1 (DES)AMPARO DE LOS MENORES DE EDAD INMIGRANTES NO

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(DES)AMPARO DE
ACOMPAÑADOS
LOS
MENORES
DE
EDAD
INMIGRANTES
NO
Dr.Gabriele Vestri
Profesor de Derecho Constitucional
Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, España
Resumen:
A partir de los años noventa, España debe enfrentarse a una
vertiente de la inmigración hasta ese momento desconocida. Se trata de
la inmigración de los menores de edad extranjeros no acompañados. Esta
más nueva categoría de inmigrantes presenta características específicas
con respecto al desplazamiento de los adultos. Principalmente son
menores de edad que llegan a España sin el acompañamiento de sus
padres o de un tutor legal. Tras esto resulta interesante verificar el
tratamiento jurídico nacional e internacional que se le otorga,
considerando también las pruebas médicas a que se someten para
verificar la edad. Es este uno de los principales problemas que afectan a
todo su tratamiento jurídico.
1
(DES)AMPARO DE
ACOMPAÑADOS
LOS
MENORES
DE
EDAD
INMIGRANTES
NO
I. PRÓLOGO, II. PARÁMETROS CONSTITUCIONALES DE BASE, III. BREVE
COMENTARIO SOBRE LAS NORMAS SUPRANACIONALES, IV. DETERMINACIÓN DE
LA EDAD: ESTADO CIENTÍFICO Y JURÍDICO DE LA CUESTIÓN, V. CONCLUSIONES.
I. PRÓLOGO
Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas (1997), el
Menor Extranjero No Acompañado (MENA) es “el niño y el
adolescente menor de 18 años que se encuentre fuera de su país
de origen y se halle separado de ambos padres o de la persona
que por ley o costumbre lo tuviera a su cargo”. Sucesivamente, en
el año 1999 el Alto Comisionado de Naciones Unidas interviene en
su propia definición implantando el concepto de “separados”1. Esta
posterior reflexión suplió a la necesidad de “ampliar el ámbito de
atención no sólo a los menores que se encuentran solos en países
europeos, sino también a todos aquellos que no están con sus
padres biológicos o tutores legales y viven en los países de acogida
acompañados por parientes adultos (hermanos/as, tío/as,
primos/as, etc.), que han sufrido también procesos previos de
separación y que han requerido o requieren protección. En algunos
casos, el hecho de que los menores convivan con ellos
puntualmente no significa necesariamente que estos parientes
sean capaces de hacerse cargo de ellos” (Capdevila, Ferrer,
2003:17).
En la vertiente comunitaria, la Unión Europea identifica a los
menores extranjeros no acompañados con los “menores de 18
años, nacionales de terceros países o apátridas, que llegan al
territorio de los Estados miembros de la Unión Europea sin ir
1 Definición del Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas y la
Organización Save the Children en su Declaración de Buenas Prácticas.
2 Resolución del Consejo de la Unión Europea de 26 de junio de 1997 y Directivas
del Consejo de la Unión Europea 2001/55/CE, 2003/9/CE y 2003/86/CE, que
incorporan la referencia a los apátridas.
3En este sentido conviene recordar que los preceptos de la Ley Orgánica 4/2000,
de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España, y su
integración social fue declarada en parte inconstitucional en cuanto negaba el
reconocimiento de ciertos derechos fundamentales a los extranjeros residentes
ilegalmente en España (STC 236/2007).
4STC 115/1987 de 7 de julio
5Según el art. 1 de la Convención de los derechos del niño: “Para los efectos de la
presente Convención, se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho
2
acompañados de un adulto responsable de ellos, ya sea
legalmente o con arreglo a la costumbre, en tanto no se
encuentren efectivamente bajo el cuidado de tal adulto
responsable, así como a aquellos menores a los que se dejen solos
tras su entrada en los Estados miembros”2. La referencia a la
nacionalidad de los menores es indudable. Debido a esta visión,
literalmente y a nivel definitorio, parecen quedar excluidos todos
aquellos menores de edad no acompañados que tienen la
nacionalidad de un estado miembro de la Unión Europea. El
corolario es la posible inseguridad de tratamiento entre iguales
colectivos es decir, se suponen dos patrones: los menores no
acompañados comunitarios y los menores extranjeros no
acompañados.
II. PARÁMETROS CONSTITUCIONALES DE BASE
Es sin duda necesario destacar los parámetros constitucionales
relacionados con los menores de edad inmigrantes. En primer lugar,
es oportuno establecer la titularidad y el ejercicio de las libertades de
los extranjeros dentro del ordenamiento constitucional español. El
artículo 13 de la Constitución Española (CE) establece que “los
extranjeros gozarán en España de las libertades públicas que
garantiza su Título I, en los términos que establezcan los Tratados y
la Ley”. Tras esto debemos considerar también el art. 10.1 CE que
establece la dignidad de la persona, los derechos inviolables, el libre
desarrollo de la personalidad, el respeto de la ley y de la paz social.
Se plantea en este sentido la cuestión de cuales son los derechos que
se reconocen a todos, nacionales y extranjeros, y cuáles sólo a los
nacionales3.
El apartado segundo del art. 13 CE excluye, de hecho, a los
extranjeros del goce de los derechos políticos, aunque existen
algunas excepciones en las elecciones municipales. De esta forma, el
Tribunal Constitucional Español destaca que el art. 13 CE “reconoce al
legislador la posibilidad de establecer condicionamientos adicionales
al ejercicio de derechos fundamentales por parte de los extranjeros,
pero para ellos, ha de respetar, en todo caso, las prescripciones
2 Resolución del Consejo de la Unión Europea de 26 de junio de 1997 y Directivas
del Consejo de la Unión Europea 2001/55/CE, 2003/9/CE y 2003/86/CE, que
incorporan la referencia a los apátridas.
3En este sentido conviene recordar que los preceptos de la Ley Orgánica 4/2000,
de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España, y su
integración social fue declarada en parte inconstitucional en cuanto negaba el
reconocimiento de ciertos derechos fundamentales a los extranjeros residentes
ilegalmente en España (STC 236/2007).
3
constitucionales, pues no se puede estimar aquel precepto
permitiendo que el legislador configure libremente el contenido
mismo del derecho, cuando éste ya haya venido reconocido por la
Constitución directamente a los extranjeros (…). Una cosa es, en
efecto, autorizar diferencias de tratamiento entre españoles y
extranjeros, y otra es entender esa autorización como posibilidad de
legislar al respecto sin tener en cuenta los mandatos
constitucionales”4.
Por otro lado, es necesario ocuparse de la titularidad y el
ejercicio de los derechos y de las libertades de los extranjeros
menores de edad. La Constitución española en su art. 10 reconoce la
dignidad de la persona sin hacer distinción de nacionalidad o de edad.
Es también cierto que el art. 14 CE, aunque no expresamente, recoge
la no discriminación en razón de la edad. El mismo Tribunal
Constitucional, en la Sentencia 75/1983 de 3 de agosto, destaca:
“La edad no es de las circunstancias enunciadas normativamente en
el artículo 14, pero no ha de verse aquí una intención tipificadora
cerrada que excluya cualquiera otra precepto se alude a cualquier
otra condición o circunstancia personal o social, carácter de
circunstancia personal que debe predicarse de la edad”.
Debido a esta visión constitucional, el contenido de los arts. 10 y
14 CE así como los derechos fundamentales se aplican a los menores
de edad extranjeros e inmigrantes y no únicamente a los menores de
edad nacionales.
III. BREVE COMENTARIO SOBRE LAS NORMAS SUPRANACIONALES
A nivel internacional la norma principal es la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño (CDN), aprobada por la
Asamblea General de 20 de noviembre 1989, que se suma a la
anterior Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño (1924) y
la Declaración de los Derechos del Niño aprobada por la Asamblea
General el 20 de noviembre de 1959 así como la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales.
La Convención de 1989 supone reconocer disposiciones que
hacen hincapié en la autonomía de los niños5. En este sentido el
4STC 115/1987 de 7 de julio
5Según el art. 1 de la Convención de los derechos del niño: “Para los efectos de la
presente Convención, se entiende por niño todo ser humano menor de dieciocho
años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado
antes la mayoría de edad”.
4
artículo 12 de la Convención, certifica que “Los Estados Partes
garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio
propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los
asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las
opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño”.
Se percibe la dimensión del menor de edad como un sujeto
autónomo también en el art. 13, que reconoce al niño el derecho a la
libertad de expresión6, el articulo 14 que requiere la observancia del
derecho del niño a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión, así como, finalmente, en el art. 15, que reconoce los
derechos del niño a la libertad de asociación y a la libertad de reunión
pacífica.
Se trata entonces de una norma internacional innovadora que
parece establecer una nueva sensibilidad hacía un colectivo
particularmente vulnerable. De hecho, la Convención de 1989
reconoce no solamente los derechos de los niños, sino, más bien, los
Derechos humanos de los niños, por lo menos en cuanto a su
titularidad (Bazán López, 1998:58).
Tras esto, la Carta de Derechos Fundamentales, firmada y
proclamada el 7 de diciembre de 2000 por los Presidentes del
Parlamento Europeo y Comisión en el Consejo Europeo de Niza
recubre un papel fundamental en el acercamiento jurídico de la Unión
Europea al fenómeno de la inmigración en general y de los menores
de edad inmigrantes no acompañados en particular. Si por un lado,
esta Carta, incluye normas que se hallan en la mayoría de las
Constituciones contemporáneas7; por otro lado el artículo 24, sobre
los “Derechos del niño”8 resulta ser el fulcro de interés en esta
materia tan específica.
Es exactamente en este contexto que no puede olvidarse el
6Incluyendo la “la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de
todo tipo, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o
impresas, en forma artística o por cualquier otro medio elegido por el niño”.
7Pensamos por ejemplo al artículo 14: “1.Toda persona tiene derecho a la
educación y al acceso a la formación profesional y permanente. 2. Este derecho
incluye la facultad de recibir gratuitamente la enseñanza obligatoria. 3. Se
respetan, de acuerdo con las leyes nacionales que regulen su ejercicio, la
libertad de creación de centros docentes dentro del respeto a los principios
democráticos, así como el derecho de los padres a garantizar la educación y la
enseñanza de sus hijos conforme a sus convicciones religiosas, filosóficas y
pedagógicas”
8Articulo 24: “Los menores tienen derecho a la protección y a los cuidados
necesarios para su bienestar. Podrán expresar su opinión libremente. Esta será
tenida en cuenta en relación con los asuntos que les afecten, en función de su
edad y de su madurez. 2. En todos los actos relativos a los menores llevados a
cabo por autoridades públicas o instituciones privadas, el interés superior del
menor constituirá una consideración primordial. 3. Todo menor tiene derecho a
mantener de forma periódica relaciones personales y contactos directos con su
padre y con su madre, salvo si son contrarios a sus intereses”.
5
papel que la Unión Europea destaca en la política migratoria de la
Unión. A tal propósito y sin afán de profundizar en este tema, no es
esta la sede, vale la pena recordar que Alemania, España, Italia,
Reino Unido y Francia agrupan el 77% de los ciudadanos
extracomunitarios siendo así competentes del flujo migratorio más
importante (Balleix Corinne, 2013:45). Este dato, junto con la
diferentes normas reguladoras de la inmigración en los distintos
países, crea una falta de unanimidad en el tratamiento, siempre
mayor, de la realidad migratoria.
Es destacable, además, la aplicación del Convenio de la Haya de
19 de Octubre de 1996 relativo a la Competencia, la Ley Aplicable, el
Reconocimiento, la Ejecución y la Cooperación en materia de
Responsabilidad Parental y de Medidas de Protección de los Niños y
en particular se debe hacer notar, como evidencia la Profa. Nuria
González Martín, lo siguiente:
“las medidas de cooperación contenidas en el
Convenio pueden ser útiles dado el incremento de
situaciones en las cuales niños no acompañados atraviesan
fronteras, tratando de encontrar un mejor medio de vida,
buscando trabajos o tratando de reagruparse con sus
padres o con su familia que, por regla general, cruzaron,
en principio, las mismas fronteras de manera ilegal o como
indocumentados. Estos niños, niñas y adolescentes se
encuentran en situaciones de verdadera vulnerabilidad en
las que las posibilidades de ser sujetos de explotación,
venta o tráfico no están distantes. Si el niño no
acompañado es un refugiado, solicitante de asilo,
desplazado o simplemente un adolescente fugitivo, el
Convenio de La Haya de 1996 lo asiste permitiendo la
cooperación para localizarlo, determinando las autoridades
de qué país son competentes para tomar las medidas de
protección necesarias, y permitiendo la cooperación entre
las autoridades nacionales del país de recepción y del país
de origen para el intercambio de información necesaria y el
inicio de las medidas de protección necesarias” (González
Martín, 2010:131).
Este breve excursus, finalmente, encuentra su mínimo común
denominador en el concepto de interés superior del menor. Como es
establecido por el Comité de los Derechos del Niño en la Observación
General núm. 6, 2005, “la determinación del interés superior del niño
exige una evaluación clara y a fondo de la identidad de éste y, en
particular, de su nacionalidad, crianza, antecedentes étnicos,
culturales y lingüísticos, así como las vulnerabilidades y necesidades
especiales de protección. Así pues, permitir el acceso del menor al
6
territorio es condición previa de este proceso de evaluación inicial, el
cual debe efectuarse en un ambiente de amistad y seguridad y a
cargo de profesionales competentes formados en técnicas de
entrevistas que tengan en cuenta la edad y el género”.
La que no parece una definición legal, jurídica, se transforma en
la línea guía más atenta a las exigencias de este colectivo tan
vulnerable.
IV. DETERMINACIÓN DE LA EDAD: ESTADO JURÍDICO Y CIENTÍFICO
DE LA CUESTIÓN
La cuestión relativa a la determinación de la edad de los
menores de edad necesita ser tratada según dos vertientes. En
primer lugar, debemos comprobar científicamente en qué consiste y
posteriormente identificar el tratamiento jurídico consecuente con las
pruebas.
La edad de los menores se establece a través de un atlas
comparativo de radiografiás o ecografías. Es una prueba comparativa
de una radiografía con una serie de radiografías estándares que
representan una muestra de la población general. En particular, “es
un atlas con una serie de radiografiás típicas de niños que recogen 30
estados evolutivos en la escala de madurez” (Tristán Fernández,
2005:60). El médico entonces se limita a otorgar una edad con base
en la maduración ósea del paciente.
Se trata del conocido método de Greulich y Pyle según el cual se
procede con la radiografía de la muñeca izquierda9. Destaca el Dr.
José Prieto del Instituto Anatómico Forense de Madrid, que el
principal inconveniente “es la subjetividad de la lectura radiológica.
Normalmente tras una curva de aprendizaje suficiente, las
variabilidades son tolerables, no encontrándose diferencias
significativas con otros métodos más precisos”10.
No sobra decir entonces que se trata de una prueba estimatoria
que finalmente no solventa los problemas entre la determinación de
la edad legal y la edad biológica. En este sentido y para acercar estas
diferencias, el Defensor del Pueblo Español otorga cuatro
recomendaciones:
1º. El método a aplicar debe estar correctamente descrito en su
modo de aplicación. De este modo, el método que se aplique debe
9
Dicho atlas fue realizado por Greulich y Pyle en los años '40 en EE.UU. Toma en
consideración la precedente investigación y atlas del Prof. Wingate Todd, de
1929 (Greulich, Pyle, 1950).
10PRIETO J.L., “Determinación de la edad en jóvenes indocumentados. Protocolo de
actuación
médico-forense”,
www.justizia.net/docuteca/ficheros.asp?intcodigo=1501&IdDoc=SP
7
hallarse correctamente estandarizado, con el fin de que resulte
plenamente reproducible por un segundo investigador, de manera
que los resultados obtenidos con el mismo sean en la medida de lo
posible los mismos.
2º. El método debe tener una precisión contrastada en la
literatura médica. El método debe haber sido publicado en una
publicación científica y debe haber sido sometido a un control
mediante el sistema de revisión por pares, práctica habitual en todas
las publicaciones científicas modernas.
3º. La precisión del método debe ser adecuada al objeto de
estudio. En el caso que nos ocupa, el margen de edad en torno a los
18 años de edad, debemos seleccionar aquellos métodos que sean
útiles para definir la edad en ese margen, descartando otros métodos
de estimación de la edad pero más adecuados para otros segmentos
de edad.
4º. El método a aplicar debe tener un adecuado ajuste a las
normas de ética médica. Este criterio es especialmente sensible
cuando se aplican métodos de estudio en sujetos vivos. En este caso,
el método debe tener un adecuado balance de riesgo/beneficio para
el sujeto. Por ello, pese a su gran precisión, en sujetos vivos queda
descartado el uso de métodos de diagnóstico de edad como los
basados en la racemización del ácido aspártico. Éste es un método
químico muy útil que se aplica sobre diversos tejidos, en particular
sobre piezas dentales, pero que exige su extracción y destrucción. En
el mismo sentido, las pruebas radiográficas basadas en radiografías
de la región pélvica, como la evaluación del signo de Risser, deben
ser descartadas si disponemos de otros métodos de la misma
precisión que supongan exposición radiográfica de regiones menos
radio-sensibles.
Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que la maduración
ósea está directamente influenciada por diferentes factores
(genéticos, ambientales, socioeconómicos etc.) que pueden alterar la
prueba. Tras esto y a pesar de las indicaciones del Defensor del
Pueblo, este tipo de prueba médica tiene un margen de error de dos
años arriba o abajo.
Debido a los problemas señalados, se conocen otros tipos de
pruebas médicas: el método de Tanner-Whitehouse de 1975, basado
en niños anglosajones y el método Sampé basado en niños franceses.
El método Tanner-Whitehouse consiste en otorgar alícuotas de un
score numérico (que representa todo el proceso de maduración
esquelética) a cada uno de los estadios por lo que pasan los huesos y
que pueden ser evidenciados radiólogicamente (Guimarey, Lejarraga,
Cusminsky, 1979:312). El método Sampé, individua elementos
parecidos a los de Tanner-Whitehouse, aunque resulta más preciso en
cuanto utiliza “indicadores terciarios de maduración” (Tristán
8
Fernández, 2005:62), es decir indicadores óseos conexos con la
adolescencia. Aunque en menor medida, la medicina utiliza también
el sistema de radiografía panorámica u ortopantomografía dental que
valora el estado madurativo del diente en desarrollo11.
Jurídicamente, el tratamiento legal y la determinación de la edad
están directamente relacionados. Entendemos que si se establece la
mayoría de edad se aplicará la Ley de Extranjería mientras que si se
reconoce la minoría de edad, es posible aplicar la Ley de Protección
Jurídica del menor.
La Circular núm. 6 de 2006 de la Fiscalía General del Estado
representa el primer obstáculo12. Las indicaciones son claras y
obligan a los operadores que acogen al menor extranjero a
comunicarse con el Ministerio Fiscal cuando tengan dudas sobre la
edad del menor o presunto menor. El Ministerio Fiscal entonces
autorizará las pruebas médico-diagnósticas13.
En este procedimiento se detecta, entre otros, el problema
relacionado con la obligación a someterse a las pruebas médicas.
El art. 15 de la CE parece amparar el menor o presunto menor
puesto que nadie puede ser sometido sin su consentimiento a tratos
degradantes. El que podría representar un anclaje jurídico favorable
al menor de edad, con Sentencia 35/1996 ha sido convertido por el
Tribunal Constitucional Español en simple demagogia jurídica. La
Sentencia describe el caso del director de una cárcel que somete a
radiografías a un preso que está de regreso en la cárcel, después de
haber recibido un permiso otorgado por buena conducta, para
ausentarse un fin de semana. El preso, amparándose en el art. 15
CE, ve rechazada su demanda al Tribunal Constitucional puesto que
los Magistrados constitucionales indican que la “cantidad de pruebas”
a las que fue sometido junto con el tipo de prueba (una radiografía)
no alcanzan el nivel suficiente para hablar de trato degradante.
11Sistema de Demirjian Goldstein y Tanner (1973).
12(…) “en aquellos casos en los que existan dudas acerca de la edad de los
menores extranjeros, los Fiscales, una vez efectuadas las pruebas de diagnóstico
pertinentes etc..”
13En este mismo sentido se pronuncia el art. 35.3 de la L.O. 2/2009 de 11 de
Diciembre (BOE núm. 299 del 12 de Diciembre de 2009), de reforma de la L.O.
4/2000 de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en
España y su integración social: “En los supuestos en que los Cuerpos y Fuerzas
de Seguridad del Estado localicen a un extranjero indocumentado cuya minoría
de edad no pueda ser establecida con seguridad, se le dará, por los servicios
competentes de protección de menores, la atención inmediata que precise, de
acuerdo con lo establecido en la legislación de protección jurídica del menor,
poniéndose el hecho en conocimiento inmediato del Ministerio Fiscal, que
dispondrá la determinación de su edad, para lo que colaborarán las instituciones
sanitarias oportunas que, con carácter prioritario, realizarán las pruebas
necesarias”.
9
Es en esta
verse obligados
ende, también
inocencia de las
línea entonces que los menores inmigrantes pueden
a someterse a las pruebas médicas vulnerando, por
el art. 24 de la CE que recoge la presunción de
personas.
VI. CONCLUSIONES
España, por su posición geográfica se convierte en la frontera de
entrada de la inmigración (de los adultos y de los menores de edad).
La cercanía con el continente africano hace que la península no sea
solamente territorio de llegada y permanencia sino también de
tránsito. Lo que podría resultar una obviedad, no lo es si observamos
el fenómeno de la inmigración en perspectiva internacional y aún más
según las lógicas comunitarias.
Las dificultades que genera la gestión de la inmigración de los
adultos así como aquella de los menores de edad no se puede
circunscribir sólo dentro de los confines españoles. Dicho fenómeno
afecta, entonces, a todos los países que componen la Unión Europea.
Demasiadas veces se escucha hablar de “emergencia de inmigración
en España” así como en otras ocasiones se intenta solucionar el
“problema” de la inmigración con una notable inversión económica
que finalmente resulta ser una tapadera utilizada para calmar los
ánimos sociales y políticos tras un desastre humano que asume las
características de una catástrofe.
Todo esto se amplifica cuando al centro de la desgracia están
niños y niñas que tampoco tienen el débil amparo de sus padres
(ellos también sujetos a las lógicas criminales de la inmigración).
En este sentido y sin la presunción de otorgar soluciones sino
propuestas de trabajo, es interesante intervenir en diferentes
vertientes:
a) Resulta absolutamente necesario entender unívocamente que la
inmigración es un fenómeno natural imparable. Esta
consideración no debe entenderse en sentido negativo, todo lo
contrario. Se trata de una situación “ondulatoria” que
dependiendo del contexto económico y social aumenta o
disminuye. Los estados, inclusive España, se ocupan
forzadamente y mayoritariamente de inmigración cuando la
parábola es ascendente es decir cuando la inmigración tiene el
riesgo de presentar a la opinión pública internacional la cara
negativa del país. Falta entonces una política unitaria fuerte a
nivel de la Unión Europea. Las diferentes normas que los
estados miembros tienen en materia de inmigración fragmenta
los esfuerzos que deberían ser, por lo contrario, unitarios.
10
b) Si por un lado las condiciones socio-económicas en la mayoría
de los países de procedencia de la inmigración se presentan
como causa de desplazamiento, por el otro es obligación de la
Unión Europea y de sus estados miembros seguir y aumentar la
cooperación con los estados exportadores de inmigración.
Entendemos que esta cooperación no se puede llevar a cabo sólo
a través de las aportaciones económicas. Erradicar la pobreza y
empezar a fortalecer la construcción de un posible estado social
en estos países debe ser la prioridad en la agenda política de la
Unión Europea. A pesar de que los estados miembros de la
Unión Europea, en este momento, están afectados por una
extraordinaria crisis económica, no podemos aceptar que se
utilice la inmigración como uno de los culpables de la presente
situación. Si el desempleo es elevadísimo, si la atención
sanitaria se reduce por falta de presupuesto (etc.), esto no
puede utilizarse como herramienta política para cerrar aún más
las fronteras reduciendo a los inmigrantes a mercancía que
devuelvo cuando no la necesito y acepto cuando es útil al
desarrollo del país.
c) Finalmente, en el caso de los menores de edad inmigrantes no
acompañados es imprescindible no olvidar su condición de
menores de edad antes que la de inmigrantes. Cada vez más
llegan menores de edad sin el acompañamiento de sus padres.
Se trata de una fenómeno más reciente (con respecto al de
inmigración adulta) que debe enfrentarse a diferentes normas
(en el caso español por ejemplo a la Ley de Protección Jurídica
del menor y a la Ley de Extranjería). Esto genera la dificultad de
proteger debidamente al menor de edad. Todo esto se complica
más cuando las herramientas para determinar la edad del menor
no resultas suficientemente idóneas. En este marco y donde las
pruebas médicas establezcan erróneamente la mayoría de edad,
teóricamente no hay una solución de compromiso. Si el menor
resulta ser mayor de edad se le aplica la Ley de Extranjería y
habiendo entrado ilegalmente en España se devuelve a su país.
Por lo contrario si se establece que es menor de edad, puede
quedarse en España. Digo “puede” porque la Administración
Pública tendrá que establecer si esto es su interés superior o no.
Es entonces ventajoso que el gobierno español otorgue unas
líneas guías estables (sin que se cambien según el gobierno de
turno), que ayuden a los operadores a proteger a los menores
sin atentar a las normas internacionales.
11
Bibliografía esencial
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12
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