Titulillo: Encuentro de ideas y pensamientos sobre

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Educación y Cambio Social
Titulillo: Encuentro de ideas y pensamientos sobre educación.
García Márquez, un pasado escolar que enseña. Jacques Delors, un futuro educativo en
transformación.
Pilar Valdés Ramírez
Instituto Americano de Monterrey
Monterrey, Nuevo León, México
Educación y Cambio Social
Dr. Víctor Bacre
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Educación y Cambio Social
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Resumen
Vivir para contarla, título que el reconocido escritor colombiano Gabriel García Márquez decidió
poner a su obra autobiográfica, contiene reminiscencias de lo que el sistema escolar significó en
su vida y como fue que se convirtió en un alumno desertor antes de poder graduarse de la carrera
de derecho. El objetivo de este escrito es hacer una contraposición de ideas entre las de este
autor, galardonado con el premio Nobel de Literatura, y las de Jacques Delors, ex presidente de
la Comisión Europea, y quien presidió también la comisión internacional financiada por la
UNESCO sobre la educación para el siglo XXI. Lo anterior, con el fin de analizar a través de una
experiencia educativa del pasado, lo que los especialistas proponen como el camino futuro que
debe seguir la educación.
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Introducción
Analizando el reporte de la comisión auspiciada por la UNESCO y dirigida por Jacques
Delors, se puede entender mejor el caso de deserción escolar de una persona tan sobresaliente
como García Márquez cuando señala que, según las aptitudes de los alumnos, éstos no sacan el
mismo provecho de los recursos educativos colectivos, e incluso pueden verse en situación de
fracaso, debido a la inadaptación de la escuela a sus talentos y aspiraciones. Esto invita a pensar
cómo es que un escritor considerado como grande entre sus colegas y reconocido por muchos a
nivel mundial y en cualquier ámbito, experimentó durante su etapa como alumno, el fracaso
escolar. En este reporte, se reconoce la importancia de las conexiones entre el pasado y futuro
educativo, representadas éstas por personas, experiencias, conocimientos, éxitos, fracasos,
tiempos o generaciones. Cada conexión, si se aprovecha, se convierte en una enseñanza que
puede ser capaz de generar un cambio que provoque una mejora en materia educativa y por ende,
una transformación en el ámbito social.
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García Márquez, un pasado escolar que enseña. Jacques Delors, un futuro educativo en
transformación.
Los recuerdos de García Márquez sobre su paso por la escuela no están exentos de
sobresaltos, cada año escolar fue para él como librar una batalla contra lo que consideraba un
sistema educativo rígido y autoritario, carente de la libertad creativa que su espíritu
independiente hubiese preferido. Quizá el autor de Cien Años de Soledad hubiera podido ser un
graduado más en su país, si no se le hubiese atravesado algo más interesante que el estudio en su
camino. En cambio, no perdió la oportunidad de viajar de pueblo en pueblo por las tierras de
Colombia, recogiendo recuerdos de primera mano, cuando fue vendedor de enciclopedias o
cuando se desempeñó como reportero. Ambos trabajos le permitieron disfrutar y aprender de lo
que hacía, lo que no pudo hacer mientras permaneció en el salón de clases memorizando
fórmulas, teoremas o leyes.
El modo de pensar de García Márquez respecto a la educación, se percibe cuando cita a
Bernard Shaw al adoptar como suya la frase: “Desde muy niño tuve que interrumpir mi
educación para ir a la escuela”. Aún así, él no se atrevía a discutir sobre este tema con nadie de
su familia, ya que para sus padres la educación de su hijo, al ser producto de su esfuerzo
desmesurado por ofrecerle lo que ellos nunca tuvieron, era una prioridad absoluta, y a cambio
esperaban, por supuesto, su título de graduado como garantía de un futuro mejor para él.
Se puede decir entonces que el mundo del adolescente Gabriel, cuando estaba interno en
la escuela, se asemejaba a una jaula que se cubría de oro cuando encontraba por su paso libros de
contenido variable y destinaba largas horas para su lectura y análisis, o cuando tenía la
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oportunidad de conversar con algunos maestros que le dejaron recuerdos y enseñanzas de por
vida. Esa misma jaula dejaba de brillar cuando para él, la rutina transcurría entre el sonido de la
campana, las tablas de multiplicar y el examen de ciencias, donde seguramente lo que más le
disgustaba era el hecho de que no bastara con comprender, sino tener que memorizar.
García Márquez memorizó las tablas de multiplicar, mas hoy en día confiesa no recordar
sobre todo, la del 7 y la del 9. Se propuso ser un buen estudiante de la clase de álgebra, pero no
le fue posible, y a cambio, logró sobresalir en la de literatura. Su ortografía dejaba mucho que
desear, lo que seguramente habrá provocado desilusión en algunos de sus maestros, y dejado
perplejos a varios de sus editores, sin embargo, mientras fue avanzando a tropezones por lo que
él consideraba como “montañas infranqueables” de años escolares, fue forjando, debido tal vez a
su rebeldía a la rigidez escolar, una fortaleza de carácter que lo llevó a no subestimarse y a luchar
por salvar los obstáculos convertidos en exámenes y evaluaciones, mientras maximizaba sus
habilidades, las cuales finalmente terminaron por anular sus deficiencias. Lo anterior sin duda,
debe haber requerido una gran dosis de creatividad de su parte.
¿Cuántos graduados con honores han demostrado tener el ingenio de García Márquez? y
¿Cuántos Gabrieles no habrá por el mundo que salen de un sistema de enseñanza con la etiqueta
del fracaso de por vida? 130 millones de niños no siguen estudios primarios y 100 millones
inscritos en la escuela no concluyen los cuatro años de estudios que se consideran como el
mínimo necesario para que no olviden lo que han aprendido, por ejemplo, a leer y escribir,
(Delors, 1996).
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Delors comenta que es necesario que se desarrollen formas de capacitación extraescolar
para los jóvenes que han abandonado prematuramente la escuela, y García Márquez
probablemente propondría que este tipo de capacitación extraescolar no fuera impartida en el
tradicional estilo educativo, sino que se rigiera por un estilo más “montesoriano”, o bien, por una
combinación de estilos educativos que inciten “al uso de los sentidos”, y en donde “se despierte
la curiosidad por los secretos de la vida” en cada uno de estos alumnos, independientemente de
sus tipos de inteligencia, para que “estudiar se convierta para ellos en algo tan maravilloso como
jugar a estar vivos”. (García, 2002).
Cada niño tiene algo característico que define su personalidad, y por lo tanto, algo valioso
que dar, y son los padres y los maestros quienes, si cuentan con la sensibilidad y habilidad para
percibirlo, podrán ayudar a resaltar ese valor en los niños. Si esto sucediera, más alumnos
podrían concluir con éxito el escalafón escolar completo, desde la primaria hasta la universidad,
gracias a que podrían contar con maestros capaces de encontrar el valor en sus alumnos, y con
educadores dispuestos a individualizar sus enseñanzas contribuyendo al desarrollo global de los
talentos de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético,
responsabilidad individual y espiritualidad. (Delors, 1996)
Los trabajos futuros requerirán más labores relativas a la convivencia interpersonal que a
las prácticas mecánicas impersonales propias de la era industrial. Esta convivencia se convertirá
en global, característica creciente de la humanidad actual. Para ello, es necesario que la
educación se enfoque a desarrollar personalidades capaces de enfrentar positivamente la
diversidad, de comunicarse efectivamente, de compartir ideas y conocimientos y de evitar y
saber solucionar problemas, ya que éstos llevarán a la sociedad, si no se solucionan o se agravan,
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a retroceder en el desarrollo logrado, tal y como cita García Márquez cuando habla de las
experiencias de la guerra de los Mil Días en Colombia: “Una consecuencia de la guerra es
retroceder 100 años en el progreso de la humanidad”
Si el arte y la poesía fueron determinantes en la vida de García Márquez, tal vez Delors
pensó en personas como él cuando dijo que estas corrientes artísticas y literarias deberían tener
un lugar más importante que el que se les concede en muchos países, donde actualmente la
enseñanza está interesada en lo utilitario más que en lo cultural.
El gusto de Gabo, como lo conocen sus amigos, hacia la literatura y la cultura de las
artes, fue seguramente fomentado por su familia. Pero es la escuela quien debe tomar esta
responsabilidad, anticipándose al hecho de que en muchas familias no se promueve, antes de que
se apague esa chispa abierta a la creatividad que hay en cada persona en su etapa de crecimiento.
(Delors, 1996)
García Márquez no recuerda el nombre de todos sus maestros de juventud, pero los que
siempre recordará, son los de aquellos que tuvieron un significado especial en su vida por el
valor que aportaron a su crecimiento creativo. A algunos los recuerda como “a sus amigos de la
infancia, lejos de la imagen terrorífica que se tenía de los maestros de su época”, a otros los
rememora cuando “durante los recreos enseñaban lo que en realidad hubieran querido enseñar
dentro del salón de clases”. Mención especial hace de los bajos sueldos que sus profesores
recibían, los cuales los equipara con la cantidad que él recibía como mesada familiar. Para todos
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ellos “guarda la gratitud eterna”, porque fueron capaces de dar más que de lo que de ellos se
esperaba. (García, 2002).
Aunque la educación sea masiva, el aumento de la población escolar no debe justificar la
contratación también masiva de docentes con bajo sueldo o de candidatos no calificados.
(Delors, 1999). Un maestro con vocación podrá influir positivamente a miles de alumnos que se
encuentre por su paso en la vida escolar, un maestro sin vocación, que labore en el aula
solamente por necesidad económica, puede provocar baja autoestima y desinterés en los alumnos
que pasen por su clase.
Delors (1999) comenta que para mejorar la calidad de la educación hay que empezar por
mejorar la contratación, la formación, la situación social y las condiciones de trabajo del personal
docente, porque éste no podrá responder a lo que de él se espera, si no posee los conocimientos y
la competencia, las cualidades personales, las posibilidades profesionales y la motivación que se
requieren.
Para poder hacer frente a la diversidad de problemas a los que el nuevo rol del profesor se
enfrenta, éste, debe recibir capacitación de calidad equiparable a la que se ofrece a los ejecutivos
de las más importantes empresas, profesionalizando así su papel e igualando su sueldo al del
personal de estas exitosas corporaciones. Si así fuera, y el maestro estuviera de acuerdo y
participara en su profesionalización continua, se le debería hacer también partícipe de las
decisiones clave en su ámbito escolar tanto interno como externo, y en consecuencia, su status
social mejoraría y disminuiría al mismo tiempo su aislamiento, provocando una mejora directa
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en la calidad de la educación, y en consecuencia, éste podría preparar a sus alumnos para ser
personas profesionales, críticas y creativas desde sus primeros años de escuela.
Pero hoy en día, el personal docente no recibe lo mismo que se espera de él. Los padres
de familia le exigen que prepare a sus hijos para ser competitivos en el futuro, pero no lo
perciben a él como una persona exitosa, en parte debido al bajo sueldo que caracteriza a su
profesión, y porque no se da una relación de mutuo respeto por las pocas oportunidades de
interacción que hay entre ambas partes, debido al aislamiento que le confiere al maestro el salón
de clases, y a la vida agitada de los padres en la actualidad, donde cada vez es más común que
ambos trabajen fuera de casa. Por este motivo, la mayoría de los padres de familia no se
involucran en las actividades escolares de sus hijos, pero les exigen buenas calificaciones y el
diploma académico que tal vez “ellos nunca pudieron tener”. (García, 2002).
Dado que, como analiza Delors (1999), el individuo aprende en el espacio social de la
comunidad a la que pertenece, es de esperarse que un alumno con falta de disciplina, con
intolerancia a sus maestros o compañeros de clase, o que muestre signos de violencia en la
escuela, esté imitando las actitudes de sus padres, afectando en consecuencia al sistema
educativo y a sus maestros. Este alumno puede provenir de un entorno familiar no bien
integrado, por lo que es el maestro quien debe asumir la responsabilidad de educarlo y enseñarle,
haciendo más difícil aún su labor. La cantidad de alumnos que muestran claros problemas dentro
de la escuela se incrementa cada año, a medida que se incrementan también las separaciones, los
divorcios, las familias donde trabajan ambos padres y los problemas económicos.
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Por este motivo se requiere, a pesar del contexto social actual, de una mayor participación
de los padres de familia en las instituciones educativas básicas, se necesitan padres con o sin
compromisos laborales que exijan, pero a la vez den, por lo que una actividad que la escuela
puede promover es que a través de la sociedad de padres de familia, se creen grupos de padresmaestros que sirvan de apoyo y estímulo al maestro en el salón de clases en ciertas horas o en
materias específicas, y de esta forma, el padre de familia interactuará con el maestro al mismo
tiempo que se integrará más en las funciones de la escuela, del salón de clases y de sus hijos.
¿Y cuál es el papel del gobierno en todo este asunto? García Márquez escribió una frase
en su libro digna de recordar aquí: “Calculaban unos mil aspirantes de todo el país para unas
trescientas cincuenta becas, de modo que la batalla iba a ser larga y difícil, y quizás un golpe
mortal para mis ilusiones”. Esta frase que parece escrita hoy, pues la situación en México
actualmente es la misma que en la Colombia del pasado, y seguramente Colombia vivirá una
situación similar en estos días, pronostica que un país seguirá siendo pobre cuando no sea capaz
de educar a la mayoría de sus habitantes y ofrecer empleos a quien esté preparado para
ejercerlos. Las ilusiones de muchas familias de bajos recursos económicos cuyos hijos entran a la
escuela primaria, se vienen abajo cuando se dan cuenta de que el gobierno no es capaz de
sostener su educación a futuro. Es decir, la educación pública en México actualmente está al
alcance de quien la alcance, y estas oportunidades son aprovechadas cada vez por más personas
que no las necesitan, porque cuentan con dinero para estudiar en instituciones privadas, pero
deciden hacer uso de las públicas porque simplemente son aceptadas, mientras dejan fuera a
quien en realidad no puede costear otro tipo de educación.
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“En la suma de cada ciudadano está todo un país” García (2002), por eso es que un país
en desarrollo que tenga el ímpetu de emerger, deberá destinar sus recursos a la educación, para
mejorar la calidad, tanto de vida como de enseñanza, de sus profesores, e incrementar la calidad
y cantidad de alumnos preparados en torno a los cuatro aprendizajes descritos por Delors (1999):
Aprender a aprender, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir en sociedad, quienes
apoyados con sistemas educativos acordes a sus habilidades, podrán estar preparados para que en
un futuro próximo sepan ejercer como profesionistas exitosos y transformen a México, del
acostumbrado país en desarrollo, en un país firme y definitivamente desarrollado.
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Conclusión
Las experiencias escolares narradas por Gabriel García Márquez en su libro “Vivir para
contarla”, representan sus vivencias pasadas, buenas y malas, en materia educativa. Al
contraponer estas experiencias con las propuestas que Jacques Delors realiza en el documento de
la UNESCO titulado “La educación encierra un tesoro” para tener una mejor educación en el
futuro, se puede afirmar que si se entiende y aprende bien del pasado, continuando lo bueno y
reformando lo malo, los sistemas educativos futuros podrán transformarse hasta lograr resultados
de mayor calidad. Bajo este mismo marco de referencia, si la generación de adultos mayores, que
representan el pasado, comparte sus experiencias y conocimientos en el presente con las
generaciones de niños, representantes del futuro, redituará en un futuro mejor en materia
educativa.
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Referencias
Delors, J. (1996). La educación encierra un tesoro. [Versión Electrónica], UNESCOSantillana.
García-Márquez, G. (2002). Vivir para contarla. México: Editorial Diana.
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