EL REGIONALISMO Y LOS NACIONALISMOS. EL MOVIMIENTO OBRERO

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EL REGIONALISMO Y LOS NACIONALISMOS. EL MOVIMIENTO OBRERO
Introducción nacionalismo
Uno de los fenómenos más destacados durante la Restauración fue la aparición de diversos movimientos regionalistas y
nacionalistas de carácter político-cultural en Cataluña y el País Vasco y en menor medida en Canarias, Galicia, Valencia
o Andalucía.
1. El regionalismo es un movimiento que reivindica el reconocimiento de la identidad diferencial de una región, ya sea
cultural, económica, administrativa o política. Propugna un Estado descentralizado y en algunos casos el federalismo.
Cuando este movimiento acentúa su dimensión política y reivindica altas cotas de autogobierno, basándose en el
principio de las nacionalidades -a cada nación un Estado- se define como nacionalismo. Este término se extendió a fines
del siglo XIX cuando los nacionalistas incidieron en el sistema político a través de partidos bien estructurados.
2. El nacionalismo puede ser formulado siguiendo planteamientos más o menos radicales, que van desde la petición de
autonomía, manteniendo la unidad de España hasta la reclamación de autodeterminación o independencia.
Normalmente encontraron apoyo social en las burguesías regionales. En algunos casos, llegaron a encontrar proyección
política al promover partidos políticos como el Partido Nacionalista Vasco (PNV) o la Unión Catalanista y la Liga
Regionalista de Cataluña.
3. A finales del siglo XIX, los movimientos regionalistas y nacionalistas catalanes vivieron un gran auge. Se ha intentado
resumir el nacionalismo catalán en dos palabras: arancel y poesía, aludiendo a sus raíces económicas y culturales. Los
catalanes deseaban un arancel alto para proteger su industria y defendían el uso de la lengua catalana. El nacionalismo
catalán no era homogéneo: podemos encontrar desde federalistas republicanos hasta conservadores moderados no
independentistas. Las aspiraciones políticas de los nacionalistas catalanes se expresaron en las Bases de Manresa
(1892), el primer manifiesto nacionalista catalán que propugnaba el autogobierno para la región, pero sin ser
separatista. Reivindicaba un poder regional autónomo de carácter tradicionalista y antiliberal. Fue elaborado por la
Unión Catalanista, partido al que pertenecía Enric Prat de la Riba, uno de los primeros representantes del nacionalismo
catalán.
4. A diferencia de una corriente nacionalista cultural y económica como la catalana, con un trasfondo político, en el País
Vasco surgió un nacionalismo más radical inspirado por Sabino Arana. Arana fue un abogado bilbaíno, de clase media,
procedente de una familia carlista. Fue el primer formulador del nacionalismo vasco, fundador del PNV a finales del
siglo XIX. Creó toda una simbología nacionalista vasca como el nombre de Euskadi, la ikurriña e incluso el himno
nacional, actualmente el oficial de la comunidad autónoma vasca. La hostilidad a lo español fueron para él las señas de
identidad del nacionalismo. Este primer nacionalismo vasco, reivindicaba el derecho de los vascos a convertirse en
nación independiente. El nacionalismo vasco de esta etapa exaltaba míticamente la raza, el pueblo y la lengua vasca.
Predicaban el desprecio a los de “fuera”, los llamados maketos, habitualmente castellanos, gallegos y andaluces que
habían emigrado al País Vasco para trabajar en las fábricas vascas. Este primer nacionalismo vasco, ligado a Arana, fue
muy conservador, antiliberal y católico integrista. El PNV encontró sus principales apoyos entre la pequeña burguesía y
el mundo rural.
5. Otros nacionalismos/regionalismos: Canarias, Galicia y Andalucía
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Introducción movimiento obrero
El movimiento obrero nació como respuesta de las clases trabajadoras a las duras condiciones de trabajo, las
desigualdades sociales y la ausencia de legislación laboral que se dio desde los inicios de la industrialización y la
aplicación de un sistema económico capitalista.
A lo largo del siglo XIX, los obreros adquirieron conciencia colectiva de pertenencia a una clase de intereses comunes.
Esto condujo a los trabajadores a organizarse para defender sus derechos a través de diferentes formas de
reivindicación y protesta que desde Europa se extendieron hacia España.
El movimiento obrero empezó a convertirse en oposición política a partir de inicios del siglo XX, cuando arraigó en los
centros urbanos industrializados. En el desarrollo del movimiento obrero encontramos dos tendencias básicamente: el
anarquismo y el socialismo.
1. Los anarquistas deseaban la abolición del Estado con todas sus instituciones (gobierno, ejército, policía…), la
supresión de la propiedad privada y la defensa del colectivismo, es decir, que los medios de producción fuesen
colectivos. También defendían la revolución violenta y el recurso a huelgas generales, sabotajes y actos terroristas
como medios para destruir el Estado. Eran anticlericales. La violencia y el terrorismo anarquista protagonizaron la
década de los ochenta y sobre todo de los noventa, fundamentalmente en Andalucía y Cataluña.
El anarquismo, que presentaba muchas divisiones internas, fue duramente reprimido por los gobiernos de la
Restauración. El anarquismo consiguió una mayor aceptación social, tanto en el campo, especialmente el andaluz como
en los centros industriales, sobre todo de Cataluña. Pero a diferencia del socialismo, se negaba a participar en la acción
política. Creían en la acción directa organizada a partir de los sindicatos, aunque en la década de los años 90 fueron
frecuentes las acciones violentas individuales.
El sindicato anarquista CNT (Confederación nacional de trabajadores) fue el sindicato con mayor número de afiliados,
en su mayoría jornaleros andaluces y obreros industriales catalanes y levantinos. Se implantaron en todos los ámbitos
laborales. La bomba en el Liceo de Barcelona (1893) y el asesinato de Cánovas en San Sebastián (1897) fueron dos
ejemplos de esta táctica y señalaron los enemigos contra los que los anarquistas luchaban: los burgueses y los políticos
de la Restauración. La influencia del anarquismo fue dominante en Cataluña, Levante y Andalucía.
2. De gran influencia política iba a ser el otro gran movimiento ideológico proletario, el socialismo. El socialismo es una
doctrina económica, social y política que propugna la justa distribución de la riqueza, condenan la propiedad privada y
la transformación radical de la sociedad. Promueven la colectivización de los medios de producción, de cambio y de
distribución. En definitiva, el control estatal de los sectores económicos.
En 1879, Pablo Iglesias fundó en la clandestinidad en Madrid el PSOE (Partido Socialista Obrero Español). Pocos años
después se fundó la UGT (Unión General de Trabajadores), sindicato afín al socialismo. La UGT se extendió sobre todo
en Madrid y en el Norte (Asturias y País Vasco). En su primera etapa, los socialistas se centraron en reivindicaciones
laborales, preocupados por mejoras en salarios, horarios y condiciones de trabajo. El PSOE no tuvo significación política
hasta 1910, cuando consiguió un diputado en las Cortes. La UGT y el PSOE mantuvieron pésimas relaciones con las
asociaciones obreras anarquistas, les separaban importantes diferencias ideológicas en cuanto a fines y medios para
conseguir sus objetivos. Así se demostró en España durante la crisis de 1917.
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