Capítulo 2 Contexto histórico En este capítulo trataremos de enmarcar la construcción del Matagorda. Para ello, analizaremos tanto los motivos que llevaron a la creación del astillero, del que toma nombre el navío , como su evolución a lo largo de los años. Evolución que está estrechamente ligada con el devenir de la política y economía mundial. Veremos cómo la factoría se abrió hueco en el mercado de la construcción naval, dominado por los ingleses, a pesar de dicultades como la lejanía de los núcleos siderúrgicos del país o la falta de pedidos en ciertos periodos. Posteriormente, explicaremos tanto el n primero para el que se creó el navío, como las tareas que nalmente desarrolló y por las que es recordado este emblemático remolcador: casi 50 años al servicio de los trabajadores del astillero. Finalmente, lo acompañaremos en su largo viaje que nalizó en el museo El Dique, a escasos metros de la grada que lo vio nacer. 14 CAPÍTULO 2. 2.1. El Astillero 2.1.1. 15 CONTEXTO HISTÓRICO de Matagorda Antonio López y compañía Matagorda se debe a la necesidad la empresa de navegación Antonio López y Compañía de hacer reparaciones sus barcos. Dicha empresa recibe el nombre de su fundador Antonio López, Podemos decir que el origen de la factoría de de en primer Marqués de Comillas, al cual le dedicaremos unas líneas con el n de entender los motivos que llevaron a la creación del astillero. Antonio Víctor López y López nace en Comillas, Santander, el 14 de abril del 1817 y muere en Barcelona el 16 de enero de 1883. Siendo joven emigra a América en busca de nuevas oportunidades y comienza trabajando en una tienda de ropa en la Habana. Gracias a los benecios conseguidos con este negocio, en 1850 comienza su actividad como armador, tras haber conseguido una licencia de diez años para establecer una línea de comunicación entre Guantánamo y Santiago de Cuba. El barco que cubría este recorrido era el vapor General Armero, que se trataba de un vapor con el casco de madera propulsado por hélice, siendo el primer buque de la marina mercante española en utilizar esta fuerza motriz. En 1856 volvió a España y estableció la línea de vapores Alicante-Marsella. Un año más tarde, en 1857 fundó la naviera Antonio López y Compañía, con sede en Alicante y sucursales en Barcelona, Cádiz y Marsella, que operó con este nombre hasta 1881. Durante la Guerra de África (1859-1860) la empresa se ofreció a transportar tropas, munición y víveres a Marruecos, entablando una relación con el Estado de la que Antonio López y López se vio beneciado, ya sea por el propio transporte o por la nanciación de los gastos militares. Fue en 1861 cuando obtuvo, en subasta pública, el contrato para transportar la correspondencia pública entre la Península y las islas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo. Este acuerdo acarró una serie de dicultades a las que tuvieron que enfrentarse durante este periodo, como sanciones gubernamentales por CAPÍTULO 2. CONTEXTO HISTÓRICO 16 incumplimiento de plazos en la entrega del correo o la fuerte inversión para aumentar la ota de dos a ocho vapores, los mínimos por contrato. A cambio, la compañía obtuvo algunos privilegios: queda exenta de pagar derechos de abanderamiento y matrícula, consiguió un permiso especial para usar los buques de la Armada, se le cede, en 1868, un terreno en la playa de San Juan de Dios de Puerto Rico para almacenar carbón y en 1872 el ministro de la Guerra les cedió 18 hectáreas de terreno en la bahía de Cádiz para edicar lo que después fue el dique de Matagorda. El aumento de la ota conllevó un aumento de la frecuencia de las revisiones rutinarias, así como del número de reparaciones. Cádiz siempre fue considerada por Antonio López como un lugar estratégicamente clave para su compañía, de ahí que, en 1863, situara en Cádiz una pequeña factoría de reparaciones donde arreglar sus barcos. Estaba cerca de la estación de Trocadero, en unos terrenos arrendados por la Compañía de Ferrocarriles Andaluces, lo que otorgaba una buena comunicación ferroviaria con Sevilla. Pero estas instalaciones no eran adecuadas para carenar o para reparaciones de cierta envergadura, teniendo que acudir al dique del Arsenal de La Carraca de San Fernando o un dique otante particular de La Habana. Al utilizar estos diques existían los siguientes problemas: de disponibilidad de la Carraca, pues se trataba de una propiedad del Estado y los buques de la Armada tenían preferencia, y el alto de precio del dique de La Habana. De esta necesidad surgió la decisión de construir su propio dique. En primer lugar pensó en construir un carenero de vapor, pero lo descartó debido a las dicultades técnicas que supondrían albergar barcos de las dimensiones de los de la compañía. La siguiente opción consistía en un dique otante, también desechada por los fuertes vientos y oleaje de la zona. Finalmente, la creación de un dique seco fue la solución buscada. Bajo la dirección de los ingenieros británicos Bell y Miller y el español Eduardo Pelayo comenzó en 1872 la construcción del dique entre el Castillo de Matagorda y el Caño de María, en los terrenos cedidos por el ministro de la Guerra. El dique era una obra de sillería y mampostería hidráulica, fundada sobre pilotes de más de 7 metros bajo el nivel de la bajamar. CAPÍTULO 2. 17 CONTEXTO HISTÓRICO El dique se inauguró el 3 de Julio de 1878, recibiendo para su reparación al vapor Guipúzcoa, aunque no se nalizarían completamente las obras hasta diciembre de ese mismo año. Antonio López tuvo que realizar una inversión que ascendía hasta un total de 6.101.306,20 pesetas divididos en: el dique (5.184.328,10 pesetas), la casa de bombas (260.789,30 pesetas) y la dársena (656.188,80 pesetas). Además del dique eran necesarios varios edicios para su óptima explotación. Sin embargo, la administración de Marina imponía una serie de restricciones: las edicaciones debían ser de un piso, de madera o hierro, la mampostería sólo podría usarse en el zócalo que tenía que ser de 0,5 metros de altura. Estas medidas las Matagorda que debía conectarse con otro que estaba planicado levantar en el Caño María tomaba el gobierno porque proyectaba la reconstrucción del fuerte de y los edicios de mampostería dicultaban la comunicación. Finalmente en julio de 1878 se autorizó la construcción de los edicios necesarios, a condición de que fuera la Comandancia de Ingenieros quien jara la situación de los edicios y la cesión de 5.000 metros cuadrados para la construcción del nuevo fuerte. La factoría quedó lista para su explotación en 1881, con una supercie de 74.225 metros cuadrados. En estos primeros años tuvieron que hacer frente a los problemas típicos de la irrupción en un mercado ya colmado: falta de pedidos por la delidad de los clientes, la competencia de astilleros cercanos como los de Lisboa o Gibraltar y la falta de experiencia de los obreros, que se palió contratando a la maestranza descontenta de La Carraca o los Talleres Haynes y manteniendo al personal extranjero cualicado. En 1881, fundó en Barcelona empresa A. López y Cía. la Compañía Trasatlántica a partir de la antigua culminando así el trabajo de toda una vida, pues tan sólo dos años después, el 16 de enero de 1883, falleció en Barcelona Antonio López, a los 65 años de edad. Dejó un amplio legado que comprendía desde bienes inmobiliarios, hasta de banca, siempre con un denominador común: la navegación. CAPÍTULO 2. 2.1.2. 18 CONTEXTO HISTÓRICO La Compañía Trasatlántica Prácticamente desde de su creación en 1881, en manos de Claudio López Bru, La Compañía Transatlántica quedó segundo Marqués de Comillas, tras heredarla de su padre Antonio López. La persona de Claudio López difería mucho de la de su progenitor, quien fue un indiano que volvió a casa triunfador. Claudio fue un hombre religioso y de férrea moral, lo que ayudó a que adoptara una actitud paternalista hacia sus trabajadores. Este tipo de gestión, el paternalismo empresarial, consiste en el aumento del bienestar del trabajador a la vez que se aumenta el control sobre la vida laboral y social de estos. Se mejoran las condiciones de vivienda, alimentación, salubridad y educación, apoyándose sobre la iglesia católica para justicarse, con el n de incrementar el rendimiento y la disciplina del mismo modo que evitar la insatisfacción, propagadora de ideas socialistas y anarquistas. A consecuencia de estas convicciones construyó en Matagorda la escuela, la barriada obrera,el asilo para huérfanos y la capilla; así mismo , asistió a los enfermos y jubilados del Dique. Figura 2.1.1: Dique de Matagorda. Los primeros años de La Compañía Trasatlántica fueron una continuación de lo que venía haciéndose anteriormente: reparaciones navales. Fue tras la renovación CAPÍTULO 2. 19 CONTEXTO HISTÓRICO del Contrato de Comunicaciones Marítimas con el Estado en 1887, cuando se decidió transformar la factoría en astillero y poder así construir sus propios navíos. La ampliación se llevó a cabo bajo la supervisión del ingeniero inglés Mr. Walker, quien tuvo que acometer el acondicionamiento de las instalaciones: ampliación de los talleres, construcción de la grada y compra de nueva maquinaria. El vapor Joaquín Piélago sería el encargado de inaugurar el nuevo astillero y con la puesta de quilla en 1889 se convirtió en la construcción nº 1 del astillero. Se pretendía que los barcos que salieran del astillero fueran nacionales no sólo por la construcción sino también por los materiales utilizados. Sin embargo, esta ambiciosa iniciativa se topó con las carencias del suministro eléctrico, la falta de maquinaria y con la problemática derivada de la lejanía de Cádiz con los núcleos siderúrgicos del país, lo que condujo a la necesidad de acudir al mercado anglosajón. Como resultado, la construcción nº1 resultó ser cara y lenta de fabricar, pero a la vez con unos interiores de una bellísima factura, totalmente gaditanos. Figura 2.1.2: Joaquín Piélago, construcción nº 1 del Astillero La última década del siglo XIX estuvo marcada por los conictos militares, los cuales inuyeron también a La Trasatlántica. En 1896 transportó un total de CAPÍTULO 2. 20 CONTEXTO HISTÓRICO 123.363 militares a Cuba. Aunque fue durante el enfrentamiento con Estados Unidos en 1898 cuando se vio obligada a ceder sus barcos al gobierno para prestar servicios de guerra. Los más rápidos se artillaron y el resto se usaron como carboneros o cargueros . Como consecuencia del conicto, cinco naves fueron hundidas o capturadas por el enemigo, de las cuales sólo se pudo recuperar una. Después de estos daños era fundamental recuperarse cuanto antes, por lo que Claudio López acudió de París y consiguió a las conversaciones que acabaron signicando el Tratado para la compañía la repatriación de las tropas que aún quedaban en Filipinas, 486.586 personas. En cuanto a la actividad en el astillero, hay que decir que nunca fue constante debido a la carencia de pedidos, pero no se llegó a cerrar pues no quería perderse la maestranza que tanto trabajo había costado conseguir. Un total de 40 embarcaciones fueron construidas durante el periodo en el que La Trasatlántica dirigió el astillero, de ellas solamente 14 superaban las 100 toneladas y nada más que 4 las que pesaban más de 1.000. La propia compañía era el mayor cliente del astillero, que nunca llegó a funcionar a pleno rendimiento, y se construían vapores sin ser encargados para mantener la maestranza e incluso se fabricó material ferroviario. Finalmente, en agosto 1914 el astillero acababa vendiéndose a la Sociedad Espa- ñola de Construcción Naval. La Compañía Trasatlántica había creado un astillero a su medida pero que no tenía en cuenta las necesidades del mercado, en el que se vio superado por los astilleros ingleses y por otros más cercanos. La calidad técnica de la maestranza era lo único con lo que podía competir y por eso se realizaron tantos esfuerzos por mantenerla. 2.1.3. La Sociedad Española de Construcción Naval La Sociedad Española de Construcción Naval nació el 18 de agosto de 1908 con el objetivo de lograr el contrato de la construcción de la nueva escuadra española. Tras la terrible pérdida diez años antes en Cuba, la Armada necesitaba reorganizarse y por eso se aprobó la Ley de Organizaciones Marítimas y Armamentos CAPÍTULO 2. Navales. 21 CONTEXTO HISTÓRICO Esta ley planicaba la creación de: 3 nuevos acorazados de 15.000 To- neladas, 3 destructores de 350, 24 torpederos de 180 y 4 cañoneros de 800; que debían construirse en España. Además en ella se incluía la ampliación, mejora y modernización de los astilleros de El Ferrol y Cartagena. La sociedad estaba conformada por un 60 % de capital nacional, aportando dio López Clau- una parte importante de dichos fondos, y por un 40 % de rmas ingle- sas. La alianza estaba supeditada a la consecución del contrato, el cual se obtuvo el 14 de abril de 1909. De esta manera, La Naval se convirtió en la empresa encargada de las construcciones militares del país. Comienzan con la puesta a punto de los talleres de artillería de La Carraca en 1912, los cuales pasaron a ad- ministrar tres años después, cuando les fueron cedidas dichas instalaciones para el suministro de artillería y proyectiles a la Marina. Figura 2.1.3: Factoría de Matagorda. Ante la recepción de pedidos de barcos civiles, La Naval estudió la posibilidad de asociarse con algún astillero no militar. De entre todos los posibles se encontraba el de Matagorda, que corría a cargo de la Compañía Trasatlántica y con la que se esperaba llegar a algún tipo de acuerdo para la renovación y reparación de su CAPÍTULO 2. 22 CONTEXTO HISTÓRICO ota. Finalmente, es en 1914 cuando se produjo la rma del contrato en el que se detallaba lo siguiente: La Trasatlántica Matagorda a cambio La Naval la construcción de cedía la factoría de de 6.500.000 pesetas, se comprometía a encargar a sus nuevos barcos y las reparaciones que necesitara su ota y se reservaba un pequeño espacio del astillero para el servicio de aprovisionamiento de sus barcos. El 27 de marzo de 1914 se efectuó el traspaso total de la factoría. dos, pues el contrato de la Matagorda sí preveía una gran cartera de pediSECN con la Armada y la necesaria ampliación de La Trasatlántica tras un nuevo contrato de comunicaciones marítimas Para este periodo, el astillero de la ota de con el estado, invitaban a ello. A la vista de tan buen escenario, se proyectaron numerosas reformas en el astillero con el n de conseguir un astillero competitivo,tanto en precios como en plazos: se modernizaron y ampliaron talleres, se renovaron herramientas, se expandieron las ocinas de delineación, se sustituyó el carbón por la electricidad como fuente de energía para todas la maquinaria, se instalaron grúas eléctricas y se construyó una nueva grada paralela a la ya existente. Sin embargo, estas remodelaciones no tuvieron lugar instantáneamente tras el cambio de manos. Poco después de sellarse el acuerdo, en apenas 4 meses, estallaba la Primera Guerra Mundial. Lo que a priori se podría considerar como una circunstancia positiva, debido a la neutralidad española, a la postre resultaría ser un gran escollo. Los países beligerantes consiguieron mantener su estructura de construcción naval y, por tanto, no conllevó un aumento de los pedidos a los astilleros españoles. Al contrario, la guerra sí produjo un fuerte aumento en el consumo de metales para la construcción de material bélico y de carbón, lo que implicó una importante subida de los precios de estas materias. 1 A esto había que sumar el problema de la importación de piezas británicas, como ejes o hélices de cobre, sobre las que se imponía el siguiente orden de preferencia: la Marina británica, los países aliados, los países neutrales y particulares. Como resultado de todos estos factores, no sólo se tenía que los barcos eran más caros sino también se 1 En 1916 el carbón valía un 100 % más que antes de la guerra, el acero un 50 % y el cinc un 150 %. Más sensibles fueron el año siguiente, en el que el carbón en Cádiz pasó de costar 50 pesetas por tonelada a 300. CAPÍTULO 2. 23 CONTEXTO HISTÓRICO demoraba su entrega. 2 Los años posteriores al conicto no fueron mucho mejores. El principal cliente del astillero, La Trasatlántica, no atravesaba buenos momentos. Durante la guerra el precio de los etes aumentaron, lo que aprovecharon la mayoría de las navieras españolas. No así La Trasatlántica que se había hecho con las comunicaciones ma- rítimas subvencionadas y estaba sujeta a las tarifas impuestas por el Estado. Lo que en principio se anunciaba como un gran contrato que elevaría a la compañía, se había convertido en un gran lastre. Además, después de la guerra sobrevino una crisis naviera generalizada, provocada por: el descenso del precio de los etes, sumado al sostenimiento de los demás factores (personal, combustible...) y a una retracción del comercio internacional debido a políticas proteccionistas de postguerra. Como resultado hubo un periodo de vacío en 1921 que se botara el Arnus Matagorda, desde abril de a diciembre de 1925 cuando tuvo lugar la puesta de quilla de una barcaza aljibe. Sólo la producción de material ferroviario mantuvo la maestranza. En 1925 los evidentes signos de mejora de la marina mercante, sumados a la revisión de las obligaciones de la Trasatlántica con el Estado, hicieron que la actividad volviera a la factoría de Matagorda. Se retoma la construcción del Magallanes, que había quedado suspendida en 1921. Sin embargo, después de ésta no hubo ninguna construcción de envergadura hasta el Capitán Miranda, entregado en 1930 y actual buque escuela de Uruguay, aunque sí varias de menor calibre. Campomanes Campeche fueron dos petroleros gemelos de 8.000 toneladas en3 cargados por CAMPSA, que se había hecho con el monopolio de la importación y y distribución del petróleo en España. El último de ellos fue botado a nales de 1933 y seguidamente se comenzó el Potosí, un cañonero encargado por México. Sólo dos construcciones más fueron realizadas antes de que estallara la Guerra 2 El Santa Isabel pasó del presupuesto inicial de 2.635.000 pesetas a 3.787.645 y un año más de los 16 meses que se preveían necesarios para su construcción 3 CAMPSA fue uno de los principales clientes de los astilleros nacionales en este periodo, cumpliendo así un doble objetivo: la nacionalización de la gestión del petróleo y un impulso de la construcción naval. CAPÍTULO 2. 24 CONTEXTO HISTÓRICO Civil Española, el Aline II y el Toño. Tras el golpe de estado la factoría quedó en manos de los sublevados y pasó a realizar las tareas en su benecio. Este punto marca el nal de nuestro recorrido histórico por el astillero de Matagorda. 2.2. El Luisa A y B Mac y el Mary Mac fueron los nombres que se les dio inicialmente a las construcciones 50 Matagorda con el objetivo de servir de transporte a sus después, Daniel MacPherson propuso a la Naval la formación y 51 del astillero de operarios. Poco de una sociedad dedicada al transporte y remolque en la Bahía de Cádiz. La duplicidad de objetivos de estos barcos se resolvió vendiendo las dos unidades a la Sociedad recién creada. Reciben entonces el nombre de Luisa Mac y Mary Mac, en honor a las hijas de fundador de la empresa de transportes. El 2 de abril de 1919 tuvo lugar la puesta de quilla del Mary Mac, que se botó en la nochebuena de ese mismo año. Tras ser armado, se entregó casi dos años después del comienzo de la construcción, el 30 de diciembre de 1920, costando 387.860,24 pesetas en vez de las 184.056 inicialmente presupuestadas. Tras la disolución de las sociedad, volvió a manos del astillero y se le bautizó de nuevo con el nombre de la península donde se encontraba la factoría, Aunque fue concebido como un remolcador, el Matagord a Matagorda. se encargó del trans- porte de los trabajadores. Realizaba el trayecto que separa el puerto de Cádiz y la península de Trocadero, al otro lado de la bahía. Este trayecto lo cubrió regularmente desde entonces hasta que se construyó el puente Carranza, que hi- zo que el remolcador no fuera necesario. Ni siquiera el fuerte viento de Levante que con frecuencia sopla en las costas gaditanas lo detenía, pues coincidía en dirección con el trayecto y por lo tanto no generaba olas laterales, sólo un factor meteorológico poco común en la bahía hacía que no soltara amarras: la niebla. Cuando en 1969 se abrió al tráco el puente Carranza, la embarcación fue vendida y trasladada primero a Málaga y luego a Canarias. Allí actuó como práctico, trasportando chatarra y barcos tan viejos como él. Poco a poco cayó en el olvido CAPÍTULO 2. 25 CONTEXTO HISTÓRICO en el puerto de Las Palmas, donde se usaba como vestuario de los buzos y más tarde como gallinero. Ante esta situación, saltó la alarma entre varios sectores gaditanos: había que rescatar a El Vapor del Dique. Gracias a la Diputación de Cádiz fue remolcado de vuelta a casa. Dada la mala situación en la que se encontraba, el vapor no pudo ser restaurado para que realizara de nuevo el mismo trayecto que antaño, aunque esta vez para transportar a los visitantes del museo naval El Dique. Por eso, fue donado al museo. Hoy se encuentra varado en el recinto histórico del astillero de Puerto Real, entre el dique y la grada que le vio nacer, descansando tras una larga vida. Actualmente, espera a que un proyecto de rehabilitación tome forma, en el que se tiene pensado que unos jóvenes aprendices lo restauren. Ayudaría a formar así a estudiantes de una escuela taller, que podrían acabar trabajando en la misma factoría, para después albergar una de las salas del museo. Figura 2.2.1: El Matagorda en la actualidad