FORMACIÓN CONTINUADA Archivos de Medicina del Deporte Volumen VI. Numero 22 1989 Págs. 189-193 DIABETES Y EJERCICIO Dr. Cordido, F. *, Dr. Sández, J. **, Dr. Cordido, M.*** * Unidad de Endocrinología. Hospital General de Lugo. ** Unidad de Diabetes Ocular. Facultad de Medicina de Santiago de Compostela. *** Hospital General de Pontevedra. INTRODUCCION Desde la demostración de la capacidad del ejercicio físico para disminuir la glucemia(1,2), éste ha sido considerado como un importante componente del tratamiento de la diabetes. Los programas de ejercicio, conjuntamente con la dieta y la insulina o los antidiabéticos orales pueden ser útiles para mejorar el control glucémico, peso, factores de riesgo cardiovascular y sensación de bienestar en el diabético. La respuesta del metabolismo intermediario al ejercicio es bien conocida en el sujeto no diabético; sin embargo los cambios fisiológicos que ocurren en el diabético no son tan claros pues estos cambios dependen también del nivel plasmático de insulina y del control glucémico antes del ejercicio; así en un paciente diabético en situación de mal control metabólico el ejercicio puede ser muy peligroso y deteriorar aún más su situación; sin embargo, si el paciente presenta un buen control, el ejercicio será capaz de mejorarlo éste todavía más(3). A continuación revisaremos los cambios metabólicos que se producen con el ejercicio, en primer lugar en el sujeto normal y posteriormente en el diabético tipo I y II; también veremos los efectos del ejercicio sobre el paciente diabético y las características del programa de ejercicio físico adecuado para los distintos pacientes diabéticos. METABOLISMO ENERGETICOY CAMBIOS HORMONALES CON EL EJERCICIO A) SUJETO NO DIABETICO. Al inicio del ejercicio el consumo de energía aumenta llamativamente, pues ésta es necesaria para la contracción muscular. Durante los primeros minutos el glucógeno muscular es la fuente de energía, pues no precisa un transporte vascular para su utilización. Si el ejercicio continúa, la glucosa circulante se convierte en el combustible utilizado por el músculo, pero el nivel de glucemia debe mantenerse constante, esto se consigue fundamentalmente aumentando la producción hepática de glucosa a través de la glucogenolisis y neoglucogénesis (formación de glucosa a partir de precursores con tres átomos de carbono). Si el ejercicio continúa, los ácidos grasos se movilizan en el tejido adiposo y se convierten en una fuente importante de energía; esto se realiza a través del proceso de lipolisis que da como resultado ácidos grasos libres y glicerol que también sirve como precursor gluconeogénico. La respuesta hormonal al ejercicio consiste en una disminución de la secreción de insulina y un aumento concomitante de la concentración de las hormonas contrarreguladoras (catecolaminas, glucagón, hormona de crecimiento y cortisol)(4). La disminución de la insulina es el hecho fundamental en este conjunto de modificaciones endocrinas, al disminuir los niveles plasmáticos de insulina, aumenta la producción hepática de glucosa y la movilización de ácidos grasos en el tejido adiposo. Al mismo tiempo, existe una cantidad de insulina circulante suficiente para mantener una captación adecuada de glucosa por el músculo; esta mínima cantidad de insulina, que seria insuficiente para el músculo en reposo, es muy importante pues es la que permite que el músculo en actividad aumente la captación de glucosa; este efecto se denomina «efecto permisivo» de la insulina (5). Las otras dos hormonas fundamentales en la homeostasis de la glucosa durante el ejercicio son el glucagón y las catecolaminas. E1 glucagón actúa fundamentalmente aumentando la producción hepática de glucosa y las catecolaminas también aumentan la producción hepática de glucosa y estimulan la lipolisis en el tejido adiposo. Los cambios metabólicos y hormonales que hemos mencionado se resumen la figura 1. B) DIABETICO TIPO 1 El paciente con diabetes tipo I prácticamente carece de secreción pancreática de insulina; por lo tanto debe recibirla de forma exógena en forma de inyecciones subcutáneas de absorción más o menos retardada. Como esta forma de administración de la insulina no es la fisiológica, que permite una rápida liberación de insulina y un preciso control glucémico, el paciente diabético tipo I oscila con frecuencia entre el estado de exceso y de falta de insulina. En presencia de déficit de insulina y cetosis, el ejercicio provocará un incremento de la glucemia, una aceleración en la formación de cuerpos cetónicos y una disminución de su aclaramiento(6). Esto se debe fundamentalmente a la ausencia del «efecto permisivo» de la insulina, a través del cual el músculo en contracción incrementa la captación de glucosa, igualmente el déficit de insulina provoca un incremento de la producción hepática de glucosa y de la lipolisis que facilita la cetogénesis. El incremento de la concentración plasmática de glucagón, cortisol, catecolaminas y hormona de crecimiento también contribuyen al deterioro de la homeostasis de la glucosa(3). Por tanto el paciente diabético en situación de llamativo mal control metabólico, glucemia por ejemplo superior a 300 mgr/dl y cetonuria positiva, no deberá realizar ejercicio, debiendo permanecer en reposo hasta que su situación metabólica se controle. Una situación clínica más frecuente se da cuando el diabético realiza ejercicio en presencia de un exceso relativo de insulina. En este caso la glucemia descenderá, pues la producción hepática de glucosa está inhibida por la insulina y el músculo en actividad aumenta la captación de glucosa, por lo tanto presentará una hipoglucemia inducida por el ejercicio. Esta situación se verá favorecida por la rápida absorción de la insulina subcutánea si inyectamos la insulina en la extremidad con la que se realiza el ejercicio(7). En función de estos datos se deduce la importancia de reducir la dosis de insulina y tomar hidratos de carbono adicionales antes del ejercicio; incluso puede ser necesario tras ejercicios de larga duración tomar hidratos de carbono después del ejercicio para prevenir hipoglucemias durante la noche o al día siguiente(8). El efecto del ejercicio, cuando los niveles de insulina no son los adecuados, se resume en la tabla I. El empleo progresivo por parte del diabético del auto-control, especialmente en sangre, permite conocer las diferentes respuestas individuales al ejercicio y prevenir las hipoglucemias, al mismo tiempo que se puede recomendar el ejercicio en los momentos más adecuados para un mejor control metabólico. Posiblemente el momento en el que el ejercicio sea más apropiado, sea en la situación postprandial en la que ha sido capaz de mejorar la hiperglucemia que se produce después de las comidas(9). C) DIABETICO TIPO II En estos pacientes la incidencia de obesidad es muy alta, con frecuencia ingieren una dieta inadecuada y llevan una vida sedentaria. Por lo tanto el empleo del ejercicio como terapia parece lógico para mejorar el control glucémico y favorecer la pérdida de peso. Su respuesta metabólica y hormonal al ejercicio es similar a la del paciente no diabético por lo que no se ven expuestos al peligro de las hipoglucemias, únicamente se debe tomar la precaución de disminuir la dosis de hipoglucemiantes orales al inicio del programa de ejercicio. La intolerancia a la glucosa relacionada con la obesidad, disminuye con el ejercicio independientemente de los cambios en el peso corporal(10,11). El diabético obeso tiene un exceso de insulina circulante(12,13), pero los tejidos periféricos presentan resistencia a la acción de la insulina. La actividad física regular reduce la insulinoresistencia y disminuyen los niveles circulantes de insulina(14). Cada vez son mayores les datos que nos indican que el incremento de la actividad física contribuye a un mejor control metabólico en la diabetes no insulin-dependiente y que se produce un mejor uso periférico de la glucosa a través de una mejor sensibilidad a la insulina en el músculo esquelético (15). EFECTOS DEL EJERCICIO SOBRE EL DIABETICO Aunque no hay evidencia de que el ejercicio físico prevenga las complicaciones de la diabetes, se sabe que en los sujetos no diabéticos un programa de ejercicio físico regular disminuye les factores de riesgo que se asocian con la arterosclerosis. EI ejercicio frecuente disminuye les lípidos sanguíneos, reduce la presión arterial, disminuye la frecuencia cardiaca, mejora el transporte de oxigeno y mejora la tolerancia a la glucosa en el sujeto norma1(16-17). Parece lógico asumir que estos efectos beneficiosos con el ejercicio que suceden en el sujeto normal, también ocurran en el diabético; además los diabéticos presentan cambios en sus lípidos circulantes que son similares a los que presenta el no diabético durante el ejercicio mantenido(18). Los cambios metabólicos más característicos que ocurren durante el ejercicio son una mejor sensibilidad a la insulina, un incremento de las enzimas de oxidación, un incremento de la captación de aminoácidos y un incremento del consumo máximo de oxigeno(14, 15, 19, 20). Sin embargo, el efecto del ejercicio físico regular por si solo en el control metabólico de la diabetes es bastante variable y frecuentemente de pequeña magnitud, en general se consigue una mejoría mayor en la homeostasis de la glucosa con la pérdida de peso. Pero el ejercicio sigue siendo un componente terapéutico importante en la diabetes pues conjuntamente con una dieta adecuada ayuda a la pérdida de peso y mejora la sensibilidad insulina por sí mismo al incrementar la masa magra corporal(10). También la actividad física aporta un beneficio psicológico claro tanto en el sujeto con diabetes insulín-dependiente como no insulíndependiente. Otro aspecto es el papel del ejercicio en la prevención de la diabetes, especialmente en la tipo II. Aproximadamente el 80% de los diabéticos tipo II son obesos. La prevalencia de la diabetes tipo II aumenta al aumentar el peso y es especialmente alta en los obesos con historia familiar de la enfermedad. Esta relación sugiere que el evitar la obesidad en los sujetos con historia familiar de diabetes tipo II, puede retrasar o prevenir el desarrollo de la diabetes. Aunque la mejor forma de perder peso es el empleo de dietas hipocalóricas, el ejercicio puede ayudar a prevenir la diabetes tipo II a través de su capacidad para mantener al sujeto en el peso ideal aumentando el gasto calórico y de normalizar la glucemia y la tolerancia a la glucosa en el sujeto con diabetes tipo II(21). Los efectos del ejercicio físico regular se resumen en la tabla II. CARACTERÍSTICAS DEL PROGRAMA DE EJERCICIO EN EL DIABETICO El tipo de ejercicio más adecuado para el diabético es el aeróbico, más que el anaeróbico que se realiza en deportes como el levantamiento de pesas, pues este tipo de ejercicio podría resultar peligroso en sujetos con mayor incidencia de enfermedad cardiovascular, como son les diabéticos; también el ejercicio aeróbico normaliza más fácilmente el metabolismo lipídico y de los hidratos de carbono. Antes del programa de ejercicio el diabético debe ser evaluado por el médico. Se debe realizar una historia clínica y exploración física completa, análisis de sangre y orina para valorar su control metabólico y función renal fundamentalmente, ECG, exploración ocular y neurológica. Se debe realizar también ECG de esfuerzo si el diabético presenta algún síntoma sugestivo de patologia cardiaca o si tiene más de 45 años o más de 20 de evolución de su diabetes. (Tabla III). Si el paciente presenta retinopatia diabética proliferante, el ejercicio, especialmente los que requieren esfuerzos intensos están contraindicados. En presencia de patología cardiovascular el ejercicio se debe realizar bajo un estricto control médico, probablemente en el seno de un programa de rehabilitación cardíaca. Es fundamental tener un cuidado esmerado de los pies durante el ejercicio. La actividad física se debe realizar de forma suave y con aumente progresivo, se debe monitorizar su intensidad controlando la frecuencia cardíaca y la presencia de signos clínicos de esfuerzo excesivo(17). El desarrollo y mantenimiento de un buen entrenamiento cardiovascular requiere una frecuencia de entrenamiento de 3 a 5 días por semana de 15 a 60 minutos de duración, de ejercicio continuo de alto gasto energético en cada sesión de entrenamiento, a una intensidad que oscile entre 60 y 90% de la frecuencia cardiaca máxima ajustada según la edad. Se sugiere que la cantidad mínima de ejercicio aeróbico necesario para conseguir beneficios en la salud y forma física es de 15 a 30 minutos durante 3 días a la semana(22). El ejercicio se debe individualizar, ajustarse a las preferencias de cada sujeto y modificarse según la respuesta de éste; la norma general es el comienzo con esfuerzos muy suaves y el aumento progresivo según la respuesta, el comenzar simplemente caminando puede ser adecuado para los sujetos sedentarios. En general, cualquier tipo de ejercicio puede ser válido para el diabético. Como hemos mencionado son preferibles los ejercicios isotónicos más que los isométricos o de fuerza; son poco recomendables los deportes que exigen una concentración continua y que pueden ser peligrosos en presencia de una hipoglucemia como la escalada o el buceo; el boxeo y otros deportes de intenso contacto están contraindicados. Es importante resaltar que nunca se debe desalentar al diabético de la práctica de un deporte adecuado en razón de su enfermedad; hay muchos ejemplos de grandes deportistas que son diabéticos. Respecto a las modificaciones en las otras facetas del tratamiento con el ejercicio, en la diabetes tipo II en ocasiones es necesario disminuir la dosis de antidiabéticos orales, especialmente si el sujeto presenta buen control metabólico. En la diabetes tipo I, para ejercicios de corta duración (menos de una hora) se debe tomar una pequeña cantidad de hidratos de carbono adicionales, aproximadamente unos 30 gr. Para esfuerzos más prolongados de 1 a 2 horas, se debe ingerir una mayor cantidad de hidratos de carbono y también proteínas. El ejercicio muy prolongado e intenso requiere un incremento en la cantidad y el número de comidas y una disminución de la dosis de insulina que puede llegar a ser del 50% de la que se ponía previamente(23). Finalmente mencionar que a pesar de los múltiples efectos saludables del ejercicio en el diabético, aún falta por demostrar de forma concluyente que el ejercicio sea capaz de mejorar el control metabólico a largo plazo y prevenir las complicaciones de la diabetes(24). BIBLIOGRAFIA 1. 2. 3. 4. MARBLE, A., SMITH, R.M.: «Exercise in diabetes mel1itus». Arch. Int. Med. 58: 577. 1936. LAWRENCE, R.D.: «The effet of exercise on insulin action in diabetes». Br. Med. J. 1: 648. 1926. BIERGER, M., BERCHTOLD, P. CÜPPERS. H.I. et al.: «Metabolic and hormonal effects of muscular exercise in juvenile type diabetes». Diabetología 13: 355. 1977. VRANIC, M., KAIVAMORI, R., PEK, S., KOVACEVRI, N., WRENSHALL, G.A.: «The essentiality of insulin and the role of glucagon in regulating glucosa tumover during strenous exercise». J. Clin. Invest. 57: 245. 1976. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. VRANIC, M., BERGER, M.: «Exercise and diabetes mellitus». 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Dirección para correspondencia Dr Ferrando Cordido Escalinata de Paxaríños, 1 – 7º B 27002 LUGO