CORTES GENERALES DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS COMISIONES Año 2002 VII Legislatura Núm. 613 JUSTICIA E INTERIOR PRESIDENCIA DEL EXCMO. SR. D. JOSÉ MANUEL ROMAY BECCARÍA Sesión núm. 75 celebrada el miércoles, 30 de octubre de 2002 Página ORDEN DEL DÍA: Comparecencia de personalidades al objeto de informar sobre el proyecto de ley concursal (Número de expediente 121/000101) y proyecto de ley orgánica para la reforma concursal, por la que se modifican la ley orgánica 6/1985, de 1 de julio, del poder judicial, y la ley orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal. (Número de expediente 121/000102.) — Del señor secretario general de la Unión General de Trabajadores, UGT (Méndez Rodríguez). (Número de expediente 219/000447.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20150 — De don José María Makua Goienetsxe, abogado. (Número de expediente 219/000448.) . . . . . 20160 — Del señor tesorero de la junta de gobierno del Colegio de Economistas de Cataluña (Cassanellas Bassols). (Número de expediente 219/000449.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20167 20149 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO Página — Del señor catedrático de Derecho Laboral de la Universidad de Córdoba (Durán López). (Número de expediente 219/000450.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20171 — Del señor vicepresidente de PIMEC-SEFES (Torredemer Gallés). (Número de expediente 219/000451.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20178 — Del señor presidente del Consejo Superior de Colegios Oficiales de Titulados Mercantiles y Empresariales (Lara). (Número de expediente 219/000452.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20183 — Del señor magistrado asesor del Ministerio de Justicia (Pinazo). (Número de expediente 212/001367.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20186 Se abre la sesión a las nueve y treinta y cinco minutos. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Buenos días, señoras y señores diputados. COMPARECENCIA DE PERSONALIDADES AL OBJETO DE INFORMAR SOBRE EL PROYECTO DE LEY CONCURSAL (Número de expediente 121/000101.) Y PROYECTO DE LEY ORGÁNICA PARA LA REFORMA CONCURSAL, POR LA QUE SE MODIFICAN LA LEY ORGÁNICA 6/1985, DE 1 DE JULIO, DEL PODER JUDICIAL, Y LA LEY ORGÁNICA 10/1995, DE 23 DE NOVIEMBRE, DEL CÓDIGO PENAL. (Número de expediente 121/000102.) — DEL SEÑOR SECRETARIO GENERAL DE LA UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES, UGT. (MÉNDEZ RODRÍGUEZ). (Número de expediente 219/000447.) El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Comenzamos la sesión correspondiente al día de hoy y lo hacemos con la presencia de don Cándido Méndez, secretario general de la Unión General de Trabajadores, al que agradecemos de entrada el que haya aceptado la invitación para comparecer en la Comisión, porque estamos seguros de que su intervención va a ser del mayor interés para los trabajos de la misma. La ordenación de los trabajos de la propia Comisión ha establecido que en primer lugar haga una exposición breve de unos cinco minutos de su opinión del proyecto de ley; posteriormente los grupos parlamentarios le harán las preguntas que estimen pertinentes para que usted las responda. Sin más preámbulos, tiene la palabra don Cándido Méndez. El señor SECRETARIO GENERAL DE LA UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES, UGT (Méndez Rodríguez): En primer lugar quiero agradecer profundamente a la Comisión de Justicia del Congreso de los Diputados la oportunidad que nos brindan para intervenir en el debate de la tramitación parlamentaria del proyecto de ley concursal. En segundo lugar, abusando de la benevolencia del señor presidente en funciones de la Comisión de Justicia, querría solicitarle que me conceda una mayor discrecionalidad en el tiempo. Lo que sí les aseguro es que intentaré, no sé si lo conseguiré, no ser al menos aburrido y no extenderme excesivamente en mí intervención Entrando ya en cuestión, quisiera, en nombre de la UGT, resaltar la oportunidad y la conveniencia del debate para la promulgación de una ley concursal. La ley concursal responde a una necesidad histórica ampliamente reclamada desde instancias jurídicas y económicas, ya que es muy conocido que la legislación actual es arcaica y responde a instituciones y a realidades que no tienen actualidad en estos tiempos. La legislación en materia de quiebras, suspensiones de pagos, concursos de acreedores, quita y espera, etcétera, está basada en la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1981, los códigos de comercio de 1981 y de 1985, el Código Civil de 1989 y aquella denominada provisional Ley de suspensión de pagos de 1925, que ya tiene una provisionalidad que casi se remonta a ochenta años de existencia. ¿Qué regula la ley concursal? La ley concursal regula la figura del concurso de acreedores y lo que hace es instaurar, frente a la dispersión actual, una unidad de procedimiento. Nosotros consideramos que el proyecto de ley concursal tiene aspectos positivos y además incorpora mejoras técnicas tanto y fundamentalmente en relación con la legislación actual como en relación con el anteproyecto de ley concursal que inicialmente conocimos. Sin embargo hace un recorte muy drástico de derechos y garantías de los trabajadores en las empresas en concurso, recorte de derechos y garantías injustificado e innecesario. Podríamos hablar de un paso más y negativo en el proceso de deslaboralización de las relaciones industriales y por lo tanto un paso más en un proceso de huida del derecho del trabajo. Daría la impresión de que se pretende examinar el conjunto de relaciones laborales como sujeto de sospecha. La 20150 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO visión de los que han preparado el proyecto de ley concursal parecería la de aquellos que consideran que el problema actual de las empresas, en caso de quiebra o de suspensión de pagos, lo provocan o lo agravan los trabajadores que componen las plantillas de las empresas, cuyos derechos habría que recortar en beneficio del resto, especialmente en beneficio de las entidades financieras. Se prima lo mercantil sobre lo laboral y consideramos que esta concepción ideológica que subyace en la lógica general del proyecto de ley es contraria a los principios rectores del Estado social, democrático y de derecho asentado en la Carta Magna, en el artículo primero de nuestra Constitución. La Unión General de Trabajadores en relación con lo que acabo de manifestar ha expresado su profundo desacuerdo en el informe que enviamos al Ministerio de Justicia respecto al contenido del anteproyecto de ley concursal y a su vez hemos manifestado las razones de nuestro profundo desacuerdo a través de nuestra activa participación en el duro dictamen que el Consejo Económico y Social ha emitido en relación con esta ley, tanto en el contenido de las observaciones generales de dicho dictamen como en los votos particulares que hemos aportado las centrales sindicales Comisiones Obreras, CIGA y UGT y algunos consejeros del grupo tercero. Y hemos comunicado nuestra posición a aquellos grupos que nos lo han pedido, solicitándoles que se planteen las oportunas modificaciones. ¿Cuáles son las cuestiones más graves que consideramos que deberían ser modificadas? Esas cuestiones, que son las que voy a argumentar, ya las recogimos en el informe del Ministerio de Justicia, las recogimos en las observaciones generales y en el voto particular del dictamen del CES y lo que voy a hacer es indicar la situación en que se encuentran al pasar del anteproyecto al proyecto de ley concursal, acreditando en la Comisión nuestras propuestas de modificación. En primer lugar, quisiera resaltar el objetivo que a nuestro juicio se debe conseguir con la declaración de que una empresa se encuentra en situación concursal. El objetivo primero que se debe conseguir con la declaración de situación concursal a nuestro juicio debe ser garantizar la continuidad de la empresa y de los puestos de trabajo, si ello es posible, de la totalidad de la plantilla o la parte de la plantilla que se pueda preservar. De la lectura del proyecto de ley concursal consideramos que este objetivo, el de la continuidad de la empresa, no se deduce, a pesar de las declaraciones que en su día hizo públicas el anterior ministro de Justicia y a pesar de algunos términos y frases que se contienen en la exposición de motivos. ¿Por qué consideramos que no se deduce el objetivo de garantizar la continuidad de la empresa? Porque el proyecto de ley concursal evita que aquellos que más interés tienen en la continuidad de la empresa, que son los trabajadores, participen en la administración judicial. Para la Unión General de Trabajadores es fundamental modificar el artículo 26 del proyecto de ley concursal e incluir en dicha modificación que al menos en empresas de cien o más trabajadores se integre un representante de los trabajadores en la administración judicial. Y a nuestro juicio también debería incluirse la necesidad de que el juez, antes de la declaración del concurso, solicite informe a la representación de los trabajadores. Nosotros consideramos que esto haría visible la nueva óptica que, en materia de quiebras, suspensiones de pagos, concurso de acreedores, quita y espera, etcétera, se pretende impregnar en la legislación nueva respecto a la legislación anterior; legislación anterior sobre la cual todo el mundo coincide en que va dirigida más a la liquidación del patrimonio del deudor y no a asegurar la continuidad de la empresa. El segundo capítulo al que me quería referir es al de la competencia del juez en materia de procedimientos declarativos. El anteproyecto de ley concursal, en el artículo 7, apartado 2, atribuía al juez concursal el conocimiento de todos los procedimientos declarativos donde se ventilara alguna cantidad de dinero. Nosotros pensamos que ha tenido impacto la crítica dura y fundamentada al proyecto de ley concursal, sobre todo la que se argumentaba en las observaciones generales del dictamen del CES, y se ha introducido en el proyecto de ley concursal un cambio en relación con el anteproyecto; un cambio insuficiente, ya que se siguen atribuyendo al juez mercantil o al juez concursal las acciones laborales que tengan por objeto la extinción, modificación o suspensión colectiva de los contratos de trabajo, además de los contratos de alta dirección. ¿Qué significa esto? Significa que en las empresas declaradas en concurso los trabajadores ya no podrán acudir a su juez natural, al juez de lo social, para ante esa instancia judicial, la instancia de lo social, impugnar despidos colectivos o modificaciones sustanciales de trabajo de carácter colectivo, como lo que pueda afectar a la unidad geográfica, modificación sustancial de condiciones de trabajo, sistemas de remuneración, sistemas de trabajo y rendimiento, etcétera, en tanto en cuanto habría que acudir, según el contenido actual del proyecto de ley, al juez mercantil. Nosotros consideramos que este es un cambio respecto a la legislación general actual innecesario y que atenta contra los derechos de los trabajadores. Además, a nuestro juicio, este planteamiento apunta hacia un cierto prejuicio, no sé si prejuicio cierto, contra los jueces de lo social, porque parece que se presupone que son más favorables a los trabajadores, cuando la verdad es que son profundos conocedores o mejor conocedores de las problemáticas sociolaborales, tanto empresariales como laborales. Y se opta por una instancia que no conoce suficientemente la problemática sociolaboral, como es la instancia del juez de lo mercantil. Ese planteamiento acarrea como consecuencia la privación a los trabajadores y a los sindicatos de la aplicación de las normas de proceso laboral; normas de pro- 20151 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO ceso laboral cuyas instituciones, modalidades y garantía, que son gratuitas, asociadas a su vez al derecho sustantivo laboral, tienen un específico carácter compensador e igualador de las desigualdades sociales, a diferencia de las normas del proceso civil, que además requieren procurador, abogado y conlleva el abono de costas. En la empresa en crisis, donde es más necesaria y más importante la defensa de los trabajadores, se eliminarían modalidades procesales básicas como el conflicto colectivo, instrumentos básicos de acción sindical para estas situaciones, ya que el trabajador individual es más vulnerable en estas situaciones de crisis y la acción colectiva, a través del conflicto colectivo del sindicato, es más necesaria, incluso imprescindible, que en relación con situaciones de normalidad en el ámbito de las relaciones laborales. A su vez, se provocan otros efectos perversos colaterales, como el hecho de que dos salas del Tribunal Supremo resolverían recursos en última instancia, una, la Sala de lo social, cuando se produzca una situación en una empresa con un desarrollo normal; otra, la Sala de lo civil, cuando este conflicto laboral se produzca en una empresa en situación concursal. Eso lo que haría sería provocar la dispersión de la doctrina, se generarían dos fuentes de doctrina jurídica e indudablemente eso acarrearía como consecuencia una dispersión de la doctrina del Tribunal Supremo y un incremento de la inseguridad jurídica. Tanto como se ponen de ejemplo o se identifican como modélicas las reformas concursales de Alemania y Francia, se debería tener en cuenta que precisamente en Alemania y en Francia no se excluye nunca en una situación concursal el conocimiento de los conflictos laborales al juez de lo social. El siguiente capítulo que quisiera comentar es el de la competencia del juez concursal en materia de ejecución de sentencias y otras resoluciones laborales. El anteproyecto y el proyecto de ley concursal atribuyen al juez concursal o mercantil la competencia exclusiva y excluyente para conocer de toda ejecución contra el concursado, cualquiera que sea el órgano que la hubiere ordenado. Eso se contiene en el artículo 7 del proyecto, en el apartado 3. En la actualidad el juez de lo social no sólo conoce el proceso judicial principal, declara y reconoce los derechos, sino que también ejecuta las sentencias que dictan, aun en empresas en quiebra o en suspensión de pagos. Es lo que se llama el privilegio de ejecución separada. En este apartado nosotros consideramos que hay dos aspectos claramente discutibles: El primero de ellos es la desaparición de la ejecución separada y el segundo es la referencia del artículo 7.3 a toda ejecución. Me refiero al primero de ellos. El primero de ellos, la desaparición de la ejecución separada acarrea un grave problema para los trabajadores ya que en algunas situaciones se retrasaría el cobro de los salarios e indemnizaciones, aunque se tratara de créditos privilegiados. En la actualidad la ejecución se produce a través del Tribunal de lo social sin tener que esperar. ¿Por qué no se debe esperar o por qué no se puede esperar? Porque detrás de las deudas laborales hay situaciones familiares vinculadas a necesidades vitales de los trabajadores y de sus familias, en contraposición con otros acreedores públicos o privados en cuyos créditos no están en general en juego intereses comparables. La finalidad del proceso concursal efectivamente es ordenar y calificar los créditos, determinar qué se debe y en qué orden hay que pagar lo que se debe. Pero a nuestro juicio esto no tiene por qué relacionarse con que los créditos de los trabajadores se paralicen hasta que haya un acuerdo en el concurso de acreedores. Esto traería como consecuencia un tratamiento más negativo para los créditos de los trabajadores que el tratamiento que el propio proyecto de ley prevé para la administración, para los créditos administrativos, tributarios o de Seguridad Social; incluso para los créditos había una discriminación en relación con el tratamiento de los créditos de las entidades financieras; de los créditos, digamos, con garantía real, hipotecas, etcétera. Los sindicatos, en el dictamen del CES, decíamos, y yo quiero insistir en esta petición, que los créditos de los trabajadores queden en suspenso hasta la aprobación del convenio de acreedores o como máximo hasta el transcurso de un año desde la declaración del concurso. Solicitamos al menos el mismo tratamiento que los créditos hipotecarios de los bancos con garantía real, pero que se mantuviera la ejecución en sede del orden social de la jurisdicción y no ante el juez mercantil. La segunda cuestión es también muy grave. El proyecto de ley concursal prevé que el juez concursal conozca en exclusiva de toda ejecución, incluidas las laborales, bien sea él el competente o bien sea competente el juez de lo social. A nuestro juicio, esta atribución de conocimiento exclusivo se debe limitar a ejecuciones dinerarias. En el orden social no todas las ejecuciones tienen transcendencia patrimonial directa. Y aquí, si me lo permiten, haría una observación: se nota la ausencia de manos redactoras con experiencia en el campo del derecho procesal del trabajo. Hay ejecuciones, como comentaba anteriormente, sin transcendencia patrimonial directa, que deben ser conocidas y resueltas por el juez del procedimiento principal del que dimanan, por ejemplo, la ejecución de sentencias de despido nulo; en estas o en otras en las que pueda proceder la readmisión del trabajador o sentencias en materia de tutela de libertad sindical en las que se condena a la empresa. Normalmente será una modificación de un determinado comportamiento que vulnera el derecho de libertad sindical. El siguiente capítulo al que me quería referir es al relativo a las cuestiones concernientes a la modificación del derecho sustantivo del trabajo. El artículo 63 del proyecto de ley concursal quita al juez de lo social la competencia de conocer y resolver en materia de rescisión, suspensión y modificación de condiciones 20152 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO colectivas de trabajo. Lo hace inaplicando el Estatuto de los Trabajadores y definiendo un procedimiento específico en el 63. Lo primero que queremos constatar, en honor a la objetividad, es que se ha mejorado significativamente el anteproyecto en la redacción del proyecto de ley concursal. La denuncia y las peticiones del dictamen del CES han restituido en parte el procedimiento. Por ejemplo, se recoge el reconocimiento del proceso de consulta, la posibilidad de acuerdos entre sindicatos, representantes de los trabajadores y empresa, pero sigue siendo el juez mercantil y no el juez de lo social el que lo decide en el caso de modificación de condiciones de trabajo y tampoco la autoridad laboral en caso de despido o suspensiones colectivas de trabajo. Las consecuencias a nuestro juicio son graves. En primer lugar se puede presumir una inaplicación del espíritu de las normas laborales y a su vez hay ausencia de recursos en plazos razonables. Y hay al final, también en este caso, el riesgo de acabar con dos interpretaciones de la misma norma laboral: en el tribunal civil y en los juzgados de lo social. Nosotros queremos insistir en la siguiente afirmación: no cabe eludir en estas situaciones de despidos, suspensiones y modificaciones de las condiciones de trabajo el derecho sustantivo del trabajo, el Estatuto de los Trabajadores, el régimen general de despidos colectivos y modificaciones de las condiciones de trabajo. Si se eluden, se produciría un recorte de derechos cuando es más necesario preservarlos, puesto que estamos en empresas en situación de crisis. Por otra parte, consideramos que es mucho más grave la limitación para los trabajadores en caso de modificación de condiciones de trabajo colectivo. El artículo 63 en el apartado 4 del proyecto de ley dictamina que en estos casos no procederá el ejercicio del derecho de rescisión de contrato con indemnización, que está reconocido por la ley laboral y que no estaba en el anteproyecto; en el proyecto sí se plantea a esta situación un límite temporal de doce meses. El trabajador tendría que aceptar un traslado, tendría que aceptar una modificación sustancial de su jornada, tendría que aceptar una modificación sustancial perjudicial y vejatoria; por ejemplo, tendría que aceptar resignadamente una situación de acoso laboral, de acoso moral, de mobbing, que es una figura jurídica que en estos momentos está en debate y que merece un interés muy intenso por parte del Congreso de los Diputados, puesto que no podría pedir la extinción de su contrato con el abono de la indemnización. Y esta situación sería gravísima; y lo sería particularmente para la mujer trabajadora, que en situaciones de empresas en crisis, ante una opción irreversible de traslado o de alteración drástica del horario, que le impidiera conciliar su vida laboral con su vida familiar, no tendría más alternativa que la resignación o abandonar, renunciando a sus derechos, la empresa o el puesto de trabajo. Por eso consideramos que esta situación es gravísima y a nuestro juicio el apartado cuatro del artículo 63 del proyecto de ley concursal tendría que desaparecer. También debería desaparecer el artículo 65 del proyecto de ley concursal. Dice este artículo que cualquier modificación de los convenios colectivos requerirá el acuerdo previo de los trabajadores. Lo que dice es que se aplique el artículo 41 del Estatuto de los Trabajadores. ¿Cuál es la razón de tal previsión? Si es que se aplica la ley general, ¿por qué decirlo? Y si no es eso, que se justifique por qué se contiene este precepto en el proyecto de ley. Nosotros, que hemos tenido interés en conocer cuál puede ser la razón, hemos encontrado una razón que no sabemos si es la exacta. Es probable que sea una especie de residuo fósil de uno de los primeros anteproyectos que se estuvieron barajando, en el cual prácticamente se atribuía al juez concursal el que invadiera el ámbito de la autonomía de las relaciones colectivas de trabajo y pudiera modificar unilateralmente los convenios colectivos. Es probable que provenga de aquel anteproyecto donde se planteaba esta situación que al final se ha eliminado y consideramos que debería, por lo tanto, desaparecer el artículo 65 del proyecto de ley concursal que probablemente se deba a olvido de los redactores de este proyecto de ley. Y para concluir quisiera hacer unos comentarios con relación a la prelación de créditos. El proyecto de ley concursal deroga el sistema previsto en el artículo 32 del Estatuto de los Trabajadores para las empresas en situación de concurso. Tras el dictamen del Comité Económico y Social, el proyecto mejora el anteproyecto en relación con los créditos salariales, en especial al incluir entre los créditos refraccionarios los créditos de los trabajadores y los créditos por salarios de los últimos treinta días. Sin embargo continúan insuficiencias muy importantes que de mantenerse significarían recortes graves en relación con la situación actual. Así, en la regulación de los créditos contra la masa, al tratar las indemnizaciones de los trabajadores en caso de extinción de contrato posterior a la declaración del concurso sólo se incluyen los casos de extinción de los contratos de trabajo acordados por el juez del concurso. Así lo prevé el artículo 83.2 epígrafe séptimo del proyecto de ley. La exclusión de las demás indemnizaciones es injustificada, discriminatoria y además es abiertamente contraria al convenio 173 de la Organización Internacional del Trabajo. Nosotros solicitamos que se incluyan todas las indemnizaciones cualquiera que sea la causa que produce dicha indemnización: las de despido individual, colectivo, extinción derivada de aplicación de traslado, de modificación sustancial de condiciones de trabajo, situaciones vejatorias o extinción por terminación del contrato por obra o servicio. Como ustedes saben, hay en la actualidad algunos contratos temporales que tienen prevista a la finalización de su duración una indemnización. Pues deberían incluirse todas las indemnizaciones cualquiera que sea su causa. Y lo mismo hay que decir en relación con las indemnizaciones declaradas antes del concurso, ya que 20153 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO en ellas también se vulnera el convenio 173 de la OIT sobre protección de los créditos laborales en caso de insolvencia del empleador. Hasta aquí las manifestaciones que quería aportar a la Comisión de Justicia con relación al proyecto de ley concursal. Les agradezco profundamente su atención y agradezco al señor presidente de la Comisión su benevolencia, ya que he podido disponer de un período de tiempo inusitadamente largo. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Desde luego no ha perdido usted el tiempo tampoco. Pasamos a la intervención de los grupos parlamentarios. En primer lugar, por el Grupo de Izquierda Unida, tiene la palabra el señor Rejón. El señor REJÓN GIEB: En primer lugar, hemos de agradecer la presencia de Cándido Méndez como secretario general de la Unión General de Trabajadores. La última vez que nos vimos en un lance de este tipo fue en el Parlamento andaluz, con lo cual ya somos viejos o antiguos conocedores de estos temas. Agradezco al presidente que, al ser generoso, le haya permitido exponer una visión que compartimos casi en su totalidad, por no decir en su totalidad. Agradezco su intervención; eso ha permitido que, a través de una organización, escuche yo por primera vez aquí la defensa de los intereses de los trabajadores. Esto no quiere decir que no haya venido antes otro sindicato, pero yo no lo pude escuchar porque no estaba. Agradezco como decía, su opinión. Además, más o menos, no es menester preguntarle por lo claro, lo didáctico, lo concreto y lo contundente que ha sido, sabiendo diferenciar y reconociendo los avances que ha habido, que nadie lo niega, incluso lo que se ha avanzado no solamente con las legislaciones anteriores, sino con respecto a los primero borradores. Segunda cuestión, aunque no sea de tono menor. He de decir al portavoz del grupo Popular que ya me doy por regañado, por aquello de que luego, sin duda, cuando termine esta comparecencia, me tenga que ausentar e ir a otros trabajos; porque por lo visto fue regañado mi compañero en la anterior comparecencia. Mire usted, ya bastante desgracia tenemos con ser pobres para que encima los ricos nos digan que somos pobres, parlamentariamente hablando. (Varios señores diputados pronuncian palabras que no se perciben.) El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): No debatan lo evidente, señorías. El señor REJÓN GIEB: No, no, los que están debatiendo lo evidente son los otros. Hemos de ponderar la importancia de su comparecencia. Se trata de la representación de un gran sindicato, de un histórico sindicato, experto asimismo en el curso de la tarea legislativa. Voy a ser muy breve, porque nosotros hemos quedado muy satisfechos con la intervención de don Cándido Méndez. Ha hablado usted, me imagino que como en otros muchos, de unas consultas por el Gobierno, ¿pero entiende usted, señor Méndez, que, teniendo en cuenta que esta ley concursal, además del mejoramiento, de la racionalización de unas leyes ya de por sí obsoletas, en la mayoría de los casos, y antiguas, ha habido el suficiente contacto, la suficiente relación entre el Ministerio de Justicia y los sindicatos, bien directamente o bien a través de otros organismos o entidades intermedias? Si entiende si ha habido un esfuerzo por conocer directamente e ir aquilatando y trenzando la opinión de los sindicatos, tan importante en esta materia. Segunda cuestión, ¿comparte usted, como representación de la Unión General de Trabajadores, los temores y las preocupaciones de una parte del arco parlamentario en relación con el peligro que significan estas leyes para el derecho de millones de trabajadores y trabajadoras en España en el contexto de las crisis empresariales? ¿Entiende usted que podemos estar ante un serio recorte de los derechos y garantías de los trabajadores y trabajadoras? ¿Considera UGT, considera su sindicato que es un error, —lo ha dicho, pero me gustaría que lo aquilatara más— convertir a un juez, antes dedicado esencialmente a las garantías para los derechos de los trabajadores y las trabajadoras pero también para los intereses públicos en general, en un juez de sección al servicio del proceso de saneamiento laboral de empresas en dificultades, que va a permitir abaratar, por un lado, las reconversiones empresariales a costa de los derechos laborales y también el retorno plácido al mercado del empresario antes concursado? ¿Considera UGT que vamos a pasar por tanto de un juez de garantías al juez de sección y de las tutelas de los trabajadores y las trabajadoras a la tutela de los empresarios y de las empresarias? Nada más, muchísimas gracias. Le agradezco de antemano sus respuestas y su presencia. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Por el Grupo Parlamentario Socialista, señor Barrero. El señor BARRERO LÓPEZ: Gracias al secretario general de la Unión General de Trabajadores por su presencia en esta Cámara, en la que es, como no puede ser de otra manera, siempre bienvenido. Yo le agradezco además particularmente, como hicimos ayer con el secretario general de Comisiones Obreras, el hecho de que ambos sindicatos estén en la Cámara hoy y ayer en su máxima representación, porque a nuestro entender pone de manifiesto dos cosas: la importancia que dan al trámite parlamentario, a la ley, y la importancia también que dan al propio Parlamento con su presencia. Esa consideración, que parece obvia pero que no siempre es habitual, me parece que merece ser destacada y así lo 20154 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO hacemos desde el punto de vista del Grupo Parlamentario Socialista, al que represento en este momento. Nosotros, como grupo, hemos insistido en ello en más de una ocasión, hemos tenido especial interés en el cambio legislativo que significa la ley concursal, porque, con todos los defectos que tiene, entendemos que tiene la virtud fundamental de modernizar la solución de las dificultades de las obligaciones contractuales cuando estas no se pueden producir. Una empresa, destinada en principio honestamente a crear riqueza y distribuirla en forma de empleo, etcétera, pasa por situaciones lamentables a través de una ley o de una legislación que es la que tenemos ahora muy antigua, la más antigua de Europa, que repercutía de manera negativa, nosotros creemos, no sólo en el empresario y en su patrimonio, sino también en los trabajadores. Así lo hemos puesto de manifiesto. Además nos agrada que todos los comparecientes hasta ahora, también el secretario general de la Unión General de Trabajadores, haya puesto de manifiesto la importancia del cambio legislativo. Eso significa que hemos acertado en su articulación en el Pacto para la reforma de la justicia, uno de cuyos enunciados más importantes para nosotros era la novación de esta legislación. Por eso también nos importaba que los colectivos representados por los comparecientes, personas muy destacadas del mundo de la cátedra, etcétera, lo que se viene en llamar con una cierta pedantería la sociedad civil, porque sociedad civil somos todos, pero me imagino que por adjetivarla de alguna forma, accediera previamente al trámite parlamentario para exponer con claridad y dejar constancia en el «Diario de Sesiones» de sus manifestaciones. Nosotros, por otra parte, las tenemos a través de distintas reuniones que hemos tenido ocasión de realizar también con el sindicato de la Unión General de Trabajadores, con técnicos muy valiosos, que nos han aportado reflexiones, muchas de las cuales, la mayoría, además de manera sucinta y brillante, las ha hecho usted valer hoy en la Cámara. Le agradecemos esa labor previa que ustedes han realizado con este grupo. Nos gustaría que también en el trámite parlamentario que ahora se inicia se pudiera seguir manteniendo ese tipo de relación para enriquecer el trámite. Yo quería hacer la consideración de que el Grupo Parlamentario Socialista va a estar muy abierto, así lo hemos manifestado públicamente, también en el día de ayer, a algunas de las manifestaciones que ustedes han hecho —que sé que además lo han expuesto también ante el Gobierno de la nación— con referencia sobre todo a determinados derechos, la constitución o el entramado de declaración de derechos laborales y quién tiene que perfilarlos para hacer más correcto el momento concursal. Hay dos o tres temas, hay otros, pero hay dos o tres temas que nos preocupan, como es no sólo el conocimiento del juez en el tema laboral sino que realmente un juez social sea quien declare unos derechos que ejecute en su día, en su momento, el juez concursal, mercantil o de primera instancia provincial, como algunos quieren denominarle. Este tipo de cambios que deberían producirse en la ley, a nuestro entender, no sólo no evitarían la bondad de la legislación que vamos a empezar a tramitar, sino que seguramente la agilizarían más, evitaría los conflictos de la doble jurisprudencia que ha puesto usted de manifiesto en alguna ocasión de un juez mercantil sometiendo a decisiones de carácter social a personas, a trabajadores, a los que se da un simple y singular estilo de patrimonio de la empresa y, por otro lado, un juez de la jurisdicción social por el mismo tema, pero no sometido a la concursal decidiendo sobre asuntos similares. Esa doble jurisprudencia puede dar lugar a una cantidad enorme de recursos, que pueden paralizar el proceso concursal y por lo tanto anular una de las características más importantes de un concurso, que es sin duda la no dilación para evitar que lo que es un proceso de saneamiento también de una empresa se convierta en un proceso de deterioro definitivo. Y así lo han puesto de manifiesto además, no sólo ustedes, que representan intereses muy generales pero también muy concretos, sino algunos de los profesores, algunos de los catedráticos y algunos de los especialistas que han estado en el día de ayer y que, desde una concepción quizás más empresarial, más de salvaguardia del patrimonio de la empresa, han puesto de manifiesto las dificultades que esa doble instancia, esa doble jurisprudencia, esa doble forma de entender el mundo laboral, esa falta de especialización del juez concursal podría significar a la hora de entorpecer el proceso concursal, no sin poner de manifiesto que seguramente lo ideal, y así se ha dicho por más de un portavoz, tiene también sus características muy positivas, el juez universal que pudiera conocer de todo. En este caso concreto creo que somos bastantes los que apoyamos su tesis y quiero adelantarle ya que las enmiendas, algunas de las enmiendas socialistas van a ir previsiblemente en esa línea. Amparan además este tema algunos de los dictámenes que aparecen en el trámite parlamentario y que para nosotros significan dictámenes de gran valor. No sólo el Consejo Económico y Social, al que usted ha apelado y ha avalado sus tesis muy correctamente, sino también el Consejo General del Poder Judicial advierte que este es uno de los temas más preocupantes y le da una solución muy similar a la que ha aportado el secretario general de la Unión General de Trabajadores y también, aunque de una forma un poquito más diluida, el propio Consejo de Estado. No estamos hablando de un tema sujeto a una condición puramente laboral, sino que estamos hablando de un tema de enorme importancia, que puede dificultar el objetivo claro de un procedimiento concursal que busca lo atractivo, que es que una empresa siga y por lo tanto cree riqueza, distribuya empleo, etcétera. Nos parece importante (termino ya, perdone, señor presidente), y también ha habido alguna persona proce- 20155 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO dente de otros lugares, de la cátedra concretamente, que lo avalan, el hecho de que en la administración judicial para empresas de más de cien trabajadores pudiera haber un representante de los trabajadores, que junto con el abogado, el auditor y el acreedor, en ese tipo de empresas pudiera haber un representante de los trabajadores. Nos parece además una situación brillante, que puede evitar conflictos. Por último, tomamos nota de la preocupación que le causa a usted, señor secretario general de la Unión General de Trabajadores, el tema de la prelación de créditos. Agradecemos por supuesto sus palabras, su comparecencia y nos parece, así se lo dijimos también a algunos comparecientes, de manera destacada al secretario general de Comisiones Obreras, que las intervenciones de ustedes van a significar mucho en el debate parlamentario. No sólo estoy seguro con respecto a mi grupo, sino también en el resto de los grupos que tenemos un objetivo común, que es hacer una buena ley, porque esta es una ley que incide enormemente en las transacciones comerciales, es una ley de enorme importancia y a nosotros nos cabe la enorme responsabilidad de hacer entre todos una legislación muy adecuada. De manera que agradecemos sus aportaciones y las tendremos muy en cuenta. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Señora Uría, por el Grupo Vasco del PNV. La señora URÍA ETXEBERRÍA: Muchas gracias, señor Méndez, por su presencia en esta Comisión porque también para la formación política a la que represento es objeto de especial preocupación el trato que el proyecto de ley dispensa a los trabajadores, quizá el aspecto tratado de manera más floja respecto de un proyecto que tiene otros muchos méritos desde nuestra perspectiva. Nos sorprende además que tan importantes cambios tengan tan poca cita. Ni la exposición de motivos ni la memoria les dan un excesivo alcance, cuando lo que es cierto es que la práctica habitual, cuando se trae un proyecto a la Cámara, es que lo novedoso se justifica mucho. Siendo muy novedoso todo el tratamiento, tiene poquísima cita en estos dos aspectos, tanto la exposición de motivos como en la memoria. Ya le adelanto que la idea de la unidad de jurisdicción, la existencia de jueces de lo mercantil no es aspecto que nos parezca mal. Creemos en que el proceso debe estar lo más coordinado posible en todo su devenir. Esto es lo que quisiera preguntar, como hice ayer con el secretario general del Comisiones Obreras: si no creen ustedes que un mejor trato de la situación de los trabajadores, con mayor presencia incluso en los órganos de administración o con una mejor situación de sus créditos, no sería solucionable existiendo estos jueces de lo mercantil. Desde mi perspectiva, la idea de deslaboralización no tendría por qué ser. Si va a haber unos jueces que van a recibir una específica formación en esta materia, que tampoco ahora existen, de igual manera me parece que sería posible que fueran expertos en la aplicación de la rama social del derecho y que los principios por los que se rigiese esta aplicación no tendrían por qué ser no atendidos o desconocidos por unos profesionales. No es inabarcable las dos opciones. La pregunta que le formulo por tanto es si no sería posible reconducir algunas de las pegas que usted ha manifestado, pegas importantísimas desde nuestra perspectiva, a pesar de que existiese la unidad de jurisdicción. El aspecto que quizás más nos intranquiliza es otro aspecto del que haremos enmiendas puntuales y es el de la suspensión que parece producirse respecto de los derechos individuales de los trabajadores mientras se tramita el proceso concursal. Parece, diciéndolo en frase gráfica, que se dice: De aquí no se mueve nadie y el que se vaya se va sin cobrar un duro. Usted se ha referido al mobbing pero puede haber otras situaciones distintas. Eso sí que nos parece que es importante que fuese tratado sin que tampoco veamos obstáculo a que un juez de lo mercantil pueda carecer de la sensibilidad social suficiente en relación con estas cuestiones y por eso no debiera excluirse de su conocimiento las acciones individuales, a pesar de que luego le devuelven la ejecución. Mejor sería que pudieran conocerse o incluso que pudieran plantearse mientras dura la vida del concurso. Simplemente eso, si cree que es posible lo que digo o es más complicado todavía que lo que el proyecto propone o lo que usted ha manifestado. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Por el Grupo Catalán de Convergència i Unió, señor Silva. El señor SILVA SÁNCHEZ: Muchas gracias, al compareciente, que yo creo que ha hecho una aportación enormemente valiosa para la tramitación de la ley y para la elaboración de enmiendas. Ciertamente ha llamado la atención sobre aspectos de naturaleza diferente o al menos que admitirían soluciones diferentes. Podría anticiparle que desde luego nosotros, a través de enmiendas, estamos dispuestos a revisar el carácter privilegiado de los créditos laborales y en ese sentido le puedo ya anticipar alguna enmienda. Sin embargo, igual que ayer tengo que coincidir en buena parte con la intervención de la portavoz del Grupo Parlamentario Vasco, de Margarita Uría. Mi grupo, en principio, entiende que el hecho de centralizar en un órgano judicial, sin perjuicio, que eso es otra cuestión, de aplicar derecho material-laboral y de aplicar procedimientos laborales, el hecho de centralizar en un único órgano judicial la tramitación del concurso y por tanto en última instancia también los propios expedientes de regulación de empleo puede producir un efecto benéfico en el sentido de la conservación de la empresa y, en última instancia, la conservación de los puestos de trabajo. La situación actual, de alguna manera, es la 20156 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO siguiente: Nos encontramos, por un lado, ante una regulación de unos procedimientos concursales, según ayer otro compareciente nos vino a decir, cuya duración legal estaría entre los 71 días, en el caso del concurso necesario y abreviado con propuesta de convenio anticipada, y los 207 días, que sería el supuesto de concurso necesario y ordinario, en ese caso no abreviado, sin propuesta anticipada. De alguna manera la reflexión que se hace en mi grupo es si la situación actual en materia de expedientes de regulación de empleo y traslados colectivos permitiría la resolución de estos expedientes y tener una certeza judicial, esto es no sólo su resolución por la administración laboral, sino un contraste judicial en este período de tiempo tan corto. Ya en el año 1998, cuando tramitamos la ley reguladora de lo contencioso administrativo, mi grupo parlamentario y yo mismo pudimos presentar una enmienda en el sentido de decir: Miren ustedes, estos temas sáquenlos; vamos a sacarlos de la jurisdicción contencioso-administrativa, continúa resolviendo la administración laboral, pero vamos a sacarlos de la jurisdicción contencioso-administrativa junto con algunos aspectos de infracciones y sanciones del ámbito social. Primero por el planteamiento que hacía el compareciente, don Cándido Méndez, del juez natural, y segundo, porque esperar a la confirmación judicial de esa resolución administrativa años, y todos somos conscientes de que, aunque va mejorando la situación, son años. Nos parecía que era algo muy conveniente y así se estableció. La disposición adicional quinta de la Ley de lo contencioso-administrativo traslada a la jurisdicción laboral estas materias. Con un problema y es que ese mismo año en la ley de acompañamientos se dijo: Eso no va a pasar a la jurisdicción laboral, al juez de lo social, hasta que se efectúe una reforma de la Ley de procedimiento laboral que permita su tramitación, reforma de la Ley de procedimiento laboral que la ley de acompañamiento para 1999 creo que reclamaba en seis o nueve meses y que desde luego no se ha cumplido. Yo hago esta reflexión porque la situación en estos momentos es, por un lado, estaremos años en presencia de extinciones y suspensiones colectivas de los contratos de trabajo, administración laboral, jurisdicción contencioso-administrativa y, por otro lado, posiblemente con un procedimiento concursal, que ya sé que los plazos legales luego no se acaban cumpliendo en meses. Sin embargo, da la impresión de que esa es una decisión muy importante, que posiblemente para los acreedores, de cara a aceptar un convenio o el propio deudor de cara también a presentar una propuesta de convenio, puede ser fundamental saber no sólo cuál es la posición de la administración laboral, sino que esa decisión está ya ratificada o confirmada judicialmente. Hay una posibilidad también intermedia que es decir: Activemos el traslado de estas materias al juez de lo social. Posiblemente, teniendo en cuenta cómo funciona la jurisdicción laboral, que desde luego es mucho más ágil y mucho más rápida que la jurisdicción contencioso administrativa, quizás seríamos capaces de, por un lado, mantener esa unidad de interpretación jurisprudencial, no tendríamos, como señalaba el compareciente, creo que también el portavoz del Grupo Socialista, a dos salas diferentes del Supremo, a la Sala primera en estas materias del juez de lo mercantil y todavía a la Sala tercera de la jurisdicción contenciosa o, si no, en su día a la Sala de lo laboral, resolviendo sobre una misma materia y por lo tanto sobre expedientes de regulación de empleo. Yo lo digo aquí como una posición intermedia que pudiéramos adoptar, pero en cualquier caso, si no se adopta eso y si no estamos en condiciones de garantizar que esos expedientes de regulación de empleo son confirmados por la jurisdicción contenciosa o en su caso por la jurisdicción laboral en un período rápido de tiempo, mi grupo sí que plantearía mantenerla ante el juez de lo mercantil, porque nos da la impresión de que tener certeza sobre el expediente de regulación de empleo puede ser un presupuesto previo para el convenio y por lo tanto para el mantenimiento de los puestos de trabajo. Y perdóneme el compareciente esta digresión que he estado haciendo pero que ha venido también al hilo de su intervención. Quiero agradecerle en cualquier caso su comparecencia y de alguna manera también trasladarle ese planteamiento; si somos capaces o si fuéramos capaces de que estos temas ya estuviesen en la jurisdicción laboral y que la jurisdicción laboral resolviese en un período corto de tiempo, eso seguro que apoyaría el hecho de sacarlo del juez de lo mercantil. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Señor Mantilla, por el Grupo Parlamentario Popular. El señor MANTILLA RODRÍGUEZ: Lógicamente, agradezco la presencia de don Cándido Méndez en el Congreso para exponer los puntos de vista de su sindicato, que han sido exhaustivos pero muy expositivos. La opinión que pueda yo tener como portavoz del Grupo Popular y mis opiniones personales pueden ser distintas en un momento determinado. Quiero decir que a lo mejor expongo algún planteamiento con el que personalmente no coincido. Pero, intentaré ser lo más claro posible. Decía el señor Méndez que el objetivo de su sindicato sin duda es garantizar la continuidad de la empresa y lógicamente preservar el máximo número de puestos de trabajo, a ser posible todos. Yo creo que ese es el objetivo común de todos los grupos parlamentarios y el objetivo común de la Comisión de Codificación que fue constituida al efecto. Le tengo que decir, señor Méndez, que esa Comisión tiene su origen en 1995; su, vamos a llamarle así, exponente mayor fue el catedrático señor Rojo y fue a instancias en aquel momento del Partido Socialista, en el Gobierno. Ese fue el anteproyecto original, que ahora ha dado lugar al anteproyecto definitivo de la Comisión de Codificación que el 20157 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO Gobierno ha asumido y que hoy tenemos como proyecto de ley. Antes de hablar de este proyecto le quiero indicar que todos los comparecientes tanto el señor Olivencia como el señor Rojo fundamentalmente, que volvamos a repetir que han sido, por decirlo de alguna manera, el padre y la madre de la criatura, han dicho que en ningún momento, especialmente el señor Olivencia, han tenido ningún tipo de presión por parte del Gobierno para que la ley designase hacia un lado o el otro. Es decir, que el objetivo, por tanto, es la continuidad de la empresa, porque ya sabe usted que estos anteproyectos vienen casi desde hace cincuenta años; a partir de 1959 se ha intentado la creación o la redacción de determinados anteproyectos en distintas comisiones y por fin tenemos un proyecto de ley. Todos los grupos parlamentarios estamos totalmente convencidos de que este tiene que ser un proyecto definitivo y tiene que ser consensuado no solamente por los grupos parlamentarios, sino que también tiene que ser consensuado con todas las fuerzas políticas, económicas y sociales, donde lógicamente ustedes tienen un gran predicamento y una gran fuerza; no me cabe la menor duda. Con esta objetividad, que comparto y no discuto, hay una cosa que está clara. Se ha intentado por todos los medios que el concurso no esté perturbado por ninguna acción externa, y me explico. Como bien sabe, en la actualidad, independientemente del concurso, hay una serie de procedimientos que tienen su vía independiente: tiene los créditos laborales, tiene los hipotecarios y tiene las deudas con las administraciones públicas. Por tanto, cada uno de ellos tenía un tratamiento independiente y cualquiera de ellos, lógicamente, tenía la llave para cerrar el procedimiento concursal. Sin duda, uno de los que tenían la llave para cerrar el procedimiento concursal son los trabajadores. Estoy totalmente convencido de que si el objetivo fundamental es garantizar la continuidad de la empresa y preservar los puestos de trabajo, ninguna fuerza que sea política, social o económica se puede permitir el lujo de tener una llave que determine que ese concurso finalice o no finalice o que ese concurso pueda tener alguna viabilidad o no. No le quepa la menor duda, y le vuelvo a repetir desde el punto de vista personal, que si los créditos laborales tienen su tratamiento y su procedimiento independiente, tienen una llave para cerrar el concurso cuando les apetezca, porque yo le digo a usted y le digo al señor Barrero: Vamos a suponer que nosotros mantenemos que los declarativos provengan sólo de la vía de lo social. Entonces, los trabajadores, como usted bien sabe, y como viene ocurriendo por desgracia en la práctica, cuando se adeudan una serie de mensualidades, tres, cuatro, cinco o seis, si van a los juzgados de lo social, piden la rescisión del contrato, causas objetivas sin duda y rescinden el contrato. Entonces, rescinden el contrato, fijan la indemnización y toda esas historias. El juzgado de lo mercantil efectivamente concede esa indemnización, se situaría en los créditos privilegiados con su cobro pertinente. Les pregunto a usted señor Méndez y señor Barrero: ¿Qué pasaría con la rescisión del contrato? Porque, claro, en ese momento si la plantilla totalmente está con rescisión de contrato, ¿cómo continúa esa empresa? Imposible. Se ha cerrado el concurso y ha muerto la empresa. A eso yo le digo: ¿Usted es partidario de esa situación? Yo creo que no. Usted desea que la empresa continúe. Estoy totalmente convencido y estamos totalmente convencidos todos los demás grupos de que hay que garantizar todos los derechos de los trabajadores y que en causas de extinción de contratos o de suspensión de contratos colectivos hay que poner todo tipo de garantías para que los derechos de los trabajadores se mantengan tal como se mantienen en la actualidad. En eso estamos todos totalmente de acuerdo. Señor Méndez, perdone que discrepe porque usted pregunta si tenemos prejuicios hacia los juzgados de lo social. En absoluto, pero da la impresión de que quien tiene prejuicios hacia los juzgados de lo mercantil son ustedes porque dicen: Es que el juzgado de lo mercantil no conoce la problemática social. ¡Hombre!, yo creo que la problemática socio-laboral la conocemos todos de una manera u otra y ya le acabo de decir que si un juez de lo social se ha incorporado recientemente, recién salido de la oposición, sin duda que también tendrá el mismo conocimiento que pueda tener el juez de lo mercantil cuando inicie su andadura. Por tanto, con el tiempo el juez de lo mercantil, si tiene tratamiento de lo laboral sin duda que tendrá exactamente el conocimiento de la problemática laboral y social. Lo que no puedo aceptar es lo que pueda decir usted y lo que decía ayer su amigo. Digo su amigo porque ayer el señor Fidalgo lo trataba de amigo (El señor Méndez Rodríguez: Así lo reconozco.). Sí, sí, por descontado, él lo ha dicho y le quiero decir que ayer públicamente ha manifestado que lo trataba como amigo, lo cual no deja de ser importante y meritorio. Entonces, lo que tratábamos era el tema de lo social y decía que el juzgado de lo social tenía más sensibilidad social. Ahí tengo que discrepar porque yo creo que el juez de lo mercantil y el juez de lo social tienen lógicamente que dictaminar y sentenciar de acuerdo con una legislación. No pueden dictaminar o sentenciar de acuerdo con una sensibilidad social mayor o menor. Vuelvo a repetirle, señor Méndez, que sensibilidad social tenemos todos, sin duda, aunque usted sea el mayor representante de un sindicato y nosotros a lo mejor estemos en un partido político que ustedes consideran que no somos tan sensibles socialmente. Yo creo que lo somos igual. Vuelvo a repetir, señor Méndez, que el Partido Popular, no le quepa la menor duda, está dispuesto a garantizar y a preservar los derechos de los trabajadores; no le quepa la menor duda. También le vuelvo a repetir que somos conscientes, y los demás grupos parlamentarios también deben serlo de que el concurso tiene que tener su objeto, y el objeto es la continuidad de la empresa y 20158 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO preservar todos los puestos de trabajo. Para eso no puede haber ningún colectivo, llámese laboral, llámese hipotecario o llámese de administraciones públicas que pueda tener la llave del concurso. No puede haber ningún colectivo. Vuelvo a repetirle que eso es desde mi punto de vista. Usted ha hecho una serie de aportaciones que me parecen muy positivas. Sin duda me parecen muy positivas y anticipo que el Partido Popular con muchas de ellas está totalmente de acuerdo. Tampoco tendríamos ningún inconveniente en plantear las enmiendas pertinentes para que gran parte de ellas puedan ser incluidas en el proyecto al igual que lo puedan hacer los demás grupos parlamentarios. Simplemente, y para terminar, le quiero hacer una pregunta: Usted habla, y también digo que no es ninguna propuesta descabellada, de que en los concursos en los cuales la empresa tenga más de cien trabajadores fuera parte de una Administración judicial un representante de los trabajadores. En principio es una pregunta y ante su posible respuesta yo le anticipo una cosa: ya sabe que en estos momentos están tres interventores: un abogado, más o menos un especialista económico y un interventor acreedor. No sé si usted dice que en lugar del interventor acreedor, porque, lógicamente, en los otros dos no lo veo, si es en lugar del interventor acreedor o si va a ser uno más. (El señor Barrero López: Uno más.) Si en lugar de tres van a ser cuatro, es muy distinto. Vuelvo a repetir: de tres a cuatro era muy distinto, entre otras cosas, a los efectos prácticos porque la intervención judicial llamada ahora o la Administración judicial que se llamará mañana, si no se le cambia el nombre, porque hay muchas propuestas para cambiárselo, ya sabe que es un órgano colegiado y funciona por mayoría. Si son cuatro, lógicamente, puede haber empates e, independientemente, las responsabilidades a que se pudieran derivar, que hay muchísimas en este nuevo proyecto para la Administración judicial, podrían dar lugar a distorsiones graves, el que se inhiba en un informe o algo por el estilo, y a ver cómo están esas responsabilidades. Entonces, a mí me gustaría saber cuál es el tratamiento que daría usted a ese interventor vamos a llamarle sindical. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Señor Méndez, su turno para responder a las preguntas de los grupos parlamentarios. Apelo a su capacidad de síntesis. El señor SECRETARIO GENERAL DE LA UNIÓN GENERAL DE TRABAJADORES (Méndez Rodríguez): Espero conseguirla. En primer lugar, les quiero agradecer sus opiniones en relación con mi intervención y manifestaré también que nosotros aceptamos el ofrecimiento que se nos hace de mantener la vinculación con los grupos parlamentarios para así ir definiendo nuestras aportaciones a lo largo del trámite del proyecto de ley concursal. Tam- bién quisiera indicar que nosotros a su vez ofrecemos a aquellos grupos parlamentarios que no nos han hecho ese ofrecimiento nuestra predisposición para tratar de analizar con ellos cualquier tipo de enmienda, aportación o sugerencia que hace la Unión General de Trabajadores y que se pueda argumentar y justificar como yo he hecho en esta comparecencia. Tendría que manifestar que no ha habido suficiente contacto. De hecho, solicitamos al señor ministro de Justicia que se abriera un período de consulta más amplio y más abierto e incluso advertimos en su día, hace prácticamente un año, el 17 de octubre de 2001, en una carta que remitimos al Ministerio de Justicia que debía de procederse a la remisión del anteproyecto de ley al Consejo Económico y Social; al menos no se había remitido hasta ese momento, no sé si es que no se había previsto. De hecho, aquella situación se rectificó pero seguimos denotando una insuficiencia en un proceso de consulta que si hubiera sido mucho más abierto y más sosegado probablemente nos hubiera podido permitir, con nuestras aportaciones, matizar, precisar o rectificar algunos de los contenidos del actual proyecto de ley. Nosotros compartimos la opinión de que se derivan peligros en este proyecto de ley concursal que pueden materializarse en recortes de derechos sociolaborales de las trabajadoras y los trabajadores de nuestro país en una situación tan difícil como es la crisis de una empresa. Por hacer algunos comentarios, en primer lugar, a la señora Uría y al señor Silva, les he de manifestar que nosotros consideramos que por el mantenimiento del ámbito de lo sociolaboral no tiene por qué perturbarse la eficiencia del proceso concursal. Si me lo permiten, quisiera hacerles una especie de suplicatorio, que creo que es una palabra parlamentaria: me gustaría que en este sentido hicieran un esfuerzo para el reconocimiento del ámbito específico de lo social al igual que yo sé que ustedes lógicamente hacen un esfuerzo para defender el juez natural en el caso de los ámbitos territoriales para otro tipo de problemática. Digamos que me gustaría que hicieran esa reflexión porque probablemente entenderían mejor el sentido de mi defensa de la necesidad de preservar o de evitar que se aproveche la ley concursal para no aplicar o incluso para derogar en situaciones de concurso el derecho sustantivo de trabajo, el estatuto de los trabajadores, etcétera. Por último, para hacer algunos comentarios al señor Mantilla, en primer lugar, le agradezco su franqueza. Creo profundamente en la pluralidad del Partido Popular y usted acaba de hacer un uso libre de dicha pluralidad en tanto en cuanto dice que aporta opiniones personales que pueden no coincidir con las de su grupo. De las opiniones personales que usted ha expresado me quedo con aquellas que me parecen interesantes y espero que tengan éxito en el trámite de parlamentario y que sean defendidas colectivamente por su grupo. En segundo lugar, nosotros no tenemos prejuicios hacia los juzgados de lo mercantil. Sí detectamos ese 20159 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO prejuicio en el contenido del proyecto de ley, pero va mucho más allá del juzgado de lo social. He expresado de que considero que se está produciendo una especie de huida del derecho del trabajo, cosa que me parece bastante inquietante. Les tengo que manifestar, entre paréntesis, porque inmediatamente me llamaría a la cuestión el señor presidente, que hay otras decisiones que ha adoptado el Gobierno del Partido Popular y que está apoyando el Grupo Parlamentario Popular, que afortunadamente se están rectificando en parte, en las que se percibe claramente cómo la decisión no obedece a una lógica sociolaboral, sino a una lógica de política macroeconómica. Hay una supremacía de lo económico, de lo macroeconómico en relación con el Estado de derecho en el ámbito sociolaboral. Digamos que la experiencia de lo que nosotros denominamos decretazo, que ya afortunadamente, en un acto a mi juicio de inteligencia y de tino político, se está rectificando todavía en parte, también en cierta medida nos permite detectar y observar con preocupación esta deriva de huida del derecho del trabajo. Hemos de preguntar por qué pueden tener la llave en la ejecución las administraciones públicas, por qué pueden tener la llave en la ejecución a través de los créditos con garantía real los bancos o entidades financieras y por qué no pueden tenerlo los trabajadores (El señor Mantilla Rodríguez: Ahora ninguna.). No, no. Tanto las administraciones como las instituciones financieras tienen una mayor situación de privilegio real que los derechos de los trabajadores en esta ley concursal. En ese sentido, quisiera que tuvieran en cuenta nuestras consideraciones de manera tal que se pudieran incorporar en las modificaciones que al final voy a volver a comentar. En tercer lugar, no quiero ni siquiera mínimamente ingerirme en cómo dirimir en el procedimiento parlamentario la incorporación de un representante de los trabajadores, que no un interventor sindical, de un representante de los trabajadores afectados por la situación de concurso. Puede ser un técnico que designen los trabajadores, puede ser un miembro del comité de empresa, puede ser un sindicato, pueden ser aquel o aquellos que los trabajadores determinen. Yo no lo sé. Lo único que hago es manifestar que sería necesario introducir en la Administración judicial, si de verdad se quiere hacer visible la nueva óptica de mantener la continuidad de la empresa, que es mantener los puestos de trabajo, se debería de incorporar un administrador en representación de los trabajadores ¿Por qué procedimiento? Estoy completamente convencido de que hay una larguísima tradición parlamentaria que les permitirá alumbrarles sobre qué procedimiento es el más idóneo para poder resolver esa situación. No soy quién para poder resolver esa interrogación. Ustedes tienen capacidad y sobre todo la legitimidad absoluta en el Parlamento para poder resolverla. Para terminar, haré tres consideraciones y volver a insistir en las modificaciones que he planteado. (El señor presidente ocupa la presidencia.) Nosotros consideramos que no se debe aprovechar la ley concursal para no aplicar en situaciones de concurso el estatuto de los trabajadores; consideramos que no hay razón para que en una empresa en concurso los conflictos laborales no los conozca y resuelva el juez natural, incluida la ejecución, y consideramos que hay en la apelación de créditos una situación por la que se debería evitar que se aproveche la ley concursal para perjudicar los derechos actuales de los trabajadores en la prelación de créditos. Simplementeles les agradezco sus aportaciones, su receptividad, su atención en un caso o en otro a nuestros planteamientos y vuelvo a solicitar en los términos que he comentado anteriormente la modificación en el trámite parlamentario de los artículos 7, 83, 90 y 26 y la derogación del apartado 4 del artículo 63 y del artículo 65 del actual proyecto de ley y de aquellos elementos complementarios que tengan relación con los artículos que acabo de manifestar. El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Méndez, por su colaboración en los trabajos de la Comisión. Estoy seguro que habrán sido de gran utilidad. Siento no haber podido estar la mayor parte de su comparecencia, pero sabe que siempre es bien recibido y esperamos tener pronto una nueva oportunidad de tenerle entre nosotros. — DE DON JOSÉ MARÍA MAKUA GOIENETSXE, ABOGADO. (Número de expediente 219/000448.) El señor PRESIDENTE: Vamos a reanudar los trabajos de la Comisión. Damos la bienvenida al señor Makua Goienetsxe, abogado, que comparece a petición del Grupo Parlamentario Vasco (EAJ-PNV), a quien expresamos la satisfacción por que nos acompañe en estos trabajos y el agradecimiento por su colaboración. Me permito indicarle que, de acuerdo con las normas de general aplicación, y digo esto porque me parece que ha habido alguna excepción, tenemos que intentar que la comparecencia se desarrolle en un tiempo que no exceda mucho de la media hora. Eso nos obliga a pedir a los comparecientes un esfuerzo de síntesis muy grande y que en una primera intervención, que les pedimos que no sobrepase mucho los cinco minutos, nos den las ideas y los mensajes que ellos nos quieran dejar aquí para que luego los diputados y las diputadas tengan la oportunidad de formular las preguntas que estimen pertinentes y haya lugar a una contestación que puede en ocasiones ser incluso más extensa que la primera intervención. De modo que en este contexto y con nuestro agradecimiento por delante, tiene la palabra el señor Makua. El señor MAKUA GOIENETSXE: En primer lugar, quiero agradecerles la distinción que me hacen al 20160 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO recibirme esta mañana y oír el informe que les pueda presentar al respecto. En segundo lugar y después de la intervención de Méndez y de haberles oídos a ustedes, quiero hacerles un pequeño homenaje porque la tarea que tienen delante se me antoja complicada. Me imagino que ese será el pan suyo de cada día y por eso, como ciudadano lego, quiero rendirles ese homenaje ¿Por qué? Porque este proyecto de ley concursal puede ser o un ariete precipitado de una reforma de mayor calado que no afecta a un solo sector del ordenamiento jurídico, licencias aparte, de derecho patrimonial, derecho económico que se le llame, sino que alcanza, como bien ha atestiguado Méndez, al derecho social o al orden social, como se ha venido a denominar. Ahí no estamos ante cuestiones menores, sino ante cuestiones mayores, porque tengo para mí que en este momento el proyecto de ley concursal lo que plantea es probablemente la actualización del orden social, no tanto el recorte, como ha dicho el magnífico Méndez, doloso de los derechos sociales, sino que el Estatuto de los Trabajadores, la jurisdicción social, que no es jurisdicción natural, sino de excepción en origen, pues tenga que venir a la casa común o se tenga que plantear su actualización toda vez que, precisamente cuando la hipótesis de continuidad de la empresa no se cumple o está en entredicho, todos los principios generales del derecho arrancado, resistente y estático se vienen al suelo y hay que pasar casi, como él ha dicho, en determinado momento a la cogestión; es decir, cuando ha abogado por la reforma del artículo 26 casi estamos volviendo a un viejo tema que en Alemania, después de la II Guerra Mundial, tuvo su actividad. Mi valoración general del proyecto de ley concursal es positiva. Probablemente, y descubro mis ideas más que mi ideología, porque como empírico del derecho y de la contabilidad puedo aportar sencillamente unas sensaciones diarias que me ponen de manifiesto que la quiebra, tal como se vive hoy, de ahí la necesidad, sea la verdad de las mentiras, como dice Vargas Llosa y me ha enseñado tan bien hace poco. Es decir, Varga Llosa con esa verdad de las mentiras da en el clavo de la cuestión: cuando eres síndico de una quiebra y te ves rodeado del transportista local, me explico, de los acreedores ordinarios en soledad y el concurso está sucediendo extramuros del juzgado y el juez es prácticamente un juez administrativo que lo ha depositado en una balda y espera que la inspección de tribunales no le haga enfrentarse con el asunto antes de que llegue un sustituto o de que pida el traslado, es un poco el reflejo de que estamos viviendo. Ahí no hay nada y realmente todo sucede fuera, por decirlo de una forma lata. En general, la vis, la política legislativa que subyace al proyecto, no sé si a pesar de la mayoría gubernamental que lo encabeza o por convencimiento propio (no entro en esa metafísica), lo cierto es que tiene la nota de neutralidad y de modernidad porque enlaza con el pensamiento generalmente aceptado, que es el de la conservación y liquidación, pero abandonando la vieja tentación del arbitrismo, de los planes magníficos a costa del Estado para resolver algo que el Estado no puede resolver, del saneamiento y la reflotación de la empresa. ahí coincido con la línea de la política legislativa, si bien digo, como he citado al principio y el testimonio de Méndez es moral y expresivo de ello, que el alcance es mayor porque, aparte de la continencia de la jurisdicción o no, es decir, el escándalo de dos pronunciamientos judiciales diversos y todos esos problemas técnicos que se plantean, ciertamente hay tratados internacionales suscritos por el Estado español y con rango constitucional, que creo que ha citado Méndez, que se han tenido presentes en alguna medida en el trayecto que va desde el anteproyecto de ley concursal al proyecto de ley concursal. Dicho lo cual, y como no tengo más tiempo, me limitaría a decir que, desde mi perspectiva, puede ser un buen inicio si bien plantea cuestiones de mayor alcance y, por lo tanto, están ustedes condenados —de ahí mi homenaje también— a la imperfección de las instituciones democráticas y a la imperfección de la democracia; es decir, la solución que van a dar no va a ser una solución definitiva, desgraciadamente, porque si el Estatuto de los Trabajadores y todo el orden social queda donde está, me temo que los conflictos van a ser enormes. Cierto es que el orden social no tiene la clave de la quiebra. Eso lo atestiguo; no tiene la clave de la quiebra porque, aunque se empecine en la ejecución separada, después se enfrenta con el abismo de lo que dijo un ilustre jurista español, del español de presa con clásico calañés y trabuco naranjero que asaltando, etcétera, hoy simula... Es decir, ahí está el robador de Estado, que es el pseudoempresario esperando a hacerse con los fragmentos del naufragio y generalmente ahí los soldados de fortuna, que no son empresarios, satisfacen sus intereses egoístas y el orden social queda siempre acunetado, si no algunos de ellos corporativamente se reproducen con esa siniestra faz del capitalismo que surge ahí o del fundamentalismo de los egoístas. Dicho lo cual, muy simbólicamente, paso a las soluciones de técnica-jurídica: las soluciones de técnica jurídica y legislativa en el proyecto de ley concursal, la mejora, la oportunidad política, los guiños a lo social o no; es decir, los convencimientos de quien promueve el proyecto respecto al anteproyecto de ley concursal pues son significativos. En presupuestos y declaración, sencillamente el concurso voluntario que equivalga a reconocimiento de insolvencia me parece positivo y simplifica mucho. La simetría del artículo 2.4,5.º, donde aparece el término temporal para el crédito público, sigue planteando problemas a la doctrina. La añadidura de la legitimación en el ministerio fiscal parece de recibo. Dos autores catalanes, Cerdá y Sancho, se hacían eco hace tiempo de ello y realmente con ocasión de una instrucción penal, si no con ocasión de una acumulación de ejecu- 20161 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO ciones repetidas y reiteradas de las que tenga conocimiento un juez de lo civil, claman por el interés público y un ministerio fiscal legitimado para instar la declaración de quiebra. En punto a procedimiento y declaración la centralidad, la concentración, la jurisdicción exclusiva del juez del concurso con sus limitaciones, que yo creo que el señor que me ha precedido las ha puesto sobre la mesa de una forma completa, me parece indeclinable. El señorío de ese juez es absolutamente necesario porque, si no, hasta él mismo se tiene que producir contra sí mismo en el colmo de la paradoja, como yo, síndico, he tenido que asistir dentro de la quiebra. Es decir, el mismo juez de lo civil que tiene que ejecutar masa activa y exacionar o separar por un pleito civil, es decir, un ordinario, un menor cuantía en paralelo en su mismo juzgado. La cuestión de la coexistencia, y ahí hay también un problema de juzgados de lo civil dentro de lo civil, es decir no ya de volver a la casa común de lo civil del juez de excepción, del juez casi del corporativismo nacional sindicalista al socialismo y al populismo actual. No, no, es decir, el juez de lo civil, que conoce de las responsabilidades de los administradores en el régimen jurídico de las sociedades españolas, ese va a colisionar con el juez de lo mercantil especial de lo civil, toda vez que sus competencias en materia de acciones sociales, de responsabilidad de administradores, están ahí, más adelante se pueden ver en otro apartado del proyecto. Esa es una cuestión que la doctrina pone de manifiesto y yo comparto que es una preocupación. La simetría entre voluntario y necesario se compadece con la alta exigencia y tensión que al deudor se le exige como apele, me explico, a la insolvencia. No se olvide, por ejemplo, que en responsabilidad extensiva, que muchos de los que defienden el fundamentalismo de la providencia reclaman paradójicamente que se aligere, esa responsabilidad extensiva en sede de personas jurídicas, por ejemplo, es fiel exponente de que quien apele voluntariamente se somete a una tensión procesal y ya no hablo de la calificación, no hablo de otras consecuencias que se siguen. Es suficiente grado de compromiso que justifica el que, sin contradicción, se admitida la apelación inicial porque aspira a salir de la insolvencia o a resolverla y liquidarla ordenadamente. El artículo 24 manifiesta una opción de técnica legislativa sabia a mi entender, que es por la acumulación respecto a la extensión de la responsabilidad del grupo, creo que fue Migens, autor transplantado a España de origen argentino, quien lo demostró trayendo a colación los casos argentinos y la perversión de la extensión ciega de la responsabilidad dentro de un grupo. La administración judicial, la denominación, alguien la ha citado, me parece que hay que recuperar sin prejuicio la nomenclatura histórica de la sindicatura, porque sólo apelar al Diccionario de la Lengua Española, a la vigésimo segunda, te dice que es un encargado de liquidar y a la postre es un tránsito el del síndico, no es una administración en continuidad, nunca la va a ser porque la continuidad interina durante el proceso no es la continuidad empresarial. Luego, administrar, ordenar, disponer, organizar en especial la hacienda, es una hacienda dinámica en funcionamiento y creo que la denominación es una cuestión menor. Estructura y composición de la administración judicial: el sistema de nombramiento mi experiencia, mi humilde experiencia de zurupeto, y lo digo delante de tanto notario y como intruso, es decir, es que hay que arrancarla curiosamente del juez ¿Por qué? No por connivencias extrañas o espúreas del juez, sino por recurrencias que no permiten la sociedad abierta y la libre competencia, es decir, que los jóvenes se sumen y los jóvenes suman mucho en esos tractos de los turnos profesionales. Los turnos, las corporaciones profesionales los acreditan, luego debería ser ipso iure una lista actualizada la que atendiera eso. La crítica a la ausencia centralizada de un listado de competencias, porque curiosamente en el 26.3 no se habla de las facultades, creo recordar, del administrador judicial y, en cambio, en el 181.1 y en el 183.2 se suponen. Luego, ese listado de competencias se echa en faltar. El señor PRESIDENTE: Por el grupo parlamentario solicitante, señora Uría, para que tenga oportunidad de ampliar algunas cosas. La señora URÍA ETXEBERRÍA: Muchas gracias, señor presidente, gracias también al compareciente cuya presencia fue solicitada por mi propia formación política conocida su solvencia profesional en plaza tan comercial y mercantil como es Bilbao (Vizcaya), dato este que me evita otras explicaciones. Le sé conocedor en profundidad del proyecto y me gustaría hacer punteo de algunas cuestiones, varias de ellas ya por él citadas pero que, desde mi perspectiva de mucho menos conocedora que él de lo que son los procedimientos mercantiles o concursales, me han ido llamando la atención según voy conociendo el proyecto. En primer lugar, los demás miembros de la Comisión conocen y supongo que también el propio compareciente la fe que sigo manteniendo en el Poder Judicial y, por tanto, si no le parecería adecuado que también dentro de los posibles iniciadores o solicitantes del concurso, en el artículo 3 se pudiese incluir al propio juez cuando conozca de una acumulación de ejecuciones contra el mismo deudor y cuando se advierta la imposibilidad de pago de deudas por el mismo; sin haber sido solicitada por él, que hubiese posibilidad de que teniendo determinadas certezas y conociendo determinados datos, el propio juez lo solicitase, de la misma manera que nos apuntamos a considerar buena la idea de que el ministerio fiscal que conozca de una determinada causa criminal en la que 20162 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO se acredite o se conozca determinada insolvencia, pueda ser instigador de un procedimiento de este estilo. En cuanto al artículo 26, por casi todos citado, será de los que más número de enmiendas acumule por lo que vamos viendo en las comparecencias, nos gustaría que se pudiese establecer algo parecido, garantizando la solvencia, por supuesto, de quienes vayan a desempeñar los cargos que se pretende, a un sistema similar o parecido al que la Ley de Enjuiciamiento Civil en el artículo 341 establece: el sistema de sorteo, eso sí, previa colaboración de los colegios, que pudiese depurar de manera adecuada quiénes componen los listados respecto de los cuales vaya a ser posible ese sistema de sorteo. En el artículo 34, efectivamente, y es con lo que ha concluido su intervención, echamos en falta que no exista una delimitación mejor de las funciones que en el ejercicio de su cargo tendrán que desempeñar los administradores judiciales, funciones de comprobación, funciones de custodia y administración e incluso en relación con el convenio y con la junta de acreedores. Ese pormenor se echa en falta en el contenido de la ley. En el 75 sí quisiera conocer su opinión en relación con cómo se trata la separación de la masa activa de los llamados créditos públicos y dos cuestiones más ya sólo es si en el 99 —y como solicitado por una formación nacionalista, tenía que llegar a lo que otro diputado, que hoy no está presente en la Comisión, dice que preguntamos siempre que qué hay de lo mío—, cuando se establece la posibilidad de que excepcionalmente se tengan en cuenta las circunstancias del mercado nacional en relación con la conservación o las propuestas que el convenio pueda establecer no es necesario también, teniendo en cuenta que los estatutos de autonomía reconocen a otro nivel autoridad en la dirección de la política económica, que se tenga también en cuenta el entorno social y económico más vinculado a la propia comunidad autónoma, ya que casi todos los estatutos reconocen dirección en la política económica a este respecto que debiera ser tenida en cuenta por el juez que decida. Por último, si le parece que está adecuadamente tratado en el proyecto otro aspecto al que se ha referido, que es la posibilidad de declarar en el propio proceso y hacer efectiva la responsabilidad patrimonial de los administradores que prevé la legislación mercantil y también las responsabilidades de los auditores. El señor PRESIDENTE: Señor Silva, por favor. El señor SILVA SÁNCHEZ: Muchas gracias, señor presidente, muchas gracias también al compareciente, don José María Makua. A mí me ha resultado tentador o muy interesante el planteamiento que ha hecho de que podía suponer una cierta contradicción, en el sentido jurídico el término contradicción, a la intervención del anterior compare- ciente, don Cándido Méndez, sobre la base de que quizá la situación de insolvencia o la situación concursal permita hacer una excepción a la excepción y, por lo tanto, volver, de alguna manera, a la jurisdicción civil, aunque sea jurisdicción civil especializada, para resolver determinadas materias. Me interesaría mucho que concretase un poco en la medida de lo posible ese planteamiento. Es decir, ¿estábamos pura y exclusivamente ante un planteamiento de organización judicial y, por lo tanto, hace una defensa del juez de lo mercantil para las competencias o el juez de concurso tal y como se encuentra en el proyecto de ley o se trata de excepcionar alguna disposición material también de derecho laboral o alguna disposición procesal? Quiero decir, ¿está defendiendo el planteamiento que hace el proyecto de ley de atribuir esas competencias?, ¿está pidiendo una mayor excepción? o ¿hace una defensa del juez de lo mercantil, pero asumiendo, por ejemplo, planteamientos de derecho material o procesal laboral? El señor PRESIDENTE: Señor Sánchez Garrido, por favor. El señor SÁNCHEZ GARRIDO: Buenos días, muchas gracias, señor Makua, por su comparecencia, que agradecemos profundamente, además de por su claridad, pese al tiempo que ha tenido usted, para explicar su visión global de la ley concursal. Yo coincido con usted en que la denominación, el nombre de la administración judicial, es un tema menor; sin embargo, aun siendo un tema menor, no deja de ser también un tema de rigor. Efectivamente no me parece adecuado el nombre de la administración judicial porque, como ya hemos dicho aquí en alguna ocasión, los administradores creo yo que no administran, sino que lo que hacen es intervenir. Entonces, el nombre concreto y clásico de la sindicatura me parecería que es el más adecuado. En cuanto a lo que a administración judicial se refiere, usted ha dejado abierta, aunque no ha podido explicar quizá por el tiempo, esa posibilidad de que intervengan otros abogados jóvenes. Yo creo que es una cuestión de capacidad y de probada eficacia. No porque se lleven muchísimos años eso quiere decir que se esté más capacitado para hacer en temas concursales. Se puede ejercer durante muchísimos años y no haber intervenido en una sola suspensión de pagos, en una quiebra y, sin embargo, llevar cinco o seis de ejercicio y conocer perfectamente lo que es este tema. De todas las formas, sí me adhiero a lo que dice la señora Uría y nosotros redactaremos alguna enmenda que dé importancia, también claridad y la transparencia, a lo que dice el artículo 341 de la Ley de Enjuiciamiento Civil porque no cabe duda de que esta es una ley que, como usted muy bien ha dicho, tiene tanto alrededor que huele mal y cuanta más claridad y transparencia haya, mejor. Por eso, sí que lo vamos a apoyar. 20163 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO Como ha tenido usted tiempo, me gustaría saber su opinión sobre cómo considera usted el procedimiento concursal, si es largo, si es costoso o, por el contrario, es un procedimiento garantista y correcto. Es simplemente conocer. A nosotros nos plantea, como se puede usted imaginar, muchos problemas, desde las publicaciones, la gratuidad, tantas secciones, tanto incidente, tanto recurso, que sin duda son también garantías para el administrado, pero si cree que eso es un poco largo y costoso o si, por el contrario, estamos en una situación en la que los plazos son los que son y no se pueden acortar más. También quería saber su opinión, si fuera posible, sobre un tema que a todos nos preocupa y es el privilegio que estamos reconociendo a los créditos públicos y, cuando digo los públicos, me estoy refiriendo a estos que siempre tradicionalmente están en el artículo 71 de la Ley General Tributaria y en el 22 de la Ley de la Seguridad Social. Me considero enemigo declarado, aunque soy defensor de lo público, del privilegio de estos créditos. Entonces, aunque sí es cierto que yo sé que no se puede ser tajante y no se puede cortar de una sola vez, pero sí era partidario de que ese 50 por ciento, que generosamente por los redactores del proyecto se le deja, se viera reducido a un 10 o un 15 por ciento con una benevolencia extrema por su ineficacia. Por último, quisiera también conocer su opinión, como abogado que es usted y como buen conocedor y además que lo ha dejado bien claro, sobre unas actuaciones de esos pseudoempresarios, de esas gentes que pululan por los juzgados y que se aprovechan de las suspensiones de pago y de las quiebras para hacer un gran mal a multitud de pequeños empresarios a los que dejan tirados y que tienen un comportamiento doloso y que, como decía ayer un catedrático, el artículo 165 hace una relación muy detallada de cuáles son estas conductas. Yo soy partidario de que a esas conductas se les aplique el Código Penal, y que no se les aplique con extrema benevolencia por lo que pueda decir la ley orgánica respecto al arresto domiciliario y respecto a la incomunicación y la intervención de la correspondencia. Me gustaría saber su opinión. El señor PRESIDENTE: Señor Ayala. El señor AYALA SÁNCHEZ: Señor Makua, muchísimas gracias por su comparecencia y le diré que mi grupo se congratula de que un abogado en ejercicio, también circunstancia que concurre en el que le habla, comparezca ante esta Comisión de Justicia e Interior para hablarnos de un tema que, sin que sea numeroso, sí nos ocupa en el ejercicio de la profesión sucesivamente tanto en una parte del espejo en la otra parte, bien como abogados del concursado o bien como abogados de los acreedores, y que nos han ocupado en algunas ocasiones en nuestro ejercicio profesional. Por lo tanto, con independencia de que compareció ayer el presidente del Consejo General de la Abogacía, como representante de todos nosotros, de todos los abogados en ejercicio, también es bueno que comparezca un abogado que está en el día a día en la briega judicial en los temas concursales. No quisiera agotar demasiado el tiempo porque la mañana es muy larga. Algunos de mis compañeros ya han dicho las cuestiones que también nos preocupan a nosotros. He tomado muy buena nota de su análisis previo y de su consideración casi filosófica general. Hay un tema que parece que está latente en todas las intervenciones, sobre todo cuando existe cierta sensibilidad hacia lo sectorial, acerca de las divergencias en las decisiones judiciales según la materia y según cuál sea el juez que la tenga que tomar. A nosotros nos parece que no es la piedra angular la existencia de una divergencia jurisprudencial. Estamos acostumbrados a sorpresas en distintas interpretaciones en una misma jurisdicción según quien sea el juez del que emane el auto o la sentencia y, por lo tanto, no es ese el problema. El problema en sí estará en la buena formación de los jueces y el problema en sí estará en la buena formación del cuerpo de esa fuente del derecho que es la jurisprudencia y que, evidentemente, el tiempo es el que consolida una postura jurisprudencial, con independencia de las divergencias que puntualmente se vayan haciendo. Por tanto, la jurisprudencia en el campo de lo social a través de los tribunales de lo social, la jurisprudencia en el campo mercantil, la jurisprudencia en el campo civil ha formado parte de las fuentes del derecho y, por lo tanto, los jueces de lo mercantil, en una cuestión en la que también agradezco su absoluta contundencia y claridad al decir que es absolutamente imprescindible la existencia de este juez único que analice todos los temas del concurso, pueda llegar a ser un buen juez que, en definitiva, es lo que todos estamos buscando. Me gustaría también, como abogado en ejercicio que es usted, que nos expresara, se lo reitero porque ya se lo ha dicho alguno de mis compañeros, cuál es su opinión en concreto no ya sobre los plazos que se han establecido en el proyecto de ley concursal, sino sobre si esos plazos van a permitir la finalidad que la ley tiene, es decir, van a permitir que la empresa y sus trabajadores puedan seguir y salir de esa situación de crisis en el plazo que fuere necesario y en el que así se acordare si es que fuera posible en el convenio. Estaremos de acuerdo en que precisamente hoy uno de los males endémicos de los procesos concursales, bien sean suspensiones o quiebras o bien sean procedimientos de quita y espera o concursos de acreedores, evidentemente está en que el polvo que se acumula en los anaqueles, lo que hace que se den situaciones extrajudiciales y que esos cuervos, en una expresión que todavía nadie había empleado pero ya se han empleado todas las relativas a esa serie de especímenes que se mueven por los juzgados con torticeras intenciones, provoquen en la desaparición final de la empresa. 20164 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO El señor PRESIDENTE: Señor Makua. El señor MAKUA GOIENETSXE: En primer lugar, respecto a lo que Margarita Uría ha apuntado sobre la legitimación, el juez que sea arte y parte yo creo que no es la solución. Por eso la sede del ministerio fiscal, habilitándole legitimación ahí, es la solución. El juez que conozca de esos hechos o circunstancias por acumulación, el tanto de oficio sería o la puesta en conocimiento del ministerio fiscal, a mi humilde entender. Sobre el tema del sistema de elección, estoy de acuerdo. Sobre el tema del artículo 34, creo que ha citado la parlamentaria, y si me permiten ustedes, ya no me acuerdo de memoria, el 34 que habla del ejercicio del cargo del ordenado administrador y un representante leal, ese es el estándar, no sé a que ha venido la pregunta, la he apuntado y le pediría aclaración. El 75, el derecho de separación del crédito público. Aquí hilo también con lo que el señor Sánchez Garrido ha citado del privilegio público; es decir, yo creo que, dentro de la imperfección a la que ustedes están condenados y que es lo mejor que nos puede suceder a todos, están transaccionando pragmáticamente el Estado social de derecho y actualizándolo. Están en términos de Estado social de la providencia o de derecho del bienestar y del bienhacer. De ello se deriva el que la huida de Burdeos del derecho administrativo y la huida del derecho social como se ha oído aquí no sean más que palabras. Yo creo que estamos hablando de la actualización para contener el precioso legado de nuestros mayores y que estamos tejiendo entre todos. No es un discurso político, sino que, por ejemplo, hay resistencia ciega en el proyecto, en sede del artículo 75.4, a un imposible, a una aporía, como es las cuotas o las cantidades —dice con imperfección suma el texto ahí—, para luego en el 79 hablar de cuotas retenidas y repercutidas. Es decir, el mito del sujeto pagador, que en realidad todos sabemos que es falso, que tiene que estar externalizada o depositada esa cantidad en algún sitio, se desvanece poco después y sigue siendo una obsesión que lo único que va a plantear es conflictos. ¿Dónde está la caja de retenciones? Si no existe. Era un salario que pude pagar lo que pague ¿Dónde está el impuesto repercutido? No existe. Pienso que ahí sigue habiendo un desenfoque total. El artículo 99.1, que citaba la parlamentaria en términos de un Estado compuesto, se ha modificado muy bien en el proyecto de ley y se ha reconducido a la sede judicial. Es decir, el juez es en el caso excepcional que se plantee cuando los umbrales de la quita y la espera los puede ampliar. Antes en el texto del anteproyecto, y de ahí el temor desde la perspectiva de la sensibilidad del desarrollo de bases del fomento autonómico, del fomento de las nacionalidades y su capacidad del hacer, decía el Gobierno que es un sector excepcional, etcétera. El 99.1 ha cambiado y yo me felicito de ese cambio. En punto a la responsabilidad yo les llevo a su ánimo humildemente un convencimiento. Es decir, ni fundamentalistas del Estado providencias ni fundamentalistas del egoísmo —es muy aburrido además—, sino pragmáticos: más ideas y menos ideologías y, por lo tanto, el que la hace, la paga; es decir, el que es candidato a la prima estatutaria, a la prima de riesgo bien por el oro empresarial. Broseta Pont hablaba de profesiones estatutarias. Cada vez son más las profesiones estatutarias, no sólo la licencia de abogado, la licencia de catedrático, la licencia de empresario, la licencia de administrador de compañías mercantiles en términos de capitalismo institucional. Dentro de poco, esta mañana ya se ha alumbrado, van a tener ustedes que encarar el siguiente ajuste al ciclo de la codicia, como decía el Newyorker la semana pasada, es decir, el ciclo de la codicia se acaba y los gestores tienen que ser gestores de estatuto de licencia y tienen que pechar con sus responsabilidades, sus errores y su responsabilidad cuasi objetiva. Dostoïevski: Somos responsables de todo, incluso de lo que no hacemos, leía el otra día. Entonces, ahí yo, toda la duplicación de responsabilidad que en compensación, si quieren ustedes la palabra lata, viene de la de construcción relativa o actualización del derecho corporativo, histórico, laboral, estático, no de balance dinámico, bienvenido sea; acentúen el tema. Silva hablaba de contradicción a: derecho material. Hacía una disección en mi crítica al Estado del orden social que digo estático y que, por lo tanto, enfrentan ustedes directa o indirectamente tarde o temprano su actualización, y también Méndez. Por ejemplo, cuando oigo la palabra negociación colectiva veo la faz de la hipocresía porque la negociación colectiva no es que vaya Hayek y diga: Bueno, es que los sindicatos son corporaciones que se saltan la ley. No, he actualizado mi pensamiento y soy más moderado, pero, evidentemente, eso es un eufemismo de presiones de otro tipo. Por lo tanto, sí pienso que el juez de lo mercantil, el señorío del juez de lo mercantil tiene que encarar una decisión crucial, para eso la separación de poderes, cual es incluso decidir la rescisión colectiva de relaciones laborales y nadie le puede tener. Administradores, la denominación, de acuerdo con usted, señor Sánchez Garrido. El tema del turno, de acuerdo con usted. He citado a los jóvenes. Es decir, estoy totalmente de acuerdo con usted. Ahora, en esos intervalos de la profesión bueno sería una mezcla, una mixtura, porque el joven, por ejemplo, que enlaza con la economía global, con el libro electrónico, el acceso a la información es muy superior al que estamos teniendo ya los maduros o talludos, aunque llevemos una larga profesión. La opinión sobre el procedimiento, creo que decía nuestro parlamentario; es decir, es garantista, es correcto, es costoso ha dicho creo en algún momento. Yo lo enlazaría con el tema del arancel. Pediría al Gobierno, 20165 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO que ahí sí tiene protagonismo, no sé si es una disposición final, que quite prejuicios porque los prejuicios son universales. Es decir, tanto quien esté en el turno de gobierno como quien está en la calle, aquello de Suterland, del criminal de cuello blanco, lo tiene tan adquirido que yo diría que en esta sala todos somos tales por tener corbata, las señoras el símil de corbata, y que por lo tanto se quite esos prejuicios y vaya a un arancel generoso y actualizado. Eso sí, la broma o el juego empieza ahora, es decir, quien quiera ser administrador judicial o síndico se tiene que dedicar al menester y no puede, probablemente, compartir o tener el don de la ubicuidad. Una quiebra con una deuda de 25.000 millones de pesetas, que en términos de Estado es una cuestión menor, nos ocupa a cuatro personas y no alcanzamos; hacemos una simulación de administración judicial. Necesitamos delegados permanentemente porque no ocupamos la fábrica, por decirlo así, y eso es algo vivo. Entonces, el arancel debe ser generoso. De ahí el costo será en función del resultado. El procedimiento creo que es garantista y correcto en general. El procedimiento abreviado, la tentación de las estimaciones objetivas singulares, versus la gran afirmación de estimación directa con Fernández Ordóñez y Flores de Lemus casi redivivo, para luego ir rebajando los requisitos contables me dan miedo. El procedimiento pequeño de insolvencia, reduciendo garantías me da miedo, pero hay que ponderar las circunstancias y pienso que el administrador único es un adelanto. Privilegio de créditos públicos, le he dicho a usted, la huida del derecho administrativo y la huida del derecho social probablemente son las actualizaciones del gran constructo de Duguit y del gran constructo de Chicago quizá con la jornada de ocho horas y eso es ya indeclinable. Ahora bien, los tiempos llevan a que aquí subyace un pensamiento: se está diciendo que lo pague el Estado. No, no, tiene que haber un candidato a empresario y ese candidato además tiene que cumplir el test de la capitalización muy rápidamente y enlazo con los tiempos. Todo depende de que exista una sociedad abierta, de que exista un candidato a empresario que quiera capitalizar e imponer capital. Todo depende de eso. El tema de la conducta, código penal ilícito civil; como nos estamos refiriendo al ilícito civil, la higiene de la separación de la constitución negativa del proceso civil es un acierto del proyecto que encaramos. Es más, pienso que ahí sí que hay que profundizar casi a la americana, si usted me permite la licencia, y la subordinación no es una transposición más sino del derecho norteamericano del antiformalismo y todo lo que trae consigo, es decir, el fraude del código civil nos diría el catedrático. Para eso no había que haberse ido a América, pero, bueno, vamos a América, trasponemos el antiformalismo y le digo: Mire usted, el régimen reduplicado de responsabilidad, prácticamente extendido a todos los protagonistas de la bancarrota, incluso la responsa- bilidad subsidiaria extensiva del domino efectivo del socio, etcétera, creo que es un hallazgo y ahí no ha de temblar el pulso. Ese es el juego de la sociedad abierta y creo que ahí entramos. Jueces de lo mercantil, divergencias. Yo estoy con usted en que no es el asunto angular por la propia naturaleza contingente y perfectible, y ojalá siga siendo así, del derecho justo, que es el derecho del que pronuncia la ley. En cuanto al juez único, yo ahí ya pongo el corazón. Miren ustedes, es que estoy dentro de los muros de las quiebras, más en posición de síndico a veces. Es que luego además el Estado tiene que proponerte negocios ilícitos para resolver el convenio especial extramuros. El orden social te tiene que proponer negocios ilícitos y tiene que apelar a tu firma y tú te mueves en una zona fronteriza entre el Código Penal y el Código Civil a pesar tuyo, y eso es terrible porque, aparte, el juez, en una tenida de la que tienes noticia, dice que esa quiebra ya está resuelta, y todavía no se ha abierto la pieza de responsabilidad, que nadie quiere que se abra. ¿Por qué? Porque, entre otras cosas, alguien ha dicho y creo que ha sido el magnífico Méndez, que es el catejo en el anticristo de los institutos o de las sociedades financieras, de los operadores financieros. Cierto es, pero el tema es anterior, es decir, cuando, atentando contra la ley de Azcárate, te das cuenta que no quieren la retroacción extensa ni mover la fecha de ésta porque su deuda nominal es una pura apariencia de la deuda que han exaccionado con intereses leoninos, y cuando das la vuelta a la ficha ya no hay ficha; por eso hay que llevar a jóvenes electrónicos —yo estaba acostumbrado a la ficha de descubiertos—. Cuando ves la ficha con el 39 por ciento te explicas por qué la banca ha connivido con la pirámide financiera, con la bancarrota y la huida hacia delante del deudor, que sentado cómodamente en su automóvil huye prevaliéndose de la ignorancia de jueces y magistrados, decía don Luis Jiménez de Asúa (Risas.) en el prólogo al delito financiero el año 1933. Es que tenemos una generación de judicatura, que como no creamos en ella... Creo que ha sido el representante del Grupo Popular el que me ha tomado la idea; es decir, cuando Cándido, con su auctoritas, ha hablado del prejuicio contra el juez de excepción, no, el problema es el prejuicio con toda la magistratura, y, una de dos, o creemos en la imperfección de la magistratura y en el porvenir o no creemos. Procedimiento, plazos. Pues depende de la centralidad de este discurso, es decir, de si hay un juez de lo mercantil central concentrado con jurisdicción exclusiva y excluyente, que puede sentarse, que puede tener tenidas —como diría si hubiera algún canario aquí, que aprendí de ellos— multilaterales, donde una mañana reúne a todos los agentes implicados en el asunto y se vota o se decide, probablemente más en juicios de homologación y legalidad, no en juicios de oportunidad económica más allá de la continuidad. La profesora Pulgar Ezquerra, magnífica defensora del orden de 20166 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO la providencia y del social corregido aparentemente, aboga ciegamente, y es un discurso impecable desde el punto de vista del derecho mercantil —una de mis pasiones el leer a Pulgar Ezquerra—, pero cuando ella pide juicios de arbitrismo, es decir, que invadan las competencias de la ley sagrada del presupuesto y que se metan en el Parlamento a contraer gasto fiscal para una continuidad imposible donde no aparece empresario, a Pulgar Ezquerra yo le diría: señora, baje de su cátedra a la calle y pregunte cuál es el salario mínimo interprofesional, si usted aboga por eso, y cojo Pulgar Ezquerra como pudiera coger al magnífico Beccaria, es decir, un icono al que respeto, pero al que critico. (Risas.) Ese es un poco mi discurso y gracias por todo. El señor PRESIDENTE: Espero que Beccaria no merezca tantas críticas, pero la verdad es que le agradecemos mucho su aportación, en la que ha demostrado además que se puede al mismo tiempo vivir ese mundo, que parece que es pragmatismo puro, de la vida de los juzgados en relación con los concursos y las quiebras y al mismo tiempo pasearse por esos ámbitos teóricos tan sugerentes como el de ese elenco de autores que ha citado, Hayek, Dostoievski y alguno que no ha citado, pero que se ve que conoce también. Hemos oído hablar de la deconstrucción, lo cual quiere decir que este señor ha leído a Derrida y a Levinas, para terminar después en la sociedad abierta, que la verdad no es un mal campo de aterrizaje. Muchas gracias, señor Makua, muchas gracias a todos. Le agradecemos mucho su presencia aquí y su colaboración. — DEL SEÑOR TESORERO DE LA JUNTA DE GOBIERNO DEL COLEGIO DE ECONOMISTAS DE CATALUÑA (CASSANELLAS BASSOLS). (Número de expediente 219/000449.) El señor PRESIDENTE: Damos la bienvenida a don Raimón Cassanellas Bassols, tesorero de la junta de gobierno del Colegio de Economistas de Cataluña, que comparece a solicitud del Grupo Parlamentario de Convergència i Unió. Le agradecemos su presencia con nosotros, señor Cassanellas, y estamos seguros de que su colaboración será muy útil a los trabajos de la Comisión. Le puedo indicar, como seguramente ha podido usted ver en esta larga espera en la que le hemos tenido y por la que le pido excusas, que las comparecencias se desarrollan con una primera intervención de los comparecientes, a los que les pedimos la mayor brevedad, que seleccionen aquellos mensajes que crean más importantes desde su punto de vista para hacer llegar a los señores diputados, y luego ellos tienen una oportunidad para hacer las preguntas que consideren más importantes y el compareciente contesta a esas preguntas. En este contexto, tiene usted la palabra para decirnos lo que estime pertinente. El señor TESORERO DE LA JUNTA DE GOBIERNO DEL COLEGIO DE ECONOMISTAS DE CATALUÑA (Cassanellas Bassols): En primer lugar, evidentemente, quiero expresarles mi agradecimiento por la posibilidad que me dan de exponer la opinión que tiene el Colegio de Economistas de Cataluña en cuanto al proyecto de ley concursal. Yo comparezco en delegación de Jordi Conejos, que es el decano del colegio, pero tengo que decir también que dado que creíamos que el Consejo General de Economistas sería invitado a comparecer en esta Comisión de la misma manera que el presidente del Registro de Economistas Forenses, dado que ellos no comparecen y dado que básica o fundamentalmente la opinión del Registro de Economistas Forenses y del Consejo General del Colegio de Economistas es la misma que la del Colegio de Economistas de Cataluña, yo diría que las opiniones que voy a decirles las comparten estos organismos. El REFOR o Registro de Economistas Forenses, de hecho, está creado por el mismo Consejo General de Economistas. Agrupa en estos momentos a unos 1.200 economistas que colaboramos en nuestra actividad diaria con la administración de justicia y que estamos, evidentemente, muy interesados en que el proyecto se convierta en ley cuanto antes pero de la manera mejor posible. Yo creo que nos toca a nosotros dar opinión básicamente sobre el órgano de administración del concurso, sobre el informe, etcétera, pero para enmarcarlo iniciaré mis comentarios con un recorrido sobre la ley y en cuanto a los temas que nos preocupan más. Evidentemente, por cuestión de tiempo, no haré halagos a la ley, que me parece muy positiva, sino que básicamente me dedicaré a criticar los aspectos que nos preocupan más. Me gustaría empezar por el tema de los privilegios de las administraciones públicas, porque entendemos que en algunos casos, y la historia lo demuestra, estos privilegios han hecho que en el caso de concurso de empresa acabe en liquidación de una manera muy rápida. Yo quisiera decir que aunque en la exposición de motivos del proyecto de ley se dice que el convenio es una solución normal, creo recordar, del concurso y en el redactado posterior de la ley observamos que hay un detalle bueno y exhaustivo en cuanto a los temas de liquidación —se dedican aproximadamente 20 ó 21 artículos a ello—, no ocurre así con los temas de viabilidad de empresa y, por tanto, esta primera parte de la intervención la voy a dedicar a hablar un poco de lo que nos preocupa en el proyecto en cuanto a temas de continuidad de la empresa, porque nos da la sensación que en el proyecto no están suficientemente regulados. El tema que estaba indicando de los privilegios de la administración evidentemente es importante para la posible continuidad de la empresa. Nos parece aún excesivo el límite del 50 por ciento del crédito que se prevé en el proyecto de ley. Entendemos que esto habría que modularlo o eliminarlo. Quizá se podría poner un límite sobre la masa pasiva —un 10 por cien- 20167 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO to por ejemplo—, pero, en todo caso, este privilegio habría que limitarlo aún más. Luego también tengo que hacer mención al artículo 54.1 cuando habla de que los procedimientos ejecutivos o administrativos van a seguir si la providencia de apremios es anterior a la declaración del concurso. Seguidamente, me referiré al convenio. Si realmente la ley quiere fomentar, en los casos en que ello sea posible, que la empresa continúe, de alguna manera lo ideal, aunque esto realmente es idealista, sería que lo antes posible se pudiera tener claro si la empresa es viable o no es viable. Evidentemente, aquella empresa que no lo es lo que hay que hacer es liquidarla lo antes y mejor posible, pero la que es viable hay que apoyarla. En este aspecto no entendemos por qué hay las limitaciones al convenio, no entendemos por qué se impide el convenio de liquidación y no entendemos tampoco por qué hay las limitaciones en cuanto a quitas y esperas al convenio. Creemos que estas limitaciones habría que eliminarlas del proyecto. Por otro lado, nos preocupa también el hecho de que los créditos que puedan dar básicamente entidades financieras u otros para hacer posible el plan de viabilidad curiosamente son los créditos que están peor reconocidos en la ley, es decir, pasan a continuación de los ordinarios. Además, hay que tener en cuenta que muchas veces hay créditos subordinados que se habrán dado a lo mejor por empresas del grupo o por familiares en el caso del empresario pequeño o individual, que habrán sido para intentar conseguir la continuidad de la empresa. Por lo tanto en el tema de los créditos subordinados también habría que perfilar un poco más, aunque es bastante difícil. Un gran logro de la ley, fundamental, va a ser el tema de la propuesta anticipada de convenio. Lo más normal es que en los casos que haya continuidad se haga a través de la propuesta anticipada. Por ello nos parece que cuando se habla en el artículo 5 de la solicitud o de la documentación que aportará el deudor, aunque ello legalmente no es necesario porque luego en el artículo ciento y pico se indica que la propuesta anticipada de convenio se puede presentar desde la solicitud, sería bueno que se incluyera en la documentación a presentar por el deudor la posibilidad, que ya digo que está recogida en el articulado, de presentar la propuesta anticipada de convenio. No entendemos muy bien las limitaciones que hay en la propuesta anticipada de convenio; si bien ello puede tener un sentido de no premiar al que no ha actuado de una manera correcta, quizás habría que eliminar sus limitaciones. Estamos hablando de un tema concursal y a nivel societario es evidente que en España tenemos poca posibilidad de eliminar adecuadamente las limitaciones antes de que las empresas vayan a concurso. Nos parece que en el ámbito societario y contable habría que hacer una reforma importante. Lo que no tiene lógica, por ejemplo, es que una empresa pueda estar años sin presentar cuentas anuales y si esta empresa entrara en concurso, a los administradores de derecho y de hecho de los dos últimos años se les pueda hacer embargo preventivo de sus bienes. Lo que había que hacer también es una reforma a nivel societario o a nivel contable, vía informes de auditoría, vía cuentas anuales, del informe de gestión, vía depósito de cuentas, etcétera. Entro ya en el tema del órgano de administración. Evidentemente, antes se lo he oído a uno de los comparecientes que me han precedido, el nombre de administración judicial no nos gusta. Los que intervengan no van a ser administradores. En los temas concursales la claridad terminológica es fundamental porque estamos hablando la mayor parte de las veces de empresas que están en crisis, con lo cual es importante saber claramente con quién se está negociando o con quién se está hablando, y los que vayan a negociar no negociarán con administradores. Por lo tanto, se puede utilizar la terminología de interventores, de síndicos, de sindicatura, pero en todo caso habría que eliminar la de administradores. En cuanto a temas de transparencia y de ahorro de costes el proyecto no refuerza suficientemente la información sobre los medios telemáticos. El coste de los anuncios va a ser extraordinario. Esto se podría eliminar o amortiguar quizá mediante la creación de un registro especial en el Registro Mercantil central, pero ya que tenemos a la orden del día medios informáticos avanzados habría que hacer uso de ellos. Una cuestión terminológica a señalar es la de la empresa que está en concurso. A nosotros nos parece que sería adecuado que la empresa en concurso tuviera una coletilla que fuera: en concurso de acreedores, precisamente para que la gente que está negociando sepa ya de entrada con quién está negociando. Es decir, habría que añadir en el nombre de la empresa —igual que hacemos al poner: en liquidación—: en concurso de acreedores o una denominación parecida. Entrando ya en los llamados administradores en el proyecto, me referiré en primer lugar, al tema de las condiciones subjetivas. Nos parece adecuado. Yo creo que al Consejo General de Economistas y a los economistas no se nos puede tachar de corporativismo, quizá porque en nuestro trabajo estamos abiertos día a día al mercado y entendemos que el corporativismo es malo y a veces es malo para los propios profesionales que lo puedan pedir. Por lo tanto, nos parece bien en principio que uno de los administradores sea abogado, el otro sea auditor, economista o profesor mercantil. Lo que nos sobra es el administrador acreedor. El administrador acreedor generalmente es un profesional, pero puede no ser entendido en la materia. El mismo proyecto le reconoce una retribución de la mitad de los otros dos administradores. Nuestra propuesta sería mantener que hubiera un abogado, un auditor y un economista o profesor mercantil, y ello porque es maravilloso que el órgano de administración sea colegiado, es decir, es una manera de colaborar en temas que tienen distintas visiones. Son muy importantes en el concurso el tema jurídi- 20168 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO co, el tema contable —y por lo tanto que esté un auditor— y el tema económico, todo lo que se refiere a gestión y a viabilidad —y por lo tanto entendemos que tiene que haber un economista—. En este caso serían ya tres miembros del órgano de administración sin el acreedor. En cuanto al nombramiento, nos parece que el nombramiento por el juez de los tres síndicos o tres administradores no es el adecuado. Quizás el juez podría nombrar a uno de ellos de su confianza, pero —y me alegro que las intervenciones anteriores vayan por este camino— al menos dos ellos tendrían que estar por un procedimiento parecido al de la LEC, es decir, por sorteo. Creo recordar que en el informe del Consejo General del Poder Judicial se hablaba de una cierta habilitación de los colegios. Yo creo que los colegios profesionales son garantía de que si hay problemas tanto en la fijación práctica del arancel... El señor PRESIDENTE: Por favor, abrevie todo lo que pueda en este trámite. Tendrá usted oportunidad a lo mejor de desarrollar algún aspecto después. El señor TESORERO DE LA JUNTA DE GOBIERNO DEL COLEGIO DE ECONOMISTAS DE CATALUÑA (Cassanellas Bassols): Simplemente diré que nos parece bien el arancel y que el nombramiento no tendría que ser exclusivo de los jueces. Sólo una cuestión importante, que es el procedimiento abreviado. Tal como está, sería mejor eliminarlo. Hay que aumentar como mínimo los límites y entendemos que el límite que se marca a nivel de cuentas abreviadas, de balance abreviado, sería adecuado, con la ventaja de que este límite se va actualizando periódicamente. El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Cassanellas, por sus explicaciones tan interesantes. Señor Silva, como representante del grupo parlamentario solicitante de la comparecencia, tiene la palabra. El señor SILVA SÁNCHEZ: Damos las gracias al señor Cassanellas, cuyos puntos de vista mi grupo parlamentario comparte muy sustancialmente. Ya sé que es una pregunta reiterada y el que ha asistido a las comparecencias anteriores puede que así lo entienda, pero para nosotros es muy importante saber en qué medida es conveniente o imprescindible la concentración en un mismo órgano jurisdiccional de la resolución de los expedientes de regulación de empleo o que sea el mismo juez de lo mercantil el que pueda entender sobre la extinción, suspensión o modificación colectiva de los contratos de trabajo y, al mismo tiempo, efectuar la aprobación del convenio. ¿Podría mantenerse en la situación actual qué órganos jurisdiccionales diferentes y quizás con tempus también diferentes deban resolver sobre ese expediente de regulación, es decir, que sean distintos los que resuelvan sobre el expediente de regu- lación y los que resuelvan sobre la continuidad de la empresa? Me gustaría saber su opinión en esta materia y no hay ninguna duda de que en cualquier caso, durante el período de enmiendas, tendremos ocasión de hablar muchísimo más con su colegio. El señor PRESIDENTE: Señor Sánchez Garrido, por favor. El señor SÁNCHEZ GARRIDO: Igualmente, hemos de dar las gracias al compareciente por la amabilidad que ha tenido de atender la petición del Grupo de Convergència i Unió e ilustrarnos un poco sobre lo que es su opinión acerca de la ley concursal. Muchas de las opiniones que él ha vertido sobre el mantenimiento de la empresa, el artículo 54.1, sobre el privilegio de lo público o sobre el nombre de la propia administración judicial, lo comparto enteramente y, por tanto, no quiero reiterarme por no consumir más tiempo, pero sí me interesaría saber su opinión sobre algo que algunas veces se nos va, el ámbito de la competencia territorial de los jueces, sobre todo viniendo de usted, que procede de una región rica, industrial e importante. Se nos está planteando —y yo creo que aunque se recoge, debíamos dejarlo bien claro— la competencia territorial no solamente provincial, sino en determinados lugares, por la riqueza industrial y por una serie de circunstancias, por ejemplo que pudiera ampliarse a sitios como Vigo, Cartagena, Sabadell, etcétera. ¿Cómo ven el colegio y usted esta indicación? El señor PRESIDENTE: Señor Mantilla. El señor MANTILLA RODRÍGUEZ: Gracias por su comparecencia, señor Cassanellas. No le oculto que sus planteamientos ya son conocidos por este y los demás grupos parlamentarios y también, como decía el representante de Convergència i Unió, que los compartimos en gran medida. Compartimos su planteamiento de que no se ha elegido la mejor denominación para el órgano de administración. A ver si durante el trámite parlamentario los distintos grupos somos capaces de elegir un nombre que sea válido, porque hoy el administrador judicial tiene unas connotaciones que todavía perdurarán mucho en el tiempo y, por lo tanto, considero que no debería utilizarse esa denominación, que en la actualidad se emplea para casos muy concretos. En cuanto a los órganos de administración se ha referido a una serie de cuestiones que me parecen acertadas. Mantiene los tres mismos miembros, me parece que le he entendido, o sea, abogado, auditor y vamos a llamarle economista; por lo tanto, un experto jurídico, un experto de auditoría de cuentas y un experto en dirección de empresas —más o menos creo que por ahí van los tiros—. Me gustaría que usted matizase un poco la cuestión. Usted bien sabe que dentro de esos órganos de administración se contempla la posibilidad de que puedan contratar a otros expertos independientes si así 20169 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO lo consideran conveniente, pero con un pequeño matiz, que los sueldos u honorarios de estos ayudantes o colaboradores de la administración judicial serían a cargo de los propios administradores. Me gustaría saber si usted comparte o no esta opinión. También me gustaría saber si usted es partidario de que el juez pudiese nombrar otros profesionales a cargo de la masa. Por ejemplo, hay otros colectivos, graduados sociales, cuya participación o colaboración en un concurso puede ser importante, y pueden o no formar parte de la administración judicial. Ellos consideran suficiente que pudieran ser colaboradores a propuesta del juez. Me gustaría saber si usted considera oportuno que se pudiese incluir como posibles colaboradores y a cargo de la masa a determinados profesionales, que en estos momentos pueden ser graduados sociales o, en el futuro —y esperemos que esta ley no dure más de 80 años—, otros técnicos que puedan prestar su colaboración al órgano de administración. También me gustaría conocer su opinión o la de su colegio respecto a las incompatibilidades de los órganos de administración. Como usted bien sabe, en estos momentos tenemos una ley amplísima con 231 artículos, con muchísimas disposiciones, y sabe que hay una incompatibilidad estricta que no creo que se dé en ninguna otra profesión, es decir, que cuando un miembro de estos órganos de administración haya sido designado en dos procedimientos en los dos últimos años, estaría incompatibilizado para serlo en el futuro. Me gustaría saber si usted considera conveniente o no que, por ejemplo, en cuanto a la profesionalidad o la experiencia profesional de los miembros que forman parte de los órganos de administración, algún colegio, en este caso de abogados, de economistas, de auditores o de titulados mercantiles, habilitasen de alguna manera ante el organismo que corresponda que pudiera ser una lista única o no. Me gustaría saber su parecer sobre si deben ser varias listas, que cada colegio aporte la suya, o si puede ser una lista única en el propio juzgado, porque, si no, habrá jueces que sean partidarios de elegir una lista más que otra. Por último, el proyecto se refiere a profesores mercantiles. Profesores mercantiles, como usted bien sabe, es una titulación profesional que ya ha finalizado sus estudios o sus carreras hace bastantes años y hoy los están sustituyendo los diplomados en empresariales. Le pregunto si considera conveniente o no ampliar el abanico, en el caso de profesor mercantil, a titulados mercantiles. El señor PRESIDENTE: Señor Cassanellas. El señor TESORERO DE LA JUNTA DE GOBIERNO DEL COLEGIO DE ECONOMISTAS DE CATALUÑA (Cassanellas Bassols): Al señor don Manuel Silva le diré que la unidad jurisdiccional yo creo que es un tema bastante político, poco técnico. Tampoco nosotros nos hemos manifestado demasiado en este aspecto. En principio nos parece bien. Yo creo que al menos la unidad en cuanto a unificación de ejecuciones es básica. Este sería el límite que habría que tener. De todos modos, si se mantiene tal como está el proyecto, hay que dar mucha importancia al tema de la formación de jueces e igual que para nosotros, en el Registro de Economistas Forenses, uno de los requisitos es que haya formación permanente, si los jueces de lo mercantil van a tener que intervenir en temas sociales, como parece ser —quizá sea el tema más político del proyecto—, evidentemente tienen que tener mucha formación. En cuanto a la competencia territorial, señor Sánchez Garrido, para nosotros —me refiero al Colegio de Economistas de Cataluña— es un tema importante, porque usted sabe que en Cataluña —usted ha citado el caso de Sabadell— hay poblaciones en que el movimiento económico es extraordinario. Por lo tanto, habrá que diseñar un modelo en que realmente haya competencia de los jueces en estas poblaciones. En cuanto al despacho de los órganos de la administración yo creo que no es su despacho particular. El despacho es la propia empresa, al menos en el caso de empresas, es el propio concursado. Yo creo que este es un tema importante, porque el trabajo básicamente hay que hacerlo en la empresa concursada si se hace mínimamente bien. En cuanto a los temas planteados por el señor Mantilla, en cuanto a si hay otros expertos independientes en el proceso —creo que el proyecto los llama auxiliares delegados—, su retribución tendría que ir contra la masa. Antes no he dicho una cosa para nosotros fundamental, que para asegurar la independencia del administrador judicial o de la sindicatura hay que garantizar el cobro. El procedimiento adecuado sería el que establece la LEC para los peritos, es decir, que hubiera una provisión previa, dependiente del propio deudor o del acreedor, según el tipo de concurso que se solicitara, pero lo que no puede ser, como actualmente, es que uno tenga que aceptar el cargo sin saber si va a cobrar o no va cobrar, porque esto, como ustedes saben, es fuente de conflictos y de costumbres no muy adecuadas: te doy dos que no vas a cobrar o te doy una que vas a cobrar. Este no es un procedimiento adecuado. Entendemos que para que haya independencia hay que garantizar los honorarios y, por lo tanto, tendría que haber una provisión previa, que luego, lógicamente, se deduciría de la masa. En consecuencia, los auxiliares delegados también tendrían que cobrar con cargo a la masa. En cuanto a la incompatibilidad de los dos años, antes no lo he dicho porque no he tenido tiempo, pero nos parece que no es adecuado. Tiene que haber una cierta especialización. He defendido antes el sorteo y, por lo tanto, que compañeros jóvenes, como antes se comentaba, se incorporen a los órganos de administración, es decir, el sorteo que proponemos nosotros de los tres profesionales o, si es el caso, al menos de dos y 20170 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO que hubiera uno de confianza del juez, pero para nosotros, si pueden ser los tres, mejor. Lo que no puede ser es que no haya ninguna especialización y esto entendemos que hay que eliminarlo. Lo que habría que hacer en todo caso es poner una limitación. Si hay sorteo, la ley de los grandes números ya pone una limitación, porque es muy difícil que caigan al mismo administrador judicial varios procedimientos seguidos. En todo caso, aunque hubiera sorteo, lo que sí se puede poner es una limitación de aquellos procedimientos que se están llevando a la vez, porque lo que no puede ser es que un interventor judicial o un administrador judicial esté en treinta procedimientos al mismo tiempo, si se hacen con cierta seriedad y, como decía antes, en el lugar donde tendría que desarrollar su trabajo. Quizá podría haber una limitación, por ejemplo, que no se lleven más de cinco procedimientos o algo parecido, en todo caso excluyendo los del procedimiento abreviado, y también dependerá de cómo quede este en última instancia. En cuanto a si en vez de profesor mercantil fuera titulado, debería estar colegiado, porque es importante la colegiación y la habilitación de los colegios, porque el colegio es un organismo que puede controlar al órgano de administración en cada actividad. Tengamos en cuenta que al ser esta multidisciplinar, estamos hablando de personas con una formación totalmente distinta y aunque haya un arancel, fijarlo va a ser difícil. En la propuesta no sé si del Consejo Económico y Social o del Consejo General del Poder Judicial se decía que el juez pudiera pedir opinión al colegio sobre la aplicación del arancel. Esto es interesante porque puede haber concursos con unas características muy especiales, con lo cual yo creo que es bueno que el juez pueda pedir opinión en este momento o en cualquier otro al colegio profesional. El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Cassanellas, por su comparecencia y por sus explicaciones, que seguro que serán muy útiles para el trabajo de los señores diputados. Con esto le despedimos y esperamos tener pronto oportunidad de verlo por aquí. — DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE DERECHO LABORAL DE LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA (DURÁN LÓPEZ). (Número de expediente 219/000450.) El señor PRESIDENTE: Damos la bienvenida a don Federico Durán López, catedrático de Derecho Laboral de la Universidad de Córdoba, al que agradecemos que haya tenido la amabilidad de aceptar la invitación para comparecer en la Comisión y participar en los trabajos que se están llevando a cabo. Le pido disculpas por el gran retraso con que iniciamos su comparecencia y por la espera a la que le hemos sometido, lo que le ha permitido observar el desarrollo de estos tra- bajos, con lo cual ya no tengo que explicarle más o menos en qué consisten estas comparecencias. Sabe que tiene una primera oportunidad de dirigirse a la Comisión para expresar los puntos de vista que estime pertinentes y dar los mensajes que crea más importantes, para que después las señoras y señores diputados puedan formularle algunas preguntas, lo cual le dará oportunidad también de tener un segundo turno para completar alguna idea que no haya podido desarrollar en la primera intervención. Tiene la palabra el señor Durán. El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO LABORAL DE LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA (Durán López): Muchas gracias, señor presidente, y muchas gracias a todos por su presencia y por la invitación para esta comparecencia. Para mí es un honor poder dirigirme a todos ustedes y expresarles mis criterios en torno al proyecto de ley para la reforma concursal. Interpreto que mi citación, como no podía ser de otra manera, se produce como consecuencia de mi condición de catedrático en Derecho del Trabajo y experto en alguna medida en los temas laborales y, por tanto, a esas cuestiones me voy a ceñir en lo que va a ser mi intervención, lógicamente. Como planteamiento general respecto del proyecto de ley, me produce una impresión positiva. Creo que es una medida modernizadora de nuestro ordenamiento jurídico y que está llamada a tener, si se desarrolla adecuadamente, una gran transcendencia en la práctica. Sobre todo creo que es importante el conjunto de medidas dirigidas a la salvación de la empresa y orientadas a la continuación de las actividades productivas y del empleo generado con las mismas y lógicamente también a la satisfacción de los acreedores, que es lo que late en el fondo de todo procedimiento concursal, pero salvaguardando la satisfacción y el legítimo interés de los acreedores, hay un intento de facilitar la continuación de las actividades productivas y del empleo que me parece encomiable. Por eso creo que es muy importante también el planteamiento de facilitar la enajenación como un todo del conjunto de elementos patrimoniales de la empresa que permita continuar una explotación empresarial viable, y eso es importante también desde el punto de vista del interés de los propios trabajadores, que pueden ser acreedores —de hecho lo son en todos estos procedimientos—, pero que tienen un indudable interés en la conservación del puesto de trabajo. Este planteamiento general, que yo considero positivo, como les he dicho, y que creo que es una medida de reforma muy significativa de nuestro sistema jurídico, trata de asegurarse, en lo que se refiere ya específicamente a las cuestiones laborales, mediante dos tipos de medidas distintas, en primer lugar mediante el establecimiento de un procedimiento concursal realmente universal, que conlleva la modificación que el tratamiento de los créditos laborales tenía 20171 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO hasta ahora en las leyes sustantivas; la segunda línea de actuación para asegurar este objetivo es abrir vías de modificación de las relaciones laborales más allá o al margen, si ustedes prefieren, de las posibilidades contempladas en la normativa laboral. Yo creo que son los dos grandes temas que desde el punto de vista de las relaciones laborales, del derecho del trabajo y del derecho social tienen relevancia en la modificación de la normativa concursal, pero son dos temas diferentes y que tienen una problemática también distinta que en mi opinión hay que abordar separadamente. El primero de ellos es un tema más clásico; el segundo indudablemente es más innovador. En cuanto al primero, si les tengo que dar mi opinión —y para eso estoy aquí—, la unificación jurisdiccional que se produce, en virtud de la cual se atribuye al juez del concurso el conocimiento de las acciones declarativas y de las ejecuciones de naturaleza social con transcendencia patrimonial que se dirijan contra el concursado, me parece una medida elemental. Creo que un diseño como el que se establece en la ley sólo es viable con un procedimiento concursal realmente universal, al que sean llamados todos los créditos que puedan concurrir. Por tanto, también me parece correcta, a pesar de las resistencias y de las opiniones negativas que se han dejado sentir, la supresión del derecho de ejecución separada. No sería compatible un derecho de ejecución separada de las deudas laborales con un procedimiento concursal realmente universal. Esa unificación jurisdiccional, que he dicho que me parece correcta, en una figura judicial como la del juez de lo mercantil, si me produce algo, es alguna perplejidad desde el punto de vista del nombre. Yo creo que juez de lo mercantil es una denominación excesivamente amplia en un sentido y excesivamente reductora en otro; excesivamente amplia en un sentido porque no todos los temas mercantiles los va a conocer este juez de lo mercantil y excesivamente reductora en otro porque el juez que conozca del concurso no puede ser sólo un juez de lo mercantil; tiene que tener conocimiento en otras ramas jurídicas y a veces conocimiento detenido. No voy a entrar, lógicamente, en nominalismos. Yo creo que en lo que estamos es en presencia del juez del concurso, que es lo que realmente se crea: el juez concursal o el juez del concurso, y habría que garantizar los instrumentos formativos necesarios para que tenga el conocimiento adecuado de las cuestiones laborales, administrativas y de otra índole con las que se tiene que enfrentar. No son sólo exclusivamente mercantiles y, por otra parte, no todas las cuestiones mercantiles van a venir a conocimiento de estos juzgados, un juzgado especializado para los procedimientos concursales. Dicho eso, el tratamiento de los créditos laborales que se produce en el proyecto de ley me parece razonable. Todos ustedes saben —yo no voy a insistir en el tema— que la normativa del artículo 32 del Estatuto de los Trabajadores en lo que se refiere al régimen de pre- ferencia se mantiene cuando el empresario no se haya declarado en concurso y, simplemente, cuando el empresario se haya declarado en concurso, cuando haya un procedimiento concursal, esa normativa se sustituye por la que hoy prevé el proyecto de ley y en su día preverá la ley. Por tanto, se suprime el derecho de ejecución separada. A este respecto, en una visión rápida, me parece una normativa razonable que tiene algunos puntos que probablemente habrá que aclarar en el trámite parlamentario. Se identifican unos créditos contra la masa que creo que son los adecuados, los derivados de la continuidad de la actividad empresarial, y las indemnizaciones por extinción de contrato acordadas por el juez del concurso y los demás son créditos con privilegio especial, los créditos refraccionarios sobre los bienes refraccionados, o con privilegio general, que son los créditos salariales sin privilegio especial y las indemnizaciones por despido que no tengan tampoco ese privilegio especial. Me surgen algunas dudas a la hora del análisis de la normativa en relación con el superprivilegio que al parecer consagra el artículo 154 respecto del salario de los últimos 30 días y en qué medida quedan cubiertos entonces los créditos salariales anteriores al concurso que no hayan sido satisfechos y que no estén cubiertos por este superprivilegio del salario de los últimos 30 días con el doble del salario mínimo y pueden surgir también dudas respecto de la colisión que por parte de algún sector se ha indicado con los convenios de la Organización Internacional del Trabajo. Hay un convenio de la OIT, el número 95, muy antiguo, del año 1949, y otro más reciente, el convenio 173, del año 1992, ratificados ambos por España. Particularmente este último dice que las legislaciones nacionales deben atribuir a los créditos laborales un rango superior al de la mayoría de los demás créditos y, en particular, a los del Estado y a los de la Seguridad Social. Hay algún sector doctrinal que ha señalado la contradicción de estos convenios, ratificados y suscritos por España, con la nueva normativa. Yo no creo que exista esa contradicción. No creo que no se respeten los tratados internacionales con la nueva normativa de los créditos salariales que se contienen en el proyecto de ley, dicho lo cual y a grandes rasgos que me parece una normativa razonable, les expongo algunos puntos que en mi opinión pueden suscitar alguna duda. En primer lugar, echo en falta en la ley, y creo que esta sí es una carencia que debería solventarse, el reconocimiento de un papel más activo de la representación de los trabajadores en el concurso, los trabajadores no como acreedores; la representación legal de los trabajadores, en mi opinión, debe tener, si además se trata de garantizar la viabilidad de la empresa y el empleo en la misma, un papel más activo como tal representación de los trabajadores en los trámites del concurso. Por otra parte, hay algunas cuestiones concretas, el tratamiento de las indemnizaciones por despido, por ejemplo. No 20172 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO se aclara a qué despido se está refiriendo el legislador: ¿a cualquier despido, a cualquier extinción del contrato de trabajo denominada despido en el Estatuto de los Trabajadores y no a otras extinciones de contratos de trabajo que no sean consideradas despido? Yo creo que ese es un tema interpretativo que probablemente debería solventarse en el trámite parlamentario de la ley, sobre todo en relación con el del artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores, que es la extinción del contrato de trabajo a instancias del trabajador por incumplimiento del empresario que lo justifique, lo que se llama despido indirecto, pero técnicamente no es un despido; por lo tanto, cuando hablamos de indemnizaciones por despido cabe la duda de si están incluidas las que se deriven de una extinción a instancias del trabajador por motivos justificados y judicialmente aceptados. Aquí quiero llamar la atención de que en los artículos a los que me voy a referir luego en el segundo bloque hay uno que prevé para el personal de alta dirección la posibilidad de solicitar la extinción del contrato de trabajo, y ahí sí se les da un tratamiento específico a las indemnizaciones, consideradas como créditos contra la masa. Entonces, cabe la duda de por qué a los trabajadores comunes no se les reconoce expresamente ese tratamiento cuando al personal de alta dirección sí se le está reconociendo en otra normativa específica. Pueden surgir problemas con otras responsabilidades del empresario que no están contempladas en el proyecto de ley, por ejemplo, responsabilidades empresariales con motivo de accidentes de trabajo —algunas pueden ser contractuales, otras son extracontractuales y su tratamiento no queda claro en la prelación de créditos que se establecen—; indemnizaciones derivadas de compromisos por pensiones, en la medida en la que los compromisos por pensiones estén exteriorizados, y la obligación para exteriorizar, como ustedes saben, termina el 16 de noviembre, no hay ningún problema; están exteriorizados y para eso se produce la exteriorización: para garantizar esos compromisos por pensiones ante situaciones de insolvencia del empresario. ¿Pero qué sucede si el empresario ha incumplido la obligación de exteriorizar? ¿Cómo se garantizan esos compromisos por pensiones o qué tratamiento tienen desde el punto de vista de los créditos laborales? ¿Qué sucede con aquellos otros compromisos en virtud de la ampliación que parece que introducirá la ley financiera, si el Congreso de los Diputados no altera el texto que ha salido del Senado, hasta el año 2004? Va a haber una posibilidad de ampliación del plazo de la exteriorización hasta el 2004. Entonces, en ese plazo de dos años, no queda claro qué tratamiento tienen esos compromisos por pensiones del empresario desde el punto de vista de la prelación de créditos en la ley. Tampoco queda claro cómo se produce el tratamiento de los créditos salariales devengados antes del convenio. En el silencio de la ley parece que entran en el privilegio general y con los límites que se establecen para el privilegio general. Para terminar con este bloque, insisto en que me parece correcta la unificación jurisdiccional, el conocimiento por el juez del concurso. Creo que es reductiva la denominación de juez de lo mercantil. He de insistir en todo caso en que habrá supuestos en los que es difícil evitar la colisión de jurisdicciones. Puede haber conocimiento, porque, claro, la atracción al juez del concurso de todas las acciones que puedan tener consecuencias patrimoniales, con transcendencia patrimonial contra el concursado, no deja de ser una fórmula abierta y hay acciones que difícilmente se podrán sustraer al conocimiento del juez de lo social: por ejemplo, la modificación del grado de invalidez reconocido, con las consecuencias que eso pueda tener en su caso de responsabilidad del empresario por la situación en la que este se encuentre. Algún supuesto de colisión puede existir de todas maneras entre jurisdicciones a pesar de la unificación que se pretende en el proyecto de ley en los términos actuales. El segundo de los bloques al que me refería, que creo que es más novedoso y más importante, es el de abrir vías de modificación de las relaciones laborales, más allá o al margen de las contempladas en la normativa laboral. El señor PRESIDENTE: Lo más brevemente posible, señor Durán. El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO LABORAL DE LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA (Durán López): Termino enseguida. Esto sí creo que es importante porque la ley en este punto es innovadora. Los artículos 63, 64 y 65 establecen la posibilidad de que se modifiquen las condiciones de trabajo o se acuerden extinciones o suspensiones de los contratos en el seno del concurso, obviando la normativa laboral establecida al respecto. Yo creo que es importante y que es una normativa razonable, que se explica por la rigidez de la normativa laboral. Si la normativa laboral no tuviese las rigideces que tiene para que la empresa pudiese adaptarse al cambio de las circunstancias, probablemente estas previsiones de la ley concursal no serían necesarias. Son normas razonables y necesarias que conllevan el riesgo de crear un régimen separado para las empresas que estén incursas en un procedimiento concursal. A este respecto quiero decirles dos cosas, una, que el artículo 63.3, que establece la aprobación de la extinción de las relaciones laborales por el juez del concurso, dice que fijando la indemnización legalmente prevista. ¿Eso significa que el juez del concurso puede ignorar indemnizaciones pactadas en convenios o en acuerdos establecidos con los trabajadores? Parece que sí. No resulta claro porque la indemnización legalmente prevista es la mínima, que se puede superar cuando hay un acuerdo. Ese es un 20173 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO tema que probablemente convendría aclarar. El artículo 63.4 yo les tengo que reconocer a ustedes que no consigo entender qué es lo que dice. En el trámite parlamentario habrá ocasión de verlo, pero —si quieren ahora les doy algún detalle— no consigo entender qué es lo que está diciendo dicho artículo 63.4. Habla de doce meses y yo no sé a qué se refieren esos doce meses; si es desde dónde computa el plazo o cómo se establece. El artículo 64 regula el tratamiento del alto directivo y concede la posibilidad de extinción, como les decía antes, la consideración de crédito contra la masa de las indemnizaciones reconocidas, mientras que para los trabajadores ordinarios eso no se reconoce. Por último, quiero hacer una indicación sobre el artículo 65. Es un artículo, en mi opinión, que podría ser muy importante, pero tal como está no sirve absolutamente para nada. Lo que hace es reproducir los términos del artículo 41 del Estatuto de los Trabajadores. Se puede modificar el convenio colectivo con acuerdo de los representantes de los trabajadores y en los términos y sobre las materias que dice el artículo 41. Eso y nada es exactamente lo mismo. Lo que sí les puedo decir a ustedes es que en muchas ocasiones la salvación de una empresa depende de que el convenio colectivo que estaba vigente no se mantenga. Yo intervengo profesionalmente en muchos casos en los que la decisión de una empresa de rescatar a otra, de comprarla, de reflotarla, de mantenerla depende de si tiene que seguir aplicando el convenio colectivo o no, y si tiene que seguir aplicándolo, desde luego no la reflota, deja que se hunda y en su caso ya luego se verá. Entonces la modificación del convenio colectivo en ocasiones es fundamental para la supervivencia de la empresa y yo creo que el artículo 65 ahí tendría que ser algo más ambicioso y establecer alguna posibilidad de liberarse de las constricciones que un convenio colectivo pueda tener para la supervivencia y para las posibilidades del mantenimiento de una empresa. El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Durán, por este esfuerzo de síntesis que sin duda comprende que es imprescindible para nuestros trabajos. Por el Grupo Parlamentario Popular, que es el solicitante de la comparecencia, señor Ayala. El señor AYALA SÁNCHEZ: Muchas gracias, señor Durán, por su exposición y también en su comparecencia aquí en su condición de catedrático de Derecho Laboral; como tal nos ha dado su opinión, que también nos permite a los ponentes de esta ley tan importante tener la visión específica de una persona que tanto en su actividad profesional práctica como también académica se dedica a los temas del derecho laboral. Algunas de las intervenciones que hemos tenido aquí durante estos tres días son trascendentales a la hora de considerar la incidencia de los trabajadores y la intervención de éstos en el proceso de salvar a una empresa en crisis, porque, como usted también ha dicho, con esta Ley se trata de regular las situaciones patológicas en las que se encuentre una empresa. Como digo, sus opiniones son de trascendental importancia en cuanto al mantenimiento o no del texto actual del proyecto de ley. Desde ese punto de vista me parece muy importante destacar su rotundidad a la hora de significar que la jurisdicción única es elemental. Ese ha sido el calificativo que ha utilizado y yo creo que debe ser destacado porque es un tema que se ha debatido aquí extensamente. También le quiero agradecer su valoración e incluso su crítica sobre determinados aspectos del proyecto de ley que deberían ser mejorados, así como sus aportaciones, que yo, desde la representación del Grupo Parlamentario Popular, le agradezco muy sinceramente. Usted ha hablado de la intervención del trabajador en el proceso concursal de la empresa. Lo ha matizado, no ha entrado al trapo, en términos taurinos —y discúlpeme la expresión—, y a nosotros nos gustaría que concretara un poco más porque esta mañana el máximo representante de la Unión General de Trabajadores, el señor Méndez, nos ha formulado la propuesta de que en el artículo 26 se incorporara como administrador o como interventor —con independencia del nombre que posteriormente se le dé— un representante de los trabajadores. Entraríamos en lo que también otro compareciente ha dicho posteriormente, en el concepto de cogestión de la empresa, que abre todo un abanico de circunstancias difíciles de valorar, porque estamos hablando de la responsabilidad de la administración judicial, de las cuales, si entramos en esa participación de los trabajadores, no podríamos sustraerla. Usted parece que se queda un poquito antes, en un conocimiento de algunas de las determinaciones no sé si de la administración, no sé si de decisiones judiciales y entonces me gustaría, si fuera tan amable, que profundizara un poco. Por último, ha entrado en el tema de las prelaciones de créditos y su bondad o no bondad. A mí me gustaría matizarlo en cuanto a lo que ha supuesto de ligeras modificaciones con respecto a la legislación todavía vigente, si cree que son acertadas en cuanto a la posibilidad del interés gordiano que mueve toda la ley, que es la continuidad tanto de la empresa como de los puestos de trabajo. Volviendo a agradecerle su intervención, que ha sido muy útil para todos nosotros, nada más y muchas gracias. El señor PRESIDENTE: Señora Uría, por favor. La señora URÍA ETXEBERRÍA: Sólo intervengo a los efectos de que quede constancia en el «Diario de Sesiones» del agradecimiento del Grupo Vasco al señor Durán López por su interesante aportación. Siendo como es catedrático de Derecho Laboral, nos ha arreglado, si se me permite la expresión coloquial, o nos ha puesto sobre la pista de alguna solución para lo que a 20174 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO nosotros más nos importa, sostener el interés por lo social y la aplicación de parámetros de derecho laboral pero dentro del mantenimiento de la figura del juez único, que nos parece un buen hallazgo. Por cierto, pediremos también que cambie su denominación para hacer justicia a la doble condición que ha de tener, también de experto conocedor del derecho laboral. Hemos tomado buena nota de sus aportaciones y las tendremos en cuenta. El señor PRESIDENTE: Señor Silva, por favor. El señor SILVA SÁNCHEZ: Muchas gracias al compareciente porque, como comentaba la portavoz del Grupo Parlamentario Vasco, algunos grupos estamos a favor del mantenimiento de esa unidad de jurisdicción, podríamos llamar del juez de lo mercantil, y entendemos que eso no debía ser incompatible con la traslación o la aplicación de normas de derecho laboral y además con aspectos de procedimiento también laboral y, por lo tanto, desde esa perspectiva su opinión tendrá un tremendo interés. Le querría preguntar por la bondad o no bondad del artículo 64 con relación a los contratos del personal de alta dirección y esta función moderadora o supermoderadora que se atribuye al juez de lo mercantil. Pienso que se refiere a supuestos en algunos casos ordinarios, en otros me imagino que ya de blindajes. La propia jurisdicción social en algunos casos ha aplicado principios generales del derecho. Querría saber su opinión sobre la atribución al juez de lo mercantil en este caso de esta facultad de moderar indemnizaciones, lo que no ocurre con otro tipo de contratos o de relaciones jurídicas que pueden verse afectadas también por el concurso. El señor PRESIDENTE: Señor Sánchez Garrido, por favor. El señor SÁNCHEZ GARRIDO: Voy a formular unas preguntas al compareciente y mi compañero Carlos Navarrete a continuación le hará alguna otra. Lógicamente, mis primeras palabras tienen que ser de bienvenida y de agradecimiento al señor Durán por la exposición que nos ha hecho y que en algunos casos mi grupo parlamentario y yo compartimos y en otros casos, no, como pasa en el mundo del derecho. Esto no son dos y dos son cuatro; es la interpretación de la norma y gracias a Dios eso nos permite vivir en una sociedad plural. Comparto con usted totalmente la denominación del juez. Creo que la denominación del juez de lo mercantil no es afortunada aunque es cierto que está recogida en el Pacto por la reforma de la justicia; no obstante no debe ser tan estrecho en esa interpretación este pacto como para no modificar el nombre. Juez del concurso me parece que es el nombre correcto, como usted muy bien ha dicho; no va a abarcar toda la materia de lo mercantil, tiene otras limita- ciones y va a tener la competencia que realmente tenga como una especialización dentro del orden civil, que es lo que es. Estoy de acuerdo plenamente en esto y también en la idea que hemos manifestado de que una representación legal, la que sea, de los trabajadores es importante que esté dentro de la Administración judicial. Esto es interesante. No cabe duda que los créditos de los trabajadores tienen la importancia que tienen dentro del concurso y deben tener una representación. Ya se determinará el número de trabajadores al que afecta, etcétera, pero lo importante es la idea, y a mí me parece que es acertada y la comparto plenamente. En cuanto a los dos grandes temas en que ha dividido usted su intervención, discrepo, y permítame que discrepe un simple diputado nada menos que con un catedrático de Derecho Laboral. Me voy a permitir fundar un poco mi discrepancia, porque es muy importante para todos que esté usted hoy aquí. En el tema de los créditos, usted sabe mejor que yo que desde el año 1926, con el Código del Trabajo, en 1931, en el año 1944, con las leyes de contrato de trabajo, en el año 1976, con la Ley de relaciones laborales, y en el año 1980, con el estatuto, los créditos de los trabajadores han tenido un trato preferente. Esto no es que lo diga yo o que lo diga mi grupo, es que es así, la historia es así. Ese ámbito preferencial que da la ley a los trabajadores ha sido ratificado, como usted muy bien ha dicho, por el Convenio 173, me parece que es, del año 1992, ratificado por el Gobierno español en el año 1995. Ese convenio yo entiendo que obliga porque está dentro de lo que dispone el artículo 96.1 de la Constitución española. La Constitución española dice que los tratados internacionales han de respetarse y han de cumplirse. Desde ese punto de vista, los créditos salariales, los créditos que hacen referencia al ámbito de lo social, deben tener un trato mejor que el que tienen. Si usted se acuerda, solamente los créditos refaccionarios tienen un privilegio especial. No son los más importantes porque, como ya hemos dicho, y se lo dije al señor Olivencia, precisamente el crédito refaccionario, que tiene el privilegio especial, es el de más difícil cobro. ¿Por qué? Porque no es inscribible en el registro, como la prenda y la hipoteca y por lo tanto se puede uno salir por la tangente. De los otros, unos han pasado a tener privilegio de carácter general y otros están en la masa. Usted ha dicho una cosa que es importante y que también comparto: hay una discriminación negativa en favor, por ejemplo, de los contratos de alta dirección. Los contratos de alta dirección pueden ser hechos efectivos, dice la ley, inmediatamente, salvo que el juez ordene que se difiera el pago ¿Y por qué? Eso no es justo. Por historia, por tradición, porque viene en la norma, el crédito salarial tiene que tener un privilegio que ahora no se le reconoce. Otro tema. Yo estoy a favor del juez universal y único, pero hay que reconocer que, dentro de la propia ley orgánica, ya se hace una distinción con otras juris- 20175 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO dicciones. Esto no es una invención. La propia ley orgánica dice que los procedimientos contenciosoadministrativos y los penales seguirán su curso en su jurisdicción con la simple participación, por delegación del juez, de la Administración judicial en dichos procedimientos. Nosotros estamos pidiendo algo similar: que los procesos declarativos, exclusivamente los procesos declarativos, se tramiten en su primera fase con una representación incluso de la Administración judicial, si se considera procedente, en los juzgados de lo social. Eso no va a perjudicar al juez de lo mercantil o al juez del concurso. Cómo voy a creer yo que el juez del concurso no va a ser un hombre sensible y preparado, pero desde luego no va a tener la especialización que tiene un juez de lo social. Eso sí que no me lo puede negar nadie, eso sí que no me lo puede discutir nadie. Cómo no voy a creer yo en la capacidad del juez de lo mercantil. Pues claro que sí. El señor PRESIDENTE: Señor Sánchez Garrido, su discurso es precioso, pero le ruego que abrevie en lo posible. Nada más lejos de mi ánimo que impedirle su exposición, pero le rogaría brevedad. El señor SÁNCHEZ GARRIDO: Y quisiera decirle que estoy de acuerdo en que el juez de lo mercantil lleve las ejecuciones, excepto las que no tengan carácter patrimonial. Hay algunas que no tienen carácter patrimonial y no tiene sentido. Perdone usted que yo haya disentido en esos temas. Usted se ha planteado algunas dudas. El artículo 7, apartado 2, establece la competencia exclusiva y excluyente en las extinciones, modificaciones y suspensiones de los contratos de trabajo colectivas y sin embargo las individuales las ve el juez de lo social y hay algunas veces que las individuales, y usted lo sabe muy bien, tienen un contenido patrimonial tan importante como puedan tener algunas colectivas pequeñas. Ahí discrepo, pero de todas formas le agradezco muchísimo su intervención. El señor PRESIDENTE: Señor Navarrete, por favor. El señor NAVARRETE MERINO: Agradezco también en primer lugar la presencia de este ilustre compareciente. Los que hemos estado en contacto con la aplicación del derecho, cuando hemos rozado estos temas de la insolvencia provisional o definitiva siempre hemos tenido la sensación de que estábamos contemplando algo más que de lo que aparentemente se veía. Las situaciones de insolvencia son como ese juego de las cajas rusas donde dentro de una caja hay otra y dentro de esa hay otra y así hasta el infinito ¿Por qué digo esto? Porque las situaciones de insolvencia tienen una capacidad de contagio extraordinarias. Y los procedimientos concursales, los de antes y los que apuntan a ser los futuros procedimientos concursales, sólo resuel- ven una de las facetas, una de las dimensiones del problema. Hay una empresa que quiebra, que es declarada insolvente o que está en suspensión de pagos y una serie de acreedores de esa empresa, los cuales van a ver minorada su capacidad patrimonial y, como consecuencia de la aminoración de la capacidad patrimonial, en el supuesto de la quita o de la iliquidez en el supuesto de la espera, esa situación se va a transmitir a las empresas que a su vez son clientes o suministradores de las empresas que forman la masa de la quiebra ¿Qué solución nos ofrece para esto el ordenamiento jurídico? Nos ofrece la solución de que los acreedores del insolvente se van a poner de acuerdo para buscar la solución menos dolorosa, menos traumática, a costa de una pérdida de liquidez o de una pérdida patrimonial definitiva, pero no hay solución para las personas que a su vez son clientes o suministradores de estos acreedores. ¿Qué podría ofrecer el ordenamiento jurídico? Pues yo pienso que lo que podría ofrecer el ordenamiento jurídico es una fórmula, que ya se ha ensayado cuando los insolventes eran personas muy importantes, personas jurídicas muy importantes, que es crear un instrumento jurídico ad hoc, llámese el cliente como se llame, y consecuentemente la ley de suspensión de pagos. Tenemos en nuestro ordenamiento jurídico reciente la creación del fondo de depósitos bancarios. Tenemos también en nuestro ordenamiento la fórmula del Fondo de Garantía Salarial. ¿Por qué no se introduce en el ordenamiento jurídico español un mecanismo que sea un fondo de garantía? No tiene por qué cubrir el cien por cien de los desperfectos que se van a originar en el patrimonio de los acreedores del insolvente pero sí podría contribuir a hacer que el daño fuera menor. Por consiguiente sería también mucho menor el daño que estos acreedores del insolvente van a repercutir sobre sus clientes y sobre sus suministradores. Me gustaría que me dijera usted si esto es una especie de sueño de una noche de verano o es algo que podría constituir una solución para algo. Voy a terminar. Usted ha hablado de dos cosas que a mí me han producido un cierto repelús. En general, debo decirle que cada vez que oigo hablar de rigidez me parece que se está anunciando la muerte de algo, entre otras cosas la muerte del derecho del trabajo. Yo creo que hay muchos oficiantes en las exequias que actualmente se celebran del derecho del trabajo. Se caracterizó por la vigencia del principio prooperario como elemento de compensación a una situación de inferioridad contractual en el mercado de trabajo del trabajador y hoy estamos asistiendo a que todas aquellas elucubraciones que rodeaban a este principio, que es el verdaderamente generador del derecho del trabajo, tienen el sentido contrario, hay que velar por la empresa. Aquí no cabe decir: el rey ha muerto, viva el rey. Hay que decir: el derecho del trabajo ha muerto, viva el derecho de las empresas que le van a sustituir. Y me ha causado extrañeza cuando usted ha hablado de que esta rigidez hace 20176 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO conveniente un nuevo procedimiento extintivo que hay en la ley y que lamentablemente lo que no existe es un procedimiento para modificar los convenios colectivos, que evitarían seguramente la insolvencia de muchas empresas. Los convenios colectivos se negocian responsablemente y desde luego sería un irresponsable el que negociara un convenio colectivo que termine siendo la causa de la muerte de la empresa. Por otra parte, no veo la necesidad de que haya un nuevo procedimiento extintivo, cuando siempre la quiebra del empresario ha sido una causa de extinción del contrato de trabajo. Sobre esa segunda cuestión le formulo mi extrañeza y ojalá que con sus explicaciones ya me pueda sentir más tranquilo. El señor PRESIDENTE: Señor Durán. El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO LABORAL DE LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA (Durán López): Esto daría para un debate interminable y como el presidente, entre otras cosas, no me lo va a permitir, procuraré ser lo más breve posible. Quiero sobre todo que nadie se vaya intranquilo por mis palabras, pues nada más lejos de mi deseo. En relación con las primeras intervenciones, lo que yo he planteado y creo que debe buscarse la vía, como decía el señor Sánchez Garrido, es garantizar un papel en la tramitación del concurso a la representación legal de los trabajadores. No creo que haya que ir a una cogestión. No creo que la vía sea necesariamente la del articulo 26. Sin llegar a ese extremo, hay que garantizar el papel a lo largo de toda la fase de tramitación de los concursos de la representación legal de los trabajadores. No de los trabajadores como acreedores que cada uno tiene. La representación legal de los trabajadores, que tienen un interés colectivo, específico, a la percepción de sus créditos y al mantenimiento de la empresa y de los puestos de trabajo. Creo que a eso hay que buscarle fórmulas; para eso estamos, para eso están ustedes más que yo, que se puedan conseguir. Yo recuerdo, supongo que lo manejarán ustedes, que el dictamen del Consejo Económico y Social sobre el anteproyecto de ley hacía referencia específicamente a este punto. Respecto al tema de la prelación de los créditos, que se ha tratado con posterioridad; la protección de los créditos laborales fuera del concurso se mantiene en los mismo términos. Lo único que cambia es la protección a los créditos laborales en el concurso. Dicho esto, a mí me parece que el tratamiento que se le da es un tratamiento globalmente razonable, lo cual no significa que no haya muchos puntos concretos que susciten dudas y que haya que tratar de aclarar. Establecer un privilegio especial para más créditos laborales es complicado. El crédito especial, por su propia naturaleza, es sobre bienes concretos. Habría que designar bienes concretos, porque cuando hay una hipoteca se sabe cuál es el bien hipotecado y cuando hay algún otro tipo de garantías, también. En el crédito refaccionario, a pesar de que efectivamente es más teórico que real, se sabe cuál es el bien o se puede saber cuál es, pero es muy difícil establecer un privilegio especial para créditos laborales genéricos. La cuestión estaría probablemente en perfeccionar el tratamiento de los créditos laborales con privilegio general y sobre todo la vía estaría probablemente también en reformar el artículo 153. Habría que ampliar los créditos laborales protegidos por el mismo. De esa manera se conseguiría probablemente una regulación más razonable del crédito salarial en el tratamiento del proyecto de ley. Los contratos de alta dirección, el artículo 64. Efectivamente, aquí hay una facultad de moderación del juez, de las indemnizaciones pactadas, de los blindajes, que yo creo que es importante. También hay que recordar (alguien lo ha dicho; no recuerdo en este momento quién) que el juez social, en algunas ocasiones, ha utilizado el criterio de que la indemnización pactada para el alto directivo es una cláusula penal y como toda cláusula penal es moderable por el magistrado. No hay aquí ninguna novedad, pero sí es importante. Permítanme ustedes que yo ahora haga una pequeña digresión, porque formo parte de la comisión que tiene el encargo de elaborar una propuesta respecto de la transparencia del mercado y el buen gobierno de las empresas y este es uno de los temas precisamente que se plantea, hay que sentar un principio general en virtud del cual lo que no puede ser es que a la empresa le vaya mal y a los directivos les vaya bien. Eso no puede ser. Si a la empresa le va mal, a los directivos les tiene que ir mal y no puede permitirse que les vaya bien. En que para los contratos de trabajo comunes eso no sea posible no estoy tan de acuerdo. Depende de cómo se interprete el 63.3. Si el 63.3 se interpreta en el sentido de que el juez puede fijar la indemnización legalmente establecida saltándose las indemnizaciones pactadas en convenio colectivo, estamos en las mismas. Hay convenios colectivos y hay acuerdos de empresas que establecen, para un supuesto de extinción colectiva o para determinadas circunstancias, indemnizaciones superiores a las previstas en la ley; en vez de 45 días, 60; en vez de 20, 40, etcétera. Si el juez puede fijar la legal directamente, que digo que es un problema interpretativo, entonces estamos en las mismas; también el juez está ahí moderando las indemnizaciones. En la denominación del juez de lo mercantil, completamente de acuerdo. Y la representación legal de los trabajadores no lo he estudiado a fondo, pero habría que buscar procedimientos para garantizar esa presencia y ese protagonismo. Yo creo que no se quiebra el principio histórico de protección de los créditos salariales con esta normativa. Probablemente es una normativa que hay que perfeccionar, hay que dar mayor juego al 153, a los créditos garantizados por esa vía y a los créditos laborales con privilegio general. Y hay que tener en cuenta que los créditos laborales que se devenguen durante la tra- 20177 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO mitación de los concursos son deudas de la masa y por tanto se pagan directamente con cargo a los bienes correspondientes. Respecto del juez único, lo que es importante es que el procedimiento sea realmente universal. Dicho eso, tengo que decir que eso se puede conseguir con un juez único y con más de un juez. Hay la posibilidad de establecer jueces que conozcan de una manera subordinada, eso sí, cuestiones específicas y que se establezcan las reglas de coordinación entre ellos. Ningún problema. Se buscarían las fórmulas técnicas para que se mantenga el conocimiento por el juez de lo social de determinadas materias, pero, eso sí, estableciendo unas reglas de coordinación y que haya un procedimiento principal y otros procedimientos subordinados. Es un problema que me parece menor y que técnicamente s puede solucionar y no creo que haya una discrepancia de fondo entre lo que yo estaba defendiendo y lo que él defendía. Respecto de la intervención del señor Navarrete, por último —creo que no me dejo nada—, me parece una buena idea lo del fondo de garantía; un fondo de garantía de insolvencias empresariales, que tuviese la finalidad de paliar. Desconozco, técnicamente, si el costo sería asumible y cómo se podría repartir, pero, como idea, es una idea razonable y que daría una cierta seguridad al mercado. No sé si sería instrumentalizable y si esta es la ley para eso. Y ha hecho también un planteamiento de mayor calado filosófico en el que me voy a detener lo justo, para que pueda disipar esa intranquilidad, si es posible. La muerte del derecho del trabajo. Dice que, cuando oye hablar de rigidez, le viene a la cabeza la muerte del derecho del trabajo. Yo recuerdo que los sindicalistas hace unos años decían: Cuando oigo hablar de flexibilidad, me echo mano a la cartera. (Risas.) Todas estas son cosas que todos hemos oído durante mucho tiempo. Lo que sí está claro es que la normativa laboral ha estado inspirada en un principio fundamental, desde el código de 1926 hasta el Estatuto de los Trabajadores. El Estatuto de los Trabajadores es una norma que hunde sus raíces en la Ley de contratos de trabajo de 1931, de norma moderna nada; estamos celebrando su vigésimo aniversario. Es una norma más antigua que... iba a decir una expresión, ya que yo soy andaluz, pero me la callo. Una norma muy antigua. El problema es que eso hay que cambiarlo, porque eso no está adecuado a la realidad ¿Eso significa que el derecho nuevo tiene que ser un derecho protector de la empresa y desprotector de los trabajadores? No, lo que pasa es que la protección de los trabajadores tiene que ser adecuada a las circunstancias actuales. Yo siempre pongo el ejemplo en estos debates, y con esto termino, señor presidente, de la línea Maginot francesa. La línea Maginot era una línea defensiva estupenda, cuando el peligro para el territorio nacional venía de las grandes oleadas de infantería. Ese hoy no es el peligro. ¿Desmantelar la línea Maginot es atentar a la sagrada defensa de la patria? Pues no; es que hay que defenderla de otra manera. Con los derechos de los trabajadores, lo mismo. No se puede seguir defendiendo los derechos de los trabajadores como si estuviésemos en una sociedad preindustrial del siglo antepasado, que es en la que hunde sus raíces el Estatuto de los Trabajadores. Y por último, en esa línea, yo creo sinceramente que establecer un procedimiento para modificar el convenio colectivo es crucial. Si ustedes me permiten que yo les dé mi opinión sincera sobre estos temas, de poco van a servir todas las normas que aquí se establecen respecto de un régimen laboral especifico en los supuestos concursales si no se abre una vía (y yo no digo una vía arbitraria; con el acuerdo de los representantes, por la vía negociada, lo que sea) para modificar el convenio colectivo. Usted dice que los convenios se negocian responsablemente. Sí o no. Hay empresas en cuyo origen de las dificultades económicas está un convenio colectivo irresponsablemente negociado, que conlleva unas contrapartidas económicas inasumibles a medio y a largo plazo. A eso hay que hacer frente y, como lamentablemente el convenio colectivo en España sigue teniendo un valor normativo, es considerado como una norma jurídica —y dicho sea entre paréntesis, es un invento mussoliniano que no existe en ningún país del mundo y es una norma para toda la vida que no hay manera de cambiar—, yo creo que es elemental establecer un procedimiento en el que la regulación convencional se pueda adaptar, para que la empresa pueda sobrevivir. Eso sin demérito de las garantías que hay que establecer para los trabajadores, que yo soy el primero en defender. Pero, en fin, esto nos llevaría muy lejos y no estoy autorizado a abusar de su paciencia. El señor PRESIDENTE: No ha abusado usted nada, señor Durán, sino que creo que ha sido muy útil su comparecencia para las señoras y señores diputados y que serán consideradas como se merecen las opiniones que ha dejado vertidas, por lo que le reiteramos nuestra gratitud y deseamos que se presente en cualquier otro momento otra oportunidad de que nos venga a visitar. Muchas gracias. — DEL SEÑOR VICEPRESIDENTE DE PIMECSEFES (TORREDEMER GALLÉS). (Número de expediente 219/000451.) El señor PRESIDENTE: Señoras y señores diputados, vamos a reanudar la Comisión. Damos la bienvenida a don Joan Ignasi Torredemer Gallés, vicepresidente de PIMEC-SEFES, que comparece a instancia del Grupo Catalán de Convergència i Unió, rogándole nos disculpe por el retraso en el que estamos incurriendo y la espera a la que le hemos sometido. Eso le habrá dado oportunidad de familiarizarse con nuestros trabajos y de conocer ya cómo se desarrollan estas comparecencias. Tendrá unos minutos para trasladar a la Comisión una primera impresión de lo que usted considere 20178 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO que es fundamental que conozcan los señores diputados, después ellos harán sus preguntas y tendrá usted un segundo turno para contestarlas y eventualmente desarrollar alguna idea que no haya podido ser considerada en la primera parte. Señor Torredemer, tiene la palabra. El señor VICEPRESIDENTE DE PIMEC-SEFES (Torredemer Gallés): He de agradecerles en primer lugar la invitación cursada por la Mesa de la Comisión a PIMEC-SEFES, que, como ustedes saben, es la Confederación Empresarial en Cataluña de la Pequeña y Mediana Empresa, organización cúpula junto a Fomento del Trabajo Nacional. Desde el ámbito por tanto de la pequeña y mediana empresa pretendo centrar mi intervención. A fin de abreviar, prefiero iniciarla recordándoles exactamente los términos de la recomendación que acotan exactamente esta representación empresarial, recordando que la Comisión Europea señala que una empresa mediana es la que ocupa a menos de 250 personas, la empresa pequeña la que ocupa a menos de 50 y la microempresa a 10 personas. Señala para todas ellas también unos ámbitos respecto a volumen de negocio y balance general, en los que no me entretengo. Permítanme adelantar unos datos estadísticos extraídos por PIMEC-SEFES del Instituto Nacional de Estadística acerca de la tipología empresarial en España. En grandes trazos, podríamos decir que la gran empresa, la empresa de tamaño superior a los 250 empleados que he señalado inicialmente, sólo es un 0,13 por ciento y que las pymes, las pequeñas y medianas empresas, alcanzan en España el 99,87 por ciento. Dentro de las pymes, la empresa mediana ocupa el 0,75 por ciento, la pequeña empresa, el 5,08 por ciento y la microempresa, el 94,04 por ciento. En el ámbito de Cataluña podríamos decir que esos porcentajes son muy similares y no me voy a extender en ello. Conviene decirles que también hay algunas discrepancias respecto a estos datos estadísticos, por cuanto el Instituto Nacional de Estadística no utiliza exactamente los mismos parámetros definidos por la Comisión Europea al respecto. Estamos hablando en consecuencia de un colectivo de pequeñas y medianas empresas en toda España cercano a los tres millones de empresas, y 500.000 de ellas en Cataluña. Todas ellas se enfrentan al nuevo marco concursal, por cuanto ser empresario, como ustedes bien saben, significa asumir riesgo y tal riesgo puede comportar frustración de la iniciativa empresarial emprendida. Sin riesgo no hay empresarios, sin empresario no hay empresa. Ahora bien, sólo la empresa en crisis interesa al derecho concursal y afortunadamente frente al elevado número de pequeñas y medianas empresas referenciadas, reconocidas por todos como el principal factor de creación de riqueza y empleo, el número de empresas que solicitan los beneficios de la Ley de suspensiones de pagos o que se ven afectas a un expediente de quiebra es escaso a tenor de las estadísticas facilitadas por el Registro Mercantil central. En efecto, me permito recordar que en el año 2001 fueron sólo 627 el número de quiebras y suspensiones de pago habidas en España, situándose Cataluña en primer lugar de ese doloroso ranking alcanzando el 34,97 por ciento, seguida de Madrid con un 13,5 por ciento, el País Vasco con un 10,5 por ciento, Valencia con un 9,7 por ciento, Andalucía con un 6,75 por ciento, Aragón un 4,49 por ciento y Galicia un 3,42 por ciento. Dicha estadística, curiosamente, extendida en el período 1990-2001, que señala ya un total de 12.169 quiebras y suspensiones de pago en todo el territorio nacional, mantiene porcentajes similares a los dichos por cuanto señala para Cataluña el 35 por ciento de esos procedimientos, para Madrid el 14 por ciento, para el País Vasco el 11 por ciento, el 10 por ciento en Valencia, el 7 por ciento en Andalucía y el 4 por ciento en Aragón y Galicia. ¿Explica esta estadística realmente la verdadera proporción de empresas afectas a una situación concursal? Es evidente que no. En un escenario de 3 millones de pequeñas y medianas empresas es evidentemente irreal, no es un dato objetivo pensar que sólo se encuentran en situación concursal las 700 y pico empresas que nos desvela el Registro Mercantil central. Creo que más bien ese dato explica de una manera muy gráfica el fracaso del actual régimen concursal para dar solución a las empresas que enfrentan una situación de crisis. No disponemos de datos objetivos, pero no creemos equivocarnos al afirmar que todas ellas, las 627 quiebras y suspensiones de pago, son en realidad en su mayoría medianas empresas, es decir, dentro de la gama de las pequeñas y medianas empresas las que alcanzan mayor tamaño, por cuanto que las microempresas por lo general ni siquiera tienen cobertura societaria y, sin saberlo incluso, obtienen ahí los beneficios de salvar las responsabilidades tan rígidas que tanto la Ley de Sociedades Anónimas como la Ley de Sociedades Limitadas establecen para las compañías capitalistas en la fase preconcursal. Estoy hablando de los famosos artículos 262 de la Ley de Sociedades Anónimas y 105 de la Ley de Sociedades Limitadas que autorizados autores precisamente reivindican que deben suprimirse con ocasión de la promulgación de la ley concursal. En todo caso, sea cual sea el universo efectivo de empresas en crisis, dejando ya de lado la aproximación estadística que he intentado, es por todos aceptado que el marco legal vigente no favorece ni la recuperación de las empresas ni su liquidación rápida, justa y ordenada. No es necesario extendernos sobre todo ello, pues es sobradamente conocido por SS.SS. la incapacidad de nuestro derecho concursal vigente para ofrecer bajo la supervisión judicial un último intento para salvar la empresa y hacerla viable, así como una liquidación ordenada y equitativa para todos los acreedores afectos; lo explica bien la misma exposición de motivos del proyecto. Por todo ello, nos sumamos desde luego a cuantos aplauden la oportunidad y bon- 20179 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO dad de la reforma concursal largamente esperada por todos. La reforma ofrece, en efecto, un marco general más adecuado para la solución justa de la crisis económica de las pymes y celebramos los aspectos más relevantes del nuevo sistema: el objetivo principal de conservación de empresas, la determinación de los supuestos objetivos de concurso, la separación de los efectos sobre el deudor y el patrimonio, la flexibilidad y unidad de procedimiento, la modificación de los órganos del concurso, la mayor relevancia del juez, así como incluso la disminución de protagonismo por parte de la junta de acreedores. Esperanzadora es para nosotros la creación de una jurisdicción especializada o, mejor, de la especialización de juzgados que algunos sugieren en la materia, pues evitará la actual dependencia de los jueces que conocen de los procedimientos concursales, básicamente de sus órganos auxiliares, por lo común economistas y abogados, que son quienes en realidad resuelven la mayor parte de las cuestiones que se plantean en el proceso. La experiencia demuestra que la actuación de los jueces en los actuales procedimientos concursales es pasiva, de mera supervisión o ratificación de las propuestas o informes que emiten los órganos auxiliares, y en la designación de éstos la influencia de los acreedores más representativos —generalmente agrupados o sindicados— es determinante, circunstancia que distorsiona la finalidad del proceso y aboca a las empresas hacia la liquidación sin efectivo respeto al principio de la pars conditio creditorum. Es generalmente admitido que una de las razones del fracaso de nuestro viejo sistema concursal es la actuación de los órganos de la quiebra y los grupos sindicados de acreedores que son comunes y están presentes normalmente en todas ellas. Respecto a la atribución de conocimiento exclusivo y excluyente de las cuestiones declarativas de trascendencia patrimonial a los juzgados de lo mercantil no voy a extenderme. Coincido con los comparecientes que me han precedido; también es vista desde luego muy favorablemente. Previamente se me ha comentado que había creado preocupación en el seno de la asociación empresarial el período transitorio, pero me han comentado que ese tema también queda resuelto por cuanto que preocupaba y se aconsejaba mantener en el orden social actual mientras no se creen los juzgados mercantiles. El concurso se aplaude también a través del proyecto por cuanto se presenta ya como un procedimiento de castigo, infamia y consiguiente desaparición del empresario que defraudó el crédito pues pretende, haciendo suyo el principal objetivo del derecho concursal moderno, sanear y conservar la empresa en crisis para satisfacer después a los acreedores. Ahora bien, pese a este planteamiento positivo y de conservación, un flaco favor se hace a las pymes si el concurso contempla resquicios represores o de inseguridad jurídica para el empresario pues está lejos de facilitar la regeneración de las empresas si la solución pasa por la imposición de mayores responsabilidades, sanciones o incertidumbres. Si se pretende sanar, curar y rehabilitar, la ley no debe fundarse sólo en el principio de conservación de empresa sino también en el de conservación del empresario, verdadero protagonista en el ámbito de las pymes —tal vez no en las grandes empresas— de esa creación de riqueza y empleo que unánimemente se le reconoce. Se dice en Norteamérica que las únicas sanciones para el empresario que ha caído en el infortunio son el insomnio, las úlceras y el Valium, y a nosotros nos parecen suficientes porque las conocemos. Es evidente que el concurso no ha de ser una patente de corso para el empresario deudor; una cosa es que se defienda la continuidad y que se eviten tormentos y otra cosa es que la persona del mal administrador o del empresario no sufra consecuencia alguna. De hecho, no obstante atemperarse por el proyecto los tradicionales efectos de la insolvencia sobre el deudor suprimiendo aquellos de carácter regresivo por imperativos de la Constitución —y no me refiero a la intervención de comunicaciones, deber de residencia, arresto domiciliario—, sí que aparecen aspectos preocupantes al menos que desdibujan o presentan cierta inseguridad para el empresario. Es objeto de preocupación la facultad que se otorga al administrador judicial en el artículo 47 que le legitima en concreto para presentar sin fiscalización alguna acciones de responsabilidad frente a los administradores. No olvidemos que los administradores de las pymes suelen ser al tiempo los empresarios; no hay distinción muchas veces sobre todo en las de menor tamaño entre unos y otros, y eso es relevante a la hora de determinar las responsabilidades; por otro lado, en el embargo de bienes, que se determina ante la fundada posibilidad de calificación culpable y de masa activa insuficiente para todas las deudas, tanto los créditos concursales como los créditos contra la masa y tanto para los administradores de derecho como los de hecho, circunstancia ésta que ha de presentar lógicamente muchos problemas, como mínimo preocupación. Sin extenderme, también podemos tratar lógicamente la calificación del concurso (regulada en los artículos 162, 163 y 164) y la figura de los cómplices, etcétera. Conocen bien SS.SS. que España no es precisamente un paraíso de responsabilidades para el empresario, porque el empresario se enfrenta aquí a importantes responsabilidades en todos los ordenes, tanto penales, administrativos, como civiles. El derecho español es puesto como ejemplo en responsabilidades por su desmesura. Si se trata de incentivar pleitos, aunque obviamente no se trata de eso, dada la elevada cifra de colegiados existente en España, los artículos societarios que mencionaba anteriormente son señalados como una mina, no tenemos por qué hacer más extensivos… El señor PRESIDENTE: Señor Torredemer, le ruego que abrevie lo más posible esta primera parte. 20180 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO El señor VICEPRESIDENTE DE PIMEC-SEFES (Torredemer i Gallés): Termino en seguida. No añadamos más sustos a través de la sección 5.ª, a través de los administradores de hecho, de los cómplices, de los embargos preventivos o de la fiscalización insuficiente. Por otro lado, hay que valorar las circunstancias que han de rodear a un juzgado mercantil que ha de atender a todos los problemas y las dificultades a las que se enfrentará para resolver las responsabilidades para los administradores, los liquidadores, etcétera, tramitando todo ello junto a expedientes de regulación de empleo, aranceles y dietas de la Administración judicial, acciones de acreedores, etcétera. Finalmente, quiero hacer una reflexión. A partir del desarrollo de las normas estatales complementarias de la sociedad anónima europea, después del día 8 de octubre de 2004 los distintos Estados de la Unión Europea están en competencia —como bien nos recuerda— respecto a materias de responsabilidad. Los empresarios españoles, las grandes empresas y los capitales extranjeros que pretendan estructurar grupos de sociedades al amparo de esta figura podrán determinar dónde domiciliarán estas sociedades, y sin duda uno de los criterios que tendrán presente será los distintos regímenes de responsabilidad que existan en cada uno de los países. En esta exposición me he limitado básicamente a dar la bienvenida a la nueva ley concursal, sin entrar en el análisis pormenorizado de todo el texto, porque supongo que ustedes no esperaban que entrara en ello, básicamente por lo que supone de despedir a la anterior ley y los problemas que ella conllevaba. Muchas gracias. ilustrado sobre la necesidad o no de que los créditos de la Hacienda pública sean privilegiados, incluso sobre el famoso derecho de separación, por lo que mi grupo no deja de tener la preocupación de que al final aquí los únicos que no cobran, por decirlo de alguna manera, o los últimos en cobrar son realmente los proveedores, con todo lo que ello supone. En primer lugar, hay que tener en cuenta que los créditos de los proveedores son también los créditos de sus trabajadores, y en este sentido es un aspecto muy importante; y, en segundo, por descontado, por lo que supone para el tejido productivo y para la posibilidad de quiebras, de concursos o de insolvencias en cadena, lo que puede determinar la posición que tengan los créditos de los proveedores. Por tanto, le pediría que hiciera una reflexión sobre la situación ordinaria en que se encontrarán las empresas representadas por su organización, que obviamente no son titulares de créditos públicos, no son Hacienda, no son la Tesorería de la Seguridad Social, no son los trabajadores, sino que son empresarios que prestan suministros o servicios a otros. Si puede, querría que nos hiciera una valoración de las medidas que contiene la ley para potenciar el concurso necesario y para favorecer que un acreedor inste el concurso de otro atribuyéndole, bien sea con una preferencia de su crédito o bien sea formando parte de la Administración judicial. Por decirlo de otra manera, ¿tiene un acreedor realmente interés en formar parte de esa Administración judicial? ¿Es más una carga que un beneficio? ¿Otorga realmente garantías? ¿Puede confiar el acreedor en el administrador judicial, en el abogado, en el economista, en el auditor o en el profesor mercantil? ¿Es realmente una situación interesante para los acreedores estar allí presentes o no? El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Torredemer. Señor Silva. El señor SILVA SÁNCHEZ: Muchas gracias, señor Torredemer, vicepresidente de PIMEC-SEFES, porque es perfectamente consciente del interés con el que el Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) atiende y escucha el criterio de su organización. Tengo que decir que nos ha parecido muy interesante el planteamiento que ha efectuado, que ha estado muy concentrado en el tema de la responsabilidad, porque complementa otras intervenciones de otros comparecientes que han obviado este tema. Por razón de tiempo le voy a formular una única pregunta muy concreta. Si desde el punto de vista de la organización PIMEC-SEFES o desde su propio criterio entiende que los créditos de los proveedores están bien tratados en el proyecto de ley. Se lo digo porque a lo largo de estos días hemos podido comentar muy bien —y se nos ha ilustrado muchísimo— acerca de la condición de los créditos laborales. Ha habido comparecientes que en nombre de Hacienda también nos han El señor PRESIDENTE: Señor Sánchez Garrido. El señor SÁNCHEZ GARRIDO: Muchas gracias, señor Torredemer, por su comparecencia. Quisiera preguntarle sobre una cuestión que hemos debatido aquí y conocer su opinión sobre dos temas, ya que representa usted nada menos que a la pequeña y mediana empresa y por la importancia que tiene en este país, como usted ha expresado muy bien y además nadie ponemos en duda. En primer lugar, qué importancia le dan ustedes al convenio anticipado y, en segundo lugar, ante la posibilidad que nosotros hemos tratado aquí precisamente pensando en las pequeñas y medianas empresas de ver si la determinación del pasivo en el procedimiento abreviado, si cree que se debería aumentar, porque consideramos que es absolutamente insuficiente con los 300.000 euros. Aquí ha habido comparecientes que nos han dicho 2 ó 3 millones de euros, lo que parece una cantidad más real y acorde con los tiempos en que vivimos. 20181 El señor PRESIDENTE: Señor Ayala. 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO El señor AYALA SÁNCHEZ: Muchísimas gracias, señor Torredemer. El motivo de su comparecencia y la razón de ser de la misma la ha dejado usted perfectamente expuesta en su primera intervención, y con independencia de tener conciencia, como ha dicho el señor Sánchez Garrido, de la transcendencia y la importancia que en España tiene la pequeña y mediana empresa ha sido muy bueno que usted ponga el énfasis en las cuestiones que nos ha destacado, sobre todo en cuanto a la desaparición de un sistema, no solamente de la legislación antigua, sino a los malos hábitos del sistema antiguo, lo que ha dado lugar al repudio absoluto de la fórmula y del sistema. Curiosamente, las preguntas que mi grupo le quería formular coinciden en lo sustancial con las que le han formulado los representantes de otros grupos políticos. En ese mismo orden de preguntas, quisiera hacer dos matizaciones. En primer lugar está la relativa al juego, cómo ve usted el juego del ejercicio del derecho de separación de los créditos públicos, de la Hacienda pública y de la Seguridad Social, que al parecer pueden ser otro acreedor más, igual que los solidarios, y, en segundo lugar, la ausencia de liquidez que comporta en ese momento por ese derecho de separación, con el carácter prácticamente de subordinado que puedan tener los créditos que se consigan en el convenio que se formule como consecuencia de la viabilidad empresarial. Es decir, no sé si sabe que el último apartado del artículo 99 no le reserva ninguna prelación a los créditos que se concedan al concursado para financiar su plan de viabilidad, porque tendrán que satisfacerse después de los privilegiados y de los ordinarios. Por tanto, quisiera saber si ese juego lo cree usted gravoso a la hora de que ese plan de viabilidad tenga eficacia y de que alguien le dé un crédito que no vaya a tener ningún tipo no sólo de privilegio, sino incluso de prerrogativa. Por lo que se refiere al tema del convenio anticipado —el representante del Grupo Socialista le ha preguntado por ello—, querría saber su opinión acerca de la imposibilidad de que los convenios sean extrajudiciales o vayan más allá de los límites estrictos del proyecto de ley. Hoy en día existen convenios en fraude de acreedores —eso es una evidencia—, pero de ahí a que no pueda acordarse ningún tipo de solución con independencia del régimen procesal establecido hay una distancia. Quisiéramos saber también cuál es su opinión acerca de si debe producirse la absoluta y total desaparición de esa posibilidad o no. El señor PRESIDENTE: Señor Torredemer puede contestar cuando desee. El señor VICEPRESIDENTE DE PIMEC-SEFES (Torredemer i Gallés): Son varias las preguntas que me han realizado y, si me lo permiten, las contestaré en orden inverso sin que ello signifique desatención alguna. Respecto a los convenios extrajudiciales, cualquier solución que acabe con el proceso tiene que ser buena y aceptada dentro del concurso o fuera de él. La perspectiva que intentaba trasladar aquí es que es importante salvar al empresario. El empresario es creador de riqueza y de empleo, es creador de empresas. Los actuales procesos concursales queman al empresario, lo agotan, ellos se acaban en el proyecto inmersos en la cantidad de fatalidades que realmente les ahuyentan a la hora de iniciar más procesos empresariales. Eso hay que evitarlo. Hay que reconocer que el fracaso empresarial forma parte de la experiencia humana, evidentemente —como he dicho—, dejando a salvo las cuestiones que tienen que estar castigadas por el Código Penal como, por ejemplo, la culpa contractual. Personalmente, pienso que cualquier mecanismo debe ser acogido. Respecto a los créditos privilegiados y las posiciones, me muestro en el sentido en el que se pronunciaba en la intervención del señor Sánchez Garrido. Soy contrario a los privilegios a Hacienda pública y a la Seguridad Social. La empresa y sus trabajadores han ido recogiendo a lo largo de la existencia ese esfuerzo empresarial, por lo tanto en ese sacrificio final tienen que compartir igual criterio que el resto de los acreedores. En cambio, sí defiendo un papel de privilegio (en una medida que no sé concretar ahora) para los trabajadores que han compartido ese esfuerzo empresarial, y de manera concreta en el segmento de pequeñas y medianas empresas. Por tanto, los privilegios han de orientarse a ese esfuerzo, pero en la medida en que faciliten la recuperación y la viabilidad. Contestando, también por orden inverso a las preguntas que me formulaba el señor Sánchez Garrido, coincido con usted. Es más, en mi intervención hacía una observación referida al procedimiento abreviado, pensado para la pequeña y mediana empresa básicamente, respecto a que 300.000 euros son escasos, no alcanzan para nada. La propuesta que he señalado aquí es precisamente acotarlo en los términos de la recomendación de la Comisión Europea. Si señala exactamente los tamaños de la microempresa, de la pequeña y de la mediana empresa, de acuerdo, no nos fijemos en las cifras de negocio de la mediana —que son ciertamente elevados— pero sí en los de la pequeña. Además, fijémoslo de una manera suficiente. Puesto que la Comisión Europea los actualiza cada cuatro años, se podría utilizar esa referencia de manera automática. En cuanto a la facultad de que la Administración judicial sea unipersonal o no el deudor, el empresario tendría que decir algo al respecto, porque no en todos los concursos, no en todo tipo de empresas, incluso de ese tamaño, es necesario que la Administración esté integrada por dos profesionales y un acreedor, uno es bastante. En otras empresas, a pesar de tener un tamaño pequeño, su complejidad o la complejidad de las relaciones que están inmersas en esa situación empresarial aconseja, a pesar de decir que estamos en el tamaño del 20182 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO administrador único, decir que sean tres. Tendríamos que dar flexibilidad a esta materia y permitir que el deudor exprese su opinión, que en el fondo es quien conoce bien el entramado de la compañía siempre que se pretenda la continuidad, porque si se pretende la liquidación el empresario no está porque no sabe liquidar, sino crear y proyectar futuro. La misión del empresario no es la liquidación. Si realmente el planteamiento sincero del proyecto es favorecer eso, no sólo ha de contemplarse eso en la letra de ley sino que ha de estar en la posibilidad, en los miembros que integren la Administración judicial y en el talante que se proyecta en ellas. Por eso hablaba antes de mi preocupación por la responsabilidad, que alcanza a unos y a otros. Evidentemente, el sistema de no tener ninguna responsabilidad por los administradores judiciales favorece la liquidación, no la viabilidad. La viabilidad para un administrador es correr riesgo empresarial que desconoce y para el que no estará preparado. De hecho, mucho me temo —y perdonen que sea escéptico— que pese a esa voluntad del proyecto de ley, la ley de Murphy se cumplirá y veremos, como también ocurre ahora, que los procesos de liquidación, aun cuando no lo merezcan las empresas y aun cuando objetivamente tengamos ahí una posibilidad, habrá una inclinación natural, porque la Administración judicial no está para salvar la empresa, está más preparada para liquidarla y porque evita responsabilidades haciendo eso y no lo otro. Respecto al convenio anticipado, me pronuncio a favor, pero este convenio requiere algo fundamental que no siempre está al alcance de la pequeña y mediana empresa, que es asesoramiento y seguimiento puntual. Como decía al principio de mi intervención, las microempresas no cuentan con estos elementos, por eso no hay suspensiones de pagos ni quiebras de pequeñas empresas, no sólo porque no tienen recursos sino porque nadie les ha dicho que tienen esa ventaja o que salvan responsabilidad acudiendo a esa vía. Como eso está ocurriendo desde hace 10 años tenemos las responsabilidades (sanción del artículo 262 de la Ley de Sociedades Anónimas y 150 de la Ley de Sociedades Limitadas) pero las medianas empresas de tamaño respetable no son conscientes de ese riesgo. No hay un asesoramiento igual. Si hubiera ese asesoramiento en la situación preconcursal, si realmente tuviéramos mecanismos de alerta en esa situación, si realmente se establecieran esos medios se podría actuar en tiempo suficiente para que la ley concursal cumpliera su cometido evitando responsabilidades. El señor Silva me preguntaba también acerca del convenio necesario y sobre si creía que los acreedores ordinarios estaban suficientemente representados. Creo que es una injusticia para los proveedores de servicios de materias primas de las empresas verse privados de privilegios que otros tienen, al margen de los trabaja- dores. Tendrían que gozar del mismo trato que tiene la Seguridad Social y la Hacienda pública. El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Torredemer por sus explicaciones que serán, sin duda, muy interesantes para los trabajos de la Comisión y por su presencia aquí esta mañana. — DEL PRESIDENTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE COLEGIOS OFICIALES DE TITULADOS MERCANTILES Y EMPRESARIALES (LARA). (Número de expediente 219/000452.) El señor PRESIDENTE: Señoras y señores diputados, vamos a reanudar nuestros trabajos no sin darle antes la bienvenida a don Lorenzo Lara, presidente del Consejo Superior de Colegios Oficiales de Titulados Mercantiles y Empresariales, que comparece a instancia del Grupo Parlamentario Catalán (Convergència i Unió) y a quien agradecemos su presencia aquí y su colaboración en los trabajos de la Comisión. Estas comparecencias se vienen produciendo de forma que los comparecientes disponen al principio de unos breves minutos para dar a los señores diputados los mensajes que consideren más importantes. Posteriormente se abre un turno de preguntas de los señores diputados y finalmente el compareciente contesta a dichas preguntas en ese segundo turno. Si algo no pudo tratar en el primer turno, tiene ahí una segunda oportunidad. En aras al horario que tenemos y dado el retraso acumulado, por el que le pedimos disculpas, le rogamos la mayor concreción y brevedad posible. El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE COLEGIOS OFICIALES DE TITULADOS MERCANTILES Y EMPRESARIALES (Lara): Señor presidente, señorías, la reforma de la ley concursal, a la que hemos sido invitados a comentar, es necesaria pero al mismo tiempo es compleja. Es necesaria por lo que debe adecuarse a los momentos actuales, ya que las normas legales por las que se rigen las actuaciones concursales, quiebras, convenios, suspensiones de pagos son los Códigos de Comercio de 1829 y 1885, el Código Civil de 1889 y la Ley de Suspensiones de Pagos de 1922. Los múltiples intentos de modificación de esta materia demuestran la necesidad de su reforma, reforma que ha culminado, al fin, con el presente proyecto de ley. Es compleja porque tiene 332 artículos, dos disposiciones adicionales, dos disposiciones transitorias, una disposición derogatoria única y 32 disposiciones finales. Nuestros comentarios al articulado son los siguientes. En cuanto al artículo 5, solicitud del concurso, el Consejo Superior de Titulares Mercantiles de España, como corporación de derecho público, nos debemos a la defensa de los intereses generales de la sociedad española. Por ello, creemos sinceramente que lo que debe de primar en esta norma —a la que SS.SS. han hecho el 20183 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO honor de convocarnos para dar nuestra opinión, por lo que les estamos muy agradecidos— es tratar de salvar a las empresas, garantizando su continuidad si eso fuera posible, salvaguardando principalmente los puestos de trabajo, créditos de la Seguridad Social, créditos de acreedores y proveedores suministradores para que haya continuidad de la empresa, créditos hipotecarios, etcétera. Por ello, creemos que el informe de solicitud del concurso debe ser confeccionado por su propio equipo jurídico y profesional del deudor, o si no lo tuviera, por aquellos profesionales que el deudor considere oportuno por su cualificación y con el menor costo posible, pues se trata de no encarecer el procedimiento. Si no fuera posible su continuidad, habría que proceder lo más rápidamente a la liquidación. En cuanto al artículo 20, está en consonancia con el artículo 5, mencionado anteriormente. Me voy a referir en mi exposición al artículo 26, relativo a la Administración judicial. Consideramos que esta denominación se debería sustituir por la de intervención concursal o judicial, con el fin de diferenciar la administración de la empresa de los intervinientes del concurso. Los estudios mercantiles se crearon por Real Decreto de 1850 y se organizan por Real Decreto de marzo de 1857, con los grados de perito mercantil y profesor mercantil. La Ley de Suspensión de Pagos cita que los interventores de la suspensión de pagos serán peritos mercantiles. Hasta el Real Decreto de 1977, en que se aprueban los estatutos conjunto de titulares mercantiles con economistas, éramos los únicos y en exclusiva que actuábamos en los concursos judiciales, como me comenta el señor presidente del Consejo de Economistas, don Fernando González Moya, que ha sido llamado a comparecer en esta sesión. La Ley de auditoría en su disposición adicional cuarta se refiere a los dos interventores, peritos mercantiles —párrafo 2 del artículo 4 de la Ley de Suspensión de Pagos, del mes de julio— y a los auditores de cuentas. En el anteproyecto de la ley concursal, en el artículo 26, entre otros, se dice que la Administración judicial de concurso estará integrada por los siguientes miembros: un auditor de cuentas o un economista o un titular mercantil colegiado. Así figura en su párrafo 2. Y así aparece en las páginas web del Ministerio de Justicia el 26 junio y el 1 de julio de 2002. Informado dicho anteproyecto por órganos como el Consejo de Estado, el Consejo General del Poder Judicial y el Consejo Económico y Social, en sus respectivos informes siguen manteniendo esta composición de la Administración judicial. Nuestra extrañeza surgió cuando se publicó el proyecto de ley en el Boletín Oficial de estas Cortes y comprobamos que en el citado apartado del artículo 26 se sustituye el término o titular mercantil colegiado por el de o profesor mercantil colegiado, por lo que entendemos, señorías —dicho con la humildad y con el máximo respeto—, que no se corresponde con la realidad y se cometería un grave error histórico, por lo que se debería mantener la redac- ción que figuraba en el anteproyecto, que era la de titular mercantil. Los titulares mercantiles no somos excluyentes hacia ningún componente de la Administración judicial, lo que sí decimos es que durante 150 años hemos sido los expertos cualificados y reconocidos por la sociedad española en todas nuestras actuaciones profesionales en materia concursal, que seguimos siéndolo en la actualidad y que, con el beneplácito de SS.SS., queremos seguir siéndolo en la futura ley concursal. Muy brevemente voy a referirme, básicamente, a muy pocos artículos, en función de la brevedad solicitada por el señor presidente, al artículo 33 que, como muy bien saben SS.SS., habla de la retribución. No creemos que sea apropiado el arancel sino que deberíamos ir a honorarios orientadores de cada colegio profesional. El profesional debe responder individualmente con su responsabilidad, pero no con una responsabilidad solidaria y colegiada. Plazo de presentación del informe. Creemos que los tres meses que tiene el juez, deberían ser prorrogados a petición de los administradores judiciales, porque puede haber concursos muy complejos en los que haya gran número de acreedores y estamos seguros de que con esos tres meses no llegaremos a tiempo. Estructura del informe. Se dice que el documento contable será sometido a la verificación de un auditor de cuentas designado por el juez cuyo informe se unirá al de la Administración judicial. Nosotros creemos, en consonancia con el artículo 26, que este informe debería estar realizado por los mismos profesionales que componen la Administración judicial, contemplado en el artículo 26. En aras a la brevedad, quiero darles las gracias por haberme escuchado. El señor PRESIDENTE: ¿Grupos que deseen formular alguna pregunta? Señora Uría. La señora URÍA ETXEBARRÍA: Señor presidente, seré breve, como tengo por costumbre. Intervengo para señalar al compareciente lo que él ya conoce. Mi formación política tiene intención de enmendar el artículo 26 para que dentro de la Administración judicial —como quiera que acabe denominándose al final— estén incluidos los titulares mercantiles, que siempre nos ha parecido prestigiosísima profesión y que goza de gran tradición en la tierra de donde yo vengo. Antes hemos hablado de Bilbao como plaza mercantil y financiera, y efectivamente allí siempre han tenido extraordinaria importancia los representantes de la profesión a la que tan dignamente representa en este momento el compareciente. De la misma manera, pensamos hacernos eco —ya lo han manifestado varios comparecientes— de la necesidad de introducir alguna flexibilidad en este plazo de los tres meses para emitir el informe, que a veces será quizá mucho tiempo si es 20184 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO un asunto sencillo y en otras ocasiones quedará excesivamente corto. El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Sánchez Garrido. El señor SÁNCHEZ GARRIDO: En el mismo sentido que la señora Uría, damos la bienvenida a don Lorenzo Lara y le manifestamos que compartimos todo lo que ha puesto de manifiesto en su exposición y estamos de acuerdo en que un cuerpo tan prestigioso, como el de los titulados mercantiles, deba contemplarse dentro de la Administración judicial. Estamos totalmente de acuerdo, lo enmendaremos y creo que es importante. Quisiera darle las gracias por el esfuerzo que está haciendo su colegio en el sentido de contribuir a la formación de los jueces haciendo todo lo posible para que con sus seminarios y sus conferencias puedan estar mejor preparados. No tengo mucho que preguntarle, sólo quisiera decirle que me gustaría que me dijera cuál sería el nivel de exigencia de su colegio para que un titulado mercantil pudiera estar en la Administración judicial. Aquí hemos hablado todos del fin de la transparencia, se ha hablado de todo, pero también de la profesionalidad y de reunir una serie de requisitos que son imprescindibles. Me gustaría saber su opinión. El señor PRESIDENTE: Tiene la palabra el señor Mantilla. El señor MANTILLA RODRÍGUEZ: Como no podía ser menos, damos la bienvenida a don Lorenzo Lara para que nos aleccione sobre la postura de su colectivo en estos temas. Por lo que a mí respecta, por mi condición de titulado mercantil, perito y profesor mercantil, tengo que recordar a la señora Uría que en Bilbao siempre existió una escuela de altos estudios mercantiles que ha sido pionera en nuestras enseñanzas. Usted bien sabe que los profesores mercantiles han dejado de existir desde el punto de vista universitario, por llamarlo así, en este momento hay otros licenciados mercantiles que son diplomados en empresariales, que sin duda serán la nueva fuente de esos colectivos y, por tanto, deben formar parte de los órganos de la administración en los concursos. Usted hacía un comentario sobre los plazos, tema que nos ha preocupado en estos tres días de comparecencias a muchos de los ponentes de los grupos parlamentarios, pues consideramos que los previstos en el concurso, más de doscientos días hábiles, son excesivos. Cuanto más largo sea el plazo de duración del concurso, menos posibilidad tiene la empresa de persistir. Apuntaba usted que no es lo mismo el concurso de una pyme que, como decía alguien ayer, el de Galerías Preciados; sin duda son muy distintos. En este último es posible que los tres meses que están contemplados en el proyecto sean insuficientes para que los órganos de la Administración pudieran emitir su dictamen, su balance y su lista con todo lo que conlleva, pero también haría la pregunta al contrario, si en aquellos concursos que no necesiten de tantos requerimientos ese plazo se podría acortar. Estamos hablando de tres meses en principio, pero hay que intentar por todos los medios acortar esos plazos, que pueden resultar negativos. Ha hecho algún comentario sobre si los aranceles debían ser fijados o no por los colegios profesionales. Mi pregunta es: ¿No considera usted que los aranceles deberían depositarse antes de que comenzase el concurso y no cobrar contra la masa? Es una fuente de conflicto, la independencia de los órganos de la Administración puede quedar en entredicho, cosa que no cabría de la otra manera, siempre y cuando a priori por parte del deudor o del acreedor solicitante del concurso se depositasen los honorarios profesionales de la Administración. Reiterándole nuestro agradecimiento por su presencia, le agradecería que me contestase a las preguntas. El señor PRESIDENTE: Señor Lara, puede contestar cuando lo desee. El señor PRESIDENTE DEL CONSEJO SUPERIOR DE COLEGIOS OFICIALES DE TITULADOS MERCANTILES Y EMPRESARIALES (Lara): Me van a permitir que les vaya contestando en el mismo orden en el que me han preguntado. A doña Margarita Uría le doy las gracias por la deferencia que ha tenido al mencionar a los titulados mercantiles, porque en el fondo estamos defendiendo intereses generales y no intereses particulares ni corporativistas. Con el reconocimiento de los titulados mercantiles estamos haciendo lo que en el fondo ha hecho la historia de España. Don Joaquín me ha preguntado qué estamos haciendo los titulados mercantiles para preparar a nuestros profesionales en materia concursal. Por saber la complejidad que tienen estos temas, hemos sido los primeros en crear un registro específico, que se llama registro de expertos contables y judiciales dependientes del Consejo Superior de Titulados Mercantiles y Empresariales. Los miembros de este registro están recogidos en este libro que tengo aquí y que en estos momentos tienen los jueces de toda España. Se trata de una relación de aquellas personas que llevan años de actividad en la materia procesal y concursal y que verdaderamente consideramos que estarán habilitados para actuar después de haberse sometido a una serie de pruebas, reciclajes y formaciones. Hasta tal punto es así, que fuimos los primeros que alcanzamos un acuerdo con el Consejo General del Poder Judicial, acuerdo que —dicho con todos los respetos— se centra en enseñar contabilidad a los jueces. Alguien me va a decir: ¡Qué atrevimiento! No; es que el acuerdo es así. 20185 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO Los jueces de lo mercantil van a tener que tener una especialización. No les vamos a enseñar cómo se hace un asiento, ni mucho menos, pero sí a interpretar un balance. En los temas concursales, en los que el activo y el pasivo tienen tanta importancia —porque es ahí donde nos vamos a mover—, la formación de los jueces de lo mercantil es primordial, porque van a tener todas las atribuciones en materia económica. Los días 9 y 10 de diciembre serán las primeras jornadas que realizaremos los miembros del Consejo General del Poder Judicial conjuntamente con los titulados mercantiles. No les quepa la menor duda de que los titulados mercantiles que han actuado, que actúan y que actuarán en el futuro tendrán una preparación como debe ser en esta materia. Yo llevo 32 años de ejercicio libre de la profesión y no he actuado en ninguna suspensión de pagos ni en ningún tema concursal, porque hay que estar verdaderamente preparado. Vuelvo a repetir que una cosa es ser un profesional en auditoría, en materia económica o contable, y otra cosa es ser especialista en esta materia. Estén completamente seguros de que desde el consejo, a través de nuestra comisión de deontología, trabajaremos para que todos los profesionales que se dediquen a esto con toda responsabilidad lo hagan estupendamente. Agradezco al señor Mantilla que haya hecho honor a los títulos que ostenta de perito y de profesor mercantil, porque aquellos que los poseemos nos sentimos muy orgullosos de ellos, independientemente de que existan otras titulaciones tan respetables como la nuestra. Es verdad que las escuelas de comercio desaparecieron, pero también es verdad que hay una continuación a través de las diplomaturas en empresariales o de otras titulaciones, como son las nuevas licenciaturas en dirección y administración de empresas. Es un tema profesional entre economistas y titulares mercantiles que se sale de la esfera de lo que estamos hablando, pues se trata de regular quién tiene que denominarse así o quién tiene que entrar. Nosotros no excluimos a nadie, pero sí queremos que el que actúe en las administraciones judiciales esté preparado y que lo que prime sobre todo sea salvar la empresa. Usted se refería a los plazos. Estamos de acuerdo en que los plazos pueden ser largos o cortos, pero hay una cosa determinante: si hay posibilidad de salvar la empresa, demos todas las garantías. Si el plazo de tres meses es poco, el juez, que va a ser el excluyente en esto, va a ser el que decida. Y si la empresa tiene continuidad en breve, todos ayudaremos a que esa siga adelante: acreedores, trabajadores, suministradores y la Administración judicial. Es un buen momento para acometer esta ley concursal, porque en situación de crisis no se deben coger los momentos concursales de las empresas sino de bonanza y es lo que debíamos de aprovechar. No sé si me ha quedado alguna cuestión en el tintero, pero quería ser breve. El señor PRESIDENTE: Muchas gracias, señor Lara, por sus explicaciones, su comparecencia y su colaboración con nuestros trabajos, para los que, sin duda, sus explicaciones van a ser muy interesantes. — DEL SEÑOR MAGISTRADO ASESOR DEL MINISTERIO DE JUSTICIA (PINAZO). (Número de expediente 212/001367.) El señor PRESIDENTE: Damos la bienvenida a la Comisión a don Bernardo Pinazo, magistrado, que nos va a ilustrar sobre los temas que nos ocupan. Le agradecemos su colaboración. De acuerdo con el formato con el que se desarrollan estas comparecencias, le informo de que lo normal es que el compareciente disponga de unos breves minutos para hacer llegar a la Comisión el mensaje que considere necesario sobre las cuestiones más importantes; después intervienen los grupos parlamentarios, haciendo preguntas que el compareciente deberá contestar. Y si hubiese quedado alguna duda en la primera intervención, hay una segunda oportunidad para aclararla. El señor MAGISTRADO ASESOR DEL MINISTERIO DE JUSTICIA (Pinazo): Muchas gracias, don José Manuel y el resto de SS.SS. por haberme invitado a formar parte de esta ilustre Comisión. Sé que dispongo de 10 minutos, aproximadamente, y a ese tiempo me ceñiré, porque sé que han tenido una mañana bastante complicada para venir a complicarla aún más. Me encantaría poner de manifiesto que el proyecto de ley concursal es una aspiración de los juristas, pero también de las personas que se dedican al mundo de la economía. El procedimiento concursal es una resolución, un procedimiento, en el que la multidisplinaridad de doctrinas, tanto la jurídica como la económica, se pone muy de manifiesto. Es una ley en la cual deben estar presentes conceptos jurídicos, económicos, financieros y contables. Como todas las leyes, como todas las obras, igual que las fincas, son manifiestamente mejorables. Es posible que esta ley pueda tener retoques para que gane en sistemática jurídica, porque hay aspectos que pueden ser corregidos. Voy a ponerles de manifiesto, desde el punto de vista personal, cuáles son aquellas que podrían ser objeto de mejora y otras que verdaderamente son aciertos. Mi sugerencia es que el legislador podría determinar la definición de insolvencia y de los conceptos de los presupuestos objetivos que a modo de ejemplo determina el artículo 2.º del proyecto. Anteriormente, con la Ley de Enjuiciamiento Civil, las quitas y esperas, el concurso de acreedores, las quiebras y, con posterioridad, la suspensión de pagos, se ha dado lugar a demasiadas interpretaciones jurisprudenciales y el tener en cuenta conceptos claros sería menos perjudicial a la hora de la práctica. 20186 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO En cuanto a la legitimación observo, fundamentalmente en el artículo 3.º, que en el orden de la solicitud del concurso puede ser introducida la obligatoriedad del refrendo por parte de los consejos de administración, es decir, que vengan refrendados por las asambleas correspondientes de las sociedades. En el proyecto solamente se alude a aquellos socios que puedan estar perjudicados, pero entiendo que podría iniciarse un procedimiento concursal única y exclusivamente a instancia de los órganos directivos de una sociedad que luego no vengan refrendados, con posibilidad de nulidad de actuaciones, etcétera. En cuanto a la solicitud, es uno de los puntos clave que el proyecto de ley concursal debe matizar. No me cabe la menor duda de que el proyecto de ley concursal ha sido propiciado por el uso de la Ley de Suspensión de Pagos como método de evitar las quiebras, y de que el rigor formalista ha primado más que el contenido de los documentos. Debería ponerse el acento en que los documentos que han de presentarse con la solicitud estén firmados por profesionales del mundo de la economía, para que, a la hora de rendir cuentas, tengan la responsabilidad suficiente para introducir las correspondientes posibilidades de un concurso, bien de carácter de convenio o bien de carácter liquidatorio. Por lo que se refiere a la jurisdicción, la exposición de motivos es clara. El artículo 7.º dice que el juez de lo mercantil tendrá jurisdicción exclusiva y excluyente, por lo que debe ser un acierto que el juez de lo mercantil, por esa vis atractiva, conozca todos aquellos aspectos conexos con el concurso, de carácter laboral, contencioso-administrativo, civil y los aspectos patrimoniales de las cuestiones criminales. El problema de los jueces de lo mercantil va a estar tanto en su elección como en su formación, puesto que deberán ser, por lo menos, tan especializados como este proyecto de ley pretende para que en el concurso actúen personas especializadas en la materia. Evidentemente, el problema de conseguir jueces verdaderamente especializados en la materia se desplazaría al Consejo General del Poder Judicial y a las corporaciones afectadas. No me cabe la menor duda de que el éxito de un concurso es que el juez conozca a la perfección la situación en la que está una empresa o una sociedad, desde el punto de vista laboral, mercantil, contencioso-administrativa y las implicaciones patrimoniales penales. Desde el punto de vista de los órganos concursales, la Administración, artículos 25 y siguientes, en base a ese principio de especialización que propugna la ley, entiendo sin duda alguna que el texto actual podía ser modificado en cierta medida para ganar en profesionalización. No estaría de más que el abogado o el letrado, que tiene que estar permanentemente en un órgano concursal, en lugar de actuar en función del propio órgano concursal en la base a esa especialización de conocimientos, se integrara en la intervención judicial. En la tradición jurídica en cuanto al léxico de la terminología puede llevar a equívocos la Administración judicial, tanto desde el punto de vista de la Ley de Enjuiciamiento Civil artículo 712, como de la Administración judicial artículo 630, que sustituyó al decreto de 1963. Por tanto entiendo que debería modificarse el nombre por intervención judicial; y en esa intervención judicial es evidente que debe tener un conocimiento y asesoramiento jurídico de carácter permanente. Ahora bien, entiendo que la labor, tal y como está diseñada la Administración judicial debería estar compuesta por profesionales fundamentalmente del mundo de la economía. Los acreedores hasta la actualidad —prácticamente por la experiencia que me ha llevado a esta comparencia— fundamentalmente tratan de buscar el saldo de sus créditos de forma extraconcursal, aprovechándose de la coyuntura y tesitura de la composición del órgano. Yo entiendo que los acreedores deberían estar ajenos a la administración del concurso para ser total y absolutamente independientes y formar una especie de comité de seguimiento que estuviese siempre relacionado con la intervención judicial y a su vez tratar de evitar los posibles retrasos en la tramitación, por cuanto que las personaciones en los juzgados llevarían bastante tiempo y podrían dar lugar en caso de preterición de algún acreedor en alguna anotación a nulidad de actuaciones. No me cabe la menor duda que el proyecto de ley concursal en cuanto a administraciones, uno de los puntos clave la intervención, desde mi punto de vista podría estar compuesta, por aquello de las mayorías, por tres personas: dos auditores y una tercera persona que podría ser un economista o un titulado mercantil. En este sentido, yo entiendo sin duda alguna que el decreto de 1977 está vigente hasta que no se cambien los estatutos de economistas y titulados mercantiles y el hecho de que aparezcan profesores mercantiles, entiendo que debe englobarse a la categoría de titulados mercantiles. En cuanto a los años de experiencia entiendo que una persona que está habilitada para el ejercicio de su profesión no tiene por qué ponerle límites temporales. El texto recoge que son 10 años de experiencia, pero debería especificarse en qué, y en todo caso suprimirse porque se estaría impidiendo a otra persona que está igualmente habilitada ex lege para el ejercicio de su profesión. Respecto a las incompatibilidades no tengo nada que decir. Evidentemente la Administración tiene que ser absolutamente independiente. Ahora bien, no se puede arreglar el problema de los nombramientos por medio de la limitación de la intervención de dos años en dos concursos. La supresión de los dos años podría ser factible. Piénsese por ejemplo en concursos importantes en los cuales interventores que gocen de experiencia podrían rellenar ese hueco, y no van a hacerlo por el hecho impeditivo de la limitación temporal, yo entiendo que esto no sería suficiente justo ni de justicia distributiva. 20187 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO En cuanto a las personas jurídicas hay que tener en cuenta que el artículo 29 puede dar lugar a una interpretación errónea, porque habla de los representantes de las personas jurídicas y parece ser que las incompatibilidades afectan a los representantes de las personas jurídicas y no en sí a las personas jurídicas. Creo que tanto las personas físicas como las personas jurídicas deberían tener las mismas incompatibilidades. Sobre los auxiliares delegados entiendo que no tiene por qué. Sí parecen en el artículo 82 aquellos auxilios o los expertos independientes, si la Administración judicial lo ha confiado a determinadas personas lo hace por su titulación o por su habilitación y no tiene por qué delegar esa intervención. En todo caso podría ser auxiliado como dice el artículo 82, pero como tal podría ser suprimido. En cuanto a las retribuciones, no me cabe la menor duda de que desde el mismo momento en que el proyecto de ley hace un arancel, pero que a su vez se ha modulado por el juez de lo mercantil a través del activo y de la complejidad, en aquellos supuestos en que no exista activo los profesionales no van a poder cobrar, y o se habilita una especie de fondo de garantía, que corra a cargo de una partida presupuestaria de justicia, o en todo caso que sean las corporaciones que afecten a los profesionales las que establezcan su retribución. Entiendo igualmente que podía ser mejorado el artículo 35 en cuanto a la responsabilidad de los administradores, ya que de un mismo hecho que goza de la misma naturaleza jurídica existen dos posibilidades de acción, una la que ejercita la propia masa y otra la que ejercitan los terceros o el propio deudor, se establecen plazos distintos de prescripción, y por tanto al tener la misma naturaleza jurídica el mismo plazo de prescripción debería girar. El informe de la Administración debería ser un poco más laxo. Tres meses en concursos de enorme importancia pueden ser suficientemente pequeño para dar al traste con la posibilidad de llegar a un convenio, si es que se llega a tal. Podría prorrogarse y verse a criterio del juez, debidamente razonado y en este caso que el juez establezca las condiciones necesarias para determinar los plazos. Ya sabemos todos la doctrina del Tribunal Constitucional en cuanto a la ampliación de plazos siempre que se respete la seguridad jurídica. En cuanto a las operaciones de la interacción de la masa pasiva y activa, hay que tener muy claro desde el punto de vista del operador jurídico y del operador contable que esta ley apuesta por la conservación de las empresas. Si estamos en presencia del principio de conservación de empresa o de empresa en funcionamiento hay que tratar de ayudarla, y por tanto la prelación de créditos debería aquilatarse a esa situación. No me cabe la menor duda de que en un supuesto de liquidación de empresa debería establecerse una apelación crediticia total y completa. Echo en falta sinceramente una enumeración de créditos ordinarios y podía ser una oportunidad para modificar los artículos 1.921 y siguientes del Código Civil para establecer el orden de prelación. Es lo que decía en cuanto a sistemática jurídica, ya que el título IV habla del informe y de la composición de la masa activa y pasiva y luego hay que ir al artículo 154 y siguientes para establecer o ver cuál es el orden de prelación en sí. Por último, la par conditio creditorum, el trato igualitario debe ser total y absoluto cuando se esté en presencia de un auténtico convenio que trate de reflotar la empresa. Si se apuesta por ese sistema de concurso deberían tener su correspondiente sacrificio todos los acreedores en partes iguales. En caso de liquidación hay convenios internacionales, como el 170 de la Organización Internacional del Trabajo, que hay que respetar o en todo caso modificar, salvo que se entienda por parte de los legisladores, a quien tengo el honor de dirigirme, que hay que respetar las cláusulas de pacta sunt servanda. No me cabe la menor duda igualmente desde el punto de vista procesal que estamos dentro de un apéndice de la Ley de Enjuiciamiento Civil. La Ley de Enjuiciamiento Civil ha sido un acierto desde el punto de vista de simplificación del procedimiento. Apostó fielmente por la simplificación de procedimientos, el procedimiento de ley concursal introduce un procedimiento nuevo que se llama incidente y no estaría de más como tal apéndice que se pudiese establecer el juicio verbal como el método idóneo desde el punto de vista procesal, en vez de un incidente de creación pura y exclusivamente jurisprudencial. Por último, hay que indicar la posibilidad de que cuando se establezcan las secciones que se tienen que abrir o las piezas desde el punto de vista procesal, al juez se le facilite la tarea de interpretación de cuándo ha de abrir las correspondientes piezas por cuanto que solamente existen tres artículos, concretamente el 15, el 25 y el 93, de cuando se abren las piezas primeras, segunda y tercera. No se sabe, no establece el texto de la ley cómo deben hacerse, pero en definitiva estamos ante una oportunidad histórica y no la debemos desaprovechar. Es una ley que puede dejar huella no solamente para nosotros, sino para el resto de los ciudadanos españoles que se merecen una ley como la que ustedes van a votar. El señor PRESIDENTE: Por el grupo solicitante de la comparecencia, tiene la palabra el señor Mantilla. El señor MANTILLA RODRÍGUEZ: Bienvenido, don Bernardo Pinazo a esta Comisión para aleccionarnos desde su doble vertiente, como magistrado y como auditor de cuentas que es. Por tanto, sus profundos conocimientos en la materia han quedado expuestos, y estoy completamente convencido de que la limitación de tiempo no le ha permitido seguir explicándonos y ayudándonos en esta ley, en la que no es nada fácil intentar congeniar todos los intereses que se están debatiendo en ella. Esperemos que con el debate parla- 20188 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO mentario prácticamente todos los grupos parlamentarios seamos capaces de conseguir una ley suficientemente buena que pueda permanecer como mínimo los sesenta años que ha permanecido una ley provisional, que es la que tenemos la Ley de 1922. (El señor vicepresidente, Sovirón García, ocupa la presidencia.) Usted nos ha hablado de muchos temas, en gran parte coincidimos o coincidimos en la mayoría de ellos, pero hay algunos que no ha tocado y me gustaría tocar desde su vertiente como gran experto que lo es. Usted ya sabe que en el artículo 64.5 del proyecto se habla de que hay que detraer de la masa los importes de retenciones de la Administración Tributaria en lo que se refiere a las retenciones de trabajo personal, sin duda debe estar incluido el IVA, y también las cuotas obreras de la Seguridad Social. Hablo más como experto que como magistrado, ¿usted considera que es viable, que es factible o que es practicable ese artículo, sin poner en entredicho los derechos que tiene la Administración tributaria y lógicamente la Seguridad Social, que en definitiva todos tenemos la obligación de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, o puede haber alguna otra alternativa para que sin perder esos posibles derechos no se perjudique notoriamente, según mi criterio, la buena marcha del procedimiento. No ha hecho usted ningún comentario de un tema que ha sido casi la estrella de todas las comparecencias, que está vinculado tremendamente al juez único, es decir en gran parte de las comparecencias que hemos tenido durante esta mañana, ayer y anteayer, se ha debatido profusamente la conveniencia o no conveniencia de que haya un juez único, es decir que ese juez sea competente para entrar en el análisis de todas las materias que puedan surgir en un concurso, especialmente en los temas laborales. Me gustaría también conocer su opinión, si usted considera oportuno o no oportuno o si tiene usted una opinión, que seguro la tiene, sobre este tema. También me gustaría que me indicase, según sus conocimientos y su experiencia, pues como sabe en la ley se contempla un procedimiento anticipado. Está el procedimiento normal y el anticipado que esperamos pueda tener viabilidad y pudiese ser de una gran ayuda, aunque yo poca confianza tengo, pero ya digo que esperemos que con el tiempo este procedimiento anticipado tenga un buen fin, porque con ese procedimiento anticipado se pueden conseguir muchos más resultados que con el procedimiento normal. Me quiero referir ahora al abreviado. Según sabe, estamos hablando del procedimiento abreviado con unos límites máximos de 300.000 euros en el pasivo. Yo creo que con su experiencia nos podría decir si esa cifra es baja, alta o si considera usted que sería lógico incrementar o reducir, yo creo que es más lo primero que lo segundo. Por último, hay dos aspectos, de los que también usted es conocedor. En la actualidad los juzgados de primera instancia están inundados de peticiones de quiebras o de concursos, fundamentalmente de quiebras, en especial por dos motivos, uno de ellos por el artículo 260 de la Ley de Sociedades Anónimas, en los cuales cuando se produce el patrimonio por debajo del 50 por ciento, etcétera, por los administradores, en un plazo máximo de dos meses se tiene que solicitar la liquidación, y como no pueden liquidar porque no tienen dinero para liquidar, luego va al juzgado a pedir la quiebra. Estamos asistiendo a un número elevadísimo de procedimientos, lo cual entorpece el buen funcionamiento de los juzgados como muchísimos procedimientos concursales debido a ese tema y a otro colateral, y es que las administraciones públicas, como usted bien sabe, por el artículo 39 de la Ley General Presupuestaria, por ejemplo para las administraciones tributarias, dice que la Administración tributaria no podrá llegar a ningún tipo de entendimiento con el deudor, salvo que esté en un procedimiento concursal. Entonces, al que quiera pactar con Hacienda o con la Seguridad Social no le queda más remedio que plantear un procedimiento concursal para poder llegar a algún acuerdo con las administraciones públicas. Estas y otras muchísimas son las preguntas que le podíamos hacer, pero teniendo en cuenta la hora y su retraso en la comparecencia, le agradecería que me las contestase. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Señor Sánchez Garrido. El señor SÁNCHEZ GARRIDO: También con brevedad, por la hora y porque uno repite tantas cosas que algunas veces hasta casi no se puede oír ya; consta en el «Diario de Sesiones» pero es una broma. Señor Pinazo, lo primero que quiero es agradecer su presencia aquí. Una persona de su talla, de su categoría y de su sencillez al mismo tiempo, creo que es de agradecer y créame que todas sus opiniones me han merecido una gran consideración y reflexión. Estoy de acuerdo con usted. Yo creo que la determinación jurídica del presupuesto objetivo es de lo más difícil que puede haber en esta ley, usted lo ha tocado, quizá falte la definición de la insolvencia del 241, que es insuficiente, pero también ha dicho usted que todo es perfeccionable y mejorable, y en esta tarea estamos todos. También estoy muy de acuerdo sobre la posible nulidad que puede dar lugar a que no vengan refrendados en la legitimación los acuerdos de los consejos de administración o de las asambleas. Creo que es un tema que es interesante que usted ha dejado caer aquí, y debemos tomarlo en consideración. También me ha gustado lo que ha dicho usted sobre que quizá no hemos sido suficientemente hábiles o todavía no hemos hablado aquí de aprovechar los res- 20189 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO quicios que nos da la Ley de Enjuiciamiento Civil sobre la tramitación rápida de los incidentes, hacerlos como un juicio verbal, sobre todo buscando la inmediación, y una cosa que nos preocupa a todos aquí, que es la celeridad y que no sea costoso el procedimiento, pues eso aligeraría mucho. Creo que es una indicación que ha hecho usted y es muy interesante. Sí he entendido que se ha pronunciado usted sobre el tema del juez único, y también sobre la composición de la Administración judicial. Permítame que yo ahí discrepe un poco de usted. Creo sinceramente que el abogado puede hacer un papel importante con los acreedores, y no me ciega la pasión profesional. Además déjennos la historia que hagamos algo en los concursos y en las suspensiones de pago, porque hasta ahora las suspensiones de pago y las quiebras suelen estar en mano de los expertos contables, y mire qué mal nos ha ido. Déjennos que tengamos una oportunidad. Eso por un lado. Por otro lado, sobre el juez único yo soy partidario del juez universal, del hombre especializado y que sabe, pero también soy partidario de que en algunos procedimientos, usted lo ha dicho y lo sabe, los jueces de lo contencioso-administrativo y de lo penal tienen su autonomía subordinada al juez del concurso con la presencia de la Administración judicial. Por nuestra parte es lo que pretendemos en el ámbito de lo social, subordinado al juez principal que es el juez del concurso, por supuesto con plena capacidad, plena prioridad y absoluta definición en el tema de las ejecuciones el juez del concurso, como no podía ser de otra forma, excepto en aquellas que no tuvieran carácter patrimonial. Sí quisiera que me contestara, porque ya le digo que coincido en casi todo lo que ha dicho usted, la opinión que le merecen los créditos públicos, ese privilegio que nos trae aquí y lo hemos comentado durante toda la mañana. Hemos oído opiniones muy interesantes, y si bien es cierto que como usted decía al principio el anteproyecto ha sido mejorado, el proyecto es mucho mejor y se han rebajado al 50 por ciento, me gustaría conocer la opinión que tiene usted de esto. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Tiene la palabra el señor Pinazo para contestar a las preguntas de los grupos. El señor MAGISTRADO ASESOR DEL MINISTERIO DE JUSTICIA (Pinazo): Contestaré brevemente. Don José Manuel me dijo que actuase con libertad, pero sometido al tiempo. He tratado de ser fiel a mi palabra, como en casi todos los ámbitos de la vida en lo que hago, y los diez minutos son escasos para hablar de un proyecto de ley tan complejo y tan complicado. Don Carlos, siguiendo el orden de su exposición, trataré de contestar desde el punto de vista personal cuáles son mis inquietudes. El artículo 75 al final da la clave de las obligaciones legales. Habría que irse a la sede de obligación legal, al Código Civil, para establecer cuáles son, si las obligaciones como tales, las retenciones de las cuotas y las retenciones tributarias son componentes de la masa activa o por el contrario son componentes de la masa pasiva. Son obligaciones de carácter legal. Sabemos que doctrinalmente hay muchas discrepancias, pero por el simple hecho de que en el frontispicio del capítulo segundo se hable del principio de universalidad, hay que respetar esa universalidad. Las cuotas, tanto tributarias como de la Seguridad Social, al ser una obligación legal y tener que reflejarse después contablemente, tienen que cuantificarse. Desde el punto de vista personal del tratamiento del concurso, no me cabe duda que no deberían desaparecer. Todo depende, don Carlos, si la empresa tiene posibilidad de viabilidad o no la tiene. Si tiene posibilidad de reflotamiento, esas cuotas deberían sufrir igualmente un sacrificio como el resto, o en su caso una moratoria como se establece con las garantías de carácter real. Son obligaciones de forma personal y estas son obligaciones impuestas por la ley que tienen un tratamiento distinto. Esas retenciones y esas cuotas de la Seguridad Social son el inicio fundamental de que una empresa está en crisis. Aludiendo al escaso tiempo que hemos tenido, el hecho de seis meses y tres meses para presentar la solicitud de concurso es un parámetro de indicación suficientemente alto para decir que una persona jurídica o física está en dificultades y que está en situación de crisis. Deberían desaparecer del principio la separación de la masa activa. Habría que discutir si esas retenciones son masa activa o masa pasiva; por eso lo he puesto en tela de juicio. Es un aspecto contable con ramificaciones jurídicas, pero entiendo que como tal debería formar parte de la masa activa y universal. En cuanto al juez único, si se ha apostado por una jurisdicción exclusiva y excluyente, habría que discutir si el juez es una jurisdicción especializada o es un juez especializado. La diferencia de matiz es muy clara por cuanto la Ley orgánica del Poder Judicial establece claramente dos matizaciones en cuanto a la especialidad y una que se ha dejado prácticamente en desuso, como son los especialistas en lo civil y en lo penal que a lo largo de historia de la Ley orgánica del Poder Judicial, desde 1985 hasta hoy, sólo hubo una convocatoria. Si existen especialidades como juez de lo mercantil con las competencias que establece el proyecto de ley orgánica concursal, no me cabe duda que el juez de lo mercantil, como tal juez profesional que ha superado en primer lugar las pruebas de aptitud y que sigue una capacitación continuada, debería conocer todas las incidencias de un concurso. Sé que hay opiniones en cuanto a las cuestiones de carácter laboral sobre que el juez de lo social entienda del aspecto declarativo y que el aspecto de ejecución de la declaración integre la correspondiente masa, pero es posible que se le escape al juez de lo social, y no digo que estén influenciados. 20190 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO Evidentemente, cada jurisdicción tiene sus especialidades y también sus reglas o usos no escritos y entre ellos la jurisdicción social es muy activa, muy conciliadora y en ese aspecto abandona el rigorismo para tratar de llegar a convenciones y acuerdos. Eso desde el punto de vista del juez de lo contencioso-administrativo, que está acostumbrado a la aplicación rigurosa de la ley, evidentemente le costaría, pero todo es un problema única y exclusivamente de formación y capacitación. Creo que apostar por el juez único podría ser una buena solución, como establece el propio artículo 75, precisamente por la situación de crisis de universalidad tanto en cuanto a personas como en cuanto a los conceptos. Hablar de 300.000 euros, 50 millones de pesetas en el procedimiento abreviado, desde el punto de vista de la práctica personal, como usted me ha preguntado, don Carlos, es escaso, y entiendo que debería elevarse. ¿Por qué? Porque los 300.000 euros fundamentalmente están dirigidos a una muy pequeña empresa, hasta la actualidad fundamentalmente eran aquellas sociedades limitadas, anónimas o que no se habían podido transformar y en la actualidad las que se conocen como punto com, en las que se presenta la quiebra para evitar, y enlazo con el artículo 260 y el 135 de la Ley de Sociedades Anónimas que establece la acción de responsabilidad a los administradores. No me cabe la menor duda de que, como dije antes, ha existido un abuso por orden jurisprudencial, por interpretación jurisprudencial de la primacía de la suspensión de pagos frente a la quiebra, para evitar esa responsabilidad adicional. El texto de la ley no solamente habla de los administradores de derecho sino también de los administradores de facto, y en una regresión, una retroacción de dos años, es importante, pero también habla de los socios, con lo cual la responsabilidad estaría compartida y en algún aspecto excesivamente solidaria desde ese punto de vista. Piénsese, por ejemplo, en un administrador único de una sociedad anónima que fallezca por causas naturales o por lo que fuese y no exista en este caso posibilidad de liquidación porque no hay administración, por tanto no la pueden plantear, ni tampoco pueden plantearla los socios, tendrían que acudir a una convocatoria judicial de asamblea extraordinaria para solicitar la quiebra. ¿En este caso la responsabilidad recaería en los apoderados? ¿En dónde recaería en los socios? No me parece justo, porque el sistema de derecho societario sabemos todos que es respetar en tanto en cuanto se contribuye con la aportación patrimonial. Evidentemente, la quiebra se ha utilizado como arma arrojadiza con las quiebras de carácter necesario y ha dado lugar a la presentación de la quiebra y acto seguido la retirada de la misma por cuanto se había pagado, en evitación o con una connivencia, esa es la práctica, mientras que el resto de los acreedores se han quedado a la espera, tienen que iniciar de nuevo o indicarles cuál es el camino para obtener el cobro de sus créditos, que es la interposición a su vez de una quiebra. Entiendo que desde el mismo momento en que hay que poner un procedimiento, todos tienen que someterse a él. El artículo 39 de la Ley general Tributaria es un escollo por cuanto en situaciones, tanto tributarias como de la Seguridad Social, solamente en supuestos de concurso es posible que los abogados del Estado, en nombre o en representación —también en el caso de las representaciones de los letrados de las comunidades autónomas— pueden llegar a acuerdos. Entiendo que al ser un aspecto de orden público, como los acuerdos afectan a situaciones de orden público en las cuales no solamente están en juego intereses de carácter particular sino de carácter general, el artículo 39 de la Ley general Tributaria y su correspondiente parangón en la Seguridad Social no pueden ser objeto de compensación, incluso desde el punto de vista contable, pues como bien sabe usted, don Carlos, una vez que se introduce la quiebra el principio de compensación no existe. Entiendo que se podría llegar a acuerdos, pero acuerdos anteriores al inicio de un procedimiento concursal, estadios anteriores a un procedimiento concursal, desde el mismo momento en que son de carácter jurisdiccional, porque está afecto el orden público, esos acuerdos deben estar en su seno. ¿Lo dice por aquello de que se pueda abusar de la presentación de un convenio, junto con la solicitud? No lo sé. La experiencia actual demuestra que nunca se sabe cómo va a terminar una quiebra. De hecho, SS.SS. saben que muchos de los procedimientos concursales en los juzgados terminan por inanición y por caducidad. No sé si he sabido contestarle, don Carlos. Don Joaquín, gracias. Yo soy sencillo —perdón, aunque es un sitio solemne no trato de perder la sonrisa porque es una característica de mi personalidad— y trato de aprender en todos lados y máxime de ustedes. Cómo no, los abogados son absolutamente imprescindibles, lo que hay es que cambiar el matiz. El matiz es que en el supuesto de que me formalizasen la elevación de unas cuentas, como hipotético juez de lo mercantil, a lo mejor no sabría hacerlas. Tendría que someterse a un procedimiento de capacitación como el resto de los implicados en un procedimiento. Por el principio de especialidad, el abogado es tan imprescindible como el resto de los operadores económicos, pero lo pondría no en un plano superior o inferior, sino de primus inter pares, exactamente igual, pero con funciones bien delimitadas. Por ejemplo, un economista, un titulado mercantil o un auditor de cuentas tendría inconvenientes, por lo menos jurídicos, a la hora de presidir una junta para relacionar los créditos; un abogado no. Debería establecerse que fuese el abogado el que tuviera que estar presente en la junta y que fuese él el que la presidiera; a la vez que se debe contar con el abogado a la hora de elevar la lista de acreedores, porque el concepto primero que hay que abordar es el concepto jurídico de la categoría del crédito y después viene el contable. 20191 30 DE OCTUBRE DE 2002.—NÚM. 613 CONGRESO Por eso digo que el abogado es absolutamente imprescindible y debe jugar un papel absolutamente protagonista. Quiero ser sincero también diciendo en los procedimientos concursales todos sabemos que una vez que se han introducido los abogados, una vez que han percibido la correspondiente minuta…, menos mal que establece el artículo 153 que son créditos contra la masa. Eso es un acierto por cuanto que la jurisprudencia venía siendo incluso contradictoria y muchas querellas criminales han padecido y sufrido en los órganos concursales para devolver un dinero que luego la jurisprudencia ha dicho que era un gasto necesario; pero gasto necesario es tanto el del abogado que inicia como el del órgano concursal que salga adelante, porque la experiencia dicta que una vez que el abogado ha interpuesto la demanda se desentiende y que es el órgano concursal el que saca adelante tanto la quiebra como la suspensión de pagos. (El señor Sánchez Garrido: No estaban.) No estaban, pero es el abogado, el de la suspensión, el que tiene que procurar no solamente el beneficio de su cliente sino del resto de los acreedores. Por eso entiendo que es un acierto que el abogado forme parte de ella pero con categoría distinta, en el sentido de que sea el asesor jurídico de la intervención. No sé si puede ser el asesor jurídico de la intervención un letrado, independientemente del letrado del concursado. En segundo lugar, en cuanto a los créditos públicos, he dicho antes que el problema que tienen es que afectan al interés general. Son conceptos distintos el interés público del interés privado y no pueden rozarse. En derecho comparado, en la Unión Europea todos apuntan a que existe una igualación entre los créditos privados y públicos; en España, desde que por la Constitución es un Estado social y democrático de derecho, los créditos públicos gozan de prelación pero también con anterioridad. Es cierto que si los créditos públicos son un escollo para tratar de salvar a una empresa que puede ser útil a esa sociedad, sobre todo desde el punto de vista de la economía, deberían estar igualmente tratados como los créditos privados. Entiendo que no habría dificultad desde el punto de vista del interés público, con tal de que se sacrifique en la misma medida que el interés privado, para que puedan tratar de reflotar una empresa. No sé si he sido suficientemente explícito, don Joaquín; demasiado me parece. El señor VICEPRESIDENTE (Souvirón García): Muchas gracias, señor Pinazo, por su comparecencia y por sus explicaciones que han sido, como han puesto de manifiesto los portavoces de los grupos parlamentarios, del mayor interés para los trabajos de la Comisión. Ya veo que ha percibido que en esta Comisión hay mayoría de abogados. Se levanta la sesión. Edita: Congreso de los Diputados Calle Floridablanca, s/n. 28071 Madrid Teléf.: 91 390 60 00. Fax: 91 429 87 07. http://www.congreso.es Imprime y distribuye: Imprenta Nacional BOE Avenida de Manoteras, 54. 28050 Madrid Teléf.: 91 384 15 00. Fax: 91 384 18 24 Depósito legal: M. 12.580 - 1961 20192 Eran las dos y cuarenta minutos de la tarde.