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APIA El sindicato de Secundaria
Boletín informativo - mayo 2016
JAÉN
EDITORIAL
Con todo pendiente…
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Asociación de Profesores de Instituto de Andalucía
El mes de mayo es la antesala del final del curso escolar. Los alumnos de 2º Bachillerato
terminarán en este mes el periodo lectivo ordinario y estarán muy pendientes de saber quiénes titulan
–y por tanto afrontan en junio la última (o no) de las convocatorias de PAU-, y quiénes quedarán
pendientes de la convocatoria extraordinaria de septiembre. En el mes de junio serán el resto de
alumnos de ESO y Bachillerato los que sabrán si promocionan, titulan o quedan también pendientes
para septiembre, según el caso.
Estos alumnos tienen más motivos para estar pendientes. Cuando el primer curso de
implantación de la LOMCE alcanza el final de sus días, todavía no hay noticias exactas sobre cómo
serán las pruebas finales de ESO y Bachillerato que deberán afrontar el curso próximo, ni si serán
externas, internas o mediopensionistas. Siguen pendientes de que Ministerio y CC.AA. alcancen un
acuerdo sobre cómo incumplir uno de los pocos aspectos potables de la LOMCE, las pruebas externas,
sin que se note demasiado. Como seguimos los profesores pendientes de un desarrollo legislativo
que permita afrontar la implantación de la nueva Ley Orgánica (y sin embargo tan vieja como la LOGSE
en sus planteamientos pedagógicos) con algo más que unas simples instrucciones, un disparate
jurídico que tiene consecuencias prácticas como por ejemplo en lo que ha afectado a las prácticas en
centros de trabajo de la FPB, por citar alguno.
Pendientes seguimos también los profesores de saber si el famoso concursillo será una
realidad o no, porque arranca el mes de mayo y todavía no ha salido publicado ni el Decreto ni la Orden
que lo debe implantar. De momento, sólo unos borradores permiten vislumbrar algo de la criatura, pero
nada sólido sobre plazos, formas de solicitud o requisitos.
Pendientes también estamos de ver qué sale del Plan que está pergeñando la Consejería para
evitar las vergonzosas cifras de fracaso y abandono escolar en Andalucía, que nos sitúan a la cabeza
del abandono escolar de España y prácticamente de toda la Unión Europea. Nada mejor que un bonito
nombre como Plan de Éxito Educativo de Andalucía para que, al estilo lampedusiano, parezca que algo
cambia (y se consiga alguna subvención comunitaria de paso) mientras todo sigue igual, porque pese al
pensamiento mágico que circula por Torretriana, cambiar el nombre a las cosas no arregla nada
mientras no se actúe sobre el fondo del asunto, algo que podían haber aprendido ya visto el clamoroso
fracaso de otro Plan, el de Calidad, que ha tenido como éxito notable mantener a Andalucía a la cola de
las regiones europeas de cualquier estudio serio internacional sobre calidad de sistemas educativos
(PISA, TALIS, PIRLS, EECL, TIMMS, etc.).
Pendientes también estamos de ver cómo actuará la inspección con el nuevo Plan de Igualdad
de Género, una inspección a la que se le ha asignado la nueva función (y tan rancia a la vez) de ejercer
de guardián de la moral pública y las buenas costumbres de la neolengua de género, como si no
tuvieran nada mejor por lo que preocuparse en el panorama educativo andaluz. Creencias frente a la
ciencia de la RAE; pensamiento mágico frente a actuar sobre la raíz de los problemas. Non serviam.
Pendiente, Sra. Consejera, pendiente. Esa es la nota que muy posiblemente saque usted en
su primer curso en el cargo. O si lo prefiere: suspensa.
APIA
Asociación de Profesores
de Instituto de Andalucía
FASPI
Federación Andaluza de
Sindicatos Profesionales Independientes
Federación de Sindicatos
de Profesores de Enseñanza Secundaria
La reciente publicación del II Plan de Igualdad de Género en Educación plasma en el papel con
carácter normativo la implantación en el sistema educativo andaluz de una nueva religión laica: la
perspectiva de género. Como toda religión tiene un objetivo final loable, ya que se propone como un
instrumento para “contribuir a la erradicación de la violencia de género ..y fomentar planteamientos
cooperativos …que configuran los pilares básicos de una sociedad igualitaria y justa”. Objetivos
obviamente asumibles por cualquier persona sensata.
Como toda religión tiene sus dogmas de fe; en este caso son dos: el género es un constructo
social y el lenguaje es lo real. El primero de ellos considera que el entorno social – “la educación” –
es responsable de que un recién nacido, en principio bisexual o indefinido, en blanco, termine
mostrando las conductas propias (rol) de un género concreto. Puesto que el establecimiento de roles
conlleva implícita una situación de dominación y sumisión, es necesario actuar para la
“deconstrucción de los roles”.
Un arma esencial para ello es la presión sobre el lenguaje. Se considera que el lenguaje no es
una expresión del pensamiento sino el pensamiento mismo; no es que permita una descripción de la
realidad sino que construye la propia realidad. Puesto que el lenguaje sexista es indistinguible del
pensamiento y las conductas sexistas, que implican la dominación de un género sobre otro, modificar
el lenguaje equivale a modificar la realidad.
No importa que ambos determinismos, el social y el lingüístico, aunque con fuerte presencia
en las ciencias sociales (“la mujer y el hombre se hacen, no nacen”; ” los límites de mi lenguaje son los
límites de mi mundo”) hayan sido cuestionados hace tiempo, tanto por la biología como por la
lingüística o la neurociencia (amén del sentido común). Como tampoco importa que la Academia de la
Lengua haya desautorizado reiteradamente el farragoso, descabellado y virtuoso sermón en que se
ha convertido el correcto lenguaje no sexista.
Nada que objetar a que cualquiera pueda creer en esos u otros determinismos. El problema es
cuando, con actitud totalitaria, se imponen como verdades irrefutables y se anatemiza a los que no los
comparten. Con apostólico empeño, el comentado Plan obliga a que ambos dogmas impregnen todo
el sistema educativo: afectará a todos los integrantes – alumnos, profesores, padres, personal de
administración y servicios – documentos - Planes de Centro, programaciones didácticas,
publicaciones, libros de texto, videos, Servicio de Información Séneca,..- actividades – clases,
reuniones, formación inicial y permanente del profesorado, acceso a Inspección, Máster de
Educación Secundaria, Grado de Magisterio, función directiva,… No habrá persona, papel o situación
que pueda escapar del beatífico y beligerante manto de la perspectiva de género.
Beligerante porque el Plan se dota de un brazo secular para perseguir y castigar a los herejes:
“El Servicio de Inspección Educativa incluirá anualmente, como actuación prioritaria, la supervisión
de la integración de la igualdad de género en la concreción de los contenidos curriculares y en las
programaciones didácticas”; “La Inspección Educativa velará por el uso de un lenguaje inclusivo y no
sexista en los centros docentes”.
Como los agentes de las Unidades de Vigilancia de la Virtud de la revolución iraní, que
portaban una varita con la que golpeaban los centímetros de piel que dejaba impúdicamente al
descubierto la vestimenta oficial de las mujeres, habrá que mostrarse prudentes en presencia del
inspector, no vaya a ser que venga provisto de un estropajo para fregarnos la boca a los blasfemos.
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II Plan de Igualdad: Catequesis en la escuela
(colaboración de Ángel Gil)
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