Recurso de Casación N° 402-2009

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Recurso de Casación N° 402-2009
CORTE NACIONAL DE JUSTICIA DEL ECUADOR
SALA ESPECIALIZADA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
JUEZ PONENTE: DRA MARITZA TATIANA PÉREZ VALENCIA
ACTOR:
SR. LEONARDO JAVIER MORALES BRIONES
(RECURRENTE)
DEMANDADO:
EMELMANABÍ S.A Y SEÑOR PROCURADOR GENERAL DEL ESTADO
(RECURRENTES)
Quito, 25 de febrero de 2013 ;
las
16h31
VISTOS: Avocamos conocimiento de la presente causa en virtud de haber sido designados por el Consejo
de la Judicatura de Transición mediante Resolución No. 4-2012 de 25 de enero de 2012, las Resoluciones
de 30 de enero de 2012 y de 28 de marzo de 2012, de integración de las Salas Especializadas emitidas
por el Pleno de la Corte Nacional de Justicia, así como el acta del sorteo electrónico de causas y de
integración de Tribunales de la Sala de lo Contencioso Administrativo de 4 de abril de 2012. El señor
Leonardo Javier Morales Briones, actor de la causa; el doctor Jaime Andrés Robles Cedeño, Director
Regional No. 3 de la Procuraduría General del Estado; y el ingeniero Horacio Javier Sierra Torres, como
Gerente Regional de la Corporación Nacional de Electricidad, CNEL, antes EMELMANABÍ, y como
Procurador Judicial del ingeniero Luis Patricio Villavicencio González, Gerente General y representante
legal de CNEL, entidad demandada, interponen sendos recursos de casación en contra de la sentencia
dictada el 12 de enero de 2009 por el Tribunal Distrital No. 4 de lo Contencioso Administrativo, con sede
en la ciudad de Portoviejo, que aceptó parcialmente la demanda por indemnización y reparaciones de
daños materiales y morales por la deficiente prestación de servicio público. Los recursos interpuestos han
sido admitidos por la Sala Especializada de lo Contencioso Administrativo de la Corte Nacional de Justicia,
mediante auto de 18 de febrero de 2010. El actor del proceso, señor Leonardo Javier Morales Briones,
sostiene que en la sentencia recurrida se incurre en errónea interpretación de normas de derecho,
incluyendo los precedentes jurisprudenciales obligatorios, al decidir que para el cobro de las
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indemnizaciones deba constituirse un fideicomiso, desconociendo que él es una persona plenamente capaz
de administrar sus bienes, con lo que se le estaría negando el derecho a obtener los recursos suficientes
para cubrir sus deudas y los gastos que representa su discapacidad, ya que la cantidad que deberá recibir
mensualmente es insuficiente. En tal virtud, fundamenta su recurso en la causal segunda del artículo 3 de
la Ley de Casación por aplicación indebida del artículo 28 de la Ley de Modernización del Estado, porque al
haberse producido el silencio administrativo, el proceso era de ejecución y no de conocimiento, como
equivocadamente ha sido tramitado por el Tribunal de instancia. Además, fundamenta su recurso en la
causal primera del artículo 3 de la Ley de Casación por errónea interpretación del artículo 2.232 del Código
Civil, que dispone que queda en la prudencia del juez fijar el monto de las indemnizaciones; y por errónea
interpretación de precedentes jurisprudenciales obligatorios al constituir un fideicomiso para el cobro de
las indemnizaciones, desconociendo que no se encuentra en una situación de incapacidad legal que
justifique tal decisión. Alega, también, que es erróneo el argumento de utilizar parámetros de promedio de
vida fijados por la Organización Mundial de la Salud. Por su parte, el Director Regional No. 3 de la
Procuraduría General del Estado con sede en Portoviejo, fundamenta su recurso en la causal primera del
artículo 3 de la Ley de Casación por errónea interpretación de normas de derecho incluyendo precedentes
jurisprudenciales obligatorios; y, en la causal cuarta porque la sentencia no resolvió todos los puntos de la
litis. Alega que las normas infringidas son los artículos 20, inciso primero, 118 y 249 de la Constitución
Política de 1998; 6, 11 y 12 del Régimen del Sector Público (sic); 200 del Estatuto del Régimen Jurídico y
Administrativo de la Función Ejecutiva; y, 71, numeral cuarto, 273 y 274 del Código de Procedimiento
Civil. Sostiene que el actor no probó la deficiencia en la prestación del servicio público, existiendo, más
bien, negligencia tanto de la víctima como del dueño de la vivienda que la construyó sin tomar en cuenta
que los cables de alta tensión existían por más de cincuenta años; además que la demanda no señala la
cosa cantidad o hecho que se exige, contrariando la norma del artículo 71 del Código de Procedimiento
Civil; finalmente, sostiene que la institución demandada ha justificado sus excepciones lo que no ha sido
evidenciado por el Tribunal, incurriendo en
errónea interpretación de normas de derecho y precedentes jurisprudenciales obligatorios. De otro lado, el
recurso de casación interpuesto por el representante de la entidad pública demandada, Corporación
Nacional de Electricidad, antes EMELMANABÍ, está fundamentado en las causales primera y tercera del
artículo 3 de la Ley de Casación por errónea interpretación de normas de derecho y precedentes
jurisprudenciales obligatorios y por “resolución, en la sentencia o auto, de la omisión de resolver en ella
todos los puntos de la litis”. Considera como normas de derecho infringidas las contenidas en los artículos
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20, 118 y 249 de la Constitución Política de 1998; 6, 11 y 12 del Régimen del Sector Eléctrico (sic); 209
del Estatuto del Régimen Jurídico y Administrativo de la Función Ejecutiva; 71, numeral 4to., 273 y 274
del Código de Procedimiento Civil. Argumenta su recurso en la improcedencia de la acción porque los
perjuicios sufridos se ocasionaron por la propia negligencia o culpa de la víctima y que, por tanto, no hubo
deficiencia en la prestación del servicio; además, no se ha determinado con claridad qué cosa, cantidad o
hecho se exige en la demanda, tal como lo requiere el artículo 71.4 del Código de Procedimiento Civil. Por
otro lado manifiesta que no se han resuelto en la sentencia todos los puntos controvertidos lo que justifica
la causal cuarta del artículo 3 de la Ley de Casación. Alega que existe falta de legítimo contradictor porque
su representada no tenía responsabilidad frente a defectos generales del servicio, y que debía plantearse
la demanda al órgano de mayor jerarquía, que en este caso es el Consejo Nacional de Electricidad,
CONELEC, de conformidad a la normativa jurídica, tanto del sector eléctrico, cuanto del régimen que rige
a la Función Ejecutiva. Finalmente, afirma el recurrente que no existen los requisitos formales para la
procedencia de la ejecución de un acto administrativo presunto, como pretende el actor en base al silencio
administrativo positivo. Pedidos los autos para resolver, se considera:PRIMERO: El Tribunal de la Sala es competente para conocer y resolver el recurso interpuesto, de
conformidad con el primer numeral del artículo 184 de la Constitución de la República; numeral 1 del
artículo 185 del Código Orgánico de la Función Judicial; y, artículo 1 de la Codificación de la Ley de
Casación.----------------------------------------------SEGUNDO: El Tribunal Distrital No. 4 de lo Contencioso Administrativo, en la sentencia materia de este
recurso, resolvió aceptar parcialmente la demanda, condenando a la Empresa Eléctrica de Manabí,
EMELMANABÍ S.A., o sus sucesores en derecho, al pago de las indemnizaciones y reparaciones por daños
materiales y morales a favor del señor Leonardo Javier Morales Briones, por la deficiente prestación del
servicio público de distribución de energía eléctrica. El Tribunal de instancia fundamenta su decisión en
que existen daños indemnizables atribuibles al Estado que han generado perjuicios materiales y morales
en el actor de la causa que deben ser resarcidos en virtud del artículo 20 de la Constitución Política de la
República de 1998. Establece la sentencia que la entidad demandada EMELMANABÍ S.A. es responsable de
los daños, debiendo pagar un monto por lucro cesante, por los valores que dejará de percibir en razón de
su incapacidad parcial, equivalente al cincuenta por ciento del valor de la canasta familiar vital multiplicada
por el índice de vida probable de un varón ecuatoriano fijado por la Organización Mundial de la Salud, que
es de setenta años. Adicionalmente, para “[…] atenuar el efecto anímico y sicológico” resolviendo en
equidad, el Tribunal A quo dispuso que EMELMANABÍ S.A., por concepto de daño moral, pague al
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demandante la suma de USD $ 30.000,00 Finalmente, dispone que el pago se haga a través de un
fideicomiso que debe ser constituido para este efecto por la entidad demandada. -----------------------TERCERO: En primera instancia, de los cargos hechos por la entidad demandada y por la Dirección
Regional de la Procuraduría General del Estado en contra de la sentencia recurrida, esta Sala deberá
determinar si EMELMANABÍ S.A. debía ser la entidad demandada y si el Tribunal A quo resolvió todos los
puntos de la litis. Igualmente determinará si existió una errónea interpretación de las normas enunciadas
referentes a la responsabilidad del Estado por su acción u omisión dañosa. 3.1. Respecto a la legitimidad
pasiva del proceso, esta Sala considera que la demanda se dirigió correctamente en contra de la compañía
EMELMANABÍ S.A. en razón de que, por ser concesionaria del servicio público de energía eléctrica, asumió
la responsabilidad solidaria frente a la deficiencia en el servicio público. Así mismo, por efectos del
contrato suscrito, como bien lo señala el Tribunal de instancia, la concesionaria es la única responsable
respecto de cualquier consecuencia de la prestación del servicio público a su cargo, debiendo indemnizar
por los daños causados en virtud del servicio público que presta. En tal virtud, no tiene lugar el
fundamento de los recurrentes en relación a la falta de legítimo contradictor. 3.2. Del análisis de la
sentencia se puede llegar sin mayor esfuerzo a determinar que la controversia judicial se concretó a
determinar la responsabilidad extracontractual de EMELMANABÍ S.A. y su deber de reparar los daños
causados por la deficiente prestación del servicio público en favor del demandante, señor
Morales Briones, quien recibió una descarga eléctrica que lo dejó con una discapacidad física parcial. Es
decir, que la pretensión del actor fue la reparación de los perjuicios recibidos que no tenía obligación de
soportarlos causados directamente por la prestación deficiente del servicio a cargo de la compañía
demandada. En tal virtud, los jueces del Tribunal desarrollaron su análisis en base a esta pretensión y a la
defensa esgrimida por la contraparte, llegando a emitir su decisión en la sentencia recurrida sin que exista
tema pendiente de resolución. Esta Sala, por tanto, considera que los puntos en los que se concentró el
juzgador fueron los que determinaron la litis, por lo que el cargo hecho en contra de la sentencia por la
causal cuarta del artículo 3 de la Ley de Casación, es improcedente. 3.3. El artículo 20 de la Constitución
Política de la República, vigente hasta el año 2008, establecía el principio de responsabilidad objetiva del
Estado, de indemnizar a los particulares por los perjuicios que les causaren los funcionarios o empleados
públicos en el desempeño de sus cargos. Este régimen de responsabilidad extracontractual guarda
estrecha relación con las razones fundamentales que explican la existencia misma del Estado. Este
régimen determina que si existe un hecho dañino, que causa perjuicios indemnizables a un particular, que
atribuya jurídicamente por cualquiera de los títulos de imputación al Estado o a sus agentes, nace el deber
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de reparar los perjuicios, sean éstos materiales o inmateriales. Entonces, lo que se deberá determinar
para llegar a concluir que existe el deber de reparación es la presencia de los tres elementos que la
doctrina especializada ha identificado: el daño, el nexo causal y el título de imputación. Es válido afirmar
que si falta uno de estos elementos, el deber de reparar nunca se presenta; es decir, que el régimen de
responsabilidad extracontractual objetiva del Estado se fundamenta en la verificación de los elementos
que quedan señalados, debiendo el juzgador analizar los elementos probatorios que configuren la
existencia del daño, del nexo causal entre el que causa el hecho dañino y la víctima, y la imputación
jurídica de ese hecho a su causante; solo así nacerá la obligación del Estado para reparar íntegramente los
perjuicios irrogados al particular. Queda claro, entonces, que la responsabilidad objetiva del Estado debe
soportarse en los medios probatorios que conduzcan a determinar los elementos que componen el
régimen. No será suficiente la sola mención de la existencia de los hechos para hacer efectiva la aplicación
del referido artículo 20 de la Carta Fundamental anterior. En cuanto al daño, si lo que se pretende es la
reparación de daños materiales, o también llamados patrimoniales, se deberá probar que efectivamente el
hecho dañino produjo una pérdida o disminución patrimonial (daño emergente); o que el hecho impidió o
impedirá el ingreso patrimonial previsto (lucro cesante). De igual manera, para pretender el resarcimiento
de un daño inmaterial o extra patrimonial, el demandante deberá probar que el hecho que provocó el
daño le produjo un sufrimiento, dolor o angustia sicológica o que por efecto del daño sus relaciones
sociales, familiares o con el mundo exterior se vieron gravemente afectadas. Si nos referimos, por otro
lado, al nexo causal y a la imputación del hecho dañino, es necesario verificar que la causa del daño
pueda ser atribuible a la acción u omisión del Estado o sus agentes. Si el hecho que daña fue resultado
directo, se debe determinar el título que le impute el hecho que dé nacimiento al deber de reparar. Uno
de los títulos de imputación es lo que la doctrina denomina “falla del servicio” que no es otra cosa que la
deficiente prestación de los servicios a cargo del Estado. La falla del servicio hace alusión al quiebre en la
obligación del Estado de garantizar la vigencia de todos los derechos fundamentales y la prestación de los
servicios que solventen las necesidades públicas. Como queda dicho, la falla del servicio debe ser probada,
lo que no quiere decir que pierda la objetividad como rasgo distintivo de la responsabilidad estatal. Es
posible, desde luego, que ese nexo causal entre el hecho dañino y el daño producido se rompa por caso
fortuito o fuerza mayor o por hecho de la víctima o hecho de tercero. También es lógico suponer que
estos eventos deben ser probados y fundamentados para que rompan la causalidad como elemento de la
responsabilidad. 3.4. En el caso que se analiza, la sentencia evidencia la existencia de daños imputables a
una entidad que prestaba el servicio público de prestación de energía eléctrica y que tenía, por tanto, la
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obligación de responder frente a una deficiente prestación del servicio. Se evidencia que el hecho dañino
produjo los daños en la víctima demandante y que es imputable a quien prestó deficientemente el
servicio. La Empresa Eléctrica de Manabí tenía la responsabilidad, como concesionaria del servicio público
de energía eléctrica, de garantizar la seguridad en la prestación del servicio. Esta garantía se hace
extensiva aún más por la naturaleza riesgosa que la actividad implica, lo que lleva a suponer que debía
precautelar que los equipos y materiales utilizados en el servicio de trasmisión de energía eléctrica tengan
adecuados y suficientes niveles de seguridad para los particulares usuarios del servicio. Debía
precautelarse, así mismo, como obligación de la concesionaria, que las líneas de tendido eléctrico no
pongan en peligro la vida de los usuarios, De esta manera, los
elementos de causalidad e imputación son evidentes en la sentencia expedida por el Tribunal de
instancia. 3.5. En el caso que no ocupa, es evidente la existencia de una responsabilidad extracontractual
objetiva del Estado, entendiéndose que esta responsabilidad se genera sin consideración del elemento
intencional por parte del agente, es decir que no interesará si hubo culpa o dolo en la conducta del
agente. Se ha madurado la idea de que la responsabilidad administrativa es diferente de la de los
particulares y requiere un tratamiento especial; la responsabilidad del Estado no puede estudiarse en las
normas civiles que regulan la responsabilidad extracontractual, sino en base a los principios y doctrinas del
derecho administrativo en vista de las diferencias sustanciales existentes. En el caso del derecho
administrativo se regulan las relaciones jurídicas de las entidades públicas entre sí y con respecto a los
particulares o administrados, obteniendo prerrogativas especiales que le permiten alcanzar sus objetivos.
Considerando estas especiales características surgió la teoría de la responsabilidad objetiva que se
relaciona a la falla del servicio público, siendo una responsabilidad directa que produce un daño, debido a
que el ente público ha actuado mal, actuó tardíamente o no actuó en su debida oportunidad cuando tenía
que hacerlo. Dentro de esta responsabilidad advertimos la presencia de la culpa, pero no de la actuación
de las personas naturales, sino de una culpa objetiva administrativa o falla del servicio, como lo establece
el Art. 11, numeral 9 de la Constitución de la República. La responsabilidad objetiva administrativa posee
las siguientes características: 1. El daño debe haber lesionado un interés legítimo, patrimonial o
extrapatrimonial, que la víctima no está en la obligación jurídica de soportar. 2.- Determinación del riesgo
que conlleva el servicio público. 3.- Esta responsabilidad se configura considerando lo siguiente:
Existencia de un daño y que éste se impute a una persona de derecho público. 4.- Hay que tomar en
cuenta que no todo perjuicio debe ser reparado, sólo lo será aquel que se denomine antijurídico, es decir
que para su determinación se deberá analizar los elementos propios del daño y la verificación de la
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ausencia de causales de justificación que hacen que la persona tenga que soportarlo. El Tribunal de
instancia menciona que de las fotografías y certificados aparejados dentro del término probatorio se
puede llegar a establecer la existencia de perjuicios y, que aunque los elementos probatorios de los
elementos sicológicos y anímicos que el hecho ha provocado en el actor no constan acreditados de la
práctica de ninguna diligencia probatoria, son fácilmente deducibles de
los hechos probados. Esta Sala concuerda con la decisión que se plasma en la sentencia porque los
elementos probatorios existentes son suficientes, evidentes y determinantes para concluir que existen
dichos perjuicios. 3.6. La doctrina especializada desarrollada especialmente por vía jurisprudencial ha
determinado con muchísima claridad que el daño moral se manifiesta respecto a la esfera interna de la
víctima, en su componente subjetivo, como un dolor, sufrimiento o desasosiego íntimo, sicológico,
producido como consecuencia del hecho dañino. La sentencia del Tribunal A quo en el desarrollo del
considerando quinto detalla los hechos relacionados al daño moral que ha sufrido el actor, por lo tanto es
evidente que estamos frente a un caso en el que de la observancia de las piezas procesales se determina
que el actor atraviesa por un dolor o sufrimiento, no sólo en su parte física o psíquica sino también que
enfrenta un desajuste por la angustia que le producen las deudas contraídas para tratar la consecuencia
del hecho que le causó daño. Esta Sala manifiesta que respecto a este punto coincide con el criterio de la
Sala de Instancia. El ser humano reviste una complejidad en su naturaleza que no se limita a su fuero
interno, es decir, que la persona humana es multidimensional. Por esta razón, también el desarrollo
doctrinario ha establecido que existe otro daño del tipo extra patrimonial o inmaterial que se diferencia del
daño moral denominado en la jurisprudencia administrativa colombiana como “daño a la vida de relación”,
que constituye una afectación a la esfera exterior de la víctima, que altera, deteriora o disminuye la
calidad de vida de ésta, en sus relaciones con las personas o con las cosas. Esta afectación se refleja en la
vida práctica o en el desenvolvimiento en la vida personal, familiar o social, manifestándose en
impedimentos, exigencias, dificultades, privaciones, vicisitudes, limitaciones o alteraciones, temporales o
definitivas, que no tienen una significación o contenido monetario, productivo o económico, distinto, por
tanto, del lucro cesante. Este daño a la vida en relación, puede ser causado, principalmente, como
consecuencia de lesiones o trastornos físicos. 3.7. Las pruebas documentales que constan en el proceso
evidencian que los daños físicos producidos por la descarga eléctrica han provocado que la víctima vea
alteradas sus condiciones de vida personal, familiar y social, porque es evidente que su discapacidad le
está provocando una limitación en sus relaciones con el mundo exterior. El no contar con su miembro
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superior y las cicatrices por las quemaduras hacen prever que sus relaciones con otras personas y aún con
las cosas materiales más banales han sufrido una alteración irreversible, que hace necesaria su reparación
como daño inmaterial.---------------------------------------------CUARTO: Respecto a la constitución de un fideicomiso para el pago de
la indemnización de forma
mensual, ordenada por el Tribunal Distrital No. 4 de lo Contencioso Administrativo, esta Sala no encuentra
suficiente justificación para tal decisión, tomando en cuenta que el antecedente jurisprudencial que le
habría servido al Tribunal tenía fundamentos fácticos distintos. Si el demandante ha señalado que es
capaz de administrar por sí mismo sus bienes, no se encuentra sustento jurídico válido y plausible para
negársele tal posibilidad, considerando, además, que podría vulnerarse el principio de reparación integral
buscado por el régimen de responsabilidad objetiva del Estado.---QUINTO: Con los argumentos que quedan señalados, esta Sala manifiesta que respecto al recurso de
casación interpuesto por el actor, sobre la causal primera, aplicación indebida del Art. 28 de la Ley de
Modernización del Estado, esta Sala comparte el criterio de la Sala de Instancia que se desarrolla en el
considerando quinto de la sentencia, por lo cual considera que no existe aplicación indebida de la norma
citada. Con relación a la causal tercera sobre la errónea interpretación del Art. 2232 del Código Civil, de
los precedentes jurisprudenciales y la aplicación al caso de la conclusión de la Organización Mundial de la
Salud relativa al promedio de vida de un ecuatoriano, es importante indicar lo que la causal tercera del
Art. 3 de la Ley de Casación, establece: “Aplicación indebida, falta de aplicación o errónea interpretación
de los preceptos jurídicos aplicables a la valoración de la prueba, siempre que hayan conducido a una
equivocada aplicación o a la no aplicación de normas de derecho en la sentencia o auto”. Esta causal se
refiere a lo que la doctrina denomina violación indirecta de la norma sustantiva y contempla varias
situaciones jurídicas que no pueden darse simultáneamente y que deben ser individualizadas para su
pertinente demostración en cada caso. La aplicación indebida es la atribución equivocada de una
disposición legal o precepto jurídico a un alcance que no tiene; la falta de aplicación es la omisión que
realiza el juzgador en la utilización de las normas o preceptos jurídicos que debían aplicarse a una
situación concreta, conduciendo a un error grave en la decisión final; mientras que la errónea
interpretación, consiste en la falta que incurre el juzgador al dar desacertadamente a la norma o precepto
jurídico aplicado, un alcance mayor o menor o distinto, que el descrito por el legislador. Se analiza, que en
aplicación de cualquiera de estas situaciones, en lo que respecta a la
causal invocada, es necesario cumplir con las siguientes condiciones recurrentes establecidas en la
doctrina y jurisprudencia: 1.- Identificación en forma precisa del medio de prueba que a su juicio ha sido
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erróneamente valorado en la sentencia; 2.- Establecimiento con precisión de la norma procesal sobre
valoración de prueba que ha sido violada; 3.- Demostración con lógica jurídica en qué forma ha sido
violada la norma sobre valoración del medio de prueba respectivo; y, 4) Identificación de la norma
sustantiva o material que ha sido aplicada erróneamente o que no ha sido aplicada a consecuencia del
yerro en la valoración probatoria. En el presente caso el actor no cumple con las condiciones establecidas
para que se configure la causal, por lo que no ameritaría que esta Sala la conozca, sin embargo,
considerando lo dispuesto en el Art. 75 de la Constitución de la República del Ecuador y el Art. 27 del
Código Orgánico de la Función Judicial, relacionado al principio de la Verdad Procesal, esta Sala
Especializada conoce el tema de la creación del fideicomiso, situación que no comparte con el criterio del
Tribunal A quo y cuyo contenido se desarrolla en el considerando cuarto de esta sentencia. Sobre los
recursos de casación interpuestos por la Procuraduría General del Estado y Representante Legal de
EMELMANABÍ S.A., en los que se mencionan las causales primera y cuarta, ésta Sala manifiesta que por
hechos demostrados en el proceso judicial y que fueron valorados por el Tribunal A- quo y desarrollados
en esta sentencia, no se ha configurado dentro de la causal primera la errónea interpretación de todas las
normas citadas por los recurrentes y, en cuanto a la causal cuarta esta Sala no halla su configuración ya
que en la sentencia se han resuelto todos los puntos de la litis.SEXTO: En lo que respecta a la indemnización en el caso de lesiones, esta Sala considera lo siguiente: A)
En los casos de responsabilidad extracontractual del Estado es inminente que se debe considerar el valor
de la indemnización por daños materiales, denominado perjuicio patrimonial, que contempla pérdidas
patrimoniales y el valor del patrimonio que se esperare incrementar de no haberse producido el daño y,
por otra parte los daños inmateriales o perjuicio extrapatrimonial, esto es en cuanto a daños morales fruto
del sufrimiento de la víctima, daño a la vida en relación y otros daños extrapatrimoniales. Para una mejor
comprensión, es importante determinar los conceptos de los perjuicios patrimoniales y extrapatrimoniales,
para lo cual citamos a María Cristina Isaza Posse en el Manual Teórico Práctico de la Cuantificación del
Daño, pág. 19: “El perjuicio patrimonial está representado por las consecuencias o repercusiones del daño
en la esfera económica del reclamante. La medida de esas consecuencias en su patrimonio determina el
alcance o el valor del derecho a ser indemnizado por concepto del perjuicio patrimonial.”. Para Marcelo
López Mesa y Félix Trigo Represas, Tratado de la Responsabilidad Civil, Cuantificación del daño, Buenos
Aires, Editorial la Ley, 2006, pág. 65, citados por la autora del Manuel Teórico Práctico de la Cuantificación
del Daño: “El daño patrimonial es aquel que sufre el perjudicado en la esfera de su patrimonio, entendido
como conjunto de bienes y derechos de naturaleza económica.”. De la misma autora en la pág. 45
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encontramos que perjuicio extrapatrimonial es: “El daño que se refiere a una esfera distinta de la
patrimonial, que toca el fuero interno de las personas, en sus sentimientos y emociones. En consideración
a que éstos responden a criterios judiciales aplicados en cada caso particular, es el juez quién define su
valor, el cual será incluido dentro del total de la indemnización a cargo del responsable del daño.
Siguiendo la tendencia de la jurisprudencia encontramos las siguientes modalidades de prejuicio (sic)
extrapatrimonial: Daño moral. Daño a la vida de relación: el modelo permite calcularlo con referencia al
salario mínimo mensual vigente. Otros daños extrapatrimoniales: daño estético, el daño psíquico y la
pérdida de la oportunidad marital.”. B) Al haber manifestado esta Sala que en el caso de responsabilidad
extracontractual del Estado, es evidente considerar una indemnización, se procede a citar su definición
contenida en el Manual Teórico Práctico de la Cuantificación del Daño: “La indemnización es la suma de
dinero mediante la cual se compensa el daño sufrido por una persona en su esfera patrimonial y
extrapatrimonial. Es requisito sine qua non el daño o perjuicio. Si no hay daño no hay derecho a recibir
indemnización alguna. El daño determina el alcance de la obligación de reparar del responsable.”. Bajo
este concepto, se considera que la indemnización por los daños materiales, perjuicio patrimonial, debería
calcularse por un lado en relación a las pérdidas patrimoniales, a gastos probados verbigracia: atención
médica, prótesis, medicinas, etcétera, y por otra parte en relación al patrimonio que se hubiese esperado
incrementar de no haber sufrido el daño, de no existir pruebas que permitan verificar los ingresos
efectivos, se debería considerar el salario básico unificado, observando los parámetros de tiempo de
esperanza de vida, proporcional a la incapacidad presente de la víctima, cuidando de que las
indemnizaciones se canalicen por los medios adecuados, incluso llegando al punto de establecer la
cantidad mensual al tratarse de la indemnización que
obedezca al patrimonio que se hubiere esperado incrementar, que debería asignarse a la víctima a través
de la entidad demandada, con el objeto de que la indemnización no tenga como propósito enriquecerla,
en síntesis en aplicación del principio de razonabilidad para evitar por parte de la víctima pretensiones
sobredimensionadas, deberían evaluarse varios factores como por ejemplo el tipo de incapacidad, la
duración de la incapacidad, la edad género y condición de la víctima, dependencia económica, e ingresos
y, en cuanto a los daños inmateriales el juez deberá analizar en base a las pruebas del proceso y su sano
juicio la repercusión de tipo sicológico y del estado anímico de la víctima dentro de la sociedad, para
establecer
el
valor
que
debe
entregarse
indemnización.-----------------------------------------------------------------------------------
como
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SÉPTIMO. El criterio de la Sala plasmado en el considerando sexto en relación al cálculo de
indemnizaciones no puede ser aplicado en el presente caso, en razón de que no se ha contemplado en los
recursos de casación interpuestos por la Procuraduría General del Estado y EMELMANABÍ S.A., aspectos
relacionados con los cálculos y valores de la indemnización, razón por la cual esta Sala no puede resolver
lo que no ha sido solicitado. Por lo expuesto, sin que sea necesario realizar otras consideraciones, este
Tribunal de la Sala de lo Contencioso Administrativo de la Corte Nacional, ADMINISTRANDO JUSTICIA,
EN NOMBRE DEL
PUEBLO SOBERANO DEL ECUADOR, Y POR AUTORIDAD DE LA
CONSTITUCIÓN Y LAS LEYES DE LA REPÚBLICA, casa parcialmente la sentencia en lo que se
relaciona a la constitución del fideicomiso, disponiendo que el valor que fijó el Tribunal de Instancia debe
ser entregado directamente al señor Leonardo Javier Morales Briones.- Notifíquese, publíquese y
devuélvase.- Dra. Tatiana Pérez Valencia, Dr. José Suing Nagua (V.S), y Dr. Álvaro Ojeda Hidalgo,
Jueces Nacionales.Certifico: Dra. Yashira Naranjo Sánchez, Secretaria Relatora
Juez Ponente del Voto Salvado: Dr. José Suing Nagua
CORTE NACIONAL DE JUSTICIA.- SALA ESPECIALIZADA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO.
Quito, a 25 de febrero
de 2013; las 16h31
VISTOS: Avocamos conocimiento de la presente causa en virtud de haber sido designados por el Consejo
de la Judicatura de Transición mediante Resolución No. 4-2012 de 25 de enero de 2012, las Resoluciones
de 30 de enero de 2012 y de 28 de marzo de 2012, de integración de las Salas Especializadas emitidas por el
Pleno de la Corte Nacional de Justicia, así como el acta del sorteo electrónico de causas de la Sala de lo
Recurso de Casación N° 402-2009
Contencioso Administrativo de 4 de abril de 2012. El señor Leonardo Javier Morales Briones, actor de la
causa; el doctor Jaime Andrés Robles Cedeño, Director Regional No. 3 de la Procuraduría General del
Estado; y el ingeniero Horacio Javier Sierra Torres, como Gerente Regional de la Corporación Nacional de
Electricidad, CNEL, antes EMELMANABÍ, y como Procurador Judicial del ingeniero Luis Patricio
Villavicencio González, Gerente General y representante legal de CNEL, entidad demandada, interponen
sendos recursos de casación en contra de la sentencia dictada el 12 de enero de 2009 por el Tribunal
Distrital No. 4 de lo Contencioso Administrativo, con sede en la ciudad de Portoviejo, que aceptó
parcialmente la demanda por indemnización y reparaciones de daños materiales y morales por la deficiente
prestación de servicio público. Los recursos interpuestos han sido admitidos por la Sala Especializada de lo
Contencioso Administrativo de la Corte Nacional de Justicia, mediante auto de 18 de febrero de 2010. El
actor del proceso, señor Leonardo Javier Morales Briones, sostiene que en la sentencia recurrida se incurre
en errónea interpretación de normas de derecho, incluyendo los precedentes jurisprudenciales obligatorios,
al decidir que para el cobro de las indemnizaciones deba constituirse un fideicomiso, desconociendo que él
es una persona plenamente capaz de administrar sus bienes, con lo que se le estaría negando el derecho a
obtener los recursos suficientes para cubrir sus deudas y los gastos que representa su discapacidad, ya que la
cantidad que deberá recibir mensualmente es insuficiente. En tal virtud, fundamenta su recurso en la causal
segunda del artículo 3 de la Ley de Casación por aplicación indebida del artículo 28 de la Ley de
Modernización del Estado, porque al haberse producido el silencio administrativo, el proceso era de
ejecución y no de conocimiento, como equivocadamente ha sido tramitado por el Tribunal de instancia.
Además, fundamenta su recurso en la causal primera del artículo 3 de la Ley de Casación por errónea
interpretación del artículo 2.232 del Código Civil, que dispone que queda en la prudencia del juez fijar el
monto de las indemnizaciones; y por errónea interpretación de precedentes jurisprudenciales obligatorios al
Recurso de Casación N° 402-2009
constituir un fideicomiso para el cobro de las indemnizaciones, desconociendo que no se encuentra en una
situación de incapacidad legal que justifique tal decisión. Alega, también, que es erróneo el argumento de
utilizar parámetros de promedio de vida fijados por la Organización Mundial de la Salud. Por su parte, el
Director Regional No. 3 de la Procuraduría General del Estado con sede en Portoviejo, fundamenta su
recurso en la causal primera del artículo 3 de la Ley de Casación por errónea interpretación de normas de
derecho incluyendo precedentes jurisprudenciales obligatorios; y, en la causal cuarta porque la sentencia no
resolvió todos los puntos de la litis. Alega que las normas infringidas son los artículos 20, inciso primero,
118 y 249 de la Constitución Política de 1998; 6, 11 y 12 del Régimen del Sector Público (sic); 200 del
Estatuto del Régimen Jurídico y Administrativo de la Función Ejecutiva; y, 71, numeral cuarto, 273 y 274
del Código de Procedimiento Civil. Sostiene que el actor no probó la deficiencia en la prestación del
servicio público, existiendo, más bien, negligencia tanto de la víctima como del dueño de la vivienda que la
construyó sin tomar en cuenta que los cables de alta tensión existían por más de cincuenta años; además que
la demanda no señala la cosa cantidad o hecho que se exige, contrariando la norma del artículo 71 del
Código de Procedimiento Civil; finalmente, sostiene que la institución demandada ha justificado sus
excepciones lo que no ha sido evidenciado por el Tribunal, incurriendo en errónea interpretación de normas
de derecho y precedentes jurisprudenciales obligatorios. De otro lado, el recurso de casación interpuesto por
el representante de la entidad pública demandada, Corporación Nacional de Electricidad, antes
EMELMANABI, está fundamentado en las causales primera y tercera del artículo 3 de la Ley de Casación
por errónea interpretación de normas de derecho y precedentes jurisprudenciales obligatorios y por
“resolución, en la sentencia o auto, de la omisión de resolver en ella todos los puntos de la litis”. Considera
como normas de derecho infringidas las contenidas en los artículos 20, 118 y 249 de la Constitución Política
de 1998; 6, 11 y 12 del Régimen del Sector Eléctrico (sic); 209 del Estatuto del Régimen Jurídico y
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Administrativo de la Función Ejecutiva; 71, numeral 4to., 273 y 274 del Código de Procedimiento Civil.
Argumenta su recurso en la improcedencia de la acción porque los perjuicios sufridos se ocasionaron por la
propia negligencia o culpa de la víctima y que, por tanto, no hubo deficiencia en la prestación del servicio;
además, no se ha determinado con claridad qué cosa, cantidad o hecho se exige en la demanda, tal como lo
requiere el artículo 71.4 del Código de Procedimiento Civil. Por otro lado manifiesta que no se han resuelto
en la sentencia todos los puntos controvertidos lo que justifica la causal cuarta del artículo 3 de la Ley de
Casación. Alega que existe falta de legítimo contradictor porque su representada no tenía responsabilidad
frente a defectos generales del servicio, y que debía plantearse la demanda al órgano de mayor jerarquía, que
en este caso es el Consejo Nacional de Electricidad, CONELEC, de conformidad a la normativa jurídica,
tanto del sector eléctrico, cuanto del régimen que rige a la Función Ejecutiva. Finalmente, afirma el
recurrente que no existen los requisitos formales para la procedencia de la ejecución de un acto
administrativo presunto, como pretende el actor en base al silencio administrativo positivo. Pedidos los
autos para resolver, se considera:
PRIMERO: La Sala es competente para conocer y resolver el recurso interpuesto, de conformidad con el
primer numeral del artículo 184 de la Constitución de la República; numeral 1 del artículo 185 del Código
Orgánico
de
la
Función
Judicial;
y,
artículo
1
de
la
Codificación
de
la
Ley
de
Casación.----------------------------------------------------------SEGUNDO: El Tribunal Distrital No. 4 de lo Contencioso Administrativo, en la sentencia materia de este
recurso, resolvió aceptar parcialmente la demanda, condenando a la Empresa Eléctrica de Manabí,
EMELMANABÍ S.A., o sus sucesores en derecho, al pago de las indemnizaciones y reparaciones por daños
materiales y morales a favor de Leonardo Javier Morales Briones, por la deficiente prestación del servicio
público de distribución de energía eléctrica. El Tribunal de instancia fundamenta su decisión en que existen
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daños indemnizables atribuibles al Estado que han generado perjuicios materiales y morales en el actor de la
causa que deben ser resarcidos en virtud del artículo 20 de la Constitución Política de la República de 1998.
Establece la sentencia que la entidad demandada EMELMANABI S.A. es responsable de los daños,
debiendo pagar un monto por lucro cesante, por los valores que dejará de percibir en razón de su
incapacidad parcial, equivalente al cincuenta por ciento del valor de la canasta familiar vital multiplicada
por el índice de vida probables de un varón ecuatoriano fijado por la Organización Mundial de la Salud, que
es de setenta años. Adicionalmente, para “[…] atenuar el efecto anímico y sicológico” resolviendo en
equidad, el Tribunal A quo dispuso que EMELMANABI S.A., por concepto de daño moral, pague al
demandante la suma de USD $ 30.000,oo. Finalmente, dispone que el pago se haga a través de un
fideicomiso
que
debe
ser
constituido
para
este
efecto
por
la
entidad
demandada.
--------------------------------------------------------------------------------TERCERO: En primera instancia, de los cargos hechos por la entidad demandada y por la Dirección
Regional de la Procuraduría General del Estado en contra de la sentencia recurrida, esta Sala deberá
determinar si EMELMANABI S.A. debía ser la entidad demandada y si el Tribunal A quo resolvió todos los
puntos de la litis. Igualmente determinará si existió una errónea interpretación de las normas enunciadas
referentes a la responsabilidad del Estado por su acción u omisión dañosa. 3.1. Respecto a la legitimidad
pasiva del proceso, esta Sala considera que la demanda se dirigió correctamente en contra de la compañía
EMELMANABI S.A. en razón de que, por ser concesionaria del servicio público de energía eléctrica,
asumió la responsabilidad solidaria frente a la deficiencia en el servicio público. Así mismo, por efectos del
contrato suscrito, como bien lo señala el Tribunal de instancia, la concesionaria es la única responsable
respecto de cualquier consecuencia de la prestación del servicio público a su cargo, debiendo indemnizar
por los daños causados en virtud del servicio público que presta. En tal virtud, no tiene lugar el fundamento
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de los recurrentes en relación a la falta de legítimo contradictor. 3.2. Del análisis de la sentencia se puede
llegar sin mayor esfuerzo a determinar que la controversia judicial se concretó a determinar la
responsabilidad extracontractual de EMELMANABÍ S.A. y su deber de reparar los daños causados por la
deficiente prestación del servicio público en favor del demandante, señor Morales Briones, quien recibió
una descarga eléctrica que lo dejó con una discapacidad física parcial. Es decir, que la pretensión del actor
fue la reparación de los perjuicios recibidos que no tenía obligación de soportarlos causados directamente
por la prestación deficiente del servicio a cargo de la compañía demandada. En tal virtud, los jueces del
Tribunal desarrollaron su análisis en base a esta pretensión y a la defensa esgrimida por la contraparte,
llegando a emitir su decisión en la sentencia recurrida sin que exista tema pendiente de resolución. Esta
Sala, por tanto, considera que los puntos en los que se concentró el juzgador fueron los que determinaron la
litis, por lo que el cargo hecho en contra de la sentencia por la causal cuarta del artículo 3 de la Ley de
Casación, es improcedente. 3.3. El artículo 20 de la Constitución Política de la República, vigente hasta el
año 2008, establecía el principio de responsabilidad objetiva del Estado, de indemnizar a los particulares
por los perjuicios que les causaren los funcionarios o empleados públicos en el desempeño de sus cargos.
Este régimen de responsabilidad extracontractual guarda estrecha relación con las razones fundamentales
que explican la existencia misma del Estado. Este régimen determina que si existe un hecho dañino, que
causa perjuicios indemnizables a un particular, que atribuya jurídicamente por cualquiera de los títulos de
imputación al Estado o a sus agentes, nace el deber de reparar los perjuicios, sean éstos materiales o
inmateriales. Entonces, lo que se deberá determinar para llegar a concluir que existe el deber de reparación
es la presencia de los tres elementos que la doctrina especializada ha identificado: el daño, el nexo causal y
el título de imputación. Es válido afirmar que si falta uno de estos elementos, el deber de reparar nunca se
presenta; es decir, que el régimen de responsabilidad extracontractual objetiva del Estado se fundamenta en
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la verificación de los elementos que quedan señalados, debiendo el juzgador analizar los elementos
probatorios que configuren la existencia del daño, del nexo causal entre el que causa el hecho dañino y la
víctima, y la imputación jurídica de ese hecho a su causante; solo así nacerá la obligación del Estado para
reparar íntegramente los perjuicios irrogados al particular. Queda claro, entonces, que la responsabilidad
objetiva del Estado debe soportarse en los medios probatorios que conduzcan a determinar los elementos
que componen el régimen. No será suficiente la sola mención de la existencia de los hechos para hacer
efectiva la aplicación del referido artículo 20 de la Carta Fundamental anterior. En cuanto al daño, si lo que
se pretende es la reparación de daños materiales, o también llamados patrimoniales, se deberá probar que
efectivamente el hecho dañino produjo una pérdida o disminución patrimonial (daño emergente); o que el
hecho impidió o impedirá el ingreso patrimonial previsto (lucro cesante). De igual manera, para pretender el
resarcimiento de un daño inmaterial o extra patrimonial, el demandante deberá probar que el hecho que
provocó el daño le produjo un sufrimiento, dolor o angustia sicológica o que por efecto del daño sus
relaciones sociales, familiares o con el mundo exterior se vieron gravemente afectadas. Si nos referimos, por
otro lado, al nexo causal y a la imputación del hecho dañino, es necesario verificar que la causa del daño
pueda ser atribuible a la acción u omisión del Estado o sus agentes. Si el hecho que daña fue resultado
directo, se debe determinar el título que le impute el hecho que dé nacimiento al deber de reparar. Uno de
los títulos de imputación es lo que la doctrina denomina “falla del servicio” que no es otra cosa que la
deficiente prestación de los servicios a cargo del Estado. La falla del servicio hace alusión al quiebre en la
obligación del Estado de garantizar la vigencia de todos los derechos fundamentales y la prestación de los
servicios que solventen las necesidades públicas. Como queda dicho, la falla del servicio debe ser probada,
lo que no quiere decir que pierda la objetividad como rasgo distintivo de la responsabilidad estatal. Es
posible, desde luego, que ese nexo causal entre el hecho dañino y el daño producido se rompa por caso
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fortuito o fuerza mayor o por hecho de la víctima o hecho de tercero. También es lógico suponer que estos
eventos deben ser probados y fundamentados para que rompan la causalidad como elemento de la
responsabilidad. 3.4. En el caso que se analiza, la sentencia evidencia la existencia de daños imputables a
una entidad que prestaba el servicio de energía eléctrica y que tenía, por tanto, la obligación de responder
frente a una deficiente prestación del servicio. Se evidencia que el hecho dañino produjo los daños en la
víctima demandante y que es imputable a quien prestó deficientemente el servicio. La Empresa Eléctrica de
Manabí tenía la responsabilidad, como concesionaria del servicio público de energía eléctrica, de garantizar
la seguridad en la prestación del servicio. Esta garantía se hace extensiva aún más por la naturaleza riesgosa
que la actividad implica, lo que lleva a suponer que debía precautelar que los equipos y materiales utilizados
en el servicio de trasmisión de energía eléctrica tengan adecuados y suficientes niveles de seguridad para los
particulares usuarios del servicio. Debía precautelarse, así mismo, como obligación de la concesionaria, que
las líneas de tendido eléctrico no pongan en peligro la vida de los usuarios, incluso frente a acciones
negligentes de éstos, que en el caso analizado no se encuentran probadas dentro del proceso. De esta
manera, los elementos de causalidad e imputación son evidentes en la sentencia expedida por el Tribunal de
instancia, sin que se haya probado el rompimiento del nexo causal por alguna de las causas previstas para tal
efecto. 3.5. En cuanto a los perjuicios demandados, esta Sala encuentra que la sola mención hecha por el
demandante no es suficiente para determinar la existencia de daños materiales y morales. Si lo que
determina jurídicamente el deber de reparar es la existencia del daño, éste debe quedar fehacientemente
probado dentro del proceso. El Tribunal de instancia menciona que de las fotografías y certificados
aparejados dentro del término probatorio se puede llegar a establecer la existencia de perjuicios. Esta Sala
no concuerda con la conclusión a la que se llega en la sentencia porque los elementos probatorios existentes
no son suficientes para determinar, primero, que existe un daño material como lucro cesante; y, segundo,
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que la incapacidad sea efectivamente del cincuenta por ciento. Como ha quedado señalado en esta sentencia,
el lucro cesante es la pérdida de un ingreso previsto por causa del hecho dañino. A pesar de que se cuenta
con un certificado de trabajo, éste no refleja ni el tipo de trabajo ni los ingresos que percibía antes de
producirse el daño. No resulta plausible para la Sala que el Tribunal A quo tome el índice de la canasta
familiar para tasar el monto de la indemnización, sin considerar cuánto era el ingreso que el señor Morales
Briones percibía en su trabajo. También resulta arbitrario establecer la incapacidad parcial en el porcentaje
del cincuenta por ciento, sin que exista un parámetro necesario para haber llegado a esa conclusión. Los
daños materiales se prueban, no se presumen. 3.6. El daño moral también requiere prueba, su reparación no
tiene un efecto de satisfacción, sino más bien de compensación, permitiendo un margen de apreciación al
Juez para establecer su existencia y el monto indemnizatorio. La doctrina ha sido unánime en establecer que
resulta complejo llegar a determinar un justo valor que responda a una reparación integral por los daños que
no pueden ser evaluados económicamente. En tal virtud, la legislación, en los ordenamientos jurídicos que
la prevén, es la que viene a suplir este vacío con el establecimiento de topes o baremos máximos que sean
racionales. Sin embargo, esto no siempre se presenta, habiendo, más bien, casos en que la norma positiva
deja en la apreciación del juzgador el establecimiento del monto de indemnización. Es el caso del artículo
2232 de nuestro Código Civil, que deja en la prudencia del juez la determinación del valor que habrá de
compensar el daño moral. 3.7. El daño inmaterial, también llamado extrapatrimonial, está definido en la
doctrina especializada como el quebrantamiento a bienes jurídicamente protegidos que no tienen un
contenido económico o no son susceptibles de una valoración patrimonial en términos precisos y objetivos,
pero cuya protección por el ordenamiento jurídico es necesaria. También la doctrina lo ha tipificado como
daños a la integridad física, estéticos, biológicos, al honor, al buen nombre, sexuales, perjuicio al agrado,
daño al proyecto de vida, perjuicio al goce de vivir, alteración en las condiciones de existencia, daño
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sicofísico, a los placeres de la vida y a la serenidad familiar. En la jurisprudencia francesa y colombiana se
ha definido al daño inmaterial como daño moral, daño fisiológico y daño a la vida de relación. La doctrina
especializada desarrollada especialmente por vía jurisprudencial ha determinado con muchísima claridad
que el daño moral se manifiesta respecto a la esfera interna de la víctima, en su componente subjetivo, como
un dolor, sufrimiento o desasosiego íntimo, sicológico, producido como consecuencia del hecho dañino. Sin
embargo, el ser humano reviste una complejidad en su naturaleza que no se limita a su fuero interno, es
decir, que la persona humana es multidimensional. El daño a la vida de relación tanto se distancia del daño
moral, cuanto constituye un avance en su conceptualización respecto al daño fisiológico. Se diferencia del
daño moral al constituir una afectación a la esfera exterior de la víctima, que altera, deteriora o disminuye la
calidad de vida de ésta, en sus relaciones con las personas o con las cosas. Esta afectación se refleja en la
vida práctica o en el desenvolvimiento en la vida personal, familiar o social, manifestándose en
impedimentos, exigencias, dificultades, privaciones, vicisitudes, limitaciones o alteraciones, temporales o
definitivas, que no tienen una significación o contenido monetario, productivo o económico, distinto, por
tanto, del lucro cesante. Este daño a la vida en relación, puede ser causado, principalmente, como
consecuencia de lesiones o trastornos físicos. En tal virtud, el daño a la vida de relación puede ser
reconocido tanto a las víctimas directas cuanto a las indirectas, teniendo su origen en la salud física o
mental, y en cualquier otro bien que integra el patrimonio estrictamente personal del ser humano, carentes
por regla general de valor pecuniario, pero que generalmente constituyen derechos fundamentales, al ser de
la propia esencia del individuo. 3.8. Como queda dicho, la indemnización a estos perjuicios persigue un fin
satisfactorio o compensatorio, más que un objetivo resarcitorio o reparatorio. En este sentido, la
jurisprudencia del Consejo de Estado colombiano ha establecido que la discrecionalidad del juzgador es la
que determinará la cuantía de la indemnización en atención a la gravedad del daño causado. La magnitud
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del dolor podrá ser apreciada por sus manifestaciones externas siendo admisible para su demostración
cualquier tipo de prueba. 3.9. Las pruebas documentales que constan en el proceso evidencian que los daños
físicos producidos por la descarga eléctrica han provocado que la víctima vea alteradas sus condiciones de
vida personal, familiar y social, porque es evidente que su discapacidad le está provocando una limitación
en sus relaciones con el mundo exterior. El no contar con su miembro superior y las cicatrices por las
quemaduras hacen prever que sus relaciones con otras personas y aún con las cosas materiales más banales
han sufrido una alteración irreversible, que hace necesaria su reparación como daño inmaterial. Aun cuando
es posible inferir que las lesiones físicas también le ocasionan un sufrimiento y dolor íntimo, el proceso no
contiene elementos probatorios suficientes que hagan concluir en derecho que esto es así; por lo tanto, se
desecha
el
daño
moral,
entendido
como
sufrimiento
o
dolor
íntimo
o
sicológico.
--------------------------------------------------------CUARTO: Respecto a la constitución de un fideicomiso para el pago de la indemnización de forma
mensual, ordenada por el Tribunal Distrital No. 4 de lo Contencioso Administrativo, esta Sala no encuentra
suficiente justificación para tal decisión, tomando en cuenta que el antecedente jurisprudencial que le habría
servido al Tribunal tenía fundamentos fácticos distintos. Si el demandante ha señalado que es capaz de
administrar por sí mismo sus bienes, no se encuentra sustento jurídico válido y plausible para negársele tal
posibilidad, considerando, además, que podría vulnerarse el principio de reparación integral buscado por el
régimen
de
responsabilidad
objetiva
del
Estado.------------------------------------------------------------------------------------------------QUINTO: Con los argumentos que quedan
señalados, esta Sala determina que existió una errónea
interpretación del artículo 20 de la Constitución Política de la República de 1998, vigente en el momento de
los hechos, porque no pudo ser aplicado sin considerar la falta de medios probatorios de los daños
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demandados. En tal virtud, no corresponde el pago de lucro cesante, ni de daño moral. Sin embargo, esta
Sala considera probada suficientemente la existencia de un perjuicio inmaterial, por lo que, en aplicación
del artículo 2232 del Código Civil, fija la indemnización compensatoria por este daño en la suma de USD $
250.000, que deberá ser pagada por la compañía EMELMANABÍ S.A. o sus sucesores en derecho.
----------------------------------------------------------------------Por lo expuesto, sin que sea necesario realizar otras consideraciones, este Tribunal de la Sala de lo
Contencioso Administrativo de la Corte Nacional, ADMINISTRANDO JUSTICIA, EN NOMBRE DEL
PUEBLO SOBERANO DEL ECUADOR, Y POR AUTORIDAD DE LA CONSTITUCIÓN Y LAS
LEYES DE LA REPÚBLICA,
casa la sentencia en los términos que quedan señalados.- Notifíquese, publíquese y devuélvase Ff) Dr. José
Suing Nagua.- Juez Nacional (VOTO SALVADO).- Dra. Maritza Tatiana Pérez Valencia.- Jueza Nacional.Dr. Álvaro Ojeda Hidalgo.- Juez Nacional.Certifico.- Dra. Yashira Naranjo Sánchez.- Secretaria Relatora.
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