Micromorfología en Arqueología - Facultad de Ciencias Naturales y

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Bastourre, María Laura
Videla, María Victoria
Micromorfología en Arqueología: avances y perspectivas
Introducción
Uno de los indicadores de desarrollo de la disciplina arqueológica es la
proliferación de campos de investigación especializada y de estudios interdisciplinarios.
Es así que en los últimos años ha existido un auge en las investigaciones dedicadas al
ámbito de la Arqueometría, la Zooarqueología, la Arqueobotánica y la Geoarqueología.
Esta última ha sido definida como "la investigación arqueológica utilizando métodos y
conceptos de las Ciencias de la Tierra" (Butzer, 1982). La unidad de análisis en este
enfoque es la matriz sedimentaria que incluye al registro arqueológico y entre sus
objetivos centrales está el estudio de los procesos que intervienen en su formación.
Esta disciplina se ha desarrollado dentro del marco teórico de la Arqueología
contextual (Butzer, op cit.) El contexto podría ser definido en esta perspectiva como las
relaciones entre la dinámica del medio ambiente y la dinámica de la cultura. Implica
relaciones espaciotemporales, incluye el medio físico, biológico y cultural y se aplica a
diferentes escalas (contexto de los artefactos, de los sitios, etc) Desde esta perspectiva,
cuestiones como la configuración del paisaje o la trama sedimentaria de los sitios serían
parte integral del contexto arqueológico.
La micromorfología es una técnica adecuada para abordar un amplio espectro de
problemas geoarqueológicos relacionados con el estudio de los suelos, sedimentos y
materiales asociados a los sitios arqueológicos. Cuando se trabaja con niveles culturales
o de ocupación las técnicas analíticas clásicas no son suficientes. Por ejemplo, un análisis
de tamaño de partículas no resulta significativo cuando los sedimentos incluyen
fragmentos de hueso, cenizas, material vegetal y coprolitos; otras técnicas (pH, análisis
de materia orgánica) presentan dificultades para definir la composición y origen de las
capas de “tierra negra” que pueden representar un horizonte húmico, un suelo fósil, un
basurero arqueológico o ambos (Courty, et al, 1989). Por lo tanto se necesita una técnica
mas refinada para comprender los efectos de la acción humana sobre el material del
suelo. La micromorfología es la técnica más apropiada para resolver estos problemas ya
que permite conocer no solo el origen de un material, cómo se formó y qué procesos lo
afectaron sino que también provee al arqueólogo de material interpretativo para
determinar el significado de un determinado rasgo arqueológico o unidad sedimentaria
ampliando la posibilidad de interpretación arqueológica de un sitio. (Macphail, et al, 1989)
La micromorfología fue aplicada a la Arqueología por primera vez por Cornwall en
1958 para reconstruir ambientes pasados y comprender algunos rasgos antropogénicos
como cenizas, cremaciones y pisos. Aunque durante los 60 y 70 la micromorfología de
suelos se desarrolló rápidamente, su aplicación a la Arqueología fue confinada
principalmente a los estudios de procedencia de materias primas para cerámica. Esta
disminución pudo deberse a varios factores: problemas técnicos con la preparación de los
cortes delgados, falta de terminología y metodología para la correcta descripción, etc.
Estos problemas fueron superados, al menos en parte, con los avances técnicos (cortes
de hasta 13x6 cm que permiten evaluar rasgos a gran escala) y la aparición del Handbook
for soil thin section description (Bullock, et al., 1985) (Macphail, et al., 1990), sin embargo,
la brecha entre los suelos y los sedimentos y materiales arqueológicos aun existe (Courty,
et al, 1989). En la Argentina, la situación es muy diferente en lo que respecta al desarrollo
de estas líneas de investigación en comparación con el que ha tenido en Europa y
Norteamérica.
El objetivo de este trabajo es sintetizar las principales formas de aplicación de la
Micromorfología a los problemas arqueológicos, así como proveer ejemplos provenientes
de contextos arqueológicos de diferentes partes del mundo, para finalmente evaluar el
estado actual de este campo de investigaciones en Arqueología Argentina.
Rasgos antropogénicos
Las actividades humanas pueden resultar en la producción de nuevos materiales,
la creación de un sitio arqueológico o pueden modificar el ambiente en diferentes
maneras. Todo efecto de una actividad humana puede incluirse dentro de la definición de
rasgo antropogénico. Dado que cada sitio arqueológico posee una asociación peculiar de
rasgos antropogénicos, es difícil plantear reglas generales para la interpretación de cada
rasgo (ver consideraciones finales)
Hombres y animales generan una gran cantidad de desechos (materia fecal,
huesos, cenizas, material vegetal, material mineral, etc) que bien puede mezclarse con
sedimentos “naturales” o puede formar capas individuales, basureros o servir como
relleno en cavidades. El objetivo de las investigaciones micromorfológicas de sedimentos
antrópicos es identificar constituyentes y a partir de su disposición determinar cómo se
depositaron y/o cómo pueden haberse modificado.
1. Fenómenos relacionados con el fuego
Las
características
de
las
cenizas
y
el
carbón,
determinadas
micromorfológicamente, permiten conocer qué tipo de materiales se usaron como
combustible, cuál fue la temperatura alcanzada (y por tanto poder interpretar los fines de
la combustión), qué cantidad de episodios de combustión hubo y cómo afectó el fuego los
sedimentos circundantes.
Las cenizas de madera, hojas y pasto se diferencian por sus características de
birrefrigencia y color. Además, es posible distinguir entre cenizas de madera de árboles
de hoja decidua o de coníferas (en algunos casos se pueden identificar familias). Otra
diferencia es que la madera alcanza temperaturas mayores.
La quema de constituyentes del suelo genera cambios relacionados con la
intensidad y la duración de la combustión y con las características de los componentes del
suelo. En su mayor parte, estos efectos se concentran en los primeros 10cm, ya que el
gradiente de temperatura disminuye rápidamente con la profundidad. Los cambios son
irreversibles, por lo tanto su estudio permite realizar interpretaciones confiables. Estos
cambios pueden ser estructurales (por ejemplo generación de grietas) o de color. Estos
últimos resultan de la alteración en la composición y morfología del material mineral y
orgánico.
Existen distintos tipos de estratos quemados. Cuando existió un único episodio de
combustión hablamos de estrato quemado simple. Si existieron varios eventos se da una
secuencia de estratos quemados: en la zona de contacto de dos capas de ceniza, donde
ésta ha sido recalentada y transformada por los distintos episodios, los cristales de calcita
se funden fragmentando y cementándose a la ceniza que se encuentra por debajo.
En el caso de las capas de carbón, estas resultan de bajas temperaturas de
combustión. Esto puede indicar, por ejemplo, cocción de alimentos.
Los fogones para cerámica, en corte delgado, se distinguen por su color gris,
ausencia de carbón y aspecto vesicular asociado con altas temperaturas. Cuando el fogón
fue reutilizado, la ceniza recalentada (desagregada y desorganizada) se mezcla con
ceniza que mantiene su organización resultando una fábrica heterogénea. Pueden
aparecer fragmentos pequeños de arcilla enrojecida y cerámica. Los fogones para
metalurgia presentan una fábrica vesicular debido a las altas temperaturas alcanzadas.
Estas se evidencia también a través del cuarzo derretido (cosa que ocurre a partir
de los 1000º - 1200ºC)
Por último, debe tenerse en cuenta que los estratos o capas de ceniza pueden
sufrir alteraciones mecánicas y/o químicas cuyos efectos se conocen (Courty, et al, 1989).
2. Residuos orgánicos
El estudio de componentes orgánicos es siempre más complejo que el de
materiales minerales porque sus propiedades ópticas varían con el paso del tiempo y
dependiendo de su composición.
Los componentes orgánicos más fácilmente identificables son los coprolitos, cuyas
características permiten además diferenciar entre animales herbívoros y carnívoros. En
el caso de los herbívoros, estos son muy porosos y contienen restos de plantas que no
han sido digeridos y material orgánico amorfo de color oscuro que actúa como agente
vinculante. Características como la forma del coprolito y la naturaleza y disposición de
los fitolitos que contengan, permitirían identificar taxas, diferenciando entre, por ejemplo,
equinos, ganado vacuno y porcino. La dieta rica en carne y hueso de los carnívoros
produce coprolitos con gran contenido de fosfatos (Courty, et al, 1989).
Los estudios sobre coprolitos pueden ser de utilidad en numerosas situaciones,
desde la identificación de agentes tafonómicos hasta la identificación de corrales y
parajes para el pastoreo. Este es el caso de la investigación de Bergadà y Nicolás
(2005) en la Cova dels Morts, en la costa norte de Menorca. Esta cueva presenta
abundantes sedimentos en su interior que colmatan el espacio interno delimitado por un
muro de cerramiento construido con grandes piedras. Es patente la intensa remoción
que experimentaron los sedimentos porque afloraban en toda su superficie muchísimos
restos humanos (pertenecientes a más de 300 individuos).
Se analizó micromorfológicamente el nivel arqueológico III compuesto por varias
capas de sedimentos carbonosos que se extienden de forma regular por toda la
superficie de la cavidad en contacto con la roca madre. Estos sedimentos carbonosos
corresponderían a un lecho constituido principalmente por gramíneas (paja) que se
incendió a una temperatura superior de 500°C, quedando los restos totalmente
mineralizados. En la muestra se encontraron fitolitos y vegetales quemados y restos de
excrementos de bóvidos y en algunos casos de ovicaprinos en proceso de
descomposición.
Se dedujo, entonces, que a finales de la Edad del Bronce, la Cova des Morts
funcionó como lugar de estabulación de animales; principalmente de bóvidos aunque en
ocasiones junto a ovicaprinos. Hay que destacar que en las ocupaciones en que se
localizan exclusivamente coprolitos de bóvidos, tanto los componentes de origen vegetal
como excremental aumentan considerablemente respecto a las otras ocupaciones. Este
rasgo nos sugiere que la estabulación sería más duradera. En cambio, en el resto de
ocupaciones de estabulación mixta de ovicaprinos y bóvidos, los restos aparecen en
menor proporción y no hay una concordancia entre los restos vegetales documentados
en el interior de los coprolitos con los localizados en el lecho; por ello se dedujo que
corresponderían a periodos más breves, posiblemente paradas de pastoreo lo que
explicaría la distinta composición de los excrementos pertenecientes a una alimentación
fuera del entorno inmediato del asentamiento.
Todas
las
ocupaciones
observadas
han
sido
regularmente
incendiadas
posiblemente para asegurar el saneamiento del paraje.
Debe destacarse que con el pastoreo, se producen cambios estructurales como
resultado de la acción mecánica de pastar. Estos cambios se concentran principalmente
en las áreas de estabulación de los animales y en las rastrilladas.
Los animales asociados con el pastoreo, además, producen aumento en el fosfato
y la materia orgánica en las capas superiores del suelo (Courty, et al, 1989).
3. Restos vegetales inorgánicos: fitolitos
Estos pueden aparecer dispersos en el sedimento o en combinación con otros
residuos orgánicos como los coprolitos. Se distinguen de otros materiales minerales por
su bajo relieve, su isotropía, sus formas particulares, etc. Se desarrollan principalmente en
las gramíneas y plantas que poseen un alto contenido de sílice (Courty, et al, 1989).
Un ejemplo de este tipo de estudios en Arqueología Argentina es la investigación
de Pérez Meroni et. al. presentado en el último Congreso de Arqueología de la Región
Pampeana (2008) sobre procesamiento y consumo de vegetales por grupos cazadoresrecolectores del Holoceno Tardío del litoral fluvial bonaerense. Tradicionalmente el
estudio de la intensificación económica y social de estos grupos se basó en gran medida
en el análisis de la tecnología cerámica y lítica (morteros, manos, conanas) que ha
permitido postular actividades relacionadas con el procesamiento de estos recursos
alimenticios. El estudio de fitolitos es importante como una línea de evidencia adicional en
sitios donde no se conservan macrorestos vegetales.
4. Artefactos
En secciones delgadas pueden distinguirse pequeños fragmentos de diferentes
materias primas líticas que podrían corresponder a microdesechos de la producción de
artefactos líticos. Pese a que puede ser difícil distinguir los fragmentos trabajados por el
hombre de los naturales, pueden ser reconocibles por la presencia de aristas, crestas y
ángulos agudos, forma tabular o angular, etc. Una de las materias primas mas utilizadas
es el sílex, que se reconoce fácilmente por sus propiedades petrográficas de baja
birrefringencia y criptocristalinidad. El interés de su identificación reside en aquellos casos
en donde pudieron realizarse tareas de talla pero no se encuentran restos macroscópicos
(por ejemplo por limpieza antrópica de las áreas de actividad)
En cuanto a la cerámica, unos de los objetivos principales es la determinación de
la procedencia de las materias primas a partir del estudio de su composición mineralógica,
las características del antiplástico, etc. Otro de los objetivos comprende el estudio de las
transformaciones de la arcilla para determinar las temperaturas alcanzadas en la cocción
así como otros aspectos tecnológicos (Courty, et al, 1989).
Los análisis de cortes delgados de cerámica son frecuentes en Arqueología
Argentina, para determinar componentes y sus orígenes. Como ejemplo, García (1993)
realiza un estudio experimental para dilucidar el carácter autóctono o alóctono de las
cerámicas tempranas de la localidad arqueológica de Inca Cueva (Puna de Jujuy).
5. Materiales de construcción
La composición mineralógica de los materiales de construcción puede ser
comparada con la de los suelos y sedimentos próximos para identificar procedencias o
preferencias de componentes específicos. A su vez, puede estimarse en qué medida
fueron transformados los componentes originales por los procesos de manufactura.
Pueden analizarse distintos tipos de materiales de construcción:
Los ladrillos de barro presentan diferencias micromorfológicas según las técnicas
de manufactura (grado de compactación) y técnicas de cocción o secado.
Los materiales cementantes (argamasa, mortero) pueden identificarse por su
naturaleza calcítica.
Los techos de paja, como por lo general no se conservan, pueden identificarse en
cortes delgados a partir de acumulaciones de madera u otros restos vegetales mezclados
probablemente con algún material que actúe como cementante.
En el caso de construcciones artificiales como túmulos y terraplenes pueden
identificarse los materiales constituyentes y su origen. Esto es importante porque muchas
veces estos tienen un carácter ceremonial; así, sedimentos coloreados, alóctonos,
cenizas, etc. pueden tener una connotación ritual. También se pueden determinar los
métodos de construcción (Courty, et al, 1989).
Spensley (2005) analiza muestras de los estucos del sitio arqueológico La Trinidad
de Nosotros, en San José, Petén, Guatemala. Los objetivos principales de este estudio
fueron investigar las variaciones funcionales y de calidad en los estucos usados en las
diferentes locaciones alrededor del sitio (viviendas, pisos de estructuras rituales como
patios de Juego de Pelota y pisos del puerto) y examinar las cualidades de los estucos
usados en las residencias elitistas y sub-elitistas.
Se determinó que existió una gran variación en la composición, manufactura y aplicación
de los diferentes estucos a pesar de parecer similares en el campo. En algunos casos,
estos factores pueden estar correlacionados con necesidades funcionales (como en el
caso de los pisos del puerto que contuvieron materiales altamente térmicos), en otros
casos el rango socio-económico pudo haber sido más importante (en algunas estructuras
se usaron materiales mas costosos y se empleó mayor tiempo y destreza en su
preparación).
Uno de las hipótesis más interesantes derivadas de este estudio es la de idea que
las técnicas de estucado se relacionan con las fronteras políticas.
6.
Pisos y superficies de actividad
Los pisos pueden estar construidos con materiales transportados intencionalmente
o consistir del sustrato local preparado intencionalmente o modificado por barrido,
compactación o pisoteo. Esta última situación es extremadamente difícil de reconocer
durante la excavación por lo cual el análisis micromorfológico puede ser de utilidad
(Courty, et al, 1989).
Spenley (op. cit.) plantea el análisis de áreas de actividad en los pisos a partir de la
identificación de micro-artefactos y patrones de agrietamiento específicos.
7 Cremación
Es posible estimar el grado de alteración del hueso que se relaciona no solo con la
temperatura de combustión, sino también con los eventos post-enterramiento. También
puede identificarse el combustible utilizado. Estudiando la relación entre los huesos y los
sedimentos a su alrededor a través de cortes delgados puede discriminarse entre una
cremación primaria (quemada in situ) de una secundaria (quemado en otro lugar y luego
enterrado o transportado) (Courty, et al, 1989).
8. Rasgos asociados al uso de la tierra
Las actividades humanas de creación de claros, deforestación total o arado
pueden afectar y desestabilizar irreversiblemente los suelos y el paisaje, llevando
finalmente a la salinización (principal resultado de la irrigación) y erosión del suelo. La
identificación
de estos efectos adversos podría ayudar a explicar algunos casos de
abandono de sitio.
Un resultado inmediato del arado es la eliminación de los horizontes superficiales
del suelo con mayor contenido de materia orgánica. En algunos casos estos se convierten
en un único horizonte Ap que reúne características de los horizontes húmicos y
constituyentes minerales del horizonte A subyacente. Otra consecuencia es que el suelo
pierde su cubierta natural y queda más expuesto a la acción de los agentes físicos,
principalmente la lluvia, generándose mayormente rasgos texturales (revestimiento de
granos, rellenos de vacíos). Esta tendencia a la homogeneización del suelo puede ocurrir
también como efecto de la tala. En este caso, los restos de los agujeros de los árboles
pueden reconocerse por el patrón de suelo en forma de banana dejado por el árbol en
descomposición (Macphail, et al., 199?)
La quema de árboles o pastos (como en la técnica agrícola de roza y quema)
afecta directamente sólo a los primeros centímetros del suelo. Una vez que descienden
los niveles tóxicos de potasio, las cenizas resultantes promueven la actividad biológica.
Con el tiempo, sin embargo, los nutrientes solubles y las sales se van filtrando y la
actividad biológica disminuye. El resultado de esta actividad es una microfábrica
caracterizada por fragmentos orgánicos finos carbonizados y remanentes de carbón y
madera quemada.
La micromorfología permite determinar también prácticas de fertilización del suelo,
es decir, la incorporación de materia mineral y orgánica al material parental para disminuir
la perdida de ciertos nutrientes y aumentar el rendimiento. La evidencia micromorfológica
incluye grandes cantidades de fragmentos orgánicos, especialmente fitolitos, derivados
del estiércol animal. En cortes delgados suele presentarse de un color marrón mas
intenso que el material orgánico en descomposición proveniente de la capa húmica
(Courty, et al, 1989).
Para ilustrar la importancia de la micromorfología en la determinación de prácticas
de manejo de la tierra, citamos los trabajos realizados en los Alpes y Apeninos italianos.
Tradicionalmente se consideró que la zona montañosa de Italia fue colonizada durante el
Calcolítico o Edad de Cobre (segundo y tercer milenio AC) solo con fines de caza y
recolección. Estudios recientes, citados por Macphail et al (1989), sin embargo,
demuestran el desarrollo de actividades agrícolas a partir de evidencia micromorfológica y
polínica. Se identificaron así, practicas de manejo del paisaje como la creación de claros,
pastoreo y construcción de terrazas para cultivo.
Procesos post-depositacionales
Los procesos postdepositacionales comprenden una serie de transformaciones
que afectan a los sedimentos una vez depositados. Para los geólogos estos se engloban
bajo el término diagénesis (cambios físicos y químicos que tienen lugar durante la
transformación de los sedimentos a rocas sedimentarias). Para los pedólogos, los
procesos postdepositacionales responsables del desarrollo del suelo se agrupan como
procesos pedológicos. Para los arqueólogos los procesos postdepositacionales tienden a
ser agrupados como “perturbaciones”, que incluyen cualquier alteración del registro
arqueológico subsecuente a su abandono por los humanos. Perturbaciones por animales
cavadores y raíces son comúnmente citadas. Para conocer el desarrollo de un sitio
arqueológico en su contexto ambiental es necesario reconocer cualquier forma de cambio
que afecte la unidad estratigráfica, para lo cual son necesarias observaciones
micromorfológicas finas (Courty, et al, 1989).
Los procesos postdepositacionales más comunes en los sitios arqueológicos
pueden agruparse en las siguientes categorías:
•
Actividad biológica:
Ha sido bien documentada a nivel de campo la dispersión de los artefactos generada por
la actividad animal. Los animales grandes como zorros, cerdos, ratas, etc. desagregan los
suelos al buscar comida o refugio, generando microestructuras sueltas y por otra parte
incorporan materiales a los sedimentos (ej excrementos) Las capas de guano pueden
generar alteraciones profundas en las capas arqueológicas por percolación de ácidos
orgánicos y fosfatos provenientes de las capas superiores.
Las modificaciones inducidas por la fauna más pequeña o por pequeñas raíces y
microorganismos pueden pasar desapercibidas en el campo, siendo observables solo a
través de pequeños cambios en estructura o color. Por eso su reconocimiento
micromorfológico (a través de rasgos como canales y compactación del material
adyacente, excrementos, formación de complejos organo-minerales)
tiene gran
importancia, no solo desde el punto de vista tafonómico, sino también ambiental.
• Efectos mecánicos del agua:
La erosión, transporte y depositación de partículas sólidas son los efectos mecánicos más
importantes del agua en los suelos y sedimentos. Los procesos pueden ser divididos en
dos categorías. Por un lado la humectación y desecación (particularmente importantes en
suelos con alto contenido de arcilla) inducen un reordenamiento de las partículas y
microfábricas (fabrica b estriada) e incluso cambios más drásticos como fisuras,
agrietamientos, generación de estructuras prismáticas y movimientos de
la fracción
gruesa (incluso artefactos). En Los vertisoles los sedimentos arqueológicos pueden haber
sufrido una intensa perturbación. Por otra parte, los efectos del flujo de agua a través del
suelo generan translocación de partículas sólidas (erosión de la superficie del suelo,
eluviación e iluviación a lo largo del perfil) y movimientos en masa.
•
Alteraciones criogénicas.
El estrés por congelamiento produce fragmentación, compactación y deformación de
los constituyentes del suelo. La duración del congelamiento y la cantidad de hielo
producido controlan la formación de estos rasgos, de manera que es posible distinguir
suelos congelados estacionalmente de aquellos perfiles con horizontes congelados
durante todo el año (permafrost).
Las evidencias de procesos criogénicos proveen importante información que puede ser
utilizada para la reconstrucción de ambientes de formación de los suelos. Rasgos
criogénicos han sido descritos en sedimentos cuaternarios y paleosuelos y han permitido
establecer la intensidad de los sucesivos eventos fríos que han caracterizado los últimos
períodos glaciales.
•
Movimiento de soluciones:
Incluye los procesos de disolución y reprecipitación. La evidencia para los movimientos
de soluciones incluye rasgos de pérdida química (depleciones) y de enriquecimiento
(acumulaciones). Estos últimos son clasificados de acuerdo a la estructura cristalográfica
de los minerales neoformados en rasgos cristalinos (sales solubles, carbonatos, fosfatos,
arcillas, etc) y rasgos criptocristalinos y amorfos (especialmente óxidos de hierro y
manganeso).
Los minerales de neoformación constituyen importantes indicadores ambientales El
carbonato de calcio, por ejemplo, es muy susceptible a pequeños cambios climáticos. Así,
estudios arqueológicos en cuevas del sudoeste de Francia interpretan las acumulaciones
estalacmíticas como formadas durante períodos interglaciales húmedos (Macphail et al,
1989). También pueden ser indicadores de actividad biológica: por ejemplo, los rasgos de
neofomacion de carbonato de calcio a lo largo de bioporos en asociación a la respiración
de las plantas. En los contextos arqueológicos la disolución y precipitación de carbonato
de calcio es particularmente importante debido a que está comúnmente asociado a la
actividad humana ya sea en forma de ceniza de madera o materiales de construcción y
por lo tanto, su respuesta a modificaciones naturales debe ser conocida antes de realizar
interpretaciones arqueológicas.
Por otra parte los procesos de disolución de sílice pueden jugar un importante rol en la
alteración postdepositacional de los artefactos de silex, por ejemplo, formación de pátinas
de sílice precipitada.
•
Fosfatos:
El interés de los arqueólogos en los fosfatos se manifiesta en dos tipos de estudio. Por
una parte, es de interés desde el punto de vista del uso de la tierra (por su valor como
fertilizantes). Por otra parte son de interés los estudios sobre distintos tipos de fosfato
mineral y las transformaciones que ocurren en ellos, particularmente en ambientes de
cuevas. En las cuevas el fosfato esta representado por formas detríticas, generalmente
bajo la forma de huesos y por distintos tipos de formas secundarias producidas por
complejas reacciones químicas. La formación de estos minerales secundarios está
controlada por distintos factores (pH, humedad, etc) pero un factor muy importante es la
presencia de guano y las soluciones fosfáticas ácidas, derivadas de el (Courty, et al,
1989).
Como ejemplo de la importancia del reconocimiento de los procesos pedogenéticos en la
interpretación de los sitios arqueológicos citamos el trabajo de Dubois (1999). Este autor
analiza micromorfológicamente los procesos pedogenéticos que intervinieron en la
formación de los perfiles de suelo de dos sitios arqueológicos en el norte de Tierra del
Fuego y sur de Santa Cruz. El autor identifica en uno de los sitios un paleosuelo asociado
a los restos arqueológicos que le permite, por una parte, correlacionar cronológicamente
dos sitios distantes entre sí. A su vez identifica condiciones de temperatura y precipitación
incluso superiores a las actuales, coincidente con el Optimo Medieval, S. XI-XII d.c. Estos
cambios climáticos se vincularían con cambios en la distribución de los recursos que
explicarían la falta de registro arqueológico posterior al paleosuelo. También identifica
rasgos de actividad biológica (raíces, actividad de cavadores, etc) que habrían perturbado
el registro cultural.
En el otro sitio, identifica la presencia de horizontes cumúlicos (generados en situaciones
de baja tasa de sedimentación que permite la simultánea alteración pedogenética de los
sedimentos). Esto es correlacionado con el alto grado de perturbación de los materiales
(marcas de roedores, fragmentación ósea y del material lítico, oxidación, etc) debido a un
prolongado tiempo de exposición. Esta situación, por otra parte, impide la discriminación
de ocupaciones (baja resolución e integridad del registro).
Perspectivas de aplicación a la Arqueología Argentina
Como ya mencionamos anteriormente, la Micromorfología ha sido aplicada como
técnica en Arqueología Argentina para el análisis de fitolitos (desde el área de la
Arqueobotánica) y de cortes delgados de cerámica fundamentalmente para el estudio de
procedencia de materias primas. Sin embargo, la Micromorfología de suelos no es tenida
en cuenta por la mayoría de los investigadores (a excepción de algunos especialistas
como Dubois) para evaluar la presencia de rasgos antropogénicos y/o procesos
postdepositacionales. Son frecuentes las descripciones de campo de las características
más sobresalientes de los sedimentos de los sitios arqueológicos, pero estos sedimentos
suelen ser vistos como simples contenedores de los materiales arqueológicos, y no como
parte integrante del contexto, que puede proporcionar valiosa información para la
interpretación del registro.
Por
este
motivo
queremos señalar algunas
temáticas de
investigación
(especialmente referidas a la arqueología del Noroeste argentino) que resultan
problemáticas y para las que resultaría fructífera una nueva línea de evidencias:
-En el Noroeste Argentino, algunos autores (Nuñez Regueiro, 197?) plantean la
existencia de prácticas metalúrgicas tempranas (Formativo Inferior). Esta hipótesis resulta
problemática en el contexto de la cronología que presenta esta tecnología en el Área
Andina Central y por tanto resulta relevante para testear hipótesis sobre difusión o
invención local. El citado autor se basa en las características de las estructuras de tipo A,
que habrían representado talleres metalúrgicos en donde encuentra en una asociación
que considera de carácter funcional hoyos, tubos de cerámica (huairas introducidas en los
hoyos) y piedras ennegrecidas por hollín que habrían sostenido estos tubos. Otras
evidencias incluyen moldes de piedra, escorias, etc. Creemos que la investigación
micromorfológica de las estructuras de combustión contribuiría a resolver las hipótesis
sugeridas por esta controversial evidencia.
-Las importantes contribuciones de Nielsen (1996) sobre pastoreo en las
sociedades de la Quebrada de Humauaca y su relación con los sistemas de intercambio a
larga distancia a través del caravaneo se basan en gran medida en la evidencia de sitios
clasificados como corrales y paraderos distribuídos ampliamente en el paisaje. Las
investigaciones micromorfológicas ayudarían a interpretar la funcionalidad de estos sitios,
cuya adscripción como corrales o paraderos suele basarse únicamente en la forma
arquitectónica de las estructuras y la presencia de pinturas rupestres (con imágenes de
caravanas) en el caso de los aleros.
-Otro interrogante de la Arqueología del NOA está referido a las estructuras de
vivienda de sitios de sociedades del Formativo Medio del valle de Hualfín, Catamarca.
Son muy escasas las evidencias de estructuras de habitación debido a que han estado,
presumiblemente, construidas con materiales perecederos (González, 1961). A través del
estudio micromorfológico podrían determinarse con mayor resolución los pisos de
ocupación que contendrían evidencias sobre dichas estructuras.
Consideraciones Finales
La Micromorfología provee una técnica que puede ser usada para obtener información
sobre la naturaleza y origen de los materiales de los sitios arqueológicos. Esta
información concierne a los rasgos de actividad antrópica así como a los procesos
postdepositacionales (o procesos pedogenéticos), estos últimos proveen información
sobre agentes tafonómicos y de relevancia paleoambiental.
Esta línea de investigación ha tenido poco desarrollo en la arqueología del país debido,
posiblemente, a la escasez de recursos económicos y técnicos, a las orientaciones
teórico-metodológicas de la formación de la mayoría de los profesionales argentinos y a
las dificultades que supone la conformación de equipos interdisciplinarios.
Pese al potencial del uso de esta técnica en Arqueología consideramos necesario alertar
sobre los posibles efectos negativos del uso de generalizaciones simplistas sobre las
relaciones causa-efecto.
Las inferencias que realizamos sobre los procesos interactuantes en el desarrollo de los
suelos (incluso la acción antrópica) se basan en principios uniformitaristas. La tarea del
investigador consiste en ligar los efectos observables (rasgos estáticos) a los procesos
dinámicos que los generaron. La fuerza del puente argumental entre ambos se basa en el
desarrollo del método actualístico. Este método consiste en la observación de procesos
en acción para establecer las relaciones causales entre estos procesos y sus efectos
observables. Las generalizaciones sobre estas relaciones son herramientas para
interpretar los patrones observados en el registro arqueológico. Consideramos que para
evitar caer en el problema de la equifinalidad (distintos procesos generando los mismos
efectos)
es
necesario
el
desarrollo
de
estudios
actualísticos
tales
como
la
experimentación para determinar la relación causal entre la acción humana y su correlato
micromorfológico.
Bibliografía
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