El odio como sostén narcisístico. Su abordaje técnico

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Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay
“Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002
El odio como sostén narcisístico. Su abordaje técnico
Autora: Lic Graciela V. Consoli
El odio como sosten narcisístico. Su abordaje técnico
Lic. Graciela V. Consoli1
Cuando pensamos en la posibilidad de escribir un trabajo sobre la práctica clínica
con nuestros pacientes, se nos ocurre generalmente, en un primer momento, hablar de aquellos
que creemos hacen un proceso más “típicamente analítico” (varias sesiones semanales, sueños
para analizar, conflictiva neurótica, etc.) Pero luego son aquellos que más dificultades nos
causan los que finalmente, constituyen parte de nuestro trabajo escrito. Ésto es así porque sus
dificultades nos inducen a pensar, investigar y leer más sobre su problemática.
La paciente que presentaré pertenece, naturalmente, al grupo de los problemáticos.
Me ocasionó dificultades técnicas que tuve que resolver, a veces de una manera rápida y
basada en mi contratransferencia.
Cuando consultó conmigo en septiembre de 1995 hacía cuatro meses que había
fallecido su madre de un cáncer en el hígado y la vesícula. Ella odiaba a todos aquellos que la
habían sobrevivido, pensaba que en el mundo había muchísimas personas innecesarias y que
era injusta esta muerte. Odiaba principalmente a su tía paterna y no mucho menos a sus tías
maternas. Mujeres todas a las que consideraba inútiles e innecesarias.
Freud nos enseñó que el odio es precursor del amor y citando a Stekel dijo : "el odio
y no el amor, sería el vínculo primario de sentimiento entre los seres humanos".
El odio y el erotismo anal se encuentran también en la neurosis obsesiva, en la fase
anal sádica.
Sabemos que uno de los destinos de la pulsión es la transformación en lo contrario,
el cambio de actividad a pasividad y el cambio del amor al odio. Generalmente ambos (el amor
y el odio) están simultáneamente dirigidos al mismo objeto, demostrándonos así un ejemplo
patognomónico de la ambivalencia de los sentimientos. Y el vínculo más estrecho entre ellos se
encuentra unido a la vida sexual.
1
Miembro Adherente de la Asociación Psicoanalítica Argenta . Av. Santa Fe 3566 9º D Bs. As. Argentina
1
Amar se opone a odiar y a ser amado, simultáneamente amar y odiar se oponen a la
indiferencia. Luego Freud lo cambia y dice que la primera antítesis sería amar - ser amado, la
segunda amar - odiar, y por último amar-odiar -- indiferencia.(Pulsiones y destinos de pulsión
1915)
Es así que cuando el objeto ingresa en la etapa del narcisismo primario se despliega
la segunda antítesis del amar, o sea el odio. Entonces cuando el objeto proporciona displacer,
el yo intenta huir, es decir que lo odia. Las relaciones de amor y odio son aplicables a las
relaciones del yo total con sus objetos.
El odiar no está en relación estrecha con el placer y lo sexual, sino que el displacer
parece ser lo único decisivo. El yo odia todo lo que le es displacentero sin prestar atención a
qué le puedan significar una frustración en la satisfacción sexual de necesidades de
conservación. Los modelos de relación del odio provienen de la lucha del yo por conservarse y
afirmarse. El odio es más antiguo que el amor, pues sale de la repulsión primaria que el yo
narcisista opone al mundo exterior que provoca estímulos. Mantiene un estrecho vínculo con las
pulsiones de conservación del yo, pues es la exteriorización de la reacción displacentera que
provocan los objetos. Entonces pues las pulsiones yoicas pueden entrar en oposición con las
sexuales repitiendo así la oposición entre amar y odiar.
Cuando las etapas previas del amor no son superadas totalmente, el odio está
mezclado con el amor. También cuando las reacciones de repulsa que vienen de las pulsiones
yoicas, que por frecuentes conflictos entre los intereses del yo y del amor pueden crear motivos
actuales y reales. En los dos el odio se retrotrae a la fuente de las pulsiones de conservación
del yo. Cuando el amor se muda en odio: "el odio es reforzado por la regresión del amar a la
etapa sádica previa" (Freud, Pulsiones y destinos de pulsión, 1915), o sea que el odio toma
carácter erótico y así continúa el vínculo de amor con el objeto.
Ahora volvamos a los datos de su historia. Su padre, otrora músico, corredor de una
empresa mantenía a sus dos hijos mientras éstos estudiaban. La paciente (26 años) y su
hermano menor aceptaban este hecho porque les costaba salir a trabajar luego de la pérdida de
su madre.
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Clara, estudiante de ciencias económicas no podía continuar estudiando por su
estado depresivo y le faltaban pocas materias para recibirse. Se preguntaba para qué terminar
la carrera si su madre no la vería recibida, si ella no podría mostrarle su diploma.
Parecía que tras esta depresión Clara escondía sentimientos encontrados frente a
una madre idealizada que la "habilitaba" para terminar la carrera y el resto de cosas de su vida.
El resentimiento sería el resultado de humillaciones sufridas por el sujeto y que ha
tenido que sofocar sus rebeliones esperando llegar a la venganza. Es un intento para anular los
agravios sufridos y para ocupar la posición de víctima privilegiada. Así tiene derecho de
revancha contra aquellos que perturbaron la ilusión de la perfección infantil, de la completud, de
la perfección narcisista. Y ante la amenaza de la pérdida de la completud narcisista surge el
resentimiento.
Sabemos que los hijos son representantes del deseo de completud en la dinámica
narcisista de los padres y que el lugar que ocupa en cada uno de ellos y en la pareja, está
determinado por el sistema narcisista del padre y de la madre. (4)
Por otro lado, el odio es un sentimiento de malevolencia hacia un objeto
independientemente de las cualidades que ese objeto posea. Conlleva un deseo de venganza e
incluye al sadismo aunque sin limitarse a él. Es un afecto de decepción sentido en el yo y de
desilusión sufrido por el ideal del yo. "El odio es un proceso psíquico que ofrece un ajuste
homeostático para limpiar el cuerpo de intentos destructivos, liberando finalmente la agresión
para metas potencialmente destructivas" (Galdstone)
Según este autor la capacidad para odiar sería un logro del yo en su permanente
esfuerzo para poder mantener la constancia objetal. Propone 3 tipos de individuos de acuerdo a
su capacidad para odiar: 1) los incapaces de odiar; 2) los que odian pero no pueden superar el
odio, que tiene dos subcategorías a) los que odian y están cómodos con ello y b) los que no
saben que odian y lo reprimen; y 3) los que aprendieron a odiar y aprendieron cómo superar
ese odio.
A nosotros nos interesan los de la segunda subcategoría: los que odian y están
cómodos con ello. Para que la integridad psíquica se mantenga tiene que haber alguien a quien
odiar, mientras se sostenga la escisión yoica por acceso a un objeto odiado, el funcionamiento
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del yo está asegurado. La escisión se ha hecho para separar las introyecciones y los afectos y
esto conlleva a una dificultad para superar el odio.Estas personas necesitan tener siempre
alguien a quien odiar.
En el desarrollo infantil, luego del destete la agresión oral es transformada en
derivados osteomusculares, o sea que así está listo para atacar todo lo que ve. Si no hay
agresión, no hay aprendizaje de la experiencia. Por otro lado, la madre será un objeto para usar
(Winnicott, Realidad y Juego)) y además le proporcionará las reglas necesarias para saber cuál
deba ser su comportamiento mientras ella no esté, internalizando así los precursores del
superyó. Frente a los berrinches que pueda tener, la madre lo limitará dándole así un prototipo
de alivio para el odio. Posteriormente a través de la reparación aprenderá a cuidarse frente a la
desilusión y comprobará que se puede hacer algo frente a la decepción, lo que da la base para
la esperanza, permitiendo usar la agresión al servicio del deseo. Para el niño la única fuente de
información de lo que sucede en el mundo es dada en el hogar y sustentada por los valores de
los padres. Lo que el ahora adulto oyó de niño dicho por sus padres, ha quedado latente en su
superyó reactivándose cuando una situación a la que se refieren capta nuevamente la atención
del sujeto. Es como si el superyó de la paciente contuviera una serie de manuales que
describen cómo conducir las relaciones de objeto. Estas sentencias fueron hechas en un clima
emocional que el paciente percibió como de amenaza de abandono si no eran complacidas. Y
esta opinión emitida de esa manera toma la fuerza del miedo o del odio negado. Estos
mandatos psíquicos son introyecciones bloqueantes que se mantienen dentro del superyó
obstruyendo el aprendizaje de la experiencia. Para el niño estas introyecciones son tanto la
presencia como la amenaza de abandono de los padres. (3)
Por lo tanto, ¿el odio y el resentimiento de Clara se emparentaban con estas
descripciones, o respondía a otras características? Estos interrogantes quedaban sin respuesta
al comienzo del tratamiento.
Lo que podíamos suponer era un vínculo dificultoso con su madre, un vínculo que
ella debía idealizar para poder seguir adelante. Podemos pues conjeturar, que esta madre no le
dio significación a ciertas cosas básicas como para tener un buen contacto entre la psique y el
medio. Y como vemos el contacto de Clara con el exterior dejaba muchísimo que desear.
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Luego de las entrevistas y ya pactadas las sesiones semanales, Clara comenzó a
llegar entre 5 y 10 minutos antes a sesión. Tocaba el timbre con insistencia, aunque sabía que
por no tener sala de espera tendría que aguardar hasta su hora. Al entrar, pasaba al baño sin
excepción, argumentando que venía de lejos (vive en el gran Buenos Aires) y que además
como siempre tomaba una gaseosa, su bebida preferida (casi adictiva), no podía aguantar más.
Esta situación comenzó a provocar en mí una sensación contratransferencial de
mucho desagrado, sentía que la sesión de la paciente anterior y que yo misma éramos
invadidas. No podía precisar con qué tenía que ver, ni podía interpretar lo que no entendía.
La situación continuó hasta que un día resolví marcarle este hecho mostrándole que
con su actitud no permitía que la paciente anterior y yo trabajáramos bien y que seguramente a
ella no le gustaría que le sucediera eso (no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan
a ti). Esta vez entendió. Pensé si se trataría de su imposibilidad de soportar ser el tercero
excluido o si su odio y / o envidia no le permitía aceptar la existencia de otros (la paciente
anterior) que suponía mejor posicionada que ella.
La contratransferencia es el conjunto de las reacciones inconcientes del analista
frente a el analizado y su transferencia. (5) Tomo a la contratransferencia como una respuesta
ineludible a la transferencia a la que siempre va unida indisolublemente.
Poco a poco fui entendiendo que esta fachada invasiva y de odio era una manera de
sostenerse, de no caer en la depresión. El odio y el resentimiento servían para sostenerla de
todo lo tanático que la rodeaba: por ejemplo, su hermano "salía a la calle a ver a su madre",
tenía también infinidad de enfermedades (hipocondría con algunas internaciones), "sabía que
iba a morirse a los 35 años", y además "sentía la presencia de la madre" con la cual intentaba
comunicarse. Durante estos períodos el hermano la usaba a Clara como confesora, cuando
estos períodos pasaban la maltrataba, la hostigaba y hubo momentos en que la agresión casi
llegó a lo físico. El padre no podía poner orden en todo esto, ni a su propia vida: estuvo meses
con una sonda por no querer operarse de próstata y luego fue quedando paulatinamente ciego
por no operarse de cataratas.
A modo de ejemplo presentaré una viñeta de una sesión de 1996:
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Paciente: Hoy tuve un día de mierda, no me aguanto a nadie, no me gusta el trabajo que me
dieron.
Sabe qué no me banco, a mis compañeras. Desde esta semana me tomo una hora
de almuerzo, salgo. No puedo entender cómo si son amigos se critican.
No se puede trabajar así, me molesta muchísimo. Se rascan a cuatro manos y
encima se quejan del mucho trabajo que tienen. Están todo el día criticando. No tengo ni
siquiera paz en el trabajo, critican no dejan concentrarse.
Está de más decirle que a mi tía la quiero reventar, hace ruido de cacerolas, me
vuelve loca con las luces, cocina con la luz apagada. Mi tía me está llenando la paciencia, no
creo que me aguante mucho ahí. Mañana voy a ir a mi casa para ver los gatos aunque mi papá
dice que mi hermano les da de comer y mucho no le creo. Me quisiera ir al culo del mundo, para
que nadie me joda.
No se puede trabajar así ¡lo que hago para controlarme y no decirle a cada una lo
que merecen! No se por qué son así.
Analista: En su trabajo se repite su situación familiar.
Paciente: Sí. Yo hago la comparación.
Estoy desconforme con el trabajo, con mi casa, con mi tía... Quisiera que se muriera
Analista: Ud. tiene una larga lista de los que quiere que se mueran.
Paciente: Sí, incluídos mi papá y mi hermano. ¡Qué triste! Porque es mi familia...
Anoche me preguntaba: ¿qué es la vida? ¿un cúmulo de sensaciones, amar, odiar,
gozar? ¿Me la tengo que hacer yo o todo viene escrito en el destino?
Evidentemente este mundo que la rodeaba, era un mundo psicótico que la invadía,
como ella invade a los otros, del que le resultaba muy difícil salir. De allí que todos los estímulos
que le llegaban del exterior eran malos, la asustaban, eran imposibles. Parecía que la ideología
familiar estaba aliada con la muerte, por ello no podía recibirse, ni salir de esa casa, ni
establecer una pareja, tener amigos, etc.
Es así entonces que el odio la sostiene, sin odio dormiría todo el día, se moriría.
Además hablaba de una manera paranoica (todos la querían fastidiar en le trabajo, las amigas
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la molestaban, etc.) con esta forma de hablar trataba de despegarse de ese mundo interno
espantoso, con sonidos (las voces de los otros) que sólo emitían críticas y destrucción.
Mis interpretaciones en esa época eran lo que podríamos llamar descriptivas, pues
por la percepción inconsciente de los aspectos paranoicos hacía un trabajo de acompañamiento
donde transcribía el mundo de ella en términos más amables, más graciosos. Creaba así una
distancia necesaria, un espacio lúdico, con un entorno agradable, para que aprendiera a
observarse y pudiera modificar lo que la perturbaba; un espacio transicional. La transferencia
era el único lugar donde ella comenzaba a rescatar lo que es vivir, la utilidad del tratamiento y
que yo era la única que podía tolerar la catarata de tánatos anal que ella tiraba todas las
sesiones ("todo es una mierda", "vivo en el culo del mundo", etc.)
Ante todo esto, pude comenzar a entender que probablemente mi fastidio ante su
actitud invasora, era una defensa frente a tanto material tanático.
También comencé a pensar en el déficit primario de esta paciente y en las
dificultades que seguramente tuvo con una madre que no pudo significarle lo básico para su
buen desarrollo en la vida. Una madre que antes de enfermarse de cáncer estuvo muy
deprimida por la muerte de su propia madre que se suicidó. Clara relata que luego de la muerte
de su abuela, la madre pasaba horas sentada en la oscuridad y que su único alimento eran las
galletitas. Es cierto también que a pesar de todo fue la madre la única que podía atenderla y
cuidarla un poco; la única que la escuchaba cuando volvía del trabajo, pero ese sostén
(inconstante y escaso) desapareció, dejándola a Clara en la más absoluta desprotección.
Winnicott nos habla de la relación de objeto, en la que se producen alteraciones en la
persona y hay proyecciones e identificaciones; y el uso del objeto que implica la relación de
objeto y rasgos que abarcan la naturaleza y conducta del objeto. "El analista debe tener en
cuenta la naturaleza del objeto, no como proyección, sino como una cosa en sí misma. "Para
usar un objeto es necesario, para el sujeto, haber desarrollado la capacidad que le permita
usarlo, lo que forma parte del principio de realidad. Pero esto depende, naturalmente, de un
ambiente facilitador. ..."el rasgo esencial del concepto de objeto y fenómenos transicionales es
la paradoja y la aceptación de esta: el bebé crea el objeto, pero este estaba ahí, esperando que
se lo crease y que se lo denominara objeto cargado".
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Lo primero es la relación de objeto y al final el uso del objeto. En el medio, el objeto
está ubicado fuera de la zona del control omnipotente del sujeto, o sea, su percepción como
algo exterior, no como algo proyectado por él y su reconocimiento como entidad por derecho
propio. En este medio el sujeto destruye al objeto (cuando se vuelve exterior) y luego viene: el
objeto sobrevive a la destrucción por el sujeto. Entonces el sujeto puede usar al objeto porque
este ha sobrevivido.El sujeto no destruye al objeto subjetivo, o sea el que es material de
proyección; sino cuando el objeto es percibido de forma objetiva, o sea que tiene autonomía y
pertenece a la realidad compartida. La destrucción del objeto, si es real corresponde al fracaso
del objeto con respecto a sobrevivir.
La muerte de la madre fue el motivo de consulta de la paciente, y fue también el
motivo disrruptor de un equilibrio engañoso vivido en la familia. A partir de la concepción y con
el cuidado que les presta, la madre es la que echa las bases para la salud mental de los hijos,
pero probablemente con una historia de desamparo y reiteradas depresiones, no pudo cuidar
adecuadamente a sus hijos. A pesar de todo fue un sostén para Clara y al mismo tiempo fue la
unión entre el mundo psicótico del marido, del hijo y seguramente el de ella también y el mundo
real al que Clara tuvo acceso. Por ello cuando la madre murió la paciente se hizo cargo de la
unión de estos dos mundos, despertándose en ella todo el odio de que era capaz. Sobre todo
odiaba a las tías, a esas mujeres que, en contraposición a su madre idealizada, estaban vivas
mostrándole permanentemente que ya estaba rota su ilusión narcisista. Estos serían los
componentes tanáticos del odio, este sentimiento tan antiguo que surge antes que el amor en la
separación yo - no yo, concepción tan vigente en ella. Pero también están los componentes
eróticos del odio: la pasión puesta en el odiar, el motor para realizar tareas, etc.
Mas no debemos olvidar que fue esa madre, conjuntamente con el padre, la que la
instauró en un lugar erróneo pues Clara desde muy pequeña, tuvo que asumir un lugar adulto
de decisiones y resoluciones que nadie en la familia tomaba.
Todo esto acarreó un déficit en el desarrollo de su pre-consciente, sus
identificaciones fueron o de extrema pasividad -como su padre que pasa horas en la cama
escuchando la radio- o de una actividad que lleva a la muerte -como su madre ligada
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estrechamente a su propia madre que luego del suicidio de ésta, entra en una profunda
depresión y (según sospechas de Clara) se enferma de cáncer como consecuencia.
Frente a todos estos elementos fue difícil resolver qué actitud terapéutica tomar. Por
lo pronto comencé a entender esta conducta invasora, esta angustia de contacto y esta
ansiedad de contacto, como algo que ella hacía repitiendo lo que le habían hecho. Ella no tenía
conciencia de la alteridad de los otros, de la misma manera que no hubo diferenciación en su
familia y presumiblemente en su vínculo con su madre. Podemos conjeturar un déficit del pre consciente de la madre que implicó un déficit en el pre-consciente de Clara y de ella podemos
sospechar que no accedió a la triangularidad edípica, por lo que va arrastrando objetos muy
pesados, muy difíciles para su aparato psíquico.
Me preguntaba a esa altura cómo interpretar a una paciente como esta, que a pesar
de todas sus dificultades seguía viniendo; cuáles eran los móviles que tenía para continuar
haciendo, qué fuerza vital la movía.
El pensamiento de Clara era de una lógica binaria, su mundo estaba polarizado en
bueno-malo, aunque esto último era lo que primaba. Esto era encerrante y difícil de penetrar.
Comencé a interpretar con las paradojas y el humor: "no, no es verdad que Ud. sea rígida" o
"no es cierto que Ud. sea tan extrema con todo". De esta forma con esta paradoja humorística
comencé a romper este pensamiento binario y pudo comenzar a modificar este pre-consciente.
A través del humor comenzó a cambiar también la rigidez del superyó, pero con elementos de
eros y no tanáticos a los que ella estaba tan acostumbrada.
Conclusiones:
Todo lo narrado hasta aquí sucedió durante los primeros meses del tratamiento de
Clara. Luego, paulatinamente ciertas cosas fueron cambiando: comenzó a llegar a horario a
sesión; pudo tomar más en cuenta a los otros; empezó a comprender que el mundo del padre y
del hermano era un mundo ajeno a la realidad, psicótico; y lentamente aceptó humorísticamente
sus dificultades y limitaciones.
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Durante un primer tiempo su actitud invasora tanática fue paralizante para mí, pues
no podía y no sabía cómo interpretar sus conductas. En cuanto pude entender su odio como
sostenedor frente a un vacío o frente a un mundo psicótico invasor, pude empezar a interpretar
y así romper el mundo de su lógica binaria encerrante y estático.
El odio mantiene la ilusión de completud narcisista y sostiene al yo placer. Todo lo
malo está afuera, lo bueno dentro, lo malo es igual a lo distinto; este es un momento narcisista
necesario para la supervivencia. Al mismo tiempo esto la defiende de la locura que la rodea.
Este odio fue la resultante de no poder ocupar un lugar adecuado a su condición de
hija, ya que tuvo que encargarse de resolver situaciones que les correspondían a los padres.
Dijimos anteriormente al describir el interjuego narcisista (de los padres) que los hijos son los
representantes del deseo de completud y de la dinámica narcisista de los padres. Entonces,
dónde quedó ubicada Clara en todo este movimiento; parecería que no hubo espacio para un
desarrollo adecuado. Tuvo que cuidar inversamente a estos padres carenciados, aceptando
esta estructura narcisista, que intenta repetir en el afuera cuando invade la sesión anterior como
ella fue invadida y obligada a ocupar un lugar de cuidado y protección que le hubiera
correspondido a sus padres. En este medio familiar narcisista donde cada uno está en su
mundo ilusorio (el padre escucha la radio en un aislamiento esquizoide y el hermano circundado
por su mundo delirante), Clara tiene que satisfacer esas necesidades narcisistas del padre, del
hermano y presumiblemente de la madre cuando vivía, para sobrevivir y al mismo tiempo lleva
ese modelo al exterior aunque no le resulte del todo exitoso.
Podríamos preguntarnos si en términos Winnicottianos puede usar al objeto, o
todavía está tratando de salir de la relación de objeto. ¿Hubo un ambiente facilitador para que
ello suceda? La respuesta es que aparentemente no. Pareciera que sólo puede maltratar a los
objetos en una búsqueda desesperada de que éstos, alguna vez, sobrevivan a sus ataques
para poder crecer e insertarse en un mundo externo real, fuera de su narcisismo protector.
Probablemente este odio fue la forma que encontró para
afrontar una situación
patológica, para proteger a su Self del peligro de perder su integridad. (1) Intentó quedarse en
un estado infantil primario (yo placer) todo lo malo está afuera, lo bueno está adentro, como un
momento narcisista necesario para la supervivencia.
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Para concluir podemos decir que a pesar de todas estas dificultades, Clara tuvo una
fuerza innata (una pulsión de vida) lo suficientemente fuerte como para intentar en este
tratamiento torcer el destino cuasi psicótico al que estaba destinada. Tal vez las
interpretaciones no fueron tales como se las conoce clásicamente, sino que fueron el intento de
demostrarle que yo podía quedar viva, sobrevivir a sus ataques, para después, en un futuro
interpretar de otra forma y quizás hacer una vida mejor.
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Bibliografía
•
1) Bleichmar, Hugo: "Avances en psicoterapia psicoanalítica"
Ed. Paidos
Bs.As.1997
•
2) Freud, Sigmund: "Sobre los tipos de contracción a la neurosis" ( 1912 ) Ed.
Amorrortu
"De guerra y muerte. Temas de actualidad" ( 1915 ) Ed. Amorrortu
“Pulsiones y destino de pulsión" ( 1915 ) Ed. Amorrortu
“Duelo y melancolía" ( 1917 < 1915 > ) Ed. Amorrortu
"Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo
analítico"
1. Las excepciones ( 1916 ). Ed. Amorrortu
•
3) Galdston, Richard: "El placer más prolongado.
Un estudio psicoanalítico del odio."
Revista de Psicoanálisis, Tomo XLII, año 1985, Nº 4
•
4) Kancyper, Luis: "Resentimiento y remordimiento" Ed. Paidos Bs. As. 1991
•
5) Laplanche, J. y Pontalis, J. B.: "Diccionario de psicoanálisis"
•
6)Martinto de Paschero, Lucía: Comunicación personal
•
7)Winnicott,Donald: "Relidad y juego" Ed. Gedisa. Bs. As.1988
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