Cincuenta años de realismo mágico con "Pedro Páramo" Cincuenta años han pasado desde la publicación de Pedro Páramo, la obra maestra del escritor mexicano Juan Rulfo. En el transcurso de este medio siglo no ha dejado de ser considerada casi un ícono para los escritores de líneas, tendencias, épocas y estilos completamente diferentes y continúa siendo un libro inagotable para estudios y análisis de la posmodernidad. Autor de un único libro de cuentos El llano en llamas y de Pedro Páramo, su única novela, Juan Rulfo marcó profundamente la producción literaria del siglo XX y atrajo la atención de la crítica por la particularidad de su narrativa, que se sostiene poéticamente entre los extremos del regionalismo y universalismo, del realismo social y la significación mítica. Su obra fue el punto de partida para un nuevo lenguaje y estilo en la narrativa latinoamericana. Lo que no dejó de ser polémico en sus inicios, en la década de los años 50, debido a la ruptura que significó para lo que establecía el canon de la época. Otro escritor compatriota de Rulfo, Carlos Fuentes, nos da una idea de la dimensión del proceso crítico que inicia su obra – refiriéndose a ella como una de las mayores, en cualquier lengua, del siglo pasado y para él, la mejor novela mexicana de todos los tiempos. Fuentes declara que no faltaron elogios para Pedro Páramo en 1955, fecha de su aparición. Pero agrega que resulta asombroso hoy leer consideraciones acerca de la "desordenada composición", la falta de unidad, la ausencia de argumento central, las escenas deshilvanadas, el esquematismo, y una serie de otros epítetos que despertó su elipsis narrativa, las mismas que luego serán exactamente el motivo de su consagración como escritor. Justamente, porque su forma poética enajenaba tanto a la crítica como a los lectores acostumbrados a novelas realistas, a la manera de Zola, ampliamente descriptivas en los detalles y ambientes sórdidos. Dentro de ese esquema, Rulfo produce el quiebre que va a ser definitivo en la narrativa hispano-americana. Según Fuentes, la novedad de Rulfo consiste en que su creación literaria pertenece al mundo plurívoco de la poesía. No se la puede juzgar con el criterio unívoco de la lógica. En la lógica los hechos tienen un solo sentido, en la poética tienen muchos sentidos. Ese foco poético de Rulfo lo separa de las categorías realista, naturalista, costumbrista, documental y otros conceptos que la crítica mexicana de mediados del siglo XX exigía. Sin embargo, el desconcierto que provoca la obra de Rulfo está en que su obra contiene todos los elementos de la novela realista tradicional, pero elaborados de una manera sorprendente, insólita, poética, renovadora. En realidad, detrás de la "desordenada composición" fue descubriéndose con el tiempo una equilibrada estructura, una sutil composición, un orden interno del desorden, que hacen precisamente uno de sus mayores atractivos. Ese deambular entre el realismo y la magia de lo mítico, despertó el siguiente comentario en Alfonso Reyes (1959: XV) acerca de su particular estilo y de esa manera de escribir que lo singularizan en la historia de la literatura: "Puede considerarse realista la novela de Rulfo porque describe una época histórica, pero seguramente su valor reside en la manera peculiar con la que supo manejar esa historia, donde la narración lanzada sobre distintos planos temporales cobra un valor singular que intensifica la condición misma de los hechos. Una valoración estricta de la obra de Rulfo tendrá que ocuparse, necesariamente, del estilo que este escritor ha logrado manejar, en forma tan diestra, en su extraña novela Pedro Páramo". El elemento extraño se introduce en esta observación de Reyes y se suma al histórico, presentándose en una simbiosis que tal vez sea el secreto del hallazgo de Rulfo para abrir una brecha que separará hasta hoy el antes y el después de la narrativa latinoamericana. Ese encuentro entre lo real y su imaginación dada a lo irreal van a configurar definitivamente toda la narrativa del continente. Como podemos detectar en una secuencia de escritores latinoamericanos desde García Márquez a Isabel Allende, siguiendo un modelo, cada uno a su manera, que no partió de la literatura, sino de la pintura. Y que no nació genuinamente, como a veces se cree o se discute, en América Latina, sino en Europa. Y que, además, no nació absolutamente con Rulfo, sino con otros escritores entre los que se confunde el inicio del realismo mágico, o realismo maravilloso o realismo fantástico, como se le da en llamar, en una confusa búsqueda ontológica de esa nueva literatura que surge en gloria y majestad en el siglo XX en nuestro continente, en manos de Miguel Angel Asturias, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Arturo Uslar Pietri, entre otros. Autores, en su mayoría, herederos de una escuela que trae consigo las marcas del Psicoanálisis y la lectura de obras de autores inmortales, entre los cuales hay algunas referencias constantes: W. Faulkner, Franz Kafka, Jean Cocteau, Chesterton, por mencionar algunos. Juan Rulfo encuadra dentro de lo que el crítico alemán Franz Roh vio en el proceso histórico de la pintura: una dialéctica que se desdobla entre el impresionismo, como tesis; el expresionismo como antítesis, y el realismo mágico como síntesis. Trasladando esos términos al proceso histórico de la narrativa, la dialéctica de Roh se consigue a través de tres categorías: en la tesis, encontramos la categoría de lo verídico, que da el realismo; en la antítesis, la categoría de lo sobrenatural, que da la literatura fantástica; y en la síntesis, la categoría de lo extraño, que da la literatura del realismo mágico. Quisimos entrar en el universo de Pedro Páramo a través de esos espacios. A través de la mirada sensible de Juan Rulfo encontramos en la obra la categoría de lo verídico cuando identificamos en el escenario de Comala y sus personajes trashumantes, desolados, los efectos negativos propios de los contextos de una economía, de una política, de una cultura del abandono; de una historia ligada a la inoperancia de la Revolución Mexicana, a la problemática geográfica de la infertilidad de las tierras y a la pobreza absoluta de sus personajes. Imágenes todas ligadas a la realidad de esa comarca rural tan familiar al interior del nordeste brasileño. Un espacio de caciques o coroneles, que dominan desde una estructura neofeudal y manejan el poder a su amaño, gestando el éxodo, el despoblamiento y el vagar constante del sujeto en busca de algo que nunca encuentra. Entramos en la categoría de lo sobrenatural, cuando percibimos que Pedro Páramo no es simplemente un cacique de esa estructura, sino que estamos delante de un Ulises "de piedra y barro", como expresa Carlos Fuentes, y su tierra calcinada y muerta no es otra cosa que un edén invertido, una nueva versión del Paraíso: "El Jardín del Señor: el Páramo de Pedro", en palabras de Octavio Paz. Cuando nos deparamos con esa profunda soledad de la región de Comala, donde Juan Preciado, el narrador, descubre que no hay más que ánimas, fantasmas y espíritus, emanaciones de unos referentes ya desaparecidos, con personas o situaciones que no existen, que sólo son eco de un pasado, como el propio Juan Preciado que nos conduce por su viaje en un juego ilusorio de imágenes. Las mismas que encontramos en sus geniales fotografías cinematográficas. Sus imágenes, narrativas o fotográficas denuncian, creando una nueva realidad, la injusticia contra los menos favorecidos y revelan la mirada expectante de Juan Rulfo, que ve mucho más allá y nos revela los secretos que hay detrás de la cotidiana poesía del sufrimiento y del dolor, de las pasiones y la muerte. En la categoría de lo extraño, Pedro Páramo es magia pura expresada en lenguaje poético y simbólico, en atmósferas y situaciones. Rulfo nos lleva en una excursión por el alma de Juan Preciado, a lo profundo de la intuición (69). Los personajes del drama ya han muerto, están en otra dimensión, viven sus historias de amor y de odio, sus sueños y frustraciones en sus tumbas. La magia radica en que no hay un significado real. La humanidad se proyecta desde otro lado, desde una memoria nebulosa y fuera de lógica. Así la novela alcanza el misterio, lo desconocido, el infierno o un espacio atemporal, más allá de la muerte. Sin embargo, al mismo tiempo, podemos ver que Pedro Páramo es también México y que representa esa identidad inconfundible de su paisaje sobrecogedor y desolado; es además el habla popular elevada a resonancias de poema. La técnica narrativa del autor crea espacios espectrales, sin tiempo, poblados de susurros, donde los verdaderos protagonistas son la soledad y la incertidumbre, situaciones entrañables de las diversas comarcas latinoamericanas, entre las cuales el ser humano se debate en una angustia existencial sea en el desierto de Atacama, en las pampas o en el altiplano. BIBLIOGRAFIA DE APOIO ____ ANDERSON, Perry. Modernidad y Revolución. Espanha: Revista Leviatán, N° 16, 1984, (Pags.1/9). ____IMBERT, Enrique Anderson, "El realismo mágico en la ficción hispanoamericana". In: Goic, Cedomil.(Org.) Historia y Crítica de la literatura hispanoamericana 3 época Contemporánea.. Barcelona: Editorial Crítica, 1988. ____RULFO, Juan. Pedro Páramo E Chão em Chamas. Trad. De Eric Nepomuceno. Rio de Janeiro/São Paulo: Editora Record, 2004. ____México: Juan Rulfo Fotógrafo. España: Lunwerg Editores, 2001. Juan Rulfo y herederos de Juan Rulfo, 2001. (Ayuntamiento de Barcelona) ____RUFFINELLI, Jorge. "Prólogo". In: Antología Personal/ Juan Rulfo. Madrid: Alianza Editorial, 1988. ____GOLDMANN, L. Sociologia do romance. Rio de Janeiro: Paz e Terra, 1967. pp. 12-13. ____JAMESON, F. O Inconsciente político: a narrativa como ato socialmente simbólico. São Paulo: ática, 1992. ____PAZ, Octavio, El laberinto de la soledad. México. 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Emparentado con la tradición de la literatura de la Revolución Mexicana (Azuela, Guzmán, Muñoz), luego Revueltas (1943), o Yáñez (1947), la fractura con un nuevo lenguaje y una forma inigualables, creando a Comala, devastada por la violencia y habitada sólo por almas en pena. Monsiváis sintetiza: "En nuestra cultura nacional Juan Rulfo ha sido un intérprete absolutamente confiable… de la lógica íntima, los modos de ser, el sentido idiomático, la poesía secreta y pública de los pueblos y las comunidades campesinas, mantenidas en la marginalidad y el olvido…". Para Borges, "Pedro Páramo es una de las mejores novelas de la literatura de lengua hispánica, y aún de la literatura". Murió en la ciudad de México en 1986. © eMe