Prólogo

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Prólogo
He de comenzar dándote las gracias por abrir este libro y acercarte, con generosidad, a leer este poemario, y también decirte que en vez de titularse «Me recuerdo alzado y otros 100 poemas» pudiera denominarse «Un paseo por mi vida» porque,
en cierto modo, se hace un viaje por el tiempo que, hasta ahora, me ha tocado vivir. Pienso que en poesía las palabras deben ser la extensión de nuestros sentimientos y es precisamente lo que encontrarás a lo largo de este poemario. Está
estructurado en cuatro bloques diferenciados, aunque, en realidad, debiera decir interconectados: Poemas histórico-reivindicativos, Poemas de canto al amor, Poemas de recuerdos
de mi niñez y adolescencia y el último bloque que he titulado Otros poemas, en donde se abordan diferentes cuestiones.
Lo cierto es que no sé la razón por la que escribí y escribo poesía. Lo único que sé es que cuando me expreso a través de ella, me siento como si mi alma se desnudara ante aquellos que pudieran leer mis poemas, como si de una radiografía
se tratara. He de reconocer que, en gran medida y por mi profesión, normalmente mis escritos han estado más relacionados con la historia, la antropología, la biografía, la política o
con los valores, por citar algunos temas pero, generalmente,
se aprecia en ellos un cierto toque poético. Me siento muy
bien escribiendo sobre esos temas pero cuando escribo poesía es todo muy diferente porque en cierto modo no estás
dando a conocer, como habitualmente haces, lo que es ajeno
a ti, como puede ser el proceso histórico o a las otras culturas y seres humanos porque en este caso te estás retratando a
Me recuerdo alzado y otros 100 poemas [11]
ti mismo, mostrándote a los demás sin ningún tipo de filtro,
expresando lo que tu sensibilidad ha posibilitado crear.
Escribió el gran poeta romántico inglés, del siglo XIX,
John Keats: «The poetry of earth is never dead». Aquella frase viene a significar que la poesía está en todo momento presente, literalmente se puede traducir como: «Jamás la poesía
de la tierra se extingue» porque está en todos los aspectos y
en todos los momentos de nuestra existencia y en este poemario creo que se cumple, a rajatabla, esa premisa.
Otros hombres y mujeres nos dejaron maravillosas y significativas frases con respecto a la poesía y los poetas, y he
elegido algunas de ellas, aquellas con las que más me identifico, para hacer de presentación a este libro que tienes en
tus manos. Así, Gustavo Adolfo Bécquer hacía hincapié en
que la poesía está en el ambiente, en el paisaje, en los seres
humanos y decía: «Podrá no haber poetas, pero siempre habrá
poesía». La poesía está en todo y en todos, de forma inequívoca, y el poeta solo tiene que mostrar lo que sus ojos ven,
lo que su sensibilidad capta y su alma siente y darle, en consecuencia, su toque personal, aderezándolo con construcciones que nacen de su singular mundo interior, de sus ocurrencias y sueños.
La esencia de la poesía, en gran medida, se puede extraer de una frase escrita por la poeta francesa Luisa Victoria
Choquet, más conocida como Madame Ackermann, que decía: «Para escribir en prosa es absolutamente necesario tener
que decir algo; para escribir en verso no es indispensable». En
mi caso, para escribir poesía, sí ha sido indispensable porque
siempre lo he hecho porque necesitaba decir algo aunque,
eso sí, acompañándolo, y enriqueciéndolo, con aquello que
nos dijo el poeta, también de nacionalidad francesa, Aloysius
Bertrand: «El arte es la ciencia del poeta». Evidentemente, he
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querido comunicar, de la mejor manera que era capaz, ese
mundo interior que se dibujaba en mi mente a base de jugar
con las posibilidades del lenguaje, buscando siempre la manera más artística posible de presentarlo a los demás.
El gran escritor y político español Juan Valera escribía,
en un artículo publicado en el año 1882, lo que para él era
un poeta, y me parece que acertó plenamente: «…el poeta, a
más de la vista mental, distinta y clara, es menester que con
amor lo vea todo, a fin de hacerlo tan suyo que, al revestirlo de
forma con la palabra, le estampe su sello y le preste su condición y su vida». A mi entender se trata, precisamente, de eso,
de mostrar, de forma amorosa, el punto de vista personal sobre diferentes temas y vivencias.
De forma categórica se aprecia que es el poeta ese ser
humano que tiene por fieles amantes a la fantasía y a los sueños, además de sus referidas vivencias, y debido a ello escribía el escritor alemán Ludwig Börne: «La vida sería una eterna crueldad si no existiese la poesía. Ella nos da lo que la
naturaleza nos niega: una edad dorada que no se marchita; una
primavera que no cesa de florecer; una felicidad sin nubes y una
eterna juventud». Creo que en este poemario que te aventuras a leer puedes sentir, como si de ti se tratara, algo de lo sucedido al que escribe pero que, en general, le puede suceder
a cualquiera y es por ello que se convierte en parte de quien
lo lee porque, entre otras razones, solo he pretendido socializar mis vivencias y por ende las vivencias de cualquier ser
humano: la militancia y la defensa de ideales, el recuerdo, los
sueños, los seres a los que has amado, las personas a las que
has conocido y, en cierto modo, te han marcado, el paso del
tiempo, las cosas sencillas, las del día a día, las risas y también, necesariamente, los llantos. Reflejar todo ello a través
de la poesía hace que, como decía Ludwig Börne, tus sueños
Me recuerdo alzado y otros 100 poemas [13]
y vivencias se conviertan en algo intemporal, algo que parece que siempre está presente y que te da la mano para que el
tiempo se pare y no desespere.
Casi no recuerdo, mejor dicho, no recuerdo el momento en que escribí mi primer poema, pero muy posiblemente
fuera cuando era un adolescente y es por ello que el alma de
aquel niño y adolescente, sus sueños e ilusiones, estén siempre muy presentes en el que sigue escribiendo. Decía el gran
Miguel Ángel, pintor, escultor, pero también poeta, aunque
en esta faceta es menos conocido, posiblemente porque le
dio menos importancia a esta forma de compartir su creatividad y, según dicen algunos biógrafos, lo demuestra en un
escrito que hizo a Giorgio Vasari, también arquitecto, pintor
y escritor italiano del siglo XVI, que decía: «Dicen que ya me
vuelvo niño; y será cierto, puesto que hago versos». Yo estoy de
acuerdo, en gran medida, con Miguel Ángel porque la poesía, en ocasiones, hace que me vuelva niño o al menos deje
que aquel joven ser de entonces me lleve de su mano y me
haga soñar y viajar a través del tiempo. No tomo las palabras
del gran genio italiano en sentido peyorativo sino como una
hermosa posibilidad de traspasar la barrera del tiempo y llevarnos a otros momentos que fueron muy importantes en el
devenir de nuestra existencia.
De aquellos primeros poemas, aunque mejor sería llamarles prosa poética, no creo que quede nada, salvo que exista en algún libro, jugando al escondite entre sus páginas.
Más tarde, como cualquier otro enamorado, escribí muchísimos poemas, yo diría que cada día, y algunos de aquellos
quedarán entre mis muchísimos papeles. Luego me dediqué
a escribir poemas que regalaba a los amigos y amigas y no se
me ocurrió conservar, al menos una copia, entre otras razones, porque nunca pensé, en aquel entonces, en publicarlos.
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Una queridísima amiga, compañera de trabajo, me hizo ver,
en una ocasión, cuando degustábamos un café, la importancia de conservarlos y así lo hice a partir de aquel momento.
Seguía tratándose de una prosa poética relacionada con la
historia, el sentimiento de pertenencia, la canariedad, la naturaleza y el cuidado del entorno, la amistad y el amor. De
aquellos años quedan algunos poemas y también a otros se
les modificó algo su diseño primigenio. Pasaron los años y
aquellos pinitos me sirvieron para decirme que debía dedicarme a escribir poesía y así lo hice, entre otras razones, por
la necesidad de expresar mis sentimientos y sueños, que he
ido haciendo realidad, y algunos pocos que no, a través de la
palabra escrita. Los fui presentando en sociedad, transformándolos, mejorándolos hasta que llegó el momento en que
no necesitaba pensar en hacer un poema para que surgiera,
de lo más hondo de mi ser, algo que a mí mismo me sorprendía gratamente. Comenzó entonces mi auténtica pasión
por la poesía, hará, aproximadamente, unos quince años. La
lectura de estos últimos sí me transportaba, me hacía volar
y volar y, cada día, quedaba más satisfecho con lo que salía
de mí cabeza y mi mano derecha, presurosa, lo reflejaba sobre el papel. Así, de sencillo, surgió el poeta que desde siempre estuvo en mí pero que, posiblemente, por timidez o pudor no se atrevió a llamarse a sí mismo poeta hasta hace muy
poco tiempo. Hoy en día me siento poeta y los parabienes de
los seres humanos que me rodean, los de las amigas y amigos, su ánimo constante, sus mensajes para que publicara los
poemas que escribía hicieron que me viera con ánimo para
sacar a la luz mi primer libro de poemas, este que tienes en
tus manos. Es solo el principio porque esperan, impacientes,
otros tantos para que les presente en sociedad y otras personas puedan leerlos. La mayoría de los poemas, excepto los
Me recuerdo alzado y otros 100 poemas [15]
pocos que están fechados, que integran este poemario fueron escritos entre los años 2010 y 2014.
Como se podrá comprobar, cada poema aparece con una
explicación previa, la misma que utilicé en el momento en
que fueron creados y, en general, no he querido modificarla
porque nos aporta una serie de datos que hoy, en el momento de elaborar el presente poemario, no sería la misma, o al
menos sería algo diferente. Debido a ello, el lector se encontrará que algún poema tendrá alguna explicación previa algo
parecida a otras que se hayan podido leer previamente.
En la portada de este poemario se encuentra la imagen de
una escultura de mi hermano Javi, la titulada «Pensador». Cuando le hablé de la intención de publicar el presente poemario,
para que colaborara con una imagen, me comentó que no sabía lo que podía aportar pero unos días después de reflexionar
sobre la propuesta me dijo que lo ideal sería su pensador y así
cerramos este aspecto del proyecto que tienes en la mano.
Como han podido leer, toda mi vida profesional ha estado relacionada con aspectos sociales, sobre todo con la verdad histórica y con la educación, con el ser humano, y creo
que debido a ello siempre he tenido presente una frase del
escritor y periodista francés, Jules Barbey d´Aurevilly que
dice: «Donde los historiadores se detienen, sin saber ya nada,
aparecen los poetas y adivinan».
Muy posiblemente, y de forma inconsciente, sea la razón que esgrime Jules Barbey d´Aurevilly la que me ha llevado a escribir poesía. Desde hace mucho tiempo me pregunto, sin darme respuestas convincentes, la razón de por
qué he escrito poesía. Después de tantos años creo haber encontrado la respuesta definitiva.
Debo decir que todo lo que he escrito está dedicado a
los seres que quiero, a los que he amado y sigo amando, a mi
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familia y a todas las personas que, de una manera u otra, han
hecho que el que escribe haya logrado gran parte de lo que
siempre soñó y deseó. Digo gran parte porque lo que ha dependido de mi esfuerzo creo, humildemente, que lo he logrado pero lo que no he podido conseguir no depende solamente de mi trabajo y es por ello que para que se dé tienen que
influir otros factores ajenos a mi deseo y esfuerzo personal.
Después de leer el presente poemario podremos estar de
acuerdo con el escritor francés Edmond de Goncourt, cuando decía, haciendo alusión a las fantasías y al mundo mágico
creado por el poeta, la siguiente frase: «Poeta: un hombre que
sube a una estrella con escala de cuerda y tocando el violín».
De forma evidente me siento muy identificado con dicha frase porque creo que siempre he sentido la necesidad de
volar y volar aunque no lograra tocar el violín. En aquellos
momentos en que mi imaginación me lo solicitaba la he dejado emprender el vuelo para que entrara en contacto con
esa otra dimensión que sólo la poesía es capaz de traspasar
y así servir de guía a mi deseo de poder entrar en el mundo
de los sueños, para que en ellos la realidad encontrara otras
respuestas, y así perderme en otros escenarios que solo con
la fantasía era posible disfrutar.
Me recuerdo alzado y otros 100 poemas [17]
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