Fascículo 10

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FASCÍCULO
Huelgas, sublevaciones, guerrillas...
10
Casos paradigmáticos
La Comisión de Verdad y Justicia en su Informe
Final consigna algunos casos paradigmáticos de la
represión bajo el stronismo. Se trata de episodios que
ayudan a comprender la profundidad y la extensión
que alcanzó la represión bajo el régimen militar de
Alfredo Stroessner. A continuación se narran algunos
de ellos, omitiendo aquellos en los que se produjeron
desapariciones forzosas o ejecuciones extrajudiciales,
los cuales ya fueron tratados en páginas anteriores.
Purga en la ANR
Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias
Hacia 1955, a tan solo algunos meses de haber llegado
al poder, el gobierno de Alfredo Stroessner estaba
lejos de estar consolidado. De hecho, en ese tiempo
se lo consideraba como una salida transitoria en el
marco de una intensa puja entre tres sectores del
Partido Colorado: a. Los Guiones Rojos, liderados
por Natalicio González, el sector más autoritario y
ultranacionalista, b. Los Democráticos, encabezados
por el ex presidente Federico Chaves y c. Los
mendezfleitistas, quienes seguían a uno de los
dirigentes más prominentes de la ANR en la época,
Epifanio Méndez Fleitas. Existía un cuarto grupo,
autodenominado “unionista”, estaba dirigido por
J. Eulogio Estigarribia, quien fue expulsado de la
convención partidaria, y que tenía como bandera la
alianza de los sectores contrarios a Méndez Fleitas. En
este contexto, se descubre un plan supuestamente
impulsado por este último bloque para copar la Fuerza
Aérea y la Caballería, unidades ubicadas en Campo
Grande.
El 27 de enero de 1955, el Partido Colorado emitió
un comunicado -redactado por Méndez Fleitasrepudiando el levantamiento y respaldando al
“gobierno colorado del general Stroessner”. Estigarria
y otros dirigentes sindicados como cabecillas del
movimiento insurreccional no fueron detenidos y
pasaron un breve tiempo en el exilio. En cambio,
en las FFAA se registraron medidas drásticas,
especialmente con los cadetes que participaron de la
conspiración. Todos fueron detenidos, varios de ellos
fueron brutalmente torturados y la totalidad enviada
al Penal Militar de Peña Hermosa. Perdieron además
la posibilidad de continuar con la carrera profesional.
Se trataba de un mensaje muy claro para todo aquel
oficial que quisiera oponerse al “único líder”.
Sintiéndose más fuerte, Stroessner maniobró
explotando las ambiciones de los grupos de Natalicio
González y los democráticos para acabar, luego de
unos pocos meses, expulsando del Partido Colorado
a Epifanio Méndez Fleitas, quizás el único dirigente
-contaba con apoyo de sectores militares- que podía
hacerle sombra en el seno del coloradismo. En las
FFAA, por otra parte, comenzó una amplia
purga que habría de concluir años después
con todos los militares que habían exhibido
algún tipo de resistencia al modelo
stronista apresados o desterrados.
Stroessner conversa con Epifanio Méndez Fleitas, quien sería su principal adversario
en la ANR.
A lo largo de la dictadura, Stroessner se
ocupó personalmente del relacionamiento
con los militares, a los cuales desde el
inicio llenó de privilegios y negociados, que
iban desde la exoneración de impuestos
hasta el control del contrabando.
Mediante la mano dura a los renuentes
y la repartición de favores a los leales, el
dictador construyó una máquina obediente
y represiva que le sirvió con fidelidad
durante décadas.
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( FASCÍCULO 10 )
“Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más”
Intentona del 4 de noviembre de 1956
Llamando a los cuarteles
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los febreristas. La Policía no le
permitió siquiera pisar tierra
paraguaya y fue conducido a
Clorinda. Este acontecimiento
sirvió a la represión para
involucrar a los febreristas en
un intento de golpe en el que
nada tenían que ver. Entre los
detenidos de ese partido se
encuentran Juan G. Granada,
el capitán (SR) René Speratti y
Francisco Sánchez. La Policía
detuvo a 81 personas, muchas
de las cuales fueron sometidas
a terribles tormentos, entre
ellos Levi Ruffinelli, Luis Kallsen
El dictador se granjeó el respaldo de los altos mandos militares durante décadas otorgándoles el
y Anuncio Vallejos. Luego de
control de negociados, como el contrabando, tierras públicas y gran cantidad de privilegios.
algunos días de reclusión e
La característica de la resistencia a la dictadura en sus
interrogatorios en Asunción, los liberales fueron
primeros años fue la apelación al golpe militar clásico,
confinados a Kilómetro 180, en el Chaco y aun a
mecanismo de sustitución de gobierno que había sido
regiones más inhóspitas como el fortín Ingavi,
muy común en los últimos años en el país. Cuando
cerca de la frontera con Bolivia, de donde algunos
el stronismo suprimió incluso la oposición en el seno
escaparon atravesando los bosques de matorrales
de la ANR, un sector del Partido Liberal consideró
espinosos y desiertos. Los febreristas fueron enviados
agotadas las posibilidades de cualquier negociación
a Fuerte Olimpo.
y se abocó a la organización de un levantamiento
militar.
El régimen comenzó una práctica que fue común
a lo largo del tiempo que duró: magnificó el
Como el anterior, el plan de esta insurrección se
movimiento hasta límites absurdos, con evidentes
basaba en el apoderamiento de las bases de la
propósitos propagandísticos. Según la hipótesis
Caballería y la Aviación en Campo Grande. Entre los
de la dictadura, el partido Comunista tendría
referentes del alzamiento figuraban, según la versión
participación en los hechos organizando huelgas de
oficial, el coronel Alfredo Ramos, el coronel Ramón
estudiantes y obreros para enervar el clima político.
Paredes, los liberales Benjamín Vargas Peña, Carlos
Los febreristas por su parte pondrían en acción 50
Pastore, Carlos Levi Ruffunelli, Manuel Pesoa, Anuncio
brigadas de 100 hombres cada una, armados con
Vallejos y Ranulfo Gill. La operación estaba prevista
pistolas automáticas y bombas de mano. Es decir, el
para el 4 de noviembre de 1956, pero la Policía
levantamiento tendría 5.000 hombres en armas en
descubrió el complot varios días antes, al parecer por
cualquier momento. Con una fuerza de esa magnitud,
la indiscreción de uno de los conspiradores. Contando
los complotados habrían iniciado una guerra civil
con información detallada, las fuerzas represivas
y el desbaratamiento de los grupos alzados no le
procedieron a detener a los principales dirigentes del
hubiera resultado tan fácil al gobierno. Se trata claro
movimiento sin mayores dificultades.
esta de una mentira desproporcionada pensada para
“justificar” los desbordes en la represión y para agitar
Un hecho más favoreció al gobierno. El 3 de
en la población el miedo al comienzo de una espiral
noviembre llegó en un hidroavión, procedente de su
interminable de violencia que arrastraría al conjunto
exilio en Argentina, el coronel Rafael Franco, líder de
de la sociedad.
Levantamiento del 9 de Mayo de 1957
Otro alzamiento fallido
Para el 9 de mayo de 1957 estaba programado un
alzamiento militar que habría de pasar a la historia
como el último intento de golpe de Estado hasta
febrero de 1989. La frustrada insurrección de
noviembre de 1956 había significado la abrupta
interrupción de las negociaciones entre el gobierno
-representado por Édgar L. Ynsfrán y Tomás
Romero Pereira- y el proscrito Partido Liberal, cuyos
negociadores eran Gerónimo Riart y Cipriano Codas.
Ante la clausura del diálogo, un grupo de liberales
planificó un nuevo intento por hacerse con el poder
mediante un golpe de mano militar.
Esta vez el epicentro de las operaciones sería el
barrio Tacumbú de Asunción, asiento del Comando
de Ingeniería, el Comando de Transmisiones y el
Regimiento de Infantería Nº 14 (RI 14). Según lo
proyectado, los alzados debían apoderarse del
Comando de Transmisiones para desde allí armar una
columna integrada también por civiles y ocupar por
sorpresa el RI 14. Simultáneamente, desembarcarían
en la ciudad contingentes de civiles armados venidos
de Argentina.
En el comando civil se hallaban Cayetano
Alfieri, Walterio Mercado, Rogelio Pavón, José
Antonio Ayala, Roberto Paleari, Víctor Méndez
y Manuel Jiménez Uriarte. En el nivel militar las
reponsabilidades principales recaían en el coronel
(SR) Alfredo Ramos, el coronel (SR) Ramón Paredes
y el también retirado teniente coronal Eliseo
Salinas. El movimiento contó con la adhesión de
cerca de 50 conscriptos del Batallón Escolta, unidad
encargada de la seguridad del propio Stroessner.
Sin embargo, una vez más el plan fue descubierto
con mucho tiempo de antelación y se desencadenó
una feroz represión encabezada por el entonces jefe
de Investigaciones de la Policía de la Capital, Juan
Erasmo Candia.
Nunca se supo el destino de los conscriptos del
Batallón Escolta, pero es seguro que su integridad
no fue respetada ni se les siguió un proceso judicial
limpio. Los conscriptos eran considerados sirvientes
sin voluntad ni entendimiento y su participación en
un levantamiento constituía una falta gravísima a los
ojos del régimen.
Este intento de golpe trajo dos consecuencias
perdurables. En primer lugar, el proceso de
coloradización de las FFAA -iniciado ciertamente
mucho antes de Stroessner- se hizo más riguroso
y estricto. Para acceder a la carrera militar ya ni
siquiera bastaba la afiliación personal a la ANR,
sino que el aspirante debía proceder de una familia
de comprobada tradición colorada, de ser posible
comprometida por razones laborales, económicas o
prebendarias con el régimen.
En segundo lugar, marca un fortalecimiento del
sistema de inteligencia del stronismo, que creó
la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos (“La
Técnica”), bajo el mando de Antonio Campos Alum,
quien contó con la colaboración de la III Sección
del II Departamento del Estado Mayor de las FFAA,
encabezado por el mayor José Butlerov. En esos
años, ambos fueron asesorados en la lucha contra
insurgente por el teniente coronel norteamericano
Robert Thierry.
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El dictador en un acto público a finales de los años 50. El régimen
necesitaba derrotar aún a varios sectores para consolidarse.
( FASCÍCULO 10 )
“Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más”
Huelgas estudiantiles
Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias
De las aulas a las calles
Movilización de estudiantes durante la dictadura. La resistencia de los jóvenes ante el stronismo comenzó solo unos meses después de
instalado el gobierno del dictador, que los reprimió sin contemplaciones. Años más tarde, en la década de los 80, los estudiantes
volverían a ganar protagonismo en marchas y manifestaciones.
Abril de 1956 es el mes en que se producen las
primeras movilizaciones masivas de estudiantes
universitarios bajo el stronismo, las cuales reciben
como respuesta una violenta represión. Por aquel
entonces, la Universidad Nacional de Asunción
(UNA) se encontraba bajo intervención del Estado,
una situación arrastrada ya desde tiempos del
gobierno de Estigarribia. La unipartidaria Cámara de
Representantes se hallaba estudiando una nueva ley
que regulaba el funcionamiento de la universidad. La
reivindicación en torno a la cual se organizaban los
estudiantes nucleados en la Federación Universitaria
del Paraguay (FUP) era sencilla: el levantamiento
de la intervención y la participación estudiantil en el
diseño de la nueva legislación.
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El 10 de abril llega a nuestro país una comitiva de
estudiantes argentinos y uruguayos, para manifestar
su solidaridad con la causa de sus pares paraguayos.
Llamativamente, el oficialista diario Patria saludó
la llegada de los delegados extranjeros, posición
que habría de cambiar radicalmente luego del
13 de abril. Ese día, la Policía y civiles colorados
armados con garrotes y cables trenzados irrumpen
en una reunión de despedida de los estudiantes
que visitaban el país, realizada en la Facultad de
Medicina. El encuentro se había convertido en
un mitin de reclamo del fin de la intervención de
la UNA y, en el curso de la represión, los jóvenes
se refugiaron en el Hospital de Clínicas. Hasta
allí, específicamente hasta la Maternidad, fueron
perseguidos los estudiantes a golpes, patadas
y palos. En los grupos parapoliciales tomaban
parte funcionarios públicos (de la Administración
Paraguaya de Alcoholes, APAL, más precisamente),
como lo testimoniaron testigos.
“...los estudiantes fueron conducidos hasta la
Guardia de Seguridad (…) fue la primera vez que
fue utilizada como lugar de reclusión. Los detenidos
eran obligados cada mañana al despertar a cantar
la Polca “Colorado”. Los que se negaban a cantar
eran golpeados con garrotes por los policías”
Mario Esteche Notario, Asunción, 1956.
Los incidentes y enfrentamientos entre estudiantes,
policías y “garroteros” de civil continuaron durante
toda la semana, en las facultades de Medicina,
Química, Derecho y Ciencias Económicas. Las
golpizas a los estudiantes, entre los que había como
se dijo varios extranjeros, tuvo repercusión en la
prensa del Río de la Plata. El gobierno, a través
de la Subsecretaría de Informaciones, calificó
de “emisarios de la discordia” a los estudiantes
argentinos y uruguayos y negó que existieran presos
políticos ni limitación de las libertades públicas.
medida de fuerza tras asumir el compromiso de dejar
sin efecto la intervención de la UNA. Los alumnos
celebraron como un triunfo esta decisión, pero no
pudieron evitar dos grandes derrotas: en primer
lugar, se aprobó la Carta Orgánica de la universidad,
de corte autoritario y que otorgaba amplias
prerrogativas al Presidente de la República; en
segundo lugar se impuso el examen de admisión en
cada una de las carreras, un sistema de selección que
continúa hasta nuestros días y que era rechazado por
los gremios estudiantiles.
En un esfuerzo por desmovilizar al alumnado cada
vez más activo, el interventor de la UNA, César
Romeo Acosta, dispuso la suspensión de las clases
y cualquier tipo de reunión en los locales de la
universidad hasta el 5 de mayo. Para entonces,
el problema con los estudiantes amenaza con
extenderse peligrosamente, ya que los médicos
del Hospital de Clínicas habían resuelto hacer
paros diarios de dos horas en solidaridad con los
estudiantes. El gobierno nombró, del seno de la
Asociación de Médicos Colorados, una comisión
de negociación que acordó el levantamiento de la
Después de este conflicto, el régimen redobló su
apuesta en el sector estudiantil fortaleciendo los
organismos colorados como el centro Ignacio A.
Pane, la Secretaría de Asuntos Universitarios, la
Federación Universitaria Colorada y el centro Blas
Garay. Con ello intentó revertir la hegemonía que a
nivel estudiantil tenían los liberales, los febreristas
y los comunistas. La dictadura también aumentó
su apoyo a los gremios profesionales colorados,
los cuales se convertirían en un instrumento de
dominación muy eficaz.
La FEDRE
A finales de 1961 fue constituida la
Federación de Estudiantes Democráticos
Revolucionarios (Fedre), una organización de
estudiantes secundarios que, además de las
reivindicaciones propias del sector, postulaba
la necesidad de mayores libertades cívicas y
políticas en el país. Entre sus integrantes se
contaban jóvenes colorados, comunistas y
febreristas.
Los principales dirigentes de la Fedre fueron
Ricardo Medina, Emilio Barreto, César Colmán
Villamayor, César Velázquez Alonso, Miguel
Angel Velázquez Alonso. En poco tiempo,
la Fedre, que organizaba mitines y pintatas
con consignas democráticas en lugares muy
concurridos, se puso en la mira de la DNAT,
al mando de Antonio Campos Alum. Muchos
de los líderes de la organización fueron
detenidos en noviembre de 1962. En el listado
de la Policía figuran entre otros: Federico
Blinder, Carlos Colombino, Enrique Ramírez
Maidana, María Elena Aponte Soler, Emilia
Iparraguirre, Carlos Cowan Doldán, Oscar
Franco, Felicita Alcaraz y Hernán Pratt.
Muchos de los detenidos sufrieron terribles
tormentos durante el periodo de reclusión
y una parte importante de los miembros
de la FEDRE tuvieron grandes dificultades
para continuar sus estudios y para construir
posteriormente una carrera profesional o
laboral.
“...el Fedre movilizaba gente y había que
perseguirlo (…) lo que logró la dictadura
es meter entre nosotros a los pyragué
como Carlos Podestá. A partir de la
acción de Podestá los integrantes del
FEDRE ya comenzaron a caer. Entonces,
obligadamente, Arturo Fleitas y yo ya
tuvimos que entrar en la clandestinidad...”
Emilio Barreto, Asunción, 1962.
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“Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más”
Huelga obrera
Batalla crucial para la dictadura
En 1956, el gobierno de Stroessner había comenzado
la aplicación de medidas recomendadas por el Fondo
Monetario Internacional que tuvieron repercusión
en las condiciones de vida de las clases trabajadoras.
El deterioro económico en las ciudades y el campo
condujo a la última huelga general durante la
dictadura. La única central obrera era la Confederación
Paraguaya de Trabajadores (CPT), una organización
controlada en su cúpula por el oficialismo pero que
conservaba la pluralidad en sus bases, sobre todo en
el Consejo de Delegados, donde coexistían febreristas,
mendezfleitistas y representantes del sindicalismo
cristiano.
Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias
Fue precisamente este organismo el que resolvió llamar
a una huelga general en reclamo de un incremento
del 29,5% en el salario mínimo el 27 de agosto de
1958. El pedido era rechazado por la Federación de la
Producción, la Industria y el Comercio (Feprinco) y por
el Gobierno que veía en la CPT -entidad fundada en 1951
para reemplazar a la Organización Republicana Obrera
(ORO)- un foco de penetración de Epifanio Méndez
Fleitas. La negociaciones entre la central sindical y el
Gobierno fueron con el ministro de Justicia y Trabajo,
Ezequiel González Alsina, quien al iniciarse el segundo
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mandato de Stroessner fue sustituido en la mesa por el
nuevo titular de la cartera, César Garay.
Un día antes de la huelga, el dirigente sindical de
extracción colorada Julio Etcheverry fue convocado al
local de la ANR por el titular del partido, Tomás Romero
Pereira, quien le dijo, “Usted es colorado, como buen
colorado le pedimos que vaya a la CPT y levante esta
huelga que se hace contra el partido”. Etcheverry
respondió que “como buen colorado” debía ser Romero
Pereira quien apoyara la huelga, con lo que se dio por
terminada la conversación. Ese mismo día, el Consejo de
Coordinación Económica dispuso una suba del salario
mínimo en un 5%, algo que la CPT consideró inaceptable
y se ratificó en la medida de fuerza prevista para el
día siguiente. Mientras la Policía preparaba su plan de
acción para el día de la huelga (comenzaba con el arresto
simultáneo de 45 dirigentes sindicales), las negociaciones
prosiguieron durante la tarde e incluyeron una reunión
del propio Stroessner con la dirigencia sindical.
“...el presidente Stroessner nos hizo pasar a una
pieza donde había dos filas de bancos; en la primera
fila se sentaron Vicente Cortesi y Luis Ramírez y en la
segunda Generoso Viveros y yo. El presidente nos dijo:
‘Todos los que estamos aquí
somos colorados’. Cortesi
respondió: ‘Por lo menos los
que estamos en la primera fila’.
¿Y los que están en la segunda
fila?, preguntó el presidente.
‘Somos febreristas’, contesté
yo, porque Viveros era un poco
flojo todavía (…) La huelga para
el presidente era ‘caminar por
malos caminos’, nos dijo que
sería perjudicial para nosotros
mismos. Sin embargo le aclaré
que nosotros no estábamos
autorizados para sellar la suerte
de los trabajadores en ese
lugar. Entonces el presidente
se dirigió a los miembros del
Comité Ejecutivo y les preguntó:
‘¿Ustedes no pueden hacer algo,
Carros de bomberos usados por el gobierno stronista en la represión de obreros y estudiantes.
Foto Archivo CIPAE.
Marcha de
trabajadores
en los últimos
años de la
dictadura. A
finales de los
años 70 y
principios de
los 80 el
movimiento
sindical
recuperó
autonomía y
presencia en la
sociedad
paraguaya,
convirtiéndose
en un fuerte
núcleo de
resistencia
democrática.
alguna cosa para cambiar esto?’. Cortesi le respondió:
‘No, porque estos (señalándonos) son los que deciden,
son los que tienen los sindicatos”. Testimonio de
Fortunato Osorio, recogido por Morán y Villalba.
Esa noche, el Gobierno declara ilegal la huelga , en tanto
que la ANR llama a sus afiliados a no plegarse a la medida
de fuerza. A primeras horas de la madrugada, la Policía,
junto a grupos civiles armados, toma por asalto el local
de la CPT y simultáneamente se producen no menos de
50 detenciones de dirigentes clave (fuentes sindicales
hablan de 300 detenidos). El Poder Ejecutivo dispone
además la intervención de la CPT, proceso al frente del
cual coloca a Enrique Volta Gaona, perteneciente al ala
fascista del coloradismo. Pese a todos estos golpes,
la huelga tiene un alto nivel de acatamiento. Luego
de algunos choques entre trabajadores y policías, los
huelguistas buscaron refugio en el colegio Monseñor
Lasagna, institución ubicada cerca de la zona portuaria
e industrial de la ciudad. En esa institución llegaron a
concentrarse más de 1.000 obreros.
“...ahí el monseñor Aníbal Mena Porta (arzobispo de
Asunción) habló a la gente dándoles garantías de que no
les pasaría nada. Los compañeros se plantaron y Lucio
Olmedo, del Comité Ejecutivo que no cayó preso, le dijo
que estaba equivocado que él tenía que dar apoyo y
comida a los que estaban ahí haciendo eso. A las 5 de la
tarde volvió (…) y pidió que la gente se retire y dijo (…) si
ustedes no se retiran vamos a permitir que entre la Policía
a desalojar la iglesia, eso dijo el monseñor Mena Porta a
los compañeros (…) unos 400 abandonaron el lugar. Y los
que no se retiraron sufrieron las consecuencias, entró la
Policía a desalojar, esa fue una traición del monseñor...”
Julio Etcheverry, Asunción, 1958.
El movimiento sindical fue descabezado en el marco de
la represión a la huelga de 1958. Una parte importante
de la dirigencia sindical -aún siendo colorada- debió partir
al exilio o fue confinada en lugares remotos e inhóspitos
de nuestra geografía, como el fortín Ingavi en el Chaco
o en la espesura de la selva en el Mbaracayú. La huelga
sirvió también como justificación para atacar al Partido
Comunista y al Partido Febrerista y hubo, como es fácil
suponer, una gran cantidad de detenidos y torturados
en el marco de estas operaciones. La CPT pasó a ser
gobernada por agentes del Gobierno más interesados
en el control y la vigilancia de los trabajadores, que en
la reivindicación de sus derechos. Un sector crucial de la
sociedad civil fue primero silenciado, luego desarticulado
y finalmente sometido por el régimen. El panorama
del movimiento obrero no habría de cambiar hasta el
surgimiento de nuevas camadas de trabajadores y de
dirigentes al calor del boom de Itaipú y de la política de
derechos humanos de los Estados Unidos, a finales de
los años 70.
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( FASCÍCULO 10 )
“Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más”
Las manifestaciones de mayo de 1959
El fin de toda apertura
La reacción de la población fue encabezada por los
estudiantes secundarios, agrupados en la Federación de
Estudiantes Secundarios de Asunción (FESA), quienes
reclamaban un precio diferenciado en el transporte
público. Una concentración -a la que también adhirió
el Centro de Estudiantes de Colegios Incorporados, las
instituciones privadas- convocada en
la Plaza Italia acabó con la detención
de muchos dirigentes estudiantiles.
La manifestación del 28 de mayo,
ferozmente reprimida, marca la
utilización por primera vez de la Policía
Montada, un acontecimiento que el jefe
de Policía Ramón Duarte Vera, habría de
celebrar con un asado ese mismo día.
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“Nunca se vio tanto ensañamiento
(…) como 100 hombres de la Policía
Montada acompañados por otros
100 policías a pie con sables en mano
se lanzaron sobre la concurrencia
castigando a varones y mujeres sin
distinción (…) y apresando a mansalva,
se llenaron las comisarías” Ramón
Lezcano Torres, Asunción, 1959.
Al día siguiente, la Cámara de Representantes protestó
por la violencia empleada -de la que también fueron
víctimas dos de sus integrantes- y resolvió iniciar un juicio
político al ministro del Interior y al jefe de Policía. La
respuesta de Stroessner no se hizo esperar. Amparado
en la Carta Política de 1940 y con la anuencia de J. Eulogio
Estigarribia, presidente de la Cámara, dispuso la disolución
del cuerpo legislativo y convocó a nuevas elecciones. Esta
decisión significó la fractura del Partido Colorado y el exilio
para muchos de sus más importantes dirigentes, quienes
en Argentina habrían de conformar el Movimiento Popular
Colorado (Mopoco).
Ante los nuevos acontecimientos políticos, y sin
posibilidad de marchar en el centro de la ciudad (fue
restablecido el Estado de Sitio), los estudiantes ocuparon
el local del Colegio Nacional de la Capital. Esa madrugada,
policías y grupos de garroteros colorados tomaron por
asalto, con patadas y palos, el predio de la institución.
Más dirigentes estudiantiles fueron detenidos. Meses
más tarde, las organizaciones estudiantiles se negaron
a participar en los desfiles por la fundación de Asunción,
lo que derivó en nuevos apresamientos. Los estudiantes
fueron recluidos en condiciones insalubres, fueron
sometidos a torturas y a trabajos forzados.
Tal como se aprecia en la foto, la represión bajo el stronismo se valió, además de los uniformados, de grupos de civiles armados. Estos “garroteros” eran con frecuencia empleados públicos
movilizados por la ANR.
Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias
El 24 de marzo de 1959, la Junta de Gobierno del Partido
Colorado, por presión de los miembros del sector
“Democrático”, aprobó una declaración fundamental
en la cual solicitaba el cese gradual del Estado de Sitio, la
amnistía general y la derogación de las leyes restrictivas
al ejercicio de la ciudadanía. Se trataba de un gesto
de apertura que no se había producido desde 1946.
El 1 de abril comenzaron las sesiones de la Cámara de
Representantes -compuesta solo por colorados- y el 3
de abril se anunció el levantamiento del Estado de Sitio.
Es necesario apuntar que las limitaciones a las libertades
continuaron por medio de edictos emitidos por la Policía.
Pronto, sin embargo, el stronismo iba a demostrar que
no estaba dispuesto a ningún tipo de concesión y que
la disidencia colorada sería admitida exclusivamente si
mostraba docilidad completa con el régimen. Para truncar
este atisbo de apertura política la dictadura se valió de la
situación generada a partir de la suba de 3 a 5 guaraníes
del precio del pasaje de transporte público, en mayo de
1959.
El autogolpe del stronismo
Persecución al Mopoco
Por representar una seria amenaza al interior del propio
Partido Colorado, el stronismo fue particularmente
riguroso en su persecución al Movimiento Popular
Colorado (Mopoco), un desprendimiento de la ANR.
Tanto fue así que, a mediados de la década de los 60,
cuando el Gobierno negociaba con un sector de la
oposición en torno a una Constituyente, el Mopoco fue
excluido de esas conversaciones.
Foto Archivo CIPAE.
La expulsión, la persecución y el destierro de los
integrantes del Mopoco fue la derivación de un
autogolpe perpetrado por el stronismo en 1959. En aquel
año, como ya se relató en pasajes anteriores, el sector
democrático de la ANR forzó una declaración de la Junta
de Gobierno reclamando la normalización institucional,
el cese del Estado de Sitio y el respeto a las libertades
democráticas. Esta posición tuvo eco en la unipartidaria
Cámara de Representantes, que llegó a votar a favor del
inicio de un proceso contra el jefe de Policía y el ministro
del Interior, debido a la brutal represión a estudiantes
que pedían la rebaja del precio del boleto.
La respuesta del régimen fue la disolución del cuerpo
Legislativo, la prisión de algunos de sus miembros
y el copamiento del partido por parte de los grupos
incondicionales a Stroessner. El 1 de junio de 1959, la
conducción colorada ratificó su respaldo a la decisión
del dictador, en un esfuerzo por tranquilizar a las
bases del partido ante la represión desatada contra
una parte importante de su dirigencia. Los detenidos
llegaron en estos primeros días a 56 personas, varios
de ellos legisladores arrestados pese a la Ley de Fueros.
Fueron recluidos en Investigaciones y luego confinados
a distintos sitios de la República. Entre los torturados
figuran Guido Arce Bazán, Diosnel Bécker, Casimiro
Calderón y Carlos Zayas Vallejos.
Relata el emblemático dirigente del Mopoco: “...en
julio de 1959, después de 30 días de incomunicación
en el Cuartel de Policía, me confinan, junto a Osvaldo
Chaves, Enrique Riera y el coronel Nelson Rolón a la
prisión militar de Fuerte Olimpo. De allí nos trasladan a
la prisión militar de Puerto Guaraní, donde estuvimos
otros 30 días. En agosto nos fugamos e ingresamos al
Brasil...”. Con la separación del Mopoco, el stronismo
eliminó toda disidencia al interior del Partido Colorado.
Las divisiones dentro de esta agrupación habrían de
aflorar nuevamente recién hacia el final de la dictadura.
El Mopoco -que en 1973 sufrió el desprendimiento de la
ANRER (ANR en el Exilio y la Resistencia)- es la prueba de
la existencia de corrientes coloradas democráticas que
se enfrentaron decididamente a la dictadura.
En 1978, el Mopoco se integró al Acuerdo Nacional junto
al Partido Liberal Radical Auténtico, el Partido Febrerista
y el Partido Demócrata Cristiano, un frente conformado
para coordinar acciones contra la dictadura.
Durante los largos años del exilio, varios fueron los
intentos -generalmente fallidos- de los dirigentes
por retornar al país. Relata Miguel Ángel González
Casabianca: “...cuando eso se había constituido el
Acuerdo Nacional y decidimos forzar el retorno (…)
fueron cinco o seis intentos; en el primer intento
incluso hubo mucha sorpresa, vinieron Lovera,
Mallorquín y Faustino Centurión, se mantuvo muy
en secreto. Después fue imposible eludir la vigilancia
(…) llegábamos al aeropuerto y no nos dejaban
bajar, ya directamente subían al avión violando todas
las normas internacionales. Y el Gobierno argentino
no protestaba, era territorio argentino...” Otros
miembros destacados del Mopoco fueron Sandino
Gill Oporto, Mario Paredes Jara, Silvestre Gómez y
Cándido Ortiz. La persecución al Mopoco continuó
hasta la caída de la dictadura.
Waldino Ramón Lovera, histórico dirigente del Mopoco, junto al profesor
Luis Alfonso Resck. Lovera vivió largos años en el exilio.
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( FASCÍCULO 10 )
“Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más”
El Movimiento 14 de Mayo y el Fulna
Fracasa la insurgencia armada
Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias
En el momento en que comenzó su organización,
el Movimiento 14 de Mayo recibió el respaldo del
gobierno argentino, encabezado por los militares
que habían derribado a Juan Domingo Perón, a
quien Stroessner brindó refugio. Sin embargo,
esta actitud pronto varió radicalmente -como
consecuencia del triunfo castrista en Cuba y la
presión de EEUU contra toda forma de guerrilla- y
Argentina proveyó incluso informes a la dictadura
paraguaya.
Entre los fundadores del Movimiento figuran:
Flaviano Adorno, Benjamín Vargas Peña, Arnaldo
Valdovinos, Carlos Freytag, Alfredo Ramos,
Manuel Pérez Ramírez, Juan José Rotela, Carlos
Caballero Ferreira, Herminio Giménez, Gabriel
Armoa, Eustacio Rojas, Arturo Buzarquis, Modesto
Ramírez, Miguel Torres, Julio Sosa, Augusto
Daponte, Venancio Adorno, Néstor Romero
Valdovinos, René Speratti, Esteban Carballo,
Paulino Ibarrola, Américo Villagra, Patricio Ortúzar.
Juan José Rotela, uno de los líderes del Movimiento 14 de Mayo.
En las páginas correspondientes a las
desapariciones forzadas y ejecuciones
extrajudiciales ya se hizo una relación de la
organización y las acciones emprendidas por
el Movimiento 14 de Mayo, la represión y los
resultados de sus incursiones. Aquí se consignan
algunos elementos más que complementan esa
información
154
Las conducciones del Partido Liberal y del
Partido Febrerista, cuyos militantes integraban el
Movimiento 14 de Mayo, no apoyaban oficialmente
la lucha armada. Por esa razón los jóvenes
miembros del grupo insurreccional constituyeron
una Junta Nacional Revolucionaria, instancia militar
y política que debía dirigir las acciones hasta el
derrocamiento de la dictadura y la instauración de
un régimen de amplias libertades.
La represión de este alzamiento armado
incluyó torturas, ejecuciones extrajudiciales,
descuartizamientos y mutilaciones atroces,
tal como se describió anteriormente. Muchos
prisioneros fueron arrojados con vida desde
aviones, mientras que los pocos sobrevivientes
fueron trasladados a centros de reclusión donde
prosiguieron los tormentos y apremios. En este
caso puntual, toda la responsabilidad fue de las
FFAA, cuyas fuerzas operativas se hallaban al
mando del general Patricio Colmán.
“Había una chica... que pasó como enfermera con
nosotros, una hermosa chica, era joven, 19 años
tenía... y la entregan ahí a las tropas delante de
nosotros... para que la violaran... y delante de
nosotros ahí... como esos perros... como esos
animales, le agarraban a la chica y la violaban ahí...
se levantaba uno y venía otro así... y después le
dice...ya estaba totalmente desnuda la piba...viene
el general Colmán una porquería de tipo... bueno
ahora me toca a mí, le dice... le agarra así de los
senos, agarra su cuchillo y hace así y le corta...”
Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias
El general Patricio Colmán, condecorando a un subalterno.
La tremenda brutalidad de la represión tuvo
eco en la prensa de los países de la región,
especialmente en la Argentina. Al respecto la
embajada paraguaya en Buenos Aires emitió un
comunicado en el que se declaraba: “...en cuanto
a los aludidos fusilamientos esta representación
diplomática desmiente tales versiones, inventadas
y difundidas por elementos comunizantes, con
aviesas intenciones de desprestigio, y declara que
todos los prisioneros capturados en las distintas
acciones se hallan sometidos a autoridades
judiciales, instituciones y leyes preexistentes
y amparados en en su estado por las garantías
constitucionales vigentes...”.
Asombra el grado de cinismo demostrado por el
gobierno negando la violencia de la represión en
momentos en que aparecían cuerpos mutilados
en las aguas del río Paraná, en territorio
argentino.
El Fulna y la inspiración cubana
A principios de la década del 60, la victoria de la
guerrilla rural en Cuba había sacudido todas las
certezas que hasta ese entonces orientaban la
actividad política de los sectores de izquierda,
especialmente de los partidos comunistas de
América Latina. El triunfo de Fidel Castro y de
Ernesto “Che” Guevara impulsó la formación
de guerrillas inspiradas en el mismo modelo. En
Paraguay, tras la interrupción del diálogo entre el
régimen y el Partido Liberal, se instala en el Partido
Comunista la convicción de que la única vía para
desalojar del poder al dictador Alfredo Stroesser
era la lucha armada. Con ese propósito se funda
el Frente Unido de Liberación Nacional (Fulna),
a fines de 1959 en Argentina. Ciertamente, el
Fulna no propugnaba en sus principios y objetivos
difundidos en febrero de 1960 la construcción
de una sociedad socialista, sino que planteaba
la guerrilla como instrumento para derrocar a la
dictadura y dar pie a la formación de un “gobierno
provisional democrático de representación
nacional”. Entre las metas perseguidas por la
organización figuran: libertades democráticas e
iguales garantías a todos los partidos políticos,
libertad para los sindicatos y organizaciones
populares; anulación de las leyes represivas;
sanción de una nueva ley electoral que garantice
la participación de las mujeres; constitución de
una junta electoral central con representación de todos
los partidos; convocatoria a una asamblea nacional
constituyente.
Una primera meta militar del Fulna era la ocupación de la
Cordillera del Ybytyruzú, la cual debía convertirse en una
suerte de “Sierra Maestra” del Paraguay.
Sin embargo, el régimen stronista contaba con
información privilegiada acerca de los preparativos,
movimientos y planes del Fulna, en gran medida como
fruto de una reunión de coordinación llevada a cabo por
representantes de las FFAA de Paraguay y Argentina
el 22 de setiembre de 1960, en el local del Ministerio
de Defensa. Por el ejército paraguayo participaron el
general Leodegar Cabello, jefe de Estado Mayor; general
Hipólito Viveros, comandante del II Departamento de
Estado Mayor; el general Cáceres y el coronel Florentín.
La información ofrecida por los argentinos resultó
fundamental para la derrota de las tres columnas en las
que se encontraba dividido el Fulna: La columna Mariscal
López, la columna Ytororó y la columna Lumumba.
Las causas del fracaso del Fulna podrían resumirse
en: conocimiento por parte del enemigo de los
planes de ingreso; desinteligencia interna en la misma
comandancia de la columna; la división de la columna en
varios grupos pequeños que podían ser destruidos por
separado por las fuerzas represivas; deficiencias graves
en comunicación y enlace y, finalmente, interferencias
políticas y militares del dirigente comunista Óscar Creydt.
155
( FASCÍCULO 10 )
“Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más”
Organización Político Militar (OPM)
Foto Gentileza Diario Ultima Hora.
La guerrilla que no fue
Guillermina Kannonnikoff y Mario Schaerer, el día de su boda. La joven pareja formaba parte de la Organización Político Militar (OPM). En
abril de 1976, la policía allana su domicilio en el barrio Herrera de Asunción, donde es muerto el principal dirigente de la nucleación, Juan
Carlos Da Costa.
156
En el periodo previo a la Convención Nacional
Constituyente de 1967, el gobierno stronista consigue
arribar a un acuerdo con una parte de la oposición,
especialmente del Partido Liberal, que accede a
otorgar cierta legitimidad al régimen tomando parte
de la Asamblea y de las elecciones a cambio de
una mayor tolerancia. Este pacto es rechazado por
amplios sectores sociales, especialmente a nivel de los
jóvenes de la clase media urbana. El desprestigio en
el que habían caído los partidos de oposición atizó la
formación de un nuevo espacio de construcción social,
cultural y política que fue denominado Movimiento
Independiente (MI).
Las actividades educativas y culturales del MI fueron
fundamentales en la formación de toda una generación
de artistas, intelectuales y activistas sociales. Los años
finales de la década del 60 y los 70 son de lucha en
todo el continente por una sociedad civil más libre
frente a las tiranías y las injusticias sociales. Al calor
del Mayo francés, de la gesta heroica del guerrillero
Ernesto “Che” Guevara y tras el fracaso de las guerrillas
rurales en gran parte de América Latina, surgen en el
continente diversos planteamientos de lucha armada
con el epicentro en las zonas urbanas, entre las que se
puede contar a la Organización Político Militar (OPM)
en Paraguay.
Un actor clave de la la historia de la OPM fue Juan
Carlos Da Costa, un joven intelectual con formación
de izquierda que ya había sido detenido en agosto
de 1970, acusado de integrar grupos clandestinos de
A mediados de 1973, una parte del grupo se reinstaló
en el país y con la integración de la estudiante de
veterinaria, Nidia González, comenzaron los trabajos
para la constitución de las primeras células. Más
adelante se unieron Eduardo Bogado Tabacman y
otros militantes universitarios del MI. A través del
dirigente Constantino Coronel empezó la expansión
en el sector campesino. Da Costa, por su parte,
inició conversaciones para incorporar a los muchos
estudiantes paraguayos en Corrientes, Argentina, entre
ellos Jorge Zavala, Hugo Figari, Gustavo Sostoa, Carlos
Casco y Carlos Brañas. En abril de 1976, este último cayó
prisionero en un control de rutina en Encarnación.
La dictadura tenía ya la punta del ovillo. En pocos
días desarticuló una organización que llevaba años
trabajando sin que las fuerzas represivas tuvieran la
menor sospecha. Se publicaba incluso un periódico
bilingüe clandestino, “Tatapiriri” (Chispa), de cuya
existencia el gobierno no supo sino en el marco de la
represión desatada con el apresamiento de Brañas.
Luego de una refriega en la casa en San Lorenzo de
Constantino Coronel, quien resultó herido, Pastor
Coronel envió una brigada a cargo del subcomisario
Foto Gentileza Diario Ultima Hora.
lucha contra la
dictadura. Fue
interrogado y
torturado por
la Policía hasta
que recuperó
su libertad el 17
de junio de 1971.
Da Costa partió
rumbo a Santiago
de Chile donde
trabó relación
con estudiantes
paraguayos
que habían sido
atraídos por la
experiencia del
gobierno de la
Unidad Popular,
del Presidente
Salvador Allende. Juan Carlos Da Costa.
Allí surgió el
proyecto de formar la OPM, junto a José F. Bogado
Tabacman, Victor Hugo Ramos, Diego Abente, José Luis
Simón, Darío Salinas, Melquíades Alonso y Tomás Palau.
Estaban además los seminaristas Merardo Arriola y
Arturo Valenzuela.
Alberto Cantero encabezó el allanamiento de la casa de Mario
Schaerer. Allí murió baleado Juan Carlos Da Costa.
Camilo Almada, alias “Sapriza”, a la zona de Misiones.
El destacamento se instaló en el cuartel de Abrahamcué, donde fueron torturados en forma indiscriminada
líderes campesinos, parientes y amigos de quienes
figuraban en los archivos de la OPM.
Algunos referentes de la OPM consiguieron escapar
de la represión y llegar al extranjero, luego de un
tiempo largo en la clandestinidad. Ese es el caso de
Nidia González, quien se refugió en la casa del siquiatra
Carlos Arestivo de donde pasó más tarde a la quinta
de Rubén Urbieta Valdovinos. Estas personas fueron
detenidas y torturadas dos años más tarde por haber
prestado ayuda a Nidia González. Esta militante habría
de formar parte en 1978 de un esfuerzo por reorganizar
la OPM, junto a Eduardo Bogado Tabacman, María
Jesús Caballero y Rodolfo Udrízar Villamayor, quien
bajo torturas da información sobre la Organización
Primero de Marzo, nombre adoptado en la fase de
reorganización.
El 12 de enero de 1978, en una casa del Barrio
Capitalizador, murió Jorge Zavala supuestamente en el
marco de una refriega con las fuerzas de la represión.
El fallecimiento de Zavala marca la conclusión definitiva
del intento de organizar una guerrilla urbana para el
derrocamiento de la dictadura.
157
“Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más”
Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias
( FASCÍCULO 10 )
Un destacamento comandado por Camilo Almada Morel, alias “Sapriza”, se instaló en el cuartel de Abraham Cué, donde funcionó un
centro de reclusión y de torturas. Allí fueron sometidos a tormentos líderes campesinos, parientes y amigos de quienes figuraban en los
archivos de la OPM.
Intentos de reorganización
Aunque el descubrimiento de la OPM se
produjo cuando aún se hallaba en un estado
embrionario, de organización y preparación
para la lucha armada, el régimen exageró la
capacidad real y magnitud de este grupo a fin de
hacer más profunda y extendida la represión.
158
Las detenciones masivas superaron las mil
personas, desde abril de 1976 y en años
subsiguientes, de las cuales muy pocas fueron
sometidas a un proceso judicial. Además, la
dictadura, en lugar de invocar la ley 294/55 que
castigaba los delitos de sedición o rebelión,
optó por la ley 209/70 que por su carácter
ambiguo servía para implicar a muchas más
personas, aunque no tuvieran vinculación
directa con la organización. En julio de 1977,
la Liga Internacional de los Derechos del
Hombre pudo realizar un mínimo cotejo de las
confesiones de los procesados, encontrándose
que todas eran prácticamente iguales -se
empleaban incluso las mismas palabras- lo que da
a entender que se trataba de un mismo documento
al que se obligaba a firmar a los detenidos bajo
tortura.
En 1978, otras 20 personas son detenidas bajo
la acusación de intentar reactivar la OPM. Se
trataba de profesores universitarios, estudiantes
relacionados con el movimiento juvenil pro
derechos humanos, con la publicación Criterio, con
el Comité de Iglesias. Sin embargo, el contexto
internacional ya no era propicio para que el
régimen mantuviera una cantidad tan elevada de
presos políticos durante largo tiempo, razón por
la cual las personas detenidas comenzaron a ser
liberadas a mediados del año 1978. Muchos salieron
al exilio ante el temor de ser víctimas de nuevas
violaciones a sus derechos. Un total de 18 personas
fueron ejecutados extrajudicialmente, algunos de
ellos en sesiones de tortura en tanto que otros se
encuentran desaparecidos.
Ligas Agrarias y Colonia Jejuí
Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias
La abolición de un proyecto
autónomo y solidario
Marcha en recordación de las víctimas de la represión a las Ligas Agrarias Cristianas en Santa Rosa, Misiones.
El Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de
Medellín marcan un cambio profundo en la orientación
de la Iglesia Católica en relación a las sociedades
latinoamericanas. Desde su pastoral, a partir de los años
60, la Iglesia respalda la formación de distintos tipos
de organizaciones sociales, incluyendo un gremialismo
campesino, al principio bajo la bandera de la autonomía
con respecto a los intermediarios políticos y comerciales
y más tarde integrando además la lucha por la tierra.
El eje de esta experiencia -que conoció varias fases, de
mayor o menor autonomía con respecto a la iglesia
institucional- fueron las Ligas Agrarias Cristianas (LAC).
Esta labor de la Iglesia es coincidente en el tiempo
con la reforma agraria impulsada por el gobierno de
Alfredo Stroessner, en cumplimiento con una exigencia
del programa de ayuda del gobierno norteamericano
Alianza para el Progreso que requería la aplicación de
leyes agrarias antes de considerar beneficiarios a los
distintos países. Una minoría campesina accedió a las
tierras mediante esta reforma stronista, en cambio
quienes fueron favorecidos escandalosamente con
tierras y créditos fueron políticos, militares de alto rango,
empresarios vinculados al stronismo y colonos brasileños
que ofrecían montos que estaban muy fuera del alcance
de los empobrecidos campesinos paraguayos.
Si bien al principio no hubo conflictos entre el gobierno y
las LAC, por la misma dinámica de la propuesta “liguera”
y su acelerado y sostenido crecimiento el enfrentamiento
a mediano plazo era claramente inevitable. El stronismo
consideró como aliadas a las organizaciones ligadas
a la iglesia en su lucha por evitar la penetración de
planteamientos políticos de izquierda. Esa visión no
tardó en cambiar.
El sacerdote jesuita José Luis Munárriz relata acerca de
los orígenes de las LAC: “...nos llegaban documentos de
Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, de todos los pioneros
de la Teología de la Liberación, y cuando nosotros
veíamos eso decíamos: ‘esto, qué bien dicho está, estos
que bien piensan’ (…) Ahí en Santa Rosa descubrimos
159
( FASCÍCULO 10 )
“Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más”
que no basta con mejorar la calidad de vida del
campesino, sino liberarles y al mismo tiempo liberarnos
nosotros”. El obispo de las Misiones, Monseñor
Bogarín Argaña, brindó su decidido respaldo a las LAC,
organizando cursos y elaborando un plan pastoral con
los sacerdotes de la diócesis.
Las Ligas Agrarias pronto crearon “islas de libertad”
en medio de un régimen opresivo y violento. Con
una práctica fuertemente enraizada en los mismos
evangelios, las Ligas desarrollaron comunidades con
firmes lazos solidarios, con sistemas de trabajo colectivo
y con almacenes de consumo (conocidos como Jopoi,
con precios mucho más baratos. También contaban
con farmacias sociales) que despertaron el recelo de
comerciantes e intermediarios ligados a las estructuras
de poder. En un ambiente de libertades, de ayuda mutua
y de debate, los campesinos no tardaron en animarse
a realizar manifestaciones en las calles, a criticar los
mecanismos tradicionales de mercadeo -base de su
propia expoliación- y en reflexionar acerca de un cambio
social en el que ellos no fueran marginados. Este paso
de clientela política de los caudillos y terratenientes
a sujetos políticos autónomos era inadmisible para
la dictadura. A mediados de los años 60 comienzan
los hostigamientos sistemáticos y las detenciones
arbitrarias.
El nivel del desafío a las pautas impuestas por la
dictadura era cada vez mayor. Por esos años, se
incrementa sustancialmente la represión a los
dirigentes de las Ligas a la par que iba aumentando la
violencia ejercida por los organismos de seguridad del
régimen. Varios integrantes de las Ligas son enviados
a Investigaciones de la Policía de la Capital donde son
sometidos a durísimos tormentos, entre ellos figuran
Juan Pío Santacruz, Pablo Pietrafesa, Pedro Ortíz, José
Melgarejo, Eulalia Báez, Agripino Silva, entre otros. En
1972 fue expulsado del país el sacerdote jesuita español
José Caravias. Entre ese año y 1974, fueron detenidos
72 dirigentes, muchos de ellos torturados y sus familias
amedrentadas, como Rafael Talavera, Ramón Monzón,
José Figueredo, Isabel Vera y Sotero Quiñónez. Para
entonces, las Ligas Agrarias tenían una importante
presencia en Concepción, San Pedro, Central, Cordillera,
Caaguazú, Alto Paraná, Misiones, Paraguarí, Itapúa y
Amambay.
Las colonias comunitarias, las escuelitas rurales y, en
particular la Colonia Jejuí, eran focos de difusión de
nuevas ideas, prácticas sociales y concepciones éticas
que estaban diametralmente opuestas a la visión
autoritaria y excluyente del stronismo.
En 1968 son detenidas 20 personas, la mayor parte del
departamento de Caaguazú, pero también de Cordillera,
Paraguarí y Misiones. En esta primera etapa represiva
-en la que ya se registran sesiones de torturas y todo tipo
de malos tratos físicos y sicológicos- actúan sobre todo
las alcaldías policiales y las delegaciones de gobierno.
Más adelante, cuando la dictadura resuelve la abolición
completa de las LAC y la eliminación de su dirigencia,
habrían de intervenir masivamente la Policía y las FFAA,
cuyas acciones alcanzan su pico en 1976, con la represión
a la OPM.
160
En 1970, en Piribebuy, se realiza un encuentro nacional
de las LAC donde se ponen los cimientos para la unidad
de las dos organizaciones nacionales en las que se
encontraban divididas. También se acuerdan algunas
medidas que dan una idea del crecimiento político del
sector: fueron eliminados los cargos jerárquicos y en
adelante las decisiones se tomarían en cada reunión;
las LAC se declararon además autónomas de la Iglesia
y asumieron un respaldo total de la Colonia Jejuí (cuyas
características y desenlace se verán más adelante).
Proyecto “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más”
IMPLEMENTADO Y
La presente publicación ha sido
COFINANCIADO POR
elaborada con la asistencia de
la Unión Europea. El contenido
de la misma es responsabilidad
exclusiva de Diakonia y en
ningún caso debe considerarse
que refleja los puntos de vista
de la Unión Europea.
COFINANCIADO POR
El obispo de Misiones, Monseñor Bogarín Argaña, respaldó
abiertamente la formación de las Ligas Agrarias Cristianas.
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