Súbitamente, sin que hubiera razón alguna, una

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LATERCERA Domingo 24 de julio de 2016
pero… de hecho, el “nunca más” yo lo pronuncio en Calama, ¿y por qué lo hago ahí?,
porque de todo lo que yo había leído a esa
fecha, el relato de lo ocurrido en Calama
con la Caravana de la Muerte es trágico, y
estaba la consternación que sentía desde
los 26 años, por el fusilamiento en La Serena, aunque no lo vi, ni vi después a los
muertos. Y el segundo hecho que me consternó, el lanzamiento de personas al mar.
Por eso asumí la responsabilidad institucional del Ejército. Ahí dije: “El Ejército de
Chile tomó la dura pero irreversible decisión de asumir las responsabilidades que
como institución le cabían en los hechos
punibles y moralmente inaceptables del
pasado”. Eso lo pude decir en ese momento, como comandante en jefe.
En algún punto del proceso, una versión
entregada por el ex agente de la Dina Pedro Rodríguez señalaba que los oficiales
del regimiento, entre ellos usted, observaron el fusilamiento y fueron obligados a
rematar a los detenidos. ¿Usted no presenció los fusilamientos?
Esa versión proviene de un ex agente de la
Dina y está desvirtuada en el proceso judicial. Sin embargo, si revisa Google y en los
diarios electrónicos, esa versión se da como
un hecho cierto. Le repito, yo no pasé la línea de mi oficina en el frontis del regimiento, el jardín anterior y el casino de oficiales.
¿Por qué no reprochó a sus superiores lo
que había ocurrido ni lo denunció con
posterioridad?
Pido nuevamente ponerlo en contexto. El 11
de septiembre yo tenía 25 años, cumplí en
octubre los 26. Estaba en una institución
jerarquizada, donde se nos ordenó asumir
que nos encontrábamos en guerra. Muchas
veces he reflexionado en lo que usted me
pregunta, si acaso mi mayor responsabilidad fue quedarme en el Ejército, pero ¿se
me puede acusar hoy de querer ser militar?
De haber tenido a los 14 años una vocación
que se consolidó fundamentalmente por la
imagen y el actuar de mi padre en la carrera militar de la cual yo me sentía orgulloso.
¿Debí haberme ido? ¿Pude hacer más? Sin
duda, en la vida he cometido errores profesionales y humanos y lo que le puedo decir
es que cuando tuve la posibilidad de obrar,
lo hice con plena convicción. Cuando asumí el mando del Ejército, en marzo del
2002, yo reuní al alto mando y les entregué
lo que se llama el concepto de mando, mi
carta de navegación, pero les dije que no
quería que fuera mi proyecto, sino que fuera nuestro proyecto, para que eso se plasmara en un actuar colectivo.
¿Y cuáles eran los principios en ese concepto de mando?
El eje estructurante es que el mando que a
mí me correspondía en el Ejército quería
conducirlo de una manera diferente al general Pinochet. Ese concepto de mando lo
que buscaba, por una parte, era que el Ejército fuera percibido como de todos los chi-
“
Súbitamente, sin que hubiera
razón alguna, una ráfaga (...).
Fue algo totalmente inesperado.
Sentí impotencia, un dolor muy
fuerte... Lapostol me decía ‘la
verdad, la verdad, hay que
comunicarles a esta gente’. Es un
momento trágico en mi vida. Qué
le puedo decir. Muchas de las
decisiones de las que hoy me
critican, las tomé por el recuerdo
de ese momento (...). A mí ese
momento me quedó grabado a
fuego”.
lenos y, a su vez, sufriera una profunda
transformación operativa de acción internacional de capacidad de la fuerza. Que nos
desvinculáramos de todo lo político y, en lo
fundamental, la base, era que enfrentáramos el tema de los DD.HH. y asumiéramos
las responsabilidades que no se habían asumido. El rol que me correspondía asumir no
sólo a mí, a todo el alto mando, era el de devolverle el Ejército a Chile, intentar una
normalización de las relaciones civiles y
militares. Esto me ha traído consecuencias.
¿Cuáles son esas consecuencias? ¿En su
opinión, esta investigación judicial?
Entre otras. También la crítica, el dolor, las
amenazas, la incomprensión. Pero, de otro
lado, un apoyo en lo personal tremendo. No
se me va olvidar jamás: una señora que en
el aeropuerto -ya era general en retiro- me
dice: “¿Usted es el general Cheyre?”. “Sí”,
respondo. “Señor -me dice mirándome
profundamente a los ojos-, me mataron a
mi marido y a mi hijo. Yo sé que no van a
pasar ninguna Pascua más conmigo, pero
lo que ustedes han hecho me hace estar
tranquila”.
¿Por qué no hizo antes un reproche al menos ético de lo que pasó en La Serena con
la Caravana de la Muerte?
Los reproches éticos que pude ejercer creo
que los ejercí desde el momento en que
pude hacerlo, a plenitud, y ya le he relatado
que el basamento de mi actuar, en gran
medida, se encuentran en esa experiencia
límite de cuatro horas en el Regimiento
Arica de La Serena. Porque esa es una experiencia límite. Cuando tuve la capacidad
de actuar, actué. Y creo que eso refleja el
reproche ético interno que siempre tuve de
los hechos, de esa experiencia trágica que
me correspondió vivir, pero también de los
análisis que tuve de documentos de la época que pude conocer como jefe del Estado
Mayor del Ejército el año 2001.
General, llegó a la comandancia en jefe el
2002. ¿Cómo se explica que no se denunciaran antes acusaciones tan graves como
las que ahora se están dando a conocer?
Por ejemplo, que usted habría torturado
detenidos.
Hoy estoy siendo acusado por hechos que
nunca cometí. Y aparecen cosas insólitas.
El semanario Cambio 21, con fecha 19 de
julio, dice: “Los documentos que delatan a
Juan Emilio Cheyre”, y menciona tres documentos. El primero, la transcripción de
un telegrama del Ministerio del Interior al
jefe de plaza, el comandante Lapostol,
quien lo revisa, subraya y dice “transcríbase y cúmplase”. El documento dice: por orden del jefe de plaza. Es una categorización
seguramente dictada a todo Chile. Pero en
el medio de comunicación se pone como
algo que invento yo. Segundo documento:
se hace aparecer un pacto secreto como recién descubierto, cuando ya lo había publicado La Tercera el 11 de marzo del 2006, no
como pacto secreto, porque jamás lo fue,
sino que se explica que fue uno de los documentos que yo ordené desclasificar para
entregárselo al ministro Muñoz como parte
de la investigación del caso Riggs. Se trata
de un acuerdo firmado en 1996 por todo el
alto mando. Yo soy uno de los generales
menos antiguos y el último que lo firma,
porque estaba en España, sin embargo, se
muestra ahora como que soy coautor de un
pacto. Yo soy el que desclasificó miles de
documentos para entregarlos al ministro
Muñoz y a los tribunales. Entonces, estas
falsedades, que aparecen como revelaciones actuales, se usan para especular. Entonces es una locura de fantasías que claramente tienen un fin.
¿Y cuál podría ser ese fin?
Aquí están convergiendo extremos que son
peligrosos. Quieren hacer una caricatura
de que Cheyre no es el que es.
¿Cómo su propia experiencia lo marcó
para que en un momento llegara a dar el
paso del “nunca más” y del reconocimiento institucional?
Los pasos que di no son de un “yo”, sino
que de un “nosotros”. Y también están en
muchos que están detenidos como culpables en violaciones de los DD.HH. El sufrimiento, como dije ahí, no es comparable,
pero usted cuando tiene la dimensión de la
profundidad de la fractura, está obligado a
actuar. Siento que aquí equivocan el flanco,
porque ese profundo dolor de la gente que
sufrió yo lo respeto. Me duele, porque lo
conozco profundamente. Yo hablé con
cientos de ellos y sus representantes, como
el padre Baeza, por ejemplo. Ahora, para
mí fue doloroso y la paradoja es que hoy
ciertos sectores vinculados a ellos estén
con una estrategia de la naturaleza como la
que describimos. Creo que este no es el camino de la reconciliación, la justicia debe
operar, la verdad debe imponerse.
¿Cuáles van a ser sus próximos pasos?
Lo verá mi abogado ante el tribunal. Desde
que a mí me nombraron como posible comandante en jefe empezó esta ofensiva sistemática. Agrandada en estos últimos meses a niveles insospechados y con un nivel
de falsedad que le he descrito con dos o tres
ejemplos. Mi compromiso en estos 20 años
ha sido con la verdad, con la justicia y con
el cumplimiento pleno de lo que ello conlleva, como presentarme a los 10 minutos
para recibir una resolución judicial que no
comparto, pero que será debatida en tribunales. Yo sigo confiando en la justicia.R
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