LECTIO DIVINA COMISIÓN DIOCESANA DE ANIMACIÓN BÍBLICA

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LECTIO DIVINA
COMISIÓN DIOCESANA DE ANIMACIÓN BÍBLICA
23 marzo de 2014
III DOMINGO DEL TIEMPO DE CUARESMA
¨En la Diócesis de Texcoco, nos reconocemos, valoramos y aceptamos como personas para ser
casa y escuela de comunión¨
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Señor, Tú que has buscado siempre a los más débiles y no haces distinción entre personas y estas
siempre con un corazón abierto a recibir a todos, te pedimos que nos envíes tu Espíritu para que
nos ayude a escuchar tu Palabra y nos lleve a vivir una realidad más plena en el amor y en el
compartir. Todo esto te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
1. LECTURA DEL TEXTO BÍBLICO (Jn 4, 5-42)
¿Qué dice el texto?
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria, llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob
a su hijo José. Ahí estaba el pozo de Jacob. Jesús, que venía cansado del camino, se sentó sin más
en el brocal del pozo. Era cerca del mediodía. Entonces llegó una mujer de Samaria a sacar agua y
Jesús le dijo: "Dame de beber". (Sus discípulos habían ido al pueblo a comprar comida). La
samaritana le contestó: "¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy
samaritana?" (Porque los judíos no tratan a los samaritanos). Jesús le dijo: "Si conocieras el don
de Dios y quién es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y él te daría agua viva". La mujer le
respondió: "Señor, ni siquiera tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo, ¿cómo vas a darme
agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del que bebieron
él, sus hijos y sus ganados?" Jesús le contestó: "El que bebe de esta agua vuelve a tener sed. Pero
el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed; el agua que yo le daré se convertirá
dentro de él en un manantial capaz de dar la vida eterna".
La mujer le dijo: "Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni tenga que venir hasta
aquí a sacarla". Él le dijo: "Ve a llamar a tu marido y vuelve". La mujer le contestó: "No tengo
marido". Jesús le dijo: "Tienes razón en decir: 'No tengo marido'. Has tenido cinco, y el de ahora
no es tu marido. En eso has dicho la verdad".
La mujer le dijo: "Señor, ya veo que eres profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte y
ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén". Jesús le dijo: "Créeme, mujer,
que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes adoran
lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos. Porque la salvación viene de los judíos.
Pero se acerca la hora, y ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre
en espíritu y en verdad, porque así es como el Padre quiere que se le dé culto. Dios es espíritu, y
los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad". La mujer le dijo: "Ya sé que va a venir el
Mesías (es decir, Cristo). Cuando venga, Él nos dará razón de todo". Jesús le dijo: "Soy yo, el que
habla contigo".
En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron de que estuviera conversando con una mujer; sin
embargo, ninguno le dijo: ‘¿Qué le preguntas o de qué hablas con ella?' Entonces la mujer dejó su
cántaro, se fue al pueblo y comenzó a decir a la gente: "Vengan a ver a un hombre que me ha dicho
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todo lo que he hecho. ¿No será éste el Mesías?" Salieron del pueblo y se pusieron en camino hacia
donde Él estaba. Mientras tanto, sus discípulos le insistían: "Maestro, come". Él les dijo: "Yo tengo
por comida un alimento que ustedes no conocen". Los discípulos comentaban entre sí: "¿Le habrá
traído alguien de comer?" Jesús les dijo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar
a término su obra. ¿Acaso no dicen ustedes que todavía faltan cuatro meses para la siega? Pues
bien, yo les digo: Levanten los ojos y contemplen los campos, que ya están dorados para la siega.
Ya el segador recibe su jornal y almacena frutos para la vida eterna. De este modo se alegran por
igual el sembrador y el segador. Aquí se cumple el dicho: 'Uno es el que siembra y otro el que
cosecha'. Yo los envié a cosechar lo que no habían trabajado. Otros trabajaron y ustedes recogieron
su fruto". Muchos samaritanos de aquel poblado creyeron en Jesús por el testimonio de la mujer:
'Me dijo todo lo que he hecho'. Cuando los samaritanos llegaron a donde Él estaba, le rogaban que
se quedara con ellos, y se quedó allí dos días. Muchos más creyeron en Él al oír su palabra. Y decían
a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú nos has contado, pues nosotros mismos lo hemos oído y
sabemos que Él es, de veras, el Salvador del mundo". Palabra del Señor.
Pistas de reflexión
Contexto bíblico
Los samaritanos eran descendientes de dos grupos: 1. El resto de los israelitas que no fueron
deportados cuando cayó el reino del norte en el 722 a, C.; y 2. Los colonos extranjeros traídos de
Babilonia y Media por los conquistadores. Estos trajeron también sus dioses que con el tiempo, fueron
aceptados por el resto de los habitantes. Entre los samaritanos y los judíos había una verdadera
confrontación, sobre todo por razones teológicas. El sentido de los versículos que se refieren a los
maridos, hay que buscarlo en el trasfondo profético, que nos lleva a la infiel relación de Samaría con
Dios. En Os 1,2 la prostituta y en Os 3,1 la adúltera, son la imagen del Reino de Israel que tenía a
Samaría como capital. Su prostitución consistía en haber abandonado al verdadero Dios.
Juan dice que Jesús “Dejó a Judea, y se fue otra vez a Galilea” (v. 3). La ruta directa de Judea a
Galilea pasa por Samaria pero los judíos, que desprecian a los samaritanos, a menudo evitan pasar
por Samaria, viajando al este del Río Jordán. Si “era necesario que Jesús pasara por Samaria,” la
razón más probable es teológica en vez de geográfica. El relato de la samaritana describe una de
las escenas más humanas de los Evangelios. Y descubre a Jesús Mesías y Templo de la presencia
de Dios entre los hombres. La enseñanza principal está en: sustituir un culto vacío por el verdadero
culto en Espíritu y en Verdad (23).
Texto bíblico
A. Dialogo de Jesús con la samaritana
“Vino, a un pueblo de Samaria que se llamaba Sicar. “Era cerca del medio día” (v. 6). Generalmente,
las mujeres van a sacar agua del pozo más temprano o más tarde en el día para evitar el calor. El
agua es difícil de llevar, pero las visitas al pozo les proporcionan un poco de contacto social. Quizá
esta mujer viene al mediodía para evitar a las otras mujeres, cuyo nivel social le recordaría su
marginación. Y Jesús le dice: “Dame de beber” (v. 7). El pedido de Jesús es natural en cierto sentido.
Pero que un hombre, especialmente un Maestro, inicie una conversación pública con una mujer,
cualquier mujer, no era natural a los ojos de la comunidad.
En el dialogo le habla a la mujer samaritana de “agua viva,” y ella lo oye como agua física. A la
mujer samaritana Jesús le dice “Mas el que bebe del agua que yo le daré, para siempre no tendrá
sed.” Ella responde, “Señor, dame esta agua, para que no tenga sed, ni venga acá a sacarla.” A la
mujer samaritana le dice, “Ve, llama a tu marido, y regresa. “No tengo marido” (v. 17). No
conocemos en detalle las relaciones de esta mujer. ¿Está divorciada o viuda? A pesar de la falta de
detalles, el tono del pasaje deja claro que está fuera de los límites apropiados una persona normal
y corriente. Y él le dice: “Porque has tenido cinco maridos: y el que ahora tienes no es tu marido”
(v. 18). Podríamos evitar dar este tipo de información tan incómoda de la vida de una persona, pero
Jesús le hace ver su realidad. No puede ayudar a esta mujer sin confrontarla en su nivel más
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profundo. Por lo tanto, Él no titubea al hacerlo. Y la mujer le responde “Señor, parece que eres
profeta” (v. 19).
B. Adoración en Espíritu y en Verdad
La mujer al ir descubriendo a Jesús va entrando en un ambiente de confianza y va preguntando, y
aclarando sus dudas y principalmente en el lugar de adoración. Una vez que esta mujer reconoce a
Jesús como un profeta, tal pregunta naturalmente surgiría. “Nuestros padres adoraron en este
monte, y ustedes dicen que el sitio donde se debe dar culto a Dios está en Jerusalén” (v. 20).
“Mujer, créeme, que la hora viene, cuando ni en este monte, ni en Jerusalén adorarán al Padre” (v.
21). Dios no es restringido por geografía a un lugar. Pero “La hora viene, y ahora es.” El momento
que han esperado ya está aquí. “Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que
conocemos” (v. 22).
Jesús dice. “Dios es Espíritu; y los que le adoran deben hacerlo en Espíritu y en Verdad” (v. 24). En
tiempos anteriores, Israel pensaba de Dios como un ser que vivía en el tabernáculo especialmente
en el Sagrado de los Sagrados. En la época de Jesús, piensan que Jesús vive en el templo de
Jerusalén. Sin embargo, Dios es Espíritu y, por lo tanto, puede ir dónde quiera, puede estar presente
en todos los lugares. Y es Jesús se le auto revela como el Mesías. Y Como el mismo templo de Dios.
C. Sorpresa de los discípulos y anuncio de la mujer
“En esto llegaron los discípulos y se sorprendieron que estuviera conversando con una mujer” (v.
27). Los discípulos estaban asombrados, pero se guardan su preocupación. Y “Entonces la mujer
deja su cántaro, y fue al pueblo” (v. 28). El cántaro de agua es valioso, pero haría más lento su
viaje. Ella tiene un mensaje importante que debe compartir con la gente del pueblo. Más adelante
ella puede recoger el cántaro pero el cántaro de agua no es ahora su preocupación. Hay algo más
interesante que aquello. “Vengan, a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho: ¿No
será este el Mesías? (v. 29). Los discípulos le insisten Maestro y le dicen que coma pero Él les dice,
“Yo tengo por comida un alimento que comer, que ustedes no conocen” (v. 32). Cuando los
discípulos malentienden, Él explica: “Mi alimento es que haga la voluntad del que me envió, y llevar
a término su obra” (v. 34). Aquéllos que se sienten llamados pueden apreciar el significado de Jesús.
Jesús usa dos declaraciones proverbiales. La primera, “Cuatro meses hasta que llegue la siega” (v.
35), señala a la espera entre que se planta y se cosecha. Ahora, sin embargo, no hay necesidad de
esperar, porque “las regiones ya están blancas para la siega” (v. 35). La gente del pueblo es el
campo listo para cosechar. El segundo proverbio, “Que uno es el que siembra, y otro es el que
cosecha” (v. 37), es derivado de Miqueas 6:15, “Tú sembrarás, mas no segarás.” En su contexto
original, era un aviso que la gente no cosecharía las bendiciones por las que habían trabajado. Es
posible que nunca veamos los frutos de nuestro trabajo espiritual, pero podemos asegurarnos de
que el Espíritu está trabajando detrás del escenario.
D. La mujer testifica el mensaje de salvación
La mujer testifica, “me dijo todo lo que he hecho” (v. 39), y los aldeanos respondieron con
entusiasmo, viniendo a ver a Jesús. Podemos aprender algo aquí sobre el testigo eficaz: La mujer
no es el candidato ideal para ser un evangelista. No solo es su carácter cuestionable, sino que
también su comprensión es incompleta. La mujer se apega a lo que ella conoce por su propia
experiencia. Ella le dice a la gente lo que Jesús ha hecho por ella. Testimonio personal es poderoso,
y nos inspira a unirnos a la experiencia. Aunque su testimonio se enfocó en Jesús, “su estatus de
persona en el margen... se transforma por su profunda convicción como discípulo de Jesús”.
La gente del pueblo le escucha y le responde. Ella, que ha sido una vergüenza y es apenas visible,
cumple con un ministerio importante para la comunidad. “Y se quedó allí dos días” (v. 40). Es tan
incomprensible que un rabí judío escogiera quedarse entre samaritanos. Pero es una razón fuerte
de fe y responden. “Ya no creemos por tu dicho; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos
que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo” (v. 42). Ésta es la más fuerte
confesión cristología encontrada en el Evangelio.
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Preguntas para la lectura:
¿A dónde llego Jesús?
¿Cómo venía Jesús?
¿Con quién entablo el diálogo y de que platicaban?
¿Qué le ofreció Jesús?
¿Cuál fue la actitud de los discípulos?
¿Qué actitud tuvo la mujer después de reconocer al Mesías?
2. MEDITACIÓN: (Qué me/nos dice la Palabra de Dios)
¿Seré capaz de buscar a Jesús que es el agua viva que da vida eterna?
¿En mi relación con los demás hermanos en mi comunidad, tendré favoritismos?
¿Cómo voy alimentando mi vida cristiana para que crezca mi fe?
¿Me doy cuenta de que con Jesús ya tengo el agua viva que calma toda mi sed de felicidad?
Después de estar con Jesús, ¿me siento evangelizador ante los hermanos?
3. ORACIÓN: ¿Qué le digo al Señor? ¿Qué le decimos?
Gracias Jesús que nos das todos los días el manantial de la vida, el amor, la relación con nuestros
seres queridos, y todos los días nos regalas el pan de la vida en la Eucaristía, que nos hace crecer
más en tu amor. Y porque nos invitas a adorarte en Espíritu y en Verdad. Por eso te damos gracias
Señor. Gracias Señor, gracias Señor.
Te pedimos perdón por las ocasiones que no hemos sabido reconocerte en los hermanos y por las
veces que hemos discriminado a las personas por no creer y pensar como nosotros. Por las veces
que no hemos cumplido con el mandato de llevar la buena noticia con amor y sinceridad a los
demás. Por eso te pedimos perdón. Perdón Señor, perdón Señor.
4. CONTEMPLACIÓN:
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A Jesús, cansado del camino, que pide agua para beber.
A la samaritana que descubre a Jesús y bebe del agua de la vida.
A ti mismo, que en te arriesgas a beber del agua de la vida y tienes la valentía de anunciar la
salvación a los demás en muchos momentos.
A los discípulos que se sorprender de ver a Jesús dialogando con una mujer extraña.
5. ACCIÓN: ¿A qué me comprometo?
La intención general del apostolado de la oración del Papa para el mes marzo es:
Universal: derechos de la mujer.
“Para que todas las culturas respeten los derechos y la dignidad de la mujer.”
Como Jesús que valoró a la samaritana, yo valore a las mujeres de mi familia respetándolas y
reconociendo su dignidad como mujeres que tienen un gran valor en mí y en la sociedad.
Por la evangelización: Vocaciones. “Para que numerosos jóvenes acojan la invitación del Señor a
consagrar sus vidas al anuncio del Evangelio”.
En mis pequeñas comunidades, transmita el mensaje de la misericordia y el amor de Dios, siendo
misericordioso con mis hermanos y aceptándolos con sus virtudes y limitaciones.
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