m .r^ V ■iff. • •.■ < "'I v,^.'. ..Í. r i V *. • - 's ,.. • . .it ■ ^•E%V r á . íy . .V it i M >(>411 {<-) -Í .ív^ ^ (« Ì) ^ Í i ) C > ® E A S c r i t i c o -g e o g u A f ic a s DE CQ^- 0 'e'iAU)L^ ( B a ß a flc x o . Corrííítan TESORr Libros • R iM io t e c Procedti;. fratcttia. DECIMA Y ULTIMA CORRECCION AL D. FR A TE R N A PRESBÍTERO S E B A S T I A N M IÑ A N O , con una Homili'a sobre la A d verten cia del autorj que precede a l tomo X de su Diccionario g eogr^ co. POR D. F, C aballero. MADRID j Im prenta de E . A g u a d o , lajada de Stü. Cruz. i8n8. MI L Y MAS ERR O RES. lE T R IL L A . ¿V e s , le c to r , las luces bellas Q ue el firm am en to osten tó ? P ues, aunque h ay m iles de estrellas, Jifas vects M in a n o erró. I V es el m a r em bravecido C u án tas aren as m ovió ? P u es m ira , lector querido, M a s veces M in an o erró. ¿ V es el T a jo cristalin o C u án tas gotas a l m a r d io ? P u es , escribiendo sin tino, M a s veces M iíia n o erró. ¿ V es la abeja artificiosa C u án tas celdillas la b r ó ? P u es oye , lector , no es cosa ; M a s veces M in a n o erró. ¿ V e s á D id ot afanado Qué de le tras im p rim ió ? P u es m ira , lector am ado, M as veces M in a n o erró. ¿Ves , en fin , las m uch as flores Que p rim av e ra brotó ? P u es créanm e m is lectores, M as veces M iiia n o erró. H s e l viciado corazon d e roble, Y aunque le sa je sá tira punzante N o h a / qut esperar que á la razón se doble. £ L L IC . M ACH UCA. S e ñ o r D . Sebastian : A h o ra s i que necesita­ mos del correo para comunicarnos. Hasta aquí había sido nuestra correspondencia como la de los enamorados, que se ven continuam ente, se escriben , y son conductores de sus propias es­ quelas. P ero en el día que distamos 24.6 le­ guas, que nos separa esa cadena pirenaica, mu­ ralla eterna entre las C alía s y la Iberia , me­ nester babeinos de las epíslolas. jB ie n haya el genio sutil que facilitó la comunicación entre los hombres por medio de los correos y de las postas! M as, á decir verdad, el pulso me tieml-la al escribir esta décima Corrección, Hecho V m d . un parisien; restituido al seno de su sociedad; satisfecho de haber enriquecido la biblioteca de 4 ....................... S . M . Crisliam slm a con sus nueve tomos y tercio: confieso que le veo otro h o m b re, y que me ruborizo al escribirle. N i paran aquí rais le inores. Los tengo m uy vehementes de que vmd. m e conteste imponiéndome perpetuo silencio en nom bre de la sociedad geográfica; y amen de este disgusto 9 tendré el de pagar las cortas le ­ tras que me vienen de tan maía parte. A quí iba de mi carta , cuando recibo la plausible nueva de que vmd. acaba de llegar tan famoso y con honores á legiones. Sea enhorabuena : mas no por eso he de dejar de proseguir mi fra-~ terna j y de acabar con el Diccionario» esto es, con la letra Z . Tomemos el camino de V a len ­ cia , y antes de llegar á las C abrillas demos u a cuarto de conversion sobre la izquierda, y en­ tre elevados y frondosos pinares hallaremos á S a is t a c r u z d e m o y a . — Este parrafillo debió ir en el núm ero anterior; pero como no todo lo que se debe se paga , le ha tocado la suerte de abrir la marcha del presente. Está tomadO) palabra mas ó menos, de un diálogo que no ha mucho pasó entre dos serranos de S a n ­ ta C r u z , que con el D iccionario en la mano ( i ) ( f ) C u an do se d ice que iin h om b re tie n e en la m a­ no e l D ic c io n a r io , se h a d e e n ten d e r d isju n ctiv é de ca d a uno de sus tom os i porque e l D icc io n a rio in to turn solo p u ed e e s ta r sobre los lo m o s de u a p o iliu e . ó sobre e l bufere de u u errador. decían de esta m anera: ¿qni¿n le habrá dicho al S r. M iíiano que en nuestro In^ar se crian por un quinquenio rnil corderos , siendo asi que no pasan de setecien tos?— P ara eso rebaja la contribución á menos de una m ita d , y pata. P ero hom bre , ¿ y las mil y quinientas arrobas de criadillas de tierra , fruto que no se da en este terreno f r í o , y menos en cantidad lan exorbitante ? Estas criadillas de lierra son sin duda las manzanas de tierra que llam an los franceses á las patatas; y puesto que de estas no hace m en ción, •váyase lo uno por lo otro. — ¿ Y poner dos molinos donde solo hay u n o ? — Tam bién pone un regidor de m en os, ^ pata.— Pues ¿ y la omision de la cosecha de vin o y a c e ite , de la de hortaliza y f r u t a ? — V á y a se por las fábricas de cordellate y jabón que ba es­ tablecido motu proprioi y que jamas se b a n c o nocido.— ¿Y q u ém e dirá vnid. del hospital que p o n e , no existiendo los cinnentos Q u e pa­ ra eso ha dejado de poner el balan , y paia, —. Y a me presumía yo que el S r. J), Sebastian nos había de salir con alguna pata de cabra. S e ñ o ría d e sa\iÑ an, — Se halla enclavado este pueblo dentro del de Savinan , del que lo divide una calle. Solo tiene jurisdicción íntva muros \ de suerte que apenas se drjan las ta­ pias de las tres m anzanas que form an la po­ b la ció n , ya se tora en el térm ino de Savifían, que por todas parles tiene aislado al de S en o - ría , y reducido al estrecho recinto que ocupas los edificios. Sentado esle hecho, se verá lo in exaclo que es señalar á la Señoría por conGnes el F r a s n o , M orata y otros pueblos de las in inediaciones, que solo pueden ser aledaños de Saviíían . Por igual razón es un desatino figu­ ra r en Señoría cosechas de tr ig o , v in o , acei­ te , &<•., siendo un pueblo de jornaleros , sin mas terreno que el que ocupan las casas. Pero no ha parado aquí el genio creador de nuestro B uffon. E ntre las producciones de la Señoría ha puesto la planta del lé-, y unas piedras bri­ llantes y cuyo valor se ignora. E l valor de estas pedruscas es bien entendido ; lo que se ignora, ó mas bien , lo que se niega , es que los habi­ tantes de Señoría hayan visto el té ^ como no sea en la hoja del te igitur, S e v i l l a . — ¡Q u é a r t í c u l o tan largo! ¿Q uién s e lo Ua de echar al cin to ? N o , n o: iremos sallando como la abeja de flor en f l o r , indi­ cando : I.® lo que está mal dicho; 2.° lo que no debí«) decirse ; 3 .® lo que falla por decir. I.® Errores. = :U n o es, y m uy garrafal, ase­ gu rar que las S .jS o varas castellanas que tiene de circuito la m uralla de S evilla hacen legua y media de 20.000 pies. L as 8.780 varas hacen aG .aSo pies; la legua y m edia tiene 3 o .000; luego faltan 3 .7 5 o pies, ó i . 25 o varas para que D. Sebastian diga v e rd a d , ó no se equi­ voque el sevillano vi\>o que redacto el a rlíc u - lo. = E n tre las iglesias colegíales de la diócesis de S evilla falla la de O livares , pues aunque sea \>ere nullius, está dentro del arzobispado, y en é\ la pone la G u ia eclesiástica. E s m uy re­ parable que hayan incurrido en esta equivoca­ ción dos presbíteros que viven del altar en Se­ villa , aunque sirven y gastan en el m undo de la C orle. = E n l r e los literatos naluralcs de Se­ villa se pone á I). Juan L e m a rd o D iaz de L u ­ go ( D . Juan B ernal D íaz de L u co se debió e s c r ib ir ) , que fue sevillano como el hijo de mi m adre. E n el artículo L u c o , del Diccionario geográfico de la Academ ia, probó detenidamen­ te el Sr. M arin a que este español ¡lustre fue na­ tural de aquel pueblo de Á la v a , y que no te­ nia mas de Sevilla que ser hijo de un K a cío nero de aquella santa iglesia. 2.° Noticias inoportunas. — L a descripción artística de los edindos con que se ocupan tan­ tas p á g in a s, es m uy buena en boca de Ponz ó del S r. Cean B erm u d ez, porque las nobles a r­ tes son el objeto de sus escritos apreciables; pero de ningún modo es propia de un D iccio­ n ario geográfico-esladístico. =: 'i'am poco viene al caso la noticia biográfica tan particularizada de los sevillanos céleb res, y menos de los que viven en el dia; porque sobre ofenderse su mo­ destia , puede sospechar algún malicioso que han tenido parle en su propio panegírico. N o es m ayor cordura prom over rivalidades odiosas en tre los poetas sevillános y caslellanos, cotno si todos no fueran españoles, y como si aque­ llos se hubieran hecho líricos y pindaros sin sa­ lir del lu gar de su nacim ieuto. G loríese enho­ rabuena la capital de A ndalucía de haber sido la cuna de H e rr e r a , A r g u ijo , Jáu regu i y otros poetas sobresalientes ; pero no se infiera de aq u í que la poesía es hija de S e v illa , que los caste­ llanos son prosáicos, y que e( D uero es el l i m iie del reino de las musas. = ( ] o n igual espí­ ritu de provincialism o se hace el paralelo en­ tre los pintores, olvidándose del juicio con que Potiz critica las ordenanzas de Sevilla, título de los pin tores, fol. 1 6 2 , por el que se sujeta es­ ta noble arte á las trabas de las serviles : m e­ dio mas propio para acabar con la pintura que para perfeccionarla: medida que no prueba un gran conocimiento de los cam inos por donde se llega á lo sublim e de esta arte encantadora. = L a amenidad del estilo, las frases escogidas y estudiadas de que está sembrado el artículo de S e v illa , son propias de un genio poético, de tin gusto inim itable. A los sevillanos se los p re­ senta llenos de talentos ( moneda rom ana ) y fogosas para tomar resoluciones nobles. L as sevi­ lla n a s, claro está que son aseadas y de imagi­ nación risueña. E n S evilla h aygran d es obras en el estilo plateresco ^ hay torres con vista ligera y de una estension inmensurahle. Los poetas y pintores sevillanos se han distinguido del resto de los españoles por su lenguage, ó sea colorido, brillante como el cielo, por su lenguage rico y delicado como las praderas \ al paso que el de los castellanos se ha forjado por la carencia del gusto, **¡Jiípiler! lanza rayos y venaldos. S i estoes ser santo, vale mas ser diablos.’^ 3 .° Omisiones. E n el día que tanto se habla del puente subterráneo del T á m esis, que se construye cerca de Londres , ofrecía S evilla un motivo de ensalzar los monumentos de la España antigua en este ram o de la arquitectu>> ra hidráulica. Se sabe que habia un cam ino por bajo del G u a d a lq u iv ir, que desde la casa-pa— lacio de los duques de V eragu as, en la plazue­ la de A lam bo r, se dirigía á la colonia de Osset, h oy san Juan de Alfarache. H a y noticia de que fue reconocido este paso en 1600 por va­ rios jóvenes que llegaron hasta debajo del rio, de donde se volvieron temerosos de las aguas qjie enconiraron. N o era esta la tínica comu­ nicación sub-fluvial que habia en Sevilla ; pues se conserva memoria de otros subterráneos, que desde la torre del O ro se dirigían tam bién á san Juan de Alfarache ; curiosidades artificia­ les que se han escapado al apologista hispalen— se. =: L a omiston de los docum entos, códices y otras obras originales que han form ado el ar> a lO ch ivo <le Indias en S evilla, es difícil de graduar, porque son pocos los que saben las preciosidades am ericanas que a llí se encierran, bajo el niislerioso velo de los geroglificos, y de los idiomas poco conocidos de los indígenas. — Tam bién se ha tenido por digno de reparo y maravilla rara las circunstancias de la vida y muerte del doctor D . J u an R an úrez de Bustam ante Calderón de la B arca y B arrera , capellan de la iglesia de san Lorenzo de la ciudad de S evilla •, donde fue enterrado el i .° de octubre de 1 6 7 8 ; de cu ya partida de defunción, certificada por el be­ neficiado D . José Ju an Polo en 29 de marzo de este a n o , se estrad a lo siguiente: " D . Ju an »R am írez de Bustamante fue casado cinco ve^ n c e s , una de ellas con doña A n a Bernabela »de Z a m o ra , viuda y doncella. T u v o de estos »m atrim onios cuarenta y dos lujos y y ademas jtnueve bastardos, f u e de venerable persona y i,muy capaz. D e edad de años compuso uu » libro de poesías á diferentes asuntos. F u e a lwguacil m ayor del arzobispado, m ayordomo del »convento de santa A n a , escribano de cám a» ra y de acuerdos de la real Audiencia , se~ »cretario de la contratación , notario m ayor de »!a religión de san J u a n , y m ayordonio de »santa Isabel. N avegó muchos años. Sabia siei>te lenguas de indios. Se ordenó de sacerdote »á los nooenta y nueve anos de edad , y murió »á los ciento veinte y uno, de una caida que dio »en las pasaderas de san Francisco de Paula. »Celebró hasta fin de sus d ia s , y eslaba e n utonces componiendo unas poesías en alabanza »de la V irgen/^ V éase si las particularidades que ofrece la vida de este Doctor presbítero son poco comunes , y dignas de ser notadas en los anales de Sevilla. N o quiero despedirme de es­ ta ciudad maravillosa sin recordar lo que de su iglesia catedral dice D . A ntonio Ponz en su V ia ge , tom. I X , pág. 3 . R eíiere este ilustre v ia gero que cuando los prebendados de S evilla re­ solvieron hacer la catedral, celebraron un acuer­ do ( ó sea cuento ) en estos términos: Fagamos una iglesia para que los de porvenir nos tengan por locos. Parece que el S r. M iñ a n o » digno su­ cesor de aquellos prebendados, no ha perdido de vista este rasgo andaluz en muchas de sus empresas. F iguróm e que al resolverse á darnos su obra geográfica, dijo para su sotana: Faga-‘ mos un Diccionario para (/ue nuestros contempo­ ráneos y los de por<íenir nos tengan por locos» ¡Oh, y cuán pocas veces nos engaña el testimo­ nio de la propia con cien cia! S o l a n a . — S i este pueblo fue fundado cuando se dio el campo de M ontiel á la orden de Santiago, ¿por qué se fija el ano i a 43 , y e n el artículo JVIonilcl el de 1 2 1 9 ? N o falla quien anticipe esta gracia mas de medio s ig lo , a tri­ buyéndola al rey D . Alonso V I H en el mis­ mo año en que el papa A lejandro U I confir­ m ó dicha orden. P ero si hemos de hacer caso de anacronismos..... si nos hemos de parar en situaciones..... Hé aquí liléral la de la Solana: á los de latitud y iS de longitud oriental entre N . y O. aunque con demasiada inclinación a l segundo, j Piedad , S r. la L a n d e , que nos ahogamos en este piélago de desatinos ! L a b rú ­ jula señala ai oriente entre norte y poniente de­ clinando á este últim o..... sin rem edio perece­ m os; los puntos cardinales se barajan; el m un­ do se desquicia. ¡V á lg a m e el santo Cristo del Amor , Y nuestra señora de Peñarroya! Veam os ahora los santos y frailes que ha habido en la Solana , y nos convencerem os de que en la M an cha es tan grande la afición de los natu­ rales á tomar el hábito^ como el cuidado de los forasteros en guardar la capa. U n flo s sancto-^ runi se podia escribir con las vidas y hechos de los diez y ocho santos y religiosos que ocupan 6o líneas de las 82 que tiene este artículo.* es de­ c i r , que solo quedan 22 líneas para la geogra­ fía y estadística , despucs de em plear las 60 en biografía franciscana. A q u í se vé cuando entra­ ron frailes; dónde y de que m ano lom aron el liábito ; en dónde profesaron; quién escribió sus vid a s; cu án d o, dónde y de qué edad murieron; cóm o em piezan sus obras inéditas ; con oíros porm enores tan curiosos como interesantes. Por el con trario , no se hace mención enlre las per­ sonas ilustres del E xcino, S r. l) . Ju an A ntolinez de C a stro , Capítan G en eral de E slrem adura, cuyos sucesores gozan el irtulo de M arques del M érito. Se omite que en i 2 i 5 dio privilegio D . E nrique I en favor del conde I). A lv a ro do­ nándole el castillo de la A lham bra, en cuyo tér­ mino se fundó la Solana según U demarcación hecha en 1 21 7 . Y se omite también que en i 565 se hizo villa la Solana por privilegio del Sr. D . F elipe l í . M as estas adiciones aún ten­ drán lugar. Saldrá á tres meses E l S uplem en to; Y entonces..... vaya, S erá un portento. S o r i a . « N uevas habilidades del mágico de B e c e r r il: á unos pueblos m e r c e d e s enriquenas; agravios reparables á otros. A lm azan y A g re ­ da han logrado gratis título de ciudades, aun­ que no se espresa sí con voto en Cortes. ¿ Y cómo se ha hecho este m ilagro? Despojando de sus títulos á A lfaro y A r n e d o , y dejándolas vi­ llas lisas, llanas y abonadas. A N ájera la ha trasladado desde la provincia de B u rg o s, para que venga á ser soriana contra su voluntad: esto en el artículo de la provincia , que en el de la ciudad son muchos lo s agraviados. D ice su autor que Soria tiene S e a pueblos de juris­ dicción , y como no pone mas en toda la pro­ vincia y se sigue que ciudades , villas y luga­ res süti pedáneos de la única jurisdicción de Soria. Y a estarán contentas las poblaciones que han logrado á buen precio jurisdicción por s í y sobre si. ¡Q ué buenos vigotes tendrá D . C am i­ lo Batanero y T u n d id or, y cómo se reirá D . J u s­ to P a tr ic io ! T a l a v e r a d e l a r e i n a . — Hablando del puente sobre el T a jo , dice el Diccionarista, que la parte que hoy es de m adera fue cortada por el rio ; pero le faltó añadir que fue segunda vez cortada en la guerra de la independencia ( i ) . L a cosecha de trigo y cebada la ha dism inuido considerablemente. P ara el catálogo de los va­ rones ilustres no ha tenido presentes los 19 escritores que cíla D . N icolás Antonio. E l cam ­ bio de esta villa que hizo el rey D on E n r i­ que II con el arzobispo D . G óm ez Manriquez» ( i ) De lo s su cesos d e e s ta g u e rra h a b la D . S e b a st U u co m o si no h u b ie ra esta d o en c a m p a ila . D ice que l a A lb u fe ra de V a le n c ia ( V . e ste a r t íc u lo ) la dió S . M . al duque de W ellin g to n en recompensa de sus ser­ v ic io s . Q u e se d ió en p re m io de s e r v ic io s , es c ie rto : q u e se dió p o r S. M . J o s e fin a , ta m b ié n io e s : pero q u e se d ió á W e llin g to ü , ¿ c ó m o lo c re e rá q u ien sep a lo s s e rv ic io s q u e h a c ia e l D u q u e , y lo s que p re m ia b a José N apo Jeon ? C u a n d o e l gobierno t s p a fio l d ió á W e llin g to n e l Soto de R o m a , d ió e l re y José la A lb u ­ fe r a a l m a ris c a l S u chet \ y c o u fu n d ir e sta s dos p o se ­ s io n e s , esto s dos G e n e r a le s , y lo s d os f t e y e s , p ic a e a h is to r ia . B ien dijo e l p o e ta d e V en osa. J3um vH tant s tu iti v i i i a , in contraria eurrunt. no fue por ¡a villa de A lcá za r, como se supo­ ne i sino por la ciudad de Alcaráz. N i fue en la era 1407 7 sino en la de 1409» ó sea año ele 1 371 . P ero todo se lo perdono , menos el que haya pasado en silencio las mondas de Ta~ lavera^ y las funciones de la patrona nuestra senara del Prado. V erd ad es que han decaldo mucho de su antiguo b r illo , que no h a y jus­ t a s , ni parejas, ni c a íía s; mas aún se conser­ van los toros , las d an zas, la concurrencia de las parroquias y justicias de muchos pueblos, y la célebre justicia de mogiganga. A s í se llam a á un ayuntam iento de personas del pueblo ba­ jo , que con beneplácito del Corregidor se elige para los dias de las fiestas. Estos funciona­ rios se visten y revisten de autoridad , y ad-r m inistran justicia según su leal saber y enten­ d e r , verbal y sumariam ente , atendiendo á la fé prometida y buena fé guardada. T ien en tal acierto en las disposiciones sobre comeslibles» ve n ia s, concurrencias y demás ramos de p o liría y gobiern o, que los talavereííos no echan de menos en estos dias la autoridad del C o rre­ gidor. Véase un rasgo curioso de las costumbres de un pueblo cercano á la C o r te , generalm en­ te , ignorado porque autores como el S r. M i ííano se han olvidado de r e fe r ir lo , siendo así que se ocupan de cuentos tan descabellados co­ mo el del Rey de Patones. T arazona , — E n esta aragonesa ciudad hay tres parroquias : la C atedral, que llene dere­ chos parroquiales en la iglesia de P P . M erce­ n ario s; la Magdalena y san Miguel. L a cuar­ ta que pone el D iccionarista es una de sus muchas ficciones poéticas. P ara regar la vega de Cunchillos y V ie r le s , hace saltar por cim a del rio Q ueiles á ia fuente de Salas li ojo de san J u a n ; como si digera que la fuente de san Isi­ dro del Cam po riega las huertas de la puerta de Atocha. O m ite entre los frutos el del aceite, que es m uy p rin cip a l; y entre las fábricas las de lo n as, sacos, a lfo rja s, soguería y otras que h a y en la ciudad, y especialmente en el real Hospicio. A la rg a horas el cam ino á Zaragoza, y a el de T udela de N a v a rra . U n S r. C an ó­ nigo que ha notado estos y otros errores del D iccionario, hace de él la siguiente censura de matacandelas : '*Por todo lo cual hallo ser de— »fectuosa en M in an o su d escrip ción, m u y d inm inuto y mezquino este a rtícu lo , y digno su »D iccionario de que in ignem mittaíur ; libro »herético y blasfemo políticam ente , y m u y »acreedor á su crítica , justa y oportuna c o r»reccion fraterna.’^ A llá me las den lodas. UcÉDA. — N o alcanzo la razón porque se ha puesto en este lugar la fabulosa historia'de los Palones , teniendo este pueblo su artículo propio. M ucho mas me adm ira que un S r, D oc­ tor que ha dado pruebas de que no cree en brujas ni adivinanzas , se muestre tan crédulo de las caballerescas historias del supuesto reino palónico. D . A ntonio P o n z , que en su viage de España habla detenidamente de esta rara m on arqu ía, presenta con la m ayor destreza y singular gracia los reparos que la sana crítica opone á noticias y tradiciones lan estravagan tes. E n efecto, suponer que un puñado de gen­ tes estuvieron en el centro de la Península go­ bernados por s í é ignorados de los demas por espacio de algunos siglos , y que aun despues de conocidos subsistieron independientes de la autoridad local inm ediata y de la del gobier­ no : suponer esta pequeña república en m edio de la monarquía española con tolerancia de la autoridad suprem a y del señorío fe u d a l: su­ poner un R e y de pobres y m iserables pastores en el seno de un pais civilizad o , sin tener otro fundam ento que la tradición ó capricho de los n atu ra les, es la prueba mas com pleta de falta de criterio. N o está lejos de creer que vuela un b u e y , quien cuenta como cosa indudable una novela de esta especie, m u y semejante á las del Preste J u an de las Indias. P ero nuestro D , Sebastian ha avanzado mas en las ficciones y paradojas. N o solo nos ha presentado como un Soberano al lie j' de los P a to n es; ha creado A lm iran tes de este gobierno m a rítim o , y para darle mas autoridad y acercarlo á nuesiros días, supone que aún vive quien ha conocido al ú l­ tim o monarca patónico. h id e si sapis. Y o n o - 3 taria de omiso al S r. G eógrafo 9 si tratando del pueblo Patones no mencionase estas anti« guallas ; pero es una sencillez poco común e a gente de la chapa de su m erce d , que refiera como un hecho lo que es fantasía ó sueno. Q ue la repugnancia ó resistencia de los Patones á sujetarse á la jurisdicción de U c éd a , ó tal vez, que el capricho de los lugareños diese en lla­ m ar Rey ó Rogue á la autoridad del pueblo (que aun hoy se dice que un alcalde de m onterilla es un K e y en su lugar ) , nada tiene que ver con la form alidad y carácter de m onarquía i a dependiente que se figura en P ato n es, como si se hablara de un pueblo del interior del Áfri-> ca. M ejor hubiera sido que el D iccionarista apuntase la causa de la prisión del joven 1). F r a n ­ cisco Jim en ez de Cisneros en el castillo de U céda , que parece fue la bula espectaticia que logró del Papa para ocupar el prim er benefi­ cio que vacase en su pais : especie de bulas que agradaba poco á los prelados españoles, y que resistia el gobierno. Baste de Patones. V a l d e c o l m e n a s ( d e abajo y de a rrib a ) .— D e l sobrenombre de estos dos pueblos deduce sin duda el S r. M in an o que el de abajo está en una pega, y el de arriba en una altura ; siendo to-> do á la inversa. L a denom inación de alto y bajo no siem pre es relativa á la diferencia de n iv e l de los dos pu n tos, sino al curso de loa ríos y arroyos inmediatos. £ l riachuelo de d o a - ig de loman el sobrenom bre estos dos lugares cor­ re desde el término de Valdecolm enas de a rri­ ba al t é r m i n o de Valdecolm enas de abajo; pe^' ro este últim o pueblo está sobre el n ivel del prim ero. Valdecolm enas de arriba ( que tam ­ bién se llam a V aldecolm enillas, por ser m enor que el otro ) , se halla en la vega y á la orilla del a r r o y o : Valdecolm enas de abajo está m as de cien varas sobre el n ivel de la vega en la falda de una alta montaña. Desde V aldecolm e— ñas de arriba pone el Diccionario horas de m archa á Huele , y 8 horas á C uenca, hallán­ dose el pueblo á igual distancia de ambas ciu­ dades. A ú n hay m as: para ir desde V ald ecol— m enas de arriba á C u e n ca , dice que se pasa el puente de Valdecolm enas ( de abajo debe en­ tenderse ) , y por V illa r del M aestre ; cam ino tan derecho como si para ir de M adrid á A Icobendas se saliese por el puente de Toledo y se fuese luego al Pardo. N o hubiera incurrido en eslos desaciertos el cirujano de V aldecolm e­ nas de abajo , ni el mas zafio sajón de este pueblo. ViLLAYiEJA. — Con justísima razón se han lam entado los geógrafos espaííolcs de la irre­ g u la r división de nuestras diócesis, tanto por la desigualdad de su estension superficial, co­ m o por la deformidad de sus contornos. E s cierto que las ventajas progresivas que los cris­ tianos lograron sobre los m oros, y la concur­ so rencia de los prelados £ las conquistas « influ­ yeron en que la division eclesiástica de E spa­ ña varíase á cada m om ento, adquiriendo unos obispados pueblos lejanos de sus m etrópolis, y perdiéndolos otros en el centro de sus dem ar­ caciones. Pero estas causas cesaron y a , y los buenos patricios hace tiempo que ansian el ar­ reglo que exige el buen régimen de las dióce­ sis , para la mas fácil y pronta comunicación en tre los prelados y los fieles. Se vé con estra­ ñeza que los cinco pueblos del partido de C a zorla , en el reino de Jaén» pertenecen ai ar— tobispado de T oledo: que las diócesis de O sm a y Zaragoza , uniéndose en la sierra de T a b la ­ do , separan en dos porciones el obispado de T a ra zo n a: que el arzobispado de Santiago tie­ n e pueblos de Castilla y León que á la sim­ ple vista del m apa parecen de oirás diócesis: que el arzobispado de V alen cia tiene separada una porcion de su lerriíorio por estar interpo­ lados los distritos diocesanos de Tortosa y S e go rb e; con otras irregularidades no menos cho­ cantes que las de la division política. Sin em ­ bargo , ninguna de estas anom alías geodéiicas es lan estravagante como la que ofrece el ar­ tículo V llla vieja , pueblo de la provincia de V a ­ le n c ia , p.irtido de Castellón de la Plana. É chense á discurrir m is lectores á qué diócesis pcricnecerá esta villa, y apuesto que no lo acier­ tan aunque nom bren treinta. D ice pues núes» tro candido geógrafo» <jue V llla v ie ja es del obispado de Astorga , y de una plumada sepa­ ra al Pastor de su rebano mas de ríen Ifguas, sin contar con el permiso de los M M . R R . A r ­ zobispos de '^Polcdo y \ a le n r ia > i» con el de los R R . Obispos de Z a m o ra , P alenria , V a lladolid , Segovia , Cuenca ^ Segorbe que se encwenlran en el camino. ¿ Culparem os de es­ te desacierto al im p reso r, al escribien te, ó al autor ? V am os á la Y griega. Y e r k e s y Tam eza. — N o se engañó el que dijo que el D iccionario era el libro de los li­ b ro s , el cajón de sastre donde todo se encuen­ t r a , donde todos hallan que adm irar y que aprender. Los poetas que se despepitan por consonantes, y que form an silvas de ellos á to­ da costa, tienen en este artículo un tesoro pa­ ra los acabados en ente: ''d os (iientes^ una de »'ellas intermit£n¿e, que m uchas veces se de— »tiene enteramente su ciìTTÌenie.*^ ¡ O lenguage sapien te, conveniente. E lo c u e n te , fe rv ie n te , rev e re n te , M o v e n te , vehem ente, sorprendente » In ocen te, cad en te, im pertinente! N ótese que los alcarreños sencillos se van ú Y e rn e s pían pianino á buscar violeta , como los madrileños van la noche de san Ju an á buscar y coger la verbena. a» Z o r i t a d e t o s catíes . — E n vano se fati­ ga el señor D octor si pretende persuadir á los suscriptores de que ha puesto cuanto estaba de su parte para perfeccionar el D iccionario. ¿C u án tas obras geográficas se le han dado á conocer de que no ha sacado el m enor fruto? U n a de ellas la G eografía histórica de España de don Tom ás López, trae con bastante estension los sucesos de la villa de Zorita y de su respetable rastillo, que fue lomado por don A lon so Y I I I , de esta m anera: Llegó el R e y »al castillo con gente de gu erra, y dijo á su aí«caide Lope de A ren as le acogiese en él co»m o á su R e y . Respondió el alcaide: si V . S. »es servido de en trar en él solo, ó con dos ca»balleros que nom brare, ab riré b s puertas co»mo debe un vasallo á su R e y , pero acoger »mas gente no cum ple á vuestro real servicio, »n i al homenage que tengo hecho á don F e r »nan R u iz de C a s tro , dueño del casllllo; pues »no habéis cum plido quince años conform e al »testamenlo de vueslro padre..... D e a llí á po»co tiempo un criado del alcaide, que llam aban n Dominguejo, propuso al R e y la traza de m a»tar al alcaide con una maza que tenia..... y adió muerte alevosa á su amo al tiempo que >ise haria la barba..... Hizo el R e y á D o »m inguejo la m erced de algunos m aravedís »de ju r o , y para que no fu ese traidor otro Vcriado con su amo, m andó c o rta rk los pies y »las manos.’^ V e d a q u í un J u ez se v e ro , un miRtar honrado y le a l, y un vasallo pérfido. ¡Q ué reflexiones morales ofrecia esle pasage de ia historia de Zorita! Concluim os con el alfabeto, y solo resta contestar á las cortas razones que se contienen en la van guard ia del últim o ^ m al llamado to­ mo ( i ) . A n tes de hacerlo derechamente, me ha venido en voluntad parafrasear ó com entar á m i modo algunas de las clausulas de la yJd— vertencia del autor que precede al últim o v o lú m e n ; y sín mas circunloquios, allá voy con la siguiente H O M IL ÍA . liemos llegado ya^ lector*benévolo..... esto es, á pesar de los desaciertos de nuestra obra, no obstante que en diferentes escritos se ha pro­ bado al público la nulidad de nuestro D iccio­ nario y la escasez de nuestros conocimientos geográficos; hemos llegado y a al postrer tomo, gracias á nuestros favorecedores y á nuestro natural sufrido y acomodaticio. E scritores m o- ( i ) E n tre ge n te s de bu eu a co n c ie n c ia se m u rm u ra (y n o es ch a n z a ) que la d e s p e d id a d e l d ic c io n a r is ta h a ­ y a sid o ta n a v a ra . Si 500 p á g in a s , d ic e n , v a lía n 34 r e a le s , ¿ uo estab an bien p a gad a s la s 112 d e l tom o X con 8 re a le s de v e lló n ? P u es á fé q u e 2o nos c u e sta n . A si se nos h a re in te g ra d o de lo s p lie g u e c ilio s qne se debían de lo s tom o s a n te rio r e s. deslos y escrupulosos hubieran abandonado una em presa, cuyos resultados han convencido ser descabellada y m al dirigida; pero nosotros im ­ pasibles, y siempre atentos á nuestros Intereses, hemos llegado y a al térm ino de nuestro plan; á recaudar el im porte de las suscripciones. Habrás creído que esperaríamos esta oca­ sión..... E l público esperaría que á la conclu­ sión de la obra responderíamos á los cargos que se nos han hecho: creerían los suscriptores, no arrepentidos, que daríamos una contes­ tación victoriosa á los reparos de los críticos: tem erían éstos que un hom bre acreditado de satírico les saliese al encuentro y los venciese en la lid. P ero n o , que la lucha es desigual, y aunque la Imaginación se e x a lta , es preciso hacer de la necesidad obsequio. Ü íia vez nos pusimos en defensa, y ..... nunca lo hiciéramos. Los lodazales huelen peor cuanto mas se re­ m ueven. E n materias desconocidas se puede escribir si ofrecen lu cro ; mas no es prudente disputar de ellas con los que las entiendeu. A si nos lo aconsejaron nuestros caros am igos, y lo hemos cumplido religiosam ente. Sabemos muy bien, como dijo Cervantes ( i ) , ( i) E sta m ism a esp resion se a p lic ó a l d ic c io n a r is ta eil la octava Corrección fr a te r n a , p á g. l l í pero com o e l seííor M iüano nos a se g u ra in verbo sacerdotir <jue u o ha le id o n u estras c a r t a s , e s c la r o que oo p ie rd e e l m é r ito d e l a a p líc a c io u . que es una lentarlon del demonio m eridiano ponérsele á un cristiano en el magín que se pueden escribir diccionarios geográficos sin ha­ ber estudiado otra cosa que una mala lógica, algo de V in io , y no mucho del P . P a ro ; y aun esto entre las distracciones tan comunes en los escolares, y mas si pican de vivarachos. Sabemos muy bien lo que son tentaciones del enem igo de nuesira fama postum a, para fiar á la opinion (D am a descontentadiza y coque­ ta) lo que puede asegurarse con cadenas de oro. Sabemos muy bien que el abad yanta de lo que c a n ia , y que las empresas literarias están su­ jetas ai barómetro del Ínteres, como cualquiera otra especulación. Sabemos, en f i n , lo que se debe saber para viv ir redondeados y en gracia de Dios. Otro escritor que se hallase menos convenci­ do.....es decir, otro escritor que se pagase m e­ nos que nosotros de su trabajo; que fuese un tantico modesto y pundonoroso, hubiera sus­ pendido la publicación de la o b ra , se hubiera ido con pies de plom o, y la habría perfeccio­ n a d o , valiéndose de los consejos de sus mis­ mos censores ; pero nosotros que sabemos lo qiie vale nuestra especie de borrador y ¿cómo habíamos de diferir la publicación de tal teso­ r o , esponiéíidolo á que quedase en un olvido^ eternai S í , eterno, porque esta empresa se creó para nosotros? y ninguno sería capaz de des­ em peñarla á nuestro gu sto , ni aun tal vez de concebirla. G loria á Dios en las alturas» que nos ha dejado concluir este libro precioso, este alcoran de los españoles, quinta esencia del es-> p irílu geográ6co~estadistico. ^s¿ desde que vimos el primer folleto..... D es­ de que sentimos al enemigo y conocimos la su­ perioridad de sus fuerzas, adoptamos la táctica de estratagemas, ardides y escaramuzas. E n una emboscada feliz le cogimos el clarín por don­ de podia circular la noticia de sus victorias ( i ) . L as demás tentativas y asaltos fueron infruc­ tuosos, á pesar de nuestras relaciones. N o hu­ bo otro arbitrio que figurar serenidad y des­ precio, aunque el interior amenazase una erup­ ción volcánica. E n pura verd a d , desde que vi­ mos el primer folleto^ vivim os de m ilagro, cada vez con mas tem or y menos suscriptores; pues aunque lo hayam os disim ulado, fácil es cono­ cer que las honras hechas al Diccionario no son para llam ar compradores. = L a homil/a se vá d ilatan do, y si no ponemos coto, llegará á ( í) E s p ú b lic o y n o torio que la G a c e ta de M ad rid (ú n ico p e rió d ic o e sp a íio i que c ir c u la por la s p ro v iu c ia s y por e l estra n g ero ) no h a au tin cia d o la Correed o n fra tern a d esd e e l n úm ero 4.® L a ca u sa ni la sé, n i q u iero sa b e rla . T en go sf que d a r g r a c ia s a l pú b lico p o r lo q u e h a d em a n d ad o m is fo lle to s en la C ó rte , en la s p r o v in c ia s , y fu e ra d e E s p a S a , á p e sa r d e ir á la s o r d in a . ser mas larga q u e la glosa d e C ornelio á L a ­ Á la c u e s tió n » señor G eo grafo ; á d e s t r u i r p id e . la s I r in c h e r a s e n q u e se h a p a r a p e t a d o . Siete son las capitales razones con que vm d. pretende sostener el mérito de su plan y de su obra ; pero contra estos siete argum entos hay siete respuestas. I. E n esta clase de. trabajo no está la prin~ cípal dificultad en proseguirle ni en perfeccionar~ l e , sino en abrir el camino por donde puedan marchar otros sin tantos obstáculos y malezas. Se niega el supuesto; porque en este gé­ nero de obras no hay mérito de inven ción, si­ no de egecucion. F o rm ar un diccionario geo­ gráfico, es cosa m uy Iribial ; hacerlo bien, es dificilísimo. E n esta clase de obras basta saber el abecedario para tener trazado el plan; bas­ ta tener m aleriales buenos ó malos para llenar los artículos. E l dar á eslos el orden de ma­ terias mas conveniente, y á las noticias la jus­ ta preferencia que exige su m ayor im portan­ cia ; la exactitud de los hechos, la pureza y concision del lenguage : hé aquí el m érilo de un diccionarista , independiente de las obras publicadas que no han llegado á este punto de perfección. L a de vmd. lan lejos de facilitar en lo sucesivo la formacion de un buen dicciona­ rio geográfico , será un nuevo é insuperable obstáculo, al menos que no se prescinda de su existencia. E s mejor m archar por senderos nue­ v o s , que por caminos desiguales y desgastados con el mucho tránsito. E s mas fácil enseñar á un ignorante que á un preocupado: en el p riTTíer caso solo se necesila edificar, en el segun­ do es preciso destruir para edificar despues. R e u n ir buenos materiales dispersos en muchos libros es Irabajoso; pero no tan arriesgado co­ mo entresacar algunas verdades de errores in finilos. Q uiero perm itir por un momento que el principal mérito en estas empresas lo con­ traiga el prim ero que las concibe ó egecuta. ¿Acaso vmd, puede gloriarse de esta primacía en proyectar ni egecutar? Prescindiendo de los malogrados trabajos del P . M . Esquive!, es un hecho indudable que en el reinado de don F e ­ lipe II ya se concibió esta idea ^ y se egecutó en gran parte. Se form ó una instrucción , á cuyo tenor dieron muchos pueblos sus relacio­ nes que form an seis tomos en folio. P or en­ cargo del R e y trabajó en esta empresa A m ­ brosio de M orales; y al mismo m onarca de­ dicó T arafa el Diccionario geográfico de España^ que aún existe m anuscrito como las relaciones. F elipe III encargó la continuación de los tra­ bajos á Juan Bautista Labana ^ que tampoco los sacó á luz. E n tiempo del seííor F elipe I V publicó Rodrigo M endez S ilv a su Paliación ge­ neral de España y que despues adicionó E stra ­ da hasta el núm ero de i.o 8 6 artículos. Se en­ sayó este mismo plan, , y se egecutó en la par- ag te estadística en A cabó la o b r a , e a cuanto á su objeto» el autor de la Dirección general de cartas. Se hizo nueva tentativa en el ministerio del Conde de Floridablanca, cu­ yo Nomenclátor quedó m uy atrás con respecto á lo adelantado por E spinalt. K n la parte ecle­ siástica se debe m ucho á los autores de la E s pana sagrada, y posteriorm ente al del Viagc literario por nuestras iglesias. Ponz dejó poco que desear en su Viage por lo perteneciente á las nobles artes. Y por u ltim o , la R eal A c a ­ demia de la historia empezó á publicar el D ic­ cionario geográfico-hislórico, para cuya conti­ nuación tiene reunidos no pocos materiales. L a m ayor gloria, pues, á que vm d. puede aspirar es á la de haber proseguido y perfeccionado los trab a jo s, de los que antes abrieron y desen­ m arañaron el camino. Se me dirá que en las grandes euipresas basta el a sp irará conseguir­ las; pero esta esprcsíon de Propercio debe en­ tenderse del que pone la diligencia suficiente, y cuenta con los medios regulares que exige la prudencia. Si un aguador de Puerta C erra ­ da aspirase á seiialar la órbita de un cometa, no se tendria por una osadía lau d ab le, sino por una necedad risible. E m prender una obra difícil sin conocim ientos, sin tiem po, sin no­ ticia de los autores que han tratado la mate­ r i a , sin la cooperación de personas in lelig en tef, sin confrontar, corregir y lim ar los traba­ jos antes de publicarlos; n i merece patente de iuvencíon, ni la gloria de adlcionador ó cotn~ püador. L os autores de tales libros no pueden exigir del público otras demostraciones que las de lástima ó desprecio. II, E l diccionario consta de 35 .008 artícu­ los » número prodigioso que escede en mas de las ocho décimas partes á todos los que hasta alia­ ra se han publicado de la Península. T errib le cosa es tener que recordar á V . á cada paso las conlradlciones en que incurre po r falta de m em oria ó de cuidado, Keduciendo á una suma los artículos de los diez tornos^ según los que tiene cada uno en la ad verten €ic que llevan delantCi resultan 34>937. ¿ D e dónde saca V . los 71 restantes hasta los 35 .o o 8 ? P ero este núm ero prodigioso» tan lejos de es­ ceder en ocho décimas á todos los publicados, no llega á las tres cuartas partes del D icciona­ rio de don B ernardo E spinalt y G arcía. Este contiene 39 .470 artículos de la Península ^ ó sea 4*4^^ mas que los prodigiosos del dia; di­ ferencia que debe por lo menos duplicarse si se deducen de la obra de V . los artículos de dis­ trito s, río s, lagos, m on tes, cab o s, & c ., pues ios 39 .470 de E spiualt son cscluslvamente de pueblos y despoblados. Está pues demostrado que Y . ha omitido de nueve á diez mil artículos de que ya teníamos noticia por una obra impresa en 1 7 7 5 . A vista de este incontestable y v e r - gonzoso c a rg o , ¿ cdmo tendrá V . atrevim iento para repetir que su D iccionario es el mas rom* pleto? Responderán sus apasionados que la Di^ reccion de carias solo trae los nom bres de las poblaciones y las cajas de correos de que de­ penden , y que el de V . ( aunque con menos pueblos) da la descripción de los que com pren­ de. E n prim er lugar debe notarse que mas de la mitad de los artículos del nuevo Diccionario se reducen á decir la p ro v in c ia , partido y ju ­ risdicción á que pertenecen los pu eblos, según los trae el Nomenclátor ^ habiendo bastantes que ni aun eslo dicen. E n segundo lu gar ha de tenerse presente que hay obras impresas con raaleriales mucho mas estensos y exactos que los que V . ha insertado. E l Atlante com pren­ de una prolija descripción de 9 10 pueblos de la C orona de A ragón y de A ndalucía. D an es­ tensas noticias topográficas é históricas, L im ón en el Espejo de las aguas de España ; T e r r e iros, Topografía de algunos lugares; P elagio, De las principales ciudades ; Lamsoly Descripción de los nos ; Belíuga « Repertorio de los caminos ; el P . B u rriel, Suòre ¡a navegación de los rios ; T o fino» en el Derrotero de nuestras costas, con otras muchas obras aprecíables. L as descripcio­ nes particulares de las provincias son inm en­ sas. Don Tom ás L o p e z , pad re, nos dió una historia circunstanciada de cada uno de los pue­ blos de la provincia de M a d rid ; su h ijo , la de 4.90 poblaciones de las dos C a stilla s; el jesuíta C arballo, las Antigüedades de Asturias; L o p e rraez, la Historia del obispado de Osma; Góm ez de la T o r r e , la de 76 lugares del partido de T o ro en su Corografía-, y don Francisco Perez de Soto en su Dirección de correspondencia d i Estremadura ha reunido un catálogo de 8.267 poblaciones y sitios de esta provincia. D e Ga-> licia tenemos una Descripción económica^ y otra Descripción por M olina. D e las provincias V a s ­ congadas la Vizcaya ilustrada de V e n e g a s, las Descripciones de Alaoa por Prestam ero, las No­ ticias históricas de L ló ren te : de N a v a r r a , la Historia de M oret, las Descripciones de M ora­ les y de G óngora, y la obra de Palacios Rubios de su Sitio Y antigüedad: de A ragón la //« toria económica de Asso» los Progresos de D orm e r, la Ternwlogia de B a r to lo , y la Descrip­ ción de F c rr e r : Cataluña presenta la Historia de Meló, los Anales de F eliu , la Ilustración de C o r v e r a , el Principado de D a n d e r, las Des­ cripciones de D iago y de F o r m a , y la moder­ n a Estadística del señor F rig o la : de V atencia dejó mucho adelantado C avan iües en sus Ob­ servaciones Jaén posee su Retrato a l natural^ la Descripción de A g u irre , y la Estadística iné­ dita del señor L an u za: T a rriu s nos dejó la E s iadística de la provincia de Á v ila ; y otros in ­ finitos españoles laboriosos é inteligentes han llenado nuestras bibliotecas y archivos de tra­ bajos tan estimables como abandonados. Todas las ciudades, y aquellas poblaciones que lienen alguo santuario célebre , aguas m edicinales de nota, y las que conservan monumentos de anti­ güedad rom ana, gíitica ó árabe han logrado sii historia ó descripción peculiar. ¿ S e ha servido V . de tan copiosos materiales para el Diccionarioi* III. E l auior solo prometió poner de su par­ te cuanto pudiese para acercarle á la perfección. Prom etió y aseguró mucho m a sen el pros­ pecto; pero ni aun esto ha cum plido. A o ha puesto lo posible de su parte , porque ha deja­ do de tom ar las medidas que todo hom bre pru­ dente adopta en tales caso s, porque no se ha detenido en inserlar las cartas recibidas de los pueblos sin el menor exam en ni crilerio. A o ha puesto de su parte el sencillo trabajo de re­ copilar lo mejor de tantas obras im presas é inéditas como las citadas y la sq u e no se citan. A o ha puestoy en fm , la diligencia que pone el menos cuidadoso, porque ha tenido en sus manos escelenfes m ateriales, como los de la A ca d em ia, de la Rioja , de Jaén y otras pro­ v in c ia s, y los ha devuelto sin le e r, ó mal di­ geridos. M eta vmd. la mano eu su pecho, y res­ ponda si digo la verdad. I V . Los diccionarios topogréjicos de un país tan estenso como la Península y sus islas, no pueden salir enteramente corre^idifs en una pri­ mera edición^ N o se exigía de vm d. que lo presentase en­ teramente corregido; nos contcnlabamus con una verdad por cada error. Los que se le hau advertido son un pequeño ensayo y una ro­ busta prueba de los infinitos que encierra su obra monstruosa. N o son ciento , ni m i l , ni diez mi l ; son casi innum erables í y el único medio de concebir su núm ero es figurarse, que esceplo tal cual articulo puesto por pluma in ­ teligente , no hay h'nea que no tenga algún despropósito, alguna im propiedad, alguna o in ision. Por mucho que vm d. corrija en el su­ plem ento, no faltará m ateria para un suple­ mento á la Corrección fraterna. Y se d a r á , si quiere Dios y la justicia, con diez enm iendas por cada una que vm d. haga. V. Los datos que contiene el diccionario son en gran parte movibles y sajetos á frecuentes variaciones. E l autor cum ple con referir los hechos y presentar las cosas en el estado que tienen cuando escribe; las variaciones sucesivas otros las dirán. Poro vm d. al copiar las noticias lo ha hecho tan m aterialm ente, que ha prescin­ dido de la época en que se escribieron y de la en que se han publicado. E n el ano de 1826 dijo el corresponsal de Segovia que el colegio m ilitar se habia instalado el ano anterior; e spresion que vind. conservó hablando en 1827; pero en el prim er caso se refería á 1 8 2 5 , y en el segundo á 1826. U n autor de! siglo pró­ ximo pasado dijo, y dijo bien, *‘la célebre ba— »talla de V illaviciosa dada en nuestro siglo,** y copianrlo vmd. esta misma locución ha retro traido la batalla al siglo X I X , que es el nues­ tr o , y no el de aqu fl autor. ¿ T ie n e esto dis­ culpa en la movilidad natural de los dalos, ni en sus frecuentes variaciones? V [ . Los errores son debidos en gran parte á ln prisa con qut nos comprometimos á publi­ car cada volumen, pues no ha podido hacerse como se requiere la corrección de pruebas. Esta disruípa es vergonzosa y agena de un escritor que entiende lo que significa. P or lo mismo no daremos otra ri\spuesla que la si­ g u ie n te: el público pedia una obra buena, no precipitada; nót enl a prisa en tirar su dinero, aunque vmd, la ha tenido en recogerlo. A d e­ mas que los plaaos no han sido de J o d ia s sin interrupción como se ofreció, sino de njas de ciento. V I I . E l verdadero y mas seguro medio de criticar una obra es hacer otra mejor. B uena salida. Luego si un arquitecto cons­ tru ye una casa ru in osa, despropon ionada y m al distribuida, no podrá quejarse el dueño sino sabe hacerla mejor. Se com pra un relox; se nota que se atrasa, que se para, y se le di­ ce al relogero que lo ha fabricado: ¿será este tan menlecato y desvergonzado que conlcstc: si el relox es maJo, hagálo vm d. m ejor? V a ­ mos á cuentas» señor don Sebastian; vm d. que ha criticado todo lo vi vo» según dicen malas len gu a s, ¿sabía corregir lo que cen su raba? C uando vmd. ha zaherido las costumbres de un prebendado pisaverde , que tiene galgos y ' c ab allo, que fum a buenos habanos, y goza de otras conveniencias, ¿h u biera observado otra conducta puesto en su lugar ? N o todo lo que se advierte en el prógim o lo enmendam os en nosotros mismos. Se pueden conocer los defec­ tos de una o b ra , y carecer de los m edios, de la protección , ó de los conocimientos necesa­ rios para componerla. P ero no es tan modes­ to mi amor prop io, que llegue á c r e e r , que si hubiera osado publicar un diccionario geo­ gráfico de mi patria , no lo hubiera dado algo m ejor que vm d. E l hecho de haber em prendi­ do la obra p ro b ará , si se q u ie re , que vm d. es el español mas audaz; no que es el único que podia acometerla y concluirla. A I contrario, el resultado de la empresa convence que con di­ ficultad se podia encontrar quien la desempe­ ñase peor. N o se queje vm d., pues, de los crí­ ticos porque han usado el estilo jocoso para r o r r e g ir le , ó porque han mezclado alguna es­ presion picante entre las fundamentales r a z o ­ nes que justifican su censura. N o los acuse vm d. ■de personalidaties, que es el arbitrio de que se valen la malicia y el pedantismo para obrar h sin cstorvo. L a persona es inseparable de sus f a l t a s e s t a s son mas ó menos graves se^un la calidad y circunstancias de la persona. E rr o — res que pudieran disimularse á un le g o , son muy reparables en un clérigo: he aq u í al r r¿ tico precisado á indicar el estado del paciente. Se trata de un erro r en política cometido por un diplom ático: hcito es al crítico m encionar el destino del criticad o, aunque sea persona­ lidad. E l censurado se queja de insultos, cuan­ do él mató á algunos con esta arm a: el críti­ co le reconviene justam ente con sus produc­ ciones anteriores. L a antigüedad perm itió esto y mucho mas á sus escelentes satíricos; y los modernos no han tenido poderes menos am ­ plios en las naciones sabias. *^De este modo han escrito otros mas duchos Satíricos de grados y corona ^ B e que dá ia leyenda egemplos muchos/^ G uard e D ios á vmd. los anos que necesila para corregir su D iccion ario, que pocos de los que viven han de ver su entierro. F . C. ' i * ' s h •e í ^ y î t » ^ a y ï h ‘ ^• 4 c^í{^•i -.f.li 0 fR ‘ , ''i r í M i, ^ d è î t f î t i Î f ' « i H 9 f t » a j ÿ - M /'i .i-íT .yp>-. ./j r «1« ■.r>{rt'Tti|fi<[ f ■ ■ : W i ír^WiiS-nf: 'i/«J •joq tVfth-.m' ; h->'i->W»’ WF^|fríi«i!e ^ •>Rfrt>¡.m*ítft rr.ñfrtS 1^ T 3 <;•>; ■^upciifi ^obu'jiír.T f'if» o4 tí.^.T. b --Wíi)> ^ •.‘ Ln''0 e h ^ V 4^,4*éál ¿ 17 öb ■ - ì'rfBò-’ RTj’-*ñmi0i6í.ni .; v H -!-'v :’i»{sí*í?¿nir’i iiJ'.:.-»-aSjiHíii.. .ibtb iV vMTüiic ;'y » !« fta írti í i í j 'í r f é n t i í..: ,n r a ’ - m r '«öuM!t'rjlítiuq .cuCi.i tfííÍijtJÍj i>Tv* , iirtitx.. ft j i\rA y o«’ tr •. ,:,/,ifi ju u n a a «el ;i-> w .tq tthr' T'uSití . '% *■  ’ M'îrirtvr'. ht kí> ‘;|M> -Al f i í Í » * » s u p èo’îft w^‘ .ííffí7 í» íftU» jjn i.¿í •o f 5*i «0'rty.j !l»{» •-■tT ‘i •' ' «n-, ' ' íífu.'ÍJíté u* : r-;!.: <■ ; y :\ n* Los diez números de la C o r b e c c i o N F r a t e r n a se hallarán en las lihre^ rías siguientes. ----- M a d r id , y en la s de Cifuentes^ Sanchez ^ Rant Minutria. M á l a g a , e n la d e C a d i z , e n la d e Aguilar. Ilortal. V a l l a d o l id , e n la d e B a r c e l o i ^A) e n la d e Z a r a g o za , en la de Rodriguez. Sierra. Cuenca. E n los mismos puntos se venden la primera y segunda parte del D IQ U E C R IT IC O , que tanto han dado en que entender al Torrente don Mariano, •4Ì#e -‘ - . y . r.U .-.. • i- :.' ^ .-•• ■• . -•/•• •* .,r „ •^ ■ V«• t' -• V - .>'■ ■ . N ‘ '■ * -!J •.V ‘Í > ' •Vv . ' f - . ^ yT. V'.. ■ « "r«»- ' . - -V • “ i ' f.- : ■■■^r i V. ..-• A 'M ’2 ^ h. >■ m n ’S