l a s varias especies de plantas que espontáneamente se crian en los terrenos manifiestan desde luego su grado de fertilidad, y p u e den dar á conocer con bastante fundamento la diversa calidad d e las tierras, como claramente nos lo demuestra el autor con los v a rios egemplos que cita. . , N o tengo por tan fundada su opinión en cuanto á lo que dice acerca de la naturaleza de las a g u a s ; pues estas no pueden servir d e indicio cierto para determinar la calidad de las tierras; y solamente los salobrales y los remanaderos m u y abundantes que encharcan y empantanan el terreno hacen ver que sin desaguar la h e r e d a d , y ponerla en s e c o , no es fácil que pueda servir para el cultivo de las plantas. E n las demás circunstancias, la manifestación de los manantiales y de las aguas puede ser m u y ventajosa á los labradores en los c l i mas cálidos y secos, si saben aprovecharse de este recurso que e s pontáneamente les ofrece la naturaleza, aumentando considerablemente con el riego su producto y cosechas. Son varios los métodos que recomiendan los autores de agricultura para conocer la naturaleza y clase de los terrenos: aconsejan muchos que se haga la análisis química de las tierras para venir en conocimiento de su fertilidad; pero este m é t o d o , c o m o y a t e n g o dicho en el capítulo anterior, no suele servir muchas veces mas q u e de pura ilusión, pues el resultado de este trabajo no se conforma siempre con la esperiencia. E l célebre agrónomo ingles Miller d i c e , que la calidad d e las tierras se reconoce con mas acierto y exactitud por la v i s t a , el o l o r y el tacto. Se funda en que por la vista se cerciora el agricultor d e la calidad de las tierras, y del vigor y frondosidad de los vegetales que espontáneamente p r o d u c e n ; y en que los terrenos pingües, s o bresalientes y fértiles despiden un olor particular, que todos los l a bradores han esperimentado cuando sobrevienen lluvias abundantes después de grandes sequedades; el cual es tanto mas activo y fuerte , cuanto mas pulverizada se encuentra la tierra, y cuanta m a y o r porción contiene de m a n t i l l o ; y por último en que por el tacto se conoce fácilmente si la tierra tiene miga, si es grasienta ó untuosa» si se deshace ó d e s m e n u z a , ó si es suelta, porosa y granugienta. E l m o d o mas fácil y seguro de reconocer la calidad de un terreno es el de abrir á distancias proporcionadas algunas cafas ú h o y o s de tres á cuatro pies de profundidad, y examinar detenidamente las diferentes capas ó tandas de que se compone cada tierra. A s i es que para reconocer debidamente la calidad de un terreno debe el labrador examinar con la m a y o r reflexión no tan solamente la s o brehaz ó capa superior, sino también las varias capas inferiores, n o tando el grueso y profundidad respectivas de ia¿ diferentes calidades. TOMO I. c