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ANTOLOGÍA POÉTICA DE MIGUEL HERNÁNDEZ.
2º de bachillerato. Curso 2011/12.
Departamento de Lengua y Literatura del IES Infante Don Juan Manuel (Murcia).
1- VIDA, AMOR Y MUERTE EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ
Existe una estrecha relación entre la creación poética de M.H. y su biografía,
todos los acontecimientos de su vida van determinando su creación lírica. En sus obras es
fácil descubrir un proceso que es el propio discurrir de una realidad, y esta realidad está
ligada a la pena, a un discurrir dramático que termina en tragedia.
M.H. vive para la poesía, para su obsesión estética. El poeta es de carácter
callado, retraído, impredecible pero también espontáneo, dicharachero, capaz de animar a
sus propios vecinos de cárcel.
Juan Cano Conesa afirma que “M.H. tiene un extraordinario mensaje lírico y
humano para el hombre de hoy. Es capaz de levantar oleadas de entusiasmo, lo sentimos
muy cerca de nosotros….su sensibilidad artística sigue siendo la nuestra y su poesía respira
esa hombría y sinceridad que impregna toda su creación y que embriaga a todo hombre de
espíritu joven, limpio y sensible.”
Nacido el poeta en Orihuela, vive en contacto con la naturaleza, contempla
maravillado sus misterios: la luna y las estrellas, la lluvia, las propiedades de diversas
hierbas, los ritos de fecundación de los animales. Estudia gramática, aritmética, geografía,
religión, destaca por su talento. A los quince años debe conducir rebaños de cabras por las
cercanías de Orihuela pero sabe embellecer esta monotonía con la lectura de libros de
Gabriel y Galán, Zorrilla, Miró, Rubén Darío,…es aficionado a jugar, a decir misa, pues es
muy religioso al principio (como García Lorca) por su amistad con los hermanos Sijé,
sobre todo con Ramón. A veces escribe sencillos versos a la sombra de un árbol realizando
sus primeros experimentos poéticos. Estos poemas están impregnados de vitalismo,
optimismo natural, sueños de dedicación a la poesía y constituyen un homenaje a la
naturaleza, a lo vivo, a lo natural, a la alegría. Es una vida entregada a la lectura y
escritura, a vivir, a leer los clásicos y a sentir la armonía de la naturaleza.
En este periodo identifica la muerte con la llegada de los atardeceres y expresa
su cariño a la naturaleza exaltando lo insignificante de ésta: “Lagarto, mosca,
grillo…”(pág. 65)”asquerosos seres, para mi alma sois hermosos”
En estas primeras creaciones encontramos aires de églogas, el tópico
literario de locus amoenus (pág. 70, “Pastoril”), influencias de Bécquer, Rubén Darío,
Machado…son ejercicios de poeta imitando a sus maestros. Ahora la pena es una pena
más literaria que vivida, ficticia, la poesía es una bella mentira fingida. La vida es una
vida contemplada, ajena, un puro sentimiento literario. El tema del amor en un primer
momento está ligado al erotismo vivido a través de la naturaleza. La muerte es
también ficticia hasta que vive la muerte de personas cercanas.
La melancolía y la tristeza aparecen ya unidas a la complejidad formal de
Perito en lunas escrito con voluntad de exhibición, para dejar clara su capacidad
literaria, es la etapa gongorina. Las imágenes que emplea el poeta son herméticas ya
que sigue la trayectoria de los del 27. M.H. queda impactado por una conferencia que
pronunció F.G.L. en Murcia sobre la poesía de Góngora, el poder de la metáfora y el
hermetismo de este poeta barroco.
El poeta oriolano también se hace eco del poderoso atractivo de los EEUU
sobre los intelectuales (García Lorca regresa de Nueva York en 1930, recordemos su
obra Poeta en Nueva York). Las vanguardias, el Surrealismo principalmente, son las
novedades que impactan al poeta de Orihuela, precisamente porque en su entorno rural
no sería frecuente dedicar una poesía a los “entretenimientos sensuales” de Perito en
lunas: higueras, granados, limoneros…naturaleza levantina llena de vitalidad
humana y sensualismo, imágenes sugeridoras pero que hay que descifrar.
Como ejemplo analizamos el poema “Gallo” (pág. 89 de la Antología y su
comentario en las páginas 347-354 de la misma).Quedan claras las alusiones religiosas
y la dificultad de las metáforas. En el resto del libro hay que considerar la importancia
de la luna como hilo conductor, ya desde el título Perito, (técnico), en lunas, hasta
alusiones como “la hora es de mi luna menos cuarto”(Toro); “pon a la luna un
tirabuzón”(Palmera); “contra nocturna luna”, “Luna, a las danzarinas de las danzas
desnudas” (Noria).
Con su poesía oscurece o ilumina lo que trata, nos muestra las luces y las
sombras de su realidad. Aunque conoce tempranamente el dolor, le gusta cantar, contar
chistes…Cada poema lleva un jirón de vida, de amor y de muerte: “llevo al cuello un
vendaval sonoro”; el fracaso amoroso es grito, mugido, presagio de destrucción, todo es
sino sangriento, signo fatalista.
Llena su poesía de vida y de muerte (buscar ejemplos), de vitalismo trágico
que queda envuelto en fatalismo: “sola y dilatada herida”; “viento y nada”. Su
transcurrir existencial está marcado por este dualismo (vida y muerte), esta discordia
que escinde su yo. En este aspecto recuerda a los poetas barrocos, Góngora, Quevedo,
que en su complejidad cantan la vida y la muerte como inseparables y M.H. lo deja
patente desde sus primeros poemas en octavas reales: “Toro” exaltación de vida y de
muerte. (pág. 87)
El rayo que no cesa supone una maduración íntima del concepto del amor que
lleva a final trágico. . A partir de aquí su poesía es ya una poesía vivida, su vida es
dramáticamente poética. El amor es una fuerza descontrolada que destruye, la sangre será
un tópico en su poesía, es un jugo vital que alimenta, pura materia sagrada (buscar
ejemplos en clase que demuestren este barroquismo de vida que se confunde con la
muerte)
El poeta vive con plenitud la vida, vive con pasión el amor, el sexo, las
lecturas…Josefina Manresa será el amor ausente, reprimido; María Zambrano y María
Cegarra serán el amor platónico y lejano, Maruja Mallo es el amor carnal. En Madrid
busca vivencias que le dejan heridas profundas. Para M.H. llega la muerte cuando se le
niega el amor. El conocimiento del amor y, más concretamente, la dependencia
exterior de un ser al que se necesita produce en Miguel una profunda crisis de identidad.
Ha pasado del amor divino al amor humano con todo lo que esto supone.
En El rayo que no cesa, poemario amoroso de 1936, desarrolla
explícitamente este sentimiento. Dicha crisis ya se advierte en la serie de sonetos que le
anteceden. El poema Me llamo barro aunque Miguel me llame es elocuente al respecto. El
poeta se define en él como un ser desprovisto de identidad por la ausencia absoluta de la
amada. Por el amor ha perdido su nombre y su oficio para reducirse a lo elemental y
primitivo del ser: su condición de barro. Con ello nos remite a esa materia primigenia y
noble cuyo fin es ser pisado por la mujer amada para acabar convertido en su huella.
En este libro Miguel se ha librado del lastre religioso y ha arribado a los brazos
del amor dejando en el camino restos de un sentido cristiano de la culpabilidad (las
relaciones carnales le alejaban de Dios) para ir asimilando el descubrimiento del amor de
mujer.
Un ejemplo de ello es el poema Me tiraste un limón y tan amargo, dedicado a
Josefina Manresa, en el que incorpora hermetismos del año 33, la palabra final, pena, era
el elemento fundamental de Perito en lunas, y surge de un enfrentamiento entre un tú/yo,
una estructura binaria que aparece en la primera estrofa (los dos primeros versos son el tú,
y 3º y 4º el yo). El limón es la metáfora del pecho femenino, el limón es amargo, ácido,
frío; la picuda pena es el deseo de poseer a la amada y reprimido por ella; ansiosa
calentura en lenguaje popular es la excitación sexual; la sangre (símbolo de pasión sexual)
se le enfría porque la fuerza de la pasión es reprimida. Aquí vemos una influencia de los
clásicos, concretamente de Garcilaso de la Vega “cuajareseme la sangre por las venas”
(Soneto 18) y de F.G.L. “Limonar”, imágenes pues del folklore popular y cultas. Otro
símbolo fálico es la serpiente que, como la culebra, se deshace de su camisa (en el
diccionario es el primer significado de esta palabra, la piel de los ofidios, por lo que la
camisa de ropa de persona es la metáfora), “se me durmió la sangre en la camisa” alude a
adormecerse el miembro viril tras el corte represor.
Conocemos su biografía y su historia amorosa con Josefina Manresa con la que
en un principio el amor es para él una herida, una pena. La relación entre ambos es, en
esencia, de una castidad pueblerina y cerrada que contrasta mucho con la vida abierta que
Miguel Hernández conquista y explora en la capital.
El distanciamiento entre ellos se materializa en julio de 1935, los términos pena o
muerte rodean al poeta de forma obsesiva y vienen a ser la consecuencia de no tener acceso
a la esencia vital que es, en resumen, el vientre femenino. Libro pues de amor no
consumado y de un erotismo más desinhibido y completamente coherente con esa
cosmovisión que ha llegado a conquistar. En Madrid, mantuvo estrecha relación con la
pintora Maruja Mallo, primera mujer que “conoció” el poeta.
Cuando M.H. vuelve a Orihuela se produce la reconciliación con Josefina y será
su esposa el 9 de marzo de 1937, en plena guerra y mediante una ceremonia civil. El 19 de
diciembre nace su primer hijo.
Pero la auténtica muerte cercana, la de su amigo Ramón Sijé (aunque ya
estaban distanciados), es la que provoca el grito fuerte, la elegía más cantada y recitada de
nuestra literatura, la muerte real que se transforma en asunto poético y que, como Quevedo,
nos hace sentir ese “morir a cada instante”, aunque para M.H. la muerte es siempre
tragedia y para el poeta barroco es tragicomedia. (Ejemplos de la Elegía)
El amor, la vida y la muerte serán las tres heridas, las tres situaciones que agreden
al poeta. Cuchillo, rayo, espadas, hierro infernal…instrumentos de dolor que tienen una
gran expresividad dramática. Otras alusiones a la muerte son expresadas mediante la pena,
naufragio, agonía, noche oscura (como los místicos), adiós, cataclismo…En su vida ve
morir a tres de sus hermanos, su amigo, su primer hijo,…experimenta la indisolubilidad
vida-muerte. “A mi hijo”, pág. 282, es un buen ejemplo de todo esto (De Cancionero y
romancero de ausencias) Su hijo murió con los ojos abiertos y no pudieron cerrárselos, tal
y como le ocurre al poeta cuando muere en la cárcel, aunque intentaron cerrárselos, no
pudieron.
En el periodo de la Guerra Civil Miguel toma partido, vive con intensidad el
momento histórico, escribe, recita, habla, grita por sus ideales y su poesía se hace
combativa, desaparece el entusiasmo y el dolor domina su vida: Viento del pueblo y El
hombre acecha (poesía comprometida social y políticamente). Al terminar la guerra es
apresado y realiza un auténtico peregrinar por las cárceles de España hasta terminar en la
de Alicante.
Ya en la cárcel su poesía es un diario de desolación, ausencia, soledad, enfermedad
y rebeldía. Cancionero y Romancero de ausencias (1938-41) es una recopilación de los
poemas escritos en la celda y con la enfermedad por compañera. Setenta y nueve
composiciones (reunidas por amigos suyos) de un intimismo, serenidad y madurez ajustada
a las circunstancias que vive: la ausencia de la amada, la muerte de su primer hijo, el
entusiasmo que supone el nacimiento de su segundo hijo y las secuelas de la derrota tras la
contienda civil. El poema Las nanas de la cebolla pertenece a este periodo, quizás la
canción de cuna más bella de la literatura castellana. (Citas)
En los últimos poemas encontramos la ternura, vuelve el amor porque no hay
salvación ni redención posible si no se ama, el amor “pone alas” al poeta y se cumplen los
presagios de muerte, la idea con la que convive se confirma cerrándose así el círculo.
Como exponente de todo este dolor destaca el poema Casida del sediento (pág.
312) escrito en la prisión de Ocaña en mayo de 1941. La casida es un poema arábigo
andaluz de carácter paralelístico, estos paralelismos son los que utiliza M.H. en esta
composición. El ser sediento es una alegoría de sí mismo: “Arena del desierto soy”; el tú
poético (Josefina) es el oasis, húmedo punto (perífrasis de pozo). “Cuerpo: pozo cerrado/ a
quien la sed y el sol han calcinado.” Final fatídico de hombre que siente que todo está
perdido, todo se ha consumado. La arena del desierto nos evoca el mundo musulmán. La
esposa es inalcanzable, su existencia está marcada por la ausencia, la cárcel. La fuerza
rítmica surge de la combinación de heptasílabos y endecasílabos y la rima en o aguda y
asonante que alterna con sectores monorrimos como en la casida. Boca y cuerpo son los
términos reales seguidos de sustantivos con adjetivo en contraste abierto/cerrado seguido
de preposición (Paralelismo sintáctico en versos cinco y once). Es el mismo poeta de Perito
en lunas anhelante de agua y de vida pero la ausencia de ella lo llena de sed y
desesperanza.
El segundo cuarteto ofrece un paralelismo semántico del verso diez con el cuatro
(del primer cuarteto): “no he de beber”, “nunca es de los dos”.
“Oasis abierto” se opone a “pozo cerrado”, es decir luz y sombra de tradición
barroca que es una constante en todo el cancionero como la oposición libertad/ prisión que
se concreta en numerosos ejemplos.
Para finalizar el comentario de este poema tan “perfecto” se puede observar la
frecuencia de las vocales abiertas a, e, presentes en la primera parte del poema y la
repetición de las vocales cerradas i, u, en la segunda parte. Queda patente la unión de
fondo y forma.
El poeta está muerto, preso de un patetismo final en el que todo está perdido:
posesión imposible, no hay luz, no hay oasis, sólo un pozo cerrado, sólo sombra, sólo
muerte.
Tres heridas, vida, amor, muerte, que dominan esta lectura, tres rayos que no
cesan, tres ausencias, tres lunas.
Llegó con tres heridas (pág. 276) poema-síntesis de la poética hernandiana,
resume el dolor de la vida, el dolor del amor y el dolor de la muerte. La vida es la unión del
amor y la muerte y la metáfora de la herida producida por ese amor-pasión recuerda los
cancioneros y romances medievales. La estructura en trípticos (las tres estrofas) está
basada en canciones populares, quizás alguna murciana, a base de paralelismos sintácticos
invirtiendo los términos y con rima asonante. Emplea la tercera persona en las dos primeras
estrofas y la primera persona en la última, es decir, el yo poético herido por el amor (rima
yo/amor).
2- EL COMPROMISO SOCIAL Y POLÍTICO DE MIGUEL HERNÁNDEZ.
Aspectos Generales
La raíz campesina de M.H., su origen humilde y el entorno que le rodea desde su
infancia, durante su adolescencia y juventud, le llevan a tomar partido en un momento
histórico tan crucial para nuestro país. La guerra civil española supuso algo muy
importante para el desarrollo poético y humano de nuestro escritor: el descubrimiento de
los otros.
Cuando en marzo de 1934 M.H. viaja por segunda vez a Madrid, comienza para él
una nueva etapa en la que se introducirá en la intelectualidad de la capital y se despegará
definitivamente del ambiente oriolano, lo que provocará una crisis personal y poética de la
que saldrá su voz definitiva. Dejará atrás la influencia clasicista, conservadora y de acentos
católicos de Ramón Sijé.
La crisis religiosa del poeta termina y se acrecienta su conciencia social. Madrid es
un hervidero político y de ideas que influye en su temperamento volcánico. En la capital
contacta con movimientos urbanos y cambia sus estructuras y gustos poéticos. En el poema
“Sonreídme” (Versos sueltos, pág. 181) rechaza sus creencias anteriores, sus convicciones
católicas. Su renuncia es muy dura por lo extremado de su expresión. Es una obra
anticlerical, no anticatólica. En Madrid trabaja junto con José María de Cossío en una
enciclopedia “Los toros” y se incorpora a las Misiones Pedagógicas.
Padrinos de su conversión ideológica y posterior compromiso político fueron
Rafael Alberti y su esposa Mª Teresa León. Posteriormente Pablo Neruda, poeta chileno
perteneciente al partido comunista, le entusiasma y aviva su compromiso. Para esta
transformación radical no hay solo una única causa.
Leal a sus ideas se alista como voluntario en el Quinto Regimiento y va a estar
presente en los más duros frentes de batalla. Actúa como Comisario de Cultura, participa
en las actividades del Altavoz del Frente, deja su firma en todas las publicaciones de
guerra. Toda su creación literaria se convierte en arma de denuncia, instrumento de lucha a
veces entusiasta y, otras veces, desesperada. Además, participa activamente en el Congreso
Internacional de Escritores Antifascistas, y va en visita oficial a la Unión Soviética.
Colabora en publicaciones vinculadas a la izquierda política como Caballo Verde
para la Poesía y Hora de España, abandonando la revista de Orihuela. Si Ramón Sijé y los
amigos de Orihuela le llevaron a una orientación clasicista, a la poesía religiosa y al teatro
sacro, Neruda y Aleixandre lo iniciaron en el Surrealismo y le sugirieron las formas
poéticas revolucionarias y la poesía comprometida. Será un comunista emocional, sin
formación marxista ni propósitos de obtener poder político. Además en los años de la II
República el PC es un partido pequeño, bastante irrelevante.
-Él defiende la dignidad de la gente baja (agricultores, herreros,…) no busca el
poder. Hay bastante acuerdo entre sus biógrafos en que no era violento, sino honesto,
incluso cuando actuó de una manera más militante arengaba a la gente desde la radio con
poemas, no con discursos políticos. Para M.H. la palabra es revolucionaria, teatro y poesía
son “armas que brillan en mis manos y con ellas tengo que transformar la vida”, esto es ya
poesía social.
Sí tuvo cercanía en el trato con importantes políticos de la izquierda de la época,
como Palmiro Togliatti (líder del comunismo italiano en los años 30), Valentín González
El Campesino o Dolores Ibárruri Pasionaria, pero se oponía a las purgas y las “chekas”.
Por “tomar partido hasta mancharse” (Gabriel Celaya, dixit) se ve arrastrado de
manera torrencial por los acontecimientos que suceden en España y paga con su vida.
-La pasión y la humanidad le revelan el lado comprometido de la existencia y
abandona las vanguardias y la experimentación lingüística de su primera etapa creativa, es
decir, toma partido por la rehumanización de la poesía.
Guillermo Carnero califica su obra como poesía de combate y la considera como lo
mejor que produjo la Guerra Civil: poesía impura que diría Neruda, de combate y
propagandística.
-Después de la Guerra Civil intentaron salvarlo de la cárcel obispos (Obispo
Almarcha) y falangistas, pero al precio de que hiciera público reconocimiento de volver al
seno de la Iglesia y la ortodoxia de los vencedores, a lo que él se negó.
- Obra destacada desde el punto de vista del compromiso con su época:
VIENTO DEL PUEBLO (1937)
Obra exaltada, entusiasta, casi mística. Sus poemas son muy adecuados para ser
leídos por la radio, por su ritmo y su carácter propagandístico: eran recitados por altavoces
para animar a los soldados, utiliza como recurso el romance y el verso octosílabo aunque
también hallamos variaciones formales como la silva, la décima, la cuarteta, el soneto
alejandrino, serventesios de pie quebrado,...
Encontramos un sentimiento de solidaridad que experimenta el poeta y que es el
que hace que desaparezca su individualidad para entregarse a la colectividad del "pueblo".
M.H. explica a su amigo y poeta Vicente Aleixandre: "Los poetas somos viento del pueblo:
nacemos para pasar soplados a través de los poros y conducir sus ojos y sus sentimientos
hacia las cumbres más hermosas. Hoy, este hoy de pasión, de vida, de muerte, nos empuja
de un imponente modo a ti, a mí, a varios, hacia el pueblo". Por ello describe poéticamente
la pobreza del campesino con la intención de mover el espíritu revolucionario y animar a la
lucha contra esa injusticia ancestral que condena a la pobreza a aquellos que trabajan la
tierra para que otros se lleven los beneficios. Es un libro donde destaca su aliento épico: el
campesino, el humilde, la tierra, el sudor, el viento y el pueblo son una sola cosa, una
inmensa realidad cósmica y esperanza que lucha contra la injusticia de los que oprimen esa
libertad natural.
La función de voz profética que asume el poeta se articula en tres tonos:
-Exaltación heroica de los hombres que luchan por la libertad y la justicia:
“Vientos del pueblo”, “Canción del esposo soldado”, “El sudor”, “Rosario dinamitera”…
-Lamentación por las víctimas de los opresores: “Elegía primera”, “Elegía
segunda”, “El niño yuntero”, “Aceituneros”,…
-Imprecación a los enemigos, opresores y explotadores: “Los cobardes”,
“Ceniciento Mussolini”,…
(Incluir citas concretas e interpretaciones de las mismas)
EL HOMBRE ACECHA (1939)
No pudo publicarse por la derrota republicana. Coincide con Viento del pueblo en
los moldes métricos-estéticos y en el concepto de “poesía como arma”. Hay en él una
diferencia con el anterior: se pierde el aliento épico y el sentimiento esperanzado. En este
libro asistimos a lo peor de la guerra: los muertos, los heridos, el frío, el hambre, la
deshumanización del hombre, la crueldad. Lo que más destaca es el cansancio de la guerra
que dura ya tres años, pero el espíritu de lucha sigue presente.
De las dos obras citadas cabe comentar algunos aspectos:
Sus poemas sobre Pasionaria o Stalin son un recuento de virtudes, destacando el
poema “Canto a Rusia”, en el que exalta a Lenin, describe un país de trabajadores felices,
un país de tractores y manzanas y glorifica a la nación que ha acogido a los niños españoles
que huyen de las bombas de los enemigos de su patria.
Otro rasgo de su militancia es la vocación de internacionalismo, una importante
idea fuerza en su obra. Defiende la hermandad de todos los trabajadores, por encima de las
banderas, la libertad de los pueblos y la solidaridad entre las naciones de la tierra. También
interpreta la Guerra Civil como una guerra de invasión extranjera.
Italia y Alemania son consideradas invasoras en el poema “España en ausencia” y
contrapone en numerosos poemas retratos elogiosos de personajes vinculados a la
izquierda (“Rosario dinamitera”, “El Campesino”, “Pasionaria”) con descripciones
terribles de Hitler y Mussolini.
En el poema “Sentado sobre los muertos” los soldados de la República aparecen
como jóvenes idealistas, que se enfrentan a sus antagonistas con la fuerza de un huracán o
un rayo y considera a estos soldados héroes populares, calificándolos como ruiseñores de
la desdicha.
En estos poemas de ataque, destinados a exaltar a los soldados y a enardecer su
ideología, utiliza la degradación animalizadora, pues los enemigos son gallinas y liebres
que corren. En ellos utiliza un lenguaje muy vulgar en contraposición a los experimentos
cultos de sus poemas primeros, más vanguardistas. Algunos autores han dado varias
hipótesis para explicar esta vulgaridad:
-que está justificada porque el autor busca la comprensión de la mayoría.
- que se basa en los rasgos de las canciones populares del folklore tradicional.
- que se alimenta de las lecturas de Quevedo, uno de los favoritos del poeta, por ese
cotidiano morir tan quevedesco.
Pero hay que contraponer a estas expresiones populares, algunas incluso soeces, la
abundancia de símbolos en otros poemas políticos. En “Canción del esposo soldado” dice
“nacerá nuestro hijo con el puño cerrado”. El puño es el símbolo del saludo comunista pero
también es la oposición al saludo nazi.
Otro ejemplo es el sudor producido por el trabajo, al que compara con las lágrimas
y el agua del mar. (“El sudor”).El sudor que dignifica y hace iguales a los hombres.
El yugo y cadenas que golpean las espaldas son los verdugos. Los toros mansos son
los humildes. Los toros bravos, leones y águilas simbolizan la lucha, fiereza, fuerza y
nobleza para luchar. El agua representa la era de prosperidad, las manos son las dos
Españas. Contrapone las manos ociosas de los burgueses frente a las de los trabajadores.
(“Las manos”)
Arados, hachas, hoces son armas vengadoras o herramientas para construir el
nuevo mundo. El martillo es un utensilio para romper cadenas, instrumento de liberación.
CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS
M.H. vuelve al intimismo, por lo que el compromiso social y político se atenúa.
Sufre las consecuencias de su compromiso, cárcel, ausencia de su esposa e hijo,
enfermedad. El poeta se vuelve sobre sí mismo, tal vez consciente de la inminencia de su
muerte. Las referencias a la guerra son pocas y ya desde un punto de vista profundamente
humano, sin la visión política. El poeta es una víctima más, un vencido más, como su
pueblo, y sus versos son ya los de un hombre herido que expresa su dolor.
Así ocurre con la triste descripción de los pueblos habitados por ancianos ya que los
jóvenes han muerto en la guerra: “La vejez en los pueblos”; “Tristes guerras” (versos de un
hombre cuya empresa fue el amor y sus armas las palabras).
La ausencia de la esposa y del hijo aparece en “Nanas de la cebolla”; la palabra
libertad ahora está unida al amor, la esposa (La libertad es algo/ que solo en tus entrañas/
bate como un relámpago…)
El compromiso es ahora hacia su hijo, hacia el futuro que ha depositado en él.
Desaparece el compromiso político porque ahora es sobre el hombre, sobre lo más
elemental y humano, sobre lo que M.H. deposita su último compromiso social, convertido
en universal.
3. LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE PRINCIPIOS DEL SIGLO
XX HASTA LA POSGUERRA.
Para poder comprender la poesía de comienzos de siglo, debemos recordar primero lo
que estaba sucediendo a finales del S. XIX. Por aquel entonces, un implacable crítico literario
conocido como Clarín, se quejaba de la ausencia de poetas jóvenes en el panorama español. El
Romanticismo tardío de Zorrilla o el Duque de Rivas se prolonga sin innovaciones hasta final
de siglo quedando en gran parte obsoleto. Sólo G.A. Bécquer conseguirá crear una nueva
poesía.
Clarín, ávido de una poesía nueva, sabía que en Francia se estaba desarrollando una
poesía innovadora procedente del Romanticismo: la escuela simbolista con autores de la talla
de Baudelaire, Verlaine, Rimbaud o Mallarmé. Este nuevo lenguaje poético contrasta con los
poemas en ocasiones plagados de ripios de Zorrilla o de Campoamor (“El cura del Pilar de la
Horadada”)
Baudelaire había señalado que “el mundo es un bosque de símbolos, el hombre anda
perdido por el mundo intentando encontrar esos símbolos”. Es entonces cuando surge la
sinestesia y se renueva el sistema poético enriquecido por el parnasianismo, que incorpora la
representación cultural, el mundo clásico grecolatino pero también el mundo de la bohemia, las
tabernas, las mujerzuelas, los paisajes, los colores, la música, el intercambio de sensaciones…
En España será Rubén Darío, un escritor extranjero, el que con Azul (1888) introduzca
el mundo de los sentidos en la lengua española. Valera, que por sus viajes como diplomático
conocía la escuela simbolista, recibe el libro y se apasiona, le anima a continuar y se convierte
en su “padrino literario” (por eso siempre en las ediciones de Azul aparece una carta-prólogo
de Valera)
Rubén Darío con su libro introduce los símbolos (“Caupolicán”), el verso alejandrino,
sin uso desde la literatura medieval, la musicalidad por encima de todo, la acústica como parte
de la construcción del poema y los nuevos temas.
Así el primer núcleo de la poesía española de principios de siglo lo constituye el
Modernismo. R.Darío (Azul, Prosas Profanas, Cantos de vida y esperanza) contará entre sus
seguidores con Juan Ramón Jiménez, Manuel Machado y Antonio Machado, pero su escuela
hará aguas muy pronto pues la personalidad de estos autores superará enseguida la influencia
modernista (Juan Ramón Jiménez “Vino primero pura, vestida de inocencia…”)
Antonio Machado publica en 1903 Soledades con poemas de influencia rubeniana, sin
embargo en la edición de 1907 Soledades, galerías y otros poemas, prescinde de dichos
poemas. Manuel Machado, Villaespesa y Marquina siguen la huella de Rubén Darío hasta bien
avanzado el siglo. Valle-Inclán evolucionará hacia una poesía caricaturesca y burlesca. El
mismo Unamuno, mayor en edad y gobierno, se sentirá influido por el ciclón americano que
fue Rubén Darío
El segundo núcleo, escuela o tendencia lo constituyen las vanguardias.
Surge de las tertulias modernistas en Madrid, como la del Café Pombo. Ramón Gómez
de la Serna será el primero en traducir el manifiesto futurista de Marinetti. En otra tertulia con
Rafael Cansinos Assens se conocen los movimientos de vanguardia franceses: el futurismo, el
dadaísmo, el cubismo (pintores como Picasso o Juan Gris) que triunfaba en París. Todo ello
termina definitivamente con Rubén Darío y el Modernismo.
Aparecen numerosas revistas parnasianas (“ánfora griega con aceite”) y surgen muchos
poetas que publican en estas revistas y que forman el Ultraísmo. Entre ellos está Gerardo
Diego, que en París coincide con Vicente Huidobro, creador del Creacionismo.
En España a partir de 1916, con Diario de un poeta recién casado, Juan Ramón Jiménez
influye enormemente sobre otros jóvenes con su búsqueda de la poesía pura (su maestro es
Paul Valery) y se instituye el verso libre. La revista Índice, con tan sólo cuatro números, será
fundamental para la Generación del 27.
Juan Ramón escoge poemas para esta revista. El canon del 27 es la gente que publica
en Índice. Los primeros libros de los autores de esta generación siguen a Juan Ramón Jiménez
y él sabe que es su maestro hasta el homenaje a Góngora, al que no se suma y todos le vuelven
la espalda.
Juan Ramón Jiménez les enseñó a publicar libros, en las primeras ediciones les mostró
cómo tenían que realizar la imprenta, dando lugar a libros preciosos.
La Generación del 27 funde a Garcilaso, Góngora…
A partir de 1929 Vicente Aleixandre publica un texto en el que afirma que busca otras
cosas, que está harto de la poesía pura. Alberti comienza su primer libro surrealista. García
Lorca, cansado del gitanismo, que es vanguardismo, marcha a Nueva York y recibe una fuerte
influencia surrealista (Poeta en Nueva York, El público). Cernuda, que atraviesa una crisis
sentimental, creará un libro surrealista, igual que hará Emilio Prados.
Los surrealistas más ortodoxos son los de la escuela canaria, los de la península son
más dispersos y cada uno deja su tinte personal.
Todo es un cruce de caminos (Romanticismo>Parnasianismo y
simbolismo>Modernismo>Vanguardias>Generación del 27). Miguel Hernández es una
síntesis de todo ello, un “genial epígono” en palabras de Dámaso Alonso. Su inteligencia y su
poder de captación harán que sea capaz de asimilar todo lo anterior.
Adolescente con una buena educación, se aficionó a los clásicos junto a su amigo
Pepito Marín (Ramón Sijé), a quienes leían juntos. Leen también a Rubén Darío, Zorrilla,
Vicente Medina (escribe algún poema imitando el lenguaje de la huerta, “Oriolana”)…
Con 16 ó 17 años empieza a conocer a los poetas del 27 (a Jorge Guillén en Murcia…)
Imita las décimas al estilo de Cántico, de Jorge Guillén y después a García Lorca.
En 1927 Lorca daba una conferencia que publicó La Verdad de Orihuela, “La imagen
poética de Góngora” y Miguel Hernández descubre así a Góngora. Lorca explica cómo hacía
las metáforas Góngora y Miguel Hernández se entusiasma. Lee Polifemo y Soledades y
empieza con las octavas reales.
En 1933 conoce a Lorca en Murcia donde se encontraba por una representación de La
Barraca en El Teatro Romea. Le enseña a movilizar las metáforas como símbolos, hallando un
lenguaje poético nuevo, hermético y original. En su obra Perito en Lunas todo está presente: la
poesía pura, García Lorca y Góngora.
Empiezan los viajes a Madrid entre 1934-1935. Sus valedores en Madrid serán Pablo
Neruda, un torrente abierto a la inspiración, y Vicente Aleixandre que siempre acogió en su
casa a nuevos poetas y que le aporta un mundo de irracionalidad. M.H. le dedica a cada uno un
poema (p. 183 y 187)
Mientras está teniendo lugar su proceso de transformación (1933-1935) tiene lugar la
muerte de Ramón Sijé a quien dedica la “Elegía” que será integrada en el libro que Manuel
Altolaguirre le está publicando: El rayo que no cesa. El autor está incorporado ya a la G. del
27.
En 1936 parte para el frente y se convierte en el poeta de la guerra. Viento del pueblo,
El hombre acecha.
El Miguel Hernández más original es el último, el poeta popular de Cancionero y
romancero de ausencias. Se trata de una poesía escrita desde la cárcel por un poeta popular con
una fuerza lingüística enorme donde siguen funcionando los símbolos. Es la síntesis final en la
que aparecen ecos del simbolismo, del parnasianismo, de los Siglos de Oro (Garcilaso de la
Vega…), de Bécquer... en un libro en el que el poeta vuela con alas nuevas desde la cárcel que
lo verá morir hacia los abrazos de su mujer y la risa de su hijo.
4- IMÁGENES Y SÍMBOLOS EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ.
Entre 1924 y 1931 podemos situar el periodo de aprendizaje de M.H. La vida de la
huerta oriolana, su paisaje sensual, rico de colorido y encanto, sacude poderosamente la
sensibilidad del joven poeta. La naturaleza feraz embriagadora le sugiere sus primeros
versos y, trocada en material lírico vivo, le ofrece los temas de su obra primera. “El limonero
de mi huerto influye más en mí que todos los poetas juntos.” Esto es verdad sólo en parte y en
el momento de despegue inicial. El limonero, el pozo, la higuera, las pitas, su patio…le
inspiran imágenes líricas y consigue transformar lo rústico y cotidiano en bellas metáforas e
imágenes. Como ejemplo de esto el poema de la pág. 81, “Insomnio” nos muestra las
siguientes imágenes: “la luna cuelga alegre y nevada”, “cielo zafir”, “rizos tejados”,”poema
de arrullos de fecundas palomas”…; del poema “Recuerdo” (pág.83) destacamos: “la luna
casi ordeñada por la noche”, “el alba henchida de leche”, “como un velo de novia, la
ordeñada leche en el cubo”…En la página 78, el poema “Es tu boca” supone una sinécdoque
continua pues encontramos un conjunto de metáforas(algunas manidas) referidas a la boca de
la amada (por el color rojo): herida sangrante, coral, fresa lozana, amapola, flor (aludiendo
también a la suavidad), cándida nube, otras metáforas aluden a lo frío, lo duro, lo cortante:
rubí, “se torna en puñal”. Las ansias de relación sexual aparecen con el poema “Lujuria” (pág.
68) de corte mitológico, bucólico, que recuerda a Bécquer en esa persecución de la ninfa por
un pastor.
De su publicación Perito en lunas, esa colección de acertijos en octavas reales, cuyos
títulos (aportados después por el poeta) nos dan la clave para su comprensión, destacamos las
siguientes imágenes:
-el gallo, ya utilizado por Góngora como anunciador del nuevo día (arcángel tornasol,
clarinete, Barba Roja,…)
-el toro, asociado a sacrificio y muerte.
-la palmera, a la que llama columna, surtidor (recuerda a Gerardo Diego “enhiesto
surtidor” por el ciprés de Silos) claustro (por la forma de las hojas abiertas)…
-la morena, asociada al tema erótico.
Nos centraremos ahora en la siguiente publicación que supone el triunfo madrileño
del poeta: El rayo que no cesa cuyo tema fundamental es el amor de un poeta herido por el
rayo, poblado su interior de inquietudes y presentimientos. La imagen de la herida está
encarnada en fatídico cuchillo amenazante, símbolo preferido de su cosmovisión trágica, que
marca en sangre hasta los temas del amor y de la vida:
Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
La angustia y el desasosiego de estos versos iniciales nos recuerdan el momento de
grave crisis ideológica y estética en que fueron escritos. En esta época el poeta se acerca a
Neruda, Vicente Aleixandre y otros poetas del 27, se distancia de Ramón Sijé y todo lo que él
significaba: catolicismo, lecturas del Siglo de Oro, conservadurismo político…, M.H. toma
conciencia social y partido por los agricultores, ganaderos, obreros…que trabajan de sol a sol
para ganar muy poco dinero. El libro está henchido de tensiones, la pasión explota a veces, la
pena se clava como un aguijón. De una poesía enraizada en la tradición literaria pasa a las
osadías de la expresión impura y desgarrada, de un amor místico-religioso va a un amor
pasional y carnal porque en la raíz de esta crisis está el amor como experiencia y urgencia
personal que choca con las barreras de una moral provinciana.
El amor humano adquiere acento de pasión atormentada, de anhelo insatisfecho, de
ansias de posesión. Se expresa de manera honda, sincera e irreprimible: el simbólico limón
que le tira la amada y que abre en su pecho la herida de “una picuda y deslumbrante pena”
(erotismo reprimido); el rayo es el fuego, lo que daña; la sangre es el deseo sexual, muy
repetido; el limón es el pecho femenino; la imagen de la pena, en su desgracia es la esquivez
de la amada; en definitiva, el amor es el dolor, el rayo.
La metáfora sencilla y el motivo campestre de su vida de pastor prestan al poema el
sello de lo primigenio y le comunican su fuerza estremecedora: fauna, flora y todo el caudal
metafórico de la poesía anterior, como limones, palomas, nardos, jazmín, arena, redil, racimo,
trebolares, barro, buey, gavilán, algas, amapolas, sapos, juncos, toros, caracoles…,el nardo (lo
suave, lo dulce), el cardo (lo esquivo), las olas del mar (el cuerpo femenino), la lágrima
gigante (el pecho femenino )
Pero M.H. busca una expresión más enérgica e hiriente que le prestan afiladas
imágenes metálicas de arados, cuchillos y puñales, huracán de lava, rayo, carnívoro cuchillo.
“no cesará este rayo que me habita” (dedicado a María Cegarra)
Otros símbolos son:
“Por tu pie, la blancura más bailable” (dedicado a Maruja Mallo, poema de la pág.
162) paloma, nardo, cintura, espuma…se reconoce aquí la influencia de Pablo Neruda por el
erotismo de la imagen del pie.
“Me llamo barro aunque Miguel me llame” (pág. 165) el barro es el símbolo de la
materia, el poeta se siente materia del destino, un instrumento del destino, Un nocturno buey
de agua, el buey es el símbolo de la sumisión, sumisión “a los pies que idolatro” (la amada)
El toro encarna esa “soledad impar” y el amor trágico, por no correspondido. El
soneto “Como el toro he nacido para el luto” (pág.169) en el que el poeta se siente destinado
al luto y al dolor, fuerte y viril, indomable y sincero: “ y dejas mi deseo en una espalda,/ como
el toro burlado, como el toro.”
Esta rebelión titánica contra el destino, la muerte y la soledad suscita poemas entre
los que destaca la “Elegía a Ramón Sijé” en la que el llanto inicial desemboca en una actitud
de revuelta absoluta contra el destino. Enloquecido de dolor quisiera escarbar la tierra a
dentelladas y llegar hasta sus entrañas para rescatar al amigo inolvidable. (pág. 172) Las
dentelladas, los dientes serán también imágenes de armas, de fuerzas humanas, o como en
“Las nanas de la cebolla”: cinco azahares, cinco diminutas ferocidades, cinco dientes como
cinco jazmines adolescentes.
A partir de 1937 encontramos ya una poesía efímera, de urgencia, de guerra,
destinada a la arenga, con símbolos sencillos para que el pueblo la entienda. Se recogen estos
poemas escritos desde 1936 y durante 1937 publicados en diversas revistas (El mono azul,
Hora de España, Mediodía,…) y recogidos en el libro publicado en el verano de 1937 Viento
del pueblo. Desde el convencimiento de que el poeta es un mero intérprete del sentir colectivo
cuya misión ha de ser la de pasar, como viento del pueblo, “a través de los poros y conducir
sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres más hermosas” El viento es el pueblo, el buey
sigue siendo la sumisión, el león es la rebeldía, la lucha y el inconformismo.
La mirada del poeta se dirige hacia los que trabajan y sufren, hacia los niños que
trabajan: El niño yuntero (pág. 217), “carne de yugo”, de sumisión, “que nace… a golpes
destinado, empieza a vivir, y empieza/ a morir de punta a punta” (antítesis barroca).
Distingue entre los ricos y los pobres como exponentes de las dos Españas. Como
exponente tenemos el poema Las manos (pág. 226), las manos puras, de uñas rotas, que
conducen herrerías, azadas y telares simbolizan a los pobres, los que viven por sus manos que
diría Manrique, frente a las “manos de hueso lívido y avariento”…que “empuñan crucifijos y
acaparan tesoros” símbolo de los opresores.
Con motivo de su boda con Josefina Manresa pone el acento en la maternidad y
aparecen los símbolos del vientre, el ombligo, para referirse a la maternidad, el vientre como
sementera (poema El esposo soldado, pág.229) y el hijo como símbolo de esperanza.
A partir de El hombre acecha de 1939, aparece un proceso de animalización del
hombre (por el recrudecimiento de la guerra) que es regresivo a las etapas más primitivas de
éste en las que el hombre es un lobo para el hombre, “el hombre acecha al hombre”. La
Canción primera es una síntesis del libro: el hombre es un animal que canta y rememora sus
garras (símbolo de bestialidad). Rusia (pág.246) expone imágenes ingenuas a nuestro ojos de
hoy: la esperanza de un futuro de trabajo y de fruto; la unión con Rusia como sinónimo de
manzana, comida, juventud para España.
La sangre es ahora el dolor por la herida de los desastres de la guerra.
El tren de los heridos (de corte existencial) es sinónimo de muerte, de desolación.
Nos muestra su amor a España, a la patria, en Madre España (pág. 266). En Canción última
(268) aparece el símbolo de la casa como metáfora de España, la patria, (recordando a
Quevedo.”Miré los muros de la patria mía.”).Cuando afirma que “florecerán los besos/ sobre
las almohadas” es el símbolo del beso como esperanza, “la garra suave” alude a la
disminución del odio y la necesidad de la redención por el amor.
Cancionero y Romancero de ausencias son ciento treinta y siete poemas
construidos a modo de diario íntimo, más cerca que nunca de la desnuda y esencial verdad
humana.
Escrito entre 1938-1941 pertenece a un tiempo de desgracias para la vida de M. H.:
Guerra Civil con un final desalentador, muerte de su primer hijo, condena inicial a la pena de
muerte, las cárceles, la enfermedad y, sobre todo, la ausencia de los suyos.
Las imágenes del hijo muerto son etéreas, intangibles (el olor de las ropas), la
frialdad del lecho sin calor, la sábana de sombra, la lejanía. Renace su esperanza con el
nacimiento de su segundo hijo. Las nanas de la cebolla expresan ese afán de pervivencia, de
esperanza (la canción de cuna más triste de todos los tiempos).
La luminosidad y colorido de libros anteriores cede paso a la lobreguez y a un par de
colores tristes y trágicos (el negro y el rojo), sus ojos ya no se detienen en la superficie de los
objetos, sino que van hasta el trasfondo turbio de la realidad y del corazón humano.
Día y noche son los dos grandes símbolos, las fuerzas viril y femenina de la
fecundación; el acto sexual es cantado en su noble realidad, como acontecimiento de raíces
telúricas o como exigencia de fuerzas cósmicas que buscan una trascendencia. El sexo de la
amada es soto que atrae, umbría de vello casi en llamas, túnel, recóndito lucero, corazón de
la tierra, ventana que da al mar…El sexo es convertido en imágenes líricas.
La simbología del vientre adquiere aún mayor trascendencia. Se concentran en ese
símbolo la exaltación de lo fértil, la proyección en el hijo, la esperanza de salvación del
futuro: Menos tu vientre/ todo es confuso.
El poeta se vuelve un poco filosófico y reflexiona sobre lo trágico de la guerra: sus
visiones son febriles, exaltadas, lúgubres, amargas; el odio alarga su llama, el hombre se
convierte en pura garra, sus voces son lanzas y bayonetas, bocas, ojos, perros, campos
baldíos y resecos son piezas simbólicas del tremendo paisaje de un encarcelado.
El tema del ave, símbolo de libertad, sobreabunda en los poemas escritos en la cárcel,
cual ave quiere volar sin trabas pero nota que le faltan las alas.
5. Tradición y vanguardia en la poesía de Miguel Hernández
Los inicios del poeta como escritor se corresponden con los de un aprendiz de poeta
que, como lo calificó Dámaso Alonso, se convirtió en un “genial epígono” de los grandes
autores clásicos, hasta que llegó a descubrir su propia voz poética.
En su camino como poeta podemos distinguir las siguientes etapas:
5.1. El aprendiz de poeta (1910-1931)
Miguel Hernández nace el 30 de octubre de 1910 en la localidad alicantina de Orihuela.
Su padre, hombre duro y poco comprensivo, sólo le permitió asistir a la escuela hasta 1924. En
marzo de ese año lo coloca como dependiente de una tienda de tejidos y, al quemarse el
establecimiento, lo dedica a cuidar el rebaño familiar. Era éste el oficio más bajo que cabía
desempeñar y para Miguel tuvo que ser humillante pasar todos los días arreando cabras por
delante de sus compañeros de pupitre. Es muy probable que sus primeros versos surjan de ese
trance: por un lado porque el cuidado del ganado le dejaba muchas horas para cavilar y por
otro para compensar la dura realidad cotidiana.
Por eso no debe extrañar que sus primeros versos oscilen entre el apunte local y
costumbrista y la estilización e idealización desaforada. Y así hay retratos literarios de sus
quehaceres de pastor junto a alusiones de tema mitológico como en “Pastoril” o alterna el
panocho “En mi barraquica” , “Al verla muerta” con refinamientos de raigambre modernista a
la zaga de Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez o del Romanticismo más intimista de Bécquer.
Provisto de un diccionario de mitología, otro de rima y de Lengua, este trabajo vino a
ser sustituto de la escuela que le faltó.
De ese tiempo y de las lecturas de las que se fue nutriendo en esos años de formación
se advierte ya el primer Miguel, un muchacho de acento pastoril que educa su oído en el
octosílabo romanceado, en Virgilio, en Góngora, Garcilaso, Lope de Vega, San Juan de la
Cruz, Antonio Machado, en un Modernismo caduco representado entonces por Gabriel y
Galán, en una amalgama de voces entre las que resuenan poemas y textos de Bécquer, Rubén
Darío y Juan Ramón Jiménez, sin perder de vista a los locales como Vicente Medina, el
regionalismo fonético y la propia experiencia vital como pastor de cabras.
La amistad con Ramón Sijé (anagrama de José Marín) marcará su crecimiento como
poeta, al convertirse en una especie de mentor y orientador de sus lecturas .Sijé era un caso
aparte dentro de la intelectualidad provinciana. Fue asimismo un gran orientador para el amigo
poeta hasta el punto de ejercer sobre él una influencia decisiva en su primera etapa, en el amor
por los clásicos y en su militancia católica.
En sus primeras creaciones, elaboradas en torno a los dieciséis años, son frecuentes las
escenas mitológicas y los ambientes orientales, todo ello como resultado de su gusto por el
Romanticismo y por el Modernismo.
Una muestra de esta primera poesía hernandiana muy apegada a la tradición literaria
clásica la hallamos bajo el epígrafe Poemas sueltos I de la antología. En este apartado se
observa la amplia variedad métrica, destacando el uso del octosílabo, el endecasílabo, el
dodecasílabo, el hexadecasílabo, y, también, el verso libre.
5.2. Por el camino de la modernidad y la vanguardia (1932)
El 30 de noviembre de 1931, Miguel Hernández emprende su primer viaje a Madrid,
con la ilusión y la esperanza de ver reconocida la creación de ese “pastor un poquito poeta”
como él mismo se autodefine en una carta enviada a Juan Ramón Jiménez pidiéndole que lo
reciba en su casa y lea los poemas que lleva escritos.
Tras su primera estancia en Madrid, las penurias económicas lo hacen regresar a su
pueblo. Sin embargo a MH le sirve para renovar completamente las ideas literarias. Decide
acercarse a los movimientos vanguardistas y renovar su lenguaje, técnica y estilo,
especialmente utilizando la metáfora.
Para dicho acercamiento a la poesía vanguardista, hay un acontecimiento que resulta de
capital importancia: la conmemoración del tricentenario de la muerte de Góngora, en 1927.
Será a partir de entonces cuando entre en contacto con la poesía de Alberti, Gerardo Diego o
Jorge Guillén, el cual será el de mayor influjo con su concepto de la poesía pura (de la que
también había hablado Juan Ramón Jiménez). Tanto Guillén como Paul Valery le sirven de
modelo como lo demostraría el hecho de que el primer poema del libro aparezca encabezado
por una cita del poeta francés o que el titulado “Sexo en instante, 1” esté dedicado a Guillén.
Se embarca entonces en una nueva producción llena de hallazgos y se aventura en una poesía
hermética, de sintaxis compleja, con un acento culterano heredero de Góngora y el cultivo de
octavas reales, las décimas y el gusto por la metáfora elaborada en su obra Perito en lunas.
De hecho, el mismo título del libro se encuentra cargado de sugerencias. Por un lado
perito nos hace pensar en un oficio en el que el poeta se muestra como entendido o experto.
Por otro, su experiencia parece radicar en aquello que resulta misterioso, como son esas lunas,
en plural. Aunque también perito puede significar “pastor”, pues en una de las octavas del libro
llama luna a la oveja y, en más de una ocasión, él se autodenominó “lunicultor”. Es más, en la
octava “Horno y luna”, aparecen los versos que dan título al libro, al referirse a sí mismo en
estos términos: “Oh tú, perito en lunas; que yo sepa/ qué luna es de mejor sabor y cepa”. Es
decir, si es mejor “la luna de la era”, que es una metáfora sobre la hogaza de pan hecha en el
horno, o la otra luna, imposible, de oro, que es el astro celeste.
También pudo recibir de García Lorca la influencia del motivo de la luna a partir de la
obra Romancero gitano. El libro, inicialmente titulado Poliedros, quizá por el ultraísmo y
cubismo, se vio reducido a 42 octavas con las que está configurado.
Aparecen el neogongorismo, la sensualidad, los “acertijos poéticos” o metáforasadivinanzas próximas a las greguerías de Gómez de la Serna,(metáfora más humor) aunque
desprovistas del humor de su creador. Aparecen objetos y escenas de la vida real: el gallo, el
toro, los cohetes, la sandía, la oveja, las cabras, la serpiente, el pozo, la noria o la palmera. Y a
todos ellos les aplica una particular iconografía lunar que recuerda a García Lorca y a
Góngora.
A la luz de la metáfora, a la que se unen el hipérbaton, la anáfora y la elipsis, los
objetos más comunes adquieren rango artístico. Es la hora de esconder su mundo interior para
contemplar el universo circundante. Para ello elabora un código metafórico que no resulta fácil
de descifrar.
Así en “Palmera”,observamos alguna metáfora surrealista, como en “pon a la luna un
tirabuzón”. Porque resulta que la imagen visual de la palmera se asemeja a una columna que,
comenzando por la espuela, acaba con sus hojas abiertas en forma de surtidor. Y, por su
altura, parece como si quisiera colgarle a la luna un tirabuzón. Por tanto, las hojas de la
palmera semejan unos cabellos en forma de tirabuzones cuando vemos la luna situada entre la
copa de la palmera.
Otra curiosa asociación metafórica es la relativa a “camello más alto de canela” que se
refiere a la joroba del camello ,de ese color y además existe una clara relación entre las
palmeras del oasis y los camellos. “Con gargantillas de oro en la garganta/fundada en ti se iza
la sierpe, y canta” se refiere a que los racimos de dátiles cuelgan como gargantillas de oro y
que el tronco de la palmera semeja una camisa de serpiente que se eleva hasta la copa, y allí el
choque del viento con las ramas imita el silbido de una serpiente.
Además de la luna, redondas son también otras imágenes del libro, como la gota de
agua, la forma de los cuernos del toro, que semejan un cuarto de luna, la noria o la hogaza de
pan.
5.3. El descubrimiento del amor (1934-1936)
Con la publicación de El rayo que no cesa, aparece como un poeta que ha asimilado
plenamente la influencia de Quevedo y del dolorido sentir garcilasiano, así como la forma
estrófica del soneto. Lo anterior le sirve para expresar su pasión de enamorado después de
haber iniciado una relación con la que llegaría a ser su esposa, Josefina Manresa. Su amor será
fuente de poesía, un “desgarrón afectivo”, con un estallido de pasión cegadora y fulminante
como la del rayo que da título al libro. Y junto a este Neorromanticismo, encontramos la
presencia de determinados símbolos, como el cuchillo, el rayo, la espada, el fuego, el naufragio
o el toro.
Por otra parte también se puede observar la influencia de Pablo Neruda y de Vicente
Aleixandre. Fue el primero quien fijó los presupuestos estéticos de la llamada “poesía impura”.
En esta línea, a partir de ahora, a Miguel le preocupa el problema de la existencia humana y de
su propia vida llena de amor y dolor, de ansiedad y de deseo. Aparecen las tres constantes que
constituyen la clave de su obra: las famosas tres heridas de la vida, el amor y la muerte. A
Neruda y Aleixandre debe MH la adopción de las técnicas de la segunda vanguardia, en
especial del Surrealismo y de las posiciones de vanguardia que podrían resumirse en la
fórmula de la “poesía impura” como en “Me llamo barro”, “Un carnívoro cuchillo”…o los
homenajes como las “Odas a Neruda o Aleixandre” o la “Égloga” a Garcilaso y “El ahogado
del Tajo” a Bécquer. Se observa la transición desde la pena de enamorado a la solidaridad con
los amigos y la comunicación con los poetas
El amor es ese rayo que habita en el poeta y que llena su corazón de “exasperadas fieras
y de fraguas coléricas”. Es un rayo que se vuelve contra sí mismo con “sus lluviosos rayos
destructores”.
El amor se alimenta del fuego que emana de la amada. Una amada casta y sencilla a la
que hay que robarle un beso en la mejilla. En él se acrecienta el deseo, esa querencia que tiene
por su acento, esa apetencia por su compañía, de modo que, cuando sus besos le faltan, se
siente morir. Entonces el poeta se sume en un naufragio del que sólo podrá salvarse gracias a
su amor, “la tabla que procuro”, o, al menos, de su voz, “el norte que pretendo”.
El amante es como el toro que, habiendo percibido el olor de la amada, experimenta en
su cuerpo el poder irrefrenable del celo, y brama, mientras se siente morir por no tenerla cerca.
Y, como el toro, tiene el cuerpo acostumbrado al sufrimiento y la pena. Como el toro, se crece
en el castigo, la sigue y la persigue a pesar de ser rechazado por ella.
Así pues, la pena es otro de los temas centrales. Ésta se convierte en un “huracán de
lava”, un ”avispero”, o un “carnívoro cuchillo”. Y todo ello porque la redacción final del libro
se fragua durante un período de ruptura en su relación con Josefina Manresa. Pero la pena no
procede exclusivamente de su distanciamiento amoroso con Josefina. En alguna ocasión, la
inspiradora de la misma es otra mujer, María Cegarra , el amor idílico, tal como se refleja en
“Yo sé que ver y oír a un triste enfada”.
En dicho soneto el tema de la pena constante con tintes de resignación, sufrimiento y
agonía está presente. Consciente de su impotencia para conseguir el amor de la amada, le
promete apartarse de ella, a pesar de lo mucho que le cuesta y le duele. Y, en este triste
lamentar, que tanto nos recuerda a Garcilaso y Quevedo, le promete amarla hasta la muerte:
“me voy me voy, me voy, pero me quedo” “adiós, amor, adiós hasta la muerte”.
Además del soneto, se sirve de otras estrofas, como ocurre en el poema inicial “Un
carnívoro cuchillo”, escrito en cuartetas, una estrofa muy del gusto romántico. El amor es ese
carnívoro cuchillo que se clava día a día en el corazón del poeta.
El poema 15, “Me llamo barro aunque Miguel me llame”, escrito en silvas, está situado
en la posición central del libro, aunque es uno de los últimos en ser incluido en el mismo. Su
tono está más próximo al Surrealismo y sus imágenes resultan más negativas que las que
aparecen en los sonetos. El barro lo impregna, lo domina todo e incluso amenaza con la
llegada de un amoroso cataclismo.
A última hora incorpora su famosa “Elegía” a Ramón Sijé, tras la súbita muerte de su
amigo, el 24 de diciembre de 1935 en Orihuela. Compuesta en tercetos encadenados, el poeta
se inserta en la tradición literaria de las elegías fúnebres. Su estilo es muy similar al de los
sonetos, como lo demuestra la presencia de recursos comunes, como la anáfora, el paralelismo,
la similicadencia y la metáfora.
5.4. La poesía revolucionaria (1937-1939)
Con el estallido de la Guerra Civil, la poesía de Miguel Hernández da un giro radical.
Su producción bélica se puede resumir en dos libros de poesía: Viento del pueblo (1937) y El
hombre acecha (1939).
En Viento del pueblo, vemos a un escritor profundamente enraizado en el pueblo, que
se hace eco de las inquietudes populares con una marcada tonalidad épico-lírica con una poesía
combativa, revolucionaria y surrealista.
Para Miguel, la poesía es esencia del pueblo y tiene su origen, su raíz, en la tierra
misma, y su destino es el pueblo. Así lo pone de manifiesto en la dedicatoria del libro hecha a
Vicente Aleixandre, cuando habla de que el cimiento de los poetas es la tierra y el destino es
parar en manos del pueblo. Y quienes “se atreven a deshonrar esa sangre, son los traidores
asesinos del pueblo y la poesía”. Los poetas, dice, “somos viento del pueblo: nacemos para
pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sentimientos hacia las cumbres
más hermosas”
Ha llegado el momento del poeta soldado, del esposo soldado que carga su poesía con
imágenes llenas de dureza, de elementos metálicos, de armas. La muerte aparece como un
guerrero medieval “con herrumbrosas lanzas y en traje de cañón”. Además, la guerra hace que
los claveles se transmuten en disparos, y los toros en fundiciones de hierro y bronce.
Ahora es cuando la poesía impura de Neruda y Aleixandre adquiere su plena
corporeidad y cuando los poemas se llenan de imágenes surrealistas, cargadas de irrealidad y
de elementos visionarios en los que se aprecia un cierto optimismo, una cierta esperanza en la
victoria.
Sólo así se podrá conseguir que triunfen los vientos del pueblo, los vientos de la
libertad representados por los campesinos, los obreros, los luchadores y, simbólicamente, por
los leones, los toros o águilas. Los únicos que se dejarán imponer el yugo serán los bueyes.
Al mismo tiempo, lleva a cabo una renovación métrica, dando paso a la silva, la
décima, la cuarteta, el soneto alejandrino, los romances, los serventesios de pie quebrado.
La “Elegía primera” es un texto inspirado por el asesinato de García Lorca. En la
“Canción del esposo soldado” trata por todos los medios de sembrar una nueva vida, en medio
de la destrucción, el caos y la muerte.
En “Sentado sobre los muertos”, el poeta se reafirma en la convicción de que él es
alguien nacido de la pobreza para convertirse en “ruiseñor de las desdichas, eco de la mala
suerte”. Sólo si cumple con su misión podría morirse con la cabeza muy alta, como también
los jornaleros, los aceituneros y los campesinos.
“El niño yuntero” es un poema en el que describe el destino trágico de ese niño, nacido
para recibir golpes, para moverse entre estiércol de vacas. Un poema marcado por la tristeza, el
dolor y la injusticia, aunque al final se deja abierta la puerta de la esperanza de que sean los
mismos jornaleros los que se rebelen contra ello.
El hombre acecha se abre con la “Canción primera”, en la que aparece una contundente
afirmación: “Hoy el amor es muerte,/ y el hombre acecha al hombre”. Es el resultado de una
visión trágica, desalentada de la vida y la muerte. Muertes sin sentido, violencia, crueldad y
odio configuran los 19 poemas de este libro, escrito en versos heptasílabos y octosílabos,
aunque con predominio de endecasílabos y alejandrinos.
El tono del libro es mucho más pesimista y negativo porque el poeta ha podido
comprobar que “el hombre es un lobo para el hombre”. Las cárceles, que constituyen un nuevo
símbolo, van con sus fauces abiertas en busca de hombres y de pueblos enteros en los que
satisfacer su apetito voraz. Los trenes circulan llenos de sangre y derramando piernas, brazos y
ojos, al tiempo que siembran rastros de amargura.
En la “Canción última” se atreve a expresar su confianza en que algún día pueda ver su
casa sin llanto, sin dolor, con una mesa bien abastecida de alimentos y una cama confortable
en la que dormir junto a la mujer amada.
El día 29 de septiembre de 1939 es detenido en su pueblo natal y comienza un periplo
carcelario que concluirá con su fallecimiento en Alicante, el 28 de marzo de 1942.
5.5 La cárcel y la muerte (1939-1942)
El que sería su último libro, Cancionero y romancero de ausencias, fue entregado por
Miguel a su esposa y permanecerá inédito durante varios años.
Está compuesto por 79 poemas en los que recoge, de forma muy intimista, episodios de
su vida, como la muerte de su primer hijo, la alegría por el nacimiento del segundo, la dura
separación de la esposa amada, los momentos finales de la guerra y las consecuencias de la
derrota.
Con este libro alcanza la expresión de su madurez poética, la metáfora se eleva hacia
sus cotas más altas de perfección y de expresividad, no exenta de cierto sabor surrealista, y el
poeta prescinde de lo que resulte superfluo o no esencial. Se trata de una poesía que busca la
verdad humana y que se muestra casi desnuda de artificio.
Esta poesía se plasma en poemas breves y versos cortos, con metros más tradicionales,
en forma de canciones, romances, romancillos y coplas, en la que son muy frecuentes los
paralelismos, las correlaciones, las similicadencias, las reduplicaciones y los versos en forma
de estribillos con un claro predominio de la rima asonante en evidente cercanía con esa poesía
de inspiración neopopular que, en ocasiones, recuerda a su admirado García Lorca.
No obstante, incluye en el libro algunos poemas de arte mayor, en su mayor parte
compuestos en serventesios alejandrinos, como en “Vida solar”, “A mi hijo”, “Ascensión de la
escoba” y en el tríptico titulado “Hijo de la luz y de la sombra”. Además, aparece algún poema
escrito en cuartetos alejandrinos ”Sonreír con la alegre tristeza del olivo” y algún otro verso
blanco y con un verso en pie quebrado, como “Orillas de tu vientre”.
Destacan los asuntos referidos al ámbito familiar: los besos a la mujer amada; la
ausencia y la distancia, que acrecientan más las tres famosas heridas (del amor, la muerte y la
vida); el vientre de la amada; la muerte de su primer hijo; el nacimiento del segundo; la guerra;
la cárcel; el hambre. Cobran especial protagonismo las aves, el olivo, la higuera, el mar, la
tierra y el ataúd.
El poeta se aleja de las influencias literarias recibidas hasta el momento para adentrarse
en la búsqueda de sus raíces personales.
Como ejemplo, en el poema titulado “A mi hijo”, el padre establece una especie de
emotivo soliloquio ante el cadáver de su hijo, que ha muerto con los ojos abiertos, mirando
cara a cara a la muerte, como mueren los valientes. También Miguel Hernández murió con los
ojos abiertos.
El entierro del hijo, la devolución de su cuerpo a la remota sombra que se lo traga y lo
lleva hasta lo más hondo, se lleva a cabo en un día sin sol. Esto es así porque durante los diez
meses que ha vivido Manuel Ramón, éste ha sido un sol radiante, esplendoroso. Ahora es un
sol muerto, eclipsado.
El poeta vuelve los ojos hacia la madre arrinconada y le dice que abra los ojos, que la
vida continúa, pues hay otro hijo que aún ve la luz de la alborada. También hay luz para los
ojos de su esposa, aunque su vientre es semejante a una estéril noche desolada.
Para quien no quedaba luz era para el propio Miguel Hernández.
Hernández: poemas referidos a sus temas.
TEMA 1.
Vida, amor y muerte en la poesía de Miguel Hernández.
Perito en lunas
“Toro” (pg.87)
“Palmera” (pg. 87)
“El gallo” (pg. 89)
“Negros ahorcados por violación” (pg. 93)
“Veletas” (90)
El rayo de no cesa.
“Me llamo barro aunque Miguel me llame” (165)
“Yo sé que ver y oir a un triste enfada” (168). Dedicado a María Cegarra.
“Me tiraste un limón y tan amargo” (161). Dedicado a Josefina Manresa.
“Elegía a Ramón Sijé.” (172)
Cancionero y romancero de ausencias.
“Nanas de la cebolla” (301)
“Casida del sediento” (312)
“Llegó con tres heridas” (276)
“A mi hijo” (282)
“Hijo de la luz” (286)
Tema 2.
El compromiso social y político de Miguel Hernández.
Viento del pueblo
“Elegía primera” (209)
“Sentado sobre los muertos” (213)
“El niño yuntero” (217)
“Aceituneros” (224)
“Las manos” (226)
“Rosario, dinamitera” (221)
“ Canción del esposo soldado” (229)
El hombre acecha
“Carta” (257)
“El tren de los heridos” (262)
“Llamo a los poetas” (264)
“Canción última” (268)
Cancionero y romancero de ausencias.
“Llegó con tres heridas” (276). Trata las cuatro constantes en Miguel Hernández: amor,
vida, muerte y pena.
“Hijo de la luz y de la sombra” (286)
“Casida del sediento” (312)
“Nanas de la cebolla” (301)
Tema 4.
Imágenes y símbolos en la poesía de M.H.
Poemas sueltos I
“Insomnio” (81). Se refleja la influencia de Ramón Darío en este poema dedicado a Ramón
Sijé.
Perito en lunas
“La palmera (87). Escrito en octavas reales, refleja el elemento paisajístico mediterráneo.
La palmera es comparada con un chorro, con un surtidor.
“El toro” (87). En este poema el toro cobra el significado de sacrificio y de muerte.
“Veletas” (90). En este poema aparecen símbolos referidos al sexo.
El rayo que no cesa
“Me tiraste un limón y tan amargo”(161). En este poema expresa la frustración del poeta
por el rechazo de la amada, Josefina Manresa.
“Un carnívoro cuchillo” (159).
“Yo sé que ver y oir a un triste enfada” (168). Dedicado a María Cegarra.
“Como el toro he nacido para el luto” (169)
Cancionero y romancero de ausencias
“Nanas de la cebolla” (301)
“Llegó con tres heridas” (276)
“A mi hijo” (282)
“Hijo de la luz y de la sombra” (286).
Tema 5
Tradición y vanguardia
Tradición
Poemas sueltos I.
“En mi barraquica” (72). Influencia del dialecto panocho. Tema costumbrista.
“Al verla muerta” (74). Tiene influencia de Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez.
Primera poesía de M.H. apegada a la tradición .Está contenida básicamente en Poemas
sueltos I de la antología, con amplia variedad métrica (poner ejemplos )
Modernidad y vanguardia
Perito en lunas.
“Horno y luna” (92). Aparecen los versos que dan título al libro, al referirse a sí mismo:
“oh tú, perito en lunas; que yo sepa/ qué luna es de mejor sabor y cepa” (Ampliar en los
apuntes.
“Palmera” (87). Se observa alguna metáfora surrealista, como en “pon a la luna un
tirabuzón” ( Explicación en los apuntes).
El rayo que no cesa.
“ Me llamo barro aunque Miguel me llmae” (165) Escrito en silvas, su tono está más
próximo al surrealismo (completar con los apuntes).
“Un carnívoro cuchillo”(159).
“Elegía a Ramón Sijé” (172). (Hacer comentario consultando apuntes)
Poemas sueltos III.
“Oda entre sangre y vino a Pablo Neruda”. (183).
“Oda entre arena y piedra a Vicente Aleixandre” (187)
Viento del pueblo.
“Elegía primera” (209). Abundan las imágenes y metáforas de gran plasticidad a través de
las cuales el poeta expresa su dolor por la muerte de García Lorca.
“Canción del esposo soldado (229). Trata de sembrar una nueva vida,en medio de la
destrucción, el caos y la muerte..
“El niño yuntero”.(217). (Hacer comentario consultando apuntes.
El hombre acecha
“Canción última” (268). (Hacer comentario consultando apuntes).
Cancionero y romancero de ausencias.
“Vida solar” (279)
“A mi hijo” (282). (Hacer comentario consultando apuntes).
“Hijo de la luz y de la sombra” (286).
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