Santiago Matamoros y la construcción de la imagen del enemigo

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SANTIAGO MATAMOROS Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA IMAGEN DEL
‘ENEMIGO’. EL CASO DE UNA EJECUTORIA
Lic. Lucila Iglesias
FFyL, UBA
AVANCES 17 (2): 73-84
2009-2010
Resumen
El presente trabajo se propone abordar una obra que forma parte del patrimonio del
Museo Hispanoamericano I. Fernández Blanco de Buenos Aires. La misma lleva el
nombre de “Ejecutoria otorgada por Felipe II a Don Diego Gutiérrez Guerrero” y data
de 1589 con procedencia de Granada, España. Dos de sus hojas muestran la imagen de
la Virgen como Inmaculada Concepción en una de ellas, y la otra nos presenta a
Santiago en su forma de caballero, más conocido como Santiago “matamoros”. Se
abordará la Ejecutoria desde distintos enfoques, y se analizarán algunos aspectos
específicos e implicaciones de la iconografía del Santiago “matamoros”. En particular
nos interesa indagar en los procesos de construcción de la imagen del “enemigo”
presente en dicha iconografía y que habría forjado la Iglesia católica tanto en España
como en la América colonial. En este sentido se intentará establecer posibles vínculos
entre estas representaciones y las estrategias de construcción de poder político, social y
económico.
Palabras clave
SANTIAGO MATAMOROS – ENEMIGO – IGLESIA CATÓLICA – ARTE
COLONIAL
SAINT JAMES AS THE MOOR-KILLER AND THE ENEMY IMAGE’S
CONSTRUCTION. A CASE OF A FINAL JUDGEMENT
Abstract
This paper is a research of an art work that belongs to the I. Fernández Blanco Colonial
art Museum. It´s name is “Ejecutoria otorgada por Felipe II a Don Diego Gutiérrez
Guerrero” (Final judgement given by Phillip II to Don Diego Gutierrez Guerrero); dated
in 1589, it came from Granada, Spain. In a pair of sheets we can see on one side the
image of the Virgin as Immaculate Conception, and on the other an image of Saint
James as a military, well known as James “moor-killer”. We are especially interested in
1
researching how these images took part in the enemy’s image construction processes
that were developed by the Catholic Church in Spain and the American colonies. In this
sense we will try to link these images and the political, social and economical power’s
construction strategies.
Keywords
SAINT JAMES – ENEMY – CATHOLIC CHURCH - COLONIAL ART
Introducción
El presente trabajo se propone abordar una obra que forma parte del patrimonio
del Museo Hispanoamericano I. Fernández Blanco de Buenos Aires. La misma lleva el
nombre de “Ejecutoria otorgada por Felipe II a Don Diego Gutiérrez Guerrero” y data
de 1589 con procedencia de Granada, España. Es un manuscrito en pergamino que
consta de 62 hojas, dos de las cuales son de vitela miniada al temple con motivos
ornamentales que muestran la imagen de la Virgen como Inmaculada Concepción en
una de ellas (Imagen 2), y la otra nos presenta a Santiago en su forma de caballero, más
conocido como Santiago “matamoros” (Imagen 1). Se abordará la Ejecutoria desde
distintos enfoques, y se analizarán algunos aspectos específicos e implicaciones de la
iconografía del Santiago “matamoros”. En particular nos interesa indagar en los
procesos de construcción de la imagen del “enemigo” presente en dicha iconografía y
que habría forjado la Iglesia católica tanto en España como en la América colonial. En
este sentido se intentará establecer posibles vínculos entre estas representaciones y las
estrategias de construcción de poder político, social y económico.
Para comenzar resulta pertinente partir del formato en el que se inscriben las
imágenes que analizaremos. Las ejecutorias de nobleza o hidalguía, nombre que se
asignaba a documentos en los que se hacía constar la condición de nobleza o hidalguía,
además de limpieza de sangre de una persona o familia, eran en su mayoría expedidos
por las Cancillerías de Valladolid y Granada y han tenido un gran desarrollo entre los
siglos XVI y XVII en España. Respecto a las imágenes que contienen las ejecutorias,
podemos encontrar miniaturas y dibujos ornamentales imbricados mutuamente. Estas
escenas miniadas, que en un principio se ajustaban al desarrollo de las letras capitales,
comienzan a expandirse y ocupan la totalidad de un folio o dos, como en el caso que
estamos analizando. Desde el siglo X en adelante este tipo de pintura y ornamentación
ha tenido lugar en distintos tipos de documentos, pero a partir del siglo XVI se
2
producen predominantemente en ejecutorias de nobleza o hidalguía1. Las imágenes que
presentan las escenas miniadas en este tipo de documentos suelen tratarse de
la imagen religiosa a que se encomienda la familia, figurando a veces, en la parte baja y a los
lados, los componentes de la misma arrodillados y en actitud orante, seguido de un segundo
folio en que se reproduce, lo mas enriquecido posible, el escudo de la casa. 2
A partir de diversos documentos sobre heráldica pudimos corroborar que el
escudo con una torre de oro (como el reproducido en el folio) pertenece a la familia
Gutiérrez originaria de Castilla. Esto se corresponde con los registros del Museo I.
Fernández Blanco que revelan que el destinatario de la Ejecutoria sería “Don Diego
Gutiérrez Guerrero”3. Asimismo, la decoración en orlas de página presenta diversos
elementos como yelmos, banderas y cabezas de moros asimilados al carácter
ornamental, que dialogan tanto con el escudo, como elementos heráldicos, así como con
la imagen principal del folio de Santiago “matamoros”.
Con respecto a los temas iconográficos, Juana Hidalgo Ogáyar4 refiere que en
España en el siglo XVI adquiere un papel protagónico la imagen de Santiago
“matamoros” junto a la de la Virgen en diversas advocaciones. La autora plantea la
pertinencia de la iconografía de los dos patronos de España en relación a que las
ejecutorias se realizaban para vindicar la condición de hidalguía y limpieza de sangre y
esto da cuenta de una imbricación entre la hispanidad y el triunfo del cristianismo cuyo
sustrato es la idea del hombre como instrumento de la providencia.
Santiago español
El examen de las distintas representaciones que ha adquirido la figura de
Santiago a lo largo de la historia, hecha luz sobre los distintos papeles que jugó el santo
1
PESCADOR DEL HOYO, Maria del Carmen: El archivo: instrumentos de trabajo. Madrid, Norma,
1993. p 28.
2
Op. Cit., p 166.
3
Otros registros, como la base de datos del Departamento de INTERPOL de obras de arte recuperadas se
refieren al mismo como “Don Diego Gutiérrez o Guerra”, y en otro apartado aparece como “Don Diego
Gutiérrez y Guerra”. Estos datos revelan una falta de acuerdo respecto al nombre de dicho destinatario,
que podría deberse a errores de documentación y archivo. Hasta el momento no hemos podido dar con
registros que hagan referencia a este hombre, en ninguna de las acepciones que tiene su apellido. De todas
maneras se ha comprobado la existencia de un “Diego Gutiérrez”, que fue un cartógrafo o “cosmógrafo”
español de la Casa de la Contratación, y que encomendado por Felipe II realizó en 1562 junto al grabador
flamenco Jerónimo Cock, el mapa de América más grande producido hasta ese entonces: Americae sive
quartae orbis partis nova et exactissima descriptio (Auctore Diego Gutiero Philippi Regis Hisp. etc.
Cosmographo. Hiero Cock Excude, 1562. Dada la magnitud del trabajo realizado para la Corona
española, podemos imaginar que el cartógrafo era merecedor de un título de nobleza.
4
HIDALGO OGÁYAR, Juana: “La imagen de Santiago “matamoros” en los manuscritos iluminados” en
Revista Virtual de la Fundación Universitaria Española, Cuadernos de Arte e Iconografía Tomo IV – 7,
1991. URL: http://www.fuesp.com/revistas/pag/cai0735.html, fecha de consulta 10/08/10.
3
en cada momento y lugar históricos para la Iglesia católica. Algunos autores5 que se
embarcan en una arqueología de la iconografía de Santiago refieren que las formas que
adquiere el santo responden a un fenómeno de transposición. Se trata de la
resignificación de ciertos mitos o características de determinados personajes que en una
nueva religión son retomados en función de adaptarse a la nueva situación. En este caso,
en los inicios medievales del culto a la tumba de Compostela se confundía a Santiago
(el mayor) con el hermano de Cristo, del mismo nombre, hijos de distinto padre. Una de
las derivaciones de esta hermandad mal atribuida, que tuvo grandes repercusiones en las
características, cualidades y atributos que iba a adquirir el santo, fue la asimilación de
estos hermanos (Santiago y Cristo) con el mito clásico de Cástor y Pólux: hijos de
distinto padre también, “Cástor [era un] mortal, domador de caballos, hijo del rey
Tindáreo; [y] Pólux, inmortal, pugilista, hijo de Zeus”6. Las similitudes con Santiago y
Cristo son claras.
Al parecer, la iconografía de Santiago como caballero montado en su corcel
blanco que asiste a las batallas en los momentos más álgidos para defender al ejército
español (tanto en España como en América), también se emparenta con las apariciones
dioscúricas de Castor y Pólux que acuden al Lago Rigillus en caballos blancos para
ayudar a concretar la victoria del dictador Aulio Postumio7. De todas maneras, la
mayoría de los autores coinciden en que el tipo de Santiago caballero y ecuestre,
profusamente difundido por la Orden de Santiago, se remonta al modo en como habría
aparecido en la batalla de Clavijo en 844 asistiendo a las tropas de Ramiro I en la lucha
por la Reconquista de España.
Un aspecto a subrayar de este tipo iconográfico de Santiago es su condición de
“matamoros”. Resulta sugestivo que la difusión del “matamoros” se multiplique a partir
del siglo XVI, alejado ya temporalmente de la leyenda medieval y de las apariciones
“dioscúricas”. Podríamos aducir al respecto dos factores, que de todas maneras están
implicados: por un lado, es en este momento que toma un gran protagonismo la figura
del caballero, como héroe, y se sostiene y difunde gracias al auge del género de las
5
CASTRO, Américo: La realidad histórica de España. México, Porrúa, 1966; HERNÁNDEZ
LEFRANC, Harold: “El trayecto de Santiago Apóstol de Europa al Perú” en Investigaciones Sociales
AÑO X N° 16. Lima, UNMSM / IIHS, 2006.
6
HERNÁNDEZ LEFRANC, Harold: “El trayecto de Santiago Apóstol de Europa al Perú” en
Investigaciones Sociales AÑO X N° 16. Lima, UNMSM / IIHS, 2006. p 56.
7
Op. Cit., p 57.
4
novelas de caballerías reproducidas por la imprenta8; por el otro lado, las órdenes
militares, como la Orden de Santiago, “habiendo perdido su carácter combativo, se
transformaban en corporaciones pasivas, pero manteniendo su preeminencia social”9 y
así, contribuían a la difusión de dicho tipo iconográfico en el imaginario social
enfatizando la condición heroica del Apóstol.
La figura del Apóstol Santiago no se circunscribe a los límites de la península
ibérica: viaja al Nuevo Mundo junto con los conquistadores. Y viajan tanto sus
representaciones como sus apariciones, aunque en esta dinámica el símbolo apostólico
se resemantiza y se modifican o enfatizan algunas de sus características. Los
documentos de cronistas de la época dan cuenta de varias apariciones de Santiago en
batallas tanto en Nueva España como en el Perú (Centla, Tetlán, Sangremal, Jauja,
Cuzco, entre muchas otras) y se conservan muchas pinturas en ambas regiones que
tienen como tema dichos acontecimientos. El santo se presentaba, al igual que en la
Reconquista de España, para ayudar a las tropas españolas a vencer a los enemigos y
efectivizar la conquista en América. Del mismo modo, numerosas apariciones de la
Virgen documentadas por los cronistas sirven a estos fines. Esto nos permite pensar a
Santiago, así como a la Virgen, formando parte de un discurso legitimador de la
conquista.
Además del objetivo de efectivizar el poder político y económico en América, la
conquista espiritual y religiosa de los neófitos se erigió como aquello que sustentó y
justificó la empresa colonizadora desde sus inicios. En este sentido algunas imágenes
que representan apariciones del apóstol se vinculan con el castigo por parte de la Iglesia
de las prácticas idolátricas. Esto explicaría el cambio de la imagen de Santiago
“matamoros” en “mataindios”, conversión que en una primera lectura no parecería ser
muy favorable a la empresa evangelizadora. Dicho tema iconográfico que estaría
asociado al castigo de los idólatras y la protección de cristianos españoles “se muestra
acorde al sentimiento y el mensaje establecido desde comienzos de la conquista y
particularmente en el siglo XVII”10. El episodio del sitio de Cuzco a manos del Inca
Manco II durante 1535 y 1536 y las imágenes que lo escenifican se nos presentan como
8
HIDALGO OGÁYAR, Juana: “La imagen de Santiago “matamoros” en los manuscritos iluminados” en
Revista Virtual de la Fundación Universitaria Española, Cuadernos de Arte e Iconografía Tomo IV – 7,
1991. URL: http://www.fuesp.com/revistas/pag/cai0735.html, fecha de consulta 10/08/10.
9
SCHENONE, Héctor H.: Iconografía del arte colonial. Volumen II, Los Santos. Buenos Aires,
Fundación Tarea, 1992. p 711.
10
SIRACUSANO, Gabriela: “Colores para el milagro. Una aproximación interdisciplinaria al estudio de
pigmentos en un caso singular de la iconografía colonial andina” en AAVV: II Congreso del GeiiC.
Barcelona, GeiiC, 2005. p 8
5
ejemplos de esta situación. Varias crónicas como la de Pedro Pizarro, José de Acosta,
Guamán Poma de Ayala y el Inca Garcilaso hacen referencia a un hecho milagroso en el
que el fuego iniciado por los indígenas en la primitiva catedral de Cuzco, erigida sobre
un antiguo sitio prehispánico y donde se refugiaron los conquistadores, se apagó
abruptamente. Las ultimas dos fuentes y la de Acosta que son posteriores a la de
Pizarro, mencionan la intervención divina de la Virgen quien extinguió las llamas y
cegó a los indígenas con una nube de polvo11.
El otro milagro que relatan estas crónicas sobre el sitio de Cuzco es la aparición
de Santiago y está representado en un lienzo de la Iglesia de Pujiura (Dto. de Cuzco) de
autor anónimo y denominado Aparición de Santiago en el Sunturhuasi (Imagen 3). La
consolidación de este suceso tendría gran trascendencia en el culto popular cristiano de
la zona sur-andina, dado que otra de las cualidades atribuidas al patrono fue la
asimilación con la deidad prehispánica “Illapa”, dios del trueno. Dicha asimilación se
sustenta en el episodio en Cuzco mencionado, en el que el santo aparece como bajando
del cielo por un rayo seguido de un fuerte trueno para asistir a los españoles12. A partir
de esto, a Santiago se lo reviste de poderes meteorológicos, propiciador de fertilidad.
Aquí la imagen es portadora de un valor taumatúrgico, propio del culto particular
adoptado por el campesinado rural andino y que se vincula con necesidades cotidianas
propias de una economía agrícola13.
Otro episodio significativo para la configuración de la imagen de Santiago en
América es su aparición en la batalla de Tetlán en Jalisco y los posteriores relatos que se
construyeron en torno a ésta. La crónica de fray Antonio Tello de 1652 narra la matanza
de miles de indios a manos del santo apóstol y la ubica como la primera aparición de
Santiago en el Nuevo Reino de Galicia14. Posteriormente escribe sobre la misma batalla
Matías Mota Padilla en una crónica de 1742 en la que retoma la narración de Tello, pero
en una nueva versión que omite las referencias a la matanza de indios. El autor
11
Op. Cit., p 7-8; HERNÁNDEZ LEFRANC, Harold: “El trayecto de Santiago Apóstol de Europa al
Perú” en Investigaciones Sociales AÑO X N° 16. Lima, UNMSM / IIHS, 2006. p 77-80. Existen dos
cuadros que representan este episodio: Aparición y milagro de la Virgen en el sitio de Cuzco, propiedad
del Museo Enrique Udaondo, anónimo de fines del siglo XVII, y Virgen del Sunturhuasi, de colección
privada en Lima, anónimo y fechada recientemente entre fines del siglo XVII y primeros años del siglo
XVIII.
12
HERNÁNDEZ LEFRANC, Harold: “El trayecto de Santiago Apóstol de Europa al Perú” en
Investigaciones Sociales AÑO X N° 16. Lima, UNMSM / IIHS, 2006. p 80-82.
13
LÓPEZ GUZMÁN, Rafael: “Los caminos del arte” en Catálogo de la exposición Perú, indígena y
Virreinal. Madrid, Seacex, 2004. p 8.
14
DOMINGUEZ GARCÍA, Javier: “Santiago mataindios: La continuación de un discurso medieval en la
Nueva España” en Nueva Revista de Filología Hispánica, enero-junio, año/vol. LIV, número 001.
México, El Colegio de México, 2006. p 47.
6
construye el relato introduciendo la visión de los indígenas que presenciaron la
aparición del santo, y cuenta que “dijeron haber visto a un hombre en un caballo blanco
y en el aire que les hacía poner en fuga”15. Esta narración entonces, sobre la batalla de
Tetlán se constituye como una bisagra dado que el santo protege a los indios de la
muerte para que puedan acceder al cristianismo y se corresponde con una situación
social y política más benévola para con el indígena, propia del siglo XVIII 16. A partir de
aquí Santiago se desvincula del mote de “mataindios”, con lo cual su culto es
compartido tanto por españoles como por indios: se produce una internalización del
símbolo de parte de estos últimos. Javier Domínguez García, haciendo una revisión
crítica de las apariciones del apóstol que relatan las crónicas refiere que hay
un antes y un después del combate [de Tetlán] que representa un antes y un después de la
conversión milagrosa de los indígenas. Santiago primero protege a los españoles y después a
los indios que se han sometido voluntariamente a la imposición cultural de la Conquista.17
Hemos mencionado más arriba la relación existente entre las apariciones de
Santiago y de la Virgen María con un discurso que legitimaba la conquista en general, y
las acciones de los soldados en particular, en nombre de la Corona y la Iglesia.
Siguiendo esta tendencia el cronista López de Gómara, quien nunca estuvo en América,
da cuenta en su relato del espíritu de Cruzada que tuvo la conquista del Nuevo Mundo:
“comenzaron las conquistas con los indios acabada la de los moros, porque siempre
guerreasen españoles contra infieles”18. En este punto debemos referirnos a dos aspectos
substanciales que subyacen a este discurso legitimador: el triunfalismo y el
providencialismo19. A partir de estas ideas se desvinculan las acciones de los
conquistadores (repudiables o no) de las consecuencias de la conquista y se atribuye a la
Divina Providencia el triunfo sobre la idolatría indígena en función de la empresa
evangelizadora encarada por la Corona Española. Es entonces, que los dos patronos de
España han asistido en reiteradas ocasiones a las tropas (instrumentos de la Providencia)
“a partir de fines más trascendentales en el orden religioso y político: el Imperio en el
Orbe y en la historia de la humanidad”20.
15
Cita en Op. Cit., p. 49.
SIRACUSANO, Gabriela: “Colores para el milagro. Una aproximación interdisciplinaria al estudio de
pigmentos en un caso singular de la iconografía colonial andina” en AAVV: II Congreso del GeiiC.
Barcelona, GeiiC, 2005. p 8
17
Op. cit., p 49. Los corchetes son propios.
18
Cita en Op. Cit., p 40.
19
El providencialismo es aquella corriente que propone a Dios como verdadero sujeto y protagonista de
la historia, en la que el hombre sólo es su instrumento.
20
HERNÁNDEZ LEFRANC, Harold: “El trayecto de Santiago Apóstol de Europa al Perú” en
Investigaciones Sociales AÑO X N° 16. Lima, UNMSM / IIHS, 2006. p 76
16
7
A partir de lo dicho anteriormente, podemos figurarnos la importancia que
tuvieron las representaciones tanto de Santiago como de la Virgen en documentos
donde se constataba la condición de nobleza y limpieza de sangre de una familia, en una
España cuyos hijos eran instrumento de la Divina Providencia.
El moro: enemigo público
Luego de abordar algunos ejes de la trayectoria de la iconografía de Santiago
“matamoros”, sería interesante ahora analizar un aspecto específico de dichas
representaciones que constituye la contrapartida del patrono vencedor. Numerosas
imágenes del santo caballero conservadas tanto en España como en América nos
muestran en su gran mayoría cabezas de moros decapitados, cuerpos difuntos, o los
mismos atemorizados y alborotados debajo del caballo blanco encabritado. En menor
medida aparecen en América indios en situaciones similares. Es la idea de “enemigo”
que surge en estas imágenes lo que nos proponemos abordar aquí.
En primer lugar debemos reponer esta iconografía en el contexto de la
Reconquista de España, como un proceso de legitimación política de los reinos
peninsulares. En dicho proceso la aparición de la tumba de Santiago juega un papel
simbólico propagandístico fundamental, y la figura del santo encarna la lucha contra la
herejía musulmana por la recuperación del territorio español y cristiano. Nos
encontramos con una ideología en la que religión y Estado están implicados, y que se ha
dado en llamar “teobiosis integral”21. Ante esta situación de coyuntura política surge la
necesidad de legitimar tal proceso y una de las estrategias de propaganda institucional
toma forma en la construcción una serie valores que debería portar cada individuo digno
de formar parte de esa sociedad. Así mismo, dicho modelo conlleva su contraparte:
todos los aspectos negativos, repudiables, se encarnan en la figura del enemigo.
Siguiendo a Walter Mignolo22 se podría hablar del concepto de “imaginario” como una
construcción simbólica mediante la cual una sociedad se define a sí misma. En este
sentido, para la civilización occidental se dio un proceso de construcción de una
“imagen interior” que fue de la mano de la producción de una “exterioridad”. Dichas
imágenes exteriores (producidas desde el interior del imaginario) no se tratan de meras
21
CASTRO, Américo: La realidad histórica de España. México, Porrúa, 1966. p 138.
MIGNOLO, Walter: “La colonialidad a lo largo y a lo ancho: el hemisferio occidental en el horizonte
colonial de la modernidad” en LANDER, Edgardo (comp.): La colonialidad del saber: eurocentrismo y
ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires, CLACSO, 2005. p
22
8
representaciones mentales, sino que poseen una materialidad concreta. Las imágenes y
fuentes escritas citadas dan cuenta de ello.
En segundo lugar, resulta interesante pensar a este enemigo como “hombremedida”, tomando prestada la idea de Foucault23. Este sujeto se convierte en parámetro
de los límites de aquello que legitima la institución hegemónica, y por consiguiente de
aquello que decide castigar. En su condición de alteridad, es hombre-medida de los
valores negativos repudiables para la sociedad. Esta concepción maniqueísta, en la que
todo se rige por principios opuestos e irreductibles (el bien y el mal, fiel e infiel,
cristiano y hereje, etc.) es propia de la doctrina católica.
De acuerdo a lo consignado se indagará en la forma originaria que adquirió el
carácter negativo del enemigo de Santiago: el moro. La Reconquista de España se
montó sobre la lucha encabritada contra los musulmanes. La “teobiosis integral”
española se enfrenta a la herejía islámica conducida por la Divina Providencia, y dicha
cruzada se pone al servicio de los fines trascendentales del “Imperio en el Orbe”. Es
decir, que es la condición de moro, infiel, lo que hace repudiable a este adversario.
Debemos tener en cuenta que la presencia islámica en la península ibérica había
alcanzado un gran desarrollo económico (comercio, innovaciones técnicas, sistema de
riego en agricultura, entre otros), aunque careció de un sistema político centralizado.
Esto debilitó dicha economía e hizo permeable a fragmentaciones y a la penetración de
los reinos peninsulares. A partir de esto podemos pensar que el carácter negativo se
construye como aquello que la institución hegemónica decide denunciar, legitimando su
accionar y ocultando otros móviles. La iconografía de Santiago “matamoros” sería la
representación plástica de esta decisión y da ávidas cuentas de esta estrategia.
En América y sobre todo en el Virreinato del Perú la imagen del moro aparece
en varios temas iconográficos. Además de los ejemplos de Santiago “matamoros”, en la
“Defensa de la Eucaristía”, un tópico con muchos ejemplos en el área, se representa al
rey de España defendiendo a la custodia de los musulmanes. Ramón Mujica Pinilla24
plantea que dichas imágenes encierran un mensaje político, dado que las profecías
bíblicas anunciaban que la coronación del Anticristo sería aquel día que dejara de
celebrarse el Sacrificio de la Eucaristía y de esta manera se vinculaba al Islam como la
potencial religión del Anticristo. Teresa Gisbert, analizando a los “otros” de la Iglesia
23
FOUCAULT, Michel: Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión. Buenos Aires, Siglo XXI Editores
Argentina, 2006 [1975]. P 78.
24
MUJICA PINILLA, Ramón: “Apuntes sobre moros y turcos en el imaginario andino virreinal”en
Anuario de historia de la Iglesia, Nº. 16. Pamplona, Universidad de Navarra, 2007.
9
católica propone que el “turco” encarna la imagen del enemigo de la religión y es
representado como un “personaje que viste jubón o túnica hasta la rodilla, calza botas,
lleva un turbante con la medialuna, o un gorro puntiagudo y empuña una cimitarra” 25.
Esto se plasma en las artes plásticas, así como en las mascaradas y danzas como la de
Chivay. Resulta paradójica la proliferación de imágenes del musulmán como enemigo
del dogma en la zona andina, dado que no responde a una presencia significativa o
amenaza real en el Perú virreinal. Podría pensarse como una estrategia a los fines de
generar cohesión en la sociedad andina virreinal dentro del proceso de construcción de
la identidad y del imaginario social. En este sentido los aportes de la psicología social
nos permiten una aproximación a dichos aspectos. Volkan26 ha indagado en los procesos
de configuración de la imagen del enemigo al interior de un grupo y plantea que juegan
un importante papel en la formación de identidad.
En el caso del indígena, hemos mencionado más arriba que su carácter de
enemigo está vinculado a la persistencia de los cultos prehispánicos considerados como
actos idolátricos por los españoles. Resulta interesante destacar que estas prácticas
idolátricas eran exhibidas en los textos e imágenes como producto de la intervención del
demonio27. Lienzos como los de Carabuco (1684) y Caquiaviri (1739), entre otros, dan
cuenta de ello al mostrar escenas en las que el demonio interactúa con indígenas en las
confesiones, los bailes y borracheras o brindando con keros, y sus consecuencias en el
universo de castigos y crueles torturas en el infierno. Durante la empresa evangelizadora
en América y en la introducción del dogma católico resultó fundamental el discurso
escatológico para afianzar dicha concepción y, de este modo, las estrategias visuales y
de la catequesis se orientaron a persuadir a los neófitos sobre el destino de pecadores e
idólatras28. Lo que resulta interesante recordar es que, entre los términos asociados al
demonio, el de Satán es el que permite comprender el íntimo vínculo que la Iglesia
establecía con la idea de “enemigo”. El Diccionario de la Real Academia Española
refiere “Del lat. satan, y éste del hebr. šāṭān, adversario, enemigo”. Asimismo, parte de
25
GISBERT, Teresa: El paraíso de los pájaros parlantes. La imagen del otro en la cultura andina. La
Paz, Plural Editores, 1999. p 264, 265.
26
VOLKAN, V. S.: “The Need to Have Enemies and Allies: A Developmental Approach” en Political
Psychology, Vol. 6, N° 2, 1985.
27
ESTENSSORO, Juan Carlos: “El simio de Dios. Los indígenas y la iglesia frente a la evangelización
del Perú, siglos XVI-XVII” en Bulletin de l'Institut français d'études andines, t. 30 n° 3. Francia,
Ministerio de relaciones exteriores de Francia, 2001. p 465.
28
RODRÍGUEZ ROMERO, Agustina y ETCHELECU, Leontina: “El abismo de los sentidos: el Infierno
de Carabuco y la prédica sobre las Postrimerías” en SIRACUSANO, Gabriela (Ed.) Color y cultura en los
cielos e infiernos de la pintura colonial andina. Buenos Aires, UNSAM, Colección Artes y Letras, 2009
(en prensa).
10
la definición de Sebastián de Covarrubias Orozco de “enemigo” confirma con lo
anterior: “ENEMIGO, el que no solo no es amigo, pero es adversario, absolutamente se
toma por el Demonio, por ser enemigo universal del linaje humano, y nuestro
adversario”29. Es decir que, si bien el indígena puede no haber aparecido como un
adversario, la práctica idolátrica encarnada, según la visión evangelizadora, por éste en
su relación con el mayor enemigo de la Iglesia católica –el demonio– sí puede ser tenida
en cuenta para el análisis de estas construcciones.
A modo de conclusión, retomando los hechos históricos que sucedieron
paralelamente a la producción de la Ejecutoria analizada30 (1589), podríamos
preguntarnos si la profusa difusión en el siglo XVI de la imagen de Santiago junto a la
de la Virgen Inmaculada se dio como una de las formas de autoafirmación de la
hispanidad que buscaba sostenerse como “imperator orbis”. Como se mencionó más
arriba, lo que subyace y sostiene esta doctrina visual es la idea de providencialismo: los
hombres son objeto y herramienta de la Divina Providencia. Y tanto Santiago como la
Virgen han aparecido para servir a los fines del Imperio sobre el Orbe y la humanidad.
Esto da cuenta de que la Inmaculada, y más aún el santo caballero Santiago encarnan la
imagen misma del Imperio cristiano asumido por España, que buscaba afirmar así su
supremacía sobre el resto del mundo.
Bibliografía
CASTRO, Américo: La realidad histórica de España. México, Porrúa, 1966.
COVARRUBIAS OROZCO, Sebastián de: Tesoro de la lengua castellana o española.
1674. URL:http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/80250529545703831
96613/index.htm
29
COVARRUBIAS OROZCO, Sebastián de: Tesoro de la lengua castellana o española. 1674.
URL:http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/80250529545703831 96613/index.htm. fol.
237v
30
Cabe recordar que en este mismo contexto un acontecimiento histórico decisivo para el reinado de
Felipe II fue el conflicto bélico con la Inglaterra de Isabel I que se libró entre 1585-1604. Varias batallas
resultaron victoriosas para el reino inglés, y una de ellas en 1588 derrotó a la “Armada invencible”
española. A los conflictos económicos y políticos que motorizaron la guerra, deberíamos sumarle el
aspecto religioso que las enfrentaba. El proceso de reforma de la iglesia seguía teniendo eco y el
enfrentamiento con los protestantes se sumaba en el conflicto bélico.
11
DOMINGUEZ GARCÍA, Javier: “Santiago mataindios: La continuación de un discurso
medieval en la Nueva España” en Nueva Revista de Filología Hispánica, enero-junio,
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Anexo imágenes
Imagen 1 – Anónimo. Santiago matamoros. Ejecutoria otorgada por Felipe II a Don
Diego Gutiérrez Guerrero. Vitela miniada al temple y manuscrita. Granada, España,
1589. Museo Hispanoamericano I. Fernández Blanco (Buenos Aires).
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Imagen 2 – Anónimo. Virgen Inmaculada. Vitela miniada al temple y manuscrita.
Ejecutoria otorgada por Felipe II a Don Diego Gutiérrez Guerrero. Granada, España,
1589. Museo Hispanoamericano I. Fernández Blanco (Buenos Aires).
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Imagen 3- Anónimo cuzqueño. Aparición de Santiago en el Sunturhuasi. Iglesia de
Pujiura, Departamento de Cuzco.
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