In Defense of the Bush Doctrine Robert G. Kaufman EL AUTOR Robert G. Kaufman es doctor en Derecho por la Universidad de Georgetown y doctor en Filosofía por la Universidad de Columbia. En esta universidad también obtuvo los títulos de Bachelor of Arts, Master of Arts y Master of Philosophy. Como politólogo está especializado en la política exterior estadounidense, seguridad nacional y relaciones internacionales. Es profesor de políticas públicas en la Universidad de Pepperdine, y ha ejercido la docencia en la Universidad de Colgate, el Naval War Collage y la Universidad de Vermont. Escribe con regularidad en publicaciones científicas y en medios de comunicación como The Weekly Standard, Policy Review, The Washington Times, Baltimore Sun, The Philadelphia Inquirer, y Seattle Post-Intelligencer. Ha escrito tres libros, Arms Control During the Prenuclear Era, Henry M Jackson: A Life in Politics y el más reciente In Defense of the Bush Doctrine, publicado por University Press of Kentucky en 2007. Actualmente está preparando una biografía de Ronald Reagan. EL LIBRO El periodo de tiempo transcurrido desde la desintegración del bloque soviético hasta el 11-S se caracterizó por la tranquilidad y el optimismo. Aunque conflictos como la guerra del Golfo Pérsico, Somalia o la antigua Yugoslavia generaron situaciones ciertamente preocupantes, los dividendos de la paz permitieron disfrutar de una época sin preocupaciones acuciantes en el horizonte. Todo eso cambió con los atentados del 11-S en EEUU, el 11-M en Madrid y el 7-J en Londres. La respuesta del presidente Bush fue realizar una firme defensa de la democracia y de los valores que hacen posible ésta. La lucha contra el terrorismo hasta su derrota final es la consigna de esta doctrina. Doctrina que acepta la necesidad de extender la democracia y los valores que favorecen su surgimiento. No obstante, la estrategia desplegada por la actual Administración de EEUU ha suscitado opiniones enfrentadas. Para Kaufman, el apaciguamiento y la distensión no son opciones válidas cuando hay que enfrentarse con aquellos que quieren destruir a las democracias liberales occidentales. El objetivo de este libro es presentar una defensa eficaz y bien documentada de la doctrina Bush y su política exterior, que él identifica como realismo democrático moral. Esta teoría se caracteriza por ser consciente de que la guerra es un riesgo que siempre está presente dada la imperfección de la condición humana. Los distintos regímenes políticos pueden ser pacíficos y estables (las democracias liberales occidentales) o agresivos (regímenes totalitarios con ideologías mesiánicas). Aunque las democracias liberales occidentales deben promover el primer tipo de regímenes, tampoco deben olvidar los dictados de la geopolítica para no subestimar los riesgos subyacentes a su política exterior. Y hacerlo sin olvidar que el objetivo a largo plazo consiste en extender la democracia liberal occidental por el mundo. Para ello, la prudencia debe ser un principio que guíe toda actuación política pero sin caer nunca en el relativismo moral. Los principios y los valores que dan forma a Occidente no deben ser orillados por alcanzar mayores cotas de poder. La doctrina del realismo democrático moral supone una crítica clara a los postulados del realismo, ya que defiende una moral clara frente a la ambigüedad que rige en las demás teorías. Al igual que el movimiento neocon, el realismo democrático moral defiende la necesidad de democratizar el mundo, pero sin subestimar los riesgos que subyacen a esa empresa. Por ello defiende en ocasiones el seguir métodos viables que produzcan resultados a medio o largo plazo, como pueda ser el uso de la violencia cuando exista una justificación moral. La aplicación del realismo democrático moral consiguió derrotar a la URSS. Ronald Reagan, Margaret Thatcher, el Papa Juana Pablo II y todos aquellos que realizaron una política exterior en la que primaban los valores y la defensa de la democracia sobre la obtención de poder, en el fondo no hicieron otra cosa que defender el realismo democrático moral. Para ello, en ocasiones se recurrió a la amenaza del uso de la fuerza, como ocurrió con los despliegues de misiles atómicos o las intervenciones militares que defenestraron a numerosos dictadores. Pero no hay que olvidar el apoyo a los disidentes del bloque soviético. Nadie puede olvidar la imagen de los mineros del sindicato Solidaridad declarándose en huelga mientras rezaban el rosario frente a las fuerzas policiales comunistas. La realpolitik de Kissinger buscó coexistir con la URSS mientras ésta iba ganando terreno a las democracias. Carter intentó apaciguar a la bestia, y como resultado debilitó a EEUU hasta unos límites insospechados. Fue el realismo democrático moral el que derribó el muro de Berlín y el que desarticuló la URSS. Frente a todos aquellos que buscaban apaciguar y contener a los talibanes o al régimen despótico de Sadam Hussein, a juicio de Kaufman, la doctrina Bush ha supuesto una defensa moral de la democracia. Sólo se ha buscado un objetivo: defender la democracia, en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento. Los dictadores, los regímenes que violan los Derechos Humanos y las ideologías que impiden el desarrollo de las potencialidades de los individuos son y serán los objetivos preferentes de esta teoría. Un ejemplo paradigmático es la intervención en Irak, que se encuentra en su momento más crítico, donde se decidirá el futuro de ese país. Si EEUU y sus aliados permanecen firmes en sus convicciones y ejecutan una política de seguridad y de normalización política correcta, todos los sacrificios realizados servirán como base para un proyecto de democratización y estabilización de la región. Las tiranías que convierten en inestable Oriente Próximo pueden ser sustituidas eficazmente por democracias. El realismo democrático moral parte de una premisa muy sencilla: los regímenes que institucionalizan el odio y que niegan la libertad pueden ser vencidos. La democracia prevalece frente a sus enemigos. De ahí que sea tan importante el triunfo en Irak. Existen otras teorías y enfoques de las relaciones internacionales, que son comentadas por el autor: el aislacionismo, el realismo (en sus vertientes del realismo clásico y del neorrealismo) y el multilateralismo liberal. Kaufman demuestra que ninguna de estas teorías proporciona soluciones válidas a los problemas existentes en el marco de las 3 relaciones internacionales. Sólo el realismo democrático moral proporciona certidumbre y estabilidad. El aislacionismo, es un paradigma de política exterior obsoleto. Esta teoría surgió cuando los Padres Fundadores de EEUU ya tuvieron en cuenta en los años posteriores a la Guerra de la Independencia. Situación que no se puede aplicar en la actualidad a las democracias liberales occidentales. Las dos teorías realistas, el neorrealismo y el realismo clásico comparten en sus análisis la importancia del poder y de los intereses nacionales. Pero el neorrealismo defiende que la lógica del sistema internacional funciona como una mano invisible que termina por reducir la política exterior de cada Estado a un análisis riesgo-beneficio. Para el realismo clásico existe una radical desconexión entre moralidad e intereses nacionales. La moralidad ni siquiera es un rasgo común a los individuos, mucho menos a los Estados, por lo que no sirve como criterio configurador de la actuación exterior del Estado, actuación que se desarrolla en un escenario anárquico. Como se puede comprobar estas teorías se basan en la premisa de la necesidad de acumular poder dentro de la sociedad internacional, para poder garantizar la seguridad y supervivencia en un entorno en el que no se pueden desarrollar cambios positivos mediante el esfuerzo de los actores estatales. Finalmente, el multilateralismo liberal apela a la necesidad de articular instituciones internacionales que sirvan para ordenar la convivencia entre los actores estatales. Para ello los más fuertes tienen que renunciar a ejercer parte de su poder efectivo, pero los más débiles cesan en sus reclamaciones de más poder para insertarse en un escenario donde tienen voz y voto, reduciendo su nivel de frustración. Las instituciones de cooperación internacional recurren principalmente al poder blando, lo que ha puesto de manifiesto en reiteradas ocasiones su impotencia a la hora de actuar. La incapacidad de la ONU para frenar las tropelías cometidas por Sadam Hussein en Irak, los talibanes en Afganistán o en la ex Yugoslavia son claros ejemplos. CONCLUSIÓN Sólo un par de leves defectos se pueden achacar a esta magnífica obra, como son la ausencia del constructivismo y el marxismo dentro de las teorías de las relaciones internacionales estudiadas, pero que debido a su escasa relevancia en ningún momento empecen la calidad de la exposición. Otro aspecto que merece una mayor concreción está en el hecho de que el autor asume que Bush es seguidor del realismo democrático moral, obviando tal vez la influencia que los neocon ejercen efectivamente en la Administración actual de EEUU. No obstante, en ningún momento se critica el movimiento neocon, todo lo contrario, se le considera un aliado cuyo único defecto es su tendencia a subestimar algunas dificultades prácticas en la búsqueda de una mayor democratización. Pese a estas mínimas críticas, In Defense of the Bush Doctrine resulta una obra imprescindible sobre política exterior. El análisis de las distintas teorías que configuran las relaciones internacionales explica con claridad y exactitud los postulados y 4 principios de cada una de ellas. En un ámbito donde existe un enorme desconocimiento por parte de los académicos, políticos y periodistas este libro parece de lectura obligada. La exposición y defensa de la doctrina Bush resulta brillante. Frente a interpretaciones y críticas partidistas y abonadas por un antiamericanismo patético, el autor realiza una apología objetiva, bien documentada y contrastada con los análisis de intelectuales y académicos favorables o contrarios a esta doctrina. Como colofón para este excelente libro, se incluye un apéndice que contiene la Estrategia de Seguridad Nacional de los EEUU. Estrategia diseñada en septiembre de 2002 y que es un verdadero compendio de los principios propugnados por el realismo democrático moral. Mario Ramos Vera Becario FAES 2007 5