaya bien...-. Yo estuve tentado de preguntarle si había follado bien con Brava, solo para que se diese cuenta
de que me molestaba que se metiese en mis asuntos (aparte de desanimado, estaba de mal humor y muy confundido),
pero cuando iba a hablar ella me cortó.
-Ven aquí... no quiero que te pase nada. Conjuraré un hechizo protector sobre ti-. Ello me sorprendió y acepté encantado, pero cuando recordé el anterior conjuro al que me sometió para abusar de mí me lo pensé, le miré a los ojos y... vi
que decía la verdad. Le sonreí y abrí los brazos en cruz como para decirle que tenía acceso libre.
Esperaba que intentase aprovecharse, que me sobase la entrepierna, pero en lugar de eso simplemente apoyó las
palmas de sus manos en mis pectorales y mientras diminutas lucecillas se adherían a mi túnica decía -Que la fuerza de
la magia te proteja y endurezca contra los golpes y cortes... pryak fens yar-, tras lo que me explicó que había lanzado un
sencillo conjuro llamado comúnmente Armadura que endurecería un tanto mis ropas.
Solo entonces se acercó a mí, me besó en la mejilla y me deseo mucha suerte en la pelea.
-Ten cuidado, por favor... me preocupé mucho en la cueva por ti cuando te perdiste. No quiero que te pase nada.- Se
dio la vuelta entonces y volvió con el resto del grupo. Ello me ayudó a darme cuenta de que el combate podía ser verdaderamente serio. Nadie se lo tomaba a la ligera.
Me froté la cara donde me había besado y me dije que, pese a no sentir nada de atracción con una chica, a lo mejor era todo más sencillo con una de ellas... Suspiré cabizbajo sabiendo que yo no había elegido ser lo que era, y que
estaba harto de estar sólo. Me consolé un poco sabiendo que los heterosexuales podían tener los mismos problemas
sentimentales que yo.
Nos pusimos en camino y, pese a que me volvía a tocar subir en la montura de Ethan, Saul me ordeno que subiera
con la enana. Al ser más baja la montura se supone que podría saltar y alejarme sin problemas del campo de batalla
cuando comenzase la pelea.
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Mientras cabalgábamos miraba a Ethan allí delante, sobre su caballo, tan atractivo... recordaba como estuvimos ayer,
como lo tuve a mi merced, como sostuve su corazón entre mis manos y lo desaproveché totalmente. Ojalá volviera a
tener esa oportunidad.
Noté que mis ojos se humedecían... si en lugar de tratarme como a uno más me demostrase enfado, rencor o tristeza,
ahí podría decirle todo lo que sentía; pero si no me demostraba ninguna emoción... eso me hacía creer que ya no sentía
nada por mi, que había matado su amor, y me dolía tanto.
Miraba a Saul, y me daba cuenta como el semielfo no creía en el amor. Le encantaba el sexo, y a veces me lo daría,
con pasión, pero el joven mago/guerrero nunca llegaría a pensar que se había enamorado de mí, ni de mí ni de nadie.
El semielfo debía haber sufrido alguna clase de desengaño amoroso tan grande que se le había roto ese sentimiento;
ahora ya no sufría por el amor, simplemente pasaba de él. No tendría oportunidad nunca con él hasta que su espíritu y
su corazón sanasen, pero yo no sabía cómo hacer eso...
Había conocido a uno de los hermanos con el corazón roto y al otro se lo había roto yo. Ahora yo los amaba a ambos
y no podía tener a ninguno. Me pasé la manga por la cara para secar mi tristeza. No me serviría de nada conseguir una
solución en mi elección sobre si amaba a uno o a otro, porque jamás podría tener ya a ninguno tal y como yo sabía que
deseaba tenerlos.
Alrededor del camino (que por transitado estaba más seco y aplanado) el campo estaba bastante húmedo como si
lloviese muy a menudo o el agua filtrada de la laguna lo mantuviese todo así. Ya no había árboles cerca (al menos no de
los grandes) todo eran arbustos y matojos extraños y oscuros. El cielo tenía un triste color gris (aunque como a la enana
no le dolía el pecho, supusimos que no llovería) y la humedad me hacía sentir sucio y cansado.
Brava, delante de mí (yo cogido de su cintura) se volvió de repente y me vio con los ojos todavía brillantes por mi
pena. -Ey!. Muchacho... ¿qué te pasa?, ¿tanto miedo te da la bestia?.
Yo no quería en ningún modo que la enana se enterase de lo que me pasaba, pero no podía dejar que me tomase por
un cobarde (a decir verdad, con el devenir de mis emociones interiores apenas me acordaba del monstruo).
-No... es una tontería, no me hagas caso.- Ella me miró como pidiendo más explicaciones y me sentí forzado a contestar -... no es nada... mal de amores... ya sabes...
La guerrera me miró sorprendida -¡Yunques y Martillos!... eso no es una nadería, chico... a decir verdad es la peor
desgracia de la humanidad...- al menos ella entendía como me sentía. Quizás también había sufrido algún desengaño,
en su caso con una chica.
-Hazme caso, cielo. No te calientes la cabeza... eres un mozalbete de lo mejorcito, todo guapete, sensible, bueno y
sin dobleces. Si no te quiere, si no se da cuenta de lo que vales, es que no te merece.
La enana no podía saber que WolfStone sí se había dado cuenta de lo que valía, de que me había querido y yo le
había rechazado una y otra vez hasta que lo aparté de mí.
-No es eso, Brava... yo le he roto el corazón...- Dije intentando estar serio y parecer un chico maduro. En nuestra conversación no nos referíamos a nadie en concreto.
-En fin... si esa...- seguro que iba a decir chica, pero me observó de nuevo la cara y, con la perspicacia de todo homosexual para reconocer a otro gay, varió el punto de vista -...si esa persona no puede darte ahora el amor que necesitas,
déjale un tiempo a solas... seguro que si realmente te amó, volverá a hacerlo. Él amor no dura unos días, cariño, el amor
verdadero es eterno. Si te quiso de verdad, volverá.
Era increíble... quién me iba a decir a mí que pasaría la mañana hablando de amor con una enana lesbiana; pero así
era, y me había dado un consejo que juzgué por bueno (a falta de otro mejor). Pensaba que los enanos eran unos cabezotas insensibles, pero esta mujer me demostró que eran tan personas como los humanos.
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Quizás si me alejase de ellos un tiempo, si alguno de los dos hermanos sintió algo por mí en algún momento volvería
a sentirlo, y quizás todo se solucionase...
Una decisión comenzó a fraguarse en mi mente.
***
El día transcurrió como una página en blanco, nada ocurrió hasta que paramos a la hora de comer. Nos detuvimos
justamente porque estábamos en la frontera del pantano de Emint, y más adentro, en la primera zona del camino, debía
encontrarse el monstruo que había comenzado hacer incursiones a la carretera en busca de víctimas comestibles.
Terminamos de comer.
El camino se bifurcaba: uno de ellos era el camino que rodeaba al pantano, el normalmente utilizado y en el que se
habían producido los ataques; y el otro se adentraba directamente en la ciénaga, hacia la guarida de la criatura... nadie
solía utilizar ese camino. Nosotros lo hicimos.
Después de recuperar energías con la comida, nada más subirnos a las monturas y comenzar a cabalgar hacia el interior del húmedo, lleno de mosquitos y peligroso lozadal que rodeaba el pantano en sí, todos sentimos un cambio en
el ambiente: una tensión enorme que asustaba a los caballos y nos hacía mirar a la espalda y a los lados una y otra vez
en busca de algo que estuviera emboscándonos.
El sol brillaba de color naranja y aparecía inusualmente bajo, como si se estuviera haciendo de noche más antes de
lo habitual.
Yo esperaba un desafío, rugidos de advertencia, amenazas, pero no... en un momento dado WolfStone gritó sin más:
-¡¡Todos al suelo!!- y la enana me empujó mientras se tiraba del pony al suelo... a los 3 segundos su montura había desaparecido y el Lucero Décimo Primero de Ellysse se había transformado en una carcasa carbonizada de lo que fue un
caballo.
Todos estábamos en el suelo. No sé lo que hacían mis compañeros, pero yo estaba paralizado de miedo y no sabía
que hacer.
Miré al cielo y abrí los ojos tanto que casi se me salen de las órbitas... Allí, en contra de las leyes de la física, una criatura del tamaño de un rinoceronte volaba sosteniéndose en unas inmensas alas pardonegruzcas como las de un dragón.
Por suerte no era un dragón en sí mismo, pero no pude decidir si hubiera preferido uno de esos cuando me fijé bien
en lo que teníamos delante (arriba, mejor dicho):
Se trataba de una criatura parecida a un león inmenso de ojos verdes luminosos, pero con dos cabezas más, una de
dragón de ojos negros y escamas anaranjadas y otra de un macho cabrío completamente negro de ojos rojos brillantes.
Sus cuartos traseros parecían los de una gran cabra y los de delante de un gigantesco león.
Entre sus garras delanteras llevaba al desgraciado Secuela 22 de la enana colgando y relinchando aterrorizado... La
testa del león mordió su cuello mientras que la cabeza del dragón mordió la parte de atrás... en 4 segundos había partido
en dos a la montura y la arrojó delante de nosotros, quizás como amenaza o burla. Sus ojos aparecían llenos de hambre
y rabia.
Los otros 3 caballos supervivientes estaban paralizados por el miedo y no paraban de relinchar sin saber hacia donde
correr.
Con lo que me habían empezado a gustar estos animales... me dio mucha rabia que la bestia se dedicase a desmontarnos primero y a acabar con ellos, ¡estaban indefensos!, no se merecían esto.
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Shwan San gritó -¡Por Aklontes!, ¡¡Una quimela!!-, mientras dejaba caer un martillo al suelo, que se quedó flotando
en el aire frente a su rostro... seguidamente comenzó a orar a su dios pidiéndole fuerzas y el martillo a resplandecer con
una cegadora luz azul mientras levitaba. ¿Una Quimera?.
Por su parte, Ellyse (lamentando con sonoras maldiciones haberse manchado de barro su nueva túnica blanca y haber
perdido su caballo) también comenzó a conjurar moviendo las manos con una rapidez pasmosa mientras su voz parecía
un trabalenguas indescifrable.
WolfStone, que había rodado hasta colocarse tras una roca, lanzó su daga mágica con sorprendente puntería golpeando el pectoral de la quimera casi en la garganta, pero parece ser que la tupida melena de su testa leonina frenó el
impacto y apenas fue una herida leve. La daga volvió a su mano, por supuesto.
Brava, maza de combate en mano, se colocó delante del clérigo y la hechicera para protegerlos mientras gritaba a
la criatura groserías que nunca antes había oído (referentes a qué clase de criatura con la que había fornicado con su
madre) por atreverse con su montura. Terminó con un -...Y ahora atrévete con alguien de tu tamaño, ¡hijo de mil padres!.Por su parte Saul había sacado su espada y la había clavado en el suelo ante él, tras lo que estaba conjurando también
algo demasiado complicado para que yo pudiera entenderlo.
Parecían todos tan compenetrados, como si actuasen al unísono, como si compartiesen una meta en común... yo me
sentí muy inútil, fuera de lugar.
Me di cuenta de que los 3 caballos estaban asustados delante del grupo y que la quimera podría ir destrozándolos
uno a uno antes de que ninguno de mis amigos pudiera salvarles.
Mi cometido en el combate, según me había pedido antes Saul, era esconderme y quedarme así hasta el final, pero
no estaba dispuesto a dejar que los animales que había estado cuidando todo este tiempo muriesen en vano; Con lo
que, decidido, fui corriendo todo lo rápido que pude mientras les iba palmeando en los cuartos traseros para espantarlos
y dejar espacio libre para la lucha con el monstruo.
Eso en teoría era una buena idea, pero cuando los caballos huyeron internándose en el lozadal que era el principio
del pantano, me quedé en medio del “campo de batalla”.
Nada más volverme hacia atrás vi como la bestial deformidad se acercaba planeando hacia mí a ras del suelo con ojos
como de una sonrisa, pues ya no podría escapar de entre sus garras... había salvado a los caballos a mi costa.
Me fijé de cerca en los cuernos puntiagudos de la cabra, en los ansiosos colmillos del león y del dragón, en las inmensas garras del gran felino... si se acercaba solo unos metros más a mí sería historia, destrozado a bocados, cornadas
y garrazos...
Cerré los ojos temblando y escuché a Ellysse gritar -¡¡Drash Ghan!!-. Tras lo que siguieron unas vibraciones en el suelo,
como si se hubiera producido un pequeño terremoto, y un rugido dolorido del monstruo.
Al abrir los ojos me encontré que a 4 metros de mí se levantaba algo así como un bosquecillo de gigantescos pilares
de roca con puntas afiladas en su parte superior. Habían surgido de la tierra por orden de la hechicera y uno de ellos
había empalado una de las alas de dragón de la bestia, inmovilizándola sobre ella. De su ala goteaba una sangre negra
y viscosa. Tendría que arrancársela si quería salir de esa situación.
Solté la respiración contenida, pero mi alivio duró poco, ya que la cabeza del dragón quiso vengarse de mí y abrió
sus terribles fauces exhalando un cono de llamas que se acercó a mí como el trueno; supe que iba a morir calcinado sin
remedio como el pobre Lucero.
Entonces Saul gritó algo que no escuché entre el fragor de las potentes llamas y... no pasó nada (por supuesto había
vuelto a cerrar los ojos, ya que no es de mi gusto el ver como me muero).
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Al abrirlos vi que la cabeza del dragón todavía estaba escupiendo fuego sobre mí, pero ahora yo estaba rodeado
de unas llamas heladas que absorbían el calor del fuego del reptil. ¡El semielfo me había protegido con su conjuro!, y
también Ellysse me había salvado deteniendo a la quimera con su hechizo elemental de tierra.
El monstruo de tres cabezas, viendo la inutilidad de su ataque calorífico contra mi, se rasgó la membrana del ala (tan
ansioso estaba por salir de su empalamiento con el pilar de piedra y acabar conmigo) y se lanzó a por mí rugiendo como
la bestia que era, reclamando mi vida.
Entonces FiloNegro se clavó entre los ojos del macho cabrío y un martillo cegadoramente luminoso sostenido en el
aire por la gracia de Aklontes golpeó al León en el hocico haciéndole retroceder... Volvían a salvarme.
Por fin mis pies se dignaban a moverse. No quise permanecer más tiempo en medio de la batalla (menudas ideas las
mías) y salí a todo correr hacia la retaguardia de mis amigos dejándole a ellos la lucha en el camino.
Me interné en terreno cenagoso de fuera de la vieja calzada.
***
Cuando me alejé por lo menos 100 metros me di cuenta de que las monturas se habían detenido por aquí, y me
alegré de no estar sólo mientras escuchaba el estruendo de los rayos y los gritos de guerra de los combatientes.
Lo malo de esta situación es que me vi envuelto yo mismo en otra pelea: De repente un grupo de criaturas humanoides verdes salió detrás de una roca y se lanzaron encima de mí gritando como locos.
Por suerte, antes que intentar matarme (al no verme armas debieron pensar que era inofensivo) se fijaron en mi anillo y me tumbaron en el suelo, bien agarrado y comenzaron a desnudarme para quitarme todo lo de valor que tuviese.
Ahora podía verlos bien... ¡se trataba de goblins!. ¿Podían tener un pacto con la quimera para quedarse con las monturas y tesoros de los viajeros mientras esta se los zampaba y los distraía con su ataque?.
Eran 9. Tenía a dos de ellos agarrándome de cada pierna y a otros dos de cada brazo. El otro, el más feo estaba libre
para curiosear, se dedicaba a expoliar mis posesiones y ropas.
Eran tan horribles con sus narices inmensas y ganchudas, sus colmillos desproporcionados, sus pieles verdes y purulentas, sus amarillos ojos enfermizos, su constitución esmirriada, solo tan altos como hasta mi cintura y ataviados con sus
minúsculos taparrabos como única ropa... entendí porqué se decía que eran la vergüenza de las fuerzas del mal.
Cuando me encontré en calzones (ellos ya tenían mi daga, mi anillo, mi zurrón con componentes mágicos, mi mochila
y mi ¡libro de conjuros!...), el que estaba libre me miró con lujuria, me quitó la ropa interior, se bajó el taparrabos sacándose el verde y mugriento pene y dijo algo a sus compañeros.
Estos, los de las piernas, se acercaron a los que sostenían mis brazos abriéndome totalmente y dejando expuesto mi
ano, que pareció gustarle al jefe...
El medio monstruo emitió un chirrido (debía ser su risa) y aproximo su verde, feo, retorcido y asqueroso pene en
erección a mí con intención de penetrarme (ya había oído de lo salidos que estaban estos monstruos, que se tiraban
todo lo que se moviera y se multiplicaban como ratas).
La verdad es que no entendí mi reacción... en lugar de acojonarme, gritar pidiendo ayuda (aunque los demás no me
hubieran oído, inmersos como estaban en la batalla contra la quimera) o patalear, lo que hice fue... echarme a reír. Quizás
por desesperación o quizás porque con mis dilemas interiores estos problemas me parecían menores.
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-JAJAJAjajajajaja... ¿eso es una polla?, jajajajajajaja... ¡¡patético!!, ¿estás seguro de que eso es tu polla?, ¿no se trata
de un grano?-, y es que, después de ver los aparatos de los hermanos, esa cosita era para tomársela a risa. Le dije unas
cuantas chorradas más así de ocurrentes y sus compañeros verdes, al escucharme, se pusieron a reírse conmigo de su
jefe y de su minúsculo y vomitivo pene.
La criatura injuriada pareció herida en su orgullo y comenzó a gritarme en su idioma (supongo que si se había cabreado conmigo es que también podía entender también mi lengua), se metió de nuevo la verga en el taparrabos y cogió mi
daga levantándola sobre mí para clavármela en el corazón; ahí se me quitó la sonrisa de la cara.
Por suerte, los otros goblins seguían descojonándose de su amigo (si es que los goblins hacen amigos) y yo, tras
agarrar un puñado de arena del suelo en el que me mantenían tumbado, hice un movimiento brusco con el que me solté
desasiéndome de sus presas y conseguí levantarme (la risa les había robado la fuerza por unos instantes).
Por supuesto no me quedé a pelear (o a discutir) y, completamente desnudo, me largué corriendo por el asqueroso
lozadal que era esta parte del campo donde ellos vivían. El deshonrado cabecilla comenzó a chillarles para que me persiguieran.
Tenía la suerte de que, al ser tan bajitos y tener las piernas tan cortas, les iba sacando ventaja en la persecución que
empezamos (aunque me iba clavando piedrecillas y ramas en las suelas de mis poco acostumbrados pies desnudos).
De repente parecieron cansarse de perseguirme y comenzaron a lanzarme piedras con unas raídas hondas de piel
que sacaron de algún lado. Me dije que ojalá no estuviera en pelotas, mi túnica estaba todavía protegida por el conjuro
de Ellysse y me habría ayudado mucho ahora un poco de magia defensiva.
Aun sin la magia de mi túnica, todas las piedras pasaron cerca de mí pero sin darme; todas menos una que me golpeó
con fuerza en el hombro haciéndome caer de rodillas dolorido.
Ellos estallaron en vítores al verme caído y salieron corriendo hacia mí con unos oxidados cuchillos en sus manos.
Había llegado el momento de probar mi nuevo conjuro o morir... les lancé los aparentemente inofensivos granos de
arena que había recogido y estos comenzaron a brillar al tocarles.
-¡¡Por el polvo de las hadas y el aroma de las flores... os ordeno que os durmáis Khiztam Shaelum!!-.
El conjuro de Dormir hizo su efecto y los vi caer uno a uno al suelo roncando. Solo uno de ellos se libró del conjuro
(supuse que no le habría dado con ningún grano de arena al venir rezagado) y resultó tratarse del “jefe” que había intentado violarme antes.
Él sacó mi daga para atacarme y yo, contrariamente a mi naturaleza (normalmente habría huido), salté sobre él pegándole un enorme patadón en las pelotas que me dolió hasta a mí de imaginar su dolor.
El goblin se puso bizco y dejó caer el arma para agarrarse la entrepierna... parece que los machos de todas las especies tienen ese punto débil en común. Le registré a él y le cogí mi daga, mi libro y mi anillo.
No hubiera sabido que hacer entonces (no permanecerían dormidos para siempre y me sentía incapaz de matarlos
estando fuera de combate, sería un asesinato; si, incluso a unos goblins), pero por lo visto mis amigos habían vencido a
la quimera y ya se acercaban corriendo hacia aquí, pues me habían visto pelear.
Shwan Shan venía con las manos iluminadas en azul por el conjuro de curación que estaba lanzando sobre el hombro
de la enana, donde tenía un gran corte. Las ropas de Saul estaban quemadas (no así su cota de mallas de debajo) pero
ya debía haber sido sanado.
Ellos se ocuparon de rematar a esos bichejos y yo tuve que salir corriendo a vestirme después de ver las miradas que
Saul, Ethan y Ellysse echaban a mi desnuda entrepierna (que con toda la excitación se había puesto morcillona).
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En general todos me dieron la enhorabuena por mi intervención al salvar los caballos y dejar a los goblins fuera de
combate.
-Alguna vez tendrás que explicarnos qué estrategia de combate era esa de ir correteando en bolas por el campo
perseguido de un grupo de goblins salidos.- bromeó la enana, y todo el grupo se rió.
-Tengo... tengo que disculparme, amigos. Al tratar de apartar a los caballos de la pelea me vi envuelto en ella y tuvisteis que gastar vuestra magia y energías para salvarme... lo siento. Y muchas gracias...-No te pleocupes, Chlystian San. Has sido muy valiente. Glacias a Aklontes todo ha salido bien- me aseguró el joven
clérigo.
-Además...- prosiguió Saul pensativo -...hiciste muy bien de cebo tragándote todos sus ataques mientras íbamos
acabando con la quimera- y terminó con una sonrisa.
-¿¿De cebo??- pregunté yo con cara de cabréo, y de nuevo todos nos reímos... si bien no se me olvidaría: no volvería
a meterme así en una batalla. Un mago (incluso un mago escudero) ha de permanecer siempre en la retaguardia.
Recuperamos los caballos que nos quedaban y, gracias a la habilidad de rastreo de Ethan y a algún conjuro de localización de la hechicera, encontramos la guarida de la bestia.
Era una especie de cueva en la roca de no más de 30 metros de profundidad en cuyo interior había una sala más
grande.
Las antorchas del grupo señalaron una pequeña isla de unos 5 metros de diámetro en esa caverna que estaba anegada de las aguas del pantano, y encima de la isla, como si tuviera los instintos de un dragón, la criatura había acumulado
las pertenencias de valor de los viajeros que había asesinado.
Los héroes se repartieron el dinero entre ellos (aunque la enana estuvo maldiciendo hasta la saciedad porque, por
lo visto, el monstruo solo consideraba valiosa la plata y el bronce, mientras que nunca cogía nada de oro y no habían
monedas de ese material).
Las joyas que guardaba si que poseían más valor, y me regalaron un broche élfico de platino tallado en forma de hoja
de olmo con una gema verde incrustada en su centro. Luego, también me correspondió una varita de mago (aunque no
tenía ni idea de lo que hacía, al menos tenía tallada en ella la palabra de mando para activar sus funciones mágicas) y
finalmente unas cuantas monedas, parte de la recompensa de Caspia.
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Capítulo 12: Destinos inciertos
Bueno... aquí termina mi historia.
He llegado con ellos esta mañana temprano a la capital imperial y he decidido separarme por un tiempo del grupo
que me ha acogido para empezar. Necesito un tiempo a solas sin ellos para que no me duelan tanto esos sentimientos
por los dos hermanos; y también quiero dejar solo un tiempo a Ethan siguiendo el consejo de la enana por si su amor
hacia mí revive. Eso es en realidad lo único que me importa.
Saul me dijo hace un rato que me echaría mucho de menos, pero que esperaba que creciese mucho y muy rápido
mientras no estuviésemos juntos... me dijo que estaba seguro que en un par de años estaría preparado para todo. Además me explicó donde vivía mi primo con detalle.
Ellysse me regaló un pergamino con conjuros y me pidió que me cuidase.
Brava... increíblemente, lloró cuando le dije que me separaría de ellos un tiempo, y Shawn San me dijo que me había
hecho un hombre estos días pasados, que estaría encantado de volver a tenerme con ellos en el futuro.
Ethan no vino a despedirse de mí... y el resto de mis amigos no sabían donde estaba.
-Despídeme de él, Brava, por favor...- le pedí, ella asintió en medio de sollozos.
-Sois geniales... espero que sigáis luchando siempre por la justicia, por los más débiles y... por la Libertad de Caspiales dije cuando ya me alejaba.
Escuché a Saul proponer: -Eh... ese es un buen nombre: La Libertad de Caspia. ¿No os parece?...***
Todavía no he ido a casa de mi primo, no tengo ánimos para presentarme ante él. Voy a una posada cualquiera y
alquilo una habitación para poder estar sólo este día.
Por la tarde, cuando el sol ya se pone en el horizonte, decido por fin salir al fin a encontrarme de nuevo con el mundo.
Sé más o menos donde vive Nostromo.
Me pongo el anillo del abuelo; ya no me importa que me encuentren los bandidos, casi necesito que alguien acabe
conmigo. Deberían hacerlo, me lo merezco...
No voy directo, tengo tiempo y me voy a pasear por la ciudad. Ahora conozco conjuros que no dañan a la gente pero
que me permitirán defenderme en caso de pequeños problemas. Confío más en mis posibilidades y sé por donde andar
para no meterme en problemas.
Todo el día he estado totalmente deprimido, ahora la perspectiva de encontrar a Nostromo y olvidarme de Ethan un
tiempo ya no me parece tan factible como unas horas antes.
Me doy cuenta de que apenas he parado de llorar, y de que no lloro por mí o por Saul, sino por mi amado ladrón de
corazones. Lo daría todo por cambiar el pasado, lo daría todo por tenerle, la vida me parece un sin sentido, sin él.
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Mi corazón palpita muy rápido y cada poco tiempo pierdo la respiración y tengo que apoyarme en algo para no caer
mientras trato de contener las lágrimas... toda la culpa es mía, me odio tanto.
Oh, Dios mío, como le amo.
No puedo describir lo que siento porque hay cosas demasiado grandes para plasmarlas con palabras. Quiero morirme sin él... pero soy demasiado cobarde para matarme.
¿Viviré siempre en la tristeza?, ¿puede haber amor después de Ethan?, ¿acaso algún día conseguirá él perdonarme y
recordar lo que sintió por mí?.
Son preguntas sin respuesta en ese momento, pero no me parece probable volver a ser feliz. Ese adolescente de pelo
azabache ha cambiado mi vida, mis sentimientos y mi alma, ya nada será lo mismo nunca.
Recuerdo cómo pedí que le ocurriese algo malo a Ellysse y cómo le ocurrió; quizás mi Dios, el Padre de los dioses me
ayude de nuevo y sin pensarlo, como un crío, deseo en voz baja poder hacer realidad mis sueños con el amor de mi vida,
con la razón de mi existencia; pero al abrir los ojos él no aparece ante mí con los brazos abiertos, no hay magia capaz
de curar un corazón roto...
No puedo simplemente olvidarle, no puedo seguir adelante sin despedirme siquiera de él... y con la secreta esperanza de que un milagro me haga encontrármelo, me dirijo hacia el barrio de los netwins (tras pedir indicaciones) ya
que recuerdo que su abuela está viviendo por aquí escondida. El guardia al que se las he pedido se ha quedado muy
sorprendido de ver mi expresión de angustia, y me pregunta si estoy bien, no le respondo y me voy.
El barrio es un lugar parecido a un tranquilo parque lleno de colinas, césped, casitas con forma de seta y una laguna;
y los pequeños y afables seres parecidos a niños caminan alegremente de un lugar a otro.
Intento vislumbrar alguna forma cerca del lago a través de mi pena, pero no está, él no está... es una noche con luna
nueva, luna negra... no hay esperanza.
Finalmente, con el ánimo roto me dirijo hacia casa de mi primo, con la mochila arrastrando por el suelo, sin disimular
mis lágrimas y la gente me mira con curiosidad y lástima. No es para menos, claro, un rubio adolescente, llorando y vulnerable por la calle puede suscitar muchos sentimientos en algunos transeúntes, y no todos bienintencionados.
Menos mal que el camino me lleva por las calles principales con gran cantidad de guardias; no sé que hubiera sido
de mí si hubiera tenido que cruzar los barrios bajos en mi estado de ánimo.
Allí está, la torre de Nostromo...
Me sorprendo de que no viva en una casa normal. No es una torre de mago legendario en sí misma, es una torrecilla de 3 pisos, no muy amplia pero lo suficiente como para demostrar su buena situación económica y sus habilidades
arcanas.
La calle está desierta, pues es muy tarde ya, y apenas la luz de una de las ventanas del primer piso de la torre iluminan
(o más bien dejan en penumbras) la calle señalando la presencia de mi primo en su interior.
La fría brisa me pone la piel de gallina y sé que es porque tengo todos los sentimientos a flor de piel. La luz de la
ventana se refleja en mi anillo provocando destellos...
Me acerco lentamente hasta la puerta y toco con enérgicos golpes... o eso hubiera pretendido, porque antes de eso
me derrumbo de rodillas en el portal.
Ya no lloro, todo ha acabado. Mi mente queda en blanco y solo sé que lo he perdido todo. Mi corazón se vuelve de
cristal, y el sonido de los gritos agónicos de mi amor en su interior lo van a romper, lo sé.
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Aprendiz
Me levanto del suelo centímetro a centímetro, sin expresión alguna y decido seguir adelante, sobrevivir como sea a
esto, sólo, siempre sólo... espero que la resignación me ayude, porque aún me queda mucha vida por delante. Demasiada vida para mí solo...
Y entonces, cuando ya me he rendido, unas manos me cogen suavemente de la cintura... unas manos algo frías, ásperas y fuertes. Me quedo muy quieto y de nuevo las lagrimas manan como un arroyo al percibir un olor familiar tras de mí.
Su voz resuena en mis oídos mientras su cálido aliento acaricia mi cuello: -Alguien... alguien muy sabio me ha dicho
que el amor no dura unos días, que el amor verdadero es eterno, y estoy de acuerdo con ella.- Es la voz de mi amado
tras de mí.
Me doy muy despacio la vuelta y le miro a los ojos con los labios temblando. Es la personificación de la belleza, una
belleza inocente que ningún mal ha conseguido romper del todo. El amor más puro brilla en sus ojos verdes junto a una
pena incontenible.
-No me importa si solo es sexo, no me importa si no me amas... bueno, si me importa...- dice mientras su propia pena
moja sus mejillas -... pero no puedo vivir sin ti. No puedo...- y la voz se le quiebra.
Le abrazo con tanta fuerza que no sé como no le rompo las costillas, mientras interiormente doy las gracias a Brava
por haber hablado con Ethan. Me quedo temblando entre sus brazos y le doy el beso más apasionado y lleno de amor
que jamás he dado o daré.
-Eres lo mejor de mi vida, ¡hips!, mi ladrón de corazones...- comienzo a decir entrecortadamente maldiciendo el hipo
que le quita seriedad a mis palabras -...perdóname por estar tan ciego. Siempre te amé y... ¡hips!, tú eres el único que
posee la llave de mi corazón.
Los dos respiramos casi jadeando. Él parece confundido.
-Entonces...-.
-Así es... te quise desde que te vi por vez primera, sonriéndome. ¡hips!. Te amo. Creí... creí que no volvería a verte.- le
explico tratando de aclarar la visión de mi ojos a través de las lágrimas de mi felicidad. -He sido un crío novato en esto
del amor. Déjame aprender de ti...
Me coge de la melenita rubia de mi nuca, apoya su frente en la mía, mirándome a los ojos, y me susurra.
-Ya te lo prometí una vez. Jamás te dejaré. Jamás. Tú eres mi vida.
Le agarro fuertemente del brazo y tiro de él alejándonos de allí, con lo que él me mira con curiosidad.
Le explico
-He alquilado una habitación en una posada, ¡hips!, aunque no pensaba utilizarla más esta noche...-. No me importa
que la gente nos vea, voy todo el rato abrazado a él.
-¿Se te ocurre... ¡hips!, alguna forma de ...¡hips!, quitarme el hipo?- pregunto con una mirada picarona mientras le
acaricio la espalda, y el brillo de sus ojos me indica que conoce más de una, y que todas me van a gustar...
Por fin, en la posada, nos unimos por primera vez en uno, llenos de amor, de pasión y de esperanza.
***
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Aprendiz
He aprendido muchas cosas de todas estas vivencias, podría escribir una disertación sobre el amor, el sexo y los sentimientos, pero creo que ya os habré aburrido con tantas tonterías... simplemente necesitaba escribirlo en algún sitio,
como un diario de lo que me ha ocurrido y mis comienzos.
Si a alguien le interesa preguntarme algo o darme su opinión sobre esta, mi historia, estaré en la torre de magia de
mi primo Nostromo pendiente de la bola de cristal conectada a internet; mi mail arcano es [email protected] . Ahora vivo
allí con mi chico y mi primo.
FIN...
Si quieres leer más aventuras sobre Cristian y Ethan Wolfstone,
puedes continuar leyendo “Ladronzuelo”, de próxima aparición en la página de ibrael.
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