Burckhardt, Jacob. (1968). La cultura del Renacimiento en Italia. Barcelona: Ediciones Zeus. Comentario crítico de una obra clásica Autor: Fernando Herranz Velázquez Correo electrónico: [email protected] Resumen: Reseña crítica de una de las obras clásicas más importantes en el desarrollo de la corriente de Historia Cultural. Analizaremos las conclusiones y las interpretaciones de Burckhardt sobre la cultura del Renacimiento y las compararemos con las corrientes actuales de la historiografía. Palabras clave: Burckhardt, Historia Cultural, Renacimiento. Índice 1. Algunas cuestiones previas _______________________________________ 2 2. Comentario crítico de La cultura del Renacimiento en Italia _____________ 5 3. Conclusiones __________________________________________________ 14 4. Bibliografía ___________________________________________________ 18 1 1. Algunas cuestiones previas Jacob Burckhardt, fue un historiador suizo del siglo XIX, precursor de la denominada Historia Cultural. Nació en Basilea en 1818 en el seno de una familia acomodada, de antiguas raíces calvinistas y falleció en la misma ciudad en 1897. Inició estudios de teología en la misma ciudad de Basilea. Llegó a ser profesor de esta universidad, donde coincidió con grandes pensadores de su época, donde cabe destacar la figura de Friedrich Nietzsche, a quien dio también clases de historia. Pero antes de esta experiencia laboral en la universidad de su ciudad natal, realizó su primer viaje a Italia, en 1838, y estudió en Berlín, donde fue alumno de los fundadores de la Escuela Histórica Alemana, padres del historicismo positivista (Palacios, 2009: 108). Fue crítico con la llamada “cultura industrial” y contrario a las tendencias idealistas e historicistas. En contraposición a ellas teorizó la denominada “Historia de la cultura” o “historia cultural”. Otra gran influencia de su pasó por Berlín, fundamental para entender su obra, se debe a Kuglier, que lo influyó en el rechazo en las ideas hegelianas y lo incita a reivindicar la importancia del individuo y de la Historia del Arte como disciplina en sí misma, la cual tiene como deber, más que describir las obras, contextualizarlas con su momento social, político, cultural y económico. (Corral Sánchez, 2014: 138). Debido a estas influencias expuestas anteriormente, se entiende que Burckhardt expusiera en sus primeras lecciones de cátedra la contraposición en el plano artístico entre el Renacimiento y la Edad Media (contraposición que posteriormente realizará en todo su conjunto, como se puede apreciar en su obra La cultura del Renacimiento en Italia) y entre Italia y el “norte”, refiriéndose al centro y norte de Europa –esta expresión se observa en numerosas ocasiones en la obra anteriormente citada–. La vida académica de Burckhardt se desarrolló casi exclusivamente en su ciudad natal a pesar de la escasez de alumnos y del carácter de ser una ciudad cerrada, poco progresista y de características eminentemente urbanas, motivadas según Corral Sánchez (2004: 139) por la división cantonal heredada del calvinismo. Este “aislamiento” produjo un orgullo basiliense hacia su pasado, marcado por las visitas y estancias de grandes humanistas como fueron Erasmo de Rotterdam y Eneas Silvio. Tan grande era este orgullo para el autor de La cultura del Renacimiento en Italia que, una vez adquirió renombre en el mundo académico, rechazó ofertas de universidades más prestigiosas, como la de Berlín. Sin embargo, sí que pasó algunos períodos fuera de su ciudad, por 2 ejemplo en los viajes que hizo a Italia y durante cuatro años (1854-1858) que ejerció la docencia en Zúrich. En cuanto al ideario político de Jacob Burckhardt se caracteriza por ser de corte conservador, mostrándose contrario a las denominadas “revoluciones burguesas” que marcaron la primera mitad del siglo XIX, por el temor a que se repitieran los sucesos de 1789. Dentro de esta percepción se puede considerar a Burckhardt como un elitista, defensor de la tradición y de la continuidad. Esto hay que entenderlo dentro de su pensamiento histórico, como defensor de la cultura y de su pervivencia no podía permitir que las revoluciones rompieran con ella y se perdiera en la construcción de un nuevo orden. Según Corral Sánchez (2004: 140), “no olvidemos tampoco que Burckhardt pertenecía a una familia aristocrática y que su tío había llegado a ser virrey de Sicilia”. Por lo que la ideología Esta postura política puede explicarse también por la procedencia del propio Burckhardt, ya que a fines del siglo XVIII, su familia fue víctima de un motín popular; “asimismo, Ligado a su conservadurismo encontraríamos la consideración de la historia, influenciada también por la estética y el pensamiento romántico, considerada esencialmente científica por su tratamiento de lo particular y en detrimento de lo general (Corral Sánchez, 2004: 140-141). Y, aunque crea una nueva teorización histórica, según Navarro Pérez (2000: 111) y Benacchio Streeter (2011: 6), Burckhardt no elaboró una teoría completa y sistemática de la historia, es decir, tampoco “planteó todas las preguntas a la que debe dar respuesta una teoría de la historia ni planteó en orden las pocas preguntas que de hecho se planteó”. Según este mismo autor (2000: 114), la teoría que desarrolla no es sistemática sino diletante, es decir, tratada desde una única perspectiva, ya que como afirmó el propio Burckhardt en su Elogio relativo del diletantismo, “ningún científico puede dominar todos los campos de su ciencia; hay que especializarse en uno de ellos” (Navarro Pérez, 2000: 114). Por lo que los posibles motivos que tenía Burckhardt para realizar una teoría sistemática eran para preservar la diversidad de perspectivas y enfoques ya que consideraba infructuosa y peligros la búsqueda de una coherencia absoluta (Navarro Pérez, 2000: 113-114). Una gran crítica que hace Navarro Pérez es que Burckhardt no es capaz de emplear el concepto “la historia”, porque no es capaz de pensar más que con imágenes. No acomete la tarea abstracta de explicar qué es la historia. Lo explica argumentando que no es un metafísico, “no puede hablar del espíritu […], sino que ha de recurrir a las imágenes que de él nos muestra la historia. Más que del estudio de la historia, tratamos del estudio 3 de los histórico” (Navarro Pérez, 2000: 115). Respondiendo a esta crítica, la intención del historiador suizo “no es definir al espíritu, lo cual resulta imposible, sino solo trazar algunas de sus cualidades intrínsecas, para hacerlo más comprensible tanto al intelectual en general, como al historiador en particular” (Benacchio Streeter, 2011: 10). Por eso, tanto en la concepción de la historia de Burckhardt como en su aplicación metodológica, cobra una gran relevancia el arte, la belleza y su exposición, lo único permanente en la manifestación histórica del espíritu. A pesar de la crítica que recibe por la teoría desarrollada, Burckhardt lucha por la objetividad histórica, enfrentándose a la denominada “filosofía de la historia”, ya que rechaza la idea de que exista una época privilegiada que alcanza la perfección y que todas las épocas anteriores son simplemente distintos grados de desarrollo hacia esa época perfecta. Frente a esto, propone una alternativa que no privilegia a una época, ni acentúa las diferencias entre las épocas, sino que investiga en qué sentido todas las épocas han tenido momentos igualmente dolorosos y difíciles (Navarro Pérez, 2000: 115-116). No obstante, hay que observar en que época desarrolla el historiador suizo sus teorías, ya que no deja de estar influido por la estética y el pensamiento romancista del siglo XIX; y en su obra La cultura del Renacimiento en Italia, se puede observar una idealización y exaltación de este momento histórico 1. La labor investigativa del historiador, según la teoría desarrollada por Burckhardt, consiste en desentrañar del pasado aquellos indicios del avance, del progreso, sin pretender abarcar todo ese desarrollo en su mente, ya que el espíritu es un misterio (Benacchio Streeter, 2011: 8-10). En este punto se puede remitir a los párrafos superiores, pues esta incomprensión del espíritu es la que lleva al basiliense a la utilización constante de imágenes para poder explicar el desarrollo cultural o social de una época. 2 1 En este sentido, se puede considerar también esto como una ruptura con su época, puesto que en la mentalidad romántica, la época ideal es la Europa Medieval, mientras que Burckhardt propone los siglos finales del medievo europeo y el Renacimiento, como el período histórico más completo y brillante, argumentando esta teoría con la idea de que solo en aquellas épocas en la que la individualidad humana ha sido la directriz de los acontecimiento se ha manifestado libre el espíritu y es en estos momentos cuando se manifiesta claramente la relevancia que jugaron las gentes que actuaron y decidieron libres (Benacchio Streeter, 2011: 7). 2 En la obra que estamos tratando en este estudio, la Cultura del Renacimiento en Italia, se puede observar ese uso de las imágenes en diversas ocasiones, por poner un ejemplo, para explicar la importancia que va adquiriendo la sintonía con la naturaleza en el siglo XVI en Italia, el autor recurre constantemente a diferentes obras artísticas y literatas como la ascensión al Mont Ventoux de Petrarca, o el descenso a los infiernos de Dante en la Divina Comedia. Burckhardt considera el arte como una de las manifestaciones que se hacen gracias a la libertad de espíritu y están hechas para que prevalezcan sobre el tiempo. Por ello 4 De lo expuesto anteriormente se infiere el carácter revolucionario, en el sentido de ir a contracorriente, que manifiesta el pensamiento histórico de Jacob Burckhardt respecto a las corrientes en boga de su siglo, al centrar la mirada de la historia en el hombre, en lo que fue, es y será. Por todo lo expuesto cuando interpretamos la visión decimonónica de Burckhardt sobre el Renacimiento debemos tener presente tanto consideraciones previas de la época histórica del Romanticismo germano del siglo XIX. Los historiadores de la cultura de este periodo estudiaban todas las artes y sus vínculos, lo que los diferencia de los especialistas de las distintas disciplinas académicas, que no se ocupaban de alcanzar una visión global de la cultura (Corral Sánchez, 2014: 136). Peter Burke, uno de los grandes historiadores culturales, enmarca la obra del historiador suizo en una etapa de la Historia Cultural que denomina “clásica” y que abarcaría desde comienzos del siglo XIX hasta mediados del XX (Burke, 2006: 20). 2. Comentario crítico de La cultura del Renacimiento en Italia La cultura del Renacimiento en Italia ha tenido una gran influencia en la historia de la cultura en general y del pensamiento occidental en particular, construyendo un concepto de “Renacimiento” que todavía sigue presente hoy en día. Por estos motivos, parece fundamental acercarse a una obra tan clásica e importante en lo que al estudio de esta época se refiere. La interpretación de la historia como la yuxtaposición e interrelación de tres elementos (Estado, cultura y religión) permite entender la estructura de la obra a tratar: La cultura del Renacimiento en Italia. En esta obra clásica, el Estado ocupa la primera parte del libro, las reflexiones sobre religión la última de ellas, mientras que la cultura propiamente dicha se desarrolla en el ecuador del trabajo, ocupando el grueso del mismo. En el análisis que nos disponemos hacer realizaremos un desarrollo lineal, siguiendo y respetando el orden establecido por Burckhardt. se explica el notable interés por el arte que manifestó y que impregna toda su obra, pues lo concibe como el único vestigio que nos lega el paso del hombre en el tiempo, lo que le lleva a aprecias hasta las formas políticas como obras de arte (la primera parte de La cultura del Renacimiento en Italia recibe el título basándose en esta idea: “El Estado como obra de arte”). 5 La primera parte de la obra está dedicada al Estado, bajo el título “el Estado como obra de arte” 3. En este apartado, el autor trata, a modo de oposición, las tiranías y las repúblicas. Es innegable que el historiador suizo centra su atención en las primeras, dedicando varios capítulos de esta primera parte del libro a explicar las distintas tiranías que se sucedían en los siglos XIV (cap. II), caracterizadas por el poder cuasi absoluto del príncipe y su ilegitimidad de origen, y XV (cap. III), que según Burckhardt son más firmes y autónomas, donde se impone un pragmatismo político. En este apartado, se empiezan a observar juicios de valor que serán una constante en el desarrollo del libro. Ejemplos de estos juicios en estos primeros capítulos es la calificación subjetiva que realiza de las tiranías, describiéndolas como lamentables o criminales. A parte de la clasificación cronológica que establece para poder tratar la evolución de este sistema político, el autor realiza una distinción basándose en el tamaño de las mismas (por un lado, el capítulo IV, “las pequeñas tiranías”, y, por otro, el capítulo V, “las grandes tiranías”). Burckhardt incide constantemente en la ilegitimidad de origen, por lo que los príncipes buscaban la legitimidad de facto, lo que lleva consigo una exaltación del individuo en el sentido de que depende de uno mismo el conseguirla. 4 El tirano podía obtener esta legitimidad a partir de la gloria, que se ve alimentada por artistas y por lo ritos civiles (Corral Sánchez, 2014: 145). Con esta argumentación enlaza con el capítulo dedicado a la política exterior (“la política exterior de los Estados italianos”, cap. VIII), puesto que el tirano necesitaba de una dinámica política exterior para conseguir la legitimidad de facto, hasta el punto de considerarse la guerra como una obra de arte (cap. IX) debido a la mejora de la técnica y afectada por ese individualismo que postula Burckhardt. En contraposición con las tiranías, el autor establece por un lado a los detractores (cap. VI, “los enemigos de los tiranos”) y, por otro, a las repúblicas (cap. VII, “las repúblicas: Venecia y Florencia”). Según Burckhardt, la principal crítica que surgió contra el sistema tiránico radica en el propio desarrollo del individuo, que se ve coartado por el propio individualismo del tirano. En este sentido, el autor ve que lo que llevó al fin del sistema tiránico, o al menos a sus críticas, es la cada vez mayor consciencia del “yo” que se daba en el grueso de la sociedad tanto como en el príncipe. Este hecho provocaba 3 En este título se puede apreciar lo que veníamos comentando con anterioridad, Burckhardt realiza constantes símiles con el arte, pues lo considera como la mayor representación del espíritu de la época. 4 Con esta argumentación, el autor aprovecha para incidir en la importancia que va adquiriendo el individuo frente a la masa. 6 una limitación, un obstáculo en la evolución cultural y mental que, a su vez, provoca un movimiento de reacción contra esta institución. Con toda esta oposición al tirano poseía connotaciones individualistas, pues era íntima y personal. En esta crítica a la tiranía, Burckhardt plantea una hipótesis que repetirá a lo largo del libro: lo mejor que podían haber hecho las ciudades italianas habría sido que se alinearan en una confederación. La explicación sobre la imposibilidad de que se realizará esta hipótesis nos la muestra la historiadora Corral Sánchez (2014: 145): “las ciudades con más poder, que se creían autónomas y autosuficientes, adquirieron unas características propias y peculiares, constituyendo así un campo de cultivo propicio para las tiranías […] De esta manera, la tiranía se terminaba imponiendo no solo por la propicia situación interna, sino también por el desgaste de la oposición, acabando con la libertad de las ciudades” Dos de las ciudades que se mantuvieron como independientes fueron Venecia y Florencia, los ejemplos que utiliza para explicar el sistema republicano en la Italia renacentista. Para nuestro autor, aunque ambas ciudades sean repúblicas independientes son claramente opuestas en cuanto a su actitud frente a la política. Burckhardt siempre tiene una consideración positiva de Florencia ya que la contempla como el principal núcleo renacentista, la máxima expresión de esta nueva época y, por lo tanto, la observa como un ente superior a Venecia. Para realizar esta afirmación utiliza a grandes figuras del Renacimiento florentino, entre los que destacan las figuras de Dante 5 o Maquiavelo, muy elogiado por Burckhardt. Por último, el papado es el otro ente político estudiado por Burckhardt (cap. X, “el Papado y sus peligros”). Tenía la teoría de que se diferenciaba del resto de estados italianos por su debilidad política, que obligaba a los papas a utilizar el prestigio de su poder espiritual y acentuaba sus problemas. A ojos de este autor, el mayor peligro de los Estados Pontificios lo constituían tanto el papa Alejandro VI como su hijo César Borgia, quien, a la muerte del padre, no habría dudado en secularizar el Estado para mantener la soberanía en él. Sostiene que la decadencia final del Estado Pontificio se inicia con el Saqueo de Roma de 1527 pero, por otro lado, afirma que fue la Reforma de Lutero fue su salvación, puesto que sin ella el papado habría terminado en manos seculares. 5 Aquí entraríamos en la discusión de si se puede considerar a Dante como un humanista, en la cual no nos meteremos ya que se nos aparta de nuestro cometido. 7 Con esto, el primer bloque temático del libro llegaría a su fin. A partir de esto se desarrollaría toda la temática que se relaciona con la cultura en sí misma. Desde el inicio de la segunda parte (“el desarrollo del individuo), hasta el final del quinto apartado (“la vida social y las fiestas”). Doscientas cincuenta páginas donde explicará la evolución cultural de la Italia renacentista, desde el resurgimiento de la antigüedad hasta la situación de la mujer de la época, sin olvidar todo lo relacionado con el descubrimiento del Nuevo Mundo y la importancia italiana en dicha empresa. Dentro de este amplio apartado nos centraremos en tres apartados, que en mi opinión son la base de la tesis de Burckhardt: el desarrollo del individuo, el resurgir de la Antigüedad y el descubrimiento del mundo y del hombre. En la tesis de Burckhardt es clave la importancia del individuo. Esta idea es una clara influencia de la cultura romántica de su tiempo. De esta manera, considera que el “hombre moderno” nace en la Italia renacentista acompañado del auge de la propiedad privada y del desarrollo del concepto de lo privado: “el hombre privado, políticamente indiferente, con sus ocupaciones […] surgió por vez primera, con carácter ya rotundamente delineado, en las tiranías del siglo XIV” (Burckhardt, 1968: 105-106). No obstante, asegura que es imposible aportar testimonios documentales de ellos. Para el historiador suizo, este desarrollo se da en los dos regímenes políticos de la Italia de la época, pero con argumentaciones que se contradicen: en las tiranías la ausencia de lucha entre políticos fomentaba el desarrollo de la concepción del “yo”, al mismo tiempo que en las repúblicas, las rivalidades entre las distintas facciones proporcionaban una atmósfera propicia para el desarrollo del individuo. Esta contradicción provoca que la argumentación de Burckhardt se tambalee, ya que da la sensación de que el objetivo de este autor es afirmar el desarrollo del individuo sin importarle contradecirse. Según Corral Sánchez (2014: 143) se podría interpretar que “Burckhardt considera que existe varios niveles de exteriorización del individualismo”. Por una parte, se encontraría el ámbito sociopolítico que relaciona con los estamentos, puesto que el desarrollo del individuo viene motivada por la movilidad social 6. En segundo lugar, trata el concepto de “gloria” que impregna la actitud de todos los individuos renacentistas y, más si cabe, en los intelectuales y sus creaciones desde la aparición de Dante y Petrarca. Esta gloria está vinculada a los cultos a las personalidades, las casas natales y las tumbas de los personajes 6 Según Burckhardt, en la Italia renacentista ya no se tiene en cuenta el origen de cada individuo para poder ascender socialmente. 8 reputados que adquieren una consideración de héroes (Corral Sánchez, 2014: 143). Los poetas italianos se contemplan a sí mismos como los dispensadores de la “gloria” construyendo una serie de personajes heroicos para ensalzar las virtudes y crear una “gloria local” (Burckhardt, 1968: 116-120). Otro punto de la exteriorización del individuo, muestra del desarrollo del mismo, se encontraría en la burla y el sarcasmo, armas que cobraron una gran importancia en la nueva cultura que se estaba desarrollando según Burckhardt. Un pilar clave de la teoría de Burckhardt es la recuperación del mundo antiguo. Ensalza a los italianos ya que los considera como los portadores y los impulsores de un espíritu moderno (en contraposición a lo medieval) construido a partir de la cultura clásica. En su consideración de herederos de Roma, los italianos y, especialmente, los romanos tomaron una gran consideración de sí mismos y comenzaron a honrar las ruinas de Roma en todo el territorio italiano, fomentando “excavaciones arqueológicas” 7 que influyeron decisivamente en el desarrollo de las obras de los grandes artistas del Renacimiento italiano, como Miguel Ángel y la influencia que recibe del conjunto escultórico conocido como Laocoonte y sus hijos. La veneración que percibe Burckhardt de las ruinas romanas por lo italianos estaba en consonancia con la concepción romántica de su tiempo, donde las ruinas era la muestra de un “pasado glorioso”. A partir del desarrollo del tema de las ruinas romanas y la sabiduría antigua, Burckhardt enlaza con el desarrollo de los humanistas en el siglo XV, denominados por él como “poetas-filólogos” (Burckhardt, 1968: 175). 8 Estos artistas serán impulsados por el mecenazgo de las familias más importantes de la Italia del XV, destacando en este primer Renacimiento el núcleo de Florencia con la familia de los Medici. Llega a tal punto la comparación de Burckhardt con el mundo antiguo que, aprovechando que está tratando el tema del mecenazgo de los príncipes, ve similitudes entre algunas acciones del momento con la antigua Roma, por ejemplo con la política de los Visconti en Milán haciendo un símil con emperadores romanos, o viendo perecidos entre los tiranicidios y las conspiraciones más famosas del mundo romano. En definitiva, se produce una 7 Hay que tomar este concepto con mucha precaución. Aunque sea el término usado por el autor los arqueólogos de hoy en día no conciben que se utilice ya que las técnicas y métodos utilizados distan mucho de ser considerados arqueológicos. 8 El declive de esta forma de concebir la cultura entrará en declive a partir del siglo XVI debido a la Contrarreforma. 9 latinización general de la cultura, pero Burckhardt distingue entre la asimilación real y la simple participación en una moda. Asimismo, señala que el latín es la lengua culta por excelencia aunque ve de manera positiva el empleo de las lenguas vernáculas en la literatura. Por otra parte, trata de forma separada aspectos relacionados con el arte y la literatura renacentista, haciendo la diferenciación entre los distintos géneros literarios y los temas artísticos-literarios. En cuanto a los géneros, el Renacimiento recibió una fuerte influencia de la Antigüedad. Destacan la epistolografía, la oratoria, el tratado, la poesía, la historiografía 9 y la biografía. El autor concibe estos géneros como reproducciones de la literatura Antigua, sobresaliendo la oratoria y la epistolografía, fundamental para las distintas cortes, aunque no todas tenían la posibilidad de disfrutar de un gran estilo (Burckhardt, 1968: 201-202). La biografía, por su parte, resurge de la Antigüedad para mostrar los rasgos característicos de la personalidad para ensalzar su “gloria”, motivado por el desarrollo del individuo italiano como ente per se. En el siglo XIV surgieron biografías de personajes célebres, con el fin de ensalzar sus virtudes y camuflar sus defectos. Burckhardt sostiene que estas biografías son el reflejo de toda una cultura, por lo tanto hay que entenderlas en su contexto político y social. Los temas literarios están relacionados, según el autor, con el “descubrimiento del mundo y del hombre”, apartado que se desarrollará a continuación y que dará pie a explicar este segundo nivel que establece Burckhardt para explicar el arte de la cultura renacentista. En cuanto a los descubrimientos geográficos que se dan en esta época, Burckhardt otorga una grandísima importancia a los italianos. Esta relevancia italiana viene motivada por un espíritu aventurero, unas ansias de conocer mundo, desarrollado por los impedimentos que obstruían el propio desarrollo y progreso de sus ideas en Italia. Según el autor, este espíritu se empieza a observar en las Cruzadas medievales, concebidas como una apertura del mundo, motivadas realmente –según Burckhardt– por 9 Burckhardt considera la historiografía del siglo XVI como una escuela en sí misma. Destacando que los historiadores italianos y, más concretamente florentinos, son una generación que mostraban una influencia clara de la Antigüedad y del humanismo, pero esclareciendo que nos son humanistas, sino ciudadanos con influencias de éstos. 10 el afán de viaje y aventura pero ¿cuándo se suma a estas motivaciones el saber? Según Burckhardt, es una difícil respuesta ya que no es posible saberlo a ciencia cierta. Lo que sí está claro para el autor es que la participación italiana en estas Cruzadas se da en otro sentido que la del resto de potencias europeas ya que éstos conocían el mundo oriental a través de los contactos y de las negociaciones comerciales. Este afán que se desarrolla en la Edad Media, se observa también en los primeros descubrimientos del Atlántico. Los genoveses fueron los que descubrieron el archipiélago canario en el siglo XII y los primeros en buscar una ruta alternativa hacia Asia tras la caída de Ptolemaida en 1291. De entre todos los marinos italianos destaca por encima de todos la figura de Cristóbal Colón, el gran descubridor. Burckhardt tiene claro que a los italianos se les discute que sean los primeros descubridores, pero según el autor, el descubridor no es aquel que llega a un nuevo territorio por azar, sino el que realiza la conexión entre los dos mundos. En este sentido, cree que han sido los italianos los que han realizado la transferencia de ideas, cultura, mentalidades, etc. de los nuevos territorios descubiertos y el “viejo mundo”. Concluye este aspecto afirmando que los italianos “serán siempre el pueblo moderno de los descubridores […] ene l último período de la decadente Edad Media” (Burckhardt, 1968: 210). En esta cita extraída de la obra se vuelven a observar la utilización de juicios de valor: la “decadente Edad Media” como contraposición para la idealización que realiza del mundo renacentista. Otro ejemplo de estos juicios de valor constantes se realiza en la misma página: “mientras España da a los italianos un Alejandro VI, Italia da a España un Colón […], (que) fecha en Jamaica su espléndida carta a los ingratos Reyes Católicos…” (Burckhardt, 1968: 210). Pero de vuelta al tema de los descubrimientos, Burckhardt ve que gracias a esta expansión geográfica se produce un desarrollo en otras ciencias como la cosmografía y la navegación, donde los italianos iban a la cabeza. Esto lo atribuye al conocimiento de la Antigüedad 10. En este sentido lleva a cabo una idealización de la cultura italiana como se puede ver en: “antes de conocer con precisión a los autores antiguos, observan y tratan las cosas del mundo objetivamente porque ellos mismos son un pueblo semiantiguo y su propia situación política ha constituido para ellos […] la mejor preparación” (Burckhardt, 10 En este sentido, enlaza este capítulo con el de la recuperación de la Antigüedad. 11 1968: 211). Es decir, atribuye a los primeros humanistas italianos unas cualidades innatas que les permitía adquirir grandes saberes sin un conocimiento amplio de la Antigüedad. También se puede llegar a interpretar que Burckhardt no creía que la cultura italiana se hubiera visto menguada por la Edad Media, configurándola como una cultura semiantigua que mantuvo las cualidades y capacidades de la antigua Roma olvidando el largo período de los “bárbaros”. Este desarrollo de las distintas disciplinas científicas 11 se produce en Italia por la tolerancia de la Iglesia, que solo intervenía si consideraba heréticas sus postulados, aunque esto se producía con cierta frecuencia según Burckhardt, por lo que esta argumentación entra en una pequeña contradicción, pues si se desarrolla por la tolerancia de la Iglesia pero a la vez frecuentemente las considera heréticas inevitablemente se produciría una confrontación que paralizaría el avance científico. Pero Burckhardt defiende su postulado afirmando que la brecha que se produjo con el clero en Italia fomenta la investigación ya que se incita el espíritu humanista, a pesar de los intentos inquisitoriales de romper con esto. En este contexto, Italia se convierte en el baluarte de las ciencias, destacando las matemáticas y las ciencias naturales, que llegó a sobrevivir al clima contrarreformista. Dentro de las ciencias naturales destaca el gran desarrollo que se realiza en la botánica. ¿Por qué? Sencillo, la preocupación de la burguesía y de la aristocracia por decorar sus jardines y ganar en intimidad, lo que va encadenado al desarrollo del individuo que Burckhardt nos expuso. Este desarrollo de la botánica supuso, por otro lado, un desarrollo de la mentalidad, ya que a partir de este momento todo fue susceptible de ser observado: plantas, animales, exposición humana, etc. En este apartado volvemos a enlazar con el tratamiento del arte que anteriormente mencionábamos. Los temas literarios y el tratamiento de la naturaleza. Los italianos son los primeros en ver el paisaje como una imagen dotada de belleza, aunque Burckhardt no sabe cuándo se cristaliza en la literatura y en la pintura, afirma que desde la Antigüedad se trata en el arte y la poesía. Incluso los “bárbaros” tuvieron esta concepción pero una vez llegó el cristianismo, que tenía una visión diabólica del paisaje, les obligó a abandonarla. Es decir, en la Antigüedad había el mismo tratamiento del paisaje que se desarrollará en el Renacimiento, pero éste se perdió en la “oscura” Edad Media. No será 11 Denominadas por Burckhardt como “falsas ciencias”. 12 hasta el Renacimiento del siglo XII que se vuelva a interpretar de cierta manera la belleza pero dejando de lado el paisaje, la naturaleza, realizando primeros planos sin perspectiva. Un ejemplo de esto es la poesía épica, donde importa los sentimientos, el amor y la belleza pero se abandona el paisaje. Será a partir de los italianos del siglo XIV y XV que se deje atrás esta concepción diabólica del paisaje y se empiece a apreciar como una representación de la belleza. Un ejemplo de esto es la obra de Francisco de Asís con su Himno al sol. Aunque la primera prueba verídica de este cambio de mentalidad se produce en un principio con Dante, conceptos que serán desarrollados por los grandes humanistas Boccaccio y Petrarca. Con esta evolución se produce un gran cambio de la percepción de la naturaleza que se puede observar a través del arte (como viene siendo habitual en esta obra) con ejemplos claros como: Petrarca y su ascensión al Mont Ventoux, Ubert y el Monte Alvernia o Van Ecyk, Eneas Silvio, etc. El último gran tema que trata Burckhardt en La cultura del Renacimiento en Italia es la religión, donde el individualismo y la influencia de Antigüedad se conjugan con la herencia cristiana. La fantasía, el imaginario ético-religioso, se convierte en un elemento recurrente en esta época. Respecto a esto, el historiador basiliense, realiza una serie de observaciones sobre la moralidad renacentista, limitadas sobre todo a las clases superiores, por la abundancia de fuentes. En este apartado Burckhardt intentará no hacer generalidades sobre si el hombre italiano del siglo XIII era igual al “italiano moderno”, pues según afirma, muchas veces las apariencias engañan. El auge del Renacimiento coincide, según Burckhardt con el inicio de la decadencia de religiosa, motivada en gran medida por la Reforma de Lutero y la Contrarreforma Católica, por lo que presenta el siglo XVI como una especia de “canto de cisne”. Enfrenta la fantasía a la moral del italiano. Este enfrentamiento es lo que lleva a la realización de actos inmorales como mantener relaciones sexuales ilícitas o “contra natura”. No obstante, cree que esto no es la causa de la crisis moral del Cinquecento. En este enfrentamiento que nos explica el autor suizo se produce otra contradicción: la moral erótica. Mientras que en las comedias de amor se identifica y representa con el goce, en las poesías líricas y los diálogos se desarrolla una concepción del amor neoplatónica. Estas contradicciones son las que se concilian en el “hombre moderno” del Renacimiento. 13 Desde el punto de vista religioso, caracteriza a los italianos como incrédulos. Se pregunta por qué Italia no reaccionó religiosamente desarrollando una reforma similar a la luterana. En esta argumentación vuelve a realizar un juicio de valor negativo hacia la monarquía católica, ya que les culpa de la situación italiana debido a su fanatismo religioso. Cree que hubo posibilidades de realizar una reforma en Italia, puesto que defiende que las obras de los siglos XIV y XV expresaban una religiosidad viva y directa, como después propugnaría Lutero. Aprecia un intento de reforma eclesiástica en Savonarola y le atribuye una “constitución semidemocrática” florentina. Para Burckhardt, la conjunción de la religión y los pilares del Renacimiento, es decir, la recuperación de la Antigüedad y el desarrollo del individuo, convierte a la religión en “subjetiva”, en consonancia con la cercanía de lo musulmán y bizantino, que caracterizaba a Italia. El terreno de la superstición da pie al autor para censurar de manera abierta las “falsas ciencias”, en concreto la astrología. Muy a su pesar, sostiene que se encontraba ampliamente difundida, pero, a la vez, manifiesta su convencimiento en que si el ímpetu renacentista hubiera seguido avanzando sin interrupción habría acabado con estas “falsas ciencias”. 3. Conclusiones Lo realmente interesante de esta gran obra clásica de la historiografía cultural es observar en una perspectiva global las repercusiones que ha tenido. Para ello debemos alejarnos del resumen y análisis pormenorizado que hemos realizado e intentar comprender las tesis de Burckhardt. Este autor ensalza la “alianza” formada entre Italia y el Renacimiento como contraposición al resto de Europa, que debido al romanticismo, centraba su atención en la época medieval. Italia es descrita siempre desde una visión positiva, por la admiración personal que sentía el basiliense por ese territorio. Con los postulados desarrollados en La cultura del Renacimiento en Italia, Burckhardt enfrenta el Renacimiento con la Edad Media. Interpreta la transición entre estos dos grandes períodos de una forma brusca y repentina. Interpreta que el Renacimiento y sus hombres son una reacción a la decadencia del medievo. Esta oscuridad medieval es una opinión sesgada de lo que en realidad fue la Edad Media, realizándola para dar mayor énfasis al auge cultural del siglo XV-XVI. Hoy en día, esta 14 opinión sobre la época medieval está desfasada, viendo el Renacimiento como una vuelta a la antigüedad que ya se dio en distintas épocas de la Edad Media, como por ejemplo en el siglo VIII o en el siglo XII. Medievalistas de esta opinión son José María Monsalvo, Georges Duby o Huizinga, por poner unos ejemplos. Una crítica que se podría hacer a Burckhardt es que de su obra se extrae que el Renacimiento se dio en Italia, exclusivamente y que sería mucho después cuando se expandiera al resto de Europa. Esto convierte a este movimiento cultural, político y filosófico en algo italiano. Esta elevada consideración de Italia no se ceñía solo al ámbito cultural y político, sino que también afectaba al social, por ejemplo, en cuanto a la situación de la mujer, que aparentemente y según las tesis de Burckhardt, era estimada de la misma manera que el hombre. Cuando aparecen testimonios contrarios, el basiliense señala que la formación, la participación intelectual y el desarrollo del individualismo se habían dado en la misma medida en el hombre que en la mujer, mientras que en el “norte” 12 las mujeres no lograran una alta valoración social hasta tiempo después. La cultura renacentista italiana de esta obra se asemeja a la propia vivencia decimonónica de Burckhardt: laicismo, igualdad social, tolerancia o el ateísmo. La vinculación de los humanistas con el movimiento laico es una constante de la obra, ya sea de manera directa o indirecta. Esto supone otro enfrentamiento entre el Renacimiento laico y el cristianismo fanático de la Edad Media. También el nacionalismo característico del romanticismo y del contexto sociopolítico del siglo XIX deja su huella en la obra. Aparecen conceptos claves de estos nacionalismos como “patria” u “orgullo nacional”. Por poner un ejemplo de esta influencia basta con irse al último capítulo de la primera parte del libro: “La Italia de los patriotas”. En este, trata los efectos de los acontecimientos políticos sobre “el espíritu de la nación” y defiende la concepción de Dante y Petrarca como los primeros defensores de la “Italia nacional”. Al final concluye que este “sentimiento nacional” deja paso a un “patriotismo local”. Otra influencia decimonónica en los términos es la utilización de “clase” o “proletariado”. Por último, es conveniente destacar algunas de las explicaciones que Burckhardt otorga a la decadencia de Italia, que en varias ocasiones fecha en el Saqueo de Roma por 12 Término peyorativo para referirse al resto de Europa. 15 las tropas imperiales de Carlos V, en 1527. Para el caso de Florencia subraya que uno de los motivos fue la propia política de la ciudad, aunque constituye un objeto de reflexión permanente. La decadencia del estilo de vida italiano del Renacimiento la vincula a la inmoralidad imperante entre los humanistas, provocando una crisis moral, pero que no parece provenir de la propia conducta humana sino de la situación política. En conclusión, esta obra representa uno de los primeros exponentes de la Historia Cultural, que junto con sus otras obras, rompen con el paradigma dominante en el siglo XIX germánico. Jacob Burckhardt, a través de esta obra, constituye el término de Renacimiento tal cual es conocido por la sociedad actual: una imagen de ciudades culturales, de belleza, de simetría, etc. Esta imagen es motivada por la idealización romántica con la que escribe el historiador basiliense, así como por el liberalismo y el nacionalismo que también están presentes en sus teorías. Pero a pesar de esto, esta obra en una gran obra clásica para el movimiento de la Historia cultural, entendiendo sus teorías en su contexto. No hay que olvidar que es heredero directo de la sociedad europea que rompió con el Antiguo Régimen y, a pesar de su ideología conservadora, era de procedencia burguesa, el grupo social beneficiado con la ruptura estamental, en la que el nacimiento determinaba la vida de cada persona. Realmente, la tesis que nos propone Burckhardt de la separación estricta entre el Renacimiento y la Edad Media está desfasada. Hoy en día se sabe que estas dos épocas históricas estaban más conectadas de lo que la gente piensa. Son dos períodos que se complementaban entre sí, ya que el Renacimiento no se puede entender sin el medievo. También presenta un solo Renacimiento, el italiano, postulando que con el paso de los años este mismo movimiento se traspasó al resto de Europa. Hoy en día ya no se habla de un Renacimiento, sino de distintos movimientos renacentistas en los distintos países, dependiendo de las circunstancias que rodeasen al mismo, tanto político y cultural como social y económico. Se puede concluir que el Renacimiento burckhardtiano queda definido por una yuxtaposición de individualismo, laicismo, igualdad social, redescubrimiento de la Antigüedad y espíritu nacional que afectaba a todos los órdenes de la vida. Lo italiano y lo renacentista se opone a lo europeo y lo medieval. Su concepción del Renacimiento es exclusivamente italiana. Las tesis burckhardtianas están ampliamente superadas, pues 16 sabemos que la cultura clásica no renació, en tanto que nunca se perdió, como demuestra por ejemplo Huizinga a principios del siglo XX, que criticó la estricta separación que realizó Burckhardt. En definitiva, Burckhardt constituye un claro ejemplo de como cualquier historiador está irremediablemente condicionado por su entorno y por la cultura en la que le ha tocado vivir, de la cual debe alejarse todo lo posible para tomar perspectiva con respecto al momento histórico que quiere estudiar y evitar así una excesiva dependencia de sus perjuicios. Pero tampoco hay que olvidar la gran repercusión que ha tenido la interpretación del historiador basiliense. Hoy en día se sigue imponiendo la interpretación dada por Burckhardt sobre el Renacimiento, tanto es así, que se “olvidan” otros Renacimientos, como el carolingio o el del siglo XII en el Occidente latino. 17 4. Bibliografía Benacchio Streeter, Franko. (2011). "Prolegómenos al pensamiento histórico de Jacob Burckhardt como pionero de la Historia Cultural (1818-1897) en <https://www.academia.edu/5628840/Proleg%C3%B3menos_al_pensamiento_hist%C3 %B3rico_de_Jacob_Burckhardt_como_pionero_de_la_Historia_Cultural> [consulta 5/11/2014]. Burckhardt, Jaboc. (1968). La cultura del Renacimiento en Italia. Barcelona: Ediciones Zeus. .Burke, Peter. (2006). Formas de Historia Cultural. Madrid: Alianza. Burke, Peter. (2006) ¿Qué es la Historia Cultural? Barcelona: Paidós. Corral Sánchez, Nuria. (2014). 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