El Cliente, nuestra razón de ser…: pero… ¿Y nuestra ACTITUD? ¿Quién está completamente satisfecho con el trato que le dispensan a diario en comercios, sucursales, cafeterías, y un largo etcétera de lugares a los que nos dirigimos para realizar nuestras compras o a demandar un servicio?. Por la forma en la que en ocasiones se dirigen a nosotros dependientes y empleados de distintos establecimientos, ¿no tenemos la sensación de que parece que nos están haciendo un favor, en lugar de proporcionarnos algo, por lo que vamos a pagar (y, seguramente, no poco)?. Probablemente más de uno se identifica con esta situación y hasta puede ocurrir – por lo habitual del asunto- que lo asuma como algo “normal” y aprenda a convivir con ello. A menudo las organizaciones se olvidan de lo más importante y de su verdadera razón de ser: el cliente. El producto más perfecto, sofisticado e innovador, mejor comunicado y lanzado al mercado, fracasará en el intento de tener éxito si no hay un cliente que lo compre. Si comparten con nosotros la afirmación anterior, quizá se planteen también la misma duda: si el cliente es nuestro objeto más preciado y el que da sentido a la actividad empresarial, ¿por qué le descuidamos?. Varias son las razones que podríamos aducir, “excesivo volumen de trabajo, falta de tiempo para dedicarle, desmotivación, miedo a salir de nuestra zona de confort, desconocimiento del producto o servicio que ofrecemos…”. No cabe duda de que no siempre se trata de excusas sino que, en ocasiones, estos motivos son hechos objetivos. Ante este panorama general, ¿qué hacemos?. La respuesta de las empresas será distinta, en función de sus estrategias y prioridades. Desde luego, en MAPFRE no tenemos duda: la respuesta se encuentra en nosotros mismos, en los principios y valores que inspiran la actuación de nuestra compañía y de todas las personas que la componen, en una clara actitud de servicio al cliente. Y es que la orientación al cliente debe convertirse en una ACTITUD, con mayúsculas, que se perciba en todos los rincones de la organización, que se respire en cada área, en cada departamento, en cada grupo de trabajo. Debe ser del dominio de todos los empleados de MAPFRE y no sólo de aquellos que trabajan directamente con el cliente. Sólo así seremos capaces de trasmitir desde toda la organización el valor y potencial que llevamos dentro, el valor de una gran empresa formada por grandes personas y profesionales. Y como la actitud se puede modelar y trabajar…, pondremos en este caso, como en tantos otros, la formación al servicio de la organización, al servicio de nuestros clientes, vosotros, para que el Cliente (interno o externo) siempre tenga la sensación de ser nuestra joya más preciada. Al final, todos ganamos. Centro de Formación Primavera 2010