SOCIEDAD COLOMBIANA DE ANESTESIOLOGIA Y REANIMACION - SCARE RESPONSABILIDAD DEL EQUIPO DE TRABAJO EN SALUD María Cristina Morales de Barrios Fernando Guzmán Mora Eduardo Franco Delgadillo Este Archivo se suministra para fines informativos y académicos, y se encuentra acogido a leyes de Propiedad Intelectual, NO se autoriza su reproducción total o parcial, salvo Autorización por Escrito de la Sociedad Colombiana de Anestesiología o Reanimación - SCARE RESPONSABILIDAD DEL EQUIPO DE TRABAJO EN SALUD TRABAJO EN EQUIPO Hoy en día el trabajo médico, especialmente el de tipo hospitalario, se lleva a cabo en equipo. El ejercicio exclusivamente individual es cada vez más escaso. Desde el punto de vista de los procedimientos médicos, cuando un paciente es tratado en un hospital o clínica, puede serlo en varias formas, cada una de las cuales origina un tipo especial de responsabilidad: 1- Bajo la dirección del médico que ordena el tratamiento, en cuyo caso los demás participantes son dependientes. Ej.: Cirujano, residente e instrumentadora; intensivista, residente y enfermera; hemodinamista, residente y técnico radiológico. El jefe del equipo responde por el daño que ocasione en forma directa (artículo 2341 del código civil): "[...] El que ha cometido un delito o culpa, que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización, sin perjuicio de la pena principal que la ley imponga por la culpa o el delito cometido [...]" Como además en estos casos, la responsabilidad no sólo abarca las acciones del jefe de equipo sino las de sus colaboradores, se dice que el jefe es 'comitente' y por lo tanto responde de las acciones de sus auxiliares, dependientes y sustitutos, tanto en el plano contractual, como extracontractual. Si se plantea una demanda por daño, la responsabilidad es solidaria: Responde el autor del daño y quien debe supervisarlo. Ésta se considera una responsabilidad indirecta o refleja. El artículo 2347 del Código Civil es claro en este aspecto: "[...] Toda persona es responsable, no solo de sus propias acciones para el efecto de indemnizar el daño, sino del hecho de aquellos que estuvieren a su cuidado...]" Ahora bien, si logra demostrarse como causante del daño a un miembro específico del equipo, los demás participantes (excepto el jefe del equipo) pueden eximirse de culpa, teniendo la carga de la prueba en su contra. Los subalternos, que en su práctica médica son orientados y dirigidos por el jefe médico, o jefe del equipo, han de responder por sus propias equivocaciones, operando respecto de otros miembros del equipo el principio de la incomunicabilidad de la culpa. El mencionado jefe del equipo tendrá una responsabilidad vicariante por haber delegado funciones o por haber adquirido institucionalmente un compromiso de vigilancia y dirección del pupilo. Esta circunstancia ocurre, como en seguida se verá, en las escuelas de medicina, que imponen a los docentes la responsabilidad de velar por el correcto desempeño de los practicantes (internos y residentes) y de responder por sus errores culposos, claro está, que "pese a su cuidado y autoridad no hubieren podido evitar el hecho" (CC art. 2347 ¡n fine). Confluyen, pues, responsabilidades en la institución en que el equipo desarrolla su actividad médica; la institución que, generalmente por convenio, envía a los practicantes a ese centro hospitalario; y el médico jefe, que es el directamente encargado de supervisar esa práctica. No responde el jefe, cuando el causante del daño es un dependiente ocasional o accidental, como ocurriría con una enfermera particular contratada por el paciente para su vigilancia nocturna, o con una enfermera facilitada por la clínica para que cubra por un día la licencia de la integrante del equipo que cuida la evolución del enfermo. Y siempre que se hable de los cuidados brindados en la etapa postoperatoria o de los seguimientos a la evolución del tratamiento, ha de considerarse la circunstancia de integración del equipo o de responsabilidad individual, porque generalmente el equipo que ha actuado como un solo cuerpo para un fin específico (v. g. la intervención quirúrgica), se descompone una vez alcanzado su propósito; sobreviene para el paciente una etapa diferente, de cuidado y recuperación, en la que seguirá siendo vigilado por el médico que lo intervino, pero en la que otros profesionales asumen el control directo. También deben considerarse los diferentes contratos que pueden surgir, y de hecho surgen, durante el período de internación del paciente en el centro hospitalario: porque una será la relación con su médico tratante, otra con el anestesiólogo de la institución, otra con el personal para médico, etc. En cada caso, las personas participantes tendrán una pequeña parcela bajo su dominio que, aunque exclusiva, no es generalmente excluyente de la responsabilidad de otros. Hablando de la salud, cualquier daño puede tener origen en una serie de causas: un leve error médico, más un descuido pequeño por parte de la enfermera que suministra el medicamento, más la falta de un equipo adecuado en el centro hospitalario; o la simple inadvertencia por parte del médico de una conducta clínica no apropiada anterior al momento en que este profesional asume el cuidado (por ejemplo, en los casos de remisión de pacientes entre centros de atención), sin necesidad de que se haya roto la cadena de cuidado, puede llevar imperceptiblemente a la agravación o incluso a la muerte del enfermo. Es importante resaltar que corresponde a cada uno de los participantes probar su diligencia y cuidado, para eximirse de esta responsabilidad en red, que surge de las actuaciones conjuntas o secuenciales. 2- Cuando la atención médica se presta en forma simultánea (Ej.: cirujano y anestesiólogo, neumólogo e intensivista). Aquí existen varios tipos de contrato médico: el del cirujano, el del anestesiólogo y el de la institución hospitalaria. La responsabilidad es individual, por parte del autor directo del daño. Hay que dejar en claro que en el caso de una intervención quirúrgica, el cirujano y el anestesiólogo tienen su propio campo de responsabilidad, es decir, el uno no es dependiente del otro, pues cada uno es especialista en su área. Sin embargo, en caso de daño, la acción nociva de alguno puede agravarse con la conducta culposa del otro. 3-En actos asociados pero independientes (Ej.: ginecólogo, laboratorista y radiólogo). Cada uno responde si ocasiona daño y se prueba culpa. Además, puede existir responsabilidad compartida. El equipo médico es, pues, el grupo de profesionales de la salud que tiene a su cargo la atención, el manejo y la responsabilidad del enfermo, cada uno en su campo y trabajando como un todo. LOS PROFESORES UNIVERSITARIOS ¿Quiénes y de qué manera enseñan en los hospitales universitarios? La estructura de un hospital universitario se mueve alrededor de la jerarquía académica de sus docentes. Allí trabajan los especialistas por varios motivos, entre los que se cuentan: el volumen de casos que pueden ser atendidos, el tipo de enfermedades que presentan los pacientes que acuden a esa institución, la posibilidad de efectuar investigaciones clínicas específicas por la clase de lesiones que allí se observan, el honor de la docencia, la remuneración, y el amor al trabajo hospitalario. El volumen de casos que acude a los hospitales es enorme. Un cirujano de hospital distrital, por ejemplo, al llegar a su turno nocturno puede escoger de una lista que le es presentada, cuántos y cuáles pacientes ubicados en hospitales de primero y segundo nivel desea y está en capacidad de atender, aparte de los que lleguen en forma directa a las urgencias del hospital en donde se esté prestando el servicio. Así por ejemplo, el cirujano revisa su propio servicio y encuentra un enfermo con una apendicitis aguda, otro con una obstrucción intestinal y un tercero con una herida en una arteria principal de la pierna. Ante esto es claro que escoge llevar de inmediato a cirugía al paciente de la lesión arterial y ordena preparar a los otros dos, con el objeto de continuar de inmediato con las respectivas cirugías. Simultáneamente, calcula su tiempo aproximado de trabajo y escoge de la lista de otros hospitales a aquellos enfermos que tengan a su vez prioridades inmediatas, con el objeto de recibirlos, prepararlos e intervenirlos. En una palabra, el especialista planea su noche de trabajo para rendirla al máximo, con el mayor número posible de enfermos y las afecciones más graves. El tipo de alteración específica es otra de las motivaciones para que un especialista prestante continúe laborando en una institución de asistencia. Así, hay cirujanos que se sienten más recompensados con la cirugía de trauma, otros prefieren la cirugía oncológica, en fin, se puede escoger entre una amplia gama de posibilidades, todas susceptibles de gran satisfacción y, como regla general, muy poca retribución económica. El honor de la docencia es algo que la mayoría de los especialistas lleva muy arraigado, desde sus tiempos de formación como estudiante. Enseñar al colega es parte de nuestro juramento. Respetar al maestro es característico de todo buen médico. Estudiar permanentemente es una obligación profesional. Mejorar el bagaje intelectual es un imperativo ético. Sin embargo, el pago por la docencia universitaria médica es poco menos que insultante. Un sueldo promedio para un profesor de cirugía de una escuela de medicina privada, oscila alrededor de lo que devenga un obrero raso. Y ese salario incluye la preparación de clases, la enseñanza frente al lecho del enfermo, la orientación de los estudiantes de los diferentes niveles, el desempeño de intervenciones quirúrgicas analizadas paso por paso y la supervisión de operaciones por parte de los residentes. Esta ultima actividad conlleva una gran carga de ansiedad, por las complicaciones que puedan presentarse en el curso de las mismas y de las cuales el principal responsable es el profesor. TIPOS DE CULPA EN EL EJERCICIO DE GRUPO A- Culpa debido a error no excusable del director del equipo, en cuyo caso responde ante la Ley si se prueba impericia, negligencia, imprudencia o dolo. B- Culpa debido a error de uno de los integrantes del equipo dependientes de su di rector. En este caso ambos deben responder. Ej.: El profesor de cirugía que deja intervenir un paciente por el residente sin la respectiva supervisión. Ej.: El olvido de una compresa por parte de una instrumentadora que no practica un recuento antes de cerrar el abdomen. A este respecto, dice el artículo 2344 del CC: "Si un delito o culpa ha sido cometido por dos o más personas, cada una de ellas será solidariamente responsable de todo perjuicio procedente del mismo delito o culpa, salvo las excepciones de los artículos 2350 y 2355 [...] Todo fraude o dolo cometido por dos o más personas produce la acción solidaria del precedente inciso[...]" En este sentido pueden determinarse dos tipos de obligaciones, consideradas en nuestra ley y en algunas jurisprudencias extranjeras: la obligación mancomunada y la solidaria. En la primera, el resarcimiento del daño o deuda hacia el paciente lesionado se puede dividir en tantas partes como causantes haya, quedando por lo tanto cada uno con parte del costo de indemnización. En las obligaciones solidarias, el paciente puede exigir el pago total a cualquiera de los miembros del equipo demandado. C- A la culpa del uno se puede sumar el descuido o falta de vigilancia del otro. Ej.: El anestesiólogo que, sabiendo que un médico no es cirujano titulado y conociendo además su incompetencia técnica, procede con la anestesia. Ej.: El anestesiólogo que se ausenta de la sala de cirugía y el cirujano que lo permite. Agravantes: Uno de los miembros del equipo advierte del error que se está cometiendo y del daño a causar, pero el corresponsable no acepta la sugerencia. Es evidente que, en casos como éste, el sujeto que en un primer momento desarrolla una actuación simplemente culposa, una vez advertido por otro de su descuido o equivocación, si persiste, ya lo hace con pleno conocimiento y completa voluntad, por lo que, al 'querer' actuar en esa forma y ser consciente del daño que va a causar, habrá pasado de la culpa al dolo. D- La culpa colectiva. Cuando existe un daño evidente y no se puede atribuir la responsabilidad a un miembro del equipo en particular, la responsabilidad es colectiva. Esto aplica en la esfera civil y no en la penal. Se basa en la dificultad de determinar el causante del daño, sea por lo complicado de un procedimiento o por el fenómeno del encubrimiento por parte de los demás miembros del equipo. E- Culpa por utilización de equipos defectuosos. En este caso, a sabiendas de que los instrumentos no son idóneos, se insiste en utilizarlos de modo que, sin poder confiar en ellos, se comete evidentemente una imprudencia. Quedaría exculpado, como es lógico, el personal médico, paramédico o de enfermería que los usara como último recurso absolutamente necesario y ante la carencia de alternativas viables. Los equipos son instrumentos, es decir, aparatos inventados por el hombre para realizar un determinado fin. Habían sido tradicionalmente la prolongación de las manos, que permitían la realización de actividades más precisas y efectivas. Hoy son verdaderas prolongaciones del cerebro, que ayudan en la toma de decisiones (desde un simple termómetro hasta el complicado tomógrafo axial, capaz de efectuar cortes visuales micrométricos a un órgano sin 'tocarlo'). Si estos equipos fallan, el médico sabe que toda su operación quirúrgica o su conjetura diagnóstica fallarán. Por esto será culpable de la utilización de herramientas en mal estado, siempre y cuando existan posibilidades alternativas. LA DELEGACIÓN DE FUNCIONES EN LA PRÁCTICA MÉDICA En términos administrativos, delegar significa distribuir funciones específicas entre los subordinados (profesores subordinados, residentes, internos, estudiantes, enfermeras y personal paramédico), sin disminuir la responsabilidad del mando y manteniendo un estrecho nivel de supervisión. Una correcta delegación amplía el campo de acción profesional en la medida en que el aporte de los colaboradores sea superior al costo de su intervención. Esto incluye la consideración de costo-efectividad. Por ejemplo, cuando se delega una función técnica, como intervenir un paciente con apendicitis aguda, se debe sopesar la necesidad de proteger al enfermo, contra la conveniencia de permitir al residente quirúrgico verificar sus conocimientos teóricos en la práctica, pero siempre bajo la supervisión de alguien jerárquicamente superior. Por otro lado, puede llegar a suplir algunas limitaciones de tiempo de los docentes, brindando más tiempo a su labor de coordinación, introduciendo a la vez elementos de auto respeto en quien se encuentra en período de práctica, y mejorando la calidad del trabajo de grupo. Simultáneamente, sirve para evaluar el trabajo de los subordinados. En el medio hospitalario, al igual que en muchas empresas similares, las causas de ausencia de delegación por parte del docente incluyen: falta de confianza en sí mismo y en los subordinados; pobre definición de obligaciones; temor de capacitar a posibles competidores; imagen hipertrófica de sí mismo; impaciencia o ansiedad; y temor a parecer poco eficiente desde el punto de vista asistencial. La contraparte, es decir, la falta de aceptación de funciones delegables por parte del subordinado se puede deber a varias razones: temor a asumir responsabilidades; falta de estímulos; exceso de trabajo; y miedo a las sanciones, entre otros. A pesar de las consideraciones anteriores, dado el cambio efectuado en el ejercicio médico, existen algunas funciones que no son delegables, entre las cuales se incluyen: decisiones que afectan a grandes grupos profesionales; hechos decisivos en la terapéutica de un enfermo; mantenimiento de la disciplina hospitalaria y universitaria; funciones técnicas que requieren talentos especiales; tareas delicadas de emergencia; y aquellos trabajos específicamente asignados por las autoridades del hospital a personas concretas. El proceso de delegación incluye varios pasos: asignación de deberes (actividades a realizar); asignación de autoridad (dar poder para 'hacer algo en nombre de'); asignación de responsabilidades (compromiso del subordinado para realizar lo que se le ordena). En esencia son responsabilidades operativas, pues la responsabilidad última nunca se delega. Las consideraciones en el proceso son: tener en cuenta las habilidades de quien recibe la delegación; no delegar tareas cuyos resultados no se puedan controlar; delegar en aquellos que compartan la filosofía de la función delegada; y una vez se delegue, evaluar el modo operativo y los resultados. La actitud de quien delega una tarea a otro debe acompañarse de varios soportes: controlar sin interferir las actividades; si se cometen errores ofrecer otra oportunidad supervisada; delegar estimulando y apoyando; no delegar en quien no se tenga confianza; compartir responsabilidad en la delegación y apoyar al subordinado; fijar plazos, objetivos y recursos; determinar cómo se reconocerá la buena ejecución de las tareas y las sanciones en caso de fracaso; no delegar ejercicio de poder en quien no esté preparado para ejercerlo; o no delegar si esto causa reacciones negativas en otros subordinados ¿Cómo se controla la delegación? Por medio de reportes periódicos, asistencia al subordinado, tomando en cuenta opiniones de otros, reuniones de rutina de asesoría y observación directa sin frustrar la iniciativa. Por último, algunos factores de contingencia en la delegación incluyen: 1. Tamaño de la organización (a mayor tamaño mayor necesidad de delegar) 2. Importancia de la decisión a tomar (a mayor importancia menos debe delegarse) 3. Complejidad de la tarea (a mayor complejidad, mayor necesidad de delegar a los especialistas) 4. Cultura organizacional (a mayor cultura y confianza, mayor frecuencia de delegación) 5. Cualidades de los subordinados (a mejores cualidades, mayor delegación). RESPONSABILIDAD EN CASOS DE DELEGACIÓN 1. Delegación sin producción de daño. En este caso, siguiendo las normas de excelencia del acto médico, si se obtiene el resultado esperado o, en caso de no obtenerse tampoco se causa un daño, no cabría posibilidad de queja por parte del enfermo. 2. Delegación con producción de daño. En este caso el médico delegante responde contractualmente. El sustituto responde en la misma forma cuando el paciente ha sido informado de la delegación y ha dado su consentimiento para la misma. De lo contrario, responde en forma extracontractual. 3. Derivación hacia otro especialista. Esta puede hacerse, bien porque se requiere una participación simultánea, en cuyo caso y de acuerdo con circunstancias específicas de cada caso, uno o ambos médicos responden si se produce un daño. 4. Transferencia a otro colega, bien porque el manejo del primer médico ya cumplió su cometido (Ej.: paciente con trauma de tórax que requiere un tubo de tórax y luego de obtener expansión pulmonar, una vez se retire el tubo en forma definitiva, se transfiera al neurocirujano para manejo de lesión medular severa); o porque el médico tratante inicial considera que se sale de sus manos el manejo (Ej.: el médico de urgencias que atiende al paciente en estado de choque por un aneurisma roto y remite el enfermo al cirujano para corrección de la patología de base). LOS RESIDENTES HOSPITALARIOS Los médicos residentes son profesionales graduados, luego de por lo menos siete años de estudios universitarios, que han escogido sacrificar otros cuatro a seis años adicionales para trabajar en hospitales, desempeñando labores asistenciales supervisadas, para adquirir experiencia en un área determinada de la profesión médica. Así, quien desee completar estudios en cardiología, deberá invertir otros cinco años, el cirujano cardiovascular siete años, el neurocirujano cuatro, etc. Los criterios de selección para ingresar a la residencia son muy exigentes. Se tiene en cuenta el desempeño de pregrado, las calificaciones obtenidas, el estudio de personalidad, la entrevista y la experiencia adquirida luego de la graduación. Hoy en día, por ejemplo, para cada cupo para estudios de postgrado, se presenta un promedio de 50 médicos. En nuestro país se ha declarado a estas personas 'estudiantes de postgrado' y, no solamente ya no se les paga por su trabajo, sino que en varios sitios se les cobra por "el derecho" a trabajar en los hospitales. En muchas instituciones, la mayor parte del tiempo, estos 'estudiantes de postgrado' no están con los profesores (con sueldos misérrimos), y tanto en las tardes, como en las noches y los fines de semana, son los responsables de los servicios hospitalarios en forma más o menos directa. ¿Cómo subsiste un residente? La mayoría tiene las obligaciones de su edad promedio (26 años) y debe afrontarlas produciendo algún tipo de ingreso, el cual solamente puede provenir del apoyo familiar o del trabajo adicional, especialmente en horas nocturnas, en las instituciones hospitalarias. De esta forma, el residente cumple su horario entre 7 am y 7 pm todos los días, además de los respectivos turnos de 24 horas, luego de los cuales debe continuar trabajando al día siguiente hasta el termino de la jornada, para entonces dirigirse al trabajo que garantiza sus ingresos, comúnmente en servicios de urgencias nocturnas, para continuar al día siguiente con la jornada normal de trabajo. Hay que mencionar que el período de entrenamiento especializado es duro. En él se intenta acumular el máximo de experiencia y aprendizaje posible, para poder dar al médico en formación un criterio básico de manejo de los problemas en el menor tiempo posible. Midiendo el estrés entre abogados y médicos se encuentran datos curiosos: el abogado tiene dos veces más tolerancia a la frustración. La respuesta al fracaso en abogados es una disminución en la actividad. La de los médicos es un aumento en la misma. Como médico graduado, el médico residente se compromete a colocar todos los medios a su alcance para efectuar un procedimiento (médico o quirúrgico), actuando con apoyo en sus conocimientos, su adiestramiento técnico y su diligencia y cuidado personal para curar o aliviar los efectos de la enfermedad, sin poder garantizar los resultados, previa advertencia de los posibles riesgos y complicaciones inherentes al mismo. Hay que recordar que todo acto médico desde esta perspectiva, es un acto jurídico o un hecho jurídico; es decir, de todo acto médico se derivan consecuencias en el ámbito del Derecho. El contrato de servicios o asistencia médica es de las llamadas obligaciones de medio y no de resultado. El médico no puede prometer, asegurar ni garantizar la cura del enfermo. Por lo tanto, el único resultado que se puede ofrecer es que se pondrá todo el empeño, diligencia, pericia, conocimiento, prudencia y cuidado para una correcta ejecución. Por otro lado, en el contrato de servicios médicos, siendo el objeto del acto una simple 'alea', si su existencia no depende de la voluntad y acción directa del deudor, sino que, en todo o en parte está condicionada por el azar, nos encontramos frente a lo que los romanos llamaban ya la 'emptio spei' (compra de la esperanza), como ocurre cuando el particular acude al consultorio del médico, con la esperanza de obtener su curación. En estos eventos, el resultado no se puede garantizar, pero el contrato es válido. Si el resultado no se logra, pero el médico-deudor ha puesto de sí todo lo que se esperaba, no hay responsabilidad de parte suya. Si el resultado se malogra por culpa grave o dolo del médico-deudor, es claro que debe responder. LA CULPA DEL RESIDENTE Los causales de culpa generadora de responsabilidad civil son los mismos que para cualquier otro médico, con el agravante de la que se ha llamado en algunas legislaciones la 'responsabilidad vicariante' del jefe del equipo y del profesor responsable del estudiante en entrenamiento. Cuando se produce un daño y se demuestra culpa por alguna de las causales de impericia, negligencia o imprudencia, debe responderé! responsable oficial del paciente (especialista de cualquier rama) y el médico residente, así se encuentre en proceso de adiestramiento. Si se considera que hay impericia cuando faltan la capacidad, habilidad, experiencia y conocimiento de quien emprende un tratamiento, particularmente cuando éstos no han sido certificadas por alguna institución reconocida legalmente, entonces es fácil suponer que, por definición, la persona en entrenamiento no es perita y, por lo tanto, el responsable es el profesor que dirige el acto médico. Consiste, pues, en la incapacidad técnica para el ejercicio de la profesión médica y equivale a la 'inobservation des regles d'art' de la doctrina francesa; a la 'malpractice' de los anglosajones y a tkunstfehler' de los alemanes. Ej.: El residente de obstetricia que no tiene la habilidad para practicar un raspado uterino diagnóstico y, sin la supervisión del especialista, perfora el útero ocasionando una peritonitis generalizada y la muerte de la paciente. Si bien es conocido que la posibilidad de perforar el útero existe en un porcentaje determinado de los casos, aun en manos del mejor ginecobstetra, cuando se presenta en el curso de enseñanza supervisada se puede corregir a tiempo con el fin de evitar una complicación mortal subsecuente. Se habla de negligencia cuando, a pesar del conocimiento de lo que debe hacerse, por descuido u omisión no se aplica, y por lo tanto se produce un daño. Es una de las causas más comunes de conflicto médico-legal, e incluye errores comunes en la práctica diaria como son los registros incompletos en las historias clínicas. Se parte de la idea de que se comporta con negligencia quien viola un deber de atención. El artículo 2356 del CC señala: "por regla general todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta". En el caso de los médicos, la negligencia ha sido el medio para determinar la responsabilidad, generadora frecuente de culpa profesional. El residente es negligente cuando incumple las órdenes impartidas por el jefe del equipo o el profesor a cargo. Ej.: No revisa al paciente en el postoperatorio (habiendo sido encargado de esto por su profesor) y no cae en cuenta de una embolia pulmonar desarrollada en las últimas horas de hospitalización. La imprudencia consiste en una acción temeraria que se efectúa a pesar de haberse previsto el resultado adverso que ocasiona el daño en el enfermo. Esto equivale a efectuar un acto médico sin las debidas precauciones. Es la conducta opuesta a la que aconsejarían la experiencia y el buen sentido de un especialista en determinado aspecto de la medicina. Cualquier acción que el médico residente lleve a cabo sin tener en cuenta sus limitaciones, su adiestramiento actual, las reglas de la institución docente, las regulaciones de la universidad que respalda sus estudios y, obviamente, las normas elementales de prudencia de un médico cuidadoso colocado en las mismas circunstancias, será susceptible de responsabilidad civil. Ejemplo: El estudiante de postgrado en cirugía que decide iniciar una intervención sobre un enfermo, quien a consecuencia de la falta de conocimiento del cirujano, sufre una lesión grave. No debe olvidarse que el solo hecho de haber sido admitido en los programas de postgrado en un hospital universitario, aunque confiere al residente el derecho a efectuar actos médicos determinados, no es una autorización que automáticamente lo torne competente y experimentado para llevar a cabo procedimientos sin la supervisión de su respectivo profesor o superior académico y jerárquico. En vista de la dependencia del residente como estudiante de postgrado, tanto de sus superiores jerárquicos en el plano académico, como de las instituciones que los aceptan en los programas de adiestramiento, en caso de daño demostrado y culpa probada, deben responder ante la ley en forma solidaria: el residente como médico graduado, el profesor como responsable de las acciones del estudiante y la institución, tanto en su relación laboral con el profesor, como en su carácter de centro de entrenamiento de especialidades médicas. El instructor o profesor responde sobre el supuesto teórico de la denominada 'culpa in vigilando'. Aquí debe hacerse una consideración importante: La mayoría de las instituciones hospitalarias y clínicas aceptan el trabajo de los residentes en el supuesto de brindar un servicio de docencia a médicos estudiantes de postgrado. Esta 'laudable' labor académica encubre un interés mucho más complejo, que es el de proveer a la institución de mano de obra barata para el desarrollo de un sinnúmero de funciones. Ahora bien, sin tener en consideración la escasa retribución económica de los profesores: Si el hospital o institución de salud está autorizado para recibir médicos en estudios de postgrado, su obligación es tenerlos permanentemente vigilados por sus funcionarios de mayor categoría. Las especialidades médicas no pueden aprenderse a costa de la salud de los enfermos. Un argumento muy socorrido entre los internos y residentes es: "Allí el entrenamiento es muy bueno, pues le dejan a uno hacer de todo". Pues bien, si 'hacer de todo' es efectuar un adiestramiento con instrucción académica y asistencial permanente, la institución llena los requisitos para ser considerada aceptable. Pero si 'hacer de todo' es efectuar procedimientos complejos sin la instrucción y experiencia previa y sin la supervisión presencial de los respectivos profesores, la institución debería ser intervenida por las autoridades respectivas. Se refuerza lo anterior cuando se analiza el artículo 2352 del código civil, que dice: "Las personas obligadas a la reparación de los daños causados por las que de ellas dependen, tendrán derecho para ser indemnizadas sobre los bienes de éstas, si los hubiere, y si el que causó el daño lo hizo sin orden de la persona a quien debía obediencia, y era capaz de cometer delito o culpa, según el artículo 2346[...]" LAS ENFERMERAS La posición de los profesionales de la enfermería es complicada. Por un lado, son empleadas y dependientes de la institución que las ha contratado y efectúan actos administrativos. Por otro, son auxiliares del médico, llevando a cabo funciones relacionadas con el manejo de la salud de los pacientes en dos aspectos: cumpliendo las ordenes de los médicos tratantes y trabajando en forma legal en actos de salud a su nivel de competencia. En caso de error importante, la enfermera es corresponsable del mismo. Ej.: En la historia clínica de un enfermo hospitalizado se escribe, de manera claramente errónea, aplicar una dosis diez veces mayor de una medicación (en lugar de escribir 5 mg de warfarina, se escribe: 50 mg de warfarina), lo cual es un absurdo farmacológico. Es función de la enfermera vigilar que quien escribió la orden la rectifique e informar a su superior inmediato el incidente. Además, corresponde a ella no administrar una dosis que va a producir una anticoagulación potencialmente letal. Si por efectos de la administración de esta dosis excesiva el paciente se complica o muere, serán responsables quien ordenó en forma errónea y quien administró en forma errónea. A la enfermera también le cabe responsabilidad debida a daño, siempre y cuando se pruebe culpa debida a impericia, negligencia o imprudencia. Existen actos que son patrimonio de la profesión de la enfermería, tales como la administración de la droga ordenada, la toma de algunas mediciones corporales, la vigilancia de los signos de los pacientes críticamente enfermos, la observación del estado general de todo enfermo a su cargo, etc. Ej. de impericia: se ordena una medición de presiones pulmonares en cuña en un enfermo hospitalizado en cuidados intensivos. La enfermera encargada no sabe que debe inyectarse una mínima cantidad de suero helado a través del catéter de flotación pulmonar y, en lugar de esto, inyecta una enorme cantidad de aire, produciendo una embolia pulmonar masiva. En este caso debe responder quien efectuó el procedimiento y quien estaba encargado de la supervisión, tanto del lado de enfermería (enfermera jefe) como del lado médico. Ej. de imprudencia: una mujer es atropellada por un vehículo y llega al hospital con dolor cervical y hormigueo en ambos brazos. La enfermera no tiene en cuenta la posibilidad de una fractura de columna cervical, con compromiso parcial de la médula y, en lugar de inmovilizar de inmediato el cuello de la paciente, le ordena movilizar ampliamente la cabeza al subirse a la camilla de examen, con lo cual se produce una lesión completa de la médula espinal que lleva al paciente a la muerte. Ej. de negligencia: un enfermo advierte a la enfermera que presenta un dolor insoportable en la región anterior del tórax, al tiempo que se encuentra sudoroso, pálido e hipotenso. La enfermera le administra un analgésico y no informa al médico, quien a las dos horas encuentra al paciente muerto a consecuencia de un infarto agudo del miocardio. En este caso la responsabilidad es esencialmente de la enfermera y no del médico, que no fue informado a tiempo. Es muy importante tener en cuenta que, al ser la enfermera una empleada de la institución de salud, cuando produce un daño y se prueba su culpa, debería estudiarse la condición y circunstancias sobre las cuales fue seleccionada, pues muchos hospitales contratan personas de un nivel académico bajo y las sitúan en sitios de responsabilidad sin las suficientes calificaciones, con el objeto de ahorrar costos. Las entidades de salud deben ser muy estrictas en la selección de su personal médico y paramédico. De lo contrario, deberán responder por los daños que se produzcan en los pacientes. Aunque no puede discutirse el tema en lo que se refiere a las ordenes médicas en términos corrientes, si cabe hacer la observación de que, debido a su situación dependiente o subordinada, cabe para el personal paramédico y de enfermería la objeción de conciencia cuando la orden es rehusada por no encontrar respaldo en sus juicios deónticos. En principio, toda orden impartida por el médico, en ejercicio de su actividad, debe ser inmediata y cabalmente aceptada por el personal subalterno. De modo que, también en principio, su desobediencia acarreara responsabilidad por el daño derivado. Sin embargo, atendiendo el precepto constitucional de que nadie puede ser obligado a actuar contra los dictados de su conciencia, hay que preguntarse qué ocurre con las enfermeras, por ejemplo, en los países en donde el aborto es permitido. ¿Deben necesaria y fatalmente asistir al médico que lo realiza, aun cuando por sus convicciones morales o religiosas dicha enfermera no esté de acuerdo con dicha práctica? Y en nuestro medio, ante una orden tan escueta como 'no maniobras de recusación': ¿qué debe hacer la enfermera encargada del piso, cuando en la soledad de su ronda nocturna se encuentre frente al paciente que se asfixia? Opinamos que, como regla general, el personal subalterno podrá dejar de cumplir la orden únicamente en dos casos: Cuando se trate de un error manifiesto del médico, del cual el subalterno se percata y no está en condiciones de discutir, por circunstancias de tiempo y modo; y cuando se trate de actos de su órbita de competencia, en los que podría haber tomado la decisión sin necesidad de esperar la orden médica. Como caso excepcional, debido a motivos de conciencia, podrá el personal subalterno desatender una orden médica en cuanto su cumplimiento entrañe objetivamente un perjuicio para el paciente; dicho de otra manera, él subordinado puede dejar de cumplir la orden que vulnere derechos ciertos del paciente. La primacía de los derechos inalienables del paciente será el sustento necesario de la desobediencia del inferior en jerarquía. Así, esa gran capacidad de entrega y sacrificio que distingue al personal de enfermería, debe ser educada para que los dictados de la conciencia no impidan la realización eventual de un derecho cierto del paciente (por ejemplo, derecho a morir dignamente ), o para que sus reatos no determinen, en un caso dado, un comportamiento contrario al prescrito por el médico, que solamente contradice un prejuicio. APÉNDICE B CORTE SUPREMA DE JUSTICIA Sala de Casación Civil Ponente: Dr. Horacio Montoya Gil • La señora XX, ama de casa que contribuía al patrimonio familiar con su costura, fue internada el 17 de enero de 1978 en la "Clínica ZZ" en calidad de pensionada, a causa de una trombosis cerebral de origen hipertensivo. Fue atendida por el cirujano YY. • La Clínica ZZ es una entidad hospitalaria para servicios de cirugía y maternidad. • Al ingresar a la Clínica, la jefe de Enfermeras de la institución advierte al médico tratante y a la familia que dado el estado delicado de la paciente, es recomendable ponerle una enfermera permanente. El médico opina que no existe esta necesidad, y los familiares manifiestan que la acompañarán en forma continua y permanente, lo cual hacen durante los primeros días de hospitalización. Después de ello, la paciente permanece sola durante la noche y la mayor parte del día. • El 2 de febrero por la mañana la enfermera de turno escribe en la historia clínica de la paciente que ésta no se había dejado suministrar la droga. En efecto, durante los últimos días la paciente manifestaba constantes deseos de volver a su casa, y decía sentirse muy sola. • La enfermera de turno abandonó la habitación de la paciente para atender a otras personas a su cuidado, y al regresar la señora XX había desaparecido. No se le encontró en la Clínica, por lo cual ella y otro personal salieron a la calle a buscarla y la encontraron a dos cuadras, vestida de particular, luego de lo cual se la regresa a su habitación a las 7 a.m. • La siguiente enfermera de turno esa mañana intenta darle la droga, pero la paciente se niega. Cumple con atender a los demás pacientes, luego de lo cual vuelve al cuarto a las 8 a.m. para encontrar que la paciente ha vuelto a desaparecer. • Se la busca dentro y fuera de la clínica, pero no se encuentra. Se alerta al médico tratante, Dr. AA, quien en su última visita había certificado que la paciente se recuperaba de manera muy satisfactoria, aunque aun persistía cierto grado de desubicación temporo-espacial. • Igualmente, se alerta a los familiares de la señora XX una hora más tarde se presenta su esposo en la clínica. y enfermo al abandonar éste la clínica. • El 3 de febrero es hallado el cadáver de XX en el anfiteatro de Medicina Legal de Bogotá, al parecer muerta a causa de un accidente de tránsito en la carretera que de Soacha vía a Bogotá, en el cual resultó atropellada sin que se encontraran rastros del conductor del vehículo. • "Cesa, pues, la obligación de seguridad que para aquella i surge del contrato hospitalario en todos aquellos casos w\ que el paciente renuncia a que el establecimiento lo vigile y controle, saliendo de él ostensible o furtivamente, pues, la clínica, por respeto de uno de los aspectos más fundamentales de la libertad personal, no puede obligar al paciente a permanecer en ella contra la voluntad del enfermo. No es, por lo tanto, cierto que la clínica como consecuencia del contrato hospitalario, contraiga la obligación de impedir la salida del enfermo (...)". • La familia de la señora XX demanda a la Clínica ZZ, alegando que ésta es responsable de la muerte de su pariente, dado que ella estaba al momento de su fuga bajo su custodia y vigilancia, la cual debe garantizar la clínica por tratarse de una obligación a su cargo. Problema Jurídico sobre el cual gira la argumentación de los falladores (FGD) Está obligada una clínica u hospital de carácter público o privado, a garantizar la permanencia en sus instalaciones de los pacientes que a ella ingresan, durante el término de su hospitalización, con miras a garantizar su integridad durante ese lapso a través de su custodia y vigilancia? 2. Fallo de primera instancia Juzgado 17 Civil del Circuito de Bogotá • La parte demandada afirma que "en ningún caso presta ni está obligada a prestar servicios de custodia y vigilancia para los pacientes que a ella ingresan"; argumenta que es una institución que presta servicios de cirugía y maternidad, y que la citada obligación de custodia y vigilancia sólo recae en cabeza de las clínicas dedicadas al tratamiento de enfermedades mentales. • No existe, así, relación de causalidad entre los servicios prestados por la clínica y el accidente ocurrido, puesto que la señora XX salió por su propia voluntad y vestida de particular, lo cual hace aún más difícil su retención. • El Juzgado falla a favor de los demandantes, arguyendo que la Clínica faltó a sus deberes de custodia y vigilancia, inherentes al contrato de prestación de servicios médicos con hospitalización suscrito entre ella y la señora XX. • Se condena a la clínica a pagar la consecuente indemnización de perjuicios. • La decisión es apelada por la parte demandada. 3. Fallo de segunda instancia Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá a) Argumentación • Se propone explorar el hecho de la existencia o no de una obligación de custodia y vigilancia de la paciente por parte de la clínica, y más concretamente de la obligación de impediré la salida de la clínica mientras el médico tratante no diera la orden respectiva y se cancelara el costó de los servicios. • No obra en el expediente prueba literal que dé cuenta de la existencia específica de la mencionada obligación a cargo de la entidad demandada. (...) Empero, la obligación de seguridad que contrae un hospital para con quien ingrese a él con el propósito de curarse de una enfermedad, tiene vigencia únicamente mientras el enfermo se encuentra dentro del establecimiento, por lo cual no se extiende a los accidentes que el paciente llegue a sufrir fuera de aquél, por desaparecer el vínculo existente entre establecimiento • Con base en declaraciones de las enfermeras, establece el Tribunal que los parientes de la enferma conocían el hecho de que la señora XX no quería permanecer en la Clínica, y que aunque el médico tratante sugirió que se contratara a una enfermera permanente, dada la gravedad de su estado, ellos no la contrataron; incurrieron así en una omisión que facilitó su fuga de las instalaciones de la entidad. • Así, el tribunal revoca la sentencia del Juzgado y niega las súplicas de la demanda, absolviendo a la Clínica. El demandante interpone recurso de casación. 4. Recurso de casación Corte Suprema de Justicia CARGO PRIMERO a) Argumentación de los recurrentes • El Contrato de hospitalización supone una obligación de seguridad o resultado, y no simplemente una obligación de medios o de prudencia o diligencia, como lo consideró el Tribunal. "Doctrinariamente se distinguen las obligaciones de medios y obligaciones de resultado. Las primeras, llamadas también de diligencia y prudencia, tan sólo requieren del obligado determinados comportamientos tendientes a la obtención de un fin; en cambio, las segundas imponen al deudor un resultado específico y determinado, que en caso de incumplimiento hace presumir la culpa a cargo del obligado. Además, la doctrina moderna ha elaborado el concepto de obligación de seguridad, que necesariamente es de resultado, obligación en virtud de la cual el obligado debe garantizar la integridad de alguien (...). Los autores encuentran en los contratos de hospitalización, inclusive en el de servicios médicos, una obligación de seguridad y al efecto (el recurrente) cita opiniones de Lalou y Azard y otros (...)." • "Por el hecho de su estado el enfermo no tiene la misma libertad y no se quiere (él o su familia) que la tenga: se confía enteramente a la Clínica la tarea de garantizar su seguridad(...); se exige que no se produzca ningún accidente, solamente la prueba de la causa extraña liberará a aquel que hospitaliza a un enfermo (...)". b) Consideraciones de la Corte • La corte deniega este cargo aduciendo razones de índole formal, refiriéndose a la interpretación errónea que el recurrente hace de las normas que aduce violadas, sin mencionar el contenido específico de la argumentación anteriormente citada. Aunque tiene razón en cuanto a que el recurrente hace citas e interpretaciones erróneas de la legislación civil, era de esperarse por parte de la Corte un análisis más profundo y de fondo, que no hace. • "A la violación de la ley sustancial, que constituye el fundamento de la causal primera de casación, se puede llegar de dos maneras diferentes: por vía directa o por vía indirecta. Por la primera, se infringe la norma, por contraposición a lo que a la vez constituye el fundamento esencial de la violación indirecta, que por el sentenciador no se haya incurrido en yerro alguno de hecho o de derecho en la apreciación de las pruebas; y que de consiguiente no existe reparo o tacha que oponer contra los resultados que en el campo de la cuestión fáctica hubiere encontrado el fallador, como consecuencia del examen de la prueba. (...) Y, es lo cierto, en el caso que es materia de estudio, de la sola lectura del cargo se advierte que, a pesar de haberse formulado claramente por violación directa, en la sustentación el censor afirma que el tribunal no vio que el contrato de hospitalización que fue celebrado por las partes y demostrado en el proceso lleva implícita una obligación de custodia y vigilancia y que no obstante existir una presunción de culpa en contra de la clínica, la parte demandante probó culpa del establecimiento. Es decir, que el cargo viene edificado sobre supuestos errores en la apreciación de las pruebas que darían pie para una acusación por la vía indirecta. Las observaciones anteriores indican que el cargo resulta improcedente". CARGO SEGUNDO a) Argumentación del recurrente. • Existen errores de hecho en la apreciación de las pruebas como la historia clínica de la señora XX y el certificado médico que da cuenta de su accidente cerebro-vascular y de la trayectoria de su enfermedad. • Se está en presencia de una responsabilidad civil por incumplimiento contractual, ya que la clínica omitió cumplir con la obligación de seguridad (de resultado) que impone un contrato de prestación de servicios médicos y hospitalización válida. "Máxime, si se tiene en cuenta la naturaleza de la enfermedad de la paciente y la actividad habitual de la clínica al atender enfermos de ese tipo, es decir, enfermos con afecciones mentales y neurológicas. Todo lo cual le impuso la obligación de vigilancia y custodia permanente de la enferma". • Es erróneo el argumento del Tribunal sobre ausencia de pruebas específicas y literales que certifiquen que la clínica se obligó a prestar una custodia permanente a la paciente. La obligación de seguridad es un elemento de la naturaleza del contrató de hospitalización. b) Consideraciones de la Corte • La responsabilidad de clínicas y médicos es de índole contractual. (Lalou y Azard. Traite Theorique et practique de la responsabilité civile. T. 1, No. 159-2. Montchrestien, París, 1965). • El contrato de servicios profesionales que suscribe un médico con su cliente implica el compromiso por parte del galeno no de curar al enfermo, pero sí de poner en actividad todos los medios que tenga a su disposición para hacerlo. En caso de reclamo, el enfermo deberá probar la culpa del médico. • Al analizar los contratos de hospitalización a la luz del artículo 1501 del Código Civil, se verá que tiene ciertos elementos que son de su naturaleza, tales como la obligación de suministrar alimentos y habitación al paciente, drogas prescritas y atención y cuidado adecuados por parte de médicos y enfermeras. Igualmente está la obligación de seguridad, que es "en este caso de seguridad personal del enfermo, (obligación) que impone al centro asistencial la de tomar las medidas necesarias para que el paciente no sufra algún accidente en el curso o con ocasión del cumplimiento del contrato". • De ese mismo análisis se desprende que en ese tipo de contratos pueden distinguirse otros elementos que requieren estipulaciones especiales, tales como servicios de laboratorio, rayos X, enfermera permanente, custodia y vigilancia especial, etc. • La obligación de seguridad que implica un contrato de hospitalización, comprende también la de "custodia y vigilancia, si se trata de establecimientos para enfermos con afecciones mentales". "De tal suerte que si se trata de hospitales o clínicas que prestan servicios generales distintos de los psiquiátricos, y por causa de la clase de padecimientos que presenta el enfermo, éste requiere de una enfermera permanente o de una custodia y vigilancia especial, el contrató de hospitalización requerirá de una estipulación expresa respecto de la prestación de ese servicio, por cuanto en tal caso no sería de su naturaleza". • No obstante, admite la Corte que estas consideraciones pueden variar en ciertos casos, en tos cuales debe hacerse un adecuado análisis de los hechos, como cuando se presentan durante el tratamiento anomalías o perturbaciones psíquicas que requieran de un tratamiento especial. • En el caso, se ve que según el médico y el residente, faltando tres días para que la paciente abandonara la clínica, comenzó a presentar signos de desorientación temporo-espacial. Igualmente, expresaba a las enfermeras el deseo apremiante de volver a su casa, lo cual se tornó según los elementos de prueba en una obsesión. • No obstante, concluye la Corte luego de plantear el Problema Jurídico arriba inscrito, que "dados la sintomatología y diagnóstico presentados por la paciente al momento de su ingreso a la clínica y la clase de servicios que esta presta, dicha obligación no resultaba ser de la naturaleza del contrato". De allí que los cuidados especiales se debieron haber pactado, y en el expediente obran testimonios de que ello se sugirió pero no se hizo. • La Corte cita el testimonio del médico BB, quien se refiere a la imposibilidad por parte de la Clínica de prestar cuidados permanentes a todos los enfermos neurológicos que ingresan a ella, a menos que ello se pacte específicamente. Y la clínica insinuó esta necesidad a la familia, sin que esta última lo hiciera. • En vista de lo anterior, la Corte NO CASA la sentencia del Tribunal. APÉNDICE C MINISTERIO DE SALUD Decreto No. 0190 de 1995 (enero 25) Augusto Galán Sarmiento Ministro de Salud María Emma Mejía Ministro de Educación Nacional Por el cual se dictan normas que reglamentan la relación Docente-Asistencial en el Sistema General de Seguridad Social en Salud EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE COLOMBIA En ejercicio de las atribuciones que le confiere el artículo 189, numeral 11 de la Constitución Política y artículo 247 de la Ley 100 de 1993 DECRETA CAPÍTULO 1. RELACIÓN DOCENTE-ASISTENCIAL Artículo 1. La relación docente-asistencial es el vínculo para articular en forma armónica las acciones de Instituciones Educativas e Instituciones que presten Servicios de Salud para cumplir con su función social, a través de la atención en salud de la comunidad y la formación del recurso humano que se encuentre cursando un programa de pregrado o de postgrado en el área de salud. Artículo 2. Dada la naturaleza de la relación y de las actividades docente-asistenciales, estas deberán siempre orientarse en función de garantizar la excelencia académica en la formación de los estudiantes y la prestación de un óptimo servicio de atención en salud a la comunidad. Artículo 3. Podrán participar en la relación docenteasistencial por una parte, las instituciones que prestan servicios de salud, y por otra, las instituciones de educación superior, de conformidad con lo establecido en la Ley 30 de 1992 y las de Educación Formal y no Formal a que se refiere la Ley 115 de 1994, en lo que les sea aplicable. También podrán participar otras Instituciones que propicien el desarrollo científico y tecnológico del área de la salud, legalmente reconocidas. Artículo 4. La relación docente-asistencial de las Instituciones de naturaleza pública, privada, mixta y de economía solidaria, se regirá por las disposiciones del presente decreto. Esta relación y los compromisos, responsabilidades y demás acuerdos administrativos que ellas pacten, deben quedar consignados en los convenios docente-asistenciales. Estos se elaborarán con sujeción a lo dispuesto en el presente decreto. Artículo 5. Las instituciones que participen en desarrollo de los programas docente asistenciales, se regirán por las normas vigentes que a cada una de ellas les sea aplicable, de acuerdo con su naturaleza jurídica. Se respetarán sus objetivos, régimen legal y autonomía, sin perjuicio de que realicen las adecuaciones necesarias para alcanzar los objetivos que conjuntamente determinen, pero en todo caso observando lo establecido en el presente decreto y aquello que dispongan dentro de sus competencias los Ministerios de Salud y Educación Nacional. Artículo 6. Corresponde a los Ministerios de Salud y Educación Nacional en sus áreas respectivas, establecer las políticas que orienten el desarrollo de la relación docente asistencial. CAPÍTULO II. COORDINACIÓN, ORGANIZACIÓN Y EVALUACIÓN DE LAS ACTIVIDADES DOCENTEASISTENCIALES Artículo 7. Cada institución que preste servicios de salud en donde se desarrollen convenios docente-asistenciales, deben contar con un Comité Docente Asistencia!. Dicho Comité estará integrado por dos representantes de las Instituciones formadoras de recursos humanos y por dos representantes de las Instituciones prestadoras de servicios de Salud, tendrá funciones de coordinación y evaluación de las actividades docente asistenciales y será organismo asesor de la Dirección de la Institución que preste Servicios de Salud. Las decisiones que tomen deberán ser por consenso. Artículo 8. FUNCIONES DEL COMITÉ: Las funciones mínimas del Comité serán las siguientes: 1. Darse su propio reglamento, que debe ser avalado por las directivas de la Entidad formadora del recurso humano y la Institución Prestadora de Servicios de Salud. 2. Velar por el cumplimiento de las normas que rigen la relación docente-asistencial específica. 3. Establecer pautas que permitan el cumplimiento de la asistencia-docencia e investigación derivada de la relación docente asistencial. 4. Establecer pautas que permitan garantizar que la atención sea realizada bajo los más claros principios en términos de eficiencia, eficacia, integridad y humanismo. 5. Velar porque se mantenga el equilibrio en la relación docente-asistencial. 6. Servir como órgano de difusión para la actualización del conocimiento y de la información sobre la responsabilidad ética y legal de la atención en salud. 7. Servir de órgano de análisis del desarrollo de la relación docente-asistencial. 8. Estudiar y recomendar a las instancias respectivas, las modificaciones y ajustes pertinentes a los convenios docente-asistenciales, en aras de asegurar el desarrollo armónico de la relación. 9. En caso de que las instituciones así lo soliciten, servir como órgano asesor en el análisis de las eventuales investigaciones disciplinarias que puedan derivarse de la relación docente-asistencial, con el propósito de colaborar en el proceso de asignación de responsabilidades. 10. Las que las instituciones participantes en la relación, de común acuerdo le asignen. PARÁGRAFO. Las instituciones que presten servicios de salud y las instituciones educativas, definirán los parámetros para establecer el número de estudiantes que en cumplimiento de la relación docente-asistencial se incorporen en los diferentes programas educativos, con arreglo a disposiciones del Gobierno Nacional. Artículo 9. La celebración y desarrollo de los convenios docente asistenciales será supervisada por los Ministerios de Salud y Educación Nacional y por los organismos adscritos y vinculados a estos mismos ministerios, de acuerdo con sus competencias. Las funciones de supervisión podrán ser delegadas en las Direcciones Seccionales y Distritales de Salud, así como en las Secretarías Departamentales y Distritales de Educación. CAPÍTULO III. CONVENIOS Y PROGRAMAS Artículo 10. Sin perjuicio de lo establecido en otros artículos del presente decreto, deberá especificarse en los convenios docente asistenciales aspectos tales como: tipo, objetivos, duración, causales de terminación, programas, actividades y recursos de los programas, personal participante, número de estudiantes, número de docentes e intensidad horaria, unidades funcionales y de servicios involucrados, mecanismos de supervisión, responsabilidades del personal de salud vinculado, régimen disciplinario del personal docente, discente, investigativo y administrativo, así como los criterios y procedimientos de evaluación y las obligaciones adquiridas por las partes. PARÁGRAFO 1. Cuando en los convenios se estipule la terminación unilateral de los mismos, las partes deberán incluir una cláusula que garantice que la Institución que presta servicios de salud, continuará cumpliendo con las obligaciones pactadas, como mínimo durante un término no inferior a un año contado a partir de la fecha en que se tome la decisión de dar por terminado el convenio, la cual deberá constar siempre por escrito, se exceptúan los casos en los que la terminación de la relación contractual obedezca a interferencia grave en la prestación de los servicios o de las actividades docentes, o en ambas, que amenacen seriamente la función social de garantizar la atención a la comunidad. PARÁGRAFO 2. El convenio deberá incluir la reglamentación respectiva para que las instituciones involucradas en la relación docente asistencia! respondan por el instrumental, equipo médico-quirúrgjco del cual hagan uso y su mantenimiento durante el tiempo que dure el convenio. Igualmente deberá estipularse la forma de financiación de la alimentación, ropa de trabajo, uso de parqueaderos, áreas de descanso y otros. Artículo 11. La relación docente-asistencial tiene carácter institucional y no podrá darse sin que medie un convenio que se ajuste a los principios aquí establecidos y que permita el cumplimiento de los objetivos que acuerden las instituciones participantes en el mismo, sin detrimento de los que les son propios a cada una de ellas. Artículo 12. Los convenios docente-asistenciales que se realicen con ocasión de residencia o entrenamiento de profesionales de la salud en diferentes especialidades, que impliquen prestación de servicios en las Instituciones de salud, deberán cumplir con lo dispuesto en el parágrafo 1 del artículo 193 de la Ley 100 de 1993, de conformidad con la reglamentación que se expida para el efecto. a la relación docente-asistencial deberán estar afiliados al Sistema General de Seguridad Social en Salud, y Riesgos Profesionales por el tiempo que dure el entrenamiento y para efectos de la afiliación se tendrá como base de la misma dos salarios mínimos legales y el pago de los aportes respectivos será acordado por las partes en el respectivo convenio. Artículo 13. Tanto las instituciones de salud como las educativas podrán suscribir simultáneamente, de acuerdo con sus necesidades, capacidades y complejidad de los programas académicos a desarrollar, el número de convenios docente-asistenciales que consideren convenientes. PARÁGRAFO. Las áreas de influencia para el desarrollo de las actividades docente-asistenciales, se pactará autónomamente entre las partes que suscriban los convenios, atendiendo criterios de cobertura y complementariedad. Artículo 14. Para suscribir los convenios docenteasistenciales, las partes deberán demostrar que cumplen con los requisitos establecidos por las Leyes 30 de 1992, 100 de 1993 y 115 de 1994 y sus decretos reglamentarios, sin perjuicio de los requisitos que las propias instituciones determinen para garantizar el cumplimiento de sus funciones. CAPÍTULO IV. RÉGIMEN DE PERSONAL Y SEGURIDAD SOCIAL Artículo 15. Las personas vinculadas a las instituciones participantes en la relación docente asistencia!, con ocasión de la celebración del convenio, se regirán en materia de administración de personal, por las disposiciones legales que le son propias a la entidad que los vincula, de acuerdo con su naturaleza jurídica y lo pactado en el respectivo convenio. PARÁGRAFO. En caso de incumplimiento de los reglamentos y normas de administración interina, disciplinaria y de atención en Salud, el Comité Docente Asistencial considerará el caso en primera instancia y si hay lugar a sanciones serán impuestas por la entidad nominadora respectiva. Artículo 16. El personal a que se refiere el presente decreto, y que realice actividades docentes o asistenciales, adquiere obligaciones tanto en la parte docente como en la asistencial; en este sentido, las Instituciones que prestan servicios de salud, deben dar docencia y dichos compromisos deben ser consignados en los respectivos convenios. De igual manera, el personal docente que participe deberá, además de ejercer la docencia, prestar funciones de carácter asistencial, las cuales deberán especificarse en el convenio, de acuerdo con las funciones y las actividades que desarrolle la respectiva entidad del Sistema General de Seguridad Social de Salud y con lo estipulado en el convenio. PARÁGRAFO 1. Los internos para todos los efectos serán considerados como estudiantes de pregrado. PARÁGRAFO. El personal de la Institución que preste servicios de salud y que participe directamente en las actividades docente asistenciales, tiene derecho a obtener de la institución educativa el reconocimiento académico respectivo, si cumple con los requisitos establecidos por la Entidad docente. En los convenios docente asistenciales deberá quedar consignado este hecho y el mecanismo para acceder a ello. PARÁGRAFO 2. Los estudiantes de postgrado vinculados Igualmente la entidad Hospitalaria podrá reconocer en favor del docente que presta atención hospitalaria, un estímulo de carácter económico, de acuerdo con lo que se estipule en el respectivo convenio. de su publicación y deroga el Decreto 1210 de 1978, así como las disposiciones que le sean contrarias. PUBLÍQUESE Y CÚMPLASE. Artículo 17. Las instituciones de prestación de servicios de salud, podrán delegar en estudiantes de pregrado y postgrado las actividades asistenciales necesarias para su adecuado entrenamiento. PARÁGRAFO 1. Las actividades que se deleguen, deberán contar SIEMPRE con la supervisión directa del personal docente a cargo del programa y del personal autorizado de la institución de salud quienes serán los responsables de la prestación del servicio de conformidad con las normas de mejoramiento y garantía de la calidad del Sistema General de Seguridad Social en Salud, y el estudiante deberá sujetarse a las recomendaciones que para tal efecto hagan sus docentes y supervisores. PARÁGRAFO 2. La presente delegación será reglamentada por el Comité Docente Asistencia! y deberá estar de acuerdo con el grado de entrenamiento de cada estudiante, para ello se deberá establecer un programa de delegación progesiva de acuerdo con los avances teórico-prácticos de cada educando, que deberá estar de acuerdo con el avance en cada período académico. PARÁGRAFO 3. La institución de prestación de servicios de salud podrá, en forma transitoria o definitiva, revocar esta delegación, cuando el discente no cumpla adecuadamente con las funciones que le han sido delegadas. CAPÍTULO V. DISPOSICIONES GENERALES. Artículo 18. Los convenios docente-asistenciales que se encuentren en ejecución al entrar en vigencia el presente Decreto, deberán ajustarse al mismo, en un término de seis (6) meses. Los convenios nuevos o sus prórrogas deberán efectuarse con sujeción a lo dispuesto en el presente Decreto. Artículo 19. En el marco de la relación docente-asistencial, las instituciones participantes en el convenio, deberán colaborar en la implementación de las guías de atención integral de las diferentes patologías, las cuales serán sometidas periódicamente a evaluación por un conjunto de expertos de las instituciones comprometidas. Estas pautas deberán consultar el perfil de morbilidad y buscar el mejoramiento de la calidad del cuidado de la salud, de acuerdo con las políticas establecidas por el Ministerio de Salud. Artículo 20. Las instituciones que creen programas nuevos en el área de Salud y requieran la celebración de convenios Docente Asistenciales, deberán acogerse a lo dispuesto en el inciso 3 del artículo 247 de la Ley 100 de 1993. Artículo 21. Las Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud y las Entidades Docentes respectivas, deberán tomar conjuntamente con una Compañía de Seguros debidamente autorizada para funcionar en Colombia un seguro colectivo de responsabilidad civil, con el fin de garantizar a terceros o pacientes, indemnización por los perjuicios derivados de la atención en salud que se originen por causa o con ocasión de la relación docente asistencia!, en cuantía no inferior a 250 salarios mínimos legales mensuales. Artículo 22. El presente decreto rige a partir de la fecha Dado en Santafé de Bogotá, D.C., a 25 de enero de 1996.