MICROMORFOLOGÍA DE SUELOS Y SUS APLICACIONES EN ARQUEOLOGÍA Daniel González Introducción La micromorfología de suelos consiste básicamente en el estudio del suelo a escala microscópica por medio de preparados de muestras de suelo no disturbadas en secciones finas. Nace originalmente como una técnica aplicada a la pedología[1] y gracias a su capacidad resolutiva aplicada a la génesis de suelos se convierte en una disciplina científica independiente con injerencia en otros campos como por ejemplo la producción agrícola o el estudio de las condiciones paleoclimáticas. Dicha disciplina lleva unas cinco décadas aplicándose al registro arqueológico[2] y sin embargo es poco frecuente su aplicación en sitios arqueológicos de Argentina. Más allá de especular sobre las causas que llevan a muchos arqueólogos a dejar fuera de consideración los estudios a nivel micromorfológico en los sitios que estudian intentaremos aquí dar un vistazo general de las aplicaciones posibles con fines de otorgarle una mayor difusión al tema en el campo de la arqueología con la intención de que a futuro se convierta en una práctica más común. Fundamentalmente nos interesa dirigirnos a estudiantes de arqueología que puedan estar evaluando completar su formación con materias que aplicables a sus futuras investigaciones. Nuestro objetivo será entonces, introducir al estudiante en el universo de hipótesis contrastables en arqueología aplicando la micromorfología, sin ahondar en tecnicismos que pueden estudiarse una vez que se decide que es útil e importante para explicar el registro arqueológico en general. Principales aplicaciones de la micromorfología de suelos al registro arqueológico Desde nuestro punto de vista, en lo concerniente a la arqueología, son cuatro las principales aplicaciones de la micromorfología a la interpretación del registro arqueológico: aspectos morfológicos de la génesis de suelos; registro paleoambiental; procesos de formación de sitio y finalmente restos materiales de actividades humanas no visibles a ojo desnudo. Separamos analíticamente dichas aplicaciones solamente como recurso didáctico ya que este trabajo está orientado especialmente a estudiantes de arqueología que les interese tener una noción básica sobre el tema. No obstante dichas aplicaciones de la micromorfología se encuentran, la mayor parte de las veces, imbricadas entre sí de manera tal que no es imposible diferenciar una de otra. Analizaremos brevemente cada una de las aplicaciones mencionadas brindando algunos ejemplos en cada caso a fin de que el estudiante pueda tener una idea elemental acerca de la utilidad de aplicar este tipo de técnicas al registro arqueológico. Principales aspectos morfológicos del proceso de génesis. La micromorfología constituye un complemento indispensable de la descripción de campo a fin de identificar los procesos que han generado el suelo y los que aún continúan actuando en el mismo luego de incorporarse las evidencias de actividad humana en un sitio arqueológico en particular. Por otra parte, el conocimiento de los procesos naturales que actúan en la génesis y evolución de los suelos es lo que permite que el especialista pueda identificar a nivel microscópico, si los hubiera, rasgos de actividades antropogénicas. Identificando claramente los rasgos que pueden formarse en el suelo como producto de procesos naturales, podemos diferenciarlos de los que fueron generados a partir de actividades humanas en el área de estudio. El registro arqueológico, como parte constituyente del suelo, es afectado por diferentes procesos naturales implicados en la génesis de suelos. Dichos procesos pueden afectar desde la conservación del registro (modificando su estructura química) hasta su organización contextual (dado que es probable que algunos procesos puedan cambiar la posición de algunos objetos pequeños después de su depositación original). Entre los principales aspectos micromorfológicos que implican procesos de génesis de suelos, y que afectan directa o indirectamente el registro arqueológico, siguiendo a Cremaschi (2004) podemos mencionar: Translocación de arcilla. Comprende dos procesos: iluviación y eluviación. La iluviación es el ingreso y acumulación de material arcilloso en una parte del perfil del suelo y la eluviación es el egreso de materiales arcillosos desde una parte del perfil del suelo (Buol et al., 1989). El horizonte iluviado es donde se van acumulando las partículas arcillosas que son removidas de un horizonte suprayacente; se caracterizan por poseer rellenos, revestimientos y/o laminaciones de arcilla paralelas a la superficie de los poros. Precipitación de carbonatos. Los principales rasgos micromorfológicos que caracterizan este proceso son los revestimientos (que cubren paredes, poros, granos o agregados), los hiporevestimientos (que son impregnaciones de la matriz cerca de la superficie de los poros); los rellenos y nódulos. A veces, cuando el carbonato es muy abundante tiende a invadir la matriz y acumularse en la misma. Los efectos de este tipo de procesos naturales sobre el registro arqueológico varían según la intensidad del proceso en sí mismo, la naturaleza del registro en cuestión y su ubicación en el perfil. Por ejemplo: los efectos de la descalcificación de un horizonte que posee restos óseos o bioclastos puede implicar una mala conservación del registro hasta su destrucción. En el caso de estructuras arquitectónicas de ladrillo el carbonato de calcio que se va acumulando paulatinamente en los poros de los ladrillos provoca la destrucción paulatina de los mismos por el efecto de cuña producido por el crecimiento progresivo de los cristales. Son muy conocidas también las acumulaciones de carbonato de calcio en la superficie de tiestos cerámicos. Tener en cuenta este tipo de procesos (si los hubiera en el sitio en cuestión) permite al arqueólogo dar cuenta de las condiciones de conservación del registro. Hidromorfia. Se caracteriza generalmente por poseer rasgos pedológicos amorfos (como revestimientos y nódulos) con una composición siempre muy rica en óxido de hierro y/o manganeso. El tipo y cantidad de nódulos y revestimientos depende del estado de oxidoreducción al que haya sido sometido el suelo bajo distintos grados de humedad (para más datos ver Anderson, 1984). De esta manera se convierte en un buen indicador de las condiciones de humedad a las que ha sido sometido el registro arqueológico. En sitios arqueológicos históricos es importante tener en cuenta este proceso ya que el material metálico se verá especialmente afectado. Si encontramos este tipo de rasgos micromorfológicos cabe esperar una mala conservación del registro. Vertisolización. Un suelo con propiedades vérticas posee grietas, caras de fricción y superficies de deslizamiento entrecruzadas producto del estrés mecánico al que es sometido. Dicho estrés mecánico es producido por contracción y dilatación del componente arcilloso del suelo. Depende directamente del contenido y tipo de arcillas y geomorfológico/climáticas que posibiliten un régimen hídrico contrastante. El movimiento sucesivo de los agregados del suelo, si se produce en un estrato inmediato al del registro arqueológico, lo afectará en mayor o menor medida de acuerdo a su naturaleza. Existen por supuesto una gran cantidad de procesos relacionados con la génesis del suelo que afectan el registro arqueológico pero el objetivo aquí es mostrar sólo un puñado de ellos a fin de poner en evidencia la utilidad de este tipo de estudios o de conocimiento aplicado a la arqueología. Los casos que vimos hasta el momento tienen que ver en mayor medida con la posibilidad que brinda la micromorfología para explicar el estado de conservación del registro. En menor medida son un complemento que puede utilizarse para dar cuenta de algunos aspectos de los procesos de formación de sitio. Registro paleoambiental. El suelo registra las variaciones ambientales dado que su configuración responde a una serie de relaciones entre propiedades, procesos y factores que al variar, cambian el estado del sistema. Por ende, un cambio en el clima tiende a desencadenar una serie de procesos que transforman al suelo en concordancia con las nuevas condiciones. En el nuevo suelo pueden persistir algunos rasgos remanentes que evidencian las condiciones ambientales anteriores. Un ejemplo conocido es la alternancia pleistocénica entre fases interglaciares y glaciares. La primera favoreció el desarrollo de una densa vegetación y la segunda favoreció la erosión. El suelo se desarrolló en concordancia con estos procesos registrando en el perfil el período de estabilidad a través del proceso de pedogénesis y el período de inestabilidad caracterizado en el perfil por rasgos de erosión o acumulaciones coluviales. Otros rasgos que indican procesos de degradación pueden estar relacionados con el hielo, la “iluviación gruesa”, los efectos de la aridificación y las costras calcáreas. Naturalmente que este esquema interpretativo no debe ser aplicado de manera rígida ya que algún factor no climático puede intervenir y cambiar el equilibrio del suelo como, por ejemplo, la intervención del hombre a través de la deforestación y la agricultura que puede producir severos procesos de degradación en períodos cronológicos breves. Cualquiera sea el testimonio de la historia del suelo se presta particularmente a ser estudiado mediante la micromorfología, quizás porque ésta pone accesible a la observación la parte más sensible del sistema. Los mencionados procesos que indican degradación del sistema (en el sentido que son contrarios al proceso de pedogénesis) son de particular importancia en la reconstrucción del paleoambiente así que nos detendremos un poco más en cada uno de ellos. El principal rasgo que indica presencia de hielo o permafrost consiste en la disposición lenticular y discontinua de la matriz sedimentaria del horizonte que ha sido afectado por el hielo. La iluviación gruesa es un rasgo textural compuesto de limo que se va moviendo por gravedad hacia el interior del perfil (Cremaschi, 2004). El revestimiento grueso es indicador de degradación de la vegetación y de sensibles variaciones en el régimen hídrico del suelo. Dicho revestimiento se va alternando con los revestimientos arcillosos (característicos de las condiciones de cobertura vegetal estable) denunciando una alternancia de condiciones de degradación y estabilidad. Si bien la iluviación gruesa es signo de inestabilidad, su significado paleoclimático debe ser testeado mediante datos independientes ya que en ambientes pleistocénicos puede estar relacionado con intervención antrópica (más adelante lo veremos como uno de los rasgos diagnósticos para inferir agricultura). Este tipo de rasgo micromorfológico reviste un significado paleoclimático ligado a las condiciones glaciares. En cuanto a la instauración de condiciones áridas cabe considerar que el suelo de las regiones sub-áridas, al margen del desierto posee diversos ciclos de condiciones de humedad que a veces pueden favorecer la formación de suelo. De todas formas el proceso dominante en estas áreas sería la deflación eólica y la consecuente destrucción de la cobertura pedológica. Si una parte de este suelo sobrevive quedará como testimonio a nivel microscópico del efecto de la aridificación representado por revestimientos limo-arcillosos con contenido de carbonato que cubre los revestimientos finos de la fase húmeda. La evapotranspiración es un proceso importante en la primer fase de aridificación y perdura hasta que se termina con la reserva hídrica del suelo. Esto provoca la acumulación de carbonato y sulfato en la superficie topográfica (conocido como horizonte petrocálcico o caliche). Luego el crecimiento cristalino del carbonato o yeso se superpone a los revestimientos de la fase húmeda y los destruye. Las costras calcáreas o caliche se consideran en general un indicador de aridez más o menos marcada en un clima donde la evaporación supera ampliamente la precipitación. El poder identificar las condiciones climáticas pasadas con un tipo de paleosuelo o rasgo pedológico permite a los arqueólogos imaginar las condiciones y tipo de suelos en los que el hombre desarrolló las actividades que dieron origen al registro arqueológico que está investigando. Por otra parte es toda una nueva fuente de hipótesis contrastables en un marco disciplinario independiente de la arqueología. Esta cuestión es especialmente valiosa a la hora de relacionar los cambios sociales con los cambios climáticos. En definitiva permite evaluar el impacto de los cambios climáticos en los grupos humanos y sus adaptaciones culturales consecuentes. Procesos de formación de sitio. Los procesos de formación de sitio son aquellos que afectan el modo en que son enterrados los materiales arqueológicos y su historia posterior (Renfrew y Bahn, 1993). La micromorfología estudia las fuentes de donde proviene el material sedimentario, el agente de transporte, las características del sedimento (granulometría y selección, composición mineralógica, abundancia relativa). Y es por esta razón que puede solucionar y definir ajustadamente la estratigrafía de un sitio. La manera en que los procesos de génesis mencionados anteriormente, afectan el registro arqueológico da cuenta en última instancia de las condiciones a las que ha sido sometido el registro en todo el tiempo posterior a la depositación de los materiales que queremos estudiar. Por otra parte, el estudio micromorfológico nos permite discernir entre procesos de formación de sitio naturales y artificiales de manera mucho más definida. Según (Courty et al., 1989) los arqueólogos incluyen en esta definición todos los procesos que impliquen una alteración de la capa arqueológica después que los humanos hayan abandonado el sitio. Entre los más comunes: congelamiento del suelo, actividad biológica de diferente tipo como la alteración del registro tanto por raíces o animales cavadores, efectos mecánicos del agua, hidratación y deshidratación, etc. Toda esta amplia gama de procesos postdeposicionales que puede afectar el registro arqueológico se encuentra tratada y caracterizada según su rasgo micromorfológico en un eficiente manual de micromorfología aplicada a la arqueología (Courty et al., 1989) y por esa razón no los repetiremos aquí. No obstante cabe aclarar que no se pueden contemplar en un manual todos los rasgos diagnósticos asociados a este tipo de procesos y que la mayor parte de las veces, cada sitio en particular amerita hacer estudios al respecto. En este sentido es que cobran un peso importante los estudios experimentales que permiten observar los rasgos micromorfológicos producidos por cada agente a fin de comprender el impacto de cada uno de ellos sobre el registro en cuestión. Restos materiales de actividades humanas no visibles a ojo desnudo. Rasgos micromorfológicos ligados al uso del suelo. Uno de los aportes más importantes de la micromorfología a la arqueología tiene que ver con la definición de los diferentes rasgos que están ligados al uso del suelo. A partir del Neolítico el suelo se convierte en la principal fuente de subsistencia humana en un proceso continuo que se acentuó progresivamente hasta nuestros días. La micromorfología dispone hoy día de eficaces instrumentos para evidenciar los rasgos en el suelo que derivan de la paleoagricultura. Los mismos derivan de la experimentación (Gebhardt, 1992, 1995) y del estudio micromorfológico de los efectos de la agricultura moderna (Jongerius, 1983). La quema de raíces, del tallo y material leñoso ha sido una práctica común para despejar el terreno antes de la siembra registrada desde la prehistoria hasta para actuales grupos etnográficos. Microscópicamente la principal evidencia, cuando se la halla, son huecos circulares de forma irregular (Mcphail, Goldberg, 1990); en el plano micromorfológico el relleno de tales huecos se caracteriza por la presencia de fragmentos de suelo resultantes de la fragmentación del horizonte pedológico originario y del incendio aplicado para destruir la vegetación preexistente. Los procesos derivados del despeje del suelo por incendio con la consiguiente destrucción de su estructura deja una impronta muy significativa que consiste en una iluviación gruesa. A diferencia de la iluviación gruesa provocada por degradación climática ésta contiene carbones derivados del incendio de la vegetación arbórea. La iluviación gruesa se manifiesta como una consecuencia de la inestabilidad de la superficie con disminución del sostén orgánico y de la estructura del suelo (Cremaschi, 2000). Según (Courty et al., 1989) las actividades de cultivo con el uso del arado, elimina los horizontes superiores, ricos en materia orgánica, creando un horizonte Ap homogéneo. También se expone el suelo al impacto directo de la lluvia lo que le brinda una configuración micromorfológica particular detectable en cortes delgados. Rasgos micromorfológicos ligados a la actividad en sitios de habitación. En relación actividades pastoriles. Ciertos espacios en el sitio que antes hubieran tenido poca importancia arqueológica en el sentido de recuperación de elementos materiales, hoy día, con la aplicación de las técnicas micromorfológicas revelan contenido de fitolitos, coprolitos y otros restos vegetales estaban ligados a la acumulación de forraje y a la presencia de animales entre otras cosas (Ver: Brochier 1992, Cremaschi 1996, Boschian 1997, Mcphail 1997). Dichos coprolitos, cuando pertenecen a herbívoros, se caracterizan en corte delgado, por un alto grado de porosidad y el contenido de fragmentos vegetales no digeridos y sustancia orgánica amorfa de color oscuro que funciona como agente cementante. Son también muy abundantes en los mismos los fitolitos. Los coprolitos de bovinos y equinos conservan el constituyente silíceo de las plantas consumidas por estos animales, por el contrario, los coprolitos de los carnívoros son muy compactos. En los capri-ovinos la estructura interna puede contener numerosos cristales esféricos de calcita, semi-esféricos, de una dimensión media de 20 μm que pueden presentarse aislados o reagrupados en agregados. Es así como las actividades pastoriles no se revelan solamente en los estratos de cuevas y abrigos sino también al interior de algunos sitios de habitación de la edad de Bronce (Cremaschi, Ottomano, 1996). Muchas veces, en el caso de corrales, puede hallarse un estrato compacto con una concentración anómala de fitolitos asociados a su vez a esferolitos de calcita. La forma y tipo de de coprolitos sirve para identificar en algunos casos hasta género y especie (Courty et al., 1989: 114). En el caso de coprolitos de carnívoros, dada la cantidad de carne y huesos ingerida poseen gran cantidad de fosfato e inclusiones de huesos, fragmentos de plantas, fitolitos, polen o una serie de materiales que ayudan a identificar la mayoría de los alimentos ingeridos. Otros tipos de actividad también son detectables a partir de estas técnicas. Por ejemplo la talla lítica si es que se han limpiado los desechos de lascado de la habitación siempre es posible que queden lascas microscópicas aunque es difícil diferenciarlas de los sedimentos naturales si su naturaleza no es exótica al tipo de sedimentos comunes en el sitio (Courty et al., 1989) Indicios de fogón. Los fogones son una de las estructuras arqueológicas de mayor difusión en todas las épocas. La micromorfología permite entre otras cosas individualizar el combustible usado y estimar la temperatura alcanzada. Sobre la base del producto de combustión es posible estimar según (Courty et al., 1989) la función del fogón en cuestión. De esta forma se puede distinguir entre diferentes tipos de fogón según su función específica. Algunos ejemplos son: • El que pudo ser utilizado de forma doméstica. En general, en sección delgada, se encuentra constituido por agregados cúbicos de calcita que derivan de la combustión, en esencia leñosa, carbones de leña y fragmentos de restos óseos carbonizados. • El fuego utilizado para destruir parásitos en sitios cerrados como cuevas o abrigos rocosos. En Arene Candide (Courty et al. 1992; Mcphail et al. 1997) la capa de cenizas encontrada se interpretó como la quema de un cúmulo de forraje, un incendio provocado intencionalmente para mantener la limpieza del lugar. • El fuego utilizado para la cocción de cerámica. Se reconoce en sección delgada por los restos de leña, ramaje y coprolitos e incluso fragmentos de cerámica redondeados. Las características de este tipo de fogón a nivel micromorfológico se establecieron en base a estudios etnográficos (Courty et al. 1989). • Los fogones utilizados para metalurgia, dadas las altas temperaturas que alcanzan, producen profundas e inconfundibles alteraciones en los materiales involucrados (Courty et al. 1989:110-111) Estas cuestiones suelen ser de vital importancia cuando estamos analizando un sitio ya que el fogón es siempre una parte significativa de las actividades humanas que dejan su impronta en el registro. En suma, cuando la ceniza de madera no ha sido completamente destruida, su organización, morfología y propiedades ópticas de los cristales proveen buena información acerca del combustible utilizado y de la intensidad del fuego. La ceniza de hierba normalmente se encuentra mezclada con materia orgánica que no se ha consumido completamente por el fuego. Vista con grandes aumentos este tipo de ceniza puede contener grandes cantidades de ópalo (fitolitos). Los fitolitos sufren diferentes modificaciones según la intensidad del fuego y de esta manera podemos estimar la temperatura alcanzada. Otro buen indicador de la intensidad del fuego son los efectos causados por éste en los constituyentes del suelo. Dichos efectos (modificaciones estructurales y cambios de color en diferentes componentes del suelo) son irreversibles con lo cual se convierten en un indicador de privilegio de la historia del fogón en cuestión. Superficies de ocupación. A través de la micromorfología es posible determinar áreas de uso dentro de un espacio habitacional o bien saber si se llevaron a cabo procesos para aumentar la resistencia del piso, enlucidos, etc. En este sentido es posible determinar en qué consiste cada uno de estos procedimientos. Por otra parte es difícil para el arqueólogo definir el piso o los pisos frente a una estratigrafía en apariencia homogénea y aplicando la micromorfología al perfil es posible apreciar diferencias significativas que permiten identificar pisos de ocupación y estratos sedimentarios en los sitios que esta cuestión no es posible a ojo desnudo (Ver un ejemplo en: Brogiolo et al. 1988 para el caso de una ciudad romana que siguió siendo ocupada en época medieval y no se diferenciaban estratos macroscópicamente). Depósitos de basura. Existe toda una gran serie de desechos que sólo se conservan microscópicamente, o por sus condiciones intrínsecas o por una baja frecuencia en el registro. Por ejemplo pequeños fragmentos de conchas marinas, espículas de equinodermos o esponjas marinas, restos óseos, agregados de materiales minerales y orgánicos. Por otra parte los efectos de los procesos post deposicionales son pobremente apreciados en el campo; en cambio en corte delgado, la actividad de pequeños animales como lombrices o artrópodos cavadores se pone en clara evidencia. Otra cuestión a destacar es el carácter primario o secundario de los desechos descartados en el depósito ya que si no se trata de una depositación original es notoria la diferencia estructural o la forma que adopta el desecho en sí cuando podemos apreciarlo microscópicamente. En cualquier parte del sitio se ponen en evidencia a partir de la aplicación de estas técnicas la presencia de pequeños fragmentos cerámicos; escorias, desechos líticos y materiales de construcción como: ladrillos de barro, restos de pintura, enlucidos de arcilla, morteros y cementantes. De esta manera no sólo podemos dar cuenta de la presencia de estos materiales sino se su constitución. Otras aplicaciones que destacaremos por último fueron hechas en inhumaciones y crematorios (Courty et al. 1989). Se pudo establecer: el grado de alteración de los huesos que se relaciona a su vez con la temperatura a la que fueron sometidos, el tipo de combustible utilizado, la relación entre los sedimentos y los huesos quemados y además se puede establecer si es una cremación primaria o secundaria. En resumen cuestiones de vital importancia a la hora de interpretar el registro arqueológico con vistas a definir las acciones humanas que generaron el registro en cuestión. Conclusión Hemos visto numerosas aplicaciones de la micromorfología al registro arqueológico. Sus aplicaciones abren un abanico de posibilidades tanto para la descripción de los sedimentos en los que se encuentra el registro, como para los procesos de formación de sitio y la búsqueda de evidencias materiales en sí mismas. Este artículo no apunta a dar un pantallazo a todas las posibles aplicaciones de la micromorfología al registro arqueológico sino simplemente a brindar una idea aproximada del universo que se abre en este campo a partir de la aplicación de estas técnicas de observación. En cierto sentido, el registro arqueológico posee los límites que el investigador quiera darle a su trabajo. Aplicando los métodos y técnicas de la micromorfología de suelos se dispone de una poderosa herramienta que brinda al arqueólogo la posibilidad de maximizar la información una parte del registro que en el mejor de los casos puede ir a parar a una batea de flotación y en el peor directamente a la montaña de tierra de zaranda. Esperamos que este trabajo sea de utilidad para hacer de la micromorfología una herramienta de utilización más asidua dentro de nuestra disciplina que redundará en última instancia en un conocimiento más rico y ajustado sobre las conductas humanas del pasado. Bibliografía Anderson, J. L. -1984. Soil mottling, an indicator of saturation. Soil Survey Horizons. N° 25 (13-15) Buol, F.; D. Hole y R. McCracken -1989. Soil Genesis and Classification. 3ra ed. Iowa State, University Press, Ames. Cornwall, I. W. -1958. Soils for the Archaeologist, Phoenix House, London. Cremaschi, M. -2004. Manuale di geoarcheologia. Editori Laterza. Roma. Gebhardt, A. -1992. Micromorphological análisis of soil structural modification caused by different cultivation implements. En: Préhistoire de l´agriculture: nouvelles aproches expérimentales et etnographiques. Actes de la table Ronde C.N.R.S., Monographie du CRA 6, CNRS. -1995. Soil micromorphological data from tradicional and experimental agriculture. En: Barham, A.J., Mcphail, R.I. Archaeological Sediments and Soils. Institute of Archaeology, University College, London. Jongerius, A. -1983. Micromorphology in agriculture. En Soil Micromorphology, AB academic publishers, Berkhamsted. Kubiëna, W. L. -1938. Micropedology. Collegiate Press, Ames, Iowa. Mcphail, R. I. and Goldberg, P. -1990. The Micromorphology of Tree Subsoil Hollows: Their Significance to Soil Science and Archaeology. En: Soil micromorphology: a basic and applied science. Elsevier, Amsterdam. Renfrew C. y Bahn P. -1994. Arqueología: Teoría, Métodos y Práctica. Ediciones Akal. Madrid. Páginas Web www.issds.it www.sciencedirect.com www.edafologia.net 2 [1] Notas En general se toma como inicio de la disciplina la publicación del manual: Micropedology , que publica Kubiëna en 1938. [2] Un libro pionero en este tipo de aplicaciones a la arqueología es el de Cornwall publicado en 1958.