Textos domingo 2° de Adviento – ciclo A Is 11,1

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Textos domingo 2° de Adviento – ciclo A
Is 11,1-10
. Jesé era el padre del rey David. “Una rama del tronco de Jesé”, quiere decir, un
descendiente del rey David, alguien que viniera a reinar definitivamente y a otorgar al
pueblo lo que temporariamente tuvieron con David: paz, estabilidad, justicia, la posibilidad
de adorar libremente a Dios.
. Mientras que en la experiencia de los jueces (como Sansón, Gedeón, etc.), el espíritu del
Señor los acompañaba para una misión o tarea concretas; en este caso el espíritu
“reposará”, es decir, se quedará siempre con esa persona elegida por Dios. De todos los
dones, que solemos identificar como los dones del Espíritu Santo, el que se repite y
encabeza la lista es el “temor del Señor”, es decir, la devoción, el respeto por Dios, la
obediencia a sus mandamientos. Significa darle al Señor el primer lugar en nuestras vidas.
Los libros sapienciales del Antiguo Testamento dirán que el “temor del Señor” es el
principio de la sabiduría.
. El domingo pasado el profeta anunciaba un cambio de situación, el fin de los conflictos y
guerras y la transformación en un tiempo de paz y concordia. Hoy presenta esta imagen con
la imagen de la Creación en paz, sin desconfianzas, odios, miedos. Es el regreso a la
armonía original de la Creación (los biblistas y teólogos dicen que en realidad la imagen del
paraíso en el Génesis no es lo que están en el origen, sino lo que está en el futuro, en
nuestra esperanza). Es la imagen que esperamos, la que debemos construir también cada
día. Frente a nuestra realidad social y política, frente a los hechos que sucedieron esta
semana que alteraron la paz social y la sana convivencia, ¿qué nos dice este texto?
. “El conocimiento del Señor llenará la tierra”: En la Biblia, el conocimiento supone una
familiaridad, cercanía especial. Es algo que va mucho más allá de lo intelectual, es
vivencial y profundo. La base de este orden social nuevo, de esta armonía recuperada, es la
comunión con Dios y su justicia, la obediencia a su voz.
Sal 71,2.7-8.12-13.17 (72)
. El salmo pide a Dios que ayude e ilumine al Rey. El Rey tiene una misión, la de gobernar
con justicia y de ayudar especialmente a los más pobres. Su reinado debe ser fuente de paz
y encuentro para todas las naciones. Se pide para el Rey una larga vida, para que pueda
cumplir dignamente su misión. El “reinado”- “dominio” del Rey está al servicio de su
misión de obrar con justicia y de llevar a su pueblo al encuentro del Señor. La compasión
por los pobres, especialmente por los grupos más vulnerables de la época, aparece como el
atributo más importante de este Rey.
. Existía en Israel el anhelo de que todas las naciones reconocieran a Dios como el Señor,
siguieran sus mandamientos, practicaran la justicia y adoraran al Dios verdadero en
Jerusalén, en el Templo. Esta aspiración aparece también en este salmo.
. Su gobierno debe ser de bendición, de paz, para todos los pueblos.
Mt 3,1-12
. La presentación de Juan el Bautista y su misión: En el Evangelio según San Mateo, Juan
el Bautista recién aparece en este capítulo 3. No se dan muchos datos sobre él, su origen, su
infancia, como en el Evangelio de Lucas. Se menciona que su predicación comienza en el
desierto de Judá. Se dan detalles de su vestimenta: el manto de pelo de camello (áspero)
que vestía, y un cinturón de cuero. Una gran austeridad. Luego se habla de su alimentación,
con cosas tomadas directamente de la naturaleza. Su estilo de vida muestra que toda su
preocupación, su trayectoria, está al servicio del mensaje que lleva.
. Los temas de la predicación de Juan el Bautista: Juan anuncia la cercanía del Reino de los
Cielos (recordamos: “de los Cielos” en Mateo = “de Dios). Es decir, que Dios viene a
reinar, y su poder finalmente va a vencer todo pecado e infidelidad. Su visión de la venida
del Reino de Dios responde a una línea del pensamiento profético, la que anunciaba el
próximo castigo por los pecados, el juicio infalible de Dios que, con su justicia, destruiría
todo lo que es indigno de su Gloria. La única forma de “escapar” de este castigo es el
arrepentimiento y una sincera conversión. Llama la atención que no solo el pueblo, sino
también integrantes de los poderosos grupos de los fariseos y saduceos se acercaban a
recibir este bautismo. Juan no tiene “pelos en la lengua”, también a ellos, con toda su
fuerza, anuncia la necesidad de la conversión. El grupo al que pertenecían, su pertenencia al
pueblo de la Alianza, etc., no les “garantizaban” el favor del Señor. La conversión es una
tarea cotidiana.
. La conversión y sus frutos: El tema de los frutos aparece varias veces en este Evangelio
según San Mateo. Al hablar de los que se presentan como profetas, luego al discutir con los
fariseos, Jesús deja claro que la vida de gracia no es solo cuestión de palabras, sino de obras
auténticas. Cuando Juan el Bautista exhorta a la gente a mostrar frutos de conversión, los
moviliza a que esa conversión se haga visible en la verdad, el amor, la justicia.
. El significado de su bautismo: Juan bautiza en el río Jordán, que tenía un valor muy
importante para el pueblo hebreo. Para tomar posesión de la Tierra Prometida, el pueblo
cruzó este río, liderados por Josué, ya que Moisés acababa de morir. Nuevamente, el pueblo
debe cruzar para tomar posesión, porque su pecado ha “manchado” la tierra. El bautismo
era un rito conocido en el judaísmo, como signo de purificación. Lo practicaban los
“prosélitos”, es decir, los que no habían nacido judíos pero deseaban serlo, también los
fariseos y los integrantes del grupo esenio que vivían cerca de las orillas del Mar Muerto,
en Qumrán. Para ellos era un signo del deseo de alcanzar esa “pureza” necesaria para estar
en la presencia de Dios. Para Juan, es un signo de conversión, dejando toda forma de
pecado y preparándose para la venida del Mesías.
. Lo que anuncia sobre el “que ha de venir”:
- “es más poderoso que yo”: A pesar de que viene después, es más importante que
Juan.
- “no soy digno de quitarle las sandalias”: Se refiere a un rito matrimonial, en
relación con la ley del levirato. Juan no es el “novio”, el “esposo” de la Iglesia, el
que viene a realizar el amor esponsal de Dios y la comunidad (ver Dt 25,9), ese es
Jesús.
- “él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”: Se refiere al bautismo que
viene a inaugurar Jesús, como “nuevo nacimiento”, liberación del pecado y
participación de su redención. Pero también al sentido salvador de la entrega de
Jesús en la Pasión.
- “Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y
quemará la paja en un fuego inextinguible”: La imagen de la cosecha aparece a
menudo en la Biblia (ver, por ejemplo, Mt 9,37-38), como imagen del juicio
definitivo de Dios. Juan tiene una imagen de la venida del Mesías como tiempo de
castigo y destrucción de los impíos, de los pecadores. No es la imagen con la que
Jesús se identificará a lo largo de su ministerio.
. El “Espíritu del Señor” en Isaías y el “Espíritu Santo” en Mateo aquí: En Isaías, el
“espíritu del Señor”, podría traducirse como “la presencia del Señor”, “la inspiración del
Señor”. Al mismo tiempo, como Palabra de Dios, preanuncia la llegada de Jesús como
aquel que está lleno del Espíritu Santo y “bautiza” en este Espíritu, es decir, hace participar
de la presencia del Espíritu a los que están unidos a Él.
Temas de espiritualidad redentorista
. La conversión: Las Constituciones Redentoristas, en el número 3, hablan de los
destinatarios preferenciales de la predicación redentorista. Menciona entre ellos a las
personas que reciben suficiente atención pastoral ordinaria, que necesitan vivir en un
espíritu de permanente conversión. La Constitución número 11 nos recuerda que los
redentoristas somos ‘apóstoles’ (anunciadores, llamados a exhortar) de la conversión. Dice:
‘Así pues, los redentoristas son “apóstoles de la conversión”, ya que su predicación se
ordena ante todo a llevar a los hombres a una radical elección de vida u opción por Cristo,
y a estimularlos con suavidad y firmeza a una incesante y plena conversión.’
. La Constitución número 12 de los Redentoristas nos recuerda que esta conversión
personal se vive dentro de la Iglesia, de la comunidad. Tanto el Papa en su nueva
Exhortación Apostólica, “La alegría del Evangelio”, como el Documento final de
Aparecida, hablan de una “conversión eclesial” y una “conversión pastoral”, de una
renovación necesaria de la Iglesia, en pie de misión. La Iglesia necesita cambiar criterios,
estructuras, actitudes, para cumplir con su misión esencial, la de anunciar la Salvación en
Jesús. Dice el número 27 de “La alegría del Evangelio”: ‘La reforma de estructuras que
exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas
se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más
expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y
favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad.’
. El documento de Aparecida, en el número 368, expresa algunas actitudes necesarias para
vivir esta “conversión pastoral”: ‘actitud de apertura, de diálogo y disponibilidad para
promover la corresponsabilidad y participación efectiva’.
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