FASCÍCULO Huelgas, sublevaciones, guerrillas... 10 Casos paradigmáticos La Comisión de Verdad y Justicia en su Informe Final consigna algunos casos paradigmáticos de la represión bajo el stronismo. Se trata de episodios que ayudan a comprender la profundidad y la extensión que alcanzó la represión bajo el régimen militar de Alfredo Stroessner. A continuación se narran algunos de ellos, omitiendo aquellos en los que se produjeron desapariciones forzosas o ejecuciones extrajudiciales, los cuales ya fueron tratados en páginas anteriores. Purga en la ANR Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias Hacia 1955, a tan solo algunos meses de haber llegado al poder, el gobierno de Alfredo Stroessner estaba lejos de estar consolidado. De hecho, en ese tiempo se lo consideraba como una salida transitoria en el marco de una intensa puja entre tres sectores del Partido Colorado: a. Los Guiones Rojos, liderados por Natalicio González, el sector más autoritario y ultranacionalista, b. Los Democráticos, encabezados por el ex presidente Federico Chaves y c. Los mendezfleitistas, quienes seguían a uno de los dirigentes más prominentes de la ANR en la época, Epifanio Méndez Fleitas. Existía un cuarto grupo, autodenominado “unionista”, estaba dirigido por J. Eulogio Estigarribia, quien fue expulsado de la convención partidaria, y que tenía como bandera la alianza de los sectores contrarios a Méndez Fleitas. En este contexto, se descubre un plan supuestamente impulsado por este último bloque para copar la Fuerza Aérea y la Caballería, unidades ubicadas en Campo Grande. El 27 de enero de 1955, el Partido Colorado emitió un comunicado -redactado por Méndez Fleitasrepudiando el levantamiento y respaldando al “gobierno colorado del general Stroessner”. Estigarria y otros dirigentes sindicados como cabecillas del movimiento insurreccional no fueron detenidos y pasaron un breve tiempo en el exilio. En cambio, en las FFAA se registraron medidas drásticas, especialmente con los cadetes que participaron de la conspiración. Todos fueron detenidos, varios de ellos fueron brutalmente torturados y la totalidad enviada al Penal Militar de Peña Hermosa. Perdieron además la posibilidad de continuar con la carrera profesional. Se trataba de un mensaje muy claro para todo aquel oficial que quisiera oponerse al “único líder”. Sintiéndose más fuerte, Stroessner maniobró explotando las ambiciones de los grupos de Natalicio González y los democráticos para acabar, luego de unos pocos meses, expulsando del Partido Colorado a Epifanio Méndez Fleitas, quizás el único dirigente -contaba con apoyo de sectores militares- que podía hacerle sombra en el seno del coloradismo. En las FFAA, por otra parte, comenzó una amplia purga que habría de concluir años después con todos los militares que habían exhibido algún tipo de resistencia al modelo stronista apresados o desterrados. Stroessner conversa con Epifanio Méndez Fleitas, quien sería su principal adversario en la ANR. A lo largo de la dictadura, Stroessner se ocupó personalmente del relacionamiento con los militares, a los cuales desde el inicio llenó de privilegios y negociados, que iban desde la exoneración de impuestos hasta el control del contrabando. Mediante la mano dura a los renuentes y la repartición de favores a los leales, el dictador construyó una máquina obediente y represiva que le sirvió con fidelidad durante décadas. 145 ( FASCÍCULO 10 ) “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más” Intentona del 4 de noviembre de 1956 Llamando a los cuarteles 146 los febreristas. La Policía no le permitió siquiera pisar tierra paraguaya y fue conducido a Clorinda. Este acontecimiento sirvió a la represión para involucrar a los febreristas en un intento de golpe en el que nada tenían que ver. Entre los detenidos de ese partido se encuentran Juan G. Granada, el capitán (SR) René Speratti y Francisco Sánchez. La Policía detuvo a 81 personas, muchas de las cuales fueron sometidas a terribles tormentos, entre ellos Levi Ruffinelli, Luis Kallsen El dictador se granjeó el respaldo de los altos mandos militares durante décadas otorgándoles el y Anuncio Vallejos. Luego de control de negociados, como el contrabando, tierras públicas y gran cantidad de privilegios. algunos días de reclusión e La característica de la resistencia a la dictadura en sus interrogatorios en Asunción, los liberales fueron primeros años fue la apelación al golpe militar clásico, confinados a Kilómetro 180, en el Chaco y aun a mecanismo de sustitución de gobierno que había sido regiones más inhóspitas como el fortín Ingavi, muy común en los últimos años en el país. Cuando cerca de la frontera con Bolivia, de donde algunos el stronismo suprimió incluso la oposición en el seno escaparon atravesando los bosques de matorrales de la ANR, un sector del Partido Liberal consideró espinosos y desiertos. Los febreristas fueron enviados agotadas las posibilidades de cualquier negociación a Fuerte Olimpo. y se abocó a la organización de un levantamiento militar. El régimen comenzó una práctica que fue común a lo largo del tiempo que duró: magnificó el Como el anterior, el plan de esta insurrección se movimiento hasta límites absurdos, con evidentes basaba en el apoderamiento de las bases de la propósitos propagandísticos. Según la hipótesis Caballería y la Aviación en Campo Grande. Entre los de la dictadura, el partido Comunista tendría referentes del alzamiento figuraban, según la versión participación en los hechos organizando huelgas de oficial, el coronel Alfredo Ramos, el coronel Ramón estudiantes y obreros para enervar el clima político. Paredes, los liberales Benjamín Vargas Peña, Carlos Los febreristas por su parte pondrían en acción 50 Pastore, Carlos Levi Ruffunelli, Manuel Pesoa, Anuncio brigadas de 100 hombres cada una, armados con Vallejos y Ranulfo Gill. La operación estaba prevista pistolas automáticas y bombas de mano. Es decir, el para el 4 de noviembre de 1956, pero la Policía levantamiento tendría 5.000 hombres en armas en descubrió el complot varios días antes, al parecer por cualquier momento. Con una fuerza de esa magnitud, la indiscreción de uno de los conspiradores. Contando los complotados habrían iniciado una guerra civil con información detallada, las fuerzas represivas y el desbaratamiento de los grupos alzados no le procedieron a detener a los principales dirigentes del hubiera resultado tan fácil al gobierno. Se trata claro movimiento sin mayores dificultades. esta de una mentira desproporcionada pensada para “justificar” los desbordes en la represión y para agitar Un hecho más favoreció al gobierno. El 3 de en la población el miedo al comienzo de una espiral noviembre llegó en un hidroavión, procedente de su interminable de violencia que arrastraría al conjunto exilio en Argentina, el coronel Rafael Franco, líder de de la sociedad. Levantamiento del 9 de Mayo de 1957 Otro alzamiento fallido Para el 9 de mayo de 1957 estaba programado un alzamiento militar que habría de pasar a la historia como el último intento de golpe de Estado hasta febrero de 1989. La frustrada insurrección de noviembre de 1956 había significado la abrupta interrupción de las negociaciones entre el gobierno -representado por Édgar L. Ynsfrán y Tomás Romero Pereira- y el proscrito Partido Liberal, cuyos negociadores eran Gerónimo Riart y Cipriano Codas. Ante la clausura del diálogo, un grupo de liberales planificó un nuevo intento por hacerse con el poder mediante un golpe de mano militar. Esta vez el epicentro de las operaciones sería el barrio Tacumbú de Asunción, asiento del Comando de Ingeniería, el Comando de Transmisiones y el Regimiento de Infantería Nº 14 (RI 14). Según lo proyectado, los alzados debían apoderarse del Comando de Transmisiones para desde allí armar una columna integrada también por civiles y ocupar por sorpresa el RI 14. Simultáneamente, desembarcarían en la ciudad contingentes de civiles armados venidos de Argentina. En el comando civil se hallaban Cayetano Alfieri, Walterio Mercado, Rogelio Pavón, José Antonio Ayala, Roberto Paleari, Víctor Méndez y Manuel Jiménez Uriarte. En el nivel militar las reponsabilidades principales recaían en el coronel (SR) Alfredo Ramos, el coronel (SR) Ramón Paredes y el también retirado teniente coronal Eliseo Salinas. El movimiento contó con la adhesión de cerca de 50 conscriptos del Batallón Escolta, unidad encargada de la seguridad del propio Stroessner. Sin embargo, una vez más el plan fue descubierto con mucho tiempo de antelación y se desencadenó una feroz represión encabezada por el entonces jefe de Investigaciones de la Policía de la Capital, Juan Erasmo Candia. Nunca se supo el destino de los conscriptos del Batallón Escolta, pero es seguro que su integridad no fue respetada ni se les siguió un proceso judicial limpio. Los conscriptos eran considerados sirvientes sin voluntad ni entendimiento y su participación en un levantamiento constituía una falta gravísima a los ojos del régimen. Este intento de golpe trajo dos consecuencias perdurables. En primer lugar, el proceso de coloradización de las FFAA -iniciado ciertamente mucho antes de Stroessner- se hizo más riguroso y estricto. Para acceder a la carrera militar ya ni siquiera bastaba la afiliación personal a la ANR, sino que el aspirante debía proceder de una familia de comprobada tradición colorada, de ser posible comprometida por razones laborales, económicas o prebendarias con el régimen. En segundo lugar, marca un fortalecimiento del sistema de inteligencia del stronismo, que creó la Dirección Nacional de Asuntos Técnicos (“La Técnica”), bajo el mando de Antonio Campos Alum, quien contó con la colaboración de la III Sección del II Departamento del Estado Mayor de las FFAA, encabezado por el mayor José Butlerov. En esos años, ambos fueron asesorados en la lucha contra insurgente por el teniente coronel norteamericano Robert Thierry. 147 El dictador en un acto público a finales de los años 50. El régimen necesitaba derrotar aún a varios sectores para consolidarse. ( FASCÍCULO 10 ) “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más” Huelgas estudiantiles Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias De las aulas a las calles Movilización de estudiantes durante la dictadura. La resistencia de los jóvenes ante el stronismo comenzó solo unos meses después de instalado el gobierno del dictador, que los reprimió sin contemplaciones. Años más tarde, en la década de los 80, los estudiantes volverían a ganar protagonismo en marchas y manifestaciones. Abril de 1956 es el mes en que se producen las primeras movilizaciones masivas de estudiantes universitarios bajo el stronismo, las cuales reciben como respuesta una violenta represión. Por aquel entonces, la Universidad Nacional de Asunción (UNA) se encontraba bajo intervención del Estado, una situación arrastrada ya desde tiempos del gobierno de Estigarribia. La unipartidaria Cámara de Representantes se hallaba estudiando una nueva ley que regulaba el funcionamiento de la universidad. La reivindicación en torno a la cual se organizaban los estudiantes nucleados en la Federación Universitaria del Paraguay (FUP) era sencilla: el levantamiento de la intervención y la participación estudiantil en el diseño de la nueva legislación. 148 El 10 de abril llega a nuestro país una comitiva de estudiantes argentinos y uruguayos, para manifestar su solidaridad con la causa de sus pares paraguayos. Llamativamente, el oficialista diario Patria saludó la llegada de los delegados extranjeros, posición que habría de cambiar radicalmente luego del 13 de abril. Ese día, la Policía y civiles colorados armados con garrotes y cables trenzados irrumpen en una reunión de despedida de los estudiantes que visitaban el país, realizada en la Facultad de Medicina. El encuentro se había convertido en un mitin de reclamo del fin de la intervención de la UNA y, en el curso de la represión, los jóvenes se refugiaron en el Hospital de Clínicas. Hasta allí, específicamente hasta la Maternidad, fueron perseguidos los estudiantes a golpes, patadas y palos. En los grupos parapoliciales tomaban parte funcionarios públicos (de la Administración Paraguaya de Alcoholes, APAL, más precisamente), como lo testimoniaron testigos. “...los estudiantes fueron conducidos hasta la Guardia de Seguridad (…) fue la primera vez que fue utilizada como lugar de reclusión. Los detenidos eran obligados cada mañana al despertar a cantar la Polca “Colorado”. Los que se negaban a cantar eran golpeados con garrotes por los policías” Mario Esteche Notario, Asunción, 1956. Los incidentes y enfrentamientos entre estudiantes, policías y “garroteros” de civil continuaron durante toda la semana, en las facultades de Medicina, Química, Derecho y Ciencias Económicas. Las golpizas a los estudiantes, entre los que había como se dijo varios extranjeros, tuvo repercusión en la prensa del Río de la Plata. El gobierno, a través de la Subsecretaría de Informaciones, calificó de “emisarios de la discordia” a los estudiantes argentinos y uruguayos y negó que existieran presos políticos ni limitación de las libertades públicas. medida de fuerza tras asumir el compromiso de dejar sin efecto la intervención de la UNA. Los alumnos celebraron como un triunfo esta decisión, pero no pudieron evitar dos grandes derrotas: en primer lugar, se aprobó la Carta Orgánica de la universidad, de corte autoritario y que otorgaba amplias prerrogativas al Presidente de la República; en segundo lugar se impuso el examen de admisión en cada una de las carreras, un sistema de selección que continúa hasta nuestros días y que era rechazado por los gremios estudiantiles. En un esfuerzo por desmovilizar al alumnado cada vez más activo, el interventor de la UNA, César Romeo Acosta, dispuso la suspensión de las clases y cualquier tipo de reunión en los locales de la universidad hasta el 5 de mayo. Para entonces, el problema con los estudiantes amenaza con extenderse peligrosamente, ya que los médicos del Hospital de Clínicas habían resuelto hacer paros diarios de dos horas en solidaridad con los estudiantes. El gobierno nombró, del seno de la Asociación de Médicos Colorados, una comisión de negociación que acordó el levantamiento de la Después de este conflicto, el régimen redobló su apuesta en el sector estudiantil fortaleciendo los organismos colorados como el centro Ignacio A. Pane, la Secretaría de Asuntos Universitarios, la Federación Universitaria Colorada y el centro Blas Garay. Con ello intentó revertir la hegemonía que a nivel estudiantil tenían los liberales, los febreristas y los comunistas. La dictadura también aumentó su apoyo a los gremios profesionales colorados, los cuales se convertirían en un instrumento de dominación muy eficaz. La FEDRE A finales de 1961 fue constituida la Federación de Estudiantes Democráticos Revolucionarios (Fedre), una organización de estudiantes secundarios que, además de las reivindicaciones propias del sector, postulaba la necesidad de mayores libertades cívicas y políticas en el país. Entre sus integrantes se contaban jóvenes colorados, comunistas y febreristas. Los principales dirigentes de la Fedre fueron Ricardo Medina, Emilio Barreto, César Colmán Villamayor, César Velázquez Alonso, Miguel Angel Velázquez Alonso. En poco tiempo, la Fedre, que organizaba mitines y pintatas con consignas democráticas en lugares muy concurridos, se puso en la mira de la DNAT, al mando de Antonio Campos Alum. Muchos de los líderes de la organización fueron detenidos en noviembre de 1962. En el listado de la Policía figuran entre otros: Federico Blinder, Carlos Colombino, Enrique Ramírez Maidana, María Elena Aponte Soler, Emilia Iparraguirre, Carlos Cowan Doldán, Oscar Franco, Felicita Alcaraz y Hernán Pratt. Muchos de los detenidos sufrieron terribles tormentos durante el periodo de reclusión y una parte importante de los miembros de la FEDRE tuvieron grandes dificultades para continuar sus estudios y para construir posteriormente una carrera profesional o laboral. “...el Fedre movilizaba gente y había que perseguirlo (…) lo que logró la dictadura es meter entre nosotros a los pyragué como Carlos Podestá. A partir de la acción de Podestá los integrantes del FEDRE ya comenzaron a caer. Entonces, obligadamente, Arturo Fleitas y yo ya tuvimos que entrar en la clandestinidad...” Emilio Barreto, Asunción, 1962. 149 ( FASCÍCULO 10 ) “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más” Huelga obrera Batalla crucial para la dictadura En 1956, el gobierno de Stroessner había comenzado la aplicación de medidas recomendadas por el Fondo Monetario Internacional que tuvieron repercusión en las condiciones de vida de las clases trabajadoras. El deterioro económico en las ciudades y el campo condujo a la última huelga general durante la dictadura. La única central obrera era la Confederación Paraguaya de Trabajadores (CPT), una organización controlada en su cúpula por el oficialismo pero que conservaba la pluralidad en sus bases, sobre todo en el Consejo de Delegados, donde coexistían febreristas, mendezfleitistas y representantes del sindicalismo cristiano. Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias Fue precisamente este organismo el que resolvió llamar a una huelga general en reclamo de un incremento del 29,5% en el salario mínimo el 27 de agosto de 1958. El pedido era rechazado por la Federación de la Producción, la Industria y el Comercio (Feprinco) y por el Gobierno que veía en la CPT -entidad fundada en 1951 para reemplazar a la Organización Republicana Obrera (ORO)- un foco de penetración de Epifanio Méndez Fleitas. La negociaciones entre la central sindical y el Gobierno fueron con el ministro de Justicia y Trabajo, Ezequiel González Alsina, quien al iniciarse el segundo 150 mandato de Stroessner fue sustituido en la mesa por el nuevo titular de la cartera, César Garay. Un día antes de la huelga, el dirigente sindical de extracción colorada Julio Etcheverry fue convocado al local de la ANR por el titular del partido, Tomás Romero Pereira, quien le dijo, “Usted es colorado, como buen colorado le pedimos que vaya a la CPT y levante esta huelga que se hace contra el partido”. Etcheverry respondió que “como buen colorado” debía ser Romero Pereira quien apoyara la huelga, con lo que se dio por terminada la conversación. Ese mismo día, el Consejo de Coordinación Económica dispuso una suba del salario mínimo en un 5%, algo que la CPT consideró inaceptable y se ratificó en la medida de fuerza prevista para el día siguiente. Mientras la Policía preparaba su plan de acción para el día de la huelga (comenzaba con el arresto simultáneo de 45 dirigentes sindicales), las negociaciones prosiguieron durante la tarde e incluyeron una reunión del propio Stroessner con la dirigencia sindical. “...el presidente Stroessner nos hizo pasar a una pieza donde había dos filas de bancos; en la primera fila se sentaron Vicente Cortesi y Luis Ramírez y en la segunda Generoso Viveros y yo. El presidente nos dijo: ‘Todos los que estamos aquí somos colorados’. Cortesi respondió: ‘Por lo menos los que estamos en la primera fila’. ¿Y los que están en la segunda fila?, preguntó el presidente. ‘Somos febreristas’, contesté yo, porque Viveros era un poco flojo todavía (…) La huelga para el presidente era ‘caminar por malos caminos’, nos dijo que sería perjudicial para nosotros mismos. Sin embargo le aclaré que nosotros no estábamos autorizados para sellar la suerte de los trabajadores en ese lugar. Entonces el presidente se dirigió a los miembros del Comité Ejecutivo y les preguntó: ‘¿Ustedes no pueden hacer algo, Carros de bomberos usados por el gobierno stronista en la represión de obreros y estudiantes. Foto Archivo CIPAE. Marcha de trabajadores en los últimos años de la dictadura. A finales de los años 70 y principios de los 80 el movimiento sindical recuperó autonomía y presencia en la sociedad paraguaya, convirtiéndose en un fuerte núcleo de resistencia democrática. alguna cosa para cambiar esto?’. Cortesi le respondió: ‘No, porque estos (señalándonos) son los que deciden, son los que tienen los sindicatos”. Testimonio de Fortunato Osorio, recogido por Morán y Villalba. Esa noche, el Gobierno declara ilegal la huelga , en tanto que la ANR llama a sus afiliados a no plegarse a la medida de fuerza. A primeras horas de la madrugada, la Policía, junto a grupos civiles armados, toma por asalto el local de la CPT y simultáneamente se producen no menos de 50 detenciones de dirigentes clave (fuentes sindicales hablan de 300 detenidos). El Poder Ejecutivo dispone además la intervención de la CPT, proceso al frente del cual coloca a Enrique Volta Gaona, perteneciente al ala fascista del coloradismo. Pese a todos estos golpes, la huelga tiene un alto nivel de acatamiento. Luego de algunos choques entre trabajadores y policías, los huelguistas buscaron refugio en el colegio Monseñor Lasagna, institución ubicada cerca de la zona portuaria e industrial de la ciudad. En esa institución llegaron a concentrarse más de 1.000 obreros. “...ahí el monseñor Aníbal Mena Porta (arzobispo de Asunción) habló a la gente dándoles garantías de que no les pasaría nada. Los compañeros se plantaron y Lucio Olmedo, del Comité Ejecutivo que no cayó preso, le dijo que estaba equivocado que él tenía que dar apoyo y comida a los que estaban ahí haciendo eso. A las 5 de la tarde volvió (…) y pidió que la gente se retire y dijo (…) si ustedes no se retiran vamos a permitir que entre la Policía a desalojar la iglesia, eso dijo el monseñor Mena Porta a los compañeros (…) unos 400 abandonaron el lugar. Y los que no se retiraron sufrieron las consecuencias, entró la Policía a desalojar, esa fue una traición del monseñor...” Julio Etcheverry, Asunción, 1958. El movimiento sindical fue descabezado en el marco de la represión a la huelga de 1958. Una parte importante de la dirigencia sindical -aún siendo colorada- debió partir al exilio o fue confinada en lugares remotos e inhóspitos de nuestra geografía, como el fortín Ingavi en el Chaco o en la espesura de la selva en el Mbaracayú. La huelga sirvió también como justificación para atacar al Partido Comunista y al Partido Febrerista y hubo, como es fácil suponer, una gran cantidad de detenidos y torturados en el marco de estas operaciones. La CPT pasó a ser gobernada por agentes del Gobierno más interesados en el control y la vigilancia de los trabajadores, que en la reivindicación de sus derechos. Un sector crucial de la sociedad civil fue primero silenciado, luego desarticulado y finalmente sometido por el régimen. El panorama del movimiento obrero no habría de cambiar hasta el surgimiento de nuevas camadas de trabajadores y de dirigentes al calor del boom de Itaipú y de la política de derechos humanos de los Estados Unidos, a finales de los años 70. 151 ( FASCÍCULO 10 ) “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más” Las manifestaciones de mayo de 1959 El fin de toda apertura La reacción de la población fue encabezada por los estudiantes secundarios, agrupados en la Federación de Estudiantes Secundarios de Asunción (FESA), quienes reclamaban un precio diferenciado en el transporte público. Una concentración -a la que también adhirió el Centro de Estudiantes de Colegios Incorporados, las instituciones privadas- convocada en la Plaza Italia acabó con la detención de muchos dirigentes estudiantiles. La manifestación del 28 de mayo, ferozmente reprimida, marca la utilización por primera vez de la Policía Montada, un acontecimiento que el jefe de Policía Ramón Duarte Vera, habría de celebrar con un asado ese mismo día. 152 “Nunca se vio tanto ensañamiento (…) como 100 hombres de la Policía Montada acompañados por otros 100 policías a pie con sables en mano se lanzaron sobre la concurrencia castigando a varones y mujeres sin distinción (…) y apresando a mansalva, se llenaron las comisarías” Ramón Lezcano Torres, Asunción, 1959. Al día siguiente, la Cámara de Representantes protestó por la violencia empleada -de la que también fueron víctimas dos de sus integrantes- y resolvió iniciar un juicio político al ministro del Interior y al jefe de Policía. La respuesta de Stroessner no se hizo esperar. Amparado en la Carta Política de 1940 y con la anuencia de J. Eulogio Estigarribia, presidente de la Cámara, dispuso la disolución del cuerpo legislativo y convocó a nuevas elecciones. Esta decisión significó la fractura del Partido Colorado y el exilio para muchos de sus más importantes dirigentes, quienes en Argentina habrían de conformar el Movimiento Popular Colorado (Mopoco). Ante los nuevos acontecimientos políticos, y sin posibilidad de marchar en el centro de la ciudad (fue restablecido el Estado de Sitio), los estudiantes ocuparon el local del Colegio Nacional de la Capital. Esa madrugada, policías y grupos de garroteros colorados tomaron por asalto, con patadas y palos, el predio de la institución. Más dirigentes estudiantiles fueron detenidos. Meses más tarde, las organizaciones estudiantiles se negaron a participar en los desfiles por la fundación de Asunción, lo que derivó en nuevos apresamientos. Los estudiantes fueron recluidos en condiciones insalubres, fueron sometidos a torturas y a trabajos forzados. Tal como se aprecia en la foto, la represión bajo el stronismo se valió, además de los uniformados, de grupos de civiles armados. Estos “garroteros” eran con frecuencia empleados públicos movilizados por la ANR. Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias El 24 de marzo de 1959, la Junta de Gobierno del Partido Colorado, por presión de los miembros del sector “Democrático”, aprobó una declaración fundamental en la cual solicitaba el cese gradual del Estado de Sitio, la amnistía general y la derogación de las leyes restrictivas al ejercicio de la ciudadanía. Se trataba de un gesto de apertura que no se había producido desde 1946. El 1 de abril comenzaron las sesiones de la Cámara de Representantes -compuesta solo por colorados- y el 3 de abril se anunció el levantamiento del Estado de Sitio. Es necesario apuntar que las limitaciones a las libertades continuaron por medio de edictos emitidos por la Policía. Pronto, sin embargo, el stronismo iba a demostrar que no estaba dispuesto a ningún tipo de concesión y que la disidencia colorada sería admitida exclusivamente si mostraba docilidad completa con el régimen. Para truncar este atisbo de apertura política la dictadura se valió de la situación generada a partir de la suba de 3 a 5 guaraníes del precio del pasaje de transporte público, en mayo de 1959. El autogolpe del stronismo Persecución al Mopoco Por representar una seria amenaza al interior del propio Partido Colorado, el stronismo fue particularmente riguroso en su persecución al Movimiento Popular Colorado (Mopoco), un desprendimiento de la ANR. Tanto fue así que, a mediados de la década de los 60, cuando el Gobierno negociaba con un sector de la oposición en torno a una Constituyente, el Mopoco fue excluido de esas conversaciones. Foto Archivo CIPAE. La expulsión, la persecución y el destierro de los integrantes del Mopoco fue la derivación de un autogolpe perpetrado por el stronismo en 1959. En aquel año, como ya se relató en pasajes anteriores, el sector democrático de la ANR forzó una declaración de la Junta de Gobierno reclamando la normalización institucional, el cese del Estado de Sitio y el respeto a las libertades democráticas. Esta posición tuvo eco en la unipartidaria Cámara de Representantes, que llegó a votar a favor del inicio de un proceso contra el jefe de Policía y el ministro del Interior, debido a la brutal represión a estudiantes que pedían la rebaja del precio del boleto. La respuesta del régimen fue la disolución del cuerpo Legislativo, la prisión de algunos de sus miembros y el copamiento del partido por parte de los grupos incondicionales a Stroessner. El 1 de junio de 1959, la conducción colorada ratificó su respaldo a la decisión del dictador, en un esfuerzo por tranquilizar a las bases del partido ante la represión desatada contra una parte importante de su dirigencia. Los detenidos llegaron en estos primeros días a 56 personas, varios de ellos legisladores arrestados pese a la Ley de Fueros. Fueron recluidos en Investigaciones y luego confinados a distintos sitios de la República. Entre los torturados figuran Guido Arce Bazán, Diosnel Bécker, Casimiro Calderón y Carlos Zayas Vallejos. Relata el emblemático dirigente del Mopoco: “...en julio de 1959, después de 30 días de incomunicación en el Cuartel de Policía, me confinan, junto a Osvaldo Chaves, Enrique Riera y el coronel Nelson Rolón a la prisión militar de Fuerte Olimpo. De allí nos trasladan a la prisión militar de Puerto Guaraní, donde estuvimos otros 30 días. En agosto nos fugamos e ingresamos al Brasil...”. Con la separación del Mopoco, el stronismo eliminó toda disidencia al interior del Partido Colorado. Las divisiones dentro de esta agrupación habrían de aflorar nuevamente recién hacia el final de la dictadura. El Mopoco -que en 1973 sufrió el desprendimiento de la ANRER (ANR en el Exilio y la Resistencia)- es la prueba de la existencia de corrientes coloradas democráticas que se enfrentaron decididamente a la dictadura. En 1978, el Mopoco se integró al Acuerdo Nacional junto al Partido Liberal Radical Auténtico, el Partido Febrerista y el Partido Demócrata Cristiano, un frente conformado para coordinar acciones contra la dictadura. Durante los largos años del exilio, varios fueron los intentos -generalmente fallidos- de los dirigentes por retornar al país. Relata Miguel Ángel González Casabianca: “...cuando eso se había constituido el Acuerdo Nacional y decidimos forzar el retorno (…) fueron cinco o seis intentos; en el primer intento incluso hubo mucha sorpresa, vinieron Lovera, Mallorquín y Faustino Centurión, se mantuvo muy en secreto. Después fue imposible eludir la vigilancia (…) llegábamos al aeropuerto y no nos dejaban bajar, ya directamente subían al avión violando todas las normas internacionales. Y el Gobierno argentino no protestaba, era territorio argentino...” Otros miembros destacados del Mopoco fueron Sandino Gill Oporto, Mario Paredes Jara, Silvestre Gómez y Cándido Ortiz. La persecución al Mopoco continuó hasta la caída de la dictadura. Waldino Ramón Lovera, histórico dirigente del Mopoco, junto al profesor Luis Alfonso Resck. Lovera vivió largos años en el exilio. 153 ( FASCÍCULO 10 ) “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más” El Movimiento 14 de Mayo y el Fulna Fracasa la insurgencia armada Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias En el momento en que comenzó su organización, el Movimiento 14 de Mayo recibió el respaldo del gobierno argentino, encabezado por los militares que habían derribado a Juan Domingo Perón, a quien Stroessner brindó refugio. Sin embargo, esta actitud pronto varió radicalmente -como consecuencia del triunfo castrista en Cuba y la presión de EEUU contra toda forma de guerrilla- y Argentina proveyó incluso informes a la dictadura paraguaya. Entre los fundadores del Movimiento figuran: Flaviano Adorno, Benjamín Vargas Peña, Arnaldo Valdovinos, Carlos Freytag, Alfredo Ramos, Manuel Pérez Ramírez, Juan José Rotela, Carlos Caballero Ferreira, Herminio Giménez, Gabriel Armoa, Eustacio Rojas, Arturo Buzarquis, Modesto Ramírez, Miguel Torres, Julio Sosa, Augusto Daponte, Venancio Adorno, Néstor Romero Valdovinos, René Speratti, Esteban Carballo, Paulino Ibarrola, Américo Villagra, Patricio Ortúzar. Juan José Rotela, uno de los líderes del Movimiento 14 de Mayo. En las páginas correspondientes a las desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales ya se hizo una relación de la organización y las acciones emprendidas por el Movimiento 14 de Mayo, la represión y los resultados de sus incursiones. Aquí se consignan algunos elementos más que complementan esa información 154 Las conducciones del Partido Liberal y del Partido Febrerista, cuyos militantes integraban el Movimiento 14 de Mayo, no apoyaban oficialmente la lucha armada. Por esa razón los jóvenes miembros del grupo insurreccional constituyeron una Junta Nacional Revolucionaria, instancia militar y política que debía dirigir las acciones hasta el derrocamiento de la dictadura y la instauración de un régimen de amplias libertades. La represión de este alzamiento armado incluyó torturas, ejecuciones extrajudiciales, descuartizamientos y mutilaciones atroces, tal como se describió anteriormente. Muchos prisioneros fueron arrojados con vida desde aviones, mientras que los pocos sobrevivientes fueron trasladados a centros de reclusión donde prosiguieron los tormentos y apremios. En este caso puntual, toda la responsabilidad fue de las FFAA, cuyas fuerzas operativas se hallaban al mando del general Patricio Colmán. “Había una chica... que pasó como enfermera con nosotros, una hermosa chica, era joven, 19 años tenía... y la entregan ahí a las tropas delante de nosotros... para que la violaran... y delante de nosotros ahí... como esos perros... como esos animales, le agarraban a la chica y la violaban ahí... se levantaba uno y venía otro así... y después le dice...ya estaba totalmente desnuda la piba...viene el general Colmán una porquería de tipo... bueno ahora me toca a mí, le dice... le agarra así de los senos, agarra su cuchillo y hace así y le corta...” Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias El general Patricio Colmán, condecorando a un subalterno. La tremenda brutalidad de la represión tuvo eco en la prensa de los países de la región, especialmente en la Argentina. Al respecto la embajada paraguaya en Buenos Aires emitió un comunicado en el que se declaraba: “...en cuanto a los aludidos fusilamientos esta representación diplomática desmiente tales versiones, inventadas y difundidas por elementos comunizantes, con aviesas intenciones de desprestigio, y declara que todos los prisioneros capturados en las distintas acciones se hallan sometidos a autoridades judiciales, instituciones y leyes preexistentes y amparados en en su estado por las garantías constitucionales vigentes...”. Asombra el grado de cinismo demostrado por el gobierno negando la violencia de la represión en momentos en que aparecían cuerpos mutilados en las aguas del río Paraná, en territorio argentino. El Fulna y la inspiración cubana A principios de la década del 60, la victoria de la guerrilla rural en Cuba había sacudido todas las certezas que hasta ese entonces orientaban la actividad política de los sectores de izquierda, especialmente de los partidos comunistas de América Latina. El triunfo de Fidel Castro y de Ernesto “Che” Guevara impulsó la formación de guerrillas inspiradas en el mismo modelo. En Paraguay, tras la interrupción del diálogo entre el régimen y el Partido Liberal, se instala en el Partido Comunista la convicción de que la única vía para desalojar del poder al dictador Alfredo Stroesser era la lucha armada. Con ese propósito se funda el Frente Unido de Liberación Nacional (Fulna), a fines de 1959 en Argentina. Ciertamente, el Fulna no propugnaba en sus principios y objetivos difundidos en febrero de 1960 la construcción de una sociedad socialista, sino que planteaba la guerrilla como instrumento para derrocar a la dictadura y dar pie a la formación de un “gobierno provisional democrático de representación nacional”. Entre las metas perseguidas por la organización figuran: libertades democráticas e iguales garantías a todos los partidos políticos, libertad para los sindicatos y organizaciones populares; anulación de las leyes represivas; sanción de una nueva ley electoral que garantice la participación de las mujeres; constitución de una junta electoral central con representación de todos los partidos; convocatoria a una asamblea nacional constituyente. Una primera meta militar del Fulna era la ocupación de la Cordillera del Ybytyruzú, la cual debía convertirse en una suerte de “Sierra Maestra” del Paraguay. Sin embargo, el régimen stronista contaba con información privilegiada acerca de los preparativos, movimientos y planes del Fulna, en gran medida como fruto de una reunión de coordinación llevada a cabo por representantes de las FFAA de Paraguay y Argentina el 22 de setiembre de 1960, en el local del Ministerio de Defensa. Por el ejército paraguayo participaron el general Leodegar Cabello, jefe de Estado Mayor; general Hipólito Viveros, comandante del II Departamento de Estado Mayor; el general Cáceres y el coronel Florentín. La información ofrecida por los argentinos resultó fundamental para la derrota de las tres columnas en las que se encontraba dividido el Fulna: La columna Mariscal López, la columna Ytororó y la columna Lumumba. Las causas del fracaso del Fulna podrían resumirse en: conocimiento por parte del enemigo de los planes de ingreso; desinteligencia interna en la misma comandancia de la columna; la división de la columna en varios grupos pequeños que podían ser destruidos por separado por las fuerzas represivas; deficiencias graves en comunicación y enlace y, finalmente, interferencias políticas y militares del dirigente comunista Óscar Creydt. 155 ( FASCÍCULO 10 ) “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más” Organización Político Militar (OPM) Foto Gentileza Diario Ultima Hora. La guerrilla que no fue Guillermina Kannonnikoff y Mario Schaerer, el día de su boda. La joven pareja formaba parte de la Organización Político Militar (OPM). En abril de 1976, la policía allana su domicilio en el barrio Herrera de Asunción, donde es muerto el principal dirigente de la nucleación, Juan Carlos Da Costa. 156 En el periodo previo a la Convención Nacional Constituyente de 1967, el gobierno stronista consigue arribar a un acuerdo con una parte de la oposición, especialmente del Partido Liberal, que accede a otorgar cierta legitimidad al régimen tomando parte de la Asamblea y de las elecciones a cambio de una mayor tolerancia. Este pacto es rechazado por amplios sectores sociales, especialmente a nivel de los jóvenes de la clase media urbana. El desprestigio en el que habían caído los partidos de oposición atizó la formación de un nuevo espacio de construcción social, cultural y política que fue denominado Movimiento Independiente (MI). Las actividades educativas y culturales del MI fueron fundamentales en la formación de toda una generación de artistas, intelectuales y activistas sociales. Los años finales de la década del 60 y los 70 son de lucha en todo el continente por una sociedad civil más libre frente a las tiranías y las injusticias sociales. Al calor del Mayo francés, de la gesta heroica del guerrillero Ernesto “Che” Guevara y tras el fracaso de las guerrillas rurales en gran parte de América Latina, surgen en el continente diversos planteamientos de lucha armada con el epicentro en las zonas urbanas, entre las que se puede contar a la Organización Político Militar (OPM) en Paraguay. Un actor clave de la la historia de la OPM fue Juan Carlos Da Costa, un joven intelectual con formación de izquierda que ya había sido detenido en agosto de 1970, acusado de integrar grupos clandestinos de A mediados de 1973, una parte del grupo se reinstaló en el país y con la integración de la estudiante de veterinaria, Nidia González, comenzaron los trabajos para la constitución de las primeras células. Más adelante se unieron Eduardo Bogado Tabacman y otros militantes universitarios del MI. A través del dirigente Constantino Coronel empezó la expansión en el sector campesino. Da Costa, por su parte, inició conversaciones para incorporar a los muchos estudiantes paraguayos en Corrientes, Argentina, entre ellos Jorge Zavala, Hugo Figari, Gustavo Sostoa, Carlos Casco y Carlos Brañas. En abril de 1976, este último cayó prisionero en un control de rutina en Encarnación. La dictadura tenía ya la punta del ovillo. En pocos días desarticuló una organización que llevaba años trabajando sin que las fuerzas represivas tuvieran la menor sospecha. Se publicaba incluso un periódico bilingüe clandestino, “Tatapiriri” (Chispa), de cuya existencia el gobierno no supo sino en el marco de la represión desatada con el apresamiento de Brañas. Luego de una refriega en la casa en San Lorenzo de Constantino Coronel, quien resultó herido, Pastor Coronel envió una brigada a cargo del subcomisario Foto Gentileza Diario Ultima Hora. lucha contra la dictadura. Fue interrogado y torturado por la Policía hasta que recuperó su libertad el 17 de junio de 1971. Da Costa partió rumbo a Santiago de Chile donde trabó relación con estudiantes paraguayos que habían sido atraídos por la experiencia del gobierno de la Unidad Popular, del Presidente Salvador Allende. Juan Carlos Da Costa. Allí surgió el proyecto de formar la OPM, junto a José F. Bogado Tabacman, Victor Hugo Ramos, Diego Abente, José Luis Simón, Darío Salinas, Melquíades Alonso y Tomás Palau. Estaban además los seminaristas Merardo Arriola y Arturo Valenzuela. Alberto Cantero encabezó el allanamiento de la casa de Mario Schaerer. Allí murió baleado Juan Carlos Da Costa. Camilo Almada, alias “Sapriza”, a la zona de Misiones. El destacamento se instaló en el cuartel de Abrahamcué, donde fueron torturados en forma indiscriminada líderes campesinos, parientes y amigos de quienes figuraban en los archivos de la OPM. Algunos referentes de la OPM consiguieron escapar de la represión y llegar al extranjero, luego de un tiempo largo en la clandestinidad. Ese es el caso de Nidia González, quien se refugió en la casa del siquiatra Carlos Arestivo de donde pasó más tarde a la quinta de Rubén Urbieta Valdovinos. Estas personas fueron detenidas y torturadas dos años más tarde por haber prestado ayuda a Nidia González. Esta militante habría de formar parte en 1978 de un esfuerzo por reorganizar la OPM, junto a Eduardo Bogado Tabacman, María Jesús Caballero y Rodolfo Udrízar Villamayor, quien bajo torturas da información sobre la Organización Primero de Marzo, nombre adoptado en la fase de reorganización. El 12 de enero de 1978, en una casa del Barrio Capitalizador, murió Jorge Zavala supuestamente en el marco de una refriega con las fuerzas de la represión. El fallecimiento de Zavala marca la conclusión definitiva del intento de organizar una guerrilla urbana para el derrocamiento de la dictadura. 157 “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más” Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias ( FASCÍCULO 10 ) Un destacamento comandado por Camilo Almada Morel, alias “Sapriza”, se instaló en el cuartel de Abraham Cué, donde funcionó un centro de reclusión y de torturas. Allí fueron sometidos a tormentos líderes campesinos, parientes y amigos de quienes figuraban en los archivos de la OPM. Intentos de reorganización Aunque el descubrimiento de la OPM se produjo cuando aún se hallaba en un estado embrionario, de organización y preparación para la lucha armada, el régimen exageró la capacidad real y magnitud de este grupo a fin de hacer más profunda y extendida la represión. 158 Las detenciones masivas superaron las mil personas, desde abril de 1976 y en años subsiguientes, de las cuales muy pocas fueron sometidas a un proceso judicial. Además, la dictadura, en lugar de invocar la ley 294/55 que castigaba los delitos de sedición o rebelión, optó por la ley 209/70 que por su carácter ambiguo servía para implicar a muchas más personas, aunque no tuvieran vinculación directa con la organización. En julio de 1977, la Liga Internacional de los Derechos del Hombre pudo realizar un mínimo cotejo de las confesiones de los procesados, encontrándose que todas eran prácticamente iguales -se empleaban incluso las mismas palabras- lo que da a entender que se trataba de un mismo documento al que se obligaba a firmar a los detenidos bajo tortura. En 1978, otras 20 personas son detenidas bajo la acusación de intentar reactivar la OPM. Se trataba de profesores universitarios, estudiantes relacionados con el movimiento juvenil pro derechos humanos, con la publicación Criterio, con el Comité de Iglesias. Sin embargo, el contexto internacional ya no era propicio para que el régimen mantuviera una cantidad tan elevada de presos políticos durante largo tiempo, razón por la cual las personas detenidas comenzaron a ser liberadas a mediados del año 1978. Muchos salieron al exilio ante el temor de ser víctimas de nuevas violaciones a sus derechos. Un total de 18 personas fueron ejecutados extrajudicialmente, algunos de ellos en sesiones de tortura en tanto que otros se encuentran desaparecidos. Ligas Agrarias y Colonia Jejuí Foto: Archivo Depositario Museo de las Memorias La abolición de un proyecto autónomo y solidario Marcha en recordación de las víctimas de la represión a las Ligas Agrarias Cristianas en Santa Rosa, Misiones. El Concilio Vaticano II y la Conferencia Episcopal de Medellín marcan un cambio profundo en la orientación de la Iglesia Católica en relación a las sociedades latinoamericanas. Desde su pastoral, a partir de los años 60, la Iglesia respalda la formación de distintos tipos de organizaciones sociales, incluyendo un gremialismo campesino, al principio bajo la bandera de la autonomía con respecto a los intermediarios políticos y comerciales y más tarde integrando además la lucha por la tierra. El eje de esta experiencia -que conoció varias fases, de mayor o menor autonomía con respecto a la iglesia institucional- fueron las Ligas Agrarias Cristianas (LAC). Esta labor de la Iglesia es coincidente en el tiempo con la reforma agraria impulsada por el gobierno de Alfredo Stroessner, en cumplimiento con una exigencia del programa de ayuda del gobierno norteamericano Alianza para el Progreso que requería la aplicación de leyes agrarias antes de considerar beneficiarios a los distintos países. Una minoría campesina accedió a las tierras mediante esta reforma stronista, en cambio quienes fueron favorecidos escandalosamente con tierras y créditos fueron políticos, militares de alto rango, empresarios vinculados al stronismo y colonos brasileños que ofrecían montos que estaban muy fuera del alcance de los empobrecidos campesinos paraguayos. Si bien al principio no hubo conflictos entre el gobierno y las LAC, por la misma dinámica de la propuesta “liguera” y su acelerado y sostenido crecimiento el enfrentamiento a mediano plazo era claramente inevitable. El stronismo consideró como aliadas a las organizaciones ligadas a la iglesia en su lucha por evitar la penetración de planteamientos políticos de izquierda. Esa visión no tardó en cambiar. El sacerdote jesuita José Luis Munárriz relata acerca de los orígenes de las LAC: “...nos llegaban documentos de Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, de todos los pioneros de la Teología de la Liberación, y cuando nosotros veíamos eso decíamos: ‘esto, qué bien dicho está, estos que bien piensan’ (…) Ahí en Santa Rosa descubrimos 159 ( FASCÍCULO 10 ) “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más” que no basta con mejorar la calidad de vida del campesino, sino liberarles y al mismo tiempo liberarnos nosotros”. El obispo de las Misiones, Monseñor Bogarín Argaña, brindó su decidido respaldo a las LAC, organizando cursos y elaborando un plan pastoral con los sacerdotes de la diócesis. Las Ligas Agrarias pronto crearon “islas de libertad” en medio de un régimen opresivo y violento. Con una práctica fuertemente enraizada en los mismos evangelios, las Ligas desarrollaron comunidades con firmes lazos solidarios, con sistemas de trabajo colectivo y con almacenes de consumo (conocidos como Jopoi, con precios mucho más baratos. También contaban con farmacias sociales) que despertaron el recelo de comerciantes e intermediarios ligados a las estructuras de poder. En un ambiente de libertades, de ayuda mutua y de debate, los campesinos no tardaron en animarse a realizar manifestaciones en las calles, a criticar los mecanismos tradicionales de mercadeo -base de su propia expoliación- y en reflexionar acerca de un cambio social en el que ellos no fueran marginados. Este paso de clientela política de los caudillos y terratenientes a sujetos políticos autónomos era inadmisible para la dictadura. A mediados de los años 60 comienzan los hostigamientos sistemáticos y las detenciones arbitrarias. El nivel del desafío a las pautas impuestas por la dictadura era cada vez mayor. Por esos años, se incrementa sustancialmente la represión a los dirigentes de las Ligas a la par que iba aumentando la violencia ejercida por los organismos de seguridad del régimen. Varios integrantes de las Ligas son enviados a Investigaciones de la Policía de la Capital donde son sometidos a durísimos tormentos, entre ellos figuran Juan Pío Santacruz, Pablo Pietrafesa, Pedro Ortíz, José Melgarejo, Eulalia Báez, Agripino Silva, entre otros. En 1972 fue expulsado del país el sacerdote jesuita español José Caravias. Entre ese año y 1974, fueron detenidos 72 dirigentes, muchos de ellos torturados y sus familias amedrentadas, como Rafael Talavera, Ramón Monzón, José Figueredo, Isabel Vera y Sotero Quiñónez. Para entonces, las Ligas Agrarias tenían una importante presencia en Concepción, San Pedro, Central, Cordillera, Caaguazú, Alto Paraná, Misiones, Paraguarí, Itapúa y Amambay. Las colonias comunitarias, las escuelitas rurales y, en particular la Colonia Jejuí, eran focos de difusión de nuevas ideas, prácticas sociales y concepciones éticas que estaban diametralmente opuestas a la visión autoritaria y excluyente del stronismo. En 1968 son detenidas 20 personas, la mayor parte del departamento de Caaguazú, pero también de Cordillera, Paraguarí y Misiones. En esta primera etapa represiva -en la que ya se registran sesiones de torturas y todo tipo de malos tratos físicos y sicológicos- actúan sobre todo las alcaldías policiales y las delegaciones de gobierno. Más adelante, cuando la dictadura resuelve la abolición completa de las LAC y la eliminación de su dirigencia, habrían de intervenir masivamente la Policía y las FFAA, cuyas acciones alcanzan su pico en 1976, con la represión a la OPM. 160 En 1970, en Piribebuy, se realiza un encuentro nacional de las LAC donde se ponen los cimientos para la unidad de las dos organizaciones nacionales en las que se encontraban divididas. También se acuerdan algunas medidas que dan una idea del crecimiento político del sector: fueron eliminados los cargos jerárquicos y en adelante las decisiones se tomarían en cada reunión; las LAC se declararon además autónomas de la Iglesia y asumieron un respaldo total de la Colonia Jejuí (cuyas características y desenlace se verán más adelante). Proyecto “Por los Derechos Humanos, Dictaduras Nunca Más” IMPLEMENTADO Y La presente publicación ha sido COFINANCIADO POR elaborada con la asistencia de la Unión Europea. El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de Diakonia y en ningún caso debe considerarse que refleja los puntos de vista de la Unión Europea. COFINANCIADO POR El obispo de Misiones, Monseñor Bogarín Argaña, respaldó abiertamente la formación de las Ligas Agrarias Cristianas. ORGANIZACIONES SOCIAS www.codehupy.org/dictadurasnuncamas [email protected]