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KADRID , l&8i.—Estflbteolmiento Tiiiogriüco itSticeBQrQa íe Hlvadcncyra.))
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.
REVISTA DE BELLAS ARTES Y ACTUALIDADES,
FUNDADA
POR
EL
EXCMO.
SR. D .
AÑO
ABELARDO
DE
CARLOS.
XXVIII.
ÍNDICE DE LOS GRABADOS CONTENIDOS EN EL TOMO XXXVIII
(SEGUNDO SEMESTRE DE 1884).
BELUS ARTES.
INVÁLIDOS D E LA PRIMERA REfÓBLiCA, cua- CASTILLO Y SORIANO ( D. José d e l ) , secreta-
dro de Jiménez Aranda, 305.
JORGE SAND , estatua, por Millet, 100.
MADRE ( L a ) Y LOS H I J O S , cuadro de Jime-
rio general de la Socieiidd de Éscriiorcs y
Ariiiias, 340.
CEVILI D E PAI.AU
( D . * Carolina),
actriz
TAM.\YO V BAUS ( D . M a n u e l ) , poeta insign e , 193..
TONY G E I C E , chm'n, 112.
T E I A N A ( D . José J . ) , botánico colombiano,
316.
eminente,
156menez y Fernandez, 353.
V E G A INCLAN ( E x c m o . Sr. D. Miguel de l a ) ,
CLEVELAND
(
M
r
.
Stephen
G
r
o
v
e
r
)
,
presiADAX Y E V A , cuadro de Plasenciii, 344.
MALVINA, cuadro de Roland Bauduin, 81.
teniente general, 344.
dente electo de los Estados-Unidos de
AGUAUDANDQ LA j'RoCEStONj dibujo de J. MEMORIALISTA ( E i ) , cuadro de Antonio
ViDART ( D . L u i s ) , literato, iniciador del CenNorte-América, 281.
Liovenj, 388 y 389.
Casanova, 401,
tenario del Marqués de Santa Cruz de
ALEGORÍA HE SEVET-LA, alto-relieve en barro «MiRHAP» ( E l ) DE LA MEZQUITA-ALJAMA COURBET, almirante francés, 220.
Marcenado, 396.
CRUZADA VILLAAMIL {Excmo. Sr. D. Gregococido, por Susillo, 348.
DE CÓRDOBA, 161.
rio), director de Correos y Telégrafos, 380.
AMAUTIÍS DE T E R U E L ( L O S ) , cuadro de MuMoNu:\iENTO Á SA DA BA-NDEIRA, en Lisboa, D E V R I É S A D L E R ( Mme. Fídes ) , prima doitñoz DegiMÍn , 24 y 25.
ALEGORÍAS, TIPOS. VISTAS, ETC.
177.
na, 297.
ANTICI-A R.\LAXTt:RÍA (La), cuadro de H e r p MONUMENTO conmemorativo del ferro-car- Dh\y, DE BENJUMEA ( D . N i c o l á s ) , escri- Aniversario 337 del nacimiento de H e r n á n fer , 2 0 8 .
ril de Valls á Barcelona, en Víllanueva y
t o r , 44.
AJÍTUJUAS ENSEÑAS M I L I T A R E S , en Sevilla,
C o r t é s : retrato, firma, escudo de armas,
DÍAZ ( E l general P o r f i r i o ) , presidente de
245.
G e l t r ú , 188.
estandarte, etc., del Conquistador de M é los
Estados-Unidos
Mejicanos
,
365.
ANTOKIO PKREZ REGIUIENDÜ Á SU FAMILIA OBJETOS DE ESCULTI'EA, por G a n d a r í a s . e n
jico, 335.
DESi'UEs DEL TORMENTO, cuadro de Boren la Exposición Literaria y ArtisLÍca, 345, ESCALANTE ( D . Seralín), alumno pensionado Año nuevo, vida nueva ( a l e g o r í a ) , por R i u en el Colegio de San Clemente, de Bolo, Tas y Moltó, 41.
ORILLAS DEL GU.\-DALQUIVIR, dibujo de Sándavets, 404.
nia, 384,
ARAHE ( U n ),'acuarela de E c h e n a , 109.
chez Perier, 89.
Bendición del Cementerio del E s t e , en MaARAGONI;^ VENDEDOR D E MELOCOTONES, cua- P A T I O DE LAS « E S C U E L A S M E N O R E S » , de FEKNANDEZ-GUERRA Y O R B E ( E x c m o . señor
drid, 1Ó4.
D. A u r e í i a n o ) , director de Instrucción
d r o d e Yus y Colas, 300.
Botadura de un barco de hierro construido
Salamanca, 357.
pública,
I
,
líENiTo ARLVS MONTANO, cuadro de Rubens,
en los talleres de los Sres. O t e r o , Gil y
PENTT'ENTE ( L a ) , cuadro de García y Mar- FERN.-VNDEZ VALDES ( D . E u g e n i o ) , médico
Compañía, en el Ferrol, 149.
tínez,
228,
del crucero Gravina, 176.
ÜUENAVENTURA ( L a ) , dibujo de J . Llovera,
Cacería regia en las lagunas de Daimiel, 372
2S9.
PLACERES DEL ESTÍO ( L O S ) , cuadro de W a - FERRARI ( D . E m i l i o ) , poeta lírico , 84.
y .^97•
GÁNDARA Y NAVARRO ( E x c m o . Sr. D . José
CABALLERO D E LA MUERTE ( £ ] ) , g r a b a d o de
teau , 304.
Camino de hierro de Salamanca á Portugal:
d
é
l
a
)
,
teniente
general,
141.
Alberto D u r e r o , 217.
PORTADA de la iglesia de Santa María la
Puente denominado de Mari» Salud, 76;
GARCÍA G U T I É R R E Z ( E x c m o . Sr. D . A n t o C.VNciON i'REFERiiJA ( L a ) , cuadro de Kühn,
Mayor , en Catatayud , 196.
Puente-viaducto de San Giraldo, 172.
nio
)
,
poeta
insigne,
132.
P U E R T A ÁRABE , en Ronda , 233.
Campo de la romería asturiana en Cluh-Alr^°'^ •
GoNZALEü
(
E
x
c
m
o
.
Sr.
D.
F
r
.
Ceferino),
7ne7idáres, Habana , 348.
BASTILLO-PALACIO de loB Duques de Fei-ia, RAMILLETERA V.\LENCIANA, acuarela de Picardenal-arzobispo de Sevilla, y electo de Cañones Krupp destinados á las fortificacionazo, 264.
en Zafra, 356.
Toledo, 313.
nes de Ceuta, 136.
CATEDRAL D E TOLEDO ( E x t e r i o r de l a ) . 152 RETRATO D E CN ESCULTOR, cuadro de Alma- GíiELL Y R E N T É (Excmo. Sr. D. José), liteTadema, 40,
Choque de dos trenes en la curva de Otero
rato y senador, 405.
rl '"•
ROBO D E LAS SABINAS ( K 1 ) , bandeja de pla(ferro-carril del N o r o e s t e ) , ^$.
H A N S MAKART', pintor célebre, 237.
^LERA-MORiio, dibujo de Gallieni, I44ta repujada , por Matías Melínc, 385.
Choque y naufragio de los vapores Gijan y
•"ONSDLTA AL AHOGADO ( L a ) , cuadro de J i - ROSARIO D E LA AURORA ( E l ) , cuadro de H U G U E S ( M m e . C l o v i s ) , protagonista del
Lax/iam, en aguas de la Coruña, 49.
llamado Drama del Palacio de justicia, en Circo de Price ( M a d r i d ) ) : El domador E n menez Aranda, 97.
García y R a m o s , 9.
París, 35Ó.
i-ONvERsiux ríEL DirouE DE GANDÍA, cuadro R U B E N S V SU PRIMERA M U J E R , cuadro del
rique Díaz presentando al público sus toIGLESIAS ( D . Baldomero), capitán del vapor
de Moreno Carbonero, 16S y 169,
mismo Rubens, 256,
ros amaestrados, 64.
j:;Ri:cERo D E LA CATEDRAL HE BIJRGOS, 72SERMÓN E N E L FAT'ÍO D E LOS NAR-^JÍJOS D E
náufrago Gijon, 109.
Colocación de la primera piedra para el nue'-RVSANTE^MA [F/ür de hírino&nrd), dibujo de
LA CATEDRAL D E SEVILLA, cuadro de J i - J u n t e ( M m e . A n n a ) , actriz francesa, 212.
vo edificio del Banco de E s p a ñ a , en MaWehle, 400.
mence Aranda, 333,
M A L O U , presidente del Ministerio belga, 180.
drid , 28.
D E F E N S A DE LA TORRE D E SAN A G U S T Í N , SEPULCRO DEL ODESPO D . ^L\.RTIN I I , en la MANTEROLA ( D . J o s é ) , catedrático del InsCroquis venatorios : A caza de liebres en las
de Zaragoza, cuadro de Alvarez Duniont,
tituto de San Sebastian, 109.
cercanías del Escorial, 250.
Catedral de L e ó n , 288.
189.
MlLÁ V FONTANALS ( E x c m o . Sr. D . Ma- Desbordamiento del río Cervol, en Vinaroz
SlSENANDO
ANTE
EL
CONCILIO
IV
DE
TOLEEJESPERTAR DE [IN \^yíK ( E l ) , cuadro de
nuel
)
,
catedrático
de
Literatura
en
la
Uni( Castellón): Vista de dos puentes destruiDO, cuadro de Vayreda y Vila, 60.
Alcázar Tejedor, 365.
versidad de Barcelona, 324.
dos por las aguas, 313 y 213.
SOBRE EL MONTE PINCIO ( R o m a ) , cuadro de
JJE VERANO
, cuadro de Masriera, 8.
MORA (D.° Pilar d é l a ) , primer premio de Eclipse total de l u n a , del 4 de Octubre de
Treidler, 121.
JJiA ]JE TEMPORAL, cuadro de Garttier de la
piano en el Conservatoria de P a r í s , 93,
18S4 ( t r e s figuras), 186.
Peña, 9 : .
TAJO EN BELE^E ( E l ) , cuadro de Campuza- MORENO Y MAISONAVE ( E m m o . y Excmo. seEl Camposanto antiguo y el moderno: El de
C Q S HKIÍMANAS ( L a s ) , cuadro de C. Girón,
n o , 25.
ñor D. Juan Ignacio), carden al-arzobispo
Pisa, la Danza macabra, y los de la AméT , - ' 2 y 373.
TENrACiON, cuadro de Casado del Alisal, 333,
de Toledo, 129,
rica del N o r t e , 261.
•c-'V EL DÍA DEL SANTO DEL P A P Á , cuadro de
N
A
O
(
D
.
M
a
n
u
e
l
)
,
dibujante
de
La
IlustraT I P O DE LA HELLE/IA, cuadro de Rltzberger,
El MoUm-Fúmbiiena en la fábrica de harinas
Mi.^ue[ Munckassy, 73.
376 y 377ción
Española
y
Americana,
384,
de la Administración militar, instalada en
T O R R E Ó N D E LA ORDEN DE CALAT'RAVA, en
•^
EL i'.u.coj cuadro de Tofano, 17.
NAPOLEÓN VÍCTOR B o n a p a r t e , 32.
Porcuna ( J a é n ) , l a .
los Docks, 380.
i^í^" i-A AZOTEA, cuadro de Masriera, 261.
U N A GITANA, cuadro de García y Ramos, NUÑEÍ: D E A R C E ( E x c m o . Sr. D. Gaspar), El regresa del estudiante, por Riudavets, 357.
^^'SAVO DE rXA ANTÍFONA A TODA ORQUES369presidente de la Sociedad de Escritores y El Santuario de la Virgen de la Caridad del
U N A MAJA, cuadro de D.* Margarita Arosa,
"J'Ai cuadro de Jiménez Aranda, 197.
172.
Artistas, 340.
Cobre, en C u b a , 300.
^Nl-RADA DEL PUERTO DE V A L E N C E A EN UN U N A «MEKVEILLEUSE», cuadro de Lehmann, OKDOÑEZ ( E x c m o . Sr- D . E c e q u i e l ) , direcEn el dia del Santo de la Señora : De escaleIJIA DE LEVANTE , cuadro de Javier Justor de Beneficencia y Sanidad , 61.
ras ahajo (alegoría, por Perea), 224.
« I U N SOLDÓ, SIGNORIA!^^, cuadro de H a te , 4.
PADILLA ( D . " María de la C o n c e p c i ó n ) , ac- Entrada del nuevo Sr. Obispo de Santander^
EPISODIO D E UNA INUNDACIÓN, cuadro de
rold, 88.
triz mejicana, 349.
en la capital de su diócesis, 44.
U N A VARA D E CASTIGO, acuarela de Mariano
Muñoz Defirain, 5.
P E Ñ A ( D , C á n d i d o ) , primer premio de pia- Ermita del Cerro de los Angeles, cerca de
Bsniliure, 5.
^SCUELAS-AGUIRRE ( F a c b a d a principal), en
no en la Escuela Nacional de Música y
Getafe ( M a d r i d ) , 160.
VENDEDORA DE NARANJAS EK E G I P T O , cuaDeclamación, 109.
• Madrid, 285.
Exposición de plantús, flores y frutas en los
dro
de
J.
Seymour,
260.
POWER
(
D
.
T
e
o
b
a
l
d
o
)
,
profesor
de
piano,
• L.SCULTUlí.\s DE BARRO TOCIDO , GRIEGAS,
jardines del Buen Retiro, 237.
E.TRUSCAS Y ROMANAS (MusEO Arqueoló- ViliGEN CON EL NiÑO ( L a ) , EL BAUTISTA V
Fábricas de papel, en Tolosa (Guipúzcoa):
I3S.
SANTA CATALINA, cuadro de Palma d Viegico Nacional), 91'..
Exterior de La Guadahtpc^ l o i ; Exterior é
REYNA (Excmo. Sr. D . José de), teniente geI^TKí, dibujo de J. W e h l e , 56interior de La Guipuzcoana, visitada por
jo, 337neral, conde de Oricain, 396.
*''I3US TRAUAJANDO EN EL PARTHENON , CUaS. M. el R e y , 104 y 105 ; Exterior de La
RODRÍGUEZ M A I O ( D . J o s é ) , pescador porRETRATOS.
aro de Alma-Tadema, 336.
Tolosana V La Paperola, 108.
t u g u é s , 312.
•^Rvn-As Y ELORES. cuadro de D.° Fernanda
SAL.\MANCA V N E G R E T E ( E x c m o . Sr. D. Ma- Festejos públicos en el Centenario de la SoAEIDAU
Y
DUSSAL
(
D
.
José
Jorge
),
gerente
t r a n c e s , 340.
ciedad de Amigos delPais, en Santiago, 100.
nuel d e ) , director genenil de Sanidad y
del establecimiento tipográfico de los Su"AMLET (úliima e s c e n a ) , cuadro de SánAdministración Militar, 364.
Funerales del Emmo. Sr. Cardenal Moreno,
cesores de Rivadeneyra, 285.
chez Bm-bado, 57.
en Madrid : La capilla ardiente, 136; Paso
S. A. GuELLERMü ALEJANDRO C A R L O S , prin^ " A D E L PRIMER ESP-U3A ( L a ) , dibujo de BARRIOS ( D . Justo líufino). Presidente de la
del cortejo fúnebre por la Puerta del Sol,
cipe de Orauge, 48.
J-errant, 130.
República de Guatemala, 173.
137; Entierro del cadáver en la Catedral
WiJüs DE EDI:ARDO IV D E INGLATERRA ( L O S ) BiSMARCic ( E l Principe d e ) , iniciador de la S. A. GUILLERMO AUGUSTO L U I S , d u q u e de
de T o l e d o , 145 ; Paso del cortejo fúnebre
Brunswick, 368.
cuadro de J. Miílaís, ^29.
Conferencia de BeHin, 249,
por el p u e n t e d e Alcántara, en Toledo, 148.
S. A. GiriLLERMiNA E L E N A , princesa hereg"-ANi>ERA, acuarela de Si.la, 92.
BisMARCK (Príncipe d e ) , UE G I E R S V D E
Funerales del insigne poeta García Gutiérdera de la corona de Holanda, 45,
H 1^^ SACA ÁNIMA , cuadro de Martínez
KALNÜKY, cancilleres de Alemania, Rusia
rez, en Madrid ; Llegada del cortejo fúneS- M . E M ^ L \ DE WALDECK-PVRJEONT, reina
T^Qel Rincón , 393.
y Austria, 201.
bre al teatro Español, 133.
consorte de Holanda, 45.
^ O R A D E LA MERIENDA ( L a ) , cuadro de C.\NDELON, MARTÍNEZ Y LEIGUARDA, direcSAN ROMÁN (Excmo. Sr. D. Eduardo F . d e ) , Habana ( C u b a ) : Máquina de vapor IJahana,
Geofri-oy,240y24l.
tores-propietarios del Institiilo Médico-Quidel servicio contra incendios, 248.
^iusAR DE LA PiíiNCESA, acuarela de García
teniente general, 396.
rúrgico de Buenos-Aires, 30S.
""
y izamos, 124.
Cuadros, e s t a t u a s , monumentos, etc.
Habitaciones de S. M, el Rey en el balneario
de Betelu : El despacho, '65,
Inauguración del camino de hierro de Asturias : Bendición de !a via, 113; La locomotora Pclayo; Colocación del último rail;
Banquete en Puente de los Fierros, ^tc-,
116; Apuntes de %'iaje, por Comba, 140.
Inauguración del ferro-carril de Redondela á
Pontevedra ( d o s grabados), " .
Inauguración oficial de la Exposición Literaria y Artfatica, en Madrid, 341,
Incendio del almacén de maderas del señor
Castro , en Madrid, 6 1 .
Incendio de la Real Armería, en Madrid:
Vista exterior, 20; Vista interior, 21; Vista
de la escalera, en el acto de salvar los objetos, 33; Objetos salvados del incendio, y
depositados en el entresuelo del Real Palacio, 3IJ.
Información oral sobre la clase obrera, en
M a d r i d : primera sesión, en el paraninfo
viejo de la Universidad Centra!, 27Ó.
Institución d e l i Sociedad coopcralixui para
obreros, en T o l e d o , 12.
Laboratorio mícro^ráfico instalado en el hospital de San Juan de Dios, en M a d r i d , 3 i 3 L a Excítela Práctica del segundo regimiento
de Ingenieros, en Guadalajara, 373.
La fiesta de San Eugenio en el Real Sitio
del P a r d o , 292.
La pesca de la Sardina en las costas de G a licia , 220 y 321.
Lazareto de Trun : Viajeros pasando la cuar e n t e n a , 80.
Lazareto de Mahon : Vistas del lazareto, del
hospital militar y de los biiques cuarentenarios, 53.
Lazareto en San Simón, en Vigo, rtg.
Los hornos de la Administración militar, en
las factorías de los Docks, 301.
Museo Balaguer, en Villanueva y Geltrú
(exterior é i n t e r i o r ) , 26S y 2(19.
Músiciis militares en el Prado (Madrid), con
ocasión del centenario del Marqués de
Santa Cruz de Marcenado, 396.
Naufragio del crucero Gravina, en la bahía
de Musa ( F i l i p i n a s ) , 164.
— I,a caza de jirafas, en el África austral, 124,
— Llegada de la escuadrilla de botes ingleses á Wady-Halfa, 2S4.
— Llegada de lord Wolseley á la altura de
la primera catarata del 'Xilo , 269.
— Modelo de las canoas-balsas para la expedición inglesa por el K i l o , en auxilio del
general G o r d o u , 232.
—Remolque de botes :i través de la segunda catarata del Nilo, 284.
— Vista de Assuan y entrada á la primera
catarata deí N l l o , 32S.
ALEMANIA.—Autógrafo en facsímile del Príncipe de Blsmarck , 25 [,
— liuqiies de guerra Ariadna y Binnarck,
destinados á la costa occidental de Áfric a , 3 [fi.
— Casa de campo del Principe de Bismarck,
en Kriedrichsruh ( P r u s i a ) : el gabinete de
trabajo, 252.
— Fábrica de almidón de arroz de E . Hoffmann, en Salzuflen ( L i p e ) , I35'
— Inauguración de la L^nlversldad de E s t r a s b u r g o : el Commasó
reunión de profesores y estudiantes, 324.
— La conferencia Imperial en Skierniewlce
( Varspvia ), 204.
— Xuevo palacio del Rcidisía,!;, en Berlín, 29.
— Una sesión de la Copfcrcncia de Bcriin sobre los asuntos de África, 3S1.
A N T I L L A S . — Un bosque de Caciiis, en Jamaica, 349.
ARGENTINA (REPÚnLtcs.).— Instituto médico-quirúrgico de Buenos-AIrcs, 30S.
AirsTRCA.—Estudio del pintor Hans Makart, en Viena , 236.
—Hans Makart pintando en su estudio, 309.
— Vista del Imperial y Real Insiitiilo Geográfico utilititr, de VIeaa, 220.
REVISTA EXTRANJERA.
BÉLGICA, — Cocodrilo fósil antediluviano,
existente en el Musco ds Ciencias naturaÁFRICA ( E g i p t o , Sedan, el Cabo, etc.).—
les ¡ de Bruselas, 2(y6.
Casa del mtidílir de Dongola, 31Ó,
CiiiLií. — El nuevo buque de guerra Esvic— Caza del «búfalo del Cabo» ( d o s grabaraída, 280.
dos ) , 16.
CoLO.MiiíA. — Trabajos para el canal de Pa— El mudíiir áe Dongola presenciando una
namá, S4,
revista de tropas inglesas, 384.
E C U A D O R . — S e r e n a t a en obsequio de la
Nueva aduana de Irun, destinada á lazaret o , 37Observación de un eclipse de Luna desde el
peristilo del Observatorio Astronómico,
en Madrid, 32S.
Palacio de los Condes de Revillagigedo, en
Gijon , 101.
Perspectiva del ensanche oriental de San Sebastian de Guipúzcoa, desde el puente de
Santa Catalina, 205.
Piano de tornavoz, sistema Montano, 352,
Plano de las obr-as de ensanche, en San Sebastian, 214.
P u e r t o de Ciijnn, 165.
Puerto-Rico : Entrega de las llaves de la capital, San J u a n , al nuevo Gobernador general Sr. Fajardo, 244.
Regatas á la vela en el abra del Sardinero
( S a n t a n d e r ) , 93.
S. M. el Rey en los baiíos de Betelu ( N a v a r r a ) , 6S.
Silla-Salvi: Modelos para el ejército y para
campo, caza, etc., 112.
Tapas para encuadertiar L A ILUSTRACIÓN',
40S.
"Peatrn de la Comedia ; El Ami^o Eritz , comedia de Erckmann-Chatrian (escena del
acto s e g u n d o ) , 3T7.
Trabajos en las obras del puerto de Cudillero ( O v i e d o ) , 3Ó4.
Viaje de los Reyes á. la costa del N'oroeste;
Llegada de la escuadra al puerto de Gijon,
117; Desembarco de SS. MM. en el Ferr o l , 117: Desembarco del Rey en Marín,
y perspectiva de !a bahía, 14S; Visita de
ios Reyes á la iglesia de San J u l i á n , en el
F e r r o l , 149.
estudiantina española Eigaro, ea. Guayaquil, 230.
EfíTAons-UNIDOS
D E TN'ORTE-AMÉRICA,—
El Tiiho-Alcxandrc, para disparar proyectiles de dinamita , 193.
— Primer centenario de la manufactura y
comercio del algodón: Pabellones de la
E,\pofiicion de Nueva-Orleans , 277.
FRAXCIA. —Aerostático eléctrico dirigible
de ios hermanos Tlsandier ; el globo y la
barquilla de motor eléctrico , 33t.
— El nuevo Cabare! llamado ¿'^•i.vAr/í (¡'íJ
Adrcls, en París (dibujo de Pellicer), 209.
— Marsella: Vista general del Pttcrto smevo^
37— Modelo del acorazado que se construye
en Marsella por cuenta del íiohlcrno español , 252.
•—•Precauciones sanitarias contra el cólera,
en Tolón , Marsella y París, 52.
—Tolón : Vista de la'ciudad y el puerto;
Hospital de Saiut-Mandricr; el trasporte
La Sarthc, 13.
GcATE.MALA. — Inauguraciou del camino de
hierro de la capital á Amatitlan , 173INGLATERRA. — Mceting contra la Cámara de
los L o r e s , en Londres, 85.
— Sesión de la Conferencia europea, sobre loS
asuntos de E g i p t o , en Londres, 29.
ITALIA. — El cólera en Ñ a p ó l e s : visita del
Rey á los enfermos; conducción de los
cadáveres al cementerio; visitas del cardenal Sanfelice y de los ministros Brln y
Grlmakli á los hospitales de coléricos, iSr— El Lepíinlo, nuevo acorazado Italiano, iSo— La J\iIonlaña de oro en la Exposición de
T u r t n , 293.
MK.TICO. — Antigua capilla de San Antonio
Chimalixtaca , en San Ángel, 186.
—La Agricultura y (íanadería ; faenas y trabajos agrícolas en una hacienda , 253ToNKiN {La cuestión del).—Arsen;il de FuTchu ; vista general de las fortificaciones
en la puerta del Sud y del fondeadero de
la Pagoda, 157.
— Valle de Gao , centro de los terrenos auríferos de la comarca, 14c.
ÍNDICE DE LOS ARTÍCULOS CONTENIDOS EN ESTE TOMO.
Alarcon ( D . Pedro Antonio d e ) . — Historia
de mis libros, 330, 340, 355, 386 y 398;
Don Gregorio Cruzada Villaamil, carta á
don Francisco de P . Vázquez, 374.
Alfonso {D. Luis).— El Camposanto antiguo
V el m o d e r n o . 254.
Arcimis Í D . A u g u s t o ) . — Eclipse total de
luna del 4 de Octubre de 1884, iSiS.
Atienza y Medrano ( D . Antonio).—Los amigos de Zola, 283.
Balart ( D . Federico).—Á Carlos Cano, en la
muerte de su hijo Carlos, 331.
Baturone ( D . Manuel)- — L a s estrellas se
van, 23 y 39.
Baz ( D . Gustavo).—Al Millo, poesía» 126.
Belmente Müller ( D . G.).—El pensamiento
y la palabra, poesía, 4 3 ; E l fuego fatuo y
la estrella fuga?;, 63.
Bustamante ( D . Ricardo).—Carta á Ricardo
Palma, 174.
Campillo ( D , Narciso).— Los globos, 131;
Los periódicos, 315.
Cañete ( D . Manuel).— Los T e a t r o s , 19, 35,
103, 134, 179, 223, 2 3 8 , 2 9 9 , 359,
Casteíar { D . Emilio).—Un poeta lírico, 8 3 ;
El general Gordon, 221 y 235; U n a colosal herencia (estudio histórico), 331.
Cervera Bachiller ( D . Juan}.—El violin maravilloso (aventuras de un músico de ald e a ) , I I , 27, 43 y 5S; Las ciencias en España : el Museo y el laboratorio micrográfico de San Juan de Dios, 210; Las pruebas
judlciarias (estudio crítico-histórico), 290;
Bienaventurados los que lloran (narración
c o n t e m p o r á n e a ) , 347, 3<33J >" 403.
Chaves ( D. Ángel R . ) — L a hostería de la
Paz (estudio de costumbres del siglo x v n ) ,
334.
Coelto ( Sr. Conde d e ) . — C a r t a s d e Oriente:
La cuestión de E g i p t o , 99 ; E l Rantadan y
el Bairam, en Stambul, J I 8 Direccion (La).—A nuestros suscrítores, 194-
Fabra ( D . Nilo María d e ) . — La lucha int e r n a , soneto, 43 ; Los asuntos de China,
236; Alemania en África, y la Conferen^
cía de Berlín, 270.
Fernandez Bremon ( D . José).—Crónica general, en todos los números.
Fernandez Duro ( D . Cesáreo). — Blas Ruiz
de Fernán González, ó los españoles en
Camboja, 163 ; El puerto de los españoles
en la isla i'-ormosa, 251.
Fernandez Florez ( D . Isidoro).—E.\posicion
de Bellas Artes ( c o n c l u s i ó n ) , 3 ; Tamayo,
194.
Fernandez y González ( D . M o d e s t o ) . — El
hijo de un labrador, 4 2 ; La elección de
carrera, 115 ; La E.xposlcion Literario-Artística, 134; La romería de los Remedios,
187Gestoso y Pérez ( D . José).— Antiguas enseñas militares, 239 y 25S.
Grilo ( D . Antonio F . ) . — Don José Güell y
R e n t é , 399.
Güell y Renté ( D . José).—C*'^'', poesía, 62.
Jackson V e j a n (D. José).—La muerte de un
Ángel, poesía, 243 ; ¡Acompañadme! a i S .
Lasso de la Vega ( D . Á n g e l ) . — El señor
D o m i n g o , cuento, 374.
Llanos ( D . Adolfo). — Los Yankees: Los
púgiles, 55; Lo.s andarines, 71 ; Los teatros,
151; El domingo, 1S3; La casa, 2 1 1 ; Los
viajes, 287 ; Las leyes, 302; Hernán-Cort é s ; 319 y 34.^
•
. ^
Mallarino ( D . Julio D.). — El safaio Tna.na,
211 y 344.
Martínez de Velasco ( D . E n s e b i o ) . — N u e s tros grabados y Libros presentados, en todos los números; El cardenal Moreno, 138.
Mas y Prat ( D . B e n i t o ) . —La ermita del
Humilladero, 7 ; Childe-Harold e n Andalucía, 54 y 6 7 ; Nuestros romances moriscos, 139 y 147; Raneé y Manara, 37X y
2S6.
Mélida ( D . José R a m ó n ) . — Sobre las esculdalena, hija de Grilo, 2 7 5 ; '>"", poesía
turas de barro cocido, griegas, etruscas y
3ni.
romanas, del Museo Arqueológico Nacio- Sánchez de Castilla ( D . E d u a r d o ) . — La salnal, 7 5 , 9 1 , 107 y 126.
v e , poesía, 75,
Mendive ( D . Rafael María d e ) . — Melodía, Sbarbi ( D . José M a r í a ) . — E l elemento cor33(3nígero en el lenguaje metafórico, 122 ; El
Monreal ( D . Julio). — Costumbres del sivilliinclco en la iglesia de España, 375glo x v i i : ^l/rt/Zn ÍÍIWÍÍ ¿Í'Í? ^íí?'yí/(f, 9 0 , io6j Sentenach ( D . N . ) — L a gran AljnVia ^^
155, 186, 3 6 2 , 2 7 5 , 2 9 1 y 307.
Córdoba, 170.
Olmedillay P u i g ( D . Joaquín).— La E.xpo- Sigüenza ( D . Julio de). — La Marquesa de*
siclon Fabril 3' Manufacturera, 227 y 243.
Valle y el Duque de L e r m a , 346.
Palacio ( D . Ángel del).—Pericueto, 155.
Suarez Bravo ( D. C.).—Sonetos, 391.
Palacio ( D. Eduardo de).—Parroquianos, 59. Thebussem ( E l d o c t o r ) . ^ R o g e r Kinsey^
Pérez de Guzman ( D . Juan).—Anales del
periodismo en España, 7 1 ; Curiosidades Tubino ( D . FranciscoM.).—El Museo iVa«literarias, 203.
tin MoretuH, en A m b é r e s , 378 y 402.
Picón Febres ( D . Gonzalo).—Esperanza y Valero de Tornos (D. J.)—Frases , 306.
desengaño, soneto, 12(1.
Varios autores.—J, M. L.—Las mujeres qu^
Prat ( D . Pedro d e ) . — T r e s horas en Brusematan
, 362 : M. H.— La Conferencia de
las , 30 ; U n a raza que se extingue, 46; Las
Berlín, 379'; M. M.—La Escuela prácticíi
del segundo regimiento de zapadores miquincenas
de verano, 59, 94 y 123 ; La
nadores, en Guadalajara, 382; S. d e ^ ' - ^
quincena parisiense, 158, 227, 258, 307,
C:irta de N i z a , 3 2 3 ; V.—La fabricaciott
323, 366 y 4 0 3 ; La quincena de
turista,
del papel en Tolosa, 103; X . — L a s obras
190.
de ensanche en San Sebastian, 214) ° '
Puiggarí ( D. J.).—Montaña y monasterio de
—El teniente general D . José de la GánMonserrat, 26,
dara y Navarro, 139.
Rodriguez-Ferrer ( D , Miguel).— « L o s consejos del Rey durante la Edad Median, por Vázquez (Los). — Don Gregorio Cruzada VJel Conde de Torreanaz, 14; El naufragio
llaami], carta á D. Pedro Antonio de Alardel crucero Graviiui, 172; El santuario de
con, 371.
ia Virgen del Cobre, en la isla de Cuba, Velarde (D. J o s é ) . — L o s caínes, poesía; I4í
Juegos del alma , 43.
303Rodríguez Mourelo. ( D . J o s é ) . — E s t u d i o óp- Vidal de Valenciano ( D . C a y e t a n o ) . — E l
Exorno. Sr. D. Manuel Milá y Fontanals,.
tico de los microbios, 87 y 119; Distri322.
bución de los gérmenes de microbios en el
aire, 1 6 ; y 206; El análisis espectral y la Vieyra de Abreu ( D . C a r l o s ) . — E l hombrepez (tradición montailesa), 154.
materia radiante, 343.
Riudavets ( D . P e d r o ) . — L a z a r e t o de Ma- Zorrilla ( D . José). — M o n u m e n t o conmemorativo de la inauguración del ferro-carn*
h o n , f)Z.
G u m á , de Villanueva y G e l t r ú , 183.
Saenz de Tejada ( D . Baldomcro).— Soneto,
Salvador de Salvador ( D . J o s é ) . — A Mag-
FIN DEL ÍNUICE.
AÑO
PKliClOS DE SUSClíIClON.
XXViri.—NUM. XXV.
PRECIOS DE SUSCRICION. PAGADEROS EN ORO.
ASO.
ADMINISTRACEON :
Mailrid. .
Provinc¡;i.
35
40
to
pEseliis.
id.
id.
i3 desvias
21
id.
36
id.
10 puse las.
11
id,
[4
id.
CARRETAS,
12,
PRINCIPAL.
Miidriti, S ele Julio tic; 1884.
ip
Ciilia, PuprIn-RicQ y F i l i p i n a s , . ,
Demás Estados de America y
Asia
Jj pesos luerits.
fio pesetas 6 fríiiicos
SF.MKsrRB.
7 peMs fuertes,
35 pésela!; fi fiancfis,
SUMARIO.
TEXTO..
. --• -Cróni
i-iunicu faenera!, por D. [OEÍÍ Fernandez Brenion,—
-jiiestro_s ^riihiLiIns, por I>, Husebin Miinine/. dt Velasi-o.—
^^POHcion de tlellas .Artes f.^^l. vr) ; Omdu.swit, por D. IsidoBpr^if " í ? "^^ l-lor«. —l.aErmlm del Hiimilladeio, por don
enio Mijs^. P r : „ . _ i ; | v¡o]¡n iiüiravilloso, aventuras de un
Iter !l"t
,^^^ Ct^oniinuacion), pur U. .Kjan Cervera Bachi!os',}i n^ *-'''f»es, poesía, por D. .lose V'eUrde. — «/íi.r Ciw.wzyxl^A -' ""''""''<• la Eéind Mfdia, por el Cunde de Torrean;iz,
drim, ' " r
^^'''•'"" '^'^' *^''^n^e]o de Ksludoí., riur D, M. RoInr^ '^.^"'•Fr''er.--Libinp presentados á esU Rcdaction por aiiGKAulf et^'^orüs, por V._Siiellos.—Aniincios.
Gii^r
r^'^^''''^"'^'^' E.M-mo. Sr, D. Aureiíano Fernandeztüria ^ V " ^ ' '''^ '''^^ '^^'•'''^' Academias Kspanola y de la HisN- •'^'V"['^'^^"''.'.''^iieral de Inslniciion Püblifa. —Exposición
anonalde lidias Artes, en Madrid: En¡><HÍü ,Mpsinlo <ü
jv,.'"'^"''•y»'''/."/^/.íT.f'í/c.í'iiadrüdc D. |a\ier IUSIÍ;, núse w i ^'<"'<H"- (fremiado ron medalla de se^ri^da claMuñ J!'^"'^'" '^"^ "Jf'í huimiai-hm {fírilíuí 'ie¡ Tiiiri'), cuadro de
reni ILTI"?,^"^ ' "'^™' +?^ ^'^^ Caí,lh'go. (De fotografía de Latino B;> ..."'^'I'^S Arles : L'fin rara de cas/rgn, ainiarcla de MariaAcadf-f'
P^"^ ''^^ íUbums arlisticüs formados pnr la I^fnl
(Jro ¿'''\f'' ^.'''''•''f'i'i''^'->i'^>ii y I.egü¿iido}i.~-De verano..., cua^rend^V ''^'^''^'^^' '•'" '^ Éxposii-inn-BosL-h. (Grabado por
-^ r>' ^'•^^^^•^^E.'Eosarío df ¡i¡ Aurora, cuadro de trarcía
ris ^ n- ^^^'^ f'iloprafía de \fí^ Src.i. Gnupil y Comp.^ de Padoñ.lT .^"""-^ C.n"^n): Torreón de la Orden ile Calatra\a,
I-uceii rn°'""^^" Hoabdil <•/ a/a^ despui.-s ile la batalla de
D M " ' ^, ^'^'^''trr^fiii remiuda por el alcalde de Porcuna,
|.-oor¡r "^-"^ l ' m e d a . ) - T o l e d o : ínsliiudun de la Sociedad
pmnun •^''',''^'"?"'"''='"'^^*^l 29 de Junio úkimo; El Sr, MoieL
M-in,, 1'?! " discurso inatiRiiral. (Dibujo del naLural, por
dad V V '''^"'"•^~'^'"'^" (Franria) : Viíin .genera! de la ciuléricoí ¿•'1'^'^'^" ' Hospital de Saint-.Mandrier, destinado a cocían i I ¡.^•'•^^P^i'^'-' I-" Sarih,:, al que se alrihive la introducen el U™'*^'^^ I-rancia. (Dilmjo de A. de Caula.")—.S>ÍV
sornir
^^'i" = ^-1 '•'='^••1 t^el f«"''. " '^'•'fí^l'"' 1^^' t:»l^ti (por
presii y en'''''manada).
CRÓNICA GENERAL.
TNQTK el cüleni parece estacionado, la mayor
parle de Eunipa sifrue inmando precaiiciorjes pai-a resistirle ó evitar Hti propa^íacion.
Solo Infílalerra, por no creer en lii clicacia
de las medidas snnitarias, ó por ÍLi?:}í'Trse innnine y uomo inoculada va del cijiera, ó por
tepoticr á ki saUíti los intereses del Irdtico,
^ ^P'Heni]ila indiferente la preocupación peneral.
^''^'•dnderaincnte se explica este fenómeno en
' d e 1 ""'^'"" liimiliarizada de antij^uo con el cotilacto
niedad '^^ P'-'^'^li^s c¡iic pailecen endémicamunle la cnfer'^'J n a t u r T ^'^"'-'^ ""^ aterra, y con razón ; pues, aparte de
con'nup^ ^'^'^ '•''^^V''-"^^"'"'^' '^s,al fin, tma enfermedad más
vida va ""^ "^"iiídbamos, un niievít peligro para ntiealra
tutiadaiiVT'^'i^^^^''' ^'"'' *^"^'^ .líf^nero de mtiertes; aforduce 'á 1
li'\sla ahora, la cronicn de la epidemia se re'^"erpo 1,*^'' '"'^''•'•'^ cjLie se emplean para combatirla. El
'^'^'i'o do '^'^''"'" '^^ )"'• en ciertas linean acordonadas, f;ccliosas • ^^"^¡"^.'^'"i'^o; los cueros y l;i lana, materias sospe*^^nat;ají(--. ^'*'"^^'.- enlermedad puramente privada en cirfueran _'-'l^. ."'^"'"'^Itís- tístá sometido á vi,[,'ilancia, como si
^'Sestivo"
'"^ desórdenes particulares de cada tubo
cuestión d t ^^ ""*^^ "'^^ '^ influencia colérica es en la
'^ortacio en^ '^"'^f^iieo ; la emigración anual á Francia se lia
cerán en AT^H''" *^^'^''^''^' y se puede ascgtirar que permane^^^ á aban ! '^ •'^'"'^'^ ''^"'"*^ ^'^ '^^ gentes que acoiítiimbrala ííeoírr^jp "^l''^ *^" '-''¡l-os meses. Los a[)rcn.sivos esttidian
'^idos hast'^^h"'^'^''''^' ^"''^'••'ncíose de los parajes no inva"^^tras dé iVl
'^ ^""' '"^ t-'pidemias, para pasar el peligro
^6 localice' 1 '^.'^'"'^i los confiados esperan en que el cólera
' 'os listos confian en sus piernas; los optimistas
E X C M o.
S lí .
D.
A URE LIANo
F E R N A N ]1 E Z - Q U E lí Eí A V O K lí E,
de l a s R e a l e s A c a d e m i a s EEpafiola y de la I l i K l o r i a , y d i r e c t o r g e n e r a ] de I n s t r n c c i o n
Pública.
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y
creen que el cólera reípcL;n:í su pobhicion , (j ;il menos sus
familias y pci-sonas, y IIC;IKO algiin desgraciado lo espera
como Stí espera la venida de un amigo.
A pcüpf')SÍto de los deaordenea ocurridos en Oi'dn, >;e taclia á los franceses de malos colonizadores: no deienderemos á Francia de esta acusación hecha en principio; pero
no es justo lanzaflii por una cuestión local, que si se funda
en antagonismo de razas, tiene su orlj^en en hechos de escasa importancia, como es la representación cpic ])udiC'
ran tener los judíos entre los mozos que ingresaban en el
servicio militar. Estos antagonismos existen en todas partes donde hay razas diferentes y opiniones encontradas.
TCo damos, pues, á los sucesos de la Argelia carácter general, sino en lo que tiende á propagar en aquella región el
odio antisemítico, tradicional en toda Europa, (]ue, amortiguado en los países latinos, produce,todavía en los pueblos del Xorte tVecuentes explosiones. O es ésia la cuestión,
ó todo se reduce á desórdenes puramente locales, en (¡ue
nada tiene que ver, ;i nuestro juicio, la aptitud colonial de
la nación francesa.
La primera reunión de la Junta Directiva del Centenario
con que se trata de honrar la memoria del iiusLre escrilor
militar Marqués de Santa Cruz de ¡Marcenado, se veriíici')
en casa de su Presidente, el general Marqués de San Román. K o haremos un extracto de la sesión, porque, aun([ue interesante, no lo es para contado, sino ])0r los resultados que ha de dar para la mejor realización de! pensamiento. Xuestro objeto principal es recordar al público
que se trabaja activamente, y poner en conocimiento de
los escritores y eruditos que se acordó otorgar un premio
al autor del mejor estudio crítico-biográfico de la vida y
obras del insigne asturiano. Las Memorias que opten á la
honrosa recompensa delx;rán ser dirigidas al Presidente de
la Junta Directiva, ánles del 15 de Noviembre próximo. Y
como es de interés general este trabajo literario y científico, contribuimos con gusto á propagar esta noticra.
El sorfeo de la Lotería Nacional verificado ayer quedó
anulado en el mismo dia, p(n- haberse padecido en él la
omisión de incluiren el bombo los números correspondientes al sétimo millar. Como ignoramos la legislación especial del ranui de Loterías, no sabemos si esta medida se
halla bien fundada; desde Iticgo tiene la oposición de loa
que han visto sus números en las listas extraoficiales de
premios, y la aquiescencia de todos los que tcnian hilleles
en el millar omitido, y aquellos cuyos números no hahian
sido premiados, es decir, ]a inmensa mayoría de los jugadores. En rigor de justicia, el sorle<> parece nido, pues de
habei'íC incluido el millar extraviado, claro es que la combinación de los premios seria muy distinta. Pero ¿será menos nulo, es decir, menos distinto de lo que hubiera sido
el sorteo aquél en todas las condiciones legales, cualquier
nuevo sorteo (|ue se verifique? Lo tjiic hubiera resultado
enti'ínces, ;puede restablecerlo la Administración cuando
cada vuelta de los bombos produce combinaciones diferentes y de imposible cálculo? No.
La Administración ha cometido un yerro, y debe pagarlo. E s una pérdida á que debe conformarse, para el prestig i o , que le conviene, de la renta de Loterías. .jEn qué
forma? Exponiéndose á que haya premios duplicados, y
sorteando de nuevo los números omitidos. Pero ,Jes justo
no pagar los premios del sorteo verificado solemnemente
en el día señalado en el bilíetc ? Y como los que entraron
ii suerte lo veriíicaron en mejoi'es condiciones de las que
hablan contratado, no se pueden quejar con justicia los que
no obtuvieron ]íremio. De todas las opiniones que hemos
oído, ésta n:is parece la más equitativa. Acaso haya otras
más justas, sin embargo.
sociológicas, ni en las fimdamcntales sobre derecho público, v.
Estas dos breves cita.^ dan á conocer la índole de la colección y su objeto, y asi nos reservamos, para opinar
acerca de la obra, toda clase ¡le derechos.
Insertamos algunos pensamientos que, repasando las
primeras páginas, nos han hecho meditar.
"Algo más claro v más djgno de aleación us ver correr
todo un pueblo á las armas, y dejarse diezunu^ pnrdcl'ender
una idea, que no ir á verlo á his comicios á volar.»
oLa política no es sino el arte de realizar en caria momento histórico aquella porción del ideal del liumbre que
ta.'íativamente permiten las circunslancias,"
" E n nadaos tan anligua ni L;m ciinstanle la inferioridad (de la raza latina), cuanto en las cosas políticas."
'(E! corazón del mundo ha variado de sitio, de modo
que no palpita ya de este lado de lün-opa, sinoílel lado del
Norte."
«Naiuralmunle somos teólogos y easi irremisiblemente
artistas los latino.'í.»
N o seguimos citando, porque el estilo del Sr. Cánovas
no se presta á sacar de él frases breves y precisas.
SR. D . AniíLARDO Jot^t DK C.\iii/)S.
Permita V. que termine aijui esta Cn'tnica, es decir, que
aparte mi imaginación de los asuntos generales para entregar mi corazón y mi pensamienlo á una pena lúmiliar. El
correo de I'ilipinas me ha traido una tristísima é inesperada noticia : la muerte de mi hermano , el coronel de infantería I), líduardo Fernandez lirumnn. cuando tras nueve
años de ausencia esperaba abrazarle de un niomenlo á otro.
La mayoría de la prensa le dcilica párrafos cariiiosos ; reciba la expresión de mi sincera gratitud.
1-as balas le habiiui iilciinzado, ])ero respetádole la vida en
África, cuando, recién salido del colegio militar, se batió
en el batallón de .\lba de Tórmes ; la metralla le derril»') á
tierra en el asalto de .foló, donde trcpi') el primero mandando la vimguardia : el ciMera y los jurument;idos le respetaron en el gobierno de aquella plaza, que se le confi<'i en
¿poca triste : los bandidos de las Visayas sufrieron su ]iersedición cuando organizó el primer tercio ile la Cjuartiia
civil destinado á combatirlos en aquel extenso territorio;
y habiendo arrostrado la muerte tantas veces y en tan diversas formas, ha caido en la íior de su edad , rendida acaso su naturaleza por las fatigas y amarguras de una vida de
trabajos.
Apto igualmenlc para las tareas de oficina que ¡lara las
penalidades de campaña; de ingenio claro y esponiánco;
improvisador abundaiUÍsimo, hubiera podido lucir como
poela : un compañero de colegio, el ya veterano mililar 3'
escritor D. Arturo C^otarelo, hace de él este retrato en uno
de sus bocetos niilitiu'es inserto en L,¡ Gucela Univcnal, y
cuya publicación le agradezco en el alma :
" Ilustrado, valiente, modesto en sus costumbres,sincero
en his manifestaciones de su carácter, distraído á las veces,
harto impetuoso en otras , con el fuego de la pasión en la
mayoría de sus polémicas, con la nobleza del sentimiento
e n l o d a s ocasiones, el finado se captó generales simpatías
durante su permanencia, conu:) cadelc, en el colegio de
Toledo; simpatías (]uc creciertm mientras tuvo lugar la
campaña de África, donde alcanzi'j Bremon el emplee) de
teniente, perteneciendo al batallón caz;idores de Alba
de Tórmes.
)>Pocas personas, al ver por primera vez ii líremon, se
daban cuenta de sus aptitudes como hombre de guerra.
»Dc complexión delicada, más bien alto que bajo, ojos
pecjueños y brillantes, ])álido, delgado, con escasa fuerza
física, silencioso por lo regular, su orfíanismo sufría, sin
embargo, trasformacion comjileta en el momento de dispararse el primer tiro sobre el campo de batalla ó de presentársele el peligro en cualquiera de sus múlliples f<irmas,
pues entonces se animaba iiivoUuilariamente, se triplicaProbhrtiiía i-ofi/rm/'t'yj/ieM es el litulo de! tomo 1 de las ban sus fuerzas, adquiría hasta los dones de la elocuencia
obras de D. Antonio Cánovas del Castillo, que ha empeza- y nutrchaba con ánimo sereno y semblante satisfecho á dedo á publicar la aristocrática Cukcchn de cscriíoyes casleUn- safiar aquel peligro.
XIEsto hizo en la guerra de África; esto hizo también
UPS. Todos los trabajos incluidos en el tomo eran conocial lanzarse bravamente al frente de una columna sobre el
dos, exceptuando el prologo del misnjo autor.
«Estos volúmenes, dice el Sr. Cánovas, no encierran campo joloano, y aquí lo efectuó con tanto maveu' motivo
cuanto que estaba ávido de probar sus aptitudes para el
sino estudios, por lo común en forma de diiscursos, casi
siempre escritos fortuitamente, y átUes sumisos á las cir- • desempeño del empleo de coronel, de poner de manifiesto
cunstancias que los originaron que a tas desinteresadas y que, si debía favores á la política, era digno as ¡mis nui de
merecerlos, conquistándolos con la punta de la espada.»
austeras prescripciones de la investigación cientiflca. FruEsto dice un escritor que no adida : un compañero que
to, no bien maduro, son, en suma, de las inquietas horas
le conocía de antiguo : si yo añado á esto que era hermano
consagradas por mi parte al juicio de las doctrinas filomió, y hermano menor, comprendcni V,, señor de Carlos,
sóficas diversas y los varios fenómenos sociales que :i la
par de mi carrera se han desenvuelto y agitado los áni- que ni podía ni dchia callarlo, ni el senlimíento natural
mos en España. Y en lul concepto vienen á ser biográ- me permite en este instante escribir con el sosie.^o que la
Cr¡inii,i requiere. Permita V. que termine la de boy conficas, tanto como cientiticas, sus páginas, pues contienen
sagi'ándole un recuerdo, ya que- no puedo visitar la tierra
la sustancial expresión de mis pensamientos y la razón
teórica de mi conducta, en un plazo de tiempo durante que le cubre para siempre'(i).
ot cual me ha tocado en suerte combatir sin tregua, y
JOSÉ FIÍRXANUEZ BUÍCMON.
.cuerpo á cuerpo, con e!des;itentado i-ciHilucionurLwio de
las escuelas irreligiosas y demagógicas, sin renegar por
eso de ninguna de las conquistas legítimas de la civiliüacion.B
N U E S T R O S GRABADOS.
Preferimos esta síntesis de la colección, hecha por el
íLutor mismo, á cualquier juicio nuestro; la posición del señor Cánovas hace sospechosos los elogios ajenos y las censuras. El primer tomo comprende los cuatro discursos que
leyó al inaugurar las cátedras del Ateneo en 1S70, 71, 72
y 7J1, dos artículos, Los Arhitristas y Otro precnrsay de
MaUhiis, y su discurso parlamentario acerca de la Internacional.
El Sr. Cánovas afirma en dicho prólogo lo siguiente, en
contestación á las contradicciones d e q u e le han culpado;
«Desde que en edad bien corta comencé á dar mis pensamientos á la imprenta ó decirios en público, hasta este
dia, ninguna modificación, absolutamente ninguna, he tenido que hacer en mis opiniones religiosas, filosóficas ó
N." XXV
AMEIIICA:N^A.
EXCMO. 5K. D. A n R E L [ A N O FETíNANOEZ-OriiUUA V OKIUí,
Jirpctor ;;i;ner.il ik' Inslruccion Piitilicn.
Un bosquejo biográfico, un ligero tosquejo, podemos dedicar
en este sino ¡il docií> historíiidor y concienzudo arqueólogo, elegante prosista y felicísimo poeta D. Aureliano Fernandez-Guerra
y Orbe : traspasaríamos los estrechos límiicH de eñla sección del
peiii.idico EÓici con insertar el catálogo completo [ú á formarle
acertábamos^ de las obras Je! sabio académico
Nació el Sr. Pernandez-Guerra (cuyo retrato damos al frente
de esie número) en Granada, á ló de Junio de 181IJ; su padre
(I) LO coroprucidemas ; admiiimos respumoBamcnli: e=e noble recuurilú , 7
nos Uiiüdamos con sincuridad al ^cnllmiencí» de pena que umbargn. t:l nnimü de
nuesttu amigo y ci>ln.b'jrador, D . José FemandeK Biemon.— (¿V. de la R.)
D. José, caiedrátiro de tlisioria, Numismálira v Antigüedades
en la Universidad de aquella pnlilacioii, y su lio D. Juan de Cueto y Herrera, doriisimo en liisloria, Geografía y Cronología,
le infundieron amor y eniusiasmu por esias ciencias y por el estudio de la lengua castellana y de la lengiui latina ; educóse cu
Madrid, en el famoso culegin de Ciarrif^a, y cursó Humanidades.
Kilusofia y !a carrera de Derecho en Granada, reciliieni.lo el titulo de abogado en 1.S40, v mereciendu ániesque el Claustro de
la Universidad le encarf^ára la cátedra de J.ileralura é I listona;
pijcii dcspuíís fué llamado a ejercer el cargo de oficial de Secretaría en el Ministerio de Gracia y Jui^licia; en Octubre de iS^'), el ^
ministro Sr. Moyano le nombró oiiciíd primero del Ministeriod^
Fiunenln y secretario del Real Cimsejo de Instrucción PiUilica;
sacada á concurso extraordinario la cátedra de Literatura exiraniera, propia del Doctorado, en ¡a Universidad Ce[Ural,_la
facultad de I-¡lo5of(ay Letras, el Real Consejo de Instrucción
Púlilica y la Real ,\ca'demia Lspañula, tres corporaciones desi[Jnadas pnr la ley á indicar un candidaiti al Gobierno, propusieron
|ior unanimidad al Sr. IX Aureliano ¡•"eruandez-Gucrra y t-)r"^'
Idamáronle á su seno Us Reales .Academias Es[iañola y ^^ ^
Mi-loria, como individuo de número, \ después aquélla le "/^
nomhradii su liililioiecarin iierpétuo, y és'ta, su anticuario; admitiéronle tmubien como director hunorario y miembro corresjíondiente otras corporaciones del extranjero, entre ellas, ci InsUttito
Arqueolijgico de Herlin, una de las más sabias del mundo culto!
el actual ministro de Fomento, Sr. Tidal y Moii, le ha confiado
el alto caro;o de Direclor general de Instrucción Pública.
Dtcese comunmiínte ipie el Sr. l'cniandeK-Guerra escribe poco
porque esiudia muchísimo, ay parece disEjustado de cuanto hace,
á ju?;ííar por lo mucho que retoca y enmienda lo concluido ya y
puiílicadow ; nosotros creemos (sin ofensa del antor de las lineas
que preccilen , Sr, Cueto y Ribero, entusiasta bióffiafn del seiior
KertiandoK-táierra) que estudia muchísimo y escribe tanto como
esiudia,
Sus obras dramáticas son ; ¿« Pnlii lit !iis Eniimoradúí-_^^Hija de Cen'.in/'TS, A/i»ru¡ CIDIO y La Rkit-Httnhra, esta últi"'^
en colalioracion con su amíjío y coleara D, Manuel Taniayo^ >' .
Uaus ; sus poesías líricas, llamaílas por nuestro Cañete «preciosas jovas de la len,^iia lasiellaua», son numerosas, y merecen
singular menciim las Ululadas .-J mi iiitidrir nii^eutn, A ¡os Cü^"'
iitifiiíos RtaliS, A Doña hnhei ¡I, A ¡it 'rnisJ¡f;Krtidn>t de! S(»c>'\y
lus sonetos Fi-ay Viceuíe y Fnsy .'^lurtiii: entre sus obras de Hi^'
loria hav que citar AVrcv monis de Gianuda, La Orden de tid^'
li-at-a, ¿ 7 Rey Don Pedro de Cnsliüa , E! ¡. ihro di Saiiíi'/'m, ^ "
Rodni;^ y ¡a Cttvti y ¿Vera»; sus monujjrafías de llísluTÍa V ^^
Geografía, sus estudio? epif^ráficos y an|ueüli;fíicos (acerca u2
monunientus 3'objetos del arle antijjim), sus leyenda^: en prosa,
*u- artli-ulos crdico-lílerarios, etc., son innumerables, y uo ^^
posible citarlos en breves líneas.
L.,^ h.usTüAcrnN LS1'AÑOI..A Y AMIÍHTCAKA se ha honradOi
hace ya muchos años, coa la colalxjraciun del docto académico ,
en sus pilijlnas están impresos luagnfficos estudios, tales como
¿7 Arco dt liara, ¡usfirieA/osIkrgetís y ¡os Cose.'nnim (año I^W'
E¡ Cidlnr de oro de ¿\ielUd y C¡:ri\ii/¿es, esclava del SarLiji'"» •}'''
traimu/o (1872), Formación y ¡eyes de !os aiwieti/a/ivas, di""""'
/wos y des/ied¡vos castellaiiú!. (1874), Á'iiesíros />íiisioH"doS ^^
Á'íinm (1876) y otros.
Tres obras m.ás está concluyendo el infalifjable literato: '"'
fifi-ri, .\'alivo¡ay Gariialn, referente á la^ antigüedades de su f^^"
tria; Oinar lien ¡Ia/soi¡, en la que completa los traíjajos de Sitn"'
netv M. Dozy acerca del insíi^ne « Viríato de la Recouquisia*y Momi^rn/ia de !>t Espamprimitiva, que ha de ser, en opím""
del Sr, Cueto y Ribero, la más juiciosa y acabada dü lodas.
UELLAS AlíTES.
Kiii';uL\
pu.-'h'
Víiieii. iit eit II'! d¡\t iSJllstu.
figura-'
Una tic las miís bellas marinas, entre toilas las que han f'^'^
do en la Kxposicion Nacional de Bellas Anes, de esta capital,
la conocida por el titulo Entimla del¡yiierh de Valencia cu "" '•'
de ¿n'aii/e (núm. 346 del Caiiihgo'), urigínal del artista valenciano D, Javier Juste.
,
se^run fotografía
fotosrafía de Laurenl, en el grabao
Reproducírnosla, según
g''^''^'^
de: la páff. 4 : el ap^iia del mar, empujada por viento de Levan'^
.,„ a^ila con paiisadu oleaje ; el suelo del muelle esta húmedo; ^^
las t"^ambiente aparece cargado de timas opacas ; las ilginas. iaí"
OT) li'S
sas, el humo de las chimeneas, el remolcador que lucha coi
Illas, Ludo, en fui, se ve pintado con verdad y carácter, y su autor
'•
ha demostrado que sabe retratar la Naturaleza.
.
Kste liermoi^o cuadro h:i merecido, por voto del Jurado, m^
Ha de segunda clase.
Una rara ¡I,' ¡nf/tfíii, ;icu;irula de MaTiaim Boiilliuri;.
El primer grab.ido de la páíj. 5 es reproducción, según 1^grafía LIC f.aurent, de la acuarela que el disiinguido artista 1^ '
riano lienlliure ha deilicado á los álbums (¡ue la Keal AcadO'
de Jnnsprndoícia y Lenislncimíy de esta capital, se propone oj
c e r á S , -M, la Reina de España y á S. A. 1. y R. la Princesa IDi"
perial de .•Memania.
•
Su titulo. Una vara de casfi^.', concreta el asunto de la comp
cíon ; la-escena es en la plaza de loros; un picador ha brinoa
una vara, arrojando e! sombrero á la arena ; el toro '^'^'-'^f^^>'(,
hiere, y se crece iil hierro; un torero acude al c|U¡te; el P'^ -'
a]jlaude
y mientras, un golilla pide más caballos, y dos pudores de reserva aparecen a la entrada del circo
•
1.a eiecucion es, como de Mariano Renlliure, inmejorable,
se liené en cuenta el asunto yel angosto espacio en que esiao
envuelta; ¡lero, digámoslo francamente, la suerte de varas c
asunto inénos simpático, el menos agradable entre todos ''-'* i ij,
ofrecen al artista los lances y variados episodios de una corr
de toros.
iCl-iiihH.- lie Hi!,¿ im/ii/iiicifii.
cuiui.'ti áf MiinuK DygruirJ,
f'.l Tiber, desbordado, inunda la campiña romana; sobre e
jado de pobre casa, lamido ya por las fangosas aproas, ^^^^^u,¡ia
mujer, en cuyo rostro se pinta el miedo, sosteniendo á su J'^
lie lanzarse ai agua, seguían ue un ncrmoso perro ae 1 ^'' \
que está á su lado; en el fondo del cuadro, sobre el nivel "y ^^
soberbecido rio, se velí los brazos de una infeliz madre, '^" • ^^
ya por las aguas, que sostiene en alto, encima de las '"•'"°^',' g^e
pobre pequenuelo, su hijo
La orilla lejana del Tlber ap' ^^
envuelta en opacas brumas; el cielo es sombrto; una rátag'
luz se distingiie en el lejano horÍKonte,
jg
Tal es el cuadro del Sr. Muñoz Degraín, laureado •^'•''^ „
Oíeloy Desdémuna y ¿os Amantes de Terne/, que ha ligorado ^^^^
el nüm. 494 en la exposición Nacional de Bellas Artes, tie = ^
capital, y que reproducimos co el segundo grabado de la y
gina 5.
D¿ vcra'to
cuadro di; Maítiuta,
Nuestros antiguos suscritores conocen los hermosos bus
mujer que brotan del pincel de Masriera : hojeen las pág'n
^^
LA
ÍT." S X V
ILUSTRAUiüN ESPAÍÍOLA Y AMEHiCAHA.
este periódiro, y h^liaiáii I.^^ Esaava ( iLrsTiiACTON J e 1878, p;igimi 3 0 5 ) , que figuró en !:i F.x]iosii-ion de Bellas Aries de iS/S,
V £ « Enero ( [LrsTHAClON d t 1883. ]nág. 2 0 ) , de la Exposiriüii^osch; sin auuiir La Magíialenn arr¿pfti/iih,
que se griinjeó la
íHention del público niiidrileno en el concursu nrListko de lS8[.
t i cuadro que damos ii conocer en el prt:sente número ( p á g i na S ) se lituliL Dt- verano
y pertenece al mismo gúnero : u n a
dama de arro|;fiint.e hermosura, que iufjLielea con rietíro abanico,
en cuyo fondo resaUa la aterciopelada hliincura de sus facciones,
XH^f tnnl encubre los coniornus de su mórbido seno bajo el ccnilal de rmisimos encajes.
. Hste cuadro de Francisca Masriera ha figurado en la HxpoMcíon-Boscii, y hoy pertenece 4 la galeria ariistica de un inleligeiue amatitir poriugues.
La reproducción xiloíjráfica ha sido hecha por el hábil grabador Brend'AmuLM-, de Huspeldorf, esclusivamenic [¡ara L,\ I L C S TRACION H s f A N O L A
V AMEKÍCANA.
£ í íii.wriíi i/t- ht Aiiii'r.i,
ciLidrí) ái: García y Raiiins.
«M Rosario de la Aurora (según refiere nuestro apreciable amiEo y erudito colafinradur D. líeiiiio Mas y T'rat) comienza en los
LiempoE de Carlos I I, PC .lesarrollii en los de Felipe V, pa^a injiuvertido en los de Carlos I 11, y lle^'a ;i su apof,'en en los de LAr'os IV. I.as intrigas de Godoy. las filípicas de lovelhmoí, los caprichos de Goya y los saínetes de D. Raiaun de lii Cruz son su
nauíral adorno v complemento.»
I entre los Rosarios de la Aurora que se celebraban en casi
tudas las ciudades importantes de Ksiiaña, desde el siglo XVII, es
popular el de Sevilla, cuya institución quedó consignada en el
muro de la capilla de G r a d a s , de l a c a t ü d r a l , en hi siguiente ley e n d a : « P a r a Maior H o n r a , é Gloria de Dios nuestro Sefmr, e
ae María Santísima de la A n i i g u a , dieron principio A salir en
publico los dos Rosarios, el de prima noche v el de Madru^^ada
yie la A u r o r a ) , en el año r6qo : el de prima noche, én 2J de
^fí^slo; el de M a d r u g a d a , á 7 de Diciembre, siendo los fundadores D, Bernardo Liberal, D. Sebastian Santa Mitrfa y D. Ma""el Liberal y,
organizábase el Rosario en ese mismo sitio, esto es. en las
«rcanfas del muro exterior de la capilla ; dividíanse los devotos
^n dob filas compaclas, abriendo la marcha las farolas de mano
y figiiiéndolas inmediatamente las de asta y las farolas-luceros;
^ la cabera se erguía la cruz de conchaa v piala que regalo á bi
leúse D. Luis de Salcedo y
hermandad, en £¿38, el prelado hispalense
.
- - , soüan
~,».,^„ marchar
ui.iiLiLa]: áa ia
.a descubierta
uuai.uKicita los campanilleros
c.ampanÍlleros y los
7^i^ona;
"emandanles del Pecado m o r t a l ; cerraba, en fm, el larf^o cortel^w estandarte con la imagen de la Virgen M a r í a , rodeado de
1000 im bosque de farolas colosales.
w s congregaciones se encontraban por itiato en lus calles de
^«villa: la de Nuestra Señora la A n t i g u a , por eiemplo, y ¡a de
^anto Domingo, ó San Andrés, ó Sun Nicolás de ííari ; c a d a c a n p e p c i o n se abrogaba el derecho de que la otra retrocediera o se
repfegára, dejándole el paso l i b r e ; «chocaban al cabo cuerpos
^«ntra cuerpos y faroles contra faroles; encontrábanse desespera^•imenie las campanillas y los piporros; saltaban los vidrios, apa|ahan5t las hachas de cera, plegábanse los pendones, y se deja" oír fuera de tono voces de tiples y de sochan-.res
»
zarro empuje los abencerrajes y resistiéndoles bravamente los
caballeros castellanos, cuyo número era menor que el de sus enemigos; en lo mas recio de la pelea las compañías de D. Alonso
de Córdoba y D. Fernando de Porras llegaron en socorro de loa
cristianos; la victoria se decidió, por ultimo, en favor de tístos,
huyendo la infantería granadina con medroso pánico, hasta ser
atropellada por los jinetes de su mismo campo y acuchillada por
ios vencedores ; muchos moros princiiiales murieron en la pelea,
y entre ellos el veterano defensor de Loja, el caudillo Aliatar, á
cuya hija Moraima había entregado su corazón y BU mano, dos
años antes, el joven Rey de Granada.
Un regidor de Lucena, Martin Murlado, acometió a u n moro
princiinal, que se defendía bizarramente en el fragor de la persecución ; acudieron algunos soldados castellanos en auxilio de
H u r t a d o ; acudió tumoien, al observar el desigual combate, el
mismo alcaide de los Donceles, que llegó á tiempo para evitar la
muerte del valeroso moro v un día de v e r g ü e n z a á Cas'.illa: aquel
joven agareno, que se rindió y entregó su espada á Diego I-ernandez de Córdoba, Ungiendo ser un caballero g r a n a d i n o , vastago de la noble familia de ios Alhayares, era el rey Abo-Abdillah, el jíogoi/iy, el Boabdil de nuestras crónicas.
El desventurado Monaica, encerrado en el castillo de Lucena,
donde recibió las consideraciones debidas á su rango y á su desgracia, fué conducido lu¿go ¡i Córdoba, á la sazón residencia del
rey D. l'ernando, y desde allí se ie traslado al torreón de Porcun a , bajo la custodia del Conde de Cabra.
Kse torreón de Porcuna, que fuú cárcel, durante cinco meses,
del último Rey de Granada, está representado en el primer grabado de la pág. 12,
Kl digno i ilustrado alcalde constitucional de aquella población, 5r. D. Manuel Pineda, al remitirnos la fotografía que ha
servido para reproducir el histórico edificio, nos dirige los apuntes siguientes :
«Kl torreón es un monumento colosal, construido (no se sabe
la fecha) por los caballeros de la orden de C a l a t r a v a ; es de forma octógona, y mide una altura de 28 metros por r2 de diámetro ; en el interior hay dos magníficos salones de estilo ojival, en
los cuales moró el rey Boabdil,
»Lstá cnchn'ado en el centro del perímetro que ocupaba el
castillo romano de tJbula, nombre antiguo de este pueblo, y cuyos numeroMS torreones, con peor suerte que la torre catatravefia, van desapareciendo por la inclemencia de los siglos y el
abandono de los hombres; hoy sólo existen siete en buen estado
y otros siete en ruinas, y de los otros no quedan ni vestigios.
)>E1 torreón de Boabdil se conserva muy entero, aunque el
abandono y los servicios á que se le dedica motivarán su ruina :
en u n a ocasión tuvimos el sentimiento de ver que el Hslado
anunció su venta en píiblica subasta, y habría desaparecido ya
si, por casualidad afortunada, no se hubiesen quebrantado en tal
ocasión algunas formas legales, quedando anulada la subasta.•»
Kxcitamos el celo de las Reales Academias de la Historia y de
Bellas Artes de San F e r n a n d o , así como el de la Comisión provincial de Monumentos de J a é n , para que atiendan en debida
forma á la conservación de aquel histórico edificio.
INSTITUCIÓN DE LA SOCIEDAD
« El ilí^miMiio, coiiiii t í lan [nivieso,
h5c lira una piftlra / riimpió un íarul.
^ saliurtin Ins Fraüts fnincii-coi
^ lo n]H;iJrcaron por ti callyjtin.»
^ o solo en Sevilla, sino en Madrid, en Zaragoza, en Burgos
J en Qiras poblaciones de España era popular, y lo es hov'l"da^1 la locución que sigue : • Gimo SÍ nctifiá el Aüsarío tU la A'tI] ' • f uande?. de los Rios cuenta, &m\xGiii.t di ÁMn^í, que la cae a e la Concepción leronima fué teatro de tremenda colisión
a^K
Periódico fvéase ei núm. 1 del presente año) «como se
Al "^^ Medina el Rosario de la Aurora.«
r p ^ ' ^ i ' i ' s l a sevillano G a r d a y R a m o s es debido el cuadro que
s ' I ° ^ ' ' " m o s en el grabado de la pág. g, según fotografía de los
'^- '-'oupil y Comp.", de París ; titúlase El ¿Rosario di !a Anrown-? ''.^I'^'^^ent-^ el acto de acabarse á farolazos; la escena es en
GraH^^
de Sevilla, tal ve?: á la puerta de la misma capilla de
ret?
,' '•' ^^'^'^^ arrecia en el centro ; el grupo de la derecha se
^^ira del combate, llevándose el Six-pi^^aih, entre faroles con
V TI ^ " 1 ^ ' iírupn de la Izquierda aparecen dos muieres asustadas
^ engolilla por t i e r r a ; al fondo se ve ;i un cura en sotana y bolos
^"^ extiende los brazos en actitud de querer apaciguar a
jOngregacionistas rivales,
tal
L^urado Cite cuadro en la Exposicion-Bosch, de esta capí' y ha sido adquirido por el senador D. Fernando Puig.
T 0 1 Í R E 0 ^ ' DE
POKCUNA,
donde esiuvn prcsu BijabJil el Chico.
•^mediados de Abril de l + S í . proclamado ya rey de Granada
Oo en ^''"=•o^iosos abencerrajes\\l)ü.Ahdil-lah'í/Z<.i:íJiAr, c o n o n vieini», , crónicas por el nombre de Boabdil ^-/C/Sjíf, hijo del
monV ^^*' '"'^'-'='11 y 'J'^ 'ii sultana Ai.tá, la Honesta, el joven
pusr, •'^. J""'^'i u n a hueste de 2.003 jinetes y 7.030 peones, y
alcnij^"-|° =i Lucena, plaza v forlalBKa cine defendía el valeroso
fué de
Rónceles, Diego l->rnandez de Córdoba, el cual
V- J P " ^ ^ primer marqués de Gomares,
han'»,, ^ poetas y novelistas esiiañoles, antiguos y modernos,
bén] t ' ' " ^ ^ ° que el último R e y de Granada fué hombre tan imhnLl
^Pocado como D. T.nrique IV de León y de Castilla, el
lia\. / " ' y no falta quien le cuelga el cognomento de Afr'ni'iiipero la ílistoria desmiente con su irrede etJaH '^^'^°''idad suposición tan infundada ; diez y nueve años
jes ^ "^ "^enla BoatxJil cuando se puso al frente de los abencerradad e'nij-?'^"^'" el trono de G r a n a d a , y cuando saliri de esta ciu«
Hi'nU' vnlcTfisa
V expelta ¡lam lialallíi • ,
cilio c o n " / ' " '^"'•'K^'o romance, A combatir con valor y caer venRef ^ i'^'^ '^^ 'os campos de Lucena.
moros ( s e g ú n D. .1 uan Antonio Conmo t3[
"i'^loria de ¡a dominnciún de los arañes ni España, tode L u ' ' ^ ^ P ' ^ - ^ V I i ) que cuando salió de Granada para el cerco
^'ira V " ^ ^^ espantó su caballo al pasar por la puerta de Hltialleríis l^^ti™ su lanza en los muros del arco; y como los cacoo lioj^ xeijites supersticiosos que le acompañaban le suplicasen
Po'"1ue¿['"/^ ""^"^ dejara la empresa para ocasión más propichi,
• ^ ' ' ^ ó ff// !-^'"° ^'^ anunciaba en contra s u y a » , Boabdil el ¿omala sue "•^"''^""'^do despreció las súplicas y los augurios de
'or, ^ • "'^. y exclamó con varonil entereza : :Ade/ntite, caballe5e el ^ ^ ''L hueste granadina á las cercanías de Lucena, trabo"U^te en la mañana del 21 de Abril, acometiendo con bi-
COOI'ERATIVA
para uílrero^i, u^ Tiiludo.
" ' g u i e n solía cantar el írovci siguiente :
Hn la larde del 29 de J unió próximo pasado se reunieron en
Toledo numerosas personas de todas las clases sociales, v entre
ellas dignísimos representantes del clero y la milicia, bajo la
presidencia del Gobernador civil de la provincia, con el objeto
de constituir una asociación cooperativa para obreros y consagrar
su valimiento y sus afanes á mejorar la suerte del proletariado.
La reunión se verifict» en el teatro de la capital, y á tilla se refiere el segundo grabado de la ]iág, 12, dibujo del natural, por
Alcázar: constituyóse la Comisión de reformas sociales, formada
tor 53 personas; el presidente pronuncio un discurso alusivo á
í solemnidad ; el Sr. Moret y Prendergasi, haciendo uso de la
palabra con su acostumbrada elocuencia, puso de relieve, en brillantes períodos, el fin que se proponía conseguir la Comisión
constituida, y significó la trascendencia del acto importante que
se celebraba, siendo aplaudido con entusiasmo por la sociedad
escogida y numerosa que ocupaba todas las localidades del teatro,
f-os representantes de la prensa periódica fueron objeto de galante acogida y singular deferencia.
f
fué designado para embarcar provisiones con destino al cuerpo
expedicionario al T o n k í n ; llegó el buque á H a i p h o n g , y la dirección de sanidad del puerto, sabiendo ciue el cólera reinaba en
Saigon, dio aviso oportuno al general Millot, comandante en
jefe de aquel cuerpo, quien obligó á La Sar/íie á regresar al punto de salida con su cargamento, y sin ser admitido á libre plática ; en Saigon desembarcó los víveres que llevaba para el T o n líin, é inmediatamente el buque emprendió su viaje ü Francia.
Pero ¿en qué condiciones? Aunque el viaje de regreso duró
dos meses, y La Sartke fué sometido en el cabo de Santiago á
procedimientos enérgicos de desinfección, uno de sus tripulantes
murió del cólera, y el germen de esta cruel epidemia, como el
de la fiebre tifoidea en La NormandU,
cuando se verificó la expedición á Méjico, permaneció latente en el equipaje hasta el
arribo del buque á Tolón.
« L o mLls deplorable (leemos en Le Radical áz M a r s e l l a ) es
que el Consejo de Sanidad rehusó admitirle á libre plática, y
que una órdeii del Ministro de lo Interior, motivada por la larga
navegación del buque, obligó después al Consejo á prescindir de
las formalidades reglamentarias, y á dar entrada á la Sarthe en
el puerto, no obstante ¡as pesim'as condiciones sanitarias de á
bordo.»
Declarado el cólera en T o l ó n , y extendido á Marsella y á los
pueblos intermedios, los gobiernos de casi tocias las naciones de
Europa, singularmente los de España é Italia, cuyo territorio
respecLÍ\'o es el más próximo á las ciudades francesas invadidas
por el terrible huésped asiático, han adoptado disposiciones previsoras y enérgicas para librar de la epidemia á los pueblos que
gobiernan y ' a d m i n i s t r a n : y aun en esas disposiciones ciertos
periódicos franceses encuentran el consabido fantasma de la malevolencia de España é Italia hacia el pueblo y el Gobierno d e
allende el Pirineo, según se desprende de la acusación y amenaza injustísimas que contienen estas líneas de Le Suele :
« L o s gabinetes de R o m a y d e Madrid han manifestado u n a
vez más, con motivo del cólera, sus malas disposiciones hacia
n o s o t r o s : no se contentan con prohibir la e n l r a J a en los p u e r t o s
de ambas penínsulas á buques procedentes de T o l ó n , sino que
someten wiSiíoya&iemeuí (despiadadamente) á cuarentena á todos
los barcos de Francia, aunque lleguen directamente de R o u e n ,
del Havre v de N á n l e s , donde la situación sanitaria es excelente.
— N o es difícil descubrir, á través de esta exageración de escrúpulos, un sentimiento/oiro digno, de enemistad y envidia, excitado
par la proK^rridad y el desarrollo de nuestra marina mercante y
mresíro comercio dJexportación
Pero esas naciones deben pensar en que todo se paga en este mundo, y en que las represalias
han de causar honda pena y amargas lágrimas á quien ha querido provocarias.»
H a s t a ridiculo nos parece el hecho de que periódicos sensatos
como Le Siec/e, La Presie y otros, den por sentado que las precauciones sanitarias adoptadas por el Gobierno español tienen
por principal objeto manifestar sentimientos de enemistad y envidia hacia la noble nación francesa; el periódico que esto dice.
Le Siéch, escribe en la misma plana que aun e! Gobierno del
Canadá (según se ha comunicado por el cable transatlántico al
ministro de Comercio de Francia, M. Herisson) ha resuelto, en
conira d e i a exiraña indiferencia de I n g l a t e r n í , no admitir á libre
plática ningún buque procedente del litoral del Mediterráneo, sin
excepción, desde el día 25 de funio próximo pasado,
j y u é miisr La Prefectura de policía de P a r í s , donde llefran
diariamente, p o r t é r m i o o medio, unos 300 emigrantes de Tolón
y Marsella desde la aparición del cólera en estas poblaciones, ha
sido investida de facultades tan extraordinarias por el Gobierno
francés, que puede hacer evacuar las casas donde se presente un
caso de la epidemia, y cerrarlas por tiempo indeterminado, ais.lándolas en absoluto de toda comunicación con las inmediatas.
Y concluye el citado periódico, después de enumerar las disposiciones acertadísimas que han adoptado la P r e f e c t u r a y el Municipio parisienses, de acuerdo con los Consejos de Sanidad y de
Higiene;
«Sí se opera con decisión desde el primer caso colérico en P a rís, tenemos seguridad completa de que los efectos de ¡a epidemia no han de ser tan funestos como el miedo popular supone,»
De eso precisamente se trata en E s p a ñ a , con las precauciones
sanitarias adoptadas por el Gobierno y curnplidas por sus delegados; ni más, ni m e n o s , créalo Le Sihle.
En la pág. 13 publicamos un grabado que representa la ciudad
y el puerto de T o l ó n , el hospital Saint-Mandrier rdestinado A
enfermos coléricos) y el trasporte La Sarthe, al c u a f s e atribuye
con fundamento la introducción del cólera en Francia,
EL « C Ó L E R A » EN T O L Ó N .
Visin [!L'ni;r.U del puerlii. — Hiispiía! di; Saint-Mandrler. — El iraspoTle
/..; Siirliie.
Tolón en francés Túittov^ capital del 5." departamento marítimo de Francia, es una antigua ciudad, situada en la costa noroeste del Mediterráneo, á 35 kilómetros de .\tarsella. al pié de
abas colina;* y al borde de ancha bahía, cuya entrada cierra la
península del cabo S e p e t ; tuvo grande importancia en la época
romana y adquirió brillante gloria su legión de Aníihes, formada
con jóvenes de aquella comarca; los mahometanos la poseyeron
en el siglo VIH, cuando los emires de España ¡levaron sus conquistas á la región meridional de las Gallas ¡ los Condes de Provenza y más tarde Francisco I, la rodearon de murallas y fuertes,
conociendo su posición estratégica; el rey Enrique W aumentó
sus fortificaciones, y Luis XIV hizo construir un nuevo y extenso barrio, edificios notables. ]iaseos, etc.
Fl hospital de Saint-Mandrier está enclavado en la misma península del cabo Sepet, en posición inmejorable por los vientos
ciue le dominan en lodo t i e m p o , y rodeado de hermosos jardín es.
l a ciudad es bella, y el puerto como el de Cherhurgo, uno
de ios mejores de F r a n c i a ; pero en cambio sus condiciones higitímcas son detestables, según puede juzgarse por el siguiente
párrafo que traducimos de un periódico de Marsella:
« E l Gobierno ha dado orden de suspender la limpieza, por
•ihnrá en los terrenos palúdicos que hay cerca del arsenal, y si
de-de Vt aparición del cólera el Ayuntamiento de Tolón ha hecho
limpiar las calles v plazas de la ciudad, se puede^ afirmar que va
era tiempo de hacerlo, porque estaban llenas de inmundicia y de
olore'^ nauseabundos: hoy, empero, el agua corre en abundancia,
merced á l^s órdenes comunicadas á la Com])añ[a de las Aguas
para que abriese las llaves de los grandes depósitos que últimanienie ha liecho construir.
,»E1 .\vuntamiento procede también A la limpie?.a del canal del
nuerto merc:intil, aunque esta operación se hace de un modo ilusorio V aquel punto de la ciudad continuará siendo un foco de
infección, porcme en íil vierte sus aguas el pequeño arroyo del
Ammazzátoir que arrastran continuamente los detritus de los
barrios'populosos, inficionando el aire á gran distancia, por manera que sus miasmas producen la fiebre tifoidea que se halla en
estado endémico en To!on.i>
C o n t a l e s condiciones higiénicas ( y otras mas graves que no
son para mencionadas en este s i t i o ) sólo faltaba a Tolón la llegada del trasporte La SarlUe, á mediados de J u m o pro-^mo pa^^l)¿sde principios de Mareo el cólera morbo asiático ocasionaba ín-andes estragos en Saigon, capital de Cochinchma, en cuyo
puerto estuvo anclado La SharU- cerca de tres meses, hasta que
LA CAZA DEL « C A 1 ' R » ,
(.') BLiFALO DEL CAISO.
Los episodios del sport cinegético en el África del Sur ofrecen
más peligro que los de la caza de! venado en los bos{]uecillos y
parques castellanos : el gaiir, que asi llaman los indígenas al búfalo del Cabo, y el Wilde-Beesfe, ó toro silvestre, según denominan los ingleses á u n a variedad de aquel animal, son objeto de
viva persecución por los atrcí'idos colonos británicos del país.
El grabado de la pág. iG representa dos escenas diferentes en
la caza del gaur : cuando esta fiera es sorprendida por el cazador,
hace frente, y su acometida es peligrosa; cuando se persigue á
una manada, huyen con la cabeza baja todos los búfalos que la
forman, y el resultado del spor/ cinegético suele ser productivo
para los que en él han tomado parte.
EusEBio M A R T Í N E Z D E VELASCO,
EXPOSICIÓN DE BELLAS ARTES.
ARTÍCULO VI.
C J O W C U J U S I O I V .
K leído sus artículos de V.—me decía un
jiintor;—todo lo que V. dice me parece bien, pero no es práctico : la Pintura
tiene una esfera de acción limitada;
e^_¿^
dentro de esa esfera el pintor debe crear
' ^ ' ' 5 ^ y ejecutar. El arte es forma; lo demás, leo¿ ( ^ V x ^ logias._»_
i ,jA
Esta opinión e-i la de niuchisitnos pintores,
^
Pero esa opinión destierra el ideal de la Pintuí / ra y de la crítica.—La crítica queda reducida
á decir que un cuadro está bien 6 mal pintado
Yo
protesto.
Si la Pintura es forma, y nada más; .si no tiene
ideas, si no tiene tedogias, no merece que se preocupen de ella los seres inteligentes, ni que se conceda
á los pintores igual categoría que á los poetas, á los
literatos, á los filósofos y á cuantos ínHuyun en la
vida moral de la sociedad.
M A D R I D. — E X P o S T C 1 o N
«ENTRADA
CUADRO
DEL
PUERTO
DE
DE n. 3 A V I K \i j L" s T E. N i': M. 3 4 6
N A C I O N A L
VALENCIA
DE
EN
B E L L A S
UN
DÍA
DE
ARTES.
LEVANTE.»
1) K L « C A T Á L O G O » . — ( P r e m i a c l o COR iii cda Ha de scg un da c l a s e . ]
N.° XXV
LA ILUSTRAOIOX ESPAÑOLA
BELLAS
«UNA VARA
^ C.i: A ]i F. T. A
o K
M A R I A N O
formiidos
por
*F. P í S O D I O D E
CUADRO
DE
MUÑOZ
DFGKAIN,
EN
I-A
ARTES,
DE
H F N L I. I U R E ,
\:i R m ! Ac a <¡ ruiin
Y AMEJÍTCA^A.
dt
CASTIGO.»
PARA
^ IIT-Í spriiií
LOS
A I. H U M S
cae. ¡n y
A R T Í S T I C O S
l/'};i::lac;(i!¡.
U N A I N U N D A C I O N,»
l - X P O S I C I O N N A C I O N A L DK B H I . L A S
(De í n t ü y r a í J a J Ü Laurüut.)
ARTES,
NÚM,
494
DEL
«CATALOGO*.
LA
ILUSTEÁCIOy
ESPAÑOLA
Y
AMEEICAKA.
sidencia de los Apóstoles á cualquiera de sus amigos,
guapo y barbudo.
El espíritu del siglo actual no se aviene, ciertamente, con t:l espíritu de Leonardo, ni de Miguel
Ángel, ni de Rafael, los cualts idealizaban la forma
para inter]:irt;tar bellamente a.suntüs ideales, y el crítico, de igiial modo que el pintor, debe tener en
cuenta el carácter de sii época al intentar su censura
ó su reforma. El realismo es una imposición de los
tiempos, y seria en vano pretender que el arte reprodujera hoy ni la religión ni la mitología.—Forzosamente ha de reinar el hombre en la Pintura como
reina en la Literatura, en la Filosofía y en la Ciencia, El hombre, su historia, sus pasiones, susrecuerdos, sus esperanzas ; ¿ste debe ser el estudio de los
artistas. Dentro del hombre deben buscar nuc.-;ti"ns
pintores sus idealisntos.
Pero ¿es que lo real es la forma exterior únicamente? ; Es que la forma no se altera, no expresa,
no canrbia de expresión según el corazón siente, seguir el cerebro funciona? Hasta la cahna incvjiresiva
del modelo, puesto en el estudio, es tan sólo la representación del hastío, de la indiferencia que en aquel
momento le posee; es un estado mora!, no sólo un
cuerpo inerte.
La decadencia de la Pintura es brillantísima ; pero
Resuelta la cuestión en esta forma, fácil me será
es decadencia.—La mayoría de los pintores, m a s ó detnostrar que nada solícito de los pintores fuera de
menos e.\plfcitamente, opina, como e) pintor á quien la esfera propia de la Pintura. Yo no pido hombres
me he referido, que la Pintura no necesita ideales; en- de color azul, ni mujeres con alas, ni seres fantástitiende por arte bello el arte bonito, y cree que un cos : si los pidiera, tendría que pedir para ellos lógiasunto es sólo un pretexto más ó menos plausible camente un mundo completo de fantasía. Sólo pido
para improvisar una tiesta de colores. — El pensar es que los hombres pintados se parezcan á los hombres
para los literatos, y el pintar para los pintores] eso que yo \'eü, y que piensen y sientan como eir igualafirma de palabra y de obra.
dad de situación pensarían y sentirían los vivos. Soy
Todo esto seria %-erdad si los pintores se dedicasen realista, ]iucs; estoy dentro de la esfera de lo real:
únicamente á pintar bodegones; pero es el caso que quiero del arte la revelación del alma por los signos
afrontan decididamente los puntos más difíciles de la exteriores, que en los asuntos pintables ]iuede realizar
historia, de la filosofía y de la vida social; es decir, el pintor, más elocuentemente aún que el literato.
que escriben con el pincel historia. má.ximas y arYa sé yo que no todo lo que el hombre siente y
tículos de costumbres
; No es justo pedir al artista piensa puede ser trasladado al lienzo, porque el artisla lógica del asunto? — ¿Ño es lógico pedirle caracte- ta tiene medios de representación limitados ; pero
r e s ? — ¿ N o lo es pedirle claridad, elocuencia, emo- ¿crítico yo por ventura los cuadros ^ue nn se han heción, ante el suceso que nos cuenta?—Un cuadro, dió? El pintor que intenta un asunto, con sólo inuna acuarela, un dibujo, deben manifestar el ca- tentarlo, le declara dentro de las condiciones de la
rácter esencial de una cosa más completamente que Pintara
Yo mismo reconozco que la Pintura tiene
la cosa m i s m a , ^ E l arte—decia Eacon—es el hom- límites : he dicho á Moreno y Carbonero que la Conbre añadido á la Naturaleza.'—En casi todos los versión de San Francisco no es un asunto pintable.
cuadros del dia se ve la Naturaleza; pero falta el
Yo creo que el pintor del siglo xix debe ser realishombre.
ta, y al decir esto digo que debe expresar el cuerpo
El arte ha sido ideal siempre. — Basta recordar los y el alma del hombre y de las cosas ; lo que yo no
más grandes pintores para nombrar á los idealistas. acepto es que el pintor del siglo xix ni de ningún
Desde los bizantinos, que despreciaban la belleza cor- otro siglo sea naturalista pura y simplemente
El
poral > hasta Meissonier, que pretende hacer de cada naturalismo no resuelve los problemas más inqiorfigura un hombre chico, todos los genios han aspira- tantes de la Pintura, que resueh'C tan sólo la inspido á pintar el alma.-—^Esos mismos pintores que ha- ración, es decir, el ideali.smo. La lógica y la pasión
cen gala de naturalistas se regocijarían mucho si pu- hacen vivir las figuras de mi cuadro ; la lógica, que
diesen ser ideales.—Ya inspirándose en la religión, ordena sus movimientos con arreglo á lo que cada
ya en la historia, ya en las costumbres, ningún pin- figura piensa, y la pasión, que, asi en el lienzo como
tor de genio ha dejado de idealizar. Los italianos, al en el mundo, nos subyuga y nos conmueve. La lómodificar la forma, no idealizaban la carne por ser gica y la pasión son condiciones morales, propias del
carne, sino por dar un más bello y digno templo al pensador y del fisiólogo, y no están en la paleta.
espíritu.
Se puede admitir que los jjintorcs limiten la esfera
Idealizar : hé aquí la gran preocupación del ge- de la Pintura á la simple imitación, si declaran que
nio
Pero, ademas del primer vislumbre de la be- sólo debe pintarse la naturaleza muerta ; mas no que
lleza moral, se necesita para conseguirlo un dominio intenten resolver problemas históricos, sociales y
absoluto sobre el procedimiento : por esto renuncian filosóficos, sin fe, sin estudio y hasta con propósito
á ser idealistas muchos pintores : su pensamiento se de no resolverlos. La esfera de la Pintura no es tan
pierde entre las incorrecciones de su pintura. Es pre- limitada como los pintores creen. En este mismo siciso también convicciones ; meditación constante, y glo Rosales ha idealizado una gran figura histórica;
muchas veces renunciar á una obra si no se encuen- Meissonnier ha concretado la campaña de Rusia en
tran los medios de realizarla con arreglo al ideal. To- un cuadro, como La Retirada; Gerome sintetiza el
dos hemos visto algún grabado de La Cena, de_Leo- Bajo Imperio en Pnlice verso; Munckassy hace, con
nardo de Vinci; ese poema clásico del idealismo. un cuadro de familia, la apoteosis de Milton. La esfe•« En verdad oj digo que uno de vosotros me entrega- ra de acción de la Pintura es limitada como todo lo
rá », dijo Cristo ; y estas palabras divinas inspiraron á humano, pero no tiene limites fijos: el genio erisanLeonardo su pintura. Todo fué sacrificado á ellas por cha sus dominios cada dia.
el artista. La incredulidad, la indignación de unos
La decadencia moral de la Pintura no viene de las
apóstoles, el asombro de otros, el afecto tiernisimo corrientes intelectuales precisamente; no viene de
de San J u a n , están fielmente reproducidos: en el que los dioses y los santos hayan sido sustituidos por
rostro de Cristo hay una tristeza inefable ; la triste- los hombres; viene de la falta de seriedad con que
za de la resignación, indicada por la frente doblada, proceden hoy los artistas; viene del espíritu comerlos brazos caidos, las manos abiertas
Y en Judas cial , de la falta de convicciones.
Pero se confunde el realismo con el naturalismo.
vemos la bajezii, la perfidia, la fealdad moral á través de la física. Pues para llegar al término de esta
Los éxitos magníficos de Fortuny han iniciado una
obra, superior siempre á todas las simples imitacio- gran decadencia de la Pintura. Se ha tomado por
nes humanas, escribió Leonardo en su Tratado de realismo lo que no es más que una media realidad :
la pintura : «Todas las figuras de un cuadro deben la perfección de la forma exterior; la completa carenestar de modo que al mirarlas se pueda conocer lo cia de ideas y sentimientos. Recordad la colección
que piensan y lo que dicen.»—El aplicó á su Cena artística de Fortuny, pagada en millones por los
esta máxima escrupulosamente : un año entero dedi- magnates. ¿Qué vendía Fortuny en sus cuadros? Luz
có á buscar una fisonomía que se acercase al ideal de africana, recogida por él cuando acompañó á las trosu Judas, y él mismo cuenta que modificó mucho los pas españolas; fotografías de sitios y personas enrirasgos de su modelo. Cuando llegó á la figura de quecidas con colores vivísimos; reducciones maraviCristo, casi desesperó de concluir el cuadro ; no en- llosas del natural. Nuestros soldados veían en los
contraba esta cabeza resumen ; esta cabeza nobilísi- moros enemigos de raza y enemigos personales; Forma, purísima, celestial, adorable
Largo tiempo tuny no veia esto; sus ojos se detenían en los trajes
dejó la obra sin concluir
y al fin y al cabo la ter- abigarrados de los ái^abes; en sus armas caprichosas,
minó.—«¡ No es en la Tierra donde he buscado mi en el desorden pintoresco de sus aduares, en los zóCristo!» —decia.—Un pintor de los que hoy se esti- calos de azulejos de sus casas, en aquellas llanuras
lan no hubiese meditado tanto : hubiese dado la pre- abrasadas por un sol blanco y cortadas en el horizon¿ Por quij concedemos á los pintores honores y billetes de Banco á manos llenas? —Porque les suponemos artistas; es decir, superiores en expresar bellamente sus ideas y sentimientos.
Precisamente porque los pintores olvidan que el
arte sin ideal no es más que un simple recreo de la
vista, nos sentimos fatigados ante tanto y tanto cuadro vacío de la Exposición. — Muchos cuadros grandes ; ningún gran cuadro ; falta de convicciones ; factura excelente. Asuntos antiguos tratados al gusto
del figurin moderno; suma ciencia en pintar maravillosamente los hermosos trapos de otras generaciones sobre maniquíes de palo 6 sobre maniquíes de
carne y hueso; mucira luz y muchos colores; pcrb
falta de personalidad, de iniciativa, de alma.—El
cuadro de Luna es una excepción ; tiene aspiraciones,
algo que parece fe en la resurrección del arte serio, y
por eso ha sorprendido y ha dominado,—Eso sí, el
número de brillantes medianías crece: la juventud
trae en su paleta riquísimos colores, y como si esto
no fuese bastante, pintan, y pintai; bien, las señoritas.—Pero, al sahr de ese gran concurso, saciados ya de pintura, de imitación, de forma exterior,
de detalles y detalles, pedimos menos para los ojos,
más para el espíritu.
N.'^
XSV
te por una línea de azul intenso
Los árabes le interesaban mucho más que los españoles; les daba
sitio más preferente en sus apuntes, y hasta les hacia ganar en ellos las batallas; todo por el mérito de
su luz, de su color y de sus trajes.
Al volver á España, al ir á Roma, al voh'er de
Italia, en París, siempre la luz, el color, la Hnea fueron sus estudios; trabajaba incesantemente, porque
cualquier objeto de forma caprichosa le seducía, y le
copiaba con admiración, con un/Í.7/Í7//.VWJ desordenado
Jamas una escena conmovedora le impresionó y le hizo quedarse con el lápiz en la mano, soñador ó meditabundo ; jamas parece que supo que en el
mundo había pasiones, amores, celos, ambición, heroísmos dignos de ser pintados ; para él no habia mas
en la Tierra que moros extravagantes, academias de
casaeon, modelos adornados con cascos y calzones;
nuijeres engalanadas con primorosas telas ; fachadas
de edificios raros ; jardines de flores exóticas; ornamcnlacinrr simtuosa ; contrastes de sombras y luces
increíbles ; detalles dentro de los detalles
todo
admirablemenle visto y pintado, sin que una eniocion ni una idea nos distraigan de la contemplación
minuciosa del cuadro
No es preciso tener alma
para eom]Drender á Fortuny, y no haya temor de qiie
sus obras nos entristezcan ; sus cuadritos son días alegres de nuicbo sol; días en que pasean revueltos moros, sabios V lindas mujeres.—Se comprende que esta
pintura radiante, sin dolor, tan curiosa y entretenida,
haya sido la pintura de los poderosos. — E l ideal de
Fortuny era, como el de las mariposas, la luz; pero
más fuerte que ellas, podía ví^'ir en el fuego y robarle
sus colores. El hombre era para él un edificio que retrataba sin oír el rumor de los que hablaban, reían y
lloraban dentro.... Realmente el ideal no le hubiera
dado más gloria, ni hubiera decorado su estudio de
tantos magníficos objetos. Rico, glorificado, habiendo
ya formado escuela , no era feliz, sin embargo, como
artista. Había dado en ¡a fatal ¡nauia de f/cn^ar^ segu"
la frase célebre ; leía mucho en los últimos años, y esto
amenazaba cambiar su estilo y su procedimiento. Se
complacía ya en pensar y decir que cuanto había p"""'
tado hasta entonces lo habia pintado para el público,
pero que deseaba ya pintar para él y para la posteridad; una espléndida cena en casa de los Borgias le_parecía, entre otros, asunto digno desu pincel, Al fi'iy
al cabo, como ^^erdadero artista, empezaba á sentir
la nostalgia del ideal. Murió
Y ; q n é ha sucedido?
A! contrario de lo que pasa con los artistas pensadores, con su muerte empczí) su decadencia. Sus talentos fueron admirables, pero no dejaron en sus
obras ese carácter de belleza permanente comprensible para todas las generaciones : ha sido el más hábil
de los pintores de su siglo, pero el menos sensible de
ellos. No puede ser este pintor—como muchos pi'i"
tores c r e e n ^ e l pintor del realismo : Fortuny es un
pintor naturalista.
El pintor del realismo es otro, y los artistas españoles le conocen y le admiran, aun cuando no practiquen el arte tal como sus obras le enseñan. Velazquez
es la personificación más característica del realismo,
y no creo se me dirá que pido teologías si pido á los
artistas españoles que le acepten ])or modelo en todo
lo posible.—Mas sucede una cosa en esto de apreciar
el mérito de aquel pintor insigne, y es que los pi'itores son los que menos comprenden su carácter, su
importancia y su genio. — El pintor prcocupadOi
desde que coge en la mano una paleta, con las dificultades del procedimiento; que sabe cuántos son los
problemas de líneas, de modelado, de color, que hay
que resolver al imitar cualquier objeto, y que ve resueltos siempre esos problemas fácil, sencilla y definitivamente por Velazquez, no pasa de su factura ; se
enreda, por decirlo así, entre los prodigios de aquellas síntesis magistrales, de aquellas figuras, que tienen, por su intención y su sencillez pictórica, algo
de sentencias. ¡Qué admiración!—se dice.—¿Cómo
pudo llegar á esta concisión, á esta realidad, á este
naturalismn?—Porque,
para la mayoría de los pintores, Velazquez es, más bien que realista, naturalista.
Y su asombro les impide ver lo que es VelazqueZi
como le ve cualquier aficionado que no tiene pt'^'
tensiones de pintor ; que, al dirigir sus miradas á na
cuadro, lo primero que ve es el asunto, la composición , el orden categórico de las figuras y los objetos,
el sentimiento particular de estos objetos y figuras,
y finalmente, la ejecución; como le ve cualquier aficionado, que, al ver un lienzo, recuerda la época en que
fué pintado, la sociedad en que el pintor vivía, l^s
demás pinturas de sus contemporáneos.
Velazquez es el pintor maestro de la forma; pero
es un pintor idealista. Muchos pintores sonreirán,
sin duda, al leer esta afirmación, porque, para e'l^*^!
Velazquez es tan sólo un fotógrafo anterior á la hotografía.
Veamos
El realismo es la reahdad de las cosas;
pero la realidad mayor es la vida: materia que mueven la voluntad y el sentimiento. El realismo se compone de vida exterior y de vida interior : la fusión de
N,° XXV
LA ILUSTEACION ESPAÑOLA Y AMERICANA.
estos dos tlementos dentro y fuera di;l artu constituye
la realidad. PLTÜ en unos artistas, como en Fortuny, la
torma exterior i.-s todo ea íiguras y cosas, y en otroí,
como en Velazqutz. es sólo ti niedio más sencillo,
más lógico, más breve, de revelar el mundo interno.
Dtcir que Velazqueí: es únicamente pintor de la furnia, porque haya encontrado la mejor, es como decir
que LUÍ escritor, en el mero hecho de ser el más correcto, el más sobrio y el más exacto, no puede sentir
"i pensar
Lejos de eso, la misma depuración á que
fué sujetando su idioma Velazquez—tan opuesta del
espléndido Rubens y de los maestros italianos—demuestra que no era'el color por el color, ni la h'nea
por la linea, lo que á él le seducia en la forma, Su
amor era pintar cabezas, templo de la inteligencia;
expresar la vida y atraer á ella las miradas del público :Jiacía de la expresión la mayor bellem.
Velazquení, como Fortuny, sólo ha pintado al hombre en reposo; no ha reproducido las pasiones; mas
^fcbe tenerse en cuenta que Fortuny dispuso de su
iniciativa ; que Fortuny vivia en medio de una sociedad agitadiiima; que su estudio era como el faro rodeado por las olas tempestuosas de las ideas modernas,—Y Velazquez vivia en el severo alcázar de un
nionarca. del cual era servidor humilde, siempre contenido por la etiqueta, correctamente enj^olillado,
Vestido de negro, pensando que los reyes son eternos
y la serenidad de los palacios inalterable.
Examinando sus obras, vemos que la expresión de
los asuntos es su mayor preocupación—como lo es
en los idealistas. — E n sus retratos el interés está en
las cabezas, y hav descuido aparente en los trajes y
pobreza de accesorios.—La mayor parte de las veces
nna tinta neutra cubre la tela," sirviendo de suelo y
de fondo, para ide;ilizar la ficrura aislándola. — E n estos retratos la cualidad eminente del original está
puesta en relieve sobre todas: sus infantes son aristocráticos desde la ]junta del :íapato hasta el más alto
cabello, conservando, empero, la sencillez más rígida; sus borrachos nos atufan con su aliento, pero nos
l'^goeijan con la alegría de su espíritu, responden á
la idea del pintor, no á la imperturbabilidad del modelo; su Mnüpus es hombre de baja condición, que
no hubiéramos reparado en la calle, que pintado por
Velazquez nos encanta y nos retiene: la sosería del
f^obo es tan espiritual, que es como una belleza que
ilumina este feo rostro. En el estudio que, impropia"it;iite. se denomina Marlc. vemos en la pintura de
la carne la fuerza bruta en Pintura. La cualidad dominante del hombre que le sirve de modelo es siempre la cualidad que resalta en los cuadros de V'elaz4"ez : todo converge á expresarla sin afectación, pero
sni distraer el espíritu ni los ojos del espectador ; sobrio de dibujo, escaso de color, escaso de accidentes,
^adie como'él nos hace ver hombres mejor dibujados, color tan verídico, accesorios tan propiamente
'elegidos. Ha pintado más el alma que el cuerpo de
sus originales; realista en el procedimiento, que es
J'na ciencia, donde ha encontrado el ideal lo ha escorzado.—Jamas ha prescindido de la idea dentro de
^u obra. Cuando imagina una tonalidad como Lin
^^^cniuas, á esa tonalidad lo sacrifica todo, y la inlanta y sus servidores, y él mismo, ceden su impor^ncia á otro motivo de mayor ínteres: el aire
•cuando tiene que hacer \m rt'trato del favorito que
^ea tan exacto como la realidad se lo e.xige y tan he'•91C0 como lo desea el Conde-Duque de Oli^'áres,
piensa, compone y ejecuta uno de los cuadros más
¡!^bres, más épicos^ más ideahstas que se conocen
J;Uando las religiosas de San Plácido le piden un
pristo en la Cruz, ¡linta un cadáver que parece, en
^^s formas y, en el color, carne hedía mármol; su
pincel entonces ejecuta religiosamente, con igual
Pt'i^or, todo el cuerpo, y hasta la madera de la Cruz,
y para hacernos sentir el horror que su alma siente,
'Realiza el semblante de Cristo con un rasgo propio
'^' moderno romanticismo : deja caer el largo y neg'"o cabello del Salvador sobre el hombro derecho,
pelándole trágicamente !a mitad de la cara
Cuan^ se dispone á representar á San Antonio Abad y á
^^" Pablo en la soledad, el espíritu de esta soledad
^^ apodera de él, y la vida de los santos se desarrolla
^ un país agrio, siniestro, eremítico; el país ideal
^ los ermitaños
Y, por fin, llega un momento
^ que se trata de un gran cuadro de composición,
dn fi^" estilo, de gran carácter, de color, en que las
^ ^ "guras principales han de representar dos ejércis, dos naciones, dos razas; en que la factura sólo
como la escritura del pendolista que pone en limj* ^ el confuso borrador de una historia ó un poema;
gJ^^f^nces surge del cerebro de Velazquez, fácil y
cillamente, al parecer, la composición del cuadro
del
•^'^^'•^'•"• —Mirad ese lienra : toda la filosofía
^^ . arte moderno no sabría explicar mejor el asunto:
j^^J"5^'íulvocable; es la rendición de una plaza : el gelos ^ ^'^"cido no se equivocará con el vencedor, ni
„ J^^Papoles con los tudescos.—Un sentimiento de
^^^^''^sidad y de nobleza irradia por todo el cuadro
asum ^^ "'^^ página caballeresca.—Es uno de esos
ntos que, se afirmaría, no pueden representarse de
otra manera
Pradilla, al querer alejarse de este
modelo, (¡qué hizo? ; una rendición? n o . una revista.—Pictórico de sentimiento, cuando el ideal del
amor patrio trascendía ya del cerebro de Velazquex
como el perfume de un incensario, ejecutó su lienzo;
y como el empeño era mayor, jiidió á sn pincel más
energía, más brillantez, más riqueza que de costumbre
Un jiintor como éste, realista, es cierto, pero
todo inteligencia , esjííritu , lógica,,-; puede ser el maestro del arte limitado que la generalidad de los pintores, que casi todo el público entiende por realismo?
Entre Velazquez y Fortuny hay diferencias enormes ; el uno ve los hombres por dentro antes de pintarles por fuera; el otro hace objetos animadü.s de
los hombres; el uno sintetiza, el otro detalla ; el uno
hace grande lo chico, el otro acliica lo grande
Y,
sin embargo, para la mayoría de los pintores y para
el público, Fortuny y Velazquez son igualmente realistas ; es decir, son naturalistas uno y otro.
Al observar lo que Velazquez fué en su época se
comprende lo que hubiera sido en ésta ; se comprende que su realismo inteligente le hubiese llevado á
representar la vida moderna
Seguramente no hubiese lle^•ado á una Exposición nacional cuadros académicos, de asuntos hist<Jricos repetidos; reminiscencias de éxitos ruidosos; inspiraciones ajenas fríamente sentidas : hubiera llevado obras realistas, pero
llenas del espíritu del siglo ; hubiera visto en los rasgos faciales del hombre moderno la huella de su
vida inquieta, llena de ambición, de pasiones, ávida
de placeres, turbada por las dudas ; hubiera visto
que la carne no era un tejido de nervios insensible,
que su amarillez provenia del estudio constante,
que los destellos de la pupila del hombre del siglo
no son luz solar reflejada, sino destellos de la elaboración constante de las ideas, del confuso vaivén de
sentimientos rápidos y contradictorios. Sus retratos
de hoy tendrían la frente más nieditati\'a, menos
.satisfiíeeion del presente, menos seguridad en el poi"venir,
LA E R M I T A D E L H U M I L L A D E R O í ' \
I.
NTRE los recuerdos de la primera edad
que conservo vivos en mi memoria,
cuéntanse las visitas dominicales que
solía hacer, con otros niños, a l a ermita del Humilladero de Ecija, pequeño
% santuario que existe en dicha ciudad, y
'_ cuya historia voy á contaros.
Ecija es un antiguo pueblo de fundación fenicia, al que los romanos pulieron y hermosearon, y el cual tuvo la triste gloria de abrigar
en sus muros á los restos dispersos de los vencidos
del Guadalete. Uno de los oficiales de Tarik, llamado Zayde, tomóla á los cristianos, no sin gran resistencia, y dejóla guardada por los judíos y algunos
árabes, después de imponerles onerosos tributos; andando el tiempo, fué recobrada por San Fernando.
Conocidísima es en la historia esta ciudad, la j^rimera de la provincia de Sevilla, y cuya importancia,
así en la Edad Medía como en el Renacimiento, es
patente todavía. Basta admirar sus numerosas torres,
sus antiguos solares y sus casas-palacios, para comjirender que pudo ser, y fué en efecto, morada predilecta de las más ricas y nobles familias de Andalucía. Hov mismo, solitaria como Pisa y apartada del
comercio de ¡as gentes por sus especiales condiciones, puede ofrecer al viajero bellísimos templos, notables edificios y monumentales ruinas.
No he de ser yo el que deje en el olvido ala patria
de Alonso de Aguilar, Velez de Guevara, Roa y Pacheco; no he de ser yo, repito, el que deje de presentárosla por dentro como curiosa antigualla, pero no
es ésta la ocasión oportuna; bástenos saber, por ahora, que allí fundó su célebre monasterio Santa Florentina, que allí tuvo su silla San Fulgencio, y que
allí cayeron bajo el filo de los alfanjes sarracenos las
Santas Vírgenes del Valle.
El Humilladero es c! lugar donde, según añeja tradición, se representaron tas escenas más terribles de
la sangrienta hecatombe que conmemora la Iglesia el
14 de Marzo de aada año; por eso tiene, para los levíticos astigitanos, cierta atracción misteriosa aquella pequeña capilla.
Alzase Ja ermita del Humilladero extramuros de la
población, y en el centro de un pintoresco valle limitado hacia la parte oriental por sua^•es alturas bordadas de olivares, el Gcnil le riega mansamente, y
graciosas liuertas y frondosas alamedas recuerdan
aquellos versos que al rio predilecto de los árabes
compuso el poeta Pedro de Espinosa en el siglo de
oro de nuestra literatura :
Velazquez entendería ¡lor rualismo pintar las ideas
del siglo; buscaría su inspiración arriba y abajo, en
las fiestas de la aristocracia y en las fiestas populares; penetraría en la vivienda de los trabajadores,
en las fábricas, en las minas
Y como el fausto es
la pasión del dia, su tono gris se enriquecería también con los colores de ese fausto. Si vendía sus pÍTieeles del género á los empresarios, seguramente no
transigiría en los cuadros de Exposición. En ellos,
hoy corno en el siglo x v n , sacrificaría siii piedad sus
caprichos de ejecución á la lógica del asunto. Hoy,
como entonces, pensaría que el genio consiste en
concebir las cosas como un todo; en sacrificar lo
inferior á lo superior ; en engarzar artísticamente
esos solitarios que se llaman ideas. Verdad es que se
Vestida está su iiuirííen de cspadaíla
necesita ser tan rico, tan fuerte y tan artista como lo
Y de viciosos apios y mastranto,
era Velazquez, para resignarse á tales sacrificios
Y el \\.^\x'x clara como el ámbar baña
Troncas de mirtos y de lauro santo;
¿Quien no tiene ideas podrá sacrificar los detalles?
Ko hay en su margen silbadora caña
Seria yo, en verdad, merecedor de censura por
Ni adelfas; mas violetas y amaranto,
estas ligeras semblanzas de dos ilustres pintores esDe donde llevan flores en las Jaldas
pañoles, si no viniesen á resumir mis humildes opiPara liacer las Hénides guirnaldas.
niones sobre el arte en general y sobre el arte moderno. Yo no reconozco limites al idealismo en PinLlégase á este valle por la puerta que mira al Nortura : no creo que hayan muerto para siempre los te y se llama de Palma : un largo sendero que copintores alegóricos, los que pintan mundos y perso- mienza en la puentezuela llamada de las Vírgenes, y
najes de fantasía; pero creo que el arte es la lengua que se divide en dos, dejando en medio la ermita,
con que hablan los siglos, y sé que el siglo xix es guia al antiguo convento de Jerónimos, levantado
realista
Por esta razón he procurado depurar hoy sobre los escombros del monasterio que fundó Santa
este punto confuso: lo que son el naturalismo y el Florentina y que á su vez ha sido derribado. Su esrealismo en Pintura. V he procurado jiacerlo ver belta torre dominaba el paisaje, teniendo á su dereprácticamente, sin tcohgias, por el estudio compara- cha el Geníl y las aceñas; á su izquierda, las alturas
tivo de los dos pintores nuestros más admirados hoy doradas por la mies en el estío, y al frente, la ciudad
de nuestros habilísimos pintores.
y el llano en que descuella la ermita con sus blancos
No basta profesar de realismo para faltar á la ló- muros, sus acacias, su pintada verja y su campanagica de las ideas, sustituir el hombre con el modelo rio de espadaña.
y dilatarse en las maravíllosídades de la factura. El
En la primavera, el llano que os he descrito se curealismo tiene una esfera de acción intelectual in- bre de una mullida alfombra salpicada de amapolas y
mensa, y para ser realista como Velazquez se necesi- florecíllas azules, presentando la más bella de las persta
mucha Icolngia.
pectivas; una ancha franja terrosa determinada por
El realismo se impone hoy como una necesidad
la ondulación del camino y la explanada del HumiYa lo he dicho; nada hay en este siglo superior al lladero es el único tono oscuro que puede encontrar
hombre, á su bienestar, á sus esperanzas, á sus pro- la pupila en aquel lugar delicioso.
pósitos; pero aceptar el realismo no es limitar la esParece que convergen en un mismo punto todas
fera del arte. Después de Velazquez vino Goya — las luces y todos los colores; el río, las huertas, los
¡pintor nacido antes de tiempo!—después de Goya sembrados, los olivares, todas las lontananzas, en fin,
vino Rosales; el espíritu de los antiguos disuelto en brillan bajo un cielo azulado y trasparente, y dan
la paleta del pintor deZ/í.v Hihindcras.^X ideal busca como un nimbo irisado á la ermita del valle.
un pintor en todas las generaciones.
Una tarde de primavera en el Humilladero era
La P^spaña del siglo xix le busca. Busca un pintor para mí una tarde en el Paraíso. Esta fue siempre la
de alegrías y dolores al mismo tiempo; un pintor estación en que nuestros abuelos visitaban el antiguo
de la materia y del espíritu; un realista de los sen- monasterio de Santa Florentina, situado á la parte
timientos y las ideas; un pintor sincero, cuyo cora- nordeste de la pequeña capilla.
zón esté lleno de caridad, y que tenga fe en el porExclaustrados los Jerónimos y llevada á la ciudad
venir del hombre; sencillo y sublime como el verda- la imagen de Nuestra Señora del Valle que se venedero arte; moderno como carne de la carne y hueso raba en su iglesia, cesaron las romerías al convento,
y sólo quedó la devoción de visitar la ermita en dede los huesas del siglo.
En la Exposición de 18!^4 no hemos encontrado ese terminadas épocas del a ñ o ; sin embargo, hubo un
pintor, j Quién sabe si en las futuras exposiciones le
encontraremos!
( I ) Véase nuestro grabado en el número anterior, pág. 408.
ISIDORO FERNANDEZ FLOREZ.
íí." XXV
LA ILUSTRACIÓN ESPAXOLA Y AMEIUCAXA.
B V, L r. A S
«DE
CUADRO
A I? T E S .
VERANO
»
TiE M A R R I E R A, — F, X p O s 1 c I O N - n O s c H, ^ (G r a b a d O p o r
Erend'Amour.
B E L L A S
«EL
R O S A R I O
A R T E S .
DE
LA
AURORA.»
CUADRO n K GARCÍA Y R A M O s. — E X p O s I c I O N - D O s c H.—(De fotografía de los Srcs. G o u p i l y C.% de P a i í s /
LA ILUSTEACIOÍf
10
ejército de romeros que continuó la tradición con infati^ble perseverancia ; los niños.
Jueves y domingos, una verdadera colonia de pequeñuelos plantaba sus tiendas en los alrededores de
la ermita, y se esparcian en revoltoso tropel por el
llano : yo fui tantas veces de la partida, que recuerdo,
como os he dicho, liasta los menores detalles de
aquellas tardes que pasaron.
Niños y niñas, unidos por esos primeros vínculos
exentos de todo objeti\-o ulterior, fase que sólo se da
en la primera edad de la vida, se estrechaban en alegres lazos, y forniaban un solo circulo para ju^rar á
ía rueda de ¡a pafadilla; la pequeña aristócrata y el
obrero chiquitín no se desdeñaban de ir asidos de las
manos, y niás de una vez una Eva noble y un plebeyo Adán dividieron sus roscas y sus manzanas en
aquel abreviado Paraíso.
Recordando aquel período de tiempo, he repetido
mentalmente el comienzo de cierta moderna anacreóntica :
Hoy besas, niña ilastre,
Al que naranjas vende ;
Tú te creerás nun'iana
De pasta diferente, etc,
E n efecto, aquello era un abigarrado conjunto de
clases, pantaloncillos y toneletes.
Muchas jó'i-enes de lasque conocí en aqiit-'I tiempo
pasan hoy junto á mi sin conocerme; alginias se han
encumbrado de tal modo, que he de buscarlas en los
palacios; otras han descendido tanto, tanto, que
hubiera podido hallarlas en el hospital.
I,a ermita resonaba con nuestros juegos y nuestras
carcajadas, como si sus muros estuvieran hechos con
láminas de meta! blanco. Recuerdo que uno de nuestros enmpañeros, un diablillo vestido de color de
rosa, tuvo cierta tarde la audacia de burlar la vigilancia del santero y tocar la campana; aquél fué un
verdadero atrevimiento revolucionario. Sin duda el
diablo del chico engrosó más tarde las filas de los
ciudadanos que contribuyeron al derribo de la torre
cercana.
n.
La ermita se abria ya en aquel tiempo muy pocas
veces, y nuestra curiosidad por penetrar en ella era
tal, que esperábamos con ansíala ocasión propicia de
satisfacer nuestro deseo.
U n dia, el 14 de Marzo, nos fué por fin permitida
la entrada. Penetramos tocios en su pequeño recinto,
decorado por sencillos altares, y escueto como el de
todas las ermitas campesinas; pero tan pronto como
traspasamos los umbrales, retrocedieron las niñas espantadas, atronando el espacio con su atiplada gritería, ílabian visto un cuadro horrendo, un cuadro —
pintad', alülen—que representaba monjas ensangrentadas y horribles niorazos: ima verdadera carnicería
fingida con bermellón, azul Prusia y amarillo corona.
Nosotros, es decir, el sexo fuerte, sufrimos valientemente la primera impresión, y nos agrupamos en
torno de una columna de mármol colocada al aire
cerca de la puerta de entrada. Aquel misterio.so baluarte, coronado por una cruz de piedra labrada y
por el blasón de la santa hermana de San Isidoro,
nos sirvió para detener á las fugitivas. Pronto se calmaron los arrebatos; en efecto, aquellos moros y
aquellas vírgenes vr, hadan nada; eran pisitados.
Al bullicio sucedió un religioso silencio ; entonces
pudimos oir el sermón del anciano santero, que nos
replicó el suceso señalando al cuadro y al pilar alternativamente.
El cuadro representaba el martirio de las santas
hijas de Santa Florentina; éstas i'ueron cayendo,
una á una, al pié de aquel pilar gris, que parece conservar aún manchas sangrientas. El anciauo nos invitó á acercar el oido á la piedra, asegurando que
aun se deslizaban las gotas de aquella sangre virgen
por las entrañas graníticas de la columna.
Fuimos haciéndolo por turno ; algunas niñas, delicadas y nerviosas, se retiraban del pilar sin oir nada,
porque aseguraban que el mármol frío hacía cosquillas en sus orejas, coloreadas y menudas como hojas
de ro.sa; yo aplique el oido con todas mis fuerzas, y
y no sentí el más pequeño ruido; sin embargo, varios de mis compañeros oyeron caer la gota distintamente. Recuerdo que' hubo de sentirla primero que
otro alguno nuestro pequeño Marat, el que la tarde
anterior habla osado tocar la campana.
E l santero, teniendo en cuenta la calidad del auditorio, no nos dijo si las monjas hablan sido muertas en su propio monasterio, como creen unos, ó si
fueron víctimas de sus perseguidores, como creen
otros, en el sendero que comienza en la ermita del
Humilladero y termina en la llamada Puentezuela de
las Vírgenes.
Herculano y algún otro están conformes con el relato que voy á haceros, y que tiene para mí cierto
inexplicable encanto.
La hueste,de Tarik, mandada por Zayde, había
entrado en Écija. Tocaban á rebato los cíen campanarios de la población, y el estruendo de las armas y
ESPAÑOLA Y AMERICAIÍA.
los aullidiis de la morisma, ebria de matanza, salvando la muralla, resonaban en el jiintoresco valle que
ya conocemos, lúgubremente.
Las hijas de Santa Florentina, que ocupaban su
celebrado monasterio del Valle, sabedoras de que los
sarr.icenos se hallaban á las puertas de la santa morada, hicieron capítulo, y desj^ues de rápida deliberación, decidieron encerrarse en la cripta del convento, defendida por una fuerte y erizada verja de
hierro, y á propósito para sacrificar sus vidas antes de
servir á los placeres de los voluptuosos hijos de
Mahoma.
La ola sarracena tneó pronto en los muros exteriores del monasterio ; resonó el hacha ; cayeron con estruendo las iiuertas, y los infieles pei^eíraron en el
claustro rugiendo y aullando; ]iero ¡cuál no fué su
sorpresa al encontrar las celdas vacías y el convento
mudo y solitario!
De re]5ente un cántico sevtro y conmovedor llegó
á sus oidos. Guiados por aquellas notas armónicas,
llegaron á la verja de la cripta y se detuvieron asombrados.
Al pié de tm gran crncilijo de ]Medra, hermosa y
terrible á la vez, rígida como el Cristo enclavado que
lu ser\'ía de a]ioyo, se hallaba la superiora de la co\ nuniidad, armada de un aíilado cuchillo y con los
hábitos salpicados de sangre, A sus pies, varios bultos blancos y rojos se escalonaban en la penumbra;
eran religiosas, cuyos cuerpos se estremeeiaTi con las
últimas convulsiones de la muerte, y cuyos cirios,
caídos en el suelo, se apagaban al prripio tiempo que
su existencia. Los aulladores callaron como si un poder siq^eríor pusiera candados en sus bocas, y se euTpujaron llenos de curiosidad contra la verja.
Entre tanto, las monjas, colocadas en ñla, sin dejar de entonar sus cristianas .salmodias y coa sus velas encendidas, iban pasando sonrientes y triunfadoras por delante de la abadesa, que después de
besarlas con ternura en la frente, hundía su puñal en
el suno de cada una de ellas, cuidando de que e) golpe fuera definitivo y certero.
La monja herida, sin exhalar una sola queja, iba á
revolcarse en su propia sangrú á los pocos pasos, dejando su lugar á la que venía; tras ulla era una \'oz
que faltaba del coro, un cirio que se apagaba, un
bulto más que caía en la sombra, \w\ nuevo tesoro
de gracia v hermosura que desaparecía para sienrpre.
Ésta o]ieraciün se repitió tantas veces cuantas eran
las doncellas que encerraba la cripta. PasiJ la morena
de hermosos ojos y ile amplio seno ; la pálida niña tle
pupila azul y de talle esbelto, como el de la hermana
de Leandro; la beldad de mano torneada y pies de
jazmines; pasaron
una y otra y otra y muchas
más. hasta la última, y todas fueron cayendo bajo el
inexorable puñal de la priora dul monasterio. El
coro era cada \'ez más débil y desacordado; la oscuridad de la cripta, más densa; el charco de sangre,
más profundo; el Cristo y la sacrilicadora ])arecian
levantarse sobre un Góigota de hermosos cuerpos
mutilados.
Restaba la suprema nota. La priora no había dado
el último beso ni la última ptu"ialada : cuando murió
la postrera virgen y se apagó el cirio postrero, se arrodilló, besó los pies del crucifijo, y elevando los ojos
al cielo, sepultó en su propio pucho el cuchillo.
Después cayc'>, para no levantar.«e más, sobre aquellos cuerpos palpitantes, pugnando aún por cubrirlos
con su blanco hábito.
Tal es mía de las fases trágicas del martirio de las
Vírgenes del V'alle de Ecija.
El P . Roa, sin embargo, nos dice que las hijas de
Santa Florentina no murieron de este modo, sino
que se limitaron, cOmo las santas de Toledo, á mutilarse el rostro y el cuerpo, provocando con esto las
iras de los árabes, que las degollaron, persiguiéndolas en el trayecto que media entre el convento de
Jerónimos y la iglesia Mayor. Así se e.x]ilica el reverendo padre el que la ermita se llame del AuUadero ó
del Flumilladero, y para su dicho trae testimonio de
las frecuentes visiones de los vecinos de la ciudad,
que han creído ver más de una vez largas procesiones de monjas fantasmas, que saliendo del convento
de Jerónimos del Valle á la media noche, y con hachas encendidas, penetraban en la ciudad por la
puerta de Palma, y voh'ian antes de apuntar el alba
á su antiguo monasterio.
Difícil por demás sería encontrar datos seguros
acerca del modo como pudo ocurrir el suceso.
Ya el P. Roa manifestaba la dificultad de comprobar este hecho, y yo no puedo hacer más que repetir
lo que dijo el erudito maestro. No es menos de extrañar el que el R. P. Croisset deje de incluirlo en su
Año Cristiana^ y que su traductor, el P . Isla, sólo
nos hable de la ilustre fundadora del monasterio.
Acaso estos escritores tuvieron en cuenta una dificultad histórica que puede ofrecerse : la general creencia de que los árabes eran poco aficionados á tomar
por asalto iglesias y monasterios. La matanza de los
monjes de Cárdena y de las Vírgenes del Valle de
Ecija, que tienen infinitos puntos de contacto, son,
N.^ XXV
acaso por esto, consideradas como simples tradiciones. Hay, sin embargo, una excepción en favor de la
realidad de esta última catástrofe.
Dicen las historias que al apoderarse Zayde. 'i\o
sin grave resistencia, de la plaza fuerte de Écija, dejóla encargada á los judíos y á algunos árabes. ¿No
podría haber sído lle\'ado á cabo el hecho por instigación de los hebreos, deseosos de vengar anteriores
ultrajes y persecuciones de más cuenta ?
Esta es una nueva fase del asunto, que podría ser\'ir para fijar el \-erdadero estado de la raza hebrea
en España, y que probaria una vez más que el bebreo y el cristiano nunca pudieron ser buenos camaradas. Conocidas son las causas de las matanzas de
judíos en Granada y Toledo, y sabido es que estos
exóticos moradores de nuestras provincias tan pronto se aliaban con los árabes para combatir á los cristianos, como solicitaban la cooperación de los cristianos para vengarse de los sarracenos.
III.
Pero \'ol\'amos á la ermita del Humilladero.
Os contaba ci'nno escuché allí por primera vez la
historia de las Vírgenes, y me resta deciros que allí,
también por vez primera, seiUi esas \'agas aficiones
que nos llevan al culto inconsiderado de lo sobrenatural y de lo maravilloso.
Siempre que me fué posible visité aquellas cercanías y crucé por aquellos senderos. Durante mi niñez llevaba á los prados del Valle nn corderilto, adornado de lazos azules y de campanillas doradas; en
mi adolescencia paseé á caballo por el canuno de l;is
Aceñas y por las márgenes del Geníl ; ya en la edad
de la razón leí á Byron v á Rousseau á la sombra
de las acacias del Mumilladero (') sentado en la Puentezuela de las VíT\genes.
Cuando visité la ermita por última ^"ez dijéronme
que habia terminado el culto, y que no jugaban ya
los niños en sus alrededores : parecía el paisaje más
triste, y hallé justificado el que tratasen de construir
no lejos de aquel sitio un cementerio.
De aquella visita, hecha hace algunos años, tengo
mía sencilla página, que voy á presentar á ustedes :
el siguiente romance :
i-.\ ER.^n•r.A nr:T, V..\LLE.
¡ Hé aqni la pecjueña ermita
Que en mi niñL'Z visitaba]
i H¿ aqui sus nevados muros
Y sus iVoncinsas acacias I
En torno de ella las iiiieses,
Por las hoces separadas,
Trocadas se \c\\ en oro
Si antes eran de esineralda;
Y allá á lo lejos, los inonles
Oue limitan mis miradas
Por los ri^íoros de .Tulio
'í'ienen clámides de ffiialda,
iOh,con(pié melancolía
'Pemplo la doliente arpa
Y evoco aipiellos recuerdos
De las horas de mi infancia!
i Qué diferente esta tarde
De aquellas tardes tan gratas
En qne, sin dudas ni ciiiUis,
A tus puertas descansaba I
¡ Qué distintas emociones
En mi pecho batallaban,
Y cómo de los pesares
No sentí las corvas garras!
Esas luces meianc<'dicas
Que id rojo sol acompañan
Cuando desciende entre púrpura
A esconderse enlre las aguas :
Este tranquilo crepñsculo
En que se duermen las auras
Sin mover las verdes hojus
Ni susurraren las ramas;
Este celaje apacible
En que se eleva mi alma;
Estos montes, estos prados,
Este valle y estus aguas :
Esta ermita, en fin, testigo
De los juegos de mi infancia,
Todo, todo ha variado :
¡Qué mucho (pie í'ariára,
Si la rueda de la suerte
Es tan fácil y voltaria!
De aqnellas tardes tranquilas.
De aquellas horas rosadas,
Solo me restan recuerdos,
Pero recuerdos que matan ;
Por esa cuando el crepúsculo
Esparce su hiz de nácar.
Vengo ;i cantar ;i la sombra
De mi ermita Y mis acacias,
A las sueltas golondrinas
Que del campanario bajan,
Muy de quedo, muy de quedo
Les suelo contar mis ansias.
Ellas vuelan á mi lado,
Y no se burhuí ingratas,
Como se hurlan ios hombres,
De las tristes confianzas;
Y cuando pasan el no
Y se ocultan en las ramas.
' >
K." X X V
LA
En SLi loriL^iuiju repiten
Lo que esuuc^lKín en mi arpu.
Ellas son los seres i'micoa
Que no dejun esas tapias,
Como tieltis guurriadoras
De la ermita solicaria:
i Hasta el noctnrno agorero
Que la lámpara acechaba
Abandonó el campanario
Por otra torre cercana!
Ya cuando la tarde cae
"i' líi luna se levanta
No vienen alegres niños
A jnpar en la u?;planada.
Ni voltean á ^u puerta,
Debiíjí) de las acaciaí;,
Cual grupos de mariposas
Que Ke ciernen sobre dalias.
Desiertas están las rejas,
Aqiitllas rejas pintadas,
En cuyos pequeños mármoles
Las jóvenes se sentaban
A escucbar del Aulladero
La sangrienta liístoriii sacra
O romancescos relutos
Ue guerreros y de badas.
Cerradas están sus puertas ;
No arde en el altar ln lámpara
Crece en su patio la hierba,
Y está muda la campana.
Pronto hacinados escombros
Dirán al bardo que iiasa :
¡Aquí la ermita del Valle
En tiempos se levantaba!
¡Ermita, conu) tú tcn,iíO
La soledad en el alma ;
Por eso vengo á cantarte
Antes que el tieni]io le burra I
Todo, totio li) he perdido.
No ten.tío ni una esperanza ;
i No puedo ni arrodillarme,
Porque hasta la fe mu falta!
Árido campo es mi vida.
Que sólo nutre cizaña,
Y mi corazón un yermo
Donde ni un árbol se halla,
Sólo vivo en los recuerdos :
Por eso en esas acacias
Hallo el dulce sentimiento
De las horas de mi infancia,
"^ al contemplar estos sitios,
Mudos corno yo y sin alma,
[Jejo la doliente lira
Para verter una l;i<j;rima.
Sevilki.
BEMTO MAS V PRAT,
EL VIOLIN MARAVILLOSO.
AVENTURAS DK t.N MLÍlítO DE .\l.nr_\.
(Ciinlinuaciim.)
S g ^ I-ydíaMaria
sigiiittne, por la fnai'iana, Marta
andaban repasando soHcitaniunte la ro¡ia, mientras en otro departamento de la casa Eduardo preludiaba
en el víolin tina melodía nueva, pensada en el momento y átm no trascrita al
. G í ^ ^ x papel,
Y^
— ¡ Visita y buenas noticias vamos a tener
' • ^ pronto ! — exclamo la sencilla y crédula Marta dirigiéndose á su ahijada.
. — ¿ P o r qué lo dices, Marta?—interrumpió la
joven.
, —Mira—se limitó á contestar aqtiélla, sei'ialando
^ uit magnifico gato que tenian delante sobre una
silla, y que, atraído por las caricias que le soiian prodigar las dos mujeres, nunca se separaba de ellas
"iiéntras trabajaban.
•Lcon, que así le llamaban, se estaba acariciando y
^tusando los bigotes majestuosamente, primero con
^ pata derecha y luego con la izquierda, coino
naciendo su ínik-fk- y disponiéndose á recibir dignamente algún huésped, según la creencia generalizada
^n todas partes entre las mujeres de nuestra población rural.
•María sonrió dulcemente y le hizo una fiesta al
M °-^ ''obusto descendiente de Micifuz.
-^Hédia hora después entraba en la casa, pregun^ n d o por Edtíardo, el nuevo administrador de El
li^íf- "^''' " " señor que los noveles propietarios
J_iabian traído de Madrid, el cual manifestó á Cabar. ^) de parte de su amo el Marqués, que habiéndose
^echo una revisión general de cuentas de la testaentaría del antiguo propietario de la granja, resulfu \ ^" "^^'^^ ^^ saldo de 20.DOO reales á favor del di" ^ padre de Eduardo, á quien, de consiguiente,
P ^ fallecimiento del primero, correspondía esasuma
r e ^ K^ ^^' •'^'^^''lii^s '^^ Alba-Real se apresuraba á
embolsarle. E l mensajero de Luis hizo la entrega
Qu^^^'^'^-*^° dar más explicaciones, pues las órdenes
e habia recibido eran terminantes, y Eduardo tuvo
ILUSTRACIÓN
ESPAÍ?OLA
Y
AMEEICAÍTA.
que someterse á recibir el dinero y enviar las más
sinceras gracias á su generoso amigo.
E l Marqués de Alba-Real y su encantadora hermana habian comenzado de una manera tan espléndida
como delicada su obra de protección.
Iniltil es describir la alegría que desde aquel momento se apoderó de la casa de Eduardo. Este, Marta y María no se cansaban de entregarse á los niayores'trasportes de gozo : el mundo cambiaba de aspecto
para aqtiellus tres seres, tintes tan olvidadosy tan sufridos. La buena ama de gobierno, que en fuerza de
la costumbre deesqtnvar gastos hasta se habia hecho
ruin I se permitió aquel dia poner en la mesa una comida casi opípara í Eiduardo, inspirado como nunca,
hi/ü prodigios con su \'iolin hasta que de memoria
hubo terminado una preciosa cajiiain, que luego trascribió üclmeute al pa]iel por medio de las notas 6 cifras de un método es[iecial y sólo para él inteligible,
que tisaba habicualmente y que él se habia inventado,
arrastrado por aquella volcánica fantasía de que la
Naturaleza le habia dotado. Como por encanto cambió la faz de aquella casa : pronto la diclia y el bienestar reinarrui en todas sus manifestaciones.
Eduardo sustituyó su vetu-to gabán por un traje
nuevo, que le sentaba alas mil maravillas, y Maria
tuvo un vestido que la permitiese presentarse modesta pero lindamente ata\'iada ante sus amigos de El
Avellanar.
El humilde organista pagó su buena acción á Luis
y su hermana haciéndoles oir las más brillantes composiciones de su repertorio y dedicándoles otras nuevas, cuya letra e.scribia Luis, pues era poeta delicado,
tierno y de verdadera inspiración.
Elisa cantaba esas piezas, que admiraban á. todos, y
se hacía lenguas del hábil conqxisitor, quien escuchaba sus elogios temblando de emoción, como si un fluido mágico circulase por sus venas ctiando la hermana
de su aniigo le hablaba. Acostumbrado á no tratar
tiempo habia más que con riisticos aldeanos, y aun
con éstos lo puramente preciso; aislado de todos,
pues tri el médico, ni el cura, ni el secretario del
concejo, que eran las notabilidades del pueblo, habian
podido \'encer las resistencias de aquel carácter taciturno y aun agriado por la desgracia, el trato cariñoso, galante, fino y expresivo de los jóvenes madrilet'ios le fué seduciendo poco á. poco, modificando su
rudeza y despertando su espíritu á nuevas y no soi'iadas impresioites.
Y ¿por qué TÍO decirlo? la belleza fascinadora, la
espiritual con\'-ersacion y la espontánea eleganc.la de
Elisa le llegaron á catiti\'ar á tal punto, que no tardó
en sentir hacia ella una inclinación de cuyo carácter
él mismo no se daba cuenta. Su corazc>n de jiJven.
hasta entonces prisionero en el oscuro calabozo de su
propia rudeza y de su misantropía invencible, sacudía por primera vez las cadenas y se sentia presa de
ignotas emociones.'La brusca transición del vacío á
la vida prodticia sus efectos, El iiobre Eduardo sentia
como artista, porque no habia tenido tiempo ni ocasión de pensar como hombre.
La ternura y la idealidad de su ahiia palpitaban en
todas stts nuevas composiciones, que eran modelo de
sentimiento, de pasión y de dulzura. Elisa y Luis
contemplaban con asombro creciente los diarios progresos de su amigo en el divino arte, y se sentían orgullosos de haber contribuido con su protección á la
maravillosa revolución que advertían en el genio tan
brillante como poco cultivado del joven músico, que
habia crecido y desarrolládose tan portentosamente
en medio de la Naturaleza como una flor selvática en
medio de peñascos abruptos. La Naturaleza era sn
gran maestra, y por eso sus melodías tenian un sabor
exquisito y un perfume de originalidad que las imprimía un sello de terneza y de majestad avasalladoras.
Así pasó el verano gratamente para nuestros cuatro protagonistas, con intima satisfacción de María,
que veía ijichoso á su protector, á quien no cesaba de
ponderar con camlorosa inocencia las virtudes y los
generosos sentimientos de la bella Elisa, que era para
ella, más bien que una amiga, una hermana mayor.
Vinieron las lluvias de otoño, y entonces los propietarios de El Avellanar hubieron de pensar en su
ref^reso á Madrid, donde tenian su casa, sus relaciones y su residencia habitual.
E l bueno del organista y su cariñosa protegida experimentaron hondo sentimiento al verles partir, si
bien aminoraron su pena las promesas que Luis y
Elisa les hicieron de que constantemente pensarían
en ellos y que sólo se ocuparían de preparar el dia
en que todos pudieran reunirse en la gran capital de
la nación, donde estaba el porvenir para el desconocido artista de la aldea costanera.
Las ocupaciones de la escuela se hicieron pesadas
y fastidiosas para Eduardo desde aquel dia : poco á
poco fué tornando á su antigua tristeza, y sus contposiciones volvieron á respirar aquel aire melancólico
que las caracterizaba en otro tiempo. María se sintió
impresionada por aquel cambio de su querido padrino, y más de una vez lloró amargameiite en bra-
11
zos de Marta, que á su vez movía la cabeza tristemente, como si algún infausto presagio la preocupase.
P^l invierno se hallaba en su apogeo, cuando u n
dia, á fines de Enero, llegó al pueblo una pesada
caja, acompañada de una carta cariñosísima de Luis
de Apodaca.
La caja traía de Madrid un buen número de ejemjilares de un elegante tomo de música, que llevaba
en la portada este titulo ; Qiníns de aldea ^ letra del
Marqués de Alba-Real, música de Eduardo Cabarrús.
La carta descifraba el enigma. Luis participaba á
Eduardo que sus bellas ]]roduccíones, cantadas por
Elisa en los salones de la hi^^li-üfr madrileña, habian
obtenido entusiasta acogida y frenéticos aplausos, no
sólo de las gentes del gran m u n d o , sino de los maestros más eminentes, que admiraban aquella espontaneidad y aquellas bellezas de las composiciones del
humilde organista de ¡a montaña.
Este éxito habia movido á Luis á dar á la estampa
la primera colección, que el más acreditado de los
editores de música de la corte se habia apresurado á
encargarse de publicar en una edición de lujo. Era el
primer paso , y el Marqués anunciaba su convicción
de que daría opimos frutos.
Eduardo tuvo gran satisfacción con estas inesperadas y sorprendentes nuevas. Maria lloró de alegría, y
Marta, aunque sin comprender todo lo que aquellas
novedades sígnificabatt, felicitó cordíalmente á Eduardo, á quien ya miraba convertido en gran señor y
agasajado por lo mejor de la gente de los Madriles,
como ella decía.
María, que no sentia ni pensaba más que para su
amado padrino, concibió desde aquel dia una idea
con esa perspicacia excepcional que sólo cabe en el
alma de una mujer inteligente y sensible.
Desde algún tiempo atrás su afición á la música y
su admiración por Edttardo le habian llevado á coleccionar, con paciencia envidiable, las inspiraciones
del artista, que éste, desordenado como todos los
hombres de \'erdadero genio, unas veces abandonaba
negligentemente en cualquier rincón, y otras olvidaba sin terminar, para dejarse arrastrar de cualquier
idea súbita ó de una inspiración del momento; en tales casos Eduardo no volvía á acordarse del trabajo
cornenzado, pero María encontraba siempre una hora
oportuna ó un pretexto cariñoso para obligar al anárquico compositor á terminar su obra ó darle la última
mano, por no disgtistar á su pobre huerfanita. Por
este medio Eduardo tenía sin saberlo una serie de
piezas de música originales, de tan vario carácter
como inspiradas todas, cuyo valor no se ocultó á Maria desde que supo el éxito alcanzado por las que el
Marqués se había llevado á Madrid.
Escogió, pues, durante las ausencias de Eduardo
los trozos que le parecieron más selectos y más geniales, porque no la faltaba buen sentido para ello á pesar desús pocos años; los empaquetó cuidadosamente,
ayudada por Marta, que estaba en el secreto, y los
envió pn la primera ocasión que tuvo á Elisa, escribiéndole al propio tiempo y comuiticándole las estratagemas de que se había valido para coleccionar toda
aquella música de que Eduardo ni siquiera se acordaba.
Elisa recibió con inmenso placer aquel delicado
obsequio, que la habia de permitir presentar novedades como ninguna otra señorita de la alta sociedad
en tertulias y conciertos, y á la vez añadir una piedra
más al pedestal del porvenir que tenía la convicción
aguardaba al antiguo compañero de su hermano.
liste á su vez celebró mucho la ocurrencia de la
adorable Maria, y se consagro, ayudado por varios
amigos íntimos, á preparar un concierto de confianza
para hacer oir las obras más selectas de la segunda
colecuon del fecundo maestro de capilla—como él le
llamaba con su proverbial gracejo—de la pobre parroquia de la montaña.
Los aficionados y los artistas amigos de Luis, á
quienes éste dio á conocer privadamente los nuevos
ritmos de Eduardo, no podían comprender que aquellas magníficas sonatas y melodías no llevasen al pié
la firma de algún popular compositor contemporáneo.
Luis se propuso desde luego utilizar en provecho
de Eduardo y al mayor éxito de sus nuevas producciones todos los grandes recursos que le proporcionaban su brillante posición social, sus numerosas y
distinguidas relaciones, y su amistad con los primeros
artistas líricos y los compositores más en boga. Elisa
prometió secundarle por su parte, ofreciéndose á interpretar las piezas más á propósito en cuantas ocasiones se le presentasen.
^ Inmediatamente escribió á María acusándole recibo de las nuevas obras, prometiéndole guardar el
secreto para sorprender al fecundo maestro, y animándola á continuar coleccionando las improvisaciones de éste, en la seguridad de que por ese camino
pronto se asegurarían la reputación y el porvenir del
desconocido organista.
— E s preciso — anadia—que V., mi queridísima
María, que tanto le ama y tantos esfuer2os hace por
12
LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA.
PORCUNA
N." XXV
(JAKN).—TORRT-Ü\ PE LA ORDEN DE CAT.ATRAVA, noNHE ESTUVO PRESO BOAUDIL « E L CHICO» DESPirFS DE I,A BATALLA DE LUCENA.
(De fütoprafía
r e m i l i d a iior el iilcalde de P o r c u n a , D. M a n u e l
Pinedu,;)
T O L E D O . — INSTITUCIÓN DE LA SOriEnAP COOPERATIVA PARA OIíHElíOS : EL SR, MORET PRONUNCIANDO ICI. DISCURSO INALGURAL.
( D i b u j o del n a t u r a l , p o r M a n u e l Alca2,-ir.)
T O L Ó N
(FR.4XCIA).
VISTA GEMÍKAL DE LA CIUDAD V I£L PUERTO.—HOSPITAL DE SAINT-MAxVDlíIER, DESTINADO Á COLÉRICOS.—EL TRASPQliTE « L A S A R T H E » , AL QUE SE ATRIBUYE LA INTRODUCCIÓN DEL CÓLERA EX FRANCIA.
( D i b u j o d e A. d e C a u l a . )
LA ILUSTKACION ESPAÑOLA Y AMERICANA.
14
recompensarle los sacrificios que él se ha impuesto
por V., le anime cariñosamente y explote su afición
al violin, á ese violin maravilloso en cuyas cuerdas y
en cuyos dulcísimos acentos tan prodigiosas inspiraciones encuentra Eduardo.
« N o parece sino que ese violin es un instrumento
mágico, construido por algún hada para desjiertar el
genio admirable de nuestro querido artista. Kse violin es su talismán. Tan convencidos estamos de eUo,
que mi hermano Luis ha pensado diferentes ^'eces en
comprar un jiiano de primer urden y remitírselo á
Eduardo sin previo aviso; pero otras tantas hemos
desistido de tal proyecto, temerosos de que, arrastrado por su loca fantasía, se entregue al piano por completo y arrincone ese portentoso instrumento, cambiando quizá de aficiones y marchitando su inspiración ó dándola nuevos giros, que acaso no sean
convenientes.
»Mejor será, pues, dejar correr las cosas y el tiempo, por ahora al menos, hasta que se consolide la reputación de Eduardo, que bajo tan excelentes auspicios comienza á labrarse por sí sola, y á lo cual Luis
y yo, y nuestros amigos, contribuirOmos con todas
nuestras fuerzas.»
María leyó esta carta con inmenso júbilo, pero se
abstuvo de dar cuenta de ella á su amigo, projioniéndose en cambio seguir puntualmente las instrucciones de la adorable y discreta Elisa.
Pasaron los meses. Eduardo haciendo miisica y
María animándole cada vez más. mientras llegaba el
verano y con él volvían á El Avellanar sus simpáticos amigos y generosos protectores.
Y como todos los plazos se cumplen, llegó ese anhelado dia y con él reapareció la alegría en ía casa
del organista de la aldea.
JUAN CERVERA
BACHII-LEIÍ.
(Sí conlintiiifá.'i
LOS CAINES.
H o m b r e s hay q u e nos ofenden
C u a n d o n o s liablan ú m i r a n ,
P u n ? . ; i n d o n o s , c u a l si el a l m a
T u v i e s e n llena d e e s p i n a s .
Su l e n g u a , c u a l )a d e l g a t o ,
Hasta adujando lastima;
Y e n t o d o , c o m o e s a fiera,
Arañan cuando acaiician,
A I R O t i e n e n tales h o m b r e s
D e hiLsilisco e n la v i s t a ,
D e s i l b i d o e n la p a l a b r a
Y d e m u e c a e n la s o n r i s a .
H u y e l e s h a s t a e n la m u e r t e ,
P u e s c o m o m u e r e n de e n v i d i a ,
A su t u m b a p o r v e n e n o
Van escorpiones y víboras.
JOSÉ
LOS CONSEJOS DEL REY
PRIiSmEXTE UE EECCIor* DEL CONSEJO DE ESTAUO,
" ^ ^
,
,
^
w
tes de la espada. Después vinieron los hu7ii!ircs hucuns ticia y por la multiplicación de sus consultas, cuando
de las villas, y más tarde los jurisperitos d guHlhiR ia rapidez de la acción perdonaba el consejo, y así se
de las ciudades, porque nuestra monarquía nunca fué e.vpresa ; « Desquiciada la autoridad jiública; la adabsoluta en el \'erdadero concepto de esta palabra, »niinistracion de justicia en manos de usurpadores;
sino templada, ya por la intervención de las Cortes, »sin hacienda el Estado; ciento cincuenta casas de
ya por la de los Consejos que á aquéllas sucedieron, »acuñac¡on labrando moneda y bajando á porfía su
aun en los tiempos en que el gran Emperador pudo »ley ; la tierra, de todos ; nadie seguro de la vida m
aparecer absoluto, pues vencedor en los cajiipos de »de la honra ; así queda el país á la muerte de don
Villalar. vinieron á ofrecerle esta reacción sus enemi- x> Enrique. Se invaden dos ¡poderosos vecinos y toman
gos vencidos. Pero fué al revés, que, como dice en »actitud independiente ú hostil muchos grandes y
una de sus primeras hojas el libro del Sr. Conde de x>comarcas, al empuñar el cetro D.^ Isabel y D. FerTorreanáz, <s.i<! imp'irUnicw y acíh'idnd ríe hs Con- »nando. Para vencer tantas dificultades, fué de parsc/os akaiizn •aipuntn culminante cutuicío cesa en ah- »ticular socorro á estos principes el espíritu de consohi-lfj ¡n rcpresatlaciim naciunal.-» Ley perpetua, quL-, »sulta que siempre los animó.»
como agrega el mismo, á ella obedece desde su oriPara concluir : á juicios tan completos, como quien
gen la vida de la institución, materia de su estudio. tiene un perfecto conocimiento del asunto, reúne
Mas si no se ocupa en este libro el Sr. Conde de este libro otras recomendaciones de forma, pues el
Torreanáz, ni tiene por qué hacerlo, extensamente de carácter de su letra y el material que lo acompaña no
la éjnoca de los Concilios, materia ya bastante estu- puede menos de singularizarlo entre los libros que
diada por muy com]ietentes autores, quedaba por ha- salen de pacotilla comercial. Tales son la claridad
cer el trabajo histórico-crítico de nuestros Consejos, de sus tipos y el cuerpo de su papel, que no por ser
desde los Reyes Cat(>licos más singularmente, y éste mecánicos instriunentos del espíritu, deben dejar de
es el vacío que ha tratado de llenar el escritor nom- ser menos encarecidos y celebrados á favor dt:l arte
brado. ; Y lo habrá conseguido? A juzgar por la mués
de Gutenberg.
tra de este primer tomo, creemos encontrar, masque
M . RonKiGt:t-:z-FiíKiíEK.
una esperanza, una legítima garantía de las buenas y
serias tareas que han de comprender también los que
han de suceilerle. Pero concretándonfis ]ior h o y a las
páginas del publicado, su historia y su doctrina no
LIBROS PRESENTADOS
pueden ser más recomendables, pues semejante tra" Á ESTA REDACCIÓN POR AUTORES Ó EDITORES.
bajo no pertenece por cierto á las ideales elucubraciones qiiealimentan hoyen su mayor ]wrte el movi- Pi-(«l>leni:it4 i'oiÉlriii|>«n':iiie<»» . por D. A. Ciínovasdcl Ciismiento de nuestras prensas entre los frutos de la
LÍ1I.>. director de h Re.1l .'\cademia de la Historia ; Individuo
de niimern Ju lii Esp;iñiila, de l;i de CícTicias Morales y Vo\.\escuela del socialisnuí ó entre los que pertenecen á
tii-ns y eleíjln de la de Hejliis Arles de S;in F e r n a n d o ; Sofio
la desdichada jurisdicción de Zola. Este primer tode líL .Academia Real de Cieni-ins, Letras y Artes de Bélgii^iii
mo nos ofrece un trabajo concienzudo, de método, de
en la clase de Letras, y de la<le Cien i'i as de L i s b u a ; Individuo,
erudición y crítica, sobre el curso de nuestra goberen la clase de Preeminfnies, de la Real .-\cadeinia Sevillana de
[luenas Letras ; Corres pon di e m e de la Real Academia de Buenación y de nuestro derecho administrati^-o. En él no
nas Letras de Harcclana, y Académi^ro honorario de !a de Deduda indicar su autor ciertas lineas paralelas á la poreclio de la misma ciudad ; Sorin honorario de varias Sociedalítica y á la administración ; pero como las primedes Económicas de Amibos del P a i s , etc., etc. Tnmo I.—Contiene
este l i b r o : Discttysos del Attmo ( p r i m e r a s e r i e ) ; -¿"•^
ras están ya tratadas y comentadas con gran maesArhiU-hlas;
Oiroprecuisoy ei^ Malthuí , y
Dhcursosparifimeniatría por nuestro común amigo el Sr. Colmeiro en
y til!: sobre «.La íuleriiiicwfKtli'. r e r l e n e c c á la Ctiífcaotí de escí'^'
los cuadernos de las antiguas Curtes, el autor de
ioyes Cíia/fdíanos. de la cual es el vcil. .VVU, y lorma un tamo de
XXVm-470 páginas en ii°, ¡lustrado cnn un e,\celenie retrato
Ijis Consejus del Rey se entrega de lleno á las sede! a u t o r , fjrabado en cobre por Maura. Véndese, á 5 pesetas,
gundas, como más correspondientes á su propósito.
en las principales librerías.
En él, por último, aparece el origen y progreso que
fueron teniendo ciertas juntas primero y otros cuer- d : « - * f li'l»;}íc:tfif!i para asepTirar el mayor secreto en la eorpos é instituciones después, imitas y cuerpos que lerespondenc-ia lelegrálVa, por D. Bernardo Darhun (Madrid,
establecimiento lipofjráiico de los Sucesores de Rivadeneyra,
gislaban, administraban y fallaban, pues confundidos
paseo de San \'icenie. núm. 2 0 ) , Autorizado por R . O . de 7 de
entonces los poderes, no podian menos de corresponHnero de 1S82 el empleo ¡lor los particulares de cifras y claves
der á la unidad que representaba el Monarca, del
para su correspondencia telegráfica, con sujeción al convenio
uuernaiional lirmado en San PelerEbiir^o en j u l i o de iS75i
que eran hasta sus ambulantes consultores, para
nada más conveniente que la presentaciun de un sistema o^
cuando necesitase de sus consejos. N o otro oficio
clave t e l e ^ á f i c a , ofreciendu las ventajas de la sencillez, •Í'^
tuvieron los doce sabios que escogió San Fernando
\cv. que la de prestarse á ¡níinito número de combinaciones, a
en la Universidad de Salamanca, para que siguieran
la facilidad de cambiar la formula convenida, etc., ele. Lste t;s
el objeto del libro del Sr. Darban, cuyo trabajo ba de ser vivaá la corte y pudieran ^acnusejarle en ¡us pleitos, acormente apreciado por cuantas personas hacen un uso frecuente
díbidnh ¡ns leyes^ adviriiett'didc de !',s frfnidesy 3iodel telégrafo. De venta en las principales librerías.
iandu aun ¡os menores ¿¡pires de ¡a f^isiiciu pirrn i!0
errar en Ins dccisioiies»^ según la autoridad de que el IjaIÍil>lK«lií<í:i Iín«-í<'l<>]K''<lic.-i l»«>jml;ir llu*ilríul:i¡ic.iba
de dar á luz el volumen 74, que es el mes de Diciembre del .•l'i"
propio escritor se hace cargo.
VELARDF-
DURANTK LA TíDAO MEOIA, POR EL CONDE DE TOKKEAN;i/;,
,
•
.0 hace mucho que al subir en esta corte ]ior la principal escalera del edificio
llamado Los Consc/os, se notaba en su
Wk primer descanso, como objeto único de
su adorno, cierto pequeño tabernáculo
que cobijaba á una Virgen, piadosa memoria de aquellos varones respetables que
bajo los techos de aquel palacio habían venido
dilucidando las arduas cuestiones del Estado á
favor de los grandes principios del derecho,
é n t r e l a independencia de sus viriles juicios y la moral severa de su profesión cristiana (i).
Pues así como este solo y piadoso objeto marcaba
toda una época, cuando estos hombres, que daban
sus consejos al Rey (personificación de la patria), conquistaban, legislaban y administraban, así el primer
tomo de la obra que lleva por título el que ponemos
al frente de estas lineas, y que acaba de ver la luz
pública, dice ])or sí solo lo que serán los demás que
le han de suceder, revelándonos todo el pasado histórico de un derecho, cuyo ramo especial, enUrc el
político y el literario, ha sido hasta aquí el menos
cultivado en nuestra restauración intelectual, y este
es el vacío que se ha propuesto llenar el autor de
esta obra, nuestro distinguido amigo el Conde de
Torreanáz.
Sabido es que los Consejos de la nación fueron allá
en los retirados tiempos de la civilización visigótica
aquellos concilios en que, presidiendo el Rey, formábanlos los hombres del báculo pastoral y los magna( i ) Esta Virgen acabu de trasladarse á otra escalera más secundaria de esLc re&tauradú e d i ñ d o .
N.° XXV
E n más posteriores tiempos, cuando á las asambleas nacionales sucedieron los Consejos de la Corona, todo este periodo continúa aún casi desconocido,
y éste es el jirincipal objetivo, repito, á que se ha
propuesto llegar con esta obra.
Al primer Consejo de Castilla sucedió el de Aragón I y no fué sino á su imagen el que se creó
en 1=24, por el propio emperador Carlos V, |>ara el
régimen de nuestras provincias de Ultramar, llamándolo Consejo Supremo de Indias. Esta corjioracion
llegó á ser una autoridad mixta de lo judicial y lo gubernativo, y aunque fué bastante absorbente, como
todo poder que se dilata en el tiempo, fué, sin embargo, una máquina administrativa de la mayor potencia para conservar en paz y justicia á tantos reinos y estados, según pueblos tan distantes lo requerían, Así es que es grande la distancia que tiene que
recorrer el autor desde el período de transición que
precede á la edad moderna, y que sintetiza bajo el
c\)\grvSc de I^orniaciriu y anlnridad de ios Consejos,
hasta nuestros mismos días. No se dirá que parte sín
rumbo, por más que tenga que andar no poco para
llegar á la meta, todo lo que engrandece su empresa,
tanto más laboriosa, cuanto que desde este mismo
tomo comienza á poner en parangón la organización
y el indujo de nuestros Consejos con otros de Europa, cuyo paralelo, con los datos cpje esto necesita y la
critica que reclama, pocos, hasta ahora, lo han intentado, por ser labor menos ligera que complicada
V seria. Pero el autor, no e.\traño á las bibliotecas
e.xtranjeras, visitador diligente de las nuestras y del
Archivo de Simancas, no ha dudado conseguirlo con
prolijidad benedictina.
A estas consideraciones reúne otras circunstajicias
el trabajo de este primer tomo, cuales son la claridad y la dicción del estilo, de cierto sabor clásico. H é
aquí recogida al azar Ja siguiente muestra : Quiere
describir su autor cuál era el estado social, económico
y administrativo de España antes de los Reyes Católicos, que tanto se distinguieron porsu amor áJajus-
Cristiano, novísima versión castellana de la obra del P. J u a n
Croisset, refundida y adicionada con el Sni/foni/ espafwU por
D. Antonio Bravo y T u d e l a , abog;ado del ilustre Colegio de
Madrid. \.\z\^^\
Martiyvhgia completo A la cabeza.de cada
dia, está adicionado con el SantoralespniioL y es la edición niaS
barata que se conoce. L'n tomo de 224 pá=;inas en 8.°, qu^
cuesta una peseta en rústica, por suscricion, y I | Í 0 encuadernado en tela. Administración: Doctor Fourquet, 7, Madrid.
L a T í e v u e iucIV>|HMiilínil.t?,/ú/rfí'p«f, ¡ittcraire e! artlsUi/»'^(Dirección y Administración, 7, ruí de Médiiis, Pan'.iA tiernos
recibido el cuaderno correspondiente á Julio, conteniendo mteresanies artículos de MM. A. Lefévre, E. de Goncourt,
Jü H e n n e q u i n , VA. Harancourt, LLirr}', Alis, etc.
Ai-íifroii l i i s t ó r i c o . | i i i i l o i t ' * í t ' o y n i o i n i n n ' i i l í i l , obra
ilustrada, publicada por D. Sebastian Munserrat de Bondja y
D. J o s é Plcyan de P o r t a , con la colaboración de distineuidos
escritores. Continúase con perfecta regularidad la publicación
de esta importante o b r a ; últimame;niehemos recibido un ejeinplar de los cuadernos XXVII, x x v m , xxix y x x x , los cuales
contienen : conclusión de !a monoprafia liistórico-artistica de
Eluesca; descripción de la villa de Ayerve y principio de la r^^'
seña de R o d a , la irisipne ciudad de los Condes de R i v a g o r z a j '
Pallas. Ilustran estos cuadernos, ademas de inumerosos
•grabados en el Le.>;to, cuatro excelentes láminas beliog^ráficas, qu^
representan el exterior de la catedral de Muesca, el interior de
¡a de Jaca, una vista general de esia ciudad y otra de! famoso
monasterio de San Juan de la Pena. Sisfue abierta la suscricion
en las principales librerías, y en Ltírida, Administración de la
obra ( P a l m a , 4, i.°).
l í i i a p i i ü H y p a n I ci I» l i e n (ii«> v a l e H e f i a l í í r ) , por D. Adollo
Llanos. Pertenece á la Bildwirca £xti-)jvagiii¡¡e, y forma un tomo de 176 páginas en S.", que se vende, á 2 pesetas, en Madrid,
libreiia de D. I''ernando l-e (Carrera de San Jerónimo, 2).
I J O H 1*«M-POS Ú*- i i i u e í ^ l f a f i - a m - c s e s tV i i i p c l e s e s , por
A. de la R u é , el Marqués de Cherville y E. Bellecroix ; versión
española de IX C. E . , con ilustraciones de E. Bellecroix. Los
aficionados á los ejercicios cinegtíiicos, y p o r e n d e á los 'P^^^JP^
de muestra, tienen y a un excelente libro de consulta, en idioMia castellano, merced al laborioso y entendido editor de Barcelona, n . ¡Manuel Sauri. F o r m a un e k e a n l e volumen en
folio, con buenos grabados, y para adquirirlo basta con remit!'
su importe (lO pesetas^ á la Administración, librería del editor, Barcelona (Plaza N u e v a , 5 ) .
E l ( ; ; í l i a i > o , cuadros d e costiímbres de la isla de Puerto-Rti^°i
por D. Manuel A. .Monso, con un Prologa de D. Salvador Brau.
La nueva edición de esta obrita ha sido publicada por e| laborioso editor de Puerto-Rico D. Josd González Fnnl. Constituye un volumen en S.", que s e h a Ü a r á e n el establecimiento de
• dicho editor (Fortaleza, 77)-
15
LA Í L U S T R Á C I O N E S P A Ñ O L A Y AMERICAÍTA.
N.'' XXV
H i s t o r i a « l e u n « c h a v o , |ior D . T e o d o r o Baró, Cinco bellos
c u e n t o s , l e y e n d a s y t r a d i c i o n e s , e n u n voli'imen d e I I J 6 p á g i n a s
en 16.", q u e se v e n d e , en B a r c e l o n a , l i b r e r í a d e i o s S u c e s o r e s
de N . Raznirez y C u m p a ñ í a (Pasaje Escudillers, 4)-
l * o < ; s i a H (]e D . J o s é T r i n i d a d B l a n c o , r o l e c r w n n d a s p o r _D, C a s i o R , Lope?.. C o n l i ü n t ; n u m e r o s a s c o m p o s i c i o n e s |ioéLÍcas, e n
yaried-ad d e m e t r o s , a l g u n o s m u y n o i a b l e s . L"n foUelo d e S K i i a j i n a s en 8.", q u e se h a l l a r á e n C a r a c a s ( V e n e z u e l a ) , A d m i n i s i r a c i o n d e l Duiíio tü ia
Guaira.
K í í s e s iM<>cÍ!-iiM l í . u j » l a »>*IIH-:>CÍCMI i l f l:i m u j t ' i - _ p o r
I3-" M . C l e m e m i a . 1 l e r m o s l ^ i m a s l e c c i ; j n c s di: m o r a l , di: e d u cación, d e laboriosidad, d e fuliura, en ñ n , q u i i r e c a m e n d a m o s
v i v a m e n L e á l a s m a d r e s p a r a q u e s e l a s olreKi:an á s u s h i j a s ,
l'i^ l i n d o o p ú s c u l o d e ( J 4 p : i f í i n a s t : n HJ.", q u e s e v e n d e , ¡I j o c é n timos d e pésela, en l a s p r i n c i p a l e s librerías y e n casa d e la aiil ú r a , Madrid [ M a l a s a ñ a , 8 , i." d e r e c h a ) .
L a Dirección general d e Beneficencia T S a n i d a d se h a servido
e n \ i a r n o E el Buíetin menstial de la Eitadktka
demagráfico-sanitariti di- Ut Península
é islíi.t adyacentes,
c o r r e s p o n d i e n t e ai m e s d e
.•\liril d e 1 8 8 4 , a c u s a n d o u n t o i a l g e n e r a l d e 37.fjj2 n a c i m i e n t o s ,
c o n t r a 28.338 d e l u n c i o n e s .
" l i l C o H i i i o H K t l i t o ] t a l i i ; Cin-iiíus v ticvfliis
i-xingitlos, d e
liülzac, l l o f í m a n , P n e , Schnll, h'alaisse, K a r r , K r c k m a n y
Chauian, Kauss, llalevy, Silvestre, Breal-Harte, Mür|;er,
I m m e n u a n , H a i M l i o r n e . h ' r a n c e y Mo?.selet., C o n s t i t u y e c s l e
libro el v o h ' i m e n X V T H d e l a B i b l i o t e c a d e * £ " / Cmnús
Eiiito'•J'rt/», y Be v e n d e , c o m o l o s a n t e r i o r e s , á 2,50 p e s e t a s , e n la A d nninisLniiitm, M a d r i d ( M o n t e r a , 2 [ l .
l.as s e ñ a s d e l a p e r f u m e r í a D U S S K R , en P a r í s , son é s t a s :
me y. J. RüHSFtnii, ttiim. I , L o s e x c e l e n t e s p r o d u c t o s d e l l a b o r a torio d e esta a n t i g u a y a c r e d i t a d a casa se e n c u e n t r a n e n M a d r i d , e n las p e r f u m e r í a s h ' r e r d . I n g l e s a , P a s c a l , y e n B a r c e l o n a ,
en c a s a d e L a f o n t , y e n t o d a s l a s p e r í u m e r i a s .
I * i - " » K i ' » " ' a í l e A i ' i l i t t é l i c a , ó M é t o d o b r e v e , s e n c i l l o y fil•^'1 p a r a l a e n s e ñ a n z a d e d i c h a a s i g n a t i i r a e n l a s e s c u e l a s d e
I n s t r u c c i ó n p r i m a r i a , iior 1). F r a n c i s c o d e V. G o n z á l e z , m a e s t r o
n o r m a l , t i t u l a r cjue h a s i d o d e V a l e n c i a , e l e . U n opi'isculn d e
72 p á g i n a s e n 1 6 . " , q u e se v e n d e e n S e v i l l a , l i b r e r í a d e l a u t o r
(Mercaderes, 12),
E L H O M B R E R E G F . N F . R A D U por_ e l m í t o d o d e l d o c t o r
J, Mercier. I m p o t e n c i a , e s t e r i l i d a d , p é r d i d a s s e m i n a i e s , c o n s u l t a y t r a t a m i e n t o p o r c o r r e s p o n d e n c i a , >-i!e de Chateaudiiii^
4 0 , París. F o l l e t o , u n f r a n c o . S e c n v i a f r a n c o bajo s o b r e .
E l l ' u e u t e <!(_• A U - u c I i a , p o e m a d e d o l n r , p o r D . V a l e n t í n
M a r í n y C a r b o n e l l , q u i e n le h a d e d i c a d o á la g u a r n i r i o n d e
t a r a g o z a . Kstá escrito en q u i n ü l l a s , v forina u n lolleio d e l ü
pá^Hnas e n S." á d o s c o l u m n a s . V e n c i e s e , ; ! 5 0 c e r n i m o s cié p e seta, en las principales librerías d e M a d r i d y las provmcias.
DE
P A . R I S —
A L I M E N T O D E L O S N I Ñ O S . — P a r a robustecer á los n i ños, las mujeres y personas débiles d e l pecho, d e l e s t ó m a g o , ó
qLie p a d e c e n d e r l n n i s i s ó •le a n e m i a , el m e j o r v m á s b a r a t o a U
m u c r í i o es el R A . C A H O U T d e l o s Á R A B E S , d e D e l a n g r e n i e r , d e P a r í s . D e p ' i s i t o s e u las f a r m a c i a s d e l m u n d o e n t e r o .
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resulta, que L a M a r g a r i t a , de Loeches, e s . e n t r e t o d a s las conocidas y que se aiiiinciitn ¡LI pi'ijilico, l a m á s r i c a en stilfalo sádico y mafintísico, que son los m á s p o d e r o s o s p u r g a n t e s , }'
liis ú n i c a s que tont-cngan carbonatos ferroso y manf^anoBO, apenies medicínales de pran valor como r e c o n S L i t u y e n t e s , Tienen las apnas J e L a M a r g a r i t a más ile d o b l e c a n t i d a d de gB,9
c a r b ó n i c o que ias que prelendcn ser similares, y es lal la proporción y combinación en que se hallan lodos sus coinpnnenles, que las consiimyen en un cs|)ecílico irreeuinhi'ialile para las enlennedades
herpiíLicas, cscroTidosas y de la matriz, bazo, estómago, meseiiterio. Hagas, loses r c b e l d e s y demás que expresa la etiqueta de Ins hotellas que se expenden en todas las iarmacias y d r o g u e r í a s . y en '^'•
depósito c e n t r a l , J a r d i n e s , 15, bajo derecha, donde se dan datos y explicaciones, Tener presente que u n a botella de L a M a r g a r i t a vale por dos cíe las o t r a s , por su g r a n d e m i n e r a l i z a c i o n .
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