la colooitacióo agr^cola eo !a rona occidenta! de) Protoctorado espa^o! co Marruecos, DIRECCIÓN GENERAI, DE AGRICULTURA Y MON1'ES SERViC10 DE PUBLICACIONES AQRiCOLA5 LA COLONIZACION AGRICOLA EN LA IONA UCCIU9NTA^ ^8l PROTBCTONpUO CSPABO^ EN mARRU 8C05 f08 RAFAEL FONT DE MORA Ini{eniero-Director de la Estación Arrocera de Sueca (Valencia). ^^.^^33^ 1,^2 .. :^^J,^I : G„ ^é^^^^^"^^ MADR(D-MINISTERIO DE FOMENTO MADRID.-Imprenta y encuadernación de Julio Cosano, Torija, 5. Teléfono 10300. ^ Ga colonízacibn agr(cota de ta zona occídenfa[ det Profectorado españo[ en Marruecos, por RAFAEL F01^T DE l^tORA, Ingeniero-Director de la Estación :^rrocera de Sueca (Valencia). Comisionado por el Ministerio de Fomento, a petición de la Dirección general de Marruecos y Colonias, para estudiar los cultivos adecuados a la zona del Protectorado español en Ttarruecos, hubimos de limitar nuestro estudio a la zona occidental, comprendiendo en ella la de Tetuán, por haber tenido que suspender la misión por obligaciones del cargo en España. Características agrícolas de nuestra zona de Protectorado. Quien recorra la zona española de Protectorado se creerá en una de las provincias del sur de nuestra Península; la misma flora espontánea de lentisco, palmito, pita, acebuche, olivarda, altramuz silvestre, tarays, etc. No ha variado el paisaje de vegetación que caracteriza Andalucía y Levante. Las buenas tierras para el cultivo de cereales son explotadas con el esfuerzo mínimo, salvando los grupos de palmitos, que quedan como muestra de la norma seguida por el labrador indígena, de acuerdo en esto con nuestros ultracivilizados, que preconizan el máximo placer con el mínimo esfuerzo. Pensamos, viendo muc.hos de estos buenos terrenos, en la vergtienza que cualquíer agricultor de Valencia sentiría ante una de estas pr ^ebas de falta de ánimo y de amor a la tierr^, porque estos detalles son los quc prueban hasta el límite que al ^anza ^1`.áfecto al suelo, y que sdlo hernos visto llegar a.increí^le , s_acrificio en el antiguo reino de Valencia. ` : La variedad de suelos, .la existenci^ de zonás aprovechables; más o menos extensas, entremezcladas con otr.ás esteparias, es Ia característica dc nuestra,zona d^ Prót^ ^toradq. Por ello,,yerran quienes af^rman que es estér;l.pará,^l.çúltivo,^y se eq ^'ivoy can ]os yue crcen quc ho^lremos lograr en la explotación de la riqueza agrícola de nuestrc^ 1'rotector^ido compensación sobrada a los sacríficios yue co^tb adyuirirla. Existen zanas de fecundidad admirable, yue exigirían minucioso estuaio dc las más fértiles de nucstro país para encontrar similar; tales son las ve^;^as del Lucus en _1lcazarquicir y pequeñas porciones de Lazaçhe y Arcíla, pero existen zonas esteparias que para ser puestas en explotación agrícola requerirán grandes sacrificios, tos ^is^nos que son necesarios para poner en cultivo extensas zonas en toda Andalucía: en la vega del Guadalquivir, en Jerez, íllmería, etc Que es posible la empresa es fácilmente comprobable sin más que realizar un víaje por el Levante espafioi. Podrá verse cómo los terrenos pantanosos de la ^klattfera de Valencia han sido conquistados por los labriegos que, barca a barca, han transportado los tepes para defender los campo^ y 1^ tierra necesaria para levantarlos; que los han dotado de it^stakaciones para el desagile y riego, y de este modo han logrado Feducir la superficie del lago desde 13.962 I^a. a 2.896 (deslindes de los años 1861 y 1912, respectivamente), y esto se ha hecho luchando con las dificultades que en todo momento se han puesto a la obra, teniendo que realizar ocultamente esta titánica labor; gracias a ella ha mejorado de modo increíble el estado sanitario de los pueblos ribereños, y tados ellos han alcanzado ur^a rique7a que no pudo soñarse. Son muchos los suelos de nuestro Protectorado que sólo pueden redimzrse por el frutal; pero la falta de afecto del indígena a1 árbol, el desconocimiento de las nociones fundamentales de ^oda, injerto y operaciones de cultivo hacen imposible que esta obra de colonización pueda lograrse con él. Añádase 1os neeesarios años en espera de producto, que requieren un concept© de prevxsión desconocido por el habitante del país. ^,a característica del indígena de la zona de nuestro Prvtectorado es la de so^riedad y la falta de iniciativa. Cixltiva las tiorras fáciles porqu@ las v'r6 explotar; las siembra d^e 1•oss cereales en el país estimados, trigo, cebada, sorgo, maíz, alpiste, mijo; ^ las l.eguminosas, garbanzos y habas; pero jamás por su i^i;¢iativa íntroducírá una planta en el cuitivo ni intentará 1a adopción de cultivos con fin de ex^ortacibn, ya que no tier^e facul^tades para el comercio, y reqniere d•e la colaboracibn del isrseli^st para las escasas transacciones cornerciales q^ real•iza. Pudimos apreriar la aociliílad del marroduí, su fortaleza, consecuencia ^le una enérgica selección natural, su^ ex^^elentes condiciones de brzcero. Si se le enseña cómo ha de realizar un trabajo, y necesita de el para su vida, lo efectúa, ^in yuejarse de la fatiga, con una buena voluntad que no se alcanza del obrero europeo; es, pues, una mano de obra excelente. Sus escasas necesidades, por considerarlas cubiertas con las habituales del aduar, hacen que el jornal sea módico, de 3,50 a-1 pesetas por jornada de doce horas, y este precio es todavía menor en la zona. del Protectorado francés, en donde por 10 francos diarios no es difícil lograr buenos obreros. A la sombra de esta situación social están naciendo industrias en Rabat y Casablanca, la mayor parte de españales, algunos de los cuales modifican la ortografía de su nombre, afrancesándolo, que aprovechan la baratura de la mano de obra indígena y la jornada de diez horas de 1c^ europeos que se han avecindado en aquellas poblaciones. Las características de nuestra zona de Protectorado occideatal han sido estudiadas de modo aclmirable por los Ingenieros Agrónomos D. .\ngel de Torrejón, D. Paulino ílrias y D. Angel ^^rrúe. De cuantos trabajos henaos consultado en busca de orientaciones y de contraste con las n^testras, la publicación de los mencionados señoares: «La colonización agrícola de la zona de Protectorado de España en 141arruecos», es la que con mayares detalles y acierto fija orientaciones agronómicas de colonización. La e^cistencia de tan meritorio trabajo limita el nuestro a la`5 personales apreeiaciones en puntos complernentarios y al estudio de la posibilidad e importancia que puede y debe darse a los nuevos cultivos, ya que es evidente que en el perfeccionamiento de los cultivos actu^ales en nuestra zona no puede basarse el fijar población española, pues los terrenos de fácil explotación están en su casi totalidad en manos d^e indígenas, tan apegados a la tie'rra como pued,e estarlo el labriego de zonas pobres de nuestra Patria. Bl sutlo. El suelo de^ norte de Africa es prolongación del de España; se encuentrart los mismos estratos cristalinos. Los bancos jurásicos de Algeciras reaparecen en Yebel l^usa. El n^ismo mosaico de formacianes que en nuestra Península caracteriza la zona occidental de nuestro Protectorado. Dominan el eoceno y oli- -a ^ocenr^, existen manrhas cretáceas de all;una e^tensión y bancos jur:ísir^s Par,ilel^s a l^e rosta dcl 1leclitarr.íneo, narien^ln en Ycbel 11usa. }^^ácil es c^mpren^ler lu ^li^-er^a coml^osici^5n de los suelos que estu^liamos. "I-ocl^^s cllos tíenen ^imilar en el sur ^ic nuestra Península y en Lc^^ant^. Las tierras rojizas, ^lc«omina^fa5 por los in^lí^cn.3s «hamri», margas cretá^:eas mezrladas con arenas, son tambión frecuentes en Le^•ante, y muy estimadas en ^'alencia y Castcllón, cuando se lol;ran al;uas, para huertos de frutalcs. Los tcrrenos conocidos con los nombres de «sahel» y«remel» ^tienensimitar en extensiones importantísimasdenucstra nación, y son apro^-echados con diversos cultivos, yue comprenden desde los de huerta, en lul;ares próximos al mar con alumbramientos de agua fáciles, hasta la esplotación forestal a base del pino. Los suelos silícen-calizos pedregosos, conocidos con el nombre de «harroucha», son los mismos que en Valencia y Castellón son dedicados en los lugares frescos al viñedo; en los secos, al cultivo de] algarrobo. Los «dahs» y^thirs» son aprovechables para todos los cultivos de huerta. Yor desgracia, la zona de estos últimos suelos, tan frecuentes cn todo el Fahhz de Tánger, no es extensa en nuestro Yrotectorado; no es e1 «thirs» el suelo más fértil, pero su composición físicoquímica le hace adaptable a todos los cultivos. Las coloraciones negruzcas, características de estos últimos suelos, deben atribuirse a su riqueza en metales, hierro y manganeso, y no a la materia orgánica, de la que no son las tierras mejor dotadas. La diversa característica de los suelos mencionados se pone claramente de manifiesto por el resultado de los análisis realizados por D. Paulino l^rias. Un análisis de un campo situado entre Larache y Alcazarquivir, a 8 Ikm. de aquella población, siguiendo la carretera que une los poblados citados, da la siguiente composíción: ^ Arena gruesa... ... ............... Arcilia agrfcola ........................ Caiiza... .............................. M^.ter"^a orgánica ............ ........ Total... :.. .... 909,45 por1.000 80,75 4,60 5,20 1.000,00 - -5Nitrbgeno total . . . . . . . . ... . . . .. . . . . . . Acido fosfórico total .. ...... .......... . Potasa total ........................... 0,19fi por 1.000 U,^^3 0,7a El análisis de una tierra negra de Alcazarquivir, muestra tomada en el camino de Yumáa El Tolba, da el siguiente resultado: Arena gruesa....... ................... Arcilla agrícola ........................ Caliza ................................. M ateria orgánica ....................... Total ................ Nitrbg^eno total . ... .. . . .. . . . . ... . . . ... Acidofosfóricototal ................... Potasa total ................ ........... :^4,90 por1.000 677,35 33.33 4,40 - 1.000,00 1,24 por 1.000 1,^32 3,79 - Los análisis de los terrenos del valle del Lucus acusan, según muestra tomada en la finca del Adir: Arena gruesa .......................... Arcilla agrícola ....................... Caliza .......................... ...... Materia orgánica ....................... 7'otal ................ Nitrbgeno total . . . . . . .. .. . . . . . . . . . . . . . Acido fosfórico total ... . . .. . . .. . . . . . . . 8,35 por1.000 789,07 156,57 46,01 - 1.000,00 2,02 por 1.000 1,E30 Las cantidades de potasa de las tierras negras del valle deI Lucus alcanzan hasta el 6 por 1.000 y pasa del 4,5 por 1.00Q la riqueza en ácido fosfórico de muchas de ellas. .. Si comparamos los análisis con el de suelos como los de la. partida de Vilella, en la provincia de Valencia, de renombre por la calidad de naranja obtenida en ellos, que es: Arena silícea . . . .. . . . . . .. . . . . . . . . . .. . . . Ide m gruesa calcárea .... .............. Arcilla ................................ Carbonato de cal ...................... Humus ................................ Total ................ Nitrógeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Acido fosfórico total .................... Potasa ................................. 6^15,20 por 1.000 76,50 125,10 118,60 4,60 1.000,00 0,08 por 1.000 0,15 0,62 - 6 - (Ln lo; suelos arcillosos ^le las provincias de Valencia y l'a^tcll^ín es frecuente una riyueza en potasa de hasta el ^1,:><) p^^r 1.INN); en .íci^lo fosfórico, ^Ic 1,;^O, y ac nitrGgeno, hasta 1,i5 por l.ouu.j Lornparando el anterior análisis con cl de los suelos pobres dominantes en la z^>na occicíental de nuestro Protectorado, fácil es ^•er yue reunen ístos mejores condiciones para la ^^ida del arbolado, y tí^n^,rase presentc yue las tierras de la partida de ^'i lella tienen un ti-alor en ^^enta en relación con la variedacl de naranjos en ellas plantados, pero yue oscila de 30.1100 a 48.0(>n pesetas 17or hectárea. En terrenos ^ie hasta 900 por 1.IKJ(1 de sílice y a una altitud ^fe LU(x1 metros culti^^am<^s ^^iñedo en la provincia de Teruel }- se obtienen caldos yue por su >>vuq^r^t son escelentes ti^inos de pasto. :tio clehc ol^•iaarse yue, en la actualiaaa, la riqueza en eiementos químicos ^e un suelo, y hasta su misma composición física, han pasado a lugar secundariu en relación con los factores primordiales ^le la producción, yue son agua y calor, cuya suma deline el producto yue de la tierra puede lo^ grarse. No negamos la acción favorable yue un suelo de condiciones apropiadas ejerce sobre la planta, pero sl afirmamos que la riqueza natural es fácilmente sustituída por los abonos químicos, cada día más económicos, y las condiciones de habitabilidad son modificadas por una acertada t(cnica, tal como la de los abonos en verde, el estercolado, hormigueros, etc., siendo lo fundamental el acierto en la eleccián de las plantas y el lograr los medios de poder llegar a su cultivo intensivo, que debe permitir las operaciones necesarias, dejando al agricultor el beneficio compensador al esfuerzo que realiza. Clima. Es primordial en toda empresa agrícola y obra de colonización cl elegir con acierto las plantas que han de constituir la rotación de cosechas, sin lo que el fracaso es seguro. Es necesario dar lugar preferente al estudio de las características del clima. Por algo cl Conde de Gasparín, sobreponiéndose al sentir general de su época, que concedía un lugar predominante al estuclio del suelo, lo consideró secundario }- muy inferior a] del clima, y dijo: ^la misma tierra que no es apta más que para producir maderas en 5uecia produce cereales en el norte de Fran- -^ci^a, ^^iña^ cn el medio^lia }^ oli^-c^s y naranjo^ ^n la^ ^_ci^t^i^ ^lcl 1lcditcrráneo -^. EI clima ^lc la ^ona c^cci^lental ^ie nuestro I'rntertoraa^^ cs tcmplaclo y marítimo, sufricndo la ^lisminuriún ^lc temperatura pro^lucida p+^r la cc^rricnte marina ^le agua fría quc toca su costa y la origina^la hor los fuertes relente5 nocturnús ^le prima^•era ^^^erano. Si romparamos el climn ^le e;ta reg^ión rc^n cl ^lel l.e ^-antc e^pañol, ^°erern^^s que no es tan gran^le la diferencia a^^mo ;;cneralmente se ha^^c con,tar. ^1un cuanclr^ lcs tlatos c3c tempt•ratur^ts ^le yue hue^le ^li,hnnersc se encucntran clispersos, son en número ,uliciente para po^ler entablar comparacic', ^^ ^^ f^,rmar eon^epto. Au ^^i^mpren^lemos ^^ómo pucac c<,n^i^lerarsc por al^unos romu prohibiti^-as para el cultí^^o las tempcraturas m<íxímas cle nuestra zona africana. Los 3,5° termométricos, m^ixima de Táng^er, los ;,5,-3 cle Tetuán y los -tl de Larache son muy eomparables a las altas temperaturas de ^1lmería, ^Zlicante, Castellón y Valencia; en estas provincias es frecuente la máxima media de 33° en el mes de agosto y la media de 2-4,^ en dicho mes. La oscilación termométrica alcanza el valor medío de 11°, en tanto que en Castellón y Valencia es de ld° en los meses de verano y 18 en invierno. La humedad relativa del Protectorado es muy superior a la de la costa oriental española, dato muy importante, por la acciún de esta humedad en verano, que origina rocíos intensísimos, que ponen a disposición de las plantas una cantidad de agua equivslente a un pequeño riego diario, y en invierno regula la temperatura por la capacidad calorífica del a^ua contenida en la atmósfera. Es muy superior la humedad relativa de ^1^arruecos a la del Levante español; ello explica la vida en los suelos arenosos de Arcila y Larache de numerosísirnos heleehos. Los datos cíe cantidad de lluvia caída asi^nan de 700 a^00 milímetros, lo que equipara esta zona con las del sur de España de la costa del Atlántico, cifra muy superior a la de la lluvia en las provincias de Levante, en las que la lluvia media es de 3.^0 milímetros, y algo inferior a esta cantidad la de Valencia, disminuyendo aún en algunos puntos del interior. Por los datos expuestos se puede formar claro juicio de la posibilidad de cosechas anuales de cereales de invierno, sin más -8que le^^antar presto los rastrojos y mantener mullido el suelo, para a{^rovechar las Ilu^-ias de prinripio ^le otoño. ^'éasc, pues, la^ ventajas, en cuanto a ilu^^ia, de esta zona con relacifin a nuestra 1'enínsula. EI harherho deberá ser aplicado en las zonas de menor ]lu^^ia, o de pcor ^listribuci^Sn, para tener la #,rarantía de una buena cosecha ^le cereales de invierno. Plantas de posible cultivo. Regadío. El problema de la eolonizaci^Sn de nuestra zona de Protectorado lo es de implantación de cultivos de regadío. Por él podrán aprovecharse al máximo las condiciones de clima y adoptarse cultivos ho}^ desconocidos, o mal explotados, que pueden servir de base de exportación, fundamento ^fe toda agricultura industrializada. h3ien saben los franceses cl valor del regadío en las zonas argelinas; merced a los obreros españoles, a^;ricultores de la iVlarina (Alicante), han podido poner en cultivo grandes extensiones y apreciar lo que el agua vale en los climas cálidos; puede afirmarse que los alumbramientos de aguas de los franceses en Constantina les acercaron más a los moros que todos sus triunfos militares. Tada la costa de la zona occidental es rica en aguas, pues las arenas se encuentran superpuestas a terrenos arcillosos; esto garantiza la posibilidad de crear el pequeño regadío, base del colono, ya que le permite el cultivo de hortalizas necesarias a su alimentación y de los forrajes necesarios al ganado de labor, permitiéndole dedicar otras porciones a cultivos de regadío y secano. En las épocas de paró forzoso, encuentra el colono empleo en la roturación de secanos, y plantaciones de viñas, algarrobos y olivos irán naciendo sin que el agricultor sienta el esfuerzo que realiza. De igual manera, ]os días yue siguen a lluvias, que imposibilitan el trabajo en zonas bajas, puede dedicarlos a la labor en laderas y montes, en los que, paso a paso, irán creándose bancales de frutales que han de ser la consecuencia de la colonización y no su base. El desconocer lo antes expuesto ha sido causa del fracaso de la colonización en no pocas regiones de nuestro país. La coloni$ación de secano alcanza por -estas razones resultados sorpren- dentes en la mediana y pequeña propiedad, fracasando en la gran propiedad. ^ En nuestra opinión, el auxilio para la creación del regadío debería supeditarse a la puesta en cultivo de extensiones de secano (olivar, viñedo, all;arrobos, almendros, etr.), o a la plantación de especies arbóreas (chopos, eucaliptus, pinos, etc.). No es empresa difícil la creacign del regadío en la ^ona litoral de nuestro Protectorado occidental; los pozos del vivero forestal de Tetuán y los numerosos de Arcila y i,arache, algunos de ellos abandonados, prueban la facilidad con que se encuentra el agua a profundidades que oscilan de ó a 20 m. En ]a zona francesa son frecuentes los por.os en los alrededores de Fienítra, Rabat, etc.; comprobamos dos de ellos, cuya profundidad es de 23 metros. Existiendo aguas en la zona costera, la preparación de los terrenos, una vez lograda, estriba en construir en la zona a que no llel,ran las aguas del mar un dique de arena junto al límite máximo de las mareas, plantándolo de barrilleras, para fijar la duna e impedir la invasión por las arenas y el mar de la zona cultivada; junto al dique y frente al mar se plantan tarays y tuyas, que se riegan, con lo que adquieren rápido desarrollo; se procede a la nivelación del campo, se trazan los canales de riego y se da comienzo al cultivo, aportando las mayores cantidades posibles de estiércol. Yronto se crea una capa de tierra vegetal. . En terrenos de arena ganados al mar está implantado e1 cultivo de huerta de los Marenys de Sueca y Cullera, los huertos de mandarinos de Cullera, de renombre mundial, las huertas de Alboraya y Foyos, etc. El aprovechamiento de las aguas de los ríos Martín, Lucus y, en Io posible, de los Haxef (de las Tembladeras) y Mharhar; ha de permitir la creación de numerosas huertas por alumbramientos de aguas. La regla general para la instalación estribá en buscar en lugar aproximado al curso de agua un punto relativamente elevado, a fin de que, al construir el edificio para la instalación de riego, no se inunde por las avenidas, frecuentes en estos cursos de agua; se abre un pozo hasta nivel a:ga inferior al del lecho del río, y desde él una galería perpendicular al curso de agua, cuyas dimensiones deben ser las suficientes pará permitir la limpieza. El fondo de la galería tiene inclinación al interior, con objeto de que en lo posible no sedimenten las aguas y disminuir ]os ga,tos de limpia. En la entrada de la galería se ajusta una compuerta, que pennita el cierre cuando no funcione el motor, maneján^lola por me^lio de un torno. En el pozo se instala un motor de aceite pesado yuc accione una bomba centrífu^;^a, y-a quc en estos pozos, al ser el nivel rclativamente constante, son esta clase de bomhas las más adecuadas y económicas. Hemos realizado numerosas instalaciones de este tipo, y puede darse como regla gcneral yue la instalación de motor y bomba para elevar a una altura medía cie 10 metros un caudal de agua de '..'.lxxl litros por minuto, con lo que puede atenderse a 25 hectáreas de huerta en terre:^os sueltos o a 30 hectáreas de naranjal o frutales, es de unas d.00U pesetas. :1 estos f;^astos hay que sumar los de perforación y construccibn del túnel. La puesta en cultivo ele regadio dc los terrenos colindantes con ríos en los yue es frecuente el desbordamiento requiere la construcción de obras cle defensa y desagiie, cuyo plan general es el siguiente: Se comienza construyendo un canal perpendicular al río y con pronunciada pendiente hacia él, defendido de las aguas procedentes de terrenos superiores por un malecón, para cuya construcción se utilizan las tierras procedentes de la eacavación. El canal queda cerrado en ía frontera del río por un muro de mampostería, sobre el que se instala una rueda Sagevien, cuya finalidad es desaguar la fosa cuando sea preciso; en idéntica forma, por el linde inferior de la finca se traza una fosa igual, también perpendicular al río, y cuyo hn es el de recibir las aguas sobrantes de riego y las de desagiie, Para la debída circulación de las aguas se establecerá muy profunda la fosa colectora, con relacián a los terrenos de cultivo, forzando la pendiente, pues, como se ha indicado, el desagiie se establece foraado por medio de rued.as elevadoras movidas por motores. Claro es que en los lugares en que las aguas de riego estén inHuídas por las mareas, se regaxá durante el tiempo en que las aguas sean dulces, o en tanto que la cantidad de agua salada no pueda comprometer las cosechas que se rieguen. Es mucho más vea^t^joso montar instalaciones de la fuerza necesaria para la elevación de un caudal suficiente a un riego dc boquera que la construcción de balsas; debe tenerse presente que un caudal de más de 1.000 litros por minuto permite el riego dírecto, y que -- 11 en los suelos arenosos es de aconsejar el empieo de caudales de agua de '^.(XH) litros por minuto, como mínimo, modo de que cunda el agua; de e,te modo es posihle regar con este caudal 1.:^(xl metros cuadrados por hora. F:n los suelo^ arcilloso^ cunde m^ís ei agua. Zonas pantanosas, En el estudio de estas zonas hay que distin#,ruir dos rasos distintos, y son: que el carácter pantanoso sea debido a la existencia de manantiales; que tenga por origen las inundaciones por el aumento de caudal de los cursos de aguas y dificultad del desagtie. En el primer caso, la solución ha de encontrarse abriendo una conducción de desagtie a terrenos inferiores, quc podrán gozar las ventajas del riego. El aprovechamiento por el cultivo de terrenos sometidos a desbordamientos de cursos de agua requiere el estudio de la zona inundable, para comenzar, desde su parte superior, la construcción de diques laterales a una distarcia prudencial del cauce y a la apertura de canales paralelos a los diques cortados transversalmente por fosas de recepción de desague que viertan Ias aguas al río por medio de ruedas elevadoras. La instalación de explotaciones sucesivas llevará los canales hasta el mar, pudiendo quedar establecido el desagiie independiente del río, obra que ha de relizarse lentamente cuando la coloni2ación haya llegado a^tal grado de perfección, que permita establecer Sindicatos de riego encargados del enlace de todas estas obras de riego y desagtie. El aprovechamiento de extensiones considerables de marismas de los ríos Martín, Lucus, y las de menor importancia de los Negro, 5mir y Lila, requiere el establecimiento de canales que tomen el agua del río, para lo que se requieren pequeñas obras de detención de su curso. Todas las entradas de riego deberán disponer de compuertas de cierre, sin lo que penetrarían las aguas del mar, matando la vegetación. Los suelos arcillosos de la desembocadura del Lucus y Martín son muy adecuados al cultivo del arroz, pero su establecimiento requiere elevados gastos, por los necesarios canales de riego y desagtie y de maquínaria conforme al plan ligeramente erpuest^^. Lacaclas las ticrras por el cultivo ^1e arrc^z, po^lría establecerse, en ]as más cleva^la^, cultivn hortí^ola y las inferíores se^,^uir explotadas de arro-r.al. Cultivos hortícolas. En l05 rega^líos que tic establezcan, hemoti inclica^lo anteriormente la preferente atención que merecen las hortalizas neccsarias a la alimentacibn del colono y para e1 suministro de las plazas de ]_arache y I'ángcr, de capacidad suficiente para importante producción, que podrá luchar con ventaja con la producción de la zona francesa, que hoy provee ^le verduras estas ciudades. Existen plantas hortícolas de1 t,rran cultivo que pucden permitir un intenso comercio y quc han ^ic ser la basc de las explotaciones de regadío de nuestra zona clel Protectorado, cuyo pc>rvenir ha de ser muy florecicnte, si se sabe orientar estas producciones a la exportación. Yor ello detallamos algunas de las plantas yue estimamos deben tenerse en cuenta para el establecimiento de las rotaciones de cosechas. Cebolla.-Sabido es el rendimiento prodigioso que se obtiene en los suelos sueltos y fértiles en que se dispone de suficiente agua. La variedad aconsejable es laValenciana de embarque, de renombre mundial, que podrá recolectarse a primeros de julio (de febrero a mayo semillero, de mayo a fin de junio en el te-. rreno detinitivo), adelantándose en quince días á la cosecha de nuestra Península, debiendo ser conservada en construccione^ de caña similares a las empleadas en ésta. ^ El rendimiento de cebolla de embarque Valeneiana alcanza, en los buenos suelos, hasta 4.8(>0 arrobas por hectárea, y teniendo en cuenta que los gastos de cultivo, incluído el plantel, alcanzan como máximo 2.000 pesetas por hectárea, el benefic:o puede ser considerable, aun en años en que el precio por arroba sea tan sólo de una peseta. El terreno queda en condiciones para una cosecha de alubias, cultivo de forrajes (zanahoria, habón, etcétera). ^ Para implantar este cultivo, y otros que expondremos, con garantía de éaito, se requíeren conocirnientos comerciales cie exportación, que son la hase de una agricultura industrializada: Son frecuentes los•casos de agricultores andaluces que han pre- ^^tendido imhlantar nuevos cultivos en las veí;-as ^lel Guaclalquivir ^• no han podido vcncer las dificulta^les quc se les han presentado para la colocación ele la ^oserha. De ^^eb«lla ^'alenc-iana se e^portan en esta pro^^incia de ^los millone. a^105 millones y ^medio de cajas, }- no bajará de ?^0.0(H) las dc la ^-arieda^l Rahosa, y, sin emhargo, no se crea dificultad nin^^una para dar salida a esta enorme producción. P^ztata.--La situación de la zona occidental ae .^^larruecos, ^ su clima y suelo son muy adecuados para cl cultivo de la.patata tempranz, es decir, de la que huesta en culti^-o en el mes de diciembre es arrancada del suelo en el mes de abril, y aun de ^mayo, cuando se encuentran desabastecidos los mercados del norte de Europa. En nuestra zona, es posible el cultivo de la patata roja de Santander, de gran aceptación en ei mercado español y de buena demanda en Francia y puertos ing^leses para el abastecimiento de los barcos que realizan navegación de altura, que necesitan de género de resistencia que no reune la patata vieja. Esto explica los elevados precios que se alcanzan y la conveniencia de adaptar este cultivo a la explotación intensiva de los nuevos regadíos africanos. . La variedad Koyal Iiinney, muy estimada en los mercados ingleses, podría obtenerse con alguna anticipacic5n a la cosecha de Mataró y lograr precios tan elevados como esta última, sin perjudicarla, y a que los días de anticipación con que puede lograrse facilitarían su colocación en el mercado antes de la obtención de la cosecha nacional. Merece consignarse que, por las dificultades que se crearon a la exportación de la patata temprana (de la que algunos años exporta nuestro país cerca de 100.000 toneladas) por la Dirección de Abastos de nuestro^ país, el conocido exportador señor Ballarin llevc5 este cultivo a las huertas de Argelía, donde comienza a extenderse rápiaamente, siendo muy de lamentar quc no sea nuestra zona africana, de mcjores condiciones, la que sea empleada para esto. Tos^zate y pinzzento.-El cúltivo-dcl pimiento inglés es muy de aconsej ar en los terrenos sueltos de nuestra zona; ^u exigencia en estiércoles no ha de ser dífícíl de cubrir en lugares en donde en tan escasa estima se le tiene. El pimiento morrón se obtendrá en excelentes condiciones ^p puede sex base del nacimiento de la industria conservera, en - la la yue la mayor deman^ia es en 1a actualidad de esta producción. Habiclruelas.- Las con^íiciones de merrado ^ irán de la cunveniencia ^lel culti^•o ^le la^ dos cosechas yue en esta zona pue^len aurse. Las varie^lades Pinet y Amonyuili han ^le adaptarse perfectarnentt:. . lrros.-Ilemc^s mcncionado anteriormente las ohra5 que son neccsarias para evitar la entrada de agua de mar cn los campos durante el cultivo. Existcn en las desernhocaduras de los ríos Lucus y l^tartín terrenos adecuados para este cultivo por su coraposieión, sin que sea grave inconveniente la cantidad de sal que cantienen, pues ésta alcanza la cifra máxima de 3,50 por 1.00[), cantidad que no impide el desarrollo del arroz, sobre todo el de variedades de resistencia, como el Precoz núm. h y el Botnba, debiéndose cultivar los primeros años por siembra directa. Pueden lograrse al#,runos miles de hect^íreas a^lecuadas para el cultivo del arroz. Con objeto cle divul#;ar este cultivo, que puede desempeñar un beneficioso papel en el saneamiento de los terrenos bajos, crecmos conveniente elegir unas parcelas en el Lucus y río 1lartín, pudiendo garantizarse que este cultivo se adaptará perfeetamente. El cultivo de1 arroz requiere el poder disponer de la totalidad del caudal de agua para su conducción sucesiva a cada uno de los campos que hayan de ser anegados al dar principio a su cría. Como término medio, puede darse el caudal de dos litros, por segundo y hectárea, como el necesario para este cultivo. Qtxos aproveckaa^aientos.-lleberá tenerse presente la existencia de plantas que puedan aprovechar el suelo entre dos cosechas convenientes para la explotación y que pueden ser base de alimentación de1 personal, tales son los moniatos, riabos, etcétera, y otras de cuya adopción debexá decidiS la situa^ión @conómica del producto en el m^ercado, así, pot• ejemplo, las i2abas, maíz, etc. Cultivos forrajeros. ^1 mejoramies^to de la gana^áeria, la p^^esta en valor de ras^iduos vegetales de ías expl^ataci^es, el disponer de e^tiéreol para los cultivos de huerta y el mejoramiento de las razas en las explota.cionas q,tne tengan ganadería e.xige disftor^er en toda época ate Earrajes, sin 1®s q:u,e flo ptie.de a^girarse a^ca ga,n^i@- ría perfeerionada y econórnica. I?e entrc las plantas adecuadas a nuestra zona, creemos las princi^^ales 1as siguicntes: ^lfalja.-Es la planta forrajera indicada para el cultivo de las huertas de la -r.ona africana. Los suelos sueltos, con al^,•unas cantidades de sal, tan comunes en el litoral, son muy adecuados para este cultivv, que podrá mantenerse cinco o seis años, con una produccibn media de -#0.(>F>^ tig. anuales por hectárea de alfalfa verde, que puede heniftcarse, obteniendo una cuarta parte (péráida de agua y l^oja que se desprende} de alfalfa seca, que debe ser base de racionamiento en invierno. Remolaclta sea^cia,s^-r^carera.-Pue^}e cttltivarse en ]os secanos frescos y en el regadío; ha de ser la base de alirnentacián clel ganaáo durante el verano. Zanalzoria.-Realizaráel papel de la remolacha semiazucarera en la alimentacidn del ganado durante el invierno. L^ este modo se obt^ene una base de forraje durante las dos épocas de menor cantidad de ellos, y solamente durante primavera pu^ede carecerse de ellos; pero en esta época se dispone de las cosechas de leguminosas y gramí.neas, que hacen innecesario los forrajes de la explotacián. Tanto la remolacha como la zanahoria convendrá conservar1as en et suelo el mayor tiempo posible, arrancándolas conforme hayan de suministrarse a,l ganado, evitándose de este modo la difícil conservacibn en estas zonas de tan elevaaa hunnedad. Habas.-Cultivadas las 1labas y habón como cu-Itivo forrajero durante los meses de otoño e invierno, suministran un forraje muy apropíado para Ia alfinentacibn del ganado vacuno, y que alcanza hasta 40.000 Kg. por hectápea en los buenos regadíos. Lo ^nencionamos porque esta planta, junto con la eebada forrajera y la sulla, puede s^rplir la def^ciencia de forrajes de las explotaciones de esta zona de Marruecos. Los cultivos antes meacio^rados hacen innecesaria la cox^strucción de silos para Ia eonser^vac^án de forrajes de rnaíz y sorgo, de los que el indígena conoce ya el provecho que pe^ede ob^ tenerse. Pl,a^ttt^s e.^o^.bnat^as,. 7"abaco.-^t cuttivo de esta planta en el x^vrte áe Marr^.^$ ofrece >iermoso porvenir. Hem©s menciortac^o repe^iefart^nte t^ ^ frecuentes que son en l^a zona áe nnesiro Proteetorado l^s 1'err^- nos lil;er^^^s, con escasa rantidad de cal; si en estos suelos se dispone ^le a^^ua sutiriente, el rulti^^o del tabaco podr:l llel;ar a scr uno ^le los fundamcntciles ^Ie ]a colonización. En las huertas ^le ^^'^^ilencia se ohtienen rendimientos de _?.-1(.Nl h^;^, de hoja seca de tabaco E^or hect^írea, y sel;uramenti sc superaría este rendimiento en los rel,radíos africanos. l:^istcn tambic;n huenas tie^rras ^le secano, en general todas las tt^nres, yuc cn los lugares ^frescos, en los que se culti^^a actualmente el maíz y el sorgo, pueden ser culti^-adas con el tabaco. I'oaría obtenerse un ^-olumen de hoja equivalente a las compras que en la actualidad se realizan en los Estados Unidos, país con el que tenemos una balanza económica desfavorable; bastaría, para lograr esto, que se implantase en el Protectorado un r^gimen similar al que se sigue en España. Los análisis dc tierras de Vuelta Abajo dan para estas tierras, excepcionales para el cultivo del tabaco, la siguiente composición: Sílice .................................... 86^ por 1.000 Arcilla .................................. ^ Cal ...................................... trazas. Las vegas de Maryland ofrecen composición similar: Sílice .................................... Cal ...................................... Alúmina ................................ 820 por 1.000 3 34 - La riqueza de estos suelos en potasa, que es del ^ por 1.000, es ^uperada por bastantes tierras negras de Alcázar y Larache. Los estudios modernos asignan un límite a la cantidad de carbonatos de cal que debe contener una tierra dedicada al cultivo del tabaco, y éste es el del 15 por 100, cifra que cuando se sobrepasa se obtiene hoja sin condiciones de combustibilidad, aun cuando actualmente exista medio de corregir este defccto al preparar el tabaco. Sería de aconsejar el establecimicnto en nuestra zUna de compañías de etaboración que, ofreciendo garantía de que el actual arriendo no sufría perjuicio, fomentase el cultivo de variedades apropiadas para la obtención de labores para la exportacicSn, como por ejemplo, los tipos de 1a IIerzegovina y Turco aromático, que son los más estimados en ej mercado y alcanzan .^- 17 ..r precios superiores al habano, pudiéndose obtener, en nuestta opinión, con ventaja econ<Smica sobre el Kentucky , que es la variedad facilitada para los ensayos que en nucstro país se rea]izan. Consideramos esta planta suficiente para hacer posible el eultivo y colonización de extensiones de importancia del Protectorado. Plantas oleaginosas. Cacakuei.-Reune esta planta condiciones admirables para su adaptacián a la zona de nuestro Protectorado. Con ella ser^ posible obtener rendirnientos de más de 1.i3011 k^. por hectárea de la variedad Valenciana de dos granos, y poco menos de la de cuatro, tan salicitadas ambas en el mercado extranjero para confitería, y cuyas calidades inferiores pueden servir para la obtencibn de aceite. La adopción del cultivo del caeahuet habría de permftir e1 difundir variedades de mayor tanto por ciento de aceite que las cultivadas en nuestro país, cuyo rendirniento es tan sólo clel 26 por 100, en tanto que pueden obtenerse hasta el 46 por 100 de variedades indias y chinas que en nuestra zona pueden aclimatarse. La capacidar^ de consumo de las fábricas de aceites existentes en España suponía la compra por valor de 70,000,000 de pesetas, importación actualmente prohibida por la ley de Aceites, y que, en el caso de que el cultivo del eacahuet se difundiese en Africa y s^e autorizase su importación en nuestro país, podría dar trabajo a estas fábricas, obteniendo este produçto indispensable para la corrección de aceites de oliva de un grado de ac:idez excesivo y para el consumo de zonas extensas de nuestra Fenínsula acostumbradas a los aceites neutros y sin sabor, características del de cacahuet. Plantas textites. Yute. - Hemos experimentado este cultivo en la provincia de Valencia, en suelos en que se obtuvo el plantel del arroz, y hemos obtenido resultados que, aunque en estudio, permiten haeernos abrigar la esperanza de y,ue esta plsnta podrá cultiuarse en los suelos frescos encharcad^a.os de nuestra zona, lo que habría de suponer un gran beneficio para la scoaomía n.a. - 1R cional, ya yue sc importan anualmente unas `?00.(XXl balas dc 182 kilogramos, yue, teniendo en cuenta el valor por kiloí;ramo (que ha oscilado de 3 pesetas a 1), supone un valor medio de 54 millones íle pesetas. ^ Esta planta presenta sobre cl cáñamo la ventaja de su mayor producción y de que la fibra se ohtiene fácilmente, una vez seca, sin más que someterla a un simple agramado, sin enriado anterior. Algodón.-Estimamos una equivocación el recomendar este cultivo como unQ de los fundamentales para la zona de nuestro Protectorado, ya que éste se halla al límite de su posibilidad agrícola y sólo en regadíos, o en limitados rincones bien orientados, con escasas lluvias de otoño, podrá implantarse su cultivo. La coincidencia de madurez con ]luvias obliga a desistir de esta planta en tanto no se disponga de variedades precoces suficientemente productivas. En la zona francesa se han realizado repetidos ensayos, todos con muy mediano resultado, confiándose, sin embargo, en los trabajos que realiza 1a Granja Experimental de la ^Vlenara, Marrakesh, para la obtención de variedades precoces, una de ellas de origen africano. Seguramente que nuestros técnicos seguirán con la atención debida estas experiencias, por si de ellas pudiera obtenerse algún resultado práctico. vlerece conocerse lo que respecto al cultivo de esta planta expone en su obra La valori^ación de las colonias francesas el ex ministro de Colonias francés Albert Sarraut, que textualmente dice: «En el Africa del Norte, el algodón no puede ser cultivado más que en terrenos de regadío, y encuentra, por esto, la consecuencia de cultivos más remuneradores; por otra parte, las condiciones de la mano de obra y del clirtia son poco favorables. En Túnez se ha cesado en los ensayos. En ^lrgelia, el cultivo del algodón, introducido en 18-11, fué muy floreciente de I861 a 1866, durante la guerra de los Estados Unidos; después fué casi abandonado. Impulsado de nuevo en 1914, ha reaparecido en las llanuras de Sig y de 1'IIabra, en el valle de Chéliff y de la Mitidja. Se han creado dos centros algodoneros en Orleansville y en Penégaux. Las cantidades exportadas han pasado de 650 Qrn., en 1914; a 1.400, en 1916, para decrecer a 480, en 1919. En Marruecos, en Sarsar y en Gharb, los indígenas han conservado la tradición del cultivo del algodón para sus necesidades - 19 domésticas. Se han efertuado ensayos cn la regiún cle 13crk<^nc, yue hareeen haher tenicio bastante buen resultacio. Per^, ^le to^las maneras no se puecle esperar que la proclucrión ^i^ al#;ociún tipo e^;ipcio en el ^frica del Norte sohrepase de 10 a?O.ll(x) (^m.» l^'o debe ol^^idarse cuánto m^is farorable es la -r.ona francesa, con su inmensa llanura del '1_ebú, y- véase cuán poca fe se pone en el suministro que de algoaón pueda alcanrar la metrGpoli, sensato pensar que no debemos echar nosotros en olvido, para que no carguen el campo y los técnicos con fracasos que pueden preverse. Frutales de regadío. 11 áranjo. - E1 clima y suelo de la zona litoral dcl Protectorado sc prestan aamirablemente al cultivo del naranjo común, mandarino, pomelo y abocado (aguacate). Conocido es lo que el naranjo supone para el Levante de nuestro país, en el que las 70.000 Ha. que a su cultivo se le dedican dan lugar a un intenso comercio de exportación, que fué de 21-1 millones de pesetas en el año 192^. Calcúlese la riqueza que puede crearse en las planicies de Tetuán y Larache, de fácil riego, y en donde este frutal se aclimata perfectamente, como lo demuestra el número de los existentes que fructihcan, aun estando explotados en las condiciones pésimas en que el indígena lo realiza: con árboles mal formados, sin cíar el número de riegos debidos, sin poda, abonos, ni selección, no siendo tratadas las plagas de insectos que tan intensamente atacan al naranjo en Larache. Los árboles de Tetuán están bastante limpios de plagas. Si el jardín de las Hespérides no estuvo en Larache, merecid estarlo, porque las condiciones de esta zona se prestan admirablemcnte al cultivo de este frutal. Sabido es que en (.poca pasada alcanzG gran importancia la exportación de este fruto de los bosques de naranjos medio silvestres existentes en Larache y Tetuán, que dejó de ser tenido en estima por no podcr resistir aquel fruto la competencia del de Valencia, y es que, frente a un fruto selecto y cuidado, esmeradamente preparado en almacenes adecuados, se presentó el procedente de sus bosquecillos, sin riego ni cuidado alguno, y cl público olvidG las antiguas y renombradas naranjas africanas, dernostrando, una vez más, que el fracaso de las tierras es las más de las veces las de los hombres en cuyas manos cayeron. Renombre mundial ha alcan- Lado la mandarina tangerina, muy extendida en Estados Unidos y en :1r^,Yclia, ron #,rran mercado en Yaris, en ^londc se las conoce ron el nomhre de Clernentinas, y, sin embar^;o, de Tánger han desaparerido. Si se dedican extensiones de importancia al cultivo del naranjo en nuestra zona de Yrotectorado, plantándose variedades adecuadas, como en el naranjo común son: la 11'áshington Navel, Oval de saní;re y Redmar; en el pomelo, los Triump, Dlarsh y Manville; se aclimata el mandarino valenciano y se aclimata el abocado (en Rabat pudimos verle en admirable estado de adaptacic5n, aun cuando mal cultivado en el centro oficial en que se les tiene), no tendrá que temer el futuro puerto de Larache de los de Kenitra y Tánger, y la línea férrea de Fez a Tánger no llenará su misión de destruir el comercio de la zona española. Se bastará la producción agricola del Valle del Lucus para dar vida comercial a su puerto y crear un emporio de riqueza. En la zona occidental del Protectorado francés existen numerosos naranjales que dan un total de árboles de 115.914 (Goulven, 19`ZO), correspondiendo ei mayor número a la región de Rabat, con 42.d63 naranjos y limoneros. No se insistirá bastante en recomendar en los naranjales que se implante el cultivo más intenso posible, pues no hay que olvidar que el cultivo de los frutales no tíene término tn,edio: o se realiza ia explotación con arreglo a 1a debida técnica, y es un ñegocio fabuloso, o se le somete a regateos en su cultivo y es una ruina. Limón.-No está especializado nuestro país en la producción del limón; ello es debido a que, exigiendo un cultivo similar al del naranjo, su rendimíento es menor económicamente. Itatia está especializada en el cultivo del limonero, teniendo una producción de cuatro millones de quintales métricos, con los que invade los mercados europeos y aun americanos, en 1os que su variedad Verdelli alcanza alta estima. En nuestro país disponemos de la variedad F3edmar, que con la americana Eureka, son las que estimamos más indicada.s para su cultivo en la zona africana. Deberá tenerse en cuenta que se trata de una producción de más difícil colocacibn que la naranja, por estar e1 mercado acaparado por el limón siciliano, en cuyo país compite esta producción ventajosarnente. con los dem^is agrios, por su organizaeidn comercial e industria de aprovechamiento de frutos dg se• gunda calidad para la obtenciGn de csencia de corteza y ácido cítrico. Gra^ca^lo.-Es frutal de exigencia^ c^mparables a los antes mencionados y de menor rcndimicnto, por 1^^ yue sc'^lo cahc recomendarle para las márgenes de l05 regadíos, ^-a quc su mercado es actualmente bastante reducido, y el prerio a que se cotiza esta producciGn, inferior a las antes cítada^. riraielo.-En los rega^líos y secanos frescos es muy de recomendar este frutal, que adapta bien a todos los suelos no excesivamente cálidos. Deberá ponerse escrupulosí^imo cuidado en la elección de variedades; de ello depende cl txito econúmico en la explotación de los frutales en general y del ciruelo en particular. Las variedades más recomendables son actualmente: la .fZeina Claudia verdc, para z^c:rdeo y pasificación; la Reina Claudia violeta, la Santa Catalina y las de Agen, tan extendidas en California para pasificación y fabricaci^5n de mermeladas. 1lerecen especial mención las variedades de ciruelos japoneses introducidos por los franceses en Argelia, y de entre ellos, los Abubotankio, Wikson, Burbank y Kelsey. Anualmente aumenta la demanda de ciruela, especialmente de las variedades convenientes para su consumo en verde, por lo que estimamos las de mayor porvenir la Reina Claudia y la Abubotankio. Como dato de interés, podemos consignar que la exportacibn media de la provincia de Logroño a Inglaterra, en los clásicos cestos arroberos, es de un millón de kilogramos de ciruela verde. Albaricoquero:-Requiere su cultivo terrenos freseos o con riego, si se han de obtener elevados rendimientos. Cuanto dijimos relativo al esmero con que han de ser elegidas las variedades de otros frutales, pudiéramos repetirlo para éste, por ser fruto de más difícil defensa, por sus escasas condiciones de aguante, Cada año alcanzan mejor cotización los #rutos de resistencia, que permiten el embarque, y que, por su grosor, son sugestivos. Por las razones mencionadas, no son aprovechables la mayor parte de las variedades hoy existentes en Africa, en general, de escaso tamaño, coma las Djorba, el f3iar, etcétera; alguna otra, como la Mechmech, puede tener alguna utilizacibn para la obtención de pulpa. Como hemos mencianado, el mercado tiende a variedades de pulpa resistente que permitan la exportacibn y el secado, que - zz cada día alcanza may^^r importancia. La5 ^•ariedades del Patriarca, Carmela, _Ant^`^n y^loniqui puedcn ser^^ir dc base para las primeras plantariones que se realicen. _1un cuando la c^tizarión de e^ta fruta es mur rariable, podemns consignar que en los die-r. últimos años el precio medio de adquisición por las fábricas dc hulpa de t'alencia ha sido el de 12 pesetas por 1(x) kiloí;ram^s, habiendo sido cl máximo el de fi0 pesetas. Higr^E^ra.-F_s el frutal mejor adaptado a las condiciones de clima de nuestra zona y el más abundante, constituyendo bosquecillos próximos a los aduares. Su f.ácil explotacibn y la obtencif,n de frutos secos son causas de la preferencia del indígena por este frutal. Deben ser mejoraclas las ^^ariedades existentes. La higuera Napolitana, para la obtencidn de frutos de consumo en ^^erde, y la higuera de Smirna, en los lugares secos, son las ti-ariedades que deben ser^^ir úc_base para la difusión de este frutal. i_a segunda de ]as variedades citadas, en lugares secos, llega a pasificar l^s frutos en el árbol, lo que disminuyc considerablemente los gastos de desecacibn, y ha sido origen de que las zonas cálidas de California produ-r,can con este frutal coseehas que en el mercado europeo han^vencido la competencia de las producciones de Francia y España. Otros,^^^zet^rles.-El manzano pardo es muy apropiado para Ser culti^-ado en lugares frescos o en regadío. En el interior podrán lograrse cosechas de importancia de man-r_ana y pera, que podrán ser base de exportación, aun cuando no con la intensidad e importancia que los frutales antes mencionados. Frutales de secano. Quienes sientan aficidn a la colonización de nuestra zona de Protectorado encontrarán datos muy valiosos en las publicaciones de los Estados linidos respecto dc California. Todo ello tiene aplicacibn a Marruecos tambi^n en California habían quedado muchos terrenos sin aprotiechamiento ag^rícola posible, 3^, a consecuencia cíe una visita de técnicos americanos, en^^iados por el mundo con la misión de encontrar nuevas plantas de posible culti^ro en aquel país, el algarrobo ha pasado a ser base de coionización. Sus árboles proceden de injertos, por nosotros fa- -23cilitados, del algarrobo Capitán, bien conociao en el llano de Cuarte. Puede afirmarse que el porvenir al;rícola de la parte mcjor de nuestro Protectorado vendrá decidido por el acierti^ ael aprovechamiento frutal; con él han creado los americanos la riqueza ae California, y en nuestro país tenemos los ejemplos de Almería, Murcia, Valencia y Caste116n, etc.; en ellos habremos de inspirarnos, si queremos utilizar la riqueza de la zona que la Providencia puso en nuestras manos. De entre los diferentes cultivos frutales de secano, creemos los más importantes: Vid.-Le aguarda un hermoso porvenir; lo sucedido en la zona francesa lo prueba claramente. No se quiso conceder subvenciones a la puesta en cultivo de terrenos con este frutal, y, sin embargo, las -r,onas en que se ha logrado una obra de colonización lo han sido a base de este cultivo. Tuvimos ocasión de conocer el admirable trabajo de un valenciano, que ha logrado poseer en escaso tiempo dos valiosas granjas, y en ambas, el cultivo fundamental es el de la vid, siendo riquísimas las mixtelas por él elaboradas y grande la demanda de distintos puntos del antiguo imperio marroquí. Facilita considerablemente el cultivo de la vid el no existir en Marruecos la iiloxera, lo que hace posible la plantación con escasos gastos, y bien merece atención la importación de sarmientos, que pudieran ser origen de la introducción de esta fatal plaga, allá desconocida. Seguramente que los valiosos elementos de que dispóne la colonización en nuestro Protectorado dispondrán la desinfección cianhídrica de cuantos vehículos pudieran ser origen de su entrada. El cultivo de la vid se ha realizado en nuestra zona desde. época inmemorial; dígalo el nombre de Larache (Los Parrales), que podrá ser tan lejano como el del Jardín de los Hespérides, pero demuestra que la modificación actual no puede atribuirse a dificultades dcl medio. Estimamos como las más convenientes de entre las variedades de vid apropiadas para verdco: los moscateles, planta nova, balancí, Pedro Jiménez, Oanes, etc. No debe olvidarse las ventajas de las uvas moscateles, de ser útiles para vinihcación, para la obtención de mixtelas, de las que va habiendo un buen mercado en Africa, y para la pasificación, con lo que en cada rno- ntiento cabe tkgir la solucibn que la situacibn de mercado conrierta en más conveniente. La obtenci^^n de pasa de sol y de escalde puede adquirir gran importancia, y deberá ser tenido en cuenta por yuienes reaticen los trabajos primeros de orientaaibn de los colonos. Pueden obtenerse buenos vinos de pasto (de 11 a 12"); bien sabido es yue este problema es cucstibn de seleccibn de variedades y de oportunidad en el momento de vinificación. Claramente lo han probado los franceses en su zona; pudimos apreciar el cuidado con que atienden al cultivo de la vid en los campos prbximos a Rabat. La cantidad de lluvia caída en estos suelos, que para sí quisieran la mayor parte de los viñedos espatioles, permite hasta la adopcibn de podas largas y la instalacibn de viñedo en empalizada, con lo que pueden alcanzarse elevados rendimientos. Para cuantos datos sean necesarios para la obtencibn de caldos de buenas condiciones, basta copiar lo realizado ya en la zona francesa. No en balde cada hombre lleva consigo el paisaje que le vib nacer, y el francés recuerda los hermosos vifíedos de su patria, y por donde camina los crea, en tanto que, como no siente el problema del regadío,.pues los sueios de donde procede ofrecen fáciles caudales de agua, no encuentra compensaeibn a loe grandes trabajos que requiere la captacidn det agua an ia xona marroquí. El olivo.-^Recientes cnsaqos han probado la posibilidad de su fructificación en terienos prdximos al mar, y por ello nuestra primer misibn debe ser la de injertar los numerosos acebuchales, hoy muy disminuídos, por la avaricia con que se cortan para aprovisionar de leña a la tropa, con lo que podrá crearse una importante riqueza. Un buen número de injertadores tienen inmediata ocupacibn y debieran ser llevados como primer paso de colonización. Francía ha considerado el cultivo dei olivo en su zona como el principal, y lucha de vencer las dificultades de personal apto para las operaciones fundamentales de la explotación de este frutal, sin que hasta el presente lo haya logrado. En la regibn de Fez existían en el aflo 1920 un total de olivos de 671.943; en la de Marrakech, 420.169, etc. (Goulven); véase cómo lo existente nos dice a dónde puede llegarse sin más que mejorar lo que en el país se ha heCho. No en balde el mejor consejo que en agricultura puede darse es el de basarse en lo exisxeate para, paso a paso, irlo mejoran^ío. La cornpetencia extraordinaria del Ingeniero de la Granja de Larache, Sr. .\rrúe, ser^•irá para setíalar las ^^ariedades ac..onsejables en nuestra zona. Alncerzdro. -Es posible su cultivo en zonas de bastante extensión. En la zona francesa se ha intentado con empefio el empleo de este frutal en masas de cultivo, habiendo quedado limitado a reducido número interpuesto entre otros frutales, sin constituir una sola explotación, fundamento de una bucna organización económica. Son numerosas las laderas en que puede intentarse este cultivo con garantías de éxito, por lo que, teniendo en cuenta los excelentes precios, mayores cada día, a que se cotiza la almendra, habremos de confiar en que los esfuerzos que se realicen para el cultivo de este frutal alcanzarán recompensa. Estimamos como las variedades más indicadas las Marcona, Mollar, Valenciana, Desmayo, la Fita de Palma y la Americana de Texas. Adgarrobo. - Es un frutal fundamental para la colonización de las zonas templadas de nuestra zona en que, por falta de lluvia y escaso espesor del suelo, no sea de recomendar la vid y el olivo. Los terrenos calizos con subsuelo pedregoso son aprovechados por este frutal admirable, que fué base de la vida agricola de buena parte de las provincias de Valencia, Castellón y Tarragona, cuando no se había generalizado e1 cultivo del naranjo, que hoy le ha sustituído por haberse alumbrado aguas subterráneas en la mayor parte de las antiguas tierras dedicadas al all;arrobo. Las variedades que deben ser aclimatadas son las Casuda, Roya y Matalafera. El algarrobo de Chipre, competidor nuestro en los mercados ingleses, es de menos estima, por su producción rnenor y fruto de menor tamaño, aun cuando de mayor riqueza en azúcar. La existencia de algarrobos silvestres en nuestra zona dice la facilidad con que podrá aclimatarse este frutal. El mayor inconveniente del algarrobo estriba en su lento desarrollo, que exige nueve años para que su producción en buenas tierras (dentro de las que se le dedican) compense los gastos anuales de cultivo. Estimamos que este plazo podrá redu- cirse en nuestra •r.ona africana, que a e>te frutal habrá ile deber eí que rindan hro^lucto ronsiderahles extensíones hoy ahanaonadas, yue serán las encar^,radas de mostrar la aptitud de nucstro pueblo para la coloniza^•ión. El fruto ael all,rarrobo, ^;arrofa o al#;^arroba habrá de servir en plazo no lcjano para mantener el ganado ^le labor y para la exportación, ya que aumenta anualmentc la demanda de este producto y disminuye su zona ae producción. La ganadería en Marruecos. 1'odos cuantos tratadistas se han ocupado de la ganadería en la zona marroquí hacen constar la degeneración de sus razas, a lo yue hemos de consignar nuestra disconformidad. Hemos podido observar buenas ovejas merinas, que claramente dicen, o que nuestras renombradas merinas, base de las merinas inglesas y americanas y de las Rambouillet francesas, pasaron el estrecho, o que, por el contrario, vinieron con los árabes invasores de nuestra Yenínsula. El ganado vácuno de ]as proximidades de Larache y Alcázar es fino y claramente muestra sus aptitudes mantequeras. Sobradamente conocidas son las características del caballo marroquí, cuya elevada cantidad de sangre árabe justifica sus insospechadas facultades como caballo de silla. S61o el ganado de cerda está poco desarrollado, por causas bien conocidas; pero en las circunstancias actuales no ha de ser difícil aclimatar razas de montería y de engorde. El norte de Africa es país esencialmente ganadero, inHuyendo en la afición que el moro por ella siente la facilidad del transporte, que permite pueda ponerle al abrigo de la rapacidad del vencedor; la existencia de extensos terrenos de propiedad colectiva, yemaa, aptos para el pastoreo y, finalmente, lo generalizadas que se hallan operaciones de tipo usurario, por las que moros o israelitas prestan ganado, a condición de partir la ganancia una vez criado. Pueden fiarse grandes resultados en la mejora del ganado actual, para lo que lo fundamental es que se disponga de alimentación suficiente, sin lo que no puede implantarse ningún método de mejora zootécnica que no fracase. Es necesario evítar la parada estival al ganado, y ello será posible el día en que se haya fomentando el regadío y se dispong^a de cultivos que, como la remolacha semiazucarera, la alfalfa, en verano, y la zanahoria, habón, etc., en invierno, puedan garantizar su alimentación. E1 ensilaje de sorgo y maíz deberá ser utilizado en los casos en que se requieran grandes volúmenes de forrajes verdes en otoño e invierno. Puede llegar a adquirir gran importancia la recría del ganado de los indígenas y su cebo para la exportación a España e Inglaterra. Basta para esto un régimen de alimentación juicioso, que Ileve al ganado a formar estómago al ser adquirido, entrada del otoño, y una vez logrado, se le somete a racionamiento de cebo a base de maíz y tortas de residuos grasos. En el mejoramiento de las razas existentes puede cifrarse hermoso porvenir para la ganadería marroquí; una vez logrado esto, habrá llegado el momento de ir a cruzamientos mejoradores, que deberán coincidir con la modificación de la producción; de este modo serán estables los resultados obtenidos y, por concentración, podrá llegarse a razas fijas. Debiera prohibirse la salida de nuestra zona del ganado hembra en edad apropiada para la cría. Necesidad del español en la colonización de nuestra zona. Aun cuando someramente expuesto en las páginas anteriores, hemos indicado un plan a seguir, que requiere conocimientos técnicos y formación moral para poderlo desenvolver; de estas condiciones carece el indígena. No es esto afirmar que el marroquí no tenga conocimientos agrícolas; los rendimientos que en la zona francesa alcanza es de 15 quintales métricos por hectárea en el centeno, de 9 a 12 en el trigo, de 6 a 10 en el maíz, de 12 a 15 en las habas, de 10 a 12 en el alpiste, rendimientos que, aun cuando no elevados, superan a los obtenidos en muchas zonas de nuestra Península. Podemos y debemos intentar el mejoramiento de los métodos culturales empleados por los indígenas en las tierras de su propiedad, lo que no es difícil; pero lo es llevarles a la implantación de cultivos que exigen una preparación técnica y unos medios económicos de que carecen, y que la nación protectora debe emplear en provecho de sus hijos, en primer lugar, ya que, como dice el renombrado colonista francés ?1^I. Chailley-Bert: Kla fundación de una colonia es, en nuestros días, una obra de previsión egoísta que la metrópoli realiza en su exclusivo provecho, atendiendo solamente a reco- - 28 ger frutos lo antes posibley, opini4n que se aparta bien poco dC la comercial sostenida por Montesquieu. Nada positivo hemos visto en la colonización de nuestra zona occidental marroquí; algunos esfuerzos aislados de pobres agricultores que han acudido sin capital ninguno, y tienen que estar pendientes de los cri.ditos que se les concedan para poder hacer frente a las más apremiantes operaciones de cultivo. Los escasos españoles que han acudido a la obra colonizadora han obrado aisladamente, sin reiación con yuien pudiera orientarles, y eso que no es raro que desconozcan los más elementales conocimientos agrícolas. Debiéramos sentar, como programa colonizador, el que M. Augusto Terrier marcaba para la zona francesa cuando se comenzaba en ella la gran colonización: «Hay yue Ilevar hombres optímistas, de acción; junto con ellos, comerciantes e industriales. 1^larruecos debe estar abierto, no a los especuladores de fortunas rápidas, ni a los conquistadores indeseables, sino a los patriotas de trabajo y experiencia, a los capitales fertilizadores.» Recordamos estas hermosas palabras al poder comprobar lo numerosos que son quienes, llamándose patriotas y redentores, aspiran a la adquisición de terrenos para revenderlos cuando aumenten de valor, o arrendarlos, estrujando a quienes, faltos de preparación, una vez comprobado que su trabajo sblo enriquece a quien adquirió el terreno, abandanan la lucha, y loa suelos quedan impraductivos, siendo motivo de baldón. La colonización de nuestra zona sólo puede intentarse con la pequeña propiedad, por la que se es capaz de realizar los sacrificios necesarios para el cultivo de frutales en secano y la creación del regadío, sin lo que el fraca^ao es cierto. La mediana propiedad podrá asociarse en algunas zonas como término de transición, para, una vez realizada la obra general, repartir parte de ella entre españoles que la intensifiquen. No se crea que condenamos la mediana propiedad, sino que sostenemos que ha de llegarse a ella por los pequetios propietarios que han vencido en la lucha y ensanchan su posesión, por ser los más aptos, los capaces de hacer rendir el máximo a la tierra, que, por ello, merece estar en sus manos. Dada la magnitud de la obra a realizar, creemos que sólo por elementos de zonas en que se hayan resuelto problemas análogos, que han servido al agricultor de aprendizaje, puede inten- -29tarse. Por ello estimamos necesaria y fundamental la tztiiización del agricuttor valenciano en esta obra nacional, ya que las difi• cultades de clima, la falta de agua y los cultivos son los mis• mos que ha tenido que vencer para walorizar su tierra, lo que ha logrado de manera tan perfecta, que en el mundo no tiene igual. Debe llevarse a quienes reunan condicíones adecuadas que garanticen el éxito, y que resumidas son: dinero, prepara• ción y experiencia. Dada la relativamente pequeña extensióa de terrenos coLonizables, de hecho reducida a los bienes Majzen y a los que son prapiedad del Estado español, es necesario fomantar la movilización de la propiedad. Hemos mencionado anteriormente la existencia de tierras colectivas, y estimamos ventajoso su reparto entre los habitan.tes de la cabila, al objeto de que éstos puedan disponer libremente de ellas y, por tanto, ofrecerlas en venta, haciendo posible el estabtecimiento de colonias Macionales de alguna importancia. S61o en la forma mencionada podrá llevarse a cabo el obje^tivo de nuestro Protectorada levantarttiento intelectual y rnoral de los iAdfgenas, desenvolvimiento del país, desenvolver la colonización rural española. La pequeffa propiedad. La marcha a seguir estimamos podrá sujetarse a las sigui^entes normas: Realizada una recluta de agricultores con candiciones adecuadas para marchar a nuestra zona marroquí a luchar por y para España, deberán recibir nociones respecto al programa que deben seguir en aqueilas zonas. Serán enviados a las Granjas oficiales de Melilla y Larache, en donde recibirán (en lo posible) colocación y alojamiento. Asignados por colonización los terrenos que deban cultivar, entre los que se incluirá^n los de posible regadío, se procederá al alumbramiento de aguas, y en el caso de ser encontradas, se les demarcará una extensidn máxima de tres hectáreas de regadío, cuyo culii^vo se procurará hacer compatible con los servicios que pu^edan realizar en la explotación de Ios terrenos de las Granjas oficiales. Los terre• nos de regadío deberán ser cedidos en explotación gratuita durante diez años, pudiéndose adquirir la propiedad al cabo de este tiempo por compra, con sujeefbn a las condiciones ianpues^ tas por colonización, © por haber roturado f planta,do el colono - 30 de frutales adecuados 15 hectáreas de tierras de secano, demarcadas para este fin, y cuyos terrenos quedarán de propiedad del colono al ilegar los frutales a plena producción, habiendo sído realizadas las operaciones con arreglo a las instrucciones de la Dirección de Colonización, que realizará una estrecha vi^ gilancia. Deberá imponerse a los colonos la obligación de construir viviendas en sus lotes, y para que ello sea posible, así como la instalación de la maquinaria de riego, será necesaria la concesión de créditos con garantía de la tierra. De este modo será posible ir fijando población española en el campo, que podrá ser garantía no despreciable de conservacidn del orden. La mediana propiedad. La mediana propiedad es la riqueza de los pueblos cuando se basa en el enriquecimiento de los pequeños propietarios que con su esfuerzo han conseguido ensanchar su explotación. Debe ensayarse en nuestro Protectorado a base de la venta de terrenos de dominio nacional o de los biene$ blajzen a precio asequible, pero con compromiso contraído con Colonización por los compradores de realizar un plan determinado dentro de un plazo máximo de diez años, cuyo incumplimiento deberá supo• ner siempre la pérdida de los terrenos incultos. Estimamos que los terrenos deben ser vendidos en puja ]ibre, sistema más justo que la graciosa cesión, con la que podrían cometerse no escasos abusos. La lectura de cualquier periódico de la zona francesa muestra numerosísimas ofertas de venta de fincas: las más de ellas son de coloiios franceses que las recibieron gratuitamente, y se han limitado a esperar su aumento de valor; es también muy general el que la explotación de los terrenos quede limitada a una pequeña porción, muchas veces cedida en arriendo, conservándose el resto ínculto en espera de venta con conside• rable ganancia. Debe evitarse casos similares a los reseñados, máxime teniendo en cuenta lo ir,significante de nuestra zona con relación a la francesa, que permite seguir en ésta métodos que en la nuestra son inaplicables. La exigencia de un plan de colonización precediendo a la entrega de toda propiedad de mediana extensión y la fiscalización rigurosa de su cumplimiento es la garantía que debe exi- - 31 girse; la norma ha de ser la de permitir la libre negociacicín de los terrenos en cultivo ya valorizados, evitando a todo trance la inflaci^`m del valor de los terrenos íncultos, cu^-o excesivo pre• cio puecíe ser la mayor dificultad para la obra de colonización. Relacidn de los coionos con sn país de origen, Mencionamos anteriormente la necesidad de confiar a entidades o personas de nuestro país la obra de fomento de emigración de personal adecuado para la colonización del Marruecos español, Es también imprescindible el mantener estrecha relación entre quienes marcharon y los que los orientaron y dieron ánimos para esta patriótica empresa, lo que podrá ahorrar no pocos fracasos y permitirá una utilización perfecta de toda la riqueza creada. Hacíamos constar en páginas anteriores nuestra opinión favorable a la implantación de cultivos de exportación y de ganado cebado para idéntico fin; fácil es comprender que empresa de tal magnitud no puede llevarse a cabo por los colonos aisladamente. Hay que fomentar el nacimiento de organizaciones adecuadas en diversos puntos de nuestro Protectorado que, bajo la inspección oficial y en relación constante con organismos similares de España, ejerzan una misión tutelar, informando sobre los múltiples y complejos puntos que la exportación requiere: envases, género adecuado, mercados convenientes, casas consignatarias, etc., todo lo que constituye el mecanismo de la exportación y cuyo desconocimiento ha sido causa de que en regadíos andaluces quedase sin valor la cebolla de embarque, en tanto que en Valencia se exportaban dos rnillones de cajas a precio remunerador; ejemplos múltiples nos ofrecen el melón, tomate, naranja, etc. La elaboración de estas cosechas requiere de almacenes, instalaciones de limpieza de frutos y organizacibn adecuada para ofrecer mercancía en volumen suficiente para la detención del vapor por esta carga, y ello no podrá lograrse por el esfuerzo de colonos aislados y sin mantener estrechas relaciones con quienes conocen el detalle de las contingencias de la exportación, por vivirlas. Se requieren informaciones de mercados extranjeros, que son las causas que deben tenerse muy en cuenta en las rotaciones de cosechas, ya que son las que deciden que los cultivos rindan o no beneficia^ económicos. En año en que, por ejemplo, la cosecha de patasa ha sido abundante en el norte de Europa y el invierno seco y frío, sería locura cultivar excesivas superficies de pa• tata teraprana, ya que babría de ir al mercado sin gran demanda y no habría de compensar los sacrificios que obtenerla hubiera costado. Por ello, es de absoluta necesidad la existencia de entidades y personas encargadas de la preparación y fomento de la emigracibn a nuestra xona, que informen a los servicios agrícoias y comerciales de la Dirección de Colonización de las contingencias del año para las diversas cosechas anuales y que re]aciane a los colonos y sus entidades con quienes sean los más aptos y convenien.tes para recibir la mercancía exportada. Prortto admiraría la obra lograda; por ella se convertiría en un vergel ]a parte útil y no tendríamos que buscar zonas en Ar• gelia, Túnez y Protectorado francés para demostrar la admirable ap^titud del español para las obras de colanización. Et por^eRir de !e zoa: oecidtntal. Se ha mencionado lo que estimamos que puede lograrse por uaa acertada obra de colonización a base de el^nentos naciona• l,es, a cuyas manos hay que fomentar vayan tierras a^lecuad^as. }^l elemento índígena constítuye ma.no de obra muy estimable para las faenas del campo, y como e]emento ind.ustrial, si se le orienta debidamente. Las zonas montañosas de difícil utiliaac,iGn coutinuarán en poder del indígena, tan apegado a ellas. Es preciso que a la obra que nos aguarda cooperen las diversas actividades nacionales, para lo que el primer paso necesario ss el cíar a conocer nu.estra zona de Marruecos, tan desconocicía por natestro pueblo. Estimamos conveniente la edicibn de una película ex^ que se hagan resaltar 1as diversas riqueaas naturales de la aona, su agri+cultura y ganadería, sus ciudades y costurnbres indígenas; su proyección sesviría para que el pueb1o fuese modificando su concepto y prestase atencibn a este probiema nacional. Como compiernento, d,eberían:Ilevarse Comisiones de aí;ricultores, indusrxiales y eomerciantes por nuestra zona; bastaría para ello con que en estos viajes colectivos ana^aies se rebajase una parte de los gastos que supongan y se cliese el tnayor número de facilidades por todas las auxoridad^es cle qui^nes necesitaran. Deberá fomentarse el nacimiento de empresas que empleen el mayor número posible de obreros indígenas, ya que uno de los defectos del país, con el que habremos de luchar, es el de una excesiva población en relación con su riqueza actual. Nuestra zona tiene una extensión de 22.790 kilbmetros cuadrados, en tanto que la de la zona francesa es de 42(1.000, y la población es, respectivamente, de 1.600.000 y de 5.495.430 habitantes, siendo la población de la zona internacional en íntimo contacto con la nuestra de 74.000 habitantes. Por ello no son aplicables en la zona espafiola los procedimientos de la francesa: no ofrecen de^ masiadas analogías, y en cuanto a los gastos generales de administración, han de ser soportados por una provincia pobre o por todo un Imperio. Estamos en el momentó decisivo para el porvenir es,pañol en Marruecos. Deben unirse las voluntades de los hombres de bue• na fe para que no sean estériies los sacrificios realizados por nuestro pueblo, por lo que puede pensarse en Misiones de paz en regiones en que no hubo hasta ahora poder capaz de hacerse respetar, y a lo que tal vez se deba la intervención de nuestra Patria, país generoso que se ofreció siempre para los sacrificios románticos por un ideal no siempre comprendido y agradecido cual debía haberlo sido. Díganlo las regiones fértiles del Zebú, el Fahz de Tánger y cuantos rincones de utilidad nos fueron hurtados, con escarnio de justicia y de amistad, de la que siempre se pregona. La labor de los espaitoles en la zona franceaA. Cuantos han estudiado la colonización francesa en Orán y Argel han reconocido como valor fundameutal de ella la capacidad de los obreros españoles que la llevaron a cabo. Agricultores del antiguo reino de Valencia la realizaron, y es la misma mano de obra utilizada en la colonización, a que dedica Francia tan gran atención, de su zona marroquí, en la que sólo la extensión de las llanuras occidentales, 60.000 kilómetros cuadrados, es cerca de tres veces mayor que toda nuestra zona. En nuestro viaje por la zona francesa sólo encontramos aspañoles e hijos de ellos que nos decían con cuánto entusiasmo hubiesen marchado a la zona española, si hubieran encontrado facilidades y apoyo. Labriegos de Almería y Valencia cultivan . las tierras concedidas a ciudadanos franceses y las valorizan. Vimos agricultores de aptitudes admirables para la obra colonizadora; cerca de Rabat conocimos a un colono español que ha elevado aguas en terreno de un francés, que lo abandoná por creer itnposible el obtener provecho; desde el año 1920 luchó con fe; consiguió implantar el cultivo de la cebolla, crear viñedos de variedades de mesa y, siendo la admiración del país, ha logrado verse millonario. Hablamos con su mujer de su pueblo, Algemesí (Valencia), de sus anhelos de volver a su Patria, por la que siente amor decidido, que lucha por inculcar a sus hijas, educadas en colegios franceses. Ejemplos como el citado son numerosos, y prueban las virtudes de nuestro pueblo, que sólo requiere una acertada dirección. Nos acompañaron las palabras de una labriega española, con quien conversamos, y que, al enterarnos de sus triunfos, agregaba: «No seremos nosotros los malos cuando triunfamos en zonas como éstas, en las que no encontramos dernasiado apoyo. ^ Tenemos fe en la obra que podrá lograrse, fiamos en el sin• gular acierto y patriotismo del actual Director de Colonización, Ilmo. Sr. D. Angel de Torrejón, y fervientemente deseamos se cumplan nuestras esperanzas y podamos mostrar con orgullo nuestra obra marroquí, en la que se hayan juntado los más puros ideales ofrendados a nuestra Patria. ^