MONOGRAFIA COMPORTAMIENTO PSICOSOCIAL DE LOS NIÑOS QUE PRESENTAN CÁNCER INMERSOS EN SU CONTEXTO FAMILIAR ESLIN PAOLA OÑATE FREITE DIANA CAROLINA GALAN Monografía para optar al título de Psicólogo UNIVERSIDAD DE PAMPLONA FACULTAD DE ARTES Y HUMANIDADES DIPLOMADO DE PSICO-ONCOLOGIA PAMPLONA 2007 COMPORTAMIENTO PSICOSOCIAL DE LOS NIÑOS QUE PRESENTAN CÁNCER INMERSOS EN SU CONTEXTO FAMILIAR ABSTRACT El estudio busca describir las características del comportamiento psicológico y social de los niños que presenta cáncer y se hallan inmerso s en su contexto familiar, se establece a partir de identificar el vinculo con sus padres o cuidador, la autonomía, autoconcepto, las relaciones con sus pares, el juego, la reacción frente a la hospitalización y tratamiento medico y la influencia de la familia en el afrontamiento de dicha patología. Todo esto nos da las bases para plantear que el cáncer influye en el desarrollo de los niños pero no de manera definitiva como se había planteado, ya que se puede constatar que el papel de la familia es definitivo en el proceso del cáncer, es decir entre mas sólidas las bases de la familia de los niños mejor será la reacción que tendrá este con respecto al diagnostico, evolución y tratamiento. Palabras claves: comportamiento psicológico, niños, cáncer, familia, bienestar, muerte. JUSTIFICACION De acuerdo a los estudios científicos, es posible afirmar que las experiencias que el niño tiene en sus primeros años de vida marcan en forma muy significativa las características psicológicas, y por ende el desarrollo social que va a tener en su vida adulta. En la presente monografía se profundizara sobre la repercusión que tiene la presencia de un cáncer en el desarrollo psicológico y social del niño, debido a que afecta directamente su estilo de vida. La predisposición genética, los factores biológicos, psicológicos y sociales inciden en la salud y por lo tanto en el desarrollo humano, e interactúan dinámicamente en el propio individuo. Los programas de salud son básicos dentro de una macro estructura social, ya que permiten la evolución del ser humano enmarcado en el bienestar físico y psicológico, dentro de un estilo de vida. En los últimos años se puede apreciar que en nuestra sociedad se le ha dado mayor importancia a la conservación de la vida que a la calidad de esta, siendo ambas igualmente importantes. Cuando una persona presenta una patología, socialmente es estigmatizada y reducida a la identidad de la enfermedad, olvidándose de que es un ser humano. Al igual que sus padres, la primera pregunta que se hace un niño ante su diagnóstico es "¿Por qué yo?". Depresión y ansiedad no son poco comunes. Igual que los adultos, los niños también siente una gran ira, generalmente dirigida contra sus padres, hermanos, amigos o personal sanitario, o manifestada en irritabilidad u otras alteraciones del comportamiento. Frecuentemente se preguntan si van a morir de la enfermedad. Es fundamental siempre aclarar sus dudas y darles esperanzas de curación, así como mantener las líneas de comunicación abiertas con él durante todas las etapas de la enfermedad. Es muy común encontrar que las personas no están preparadas para asumir una relación y un vinculo afectivo adecuado con una persona que tenga una patología, de allí que solo sea posible al entablar una conversación con ellas, tratar aspectos de su enfermedad, sin tener conocimiento alguno y si darle la importancia correspondiente a su sentir. El conocimiento sobre la oncología pediátrica es tan deficiente y esta limitado solo a las familias directamente afectadas. Es importante para la sociedad saber como incide el cáncer a nivel psicológico y social en el niño, ya que esto nos permite tener un trato apropiado con él donde no se violente su integridad en su condición de niño. COMPORTAMIENTO PSICOSOCIAL DE LOS NIÑOS QUE PRESENTAN CÁNCER INMERSOS EN SU CONTEXTO FAMILIAR OBJETIVOS OBJETIVO GENERAL Describir las características del comportamiento psicológico y social de un niño que presenta cáncer y se halla inmerso en su contexto familiar. OBJETIVOS ESPECIFICOS Ψ Identificar las relaciones establecidas entre los niños afectados por el cáncer y su familia. Ψ Caracterizar los procesos de interacción generados con los diferentes miembros del núcleo familiar. Ψ Describir las relaciones entre pares de un niño con cáncer. Ψ Determinar los aportes teóricos sobre los cambios en el comportamiento normal de un niño con cáncer. MARCO TEORICO DESARROLLO INFANTIL Los diversos aspectos del desarrollo del niño abarcan el crecimiento físico, los cambios psicológicos y emocionales, y la adaptación social. Muchos determinantes condicionan las pautas de desarrollo y sus diferentes ritmos de implantación, por esto antes de introducirnos a la oncología pediátrica abordaremos algunos elementos del desarrollo infantil para comprender el problema desde una perspectiva psicológica teniendo en cuenta el proceso de maduración del niño. ¿HERENCIA O AMBIENTE? Todos están de acuerdo en que las pautas del desarrollo del niño están determinadas conjuntamente por condiciones genéticas y circunstancias ambientales, aunque subsisten vehementes discrepancias sobre la importancia relativa de las predisposiciones genéticas de un individuo. Excepto en algún caso en el que el entorno sea especialmente hostil, las pautas y las medidas del desarrollo físico y motor parecen estar genéticamente controladas, pero las investigaciones también indican que ambas variables, genéticas y ambientales, contribuyen al comportamiento intelectual. FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD necesidades crea conflictos personales. En la formación de la personalidad los niños aprenden a evitar estos conflictos y a manejarlos cuando inevitablemente ocurren. Una respuesta normal para las situaciones conflictivas es recurrir a los mecanismos de defensa, como la racionalización o la negación. Aunque todos hemos empleado mecanismos de defensa, debemos evitar convertirlos en el único medio de enfrentarnos a los conflictos. Un niño con una personalidad equilibrada, integrada, se siente aceptado y querido, lo que le permite aprender una serie de mecanismos apropiados para manejarse en situaciones conflictivas. APEGO Las relaciones del niño juegan un papel fundamental en su desarrollo. El apego es un de los mas importantes ya que es el sentimiento que une al padre y a su hijo; Es el vinculo emocional que existe entre ellos, el deseo de mantenerse en contacto por medio de la cercanía física, de tocarse, de mirarse, sonreírse, escucharse o hablarse (Pipp y Harmon, 1987). Los niños que han desarrollado un apego cercano hacia sus padres obtienen placer o seguridad del solo hecho de estar cerca de ellos, de poder verlos o de comunicarse con ellos. Todos los infantes necesitar formar un vinculo emocional seguro hacia alguien la madre, el padre, otro miembro de la familia o un cuidador sustituto (Bowlby, 1982). Para sentirse emocionalmente seguros, los niños necesitan una relación cálida, cariñosa y estable con un adulto responsable del que puedan depender (Kochanska, 1991). Si por alguna razón los padres no pueden estar cerca del niño, este necesita formar un apego similar con la persona que se encargue de su cuidado. Entre mayor sea el niño, menor es mejores relaciones con sus padres pueden tolerar mejor las separaciones o una hospitalización que los que tienen un apego inseguro. Un niño feliz seguro del amor de sus padres, no es insoportablemente ansioso; mientras que el niño inseguro, que ya de por si es ansioso en sus apegos, puede verse mas alterado por la separación forzada (Ainsworth, 1988). DESARROLLO DE LA CONFIANZA Y LA SEGURIDAD Erik Erikson (1963, 1968) sugería que la "Piedra angular de una personalidad vital’ se forma en la infancia a medida que los niños interactuan con sus padres u otras personas encargadas de su cuidado. Esta piedra angular es la base de la confianza de la medida que los infantes aprendan que puedan confiar en que las personas que lo cuidan habrán de satisfacer sus necesidades de subsistencia, protección, bienestar y afecto. Si estas necesidades no son cumplidas los niños se vuelven desconfiados e inseguros, es por eso tan importante la relación madre e hijo. Para esto es vital satisfacer sus necesidades básicas (alimentación y afecto) ( Herman y McHale, 1993; MacDonald, 1962). El requisito más importante para el desarrollo de la confianza y la seguridad de los niños es que los padres le demuestren que los aman. AUTONOMIA Erikson (1950,1959) afirma que la principal tarea psicosocial a cumplir entre el una demanda creciente sobre los padres, a medida que va emergiendo el yo, el niño empiezan a desear cierto grado de independencia; Quieren comer solos y explorar el mundo. Si no se les permite hacer algunas cosas desarrollan un sentido de vergüenza y duda acerca de sus capacidades. La frecuencia con que los padres ejercen el control probablemente no sea tan importante como la forma en que lo hacen; cuando el control es justo y razonable y muestra respeto por el niño le ayuda alcanzar una autonomía disciplinada. La autoestima es la percepción global que tenemos de nuestro propio valor, habilidades y logros; la visión, positiva y negativa que tenemos de nosotros mismos, existen cuatro fuentes principales de la autoestima de los niños relacionada con los padres, competencia social, progreso intelectual en la escuela y las actitudes de la sociedad y la comunidad hacia ellos. La forman en que los niños se perciben es crucial para la salud mental, para las relaciones que luego establezcan y el éxito que alcancen en la vida. RELACIONES FAMILIARES, EL PAPEL DE LA FAMILIA La familia es un grupo de personas unidas por los vínculos del matrimonio, sanguíneos, adopción o cualquier relación sexual expresiva, en que las personas compartan un compromiso en una relación intima e interpersonal. Las actitudes, valores y conducta de los padres influyen sin duda en el desarrollo de los hijos, al igual que las características específicas de éstos influyen en el Numerosas investigaciones han llegado a la conclusión de que el comportamiento y actitudes de los padres hacia los hijos es muy variada, y abarca desde la educación más estricta hasta la extrema permisividad, de la calidez a la hostilidad, o de la implicación ansiosa a la más serena despreocupación. Estas variaciones en las actitudes originan muy distintos tipos de relaciones familiares (aprendizaje por modelamiento). MODELOS DE PATERNIDAD Hay distintos modelos de paternidad, los cuales reflejan parcialmente las diferencias en los valores de los padres (Luster, Rhoades y Haas, 1989) AUTORITARIO Este tipo de padres hacen énfasis en la obediencia, utilizan la fuerza para poner freno a la voluntad de los niños, los mantienen subordinados, restringe su autonomía. Este tipo de padres tiende a utilizar disciplinas severas como lo hicieron con ellos. Este tipo de paternidad tiende a producir alejamiento, niños temerosos que exhiben poca o ninguna independencia y que son en general irritables y poc o asertivos, hostiles, mal humorados y agresivos. PERMISIVO Los padres permisivos no ponen ninguno restricción a sus hijos, aceptan sus impulsos y acciones sin tratar de moldear su conducta. Los niños tienden a ser rebeldes, autoindulgentes, agresivos, impulsivos y socialmente ineptos, se puede vincular al rechazo de los compañeros (Travillion y Snyder, 1993). AUTORITATIVO Los padres autoritativos tratan de dirigir las actividades de sus hijos de manera racional, fomentando la discusión pero a la vez ejerciendo un control firme cuando los niños lo desobedecen, sin ser por ello abiertamente restrictivos. Estos padres reconocen las necesidades e intereses individuales de sus hijos, pero establecen normas de conducta. Los niños de estos padres son los que presentan mejor ajuste de los tres grupos ; tiene mejor control, mas seguridad y mas confianza en si mismos, y su competencia social es mayor (Dekovic y Janssens, 1992). RELACIONES SOCIALES El desarrollo de las amistades con los pares es uno de los aspectos más importantes del desarrollo social de los niños. Las relaciones sociales infantiles suponen interacción y coordinación de los intereses mutuos, en las que el niño adquiere pautas de comportamiento social a través de los juegos, especialmente dentro de lo que se conoce como su ‘grupo de pares’ (niños de la misma edad y aproximadamente el mismo estatus social, con los que comparte tiempo, espacio físico y actividades comunes).La transición hacia el mundo social adulto es apoyada por los fenómenos de liderazgo dentro del grupo de iguales, donde se atribuyen roles distintos a los diferentes miembros en función de su fuerza o debilidad. Además, el niño aprende a sentir la necesidad de comportarse de forma cooperativa, a conseguir objetivos colectivos y a resolver conflictos entre individuos. La alcanzará su cota máxima cuando el niño llegue a la pubertad, a los 12 años aproximadamente, y nunca desaparecerá del comportamiento social del individuo, aunque sus manifestaciones entre los adultos sean menos obvias. En el proceso de desarrollo psicosocial, todos los niños pasan pro cuatro etapas: Autosocialidad : los intereses, placeres y satisfacción de los niños son ellos mismos. Ellos juegan solos al lado de sus compañeritos y no con ellos. Heterosocialidad infantil: entre los 2 y los 7 años buscan la compañía de otros, independiente del sexo. Homosocialidad : entre los 8 y los 12 años, mientras esta en la escuela primaria, prefieren jugar con otros niños del mismo sexo, pero no por propósitos sexuales sino por amistad y compañía. Existe cierto antagonismo entre sexos. Heterosocialidad adolescente y adulta: de los 13 años en adelante, cuando los placeres, amistades y compañía del individuo se encuentran en personas de ambos sexos, se empiezan a formar parejas EL JUEGO El juego tiene un papel importante en la socialización ya que le permite la relación con otros niños y la participación social, Mildred Parten (1932) identifico 6 • Juego vacío: los niños no juegan realmente, miran alrededor y se involucran en actividades al azar. • Juego solitario: los niños juegan solos con juguetes, no hacen esfuerzos por relacionarse con otros niños. • Juego de espectador: los niños ven jugar a otros y hablan con ellos pero no se unen al juego. • Juego paralelo: los niños juegan al lado de otros, pero no juegan con ellos, aunque imiten su conducta. • Juego asociativo: los niños interactuan con otros, pidiendo juguetes o prestándolos, siguiendo o dirigiendo actividades similares. • Juego cooperativo: grupo organizados de niños que participan en el juego, como un pasatiempo. Basados en lo anterior podemos plantear que el desarrollo humano es un conjunto de elementos que se articulan entre sí, siendo cada uno de estos diferentes pero simbióticos para la adecuada adaptación del niño al mundo. Este desarrollo aunque es crucial es muy frágil ya que se pueden ver influenciados en algún momento por diferentes factores, tales como una patología cambiando el curso de dicho desarrollo. Todo esto nos da sustento para poder comprender de una manera mas adecuada el comportamiento social y psicológico de un niño que presenta cualquier tipo de cáncer. Para poder entender mejor esta problemática, miraremos conceptos básicos y generalidades de la patología, específicamente de las leucemias que fueron el ASI SE PRODUCE EL CÁNCER Cáncer, crecimiento tisular producido por la proliferación continúa de células anormales con capacidad de invasión y destrucción de otro tejido. El cáncer puede originarse a partir de cualquier tipo de célula en cualquier tejido corporal, no es una enfermedad única si no un conjunto de enfermedades que se clasifican en función del tejido y célula de origen. Existen varias formas distintas, siendo tres los principales subtipos: los sarcomas proceden del tejido conectivo como huesos, cartílagos, nervios, vasos sanguíneos, músculos y tejido adiposo. Los carcinomas proceden de tejido epitelial como la piel o los epitelios que tapizan las cavidades y órganos corporales, y los tejidos glandulares de la mama y próstata. Los carcinomas incluyen algunos de los cánceres más frecuentes, los de estructura similar ala piel se denomina carcinomas de células escamosas y los que tienen una estructura glandular se denomina adenocarcinomas. En el tercer subtipo se encuentran las leucemias y linfomas que incluyen los cánceres de los tejidos formadores de las células sanguíneas; producen inflamación de los ganglios linfáticos, invasión del baso y medula ósea y sobreproducción de células blancas inmaduras. Estos factores ayudan a su clasificación. Casi todos los tejidos del cuerpo pueden llegar a desarrollar un estado maligno, y en algunos casos hasta varios tipos distintos. Aunque cada cáncer tiene características únicas los procesos básicos en que se origina son muy similares. Los 30 billones de células que forman un cuerpo normal y sano viven en un condominio complejo e interdependiente en el que una regula la proliferación de otras. Las células normales solo se producen cuando reciben las instrucciones adecuadas que les envíen otras células vecinas. Tal colaboración permanente asegura que cada tejido mantenga el tamaño y la arquitectura adecuada a las necesidades del cuerpo. Las células cancerosas vulneran ese esquema. Ignoran los controles normales de proliferación y siguen sus propias instrucciones internas de reproducción. Gozan de una propiedad incluso más perniciosa: son capaces de emigrar del sitio donde se producen, invadir otros tejidos y formar masas distantes del cuerpo. Con el tiempo, los tumores formados por esas células malignas se vuelven cada vez más agresivos y se tornan letales en cuanto empiezan a destrozar tejidos y órganos vitales. Se conoce ya que las células de un tumor descienden de una célula ancestral común, que en algún momento, generalmente décadas antes que el tumor se manifieste, inicio un programa de reproducción indebido. La transformación maligna de una célula acontece después, por acumulación de mutaciones en unos genes específicos. Esos genes son la clave para entender las raíces del cáncer. Los genes residen en las moléculas de ADN de los cromosomas del núcleo celular. Un gen cifra una secuencia de aminoácidos, que deben engarzarse entre sí para Cuando un gen se activa, la célula responde sintetizando la proteína cifrada. Las mutaciones genéticas que cambian la cantidad o la actividad del producto proteínico, pueden perturbar el funcionamiento de una célula. En la iniciación del cáncer desempeñan un papel fundamental dos clases de genes: a. Los oncogenes pueden ser genes celulares (proto-oncogenes). Al activarse el protooncogen experimenta un cambio en su secuencia o en su expresión que tiene un impacto significativo en la actividad biológica de la proteína que codifica, el resultado es que en el interior de la célula aumentan las señales estimuladoras, aunque no haya estímulos externos. El oncogen mas conocido es el oncogen ras(proteína que emite ordenes premotora del crecimiento). b. Los genes supresores a diferencia de los oncogenes inhiben y suprimen la Proliferación celular; si estos genes se alteran o se pierde, el resultado es el crecimiento encontrado de las células. Es necesario que fallen los dos alelos de un gen supresor para que la célula pierda un freno normal que limitaba su proliferación. FACTORES HEREDITARIOS En muchos casos, esta temprana aparición del cáncer se explica porque el paciente hereda de alguno de sus progenitores un gen mutante causante del cáncer. de genes que aportan óvulo y espermatozoide y se va distribuyendo a todas las células del cuerpo. De esta manera un evento raro, como es una mutación en un gen critico encargado de controlar el movimiento, se convierte en ubico, ya que la mutación acaba implantándose en todas las células del cuerpo y no solo en algunas al azar. En otras palabras el proceso, el proceso de formación del tumor se acelera, porque no hay que esperar que se produzca sus primeras etapas, las más lentas. En consecuencia el desarrollo tumoral, que suele requerir 3 o 4 décadas para llega a su fin, puede culminar en solo 1 o 2. Como esos genes mutantes pasan de generación en generación, muchos miembros de una misma familia pueden desarrollar un cáncer prematuramente. ETAPAS DEL CICLO DEL CÁNCER Consta de 4 etapas: En la fase G1: la célula aumenta de tamaño y se prepara para copiar su ADN. El copiado ocurre en la fase siguiente, denomina S (síntesis). Fase S (síntesis): durante la cual la célula duplica con precisión su complemento cromosómico . Una vez que los cromosomas se han la célula entra en la fase G2, durante la cual se prepara para la ultima fase. Fase G2: durante la cual se prepara para la última fase. Fase M (mitosis): fase en la que la célula se divide para engendrar dos células hijas, cada una de las cuales recibe una serie completa de cromosomas. La nueva célula hija entra inmediatamente en la fase G1 y continúa el ciclo de nuevo. ASI SE PROPAGA EL CÁNCER Nuestro cuerpo es una comunidad de células, en las que cada una ocupa su debido sitio donde realiza las tareas asignadas en beneficio del organismo. Salvo los leucocitos que patrullan por el cuerpo para evitar la invasión de microbios y la lesión de los tejidos. Las células normales permanecen en el tejido en el que forman parte. Muy distintas son las células cancerosas, verdaderos pícaros que agreden e invaden otros tejidos. A la metástasis, proceso de diseminación del cáncer hasta sitios distantes del cuerpo con consecuencia letales. Las células cancerosas comienzas por despegarse de su asentamiento primario (por lo común en un tejido epitelial) y rompen la membrana basal separándolas de otras capas de tejidos. Algunas de estas células invasoras logran atravesar la membrana basal que reviste el vaso sanguíneo y penetrar allende la capa de células endoteliales que lo tapizan. Así entrar en el torrente sanguíneo. Arrastradas por la circulación las células cancerosas pueden llegar a un capilar. Si consiguen fijarse y penetrar en la pared del capilar, pueden crear un tumor secundario. Se cifra en menos de una de cada 10.000 células cancerosas que escapan del tumor primario la que sobrevive para colonizar otro tejido. Esta metástasis y la invasión de tejidos sanos por células cancerosas constituyen los tumores malignos. La adquisión de la capacidad necesaria para emigrar a otro tejido es, por tanto clave en el desarrollo del cáncer. ONCOPATOLOGÍA PEDIÁTRICA Los tumores en la edad pediátrica tienen ciertos rasgos diferenciales con los propios de la edad adulta: pueden existir tumores congénitos y algunos de los que apare cen pasado el período neonatal, tienen su origen en restos embrionarios, lo que plantea algunas posibilidades de diagnostico precoz o incluso preclínico; predominan en el sistema hematopoyético (casi un 40% son leucemias), sistemas y tejidos de sostén, que no están expuestos a los agentes oncogénicos ambientales, a los que tanta atención se presenta en el adulto, considerando la importancia actual del cáncer de piel, tubo digestivo, mama, órganos genitales o pulmón. Terapéutica oncológica en pediatría. La estrategia actual en el tratamiento de los tumores malignos del niño exige una adecuada combinación de los métodos clásicamente empleados: Cirugía. Es la base principal para el diagnostico y el tratamiento de los tumores malignos. La biopsia preferentemente será realizada a cielo abierto, lo que permite tanto peritumoral y la valoración de una posible exéresis quirúrgica del tumor. La punciónbiopsia está indicada únicamente en las tumoraciones con afectación de la médula ósea y como estudio complementario en los linfomas y aspiración de líquidos biológicos (pleura, peritoneo). La exéresis tumoral, y si es posible realizarla en forma total, es sin duda el mejor tratamiento de todo tumor maligno. Radioterapia. La finalidad de la radioterapia es la erradicación tumoral, es decir, la destrucción total y definitiva de tumor. Su aplicación está en relación con el estadio de la tumoración y las posibilidades quirúrgicas de tratamiento pudiendo ser utilizada previamente a la intervención ante un tumor inoperable, o con posterioridad a la misma, si existen dudas acerca de la total eliminación del tejido neoplásico en la zona o en el lecho tumoral. Finalmente puede estar indicada en los síndromes dolorosos o comprensivos producidos por el tumor o sus metástasis, que no sean tratables por otros medios. Con uno u otro fundamento, un 80% de los pacientes con cáncer necesitará radioterapia. Quimioterapia. La quimioterapia con un fármaco único es utilizada actualmente con el título de experimental, con el objeto de valorar la posible acción de los nuevos citostáticos; la potenciación del efecto de estos medicamentos al asociar dos o más de ellos, ha hecho que la quimioterapia combinada se aplique a la totalidad de formas de cáncer tratables por este sistema. Las combinaciones son variables según los grupos de estudios que la realizan; en todo caso los ciclos de tratamiento están separados por el mínimo tiempo necesario para lograr la recuperación hematológica. Se limita también el número de fármacos y su dosis; con base a la mayor o menor toxicidad. Efectos secundarios de la quimioterapia. Las pautas cada vez más agresivas empleadas en los regímenes de poliquimioterapia, hacen necesario extremar las precauciones para evitar los riesgos graves a que pueden dar lugar, desencadenando las complicaciones hematológicas y las infecciones. Según la cronología o momento de aparición de las complicaciones de la quimioterapia cabe distinguir: 1) efectos tóxicos inmediatos (horas, días): vómitos, reacciones anafilácticas, fiebre, flebitis, fallo renal agudo, hipocalcemia, cistitis hemorrágica, necrosis por extravasación; 2) efectos precoces (días, semanas): leucopenia, trombocitopenia, hiperglucemia, hipomagnesemia; 3) efectos retardados (semanas, meses): neuropatía periférica, ataxia cerebelosa, ototoxicidad, miocardiopatía, pigmentación de uñas y piel, fibrosis pulmonar, síndrome hemolítico-urémico; 4) efectos tardíos (meses, años): alteraciones gonadales, hepatopatía, enanismos, carcinogénesis, teratogénesis. REACCION ANTE LA ENFERMEDAD Afirma PAPALIA (1994) que, frente a los sanos, los niños enfermos sufren un mayor nivel de angustia y con mayor frecuencia. Efectivamente, los niños experimentan un intenso estrés cuando padecen una enfermedad, y muy especialmente cuando esta los obliga a una hospitalización o a la aplicación de procedimientos diagnósticos y terapéuticos que pueden ser agresivos o dolorosos. La razón de esto radica en que los niños pequeños no han desarrollado aun mecanismos y estrategias y afrontamiento adecuado. Pero, a medida que va creciendo, la conciencia de enfermedad, la incertidumbre y los citados procedimientos siguen educación para la enfermedad en el ámbito escolar o familiar. Es frecuente que a estas edades (4 -7 años), los niños atribuyen el origen de la enfermedad a causas de orden moral (una travesura, o un comportamiento negativo). Hay que tener en cuenta las creencias que muchos adultos inculcan a los niños en este sentido. Dado que la conciencia de la enfermedad no se ha desarrollado plenamente, ellos no se sienten enfermos hasta que no se lo hacen saber los familiares o lo médicos. De hecho la vitalidad de los niños a estas edades enmascara a menudo el desarrollo de una enfermedad. Sin embargo, los niños son conscientes de las consecuencias psicosociales de la enfermedad; saben que estar enfermos supone ventajas como no ir al colegio, recibir mayor atención o la visita frecuente de amigos y familiares. La vivencia inadecuada a esta enfermedad ira configurando inconscientemente la concepción de la enfermedad como ganancia afectiva o material. Sobre el tratamiento suelen adoptar creencia mágica: piensan que cura el simple hecho de ingerir una medicina o recibir una inyección. Esta última puede ser concebida - por culpa de los padres- como un castigo por haber adquirido la enfermedad al haberse portado mal. En esta etapa (7-11años), los niños desarrollan una idea causal mas elaborada de la enfermedad. Aunque siguen manteniendo una fuerte relación entre la enfermedad y el comportamiento moral negativo, son ya capaces de atribuir causas concretas, pueden cuerpo causando la enfermedad. Así mismo, aprenden a valorar lo importante que es contarle al medico lo que siente o tiene para que este pueda establecer un diagnostico correcto a partir de los siete años van adquiriendo tal consciencia, de manera que el niño solicita ayuda a sus padres tan pronto como se siente mal, pues ya sospecha que pueda estar desarrollando la enfermedad valorando así la salud frente a la enfermedad. En cuanto al tratamiento, los escolares no entienden bien que en ocasiones este tenga que ser doloroso pues perciben cierta contradicción en el hecho de que para que algo tenga un efecto positivo (curar) deba tener también un efecto negativo (dolor del pinchazo). REACCION ANTE LA HOSPITALIZACION En las primeras edades, la hospitalización constituye un evento novedoso y altamente estresante que podría traer consecuencias negativas en el desarrollo de la personalidad. Y es que, como dicen PALOMO (1996), para el niño, el hospital es como un país extranjero a cuyas costumbres, lenguaje y horarios deben acostumbrarse. En el hospital, los niños entre 3 y 6 años valoran como bueno aquello que les proporcionan tranquilidad y satisfacción, en tanto que valoran como malo aquello que resulta físicamente doloroso. La regresión puede producirse en el niño como respuesta a una necesidad de afecto y compañía. El problema más importante que la hospitalización plantea a estas edades es el de la separación de los padres. BOLIG y GNEZDA (1984) han descrito las siguientes fases conductuales, de duración variable: 1. protesta: el niño reclama una y otra ves a sus padres, rechaza juegos o consuelos de otras personas. 2. Desesperación: sufren una confusión generalizada de sus circunstancias; expresa un llanto moderado, y aunque no adopta una actitud de rechazo, muestra una escasa comunicación verbal y poco afecto. Así mismo, se aferra a objetos familiares y realiza juegos autoeroticos. 3. Negativa: el niño empieza a conocer el nuevo ámbito, promueve su comunicación verbal, llora menos, busca consuelo en personas. Un hecho curioso consiste en que cuando recibe la visita de sus padres no expresa una alegría inmediata: deja pasar un breve tiempo hasta adaptarse a ellos con la familiaridad al habitual. 4. Ambivalencia/acercamiento: el niño control más y mejor su nuevo entorno; conoce mejor a las personas que le asisten. Activa así la comunicación verbal y expresa sus temores ante hechos habituales (inyección, medicaciones). Se alegran de la visita inminente de sus padres. Juega más con objetos y con más alegría. 5. Recuperación alcanza una actitud activa y positiva. Equilibra juega, acepta a otras personas para pasar el tiempo de juego o de compañía, incrementa sus amistades y le alegra las visitas de sus padres. Algunos autores (Vázquez 1990; PLATA1997) defiende que la presencia continua de algún familiar previene las consecuencias negativas de la hospitalización. Entre los 7 y 11 años tiene lugar el desarrollo de habilidades escolares y sociales. La hospitalización puede mermar dicho proceso, provocando un retraso escolar, incluso un ulterior rechazo de los compañeros de escuela por diferencias físicas, lo que a sus ves asentaría conductas de soledad, introversión, depresión o regresión. A estas edades, la mayor capacidad de razonamiento y entendimiento lleva a una mayor comprensión de la necesidad de la hospitalización y de colaborar con los profesionales de la salud en cuanto sea necesario. CONSECUENCIAS DE LA HOSPITALIZACION Una vez dado de alta, es previsible que el niño, incluso sin haber vivido la hospitalización como una experiencia negativa, sufra ciertos trastornos psicológicos, aunque ya se encuentren en su hogar. Así, puede expresar conductas como regresión, pesadillas, depresión, desadaptación escolar y agresividad. Por otro lado, muchos niños que abandonan el hospital no lo hacen con la salud repuesta de todo: debilidad, discapacidades y otros déficit pueden hacerle pensar que la hospitalización ha sido un fracaso, pues ellos tienen a identificar e ser dados de alta con la curación. Es necesario hacerle razonar, según proceda, que: 1. La convalecencia va proseguir en su casa, ya que su enfermedad esta controlada. 2. Aunque haya salido del hospital, el tratamiento aun no a concluido: deben proseguirlo con medicación, régimen, reposo y rehabilitación. La asimilación de las secuelas físicas o enfermedades crónicas dependen parte de la actitud de los padres, pero sobre todo, de los amigos y compañeros del colegio, es decir de sus iguales. Por ello, la colaboración por parte de estos últimos y de los profesores resulta vital para la superación de la crisis. Una de las complicaciones frecuentes de la hospitalización infantil prolongada es el hospitalismo, que surge de aquellos que carecen de apoyo sociofamiliar necesario para compensar el cambio de la vida intrahospitalaria a la extrahospitalaria. REACCION FAMILIAR La actitud de los padres y los hermanos antes, durante y después de la enfermedad y la hospitalización del niño es decisiva para la adecuada respuesta del a. Padres sobreprotectores: Los padres habitualmente sobreprotectores con sus hijos le predispondrán a adoptar una actitud pasiva ante la enfermedad o la hospitalización y a una difícil separación cuando estas se hagan necesaria. b. Escasa educación para la enfermedad: el niño necesita, deforma proporcional a su desarrollo cognitivo, ir asimilando la comprensión de la enfermedad como un hecho común que todos debemos saber afrontar. Así pues, la deficiente preparación del niño al respecto dificultara la asunción de su propia enfermedad u hospitalización llegado el momento. c. Educación incorrecta de los padres hacia los hijos: los argumentos amenazantes cotidianos como "l a inyección o el doctor", o bien mentirles sobre la hospitalización, como asegurarles que no les van a pinchar, van a contribuir a predisponer al niño a una mala conducta de afrontamiento. d. Ansiedad manifiesta de los padres: es inevitable que los padres experimenten una ansiedad antes y durante la enfermedad u hospitalización de su hijo. Pero sino la controlan bien y el niño se apercibe de ella, incrementara su propio estrés. Existe, pues, un verdadero contagio emociona de padres a hijos, de manera que sé a comprobado que estos últimos afrontan mejor la separación si los padres se sienten cómodos y relajados cuando les dejan solo en el hospital (PALOMO 1996). ADAPTACIÓN EMOCIONAL DE LOS PADRES AL CÁNCER INFANTIL En cuanto a la adaptación psicológica de los padres y familias de niños con cáncer, Sawyer, Antoniou y cols. (1993) realizan un estudio prospectivo. Lo plantean comparando la adaptación psicológica de estos padres con familias y padres de la comunidad. Su estudio resalta los diferentes niveles de conflicto experimentado por los padres de niños con cáncer, mientras los niños atraviesan las diferentes fases de la enfermedad. En las semanas posteriores al diagnóstico, el conflicto, era particularmente evidente entre las madres con problemas en las áre as de ansiedad e insomnio. Aunque estos problemas en las madres habían descendido un año después del diagnóstico de cáncer, los síntomas de depresión y problemas familiares se hicieron más evidentes. Entre los padres se manifestó un patrón similar de hallazgos, aunque ellos informaban de menos conflictos que las madres. Hay varias razones posibles para esta diferencia, es posible que refleje el hecho de que las madres son más a menudo las principales cuidadoras de los niños y los padres tienen una implicación menor con ellos; también es posible que el patrón refleje una tendencia por parte de los padres a negar o fallar al informar de los conflictos experimentados por ellos. Estos hallazgos pueden servir para informar a los padres de cómo se van a sentir durante el primer año del diagnóstico y después del mismo. También se les puede informar de que durante este primer año, aunque pueden descender los problemas de ansiedad materna y el insomnio de las madres, pueden experimentar síntomas crecientes de depresión y los problemas familiares pueden hacerse más evidentes. Las madres solteras además de los problemas que conlleva un cáncer infantil, han de enfrentarse a la soledad, la falta de apoyo íntimo y de responsabilidad compartida, en momentos de una enorme angustia emocional. Solas han de hacer frente a su función como cabezas de familia en una situación de caos familiar, a las responsabilidades económicas y laborales, a las tareas del hogar, al aislamiento social, a la necesidad de proporcionar modelos adecuados de conducta a sus hijos, a las demandas que sus hijos imponen en ellas, a la soledad, y a la indecisión. Para poder sobrellevar estas cargas más eficazmente, estas mujeres, deben intentar frecuentar la compañía de otros adultos, evitar sobrecargar a sus hijos con responsabilidades innecesarias, evitar tomar decisiones impulsivamente, y tomarse tiempo libre del trabajo en la medida de lo posible. La interacción de los comportamientos de afrontamiento materno y paterno, y cómo estos ha afectado al conflicto matrimonial. Dos componentes del proceso de afrontamiento, el despertar afectivo y el estilo de afrontamiento de acercamientoevitación se examinaron en un momento de agudo estrés familiar, poco después del diagnóstico de cáncer del niño. Predecíamos que parejas con niveles de ansiedad discrepantes, en el momento del diagnostico del niño, traerían consigo mayor conflicto matrimonial. Se creía que los niveles discrepantes de ansiedad, estaban relacionados con una habilidad decreciente a comprenderse y soportarse uno al otro en esta situación. En segundo lugar, predecíamos que parejas con modos de afrontamiento discrepantes, específicamente, un padre evitando y otro acercándose a la información que hace surgir ansiedad, traen consigo mayor conflicto matrimonial, otra vez relacionado con la habilidad decreciente a comprenderse y soportarse uno al otro. Los resultados de este estudio, reflejan la importancia de considerar la unidad matrimonial, cuando se evalúa la adaptación paternal durante el diagnóstico inicial altamente estresante y el período de tratamiento en el cáncer infantil. Las evaluaciones del padre a nivel individual han tenido un valor limitado para predecir el conflicto matrimonial. Sin embargo, cuando se consideraba la respuesta emocional de ambos cónyuges y el estilo de afrontamiento de ambos cónyuges, se ha obtenido una mejor predicción del conflicto matrimonial. Un examen de la correlación entre conflicto matrimonial y ansiedad y depresión paternal, reveló la relación esperada. Los padres que estaban más angustiados emocionalmente, es decir, más ansiosos o deprimidos, era más probable que revelasen también infelicidad en su matrimonio. Esta relación probablemente refleja, en parte, diferencias en los estilos de respuestas de los padres. Los padres que estaban más ansiosos de admitir su trastorno emocional eran también los que más revelaban problemas matrimoniales. Sin embargo, el nivel general de conflicto paternal daba cuenta solo de una porción de la discrepancia en el conflicto matrimonial. La predicción del conflicto matrimonial ha mejorado significativamente cuando se ha considerado la discrepancia entre los niveles de ansiedad de los padres. Cuanto mayor era la diferencia en el nivel de ansiedad entre los padres, mayor era el conflicto matrimonial revelado. Este descubrimiento es consistente con observaciones clínicas que convierten la relación matrimonial tirante, cuando un esposo está altamente ansioso Tales discrepancias en la ansiedad implican diferencias nupciales en la fase de valoración del afrontamiento, tal como lo definían Lazarus y Folkman (1984). Estas diferencias también pueden ser conceptualizadas como indicativas de problemas, en uno de los determinantes importantes de la adaptación matrimonial, que el consenso sobre los asuntos de importancia es fundamental para el funcionamiento de la pareja (Spanier, 1976). Así, si uno de los cónyuges percibe el diagnóstico de cáncer como una fuerte amenaza que requiere un afrontamiento, mientras el otro lo admite como una pequeña amenaza, es razonable que pueden surgir dificultades en la comunicación, en el desarrollo de metas comunes o en el soportarse mutuamente. EL PACIENTE CON CÁNCER La idea de tener cáncer provoca sentimientos de miedo, de pánico. No solo por su relación directa con la muerte, si no por su asociación a todo el proceso de degeneración física y psicológica que esta implica. Tal es la versión que suscita, que no solo estresa el hecho de padecerlo, sino la posibilidad de contraerlo. Debemos procurar tener una idea diversificada del cáncer, en cuanto a que existen diversos tipos, diversos tratamientos y diversos pronósticos. Incluso un mismo tipo de cáncer no se comporta igual en dos personas diferentes. Así que no existe el cáncer, sino múltiple variedades, y sobre todo, enfermos de cáncer. La anhelada pretensión de demostrar una relación causal entre estrés y cáncer ha definitiva, parece haber claros indicios de que el estrés podría favorecer la evolución negativa de la enfermedad cancerosa (llor, y cols.1994; BRAVO y SERRANOGARCIA 1997). CONSECUENCIAS DEL CÁNCER Deterioro psicológico El hecho de saber que se padece un cáncer supone un enorme estrés psíquico que se va a manifestar en forma de ansiedad y/o depresión. Sus principales causas son: • La principal causa del estrés es la idea de una muerte próxima. • La incertidumbre que se tiene sobre muchos aspectos de la enfermedad tumoral: sobre su diagnostico preciso, las posibilidades terapéuticas y pronosticas. Y no siempre es fácil dar respuestas claras destinadas a paliar esta incertidumbre. • Por otro lado resulta enormemente estresante la falta de control a nivel personal y a nivel social. Personal, porque el paciente no es capas de controlar el buen funcionamiento de su propio organismos. Necesita ineludiblemente la ayuda de un equipo médico. Y social, porque la enfermedad lo obliga a abandonar y a modificar el rol que desempeña en su familia y en su trabajo, impidiéndole el control sobre estos ámbitos. • El propio deterioro físico es un factor muy estresante especialmente el derivado de los efectos secundarios del tratamiento recibido, sobre todo el dolor y la invalidez. PREDISPOSICION FAMILIAR ANTE LA ENFERMEDAD El cáncer en uno de los miembros de la familia constituye una de las terribles y graves crisis situacionales. Por otro lado, no se vive el cáncer de un abuelo que el de un hijo menor, el d e un padre o el de una madre. No todas las familias responden de la misma manera ante una crisis situacional debida a la enfermedad de un de sus miembros. Ni siquiera una misma familia responde siempre de igual forma en diversos momentos. Los factores que hacen variar tal respuesta, y que por tanto define la predisposición de la familia ante la enferma son: El nivel de gravedad de la enfermedad. El miembro de la familia enfermo. La situación socioeconómica familiar: La familias con desahogada posición económica podrán afrontar mejor la enfermedad que otras familias con menos recursos. Capacidad de los familiares: Capacidad física y responsabilidad que puedan asumir para cuidar al enfermo. Recursos externos de apoyo: familiares de segundo grado, amigos que puedan prestar apoyo social y/o económico. La relación afectiva entre los familiares: el nivel afectivo de la comunicación, la relaciones emocionales entre subsistamos, condicionan la reacción de los hijo ante la enfermedad. Así, los hijos sobreprotegidos adoptaran actitudes de dependencia; la baja autoestima predispondrá a conductas depresivas. La tensión emocional familiar, es decir, su nivel emocional ante la magnitud de las crisis evolutivas que en ese momento se este desarrollando. Así, por ejemplo, como señala ROBLEDO (1995), "los momentos de entrada y salida de los miembros del sistema familiar son más sensibles para la aparición de la patología". La experiencia previa de los familiares ante la enfermedad les permitirá una más adecuada y rápida respuesta adaptativa ante una nueva crisis similar. Así pues, el sistema familiar es la base del apoyo del niño enfermo, pero ello no garantiza que la familia sepa asumir su situación y sus necesidades de cuidado ( SILBERSTEIN 1997). Etapas de los padres al enfrentarse al impacto emocional Incredulidad/negación: En el período inicial después del diagnóstico, algunas veces los padres dudan de la exactitud de lo que se les está diciendo. Su hijo no parece un error del laboratorio o si los resultados de las pruebas son en realidad los de otro niño. Puede ser que quieran verificar las credenciales del personal médico o del centro médico. Si la determinación de un diagnóstico se torna difícil, es posible que duden si el personal médico es tan competente como debiera ser. Es posible que decidan buscar una segunda opinión. La incredulidad o negación inicial, al igual que el impacto emocional, pueden minimizar el sufrimiento. Es una forma de los padres de ganar tiempo para adaptarse a la realidad inquietante del diagnóstico de su hijo y para confirmar que el niño recibirá el tratamiento necesario y adecuado. Únicamente surge un problema cuando la negación de los padres retrasa el tratamiento oportuno. Sentimiento de culpa: Una vez que los padres aceptan que su niño o adolescente sí tiene cáncer, surgen los sentimientos de culpa. Los padres tienen la enorme responsabilidad de proteger a su hijo contra daños y peligros. Al principio se pueden preguntar qué pudieron haber hecho para contribuir a que su hijo haya sido diagnosticado con esta enfermedad que amenaza su vida. ¿Podría ser que están pagando por sus pecados o sería consecuencia del abuso de drogas o alcohol? ¿Es su hábito de fumar la causa del cáncer? Las madres algunas veces se preguntan si hicieron o dejaron de hacer algo durante el embarazo que pudo haber hecho la diferencia. Un antecedente de cáncer en la familia puede ocasionar que se piense que uno de los padres tiene genes "malos". Pueden cuestionar el grado de seguridad del lugar en donde viven, el agua que utilizan, o pueden tener dudas acerca de las toxinas en el ambiente o en su propia casa, a las cuales ellos pudieron haber expuesto a su hijo. Les preocupa si algo relacionado con sus ocupaciones pudiera haber causado el cáncer. Los padres también dicen sentirse culpables por no haber prestado suficiente atención a los síntomas que presentaba el niño. Se preocupan de no haber buscado atención médica inmediata o de no haber exigido que un especialista viera a su hijo al persistir los síntomas. Los sentimientos de culpa parecen ser universales y es normal tratar de entender las causas de un problema. Sin embargo, actualmente, no se sabe qué es lo que causa la mayoría de los cánceres. Los padres no son responsables de causar el cáncer de su hijo. Además, la mayoría de los niños son diagnosticados y empiezan el tratamiento oportunamente. Es necesario aliviar los sentimientos de culpa hablando sobre las preguntas que los padres puedan tener. Es importante no dejar que los sentimientos de culpa distraigan a los padres de todas las tareas que tienen que enfrentar cuando su hijo tiene cáncer. Tristeza/sensación de depresión: La tristeza y la sensación de depresión son reacciones normales y comprensibles de los padres ante el diagnóstico de cáncer de su hijo. Todos los padres esperan y suenan que la vida de su hijo sea saludable, feliz y sin problemas. El cáncer y su tratamiento posponen ese sueno. Es normal que los padres se sientan tristes por la pérdida de sus esperanzas. En ese sufrimiento experimentan sentimientos de desesperación por la recuperación de su hijo. También sienten tristeza al pensar en los días difíciles de tratamiento que tienen por delante. La intensidad de sus sentimientos por lo general va de acuerdo con el pronóstico que se le ha dado a su hijo, pero puede también ser reflejo del temperamento y personalidad individual. Un padre puede ser más optimista por naturaleza, mientras que otro puede reaccionar de manera más pesimista a cualquier problema en su vida. Los que necesitan para realizar las tareas diarias de rutina o para enfrentarse a todo lo que se espera de ellos ahora que su hijo tiene cáncer. Los padres a menudo dicen sentirse agobiados por la gravedad del diagnóstico de su hijo. Lamentablemente no se puede evitar que los padres tengan estos sentimientos dolorosos y desagradables y los experimentarán en distintos períodos durante la enfermedad de su hijo. Enojo: El hecho de que el cáncer amenaza la vida de un niño inocente provoca el enojo de los padres ante las crueldades e injusticias de la vida. Cuando uno de nuestros seres queridos se enferma, aunque sea una enfermedad leve, parece natural que nos defendamos y busquemos a quién echarle la culpa. Los padres se preguntan por qué tiene que ser su hijo el elegido. Algunas veces su enojo va dirigido hacia los médicos que les comunican el diagnóstico y les describen la complejidad del tratamiento. En otros casos es Dios el objeto de su ira al cuestionar un mundo en el que los niños se enferman, sufren y mueren. Los padres también sienten rabia por las experiencias que saben que su hijo tendrá que enfrentar: pruebas de diagnóstico y los procedimientos invasivos. La frustración diaria de tener que lidiar con un enorme y complejo sistema de cuidados de salud, en un ambiente extraño y con numerosos médicos es también motivo de enojo periódico. Los padres pueden sentirse enojados el uno con el otro por cuestiones pasadas o presentes que ahora complican el tratamiento de su hijo. El enojo también podría dirigirse a familiares o amigos que hacen comentarios imprudentes o que están demasiado ocupados para proporcionar algún apoyo. Algunas enfermedad está causando tantos problemas para toda la familia o que no coopera con los médicos y enfermeras. Algunos ocultan su enojo o hasta niegan que sienten coraje, ya que consideran que expresar tales sentimientos "no es correcto" o que es destructivo. Otros expresan su enojo de manera explosiva y hostil y culpan a alguien en particular. En vista de que los padres y los médicos deben trabajar juntos para ayudar al niño o adolescente a lidiar con el cáncer y su tratamiento, es importante encontrar la manera apropiada de expresar su enojo y resolver las quejas que sean válidas. La mayoría de los padres se preocupan, en privado o en voz alta, acerca de su capacidad para manejar los sentimientos complejos asociados con un diagnóstico de cáncer. Sin embargo, casi todos tienen la fuerza y la capacidad de adaptación para manejarse muy bien. Desarrollar confianza en el equipo de profesionales a su alcance y utilizar sus servicios puede ser muy conveniente. Los trabajadores sociales, las enfermeras, los médicos y otros, que forman parte del equipo de salud pueden ayudar a los padres a entender que lo que sienten es lo normal y esperado. Los profesionales también pueden ayudar a enseñarles nuevas estrategias para enfrentar la situación, tales como la relajación o técnicas para el manejo del estrés. Los padres también estarán mejor preparados para manejar sus sentimientos si atienden adecuadamente sus necesidades personales en lo que se refiere a alimentación, horas de sueno, problemas de salud, ejercicio y recesos en el cuidado de su hijo. También podrían necesitar ver al médico de la familia para atender cualquier preocupación relacionada con su salud personal. Los abuelos, tías, tíos u otros familiares cercanos a menudo tienen reacciones similares a las de los padres y pueden tener dificultad para manejar algunos de los mismos sentimientos. Generalmente se beneficiarán si se les proporciona información precisa acerca de lo que está sucediendo y, de ser posible, si se les pide ayuda práctica. El contacto con el grupo de profesionales también puede ayudarles a hablar y manejar sus sentimientos. Ocasionalmente, los padres desean proteger a determinados miembros de la familia y ocultan la noticia del diagnóstico debido a la preocupación por el impacto emocional cuando existen problemas de salud física o mental. Los profesionales del equipo de salud pueden ofrecer su ayuda a los padres para tratar estos asuntos delicados. Los sentimientos llegan espontáneamente para todos. Por lo general podemos controlarlos eligiendo la manera de expresarlos. Las reacciones ante una crisis mayor en nuestra vida, como lo es el diagnóstico de cáncer en un niño o adolescente, son perturbadoras y dolorosas, pero naturales. La mayoría de los pacientes y familiares expresan sus sentimientos muy adecuadamente y los manejan bien. Los padres pueden ayudar a su hijo demostrándole que ellos no se avergüenzan o tienen miedo de demostrar lo que sienten, pero también demostrando que controlan sus emociones y son capaces de concentrarse en seguir adelante con los planes del tratamiento. Reacciones emocionales comunes de los niños con cáncer y las de sus hermanos ante el diagnóstico de cáncer Los niños y los adolescentes, ya sean pacientes o hermanos de los pacientes, emociones semejantes y algunas veces reflejan las de los padres. Sus sentimientos varían de acuerdo a lo que cada niño o adolescente experimenta como consecuencia del diagnóstico. Los pacientes pueden estar muy enfermos, pueden tener mucho dolor o tener que soportar molestas pruebas de diagnóstico. Puede ser que ni siquiera se sientan tan enfermos. Tal vez tengan que viajar desde muy lejos para ver a los médicos que hacen el diagnóstico. Puede ser que otros tengan que esperar días o semanas para confirmar el diagnóstico. Es posible que dejen de asistir a la escuela por un largo tiempo o tengan que dejar de participar en deportes y otras actividades. Los hermanos y hermanas pudieran enfrentar el separarse repentinamente de sus padres. Se producen cambios en la vida normal y las rutinas cotidianas de la familia. Miedo/ansiedad: Con frecuencia los pacientes sufren un impacto tan intenso como el de los padres por el cambio repentino de la salud a la enfermedad y al desagradable proceso de pruebas y procedimientos necesarios para llegar al diagnóstico. Si se requiere hospitalización, es posible que ésta sea su primera experiencia y se sienta aterrado y abrumado. De hecho, el miedo y la ansiedad son las emociones que predominan en los niños, tanto pacientes como hermanos, después del diagnóstico. Es aterrador que le digan a alguien que su cuerpo no está funcionando bien, que hay células cancerosas dentro de él. Es completamente normal que el niño o adolescente sienta miedo ante las nuevas experiencias que a veces también son dolorosas. No es fácil enfrentarse a la extracción de sangre, biopsias, aspiraciones de médula ósea, punciones lumbares, radiografías y otras pruebas de diagnóstico. No están seguros de poder También les perturba ver a sus padres y familiares preocupados por todo lo que está sucediendo y tener que asistir a un lugar extraño con mucha gente desconocida. Es motivo de preocupación pensar sobre los efectos del tratamiento en su cuerpo, qué apariencia tendrá y cómo se sentirá, así como cuál será la reacción de los amigos. Resulta aterrador pensar que podría morir. Los hermanos y hermanas tienen sus propios temores. Algunas veces, temen que también ellos pudieran tener cáncer. Ellos no están seguros de qué es el cáncer, pero piensan que es algo malo. Pueden sentir miedo de visitar a su hermano o hermana en el hospital o de verlo enfermo o sufrir dolor. Les preocupa que no se les esté diciendo la verdad acerca de lo que está sucediendo y también el hecho de ver a sus padres presionados y temerosos. Les disgusta tener que separarse de ambos padres o de alguno de ellos y quedarse al cuidado de parientes o amigos. También les preocupa ir a la escuela y enfrentar preguntas que no pueden contestar acerca de su hermano enfermo. Sienten miedo de que su hermano se muera. Enojo/culpa: El enojo y el sentimiento de culpa también son reacciones normales tanto en los pacientes como en sus hermanos. Los pacientes se preguntan por qué les ha sucedido esto. ? No es justo! Se sienten enojados por todas las cosas difíciles que le esperan: los pinchazos con agujas, tomar líquidos de sabor desagradable, tomar pastillas de gran tamaño, tener que hablar con muchas personas, acostarse dentro o encima de máquinas que los atemorizan, ver invadida su intimidad, y estar hospitalizado. También son comunes los sentimientos de culpa. A los pacientes les preocupa que tal vez tienen cáncer a causa de haber tenido un mal comportamiento o de haber tenido malos pensamientos. Tal vez algo que ellos hicieron originó el cáncer: mentir, fumar, probar drogas o haber tenido relaciones sexuales. También pueden sentirse culpables de ser los responsables de esta crisis familiar y les preocupa el impacto que esto está teniendo en sus padres, especialmente si los padres tienen conflictos o están divorciados o tienen problemas personales graves. Los hermanos también pueden sentirse enojados porque esto le haya sucedido a su hermano o hermana. Se enojan porque su vida se haya alterado tanto y porque nada volverá a ser igual. Resienten que sus padres no tengan tiempo para ellos o que no les importe que ellos se sientan tan infelices. Pueden enojarse al ver toda la atención que está recibiendo el hermano enfermo. Pueden enojarse con éste por estar enfermo y por causarles toda esta preocupación a todos los miembros de la familia. A menudo se sienten culpables por estar enojados por estas cosas, mientras su hermano está pasando por todo esto y sus padres están tan angustiados. También puede preocuparles que algo que ellos pensaron o hicieron pudiera haber causado el cáncer. Tristeza/sentimientos de depresión: Estos sentimientos también son comunes tanto para los pacientes como para los hermanos. Dependiendo del diagnóstico, los pacientes pueden darse cuenta rápidamente de que en mucho tiempo, o tal vez nunca más, podrán hacer cosas que son importantes para ellos, tales como bailar o practicar deportes. Sienten tristeza al darse cuenta de que ahora ellos son diferentes a sus tienen por delante y cómo interferirá esto con su vida. Piensan en los cambios que sufrirá su cuerpo y se deprimen al imaginar su nueva apariencia y cómo los verán sus amigos. Pueden sentir desesperación ante el temor de que el tratamiento no vaya a funcionar. Los hermanos también se sienten tristes cuando empiezan a darse cuenta de que su hermano o hermana está realmente muy enfermo(a) y necesitará un tratamiento difícil. También sienten tristeza al ver el sufrimiento de sus padres. Los niños pequeños extrañarán al padre o madre que los atiende diariamente cuando éste(a) no pueda regresar a su casa durante días o semanas después del diagnóstico. Los adolescentes pueden comprender el riesgo que corre la vida de su hermano o hermana y pueden deprimirse al descubrir que la vida y la salud pueden ser frágiles. A todos los pequenos les entristecen los cambios que necesariamente ocurren con frecuencia en la vida familiar. Tanto los pacientes como los hermanos expresan estos sentimientos normales de acuerdo con su edad, temperamento, capacidad de razonamiento, nivel de madurez y manera de enfrentar situaciones difíciles. La mayoría de los niños aún están aprendiendo a identificar lo que sienten y a comunicar sus sentimientos a los demás. Están muy alertas respecto a los estados de ánimo y la manera de expresar sentimientos de todos los que les rodean, particularmente de sus padres. No siempre están dispuestos a hablar de su miedo, ansiedad, sentimiento de culpa o tristeza, pero con frecuencia transmiten sus emociones a través del lenguaje corporal o de su comportamiento. Sin embargo, ellos observarán a sus padres o a otros familiares importantes para ellos, en Niños pequeños en edad preescolar (de 3 a 5 años) Pacientes Darles explicacio nes muy simples y repetidas de lo que está sucediendo Consolarlos cuando están enojados o temerosos Verificar que el niño entienda lo que está sucediendo Evitar tratar de persuadirlo por medio de razonamientos Ofrecer opciones cuando sea posible No permitir mordidas, golpes, puntapiés o cualquier otro comportamiento agresivo Enseñarle maneras aceptables de expresar sus sentimientos de enojo: hablando, dibujando o golpeando la almohada Apoyar los juegos con muñecos y de otro tipo para ensayar o repetir las experiencias dolorosas No permitir lloriqueos ni berrinches (rabietas) Propiciar oportunidades para actividades físicas Mantener un horario para comidas, siestas, y juegos Instruir al personal sobre lo que funciona para lograr que el niño coopere Premiar el buen comportamiento al cooperar con las pruebas y los procedimientos Utilizar los servicios del equipo de profesionales para que intervengan con el niño o para que le enseñen estrategias útiles Dar explicaciones simples cuando vea que sus padres lloran o se entristecen Hermanos Explicarles en forma simple que su hermano o hermana está enfermo(a) y que los médicos están ayudando Ofrecer consuelo y apoyo ante la ausencia de los padres Hacer arreglos para que alguien confiable los cuide to dos los días y puedan seguir la rutina normal Mantener informadas a las personas que los cuidan sobre la situación familiar Procurar, de ser posible, que el padre o la madre vea al niño todos los días Procurar que el niño esté cerca durante el tiempo de hospitalización/tratamiento Mantenerse alerta a los cambios de comportamiento Apoyar al niño respecto al sufrimiento y tristeza de los padres Consultar con los profesionales del equipo de salud sobre preocupaciones específicas Niños en edad escolar (entre 6 y 12 años) Pacientes Explicar de forma tal que el niño pueda comprender lo relacionado con el diagnóstico y el plan de tratamiento Incluirlo, cuando sea apropiado, en las discusiones sobre el diagnóstico y el tratamiento Contestar con sinceridad y en un lenguaje comprensible todas sus preguntas, incluso, "¿me voy a morir?" (Hable con el equipo de cuidados de cáncer sobre la forma en que debe contestar) Estar alerta a las preguntas o preocupaciones que el niño pudiera tener que no se atreva a expresar Asegurarle repetidamente al niño que no es responsable de tener cáncer Exhortarle al niño a que identifique sus sentimientos Enseñarle que la tristeza, el enojo, el sentimiento de culpa, etc. son sentimientos normales Enseñarle a manejar la angustia y las emociones que siente Tratar de tranquilizar su preocupación por no asistir a la escuela Consolarlo con respecto a que no podrá practicar deportes y otras actividades Exhortarlo a que exprese adecuadamente sus sentimientos, especialmente el enojo Utilizar a los profesionales del equipo de salud para que intervengan o proporcionen estrategias útiles para los padres Permitir que el niño mantenga sus sentimientos en privado, si así lo prefiere Sugerirle que lleve un registro personal de sus pensamientos y sentimientos por medio de la escritura o el dibujo Asegurarle que sí hay diversión y placer todos los días Hacer arreglos para actividades físicas diariamente, si es posible Facilitar la comunicación con hermanos, amigos y compañeros de clase, si así lo desea Hacer planes con los miembros del equipo para el regreso a la escuela Utilizar el sentido del humor para distraerlo Procurar que tenga contacto con otros pacientes para ver cómo ha sobrellevado su enfermedad. Hermanos Proveer información comprensible acerca del diagnóstico y tratamiento Contestar sinceramente todas las preguntas, incluso "¿Se morirá?" Estar alerta a preguntas que no se atreven hacer, especialmente las que están relacionadas con la salud personal Asegurarle repetidamente a ese hermano que él o ella no es responsable de haber causado el cáncer Informarles a maestros o entrenadores acerca de la situación familiar Hacer arreglos para que la asistencia a la escuela y otras actividades se lleven a cabo a tiempo Procurar que el hermano se divierta, a pesar de la enfermedad de su hermano o hermana Hacer arreglos para que alguien cuide del hermano Hacer planes para que uno de los padres esté disponible todos los días Enseñarle acerca de los sentimientos normales de miedo, ansiedad, tristeza, enojo, etc. Estimular al hermano para que comunique sus sentimientos Sugerirle al hermano que escriba, llame por teléfono, envíe dibujos o mensajes grabados a su hermano enfermo Aceptar que el hermano no quiera exteriorizar sus sentimientos Hacer hincapié en que todo estará bien en la familia Explicar que el sufrimiento, la tristeza y las lágrimas de los padres son normales Hacer arreglos para que algún miembro de la familia o algún amigo tenga un Adolescentes (entre 13 y 18 años o más) Pacientes Ofrecer consuelo y empatía Incluirlo en todas las conversaciones con los padres acerca del diagnóstico y el plan de tratamiento Estimularlo a que haga preguntas (los padres deberán prestar atención a las preguntas que no ha hecho) Proporcionarle información sobre las reacciones emocionales normales ante un diagnóstico de cáncer Asegurarle repetidamente que él o ella no es responsable de haber causado el cáncer Hablar de inquietudes de carácter espiritual o existencial acerca de "¿Por qué yo?" Aconsejarle que comparta sus pensamientos y sentimientos con alguien, padres, parientes o el personal médico Respetar su decisión de no expresar pensamientos y sentimientos Aconsejarle que lleve un diario Permitirle tiempo privado para tener interacción con los profesionales del equipo de salud Asegurarle que los padres y los demás miembros de la familia podrán manejar la crisis Utilizar a los profesionales del equipo de salud para que intervengan o le enseñen nuevas estrategias para enfrentar la situación Aconsejarle que comparta la noticia de su diagnóstico con sus compañeros de clase y amigos Hacer arreglos para que lo visiten sus hermanos y amigos Planificar con los miembros del equipo de salud para el regreso a la escuela Planificar actividades divertidas y placenteras para cada día Utilizar el sentido del humor para enfrentar la frustración Facilitar la comunicación con otros pacientes adolescentes, si así lo desea. Hermanos Proporcionar información detallada sobre el diagnóstico y el plan de tratamiento Hacer arreglos para que tengan acceso al equipo de tratamiento, si así lo desean Tomar en cuenta al adolescente en los eventos relacionados con el diagnóstico Asegurarles que el cáncer no es contagioso Asegurarles que nada de lo que ellos dijeron o hicieron originó el cáncer Hablar acerca de asuntos de carácter espiritual o existencial relacionados con el diagnóstico Apoyarlos para que expresen sus sentimientos, y enseñarles lo que es normal Hacer arreglos para manejar la vida cotidiana en casa Asegurarles que la familia podrá manejar la crisis Informarles a los maestros y entrenadores acerca de la situación familiar Aconsejarles que deben seguir participando normalmente en la escuela y en otras actividades Pedirles a los familiares o amigos que tomen un interés especial en cada uno de los hermanos adolescentes Los pacientes y sus hermanos, de la misma manera que los padres, descubrirán que con la ayuda y el apoyo de todos los que los quieren, ellos podrán manejar este importante evento en sus vidas. Hay equipos médicos que cuentan con todos los profesionales experimentados para prestar la ayuda necesaria en cuanto a enseñanza, asesoría, apoyo, información y recursos materiales para facilitar su tarea. Pacientes y su familia después del diagnóstico Esto parece captar la tenacidad con la que nos aferramos rápidamente a la esperanza. La gente joven y sus familiares empiezan a sentir esperanza acerca del futuro cuando empiezan a oír acerca del tratamiento que está a su alcance y acerca del notable avance que ha habido en la lucha contra el cáncer infantil. La gravedad del diagnóstico y las dificultades del tratamiento no se pueden olvidar, pero existe una razón definitiva para ser optimistas. Más del 65% de los niños y adolescentes se curan del cáncer. En algunos diagnósticos, las estadísticas son aun mejores. Éstas únicamente proporcionan información sobre grupos de pacientes. Cuando se les hace el diagnóstico, cada paciente tiene toda la razón del mundo para creer que él o ella responderán favorablemente al tratamiento y se curará. Esta creencia ofrece el mejor fundamento para esperar que mañana vendrán tiempos mejores. Para algunos, la esperanza es reforzada por la aun si no entienden cuál es. Ellos creen que recibirán la fuerza necesaria para salir adelante. Sugerencias para fortalecer la esperanza en los pacientes y en los miembros de su familia • Busque información acerca del diagnóstico y el plan de tratamiento • Entérese de los avances en las estrategias de tratamiento • Asigne a cada miembro de la familia un papel para hacerle frente a la enfermedad • Mantenga un equilibrio saludable entre el optimismo y la realidad • Busque apoyo en la oración, en la fe religiosa o en la filosofía de • Tenga confianza en su capacidad para manejar cualquier situación la vida a la que tenga que enfrentarse • Compartan unos con otros el sentido de la esperanza • Tenga confianza en la capacidad de los doctores y demás miembros del equipo médico • Entérese de las experiencias de otros que hayan conservado la esperanza al enfrentarse al cáncer • Trate de encontrar maneras creativas para que en cada día haya algo placentero • Aprenda a tolerar las altas y bajas de la esperanza • Aprecie la belleza y la maravilla presentes en la vida diaria RESULTADOS Parece que casi todos los aspectos del cáncer y de su tratamiento tienen implicaciones en las áreas de separación-pérdida y control-competencia. El hecho de la naturaleza amenazante para la vida que tiene la enfermedad implica una separación y pérdida de los seres queridos, y también hay una pérdida por la enfermedad misma (Freud, 1952), tales como la pérdida de la salud, la pérdida de partes del cuerpo por la cirugía, la pérdida de contribución a la vida familiar. El niño experimenta también un cambio en la relación con las otras personas y en la percepción de sí mismo. Este cambio se puede considerar como una pérdida asociada con la enfermedad en general, y a menudo ha sido revisada en la literatura como una pérdida asociada a la muerte. La enfermedad priva al niño de control de la rutina diaria, de la intimidad, de las relaciones con la familia y amigos, y del control de la vida misma. Además la mayor dependencia de los otros, las restricciones en movilidad y actividad, la invasión del tratamiento y la constante atención médica, tienen efectos importantes en el sentido de control y competencia del niño. El diagnóstico de un cáncer es siempre una experiencia inesperada y devastadora. Muchos padres y familiares del enfermo piensan en el cáncer como una sentencia de muerte que, al menos inicialmente, elimina todos los sentimientos de esperanza. Algunos padres sospechan la presencia de un cáncer en uno de sus hijos sorprenden de la rapidez con que ha podido desarrollarse el tumor. Otros nunca se habían planteado la posibilidad de que un hijo suyo pudiera padecer esta temida enfermedad. En cualquier caso, un cáncer es un elemento desestabilizador para cualquier familia, independientemente de su capacidad de adaptación e integridad en situaciones de crisis. Una de las respuestas idóneas ante el diagnóstico es la flexibilidad (Minuchin y Minuchin, 1987), que la gran mayoría de las familias logran alcanzar aunque el proceso para ello sea complejo y doloroso. A medida que la familia se va transformando, experimenta con nuevos patrones de conducta, algunos de los cuales pueden resultar en elevados niveles de ansiedad. DISCUSION Abordar el problema de los niños y adolescentes con cáncer, en sus aspectos psicológicos, destacando que el estado actual de la ciencia obliga a todos los profesionales del campo a mejorar la calidad de vida de estos enfermos y sus familias; expone brevemente los aspectos psicosociales más importantes de la pediatría oncológica. En primer lugar, aborda el tema planteándose una de las primeras cuestiones que los padres se preguntan ante el diagnóstico, si deben o no comunicárselo a su hijo. Es prácticamente imposible mantener a éste en la ignorancia por un período largo de tiempo, ya que sus frecuentes visitas al hospital, la administración de medicinas especiales, los cuidados y atenciones que recibe, etc . Son un constante recuerdo de que no es un niño completamente "normal". Es recomendable comunicar al paciente su condición en términos adaptados a su madurez cognitiva y explicarle el tratamiento que se le va a administrar. Cómo hacerlo y quién debe harcelo es decisión de los padres. En cualquier caso, lo más importante es que estos se mantengan abiertos a cualquier pregunta o comentario de su hijo. El modo en que el niño/adolescente percibe su enfermedad varía según su nivel de desarrollo. En general, los menores de cinco años carecen de la madurez necesaria para entenderla completamente, preocupándoles más la separación de su madre, el abandono y la soledad. Niños de tres-cuatro años son sorprendentemente conscientes muchas veces de la experiencia que están sufriendo. A partir de los seis años temen el considerable. En estas edades es importante fomentar la expresión no verbal de sentimientos (con dibujos, muñecos, etc.) para identificar posibles dificultades por las que esté pasando el enfermo. Los niños mayores y adolescentes, son capaces de entender su diagnóstico y tratamiento con más detalle. Quizá para ellos cáncer equivalga a muerte, siendo necesario, por tanto, explicarles los avances del tratamiento y los aumentos en los índices de supervivencia conseguidos durante los últimos años. El impacto psicológico del cáncer puede ser más devastador durante la adolescencia que a cualquier otra edad, ya que la enfermedad y su terapia dificultan el desarrollo de una autoimagen y autoestima adecuadas, el establecimiento de una identidad a través de la socialización y la formación de una identidad sexual. Sin embargo, los adolescentes se enfrentan a su enfermedad muy satisfactoriamente. Los grupos de terapia para adolescentes con cáncer, facilitan la expresión de temores y deseos de estos pacientes y su adaptación a la enfermedad. Continuar los estudios es de vital importancia en los pacientes pediátricos. El retorno a la escuela puede resultar problemático. El tratamiento seguramente habrá producido cambios físicos notables: alopecia, aumento ponderal, falta de alguna extremidad o miembro por amputación quirúrgica, además de efectos secundarios tales como: náuseas intensas y vómitos frecuentes que avergüenzan al enfermo y dificultan su reinserción en la clase. Los padres pueden ayudar a sus hijos a superar tales sentimientos y deben mantenerse en contacto constante con el colegio. Los profesores deben conocer la condición del enfermo y evitar proporcionarle cuidados especiales que harían de él un inválido. Deben preparar asimismo a la clase para su llegada. Las áreas que hay que tratar dentro de los programas psicosociales, es decir, las áreas de preocupación psicosocial; cómo abordar los problemas que surgen en cada área y en que el manejo de los niños con cáncer ha de abarcar no solamente el momento del diagnóstico, sino también a lo largo del tratamiento, supervivencia y aflicción sin que para ello tengan que convertirse las familias en "problemáticas", psicosocialmente hablando. El equipo ha de ser multidisciplinar, dirigido la mayor parte del tiempo por el mismo médico para garantizar la continuidad del cuidado, dada la relación cercana que se desarrolla entre el médico y el paciente, y que este médico ha de trabajar con especialistas para poderle consultar: psiquiatra y/o psicólogo, personal de enfermería, trabajador social, profesores, especialistas de tiempo libre y miembros de otras disciplinas que trabajan en el c uidado de la salud cuando la necesidad aparezca. Es muy importante que los miembros del equipo multidisciplinar mencionado tengan tiempo de reunirse con los padres y los pacientes. Las familias tienen que ser ayudadas manteniendo su nivel de salud en el momento del diagnóstico y previniendo patología en ellas. Se enfrentan a una crisis emocional, no sólo en el momento del diagnóstico sino a lo largo de la enfermedad, tratamiento, supervivencia y aflicción. La enfermedad desafía la relación entre todos los miembros que la configuran y el balance total de la vida familiar. Todos los miembros de la familia deben de ser ayudados a comprender la necesidad de un tratamiento ac tivo y un seguimiento prolongado. Se debe ayudar a los padres a portarse igual con el niño afectado que con los demás hermanos. Todos los autores recomiendan los grupos de apoyo para los padres, establecer relaciones entre familias implicadas, programas de apoyo que incluyan también a los hermanos. Se debe ayudar a los niños con cáncer a comprender su enfermedad y su respuesta a la misma, así como a aceptar los tratamientos necesarios y consecuencias de los mismos. Las intervenciones médicas, psicosociales y sociales deberían ayudar al crecimiento educativo psicológico de los pacientes, basadas en sus fuerzas y debilidades individuales, apropiadas al estadio de su enfermedad. Al igual que la integración del niño en el colegio es una parte crítica del desarrollo psicológico y social. La última meta es el desarrollo del niño para que llegue a ser adulto, participando activamente en el mundo adulto, incluyendo trabajo y vida familiar. Igualmente, hay que ayudar a los profesores a comprender la enfermedad, tratamientos y consecuencias de los mismos para facilitar su integración escolar, y promover la independencia del niño. En cuanto al campo del trabajo, hay que preparar a los niños para desempeñar el nivel más alto de trabajo al que puedan acceder y evitar la sobreprotección. Se debe disponer de recursos psicosociales especiales para el paciente y la familia, que afronta la fase terminal de la enfermedad y tratamiento para la familia afligida. Así pues, todos los autores incluidos en este grupo abogan por una intervención multidimensional en la valoración psicosocial, abordaje de los problemas psicosociales, del tratamiento y seguimiento, tanto en la supervivencia como en la aflicción del cáncer CONCLUSIONES En la descripción de lo que sucede con el cáncer en la niñez, se produce un estrés interna y externamente que altera la relación de los individuos con su medio ambiente, es decir familia, colegio, amigos. La adaptación del niño a la enfermedad es complicada por las respuestas de afrontamiento de los adultos y de los niños que son parte del mundo del niño. Los niños también atraviesan etapas de depresión y ansiedad, al igual que sus padres, al igual que ellos atraviesan cambios emocionales relacionados con su padecimiento. Es recomendable informar al paciente de su enfermedad en términos adaptados a su madurez cognitiva y explicarle el tratamiento que se le va a administrar. Es muy importante que el niño se incorpore a la vida normal, incluida la escuela lo antes posible, a pesar de los efectos secundarios del tratamiento; incluso debe de prepararse a los niños de la clase para recibir al niño enfermo. Se han hecho pocos trabajos sobre el uso de estas técnicas en niños y adolescentes con cáncer, en esta población los métodos más eficaces consisten en alejar la atención de los pacientes de las náuseas y vómitos, y del tratamiento mismo. El problema del dolor ha recibido poca atención en la literatura médica y psicológica, y no existe una investigación controlada al respecto. Se ha estudiado más ampliamente la ansiedad en relación con el dolor. Existe discrepancia entre las informaciones obtenidas de los padres y niños en relación con los síntomas psiquiátricos en los niños oncológicos. Este desacuerdo en la valoración puede deberse a acontecimientos privados asociados con la depresión, tales como pensamientos y sentimientos por parte del niño que no son directamente observables por otros en comparación con los síntomas físicos. El predictor más consistente de la depresión en el niño, es la depresión de la madre. Los mejores predictores de depresión materna son el bajo apoyo social y la hospitalización del niño. La muerte se afronta de manera diferente dependiendo de la edad del niño. Las diferentes formas de reacción del niño al cáncer y los mecanismos de afrontamiento, incluso en los síntomas psíquicos que produce el padecimiento físico, aunque hay escasez de trabajos acerca de adolescentes y niños utilizando el mecanismo represivo de afrontamiento. Tampoco existen muchos trabajos que puedan identificar los factores asociados con niveles de depresión entre madres de niños con enfermedades crónicas; es un campo interesante para futuras investigaciones. RECOMENDACIONES El apoyo psicosocial es una parte integral del manejo total de todos los pacientes. La responsabilidad de una dirección global tiene que permanecer claramente en un solo médico que trata al niño. Es importante que el médico que trata al niño sea el mismo, el mayor tiempo posible, para garantizar la continuidad del cuidado, dada la relación cercana que se desarrolla entre el médico y su paciente. El manejo de los niños con cáncer requiere la participación de un equipo multidisciplinario (el médico que trata al niño ha de trabajar, cuando lo necesite, con especialistas consultores, un psiquiatra y/o psicólogo, personal de enfermería, trabajador social, profesores, especialistas de recreo y miembros de otras disciplinas de la salud). Se recomienda una preparación orientada al cáncer en la niñez a todos los miembros del equipo y los profesionales de salud mental participantes deberían tener alguna experiencia en el trato de niños con cáncer. Es una obligación, extremadamente importante, para los miembros del equipo reservar tiempo y espacio para reunirse con padres y pacientes. Las familias de niños afectados se enfrentan con una crisis emocional en el momento del diagnóstico. Desde ese momento en adelante, la enfermedad desafía la relación entre los padres, entre los hermanos y el balance completo de la vida familiar. Se debe ayudar a toda la familia (padres, pacientes, hermanos y miembros familiares) a comprender la enfermedad, cada uno en su propio nivel de desarrollo y se debe animar a aceptar la necesidad de un tratamiento activo y un seguimiento prolongado. Se debe ayudar a los padres a comportarse hacia el niño afectado de la misma forma que hacia El centro de tratamiento debe ofrecer interacción entre las familias implicadas, y estimular una participación activa en programas de apoyo específicos que también implican a los niños sanos (por ejemplo, los hermanos de los pacientes) en actividades de grupos de parejas sanas y un mayor contacto con los grupos de apoyo a los padres. En su propio nivel de desarrollo, se debe ayudar a los niños con cáncer a comprender su enfermedad y su respuesta a la misma. También se les debe ayudar a aceptar el tratamiento necesario y frecuentemente intenso, y se les debe tranquilizar respecto a las consecuencias del tratamiento agudo, tales como dolor, o cualquier efecto a largo plazo que pueda ocurrir. Se debe animar a los niños a mirar el futuro con esperanza y optimismo. Con este fin, los niños deben, siempre que sea posible y en su nivel apropiado de desarrollo, participar activamente en programas y otros procesos de interacción centrados en promover su participación en las decisiones concernientes al cuidado de su propia salud. Las intervenciones médicas, psicosociales y sociales deben ayudar al crecimiento educativo y psicológico de los pacientes, sobre la base de sus fuerzas y debilidades individuales, apropiadas al estadio de su enfermedad. BIBLIOGRFÍA CAVENEE, Webster K. Y WHITE, Raymond L. Bases Genéticas del Cáncer. En: Investigación y ciencia No.224 (May 1995); 44-5l. ISSN. CORREA, José A; Gómez, Juan Fernando y POSADA, Ricardo. Fundamentos de Pediatría. Generalidad y Neonatología. Medellín: 1994. (IB Corporación para investigaciones Biológicas). CRUZ HERNANDEZ, Manuel. Tratado de Pediatría. 79 ed. sl v.2, 1994. GALLAR Manuel, Promoción de la Salud y Apoyo Psicológico al Paciente. España: Paranino, 1998 LESSNER E Howard, Oncología Médica. s.l: El manual moderno, 1980. MENEGHELLO. Pediatría. Ed 4, v.,1 Chile: Publicación tec Mediterráneo, 1991. RICE F., Philip. Desarrollo Humano. Estudio del ciclo vital. Ed.2 México: PrenficeHall. ROSSEIL, R. LOPEZ, J. y VILADIU, P. Manual de Oncología. España: tora y S.A. RUOSLAHTI, Erkki K. Así se propaga el Cáncer. En: Investigación y ciencia. No.214 (Nov. 1996); 20-27. ISSN. SIERRASESUMAGA, L. et al. Oncología pediátrica. México: Mc Graw-Hill, 1992 P24-32 WEINBERG, Robert A. Así se Produce el Cáncer. En: Investigación y ciencia, (May 1995); 10-17. ISSN.