Vender es mucho más (Cosimo Chiesa de Negri)

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Resumen del libro
Vender es mucho más
por Cosimo Chiesa de Negri
Una guía para hacer un alto en el camino y revisar los
principios universales de las ventas de éxito
Introducción
Vender es una actividad maravillosa que se valora cada
día más en todos los ámbitos. Pese a ello, aún existe
mucha improvisación y poca profesionalidad. A través de
un relato sencillo y directo, el autor muestra la
importancia del oficio del vendedor y la necesidad de ir
mucho más allá de la pura acción de vender para alcanzar
el éxito. El vendedor ha de convertirse también en un
consultor capaz de identificar las necesidades de los
clientes para lograr su satisfacción y sorprenderlos siempre dándoles algo más de lo que piensan
recibir por el precio pagado.
Vender es mucho más es una guía básica para todo aquel que desee alcanzar el éxito en el mundo de
la venta actual.
La importancia de las actitudes
Estamos viviendo un momento de cambio tan maravilloso como peligroso. Maravilloso, porque hoy
hay más oportunidades y posibilidades que en cualquier época anterior, y peligroso, porque las cosas
están cambiando a una velocidad tal que podemos quedar fuera de juego si no actualizamos nuestros
conocimientos. Esto significa que “o cambias o te cambian”, ya que para triunfar en el mercado
actual se requieren nuevos conocimientos y nuevas formas de dirigir y administrar nuestras vidas.
El vendedor del siglo XXI deberá lidiar con un consumidor más informado y formado, más selectivo
y exigente, más celoso de su tiempo, con mayor capacidad de elección, con un mayor nivel de vida y
poco propenso a ser fiel a una marca o empresa. Al mismo tiempo, el desarrollo imparable de las
nuevas tecnologías hará que muchas transacciones se realicen por vía digital, en tiempo real, y que
los vendedores deban estar mucho más preparados, formados e informados, para convertirse en
verdaderos asesores de sus clientes.
© 2013 Leader Summaries. Resumen autorizado de: Vender es mucho más, por Cosimo
Chiesa de Negri, © 2007 Empresa Activa.
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Resumen del libro: Vender es mucho más
Tenemos que cambiar en muchos aspectos nuestro comportamiento o nuestro jefe, nuestro cliente,
nuestro consumidor… nos “cambiará”, por nuestra carencia de ciertas cualidades, metodologías y
conocimientos, por otros candidatos mejores que nosotros.
Ante esta situación, las personas que trabajan para vender con éxito deben adecuarse a estas nuevas
circunstancias e integrar tres aspectos básicos: tener los conocimientos necesarios para realizar el
cambio (saber); tener las habilidades necesarias para realizar el cambio (saber hacer); y tener la
más total y absoluta predisposición a hacer el cambio (querer hacer).
De estas tres características, indudablemente la más importante es la tercera, tener actitudes
positivas, aunque no hay que dejar de lado las dos primeras. Por supuesto que no iremos a ningún
lado sin el conocimiento del producto que vendemos, de nuestra organización o de nuestra
competencia, pero tampoco llegaremos lejos si no cultivamos las habilidades para captar y llevarnos
bien con nuestros clientes.
Necesitamos desarrollar unas actitudes determinadas, imprescindibles para alcanzar buenos
resultados. La actitud es un factor que únicamente nosotros podemos controlar y determina no solo
nuestra propia calidad personal, sino todo lo que vamos a hacer y con qué niveles de excelencia lo
realizaremos.
La base de nuestro comportamiento se sitúa en los valores y creencias que tenemos con respecto a
nosotros mismos, al mundo que nos rodea y a las demás personas. Siempre actuamos de acuerdo con
lo que pensamos. Nuestras creencias y valores dependen de la educación que hemos recibido de
nuestros padres, en la escuela o universidad, de nuestro entorno cultural, de nuestras experiencias
pasadas (positivas o negativas), de nuestros genes, de nuestra fisiología (estado de salud física), del
lenguaje habitual que aplicamos en nuestra vida diaria, etc.
Nuestras creencias y valores son la base de nuestros pensamientos e influyen nuestros sentimientos,
que, a su vez, son la base de nuestras expectativas. Estas últimas condicionan nuestras actitudes, que
fundamentan nuestro comportamiento y los resultados que conseguimos. Las creencias que más
repercuten en nuestro comportamiento están relacionadas con nosotros mismos, es decir, con
nuestra autoimagen (clave del autoconcepto), ya que siempre actuamos de acuerdo con ella.
Si nosotros pensamos que no somos capaces de solucionar un problema, evitaremos siempre
enfrentarnos a él. Si, por el contrario, creemos firmemente en poder superarlo, lo haremos con
seguridad y dominio de la situación, y pondremos todos los medios necesarios para triunfar. El
conjunto de valores, creencias, pensamientos y sentimientos es lo que en psicología se llama el
autoconcepto, que es la clave de nuestro éxito o de nuestro fracaso. Nuestro autoconcepto se
compone de tres partes: nuestra autoimagen (cómo nos percibimos a nosotros mismos), nuestro
autoideal (cómo nos gustaría ser) y nuestra autoestima (cuánto nos valoramos a nosotros mismos).
En la medida en que todo lo que hagamos se acerque a nuestro autoideal, aumentará nuestra
autoestima. Si nuestra actuación nos aleja de nuestro autoideal, disminuirá nuestra autoestima, con
los efectos que podemos imaginar. Cuando aumenta nuestra autoestima, aumentan nuestras
expectativas positivas con respecto a nosotros mismos y la labor que estamos desarrollando. Como
consecuencia, nuestra actividad mejora y tenemos mayores probabilidades de éxito, ya que todo
nuestro comportamiento irá dirigido a conseguir lo que nos proponemos. Nuestra autoestima es la
base de nuestra confianza y de la automotivación que todos debemos tener a la hora de enfrentarnos
a cualquier problema.
Es muy difícil que un vendedor pueda transmitir seguridad y confianza a un cliente si su autoestima
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Resumen del libro: Vender es mucho más
es baja y él mismo no confía en lo que hace y en lo que sabe. Recordemos que pensamientos
negativos generan emociones negativas y estas últimas se contagian… al igual que las positivas.
El primer paso es comprender de dónde vienen nuestras actitudes. El segundo consiste en potenciar
y mejorar constantemente nuestro autoconcepto, porque cuanto más seguros estemos de nosotros,
mejores resultados obtendremos. Para cambiar y mejorar profesional y personalmente también
necesitaremos definir con claridad nuestro ideal, es decir, cómo nos gustaría ser. Esto significa
aprender a fijar y alcanzar objetivos. Si conseguimos que nuestro cambio de actitud se convierta en
comportamiento, estaremos poniendo los cimientos de nuestra nueva singularidad profesional.
Debemos tener objetivos escritos. Las ideas mentales más o menos concretas terminarán siendo tan
solo buenas intenciones. Recordemos siempre: el éxito son metas. Las metas son la base de nuestra
felicidad. Las metas son nuestra razón para vivir. Las metas son cosas por las que luchar. Se dice que
“quien no tiene objetivos está destinado a trabajar toda la vida para el que los tiene”. Al escribir
nuestros objetivos, estos se vuelven claros y específicos.
Lo primero es describir nuestros valores, escogiendo los seis o siete que consideramos más
importantes. Después, definamos nuestros objetivos haciéndonos preguntas de este tipo: ¿qué
quiero hacer con mi vida?, ¿cómo quiero ser recordado?, ¿qué me gustaría conseguir a 3 ó 5 años
vista?; y desarrollarlas en los ámbitos personal, profesional, familiar, relacional, económico, en el de
la salud, etc.
Realicemos este ejercicio teniendo en cuenta ciertos matices: intentemos que nuestros objetivos
tengan un 50% de probabilidades de ser conseguidos, a fin de que sean creíbles para nosotros
mismos; examinemos siempre nuestro punto de partida, seamos realistas; fijemos un tiempo de
consecución para cada una de nuestras metas; no hagamos públicos nuestros objetivos, son nuestros
y de nadie más; no tengamos miedo al fracaso, porque es justo el fracaso el mejor entendimiento
para conseguir el éxito; determinemos el nivel de conocimientos que necesitamos para conseguir
algunas de estas metas; dividamos algunas de estas metas en submetas, para que tengamos objetivos
a 3 años, a 1 año, para los próximos 6 meses, para el próximo trimestre, para el próximo mes, para la
semana que viene, para hoy; repasemos diariamente nuestros objetivos, porque es importante que
nuestra mente subconsciente los asimile y lleguen a ser parte de nuestras creencias.
Recordemos: nuestro mundo exterior es el fiel reflejo de nuestro mundo interior. Si estamos bien y a
gusto con nosotros mismos, lo más probable es que estemos a gusto con nuestros amigos, familiares
y con nuestros futuros clientes.
Es exclusivamente nuestra actitud hacia los acontecimientos que nos toca vivir a diario lo que
determina nuestra felicidad, no nuestro nivel de prosperidad económica, nuestros éxitos
profesionales o nuestros bienes materiales. Lo que determina nuestra forma de sentir sobre lo que
vivimos a diario no son los propios acontecimientos, sino el significado que nosotros les damos.
Son nuestros pensamientos los que nos harán sentir totalmente realizados o frustrados, no las
circunstancias en las que nos encontramos. Si sabemos controlar nuestros pensamientos, actuando
de forma responsable, madura y consecuente con ellos, probablemente controlaremos nuestra
felicidad. No pasemos nuestra vida en el “valle de las excusas y las lamentaciones”, asumamos
plenamente la responsabilidad de nuestras decisiones y de las consecuencias que se derivan de ellas.
Nosotros, y solamente nosotros, somos los únicos y totales responsables de nuestras vidas.
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Resumen del libro: Vender es mucho más
Vender bien para fidelizar
Los clientes son la razón de ser de un vendedor: sin clientes no hay empresa. Hemos de tener una
elevada “cultura cliente”, es decir, una verdadera obsesión por captar, satisfacer y fidelizar a los
clientes, pues serán estos, en definitiva, quienes pagarán nuestra nómina, no la organización para la
cual trabajamos.
Asimismo, no llamemos cliente a quien no lo es. Recordemos que en nuestra cartera deberemos
trabajar con cuatro categorías de posibles contactos, cuya buena elección y mantenimiento serán
fundamentales para conseguir buenos ingresos y crecer dentro de la organización.
La primera categoría es la de los clientes potenciales. Son cuentas que, por sus características y su
atractivo, nos gustaría captar, pero que, desafortunadamente para nosotros, están trabajando con
otros proveedores o con ninguno, ya que desconocen el tipo de producto o servicio que ofrecemos.
Hay que escoger los clientes potenciales muy bien, porque una mala elección puede perjudicar en
gran medida nuestros resultados futuros. Hay que visitarlos con periodicidad y asiduidad, según la
importancia de su posible volumen de negocio.
La segunda categoría la forman los compradores; no los llamemos clientes, su verdadero nombre es
“comprador”. La captación de esta cuenta que ha dado lugar a nuestra primera venta es únicamente
el principio de una posible relación, que será duradera solo en la medida en que nosotros tengamos
la vocación de mantener viva su satisfacción.
La tercera categoría es la de los clientes, es decir, compradores que repiten y que “nos piden”. Son
clientes que debemos tener muy en cuenta, porque podremos intentar proveerles de nuevos
productos con más facilidad. Recordemos que es mucho más fácil vender el segundo producto a
quien ya tiene uno, que el primero a quien nunca nos ha comprado.
Por último, la cuarta categoría es la que llamamos la de socio/amigo: es un cliente que no solo repite
sus compras y amplía su consumo, sino que también habla bien de nosotros y nos hace buena
prensa, porque está muy satisfecho con los productos que está utilizando y con la disponibilidad y el
trato exquisito que le estamos ofreciendo. Estamos tratando con un cliente fiel que nos dará muchas
ventajas. Busquemos conseguir el mayor número de “clientes amigos”, pero no dejemos de volcarnos
en cuerpo y alma con los “compradores”, para que pasen cuanto antes a ser “clientes”.
Por otra parte, la comercialización de cualquier producto o servicio tiene cuatro fases muy distintas
que no son de obligado cumplimiento, pero sí recomendables si la empresa persigue mantener
buenos resultados en el tiempo. Estas fases son atraer, vender, satisfacer y fidelizar.
Por atraer nos referimos a todos los esfuerzos que una organización debe poner en marcha para
lograr la atención de un “cliente potencial” hacia su producto o servicio. Por vender hacemos
referencia a trabajar exclusivamente con visión a corto plazo para obtener un resultado de tipo
“producto-precio”,buscando la rentabilidad del negocio. Una estrategia “atraer-vender” puede
representar una profunda miopía comercial, ya que los clientes no son infinitos.
Si somos prudentes, buscaremos satisfacer a nuestros clientes concentrándonos en la “cultura
cliente” como paso previo a su posible fidelización. Esta etapa consiste en verificar qué piensan de
nosotros, de nuestra logística, de nuestros productos… Haciendo esto, estamos empezando a
construir una relación más profunda y duradera con nuestros clientes, demostrándoles que nos
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Resumen del libro: Vender es mucho más
estamos “preocupando de verdad”.
Fidelizar al cliente es el objetivo final que tenemos que perseguir siempre: iniciar una relación
duradera con él, sin limitarnos únicamente a venderle un bien o servicio. Esto significa emplear con
él todas las armas que un programa de marketing relacional puede ofrecernos. Es muy importante
recordar que hay que vender antes de fidelizar, y evitaremos gastar dinero en acciones de fidelización
al no pensar que, antes de intentar retener, hay que hacer mucho más para vender con
profesionalidad.
Buscando la excelencia comercial
La clave está en nosotros, en nuestra capacidad de dominar con soltura unas técnicas modernas de
venta claramente consultivas, dirigidas a identificar y satisfacer las verdaderas necesidades de cada
cliente. Vender un producto o servicio consiste, básicamente, en desarrollar en orden y absoluto
rigor diferentes etapas que hemos llamado las seis fases de la venta: preparación de la visita,
contacto, presentación de la oferta, negociación, cierre/no cierre y seguimiento de la venta.
Nunca subestimemos la primera fase de la venta: la preparación; es el verdadero sello del profesional
y consta básicamente de tres aspectos: preparación técnica, preparación sobre el cliente y
preparación mental.
La preparación técnica implica tener un completo dominio técnico de los productos o servicios que
ofrecemos. Tendremos que conocer muy a fondo la organización a la que representamos para poder
explicar su estructura a cualquier cliente que nos pregunte por ella; asimismo, debemos pedir todo el
apoyo a nuestra organización, para que nos facilite los oportunos argumentos de venta, es decir, las
razones por las que el cliente debería comprar lo que ofrecemos, para así poderle presentar los
puntos fuertes y diferenciales de nuestros productos o servicios con respecto a las ofertas de la
competencia.
Lo segundo es la preparación sobre el cliente. Debemos informarnos sobre el cliente. Si se trata de
una empresa, busquemos en Internet, en el Registro de Sociedades, en revistas especializadas y otras
fuentes de información todo cuanto nos pueda servir para conocerla más a fondo: qué venden, a
quiénes, con qué competencia, etc. Si vamos a visitar a un cliente nuevo, revisemos la información
que tenemos sobre tipologías de clientes parecidos, para que no ofrezcamos productos o servicios
que no encajarían con su personalidad o en su tipo de organización. Preparémonos una lista de
preguntas lógicas y secuenciales, y definamos siempre antes de la visita cuáles son nuestros
objetivos, para que nuestras preguntas y nuestras estrategias sean coherentes con ellos.
Por último, debemos prepararnos mentalmente. Esta es la parte más importante y en ella interviene
todo lo que hemos aprendido sobre tener valores, objetivos, actitudes positivas… Debemos sentirnos
bien con nosotros mismos, seguros de lo que hacemos y estar convencidos de nuestro triunfo. La
venta es una transmisión de entusiasmo; si creemos en lo que hacemos y hemos terminado los
deberes, es bastante difícil que fracasemos. En la hipótesis lógica y posible de que no vendamos,
habremos conseguido algo maravilloso: dejar una gran impresión en nuestro cliente potencial de
nuestra amabilidad, seriedad y profesionalidad.
La segunda fase de la venta se llama contacto o introducción y en ella un vendedor profesional debe
saber hacer tres cosas delante de su cliente potencial: venderse, presentar a su empresa y hacer
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Resumen del libro: Vender es mucho más
preguntas abiertas inteligentes.
Por venderse nos referimos a preocuparnos por nuestra imagen, intentar comprender la psicología
del cliente, saber captar su atención, cuidar y gestionar bien el lenguaje corporal y verbal.
Recordemos que no tendremos una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión.
Una vez establecida una primera relación de cordialidad con el cliente, tenemos que empezar con
preguntas abiertas para detectar sus necesidades, inquietudes, nivel de satisfacción actual y así
prepararnos para efectuar la presentación de nuestra oferta con mayores probabilidades de éxito.
Las preguntas que hagamos deben ser lógicas y, en cierto modo, secuenciales, sin entrar en temas
reservados. Un cliente experimenta siempre emociones contrapuestas en el momento de comprar:
“miedo a perder” y “deseo de ganar”. De ahí la enorme importancia de hacerle preguntas y escuchar
atentos sus repuestas, porque así lo conoceremos mejor y detectaremos sus principales necesidades y
preocupaciones.
Ahora entramos en la tercera fase de la venta, desarrollar una buena presentación. En ella
deberemos hacer todo lo posible para llevar a la práctica una metodología que se conoce como AIDA
, que significa lo siguiente: Atención, que tenemos que despertar en el cliente; crear Interés, por lo
que explicamos; generarle un Deseo de utilizar nuestro producto o servicio, y provocar Acción,
para que tome una decisión definitiva.
Nuestra gran habilidad en esta etapa consistirá en saber transformar las características del producto
o servicio que ofrecemos en ventajas comparativas y beneficios para el cliente. No olvidemos que el
cliente de hoy está sobradamente formado e informado y que lo que realmente le interesa son los
beneficios que nuestro producto o servicio le pueden reportar, así como nuestro asesoramiento
personal o consejos e ideas útiles que le brindemos.
Debemos vigilar también la forma de nuestra presentación, es decir, los apoyos audiovisuales,
catálogos, folletos, revistas, etc., teniendo en cuenta que las personas retienen mejor aquello en lo
que se implican directamente según lo leen, lo oyen, lo ven... y lo puedan hasta tocar.
La credibilidad y la confianza que hayamos sido capaces de despertar en nuestro posible cliente
respecto a nuestra persona, nuestro estilo de presentación, el producto o servicio que ofrecemos y la
empresa que representamos serán claves en el resultado que obtendremos con él.
Hemos llegado a la cuarta fase, la negociación, a uno de los momentos de la verdad. Hemos escogido
el trabajo del no. Por cada sí, tendremos 20 ó 30 noes, así que si nuestra piel es muy sensible…
mejor incorporarnos a un trabajo que no tenga mucha interrelación con clientes. Las objeciones no
son malas, al contrario, son fantásticas, porque demuestran que el pez se está acercando al anzuelo y
le está dando pequeños golpecitos para estudiar si el pescador es novato o no. Es muy difícil que haya
venta sin objeciones.
Aquí es donde tendremos que aplicarnos más a fondo y entrenar para aprender a salirnos de los noes
de forma eficaz y profesional. Debemos aprender a enfocar las objeciones como preguntas, a saberlas
escuchar con interés, a ponernos constantemente en el lugar del cliente compartiendo sus puntos de
vista y su estado de ánimo, a darle siempre la razón (“le entiendo”), aunque después tendremos que
hacer todo lo posible por convencerle de lo contrario, presentándole argumentaciones sólidas y
convincentes.
Por lo general, las objeciones se pueden agrupar en cinco o seis grandes categorías: objeciones para
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Resumen del libro: Vender es mucho más
aplazar la decisión de compra, objeciones de precio totalmente desproporcionado, objeciones
emocionales o de principio, objeciones de huida para no asumir la responsabilidad de la compra,
objeciones o excusas que demuestran una clarísima falta de interés, objeciones de indicio de interés
(buscan aclaraciones, argumentos complementarios, mayor amplitud de detalles o de explicaciones,
diferencias de precio aparentemente solucionables…).
Es importantísimo que reconvirtamos cada una de las objeciones en una solicitud de mayor
información. Por ejemplo: “Entiendo su problema, pero ¿qué entiende usted por caro? ¿Por qué cree
usted que no es el momento?”. Una negociación puede desembocar en un cierre o en un “no cierre”.
Los “no cierre” son buenísimos en la medida en que sepamos comprender exactamente por qué el
cliente potencial no considera nuestra oferta, ya que nos da la posibilidad de mejorarla, adaptarla y
volver a la carga dentro de unos meses.
El mayor peligro son las objeciones de “cortina de humo”, en las cuales el cliente, educadamente, nos
está dando largas porque no tiene ningún interés en seguir negociando con nosotros. Cuando lo
tengamos claro, lo mejor es levantarnos y saludar con educación. Nuestro tiempo es demasiado
precioso para que lo perdamos detrás de clientes potenciales no interesantes.
Apoyémonos siempre en los argumentos de venta que la empresa nos habrá facilitado y busquemos
un estilo de negociación colaborador “yo gano-tú ganas”. Con el tiempo, nos prepararemos dos o tres
respuestas diferentes para cada tipo de objeción y mejoraremos nuestra capacidad para superarlas.
La técnica que habrá que emplear es la de detectar las verdaderas razones del “no” e intentar
convertirlas en un “ni”, para después lograr el “sí” definitivo.
Una de las objeciones más relevantes es siempre la económica, a pesar de que, en realidad, pocas
veces es el precio la verdadera razón para no cerrar una venta. Los principales motivos suelen ser
otros y hay que intentar detectarlos para no caer en la trampa de la rebaja o el descuento. Debemos
aprender a defender nuestro precio y a explicar con amplitud de detalles todos los beneficios y las
posibles ventajas diferenciales de nuestro producto o servicio.
No debemos hablar demasiado pronto de nuestro precio, no se lo expliquemos nunca al principio de
la negociación, porque podremos dar por terminada nuestra labor de presentación. Si el cliente
insiste, debemos resistirnos y explicarle que el precio final dependerá de otras variables como el
volumen de su pedido, el número de productos, etc.
Si estamos convencidos de que el conjunto, producto o servicio que ofrecemos, nuestra calidad como
vendedor, la imagen de nuestra empresa, el servicio posventa, la asesoría y la disponibilidad
constante al cliente constituyen un diferencial con respecto a la oferta de la competencia,
¡defendamos nuestro precio con todas nuestras fuerzas!
Hemos llegado a la quinta fase: el cierre de la venta, y este es el punto final. Estamos delante de la
posibilidad de conseguir el éxito deseado, pero… Si no damos un empujoncito, la venta se la llevará
otro. Si hemos cubierto con profesionalidad cada una de las etapas anteriores, ya nos habremos dado
cuenta por alguna señal de conformidad (tanto verbal como no verbal) o de aprobación que el cliente
está muy interesado en lo que le hemos enseñado. Aquí no viene mal invitarle a cerrar un acuerdo a
través de diferentes preguntas que pueden suponer pequeños cierres antes de lograr el sí definitivo.
Existen muchas técnicas de cierre, que se utilizan según el tipo de producto o servicio que se quiera
vender. La técnica del “cierre de prueba”, por ejemplo, consiste en que el cliente pruebe el producto
como en el caso de un automóvil; la técnica “invitacional” consiste en invitar al cliente a quedárselo
ya, sin miedos; en la técnica por “suposición” se asume que el cliente ya ha tomado la decisión y se le
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Resumen del libro: Vender es mucho más
guía muy sutilmente a seguir con el procedimiento de pago…
Si el objetivo de nuestra visita consistía en vender, no podemos desarrollar las diferentes etapas del
proceso de venta sin llegar al “momento de la verdad”. Si el “no” nos asusta, cambiemos de trabajo
ya. Mentalicémonos de que, si no provocamos una decisión, corremos el grandísimo riesgo de que
otro vendedor nos quite el pedido. Así que, manos a la obra, y lleguemos hasta el final. Pensemos que
nuestro único riesgo consistirá en no haber cerrado la venta y, como veremos a continuación, esto no
siempre es malo.
Existen muchas razones por las cuales podremos recibir el no de un cliente y no significa en absoluto
que hayamos fracasado en nuestra labor. Tal vez la decisión de compra no depende únicamente de
nuestro interlocutor; a lo mejor nuestra propuesta es la primera y el cliente quiere un mínimo de tres
o cuatro para tomar su decisión; o el cliente acaba de comprar el mismo producto o servicio a otro
proveedor…
Un “no cierre” de hoy puede ser una oportunidad para mañana si hemos actuado profesionalmente a
lo largo de todo el proceso de venta. Nunca demos por perdido un cliente potencial, utilicemos toda
la información que hemos sabido obtener en la primera visita para preparar una segunda oferta más
atractiva. Démosle siempre las gracias por habernos atendido y hagamos llamadas de seguimiento
con constancia, pero sin atosigar.
Por último, no nos olvidemos de la sexta fase: el seguimiento. Para que nuestro trabajo sea más
eficaz, tenemos que recordar que la fidelización de los clientes se inicia en el proceso de venta.
Habremos logrado pasar del mundo de la “transacción” al de la “relación”, dejando de ser un
“vendedor producto-precio” para convertirnos en un “vendedor-consultor”, constantemente
orientado a identificar y satisfacer las necesidades de cada cliente de forma individualizada.
Un vendedor-consultor siempre tiene un comportamiento profesional, nunca familiar; considera la
venta como un servicio, no como una batalla entre ganadores y perdedores; cree sinceramente que su
función es “ayudar”, no persuadir; considera la preparación y el seguimiento de la venta
fundamentales en la filosofía “yo gano-tú ganas”. Su proceso de venta no está orientado solamente
hacia la toma de pedidos, ya que su gestión más profesional persigue resultados a largo plazo que
únicamente la confianza del cliente fidelizado podrá garantizar.
La razón principal que llevará a nuestro cliente a seguir comprándonos se basará en buena medida
en lo que realmente piensa de nosotros como profesionales. Apliquemos siempre la primera regla de
oro de la venta: démosle siempre a nuestro cliente más de lo que espera recibir por el precio pagado.
La importancia del cliente
Recordemos siempre cuánto vale un cliente. El verdadero valor de un cliente fiel viene dado por
varios factores: la repetición de sus compras en el tiempo, la posibilidad de las ventas cruzadas, la
publicidad positiva que pueda hacer, las sugerencias mutuas de mejora en el servicio, la disminución
de su sensibilidad al precio y una mayor tolerancia a errores o fallos en nuestro servicio.
Al tener claro el valor de nuestros clientes, podremos emplear en mayor o menor medida nuestra
estrategia “relacional”. Asimismo, recordemos siempre la segunda regla de oro: “el coste de
mantener a un cliente es inferior al coste de captación de un nuevo cliente, pero este último es, a su
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Resumen del libro: Vender es mucho más
vez, inferior al coste de recuperación de un cliente perdido.”
Un vendedor tiene tres estrategias que tendrá que seguir para lograr sus objetivos de ventas e
ingresos: fomentar la distribución horizontal, la vertical y ambas. Fomentar la distribución
horizontal significa, sencillamente, buscar siempre nuevos clientes: captar, captar y captar. Al
contrario, fomentar la distribución vertical consiste, básicamente, en trabajar más a fondo sobre la
cartera de clientes que ya tenemos para mejorar la penetración de nuestros productos.
Recordemos la tercera regla de oro de las ventas: “es mucho más fácil vender el tercer producto a
quien ya tiene dos que el primero a quien no tiene ninguno”. Fomentar ambas dimensiones es la
alternativa estratégica más ambiciosa, ya que consiste en atacar en las dos dimensiones al mismo
tiempo, cubriendo así con creces la mortalidad natural de los clientes.
La importancia de la gestión profesional
Debemos empezar a tomar mayor conciencia de nosotros mismos para conocer cuáles son nuestros
puntos fuertes y cuáles los débiles. Analicemos a fondo cada uno de ellos y esforcémonos para
transformarlos en fortalezas que enriquecerán nuestras capacidades de éxito. La calidad de nuestras
relaciones humanas y la total calidad de nuestra vida vendrán determinadas por la calidad de
nuestros hábitos y de nuestra forma de ser.
El mundo ha cambiado y nos ofrece millones de oportunidades para triunfar o fracasar, según sea
nuestra capacidad para reaccionar a nuestro entorno. Cuanto más controlemos nuestro tiempo, más
controlaremos nuestra vida. Todos tenemos las mismas 24 horas al día; lo que distingue a los
triunfadores de los perdedores es cómo usan esas horas. Debemos gestionar nuestro tiempo con
máxima eficacia trabajando hacia nuestros objetivos escritos, pues así llevaremos a cabo una buena
gestión de nuestras vidas.
Es fundamental preparar bien la visita de venta y salir con las objeciones, pero debemos aprender
otras cosas. Decidamos quiénes queremos ser de mayores. Pensemos que el mayor de los secretos
para disfrutar con plenitud nuestra vida consiste en amar profundamente el trabajo que hacemos, en
realizarlo como si se tratara de un hobby, divirtiéndonos con él sin sentir el cansancio típico que
viene de todas las cosas que hacemos con desgana. Si nos gusta lo que hacemos lo haremos con
pasión, entusiasmo y entrega, y será muy difícil que nuestros resultados sean frustrantes.
Vivimos en un mundo tan competitivo que estaremos obligados a constantes reciclajes a lo largo de
toda nuestra vida. Necesitaremos estar constantemente al día y aprender más y saber más que otros
para no encontrarnos rápidamente obsoletos y expulsados del mercado. Debemos tener una
auténtica obsesión por estar entre los mejores y conseguir la excelencia.
Howard Gardner, ilustre catedrático de psiquiatría de la Universidad de Harvard, identificó ocho
tipos de inteligencias que nos llevan a la eficacia personal y representan distintas habilidades para
resolver situaciones diferentes. Son la inteligencia verbal, inteligencia lógico-matemática,
inteligencia visual o espacial, inteligencia musical, inteligencia física-motora, inteligencia biológica,
inteligencia interpersonal e inteligencia intrapersonal.
Desde esta perspectiva, la inteligencia no es un valor fijo, sino un conjunto de habilidades que
pueden incrementar nuestra potencialidad como personas y profesionales. De estas ocho, las dos
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Resumen del libro: Vender es mucho más
últimas, las inteligencias interpersonal e intrapersonal, son las más importantes. Su desarrollo nos
permitirá superar nuestros problemas y fracasos, y convertirlos en enseñanzas que nos harán
avanzar en el camino del éxito.
Recordemos siempre que las palabras se las lleva el viento, mientras que lo que escribimos se queda
y nos permite seguir la evolución de nuestra personalidad y controlar si nos estamos desviando de
los caminos que hemos decidido seguir. Anotemos nuestras experiencias, nuestras impresiones,
nuestras preocupaciones y nuestros sentimientos. Nuestra vida se enriquecerá y nos volveremos más
sabios y más protagonistas de todas nuestras decisiones.
No busquemos el éxito, ni nos acomodemos en él. Este vendrá únicamente si trabajamos con
inteligencia y responsabilidad. Será una maravillosa consecuencia de nuestras actitudes positivas, de
nuestros objetivos claros y definidos, de una buena preparación de la visita, de una excelente
presentación del producto y de una brillante negociación que nos habrá llevado al triunfo final.
Eliminemos tres palabras de nuestro diccionario: postergación, improvisación e imposible. En el
mundo comercial actual, “quien no corre, vuela”, así que, actuemos ya, sin perder ni un momento.
No improvisemos nunca, salvo cuando nos encontremos en una situación totalmente inesperada de
la cual nos hará salir nuestro sentido común.
Actuemos con profesionalidad. Cuando nuestro cliente nos explique cosas importantes,
escribámoslas delante de él. Intentemos, en la medida de nuestras posibilidades, que la palabra
imposible se convierta en posible, intentando acercarnos a las necesidades de nuestro cliente para
tener la garantía de lograr su satisfacción.
Finalmente, busquemos el verdadero significado a lo que hacemos, y así daremos a nuestra vida una
dimensión mucho más enriquecedora. Si no somos felices con nosotros mismos, nunca podremos ser
felices con la vida que llevamos. Posiblemente llegaremos al máximo de nuestra realización el día
que comprendamos que hay que vivir para algo más que para nosotros mismos. En ese momento nos
comprometeremos a emplear todos nuestros conocimientos y habilidades en un propósito superior
que consistirá en cambiar las vidas de los demás para mejorarlas cuanto sea posible.
Conclusión
Hemos aprendido las claves para lograr la excelencia en las ventas, la importancia del oficio del
vendedor y la necesidad de ir mucho más allá de la pura acción de vender para alcanzar el éxito.
Hemos visto que hemos de convertirnos también en consultores capaces de identificar las
necesidades de nuestros clientes para lograr su satisfacción y sorprenderlos siempre dándoles algo
más de lo que piensan recibir por el precio pagado. Hemos recorrido un camino lleno de enseñanzas
personales y profesionales; nos toca a nosotros ahora ponerlas en práctica. Recordemos que no se
necesita ser un héroe fantástico para conseguir ciertas cosas; se puede ser simplemente un tipo
normal al que le guste el constante desafío.
fin del resumen
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Resumen del libro: Vender es mucho más
Cosimo Chiesa de Negri es presidente de Barna Consulting Group, sociedad consultora
especializada en temas de distribución comercial, dirección de ventas, marketing relacional y
coaching directivo. Es profesor de Dirección Comercial del IESE en España y del AESE de Portugal.
Ha escrito, entre otros libros, los bestsellers Vender es mucho más y Dirigir vendedores es mucho
más, publicados por Empresa Activa.
Ficha técnica
Editorial: Empresa Activa
Fecha de publicación: 01/01/2007
ISBN: 9788496627147
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