Los “procesos colaborativos” desde la perspectiva de los nuevos

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Los “procesos colaborativos” desde la perspectiva de los nuevos paradigmas científicos
Por Gachi Tapia ∗
Publicado en “Mediadores en Red. L@ Revista”, Año IV, Nº 10, Septiembre 2006.-
Quienes trabajamos en el ámbito de los conflictos públicos y sociales, nos
enfrentamos con situaciones arraigadas en modelos y estructuras sociales que hacen muy
frustrantes las intervenciones puntuales. Nuestro campo ha venido modificando sus supuestos
y complejizando roles y prácticas de intervención, entendiendo que los conflictos sociales se
dan en el marco de estructuras dinámicas complejas y cambiantes. Para ello, los mediadores
debimos imperiosamente abordar distintas disciplinas de estudio, en la necesidad de
encontrar nuevos significados para la aplicación de teorías y prácticas.
En este sentido, el campo de la teoría y la práctica de la resolución de conflictos, y
más tarde, la transformación de conflictos, es consecuencia de una evolución del
pensamiento, que si bien se ha dado en el campo social, tiene bases en la revolución científica
que se inició durante el siglo XX desde las denominadas “ciencias duras”.
Viejos paradigmas
“Cuanto más se estudian los principales problemas de nuestro tiempo, más se
constata que los mismos no pueden ser entendidos aislada ni linealmente. Se trata de
problemas sistémicos, lo que significa que están interconectados y son interdependientes”
(Capra, 1998). Esta conclusión es relativamente reciente, resultado de los dramáticos cambios
de pensamiento que tuvieron lugar a partir de los nuevos descubrimientos de la física a
principios del siglo XX, y que han sido ampliamente discutidos por filósofos y científicos de
distintas disciplinas a lo largo de los últimos 50 años. Esos cambios fueron tales que llevaron
a elaborar la noción de “paradigma científico”, que Khun (1962) definió como “una
constelación de conceptos, valores y teorías que, compartidos por una comunidad científica,
conforman una particular visión de la realidad y desde ella son usados para definir problemas
y soluciones que consideran legítimas”.
Como remarcara Einstein, ningún problema puede ser resuelto con el mismo
pensamiento que se creó. Los lentes desde lo cuales los seres humanos continuamos
intentando resolver nuestros problemas, son los mismos lentes desde los cuales esos
problemas fueron creados, construidos en nuestros procesos de pensamiento, durante siglos
de prevalencia de viejos paradigmas, como el basado en el modelo social y político conocido
como el “paradigma de la dominación” (Eisler, 1990). Efectivamente, esos problemas –
amenaza de guerras nucleares, la devastación de nuestro medio ambiente, el hambre, la
pobreza, la inequidad– se deben en gran medida a que los seres humanos seguimos basando
nuestros conceptos y valores en una visión del mundo obsoleta, basada en estos viejos
paradigmas que se apoyan en las siguientes ideas: una visión del mundo mecanicista y
materialista, un concepto del cuerpo humano como una máquina, el concepto de la vida como
una lucha competitiva por la existencia, la creencia de que el progreso depende del
crecimiento de variables económicas y tecnológicas, y la convicción de que en una sociedad
∗
Gachi Tapia es abogada y mediadora. Fundadora y ex Directora Ejecutiva de la Fundación Cambio
Democrático, actualmente a cargo de la Gestión de Conocimiento en dicha organización. E-mail:
[email protected]
es natural que la mujer esté sometida al hombre (Capra, 2003). Sin embargo, en las últimas
décadas del siglo pasado, se inició una revisión de estos conceptos, a partir de los
descubrimientos que movieron la base de todo el pensamiento científico occidental hasta ese
momento.
El paradigma Newtoniano
A partir de la Teoría de la Gravedad, las ideas de Newton (1686) moldearon una
concepción del universo que consideraba a la materia como base de la existencia y al mundo
material como un conjunto de elementos ensamblados en una máquina. El sistema tan
complejo de los fenómenos naturales se podía estudiar a partir de analizar sus partes o
componentes básicos, y descubrir los mecanismo que los ponían en funcionamiento. Esta
teoría se conoce como reduccionismo científico, y como herramienta intelectual redujo la
naturaleza a procesos lineales que pudieran medirse. Sus conclusiones condujeron al mayor
adelanto científico de la humanidad hasta ese momento, a tal punto que sus supuestos se
aplicaron a todos los campos de la actividad humana y, en consecuencia, todavía hoy, la
gente se mueve esperando resultados predecibles de sus acciones (Breslin, 2004)
El paradigma de la dominación
En cuanto al modelo social y cultural de organización, los viejos supuestos de
pensamiento se basan en lo que se ha denominado el “paradigma de la dominación” (Eisler,
1990). Este modelo alude a un sistema filosófico-político, basado en valores como la
expansión, la dominación de los más fuertes sobre los más débiles, las estructuras jerárquicas
como modelos de gobernabilidad y de dominación de unos sobre otros, y la confrontación y
la competencia como los modelos de interacción. 1
Este modelo ha sido la base de los sistemas políticos, económicos y sociales de
nuestro tiempo y de ello dan cuenta sistemas y teorías: el patriarcado, el capitalismo de
mercado, el comunismo, el imperialismo, el racismo, etc.
Como describo más adelante, a este paradigma se opone el denominado paradigma
de la articulación o de la asociación (partnership)
La caída de los viejos paradigmas y la emergencia de las nuevas ciencias de la
complejidad
A partir de los descubrimientos de Einstein y quienes lo sucedieron en el estudio de
la nueva física, los supuestos científicos newtonianos perdieron su base. La teoría de la
relatividad y la física subatómica (o mecánica cuántica) desestabilizaron todos los conceptos
principales de la teoría newtoniana sobre el mundo. Así, cayeron las nociones de espacio y
tiempo absolutos, las partículas sólidas elementales, la naturaleza estrictamente causal de los
1
Políticos, militares, corporaciones e instituciones se estructuran jerárquicamente. Quienes ocupan estos
lugares llegan a identificar sus posiciones jerárquicas como parte de su imagen y personalidad, con lo cual,
modificar estos valores es una amenaza a su propia identidad.
fenómenos físicos y el ideal de una descripción objetiva de la naturaleza. Con la
introducción, por parte de Heisemberg (1971), del principio de incertidumbre, se sentaron las
bases para el descubrimiento de las teorías del caos y la complejidad.
La teoría del caos desafía la idea de que el cambio es siempre gradual y predecible,
y la noción de complejidad desafía la idea que considera que las cosas se entienden mejor si
se dividen en partes más pequeñas.
Desde entonces, la atención científica comenzó a virar del estudio de partículas cada
vez más pequeñas hacia cuestiones sobre sus relaciones, sus interacciones y la forma en que
funcionan los “sistemas” que constituyen estas partículas. La atención dejó de prestarse a las
“estructuras” para focalizarse en los “procesos”.
La teoría de los sistemas fue un punto crucial en el desarrollo científico. Antes de
los años 40 los términos “sistema” y “pensamiento sistémico” habían sido utilizados por
varios científicos, pero fue Bertalanffy quien, con su concepto de sistema abierto y su Teoría
General de Sistemas, contribuyó a constituir el pensamiento sistémico como un movimiento
científico mayor.
Asimismo, los intentos de desarrollar máquinas auto-conducidas (los ordenadores,
las computadoras), llevaron al despliegue de un campo totalmente nuevo, que, inspirado en
Norbert Weiner, tomó el nombre de “cibernética”, disciplina que se transformó en un
poderoso movimiento intelectual. La cibernética se concentra en el estudio de “patrones de
comunicación”. Sus conclusiones condujeron a los conceptos de retroalimentación,
autorregulación y autoorganización.
Vale la pena considerar algunas de las características que representan al cambio del
pensamiento mecanisista al pensamiento sistémico. En primer lugar las propiedades del
sistema no se reducen a las propiedades de sus componentes, eso configura un primer cambio
de foco, de las “partes” al “todo”, y, por ende, el estudio se concentra no en las “partes”, sino
en las relaciones entre ellas. En última instancia, como fue demostrado por la nueva física, ya
no se puede hablar de “partes elementales”, sino de “patrones de interacción”. En la visión
sistémica vemos que los objetos o agentes constituyen redes de relación inmersas en redes
mayores.
Los estudios del caos se concentran en los denominados sistemas complejos,
sistemas no lineales donde el todo no puede reducirse meramente a la suma de sus
componentes. La teoría del caos puede entenderse como un gran campo de investigación
abierto, que abarca diferentes líneas de pensamiento. El caos está entendido no como
ausencia de orden, sino como cierto tipo de orden de características impredecibles, pero
descriptibles en forma concreta y precisa. Es decir, un tipo de orden de movimiento
impredecible. El fenómeno que encontramos en el corazón de esta teoría es que en los
sistemas no lineales, pequeños cambios en las condiciones iniciales conducen a resultados
impredecibles y de enorme impacto. Éste es el caso del principio que suele llamarse “efecto
mariposa”, propuesto por primera vez por Ed Lorenz: en meteorología, la naturaleza no lineal
de la atmósfera ha llevado a afirmar a muchos científicos que es posible que el aleteo de una
mariposa en determinado lugar y momento, pueda ser la causa de un terrible huracán varios
meses más tarde en la otra punta del globo.
Si bien, durante las tres últimas décadas, se ha producido una nueva orientación
científica hacia estos estudios, lamentablemente, esta toma de conciencia acerca de la
necesidad de cambiar drásticamente nuestro pensamiento no es algo que haya alcanzado aún
una masa crítica de lideres –políticos, sociales, corporativos o académicos- que hoy manejan
el planeta. “En su gran mayoría, los líderes son incapaces de percibir la interconexión de los
distintos problemas, y tienden a seguir utilizando un pensamiento lineal (causa-efecto) para
describir los conflictos y sus correspondientes soluciones” (Capra, 2003)
El abordaje tradicional para analizar y resolver los problemas desde marcos lineales
no da cuenta de los fenómenos que evidencian las nuevas ciencias. Por ende, las soluciones
fracasan, porque suelen ser resultado de los análisis efectuados desde perspectivas
individuales o sectoriales, y no desde el cuadro más abarcativo de la compleja realidad
sistémica que abarcan.
Del paradigma de la dominación al paradigma de la articulación
Además del viejo paradigma de Newton, también la permanente prevalencia del
paradigma de la dominación por sobre el paradigma de la articulación parece contribuir a la
ineficacia en la resolución de los problemas más acuciantes del planeta y de nuestras
comunidades. El paradigma de la articulación pone énfasis en el pensamiento intuitivo,
holístico, no lineal, y en valores como la cooperación, la conservación y la asociación.
A diferencia del modelo dominador, en el modelo articulador, la manera de
estructurar el ejercicio del poder no se basa en las jerarquías. La estructura para el ejercicio
del poder desde esta perspectiva es la estructura de red. El cambio de paradigma incluye, por
lo tanto, el cambio del sistema de jerarquías al sistema de redes en la organización social
(Capra, idem)
Las estructuras sociales están dando cuenta de estos cambios. La creciente
participación ciudadana en la toma de decisiones políticas da cuenta de la crisis de
gobernabilidad de los sistemas representativos puros, y, por otra parte, las constituciones
políticas comienzan a incorporar mecanismos que promueven decisiones basadas en las voces
que provienen de las comunidades, siendo así cada vez más realistas. Sin embargo, aún esos
mecanismos suelen tener la dificultad de generar polarizaciones y confrontación, como dan
cuenta, por ejemplo, los mecanismos de referéndum y plebiscitos, ya que no contemplan la
posibilidad de transformar dinámicas confrontativas en dinámicas de colaboración y
consenso.
Los sistemas humanos como sistemas complejos adaptativos
Los presupuestos epistemológicos mencionados anteriormente como viejos
paradigmas están tan profundamente enraizados en nuestras culturas, educación y
cosmovisión, que ni siquiera nos damos cuenta de ellos. Estos presupuestos hacen difícil
comprender la complejidad. Incluyen la idea de que cada efecto observado tiene una causa,
que todos los fenómenos pueden comprenderse a través del análisis de sus componentes y
que el análisis de los eventos pasados permite predecir eventos futuros. Como ya se ha
mencionado, si bien estos preconceptos fueron extraordinarios para comprender un aspecto
del mundo físico, no han servido para comprender cómo interactúan las comunidades
humanas.
Entre los descubrimientos científicos más impactantes de las nuevas ciencias que
tienen consecuencias en el campo del manejo de conflictos, están los que dan cuenta de
considerar a las comunidades como sistemas vivos abiertos y adaptativos. Estos sistemas
humanos han demostrado ser equiparables a cualquier sistema vivo del planeta y, como tales,
objeto de aplicación de conclusiones derivadas de las teorías del caos y la complejidad.
Un sistema es aquel conjunto de partes puestas juntas para constituir un todo.
Parece claro el concepto cuando pensamos en máquinas, pero también existen los sistemas
vivos; el cuerpo humano, las galaxias y las ciudades. De esta manera, casi todo constituye un
sistema, pero no todos los sistemas tienen las mismas características, y por ello se dividen y
clasifican, en función de sus distintas propiedades, en cerrados y abiertos, vivos y no vivos,
complejos y no complejos, determinados y adaptativos, lineales y no lineales, etc.
Los sistemas vivos (organismos, sistemas sociales y ecosistemas) son sistemas
complejos que no pueden ser comprendidos desde el análisis reduccionista newtoniano, las
propiedades de las partes sólo pueden entenderse desde una comprensión del todo mayor, y
su comportamiento no es lineal. Sus componentes no pueden actuar de forma independiente,
y las acciones de uno afectan al resto mediante una “red de conexiones”.
Es importante diferenciar entre los sistemas “complejos” y los sistemas
“complicados”. Un sistema complejo es un sistema compuesto por varias partes
interconectadas o entrelazadas, cuyos vínculos entre ellas contienen información adicional y
oculta al observador. El sistema complicado, en contraposición, también esta formado por
varias partes, pero las conexiones entre éstas no añaden información adicional. Nos basta con
saber cómo funciona cada una de ellas para entender al sistema. En un sistema complejo, en
cambio, existen variables ocultas cuyo desconocimiento nos impide analizar el sistema con
precisión. Así pues, un sistema complejo, posee más información que la que proporciona
cada parte independientemente. Para describir un sistema complejo hace falta no sólo conocer
el funcionamiento de las partes, sino conocer cómo se relacionan entre sí.
Wendell Jones (2003) ilustra la diferencia entre los sistemas “complicados” y los
“complejos”: “En los sistemas que no son complejos, como las máquinas, los elementos y las
relaciones entre ellos son igualmente importantes y pueden ser comprendidos desde
perspectivas reduccionistas en el sentido del principio de causalidad”. Por ejemplo, en un
Boeing 747, todos los componentes del avión y las conexiones entre ellos son críticos para
operar la máquina de modo correcto. Además, reglas simples producen respuestas
predecibles. La palanca del avión lo sube o lo baja según la dirección en que se opere. La
respuesta de cada componente y de todo el sistema del avión está completamente
determinada. Por más que el avión parezca un sistema complicado de operar, técnicamente
no se considera un sistema complejo. “En cambio, en los sistemas complejos, las conexiones
son críticas, pero no lo son las partes o los agentes individuales”. Por ejemplo, en una
bandada de pájaros, las conexiones entre ellos son clave, pero si un pájaro se lesiona y se cae
no afecta al resto de la bandada. Ellos se rigen por algunas reglas simples (como no chocarse
o volar a una distancia promedio entre ellos) que resultan en complejos sistemas de
respuestas que no son predecibles. Cada uno de los agentes tiene la libertad de elegir una
respuesta, pero siempre enmarcada por las reglas básicas con las cuales se mueven. De modo
que su comportamiento individual no está determinado de modo exacto, como lo están en
sistemas determinados lineales.
Pero estos sistemas vivos no son solamente complejos sino, además, adaptativos.
Tienen la capacidad de cambiar: procesan la información, aprenden, se adaptan, autorregulan
y organizan 2 .
2
La idea de la autorregulación de los sistemas abiertos de Bertalanffy fue redefinida en los años 70 por Ilya
Prigogine, en términos de autorregulación de estructuras disipativas.
La autoorganización emerge con un poderoso concepto que se desarrollo 30 años
después de las discusiones de los primeros cibernéticos. Para comprender la importancia de la
autoorganización, hay que comprender la importancia de la noción de “patrón”. Desde el
punto de vista sistémico, la comprensión de la vida comienza con la comprensión del patrón.
Para entender un sistema, no es lo mismo preguntarse “de que está hecho” que preguntarse
cual es su “patrón”. Un “patrón” es una configuración de relaciones que caracteriza un
determinado sistema.
En su última obra, La trama de la Vida, Fritjof Capra (1998) expresa: “Entiendo que
la llave de una teoría completa de los sistemas vivos radica en la síntesis de estos
planteamientos tan dispares, el estudio de la “sustancia” o “estructura” y el estudio de la
“forma” o el “patrón”...lo que se destruye cuando un sistema es disecado es su patrón, sus
componentes siguen allí, pero la configuración de las relaciones entre ellos, “el patrón”, ha
sido destruida, y en consecuencia, el organismo muere.... Si bien es cierto que todos los
organismos vivos están hechos en última instancia de átomos y moléculas, son algo más que
eso, existe algo más en la vida, algo inmaterial e irreducible, el “patrón de organización”.
Efectos de las nuevas ciencias en la práctica del abordaje de conflictos sociales
Desde el punto de vista de la gobernabilidad democrática, con los lentes de las
nuevas ciencias, las políticas públicas son intervenciones en sistemas humanos, no lineales y
complejos. La visión de los nuevos paradigmas y su impacto en las ciencias sociales avanza
muy lentamente. Sin embargo, nuestra práctica está profundamente anclada en ellos. Las
metodologías del campo de la resolución de conflictos –al promover la toma de decisión por
parte de quienes serán impactados por ella, y transformar las dinámicas confrontativas y
dominantes en interacciones de articulación y colaboración– están a la vanguardia de la caída
de los paradigmas de la dominación.
Sin embargo, lo que sucede con herramientas como la mediación interpersonal aún
esta lejos de ser promovido a escala social. La nueva visión no es la visión general de quienes
articulan las políticas con ambiciosos proyectos que se imponen desde “arriba”, y su
transformación, como toda transformación social, será lenta. Para quienes ejercen el poder
resulta más difícil comprender el significado de los nuevos descubrimientos que se focalizan
en las “relaciones” y en los “procesos” antes que en las estructuras.
Es interesante destacar que en el ámbito de las políticas de desarrollo existen
experiencias pioneras que ponen en práctica la nueva visión acerca del desarrollo, consistente
en enfatizar la capacidad de la gente para articularse y gestionar colaborativamente los
recursos, más que poner le foco en proveer asistencia económico-financiera solamente. Esta
concepción incluye la visión de las nuevas ciencias 3 . Por ejemplo, las agencias de desarrollo
que promueven esta visión han tomado conciencia de que la asistencia financiera promueve
cambio, y como cualquier cambio, también genera dinámica de caos y conflictividad. Por
ende, están incorporando la cultura de instalar capacidades en sus donatarios para la
prevención y resolución de conflictos y el fortalecimiento de redes (interconexiones) y
asociaciones colaborativas. “Si dejáramos de pensar en el desarrollo como un proceso lineal,
uno de los primeros elementos en desaparecer sería la ilusión de control inherente a proyectos
3
Éste es el caso de la Fundación Interamericana y su concepto de desarrollo de base. Fundación Cambio
Democrático está trabajando para implementar un proyecto para instalar capacidad en sus donatarios para el
manejo constructivo de sus conflictos.
diseñados desde arriba... El control es poder, y las metáforas emanadas de los estudios del
caos y la complejidad indican que el poder debe cederse y dispersarse hacia abajo para dar
paso al comportamiento adaptativo y al surgimiento de nuevos patrones” (Breslin, 2004).
¿Qué significa mirar los conflictos a través de los lentes de los sistemas
adaptativos? La conclusión más importante parece ser la de comprender que nuestro estudio
solo puede proveernos “posibilidades” que puedan llevar a las soluciones. El principio de
incertidumbre se aplica aquí en toda su dimensión. Por lo tanto, nuestro trabajo no podrá
producir formulas o recetas o un kit determinado y exacto para resolver las cuestiones.
Por otro lado, está claro que ya no se puede sostener la creencia de que los terceros
somos realmente “neutrales”. Como cualquier observador (los científicos mirando sus
experimentos) nuestra mirada afecta al sistema y está condicionada por nuestra propia “caja”
o “cosmovisión”. No hay una sola realidad objetiva que describa al sistema en conflicto y
nosotros lo significamos basados en nuestros sistemas cognitivos. Por lo tanto, como
cualquier otro actor que entra en el sistema desde cualquier rol, nos convertimos en parte del
sistema.
Esto no necesariamente significa que nuestras intervenciones son infructuosas o
inútiles, pero sí implica –como marca Wendell Jones (2003)– que no podemos manejar un
sistema en conflicto como si fuera un Boeing 747.
Lo que debemos comenzar a investigar como nuevo campo de acción es el atributo
de los sistemas complejos, que tiene que ver con la propiedad no lineal de
“autoorganización”. Esto significa, como se describe en el famoso “efecto mariposa” de
Edgard Lorenz, que un pequeño input puede producir grandes resultados de cambio. Esto
puede ser tan alentador como desalentador, pero en la visión optimista, sugiere que pequeños
inputs pueden producir efectos impredecibles de enorme escala.
Nuestro desafío es operar en estos sistemas con pequeños inputs, pero atentos a la
propiedad adaptativa. Si un resultado probable no es aparente de inmediato, puede ser que
suceda más tarde. Muchas veces, estos cambios iniciales no producen una reorganización
significativa del sistema, pero pueden haber cambios que resulten en reorganizaciones dentro
del sistema que, aparentemente insignificantes, resulten beneficiosas. Uno puede diseñar
pequeños cambios como, por ejemplo, traer nueva información, cambiar un equipo de
expertos, hacer una declaración en los medios, etc., pero no será posible asegurar cuál de los
cambios genere el efecto.
En definitiva, promover soluciones no será consecuencia de los mejores “análisis”
reduccionistas del sistema, conducidos con la esperanza de diseñar y desarrollar una
intervención definitiva. Sin embargo, si nos comprometemos a explorar mucho más
profundamente la naturaleza de los sistemas adaptativos complejos y las posibilidades
sorprendentes que residen en la autoorganización para promover el cambio constructivo, no
deberíamos desalentarnos tanto.
La naturaleza más profunda que subyace en forma de valores a los “proceso
colaborativos” (mediación, diálogo, construcción de consenso) parece ser claramente la
consecuencia natural de la evolución que promueven los cambios de paradigmas.
Existe una conexión interesante entre la forma en que los mediadores hablamos de
los procesos colaborativos para la gestión de los conflictos complejos y la manera en que los
científicos hablan de la evolución de sistemas complejos: “En lugar de diseñarse desde arriba
–tal como lo haría un ingeniero humano– los sistemas vivientes parecen surgir siempre desde
abajo, de una población de sistemas mucho más simples” (Waldop, 1992)
Los procesos participativos colaborativos para el abordaje de conflictos entienden
que las comunidades humanas tienen esa característica: la misma capacidad de
autoorganización que los científicos ven en todos los sistemas adaptativos complejos. Por lo
tanto, consideran que cuando los ciudadanos son provistos de la información y de
habilidades específicas que fomenten, por un lado, el fortalecimiento de sus interacciones de
modo no confrontativo, y por el otro lado, la complejidad sistémica de los problemas que
abordan, éstos son capaces de vislumbrar soluciones novedosas e impredecibles de antemano.
El “éxito” de estos procesos no reside sólo en resultados cuantitativos, sino también
en resultados intangibles, tales como las mayores capacidades humanas para comprender que
todos los miembros de una comunidad están interconectados en una vasta red de relaciones,
donde el comportamiento de cada uno de sus miembros depende y afecta el comportamiento
de otros 4 . Una comunidad humana sostenible es conciente de las múltiples relaciones entre
sus miembros, y nutrir estas relaciones equivale a nutrir a la comunidad.
Referencias bibliográficas
Khun, T’uri. The structure of scientific revolutions. Chicago, University of Chicago Press, 1962.
Capra, Fritjof. La Trama de la Vida. España, Anagrama, 1998.
Capra, Fritjof. El Tao de la Física. España, Editorial Sirio, 1995.
Breslin, Patrick. “Al margen de Newton: Metáforas para el desarrollo de base”. Desarrollo de Base, Revista de
Fundación Interamericana, Vol. 25, Pág. 1, EEUU, Fundación Interamericana, 2004.
Eisler, Rianne. El Cáliz y la Espada. Chile, Editorial Cuatro Vientos, 1990.
Heisenberg, Werner. Physics and Beyond. New York, Harper, 1971.
Jones, Wenderll. Complex Adaptative Systems. Octubre de 2003, en www.beyonditractability.
Prigogine, I. y P. Glansdorff. Thermodynamic Theory of Structure, Stability and Fluctuation. NY, Wiley,
1971.
Mitchell, M. Waldrop. Complexity, the Emerging Science at the Edge of Order and Chaos. Nueva York,
Simon & Schuster, 1992.
4
Un caso real sobre el impacto de estos procesos, que hemos conducido desde Fundación Cambio
Democrático, puede ser consultado en nuestra página web: www.cambiodemocratico.org-Mesa de Diálogo
Colaborativo por las 2000 has., de Puerto Iguazú.
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