Pero también percibimos muestras de resistencia. El pasado 1 de... realizado movilizaciones con la iniciativa "Un día sin inmigrantes, 24...

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Crisis, inmigración y crecimiento del racismo (La Opinión, 6-03-2010)
Pero también percibimos muestras de resistencia. El pasado 1 de marzo, en Francia se han
realizado movilizaciones con la iniciativa "Un día sin inmigrantes, 24 horas sin nosotros", No es
casual que este movimiento haya empezado allí, donde un importante movimiento huelguista
de trabajadores indocumentados lleva meses exigiendo su regularización, y donde la
inmigración extracomunitaria, especialmente la de origen musulmán, está puesta en el punto
de mira, presionada entre otras cosas por el debate sobre la “identidad” francesa. Una iniciativa
de movilización que obtuvo también eco diverso en Italia, Grecia o varias ciudades españolas. Movimientos importantes en un momento en que el discurso xenófobo encuentra apoyo en un
sector creciente de la ciudadanía europea, especialmente ahora que la competencia por unos
recursos sociales y laborales cada vez más escasos aumenta la pulsión discriminadora.
También en España tenemos muestras de ello, con la enésima reforma de la Ley de
Extranjería en diciembre de 2009, que elevó el periodo de detención en los CIE de 40 a 60 días
o dificultó el reagrupamiento familiar. A sólo dos meses de esta reforma, la polémica ha vuelto
a propósito del empadronamiento en Vic y Torrejón y ha sacudido a diversas fuerzas políticas
en una carrera por ver quién muestra más dureza contra los sin papeles, mirando las próximas
citas electorales. Algunos no han dudado en seguir vinculando, una vez más, inmigración y
delincuencia, como muestran los recientes incidentes en Salt.
La crisis ha elevado el rechazo hacia los inmigrantes, aumenta la demanda de políticas
migratorias más restrictivas y consolida una imagen negativa de las migraciones, asociada al
deterioro de las condiciones laborales y sociales. Pese a la evidente contención de los flujos
migratorios, la intransigencia social con el extranjero aumenta, espoleada por la sensación de
competencia y los problemas de convivencia o seguridad.
Todo ello sin olvidar que si antes fueron fundamentales en los tiempos de crecimiento, la
población inmigrante es la que ha sufrido el ajuste más duro en la crisis: su tasa de paro se
elevó desde el 17% en 2008 hasta superar el 30% al final de 2009; con el añadido de que, si no
pasan directamente a la economía sumergida y logran mantener sus empleos, tienen
condiciones laborales con salarios más bajos, reducción de beneficios y más trabajo.
Aunque la duración de la crisis definirá su verdadero impacto en la migración, el papel
fundamental que en esta última década ha desempeñado su aporte laboral sugiere que será
difícil que la economía se recupere sin mano de obra migrante. Por ello no se debe sacar a la
migración de la respuesta a la crisis financiera y no sucumbir a las medidas populistas de alto
riesgo para la convivencia, de combatir la crisis con medidas migratorias severas. Las políticas
restrictivas y cortoplacistas son el germen de mayor exclusión y rechazo, y fomentan el
conflicto entre las capas mas desfavorecidas. Y todas las administraciones públicas, central,
autonómica y local, deben garantizar que los sistemas de protección social puedan atender las
necesidades de la población residente necesitada, sea autóctona o extranjera.
Por ello hacemos un llamamiento a la responsabilidad de las fuerzas políticas y de los medios
de comunicación, porque juegan un papel fundamental en la presentación y percepción de la
inmigración ya que un determinado discurso puede reforzar los prejuicios xenófobos y
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Crisis, inmigración y crecimiento del racismo (La Opinión, 6-03-2010)
contribuye a crear un grado de intolerancia social. Los inmigrantes piden reconocimiento, que
es el punto de partida mínimo para poder hablar de convivencia. La convivencia no mejorará
fomentando el odio al migrante, al indocumentado, sino comprometiendo en la solución de los
problemas a todos, porque a todos nos atañen como sociedad. De ello depende, en buena
medida, que sociedades plurales, como la murciana hoy, puedan funcionar de forma
cohesionada y justa.
Manuel Lario, de Convivir sin Racismo
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