atención primaria - Sociedad Española de Calidad Asistencial

Anuncio
Nº 18
SEGURIDAD DEL PACIENTE
en
ATENCIÓN PRIMARIA
OCTUBRE 2010
Este pdf se ha elaborado a partir de los materiales de la versión electrónica de la RCEAP de octubre de 2010,
que ha sido coordinado por Pilar Astier Peña.
TODO EL MATERIAL QUE SE PRESENTA ES PROPIEDAD DE LA RCEAP.
1
1
pág 4
2
pág 7
3
pág 22
¿Porqué un monográfico sobre seguridad del paciente en Atención
Primaria?
Grupo de Seguridad del Paciente de la Sociedad Española de Medicina
Familiar y Comunitaria
La seguridad del paciente: cultura de seguridad en Atención
Primaria
María Luisa Torijano Casalengua, Guadalupe Olivera Cañadas, José Saura
Llamas, José Ángel Maderuelo Fernández, Sergio Minué Lorenzo, María Pilar
Marco Calvo
Seguridad del paciente en atención primaria de salud: magnitud del
problema
Carlos Aibar Remón, Jesús M. Aranaz Andrés, Julian Vitaller Burillo, Yolanda
Agra Varela, Teresa Giménez Júlvez, Pilar Marco Calvo
pág 29
Cómo empezar a trabajar. Cómo se trabaja en seguridad del
paciente en un equipo de atención primaria. Implementando la
respuesta. Implicando a todos los profesionales del equipo. La
misión y el contexto.
José Ángel Maderuelo Fernández, Maria Pilar Astier Peña, Guadalupe Olivera
Cañadas, María Luisa Torijano Casalengua, Pilar Moreno González
5
¿Dónde están los pacientes y las prácticas de riesgo?
Guadalupe Olivera Cañadas, Juan José Jurado Balbuena, Mariam López
Orive
4
pág 41
6
pág 54
7
pág 65
8
pág 78
Razonamiento clínico y seguridad del paciente: razonar con método
previene errores clínicos
Maria Pilar Astier Peña, Fernando Martín Moreno, Francisco Javier Sangrós
González, José Manuel Millaruelo Trillo, María Teresa Delgado Marroquín,
Sergio Minué Lozano
Análisis proactivo del riesgo: el análisis modal de fallos y efectos
(AMFE)
Maria Pilar Astier Peña, Jose Ángel Maderuelo Fernández, María Teresa
Jiménez Julvez, María Dolores Martín Rodríguez, Jesús Palacio Lapuente,
Guadalupe Oliveras Cañada
¿Cómo podemos aprender de los errores para evitarlos? Análisis
reactivo en seguridad del paciente
Guadalupe Olivera Cañada, José Saura Llamas, Jose Ángel Maderuelo
Fernández, María Luisa Torijano Casalengua, Maria Pilar Astier Peña, Jesús
Palacio Lapuente
2
9
pág 89
10
pág 100
11
La seguridad del medicamento en Atención Primaria
María Concepción Celaya Lecea, Pastora Pérez Pérez, María Belén Pina
Gadea, María Pilar Astier Peña, Carmen Labarta Mancho, María Pilar Marco
Calvo
Buenas prácticas organizativas en Atención Primaria: una
organización facilitadora de la seguridad clínica
María Pilar Astier Peña, Asunción Cañada Dorado, Juan Ramón García Mata,
Jesús Martín Martínez, I. García Ferradal, Carmen García Cubero, Tamara
Alonso Safont
Buenas prácticas de cuidados: creando procesos seguros
Juan José Jurado Balbuena, María Pilar Marco Calvo, Lucía Serrano Molina
pág 110
12
pág 123
13
pág 138
Higiene de manos en Atención Primaria. Recomendaciones de
SEMFYC para la higiene de manos en atención primaria: una
propuesta práctica
María Dolores Martín Rodríguez, Jesús Palacio Lapuente, Carlos Aibar
Remón, Rosa Mareca, Grupo de Seguridad del Paciente de SEMFYC
Los pacientes por la seguridad del paciente: participación del
paciente en el proceso de cuidados y en la prevención de eventos
adversos. Empowerment del paciente, formación y herramientas
para pacientes, el paciente protagonista de la seguridad clínica
María Dolores Martín Rodríguez, Fernando Palacio Lapuente
3
Grupo de Seguridad del Paciente de la Sociedad Española de
Medicina Familiar y Comunitaria
1
Volver al sumario
¿Porqué un monográfico sobre Seguridad del Paciente
en Atención Primaria?
Los efectos adversos producidos por la asistencia sanitaria son uno de las causas de
morbimortalidad más importantes, tanto en la atención primaria como en la especializada.
Esta premisa, sobradamente demostrada como se verá en los capítulos posteriores, es razón
suficiente para justificar por si sola el monográfico que tienes en pantalla. Sin embargo, para
reforzar esta razón y dar su verdadera dimensión a este número, queremos hacer énfasis en
algunas circunstancias que hacen particularmente interesante, y problemática, la Seguridad
del Paciente en la Atención Primaria.
En primer lugar, cuando los profesionales empezamos a oír hablar del tema, nos llama la
atención, nos sorprende, ya que aparentemente estamos convencidos de que la asistencia
que prestamos es razonablemente segura. Una de las características más interesantes de
nuestro trabajo es la gestión de la incertidumbre, y en ella incluimos los riesgos de nuestra
actuación para el paciente. Además, un buen profesional es quien gestiona bien esa
incertidumbre, de hecho es nuestra acreditación como buenos profesionales. Por lo tanto, si
somos buenos profesionales estaremos gestionando adecuadamente la seguridad
del paciente1. Posiblemente esta sea una de las razones principales para que lo relacionado
con la seguridad del paciente tenga dificultades para entrar en nuestro acerbo profesional,
para que la cultura de seguridad vaya calando en nuestro ámbito. Sobre una práctica que
nosotros vemos como razonablemente segura nos vienen a decir que no lo es, que en
realidad es de un alto riesgo, y en una reacción de duelo, que tan bien conocemos, podemos
negar el problema, rechazarlo. Eso nos obliga, cuando hablamos de seguridad del paciente, a
ser tremendamente realistas, a identificar problemas que realmente lo son, y a proponer
barreras frente al error asumibles dentro de la práctica profesional, que no impliquen
trabajos añadidos, sino formas más seguras de hacer el mismo trabajo. Los profesionales
tienen que saber, y quienes estamos en ello debemos decírselo así, que la Seguridad del
Paciente quiere dotarles de un marco de trabajo más seguro, donde su única preocupación
sea llevar a cabo un diagnóstico correcto y un plan terapéutico adecuado.
En segundo lugar, la magnitud del problema es importante, y trascendente social y
sanitariamente. Aunque algunos puedan no querer verlos, los hechos son incontrovertibles.
Si bien la frecuencia de sucesos adversos provocados por la asistencia en Primaria es baja,
comparada con su ocurrencia en hospitalización, el gran número de consultas2 que se
realizan en nuestro ámbito (300 millones al años en España, aproximadamente) hace que
en términos absolutos el número de sucesos adversos sea muy alto, incluyendo no pocos de
carácter grave y, como muestra el“Estudio sobre la seguridad de los pacientes en
atención primaria de salud”, el estudio APEAS3, evitables en su mayoría.
4
En tercer lugar esta el hecho de que las instituciones muestran un interés relativo por lo que
ocurre en la Atención Primaria. Es evidente que la cirugía en lugar equivocado es grave, y
suscita un gran interés mediático, y eso en nuestro ámbito no va a ocurrir prácticamente
nunca. Todos sabemos que los pacientes hospitalizados son más frágiles que los que vemos
habitualmente en nuestras consultas. Es obvio también que en hospital se utilizan
tecnologías “duras”, comparado con Primaria, y que los sucesos adversos originados en el
hospital presentan una proporción mucho mayor de sucesos graves. Eso ha inclinado a las
instituciones a trabajar más la Seguridad el Paciente en hospitales, dejando en un segundo
plano la Atención Primaria, no queriendo ver que el número de actos médicos que se realizan
en uno y otro ámbito puede equilibrar el peso del riesgo. La higiene de manos puede ser un
ejemplo paradigmático del interés institucional. La OMS planteó, muy acertadamente, el
lavado de manos cono objetivo prioritario para la seguridad del paciente, publicando al
respecto sus conocidas recomendaciones4. Estas recomendaciones, dirigidas a
hospitalización y sobretodo a cirugía, se han propuesto por distintas organizaciones
sanitarias de nuestro país para aplicarlas en Primaria indiscriminadamente, en el mejor de
los casos sin mayor adaptación que cambiar en los dibujos la cama de hospital por la camilla
de la consulta, sin querer ver que son inaplicables en nuestras consultas. A ese respecto
nuestro grupo ha hecho una adaptación que, manteniendo el rigor clínico, cumplen la
condición de realismo que comentábamos antes.
Estamos pues en un escenario con escasa conciencia del problema, que no reconoce su
magnitud, y con un escaso interés institucional. Razones todas ellas como para que los
profesionales, las sociedades científicas como SEMFyC, las administraciones sanitarias y los
propios pacientes, prestemos una atención especial al tema.
En nuestro caso la RCEAP nos presta una ocasión privilegiada para que podamos trabajar en
este sentido, con un triple objetivo:
•
Crear cultura, favorecer actitudes conscientes del problema y dispuestas a trabajar
para mejorarlo.
•
Proporcionar información, conocimientos sobre los riesgos para la seguridad y sobre
las formas organizativas para desarrollar el trabajo.
•
Mostrar la metodología que permite la gestión del riesgo, las herramientas para
analizarlo.
Actitudes, conocimientos y habilidades, los tres pilares para conocer y poder trabajar un
tema. El contenido de este monográfico quiere ser capaz de dar respuesta a estos objetivos.
Así, queremos mostrar las bases para incorporar la Cultura de Seguridad en nuestro trabajo
habitual. En el primer artículo revisamos sus antecedentes y sus bases conceptuales, el
impacto sanitario y social que tienen los efectos adversos producidos por la asistencia y el
papel que están jugando las instituciones y los servicios de salud. Mostramos los principios
en los que nos basamos, la orientación al sistema como origen del error, la actitud de
5
aprendizaje y nunca de atribución de culpa, la orientación siempre a proponer medidas para
una asistencia más segura.
La OMS ha trabajado como una de sus prioridades el desarrollo de una taxonomía
universalmente aceptada, que nos permite un lenguaje internacional común. Además en
España disponemos de los datos del APEAS, que es una referencia internacional a la hora de
aproximarnos a las dimensiones reales del problema. De taxonomía, y de los resultados del
APEAS se habla en otro de los artículos del monográfico. Y una vez entrado en esta cultura
es preciso organizarse para promoverla, tanto a nivel de equipo donde se gestiona lo local,
como a nivel de área de gestión, distrito o comarca, donde se gestionan los aspectos más
organizativos, que ultrapasan las posibilidades del equipo. Dos artículos tratarán de cómo
organizarse.
Hay tres artículos plenamente metodológicos. Notificación, identificación de situaciones de
riesgo, y la metodología tanto proactiva (AMFE) como reactiva (ACR y otros) son sus
contenido.
También entraremos en el mundo del razonamiento diagnóstico, uno de los elementos
cruciales en el error. Y sobre un diagnóstico correcto una prescripción segura. La seguridad
del medicamento es el tema más estudiado, tanto en la prescripción aguda como en la
crónica. Temas como los medicamentos de alto riesgo y sobretodo los ancianos
polimedicados también son objeto de reflexión.
Hemos incluido un trabajo sobre buenas prácticas. Procesos que pueden y deben gestionarse
de forma segura. Desde la evitación de las úlceras por presión, la prevención de caídas, la
cirugía menor y otros procesos de riesgo se revisan proponiendo medidas para su mejora.
También, como no, hablamos de higiene de manos. Como ya hemos comentado este es un
tema complejo, sin evidencias claras en Atención Primaria, en el que es preciso actuar con
rigor y con prudencia.
Y finalmente se habla de los pacientes, coprotagonistas de la asistencia. Del papel que
deben, quieren y pueden jugar en su seguridad. El paciente experto, la responsabilidad
compartida, la comunicación de la información o los distintos escenarios en los que los
pacientes, ciudadanos, pueden trabajar.
Unas breves conclusiones cierran el monográfico. A modo de resumen, muestran los puntos
fundamentales de todo lo que se ha ido presentando.
Os invitamos cordialmente a que leáis con atención este número. Lo hemos preparado
personas que trabajamos en Atención Primaria, en la asistencia o en la gestión. Nuestro
objetivo es, sencillamente, que quienes llevan años de práctica y quienes todavía están en
periodo de formación puedan conocer y asumir esta cultura, la de la Seguridad del Paciente,
como componente fundamental de una asistencia de calidad.
Bienvenidos.
6
María Luisa Torijano Casalengua [Buscar autor en Medline]
Guadalupe Olivera Cañadas [Buscar autor en Medline]
José Saura Llamas [Buscar autor en Medline]
José Ángel Maderuelo Fernández [Buscar autor en Medline]
Sergio Minué Lorenzo [Buscar autor en Medline]
María Pilar Marcos Calvo [Buscar autor en Medline]
2
Volver al sumario
La seguridad del paciente: cultura de seguridad en
Atención Primaria
Revisión histórica del concepto de seguridad del paciente en Medicina
Que antes que nada debemos velar por la seguridad del paciente no es algo novedoso. Es
uno de los principales preceptos que a todo estudiante de medicina se le enseña. Y es que
“Primun non nocere” (lo primero no hacer daño) es una máxima aplicada en el campo de la
medicina desde al menos 1860. Aunque frecuentemente atribuida al médico griego
Hipócrates, siglo V a.C., el origen de la frase no se conoce con certeza y, frente a una
extendida creencia, no se encuentra en el tradicional Juramento Hipocrático, existiendo
diversas teorías que tratan de explicar sus orígenes.
Sin embargo, en la práctica, esto no hace más que recordar al médico que debe considerar
los posibles daños que sus acciones puedan provocar y que los actos médicos hechos con las
mejores intenciones puedan tener consecuencias indeseables, además de las consecuencias
buscadas .
Y es que no hay actuación sanitaria totalmente inocua y cualquiera supone en sí misma un
riesgo para el paciente, haciéndose esto más patente con el progreso científico y
tecnológico2 y con la creciente complejidad de los sistemas sanitarios. Y así se ha definido la
prevención cuaternaria como la intervención que atenúa o evita las consecuencias del
intervensionismo médico excesivo y los efectos perjudiciales de la intervención médica
innecesaria3.
Una vez asumido el hecho de que la práctica clínica es una actividad acompañada de riesgos
e incertidumbre, la máxima seguridad del paciente se consigue mediante un conocimiento
adecuado de los riesgos, la eliminación de los evitables y la prevención y protección de
aquellos que hay que asumir de forma inevitable, porque seguridad no es igual a ausencia de
riesgo4.
El riesgo asistencial, hasta la publicación del informe técnico final de la clasificación
internacional en 2009, ha sido un concepto impreciso que incluía cualquier situación no
deseable o factor que contribuye a aumentar la probabilidad de que se produzca un daño,
que está en relación con la atención sanitaria recibida y que puede tener consecuencias
negativas. Incluía condiciones como los sucesos adversos tanto evitables como inevitables
que a su vez contenían conceptos como el error, casi error, accidente, incidente, negligencia,
mala praxis o litigio, categorías que no son ni mutuamente excluyentes ni exhaustivas pero
que ofrecían una idea general del problema a que nos referimos.
7
En ausencia entonces de una taxonomía común, se consideraban sucesos adversos al
conjunto de efectos e incidentes adversos. El efecto adverso suponía una lesión o
complicación que prolongue la estancia hospitalaria, que precise procedimientos diagnósticos
o terapéuticos adicionales, o que esté relacionado con exitus o incapacidad al alta
hospitalaria. En ambos casos puede ser minimizado su impacto si se diagnostica y trata
precozmente. El incidente sería aquel suceso susceptible de provocar daño o complicación en
otras circunstancias o que pudiera favorecer la aparición de un efecto adverso, por lo tanto,
evitable.
Aunque los resultados del primer estudio a gran escala de eventos adversos fueron
publicados hace aproximadamente 30 años6, el estudio de incidencia de sucesos adversos y
negligencias en más de 30.000 pacientes hospitalizados en 51 hospitales de agudos del
estado de Nueva York a lo largo de 1984, conocido como Estudio Harvard, sigue siendo el
estudio de referencia para el conocimiento del problema7,8.
Estudios posteriores fueron llevados a cabo en los estados de Utah y Colorado9,10,
Australia11, Reino Unido12, Dinamarca 13, Nueva Zelanda14, Canadá15,16 o España17y han
confirmado la magnitud de los eventos adversos en pacientes ingresados (entre un 4 y un
17%) y la posibilidad de evitar el problema (alrededor de un 50%).
Informe To Err is Human y su impacto.
El interés por la seguridad del paciente se vió claramente acrecentado cuando en 1999, se
publicó el conocido informe “To err is human: building a safer health system” que basándose
en los primeros trabajos mencionados, estimó el número de pacientes que anualmente
sufrían lesiones o fallecían en los hospitales estadounidenses.
Entre 44.000 y 98.000 muertes se producirían anualmente en los Estados Unidos como
consecuencia de los daños secundarios a la asistencia sanitaria, suponiendo la 8ª causa de
muerte, superando a los accidentes de tráfico (43.000), al cáncer de mama (42.000) y al
SIDA (16.500).
También se estimaron los costes sanitarios y sociales derivados de ello (entre 17.000 y
29.000 millones de dólares, sin contar la pérdida de confianza en el sistema sanitario y la
disminución de la satisfacción tanto de los pacientes como de los profesionales), provocando
un debate de gran magnitud y trascendencia18. Este informe fue el comienzo de un
movimiento, una línea de investigación y de multitud de intervenciones orientadas a paliar
esta situación.
Y así, a este informe le siguieron más, entre otros, “Crossing the Quality Chasm: A New
Health System for the 21st Century” también del Instituto de Medicina de los Estados Unidos
o “An Organization with a Memory: Report of an Expert Group on Learning from Adverse
events in the NHS” en el Reino Unido así como los estudios ya mencionados en el apartado
8
anterior, extendiéndose este movimiento a nivel internacional de forma muy importante,
primero en el mundo anglosajón y luego en Europa.
Centrándonos en España, el estudio ENEAS (Estudio Nacional de Efectos Adversos)26abrió el
camino en el estudio de los eventos adversos en nuestro país. Se trata de un estudio
poblacional de cohortes retrospectivo que se llevó a cabo sobre una muestra de 6.500
historias clínicas de los pacientes dados de alta en una semana en 24 hospitales
seleccionados por muestreo bietápico estratificado por tipo de hospital y aleatorio simple en
cada etapa.
Se detectaron 1.063 pacientes con EA durante la hospitalización, siendo la incidencia de
pacientes con EAs relacionados con la asistencia sanitaria de 9,3% (525/5.624); IC95%:
8,6- 10,1%. La incidencia de pacientes con EAs relacionados directamente con la asistencia
hospitalaria (excluidos los de atención primaria, consultas externas y ocasionados en otro
hospital) fue de 8,4% (473/5.624); IC95%: 7,7-9,1%.
Los pacientes que presentaban factores de riesgo intrínsecos tenían 1,6 veces más
probabilidades de presentar EAs. Los mayores de 65 años con factores de riesgo extrínsecos
tenían 2,5 veces más riesgo que los menores de 65 años sin estos factores. El 42,8% de los
EAs se consideraron evitables, en función de los criterios prefijados. El 31,4% de los EAs
tuvieron como consecuencia un incremento de la estancia. Esta carga suponía como mediana
4 días más de hospitalización en los EAs que alargaron la estancia y de 7 días en los que
causaron un reingreso. Así, el total de estancias adicionales provocadas por EAs relacionados
con la asistencia sanitaria fue de 3.200 (6,1 estancias adicionales por paciente), de las
cuales 1.157 corresponden a EAs evitables (2,2 estancias adicionales evitables por paciente).
El 37,4% de los EAs estaba relacionado con la medicación, las infecciones nosocomiales de
cualquier tipo representaron el 25,3% del total de los EAs y un 25,0% estaba relacionado
con problemas técnicos durante un procedimiento.
Seguridad del paciente y Atención Primaria
Los estudios centrados en seguridad del paciente en Atención Primaria llevados a cabo a
nivel mundial han sido más escasos, aunque se reconoce como el primer punto de encuentro
del paciente con el sistema sanitario y el nivel asistencial más frecuentado por la población
donde, efectivamente, se producen la mayor parte de los encuentros médico-paciente.
La Atención Primaria de Salud presenta unas características particulares, existe un amplio
espectro de síntomas y signos, desde los más leves, autolimitados e inespecíficos, hasta
crónicos y amenazantes para la vida, y suele existir una importante carga de morbilidad.
Además, se presta en entornos y ámbitos diversos, involucra múltiples visitas y profesionales
y hay una gran variedad en cuanto a la forma en que llegan los servicios (por teléfono, a
domicilio, en el consultorio e incluso por correo electrónico)27.
9
La incorporación en este nivel asistencial de nuevas pruebas diagnósticas, terapéuticas y de
actividad quirúrgica de baja complejidad o el traslado de determinados cuidados, que antes
eran prestados en los centros hospitalarios, al domicilio del paciente pueden hacer aumentar
el riesgo del paciente, más aún con las deficiencias presentes en la comunicación entre
niveles y en la continuidad asistencial que existen en cualquier sistema sanitario.
La mayoría de los estudios realizados en el primer nivel han sido estudios piloto, limitados a
un pequeño número de médicos y basados fundamentalmente en sistemas de notificación
voluntaria28,29 hasta que en nuestro país se desarrolló el estudio APEAS que será descrito en
el capítulo siguiente y que ha supuesto un referente a nivel mundial30.
De la misma forma que ocurría en los hospitales, los estudios en Atención Primaria han
mostrado también una amplia variabilidad en las tasas de error por su diversa metodología,
variando desde 5 hasta 80 por cada 100.000 visitas. De ellos, entre el 60 y el 83% pueden
ser considerados prevenibles31.
Esto hace difícil las comparaciones y es por ello que la Organización Mundial de la Salud a
través de la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente decidió trabajar en una
taxonomía común. El proyecto para desarrollar una clasificación internacional para la
seguridad del paciente fue identificado como una de las iniciativas clave de la Alianza en su
programa en el año 200532 y será descrito también en otro capítulo de esta monografía.
Principales estrategias internacionales, nacionales y autonómicas en seguridad del
paciente
Aunque han sido muchas las iniciativas desarrolladas en todo el mundo, se citan a
continuación algunas de las estrategias más destacadas:
Estrategias Internacionales: EE.UU.
En 2001, la Agency for Healthcare Research and Quality (AHRQ) encargó al Evidence-Based
Practice Centre de la Universidad de Stanford el estudio de la documentación científica para
la mejora de la seguridad. El informe Making Health Care Safer: A Critical Analysis of Patient
Safety Practices ofrece información sobre las prácticas sanitarias más seguras. Un segundo
informe que complementa el informe “Errar es humano” es “Crossing the Quality Chasm: A
New Health System for the 21st Century” que pone de manifiesto lo difícil que es garantizar
la seguridad en un sistema tan complejo como el sanitario.
La Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations33 incorporó a su sistema
de acreditación criterios para garantizar la seguridad de los pacientes y trabaja
conjuntamente con el centro colaborador de la OMS para promover y formular soluciones en
materia de seguridad del paciente.
10
The National Patient Safety Foundation (NPSF)34, cuya principal aportación ha sido facilitar el
diálogo y la colaboración sobre aspectos de la seguridad del paciente.
The Institute for Healthcare Improvement (IHI)35 que ha seleccionado los mejores
contenidos, incluyendo conceptos de cambio, medidas, recursos o herramientas para ayudar
a mejorar la seguridad del paciente en una organización.
El National Quality Forum (NQF)36 ha publicado, entre otros trabajos, una lista de estándares
de cuidados consensuados por expertos, buscando una práctica clínica más segura y basada
en la mejor evidencia disponible que ha ido actualizando año tras año.
Reino Unido.
En el Reino Unido37 la preocupación por los errores médicos ha llevado a promover la política
de identificación y reducción de errores médicos y efectos adversos; así, tras la publicación
del informe “An organisation with a memory”38 se puso en marcha un plan del Gobierno con
el objetivo de promover la seguridad del paciente, que queda recogido en el Programa:
“Building a safer NHS for patients”. La Agencia Nacional para la Seguridad del Paciente
(NPSA)39 publicó una guía denominada “La Seguridad del Paciente en siete pasos”, que
consisten en: construir una cultura de seguridad, liderazgo del equipo de personas, integrar
las tareas de gestión de riesgos, promover que se informe, involucrar y comunicarse con
pacientes y público, aprender y compartir lecciones de seguridad, e implementar soluciones
para prevenir daños. Esta guía ha sido adaptada a la Atención Primaria de Salud y se
encuentra traducida al castellano40.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) desarrolló un
proyecto de Indicadores de Calidad Asistencial que comenzó en el año 2001. La función de
este grupo de expertos que representan a la autoridad sanitaria de los 33 países
participantes, es consensuar la metodología necesaria para la selección y medición de
indicadores. Para la monitorización de la seguridad del paciente se constituyó un subgrupo
de trabajo, en el que participaron algunos países, entre ellos España. El resultado ha sido
plasmado en un informe41 con un total de 15 indicadores hospitalarios.
Ya en la primera reunión de este subgrupo que tuvo lugar a finales de junio de 2006 en
Dublín, se reconocía que una de las áreas principales en el trabajo futuro para la mejora de
la seguridad del paciente es la relativa a la seguridad en la atención ambulatoria de la que
había escasa información y consenso sobre calidad y seguridad, siendo un medio complejo
con necesidades complejas de información42.
La Unión Europea.
11
La Presidencia luxemburguesa del Consejo, en 2005, adoptó la Declaración de Luxemburgo
sobre la seguridad de los pacientes43, en la que se reconoce que el acceso a una asistencia
sanitaria de calidad es un derecho humano fundamental valorado por la UE, y que la mejora
continua de la calidad asistencial es un objetivo clave tanto para la seguridad de los
pacientes como para la gestión eficiente de los sistemas de salud.
El Consejo de Europa estableció en 2006 unas recomendaciones del Comité de Ministros a los
Estados Miembros en la gestión de la seguridad del paciente y la prevención de eventos
adversos en la atención sanitaria y en el 2009, ofrece una recomendación más específica
sobre la seguridad de los pacientes, en particular sobre la prevención y lucha contra las
infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria.
También la Comisión Europea se ha propuesto mejorar la seguridad de los pacientes
mediante el intercambio de información y de experiencias, en línea con la Declaración de
Luxemburgo sobre la seguridad de los pacientes, que contiene varias recomendaciones en
este ámbito. Así el Grupo de Alto Nivel en Servicios de Salud y Cuidados Médicos creó un
grupo de trabajo sobre la seguridad de los pacientes, en el que participan los 27 Estados
miembros y representantes de la sociedad civil, para determinar ámbitos clave de la
seguridad de los pacientes en los que la colaboración y la coordinación de actividades a
escala europea pudiera aportar un valor añadido. En él participan activamente la
Organización Mundial de la Salud (sobre todo a través de la Alianza Mundial para la
Seguridad del Paciente), el Consejo de Europa, la OCDE y las asociaciones europeas de
pacientes, personal médico, enfermería, farmacia, dentistas y hospitales44.
Existe una red para promover el intercambio de buenas prácticas entre los países miembros,
constituida al amparo del proyecto EUNetPaS45. Este proyecto, liderado por la Autoridad
Nacional Francesa para la Salud, en el cual España participa como país colaborador activo
tiene como principal objetivo establecer una red de trabajo de los Estados Miembros y otras
organizaciones interesadas.
Es preciso nombrar en este punto al proyecto Linneaus Euro-PC46(Learning from
International Network About Errors And Understanding Safety in Primary Care) que es un
proyecto de colaboración europeo basado en el European Framework 7. Inició su trabajo
en 1999 y su objetivo es mejorar las actividades relacionadas con la Seguridad del Paciente
en Primaria. Desarrolla su trabajo a partir de 8 áreas de trabajo (work packages):
•
Gestión de proyectos y coordinación de actividades
•
Desarrollo de una taxonomía del error en Atención Primaria
•
Errores de medicación en Atención Primaria
•
Errores de diagnóstico en Atención Primaria
•
Cultura de seguridad y resultados
•
Aprendizaje para la Seguridad del paciente
12
•
Desarrollo de intervenciones para la Seguridad del Paciente en nuevas
organizaciones
•
Implicación de los pacientes
El profesor Aneez Esmail, responsable del área de Gestión de proyectos y coordinación de
actividades, coordina el trabajo de instituciones de 6 países europeos (Reino Unido,
Alemania, Austria, Polonia, Dinamarca y Holanda). España tiene prevista su colaboración en
este proyecto a través del Ministerio de Sanidad y Política Social.
La Organización Mundial de la Salud (OMS).
La 55ª Asamblea Mundial de la Salud (OMS), en mayo de 2002, aprobó la propuesta de
establecer una alianza internacional que facilitase la formulación de políticas sobre la
seguridad del paciente y el fomento de prácticas adecuadas en todos los Estados Miembros,
e impulsara el logro de mejoras a escala internacional. La Alianza Mundial para la Seguridad
del Paciente47, creada en el año 2004, tiene por objeto coordinar, difundir y acelerar la
mejora de la seguridad del paciente en todo el mundo.
La Alianza Mundial comenzó con seis esferas de actividad principales en las que ha trabajado
intensamente durante estos años:
•
Reto Mundial por la Seguridad del Paciente. Consiste en seleccionar un tema
concreto a fin de establecer un programa de acción bienal que aborde una esfera de
riesgo que revista importancia para todos los países. El primer Reto Mundial que se
eligió fue el que plantean las infecciones asociadas a la atención de salud, con el
lema “Una atención limpia es una atención más segura”48. Se centra en ámbitos
como las prácticas de inyección y la inmunización, la seguridad de la sangre, el
establecimiento de procedimientos clínicos más seguros, y el agua y el saneamiento.
El segundo reto que se ha seleccionado tiene que ver con la cirugía segura y su lema
es “Una cirugía segura salva vidas”49 promoviendo prácticas seguras en cirugía tales
como el uso del listado de verificación quirúrgica para cirugía mayor y el tercer reto
“Abordando las resistencias antimicrobianas”50 ante la amenaza creciente que estas
suponen para la seguridad del paciente.
•
Pacientes por la seguridad del paciente51. Tiene por objeto establecer una red
mundial de pacientes y organizaciones de pacientes dirigida por ellos mismos para
velar por su seguridad a escala regional y nacional.
•
Taxonomía de efectos adversos52. Se han utilizado muchos términos y definiciones
para describir los problemas relacionados con la seguridad del paciente. Esas
variaciones entorpecen los esfuerzos para extraer enseñanzas de los datos
disponibles, ya se refieran al ámbito nacional o a diversos países. Por ello, los
esfuerzos empleados para conseguir una clasificación internacional para la seguridad
del paciente cuyo informe final ha sido publicado en 2009.
13
•
Investigación en seguridad.53 La Alianza puso en marcha un importante proyecto de
investigación para comprender los tipos de daño que sufren los pacientes en países
en desarrollo, así como en los países con economías en transición y elaborar
instrumentos de medición que puedan utilizar los Estados Miembros. Así, ha
producido una lista de prioridades en investigación que indican las áreas donde hay
lagunas de conocimiento y donde se espera que con la investigación se pueda
contribuir a mejorar la seguridad del paciente y a reducir el daño. Se ofrecen cada
año becas para favorecerla. En el área de trabajo de metodología y mediciones, ha
sido publicado un documento específico para Atención Primaria por parte del
grupo de trabajo de la Alianza que se encarga de este tema. La revisión pone de
manifiesto que la investigación sobre seguridad del paciente en Atención Primaria se
encuentra en un estadio incipiente y con esfuerzos centrados más en describir el
ambiente de seguridad que en evaluación de intervenciones para su mejora.
Identificar y medir los daños debido a los incidentes producidos en el primer nivel
asistencial es una necesidad y una oportunidad para la investigación. Previamente,
son necesarios esfuerzos para unificar criterios sobre la medición de la seguridad y
de los resultados del cuidado inseguro.
•
Soluciones. Son intervenciones y medidas que evitan la repetición de problemas
relacionados con la seguridad del paciente. La Joint Commission on Accreditation of
Healthcare Organizations y Joint Commission International fueron designadas para
desempeñar conjuntamente la función de centro colaborador de la OMS para
promover y formular soluciones en materia de seguridad del paciente. Así se lanzan
las “nueve soluciones para la seguridad del paciente” en 2007.
•
Sistemas de notificación y aprendizaje. La OMS ha elaborado unas directrices sobre
los sistemas de notificación y aprendizaje de los eventos adversos.
Luego se han incorporado otras áreas de trabajo tales como “Educación y entrenamiento”
con el lanzamiento de una guía curricular para seguridad del paciente o “Tecnología y
actividades técnicas” que busca la aplicación de las nuevas tecnologías para la mejora de la
seguridad y ofrece múltiples herramientas de aplicación práctica en todos los campos.
España colabora activamente con la Organización Mundial de la Salud a través de la Agencia
de Calidad del Sistema Nacional de Salud del Ministerio de Sanidad y Política Social.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS).
La organización Panamericana de la Salud (OPS) coordinó en la Región Panamericana el
estudio sobre la seguridad de los pacientes en hospitales de Latinoamérica, estudio IBEAS54,
realizado bajo el auspicio de la OMS y el Ministerio de Sanidad español con el fin de conocer
los efectos adversos en una muestra de 58 hospitales de Argentina, Colombia, Costa Rica,
México y Perú.
Estrategias Nacionales:
14
La seguridad del paciente es una estrategia prioritaria del Sistema Nacional de Salud de
España desarrollada en coordinación con la Alianza Mundial de Seguridad del paciente55. Así
ha quedado reflejado en los sucesivos Planes de Calidad para el Sistema Nacional de Salud56.
La Estrategia 8 de dicho Plan consiste en “Mejorar la seguridad de los pacientes atendidos en
los centros sanitarios del Sistema Nacional de Salud”.
La Agencia de Calidad del Ministerio de Sanidad y Política Social viene organizando jornadas,
seminarios y conferencias internacionales en relación con la Seguridad del Paciente desde el
año 2005 y con carácter anual. Este año 2010, en el marco de la Presidencia Europea, ha
sido desarrollada la V Conferencia Internacional centrada en la infección relacionada con la
atención sanitaria y la resistencia antimicrobiana.
Se está desarrollando un programa de formación, que ha incluido ya a más de 5000
profesionales en colaboración con diversas universidades españolas. Se ha hecho especial
hincapié en la difusión de las acciones e informes desarrollados utilizando las Tecnologías de
la Información y de la Comunicación (TIC) a través de la página Web de Seguridad del
Paciente y participando en diferentes foros nacionales e internacionales (OMS, OCDE,
Comisión Europea, entre otros) para compartir experiencias.
Se han desarrollado los estudios “Estudio Nacional sobre Efectos Adversos ligados a la
Hospitalización” (ENEAS 2005) y “Estudio sobre la Seguridad de los Pacientes en Atención
Primaria” (APEAS 2008) ya mencionados y se han llevado a cabo a cabo estudios de
evaluación del uso adecuado de medicamentos o de indicadores de buenas prácticas en
hospitales del SNS, entre otros.
Han sido destinados 6 millones de euros al Plan Nacional de Investigación científica,
desarrollo e innovación sostenible (Plan Nacional I+D+i) para financiar proyectos
relacionados con las estrategias en salud y seguridad del paciente de la convocatorias de
Proyectos de Investigación en Evaluación de Tecnologías Sanitarias (ETS) del Instituto de
Salud Carlos III (ISCIII).
Se han realizado tres informes jurídicos que analizan la legislación nacional e internacional y
hacen una serie de propuestas orientadas a reformar la normativa española para permitir la
implantación de un sistema de notificación no punitivo. Además se está pilotando en el
Sistema Nacional de Salud una propuesta de modelo de sistema de notificación que permita
evaluar su viabilidad.
Por último, el trabajo realizado desde el año 2006 con pacientes y ciudadanos, ha permitido
establecer una Red Ciudadana de Formadores en Seguridad del Paciente y disponer de un
aula virtual con recursos de ayuda formativa e informativa57.
Estrategias Autonómicas:
15
La estrategia del Plan Nacional de Calidad para el Sistema Nacional de Salud ha sido
adoptada por las distintas Comunidades Autónomas con el importante impulso del Ministerio
de Sanidad y Política Social que a través de diferentes instrumentos (convenios,
subvenciones y otras convocatorias) ha realizado un gran esfuerzo financiero en los últimos
años en las principales líneas de seguridad del paciente: la investigación epidemiológica, las
actividades de formación e información a profesionales y pacientes, los sistemas de
identificación inequívoca de pacientes, la prevención de la infección nosocomial, la higiene de
manos con solución hidroalcohólica, uso adecuado del medicamento y la creación de
unidades funcionales de gestión de riesgos.
Se ha avanzado de manera muy importante en España en el ámbito de la seguridad del
paciente en los últimos años. La estrategia seguida desde la Agencia de Calidad, en alianza
con las instituciones sanitarias, académicas, científicas y las sociedades profesionales y
asociaciones de pacientes, está permitiendo múltiples intervenciones sinérigicas a todos los
niveles58.
4. Cultura de Seguridad del paciente
Se define cultura de seguridad de una organización como la suma de valores, actitudes,
percepciones, competencias y patrones de conducta individuales y grupales que determinan
el estilo, la competencia y el compromiso de la gestión de la seguridad en una organización.
Las organizaciones con una cultura de seguridad positiva se caracterizan por una
comunicación basada en la confianza mutua, que comparten la percepción de la importancia
de la seguridad y confían en la eficacia de las acciones preventivas59. Tanto las personas
como la organización son capaces de reconocer errores, aprender de ellos, y actuar para su
rectificación.
Algunos de los beneficios esperados del desarrollo de una cultura de seguridad en las
instituciones sanitarias son:>
•
La reducción potencial en la recurrencia y la gravedad de incidentes de seguridad del
paciente, a través del aumento de notificación y aprendizaje organizativo.
•
La reducción del daño físico y psicológico que los pacientes puedan sufrir, gracias al
trabajo realizado para prevenir errores, sobre todo facilitando el hablar de forma
abierta cuando las cosas fallan.
•
La mejora en la gestión de recursos gracias a una evaluación eficaz del riesgo y al
cambio de las prácticas en la atención sanitaria como consecuencia de los incidentes
reflejados.
•
La reducción en los amplios costes financieros y sociales provocados por incidentes
de seguridad del paciente, incluyendo pérdida de tiempo laboral y prestaciones por
invalidez.
16
Por tanto, el mayor cambio, para pasar a un sistema sanitario más seguro, es cambiar a otra
cultura en la que los incidentes no son tratados como fallos de las personas sino como
oportunidades para mejorar el sistema y prevenir el daño60, siendo además el primer
objetivo de la estrategia 8 del Plan de Calidad del Sistema Nacional de Salud.
La medición de actitudes en el trabajo y el contexto general del trabajo es un paso necesario
e importante en la mejora de dicha seguridad61, para lo cual existen diferentes
herramientas.
Entre ellas destacan, para la Atención Ambulatoria, el Safety Attitudes Questionary
(SAQ)62,63, cuestionario americano con 60 items que mide seis dimensiones de seguridad y
que ha sido reducido en posteriores versiones, y el Manchester Patient Safety Framework
(MaPSaF)64,65, cuestionario británico que mide 9 dimensiones críticas de seguridad del
paciente con una metodología cualitativa.
Además, la AHRQ ha presentado en marzo de 2009, una versión de la encuesta para
hospitales “Hospital Survey on Patient Safety Culture (HSOPSC)”66, dirigida a los centros de
Atención Primaria. Esta se denomina “Medical Office Survey on Patient Safety Culture”
(MOSPS)67. Este cuestionario pone el énfasis en la seguridad de los pacientes y en la calidad
de los cuidados, es un modelo que permite su evaluación, monitorización y comparación
interna y externa y ha sido adaptado, validado y traducido al español por la Sociedad
Española de Medicina Familiar y Comunitaria gracias a un acuerdo de colaboración con el
Ministerio de Sanidad y Política Social68.
BIBLIOGRAFIA
1. Primum non nocere. Wikipedia.
2. Moser R. Diseases of medical progress. N Engl J Med 1956; 255: 606.
3. Aibar C, Aranaz J. ¿Pueden evitarse los sucesos adversos relacionados con la atención
hospitalaria? An .sis. sanit. Navar 2003; 26 (2):195-209
4. Gervás J, Pérez Fernández M. Genética y Prevención cuaternaria. El ejemplo de la
hemocromatosis. Aten Primaria 2003;32(3):158-62.
5. Aranaz J, Mollar J, GEA M. Efectos adversos en el siglo XXI. La epidemia silenciosa.
Monografías Humanitas. Seguridad Clínica
6. Mills DH, ed. Medical insurance feasibility study. A technical summary. West J Med
1978;128:360-5.
17
7. Brennan TA, Leape LL, Laird N, Hebert M, Localio AR, Lawthers A et al. Incidence of
adverse events and negligence in hospitalized patients: results of the Harvard medical
practice study I. N Engl J Med 1991; 324: 370-376.
8. Leape LL, Brennan T, Laird N, Lawthers AG, Localio AR, Barnes BA et al. The nature of
adverse events in hospitalized patients : Results of the Harvard medical Practice Study II, N
Engl J Med 1991; 324: 377-384.
9. Studdert DM, Thomas EJ, Burstin HR Zbar BIW, Orav J, Brennan T. Negligent care and
malpractice claiming behavior in Utah and Colorado. Med Care 2000; 38: 250-260.
10. Thomas EJ, Studdert DM, Burstin HR, Orav EJ, Zeena T, Williams EJ et al. Incidence and
types of adverse events and negligent care in Utah and Colorado. Med Care 2000; 38: 261271.
11. Wilson RM, Runciman WB, Gibberd RW, Harrisson BT, Newby L, Hamilton JD. The quality
in Australian Health-Care Study. Med J Aust 1995;163: 458-471.
12. Vincent C, Neale G, Woloshynowych M. Adverse events in british hospitals: Preliminary
Retrospective Record Review. Br J Med 2001; 322: 517-519.
13. Schioler T, Lipczak H, Pedersen BL et al. Incidence of adverse events in hospitals. A
Retrospective Study of Medical Records. Ugeskr Laeger 2001; 163: 5370-5378.
14. Davis P, Lay-Yee R, Schug S, Briant R, Scott A, Johnson S, et al. Adverse events regional
feasibility study: indicative findings. N Z Med J 2001; 114: 203-5.
15. Baker RG, Norton PG, Flintoft V, Blais R, Brown A, Cox J, et al. The Canadian Adverse
Events Study: the incidence of adverse events among hospital patients in Canada. JAMC
2004; 170: 1678-86.
16. Forster AJ, Asmis TR, Clark HD, Saied GA, Code CC, Caughey SC, et al. Ottawa Hospital
Patient Safety Study: Incidence and timing of adverse events in patients admitted to a
canadian teaching hospital. Can Med Assoc 2004; 170: 1235-40.
17. Aranaz J y col. Estudio Nacional sobre los Efectos Adversos ligados a la Hospitalización.
ENEAS 2005. Ministerio de Sanidad y Consumo. Febrero 2006
18. Kohn L, Corrigan J, Donalson MS (eds). To err is human: building a safer health system.
Washington, D.C.: National Academy Press, 1999.
19. Institute of Medicine. Crossing the Quality Chasm: A New Health System for the 21st
Century. Washington DC: National Academic Press; 2001.
20. Department of Health. An Organization with a Memory: Report of an Expert Group on
Learning from Adverse events in the NHS. London: Department of Health; 2000.
21. Vincent C, Neale G, Woloshynowych M. Adverse events in british hospitals: Preliminary
Retrospective Record Review. Br J Med 2001; 322: 517-519.
22. Schioler T, Lipczak H, Pedersen BL et al. Incidence of adverse events in hospitals. A
Retrospective Study of Medical Records. Ugeskr Laeger 2001; 163: 5370-5378.
23. Baker RG, Norton PG, Flintoft V, Blais R, Brown A, Cox J, et al. The Canadian Adverse
Events Study: the incidence of adverse events among hospital patients in Canada. JAMC
2004; 170: 1678-86.
18
24. Forster AJ, Asmis TR, Clark HD, Saied GA, Code CC, Caughey SC, et al. Ottawa Hospital
Patient Safety Study: Incidence and timing of adverse events in patients admitted to a
canadian teaching hospital. Can Med Assoc 2004; 170: 1235-40.
25. Aranaz J y col. Estudio Nacional sobre los Efectos Adversos ligados a la Hospitalización.
ENEAS 2005. Ministerio de Sanidad y Consumo. Febrero 2006
26. Aranaz J y col. Estudio Nacional sobre los Efectos Adversos ligados a la Hospitalización.
ENEAS 2005. Ministerio de Sanidad y Consumo. Febrero 2006
27. Borrell i Carrió F et al. Errores clínicos y eventos adversos: percepción de los médicos de
atención primaria. Aten Primaria 2006;38(1):25-32.
28. Rubin G et al. Errors in general practice: development of an error classification and pilot
study of a method for detecting errors. Qual Saf Health Care 2003;12:443-7.
29. Makeham et al. The Threats to Australian Patient Safety (TAPS) study: incidence of
reported errors in general practice. MJA 2006 Jul 17;185:95-8.
30. Aranaz JM, Aibar C, Vitaller J, Mira JJ, Orozco. Estuido APEAS: estudio sobre la seguridad
de los pacientes en Atención Primaria de Salud. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo,
2008
31. Sandars J and Smiles A. The frequency and nature of medical error in primary care:
understanding the diversity across studies. Family Practice 2003;20:231-6.
32. The Conceptual Framework for the International Classification for Patient Safety Version
1.1 Final technical report. 2009. WHO
33. Disponible
en:http://www.jointcommission.org/patientsafety/nationalpatientsafetygoals/ (Úl
timo acceso el 8 de junio de 2010)
34. Disponible en: http://www.npsf.org (Último acceso el 8 de junio de 2010)
35. Disponible en: http://ihi.org (Último acceso el 8 de junio de 2010)
36. National Quality Forum. Prácticas seguras para un mejor cuidado sanitario (último
acceso el 9 de junio de 2010)].
37. Disponible en: http://www.dh.gov.uk/en/index.htm (Último acceso el 8 de junio de
2010)
38. Department of Health. An Organization with a Memory: Report of an Expert Group on
Learning from Adverse events in the NHS. London: Department of Health; 2000.
39. Accesible en: http://www.npsa.nhs.uk/(Último acceso el 8 de junio de 2010)
40. NPSA. NHS. La seguridad del paciente en siete pasos. United Kingdon. 2005. (Último
acceso el 8 de junio de 2010)
41. Disponible en: http://www.oecd.org/dataoecd/56/31/44192992.pdf (Último
acceso el 8 de junio de 2010)
42. Patient Safety Data Systems in the OECD: A Report of a Joint Irish Department of
Health-OECD Conference, Health Care Quality Indicators Project, Directorate for
Employment, Labour and Social Affairs Health Committee, DELSA/HEA/HCQ (2007). 2007.
19
43. Disponible
en:http://ec.europa.eu/health/ph_overview/Documents/ev_20050405_rd01_en.p
df (Último acceso el 8 de junio de 2010)
44. Disponible en: http://ec.europa.eu/healtheu/care_for_me/patient_safety/index_es.htm(Último acceso el 8 de junio de 2010)
45. Disponible en: http://90plan.ovh.net/~extranetn/ (Último acceso el 8 de junio de
2010)
46. Disponible en: http://www.linneaus-pc.eu/index.html (Último acceso el 8 de junio
de 2010)
47. Disponible en: http://www.who.int/patientsafety/en/ (Último acceso el 8 de junio
de 2010)
48. Disponible en: http://www.who.int/gpsc/en/ (Último acceso el 8 de junio de 2010)
49. Disponible en: http://www.who.int/patientsafety/safesurgery/en/ (Último
acceso el 8 de junio de 2010)
50. Disponible
en: http://www.who.int/patientsafety/campaigns/amr/en/index.html/(Último
acceso el 8 de junio de 2010)
51. Disponible
en: http://www.who.int/patientsafety/patients_for_patient/en/ (Último acceso el 8
de junio de 2010)
52. Disponible en: http://www.who.int/patientsafety/taxonomy/en/ (Último acceso
el 8 de junio de 2010)
53. Disponible en: http://www.who.int/patientsafety/research/en/ (Último acceso el
8 de junio de 2010)
54. Aranaz J, Aibar C. Estudio IBEAS. Prevalencia De efectos adversos en hospitales
de latinoamérica. OMS. Ministerio de Sanidad y Política Social.
55. Disponible
en: http://www.msc.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/ec03.htm (Último acceso
el 8 de junio de 2010)
56. http://www.msps.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/informe0610/Index.h
tml
57. Plan de Calidad del Sistema Nacional de Salud. Ministerio de Sanidad y Política
Social. (Último acceso el 13 de junio de 2010)
58. Informe Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud. Balance de actividades y
acciones previstas. (Último acceso el 13 de junio de 2010)
59. Terol et al. Estrategia en seguridad del paciente del sistema nacional de salud. Med Clin
(Barc). 2008;131 (Supl 3):1-3
60. Nieva V.F., Sorra J. Safety culture assessment: a tool for improving patient safety in
healthcare organizations. Qual Saf Health Care 2003;12(suppl II):ii17-ii23.
20
61. National Quality Forum. Prácticas seguras para un mejor cuidado sanitario (último
acceso el 9 de junio de 2010)
62. NPSA. NHS. La seguridad del paciente en siete pasos. United Kingdon. 2005. (Último
acceso el 8 de junio de 2010)
63. Sexton JB, Helmreich RL, Neilands TB, et al. The safety attitudes questionnaire:
Psychometric properties, benchmarking data, and emerging research. BMC Health Serv Res,
2006;6:44.
64. Modak, I., Thomas, E., Sexton, J., Lux, T., Cheng, L., Helmreich, R. Measuring Safety
Culture in the Ambulatory Setting: The Safety Attitudes Questionnaire—Ambulatory Version.
J Gen Intern Med. 2007:22:1–5
65. Kirk S, Parker D, Claridge T, Esmail A, Marshall M. Patient safety culture in primary care:
developing a theoretical framework for practical use. Qual. Saf. Health Care 2007;16;313320
66. Manchester Patient Safety Framework (MaPSaF) Facilitator Guidance.
(consultada 10/12/2009)
67. HOSPITAL SURVEY ON PATIENTS SAFETY CULTURE (HSOPSC). (consultada
13/06/2010)
68. Medical Office Survey on Patient Safety Culture. Medical Office Survey Toolkit.
(consultada 13/06/2010).
69. Guadalupe Olivera. Grupo de Trabajo de SEMFyC. Validación del cuestionario Medical
Office Survey on Patient Safety Culture (MOSPC) al castellano. Una herramienta
para evaluar el grado de desarrollo de la Cultura de Seguridad del Paciente en las
organizaciones. En la III Jornada para la Mejora de la Seguridad del Paciente en Atención
Primaria. (consultada 13/06/2010).
21
Carlos Aibar Remón [Buscar autor en Medline]
Jesús M. Aranaz Andrés [Buscar autor en Medline]
Julian Vitaller Burillo [Buscar autor en Medline]
Yolanda Agra Varela [Buscar autor en Medline]
Teresa Giménez Júlvez [Buscar autor en Medline]
Pilar Marcos Calvo [Buscar autor en Medline]
3
Volver al sumario
Seguridad del paciente en atención primaria de salud:
magnitud del problema
Seguridad e inseguridad en la atención sanitaria
La seguridad del paciente (SP) ha sido uno de los cimientos en los que se ha apoyado la
práctica clínica en todos sus escenarios de aplicación (hospitales, centro de salud,...). Desde
siempre, y antes desde una perspectiva ética que desde la mejora de la calidad de la
asistencia, no ha habido un buen profesional al que, más o menos implícitamente, no le haya
preocupado el hecho de poder producir daño a los pacientes.
Desde el punto de vista de la terminología es importante asumir una taxonomía de uso
común. La SP se define como la ausencia para un paciente, de daño innecesario o daño
potencial asociado a la atención sanitaria.
Cuando ocurre un evento o circunstancia que ha ocasionado o podría haber ocasionado un
daño innecesario a un paciente, se emplea el término de incidente relacionado con la
seguridad del paciente. Cuando el mismo no ha producido daño hablamos de incidente sin
daño y cuando lo ha producido de evento adverso (EA)1.
Los incidentes pueden tener su origen en actos intencionados o no intencionados. Los errores
son, por definición, no intencionados, mientras que las infracciones son intencionadas,
aunque pueden llegar a hacerse rutinarias en algunos contextos. Los errores pueden deberse
al desconocimiento de una acción que la práctica indica que debería hacerse o un insuficiente
entrenamiento o formación, la no realización de una acción prevista tal y como se pretendía
(errores de omisión) o la aplicación incorrecta de la misma (error de comisión).debido a
olvidos, despistes o lapsus. (figura 1)
Por otra parte, una infracción implica una transgresión o un desvío deliberado de las normas,
reglas o procedimientos. El daño relacionado con la atención sanitaria es el que se deriva
directamente de los planes o acciones de un profesional sanitario durante la prestación de
asistencia sanitaria o que se asocia a ellos y no el que se debe a una enfermedad o lesión
subyacente, cuestión para la que se reserva el término de complicación.
Seguridad e inseguridad, expresada esta última en la presencia de incidentes y EA, no son
conceptos distintos y alejados sino entornos de un “continuo” de mayor o menor grado de
22
riesgo para el paciente separados por una línea tenue2, o dicho de un modo coloquial, son las
dos caras de una misma moneda: la del mayor o menor riesgo o probabilidad de que se
produzcan incidentes relacionados con la SP. Conseguir que la moneda caiga del lado de la
seguridad, precisa de esfuerzos y actuaciones a varios niveles. El primero de ellos -la
identificación de los riesgos- implica saber que está ocurriendo, cuáles son los incidentes, EA,
errores y fallos más comunes.
La seguridad del paciente en el primer nivel asistencial: ¿una prioridad?
Los criterios que, técnicamente, determinan la prioridad de cualquier problema de salud son,
por un lado, la importancia de los daños causados por el mismo, tanto de salud y expresadas
en términos de morbimortalidad e impacto3; como las consecuencias económicas y sociales,
expresadas en costes de tratamientos, incapacidades o compensaciones; y por otro, la
eficacia y factibilidad de las actuaciones encaminadas a resolverlo4.
En el caso de la SP, puede afirmarse con contundencia, que nos encontramos ante un
problema de salud pública prioritario tal como han puesto de manifiesto numerosos estudios
epidemiológicos realizados, sobre todo en el ámbito hospitalario5-17. En España el estudio
ENEAS (Estudio nacional de efectos adversos relacionados con la hospitalización) puso de
manifiesto que en hospitales de agudos, la incidencia de pacientes con EA es del 9,3%
(IC95%: 8,6% - 10,1%) y que un 42,8% de los mismos eran evitables mediante la
aplicación del conocimiento disponible.
El 37,4% de los eventos adversos estaba relacionado con la medicación, las infecciones
nosocomiales de cualquier tipo representaron el 25,3% del total de los eventos adverso y un
25,0% estaba relacionado con problemas técnicos durante un procedimiento18. Con el fin de
estimar la magnitud y trascendencia de los EA en atención primaria en España la Agencia de
Calidad del Sistema Nacional de Salud promovió y financió el estudio APEAS (Estudio sobre la
seguridad de los pacientes en atención primaria de salud).19. Los objetivos del mismo iban
mas allá de la cuantificación y conocimiento de la magnitud, gravedad, probabilidad de
prevención e impacto de los EA, y el análisis de las características de los pacientes y de la
asistencia que se asocian a la aparición de EA evitables.
Adicionalmente perseguía, entre otros objetivos:
1. Incrementar el número de profesionales involucrados en la SP.
2. Incorporar a la agenda de los equipos de atención primaria, objetivos y actividades
encaminadas a la mejora de la SP.
3. Analizar los factores que contribuyen a la aparición de los EA.
4. Identificar estrategias preventivas dirigidas a minimizar el impacto de los EA en este
nivel asistencial.
Metodología y resultados principales del estudio APEAS
23
El estudio APEAS es un estudio observacional de prevalencia20 realizado sobre una muestra
de oportunidad y participación voluntaria de 48 centros de atención primaria de 16
comunidades autónomas a lo largo de dos semanas del mes de junio de 2007, siendo criterio
de inclusión la participación de, al menos, tres médicos de familia, un pediatra y un
diplomado de enfermería de cada equipo.
Los equipos de Atención Primaria fueron seleccionados a través de los referentes de SP de
las Comunidades Autónomas, de Sociedades Científicas y de informadores clave,
participando 452 profesionales (251 médicos de familia, 49 pediatras y 152 diplomados de
enfermería). El número de pacientes incluidos de 96.047. El procedimiento utilizado para
conocer la frecuencia y características de los incidentes y EA consistió en la cumplimentación,
por los profesionales, de un formulario confeccionado al efecto para emplearlo cada vez que
se identificaba un EA o un incidente, asegurando la confidencialidad mediante un sistema de
registro enmascarado para la dirección del estudio.
Utilizando la terminología actual recomendada por la Organización Mundial de la Salud las
variables de resultados estudiadas fueron los incidentes relacionados con la SP, los EA y la
gravedad y probabilidad de prevención de estos últimos. El estudio mostró una prevalencia
de eventos adversos de un 11,18‰ (IC95%: 10,52 - 11,85) (figura 2). Por grupos
profesionales fueron los pediatras los que presentaron una menor prevalencia (tabla 1).
En cuanto a su naturaleza, el 47,8% de los EA (530) estuvieron relacionados con la
medicación. Las infecciones asociadas a los cuidados de cualquier tipo representaron el 8,4%
(93) del total de los eventos adversos, el 10,6% (118) se asociaron a algún procedimiento, y
el 6,5% (72) con los cuidados (tabla 2). Al analizar la gravedad e impacto de los mismos
pudo observarse que la mayor parte de los mismos tuvieron un carácter leve, resolviéndose
en el propio centro de salud (tablas 3 y 4).
Puede afirmarse, igualmente, que la aparición de EA tiene una etiología multicausal, estando
la medicación prescrita como factor causal esencial en casi la mitad de los EA contribuyendo,
además, aspectos relacionados con la comunicación, la gestión y los cuidados (figura 3). El
estudio ha demostrado, así mismo, que aplicando el conocimiento disponible, el 70% de los
EA que aparecen en el primer nivel asistencial son valorados por los propios profesionales
como evitables (tabla 5).
En una segunda fase, con el fin de valorar y proponer estrategias de mejora, un grupo de
expertos analizó, considerando los criterios de eficacia y solidez de la evidencia, factibilidad y
barreras de implementación, oportunidades de involucrar a los pacientes, posibles
consecuencias indeseadas y posibilidades de generalización, las actuaciones a desarrollar en
relación con la mejora de la seguridad del uso del medicamento, la prevención de infecciones
asociadas a cuidados, la mejora del curso evolutivo de la enfermedad y la reducción de las
úlceras por presión fuera del hospital21.
24
El conocimiento de los eventos adversos como punto de partida de la mejora de la
seguridad: ¿son suficientes los datos epidemiológicos para valorar la seguridad del
paciente?
El estudio epidemiológico de los EA proporciona una perspectiva colectiva de la SP y
presenta, si se realiza correctamente, la fortaleza de la cuantificación y la validez de
generalización22. Sin embargo, los EA son más que una cifra y su correspondiente intervalo
de confianza. Constituyen la parte más visible del iceberg de los problemas de SP, en tanto
que en la parte sumergida existen múltiples factores humanos y organizativos que
difícilmente valoran los estudios epidemiológicos23. Las deficiencias en la organización y el
funcionamiento del sistema24, problemas con los múltiples productos y dispositivos sanitarios
utilizados, incumplimiento de normas y protocolos, fallos en la comunicación entre los
profesionales y con los pacientes, además de los errores personales inherentes a la
naturaleza humana precisan procedimientos de análisis complementarios.
El estudio de los factores contribuyentes “sumergidos” requiere un análisis individual dirigido
a responder interrogantes, no tanto respecto al ¿cuánto?, sino al ¿cómo? y el ¿por qué?.25-27
Un reto: reducir la inseguridad y mejorar la seguridad en atención primaria
Los EA no aparecen por azar. En el primer nivel asistencial confluyen, cada vez más, varios
diferenciales en relación con la SP que podrían incrementar el riesgo de aparición de EA e
incidentes relacionados con la SP. Entre otros, pueden destacarse los siguientes:
1. La elevada presión asistencial y la dinámica de trabajo de centros de salud conlleva
la disponibilidad de poco tiempo por paciente y, sin embargo, múltiples contactos y
episodios de consulta. Por ello, la elevada frecuentación que se produce en este
nivel, multiplica las probabilidades de aparición de EA.28
2. Aunque la complejidad asistencial y la posibilidad de producir daño pueden ser
menores que en atención especializada, la ambulatorización de cuidados y
seguimientos y la incorporación en este nivel de nuevas pruebas diagnósticas y de
actividad quirúrgica de baja complejidad acrecientan, previsiblemente, el riesgo del
paciente.
3. La deficiente continuidad asistencial y escasa comunicación entre atención primaria y
especializada, presente en gran número de sistemas sanitarios, facilita la aparición
de EA con origen y repercusiones en ambos niveles asistenciales.
4. Diversos estudios muestran que el seguimiento de recomendaciones y cumplimiento
terapéutico son escasos y, en ocasiones, inadecuados y sorprendentes. La
medicalización incontrolada y desmedida de procesos banales, al igual que la
generalización de pruebas diagnósticas y tratamientos sin evidencia razonable de
efectividad son una amenaza para la SP.
25
El desarrollo de una hoja de ruta de mejora de la seguridad clínica en el primer nivel
asistencial se debe desarrollar a varios niveles:
1. A nivel político y organizativo se deben incentivar iniciativas que promuevan la SP al
mismo tiempo que dotar de recursos a los centros en donde sean necesarios. La SP
es un espacio común de trabajo para gestores, profesionales y pacientes.
2. A nivel de los equipos profesionales es necesario realizar análisis de aquellos
aspectos susceptibles de error y llevar a cabo programas de prevención. La SP es
consecuencia de la interacción y el equilibrio permanente de múltiples actuaciones
del sistema sanitario y de sus profesionales. Los fallos y errores, si pueden tener algo
de positivo, es aprovecharlos como oportunidades de mejora y aprendizaje.
3. En este sentido, parece juicioso la práctica, o al menos una reflexión sobre su
conveniencia, de la llamada prevención cuaternaria, práctica consistente en cumplir
con el objetivo de la Medicina, que busca la máxima calidad con la mínima cantidad,
tan cerca del paciente como sea posible29.
4. Por último, a nivel individual los profesionales sanitarios deben entender la necesidad
de reconocer los errores, los incidentes relacionados con la SP y los EA como
oportunidades de aprendizaje y mejora, así como la importancia de establecer
sistemas de control y análisis de los mismos que permitan valorar los avances hacia
la seguridad. La seguridad se aprende haciendo y compartiendoconocimientos y
experiencias.
El hecho de que los incidentes relacionados con la SP y los EA sean un problema frecuente y,
según criterio de los propios profesionales, en gran parte evitable, sitúa la mejora de la SP
en el primer nivel asistencial como una estrategia prioritaria, siendo conscientes de que se
trata de un problema crónico que requiere perseverancia y tratamiento continuado.
BIBLIOGRAFÍA
1. CISP. Informe de los resultados de la encuesta Delfos sobre la introducción a la
Clasificación Internacional para la Seguridad del Paciente. 8 de junio de 2007.
(consultado 27 de junio de 2010)
2. Aranaz JM,. Aibar C. Marco conceptual de la seguridad clínica del paciente. En Aranaz JM,
Aibar C, Vitaller J, Mira JJ. Gestión sanitaria: calidad y seguridad de los pacientes. Madrid:
MAPFRE-Díaz de Santos, 2008; 223-227.
3. Rivadeneyra A, Artundo C. La evaluación del impacto en salud: el estado de la cuestión.
Gac Sanit. 2008;22:348-53.
4. Hernández Aguado I, Aibar C, Lumbreras B, Aranaz J. Planificación y programación en
atención a la salud En Piedrola G et al. Medicina Preventiva y Salud Pública 11ª ed.
Barcelona: Elsevier, 2008.
26
5. Brenan TA et al. Incidence of adverse events and negligence in hospitalized patients.
Results of the Harvard Medical Practice Study I. N Engl J Med 1991;304: 638-42.
6. Leape LL, Brennan TA, Laird NM, Lawthers AG, Localio AR, Barnes BA et al. The nature of
adverse events in hospitalized patients. Results of the Harvard Medical Practice Study II. N
Eng J Med 1991;324: 377-84.
7. Wilson RM, Runciman WB, Gibberd RW, Harrison BT, Newby L, Hamilton JD. The Quality in
Australian Health Care Study. Med J Aust 1995;163:458-71.
8. Thomas EJ, Studdert DM, Burstin HR, Orav EJ, Zeena T, Williams EJ et al. Incidence and
types of adverse events and negligent care in Utah and Colorado. Med Care 2000;38:261-71.
9. Schioler T, Lipczak H, Pedersen BL, Mogensen TS, Bech KB, Stockmarr A, et al. Incidence
of adverse events in hospitals. A retrospective study of medical records. Ugeskr Laeger
2001; 163:5370-8.
10. Vicent C, Neale G, Woloshyowych M. Adverse events in British hospitals. Preliminary
retrospective record review. BMJ 2001;322:517-19.
11. Davis P, Lay-Yee R, Briant R, Ali W, Scott A, Schug S. Adverse events in New Zealand
public hospitals I: ocurrence and impact. N Z Med J 2002;115:271.
12. Ross Baker G, Norton PG, Flintoft V, Blais R, Brown A, Cox J et al. The Canadian adverse
events study: the incidence of adverse events among hospital patients in Canada. CMAJ
2004;170:1678-86.
13. Michel P, Quenon JL, Djihoud A, Tricaud-Vialle S, de Sarasqueta AM. French national
survey of inpatient adverse events prospectively assessed with ward staff Qual. Saf. Health
Care 2007;16: 369-377.
14. Aranaz-Andrés JM , Aibar-Remón C, Vitaller-Burillo J, Ruiz-López P, Limón-Ramirez R,
Terol- García E and the ENEAS work group. Incidence of adverse events related to halth care
in Spain. Results of the Spanish National Study of Adverse Events (ENEAS). Journal of
Epidemiology and Community Health 2008; 62: 1022-09.
15. Zegers M, de Bruijne MC, Wagner C, Hoonhout LH, Waaijman R, Smits M, Hout FA,
Zwaan L, Christiaans-Dingelhoff I, Timmermans DR, Groenewegen PP, van der Wal G.
Adverse events and potentially preventable deaths in Dutch hospitals: results of a
retrospective patient record review study. Qual Saf Health Care. 2009; 18(4):297-302.
16. Aranaz-Andrés JM, Aibar-Remón C, Vitaller-Burillo J, Gea-Velázquez de Castro MT,
Requena-Puche J, Terol-García E y grupo de trabajo ENEAS. Impact and preventability of
adverse events in Spanish public hospitals. Results of the Spanish Nacional Study of adverse
events (ENEAS). International Journal for Quality in Health Care 2009;21(6):408-14.
17. Ministerio de Sanidad y Política Social. Gobierno de España. Estudio IBEAS.
Prevalencia de efectos adversos en hospitales de Latinoamérica. Informes, Estudios
e Investigación 2009. Madrid: Plan de calidad para el Sistema Nacional de Salud;
2009.(Consultado 18 de junio de 2010).
18. Aranaz J, Aibar C,Vitaller J, Ruiz P. Estudio Nacional sobre los Efectos Adversos
ligados a la Hospitalización. ENEAS 2005. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo,
2006. (Consultado 24 de junio de 2010)
19. Aranaz J, Aibar C, Vitaller J, Mira J, Orozco D, Terol E, Agra Y. Estudio APEAS. Estudio
sobre la seguridad de los pacientes en atención primaria de salud. Madrid: Ministerio de
Sanidad y Consumo, 2008.
27
20. Michel P, Aranaz JM, Limón R, Requena J. Siguiendo la pista de los efectos adversos:
Cómo detectarlos. Rev Calidad Asistencial 2005; 20:204-10.
21. Ministerio de Sanidad y Consumo. Jornada de Presentación y Discusión del Estudio
APEAS. (Consultado 24 de junio de 2010)
22. Aibar C, Aranaz JM, García Montero JI, Mareca R. La investigación sobre seguridad del
paciente: necesidades y perspectivas. Med Clin (Barc).2008;131(Supl 3):12-7
23. Weingart SN, Wilson R, Gibberd RW, Harrison B. Epidemiology of medical error BMJ
2000;320:774-777.
24. Nolan TW. System changes to improve patient safety. BMJ 2000; 320: 771-773.
25. Pérez MJ, Iruretagoyena ML, González-Llinares R, Cantero D, Alcalde G, Manzano A et
al.Desarrollo y evaluación de herramientas para la seguridad del paciente que
puedan ser incorporadas en la gestión de procesos asistenciales. Investigación
Comisionada. Vitoria-Gasteiz. Departamento de Sanidad, Gobierno Vasco, 2008. Informe
nº: Osteba D-08-03. (Consultado 24 de junio de 2010)
26. Recio M, Aranaz JM, Aibar C, Martínez E, Martín A. Gestión y mejora de la seguridad
del paciente. Tutorial y herramientas de apoyo. Madrid: Ministerio de Sanidad y
Consumo, 2006. (Consultado 24 de junio de 2010)
27. Aibar C, Aranaz JM. Seguridad del Paciente y prevención de efectos adversos
relacionados con la asistencia, Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo, 2007.
(Consultado 24 de junio de 2010)
28. Ministerio de Sanidad y Política Social. Actividad asistencial atención primaria sistema
nacional de salud informe resumen 2007 – 2008. Disponible en:
http://www.msc.es/estadEstudios/estadisticas/estadisticas/estMinisterio/siap.ht
m(Consultado 24 de junio de 2010)
29. Gérvas J. La clave para mejorar la clínica: más calidad con el mínimo de cantidad. Gac
Med Bilbao. 2006;103:46-7.
28
José Ángel Maderuelo Fernández [Buscar autor en Medline]
Maria Pilar Astier Peña [Buscar autor en Medline]
Guadalupe Olivera Cañadas [Buscar autor en Medline]
María Luisa Torijano Casalengua [Buscar autor en Medline]
Pilar Moreno González [Buscar autor en Medline]
4
Volver al sumario
Cómo empezar a trabajar. Cómo se trabaja en
seguridad del paciente en un equipo de atención
primaria. Implementando la respuesta. Implicando a
todos los profesionales del equipo. La misión y el
contexto.
Calidad asistencial y seguridad del paciente en atención primaria.
El Institute of Medicine (IOM)1 define la calidad de los servicios sanitarios como “el grado en
que los servicios de salud destinados a los individuos y a las poblaciones aumenta la
probabilidad de conseguir unos resultados de salud óptimos y comparables con los
conocimientos actuales de los profesionales”. Esta y otras definiciones2 tienen en común la
consideración de la calidad de la asistencia sanitaria como un concepto complejo y
multidimensional en el que están presentes componentes o dimensiones como efectividad,
eficiencia, satisfacción de los usuarios, accesibilidad, adecuación, competencia profesional.
En la década de los 90 una mesa de expertos convocada por esta organización concluyó que
era posible medir y analizar los problemas de relacionados con la calidad. Diferentes estudios
describieron la existencia de situaciones que comprometían gravemente la calidad y que se
relacionaban tanto con la utilización por defecto o por exceso de los servicios, como con su
mala utilización y que repercutían de manera muy negativa en los pacientes, poniendo de
manifiesto la estrecha relación de la seguridad del paciente y la calidad3. Previamente la
Joint Commission había destacado la importancia de la seguridad del paciente en el concepto
de calidad de la atención al incluirla entre los factores importantes que determinaban su
rendimiento4, y que en su última revisión5 son: orientación al paciente, la seguridad del
entorno de la atención y la accesibilidad, adecuación, continuidad, eficacia, efectividad,
eficiencia y oportunidad de la atención.
Actualmente la seguridad del paciente es considerada como una dimensión fundamental de
la calidad cuya ausencia afectaría negativamente al resto de las dimensiones. La seguridad
del paciente es un elemento vertebrador de las diferentes dimensiones de la calidad de los
servicios sanitarios que de forma transversal interacciona recíprocamente con ellas y la
hacen indistinguible de una asistencia sanitaria de calidad. La seguridad es la base sobre la
que se construye el resto de dimensiones de la calidad. Esta circunstancia queda reflejada en
el informe “Errar es humano: construyendo un sistema sanitario más seguro” publicado por
el Senado de EEUU en 1999 que dimensiona por primera vez la trascendencia de los
problemas de seguridad del paciente en el sistema sanitario6.
29
La visualización de la calidad de la atención como el marco de referencia en el que se asienta
la seguridad del paciente, da coherencia a las actuaciones y ayuda a los profesionales a
desarrollar programas de gestión de riesgo en sus centros de salud o unidades. La seguridad
del paciente y calidad comparten organización, objetivos, filosofía, metodología, técnicas y
herramientas de trabajo, facilitando la implantación de actividades de seguridad del paciente
en los centros de salud e integrándolas en los planes de mejora continua7. El objetivo, en
ambos casos, es el diseño de actividades que impidan o dificulten la aparición de situaciones
de riesgo y el cambio de la manera de proceder cuando se descubren deficiencias. El enfoque
implica evaluar y analizar el comportamiento de la organización, sus procesos y resultados,
identificar las áreas de mejora, diseñar y poner en marcha las intervenciones adecuadas y
volver a evaluar el efecto de los cambios. El aprendizaje de la organización que proporciona
la utilización de herramientas como los ciclos de mejora o PDCA o la monitorización de
indicadores, permite afrontar los errores y en definitiva ser más eficientes. La estructura
organizativa de la calidad basada en el trabajo de un grupo multidisciplinar o comisión de
calidad y un responsable que lo lidere8,9 , ha dado buenos resultados en los centros que la
han mantenido activa. Este modelo, que se volverá a comentar al final del artículo, es
igualmente válido para abordar los problemas de seguridad del paciente en equipos de
atención primaria (EAP).
Los equipos de atención primaria con mayor cultura de calidad y que han incorporado en su
rutina el desarrollo de actividades de mejora continua percibirán con naturalidad el dirigir la
mirada de forma específica a situaciones que puedan suponer un riesgo potencial para la
salud del paciente. Por otra parte, en aquellos centros que se han mostrado más reticentes
con las propuestas de mejora de la calidad por considerarlas cargas burocráticas alejadas de
su trabajo, la seguridad del paciente puede suponer un revulsivo a la hora de emprender
acciones de mejora. La cercanía que suponen los contenidos que aborda la seguridad del
paciente a las preocupaciones y temas de interés de los clínicos, no deja de ser una buena
estrategia de ayuda a la sensibilización de estos equipos.
La magnitud de eventos adversos, sus graves repercusiones y la de la elevada frecuencia de
eventos considerados prevenibles ha provocado que, en los últimos años, la seguridad del
paciente adquiera un papel protagonista en la gestión de la calidad de los servicios
sanitarios, y que la OMS y otras organizaciones que vinculan explícitamente la seguridad del
paciente con la calidad de la atención sanitaria recomienden que se preste la mayor atención
posible al problema de la seguridad del paciente10. Calidad y seguridad del paciente son
culturas estrechamente vinculadas, de forma que no se podría hablar enteramente de la
primera sin considerar el enfoque de la segunda. Se trata, en definitiva, de mejorar la
calidad de la atención sanitaria a través de intervenciones y estrategias de seguridad de los
pacientes.
La misión, visión y valores de la atención primaria de salud.
30
El inicio de una nueva línea de desarrollo siempre es un reto y constituye una oportunidad
para reflexionar, si no se ha hecho ya, sobre el propio centro de salud. Analizar las
características y circunstancias de la propia organización constituye un ejercicio que ayudará
a definir mejor los objetivos y las actuaciones que deben ser acometidas por el equipo. Cada
organización desarrolla su labor en un entorno diferente, y las actividades del equipo de
atención primaria deberán ser capaces de dar respuesta a las necesidades de los diferentes
grupos sobre los que tiene impacto (usuarios, sociedad, profesionales, proveedores y la
propia organización). Este trabajo es genérico para todas las organizaciones
independientemente del área de negocio que traten, y suele ser el punto de partida del
documento o plan estratégico que les guíe hacia sus objetivos.
La definición de la Misión, Visión y Valores del centro de salud nos permite sistematizar esta
reflexión sobre el propio equipo, ayuda a comprender el contexto en el que trabajan los
profesionales y orienta sobre la ruta a seguir para llegar al destino deseado. La Misión da
respuesta a los grandes interrogantes ¿qué somos? y ¿por qué y para qué estamos aquí?,
describe el motivo o la razón de ser del centro de salud. Es el propósito general de la
organización en el momento actual, la labor que desempeña en el presente. En su definición
se suele indicar tres aspectos: lo que hace el centro de salud (los servicios que ofrece), para
quién lo hace (la población a la que van dirigidos) y las peculiaridades o características
propias del centro (lo diferencial). La visión se refiere al horizonte que el equipo de atención
primaria se propone como meta y describe las características que el centro de salud debe
tener en el futuro, dando respuesta a la pregunta ¿qué quiere ser? Proporciona coherencia a
los procesos y las actividades del centro, además de servir de guía y estímulo para su
desarrollo. La utilidad de la visión radica en que su definición sea clara, realista, alcanzable,
se comunique a los miembros del equipo y sea compartida por todos. Los valores hacen
referencia a las ideas, cualidades o principios que están presentes en la forma de hacer o de
trabajar de la organización. Su definición sirve para mostrar la filosofía en la que se inspira
el comportamiento de la organización y con su definición se quiere mostrar la importancia
que tienen para la misma, sirviendo de fundamento y fuerza para la visión y su desarrollo.
Análisis de debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas de un equipo de
atención primaria.
Lo primero que hace una organización cuando acomete la elaboración de la estrategia y la
definición de las actuaciones pertinentes para lograr los objetivos que se ha marcado, es
conocer cuál es la situación de partida. La definición de la misión, visión y valores de una
organización son puntos de referencia ineludibles, que debe ser completada con una
valoración de la propia organización y de su entorno sin olvidar, de forma específica la
política en relación con la calidad y la seguridad del paciente. Una metodología apropiada
para ello es el análisis DAFO mediante el cual se identifican sus Debilidades, Amenazas,
Fortalezas y Oportunidades11. Esta técnica considera simultáneamente el entorno interno de
la organización o del EAP y el entorno externo con el que interacciona y que puede
determinar los resultados de sus actuaciones. De esta manera analiza las áreas de mejora
31
(debilidades), aquellos aspectos que deben ser revisados y sobre los que se debe intervenir,
y los puntos fuertes (fortalezas) que se refieren a las características que destacan y que
deben ser potenciadas. Por otra parte, el análisis DAFO, trata de identificar las circunstancias
que favorecen el desarrollo de dichas actuaciones (oportunidades), y situaciones que actúan
frenando el potencial de las mismas (amenazas). La confrontación de los elementos
resultantes de la evaluación interna (debilidades y fortalezas) con los obtenidos de la
valoración del entono o externos (amenazas y oportunidades) facilitan la elección de las
estrategias de acción más adecuadas para el centro. De forma general se describen cuatro
tipos de estrategias (tabla 2). La estrategia defensiva se refiere al fortalecimiento de las
cualidades del equipo frente a las barreas persistentes. Por el contrario si el entorno ofrece
condiciones favorables a las características de la organización, o presenta unas barreras que
pueden ser abordadas, la estrategia será ofensiva. Si tenemos capacidad de reacción frente
a las potenciales amenazas externas, nuestras acciones serán de adaptación y en caso
contrario se adoptará un plan de supervivencia.
Identificación de áreas de mejora en el equipo y priorización.
Después de realizar el análisis de situación las organizaciones están en condiciones de definir
los grandes objetivos y las líneas estratégicas que se van a desarrollar, no obstante para ser
operativo es necesario decidir que actividades se realizarán para mejorar la calidad y
concretar los aspectos que van a ser objeto de la mejora. En el caso de la elaboración de un
plan de gestión de riesgos se trata en última instancia de definir las situaciones, áreas o
procesos cuyo riesgo se quiera prevenir o minimizar.
Haciendo un paralelismo con la mejora de la calidad, las actuaciones para la mejora de la
seguridad del paciente pueden seguir dos estrategias de acción. La más inmediata
es reactiva y consiste en la identificación de incidentes, errores, eventos adversos y en
general cualquier problema concreto que pueda conducir a situaciones no deseables. En
estos casos se realizará un análisis de las circunstancias que motivaron o favorecieron su
aparición, con la finalidad de solucionar el problema y evitar su repetición. Esta propuesta se
debe complementar con una estrategia proactiva que tratará de garantizar que los procesos
sean diseñados teniendo en cuenta los riesgos potenciales de su aplicación, los fallos que
pueden ocurrir y los efectos de estos. Lógicamente el plan de riesgo recomendado debe
contemplar ambas estrategias y combinar actuaciones preactivas de carácter preventivo que
aseguren la ausencia de riesgo o minimicen su presencia, con las intervenciones en caso de
que el incidente ya haya sucedido.
Por dónde empezar, hacia donde dirigir la mirada? La selección de las áreas en las que el
equipo de atención primaria tratará de mejorar la seguridad de los pacientes, debe esta
basada en criterios que lo justifiquen, como la magnitud o la frecuencia de su aparición. El
principal estudio que se ha realizado sobre la frecuencia de ocurrencia de eventos adversos
en atención primaria en España es, como ya se ha comentado en este monográfico, el
estudio APEAS12. La frecuencia de eventos adversos que se identificaron fue de 11,2 por mil
32
consultas o de 10,1 por cada mil pacientes, siendo el 70,2% claramente evitables. Los
factores causales de los eventos adversos estuvieron relacionados con la medicación en un
48,2%, con los cuidados en un 25,7%, con la comunicación en un 24,6%, con el diagnóstico
en un 13,1% y el 8,9% con la gestión y procedimientos administrativos.
En general todas las etapas del proceso asistencial son susceptibles de presentar problemas
relacionados con la seguridad y son muchas las clasificaciones que se han realizado sobre las
fuentes de error. Una de las taxonomías13 más utilizadas en atención primaria se muestra en
la tabla 4.
La identificación de riesgos debe plantearse como un análisis sistematizado de las diferentes
categorías o ámbitos donde el riesgo sea posible. La estructura de análisis que propone la
National Patient Safety Agency (NPSA) del National Health Service (NHS )14 guarda cierto
paralelismo con la clásica propuesta de pacientes, profesionales, estructura y recursos y
organización:
•
Factores de paciente: Hace referencia a las características específicas de los
pacientes, tales como factores sociales, culturales, económicos, discapacidad.
•
Factores individuales: Son los aspectos únicos y específicos de cada persona
involucrada en el evento adverso. Incluyen aspectos psicológicos, familiares,
relaciones laborales y muchos más.
•
Factores de tarea: Se refiere a los factores relacionados con el desarrollo de los
procesos sanitarios y la manera de realizar las actividades. Realización de técnicas,
procedimientos y prácticas.
•
Factores sociales y de equipo: Contempla la organización del equipo de trabajo y la
forma de relacionarse entre sus miembros.
•
Factores de formación y entrenamiento: El desempeño de competencias de los
profesionales, su capacitación para el desarrollo de las funciones y actividades. La
existencia de un programa de formación continua que permita a los profesionales
mantener actualizado los conocimientos y habilidades requeridas para el desempeño
de su puesto de trabajo.
•
Factores de equipamiento y recursos: Disponibilidad de los recursos apropiados,
funcionamiento correcto, conservación y mantenimiento, necesidad de
entrenamiento específico, etc.
•
Condiciones de trabajo: Se refiere al entorno, ambiente o contexto en el que se
desarrolla el trabajo, como iluminación, temperatura, ruido, amplitud de espacios,
etc.
•
Factores organizativos y estratégicos: Características inherentes a la manera de
gestionar de la organización.
•
Factores de comunicación y relación entre diferentes centros, dispositivos o
asistenciales, estructuras, etc.
33
En un planteamiento proactivo de la gestión de riesgos, después de conocer las áreas con
compromisos potenciales para la seguridad del paciente, toca el turno de identificar los
riesgos concretos que están presentes en el centro de salud. Las fuentes que podemos
utilizar para ello son: experiencia previa y la experiencia de otras personas de la
organización, encuestas y entrevistas a pacientes y familiares, registro de incidentes y
errores de medicación, reclamaciones, alertas sanitarias, auditorías y resultados de
evaluaciones periódicas, historia clínica, documentos, protocolos, procesos; y las
herramientas no difieren de las que clásicamente se utilizan en los planes de calidad (tabla
5).
Priorización de áreas de mejora
La selección de las áreas de mejora o problemas que deben ser abordados de forma
prioritaria se puede realizar con diferentes técnicas, una de las más populares en
planificación y atención primaria es el método Hanlon15 que contempla la valoración los
siguientes criterios: la magnitud, la severidad o el riesgo, la efectividad de las posibles
acciones correctoras y la factibilidad o coste, a las que frecuentemente se añadía la
tendencia en el tiempo del problema si no se interviene y repercusión en el medio. El método
que se suele proponer para la valoración de los riesgos identificados, también contempla la
valoración de estos criterios. Es una matriz sencilla que relaciona la trascendencia
(combinación de gravedad clínica e impacto) y la magnitud (frecuencia o probabilidad de
aparición). Se trata de valorar la probabilidad de ocurrencia del error según una escala de
cinco categorías: rara, infrecuente, ocasional, probable y frecuente (de forma alternativa
muy baja, baja, media, elevada, muy elevada). De forma simultánea también se valora el
impacto de las consecuencias en: insignificante, tolerable, moderado, importante y
catastrófico (muy baja, baja, media, elevada, muy elevada). Por ejemplo, un incidente que
no tiene impacto en los pacientes será clasificado como insignificante o de bajo riesgo,
mientras que uno que puede provocar la muerte del paciente será considerado de alto
riesgo. Su representación en una matriz como la que muestra la figura 1 (matriz de
evaluación de riesgos) permite clasificar el riesgo en cuatro categorías: Riesgo bajo, riesgo
moderado, riesgo importante y riesgo intolerable. Este es método cualitativo sencillo de
utilizar y comprender que ayuda, sin una gran necesidad de medios, a seleccionar el
orden de intervención de los riesgos identificados. La matriz de riesgos puede utilizarse para
valorar tanto riesgos potenciales, como incidentes que han sido evitados o aquellos que ya
han sucedido.
La selección se completa con una valoración de la evitabilidad o capacidad de prevención del
riesgo en función de la disponibilidad de una intervención efectiva y factible. Para ello se
evaluará, por una parte, la evidencia científica sobre la efectividad de factibilidad de la
posible intervención, y por otra la capacidad de llevar a cabo el plan de prevención
incluyendo en la valoración, disponibilidad de recursos y coste económico, la capacidad del
EAP de desarrollar por si mismo el plan, la necesidad de terceros, etc. En función de estos
parámetros el riesgo podrá ser calificado de inevitable, reducible y evitable. Finalmente la
34
priorización resultará de la combinación de la valoración del riesgo y la factibilidad de la
actuación.
5. Análisis de riesgos e implementación de propuestas.
Una vez que el equipo ha seleccionado los riesgos que considera más importantes, debe
analizar las posibles causas y los factores que contribuyen a su aparición. Para este análisis
se recomienda la utilización complementaria de dos enfoques:
1. Enfoque proactivo: Es una aproximación al riesgo de carácter preventivo, cuyo
objetivo es evitar que se produzca el incidente o el evento adverso. Los métodos de
mejora proactiva son el Análisis de los Modos de Fallos y sus Efectos (AMFE) cuyo
objetivo es la valoración de los posibles fallos que pueden ocurrir en un proceso, y la
implantación de barreras, entendidas como actuaciones o sistemas de control que
dificulte la aparición del incidente.
2. Enfoque reactivo. Se realiza una vez que ha sucedido el incidente, permite analizar
las circunstancias que lo han originado o que han contribuido a que sucediera. La
herramienta utilizada es el Análisis de Causa Raiz (ACR).
Estas técnicas se presentan de forma detallada en los siguientes artículos de esta
monografía, en los que también se comentarán otras técnicas complementarias para el
análisis y abordaje del riesgo como de la secuencia o cronología de un evento adverso o el
diagrama causa efecto de Ishikawa (espina de pescado).
Se ha iniciado el artículo recomendando la realización de un análisis de situación a partir del
cual se defina la estrategia del centro en materia de calidad y seguridad del paciente. Sin
embargo, este ejercicio puede suponer, en los equipos con menor cultura de la calidad, un
handicap que acabe obstaculizando la toma de conciencia sobre el problema de la seguridad
del paciente y limite la puesta en práctica de actividades para su mejora. No se puede dejar
de lado la realidad de un entorno en el que son pocos los centros que han asumido la calidad
como un modelo de gestión comprometido visiblemente con la seguridad del paciente. A
pesar de ello se debe estimular el abordaje de la seguridad del paciente y de la calidad a
través de actividades que procuren una mejora gradual o continua, y den respuesta a los
riesgos y problemas que se identifiquen en el equipo. Como herramienta básica para la
mejora de la calidad en general y de la seguridad del paciente en particular se recomienda la
utilización de los ciclos de mejora o evaluativo de 7 etapas, o los ciclos PDCA de 4 etapas
(figura 2), cuya práctica, en síntesis, supone completar la secuencia de: identificación y
análisis del proceso que genera el riesgo à aplicación de los cambios necesarios para su
corrección à medición y valoración de la efectividad de la intervención à ajuste y
modificación, si fuera necesario, de las actuaciones realizadas16,17.
Elaboración Propia
35
Además se recomienda la incorporación de los siguientes proyectos o propuestas de
actuación en la actividad cotidiana del centro:
1. Difusión de la cultura de seguridad en el equipo. Formación y sensibilización de los
profesionales del centro de salud, a través de sesiones bibliográficas
o
monográficas, junto con la revisión de casos clínicos
2. Implantación sistema de notificación y análisis de incidentes y errores de medicación.
3. Análisis periódico de incidentes, sugerencias y reclamaciones relacionadas con la
seguridad del paciente.
4. Comunicación de las acciones emprendidas y diseminación de ejemplos de buenas
prácticas.
5. Práctica de la higiene de manos.
6. Conciliación terapéutica, evitar incidentes en las transiciones de dispositivos
asistenciales, especialmente relacionadas con la medicación.
7. Identificación de pacientes y prácticas de riesgo propias del centro de salud.
8. Definición y monitorización (medición periódica) de indicadores clave relacionados
con la seguridad del paciente.
9. Establecer líneas de colaboración con los pacientes.
Como se puede apreciar en la descripción del proceso de gestión y mejora de riesgos,
muchas de las herramientas que se han propuesto utilizar en sus diferentes fases son las
mismas que las que habitualmente se aplican en los ciclos de mejora18 (tabla 6). La
explicación de estas técnicas sobrepasa los objetivos del presente capítulo, remitiendo al
lector interesado a otros artículos de esta monografía o textos especializados
19
en los que
encontrará información detallada. En la página delMinisterio de Sanidad y Política
Social [actualizado 16 Feb 2010; citado 19 Jun 2010], se puede acceder a dos excelentes
tutoriales20,21 en línea que complementan esta monografía y abundan en herramientas para
el análisis y la mejora de las situaciones de riesgo: “Gestión de riesgos y mejora de la
seguridad del paciente: tutorial y herramientas de apoyo” y “Seguridad del paciente y
prevención de efectos adversos relacionados con la asistencia sanitaria”. La Fundación Vasca
para la Excelencia (Euskalit), ha editado una guía rápida titulada “Herramientas para la
resolución de problemas” que contiene los aspectos básicos a tener en cuenta a la hora de
utilizar estas técnicas para la mejora, y que puede descargarse libremente en la siguiente
dirección: http://www.euskalit.net/pdf/folleto4.pdf [citado 19 Jun 2010]. Por otra
parte, la Consejería de Sanidad y Consumo de la Comunidad Autónoma de la Región de
Murcia acaba de publicar el libro: “Resultados Prácticos del Programa EMCA: 50 Ciclos de
Mejora de la Calidad” Este texto recoge una selección de 50 de los más de los 300 ciclos de
mejora que se corresponden a ejemplos reales, prácticos, completados y bien
documentados. El libro todavía no está disponible en Internet pero puede ser solicitado en el
servicio de publicaciones de dicha
Consejeríahttp://www.murciasalud.es/publicaciones.php?idsec=1033 [citado 19 Jun
2010].
36
6. Gestión de la Mejora.
La seguridad del paciente debe contemplarse en el marco de las actuaciones del centro para
la mejora de la calidad, por lo que las actividades deben integrarse en el plan de mejora del
EAP. En muchos casos se observarán menos barreras para la incorporación de actuaciones
relacionadas con la seguridad del paciente que con otros planteamientos relacionados con la
calidad y que los profesionales perciben menos cercanos a su realidad diaria. Es preciso el
compromiso firme y decidido de los responsables del centro que deben actuar como
impulsores del proyecto, sin este liderazgo de la dirección las iniciativas terminarán por
agotarse, además las actividades de mejora del EAP se verán reforzadas si están alineadas
con los objetivos y planes de las estructuras organizativas superiores.
Para desarrollar el proyecto, es aconsejable que el centro disponga de una mínima estructura
organizativa, idealmente se debería contar con una Comisión para la Mejora de la Calidad
constituida por personas de todos los grupos profesionales, en la que estén presentes
diferentes sensibilidades, puntos de vista y preocupaciones. De esta forma la valoración de
los problemas y de sus posibles soluciones se vería enriquecida y sería más fácil que el resto
del equipo asumiera sus actuaciones como propias. Además es conveniente la presencia de
un responsable de calidad que coordine el grupo, estimule su trabajo, perservere en los
objetivos y favorezca la dinámica del grupo. Entre las funciones a desarrollar por la comisión
y el responsable de calidad destacan:
1. Planificar las actividades del equipo en relación con la calidad y la seguridad del
paciente.
2. Identificar riesgos y oportunidades de mejora.
3. Analizar los incidentes o situaciones mejorables que se hayan notificado.
4. Difundir la cultura de la mejora continua y de la seguridad del paciente, sensibilizar
a los profesionales y fomentar y colaborar en su formación.
5. Crear grupos de trabajo para acometer proyectos concretos.
6. Relacionarse con otros centros de salud, dispositivos asistenciales (hospital) y
estructuras (gerencia o dirección de área).
7. Comunicar lo que se hace, las medidas de mejora emprendidas y los resultados
obtenidos.
8. Proponer un número reducido de indicadores y estándares de aquellos procesos que
se consideren críticos y realizar su evaluación de forma periódica (monitorizar).
9. Realizar el seguimiento y la evaluación de los proyectos acometidos.
Las actividades de los centros de salud para la mejora de la seguridad del paciente se vería
reforzada si estuvieran integradas y apoyadas por estructuras organizativas con un ámbito
de actuación más amplio como pueden ser las unidades funcionales de gestión de riesgos de
las gerencias o direcciones de atención primaria, y los observatorios u organizaciones
similares en el ámbito de comunidad autónoma22,23.
37
Este es un modelo que resulta familiar a los profesionales de atención primaria ya que fue
adoptado por el INSALUD para implantar los Programas de Mejora de la Calidad en las Áreas
de Salud a partir de 1998 y que consolidó la figura de los coordinadores o responsables de
calidad en los hospitales y las Gerencias de Atención Primaria.
La estrategia basada en los ciclos de mejora continua tiene sentido independientemente del
modelo de gestión de la calidad asumido por la organización sanitaria. Los modelos más
utilizados en nuestro ámbito son la acreditación de la Joint Commission on Acreditation of
Healthcare Organizations (JCAHO), la certificación de la International Organization for
Standardization (ISO) y la autoevaluación mediante el modelo de la European Foundation for
Quality Management (EFQM); los tres modelos permiten identificar problemas o riesgos que
tendrán que ser abordadas mediante ciclos de mejora. También todos ellos contemplan de
forma más o menos explícita la seguridad del paciente en su formulación y son útiles como
modelo de referencia para construir indicadores que permitan diseñar entornos más seguros
para los usuarios y los profesionales. La orientación a los procesos es uno de los elementos
angulares sobre los que se fundamentan los modelos de Gestión de la Calidad, por lo que
muchas organizaciones han impulsado de manera específica la Gestión por Procesos como
estrategia para organizarse de manera más eficiente evitando la presencia de lagunas
jerárquicas y funcionales y facilitando una orientación al usuario. También en este enfoque la
metodología que finalmente va facilitar el control y mejora de los procesos son los ciclos
PDCA; en definitiva se puede concluir que cualquier modelo de calidad que procure dichos
ciclos puede ser adecuado. En la monografía Modelos de Calidad Asistencial en Atención
Primaria24 se presenta una síntesis de estos modelos.
El proceso de implantación de actuaciones de mejora de la seguridad del paciente se culmina
con la evaluación de la efectividad de dichas intervenciones. Se trata de evaluar los
indicadores que se hayan definido previamente con la finalidad de comprobar si las
intervenciones han producido los resultados esperados. Si es así se procederá a la medición
periódica de los mismos (monitorización), en caso contrario se revisará si se han identificado
las causas reales y si las intervenciones realizadas han sido las adecuadas.
BIBLIOGRAFÍA
1. Institute of Medicine. Medicare. A strategy for quality assurance. Vol I. Washington DC:
National Academy Press; 1990:19-43.
2. Saturno J, Gascón JJ, Parra P. Tratado de calidad asistencial en atención primaria. Tomo I,
II y III. Madrid: Du Pont Pharma; 1997.
3. Chassin MR, Galvin RW and the National Roundtable on Health Care Quality. The Urgent
Need to Improve Health Care Quality. Institute of Medicine National Roundtable on
Health Care Quality. JAMA. 1998;280:1000-5. [citado 19 Jun 2010].
38
4. Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations. Características de los
indicadores clínicos. Control de Calidad Asistencial. 1991; 6:65-74.
5. Joint Commission International: JCI Accreditation Standards for Hospitals, 3rd Edition
2007.
6. Kohn LT, Corrigan JM, Donaldson ML (eds). To Err Is Human: Building a Safer Health
System. [monografía en Internet]. Washington DC: National Academy Press, 2000. [citado
19 Jun 2010].
7. University of Michigan Health System Patient Safety Toolkit. Improving Patient Safety
in Hospitals: Turning Ideas into Action. Chapter Safety Culture. [monografía en
Internet]. Ann Arbor: University of Michigan; 2010 [citado 19 Jun 2010].
8. Comissió de Millota de la Qualitat de la Societat Catalana de Medicina Familiar i
Comunitaria. Implantación de un plan de mejora de la calidad en la Atención Primaria de
Salud. Barcelona: Catalana de Medicina Familiar i Comunitaria; 1996.
9. Aguilera Guzmán M, Alfaro Latorre M, Crespo Sánchez-Eznarriaga B, Custodi I Canosa J,
Guerra Aguirre J, Ichaso Hernández Rubio MS et al. Subdirección General de Atención
Primaria del INSALUD: Diecisiete años de experiencia. [monografía en Internet].
Madrid: INSALUD, 2002. [citado 19 Jun 2010]
10. OMS. Calidad de la atención: Seguridad del paciente. 55ª Asamblea Mundial de la
Salud. 18 de mayo de 2002. [citado 19 Jun 2010].
11. Campy LF, Lapiedra M, Libran G. Técnicas útiles en gestión clínica. En: Jiménez J, editor.
Manual de gestión para jefes de servicios clínicos. Madrid: Díaz Santos; 2000:41-70.
12. Estudio APEAS. Estudio sobre la seguridad de los pacientes en atención primaria de
salud. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo; 2008.
13. Aibar C y Navarro C. Seguridad del paciente en atención primaria. En: Aranaz JM, Aibar
C, Vitaller J y Mira JJ. Gestión Sanitaria. Calidad y seguridad de los pacientes. Madrid:
Fundación MAPFRE. Díaz de Santos; 2008.
14. Siete pasos para la seguridad del paciente en la atención primaria. Nacional
Patient Safety Agency. NHS 2003. [citado 19 Jun 2010].
15. Pineault R, Daveluy C. La planificación sanitaria. Conceptos, métodos, estrategias.
Barcelona: Masson y SG; 1988.
16. Palmer RH. Evaluación de la asistencia ambulatoria. Principios y práctica. Madrid:
Ministerio de Sanidad y Consumo; 1989.
17. Davins i Miralles J. El Plan de mejora continua. FMC-Formación Médica Contiuada en
Atención Primaria. 2000; 7(suppl 7):131-56.
18. Barrasa JI. La evaluación de la Calidad Asistencial. En: Aranaz JM, Aibar C, Vitaller J y
Mira JJ. Gestión Sanitaria. Calidad y seguridad de los pacientes. Madrid: Fundación MAPFRE.
Díaz de Santos; 2008.
19. Aibar C, Aranaz JM.Seguridad del paciente y prevención de efectos adversos [CD-ROM].
Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo; 2007.
20. Recio M, Aibar C, Aranaz JM, Martínez E, Martín A. Gestión y mejora de la seguridad del
paciente. Tutorial y herramientas de apoyo [CD-ROM]. Madrid: Ministerio de Sanidad y
Consumo; 2007.
39
21. Mena Mateo JM, Sanz-Virseda de la fuente A, Cañada Dorado A y Villamor Borrego M.
Estrategia de implantación y evaluación de una unidad funcional de gestión de riesgos
sanitarios en un área de atención primaria. Rev Calid Asist. 2009;24:95-103.
22. Dirección General de Calidad, Acreditación, Evaluación e inspección de la Comunidad de
Madrid. Documento de Apoyo Unidades Funcionales para la Gestión de Riesgos Sanitarios.
Madrid: Consejería de Sanidad y Consumo; 2006.
23. Casado Pérez P. Modelos de calidad asistencial en atención primaria. Modelos de
calidad en Atención Primaria. Opina SEMERGEN.
40
Guadalupe Olivera Cañadas [Buscar autor en Medline]
Juan José Jurado Balbuena [Buscar autor en Medline]
Mariam López Orive [Buscar autor en Medline]
5
Volver al sumario
¿Dónde están los pacientes y las prácticas de riesgo?.
El riesgo asistencial en Atención Primaria/ factores que contribuyen a la aparición
de sucesos adversos en una consulta de Atención Primaria.
Los sistemas sanitarios son hoy día muy complejos, esto implica un incremento de riesgo en
la asistencia sanitaria. El concepto de riesgo asistencial se define como cualquier situación o
factor que, en relación con la asistencia sanitaria practicada, contribuye a aumentar la
probabilidad de que los pacientes sufran daños que podrían ser evitables. La investigación
encaminada a promover la seguridad del paciente, componente esencial de la calidad
asistencial, se ha centrado sobre todo en la atención hospitalaria de los países desarrollados
y pocos son los estudios acerca de la seguridad en la atención que se presta en otros
entornos como es el de la Atención Primaria.
En nuestro país, el estudio APEAS ha permitido mejorar el conocimiento en relación con la
seguridad del paciente en atención primaria así como valorar la magnitud, trascendencia e
impacto de los eventos adversos y las características de los pacientes y de la asistencia que
favorecen la aparición de éstos. Pone en evidencia también que la seguridad del paciente
tiene gran importancia en atención primaria porque aunque el número de eventos adversos
que se producen son menores que los que se producen en la atención hospitalaria y de
carácter más leve, el gran volumen de visitas realizadas en el primer nivel hace que en
números absolutos, estos eventos adversos sean numerosos.
Cuando se habla de riesgo en general y riesgo asistencial se habla en términos de
probabilidad. Conocer dónde están los pacientes y las prácticas de riesgo nos obliga a valorar
y analizar los factores que pueden incrementar estos riesgos y que dependen de la
interacción de tres elementos que desarrollaremos a continuación:
•
Los profesionales sanitarios,
•
El entorno asistencial y
•
Los pacientes.
Factores dependientes del profesional
El profesional sanitario debe evaluar la calidad asistencial del sistema en el que trabaja y
esto lo puede hacer como dice Donabedian con dos tipos de enfoques:
41
•
El enfoque sociométrico: cuando los médicos buscan atención para ellos y sus
familias, expresan con sentido crítico opiniones válidas sobre la capacidad de sus
colegas de brindar atención de alta calidad
•
El enfoque autorreferencial o evaluación que los propios profesionales realizan para
juzgar la eficiencia de las organizaciones en las que trabajan.
Por otra parte deben los profesionales, ser conocedores de que algunos aspectos y
circunstancias de la práctica asistencial así como algunas formas de trabajo pueden
menoscabar la calidad en la asistencia e incrementar el riesgo sanitario para los pacientes
como:
•
Inexperiencia, aunque ésta es fuente de errores, la experiencia prolongada no parece
ser un factor de protección para evitar el error, especialmente cuando se acompaña
de un exceso de confianza. Así métodos de trabajo inadecuados, actuaciones
rutinarias, sesgos y prejuicios en la forma en que se recoge la información pueden
condicionar que las decisiones clínicas que se tomen no sean las más adecuadas.
•
Falta de formación continuada: la competencia profesional ha de mantenerse con
una adecuada formación continuada en conocimientos y habilidades, especialmente
las referidas a la introducción de nuevas tecnologías y procedimientos.
•
Toma de decisiones sin base de evidencia científica actualizada.
•
Inadecuado desarrollo de habilidades de comunicación: la comunicación personal y la
entrevista clínica son la principal herramienta de trabajo de un sanitario y favorecen
la relación terapéutica centrada en el paciente. Las habilidades en comunicación
permiten escuchar con atención, obtener y sintetizar información pertinente acerca
de los problemas que aquejan al enfermo y comprender el contenido de esa
información. Facilitan la relación con los enfermos y sus familias, mejoran incluso
aspectos como la adherencia a los tratamientos prescritos y permiten ayudar a los
pacientes a tomar decisiones en condiciones de igualdad, aumentando con ello su
satisfacción.
•
Falta de trabajo en equipo: Todos los componentes del equipo deben asumir unos
objetivos comunes y establecer entre ellos vínculos funcionales que posibiliten un
desarrollo armónico y conjunto de sus tareas, basado en la división funcional del
trabajo y de las responsabilidades de acuerdo con la capacitación técnica de los
profesionales que lo integran y no en una línea jerárquica vertical.
•
Falta de cultura de seguridad: mejora de los conocimientos, actitudes y habilidades
relacionados con la seguridad y la prevención, así como el fomento de valores y
actitudes positivas al respecto a través de la formación y la incentivación
profesional.
42
•
Agotamiento físico y mental: En ausencia de patología aguda o crónica que lo
justifique, el cansancio de los profesionales suele deberse a inadecuadas condiciones
de trabajo, ambientales y organizativas, que favorecen la sobrecarga, la presión y el
estrés, factores que pueden incrementar el riesgo de cometer errores y disminuir la
capacidad de respuesta. A ello hay que sumar la falta de reconocimiento por parte de
los profesionales, de los propios estados de agotamiento y la falta de costumbre para
pedir ayuda al resto del equipo por considerarlo signo de debilidad, falta de
formación o experiencia.
Factores dependientes del entorno.
Las características estructurales de los lugares donde se realizan las prestaciones tienen
efecto en el proceso de atención. La interrelación de profesionales y pacientes con el
entorno, requiere que los componentes de este último, estén diseñados con criterios de
seguridad y facilidad de manejo.
A este respecto deberían tenerse en cuenta:
•
Condiciones ambientales: unas condiciones adecuadas respecto a nivel de ruido,
iluminación, orden y limpieza de las instalaciones, disminuyen la fatiga del
profesional, favorecen su confort y el del paciente contribuyendo a una entrevista
clínica sin interferencias.
•
Recursos materiales adecuados en número y funcionalidad. Mantenimiento y
renovación de instalaciones, equipos y tecnología
•
Estandarización en el diseño de equipos y dispositivos, utilizando preferentemente
aquellos aprobados por organizaciones dedicadas a la normalización y la seguridad.
•
Desarrollo de sistemas informatizados de ayuda en la toma de decisiones y que
facilitan la prescripción de fármacos y la prevención de errores asociados a la misma
Forman parte también de las características del entorno los aspectos organizativos de la
asistencia sanitaria dentro de los cuales debería prestarse atención a:
•
Escasos recursos humanos o inadecuada gestión de los disponibles que llevan a la
sobrecarga de trabajo de los profesionales en activo
•
Inadecuadas condiciones laborales: la falta de participación en la organización de la
atención sanitaria y el escaso reconocimiento conllevan desmotivación y agotamiento
psicológico. Por otra parte, factores personales, una incentivación considerada
insuficiente o la inestabilidad laboral pueden llevar a simultanear distintos trabajos lo
que también supone agotamiento físico y mental.
43
•
Falta de apoyo del liderazgo en la seguridad del paciente
•
Ausencia de implantación de procedimientos estandarizados y protocolización de
actividades.
•
Inexistencia de sistemas de comunicación efectivos entre profesionales: inadecuada
coordinación Atención Primaria/Atención Especializada.
Riesgos dependientes del paciente.
•
Pacientes de mayor edad, en especial si no cuentan con apoyo sociofamiliar que
implica que acudan normalmente solos a consulta y no tengan supervisión en
seguimiento del plan terapéutico.
•
Pacientes pluripatológicos y pacientes polimedicados. En ellos aumenta
especialmente el riesgo de interacciones medicamentosas, prescripciones o
dosificaciones inadecuadas.
•
Dificultad de comunicación en caso de pacientes que hablan otros idiomas pero
también en pacientes con deficiencias sensoriales o patologías que dificultan la
entrevista clínica. Dificultad de seguimiento de indicaciones en pacientes con bajo
nivel educativo.
•
Pacientes provenientes de otros países, con costumbres, tradiciones o valores
sociales que precisarían estrategias para satisfacer sus necesidades y expectativas
en el proceso de atención.
•
Pacientes que recurren a la automedicación o a medios terapéuticos alternativos y
que no comunican al profesional esta circunstancia pudiendo llevar a confusiones en
el diagnóstico y el tratamiento.
•
Hiperfrecuentadores: La duración de la exposición al sistema de atención médica
puede incrementar los riesgos si se llega a recibir atención innecesaria que no
siempre es inocua.
Desarrollo de herramientas para identificar riesgos
Mejorar la seguridad de los pacientes debe ser una prioridad en la política de calidad de los
sistemas sanitarios que puede conseguirse a través de la gestión de riesgos. El objetivo debe
ser evitar y prevenir que ocurran efectos adversos relacionados con la asistencia sanitaria así
como minimizar la exposición a aquellos riesgos que son inevitables.
Para llevar a cabo estas finalidades se requiere de manera previa detectar o identificar los
riesgos y por supuesto analizarlos, de tal modo que puedan diseñarse estrategias que los
prevengan, generando a su vez una cultura de preocupación por la seguridad del paciente.
44
La gestión de riesgos debe tener un enfoque epidemiológico, clínico y organizacional, y a su
vez estar integrada en los programas de calidad de las instituciones. Por ello se recomienda
que quien la ponga en práctica sea un equipo multidisciplinar.
Una vez valorados en el epígrafe previo los factores que en la práctica asistencial contribuyen
a incrementar los riesgos, vamos a centrarnos en algunas de las herramientas de uso más
frecuente, por su utilidad, para poder identificar dichos riesgos y sus consecuencias en las
instituciones sanitarias.
Creación de indicadores de seguridad.
Un indicador es una medida explícita que se usa para determinar el desempeño hacia el
progreso de los objetivos; sirve para medir lo que realmente sucede en comparación con lo
que se ha planificado en términos de calidad y cantidad. Para que sirva a nuestros intereses
debe reunir una serie de características (tabla 1).
Un indicador aislado, obtenido una sola vez, puede ser de poca utilidad. En cambio, cuando
se analizan sus resultados a través de variables de tiempo, persona y lugar; se observan las
tendencias que el mismo puede mostrar evolutivamente. Cuando se combinan con otros
indicadores apropiados, se convierten en poderosas herramientas de gestión pues permiten
mantener una mirada permanentemente actualizada de la situación, tomar decisiones y
verificar si éstas fueron o no acertadas.
Dependiendo del aspecto que pretenden evaluar, los indicadores suelen clasificarse en tres
categorías1:
•
Indicadores de estructura, cuya finalidad es evaluar la cantidad y previsiblemente, la
adecuación de los recursos a las necesidades.
•
Indicadores de proceso, dirigidos a valorar las actividades desarrolladas.
•
Indicadores de resultados, cuya finalidad es considerar si se han conseguido los fines
perseguidos.
Cuando se elaboran indicadores, hay que tener en cuenta los siguientes elementos:
•
Hay que establecer de forma clara qué tienen que medir: esto será un objetivo
concreto o un criterio que a su vez es una característica observable y que debe estar
presente en la práctica por ser considerada segura. El criterio debe formularse
mediante un enunciado preciso. Ejemplo: “Las benzodiazepinas de larga duración no
deben ser usadas en pacientes mayores de 75 años”.
•
Debe poder expresarse en forma de un índice o relación entre dos magnitudes.
Cuando se trata de una relación, ésta se expresa en forma de razón, proporción o
tasa. En la razón, la magnitud incluida en el numerador no forma parte del
denominador, en tanto que en la proporción o tasa, el numerador está incluido en el
45
denominador. Ejemplo: “nº de de pacientes mayores de 75 años con historia activa y
con prescripción de benzodiazepinas de acción larga / nº de pacientes de pacientes
mayores de 75 años con historia activa * 100”, “Proporción de pacientes mayores de
75 años con seis o más fármacos a los que se ha revisado el tratamiento en el último
año/ nº de pacientes mayores de 75 años en tratamiento con seis o más fármacos”.
•
Se le debe poner al indicador un valor estándar que evalúe el grado de cumplimiento
exigible o aceptable para dicho criterio. Ej. El nº de mujeres entre 40 y 65 años en
tratamiento con Raloxifeno, Calcitoninas, Bifosfonatos no debe ser mayor de un 8%.
•
Por último se desarrollan y validan mediante la recolección de datos.
Indicadores de seguridad del paciente/ monitorización de dichos indicadores.
Los indicadores de seguridad del paciente en la atención sanitaria, deben evaluar de manera
periódica y planificada los aspectos relevantes de la asistencia y por ello su diseño estará
íntimamente relacionado con el funcionamiento de cada organización.De hecho el consenso
que debe existir se ciñe a los criterios y parámetros de medición, pero es difícil que sean
universales, ya que cada sitio tiene particularidades propias2.
Aun así se dispone, sobre todo, para el medio hospitalario de lo que podríamos llamar
paquetes de indicadores en seguridad del paciente. La Agency Health Research and Quality
(AHRQ) institución gubernamental de los Estados Unidos dedicada a la calidad asistencial, ha
desarrollado entre sus grupos de indicadores, los Patient Safety Indicators (Indicadores de
Seguridad de Pacientes) (ISP)3,4, enfocados a la medición de complicaciones o eventos
iatrogénicos, potencialmente evitables, acaecidos a pacientes tratados en un hospital. Su
primera versión fue publicada en 2003 y en la actualidad cuenta con 20 indicadores (tabla
2).
En Europa, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), agrupa en 5 áreas
distintas 20 indicadores de seguridad del paciente5 (tabla 3). La Joint Comisión on
Accreditation of Healthcare Organization (JCAHO) también establece una serie de indicadores
de seguridad, pero son indicadores centinela que se diferencian del resto de indicadores en
que miden la aparición de sucesos infrecuentes y de manifiesta gravedad, que además tienen
un marcado componente de evitabilidad, y que por tanto, requieren una investigación
puntual.
En nuestro país, ha habido algunas iniciativas para tener indicadores de seguridad del
paciente validados a toda la atención sanitaria, algunas de las cuales han sido:
•
Validación de los indicadores, que sobre buenas prácticas en seguridad del paciente
formuló el National Quality Forum y su medición en los hospitales españoles6,7.
•
El estudio SENECA publicado en 2009 que ha elaborado cien estándares e
indicadores de seguridad en los cuidados de enfermería hospitalaria8.
46
•
Actualmente en proyecto el estudio para la identificación de las fuentes de datos
disponibles en España que permitan evaluar la validez de criterio de los indicadores
que propone la OCDE9.
Otras iniciativas llevadas a cabo, se basan en la creación de indicadores de seguridad
específicos para determinados servicios de asistencia clínica, como para la UCI o servicios
de cirugía o creación de un conjunto de indicadores para determinados procesos como el uso
adecuado de fármacos.
No existe un desarrollo genérico de indicadores de seguridad para toda la atención primaria.
Lo que si existe son indicadores de carácter local, basados en buenas prácticas existentes en
seguridad del paciente y la mayoría usados para valorar algunos procesos de la práctica
médica que se consideran seguros.
Sistemas de notificación10
La creación de sistemas de registro y notificación de problemas de seguridad es una
estrategia clave para aprender de los errores y evitar su recurrencia. Estos sistemas de
registro y notificación recogen información en tiempo real y pueden guiar acciones
inmediatas. Para que funcionen se necesita: una cultura de transparencia en la organización,
que los profesionales que notifican no se sientan juzgados y que vean las mejoras llevadas a
cabo tras la notificación.
Estos sistemas no permiten estimar la frecuencia de eventos adversos y/o incidentes, dado
que subestiman los que realmente se producen (el 95% de los eventos no se documentan),
aunque si valen para obtener información sobre la cascada de acontecimientos que llevan a
su producción.
Quienes deben notificar son los profesionales sanitarios implicados en la práctica diaria
puesto que son ellos los que detectan los problemas, pero deben contar con el apoyo de
expertos en la metodología de su análisis y que a su vez puedan difundir las mejoras puestas
en marcha.
Son numerosos los sistemas de notificación utilizados en el ámbito sanitario para recoger
incidentes relacionados con la seguridad del paciente. Éstos presentan además,
características muy diferentes (tabla 4).
España, no dispone de un sistema de registro y notificación nacional de carácter general y
los que hay de este tipo son regionales. A nivel nacional tiene sistemas de notificación
específicos, como son el EPINE estudio de prevalencia de infecciones nosocomiales, el ISMP o
notificación de errores de medicación, y el sistema español de farmacovigilancia.
47
En atención primaria los sistemas de notificación de incidentes deben ajustarse a las
circunstancias particulares y requisitos locales propios y pueden ser gestionados a nivel local
o bien transmitirse a entidades de gestión regional o estatal.
Independientemente del ámbito en el que se encuentre un sistema de notificación, para
ponerlo en marcha debe primero definirse qué incidentes van a ser reportados por los
profesionales. Para ello es necesario contar con definiciones claras y estandarizadas relativas
a la seguridad del paciente y basadas en una taxonomía general que luego permita hacer
comparaciones.
Algunas organizaciones han desarrollado qué incidentes deben notificarse como la OCDE o
los eventos graves notificables que establece el National Quality Forum. En atención
primaria, la National Patient Safety Agency (NPSA), agencia gubernamental del National
Health Service (NHS), ha elaborado el documento siete pasos11 para la seguridad del
paciente en atención primaria en el cual aparecen ejemplos de qué debe ser notificado en
este ámbito de la salud.
Otras formas de identificar riesgos
Observación puntual y directa
La observación directa está indicada en situaciones que no permiten el uso de otros métodos
como por ejemplo para comprobar la adhesión de los profesionales a un determinado
protocolo o valorar la calidad y frecuencia en la higiene de manos.
Las ventajas son que permiten al observador identificar desviaciones de la práctica que los
propios profesionales son incapaces de detectar y que el observador puede preguntar a los
profesionales sobre actitudes y opiniones de un determinado hecho.
Permite encontrar eventos adversos potenciales y reales que no son notificados. Sin
embargo tiene algunas desventajas como un consumo de tiempo y de recursos elevado;
además en el caso de que sean varios observadores se requiere previo entrenamiento de los
mismos y una prueba de pilotaje. La observación sólo se puede llevar a cabo una vez para
un mismo acontecimiento y los sujetos observados pueden cambiar su comportamiento
cuando conocen que están bajo observación. Esto último podría obviarse en parte con lo que
se llama observación a ciegas
Valoración/ revisión de historias clínicas/ trigger tool
Se trata de un método clásico y estándar de referencia, para poder averiguar los posibles
eventos adversos en la práctica clínica.Una adecuada revisión requiere un protocolo
previamente establecido donde se especifica qué se va a revisar y qué variables se van a
tener en cuenta.
48
Algunos autores han desarrollado una metodología específica para detectar errores en las
historias clínicas. Esta metodología se conoce en inglés como “trigger tool”, su traducción
literal es “herramienta gatillo” y su significado más cercano es “herramienta indicio”. En la
actualidad, el Institute for Healthcare Improvement (IHI) ha desarrollado y probado seis
diferentes herramientas del tipo Trigger tool12,13 (tabla 5).
La metodología de esta herramienta consta de dos fases:
•
La primera a modo de screenig para detectar en las historias clínicas lo que se
llaman “indicios”.
•
La segunda, de revisión de las historias seleccionadas con el screening previo.
Así por ejemplo la herramienta “trigger tool” de detección de eventos adversos
medicamentosos presenta 30 indicios que buscar en las historias clínicas y que son
medicamentos específicos o antídotos que se ha tenido que poner al paciente para evitar un
efecto adverso o la existencia de resultados anormales de pruebas de laboratorio específicas
etc. Si aparece alguno de estos “indicios” hay que hacer una revisión posterior de la historia
clínica para valorar el motivo por el cual se utilizó alguno de estos fármacos considerados
indicios y particularmente si se hizo en respuesta a un evento adverso.
Por imposibilidad de acceder a todas las historias, se hace muestreo al azar que evite los
sesgos y la revisión de la historia debe ser hecha por personas con conocimientos clínicos.
Esta herramienta, no obstante, tiene una sensibilidad que puede variar en función del
formato y características de los registros de información clínica de los pacientes de cada
centro14. Por ello debería seguir investigándose.
Sesiones clínicas/ de casos.
Se trata de reuniones donde se presentan casos con eventos adversos que surgen durante
la atención al paciente. Su finalidad debe ser claramente docente y de mejora. Su
implantación en un equipo es un indicador de calidad, ya que ayudan a desarrollar una
actitud reflexiva y constructiva sobre la propia actuación profesional. Suelen darse en
organizaciones que tienen un importante desarrollo de cultura de seguridad del paciente y
sus objetivos son: aprender de las complicaciones y errores para mejorar el cuidado de los
pacientes, crear un clima de apertura, dar un cauce a la comunicación y discusión de errores
médicos, mejorar la seguridad y buscar soluciones a las complicaciones.
Son útiles los siguientes tipos de casos clínicos:
•
Pacientes que han sufrido complicaciones inesperadas o algún evento adverso.
•
Errores de medicación.
•
Pacientes que han tenido un incidente, o error potencial que no ha llegado a producir
daño.
49
•
También se pueden incluir casos complejos, poco corrientes o atípicos con interés
docente.
Estudio de reclamaciones.
El estudio de las reclamaciones es una fuente importante de conocimiento en seguridad de
los pacientes. Sin embargo, exceptuando las reclamaciones patrimoniales que tienen un
tratamiento distinto, no existe un sistema de clasificación específico para saber qué
reclamaciones están relacionadas con la seguridad del paciente.
Las categorías en las que se incluyen estas reclamaciones dependen de cada una de las
comunidades autónomas, siendo las más frecuentes cuando se quieren buscar problemas de
seguridad, las siguientes15:
•
Disconformidad con la asistencia y/o trato recibido y/o diagnóstico.
•
Atentado contra la integridad de la persona.
•
Error asistencial.
•
Reclamaciones por complicaciones.
•
Muerte del paciente.
Herramientas de análisis
Tanto el AMFE (análisis modal de fallos y efectos), como el ACR (análisis causa raíz) son
herramientas que sirven también para la identificación de riesgos. El AMFE de manera
proactiva y el ACR de manera reactiva.
Para el estudio de dichas herramientas remitimos a los capítulos dedicados a las mismas.
Otras herramientas
Para identificar riesgos se pueden usar otras herramientas de uso habitual en gestión de
calidad como: la tormenta de ideas, o la técnica de grupo nominal, ambas para generar
ideas, aunque la técnica de grupo nominal va más allá y pretende incluso analizar y evaluar
dichas ideas, gracias a una metodología bien estructurada en distintas fases (tabla 6).
Priorización del riesgo
Una vez identificados los riesgos hay que priorizar sobre cuáles de ellos actuar en primer
lugar. El dar prioridad a uno o a varios problemas no supone la exclusión del resto, sino que
constituye un sistema de organización del trabajo, que relativiza los problemas en función de
su importancia. La evaluación del riesgo es el proceso que ayuda a las organizaciones de
atención primaria a comprender la variedad de riesgos que afrontan (tanto interna como
externamente), el nivel de capacidad para controlar esos riesgos, su probabilidad de
incidencia y su impacto potencial.
50
Existen diversas técnicas para la selección de prioridades, desde métodos generales de
clasificación ordenada (escala de medida lineal, comparación por pares, ponderación, etc.),
como otros más específicos de la planificación sanitaria, entre los que se encuentran las
matrices de evaluación, el método Hanlon o la ponderación de criterios.
Matriz de evaluación de riesgos
Se utiliza para identificar riesgos relacionados con su probabilidad de incidencia y gravedad
del impacto; combinando juicios con análisis numéricos. Una matriz de riesgo puede
utilizarse para valorar incidentes de seguridad del paciente que ya han sucedido, aquellos
que hayan sido evitados y riesgos potenciales. Su uso nos ayuda a estimar las posibilidades
de que suceda o se repita un incidente, teniendo en cuenta las medidas establecidas para
prevenirlo. Las posibilidades están consideradas desde altamente improbables hasta muy
probables, ayudando a una organización a plantearse vías para reducirlo
Variables de la matriz de riesgos
La matriz de riesgos analiza la relación entre “magnitud” y “trascendencia” (ver figura 1).
La “magnitud” se expresa en términos de probabilidad de aparición o frecuencia en función
de la información recogida de los estudios epidemiológicos disponibles. También podemos
obtener esta información de la monitorización de los indicadores de seguridad. Así,
clasificaremos la magnitud en frecuente, probable, ocasional, infrecuente y raro.
La “trascendencia” se realiza mediante la estimación de dos componentes, lagravedad
clínica y el impacto de otro tipo que puede suponer la aparición del evento. La gravedad
clínica puede ir desde el fallecimiento a molestias de escasa relevancia. La escala que se
propone, de mayor a menor gravedad, es exitus, amenaza de muerte, incapacidad
permanente o total, intervención médica o quirúrgica, prolongación de estancia o reingreso.
Que ocurran determinados eventos adversos puede tener repercusiones sociales,
económicas, judiciales… de impacto variable. Este impacto puede clasificarse en catastrófico,
importante, moderado, pequeño o insignificante.
Esta matriz permite agrupar el riesgo en las siguientes categorías riesgos intolerables por su
altísima probabilidad y trascendencia; importantes, con menor probabilidad y repercusiones;
moderados, de trascendencia moderada o tolerable y probabilidad media de aparición; y
bajos, debido a su escasa frecuencia y relevancia. La matriz de evaluación de riesgos debe
ser completada con el estudio de las posibilidades de prevención. Para ello, debemos tener
en cuenta los siguientes aspectos:
•
La factibilidad clínica, por medio de un análisis de la evidencia disponible sobre los
métodos de prevención.
•
La factibilidad económica y el coste-oportunidad de las actividades dirigidas a la
prevención.
51
•
La estrategia de reducción, considerando si va a ser por medio de normativas,
controles, nueva tecnología, etc.
•
El previsible riesgo residual tras el desarrollo de un programa de prevención.
En función de estos criterios, el riesgo puede considerarse inevitable, reducible o evitable. La
prioridad de intervención será mayor cuanto más importante sea el riesgo y la factibilidad de
la intervención.
BIBLIOGRAFIA
1. Berenholtz S.M., Pustavoitau A., Schwartz S.J., Pronovost P.J. How safe is my intensive
care unit? Methods for monitoring and measurement. Curr Opin Crit Care. 2007; 13:703-8.
2. Marciano, Beatriz “Utilidad de Indicadores de Seguridad de Atención de Pacientes.
Debemos medir lo que hacemos”. Disponible en World Wide
Web:http://www.errorenmedicina.anm.edu.ar Octubre 2007
3. Quality Indicators-Guide to Patient Safety Indicators Rockville, MD: Agency for Healthcare
Research and Quality, 2003.AHRQ.
4. Patient Safety Indicators Overview. AHRQ Quality Indicators. February 2006.Agency for
Healthcare Research and Quality, Rockville. Disponible en:
http://www.qualityindicators.ahrq.gov/psi_overview.htm
5. Mcloughlin V, Millar J, M attke S, Franca M, Jonsson PM, Somekh D and Bates D. Selecting
indicators for patient safety at the health system level in OECD countries.International
Journal for Quality in Health Care; September 2006: pp. 14–20
6. Indicadores de buenas prácticas sobre seguridad del paciente. Resultados de su medición
en una muestra de hospitales del Sistema Nacional de Salud español. Madrid: Ministerio de
Sanidad y Política Social; 2009.
7. Validación de indicadores de calidad utilizados en el contexto internacional: indicadores de
seguridad de pacientes e indicadores de hospitalización evitable. Madrid: Ministerio de
Sanidad y Consumo; 2008.
8. Estándares de calidad de cuidados para la seguridad del paciente en los hospitales del
SNS. proyecto SENECA: informe técnico 2008. Madrid: Ministerio de Sanidad y política
Social; 2009.
9. Quality of ambulatory care in the Spanish National Health System: analysis of three OECD
indicators and some alternatives. Madrid: Ministry of Health and Consumer Affairs; 2009.
10. Sistemas de registro y notificación de incidentes y eventos adversos. Ministerio de
Sanidad y Consumo, 2005.
11. La seguridad del paciente en siete pasos. Agencia de calidad del sistema nacional de
salud. 2005.
12. Trigger Tool for Measuring Adverse Drug Events (IHI Tool).Disponible en:
http://www.ihi.org/ihi/workspace/tools/trigger/
52
13. Rozich JD, Haraden CR, Resar RK. Adverse drug event trigger tool: A practical
methodology for measuring medication related harm. Quality and Safety in Health
Care. 2003;12:194-200.
14. R Singh, E A McLean-Plunckett, R Kee, A Wisniewski, R Cadzow, S Okazaki, C Fox and G
Singh .Primary Care Research Institute, State University of New York atbuffalo, Buffalo, New
York, USA.Quality and Safety in Health Care 2009;18:199-204;
15. Informe sobre el análisis y benchmarking del tratamiento de las reclamaciones y
sugerencias en el sistema nacional de salud. Agencia de Calidad del Sistema Nacional de
Salud. 2008
Otra bibliografía
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Global Patient Safety Research Priorities. OMS. Disponible
en:http://www.who.int/patientsafety/research/priority_setting/en/index.
html [Revisado el 15 de junio de 2010]
Aibar-Remón C, Aranaz-Andrés JM, García-Montero JI, y Mareca-Doñatea R. Med
Clin Monogr (Barc). 2008;131(Supl 3):12-7
Seguridad del paciente y prevención de efectos adversos relacionados con la
asistencia sanitaria. Curso del Ministerio de Sanidad y Política Social. Disponible en:
.http://www.seguridaddelpaciente.es/formacion/tutoriales/MSC- CD1/
Avedis Donabedian. Evaluación de la calidad de la atención médica. Rev Calidad
Asistencial 200l; 16:S11-S27.
Aranaz JM, Aibar C, Galán A ; Limón R, Requena J, Alvarez EE, Gea MºT. La
asistencia sanitaria como factor de riesgo: los efectos adversos ligados a la práctica
clínica. Gac Sanit. 2006;20(Supl 1):41-7
Villalba R. D. Calidad en la Atención Primaria de Salud. Enfermería Global Nº 10
Mayo 2007.
Gómez l., Aibar C., Rabanaque H. Diseño de programas de salud. En Piédrola G, Rey
del J, Domínguez M y Cols. Eds. Medicina Preventiva y Salud Pública. 9ª Edición.
Barcelona: Masson, 1991.
Pineult, R. y Daveluy, C. La planificación sanitaria. Conceptos, métodos y estrategias.
Masson, 1989.
Hanlon, JJ. Public healt administration and practice. C.V. Mosby Co., St. Louis, 1974
(6ª Ed.).
53
Maria Pilar Astier Peña [Buscar autor en Medline]
Fernando Martín Moreno [Buscar autor en Medline]
Francisco Javier Sangrós González [Buscar autor en Medline]
José Manuel Millaruelo Trillo [Buscar autor en Medline]
María Teresa Delgado Marroquín [Buscar autor en Medline]
Sergio Minué Lozano [Buscar autor en Medline]
6
Volver al sumario
Razonamiento clínico y seguridad del paciente: razonar
con método previene errores clínicos .
Calidad asistencial y seguridad del paciente en atención primaria.
El Institute of Medicine (IOM)1 define la calidad de los servicios sanitarios como “el grado en
que los servicios de salud destinados a los individuos y a las poblaciones aumenta la
probabilidad de conseguir unos resultados de salud óptimos y comparables con los
conocimientos actuales de los profesionales”. Esta y otras definiciones2 tienen en común la
consideración de la calidad de la asistencia sanitaria como un concepto complejo y
multidimensional en el que están presentes componentes o dimensiones como efectividad,
eficiencia, satisfacción de los usuarios, accesibilidad, adecuación, competencia profesional.
En la década de los 90 una mesa de expertos convocada por esta organización concluyó que
era posible medir y analizar los problemas de relacionados con la calidad. Diferentes estudios
describieron la existencia de situaciones que comprometían gravemente la calidad y que se
relacionaban tanto con la utilización por defecto o por exceso de los servicios, como con su
mala utilización y que repercutían de manera muy negativa en los pacientes, poniendo de
manifiesto la estrecha relación de la seguridad del paciente y la calidad3. Previamente la
Joint Commission había destacado la importancia de la seguridad del paciente en el concepto
de calidad de la atención al incluirla entre los factores importantes que determinaban su
rendimiento4, y que en su última revisión5 son: orientación al paciente, la seguridad del
entorno de la atención y la accesibilidad, adecuación, continuidad, eficacia, efectividad,
eficiencia y oportunidad de la atención.
Actualmente la seguridad del paciente es considerada como una dimensión fundamental de
la calidad cuya ausencia afectaría negativamente al resto de las dimensiones. La seguridad
del paciente es un elemento vertebrador de las diferentes dimensiones de la calidad de los
servicios sanitarios que de forma transversal interacciona recíprocamente con ellas y la
hacen indistinguible de una asistencia sanitaria de calidad. La seguridad es la base sobre la
que se construye el resto de dimensiones de la calidad. Esta circunstancia queda reflejada en
el informe “Errar es humano: construyendo un sistema sanitario más seguro” publicado por
el Senado de EEUU en 1999 que dimensiona por primera vez la trascendencia de los
problemas de seguridad del paciente en el sistema sanitario6.
54
La visualización de la calidad de la atención como el marco de referencia en el que se asienta
la seguridad del paciente, da coherencia a las actuaciones y ayuda a los profesionales a
desarrollar programas de gestión de riesgo en sus centros de salud o unidades. La seguridad
del paciente y calidad comparten organización, objetivos, filosofía, metodología, técnicas y
herramientas de trabajo, facilitando la implantación de actividades de seguridad del paciente
en los centros de salud e integrándolas en los planes de mejora continua7. El objetivo, en
ambos casos, es el diseño de actividades que impidan o dificulten la aparición de situaciones
de riesgo y el cambio de la manera de proceder cuando se descubren deficiencias. El enfoque
implica evaluar y analizar el comportamiento de la organización, sus procesos y resultados,
identificar las áreas de mejora, diseñar y poner en marcha las intervenciones adecuadas y
volver a evaluar el efecto de los cambios. El aprendizaje de la organización que proporciona
la utilización de herramientas como los ciclos de mejora o PDCA o la monitorización de
indicadores, permite afrontar los errores y en definitiva ser más eficientes. La estructura
organizativa de la calidad basada en el trabajo de un grupo multidisciplinar o comisión de
calidad y un responsable que lo lidere8,9 , ha dado buenos resultados en los centros que la
han mantenido activa. Este modelo, que se volverá a comentar al final del artículo, es
igualmente válido para abordar los problemas de seguridad del paciente en equipos de
atención primaria (EAP).
Los equipos de atención primaria con mayor cultura de calidad y que han incorporado en su
rutina el desarrollo de actividades de mejora continua percibirán con naturalidad el dirigir la
mirada de forma específica a situaciones que puedan suponer un riesgo potencial para la
salud del paciente. Por otra parte, en aquellos centros que se han mostrado más reticentes
con las propuestas de mejora de la calidad por considerarlas cargas burocráticas alejadas de
su trabajo, la seguridad del paciente puede suponer un revulsivo a la hora de emprender
acciones de mejora. La cercanía que suponen los contenidos que aborda la seguridad del
paciente a las preocupaciones y temas de interés de los clínicos, no deja de ser una buena
estrategia de ayuda a la sensibilización de estos equipos.
La magnitud de eventos adversos, sus graves repercusiones y la de la elevada frecuencia de
eventos considerados prevenibles ha provocado que, en los últimos años, la seguridad del
paciente adquiera un papel protagonista en la gestión de la calidad de los servicios
sanitarios, y que la OMS y otras organizaciones que vinculan explícitamente la seguridad del
paciente con la calidad de la atención sanitaria recomienden que se preste la mayor atención
posible al problema de la seguridad del paciente10. Calidad y seguridad del paciente son
culturas estrechamente vinculadas, de forma que no se podría hablar enteramente de la
primera sin considerar el enfoque de la segunda. Se trata, en definitiva, de mejorar la
calidad de la atención sanitaria a través de intervenciones y estrategias de seguridad de los
pacientes.
La misión, visión y valores de la atención primaria de salud.
55
El inicio de una nueva línea de desarrollo siempre es un reto y constituye una oportunidad
para reflexionar, si no se ha hecho ya, sobre el propio centro de salud. Analizar las
características y circunstancias de la propia organización constituye un ejercicio que ayudará
a definir mejor los objetivos y las actuaciones que deben ser acometidas por el equipo. Cada
organización desarrolla su labor en un entorno diferente, y las actividades del equipo de
atención primaria deberán ser capaces de dar respuesta a las necesidades de los diferentes
grupos sobre los que tiene impacto (usuarios, sociedad, profesionales, proveedores y la
propia organización). Este trabajo es genérico para todas las organizaciones
independientemente del área de negocio que traten, y suele ser el punto de partida del
documento o plan estratégico que les guíe hacia sus objetivos.
La definición de la Misión, Visión y Valores del centro de salud nos permite sistematizar esta
reflexión sobre el propio equipo, ayuda a comprender el contexto en el que trabajan los
profesionales y orienta sobre la ruta a seguir para llegar al destino deseado. La Misión da
respuesta a los grandes interrogantes ¿qué somos? y ¿por qué y para qué estamos aquí?,
describe el motivo o la razón de ser del centro de salud. Es el propósito general de la
organización en el momento actual, la labor que desempeña en el presente. En su definición
se suele indicar tres aspectos: lo que hace el centro de salud (los servicios que ofrece), para
quién lo hace (la población a la que van dirigidos) y las peculiaridades o características
propias del centro (lo diferencial). La visión se refiere al horizonte que el equipo de atención
primaria se propone como meta y describe las características que el centro de salud debe
tener en el futuro, dando respuesta a la pregunta ¿qué quiere ser? Proporciona coherencia a
los procesos y las actividades del centro, además de servir de guía y estímulo para su
desarrollo. La utilidad de la visión radica en que su definición sea clara, realista, alcanzable,
se comunique a los miembros del equipo y sea compartida por todos. Los valores hacen
referencia a las ideas, cualidades o principios que están presentes en la forma de hacer o de
trabajar de la organización. Su definición sirve para mostrar la filosofía en la que se inspira
el comportamiento de la organización y con su definición se quiere mostrar la importancia
que tienen para la misma, sirviendo de fundamento y fuerza para la visión y su desarrollo.
Análisis de debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas de un equipo de
atención primaria.
Lo primero que hace una organización cuando acomete la elaboración de la estrategia y la
definición de las actuaciones pertinentes para lograr los objetivos que se ha marcado, es
conocer cuál es la situación de partida. La definición de la misión, visión y valores de una
organización son puntos de referencia ineludibles, que debe ser completada con una
valoración de la propia organización y de su entorno sin olvidar, de forma específica la
política en relación con la calidad y la seguridad del paciente. Una metodología apropiada
para ello es el análisis DAFO mediante el cual se identifican sus Debilidades, Amenazas,
Fortalezas y Oportunidades11. Esta técnica considera simultáneamente el entorno interno de
la organización o del EAP y el entorno externo con el que interacciona y que puede
determinar los resultados de sus actuaciones. De esta manera analiza las áreas de mejora
56
(debilidades), aquellos aspectos que deben ser revisados y sobre los que se debe intervenir,
y los puntos fuertes (fortalezas) que se refieren a las características que destacan y que
deben ser potenciadas. Por otra parte, el análisis DAFO, trata de identificar las circunstancias
que favorecen el desarrollo de dichas actuaciones (oportunidades), y situaciones que actúan
frenando el potencial de las mismas (amenazas). La confrontación de los elementos
resultantes de la evaluación interna (debilidades y fortalezas) con los obtenidos de la
valoración del entono o externos (amenazas y oportunidades) facilitan la elección de las
estrategias de acción más adecuadas para el centro. De forma general se describen cuatro
tipos de estrategias (tabla 2). La estrategia defensiva se refiere al fortalecimiento de las
cualidades del equipo frente a las barreas persistentes. Por el contrario si el entorno ofrece
condiciones favorables a las características de la organización, o presenta unas barreras que
pueden ser abordadas, la estrategia será ofensiva. Si tenemos capacidad de reacción frente
a las potenciales amenazas externas, nuestras acciones serán de adaptación y en caso
contrario se adoptará un plan de supervivencia.
Identificación de áreas de mejora en el equipo y priorización.
Después de realizar el análisis de situación las organizaciones están en condiciones de definir
los grandes objetivos y las líneas estratégicas que se van a desarrollar, no obstante para ser
operativo es necesario decidir que actividades se realizarán para mejorar la calidad y
concretar los aspectos que van a ser objeto de la mejora. En el caso de la elaboración de un
plan de gestión de riesgos se trata en última instancia de definir las situaciones, áreas o
procesos cuyo riesgo se quiera prevenir o minimizar.
Haciendo un paralelismo con la mejora de la calidad, las actuaciones para la mejora de la
seguridad del paciente pueden seguir dos estrategias de acción. La más inmediata
es reactiva y consiste en la identificación de incidentes, errores, eventos adversos y en
general cualquier problema concreto que pueda conducir a situaciones no deseables. En
estos casos se realizará un análisis de las circunstancias que motivaron o favorecieron su
aparición, con la finalidad de solucionar el problema y evitar su repetición. Esta propuesta se
debe complementar con una estrategia proactiva que tratará de garantizar que los procesos
sean diseñados teniendo en cuenta los riesgos potenciales de su aplicación, los fallos que
pueden ocurrir y los efectos de estos. Lógicamente el plan de riesgo recomendado debe
contemplar ambas estrategias y combinar actuaciones preactivas de carácter preventivo que
aseguren la ausencia de riesgo o minimicen su presencia, con las intervenciones en caso de
que el incidente ya haya sucedido.
Por dónde empezar, hacia donde dirigir la mirada? La selección de las áreas en las que el
equipo de atención primaria tratará de mejorar la seguridad de los pacientes, debe esta
basada en criterios que lo justifiquen, como la magnitud o la frecuencia de su aparición. El
principal estudio que se ha realizado sobre la frecuencia de ocurrencia de eventos adversos
en atención primaria en España es, como ya se ha comentado en este monográfico, el
estudio APEAS12. La frecuencia de eventos adversos que se identificaron fue de 11,2 por mil
57
consultas o de 10,1 por cada mil pacientes, siendo el 70,2% claramente evitables. Los
factores causales de los eventos adversos estuvieron relacionados con la medicación en un
48,2%, con los cuidados en un 25,7%, con la comunicación en un 24,6%, con el diagnóstico
en un 13,1% y el 8,9% con la gestión y procedimientos administrativos.
En general todas las etapas del proceso asistencial son susceptibles de presentar problemas
relacionados con la seguridad y son muchas las clasificaciones que se han realizado sobre las
fuentes de error. Una de las taxonomías13 más utilizadas en atención primaria se muestra en
la tabla 4.
La identificación de riesgos debe plantearse como un análisis sistematizado de las diferentes
categorías o ámbitos donde el riesgo sea posible. La estructura de análisis que propone la
National Patient Safety Agency (NPSA) del National Health Service (NHS )14 guarda cierto
paralelismo con la clásica propuesta de pacientes, profesionales, estructura y recursos y
organización:
•
Factores de paciente: Hace referencia a las características específicas de los
pacientes, tales como factores sociales, culturales, económicos, discapacidad.
•
Factores individuales: Son los aspectos únicos y específicos de cada persona
involucrada en el evento adverso. Incluyen aspectos psicológicos, familiares,
relaciones laborales y muchos más.
•
Factores de tarea: Se refiere a los factores relacionados con el desarrollo de los
procesos sanitarios y la manera de realizar las actividades. Realización de técnicas,
procedimientos y prácticas.
•
Factores sociales y de equipo: Contempla la organización del equipo de trabajo y la
forma de relacionarse entre sus miembros.
•
Factores de formación y entrenamiento: El desempeño de competencias de los
profesionales, su capacitación para el desarrollo de las funciones y actividades. La
existencia de un programa de formación continua que permita a los profesionales
mantener actualizado los conocimientos y habilidades requeridas para el desempeño
de su puesto de trabajo.
•
Factores de equipamiento y recursos: Disponibilidad de los recursos apropiados,
funcionamiento correcto, conservación y mantenimiento, necesidad de
entrenamiento específico, etc.
•
Condiciones de trabajo: Se refiere al entorno, ambiente o contexto en el que se
desarrolla el trabajo, como iluminación, temperatura, ruido, amplitud de espacios,
etc.
•
Factores organizativos y estratégicos: Características inherentes a la manera de
gestionar de la organización.
•
Factores de comunicación y relación entre diferentes centros, dispositivos o
asistenciales, estructuras, etc.
58
En un planteamiento proactivo de la gestión de riesgos, después de conocer las áreas con
compromisos potenciales para la seguridad del paciente, toca el turno de identificar los
riesgos concretos que están presentes en el centro de salud. Las fuentes que podemos
utilizar para ello son: experiencia previa y la experiencia de otras personas de la
organización, encuestas y entrevistas a pacientes y familiares, registro de incidentes y
errores de medicación, reclamaciones, alertas sanitarias, auditorías y resultados de
evaluaciones periódicas, historia clínica, documentos, protocolos, procesos; y las
herramientas no difieren de las que clásicamente se utilizan en los planes de calidad (tabla
5).
Priorización de áreas de mejora
La selección de las áreas de mejora o problemas que deben ser abordados de forma
prioritaria se puede realizar con diferentes técnicas, una de las más populares en
planificación y atención primaria es el método Hanlon15 que contempla la valoración los
siguientes criterios: la magnitud, la severidad o el riesgo, la efectividad de las posibles
acciones correctoras y la factibilidad o coste, a las que frecuentemente se añadía la
tendencia en el tiempo del problema si no se interviene y repercusión en el medio. El método
que se suele proponer para la valoración de los riesgos identificados, también contempla la
valoración de estos criterios. Es una matriz sencilla que relaciona la trascendencia
(combinación de gravedad clínica e impacto) y la magnitud (frecuencia o probabilidad de
aparición). Se trata de valorar la probabilidad de ocurrencia del error según una escala de
cinco categorías: rara, infrecuente, ocasional, probable y frecuente (de forma alternativa
muy baja, baja, media, elevada, muy elevada). De forma simultánea también se valora el
impacto de las consecuencias en: insignificante, tolerable, moderado, importante y
catastrófico (muy baja, baja, media, elevada, muy elevada). Por ejemplo, un incidente que
no tiene impacto en los pacientes será clasificado como insignificante o de bajo riesgo,
mientras que uno que puede provocar la muerte del paciente será considerado de alto
riesgo. Su representación en una matriz como la que muestra la figura 1 (matriz de
evaluación de riesgos) permite clasificar el riesgo en cuatro categorías: Riesgo bajo, riesgo
moderado, riesgo importante y riesgo intolerable. Este es método cualitativo sencillo de
utilizar y comprender que ayuda, sin una gran necesidad de medios, a seleccionar el
orden de intervención de los riesgos identificados. La matriz de riesgos puede utilizarse para
valorar tanto riesgos potenciales, como incidentes que han sido evitados o aquellos que ya
han sucedido.
La selección se completa con una valoración de la evitabilidad o capacidad de prevención del
riesgo en función de la disponibilidad de una intervención efectiva y factible. Para ello se
evaluará, por una parte, la evidencia científica sobre la efectividad de factibilidad de la
posible intervención, y por otra la capacidad de llevar a cabo el plan de prevención
incluyendo en la valoración, disponibilidad de recursos y coste económico, la capacidad del
EAP de desarrollar por si mismo el plan, la necesidad de terceros, etc. En función de estos
parámetros el riesgo podrá ser calificado de inevitable, reducible y evitable. Finalmente la
59
priorización resultará de la combinación de la valoración del riesgo y la factibilidad de la
actuación.
5. Análisis de riesgos e implementación de propuestas.
Una vez que el equipo ha seleccionado los riesgos que considera más importantes, debe
analizar las posibles causas y los factores que contribuyen a su aparición. Para este análisis
se recomienda la utilización complementaria de dos enfoques:
1. Enfoque proactivo: Es una aproximación al riesgo de carácter preventivo, cuyo
objetivo es evitar que se produzca el incidente o el evento adverso. Los métodos de
mejora proactiva son el Análisis de los Modos de Fallos y sus Efectos (AMFE) cuyo
objetivo es la valoración de los posibles fallos que pueden ocurrir en un proceso, y la
implantación de barreras, entendidas como actuaciones o sistemas de control que
dificulte la aparición del incidente.
2. Enfoque reactivo. Se realiza una vez que ha sucedido el incidente, permite analizar
las circunstancias que lo han originado o que han contribuido a que sucediera. La
herramienta utilizada es el Análisis de Causa Raiz (ACR).
Estas técnicas se presentan de forma detallada en los siguientes artículos de esta
monografía, en los que también se comentarán otras técnicas complementarias para el
análisis y abordaje del riesgo como de la secuencia o cronología de un evento adverso o el
diagrama causa efecto de Ishikawa (espina de pescado).
Se ha iniciado el artículo recomendando la realización de un análisis de situación a partir del
cual se defina la estrategia del centro en materia de calidad y seguridad del paciente. Sin
embargo, este ejercicio puede suponer, en los equipos con menor cultura de la calidad, un
handicap que acabe obstaculizando la toma de conciencia sobre el problema de la seguridad
del paciente y limite la puesta en práctica de actividades para su mejora. No se puede dejar
de lado la realidad de un entorno en el que son pocos los centros que han asumido la calidad
como un modelo de gestión comprometido visiblemente con la seguridad del paciente. A
pesar de ello se debe estimular el abordaje de la seguridad del paciente y de la calidad a
través de actividades que procuren una mejora gradual o continua, y den respuesta a los
riesgos y problemas que se identifiquen en el equipo. Como herramienta básica para la
mejora de la calidad en general y de la seguridad del paciente en particular se recomienda la
utilización de los ciclos de mejora o evaluativo de 7 etapas, o los ciclos PDCA de 4 etapas
(figura 2), cuya práctica, en síntesis, supone completar la secuencia de: identificación y
análisis del proceso que genera el riesgo à aplicación de los cambios necesarios para su
corrección à medición y valoración de la efectividad de la intervención à ajuste y
modificación, si fuera necesario, de las actuaciones realizadas16,17.
Elaboración Propia
60
Además se recomienda la incorporación de los siguientes proyectos o propuestas de
actuación en la actividad cotidiana del centro:
1. Difusión de la cultura de seguridad en el equipo. Formación y sensibilización de los
profesionales del centro de salud, a través de sesiones bibliográficas
o
monográficas, junto con la revisión de casos clínicos
2. Implantación sistema de notificación y análisis de incidentes y errores de medicación.
3. Análisis periódico de incidentes, sugerencias y reclamaciones relacionadas con la
seguridad del paciente.
4. Comunicación de las acciones emprendidas y diseminación de ejemplos de buenas
prácticas.
5. Práctica de la higiene de manos.
6. Conciliación terapéutica, evitar incidentes en las transiciones de dispositivos
asistenciales, especialmente relacionadas con la medicación.
7. Identificación de pacientes y prácticas de riesgo propias del centro de salud.
8. Definición y monitorización (medición periódica) de indicadores clave relacionados
con la seguridad del paciente.
9. Establecer líneas de colaboración con los pacientes.
Como se puede apreciar en la descripción del proceso de gestión y mejora de riesgos,
muchas de las herramientas que se han propuesto utilizar en sus diferentes fases son las
mismas que las que habitualmente se aplican en los ciclos de mejora18 (tabla 6). La
explicación de estas técnicas sobrepasa los objetivos del presente capítulo, remitiendo al
lector interesado a otros artículos de esta monografía o textos especializados
19
en los que
encontrará información detallada. En la página delMinisterio de Sanidad y Política
Social [actualizado 16 Feb 2010; citado 19 Jun 2010], se puede acceder a dos excelentes
tutoriales20,21 en línea que complementan esta monografía y abundan en herramientas para
el análisis y la mejora de las situaciones de riesgo: “Gestión de riesgos y mejora de la
seguridad del paciente: tutorial y herramientas de apoyo” y “Seguridad del paciente y
prevención de efectos adversos relacionados con la asistencia sanitaria”. La Fundación Vasca
para la Excelencia (Euskalit), ha editado una guía rápida titulada “Herramientas para la
resolución de problemas” que contiene los aspectos básicos a tener en cuenta a la hora de
utilizar estas técnicas para la mejora, y que puede descargarse libremente en la siguiente
dirección: http://www.euskalit.net/pdf/folleto4.pdf [citado 19 Jun 2010]. Por otra
parte, la Consejería de Sanidad y Consumo de la Comunidad Autónoma de la Región de
Murcia acaba de publicar el libro: “Resultados Prácticos del Programa EMCA: 50 Ciclos de
Mejora de la Calidad” Este texto recoge una selección de 50 de los más de los 300 ciclos de
mejora que se corresponden a ejemplos reales, prácticos, completados y bien
documentados. El libro todavía no está disponible en Internet pero puede ser solicitado en el
servicio de publicaciones de dicha
Consejeríahttp://www.murciasalud.es/publicaciones.php?idsec=1033 [citado 19 Jun
2010].
61
6. Gestión de la Mejora.
La seguridad del paciente debe contemplarse en el marco de las actuaciones del centro para
la mejora de la calidad, por lo que las actividades deben integrarse en el plan de mejora del
EAP. En muchos casos se observarán menos barreras para la incorporación de actuaciones
relacionadas con la seguridad del paciente que con otros planteamientos relacionados con la
calidad y que los profesionales perciben menos cercanos a su realidad diaria. Es preciso el
compromiso firme y decidido de los responsables del centro que deben actuar como
impulsores del proyecto, sin este liderazgo de la dirección las iniciativas terminarán por
agotarse, además las actividades de mejora del EAP se verán reforzadas si están alineadas
con los objetivos y planes de las estructuras organizativas superiores.
Para desarrollar el proyecto, es aconsejable que el centro disponga de una mínima estructura
organizativa, idealmente se debería contar con una Comisión para la Mejora de la Calidad
constituida por personas de todos los grupos profesionales, en la que estén presentes
diferentes sensibilidades, puntos de vista y preocupaciones. De esta forma la valoración de
los problemas y de sus posibles soluciones se vería enriquecida y sería más fácil que el resto
del equipo asumiera sus actuaciones como propias. Además es conveniente la presencia de
un responsable de calidad que coordine el grupo, estimule su trabajo, perservere en los
objetivos y favorezca la dinámica del grupo. Entre las funciones a desarrollar por la comisión
y el responsable de calidad destacan:
1. Planificar las actividades del equipo en relación con la calidad y la seguridad del
paciente.
2. Identificar riesgos y oportunidades de mejora.
3. Analizar los incidentes o situaciones mejorables que se hayan notificado.
4. Difundir la cultura de la mejora continua y de la seguridad del paciente, sensibilizar
a los profesionales y fomentar y colaborar en su formación.
5. Crear grupos de trabajo para acometer proyectos concretos.
6. Relacionarse con otros centros de salud, dispositivos asistenciales (hospital) y
estructuras (gerencia o dirección de área).
7. Comunicar lo que se hace, las medidas de mejora emprendidas y los resultados
obtenidos.
8. Proponer un número reducido de indicadores y estándares de aquellos procesos que
se consideren críticos y realizar su evaluación de forma periódica (monitorizar).
9. Realizar el seguimiento y la evaluación de los proyectos acometidos.
Las actividades de los centros de salud para la mejora de la seguridad del paciente se vería
reforzada si estuvieran integradas y apoyadas por estructuras organizativas con un ámbito
de actuación más amplio como pueden ser las unidades funcionales de gestión de riesgos de
las gerencias o direcciones de atención primaria, y los observatorios u organizaciones
similares en el ámbito de comunidad autónoma22,23.
62
Este es un modelo que resulta familiar a los profesionales de atención primaria ya que fue
adoptado por el INSALUD para implantar los Programas de Mejora de la Calidad en las Áreas
de Salud a partir de 1998 y que consolidó la figura de los coordinadores o responsables de
calidad en los hospitales y las Gerencias de Atención Primaria.
La estrategia basada en los ciclos de mejora continua tiene sentido independientemente del
modelo de gestión de la calidad asumido por la organización sanitaria. Los modelos más
utilizados en nuestro ámbito son la acreditación de la Joint Commission on Acreditation of
Healthcare Organizations (JCAHO), la certificación de la International Organization for
Standardization (ISO) y la autoevaluación mediante el modelo de la European Foundation for
Quality Management (EFQM); los tres modelos permiten identificar problemas o riesgos que
tendrán que ser abordadas mediante ciclos de mejora. También todos ellos contemplan de
forma más o menos explícita la seguridad del paciente en su formulación y son útiles como
modelo de referencia para construir indicadores que permitan diseñar entornos más seguros
para los usuarios y los profesionales. La orientación a los procesos es uno de los elementos
angulares sobre los que se fundamentan los modelos de Gestión de la Calidad, por lo que
muchas organizaciones han impulsado de manera específica la Gestión por Procesos como
estrategia para organizarse de manera más eficiente evitando la presencia de lagunas
jerárquicas y funcionales y facilitando una orientación al usuario. También en este enfoque la
metodología que finalmente va facilitar el control y mejora de los procesos son los ciclos
PDCA; en definitiva se puede concluir que cualquier modelo de calidad que procure dichos
ciclos puede ser adecuado. En la monografía Modelos de Calidad Asistencial en Atención
Primaria24 se presenta una síntesis de estos modelos.
El proceso de implantación de actuaciones de mejora de la seguridad del paciente se culmina
con la evaluación de la efectividad de dichas intervenciones. Se trata de evaluar los
indicadores que se hayan definido previamente con la finalidad de comprobar si las
intervenciones han producido los resultados esperados. Si es así se procederá a la medición
periódica de los mismos (monitorización), en caso contrario se revisará si se han identificado
las causas reales y si las intervenciones realizadas han sido las adecuadas.
BIBLIOGRAFIA
1. Scott I. Errors in clinical reasoning: causes and remedial strategies. BMJ. 2009;339: 2225.
2. Wu AW, Folkman S, McPhee SJ, Lo B. Do house officers learn from their mistakes? JAMA,
1991; 265: 2089-94
3. Neale G, Woloshynowych M, Vicent C. Exploring the causes of adverse events in NHS
hospital practice. J R Soc Med. 2001; 94: 322-30.
4. Chellis M, Olson J, Augustine J, Hamilton G. Evaluation of missed diagnoses for patients
admitted from te emergency department. Acad Emerg Med. 2001; 8: 125-30.
63
5. Shojania KG, Burton EC, McDonald KM, Goldman L. Changes in rates of autopsy_detected
diagnostic errors over time: a systematic review. JAMA. 2003; 289:2849-56.
6. Balaguer Martínez JV, Gabriel Botella F, Braso Aznar JV, Núñez Sánchez C, Catalá Barceló
T, Labios Gómez M. El papel de la autopsia clínica en el control de calidad de los diagnósticos
clínicos en una unidad de urgencias. An Med Intern (Madrid). 1998; 15: 179-82.
7. McGlynn EA, Asch SM, Adams J, Keesey J, Hicks J, DeCristofaro A et al. The quality of
health care delivered to adults in the United States. N Eng J Med. 2003; 348:2635-45.
8. Aberegg SK, Arkes H, Terry PB. Failure to adopt beneficial therapies caused by bias in
medical evidences evaluation. Med Decis Making. 2006; 26:575_82
9. Thomas EJ, Studdert DM, Burstin HR, Orav EJ, Zeena T, Williams EJ et al. Incidence and
types of adverse events and negligent care in Utah and Colorado. Med Care 2000;38: 26171.
10. Wilsom RM, Harrison BT, Gibberd RW, Hamilton JD. An analysis of the causes of adverse
events from the quality in Australian Health Care Study. Med J Aust. 1999; 170: 411-5
11. Friedman CP, Gatti GG, Franz TM, Murphy GC, Wolf FM, Heckerling PS et al. Do
physicians know when their diagnoses are correct? Implications for decision support and
error reduction. J Gen Intern Med 2005; 20: 334-9
12. Eva, K.V., “What every teacher needs to know about clinical reasoning”, Med Educ, 39,
2004, 98-106.
13. Redelmeier, D A. Improving patient care. The cognitive psychology of missed diagnoses.
Annals Of Internal Medicine. 2005;142:115-120
14. Elstein AS. Heuristics and Biases: selected errors in Clinical Reasoning. Acad Med. 1999;
74: 791-4.
15. Latour Pérez J. El diagnóstico. Quaderns de Salut Pública i Administració de Serveis de
Salut. 21. Valencia: Escola Valenciana d’Estudis per a la Salut, 2003.
16. Croskerry P. Critical thinking and reasoning in emergency medicine. En: Patient safety in
emergency medicine. Pag: 219-227Wolters Kluwer/Lippincott Williams and Wilkins: 2008.
17. Corskerry P. Achieving quality in clinical decisión making: cognitive strategies and
detection bias. Acad Emerg Med. 2002; 9: 1184-204.
18. Croskerry P. Cognitive and affective dispoistions to respond. In: Croskerry P, Cosby KS,
Schenkel S, Wears R, eds. Patient safety in emergency medicine. Philadelphia: Lippincott
Williams and Wilkins, 2008:219-27.
64
Maria Pilar Astier Peña [Buscar autor en Medline]
Jose Ángel Maderuelo Fernández [Buscar autor en Medline]
María Teresa Jiménez Julvez [Buscar autor en Medline]
María Dolores Martín Rodríguez [Buscar autor en Medline]
Jesús Palacio Lapuente [Buscar autor en Medline]
Guadalupe Oliveras Cañada [Buscar autor en Medline]
7
Volver al sumario
Análisis proactivo del riesgo: el análisis modal de fallos
y efectos (AMFE).
Promover la seguridad del paciente de forma proactiva
La prevalencia de efectos adversos detectada en el estudio APEAS1, ya mencionado en el
segundo capítulo, describe que 9,6 visitas de cada 1000 generarán un efecto adverso para el
paciente en atención primaria, aunque su nivel de gravedad será bajo.
La naturaleza de las causas de estos errores es muy diversa y va desde el error en la
identificación de un paciente, pasando por el uso de la historia clínica equivocada hasta la
prescripción de una medicación a la que el paciente ha manifestado ser alérgico entre las
más comunes.
La gran variedad de causas está en relación con la complejidad del sistema sanitario. Los
pacientes atendidos por los equipos de atención primaria son cada día más complejos y
presentan riesgos más elevados como ejemplo el control y seguimiento de los pacientes en
tratamiento anticoagulante oral, o la dispensación de quimioterapia oral o subcutánea en los
centros.
Por otro lado, aunque la mayor parte de los eventos adversos que se producen son de riesgo
moderado leve, la elevada frecuentación de la población hace que la ocurrencia de eventos
sea mayor.
Una vez que hemos tomado conciencia de que cometemos errores y éstos producen daño a
los pacientes, que los errores son frecuentes, y que se pueden agrupar en 4 áreas
específicas, tal y como propone el análisis cualitativo del estudio APEAS, está claro que no
nos podemos quedar cruzados de brazos en la consulta, confiando en que la suerte no nos
depare ningún evento adverso cada mañana o bien sepamos identificar a tiempo las 2
consultas semanales en las que se producirá un evento adverso en nuestra consulta,
aplicando un promedio de 35 visitas/día, 5 días/semana.
El afrontamiento del riesgo o la gestión del riesgo forma parte de la cultura de la calidad
asistencial y precisa que todos los profesionales nos sintamos implicados en la mejora de la
seguridad del paciente en su proceso asistencial. Este compromiso de los profesionales y
gestores sanitarios se traduce en la utilización de metodologías preventivas que realicen una
65
gestión proactiva del riesgo, es decir, que identifiquen las causas de los errores y permitan
reducir al máximo la probabilidad de ocurrencia de un nuevo error.
¿Qué entendemos por Riesgo Asistencial en Atención Primaria?
El riesgo asistencial podríamos definirlo como la probabilidad de que se produzca un efecto
indeseable o la ausencia de un resultado deseable a lo largo de la cadena de la acción
sanitaria, durante cualquiera de los componentes de la prestación del servicio. En atención
primaria hablamos de situaciones como las que se reflejan en la tabla 1.
Conocemos que el riesgo asistencial existe en atención primaria y que puede finalmente
causar o no daño. La definición de incidente que no provoca daño (OMS) es la situación en la
que hay un riesgo potencialmente significativo de que se pueda producir un daño, pero en
este momento no se ha producido daño. Esto ocurre muchas más veces de lo que nos
imaginamos como se refleja en la figura del iceberg (figura 1). En algunas ocasiones,
sucede que el riesgo se detecta antes de que llegue al paciente (una vacuna de tétanos con
la intención de vacunar de gripe que al ir a pinchar, leemos la jeringa y no introducimos el
contenido a nivel intramuscular). A esta situación la denominamos Incidente sin Daño2.
En los capítulos previos de este monográfico hemos identificado cuáles son los riesgos en
atención primaria: confusión de historiales de pacientes, omisión de la identificación formal
del paciente, prescripción de antibiótico a paciente alérgico, confusión en el tipo de vacuna
dispensada, error en la dosis o posología de un fármaco/medicamento, error en la
identificación de una muestra de sangre, mal funcionamiento de un equipo de medición de la
presión sanguínea…Al igual que hemos comentado las fases en la gestión del riesgo
asistencial que podemos concretar en 5 pasos3:
1. La identificación de sucesos adversos/incidentes relacionados con la seguridad del
paciente=incidentes que originen situaciones de riesgo
2. El análisis y evaluación de los riesgos, bien de forma proactiva o reactiva
3. Las actuaciones para prevenir, reducir, transferir o eliminar estos riesgos.
4. Las pautas para minimizar los eventos adversos sobre las personas y la organización.
5. Implantar sistemas de notificación de incidentes y eventos adversos.
Una gestión eficaz de los riesgos implica una combinación de estrategias de abordaje de los
mismos, que van orientadas en dos direcciones:
1. La gestión reactiva: Aprender de las cosas que no han ido bien
2. La gestión proactiva: Desarrollar actividades preventivas para evitar o reducir la
probabilidad de ocurrencia de los riesgos.
Esta perfecta y lógica combinación resulta obvia, pero en muchas ocasiones no lo hacemos
por circunstancias personales (comodidad, temor, sistema punitivo…) o bien por
66
circunstancias de la organización (costosa en tiempo, costosas en recursos humanos y
económicos…).
En este capítulo vamos abordar el paso segundo: Análisis y evaluación de los riesgos de
forma proactiva, quedando en otro capítulo la gestión reactiva del riesgo a través de los
análisis de causas-raíz (ACR), el protocolo de Londres, el Análisis de Eventos Significativos
entre otras herramientas disponibles.
Análisis modal de fallos y efectos: AMFE en Atención Primaria
Entendemos por gestión proactiva del riesgo4 la planificación de actividades encaminadas a
prevenir o mitigar la ocurrencia de eventos adversos ligados al trabajo cotidiano en una
empresa, en un servicio o en una tarea o protocolo concreto. En nuestro caso, a prevenir o
mitigar la ocurrencia de eventos adversos ligados a las actividades cotidianas que se
desarrollan en un equipo de atención primaria.
La metodología utilizada para este análisis viene del mundo empresarial y se
denomina AMFE (Análisis Modal de Fallos y Efectos) o FMEA (Failure Mode and Effects
Analysis). La adaptación de esta metodología al mundo sanitario puede resultar un poco más
compleja ya que aplicada a la producción de un producto concreto (secador de pelo, plancha,
coche, tornillo…), todos los productos son iguales. Pero aplicada a pacientes, por ejemplo:
pacientes con neumonía, no hay dos presentaciones iguales. A pesar de todo, el AMFE es
una técnica muy útil, ya que al realizarse en equipo y de forma metódica aporta una
información muy valiosa.
En la actualidad, es la herramienta de uso más extendido para analizar los riesgos de un
MODO PROSPECTIVO por varios motivos:
1. Es un método estructurado
2. Cuantifica los efectos de posibles fallos
3. Permite priorizar las acciones encaminadas a minimizarlos o eliminarlos
4. Metodología sistemática (muy robusta) que aborda problemas, preocupaciones,
desafíos, errores y fallos
5. La meta final de la herramienta es buscar respuestas para su mejora.
La extensión de uso de esta metodología en el mundo empresarial es muy amplia y existe
una página web específica sobre la propia metodología donde se comparten publicaciones y
experiencias de la aplicación de esta forma de análisis: Failure Mode and Effects Analysis
Infocentre (acceso 15 junio 2010).
Las actividades o planes de mejora de la calidad son un elemento de trabajo consolidado en
los equipos de atención primaria (EAPs). Cada EAPs ha utilizado diferentes metodologías de
trabajo en calidad. Por un lado, se utilizan los círculos o equipos de calidad multidisciplinares
que trabajan sobre aspectos de mejora de la calidad en los centros, proponiendo programas
67
de mejora y monitorizando indicadores de cumplimiento de los programas. Por otro lado,
otros EAPs trabajan a través de modelos estructurados de gestión de la calidad como son la
gestión por procesos, la estandarización de procesos de trabajo por medio de la certificación
ISO, la autoevaluación por medio del sistema EFQM; otros por medio de indicadores de
evaluación de la calidad de la Joint Commission on Acreditation of Healthcare Organization.
Es decir, la mayoría tenemos sistemas de calidad y planes de seguridad o contingencia más o
menos estructurados para determinadas actividades. Lo importante es HACER BIEN LAS
COSAS y a la primera mucho mejor.
Por ello, cualquiera de las herramientas de análisis de la gestión del riesgo se debe
incorporar en función de cómo se está trabajando previamente en calidad. Si en un servicio
se trabaja por procesos y existe un mapa de procesos, puede ser sólo necesario
hacer AMFE de los servicios nuevos o de los eventos adversos surgidos de situaciones
novedosas en atención primaria como por ejemplo, el seguimiento de los pacientes en
tratamiento anticoagulante oral en atención primaria5, la dispensación de
citostáticos/inmunomoduladores para procesos reumatológicos, entre otras.
Si bien, debemos recordar que, muchas veces, aunque disponemos de mapa de procesos y
hemos identificado los puntos críticos no hemos realizado una valoración real del riesgo.
Disponer de un sistema de gestión por proceso facilita este análisis, ya que en la
organización existe cultura de calidad y diagrama de flujo de los procesos sistematizados que
facilitan la identificación de riesgos y fallos potenciales.
Esta herramienta de análisis procede del mundo de la calidad industrial y se adaptó
inicialmente al entorno sanitario hospitalario con la finalidad de identificar los fallos y
prevenir su ocurrencia6.
El AMFE tiene como objetivos:
1. Examinar los modos en que un servicio, proceso o producto puede fallar
2. Establecer las prioridades donde se deben concentrar los esfuerzos
3. Medir los resultados de los cambios aplicados al proceso o al sistema
4. Aumentar la seguridad de pacientes, profesionales y personas del entorno
5. Obtener un producto excelente
6. Superar las expectativas de calidad percibida de los pacientes.
La denominación de AMFE proviene de las tres preguntas que se plantean resolver con esta
metodología:
1. ¿Qué puede fallar? = Modo de fallos.
2. ¿Por qué puede ocurrir?= Causas de fallos.
3. ¿Qué consecuencias puede producir el fallo?= Efectos de fallo.
68
La aplicación de la metodología de AMFE está estructurada en una serie de pasos para
garantizar el éxito de la aplicación de la herramienta de análisis:
Los diez pasos de aplicación de un AMFE
Antes de iniciar los diez pasos debemos identificar el servicio o proceso o tarea o protocolo…
que queremos analizar. El objeto de nuestro análisis debe estar priorizado por la gravedad
de su ocurrencia, por su frecuencia o bien porque el servicio va a comenzar y queremos
garantizar que se reduzcan al máximo los eventos adversos.
A partir de la identificación del asunto a analizar, iniciamos los diez pasos de desarrollo de
un AMFE, que están recogidos en la figura 2:
1. Crear el equipo de trabajo
2. Establecer el tipo de AMFE que queremos realizar. El objetivo de este análisis y sus
límites.
3. Clarificar dentro del grupo de trabajo cuáles son las prestaciones o las funciones o
tareas del servicio o producto que queremos analizar. Es decir, dónde empieza y
dónde acaba nuestro análisis.
4. Identificar los modos de fallo
5. Identificar los efectos de fallo
6. Identificar las causas de fallo
7. Identificar los sistemas de control actuales o análisis de las barreras existentes.
8. Calcular el NPR: pondera la gravedad o trascendencia del riesgo (G), la frecuencia
de aparición (A) y la posibilidad de detección de dicho riesgo (D)
9. Plantear acciones de mejora para cada fallo y recalcular el NPR.
10. Elaborar un plan con las acciones de mejora seleccionadas
AMFE-Paso 0: Identificación de la cuestión a analizar
Seleccionar un tema para revisar. Existen muchas maneras de identificar un tema para
revisar. No obstante, éste debe pertenecer a un área de alto riesgo o vulnerabilidad para que
merezca la pena dedicarle tiempo y recursos a su estudio. La probabilidad de que haya fallos
a priori, junto con su gravedad caso de ocurrir y el número de personas que,
previsiblemente, se pueden ver afectadas por el mismo, son criterios de selección básicos de
los problemas a analizar.
La selección del asunto a analizar se puede realizar con cualquiera de las técnicas de
priorización explicadas en los capítulos 3 y 4 (grupo nominal, diagrama de Pareto…). Si bien,
como hemos comentado en atención primaria los riesgos más frecuentes y trascendentes
están en relación con el uso de la medicación. Este es un vasto campo que deberíamos
acotar para poder analizarlo y mejorar cómo manejamos la medicación en nuestro EAP. De
ahí que seleccionemos la tarea de Cartilla de largo tratamiento y dentro de esta actividad
69
una tarea concreta revisión de la medicación de los pacientes por los profesionales
sanitarios. El detalle de las tareas está descrito en latabla 2.
AMFE-Paso 1: Creación del equipo de trabajo
Se debe formar un equipo multidisciplinar que incluya personas con experiencia en el tema a
analizar, un facilitador y un coordinador. Con un equipo multidisciplinar se garantiza que se
tienen en cuenta los distintos puntos de vista. Las personas con experiencia aportan su
conocimiento sobre cómo se llevan a cabo en realidad los procesos. Sin embargo, contar
también con personas que no conozcan los procesos puede suscitar un análisis crítico de los
mismos. El coordinador debe ser una persona con experiencia en dinámica de grupos; su
misión es garantizar que el equipo funciona con eficacia. El facilitador actúa como un
consultor, ayuda al grupo a realizar las tareas necesarias e interviene cuando ello es
necesario para que el equipo se ajuste a los objetivos.
Como las personas del equipo no colaboren, no hay AMFE. El AMFE tiene que ser una labor
de equipo, no de una persona individual.
El equipo debe tener una sistemática de trabajo. Es bueno que el equipo tenga una
formación para repasar la metodología de la gestión de riesgos y el vocabulario específico, es
decir, la taxonomía. Puede necesitar bibliografía específica para la gestión de riesgos para
tenerla como referencia.
En nuestro ejemplo, que proponemos revisar la medicación de los pacientes ancianos por los
profesionales sanitarios, el equipo multidisciplinar debería contar con uno o dos profesionales
médicos y de enfermería, una auxiliar de enfermería, un administrativo y una trabajadora
social de tal forma que se tuviera perspectiva de experto y de no experto y de todos los ejes
de análisis de los pacientes.
AMFE-Paso 2: Descripción detallada de las fases del proceso mediante un diagrama
El objetivo de esta fase es esquematizar y precisar la secuencia de etapas que son
necesarias para lograr un resultado. Generalmente, el procedimiento usado son los
diagramas de flujo o flow charts, que son representaciones gráficas de las diferentes etapas
de un proceso. Es fundamental que se identifiquen todos los pasos del proceso y
subprocesos.
La elaboración del diagrama del proceso es la primera decisión importante. Si tomamos un
proceso muy amplio y lo diagramamos pormenorizadamente nos agotaremos en el intento.
Por lo tanto las opciones son:
•
Diagramar un proceso incluyendo solamente sus grandes pasos. Obtendremos
propuestas de barreras generales
70
•
Diagramar un proceso, dividirlo en subprocesos e ir analizando cada subproceso en
un AMFE. Esto nos permite obtener propuestas mucho más concretas, que veremos
como más operativas, más ligadas a nuestro trabajo.
Hay que tener presente que para cada paso se identificarán uno o más fallos y para cada
fallo una o más causas, de manera que el árbol resultante puede ser difícil de manejar si
partimos de muchas ramas iniciales.
El flujograma es útil para tener una visión global del proceso o tarea, para ver las relaciones
entre las diferentes etapas, identificar pasos innecesarios, oportunidades de mejora, generar
ideas,…Es más sencillo de realizar si se trabaja en gestión por procesos en la Unidad.
En el ejemplo que nos ocupa de Revisión de la medicación por los profesionales sanitarios del
EAP. El diagrama de flujo de nuestra actividad podría esquematizarse como se refleja en
la figura 3 del Grupo Osatzen de AMFE :Flujo del Proceso CLT Galdakao 2008). Y la tarea
que nos ocupa sería uno de los pasos de ese diagrama.
AMFE-Paso 3: Clarificar las prestaciones o funciones del producto/servicio/proceso
a analizar
Al hacer el flujograma de la actividad, se entiende y se visualiza de una manera más
concreta lo que se hace en realidad, no lo que se quiere hacer. Y se concreta la tarea o
tareas que se van a estudiar. Podría estudiarse el proceso completo como han hecho en el
grupo AMFE de Osatzen con la CLT cuyo resultado se puede descargar en este enlace.
Los tres pasos siguientes se desarrollan a partir del diagramar el proceso. En cada paso del
proceso se procede a identificar los fallos, causas y efectos que pueden aparecer en su
desarrollo. Estos tres pasos se recogen en unos modelos de ficha preparados para su análisis
(tabla 3: Modelo de registro de AMFE).
AMFE-Paso 4: Determinar los modos potenciales de fallos.
Identificar, para cada paso del proceso, los fallos que pueden aparecer en su desarrollo. Los
miembros del equipo van identificando los posibles fallos que pueden aparecer, y se van
discutiendo. Como posteriormente se pasará a puntuar, es preferible aceptar un modo de
fallo aunque sepamos que es poco probable o de baja gravedad antes que meterse en
discusión sin salida. Cuando llegue la hora de puntuar, cada modo de fallo mostrará su
importancia. Si bien, conviene ser pragmático, y tratar de identificar situaciones reales
eludiendo las más rocambolescas. Un criterio que nos debe guiar en todo momento es la
gravedad del efecto, si ocurriera el fallo. De manera que un fallo muy improbable y de baja
gravedad puede que no sea necesario incluirlo, mientras que un fallo con esa misma
probabilidad y efectos graves debe ser incluido.
71
Debemos ir listando los modos de fallo de cada paso, pensando que a cada modo de fallo le
pueden corresponder varias causas, por lo que necesitará varias filas de recogida de
información. Por ejemplo: en relación con la actualización de la medicación podemos
identificar los siguientes fallos:
1. El paciente aporta medicación nueva prescrita por especialista sin aportar informe y
no está registrada en la historia.
2. El paciente aporta medicación que ha comenzado a tomar por su cuenta y no
prescrita por profesionales del centro.
3. El paciente aporta fármacos de diferentes marcas pero igual principio activo (ej. dos
marcas de omeprazol)
4. Desconocemos las interacciones de los fármacos que toma el paciente
AMFE-Paso 5: Determinar las causas potenciales de fallos.
Para cada fallo se identifican las causas que pueden producirlo. El mismo fallo puede ser
debido a distintas causas. Deben listarse todas. Precisamente estas causas serán las que
atacaremos con las propuestas de barreras que hagamos para evitar el fallo. Por eso
conviene ser cuidadoso para identificar todas las posibles causas que tienen una cierta
relevancia.
Ejemplo:
Fallo: El paciente aporta fármacos de diferentes marcas pero igual principio activo
(duplicidad de medicación).
Efectos: un evento adverso por sobredosis o intoxicación, aparición de efectos secundarios
más intensos (por ejemplo, disminución de vitamina B12).
Causas: Existen distintos nombres comerciales para el mismo principio activo, las
presentaciones de las marcas genéricas son también diferentes, cambio de marca en la
farmacia, fármaco de otra marca prescrito en consulta especializada, desconocimiento del
paciente del principio activo que debe tomar…
AMFE-Paso 6: Determinar los efectos potenciales de fallos.
Para cada uno de los fallos se identifican los efectos sobre la salud que pueden producirse
cuando el fallo ocurra. Debemos tener presente que cada fallo va a tener los mismos efectos
con independencia de la causa que los provoque.
Ejemplo:
Fallo: El paciente aporta fármacos de diferentes marcas pero igual principio activo
(duplicidad de medicación).
Efectos: un evento adverso por sobredosis o intoxicación, aparición de efectos secundarios
más intensos (por ejemplo, disminución de vitamina B12).
72
AMFE-Paso 7: Identificar los sistemas de control actuales:
Reflexionamos si para cada uno de estos fallos existe algún sistema de control. En caso de
que no exista, lo recogeremos para plantearlo como plan de mejora. Incluso, existiendo
puede que no se aplique correctamente, por lo que un área de mejora será actualizar y
controlar el cumplimiento de dicho sistema de control.
AMFE-Paso 8: Determinar los índices de evaluación para cada modo de fallo.
En este paso se calcula la importancia de cada fallo/efecto/causa mediante un índice de
priorización del riesgo (IPR) o también conocido por número de prioridad de cada riesgo
(NPR). El NPR es la terminología utilizada en las herramientas de la formación online del
Ministerio de Sanidad y Política Social, antes mencionadas.
En la tabla 3 tenemos disponibles cuatro columnas: la primera mostrará los pasos del
diagrama de flujo (las actividades o tareas seleccionadas para evaluar). En nuestro
ejemplo: Revisión de la medicación por los profesionales sanitarios. La segunda, mostrará los
distintos modos en que puede fallar cada uno de los fallos, y finalmente la cuarta mostrará el
efecto que se producirá si se produce el fallo.
Hemos de valorar cada una de las filas (fallo/causa/efecto) según tres características:
1. la gravedad del efecto (tabla 4)
2. la frecuencia con la que ocurre el fallo (tabla 5)
3. la capacidad para detectarlo si ocurre (tabla 6)
La gravedad (G) tiene que ver con el efecto, y por tanto a igual efecto igual puntuación.
La frecuencia de aparición (A) se puntúa con el criterio de mayor frecuencia, mayor
puntuación. La capacidad para la detección (D) se puntúa más alto cuanto más dificultad
existe para detectarlo. El concepto es que un fallo que se detecta fácilmente puede ser
subsanado antes de que llegue a producir el daño, mientras que si es muy difícil de detectar
llegará a provocar el daño antes de ser detectado. Por ello, si el fallo se detecta con mayor
facilidad, recibirá menor puntuación.
Para calcular el NPR, a cada causa de fallo se le asigna un índice de probabilidades de
aparición o frecuencia, de riesgo o gravedad de las consecuencias o efectos, y de capacidad
para detectarlo antes de su aparición. La gravedad del riesgo (G), la probabilidad de
aparición (A) y la capacidad de detección (D) se puntúan en una escala de 1 a 10, tomando
como referencia las tablas 4, 5 y 6.
Dos puntualizaciones son importantes a la hora de elaborar el AMFE:
1. Conviene puntuar por columnas. Es decir, puntuar en primer lugar la gravedad de
todas las filas, puntuar a continuación su frecuencia de aparición y finalmente su
73
facilidad/capacidad para detectarlo. De esta manera todos los fallos se evalúan con
un criterio más homogéneo que si vamos valorando fila a fila. No es lo mismo
centrarse en una valoración, por ejemplo en la frecuencia, y valorar la de todas las
filas, que ir revisando para cada fila los tres parámetros, con el riesgo de cambiar
nuestro criterio al valorar cada uno de ellos al cabo de unas cuantas filas.
2. Una vez valorada la gravedad de todo el AMFE conviene volver a repasarla,
para comprobar que se ha aplicado con un criterio homogéneo en todas las filas. Por
supuesto frecuencia y facilidad/capacidad de detección también deben ser repasadas.
3. La puntuación es un punto muy conflictivo, ya que trabajamos con una casuística tan
variada que es muy difícil hablar de que un efecto tiene una gravedad de “X” cuando
dicha gravedad dependerá totalmente de la enfermedad y del enfermo en cada
momento. Por ejemplo, no encontrar al médico de guardia y retrasar la asistencia
media hora no es lo mismo si el paciente presenta un esguince leve de tobillo que un
dolor precordial o un cólico renal. Esta variabilidad puede hacer difícil ponerse de
acuerdo en la puntuación.
AMFE Paso 9: Calcular para cada modo de fallo los números de prioridad de riesgo.
Las puntuaciones calculadas para G, A y D se multiplican entre sí para calcular
el NPR(Número de Prioridad de cada Riesgo).
A continuación, el trabajo se centra en los modos de fallo con nivel de riesgo más elevado de
acuerdo al número NPR calculado. Por tanto, las puntuaciones NPR van de 1 a 1000, cuanto
mayor es la puntuación, mayor es la prioridad.
Cada una de estas puntuaciones se multiplica (G x A x D) en cada causa/modo de fallo para
calcular su NPR. Por tanto, las puntuaciones NPR van de 1 a 1000, cuanto mayor es la
puntuación, mayor es la prioridad.
Una primera representación gráfica de la relevancia de cada riesgo es la denominada matriz
de riesgo, que se muestra en la tabla 7, en la que se relacionan gráficamente la
probabilidad y la gravedad para cada riesgo. La matriz permite agrupar los riesgos en las
siguientes categorías: riesgos muy altos, intolerables por su altísima probabilidad y
gravedad; importantes, con menor probabilidad y gravedad; apreciable, de gravedad
moderada o tolerable y probabilidad media de aparición; y marginal, debido a su escasa
frecuencia y
gravedad. Para cada categoría se proponen diferentes medidas.
AMFE-Paso 10: Selección de acciones para eliminar o reducir los modos de fallo
Una vez calculados los NPR iniciales se pasa a analizar las barreras que se podrían poner en
marcha para prevenir la ocurrencia de los fallos identificados.
74
La segunda parte del AMFE empieza con la asignación de barreras frente al error para cada
una de las causas que provocan los fallos. Nuestro conocimiento de la organización y de su
cultura nos permitirá proponer barreras prácticas, realistas y que sean aceptadas por los
profesionales.
Recordamos que un fallo puede tener diferentes causas y cada una de ellas diferentes
controles/barreras. Habría que analizar cada causa e identificar las mejoras o barreras a
incorporar para evitar/controlar el riesgo de cada fallo.
Una vez identificadas las barreras, se vuelve a puntuar según gravedad, frecuencia y
dificultad de detección. La gravedad habitualmente será la misma, pero la frecuencia y la
facilidad de detección habrán cambiado. Tras esta valoración se procede a calcular
elNPR suponiendo que las barreras están implantadas. Obtendremos NPR menores.
Finalmente, comparando los NPR previos y posteriores a la implantación de las barreras,
seleccionaremos aquellas que signifiquen mayor descenso en el riesgo y las implantaremos.
Deberemos comprobar igualmente que las barreras implementadas no generan nuevos
riesgos para los pacientes. Esta comprobación se realizará cuando las barreras que se han
implantado lleven un tiempo actuando y conozcamos como funcionan en la práctica.
Un resumen global de todos estos pasos del AMFE se presenta en algoritmo de decisiones en
la figura 4.
Entre las acciones que pueden favorecer una reducción de riesgos destacan: rediseño de
circuitos, cambios en el entorno, mejoras en la capacitación, asignación precisa de tareas,…
A fin de conseguir que dichas acciones sean efectivas es conveniente asignar
responsabilidades, recursos y tiempo, así como el planteamiento de unos criterios de
evaluación de la efectividad de las acciones y el compromiso de los responsables
institucionales.
A partir de ese momento, lo que queda es consolidar las barreras implantadas y que sean
aceptadas por todos los profesionales del equipo o servicio de salud.
Ventajas e inconvenientes del desarrollo de un AMFE en un equipo de Atención
Primaria
El nivel de aplicación del AMFE es muy amplio. Puede aplicarse para analizar el conjunto de
un proceso asistencial (prevención de la enfermedad cardiovascular en los pacientes de 45 a
75 años), las actividades de un servicio concreto (las prescripciones de la cartilla de largo
tratamiento), una tarea dentro del servicio (revisión de la medicación de la cartilla de largo
tratamiento con la aportada por el paciente), o bien un producto (el resultado de una
determinación sanguínea de glucosa capilar en una consulta de atención primaria).
75
En general, se recomienda realizar un AMFE cuando se va a poner en marcha un nuevo
servicio, cambios en las condiciones de funcionamiento, cambios en el proceso, nuevas
regulaciones o reclamaciones reiteradas de los clientes.
Por lo general, las actividades que planificaremos para reducir los riesgos en atención
primaria se orientarán a riesgos que según los estudios epidemiológicos realizados, en
España (APEAS1) van ligados principalmente a:
1. Uso de la medicación: manejo de medicaciones de alto riesgo, polimedicación en
personas ancianas, errores en la posología entre otras.
2. Errores de comunicación: en la transmisión de información al paciente, entre
profesionales, entre niveles asistenciales, en las transiciones asistenciales de turnos
o de servicios o de centros sanitarios y sociosanitarios.
3. Errores de diagnóstico: planteamientos diagnósticos iniciales restrictivos, falta de
seguimiento de los pacientes, reevaluación de los diagnósticos tras la exploración
física y las pruebas complementarias entre otros problemas detectados.
Los tipos de AMFE podrían organizarse como sigue:
1. AMFE de diseño de un proceso: cuando el servicio todavía no está en
funcionamiento. Por ejemplo, iniciar el proyecto de pacientes en autocontrol de TAO
en domicilio
2. AMFE de análisis del proceso: cuando el servicio está ya en funcionamiento y
queremos resolver proactivamente nuevos fallos. Por ejemplo, proceso del manejo
de sospecha de infarto agudo de miocardio en la consulta.
3. AMFE de puesta en marcha de un nuevo equipamiento: un equipo de bisturí
eléctrico para cirugía menor en un centro de salud.
4. AMFE de servicio: seguimiento del embarazo por el EAP dentro de la cartera de
servicios
5. AMFE de sistema: implantación del sistema de citación desde los EAP a consultas
de atención especializada de un sector sanitario.
De lo expuesto concluimos que la ventaja más importante de un AMFE es el tomar
conciencia de cómo hacemos las cosas y cómo podemos mejorarlas. La desventaja de
realizar un AMFE es el laborioso trabajo que supone llevarlo a cabo. Las herramientas de la
gestión de riesgos son un método sistemático de trabajo para abordar la realidad en la que
nos desenvolvemos de forma ordenada con la finalidad de encontrar las causas y
solucionarlas. Por esto, es clave seleccionar adecuadamente qué queremos analizar para
mejorar.
Es fundamental informar y difundir el análisis realizado y los resultados al resto de los
miembros del equipo AP para hacerles partícipes de los problemas identificados y de las
mejoras a incorporar. Feed-back información resultados.
76
BIBLIOGRAFIA
1. Aranaz JM, Aibar C, Vitaller J, Mira JJ, Orozco. Estuido APEAS: estudio sobre la seguridad
de los pacientes en Atención Primaria de Salud. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo,
2008
2. Grupo de redacción de la Clasificación Internacional de Seguridad del Paciente. Informe de
los resultados de la encuesta Delfos sobre la introducción a la Clasificación Internacional para
la Seguridad del Paciente. OMS, 2007.
3. Vicent C, Taylor-Adams S, Stanhope N. Framework for analyzing risk and safety in clinical
medicine. BMJ. 1998; 316:1154-57.
4. Ministerio de Sanidad y Política Social. Gestión de riesgos y mejora de la seguridad
del paciente: tutorial y herramientas de apoyo (Acceso: 15 junio 2010)
5. Cañada Dorado A, Mena Mateo JM, Sánchez Perruca L, Rodríguez Morales D, Cárdenas
Valladolid J. Mejora de la seguridad y evaluación de los resultados del proceso de
anticoagulación oral implantado en un área de atención primaria. Rev Calidad Asistencial.
2007;22(6):287-98
6. De Rosier J, Stalhandske, Bagian JP, Nudell T. Using Health Care Failure Model and
Effects Analysis: The VA National Center for Patient Safety’s Prospective Risk
Analysis System.Journal of Quality Improvement. 2002; 28(5):248-267. (Acceso 15 junio
2010).
77
Guadalupe Olivera Cañada [Buscar autor en Medline]
José Saura Llamas [Buscar autor en Medline]
Jose Ángel Maderuelo Fernández [Buscar autor en Medline]
María Luisa Torijano Casalengua [Buscar autor en Medline]
Maria Pilar Astier Peña [Buscar autor en Medline]
Jesús Palacio Lapuente [Buscar autor en Medline]
8
Volver al sumario
¿Cómo podemos aprender de los errores para evitarlos?
Análisis reactivo en seguridad del paciente.
Promover la seguridad del paciente de forma reactiva
La seguridad del paciente se define como una atención libre de daños evitables, que precisa
desarrollar sistemas y procesos encaminados a identificar, evaluar y tratar el riesgo de que
se produzca un evento adverso durante la asistencia con el objetivo de prevenir, evitar y
minimizar sus consecuencias negativas.
Tradicionalmente, la medicina ha hecho investigación cuantitativa para mejorar la calidad y
disminuir el número de errores que se pudieran producir en la asistencia. Sin embargo,
cuando lo que se pretende es comprender por qué ocurren los errores que provocan efectos
adversos a los pacientes, esta metodología resulta claramente insuficiente.
Para el estudio de por qué se producen los errores es necesario complementar la información
obtenida de manera cuantitativa con otras metodologías, como es la investigación
cualitativa. En esta investigación, hay que tener en cuenta que tras un evento adverso y/o
incidente se debe valorar todo lo que rodea al acto asistencial y eso supone analizar no sólo
el error humano (activo) sino también lo que se denominan errores del sistema o errores
latentes. En este sentido y para poder evaluar o analizar los errores de manera retrospectiva
o reactiva existen una serie de técnicas que han sido ampliamente difundidas en aquellas
instituciones sanitarias que trabajan para mejorar la calidad asistencial, entre las que
destaca el análisis causa raíz (ACR) y alguna otra, que describimos a continuación.
Técnicas de análisis retrospectivo
La mayoría de técnicas y herramientas de análisis retrospectivo provienen de las industrias
llamadas de alto riesgo como son la industria nuclear o la de la aviación. La experiencia que
acumula esta industria nos dice que, para analizar un incidente o evento adverso, las
técnicas de análisis deben ser elegidas en función de la gravedad del daño que ha provocado
el evento adverso y /o incidente relacionado con la seguridad del paciente, el contexto en el
que se produce y la fase de análisis en la que nos encontremos.
Análisis causa raíz (ACR)
78
Es una técnica que fue desarrollada en el sector industrial hace más de 30 años para
investigar accidentes graves. En los últimos años, ha despertado un gran interés en el
ámbito sanitario, así algunas organizaciones como la Joint Commissión on Accreditation of
Healthcare Organizations (JCAHO) y la National Patient Safety Agency (NPSA) del Servicio
Nacional de Salud del Reino Unido (NHS-UK) han trabajado en el desarrollo de guías que
facilitaran su utilización, sobre todo para la investigación de incidentes serios1,2. El ACR es
una técnica de prevención secundaria, que hace una investigación sistemática y secuencial.
Usa una serie de preguntas y / o herramientas de calidad para determinar cuáles son los
factores subyacentes llamados causa o causas raíces que han podido originar el efecto
adverso.
Una causa raíz o causa origen es aquella que si es eliminada podría prevenir o disminuir la
probabilidad de que ocurra un evento adverso. Sin embargo, suelen existir otras causas más
inmediatas al propio suceso, también llamadas próximas, que son más fáciles de detectar.
Las causas próximas son acciones/omisiones de carácter inseguro que provocan la
consecuencia natural directa. Tratar sólo las causas próximas no previene la reaparición del
evento adverso puesto que no se llega a la raíz que lo ha originado.
Hay que tener en cuenta que en el entorno asistencial, la multicausalidad es lo más común y
que es frecuente la combinación de varias circunstancias o factores que desencadenan
eventos adversos, por ello algunos autores prefieren el término de “factores contribuyentes”
al de “causa raíz o causa origen”3.
Aspectos fundamentales de la herramienta
Cuando se aplica un ACR, se debe saber lo siguiente:
•
El ACR es una herramienta para utilizar en los sucesos centinela, dado que la
trascendencia y relevancia de los mismos hacen necesario un análisis reactivo y
detallado de los factores que han permitido su aparición, sugiriendo las acciones para
evitarlos.
•
La JCAHO define Suceso Centinela como “un incidente o suceso inexplicado que
produce la muerte o secuelas físicas y/o psicológicas importantes, o bien el riesgo de
éstas a un paciente”.
•
Con el ACR no se puede conocer a priori si la causa raíz identificada es la causa real
del suceso. Esto es debido a que cualquier revisión realizada con posterioridad a un
suceso tiende a revelar más fácilmente determinadas causas debido a lo que se
denomina sesgo de distorsión retrospectiva (hindsight bias), lo que puede inducir a
pensar que las consecuencias del fallo podrían ser fácilmente evitables.
•
Y por último, existen pocos trabajos que midan el impacto de la aplicación de esta
metodología en la tasa de errores, no existiendo en la actualidad, suficiente
79
evidencia científica para asegurar que el ACR produce mayor seguridad para los
pacientes. Sin embargo aplicada adecuadamente, puede orientar hacia medidas de
mejora que debemos tomar.
¿Cómo llevar a cabo un ACR? Fases.
Al ser una técnica retrospectiva, el (ACR) se estructura mediante una investigación
cronológica del suceso en la cual se debe responder a las siguientes preguntas:
•
¿Qué sucedió? (suceso).
•
¿Cómo sucedió? (proceso)
•
¿Por qué sucedió? (causas)
•
¿Cómo puede ser prevenido? (acciones).
Para llevar a cabo la técnica, es necesario aplicarla de manera rigurosa. Y ésta debe incluir al
menos las siguientes fases o actuaciones:
1ª Fase: Identificación del suceso a investigar
No todo suceso adverso o incidente debe ser objeto de estudio mediante ACR. Deberían ser
estudiados mediante esta técnica principalmente:
•
Los sucesos que tengan mucha trascendencia por su gravedad o severidad.
•
Los sucesos que supongan un hecho muy significativo o relevante del proceso/
sistema.
•
Los que tengan una repercusión que derive en responsabilidad sanitaria/ judicial o
patrimonial.
También podrían ser analizados con un ACR:
•
Los que se puedan evitar, actuando sobre factores latentes
•
Todo suceso cuyo potencial de mejora y aprendizaje permita reducir o eliminar un
nuevo efecto adverso.
2ª Fase: Formación del grupo de trabajo.
El ACR es una técnica laboriosa por lo que hay que contar con un grupo de trabajo bien
coordinado. Los profesionales que participen deben ser conocedores del proceso/ sistema
implicado, deben tener una información veraz del suceso y además estar capacitados en
técnicas de calidad.
Para que este grupo de trabajo tenga éxito es necesario:
•
Una composición interdisciplinar.
80
•
Sistematización de las reuniones.
•
Disponer de la información adecuada.
•
Compromiso de confidencialidad y rigor.
3ª Fase: Recogida de información
La información que se debe recoger depende del tipo de suceso a analizar. En general se
debe disponer de todo aquel dato que sea oportuno para realizar un análisis riguroso. Las
fuentes más adecuadas para esta recogida de datos se encuentran en la tabla 1.
4ª Fase: Reconstrucción del hecho
•
Cuándo y donde ocurrió el evento o incidente (fecha y lugar).
•
Área y personas implicadas.
•
Límites temporales del suceso.
•
Capacitación técnica de los profesionales involucrados.
•
Delimitación de tareas y responsabilidades.
•
Flujo de la comunicación en el proceso (verbal, escrito).
•
Otros factores relacionados con los profesionales.
•
Disponibilidad de la información relevante para el profesional en su toma de
decisiones (en tiempo y forma).
•
Entorno de trabajo: información sobre el equipamiento y material, dispositivos
sanitarios utilizados, nivel de uso y conocimiento de los mismos, instalaciones,
factores ambientales y ergonómicos del área de trabajo, factores laborales y
asistenciales (tipo e intensidad de carga asistencial, ratios de personal, distribución
de funciones, relación contractual de los implicados).
•
Características del paciente: comorbilidad, afectación clínica, factores socioculturales,
autonomía.
5ª Fase: Elaboración del mapa del suceso
Esta fase debe hacerse de manera conjunta por el grupo de trabajo. El relato del suceso
debe estructurarse siguiendo la secuencia cronológica de los hechos y la relación entre
actividades y personas; y visualizar el proceso de atención mediante un flujograma tal y
como se ha desarrollado.
Son útiles en esta fase alguna de las herramientas usadas en calidad como:
•
El árbol de decisión.
•
La cronología narrativa y tabla cronológica.
•
La línea de tiempo.
•
La tabla persona-tiempo
81
6ª Fase: Análisis de las causas subyacentes
Para ello se suele recurrir a la ayuda de algunas herramientas, siendo una de las más
utilizadas: el diagrama causa efecto o diagrama de Ishikawa5. El diagrama de Ishikawa
visualiza de manera grafica las causas del problema que se estudia. Se llama también
"Espina de Pescado".
Gráficamente está constituida por un eje central horizontal que es conocida como "línea
principal o espina central". Posee varias flechas inclinadas que se extienden hasta el eje
central. Cada una de ellas representa un grupo de causas que inciden en la existencia del
problema. Cada una de estas flechas a su vez son tocadas por flechas de menor tamaño que
representan las "causas secundarias" de cada "causa" o "grupo de causas del problema". El
diagrama que se realice debe tener muy claramente escrito el nombre del problema
analizado y la fecha de ejecución.
La NPSA del Reino Unido propone el siguiente diagrama de Ishikawa como esquema de
análisis (gráfico 1). En este análisis deben delimitarse las causas próximas de las lejanas o
profundas, siendo las primeras las más relacionadas con el suceso y las personas
directamente implicadas; y las segundas las más relacionadas con el entorno de trabajo, el
contexto institucional y las causas raíces finales y definitivas.
Otras herramientas utilizadas en el análisis de causas de los eventos adversos son:
•
La técnica de grupo nominal.
•
La tormenta de ideas.
•
La técnica de ir preguntando ¿por qué? de manera sucesiva a cada una de las causas
que se identifican.
•
El Diagrama de Pareto.
•
Histograma…
7ª Fase: Plan de acción y propuesta de soluciones
La finalidad del ACR es instaurar medidas que permitan reducir o eliminar la aparición del
suceso, debiendo materializarse en un plan de acción. El plan de acción debe contemplar las
medidas que se exponen en la siguiente tabla 2.
En el plan de acción se pueden establecer barreras preventivas. Éstas a su vez pueden ser
barreras muy sólidas como: diseño de materiales, limitaciones técnicas para el uso de
determinados dispositivos, equipos y aplicaciones informáticas, modificación de etiquetados o
códigos de barras…. Otras barreras pueden ser más vulnerables: listas de comprobación,
manuales, procedimientos, firmas….
Finalmente un ACR debe dar lugar a un informe que responda al objetivo de la evaluación,
de formato sencillo y lectura fácil, evitando la identificación de responsables o
82
culpabilizaciones, que incorpore las causas y recomendaciones precisas, y con difusión a las
personas y servicios que están involucradas en el proceso/ servicio.
PROTOCOLO DE LONDRES
También llamado modelo causal organizativo de accidentes. La teoría que sustenta este
protocolo y sus aplicaciones, se basa en investigaciones realizadas fuera del campo de la
salud, y hace un análisis sistemático de los incidentes, basado en el modelo del error de
Reason (fallos latentes y errores activos)6.
Es un método de trabajo con una sistemática y objetivos similares al ACR, es decir en ambos
casos se busca analizar los factores que han contribuido a la aparición del efecto adverso.
Las diferencias entre ambos métodos consisten en que en el ACR sólo se analizan eventos
centinela que han implicado un daño para el paciente y el protocolo de Londres puede ser
usado para los demás tipos de evento adverso, incluso para incidentes sin daño; por ello
este último método en caso de analizar incidentes sin daño tiene un tiempo de duración
mucho menor y podría ser realizado por una única persona.
Los autores de este protocolo puntualizan que el término causa raíz puede llevar a
conclusiones erróneas porque habitualmente son muchos los factores que favorecen la
aparición de un incidente, y por tanto no hay una única causa-raíz. Así que, el objetivo final
de la investigación no es sólo saber qué ocurrió y por qué, si no mostrar el mayor número de
problemas existentes en el sistema y utilizar los incidentes para saber que factores
contribuyentes tenemos en nuestras organizaciones.
Los factores contribuyentes que contempla el protocolo se encuentran en la tabla 3, muchos
de ellos coinciden con las causas de análisis de un ACR.
¿Cómo llevar a cabo un análisis con protocolo de Londres? Fases7
Las fases de desarrollo del protocolo de Londres son similares a las de un ACR, por lo que
solo se van a enumerar exponiendo las sutiles diferencias
1ª Fase: Identificar y decidir qué investigar
2ª Fase: Selección del equipo investigador
Idealmente un equipo debe estar integrado por 3 a 4 personas lideradas por un investigador.
Debe contar al menos con un experto en análisis de incidentes y un experto clínico que
conozca bien el departamento pero sin relación con el incidente. Las personas con múltiples
competencias son muy útiles en estos equipos y son suficientes ellas solas para investigar
eventos adversos leves o incidentes
3ª Fase: Obtener y organizar la información
83
Todos los hechos, la información y los elementos físicos involucrados deben recogerse lo más
pronto posible. La información se puede obtener de las mismas fuentes que en el ACR (tabla
1).
4ª Fase: Establecer la cronología del incidente
Las entrevistas, las declaraciones y las observaciones de quienes participaron de alguna
manera en el incidente, junto a la historia clínica, deben ser suficientes para establecer qué y
cuándo ocurrió. El equipo investigador tiene la responsabilidad de identificar cualquier
discrepancia entre las fuentes.
5ª Fase: Identificar las acciones inseguras
Tras establecer la secuencia de los acontecimientos que condujeron al incidente clínico, el
equipo investigador debe identificar las acciones inseguras. Es probable que algunas se
hayan señalado durante las entrevistas o como producto de la revisión de la historia clínica.
Sin embargo, es útil organizar una reunión con todo el personal involucrado en el incidente
para que entre todos intenten identificar las principales acciones inseguras. La gente
implicada de alguna manera en el incidente normalmente es capaz de identificar el motivo
por el cual ocurrió. El facilitador debe asegurarse de que las acciones inseguras se refieran a
conductas específicas, por acción o por omisión, en lugar de observaciones generales acerca
de la calidad de atención. Es fácil encontrarse con afirmaciones tales como “existe una mala
comunicación” o “trabajo en equipo deficiente”, que pueden ser características reales del
equipo, pero que corresponden a factores contributivos más que a acciones inseguras.
6ª Fase: Averiguar los factores contribuyentes
El paso siguiente es identificar las condiciones relacionadas con cada acción insegura.
Cuando se ha identificado un gran número de acciones inseguras es bueno seleccionar las
más importantes y proceder a analizarlas una a una, dado que cada una tiene su propio
conjunto de factores desencadenantes, que además pueden ser múltiples.
Estos son ejemplos de algunos factores desencadenantes de lo que puede ser una acción
insegura.: desmotivación (individuo), falta de supervisión (equipo de trabajo) y política de
formación inadecuada (organización y gestión).
7ª Fase: Elaborar un plan de acción con recomendaciones
Tras la etapa de investigación y análisis, el paso siguiente es elaborar un plan de acción con
una serie de recomendaciones cuyo propósito es mejorar las debilidades identificadas.
El plan debe incluir la misma información que incluye un informe ACR, con la diferencia que
el protocolo de Londres incluye acciones para todos los factores desencadenantes en función
de su priorización.
84
El equipo investigador debe ser realista en las recomendaciones que propone para que se
traduzcan en mejoras comprobables por toda la organización. Cuando estas medidas se
planteen hay que tener en cuenta su complejidad y los recursos que requieren.
Auditoria de evento significativo (AES)
Esta técnica no fue diseñada para ser utilizada específicamente en temas de seguridad sino
como técnica para mejorar la calidad, que puede ser aplicada en la prestación de cuidados.
Ha sido ampliamente desarrollada y utilizada en Atención Primaria en el Reino Unido.
En atención primaria la mayor parte de los incidentes o eventos no provocan ningún daño al
paciente o los daños que provocan son leves o moderados. Por este motivo la NPSA del NHS
de UK considera que la técnica del AES es mejor para este tipo de incidentes que el ACR2.
¿Cómo llevar a cabo un análisis de Auditoría de Evento significativo? Fases.
1º Fase: Acción inmediata
Tras recibir la notificación del incidente, uno de los profesionales decide si es necesaria la
puesta en marcha de una acción inmediata.
2ª Fase: Recopilar la información
Identificar las personas implicadas y recabar la documentación relevante. Hay ocasiones en
las que para obtener esa información es necesario contar con personas externas al equipo
directamente implicado.
3ª Fase: La reunión
Convocar y facilitar una reunión de AES. Cada equipo debería reunirse regularmente (al
menos una vez cada mes) para considerar los eventos notificados en el último mes y revisar
las recomendaciones de eventos significativos previos para asegurar que se llevan a cabo.
4ª Fase: Analizar el evento adverso
Utilizar la reunión para identificar la cronología, factores causales y factores contribuyentes
que llevaron al resultado; y confeccionar una relación de posibles soluciones de cambio.
5ª Fase: Poner en marcha las acciones necesarias
Decidir de inmediato actuaciones a corto plazo, actuaciones a largo plazo o no realizar
ninguna actuación. Decidir si existe la necesidad de avanzar a un ACR completo.
6ª Fase: Informar y compartir
85
Designar un responsable para completar el informe, para difundirlo, y así poder compartir el
aprendizaje con otros.
Ventajas e inconvenientes de las tres técnicas de análisis retrospectivo
Las principales diferencias de estas técnicas de análisis quedan recogidas en la
siguiente tabla 4. Las tres requieren entrenamiento del equipo que va a llevar a cabo el
análisis, así como el uso de otras herramientas de calidad para llegar al resultado final. Son
técnicas bien sistematizadas y estructuradas en distintos pasos tal y como hemos expuesto
en líneas anteriores.
El ACR se usa preferentemente para analizar eventos adversos graves, La AES se usa para
analizar eventos que han producido daños leves o bien incidentes que relacionados con la
seguridad del paciente no han provocado daños al mismo. El Protocolo de Londres sin
embargo puede ser usado en todo tipo de evento adverso provoquen daño grave o leve al
paciente así como en incidentes.
7.3 Análisis Causa - Raíz en Atención Primaria (AP).
Cuándo realizar ACR en el ámbito de la AP
En atención primaria la mayoría de eventos son de carácter leve y no necesitarían la
aplicación de una técnica como el ACR, que si podría ser utilizada en el caso de que hubiera
muchos eventos o incidentes del mismo tipo o con el mismo patrón con la finalidad de
encontrar las causas subyacentes de todos ellos.
En el resto de incidentes o eventos adversos es más cómodo usar el Protocolo de Londres o
bien la Auditoría de Evento Significativo.
Algunos ejemplos de eventos centinela en atención primaria que podrían dar lugar a la
aplicación de un ACR son:
•
Exploración radiográfica a una mujer embarazada.
•
Fallecimiento en la sala de espera, de un centro de salud, de un individuo que acude
para ser atendido por urgencias.
•
Shock anafiláctico por un producto farmacéutico al que el paciente es alérgico.
•
Falta de funcionamiento del equipo de reanimación cardiopulmonar.
•
Vacunación errónea en un paciente pediátrico.
Errores activos y factores contribuyentes en atención primaria2
De forma genérica se exponen a continuación algunos de los posibles errores activos y/o
factores contribuyentes cuando se hace el análisis retrospectivo de un incidente o evento
adverso en atención primaria.
86
En el caso de los errores activos, se puede señalar la posibilidad de distracciones (falta de
atención u olvidos), equivocaciones (falta de capacitación y/o conocimiento, uso de prácticas
inadecuadas) o incumplimiento de procedimientos y protocolización.En el caso de factores
latentes o contribuyentes se pueden clasificar según el origen: así pueden atribuirse al
propio profesional: sea por su competencia, problemas de capacitación y/o conocimiento,
escasa experiencia, o por saturación, sobrecarga mental/ física, desmotivación por el
trabajo, saturación y presión asistencial, fatiga, turnos de trabajo, celeridad por querer hacer
las tareas.
En atención primaria se debe tener en cuenta como punto débil, la falta de profesionales
actualmente que da lugar a por un lado a una importante sobrecarga de trabajo y por otro a
la existencia de personal suplente con mucha movilidad que en ocasiones establece una
relación contractual de poco tiempo y al que es muy difícil hacerle un plan de acogida para
que conozca de forma adecuada los planes y protocolos que el equipo tiene implantados.
Al grupo de trabajo por problemas concretos de comunicación (fallos en los canales y
transmisión de mensajes, historial clínico incompleto/ausente o de contenido ilegible), por
defectos en las tareas bien de supervisión o de soporte/ ayuda en la toma de decisiones, o
por discrepancias de juicio entre profesionales. Cobra especial interés la derivación del
paciente a la atención hospitalizada o ambulatoria especializada, por la falta de comunicación
entre especialistas y la falta de medios informáticos que la faciliten.
A la propia actividad por fallos en la disponibilidad y utilización de procedimientos y
protocolos (ausencia, no actualización, no disponibles), fallos en el acceso e interpretación de
pruebas complementarias, normas y circuitos de atención no actualizados o inadecuados.
Al entorno de trabajo por condiciones de los recursos (material, equipos, medicación) por
problemas de mantenimiento, uso e incluso disponibilidad, factores ambientales.
Del paciente debido a la morbilidad acompañante (comorbilidad, patología de base compleja,
polimedicados, riesgos terapéuticos…), de factores de personalidad y conducta, o de carácter
sociocultural.
De la propia organización, ya sea por fallos de la propia estructura en sus mecanismos de
liderazgo, gestión, idoneidad de plantillas y recursos humanos.
Hacer análisis retrospectivo en un equipo de atención primaria.
Realizar un análisis retrospectivo en un equipo de atención primaria, tras un incidente o
evento adverso requiere al menos lo siguiente:
•
Grupo multidisciplinar donde intervengan al menos el responsable de calidad y parte
del equipo directivo del centro.
•
Reuniones periódicas donde poder analizar los casos.
87
•
Sistemática de análisis que podrá ser llevada a cabo con cualquiera de las tres
técnicas vistas en este capítulo y que serán elegidas en función de la gravedad del
tipo de evento y del entrenamiento que tenga el grupo.
•
Elaboración de un informe donde aparezcan las medidas de mejora a implantar que
eviten cualquier evento del mismo tipo.
•
Estas medidas deben tener un responsable y llevar asociadas indicadores para
monitorizar su implantación.
•
Para poder hacer este análisis, es preciso identificar de manera previa estos eventos
adversos y/o incidentes y eso requiere tener una buena cultura de seguridad en los
equipos donde lo habitual sea hablar de los errores y no ocultarlos.
BIBLIOGRAFIA
1. A Framework for a Root Cause Analysis and Action Plan in Response to a Sentinel
Event. The Joint Commission, 2009.
2. Siete pasos para la seguridad del paciente en la atención primaria. Nacional
Patient Safety Agency. NHS 2003.
3. Ruiz López P; González Rodríguez –Salinas Mº C; Alcalde Escribano J. Análisis de causas
raíz. Una herramienta útil para la prevención de errores. Rev Calidad Asistencial.
2005;20(2):71-8.
4. Henriksen K; Kaplan H., Hindsight bias, outcome knowledge and adaptive learning Qual
Saf Health Care 2003;12:ii46-ii50 doi:10.1136/qhc.12.suppl_2.ii46
5. Canadian Patient Safety: Canadian Root Cause Analysis Framework. A tool for
identifying and addressing the root causes of critical incidents in healthcare. March
2006.
6. Woloshynowych M, Rogers S, Taylor-Adams S, Vincent C. La investigación y análisis de
incidentes críticos en la atención de salud. Health Technol Assess 2005; 9(19)
7. Pérez MJ, Iruretagoyena ML, González-Llinares R, Cantero D, Alcalde G, Manzano A et al.
Desarrollo y evaluación de herramientas para la seguridad del paciente que puedan ser
incorporadas en la gestión de procesos asistenciales. Investigación Comisionada. VitoriaGasteiz. Departamento de Sanidad, Gobierno Vasco, 2008. Informe nº: Osteba D-08-03.
88
María Concepción Celaya Lecea [Buscar autor en Medline]
Pastora Pérez Pérez [Buscar autor en Medline]
María Belén Pina Gadea [Buscar autor en Medline]
María Pilar Astier Peña [Buscar autor en Medline]
Carmen Labarta Mancho [Buscar autor en Medline]
María Pilar Marcos Calvo [Buscar autor en Medline]
9
Volver al sumario
La seguridad del medicamento en Atención Primaria
La identificación y la prevención de los riesgos derivados de la provisión de la asistencia
sanitaria constituyen una prioridad para organismos internacionales como la Organización
Mundial de la Salud, la Unión Europea, el Consejo de Europa1,2,3, y también para las
autoridades y organizaciones sanitarias de numerosos países desarrollados, entre ellos
España. La seguridad del paciente o minimización del riesgo de provocar daño innecesario
como consecuencia de la atención sanitaria, está incluida en el Plan de Calidad para el
Sistema Nacional de Salud, como una de las estrategias prioritarias del Ministerio de Sanidad
y Política Social desde el año 20054.
Uno de los ejes de la calidad de la asistencia sanitaria es asegurar que los tratamientos y
cuidados que reciben los pacientes no les supongan ningún daño, lesión o complicación más
allá de las derivadas de la evolución natural de la propia enfermedad que padezcan y de las
necesarias y justificadas para el adecuado manejo diagnóstico, terapéutico o paliativo del
proceso de la enfermedad.
A nivel nacional se ha desarrollado dos importantes estudios de investigación para conocer la
magnitud y trascendencia de los eventos adversos relacionados con la atención sanitaria, el
estudio ENEAS5 (2005) “Estudio Nacional de Eventos Adversos relacionados con la
hospitalización” y el estudio APEAS6 (2008) “Estudio sobre la Seguridad de los Pacientes en
Atención Primaria”
Las principales conclusiones del estudio APEAS refieren que se producen unos 11 incidentes
con daño por cada 1000 visitas en los centros de salud, de estos incidentes el 38% se
consideraron moderados y el 7,3% graves. En un primer análisis se puede decir que la
ocurrencia de eventos adversos es baja en relación al número de visitas. Sin embargo, dado
el gran número de visitas que tienen lugar en un centro de salud en un año, podemos
calcular que en una consulta con una media de 30 visitas al día ocurrirán 6,6 incidentes con
daño cada mes y cada dos meses, uno de ellos será grave. El estudio APEAS puso de
manifiesto el papel de los medicamentos tanto en el origen como en la consecuencia de los
efectos adversos (en el 48,2% de los efectos adversos los factores causales estaban
relacionados con la medicación). Por otro lado, en un 25,8% de los efectos adversos
detectados en Atención Primaria se corresponden con una transferencia del efecto adverso
89
por parte de atención especializada (consultas y hospitalización) y como tales no pueden
atribuirse directamente al primer nivel asistencial. Tras los efectos adversos a los
medicamentos, otro de los problemas importantes es la respuesta ante problemas graves del
paciente.
La utilización de los medicamentos constituye un sistema complejo que incluye los procesos
de selección, prescripción, dispensación, administración y seguimiento. Esta complejidad
conlleva un mayor riesgo de que se produzcan errores7. En la tabla 1 se detalla la
terminología que define los tipos de problemas que pueden ocurrir en relación al uso de la
medicación.
La gestión de la prescripción farmacéutica es responsabilidad del conjunto del sistema
sanitario, desde la autorización y la financiación de los medicamentos (macrogestión) a las
decisiones clínicas diarias (microgestión), pasando por todos los elementos de compras y
apoyo asistencial (mesogestión) resaltando que los médicos tienen un papel esencial en esta
gestión.
La prescripción farmacéutica es un elemento relevante dentro del proceso asistencial; por
tanto, las decisiones que se toman diariamente en la consulta tienen repercusión tanto en la
salud de los pacientes como en la asistencia sanitaria y el consumo de recursos del sistema.
La especialización de la medicina hace que los pacientes sean controlados por diferentes
especialistas, que en la mayoría de las ocasiones abordan al paciente desde la perspectiva de
su especialidad. La suma de varias visitas a diferentes especialistas de un paciente supone la
incorporación de numerosas medicaciones en su tratamiento y la realización de numerosas
pruebas complementarias de seguimiento. Todas ellas organizadas con la mejor evidencia de
cada especialidad pero por separado.
Los farmacéuticos de atención primaria han sido los encargados de impulsar este programa
en los equipos de atención primaria (EAPs). El despliegue se ha traducido en actividades
concretas como la creación de comisión de uso racional del medicamento en atención
primaria y la elaboración y seguimiento de indicadores de calidad de la prescripción para los
profesionales médicos y pediatras de atención primaria. Los equipos directivos han
impulsado el URM con el seguimiento e incentivación de los buenos resultados de los índices
sintéticos de calidad de prescripción de cada profesional de atención primaria en los
contratos de gestión de los equipos de atención primaria.
El uso seguro de la medicación es un pilar fundamental del programa de URM. Si bien, la
cultura de seguridad del paciente, surgida en los últimos años, incorpora a la visión de la
seguridad del medicamento la necesidad de potenciar la notificación de los eventos adversos
ligados al uso de fármacos con la filosofía no punitiva de aprender de los errores.
Por contraposición al concepto de URM, están los conceptos de uso inadecuado o no seguro
de los medicamentos (no seguro, como potencial generador de daño) que pueden resumirse
90
en tres actitudes prescriptoras que pueden generar problemas relacionados con la
medicación en el paciente se engloban en:
1. Sobreutilización de medicamentos: Uso de fármacos no necesarios, de
medicamentos de baja utilidad o poca evidencia, manejo de medicamentos para
paliar efectos secundarios de otra medicación o la propia medicalización de la vida
(todos los síntomas no expresan enfermedad). Esta actitud puede producir
consecuencias como la generación de resistencias microbianas a antibióticos o la
aparición de acontecimientos adversos evitables sobre el paciente.
2. Infrautilización de medicamentos: No se prescriben medicamentos en situaciones
clínicas en las que está demostrada la efectividad de los mismos de cara a prevenir,
curar o paliar situaciones clínicas concretas. Un ejemplo podría ser la no prescripción
de un fármaco beneficioso para el paciente (acido acetil salicílico a bajas dosis en los
pacientes con antecedentes de cuadros isquémicos cardiovasculares).
3. Utilización inadecuada de los medicamentos: Medicamento erróneo o
inadecuado para el paciente, dosis equivocada y duración de tratamiento incorrecta.
Para reforzar las actividades de URM en atención primaria en el año 2006 se promulga la ley
29/2006 de Garantías y uso racional de los medicamentos y productos
sanitarios. El título II “Del uso racional de medicamentos de uso humano” regula las
funciones de las estructuras de soporte para garantizar el uso racional del medicamento en
los diferentes ámbitos de trabajo.
En el ámbito de atención primaria, a través de la figura del farmacéutico de atención
primaria, se propone el desarrollo de las siguientes actividades:
•
Elaboración de protocolos y pautas fármaco-terapéuticas.
•
Transmisión de información sobre medicamentos a los profesionales sanitarios
basada en la evidencia científica.
•
Información sobre la medicación a los pacientes, seguimiento de los tratamientos y
farmacovigilancia.
•
Coordinación y trabajo en equipo y colaboración con los hospitales y servicios de
atención especializada, con la finalidad de asegurar la calidad de la prestación
farmacéutica mediante el seguimiento de los tratamientos prescritos por el médico.
•
Impulso y participación en la educación de la población sobre medicamentos, su
empleo racional y la prevención de su abuso.
•
La custodia y correcta conservación de los medicamentos.
El Ministerio de Sanidad y Política Social las ha reflejado en el Plan Estratégico de Uso
Racional del Medicamento, cuya aplicación en los últimos años ha permitido contener en
91
cierta medida la tendencia exponencial del gasto farmacéutico en España y realizar un uso
más racional y seguro de los fármacos.
Seguridad del paciente y manejo de la medicación en atención primaria
Analizadas las actividades impulsadas desde la macro y mesogestión pasamos a revisar el
papel de los profesionales sanitarios de los EAPs (microgestión).
El papel del profesional médico en el proceso de utilización de los medicamentos se inicia con
la generación de una prescripción de un medicamento para un paciente concreto.Los criterios
de selección de medicamentos se engloban en una tarea básica del médico, la llamada
prescripción razonada, que la OMS recoge en su Guía de la Buena Prescripción9.
Definimos como prescripción razonada a la acción de prescribir o sugerir el medicamento
apropiado para el paciente que lo necesite, a la dosis y duración adecuados, a un coste
razonable, con la información necesaria para el paciente, y con planificación del seguimiento.
Por tanto podemos entrever la existencia de dos puntos clave, la selección del medicamento
y su aplicación a un paciente concreto.
Selección del medicamento.
La selección del medicamento se fundamenta en la adecuada realización de las siguientes
etapas:
1. Selección del diagnóstico con mayor probabilidad de ocurrencia en el paciente dado
el contexto epidemiológico, las características del paciente y los síntomas y signos
que manifiesta. Ejemplo: artrosis de rodilla.
2. Identificar el objetivo terapéutico que pretendemos en ese paciente. Ej. Reducir el
dolor.
3. Realizar un listado de los medicamentos que pueden resolver el problema de salud
que hemos diagnosticado. Ej: manejo del dolor leve-moderado en una artrosis de
rodilla.
4. Seleccionar un grupo terapéutico: paracetamol, aines, opioides,…
5. Seleccionar dentro del grupo terapéutico un principio activo concreto: ej. dentro del
grupo de aines seleccionar el ibuprofeno
La selección de medicamentos es un proceso continuo, multidisciplinario y participativo que
pretende asegurar el acceso a los fármacos más necesarios, teniendo en cuenta la eficacia,
seguridad, calidad y costo.
La selección de medicamentos es necesaria en todos los niveles de atención sanitaria por
las siguientes razones:
92
1. La disponibilidad de un número elevado de medicamentos con características e
indicaciones clínicas similares. Muchos de ellos son derivados de la molécula original,
con pequeñas diferencias estructurales y con ventajas farmaco-terapéuticas
potenciales y poco documentadas.
2. La seguridad desconocida de los nuevos fármacos comercializados: los nuevos
medicamentos añaden un riesgo para la salud, inherente a toda nueva entidad
química que se empieza a utilizar en grandes poblaciones. En consecuencia, muchos
nuevos fármacos poseen un balance beneficio/riesgo inferior a otros de su grupo
terapéutico. Ejemplos claros y recientes son la retirada del mercado de cerivastatina,
COXIBs, etc.
3. La dificultad de estar al día a causa de la gran cantidad de información que se
publica.
4. La presencia de la potente promoción comercial, que con abundantes medios
interviene en el campo del medicamento, y que indudablemente influye a la hora de
potenciar el uso de un fármaco determinado.
e han definido cuatro criterios fundamentales para llevar a cabo la selección de
medicamentos, agrupados en dos bloques, criterios primarios y criterios secundarios en la
selección de medicamentos:
Criterios primarios: EFICACIA Y SEGURIDAD
En el momento de seleccionar un fármaco, o de recomendar su uso en un grupo de
pacientes, eficacia y seguridad deben ser sopesadas, de tal forma que se aprecie un
beneficio neto favorable al fármaco frente a otras opciones de tratamiento. Si no se
constatan diferencias claras en el balance beneficio/riesgo entre diversas opciones, empiezan
a cobrar importancia los criterios secundarios de selección.
Criterios secundarios: ADECUACIÓN Y COSTE
Los criterios secundarios son relevantes cuando no se demuestran diferencias clínicas
significativas en eficacia y seguridad
Implicación del paciente en el uso de la medicación:
Debemos considerar el problema de salud identificado en el contexto bio-psico-social del
paciente, pactando con él un objetivo terapéutico alcanzable, incorporando así criterios
personalizados en la elección del fármaco, facilitando también información, instrucciones,
advertencias, seguimiento supervisado y fecha de finalización o revisión del mismo. Todas
estas actividades favorecen el cumplimiento terapéutico por parte del paciente.
93
Existe un grupo de pacientes con más riesgo que el resto para desarrollar un evento adverso
ligado a la medicación, son los pacientes con patologías crónicas y polimedicados. Esta
circunstancia se agrava con la edad, ya que los pacientes ancianos con patologías crónicas y
polimedicados tiene una gran probabilidad de tener un evento adverso ligado a su
tratamiento farmacológico.
Errores en relación con el uso de la medicación en atención primaria10:
El análisis de los problemas relacionados con el uso de la medicación es útil porque permite
identificar tanto los puntos donde falla el sistema y se producen los errores, como los puntos
donde funciona y los errores se consiguen interceptar y evitar.
Los errores más frecuentes en el proceso de prescripción en atención primaria se reflejan en
la tabla 1 y las causas que pueden generar dichos errores junto con estrategias que
facilitarían su prevención se reflejan en la tabla 2.
Entre las estrategias enumeradas en la tabla 2, uno de los retos más importantes de futuro
es avanzar hacia una historia de salud integrada que permita acceder a la historia en los
distintos niveles asistenciales del paciente en el conjunto del sistema (primaria,
especializada, socio-sanitario…). Otra estrategia se basa en el desarrollo de tecnologías de la
información como soporte de una prescripción segura y adecuada (activación de alertas de
alergias, de detección de interacciones medicamentosas, duplicidades, dosis máximas).
Facilitar el acceso desde la historia clínica del paciente a las guías de práctica clínica basadas
en la evidencia. Y finalmente, evaluar las mejoras puestas en marcha por medio de
indicadores de resultados en salud.
Paciente con patologías crónicas, polimedicado:
En epidemiología se entienden como enfermedades crónicas aquellas enfermedades de alta
prevalencia y no curables. En general incluyen enfermedades cardiovasculares (cardiopatía
isquémica, insuficiencia cardiaca, enfermedad cerebrovascular principalmente),
enfermedades neoplásicas sin tratamiento curativo, enfermedades respiratorias crónicas
(enfermedad pulmonar obstructiva crónica y asma), enfermedades osteo-articulares (artritis
reumatoides y artrosis severa), diabetes mellitus, etc. En el año 2005 la Organización
Mundial de la Salud calculó que 35 millones de personas murieron a causa de una
enfermedad crónica, de las cuales la mitad eran mujeres menores de 70 años11.
El coste de las enfermedades crónicas representa cada vez un porcentaje mayor en las
economías no sólo de los países desarrollados, sino de países con bajos ingresos, donde
ocurren el 80% de estas muertes. Muchas de estas enfermedades están relacionadas con los
estilos de vida y con el envejecimiento de la población. Esta circunstancia tiene impacto en
los servicios de salud y en la organización de los cuidados que se dispensan a esta población.
94
Por otro lado, el aumento en la esperanza de vida y la realización de un mayor número de
intervenciones preventivas con objetivos terapéuticos cada vez más estrictos, son algunos de
los factores que están influyendo en el hecho de que cada vez sea mayor el número de
pacientes que utilizan fármacos para prevenir o tratar problemas de salud de forma
continuada. Al mismo tiempo, estos pacientes son objeto de seguimiento por varios
especialistas que indican fármacos y otras medidas terapéuticas o rehabilitadoras, en
muchas ocasiones no bien coordinadas entre sí.
En este contexto de pacientes polimedicados en seguimiento por varios problemas de salud
se hace necesario un proceso reflexivo de Conciliación terapéutica en beneficio de la salud
del paciente, siendo una estrategia más de la política de seguridad del paciente dentro de los
sistemas de salud.
Llamamos Conciliación Terapéutica12 al proceso formal que consiste en valorar el listado
completo y exacto de la medicación previa del paciente conjuntamente con la prescripción
farmacoterapéutica después de la transición asistencial (al ingreso, después de un cambio de
adscripción de servicio o al alta hospitalaria). Si se encuentran discrepancias, duplicidades, o
interacciones entre el tratamiento crónico y hospitalario, se debe comentar entre los
profesionales implicados. Toda discrepancia no justificada por el médico se considera un
error de conciliación.
Las actividades de la conciliación terapéutica en el ámbito de atención primaria están
relacionadas con las transiciones asistenciales del paciente. En el mismo centro, ante cambio
de médico (bien voluntario por parte del paciente, bien por sustitución). En relación con
otros puntos asistenciales en primaria a los que puede acudir el paciente: puntos de atención
continuada, traslado a otro centro por cambio de domicilio, personas con transiciones
periódicas fijas (“abuelos golondrina”) y en la derivación para interconsulta con atención
especializada.
Mención especial dentro de los pacientes crónicos y polimedicados requieren los ancianos (en
general, identificados en los distintos programas como mayores de 75 años). Los ancianos
son una población vulnerable, por tener una mayor morbilidad que conlleva la utilización de
múltiples fármacos y unas condiciones fisiopatológicas que hacen más probable la aparición
de reacciones adversas a medicamentos, interacciones medicamentosas, olvidos y
confusiones.
En una reciente revisión de resultados de salud en ancianos, se observó que la
polimedicación es un factor que se asocia a un mayor número de hospitalizaciones, visitas de
enfermería al domicilio, fracturas, problemas de movilidad, malnutrición y muerte13,14.
Algunos autores han indicado que cuando se utilizan 10 medicamentos el riesgo de sufrir una
reacción adversa a medicamentos llega casi al 100%15. También se estima que entre un 517% de los ingresos hospitalarios en ancianos son debidos a problemas relacionados con el
uso de medicamentos.
95
A la polimedicación se añade la alta prevalencia del incumplimiento terapéutico que oscila
entre el 30-50% y las causas están relacionadas con la medicación administrada, con el
paciente y con el profesional o con el sistema sanitario16. La falta de adherencia se considera
un problema relacionado con los medicamentos con entidad propia estando considerado por
la Organización Mundial de la Salud como un tema prioritario de salud pública17.
El seguimiento farmacoterapéutico viene recogido en la Resolución del Consejo de Europa del
año 2001, como un elemento esencial de prevención y limitación de los riesgos
iatrogénicos18.
Existen experiencias en el ámbito internacional19 y nacional que avalan la efectividad de
programas de revisión de medicamentos, tanto desde iniciativas realizadas por farmacéuticos
integrados en equipos de atención primaria20 como en programas de atención farmacéutica
realizados por farmacéuticos comunitarios.
En la Comunidad de Madrid en el año 2006 se puso en marcha El Programa de Atención al
Mayor Polimedicado21 incorporando aspectos relevantes mediante el Decreto 6/2006 de 19
de enero que establece el marco legal en relación con la revisión periódica de los
tratamientos farmacológicos en los pacientes polimedicados que, como mínimo, el médico
debe realizar cada 6 meses, el personal de enfermería debe realizarlo cada 3 meses. Y la
implantación de protocolos de actuación que garanticen la adecuada coordinación entre los
equipos asistenciales de las áreas sanitarias y los farmacéuticos de oficina de farmacia22.
Ahora son varias las comunidades autónomas como Extremadura23, Murcia, Andalucía,
Cataluña, País Vasco que han iniciado programas de apoyo al paciente polimedicado a las
que se están sumando el resto de las comunidades.
En general, estos programas autonómicos desarrollan un plan personal integrado en la
historia clínica electrónica para prevención y detección de posibles incidentes relacionados
con la medicación en los pacientes crónicos polimedicados (con 75 o más años que están
tomando 6 o más fármacos durante los últimos tres meses).
Los objetivos que persiguen son:
1. Estandarizar un procedimiento ordenado de revisión del uso de la medicación,
valorando la concordancia y la adherencia al tratamiento de los pacientes crónicos
polimedicados. Se fundamenta en el trabajo realizado por el personal de enfermería.
2.
Establecer una periodicidad de la revisión que permita evaluar la adherencia del
paciente al plan terapéutico. Entre las medidas que se han mostrado útiles en
mejorar la adherencia se incluyen:
o
Simplificación del tratamiento: tratando de dejar únicamente la medicación
necesaria, adecuación de la pauta posológica.
o
Realización de tarjetas calendario y proporcionar sistemas personalizados de
dosificación.
96
o
Mejorar la comunicación entre el profesional sanitario y el paciente
o
Realizar el seguimiento con recordatorios24
3. Realizar la revisión clínica de la medicación con la finalidad de detectar y resolver
posibles incidentes relacionados con la utilización de los medicamentos en estos
pacientes (interacciones, duplicidades, medicamentos no necesarios, simplificación
de la pauta posológica, errores de medicación, etc).
4. Establecer el programa de adecuación de la posología en pacientes con insuficiencia
renal y otras medicaciones de estrecho margen terapéutico.
Las herramientas que se recomiendan utilizar en este programa según refieren las
publicaciones científicas son:
•
Cuestionario de Hamdy25 que permite valorar la simplificación del plan terapéutico.
•
Test de Morisky-Green-Levine26 que permite valorar el grado de conocimiento que
tiene el paciente sobre su medicación (si conoce la indicación, posología y si toma los
medicamentos conforme a la posología prescrita mediante).
•
Cuestionario de Valoración Global sobre el Conjunto de Tratamientos21 que permite
valorar si el paciente requiere herramientas que le ayuden a mejorar el cumplimiento
terapéutico como: tarjetas calendario, hoja de información sobre el tratamiento y
sistemas personalizados de dosificación.
•
Criterios de Beers27 y STOPP/START28 facilitan la valoración de la idoneidad de los
tratamientos indicados en los pacientes ancianos.
BIBLIOGRAFIA
1. Health Organization. Quality of care: Patient Safety. WHA55.18. Fifty-fifth World Health
Assembly. Genova, 18 May 2002.
2. European Commission. DG Health and Consumer Protection. Patient Safety: Making it
happen. Luxembourg. Declaration on Patient Safety. 5th April 2005.
3. Council of Europe. Recommendation Rec (2006)7 of the Comité of Ministres to
member status on management of patient safety and prevention of adverse events
in health care. 24th May 2006.
4. Ministerio de Sanidad y Política Social. Secretaría General de Sanidad. Plan de Calidad
para el Sistema Nacional de Salud
5. Estudio Nacional sobre Efectos Adversos ligados a la Hospitalización. Ministerio de Sanidad
y Política Social. Madrid 2006
6. Estudio sobre la Seguridad de los Pacientes en Atención Primaria. Ministerio de Sanidad y
Política Social. Madrid 2008
7. Otero MJ, Martín R, Robles MD, Codina C. Errores de medicación. En: Manual del
Farmacéutico de Hospital. 713-747.
97
8. Conference of Experts on the Rational Use of Drugs. The rational use of drugs. Report of
the Conference of Experts, Nairobi, 25-29 Nov, 1985. Geneva: World Health
Organization:1987.
9. De Vries TPGM, Henning RH, Hogerzeil HV, Fresle DA.Guide to Good Prescribing:A
practical manual
10. World Health Organization Action Programme on Essential Drugs.Geneva:
WHO/DAP/94.11.
11. Otero López MJ, Codina Jané C, Tamés Alonso MJ, Pérez Encinas M et al. Errores de
medicación: estandarización de la terminología y clasificación. Farm Hosp (Madrid). 2003.
27(3): 137-149.
12. Prevención de las Enfermedades Crónicas: una inversión vital. Informe de la
Organización Mundial de la Salud
13. Delgado Sánchez O, Anoz Jiménez L, Serrano Fabiá A, Nicolás Pico J; Grupo de
Investigación de la I Beca Joaquim Bonal 2006. Conciliación de la medicación. Med Clin
(Barc). 2007 Sep 15;129(9):343-8
14. Medicines and older people: an accident waiting to happen?. National Prescribing
Service News 34
15. Frazier SC. Health outcomes and polypharmacy in elderly individuals: an integrated
literature review. J Gerontol Nurs. 2005;31(9):4-11
16. Baena Díez JM, Martínez Adell MA, Peregrina T. Selección de medicamentos en el anciano
(I). Características diferenciales y criterios genéricos de selección. FMC. 2003;10(7):501507.
17. Herrera Carranza J. El incumplimiento terapéutico como problema relacionado con los
medicamentos diferenciado. Pharmaceutical Care. 2001;3:446-448
18. Palop Larrea V, Martínez Mir I. Adherencia al tratamiento en el paciente anciano.
Información terapéutica del Sistema Nacional de Salud. 2004;28:113-120
19. Resolución relativa al papel del farmacéutico en el marco de la seguridad sanitaria.
Adoptada por el Consejo de Ministros del 21 de marzo de 2001, en la 746 reunión de
Delegados de los Ministros.
20. Clyne W, Blenkinsopp A, Seal R. A Guide Medication Review. June 2008. NPC.
Medicines Partnership Programme, NPC Plus.
21. Parody Rúa E, Segu Tolosab JL. Efectividad y estimación de costes en una intervención
sobre problemas relacionados con los medicamentos en Atención Primaria. Aten Prim.
2005;35:472-477
22. Programa de Atención al Mayor Polimedicado. Subdirección de C. Farmacia y
Productos Sanitarios. Consejería de Sanidad y Consumo. Servicio Madrileño de Salud. 2006
23. Decreto 6/2006, de 19 de enero, del Consejo de Gobierno, por el que se aprueban
medidas para la mejora de la prestación farmacéutica a los pacientes crónicos. Boletín Oficial
de la Comunidad de Madrid, nº 25;30-1-2006
24. Programa de Apoyo al Paciente Polimedicado. Gerencia de Área de Salud de
Plasencia. Servicio Extremeño de Salud. 2007.
98
25. Wu JY, Leung WY, Chang S, Lee B, Zee B, Tong PC. Effectiveness of telephone
counselling by a pharmacist in reducing mortality in patients receiving polypharmacy:
randomised controlled trial. BMJ. 2006;333:522
26. Hamdy RC, Moore SW, Whalen K, Donnelly JP, Compton R, Testerman F. Reducing
polypharmacy in extended care. South Med. 1995;88:534-538
27. Morisky DE, Green LW, Levine DM. Concurrent and predictive validity of a self-reported
measure of mediction adherence. Med Care. 1986; 24: 67-74
28. Fick DM, Cooper JW, Wade WE, Waller JL, Maclean R, Beers MH. Updating the Beers
Criteria for Potentially Inappropriate Medication Use in Older Adults. Arch Intern Med. 2003;
163: 2716-2724
29. Delgado Silveira E, Muñoz García M, Montero Errasquin B, Sánchez Castellano C,
Gallgher PF, Cruz Jentoft AJ. Prescripción inapropiada de medicamentos em los pacientes
mayores: los critérios STOPP/START. Rev Esp Geriatr Gerontol. 2009; 44(5): 273-279.
99
María Pilar Astier Peña [Buscar autor en Medline]
Asunción Cañada Dorado [Buscar autor en Medline]
Juan Ramón García Mata [Buscar autor en Medline]
Jesús Martín Martínez [Buscar autor en Medline]
I. García Ferradal [Buscar autor en Medline]
Carmen García Cubero [Buscar autor en Medline]
Tamara Alonso Safont [Buscar autor en Medline]
10
Volver al sumario
Buenas prácticas organizativas en Atención Primaria:
una organización facilitadora de la seguridad clínica
La incorporación de la gestión de riesgos y las estrategias de seguridad del paciente en el
sistema sanitario español comenzó con el desarrollo de actuaciones formativas y de difusión
de la cultura a comienzos del año 2000 junto con la publicación de una circular1 del Director
General del INSALUD, en la que se asignaba a los inspectores médicos como asesores de
riesgos sanitarios y establecía un programa de actuación. Con las transferencias de la
gestión de la asistencia sanitaria a las comunidades autónomas en diciembre de 2001,
comienzan a surgir nuevas formas organizativas de desplegar en los sistemas regionales de
salud la estrategia de seguridad del paciente2.
En este capítulo presentamos dos opciones organizativas diferentes, una adaptada a la
experiencia de comisiones clínicas a nivel de sector sanitario/gerencia única, en Aragón y la
otra basada en la creación de unidades funcionales específicas en el ámbito de atención
primaria en la comunidad de Madrid.
Comisión de seguridad clínica del Sector Zaragoza II
El Sector sanitario Zaragoza II es uno de los 8 sectores3 que configuran el Servicio Aragonés
de Salud (SALUD). La organización en sectores del SALUD tiene por misión unificar la gestión
y facilitar la continuidad asistencial orientando la atención al ciudadano. Desde cada Sector
se han de realizar las prestaciones correspondientes a atención primaria, especializada,
atención a la salud mental.
El Sector II presta asistencia sanitaria a la población de 21 zonas básicas de salud
distribuidas en 18 centros de salud, cuatro de ellos en el ámbito rural y el resto ubicados en
Zaragoza. El sector tiene como hospital de referencia el complejo hospitalario universitario
Miguel Servet que atiende en muchos procesos a habitantes no sólo de sus zonas de salud,
sino de todo Aragón e incluso de La Rioja y Soria, al tratarse de un hospital con un elevado
nivel de especialización. En el sector trabajan aproximadamente 7.000 profesionales
sanitarios y no sanitarios (tabla 1)
100
El sector dispone de un órgano de participación ciudadana, el Consejo de Salud, en el que
tiene representación la gerencia del Sector, el Ayuntamiento de Zaragoza, asociaciones
vecinales y de consumidores, organizaciones sindicales y empresariales, la Unidad de
Atención al Paciente, la Junta de Personal y la Administración sanitaria del Sector.
El acceso a la web del sector es : http://sectorzaragozados.salud.aragon.es/
La misión del Sector 2 es la de prestar asistencia sanitaria dentro del sistema público,
centrada en el ciudadano, proporcionando a la población una atención adecuada y
continuada en todos los niveles asistenciales con un claro compromiso docente e
investigador. Esta misión se despliega con una visión de alcanzar una atención sanitaria
excelente, que sea un modelo de referencia en el que los ciudadanos y profesionales confíen
y con el que estén muy satisfechos. Los valores con los que se quiere prestar esta asistencia
son:
•
Orientación al ciudadano.
•
Equidad, solidaridad y eficiencia.
•
Respeto al paciente y trato humano.
•
Excelencia profesional.
•
Implicación de los trabajadores.
El sector Zaragoza II, a partir de su misión, visión y valores elaboró 7 líneas estratégicas:
•
Línea estratégica 1: “Desarrollo del modelo de liderazgo”.
•
Línea estratégica 2: “Desarrollo de la gestión clínica”.
•
Línea estratégica 3: “El personal como activo básico”.
•
Línea estratégica 4: “Desarrollo de los sistemas de información”.
•
Línea estratégica 5: “Adecuación de infraestructuras, tecnología e instalaciones”.
•
Línea estratégica 6: “Satisfacer los derechos básicos y expectativas de los usuarios”.
•
Línea estratégica 7: “Impacto en la sociedad”.
Dentro del desarrollo de la línea estratégica 2 (Desarrollo de la gestión clínica) es donde se
enmarca la creación y despliegue de la comisión de seguridad clínica del sector.
La Gestión clínica es el marco que favorece la mejora continua de la calidad a través de
cambios en la organización, cambios en la tecnología y la gestión y la orientación a las
buenas prácticas médicas y asistenciales. Es decir, la flexibilidad para adaptarse a las nuevas
situaciones. Y por ello, dentro de la incorporación de la cultura de seguridad del paciente
como un eje transversal dentro del Sistema Nacional de Salud, el sector incorpora la gestión
del riesgo clínico como una actividad clave en la Gestión Clínica.
La introducción de la gestión del riesgo dentro de la gestión clínica se realiza a través de las
propuestas de la Unidad de Calidad (UCA) del Sector II que tiene como meta armonizar la
101
integración funcional de la atención primaria y de la atención especializada en cuanto al
trabajo de calidad. La UCA integra a los expertos de ambos niveles asistenciales. Estos
expertos han identificado las actividades de calidad que mejor están funcionando en ambos
niveles con el fin de utilizarlas como ejes transversales de la calidad para todo el sector
sanitario.
Una de estas actividades de calidad son las comisiones clínicas. Las comisiones
clínicas4 tienen una larga tradición de funcionamiento como elementos básicos de evaluación
y mejora de la calidad asistencial con un mayor desarrollo a nivel hospitalario.
La Comisión de Mortalidad del hospital ha sido un instrumento de gestión del riesgo para
mejorar la seguridad del paciente en los hospitales por cuanto realiza un análisis detallado de
la mortalidad no esperada5. Su objetivo es analizar los exitus, entendidos como un evento
adverso, que suceden en el hospital. Dicho análisis constituye un instrumento para la
mejora de la calidad de la asistencia. A través de los resultados de las autopsias se pone
sobre la mesa la concordancia del diagnóstico clínico frente al anatomo-patológico6,7. Este
análisis de concordancia bien orientado es igualmente un instrumento básico de aprendizaje
de los nuevos profesionales8.
Siendo la seguridad del paciente una dimensión clave de la calidad, la UCA ve la necesidad
de dotarse de un instrumento de gestión global del riesgo en el sector. Y por ello propone
adaptar la comisión de mortalidad hacia una comisión de seguridad clínica. Y por otro lado,
incorporar la visión de sector garantizando una gestión global del riesgo en todos los niveles
asistenciales. De esta forma comienza a formarse en 2008 la comisión de seguridad clínica
del Sector.
Comisión de Seguridad Clínica del Sector Zaragoza 2
Con el fin de optimizar esfuerzos y potenciar el cambio en la cultura en la organización y en
la práctica clínica de nuestro sector, se transforma la Comisión de Mortalidad en Comisión de
Seguridad Clínica, asumiendo todas las funciones anteriormente encomendadas a la
Comisión de Mortalidad.
El perfil de los miembros se amplía incorporándose un profesional de atención primaria
colaborador de la UCA de tal forma que amplíe la perspectiva de los análisis y de las
intervenciones hacia la atención primaria.
Los objetivos de la comisión de seguridad clínica son:
1. Monitorizar los indicadores relacionados con la Seguridad Clínica.
2. Diseñar sistemas de notificación e información de efectos adversos.
3. Desarrollar una cultura de la seguridad en la organización, proponiendo y
organizando actividades de sensibilización y formación en relación con la seguridad
de los pacientes
102
4. Detectar situaciones mejorables y proponer acciones de mejora.
5. Promover otras iniciativas en los temas relacionados con la Seguridad Clínica.
6. Impulsar actividades de investigación en Seguridad Clínica.
La Comisión está regulada por el Reglamento de Comisiones Clínicas y Grupos de Mejora de
Calidad. Los miembros de la comisión de mortalidad pasaron automáticamente a ser vocales
de la nueva comisión. Actualmente en la composición de la comisión encontramos miembros
de los Servicios de Neurología, Neumología, Pediatría, Cirugía General, Obstetricia,
Anestesia, Urgencias, Medicina Intensiva, Farmacia y Anatomía Patológica, así como por
representantes de la Unidad de Calidad Asistencial y de la Dirección Médica y de Enfermería,
de Atención Primaria y MIR.
La página web de acceso a la comisión de seguridad clínica del
Sector:http://sectorzaragozados.salud.aragon.es/index.php/mod.pags/mem.detall
e/relmenu.153/relcategoria.1076/idpag.136
En el año 2009 se han realizado las siguientes actividades:
1. Elaboración del proceso clave de seguridad clínica:
1. Identificación y caracterización de riesgos
1. Se han definido y monitorizado el “panel de mandos” sobre seguridad
clínica y se monitoriza igualmente los indicadores de mortalidad
evitable según la tabla de Holland9 para el sector (tablas 3 y 4)
2. Se ha iniciado el análisis de las reclamaciones sobre seguridad
clínica.
2. Funciones de soporte.
1. Canales de comunicación
1. Se está estudiando el desarrollo y aplicación del sistema de
notificación de efectos adversos.
3. Funciones Estratégicas:
1. Desarrollo de cultura corporativa de riesgo
1. Se han impartido 4 cursos sobre seguridad del paciente 2 generales y
2 específicos sobre gestión de riesgos
2. Desarrollo de protocolos
1. Se ha desarrollado el protocolo de Normalización y Supervisión Carro
de Paradas.
Para el próximo año de acuerdo con el trabajo precedente se han planteado los siguientes
objetivos:
1. Funciones estratégicas
a.
Desarrollo de cultura corporativa del riesgo
103
i.
Desarrollo de sesiones en los servicios sobre seguridad del paciente y
buenas prácticas. Incluir en contratos programa de los servicios
ii.
Formación: realización de dos cursos a grupos de mejora de servicios
que deben concluir en un proyecto definido de seguridad del
paciente.
iii.
Desarrollo de un “blog” de la comisión de seguridad clínica en
intranet del sector que permita la participación activa del personal de
la organización.
iv.
Desarrollo de un espacio en la revista del sector sobre aspectos de
seguridad clínica (ya iniciado)
b.
Desarrollo de protocolos
i.
Protocolo de atención a la parada ajustado a entornos específicos:
El Plan de Atención a la Parada Cardiaca (PCR) en el Sector Zaragoza II esta todavía en fase
de elaboración, quedando todavía pendientes los siguientes puntos:
•
Definir los componentes del equipo de atención a la PCR en Atención Primaria y
Centros de Especialidades.
•
Incluir y desarrollar un Plan de Formación.
•
Incluir las consideraciones relacionadas con los aspectos éticos.
2. Procesos clave
a.
Identificación y caracterización de riesgos
i.
Evaluación de la seguridad del sistema de utilización de los
medicamentos en el hospital. Este trabajo se ha llevado a cabo por el
servicio de farmacia.
ii.
Introducción de indicadores sobre seguridad relacionados con
atención primaria: uso seguro de la medicación. Se está trabajando
en los indicadores que van a evaluar la implantación del programa
del paciente anciano polimedicado en el sector.
iii.
Evaluación SENECA sobre estándares de calidad de cuidados para la
seguridad del paciente en el Sistema Nacional de Salud.
iv.
Monitorización indicadores establecidos ya en la comisión: mortalidad
y cuadro de mandos de seguridad clínica.
v.
Evaluación de las reclamaciones sobre seguridad clínica como
indicador
b.
Plan de acción para gestión de riesgos
i.
Introducir en el contrato programa con los servicios el desarrollo de
buenas prácticas específicas para cada unidad.
3. Funciones de soporte
a.
Canales de comunicación
i.
Desarrollo e implantación de sistemas de notificación sucesos
adversos.
104
La comisión ha realizado un documento interno con la revisión de la
información disponible sobre sistemas de notificación.
El servicio de anestesia a través de un grupo de trabajo de su
sociedad está participando en un sistema de notificación de
incidentes anónimos en su servicio.
ii.
Valoración de difusión sobre aspectos de seguridad del paciente a
través de los medios de tv. Canal del Hospital: consentimiento
informado, cuidados, seguridad del medicamento etc..
Participación de Atención Primaria en la comisión de seguridad clínica del sector:
Desde atención primaria se ha realizado formación para profesionales sanitarios y no
sanitarios en la higiene de manos. Se ha trabajado con los servicios de admisión sobre su
papel en la seguridad del paciente de los centros de salud. Se está poniendo en marcha un
plan de mejora del seguimiento de los pacientes ancianos polimedicados con el objetivo de
reducir los eventos adversos relacionados a los medicamentos en este tipo de pacientes.
En el contrato programa del sector figura como un objetivo a alcanzar el desarrollo de la
cultura de seguridad del paciente que se traduce a nivel de los servicios hospitalarios en la
realización de una sesión en el servicio sobre este tema. En atención primaria, y tal y como
propone el APEAS y el Ministerio de Sanidad y Política Social, se plantea trabajar con el
paciente anciano polimedicado.
Conclusiones
La evolución de la Comisión de Mortalidad hacia una Comisión de Seguridad Clínica
constituye una oportunidad de mejora en la cultura de la organización en línea con la
estrategia de seguridad, clave en la política de calidad del SNS.
La Comisión de Seguridad Clínica va permitir desarrollar una gestión global del riesgo clínico
a través de actividades a nivel de la organización, promoviendo el conocimiento y cultura de
seguridad entre profesionales y pacientes en todos los niveles de atención sanitaria.
Organización de la Unidad Funcional de Gestión de Riesgos Sanitarios del Área 4 de
Atención Primaria de Madrid.
En 2006 la seguridad del paciente se convirtió en una prioridad para el Servicio Madrileño de
la Salud y un objetivo en la política sanitaria como queda patente con la creación
del Observatorio Regional de Riesgos Sanitarios (ORRS) que como organismo
centralizado serviría de instrumento de apoyo a la gestión de riesgos sanitarios derivados de
la práctica asistencial. El ORRS se plantea como un Órgano consultivo y de asesoramiento en
materia de riesgos sanitarios. Uno de sus objetivos es la creación de una estructura
organizativa para la gestión de riesgos en toda la Comunidad de Madrid. Como resultado de
esta línea de trabajo se constituyeron las Unidades Funcionales de Gestión de Riesgos
105
Sanitarios (UFGRS) en todas las Gerencias de Atención Primaria, Atención Especializada,
SUMMA 112 y en el Centro Regional de Transfusiones.
La UFGRS del Área 4 de Atención Primaria (AP) se constituye en el segundo semestre
de 2006. El Área 4 de AP de Madrid es un área urbana que presta asistencia a más de
610.000 personas a través de 21 centros de salud (CS).
La UFGRS actualmente está compuesta por: una subdirectora médica y otra de enfermería,
una farmacéutica del Servicio de Farmacia, una persona experta en sistemas de información,
un coordinador médico, una enfermera asistencial y la responsable de calidad y atención al
usuario de la gerencia. Para la puesta en marcha de la UFGRS se realizaron actividades
formativas para todos los miembros y se elaboraron herramientas y documentos de apoyo.
Tras los primeros meses de trabajo, en los que se desarrollaron principalmente estrategias
de sensibilización y formación, la UFGRS definió su misión como Implantar de forma
efectiva la gestión de riesgos en la gerencia y los centros de salud del Área 4,teniendo
como visión Ser considerados por el Observatorio Regional de Riesgos Sanitarios y por otras
instituciones como centro excelente en seguridad para nuestros pacientes.
Posteriormente se elaboró un Plan de Seguridad 2007-2008 teniendo como base el Plan
del Observatorio y el modelo de calidad EFQM elegido por la Comunidad de Madrid y se
definieron los objetivos de la Unidad: formar y sensibilizar a los profesionales, identificar y
evaluar los incidentes y situaciones de riesgos de sus centros con el fin de establecer
acciones correctoras de mejora en forma de recomendaciones y prácticas seguras, y con la
suma de todas ellas elaborar un banco de buenas prácticas.
El documento incluye los 9 criterios de excelencia del modelo EFQM adaptados a la definición
de gerencias y centros excelentes en seguridad del paciente. Cada criterio se divide en varios
subcriterios (entre 4 y 6 por criterio) que especifican los aspectos relacionados con el criterio
que deben tenerse en cuenta. Para cada uno de los criterios agentes se establecieron las
actividades propuestas para desarrollar en 2007. Del mismo modo se propusieron los
indicadores para medir los criterios resultados
El Plan de Seguridad del Área 4, para 2007-2008, incluyó 38 acciones propuestas,
relacionadas con los criterios agentes (Criterios EFQM del 1 al 5) y 26 indicadores previstos
para evaluar los criterios resultados (Criterios EFQM del 6 al 9).
En 2007 se implantaron el 82% de las acciones previstas (31 sobre 38), quedando
pendientes para 2008 las 7 restantes. Para cada acción se recogieron las evidencias que
apoyaban su implantación efectiva.
Para el año 2009, El Servicio Madrileño de la Salud (SERMAS) elaboró junto a multitud de
profesionales de distintos ámbitos. La Estrategia de Seguridad 2009-2012 , que está
compuesta por 4 líneas estratégicas:
106
1. Promoviendo y difundiendo la cultura de seguridad.
2. Conociendo nuestra realidad.
3. Mejorando la Organización.
4. Implantando y consolidando Prácticas Seguras.
Para éste periodo de tiempo, nuestra UFGRS se basó en ésta estrategia para elaborar el
nuevo Plan de seguridad del Área 4, donde vienen recogidos muchos de los objetivos
desplegados en la estrategia.
Éste nuevo Plan de seguridad, se ha visto reforzado en 2010, con el desarrollo del nuevo
Contrato Programa de Centro (CPC), dónde están incluidos todos los objetivos pactados con
los centros de salud del Área; dichos objetivos están estructurados igualmente según los
criterios del EFQM. En el CPC, aparecen muchos objetivos de seguridad que históricamente
impulsamos desde la UFGRS y ahora con la potenciación de la autonomía de los centros,
deben de desarrollarlos ellos: objetivos de seguridad relacionados con la formación,
identificación de situaciones de riesgo, notificación de incidentes de seguridad y errores de
medicación, análisis y puesta en marcha de acciones correctoras. En todos los CS existe un
responsable de calidad/seguridad del paciente, que sirve de nexo con la UFGRS de la
gerencia y ayuda a desarrollar la estrategia; y en algunos una comisión de
calidad/seguridad.
Tras la implantación de los planes de seguridad y su evaluación, destacan las acciones
relacionadas con la formación e investigación, identificación y análisis de
incidentes, la difusión de información relacionada con la seguridad del paciente y la
implantación de prácticas seguras .
Respecto a la formación de los profesionales se han desarrollado actividades formativas
distintas: cursos y sesiones sobre “Seguridad del Paciente y Gestión de Riesgos Sanitarios” y
talleres específicos sobre “Higiene de manos”. Han participado en las mismas más de 500
asistentes, mayoritariamente médicos y enfermeras; para los cursos se ha priorizado la
formación a los responsables de calidad/seguridad de los CS.
En 2009 impulsamos un proyecto de investigación sobre Higiene de Manos (HM)
financiado por el Fondo de Investigación Sanitaria (FIS), para evaluar el efecto de un
programa formativo para mejorar el cumplimiento de la HM en AP.Se trata de un ensayo
clínico, en el hemos podido comprobar como a través de una formación multimodal como
especifica la OMS, se puede aumentar de manera significativa la adherencia a la HM entre los
profesionales sanitarios de AP.
Para la identificación de casos, entendiendo por tal, tanto incidentes como efectos
adversos, se ha utilizado el registro de notificación de incidentes y el de errores de
medicación que de manera anónima realizan los profesionales, y el análisis de las
reclamaciones, fundamentalmente. Se han identificado un total de 366 casos, de los cuales
107
el 39% ha sido notificado por los profesionales a través del registro específico de errores de
medicación, un 28% en registro de incidentes, un 24% han sido identificados en las
reclamaciones y un 9% por comunicación verbal.Después del análisis, se ha comprobado que
el factor causal más importante está relacionado con los fármacos, hasta un 52%.
Se han difundido entre todos los profesionales sanitarios del área, para entregar a los
usuarios, folletos editados desde el OORS con recomendaciones para mejorar la seguridad en
la atención sanitaria a la población infantil y adulta, recomendaciones para familiares de
pacientes con dependencia o guías de recomendaciones al paciente. También se ha difundido
todo el material relacionado con la HM, dirigido a los profesionales. Desde el Servicio de
Farmacia se envían las alertas relacionadas con los medicamentos y desde la UFGRS las
propuestas de prácticas seguras (PS).
Se han elaborado 50 prácticas seguras desde la UFGRS; para su difusión e implantación: se
diseñó una hoja específica con un logo identificativo para la UFGRS, donde consta de manera
clara que es una “Practica Segura”, el título, la justificación, las medidas adoptadas, y la
fecha. La práctica se difunde por correo electrónico a todos los coordinadores médicos,
responsables de enfermería y responsables de calidad/seguridad de los centros; además si
tiene que ver con fármacos, al responsable del medicamento y si tiene relación con vacunas
a sus responsables específicos.
Las PS, pueden ser concretas de un centro determinado que responde a un problema puntual
identificado, pero la mayoría de las PS son generalizables a todos los CS del Área, incluso
algunas, por su importancia y posibilidad de réplica, las extendemos a las demás Áreas de AP
de Madrid.
La mayoría de las PS, tienen que ver con el uso seguro del medicamento, la organización y la
mejora en la gestión de los procesos asistenciales.
BIBLIOGRAFIA
1. Funciones de los asesores de riesgos sanitarios. Circular 4/2001 de la Dirección General
del Insalud, de 14 de noviembre de 2001.
2. Pardo Hernández A, Clavería Fontán A, García Urbaneja M, López Barba J. Med Clin
Monogr (Barc). 2008; 131(Supl ·): 64-71.
3. Decreto 41/ 2005 de febrero, del Gobierno de Aragón, de Organización y Funcionamiento
del Sector Sanitario en el Sistema de Salud de Aragón. BOA nº
4. Reglamento sobre Estructura, Organización y Funcionamiento de los Hospitales
Gestionados por el INSALUD. Real Decreto 521/87de 15 de abril. Anexo n.º 22 sec III.
5. Ortún V., Gispert R. Exploración de la mortalidad prematura como guía de política
sanitaria e indicador de calidad asistencial. Med Clin (Barc) 1988; 90:399- 403.
108
6. Shojania KG, Burton EC, Mc Donald KM, Goldman L. Changes in rates of autopsy-detected
diagnostic errors over systematic review JAMA 2003; 289: 2849-56.
7. Hill, RB Andreson, RE Programa de la valoración de la calidad para la mejora de la
precisión diagnóstica a partir de la realización de estudios autópsicos. Rev Calidad Asistencial
1995; 10: 76-84.
8. Harris ML. Case records of the Massachussets General Hospital. Continuing to learn from
the patient. N Engl J Med 2003; 348:2252-54.
9. EC Working Group on Health Services and 'Avoidable Deaths'. European Community Atlas
of 'Avoidable Death'. 2nd ed. Oxford: Oxford University Press, 1991.
109
Juan José Jurado Balbuena [Buscar autor en Medline]
María Pilar Marcos Calvo [Buscar autor en Medline]
Lucía Serrano Molina [Buscar autor en Medline]
11
Volver al sumario
Buenas prácticas de cuidados: creando procesos
seguros
En este capítulo pasamos a detallar 5 actividades de cuidados muy frecuentes en la actividad
diaria de los centros de salud. Gran parte de estas actividades es desarrollada por los
profesionales de enfermería. Queremos resaltar su importante papel en facilitar una atención
segura a nuestros pacientes revisando cómo conseguir buenas prácticas de cuidados en el
día a día.
Prevención de úlceras por presión
Las úlceras por presión (o lesiones por presión, escaras o lesiones por decúbito) son áreas en
las que la piel y el tejido subyacente presentan un daño localizado, causado por la presión,
cizallamiento o rozamiento.
Generalmente se producen en las prominencias óseas, como la base de la columna vertebral,
los talones y las caderas, y son más comunes en personas con movilidad reducida, lesiones
de la médula espinal, enfermedades agudas severas (pacientes en la UCI) y personas
mayores1,2. La prevención se considera la forma más efectiva de enfrentarse a las lesiones
por presión, y la calidad de los cuidados de enfermería son el factor clave para manejar este
riesgo, sin embargo, no está claro hasta qué punto pueden prevenirse. Las medidas de
prevención se dividen en diferentes áreas: identificación de los individuos con mayor riesgo
de desarrollar úlceras por presión, cambios posturales y uso de superficies que alivien la
presión, y nutrición.
Las revisiones sistemáticas han revisado la efectividad de las escalas de evaluación del
riesgo, los cambios posturales, las superficies de apoyo y los suplementos nutricionales para
la prevención de las lesiones por presión.
Escalas de evaluación del riesgo
Lo primero para prevenir las lesiones por presión es utilizar una escala de evaluación del
riesgo para identificar a las personas “con riesgo”. Una escala de evaluación del riesgo es un
instrumento para determinar una puntuación, en función de una serie de parámetros
considerados factores de riesgo. En la práctica clínica se utilizan habitualmente la escala de
Braden, la escala de Waterlow y diferentes versiones de la escala de Norton3.
110
Uno de las limitaciones de estas escalas es que no existe consenso sobre los puntos de corte
de las mismas, es decir, que no hay indicios claros de que los pacientes con riesgo
desarrollen úlceras por presión y de si se deben iniciar medidas preventivas o no.
La revisión sistemática que consideró la efectividad de las escalas sugirió que actualmente no
hay evidencia suficiente para afirmar que el uso de escalas de evaluación del riesgo en la
práctica clínica reduzca la incidencia de úlceras por presión. Sin embargo, un estudio
demostró que pueden mejorar la provisión de superficies que alivian la presión mientras que
otro afirmó que pueden ser útiles, ya que a menudo hacen que se implanten antes y de
forma más frecuente las intervenciones preventivas.
La escala de Braden demostró tener los mejores indicadores de validez y fiabilidad y es la
más utilizada en diferentes ámbitos. La escala de Norton fue clasificada la segunda en
términos de validez y requiere una nueva validación. Aunque la escala de Waterlow tiene
una capacidad de predicción del riesgo buena y una alta sensibilidad, su especificidad es
baja, lo que significa que la escala determina que están en riesgo muchos pacientes que en
realidad no lo están, lo que resulta en un mayor gasto en medidas preventivas.
Tanto la escala de Braden como la escala de Norton demostraron ser mejores en la
predicción del riesgo que el juicio clínico de las enfermeras.
Superficies de apoyo
Superficies de apoyo de presión constante de baja tecnología
Ocho ensayos clínicos aleatorios compararon diferentes tipos de de superficies de apoyo de
presión constante de baja tecnología, incluidas espumas, superficies de apoyo estáticas
rellenas de aire, agua, gel o bolitas, superficies ergonómicas, o rellenas de fibras de silicona,
elevadores de talones y pieles de cordero2.
Un ensayo consideró los efectos de la piel de cordero sobre la incidencia de úlceras por
presión, demostrando que la incidencia se redujo significativamente en los pacientes a los
que se les asignó una piel de cordero médica australiana2.
Otro ensayo comparó un colchón de presión constante compuesto por 21 bolsas dobles de
aire en la base con el colchón estándar de hospital y descubrió que el 37% de los pacientes
con el colchón estándar desarrolló úlceras por presión, comparada con ninguna para el
colchón intervención2.El resto de estudios no demostró resultados estadísticamente
significativos.
Superficies de apoyo de presión alternante
111
En general, los ensayos clínicos que examinaron las superficies de apoyo de presión
alternante estaban mal redactados y eran muy pequeños, y por lo tanto, se necesitan más
ensayos para determinar su efectividad clínica2.
Cojines
Tres ensayos clínicos aleatorios compararon diferentes tipos de cojines. Un estudio comparó
una plancha de espuma con un cojín de espuma ergonómico y no encontró ninguna
diferencia. Otro comparó el cojín para silla de ruedas de gel y espuma de Jay con un cojín de
espuma en 141 pacientes, y se produjeron menos lesiones por presión en el grupo
intervención, aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa. El tercer ensayo
comparó una plancha de espuma biselada en la base con un cojín de espuma ergonómico
con una parte posterior recortable y no encontró diferencias en la incidencia de úlceras por
presión2.
Cambios posturales
Cambiar al paciente de posición cada cierto tiempo (2 horas habitualmente) es una de las
recomendaciones que más se hace en todos los protocolos de prevención de úlceras por
presión.
Los ensayos clínicos que han evaluado las diferentes estrategias de cambios posturales
comparando diferentes periodicidades o diferentes posiciones, no han resultado concluyentes
para recomendar una u otra estrategia, aunque sí parece que combinar los cambios
posturales cada dos horas con el uso de colchones especiales de espuma puede reducir las
úlceras por presión1.
Mejorar la nutrición
Existe evidencia que asocia una mala nutrición a la incidencia y severidad de las úlceras por
presión1,4. Algunos estudios incluyen los suplementos nutricionales mixtos como una
intervención.Los suplementos nutricionales mixtos incluían suplementos de proteínas,
vitaminas, carbohidratos y lípidos, etc.
En estos estudios no se ha podido concluir que el uso de estos suplementos reduzca el riesgo
de padecer una úlcera por presión, salvo uno de ellos que concluye que los pacientes de más
de 65 años que reciben 2 suplementos orales más dieta estándar presentan menos
posibilidades de tener una úlcera frente a aquellos que sólo recibieron la dieta estándar4.
Cuidado de la piel
Una revisión sistemática reciente de la Conference of the European Wounds Management
Association (EWMA), consistente en datos de 4 ensayos clínicos aleatorios y 3 estudios
observacionales, encontró que en el metanálisis, el riesgo relativo de desarrollar una úlcera
112
por presión de grado 1 favorecía al grupo de HFA versus el placebo. La administración tópica
de HFA se utiliza como medida preventiva de las úlceras por presión en varios países
europeos1.
Conclusiones
Las úlceras por presión son prevenibles en muchos casos. Un enfoque preventivo será menos
costoso que uno que se centra en el tratamiento de las úlceras ya establecidas.
Las recomendaciones, según el grado de evidencia serían:
•
Los cambios de posición del paciente deben evitar la presión directa sobre las
prominencias o superficies óseas del cuerpo (Grado B)
•
La evaluación del riesgo debe realizarse con una herramienta validada, e incluir una
valoración nutricional. (Grado B)
•
La administración diaria de 2 suplementos nutricionales orales puede beneficiar a las
personas mayores para recuperarse de una enfermedad aguda y para reducir la
incidencia de lesiones por presión. (Grado B)
•
La escala de Braden indica una validación óptima en la predicción del riesgo de
úlcera por presión (Grado B)
•
Los colchones de espuma pueden reducir la incidencia de úlceras por presión en
personas con riesgo, comparado con los colchones estándar. (Grado B)
Prevención de caídas
Definimos caídas como una precipitación al suelo repentina e involuntaria. Por su frecuencia
y por las graves consecuencias que puede ocasionar es un problema importante. Los
estudios prospectivos llevados a cabo han informado que entre el 30% y el 60% de los
ancianos que viven en la comunidad experimentan una caída anual y aproximadamente la
mitad de ellos experimenta múltiples caídas (Rubenstein 2002).
Entre el 5% y el 10% de los ancianos que viven en la comunidad y que experimentan una
caída anual sufre una lesión grave, como una fractura, un traumatismo craneoencefálico o un
desgarro grave.
Los factores de riesgo de las caídas han sido identificados por estudios epidemiológicos.
Estos factores se resumen en la guía creada por la American Geriatrics Society, la British
Gedriatrics Society y la American Academy of Orthopaedic Surgeons Panel on Falls
Prevention (AGS/BGS 2001). Cerca de 15% de las caídas son resultado de un evento externo
que provocaría la caída en la mayoría de las personas, una proporción similar tiene una única
causa identificable como síncope o enfermedad de Parkinson, y el resto resulta de diferentes
factores que interactúan (Campbell 2006).
113
Las intervenciones que se recomiendan y que han demostrado efectividad para los diferentes
enfoques de prevención de caídas en la comunidad en personas de edad avanzada se
analizan a continuación. Cabe destacar que estas intervenciones pueden no ser aplicables a
las personas de edad avanzada con demencia, ya que la mayoría de los estudios incluidos las
suelen excluir.
Ejercicio
En términos generales, el ejercicio es una intervención efectiva para reducir el riesgo y la
tasa de caídas. Tres enfoques diferentes parecen tener efectos beneficiosos importantes. Los
ejercicios en grupo de componentes múltiples reducen la tasa y el riesgo de caídas. El TaiChí como ejercicio grupal reduce la tasa y el riesgo de caídas. Los ejercicios prescritos de
forma individual realizados en el hogar reducen la tasa y el riesgo de caídas, pero no hay
evidencia para apoyar esta intervención en las personas con deterioro visual grave o
problemas de movilidad después de un accidente cerebrovascular, o una fractura de cadera.
Intervenciones multifactoriales
Las intervenciones multifactoriales que integran la evaluación con la intervención
individualizada, en general a cargo de un equipo de varios profesionales, son efectivas para
reducir la tasa, pero no el riesgo de caídas. No existen pruebas acerca de que la evaluación y
la intervención son más efectivas que la evaluación y la derivación, o que las intervenciones
multifactoriales sean más efectivas para los participantes seleccionados como de alto riesgo
de caídas.
Evaluación e intervención ambiental
En términos generales, las intervenciones de seguridad en el hogar no parecen reducir la
tasa o el riesgo de caídas. Aunque las pruebas publicadas hasta el presente son
relativamente limitadas, las personas con mayor riesgo de caídas pueden beneficiarse. En un
estudio, un dispositivo antideslizante para el calzado en suelos cubiertos de hielo redujo de
forma significativa las caídas producidas en exteriores en invierno.
Intervenciones farmacológicas
Hay pruebas limitadas sobre la efectividad de las intervenciones farmacológicas (por ejemplo
la retirada de los psicotrópicos, programas educativos para médicos de familia). En términos
generales, la vitamina D no parece ser una intervención efectiva para la prevención de caídas
en las personas de edad avanzada que viven en la comunidad, pero hay pruebas
provisionales acerca de que pueden reducir el riesgo de caídas en las personas con niveles
bajos de vitamina D.
Prevención de caídas en las personas con problemas de salud particulares
114
Visión deficiente:
En las personas con deterioro visual grave, hay pruebas de un ensayo acerca de la
efectividad de una intervención de seguridad en el hogar, pero no una intervención de
ejercicios. La efectividad de otras intervenciones para el deterioro visual en las personas de
edad avanzada es incierta, aunque la cirugía de cataratas de urgencia para el primer ojo en
las personas de una lista de espera reduce de forma significativa la tasa de caídas en
comparación con los controles en lista de espera. Las personas de edad avanzada pueden
presentar un mayor riesgo de caídas en el periodo de adaptación al uso de gafas o cambios
importantes en la prescripción
Trastornos cardiovasculares:
Las pruebas de un único estudio indican que la estimulación cardiaca con marcapasos en las
personas con hipersensibilidad del seno carotídeo y antecedentes de síncope o caídas reduce
la tasa de caídas.
Trastornos neurológicos:
El riesgo de caídas no se redujo de forma significativa con la fisioterapia domiciliaria para las
personas con enfermedad de Parkison o la fisioterapia comunitaria para las personas con
problemas de movilidad relacionados con un accidente cerebrovascular. Los análogos de
vitamina D no fueron efectivos para reducir la tasa de caídas en las personas con
enfermedad de Parkinson.
Seguridad en cirugía menor.
La Cirugía Menor (CM) incluye una serie de procedimientos quirúrgicos sencillos y
generalmente de corta duración, realizados sobre tejidos superficiales y/o estructuras
fácilmente accesibles, bajo anestesia local, que tienen bajo riesgo y tras los que no son
esperables complicaciones postquirúrgicas significativas.Cada vez se practica más CM en
Atención Primaria porque disminuye las listas de espera para los usuarios, es accesible y
aumenta la capacidad resolutiva de los médicos de Atención Primaria.
En CM no se penetran cavidades corporales cerradas, por lo que no precisa de un quirófano
convencional ni un entorno estéril. No obstante, sería conveniente para un trabajo seguro y
satisfactorio, disponer de un área quirúrgica destinada a dicha actividad provista de todo el
material necesario para las intervenciones.
Para practicar una Cirugía Menor segura no hay que olvidar dos puntos fundamentales
•
la necesidad de contar con un sistema de esterilización de material adecuado, a ser
posible supervisado periódicamente por el servicio de Medicina Preventiva de
referencia.
115
•
existencia de material para RCP.
Es imprescindible la existencia de colaboración estrecha entre las especialidades implicadas
en el programa: Cirugía, Dermatología y Anatomía Patológica y, como mínimo, tener
claramente definidos los siguientes puntos:
•
patologías a intervenir
•
procedimientos de interconsultas (interconsultas docentes, etc…)
•
vías de derivación y recepción de informes de Anatomía Patológica.
Un sistema de registro conciso y suficiente es imprescindible con fines clínicos, evaluadores,
docentes y médico-legales. Proponemos utilizar los siguientes documentos:
•
Historia Clínica. En la que deberá constar siempre:
o
juicio diagnóstico del proceso que indicó el procedimiento quirúrgico
o
anamnesis preoperatoria y hoja de consentimiento informado (firmado por el
paciente o su representante legal y por el médico).
o
procedimiento quirúrgico realizado al paciente (técnica de CM utilizada)
o
utilización de anestésicos locales.
o
plan de cuidados postoperatorios
o
resultado del estudio anatomopatológico
•
Valoración preoperatoria
•
Hoja de información al paciente
•
Hoja de consentimiento informado, para su firma por el paciente o un responsable
legal del mismo y por el médico.
•
Hoja de remisión de muestras a anatomía patológica (modelo según centro de
recepción de las muestras).
•
Libro de citaciones (único para el centro).O sistema informático de registro.
•
Hoja de información postoperatoria.
•
Libro de registro de intervenciones.
Es necesario definir al responsable de anotar los datos después de cada intervención (medico
o enfermero).
Precauciones para una CM segura en AP
•
No intervenir si el diagnostico, la historia natural de la lesión o las opciones de
tratamiento no están claras. Valorar la interconsulta-asesoría con el especialista
correspondiente.
•
Operar según la capacidad personal, garantizando:
o
Entrenamiento técnico adecuado en el procedimiento
o
Instrumental y ayudantes suficientes
116
•
Informar completamente al paciente respecto a: diagnostico, etiología y pronóstico
del proceso, características de la intervención y sus alternativas,
método de anestesia que se usará, complicaciones posibles y molestias esperables,
etc...
•
Obtener el consentimiento expreso del paciente
•
No aplicar técnicas destructivas (electrodesecación, etc,) sin diagnóstico de
seguridad.
•
Identificar las estructuras subcutáneas del campo quirúrgico. No cortar tejidos sin
visión directa.
•
Enviar todas las lesiones extirpadas para examen histológico, y garantizar la
recepción de los informes anatomopatológicos.
•
Garantizar un seguimiento postoperatorio adecuado.
Las complicaciones perioperatorias son una de las tres causas más comunes de eventos
adversos según se pone de manifiesto en el estudio ENEAS. En el estudio APEAS hubo un
5,1% de Eventos Adversos relacionados con la infección de herida quirúrgica, un 3,5 de
hemorragias o hematomas relacionadas con la infección, un 3,2% de dehiscencia de suturas
y un 1,6% de seromas, abcesos y granulomas y es importante resaltar que en su mayoría
estos Eventos Adversos fueron detectados por enfermeros.
Las complicaciones más frecuentes de la cirugía están relacionadas con la herida quirúrgica,
con la técnica, con las repercusiones sistémicas. A pesar de que muchos eventos
relacionados con estos procedimientos son difíciles de evitar, se han ensayado acciones
capaces de reducir algunos de ellos (listas de verificación preoperatorio, identificación de
pacientes de riesgo, etc.)
La seguridad quirúrgica está perjudicada por su falta de reconocimiento como un problema
de salud pública, la escasez de datos relevantes, y fallos generales en la aplicación
sistemática de los estándares de atención. Si esto puede aplicarse a la cirugía general, para
la cirugía menor el problema puede ser aún mayor.
Estas actuaciones se relacionan con el segundo Reto Mundial de la OMS por la Seguridad del
Paciente: La Cirugía Segura salva vidas (Safe Surgery Saves Lives). En este marco se ha
creado un instrumento a modo de lista de verificación “Cuenta atrás quirúrgica” (“the
Surgical Countdown”): una lista de verificación simple con un conjunto básico de
recomendaciones y un listado de comprobaciones de seguridad a realizar antes de iniciar una
operación; y para la definición de un conjunto mínimo de estándares básicos de práctica,
sencillos de implantar, de aplicar y medir.
Los procedimientos en sitios incorrectos (lado equivocado, órgano equivocado, lugar
equivocado, implante equivocado y persona equivocada), considerados incidencias evitables,
son en gran parte resultado de una mala comunicación, de información no disponible o
117
incorrecta. Uno de los principales factores que contribuyen al error es la falta de un
procedimiento estandarizado de verificación preoperatorio.
La Solución para la Seguridad propuesta para este tema recoge la experiencia de la Joint
Commission (JCAHO) en el desarrollo con un amplio consenso de un "Protocolo Universal"
para la prevención de cirugía en sitios incorrectos, y de una alerta similar sobre el sitio
quirúrgico correcto de la Agencia Nacional para la Seguridad del Paciente (NPSA) del Reino
Unido.
Las organizaciones sanitarias han de contar con protocolos implementados que:
•
Establezcan la verificación previa del paciente, del procedimiento y sitio deseados, y
si corresponde, de cualquier implante o prótesis.
•
Insten a la persona que realiza el procedimiento a marcar inequívocamente el sitio
de la operación, con la participación del paciente, a fin de identificar correctamente el
lugar donde se desea hacer la incisión.
•
Lleven a cabo, antes de comenzar el procedimiento, un periodo de tiempo específico,
en el que no se desarrolle ninguna actividad clínica, para que todos los miembros del
equipo verifiquen la acción clínica inminente. En ese tiempo ha de establecerse un
acuerdo sobre el posicionamiento del paciente en la mesa de operaciones, el
procedimiento y el lugar.
Se insiste también en discutir con el paciente y la familia estos temas durante el proceso de
consentimiento informado, y confirmación de las decisiones en el momento de la firma de
dicho consentimiento.
Como ejemplo real en España, el Distrito Sanitario Sevilla Sur ha adaptado el protocolo:
Listado de Verificación Quirúrgica de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para las
cirugías menores que se practican en los centros de salud de la comarca. Este nuevo
procedimiento recibe el nombre de Listado de Verificación Quirúrgica de la Alianza Mundial
para la Seguridad del Paciente y se aplica a las operaciones ambulatorias con el fin de
materializar el compromiso de los profesionales para reforzar los controles efectuados
durante las intervenciones, al tiempo que garantiza la calidad de la asistencia que se presta
a los ciudadanos atendidos.
El listado consta de 16 puntos críticos relacionados con la seguridad del paciente que se
organizan en tres fases (antes de la intervención, durante la pausa y después de la cirugía).
La auxiliar de enfermería es la profesional que comprueba que los parámetros propuestos
por la OMS se cumplen durante todo el proceso. De este modo, el protocolo de verificación
persigue prevenir, detectar precozmente o, en su defecto, minimizar los errores que pueden
producirse en la práctica de las operaciones ambulatorias. Su aplicación surge a iniciativa del
Grupo de Mejora de Cirugía Menor liderado por la Unidad de Gestión Clínica de Montequinto y
ya se está difundiendo de manera progresiva en las unidades del distrito.
118
Además, el Distrito Sanitario Sevilla Sur ha editado un documento audiovisual
complementario destinado a la docencia de los profesionales y para su difusión también
entre los propios pacientes, donde se explica la aplicación de esta herramienta. También ha
diseñado otro folleto específico para los usuarios para que, antes de la intervención,
conozcan aspectos relevantes destinados a la mejora de su seguridad.
Todas estas actuaciones se encuentran dentro de la Estrategia para la Seguridad del Paciente
Quirúrgico (Proyecto Comprueba) de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía
4. Seguridad del Paciente y Cuidados Paliativos
Por cuidados paliativos se entiende el tratamiento destinado a reducir la severidad de los
síntomas en un paciente con una enfermedad terminal. Abarcan las atenciones física,
psicológica y espiritual, y su objetivo es lograr la mejor calidad de vida posible para el
paciente.
Los cuidados paliativos pueden tener lugar en el propio domicilio del paciente, en una
residencia y en los hospitales. Muchos tipos de profesionales de la salud, servicios sociales, y
el sector voluntario están involucrados en los cuidados paliativos, incluyendo médicos,
enfermeras generales y enfermeras especializadas.
Las cuestiones de seguridad del paciente en los cuidados paliativos se refieren generalmente
a una falta de control de los síntomas adecuadamente. También hay problemas de
seguridad específicos relacionados con el uso de medicamentos en atención a enfermos
terminales, incluyendo: tratamiento del dolor, oxigenoterapia, radioterapia .
Los pacientes que reciben cuidados paliativos también pueden ser vulnerables a los riesgos
de seguridad de los pacientes comunes a todos los pacientes, incluyendo las caídas, las
úlceras por presión, y la asistencia sanitaria de infecciones asociadas.
La administración de medicamentos cada vez más fuertes para el dolor no es la respuesta.
Pueden tener efectos secundarios peligrosos o eventos adversos, incluyendo la incapacidad
para respirar y más sedación o somnolencia e incluso la muerte. También hay otros
importantes eventos adversos potenciales, tales como náuseas, prurito intenso, y el
estreñimiento severo.
El Grupos de Cuidados Paliativos y Dolor de EEUU apoyan el cuidado del paciente, la
enseñanza y objetivos de investigación a través de:
•
Mejorar la calidad y la seguridad de la atención al paciente lo que se refiere a las
mejores prácticas de manejo del dolor y la documentación.
•
Evaluar y mejorar, cuando sea posible, la satisfacción del cuidador y del paciente en
el manejo del dolor.
•
La creación de recursos educativos para todas las instituciones.
119
•
Contribuir a la educación de todos los profesionales de la salud.
•
La utilización de estrategias no farmacológicas para la intervención del dolor.
•
La creación de estudios de investigación en el ámbito clínico a fin de documentar la
eficacia de los procesos y resultados para su publicación.
5.Seguridad del Paciente en Hospitalización a Domicilio.
La Hospitalización a Domicilio es la asistencia prestada a pacientes hospitalarios en su propio
domicilio, está dirigida a pacientes que precisan cuidados hospitalarios y por las
características del proceso, puedan ser dados de alta.Es necesario que el paciente: Viva en
un área cercana a la unidad, tenga cobertura familiar, tenga teléfono, sus condiciones
clínicas sean estables.No se incluyen: Pacientes psiquiátricos, pacientes con situación social
comprometida.
Durante su ingreso en hospitalización a domicilio, al paciente se le suministra: Medicación,
material Sanitario y todas las pruebas diagnósticas necesarias. En el domicilio del paciente se
deja la siguiente documentación: Información de contacto, evolución clínica, evolución y
gráfico de enfermería, hoja explicativa de tratamiento.
Como documentación del Servicio quedan: Resultados de pruebas complementarias, hoja de
prescripción de medicamentos, informes clínicos relevantes.
En el domicilio se realizan las siguientes prestaciones que abarcan múltiples áreas de la
práctica médica:
1. Visita Médica
2. Visita de enfermería
3. Pautas de tratamiento. Suministro de medicación
4. Paracentesis. Toracocentesis
5. Lavados Vesicales. Enema de limpieza
6. Extracción sanguínea para analítica. Hemocultivos
7. Manejo de ostomías, drenajes, curas complicadas
8. Curas de heridas y/o úlceras de decúbito
9. Electrocardiograma
10. Quimioterapia en pauta corta
11. Citación hospitalaria para pruebas especiales (Rx, TAC, etc)
12. Antibioterapia endovenosa y sueroterapia
13. Bombas de infusión: subcutánea, intravenosa e intratecal
14. Nutrición: enteral, parenteral
15. Manejo de sondas: nasogástricas, vesicales, PEG
16. Aerosolterapia en EPOC, antibióticos
17. Ventilación mecánica no invasiva
18. Hidratación subcutánea
120
La Hospitalización a Domicilio tiene múltiples ventajas:
•
Transferir a la comunidad cuidados antes restringidos al hospital
•
Favorecer el autocuidado
•
Respetar la intimidad del paciente y su familia
•
Garantizar una mayor independencia
•
Propiciar un trato personalizado
•
Interferir menos en su vida diaria
•
Disminuir el riesgo de infecciones hospitalarias
•
Disminuir estancias innecesarias, liberar camas hospitalarias
•
Facilitar la reorganización asistencial
•
Adecuar la tecnología y los medios terapéuticos, racionalizando los costes
Las grandes ventajas de la Hospitalización a Domicilio pueden transformarse en debilidades
del propio sistema. El peso máximo de los cuidados recae en la familia que a pesar de un
correcto adiestramiento y seguimiento puede incurrir en fallos de administración de los
medicamentos: conservación, vías de administración, e incluso modificación de la posología
en función de visiones subjetivas sobre el estado o los síntomas del paciente, ocurriendo
tanto incidentes como eventos adversos relacionados con la medicación.
El transporte de las muestras extraídas al paciente hasta el hospital puede tener fallos en la
cadena de conservación así como en la correcta identificación de las mismas pudiendo
ocasionar equivocaciones en los resultados.
En muchos casos los eventos adversos se deben a fallos en la comunicación con los
pacientes y sus familias siendo ésta una de las principales líneas de mejora a la que estos
equipos dedican su tiempo.
Uno de los grandes déficits de la Hospitalización a Domicilio es la ausencia de un sistema de
clasificación de pacientes y de medición de actividad común, real y homologado. Del mismo
modo carece de unos indicadores consensuados que aporten una información que permitan
tener una dimensión real de la actividad y que posibilite la comparación y la mejora.
BIBLIOGRAFIA
1. Reddy M, Sudeep GS, Rochon PA. Preveting Pressure Ulcers: A Sistematic Review. JAMA
2006; 296(8): 974-984.
2. Cultum N, McInnes E, Bell-Sayer SEM, Legood R. Eupport surfaces for pressure ulcer
prevention. Cochrane Database of Systematic Reviews 2004, Issue 3
3. Pancorbo-Hidalgo PL, García Fernández FP, López-Medina IM, Álvarez-Nieto C. Risk
assessment scales for pressures ulcer prevention: a systematic review. Journl of Advanced
Nursing 2006;54(1):94-110
121
4. Langer G, Schloemer G,Knerr A, Kuss O, Behrens J. Nutritional interventions for
preventing and treating pressure ulcers. Cochrane Database of Systematics Reviews 2003,
Issue 4.
5. Lesley D Gillespie, M Clare Roberston, Wiliam J Gillespie, Sarah E Lamb, Simon Gates,
Robert G Cumming, Brian H Rowe. Intervenciones para la prevención de caídas en personas
de edad avanzada que residen en la comunidad. (Revisión Cochrane traducida) En Biblioteca
Cochrane Plus 2009 Número 4. Oxford: Update Software Ltd.
6. McClure R, Turner C, Peel N, Spinks A, EEakin E, Hughes K. Intervenciones basadas en la
población para la prevención de lesiones relacionadas con caídas en personas ancianas
(Revisión Cochrane traducida) En Biblioteca Cochrane Plus, 2008 Número 2. Oxford: Update
Software Ltd.
7. Lázaro M, Cuesta F, León A, Sánchez C, Feijoo R, Montiel M et al. Valor de la posturografía
en ancianos con caídas de repetición. Med Clin (Barc). 2005;124:2007-10
8. Estudio APEAS. Estudio sobre la seguridad de los pacientes en atención primaria
de salud. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo; 2008.
9. Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente. La Cirugía Segura salva vidas.
Segundo Reto mundial por la Seguridad del Paciente.
10. Observatorio para la Seguridad del Paciente. Agencia de Calidad Sanitaria de
Andalucía.
11. Gómez-Batiste X, Espinosa J, Porta-Sales J, Benito E. Models of care, organization and
quality improvement for the care of advanced and terminal patients and their families: The
contribution of palliative care. Med Clin (Barc). 2010 Apr 30
12. Benítez Del Rosario MA, Cabrejas Sánchez A, Fernández Días R, Pérez Suárez MC.
Palliative treatment: Psychiatric, neurological and skin complications in patients with terminal
illness.Aten Primaria. 2002 Jul-Aug;30(3):179-82.
13. www.sehad.com
14. Mendoza Ruiz de Zuazu H, et al. Antibioterapia intravenosa en domicilio. Estudio de 515
casos. Enferm Infecc Microbiol Clin 2005;23(7):396-401
15. Mendoza Ruiz de Zuazu H, et al. Tratamiento de la insuficiencia cardíaca en régimen de
hospitalización a domicilio. Estudio de 158 pacientes.Med Clin (Barc) 2003;120(11):405-7
122
María Dolores Martín Rodríguez [Buscar autor en Medline]
Jesús Palacio Lapuente [Buscar autor en Medline]
Carlos Aibar Remón [Buscar autor en Medline]
Rosa Mareca [Buscar autor en Medline]
Grupo de Seguridad del Paciente de SEMFYC
12
Volver al sumario
Higiene de manos en Atención Primaria.
Recomendaciones de SEMFYC para la higiene de manos
en atención primaria: una propuesta práctica
Introducción
Las infecciones relacionadas con la Atención sanitaria (IRAS) constituyen en todo el mundo
un grave problema de seguridad de los pacientes, que afecta a millones de personas y
complica la Atención a los pacientes provocando, en ocasiones, la muerte o discapacidad,
favoreciendo la aparición de resistencias a los antibióticos y generando gastos añadidos a los
que entrañan las propias enfermedades, para el sistema sanitario y para los pacientes y sus
familias.
Aunque el riesgo de adquirir IRAS es universal y afecta a todos los centros y sistemas
sanitarios en todo el mundo, el impacto mundial se desconoce por la dificultad que supone
disponer de unos datos fiables basados en criterios diagnósticos. Las estimaciones globales
apuntan que las IRAS afectan a más de 1,4 millones de pacientes en el mundo6. La IRAS no
aparece en la lista de las 136 enfermedades de mayor importancia en términos de
morbimortalidad. La razón es que su diagnóstico es muy complejo y se basa en varios
criterios y no en una única prueba de laboratorio. Por otra parte los sistemas de vigilancia de
los diferentes países utilizan diferentes criterios y metodología de diagnóstico que dan lugar
a que sea difícil realizar un benchmarking en este sentido entre países7.
En los países desarrollados las IRAS afectan a un 5-15% de los pacientes hospitalizados y
pueden afectar a un 9-37% de aquellos que ingresan en UCI6, 8. Estudios recientes realizados
en Europa revelan unas tasas de prevalencia de IRAS en hospitales entre 4,6 y 9,3%9.
De acuerdo con los datos del estudio HELICS10 (Hospital in Europe Link for Infection Control
through Surveillance) se estima que ocurren 5 millones de IRAS en los hospitales de agudos
en Europa cada año, resultando en 25 millones de días de hospitalización extra que se
traducen en un gasto entre 13 y 24 billones de euros. En general la mortalidad atribuible a la
IRAS en Europa se estima en un 1% (50.000 muertes /año), pero la IRAS constituye un
factor contribuyente en al menos un 2,7 de los casos (135.000 muertes al año). La tasa de
incidencia de IRAS en USA fue 4,5% en 2002, que se traduce en 9,3 infecciones por 1000
pacientes-días y 1,7 millones de pacientes afectados; aproximadamente 99.000 muertes son
123
causadas por IRAS. El impacto económico anual en USA fue de aproximadamente 6,5
billones de dólares en 200411.
En los Estados Unidos, igual que en otros países industrializados, la causa más frecuente de
infección nosocomial es la infección del tracto urinario (36%), seguida por la infección en el
lugar de la cirugía (20%), bacteriemia y neumonía (ambas 11%)12. Hay que destacar que
algunas infecciones como la bacteriemia y la neumonía asociada a ventilación mecánica
tienen un impacto más severo que otras IRAS en términos de mortalidad y costes extras
asociados. Por ejemplo, la tasa de mortalidad directamente atribuible a bacteriemia en
pacientes ingresados en la UCI ha sido estimada en un 16-40% y la prolongación de la
duración de la estancia hospitalaria entre 7,5 y 25 días12, 13. Además la bacteriemia
nosocomial, estimada en unos 250.000 episodios al año en USA, muestra una tendencia
ascendente en las últimas décadas, particularmente en casos secundarios a organismos
resistentes a antibióticos14.
El impacto es mayor en los pacientes de alto riesgo y en aquellos ingresados en UCI. Las
tasas de prevalencia de infección adquirida en UCI varía del 9,7 al 31,8% en Europa y del 9
al 37% en USA, con unas tasas crudas de mortalidad del 12% al 80%. En USA la tasa
nacional de infección en UCI se ha estimado en un 13 por 1000 pacientes días en 200212. En
la UCI la utilización de dispositivos invasivos (catéteres venosos centrales, ventilación
mecánica o sondas urinarias) constituye uno de los factores de riesgo más importantes para
adquirir una IRAS.
En los estudios de vigilancia realizados en países desarrollados, el diagnóstico de IRAS se
basa la mayoría de las ocasiones en criterios microbiológicos o de laboratorio.
En países desarrollados y con servicios de salud que prestan una Atención de alta calidad,
son muchos los factores que contribuyen a la adquisición de las IRAS. Estos factores pueden
estar relacionados con el agente infeccioso (virulencia, capacidad de supervivencia en el
entorno, resistencia antimicrobiana), el huésped (edad avanzada, bajo peso al nacer,
patologías subyacentes, inmunosupresión, malnutrición), el entorno (ingreso en UCI,
hospitalización prolongada, procedimientos invasivos, tratamiento antimicrobiano, Atención
urgente, limitación en el tiempo para la Atención).
Antecedentes
Desde 1847, fecha en la que Ignaz Semmelweis15 en Viena, Austria, y posteriormente Oliver
Wendell Holmes16 en Boston, USA, demuestran que las enfermedades infecciosas adquiridas
en el hospital se transmiten a través de las manos de los profesionales sanitarios, hasta la
publicación del libro “Guidelines on Hand Hygiene in Health Care”, de la Organización Mundial
de la Salud en 20091, han transcurrido más de 150 años, a lo largo de los cuales la Atención
sanitaria ha supuesto avances que han permitido un notable incremento en los niveles de
salud de la población.
124
1980 representó un hito en la evolución de los conceptos sobre la higiene de manos en la
Atención sanitaria. Las primeras recomendaciones nacionales para la higiene de las manos se
publicaron en 198017-19. En 1995 y 1996, el CDC/ Healthcare Infection Control Practices
Advisory Committee (HICPAC) en USA recomendaron que tanto la higiene de manos con
agua y jabón antimicrobiano o con soluciones con agentes antisépticos se utilizaran para la
higiene de las manos antes de abandonar la habitación del paciente con infección por
gérmenes multirresistentes20-22. Más recientemente, las recomendaciones del HICPAC
publicadas en 200223 establecen la higiene de manos por frotación con productos de base
alcohólica como estándar para la práctica de higiene de manos en los establecimientos
sanitarios, quedando reservado sólo para situaciones concretas el lavado de manos con agua
y jabón.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) en su 55 Asamblea Mundial, celebrada en
Ginebra en 2002, aprobó la resolución WHA5524 en la que se insta a los estados miembros a
prestar «la mayor Atención posible al problema de la Seguridad del Paciente» y a establecer
y consolidar «sistemas de base científica, necesarios para mejorar la Seguridad del Paciente
y la calidad de la Atención sanitaria, en particular la vigilancia de los medicamentos, el
equipo médico y la tecnología». En dicha resolución los estados miembros de la OMS pedían
a la Organización que tomase la iniciativa para definir normas y patrones mundiales, alentar
la investigación y apoyar el trabajo de los países para concebir y poner en práctica normas
de actuación concretas.
En la Asamblea Mundial de 2004 se acordó organizar una "Alianza Internacional para la
Seguridad de los Pacientes”, que fue puesta en marcha el 27 de octubre de ese mismo año25.
El programa de la Alianza incluye una serie de medidas consideradas clave para reducir el
número de enfermedades, traumatismos y defunciones que sufren los pacientes al recibir
Atención sanitaria.
El tema elegido para la primera Iniciativa Mundial en pro de la Seguridad del Paciente para el
bienio 2005 y 2006 fue “la infección asociadas a la Atención sanitaria”, un fenómeno que se
produce en todos los países independientemente de su nivel de desarrollo2. La primera
Iniciativa Mundial ha servido para que en todo el planeta se preste Atención a la reducción
de las infecciones relacionadas con la Atención sanitaria como elemento irrenunciable de la
Seguridad del Paciente, y para que importantes especialistas en diversos aspectos de la
prevención de infecciones y la Seguridad del Paciente aúnen sus esfuerzos y aporten su
saber técnico al proceso partiendo de la convicción común de que "una Atención limpia es
una Atención más segura"2.
El hecho de trabajar con las manos limpias reduce las infecciones y mejora el nivel de
Seguridad del Paciente en cualquier contexto. Con todo, el incumplimiento de las
recomendaciones de higiene por parte del personal de los centros sanitarios es un problema
sin resolver en todo el mundo, aunque la creciente comprensión de los patrones
epidemiológicos de este fenómeno, permitió aplicar una serie de nuevos métodos que se
125
demostraron eficaces. Una de las actuaciones clave de la Iniciativa Mundial consiste en
fomentar la higiene de las manos en la Atención sanitaria a escala tanto mundial como
nacional. Con el ánimo de proporcionar a los agentes de salud, administradores de
instituciones sanitarias y autoridades los mejores datos científicos y recomendaciones para
mejorar sus métodos de trabajo y reducir las infecciones relacionadas con la Atención
sanitaria, la OMS ha elaborado unas Directrices sobre higiene de manos en la Atención
sanitaria, basadas en las recomendaciones del CDC 2002 y la evidencia disponible hasta el
momento de su publicación en mayo de 20091.(Figura 1 y 2)
En España el estudio ENEAS, estudio nacional sobre eventos adversos (EA) ligados a la
hospitalización, realizado en 2005, revela una incidencia de EA del 9,3% (IC95%: 8,6% 10,1%), representando la infección nosocomial de cualquier tipo un 25,3% del total26.
En el estudio APEAS, de eventos adversos en Atención Primaria, la prevalencia de sucesos
adversos fue de 18,63‰ (IC95%: 17,78 19,49). La prevalencia de incidentes fue de 7,45‰
(IC95%: 6,91 - 8,00) y la de EA de un 11,18‰ (IC95%: 10,52 - 11,85). La prevalencia de
pacientes con algún EA fue de 10,11‰ (IC95%: 9,48 - 10,74). Un 6,7% de los pacientes
acumuló más de un EA. Las infecciones asociadas a los cuidados de cualquier tipo
representaron el 8,4% (93) del total de los EA27.
En el Reino Unido el Sistema nacional de salud (NHS) ha puesto en marcha la Campaña de
Higiene de manos en Atención Primaria en base a la consideración de que el riesgo de
infección asociada a la Atención sanitaria cada vez es más importante en la Comunidad.
Desde el año 2009 la OMS ha establecido el día 5 de mayo como día mundial para la Higiene
de las Manos, lanzando la campaña “Manos limpias salvan vidas” e invitando a los
establecimientos asistenciales de todos los países a adherirse a esta iniciativa con el fin de
recordar a los profesionales y usuarios la importancia de realizar una correcta higiene de
manos para prevenir la IRAS. Con esta finalidad se lanzaron en 2009 diferentes propuestas
de actividades a realizar ese día tanto por la OMS como por los diferentes gobiernos e
instituciones que se adhirieron a esta iniciativa. También se publicó la guía de higiene de
manos en la Atención sanitaria y la guía para la implantación de la estrategia multimodal de
la OMS28. También se publicaron en la web de la OMS todas las herramientas necesarias para
la implantación de la estrategia (figura 3).
Estrategias nacional y autonómicas "manos limpias salvan vidas"
La Ministra de Sanidad Elena Salgado subscribió con la Organización Mundial de la Salud el
compromiso de trabajar en la estrategia de higiene de manos en noviembre de 2006,
otorgándole prioridad al objetivo de reducir las infecciones relacionadas con la Atención
sanitaria, con el compromiso de compartir con la Alianza Mundial de la OMS para la
Seguridad del Paciente los datos de vigilancia epidemiológica y seguimiento de implantación
de la estrategia multimodal de La OMS, en una declaración pública firmada por las
126
principales asociaciones de profesionales sanitarios del estado, en la que éstas se
comprometen a recomendar a todos sus miembros la más estricta observancia de las normas
de conducta profesional para reducir el riesgo de infecciones relacionadas con la Atención
sanitaria3.
El Ministerio de Sanidad ha incluido la Seguridad del Paciente en el centro de las políticas
sanitarias como uno de los elementos clave de la mejora de la calidad, quedando así
reflejado en la estrategia número 8 del Plan de Calidad para el SNS. La estrategia trata de
promover acciones de mejora en tres áreas siguiendo las recomendaciones de la OMS:
cultura e información sobre seguridad de pacientes tanto en el ámbito profesional como
entre la ciudadanía; desarrollo de sistemas de información sobre efectos adversos, y
promoción de prácticas seguras en los centros asistenciales. Esta estrategia se ha trasladado
a los Servicios de Salud de las Comunidades Autónomas.
Estas prácticas incluyen “Promover la práctica de higiene de manos como el mejor método
para prevenir las infecciones”.
A finales del 2008 se creó un Equipo Coordinador del Programa de HM, integrado por
representantes de todas las Comunidades Autónomas, con los objetivos de:
•
Promover la estrategia de la OMS en el Sistema Nacional de Salud
•
Consensuar actividades
•
Disponer de un conjunto de indicadores básicos comunes
En el año 2010 la Agencia de Calidad del MSPS ha creado un grupo de trabajo para adaptar
las recomendaciones de la OMS a la realidad de la Atención Primaria de Salud en España.
La Agencia de Calidad del Ministerio de Sanidad y Política Social ha publicado su estrategia
para la mejora de la higiene de manos en su web de Seguridad del Paciente. En este
espacio podemos encontrar toda la información sobre el trabajo realizado tanto a nivel
nacional como por las diferentes Comunidades Autónomas, acciones formativas,
herramientas que el Ministerio pone a disposición de los profesionales y pacientes
relacionadas con esta estrategia, vínculos a páginas web con contenidos relacionados con la
higiene de las manos, etc.
Todas las Comunidades Autónomas han trabajado desde entonces en la implantación de la
estrategia multimodal de la OMS para la higiene de manos fundamentalmente en los
hospitales y sólo en algunas de ellas se ha priorizado también, desde el principio, la
implantación en Atención Primaria: Cantabria, y Andalucía. Si bien se han aplicado las
recomendaciones publicadas por la OMS que están centradas en la Atención sanitaria en los
Hospitales.
En Cantabria se incluyó en el contrato de gestión 2006-2007 como objetivo. La formación se
impartió dirigida a todos los profesionales de Atención especializada y de Atención Primaria.
127
Previamente el Servicio Cántabro de Salud realizó un estudio de adherencia, siguiendo las
recomendaciones de la OMS, con 2.175 observaciones y un total de 64,6 horas de
observación. La Adhesión global fue de 40,5%IC 95% [38,2-42,4]29.
En consonancia con las Directrices internacionales lideradas por la OMS. La Consejería de
Salud de Andalucía en, “ La Estrategia para la Seguridad del Paciente en Andalucía”, se
contempla el objetivo nº 17 Prevenir la Infección Nosocomial con la línea de acción
“Fomentar el lavado de manos y uso correcto de guantes. Dotar de infraestructura y recursos
necesarios (puntos de lavado, jabón, soluciones hidroalcohólicas, secamanos, guantes…), y
su disponibilidad en AP y AH. “La Prevención de la infección secundaria a la intervención
sanitaria” es un área priorizada por la Dirección General de Asistencia Sanitaria del Servicio
Andaluz de Salud quedando reflejado en el Contrato programa SAS con los Centros
Sanitarios y en los Acuerdos de Gestión Clínica.
En el año 2007 la Dirección General de Asistencia Sanitaria (DGAS) se incorpora a esta
estrategia de prevención y control de las infecciones asociadas a la Atención sanitaria con la
puesta en marcha de un proyecto de desarrollo de implementación de la Práctica Higiene de
manos y uso correcto de guantes en Atención Primaria en Andalucía. Se constituye el Grupo
de Trabajo de Higiene de manos en Atención Primaria de Andalucía coordinado por 2 técnicos
referentes de la DGAS (Subdirección de Coordinación de Salud). En febrero de 2008 se
formaliza la constitución de dicho grupo de trabajo, estando integrado por 2 profesionales de
cada Distrito/Área de Gestión Sanitaria y tiene como objetivo general ayudar a definir las
líneas estratégicas básicas para la implementación de la práctica segura higiene de manos en
Atención Primaria.
Los resultados más relevantes de este grupo de trabajo son los siguientes:
•
Los procedimientos detectados de mayor riesgo para las infecciones asociadas a la
asistencia en Atención Primaria fueron curas, cirugía menor, suturas y sondaje
urinario.
•
En cuanto a las áreas de mayor riesgo para las infecciones asociadas a la asistencia
en Atención Primaria identificaron las consultas de urgencias, curas, cirugía menor y
Atención domiciliaria.
•
Las dificultades más importantes para el desarrollo de la práctica de higiene de
manos en Atención Primaria detectadas fueron las siguientes:
•
o
Déficit de conocimiento sobre higiene de manos
o
Disponibilidad de recursos.
o
Falta de concienciación de los profesionales.
o
Presión asistencial.
Las soluciones más valoradas propuestas fueron:
o
Formación – Información - motivación de los profesionales.
o
Adecuación y mantenimiento de las infraestructuras.
o
Aumento del número de puntos básicos de higiene de manos.
128
•
Los contenidos de formación propuestos mayoritariamente fueron:
o
Importancia y mecanismo de aparición de las infecciones secundarias a la
intervención sanitaria en Atención Primaria. Evidencia disponible.
o
Técnica correcta de higiene manos y uso guantes.
o
Productos y diferencias entre ellos.
Con toda esta información se elaboró un documento para la Implementación de la Práctica
Segura de Higiene de Manos en A.P.4 en abril de 2008. Este documento traslada literalmente
las directrices de la OMS sobre higiene de las manos a la Atención Primaria de Salud, sin
haber tenido en cuenta condicionantes como la presión asistencial, elemento determinante
en Atención Primaria, que dificulta enormente la aplicación de las mismas, tal y como
recomienda la OMS. Es necesario hacer una adaptación de las mismas para garantizar su
aplicabilidad en A.P.
La Consejería de Sanidad otorga el reconocimiento “distintivo manos seguras” a través de la
Agencia de Calidad Sanitaria de Andalucía a aquellos Centros Asistenciales de la Comunidad
que hayan mejorado significativamente sus prácticas en Higiene de Manos. Se ha puesto a
disposición de los centros sanitarios una herramienta para la autoevaluación y el
reconocimiento de las mejoras en el cumplimiento de las recomendaciones clave para la
Higiene de Manos.
La Gerencia de Atención Primaria de Talavera de la Reina30, en la Comunidad de Castilla la
Mancha, ha implantado en 2009 las recomendaciones de la OMS para la higiene de las
manos y uso adecuado de guantes en A.P.
Asturias ha publicado un “Protocolo de Lavado de manos y uso correcto de guantes en
Atención Primaria de Asturias”31 en julio de 2009, que tampoco va más allá de las
recomendaciones publicadas por el CDC/OMS.
En la Comunidad Autónoma de Madrid en el año 2010 se ha presentado el plan de
implantación de la estrategia multimodal de higiene de manos de la OMS, que incluye a la
Atención Primaria. Este plan contempla el análisis de la situación de partida por medio de un
estudio de adherencia observacional en Atención Primaria. También han elaborado un
manual “Prevención y control de las enfermedades transmisibles en A.P.”32 que incluye sus
recomendaciones para la higiene de las manos. Estas recomendaciones tampoco aportan
nada nuevo sobre las recomendaciones de CDC/OMS.
Tanto el Ministerio de Sanidad y Política Social como las CC.AA. se han adherido a la
iniciativa de la OMS del 5 de mayo, jornada mundial para la higiene de las manos,
promoviendo y realizando diferentes actividades para recordar a los profesionales y usuarios
la importancia de realizar una correcta higiene de las manos, desde el año 2009.
129
Recomendaciones sobre la higiene de las manos al personal sanitario de Atención
Primaria y los servicios de salud en España5
Introducción
La campaña Clean Care is Safer Care (una Atención limpia es más segura) de la OMS dedica
una Atención especial a la higiene de las manos. Estas recomendaciones se hacen para
orientar a médicos y personal de enfermería de Atención Primaria sobre cuándo y cómo
hemos de lavarnos las manos y ponernos guantes, para prevenir la transmisión de
enfermedades a nuestros pacientes.
Corresponde a los servicios de salud poner los medios para que los profesionales, en éste
como en otros campos, puedan prestar una Atención de calidad
Procedimientos para higiene de manos
•
Con agua y jabón líquido. Útil para arrastrar la suciedad visible. La disminución de la
carga de microorganismos depende del tiempo de lavado y de si el jabón lleva
antisépticos. Los jabones con antisépticos son más lesivos para la piel que los
comunes, y un lavado adecuado con ellos implica más tiempo. El jabón común
elimina la flora transitoria o contaminante y respeta la flora residente. Un lavado con
agua y jabón puede hacerse en unos 40 segundos.
•
Con soluciones hidroalcohólicas. La fricción de las manos con soluciones de alcohol es
más rápida, menos irritativa, ya que llevan asociadas un emoliente, y tienen un
potencial antiséptico semejante al lavado con jabones antimicrobianos. Son
suficientes 20 segundos para lograr una antisepsia adecuada, tiempo que equivale al
tiempo de volatilidad del alcohol.
¿Cuándo hemos de descontaminarnos las manos y ponernos guantes?
Las recomendaciones de la Guía de Higiene de Manos publicada en 2002 por el Centro para
el Control de Enfermedades (CDC) han sido la base de la mayoría de las guías elaboradas
desde entonces. No existen actualmente estudios realizados en AP que aporten una
evidencia consistente y aplicable a este nivel.
Aplicando las mencionadas recomendaciones al primer nivel asistencial, es recomendable el
lavado de manos en los siguientes momentos y circunstancias
Lavado de manos:
•
Al comenzar la consulta y al finalizarla es recomendable lavarse las manos con agua
y jabón o alternativamente con solución alcohólica, en el caso de que estén limpias
de suciedad visible.
130
•
Antes y después de realizar determinadas exploraciones que implican un contacto
directo y mantenido con piel y mucosas del paciente: exploración de vías
respiratorias, genitales...
•
Antes y después de colocarse guantes estériles para realizar intervenciones que lo
exigen, como la cirugía menor, la cura de heridas, la colocación de una sonda
urinaria. El método de elección en AP es la fricción con solución alcohólica.
•
Cuando exista riesgo de exposición a líquidos corporales, como el contacto con
fluidos corporales, secreciones o excreciones, membranas mucosas, piel no intacta u
objetos visiblemente contaminados por estos líquidos. También después de haberse
expuesto a estos riesgos con los guantes puestos, tras quitárselos.
•
Entre paciente y paciente, según contacto directo que haya habido entre el
profesional y el paciente, así como de la patología que afecta a este último. Por
ejemplo, conviene descontaminarse las manos tras auscultar a un paciente, si se
estima que puede haber contaminación. La importancia de la medida, en este caso,
estará relacionada con la relevancia del riesgo, es decir del tipo de patología. El
profesional habrá de adaptar esta recomendación a su contexto, ya que el riesgo de
contaminación de las manos varía mucho si se trata de hacer un acto burocrático,
como un informe o un parte de confirmación de baja, o se ha visitado a un paciente
de una enfermedad grave y fácilmente transmisible a través de las manos.
Algunas exploraciones frecuentes en Atención Primaria como tomar el pulso, la tensión
arterial y la temperatura, realizar un ECG o auscultar a pacientes sin patología contagiosa
suponen bajo riesgo, por lo que no es estrictamente necesario tomar precauciones previas ni
posteriores, salvo casos especiales, como la sospecha de contaminación por gotitas o por
contacto de microorganismos transmisibles a través de las manos.
Uso de guantes:
Los guantes son un medio de protección común para el personal sanitario y los pacientes.
Sin embargo, el uso de los guantes no suple en absoluto la necesidad de lavarse las manos.
Su uso debe limitarse al momento de utilización, quitándose inmediatamente después y
evitando específicamente su empleo mientras se atiende a diferentes pacientes, se usa el
teléfono, se maneja el ordenador o se escribe a mano.
El uso de guantes estériles se requiere para:
•
Manipulación de zonas de la piel con solución de continuidad
•
Curas e intervenciones de cirugía menor
•
Sondajes de todo tipo
El uso de guantes limpios no estériles se restringe a:
131
•
Atención de urgencias
•
Tactos vaginales y rectales
•
Exploración bucofaringea
•
Manejo de fluidos corporales y material contaminado
•
Extracciones de muestras sanguínea
En cualquier caso, está indicado el lavado de manos o la fricción con solución hidroalcohólica,
antes y después de colocarse guantes estériles, debiendo evitarse uñas excesivamente
largas.
La capacidad infectante y la gravedad de las enfermedades potencialmente transmisibles
tendrán que ser tenidas en cuenta para decidir el nivel de higiene y precauciones requeridos
en casos particulares, es éste como en todos los supuestos.
Recomendaciones a los servicios públicos de salud
Corresponde a los responsables de la gestión de los centros sanitarios, y en concreto de los
centros de Atención Primaria, proporcionar los recursos necesarios para realizar una
adecuada higiene de las manos.
Toda consulta debería disponer de:
•
Lavabo y agua corriente
•
Jabón líquido común con dispensador
•
Toallas desechables
•
Solución hidroalcohólica con dispensador en pared
•
Solución hidroalcohólica en envases pequeños de 100 cc, para las visitas
domiciliarias
•
Crema hidratante con dispensador
•
Guantes estériles
•
Guantes no estériles
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la higiene de las manos como la
principal medida para reducir las infecciones asociadas a la Atención sanitaria, por lo que la
promueve como prioritaria dentro de sus iniciativas para mejorar la seguridad de los
pacientes(33). Como hemos visto a nivel nacional y en las Comunidades Autónomas se ha
priorizado la implantación de la estrategia de la OMS en Atención especializada y sólo
algunas Comunidades Autónomas están implantando la estrategia en Atención Primaria.
El Grupo de Trabajo de Seguridad del Paciente de semFYC5,34 se planteó realizar una
adaptación para Atención Primaria (AP) de las recomendaciones para la higiene de las manos
de la OMS(33), orientadas preferentemente al ámbito hospitalario, ya que existen diferencias
132
sustanciales entre ambos niveles, tanto en las características de los pacientes como en las
condiciones de trabajo en las que se practica la Atención.
Tras el correspondiente trabajo de documentación y debate, un equipo de médicos de familia
y de medicina preventiva, miembros del grupo de trabajo y colaboradores, redactó una
adaptación de las recomendaciones al primer nivel asistencial. Éstas fueron publicadas por
semFYC en su página web5,34 y facilitadas a la Agencia de Calidad del Sistema Nacional de
Salud, que a su vez las difundió como material de trabajo a las Consejerías de Salud de las
diferentes comunidades autónomas. El documento ha sido difundido en distintos foros, así
como en cursos y talleres realizados por miembros del grupo de trabajo en diferentes
entornos.
La Guía de Higiene de Manos publicada en 2002 por el Centro para el Control de
Enfermedades (CDC)23 ha sido el documento base utilizado en la mayoría de las guías
elaboradas desde entonces, entre las que destacan, por su difusión, la de la OMS1 y la del
National Institute for Clinical Excellence (NICE)35 del Reino Unido.
Sin embargo, no existe actualmente evidencia científica generada en AP y aplicable a este
nivel, por lo que estas recomendaciones se han elaborado por consenso de expertos,
adaptando las existentes para el nivel hospitalario.
Existen diferencias sustanciales entre el nivel hospitalario y el de Primaria que hacen
necesarias unas recomendaciones específicas para cada uno de ellos.
En primer lugar, la decisión de cuándo efectuar la higiene de manos tiene mayor grado de
discrecionalidad en AP que en el ámbito hospitalario.
Por otra parte, algunos aspectos del modelo de los 5 momentos para la higiene de manos de
la OMS, pensados para los hospitales, han de aplicarse de manera flexible en AP. El entorno
en el que se da mayoritariamente el contacto entre el paciente y el personal sanitario es la
consulta. La higienización de las manos antes y después del contacto con el entorno del
paciente, inexcusable en los hospitales, solo tiene sentido en AP en la Atención domiciliaria.
El contacto con el paciente exigirá en AP higiene previa o posterior de las manos y/o uso de
guantes, según el tipo de paciente, de intervención y de patología.
Existen tres productos de utilidad en el entorno sanitario para higienizar las manos: el jabón
líquido común, el antiséptico y los preparados de base alcohólica (tabla 1).
El método de elección para la higiene de manos en AP es la fricción con preparados de base
alcohólica, salvo que estén contaminadas por suciedad visible. El lavado con agua y jabón
tiene, en este último supuesto, su principal indicación1,23,36 (figura 4)
133
La técnica para frotar el jabón o el preparado de base alcohólica sobre las manos debe
garantizar la adecuada higiene en un tiempo mínimo, de manera que sea rápida y fácil de
ejecutar. Estas condiciones las reúne la técnica propuesta por la OMS37.
Se recomienda efectuar la higiene de manos en los siguientes momentos y circunstancias:
•
Al comenzar y finalizar el horario de consulta.
•
Antes y después de realizar exploraciones que impliquen un contacto directo y
mantenido con la piel del paciente1,23,35,38-40.
•
Cuando se haya producido una exposición a líquidos corporales, como el contacto con
fluidos corporales, secreciones o excreciones, mucosas, piel no intacta u objetos
visiblemente contaminados con estos líquidos1,23,35.
•
Antes y después del uso de guantes estériles1,23,35. En este caso el método de
elección en AP es, también, la fricción con preparados de base alcohólica.
•
Entre paciente y paciente, según el contacto directo que haya habido entre el
profesional y el paciente, así como de la patología que padezca este último. Este es
el punto más divergente entre Atención Primaria y hospitalaria, respecto a la higiene
de manos. La alta frecuentación del primer nivel asistencial y la limitación del tiempo
disponible obligan necesariamente al profesional a decidir en cada caso atendido la
pertinencia de la higiene de manos. No es lo mismo efectuar un trámite asistencial
burocrático, como un certificado médico a un paciente sano, que atender a un
paciente con una enfermedad infecciosa en la que las manos juegan un papel
determinante como modo de transmisión1,23,35,38,41-44. La importancia de la higiene de
manos, en este caso, estará relacionada con la magnitud del riesgo.
El uso adecuado de los guantes es la otra medida principal para prevenir la transmisión de
infecciones en AP. Usados correctamente, protegen tanto al paciente como al personal
sanitario. En cambio, su uso inadecuado puede suponer un riesgo para ambos.
El uso de guantes estériles se requiere para1,23,35:
•
Manipulación de zonas de la piel con solución de continuidad
•
Curas e intervenciones de cirugía menor
•
Sondajes de todo tipo
El uso de guantes limpios no estériles está indicado en1,23,35:
•
Atención de urgencias
•
Tactos vaginales y rectales
•
Exploración manual de la orofaringe
•
Manejo de fluidos corporales y material contaminado
•
Extracciones de muestras sanguíneas
134
Su uso debe limitarse al momento de su indicación, quitándose inmediatamente tras el acto
que los hacía precisos. No deben emplearse para atender a diferentes pacientes, usar el
teléfono, manejar el ordenador o escribir a mano1,23,35.
Los responsables de la gestión de los centros de AP deben proporcionar a los profesionales
los recursos necesarios para poder efectuar una higiene de manos adecuada, con el fin de
mejorar su propia seguridad y la de los pacientes, en lo relativo a la transmisión de
enfermedades infecciosas.
BIBLIOGRAFIA
1. WHO, editor. WHO Guidelines on Hand Hygiene in Health Care. 2009 ed. Geneve: World
Health Organization; 2009.
2. WHO. World Alliance for Patient Safety. Forward Programme 2006-2007. Geneve
2006.
3. España presenta una declaración de apoyo al reto 2005-2006 de la Alianza Mundial por la
Seguridad del Paciente de la OMS bajo el lema “Una Atención limpia es una Atención
segura”. . In: Consumo MdSy, editor. I Conferencia Internacional en Seguridad del Paciente
Retos y Realidades en el SNS; Madrid 2006.
4. SAS. Implementación de la Práctica Segura de Higiene de Manos en A.P. 2008
[10/06/2010].
5. Grupo de Trabajo de Seguridad del Paciente-SEMFYC. Recomendaciones sobre la
higiene de las manos para personal sanitario de Atención Primaria semFYC. 2009
[citado 2009 14 de marzo].
6. Allegranzi B, Storr J, Dziekan G, Leotsakos A, Donaldson L, Pittet D. The First Global
Patient Safety Challenge "Clean Care is Safer Care": from launch to current progress and
achievements. J Hosp Infect. 2007 Jun;65 Suppl 2:115-23.
7. Pittet D, Allegranzi B, Sax H, Bertinato L, Concia E, Cookson B, et al. Considerations for a
WHO European strategy on health-care-associated infection, surveillance, and control. Lancet
Infect Dis. 2005 Apr;5(4):242-50.
8. Vincent J. Nosocomial infections in adult intensive-care units. Lancet. 2003
Jun;361(9374):2068-77.
9. McLaws M, Taylor P. The Hospital Infection Standardised Surveillance (HISS) programme:
analysis of a two-year pilot. J Hosp Infect. 2003 Apr;53(4):259-67.
10. Hospital In Europe Link for Infection Control through Surveillance (HELICS).
[10/06/2010].
11. Stone P, Braccia D, Larson E. Systematic review of economic analyses of health careassociated infections. Am J Infect Control. 2005 Nov;33(9):501-9.
12. Klevens R, Edwards J, Richards CJ, Horan T, Gaynes R, Pollock D, et al. Estimating health
care-associated infections and deaths in U.S. hospitals, 2002. Public Health Rep. 2007 2007
Mar-Apr;122(2):160-6.
135
13. Digiovine B, Chenoweth C, Watts C, Higgins M. The attributable mortality and costs of
primary nosocomial bloodstream infections in the intensive care unit. Am J Respir Crit Care
Med. 1999 Sep;160(3):976-81.
14. Wisplinghoff H, Bischoff T, Tallent S, Seifert H, Wenzel R, Edmond M. Nosocomial
bloodstream infections in US hospitals: analysis of 24,179 cases from a prospective
nationwide surveillance study. Clin Infect Dis. 2004 Aug;39(3):309-17.
15. Pittet D, Boyce J. Hand hygiene and patient care: pursuing the Semmelweis legacy.
LANCET. 2001 APR 2001:9-20.
16. Lane HJ, Blum N, Fee E. Oliver Wendell Holmes (1809-1894) and Ignaz Philipp
Semmelweis (1818-1865): preventing the transmission of puerperal fever. Am J Public
Health. 2010 Jun;100(6):1008-9.
17. Garner J, Favero M. CDC Guideline for Handwashing and Hospital Environmental Control,
1985. Infect Control. 1986 Apr;7(4):231-43.
18. Simmons B. CDC guidelines for the prevention and control of nosocomial infections.
Guideline for hospital environmental control. Am J Infect Control. 1983 Jun;11(3):97-120.
19. Bjerke NB. The evolution: Handwashing to hand hygiene guidance. Crit Care Nurs Q.
2004 Jul-Sep;27(3):295-307.
20. Boyce JM, Pittet D, Healthcare Infection Control Practices Advisory C, Force HSAIHHT.
Guideline for Hand Hygiene in Health-Care Settings. Recommendations of the Healthcare
Infection Control Practices Advisory Committee and the HICPAC/SHEA/APIC/IDSA Hand
Hygiene Task Force. Society for Healthcare Epidemiology of America/Association for
Professionals in Infection Control/Infectious Diseases Society of America. MMWR Recomm
Rep. 2002 Oct 25;51(RR-16):1-45, quiz CE1-4.
21. Garner J. Guideline for isolation precautions in hospitals. Part I. Evolution of isolation
practices, Hospital Infection Control Practices Advisory Committee. Am J Infect Control. 1996
Feb;24(1):24-31.
22. Recommendations for preventing the spread of vancomycin resistance:
recommendations of the Hospital Infection Control Practices Advisory Committee (HICPAC).
Am J Infect Control. 1995 Apr;23(2):87-94.
23. Boyce J, Pittet D. Guideline for hand hygiene in health-care settings - Recommendations
of the Healthcare Infection Control Practices Advisory Committee and the
HICPAC/SHEA/APIC/IDSA Hand Hygiene Task Force. Am J Infect Control. 2002 Dic
2002;30(8):S1-S46.
24. OMS. DGO/2002/1. Informe de la Directora General 2001. A55/1 Rev.1. Orden del día.
A55/2. Informes del Consejo Ejecutivo en sus 108ª y 109ª reunion. 2002.
25. OMS. 59 Asamblea de la OMS. Seguridad del Paciente. 2006.
26. Aranaz Andrés JM. Estudio nacional sobre los efectos adversos ligados a la
hospitalización: ENEAS 2005 : informe, febrero 2006. [Madrid]: Ministerio de Sanidad y
Consumo.
27. España Ministerio de Sanidad y Consumo. Centro de Publicaciones. Estudio APEAS.
estudio sobre la seguridad de los pacientes en Atención Primaria de salud. Madrid:
Ministerio de Sanidad y Política Social; 2008.
28. WHO. WHO Guidelines on Hand Hygiene in Health Care. 2009.
136
29. Dierssen-Sotos T, Robles-Garcia M, Valbuena-Moya S. [Hand hygiene: experience in two
Spanish autonomous regions]. Med Clin (Barc). 2008 Dec;131 Suppl 3:60-3.
30. Gerencia de A.P. Talavera de la Reina (Toledo). [Consultada 10/06/2010].
31. SESPA. Protocolo de lavado de manos y uso correcto de guantes en Atención
Primaria de Asturias. 2009 [10/06/2010].
32. Madrid Salud. Prevención y control de las enfermedades transmisibles en A.P.
[10/06/2010].
33. Organización Mundial de la Salud. Directrices de la OMS sobre Higiene de Manos en la
Atención sanitaria (borrador avanzado): resumen. Tools "Clean Care is a Safer Care".
Ginebra. Suiza.: WHO; 2005. p. 33.
34. Grupo de Trabajo de Seguridad del Paciente-SEMFYC. Blog Sano y Salvo.
[10/06/2010].
35. (NICE) NIfCE. Infection control. Prevention of healthcare-associated infections in primary
and community care. In: [Non-U.S.]. NCCfNaSC-NGA, editor. London (UK): National Institute
for Clinical Excellence (NICE); 2003. p. 257.
36. Myers R, Larson E, Cheng B, Schwartz A, Da Silva K, Kunzel C. Hand hygiene among
general practice dentists - A survey of knowledge, attitudes and practices. Journal of the
American Dental Association. 2008;139(7):948-57.
37. WHO. Hand Hygiene: Why, How and When? : WHO; 2009 [cited 2009 May, 12].
38. Sandora TJ, Taveras EM, Shih MC, Resnick EA, Lee GM, Ross-Degnan D, et al. A
randomized, controlled trial of a multifaceted intervention including alcohol-based hand
sanitizer and hand-hygiene education to reduce illness transmission in the home. Pediatrics.
2005 Sep;116(3):587-94.
39. WHO. Clean care is a Safer Care. [Web]: WHO; [cited 2009 13/03]; WHO
Campaigne].
40. Dedrick R, Sinkowitz-Cochran R, Cunningham C, Muder R, Perreiah P, Cardo D, et al.
Hand hygiene practices after brief encounters with patients: An important opportunity for
prevention. Infect Control Hosp Epidemiol. 2007 2007 Mar;28(3):341-5.
41. Turnberg W, Daniell W, Simpson T, Van Buren J, Seixas N, Lipkin E, et al. Personal
healthcare worker (HCW) and work-site characteristics that affect HCWs' use of respiratoryinfection control measures in ambulatory healthcare settings. Infect Control Hosp Epidemiol.
2009 Jan;30(1):47-52.
42. Turnberg W, Daniell W, Seixas N, Simpson T, Van Buren J, Lipkin E, et al. Appraisal of
recommended respiratory infection control practices in primary care and emergency
department settings. Am J Infect Control. 2008 May;36(4):268-75.
43. Sheehan JJ, Mott PJ, Sisk BW, Arbogast JW, Ferrazzano-Yaussy C, Bondi CAM. Alcoholbased instant hand sanitizer use in military settings: A prospective cohort study of army
basic trainees. Military Medicine. 2007;172(11):1170-6.
44. Aiello AE, Coulborn RM, Perez V, Larson EL. Effect of hand hygiene on infectious disease
risk in the community setting: a meta-analysis. Am J Public Health. 2008 Aug;98(8):137281.
137
María Dolores Martín Rodríguez [Buscar autor en Medline]
Fernando Palacio Lapuente [Buscar autor en Medline]
13
Volver al sumario
Los pacientes por la seguridad del paciente:
participación del paciente en el proceso de cuidados y
en la prevención de eventos adversos. Empowerment
del paciente, formación y herramientas para pacientes,
el paciente protagonista de la seguridad clínica
Introducción
En cuestiones relacionadas con la mejora de la calidad asistencial, la participación de
pacientes y usuarios ha tenido un desarrollo teórico importante en los últimos años, y la
atención centrada en el paciente, junto con la seguridad, se han considerado dos
perspectivas o dimensiones esenciales de la calidad asistencial, en las que es fundamental
conseguir involucrar a los pacientes. Sin embargo, la participación de pacientes y usuarios
todavía parece más una preocupación de índole académica que una realidad de los
escenarios asistenciales. Si ya es difícil establecer mecanismos para implicar a los
profesionales en el desarrollo de planes de calidad y seguridad, involucrar a pacientes resulta
todavía más complicado1,2.
El desarrollo de la autonomía del paciente es un fenómeno reciente, de apenas dos décadas
de evolución. En estos pocos años ha pasado de ser un receptor pasivo de cuidados a ser un
protagonista activo de su propia salud, reconociendo y propiciándose su derecho a tomar las
decisiones. Con el grado de reconocimiento actual de la autonomía del paciente, quien tiene
el derecho a decidir en último extremo sobre el tratamiento que se va a aplicar es el propio
paciente.
Lógicamente, para hacer efectivo este derecho, el paciente ha de disponer de la información
necesaria para decidir sobre una base de conocimiento. La Ley de Autonomía del
Paciente3 ha venido a reconocer este derecho, que ya estaba manifiesto en la “Declaración
de los Pacientes de Barcelona”4 o en documentos de la Comunidad Europea5.
El modelo tradicional paternalista de la medicina, en el que los pacientes tienen poca
participación ha de evolucionar a un modelo en el que los pacientes y los clínicos caminen de
la mano, para conseguir el objetivo común de mejorar la calidad asistencial, la gestión del
riesgo relacionado con la atención sanitaria y, como consecuencia de ello, la seguridad del
paciente (tabla 1).
Es necesario que se produzcan los cambios necesarios para que los pacientes participen en la
gestión del sistema sanitario y, como protagonistas, en el proceso asistencial, desde una
138
posición de individuos formados e informados6, competentes y consecuentes. También se
tiene que producir un cambio en los profesionales, poniendo al paciente en el centro del
proceso de atención y mejorando sus habilidades y destrezas de comunicación con los
pacientes, logrando el compromiso de éstos7. Como se informa en “Crossisng the Quality
Chasm”8, esa atención centrada en el paciente9 debería ser “respetuosa y sensible a las
preferencias del paciente individual, sus necesidades y valores y asegurarse de que los
valores del paciente guiarán todas las decisiones clínicas”.
Son precisos, de igual modo, procedimientos explícitos para hacer efectiva la participación, y
perseverancia para mantenerla e incorporar la cultura del rendimiento de cuentas sobre
nuestras actuaciones y sus resultados, tanto ante unos pacientes con expectativas de
efectividad clínica en las actuaciones orientadas a prevenir, curar, cuidar, aliviar y mejorar la
enfermedad, como ante una sociedad con interés en el uso eficiente y adecuado de los
recursos del sistema sanitario1.
Los beneficios potenciales para pacientes y profesionales son:
•
Servicios de mayor calidad que respondan a las necesidades de los pacientes, con
mejores resultados de la atención y mejoras en la salud y el bienestar.
•
Políticas y decisiones de planificación más centradas en el paciente.
•
Mejora de la comunicación entre las instituciones y los ciudadanos.
•
Una mayor adecuación de los servicios locales de salud y una mayor comprensión de
por qué y cómo tienen que cambiar y desarrollarse en función de las necesidades y
expectativas de los pacientes y usuarios en cada momento.
Participación del paciente en el proceso de cuidados y en la prevención de eventos
adversos.
En la 59 asamblea de la OMS, A59/22, de 4 de mayo de 200610, la Alianza Mundial para la
Seguridad del Paciente de la OMS establece específicamente el área de “pacientes por la
seguridad de los pacientes” como una de sus seis áreas estratégicas (tabla 2). Esta
iniciativa tuvo su punto de arranque en el encuentro de pacientes de noviembre de 2005 que
culminó con la Declaración de Londres11, en la que los firmantes se comprometen a colaborar
en la consecución de una atención sanitaria más segura. En 2006 la Agencia de Calidad del
Ministerio de Sanidad y Política Social publica el primer Estudio nacional sobre los efectos
adversos ligados a la hospitalización que se ha realizado en nuestro país, ENEAS12. En
diciembre de 2007 la Agencia de Calidad del Ministerio de Sanidad y Política Social presenta
en Madrid la Declaración y compromiso de los pacientes por la seguridad en el Sistema
Nacional de Salud13 .
La Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente a través de su estrategia “Pacientes para
la Seguridad del Paciente”:
139
•
Cree que la seguridad mejorará si se incluyen a los pacientes como miembros activos
en iniciativas de reformas.
•
Promueve que el paciente se involucre, adquiera autoridad y liderazgo y que
participe en la creación y diseminación de las iniciativas para la seguridad del
paciente.
•
Esta iniciativa está liderada por los pacientes y guiada por los valores expresados en
la Declaración de Londres.
Cuando pensamos en la participación del paciente en la gestión de su propia seguridad, es
fácil identificar aspectos como el control de su tratamiento o su participación en las
decisiones a propósito de su atención. Sin embargo el potencial de los pacientes como
coprotagonistas de unos cuidados seguros llega mucho más allá, ya que los pacientes y sus
cuidadores perciben cosas que los trabajadores de la salud a menudo no ven.
Los pacientes hospitalizados son encuestados de forma rutinaria sobre su satisfacción con la
atención recibida y la investigación reciente ha analizado si las encuestas pueden ser
utilizadas como un mecanismo de detección de errores. Este tipo de estudios no es tan
habitual en Atención Primaria.
Estudios en el ámbito hospitalario14 han puesto en evidencia que los pacientes suelen
informar de los errores que no fueron detectados a través de mecanismos tradicionales como
la revisión de la historia clínica. De hecho los errores notificados por los pacientes fueron la
base de importantes estudios de efectos adversos después del alta hospitalaria15. Sin
embargo las quejas de los pacientes pueden centrarse en aspectos relacionados con la mala
calidad del servicio y no en los eventos adversos16.
Desde las instituciones que trabajan activamente para mejorar la seguridad del paciente, se
anima a los pacientes a que tengan un papel activo en su propia seguridad. El programa “las
preguntas son las respuestas”17 y “20 consejos para prevenir errores médicos”18 de la AHRQ
(The Agency for Healthcare Research and Quality) (tabla 3), así como la iniciativa de la Joint
Commission “¡Hable!”19 (figura 1) son ejemplos de programas que educan a los pacientes
sobre los riesgos de seguridad y proporcionan preguntas específicas a los pacientes y a sus
cuidadores que pueden realizar, en materia de seguridad.
Aunque los pacientes han expresado su preocupación sobre la práctica de comportamientos
que pueden parecer de confrontación con los profesionales20 (por ejemplo, preguntando a su
médico si se lavó las manos), algunos estudios preliminares muestran que la participación
activa de los pacientes pueden mejorar la adherencia a las prácticas de seguridad.
Algunos hospitales e instituciones reconocen el papel de los pacientes para promover una
cultura de seguridad21. Muchas instituciones han priorizado la participación de
representantes de los pacientes en el diseño y mantenimiento de iniciativas para la mejora
140
de la seguridad del paciente, enfatizando la transparencia en la notificación de errores y
problemas relacionados con los cuidados.
Aunque el compromiso del paciente es una estrategia prometedora para la reducción de
errores, hay motivos para la cautela por varias razones. Desde un punto de vista de
ingeniería de sistemas, el nivel de participación de pacientes y la familia siempre será difícil
de predecir, llevando a algunos a argumentar que un programa de seguridad robusto no
debe depender de ese compromiso. Además, los pacientes y los cuidadores soportan una
carga emocional importante para garantizar la seguridad durante la hospitalización22. Un
importante estudio23 encontró que un sorprendente número de pacientes y familiares se
sienten culpables después de un error médico, y otro estudio24 encontró que la mayoría de
los padres de los niños hospitalizados se sentía personalmente responsable de garantizar la
seguridad de su hijo en el hospital. Involucrar a los pacientes en la prevención del error y por
lo tanto del riesgo implica trasladar la responsabilidad de la seguridad de los proveedores e
instituciones a los propios pacientes.
Algunas de las principales organizaciones relacionadas con la seguridad (incluida la AHRQ)
han elaborado folletos explicando a los pacientes lo que pueden hacer para evitar errores en
sus cuidados. Los autores de un estudio25 examinaron cinco folletos de recomendaciones
para la seguridad del paciente y entrevistaron a sus autores (y otras partes interesadas).
Aunque los folletos tienen valor, encontraron que las recomendaciones, por lo general, no
estaban suficientemente respaldadas por evidencias, que había poco apoyo práctico a los
pacientes sobre cómo llevar a cabo las medidas recomendadas, y que la transferencia de
responsabilidad de los proveedores y / o instituciones a los pacientes, en determinados
aspectos, era "inapropiada". Los autores del estudio recomiendan emprender estudios
adicionales en este área y más atención a la "facilitación práctica de la participación de los
pacientes”26.
Tampoco podemos olvidar que los pacientes pueden ser también uno de los factores causales
o contribuyentes en la producción de errores y eventos adversos. Las actuaciones de los
pacientes pueden ser el origen o contribuir a que se produzcan fallos al interactuar con un
sistema complejo. Algunos estudios se han ocupado del estudio de estos fallos y su
clasificación27. Errores por acción/omisión, es decir secundarios a determinados
comportamientos del paciente, como falta de atención en la consulta a las recomendaciones
del médico, y errores ligados a circunstancias o patologías que alteran el proceso del
pensamiento, por ejemplo no administrar el tratamiento siguiendo las indicaciones del
médico, en un paciente con deterioro de la memoria. Estos dos tipos de errores se ven
influidos por otros riesgos de seguridad, así por ejemplo, un bajo nivel de educación sanitaria
y una mala comunicación médico-paciente(28) están claramente relacionados con los errores
de medicación. Los profesionales de la salud conocedores de estos riesgos deben diseñar y
utilizar activamente herramientas que impidan que se produzcan estos errores y que sirvan
de ayuda a los pacientes con estos factores de riesgo conocidos. Por ejemplo, la falta de
memoria o el miedo a preguntar al médico pueden provocar que el paciente tome los
141
medicamentos de forma incorrecta, pero las intervenciones tales como etiquetas en los
medicamentos basadas en pictogramas o sistemas personalizados de dispensación, pueden
reducir los errores de dosificación y mejorar la adherencia a la medicación29.
Situación actual. Empoderamiento (empowerment) del paciente. El paciente
protagonista de la seguridad clínica.
La participación del paciente en actividades de seguridad se ha convertido en una prioridad
de las principales organizaciones reguladoras y gubernamentales. La AHRQ y la Organización
Mundial de la Salud están promoviendo una variedad de programas en torno a la educación
del paciente y el fomento de la participación del paciente para mejorar la cultura de
seguridad. Además de la priorización de la participación y compromiso del paciente con la
seguridad a través de los objetivos de seguridad, la Joint Commission también ofrece
recursos educativos para los pacientes en torno a medidas de seguridad en pacientes
pediátricos, los hospitales y los entornos quirúrgicos.
En España el Ministerio de Sanidad y Política Social trabaja desde 2007 con asociaciones de
pacientes y consumidores en la estrategia “Pacientes por la Seguridad del Paciente” de la
OMS, creándose en 2008 la red ciudadana de formadores en seguridad del paciente30 en
colaboración con la Escuela Andaluza de Salud Pública. Se han formado hasta el momento 16
ciudadanos formadores en seguridad del paciente y se ha impartido en Galicia en noviembre
de 2009 el primer curso de seguridad del paciente, dirigido a ciudadanos, impartido por
docentes formados en esta red. Las Comunidades Autónomas también están trabajando en
esta línea formando e informando a los pacientes y ciudadanos y dando participación al
paciente/ciudadano en las estructuras de gestión de los servicios de salud, así como en las
actividades dirigidas a la mejora de la gestión del riesgo relacionado con la atención sanitaria
y la seguridad clínica. En Galicia se ha creado en octubre de 2009 la Escuela Gallega de
Salud para Ciudadanos31 que ha impartido diferentes acciones formativas centradas tanto en
la formación para la participación ciudadana en las instituciones, como en aspectos
relacionados con el mejor conocimiento de distintas patologías, formación en gestión de
riesgos y seguridad del paciente, foros de expertos, etc. En Andalucía32 se está trabajando
en una iniciativa de las mismas características. En Cataluña, quizás una de las pioneras,
destaca la labor realizada por la Universidad de los Pacientes33.
Sin embargo, y a pesar de todas estas iniciativas, ¿están capacitados los ciudadanos para
participar tan activamente? ¿está el sistema dispuesto para promoverlo? ¿existen ya los
mecanismos de empoderamiento necesarios? A propósito de estás preguntas, la situación en
Europa es la siguiente:
Los pacientes españoles son los menos empoderados de Europa de acuerdo con el estudio
“Empowerment of the European Patient - Options and Implications” publicado en Bruselas43.
El estudio está basado en 18 indicadores que se encuentran divididos en 4 categorías:
Derechos del paciente, Información, evaluación de tecnología de salud (HTA) e iniciativas
142
financieras. El peso especifico de cada sub-disciplina esta corregido por un coeficiente que
depende de la importancia de cada una de dichas sub-disciplinas en el empoderamiento
(máxima puntuación 1000 puntos). En el estudio Dinamarca se sitúa en primer lugar,
seguido por Alemania y Finlandia. Los países que encabezan la lista de los mejores, son una
mezcla del este, oeste y centro de Europa indicando que el empoderamiento no depende del
dinero, sino más bien de querer ayudar a aquellos que el sistema de salud debe servir. Por
eso España tiene una puntuación muy baja al denegar la libre elección de médicos y
hospitales. Así mismo no existe ningún apoyo económico para aquellas iniciativas dirigidas a
promover una elección consciente.
España debe mejorar en varios aspectos. Los pacientes deberían poder elegir los médicos y
hospitales donde ser atendidos para poder recibir un tratamiento adecuado y efectivo, esto
es especialmente importante en un sistema de calidad como el español. En paso inicial hacia
el empoderamiento de los pacientes sería aumentando la información a la que tiene acceso.
Un paciente bien informado puede participar y decidir activamente sobre su atención medica.
El informe recomienda que los pacientes españoles deberían manejar más fuentes de
información sobre medicamentos, además de los que proveen médicos y farmacéuticos,
permitiendo al paciente un papel más activo en la toma de decisiones, consiguiendo mejores
resultados en la asistencia sanitaria. Una página como la suecawww.fass.se podría servir
como modelo. En ella los ciudadanos pueden aprender sobre los medicamentos que les han
sido recetados. El sistema proporciona llamadas de alerta vía SMS o email a los pacientes
que se registran si las autoridades o los fabricantes de medicamentos encuentran algún
problema desconocido no descrito hasta el momento.
Además España debía desarrollar mejor la legislación que contempla los derechos de los
pacientes. Los pacientes, o en su lugar asociaciones de pacientes, debería jugar un papel
más activo en la toma de decisiones, esto también beneficiaria el empoderamiento. España
podría inspirarse en este caso en países como Dinamarca o Reino Unido.
Las mejores puntuaciones en cada una de las sub-disciplinas son:
•
Derechos de Paciente: Suiza
•
Información: Dinamarca
•
Evaluación de tecnologia de salud (HTA): Dinamarca y Reino Unido
•
Iniciativas financieras: Bélgica, Alemania y Suiza
¿Cómo se puede materializar la participación del paciente? Formación y
herramientas para pacientes.
La participación del paciente en la Seguridad se puede materializar a través de diferentes
estrategias:
143
1. El papel del paciente en la identificación de los riesgos del sistema y en el desarrollo
de soluciones frente a esos riesgos.
2. La participación activa del usuario en el proceso asistencial.
3. El papel del paciente en la gestión de los sucesos adversos en los que se ha visto
involucrado.
El papel del paciente en la identificación de los riesgos del sistema y en el
desarrollo de soluciones frente a esos riesgos:
Los pacientes circulan por el sistema de atención con una mirada crítica y lo analizan con un
enfoque diferente al que tenemos los profesionales sanitarios, lo que les permite percibir
anomalías en situaciones que los profesionales ven como normales. Escucharles, potenciando
su participación en la identificación de riesgos bien sea a través del sistema de reclamaciones
y sugerencias o por mecanismos específicos como encuestas de satisfacción y sistemas de
notificación de eventos adversos, nos va a permitir disponer de otro punto de vista para
analizar cualquier problema. Y no solo los pacientes competentes o los pacientes expertos;
cualquier paciente es capaz de percibir cuando algo no va bien, de manera que en la
identificación de riesgos, errores y disfunciones, los pacientes pueden jugar un papel
importante, y hemos de estar atentos a facilitarles su expresión. En general son muy pocos
los sistemas de notificación de incidentes de seguridad que incluyen a los pacientes como
posibles notificadores activos. Podemos destacar dos ejemplos: el National Learning and
Reporting System de la National Patient Safety Agency (NPSA)34 del Reino Unido y el sistema
de notificación de errores de medicación del Institute for Safe Medical Practices (ISMP)35. En
realidad no hay ningún argumento para defender que no se incluya a los pacientes en los
sistemas de notificación de incidentes, pero todavía no es una práctica habitual. La
experiencia de los pacientes podría servir de aprendizaje para el sistema, igual que las
notificaciones que realizan los profesionales del sistema sanitario.
Todos ellos, por su experiencia del sistema, por su visión del sistema con un enfoque distinto
y por el enorme “bagaje como paciente”, pueden tener un punto de vista diferente y
complementario de las barreras a implantar para evitar los errores (tabla 4).
En España disponemos de algunas experiencias en este sentido. Un ejemplo lo tenemos en el
trabajo realizado en el proyecto SENECA de estándares de calidad de cuidados para la
seguridad del paciente en el Sistema Nacional de Salud. Este proyecto contó con la
participación de pacientes y ciudadanos en el grupo de trabajo que elaboró los criterios de
evaluación correspondientes al criterio 6, resultados en los pacientes. Entre los 100
estándares que contempla el proyecto se incluyen estándares obtenidos a través de una
encuesta de satisfacción de los pacientes con los cuidados prestados en el hospital36.
Algunos de los métodos para involucrar a los pacientes serían:
•
Encuestas de satisfacción.
144
•
Encuestas para la detección de necesidades y expectativas en relación a la seguridad
del paciente.
•
Grupos focales.
•
Sistemas de quejas y reclamaciones.
•
Formación del paciente. Cultura de Seguridad.
•
Sistemas de notificación de incidentes.
•
Participación del paciente en actividades encaminadas a la revisión de los procesos
asistenciales, análisis de puntos críticos identificación de barreras y mejora de la
Seguridad del Paciente.
La participación activa del usuario en el proceso asistencial
Desde hace un tiempo se viene insistiendo en la necesidad de incorporar paulatinamente al
usuario en la toma de decisiones de su propio proceso asistencial. Una cuestión que se
considera como uno de los componentes deseables de las guías y vías de práctica clínica, y
que se refleja también, incluso como normativa legal, en cuestiones como el consentimiento
informado para determinados tratamientos, intervenciones y exploraciones, o la declaración
de voluntades anticipadas en el caso de actuaciones para mantener constantes vitales en
situaciones terminales. Sin embargo, está adquiriendo una extensión y un auge especial para
las cuestiones relacionadas específicamente con la seguridad2.
Los ejemplos de guías y recomendaciones para la participación activa de los pacientes en la
prevención de incidentes de seguridad son ya muy numerosos. Hay una mayoría que se
refiere al tema de la medicación, una cuestión especialmente problemática en todos los
ámbitos del sistema de salud, y que es la primera causa de incidentes de seguridad, tanto en
el ámbito hospitalario(12) como en atención primaria37.
Sólo por citar un ejemplo, en la web de la American Academy of Family Physicians se recoge
una serie de consejos para que los pacientes pregunten y se aseguren de comprender
cuando se les prescriba un medicamento: ¿para qué es?; ¿cómo lo tengo que tomar?; ¿por
cuánto tiempo?; ¿qué efectos extraños puede tener?; ¿puedo tomar esta medicina con otros
medicamentos?; ¿qué comida, bebidas o actividades debo evitar mientras tome este
medicamento?38
En todos los sistemas de salud desarrollados se han consensuado acuerdos sobre los
mecanismos de participación de los pacientes para mejorar la seguridad de su propia
atención. Para facilitar esa faceta se han desarrollado estrategias dirigidas a la formación e
información de los pacientes, tanto en el funcionamiento del sistema sanitario y de las
estructuras de participación de los pacientes en las instituciones sanitarias, como en
contenidos relacionados con su enfermedad y tratamiento de la misma, esta última con el
objetivo de mejorar los autocuidados del paciente y la adherencia al tratamiento, elementos
que han demostrado mejorar la seguridad del paciente.
145
También se han desarrollado otras herramientas enfocadas a facilitar la navegabilidad de los
pacientes por el sistema sanitario, que incluyen consejos y preguntas para la visita médica al
centro de salud, a la consulta del especialista, qué hacer cuando el paciente está
hospitalizado, cuando va a sufrir una intervención quirúrgica, cuando visitamos al pediatra
con nuestros hijos, etc. El liderazgo en este tema y el repertorio más extenso de guías para
la participación activa del usuario en la mejora de la calidad (incluida la seguridad) se
encuentra en la AHRQ de Estados Unidos. Tiene, accesibles en español, distintos documentos
para prevenir errores en distintos momentos de la relación asistencial (tabla 2). La
Consejería de Salud de la Junta de Andalucía incluye dos de ellos (“Cinco recomendaciones
para recibir una mejor atención médica” y “Consejos para cuando visite a su médico”). La
Joint Commission pone a disposición de los pacientes recomendaciones y herramientas
similares de ayuda a través de su programa “¡Hable! (figura 1).
En nuestro país una de las herramientas pioneras fue el “kit del paciente”, una iniciativa de
la Fundación Biblioteca Josep Laporte39 a través de su Universidad de los Pacientes, que
también ha elaborado la guía de navegabilidad para pacientes con cáncer de mama. También
SEMFyC ha publicado en su web una serie de consejos para los pacientes, que preparó el
Grupo de Trabajo para la Seguridad del Paciente40.
Se ha trabajado también en procedimientos para la mejora de la seguridad relacionada con
la medicación que incluyen diferentes elementos de ayuda que facilitan la adherencia del
paciente al tratamiento y evitan o minimizan los errores en la toma de medicamentos. Estos
son especialmente importantes en aquellos pacientes que tienen que ser tratados con
medicamentos de alto riesgo (un ejemplo serían los pacientes anticoagulados, diabéticos,
etc), pacientes en edad pediátrica y pacientes ancianos, generalmente polimedicados, por
presentar pluripatología.
A pesar del interés por dar participación a los pacientes en intervenciones para mejorar su
seguridad en el proceso asistencial, J Hall, tras realizar una revisión sistemática de la
literatura, concluye que hay evidencia limitada de la eficacia de las intervenciones diseñadas
para promover la participación de los pacientes sobre los incidentes de seguridad de los
pacientes y en general es de mala calidad. La evidencia existente se limita a la participación
del paciente en intervenciones relacionadas con la administración y control de la medicación
y sobre todo de los anticoagulantes orales41
En este aspecto los profesionales de atención primaria tenemos un papel fundamental, tanto
en la identificación de pacientes de riesgo, diagnóstico social, formación e información y
utilización de herramientas y dispositivos de apoyo que faciliten al paciente el control y
seguimiento de su enfermedad y eviten o minimicen la posibilidad de que se produzcan
errores (almacenamiento y conservación, administración –fármaco correcto, dosis correcta,
etc-). Es fundamental en este punto la participación de nuestros pacientes para su seguridad
y el apoyo de los profesionales para poner en marcha intervenciones para la mejora de la
146
seguridad del paciente y poner a su alcance todas estas herramientas, así como realizar el
seguimiento y registro de las diferentes intervenciones puestas en marcha.
En este aspecto destacar la iniciativa del Instituto para el Uso Seguro del Medicamento
(delegación en España del Institute for Safe Medication Practices ISMP) en colaboración con
la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) para diseñar y poner al alcance de los
pacientes una hoja, “Cómo utilizar sus medicamentos de forma segura”, en la que se
conjuga el conocimiento científico del ISMP y la experiencia práctica de OCU.
También se han puesto en marcha programas de mejora de la atención al paciente
polimedicado en algunas Comunidades Autónomas, siendo pioneras Extremadura y Madrid.
Las asociaciones de pacientes empiezan a desarrollar diferentes actividades para promover
un mejor conocimiento y control de la enfermedad, mejor adherencia y control del
tratamiento, la mejora de los autocuidados de los pacientes y /o cuidados prestados por sus
cuidadores o entorno.
Estas asociaciones prestan apoyo a los pacientes en aspectos relacionados con la
enfermedad y asesoramiento para ayudarles a superar los diferentes estadios o fases de la
enfermedad, tanto en lo relacionado con la patología propiamente dicha, como en aquellos
aspectos laborales, familiares, personales, sociales, etc. que sufren cambios con motivo de la
evolución de la patología del paciente. Suponen una gran ayuda para los pacientes una vez
que son dados de alta del hospital y tienen que volver a su domicilio, donde se plantean
situaciones que resultan difíciles de afrontar para pacientes con determinadas patologías.
Las asociaciones de usuarios y ciudadanos promueven también diferentes acciones
orientadas a la promoción de hábitos saludables y prevención de la enfermedad. Algunas de
estas actividades son los programas dirigidos a personas mayores sobre envejecimiento
activo y saludable, programas para mejorar los conocimientos y cuidados de los cuidadores
“cuidando al cuidador”, otros como prevención de la violencia de género etc.
El papel del paciente en la gestión de los sucesos adversos en los que se ha visto
involucrado:
El sistema y los profesionales deben hacer partícipe al paciente y sus familiares en la gestión
de los incidentes en los que se han visto involucrados y se haya producido un daño. La
información debe ser administrada por una persona formada y capacitada en gestión de
riesgos y seguridad del paciente, con conocimientos y habilidades en el campo de la
comunicación médico-paciente. Se debe reconocer el nivel de gravedad del incidente, e
incluso en el caso de incidentes con daño grave o muerte del paciente, debe existir un
protocolo de actuación que facilite el proceso de información y participación del paciente y/o
sus familiares.
147
Debemos explicar al paciente/familiares cómo se desarrollará la investigación y hablar
abiertamente con él/ellos sobre su percepción de lo ocurrido y sus valoraciones al respecto.
En este punto el paciente debe sentirse reconocido como un aliado en la investigación.
Como consecuencia de esta alianza se deberá informar al paciente del curso de la
investigación y deberá participar en las conclusiones, así como recibir el informe final en el
que consten las barreras que se van a implantar para evitar en lo posible la repetición del
incidente o, en su caso, de no ser posible su evitación, minimizar o controlar el impacto
sobre el paciente.
Además, por supuesto, el paciente debe recibir la compensación justa por el daño causado.
En el campo concreto de la seguridad y de los métodos de investigación cualitativa, no
podemos dejar de mencionar, entre las aportaciones de información por parte de los
pacientes, su papel en el análisis de causas-raíz (ACR) de los incidentes de seguridad. Una
de las características clave del ACR, aunque es esencialmente una técnica de análisis
cualitativa, es que ha de basarse en datos confirmados. Para ello, se debe recopilar toda la
información que se estime necesaria sobre el incidente de todas las fuentes existentes (datos
registrados, normas y protocolos, etc.). En ocasiones, es aconsejable una observación
directa del entorno en que se produjo el incidente, pero siempre será necesario recabar
información del personal y los pacientes (o familiares) que han estado implicados o cercanos
al incidente2,42.Para concluir este punto algo que siempre debemos tener presente: los
pacientes entienden que los profesionales sanitarios somos humanos y que podemos
cometer errores, pero no entienden que no se reconozcan, que se oculten y que no se tomen
medidas concretas para evitar que vuelvan a ocurrir. Además, hay que tener en cuenta que
la mayor parte de los eventos adversos se producen por la concurrencia de varios factores de
riesgo, es multicausal, y deben ser abordados con un enfoque sistémico y no centrado en la
búsqueda de una persona culpable “enfoque individual”.
BIBLIOGRAFIA
1. Aibar Remon C. [Do we really believe in the need for patient participation?]. Rev Calid
Asist. 2009 Sep-Oct;24(5):183-4.
2. Saturno PJ. [Strategies for patient participation in continuing improvement of clinical
safety]. Rev Calid Asist. 2009 Jun;24(3):124-30.
3. BOE. LEY 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del
paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación
clínica.
4. Decálogo de los Pacientes. Declaración de Barcelona. 2003. [Fecha de acceso
06/06/2010]
5. UE. European Commission-Health-Patient Safety.
[Fecha de acceso 06/06/2010].
148
6. Ministerio SPS. La perspectiva de los ciudadanos por la seguridad del paciente.
Madrid: Ministerio de Sanidad y Política Social; 2010. [Fecha de acceso 06/06/2010].
7. Improvement NIfIa. The Improvement Leaders’ Guides. In: Improvement NIfIa, editor.
Nottingham 2005.
8. Institute of Medicine (U.S.). Committee on Quality of Health Care in America. Crossing the
quality chasm : a new health system for the 21st century. Washington, D.C.: National
Academy Press; 2001.
9. Suchman AL. Through the Patient's Eyes: Understanding and Promoting Patient-Centered
Care. N Engl J Med. 1994;330(12):873-.
10. OMS. 59 Asamblea de la OMS. Seguridad del Paciente. 2006.
11. OMS. Declaración de Londres. 2006.
12. Aranaz Andrés JM. Estudio nacional sobre los efectos adversos ligados a la
hospitalización ENEAS 2005 : informe, febrero 2006. Madrid: Ministerio de Sanidad y
Consumo; 2006.
13. Ministerio SPS. Declaración y compromiso de los pacientes por la seguridad en el
Sistema Nacional de Salud 2007: [Fecha de acceso 06/06/2010].
14. Weingart SN, Pagovich O, Sands DZ, Li JM, Aronson MD, Davis RB, et al. What can
hospitalized patients tell us about adverse events? Learning from patient-reported incidents.
J Gen Intern Med. 2005 Sep;20(9):830-6.
15. AHRQ. Adverse Events after Hospital Discharge: [Fecha de acceso 06/06/2010]
16. Weingart SN, Price J, Duncombe D, Connor M, Sommer K, Conley KA, et al. Patientreported safety and quality of care in outpatient oncology. Jt Comm J Qual Patient Saf. 2007
Feb;33(2):83-94.
17. AHRQ. Questions are the answer. AHRQ; [fecha de acceso 04/06/2010].
18. AHRQ. 20 Tips to Help Prevent Medical Errors. AHRQ; [Fecha de acceso
06/06/2010].
19. Commission J. Speakup.
[Fecha de acceso 06/06/2010].
20. Marella WM, Finley E, Thomas AD, Clarke JR. Health Care Consumers' Inclination to
Engage in Selected Patient Safety Practices: A Survey of Adults in Pennsylvania. Journal of
Patient Safety. 2007;3(4):184-9 10.1097/pts.0b013e31815a6121.
21. AHRQ. Safety Culture: [Fecha de acceso 06/06/2010].
22. Lyons M. Should patients have a role in patient safety? A safety engineering view. Qual
Saf Health Care. 2007 Apr;16(2):140-2.
23. Delbanco T, Bell SK. Guilty, afraid, and alone--struggling with medical error. N Engl J
Med. 2007 Oct 25;357(17):1682-3.
24. Tarini BA, Lozano P, Christakis DA. Afraid in the hospital: parental concern for errors
during a child's hospitalization. J Hosp Med. 2009 Nov;4(9):521-7.
149
25. Vikki A. Entwistle MS, Ph.D., Michelle M. Mello JD, Ph.D., M.Phil., Troyen A. Brennan MD,
J.D., M.P.H. Advising Patients About Patient Safety:Current Initiatives Risk Shifting
Responsibility. Journal on Quqlity and Patient Safety. 2005 05/06/2010;31(9):483-94.
26. Entwistle VA, Mello MM, Brennan TA. Advising patients about patient safety: current
initiatives risk shifting responsibility. Jt Comm J Qual Patient Saf. 2005 Sep;31(9):483-94.
27. Field TS, Mazor KM, Briesacher B, Debellis KR, Gurwitz JH. Adverse drug events resulting
from patient errors in older adults. J Am Geriatr Soc. 2007 Feb;55(2):271-6.
28. Lemer C, Bates DW, Yoon C, Keohane C, Fitzmaurice G, Kaushal R. The role of advice in
medication administration errors in the pediatric ambulatory setting. J Patient Saf. 2009
Sep;5(3):168-75.
29. Madrid. CdSCd. Programa de Atención al Paciente Mayor Polimedicado. 2006.
30. Social, Política, Sanidad, Ministerio. Red Ciudadana de Formadores en Seguridad del
Paciente. Madrid 2008 [Fecha de acceso 06/06/2010].
31. Escola Galega de Saúde para Cidadáns. 2009 [Fecha de acceso 02/05/2010].
32. Escuela de Pacientes. [Fecha de acceso 06/06/2010].
33. Universidad de los pacientes. [Fecha de acceso 06/06/2010].
34. NPSA, NHS. National Learning and Reporting System. [Fecha de acceso
06/06/2010].
35. ISMP. Institute for Safe Medical Practices. [Fecha de acceso 06/06/2010].
36. MSPS. Estándares de calidad de cuidados para la seguridad del paciente en los
hospitales del SNS. proyecto SENECA: informe técnico 2008. Madrid 2009. [Fecha de
acceso 06/06/2010].
37. España Ministerio de Sanidad y Consumo Centro de Publicaciones. Estudio APEAS,
estudio sobre la seguridad de los pacientes en atención primaria de salud. Madrid: Ministerio
de Sanidad y Consumo; 2008.
38. American Academy of Family Physicians.
39. Fundació Josep Laporte.
[Fecha de acceso 06/06/2010].
[Fecha de acceso 07/06/2010].
40. SEMFYC. Consejos a los pacientes para mejorar su seguridad en su atención en las
consultas de atención primaria.2009.
41. Hall J, Peat M, Birks Y, Golder S, Entwistle V, Gilbody S, et al. Effectiveness of
interventions designed to promote patient involvement to enhance safety: a systematic
review. Qual Saf Health Care. 2010 Apr 27.
42. National Patient Safety Agency. Siete pasos para la seguridad del paciente: guía de
referencia completa. 2ª ed. [Majadahonda (Madrid): Ergón Creación]; 2004.
43. Powerhouse HC. The Empowerment of the European Patient 2009 – options and
implications 2009.
44. WHO. World Alliance for Patient Safety. Forward Programme 2008-2009. 2008.
[Fecha de acceso 06/06/2010].
150
Descargar