Autores Silvia Berger Héctor Szretter Artículo Argentina: costos laborales de la protección a la maternidad y el cuidado infantil ARGENTINA. COSTO LABORAL DE LA PROTECCION A LA MATERNIDAD Y EL CUIDADO INFANTIL Silvia Berger1 Héctor Szretter2 1 [email protected] 2 [email protected] INTRODUCCIÓN. Un interés por el costo laboral de la mano de obra femenina y su eventual diferencia con el masculino proviene de los estudios de género3 . La hipótesis con que se relaciona es la siguiente. El salario femenino, en igualdad de otras condiciones, ha tendido a ser menor que el de varones. En algunos medios empresariales se sostiene que ello no resulta de una discriminación, sino que esa menor remuneración compensaría el mayor costo derivado de la protección especial a la mujer y el niño que la empresa debe enfrentar por contratarla en comparación con el de varones. Sin discutir la validez de dichas normas, la hipótesis de compensación tiende, en este caso, a explicar el menor salario femenino. Para responder a tal preocupación, se investigan con mayor detalle los costos asociados a la contratación de las mujeres. Para ello, se describe, en primer lugar, la normativa legal sobre el régimen especial de protección de la mujer y, en la parte central del estudio, se estiman los costos que origina y su incidencia efectiva para las empresas Finalmente se presenta las principales conclusiones y una reflexión desde un punto de vista social, más amplio. El estudio tiene, por su naturaleza, un alto contenido cuantitativo y empírico y presenta algunas dificultades estadísticas. Pese a avances s recientes, hay en varios temas de interés carencias de datos por sexo y falta de representatividad de las cifras, lo que obligó a usar antecedentes diversos y realizar estimaciones, siguiendo, en general, el criterio de no subestimar los costos imputables a la contratación de mujeres. El análisis se centra exclusivamente en el costo laboral femenino o masculino por unidad de trabajo (ocupado u hora), pero no sobre el respectivo costo por unidad de producto. Ello es así porque no existen índices de productividad por sexo, con los cuales se podría hacer la conversión y, eventualmente, juzgar sobre costos y productividades relativas. Este es un aspecto importante sobre el que no es posible pronunciarse. Para las mediciones se utilizaron datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Aglomerado Gran Buenos Aires correspondiente a mayo de 1999, de acuerdo con las regulaciones legales entonces vigentes, considerándose que son suficientemente representativos de la situación laboral femenina urbana. Se utilizaron otras fuentes complementarias, en particular, la Encuesta de Condiciones de Vida y Acceso a Programas Sociales (EDS, 1997), proyecciones actualizadas de población, estadísticas vitales de salud y de la seguridad social, seleccionándose las más próximas en tiempo y cobertura al universo analizado. 3 Otra fuente de interés por el tema se origina en los estudios de costos laborales realizados para evaluar la competitividad de una industria o rama, frecuentes en América Latina en los últimos años (véase OIT: Costos laborales y competitividad industrial en América Latina, Lima 1997 y Tokman, Víctor y Martínez, Daniel (editores): Inseguridad laboral y competitividad: modalidades de contratación, Lima, 1999). En estos estudios se recogen los costos de mayor y más general incidencia. En algunos medios empresariales ha quedado latente el interrogante sobre cuál es el peso que tendrían otros costos resultantes de regulaciones más específicas o de aplicación más variable, no incluidos por ser difíciles de medir, entre los figuraría el costo adicional de contratación de mujeres por las regulaciones de protección. Asimismo, se consideró apropiado acotar el conjunto de trabajadores sobre el cual se computan los costos laborales, a fin de centrar la atención en un universo más homogéneo y pertinente al tema. Este costo es relevante para la empresa privada que para contratar la fuerza de trabajo, y otros recursos productivos, se guía sólo por un criterio económico, efectuando un cálculo de costos y beneficios. Por ello se toma como universo de análisis a las “asalariadas de empresas privadas”, excluyendo el sector público y el servicio doméstico en hogares privados, actividades donde el trabajo femenino es mayoritario, sobre todo en el último tipo de ocupación. Si bien se pierde una apreciable porción de empleo, se gana, en cambio, en mayor unidad de situaciones y se focaliza la atención en el grupo-objetivo pertinente. Las exclusiones, sobre todo la del servicio doméstico, conduce también a que ese empleo presenten algunos rasgos diferentes del empleo femenino global. Este estudio forma parte de un trabajo más amplio realizado para la OIT, en el que se incluye el análisis del salario y de otros costos no salariales, se realiza el cómputo final del costo de contratar varones y mujeres y se efectúa el balance sobre sus diferencias en el marco de las actuales formas de financiamiento en la Argentina. El mismo trabajo fue desarrollado para Brasil, Chile y México y una síntesis del mismo fue recogida en OIT, PANORAMA LABORAL 2000, América Latina y el Caribe, Oficina Regional OIT Lima, enero 2001. El estudio completo se publicará próximamente. I EMPLEO E INGRESO DE ASALARIADAS DE EMPRESAS PRIVADAS Los datos básicos de asalariados por género que resultan de la Encuesta Permanente de Hogares, efectuados los ajustes necesarios4 , se presentan en el cuadro 1. El empleo, las horas trabajadas y el salario bruto (antes de deducir aportes del trabajador), en sus versiones por ocupado y por hora trabajada, se presentan para los trabajadores registrados y no registrados. Integra la primera categoría el personal al que la empresa le retiene y deposita su aporte personal y por el que paga las contribuciones al sistema de la seguridad social. En tales condiciones dicho personal tiene derecho a la jubilación y pensión, la atención de la salud, el seguro de desempleo y al pago de asignaciones según su situación familiar, así como a otros beneficios (riesgos del trabajo, cobertura de convenciones colectivas, indemnización por despido incausado, salario mínimo y otros). Pero si esos aportes no se realizan, evadiendo la empresa y el trabajador los pagos correspondientes, el trabajador queda en situación de no registro y carece, en la práctica, de esos beneficios y derechos. En tales condiciones, también su salario se resiente y se ubica en niveles relativos bajos. 4 La metodología de cálculo figura en Berger, Silvia., Szretter, Héctor. “Costos laborales por sexo en Argentina” OIT mimeo (2000) . Cuadro 1.Asalariados de empresas privadas, horas trabajadas e ingreso bruto en la ocupación principal, por sexo. Gran Buenos Aires, mayo de 1999 Conceptos Varones Mujeres Total Asalariados (%) - Registrados - No registrados 66,4 39,5 26,9 33,6 22,0 11,6 100,0 61,5 38,5 Horas trabajadas en el mes - Registrados - No registrados 194 199 186 160 166 149 183 187 175 Ingreso mensual bruto ($) - Registrados - No registrados 828 1.018 546 675 827 389 776 950 499 Ingreso horario bruto ($) - Registrados - No registrados 4,27 5,12 2,93 4,21 4,97 2,60 4,25 5,07 2,85 Fuente: Elaborado sobre la base de INDEC: EPH. Total del empleo 2.682.361 personas Del cuadro se desprenden las siguientes conclusiones: - - - 5 Las mujeres ganaban en su ocupación principal un salario mensual bruto apenas el 82% de la retribución de los varones. Al considerar el tiempo resulta que las mujeres trabajaban un promedio menor de horas en el mes (160 frente a 194 horas de los varones), siendo razón importante del inferior ingreso mensual; Al observar el salario horario (obviando la disparidad de jornadas), el diferencial de ingreso entre sexos se atenúa mucho, pero no desaparece. En efecto, para un promedio masculino de $4,27 las mujeres ganan $4,21 la hora, esto es el ingreso horario de las mujeres es 98% del de los varones. Entre los registrados, grupo para el cual corresponde, en rigor, el análisis que se efectúa, el diferencial es algo mayor, un 97% ($5,12 comparado con $4,97 la hora). La diferencia de salarios horarios por género debe ser ponderada por los atributos ocupacionales y personales respectivos. Las mujeres presentan un mejor perfil de registro (65% del empleo frente a 60% de los varones). Entre los registrados, la proporción de mujeres es significativamente más elevada que la de varones en los altos niveles educativos y, aunque en forma más atenuada; existe también una presencia femenina comparativamente alta en las empresas de mayor tamaño, en los empleos más antiguos y en los contratos permanentes5 . Todos estos factores tienden a determinar Es ambiguo el efecto de la antigüedad en el empleo, factor que también incide en el ingreso. Las mujeres tienen un promedio de años de antigüedad inferior al de los varones, pero pesan relativamente menos que los salarios más elevados, aunque las cifras indican que no inciden con el debido peso en la determinación de los salarios del género. Si no existiesen formas de discriminación y de segregación los salarios femeninos podrían ser más altos y no más bajos, como ocurre. II RÉGIMEN LEGAL 6. Dentro del principio de igualdad y no-discriminación, incluido el género, la ley argentina -Ley de Contrato de Trabajo Nº 20.744, de la cual se indican los artículos pertinentes- establece (como en otros países) un régimen de protección especial para las mujeres. En la actualidad, se interpreta que el régimen de trabajo protegido tiene como límite el propio interés de la mujer para no limitar sus posibilidades de empleo. Por un lado, hay un conjunto de salvaguardias sobre ciertas condiciones de trabajo que podrían tener efectos especiales en la salud o posición laboral de las mujeres, de menor impacto sobre los costos y de naturaleza más variada y discutible. Hay situaciones en que no se presentan, en la práctica, diferencias según sexo (descanso diario, despido por matrimonio) e incluso, a la inversa, existió durante varios años hasta 1998 una rebaja significativa por contratar en forma temporaria a una mujer en lugar de un hombre, abaratando su costo no salarial relativo. En la actualidad casi no existen costos originados en estas salvaguardias, y en todo caso, se asocian a situaciones infrecuentes y muy específicas, incluso imposibles de medir en términos estadísticos (prohibición de trabajo a domicilio o en tareas insalubres). Por otro lado, vinculado con la maternidad, el nacimiento y la atención infantil existen varias prestaciones que pueden involucrar costos de cierta significación: a) Licencia de maternidad (pre y posparto). Está prohibido el trabajo de la mujer durante los 45 días anteriores y hasta 45 días posteriores al parto, pudiendo reducirse la primera a 30 días acumulándose los restantes a la licencia posparto, completando un total de 90 días (art. 177). Asimismo, por enfermedad sobreviniente al parto que le impida trabajar goza del derecho de percibir sus remuneraciones hasta tres meses o hasta seis meses, según su antigüedad en el empleo sea inferior o superior a cinco años, periodos que se duplican si la trabajadora tuviera cargas de familia (art. 208). Pero, en realidad el derecho a este beneficio es de aplicación general en caso de accidente o enfermedad inculpable del trabajador, con independencia del género u otro atributo. b) Durante la licencia la empleada registrada conserva el puesto y recibe una asignación por maternidad conferida por el sistema de seguridad social, la que reemplaza al salario por igual monto. Según la ley 24.714, de Asignaciones Familiares, estos derechos se ejercen teniendo la empleada una antigüedad mínima y continuada en el empleo de tres meses (art.11). c) Conservación del empleo. Si bien la ley garantiza la estabilidad durante la gestación, varones en el estrato de “hasta un año de antigüedad”. 6 Se agradece a las Dras. Beatriz Fontana y. Nancy Raimundo los comentarios y sugerencias realizados. desde que la trabajadora notifica el embarazo al empleador, al reconocer una indemnización especial, admite la eficacia del despido. Se penaliza esta conducta del empleador, con una indemnización agravada (la ley desalienta pero no prohibe). El despido dentro de un periodo de siete y medio meses antes y de otro tanto después del parto (15 meses en total) se presume, salvo prueba en contra, que se debe a la maternidad y origina una indemnización especial equivalente a un año de remuneraciones que se acumula al pago ordinario por despido (art.177 y 178). d) La madre trabajadora dispone de dos descansos diarios por lactancia de media hora cada uno, durante un año del nacimiento como máximo, salvo consejo médico por un plazo mayor (art. 179). e) A los efectos de la atención de lactancia y del infante en general, la ley prevé la instalación de sala maternal y guardería en los establecimientos en los que preste servicios un número mínimo de mujeres a determinar en la reglamentación (art. 179). No obstante, al no estar reglamentada dicha norma la instalación de guarderías no ha sido legalmente obligatoria. f) La madre después del parto puede optar, además de continuar su trabajo en la empresa, por: rescindir el contrato (percibiendo el 25% de un sueldo por año de servicio) o quedar en estado de excedencia por un plazo que ella fije entre tres a seis meses, esto es, prorrogar en forma voluntaria su reingreso a las tareas que efectuaba a la época del parto, según condiciones que la ley especifica. Debe tener un año de antigüedad en la empresa y comunicar su opción al fin de la licencia (art. 183 a 186). La opción también se aplica en el supuesto de cuidado de un hijo enfermo menor de edad a su cargo. El régimen de excedencia parece no ser de uso frecuente. Una de las razones que desalentaría a la trabajadora a ejercer este estado7 , es que para muchas trabajadoras, principalmente de bajos ingresos, resultaría largo el periodo mínimo (tres meses) durante el que no percibe remuneraciones. No hay estadísticas, aunque hay indicios de un uso mayor del esperado en grandes empresas y en ocupaciones bien remuneradas. En segundo lugar, la ley admite que la empresa pueda ubicar a la trabajadora que reingresa en un puesto de categoría inferior, siendo éste quizás un caso único, sin que la condición de contar con el acuerdo de la trabajadora sea suficientemente protector. III. COSTOS DE LA PROTECCIÓN LABORAL A LA MATERNIDAD Y EL CUIDADO INFANTIL A CARGO DE LAS EMPRESAS . En el punto anterior se identificaron tres tipos de costos de esta naturaleza originados en: la licencia de maternidad y las prestaciones asociadas con la atención del hijo, como el permiso de lactancia y el servicio de guardería. En principio habría otro elemento de costo adicional, el supuesto que la mujer tiende a ausentarse del trabajo con mayor por sus obligaciones familiares y domésticas, y ello puede organización del trabajo y la productividad. Efectos similares 7 que tiene relación con el frecuencia que el hombre, afectar negativamente la se originarían por una En países europeos el estado de excedencia, también habilitado como derecho para los varones, se extiende a periodos mayores, alcanzando incluso un par de años. En este contexto, hay también propuestas para reducirlos. menor calidad del reemplazo o por la incertidumbre sobre decisiones de retorno o no al trabajo, que la ley deja en manos de la madre (derecho de excedencia) y similares. Desde el ángulo de la empresa se traducirían, al final, en pérdidas de producción por unidad de trabajo y por esa vía, en un mayor costo laboral por unidad de producto. Como se mencionó, no es factible medir la productividad por sexo y tampoco tales pérdidas de producción, por lo que, en esta materia, sólo cabe hacer una conjetura global. Para cada uno de los costos mencionados se establecen, como promedio anual: el número o frecuencia esperada de casos que origina el costo por asalariada, la duración media del caso y el costo monetario por caso o periodo. Con esos coeficientes, adaptados a las características propias de cada cómputo, se obtiene el costo anual de la respectiva prestación. Al relacionarlo con la masa salarial anual femenina termina expresándose como proporción del salario respectivo. La agregación de estos ítems mide, entonces, el costo adicional de emplear una mujer, aceptándose que tienen un valor nulo por emplear a un hombre, siempre como promedio. Será un componente de costo no salarial diferenciado por sexo. Un interrogante central de este estudio es quién financia el pago de las prestaciones relacionadas con el empleo femenino. La atención de la maternidad y del niño demanda recursos productivos los que pueden ser aportados por las propias trabajadoras (o sus hogares), las empresas o bien provenir de fondos recaudados por la seguridad social o incluso de rentas generales del Estado. El pago del servicio de guardería por la trabajadora ejemplifica el primer tipo de financiamiento, y si es así no constituye un costo de producción. En cambio, sí lo es si lo paga la empresa o se lo restituye a la trabajadora. Si el pago de salarios durante el permiso de maternidad lo efectúa la seguridad social con fondos ya aportados por las empresas o bien del erario público, no hay costo adicional que agregar al costo laboral Así, de las prestaciones asociadas al empleo femenino sólo las que demandan un pago de la empresa por encima del que corresponda por emplear a un hombre, constituyen un costo que se suma al costo por unidad de trabajo. A este costo en el sector privado se prestará atención. Respecto a su cómputo cabe destacar dos aspectos. Primero, no todas las asalariadas reciben dichas prestaciones, sino sólo las registradas. En el GBA las empresas efectúan descuento por aporte a la jubilación, sólo al 65.4% (Cuadro 1) de sus empleadas y, correlativamente, contribuyeron en esa magnitud con sus respectivas contribuciones a la seguridad social. Es lógico pensar que las empresas no cubren con las prestaciones por maternidad y atención infantil a las trabajadoras no registradas - o clandestinas - del mismo modo que evaden las cargas sociales generales. Por ello, en el cómputo privado en lugar del “total de asalariadas” se tomará a las “registradas” como base para estimar la frecuencia de casos de cada prestación y un importe representativo de este agregado para el costo individual de cada caso o periodo (salario de registrada o suma dada). En segundo lugar, las prestaciones efectuadas sólo a las registradas resultarán en un importe monetario dado (el anterior) para la empresa, pero si ésta tiene una parte de su personal no registrado, la incidencia porcentual de aquel costo en su nómina salarial se reducirá y será inferior al de otra empresa equivalente pero que cumple plenamente con sus obligaciones. En esas situaciones el costo depende también de la proporción de asalariadas registradas y de la razón de su salario (o costo de la prestación) al salario medio femenino. En los puntos siguientes se desarrollan los cómputos de cada costo privado 1. COSTO DE LA LICENCIA DE MATERNIDAD i) Número de licencias. En primer lugar, se determinó la proporción de casos de maternidad en el año para tres conjuntos femeninos: la población, las asalariadas privadas y las registradas, considerando el grupo de 14-49 años, o de edad fértil, como población apropìada para determinar los casos de maternidad. No existen cifras directas publicadas y sólo se dispuso de antecedentes parciales. Por ello, para la población femenina se usaron dos fuentes alternativas: las estadísticas vitales y la EPH. Ambas estimaciones arrojaron resultados parecidos, optándose por la tasa originada en la EPH (niños menores de un año), fuente que permite la conexión con las variables ocupacionales. La tasa equivale a 5,3 nacidos vivos respecto a las mujeres de edad fértil. Se consideraron diversos ajustes (muertes fetales y neonatales, nacimientos múltiples) para adaptar la cifra anterior al concepto de número de casos de maternidad que dan lugar a licencia. La tasa mencionada, expresada con relación a la población total (mujeres de otras edades y varones) es coherente con la tasa de natalidad y otras variables demográficas. Sin embargo, dicha tasa puede, en realidad, descomponerse en tasas mayores de las mujeres económicamente no activas y en tasas menores de parte de las ocupadas. Hay antecedentes que muestran la necesidad de diferenciar los casos de maternidad según la condición de actividad, pero el que permitió la corrección sobre una base firme fue la Encuesta de “Condiciones de vida y acceso a programas y servicios sociales” (EDS, 1997) del Ministerio de Desarrollo Social y Medio Ambiente. Para el Gran Buenos Aires resultó una tasa de 3,8 casos de maternidad por cada 100 mujeres ocupadas de entre 14-49 años, consistente con el promedio mencionado para la población femenina. Se trabajó con las ocupadas en lugar de las asalariadas de empresas privadas para mejorar la confiabilidad estadística del indicador. Aplicando la tasa anterior a la estructura de edades de las asalariadas, se obtuvo el total de nacimientos y su proporción al total de asalariadas. En segundo lugar, se efectuaron dos ajustes sobre el total de nacimientos para estimar el número de licencias efectivas. Primero, para descontar los casos de ocupadas con hasta tres meses de antigüedad en el empleo, ya que sólo las que superan ese mínimo legal tienen derecho a la licencia. Así, 2,8% de las asalariadas demandaría, en promedio, una licencia de maternidad en el año. El segundo ajuste fue para reflejar el hecho de que esas licencia solo las reciben las trabajadoras registradas en la seguridad social. Las licencias en el año descienden en forma proporcional de 25.100 a 16.400 en el GBA, con el número de madres potenciales, pero se mantiene la tasa similar de 2,8 casos de cada 100 asalariadas registradas. Es decir, no se postula una tasa menor para las registradas, como se desprendería de algunos antecedentes. Los resultados de las estimaciones se presentan en el cuadro 2. Cuadro 2. Casos anuales de maternidad de asalariadas de empresas privadas. Estimación 1999 Gran Buenos Aires Casos de maternidad Edades De 15 a 49 años En el empleo: - Hasta 3 meses - Más de 3 meses De 50 y más Total Registradas Asalariadas Personas 762.578 102.236 660.342 139.271 901.849 589.671 Tasa (%) 3,8 2,8 2,8 en el año Número 28.980 3.885 25.095 25.095 16.410 Fuente: Elaborado sobre la base de INDEC: EPH., EDS y estimación propia. ii) Duración. Cada una de esas licencias representa tres meses de duración, en situación regular. iii) Costo de la licencia. Finalmente, el importe monetario por mes de licencia equivale al salario de la empleada, aunque, como se comenta después, no lo pague la empresa. Reuniendo los elementos anteriores y relacionándolo con la masa salarial anual de las asalariadas, se obtiene la incidencia porcentual sobre el salario. Se identifica por “cm” el costo de la licencia por maternidad en % de la nómina anual, el total de asalariados por “A” y el salario medio mensual total por “S” (ambos varones y mujeres). Se acompañan con el símbolo “f” cuando las variables se refieren a mujeres trabajadoras, y con “r” al referirlas a mujeres trabajadoras registradas. De acuerdo con la pauta fijada, primero corresponde determinar el costo de las empresas por proveer la prestación a sus empleadas registradas y, después, considerar el mismo costo (el único que soportan las empresas) pero referido a la nómina total de asalariadas, registradas o no, de la empresa “representativa” de la economía. Considerando $675 de Sf y $827 de Sfr, salario femenino general y registrado, y 65,4% del empleo registrado en el total femenino (cuadro 3), resulta un costo de maternidad referido sólo a registradas: cmr = (0.028*3m*Afr Sfr)/(12m*Afr* Sfr) = 0.028*(3/12) = 0.007 El costo de maternidad referido al total de empleadas, resulta: cmf = (0.028*3m*Afr*Sfr)/(12m*Af*Sf) = 0.028*0.25*0.654*(827/675)=0.0056 Esta prestación tiene una incidencia potencial equivalente a 0,70% del salario de la registrada y 0,56% del salario del total femenino. Pero es importante resaltar que la licencia por maternidad, por la forma en que se financia, no es un costo privado adicional que deba agregarse como otro ítem en el costo laboral de la empresa. En efecto, en el régimen argentino es el sistema de seguridad social (ANSES) el que, en última instancia, efectúa el pago de la asignación de maternidad. Las empresas están obligadas a pagar al ANSES un porcentaje del salario de hombres y mujeres en concepto de Asignaciones Familiares. Las empresas pagan estas contribuciones mensualmente en forma indiferenciada, tanto por las mujeres como por los varones, con o sin hijos, justamente para evitar discriminación en el empleo contra la mujer (o el trabajador con hijos para las otras asignaciones). El pago por maternidad se financia con estos recursos de la seguridad social, actuando para esta finalidad como un fondo compensador. Por tanto, el pago de la licencia de maternidad no agrega nada al costo laboral de la mujer, por encima de lo que son sus componentes regulares y similares al de los varones. Asimismo, la empresa no sólo no paga el salario durante la licencia, sino que el importe que cobra la trabajadora durante los 90 días de licencia por maternidad no constituye un salario, y por tanto, no está sujeto a contribuciones patronales de ningún tipo y no se incluye en el cómputo del aguinaldo anual. Por esa trabajadora en ese lapso, la empresa dispone, entonces, los recursos íntegros para cubrir su reemplazo sin pagos adicionales. En síntesis, el costo de la licencia por maternidad es nulo para las empresas, al ser financiado con las contribuciones que ya integran el costo laboral. 2. COSTO DEL PERMISO DE LACTANCIA i)Número de permisos. La cuantía de casos de lactancia está muy relacionada con la de licencias de maternidad y se deriva de esta última (2,8 cada 100 asalariadas). Si bien para la prestación no se exige una antigüedad legal en el empleo, todo indica que mantener aquella proporción es realista, además de simple. Se llegaría a dicha tasa si se hiciesen varios ajustes pertinentes. Primero, se interpreta que el goce de las prestaciones del régimen de protección requiere, a lo menos, de un mes desde el ingreso. Asimismo, cabe esperar que las trabajadoras (y la empresa) ante embarazos muy cercanos al parto o las madres con hijos recién nacidos, posterguen su ingreso laboral, desgranándose una porción significativa, aunque desconocida, de las empleadas recientes o bien del tiempo durante el que la recibe. Por último, debería descontarse la mortalidad infantil de hasta un año (2%, según las estadísticas vitales). El derecho a esta prestación lo ejercen, cuanto más, las trabajadoras registradas. Incluso, un buen número de ellas no lo hace. De acuerdo con la norma legal sólo sería aplicable cuando la empresa dispone de guardería infantil o cuando el niño se halle próximo en un local cercano, siendo evidente que en las grandes ciudades ello es más difícil. Es habitual reunir ambos descansos parciales y admitir que la trabajadora se retire (o ingrese) una hora antes (después). Esta práctica puede desnaturalizar la institución, pero así se ejerce. El número de casos de lactancia en sentido estricto sería muy bajo, pero de incluirse la modalidad indicada sería mayor. Por otra parte, en las empresas pequeñas las trabajadoras lo toman durante menos tiempo que el año que autoriza la ley. En síntesis se supuso que un 40% del total de asalariadas hacen uso hasta el año del niño de esta prerrogativa 8 . Representaría 1,12 casos por 100 asalariadas (2.8% de los niños que nacen en el año* 0.40%). ii) Duración. El permiso de lactancia consiste en dos periodos de media hora diaria hasta que el niño cumple el año. En términos de cálculo: - La madre de cada niño recibe el permiso por un periodo no superior a un año desde el nacimiento, según la ley. Para el cálculo, se toman 12 meses, pero restando un mes y medio de la licencia post-natal y otro medio mes de las vacaciones, lapsos en los que se superponen las prestaciones9 . Así cada madre recibe 10 meses de lactancia en el año, obviando casos de mellizos. -En cada uno de los 10 meses corresponde una hora diaria de permiso, totalizando 22 horas mensuales al considerar 22 días hábiles de trabajo. Nuevamente la estimación tiende a no subestimar costos. Aparte de la forma en que se efectuaron los ajustes anteriores, no se tomó en cuenta el efecto reductor de los permisos de lactancia (en número de casos o en tiempo) del estado de excedencia. En esta situación la empleada no trabaja y no cobra, por lo que la empresa no paga tampoco la hora diaria de lactancia. iii)Costo del permiso. El costo de cada hora de permiso (la unidad de medida) es el salario horario que se paga a la trabajadora en ese tiempo no trabajado. El costo total anual privado por el permiso de lactancia (“cl”) resulta de considerar todos los elementos anteriores: 2,8% de las asalariadas tienen niños vivos de hasta un año, 65,4% de ellas son registradas, aunque sólo 40,0% estaría en condiciones de acceder al mismo, y cada una de ellas lo hace a razón de 22 horas al mes (días hábiles) durante 10 meses en el año, pagadas con el salario horario (“Sh”). El costo privado se compara, primero, con la nómina anual de las registradas y, después, con el total de asalariadas, identificadas las respectivas variables con los símbolos “fr” y “f”. Con los valores del cuadro 1 y los ajustes anteriores se tiene: clr=(0.028*0.40*10m*Afr*22h*Shfr)/(12m*Afr*166h*Shfr) = 0.0112*(10/12)*(22/166)= = 0,12% del salario de las empleadas registradas, o clf=(0.028*0.40*10*Afr*22h*Shfr)/(12*Af*160h*Shf)= =0.0112*(10/12)*0.654*(22/160)*(4.97/4.21) = = 0,10% del salario femenino 8 En dos empresas grandes entrevistadas el derecho fue usado por 40% y 70% de las madres recientes. En una, sólo 0,4% del personal femenino usó el permiso. Otra, respondió no computar su uso 9 De acuerdo a EPH se calculo un promedio de 18 días para las vacaciones de las mujeres. El anterior es un costo que se agrega a la contratación de mujeres, dado que el permiso por lactancia no tiene una cobertura social, sino que es provisto por las empresas, como tiempo pagado no trabajado. 3. COSTO DEL SERVICIO DE GUARDERÍA INFANTIL Destacan tres aspectos en la determinación de este costo. En primer lugar, con independencia de quién lo financia, es el de mayor importancia numérica entre los que se asocian usualmente a la contratación laboral de las mujeres. Lo es porque es grande el número de niños en edad preescolar, el tiempo que dura la prestación y el importe mensual que se paga por el servicio. En segundo lugar, es también el costo que presenta las más variadas formas de financiamiento, lo que dificulta su cómputo como costo de la empresa, adicional al costo laboral general. Finalmente la estadística en particular sobre la porción de las madres asalariadas registradas que recibe la prestación por parte de las empresas presenta la dificultad no tanto en la determinación del importe total sino más bien en la de quién lo financia y en qué cuantía. Sólo en los casos que las empresas prestan o pagan el servicio de guardería y en los montos en que los efectúan (el pago o la prestación puede ser parcial) será un costo laboral adicional en sentido estricto y, por tanto, imputable a la contratación de mujeres. Se hace necesario, previamente, analizar las formas en que el servicio se presta y se paga para determinar, después, la cobertura que corresponde a las empresas. a) Formas de prestación y de financiamiento del servicio Por su importancia conceptual y numérica para el tema, cabe hacer una primera distinción entre los niños de edad preescolar que concurren y no concurren a guarderías y salas infantiles. Del total de niños del GBA10 , con independencia de la posición ocupacional de la madre, sólo un 20 % concurría a guarderías, proporción que descendía a 13,5% en el conjunto de madres desocupadas o inactivas y ascendía a 34,1% si se trataba de madres ocupadas. Hay, entonces, una forma claramente mayoritaria de atender la necesidad de cuidado infantil que consiste, crudamente, en la atención familiar del niño, con costo exclusivo a cargo de la trabajadora y de su hogar. Se trata del cuidado prestado por la abuela, hijas mayores u otra familiar de la trabajadora. Recorre todos los estratos de ingresos de las trabajadoras, pero es especialmente importante en las de menores ingresos y entre las trabajadoras no registradas11 . No involucra un importe monetario pagado a un tercero, pero sí de todos los costos reales que aporta el hogar (tiempo, recursos y 10 EDS (1997) Una forma usual es que la madre trabaje y que la hija mayor atienda a sus hermanos. La madre tendría mejores posibilidades de empleo y salario. “La presencia de otra mujer en el hogar es un factor importante que afecta la tasa de actividad femenina” Berger. Silvia. “Mujeres en sus puestos. Clases sociales y oferta de trabajo en la reestructuración del capitalismo argentino” FLACSO Programa Argentina. 1995. 11 eventualmente los asociados con el retiro temporario de la trabajadora). Puede incluir el cuidado por una empleada doméstica, pagada por el hogar. Se descarta entonces, que en los dos tercios de los casos (de infantes) haya algún costo para las empresas. No obstante, en el tercio restante faltan aún varios ajustes. Se presentan múltiples posibilidades, aunque con variada, y en gran medida desconocida, ponderación individual, resaltándose en cada caso sobre quién recae el peso principal del financiamiento. - Costo monetario íntegro de la trabajadora. Se trata del servicio de guardería prestada por un establecimiento privado, sin subsidio ni compensación de parte de la empresa. Dicho pago, en sustancia, sale del salario de la trabajadora, por lo que debe guardar, en general, una cierta proporción con éste. - Costo combinado entre la trabajadora y el sector público. El beneficio se recibe mediante servicios gratuitos o de bajo costo de jardines y salas materno-infantil prestados por municipios y por escuelas públicas como extensiones del ciclo escolar posterior. Estas guarderías suelen cubrir media jornada y atienden de preferencia a niños de mujeres que trabajan y con salarios inferiores a un cierto límite (alrededor de $400 sería lo habitual). - Costo combinado entre la trabajadora e instituciones privadas de bien publico. Entre las guarderías del sector privado el servicio prestado por organismos e instituciones de diversas características (ONG, mutuales, parroquias, grupos comunitarios), principalmente de alcance barrial, con subsidios públicos, aportes privados, de afiliados, etc. representa un gasto bajo para la trabajadora. También a nivel barrial algunas de estas entidades organizan un sistema por el que una mujer cuida en su casa a un grupo de niños de la vecindad, a veces en forma rotativa. Parte del costo real del servicio es sostenido con estos recursos y parte con el pago efectuado por la trabajadora, en general una suma reducida. - Costo combinado entre la trabajadora y la obra social o el sindicato. Con parecidas características de pago parcial, pero con un alcance ocupacional más que territorial, hay servicios de guarderías y materno-infantil que prestan o financian las entidades sindicales y obras sociales sindicales. En ninguna de estas cinco formas (incluyendo la familiar) los recursos dedicados a atender a los niños pueden ser considerados costos de las empresas, ya que son financiados por las propias trabajadoras, sus familias, o entidades públicas y sociales. Atendiendo sólo al tercio cubierto por guardería, las cifras de la EDS (1997) muestran que alrededor de la mitad concurre a guarderías públicas, de la obra social o sindicato, parroquia y grupos comunitarios varios, en tanto la otra mitad lo hace en establecimientos privados. De mantenerse estas proporciones para las asalariadas en empresas privadas, sólo el 50% de sus hijos que concurren a guarderías podrían estar, como máximo, financiados total o parcialmente por las empresas. - Costo combinado entre la trabajadora y las guarderías y entidades conexas donde trabajan. Se trata de las trabajadoras que trabajan en las mismas guarderías o en actividades conexas que suelen tener acceso asegurado o preferente, de bajo o nulo costo como madre usuaria de la misma. El caso más notorio y numéricamente importante, es el de docentes en escuelas con salas o guarderías, a la que se le asimilan las ocupadas en centros hospitalarios y de atención de la salud. - Costo financiado por la empresa o combinado entre la trabajadora y la empresa. Finalmente, está el financiamiento de guarderías por parte de las empresas, situación que califica a dichos pagos como costo laboral femenino en sentido estricto. Al respecto, hay dos formas típicas. La primera, con el criterio que siguió la ley que regula esta prestación – no obligatoria por falta de reglamentación. Son los casos en que la empresa instala una guardería en el propio establecimiento donde la empleada trabaja. Ello necesariamente ocurre en empresas con un número significativo de empleadas, propio de empresas medianas y grandes, pero serían muy poco frecuentes. Son más numerosas en el sector público y también en algunas empresas privatizadas. La segunda forma es que la empresa le reconozca a la empleada el pago mensual íntegro que ella efectúe a una guardería, y en forma más frecuente, que le compense dicho pago hasta una suma fija máxima, durante un lapso determinado de años. Esta práctica, además de resultar de la decisión individual de la empresa, está también incorporada en varios convenios colectivos de trabajo. Para ello se realizó una revisión de convenios y acuerdos colectivos celebrados al nivel de empresa entre 1995 y 1999, el ámbito de negociación más dinámico del periodo y correspondientes a diversas ramas económicas. Se revisaron 215 convenios y acuerdos12 . De ese trabajo surge que el pago o prestación de guardería por parte de las empresas se concentra en pocas grandes y el personal que comprende son relativamente reducidos. Aún en estos casos predomina el pago parcial de la prestación; en las sumas reconocidas hay fuerte diferencia entre actividades y en correlación positiva con el nivel de salario: nula o bajas en comercio y transporte, intermedia en industria (incluyendo pago íntegro) y alta en servicios básicos y financieros. Estas últimas, de altos salarios, son también las que otorgan el servicio por más tiempo (hasta cinco años), ubicándose el resto en cuatro años. Hay ramas de alto empleo femenino que no contemplan la prestación, como comercio, en tanto otras sí lo hacen, como educación y salud. b) Estimación del costo Los antecedentes anteriores, guían la estimación del costo de la prestación, tal como se presenta a continuación siguiendo el esquema de cálculo. i) Número de casos de atención por guarderías. Para su determinación se consideraron las cohortes de menores de cinco años, edad que cuando se cumple permite 12 La recopilación y el procesamiento de esta información fue realizada por Lic. Florencia Heredia. Ver Berger, Silvia. , Szretter, Héctor. Costos laborales ....... (2000) ingresar a jardines infantiles, en su gran mayoría en la escuela pública. De acuerdo con los antecedentes que se sintetizan en el cuadro 6, para el GBA se estimó una tasa de 17,3 menores de cinco años por cada 100 asalariadas del sector privado no doméstico en 1999. Dicha cifra resulta de suponer que la proporción de niños de esas edades del total de asalariadas privadas en edad fértil es equivalente al de las ocupadas (20,5%)13 , lo que parece razonable. En forma consistente con los casos de maternidad (punto 1), el carácter de ocupada se asocia con una tasa más baja de menores. Cuadro 3. Hijos menores de 5 años de asalariadas del sector privado. 1999. Gran Buenos Aires Menores de 5 años Edades De 15 a 49 años De 50 y más Total Registradas Asalariadas 762.578 139.271 901.849 589.671 Tasa (%) 20,5 17,3 17,3 Número 156.360 156.360 102.013 Fuente: Elaborado sobre la base de INDEC: EPH. , EDS y estimación propia. Se realizaron dos estimaciones, partiendo de la EDS antes citada, y se realizaron varios ajustes, numéricamente importantes, sobre la cifra de las asalariadas registradas, y que se describen a continuación: • Primero, se tuvo en cuenta que el periodo promedio que pagan las empresas se extiende a cuatro años, en lugar de cinco. Este es el lapso que corresponde computar en términos sociales, hasta que el niño ingresa al ciclo escolar que el sector público presta en forma gratuita, y es el que cubre al total de niños medidos en el cuadro anterior14 . Si el conjunto medido por la EPH se reduce en una cohorte de un año, equivale a bajar en 20% aquel total, pasando la tasa de niños sobre asalariadas de 17,3 a 13,8, incluyendo sólo hasta cuatro años, la edad límite más frecuente en los convenios colectivos. • Aún para una parte de las trabajadoras registradas, la prestación no sería pagada por las empresas, ya que en buena medida se financia por otras vías. La cobertura del servicio atendido por empresas se aproxima más a la realidad si se toman las registradas que trabajan en unidades de más de 50 trabajadores, como tamaño mínimo de la mediana y gran empresa. Este grupo representa 44,4% del empleo femenino registrado. • Pero aún faltarían dos depuraciones adicionales que reducen su número. Por un lado, para que ocupen un mínimo de 20 mujeres, en edad fértil, número bastante usado en la legislación de guarderías, el tamaño mínimo de la empresa debería ser mayor de la cota mínima utilizada 50 ocupados, y si se la eleva, como correspondería, el número de 13 EDS (1997). Según la EDS (1997), del total de niños que concurrió a guarderías, con independencia del estado ocupacional de la madre, menos de un uno por ciento pertenecía al grupo de edad inferior a un año y el 6% al grupo siguiente, inferior a dos años. Aunque estos niños correspondiesen sólo a asalariadas registradas apenas alcanzarían en conjunto a 14% del nuevo total. 14 asalariadas y de niños se hace menor. Por el otro lado, porque el costeo de la prestación por las empresas se concentra en ciertas actividades -no necesariamente de alto empleo femenino- y casi no existe en otras, de fuerte presencia de la mujer, como el comercio, disminuyendo la cuantía global que se analiza. A fin de captar estas últimas correcciones, se postula una reducción global de 10%, ajuste razonable. Se llega así en el GBA a un índice de 5,5 casos de guarderías compensadas (total o parcialmente) por empresas por cada 100 asalariadas registradas 15 ii) Duración. El grupo de niños de hasta un año equivale, en la práctica, al determinado para la lactancia y demandaría guardería en iguales condiciones: todo el año excluido el periodo de licencia post-natal y de las vacaciones ordinarias de la madre, esto es, 10 meses, como máximo. Como se indicó el estado de excedencia puede reducir ese tiempo, lo que ocurriría en empresas grandes. El resto de los niños la requiere, en cambio, todo el año, excepto las vacaciones de la madre, lo que equivale a que ellas demanden el servicio durante unos 11,3 meses. Reuniéndolo con el primer grupo, resulta, en números redondos, un promedio individual de 11 meses de guardería en el año. iii) Costo del servicio de guarderías. El costo mensual de guardería no es de fácil determinación, ya que es distinto si lo presta la misma empresa o si la trabajadora lo contrata. No hay estadística de ningún tipo sobre costo o pagos de guardería. Por ello se efectuó una estimación gruesa con los antecedentes recogidos en los convenios colectivos y consultas individuales a guarderías y a empresas. Como se pretende determinar el importe que pagan las empresas por este concepto, estas fuentes son apropiadas, aunque se requiere de relevamientos más amplio. Sabiendo que en realidad hay un rango extenso de valores, se puede considerar representativa una suma de $125, equivalente al promedio que reconocen las empresas en los convenios colectivos seleccionados16 . El costo de la guardería esta relacionado aunque no de un modo lineal con el salario de la empleada. Son las empresas mayores las que reconocen un importe de guardería y se trata, entonces de salarios relativos más elevados17 . Finalmente, el costo total de guardería (“cg”) que enfrentan las empresas privadas, en proporción a la masa salarial femenina registrada y total, se estima sobre la base de las siguientes expresiones, manteniendo los símbolos conocidos y el valor estimado de los coeficientes. cgr = (0,055*11m*Afr*125$) / (12m*Afr*827$) = 0,055*0,917*0,151= = 0.77% del salario medio de asalariadas registradas cgf = (0,055*11m*Afr*125$) / (12m*Af*675$) = 0,055*0,917*0,654*0,185.= = 0.61% del salario medio femenino Esos son los costos de guardería pagados por las empresas. Pero se debe recordar que en la actualidad otras formas de financiamiento de las guarderías son más importantes, 15 Resultado del producto: 0,138* (niños durante 4 años)* 0,444 (registradas en empresas medianas y grandes)*0,90 (baja imputada). 16 Ver Berger, Silvia, Szretter, Héctor. " Costos laborales.....op. cit.. 17 Los $125 de pago medio de guardería representan alrededor del 13% del salario de empleadas de unidades de 51 y más ocupados. representando el realizado por las empresas menos del 30% del total18 . 4. COSTO DEL AUSENTISMO EN EL TRABAJO Un costo que se asociaría al empleo femenino es el de una eventual mayor ausencia en el trabajo que el de los varones. Se explicaría por las obligaciones familiares y domésticas “de cuidado” que están a cargo, casi exclusivamente, de la mujer y se referirían a aquellas faltas que, a la vez, representen costo adicional para la empresa. La única información disponible de ausencias al trabajo por género proviene de la EPH. Presenta dificultades de confiabilidad estadística y de agregación. En el cuadro 4 se presentan los datos relevantes Cuadro 4. Ausencias al trabajo y causas. Tasas por 100 asalariados de empresas privadas GBA, Promedio 1998/99 (*) Conceptos Ausentes Debido a: - Vacaciones y licencias - Otras causas (suspensión, enfermedad, huelga, y otras) Varones Mujeres Total 2,6 3.2 2,8 0,7 1,9 1,6 1,6 1,0 1,8 Fuente: Elaborado sobre la base de INDEC: EPH. (*) Ocupados que no trabajaron en la semana, reunidas ondas de mayo, agosto, y octubre de 1998 y 1999. Las cifras sobre causales son inseguras. De los datos, destaca que hay una mayor tasa de ausentismo femenino que masculino. Pero al observar las causas, resalta el alto peso de las vacaciones y licencias en la explicación del ausentismo femenino. Dentro del agregado de vacaciones y licencias, sin duda, la licencia de maternidad es la que crea la disparidad más nítida, ya que las restantes licencias no presentarían diferencias ostensibles por sexo 19 . Su incidencia fue estimada en 0,6% en el mes para el total de asalariadas (0,7% en las registradas). Si este valor, ya computado como costo, se descuenta, la diferencia de ausencias al trabajo entre mujeres y varones desaparece. Con cifras estadísticamente débiles, en las “otras causas” las diferencias de sexo son menores y no se observan diferencias en suspensiones y en otras (viajes imprevistos, faltas 18 El costo de atender a todos los niños como si las mujeres pagaran siempre sería: (0.173*11m*Af*125$) / (12m*Af*675$) = 2,9%. Para el total probablemente debería computarse un costo individual de guardería menor. Si fuese de $100 la incidencia se reduce a 2,3%. 19 Hay incidencia casi nula de vacaciones en los meses que cubre la EPH. Otras licencias (estudios, fallecimiento de familiares, donación de sangre y otras) no se distinguen por sexo, aunque las gremiales en la práctica presentarían un sesgo, pero hacia los varones, por la mayor participación y facilidad de acceso en la actividad sindical. sin motivos, huelgas), siendo las ausencias por enfermedad la causa que eleva la tasa de varones por encima de la de mujeres. Influirían en esta disparidad los accidentes y enfermedades laborales, más sesgados hacia los varones. Los antecedentes indican que no quedaría espacio de significación numérica para ubicar un ausentismo femenino específico, además de la maternidad.. No tiene magnitud suficiente para constituir un costo en sentido propio que introduzca una diferencia significativa en la contratación regular de un hombre o una mujer. El argumento anterior es el de mayor peso, pero se ve reforzado cuando se piensa no sólo en la frecuencia de casos sino también en el importe monetario que eventualmente represente. No toda ausencia, masculina o femenina, involucra para la empresa un nuevo costo adicional. Por un lado, el salario incluye ya el pago en tiempo no trabajado (feriados, licencia por estudios, etc.) y, por tanto, no hay que sumar adicionales. Asimismo, las licencias por infortunios laborales están cubiertas por las primas mensuales pagadas a las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo que, al igual que las vacaciones regulares, ya se computan como costo separado. A su vez, es muy discutible computar como costo una ausencia debida a la suspensión del trabajador, decidida por la empresa por razones propias de rentabilidad y mercado. Por su parte, en la mayoría de los convenios colectivos se incluyen premios y bonificaciones por presentismo y puntualidad. La falta al trabajo, fuera de las licencias legales o convencionales, tiene, así un costo alto para el trabajador, siendo compensada la empresa por un salario que se reduce en su cifra mensual por faltas o tardanzas. Se aconseja, no obstante, realizar un estudio más específico para dilucidar un tema que incluso tiene una cierta carga mitológica. 5. COSTO DE REEMPLAZO POR LICENCIA DE MATERNIDAD Visto que no hay diferencias notorias por género en las inasistencias, solo queda como factor de potencial pérdida productiva el tiempo que dura la licencia por maternidad. Aunque al final se considerar argumentos que aconsejan no incluir este ítem como costo adicional, conviene describir el problema y las diversas formas con las que las empresas suelen administrarlo. Por ser una licencia comunicada con bastante antelación y de duración prolongada es probable que la empresa arbitre alguna cobertura de la suplencia. Durante la licencia quedaría sin efectuar un trabajo productivo, pero también la empresa queda liberada de todo pago por el puesto (salario, aguinaldo y contribuciones). En una situación normal, se supone que el puesto existe en virtud de que el trabajo es más productivo para la empresa que su costo. Aunque en la práctica hay ciertas holguras en la dotación de personal que admiten, dentro de ciertos límites, la absorción de inasistencias, puede admitirse la hipótesis de que la ausencia por licencia conlleva algún costo o pérdida de productividad para la empresa. Si durante la licencia el puesto es cubierto al mismo costo laboral anterior y con igual productividad, el costo laboral por unidad de producto no cambia por el reemplazo. El reemplazo incide en un costo mayor si se enfrenta un costo por unidad de trabajo mayor al habitual, si aquél aporta una productividad menor o si se combinan ambos hechos en forma simultánea, y sólo por la diferencia con la situación previa a la licencia. El puesto transitoriamente libre puede ser llenado de varios modos. Las opciones dependen de muchos factores, entre ellos la calificación y responsabilidad exigida en la tarea y las condiciones organizativas en que se inserta el puesto. No existen antecedentes para una estimación apropiada. Sólo se pueden describir ciertas formas habituales con que se cubre la ausencia. Ø En primer lugar, varias tareas del puesto pueden ser hechas en forma anticipada por la propia empleada antes de entrar en licencia, postergadas hasta su regreso o realizadas por sus compañeros en un intercambio no monetario, habitual en el trabajo. Lo último, a su vez, no es contradictorio, dentro de ciertos límites, con que el trabajo restante sea cubierto con horas extras prestadas por el grupo. La hora extra se paga 50% más que la normal en días hábiles y un salario habitual puede cubrir dos tercios de la jornada, repartidas en el equipo. Basta que el otro tercio se atienda bajo la primera modalidad, para que esta forma de reemplazo tenga un costo monetario similar al de la titular en licencia. El hecho de que sea el propio equipo de trabajo quien la efectivice hace que en la mayoría de los casos no haya pérdidas significativas de productividad20 . Ø Una segunda forma consistiría en contratar una suplente.. Disponiendo la empresa de los recursos para el salario y otros costos corrientes, se agrega solo un costo de entrada (reclutamiento, selección, entrenamiento) y eventuales pérdidas productivas (costos muy relacionado con la calificación). Pero el costo de un nuevo contratado tiende a ser más bajo que el del titular, tanto el salario del reemplazante como algunos costos no salariales de contratos temporarios21 . Ø Una forma habitual de reemplazo es la promoción transitoria de una trabajadora de categoría inferior al puesto vacante de categoría superior. La suplente pasa a cobrar el salario de la categoría superior mientras dura la licencia y se reintegra a su puesto (con su salario original) cuando retorna la titular. Este régimen de reemplazos está normado por la mayoría de los convenios colectivos de trabajo, los que suelen admitirlo por periodos más amplios (seis meses) que el que aquí interesa. Puede imaginarse un escalonamiento de suplencias entre distintas categorías laborales hasta apelar a la contratación externa para cubrir la vacante de nivel inferior con un mínimo de costos o pérdidas productivas, configurando otra forma de reemplazo. 20 Una empresa entrevistada informó, por un lado, que para sustituir a empleadas con licencias de maternidad usó horas extras, por las que pagó en el año un equivalente a 57% de la asignación compensada por seguridad social y, por otro lado, que no contrató personal externo para cubrir suplencias. Otra empresa, informó que su política sobre suplencias es redistribuir internamente al personal. 21 Entre otros, en el salario influyen premios por antigüedad, de aplicación generalizada. En mayo de 1999 (EPH, GBA) el salario medio (hombres y mujeres) con antigüedad menor a 3 meses fue 30% menor al promedio general. Un 20% sería una proporción más precisa, considerando nivel educativo y cobertura de seguridad social. Asimismo, un contrato temporario no promovido tenía en mayo 1998 un costo no salarial adicional sobre el salario de 41,2% frente a 47.7% del contrato estable. Szretter, Héctor: “Los costos laborales en la Argentina”, en Tokman, Víctor y Martínez, Daniel (editores): Inseguridad laboral y competitividad: modalidades de contratación, Lima, 1999 op. cit. Las cargas sociales se rebajaron en 1999, pero las diferencias se habrían mantenido. Ø Como última modalidad, cabe que el reemplazo externo sea contratado por intermedio de una agencia de trabajo eventual. La mayor parte del costo de entrada lo soporta la agencia, aunque el costo del servicio para la empresa usuaria suele ser superior al de la titular. Una estimación razonable, sin antecedentes recientes, puede ser un 20% por encima del costo regular, sin pérdidas productivas. . Cada alternativa de reemplazo mencionada se adapta mejor a ciertas situaciones ocupacionales que a otras. Atendiendo a ellas cada empresa seleccionará la alternativa de menor costo o conveniencia. No se dispone de datos para determinar un costo del reemplazo, aún de un modo aproximado. , Dada la baja frecuencia de casos, la incidencia sería menor, aún postulando una cifra apreciable de costo individual. Las empleadas registradas son las que gozan la licencia legal (que representa 0,70% del salario de las registradas o 0.56% del salario femenino) y suponiendo a falta de otro antecedente, que durante la licencia hay 30% de pérdida de producción (cifra alta), el costo adicional del remplazo sería equivalente a 0,21% del salario de las registradas o 0.17% del salario femenino. Una razón adicional lleva a pensar que el efecto sería pequeño: la licencia se solicita con mucha antelación, no hay sorpresa (incertidumbre) para la empresa y puede preveerla. Por otra parte, la suplencia puede contratarse en forma irregular, como una relación clandestina pura, con contratos de locación de servicios o bien desnaturalizando la norma, a través de una sucesión de periodos de trabajo a prueba fraguados, con costo nulo por contribuciones y despido. El periodo es relativamente corto, haciendo menos riesgosa para la empresa la contratación irregular, por lo menos para reemplazos que no comprometan tanto la producción. Finalmente, el hecho de que en esta parte la atención se haya centrado en un tipo de licencia no hace perder de vista que el estudio busca una comparación de costos según género y que existen muchas licencias similares (enfermedad, actividad sindical, vacaciones, donación de sangre, estudios, etc.) de que gozan los trabajadores. En estos casos los días no trabajados son pagados por la empresa y habitualmente se acepta que el costo de una licencia dada se reduce a los “salarios caídos”, esto es, el salario pagado durante la ausencia. En general, el salario medido ya los incluye. A todas luces, en tal comparación no se justifica imputar costos por pérdidas productivas sólo a esta licencia, exclusivamente femenina, y no hacerlo con las restantes, algunas de ellas incluso con sesgo masculino en su uso, como las gremiales, las vacaciones (mayor antigüedad en el empleo) o las vinculadas con los infortunios laborales. Por las razones anteriores (carencia de datos, probable bajo costo relativo, reemplazo irregular) y por la mencionada asimetría de situaciones que llevaría el sumar alguna pérdida sólo a esta licencia, no se agrega ningún costo por reemplazo. CONSIDERACIONES FINALES Al sumar las cifras anteriores, expresadas en porcentaje del salario, se obtiene el costo relacionado con el empleo femenino. (ver cuadro 5). Se concluye que el costo de contratar mujeres por parte de las empresas privadas que cumplen con la legislación protectora y mantienen íntegramente registrado a su personal representa 0,9% del salario de estas trabajadoras, agregándose este costo a las remuneraciones y otros costos laborales de aplicación general. El peso mayor descansa en el costo de guardería (casi 0,8%). Las prestaciones monetarias que reciben las trabajadoras durante la licencia de maternidad no están a cargo del empleador, dado que éstos son financiados directamente por la seguridad social (cuyas contribuciones no se relacionan directamente ni con el género ni la edad, ni el número de hijos de los contribuyentes). La contrapartida de este costo es la percepción por parte de sus empleadas de las prestaciones de maternidad en forma plena, a costo adicional nulo para la empresa (por estar registradas). En tanto la cobertura apropiada del servicio de guardería y del permiso de lactancia es brindada en la actualidad, en todo caso, sólo por las empresas medianas y grandes. Cuadro 5. Costos de la protección laboral femenina a cargo del empleador (En % del salario respectivo).GBA, 1999 Prestaciones a empleadas Registradas por: Licencia de maternidad (cm) Permiso de lactancia (cl) Guardería infantil (cg) Ausentismo Reemplazo Total Costo del empleador referido al salario de empleadas: Registradas Totales ® (f) 0,70%(*) 0,56%(*) 0,12% 0,10% 0,77% 0,61% (**) (**) (**) (**) 0.89 0.71 Fuente: Elaboración propia (*) Costo estimado de la licencia, pero ésta ya se financia con la contribución por Asignaciones Familiares que se computa aparte. Por ello no se suma en el total. (**) No se computa por las razones expuestas en el texto. Al evaluar el costo de la protección laboral femenina respecto a la nómina total de asalariadas, resulta un costo adicional de 0,7% sobre el salario femenino, reflejando la incidencia que tendría para una empresa representativa de la combinación de empleo “registrado-no registrado” femenino actual. Esta empresa promedio cubre las prestaciones femeninas sólo a las empleadas que declara. Es la trabajadora no registrada (o su familia) la que debe financiar su maternidad y la crianza de su infante. Estas empresas obtienen un ahorro espureo a costa de la pérdida de beneficios potenciales de las trabajadoras no registradas. Estas últimas sufren una desprotección mayor que el empleado en igual situación de no registro: ambos están excluidos de todo beneficio social, pero la mujer, además no recibe las prestaciones originadas en su propia condición, las que constituyen, en sentido estricto, compensaciones más que beneficios. Percibirlas es importante para ella como madre y trabajadora, pero las pierde por ser ocultada por la empresa ante la seguridad social. Considerando sólo a los trabajadores registrados, varones y mujeres, para los que tiene sentido comparar los beneficios y costos de la seguridad social, se concluye que el costo adicional por maternidad y atención infantil es una cifra muy pequeña que no modifica el cuadro general de las diferencias por género, en el que continúa dominando el diferencial de salario. En efecto, en términos de costo por ocupado (cifras mensuales), el diferencial de salarios por sexo es amplio (el masculino es 23,2% superior) y el costo que se agrega al salario femenino por maternidad y atención infantil (0,9%) prácticamente no corrige tal disparidad. Pero aún respecto al salario por hora, que refleja una distancia mucho más atenuada, la brecha de costo según género no se cierra. En efecto, ante un salario masculino 3,0% mayor ($5,12 y $4,97 la hora, ver cuadro 1), se agregaría sólo 0,9% al salario femenino por dichas prestaciones, acortando pero no eliminando el diferencial22 .. Los resultados anteriores se refieren a un agregado muy amplio, la economía privada, existiendo grandes diferencias en ocupaciones y actividades, más aún teniendo en cuenta la fuerte segmentación por género que se observa. Pero no invalidan el cotejo global. Se concluye que el costo privado de contratar una mujer es menor que el de un varón, aunque se incluyan las prestaciones del régimen de protección laboral femenina. No obstante, los costos horarios, aún manteniendo el signo de la diferencia, casi se emparejan. No sería síntoma de igualación de oportunidades de trabajo y salario, si se atiende a las ventajas que en la actualidad tienen las asalariadas de empresas privadas en el nivel educativo y en otros atributos laborales. Más bien se podría sostener en términos neoclásicos, que las empresas reciben un rendimiento de recursos humanos y calificación laboral, medido por esas ventajas, que no costean o retribuyen en forma plena. Las prestaciones de maternidad (licencia y asignación) son sostenidas por la seguridad social, sin costo nuevo para la empresa y al margen de si contrata o no trabajo femenino, en tanto las de guardería y de lactancia, por un lado, se prestan en forma parcial, no abarcando incluso a todas las registradas y, por otro lado, implican un costo adicional del empleador en la medida que las mujeres que contrata experimenten la contingencia prevista. En estos casos y en actividades no segmentadas por sexo puede existir, aunque de 22 En el estudio del que se extracta esta publicación, se computaron los restantes costos laborales: vacaciones, aguinaldo anual, contribuciones del empleador, accidentes y enfermedades laborales y despido.. Excepto el de maternidad y atención infantil, los restantes son costos proporcionales que no diferencian por género. Pero, en su aplicación práctica dos de ellos se traducen en un costo porcentual superior para los varones: el de infortunios laborales (mayor frecuencia de accidentes) y el de vacaciones (más días de descanso anual por mayor antigüedad en el empleo). Son de menor incidencia, pero si se agregan al costo masculino éste se eleva a $7,31 la hora, contrapesando en buena medida aquel costo femenino. poca monta, un diferencial de costo para esas empresas y un desaliento correlativo de emplear mujeres, o bien un espacio e incentivo mayor de contratarla en forma irregular. Sobre los costos de guardería (y de lactancia, de menor importancia cuantitativa) cabe hacer cuatro consideraciones finales. En primer lugar, el empleador que tiene su plantel registrado y provee además la compensación por guardería, tiene un efectivo costo adicional al contratar a mujeres. Pero un gran número no lo hace, compitiendo en forma desleal con el anterior y dejando una gran proporción de empleo femenino desprotegido. El primer tipo de empresa ya tiene un costo y lo visualiza como asociado al empleo femenino; una política persiga mejorar la prestación debería evitar la evasión, emparejar los costos entre empresas y establecer una forma de financiamiento que no diferencie por género. En segundo lugar, el de la licencia por maternidad parece ser un modelo apto para atender las prestaciones de guardería (y con ellas, las de lactancia). Estas últimas quedaron relativamente marginadas de la agenda social, cuando ella estaba en auge. Entonces fueron contempladas sólo formalmente y no se crearon instrumentos apropiados para hacerlas efectivas en la práctica. En la actualidad, en el declive de las políticas sociales, parece difícil incorporarlas en las preocupaciones públicas. Pero, por otro lado, la creciente participación laboral femenina, inevitable y deseable socialmente, desplaza el tema hacia un lugar de mayor prioridad. Como ocurre en otros campos, el programa social se reconstruye con nuevas necesidades y nuevos agentes de impulso, llenando, de modo diferente, el vacío que dejaron temas y actores que lo han perdido. Pero, como tercer aspecto, el tema debería sortear la doble restricción de ser concebido sólo como una cuestión femenina y, por otra parte, sólo susceptible de ser financiado con recursos originados en cargas sobre los salarios. La atención de la maternidad y del niño y la simultánea participación laboral de la mujer, son cuestiones que atañen a la sociedad y deben ser atendidas por ella, probablemente con recursos fiscales generales. Avala esta opción el hecho de que en nuestro país ha habido un gran esfuerzo por reducir el costo laboral, eliminando cargas que encarecían relativamente el trabajo y sería contradictorio elevarlo para estas nuevas necesidades. Pero, en esa materia surgen diversos aspectos que escapan al presente trabajo. Por último, en una eventual política de mejoramiento y extensión del servicio de guardería, el reconocimiento por parte de la empresa de una suma fija por hijo que compense el costo a la empleada, parece ser un medio más apropiado que la obligación legal de instalar salas en el propio establecimiento. Este último modelo no tuvo aplicación práctica general, puede ser de alto costo para la empresa, tiende a encarecer el empleo femenino y, finalmente, no llega, por definición, a la pequeña y mediana empresa. Se requiere, de todos modos, mejorar la infraestructura instalando nuevas guarderías, pero parece conveniente apelar a un criterio de carácter territorial o zonal de manera que las trabajadoras tengan el servicio cerca de su hogar o de las empresas. Puede arbitrarse un financiamiento compartido entre grupos de empresas, abaratando costos, así como dirigir las políticas públicas de empleo de emergencia que realizan obras de utilidad social hacia la construcción de salas maternales y guarderías.