Análisis del discurso y complejidad Esperanza Morales López Universidad de A Coruña [email protected] Versión en español del artículo publicado en catalán en la revista Llengua, societat i comunicació, 2013, 11:55-61 (http://revistes.ub.edu/index.php/LSC). Información adicional - Este trabajo es parte del Proyecto de investigación CEI (“Comunicación en la Empresa y en las Instituciones: Mecanismos discursivos de gestión del conocimiento y persuasión social”), financiado por el MICINN y Fondos Feder, FFI2010-18514. Periodo: 2011-13. http://cei.udc.es RESUM En aquest treball es planteja com l'anàlisi dels discursos ideològics pot abordar-se de manera nova des de la complexitat. Donada la naturalesa complexa d'aquests discursos, l'apartat teòric-metodològic tradicional de la lingüística no ha estat capaç d'oferir instruments eficaços per al seu estudi, per això, cal apellar a solucions diferents de tipus interdisciplinar. Des de la nostra perspectiva d'investigació, hem recorregut a diverses solucions: vàrem partir de l'anàlisi pragmàtic-retòric, posteriorment vàrem incloure la dimensió socio-cognitiva i, actualment, pel tipus de discursos que analitzem (els de canvi social), ens hem endinsant en la perspectiva constructivista, ancorada en la complexitat (Maturana, Varela, Capra, entre d'altres). Des d'aquesta última aproximació, el llenguatge (o discurs) s’analitza en l’interrelació amb la cognició humana (cognició corporitzada), les emocions, l'entorn i l'acció. RESUMEN En este trabajo se plantea cómo el análisis de los discursos ideológicos puede abordarse de manera nueva desde la complejidad. Dada la naturaleza compleja de tales discursos, el apartado teórico-metodológico tradicional de la Lingüística no ha sido capaz de ofrecer instrumentos eficaces para su estudio; por ello, es necesario apelar a soluciones distintas de tipo interdisciplinar. Desde nuestra perspectiva de investigación, hemos recurrido a diversas soluciones: partimos del análisis pragmático-retórico, posteriormente incluimos la dimensión socio-cognitiva y, en la actualidad, por el tipo de discursos que analizamos (los de cambio social), nos estamos adentrando en la perspectiva constructivista, anclada en la complejidad (Maturana, Varela, Capra, entre otros). Desde esta última aproximación, el lenguaje (o discurso) se analiza en interrelación con la cognición humana (cognición corporizada), las emociones, el entorno y la acción. ABSTRACT This paper discusses how the ideological discourse analysis can be approached in a new way from complexity. Given the complex nature of such discourses, theoretical and methodological approach of traditional linguistics has not been able to provide effective tools for their study, it has been necessary to appeal to interdisciplinary solutions. From our research perspective, we have adopted various solutions: we started with the pragmatic-rhetorical analysis, then included the socio-cognitive approach and now, for the kind of discourse we are analyzing (the discourses of social change), we are exploring 1 the constructivist perspective, rooted in the complexity studies (Maturana, Varela, Capra, among others). From the latter approach, language (or speech) needs to be analyzed connected with human cognition (embodied cognition), emotions, environment and action. PALABRAS CLAVE Discurso, análisis crítico del discurso, constructivismo, complejidad. 1. INTRODUCCIÓN: ESTUDIO DEL DISCURSO En las últimas décadas, el discurso ha sido un objetivo de estudio de atención creciente; y no solo desde el ámbito lingüístico, sino desde disciplinas humanísticas y sociales diversas. Este interés es fruto del reconocimiento creciente de que en la sociedad actual, dominada por la información y los nuevos canales de comunicación, existe gran interrelación entre los discursos y las construcciones sociales, políticas y psicológicas de los agentes sociales. La forma de acercarse al análisis de los discursos varía dependiendo del planteamiento teórico de los investigadores, por ello en este trabajo presentaré, en primer lugar, cuál es mi visión de este objeto de estudio; y a continuación haré referencia a las aportaciones que considero más relevantes desde la complejidad. Entiendo el discurso como una unidad retórico-lingüística para construir significado (Halliday, 1977: 50); significado que emerge en las prácticas comunicativas como una construcción negociada, donde los participantes, apoyándose en los recursos disponibles en su repertorio comunicativo, construyen diversas estrategias discursivas encaminadas a la consecución de sus fines comunicativos y acciones. Cuando esta negociación de significado se realiza en contextos institucionales actuales, en donde la relación interactiva es asimétrica por la diferencia de poder de los actores sociales implicados o porque los diversos grupos sociales luchan por legitimar sus ideologías propias, es imprescindible la conexión con los contextos socio-cultural y sociopolítico en los que se insertan tales discursos. De ahí que sea necesario también adoptar una perspectiva interdisciplinar en su investigación: en este nivel el objetivo es detectar, desde todos los niveles de significación posibles, cada una de las construcciones ideológicas o marcos cognitivos (frames) que se activan o presuponen (Bateson, 1972; Goffman, 1974; Lakoff, 2007). Ello es así por dos motivos: en primer lugar, porque el trabajo persuasivo de este tipo de discurso, sobre todo el de las instituciones actuales ligadas al modelo económico neoliberal, se orienta principalmente a la naturalización de las opiniones que son exclusivas de un determinado grupo, pretendiendo que el pensamiento ideológico que solamente concierne a unos pocos se presente y, sobre todo, se infiera como algo propio de toda la colectividad. De ahí que la investigación de cuáles son las inferencias que se dan por supuestas en estos discursos sea un tema crucial para desvelar cada uno de los marcos que se manejan y el particular sesgo o perspectiva impuestos (Reisigl and Wodak, 2001: 81; Pujante y Morales, 2008). En segundo lugar, porque asistimos a la emergencia de una ciudadanía que ha empezando a advertir que Internet es el gran espacio de la libertad política, por su capacidad para la difusión masiva y horizontal de información; los poderes económico-políticos no pueden controlar tan fácilmente este espacio como en el pasado, con lo cual se abre una vía muy poderosa (aunque también incierta) de participación ciudadana y de contrapoder. Tanto unos como otros han advertido que “la lucha de poder fundamental es la batalla por la construcción de significados en las mentes” (Castells, 2012: 22-23). Por ello, en el momento actual es tan importante el análisis de los discursos de la manipulación ciudadana (el objetivo principal de la escuela de análisis crítico del discurso europeo) como los discursos de cambio social, es decir, los discursos de los movimientos ciudadanos que proponen soluciones radicales de tipo socio-político (Morales López, 2012a, b; Pujante y Morales López, 2013). En los últimos años, mi objetivo (como también el del grupo de investigación CEI, http://cei.udc.es) ha sido la búsqueda de nuevos instrumentos teóricos y analíticos para dar cuenta de los distintos niveles de significación de tales discursos. En nuestros primeros trabajos, comenzamos con la combinación del análisis del discurso y la retórica 2 (véase un resumen en Pujante y Morales López, 2012), posteriormente incorporamos la dimensión argumentativa (Pujante y Morales López, 2009; y Morales López, 2012a, b y c); recientemente, las perspectivas socio-cognitiva y constructivista (Morales López, 2012d, Pujante y Morales López, 2013). En esta última etapa, las lecturas de autores sobre la complejidad han resultado fundamentales (mi comienzo fue con Morin, 1990). 2. EL DISCURSO DESDE LA COMPLEJIDAD El Análisis del Discurso es en la actualidad una disciplina que incluye, por un lado, investigaciones relativas a la dimensión estructural del discurso y, por otro, estudios más orientados al análisis de la interrelación de las funciones comunicativas con los aspectos formales (Morales López, 2011). La primera aproximación ha encontrado su espacio en la teoría lingüística dominante porque, principalmente, parte del estudio de las unidades formales; por tanto, sigue siendo un estudio del sistema, aunque haya ampliado su alcance al texto o discurso. El problema se encuentra en la segunda aproximación; es la que encuentra difícil encaje en el marco teórico de nuestra disciplina (Raiter y Zullo, 2004). Sin embargo, es una línea de investigación en expansión, porque conecta con las necesidades vitales del ser humano y de los grupos sociales: necesitamos conocer cómo nos comunicamos; cuál es el papel del lenguaje en la construcción de la cultura, del poder y de la ideología; hacia dónde nos llevan las nuevas formas de comunicación que ha creado la globalización; qué efectos tendrá en la educación, etc. En este sentido, muchas de las reflexiones que aporta la teoría de la complejidad resultan muy valiosas. Veamos dos de ellas. En las prácticas comunicativas no existe el equilibrio porque buena parte del significado se construye en el devenir del proceso; por lo tanto, este significado es totalmente dependiente de estas condiciones. Las leyes gramaticales imponen las constricciones mínimas necesarias para asegurar la mutua inteligibilidad, pero conservan también un cierto grado de indeterminación desde el punto de vista del significado por su dependencia del contexto (Verschueren 1999: 111; Juarrero 1999: 168); los hablantes eligen y seleccionan las formas y construcciones léxico-sintácticas de acuerdo con sus intenciones concretas y las constricciones socio-culturales que impone la situación comunicativa en la que participan. Como ya indicaba Halliday (1982: 45, 51 y 66), la creatividad en el lenguaje consiste en la habilidad de un actor social para crear, en nuevos contextos de situación, otros significados a partir de las opciones semánticas que han sido codificadas como opciones gramaticales. Por esta razón también, este autor no hace distinción entre lenguaje y conducta lingüística: entre lo que el hablante “puede significar” (las opciones semánticas) y lo que “puede decir” (las funciones). En segundo lugar, del conocimiento y uso de estas reglas tampoco podemos deducir el significado global que se construye en una interacción concreta; es necesario interpretar aquello que los usuarios del lenguaje han querido comunicar. El método hipotético-deductivo de Chomsky aparece entonces como una ilusión lejana, porque ni siquiera es suficiente la propuesta de Austin de elaborar un conjunto de condiciones de cumplimiento para los actos de habla (Juarrero, 1999: 54-55). La reconstrucción del proceso interpretativo mostrado implica que estamos ante una fase hermenéutica, con formulaciones tentativas en donde las certidumbres no existen (Prigogine 2007). Este nivel interpretativo es más evidente en el análisis de los discursos ideológicos, como ya se ha mencionado, lo cual hace que sea la investigación sobre estos mismos discursos (también por su gran variedad actual) la que propicie más el cuestionamiento del propio aparato teórico-metodológico tradicional. 3. EL ANÀLISIS DEL DISCURSO DESDE LA COMPLEJIDAD El análisis de discursos ideológicos cada vez más variados, que he realizado hasta el momento, me ha confirmado que el significado que se construye a través de los diversos recursos pragmático-retóricos y argumentativos es sobre todo de naturaleza inferencial (no demostrativa); con lo cual estos recursos semióticos funcionan, la mayoría de las veces, como indicios de contextualización que activan no solo significados implícitos (el nivel inferencial de tipo pragmático) sino construcciones ideológicas diversas. Por esta razón, avanzar en la investigación de estos discursos implica plantearse y cuestionarse también el tradicional concepto de representación. Según la definición de 3 Wilson (2001: 401), “representation refers to the issue of how language is employed in different ways to represent what we can know, believe, and perhaps think”. Dos posiciones opuestas se han planteado para dar respuesta a este hecho: 1) la posición realista que postula la existencia de una realidad fuera del lenguaje; realidad que llegamos a aprehender por medio de una serie de conceptos primitivos universales; desde esta posición, el lenguaje es el vehículo (independiente) de transmisión del pensamiento. Y 2) la posición relativista que defiende la interrelación entre el lenguaje y el pensamiento; desde esta perspectiva, la experiencia del mundo no viene dada de antemano, sino mediada a través del lenguaje. Wilson (2001: 401) precisa además cómo muchos analistas del discurso son conscientes de la función mediadora del lenguaje, pero la asumen desde una visión negativa, sobre todo en el tema del análisis del discurso político: «There is a tendency to assume that politically driven presentation is in general negative. In Fairclough’s (1989) view of critical linguistics/discourse, for example, political discourse is criticized as a “form of social practice with a malign social purpose”… The alternative goal is “a discourse which has no underlying instrumental goals for any participant, but is genuinely undertaken in a co-operative spirit in order to arrive at understanding and common ground”». A pesar del reconocimiento del papel activo del lenguaje (o discurso) en la construcción de las representaciones sociales, en la referencia que Wilson hace a la posición de Fairclough es fácil reconocer en este último la pervivencia de la tradición racionalista; aquella que apela a verdades más o menos universales, de las cuales el discurso político puede desviarse si se usa para fines estratégicos. Por tanto, se trata también de una posición epistemológica realista, desde la cual la función del análisis del discurso consistirá, principalmente, en desvelar aquellas desviaciones respecto a realidades externas al discurso, previamente consensuadas. Estos principios son también reconocibles en la escuela de análisis crítico del discurso europeo (véanse referencias en Morales López, 2011), de ahí el interés de sus investigadores por los discursos institucionales que incumplen principios democráticos asumidos como universales. Con todo, es posible rastrear también otra tradición distinta en las relaciones lenguaje, pensamiento y realidad, de corte constructivista. Una línea de esta tradición proviene de Barlett (1932), Mead (1956), Bateson (1972), Goffman (1974) y Gumperz (1982), reformulada más tarde en términos cognitivos por Lakoff (2007). Otra rama tiene como precursores a Bajtín (1981), Voloshinov (1929) y Vygotsky (Scollon y Wong Scollon, 2005); y está también presente en teóricos como Berger y Luckmann (1968), Castoriadis (1975) y Bourdieu (1990), entre otros. Mi interés por profundizar en esta visión contructivista me ha llevado en los últimos años a la lectura de autores que desde otras disciplinas han desarrollando también estas ideas. Como ejemplo, las perspectivas socio-cognitivas de Maturana y Varela (1990); Maturana (1996, 2006); Varela, Thompson y Rosch (1991); y Capra (1996), para quienes la cognición humana opera a través de una red de múltiples niveles interconectados (conocimiento, emociones, etc.), conectados además con el lenguaje, la corporeidad, la acción y el entorno (más detalles en Massip-Bonet y Bastardas-Boada, 2013); véanse conclusiones similares en los estudios neurológicos de Damasio (2010) y en los estudios cognitivos corporizados más actuales (Gomila y Calvo, 2008). Desde esta perspectiva, el proceso de producir e interpretar el discurso es un aspecto más de esta interconexión. ¿Qué consecuencias tiene profundizar en la visión constructivista a la hora de analizar el discurso ideológico? En primer lugar, implica la necesidad de considerar conjuntamente tanto el logos como el ethos y el pathos de estos discursos (Adam, 1999: 103). En este sentido, desde la tradición retórica, Pujante (2011) aboga también por el estudio conjunto de los aspectos elocutivos (del latín elocutio) y demostrativos, si se quiere explicar adecuadamente el par convencer-persuadir en la gran variedad de discursos profesionales que se generan en la actualidad. Por tanto, desde esta visión constructivista, la dicotomía clásica entre el pensamiento lógico-filosófico y el pensamiento retórico-simbólico queda superada (Molpeceres Arnáiz, 2014). En segundo lugar, la perspectiva constructivista ofrece un marco teórico más adecuado para el análisis de otros tipos de discursos ideológicos, por ejemplo, los discursos (políticos) de cambio social; aquellos que se proponen desde la ciudadanía y los movimientos sociales como alternativas a los modelos socio-políticos y económico- 4 políticos tradicionales. Estos nuevos discursos pueden ofrecer, como indica (Sousa Santos 2009: 48), “diferentes narrativas, diferentes imaginarios de solución a [los] problemas…”, porque emergen de las acciones, casi siempre acciones límite, y muchas veces lejos de los centros hegemónicos del pensamiento político (Sousa Santos, 2005: 152). Precisamente, por las circunstancias adversas y extraordinarias en las que surgen, se nutren muchas veces de imágenes simbólicas y míticas, profundamente enraizadas en sus contextos, sus emociones y su corporeidad. Es, precisamente, la experiencia de habernos enfrentado al análisis de tales discursos y de habernos planteado el porqué de la novedad de sus mensajes (Morales López, 2012a, d; Pujante y Morales López, 2013) la que nos ha conducido a soluciones epistemológicas de tipo holístico y constructivista. 4. CONCLUSIONES En este trabajo he mostrado el inicio de un nuevo estadio en mi investigación sobre el discurso ideológico a partir de las posiciones constructivistas que defiende la complejidad, tras el reconocimiento de que el estudio del discurso ideológico presenta serias dificultades para ser abordado desde el paradigma lingüístico positivista. El análisis de este tipo de discursos ha sido un área enormemente fructífera en las últimas décadas, pero insuficiente porque se ha realizado desde posiciones racionalistas. Desde la experiencia propia, abogo por el desarrollo de la visión holística defendida en la epistemología constructivista, sobre todo, para el estudio de los nuevos discursos ideológicos que emergen desde la propia ciudadanía, organizada en situaciones contextuales muy particulares. 5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Adam, Jean-Michel (1999). Linguistique textuelle. Des genres de discours aux textes. Paris: Nathan. Bajtín, Mijail (1981). Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus 1989. Bartlett, Frederic (1932). Recordar: estudio de psicología experimental y social. Barcelona: Hora, 1982. Bateson, Gregory (1972). Steps to an ecology of mind. New York: Ballantine Books. Berger, Peter L.; Luckmann, Thomas (1968). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu Editores 1986. Bourdieu, Pierre (1990). Language as symbolic power. Cambridge: Polity Press. Capra, Fritjof (1996). La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. Barcelona: Anagrama. 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