DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS: La CENTRAL CAMPESINA

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 DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS:
La CENTRAL CAMPESINA INDEPENDIENTE, nació a la vida nacional en el Congreso Constituyente celebrado en la Ciudad de México D. F., los días 6, 7 y 8 de enero de 1963 como un organismo de vanguardia y de resistencia revolucionaria, en un momento y circunstancias cruciales para la lucha de los campesinos y de grupos sociales víctimas de la marginación y la injusticia, enarbolando como principal postulado de lucha la Reforma Agraria Radical. Su integración se inspira en los mejores y más probados líderes de la lucha agraria, inconformes con la situación económica y social, entre ellos, el general LÁZARO CÁRDENAS DEL RÍO; ese gran mexicano figura cimera de nuestras luchas libertarias, bajo cuya inspiración surgió la Central Campesina Independiente, quien expresó este pensamiento: “La Revolución no puede debilitarse porque actúen agrupaciones diversas, cuyo móvil de lucha sea idéntico, ni tampoco desaparecerá del corazón del pueblo, en tanto no se resuelvan los problemas que lo afectan”. RUBÉN JARAMILLO MÉNEZ, GENARO VÁZQUEZ ROJAS Y LUCIO CABAÑAS BARRIENTOS, quienes en su origen militaron en esta Central, decidieron seguir otra forma de lucha y fueron perseguidos por sus posturas radicales, entre otros destacados luchadores sociales, participaron en la formación de esta Central Revolucionaria. La fundación de la CCI se justifica por su propósito de defender las garantías individuales y sociales que consagra la Constitución, así como los derechos humanos, políticos, económicos, sociales y culturales; en la búsqueda del mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos que sufren pobreza y exclusión, conlleva un gran compromiso moral e histórico, siendo ésta la visión esencial en la integración y funcionamiento de la Central Campesina Independiente. Así lo ratifican las palabras del General Lázaro Cárdenas del Río en la inauguración del Congreso Constituyente de la Central Campesina Independiente, el 6 de enero de 1963: “Campesinos de México: Vengo a agradecerles la invitación que se sirvieron hacerme la noche de ayer por conducto del comité organizador de este congreso. No hacía falta mi presencia en esta reunión para demostrarles mi amistad según lo expresé al comité que fue a invitarme. De sobra saben la estimación que guardo a la clase campesina; pero ante la presencia de viejos luchadores del ideal agrario, auténticos campesinos que he visto manejar el arado y el tractor y una juventud que cifra su porvenir en llegar a poseer la tierra, no podría negarme a asistir a este acto en que se han reunido para organizarse con fines nobles y patrióticos, dentro de los lineamientos legales a que tienen derecho y con propósitos de contribuir con su propio esfuerzo al desarrollo de México. Esperamos que los demás sectores revolucionarios del país no se extrañen que los campesinos que actúan dispersamente quieran organizarse para hacer más efectivas sus gestiones en la solución de sus problemas, ya que en ninguna época de la historia agraria de nuestro país ha existido una sola central campesina. La clase campesina, como es del conocimiento público, tiene problemas tan vitales para su subsistencia que los obliga a agruparse en diferentes organizaciones y esto no solamente ha sucedido con el sector campesino, la propia clase obrera está agrupada en distintas organizaciones y así vemos también a los contingentes interesados en cuestiones políticas, agrupados en varios partidos. Éste es el camino que ha venido recorriendo la nación mexicana en su lucha por crear un pueblo con espíritu democrático y ha logrado ya avances valiosos. Lo que hoy presenciamos en nuestro país será importante si todas las organizaciones nacionales concurren al mismo fin: ver por los intereses del pueblo, engrandeciendo y dignificando a nuestra patria. Esperamos fundadamente que ustedes se empeñarán por cumplir estos propósitos. Los saludo cordialmente y les deseo éxito en sus trabajos en bien de su propia clase y del pueblo en general.” Sin merma de los ideales que inspiraron el nacimiento de la CCI, tanto líderes como miembros debemos asumir el reto de luchar por superar las condiciones de pobreza, marginación y desigualdad que vive la mayoría de la población rural, a partir de la construcción de un nuevo modelo de desarrollo, de una nueva política de Estado para el campo y de una revolución de la conciencia nacional sobre el papel estratégico que desempeña el campo mexicano para la soberanía agroalimentaria de la Nación, y el desarrollo económico y social integral de México en el Siglo XXI. Sin duda que la filosofía y actitud agrarista que impulsó el surgimiento de nuestra organización también inició la pluralidad en el espectro social del agrarismo mexicano. La Central Campesina Independiente es un instrumento de defensa y lucha de los intereses y aspiraciones de los campesinos de México que, al amparo de la libertad de pensamiento, y los derechos de asociación, reunión, petición y libre expresión que consagra nuestra Constitución y las Leyes Mexicanas, sólo obedece a los altos intereses de los campesinos mexicanos. Por lo tanto, a la CCI le asiste el mismo derecho de participación en la lucha social que tienen otras Centrales de campesinos y trabajadores. Pretender la exclusividad de la correcta interpretación de los lineamientos revolucionarios, es un grave error de francos perfiles antidemocráticos, por lo que la CCI se pronuncia por el reconocimiento a la diversidad, sin menoscabo de la Unidad con organizaciones sociales que buscan la emancipación económica, social, política y cultural de las clases campesina y trabajadora de México. Nuestro país pertenece a todos los mexicanos: por ello, todos juntos debemos decidir nuestro destino. La CCI lucha por consumar la más plena y cabal satisfacción de los postulados agraristas de la Revolución de 1910. Los campesinos cansados del burocratismo, agobiados por la miseria e impulsados por su afán de liberación, continúan luchando por la solución efectiva de sus grandes problemas, para garantizar la verdadera defensa de los derechos e intereses de todos y cada uno de sus miembros. Esta organización campesina es autónoma en sus decisiones y en su integración estructural; defiende y abandera las causas de sus agremiados en apego a la legalidad, sin arriar las banderas de la lucha social. Por ello es intransigente ante la insensibilidad del gobierno y la sin razón de quienes en las instituciones públicas o privadas pretenden soslayar, obstaculizar, desconocer o inhibir las justas demandas de campesinos, indígenas y demás militantes de nuestra combativa Central. El campesino mexicano sigue demandando que se cumplan los postulados agraristas de la Revolución Mexicana, plasmados en la Constitución surgida de ella y reitera como propio, la divisa del movimiento encabezado por el General Emiliano Zapata: “TIERRA Y LIBERTAD”. Lema que tiene sus raíces en los postulados de Los Sentimientos de la Nación, promulgados por el Generalísimo José María Morelos y Pavón en 1813. “Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto.” Desde la fundación de la CCI, hasta el inicio de este nuevo siglo, las condiciones del campo y los campesinos han sido de atraso y marginación. El proceso distributivo de la tierra resolvió asuntos de inequidad social y atacó ilegalidades y cacicazgos, sin embargo, después de casi cinco décadas de iniciada esta lucha por nuestra central, el campo exige que el Gobierno Mexicano cumpla con los mandatos de la Constitución, para que todos los campesinos cuenten con subsidios, crédito, capacitación, organización económica y tecnología para la producción y apoyo para la comercialización, transformación, diversificación e integración a las cadenas productivas; así como un cambio real de la situación de pobreza y exclusión de la mayor parte de población rural, y la defensa de los intereses de México ante las políticas comerciales depredadoras de otras naciones, para superar la dependencia alimentaria y el creciente control de la alimentación por parte de corporaciones extranjeras. La CCI exige el cumplimiento estricto de los mandatos establecidos en los artículos 25, 26, 27 y 28 constitucionales, para el desarrollo del sector social de la economía, a saber: “Art. 25.­ Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y sustentable, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su régimen democrático y que, mediante el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad protege esta Constitución
... Al desarrollo económico nacional concurrirán, con responsabilidad social, el sector público, el sector social y el sector privado, sin menoscabo de otras formas de actividad económica que contribuyan al desarrollo de la Nación. ... Asimismo (el sector público) podrá participar por sí o con los sectores social y privado, de acuerdo con la ley, para impulsar y organizar las áreas prioritarias del desarrollo. Bajo criterios de equidad social y productividad se apoyará e impulsará a las empresas de los sectores social y privado de la economía, sujetándolos a las modalidades que dicte el interés público y al uso, en beneficio general, de los recursos productivos, cuidando su conservación y el medio ambiente. La ley establecerá los mecanismos que faciliten la organización y la expansión de la actividad económica del sector social: de los ejidos, organizaciones de trabajadores, cooperativas, comunidades, empresas que pertenezcan mayoritaria o exclusivamente a los trabajadores y, en general de todas las formas de organización social para la producción, distribución y consumo de bienes y servicios socialmente necesarios”. Nuestra organización ha luchado sin descanso por la entrega de la tierra afectable, por agua y financiamiento, por mejores precios de las cosechas, por servicios públicos, salud, educación, vivienda digna, servicios asistenciales, cultura y medio ambiente para beneficio de los hombres y las mujeres del campo. Por compromiso histórico adquirido desde su fundación estamos empecinados en alcanzar la modernización con la segunda etapa de la Reforma Agraria, que es la organización, capacitación, capitalización y transferencia de tecnología para la producción; mejores ingresos y empleo bien remunerado en el sector. La CCI busca que los campesinos incorporen mayor valor agregado a su producción y con ello obtengan mayores ingresos, participando en todos los eslabones de las cadenas de valor agroalimentario, para lo cual promueve la creación de organismos auxiliares para la comercialización, industrialización y financiamiento de la producción de los ceceístas. Por ende, la CCI lucha por el desarrollo rural integral, sobre la base del trabajo y aprovechamiento sustentable de los recursos con que cuentan los campesinos, y para su propio beneficio, en actividades económicas relacionadas con la construcción de infraestructura, la prestación de servicios, el desarrollo urbano, así como la educación, la cultura y participación política de la sociedad rural, como lo establece el Artículo 25 de la Constitución. De tal suerte, se hace imperativo incursionar en el perfeccionamiento de la organización social, la capacitación y la asistencia técnica y jurídica que imponen los retos actuales del país frente a los intereses de la globalización. Los campesinos de México debemos actualizarnos, participar en la moderna lucha social sin renunciar al origen fundacional de la lucha campesina, para producir los cambios necesarios en nuestro país y en el mundo mediante una organización económica, social y política superior. Para ello es fundamental que el gobierno, es decir los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, se comprometan con los campesinos de México y no con las corporaciones extranjeras, como condición para garantizar la soberanía agroalimentaria de la Nación. En este orden de ideas, es indispensable que el gobierno practique la democracia en plenitud, y escuche a los campesinos de la C.C.I y de todas las organizaciones sociales, y a partir de ello se impulsen programas de apoyo viables que tengan como resultado al abatimiento de la marginación, el desempleo y la migración de los hombres y mujeres del campo, para evitar así que los intereses sectarios en México y en el mundo, se conviertan en un instrumento de más pobreza y sojuzgamiento y explotación de los pueblos. Es necesario profundizar y avanzar cualitativamente en una Reforma Agraria que resuelva los problemas de productividad, uso sustentable de los recursos y de justicia social. Para los ceceístas, ésta es la verdadera Reforma Agraria Radical. La CCI postula que el campo es fundamental para el desarrollo económico y social de México en el siglo XXI, pues en el mundo rural vive uno de cada tres mexicanos. Sin embargo, el crecimiento de la producción agropecuaria ha sido inferior al crecimiento de la población; el ingreso del sector agropecuario se rezagó en comparación al ingreso de otros sectores económicos; el producto interno bruto que aporta el campo mexicano es menor cada año, al mismo tiempo que se agudiza la dependencia alimentaria, como resultado de la implantación de políticas neoliberales a favor de las corporaciones globales extranjeras e importadores, y en contra del desarrollo productivo y social del campesinado mexicano. Los hechos han puesto en evidencia que los tratados comerciales han sido adversos a la mayoría de los mexicanos; por lo que se hace imperativo su renegociación a favor de nuestros intereses como Nación. El campo mexicano ha perdido población, riqueza, y capital, razones que son suficientes para reordenar y reprogramar acciones de Gobierno encaminadas a recuperar la presencia que antes tuvieron los campesinos en la economía del país. Es indignante e irracional la injusticia que sufre el campo mexicano. Actualmente se le identifica con pobreza, marginación, atraso tecnológico, falta de rentabilidad y de competitividad, escasa inversión, daño ambiental y atropello de los derechos humanos. En la CCI enfrentamos a través del tiempo diferentes circunstancias, pero sostenemos las mismas aspiraciones y postulados, siendo nuestro objetivo primordial la producción, empleo e ingreso, bienestar social y oportunidades para las mujeres y hombres del campo; ya que permanecen formas de injusticia y desigualdad inaceptables que deben ser superadas en el siglo XXI, mediante la modificación radical de las políticas públicas actuales, para que se orienten de manera directa a la superación de estos rezagos. La línea fundamental de este Organismo Revolucionario, es la unidad combativa de todos los campesinos, sin ninguna distinción de creencias religiosas, ideas políticas o sociales; sus formas organizativas y su estrategia de lucha, son el producto del ejercicio de la verdadera democracia participativa que conduzca a la unidad de acción. La imposición de métodos, opiniones y dirigentes, y decisiones de gobierno unilaterales, son incompatibles con el pensamiento de esta Central. Los encargados de la Dirección no tendrán más tarea que la de servir, cumplir y hacer cumplir la voluntad mayoritaria de los militantes y velar por los postulados de esta Central, aplicar una fiel interpretación de su Programa de Acción y Estatutos, impulsar su actualización y modernización permanentes, de acuerdo a los retos y exigencias de cada momento histórico, así como promover el establecimiento de lazos de lucha y solidaridad con otras organizaciones afines. La gran aspiración de los ceceístas es concretar la REFORMA AGRARIA RADICAL, que nos dará las condiciones para alcanzar nuestro desarrollo integral, construir nuestro propio destino y sentar las bases para que la actual y futuras generaciones alcancemos una mejor calidad de vida, pensando siempre en función de los intereses propios y de la colectividad. Nos comprometemos a seguir sosteniendo la línea ideológica de la Revolución Mexicana, el respeto a las instituciones, el nacionalismo, la defensa de la soberanía nacional, y de la soberanía agroalimentaria en particular, así como una democracia que se traduzca en una forma de vida que esté al servicio del pueblo mexicano, sobre todo en el ejercicio del gobierno, en estricto cumplimiento a las disposiciones del artículo 27 Constitucional, como fundamento y proyecto histórico de las luchas de los hombres y mujeres del campo. La sociedad rural y los gobiernos constitucionales estamos obligados a convertir el campo mexicano en un sector que genere rentabilidad para todas las actividades agropecuarias, agroindustriales, de generación de energías sustentables por los campesinos y de servicios; transformar las zonas marginadas de la ciudad y del campo en un lugar digno para nuestra familias, en un ambiente de reciprocidad y respeto, evitando las confrontaciones estériles, sin renunciar a los principios que nos dan origen, fortaleciendo la vocación democrática que gravita en la conciencia de nuestros compañeros de lucha. Para la CCI es fundamental participar en las relaciones internacionales, con el propósito de establecer condiciones y alianzas con otros pueblos, en un plano de igualdad, equidad, respeto y soberanía, que contribuya al desarrollo de los pueblos del orbe, y permita fortalecer la economía de México y no su sometimiento. El destino de todas las sociedades es ser libres y cada vez más justas y humanas, bajo el criterio de los derechos humanos inalienables e imprescriptibles, que resguardan los derechos políticos, económicos, sociales y culturales. Todos los tratados de libre comercio e inversión se deben ajustar a este criterio y a los tratados internacionales suscritos por el Estado mexicano en materia de derechos humanos. Los derechos de los pueblos deben prevalecer siempre sobre los intereses de las corporaciones globales, por lo que el Estado mexicano debe garantizar la soberanía agroalimentaria de la Nación, los derechos humanos de los mexicanos, en especial el derecho a la alimentación y el derecho al trabajo. Para ello, el gobierno debe cumplir con lo establecido en la Constitución, en lo que se refiere a la propiedad social, comunal y a la pequeña propiedad privada, así como hacer prevalecer los derechos de los mexicanos y la Nación, para un uso sustentable, con sentido de justicia social, en beneficio de los propios mexicanos, de los recursos naturales, tierra, agua, biodiversidad, bosques, mares y cuerpos de agua. Con base en la propia Constitución, el gobierno tiene la obligación de hacer una distribución equitativa de dichos recursos, como riqueza pública, evitando su acaparamiento por particulares, nacionales o extranjeros, así como corregir la actual concentración. No hay soberanía política y cultural sin soberanía económica. Se deben establecer límites a la participación de las empresas extranjeras en los mercados agroalimentarios en nuestro país. La inversión de los campesinos mexicanos, debe ser el principal motor de las actividades económicas en el campo. El gobierno tiene la obligación de contribuir al proceso de inversión, capitalización y desarrollo económico integral de los campesinos, como sujetos fundamentales. El comercio internacional debe estar siempre subordinado a estos objetivos superiores, por lo que el Estado tiene la obligación imprescriptible, de establecer una política de fomento productivo, que establezca condiciones de rentabilidad, infraestructura, desarrollo tecnológico, productividad, comercio y transformación, bajo el control de los mexicanos, que le permitan al campesinado vivir con dignidad y suficiencia de su propio trabajo, y a la Nación, garantizar los bienes y servicios agroalimentarios que requiere un modelo de desarrollo eficiente, sustentable y soberano. El fortalecimiento económico de México como Estado Nación, es una condición necesaria para redefinir la vinculación de la economía política nacional frente a la globalización, que debe de ser un verdadero mecanismo de cooperación entre los pueblos, y no un proceso de colonización de naciones y mercado, por lo que rechazamos que México se convierta en un estado subordinado y dependiente de los Estados Unidos de América o de cualquier otro socio comercial; a la vez que, sobre la base de un proyecto nacional e independiente de desarrollo, se debe promover una integración con los países de América Latina, y una nueva relación con la región de Norteamérica, la Unión Europea, los países asiáticos y del mundo. Nuestro compromiso es con las generaciones presentes y con las futuras, a las que habremos de heredar una organización revolucionaria, vanguardista, moderna, eficiente y comprometida con las causas campesinas, inspirada en los más caros anhelos de los hombres y mujeres que le dieron origen y que la han preservado y engrandecido, impulsando y fortaleciendo de manera estructural un proyecto ideológico y de lucha para el próximo medio siglo. Con trabajo y compromiso social se reconoce a quienes han conducido los destinos de la Central Campesina Independiente: ALFONSO GARZÓN SANTIBÁÑEZ (QEPD), que al frente de un grupo de valientes líderes sociales dedicó vida y talento a constituir y consolidar a nuestra Central; JUAN CRISTÓBAL CÉSPEDES y RAFAEL GALINDO JAIME, quienes con visión y talento la han modernizado y relanzado hacia nuevos horizontes. 
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